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Ana Jaramillo: “Unidad y Proyecto Nacional”.

Capítulo 1: “La función de la universidad en la historiografía argentina”.

El texto comienza criticando que, a pesar de que los políticos, legisladores e


intelectuales coinciden en que la universidad debe estar al servicio del pueblo, esto no
se cumple porque las universidades utilizan su autonomía (su capacidad de
autoadministrarse y elegir a sus autoridades) para alejarse de los problemas nacionales
en vez de contribuir al desarrollo nacional y la construcción de una sociedad más justa.

Critica también que la universidad ignora los cambios y transformaciones sociales


producto del desarrollo científico y tecnológico y sigue educando de la misma forma en
la que lo hacía un siglo atrás (básicamente: la universidad está atrasada y
desactualizada).

Propone que la autonomía universitaria deje de usarse para desentenderse de las


problemáticas sociales actuales, que empiece a estimular la creatividad intelectual y
empiece a proponer soluciones a los problemas actuales de la sociedad.

El texto expone las críticas a la universidad de algunos de los intelectuales y


organizaciones más destacados de nuestra historia nacional:

 Domingo F. Sarmiento: Critica a la Universidad de Córdoba (fundada en 1613)


por su fuerte e inflexible carácter religioso al que ve como causante del
aislamiento de la realidad de los profesionales que en ella se forman. La acusa
de no tener verdadera amplitud para el conocimiento y de enclaustrarse (encerrarse)
en sus textos sin aceptar nada que no haya en ellos. La ve como limitada, aislada y
atrasada y ve en eso la causa de que la provincia de Córdoba no haya apoyado a la
Revolución de Mayo.

 Reforma Universitaria (1918): propone acabar con el dominio de la Iglesia en las


universidades y que estas empiecen a estar al servicio del pueblo, es decir, que
se dediquen a formar ciudadanos y no intelectuales escolásticos alejados de la
realidad y sin conciencia de las problemáticas de su pueblo. Ven al reformismo
como “el mañana” y a la universidad clerical y escolástica como “el ayer”.

 FORJA (organización universitaria de la UCR): plantean que la misión y función de


la universidad se ha desviado, ya que a pesar de las ideas del reformismo de 1918,
muchas se habían planteado pero nunca consolidado (eran “propuestas buenas” que
nunca se habían verdaderamente hecho realidad). Acusan duramente a la
universidad de “haber dado la espalda al pueblo”, siendo ajena a sus problemas y sin
preocuparse por el destino del país (y todo eso a pesar de que la universidad era
pagada por todos los que iban a estudiar y formarse en ella). Para ellos, la misión y
sentido de la universidad es el servicio, al pueblo y a la República. El fin de la
universidad es la Nación, tanto respecto a sí misma como a América y el mundo.

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 Juan Domingo Perón: en 1949 suprime el arancelamiento universitario
argumentando que el Estado debe dar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que
quieran contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, eliminando todo
obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de esa vocación. En 1952 dijo:
queremos que la ciencia y la cultura sean del pueblo y que el pueblo esté
formado por hombres que amen a los hombres. La universidad debe estar al
servicio de las grandes causas nacionales. Cuando la enseñanza superior era un
monopolio reservado para las clases privilegiadas, no es extraño que las
universidades fuesen ajenas a los problemas de la Nación.

 José Ingenieros: plantea que para la universidad ningún problema debería ser
indiferente. Debe ser una escuela de acción social, adaptada a su medio y a su
tiempo. Afirma que las sociedades engendran en cada época “sistemas de ideas
generales” que aplican para la resolución de sus problemas fundamentales.

En base a eso, critica que la universidad no se adapta a los modernos sistemas


de ideas generales de la sociedad, por lo que no puede aportar a sus problemas
e inquietudes como debería. Ve a las universidades como “inactuales”
(atrasadas) y las critica por imitar modelos viejos de educación y conservar
rasgos medievales. Saca la conclusión de que la universidad no está cumpliendo
con su función más necesaria para la sociedad. La universidad debe representar el
saber y sintetizar las ideas generales de su época, ideas que derivan de las
necesidades y aspiraciones de la sociedad. Debe ser una entidad viva, pensante y
actuante, porque de lo contrario, en vez de ser un instrumento útil para la
civilización, será un obstáculo. Para Ingenieros, la misión de la universidad debe
ser fijar principios, direcciones e ideales que permitan organizar la cultura
superior en servicio de la sociedad. La universidad debe formar hombres antes
que especialistas. El método científico debe aplicarse para la utilidad social y la
resolución de problemas.

 Risieri Frondizi (Rector de la UBA en 1957): afirma que la misión de la


universidad es ponerse al servicio del país. Debe responder a las necesidades,
requerimientos y aspiraciones de la sociedad, que son cambiantes (y la
universidad debe ir siguiendo esos cambios, readaptándose a ellos, pero
manteniendo siempre el principio de contribuir al desarrollo de la comunidad).
Critica que, en vez de ser así, en vez de ser un actor social y cultural, la
universidad ha adoptado una postura pasiva y de mero espectador ante las
cuestiones y problemáticas sociales. Plantea que la universidad no solo debe
estudiar y analizar las problemáticas sino también formar hombres para que
las resuelvan.

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 Rogelio Frigerio: reflexiona sobre cómo hemos llegado al desencuentro entre la
universidad y el país y por qué la universidad es un obstáculo para el desarrollo
técnico y su evolución. Propone cuatro estrategias para resolver ese
desencuentro:

a) Crear universidades en base a las necesidades de cada una de nuestras regiones.


b) Que los alumnos entiendan que no estudian por el estudio mismo sino para
ayudar al pueblo a encontrar los caminos más económicos a su felicidad.
c) Enlazar el conocimiento teórico al conocimiento práctico (como puede serlo las
industrias, los hospitales, etc.).
d) Planificar con criterio técnico y de investigación científica, acercar más a la
realidad al estudio de las humanidades, el arte y la cultura, entendiendo que
nuestra producción de esas cosas también es significativa, y no solo la cultura y
formas de arte extranjeras.

 Pedro Vallejos: especifica cuáles son las misiones de la universidad:

a) Formar hombres cultos, buenos profesionales, aptos para la investigación


científica.
b) Adecuarse a las necesidades del país e identificarse con el destino nacional.
c) Formar del joven un hombre universitario, un argentino con sensibilidad nativa
y con conciencia de que debe servir al pueblo y a la Nación.

 Rolando García (1963): “No queremos una universidad que sea símbolo de
privilegio sino que sea el laboratorio donde los problemas que afectan al país se
estudian a conciencia en búsqueda desinteresada de solucionar”.

 Rodolfo Puiggros (1973): propone nacionalizar y actualizar la enseñanza,


poniendo el acento en la problemática del país y buscar las soluciones en la
realidad del mismo. Debe ser un instrumento de liberación nacional y de justicia
social, para la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados. Debe
mirar hacia adentro del país y hacia Latinoamérica y no hacia modelos extranjeros,
ya sean ingleses, franceses o cualquier otro. Tiene que estar al servicio de la realidad
nacional y cualquier persona debe poder tener acceso a ella.

En conclusión: el capítulo nos muestra cómo a pesar de las propuestas de la Reforma


Universitaria de 1918, que buscaba servir a todo el pueblo y no solo a las clases
privilegiadas, cien años después, sigue desactualizada, sigue atrasada, aislada, con
modelos institucionales antiguos que le impiden ponerse al servicio de las grandes
causas nacionales y de sus necesidades más importantes. Debemos insistir en una
reforma verdadera que permita que la universidad esté a la altura de los tiempos y al
servicio del pueblo y la Nación.

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Capítulo 2: “La reforma de la universidad y la agenda social”.

El capítulo reflexiona respecto a la necesidad de que la universidad tenga programas


congruentes con la sociedad y sus problemas. Para ello, debe investigar la nueva
morfología de la sociedad, de la política y de la economía. Propone una relación
horizontal entre las disciplinas (interdisciplinaridad: es decir, que los contenidos de
las disciplinas estén siempre conectados y no aislados, cooperando mutuamente), ya que
solo así podrán contribuir a construir, transformar y mejorar la sociedad. Cada
disciplina por si sola (relación vertical) no puede afrontar las problemáticas sociales.

En la realidad social irrumpen nuevas prácticas y actores, antes desconocidos, que la


transforman y reconfiguran. Las personas, como actores sociales, podemos tener la
voluntad de producir y protagonizar un cambio inédito. Para lograrlo, debemos estar
decididos a adquirir conocimiento para intervenir, para actuar, y no solo para
realizar especulaciones teóricas desde un lugar de espectador. Tenemos que
entender que no somos solo actores en la producción de conocimiento sino también en
la construcción de la realidad social.

El brasileño Darcy Ribeiro plantea la necesidad de realizar una reforma para que las
universidades de América Latina puedan contribuir con el desarrollo de su sociedad en
todos los aspectos. Plantea Ribeiro que la precariedad de nuestro sistema educativo
se debe a que América Latina busca acompañar los ritmos de desarrollo del
mundo avanzado (queriendo imitar modelos universitarios como los de Inglaterra,
Francia y muchas otras) cuando en realidad sus universidades pertenecen a naciones
neocoloniales con sociedades muy diferentes y con otros problemas. Necesitamos dejar
de copiar modelos de otras naciones y empezar a repensar nosotros mismos
nuestra propia universidad: debe basarse en las características específicas de
nuestro ámbito sociocultural. Hasta que eso no ocurra, nuestras universidades van a
seguir siendo obstáculos para el desarrollo nacional.

La mexicana Emma Irene Perez Azcué plantea que “si la sociedad crea y sostiene las
instituciones educativas, tiene el derecho de exigir la satisfacción de determinadas
necesidades”. La universidad debe definir las necesidades y problemas que le
competen y, a su vez, determinar con más precisión qué tipo de egresado la
sociedad demanda. Tiene que asumir ese desafío mediante reflexión y análisis crítico y
generar así los elementos idóneos para resolver problemas concretos y así facilitar y
promover el desarrollo nacional.

El mexicano Noé Héctor Esquivel Estrada sostiene que el objetivo de la investigación


es avanzar en el conocimiento para dar respuestas a las problemáticas y
necesidades concretas de la sociedad. La universidad debe generar conciencia de que
el trabajo que realiza es comunitario, justo, solidario y en beneficio de la sociedad. El
bien común debe ser su interés prioritario. El investigador debe buscar
conocimientos que contribuyan al desarrollo humano.

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Arthur Davis, en los años ’50, advirtió respecto a la división cada vez mayor entre la
teoría social y el estudio de problemas sociales concretos y afirmó que la universidad
podía contribuir muy poco a la comprensión de los diversos aspectos de nuestra crisis
social y, menos aún, a su superación.

La brecha entre teoría social y los problemas sociales continúa debido a dos
premisas a las que la universidad se aferra:

- La “ética de la neutralidad”: según la cual los científicos sociales deben


mantenerse completamente neutrales frente a las cuestiones sociales y no
adoptar posiciones.
- La “ética de la ciencia no ideológica”: según la cual ideología y ciencia son
mutuamente excluyentes (no pueden combinarse).

Para superar esa brecha, Davis propone que la ciencia estudie el mundo tal cual es y tal
como va cambiando, y no como lo imaginamos según nuestros deseos. Solo así vamos a
poder servir mejor a los intereses de la sociedad y la ciencia.

El ser social, es decir, la vida en sociedad, no es estática, sino que va cambiando


permanentemente y es a ese cambio constante al que la universidad debe saber
adaptarse.

Hans Albert sostiene que la racionalidad científica y la política no se contraponen: ante


los problemas de la sociedad, la ciencia busca alternativas teóricas a problemas de
conocimiento y la política busca alternativas institucionales a los problemas derivados
de la vida en sociedad. Entonces, la ciencia es una institución de la sociedad que
puede y debe contribuir a la solución de problemas sociales.

La brecha que hay entre el pragmatismo y el academicismo, es decir, entre el político,


que busca el “cómo” y el científico, que busca el “por qué”, puede superarse, ya que
cualquier decisión responsable frente a un problema requiere de ambas cosas.

El desafío lo asumimos al reconocer que abordar la complejidad actual de la sociedad y


sus problemas a través del enfoque disciplinario no nos explica nada ni nos facilita la
comprensión de dicha complejidad.

El desafío que debemos encarar, entonces, es preparar y formar a los jóvenes para
que sean protagonistas y decisores aquí y ahora, y no solo analistas e intérpretes de
la realidad y sus cambios. Formarlos para decidir con responsabilidad en la
resolución de problemas y no solo limitarse a analizarlos. Las universidades deben
producir conocimientos que permitan evaluar, planificar, decidir e intervenir en la
construcción social de una sociedad alternativa, invitando a los ciudadanos a
comprometer su acción individual con la acción colectiva de construir una
sociedad mejor.

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Capítulo 4: “Conocer para intervenir en la construcción social”.

El capítulo plantea la necesidad de invertir la perspectiva escolástica para que la


universidad investigue y eduque para intervenir en la construcción social, uniendo el
saber con el acaecer (la realidad) y el quehacer con el “qué decir”. Para ello, la
universidad debe diagnosticar, analizar, descubrir, comprender e interpretar la realidad
social pero al mismo tiempo proponer soluciones factibles respecto a sus problemas y
necesidades y tomar decisiones respecto a los nuevos acontecimientos que en ella se van
sucediendo.

El texto define a la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) como “universidad urbana


comprometida”, ya que busca ser una universidad que se organice no por disciplinas
sino en función de los problemas sociales y nacionales para producir conocimientos
más eficaces para la decisión e intervención en la construcción social. La universidad
tiene una responsabilidad cívica frente a la sociedad que la sustenta. Su misión es
profundizar y extender la democracia mientras que las funciones mediante las cuáles
puede perseguir esa misión son la docencia, la investigación, la investigación
tecnológica, etc.

El claustro (las autoridades principales de las universidades y sus métodos escolásticos)


ya no monopoliza hoy día la producción de conocimiento sino que este se genera y
distribuye en la sociedad. Es por eso que la universidad debe articular los saberes que se
producen en la comunidad. Es solo a través del diálogo con la comunidad, y del
entendimiento de los problemas que la aquejan y los cambios que en ella se
producen, que la universidad puede lograr una “agenda compartida” entre ella y
la sociedad para la resolución de problemas y satisfacción de necesidades. Esto se
debe a que las respuestas a esos problemas y necesidades no son solo intelectuales y
teóricas sino también prácticas y políticas.

En síntesis, comprender la actualidad viviente y sus complejas problemáticas para


poder buscar una solución a ellas implica la necesidad de un diálogo permanente.

Dialogar con otros saberes producidos por otros actores e interactuar con otras prácticas
será lo que nos permitirá producir nuevos conocimientos que reflejen y comprendan
mejor la actualidad y el cambio, que faciliten la intervención e interacción con la
realidad en busca de mayor equidad y desarrollo.

Es por eso que la UNLa no busca verdades universales sino que su misión como
universidad pública se define en función de los problemas nacionales, regionales y
locales, cooperando con la sociedad y el Estado para lograrlo. Busca hacer su aporte
en la formación de recursos humanos, en la investigación y en sus tareas de
cooperación, asistencia técnica y servicio público. Es la sociedad la que sustenta y le
da sentido a la UNLa y es por eso que busca tener una agenda compartida con ella.

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Por eso, debe diagnosticar, analizar, descubrir, comprender, interpretar, proponer
soluciones y decidir sobre aquellos nuevos acontecimientos y cambios que se van
sucediendo.

La universidad asume el gran desafío de revertir los milenarios métodos escolásticos


(estudios únicamente teóricos de la realidad pero con poco contacto real con ella,
basados únicamente en la interpretación de textos escritos del pasado) y construir una
nueva metodología de aproximación a la realidad, investigándola y textualizándola
y comprendiendo que está en constante cambio.

Invertir la metodología escolástica consiste en entender que no tenemos que partir


de textos escritos anteriormente para problematizarlos y discutirlos sino de las
nuevas realidades sociales para sacar conclusiones y textualizarlas. Para resolver
problemas debemos analizar la realidad social y no solo escritos y textos, porque sobre
la realidad social de aquí y ahora no hay nada escrito, y de eso se trata: es tarea de la
universidad textualizar lo que aún no ha sido textualizado.

Solamente así se podrá desde la universidad hacer nuevos aportes, nuevos


conocimientos que realmente transformen a nuestra realidad, conocimientos
nuevos sobre nuestra civilización, y no solamente interpretaciones del pasado.

Capítulo 5: “Del anhelo a la volición o del deseo al querer”.

Este capítulo sostiene que para lograr una verdadera reforma universitaria no basta
solo con “desearla” sino que hace falta quererla de verdad, para revertir de una vez
el tan criticado aislamiento de la universidad respecto a la sociedad.

Querer se diferencia de desear en que es siempre un “querer hacer”, un “querer lograr”.


Esto implica la voluntad de cumplimentar todos los pasos necesarios para llegar a
realizar lo que queremos y buscamos, ya que no existen realizaciones mágicas.

El desafío del hacer tiene como prerrequisito la voluntad de querer realizar lo que
se desea. Es el compromiso con la transformación de una realidad que nos duele y
no con la cómoda crítica de la misma, de los errores de antaño o de los protagonistas de
hoy. Para realizar la reforma universitaria hay que quererla de verdad, haciendo todo
aquello necesario para lograrla.

Desear es muy similar a “soñar”, es “un querer fracasado”. Querer, en cambio, implica
la voluntad de realizar, con reflexión y “fría pasión” (la calentura desenfrenada no sirve
de nada) y con compromiso. Sin esa voluntad verdadera, cualquier reforma
universitaria será imposible. No basta solamente con elegir la comodidad del “ojalá
que pase”. Eso no lleva a ninguna parte.

La necesidad de transformar las universidades debe tener el objetivo primordial


de conducir la investigación hacia los problemas de la sociedad y preparar a los
estudiantes para que sirvan a ella. Debemos querer una sociedad más justa con
compromiso.

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Capítulo 6: “La universidad al servicio del pueblo y la Nación: razón crítica más razón
decidida”.

Este capítulo sostiene que para poder poner a la universidad al servicio del pueblo y
de la Nación no solo hace falta razón crítica (que cuestiona la realidad) sino que
hace falta sumarle razón decidida (que es la que pone las ideas en acción).

Si la misión de la universidad es profundizar y expandir la democracia, esta no puede


limitarse a la razón crítica sino que debe compartir una agenda con las instituciones
democráticas nacionales para ser útil a nuestra sociedad, y a la democracia misma, a
través de la investigación y la docencia. También debe colaborar en la planificación y
proponer soluciones para la transformación.

Desde la razón crítica, la universidad no deja de hacer política: sus profesores,


docentes y estudiantes tienen el derecho y el deber moral de oponerse a las acciones
políticas antidemocráticas o que restrinjan el acceso a bienes socialmente necesarios, a
la justicia, a la salud, a la toma de decisiones, etc.

La razón crítica es básicamente la que nos permite saber que nuestra sociedad (o
nuestro mundo) podría ser mejor y más justa y, por tanto, nos lleva a no aceptar la
realidad simplemente tal cual es, como si fuese algo estático y acabado (puesto que
entendemos que la realidad está en un continuo cambio, en constante construcción). Nos
obliga a investigar no solo por qué las cosas son así y no de otra manera, sino
cuáles son los caminos, los fines, las herramientas y obstáculos que hay que
superar, así como cuáles son los recursos existentes para alcanzar y construir esa
sociedad más justa.

Pero no podemos conformarnos solo con cuestionar la realidad sin comprometernos.


Debemos pasar del deseo a la práctica y el compromiso: desarrollar ideas, que son
instrumentos que nos muestran de qué modo se podrían cambiar las cosas. Las ideas
son hipótesis (es decir, posibles respuestas a determinada problemática) y es
mediante el conocimiento que podemos adaptar esta herramienta (las ideas) al
problema.

Es ahí cuando entra el papel de la razón decidida, que implica poner la idea en
acción. Tanto la razón crítica como la razón decidida entienden que el hombre
construye la realidad.

La propuesta, entonces, de reconstruir la universidad implica pasar de la


problematización y crítica de lo existente a una actitud planificadora de
investigación respecto a cómo modificarlo (una combinación de ambas razones).

A través de la investigación se deberá pensar, analizar, reflexionar sobre cómo


transformar el país. A través de la docencia se deberán generar los egresados que
el país necesita y a través de la asistencia técnica y la cooperación se deberán
privilegiar aquellas actividades que sean primordiales respecto a las necesidades
sociales y al interés público.

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La universidad no solo debe estudiar el “por qué” de las cosas sino el cómo
transformarlas, participando en la elaboración de decisiones. Debe superarse la
brecha entre lo político y lo académico que sostiene que el académico busca los por
qué de la realidad y el político busca el cómo. Esa es la brecha que debe superarse, y
superarla debe ser el compromiso de la universidad que quiera servir al pueblo y a
la Nación. La universidad debe dedicarse tanto al “por qué” como al “cómo”, y para
ello es necesaria tanto la razón crítica como la razón decidida.

(En las CONCLUSIONES, en la página 19 del texto, se especifica una lista de


propuestas que contribuyen a esta reforma).

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