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Comentario crítico
El texto de Casanova ofrece múltiples consideraciones en torno a la investigación histórica, que
se sintetizan de astuta manera en el final de su libro, afirmando que “buena es, efectivamente, la
sabiduría pero mejor si va acompañada de libertad y honradez intelectual”. La apuesta por la
necesidad de la teoría, para no permitir que los hechos hablen por sí mismos resulta ser un
aspecto transversal que requiere de un alto grado de inteligencia para resolverlo en el terreno de
la investigación. La teoría, como no puede ser de otra manera, da vida a la reconstrucción de los
hechos; toda fuente toma sentido por los objetivos que se traza el investigador y por las
herramientas que utiliza para posicionarla históricamente. La sola existencia de la fuente no es
suficiente para llenar el profundo camino de la historia, más si es social esta.
Pero la teoría, como campo de construcción explicativo debe ser flexible sin que esto implique
arroparse por un eclecticismo descomprometido, que deje a la investigación histórica sin un faro
latente. En ese sentido, la mención a la historia desde debajo de George Rudé resulta ser diciente,
y en cierto sentido, inspirador, en gran medida por el resultado que ofrece en el oficio de
historiador, sino que también por el valor de arriesgarse a darle vida al marxismo como posición
de conocimiento frente al mundo, frente a la historia.
La intención de explicar la sociedad es necesaria. Eso implica entender que una historia social
nunca puede estar avocada hacia una abolición de la política, en tanto allí hay un juego de
disputa, también intelectual, que se pierde si se renuncia. Y no sólo por un manifiesto o no
compromiso del historiador, sino que en la política está incluida si no la más, sí una de las
explicaciones transversales para cualquier historia social. No es posible explicar la historia sin
poner en juego el problema que el poder suscita y por qué se da de una manera y no de otra.