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“El intelectual Orgánico” (1)

Antonio Gramsci

El lugar y la función del intelectual.

En la medida en que cada uno utiliza en un grado más o menos elevado su


capacidad cerebral, todos los hombres pueden ser considerados como
intelectuales. Pero no todos ejercen, según Gramsci, la función de intelectual.
¿Cuál es esa función? ¿Qué lugar ocupa el intelectual en las relaciones de
producción?

"Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial
en el mundo de la producción económica, establece junto a él,
orgánicamente, una o mas capas intelectuales que le dan homogeneidad y
conciencia de su propia función, no sólo en el campo económico, sino
también en el social y en el político..." (2)

Grupo social que ejerce una función esencial en el modo de producción quiere
decir, en el lenguaje de Gramsci para burlar a sus carceleros, clase social. ... Esta
definición, en efecto, no se aplica mas que a las clases fundamentales y Gramsci,
por lo demás, saca sus ejemplos de la clase obrera y de la capitalista.

Los intelectuales que una clase crea en el curso de su progresivo desarrollo


cumplen tareas que, la mayor parte de las veces, son especializaciones de
actividades intelectuales implicadas por su origen en la función que ejerce esta
clase para el lugar que ésta ocupa en el modo de producción. Así, el empresario
debe poseer una capacidad técnica en el campo que le es propio y, al menos en
todos los campos colaterales de la producción. Incluso debe ser el organizador de
la división técnica del trabajo, de los obreros, tener la confianza de los accionistas
de su empresa y de los compradores de los productos que lanza al mercado una
elite de entre los jefes de empresa, si no todos, debe ser la organizadora de la
hegemonía de la clase burguesa en la sociedad civil y la organizadora de la
coerción que, por medio del Estado, la clase burguesa ejerce sobre las demás
clases. Por otra parte, estas distintas actividades de tipo intelectual no son
ejercidas habitualmente por los mismos dirigentes, de esta clase, sino por sus
representantes, los intelectuales orgánicos.

Los intelectuales son pues, primeramente, los organizadores de la función


económica de la clase a la que están ligados orgánicamente. Así en la primera
mitad del siglo XX la pequeña burguesía de las ciudades de Italia producía
"técnicos" que son, a nivel económico, los intelectuales orgánicos de los
capitalistas. Ciertas clases, en determinados períodos históricos, no consiguen
contar con otros intelectuales que no sean los que ejercen funciones de dirección
económica. Una de las razones del fracaso de la burguesía italiana durante el

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período de las Comunas fue el haberse quedado en la fase económico-
corporativa, no consiguiendo crear intelectuales a nivel hegemónico. La debilidad
del campesinado italiano se explica, dice Gramsci, por el hecho de que no produce
intelectuales orgánicos mas que a nivel económico-corporativo, hecho que está
ligado, en sus últimas consecuencias, con la dispersión y el aislamiento de la
masa campesina, impidiendo, en la práctica, la formación de partidos agrarios. De
la misma manera, se puede afirmar que el problema mas importante de la clase
obrera americana reside en su incapacidad de producir intelectuales orgánicos a
nivel político -permaneciendo en el nivel económico-corporativo o tradeunionismo.

Los intelectuales son también los portadores de la función hegemónica que ejerce
la clase dominante en la sociedad civil. Trabajan en las diferentes organizaciones
culturales (sistema escolar, organismos de difusión -periódicos, revistas, radio,
cine- etc.) y en los partidos de la clase dominante, con el fin de asegurar el
consentimiento pasivo, sino el activo, de las clases dominadas en la dirección que
la clase dominante imprime a la sociedad. El proletariado puede así producir
intelectuales a nivel hegemónico, siendo una clase que, por el lugar que ocupa en
el modo de producción capitalista, puede aspirar de manera realista a la dirección
de la sociedad. Mediante el Partido, por las escuelas que éste organice, por los
medios de difusión que emplee, y por el papel de educador de sus militantes, el
proletariado surge como adversario de la hegemonía ejercida por la burguesía, y
tiende a trastocarla. Las clases que producen amplias capas de intelectuales a
nivel hegemónico, se limitan generalmente a los grupos sociales esenciales o
fundamentales, es decir, a las clases que por el lugar que ocupan en el seno de un
modo de producción históricamente determinado están en posición de asumir el
poder y la dirección de las otras clases, o bien aspiran a tal asunción.
Consiguientemente, en el modo de producción capitalista, los grupos sociales
esenciales son la burguesía y el proletariado. Los intelectuales son también los
organizadores de la coerción que ejerce la clase dominante sobre las otras clases
por medio del Estado. Son los ministros, los diputados, los senadores... y
constituyen los cuadros del aparato administrativo, político, judicial y militar. El
proletariado puede también, en ciertas condiciones, intentar limitar el poder de
coerción de la clase dominante, procurando apoderase progresiva y
"democráticamente" de algunas de las palancas de control del Estado, puede
también, en los períodos revolucionarios constituir su propio ejército, sus milicias y
su cuerpo administrativo. Cualesquiera que sean los medios utilizados, el
proletariado que tiende a adueñarse del poder, por el lugar que ocupa en el seno
del modo de producción capitalista, tiende naturalmente a constituir un Estado
dentro del Estado.

El intelectual tiene también como función la de suscitar, en los miembros de la


clase a la que está vinculado orgánicamente, una toma de conciencia de su
comunidad de intereses, y la de provocar en el seno de esta clase una concepción
del mundo homogénea y autónoma.

La concepción del mundo de una clase social está "determinada" por el lugar, mas
o menos autónomo, que ocupa en el seno de una estructura social. Por una parte,

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está ella misma "determinada" por este lugar, y depende de las características
propias de la función que ejerce esta clase en el seno del modo de producción.
Así, la concepción del mundo del proletariado reposará sobre el hecho de que no
posee los medios de producción y de que es creador de plusvalía. Si esta es una
concepción determinada, se halla limitada: una clase nunca será capaz de poner
en tela de juicio su existencia, si sus intereses económicos y políticos son
contrarios al planteamiento de esta duda. Así la burguesía, naturalmente, se
inclina a presentar el régimen capitalista como eterno. Por otra parte, la
concepción del mundo de una clase es la expresión de una función que se
encarna históricamente en el seno de una situación. Para Gramsci, no hay una
esencia del proletariado o de la burguesía situada más allá de las variaciones
históricas. La concepción del mundo de una clase surge de su función encarnada
en una situación. Por consiguiente, la transformación de la situación debe
provocar una transformación de la concepción. Además, es preciso darse cuenta
del hecho de que la conciencia de una clase está siempre condicionada, influencia
por las concepciones de las demás clases sociales -siendo la clase mas influyente
la clase dominante-. De esta forma la concepción del mundo de la clase obrera de
tal país y de tal época, si bien expresa la función ejercida por esta clase en tal
situación, está deformada por las experiencias propias a esta clase que no
correspondan ya a la situación presente, por la ideología de la burguesía y por las
ideologías que han sobrevivido a la transformación de las condiciones que las han
hecho nacer (el cristianismo, por ejemplo). La concepción del mundo de una clase
es pues, naturalmente, una amalgama heteróclita formada por derivaciones
directas de su función en el seno de una situación dada por las derivaciones de
experiencias expresadas que no corresponden ya a la situación actual y por la
influencia ideológica que sobre ella ejercen las otras clases sociales.

El intelectual tiene como función el homogeneizar la concepción del mundo de la


clase a la que está orgánicamente ligado; es decir, positivamente, tiene por
función el conseguir la correspondencia entre esta concepción y la función objetiva
de esta clase en una situación histórica determinada; negativamente, su
conformación autónoma espulgando de esta concepción todo lo que le es extraño.
El intelectual no es, pues, el reflejo de la clase social: desempeña un papel
positivo para volver más homogénea la concepción naturalmente heteróclita de
esta clase.

El proletariado no podrá conocer su situación presente si no conoce su pasado. El


presente no se explica más que por el pasado, el análisis estructural de una
sociedad no encuentra su razón de ser más que en la explicación genética: esto
es la base de toda la filosofía histórica de Gramsci. Pero, y esto es importante, la
clase obrera no podrá darse una conciencia de sí autónoma y homogénea mas
que conociendo igualmente el presente y el pasado de las demás clases sociales.

Conocerse a sí mismos quiere decir ser lo que se es, quiere decir dueños de sí
mismos, distinguirse, salir fuera del caos, ser el elemento de orden, pero del orden
propio y de la propia disciplina por un ideal. Y eso no se puede obtener si no se
conoce también a los demás, su historia, la sucesión de los esfuerzos que han

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realizado para ser lo que son, para crear la civilización que han creado y que
queremos sustituir por la nuestra".

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