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Hace poco más de una semana su grupo parlamentario preguntó por esta situación por segunda vez
en los últimos tres años. En su opinión, las consecuencias son muy graves pues se trata de
medicamentos que en muchas ocasiones se usan para tratar síntomas de enfermedades crónicas y en
otras para paliar efectos de terapias agresivas en enfermedades graves. “La quimioterapia produce
como efecto secundario la diarrea, y para eso se usa el Fortasec, que ha quedado como
medicamento publicitado, es decir, de precio completamente libre”. En el caso de este fármaco, el
aumento ha sido del 1,89 euros que costaba en 2012 a los 5,95 euros que cuestan ahora 10 cápsulas.
Flutox ha pasado de 1,95 a 7,96; Flumil de 3,12 a 7,18; Mucosan de 4,12 a 8,96; Hemorrane de 6,51
a 7,98; Almax de 3,23 a 7,76; Voltaren de 3,09 a 7,88 o Pectox de 3,25 a 5,62 euros.
“Las medicinas no son un bien de consumo, eso hay que tenerlo claro; son una necesidad y esa
necesidad debe estar bien cubierta y no se puede dejar a la libre competencia”, subraya el
catedrático y antiguo miembro del Comité Permanente de Expertos del Ministerio de Sanidad
Francisco Zaragozá. Para el académico, aquella decisión fue de mutuo acuerdo entre los
laboratorios y la administración. Cada uno tenía sus razones para desear esa solución. “Los
fabricantes aducían que el precio tasado no les dejaba casi margen de beneficio y el ministerio se
ahorraba de esa manera la compra de millones de unidades de fármacos que no consideraba
indispensables”. El experto insiste en que "no se debió a la presión de los lobbies farmacéuticos
sino a la necesidad de ahorro de la administración".
Sin embargo, Zaragozá también cree que todo hay que verlo en perspectiva: “Esos mismos
medicamentos en un mercado completamente libre, como el de Estados Unidos, pueden alcanzar
diez veces su valor en España”. Los fármacos que entraron en aquella lista no pasaron directamente
a ser de precio completamente libre, sino una fórmula intermedia que se denomina “precio
notificado”. Esto es, el fabricante debe informar al Ministerio de la subida que tiene planeada y este
puede dar su visto bueno, o denegarlo. De todas maneras, el experto también aclara que él es
partidario de que las medicinas "estén cubiertas por la Seguridad Social". En total, 97 de los 417 se
mantuvieron bajo cierto control de las administraciones.
“La realidad es que casi todos los de aquella lista se convirtieron en fármacos publicitados, que
significa que el laboratorio puede ponerles el precio que quiera sin necesidad de decírselo ya a
nadie”, recuerda Jesús María Fernández. Entre aquellas medicinas que subieron enormemente su
precio estaban casi todos los antitusivos más famosos y comunes en el mercado. En general, todos
los jarabes para la tos pasaron de costar algo más de un euro a casi diez. También los indicados para
tratar las hemorroides, otro de esos efectos secundarios de otro tipo de enfermedades, sufrieron un
incremento de tres veces su precio tasado, pasando de algo más de tres euros a cerca de diez.
“Muchos de ellos son de uso muy frecuente y es verdad que son para síntomas menores”, concede
Fernández, que, sin embargo, recuerda que esos mismos medicamentos son “fundamentales para
gente que tiene bronquitis crónica, por ejemplo”. Esta petición socialista ya se había producido por
primera vez, a través de su diputado Miguel Ángel Hermida.
La patronal del sector, Farmaindustria, a través de un portavoz, entiende que estos asuntos
“políticos” no le conciernen y que en cualquier caso respetan las dinámicas parlamentarias.