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BIBLIOTECA DE MEXICO

I S S N - 0 1 8 8 - 4 7 6 X • N Ú M E R O 72 • $31.00

POEMAS DE MANUEL ULACIA


Y FRANCISCO SEGOVIA

ENSAYOS DE JOSÉ DE LA COLINA,


ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAISÍ,
JAMES VALENDER,
V Í a O R GERARDO RIVAS,
JOSÉ HOMERO,
OSÉ MARÍA ESPINASE
ANUEL ULACIA,
LBERTO ENRÍQUEZ PEREA,
IS ROBERTO VERA

CORRESPONDENCIA CON
ALFONSO REYES,
FEDERICO GARCÍA LORCA
Y PALOMA ALTOLAGUIRRE

DIBUJOS DE VICENTE ROJO


DE MÉXICO 3 JOSÉ DE LA COLINA
LUIS CERNUDA y LO MEXICANO

7 ANGELlNA MUÑIZ-HUBERMAN
LUIS CERNUDA: EL EXILIO DEL VIENTO Y EL ALMA

JAMES VALENDER
9 UNA CARTA DE LU~S CERNUDA
A FEDERICO GARClA LORCA

VíCTOR GERARDO RIVAS


15 DE LA AMARGURA, EL CUERPO Y EL AMOR :
UNA REFLEXiÓN SOBRE CERNUDA

19 JOSÉ HOMERO
METAMORFOSIS Y RAPTO

JOSÉ MARíA ESPI NASA


MEJOR LA DESTRUCCIÓN, EL FUEGO :
EL EXILIO Y LA PROSA EN LUI S CERNUDA

UCONACULTA
NÚMERO SETENTA Y DOS
MANUEL ULACIA

28
NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2002 $3 1.00
PlAZA DE LA CIUDADELA #4,
OCTAVIO PAZ y LU IS CERNUDA:
CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO UN DIÁLOGO EN LA TRADICIÓN
TELÉFONO 57 09 1478 FAX 57 09 11 75
CERTIFICADO DE LICITUD DE TíTuLO NUM. 6270
CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NUM. 4380
PALOMA ALTOLAGUlRRE
CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES
PRESIDENTA
SARI BERMÚ DEZ
34 MIS RECUERDOS DE LUIS CERNUDA
(CON ALGUNAS CARTAS SUYAS)

REVISTA BIBLIOTECA DE MÉXICO


DIRECIOR FUNDADOR: JAIME GARCíA TERRÉS t ALBERTO ENRíQUEZ PEREA
DIRECIOR: EDUARDO LlZALDE
EDROR: LUIS ROBERTO VERA
EDROR ASOCIADO: JOSÉ ANTONIO MONTERO
41 PÁG INAS SOBRE UNA POEsíA: CORRESPONDEN CIA
ALFONSO REYES/ LUI S CERNUDA ( 1932- 1959)

SECRETARIO DE REDACCiÓN: JOSÉ DE LA COLINA


CONSEJO DE REDACCiÓN: JUAN ALMELA,

50
FERNAN DO ÁLVAREZ DEL CASTILLO, MIGUEL CAPISTRÁN,
MANUEL ULACIA
ADOLFO ECHEVERRIA, JAIME MORENO VILLARREAL,
ORIGAMI PARA UN DíA DE LLUVIA
VICTOR TOLEDO, RAFAEL VARGAS
COORDINACiÓN ADMINISTRATIVA: MIGUEL GARCIA RUIZ,
JAVIER MEDINA MORENO
DISEÑO: GERMÁN MONTALVO, PAOLA ÁLVAREZ
ASISTENCIA EDRORIAL: MARINA GRAF, CECILIA GOROSTIETA
COMERCIALIZACiÓN y DISTRIBUCiÓN: RUYSDAEL NAVA
ASISTENCIA DE PRODUCCiÓN: ZIAN ESCALONA
53 FRANCISCO SEGOVIA
TRES POEMAS EN HOMENAJE A CERNUDA

COLOR. PRE-PRENSA E IMPRESiÓN:


EDICION ES CORUNDA SA DE CV

PORTADA: LUIS CERNUDA, 1936


57 LUIS CERNUDA
LÁZARO

ARCHIVO DE LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES, MADRID


(EN ESTA EDICIÓN: AREM) .
la DE FORROS: LU IS CERNUDA, 1932, AREM. LUIS ROBERTO VERA

DIBUJOS DE VICENTE ROJO 60 MONTAÑA, SEPU LCRO Y ESCALERA'


LOS ALTARES DE MUERTOS EN MÉXICO
Biblioteca de México
JOSÉ DE LA COLINA

CERNUDA. VIVIR POR LA PALABRA


A Luis Cernuda lo conocimos los escrito-
res jóvenes de mi generación al despun-
tar los años 1950, en la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM, donde el
poeta admirado impartía cátedra. A mí
me lo presentó José Caos, nuestro emi-
nente preceptor de fi losofía, alguno de
esos días en que Cernuda caminaba por
Luis Cemuda intensamente buscó, allí donde de 105 del admirable Ocnos, de 1942. Para los pasillos de la Facultad, muy erguido,
le tocó vivir el exilio político -Inglaterra, 105 Esta- expresar experiencias interiores, incluyendo con la ausente mirada siempre en alto y
dos Unidos o México-, 105 elementos de una apenas anécdotas y detalles circunstanciales, con aquel aire elegante de lord británico
patria ideal donde la realidad respondiera al el poeta emplea la segunda persona del sin- en el destierro que parecía siempre te-
deseo. Esa patria estaba acaso un poco en gular, un tú que le permite dialogar consigo ner. No lo traté nunca, acaso por timidez
todas partes, esparcida en la tierra sin tierra del mismo, interrogarse, incitarse a presentizar lo o porque no parecía prestarse mucho el
exilio, es decir en ninguna cabalmente, sino visto, oído, sentido en México. ánimo distante del poeta que no parecía
en el sueño mismo del poeta y, a final de cuen- Tengo Variaciones sobre temo mexicano interesado en hacer nuevos amigos, ~un­
tas, en su poesía. Pero si había vivido algo de por el libro más hondo y bello, el más concer- que los tuvo desde luego entre escritores
ella en su España robada por el fascismo, tam- nido por su asunto mexicano, entre todos 105 mexicanos (Reyes, Paz y tantos otros), y
bién algo de ella encontraría en México. escritos y publicados por 105 escritores del exi- entre los españoles jóvenes de mi gene-
Antes de radicar aquí desde 1951 hasta lio republicano español en México. Es también ración (Luis Rius, Tomás Segovia y mu-
1963, fecha en que murió a 105 cincuenta y el menos "documental'; y no le interesa dar chos más.)
nueve años de edad, Cemuda había en algún "color local", ninguna realidad meramente de En un párrafo del artículo que aquí
modo presentido el país que lo acogería. Entre apariencias, ningún México evidente a prime- publicamos [De la amarguro, el cuerpo
105 poemas de Como quien espero el albo ra vista. Más que una crónica o una descrip- y el amor], Víctor Cerardo Rivas dice:
( 1941-44), hay uno largo, escrito en la tradi- ción, posee un sentimiento de México, y no Una persona que conoció al poeta me
ción inglesa del poema como monólogo dra- de todo México, claro está, sino de algunos ha comentado que éste era capaz de per-
mático, titulado "Quetzalcóatl". Un hombre, motivos y momentos que han tocado la sen- manecer en silencio ante su interlocutor
¿quién7, que llega con Cortés a tierras mexicanas sibilidad y el afecto del gran poeta andaluz. por horas, hasta que provocaba irritación
avant lo lettre, resume la grandeza, pero tam- La voluntad de ir más allá de lo circuns- o fastidio; lo peor es que semejante mu-
bién la crueldad y el crimen de la Conquista, y tancial y lo "folclórico" se percibe en la extre- tismo no se debía a soberbia o grosería,
evoca las civilizaciones precolombinas: ma rareza, en sus páginas, de nombres y sino a la idea de que (él mismo) no ha-
lugares. Tan sólo recuerdo allí citados 105 de bía nacido para vivir sino para escribir, lo
Realidad fabulosa como leyenda alguna Taxco, Tula, el palacio de Miravalle (que por que a su juicio (hasta donde podemos
Alió nos esperaba, y nosotros la hallamos cierto también había llamado la atención de penetrar en él) implicaba evitar cua lquier
Tras sus cimas nevadas y sus lagos profundos: André Breton durante su breve estadía en el forma de intimidad.
Un reino virgen cimentado en el aro y la esmeralda, país). Llegamos a saber sólo por indicios que Notable observación que para mí, un
Guardado por cobrizas criaturas recónditas Cernuda habla aquí y allá de Xochimilco, desconocido que lo vio siempre a distan-
Para las cuales Cristo fue nombre nunco oído. Veracruz, Acapulco, algún barrio de la ciudad cia, pinta de cuerpo entero el aparente
capital, algún poblado de la frontera norte, y ca rácter central del poeta, que bien hace
El paisaje de la capital de 105 aztecas, que quizá de Tepotztlán y Tonanzintla. En realidad recordar aquellos versos de su violento
ya había deslumbrado a 105 primeros cronis- al lector no le importarán 105 datos geográfi- poema Birds in the night (sobre Rimbaud
tas españoles, encuentra un variante reflejo cos o topográficos, sino la calidad de la emo- y Verlaine) en el que clama por el silen-
en la pre-visión de Cemuda: ción vivida en esos lugares, la resonancia que cio de los vivos para aquellos desapareci-
dejan en el poeta. No en vano el libro se titu- dos "que viv ieron por la palabra y
La masa nevada de terrozas y torres, la como podría titularse una obra musical. Lo murieron por ella".
Por la ciudad lejana de innumerables puentes, que le resultará intrigante es que, en el título, Sea como sea, lo leímos entonces, lo
Se copiaba en el agua óurea de las lagunas la palabra temo esté en singular, no en plural, seguimos leyendo y aún poseo la vieja
Como sueño esculpIdo en la luz gloriosa, porque cuando se ha llegado a la última pá- edición de La realidad y el deseo en
y encima refulgía la corona del cielo. I gina no se acaba de saber cuál sería ese tema Tezontle, donde se reunían poemas de
global. Si hay varios motivos acogidos y ahon- 1924a 1956.
Al año de iniciada su residencia en Méxi- dados por el libro, si incluso hay un leit-motiv
co, Cemuda publicó sus Variaciones sobre (el de 105 cuerpos y sus gestos, como se verá
un temo mexicano 2 , libro en que se unen más adelante), no se advierte un tema úni-
breves prosas de un tono íntimo y sereno, co. En cambio puede decirse que se trata de
aunque intenso. Más poemas en prosa que un libro enamorado, y por lo tanto dominado
ensayos, esos textos son como continuación por uno de 105 centrales temas cemudianos:
el amor como interiorización de lo otro. En el
prólogo, después de aclarar que la curiosidad
I L. e, La realidad y el deseo {1924-/962]. por lo mexicano fue originada por "la vida
México, FCE (2' edición), Colección Tezontle, 1965. con sus azares", el autor añade: "y tras la cu-
2 Variaciones sobre un tema mexicano, por Luis riosidad vino el interés; tras el interés la sim-
Cemuda. México, Colección México y lo mexicano. patía; tras de la simpatía el amor. Mas un pudor
Edit Porrúa y Obregón, 1952 . extraño le dificulta su expresión a ese amor

... Vicente ROJO, Vo/eón apagado, 2001


tardío. ¿Reconocimiento de su inutilidad? Pu- por ejemplo la forma de una canción surgi- de debe inclinar su simpatía es hacia el es-
dor es, en todo caso, lo que en este punto, da del horizonte y de un anochecer: píritu, e instintivamente éste reconoce en esa
callándote ahora, te lleva a soslayar el tema". gente a los suyos:
Doble explicación: las Variaciones sobre temo Yesos extraños ltOCes en falsete, que de pronto sal-
mexicano son un libro de amor pero un libro tan o lo corriente de lo melodía. Para tu oído Oh gente mIo, mío con todo pobreza y desola-
pudoroso, que soslaya el temo quizá central inacostumbrado parecen primero desentonar; pero ción, ton vivo, entrañablemente mío.
anunciado por el título. luego, bajo el desentono aparente, percibes lo hon-
Sólo podríamos decir que el México del do concordancio. Hayalh; entre los palabras yel falsete "Entrañablemente": el cálido, casi obsceno
que nos habla o nos canta Cernuda como con que son contados, uno burlo sutil, si los palabras adverbio dice mucho acerca del modo de soli-
en un apasionado susurro es de un carácter son satíricas; más justo aún, si son dramáticas. daridad que siente Cernuda: no es política, tal
muy personal e íntimo, y no por eso menos No te engañe el tono suave con que se expresan. vez ni siquiera social, sino espiritual y emotiva.
verdadero. Es su México. Hombres rudos como son, les va exaltando uno Una solidaridad desde dentro, que expresará
Al cruzar la frontera desde los Estados Uni- pasión frfa, que no sobes cómo agradecerles. en una de las páginas más vibrantes e intensas
dos de Norteamérica hacia el interior de la Cuando 01 regreso en el coche, por lo carretero de este libro. Vale la pena convocarla entera:
República Méxicana, dos cosas reconoce oscuro, 105 veas surgir emparejados frente o lo luz

Vicente Rojo, Volcán encendido, 200 1 Vicente Rojo, Volcón encendido, 2001 Vicente Rojo, Volcán primitivo, 2001

Cernud a como ya sabidas y vividas. La pri- de los foros, blancas figuras bajo el halo delsom- EL INDIO
mera, desde luego, es la lengua española, brero, con el sarape colgado o un lodo, el brozo Con su hijo o veces, otras solo; vendiendo algo
su propia lengua. Y ese reconocimiento le de cado uno sobre los hombros del otro, titubean- que parece no Importarle, o sin pretexto poro su
resulta vita l porque, dice, "la lengua del tes (se diría) bajo lo influencio del pulque, tú so- presencio inmóvil; descalzo y en cuclillos sobre el
poeta no es sólo materia de su trabajo, bes cómo éso no es lo causo, sino el lirismo, que polvo, el sombrero de pajo escondiendo los ojos,
sino condición misma de su existencia". Y desde sus entrañas se obre camino o flor de piel. donde ocaso pudiera adivinarse lo que siente y
añade: El pulque, o lo más es sólo un pretexto. lo que pienso, mírole.
Cayeron los amos antiguos. Vencidos o su vez
¿Cómo no sentir orgullo 01 escuchar hablado Otro reconocimiento, que le recuerda a fueron los conquistadores. Se abatieron y se olvida-
nuestro lengua, eco fiel de ello y 01 mismo tiem- su Andalucía, es el de la pobreza: ron los revolUCIones. ti sigue siendo el que era;
po expresión autónomo, por otros pueblos 01 idéntico o sí mismo, dejo cerrar.se, sobre lo agita-
otro lodo del mund0 7 Ellos, o sabiendas o no, Apenas posado lo frontera, en el primer pueblo de- ción superficial del mundo, lo hoz igual del tiempa.
quiéranlo o no, con esos mismos signos de su sastrado y polvoriento, donde VISte aquellos niños Es el hombre o quien los otros pueblos lla-
olmo, que son los palabras, mantienen vivo el pidiendo limosna, aquellos mozos con trojes y ve- man no civilizado. Cuánto pueden aprender de
destino de nuestro país, y habrían de mante- los negros, comenzaron o despertar en ti, penosos, él. Ahí está. Es más que un hombre: es uno deci-
nerlo aun después de que él dejara de existir. los recuerdos. Recuerdos de tu tierra, también JXf sión ante el mundo. ¿Mejor? ¿Peor? Quién sobe.
bre y también grave. [. . .} El primer contacto con Tú, 01 menos, confiesas no saberlo. Pero allá en
Cernuda, que venía de tierras de habla aquel ambiente, que es tu ambiente, fue difícil des- los entrañas, le comprendes.
inglesa: Inglaterra, EUA, encuentra su ama- pués de tontos años. Sólo veías yo su desolación y Mírale, tú que te creíste poeta, y tocas ahora
da lengua española corporeizada en otro su miserio, contra los cuales querías protegerte ne- en lo que paran toreos, ambiciones y creencias. A
tono, pero ese tono lo admira: gando cuantos posibilidades, o pesar de todo, pu- él, que nodo posee, nodo deseo, algo mós hondo
dieran surgir tras ellos. Mas sobrepasado el primer le sostiene; algo que hoce siglos postulo tácita-
Pocas o ningunos voces son aquí incultos; por movimiento de rencor atávico, comenzaste o en- mente. Lástima que el azor no te hiciera nacer
humilde que seo quien hablo, es un lenguaje trever, o recobrar algo bien distinto [. . .} Acaso el uno entre los suyos.
deltcado. Un hablo preCISO, uno lengua clásico, precio de estor vivo seo eso pabreza y ese duelo Demasiado sería pedir su descuido ante lo
Sin modismos vulgares ni entonaciones plebe- que veías en tomo; acoso lo vida exijo, para estor pobreza, su indiferencia ante lo desdicho, su
yos. y cómo suenan estos voces, claras, sedosos, vivo, ese abono ruin de miseria y tristeza, entre los asentimiento ante lo muerte. Pera gracias, Se-
con el rumor frío y airoso de lo sedo. cuales ella, como uno flor, crece acrisolado. ñor, por haberle creado y salvado; gracias por
dejarnos ver todavfa alguien para quien Tu
El rumor mexicano que escucha Cernuda Cernuda lo siente así porque "espíritu y mundo no es uno ferio demente ni un carna-
en pueblos, campos, mercados, calles, toma riqueza, parece imposible reunirlos". Adon- val estúpido.

Biblioteca de México
MENTllIERe
Explosivo, extrovertido, sabio e incansable
escritor fue en cambio Max Aub -amigo y
maestro-, de la misma generación que los
del 27 que a todos trató y sobre todos
escribió.
No es mal momento, ahora que se
cumplen treinta años de la muerte de Max
Aub (en el 2003 se cumplirá el centena-
rio de su nacimiento), recordar algunas
líneas de su Poesía Españolo Contem-
poráneo (Imprenta Universitaria, 1954)
yen especial aquéllas en que traza el re-
trato de Luis Cernuda, que comen zaba
con la cita de un amargo verso:

Estoy cansado de estar vivo

··(Quién es?· -decía Max Aub- Luis


Cernuda, poeta si los hay, frío y ajeno, des-
ligado de la vida, displicente, que quisiera
olvidarse de sí, que vive porque no hay
más remedio; y ya que lo hace, que sea··:

donde habite el olvido,


en los vastos jardines sin aurora
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada
entre ortigas
sobre la cual el viento escapa
a sus insomnios

Vicente Rojo, Volcán encendIdo, 200 1 Muy bien lo vio Max Aub, como muy
bien lo hizo, con su ojo de lince, Octavio
En esta imagen del indio mexicano ha Anota que en tierras europeas "las gentes no Paz, que percibió en la difícil poesía de
tocado Cernuda una forma de verdad, de saben reposar, ni sus cuerpos adaptarse natu- Lui s Cernuda, que nadie se sabía de
su verdad, desnuda y esencial. Al dolerse ralmente al descanso", mientras que aquí "las memoria como la de los sonoros y gran-
de no haber nacido entre los indios mexica- actitudes de reposo son naturales a los cuer- des cama radas suyos: García Lorca, Ra-
nos, ya no es Quetzalcóatl en quien piensa, pos, tan naturales que hasta en los lugares fael Alberti, el mismo Jorge Guillén ["se
sino en una serena, humilde y fuerte en la peores pueden adaptarse con gracia mejor". Y le ve la lira de ópera", decía Juan Ramón).
indigencia forma de humanidad para él en- los ojos mexicanos reaparecen al hilo de las En Cernuda -yen alguna medida tam-
trañablemente deseable. páginas, parecen ser aquello que Cemuda más bién en Emilio Prados- hay un ritmo, una
Cernuda descubre México aun en la mi- interroga. Una mirada trata de leer otras mira- dicción poética que es difícil emparentar
nucia o en lo circunstancial. Paisajes, arqui- das: "Estos ojos morenos, de mirar prolonga- con la de sus contemporáneos y con la
tecturas, incluso formas de comercio .. . y las do, que toca y penetra; ojos a los que asoma de otros maestros de generaciones ante-
flores. ¿Por qué en México la presencia, la el alma, que son ellos mismos el alma~' riores y posteriores.
necesidad de la flor7 Porque "la hermosura La tierra mexicana, como su Andalucía Por todo esto, rendimos este home-
alimenta, y sin ella, como sin pan, también que no volvería a ver, le fue motivo acen- naje a Luis Cernuda, hoy por fortuna
puede acabarse el hombre". 'Verdad es que drado de amor. Volviendo a ella después mucho más leído y considerado no sólo
la poesía también se escribe con el cuerpo ... ", de un intermedio en los Estados Unidos, y entre los más altos y perfectos de su es-
y esa poesía corporal no la busca en las dan- otra vez con la palabra entrañable, escribió : tricto tiempo, sino entre los mayores de
zas folclóricas, en las obras plásticas, sino en su lengua.
las actitudes, los gestos, los reposos de la vida Casi un año ha pasado, Yotro vez te encuentros en
cotidiana de los mexicanos. "El cuerpo, el ele- esto tierra. Otro vez contemplo tu mirado, bajo lo
mento tiránico de la vida, que tarde tanto transparencia del aire, lo sevendod del suelo: llanu-
poder alcanzó sobre ti, y según el cual mu- ra igual, cuyo desnudez no encubren, sino subra-
chas veces te sentiste, no sólo igual, sino in- yan, el nopal, lo pito, el maguey. Frente o ti, y 01
ferior al pueblo~' En México, entre los indios y fondo, los montes que preoso ascender. Otros vez
los mestizos, entre los humildes, advierte "la estás en uno tierra cuyo ntrno y acento se acuer-
dignidad de sus vidas, la gracia de sus cuer- dan con aquellos de lo tuyo ausente, con los tuyos
pos, la elocuencia de sus miradas", y "cuán- entrañables [. . .] Esto llanura, este cielo, este aire,
tas cosas dicen los ojos, y qué bien las dicen ~' te envuelven y te absorben, anonadándote en ellos.
En una plaza contemplada desde el patio de El amor yo no está solo dentro, ahogándote con su
un convento ve "los cuerpos esparcidos por vastedad, sino fuera de ti, viSIble y tangible; y tú
ella, cada uno con su dignidad de ser único". eres 01fin parte de él, resplrándolo libremente.

Biblioteca de M é XICO
José Moreno Villa, Retrato de Luis Cernudo, 1932. Lápiz sobre papel. Colección de Carlos Peregrín Otero. Los Angeles

6
Biblioteca de México
ANGELlNA MUÑIZ-HuBERMAN

Luis Ce
E EXILIO DEL VlE T
·
YELALMA
EL VIENTO Y EL ALMA tad, son ambos el mi smo viento. El cuer- desesperación hacia horizontes desmaya-
po que yace desvelado se debate entre dos. Si acaso, sólo queda el recuerdo de
Con tal vehemencia el viento un viento que lo busca y un alma que una unión origina l, de un paraíso perdido,
viene del mar, que sus sones recuerda su origen. Tal parece que viento de una integración tota l con el universo,
elementales contagian y alma quisie ran fundirse y acal lar su so- con Dios, con el amor y con la natura leza.
el silencio de la noche. ledad. Pero el alma, enca rcelada dentro La idea de la sepa ración, de un corte, de
del cuerpo, y el cue rp o encarcelado en la un desgarro como aprendizaje para la se-
Solo en tu cama le escuchas habitación no pueden recob rar su liber- paración última intuida al nacer, es dolo-
insistente en los crista les tad. Tampoco el viento puede penetrar rosa, hiriente, incapaz de apartarse del
tocar, llorando y llamando en ese mundo cerrado que llora y grita pensar y del senti r.
como perdido si n nadie. en el si lencio de la noche. Se aca ll a lo En tres estrofas, Cernud a ha sin tetiza-
que más importa, lo que no debe nom- do un tema universal cuya preocupación
mas no es él quien en desvelo bra rse, y así la pa lab ra alm a no se mani- es objeto de la filosofia. En la pri mera, da
te tiene, sino otra fuerza fiesta, só lo se revela en el títu lo, mas no nacimiento al tema con el rum or del vien-
de que tu cuerpo es hoy cá rcel, en el poema. to; en la segunda, es el tú-yo de Cernuda
fue viento libre, y recuerda. El viento, con ese son ido ancestral que el que escucha el lamento del aire; y en la
ya había escuchado el hombre primero, tercera, es el tú-nosotros que recoge, en
(Lui s Cernuda, Invitación o lo poesía) es la fuerza eleme ntal. Tan antiguo como amplitud cósmica, la fragi lidad y va nidad
la vida, el viento la propicia, esparce se- de cosas y seres en la inmensidad del es-
A Bernard Sicot mi llas, arrastra arenas, es aliento vita l, ri za pacio aba ndonado. Es el regusto de una
Hay poetas cuya marca del exi lio puede lagos y mares . Es también la oscu ridad . melancolía, de una nostalgia, de un no-
desplegarse antes de padecerlo. O, tal Para algunos presocráticos, el vie nto era sé-qué indecible, semejante a la ley místi-
vez, la verdadera poesía sea la portadora la noche y era el so nid o. Gu iaba el labe- ca de san Juan de la Cru z. Equiva le a la
del exilio, la que lo propicie, la que lo de- rinto pitagórico como una interpretación atempora lidad nocturna que se revela en
fina. La que indague escrupu losamente del signo de la vida y la re lación entre el la fu erza del sonido y en la carencia de luz
en el desamparo y la soledad. En el ritmo universo y el hombre. Pa ra Cernuda el y vista . Es una realidad y un deseo del exi-
del desengaño. Lu is Cernuda se debate vie nto se oye de noche y es la presencia lio que, en palabras de María Zam brano
en los mú ltiples exi lios que marcaron su de la intimidad más profunda, del movi- evita los espejismos y hace escuchar las
vida: persona les, gene raciona les, históri- miento de los elementos astrales y de la voces. Es un don de la poesía saber escu-
cos. Entre el alma y el viento: entre el yo elaboración metafórica . El poeta , partien- char antes que ver.
poético desdoblado en el tú y en el otro. do de una situación concreta (estar so lo Recoger los son idos de la noche es pe-
La frontera de la ind ividua lidad tra spasa- en la cama), se eleva por medio del alma- netrar en el sentido del exilio. La imagen
da y borrada en el universo de las pa la- viento a una situación cósmica: el alma del mar como la inmensidad del ori gen: el
bras . La unicidad que se desvanece en el hoy prisionera recuerda que fue aire en lugar de donde viene el aire y donde se
si lencio y el apa rtamiento. La amargura su origen. pierde el alma, es también la imagen del
de una España que condena a la orfan- La sensación de soledad y de vacío de verso y de la medida confirmada. Por un
dad . El poeta refugiado en la inquietante amor, está reforzada más aún por esa par- lado el mar como la periodicidad y por el
calma de un jardín por él diseñado hacia te del viento amante que busca, implo- otro, como los infinitos caminos sin ruta sólo
una muerte paradisiaca. Las eternas pre- rand o por la noche, a su cautiva alma compenetrad os por la fuerza de la rosa de
guntas que a ninguna respue sta condu- amada, imposible de alcanzar. El viento los vientos.
cen. La ineludib le presencia de puertas toca, llora y llama a la puerta del poeta Por último, la memoria de las cosas es
selladas sin llave a la mano. En medio que ha atrapado parte de su ser. El viento, la libertad asumida ya que el alma encar-
del mundo agobiante, ¿quién es Luis perdido y sin nadie, como el poeta, no celada en el cuerpo puede huir de su en-
Cernuda? Para ell o recurre al mejor com- podrá romper la pared invisible de lo frag- cierro al oír el sonido del viento del cual
pañero del interno diá logo: dos es uno y mentario, de lo deleznable, de la separa- provenía. Conclusión que revela al poeta
uno se dupli ca. ción a que está condenado. que no es el aire el que lo mantiene des-
El tú de Cernu da es su yo, y su yo pasa Así, el amor es una lucha de imposi- pierto, sino el alma enamorada que lo
a ser nuestro yo. El viento que busca un bles, una barrera que no se palpa, una le- acompaña mientras viva como promesa del
cuerpo y el alma que ha perdido su liber- janía que va hundiéndose en capas de fin del exilio y retorno al origen.

Biblioteca de MéXICO
De izquierda a derecha. Dámaso Alonso, Luis Cemuda, Federico García Lorca y Vícente Aleixandre, el día de la comida
ofrecida a la hispanista francesa Mathilde Pomés. Madrid, 11 de abnl de 193 l . AREM

Biblioteca de México
JAMES VALENDER

UNA CARTA DE LUIS CERNUDA


A FEDERICO GARCIA LORCA
La carta que da motivo a la presente nota (la única carta de un poema bastante tonto y con las mismas ideas que iba
Luis Cernuda a Federico García Lorca que parece haberse a tener diez años después Pablo Neruda? No. La indigna-
conservado) fue escrita en marzo de 1935, en respuesta a ción va contra el que descubrió el plagio. Es el colmo. Y
una invitación a colaborar en un acto de solidaridad con el por no dejar de equivocarse, los compinches se enfure-
poeta chileno Pablo Neruda, a la sazón residente en España. cen con Huidobro, que no tenía arte ni parte en el asun-
La carta nos dice muy poco sobre la amistad de Cernuda to. Es más colmo. 1

con Lorca, pero sí nos permite descubrir nuevas facetas del Por lo visto, el texto no hizo nada por suavizar las relacio-
homenaje a Neruda. Dicho homenaje, que finalmente con- nes entre los dos poetas. Al contrario, Neruda siguió conven-
sistió en la edición de Tres cantos materiales de Neruda, cido de que Huidobro encabezaba una campaña concertada
acompañados por un breve texto de reconocimiento firma- para acabar con su carrera. Así, profundamente herido, hizo
do por la mayor parte de los jóvenes poetas españoles del circular, desde Madrid, un poema cuyos primeros versos dan
momento, se ha presentado muchas veces como una ex- una idea del carácter vitriólico de las pasiones desatadas, así
presión espontánea de admiración hacia la obra, todavía como de la crudeza con que estas pasiones se expresaban:
incipiente, del poeta americano. Desde luego, no hay nada «Cabrones/ hijos de puto./ Hoy ni mañana/ ni jamás acaba-
más lejos de la verdad. Detrás de este homenaje se oculta 2
réis conmigo...» Pero a Neruda, desde luego, no le bastaban
una triste historia de pugnas personales, de rivalidades y sus- estos desahogos privados; necesitaba contar con alguna rei-
ceptibilidades, cuyos vicisitudes más relevantes habría que vindicación pública, y, de ser posible, una reivindicación firma-
tener presente a la hora de leer la carta de Cernuda. da por personas que, en el mundo de la poesía de lengua
El homenaje a Neruda se originó en una fuerte polémica española, tuvieran por lo menos el mismo reconocimiento
surgida en 1934, en Santiago de Chile, entre Neruda y su que Huidobro. Y de ahí, sin duda, la idea de juntar a los poe-
paisano, Vicente Huidobro. Se trataba de dos grandes poe- tas españoles en un acto público de desagravio.
tas, cada uno muy preocupado por estar a la cabeza del Para lograr las firmas necesarias parece que Neruda con-
movimiento poético no sólo de su país, sino tal vez de todos tó desde un principio con el apoyo de Lorca, quien no sólo
los países de lengua española, y muy susceptible, por lo tenía una gran admiración por la poesía y la persona de
tanto, ante el posible prestigio del que podría gozar el otro. Neruda, sino que, además, sentía cierto rechazo por la figura
Dos poetas, además, de generaciones distintas: uno perte- de Huidobro. 3
Pero, desde luego, no todos los poetas espa-
neciente a la primera vanguardia, entonces en descenso; el ñoles quisieron tomar partido con Neruda. El texto del con-
otro, representante de una nueva vanguardia, todavía en es- tra-ataque, tal y como quedó redactado en su primera versión,
tado embriónico. La batalla empezó en noviembre de 1934 no nos ha llegado. Sin embargo, sí sabemos que tanto Juan
con la publicación por parte de uno de los seguidores de Larrea como Gerardo Diego, viejos amigos de Huidobro des-
Huidobro, Volodia Teitelboim, de un texto en que se acusa- de tiempos del creacionismo, no quisieron firmarlo. «Como
ba a Neruda de plagio; según esta denuncia, publicada en el yo era amigo auténtico de Huidobro desde hacía bastantes
segundo número de la revista Pro, el poema 16 de los Vein- años», recordaría Larrea, «su solicitud [la de Neruda], tan
te poemas de amor y una canción desesperada habría sido descarada, me pareció un atentado contra los más elemen-
tomado directamente de un texto de Tagore, El jardinero. tales sentimientos y prácticas de la amistad».- Juan Ramón1

Como el propio Neruda habría de reconocer unos años más Jiménez tampoco quiso poner su firma. Puesto que él había
tarde, su poema era, efectivamente, una paráfrasis del texto colaborado con su esposa Zenobia Camprubí en la traduc-
del poeta bengalí; asunto al que el propio Neruda no parece
haber atribuido, hasta entonces, mayor importancia. Sin
1

embargo, a sus colegas chilenos el plagio sí les parecía cen- Vicente Huidobro, «El affaire Neruda-Tagore», Vital (Santiago de Chile),
núm. 2 (enero 1935), p. 2. Apud Rene de Costa, «Sobre Huidobro y Neruda»,
surable y las denuncias al respecto empezaban a multipli-
Revista Iberoamericana (Pittsburg), num. 106-107 (1979), p. 380.
carse. En defensa propia Neruda y sus seguidores se pusieron 2
Pablo Neruda, Aquí estoy (París, 1938), p. 9. Reproducido en Poesía
a hablar mal de Huidobro, a quien suponían detrás del ata- (Madrid), núm.30-32 (invierno 1988-89), p. 327 (Número monográfico
que lanzado por Teitelboim. La respuesta de Huidobro no se dedicado a Vicente Huidobro.)
5
hizo esperar. En enero de 1935, en su revista Vital, hizo la Sobre los orígenes de la animadversión mutua que existía entonces
siguiente aclaración: entre Lorca y Huidobro, véase el ensayo esclarecedor de Rene de Costa,
«La poesía y sus circunstancias. Un poema inédito de Federico García Lorca»,
Publicado este plagio, se produce un fenómeno curioso
Poesía (Madrid), núm. 26 (verano 1986), pp. 65-68.
en los círculos de los compinches: gran indignación, furia " Juan Larrea, «Carta a un escritor chileno interesado por la Oda a Juan
(uterina). ¿Contra quién? ¿Contra Neruda por haber pla- Tarrea', de Pablo Neruda», Ángulos de visión, edición de Cristóbal Serra
giado? ¿Contra Tagore por haber escrito diez años antes (Tusquets, Barcelona, 1979), p. 406.

Biblioteca de México
LUIS Cernuda en Burgohondo, Avila, julio de 1932. AREM

ción del poema de Tagore en la que se inspiró Neruda para permite apreciar otro aspecto, hasta ahora insuficientemen-
escribir el suyo, la polémica tenía que haberle interesado te estudiado. La carta reza como sigue:
muy de cerca. La razón que aduciría en público por no ha- 23 Marzo [1935]
ber firmado el documento fue simplemente su discrepancia Mi querido Federico: el otro día, una vez que firmé tus
con todos y cada uno de los implicados: «No quise firmarlo)), líneas de homenaje a Neruda, al enterarme de que
exp licaría, refiriéndose al texto de desagravio, «porque ni Huidobro ha ingresado en el partido dudé acerca de si
Huidobro ni Neruda ni Larca tenían razón en lo peor de todo debía o no mantener mi firma en ese documento.
aquello)). Jiménez no explicó en qué consistió, para él, el Pienso en conclusión que no. Deseo que no aparezca
verdadero fondo del asunto; aunque, según se desprende mi nombre en el asunto. Aunque yo no esté inscrito en el
de una sene de apuntes que dejó inconclusos, puede ser partido no por ello debo ir tan abiertamente contra un
que haya considerado a Neruda más endeudado con él, camarada.
Jlménez, que con Tagore. En todo caso, su abstención le Tú sabes bien, por lo demás, mi admiración hacia la
ganó, en seguida, el odio de Neruda, quien no perdió tiem- obra de Neruda. Y como todos vosotros estaréis repre-
po en lanzar violentos ataques contra él desde las páginas sentados en el homenaje mi abstención no tiene impor-
de la revista Cabollo verde poro fa poesía'" tancia alguna.
En esta compleja historia de enfrentamientos y alianzas Un abrazo de Luis
(una histona, por cierto, que habría de tener consecuencias Te llamé el jueves, como me dijiste; pero no estabas en
profundas y a muy largo plazo en el mundo literario de len- tu casa '>
gua española) la carta de Cernuda, aunque muy breve, nos
Al principio de la carta hay una alusión al texto del ho-
Juan Ramón Jlménez, "Pablo Neruda (1939), Españoles de tres mun- menaje que llama mucho la atención: Cernuda lo identifi-
dos (Losada, Buenos Aires, 1942), p. 123. ca como «tus líneas de homenaje a Neruda». ¿Con este
Sobre este tema es de lectura Imprescindible el artículo de Ricardo adjetivo posesivo Cernuda quiere decir que se trata de las
Gullón, INeruda y Jlménez», Hlspanic Revlew (Pennsylvanla), vo1.39, núm. líneas que «tú me mostraste» o más bien de las líneas que
2 (abnl 1971), pp. 133-166. Gullón reproduce una hOJa Inédita de Jiménez,
«tú escribiste))? La primera interpretación es posible, pero
«en la que aparece esbozado, de su mano, el plan Inédito de un comenta-
rtO o trabajO el') torno a Neruda, acaso de una recapitulación de sus relaCiO-
nes con él. Esta hOJa se iniCia con los Siguientes apuntes: , Pablo Neruda / MI agradecimiento a Manuel Fernández Montesinos por haberme faci-
MI InfluenCia en él / 20 canCiones de amar / Poemas míos de Labennto y litado la consulta del onginal de esta carta, que se conserva en Madrid, en la
Estío / Poemas fl110!> de Poesía y Belleza / Su poema Tagore - J.R.J. / FundaCión Federico García Larca. Se publica aquí con la generosa autoriza-
Asunto. No f,rnno. Ción de Angel Yanguas Cernuda, heredero del poeta sevillano.

Biblioteca de MéXICO
VIcIDr Maria Corteza, a la izquierda, Luis Cemuda, en el centro, Carmen Garáa Lasgoity, a su izquierda, y Manuel AItolaguirre con unas amigas en
Valencia, 1937. Fotograffa de Waker Reuter. Biblioteca Nacional, Madrid

me inclino por la segunda. Esta, además, nos ayuda a en- viviar. Por esto, para despertar a muchos vivos, para vivifi-
tender el sentido de la afirmación arriba citada de Juan car a muchos vivos, tenemos el deber de tomar parte en
Ramón Jiménez. Si Larca no escribió estas líneas, ¿por qué la lucha del mundo.a
Jiménez lo nombró como otro protagonista de la historia El dato tiene mucha relevancia para la recta compren-
que se habra equivocado? En fin, la carta de Cernuda pare- sión de la presente historia. Porque fue precisamente la
ce confirmar lo que el testimonio de Jiménez ya había insi- postura revolucionaria de Huidobro lo que hizo que algu-
nuado: a saber, que con toda seguridad fue Lorca quien nos de los jóvenes escritores chilenos se identificaran con
redactó la primera versión del texto. él y que buscaran desprestigiar a otros poetas que, al con-
Este dato no carece de interés. Sin embargo, el aspecto trario, parecían estar indiferentes ante cuestiones políticas
más interesante de la carta es, sin duda, la importancia que (como lo estaba entonces Neruda), desencadenando así
Cemuda atribuye, en este conflicto, a la cuestión política. Es el pleito cuyo curso hemos estado siguiendo. En este sen-
un hecho que los defensores de Neruda han querido ocultar, tido resulta iluminador el testimonio de Volodia Teitelboim,
pero el enfrentamiento entre los dos poetas chilenos, efecti- quien, a pesar de su posterior devoción por Neruda, había
vamente, se caracterizaba no sólo por rivalidades personales sido el responsable de denunciar por primera vez el su-
y diferencias de orden estético, sino también por discrepan- puesto plagio nerudiano. Ya desde 1932-33, recordaría, tie-
cias de rndole polrtica. No se sabe exactamente cuándo ne convicciones muy claras: «creo que la Revolución es la
Huidobro ingresó al Partido Comunista (hay datos que de- poesía del mundo y la poesía está tan ligada a la Revolu-
muestran que habra asumido una clara postura revolucionaria ción que ésta no puede existir sin aquélla». Y de ahí su gran
al menos desde 1931), pero lo que sr es seguro es que, al devoción (en ese momento) por Huidobro, así como sus
-volver de Europa a Chile en 1933, ya era miembro de dicha fuertes reservas ante la obra de Neruda. «De Neruda sabía-
organización. Su nueva fe quedó perfectamente delineada en mos de memoria todos sus Veinte poemas y muchos de
una entrevista publicada poco después de su llegada a San- Crepusculario. Por entonces se publica la primera edición
tiago. Luego de afirmar que «todo individuo menor de cuaren- de El hondero entusiasta. El instinto que brama, el sexo
ta años que no es comunista es un idiota-, agregó lo siguiente: que se presenta desnudo. Está bien, muy bien. Pero ...¿qué
Como puede verse por todo lo que llevo dicho pienso más? ¿Eso es todo? Porque el mundo está de mudanza.
que los intelectuales deben intervenir en las luchas socia-
les y pienso que deben intervenir del lado de la vida, no a En I\Iícente Huidobro habla para Sfntesisl , SínteSIS (Santiago de Chi-
del lado de la muerte. Dejemos la muerte a los muertos le), núm. 2 (abril 1933). Apud René de Costa, Huidobro: Los oficios de un
y las VMJIS defendamos la vida. Y asr como hay muertos poeta, trad. Guillermo Sheridan (Fondo de Cultura Económica, MéXICO D.F.,
CJIB es pPeCJ50 matar, también hay vivos que es preciso 1984), p. 147.
Hay que cambiarlo íntegro».9 /lsí, llevados por este fervor, por agosta, destruye las energías jóvenes que ahora ~,.
este deseo de cambiar el mundo, Teitelboim y sus compañeros, la luz. Debe dársele muerte; debe destrufrsela ardes de
autoproclamándose seguidores de Huidobro, emprendieron su que ella destruya tales energías y, con ellas, la vide mismIL
campaña de desprestigiar a Neruda. Cabria agregar que al propio Contra para esto en una revolución que el c:omuriismó
Huidobro le parece haber interesado mucho menos que a sus inspire. La vida se salvará ast'l
seguidores la actitud política de Neruda. En una carta a Juan Esta declaración parece haber sido recibida, en su momento,
Larrea escrita en julio de 1935, habria de señalar lo siguiente: con extrañeza en cierta parte del público espaliol. A fin de
Debo advertirte que cuando en la /lsociación de Escritores y cuentas, los poema's que Cemuda estaba entonces
Artistas Revoludonarios se habló mal de Neruda, recién lle- do (los de Donde habite el olvido) no daban la impresión
gado yo a Chile, yo fui el único en defenderle. En varias un compromiso muy firme con la causa comunista.12 Ydadas
ocasiones, al acusarse su actitud turbia, yo le defendí. /lsi- sus discrepancias con el Partido Comunista durante la Guenil
mismo cuando Pablo de Rokha le insultó groseramente, yo Civil, los criticas en general le han concedido poca seriedad a
hablé con él y le dije que hacía mal en insultar así a un esta declaración de principios. lo que la carta a larca tendeFra
compañero. Luego, cuando entre los jóvenes comunistas se a indicar es que la revolución, al contrario, sr tuvo bastante
le acusó de andar con dos policías, sus íntimos amigos, para importancia para Cemuda, por lo menos durante los anos
arriba y para abajo, yo traté de disculparlo. De todo esto hay 1933-36; indicación que otros testimonios, por cierto, confir-
muchos testigos. 10 man. Gracias a esta carta, ahora sabemos que Cemuda no
Es imposible saber si estos detalles llegaron a los oídos de ingreso al Partido Comunista (no entre 1933 y 1935, al me-
todos los poetas españoles. Los datos que tenemos parecerian nos), pero que sr se consideraba un companero de viaje de
indicar que no. Por su carta a Larca, ahora sabemos que Cemuda todos aquellos que sí lo habían hecho, asumiendo como con-
sí se enteró y, lo que es más, que concedió muchísima impor- secuencia cierta fidelidad a su ejemplo y a su causa.
tancia a la filiación partidista de Huidobro. Suficiente, de hecho, Volvamos otra vez al pleito entre Neruda y Huidobro. Vien-
para que retirara su firma (inicialmente concedida) del docu- do la dificultad de convencer a todos los jóvenes poetas
mento de desagravio. En 1933, siguiendo el ejemplo de Rafael
Alberti y Emilio Prados y otros contemporáneos suyos, Cemuda
11 El texto fue publicado bajo el tftulo de «Los que se incorpora.", en 0áJ.
había hecho una declaración de fe revolucionaria; una declara-
bre (Madrid), núm. 45 (octubre-noviembre 1933). En una nota de la redac-
ción muy pareada, por cierto, a aquella hecha, en estas mis-
ción que acompaña el texto se señala lo siguiente: Iluis Cemuda, poeIail'ldaluz
mas fechas, por Huidobro en su ya citada entrevista. Para de quien la burguesra no ha sabido comprender su gran valor, se illCXllpOl8 al
Cemuda también, la lucha por cambiar el mundo se concebía movimiento revolucionariOl. Véase Luis Cemuda, Obra completo IIL Pro5D N,
como una lucha de la vida misma en contra de la muerte: edición de Derek Harris y Luis Maristany, Siruela, Madrid, 1994, P. 63-
Es necesario acabar, destruir la sociedad caduca en que la 12 En una anónilna nota de redaccí6n de la GacetD de.Me (Tenerife,

vida actual se debate aprisionada. Esta sociedad chupa, núm. 21, noviembre de 1933, p. 2), por ejemplo, se lee lo siguienle: 1.uis
Cemuda es uno de los poetas que últimamente han pasado a las filas ClOITIU-
nistas. Esta actitud, que ha de influir notablemente en su posición poIldc:a,
9 Volodia Teitelboim, Neruda (Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1990), acaso era imprevista". Luego de reproducir la declaración anliburguesa de
p.180. Cemuda publicada en 1932, en la Amo/ogro de Gerardo Diego, el redador
10 .Carta de Vicente Huidobro a Juan Larrea., en David Bary, Nuevos de la Gaceta c:onduye que ese breve texto "más hada sospechar la deriva-
estudios sobre HUldobro y Larrea (Pre-Textos, Valencia, 1984), p. 42. ción hacia lo anarco que a la disciplina de la cosa comunista".

Biblioteca de México
españoles a firmar el texto inicial redactado por Lorca, Neruda destino poético, esté produciendo obras personalísimas,
parece haber aceptado la propuesta de que se elaborara un para honor del idioma castellano.
documento mucho más suave, que hiciera caso omiso de la Nosotros, poetas y admiradores del joven e insigne es-
polémica, limitándose a hacer pública la admiración que los critor americano, al publicar estos poemas inéditos -últi-
españoles sentían por la obra de Neruda. Esta decisión ha- mos testimonios de su magnífica creación- no hacemos
brá coincidido, por otra parte, con otro hecho importante en otra cosa que subrayar su extraordinaria personalidad y su
esta historia: la renuencia de Revista de Occidente a publi- indudable altura literaria.
car unos poemas de Neruda pertenecientes a un nuevo ci- Al reiterarle en esta ocasión una cordial bienvenida,
clo de su Residencia en la tierra; rechazo que sin duda este grupo de poetas españoles se complace en mani-
contribuyó a que el homenaje tomara un sentido diferente; festar una vez más y públicamente su admiración por
porque la estrategia seguida ahora fue la de acompañar el una obra que sin disputa constituye una de las más au-
texto del homenaje con una edición privada de dichos poe- ténticas realidades de la poesía de lengua española."
mas (los Tres cantos materiales). Es decir, la protesta im- En el énfasis puesto en el carácter personalísimo y autén-
plícita en el homenaje iba dirigida ahora en contra ae Revista tico de la obra de Neruda tal vez se dejen oír algunas lejanas
de Occidente y no en contra de Huidobro. resonancias de la polémica inicial. Pero son ecos ya muy dilui-
Por lo visto, ni Cernuda ni Diego tuvieron dificultades en dos, que sólo alguien enterado de la historia sabría distinguir.
firmar este nuevo documento. Sólo J.R. Jiménez y Juan Larrea La década de los 30 fueron años de una aguda polarización
se mantuvieron firmes en su abstención. «Volví a rehusarme, ideológica... que alcanzó a algunos antes y a otros después. Mar-
cada vez más disgustado», recordaría Larrea. «Me parecía todo có también un momento de repentinos y (a veces) inesperados
ello un episodio absurdo. Juzgaba indecoroso y hasta humi- cambios de postura. La carta de Cernuda, además de echar luz
llante que por tres veces viniera Neruda a pedirme que figu- sobre un conflicto entre dos grandes poetas, también tiene el
rara en un homenaje a su persona, demostrando al final interés de reflejar muy bien este tiempo de súbitos cambios,
que lo del desagravio era un puro pretexto manipulado por obligándonos a recordar que en marzo de 1935 Cernuda y
él mismo con una finalidad precisa. Lo que codiciaba era el Huidobro no eran aún los poetas del desencanto político en que
homenaje.» 13
Interpretación que los biógrafos de Neruda, al habían de convertirse a raíz de la guerra, y que Neruda tampoco
seguir desvinculando el homenaje en sí de las polémicas era todavía el poeta del Canto a Stalmgrado. Leer una carta en
que lo antecedieron en el tiempo, tienden, involuntariamente, que por fidelidad a un compañero comunista, Cernuda se abs-
a confirmar. tiene de firmar un homenaje a Neruda, no deja de ser algo iróni-
La versión final del homenaje (cuya redacción, por cierto, ya co para el lector actual... Pero la historia suele ser mucho más rica
no cabe atribuir a Lorca) ha sido reproducida en numerosas oca- y contradictoria que todas nuestras presuposiciones al respecto.
siones. Sin embargo, para completar nuestro breve resumen de
la polémica, no estaría de más volver a dar el texto aquí: 14
Apud Poesía, num. 30-32, p. 326. Losfirmantesdel homenaje fueron,
Chile ha enviado a España al gran poeta Pablo Neruda,
reunidos en un primer grupo: Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Manuel
cuya evidente fuerza creadora, en plena posesión de su
Artolaguirre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, León Felipe, Federico Cada Lorca,
Jorge Guillen y Pedro Salinas; y reunidos en un segundo grupo: Miguel
Hernández, José A. Muñoz Rojas, Leopoldo y Juan Panero, Luis Rosales, Arturo
arrea, p. 407. Serrano Plaja y Luis Felipe Vivanco.
VíCTOR G ERARDO RIVAS

DE LA AMARGURA,
EL CUERPO Y EL AMOR:
Unn riflcriDn sobre Cen aula
A Verónica, sopla la brisa marina, hace las veces de la conciencia del autor
que tan profundamente ve en mí. frente a los motivos que el instante le proporciona para escribir:
Hace ya mucho tiempo que leí con fervor la poesía de Cernuda Va la bri sa reciente
por primera vez, y desde entonces he vuelto a ella de modo Por el espacio esbelta,
esporádico: repaso en algún momento unos cuantos poemas, y en las hOjas cantando
quizá una línea, y vuelto a encontrarme con la cualidad que Abre una primavera.
para mí define la actitud esencial del artista hacia la vida pero Sobre el límpido abismo
también su concepción de la poesía: lo amargura, la lúcida e Del cielo se divisan,
inquebrantable amargura de quien sabe que por su forma de Como dichas prim eras,
ser siempre estará en pugna con la rea lidad. Primera s golond rina s.
Que esta amargura brotó del choque entre las circunstancias Tan sólo un árbol turba
que le tocaron en suerte a Cernuda y su homosexualidad es algo La distancia que duerme;
que todos conocemos; que él se entregó sin reservas a ella, Así el fervor alerta
también. Una persona que conoció al poeta, me ha comentado La indolencia presente (1 1).
que éste era capaz de permanecer en silencio ante su interlocu- No hay abandono al alca nce de los amargados, pues no
tor por horas, hasta que provocaba irritación o fastidio; lo peor es tienen ideal alguno al cual asirse, excepto la fuerza de la propia
que semejante mutismo no se debía a soberbia o a grosería, expresión, lo que a cada momento precipita a ésta al abismo
sino a la idea de Cernuda de que él no había nacido para vivir de la insubstancialidad, de la palabra que no dice nada o de la
sino para escribir, lo que a su juicio (hasta donde podemos pe- imagen que tras su aparente originalidad no es sino un lugar
netrar en él), implicaba evita r cualquier forma de intimidad. común. Ante ese doble riesgo, Cernuda ya en sus primeros
Lo anterior, con ser decisivo para entender la vida del artista, poemas batalló por reducirse a una percepción de la rea lidad al
sólo explica, sin embargo, su desarrollo biográfico o su compleji- mismo tiempo pletórica y desnuda de cualquier ilusión
dad psicológica, no la extraordinaria potencia poética que él des- Ninguna nube inúti l,
cubrió en la amargura; pues allende el reproche o el sarcasmo Ni la fu ga de un pájaro,
que con tanta frecuencia vertió en su obra, Cernuda hizo de su Estrem ece tu ardi ente
amargura el fundamento de su propia creatividad. Yno podía ser Resp landor azu lado (13)
de otro modo, justo porque la amargura, dada su absoluta La intensidad no provendrá para Cernuda de las emociones
negatividad, exige romper con la mayor parte de las imágenes, que germinan en la Juventud del hombre, pues no hay manera
los temas y los recursos de la tradición lírica, la cual, incluso en de compartirlas; es menester entonces concentrarse al máxi-
sus representantes más descarnados o escépticos, responde a mo en el mundo para olvidar que es imposible compenetrarse
ideales o concepciones de la vida con un sentido a fin de cuen- con otro ser, aunque esa concentración, por su misma fuerza,
tas positivo. Pienso en Quevedo, por ejemplo: cuando más se sólo consigue reavivar la obsesión que se buscaba dejar atrás;
ensaña contra alguien o cuando revela el ridículo y la podredum- atrapado entre el flujo y reflujo de su deseo, quien escribe pier-
bre que las convenciones sociales disimulan, es cuando con mayor de toda conciencia de lo que pasa a su alrededor:
claridad reivindica ideales morales o políticos trascendentes (lo Vivo un solo deseo,
cual, en este caso, permite entender la sólida unidad que hay Un afán claro, unánime ;
entre las creaciones de un lirismo extraordinario y aquellas otras Afán de amor y olvido.
en que la sátira llega a una vulgaridad igualmente extrema). Yo no sé si algu ien cae (15).
No hay forma, empero, de idealizar la amargura, y Cernuda fue De ahí que el desarraigo tenga que transfigurarse poética-
consciente de ello desde el inicio, como lo ilustran sus primeros mente para superarlo, para detener (al menos mientras se es-
poemas, los que compuso antes de integrarse a la Generación del cribe) la fu ga hacia la náusea absoluta, que atenaza siempre al
27 En uno de los que abren Lo realidad y el deseo, el libro que I hombre cuando es joven porque carece de la experiencia in-
induye los que publicó a lo largo de su vida y muchas obras inédi- dispensable, que sólo da la amargura
tas, un elemento discordante en un paisaje luminoso en el que ¿He cerrado la puerta 7
El olvi do me abre
I México, FCE, 1964,4'. ed. Los números entre paréntesis al final de Sus desnudas estancias
cada referencia corresponderán a las páginas de esta edi ción. Grises, blancas, sin aire (21)

"' Luis Cemuda y un amigo (quizá Serafín Fernández Ferro) en Clfuentes, Guadalalara (España), 2 de nOViembre de 1932 AREM
En todos estos poemas, lo que más me admira es la lucidez en el título de esta reflexión, el cuerpo. Y hablo de "cuerpo" y
con la que Cernuda, quien apenas tendría un poco más de 20 no de "persona" porque cuando la amargura nos ha enseñado
años cuando los compuso, maneja los diversos matices de la a vivir, el cuerpo es -salvo en el espacio que en torno a él traza
desolación sin permitirse nunca la mínima queja o la evocación la poesía- la razón de nuestras más terribles obsesiones; hablo,
edulcorada . Esa distancia que traza frente a sí mismo es el fruto por supuesto, del cuerpo ajeno en el que nuestra apetencia de
de un esfuerzo por conciliar la búsqueda de una expresión lo posesión absoluta se estrella contra la superficie de la piel, mas
más recia posible con la actualización de formas arcaicas como hablo también del cuerpo propio, ese en el que los años dejan
la décima o los cua rtetos asonantados, en los cuales, según la perturbadora huella de su paso y que nunca posee la fuerza
prueban los que he citado, la forma nunca tiene el resabio del indispensable para avasallar a otro.
anacronismo porque se despoja de la imaginería correspon- Acerca del cuerpo que en esencia nunca logramos poseer,
diente y se somete a un contenido con el que en principio Cernuda escribió Oda, uno de sus poemas más ambiciosos
parecería no tener nada que ver. por lo que se refiere al esfuerzo por actualizar las formas clási-
Más aún, si a la tradición barroca sólo rebalsa Cemuda para cas, que el artista concibió en la efervescencia de su encuentro
aprender a fondo la naturaleza de la versificación, a la romántica y con el resto de la Generación del 27. Oda, dilatada composi-
a sus varias derivaciones se vuelve para asimilar las posibilidades ción, que gira en torno a la percepción del cuerpo de un joven
que ofrece la introspección, que el artista, no obstante, emplea para en medio de "el furor implacable del estío", inquieta por la sen-
describir cómo percibe un mundo que seduce porque, aunque se sualidad con la que se recrea la belleza masculina y por la
regula indiferente a las agitaciones del ser humano, se muestra en ausencia absoluta de intimidad con la cual se la contempla. A lo
su belleza profundamente afín con nuestra sensibilidad: largo del poema, el cuerpo del joven ordena el ámbito que lo
Los sentidos tan jóvenes circunda y somete a la conciencia del poeta; sin embargo, con-
Frente a un mundo se abren forme se le disfruta con mayor intensidad, crece la distancia
Si n goces ni sonrisas, que de él nos separa. Y no puede ser de otro modo, pues esa
Que no amanece nadie (12). distancia es la condición primordial de la contemplación misma
En este último cuarteto, se percibe otra de las notas que y del deseo que la mantiene viva:
definen de entraña la obra de Cernuda: el sabio balance entre Mas 105 tristes cuidados amorosos
la contención verbal y la exploración de las significaciones que Que tercamente la pasión reclama
la unión insólita de dos palabras permite hallar: aquí, el juego De Quien su vida en otras manos deja,
de un adjetivo tan extraño como "joven" para calificar a los El tierno lamentar, los enojosos
sentidos se complementa con la acción de amanecer que al Hastíos escondidos del que ama
unísono descubre el carácter impersonal de un fenómeno na- y tantas lentas lágrimas de queja,
tural y la ausencia de una compañía con la cual compartir el El azar firme aleja
gozo que el inicio de un nuevo día provoca, lo cual en conjunto De este cuerpo sereno;
da la impresión de soledad en medio de la plenitud sin que sea A su vigor tan pleno
menester aludir a la interioridad del autor y salva al cuarteto de La libertad conviene solamente [...] (36).
cualquier fácil dramatismo. Reitero que la aguda contraposición entre, por una parte, los
Ahora bien, las observaciones que hasta aquí hemos hecho recursos estilísticos y formales que Cernuda toma en la Oda de
sobre los primeros poemas de Cemuda, muestran de qué modo la tradición -sobre todo de Garcilaso y Góngora- y, por la otra, la
la amargura, al nutrir a la inteligencia y a la sensibilidad, se identi- imposibilidad de satisfacer el deseo con el cuerpo que lo aviva,
fica con el desengaño en el sentido que los pensadores y artistas es el resultado final de la amargura que informa toda la obra
del barroco le dieron al término, a saber, el descubrimiento del del artista, amargura que en lugar de conducirle a un esteticismo
carácter ilusorio de la existencia y de la consecuente limitación del más o menos deleznable (el cuerpo como pura representa-
deseo a la inmediatez del presente, sin que ello suponga ni mu- ción a merced de quien lo desea), lo comprometió más aún
cho menos la reducción del tiempo v~al a la superficialidad del en la búsqueda del equilibrio indispensable para no desespe-
ahora sino precisamente lo contrario: cuando se prescinde de la rar. De modo que la despersonalización del cuerpo hace aún
esperanza, sólo queda el absoluto del instante que constituye la más intensa a la postre el ansia de gozarlo y fundirse con él.
conciencia, cosa que muchos años después reitera Cemuda en el Placer de ser uno con otro, placer que nadie, ni siquiera el
Nocturno yanqui, una obra que compuso próximo a su vejez: poeta, habrá de gozar. De ahí que en Los placeres prohibidos -
La vida en tiempo se vive, libro de 1931 en el que el furor por el barroco cede el paso a la
Tu eternidad es ahora, versificación libre, de largo aliento, que Cernuda cultivará en lo
Porque luego sucesivo- la omnipresencia del cuerpo choque con brutalidad
No habrá tiempo para nada contra las convenciones morales y sociales y aun contra la na-
Tuyo. Gana tiempo. LY cuándo') (294). turaleza impenetrable de la corporalidad que hay que gozar en
La enseñanza más importante de la amargura, lo que la los intersticios del silencio, el peligro y la penumbra :
convierte en el eje de todo el desarrollo tanto vital como artísti- No decía palabras,
co de Cemuda, es, entonces, que la finitud nos define y nos Acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
estraga porque va contra la substancia misma de la ilusión de Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
alcanza r la satisfacción absoluta del deseo, cuyo fin más alto es Cuya respuesta no existe,
el de acompasar el orden de la naturaleza con nosotros, descu- Una hoja cuya rama no existe,
brir que esa afinidad que los sentidos nos comunican no es ta n Un mundo cuyo cielo no existe (7 1).
sólo imaginaria sino tan pungente como nuestra finitud. El cuerpo desborda así la fútil identidad que nos define al
Aquí es donde entra en juego el segundo factor que menté margen de él, y nos arroja al desamparo del deseo sin satis-

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Biblioteca de México
facción posible. Por eso, hay que arrasar con todos los va lores clusive de los más desamparados o estultos, un amante pro-
simbólicos con los que la tradición metafísica y religiosa ha fundo y sensible, lo que, para colmo, por efectos de la vulgari-
impedido hasta ahora comprender la potencia poética pero zación, se considera como un principio obvio, cuando la historia
también maligna, corrosiva, de lo corpóreo: de la cultura nos muestra que la grandeza amorosa es un fruto
Unos cuerpos son como flores, difícil de cosechar.
Otros como puñales, Contra esta reducción estúpida e ignara, Cernuda revierte a
Otros como cintas de agua; la condición extática del amor, que conforme con el sentido
Pero todos, temprano o tarde, radical de la palabra, él presenta como el estar fuera de uno,
Serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden, mas no precisamente en el otro, pues entonces bastaría con
Convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre (73-4). poseerle para que el amor se consumara, y no es así, al contra-
Vivir literalmente a flor de piel, con una conciencia del cuerpo rio: el verdadero fin del amor, si es que alguno tiene que poda-
que sólo los artistas alcanzan, no significa que hallaremos la mos expresar con la mínima lógica, es el de abrirnos a una
respuesta al deseo ni que nos liberaremos del sufrimiento forma de ser absoluta en la cual la finitud se vive en el presente
que la belleza o el poderío del cuerpo nos infligen; es simple- intemporal que los iluminados y los poetas llaman eternidad:
mente asumir la propia finitud a sabiendas de que con ello la Los cuatro elementos primarios
amargura de no poder penetrar en el cuerpo será aún más Dan forma a mi existir:
aguda, sí, pero más ennoblecedora. Preferible quemarse que Un cuerpo sometido al tiempo,
hundirse en el horror del tedio y la ausencia de deseo. Siempre ansioso de ti (323).
El anonimato al que Cemuda se ciñe al hablar del cuerpo se Hemos visto que el deseo nunca se sacia; mas si acaso
justifica desde este otro ángulo más allá de la necesidad de mediar pudiera saciarse, tendría que hacerlo en la eternidad del amor
entre la expresión abierta de la homosexualidad y las convenciones que pocos, poquísimos, resisten. Pues, de nuevo, contra lo que
de una determinada época. Sin nombre, el cuerpo pierde los lastres proclama el subjetivismo pedestre que hace del individuo me-
del simbolismo metafísico pero en vez de que eso \o reduzca a un dio el paradigma de la humanidad entera, el amor con el pode-
objeto a nuestra disposición, le da una dignidad inimaginable para río que lo concibe la poesía es un modo de ser tan ajeno a los
el ascetismo que es el fondo obscuro de la moral. propósitos conscientes que más bien habría que destacar su
Cernuda, así, participa en el gran proceso de profanación total contradicción con ellos y hablar, como lo acabamos de
del cuerpo que ha sido una de las rectrices de la Modernidad y hacer, de un éxtasis indescriptible:
simultáneamente toma distancia respecto a él: hay que liberar Cuando algún cuerpo hermoso,
al cuerpo del ascetismo mas no para sujetarlo en el acto a una Como el tuyo, nos lleva
forma mucho más temible de servidumbre, la del mercantilismo Tra s de sí, él mismo no comprende,
sexual abstracto que en nombre del derecho de cada quien a Sólo el amante y el amor lo saben
disponer de su cuerpo, hace de éste un mecanismo maniobrable (Amor, terror de soledad humana) (322) .
por la ley del estímulo y respuesta. Sin reducciones psicológicas al uso, esto explica el carácter
Que en el cuerpo se cifre para el hombre la totalidad de la inquietante del amor y por qué, para salvar la apariencia de do-
existencia y que a pesar de ello no tenga nada que ver con la minio, el subjetivismo lo reduce o a la sexualidad instintiva o al
estructura biológica o material que define al resto de los cuer- sentimentalismo lato, a los que el amor trasciende con creces
pos, el de los seres vivos o el de los innúmeros objetos que justo porque, a diferencia de ellos, no se consuma en el contacto
pueblan la realidad, lo reitera Cernuda en una serie de tres de dos epidermis o en la banal sincronización del ritmo cardíaco
poemas que escribió "para un cuerpo" o, como tituló al tercero, sino en la asunción serena de nuestra finitud.
"Para ti, para nadie" (312-3). El cuerpo, ya lo hemos visto, es lo y es aquí donde la amargura vuelve a revelarse como una vía
que en verdad nos individualiza y en él encarna nuestra finitud hacia la clarividencia, pues en la medida en que arrasa con los
esencial; también es origen de la inadmisible soledad de la que lugares comunes del sentimentalismo pero también con la subli-
el hombre trata de huir, y que sólo en la ilusoria identificación midad de las concepciones filosóficas y religiosas del cuerpo y
con alguien parece desvanecerse, aunque retorna en cuanto del amor, nos da el temple indispensable para ver sin falsos
recobramos la conciencia, como sucede al despedirnos para alambicamientos el dinamismo poético de ambos en el que
• siempre de alguien a quien amamos: reside el secreto de la transfiguración de todas las fuerzas vitales:
y entró la noche en ti, materia tuya, Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
Su vastedad desierta, Parece como el viento que se mece en otoño
Desnudo ya del cuerpo tan amigo Sobre adolescentes mutilados (70).
Que contigo uno era (312). Hay en esta imagen una compleja síntesis de todos los sig-
El cuerpo, en suma, no es jamás un objeto a nuestra dispo- nificados que hasta aquí hemos desplegado: el desengaño y la
sición; aun el cuerpo de uno expresa una potencia irreductible, concomitante fidelidad a la percepción, la finitud del cuerpo y la
de la que brotan en forma simultánea el placer y el dolor de la superación de la conciencia personal en aras de una identidad
finitud, doble faz de una fuerza que sólo se concilia consigo absoluta que vivifica aun el crimen más atroz. Que semejante
misma cuando el cuerpo se transfigura en el amor, el tercero contraposición nos resulte casi insoportable, no debe tu rbar-
de los fenómenos sobre los cuales versa nuestra reflexión. nos, antes bien, debe despertar en nosotros el deseo de apren-
Como lo dejan ver los poemas de Cernuda, el problema der a mediar entre la muerte y el máximo placer, en el horizonte
que el amor plantea, el de la irrealizable fusión con otro ser y, de la sensibilidad común para el que las cimas de la poesía se
más aún, con el universo entero, no es comprensible en los perderían en la obscuridad si no fuese porque de súbito se
términos del moderno subjetivismo que todo lo remite a la ilumina con el resplandor de una obra como la que hasta aquí
determinación consciente y que hace de cualquier sujeto, in- hemos intentado asimilar.

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Luis Cernuda, el segundo de la derecha, con compañeros de la escuela militar de Sevilla, hacia 1924. Colección particular, Sevilla

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JOSÉ HOMERO

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Acaso la misión primera del poeta sea cantar la realidad del


mundo; una tarea paradojalmente más titánica que humana.
Porque el clamor que circula entre las alas y las olas desde la
revolución romántica hasta nuestros secas hojas es que la
vida se halla sepulta por la cotidianidad. La vida, esa llama
azul y vivaz que entreveramos en nuestros sueños infantiles
como la esbelta espada del mar desde el árido promontorio
de roca y polvo, se resiste a nuestro anhelo.
Diríase que la obra entera de Luis Cernuda es un indicio de
ese mundo oculto. Fundación y nostalgia, la poesía es el vesti-
gio de un tiempo en que belleza y ética resultaban indisociables
y un recordatorio de que la belleza, la armonía siendo fugaz,
ocurre en el espacio cotidiano, no en un entorno ajeno. De ahí Ramón Gaya. El mar, 1997. Tinta sobre papel. Dibujo regalado por Ramón Gaya al
AREM con motivo de la incorporación de los fondos de Luis Cernuda
que esta poesía que exalta el reinado de la luz, la comunidad
entre cuerpos y tierra y el amor por los muchachos, funde una
religión corporal como sustento del sentido del arte y de la vida. un espacio que sucede en medio de otro, como las islas en el
Nada extraño; Roberto Calasso nos ha recordado en Las bodas mar que consignara San Breda, nunca una utopía, pues su rei-
de Cadmo y Harmonía que el amor por los adolescentes da no es exclusivamente el de la imaginación, no el de la política.
origen a la metafísica.' Si la poesía, la experiencia estética, es el don para vislumbrar
Irrupción pregnante y fundadora, la voz de Cernuda asienta y discernir la hermosura, nada más coherente que esta capaci-
los atributos genésicos de la luz o de la brisa, esas manifes- dad adolescente de trasmitir la emoción estética, ya que si aten-
taciones atesoradas en la memoria, de condición cíclica: demos a Ocnos, esa suerte de biografía espiritual, el niño Cernuda
Va la brisa reciente descubrió muy pequeño que en el aislamiento del hogar, entre
Por el espacio esbelta, los muros familiares, se revelaba otro mundo de libertad y en-
Y en las hojas cantando abre una primavera 2
sueño propiciado por la música, las plantas, el agua, los sentidos.
La obra primera del poeta, imbuida del pathos romántico en Entrevi entonces la existencia de una realidad diferente de
su cabal expresión, el inglés y el alemán, brinda tributo a los la percibida a diario, y ya oscuramente sentía cómo no basta-
poderes irruptivos que develan otra realidad y muestran la uni- ba a esa otra realidad el ser diferente, sino que algo alado y
dad entre hombre y tierra. Ya desde temprana edad, el poeta divino debía acompañarla y aureolarla, tal el nimbo trémulo
1
sabe sin embargo que ese mundo surgido abrupta y singular- que rodea un punto luminoso.
mente es frágil y asediado por una realidad hostil y fastidiosa, Hablar de las islas milagrosas no es sólo un recurso retórico.
asociada con el poder, la mezquindad, la chatura de ánima. Implica la insularidad, alude a un paisaje rocoso y sin embargo
Fundación de un lugar insólito, esta poesía postula una atopía, vegetal, terreno y luminoso. Líquido, pues en esta poesía hay
una savia que une cuerpos, árboles, mar, tierra y enciende el
firmamento. Esta tierra natal, con aromas de hojas estrujadas
' "De la misma manera que los guerreros asedian la fortaleza multipli- por los pies amantes y vengativos, se funda mediante el arre-
cando estratagemas, para que el objeto que ha estado tanto tiempo ante bato. Quizá no haya mejor término para expresar la cualidad
sus ojos caiga finalmente en sus manos, también el amante ateniense es primera de esta poesía, que es la emoción de la experiencia
un guerrero de la palabra, rodea al amado con discursos que le ciñen como estética. Si recurriéramos y podríamos hacerlo de una manera
soldados. Y esos discursos no son rudas galanterías, sino el inicio llameante diríase natural, pues esta literatura implica esa lectura, diríamos
de lo que un día, utilizando una palabra griega sin recordar su origen, se que se trata de la manifestación hierofáníca, la repetición de un
llamará "metafísica". Es estricta y literalmente cierto que para los grandes momento primordial en medio del tiempo cotidiano que acer-
atenienses el pensamiento es una derivación del diálogo erótico. Mejor ca al hombre a la realidad auténtica. Prefiero el término arreba-
dicho, esa trama que hay que conquistar como una fortaleza y el vuelo
metafisico es, para Platón, la imagen misma del eros." Las bodas de Cadmo
y Harmonía, Barcelona, Anagrama, [Compactos], 1994, p. 76. !
Ocnos, 3a. ed., Xalapa, Universidad Veracruzana, Ficción, 1963,
2
La realidad y el deseo, México, FCE, 1980, Tezontle, p. 11. pp. 9-10.

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Playa de Málaga. Fotograffa de Luis Cemuda. AREM

to porque ese movimiento disruptivo, provocado por un fenó- mortal implica asumir una metamorfosis, un proceso de se-
meno natural: la brisa, el viento, la luz, sobre todo, o para Cemuda, ducción, ya que la personalidad asumida es sobre todo sim-
sus encamaciones: los jóvenes, permite abrir una suerte de bólica: los ojos humanos no pueden percibir la verdadera
umbral a un mundo mejor, que paradójicamente está ahí, en apariencia de los inmortales. Y lo propio es también el amor
ese momento, no en otro. por los muchachos: la seducción se encuentra en el discurso
Regresemos a las islas. Ese paisaje escarpado y en mo- y en el rito. Arrebato de los sentidos en la revelación por el
mentos umbrío, del que proceden Admeto y Dafne, es propi- éxtasis de un orden trascendente, rapto de los cuerpos terre-
cio a esta escritura. La luz o la brisa crean una suerte de nos por los dioses, rapto del adolescente por el adulto en la
aislamiento, un territorio ajeno y sujeto a la realidad. Es una sociedad cretense como un acto de iniciación y de ruptura, de
apertura circundada, de ahí que la imagen del muro sea igual- fiesta en el orden cotidian06 • Codificado, el lenguaje implica
mente continua y codificada en estos versos. Muro que cerca una danza, una posición del amante y del amado, del dios y
y protege como en la niñez, muro que impide la libertad o el mortal, del deseo y la realidad. La seducción no se encuen-
que muestra en su metonimia el aislamiento del poeta ma- tra en uno o en otro, sino en ambos términos. Es un ritmo
duro y desencantado. Tal insularidad de la imaginación evoca que une, urde el universo, con una trama ajena a la lógica y
también el momento en que el orden divino irrumpe en el sustenta en la provocación, en los reflejos ante la apariencia.
orden terreno. Cesare Pavese reflexionó sobre el sustrato en- Más allá del caso que revela el arrebato notamos que alienta
tre mito, poesía y tierra natal. Semejante es la confesión de en ellos el anhelo de perfección. Si Cernuda ciertamente fue
Cernuda al advertir la "causalidad profunda que une ciertos un poeta hondamente terreno, embriagado de un poderoso
mitos con ciertas formas intemporales de la vida'" Arrebato paganismo, es también un hierofante de la efímera perfec-
es también un término asociado con rapto. Ese mundo insu- ción. La rosa ocupa su presente en la rama ajena al tiempo:
lar que la luz o el viento crean súbitamente recuerdan a otro S610 lo roso asume
mundo insular: el de los mitos griegos. Así, ya en un poema Uno presencio puro
juvenil, la rosa, cifra de la emoción poética, altiva se yergue en Irguiéndose en lo romo ton 01tiv0 7 •
la rama. La brisa provocará en ese mundo vegetal y fragante Ejemplar en varios aspectos, "Égloga", que sugiere a Garcilaso
un estremecimiento corporal: ("uno de los muy raros escritores nuestros a quienes podemos
Si lo brisa estremece llamar artista", Oenos) tanto como a los idilios de Bion y brinda
En uno misma onda
El abandono de los tollas finos,
Agil tropel parece 6 ¿Cómo no percibir en esta exposición de Alain Schnapp un eco de esa
Tonto roso en lo fronda antinomia entre realidad y deseo que impregna la poesfa entera de Cemuda?
De cuerpos fabulosos y divinos; Para su relieve, destaco en cursivas la frase explicita: El erómeno obtenfa de su
Rosados torbellinos rapto, no sólo unos obsequios prestigiosos y hasta una halagüeña fama, sino
De ninfos verdaderos una distinción pública que se le reconoda con ocasión de los festejos, los
En fuga hacia el boscaje.5 concursos gimnásticos y las diversas reuniones dvicas. La relación homosexual
La imagen permite vincular dos mundos aislados: el tem- y las actividades que la acompañan, cacerfas y banquetes, contrastan con los
blor de los pétalos en el follaje recuerda el temblor de las rasgos severos de la vida cotidiana de los agélai, y añade una dimensión aris-
carnes voluptuosas de las ninfas asediadas por los sátiros. La tocrática a unas prácticas pedagógicas colocadas bajo el signo de la igualdad y
historia de las relaciones de los dioses con los humanos en la frugalidad. La fascinación ejercida por este tipo de conducta se debe sin
gran medida es una historia de raptos, de atracción de los duda alguna en gran manera al contraste que las subtiende; entre el mundo
Olímpicos por la carne efímera y mortal. Amar a un cuerpo zafio y gris de los agélai y el lujo de las cacerfas y los banquetes presididos por
los kléinoi hay toda la distancia que media entre la vida cotidiana y el ensueño:'
Imagen de los jóvenes en la ciudad griega", Historia de los jóvenes, vol. 1,
• Ibid., p. 36. dirección de Giovanni Levi y Jean-Claude Schmitt, Madrid, Taurus, p. 36.
' 'tgloga'', La realidad y el deseo, op.cit., 28. 7 "Égloga", op. cit, 28.

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Ramón Gaya, Luis Cemuda en Almerla, 1934, gauache sobre papel, Museo Ramón Gaya, Ayuntamiento de Murcia

reflejos para quien percibirlos quiera entre "Muerte sin fin" de como pocos supo discemir el alma brutal del pueblo amado,
José Gorostiza y "Canto a un dios mineral" de Jorge Cuesta, como en general la fealdad del mundo. Un tema caro a Cemuda:
propone una narratividad: el tránsito del mundo diario y asedia- el rechazo del poeta por la comunidad y el fermento en el
do por el deterioro hacia un presente ajeno al tiempo, un terri- lenguaje de la obra repudiada que habrá de pervivir a su muer-
torio en el que las cosas permanecen en su idealidad, y el te; una transformación genésica en la que se percibe esa
regreso de nuevo al imperfecto mundo. Se trata, más que de pervivencia del mito griego del amante muerto en la plenitud
un ejemplo, de la estructura profunda que enlaza las diversas que vuelve como planta. Nostalgia sí de la comunidad pero a
manifestaciones del arrebato: irrupción en el tiempo cotidiano, condición de que dicha comunidad fuera la de los hombres
instauración de otro orden y regreso al tiempo, pero transfor- libres sujetos a la medida de su deseo y a los cambios de la
mado. No otra es la natura del mito. tierra. Curiosamente, ese dasicista que tan bien se adhiere al
La creación de territorios de libertad revela la dimensión polí- molde trágico, fue ante todo un romántico que creía en las
tica, si cabe el término, de la poesía de Cemuda. De inteligencia virtudes de la ironía, de la inteligencia y la soledad, en un mun-
demoníaca por su anhelo sutil pero poderoso de subvertir el do que siempre ha negado la imaginación. Nutrido en la savia
mundo y de celebrar el don del arte, Cemuda tomó los mitos de la poesía romántica inglesa y alemana, con dejos de una
griegos para componer una escritura rebelde que exhibe la im- religión negativa en la huella de Blake yecos de Nietzsche,
postura y estupidez del orden cotidiano. Su homenaje a Góngora pocas defensas tan heroicas y denodadas de la verdad de la
y a Mozart, entre otros, exalta la tarea del artista frente a la mez- poesía en un mundo regido por el dinero y el poder como la
quindad y la vileza del Poder. Su rechazo a la poesía popular, al que embargó su obra y que enarboló bizarramente en sus
foldorismo de Federico Garáa Lorca es indisociable de una ima- poemas postreros para indicar su confianza en el esplendor
gen dasicista que buscó un lenguaje universal, un sentimiento del hombre: el arte, que como las plantas, pervive más allá del
de rebelión sustento en la necesidad del placer como medida mármol y los edificios de la urbe oscura.
de la existencia y en la repulsa del dolor y de la culpa. Tenaz, Tras el proceso dialéctico de encanto, desengaño y recupe-
especialmente en su último periodo, fue su distanciamiento de ración de la poesía que atestigua su obra, Cemuda entendió en
la moral judeocristiana. Si hay una trascendencia en su poesía sus años últimos que más allá de la imposibiliad de fundar un
ésta ocurre en este mundo y el placer de los sentidos es preferi- mundo mejor, el arte, o sus términos vinculados: la hermosura,
ble al incierto paraíso: la imaginación, significan la posibilidad de escapar a un mundo
Con sus luces el violento Atlántico, indemente y de mantener viva la llama de la libertad.
Tantas dunas profusas, tu Conquero nativo, Si de manos de Dios informe salió el mundo,
Estaban en mI dichos en tu figura, Trastornado su orden, su justicia terrible:
Divina ya para mi afán con ellos, Si la vida es abyecta y ruin el hombre,
Porque nunca he querido dioses crucificados, Da esta músico al mundo forma, orden, justicia 9
Tristes dioses que insultan Fánodes nos cuenta que la cabeza de Orfeo fue enterrada
Esta tierra ardorosa que te hizo y deshace. 8 en Lesbos en un montículo señalado por su lira. Con ello se
Bolívar Echeverría propone en La modernidad del barroco asegura la pervivencia de la voz oracular de la lírica. En Cemuda
cuatro posibles connivencias con la modemidad capitalista, sien- señaló ese carácter de la poesía, como en muchos otros de
do una de ellas el ethos dásico, que acepta la realidad del sus poemas, así en "Homenaje":
capitalismo sin oponerse a él, aunque mostrando su esencial El tiempo, duramente acumulando
negación de la vida y eligiendo un aislamiento trágico. El aman- Olvido hacia el cantor, no lo aniquila;
te de los muchachos, como de toda belleza efímera, cifrada en Siempre joven su voz late y oscila,
flores y vegetales, de la rosa a las violetas y de los tulipanes al Al mundo de los hombres va cantando. 10
magnolio, fue también el exiliado de poderosa inteligencia que

9 "Mozart", op. cit., 328.


8 "A un muchacho andaluz", op. cit, 108. 10 "Homenaje", op. cit, 27.

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JOSÉ MARíA ESPINASA

MEJOR LA DESTRUCCiÓN,
EL RJECiO: EL EXlUO y LA PROSA
EN LUIS CERNUDA
La m anera en que Ce rnud a qui so enrai za r en ti erras lapso co mprend ido entre Ba ud elaire y Ma llarmé. El ejerci-
mexicana s fu e parti cularmente dramática desde el punto de cio críti co ce rnudian o busca ba situ ar esa duración en la
vista del texto. Ya desde antes de su salida de España la perspectiva cam biante de un lecto r y en la posibili dad de
prosa se le había presentado co mo una escritura no lírica, y que el sentid o poético residiera en él y no en qui en escri-
eso no podía aceptarlo. El verso, al perder su ritm o, lo tien e be. Este sería, como en un movimiento pendul ar, el aspec-
que recupera r en el terreno de la prosa: la narración, ya que to mode rn o de Cernud a.
sól o así puede volver a ca ntar. No tanto la prácti ca de una De allí su enorm e influencia en la poesía de la segunda
prosa poéti ca sino la de una palabra lo suficientem ente m a- mitad del siglo en castellano: en poetas hiperco nscientes de
leable como para nombrar ese paraíso perdido, no tanto la la forma, como Gil de Bi edma, o en escritores cuyo se ntido
infancia sino la juventud. reside más en la construcción de un personaje poético, como
Se vuelve a presentar la dicotomía propuesta por el mo- algun os de los novísimos, o como en Jaime Siles y Antonio
derni smo, movimiento al que Cernuda debe mu cho más de Colinas. En México tuvo en ca mbio una influ encia distinta:
lo que parece (a pesa r de su abierto rechazo), entre lengua- en un escritor com o Guill erm o Fe rn ández se desarrolló esa
je y ve rdad . Cernuda apu esta por lo segundo pero subrayan- angustia expresiva que algo tiene de silencio eleg ido pero
do la retórica como apari ción colecti va de esa verd ad. Si también de impotencia creati va. En Francisco Hern ández se
tomamos no a López Velarde sin o a Cernuda como el últi- dio, por caminos extrañ os, un regreso del tono dramático-
mo de los modernistas, en un a sobrevivencia subterránea oratori o, utiliza ndo esos procedimientos desdoblando al poeta
que pasa por debajo de las va nguardi as y las poesías puras en personajes. En Arge ntina, en una lectura más fin a y me-
para m anifestarse más allá, históri ca m ente, com o un río que nos militante, la obra del español representó una pos ición
emerge sin previo aviso en un paisaj e desierto y en el qu e de sin ce rid ad poéti ca di simul ada baj o los as pavientos
inclu so el agua con se rva un aspecto de sequedad, así neovanguardista s de los transplatinos. (Una nota curiosa: en
Cernuda, después de Las nubes, va a hace r evidente ese catalán, idioma qu e tu vo en los años veintes y treintas dos
aspecto impostado, presente en toda su obra, pero cada vez escritores notables, cerca nos a Cernuda, quien los debió co-
más lejano de la voz mítica. El m omento clave en el que la nocer, Josep Ca rn er y Caries Riba, se dio, ya en los años
poesía vuelve a plantea rse su sentido frente al mundo, su setenta una gran influ encia y pongo como ejemplo al poeta
ra zón de se r, y en lu ga r de proponerse co mo futuro, como Joan Marga rit, en extremo ce rnudi ano.) El hecho signifi cati-
sentido por crear, lo que plantea es un regreso a un mo- vo es qu e tanto una poesía de la experiencia como una
m ento histórico en el que ese sentido estaba presente en poesía del lenguaje lo reclaman suyo (teniendo ambas te n-
presente. Lo curioso es qu e no escoge una retóri ca barroca, dencias razón.)
tampoco de los prim eros años de los siglos de oro, sin o El aspecto histrión ico de lo que Cernuda escribió en los
plenam ente neocl ásica, decimonóni ca, co n apenas unos años treinta apunta a una teatralidad específica, la del mo-
resabi os becqu erian os (y, afo rtunadam ente, tambi én nólogo, esa cifrada pero no agotada en el conocido monólo-
galdosianos.) Durante muchos años, -diría que todo el siglo go de Segismundo, qu ejumbroso pero desafiante, en donde
xx- se ha pensado que el estado de gracia que vivió la poe- Calderón hace de la queja una obra maestra al desprenderl a
sía en los años veintes y treintas era el natural de la lírica, y de su aspecto sentimental, inevitablemente plañidero, y la
no que se trata ba de un a excepción, pero tanto la evolució n vuelve - en el mejor sentido- retóri ca, fa scinación por la puesta
de algunos poetas com o la historia misma se enca rgo de en escena de un cód igo. Y esa teatral idad m onologa nte es
demostrar lo co ntra rio. deudora de Na rciso, se ensaya frente al espejo y en ella el
En el centenari o del nacimi ento de Ce rnud a tal vez se poeta encuentra la cúspide de su arte.
pu eda ya mirar de frente ese estado natura l qu e co rres- Ni siqui era pide un auditori o: era él mism o el que se
ponde a la retóri ca decim onóni ca, y volver a pensar en el pon ía en escena y represe ntaba un performance en el que
poema como un estado anóma lo, no irrepetible, pero si sus amores y su s desgra cias eran pretextos, cierto, pero sin
difíci l de conquistar. In dependientemente del envejecimien- los qu e su fascinación por el di scurso amoroso desg racia-
to de ciertos pl anteam ientos teóricos y de la ingenu idad do no encontraba sentido Tal vez la incl em ente ironía de
de muchos m anifiestos, la va nguardia co nsiguió algo muy un Ja ime Gi l de Biedm a, uno de sus herederos, le hab ría
importan te : incorporar la duración al instante poético, y al parecid o má s qu e in soportabl e blasfem ia, un anticlíma x.
igual que en los siglos XVI y XVII, que se viviera un peri odo La voluntad hoeld erl inia na expresa en ese tono es acepta-
histórico, simi lar a lo que en Francia se había vivió en el da sin el m enor ta miz de ironía, como en el ca so de Rilke,

... LUIS Cern uda en la calle del Alfe, Sevilla, 1928. Fotografia de Juan Guerrero RUlz
con quien tiene va rios puntos en contacto, más al menos narios, a la altura de los anteriores, que le habrían dado un
con sus órbitas celestes pobladas de ángeles que con las iugar singu la r en la historia literaria (esa que, nos lo dice
tierras ba ldías eliotianas. Un imposible solitario en Tubinga repetidamente le importa poco, pero que lo ignorara le
en pleno sig lo XX, Ce rnuda hizo de sí mismo la torre hizo mucho daño.)
ca lderonia na que nada -ni nadie- puede abolir. La puerta que se cerró y en más de un sentido fue la
Es evidente que uno de los elementos que ha promovi- griega: ese Sócrates que supo ver en el exilio algo peor que
do la fama o prestigio de Cernuda es el que se vea a su la muerte, también supo ver en la juventud ida el infierno
literatura no sólo como una militancia sino como una poéti- del presente. De la juventud el tiempo nos exilia siempre,
ca de la homosexualidad, y tal vez por eso se nos escapa un incluso y sobre todo si se muere joven. Y al perder el aliento
se ntid o más extremo, camuflado tras esa elección, el de un helénico perdió su lugar en el proscenio, se quedó si n tiem-
admonitoria y solipsista poética del egoísmo, que en su au- po, sin ritmo. En el ya mencionado poema "Limbo" (dedica-
tosuficiencia no le ofreció camino de regreso (incluso si hu- do a Paz) se describe un escenario y una anécdota, es uno
biera querido tomarlo) ante la traición no de los otros, implícita de los pocos textos cernudianos con verdadero interlocutor
en la retórica del monólogo, sino la de sí mismo. y el final -asom broso- tiene un tono que poca s veces alcan-
Al escribir Cernuda estaba sólo delante de una multitud y za su poesía, el de un Apocalipsis absoluto y sin reden ción,
nunca acompañado de sí mismo: la poesía, de la que espe- despojado de teatralidad. Para Cernuda, tan español (ya se
raba todo, nunca le pudo mostrar la alteridad sino la ausen- dijo), ni Dios ni la muerte orientan su poesía y su vida, sino
cia, el vacío. Esa posteridad orgul losa a la que parece apostar el deseo. y por eso puede ser tan terminante, tan si n futuro:
en algunos poemas es un simulacro más, pero no el último. "Mejor la destrucción, el fuego:'
Quisiera ver por ejemplo en Desolación de lo quimera un Variaciones sobre temo mexicano, que muchos de los
grandilocuente pleonasmo. Para el lector no es problema críticos y estud iosos de Luis Cernuda han considerado de
que nos hable aquel poeta de la juventud permanente con- circunstancia, ha ido revelando con el tiempo una riqueza
vertido en un hombre viejo sino que se reivindique su de- inusitada precisamente por su "circunstan cia". Se trata de
rrota como actitud, y habría entonces que entender el exilio una aproximación al país en el que poeta viviría los últimos
como un gesto más de flagelación de la propia poesía. años de su vida y con el cual tendría una rela ción difícil e
Ni siquiera el horizonte de la muerte le dará a su obra un intensa. Hay que tener presente que Cernuda no llegó a
matiz distinto a su obra postrera. Tal vez Octavio Paz, en la México en los años inmediatamente posteriores a la guerra,
propia pluma de Cernuda cuando - y estoy adivinando- lo sino que su exilio tuvo un periplo por Inglaterra y Estados
ca lificó como "Fantasma de sí mismo" dio en un doloroso y Unidos antes de concluir en México, a donde llega ya para
ardiente clavo: "Mejor la destrucción, el fuego". Ni a Cernuda quedarse en 1952, hasta su muerte en 1963.
ni a nosotros (espero) nos importa gran cosa la redención Veamos precisamente esa circunstancia mencionada an-
del poeta ante sí mismo sino el estremecimiento que aún tes: Variaciones se incluye en una colección en la cua l se
permanece en las líneas que nos llaman a justificarlo. Creo reflexiona sobre el ser del mexicano ("México y lo mexica-
que sabía y supo siempre lo que ocurría, fue conciente de no", Porrúa y Obregón) tema muy en boga en aquellos años
sus mezquindades. Por ejemplo en algunos momentos de cincuenta, en los que se prolonga las meditaciones de Anto-
Con los horas contados no sólo sabe sino que nos dice lo nio Caso y Samuel Ramos, época -también- en la que se
que sabe y sabe el sabor amargo de una certeza verbal, y publicará El laberinto de lo soledad de Octavio Paz., cuya
sabe que no es cierto, que más que algo imposible la esce- primera edición es de 1959 . De hecho, en la colección ya
nografía que monta contribuye a vo lver su voz inaudible. se habían publicado dos títulos más de escritores
Esa ambición de un solitari o en palacio adqu iere una transterrados, como José Moreno Villa y su Cornucopia de
densidad que nos impide caricaturiza rla . Cuando admira la México y de José Gaos, En torno o lo filosofía mexicano.
gracia de su amigo García Larca admira lo que en él nunca Las Variaciones tienen muchas similitudes en su inten-
tu vo cabida, pero no creo que la deseara de veras, por lo ción con la Cornucopia. También enormes diferencias: para
menos no una gracia para los otros, extrovertida y social. empezar la visión de México como un cuerno de la abun-
Más allá de los apuntes sociales, más frecuentes de lo que dancia presente en el libro del autor de Jacinto lo pelirrojo
se cree que hay en su lírica, Cernuda entendía como lugar se vuelve mucho más melancólico en las Variaciones, por-
del poeta la soledad (y no el deseo de su canónico título), que precisamente son eso, variaciones, sobre experiencias
pero no fue la suya una vocación elegida sino, si se permite que en Cernuda preceden al exi lio y se manifestaron antes
la expresión, congénita de su vocación al monólogo. en sus poemas. Por ejemplo, y de manera constante, el cuer-
En 1942 Cernuda publi ca Lo realidad y el deseo (se- po masculino como plenitud, la juventud como razón de ser
gund a edi ción) en la editorial Séneca, la más importante de ese cuerpo. Si el libro de Moreno Villa tiene algo de hala-
ave ntura editorial del exilio español en tanto exilio, coman- go en busca de reconocimiento y carta de identidad -de
da da por José Bergamín, y desde ese momento es un libro hecho su autor se volvió uno de los grandes críticos e histo-
ce ntral de la literatura iberoamericana, puerta abierta hacia riadores del arte mexicano en aquellos años- Cernuda que-
una ve rtiente qu e pocas veces se ha tomado . En esa edi- ría con sus Variaciones más que ser aceptado aceptar él su
ción preva lecía el carácter teatral del monólogo que nos nuevo entorno, habitarlo, tal como -imaginariamente- ha-
atañe a todos. Pero Lo realidad y el deseo definitiva, publi- bitaba los patios andaluces que había dejado atrás. Y en el
cada por el Fondo de Cultura Económica veinte años des- eje de esa aceptación está el vis lumbre del amor
pués, es otro li bro: el prop io poeta cerró la puerta que reencontrado (y luego vuelto a perder.)
había ab ierto y tensó al máxim o el camino de su soledad. Es evidente que Cernuda escribió el libro en un doble
En los años cua renta y cin cuenta escribió libros extraordi- entusiasmo: el de reencontrar un espacio, un lugar y un idio-

Biblioteca de México
ma (hay que recordar que algunos de sus mejores amigos, con fortuna al vagó n en marcha de la reflexión sobre lo
como el poeta Manuel Altolaguirre, vivían en México), y tam- mexicano, el poeta supo que no ocurriría lo mismo con su
bién la posibilidad de reencontrar la pasión y el amor. Lo obra. Los ejemplos "mexicanistas" de algunos poetas del
segundo no se cumplió y es probable que lo primero se exilio son numerosos, tanto en Prados como en Altolaguirre,
cumpliera a medias, como muestra un libro tan amargo como sus amigos, como en autores más jóvenes, como el cata-
Desolación de lo quimera, su último volumen de poemas. lán Bartra. También algunos poema s de Cernuda se inscri-
La soledad del poeta, a pesar del idioma, se volvió más pro- ben en ese camino, en el cual la recon strucción del espacio
funda en tierras mexicanas. mítico se vio mezclada con una cierta retórica que lo em-
Es importante también tomar en cuenta que Variaciones pobreció y lo corrompió.
sobre temo mexicano es el primer libro que de Cernuda se El gran factor que decide sobre Variaciones sobre temo
publica en México en su primera edición, y que según el mexicano es precisamente que se trata de un libro si no
mismo nos hace saber, tuvo una muy mala circulación. Le exultante si de un estar en el mundo, menos condicionado
debe haber costado un gran esfuerzo conseguir el tono de- por el resentimiento, es un oasis en el dolor del exilio, la
seado, mucho más transparente y llano que en sus otros intuición del amor recuperado y a través suyo de un lugar
libros de prosa, para no mencionar su poesía, tono que - para vivir. Está lleno de elocuentes pistas: por un lado su
además- le satisfizo lo suficiente como para pensar en in- inclusión, ya mencionada, en la colección México y lo mexi-
corporar los text'Js a Oenos, su gran apuesta poética en el cano; por otro que tuviera, en un texto tan transparente como
exilio, y esa escasa circulación del libro, y aún más escasa "El tema", la dedicatoria a Manuel Rodríguez Lozano, el pin-
respuesta de la crítica, le debe haber dolido. tor que por afinidad estética podía sentir más cercano entre
No obstante, y a pesar de que abundan los datos bio- los artistas mexicanos, y que pudo pensa r como un sustituto
gráficos que testimonian que su estancia en México fue de la figura de García Lorca en su relación con el mundo. La
una serie de desencuentros, el libro que hoy cumple cin- portada de Elvira Gascón, poco afortunada, hace evidente
cuenta años de su primera edición, es una muestra de una sin embargo esa necesidad de conectar con lo mexicano, de
comunión intuida y de una felicidad expresiva que redime sintonizarse en nombre, ya no tanto de talo cual persona,
en parte al desencuentro señalado y que en buena medi- sino de una lengua.
da lo transforma . Cernuda se afirma allí como ese hombre No se trataba de ver en México lo obvio -esa presencia de
en busca de sí mismo que fue toda su vida y que no bus- un algo españolo incluso andaluz- ni de forzar el tono en la
caba encontrarse sino proseguir la búsqueda, perseguirse celebración de algo que le debía resultar ajeno, como el pasa-
a sí mismo como se persigue a la sombra, o como ella nos do precolombino, o incluso la aún presente cultura indígena.
persigue, dilema innecesario pero obsesiva mente presen- México no podía ser vivido ni como extensión de España ni
te, tanto en la oscuridad de la caverna como en la lumino- como una "Nueva España" ni como un territorio mítico abs-
sidad de la página. tracto, al revés, se trataba de reconstruir lo cotidiano para que
Que la prosa pertenezca al mundo no es una cosa extra- lo mítico tuviera, si podía, de nuevo sentido. El exilio español
ña, por eso se dice que algo es prosaico cuando se le quiere en México tuvo un curioso perfil psicológico, distinto de otros
quitar su aspecto sublime o paradi síaco, pero que su prácti- exilios que se mantenían cohesionados por razones religio-
ca signifique un proceso de reconstrucción del mundo no sas, étnicas o ideológicas, o incluso laborales, lo que cohesionó
es tan frecuente. En Variaciones sobre temo mexicano es a los transterrados fue el desarraigo, la sensación de estar
evidente que Cernuda intentó no sólo reconciliarse con un dentro de un paréntesis que se mostró interminable y para
espacio sino también con el amor perdido. En lo primero es muchos, como para Cernuda, no se cerró nunca.
evidente que se trata de un libro tan coyuntural como lo fue La nueva tierra nunca dejó de ser provisional, ya que la
en su momento la Cornucopia de Moreno Villa, pero si esta originaria nunca dejó ser primera y única, la añoranza adqui-
última señalaba el talante del escritor para comprender lo rió un grado de intensidad tal que les impidió vivir si no era
inmediato o -incluso- lo supe rficial del nuevo entorno, des- en razón de ello. Hay quien consiguió incluso verbalizar el
de una gracia no exenta de condescendencia, es evidente asunto, o disimularlo, pero para Cernuda fue simplemente
que para Cernuda ese camino no deparaba grandes logros. un infierno, el infierno de la prosa. Compárese con lo que
-Él no podía aceptar los tópicos ni quería bordar sobre ellos, Moreno Villa hizo en la crítica de arte o Gaos en la filosofía,
quería -sí- que su entorno se le volviera habitable, y trató, para él no hubo más "va ria ciones", y las que conocemos
como en pocas ocasiones en su obra, de hacer un gesto fueron un relámpago de inusual felicidad en su obra pero
amable, de ser él quien diera el primer paso. sin continuidad, es decir, sin futuro. Desde un punto de vista
Que pensara en incorporar este volumen a una edición estilístico llama la atención lo diáfanas y claras que son las
posterior de Oenos a la vez que se quejara de la poca difu- Variaciones, que contrastan con cierta opacidad retórica de
sión que tuvo el volumen, muestra claramente que no pen- sus poemas de la época, su sintaxis es la de aquel que ad-
sa ba en esos textos como prescindibles, ya que este libro mite y da por sentado que existe interlocutor. Si el Cernuda
es tal vez la apuesta más fuerte, literariamente hablando, de los cincuenta hubiera hecho crecer en sí mismo esa ca-
de los años de exilio del poeta . Se trata del texto más de- pacidad de interlocució n su obra hubiese sido distinta, pero
claradamente deudor del romanticismo, en el que no sólo esas hipótesis son vanas, no ocurrió.
Hoelderlin, sino también Goethe y Novalis, resuenan en su
horizonte. Denso en su sentido y menos tópico que Deso- EL LENGUAJE DEL EXILIO
lación de lo quimera, representa una afirmación de lo que Más allá de los estrictos datos biográficos y bibliográficos
el discurso de la poesía tiene de auténtico y diferente a que lo avalan, hay en la obra de Cernuda un a práctica de la
otros discursos. Así como los filósofos pudieron subirse prosa, sea en el género de ensayo, en el de la elusiva prosa

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A la derecha, Luis Cernuda, María Zambrano y Alfonso Rodríguez Aldave en Alcolea. Toledo, 11 de abril, 1935. AREM

poética o en el de la narración, que coincide con el exilio. No El exilio fue para Cernuda la expulsión del paraíso, y el mun-
es, aunque pueda parecer, sólo una decisión coyuntural exigi- do -o sea el exilio- o sólo se habita para el escritor (especial-
da por la circunstancia, ya sea como una manera de ganarse mente para este escritor) por medio de la prosa, sobre todo
la vida -el ensayo como prolongación de sus cursos o como cuando se tiene la convicción de que esa expulsión no es sola-
una manera de acercarse a un entorno que ya se intuye como mente física y por lo tanto reversible, sino anímica, espiritual, sin
futuro, es el caso de Variaciones sobre un tema mexicono- retorno. Por eso el exilio de Cernuda se puede hacer equivalen-
como una manera de replantearse la escritura como parte de te a las muertes de Lorca y Miguel Hernández, y todo ello se
ese "estado de ánimo" que llamamos exilio, y que Gaos en su cifra en la conjunción de ambas cosas -exilio y muerte- en el
momento quiso, en el caso español, diferenciar de otros exilios caso de Antonio Machado. Su ca rácter tan doloroso, pienso, se
al bautizarlos a ellos, a los que lo vivieron, como transterrados. debe a la coincidencia de dicho exilio físico con el exilio del
Así, de entrada se nos presentaría uno de esos inacaba- amor o del deseo al bordear sus cuarenta años.
bles dilemas académicos sobre la definición de la poesía y Ya antes Cernuda había hecho del lamento de la juven-
la prosa, con la consecuente necesidad de segmentar domi- tud y la belleza perdida, de hecho son casi sinónimos en su
nios, como la narración para la prosa, pero aquí más bien se obra, pero es evidente que había en ese lamento un
jugará sobre esos sobreentendidos. Hay que partir de una histrionismo, mientras que a partir del peregrinaje que con-
simple, pero incompleta tautología: poesía es lo que se es- cluye en México, adquiere una condición de realidad dema-
cribe en verso, y prosa es lo que se escribe en prosa. La siado evidente, y no porque Cernuda sea un hombre viejo
diferencia está en la inequidad del primer enunciado junto a sino porque ha sido expulsado de su conflictivo paraíso na-
la simetría del segundo. Así en el término inicial hay una tal, ya no hay quien lo oiga, ya no se oye a sí mismo. La
equivalencia lógica poesía / prosa que en la segunda cam- prosa será como aprender otra lengua, para comunicarse
bia de nivel, pero mantiene su valor antitético verso / prosa. cierto, pero también para oírse a sí mismo, para existir en
La primera se juega en el nivel del sentido, la segunda en el tanto escritor y persona. Pero para Cernuda la prosa nunca
de la forma, o hasta en el de la gramática. Y en el sentido pudo tomar el lugar de la poesía, y cuando regresó al verso
primero la poesía es un lenguaje si no adánico si paradisíaco. en buena medida no pudo regresar a la poesía.

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Esto se puede apreciar en ciertos rasgos forma les, por tiempos de miseria 7 LTiene sentido escribir poesía en el
ejemplo el que en su prosa, tanto en la ensayística como en exi li o? Se trata obviamente de una pregunta sobre el es-
la otro, tiene una transparencia que su poesía no ejercita e pacio en que se ejerce ese oficio, porque a pesar de su
inclu so rechaza, y me refi ero a una transparencia sintáctica tono metafísico, Cernuda sigue pensa ndo en el poeta
no temática . Este tránsito se puede pensar de varias mane- como artesano antes que como un oficiante, como un
ras: una es la necesidad de partir de cero, de volver a educar hombre antes que como un sace rdote. Se puede forzar
al oído, de recuperar el ritmo, y para esto es necesa ria la un poco el as un to y deci r que la misma formulación de la
prosa. No sé si nacemos escuchando en verso, com o quiere pregunta implica que sí, que ti ene se ntido escrib ir poesía
la leyenda, pero sí sé que cuando algo nos deja sordos, ese en tiempos de miseria, y que no hay manera de que la
renacimiento del oído se hace en prosa. Porque además, en poesía desaparezca.
el caso de Cernuda, al contrario de la mayoría de las veces, Hay que vo lver a las tautologías iniciales: desaparecer la
la elección de la prosa sign ifica bajar la voz, interiorizar, hacer poesía no ¿pero el ve rs0 7 ¿Están ambas cosas tan íntima-
suyo más que el "hacer vuestro" de sus grandes libros de la mente ligadas que una ga ranti za la sobrevivencia de lo otro 7
década de los treinta. El aliento meditativo, que conserva, ya Cada poeta da su respuesta: Cernuda, de una manera equ i-
no se diri ge a los otros, la seducción implícita en el valente a lo hecho por Proust en la narrativa, quiere recu-
histrionismo, apunta ahora hacia sí mismo. No me refiero al perar el espacio perdido, reconstruir el paraíso. Son
tópico freudiano de la seguridad y la autoestima, sino a la frecuentes los casos de exi liad os españo les que en la este-
necesidad de creer en el personaje del monólogo, ése en pa rusa se construyeron un patio andaluz con naranjos y
quien el poeta transterrado ya no creía . todo, pero - y esto quisiera dejarlo caer con pinzas- él no
y lo primero so bre lo que se interroga es precisamente fue nunca un escritor nostálgico, él sabía que lo perdido,
el sentido de la poesía, de al lí su extraordinario Ocnos, el país y juventud, perdido estaba. Su melancolía tenía otro
mej or de los textos posteriores a la guerra civil. Nueva- signo ¿Se había ido con ellos la poesía 7 Creo que habría
mente se impone la pregunta de Hoelderlin replantead a contestado que sí aunque hubiera -tal como ocurrió- se-
por Ado rno al hablar sob re Celan, ¿para qué poetas en guido escribiendo en verso .

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MANUEL U LACIA

Octavio
Luis
Cernuda:
//// (lialoíix) en la tradición
En un ensayo dedicado a los diálogos que establece Octavio los accidentes históricos, con los movimientos literarios y
Paz con el movimiento surrealista y con los poetas moder­ con su propia historia personal. Una trayectoria larga y com­
nos norteamericanos, publicado hace unos meses, dije que pleja, que ha dado como resultado una obra excepcional-
la evolución de la obra del mexicano, hasta este momento, mente rica. De hecho, raras veces se ha visto el caso de un
está caracterizada por varias etapas creativas. Cada una de1
poeta tan informado, que igual dialogue con las tradiciones
ellas, además de haber sido conformada por las lecturas modernas occidentales que con las tradiciones orientales;
que han incidido en su escritura, también están relaciona­ que lo mismo traduzca a poetas chinos o japoneses que a
das con los vanados lugares en donde ha vivido el poeta, poetas norteamericanos o franceses: que igual escriba una
con los círculos literarios y artísticos que ha frecuentado, con teoría sobre una poesía que un libro donde se medite sobre
la identidad del mexicano; que igual habla de política nacio­
nal que de política internacional. Lo más sorprendente es
1
Manuel Ulacia, "Octavio Paz: el árbol milenario". El texto fue leído en el
que Octavio Paz ha sabido asimilar todo de una manera
congreso organizado por la Universidad Complutense de Madrid, en El Es­
armoniosa y natural.
corial, el 2 de junio de 1990. Una primera versión fue publicada en el
suplemento Cultura del periódico O Estado de Sao Paulo, el 8 de diciem­ Posiblemente, algunas presencias en su obra han sido
bre de 1990, y en la revista Siempre!, de México, en diciembre de 1990. más duraderas y definitivas que otras. Sin embargo, vistas

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todas ellas en conj unto, se puede observar una gran cohe- 11
rencia en la forma en las que Paz la s ha integrado en su La primera etapa creativa de Paz corresponde a sus años de
discurso, la cual coincide con su poética de la consolida- formación . Entre 1933 y 1943 el poeta escribe siete libros
ción de los contrarios. Si nos remitimos a sus inicios litera- de poesía,' así como también un buen número de notas y
rios, observaremos que la atracción simu ltánea por los ensayos publi cados en revistas y periódicos de la época, la
poetas clásicos, va ngua rdistas, puristas y co mprometidos, mayoría de ellos recopilados recientemente en su libro Pri-
lo ll eva a la formul ación de una poéti ca "impura". De la meros letras.' Tanto en esos libros de poesía, como en los
misma manera Paz absorbe, simultáneamente, la tradici ón ensayos y notas mencionados, se puede observar la convi-
moderna de lengua inglesa y el su rrea li smo. Mientras la ve ncia de estéticas muy variadas. En una lectura cuidadosa
primera le da un ejemplo de concisión y economía en la de la producción de aquellos años, se puede percibir remi-
creación del poema, la segunda opera en el sentido con- niscencias de los modernistas, de los poetas puros, de los
trario: le ayuda a liberar la imaginación . Los diálogos con vanguard istas, de la poesía barroca, de la poesía "compro-
1 S. Eliot y André Breton serán, por lo ta nto, fundamentales. metida", e incluso de la obra de Prou st. Estas estéticas cons-

María Zambrano, Ramón Araquistain y Octavio Paz en MéXICO, 1939. Fundación Maria Zambrano, Vélez. Málaga

Siguiendo este raciocinio, la experiencia de su primer via - tituían algunos de los caminos que había seguido la poesía
. je a la India y Japón también funciona binaria mente. En tan- en lengua española en la década de los treinta. Si Paz digie-
to que los poetas del Extremo Oriente le enseñan un tipo de re, en sus primeros libros, estéticas tan diferentes como las
poesía breve, en la cual la experiencia de la revelación se da señaladas, esto se debe, si n duda, a una lucha interior por
a partir del silencio, en la mitología y el arte hindúes Paz encontrar una estética propia, la cual aparecerá crista lizada
en cuentra el absoluto exp resado a través de la proliferación en forma teórica, por primera vez, en su ensayo "Poesía de
caótica de las formas. Este fenómeno aparece al escribir Pie-
dra de sol: la abundancia de imágenes del barroco en len- , Los libros que publica Pa z en ese periodo son los siguientes: Luna
gua española hace catálisis con la visión ideogramática del silvestre (MéXICO, Fábula, 1933); ¡No posarán I (MéXICO, 51mbad, 1936); BOlO
mundo precolombino Esta forma de establecer diálogos tu clara sombro y otros poemas sobre Espoño (Valencia, EdiCiones Españo-

dicotómicos continúa como una constante a lo largo de su la, 1937) ; BOJa tu clara sombro (1935 -1938) (MéXICO, Letras de MéXICO,

obra poética. Por ejemplo, en su libro Homenaj e y 1941 ); Entre lo piedra y lo flor (MéXICO, Nueva Voz, 1941); A lo 001/0 del
mundo y Primer dio. BOJa tu ciare sombro, Roiz del hombre. Noche de
profanaciones Paz fusiona el clasicismo de Quevedo y del
resurreCCIones (México, ARS, 194 2). El critiCO Ennco Mano Santi, en el prólo-
heterónimo Ricardo Reis de Pessoa con la lección dada por
go a su ediCión de Libertad bOJa palabro (Mad nd, Cáted ra, 1988), también
la vanguardia, especialmente por Pica sso y Duchamp. Y en señala que la pri mera etapa creativa de Paz se da entre 1931 Y 1943
su libro Blanco amalgama, una vez más, la lectura que hace ' Odavlo Paz, Pomeras letras (1931-1943) , recopilaCión de Ennco Mano
de Mallarmé con la tradición tántrica de la India. Santi (MéXICO, Vuelta, 1988).

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"Divagación sobre la Andalucía romántica", publicado en Cruz
y Royo en 1937, el cual, además de encarnar una poética de
la evocación, presenta a Andalucía como un escenario pro-
picio para el romanticismo.' Siguiendo los planteamientos
de Cernuda, en su texto Octavio Paz presenta a la ciudad de
Mérida como el lugar idóneo para la evocación romántica.
En el verano de 1937 los dos poetas se conocieron. En el
prólogo a la obra de teatro antes mencionada. Lo familia
interrumpido, el poeta mexicano relata aquel primer encuen-
tro fuga z, el cual tuvo lugar en Valencia, en la imprenta don-
de se editaba la revista Hora de España : allí se inició una
amistad que duraría veinticinco años'" Al evocar esa amis-
tad en "La palabra edificante", Paz nos dice que los dos poe-
tas mantuvieron una larga correspondencia y que cuando
coincidían en la misma ciudad se reunían con frecuencia .
Así, aunque se volverían a encontrar brevemente en Lon-
dres en 1945, se tratarían mucho más en México, en la dé-
cada de los cincuenta, viéndose por última vez en 1962.7
¿Qué debe Paz a Cernuda? En un momento en que las
alternativas poéticas de los años treinta apuntaban hacia dis-
tintas direcciones, la obra y la postura moral de Cernuda
trazaban un camino a seguir. Entre 1936 y 1938, Paz sufrió
la influencia de Alberti y Neruda y, como consecuencia, se
Concha Méndez y Luis Cemuda en la casa de Tres Cruces 11, México, hacia 1960 había acercado a una poesía comprometida, que reflejaba
su adhesión a la izquierda ortodoxa : me refiero a sus libros
soledad, poesía de comunión", justo al final de esa etapa, ¡No posarán!, Entre lo piedra y lo flor y parte de los poemas
cuando dirige la revista Taller. incluidos en Bajo tu clara sombro y otros poemas sobre
Uno de los diálogos más fructíferos que establece Paz España . Pero una vez superada esta experiencia, y siguien-
durante su primera etapa creati va es el que se da con el do ahora el ejemplo de Villaurrutia y Cernuda, Paz vuelve a
poeta español Luis Cernuda. De pocos poetas contemporá- una poesía independiente del compromiso ideológico. Esta
neos españoles Paz ha escrito tantas páginas como ha he- postura, desde luego, es la que habían asumido, en plena
cho sobre el sevillano. Hay que recordar que además de las guerra civil, los miembros del consejo de redacción de la
múltiples menciones aisladas que se pueden encontrar en revista Hora de España en su famosa "Ponencia Colectiva",
su obra en prosa, existen varios ensayos y notas. Entre ellos, así como también la que sostienen, en 1938, Breton y Trotski
la reseña escrita en 1943 sobre la primera edición de Ocnos, al redactar el famoso manifiesto de Coyoacán .8
el magnífico ensayo incluido en Cuadrivio , titulado "La pala- En "Cultura de la muerte", una nota que escribe Paz en
bra edificante" y, recientemente, el prólogo a la obra de tea- ese mismo año sobre Nostolgío de lo muerte, de Villaurrutia,
tro de Cernuda, Lo familia interrumpido, titulado "Juegos de se puede observar el inicio de esta coyuntura , En ella, al
memoria y olvido".' referirse a la poesía del mexicano, Paz la coloca aliado de la
Desde un principio, Cernuda repres entó para Paz una al- de Cernuda, y en oposición a la de Neruda : "En este sentido
ternativa a los distintos modelos poéticos en boga en los también me parece ejemplar el libro de Villaurrutia: frente a
años treinta, ya que la poesía del español, habiendo roto la poderosa corriente poética de un Pablo Neruda, por ejem-
con los postulado s de la "poesía pura", pero conservando el plo, para citar al más destacado y personal de los poetas
rigor que caracteri zaba a esa poesía, tampoco se había afilia- hi spanoameri canos, el mexicano no puede oponer sino una
do a aquella otra, ideológicam ente comprometida. contenida dignidad, muy lejos, es cierto, del desdén magní-
Esta incidencia de Cernuda en la obra de Paz, se da mu- fi co y andaluz de Luis Cernuda : una dignidad hecha de no-
cho antes del en cuentro que tendrían ambos poetas en Va-
len cia, en el verano de 19 37. Hay que recordar que, en la
, Al evocar Pa z en una "Nota " las impresiones que tiene cuando llega a
década de los treinta las revistas españolas, como Revisto
Mérid a, Yucatán, en 1937, alud e al ensayo de Cernuda titulado "Divagación
de Occidente o Cruz y Royo, eran conocida s en México y,
sobre la Andalucía rom ántica", publicado originalmente en la revista Cruz y
desde luego, fueron leídas por Pa z. Sin duda alguna el poeta Royo, número 37 (abril de 1936). Ver "Nota ", en Prim eros letras, ed. cit
m exicano empezó a leer al españ ol en esas publicaciones. 6 Ver Paz, '1uegos de m em oria y olvido".
Ya en una nota escrita en la ciudad de Mérida en 1935, 7 Ver Pa z, "La pa labra edificante".
antes de su viaje a España , Pa z cita un ensayo de Cernuda , 8 En la "Ponencia colectiva" leída por los mi embros de la revista Hora de
España en el Co ngreso Internacional de Escritores para la Defensa de la
Cultura ( 1937), se dijo: "La pintura, la poesía y la literatura que nos intere-
, Paz, "Luis Cernuda, Ocnos", en Primeras letras, ed. cit; "La palabra edi- saba no era revolucionaria, no era consecuencia ideológica y sentimental, o
ficante ", en Cuodrivio (MéXICO, Joaquín Morti z, 1965); "Juegos de rnerno ria y si lo era, lo era tan sólo en una tan pequeña parte, en la parte de una
olvido", en Luis Cernuda, Lo familia interrumpido (Barcelona, Si rrnio, 1988) consigna política, que el problema quedaba en pie". Ve r el prólogo de Enrico
Recientemente, Jarnes Valender, además de recoger algu nos de los ensayos Ma rio Santí a su edición de Libertad bajo palabro (ed. cit). En su ensayo
de Paz en su libro LUIS Cemudo ante lo crítica mexicano (México, Fondo de "And ré Breton en México", Jean-Clarence Lambert trata este tema. Ver la
Cultura Económica, 1990), se refiere a la lectura que hace Paz de Cernuda revista Vuelto (México), rna rzo de 1989.

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bleza y decoro"." La contraposición que hace Paz correspon- Otro paralelo interesante es el hecho de que Paz, siguiendo
de, sin duda, a uno de los dos caminos que seguirá la poe- el ejemplo de Cernuda, así como de algunos otros poetas,
sía de aquellos años. Mientras que Pablo Neruda, a partir de recogiera sus primeros doce libros de poemas bajo un solo
su libro España en el corazón, se alinearía con los plantea- título: el de Libertad boja palabro ." Además, existe un vín-
mientos ideológicos de un partido, Cernuda y Villaurrutia man- culo entre el títu lo de la obra de Cernuda, Lo realidad y el
tendrían posturas independientes. Ese ejemplo para Paz deseo, y el de Paz, Libertad boja palabro. El del mexicano
sería fortalecido por el grupo francés surrealista radicado en sugiere que la "libertad" está condicionada por la "palabra",
México durante la segunda guerra. Esta opción poética de en tanto que el del español sugiere que el "deseo" (en
Paz es confirmada por el poema que le dedicaría en 1940 al Cernuda libertad y deseo son sinónimos) está condicionado
español, titulado "La poesía". 'o En él, Paz reafirma el valor de por la "realidad". Como se puede desprender de este para-
una poesía sin filiaciones partidistas. lelo, la s obras de los dos poetas están concebidas a partir de
En una lectura cuidadosa de "La palabra edificante" de Octavio categoría s binarias relativas. Además, ambas obras son ge-
Paz, se pueden vislumbrar aquellos elementos de la poesía de neradas a partir del impulso de un deseo. Paz, en su revela-
Cernuda que le atraían. Además de haber encontrado en esa dor ensayo "La palabra edificante", al referirse a esa
obra, como ya se diJo, el ejemplo de una poesía que rompía característica de la obra de Cernuda, también alude a la suya.
con los planteamientos del "purismo" (sin por ello alinearse En este texto nos dice:
con una poesía "comprometida", por un lado, ni tampoco re-
nunciar a su rigor característico, por otro), " Paz también se El destino de la palabra "deseo", desde Baudelaire hasta Breton,
sentía atraído por la postura ética y moral del poeta español. En se confunde con el de la poesía . No sabemos nada del deseo
el mismo ensayo, Paz nos dice que Cernuda es uno de los excepto que crista liza en imágenes y que esas imágenes no
pocos moralistas que ha dado España. Su poesía, nos dice, "es cesan de hostigamos hasta que se vuelven realidades. La imagi-
una crítica de nuestros valores y creencias: en ella destrucción y nación es el deseo en movimiento. Entre deseo y realidad hay
creación son inseparables, pues aquello que afirma implica la un punto de intersección: el amor. No hay amor sin deseo pero
disolución de lo que la sociedad tiene por justo, sagrado o el único deseo verdadero es el del amor. Solo en ese desear un
inmutable. Como la de Pessoa, su obra es una subversión y su se r entre todo s los seres el deseo se despliega plenamente...
fecundidad espiritual consiste precisamente en que pone a prue- Por el amor, el deseo toca al fin la realidad: el otro existe. 15
ba los sistemas de la moral colectiva, tanto los fundados en la
autoridad de la tradición como los que nos proponen los La cita es larga, pero reveladora. El deseo en la obra de
reformadores sociales. Su hostilidad ante el cristianismo no es Paz es la pulsión que la genera. Lo mismo actúa en poemas
menor que su repugnancia ante las utopías políticas". '! En este cortos, que en poemas largos, posteriores, tales como Blan-
párrafo ¿Paz no estaría indirectamente hablando también de sí co, en el cual el deseo no sólo es el motor generador del
mismo? ¿No ha cuestionado, él también, nuestros va lores y mismo, sino también el tema (la unión de los cuerpos, la
creencias? ¿No ha puesto a prueba, al igual que Cernuda, los creación del universo y de la escritura) y su estructura. El
sistemas de la moral colectiva, al rechazar el dogma tanto de deseo en Paz opera en una triple correspondencia: lengua-
las religiones como de las ideologías7 Je, universo, cuerpo deseado. Sin embargo, el deseo en Paz
En el mismo ensayo Octavio Paz dice que Lo realidad y el va más lejos: se presenta como una manifestación del ser
deseo, el gran libro de Cernuda, es el mito del poeta moderno, de la poesía, como una ontología .
aunque éste sea descendiente del poeta maldito. Al poeta Estas correspondencias entre ambos poetas no sólo se
moderno, nos dice, "se le han cerrado las puertas del infierno" deben a la lectura que haya hecho Paz de Cernuda, sino a
y "ni siquiera le queda el recurso del Adán o de Etiopía : errante lecturas comunes: el simbolismo francés, el romanticismo
en los cinco continentes, vive siempre en el mismo cuarto, británico, el surrea lismo de poetas modernos norteamerica-
habla con las mismas gentes y su exi lio es el de todos". La obra nos, los poetas clásicos españoles, entre otros.
de Cernuda "es uno de los testimonios más impresionantes Además de los paralelos que se pueden establecer entre
de esta situación, verdaderamente única, del hombre moder- ambas obras como realidades en los poemas de Paz de la
no: estamos condenados a una soledad promiscua y nuestra primera etapa creativa, se puede observar un diálogo
. prisión es tan grande como el planeta. Vamos de lo mismo a intertextual con la obra poética de Cernuda. En muchas de
lo mismo, Sevilla, Madrid, Toulouse, Glasgow, Londres, Nueva las composiciones del poeta mexicano aparecen remini s-
York, México, San Francisco". " ¿No está hablando Octavio Pa z cencias del español. '6 Daré algunos ejemplos.
de sí mismo otra vez, aunque sea indirectamente 7 ¿No ha Del período en que Cernuda absorbe el romanticismo euro-
sido, él también, el poeta errante en los cinco continentes: peo, se pueden encontrar ecos en los poemas "Pregunta", "El
Nueva York, San Francisco, París, Nueva Delhi, Tokio 7 ausente" y "Soliloquio de media noche" de Paz. El primero de
ellos dialoga, en el tema, en el tono y en algunas imágenes,

" Paz, "Cu ltura de la m uerte", Pnmeras letras, pág. 39


10 Paz, LIbertad boJa palabro (Méx ico, Fondo de Cultu ra Eco nómica, 1·1 En el prólogo a su edición de este li bro (Lib ertad bOlO p alabro, Ma-
1974) , pág. 89. En esta edició n, co mo en las anteriores, el poem a aparece drid, Cá ted ra, 1988, pág. 13), Enri co Mario Santí incluso dice que, posible-
dedicado a Cern uda mente, Paz titule la totalidad de su obra poética co n ese mism o nombre
" Esta característica, que tam bién es notoria en la obra de Paz, se debe l· , Paz, "La pa labra edifica nte" ~ág. 190
no sólo al ejemplo de Cernuda, sino tam bién a la lección que han dado " Los dos primeros libros de Cern uda refleJan la aSim ilación de 105
Reverdy, Tablada, Cummings y los poetas orientales plantea mientos de la poesía pu ra; los dos sigUientes, Un río, un amor y Los
12 Paz, "La palabra edificante", pág. 170 placeres prohibidos, la lectu ra del surrea lismo; y a parti r de Donde habite
" Ibid, pág. 17 1. el olvido, la inmerSión en el roma ntiCismo eu ropeo

J'
Biblioteca de MéXICO
Paloma Altolaguirre y Luis Cernuda en la casa de Tres Cruces 11 , Coyoacán, hacia 1950. Colección de Paloma Altolaguirre, MéxIco

con dos poemas de Cernuda : "La gloria del poeta" y "So lil o- ¿Pero a ti, Dios. ¿con qué te aplaca remos 7
quio del farero". Tanto en los poemas del español como en Mi sed era s tú, tú fui ste mi amor perdido.
el del mexicano, el tema principal es la situación del poeta Mi casa rota, mi vida trabajada y la casa y la vida
en el mundo: la soledad y la angustia que experimenta, así De tantos hombres como yo a la deriva [... ],,,
como también su labor. En los versos de uno y otro este
tema se desarrolla a través de un monólogo interior en el y ahora, éstos de Paz:
cual el poeta se pregunta sobre su destino. Además, el poe-
ma de Paz repite algunas imágenes de Cernuda. Por ejem- [... ] no existes, pero vives,
plo, en el de Paz encontramos: en nuestra angustia habitas,
en el fondo vacío del in stante
Déjame, si déjame, dios o ángel, demonio. -oh aburrimiento-,
Déjame a solas, turba angélica, en el trabajo y el sud or, su fruto
solo conmigo, con mi multitud. '"! en el sueño qu e engendra y el muro que prohíbe [ .} ,

y un poco más abajo: "Mira tú que huyes / aborrecible En fin , se podría seguir dando eje mplo s de este fru c-
hermano mío". '8 tífero diá logo. Sin embargo, como se ha visto, las rela-
y en "La gloria del poeta", de Cernuda, encontramos ver- ciones entre la ob ra de Octavio Pa z en su años de
sos como éstos: "Demonio, hermano mío, mi semejante ..:', fo rm ación y la de Cernuda so n m ás amp lia s El poeta
"Los hombres tú los conoces, hermano mío .. :', "Esos son, es paño l sig nificó en aque l momento para el m ex icano
hermano mío/ los seres por quienes muero a solas..:'I" un cam in o a seg uir, una mo ral y un a ética, es deci r, un a
También en el poema de Paz "El ausente" se pueden postu ra crítica ante la rea lid ad y el lenguaj e. Finalm ente,
encontrar reminiscencia s, tanto de tema como de tono, en se podría dec ir qu e la presenc ia de Ce rnud a en la ob ra
otro poema de Cernuda : ''La visita de Dios". En ambas com- de Pa z es algo más de una admiración efímera. Lo acom-
posiciones la divinidad se hace presente en una situación paña a lo largo de su carrera, constituyendo, de hec ho,
de angustia. Véanse estos ve rsos de Cernuda: Junto co n TS . El iot, And ré Breton y Baudelaire, uno de
sus maestros más durad eros .
17 Pa z, Poemas (/935-1 975) (Ba rcelona, Seix Ba rral, 1979), pág. 66
18 Loc. cit.
19 Cernuda, Poesía completo (Ba rcelona, Barral Editores, 1974), págs '" Ib/d., pág. 229
183-186 . )1 Paz, Poemas, pág 11 0 .

... Luis Cernuda en compañia de Manuel, Paloma y LUIS Ulacia Altolaguirre. ColeCCión de Paloma Altolagurrre
PALOMA ALTOLAGUIRRE

RECUERDOS
de Luis Ce
(C()n cartas suyas)'
Tuve la fortuna de heredar de mis padres, Manuel Altolaguirre personas que habían estado estrechamente vinculadas a su
y Concha Méndez, varios amigos estupendos, algunos de los vida, como Federico García Larca, Bernabé Fernández-
cuales, por razones del destino o del azar, resultaron ser no Canivell, Miguel Hernández, Moreno Villa .. . La lista sería in-
sólo magníficas personas, sino también poetas de primerísimo terminable. Y mientras les oía contar anécdotas a los nuevos
rango (aunque de esto último, como es natural, sólo me fui amigos de La Habana, poco a poco fui formando una idea
dando cuenta con el tiempo). Pienso sobre todo en Vicente vaga y nebulosa de sus vidas anteriores. Una imagen del
Aleixandre, en Emilio Prados y en Luis Cernuda. Con los dos pasado que luego he ido profundizando al leer las cosas
últimos, desde luego, mi relación fue más estrecha, ya que de que ellos escribieron, así como los trabajos sobre ellos pu-
Aleixandre me separaba el Atlántico. Con Prados y con Cernuda, blicados por historiadores, críticos y estudiosos de la poesía.
sin embargo, que vivían exiliados como yo en México, el trato Pero tal vez no hay nada que revele más sobre la vida pasa-
fue mucho más cercano. De hecho, en el caso de Cernuda, la da que las cartas y es por eso que, en esta charla sobre Luis
relación difícilmente podría haber sido más estrecha; desde Cernuda, quisiera referirme no sólo a mis recuerdos, sino
el momento en que llegó a vivir con nosotros, es decir, con mi también (y sobre todo) a su correspondencia, a las numero-
madre, con mi marido y con mi hijo Manolo, en nuestra casita sas cartas que escribió a mis padres, a mí y a mis hijos,
en Coyoacán, entró a formar parte de nuestra familia, y así lo porque su relectura reciente me ha revelado aspectos del
vimos siempre: no como un invitado, ni siquiera como un pasado que nunca conocí, así como detalles que con el paso
amigo, sino simple y sencillamente como un miembro más de los años se me han ido olvidando. Releer esas cartas ha
de la familia. sido una forma de estar otra vez con Cernuda y con mis
Puesto que nací en 1935 y salí de España, como muchas padres y con mis hijos cuando eran niños, y es esta expe-
otras familias republicanas, en enero de 1939, no tengo re- riencia la que quisiera comparti r ahora con ustedes.
cuerdo alguno de la vida aquella que llevaban mis padres en La carta más antigua de Cernuda que guardamos la escri-
su casa en la calle Viriato, de Madrid. Sin embargo, durante los bió a mi madre el 22 de febrero d@- 1939. Es decir, en un
primeros años del exilio, que pasamos en La Habana, me momento especialmente traumático para nosotros como para
acuerdo de cómo mis padres mencionaban, con afecto y con los miles de republicanos que en ese momento salían de
nostalgia, a Cernuda, a Prados, a Aleixandre y a otros amigos España para amontonarse en campos de concentración en el
de España que habían dejado de ver a raíz de la victoria de sur de Francia. Mi padre justamente acababa de reunirse con
Franco. Eran amigos que seguían siendo presentes en la me- nosotros en París, totalmente deshecho por las experiencias
moria y a quienes yo aprendí a querer antes siquiera de cono- padecidas tanto en Francia, como en el frente de Aragón, donde
cerlos. Aunque muy pronto llegaría a verlos: a Prados, cuando pasó los últimos meses de la guerra, como soldado y como
nos trasladamos a México, en marzo de 1943, y a Cernuda, impresor. La carta de Cernuda revela todo el horror del mo-
cuando en el verano de 1949, él hizo su primera visita al mento, enjuiciado desde una perspectiva nada ortodoxa, por
Distrito Federal. Desde luego, tardé más tiempo en conocer a cierto; pero deja traslucir también el gran afecto que sentía
Aleixandre, que fue en la primavera de 1960, y la experiencia por nosotros, el deseo de mantener contacto en esa hora tan
no resultó menos conmovedora para mí: fue como si lo co- dolorosa para todos:
nociera toda la vida.
En La Habana oí a mis padres hablar, no sólo de Cernuda, Mi querida Concha: Cuánto tiempo separados tu y yo. Qué pesadilla
de Aleixandre y de Prados, sino también de muchas otras horrible. He pensado en vosotros constantemente. Por una casualidad
he sabido que estáis a salvo en París. Ahora que no es necesario comu-
nicarnos a través de la censu ra, te envío unas líneas. Por favor, Concha,
I Texto de una ponencia leída en Madrid, mayo de 2002, en el Simpo-
sio Internacional sobre Luis Cernuda organizada por la Residencia de Estu- escríbeme pronto. A pesar de que ya son tres años que no nos vemos,
diantes. Mi agradecimiento al director de la Residencia, José García-Velasco, estamos unidos por los sufrimientos comunes. Sé lo que habéis pasado
y a todo su equipo de colaboradores por las muchas atenciones recibidas porque es lo que hemos pasado todos los españoles. Uno y otro bando
en aquella ocasión. político no me inspiran ya sino horror y asco. Por los españoles siento la

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Biblioteca de México
más profunda compasión; merecerían mejor suerte. Cuánto he recor- a las dos traducciones que anuncia aquí, de textos de Shelley
dado a Manolo, obligado a sufrir ese martirio allá, sin que nadie se y de Blake, parece que no llegaron a publicarse, y a estas
compadeciera de él, mientras tanto y tantos se paseaban tranquilos, alturas supongo que sería difícil que los manuscritos de re-
lejos de aquel infierno. Dime algo de Paloma; tal vez no la reconocería pente aparecieran. No sé qué respuesta mis padres le ha-
ahora. Dime qué pensáis hacer. Yo he pasado dras tremendos; ahora brían dado a la propuesta de traducir cartas de Keats; en
soy lector de esta universidad. Dinero poco o ninguno, pero eso ya lo todo caso, por desgracia, tampoco ningún proyecto de este
conozco. Un abrazo de Luis tipo llegó a publicarse en La Verónica .

Si esta carta la escribió a mi madre, y no a mi padre, por- A juzgar por la carta que luego sigue, Cernuda no reCIbió
que pensara que mi padre seguía en España, no lo sé. El respuesta alguna de mis padres. (¿La escribieron y la carta
hecho es que la carta confirma la gran confianza que existía se perdió? ¿O el trabajo que tenían en la imprenta era a tal
entre los dos: entre mi madre y Cernuda. Porque resulta evi- punto agobiante que ni siquiera llegaron a contestarle? No
dente que una visión tan pesimista sobre la guerra no la iba a lo sé.) Escrita el 3/ de marzo de /942, la carta arranca con
comunicar a cualquiera. Seguramente, contaba de antemano quejas por lo incomunicación en que Cernuda se siente su-
con que mi madre compartiera ideas muy parecidas a las mido, y no sólo en relación con mis padres, sino con respec-
suyas sobre el tema. to a todos los demós amigos suyos de la España peregrina,
Cernunda estaba entonces en la Universidad de Glasgow, la mayoría de ellos refugiados entonces en México. Por lo
donde acababa de llegar, invitado a ocupar el puesto de lector visto, lo que mós le ha dolido es el silencio con que fue aco-
de español. Su siguiente carta, escrita un año y medio más gida la publicación, a finales de /940, de la segunda edición
tarde, fue también escrita en Glasgow. Nosotros ya para en- de La realidad y el deseo, editada en México por José Bergamín
tonces nos habíamos instalado en La Habana, donde mis y Emilio Prados. Cernuda da por hecho que mis padres lo
padres habían puesto una imprenta, La Verónica, en la que ya hayan visto y les regaña por no haberle escrito para com en-
habían sacado ediciones importantes de poetas cubanos y tórselo. Su queja es entendible. Refugiado en Glasgow, en
españoles. Por lo visto, Cernuda quería restablecer contacto un país devastado por lo Guerra Mundial, Cernuda debería
con nosotros (cosa muy difícil en esos años de la Segunda haberse sentido completamente aislado del resto del mun-
Guerra Mundial, cuando había tanto refugiado por el mundo do. Pero el hecho es que mis podres trabajaban día y noche
y cuando, por razones de seguridad, en casi todos los países en la imprenta para poder salir adelante (cada quien llevaba
existía un control férreo sobre el correo internacional). La car- su cruz lo mejor que podía) y dudo mucho que a Bergamín,
ta fue escrita el 27 de agosto de 1940 y revela, además del ni a nadie mós en México, se les hubiera ocurrido enviarles
constante afecto que sentía por nosotros, la sorprendente cla- un ejemplar de La realidad y el deseo o La Habana (mis
ridad que tenía sobre el destino (y la gloria póstuma) que le padres, desde luego, no tenían entonces dinero como para
esperaba como poeta: comprarse un ejemplar). En fin, la dura vida del exilio tam-
bién trajo su inevitable cuota de incomunica ciones y
Queridos amigos Concha y Manolo: hace más de año y medio que no malentendidos. Pero con todo, la carta de Cernuda es una
tengo noticias vuestras, sino indirectas a través de Concha Albornoz. Sé que carta afectuosa, escrita por alguien que evidentemente tenía
os va bien ahí y que estáis bien. Nada más. unas ganas enormes de mantener contacto con nosotros y,
Yo os recuerdo y pienso en Paloma, que nos irá dejando viejos. No se al leerla, sólo lamento que mis padres no fuesen m ej ores
dirá que como poetas hemos tenido una vida poco accidentada. Cuando corresponsales. Curiosamente, la carta va dirigida exclusiva-
Paloma tenga nuestra edad actual, acudirán a ella nuestros futuros admi- mente a mi madre, como si pensara que fuese mós proba-
radores (suyos también, por descontado) a inquirir detalles auténticos de ble que ella le contestara que mi padre:
nosotros, que seremos tan legendarios entonces corno Garcilaso y Bécquer.
He visto en algún periódico americano que Manolo continúa editan- Mi querida Concha: hace más de un año y medio os escribí, sin que
do breves volúmenes de poesía. Pienso que tal vez pudiera interesaros recibiera después noticias vuestras. Desde la primavera del 1939 nada
publicar alguna traducción de poesía inglesa. Yo tengo traducidas por sé de vosotros. Bien es verdad que a muertos y a idos ya no hay ami-
gusto, entre otras cosas, la Defence of Poetry de Shelley y The Morrioge gos. Esperaba que al ver mi libro, que supongo habréis quizá visto, me
of Heoven ond He" de Blake y os las enviaría sin otro interés que el de enviarais unas líneas. Nada recibí, ni a ningún otro amigo español se le
verlas publicadas y recibir unos tres o cuatro ejemplares de la edición. ha ocurrido decirme algo con ese motivo, aunque para mí hubiera sido
Entre la correspondencia de Keats hay cartas muy hermosas, pero ésas, cosa muy agradable en la soledad actual de mi vipa.
aunque he pensado traducirlas, aún no lo he hecho .. Algu na vez oí algo sobre vosotros, pero todo tan vago y tan remoto
Os abraza Luis Cemuda que en realidad no cuenta. Creo que os va bien ahí, pero nada he
podido ver de las cosas que hayáis escrito y publicado. Recuerdo a
En agosto de 1940 Luis tenía 37 años. Es cierto que yo, y Paloma y pienso muchas veces en lo crecida que estará haciéndonos a
no sólo a los 37 años, sino mucho antes, ya recibiría cartas o todos viejos.
visitas de investigadores de todas partes del mundo que me No sé si os enterasteis que Stanley Richardson murió en Londres hace
preguntarían por él y por su trabajo. y me parece curioso más de un año. Meses antes yo le había visto, y nos despedimos en la
que él mismo haya previsto esa gloría póstuma. Sobre su estación hasta dentro de unos días, y luego no pude ir a verle -ni podre-
deseo de compararse con Bécquer y Garcilaso, qué puedo mos ya verle otra vez. Lo que me entristece no es tanto la falta de otro
decir sino que me parece un detalle muy gracioso y simpá- amigo (porque apenas nos veíamos ya), sino la fugacidad terrible de todo.
tico de su parte. Supongo que en este reparto de papeles le Trabajo mucho, y en realidad eso es lo único que cuenta para mí
habría tocado a mi padre, como compañero suyo, ser un ahora. Y si se os ocurriera contestar a esta carta me daríais mucha ale-
Espronceda o un Boscán ... ¡Qué suerte para todos! En cuanto gría. Un abrazo de Luis

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Biblioteca de México
Madrid, una de las varias escuelas creadas en México por los
republicanos españoles. Mis padres se divorciaron y sobrevinie-
ron tiempos muy difíciles. Pero me ha dado mucho gusto descu-
brir que, aun en épocas de extrema penuria y de profunda angustia
existencial (como lo fueron para nosotros aquellos de los años
cuarenta), mi padre tuvo a Cemuda muy presente; lo s,uficiente-
mente presente, al menos, para dedicarle un hermoso ensayo
en uno de los primeros números de la revista Las Españas, y
también para incluir versos suyos en uno de sus últimos proyec-
tos como impresor, su Antología de España en el recuerdo, cu-
yos dos cuadernos salieron publicados en México, en el verano
de 1946. Son versos que a mí también me gustan mucho y que
mi padre seguramente leyó en esa segunda edición de La reali-
dad y el deseo que Cernuda hubiera querido que mi padre leye-
ra en La Habana. Se trata de los versos finales del poema "Un
español habla de su tierra" y dicen lo siguiente:

Amargos son los días


De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.

Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿qué ha de decir un muerto?

Son unos de los versos más tremendos y más acertados


inspirados por la experiencia del exilio. Qué tristes son, pero
qué bien están escritos. Creo que al reproducirlos en el vera-
no de 1946, mi padre respondía, aunque muy tardíamente,
a la carta que Cernuda le había escrito cuatro años antes.
En septiembre de 1947, tras dos años en Cambridge y dos
más en Londres, Cernuda decidió dejar Inglaterra y aceptar
un puesto de profesor en Mount Holyoke, un colegio de Nue-
Fachada de Tres Cruces 11, Coyoacán, fotografía de Isabel ulacia va Inglaterra. Y fue desde Nueva Inglaterra de donde llegó, de
repente, a México en el verano de 1949. Lo llegué a saludar
La mención de la muerte de Stanley Richardson tiene que entonces por primera vez, pero debo confesar que de ese
haber entristecido a mis padres, porque Richardson había sido primer encuentro guardo muy pocos recuerdos. Como digo,
un gran amigo suyo durante el último año en que estuvieron mis padres ya estaban divorciados y es probable que Cernuda
en Londres (1934- 1935). Colaboró en varios números de la haya pasado más tiempo con mi padre que con mi madre (o
revista 7676, y de hecho fue el primero en traducir al inglés en todo caso, más tiempo en las playas de Acapulco que en
poemas, no sólo de mis padres, sino también de Cernuda . En las calles del Distrito Federal). Sea como sea, me alegró des-
1935 también escribió un ensayo sobre la nueva poesía espa- cubrir que, el 28 de septiembre de 1949, al volver a Mount
ñola que incluía comenta rios muy cariñosos sobre todos ellos. Holyoke, Cernuda escribió la siguiente carta a mi madre:
Para Cernuda también debe de haber sido una noticia muy
lamentable, ya que si había logrado escapar de España, esto Mi querida Concha: supongo que Manolo te haya dicho que esperaba
había sido sobre todo gracias a la iniciativa del mismo Richardson. verte antes de marcharme a Acapulco por unos días. Pero tu viaje allá se
Parece que la tristeza de que Cernuda habla en esta carta lo adelantó por unos días al mío. Así que, sin saber tu dirección en Acapulco,
llevó a escribir el poema "Otros tulipanes amarillos", en que por y regresando luego a México pocas horas antes de tomar el avión para
segunda vez reflexionó sobre la vida de este joven poeta inglés. Nueva York, no tuve tiempo para decirte adiós, ni tampoco a Manolo. A él
El primer poema, titulado "Por unos tulipanes amarillos" lo ha- le dejé le revista con enca rgo de que te la devolviese.
bía escrito antes de la guerra, en la primavera de 1935. Me alegró mucho verte, y hallarte tan joven, y ta n llena de energías
Después de esta carta de marzo de 1942, se interrumpió como antes. Tus libros los estoy leyendo ahora, y ahí sí que has ca mbia-
la correspondencia. En 1943 Cernuda se mudó de Glasgow a do, para escribir con más delicadeza aún y tern ura.
Cambridge, donde, según tengo entendido, estuvo mucho Paloma es muy guapa y tiene un aire aristocrático (me enoja la pala-
más a gusto. Por las mismas fechas nosotros nos ca mbiamos bra, pero no hay otra para decir eso) que ya quisieran para sí muchas
a México, que habría de ser nuestro destino final como damiselas de la aristocracia.
exiliados. (Y qué suerte la nuestra, por cierto, haber podido Yo deseo volver a México y con bastante pena me resigno a invernar
encontrar casa y trabajo en un país tan acogedor y ta n libre otra vez por estas latitudes.
como México.) Pasaron los años. Yo entré a estudiar al Colegio Afectos a Paloma. Te abraza Luis

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BiblioteGl de México
La modestia me impide decir nada sobre los piropos que en casa de ellos. Es decir, entre ellos existía desde hacía
Cernuda aquí me envía (aunque, claro, se los agradezco con años una relación fraternal sumamente estrecha .. . que era
toda el alma). Lo que sí me conmueve es ver el afecto con natural que vo lviera a establecerse ahora que se
que trata aquí a mi madre: y me refiero no sólo a las palabras reencontraban en México. Pero, por otra parte, Cernuda se
cariñosas que dirige a su persona, sino también a los elogios adaptó y se integró tan rápidam ente a nuestra familia que
que expresa sobre su poesía. Porque, como todos saben, Luis era como si siempre hubiera formado parte de ella.
era poco dado a expresar elogios sobre la obra de nadie (y En esta breve charla, no puedo contarles todos los recuer-
menos todavía sobre la obra de las poetas). Los nuevos libros dos que guardo de aquellos años, que para mí fueron los
de mi madre de los que se habría llevado ejemplares, eran más felices de mi vida, cuando mi madre ponía una mesa en
sin duda Lluvias enlozados, publicado en La Habana, en 1939, el jardín, cuando llegaba mi padre con algo de jamón o de
y los dos tomos publicados en México en 1944: Poemas. queso como aperitivo, y cuando tomábamos alguna bebida
Sombras y sueños y Villancicos. Qué satisfacción me da ver sentados todos alrededor de la mesa, Cernuda, mi padre, mi
que para Cernuda mi madre ya escribía "con más delicadeza madre, yo, y tal vez la gran amiga de todos nosotros, María
aún y ternura". Porque es cierto, además ... Por otra parte, re- Dolores Arana, mientras que los niños jugaba en el jardín o se
cuerdo el día en que mi madre le leyó en voz alta unos versos bañaban en la pequeña tina que llenábamos de agua .. Fue-
que acababa de escribir en recuerdo de mi padre, que acaba- ron tiempos muy felices que nunca se me olvidarán.
ba de morir; recuerdo que, apenas terminada la lectura, He mencionado a mis hijos: Manuel, Luis, Paloma e Isa-
Cernuda se retiró, los ojos nublados de lágrimas. bel, porque, en efecto, forman una parte importante de toda
Cernuda siguió viniendo a México cada verano durante los esta historia. Si Luis Cernuda hubiera sido el poeta
siguientes años. Luego, en noviembre de 1952, de repente hiperneurasténico que muchos siguen insistiendo que era,
decidió renunciar a su puesto en Mount Holyoke y establecer- le hubiera resultado imposibl e vivir con tanto niño a su alre-
se permanentemente en el Distrito Federal. Lo recuerdo muy dedor. Pero, por fortuna, Luis no era así: al contrario, los
bien, porque su llegada coincidió casi exactamente con mi niños le encantaban y con los tres mayores, sobre todo (Isa-
boda, y así tuve el enorme gusto de que Cernuda figurara bel nació ba stante después, en octubre de 1962), el gran
como uno de los testigos que firmara el acta de matrimonio. poeta de Lo realidad y el deseo pasaba largos ratos. Los
Entre los otros testigos que la firmaron figuraron Prados y llevaba a la escuela y también los recogía a la hora de la
Moreno Villa. Durante un año Cernuda en el centro de la ciu- salida. Luego, algunas tardes íbamos todos al cine de
dad; parece que en algunas de las cartas que escribía enton- Coyoacán, cuando había películas para niñ os. Les enseñaba
ces, daba como su dirección la de mi padre, que entonces a leer, les ayudaba con sus tareas y también les aconsejaba
vivía, junto con su segunda esposa, María Luisa Gómez Mena, o los regañaba si se portaban mal. Después de la muerte de
en la calle Sullivan; pero la verdad es que yo no recuerdo mi padre en 1959, llegó a ser, en realidad, una especie de
jamás haber visto a Cernuda entonces en casa de mi padre, y segundo abuelo para ellos.
supongo que habrá puesto dicha dirección sólo para asegurar Puede ser que algunos, llevados todavía por la leyenda
así que el correo le llegara. del Cernuda "antipático", "frío" y "huraño", piensen que es-
La convivencia empezó en el otoño de 1953. Mi mari- toy inventando o, cuando menos, exagerando el punto. Pero
do Manolo y yo, y nuestro hijo, también llamado Manolo, no es así. Fue tal el cariño que Cernuda llegó a sentir por mis
vivíamos entonces con mi madre, en una pequeña casa hijos que, en su último libro, Desolación de lo Quimera,
que ella había hecho construir en un lote que empezába- hasta incluyó dos poemas dedicados, uno a mi hijo Luis, el
mos a comprar, a plazos, en el centro de Coyoacán, que otro a mi hija Paloma. Son poemas, los dos, muy tiernos. El
era entonces un pequeño pueblo en las afueras de la que dedica a Luis, "A nimula, vagula, blandula", se inspira en
ciudad de México. Había una habitación abajo, en donde una conversación filosófica que sostuvo con él sobre los lí-
vivía mi madre, y otra arriba, donde vivíamos nosotros. A mites exactos del universo, tema que le recordaba al poeta
Cernuda lo trajo mi padre un día y desde luego nos dio la angustia que el mismo tema le había despertado en él
una enorme alegría recibirlo en nuestra casa, aun cuan- cuando niño. El poema a Paloma (" Hablando a Manona")
do, por las circunstancias que acabo de mencionar, du- es algo más sencillo: una especie de carta de amor escrita
rante un par de años le tocara tan sólo el cuarto de servicio, desde California para que Paloma supiera que él estaba pen-
que era diminuto. Cuando en 1955 mi marido y yo estre- sando en ella, como ella en efecto no dejaba de pen sar en
namos casa nueva al fondo del jardín, Cernuda pudo cam- él. No puedo resisti r la tentación de leer el poema ahora, si
biarse al piso de arriba, donde naturalmente se sintió no por otra razón, para dar respuesta a todos aquellos que
mucho más a gusto. siguen repitiendo ese absurdo tópico que dice qu e Cernud a
Muchas veces me han preguntado por qué Luis fue a era incapaz de sentimientos humanos (sigo la versión del
vivir con nosotros. La verdad es que en aquel momento nos poema que Luis me envió en una de su s carta s, la del 18 de
pareció la cosa más natural del mundo. A fin de cuentas, noviembre de 196 1, Y que difiere ligeram ente de la versión
había sido muy amigo de mis padres desde que eran muy publicada en el libro):
jóvenes (en 1927 Prados y mi padre le habían editado su
primer libro, Perfil del aire, y luego, en los años 30, mis Hablando a Manona
padres le habían impreso, primero, la pequeña antología ti- Manonita, Manona,
tulada Lo invitación o lo poesía (1933) y, más tarde, la pri- Ahora has aprendido
mera edición de Lo realidad y el deseo ( 1936) . Pero no Cómo el aire, de pronto,
sólo eso: durante varios años vivieron en el mismo edificio Separa a los amigos.
en la calle Viriato y Cernuda bajaba todos los días a comer Yasí

17
Biblioteca de México
Yo estoy aquí.

Y luego una mañana,


Despertando, hallaremos
Sonrientes las ca ras
De los que estaban lejos.
Y al fin
No estaremos así:
Tú ahí, yo aquí.

En una carta a mi madre del 3 de mayo de 1962, redacta-


da también en San Francisco, Cernuda escribió estos otros
renglones, que se leen como un eco lejano del mismo poe-
ma: "Dile a Manona que este viento tan fuerte de San Francis-
co me trae a veces su voz, cantando ahí, en su jardín, para mí.
Que la oigo y le agradezco su recuerdo. Creí al principio que
era la voz de una sirenita cantando en la costa aquí. Suerte
que me di cuenta de que era ella. Como el viento es tan
fuerte no hace falta que cante muy alto, que cante bajito, que
la oigo bien".
La mayor parte de las cartas que recibimos de Cernuda
datan de una u otra de las tres estancias que realizó en
California, cuando, al final de su vida, fue invitado a dar cIa-
ses, primero, en el verano de 1960, por la Universidad de
California en Los Ángeles, luego, en el curso de 1961- 1962,
por el Sta te College de San Francisco, y finalmente, en el
curso de 1962-1963, nuevamente por la Universidad de
California en Los Ángeles. Las cartas las escribía no sólo a mi
madre y a mí, sino también, a veces, a los niños, sobre todo
para felicitarles por su santo o su cumpleaños o para anun-
ciarles el envío de algún regalo del Día de Reyes. Al releerlas
ahora, dichas cartas dejan la misma impresión que este poe-
ma que acabo de leer: la de un cariño entrañable por los
niños, de un amor que parece haber desconcertado incluso
Calle de Francisco Sosa, fotografía de Isabel Ulacia al propio Cernuda, que, en efecto, no era muy dado a la
demostración afectiva. Así por ejemplo, la carta que nos en-
Tú estás ahí. vió a mi madre y a mí hacia finales de agosto de 1961,
Yo estoy aquí. cuando acababa de instalarse en San Francisco :

Si buenos hemos sido, Queridas Concha y Paloma: perdonadme el retraso en enviaros algunas
Es regalo el ca riñ o noticias. Entre buscar apartamento (que ya tengo) y la falta de máquina
Que puede Dios hacernos de escribir y, sobre todo, mi sensación de extrañeza, no tuve ganas ni
Por un poco de tiempo. tiempo de enviar estas líneas.
Y al fin Perdonadme también la manera estúpida de irme, sin deciros nada
Tenernos que vivir en el aeropuerto. Pocas veces me he sentido tan mal: de alma y cuer-
Tú ahí, yo aquí po. Sentía la marcha, y los niños, con su compañía y charla tan simpáti-
ca, agravaban mi situación.
¿Está bien, te parece, Echo mucho de menos a los niños, sobre todo a los dos chiquitos.
Manona, Manonita, Por cierto: cuando estabais detrás del cristal, dos señoras que no sabían
Que el regalo no sea que estabais allí por mí, hablaron de «la niña tan graciosa que estaba
Para toda la vida 7 allí», refiriéndose a Manonita.
¿y así No digo nada más hoy.
Tú estés ahí Recuerdos y abrazos a todos vosotros.
Y esté yo aquí! Luis

Esperemos, Manona; Es un lado poco conocido del hombre complejo que fue
Manonita, paciencia: Luis Cernuda, pero es el lado que me tocó conocer y que
Tal vez nuestros afedos creo que hay que tener muy presente si realmente nos inte-
Dios los pone a esa prueba. resa saber cómo fue. Cómo fue, ya no en sus conflictos públi-
Yasí cos con talo cual poeta o crítico, sino en su vida más íntima,
Tú estás ahí, donde vivía una persona, en el fondo muy sencillo, no sólo

18
Biblioteca de México
muy necesitado de cariño, como todos los mortales, sino tam- Los Ángeles (una angustia que él mismo tal vez haya que-
bién (una vez vencida la timidez) muy capaz de darlo. rido desahogar en su airada carta a mi madre). Todo pare-
Lo cual no quiere decir, claro está, que Cernuda, como ce indicar que fue víctima de una serie de intrigas destinadas
cualquier otro mortal, no tuviera también sus exabruptos. Fui- a evitar que fuese invitado a ocupar un puesto permanen-
mos testigos de ellos. Y puesto que uno de sus enojos ha te en el Departamento de Español. El 28 de noviembre de
llegado a tener cierta publicidad, no tengo más remedio que 1962, apenas iniciado el curso, le escribió a mi madre,
ocuparme brevemente de él. Me refiero, desde luego, al le- quejándose de que ciertas personas "me hicieron el servi-
gendario episodio de la mesa de caoba. Como una atención cio de contar horrores de mí, para impedir, no sólo el nom-
a Cernuda, a mi madre se le ocurrió un buen día, mientras el bramiento en un puesto permanente, co mo co nsiguieron,
poeta seguía en Los Ángeles, comprarle una mesa de caoba y sino para impedirme venir del todo". Luego, en otra carta
colocársela en su cuarto, para que estuviera más a gusto a la del 2 de febrero, volvió sobre el mismo tema, lamentando
hora de leer o escribir. La ocurrencia mereció la siguiente res- encontrarse envuelto "en chismes sobre que soy 'imposi-
puesta airada del poeta, firmada el 19 de abril de 1963: ble y grosero', famita que, desde nuestra bendita tierra, lIe-
ga hasta mí aquí.. Allí hay un gran puñado de gente que
Querida Concha: me apresuro a responder a tu carta del 15 porque qui- no me 'traga', y me quieren hacer pagar cara la poca repu-
siera aclarar de acuerdo contigo un punto que tocas en tu carta. Tenía ya tación que, a pesar de ellos, haya conseguido. No te diré
reservado el pasaje para volar a México el 6 de junio y me agradaba sino que un paisano que debe ya estar aquí para el semes-
mucho el pensar en reunirme ahí con vosotros y con los niños. Eso te tre, dijo a otro chismoso del departamento ... que, como
dará idea de que al leer tu carta quedé tan confundido con la cosa de que poeta, sí valgo la pena, pero que, como persona, soy anti-
luego hablo, que (no sé cómo ni de qué manera tendría piemas y pies), pático e imposible. Y al señor no lo he visto en mi vida, ni,
que resbalé al salir a la calle y me caí de boca, dándome el golpe en la por lo tanto, puede saber cómo soy". El chismorreo sobre
cara, boca y narices. Estuve, y algo me queda, con la boca hinchada y la su persona evidentemente llegó a grados tales que le qui-
nariz despellejada. tó toda tranquilidad a su vida. Incluso llegó a ser el motivo
Bueno, la cosa es ésta. Cometí la imprudencia, conociendo tus cos- de los últimos versos que escribiera, es decir, del conocido
tumbres y manera, de escribirte que iba a comprar ahí una mesa para poema "A sus paisanos", donde vuelve a quejarse amarga-
trabajar arriba. Desde luego, te prometo que no haré tal (aunque hubiera mente de la leyenda negra creada alrededor de él:
sido una mesa bonita y buena, como algo de lo que vi en Sears hace
tiempo), pero te ruego encarecidamente, por nuestra amistad antigua, ¿Mi leyenda dije? Tristes cuentos
que no pongas arriba esa mesa de que hablas en tu carta. Tendrá o no las Inventados de mí por cuatro amigos
circunstancias requeridas para mí al escribir, pero también tiene el incon- (iAmigos?), que jamás quisisteis
veniente, para mí serio, de que es de caoba, madera que detesto y a la Ni ocasión buscasteis de ver si acomodaban
que tengo manía. Te imaginas que en una mesa así no podría escribir A la persona misma así traspuesta.
una línea, y además, como supongo que ocuparía el espacio que necesi- Mas vuestra mala fe los ha aceptado.
to para escribir como escribí arriba, sentado en el banco del closet, estor- Hecha está la leyenda, y vosotros, de mí desconocidos,
baría para lo que es la razón principal de mi vida, que, como ya sabes, es Respecto al ser que encubre mintiendo doblemente,
mi trabajo literario. Sin otro escrúpulo, a vuestra vez la propaláis.
Para dejarlo todo claro, perdona si insisto y ruego esto: que al llegar
ahí no haya arriba sino los chismes que ya había el año pasado. y otro No sé cuantas veces a lo largo de los últimos treinta años
punto importante para gente maniática como yo: que no colguéis nada la gente me ha hecho la misma pregunta: "¿y es verdad que
en las paredes, cuadros, etc. Perdóname. Espero que tu amistad me dis- Cernuda era un ser insoportable?" O si no: "¿Cómo pudiste
culpe y comprenda. vivir con una persona tan difícil, tan agresivo, tan frío y desde-
ñoso?" El Luis Cernuda que yo conocí era una persona respe-
Se trata, en efecto, de un exabrupto bastante injusto, aun- tuosa ; agradable, tranquilo, dotado incluso de un excelente
que un exabrupto que, visto desde la distancia, no deja de sentido de humor. Y estoy cansada de contestarles eso, por-
tener su gracia. ¡Cómo iba mi madre a saber que la caoba no que, claro, los que me hacen la pregunta, no quieren escu-
le fuera a gustar! ¡y por qué no íbamos a poder retirar la mesa char eso como respuesta. Resulta mucho más fácil y divertido
con la misma facilidad con la que la habíamos metido! Cefnuda para ellos seguir reiterando y difundiendo la leyenda del
comentó el disgusto con varios de sus corresponsales, pero el Cernuda "grosero e insoportable". Yo no quiero convertir a
asunto, como es natural, no llegó a mayores. En otra carta Luis en un santo, cosa que, desde luego, y para gran fortuna
posterior, esta vez dirigida a mí, Luis anunció que, dado el de todos, no era, ni quiso ser jamás. Como todos nosotros,
atropello sufrido, no iba a poder volver nunca más a nuestra habrá tenido sus momentos de egoísmo o de enojo, a veces
casa en Coyoacán, que iba a alojarse en un hotel, pero a la justificadamente, a veces no. Pero, para usar sus propias pala-
vez nos mandó los datos exactos del día y de la hora de su bras, yo creo que ya ha llegado la hora de dar la espalda a la
llegada por avión desde Los Ángeles, obviamente con el de- leyenda negra y preguntarnos por la compleja persona que
seo de que todos fuéramos por él al aeropuerto, de que le vivía y sufría debajo de ella. Se lo debemos al poeta, desde
explicáramos que no pasaba nada y de que lo lleváramos con luego, pero también se lo debemos al hombre.
nosotros a casa ... , que fue exactamente lo que hicimos. Como a la mayoría de la s gentes, la vida me ha deparado
Con todo, se nota en las últimas cartas de Cernuda una muchas experiencias terribles, pero también algunas satis-
preocupación nueva que no puedo dejar de comentar. Y facciones inolvidables. Si pudiera volver a vivir, pediría volver
es la angustia que le estaba provocando la convivencia con a aquellos años, con las mismas personas. Entre ellas, está
algunos de sus colegas en la Universidad de California en muy cerca de mí Luis Cernuda.

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ALBERTO ENRÍQUEZ PEREA

ESIA"
CORRESPONDENCIA
ALFONSO REYES/LUIS CERNUDA
(1932-1959)
La estancia de Alfonso Reyes en España fue, entre 1914 y de par en par. En París, Reyes recibió a Unamuno vejado por
1924, una de las experiencias más ricas y humanas que la dictadura de Primo de Rivera; y conoció a Gregorio Prieto
jamás haya vivido. Llegó a Madrid pobre, con su mujer, su 3
y su pintura . En Buenos Aires recibió como viejo amigo a
pequeño hijo y la nana bretona. Empezó a buscar trabajo Amado Alonso y festejó el arribo de Díez-Canedo y Ortega y
para poder sostener a su familia y, al poco tiempo, recibió Gasset. Y en Río de Janeiro recibió los dibujos de José More-
cierta cantidad de dinero por algún artículo o traducción que no Villa y las pulcras ediciones de Manuel Altolaguirre y sus
apenas le alcanzaba para lo necesario. Vivía en la pobreza, postales acompañadas de las firmas de Luis Cernuda, Con-
pero con libertad. Enrique Díez-Canedo fue su primer amigo cha Méndez y Margarita Ferreras con unas breves pero elo-
español y fue él quien le abrió las puertas del Ateneo. Fue cuentes palabras: lo recordaban con mucho cariño.
su Ángel aunque no se apellidaba Zárraga. Nuevamente en Buenos Aires.
Poco a poco Reyes fue conociendo el ambiente político y Pocos días después de su llegada a la capital de Argenti-
literario español. Fue percatándose de ciertos rasgos de per- na se enteró de la traición de los militares a la República
sonalidades como las de Miguel de Unamuno y Azorín que Española. No dejó pasar un solo momento. Su solidaridad
ninguno de sus contemporáneos advirtió. Incluso, descubrió se puso de manifiesto. Levantó su voz en defensa de la
la inteligencia que por ahí moraba y que los propios españo- España republicana en cuanta tribuna pública le fue posible.
1
les ignoraban, como la de Ramón Gómez de la Serna . En Antes de dejar esta misión diplomática recogió sus artículos
menos de un lustro el nombre de Alfonso Reyes era toma- dispersos en uno y otro lado del Atlántico y los entregó a la
do en cuenta en las empresas culturales y políticas de José prestigiosa editorial de Victoria Ocampo: Sur. Las vísperas
Ortega y Gasset, de Luis Araquistain, de Manuel Azaña y de España no fue cualquier libro de Alfonso Reyes. La pre-
Cipriano Rivas Cherif. Era, además, miembro del Centro de sentación del mismo congregó a los representantes de las
Estudios Históricos, de Menéndez Pidal. más diversas agrupaciones que simpatizaban con la España
En España, Reyes reinició su carrera diplomática. Con jus- de Azaña y García Lorca.
tificado orgullo le señaló a Genaro Estrada, oficial mayor de Por ello, Reyes en su discurso alusivo al acto dijo: 'Todos
la Secretaría de Relaciones Exteriores, que el verdadero re- sabemos que aquí no se trata de un libro. Sabemos que ni
presentante de México desde hacía mucho tiempo era, en siquiera se trata de un hombre. Aquí se trata de dos pue-
2
estas tierras, é l . Estos años fueron de aprendizaje de su blos. Dos pueblos, que de una vez para siempre, cambiaron
nuevo oficio, pero también para hacer ver a España que y mezclaron su sangre, a veces derramándola, porque la
había otros horizontes y que debería abrir las ventanas a naturaleza emplea también procedimientos cuya justicia nos
otras latitudes. México debería ser conocido por esta nueva escapa. Dos pueblos que, en el compás de un siglo (¡nada
generación de intelectuales y políticos españoles y de esa para la historia!), evolucionan igualmente hacia la indepen-
manera estrechar los lazos de amistad entre los dos pue- dencia y hacia la república, y están dispuestos a sostenerla,
blos. En 1924 Reyes dejó España. Llegó pobre y salió con sosteniéndose también entre sí"".
casaca diplomática. Por otra parte, en la península ibérica, otro poeta, andaluz
El interés por España continuó. La correspondencia sos- para mayor seña, desde el día del golpe contra las institucio-
tenida con pintores, escritores y políticos lo ponían al tanto nes democráticas reclamó un lugar en la lucha de los repu-
5
de la situación económica, social y política española. Ade- blicanos españoles . Así pues, primero tomó el fusil y después
6
más, la representación diplomática de México estaba abierta se ocupó de las letras . Luis Cernuda se alistó en el Batallón
Alpino y acompañado de Hólderlin se fue a luchar a la Sierra

1
Carta de Alfonso Reyes a Julio Torri. 24 de diciembre de 1918, en Julio
3
Torri, Epistolarios, edición de Serge I. Za'ítzeff, México, UNAM, 1995, p. 122 Alfonso Reyes, Diario. 1911-1930, prólogo de Alicia Reyes, nota del
(Nueva Biblioteca Mexicana, 108). Dr. Alfonso Reyes Mota, Guanajuato, Gto., Universidad de Guanajuato, 1969,
2
Carta de Alfonso Reyes a Genaro Estrada, 26 de junio de 1920, en pp. 97 y 112.
4
Con leal franqueza. Correspondencia entre Alfonso Reyes y Genaro Estrada. Acción Republicana, México, 14 de abril de 1938.
5
I. 1916-1927, compilación y notas de Serge I. Za'ítzeff, México, El Colegio Luis Enrique Délano, "Luis Cernuda: La realidad y el deseo", en Cuadernos
Nacional, 1992, p. 102. Americanos, México, año XXXV, vol. CCV, num., 2, marzo-abril, 1976, p. 241.

< Luis Cernuda, Madnd, 1936


Anónimo. Luis Cemuda recostado, dibujo que perteneció al poeta. Tinta sobre papel. Colección partirular, Sevilla

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de Guadarrama. Su actitud contrastaba con la de algunos de esta tierra entonces, por ellos y por nosotros, por la vida y
sus correligionarios, particularmente escritores y poetas, que por la muerte, en un gran abrazo de sombra y de luz! Con
salían en fuga vergonzosa. Cernuda pues, se quedó en su una ideal corona de olivo y laurel entremezclada con el din-
patria mancillada. Era su deber de hombre y de español. tel mismo de esas puertas del tiempo que se cierran, deje-
"Ninguna otra vez en mi vida he sentido como entonces el mos a nuestros camaradas, yertos, sin esa fiebre de la vida,
deseo de ser útil; de servir", dijo. reposar en la eternidad"B.
Cernuda fue testigo en Madrid de los días y noches de Cernuda, por otra parte, defendía el trabajo del poeta y
metralla, de la heroicidad de los republicanos, de la traición, entendía la hora por la que atravesaba España. ¿No acaso
de la desolación y de la muerte. Las noches de invierno de había dicho antes que el poeta es fatalmente un revolucio-
1936 y 1937 se las pasó bajo el cañoneo en la ciudad uni- nario; "un revolucionario con plena conciencia de su res-
versitaria. Y mientras el cielo se iluminaba con ráfagas de ponsabilidad"? Luego entonces, ¿cuál era la responsabilidad
plomo leía a Leopardi, para templar su espíritu. del poeta en esta guerra desatada por "los enemigos de la
inteligencia y la libertad"? La respuesta se encuentra en el
Veo, ¡oh patria!, los muros y los arcos, artículo que escribió a propósito de la aparición del volumen
columnas, simulacros, yermas torres Poetas en la España leal: "No es que se trate solamente de
de nuestros ascendientes, un conjunto de poesías de guerra; no. Se trata, al mostrar la
mas no veo la gloria, continuidad en el trabajo de cada uno de nuestros poetas
ni el hierro ni el laurel que antes ceñían en estos terribles días, de dar a conocer cómo cada uno de
a nuestros viejos padres. Indefensa, ellos expresa hoy la trágica realidad. El oficio del poeta es
ahora muestras desnudos pecho y frente. aquel donde hallan utilidad cosas desechadas como inútiles
¡Ay de mí, cuánta herida, por las gentes más satisfechas de su sentido práctico. Y la
qué lividez, qué sangre! ¡Oh, cuál te veo, realidad se nutre a veces de materia tan fantástica ... es pro-
bellísima señora! Al cielo clamo bable que andando el tiempo el historiador que quiera dar
y a la tierra; decidme, voz expresa a la hazaña anónima del pueblo que ahora pe-
¿quién la redujo a tal? Peor es esto, lea, acuda a los versos de un poeta. Entonces el ciclo queda-
que cadenas le oprimen ambos brazos; rá ya completo y cerrado, unidos en un abrazo dos elementos
sin velo, los cabellos en desorden, que aunque juntos vivan parecen siempre ignorarse: la os-
abatida por tierra, inconsolable, cura fuerza tranquila y el luciente espíritu extravagante"- .
el semblante ocultando y Cernuda escribió sobre esa sangre de jóvenes viriles
en las rodillas, llora. que se inmolaban por la República la "Elegía a la luna de
Llora; razón hay para ello, Italia, España":
para vencer nacida
en la buena fortuna y en la adversa 7 • Cuánta sangre ha corrido
Ante el destino intacto de la diosa,
De Madrid salió rumbo a Valencia. No cambió el fusil por Cuánto semen viril
las palabras sino que éstas eran las que necesitaba en esta Vio surgir entre espasmos
hora crucial para España. Sus palabras fueron tan útiles como De cuerpos hoy desechos
su propio destino. En "Homenaje", escribió sobre sus com- En el polvo y el viento,
pañeros que habían caído en cumplimiento de su deber: Cuyos eternos átomos con leves nubes grises
"¡Cuánto generoso caudal han derrochado esos cuerpos caí- Velan al embeleso de vasta descendencia
dos, muertos unos en la lucha frente a frente o muertos Su tranquilo semblante compasivo!O .
otros sin medios de defensa por los enemigos de la inteli-
gencia y la libertad! Su sangre, su carne, sus huesos, piado- Cernuda salió de España en 1938 para no volver jamás.
samente recogidos por los anchos brazos de la tierra, se
fundirán con ella misma, y algo del libre aliento que en vida 11
les sostenía pasará a fundirse también con la naturaleza". Veinticinco años después de su partida, como consecuencia
Mas esa sangre derramada por los republicanos españo- de la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes, Alfon-
les no debería ser en vano. ¡Cuánto sacrificio! ¡Cuántos jóve- so Reyes regresó definitivamente a México. Pocos tiempo
nes inmolados! ¡Cuántas muertes inútiles! ':.\sí, en los años después, el presidente Lázaro Cárdenas lo nombró presi-
futuros, en la savia, en las nuevas hojas, en la pluma de los dente de La Casa de España en México, en abril de 1939. El
nuevos pájaros, en los dorados átomos del aire, vibrará un logotipo mismo expresado en las primeras ediciones de esta
eco de aquel antiguo aliento humano. Y por su muerte el institución cardenista es claro: a pesar de que hay un mar de
espíritu de libertad que movía a nuestros camaradas alenta-
rá difusamente por la tierra toda, uniéndose con el que ani-
ma a los innumerables camaradas vivos. ¡Qué nuestra será B Luis Cernuda, "Homenaje", en Luis Cernuda, Prosa 11, volumen 111,
edición a cargo de Derek Harris y Luis Maristany, Madrid, Ediciones Ciruela,
1994, pp. 117 Y 118. [Libros del tiempo].
6 Los datos que a continuación se mencionan los he tomado del trabajo _ Luis Cernuda, "Poetas en la E:spaña leal", en Luis Cernuda, Prosa 11, cit,
de James Valender, ·Poesia y poHtica : Luis Cernuda y la guerra civil españo- pp. 123 Y 124.
la", próximo a publicarse. 10 Luis Cernuda, "Elegia a la luna de España", en Voces de Espa;'a.

7 Giacomo Leopardi, Cantos, introducción, traducción y notas de Diego (Breve ontología de poetas espo;'oles contemporóneos), selección y nota
Navarro, Barcelona, RBA Editores, SA, 1995, p. 3. [Historia de la Literatura, 30]. por Oáavio Paz, México, Ediciones Letras de México, 1938, p. 31 .

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De izquierda a derecha: Luis Cernuda, José Moreno Villa y Emilio Prados. México, años cincuenta

por medio, España está en México. De esta manera, en su bros de la institución que presidía aceptar una rebaja en sus
pequeño despacho situado, primero, en la calle Madero núme- salarios; después, inició una serie de maniobras estilo diplomáti-
ro 32; después, en Pánuco 63, inició su obra mexicana por co hasta lograr que el presidente de la República ordenara la
excelencia: la creación de El Colegio de México. A estas dos entrega del subsidio y decidiera que a partir de esa fecha se
direcciones llegaron cientos de cartas de españoles que habían tomaran los acuerdos necesarios con la Secretaría de Hacienda.
salido de su patria derrotada, buscando un sitio para vivir. Reyes La crisis de 194;2 obligó a Reyes a reorientar las actividades
conocía muy bien esa congoja y esa desesperación pues él de El Colegio de México haciendo que fuera una institución
mismo la había experimentado en España en 1914. Por eso dedicada exclusivamente al estudio de las ciencias sociales. Para
mismo, y por la alta responsabilidad que le confirió el gobierno ello tuvo que buscar un sitio seguro a los químicos, oftalmólogos,
mexicano, buscó por todos los medios posibles salvar la res- oncólogos, naturalistas en instituciones como el Instituto Poli-
ponsabilidad que México había contraído con los republicanos técnico Nacional y las universidades de provincia. Los dos insti-
españoles de ofrecerles un lugar digno para vivir" . tutos que tanto empeñó puso en su creación y que estaban
Entre la diversa correspondencia que le llegaba a Reyes, esta- dando ya sus frutos, el Instituto de Química y el hoy llamado
ba la de José Rubén Romero, embajador de México en La Haba- Instituto de Investigaciones Biomédicas, los entregó a la Univer-
na, que le solicitaba un lugarcíto en El Colegio para un mutuo sidad Nacional Autónoma de México. En estas condiciones,
amigo: Manuel Altolaguirre. En la carta del 13 de febrero de 1942 ¿cómo dar cabida a un amigo cuando se estaba reestructuran-
le dijo: 'Molaguirre, dando tumbos con su Imprenta, se sostiene do' El Colegio de México? y, con todo, hizo lo que pudo para
muy trabajosamente en La Habana y si tú le ofreces una cosa que Altolaguirre llegara a México.
modesta, que le cubra los gastos más indispensables para él, su Casi diez años después, Altolaguirre hizo lo mismo que
mujer y su niña volará a México a reunirse con ustedes"12 . Romero en 1942: pedir ayuda para un mutuo amigo espa-
Empero, 1942 fue acaso uno de los peores años en la ñol, Luis Cernuda, que se encontraba en los Estados Unidos,
vida de El Colegio de México. La Secretaría de Educación después de permanecer en Inglaterra nueve años. La res-
Pública le retiró el subsidio, sin aviso previo. El Colegio, escri- puesta de Reyes fue la misma que dio a Romero: El Colegio
bió con acierto Silvio Zavala, era un barco en naufragio'3. de México no podía abrir plazas para profesores huéspedes.
Mas Reyes tomó el asunto con aplomo. Pidió a los miem- Las circunstancias habían cambiado, efectivamente, pero era
una institución que vivía del pequeño subsidio del gobierno
federal, del apoyo que le brindaba la Fundación Rockefeller
" Cf., sobre este tema, Alberto Enríquez Perea, "La generosa hospitali- y de amigos mexicanos que se hacían cargo del salario de
dad de Alfonso Reyes", en Cuadernos Americanos, México, nueva época, algún profesor. No obstante , Reyes le dijo a Altolaguirre que
núm. 77. vol. 5, septiembre-octubre, 1999, pp. 110-125. si lo que se necesitaba era, como había ocurrido en otras
'2 Carta de José Rubén Romero a Alfonso Reyes. 13 de febrero de
ocasiones, "simplemente facilitar el viaje de nuestro amigo
1942, en Archivo Histórico de El Colegio de México. Fondo Alfonso Reyes.
Cernuda", El Colegio no tenía inconveniente en decir a la
Caja 5. Carpeta 5. Peticiones.
13 Carta de Silvio Zavala a Alfonso Reyes. 23 de marzo de 1942, en Secretaría de Gobernación que lo había invitado a dar un
Fronteros conquistadas. Correspondencia Alfonso Reyes / Si/vio l ava/a. curso y eso le facilitaría la entrega de la visa.
1937-1958, compilación, introducción y notas de Alberto Enrrquez Perea, Cernuda, para estas fechas, ya había efectuado algunos
México, El Colegio de México, 199B, p. 102. [Colección Testimonios, 3]. viajes a México. Lo visitó por primera ocasión en el verano

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de 1949. La visita fue reveladora. El amor por México y, sobre me sentí tan joven como aquellos días en México; cuantos
todo, por los cuerpos oscuros de algunos mexicanos hizo que años habían debido pasar, y venir al otro extremo del mundo,
sólo pensara en regresar. En una carta a Salvador Moreno, del para vivir esos momentos felices" 17 •
26 de septiembre de 1949, le daba cuenta de su llegada a En "Poemas para un cuerpo" puede entreverse, como él
Nueva York y de sus vivencias mexicanas. En un párrafo, le dijo: lo dijo, ese amor apasionado:
"EI último día en México fue tan precipitado y disperso, que la
excitación no me daba tiempo para sentir la partida. Ya en el Tantos años que pasaron
avión me pareció que todas aquellas semanas huían de mí sin Con mis soledades solo
dejarme siquiera el triste gusto de recordarlas, lo cual me deso- Y hoy tú duermes a mi lado.
ló; pero al amanecer los recuerdos estaban conmigo, vividos
como algo presente, y que ya no me abandonaban". Son los caprichos del sino,
En los siguientes renglones, Cernuda le confesaba: "No Aunque con sus circunloquios
quiero callarle que, cuando temprano en la mañana, miré el Cuánto tiempo no he perdido,
cielo sucio y verde amarillento del norte, todo lo que perdía
con la ausencia de México se me presentó: el cielo limpio, el Mas ahora en fin llegaste
aire claro, las flores que no pasan, los cuerpos oscuros; y se De su mano, y aún no creo,
me arrasaron con lágrimas los ojos.- No sabía, y no supe has- Despierto en el sueño, hallarte 10.
ta entonces, que México se me había entrado en el corazón,
que me había enamorado de él. Pero no debo hablar en México y el mexicano estaban ya en el corazón de Cernuda.
pasado; vaya tratar de volver, y más pronto de lo que pensa- Pero, ¿eran sólo ellos o había otra cuestión que hizo que Cemuda
ba, aunque sólo sea por pocos días"14. se quedara en México? En la parte correspondiente a "La len-
Nueve meses después, marzo de 1950, Cernuda le escri- gua", de sus Variaciones sobre tema mexicano, se encuentra
bió nuevamente a Moreno para decirle que sólo pensaba en otra clave '9 • Ahí Cemuda escribió: "-Tras de cruzada la frontera,
escapar a México, que ojalá no se presentaran las complica- al oír tu lengua, que tantos años no oías hablada en tomo, ¿qué
ciones que sufrió el verano pasado que lo obligaron a cance- sentiste? -Sentí cómo sin interrupción continuaba mi vida en
lar su viaje, que ahora quería estar cuatro meses, pero ... iay! ella por el mundo exterior, ya que por el interior no había deja-
México le había entrado en el corazón. Escribía. Escribía con do de sonar en mí todos aquellos años".
la mano lo que le dictaba el corazón. Cernuda, más adelante, señaló: "La lengua que hablaron
LSabe qué hago?, le preguntó Cemuda a Moreno para con- nuestras gentes antes de nacer nosotros de ellos, ésa de que
testarte: "Escribo algo sobre México, y no estoy descontento de nos servimos para conocer el mundo y tomar posesión de las
lo que resulta. En prosa, animada por la poesía a veces, según cosas por medio de sus nombres, importante como es en la
espero, con imágenes de la tierra y la gente. Pocas veces he vida de todo ser humano, aún lo es más en el poeta. Porque la
escrito con tanto cariño y gusto. Eso me ha ayudado a pasar unas lengua del poeta no sólo es materia de su trabajo, sino condi-
semanas de este inviemo retrasado que estamos viviendo"ls. Lo ción misma de su existencia.- Y si la primera palabra que pro-
que estaba escribiendo Cemuda en 1950 era lo que en un nunciaron tus labios era española, y española será la última
momento llamó Concernientes a Méjico, es decir, lo que hoy que de ellos salga, determinadas precisa y fatalmente por esas
conocemos como sus Variaciones sobre tema mexicano'5. dos palabras, primera y postrera, están todas las de tu poesía.
Volvió nuevamente a México en 1951 y fue en esta época Que la poesía, en definitiva, es la palabra".
cuando conoció al hombre x, que dio origen a "Poemas para Por lo cual, Cernuda se interroga y se responde con
un cuerpo". En "Historial de un libro" escribió una nueva pági- firmeza, no sin dejar de manifestar sus sentimientos so-
na por ese loco amor que lo hizo sentirse como un adoles- bre sus compatriotas al otro lado del mar: "¿Cómo no
cente y motivo por el cual hizo que llegara a México lo más sentir orgullo al escuchar hablada nuestra lengua, eco fiel
pronto posible. "Dado los años que ya tenía yo, no dejo de de ella y al mismo tiempo expresión autónoma, por otros
comprender que mi situación de viejo enamorado conllevaba pueblos al otro lado del mundo? Ellos, a sabiendas o no,
algún ridículo. Pero también sabía, si necesitara excusas para quiéranlo o no, con esos mismos signos de su alma, que
• conmigo, como hay momentos en la vida que requieren de son las palabras, mantienen vivo el destino de nuestro
nosotros la entrega al destino, total y sin reservas, el salto al país, y habrían de mantenerlo aún después de que él
vacío, confiado en lo imposible para no rompernos la cabeza. dejara de existir"20.
Creo que ninguna otra vez estuve, si no tan enamorado, tan
bien enamorado, como acaso pueda entreverse en los versos
17 Luis Cemuda, "Historial de un libro. (La realidad y el desear, en Luis
antes citados, que dieron expresión a dicha experiencia tardía. Cemuda, Prosa /, vol., 11, cit., p. 656).
Mas al llamarla tardía debo añadir que jamás en mi juventud lO Luis Cemuda, Poemas para un cuerpo, en Luis Cemuda, Poesfa com-

pleta, volumen 1, edición a cargo de Derek Harris y Luis Maristany, Madrid,


Ediciones Ciruela, 1993, p. 476. Cf. un estudio sobre estos poemas: James
14 Carta de Luis Cemuda a Salvador Moreno. 26 de septiembre de 1949, Valender, "Cemuda y sus "Poemas para un cuerpo", en Revista de la Uni-
en Luis Cemuda, Epistolario inédito, recopilado por Femando Ortiz, Sevilla, versidad de México, nueva época, volumen XXXVIII, número 15, julio de
Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1981 , pp. 96 Y97. 1982, pp. 30-37.
15 Carta de Luis Cemuda a Salvador Moreno. 13 de marzo de 1950, en 19 Cf. sobre este punto las observaciones que hizo José Luis Cano en

Luis Cemuda, Epistolario inédito, cit., p. 99. su artículo, "Luis Cemuda: Cartas desde el exilio", en Diálogos. Artes /
16 Variaciones sobre tema mexicano, corresponde al número lO, de la Letras / Ciencias humanas, volumen 16, números 5-6 (95-96), Sep.-
Colección México y lo Mexicano, dirigida por Leopoldo Zea, y que salió bajo Dic., 1980, p. 6
el sello de POITÚa y Obregón, en 1952. 20 Luis Cemuda, Variaciones sobre tema mexicano, cit., pp. 17 Y 18.

Biblioteca de México
Los días de Cemuda en México fueron como los de Reyes no sé cuantos de corregirlos casi sin tregua- me siento perple-
en Madrid: de pobreza. Pero tuvo la misma suerte que el jo y no sé qué pensar de lo que he escrito. A veces, ni lo consi-
autor de El deslinde: hubo quien le tendió la mano. Allá en der¿ mío, no le importe ser duro conmigo, pues todo lo que he
Madrid fue un español. En la ciudad de México un mexicano. escrito hasta la fecha lo considero sólo como ejercicio y prepa-
El español y el mexicano tenían el mismo oficio, eran poetas. ración. No sin cierta hipocresía me digo siempre que algún día
Reyes encontró a Díez-Canedo. Cemuda a Paz. El autor de El -cuando tenga el tiempo que ahora me roban los trabajos
laberinto de la soledad gestionó ante el presidente de El Co- oficinescos- podré entregarme por entero a la poesía. De este
legio de México una beca para el poeta andaluz. modo entretengo a mi vanidad y mi pereza se justifica"25.
A principios de 1949 Reyes le escribió a su muy querido
111 Octavio para decirle: "Con inmensa alegría he recibido el original
¿Qué significaba para Octavio Paz, Alfonso Reyes? Para el jo- de su Libertad bajo palabra. Con verdadero encanto he comen-
ven poeta Reyes era un guía. ¿Por qué Paz hizo esta petición zado a leerlo. Creo que ha llegado usted a una gran plenitud y a
al presidente de El Colegio de México? Porque conocía su una altura envidiable. Estoy realmente entusiasmado y conten-
generosidad. Reyes continuó cultivando en México esa gene- tO"26. Por su parte, Paz le contestó: "Supongo que no le será muy
rosidad que acostumbró en sus misiones diplomáticas: apo- difícil imaginar la emoción y la alegría que me produjo saber que
yar a los jóvenes poetas y sus revistas literarias. y una de las mi libro le había gustado. Le confesaré que, por una parte, ahora
primeras revistas que recibió su apoyo fue Taller (1938-1941), me siento más tranquilo; por la otra, más desconfiado y temero-
dirigida personalmente, a partir del quinto número, por Paz. so (aumentan mis responsabilidades, mis escrúpulos, etc.). Pro-
Además, también el joven poeta obtuvo el apoyo del presi- curaré hacerme digno de su interés y de su crítica"27 . Así pues, lo
dente de El Colegio de México para obtener la beca que le quedaba ahora era saber en qué editorial saldría el libro
Guggenheim. A fines de 1943 Paz salió de México e iniciaba de poesías. Duda que se resolvió al recibir Paz la carta de Reyes
su etapa diplomática2' . Por eso, con justa razón escribió del 11 de febrero de 1949. Libertad bajo palabra saldría en
Anthony Stanton, uno de los estudiosos de Paz, "el joven tie- Tezontle, "nombre ficticio" que había usado Daniel Cosía Villegas,
ne conciencia de estar siguiendo las huellas del maestro no director del Fondo de Cultura Económica y Reyes "para los libros
sólo en la carrera diplomática sino también en algunos círcu- total o parcialmente pagados por el autor y que no caben en las
los amistosos y en la lenta construcción de una obra"n . series didácticas de El Colegio de México"28. Con estos antece-
En efecto, el 24 de septiembre de 1948, Paz le escribió a dentes, ¿cómo no pedirle a Reyes un nuevo favor por un amigo
Reyes desde París, para pedirle un consejo y un favor. "Desde mutuo? ¿Cómo no solicitarle para Cemuda una beca como la
hace más de un año tengo listo el original de un libro de poe- que él gozaba?
mas, desearía publicarlo en México, pero no sé a qué editorial El 20 de febrero de 1954, Luis Cemuda, vecino de Coyoacán,
dirigirme -si es que existe alguna que pudiera interesarse en pu- y habitante de la casa 11, de la calle Tres Cruces, le escribió a
blicar algo mío-. ¿No podría usted sugerirme alguna7'. Y a esta Reyes: "Me comunica Octavio Paz que, como resultado de la ges-
carta mecanografiada le añadió de su puño y letra, lo siguiente: tión que hizo cerca de usted, El Colegio de México estaría dispues-
"Me gustaría enviarle una copia de mi libro, pero temo que no to a concederme una beca para la composición de un estudio de
tenga usted ni tiempo ni humor para leer originales ajenos"23 . la poesía española contemporánea, estudio que debe quedar ter-
El siete de octubre de ese mismo año, Paz recibió la res- minado en un plazo de dos años". El estudio "abarcaría un periodo
puesta de Reyes. Le sugirió Cuadernos Americonos para publi- de ochenta años aproximadamente, comenzando hacia 1870 (fe-
car su libro. Y en dos párrafos de dos líneas cada uno, le dijo cha de la muerte de Bécquer) y terminado alrededor de 1950':
todo lo que acaso Paz necesitaba en esos momentos, viniendo Catorce capítulos le propuso a Reyes para este estudio. A saber:
de una persona autorizada. En el primer párrafo, Reyes escri- "1 .- Situación de la poesía española antes de la aparición de
bió: "Inútil decirle que el libro puede venir a México por mis Bécquer.- 2.- La obra de Gustavo A Bécquer.- 3.- Otros poetas
manos, con lo que tendré la alegría de disfrutarlo el primero". Y cuYa obra es antecedente para el desarrollo del movimiento poé-
en el segundo: 'Yo creo que usted no sabe bien el lugar que tico contemporáneo.- 4.- Generación de 1898. Relación con el
ocupa en mi estimación y mi cariño"2' . modemismo.- 5.- Unamuno como poeta.- 6.- Antonio Machado.-
Mes y medio después de recibir la carta de Reyes, Paz le envió 7.- Juan Ramón Jiménez.- 8.- Transición hacia una nueva genera-
sus poema&, con esta solicitud: "Espero con mucho interés su ción y orígenes de la misma.- 9.- Pedro Salinas y Jorge Guillén.-
juicio. Después de un año de copiar y ordenar los poemas -y de 10.- Federico Garáa Lorca.- 11 .- Gerardo Diego y Rafael A1berti.-
12.- Vicente A1eixandre.- 13.- Emilio Prados y Manuel AItolaguirre.-
14.- Situación de la poesía española en el momento presente':
2' Guillermo Sheridan escribió que ·Octavio Paz salió de México a
finales de 1943, a los veintinueve años de edad, y poco después, al En la misma carta Cemuda le dijo a Reyes que este esquema
concluir 1944, se convirtió en otro escritor colgado 'del clavo ardiente de podría ser modificado en la medida que estudiaba a los poetas
la diplomacia', como le gustaba decir a Alfonso Reyes· (Guillermo Sheridan, señalados y, también le solicitaba, la utilización de la biblioteca
"Aqul, allá, ¿dónde? Octavio Paz en el servicio diplomático", en Escritores
en la diplomacia mexicana, México, Secretaría de Relaciones Exteriores,
1998, p. 315) . 25 Carta de Octavio Paz a Alfonso Reyes. 25 de noviembre de 1948, en
22 Anthony Stanton, ·Presentación", en Correspondencia. Alfonso Reyes Correspondencia. Alfonso Reyes / Odavio Poz. (/939-1959), cit, pp. 64 Y65.
/ Odavio Paz (/939- 1959), edición de Anthony Stanton, México, FCE / 26 Carta de Alfonso Reyes a Octavio Paz. 21 de enero de 1949, en
Fundación Octavio Paz, 1998, pp. 18 Y 19. Correspondencia. Alfonso Reyes / Odavio Paz. (/939-1959), cit., p. 68.
23 Carta de Octavio paz a Alfonso Reyes. 24 de septiembre de 1948, en 27 Carta de Octavio Paz a Alfonso Reyes. 7 de febrero de 1949, en
Correspondencia. Alfonso Reyes / Odavio Paz (/939-1959), cit, pp. 60y 61 . Correspondencia. Alfonso Reyes / Odavio Paz. (1939-1959), cit., p. 70.
2' Carta de Alfonso Reyes a Octavio Paz. 7 de octubre de 1948, en Corres- 28 Carta de Alfonso Reyes a Octavio Paz. 11 de febrero de 1949, en
pondencia Alfonso Reyes / Odavio Poz. (/939-1959), cit, pp. 62 Y 63. Correspondencia. Alfonso Reyes / Odavio Paz. (/939-1959), cit., p. 72.

Biblioteca de México
durante la "preparadón y romposición del estudian. Finalmente,
le agradeda "la gentileza" que tenía para ron él al "aceptar ron
tanta benevolenda la sugerenda de Odavio Paz. Es un favor que
estimo tanto más por venir de usted, a quien siempre he tenido
igual respeto que admiradón"29.
Tres días después Cemuda redbió en su domidlio la carta de
aceptadón romo becario de El Colegio de MéxiCD, carta firmada
por su presidente, Alfonso Reyes. En esta carta también se indica
que se le ronsideraba romo un investigador independiente, que
trabajaría por su lado y a su modo, que ronvenía que cada dos o
tres meses enviara a El Colegio un brevfsimo resumen del estado
del trabajo, que se le ofreda una ayuda mensual de 450 pesos
mensuales a partir de marzo de 1954 indusive y hasta el 31 de
didembre del año en aliSO, "salvo el reaJrso de renovadón" y, por
último, le señalaba que su trabajo valía muchísimo más, pero era
todo lo que daba el presupuesto de El Colegio de MéxiC<Y".
Dos meses después de recibir su beca estaba informando a
las autoridades de El Colegio de México sobre el estado que
guardaba sus investigaciones. Uevaba escritos algunos capítu-
los que, como ya lo había previsto Cemuda, iban modificándose.
En esta nueva versión, quedaban los capítulos escritos así: 1.-
Introducción; 2.- Bécquer; 5 Unamuno; 12, que anteriormente
era ellO, Federico García Larca; y también se recorrió el estu-
dio sobre Altolaguirre, del 13 pasó al 14. "Claro que los capítu-
los escritos debo revisarlos, le dijo Cemuda a Reyes, a medida
que adelante el trabajo, para añadir, suprimir y co-ordenar se-
gún lo requiera el conjunto"31.
En este mismo mes de mayo, Cernuda publicó como De izquierda a derecha: Rafael Alberti, Manuel AItoIaguirre y Concha Méndez
en el castillo de Manzanares el Real, hacia 1936. AREM
primicia de lo que son sus Estudios sobre poesía española
contemporánea, "Bécquer", en México en la Cultura, suple- dos tuvo al ver a Bécquer, ese Bécquer que desde muy tem-
mento de Novedades. ¿Qué impresión le habrá causado a prana edad hizo que tomara el camino de la poesía? ¿Se
Cernuda ver su ensayo en el suplemento de Femando Benítez habrá acordado de aquellos tres tomos de las obras de
y Miguel Priet032? ¿Qué habrá pasado por su mente ver en Bécquer que una de sus primas dejó a sus hermanas y que
un periódico de habla española su "Bécquer"? LQué recuer- los empezó a hojear y a leer?
En el primer párrafo de su ensayo sobre "Bécquer", el
poeta andaluz escribió: "Después de un letargo extraño de
2. Carta de Luis Cemuda a Alfonso Reyes. 20 de febrero de 1954, en Archivo más de un siglo y medio, la poesía española despierta en las
Histórico de El Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja, Carpeta. Luis Cemuda. Rimas de Bécquer. No había sido nuestra lírica, como sí lo
30 Carta de Alfonso Reyes a Luis Cemuda. 23 de febrero de 1954, en había sido la francesa, de pobre caudal; pero inexplicable-
Archivo Histórico de El Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja 5, Carpeta mente, después de Calderón, parece cesar de existir. Es difí-
12. Luis Cemuda.
cil imaginarse hoya alguien que lea por puro placer poético
31 Carta de Luis Cemuda a Alfonso Reyes. 17 de mayo de 1954, en
los versos bucólicos de Meléndez o las odas de Quintana,
Archivo Histórico de El Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja 5, Carpeta
12. Luis Cemuda.
como se leen las églogas de Garcilaso o las canciones de
32 Vicente Rojo recuerda que en "una ocasión, mientras viajábamos en San Juan de la Cruz. Igualmente difícil parece imaginar a
coche a Tonanzinda, donde pintaba un mural, Miguel Prieto me contó cómo, alguien que, por gusto y con gusto, lea a Zorrilla o Espronceda,
siendo pequeño, tenía que ir a la escuela en un pueblo que estaba a varios digan lo que digan a favor de ellos algunos recalcitrantes. La
kilómetros de distanda del suyo, el manchego Almodóvar del Campo. Años poesía neoclásica española, así como la romántica, no viven
más tarde supo que su padre, durante los largos recorridos, lo seguía a pruden- hoy, por vivas que pudieran parecer a sus contemporáneos;
te distanda para protegerlo del algún peligro, sin que el niño lo notara. Mucho,
ninguna chispa las anima y constituyen un peso muerto en
mucho tiempo después, cuando hablaba con Miguel Prieto, veía en sus dulces
nuestra literatura, peso que ésta sobrelleva, juntamente con
ojos daros la emodón con la que recordaba el delicado cuidado de su padre.
A pesar del tiempo tranSOJrrido yo no he olvidado ese conmovedor relato. y otros semejantes, como puede"33.
en él creo que se haya las raíees y las enseñanzas del legado de la obra de Prieto: Puntual, dos meses después le envió a Reyes su segun-
sutileza. disaeci6n, sobriedad y calidez. Una arusada sensibilidad lo acompañarla do informe del estado en que se encontraba su trabajo. Para
toda su vida, como pintor (de la España, según escribió Luis Cardoza y Alagón, los primeros días de julio tenía escritos tres capítulos más,
'no alegre y clara sino de fervor dolorido'), como dibujante 01ustró con gran finura que coinciden su plan original, exceptuando el último. Estos
LD Celestina y La esfinge mestiza, de Juan Rejano), como hombre de teatro (en son el capítulo 6°., correspondiente a Antonio Machado, el
plena guerra cMl espanola fue colaborador de Federico Garda L.orr.a en el grupo
8°., que ahora titula "Orígenes de una nueva generación", y
de teatro popular La Banaca, y en MéxiCD fue escenógrafo para la compañía de
Teatro UnivelSitario), y como tipógrafo y diseñador gráfico excepdonar (VICente
Rojo, "Miguel Prieto, sus Iec.c:iones", en Miguel Priet.o. Diseña Gráfico, MéxiCD, Era
/ LV\fv1/UNAM/UDLA/CDNACULlA/Trarnavisual/RevistadeComunicadón 33 Luis Cemuda, "Bécquer", en México en la Cultura, suplemento de
Vlsua~ 2000, p. 51). Novedades, número 268, 9 de mayo de 1954, p. 3.

Biblioteca de México
José Moreno Villa, Mano de Octavío Poz, México, 1941, tinta sobre papel, AREM

el novedoso capítulo 2°., dedicado a Campoamor. Cernuda le Así pues, Cernuda fue publicando a lo largo de 1954 y 1955,
explicó a Reyes el porqué de este situación: "Debo aclarar que en su mayor parte, los capítulos que conforman sus Estudios
sólo pensaba dedicar a Campoamor unas referencias en el sobre poesía española contemporánea, en su versión
capítulo segundo, juntamente con otros poetas; pero encontré primigenia. Pero hay uno de ellos que llama la atención, y no es
el tema interesante y he pensado aumentar en un capítulo el dedicado a Juan Ramón Jiménez, sino el de Ramón Gómez
más el número de los que indicaba en mi proyecto inicial"34. de la Serna. El mismo lo señaló en el primer párrafo de su
En un párrafo de su trabajo dedicado a "Campoamor", tam- estudio: ':A.caso extrañe la inclusión de Gómez de la Serna en
bién publicado en México en la Cultura, suplemento de Nove- un estudio sobre la poesía española contemporánea. Si el ver-
dades, se tiene una idea de por qué abandonó su plan original so dramático queda excluido siempre de antologías poéticas
de dedicarle tan sólo algunas referencias. Es decir, que en este (aunque el verso mejor que Lope escribiera es su verso dramá-
párrafo está la clave de estudiar a Campoamor, o como bien tico), hasta el punto de que uno de nuestros poetas mayores,
dice Cernuda, que su valor histórico consiste en haber desterra- Calderón, por no haber escrito otra forma de verso que el dra-
do del lenguaje de la poesía el "caduco utilizado por neoclásicos mático, apenas sr figura en dichas antologías (si no es con el
y románticos". soneto de las flores, de El Príncipe Constante, que ciertamente
Pues bien, en el artículo de referencia Cernuda escribió: no puede representar su vasto talento poético, ni tampoco su
"Campoamor ha pasado a ser para nosotros, aunque no se forma más original de verso), dificultad mayor habría para que
le lea (porque supongo que hoy nadie le lee), el poeta pro- el lector admitiera la existencia de la poesía en prosa. V, sin
saico por excelencia, y su expresión y lenguaje por ejemplo embargo, parte de la poesía que hoy se escribe en español es
de vulgaridad. Sin embargo, al juzgarle así se olvida su méri- prosa, y no de la buena"36.
to principal: haber desterrado de nuestra poesía el lenguaje El 30 de julio de 1955 Cernuda dio por concluido su estu-
preconcebida mente poético. Es una tarea que debe realizar- dio y deseaba dedicárselo a Reyes, año en el que cumplía
se continuamente, pues si no el lenguaje se anquilosa, re- medio siglo de vida literaria. Para ello pidió la opinión de otro
sultando ineficaz y aun perjudicial para todo intento de poeta, Manuel Calvillo, que fungía como secretario de El Cole-
expresión poética. Siempre ocurre que los amateurs usen gio de México. La dedicatoria que pensó para sus Estudios
en verso de determinadas palabras y asociaciones de pala- sobre poesía española contemporánea era la siguiente: A
bras que juzgan 'poéticas' porque las han oído y leído innu- Alfonso Reyes, al cumplir su obra literaria medio siglo de
merables veces en versos ajenos y porque significan algo vida, estas páginas sobre una poesfa que no es sólo suya
que estiman 'bonito', como: 'cisne', 'estrella', 'perla', 'mujer' por tradición, sino por haberla continuado y recreado como
'rosa' o 'amor infinito', 'belleza eterna', etc., que no son sino poeta, en testimonio de admiración y respeto J7 •
unos pocos ejemplos de ese lenguaje cuya eficacia poética, Reyes, en carta del 12 de agosto de 1955 le dijo que
el aficionado (y la mayoría de los poetas resulta compuesta no aceptaba la generosa dedicatoria por los motivos si-
de simples aficionados) no pone en duda. Dicho sea de guientes: "desde muy pronto se adoptó aquí la práctica
pasada: hablar mucho de 'sentimiento', sin tratar de expre- de evitar que las cosas hechas en casa se dedicaran al
sar, de contagiar sentimiento alguno, también se estima cosa Presidente de la institución, por las razones que usted al
infalible; pero en poesía y en literatura nunca se debe hablar instante comprende. De manera que, si ahora hiciera yo
de sentimiento ni de emoción, sino de tratar de comunicar-
los, por lo cual hay que expresarlosn,s.
36Luis Cemuda, "Gómez de la Serna y la generación poética de 1925",
en México en la Cultura, suplemento de Novedades, número 312, 13 de
34 Carta de Luis Cemuda a Alfonso Reyes. 2 de julio de 1954, en Archivo marzo de 1955, p. 3.
História> de B Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja 5, Carpeta 12. Luis Cemuda. '7 Carta de Luis Cemuda a Manuel Calvillo. 30 de julio de 1955, en
3S Luis Cemuda, "Campoamor", en México en la Cultura, suplemento Archivo Histórico de El Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja 5, Carpeta
de Novedades, número 286, 12 de septiembre de 1954, p. 3, 12. Luis Cemuda.

Biblioteca de México
José Moreno Villa, Retrato de Emilio Prados, México, 195 1, tinta sobre papel, AREM

una excepción, violaría la regla establecida por nuestra Junta de persona que le ayudara en la presidencia. La decisión se tomó.
Gobierno y causaría la impresión de un desaire a varios amigos Se creó una Dirección con todas las de la ley. La Presidencia fue
que antes me propusieron cosa semejante. Estoy seguro de honoraria. A principios de 1959 Reyes sólo suplicaba.
que usted comprende esto y de que no duda ni por un instan- La última carta que escribió Alfonso Reyes a Daniel Cosía
te del profundo agradecimiento de su cordial amigo"3B. Víllegas, del 22 de diciembre den 1958, tiene ese rasgo que lo
En noviembre de ese mismo año Cernuda propuso el caracterizó toda su vida: generosidad. El tono. El tono de esta
tema para un nuevo estudio: Pensamiento poético en la carta lo dice todo: "Mi querido Daniel: Quiero hacerle tres súpli-
poesía inglesa (siglo XIX). A finales de 1955 y los primeros cas. Ojalá no le incomoden. Todo queda naturalmente, al buen
meses de 1956 tenía reunidos materiales para redactar los criterio de usted". Una de ellas fue por Cernuda: "Le recomien-
dedicados a Blacke, Coleridge, Wordswordt, Shelley y Keats. do a Luis Cernuda, que vive muy pobremente, casi con lo que
Pero el libro sobre sus Estudios sobre poesía española con- le damos en El Colegio, que es muy cumplido en su trabajo y a
temporánea no salía de las prensas de El Colegio de Méxi- quien se le pueden pedir investigaciones de crítica literaria"40.
co. ¿Qué pasaba? Reyes le explicó que era por "problemas El 25 de diciembre de 1959 murió Alfonso Reyes. I?oco des-
en turno y presupuesto", pero que si tenía la oportunidad de pués Cemuda volvió nuevamente a los Estados Unidos alteman-
publicarlo en otra parte El Colegio de México no se opon- do sus estancias con México. Empezó a recibir reconocimientos
dría, como ya había pasado en otras ocasiones con otros por su obra y con ello a percibir mejores sueldos. Mas para
investigadores. septiembre de 1963 ya no tenía ganas de escribir. "La broma
Lo que le dijo Reyes a Cemuda era cierto. La mitad de la duró ya bastante y se aburre uno de tenerlo todo en contra", le
década de los cincuenta fue desde el punto de vista de las edi- dijo a José Angel Valente" . Presentía la muerte. EI5 de noviem-
ciones de El Colegio de México una época crítica. El tiempo que bre de ese año murió en el barrio de Coyoacán, de la Ciudad de
Reyes estuvo en la presidencia de La Casa de España en México México. A México lo tuvo en el corazón yen el corazón mismo de
(1939-1940) se publicaron 40 títulos; en la década de los cua- la tierra mexicana quedó este poeta del amor:
renta, 167; en los cincuenta, 89; en los sesenta, 59. En la segun-
da mitad de la década de los cincuenta, que es justamente cuando Un roce al paso,
Cemuda desea publicar sus Estudios sobre poesía española con- Una mirada fugaz entre las sombras,
temporánea y, más adelante, Pensamiento poétÍco en la paesío Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
inglesa (siglo XIX), los títulos por año fueron : 1956,3; 1957,8; Avido de recibir en sí mismo
1959, 2; 1960, 39. Estas eran las condiciones presupuestales, con Otro cuerpo que sueñe;
respecto a su tumo, ¿qué lugar ocupaba en la lista de espera? Mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
Los dos estudios mencionados patrocinados por El Colegio Iguales en figura, iguales en amor, iguales en dese042 •
de México no salieron bajo su pie de imprenta sino por ediciones
Guadarrama, de España, el primero; y el segundo, de la Imprenta 40 Carta de Alfonso Reyes a Daniel Cosío Villegas. 22 de diciembre de
Universitaria, de México. A pesar de eso, Cemuda siguió colabo- 1958, en Testimonios de una amistad. Correspondencia Alfonso Reyes /
rando en esta institución. Pero a mediados de 1958 Reyes esta- Daniel Cosío Vi/legas. (/922-/958), compilación y notas de Alberto Enrfquez
ba con el corazón destrozado. Urgía, por lo tanto, designar a una Perea, presentación de Javier Garciadiego, México, El Colegio de México,
1999, p. 236. [Colección Testimonios, 6].
4' Carta de Luis Cemuda a José Ángel Valente. 19 de septiembre de
38 Carta de Alfonso Reyes a Luis Cemuda. 12 de agosto de 1955, en 1963, en Luis Cemuda, Epistolario inédito, recopilado por Fernando Ortiz,
Archivo Histórico de El Colegio de México. Fondo Antiguo. Caja 5, Carpeta Sevilla, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1981, p. 138.
12. Luis Cemuda. [Biblioteca de asuntos poéticos, no. 1].
39 La Casa de España y El Colegio de México. Catálogo histórico. /938- 42 Luis Cemuda, "No decía palabras", en Luis Cernuda, selección y na-

2000, presentación de Andrés Lira, introducción de José María Espinasa, tas de Carlos Monsiváis, dibujos de Elvira Gascón, México, UNAM / FONAPAS,
México, El Colegio de México, 2000, p. 18. 1978, p. 13. [Material de lectura. Serie poesía moderna, 39].

Biblioteca de México
MANUEL ULACIA

I PARA UN DÍA DE LL A
(FRAGMENTOS)

Esta lluvia que bate los cristales


es la misma de ayer.
Oyes caer las gotas incesantes
como un tamborileo
que remedara el paso
del día en fuga.
Un charco transparente en el jardín,
un trémulo reflejo,
te vuelven al lugar
en donde el agua ya no moja,
a la casa vacía
comida por el tiempo
que la memoria salva.
Absorto tras el cristal ves llover.
A la luz tenue del farol contrasta
la lluvia blanca con el aire oscuro.
I
De pronto cesa el tiempo.
Eres el de antes y eres otro :
el visitante imperceptible
que llega desde el ahora,
al cuarto de antaño, donde te encuentras
a Luis Cernuda. Camisa azul, tweed,
paraguas en el brazo,
te contempla en la fuerza
tierna de tus siete años,
adivinando la perla que el tiempo
habría de formar en tu sombra.

Aquellas tardes de lluvia, idénticas,


en horas breves de un verano inmenso,
él te contaba historias
que te suspendían, hipnotizado:
la del viejo Noé,
mientras plegaba un papel
para hacer una barca;
la de Pegaso, al adherir las alas
azules de una libélula muerta
al lomo de un caballito de plástico.
y al despertar del sueño te mostraba,
en fotos de revistas,
ciudades y puertos desconocidos.
¿Cuando cruzarías los puentes
de Manhattan y San Francisco?

Como Dostoievski, quien creó al niño


siervo de hermosura insolente,
él inventó al suyo, en la doble
estancia de la poesía y la vida.
y al verte bailar entre los arbustos,
coronado de violetas, corría

50
Biblioteca de México
hacia ti desde la casa, con pánico Tu amigo trabaja en su habitación.
como para impedir con un gesto Hace diez años que están juntos.
aquello mismo que había vivido. Sin buscarlo lo hallaste.
Tal vez, en una habitación oscura En Sao Paulo llovía.
una remota tarde El azar teje encuentros
de lluvia de mil novecientos diez, como la ciudad calles
se probaba en secreto que desembocan en la misma plaza.
los vestidos de sus hermanas,
mientras ellas tocaban Esta lluvia que bate los crista les
el piano a cuatro manos. es la misma de ayer.
El rumor de sus gotas
Tardes en fuga de un verano breve, ha estimulado el árbol de tus nervios.
en que el poeta y el niño Has vuelto a vivir lo que ya no existe.
pasan las horas distraídos. Leen, Has ido y regresado.
conversan, juegan a plegar papeles, En tu cráneo, tiempos y espacios
a inventar una fauna de origamis, disímiles han pactado, creando
el cocodrilo verde, una estrella de varios picos
la jirafa naranja que apuntan todos hacia el infinito.
y azules el caballo y la hembra Te has encontrado en uno de los vértices
del pavo real para el arca al niño que fuiste, mientras miraba
que navega en el charco. absorto la lluvia tras el cristal
y en los otros, al muchacho, al joven
Esta lluvia que bate los cristales y al adulto que fueron
es la misma de ayer. y el hijo de aquel niño.
Oyes caer las gotas, Has caído en la búsqueda de tu ser
sobre aquel mundo ausente. desde la alta cúspide de tu insomnio.
Unos cuantos libros sobre la mesa, Has amado preso en la libertad
el papel blanco, la luz de la lámpara, del amor. Has buscado
la puerta. Tienes treinta y seis años. por calles que se borran en la bruma
Escribes como si alguien te dictara. la intersección
El murmullo constante de lo que captan los sentidos
de la lluvia te lleva a otro sitio. con lo que intuye el sinsentido.
Habitaciones siempre a la deriva, Has resucitado en Pascua Florida
en las que oyes caer al hallar en la nave de una iglesia
las gotas de agua sobre los tejados. la Rosa de Sarón.
Instantes plenos que pasan llenando Has visitado un Santo.
de zozobra el vacío. Has sentido el calor de aquella luz
El poeta partió hace muchos años. inexplicable que te hizo salir
El tiempo sin memoria ni deseo de tu cuerpo una noche, niientras éste
naufragó como los juguetes rotos. se fundía con el universo.
Desconcertado buscas en la nada Has vuelto a amar. Has sido
una respuesta a tu diferencia. para ser. Buscas
Sueñas con peces en una alberca en este segundo que pasa
de sombras, nadas en la superficie el concierto de todas
negra del cielo que se deja ver las fuerzas que te inventan.
por el rectángulo de la ventana. Eres una partícula
[ .. .) en la galaxia que gira en la nada,
un ahora que se recuerda a sí mismo
en el parpadeo de los milenios.

Esta lluvia que bate los cristales Quien escucha llover ya es otro.
es la misma de ayer. Está sentado en un cuarto futuro
Oyes el golpeteo de sus gotas, que tú aún no conoces. Te contempla
como un tamborileo salir de tu alcoba, cerrar la puerta
que no acaba jamás. y caminar por el jardín en donde
Hace tiempo que escribes. respiras la humedad de la noche.
Las horas se han pasado Esta lluvia que bate los cristales
y no te has dado cuenta. es la misma de siempre .

... Vicente Rojo, Falso espiral poro Luis Roberto Vera, portada de El vado y lo espiral, (Xalapa :IVEC, en prensa), fotografla de Javier Hinojosa.
FRANCISCO SEGOVIA

TRES POEMAS EN HOMENAJE A CERNUDA


EL ÁNGEL VIEJO

Mientras los rosos obren

Mientras poson los ángeles

(Cernuda, "Alegría de la soledad")

Vino pobremente, sin el bouquet de rosas para Madame

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que su bufanda blanca prometía, pero trajo un ramo humil-

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de del mercado. Flores si lvestres entre nubes. LNo te acuer-

das? Un ramo rojo por el que había pasado ya la turbulencia

del floreo y se resignaba a estar ahora entre sus dedos afila-


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l.
I ,, , \'- \.
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dos como quien se dispone a una crueldad. Él lo miró un
11 1 L\\\.
l •• I , I \ \ instante desde las cuevas hondas de sus ojos, como si se
Vicente Rojo, Volcán primitivo, 2001
hubiese quedado de pronto a solas con su tenue agonía, y

luego te lo tendió con brusquedad, avergonzado de sus pro-

pias manos, del acto atroz y abstracto de tocar algo mortal.

Vino -como viene el viento, que siempre está yéndose-

y se fue. LNo lo recuerdas? También tú te quedaste ausente

entonces. Mirabas la terrible belleza que estaba acontecien-

do en el flo rero a solas, a solas, solitaria. Y sólo tras un largo

silencio dijiste, como quien no quiere la cosa: "Pasó un án-

gel"... Estuvo con nosotros un momento, como las flores en

sus dedos ... ¿No lo recuerdas? ¿Por qué no lo recuerdas? ..

"Tras de las voces frescas queda el halo

virginal de la muerte".

~ Tumba de Luis Cernuda, fotografía de Isabel Ulacia Biblioteca de México


OLVIDAR UN OLVIDO

No se vuelve sobre ti tu vida

para remansarse en una poza donde hallarle

alguna calma al empuje de su cauce

sino para juntar más agua entre las vegas

y cubrirlas todas en un solo instante

montando cada vez más alto

hasta anegar incluso el borbotón de su torrente ...

No se vuelve sobre ti tu vida

para olvidarse hoy de los valles y parajes

que antes recorrió en su prisa

-sí pero librada al gozo simple

de la ley de gravedad-

sino para volver al punto en que aún no los veía.


Vicente Rojo, Vo/eón primitivo, 2001

Se vuelve sobre sí buscando

una ignorancia primigenia y soberana.

Quiere olvidar y no saber

que ha olvidado.

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Biblioteca de México
PANTEÓN JARDíN

(Tumbas de Emilio Prados y Luis Cemuda)

Poro Pierre-Fronr;ois L.

No descansa el viento en este jardín cerrado.

No tiene paz ni tregua ni sosiego. Va y viene

sin parar entre las urnas. Se deshila

en el áspero muñón de cada piedra. Rasca

••• el apretado papelillo de las siemprevivas.

Topa con un hombro en los muros de las criptas

y se vuelve sorprendido a todas partes, espantado

del vuelo de su propia capa, del fiel comedimiento

con que él mismo remueve lentamente

el silencio de las tumbas ...

Vicente Rojo, Va/eón encendido, 200 1

Se arremolina. Se enturbia bajo su propia sombra

de viento recomido y embozado. Se agacha en los rincones,

se pega a la pared y pierde el paso

como alguien que le da vueltas a un sueño y no se duerme,

como el insomne que entrevé en una escalera

el rastro de su antigua vida y no sabe si sube o baja

o se remansa en el rellano, en la grisura

de sus vastos jardines sin aurora ...

- Ah, si pudiera hacerse aire entre las ramas del ciprés

y apoyarse en la tierra y descansar, como descansa al fin el polvo

que se nos ha ido entre los dedos.

Biblioteca de México
LUIS CERNUDA

Era de madrugada.
Después de retirada la piedra con trabajo,
Porque no la materia sino el tiempo
Pesaba sobre ella,
Oyeron una voz tranquila
Llamándome, como un amigo llama
Cuando atrás queda alguno
Fatigado de la jornada y cae la sombra.
Hubo un silencio largo.
Así lo cuentan ellos que lo vieron.

Yo no recuerdo sino el frío


Extraño que brotaba
Desde la tierra honda, con angustia
De entresueño, y lento iba
Vi cente Rojo, Volcón primitivo, 200 1 A despertar el pecho,
Donde insistió con unos golpes leves,
Ávido de tornarse sangre tibia.
En mi cuerpo dolía
Un dolor vivo o un dolor soñado.

Era otra vez la vida.


Cuando abrí los ojos
Fue el alba pálida quien dijo
La verdad. Porque aquellos
Rostros ávidos, sobre mí estaban mudos,
Mordiendo un sueño vago inferior al milagro,
Como rebaño hosco
Que no a la voz sino a la piedra atiende,
y el sudor de sus frentes
Oí caer pesado entre la hierba .

... Luis Cemuda en el Castillo de la Mota, Medina del Campo, Valladolid, 6 de marzo de 1936. AREM
H
~ \
I

Vicente Rojo, dibujo para "Otras Ruinas ' de Cernuda, 1954

Alguien dijo palabras La tiniebla primaria


De nuevo nacimiento. Que su venero esconde bajo el mundo
Mas no hubo allí sangre materna Lavando de vergüenzas la memoria.
Ni vientre fecundado Cuando un alma doliente en mis entrañas
Que crea con dolor nueva vida doliente. Gritó, por las oscuras galerías
Sólo anchas vendas, lienzos amarillos Del cuerpo, agria, desencajada,
Con olor denso, desnudaban Hasta chocar contra el muro de los huesos
La carne gris y fláccida como fruto pasado; y levantar mareas febriles por la sangre.
No el terso cuerpo oscuro, rosa de los deseos,
Sino el cuerpo de un hijo de la muerte. Aquel que con su mano sostenía
La lámpara testigo del milagro,
El cielo rojo abría hacia lo lejos Mató brusco la llama,
Tras de olivos y alcores; Porque ya el día estaba con nosotros.
El aire estaba en calma. Una rápida sombra sobrevino.
Mas temblaban los cuerpos, Entonces, hondos bajo una frente, vi unos ojos,
Como las ramas cuando el viento sopla, Llenos de compasión, y hallé temblando un alma
Brotando de la noche con los brazos tendidos Donde mi alma se copiaba inmensa,
Para ofrecerme su propio afán estéril. Por el amor dueña del mundo.
La luz me remordía
y hundí la frente sobre el polvo Vi unos pies que marcaban la linde de la vida,
Al sentir la pereza de la muerte. El borde de una túnica incolora
Plegada, resbalando
Quise cerrar los ojos, Hasta rozar la fosa, como un ala
Buscar la vasta sombra, Cuando a subir tras de la luz incita.

Biblioteca de México
Sentí de nuevo el sueño, la locura En mí, que yo era un muerto
y el error de estar vivo, Andando entre los muertos.
Siendo ca rne doliente día a día.
Pero él me había llamado Sentado a su derecha m e veía
y en mí no estaba ya sino seguirle. Como aquel que festejan al retorno.
La ma no suya descansaba cerca
Por eso, puesto en pie, anduve silencioso, y recl iné la frente sobre ella
Aunque tod o para mí fuera extraño y vano, Con asco de mi cuerp o y de mi alma .
Mientras pensaba: así debieron ellos, Así pedí en sil encio, como se pid e
Muerto yo, ca minar llevá ndome a la tierra. A Dios, porque su nombre,
La casa esta ba lejos; Má s vasto que los templos, los mares, las estrell as,
Otra vez vi sus muros blancos Cabe en el desconsuelo del hombre qu e está solo,
y el ciprés del huerto. Fu erza pa ra llevar la vida nuevam ente
Sobre el terrado había una estrella pálida .
Dentro no hallamos lumbre Así rogué, con lágrimas,
En el hogar cubierto de ce niza. Fuerza de soportar mi ign o ran cia res ignado,
Trabajando, no por m i Vi da ni m i es píritu,
Todos le rodearon en la mesa. M as por una ve rdad en aq uell os OJos entrevista
En contré el pan amargo, sin sa bor la s fruta s, Ahora. La hermos ura es paciencia
El agua sin frescor, los cue rpos sin deseo; Sé que el lirio del cam po,
La palabra hermandad sonaba falsa, Tra s de su humilde oscuridad en tanta s noc hes
y de la image n del am or quedaban Co n larga espe ra baJ O tierra,
Sólo recuerdos vagos baJO el viento. Del tall o ve rde ergu ido a la coro la alba
Él conocía q ue todo estaba mu erto Irrum pe un día en glo ria triunfan te
LUIS ROBERTO VERA

MONTAÑA, SEPULCRO Y ESCALERA:


LOS ALTARES DE MUERTOS
EN MÉXICOl
Montaña simbolizada, eje votivo tripartito y escalera espiritual ción del mundo. Esta correlación no es de oposiciones irre-
para la contemplación mediante todos los sentidos, un altar de conciliables como en el maniqueísmo, sino que está consti-
muertos reconcilia en México su doble origen: el mesoamericano tuida por la complementariedad: luz y oscuridad, humedad y
y el español. En realidad, cada uno de estos legados expresa sequedad, lo masculino y lo femenino, la vida y la muerte. Así,
sincretismos específicos: el de la cultura nahua y su particular lo notable es que la existencia de estas entidades solamente
reinterpretación - verdadero renacimiento- de los anteceden- se comprende ante la presencia y por la existencia de la otra.
tes toltecas y teotihuacanos que la precedieron; y el castellano, No es un azar entonces que se perciba a la muerte
beligerante expresión del catolicismo ibérico, templado en las indisolublemente unida a la vida y no como su reverso. De allí
luchas con que acrecentaron su territorio a expensas de los la coexistencia de la vida y la muerte en las representaciones
árabes durante la Reconquista. de los ritos funerarios del ámbito mesoamericano.
Terreno de encuentros, sincretismos y aculturaciones, el En esta historia de larga duración mesoamericana, marcada
espacio mesoamericano ha dado acogida a poblaciones de por las culturas clásicas de México, las culturas locales (a la vez
diverso origen a lo largo de toda su historia. Si bien una productoras, consumidoras y participantes de los sucesivos siste-
porción de aquel espacio lo ocupa actualmente mas dominantes) se caracterizan por una persistencia de rasgos
Centroamérica (y Aridoamérica -en donde florecieran otras y estructuras de organización propias de sus representaciones
culturas primigenias, entre ella la anasazi-, para algunos visuales. Su imaginario persiste más allá ya través de los estilos
estudiosos su porción más externa, se ubica ahora en los con que se pueden caracterizar estas culturas.
territorios ocupados por el suroeste norteamericano y los Luego del colapso de las grandes culturas clásicas, el pe-
estados norteños mexicanos), hoy la mayor parte de lo que ríodo tolteca retoma mitos y creencias anteriores, pero los
fue Mesoamérica corresponde a la Repúb lica Mexicana. subsume en el ideario que caracteriza el culto de Quetzalcóatl.
En este flujo de intercambios de larga duración, cada grupo Posteriormente, tras la caída de Tu la y hasta el período mar-
étnico ha dejado su impronta y conformado el incalculable caudal cado por la hegemonía de México-Tenochtitlan, este ideario
del imaginario mexicano. Su patrimonio es una suerte de acu- recibe influencias nahuas, otomíes y huastecas, creando un
mulación sincrética. Pero esta riqueza pareciera tener una dinámi- nuevo sincretismo, el cual, a su vez, es asimilado de manera
ca doble y centrípeta. Si bien México es efectivamente un país parcial e integrado en los cultos aztecas a la diosa madre de
multicultural, en el que cada etnia mantiene diferentes tradiciones la Tierra, Coatlicue, y al Sol, Huitzilopochtli, su hijo, expresio-
y ricas formas de expresión inviduales, es en su región central nes de los mitos cosmogónicos propios de las tribus nahuas.
donde encontramos un predominio estadístico de los altares de Este largo proceso de asimilación y de readaptación de
muertos. Por sobre la especificidad de las expresiones locales, en antiguos va lores sufre una nueva mutación a raíz de la Con-
el México central los conceptos sobre la muerte configuran una quista española y la consecuente introducción del catolicis-
verdadera filosofía popular colectiva. Veamos por qué. mo. Las antiguas creencias y cu ltos mesoamericanos lograron
Al igual que en todo el ámbito iberoamericano, los ritos cató- persistir mediante la adopción de la s nuevas formas cristia-
licos permean todas sus tradiciones. Los rituales funerarios no nas y occidentales. Este proceso sincrético, que ha caracteri-
son una excepción. De acuerdo con el calendario gregoriano se zado asimismo la sobrevivencia de creencias más antiguas
dedican a los muertos los dos primeros días del mes de noviem- (comQ la veneración a los santos cristianos no hace sino
bre. Ell o de noviembre, conocido como Día de Todos los San- disfrazar el culto a las antiguas deidades griegas, vivas hasta
tos, en México también se dedica para honrar a los niños, los bien avanzado el imperio bizantino; o, para mencionar un
muertos chiquitos. El 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, ejemplo más conocido aún, la sobrevivencia de los cultos a
llamado también, simplemente, Día de Muertos, está consagra- los dioses yo ruba, mediante sus advocaciones católicas en
do al recuerdo de los deudos y seres queridos ya fallecidos, que Cuba y Brasil), ha demostrado su vita lidad gracias a una cons-
congrega a los mexicanos de diferentes culturas y clases sociales. tante retroalimentación. Es notable que este sincretismo se
El pensamiento mesoamericano se ca racterizó por haber caracterice tanto por la fuerza de su tradición (las estructuras
constituido una estructura binaria como base de su concep- formales que subyacen en la representación circunstancial),
como por la absorción de la ruptura, logrando así de una
manera inusitada tanto la aparición de lo novedoso como la
I Una ve rsión previa, "Die rituelle und künstleri sche Funkti o n der
Totenaltare in Mexiko", traducida por Ute Barba, apareció publicada en Altore:
persistencia de los antiguos valores y creencias.
Kunst zum Nlederknien / Altors of the World / Autels du monde [Altares En la época prehispánica se tenía el concepto ontológico
del mundo], catálogo de la exposición del mismo título (Düsseldorf: Museurn de que la vida es portadora implícita de la muerte; y ésta, de
Kunst Palast, septiembre de 200 l-enero de 2002), pp. 244-247. la vida : como la mazorca en su caña ya seca, así mueren los

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Biblioteca de México
seres humanos, pero, como en la acumulación de las hojas natural, elaborados en cerámica cruda y coronados por un gran
homéricas, su generación continúa. penacho, también en el mismo material. En rededor los esque-
Más allá de la vida los seres humanos podían continuar su letos aparecen abrazando personas vivas y sonrientes.
existencia en tres espacios: el celestial, al acompañar al sol en A pesar de esto, no había la creencia de una persistencia del
su trayectoria; el acuático del Tlaloca n; y el del inframundo o alma en el reino de Mictlantecuhtli. Luego de cruzar ocho
Mictlán. Pero sólo el primero de estos espacios allende la muerte inframundos, al llegar al noveno y último estrato, el alma se disol-
estaba reservado al mérito desempeñado en vida; el segundo vía y sólo quedaban los huesos. Esto se desprende, por ejemplo
era accidental y el tercero, indistinto. del mito de la regeneración de la raza humana en la leyenda del
En efecto, no existía vida ultraterrena como se plantea en Quinto Sol. cuando Quetzalcóatl baja al Mictlán acompañado por
otras religiones: los muertos ni tenían posibilidad de regre- su gemelo, el señor Xólotl (expresiones del Lucero de la mañana
sar al mundo de modo perman ente, ni se creía en la reen- y del Lucero de la tarde: Tlahuizcalpantecuhtli, es decir, del plane-

Lourdes Almeida, Altor de muertos, Düsseldorf, 2001-2002

ca rnación al precio de un buen comportamiento en la vida. ta Venus). Quetzalcóatl recoge algunos huesos dispersos y les
Así, solamente los guerreros muertos en combate y las reinfunde la vida mediante el sacrificio ritual de verter sangre de
mujeres en el parto (cihuoteteo) acompañaban al sol en su su pene sobre estos atados de huesos.
recorrido celestial. Los muertos relacionados con fenómenos De modo que, también para los aztecas, que a su vez
provocados por el agua, tales como los ahogados, hidrópicos o absorbieron y modificaron sus propias creencias ancestrales
muertos por rayo iban al Tlalocan, una suerte de paraíso regido con las que encontraron en su tierra prometida, son nueve
por Tláloc. El resto de los mortales iba a la región del Mictlán, los lugares en donde las almas de los muertos sufren antes
presidida por una deidad, Mictlantecuhtli o Señor del Mictlán. de alcanzar, a los cuatro años, el descanso eterno. Para po-
En este punto habría que hacer una distinción entre las ofren- der llegar al Mictlán, ti enen que cruzar un río cauda loso, el
das de la clase dirigente, muy estilizadas y codificadas, y aque- Chignahuapan, que es la prim era prueba a que las someten
llas pertenecientes a las clases populares. De allí que haya una los dioses infernales. Por eso se entierra al muerto con un
mayor vivacidad en las ofrendas que acompañan los entierros perro, para que ayude a su amo a cruzar el río. El alma tiene
de comunidades campesinas. En México, quizá las más nota- que pasar despu és entre dos montañas muy juntas; en ter-
bles representaciones de los aspectos cotidianos de la vida cer lugar, por una montaña de obsidiana; en cuarto lugar,
comunitaria aparecen en la cu ltura totonaca, particularmente por donde sopla un viento helado que, al cruzarlo, corta como
en las que se encuentran en El Zapatal, Veracruz. Aquí halla- navajas; después, por donde flotan las banderas; el sexto
mos las caritas sonrientes, ofrendas funerarias que simbolizan luga r era el infierno en que se flecha; el séptimo infierno
al mismo tiempo la alegría de la vida de los mortales y el espí- estaba lleno de fieras que se comen los corazones; en el
ritu vital que es su tributo a Mictlantecuhtli. Se han encontrado octavo, se pasa por estrechos luga res entre piedras; y en el
asimismo ofrendas para entierros con esqueletos de tamaño noveno infierno, llamado Chignahumictlán, desaparecen para

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Biblioteca de México
descansar las almas de los difuntos. Debido a esto, se po- práctica indígena anterior a la Conquista, un ritual familiar e
nían varios amuletos junto al difunto para ayudarlo durante íntimo codificado durante una etapa posterior al apogeo de las
sus pruebas durante el trayecto de la otra vida. Se lo amorta- culturas clásicas, puesto que no aparece ni en la región norte
jaba en cuclillas amarrándolo fuertemente con mantas y ni en la región maya peninsular. La segunda hipótesis es que,
papeles que le protegerían al pasar por las montañas, quema- dada su actual ubicación geográfica, las ofrendas correspondan
ban la ropa para que no tuviera frío al pasar por donde el a las regiones más fuertemente toltequizadas (región central
viento corta como navajas, le ponían una cuenta de jade para de México). Es aquí en donde efectivamente se producen las
que las fieras tomaran la piedra en lugar del corazón y le ofrendas para los altares del Día de Muertos como consecuen-
ponían o.bjetos de valor para que al final del trayecto se las cia del larguísimo proceso de sincretismos previos a la Con-
obsequiara a Mictlantecuhtli. quista española y el último que se produjo entre las creencias
En Europa, durante la época de la primera etapa del descu- indígenas y las que aportó el catolicismo.
brimiento y conquista de América, la muerte tenía un sentido La celebración del Día de Muertos, adquiere un carácter festi-
diferente. Las pestes la asolaban, despoblándola y eran consi- vo pero profundamente respetuoso, de homenaje y ofrenda a
deradas como un castigo divino; se tenía presente el concepto los antepasados y parientes fallecidos. En los días previos al 10 y
inmortal del alma, la que según el comportamiento en vida del 2 de noviembre, los cementerios se limpian y las tumbas se
difunto, podría irse al cielo, reencarnar alguna vez o dar con sus pintan y adornan con flores. Luego, aparte de las ofrendas que se
huesos en el infierno. Surgen en la época artistas tan importan- colocan en las casas, hay otras que se transportan a los panteo-
tes como Baumgarten, Bruegel, Cranach y Durero, que expre- nes, en donde los familiares, niños, hombres, mujeres, jóvenes y
san en sus obras del ciclo de la Danza Macabra y de la Vanitas ancianos velarán y compartirán los alimentos y bebidas.
todos los horrores que la muerte puede traer aparejados: el Las ofrendas para los altares del Día de Muertos que se pre-
castigo a la soberbia de la belleza, la juventud y la salud, o las paran en los hogares del centro de México, se presentan en
ansias de poder y riqueza. Todos: reyes y papas, obispos y da- formas diferentes con los productos de cada una de las regiones
mas, guerreros, comerciantes, campesinos, nobles y sacerdo- en que se asientan las numerosas culturas que conforman la
tes, niños, jóvenes o ancianos son llevados de la mano, a rastras nación. Elementos comunes a casi todas son: velas, veladoras,
o en vilo, por esqueletos y la imagen de la Parca con su guada- flores, mayoritariamente cempazúchiles, frutas, panes y diversos
ña preside esta orgía pestífera y funeraria. Y todos por igual platillos hechos a base de maíz (tamales, tortillas de maíz azul) y
deberán presentarse el día del Juicio Final, cuando los muertos de trigo (la infinita variedad de los panes de dulce y, en especial,
que han redimido sus culpas y pecados pasarán a diferentes del pon de muerto, preparado específicamente para este día),
condiciones, estableciendo estratos de castigo y recompensa : además de productos de la repostería tradicional, dulces y bebi-
la gloria celestial o el infierno eternos. das como el chocolate, pulque, tequila o mezca!. La mezcla de
Durante el período colonial. se trasladan los ritos funerarios los olores de las viandas, de las ceras, del copal, de los frutos y de
europeos basados en los ordenamientos religiosos católicos. Así las flores impregnan la habitación en donde se coloca la ofrenda,
se levantan túmulos y se realizan funerales pomposos a la muer- generalmente la más amplia de la vivienda.
te de los reyes, reinas y virreyes en el Zócalo de la Ciudad de Me parece notable la existencia de tres registros o niveles en
México y en las principales ciudades del virreinato de la Nueva la disposición piramidal de las ofrendas de los altares del Día de
España. El resto de las castas coloniales dedica el Día de Difuntos Muertos. Así, en el nivel inferior se ubican las ofrendas que
para honrar a las ánimas de los deudos de la grey católica o en simbolizan los cuatro elementos primordiales (agua, tierra, aire
vías de serlo. Surge en México, de esta manera, un género de y fuego) mediante un vaso de agua, un platillo que contiene un
poesía de circunstancias, las calaveras, en que, gracias al rasero poco de tierra, un incensario en donde se quema copal y una
que provee la muerte, se puede criticar, elogiar o satirizar el com- veladora; luego, en la zona media, que corresponde a los seres
portamiento de todos los seres humanos dándolos por muertos. humanos, es decir, sobre el altar, se distribuyen las fotos de los
No es aventurado entonces decir que el culto a la muerte en difuntos, rodeados de sus golosinas y platillos favoritos; y, en lo
México deriva de un sincretismo en donde se impone con ma- alto, las imágenes sagradas: vírgenes, santos y crucifijos. Por un
yor fuerza el sentido vitalista de la cosmogonía indígena sobre los día de nuevo entre los vivos, la visita de los muertos es una
aspectos fatalistas de la religión católica. Sin embargo, la religión creencia mexicana tan aceptada como la transubstanciación de
católica le da al hombre una esperanza de prolongar su existen- la eucaristía : el altar es un gozne entre los mundos.
cia en "la otra vida", concepto que, como hemos dicho, no existía Eje votivo, a la vez bisagra y escalera espiritual tripartita, cada
en las religiones mesoamericanas. altar de Día de Muertos se presenta como una montaña simbo-
La diferencia de planteamientos filosóficos de las corrientes lizada, es decir, una pirámide implícita. Los altares del Día de
indígena y europea crearon uno de los más significativos Muertos organizan sus ofrendas mediante la disposición de sus
sincretismos de la cultura mexicana. componentes en tres zonas o registros, que así revelan la persis-
Sin embargo, este proceso sincrético no se manifiesta en tencia de un imaginario cosmogónico y metafísico cuyos antece-
toda la República Mexicana. Es notable su ausencia en la región dentes se remontan al mundo mesoamericano. Quizá el
norteña y en la península de Yucatán; en estas áreas las ofren- monumento prehispánico que mejor ilustre esta concepción sea
das de los altares de muertos para las fiestas del Día de Difun- la estatua de la Coatlicue Mayor. En esta escultura azteca, que no
tos no parecen haber recogido elementos precortesianos, y las sólo es una representación de su diosa madre de la Tierra, están
mesas que las caracterizan en realidad colindan con las mesas expresadas la existencia del Mictlán (es decir, del inframundo), la
de santos, costumbre católica de la Península Ibérica, expresa- del mundo terreno o humano y la de las regiones habitadas por
da en cada uno de los antiguos dominios españoles y portu- la divinidad.
gueses. Se me ocurren dos hipótesis interrelacionadas. La Preservada actualmente en la Sala Azteca del Museo Nacio-
primera es que las ofrendas de los altares de muertos sea una nal de Antropología e Historia de la Ciudad de México, la escul

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Biblioteca de México
Vicente Rojo, Volcán apagado, 200 I

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Biblioteca de MéxICO
tura monumental de la Coatlicue Mayor es la expresión sincrética tiene un relieve que simboliza el Mictlán, en donde aparece
tanto del pensamiento binario, que funda la metafísica azteca, Tláloc-Mictlantecuhtli/Mictecacíhuatl portando el quincunce.
como de la multiplicidad de manifestaciones masculinas y fe- Aquí también se encuentra el ya mencionado glifo con su
meninas de un panteón heredado de las culturas que confor- fecha : Ce Tochtli, Uno Conejo (1454) .
maron el orbe mesoamericano. Su fecha de elaboración se Además, si seguimos libremente la interpretación de Justino
localiza precisamente en la base de la estatua, "Ce Tochtli", es Fernández, la estatua involucra diferentes niveles de significa-
decir, "Uno Conejo" (1454). do. En primer lugar, un nivel de conceptos cósmicos 'que se
Imagen central para la conciencia histórica de México, expresan a través de la interrelación de tres diferentes estructu-
Coatlicue, «la de la falda de serpientes», es quizá la más com- ras: 1) una composición de formas vagamente asociadas con
pleja de las deidades del panteón azteca. A pesar del furor con el cuerpo humano; 2) un triángulo, o, quizás, una pirámide
que fueron destruidas las imágenes sagradas precolombinas trunca; y 3) la forma general de una cruz. Luego hallamos un
durante la Conquista, muchas lograron sobrevivir gracias a que segundo nivel que se presenta como un sistema de signos, en
fueron enterradas. Éste es el caso de la Coatlicue Mayor. Su el cual estas estructuras/conceptos se convierten en una serie
identidad plantea un problema doble ya que, pese a ser la de mitos. Los signos que cubren la Coatlicue Mayor tienen una
imagen de la diosa madre de la Tierra, donde se compendian cualidad formal y simbólica: arracimados como constelaciones
todas sus advocaciones, esta escultura también representa otros alrededor del cubo central que forma la estatua y disponiéndo-
dioses; asimismo, en ella están sintetizados los cielos y los se en franjas horizontales, estos signos/símbolos están asocia-
inframundos, la vida y la muerte. Por medio de un proceso de dos con sus respectivas deidades o, mejor, con series de
sincretismo que absorbe toda la cosmogonía mesoamericana, divinidades, puesto que funcionan indistintamente para un grupo
en ésta, su principal imagen, lo que se representa es la duali- o complejo de dioses relacionados entre sí. Además de analizar
dad, el principio esencial del mundo precortesiano. sus niveles de significado, el estudio de la iconografía y compo-
Los eruditos concuerdan en que Coatlicue, la diosa madre sición muestra cómo el símbolo y la forma se encuentran ínti-
de la Tierra, es la expresión femenina de Ometéotl, la entidad ma e indisolublemente unidos. Así, el tercer nivel, que es el del
divina original. Ometéotl, lo divino dual, encarna el pensamien- arte y la estética, comprende «la forma simbólica dentro de un
to binario que rige el universo mesoamericano. Causa, origen y orden armonioso». Coatlicue, para recurrir a una expresión de
fuente primordial, este ser absoluto se desdobla en los princi- Octavio Paz, llega ser la fusión de «materia y sentido».
pios divinos, opuestos y complementarios, de lo femenino y lo En la Coatlicue Mayor, tal como hemos visto, las dos ser-
masculino: Ometecuhtli - «Señor Dos» o «Señor de la Duali- pientes -que surgen de la cabeza decapitada de la diosa y que
dad»- y Omecíhuatl -«Señora Dos» o «Señora de la Duali- se deslizan por su cuerpo- representan no sólo el principio de
dad»-, que forman la pareja sustentadora del cosmos y padres la dualidad y un papel regenerativo, sino que también implican
de los dioses creadores. Las culturas teotihuacana, maya y la circularidad de la visión. Estas dos serpientes, representadas
zapoteca coinciden al referirse a Omecíhuatl bajo la advocación de perfil y que conforman una sola imagen global y frontal que
de «Siete-Serpiente». Los mexicas heredan de los toltecas este observa directamente al espectador, sin dejar por ello de obser-
culto, pero lo asocian al de su propia diosa madre. De esta varse a sí mismas en un proceso visual autogenerador, replantean
manera, Coatlicue es, mediante un proceso de sincretismo, la también esta actividad mediante la exacta posición de la cala-
manifestación de Omecíhuatl, «Nuestra Señora de la Dualidad». vera sobre el vientre de la diosa. Sin embargo, la calavera está
«Además del estudio de las fuentes escritas», dice Miguel provista de ojos intocados aún por la putrefacción; fijos, se pro-
León-Portilla -sin lugar a dudas la máxima autoridad en filo- yectan hacia el espectador. De hecho, la calavera ocupa el pri-
sofía náhuatl-, «mucho se puede aprender acerca del pensa- mer plano del campo visual. Ubicada a la altura del espectador,
miento náhuatl a través de sus artes plásticas». Para la posición de la calavera, de manera indudable, está destinada
León-Portilla, «nadie ha alcanzado más en este campo que a involucrarlo. Y hay ojos en cada coyuntura del cuerpo de la
Justino Fernández». Agrega que, «en su estimulante estudio, diosa. Quien contemple estos ojos será seguido y observado
Coatlicue: estética del arte indígena antiguo», Fernández «de- por la ubicua presencia de la mirada de la diosa.
mostró y explicó el simbolismo implícito en la célebre estatua y si el espectador gira alrededor de la estatua encontrará otra
de Coatlicue». Justino Fernández describe y analiza la estatua calavera representada en la espalda de la diosa (como un niño
de la Coatlicue Mayor en su disertación doctoral, recogida que colgase de la espalda de su madre), la cual se corresponde
luego en su Arte Mexicano. Su lista iconográfica distingue por puntualmente, en forma y tamaño, con la calavera sobre su vien-
lo menos doce «símbolos» en esta escultura de 2.50 de alto tre. Esta posición análoga implica quizás no tanto el principio y el
por 1.60mts. de ancho (aunque, debido a que algunos de fin (alfa y omega), es decir, el ciclo incesante de la realidad, sino
ellos tienen más de un significado, sería más pertinente con- la coexistencia de la vida y de la muerte. Decapitada, cubierta de
siderarlos como signos, en el sentido lingüístico) : 1) una falda sangre y con calaveras por delante y por detrás, la Coatlicue
de serpientes, 2) dos serpientes en lugar de la cabeza, 3) Mayor representa el pasado, presente y futuro de la realidad, no
trece trenzas de cuero, 4) el escudo de Huitzilopochtli, 5) una menos que la irrealidad de la condición humana.
ca lavera al nivel del vientre -coincidencia y simultaneidad de De manera que las ofrendas de los altares del Día de Muertos
los opuestos-, 6) garras de águila decoradas con plumas de si por una parte utilizan la iconografía católica, por la otra, al orga-
la misma ave, 7) un faldellín provisto de una hilera de casca- nizar su estructura en forma tripartita -mediante una disposición
beles, 8) una tortuga, 9) la piel de una mujer desollada, 10) de los elementos en tres zonas o registros que aluden simultá-
un collar de manos y corazones, 11) la decapitación de la neamente a la coexistencia de la vida y de la muerte en el
estatua simboliza a la luna y las dos serpientes -otra expre- inframundo, el mundo terreno y el espacio de la divinidad-,
sión de la dualidad-, los chorros de sangre con que se fertili- revelan la persistencia de un imaginario cosmogónico y metafísi-
za la tierra a sí misma; y, finalmente, 12) la base de la estatua co cuyos antecedentes se remontan al mundo mesoamericano.

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Biblioteca de México
Arte de Corazón en México
Arte Plástico Japonés

300 OBRAS
BIBLIOTECA DE MÉXICO "JOSÉ VASCONCELOS"
11 DE OCTUBRE • 11 DE NOVIEMBRE 2002
PLAZA DE LA CIUDADELA NO. 4
CENTRO HISTÓRICO
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.JII., l$!l
~
EMBAJADA DE MÉXICO EN JAPÓN EMBAJADA DE JAPÓN EN MÉXICO
Y entró la noche enti,materia tuy
Su vastedad desierta.
Desnudo ya del cuerpo tan amigo
Que contigo uno era.

Parati,para nadie", Luis Cemuda

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