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EL PSICÓLOGO EN
INSTITUCIONES
PENITENCIARIAS:
TEORÍA Y PRÁCTICA
2ª Edición actualizada
MARIA YELA
Psicóloga de Instituciones Penitenciarias (II.PP.) Centro
de Inserción Social Victoria Kent
SANDRA CHICLANA
Psicóloga de Instituciones Penitenciarias (II.PP.) Centro
Penitenciario Madrid III
ISSN 1989-3906
Contenido
FICHA 1 ........................................................................................................... 16
El informe psicológico. Evaluación de las personalidades psicopáticas
FICHA 2 ................................................................................................................................. 19
Programa Individualizado de Tratamiento. Prevención de Suicidios
Consejo General de la Psicología de España
Documento base.
El Psicologo en Instituciones Penitenciarias: Teoría y
práctica
I. Introducción
II. Análisis de la situación
III. Funciones del Psicólogo
IV. Instrumentos de trabajo
V. Itinerario de los internos
VI. Programas de tratamiento
VII. Dificultades y valoración final
VIII. Referencias bibliográficas
I. INTRODUCCIÓN
Los psicólogos penitenciarios trabajamos con personas penadas por hechos que la legislación tipifica como delito,
intentando dar pautas de evolución personal. En el esfuerzo por acercar lo que es a lo que debe ser empeñamos nues-
tro tiempo cada día.
Exponemos en este artículo, nuestra profesión, tanto en sus aspectos prácticos como teóricos.
Actuamos desde la certeza de que cuanto más avance un preso, más lo hace la comunidad a la que pertenece, y que
recuperar personas supone evitar futuras víctimas.
Desde el primer día de internamiento nos dedicamos a prepararlos para la libertad y su adaptación posterior. Todos
ellos vienen de la sociedad por lo que con ella es con quien debemos compartir dicha tarea. No podemos poner un
policía por cada víctima ni judicializar cualquier conflicto. Las instituciones intentan resolver los problemas extraordi-
narios, pero los retos ordinarios hemos de aprender a superarlos mediante pactos y acuerdos cotidianos.
Los psicólogos contribuimos a ello, a que aprendan a reconocer y reparar el daño hecho, a que descubran, valoren y
diseñen junto a nosotros un proyecto de vida más adaptado.
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¿Es el encierro por sí mismo aleccionador o sólo contribuye a la despersonalización de los que lo sufren?
¿Podemos, como psicólogos, contribuir a que este tiempo de prisión se convierta en un momento de reflexión, en un
punto de inflexión a partir del cual alcance el preso (o al menos alguno de los que lo necesitan) vislumbrar otras op-
ciones de vida?
¿QUIÉNES están encarcelados?, ¿cómo son? Se trata de personas, muy diversas entre sí, que han cometido un acto
que nuestro Código Penal señala como delito, causando daño a una víctima, y ante el que un juez estima necesario
aplicar medida de prisión. Alguna de estas personas manifiesta anomalías psicológicas, pero más bien se trata de per-
sonas con problemas sociales (fracaso escolar, necesidades económicas, drogodependencias...). En los últimos 40
años de recorrido laboral podemos observar cambio significativo del perfil del usuario y de los tipos de delito cometi-
dos.
A fecha Enero de 2017, y según datos aportados por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, la pobla-
ción reclusa española (excluyendo a Cataluña que tiene competencias en materia penitenciaria) alcanza la cifra de
46.611 varones y 3744 mujeres, lo que hace un total de 50.355 personas presas. El 13,89%, 7221, son preventivos y
el resto, penados. Cumplen en primer grado, “el más restrictivo”, el 2% del total de penados, el 84% en segundo gra-
do, y en tercer grado, el 14%.
Respecto al delito el 29% cumple por delitos contra las personas (contra la libertad sexual, homicidio, por violencia
de género, por violencia en el ámbito familiar…) y por otros delitos (seguridad en el tráfico, contra la salud pública,
contra la Administración...), el 71 % restante. Los tipos delictivos más representados son los delitos contra el patrimo-
nio y contra la salud pública.
En cuanto a la distribución por edad en los penados: el 0,65% tiene entre 18 y 20 años, el 7,82% entre 21 y 25, el
14,36% entre 26 y 30, el 33,55% entre 31 y 40, el 39,61 % entre 41 y 60 y con más de 60 años, el 4,01%.
Para ahondar en las causas y tipologías de la delincuencia se puede consultar las referencias bibliográficas que se in-
cluyen al final de este trabajo.
Históricamente, la primera función de la privación de libertad fue la CUSTODIA del individuo acusado de haber co-
metido un delito para asegurar su comparecencia en el juicio y la posterior aplicación de la pena dictada, general-
mente muerte, mutilación o azotes. A partir de los S. XVII y XVIII según C. García Valdés (1980) la privación de
libertad va convirtiéndose en auténtica pena debido fundamentalmente a la filosofía más humanista imperante en la
época y al servirse el Estado de la mano de obra barata que suponían los presos. Así la prisión, conservando su fun-
ción PROCESAL, adquirió una función típicamente PENAL: retribución y castigo del condenado, prevención general o
ejemplo disuasorio para los ciudadanos y protección para la sociedad al aislar a los criminales durante un periodo de
tiempo. A partir del S. XIX , con los sistemas celulares de los cuáqueros en Norteamérica y los sistemas progresivos en
Europa, la pena privativa de libertad comienza a contemplarse desde el punto de vista de la PREVENCION ESPECIAL,
de la reforma del recluso a través de una organización represiva y moralizante del cumplimiento de la pena a través
de disciplina, trabajo, castigo y oración.
Tras la Segunda Guerra Mundial, disminuyendo la severidad de las condiciones regimentales, se va introduciendo
en las prisiones algún programa de tratamiento. Se trata de un nuevo modelo de prisión: el modelo REHABILITADOR.
Se trata de una respuesta social relativamente reciente y que, en su día, supuso un claro avance humanitario con res-
pecto a los métodos al uso, pero, tras más de tres siglos podemos, sin embargo, concluir, que lejos de resolverlos, el
internamiento incrementa estos problemas en una espiral de difícil solución ya que en la cárcel generalmente, se ad-
quieren estilos de vida nocivos, se pierden aptitudes para vivir en libertad y se reduce considerablemente la capaci-
dad de responsabilidad en el propio destino.
Una prisión es una institución con todas las características de funcionamiento propias de una organización: normas,
jerarquías, tareas, canal de información (formal e informal), dónde se establecen continuas y variadas interacciones:
preso-preso, funcionario-preso, funcionario-funcionario, además de añadir las interacciones con la comunidad. Como
organización compleja que es, surgen fricciones, expectativas, logros y fracasos.
En prisión viven unos 50.000 presos y trabajan unos 18.000 empleados públicos en tareas de vigilancia, de tipo ad-
ministrativo-burocrático, y de Tratamiento. Es un lugar parecido a un pueblo en el sentido de contar con peluquería,
cocina, escuela, cine, lavandería, economato, enfermería, etc. Fue Victoria Kent, hace 80 años, quién comenzó a
plantear cómo las prisiones eran reflejo de la sociedad al indicar que “la situación de las prisiones es el termómetro
que marca el estado social del país”.
Para tratar los efectos y modos de adaptación a la prisión partimos de Goffman (1970). Define la institución total co-
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mo un “lugar de residencia y trabajo donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad
por un periodo apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria administrada formalmente”.
Una de las instituciones totales más típicas es la prisión, pudiéndose encontrar en el libro del citado autor y en Ca-
ballero (1979) una amplia e interesante exposición sobre:
a) Las características: actividades programadas, sistema de normas, código interno de valores.
b) Los efectos:
4 Biológicos: aumento del instinto de ataque al no ser posible la huida, dificultad para conciliar el sueño, proble-
mas de privación sexual.
4 Psicológicos: pérdida de autoestima, deterioro progresivo de la imagen del mundo exterior debido a la vida mo-
nótona y minuciosamente reglada, acentuación de la ansiedad, la depresión, el conformismo, la indefensión
aprendida, la dependencia.
4 Sociales: contaminación criminal, alejamiento familiar y laboral.
c) Los modos de adaptación: despersonalización, oposicionismo, conversión al rol de cooperador, tendencia a apro-
vechar el tiempo de las personas privadas de libertad.
Los efectos típicamente nocivos de las instituciones totales pueden aliviarse mediante un régimen de vida más fle-
xible, humano y abierto, posibilitando sistemas de participación de los internos en las diversas áreas de la vida del
centro y fomentando todo tipo de actividades, así como facilitando las relaciones con el exterior para que se man-
tengan los vínculos afectivos y sociales y el sentimiento de pertenencia a la sociedad.Así, algunas de las aportacio-
nes esenciales de la reforma penitenciaria de estos 40 últimos años son: introducción de los permisos de salida,
limitación de la sanción de aislamiento en materia disciplinaria, incorporación de la figura del Juez de Vigilancia
como garantía de la adecuación a derecho de la vida penitenciaria, creación de nuevos cuerpos de trabajadores
penitenciarios, separación entre internos ya penados y los pendientes de juicio, participación de los internos en las
actividades de los establecimientos, construcción de nuevos Centros Penitenciarios, ampliación de las comunica-
ciones y las visitas, etc.
La constatación de los graves efectos negativos que la prisión conlleva, ha provocado actualmente una grave crisis
del internamiento clásico y una búsqueda de sustitutivos penales como la suspensión del fallo o “probation”, la remi-
sión condicional de la pena, los arrestos de fin de semana, el trabajo en beneficio de la comunidad, la localización
permanente o las multas. Alternativas éstas, ideadas ya desde hace varios decenios como trasluce la reflexión de pro-
fesor C. García Valdés(1980), quien distingue dos tesis irreconciliables: la reformista y la revolucionaria o abolicionis-
ta, mostrándose partidario de la primera al declarar: “ creo firmemente que no es la hora de cerrar las prisiones;
reformar, rectamente entendido, es siempre hacer algo mejor; destruir sin alternativa válida alguna, es ofrecer el de-
sorden absoluto”.
Existe una serie de dificultades a las que se enfrentan los reclusos, generalmente observables durante su tiempo de
internamiento, tales como:
4 Incertidumbre y desasosiego ante la situación penitenciaria.
4 Desmotivación, pasividad y abandono físico y psíquico.
4 Soledad pese al hacinamiento, e incapacidad para valorar el lado positivo de estar sólo.
4 Atribución externalista y aparente falta de conciencia de sus problemas y de empatía.
4 Tendencia a la simulación y a la justificación.
4 Ausencia de control de su propia vida y ausencia de expectativas de futuro.
4 Dificultades para demorar gratificaciones y para analizar y resolver problemas sin acudir a psicotrópicos.
4 Impermeabilidad aparente, ya que bajo internos aparentemente fríos, duros, con “caparazón”, hay internos vulnera-
bles y frágiles.
4 Rabia contenida por el miedo latente que se vive en este “microambiente de riesgo” que conlleva la convivencia
carcelaria y a la impotencia que sienten ante la ausencia de control de su propia vida.
4 Conformidad grupal y autoafirmación agresiva, como mecanismos de supervivencia en la prisión (“prisionización”)
que supone en muchos casos desadaptación futura en libertad (“no encajo aquí dentro ni afuera”).
4 Asunción del delito como realización “laboral” alternativa.
4 Alteraciones afectivas: depresión, ansiedad, sumisión, desconfianza; ausencia de vivencias de ser valorados o acep-
tados (más allá de su grupo de iguales y fuera de sus actividades ilícitas). Es frecuente observar cómo se condenan a
sí mismos de manera destructiva, cuánto les cuesta encajar e interpretar una aprobación., etc.
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En definitiva, Valverde resume esta actitud de recelo y de responder “a la defensiva”, al hablar del efecto de SOBRE-
DIMENSION o exageración que produce el internamiento. Retos y dificultades que en otros contextos sería más facti-
ble resolver, en la prisión adquieren un aumento ya que el preso no solamente vive en la cárcel, sino que vive la
cárcel, por lo que a veces incluso saliendo de prisión, ésta no sale de ellos. Suele vivir cualquier indicación o norma
como agresión inicial, y como provocación y humillación las demoras y las complicaciones que se producen en el
engranaje penitenciario.
Si para todos la vida supone un camino laborioso de andar, para muchas de las personas que llegan a prisión con las
deficiencias ya enunciadas y tras los efectos que suele producir el internamiento (que generalmente contribuye a for-
mar y consolidar procesos de exclusión), este reto será aun más difícil.
Sin embargo, cada día surgen gestos de esfuerzo, compañerismo y empatía en la población con la que trabajamos y
desde la Psicología podemos ofrecer vías de acción transformadora. Jugamos, junto a otros agentes activos, un impor-
tante papel en la reconstrucción de las personas que se encuentran presas.
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La prisión es un lugar de convivencia obligada (y olvidada salvo por parte de los familiares o los que intervenimos
como trabajadores o colaboradores) donde la vida parece pararse. Se vive una rutina olfativa, visual, auditiva que Ríos
(1998) describe muy acertadamente: ”al año se vive una vez, 365 lo mismo”. Qué importante, difícil y paradójico es
que el psicólogo intente despertar “sentido” a los días, a las actividades, a los pensamientos en personas que desean
“que pase la vida cuanto antes”.
El psicólogo se apoya para el desarrollo de su trabajo en varios pilares tales como formación, principios deontológi-
cos de la profesión, habilidades de comunicación, instrumentos de evaluación, técnicas de autocontrol, responsabili-
dad en la toma de decisiones.
También es muy importante que el psicólogo que trabaja en la institución cuente con un modelo teórico claro, que
va a ser fundamental tanto para la evaluación como para la intervención. En relación a ésta, el planteamiento predo-
mínate es lo que Seligman y Csikszentmihalyi (2000) denominan como el modelo de enfermedad. El objetivo va a ser
disminuir los síntomas o los aspectos más relacionados con la reincidencia y las psicopatologías. En los últimos años
los planteamientos de la Psicología Positiva están empezando también a formar parte de la intervención psicológica
penitenciaria.
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Otras pruebas de evaluación de Psicopatología: MCMI-III, PPI, PAS, SCID-II,IPDE, MMPI, SCL- R 90, STAXI.
Evaluación del comportamiento delictivo y drogodependencias: Escala de actitudes y valores criminales (Andrews),
Inventario de pensamientos distorsionados sobre la mujer y uso de violencia (Echeburrua y Fernandez Montalvo), Es-
cala de actitudes hacia la mujer (Spencer y Helmreich), Escala de creencias acerca abuso sustancias (Beck, Wright,
Newman y Liese), Cuestionario de creencias sobre el craving (Beck, Wright, Newman y Liese), Escala de actitudes ha-
cia la Policía (Love), Cuestionario de refuerzo ante la ley(Lee).
Evaluación de los Agresores sexuales: SARA, MSI, Cuestionario de fantasías sexuales de Wilson, Escala de actitudes
hacia la mujer (Spence y Helmreich), Test de competencia situacional, Índice de respuesta interpersonal, Escala de
cogniciones Abel y Becker.
Información aportada por los miembros del entorno social de referencia del interno (Familiares, parejas, amigos,
etc.)
Información de profesionales ajenos a la Institución Penitenciaria. Servicios Sociales, ONGs, CADs, Servicios de Sa-
lud Mental, etc.
Datos obtenidos del protocolo y expediente penitenciario del interno. El Centro Penitenciario cuenta además con
datos de su situación penal y penitenciaria, documentación social, psicológica, educativa, etc., elaborada en otros Es-
tablecimientos Penitenciarios.
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4 Tercer grado. Es la semilibertad. El sujeto se encuentra en un régimen abierto, pudiendo acudir al exterior a trabajar,
estudiar, atender a la familia y seguir programas de tratamiento. Tienen la posibilidad de disfrutar hasta 48 días de
permisos. También hay salidas de fin de semana.
Se clasifica a los internos en el grado de tratamiento que mejor se ajuste a sus características. La clasificación impli-
ca un estudio complejo de la personalidad, inteligencia, aptitudes, trastornos psicopatológicos, drogodependencias,
historial académico y laboral, entorno, etc. Todo este estudio se realiza con el objetivo de diseñar en Programa Indivi-
dualizado de Tratamiento (P.I.T) para cada recluso.
El papel del psicólogo, que realiza una evaluación psicológica, es fundamental para la Clasificación Inicial. Se utili-
zan las herramientas de evaluación que hemos comentado anteriormente.
Con respecto al Tratamiento, el Título III de la Ley Orgánica General Penitenciaria (L.O.G.P) dice:
Artº 59.1.: “El tratamiento penitenciario consiste en el conjunto de actividades directamente dirigidas a la consecu-
ción de la reeducación y reinserción social de los penados”.
Artº 59.2.: “El tratamiento pretende hacer del interno una persona con la intención y la capacidad de vivir respetan-
do la Ley Penal, así como subvenir a sus necesidades. A tal fin, se procurará, en la medida de lo posible, desarrollar
en ellos una actitud de respeto a sí mismos y de responsabilidad individual y social con respecto a su familia, al próji-
mo y a la sociedad en general”.
El artº 62 establece los principios inspiradores del tratamiento penitenciario:
a) Se basará en el estudio científico de la personalidad (carácter, aptitudes, actitudes, etc...) que se recogerá en el pro-
tocolo del interno.
b) Guardará relación directa con un diagnóstico de personalidad criminal y con un juicio pronóstico inicial.
c) Será individualizado.
d) Complejo (multidisciplinar).
e) Programado
f) De carácter continuo y dinámico (según la evolución).
El Artº 110 del Reglamento Penitenciario establece los elementos del tratamiento:
Para la consecución de la finalidad resocializadora de la pena privativa de libertad, la Administración Penitenciaria:
a) Diseñará programas formativos orientados a desarrollar las aptitudes de los internos, enriquecer sus conocimientos,
mejorar sus capacidades técnicas o profesionales y compensar sus carencias.
b) Utilizará los programas y las técnicas de carácter psicosocial que vayan orientadas a mejorar las capacidades de los
internos y a abordar aquellas problemáticas que puedan haber influido en su comportamiento delictivo anterior.
c) Potenciará y facilitará los contactos del interno con el exterior contando, siempre que sea posible, con los recursos
de la comunidad como instrumentos fundamentales en las tareas de reinserción.
Sin embargo, como señala V. Garrido Genovés (1993): “una cosa es legislar para el cambio y otra conseguirlo”. La
realidad social y de nuestras prisiones dificulta la consecución de los objetivos señalados por la ley.
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4. Medio Abierto: el tercer grado y el “cuarto grado”: la libertad condicional, junto a las Medidas Alternativas de
Cumplimiento.
Se creó por Orden Ministerial de 8 de Septiembre del 2006 la Subdirección General de Medio Abierto y Medidas Al-
ternativas de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias con el objetivo principal de organizar, coordinar y
potenciar actuaciones, (programas de intervención psicosocial y recursos telemáticos, fundamentalmente) y así cum-
plir con mayor desarrollo las penas en régimen de semilibertad y libertad condicional. De esta manera se busca alcan-
zar la finalidad social de la pena a través de la reparación con la víctima y la responsabilización progresiva, sin
detrimento de la seguridad de la población general, ya que se dota de sentido al Tratamiento a seguir, en coordina-
ción con recursos sociales, jurídicos y psicológicos de la comunidad.
El Medio Abierto, tras años de experiencia, se ha mostrado como el medio más eficaz de prevención de la reinciden-
cia y, por ello, elemento irrenunciable de contribución a la seguridad y salud de la sociedad. Los índices de fracaso
disminuyen significativamente cuando el penado ha pasado por esta fase del proceso, como indican estudios realiza-
dos por E. Echeburúa (1988 y 1994), por V. Garrido Genovés (1980, 1982, 1993 y 1998) y S.Redondo Illescas (1983,
1992, 1993).
Por otro lado las últimas regulaciones legislativas han dado un importante impulso a un sistema penal cada vez más ri-
co en alternativas a la pena de prisión, siendo la Institución Penitenciaria la responsable, de momento, de su ejecución.
Hay que señalar como avances significativos en estos últimos años, la inauguración y construcción de nuevos Cen-
tros de Inserción Social, la reorganización de los Servicios Sociales, con sistemas informáticos unificados con Fuerzas
de Seguridad del Estado, y la dotación de psicólogos y trabajadores sociales en cada provincia para afrontar la situa-
ción de emergencia y alarma social que está suponiendo la violencia de género.
Esta línea de actuación se ha visto complementada con un Convenio entre los Colegios de Psicólogos y la Subdirec-
ción General de Medio Abierto, habiendo realizado 21 cursos con un total de 630 alumnos, para poder abordar la in-
tervención con internos condenados por delitos de violencia doméstica.
En el día a día del sistema penitenciario estos principios se plasman en un crecimiento de libertades condicionales
(también llamado 4º grado), las diversas modalidades del tercer grado: internos que sólo pernoctan en el Centro,
aquellos que viven en un piso externamente (Unidades de Madres, fundamentalmente), enfermos que viven en pisos
de acogida, extranjeros que van a cumplir pena a sus países, salidas a programas educativos, etc.
Durante el pasado año las Clasificaciones Iniciales en tercer grado y las progresiones a este grado decrecieron, en
parte por haber ingresado menor población en prisión.
El uso de los medios telemáticos y de localización permanente a través de verificación de voz siguen siendo modali-
dades de cumplimiento eficaces, que acercan a la responsabilización conductual dentro de la sociedad.
Por otro lado hay que destacar el crecimiento exponencial que están teniendo todas las Medidas Alternativas de
Cumplimiento, de aquellas personas que no requieren ingreso en un establecimiento penitenciario por su bajo perfil
de peligrosidad, pero sí intervención.
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Así, los Trabajos en Beneficio de la Comunidad con 124.418 casos este último año de 2016, especialmente tras la
aprobación de la reforma del Código Penal en lo referente a los delitos relacionados con la seguridad vial, abren un
nuevo espacio al impulso de un sistema penal alternativo.
No podemos olvidar el gran incremento que estamos experimentando en suspensiones de ejecución de condenas, y
medidas de seguridad privativas y no privativas de libertad.
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ser estandarizadas, aplicadas con la misma metodología y los mismos contenidos en todos los centros penitenciarios.
Desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias se realiza un seguimiento de estas actuaciones. Esto facilita
que si un interno tiene que ser traslado a otro centro penitenciario (por vinculación familiar por ejemplo) puede, en la
mayoría de los casos, continuar con el programa que estaba haciendo en el anterior centro.
Fundamentalmente los programas de tratamiento se realizan cuando los internos están en el segundo grado, aunque
últimamente se ha producido un incremento de las intervenciones en primer y tercer grado, así como en Medidas de
Alternativa de Cumplimiento, como acabamos de señalar.
A continuación vamos a indicar los principales Programas de intervención específica realizados en la mayoría de los
Centros Penitenciario.
4 Programa de prevención de suicidios. Para aquellos internos a los que se ha detectado que existe riesgo de que
atenten contra su propia vida. Es un programa integral que afecta a todo el personal penitenciario pero el psicólogo
tiene un papel especial en el manejo de la desesperanza que suelen presentar los internos incluidos.
4 Programas de atención al drogodependiente. Existen programas de intercambio de jeringuillas, programas de man-
tenimiento de metadona, programas con antagonistas (Antabus, Naltrexona), programas de deshabituación. Suelen
incluir actividades de educación para la salud, prevención de recaídas, habilidades sociales, manejo de la ansie-
dad. Se pueden realizar en régimen de comunidad terapéutica (separada del resto de instalaciones de la prisión),
módulo terapéutico o tratamiento ambulatorio.
4 Programas de Salud Mental (PAIEM) Se trabaja fundamentalmente con enfermos mentales graves con problemas de
adaptación al entorno penitenciario, con el objetivo de mejorar la adherencia a la medicación, proporcionar infor-
mación sobre la enfermedad, dotarlos de mayor autonomía, normalizar y provocar su adaptación al medio y el
aprovechamiento de recursos. Se realiza tanto en centros de régimen ordinario como en centros de tercer grado
(programa puente para facilitar reincorporación social)
4 Programas para el control de la Agresión Sexual. Basados fundamentalmente en el desarrollo de la empatía, recono-
cimiento de los hechos, disminución de distorsiones cognitivas y mecanismos de defensa, mejora de la competen-
cia emocional y social, así como prevención de recaídas.
4 Programas de Violencia de Género. Se ejecuta un aprendizaje de habilidades sociales, se trabaja el control de la ira
y asunción del delito, posibles problemas de drogadicción, empatía, mecanismos de defensa y distorsiones cogniti-
vas y se potencia un estilo de vida positivo.
4 Programa para personas condenadas por delitos violentos (PICOVI).
4 Programas de Pensamiento Prosocial con jóvenes. Es una intervención marcadamente cognitiva, donde se insiste en
la solución de problemas y la mejora de la competencia social. Se complementa con un taller de control de la ira.
4 Programas de atención a discapacitados físicos y/o psíquicos. Atención a las necesidades específicas de estos colec-
tivos, fomentado su autonomía e integración.
4 Intervención con extranjeros. Aprendizaje de la lengua castellana, conocimientos sobre legislación, desarrollo de
valores.
4 Programas para internos que están en primer grado. Se trabaja la resolución de conflictos, habilidades sociales, el
manejo de la ira y la impulsividad, creación de un estilo de vida positivo.
También existen programas que son propios de cada centro. Algunos ejemplos de estos son:
4 Programas para ancianos.
4 Tratamiento con enfermos de SIDA.
4 Terapia asistida con animales.
4 Mediación y resolución de conflictos.
4 Interculturalidad y Valores.
4 Educación sexual.
4 Preparación para salidas de permiso y libertad.
4 Intervención con mujeres.
4 Intervención con madres.
4 Escuela de padres y madres.
Estos programas, tanto los generales como los propios de cada centro, se suelen realizar en intervención grupal, y
suelen estar formados por entre 10 y 15 internos. Es importante que el perfil de los internos que forman parte del gru-
po sea lo más homogéneo posible.
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Así mismo dichos programas en la mayoría de los casos suelen ser ejecutados por Equipos Multidisciplinares que
pueden estar formados por:
4 Psicólogos.
4 Educadores.
4 Trabajadores sociales.
4 Juristas.
4 Monitores deportivos, ocupacionales.
4 Personal sanitario.
4 Funcionarios de vigilancia.
4 Colaboradores externos: voluntarios, fundaciones, etc.
La intervención psicológica va a ser fundamental, sobre todo en el trabajo con internos jóvenes, drogodependientes,
agresores sexuales, internos condenados por delitos de violencia de género, y enfermos mentales. Así mismo, como
ya se comentó anteriormente, en general el psicólogo, no solo ejecuta los programas, sino que también los diseña y
los coordina.
Como ya se ha comentado anteriormente, es muy importante que las intervenciones psicológicas que se realicen es-
tén basadas en un modelo teórico. En los últimos años está cobrando mucha importancia los modelos de la buena vi-
da o “Good live models”. Este modelo declara insuficiente la perspectiva criminológica centrada en el análisis de
riesgos asociados a la reincidencia. Destaca la importancia de identificar los valores de cada sujeto. El objetivo de los
tratamientos basados en este modelo va a ser de dotar al individuo de comportamientos más apropiados que hagan
que su vida sea mejor. También hay que destacar las nuevas teorías del desistimiento delictivo ( McNeill et al, 2012;
Padron, 2014)
Recordamos que ya que no todos los internos van a requerir intervención psicológica, hay programas en los que no
suele participar el psicólogo (actividades culturales, ocupacionales y deportivas).
Hay que mencionar también en el ámbito del tratamiento los Módulos de Respeto. Éstos no son un programa especí-
fico de intervención, sino que es una forma de vida y de organización de un módulo donde los internos tienen un pa-
pel protagonista de acogida y autogestión.
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Ficha 1.
El informe psicológico. Evaluación de las personalidades
psicopáticas
EL INFORME PSICOLÓGICO
Como se comentó en el documento base, una de las funciones principales de los psicólogos de Instituciones Peni-
tenciarias es la elaboración de informes a partir de los datos obtenidos en la evaluación psicológica.
Recordamos que debemos emitir informes en los siguientes casos:
4 A petición de las autoridades judiciales. Éstas nos suelen pedir peritajes psicológicos, informes de evolución de los
internos, de oportunidad de permisos, de evaluación de la personalidad, de participación y rendimiento en progra-
mas específicos, pronósticos sobre la evolución del interno en Libertad Condicional, entre otros.
4 Al Centro Directivo. Se hacen informes de Clasificación Inicial, de regresiones y progresiones de grado, informes de
internos drogodependientes para los cuales se ha propuesto el cumplimiento de la pena privativa de libertad en
Unidad Extrapenitenciaria, entre otros.
4 Para la Junta de Tratamiento y responsables del Establecimiento Penitenciario. Informes de propuestas de aplicación
del Programa de Prevención de Suicidios, informes de seguimiento en dicho programa, informes para la Comisión
Disciplinaria, entre otros.
La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias mediante Instrucción de 2007, ha establecido un modelo de in-
forme psicológico para las propuestas de Clasificación Inicial, regresiones y progresiones de grado. Éste puede ser
complementado con cualquier otro documento/ informe que el psicólogo considere oportuno. Se respetan las orienta-
ciones/escuelas de los profesionales que realizan la evaluación.
El informe psicológico propuesto por el Centro Directivo incluye:
4 Datos del Área Intelectual y Cognitiva:
4 Capacidad Intelectual
4 Orientación espacio-temporal
4 Verbalización
4 Memoria, atención y percepción
4 Comprensión
4 Contenido y curso del pensamiento
4 Capacidad de resolución de conflictos
4 Autocontrol
4 Impulsividad
4 Otros descriptores
4 Datos de Personalidad:
4 Ajuste emocional
4 Ajuste social
4 Grado de madurez/ equilibrio personal
4 Autoestima/autoconcepto
4 Ansiedad
4 Estado de ánimo
4 Nivel de agresividad
4 Otros descriptores
4 Datos de actitudes:
4 Asunción de responsabilidad
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4 Sistema de valores
4 Tipo de cultura
4 Otros descriptores
4 Historia Toxicofílica.
4 Datos de antecedentes personales y familiares más significativos.
4 Datos que originan la intervención psicológica (Descripción de anomalías y patologías).
4 Asociadas a la actividad delictiva.
4 No asociadas a la actividad delictiva.
4 Conclusión diagnóstica.
4 Propuesta de Intervención General.
En el caso de que se cumplimente la sección de “Datos que originan la intervención psicológica” se debe elaborar
otro informe, que incluye el tratamiento psicológico que ha de realizar el interno durante su condena. Éste está forma-
do por lo siguiente:
4 Datos que originan la intervención psicológica (Descripción de anomalías y patologías).
4 Acciones terapéuticas a llevar a cabo como por ejemplo apoyo psicológico, derivación a programas específicos,
etc.
4 Seguimiento de las acciones terapéuticas, por fechas.
4 Implantación de nuevas actuaciones terapéuticas, por fechas.
4 Valoración final de la intervención psicológica (por finalización de las actuaciones u otro tipo de finalización)
4 Seguimiento de la evolución del interno, por fechas.
FACTOR 1 FACTOR 2
(Síntomas emocionales/ interpersonales) (Síntomas de desviación social)
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BIBLIOGRAFÍA
Cleckley, H. (1976). The mask of Sanity. St. Louis: Mosby.
Garrido Genovés, V. (2000). El Psicópata. Algar. Alcira
Garrido Genovés, V. (1993). Técnicas de tratamiento para delincuentes. Centro de Estudios Ramón Aceres, S.A. Ma-
drid
Hare, R. ( 1970). Psychopathy . Willey.
Hare, R. (1993). Sin conciencia. Paidós. Barcelona
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Ficha 2.
Programa Individualizado de Tratamiento. Prevención de
Suicidios
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Los momentos o situaciones que son de especial riesgo son las siguientes:
4 Al ingreso en prisión.
4 En determinados periodos de tiempo ( verano, navidades, fines de semana)
4 En situaciones de aislamiento.
4 En caso de pérdidas o conflictos familiares.
4 Cuando haya modificaciones en la situación procesal/ penal / penitenciaria de los internos (juicios penales pendien-
tes, nuevas condenas privativas del libertad, regresiones de grado, entre otras).
4 Al acercarse la excarcelación.
La Circular establece una serie de medidas a emplear, aunque no en todos los casos va a ser necesario aplicar todas:
4 Con carácter preventivo:
4 Evitar en la medida de lo posible que los internos al ingresar en prisión o en situaciones de tránsito (procedentes
de otro Centro Penitenciario, están pendientes de ser trasladado a otro) estén solos en las celdas.
4 Facilitar los contactos familiares.
4 Con carácter urgente (cuando se ha detectado un caso pero todavía no se ha aplicado en Programa de Prevención
de Suicidios):
4 Aplicar vigilancia especial por los funcionarios de interior.
4 Retirar el material de riesgo.
4 Asignarle un Interno de Apoyo.
4 En caso de ser una urgencia psiquiátrica, derivarle al hospital.
4 Otras.
4 Con carácter programado (una vez que un interno ha sido incluido en el P.P.S):
4 Realizar un seguimiento por los Servicios Médicos (con posibilidad de ingreso en la Enfermería del Centro Peni-
tenciario, derivación al psiquiatra, etc.)
4 Aplicar un seguimiento por los Servicios de Tratamiento (consultas psicológicas, valoración por educador y traba-
jadora social)
4 Otras: favorecer los contactos familiares, potenciar la participación en actividades, realizar una vigilancia espe-
cial por los funcionarios de interior, asignarle el acompañamiento por interno de apoyo, en función de los casos,
en las horas de cierre o durante las veinticuatro horas.
Cuando se detecta a un interno con riesgo de cometer conductas autolíticas, el psicólogo de Instituciones Peniten-
ciarias realiza una evaluación con el objetivo de determinar la conveniencia de realizar la propuesta de aplicación
del programa. Para ello, aunque puede valerse de cualquier herramienta psicológica que considere oportuna, utiliza
fundamentalmente:
4 La entrevista.
4 Documento de Detección de Situaciones de Crisis. Recogido en la anterior Circular 14/2005, se establecen una se-
rie de variables (Ingreso reciente, tipología delictiva, sintomatología depresiva, intentos previos de suicidios, idea-
ción suicida, trastorno metal presente, entre otras) que debe puntuar el psicólogo. Una puntuación igual o superior
a 9 será suficiente para la adopción de medidas preventivas.
4 La Escala de Desesperanza de Beck, Weissman y Trexier (1974). Cuestionario autoadministrado, en función de los
estudios el punto de corte se sitúa a partir de puntuaciones de 6 o de 9.
4 Escala de Riesgo de Suicidio de Plutchick (1998). También autoadministrada, se considera significativa una puntua-
ción mayor de 6.
4 Escala de impulsividad de Barrat.
Para concluir, indicamos que desde que se ha puesto en marcha este programa, se ha reducido sustancialmente el
número de suicidios.
BIBLIOGRAFÍA
Beck, Weissman y Trexier (1974). Escala de Desesperanza.
Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida. Plan de Calidad para el Sistema Nacio-
nal de Salud del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. 2012.
Linehan, M. M., Goodstein, J. L., Nielsen, S. L., & Chiles, J. A. (1983). Reasons for staying alive when you are thinking
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grave. Premio Victoria Kent 2010.
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ness Scale (BIS). Eur J Psychiatry 2001; 15: 147-55.
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Patterson, W.M.; Dohn, H.H. y otros (1983). ESCALA SAD PERSONS Evaluation of suicidal patients. Psychosomatics).
Plutchick, R. (1998). Evaluación y Prevención del Suicidio. Arch. Neurobiol ( Madrid).
Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (2014). Programa Marco de Prevención de Suicidios, I 5/2014.
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