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Sociologías, Porto Alegre, año 3, nº 6, jul/diez 2001, p.

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Educación y cooperación: prácticas


que se relacionan1

Introducción
tema orientador de mi reflexión y habla - la
educación en organizaciones cooperativas - que me fue
solicitado abor- dar para fines de debate, en el Seminario
sobre Cooperativismo y Educación, relaciona dos

Lo
fenómenos: la cooperación y la educación..
La cooperación es un concepto, de cierta forma, ambíguo,
permite múltiples usos. ES usado para definir acciones, relaciones entre
individuos, o es empleado como un concepto de organización
institucional. Para Erik Boettcher (1974, p. 22), cooperación es la
actuación consciente de unidades económicas (personas naturales o
jurídicas) en dirección a un fin común, por la cual las actividades de los
participantes son coordinadas a través de niego- ciações y acuerdo . Por
lo tanto, en principio, la cooperación es entendida como una acción
consciente y combinada entre individuos o grupos asociativos con vista a
un determinado fin.
Para los fines de nuestra reflexión, voy a definir la cooperación
como un proceso social, embasado en relaciones asociativas, en la
interacción humana, por la cual un grupo de personas búsqueda
encontrar respuestas y soluciones para sus problemas comunes, realizar
objetivos comunes, búsqueda produzca resul- tados, a través de
emprendimientos colectivos con intereses comunes.

1 El texto fue escrito y la charla fue realizada para profesores participantes del PCE – Programa de Cooperativismo en las
Escuelas, del municipio de Santa Rosa/RS, en el Seminario sobre Cooperativismo y Educación, en 29 de abril de 2000,
como actividades previstas en proyecto de investigación sobre cooperativismo, con apoyo de la FAPERGS – Fundación de
Amparo a la Investigación del Estado del Río Grande del Sur. Traducido por mí del texto original alemán.
* Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Unijuí – Universidad Regional del Noroeste del Estado del Río
Grande del Sur.
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La educación es un fenómeno complejo de la existencia


humana. Así pues, también tiene muchas definiciones, comprensiones
o explica- ções y acontece en diferentes lugares y de diversos modos.
José Carlos Libâneo (1998, p. 22) a define como el conjunto de las
acciones, procesos, influencias, estructuras, que intervienen en el
desarrollo humano de indi- víduos y grupos en su relación activa con
el medio natural y social, en un determinado contexto de relaciones
entre grupos y clases sociales.
Para Mario Osorio Marques (1996, p. 14),

la educación se cumple en un diálogo de saberes, no


en simple cambio de informaciones, ni en mero
assentimen- te lo acrítico la proposiciones ajenas, pero
en la búsqueda del enten- dimento compartido entre
todos los que participan de la misma comunidad de
vida, de trabajo, de una comu- nidade discursiva de
argumentação..

De esa relación nace un “ espacio de actuación pedagógica” ,


donde se desarrollan procesos, prácticas educativas y cooperativas. En
verdad, la educación y la cooperación son dos prácticas sociales que se
procesan de tal forma que, bajo ciertos aspectos, una contiene la otra.
La educación es un proceso social fundamental en la vida de los
hombres. En la cooperación como proceso social, se produce
educación, siendo, así, la organización coope- rativa, además de sus
otros significados, también un lugar social de educa- ção. Entrelaçam-si y
potencializam-si la educación y la cooperación como procesos sociales.
En el proceso de la educación, se pueden identificar prácticas
cooperati- vas y, en el proceso de la cooperación, se pueden identificar
prácticas educativas. La organización de la cooperación, en sus
aspectos prácticos, exige de sus sujetos y actores una comunicación de
intereses, de objetivos y prácticas, acerca del cual necesitan hablar,
argumentar y decidir. En ese proceso de interlocução de saberes de
cada asociado, los dos fenómenos se relacio- nam, entrelaçam-si y se
potencializam como prácticas sociales específicas.
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Así, en el diálogo de la cooperación, se cumple la educación, fundada en


el pro ceso de construcción y reconstrucción de los diferentes saberes
de aquellos que participan de la organización y de las prácticas
cooperativas. Hay, por lo tanto, una estrecha relación entre esos dos
fenómenos, entre esas dos prácticas soci- ais: en la práctica cooperativa,
más allá de sus propósitos e intereses espe- cíficos, se produce
conocimiento, educación y aprendizaje; en la práctica educativa como
proceso complejo de relaciones humanas, se encuentra cooperación.
Para comprender esa relación en sus desdoblamientos prácticos,
en sus significados, se debe mirar y preguntar por su uso social, por sus
sentidos, por sus fuerzas, sus movimientos, sus orígenes. Se debe
pregunte por las intenciones, intereses y necesidades de quienes
practica la cooperación, de quien está envuelto en el proceso de la
educación. Se debe comprender el sentido pedagógico de esas prácticas,
es decir, la dirección que se da al proceso educativo.
El PCE - Programa de Cooperativismo en las Escuelas - que viene
siendo desarrollado, ya hace algunos años, en escuelas de municipios de
la Región Fron- teira Noroeste del Río Grande del Sur, se desarrolla en el
espacio de la relación educación-cooperación, estimulando la educación
cooperativa. Al estimular o llevar prácticas cooperativas para dentro de la
escuela, búsqueda crear una nueva “ base pedagógica” en el espacio
formal e intencional de la educación, de la apren- dizagem que allí se
procesa. En consecuencia, produce una “ intervención en la política” del
proceso educativo, es decir, en el “ espacio pedagógico” de las
prácticas educativas escolares. Promueve condiciones para prácticas
educativas con una nueva dimensión pedagógica en los espacios de la
escuela, a través del incentivo y fomento de prácticas cooperativas.
Propone la cooperación como principio y su práctica como fundamento
de la educación.
En mi entender, el Programa tiene como motivación y fuerza
fundante la comprensión de que la sociedad brasileña carece de
profundas mu- bailas y transformaciones, considerándose,
especialmente, que cuestiones sociales básicas como educación,
seguridad, salud, alimentación o habita-.
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ção, no están resueltas para una gran parte de la población. En el caso,


parece estar implícito el reconocimiento de que esas cuestiones son
tam- bém productos de procesos culturales y políticos, propios de una
socieda- de con grandes diferencias sociales y culturales, con altos
índices de con- centração de renta, con contradicciones y antagonismos
en su estructura de poder, dificultando las oportunidades o el acceso a
los medios básicos de vida. A partir de esta percepción, nace la
propuesta de una “ intervención pe- dagógica” en los espacios de la
educación escolar, a través de un Programa de Cooperativismo en las
Escuelas. La dimensión política de la educación se concreti- za en las
acciones pedagógicas del Programa.
Delante de este cuadro de necesidades y desafíos, siempre surge la
per- gunta acerca de sus actores y de los lugares sociales de esos
procesos de los cuales se espera que puedan contribuir o producir tales
cambios y trans- formaciones. Cabe también aquí preguntar acerca
de como poden la escuela, la organización cooperativa, sus sujetos y
actores, contribuir para los cambios y transformaçõesna sociedad? Cual
el papel, la función, las pos- sibilidades de actuación de la escuela, de la
organización cooperativa, de las prácticas de educación o de
cooperación, en ese complejo proceso con objetivos sociopolíticos?
El Programa de Cooperativismo en las Escuelas coloca como
possibilida- de de contribución y participación de ese proceso de
cambios y transfor- mações la intervención pedagógica en las prácticas
de educación y de la coopera- ção, presentes en las actividades
escolares, con la expectativa de que produ- zam sus integrantes nuevos
valores, nuevas visiones, nuevos comportamen- te los, finalmente, de
que se eduquen sujetos, comprometidos con las mudan- ças, y
constructores de una sociedad más justa, en la cual se superen las
profundas diferencias sociales, antagonismos y contradicciones hoy
existentes. En este sentido, propone el Programa una práctica
educativa, fundada en la co- operación y no en la competición, que
leve a la cooperación y no a la competí- ção. Propone la afirmación de
la cooperación como principio pedagógico.
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Afirmando la importancia de la cooperación, dice Pierre Lévy (1999,


p. 44) que la riqueza de las naciones depende hoy de la capacidad de
investigación, de ino- vação, de aprendizado rápido y de cooperación
ética de sus poblaciones. En mi entender, esta afirmación puede ser traída
para el contexto de la realidad regional en la cual se quiere actuar.
Necesita la región, en función de su desen- volvimento, de incentivo a la
investigación científica, de innovación tecnológica, de nuevos
aprendizajes y de cooperación de todos los actores y sujetos presentes en
sus diferentes espacios de las actividades humanas. Sin embargo, como
algo que nace de dentro de la región, enraizado y participado, como
expresión de su afirmación en el contexto mayor. Estos aspectos todos
necesitan conducir a una base de fuerza política, de identidad y
afirmación. La necesaria politização de esos aspectos del desarrollo
regional coloca, quien sabe, uno de los mayores desafíos a la educación
en la región. La cooperación como práctica social, un lugar de discusión
y de acciones, de argumentação y realización, puede cons- tituir-si en
espacio de “ educación política” de las personas que lo integran. En la
práctica de la cooperación, ciertamente, sus sujetos cooperados toman
cons- ciencia de las diferentes dimensiones de los hechos de la vida, de sus
significados, de los intereses y de las relaciones sociales que constróem
entre sí.
Por las acciones del Programa, búsqueda-estimularse la
organización de práti- cas cooperativas en el proceso de la educación
escolar con el objetivo de con- tribuir para los cambios y las
transformaciones deseadas. Búsqueda-se desen- volver acciones y
prácticas pedagógicas, a través de actividades cooperativas, con
objetivos sociopolíticos, con el objetivo de promover la cultura de la
cooperación, de relaciones sociales cooperativas. Búsqueda-construirse
un espa- ço de prácticas cooperativas de educación..
Afirma José Carlos Libâneo (1998, p. 22), que

el pedagógico se refiere la finalidades de la acción


educativa, impli- cando objetivos sociopolíticos a partir de
los cuales se estabele- cien formas organizativas y
metodológicas de la acción educativa. En esa comprensión,
el fenómeno educativo se presenta como expresión de
intereses sociales en conflicto en la sociedad..
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No es, por lo tanto, la educación, la pedagogía, un fenómeno


neutro, redimo de intereses e intenciones. En este sentido, “ politizam-si”
las prácticas educativas y cooperativas en el sentido de la construcción
de nuevos espacios y oportunidades sociales, de nuevos
conocimientos y saberes, y no en el sentí- del de la introducción a los
espacios sociales, a las oportunidades, conocimientos y sepas ya
existentes y dominantes..
Según Roberto Hacha (1999: XXI), todo el conocimiento, sea él
científico o ideológico, sólo puede existir a partir de condiciones
políticas que son las condiciones para que se formen tanto el sujeto
cuanto los domí- nios del saber.
A través de prácticas educativas y cooperativas, se busca estimular
la responsabilidad social de sus actores, especialmente, alumnos y
profeso- res de las escuelas. Se trata, pues, de la institucionalização de
un proceso de producción de conocimiento y de conscientização
política, en el sentido de la construcción de nuevos espacios de vida,
a partir de prácticas cooperativas, actividades y prácticas escolares de
educación. El sentido de la educación por la cooperación, en las
escuelas, su dimensión pedagógica, es la formación de actores
sociales, sujetos constructores de una sociedad democrática, es decir,
libre, participativa y justa. Así entendida, la práctica educativa, su di-
mensão pedagógica, tiene también una dirección política y un
contenido ideológico. Se constituye también en construcción de un
espacio de poder. La organización de espacios de poder es fundamental
al deseo, a los intereses y a las necesidades de cambios o
transformaçõesda realidad social.
Afirma Hacha (1999: XXI)

que saber y poder se implican mutuamente: no hay rela-


ção de poder sin constitución de un campo de saber,
como también, recíprocamente, todo sepa constituye
en el- vas relaciones de poder. Todo punto de ejercicio
del poder es, a la vez, un lugar de formación de saber..
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La posibilidad de poder contribuir para el desarrollo, para los


cambios y transformaçõesda realidad, a través de la educación cooperati-
va, con miras a la mejoría de las condiciones de vida de las poblaciones
envol- vidas, coloca el desafío al PCE - Programa de Cooperativismo en
las Escuelas, de construir espacios de poder por el entrelaçamento,
por la integración de las prácticas de educación y de cooperación,
como procesos sociales de afirma- ção y emancipação de sus sujetos.

La práctica de la educación y la cooperación


Conforme ya venimos, Libâneo (1998, p. 22) define la educación
como una práctica social que actúa en la configuración de la existencia
humana individu- al y grupal . Acontece en el espacio de las relaciones
sociales. En el caso de una organización cooperativa, esas relaciones
tienen como base los intereses, las necesidades de sus integrantes y los
objetivos de la asociación. La educación, en la organización cooperativa,
actúa en la configuración de esa asociación, levan- del-si en cuenta los
intereses, las necesidades y sus objetivos. Estos se hacen “ fuerza
pedagógica” en el proceso de la educación.
Para Marques (1996, p. 14) la educación se da, centrada en la
cuestión de la producción del conocimiento, por la interlocução de los
diferentes sepas siempre en reconstrucción a través de los aprendizajes
en el mundo de las tradi- ções culturales que se amplían, en los espacios
sociales de los distinguidos ámbitos lingüísticos y de la convivencia en
grupos y en los procesos de la singularização de los sujetos.
Se trata de un proceso de interlocução de diferentes voces que se
aproximan, solidarizam-si, se identifican para la construcción de
espacios comunes de actuación, sin, sin embargo, renuncien a sí
mismas, preser- vando, así, las condiciones y las posiciones del diálogo
de sus saberes, de sus experiencias de vida. En la argumentação en
favor de la comprensión común, se configuran, se educan para la
cooperación. Organizan las suyas.
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relaciones, se asocian. La educación para la cooperación, sin embargo,


no es una concepción teórica que se haga realidad: es una práctica social
que se construye en la intencionalidade de sus actores, en la dimensión
pedagógica del proceso.
En consonancia con Libâneo(1998, p. 71),

la educación, más allá de su configuración como


proces- so de desarrollo individual o de mera relación
interpessoal, se inserta en el conjunto de las relaciones
sociales, económicas, políticas, culturales que
caracterizan una so- ciedade (...) las funciones de la
educación solamente pueden ser explicadas partiendo
del análisis objetivo de las relaciones soci- ais vigentes,
de las formas económicas, de los intereses en juego.
Con base en esa comprensión, la práctica educativa es
siempre la expresión de una determinada forma de
organi- zação de las relaciones sociales en la sociedad..

Sobre el proceso de educación, su lugar social, su uso social, su


significado, su producción y naturaleza, existen muchas teorías,
opiniones y explicaciones. Eso explica, ciertamente, también el origen
de crisis y confli- te los en el área de la educación y que tiene a ver,
especialmente, con su uso social o con el sentido de su dimensión
pedagógica.
La educación, como función constructora y reconstrutora de los
espacios de vida, se hace presente por la vía de las organizaciones sociales,
entendidas estas como lugares de cultura, de política, de economía,
asociándose a procesos comunicacionales e interacción por los cuales los
miembros de una sociedad assimi- lam sepas, habilidades, técnicas,
actitudes, valores (Libâneo, 1998, p. 24).
Bajo esa ótica, la práctica cooperativa como expresión de las
acciones entre personas que se asocian en razón de sus intereses o
necesidades es, ciertamente, también un lugar privilegiado de procesos
comunicacionales, de interacción, es decir, de educación. Y, como tal,
las organizaciones cooperati- vas también se constituyen en “ espacios
pedagógicos” de educación y, consecuentemente, también de poder..
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Al estudiar el pensamiento de Habermas, en el sentido de


comprender la pedagogía de la acción comunicativa, José Pedro
Boufleuer (1997, p. 20) afir- me la que la noción de pedagogía implica
una relación entre sujetos, es decir, una interacción. Dice ser una
interacción marcadamente dialéctica, en que, citando Kant, hombres
educan otros hombres en hombres. Así entendí- de la, a toda la práctica
educativa corresponde una pedagogía, siendo esta, sin embargo, una
acción, un proceso que se desarrolla, en consonancia con el lugar
social de la educación o con el uso social que se da a la educación. No
es una acción neutra y está presente en todas las relaciones humanas
que con- ponen el lazo social, relaciones que no se dan en espacios
abstractos.
Según José Carlos Libâneo (1998, p. 20), el pedagógico perpassa
toda la sociedad, extrapolando el ámbito escolar formal, comprendiendo
esfe- ras más amplias de la educación informal y no-forma . Está presente,
portan- te lo, también en la práctica del cooperativismo, como proceso
de educación informal.
Según Carlos Brandão, apud Libâneo (1998, p. 18),

nadie escapa de la educación. En casa, en la calle, en la


iglesia o en la escuela, de un modo o de muchos,
todos nodos envol- vemos pedazos de la vida con ella:
para aprender, para ensi- nar, para aprender-y-enseñar.
Para saber, para hacer, para ser o para convivir, todos los
días mezclamos la vida con la educación. (...) No hay
una forma única ni un único modelo de educación; la
escuela no es el único lugar en que ella acontece y tal
vez ni sea el mejor; la enseñanza escolar no es la única
práctica, y el profesor profesional no es su único
practicante.

Varios y distinguidos son los lugares y los procesos de la educación;


diferen- tes son los lugares y los procesos de producción de
conocimiento, de apren- dizagem, de desarrollo de habilidades. Muchas
son las pedagogías. El hombre educa y es educado, aprende y enseña
en un proceso de convi- vência con sus semejantes, sea por una
relación cooperativa, o
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competitiva. Por el conocimiento, por la educación, por el aprendizaje


cons- trói los sentidos de su existencia. El conocimiento es producto de la
capacida- de de pensar y vivir el mundo, de atribuir significados a la
realidad, es crea- ção humana, generado en el esfuerzo por entender y
hacer la vida. En el proceso de la convivencia social y, especialmente,
en el proceso de producción de su supervivencia y afirmación, sea en
la relación con la naturaleza o con los de- más seres humanos, el
hombre construye conocimiento, procesa educa- ção, aprende y
desarrolla capacidades.
Enseña Mario Osorio Marques (1995, p. 10) que los aprendizajes se
estructuran en las vivencias cotidianas de los específicos y diversificados
lugares y tiempos sociales, ámbitos lingüísticos específicos en que viven y
actúan los seres humanos. La sociedad humana está en constante
construcción y re- construcción, movida por la producción del
conocimiento, de diferentes sabe- res y ciencias, por su uso,
condicionado por necesidades, deseos e intereses en interacción. De
este proceso también nacen, los diferentes tiempos y lugares,
organizaciones sociales, espacios de cultura y política, abrí- gando
procesos y prácticas de educación y de aprendizaje..
La educación acontece en los espacios de la vida humana, en todas
sus dimensiones, con todos sus sentidos. Se confunde, por lo tanto,
con la propia experiencia humana de querer conocer a sí mismo y al
mundo que habita. La preocupación del hombre con su mundo, con las
diferen- tes dimensiones de su vida está presente, desde los tiempos
más antiguos. Pero, sólo, al pensar su existencia y su organización,
desenlazada de las mitologias, del mundo de las divindades, permitió,
efectivamente, la pro dução del conocimiento. A partir de ese esfuerzo
por conocer la realidad, surgieron las ciencias, destinadas al
descubrimiento de las relaciones entre las cosas y los hombres, de las
leyes que rigen el mundo natural. Fue de ese esfuerzo por conocer el
mundo, el hombre, su organización, sus relaciones con los o- tros, que
nacieron las ciencias, los diferentes sepas que fundamentan el
aprendizaje humano.
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Para Marques el aprendizaje - característico distintiva del ser humano


- es entendida no como una simple adaptación al que ya existe, pero como
una capacidad de volver a crear, reconstruir o cambiar el existente. Así, el
apren- dizado distingue los hombres de las demás especies de
animales. Aprender con los otros, construir conocimiento y lo transmitís
es una característica del ser humano. Las generaciones más viejas
orientan, enseñan a las generaciones más nuevas sus experiencias de
vida, inclusive métodos y técnicas, ca- minhos por los cuales estas
pueden construir nuevos conocimientos acerca de la realidad que los
cerca, sea ella social o natural..
José Pedro Boufleuer (1997, p. 21) enseña que

tornamo-en los propiamente humanos gracias a la


pedagógica relación que establecemos con la
generación más vieja y con nuestros coetâneos. Desde
de más tierna edad otras personas, nuestros padres y
educadores, hermanos y companhei- ros, interaccionan
con nosotros estableciendo comprensiones so- bre
aspectos del mundo, a fin de que podamos nos de-
senvolver como individuos socializados.

En este sentido, la pedagogía es una relación social, a través de la


cual flu- en fuerzas, intereses, visiones de mundo, ideologías, en el
sentido de la socializa- ção. Puede ser definida como una práctica
política, una práctica de constru- ção de poder..
La suma de prácticas sociales por las cuales nuevos individuos son
transfor- mados en miembros de sociedades o comunidades
anteriormente exis- intentes constituye el proceso de socialização. En
la dinámica del proceso de socialização, los individuos enseñan y
aprenden. La socialização es un pro ceso de aprendizaje que se apóia,
en parte, en la enseñanza explícita y, tam- bém en parte, en el
aprendizaje latente por la exposición e interacción social (Jahoda, 1996,
p. 711). Ese proceso puede ser coercitivo, competitivo o cooperativo. Él se
realiza en el espacio de las relaciones humanas. Así siendo, las
organizaciones cooperativas, las escuelas, son lugares de socialização, y
de sus prácticas depende la naturaleza de ese proceso de socialização..
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Dice Marques (1995, p. 16) que,

al se entrelaçarem los procesos de la socialização,


de la individuação y de la singularização del sujeto,
los hombres aprenden unos de los otros, se constituyen
en sujetos soci- ais concretos del aprendizaje y adquieren,
como personas, las cualificaciones que los hacen
capaces de lenguaje y acción para tomar parte en los
procesos de comprensión compartida y en ellos afirmen
su propia identidad.

Esta característica esencialmente humana de producir conhecimen-


te lo, aprendizado, de transmitir a las generaciones futuras, sólo se
hizo posible porque el hombre tiene la capacidad de crear sistemas de
símbolos: la lin- guagem, a través de los cuales da significado a sus
experiencias vividas y las transmite a sus semejantes. La transmisión se
da en todos los lugares y procesos concretos de la vida, donde el ser
humano realiza su naturaleza soci- al. La escuela se constituyó, al largo
del tiempo, como un lugar privilegiado para las ciencias, para una
educación y un aprendizaje más intencio- nada y sistematizada, para la
transmisión, para la comunicación. En el entan- te lo, los hombres son
educados y aprenden también fuera de la escuela, nos o- tros lugares
sociales de la vida: en la familia, en los grupos de amigos, en la organiza-
ção del trabajo, en los espacios políticos, en los espacios de la
organización coope- rativa. Así, el conocimiento, la educación, el
aprendizaje, la socializa- ção, se procesan también en los espacios de la
organización cooperativa, en la práctica de la cooperación.
Según Marques (1995, p. 15 y 16),

de frente a los saberes articulados en las tradiciones


culturales y de de cara a las experiencias del mundo
de la vida, la aprendiza- gem no es conformación al
que existe ni pura constru- ção a partir del nada; es
reconstrucción autotranscendente, en que se amplían y
se ressignificam los horizontes de sentido desde el
significado que el sujeto a sí mismo atri- bui (...) en el
aprendizaje, gracias a la productividad de indi-.
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víduos y grupos inter-vinculados en el se sucedan las


ge- rações, reassumem ellos y reconstroem el mundo de
la vida. En ella se reinterpreta la experiencia cultural de
los grupos y se inserta en nuevas totalidades de sentido;
ressignificasse-se cada uno de sus elementos.

La existencia humana, tanto en su forma individual como grupal,


está sometida a un proceso de profundas y constantes
transformaciones en todos sus sentidos.
En consonancia con Libâneo (1998, p. 20),

esas transformaçõestecnológicase científicas llevan a la


in- trodução, en el proceso productivo, de nuevos
sistemas de organización del trabajo, cambio en el
perfil profesional y nuevas exigencias de calificación de
los trabajadores, (...) Son requeridas nuevas
habilidades, más capacidad de abstracción, de
atención, un comportamiento profesional más flexible.
Para tanto, se repone la necesidad de forma- ção
general, implicando reevaluación de los procesos de
apren- dizagem, familiarización con los medios
comunicacionales y con la informática, desarrollo de
cualificaciones co- municativas, de capacidades
creativas para análisis de situ- acciones nuevas y
modificabais, capacidad de pensar y actuar con
horizontes más amplios.

El mundo del trabajo, el mundo de la vida, las organizaciones


sociales, finalmente, cada espacio de la vida de los hombres está siendo
profundamente alcancé- del por las transformaçõese cambios en curso.
Los efectos de eso todo aún no pueden ser bien evaluados. Todos
sentimos, en todos los espacios de nuestras vidas, que estamos siendo
desafiados, exigidos y alcanzados, constan- temente, por profundas
transformaciones.Ellas ejercen presiones sobre en los- sas vidas,
producen nuevas necesidades, abren espacios de sentidos múl- tiplos
para nuevas formas de organización social.
En mi entender, este es un nuevo espacio para el associativismo,
base para la organización de muchos y diferentes espacios de nuestras
vidas. A re-.
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construcción de los lazos sociales para la cooperación ética de sus


poblaciones, conforme expresión de Lévy, tal vez sea, hoy, una de las
tareas más honda- mentales de la educación y de la pedagogía
emancipadora del ser humano, den- tro y fuera de la escuela.
En consonancia con Pierre Lévy (1999, p. 42),

la evolución de la técnica, el progreso de la ciencia, las


turbulênci- las geopolíticas y los elementos aleatorios de
los mercados dis- solvem los ofícios, pulverizam las
comunidades, obligan las regiones a transformarse, las
personas a desplazarse, cambiar de lugar, de país, de
costumbres y de lengua. La desterritorialização muchas
veces fabrica y exclusión o rompe los lazos sociales.
Casi siempre confunde las identidades, por lo menos
aquellas que fundaban sobre pertenezcas o “raíces”.
Resultan un haber- rível desajuste, una inmensa necesidad
de colectivo, de lazo, de reconocimiento y de
identidad..

Movimientos sociales, asociaciones, cooperativas u otras prácticas


so- ciais, pueden constituirse en lugares sociales privilegiados para la
reconstru- ção del colectivo, de los lazos sociales rotos, de
reconocimiento e identifi- cazón social y cultural de los individuos.
Delante del cuadro de profundas transformaciones,especialmente,
eco- nômicas y políticas por las cuales pasa la sociedad contemporánea,
ressur- ge la cuestión del cooperativismo, siéndole atribuidas diferentes
funciones, especialmente en el campo del trabajo, de la economía. En
muchas circuns- tâncias, las cooperativas u otras formas asociativas de
solidaridad apa- recem más como medios de garantizar la “ inscripción
en la estructura social” , pro curando evitar la exclusión social, que pone
en riesgo la propia identidad grupal, de vecindad o hasta de cultura..

La organización o desorganização del trabajo, la


estruturação o desestruturação de las formas de
sociabilidade invitan a replantear, hoy, la cuestión
social nos tengamos que un nuevo crecimiento de la
vulnerabilidad de masa cuyo riesgo se acre- dictaba
alejado (Rizek, C. S., 1998, p. 16).
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La propia disminución de los espacios públicos estatales, la crisis del


Estado del Bienestar Social, al lado de la exclusión de miles de personas
del sistema productivo privado, en el contexto de las políticas neoliberais,
amplían los espa- ços para las organizaciones cooperativas mientras
instrumento de organización de la sociedad civil o como formas de
enfrentamiento del desempleo.

El fin de estas cristalizações históricas experimentadas


de hecho, o reivindicadas como horizonte, es lo que
caracteriza el momento contemporáneo, situación de
transitoriedade que clama por diagnósticos precisos, en
la medida en que los indicios de transformaçãojá están
diseñados. El pro ceso de degradación de los ejes que se
constituían en los pi- hogares de la sociedad salarial
viene poniendo en jaque modos de socialização y
formas de integración con base en el traba- le lo, viene
revirtiendo identidades, filiações, formas de coe- son y
de solidaridad (Rizek, C. S., 1998, p. 15).

Sin embargo el reconocimiento, la adhesión a las formas de


organización solidaria, asociativa o cooperativa, no puede darse de otra
manera sino a través de un proceso de educación plurifacetado,
centrada en el conocimiento, en la conscientização, producto de la
interlocução de los individuos, de su diálogo y de su argumentação crítica
acerca de las experiencias de vida ya realizadas.
Libâneo (1998, p. 18 y 23) afirma que las
transformaçõescontemporâne- las contribuyeron para consolidar la
comprensión de la educación como fenómeno plurifacetado, ocurriendo en
muchos lugares, institucionalizado o no, bajo vaya- rías modalidades. Según
él, esos lugares pueden ser los movimientos sociales u otros grupos
organizados, constituyéndose diferentes manifestaciones y me lo- dalidades
de práctica educativa: educación informal, no-formal y formal. Ativi- dades
de educación no-formal, escribe, son aquellas que se desarrollan con
intencionalidade en los movimientos sociales organizados, en los trabajos co-
munitários, etc. La educación informal acontece por la interacción, por la
interlocução de los sujetos, por las relaciones que resultan de los procesos y
prácticas diversas en los espacios de la vida, sea de dimensión cultural,
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económica o política..
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La práctica de la cooperación y la educación


El cooperativismo es una práctica social histórica, en cuyo centro
están cuestiones del mundo de la vida o conectadas a su base material. ES
una práctica social que instituye un lugar de aprendizaje, un lugar de
educación. Su institución se da como una condición inherente a su
organización, a su funcionamiento, a su progreso. En la interacción de los
asociados, de los cooperantes, en su acción comunicativa, en su diálogo
como partícipes de un proyecto común, produ- zem ellos las condiciones
para un proceso de socialização de conocimientos, de experiencias. Se
educan para la cooperación, producen conocimientos y apren- dizagens
necesarias a los fines de la cooperación. La educación es un proceso coope-
rativo, desde que sea un proceso vuelto a la emancipação humana, un pro
ceso interactivo y democrático de diferentes voces que se hacen sujetos de
su historia por la acción comunicativa, por la cooperación en la construcción
de sus espa- ços de vida, sometiéndose esas diferentes experiencias de vida,
sus reflexiones y argumentos a un diálogo reconstrutor de las relaciones y
prácticas sociales decorren- tes. En las organizaciones cooperativas, se
produce educación, pero ella se hace coope- rativa en las prácticas de la
interacción de los cooperados, sea por la acción discursiva de la
argumentação sobre el hacer, sea por el hacer. Ella se hace cooperativa en la
práctica, en las relaciones de los cooperantes. La educación, en el espacio de
la organización cooperativa, su práctica pedagógica, contiene y revela la
noción, la comprensión que se ha del que viene a ser una cooperativa.
En la definición del que viene a ser una cooperativa, en la
economía de mer- cado, especialmente en el caso de cooperativas de
agricultores, entran dos las- pectos básicos que componen el punto de
partida para su conceituação y su diferenciación de otras iniciativas, como
las empresas privadas o estatales..

Una organización cooperativa es, ante todo, una


asociación de personas (no de capitales) que se propone
actuar en la perspectiva de la economía de los
componentes de esa las- sociação, es decir, en la
perspectiva de su racionalidad eco- nômica mientras
economías individuales. Sin embargo, al fazê-
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lo, esa asociación crea, organiza y estructura un instru-


mento adecuado que viene a ser la empresa
cooperativa: - una empresa común con el objetivo de
apoyar y comple- mentar la administración de las
economías individuales, dan- del-les soporte en el
juego competitivo del mercado. Portan- te lo, la empresa
cooperativa se constituye en una extensión de la
economía de los asociados, los cuales encuentran en
ese instrumento cooperativo, una opción más
vantajosa del que la acción individual para lanzarse al
mercado. Transcurre de ahí que la acción empresarial
cooperativa debe ser determi- nada y moldeada, ante
todo, por las actividades y objetivos de las economías
de sus asociados.

Esa característica diferenciada - como asociación y como


empresa - remite a dos cuestiones fundamentales para
el éxito del emprendimiento cooperativo.

Primero, de la naturaleza asociativa transcurre la


necesidad de la participación política de sus asociados
en la conducción del emprendimiento y, segundo, de la
naturaleza empresarial de- corre la necesidad de la
participación económica de los associ- ados en la
cooperativa. La cooperativa sólo consigue ser eficien- te, a
largo plazo, mediante el saludo de esos dos las- pectos.

La viabilização de la participación política y de la


participación económica es una cuestión céntrica en la
administración del emprendimiento cooperativo,
condicionada por la racionalidad de la naturaleza
del propio acto asociativo, es decir, nadie contribuye con
recursos en la organización cooperati- va por el simple
placer de contribuir. Existen objetivos e intereses que
llevan a eso (Frantz, 1985, p. 57 y 58)..

Por lo tanto, este es el espacio de las prácticas educativas, en


tratándose del cooperativismo de agricultores. La educación cooperativa,
o mejor, la edu- cazón para la cooperación se define en el espacio de las
prácticas concretas. ES, de cierta forma, la expresión de la comprensión
de esas prácticas o aún de
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su uso social. Contiene intenciones e intereses, que hacen su “ base pe-


dagógica” . El fenómeno social de las prácticas de educación se da en un
con- texto de intereses y necesidades. Está vinculado al esfuerzo, a las
intenciones o al juego de intereses por construir un espacio de poder,
a través de las organizaciones cooperativas. Tiene intencionalidade
política, por lo tanto, y no sólo funcionalidad organizativa.
La organización y la implantación del espacio de
poder, funda- mentado en la participación política del
asociado, sólo son viables a través de un proceso
pedagógico, orientado crítica y cons- trutivamente en la
perspectiva de la consecución de los objetivos y
finalidades de la cooperación. No se procesan,
simplesmen- te, por la claridad teórica de los conceptos,
pero por la dinámica de la práctica social de esos
conceptos (Frantz, 1986, p. 59).
Organizaciones cooperativas son fenómenos relativamente
complejos. Nacen de la bisagra y de la asociación de individuos que se
identifican por intereses o necesidades, buscando su fortalecimiento por la
organización e instrumentalização, con vistas a objetivos y resultados,
normalmente, de orden económica. Contiene elementos sociales,
culturales y políticos. La coo- peração es, en su principio
constituyente, un acuerdo racional de sujetos sobre algo, es decir, la
economía, y sus intereses y necesidades frente a la producción y
distribución de bienes y riquezas. Sin embargo el cooperativismo, por
eso aún, como práctica social educativa, cultural y política, tiene la caracte-
rística de incorporar esos elementos a su sentido económico.
La economía envuelve aspectos de orden técnica y
política. ES algo construido, inacabado, dinámico,
sometido a inte- resses. ES un espacio entrecruzado de
poder técnico y de poder político, en el cual actúan
sus agentes y que es producido a partir del
conocimiento de esa pareja dimen- son y relación. Así,
en el espacio de la organización cooperati- va, se hacen
presentes también cuestiones sociales, políticas y
culturales, que perpassam su naturaleza asociativa y
su carácter instrumental (Frantz, 1999, p. 59).
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La práctica de la economía, por sus características sociales,


culturales y po- líticas, contiene procesos de aprendizaje, procesos de
educación. Afir- me la Pierre Lévy (1999, p. 174) que es preciso
admitir también el carácter educativo o formador de numerosas
actividades económicas y sociales . Tam- bém Libâneo (1998, p. 71)
afirma que la educación, más allá de su con- figuração como proceso
de desarrollo individual o de mera rela- ção interpessoal, se inserta en
el conjunto de las relaciones sociales, económicas, políticas, culturales
que caracterizan una sociedad.
Organizaciones cooperativas abrigan diferentes prácticas y
acciones de educación. En esas prácticas o acciones educativas
podemos encontrar interacciones del tipo comunicativo o del tipo
estratégico, constituyendo cam- pos de educación y “ espacios de
pedagogía” , organizados en el contexto de la correlación de fuerzas e
intereses que actúan sobre la producción, su posesión y distribución.
La educación como acción social o como práctica social aparece,
muchas veces, de forma difusa, asociada a procesos comunicacionales,
de interacción entre los asociados, dirigentes, operarios u otros
interlocutores, pre- sientes en el espacio de la cooperación. Aparece
como una acción entre sujetos o como una “ práctica sobre otros” ,
buscando influenciarlos en sus ideas y sus valores, en sus modos de
pensar, de interpretar la vida soci- al, especialmente a de la realidad
cooperativa, sugiriendo o llevándolos a comportamientos y visiones
de mundo favorables a la naturaleza de la práctica coo- perativa.
Más allá de las diferentes funciones que las prácticas de educación
pos- sam asumir en la organización y funcionamiento de una
cooperativa, coloca- se a ella el desafío de la producción del
conocimiento, o, en consonancia con la expresión de Pierre Lévy, de
la inteligencia colectiva. Afirma Lévy (1999, p.
29) que la base y el objetivo de la inteligencia colectiva son el
reconocimiento y el enriquecimiento mutuos de las personas. Aunque
lo diga y use el concepto para referirse al fenómeno del ciberespacio,
como nuevo medio de comuni-.
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cazón que surge de la interconexión mundial de los ordenadores (2000, p.


17) y a defina como uno de los principales motores de la cibercultura
(2000, p. 28), la expresión parece apropiada también para hablarse en
educación en las orga- nizações cooperativas, teniendo esta en la
producción de conocimiento su fundamento, su centralidade.
Entiende el autor ser el papel de la inteligencia colectiva

el establecimiento de una sinergia entre cualificaciones,


recursos y proyecto, la constitución y mantenimiento
dinâmi- cas de memorias en común, la ativação de
modos de co- operación flexibles y transversales, la
distribución coordina- de la de los centros de decisión.
(...) Mientras más los procesos de inteligencia colectiva
se desarrollan - lo que pressu- pone, obviamente, el
cuestionamiento de diversos poderes
-, mejor es la apropiación, por individuos y por
grupos, de las alteraciones técnicas, y más pequeñas son
los efectos de exclu- son o de destrucción humana
resultantes de la aceleración del movimiento tecno-
social (Lévy, 2000, p. 29).

En consonancia con el sociólogo Manuel Castells (1996, p.


27), varios acontecimientos de transcendênciahistórica tiene
transformadoa paisaje social de la vida humana. Una revolución
tecnológica, centrada en hago a las tecnologías de la información, está
modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. En la
opinión de Castells, un nuevo mundo está toman- del forma, haciendo
surgir una nueva estructura social dominante, una nueva economía y
una nueva cultura, siendo los cambios sociales tan profundas como los
procesos de transformación económica y tecnológica..
Afirma Lévy (2000, p. 30) que

debido a su aspecto participativo, socializante,


descompartimentalizante, emancipador, la inteligencia
co- letiva propuesta por la cibercultura constituye uno
de los melho- res remedios para el ritmo
desestabilizante, por veces excluyente, de la mutação
técnica.
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Sociologías, Porto Alegre, año 3, nº 6, jul/diez 2001, p. 242-264

Entendida la organización cooperativa como expresión de los


intereses y necesidades de sus asociados, como extensión de sus
economías, - caracterizada por la asociación y por la instrumentación
empresarial - de esta doble naturaleza transcurre la necesidad de la
participación, sea ella política o económica, embasada en la “ inteligencia
colectiva” . La cuestión céntrica de un plan de trabajo en el área de la
educación cooperativa es la viabilização de un proceso dinámico de
construcción de la inteligencia colectiva, fundada en el co- nhecimento,
en la reciclagem de los aprendizajes y saberes particulares por la crítica
interlocução de sus asociados, embasada en principios democrá- ticos y
prácticas participativas.
El PCE - Programa de Cooperativismo en las Escuelas como
programa de educación cooperativa dirigido a escolares, insertado en sus
más diferen- tes prácticas de clase, en mi entender, se coloca en la
perspectiva de la cons- trução de una “ inteligencia colectiva” ,
atendiendo a desafíos locales y regio- nais: trabaja la educación en el
sentido del reconocimiento y del enriquecí- mento mutuo de las
personas. Colocarse en la perspectiva del humano es un aspecto
importante de la filosofía del Programa de Cooperativismo en las Escuelas
y de su dimensión pedagógica. Ese aspecto fundamenta su actualidad y
legitima su validez.

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Resumen
La educación y la cooperación son dos prácticas sociales que, bajo
correctos aspec- te los, una contiene la otra. En la educación se puede
identificar prácticas cooperativas y en la cooperación se puede identificar
prácticas educativas. Entrelaçam-si y potencializam-se como procesos
sociales. La organización de la cooperación exige de sus actores una
comunicación de intereses, de objetivos, acerca del cual pre- cisam hablar,
argumentar y decidir. En ese proceso de interlocução de saberes de cada
asociado acontece la educación. Hay, por lo tanto, una estrecha relación entre
esos dos fenómenos: en la práctica cooperativa, más allá de sus propósitos e
intereses específicos, se produce conocimiento, aprendizaje, educación; en la prá-
tica educativa, como un proceso complejo de relaciones humanas, se produce
co- operación. Así, las prácticas cooperativas en la escuela pueden constituirse
en privi- legiados “ espacios pedagógicos”, a través de los cuales sus sujetos
toman consci- ência de las diferentes dimensiones de la vida social.

Palabras clave: Cooperativismo, educación, organización cooperativa,


cooperativismo escolar, educación cooperativa.

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