Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1. INTRODUCCIÓN
Los límites de la organización alfabética del léxico han sido señalados una y otra vez
en las aproximaciones modernas a la lexicografía. La mayor parte de estas críticas son razo-
nables, sobre todo porque da a veces la impresión de que los diccionarios comunes están
ideados pensando en que el hablante concibe cada palabra como un mundo cerrado. No se
espera, pues, que piense en sus relaciones —sean paradigmáticas o sintagmáticas— con otras
voces presentes en el texto o accesibles en su conciencia lingüística.
Aunque el orden alfabético constituye la manera más rápida y natural de localizar cada
grano de arena en la vastísima playa del léxico, los hablantes —al igual que los lingüistas—
manejan un amplísimo número de informaciones relativas a los vínculos semánticos, sintácti-
cos y morfológicos que se establecen entre las palabras. Es, pues, enteramente razonable la
pretensión de que los diccionarios (al menos, algunos de ellos) recojan el mayor número posi-
ble de esas relaciones. Aun así, entre los que establecen conexiones entre palabras, los diccio-
narios de sinónimos y antónimos son los únicos que cuentan con cierta tradición entre noso-
tros. No disponemos todavía para el español de obras parecidas al LLA o el GDALI, si bien es
cierto que el reciente DI de Rafael del Moral actualiza y completa notablemente las relaciones
conceptuales que establecía F. Corripio en su clásico DIA. En lo relativo a la combinatoria,
REDES y PRÁCTICO son, por el momento, las únicas muestras de esas relaciones en español, tan
necesarias como ausentes de nuestra tradición lexicográfica.
El profesor R. Simone, director del GDALI, explicaba recientemente en un congreso de
lexicografía (Simone 2012) que son muchas las relaciones comunes entre palabras que los
diccionarios no recogen. Por utilizar un ejemplo suyo, cualquier hispanohablante vería natural
que en la entrada risa del diccionario se le explicara el significado de la expresión ataque de
risa. Paradójicamente, no es así: muy pocos diccionarios del español recogen esa expresión en
la entrada ataque, y casi ninguno lo hace en la entrada risa, lo que no deja de resultar sor-
prendente1. Como nadie sostendría que el análisis de esa expresión debería relegarse a las
gramáticas, no queda claro en qué diccionario de uso general se supone que habría de descri-
birse. El mismo profesor Simone ha explicado que sería deseable —y reflejaría, por otra par-
te, las expectativas del hablante común— que en la entrada agua de un diccionario se enviara
al que lo consulta a los adjetivos hídrico, acuático o acuoso y se le explicara la diferencia que
existe entre ellos. También se le podría enviar —esto lo añadimos nosotros— a los verbos
fluir, calar o mojar, o a los sustantivos lluvia, tormenta o aguacero, además de a gota, hilo
(un hilo de agua) o reguero, entre otros.
La razón de que estas remisiones suelan estar ausentes de los diccionarios es, simple-
mente, que el significado de las voces mencionadas no forma parte del de la voz definida. Así,
desde el adjetivo rural se envía sistemáticamente al sustantivo campo en nuestros dicciona-
rios, ya que el significado de este sustantivo forma parte de la definición de rural, pero desde
el sustantivo campo no se envía al usuario al adjetivo rural, ya que para definir el primero no
es indispensable la información que aporta el segundo. El hecho evidente de que un hablante
del español, como primera o segunda lengua, necesita establecer esa relación en ambas direc-
ciones no parece tener ningún peso en la forma tradicional de describir el léxico.
Nos parece interesante resaltar —a manera, si se quiere, de comparación especulati-
va—, que la organización de los servicios que se prestan a los ciudadanos en cualquier comu-
nidad raramente es solo alfabética. Es cierto que las farmacias ordenan sus productos alfabéti-
camente, pero probablemente lo hacen así porque el usuario no suele pasear en ellas entre
pasillos de medicinas buscando el remedio que más le convenga. En cambio, los contenidos
que se presentan a la vista en los supermercados, las librerías o las tiendas de música solo se
disponen al examen o la consulta en orden alfabético dentro de secciones temáticas previa-
mente establecidas, no en su ausencia. Como es lógico, ello es independiente de que el orde-
nador pueda localizar automáticamente cualquier producto mediante un código digital.
El orden alfabético es el código digital que nos permite encontrar cualquier palabra al
instante, pero el consultor de un diccionario debería poder disponer de alguna otra forma de
organización, aunque solo fuera porque el último recurso organizativo no debería constituir el
único recurso organizativo. Las posibilidades que ofrece la organización conceptual léxico
son muy numerosas (más, sin duda, que en los supermercados o en las librerías), y su mayor
ventaja es que casi todas son compatibles. Una vez que aceptamos que el orden alfabético es,
en cierto sentido, una servidumbre del papel, el conjunto de las opciones que se abren es am-
plísimo, como revelan los notables avances que se han producido en este ámbito en los últi-
mos años2.
El proyecto lexicológico (tal vez también lexicográfico; el tiempo lo dirá) que descri-
bimos someramente en Bosque y Mairal (2012) es solo uno más entre los muchos existentes,
incluso imaginables, que comparten la necesidad de asociar conceptualmente las voces del
léxico en un orden distinto del alfabético, pero no incompatible con él. En ese trabajo descri-
bíamos las características del modelo allí introducido, que llamamos Proyecto de definiciones
mínimas (PDM). No podremos repetir aquí todas esas características por razones de espacio,
pero sí señalaremos los rasgos más generales del proyecto:
Como señalamos en Bosque y Mairal (2012), de entre los diccionarios existentes quizá sea
el poco usado DII el que más claramente comparte nuestro objetivo. En ese artículo usábamos
el sustantivo verdad como ejemplo de las posibilidades descriptivas de nuestro sistema de
organización léxica. En el presente trabajo desarrollamos algunas posibilidades formales del
método descriptivo allí introducido, que aplicamos al lema arriba.
2. EL ADVERBIO ARRIBA Y SUS CAPAS NOCIONALES
Presentamos a continuación una primera versión de la entrada arriba, elaborada de
acuerdo con las pautas generales del PDM:
ARRIBA. Adv.
[1] SI- [1b] susano [antiguo]: «…el ojo o nariz o el labro susano» (Anónimo, Libro de Alexandre, COR-
TUADO DE).
ARRIBA
[1c] susero [antiguo]: «…con nervios que se faz dentro en el parpado susero» (Anónimo, Tratado
de patología, a 1500, CORDE).
[2] DI- [2a] susodicho: «la susodicha María Coral abandonó la compañía de los dos forzudos en Barcelo-
CHO na, quedándose aquélla mientras partían éstos» (E. Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta,
ARRIBA CREA).
[3] IR [3a] subir <subir, subir a él, subir hasta él>: El humo sube; Los precios han vuelto a subir; Sube a
HACIA mi despacho cuando puedas; El funicular ya no sube hasta el parque; El humo de las hogueras
ARRIBA sube al cielo.
(HASTA
UN LU-
GAR) [4a] subida: La subida del tren al cerro; la fuerte subida de las
temperaturas.
[4] ACCIÓN DE SUBIR
[5] QUE SUBE [5a] empinado [dicho de una vía: camino, carretera, cuesta,
pendiente, calle, etc.]
[9] SUBIR A UN LUGAR DE [9a] encaramarse <encaramarse a él, hasta él, sobre él o en él>,
DIFÍCIL ACCESO [especialmente con nombres que designan cosas que suelen ser o
estar altas (andamio, árbol, azotea, balcón, escalera, farola,
hombros, mástil, tejado, torre, etc.); también con expresiones que
designan puestos o niveles altos en alguna escala o jerarquía (ca-
beza de la clasificación, liderato, primer puesto de la tabla, etc.)]:
«Se encaramaba a un árbol de la calle y, desde las más altas
ramas, silbaba o trinaba como sus amados pájaros natales» (P.
Neruda, Confieso que he vivido, CORDE); «…Parecía que el
Barça se encaramaba al liderato hace una semana, ante el Zara-
goza» (El Mundo, 01/02/1999).
[13] EL QUE TREPA [13b] trepa <sust.>, [sin complemento y solo en sentido traslati-
cio], [col.]: «… aunque sea un canalla y un trepa redomado» (El
Mundo, 23/07/1995).
[13c] arribista <sust.>, [sin complemento y solo en sentido tras-
laticio]: «El amor por un revolucionario, que resultó ser un arri-
bista, la llevó a un nuevo desengaño» (El Mundo, 04/03/1995).
[14a] trepar <trepar, trepar por ella, trepar hasta allí>: La hiedra
había trepado hasta lo más alto del muro.
[14] SUBIR Y CRECER UNA
PLANTA SUJETÁNDOSE A
UNA SUPERFICIE VERTICAL [14b] engarabitarse [infrec.]: «…una armadura de parras agra-
ceras, que trepan y se engarabitan por una montera de viejos y
carcomidos listones» (Manuel Bueno, Corazón adentro, GOO-
GLE BOOKS).
[15] QUE TREPA [15a] trepador, -ra <adj.>: Los rosales trepadores se han de
podar frecuentemente.
[17] ACCIÓN O PROCESO [17a] encumbramiento: «Le gustaba la soledad, era poco amigo
DE ENCUMBRARSE de los encumbramientos y los fastos» (El Mundo, 10/04/1994).
[21] HACER EMBA- [21a] embarrar: «Aquel que embarraba la pieza tenía la oportu-
RRARSE [infrec.] nidad de volver a volarla» (R. Hernández Mancha, Con los ojos
cerrados, GOOGLE BOOKS).
[22] HACER SUBIR [22a] subir <subirlos>: El Banco Central subió los tipos de inte-
rés; Los molinos pueden usarse para subir el agua.
[23] ACCIÓN DE SUBIR [23a] subida: La subida de los intereses por parte del Banco
Central.
[24] SUBIR UN LÍQUIDO [24a] bombear <bombearla>: Con un motor eléctrico no resulta
MEDIANTE UNA BOMBA difícil bombear el agua.
[25] ACCIÓN DE [25a] bombeo: «…la aviación iraquí atacó ayer una estación de
BOMBEAR bombeo de petróleo en Jorramabad» (El País, 01/06(1984).
[34] LEVANTAR LA [34a] peraltar <peraltarla>: «Un vehículo […] toma una curva de
PARTE EXTERIOR DE radio de giro 100 metros, en una carretera peraltada α=10º» (A.
UNA CURVA, UNA CA- Giménez Pérez y otros, Mil problemas de física, GOOGLE
RRETERA, UNA VÍA BOOKS).
FÉRRA, ETC.
[3] IR [3b] elevarse <elevarse, elevarse a él, hasta él>: El humo se eleva al cielo; El nivel del aceite se
HACIA eleva peligrosamente; El número de desaparecidos se eleva a doscientos.
ARRIBA
(HASTA
UN LU- [36] ACCIÓN DE ELEVARSE [36a] elevación: La lenta elevación del globo.
GAR)
[37] ELEVACIÓN EXCE- [37a] inflación: Si persisten los actuales niveles de inflación, las
SIVA DE LOS PRECIOS consecuencias económicas pueden ser terribles.
[39] QUE IMPLICA [39a] inflacionista: [especialmente con sustantivos que denotan
INFLACIÓN ciertas situaciones adversas (riesgo, peligro, tensión, presión,
espiral, etc.)]
[3] IR [3c] ascender <ascender, ascender a algo>, [generalmente con los mismos complementos que su-
HACIA bir. Los sustantivos que expresan aquello a lo que asciende algo o alguien designan comúnmente
ARRIBA elevaciones geográficas (cerro, cima, cordillera, montaña, promontorio) o, en general, lugares que
(HASTA suelen ser, estar o considerarse altos (castillo, cielo, piso superior, podio, olimpo, sol); también
UN LU- ocupaciones y grados en escalas (puesto, cargo, cabo, comandante, catedrático, ministro), estadios
GAR) altos en jerarquías (liderato, presidencia, trono, poder, mando), cantidades económicas (dólares,
euros, millones) y cualquier unidad cuantificada sujeta a algún cómputo (camiones, despedidos,
heridos, muertos)]: «En 1993, las pérdidas de Iveco ascendieron a casi 600 millones de florines
holandeses» (El Mundo, 01/02/1995); «El compositor falleció 50 años antes que Adolf Hitler as-
cendiera al poder en Alemania» (Clarín, 09/07/2001); «…constaba de una caldera llena de agua y
dos tubos por los que ascendía el vapor» (J. M. Aguilera, Locura); «…resulta imprevisible a
cuánto ascendería la factura» (El País, 18/03/1999).
[3] IR
HACIA
ARRIBA [3d] surtir [dicho especialmente de los líquidos], [culto]: «una delgada hebra de agua surte de un
(HASTA largo caño de hierro» (Azorín, Con Cervantes, BVMC).
UN LU-
GAR)
[49] IR [49a] subir <subirlo, subir por él>: Me costaba mucho subir {las escaleras / por las escaleras};
HACIA Subía todos los días {una empinada cuesta / por una empinada cuesta}.
ARRIBA
POR UN
LUGAR [50a] remontar <remontarla>, [con sustantivos que designan
HASTA pendientes (cuesta, rampa, repecho), su final (cota, cumbre) y,
ALCAN- [50] SUBIR UNA PENDIENTE por extensión, situaciones de adversidad (bache, crisis, derrota,
ZAR SU HASTA SU PARTE MÁS ALTA desventaja, deterioro, fracaso, obstáculo, pérdida), o considera-
PARTE SOBREPASÁNDOLA das como tales en algún contexto particular (eliminatoria, gol,
MÁS marcador, partido, resultado)]: «Los tres conjuntos españoles
ALTA deben remontar los resultados adversos cosechados en la ida»
(El Mundo, 01/11/1995).
[49b] ascender <ascenderlo, ascender por él>: «Ardid subió sigilosamente hasta el último pelda-
[49] ño, y ascendió la angosta escalerilla de mano que llevaba a la buhardilla» (Matute, Gudú); «El
IR HACIA fuerte ritmo con que se ascendió el alto de Ojén» (La Vanguardia, 14/09/1996).
ARRIBA
POR UN
LUGAR [49c] trepar <treparlo [español americano]>, <trepar por él>: «Trepó los peldaños a trancos, entre
HASTA gente que se abría a su paso» (M. Varga Llosa, La tía Julia y el escribidor, CREA); «…la volun-
ALCAN- tad de quien trepa por la fachada más ardua de un pico de nombre impronunciable» (J. Benet,
ZAR SU Volverás a región, CORDE).
PARTE
MÁS
ALTA [49d] coronar <coronarlo>, [usado especialmente con nombres que designan elevaciones (monta-
ña, monte, cerro) o su parte final (cima, cumbre, pico)]: «…coroné los montes del Líbano para
alcanzar por detrás de nuevo Biblos y Jaffa» (M. Vicent, Balada de Caín, CREA).
[49e] escalar <escalarlo>: [usado especialmente con nombres que designan elevaciones (cerro,
montaña, monte), muros (muralla, muro, pared, tapia) o edificaciones (castillo, fortaleza); por
extensión, con sustantivos que denotan cosas altas de forma inherente o característica (balcón,
bóveda, cielo, firmamento, tejado, torre, trono, ventana), así como puestos o posiciones elevadas
en alguna jerarquía social]: «… y la seguridad se veía en aprietos para contener a los que querí-
an escalar los muros o saltar al jardín…» (Vargas Llosa, Pez); «… los mejores títulos para
escalar las altas posiciones» (B. Pérez Galdós, La segunda casaca, Episodios Nacionales, segunda
serie, BVMC).
[52] ACCIÓN DE ESCALAR [52a] escalada: La escalada a cualquier monte del Himalaya está
reservada a alpinistas profesionales
[54] EL/LA QUE ESCALA [54a] escalador, -ra <sust.>: Muchos escaladores del Everest
han muerto en el intento.
[55] DEPORTE DE ESCALAR [55a] alpinismo: El alpinismo suele clasificarse entre los depor-
MONTAÑAS tes de riesgo.
[60] EL QUE / LA [60a] pireneísta: «La estupefacción de los dos pirineístas no tuvo
QUE PRACTICA EL límites: Peytier y Hossard habían trabajado y sufrido en el Balai-
PIRINEÍSMO tous en 1827 después de una trabajosa ascensión» (A. Faus, An-
dar por las montañas, CREA).
[49] IR
HACIA
ARRIBA [49f] rampar <ramparlo, rampar por él>, [culto], [infrec.]: «Las llamas rampaban, petrificadas» (J.
POR UN C. Somoza, La caverna de las ideas, CREA); «Las palmeras rampan por encima de las calles co-
LUGAR mo por jardines colgantes gigantescos» (R. Buendía, Lusitania, GOOGLE BOOKS); «Son águilas
HASTA rojas que vienen, prendidas en la cresta jirones de nubes, rampando la tierra» (J. Martí, Obras
ALCAN- completas, GOOGLE BOOKS); «…obligaban a tantear e intuir el agujero para seguir rampando
ZAR SU con la única guía del camino de frazadas» (E. Fernández Huidobro, La fuga de Punta Carretas,
PARTE GOOGLE BOOKS).
MÁS
ALTA
a) Los apartados numerados y marcados en versalita no expresan acepciones del lema, a dife-
rencia de lo que es habitual en los diccionarios comunes, sino que constituyen definiciones
que lo contienen, o que contienen otros lemas formados a partir de él. Estas definiciones se
ordenan por su complejidad interna, que se expresa icónicamente mediante cajas incrustadas.
En la presente versión del modelo sustituimos los tabuladores, exponente formal de esa in-
crustación, por casillas anidadas en una tabla.
b) Como nuestro proyecto se centra en la articulación de los definiens, estos preceden siempre
a la voz definida. En la entrada arriba se remite al lector a verbos como subir, encaramarse,
izar o aupar, pero también a adjetivos como superior o inflacionario, o sustantivos como al-
pinismo. La entrada se concibe, pues, como un mapa conceptual que establece explícitamente
conexiones entre palabras vinculadas semánticamente, sea cual sea la categoría a la que co-
rrespondan. El proyecto posee, como es obvio, puntos de contacto con Wordnet, Eurowordnet
o Visuwords (recuérdese la nota 2), así como con los diccionarios analógicos, como en GDALI.
A la vez, se diferencia de todos estos proyectos en que se articula en torno a las definiciones
de las voces analizadas.
c) Las definiciones se ajustan al esquema «definición: valor», que refleja la distinción tradi-
cional definiens-definiendum. Llamamos definición mínima (DM) a cada uno de estos esque-
mas. Cada entrada léxica constituye, por tanto, una serie de DMs incrustadas o anidadas en
función de la información que aporta el definiens.
• Marcas sintácticas, entre corchetes angulares: <…..>. Aportan los contextos sin-
tácticos en los que se usa la voz definida.
• Restricciones, entre corchetes simples: [….]. Las restricciones pueden ser geográ-
ficas (México y Centroamérica), sociolingüísticas (culto, coloquial, literario),
cronológicas (antiguo, medieval), de frecuencia (infrecuente), o bien relativas al
llamado contorno de las definiciones. Las restricciones de contorno son más deta-
lladas en el PDM que en la mayor parte de los diccionarios. Aun así, no son tan
específicas como en REDES, ya que el proyecto PDM no se centra en la acotación
de los contornos, sino, como se ha explicado, en el establecimiento de los víncu-
los léxicos que permite la jerarquización de los definiens.
• Ejemplos. Se describen en esta misma sección.
e) Las definiciones aparecen precedidas de un número. Tal como se ha explicado, la disposi-
ción en racimo de la entrada aporta información icónica. Por esta razón, nos ha parecido inne-
cesario que la numeración corrida duplicara tales contenidos. Así pues, el concepto QUE SUBE
aparece con el número [5], pero depende de [3a] (subir). Se ha señalado en múltiples ocasio-
nes que la numeración jerárquica de los sistemas de subclasificación da lugar a registros iden-
tificados mediante códigos escasamente ágiles para la lectura o la consulta (ejemplo:
3.1.1.1.3.2.1). Aunque cabría pensar que estos códigos reflejarían más ajustadamente los con-
tenidos analizados en este proyecto, entendemos que dificultarían notablemente el manejo de
las entradas.
f) Los valores aparecen identificados con letras, a las que precede el número de la definición
que les corresponde. Hemos mantenido la numeración corrida para las voces que forman pa-
radigma, es decir, para los valores que dependen de un mismo concepto y que se diferencian
entre sí con marcadores diversos: encaramarse, empericarse y esquilar están numerados con-
secutivamente: [9a], [9b], [9c]. Al verbo elevarse corresponde el número [3b], a pesar de que
sigue inmediatamente en la tabla al número [22e], puesto que forma paradigma con subir [3a].
A ese mismo paradigma pertenecen ascender [3c] y surtir [3d].
g) Las voces definidas van seguidas de un ejemplo. El texto suele proceder de alguna obra,
sea literaria, periodística o de otro tipo, pero a veces ha sido construido expresamente por no-
sotros. Solemos elegir esta segunda opción cuando se trata de usos comunes pertenecientes al
español general.
h) Los textos citados están casi siempre extraídos de corpus o archivos de acceso público, y
en tales casos mencionamos en la misma entrada la fuente de la que proceden. Algunas veces,
sin embargo, los ejemplos provienen de textos analizados en nuestra propia investigación. En
este segundo caso, mencionamos al final la referencia completa de las obras a las que corres-
ponden. Los textos periodísticos reproducidos pueden proceder del CREA —y cuando así su-
cede se hace constar en la cita—, o bien de los ejemplares que los periódicos hacen públicos
en formato digital, sea en su páginas electrónicas o en CDs puestos a la venta. En este segun-
do caso aparecen citados sin marca que identifique la fuente.
j) En Bosque y Mairal (2012) añadimos un recurso formal que permite introducir las coloca-
ciones en la entrada léxica. Este recurso no se ha incluido aquí por razones de espacio. Aun
así, cabe señalar que la información que aportan las colocaciones se solapa parcialmente con
la que expresan los contornos (aquí, entre corchetes).
A-B: Subí la cuesta, Coronamos la montaña, No conseguía remontar los más suaves
repechos.
A-C: Subí a la ermita, Coronamos la cima, Remontaban la cresta.
B-C: La carretera sube a la ermita, Un sendero serpenteante asciende a la cumbre.
En la tercera opción, los verbos de movimiento se reinterpretan como verbos de estado, tal
como se ha explicado. La combinación de estas variables está sujeta a varias restricciones. Se
mencionan a continuación únicamente las fundamentales:
• Como se ha indicado, A corresponde al sujeto en los tres casos. B puede expresar-
se mediante un objeto directo (subir la escalera) o un sintagma preposicional (SP)
que denote trayecto o vía (subir por la escalera).
• Ninguno de los elementos mencionados puede expresarse dos o más veces, al igual
que sucede en otras muchas infracciones del llamado «criterio temático»: *La ca-
rretera sube la cuesta.
• Como es lógico, los verbos intransitivos sin variante causativa (emerger, encara-
marse, entre otros) no admiten objeto directo. Suelen preferir el esquema A-C (Se
encaramó al tejado) a los esquemas A-B o A-B-C (?Se encaramó por la ventana;
?Se encaramó al tejado por la tapia).
• Con la preposición a en el SP que representa C, se rechaza siempre B como objeto
directo en la pauta A-B-C: *Subimos [el camino] [a la ermita]. Esta restricción
podría tener una base aspectual, ya que el objeto directo mide y cierra el evento, en
el sentido de Tenny (1994), lo que impide un nuevo complemento télico (a la er-
mita). Aun así, la preposición hasta no es incompatible con esta pauta: Subimos el
camino hasta la ermita. Se descarta, como es obvio la interpretación en la que el
sintagma preposicional con a, que refleja C, complementa al nombre en lugar de al
verbo: Subimos [el camino a la ermita].
• La pauta A-B-C es posible si tanto B como C son SPs: Ascendimos a la ermita por
el camino más corto. Recuérdese que en las interpretaciones causativas, el objeto
directo no reproduce B, ya que denota aquello que se hace subir (Bombear el pe-
tróleo a la superficie).
• Como hemos señalado, el verbo trepar admite B en el español americano como
objeto directo (trepar una montaña), y también C en esa misma función (trepar la
cumbre). Estos usos no son comunes en el español europeo actual.
• C puede expresarse como objeto directo con varios verbos de movimiento ascen-
dente (ascender, coronar, escalar, remontar, subir). Aun así, el hecho de que C
denote o no intrínsecamente el final del trayecto ascendente influye en esta opción
de manera determinante: ascender {una cumbre / *una ermita}; {subir la cima /
*la casa de la cima / *el piso de arriba}; escalar {el pico / ?el campamento del pi-
co}.
• Existen otras restricciones particulares. Coronar y remontar, que son verbos téli-
cos, rechazan C como SP, frente a subir, ascender y otros verbos de movimiento
ascendente {subir / *coronar} {a / hasta} la cumbre. Por otra parte, encaramarse
es raro con sujetos no personales, salvo usos literarios.
DICCIONARIOS CITADOS
DI: R. del Moral, Diccionario ideológico. Atlas léxico de la lengua española. Barcelona: Herder, 2009.
DIA: F. Corripio, Diccionario de ideas afines. Barcelona: Herder, 1985.
DII: Diccionario inverso ilustrado. De la idea aproximada a la palabra precisa. Madrid: Reader’s
Digest, 1997.
DRAE: Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa, 2001.
GDALI: R. Simone (dir,), Grande dizionario analogico della lingua italiana. Torino: Utet, 2010,
dos
vols.
LLA: Longman Language Activator. The World’s first production dictionary. Londres: Longman,
1993.
PRÁCTICO: I. Bosque (dir.), Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo. Madrid:
SM, 2006.
REDES: I. Bosque (dir.), Redes. Diccionario combinatorio del español contemporáneo. Madrid: SM,
2004.
[Aguilera, Locura]: Juan Miguel Aguilera, La locura de Dios. Madrid: Libro de Bolsillo, 2003
[Allende, Zorro]: Isabel Allende, El zorro: comienza la leyenda. Barcelona: Plaza y Janés, 2005.
[Asensi, Salón]: Matilde Asensi, El salón de ámbar. Barcelona: Plaza y Janés, 1999.
[Bolaño, 2666]: Roberto Bolaño, 2666. Barcelona: Anagrama, 2004.
[Carpentier, Pasos]: Alejo Carpentier, Los pasos perdidos. Barcelona: Compañía General de Edicio-
nes, 1959.
[Díez, Fantasmas]: Luis Mateo Díez, Fantasmas del invierno. Madrid: Alfaguara, 2004.
[Levrero, Espacios]: Mario Levrero, Espacios libres. Buenos Aires / Montevideo: Punto Sur, 1987.
[Matute, Gudú]: Ana María Matute, Olvidado rey Gudú. Madrid: Espasa Calpe, 1994.
[Pérez-Reverte, Piel]: Arturo Pérez Reverte, La piel del tambor. Barcelona: Alfaguara, 1995.
[Vargas Llosa, Pez]: Mario Vargas Llosa, El pez en el agua. Barcelona: Seix Barral, 1993.
ESTUDIOS CITADOS
Wordnet: http://wordnet.princeton.edu/
Multiwordnet: http://multiwordnet.fbk.eu/english/home.php
Framenet: https://framenet.icsi.berkeley.edu/fndrupal/
Spanish Framenet: http://sfn.uab.es:8080/SFN/
Diccionario de Colocaciones del Español: http://www.dicesp.com/paginas
Teoría Sentido-Texto: http://olst.ling.umontreal.ca/
Visuwords: http://www.visuwords.com/
No mencionamos en este punto las teorías existentes sobre la llamada interfaz léxico-sintaxis porque su objetivo
no es construir diccionarios, sean o no alfabéticos.
3
La referencia es http://reserva.cetreria.com/foro/viewtopic.php?f=2&t=69552&start=140 (tomada el 2-7-2012).
4
Aunque mencionado ocasionalmente en ellas. Muchos estudios actuales sobre los verbos de movimiento en
español —y en general en las lenguas romances— se centran en la conocida distinción de L. Talmy entre los
verbos que lexicalizan el trayecto, como hace el español, y los que rechazan esta opción, pero admiten comple-
mentos de dirección con verbos que denotan ‘manera de moverse’, como es el caso del inglés. Como se sabe, el
español exige gerundios que expresan ‘manera de moverse’ para traducir oraciones inglesas como John danced
out of the the kitchen ‘Juan salió de la cocina bailando’ o The bottle floated into the cave (‘La botella entró en la
cueva flotando’). Esta distinción no afecta directamente a nuestra entrada, pero sí le afecta el problema, mucho
menos estudiado, de que un mismo verbo de movimiento admita complementos directos que designan el final
del trayecto (escalar la cima) o el trayecto mismo (escalar la montaña), así como que alternen en él, con las
restricciones que señalamos en el § 4.5, los argumentos (subir la escalera) y —en apariencia— los adjuntos
(subir por la escalera) para expresar la noción misma de ‘trayecto’. Entre los muchos estudios recientes que
abordan los verbos de movimiento en español destacamos, en orden cronológico, Cifuentes Honrubia (1999),
Mora Gutiérrez (2001), Morimoto (2001), Martínez-Fuentes (2007), Mateu & Rigau (2008), Torres Cacoullos &
Schwenter (2008), Cifuentes-Férez (2009), Cano Cambronero (2009), Cuartero (2009), Ibarretxe-Antuñano
(2010), París (2010), Real Puigdollers (2010), Demonte (2011) y García-Miguel (en prensa).
5
Puede obtenerse amplia información de sus logros más recientes en la siguiente página:
http://listserv.linguistlist.org/cgi-bin/wa?A0=NSM-L
6
Se resalta, de hecho, repetidamente en el amplio panorama que se ofrece en Ibarretxe-Antuñano y Valenzuela
(2012).
7
http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080606082216AAt6rtb (consultado el 2-7-2012).