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Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.
Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.
Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.
La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.
Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.
Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.
Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.
Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.
Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.
Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.
En busca de un sueño
se acerca este joven.
En busca de un sueño
van generaciones.
En busca de un sueño
hermoso y rebelde.
En busca de un sueño
que gana y que pierde.
En busca de un sueño
de bella locura.
En busca de un sueño
que mata y que cura.
En busca de un sueño
desatan ciclones.
En busca de un sueño
cuántas ilusiones.
En busca de un sueño
transcurren los ríos.
En busca de un sueño
se salta al vacío.
En busca de un sueño
abrasa el amante.
En busca de un sueño
simula el tunante.
En busca de un sueño
tallaron la piedra.
En busca de un sueño
Dios vino a la tierra.
En busca de un sueño
partí con mi día.
En busca de un sueño
que no hay todavía.
No se puede prohibir
Ni se puede negar
El derecho a vivir
La razón de soñar
No se puede prohibir
Ni el creer ni el crear
Ni la tierra excluir
Ni la luna ocultar
No se puede prohibir
Ni una pizca de amor
Ni se puede eludir
Que retoñe la flor
No se puede prohibir
La elección de pensar
Ni se puede impedir
La tormenta en el mar
No se puede prohibir
Que en un vuelo interior
Un gorrión al partir
Busque un cielo mejor
No se puede prohibir
El impulso vital
Ni la gota de miel
Ni el granito de sal
No se puede prohibir
El color tornasol
De la tarde al morir
En la puesta del sol
No se puede prohibir
El afán de cantar
Ni el deber de decir
Lo que no hay que callar
Si tuviese el poder
De poder decidir
Dictaría una ley
Es prohibido prohibir
Romance de la pena negra – Federico García Lorca (Fito Páez; Ana Belén)
LIBRO
hermoso,
libro,
mínimo bosque,
hoja
tras hoja,
huele
tu papel
a elemento,
eres
matutino y nocturno,
cereal,
oceánico,
en tus antiguas páginas
cazadores de osos,
fogatas
cerca del Mississippi,
canoas
en las islas,
más tarde
caminos
y caminos,
revelaciones,
pueblos
insurgentes,
Rimbaud como un herido
pez sangriento
palpitando en el lodo,
y la hermosura
de la fraternidad,
piedra por piedra
sube el castillo humano,
dolores que entretejen
la firmeza,
acciones solidarias,
libro
oculto
de bolsillo
en bolsillo,
lámpara
clandestina,
estrella roja.
Nosotros
los poetas
caminantes
exploramos
el mundo,
en cada puerta
nos recibió la vida,
participamos
en la lucha terrestre.
Cuál fue nuestra victoria?
Un libro,
un libro lleno
de contactos humanos,
de camisas,
un libro
sin soledad, con hombres
y herramientas,
un libro
es la victoria.
Vive y cae
como todos los frutos,
no sólo tiene luz,
no sólo tiene
sombra,
se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles,
se desploma en la tierra.
Libro de poesía
de mañana,
otra vez
vuelve
a tener nieve o musgo
en tus páginas
para que las pisadas
o los ojos
vayan grabando
huellas:
de nuevo
descríbenos el mundo
los manantiales
entre la espesura,
las altas arboledas,
los planetas
polares,
y el hombre
en los caminos,
en los nuevos caminos,
avanzando
en la selva,
en el agua,
en el cielo,
en la desnuda soledad marina,
el hombre
descubriendo
los últimos secretos,
el hombre
regresando
con un libro,
el cazador de vuelta
con un libro,
el campesino arando
con un libro.
EL NIÑO YUNTERO
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
SONETO XX
Lee todo en: Amor constante más allá de la muerte - Poemas de Francisco de Quevedo
http://www.poemas-del-alma.com/amor-constante-mas-alla.htm#ixzz3oxyHwJMt
Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;
Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de
pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido
hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio
remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio
LOS EJECUTIVOS
Letra de la canción
Canción de Alicia en el país
Intérprete: Seru Giran
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¡¡¡ AVANTI!!!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras
cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco por ley, han de ser tantas.
¡¡¡PIU AVANTI!!!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
ALMAFUERTE
LA ROSA MUDABLE –Federico García Lorca
Cuando se abre en la mañana,
roja como sangre está.
El rocío no la toca
porque se teme quemar.
Abierta en el mediodía
es dura como el coral.
El sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.
Cuando en las ramas empiezan
los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal.
Y cuando toca la noche
blanco cuerno de metal
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro,
se comienza a deshojar.