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ESCUELA DE PSICOLOGÍA
CARRERA DE:
PSICOLOGIA CLINICA
TEMA #: TAREAUNIDAD 3 Y 4
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PRESENTADO POR:
NOMBRE Y APELLIDOS:
NICOLE OGANDO
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MATRÍCULA:
12-0396
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ASIGNATURA:
SEXUALIDAD HUMANA
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FACILITADORA:
ILUSION GARCIA
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Estrógeno Es la hormona
femenina por
excelencia, ya que
se encarga del
desarrollo del
aparato genital
femenino (ovarios,
útero y vagina) y
de los caracteres
sexuales
secundarios.
También de la
aparición del ciclo
menstrual.
Progesterona Produce el
engrosamiento del
endometrio
durante el ciclo
menstrual para
que, si se produce
la fecundación, el
embrión pueda
implantarse en el
útero.
DIFERENCIACIÓN PSICOSEXUAL
A pesar de que parece que los andrógenos tienen un papel sobre la diferenciación de
ciertas aptitudes y comportamientos y de que existen diferencias anatómicas y
funcionales en el SNC de los dos sexos, la mayor parte de la identidad sexual se
adquiere mediante la educación (sexo de educación) y queda reforzado por el correcto
desarrollo puberal. Sin embargo, diversos trabajos parecen haber demostrado que
existirían diferencias anatómicas en el SNC entre los hombres con orientación
heterosexual y homosexual así como en transexuales. Existe actualmente un amplio
debate sobre la relevancia que puedan tener diferencias anatómicas y funcionales
reguladas por hormonas fetales y posnatales sobre la orientación de género sexual.
MENSTRUACIÓN. LA BIOLOGÍA DEL CICLO MENSTRUAL
Se estima que la mujer nace con unos 400.000 folículos primarios en ambos ovarios,
cada uno de los cuales contiene un huevo u óvulo. (El término folículo se refiere aquí a
un grupo de células del ovario que encapsulan un huevo y no tiene nada que ver con el
folículo piloso). Cada ciclo menstrual supone la liberación de un huevo de un folículo,
de manera que pueda moverse hacia la trompa de Falopio para su posible fertilización e
implantación en el útero. Por tanto, entre la pubertad y la menopausia, no se ovulan más
de 400 huevos. Los folículos restantes degeneran.
Conviene señalar que el ciclo menstrual sólo se produce en los primates (monos,
antropoides y humanos) y no en otras especies. Erróneamente, muchas veces se
compara con el ciclo menstrual el ciclo del estro ("calor") del perro y de otros
mamíferos, en el que aparecen la receptividad sexual y la fertilidad coincidiendo con
una leve expulsión de sangre. Entre ambos tipos de ciclo hay dos diferencias
principales. La primera consiste en que, en el ciclo del estro, la hembra sólo es
sexualmente receptiva durante la fase de celo del ciclo, mientras que las hembras que
menstrúan son capaces de practicar conductas sexuales durante todo el ciclo menstrual y
quizá con mayor apasionamiento. La segunda es que la menstruación sólo se produce en
las hembras menstruales y no en las que están sometidas al ciclo del estro. En
consecuencia, la hembra humana es capaz de desarrollar conductas sexuales en
cualquier momento del ciclo y ovula o es fértil en torno al punto medio entre los
períodos de expulsión de sangre o menstruación.
El ciclo menstrual puede dividirse en cuatro fases, refiriéndose cada una al estado de
los folículos y de los óvulos. Sería más adecuado considerar como primera fase el
período de menstruación, porque puede identificarse con facilidad, pero, desde el punto
de vista fisiológico, representa la última. La primera fase, denominada fase folicular,
se extiende, más o menos, desde el cuarto hasta el decimocuarto día después de
comenzar la menstruación. (Al contar los días del ciclo, se considera que el primer día
es también el primero de la menstruación). Durante esta fase, un folículo madura y
aumenta de tamaño. El final de esta fase corresponde a la rotura del folículo y la
liberación del óvulo (fase ovulatoria). Durante la siguiente fase (fase lútea), se forma
un grupo de células de color amarillo rojizo, denominado cuerpo lúteo, en el folículo
abierto. La fase final, marcada por la menstruación, supone la expulsión del
revestimiento interior del útero (endometrio), constituido para acoger y nutrir un huevo
fertilizado.
Estas fases cíclicas están reguladas por hormonas que establecen entre sí un bucle de
retroalimentación (feedback) negativa, de manera que la producción de una hormona
aumenta hasta alcanzar un nivel elevado; en ese momento dicho nivel se reduce de
forma automática gracias al bucle de retroalimentación negativa. Aquí, nos ocuparemos
de dos grupos básicos de hormonas: las producidas por los ovarios (sobre todo,
estrógenos y progesterona) y las producidas por la glándula pituitaria o hipófisis [en
especial, la hormona folículo-estimulante (HFE o FSH) y la hormona luteinizante (HL o
LH)]. Hemos de tener en cuenta también el control que ejerce el hipotálamo [una
importante estructura del cerebro, situada en su parte inferior, sobre la actividad de la
pituitaria mediante la hormona liberadora de gonadotropina (HLGn o Gn-RH). La pauta
general de funcionamiento del bucle de retroalimentación negativa consiste en que el
hipotálamo, que es sensible a los niveles de estrógenos que producen los ovarios, regula
la actividad de la pituitaria, la cual, a su vez, regula la actividad del ovario y su
consiguiente producción de estrógenos y progesterona.
La regulación del ciclo menstrual lleva consigo la interacción entre los niveles de
estas hormonas. La fase folicular del ciclo se inicia cuando la glándula pituitaria
secreta la hormona folículo-estimulante (FSH), que induce el aumento de la producción
de estrógenos en los ovarios y estimula la maduración de varios folículos. El elevado
nivel de estrógenos resultante, mediante el bucle de retroalimentación negativa, induce
la disminución de la producción de FSH en la pituitaria y dispara la producción de la
hormona luteinizante (HL), cuya función principal consiste en provocar la ovulación.
Durante cierto tiempo, la FSH y la HL inducen una producción aún mayor de
estrógenos, que ayudan a reducir la cantidad de FSH. En este punto, empieza a
predominar la HL, provocando la rotura del folículo y la liberación del óvulo. A
continuación, se forma el cuerpo lúteo en el folículo abierto. El cuerpo lúteo produce
gran cantidad de progesterona. Cuando los niveles de progesterona son sufientemente
elevados, inhiben, mediante el bucle de retroalimentación negativa, la producción de HL
y, a la vez, estimulan la producción de FSH, comenzando de nuevo el ciclo.
Tanto los científicos como los no profesionales saben que las mujeres experimentan
cambios emocionales o de humor según la fase del ciclo menstrual en la que se
encuentren. En este apartado revisaremos las pruebas acerca del carácter y la medida en
que se producen estos cambios de humor y de comportamiento y su relación con los
ciclos hormonales del ciclo menstrual.
d) El cuarto enfoque evita las preguntas directas sobre los síntomas a las mujeres,
utilizando, en cambio, una técnica proyectiva, según la cual las participantes cuentan
relatos a intervalos regulares durante el ciclo. Estas historias se someten a examen,
asignándoles una puntuación normalizada según los temas que traten. Un ejemplo de
este enfoque es un estudio en el que grabaron los relatos espontáneos de 26 estudiantes
universitarias en los momentos correspondientes a su ovulación y premenstruación
durante dos ciclos menstruales, puntuando las historias mediante una escala
determinada. Descubrieron que estas mujeres normales mostraban una ansiedad muy
elevada con respecto a la muerte, la mutilación y la separación en la época
premenstrual, mientras que, durante la ovulación, la confianza en sí mismas y la
autoestima eran mayores.
CICLOS EN EL HOMBRE
Los hombres si pasan por ciclos hormonales. Sus niveles de testosterona tienden a llegar
a su máximo por la mañana, quizás en respuesta al su ritmo circadiano y después
disminuye en el transcurso del día – aunque el ejercicio puede provocar picos fugaces.
Lo que la ciencia aún debe demostrar es si las hormonas aumentan y disminuyen a lo
largo de semanas o meses, como en las mujeres.
Algunos investigadores piensan que las hormonas masculinas varían con las
temporadas. Un estudio del 2003, descubrió que los niveles de testosterona en los
hombres en un pueblo de Noruega tocaban fondo en verano y llegaban a su máximo a
finales de otoño. Otros estudio en hombres daneses encontró variaciones temporales
similares.
Para avalar su tesis, Lincoln mencionaba los tratamientos de reemplazo hormonal que
reciben los hombres que tienen bajas cantidades de la hormona, ya sea genéticamente o
por tratamientos oncológicos.
¿QUÉ OCASIONA LA BAJA DE TESTOSTERONA?
El impacto emocional provocado por situaciones como exceso de trabajo, una pérdida,
un accidente grave o cualquier otro factor que genere un estrés demasiado alto impacta
directamente en su producción de testosterona.
Ésta hormona masculina tiene efectos en el sistema nervioso central, el que determina
cómo sentimos y percibimos las cosas. Esa alteración de los receptores de testosterona
se puede manifestar en inapetencia sexual y ánimo decaído.
Entre las características más comunes de este síndrome destacan la angustia, frustración,
hipersensibilidad emocional, enojo, culpabilidad, insatisfacción y disminución de libido.
MENOPAUSIA
Una mujer llega a la menopausia cuando no tiene un período menstrual durante un año.
Los cambios y los síntomas pueden empezar varios años antes. Éstos incluyen:
UNIDAD IV
El ser humano nace con unas estructuras centrales activas que son determinantes de
la frecuencia, la forma y la orientación de la conducta sexual. Estas estructuras se
relacionan y adaptan a la realidad externa y al sujeto.
El desarrollo sexual es fruto de la persona y de su modo de actuar, de la relación con
su medio y de las circunstancias que de él emanan.
En paralelo con los aspectos biológicos con los que nacemos, comienzan a influirnos
una serie de determinantes externos al sujeto y cambiantes en el tiempo. Entre ellos
podemos hablar de factores culturales, religiosos, ideológicos y sociales. Se
manifiestan a través de las pautas de crianza y criterios educativos referidos al
dimorfismo sexual (el hecho de que en la especie animal humana hay dos sexo, el
femenino y el masculino), con una marcada influencia en la diferenciación psicosexual
entre niñas y niños. Por ello podemos considerar de un modo genérico que el
desarrollo sexual es consecuencia de la interacción del sujeto (formado por su cuerpo
y su psique), su medio socio-cultural y los acontecimientos que vaya experimentando.
Superar problemas como los celos permiten ver el mundo de modo menos egoísta y aprender
que compartir no es perder sino ganar
Primer año de vida
En esta etapa de la vida del niño y la niña hay una serie de cambios fundamentales
(motores e intelectuales) para su desarrollo en general y que tendrán un significado
especial para el desarrollo sexual.
El control de esfínteres y el modo de afrontar los padres y madres las circunstancias
que los rodean puede influir en el desarrollo de la sexualidad del adulto.
Los problemas de celos y su superación le van a permitir ver el mundo de las
relaciones de modo menos egocéntrico y aprender que compartir no es perder, sino
ganar.
La curiosidad que siente en esta etapa se hace extensiva también a su sexualidad. De
ahí que podamos hablar de curiosidad informativa hacia el mundo que le rodea,
curiosidad por lo físico y lo emocional, y también en el plano sexual. El niño explora su
propio cuerpo y las sensaciones que va percibiendo. Aquí se corre el riesgo de que la
actitud de los adultos no sea colaboradora. Deben evitarse los gestos de
desaprobación, los silencios o la incomodidad, porque se convierten en un cúmulo de
mensajes para los niños y las niñas que influyen de manera notable en la percepción
que tendrán sobre su cuerpo. Es evidente que el niño o la niña van a sentir curiosidad
por el otro u otra. Querrán investigar en las diferencias físicas; aparecen conductas
que se pueden denominar como voyeuristas (mirar) y exhibicionistas (mostrarse).
Comienzan los juegos en los que los/as niños/as imitan conductas de marcado carácter
sexual, que ven en su entorno, en la televisión etc. Incluso en los últimos años de esta
etapa co mienzan las actividades autoexploratorias y autoestimulatorias que pueden
generar angustia en los mayores y provocar reacciones reprobatorias hacia el menor si
no se contemplan como naturales y no se juzgan ni se intentan corregir. En esta etapa
tiene una especial importancia el proceso de identificación e imitación de modelos de
conducta sexual, que comienzan a definir las actitudes ante la sexualidad y los modos
de relacionarse en los planos erótico y afectivo.
En este periodo el niño y la niña son más autónomos, se manejan mejor en el mundo
real y conocen su identidad sexual. Por otra parte, la escuela adquiere una mayor
importancia en su desarrollo, aunque de poco sirve en esta disciplina si el mundo
académico continúa sin aportar ningún tipo de educación sexual reglada. Es un periodo
en el que las prohibiciones en todo lo concerniente a lo corporal y a lo sexual se hacen
mucho más explícitas. De ahí que las conductas sexuales se hagan menos espontáneas y
abiertas, sean más sutiles y ocultas, y logren pasar desapercibidas a ojos de los adultos.
De manera errónea, estas conductas pueden llevar a considerar esta etapa como de
desinterés sexual o periodo de latencia. Sin embargo, persisten los juegos sexuales, que,
aunque adquieren unas motivaciones añadidas, parten de la curiosidad como elemento
básico. El niño y la niña se afirman en lo que conocen por observación de la conducta
de los adultos; son conscientes de las sensaciones físicas y emocionales asociad as al
contacto y la cercanía física; experimentan la excitación sexual y la relación afectivo-
sexual con su grupo de iguales. Por ello, las actitudes de reprobación o castigo por su
curiosidad pueden tener una influencia negativa en el desarrollo posterior de la esfera
psico-sexual de la persona.
En la adolescencia
Este periodo, que ocupa aproximadamente la horquilla entre los 11 y los 19 años, está
plagado de cambios muy significativos en el desarrollo de la persona. Cobran una
significativa importancia el entorno social, sus normas y los modos de afrontar y
resolver los conflictos propios del desarrollo.
La pubertad es un periodo bisagra que queda solapado entre la infancia y la juventud. Su
inicio ocurre entre los 11 y 13 años, tanto para las niñas como para los niños. En
términos biológicos, la pubertad se refiere a la fase en la que los niños y niñas presentan
su desarrollo sexual. Después llegan los cambios mentales y psicológicos, necesarios
para afrontar la vida adulta. Conviene distinguir al adolescente de los adultos y de los
niños. No son 'niños grandes', ni 'adultos inmaduros'. Son adolescentes que requieren de
especial atención, debido a que empiezan una etapa de grandes expectativas en la que
adquieren su propia identidad. Si el inicio de la pubertad comienza antes de los 8 años,
se considera prematuro. Si no llega hasta los 14 años, se califica como tardío. En ambos
casos conviene consultar con el médico. En la adolescencia se produce la disonancia
entre qué valores asumir como propios, cuáles rechazar y cuáles conservar de los
recibidos por el padre y la madre
Este periodo es especialmente delicado, y sobre todo individual. Si bien cada persona es
un sujeto diferente, en esta fase la distinción es exponencial por la gran variabilidad en
el desarrollo en chicos y chicas de la misma edad. En un mismo grupo, en algunos
aspectos homogéneo, conviven chicos y chicas de aspecto completamente aniñado con
otros con las características sexuales secundarias plenamente desarrolladas: vello
sexual, cambio de voz, senos desarrollados, menstruación... Esto puede hacer que el
adolescente pase por un periodo en el que si está muy alejado del modelo de su grupo de
referencia se encuentre incómodo o desplazado. Para acompañarle en esta etapa es
fundamental entender, o al menos intentar entender lo que sucede y, en la medida en
que se pueda, reconducir las dificultades, las dudas e incluso la rebeldía al campo de la
normalidad y la naturalidad
La evolución física en las niñas, al igual que en los niños, incluye la aparición de vello
púbico y axilar, y cambios de coloración en la zona genital. Las glándulas que producen
el sudor están más activas, lo que supone mayor sudoración. Llega el crecimiento de los
senos y algunas veces es más prominente el de una mama que el de la otra. Esto no debe
ser signo de preocupación porque, con el tiempo, el tamaño se iguala en ambos senos.
El pubis se ensancha y las manos se alargan. Cerca de un año después de iniciado el
crecimiento de los senos, se experimenta un aumento de estatura, antes de aparecer la
menarquia o primera menstruación, que convierte a la mujer en fértil a todos los efectos.
Durante las primeras reglas es normal que los ciclos menstruales sean irregulares. Así,
pueden comprender entre 24 a 34 días, presentar una duración entre 3 y 7 días, y no
aparecer todos los meses. El dolor menstrual o dismenorrea es poco común con la
primera menstruación, pero suele aparecer durante la adolescencia. Después de la
primera regla, la niña sigue creciendo tanto en talla como en el tamaño de sus senos, y
el vello púbico se hace más aparente y grueso. También hay cambios en la voz, aunque
no de manera tan notable como en los niños. Todo el período de crecimiento dura entre
4 y 5 años. A su término, el cuerpo está completamente desarrollado.
Con los primeros años de la adolescencia llega la madurez sexual de los niños. Aparece
el pelo en el área púbica, sobre las axilas y la 'barba'. Además, cambia la voz. El cuerpo
de los niños se prepara para la madurez sexual con la producción de hormonas
masculinas en cantidades abundantes, que causan el agrandamiento de los testículos y el
oscurecimiento del escroto. Por lo general, el primer cambio que vive el niño es la
aparición de pelo ralo alrededor de la base del pene. Sucede antes de un pico de
crecimiento. Si en estos meses hay leve aumento de las glándulas mamarias no es
motivo de preocupación, pero conviene estar atento para asegurarse de que desaparecen
a los pocos meses. Aunque el pene puede tener erecciones desde la infancia, la primera
eyaculación de semen se produce cuando se cumplen los dos años del inicio de la
pubertad, o cuando el pene ha crecido y ha alcanzado su tamaño definitivo. Puede
suceder en una masturbación, de manera espontánea con una fantasía sexual o durante la
noche en una eyaculación nocturna. Más tarde, el pelo empieza a aparecer en las axilas
y en el rostro. La laringe crece y hace más visible la nuez o "manzana de Adán", de
manera simultánea al cambio en el tono de la voz, un proceso que a veces produce
"gallos" al hablar. La duración del crecimiento puede prolongarse durante 5 años,
tiempo en el que los testículos siguen aumentando, y el pene se torna más grueso.
Cambios psico-sexuales
Los cambios físicos sufridos en la adolescencia, unidos a un interés creciente por saber
de sexo y, en consecuencia, por la adquisición de unos conocimientos e información
(muchas veces errónea) sobre sexualidad, hacen que se vaya formando una nueva
identidad. En este periodo se sale del seno familiar para ir entrando y compartiendo el
mundo de los iguales, con lo que supone el choque de las creencias transmitidas en la
familia sobre sexo y sexualidad con las que otros adolescentes y los medios de
comunicación (incluyendo Internet) le aportan. Así, se plantea la disonancia entre qué
valores asumir como propios, cuáles va a rechazar y cuáles conservar de los que ha
recibido de sus padres. Todo ello se manifiesta a través de lo cambiante de su humor, de
su irascibilidad y de ciertas reacciones irracionales, que son la expresión del conflicto
interior que está viviendo.
El inicio de las relaciones sexuales
Una duda que comparten adultos y jóvenes es cuándo se deben iniciar las relaciones
sexuales, más si éstas incluyen el coito, lo que implica riesgo al embarazo y mayor
peligro de contagio de enfermedades de transmisión sexual. Preocupa en especial el
cómo saber el momento adecuado para iniciarse. Aunque, en realidad, los comienzos
son muy paulatinos: cogerse de la mano, un beso en la cara o en la boca, caricias... No
obstante, al final la duda se concreta en saber cuál es la edad buena para empezar las
relaciones sexuales completas. Lo ideal es que se llegue a ese momento preparado
psicológicamente y que tanto el protagonista como sus progenitores y educadores lo
interpreten como un acto de responsabilidad y libertad. Por lo tanto, la respuesta a esa
duda no se puede reducir a ofrecer una edad para iniciarse, porque el criterio
cronológico no siempre se corresponde con la madurez afectiva. La respuesta supone un
análisis de la situación que comprende diferentes factores.
Después llega el análisis del otro, es decir, de la persona con la que se va a tener
relaciones. Hay que estar seguro de que ofrece confianza y respeto. Debe ser una
persona adecuada con la que compartir la intimidad, y a la que se llega desde la plena
libertad, no con el propósito de satisfacer los deseos del otro sin conocer los propios.
Para terminar, merece la pena reflexionar sobre la familia, el entorno y el grupo. Las
relaciones sexuales pertenecen a la intimidad de las personas, y por ello no hay
obligación de compartir con los demás detalles sobre ellas, salvo si se quiere hacer o se
necesita hacerlo; mucho menos seguir los dictámenes de los otros sobre el ejercicio de
la sexualidad. Los amigos lo son en la medida en que respetan al prójimo y no le llevan
a hacer cosas que no quiere o no está seguro de querer. A los padres y madres, por lo
general, les costará entender a sus hijos como seres sexuales. Esto resulta comprensible
pero no debe empujarles a coartar la libertad de sus hijos.
En la edad adulta
Podemos dividir esta etapa en dos periodos, de acuerdo a las dos décadas que abarca: la
que va de los 20 a los 30 años, y la que llega a los 40. En la primera, la persona sufre
multitud de cambios, sobre todo en el plano psicológico. Es un tiempo en el que se
toman decisiones que van a marcar el resto de la vida (modelo de vida, trabajo,
matrimonio, responsabilidades). En el plano de la sexualidad es un tiempo de
experimentar, conocer, buscar y profundizar en la propia expresión sexual. Conviven la
incertidumbre con la completa satisfacción, y está presente todavía la preocupación
adolescente sobre la destreza en la práctica del sexo. Si en cualquier aspecto de la vida
las creencias y la educación moldean la conducta, en la sexualidad ocurre lo mismo. En
la medida en que se logra madurez para preguntarse sobre principios y normas relativas
a la sexualidad, cada persona adquiere la posibilidad de desarrollar su esfera sexual con
total libertad y de vivir de un modo pleno su orientación sexual (heterosexual,
homosexual o bisexual). En la segunda etapa se culmina, al menos se espera culminar,
la orientación del deseo, el tipo de vida, el estado civil y la estabilidad con la pareja, o,
si se prefiere, en solitario. Todos ellos son aspectos que tienen su repercusión en el
comportamiento sexual, aunque no desaparecen las condiciones anatómicas,
psicológicas y emocionales, y siguen presentes los recuerdos de etapas pretéritas, las
fantasías, las asociaciones y expectativas que conforman el entramado del que surge la
conducta sexual.
Comportamiento sexual
Salud sexual
Observación personal:
La pre- Adolescencia. El periodo de la adultez.
adolescencia
las drogas y el
alcohol;
hambre y pobreza
en el país;
fracaso en obtener
empleo;
bombas nucleares o
ataques terroristas
en el país;
el divorcio de sus
padres; y la muerte.
3. Lectura del tema central (pág. 270-271) “El impacto de los medios
masivos sobre la sexualidad adolescente”. Emita su opinión