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EL HERALDO DE LA VERDAD ADVENTISTA

 El contexto de la cita de Elena G. de White sobre los ministros que comen carne
 El mensaje de la Reforma Pro-Salud
 La Reforma Pro Salud y la carne limpia
 La Reforma Pro-Salud y el Mensaje de los Tres Ángel

El contexto de la cita de Elena G. de White sobre los ministros que


comen carne
Posted: 02 Feb 2017 10:13 PM PST

Existe una cita de Elena G. de White sobre el hecho que no se


debería confiar en pastores que consumen carne?

Esa cita existe, se encuentra parcialmente en la obra


Ministerio Pastoral, p. 84 y dice así:

Como mensajeros de Dios, ¿no daremos un testimonio


decidido en contra de la complacencia de un apetito
pervertido? ¿Harán los que dicen ser ministros del Evangelio,
que proclaman la más solemne verdad jamás dada a los
mortales, una letrina de su estómago? Dios ha provisto una
abundancia de frutas y granos, que pueden ser
saludablemente preparados y utilizados en cantidades
adecuadas. ¿Por qué entonces, el hombre continúa
escogiendo las carnes? ¿Será posible tener confianza en
nuestros ministros que se sientan a la mesa a comer la carne
con otros? (Pacific Union Recorder, 9 de octubre de 1902.)

Recomiendo que lean esta cita en su contexto original, que es


un artículo que EGW preparó para la revista Pacific Union
Recorder, del 9 de octubre de 1902 y que usted puede
procurarse en el sito de los Archivos
Adventistas: http://documents.adventistarchives.org/Periodicals
/PUR/PUR19021009-V02-05.pdf [Pág. 12 en adelante]

En Español: Ese material está en inglés pero, Eric Richter del


equipo de DA lo ha traducido para ustedes. A continuación
pueden leer la traducción:

La Influencia de la Dieta en Concilios y Reuniones


por Ellen G. White

Publicado originalmente en el “Pacific Recorder”, 9 de octubre


de 1902.

Antes de que nuestros hermanos se reúnan en concilios o


juntas directivas, cada uno debe presentarse ante Dios,
examinando cuidadosamente su corazón y revisando
críticamente sus motivos. Oren para que el Señor pueda
revelarse a ustedes, para que no critiquen o condenen
insensatamente las propuestas.

Sentados ante las mesas abundantes, los hombres


usualmente comen mucho más de que lo pueden digerir
fácilmente. El estómago sobrecargado no puede funcionar
apropiadamente. El resultado es un sentimiento desagradable
de embotamiento en el cerebro. La mente no actúa
rápidamente. Y cuando se comen varios tipos diferentes de
alimentos en una misma comida, a menudo se produce
indigestión. Algunos alimentos no deben mezclarse con otros.
Las combinaciones inapropiadas crean disturbios, se produce
fermentación, la sangre se contamina y el cerebro se
confunde.

El hábito de comer en exceso, o de comer demasiados tipos


diferentes de alimentos en una comida, con frecuencia causa
dispepsia. Los delicados órganos digestivos se dañan
gravemente. En vano el estómago le protesta y le suplica al
cerebro que razone de causa a efecto. La cantidad excesiva
de alimento ingerido, o la combinación impropia, hace su obra
perjudicial. En vano dan su advertencia las prevenciones
desagradables. El sufrimiento es la consecuencia. La
enfermedad reemplaza a la salud.

Puede ser que algunos pregunten: ¿Qué tiene que ver esto
con las juntas directivas? Mucho. Los efectos de comer
equivocadamente afectan los concilios y las juntas directivas.
La condición del estómago afecta al cerebro. Un estómago
desordenado produce un estado mental desordenado e
inseguro. Un estómago enfermo produce una condición
enfermiza del cerebro y con frecuencia lo induce a uno a
sostener con terquedad opiniones erróneas. La supuesta
sabiduría de una persona tal es insensatez para Dios.

Presento estos temas ahora, porque se me instruyó que les


diga a mis hermanos en el ministerio evangélico: mediante la
intemperancia al comer se están descalificando para ver
claramente la diferencia entre lo sagrado y lo común. Y con
esta intemperancia también revelan que no toman en cuenta
todas las advertencias que el Señor les ha dado: “¿Quién hay
entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo?
El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre
de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros
encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de
vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os
vendrá esto; en dolor seréis sepultados.” (Isaías 50:10-11)

¿No nos presentaremos ante el Señor para que nos salve de


toda intemperancia en la comida y en la bebida, de todas las
pasiones carnales, profanas, de toda impiedad?

¿No nos humillaremos ante Dios, abandonando todo lo que


corrompa la carne y el espíritu, para que podamos tener
perfecta santidad de carácter en el temor del Señor?

“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo


para la gloria de Dios”. Ahora todos estamos siendo
examinados y probados. Muchos de que los que han recibido
luz preciosa desean regresar a las ollas de carne de Egipto.
Muchos que son apoyados por el diezmo de la tesorería del
Señor están envenenando la corriente dadora de vida que
fluye por sus venas mediante la complacencia propia. Algunos
continúan gratificando su deseo por la carne, despreciando la
luz y las advertencias que Dios ha dado durante los últimos
treinta o treinta y cinco años.

No debemos hacer que el consumo de carne sea una prueba.


Pero podemos y debemos analizar la influencia que los
creyentes profesos que consumen carne tienen sobre otras
iglesias. Aquellos que consumen carne desprecian todas las
advertencias que Dios ha dado acerca de esta cuestión. No
tienen evidencia de que están caminando en caminos seguros.
No tienen ni la más pequeña excusa para consumir la carne de
animales muertos. La maldición de Dios descansa sobre la
creación animal. Muchas veces cuando la carne es consumida
se deteriora en el estómago, y provoca enfermedad. Cánceres,
tumores y enfermedades pulmonares son mayormente
causados por el consumo de carne.

¿No presentaremos un testimonio firme en contra de la


complacencia del apetito pervertido como mensajeros de
Dios? ¿Acaso quienes afirman ser ministros del evangelio,
proclamando la verdad más solemne alguna vez dada a los
mortales, harán de su estómago una letrina? Dios ha provisto
abundancia de frutas y granos, que pueden ser preparados de
manera saludable y ser consumidas en cantidades apropiadas.
Entonces ¿por qué los hombres continúan eligiendo la carne?
¿Podemos tener confianza en ministros que, sentados en
mesas donde se sirve carne, se unen a otros para comerla?

Los padres que conocen la verdad acerca de la complacencia


del apetito no deberían permitir que sus hijos coman en
exceso, o que consuman carne u otros alimentos que excitan
las pasiones. El hombre está hecho de lo que come. El
consumo de la carne fortalece y excitan las propensiones
inferiores, y aumentan su actividad. Los padres deberían
descartar todo lo que ponga en peligro la salud física y moral
de sus hijos. No deberían servir carne en la mesa. Y si
permiten que sus hijos coman carne libremente, que
consuman Manteca y huevos, ciertamente provocaron
enfermedades de alguna clase, dañando la salud de la mente
y el cuerpo. La espiritualidad es debilitada y a menudo
destruida.

Padres y madres, vigilen con oración. Eviten estrictamente la


intemperancia en cualquiera de sus formas. Enséñenle a sus
hijos los principios de la verdadera reforma de salud. La ira de
Dios a ha comenzado a visitar a los hijos de la desobediencia.
¡Cuántos crímenes, cuántos pecados, cuántas practicas
inicuas se manifiestan en todos lados! Como pueblo debemos
ejercer mucho cuidado al proteger a nuestros hijos de amigos
depravados.

Si pudiéramos conocer las iniquidades abominables que son


practicadas por los miembros de muchas familias que afirman
que cristianos, estaríamos mucho más preocupados acerca de
la atmósfera espiritual que rodea a nuestros hijos, no solo en
las escuelas públicas –incluso en las escuelas de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día. Si los hijos de los guardadores del
sábado no cuidadosamente educados línea sobre línea,
mandamientos sobre mandamiento; si no se evita que se
asocien con niños corruptos, están en peligro de ser
corrompidos.

Para poder ser purificados y permanecer puros, los


adventistas del séptimo día deben tener el Espíritu Santo en
sus corazones y en sus hogares. El Señor me ha dado luz que
cuando el Israel de hoy se humille ante Él, y purifique el templo
de su alma de toda impureza, Él escuchará sus oraciones a
favor de los enfermos, y los bendecirá en el uso de sus
remedios para las enfermedades. Cuando con fe el agente
humano hace todo lo que puede para combatir la enfermedad,
usando los métodos simples que Dios ha provisto, sus
esfuerzos serán exitosos. “Tuyos son los cielos, tuya también
la tierra” y “el mundo y su plenitud” (Sal. 89:11).

Si el pueblo de Dios, después de toda la luz que se le ha dado,


aún atesora hábitos incorrectos, complaciendo el yo y
negándose a reformarse, sufrirán las consecuencias seguras
de la transgresión. Si están determinados a gratificar el apetito
pervertido a cualquier cosa, Dios no obrara milagros tras
milagro para salvarlos. Ellos yacerán en dolor.

Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros,


sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos
ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra,
éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el
cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los
caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su
cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y
llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy
pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así
también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de
grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un
pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad.
La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina
todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma
es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de
bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se
doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero
ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no
puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella
bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una
misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos,
esto no debe ser así”. (Santiago 3:1-10)

¡Deben guardar diligentemente los mandamientos del Señor


nuestro Dios! Todo aquel que transgreda las leyes de la salud
ciertamente será visitado por el desagrado de Dios. ¡Oh,
cuánto del Espíritu Santo tendríamos día a día si camináramos
cuidadosamente, negando el yo, y practicando las virtudes del
carácter de Cristo!

“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que
temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y
que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y
sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas
prosperidad?” (Deuteronomio 10:13).

Creo, no obstante, que hay que ser cuidadoso en la manera


como interpretamos esta cita y la usamos, porque podemos
fácilmente utilizarla de manera contraria a las intenciones de la
autora.

Primero, la declaración es dada de manera retórica, como


pregunta. Evidentemente, es presentada para despertar la
reflexión personal de los líderes eclesiásticos en cuanto a su
condición personal respecto a este asunto, y no es un llamado
a los miembros a no confiar en los pastores que consumen
carne, a manera de boicot.
Segundo, en el artículo EGW es cuidadosa de señalar que no
debemos hacer del consumo de la carne una prueba de
discipulado. Pero sí debe considerarse la influencia que los
creyentes que consumen carne tienen sobre otros en las
iglesias. Nuevamente, creo que es un llamado al autoanálisis
de los líderes y de los miembros de iglesia que consumen
carne, a la luz de todo el conocimiento que tenemos en
alimentación sana, no poniéndolo en práctica.

Tercero, creo que el consumo de carne no es una prueba


determinante de fidelidad a Dios, porque todos estamos en un
proceso de crecimiento (o estancamiento) espiritual. Dos
incidentes históricos ilustran lo que quiero decir: EGW tuvo un
proceso largo de abandono total del consumo de la carne, y no
por esto el Señor la rechazó o condenó, sino que la fue
guiando a más luz a través de su vida. El Dr. Kellogg que era
un estricto vegetariano, tuvo enfrentamientos muy duros con el
cuerpo pastoral de su época por varios motivos, siendo uno de
ellos el que varios de estos pastores seguían consumiendo
carne. EGW no apoyó a Kellogg en estos conflictos sino que
dio su apoyo a los líderes pastorales de la iglesia, porque vio
que Kellogg había tomado un rumbo espiritual equivocado,
lleno de orgullo y ambición, que lo llevó fuera de la iglesia.

Cuarto, no creo que este asunto sea un tema menor. El tema


de la temperancia y el dominio propio que desarrolla EGW en
este artículo es solemne y muy claro porque tiene importantes
implicancias espirituales. Creo que ser vegetariano es
importante para todo pastor y todo miembro de iglesia y
el ideal de Dios es que lo alcancemos todos. Pero de poco
sirve ser vegetariano si no tenemos dominio propio y estamos
con sobrepeso, dormimos poco, no hacemos ejercicio, etc., y
de este modo damos un pobre ejemplo en este asunto a
nuestros hijos. Todos estos aspectos que EGW desarrolla en
este artículo deben ser tomados en consideración juntos.

Fraternalmente,

Pr. Sergio Becerra, director del Centro de Investigación White,


en Argentina.

Fuente: Defensa Adventista

El mensaje de la Reforma Pro-Salud


Posted: 02 Feb 2017 10:07 PM PST

En mi opinión personal en el mensaje adventista no debe faltar


el mensaje de la salud. Y es que, Dios no solo quiere velar por
nuestra salud espiritual, sino también por nuestra salud física
[3 Juan 1:2]. Ahora, lamentablemente muchos adventistas, sí,
tristemente, nosotros mismo hemos atraído mucho oprobio al
mensaje de la Reforma Pro-Salud por nuestro fanatismo y mal
uso de los escritos de la Hna. White. Recuerdo particularmente
a un fanático que no sabía usar los testimonios de los escritos
de la Hna. White en el Foro Adventista, decía que era
vegetariano pero, a la misma vez uno de su hobby era la
pesca. Entonces alguien le preguntó: ¿Qué haces con los
peces? No te los puede comer y mucho menos vender, ya que
en el foro se jactaba diciendo que un verdadero adventista
debía ser vegetariano y no solo por eso, su campaña era que
comer carne era pecado (aunque al final al parecer cambió el
discurso) pero, es con esa clase de personas que el mensaje
de Dios en vez de convertirse en una bendición, se convierte
en una maldición. Por cierto, la persona respondió algo como:
A ti no te interesa que hago con los pecas. Ya con esa clase
de respuesta uno se da cuenta por donde va la cosa.

¿Es pecado comer carne? no y no. No es pecado comer


carne. En el Foro Adventista hay muchas discusiones sobre el
tema muy buena, les invito a que hagan una búsqueda. Dentro
de esas discusiones pude notar varias cosas, una de ella es
que hay varias citas de la Hna. White que los que insisten en
que comer carne es pecado nunca te van a citar, por obvia
razones. Leamos estas citas que no necesitan explicación:

“En este país [Australia] existe una sociedad vegetariana


organizada, pero el número de sus miembros es
comparativamente pequeño. Entre la gente en general, la
carne es usada mayormente por todas las clases. Es el
artículo de alimentación más barato; y aun donde abunda la
pobreza, se encuentra la carne sobre la mesa. Por lo tanto
existe mayor necesidad de manejar con sabiduría el asunto de
comer carne. Con respecto a este problema no debe haber
movimientos bruscos. Debemos considerar la situación de la
gente, y el poder de hábitos y prácticas que datan de toda la
vida, y debemos ser cuidadosos para no imponer nuestras
ideas a los demás, como si este asunto fuera una ‘prueba de
discipulado’, y como si los que se alimentan especialmente de
carne fueran los mayores pecadores.” [Consejo Sobre el
Régimen Alimenticio, Págs. 555, 556]

“Cuando se deja la carne hay que sustituirla con una variedad


de cereales, nueces, legumbres, verduras y frutas que sea
nutritiva y agradable al paladar. Es particularmente necesario
al tratarse de personas débiles o que estén recargadas de
continuo trabajo. En algunos países donde reina la escasez, la
carne es la comida más barata. En tales circunstancias, el
cambio de alimentación será más difícil, pero puede realizarse.
Sin embargo, debemos tener en cuenta la condición de la
gente y la fuerza de las costumbres establecidas, y también
guardarnos de imponer indebidamente las ideas nuevas, por
buenas que sean. No hay que instar a nadie a que efectúe
este cambio bruscamente. La carne debe reemplazarse con
alimentos sanos y baratos. En este asunto mucho depende de
quien cocine. Con cuidado y habilidad, pueden prepararse
manjares nutritivos y apetitosos con que sustituir en buena
parte la carne.” [Ministerio de Curación, Pág. 244 ]

Podría parecer que defiendo el consumo de la carne, no, lo


que defiendo es el derecho de cada persona. Alguno dirá que
es una orden, no es para escoger si te gusta o no. No, no es
ninguna orden, porque con la última cita se deja no entrever,
se deja ver bien claro que no es una prueba de discípulo.
Recientemente en DA publicamos una aportación del Pr.
Becerra, recomiendo que la lean desde aquí.

Soy vegetariano y para mí la transición fue bien fácil, creo que


tengo que darle las gracias a Dios por ello y a mí familia no
adventista que supo comprender. Sin embargo, he aprendido
que no es igual para todos. Y por ello no debo juzgar a nadie.

Quiero compartir con ustedes este corto escrito, no sin antes


mencionar que la pirámide la desarrolló un pastor que fue mi
maestro mientras estudiaba teología y un genio en el tema de
la Reforma Pro-Salud, un pastor que ahora descansa en el
Señor y espero ser fiel hasta la muerte o hasta que Cristo
venga y poder abrazar al Pr. Carlos Molina de Puerto Puerto.

Creación – En la creación no se le puso una estufa o un fast


food a Adán y a Eva. La Biblia dice: “Y dijo Dios: He aquí que
os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la
tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán
para comer.” [Gn 1.29].

Después del pecado – Aún después del pecado, Dios no


ordenó el consumo de carne. Leamos Génesis 3:18: “Espinos
y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.”

Post-Diluvio – Juicio 1844 – 2da venida de Cristo – Aquí


podemos decir que hay una transición. Después del Diluvio
Dios permitió el consumo de carnes limpias, ahora en el inicio
del juicio investigador en octubre de 1844 y los años siguientes
se levantó el movimiento profético adventista, representado
también con la última de las sietes iglesias de Apocalipsis.
Además de predicar el triple mensaje angelical para una
reforma espiritual, debía y debe predicar un mensaje para una
reforma en cuanto a la alimentación, ¿por qué? Nosotros
somos templo del Espíritu Santo [1 Cor. 3:16]. Nosotros somos
arquitecto de nuestro propio cuerpo, somos lo que comemos.
Añadamos a eso, las enfermedades que se han encontrado en
los animales en los últimos años: Vacas locas, grave aviar,
etc… De hecho, el mundo secular se ha dado cuenta de la
importancia y los beneficios de una alimentación saludable.
Una página muy buena que sigo es, Hazte vegetariano, la
recomiendo. Existe suficiente evidencia de las enfermedades y
el trato de los animales que preparan para el consumo.

Hagamos un resumen de esa trilogía (Post-Diluvio, Juicio 1844


o Movimiento adventista entra en escena con un mensaje que
incluye no solo lo espiritual sino también lo físico y por último
la 2da venida de Cristo).

Después del Diluvio el Señor permitió el consumo de la carne,


cuando en la década del 40 entra en escena el movimiento
adventista trae un mensaje de salud que no solo incluye el
abandono del consumo de la carne, que ese es otro error,
creemos que la reforma pro-salud solo abarca el consumo de
la carne, incluye muchas cosas más que muchas veces
pasamos por alto. El Señor quiere un pueblo sano, para que
salga a predicar su verdad, ahora, no quiere decir esto que
todos dejarán el consumo de la carne, no quiere decir esto que
la persona que coma carne no es una persona consagrada. No
voy abundar mas en ello porque creo que las citas de arriba
son bien claras.

Eternidad – El alimento de los redimidos será del árbol de la


vida, que da un fruto diferente cada mes (Apocalipsis 22:2).
Volvemos al principio que es a donde Dios a través de Cristo
nos quiere llevar, a nuestro hogar, el Edén.

La Hna. White escribió lo siguiente:

“Vi una mesa de plata pura, de muchos kilómetros de longitud


y sin embargo nuestra vista la abarcaba toda. Vi el fruto del
árbol de la vida, el maná, almendras, higos, granadas, uvas y
muchas otras especies de frutas. Le rogué a Jesús que me
permitiese comer del fruto y respondió: “Todavía no. Quienes
comen del fruto de este lugar ya no vuelven a tierra. Pero si
eres fiel, no tardarás en comer del fruto del árbol de la vida y
beber del agua del manantial.” (Primeros Escritos, Págs. 18,
19).

Comer carne no es pecado. Sin embargo, creo que en este


tiempo no es saludable comerla, aunque hay amistades que
me dicen que la carne que consumen es grado A, puede ser,
igual respeto su decisión y es lo que debemos hacer todos. El
consejo está ahí, el que lo quiera aceptar bien, el que no
pueda sustituir la carne por ‘x’ o ‘y’ razón Dios lo entenderá y
el que no quiera aceptar porque no le interesa o por que le
guste la carne, pues igual, esas cuentas se arreglan con Dios.
Nosotros no somos jueces para juzgar a nadie por el consumo
de carne.

Fuente: Defensa Adventista

La Reforma Pro Salud y la carne limpia


Posted: 02 Feb 2017 10:00 PM PST

“Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da


semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay
fruto y que da semilla; os serán para comer”. Génesis 1:29

Cuando Dios creó al ser humano, le estableció un régimen


alimenticio basado en el consumo de toda clase de semillas y
frutas; este régimen era el más sano y natural posible, por
cuanto contribuía a mantener en el mejor estado de salud a
cada órgano que forma parte de la asombrosa estructura
corporal y emocional del ser humano.

Esto quiere decir que el propósito original de Dios consistió en


que el ser humano mantenga siempre un régimen alimenticio
natural e integral, libre de productos de origen animal, por
cuanto estos últimos no tienen la misma calidad que los
alimentos integrales.

UNA INSPIRADA DISTINCIÓN ENTRE ANIMALES

Sin embargo, una vez que el pecado entró en nuestro mundo,


el régimen original se alteró, por cuanto el consumo de carne
animal fue incluido en la alimentación del hombre y para
mitigar las consecuencias de dicho consumo, Dios estableció
una clara distinción entre animales limpios e inmundos.

Esta inspirada distinción no fue originada en el tiempo de


Moisés, en realidad su origen se remonta al inicio de los
tiempos, por cuanto fue Dios mismo quien la estableció
después de la caída de nuestros primeros padres, pues así
está escrito:

“Entonces dijo Jehová a Noé: Entra en el arca tú y todos los de


tu casa; porque he visto que sólo tú eres justo delante de mí
en esta generación. De todo animal limpio tomarás contigo
siete parejas, el macho y su hembra; y de todo animal que no
es limpio, dos, el macho y su hembra”. Génesis 7:1-2.

“Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio


y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar”. Génesis
8:20.
Aproximadamente 1000 años después del tiempo de Noé, esta
distinción fue incluida en la Ley de Moisés, para que el pueblo
hebreo supiera con precisión qué animales sí podrían ser
utilizados en su régimen alimenticio, pues así está escrito:

“El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a


los hijos de Israel, y decidles: “Estos son los animales que
podréis comer de entre todos los animales que hay sobre la
tierra”. Esta es la ley acerca de los animales, de las aves, de
todo ser viviente que se mueve en las aguas y de todo animal
que se arrastra sobre la tierra, para hacer distinción entre lo
inmundo y lo limpio, entre el animal que se puede comer y el
animal que no se puede comer”. Levítico 11:1; 46-47.

PRINCIPALES ENSEÑANZAS

El Espíritu de Profecía nos revela que esta inspirada


distinción “no era meramente un reglamento ceremonial”, en
realidad esta distinción estaba “basada en principios
sanitarios” gracias a los cuales el pueblo judío ha logrado
distinguirse por su “maravillosa vitalidad”, lo cual nos
demuestra que esta distinción forma parte de los “principios de
la templanza que deben llevarse”, pues así está escrito:

“La prohibición del ángel incluía toda “cosa inmunda”. La


distinción entre los comestibles limpios y los inmundos no era
meramente un reglamento ceremonial o arbitrario, sino que se
basaba en principios sanitarios. A la observancia de esta
distinción se puede atribuir, en alto grado, la maravillosa
vitalidad que por muchos siglos ha distinguido al pueblo judío.
Los principios de la templanza deben llevarse más allá del
mero consumo de bebidas alcohólicas”. —Patriarcas y
Profetas, página 543, (1890).

Hasta este punto hemos descubierto dos elementos que nos


indican que esta distinción no fue abolida juntamente con la
Ley de Moisés, el primer elemento es el hecho de que esta
distinción no estaba sujeta a la Ley de Moisés, por cuanto esta
distinción fue establecida muchos siglos antes de que se
promulgue la Ley de Moisés, y el segundo elemento consiste
en que esta distinción no era solo un reglamento ceremonial,
sino que también estaba “basada en principios sanitarios”. Al
no estar sujeta a la Ley ceremonial de Moisés y al estar
basada en principios sanitarios, dicha distinción no fue abolida
con la muerte de Cristo.

Ni los primeros discípulos, ni la iglesia primitiva consideraron


que la muerte de Cristo anuló o abolió esta distinción, al
contrario, hay referencias bíblicas que demuestran que esta
distinción siguió siendo practicada después de la muerte de
Cristo y un ejemplo de ello es el mismo Apóstol Pedro, quien
creyendo que la visión que se le presentó se refería a la
alimentación, el declaró que “ninguna cosa común o inmunda”
*había “comido jamás”*, lo cual demuestra que el Apóstol
Pedro siguió obedeciendo esta distinción aún 20 años después
de la muerte de Cristo, pues así está escrito:

“Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se


acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar,
cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer;
pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y
vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran
lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en
el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y
aves del cielo. Y le vino una voz: levántate, pedro, mata y
come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa
común o inmunda he comido jamás”. Hechos 10:9-14.

No solo el Apóstol Pedro en el Nuevo Testamento, sino


también el Profeta Daniel en el Antiguo Testamento, fueron
ejemplos de fidelidad a la distinción entre carnes limpias e
inmundas y fue precisamente debido a esta distinción que
Daniel se negó a comer la comida del Rey, por cuanto el
Espíritu de Profecía indica que “entre las viandas que se
colocaban ante el rey había carne de cerdo y otras carnes
declaradas inmundas”, lo cual demuestra que Daniel tomaba
en cuenta y cumplía fielmente la ley de la distinción entre
animales, pues así está escrito:

“Entre las viandas que se colocaban ante el rey había carne de


cerdo y otras carnes declaradas inmundas por la ley de
Moisés. Se había prohibido expresamente que los hebreos las
comieran. Aquí Daniel fue puesto en una prueba severa.
¿Debía adherirse a las enseñanzas de sus padres sobre
alimentos y bebidas, y ofender al rey, probablemente
perdiendo no sólo su posición sino también su vida, o debía
desobedecer el mandato del Señor y retener el favor real,
obteniendo de esta suerte grandes ventajas intelectuales y las
más halagüeñas perspectivas mundanas?”. “Daniel no dudó
por mucho tiempo. Decidió mantenerse firme en su integridad,
fueran cualesquiera los resultados. “Y Daniel propuso en su
corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey,
ni con el vino que él bebía”. Daniel 1:8. —Consejos sobre el
Régimen Alimenticio, página 33; Review and Herald, 25 de
Enero, 1881.

LA PROHIBICIÓN DE CONSUMIR CARNES INMUNDAS


ESTÁ VIGENTE

Tal y como lo señala la cita anterior, Dios “*había prohibido


expresamente que los hebreos” *consumieran carnes
inmundas, sin embargo esta prohibición no ha sido abolida en
ningún período de la historia humana, al contrario, tanto la
distinción entre animales, como la prohibición de consumir
carnes inmundas, son conceptos que están vigentes y
continuarán vigentes hasta la segunda venida de Cristo y una
evidencia contundente de ello, es la siguiente cita bíblica, la
cual al describir el segundo advenimiento, también declara que
en aquel tiempo, van a ser severamente castigados todos
aquellos que no abandonen el consumo de carnes de
animales inmundos o abominables, pues así está escrito:

“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros


como torbellino, para descargar su ira con furor, y su
reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con
fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de
Jehová serán multiplicados. Los que se santifican y los que se
purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne
de cerdo y abominación y ratón, juntamente serán talados,
dice Jehová”. Isaías 66:15-17.

Esta es otra de las citas que nos demuestra que la prohibición


de consumir carnes inmundas ha estado vigente y seguirá
vigente hasta la segunda venida de Cristo y por estas razones
inspiradas, Dios condujo a la Iglesia Adventista a que
establezca la abstención de carnes inmundas como una
prueba de discipulado, y las siguientes declaraciones
inspiradas describen el grave daño que provoca el consumo
de cerdo y de cualquier otra carne inmunda, pues así está
escrito:

“El cerdo, aunque constituye uno de los artículos más


comunes del régimen alimenticio, es uno de los más
perjudiciales. Dios no prohibió que los hebreos comiesen
carne de cerdo únicamente para mostrar su autoridad, sino
porque no era un alimento adecuado para el hombre. Llenaba
el organismo con escrófula, y especialmente en ese clima
cálido producía lepra y diversas clases de enfermedades. La
influencia sobre el organismo en ese clima era mucho más
perjudicial que en un clima más frío. Pero Dios nunca se
propuso que se consumiese cerdo en circunstancia alguna.
Los paganos consumían el cerdo como alimento, y el pueblo
norteamericano ha utilizado abundantemente el cerdo como un
importante artículo de alimentación. La carne de cerdo no
sería agradable al paladar en su estado natural. De modo que
se la torna apetecible condimentándola abundantemente, lo
que hace que una cosa mala se torne peor. La carne de cerdo,
por encima de todas las demás carnes, pone la sangre en mal
estado. Los que consumen carne de cerdo en abundancia no
pueden evitar estar enfermos. Los que hacen mucho ejercicio
al aire libre no se dan cuenta de los efectos perjudiciales de la
carne de cerdo como los que viven en los edificios, y cuyos
hábitos son sedentarios y su trabajo es mental”. —Consejos
sobre el Régimen Alimenticio, página 469.

EL ESTADO ACTUAL DE LAS CARNES LIMPIAS

El constante estado de decadencia de nuestro mundo caído,


ha provocado un considerable “aumento de las enfermedades
en el reino animal” *(Consejos Sobre el Régimen Alimenticio,
p. 463)*, es por eso que, aún las carnes de los animales
limpios, se encuentran en un estado de debilidad y
enfermedad y por tal motivo, el consumo de carnes limpias ya
no es el más adecuado para la salud, pues así está escrito:

“Los animales están enfermando cada vez más, y no


transcurrirá mucho tiempo antes de que los alimentos de
origen animal sean descartados por muchos además de los
adventistas del séptimo día. Se han de preparar alimentos
sanos, capaces de sostener la vida, a fin de que hombres y
mujeres no necesiten comer carne. —Joyas de los
Testimonios 3:132 (1902); Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, página 459.

La Biblia y el Espíritu de Profecía nos recomiendan la


abstención de carnes limpias y por esta razón la Iglesia
Adventista así lo enseña; sin embargo, esta posición
equilibrada de recomendar su abstención se vuelve extremista
cuando catalogamos el consumo de carne limpia como
pecado.

¿Es correcto catalogar el consumo de carnes limpias como


pecado?
Si bien es cierto que la inspiración nos recomienda
abstenernos de consumir carnes limpias, por cuanto dicho
consumo ya no es el más adecuado para la salud; sin
embargo no es correcto catalogar su consumo como pecado,
por cuanto el mismo Espíritu de Profecía así lo declara en la
siguiente cita que fue escrita 18 años después de haber sido
revelada la Reforma Prosalud y 37 años después de haber
comenzado el Juicio Investigador:

“Debemos presentar el té, el café, el tabaco y el alcohol como


complacencias pecaminosas. No podemos colocar en el
mismo plano la carne, los huevos, la mantequilla, el queso y
alimentos semejantes que se sirven sobre la mesa. Estas
cosas no deben destacarse como si fueran lo principal de
nuestra obra. Las cosas antes mencionadas —el té, el café, el
tabaco, la cerveza, el vino y todas las bebidas alcohólicas—no
deben tomarse moderadamente, sino que deben ser
descartados”. —Mensajes Selectos, Tomo 3, página 328,
(1881); Eventos de los Últimos Días, Página 71, 82.

Este testimonio inspirado presentado por la Sierva del Señor y


que claramente advierte que el consumo de carnes limpias no
debe ser catalogado como algo pecaminoso, siempre fue
practicado y defendido por toda la familia White y así lo
describe el mismo hijo de la Sierva del Señor, quién confirmó
que a nivel familiar, nunca se consideró que el consumo de
carnes limpias fuera algún tipo de pecado, más aún si su
consumo se debía a casos de emergencia:

“Durante años, los miembros de la familia White hemos sido


vegetarianos, pero no abstemios totales. Siempre hemos
considerado que, en casos de emergencia, es justificable
consumir carnes limpias en pequeñas cantidades… Usted
encontrará en los escritos de la Hna. White varios pasajes en
los que ella afirma que la carne no se sirve en nuestra mesa,
algo que era cierto. No obstante, durante cierto número de
años, las raras ocasiones en las que pequeñas raciones de
carne fueron servidas ocurrieron porque se lo consideró una
emergencia”. (Carta de W. C. White, del 24 de agosto de
1933).

Este es el adecuado equilibrio que se debe mantener sobre


este tema, es decir, el vegetarianismo* “debiera recomendarse
a todos” *como el mejor régimen alimenticio, pero a nadie se le
puede requerir la abstención de carnes limpias como un
requisito de membrecía y mucho menos a nadie se le puede
sancionar o excluir por este asunto, pues así está escrito:

“El ayuno verdadero, que debiera recomendarse a todos, es


abstinencia de todo alimento estimulante, y el debido consumo
de alimentos sencillos que Dios ha provisto en abundancia.
Los hombres debieran pensar menos acerca de lo que
beberán y comerán del alimento temporal y dar más
importancia al alimento del cielo que los tonificará y vitalizará
en toda su experiencia religiosa”. —Carta 73, 1896; Medical
Ministry, 283; Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág.
223.

Esta cita utiliza el término “recomendarse”, lo cual demuestra


que la abstención de carnes limpia debe ser presentada como
una inspirada recomendación, pero no como un requisito de
membrecía. El Espíritu de Profecía anticipándose al hecho de
que este tema iba a ser tergiversado por personas y grupos
religiosos con tendencia legalista, aclaró que el tema de la
carne limpia no debe entenderse en el sentido de “que nadie*
debe probar la carne bajo ninguna circunstancia”* y más bien
reveló que quienes toman esta posición errónea, en realidad
están llevando “las cosas a los extremos”, y finalmente declaró
que este tema es un asunto de conciencia personal que ni la
Iglesia ni “nadie” puede convertirse en “conciencia de otra
persona”, pues así está escrito:

Nunca he sentido que era mi deber decir que nadie debe


probar la carne bajo ninguna circunstancia. Decir esto cuando
la gente ha sido enseñada a vivir a base de carne en gran
medida, sería llevar las cosas a los extremos. Nunca he
sentido que era mi deber hacer declaraciones categóricas. Lo
que he dicho lo he dicho dominada por un sentido del deber,
pero he sido cuidadosa en mis declaraciones, porque no
quería dar ocasión para que nadie fuera conciencia de otra
persona… —Carta 76, 1895; Consejos Sobre el Régimen
Alimenticio, Página 447, 556.

¿JESÚS FUE VEGETARIANO?

Aunque esta pregunta es corta y aparentemente sencilla de


responder, en realidad encierra una gran cantidad de
evidencias bíblicas que nos permitirán entender de manera
más clara y equilibrada el maravilloso tema de la Reforma
Prosalud y evitará que caigamos en alguna forma de
extremismo relacionado al tema de la alimentación.
Tal y como ya lo hemos señalado, enseñar y recomendar la
abstención de carne limpia es correcto e inspirado, sin
embargo, es incorrecto catalogar su consumo como pecado y
más bien se cae en extremismo cuando se juzga o condena a
quienes todavía la consumen. Y la mejor evidencia de ello, es
el hecho de que el mismo Salvador consumió en varias
ocasiones carne limpia y sin embargo esto no fue considerado
como pecado ni fue motivo de desagrado divino y la primera
referencia bíblica que así lo declara es la de Marcos 6:41-44.

“Entonces él tomó los cinco panes y los dos peces, y


levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió los panes y los
iba dando a los discípulos para que se los sirvieran; También
repartió los dos peces entre todos. Todos comieron y se
saciaron. Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos, y
también de los peces. Los que comieron los panes eran cinco
mil hombres”.

En estos textos inspirados se hace énfasis en dos frases que


demuestran que Jesús sí comió pescado, tanto la
frase: repartió los dos peces entre todos y la siguiente frase
que afirma de que “todos comieron y se saciaron”, demuestran
claramente que tanto Jesús, como los discípulos y los cerca de
cinco mil hombres comieron pescado y pan hasta quedar
saciados.

Y aquí hay una doble responsabilidad de Jesús, por cuanto a


más de ser responsable de su propio acto de comer este tipo
de carne limpia, es también responsable de que todos los
presentes también lo hayan comido, por cuanto fue él quien
dispuso que el pescado sea entregado a todos los presentes.

Pero hay algo más interesante todavía y es el hecho de que


Jesús “bendijo” “losdos peces”, este acto de Jesús de bendecir
los peces es una prueba contundente de que el consumo de
carnes limpias no es pecado, porque si el consumo de
pescado era o iba a llegar a ser considerado como pecado en
el futuro, entonces Jesús nunca hubiera bendecido a los
peces. Por lo tanto estos tres actos de Jesús que consistieron
en bendecir el pescado, comerlo personalmente y darlo a otros
para que también lo coman, demuestran claramente que el
consumo de cualquier tipo de carne limpia no debe ser
presentando como un pecado.

Otra evidencia bíblica que demuestra que Jesús comió y dio


de comer pescado a sus discípulos se encuentra en Juan
21:9-14

“Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado


encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: -Traed de los peces que
acabáis de sacar. Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra;
llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo
tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: -venid, comed. Y
ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Tú, quién
eres?”, sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó
el pan y les dio, y asimismo del pescado. Esta era ya la tercera
vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de
haber resucitado de los muertos”.
Con relación a esta escena, el Espíritu de Profecía no solo
describe que los discípulos comieron del pescado, describe
que Jesús también comió pescado, tal y como lo declara la
siguiente cita inspirada:

“Díceles Jesús: traed de los peces que cogisteis ahora.” Pedro


corrió hacia la red, que él había echado y ayudado a sus
hermanos a arrastrar hacia la orilla. Después de terminado el
trabajo y hechos los preparativos, Jesús invitó a los discípulos
a venir y comer. Partió el alimento y lo dividió entre ellos…
mientras Cristo y los discípulos estaban comiendo juntos a
orillas del mar, el Salvador dijo a Pedro, refiriéndose a sus
hermanos: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?”.
Deseado de Todas las Gentes, pág. 750. (1898).

INTERPRETACIONES EQUIVOCADAS

La afirmación de que el consumo de carnes limpias es pecado,


no tiene respaldo ni en la Biblia y menos en el Espíritu de
Profecía, sin embargo quienes defienden esta posición,
intentan justificar su creencia errónea mediante una
equivocada interpretación del texto de Isaías 22:12-14, el cual
declara lo siguiente:

“Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en este día


a llanto y a lamentación, a raparse el cabello y a vestir ropas
ásperas. Mas hubo gozo y alegría matando vacas y
degollando ovejas, comiendo carne, bebiendo vino y diciendo:
Comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Esto fue
revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: que
este pecado no os será perdonado hasta que muráis, dice el
Señor, Jehová de los ejércitos”.

Al realizar un correcto análisis de estos pasajes bíblicos,


encontramos que el *“pecado” *al cual se está refiriendo y del
cual se dice *que “no os será perdonado” *no es el consumo
de carne limpia, porque tanto la distinción de animales limpios
e inmundos, como también la misma Ley de Moisés, permitían
claramente el consumo de carnes limpias.

El pecado al que se hace mención en este pasaje, se refiere al


hecho de olvidarse de Dios para dedicarse únicamente a
satisfacer los gustos y deseos personales, el Apóstol Pablo
también mencionó este pecado, pero en ningún sentido lo
relacionó con el consumo de carne limpia, pues así está
escrito:

“Pero ¿de qué me serviría, desde el punto de vista humano,


haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no
resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana
moriremos»!”. 1 Corintios 15:32.

Además el mismo ejemplo de Cristo demuestra que el


consumo de carne limpia no debe ser considerado o
catalogado como pecado, pues como ya se lo ha demostrado,
aproximadamente 750 años después de la época en que
fueron escritos los pasajes de Isaías, el mismo Jesús comió
carne limpia en varias ocasiones.

Otro argumento erróneo afirma que el texto de Isaías 22:12-14


se aplica única y exclusivamente al día de la expiación y que
mientras dure dicho tiempo de expiación, es decir mientras se
esté realizando el juicio investigador en el cielo, nadie debe ni
puede comer carne limpia.

Sin embargo, esta interpretación es arbitraria cuando


comprobamos que en el contexto de Isaías 22, ninguno de los
textos de este capítulo menciona ni la más mínima idea
relacionada al día de expiación. Al contrario, en el versículo 5
se explica que el DÍA al que se está refiriendo todo el capítulo
22 es un día de alboroto, de angustia y confusión,
características totalmente contrarias a lo que es o debe ser el
Día de la Expiación, pues así está escrito:

“Porque es día de alboroto, de angustia y confusión, de parte


del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para
derribar el muro y clamar al monte”. Isaías 22:5.

Por lo tanto aplicar algún versículo de dicho capítulo al Día de


la Expiación es arbitrario y no tiene ningún respaldo inspirado.
Además existe otra evidencia contundente que refuta esta
interpretación, por cuanto muchos años después de haber
comenzado el juicio investigador en el cielo y mucho tiempo
después de haber sido revelada la reforma prosalud, la misma
Sierva del Señor reconoce que comió carne limpia en varias
ocasiones, y esto no fue considerado un pecado, ni fue motivo
de desagrado divino, ni fue causa para que sea sancionada
eclesiásticamente, pues así lo describen las siguientes citas
inspiradas:

“En ciertos casos de enfermedad o de agotamiento puede


pensarse que es mejor emplear algo de carne, pero debe
ejercerse mucho cuidado en conseguir la carne de animales
sanos. Ha llegado a ser muy serio el asunto de si es seguro
usar carne en alguna forma en esta época del mundo. No
comer nunca carne sería mejor que comer carne de animales
que no son sanos. Cuando yo no podía obtener el alimento
que necesitaba, a veces he comido un poco de carne; pero
tengo cada vez más temor de hacerlo. —Christian
Temperance and Bible Hygiene, 117, 118 (1890); Consejos
Sobre el Régimen Alimenticio, Página 378, 471.

“Algunos creen honradamente que un régimen adecuado se


compone especialmente de gachas. El alimentarse
mayormente a base de gachas o papillas no aseguraría la
salud de los órganos digestivos; porque este alimento es
demasiado inconsistente o blando. Estimúlese el consumo de
frutas, legumbres, hortalizas y pan. Un régimen de carne no es
el más sano, y sin embargo yo no asumiría la posición de que
la carne debe ser descartada por todos. los que tienen
órganos digestivos debilitados pueden a menudo usar carne,
cuando no pueden comer legumbres, hortalizas, frutas o
gachas”. —The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894;
Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Página 378, 471.

“Tengo una gran familia que a menudo cuenta con 16


miembros. En ella hay hombres que trabajan con el arado y
que derriban árboles. Estos efectúan el más vigoroso ejercicio,
pero ni una partícula de carne se coloca en la mesa. No
hemos usado la carne desde el congreso campestre de
Brighton. No era mi propósito tenerla en la mesa en ningún
momento, pero se hicieron urgentes pedidos en que se
declaraba que tal persona no podía comer tal o cual cosa, y
que su estómago podía digerir la carne mejor que cualquier
otra cosa. De esta forma fui tentada a colocar carne en mi
mesa…” —Carta 73a, (1896); Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, página 587.

CONCLUSIÓN

Es evidente que el vegetarianismo es la opción más inspirada


y más saludable en cuanto a la alimentación se refiere, y no
solo para quienes afirman ser seguidores de Jesucristo, sino
para todo ser humano; sin embargo, no se puede enseñar ni
afirmar que comer carnes limpias es pecado por cuanto esto
no tiene ninguna base inspirada. Debemos enseñar y
promover la reforma prosalud con equilibrio, sin caer en
ninguna forma de extremismo.

LA REFORMA PROSALUD Y LA CARNE LIMPIA II

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas,


y que tengas salud, así como prospera tu alma” 3 Juan 2.

El anhelo de Dios para sus hijos, es que ellos lleguen a


experimentar una completa prosperidad en cada aspecto de su
vida y especialmente, él quiere que sus criaturas mantengan
un buen estado de salud, precisamente porque este aspecto
es la base fundamental para realizar cualquier tipo de actividad
humana.

Y para cumplir con este elevado propósito, Dios reveló a su


pueblo una maravillosa doctrina llamada la Reforma Prosalud,
la cual nos enseña a practicar una alimentación integral y nos
recomienda la abstención aún de aquellas carnes que la Biblia
cataloga como limpias, por cuanto su consumo ya no es el
más adecuado para la salud, pues así está escrito:

“Pero puesto que el Señor presentó delante de mí, en Junio de


1863, el tema del consumo de carne en relación con la salud,
abandoné el uso de la carne. Por un tiempo fue más bien difícil
acomodar mi apetito al pan, por el cual, anteriormente, había
tenido poca apetencia. Pero por medio de la perseverancia, he
podido hacerlo. He vivido casi un año sin carne… —S Gifts
4:153 (1864). (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, página
579)

La Reforma Prosalud exhorta a todos los seres humanos a


que sigan un régimen alimenticio lo “más sencillo y natural
posible” por cuanto los alimentos naturales e integrales se
constituyen en el “régimen alimenticio más complejo y
estimulante”, pues así está escrito:

“Los cereales, las frutas carnosas, los frutos oleaginosos, las


legumbres y las hortalizas constituyen el alimento escogido
para nosotros por el Creador. Preparados del modo más
sencillo y natural posible, son los comestibles más sanos y
nutritivos. Comunican una fuerza, una resistencia y un vigor
intelectual que no pueden obtenerse de un régimen alimenticio
más complejo y estimulante”. —El Ministerio de Curación,
páginas 227, 228 (1905). Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, página 95.

UNA MANERA EQUIVOCADA DE PRESENTAR ESTA


VERDAD
Sin embargo, hubo quienes no se conformaron con mantener y
presentar de manera equilibrada esta importante verdad y
convirtieron la abstención de la carne limpia en una prueba de
discipulado, es decir en un requisito de membrecía,
indispensable para obtener y mantener la membrecía
eclesiástica y esto significa que si no cumple este requisito, la
persona no puede ser bautizada y si la persona ya está
bautizada y llega a consumir algún tipo de carne limpia,
entonces puede ser sancionada y excluida de su Iglesia.

En la Biblia y el Espíritu de Profecía encontramos varias


declaraciones que nos recomiendan abstenernos de consumir
carne limpia, por cuanto aún aquellos animales que la Biblia
cataloga como limpios, se encuentran en una condición cada
vez más débil y enfermiza y por lo tanto, su consumo ya no es
el más adecuado. Sin embargo, esta posición correcta e
inspirada de recomendar la abstención del consumo de carnes
limpias, se vuelve errónea cuando se convierte este asunto en
una prueba de discipulado indispensable para la membrecía.

Y para poder entender el adecuado equilibrio que se debe


mantener sobre este tema, comenzaremos nuestro estudio,
revisando una de las citas bíblicas que se aplican a la Reforma
Prosalud y que acertadamente nos recomienda abandonar el
consumo de carne limpia, pues así está escrito:* *

“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu


hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite”. Romanos 14:21.

Esta cita ratifica la doctrina de la Reforma Prosalud y


apropiadamente nos aconseja dejar el consumo de carne
limpia, por cuanto no es adecuada para la salud, sin embargo
varios grupos religiosos presentan esta cita de manera aislada
y no toman en cuenta el mensaje de equilibrio que presentan
las otras citas anteriores del mismo capítulo de Romanos 14.

Aunque debemos predicar y fomentar el vegetarianismo, sin


embargo, en los siguientes versículos de Romanos 14,
también se aclara que no debemos utilizar este tema para
juzgar o contristar a los hermanos o miembros que todavía no
son vegetarianos, es decir se aclara que este tema no debe
ser convertido en una prueba de discipulado, porque al
hacerlo, se comete el serio error de destruir la obra de Dios
por causa de la comida, pues así está escrito:

“El que come, no menosprecie al que no come, y el que no


come, no juzgue al que come; porque Dios le ha
recibido. 15 Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por
la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 20 No
destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las
cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre
haga tropezar a otros con lo que come”. Romanos 14:3; 15;
20.

Estos versículos se aplican de especial manera al tema de las


carnes limpias y esto lo podemos comprobar, por cuanto el
versículo 20 hace una referencia directa a las comidas
“limpias” y en consecuencia, estas citas no se aplican ni al
cerdo, ni al camarón ni a ningún tipo de carne semejante, es
decir estos versículos no se aplican a las carnes inmundas.
El sancionar a un miembro o aplicarle la disciplina de la iglesia
es una forma de JUZGARLO y cuando una iglesia juzga o
sanciona a un hermano por el uso de la carne limpia, la cita
revela que el hermano así tratado en realidad “es
contristado” y este grave hecho demuestra que quienes
cometen este error “ya no andan conforme al amor”,
precisamente porque convertir este asunto en un requisito de
membrecía, en realidad es caer en el extremismo.

Una prueba de discipulado es una regla invariable, es decir, es


una regla exacta de estricto cumplimiento para todos los
miembros de iglesia, pero el Espíritu de Profecía declara que
en el caso de la carne limpia, ésta no debe ser convertida en
una prueba de discipulado, por cuanto “es imposible
prescribir una regla invariable para regular los hábitos de
cada cual” *y también declara que *“nadie debe erigirse en
juez de los demás” y así se comprueba de manera
incuestionable que ninguna institución o persona, es decir
absolutamente “nadie” puede o debe convertir la carne limpia
en una prueba de discipulado, pues así está escrito:

En la reforma alimenticia hay verdadero sentido común. El


asunto debe ser estudiado con amplitud y profundidad, Y nadie
debe criticar a los demás porque sus prácticas no armonicen
del todo con las propias. Es imposible prescribir una regla
invariable para regular los hábitos de cada cual, y nadie debe
erigirse en juez de los demás. No todos pueden comer lo
mismo…” El Ministerio de Curación, página 245, 246. (1905,
Fecha de publicación). (Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, pág. 233.)
Cuando revisamos el desarrollo cronológico que tuvo este
tema, desde que comenzó a ser revelado al inicio del mensaje
del tercer ángel, notamos que mientras más revelaciones
presentaba el Espíritu de Profecía sobre este tema, más claras
y categóricas eran las advertencias de no convertir este asunto
en una prueba de discipulado, y un ejemplo de ello es la
siguiente cita escrita en el año 1881, la cual advierte
categóricamente que este tema no debe ser presentado como
una prueba de discipulado, pues así está escrito:

“La pregunta de si debemos consumir mantequilla, carne o


queso, no debe presentarse a nadie como una prueba; pero en
cambio, nosotros debemos educar y mostrar los males de las
cosas que son objetables. Los que juntan estas cosas y las
esgrimen contra otros no saben la obra que están haciendo.
La palabra de Dios ha establecido pruebas para el pueblo del
Señor. Observar la santa Ley de Dios, el sábado, es una
prueba, una señal entre Dios y su pueblo por todas las
generaciones y eternamente. Esta es, para siempre, la carga
del mensaje del tercer ángel: los mandamientos de Dios y el
testimonio de Jesucristo”. (1881). (Mensajes Selectos Tomo 3,
Página 278, 328)

El término “prueba” es utilizado tres veces en esta cita y se


puede verificar que dicho término es utilizado en el sentido de
un requisito de membresía, por cuanto la cita hace mención a
una incuestionable prueba de discipulado y que es la
observancia de la “santa Ley de Dios”.

Este párrafo inspirado, escrito 18 años después de haber sido


revelada la Reforma Prosalud y 37 años después de haber
comenzado el Juicio Investigador, declara categóricamente
que el asunto del consumo de carne limpia “no debe
presentarse a nadie como una prueba”, esto quiere decir que
ni a miembros ni a no miembros, ni a personas nuevas ni
a personas con experiencia, es decir, absolutamente *“a
nadie” *se le debe presentar este tema como una prueba de
discipulado.

La segunda parte de esta cita declara que quienes “juntan


estas cosas”, es decir el consumo de mantequilla, carne limpia
y queso, “y las esgrimen [atacan, acusan, cuestionan, juzgan],
contra otros, no saben la obra que están haciendo”.

Esta declaración inspirada rechaza aquella actitud de acusar y


cuestionar a la Iglesia Adventista por no haber convertido este
asunto en una prueba de discipulado, tanto ministerios
independientes como grupos reformistas realizan esta
lamentable obra, pero el Espíritu de Profecía es claro en
afirmar de que quienes hacen esto “no saben la obra que
están haciendo”.

Hemos de aceptar y presentar únicamente aquellas pruebas


de discipulado que “la palabra de Dios ha establecido… para
el pueblo del Señor” y todas aquellas pruebas que no tienen
base bíblica y que claramente son refutados por el Espíritu de
Profecía, sin lugar a dudas debemos rechazarlos.

Y después de aclarar que la carne limpia no es una prueba, la


cita también demuestra que este asunto nunca va a
constituirse en una prueba, por cuanto declara que solo existe
una prueba de discipulado que es eterna y permanente para el
pueblo de Dios, pues declara que “observar la* santa Ley de
Dios, el sábado, es una prueba… por todas las generaciones y
eternamente”* y enfatiza este hecho porque vuelve a declarar
que los mandamientos de Dios y el Testimonio de
Jesucristo: “es, para siempre, la carga del mensaje del tercer
ángel”.

Sin el auxilio revelador de las Sagradas Escrituras, no


podemos comprender la grave problemática que
tenemos

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