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UNIVERSIDAD PRIVADA SAN FRANCISCO DE ASíS

PSICOLOGíA

TERAPIA BREVE CENTRADO EN LOS PROBLEMAS

AUTORES:

Andrea Medrano.

Lizeth Palomino Sánchez.

Miguer Elías Arteaga Flores.

DOCENTE:

Dr. Oliver Peñafiel

Marzo 2018
TERAPIA BREVE CENTRADO EN LOS PROBLEMAS MENTAL RESEARCH
INSTITUTE (MRI)
1) INTRODUCCION
Este enfoque de terapia breve fue creado aproximadamente en 1968, con un grupo que está formado
por Paul Watzlawick, Richard Fish, John H. Weakland y Lynn Segal.
Específicamente interviene en las llamadas "soluciones intentadas" siendo estas aquellas respuestas
que dan los consultantes al problema con la intención de resolverlo, pero que finalmente no logran
con ello poner una verdadera solución, sin embargo, su "solución intentada" la siguen aplicando
una y otra vez, creyendo que si hacen más de lo mismo lograrán solucionar su problema. De hecho,
el término de "solución intentada" Paul Watzlawick lo maneja como un concepto dentro de la teoría
que maneja y pone mucho énfasis en ella.
Se ocupan diversas técnicas para intervenir, sobre todo para que el consultante aplique de manera
correcta la estrategia de 180° y entre estas técnicas tenemos: Tareas directas, tareas paradójicas,
metáforas, técnicas hipnóticas (basadas en el trabajo de Milton Erickson), redefiniciones y técnicas
de persuasión.
Por otro lado, buscando esta estrategia de dar un giro de 180° a la solución intentada el grupo del
MRI ha propuesto cuatro intervenciones generales y cinco intervenciones específicas.
M.R.I. comenzó como una rama de la fundación de Investigación Médica de Palo Alto y se
estructura con la finalidad de realizar una investigación sobre esquizofrenia.
En 1966, se estudió que posibilidad existía de abreviar los tratamientos y de que el terapeuta fuese
lo más operativo en lo pragmático, encontrando respuestas y soluciones rápidas a los problemas
humanos.
Este enfoque de terapia breve fue creado en 1968, después de la muerte de Don D. Jackson, quien
fundo el Mental Research Institute (MRI) en 1959. Con un grupo que estaba formado originalmente
por Jules Riskin y Virginia Satir en el centro de Terapia Breve del MRI de Palo Alto California,
EUA; Posteriormente se unieron Paul Watzlawick, Jay Haley, Richard Fish, John H. Weakland y
Lynn Segal. Mientras que Gregory Bateson fungía como investigador asociado y como profesor.
(Jackson, 1986 en Espinosa)
El modelo de Terapia Breve Centrado en los problemas tiene sus antecedentes en el pensamiento
constructivista, el trabajo de Milton H. Erikson y los análisis de Gregory Bateson.
Erickson nunca escribió explícitamente respecto a su marco epistemológico, es claro que su
proceder en psicoterapia indica que se habría adscrito con facilidad al marco "constructivista
radical". Es decir, la realidad no existe en forma independiente del observador, y está determinada
por el punto de observación del investigador/sujeto. (Watzlawick, 1979, 1988)
El uso del "reencuadre" y la "redefinición", estrategias con las cuales se busca modificar la
puntuación del consultante son un ejemplo de esta visión constructivista. El terapeuta ericksoniano
actual no buscará las "causas" de un problema para resolverlo, sino que se interesará "en cómo
funciona y cómo puede cambiar la situación de malestar del sujeto se trata de saber cómo, más que
un saber por qué" (Nardone y Watzlawick, 1992, 37)
Esta característica hará a la terapia, por esencia, un proceso breve. Puesto que no hay que probar
ninguna teoría de personalidad que explique el comportamiento problema, ni indagar en el pasado
para descubrir las "causas" subyacentes, ni "curar" una supuesta personalidad enferma; la terapia,
por definición, se circunscribirá al presente y al futuro del consultante.
Si seguimos el pensamiento de Shazer, el diálogo con el consultante y las preguntas que realice el
terapeuta, definirán la realidad del primero. Si indagamos por la pauta de mantención del problema
en el aquí y el ahora, estaremos centrados en el presente; si indagamos por soluciones, crearemos
expectativas de cambio. Si preguntamos por los logros, ayudaremos a generar una visión saludable
de sí mismo en el consultante.
El terapeuta ericksoniano actual estará de acuerdo con el hecho que la mayoría de los problemas
humanos surgen en un contexto interpersonal y son mantenidos por soluciones intentadas fallidas
dentro de ese mismo contexto. (Pacheco, 2000)
El enfoque se caracteriza por intervenir sobre aquellas respuestas que los pacientes y sus familias
desarrollan para solucionar la situación sintomática y que han resultado infructuosas, es decir se
centra en el problema o dificultad del consultante, pero no por ello, se trata de un enfoque que se
base en patologías.
Apuestan por una terapia breve cuya duración no sobrepase las diez sesiones espaciadas
semanalmente, basada en estrategias eficaces para evitar que sigan vigentes los factores
mantenedores del problema que motiva la consulta.
Específicamente interviene en las llamadas ¨soluciones intentadas¨ siendo estas aquellas respuestas
que dan los consultantes al problema con la intención de resolverlo, pero que finalmente no logran
con ello poner una verdadera solución, sin embargo, su ¨solución intentada¨ la siguen aplicando
una y otra vez, creyendo que si hacen más de lo mismo lograran solucionar su problema. De hecho,
el termino ¨solución intentada¨ Paul watzlawick lo maneja como un concepto dentro de la teoría
que maneja y pone mucho énfasis en ella.
Este enfoque propone que esas soluciones intentadas son las que mantienen el problema que los
lleva a terapia o por decirlo de otra forma, consideran que una dificultad se llega a convertir en un
verdadero problema cuando a esa dificultad se le da una solución y esta no da resultado, pero a
pesar de ello se vuelve a aplicar incrementándola aún más.
La estrategia genera para la solución del problema es hacer que el consultante abandone su solución
intentada proponiéndole al mismo tiempo otra respuesta para solucionar su problema,
generalmente esta nueva solución tiene que ser exactamente contraria (un giro de 180) a las
soluciones intentadas del cliente o consultante.
El modelo de terapia breve centrado en el problema fue elaborado por Weakland, Jackson,
Watzlawick y Fisch en el MRI, en Palo Alto, California. Al igual que el grupo de terapia breve
centrado en la solución, los teóricos del MRI construyeron su enfoque alrededor del supuesto
básico de que el problema es la solución intentada por el paciente.
Los miembros de la familia están "pegados" a una visión particular del paciente y enganchados en
la misma danza interactiva que mantiene el problema vigente.
Para los teóricos del MRI, los blancos principales de la intervención son el sistema de creencias de
la familia o su "posición" respecto del problema y las pautas que mantienen el problema. (Moris
S., 2014)
2. MARCO TEORICO
Sistema conceptual del Modelo
Los principios fundamentales del enfoque estratégico de terapia breve surgieron en la década del
´70 en el Mental Research Institute de Palo Alto, California, Estados Unidos. Este modelo es parte
de los modelos sistémicos de intervención a los cuales también pertenecen el modelo estructural y
modelo de Milán. Desde esta perspectiva, se entiende que los clientes o consultantes hacen parte
de un sistema (familia, escuela, sociedad, etc.) que está conformado por otros miembros. Es en la
constante interacción donde los miembros construyen pautas o maneras de relación que se
mantienen y que comunican la forma de sentir, pensar y actuar de ese sistema y de sus miembros
ante las diversas experiencias humanas. Por consiguiente, es en las relaciones donde se busca
intervenir, siendo éste el foco desde donde se construye el problema o motivo de consulta, el
proceso y las intervenciones terapéuticas.
Intervención Enfoque Estratégico
Este modelo de intervención se basa en una postura epistemológica constructivista, la cual reconoce
y valida la capacidad del hombre de construir su realidad y de participar de ésta constantemente
por medio de la experiencia. Como lo afirman Neimeyer y Mahoney (1995): “el constructivismo
es una perspectiva epistemológica basada en la afirmación de que los seres humanos crean
activamente las realidades a las que responden”.
El enfoque aplicado se centra en la extinción de los síntomas y en la resolución del problema o de
los problemas presentados por el paciente o pacientes, por medio de una reestructuración o
modificación del modo de percibir la realidad y de las reacciones comportamentales derivadas del
paciente o pacientes (Nardone y Watzlawick, 1992).
Desde la perspectiva del modelo estratégico del MRI, el problema está determinado por el
mecanismo de acciones y retroacciones desencadenado y mantenido por las “soluciones
ensayadas” que el paciente o los pacientes han utilizado para hacer frente a los trastornos o síntomas
actuales. Estas acciones y retroacciones generan pautas y circuitos de relación mantenidos por el
sistema consultante (Casabianca y Hirsch, 1994).
Planteé los objetivos a lograr durante la terapia siendo estos concretos y tangibles, (conductas
observables).
Así mismo el consultante debe elegir un cambio mínimo para ir alcanzando los objetivos que se
perseguirán durante la terapia, con la intención de que este cambio mínimo crezca y se expanda en
la situación que mantiene el problema.
Se aplica la estrategia de dar un giro de 180° que se mencionó anteriormente. Ante esa estrategia
es necesario que el terapeuta use el lenguaje, la postura y los valores del consultante a manera de
encuadre, para con ello aplicar de manera correcta la prescripción o tarea que lleva la estrategia de
180°, si no es aplicada correctamente es muy probable que el consultante no acepte la prescripción.
CONCEPCIÓN DE LA FAMILIA
Se ve a la familia como un sistema evolutivo que pasa por crisis o dificultad y cuyo mal manejo
dará origen a problemas y/o síntomas.
La persistencia en una actitud inadecuada frente a las dificultades no necesariamente implica la
existencia de defectos fundamentales en la organización familiar o un déficit mental de los
protagonistas. El paciente real es quien reporta el problema. Se puede ver a la familia completa con
fines de establecimiento, pero necesariamente se trabaja con todos sus miembros. Distingue al
paciente como el que presenta los síntomas del cliente miembro o miembros del sistema que están
dispuestos a hacer algo.
La terapia estratégica surge de las investigaciones de los años 50 en Palo Alto que se caracterizaron
por el diseño de estrategias para crear el cambio en el sistema familiar. Dentro de la terapia
sistémica se desarrollaron a partir de investigaciones sobre la comunicación en las familias de
esquizofrénicos varias líneas de trabajo: el enfoque de terapia breve representado por los
integrantes del Brief Therapy Center del Mental Research Institute (M.R.I) de Palo Alto, Richard
Fisch, John Weakland y Paul Watzlawick y la terapia estratégica representada principalmente por
Jay Haley y Cloe Madanes. (De Shazer, 1984; Watzlawick & Nardone, 2000; Beyebach, 2006).
La terapia familiar estratégica (como los modelos de corete sistémico) se basa en la teoría general
de los sistemas y en la cibernética. Se centra en el análisis de secuencias repetitivas de conductas
y en patrones de comunicación, para lo que tiene en cuanta los principios de la teoría de la
comunicación que hace referencia a los aspectos pragmáticos de la comunicación:
- Es imposible no comunicar porque toda conducta es de por si una forma de comunicación,
incluso no hablar es una forma de comunicar.
- La comunicación un cariz de contenido y otro de relación.
- La comunicación se da en forma de secuencias encadenadas. Una conducta es causada y es
causa a la vez de la conducta de otro y la forma de organizarse depende del observador.
El modelo se fundamenta en la Teoría General de Sistemas (Von Bertalanffy, 1975), el
Constructivismo (Maturana & Varela, 1990, Watzlawick, 1976), la Teoría de la Comunicación
Humana (Watzlawick, 1980) y la Cibernética (Von Foerster, 1990).
La terapia estratégica analiza las secuencias de conducta o comunicación estudiando que es lo que
el síntoma expresa; esta terapia se basa en la premisa de que los síntomas, al igual que cualquier
otra conducta, son una forma de comunicación en la familia. (Moreno, 1994)
Tiene en cuenta como se mantiene el problema más que de cómo surge ya que una conducta
disfuncional o problemática es pieza de una secuencia circular de conductas, así que, al interrumpir
el ciclo, se impide el mantenimiento del problema. (Fernandez, M. 2007)

CONCEPCION DEL PROBLEMA


Distinción entre dificultad y problema
Dificultad: un estado indeseable que puede resolverse mediante algún acto de sentido común, que
no se requiere de una capacidad especial para resolver problemas.
Problema: son callejones sin salida, crisis, situaciones en apariencia sin solución, creadas y
mantenidas al enfocar mal las dificultades. (Fish, R. Weakland, J. Y Segal, L. 1994),
Se habla de tres maneras mediante las cuales una dificultad se convierte en problema:
1) En una situación es preciso actuar y no se actúa.
2) Se actúa cuando no se debe actuar.
3) Se actúa en un nivel equivocado.
Operación de Terapia Breve
El trabajo de la terapia breve consiste en una sala de tratamiento y una sala de observación,
separados por un espejo unidireccional, con equipo para audición simultánea y para grabar las
sesiones filmadas. También hay un citófono que comunica las dos salas. Al inicio de nuestro
trabajo, un terapeuta y un observador oficial eran asignados, alternadamente, para cada caso
(Gorostegui, 2004)

Según Weakland (1994) el manejo de todos los casos sigue un esquema en seis etapas, aunque en
la práctica puede haber alguna sobre posición entre esta:

 Introducción a nuestra modalidad de tratamiento.


 Interrogatorio y definición del problema.
 Estimación de los comportamientos que mantienen el problema.
 Establecimiento de las metas del tratamiento.
 Selección e implementación de intervenciones conductuales.
 Terminación.

Introducción a la Modalidad de Tratamiento

Los pacientes son intencionalmente aceptados sin preselección. En la primera reunión nuestra
secretaria le pide al paciente o la familia que llene un formulario para cubrir información
demográfica básica, y los lleva a la sala de tratamiento. El terapeuta comienza por explicar las
disposiciones físicas y organizacionales, mencionando las ventajas potenciales para el tratamiento
de la grabación y la observación, y solicita un consentimiento escrito para estola la vez que nosotros
trabajamos un máximo de diez sesiones por caso; esto ayuda a establecer una expectativa positiva
de cambio rápido. (Gorostegui, 2004)

Definición del Problema

Según Greenberg (1980), existen tres categorías generales de problemas en que se debaten las
personas:

a) la interacción entre el sujeto y sí mismo;


b) la interacción entre el sujeto y los demás
c) la interacción entre el sujeto y el mundo. Entendemos por mundo el ambiente social, los
valores y las normas que regulan el contexto en medio del cual vive el sujeto.

Puesto que nuestro foco de tratamiento es sintomático, queremos primero obtener una afirmación
clara y explícita del problema presentado. Por lo tanto, tan pronto como el terapeuta ha tomado un
breve registro de la fuente de referencia y de cualquier tratamiento previo, él pregunta qué problema
ha traído al paciente a vernos. Si el paciente entrega varias quejas, le preguntaremos cuál es la más
importante. En los casos familiares o matrimoniales, dado que los puntos de vista pueden diferir,
con frecuencia están estrechamente interrelacionados, le preguntamos a cada una de las partes
involucradas que establezcan sus propias quejas principales. Desde el inicio entonces, estamos
siguiendo una forma del principio general. (G. Nardone y C. Portelli.)

Es necesario definir concretamente el problema, el terapeuta debe hallar la respuesta a la siguiente


serie de preguntas que, a nuestro parecer, representan una línea orientativa compendiada de
investigación diagnóstica estratégica:

 ¿Qué pautas de comportamiento habitual del paciente se observan?


 ¿Qué identifica el paciente como problema suyo?
 ¿De qué modo se manifiesta el problema?
 ¿Cómo, quién aparece el problema, o se enmascara o bien no aparece?
 ¿Cuándo se manifiesta normalmente?
 ¿Dónde y en qué situaciones?
 ¿Con qué frecuencia e intensidad se manifiesta?
 ¿En qué contextos aparece? (Garcia.2012)
Estimación de las Conductas Mantenedoras del Problema

Nuestra visión, como lo mencionamos antes, es que la conducta problema solo persiste cuando es
reforzada repetidamente en el curso de la interacción social entre el paciente y otra gente
significativa. De manera usual, además, es justamente lo que el paciente y aquellos otros están
haciendo en sus esfuerzos para tratar con el problema, con frecuencia aquellos intentos de ayudar
que aparecen más “lógicos” o incuestionablemente correctos – lo que es más importante en la
manutención o exacerbación de éste. (G. Nardone y C. Portelli.ob.cite)

Una vez que la conducta es observada y considerada bajo esa luz, la manera en que ocurre es
bastante obvia. En otras instancias, por supuesto, los reforzamientos pueden ser más difíciles de
percibir, ya sea porque son sutiles o complejos – conductas no verbales, contradicciones entre las
afirmaciones y las acciones, diferentes conductas por varias personas – o debido a que los
terapeutas los han condicionado a aceptar estándares culturales de lógica y corrección sin examinar
si las cosas realmente funcionan de esa manera.

De la experiencia clínica procede la indicación de que, muchas veces, los mismos intentos de
resolver el problema precisamente lo sostienen. La solución, repetidamente intentada, del problema
inicial se convierte así en el verdadero problema. Para producir rápidamente el cambio, hay que
intervenir acerca de las soluciones disfuncionales utilizadas por el paciente para resolver el propio
problema. Con este fin, el terapeuta debe identificar la solución fundamental y redundante puesta
por el paciente e intervenir directamente en ella. (Garcia, ob.cite)

En la práctica, el terapeuta primero simplemente pregunta al paciente y a cualquier miembro


presente de la familia, cómo han estado intentando tratar con el problema. Solamente esto puede
llevar a mirar rápidamente qué cosas se mantienen haciendo de mala manera. Si no, las preguntas,
apuntando siempre a conductas concretas, pueden proseguirse más largamente y con mayor detalle,
pero empáticamente – la mira del terapeuta está puesta en obtener bastante información para
comprender qué está ocurriendo, para lo cual necesita cooperación, no confrontar a la gente con
sus errores. Además de lo que el paciente u otros afirman explícitamente, es importante advertir
cómo ellos conversan del problema y su manejo, incluyendo su interacción. Es probable que tal
interrogatorio aleje un número de cosas que juegan algún papel en la mantención del problema,
pero el trabajar brevemente requiere establecer prioridades. Sobre la base de la observación y la
experiencia, uno puede juzgar qué comportamiento parece más crucial. (Gorostegui, ob.cite)
Establecimiento de las Metas del Tratamiento

El establecer una meta actúa tanto como una sugestión positiva que el cambio es factible en el
tiempo asignado y también entrega un criterio de cumplimiento terapéutico para el terapeuta y el
paciente. Por lo tanto, queremos metas establecidas claramente en términos de conducta concreta,
observable, para minimizar cualquier posibilidad de incertidumbre o negación posterior.

Sobre esta base, el terapeuta, al preparar las estrategias, se remitirá a las técnicas ya utilizadas con
éxito en aquel tipo concreto de problema, pero, partiendo de las características peculiares de la
persona problemática, seleccionará, o construirá ex novo, los procedimientos ad hoc para aquel
caso determinado. Además, si una estrategia no funciona, deberá ser sustituida, o complementada,
rápidamente por otros recursos terapéuticos. Es muy provechoso centrar la atención del paciente
en cambios aparentemente triviales, en pequeños detalles de la situación. Se persigue con ello no
dar la sensación al paciente de que se le somete a exigencias excesivas en lo que se refiere a la
percepción de sus propios recursos personales, evitando así una posible resistencia suya al cambio.
Los cambios mínimos, o aparentemente triviales e inocuos, poseen un poder considerablemente
explosivo, al que debe recurrirse con toda legitimidad en terapia. (G. Nardone y C. Portelli, ob.cite)

Usualmente somos capaces, directa o indirectamente, de obtener una meta que parezca lo
suficientemente explícita y apropiada al problema. En algunos casos, sin embargo, no hemos sido
capaces de hacerlo. Ya sea porque el paciente persistió en mantener metas vagas e inverificables,
o, más raramente, el paciente estableció y se adhirió a una meta explícita que nosotros juzgamos
inapropiada para su problema. Entonces no disputamos en lo que el paciente insiste pero
privadamente establecemos nuestras propias metas para el caso mediante una reunión y discusión
por parte del staff de qué clase de conducta ejemplificaría mejor los cambios positivos para el
paciente y el problema en particular. Se hecho, algunas de tales discusiones ocurren para todos los
casos; al menos, el staff siempre debe juzgar si el establecimiento de sus metas por parte del
paciente es adecuado. (G. Nardone y P. Watzlawick, ob.cite.)

Intervenciones

La intervenciones del MRI que son un refinamiento de las estrategias terapéuticas de Erickson
(Haley, 1980a, 1980b) pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas destinadas a modificar el
“encuadre” del problema (reestructuración o reencuadre [Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976])
y las estrategias dirigidas a cambios en el comportamiento (alteración de las pautas rígidas de las
soluciones intentadas que mantienen el problema), las cuales toman la forma de tareas para
realizar entre sesiones y que caen en la categoría de las intervenciones paradojales.

También se utilizan instrucciones paradojales para manejar el cambio y evitar las recaídas.

En la fase del diseño de las intervenciones, propone tomar en consideración la motivación y


características idiosincrásicas de los clientes para la prescripción de tareas (utilización
ericksoniana).

En el año 1982, Fisch, Weakland y Segal publican The Tactics of Change (Las tácticas del
cambio, 1984); volumen que está dedicado a Milton H. Erickson. En el Prefacio a esa obra
indican que ella es un complemento de Cambio. Por lo tanto, es un texto mucho más explícito en
los aspectos técnicos, ejemplificados a través de análisis de casos. Dan especial énfasis a las
“maniobras del terapeuta”, puesto que su enfoque es estratégico. Asimismo, dedican un capítulo a
“la postura del paciente”, en el cual destacan que la influencia terapéutica para el alcance de
metas debe adecuarse al estilo de respuesta del cliente; de modo que éste esté dispuesto a llevar a
cabo las prescripciones.

Erickson y el enfoque interaccional

Watzlawick (1982) afirma que Erickson, como terapeuta, fue apartándose paulatinamente desde
una epistemología intrapsíquica la cual tiene una visión monádica de su objeto de estudio (el
individuo) y que supone que la curación psicológica proviene del insight para acercarse a una
postura en la cual tomaba más en consideración los contextos sociales en donde se da el
comportamiento humano. Sin embargo, mucho antes que los teóricos se interesaran en la visión
sistémica, Erickson ya había descubierto cómo la familia del cliente puede favorecer u
obstaculizar el cambio.

Los aportes de Erickson al Centro de Terapia Breve del MRI son justamente aquellos aspectos de
su trabajo que resaltan su pensamiento sistémico; es decir, que toman en consideración al
individuo y su sistema de interacciones.

Watzlawick (1982) describe las siguientes características de la terapia de Erickson que ellos
usaron en su propio enfoque:
a) Los diferentes usos del lenguaje prespriptivo o inyuctivo.
El lenguaje de la indirección de Erickson puede ser considerado como mandatos para inducir
disposición a responder a las señales mínimas del terapeuta (disposición involuntaria a
cooperar) (Zeig, 1987). «Si dentro del marco de la hipnosis se le dice al paciente que eleve su
brazo derecho y él simplemente lo levanta, es respuesta no es necesariamente hipnosis. Sin
embargo, si el terapeuta le dice, “Me gustaría que de verdad se dé cuenta en una forma que
sea edificante [uplifting] que la hipnosis es realmente una experiencia adecuada [rigth] para
usted en una forma que pueda encontrar manejable [handly]”, y después el paciente eleva su
brazo derecho, eso es considerado una respuesta hipnótica. En forma alternativa, si el
terapeuta dice, “En hipnosis me gustaría que usted realmente comprendiera que puede
encontrarse yendo [head down] a un cómodo estado”, y el paciente mueve su cabeza hacia
abajo en una respuesta disociativa (automática) al mandato implicado, eso es juzgado como
hipnosis» (Zeig, 1987, p. 394)
b) El principio de la utilización ericksoniana: «Use [todo] lo que el paciente trae»
(Watzlawick, 1992, p. 150)
«Erickson nos enseñó […] a aprender el lenguaje del paciente y a usarlo para facilitar la tarea
de hacer que las personas se comportaran en una forma diferente.» (Watzlawick, 1982, p.
150)
c) El uso de prescripciones acerca del comportamiento abierto de los pacientes, para lograr
cambios en las pautas de interacción que mantienen el problema; y no malgastar el tiempo
en especulaciones acerca de los diferentes cursos de acción del tratamiento, como ocurre
en las líneas más ortodoxas de la explicación y la interpretación al servicio de la
producción de insight.
d) Sus enseñanzas acerca de la evitación de la resistencia al elegir la forma de sugestión e
intervención más apropiada al cliente, así como también su hábil uso de la resistencia
para promover un cambio rápido.
Watzlawick (1982) destaca entre este tipo de intervenciones a la “ilusión de alternativas”
terapéuticas. Ésta consiste en la entrega de dos opciones de comportamiento entre los cuales
elegir; pero esa elección es ilusoria, pues ambas opciones corresponden a sólo un aspecto de
un par de opuestos. «La ilusión de alternativas se rompe, pues, en el instante en el que se
adquiere consciencia del par opuesto de orden superior» (Watzlawick, 1980, p. 99) «La
elegancia de la ilusión de alternativas descansa en el hecho que a través de ella se coloca una
desviación al servicio de su propia corrección» (Watzlawick, 1982, p. 152)
e) El uso que hacía Erickson de las historias, los juegos de palabras, los chistes y las
metáforas. «Lo que Erickson parece haber captado en forma intuitiva, mucho antes que
los investigadores del cerebro postularan la teoría de la asimetría del cerebro humano, fue
que las formas de lenguaje denominadas del hemisferio derecho, tiene lejos mayor
potencial que la brillantez de las explicaciones e interpretaciones del hemisferio
izquierdo.» (Watzlawick, 1982, p. 153)
f) El cambio en el foco de la atención del paciente que se logra a través de la hipnosis. «[…]
cualquier sugestión exitosa coloca la realidad de nuestros pacientes en un marco
conceptual y emocional diferente. Esta es la técnica del reencuadre que puede ser
exitosamente transplantada desde la hipnosis a los estados de interacción sin trance.»
(Watzlawick, 1982, p. 153)
Hipnoterapia sin trance
Tendrá que transcurrir casi una década desde la publicación de Tácticas del cambio, para que
Watzlawick y Nardone describan en forma explícita en L’ arte del cambiamento (El arte del
cambio) (Nardone y Watzlawick, 1992), cómo se lleva a cabo la “hipnoterapia sin trance” a la
cual ha hecho referencia en forma insistente Watzlawick.

Nardone y Watzlawick se refieren en los siguientes términos a la “hipnoterapia sin trance”:

«[…] antes de exponer directamente los procedimientos terapéuticos, es fundamental aclarar


también que su eficacia depende, además de su validez específica para sintomatologías o
problemas particulares, sobre todo el influjo personal o el carisma del terapeuta. Es éste un factor
que, a nuestro entender, es determinante en terapia. En otras palabras, la eficacia de una estrategia
depende mucho del marco de sugestión con que se le presenta al paciente para inducirlo a una
gran, y a veces involuntaria, colaboración terapéutica, esto es, a una predisposición para el
cambio. Para crear ese ambiente de sugestión y carisma, el terapeuta ha de aprender a utilizar
todo aquello a lo cual nos hemos referido […] con los conceptos de “lenguaje imperativo” […]
Este tipo de comunicación terapéutica, cuya mejor lección ha sido el enfoque hipnótico de la
terapia hecho por Erickson, constituye una de las prerrogativas fundamentales de la terapia
estratégica. Esta particular forma sugestiva de comunicativa es lo que definimos como
hipnoterapia sin trance. Recurriendo deliberadamente a ella, el terapeuta asume, en provecho del
paciente, la responsabilidad de utilizar los procedimientos eficaces y eficientes de sugestión
hipnótica para influir en la situación problemática presentada y cambiarla rápidamente.»
(Nardone y Watzlawick, 1992, p. 84-85)

Los elementos “lingüísticos ericksonianos” que constituyen la “hipnoterapia sin trance” son
descritos por Nardone y Watzlawick (1992) y por Nardone (1997) como los siguientes:

1) Aprender a hablar el lenguaje del paciente: Bandler y Grinder (1975), Gilligan (1987) y
Yapko (1990) denominan a esta estrategia matching (calcado); es decir, el terapeuta
“espeja” no sólo los vocablos del cliente, sino que también sus entonaciones e incluso el
lenguaje no verbal (bio-rapport). Esta estrategia promueve una atmósfera de cercanía y
calidez, a la vez que ¿cómo podría estar en desacuerdo el cliente con su terapeuta, si éste
está comunicándose con él en un modo que le es familiar? Desde el punto de vista de
Erickson y Rossi (1979), esta estrategia promueve una “tendencia al sí” (yes set), es decir,
una tendencia a aceptar lo que el terapeuta está diciéndole.

Nardone (1997) va más allá del sólo uso de los vocablos del cliente, sino que propone que el
terapeuta se percate acerca del modo en que éste estructura su discurso, y utilice la misma
estructura para formular sus intervenciones.

Nardone y Watzlawick (1992) indican que el terapeuta deberá actuar esta estrategia con
naturalidad, para que no parezca una maniobra artificiosa que podría generar resistencia.

2) Reestructuración: «Las reestructuraciones pueden ser actos comunicativos puramente


verbales, o también determinadas acciones del terapeuta que conduzcan a la persona a un
desplazamiento de la perspectiva. […] La reestructuración puede tener diversos niveles de
complejidad, que abarcan desde simples redefiniciones cognoscitivas de una idea o de un
comportamiento, hasta complicadas reestructuraciones paradójicas, pasando por el uso
de metáforas y sugestiones evocativas.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 90)
3) Evitar las formas lingüísticas negativas: Nardone y Watzlawick (1992) afirman que se ha
colocado en evidencia que los enunciados negativos respecto a la conducta o las ideas del
cliente tienden a culpabilizarlo y a evocar, por tanto, reacciones de rigidez y rechazo.
Este es un principio que también se utiliza en la inducción de trance hipnótico. Watzlawick
(1980) indica que al lenguaje figurado le falta la sintaxis muy lógica del lenguaje digital, de
modo que es muy difícil comunicar la negación. Además de la hipnosis, agrega Watzlawick,
todo mandato es más eficaz si se expresa en términos positivos.

Nardone y Watzlawick (1992) entregan el siguiente ejemplo para ejemplificar este principio:

«[…] ante unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares
castradores no han hecho más que llevar al hijo a la inseguridad y a la fragilidad psicológica,
la maniobra del terapeuta ha de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes
esfuerzos que han hecho al ocuparse de un hijo tan problemático y por los grandes sacrificios
vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que ofrece el mundo. “Y así como hasta
ahora lo habéis hecho, de ahora en adelante lo haréis todavía mejor y tengo la certeza de que
sabréis hallar la manera de que él asuma ahora su responsabilidad.” Y aquí el terapeuta
prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente de los
padres. […] En este ejemplo, el procedimiento terapéutico mezcla tres técnicas diversas: la
evitación de las formas negativas, la reestructuración y la prescripción. Por lo común, esta
maniobra produce participación y colaboración orientadas al cambio, aun en sujetos
sumamente desconfiados o entumecidos en sus posiciones, y sobre todo no provoca
reacciones negativas provenientes de la culpabilización del paciente con relación a sus
propias acciones.» (p. 94-95)

4) Paradojas y comunicación paradójica: «La paradoja […] es un tipo de trampa lógica en


la que tropieza toda la lógica racionalista clásica. […] Aplicada al específico contexto
terapéutico, la paradoja posee la propiedad de desquiciar los círculos viciosos y
recurrentes de “soluciones” ensayadas que el paciente presenta en forma obstinada, por la
simple razón que pone en crisis el sistema preexistente de percepciones de la realidad y
reacciones ante ella.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 96)
5) Uso de la resistencia: Erickson fue un maestro en la utilización de la “resistencia” de sus
sujetos para cooperar en la inducción hipnótica (Erickson, 1964/1980b; Erickson y Rossi,
1979), y para que cooperaran con la terapia. En lugar de interpretarla o luchar contra ella,
la aceptaba e incluso la estimulaba. «Se procede creando un “doble vínculo” terapéutico
[Erickson y Rossi, 1975/1980; Erickson, 1980e; Rossi y Jichaku, 1992] que se manifiesta
colocando al paciente en una situación paradójica, en la que su resistencia, o su rigidez
para con el terapeuta, llegue a ser una prescripción y sus reacciones un avance en la
terapia. De modo que la función prioritaria de la resistencia queda anulada mientras se
utiliza su fuerza para promover el cambio; la resistencia prescrita, de hecho, deja de ser
resistencia y se convierte en cumplimiento.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 100-101)
6) Uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico: «Esta estrategia comunicativa posee la
prerrogativa de permitir la comunicación de mensajes aprovechando la forma indirecta de
la proyección e identificación que, por lo común, una persona pone en práctica ante los
personajes y las diversas situaciones del relato.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p, 102)

Esta modalidad de comunicación minimiza la resistencia, ya que el mensaje no es entregado


en forma directa (Lankton y Lankton, 1983; Nardone y Watzlawick, 1992; Zeig, 1985), sino
que inicia una búsqueda inconsciente de significado (Erickson y Rossi, 1979).

Desde la perspectiva de nuestro análisis, estamos en condiciones de afirmar aquí, que desde el
punto de vista del legado de Erickson a la terapia actual, le corresponde al Centro de Terapia
Breve del MRI el mérito de haber extraído las pautas generales del trabajo hipnótico sin
“inducción de trance” de Erickson y haberlas colocado a la disposición de cualquier terapeuta que
esté realmente interesado en una terapia breve en un ámbito interaccional.

3. ANALISIS
Luego de observar los modelos, es posible decir que en las teorías modernas la relación terapéutica
es un requisito indispensable para alcanzar los objetivos de una terapia. En los enfoques modernos,
se hace referencia a la relación terapéutica como un fenómeno particular. Se observa que la mayoría
de enfoques comparten una definición similar acerca del concepto de relación terapéutica, la cual
es comprendida como una relación de interacción entre dos personas que se sitúan en un contexto
terapéutico al que cada una trae un estilo relación interpersonal aprendido en el pasado. En esta
medida, trazar el límite de la comprensión de la relación terapéutica en los distintos enfoques de
terapia, puede permitir a los terapeutas determinar los alcances de estas aproximaciones y
reconocer los puntos comunes con otros enfoques terapéuticos y así poder encontrar las soluciones
a los problemas encontrados del cliente.
Con respecto a los factores que aporta el terapeuta en el establecimiento de la relación terapéutica
en las teorías modernas, se encontró que todas ellas mantienen cierta relación entre los factores que
mencionan, diferenciándose un poco en la importancia que otorgan a unos por encima de otros. La
empatía, que se refiere a la capacidad del terapeuta de ponerse en la situación del consultante para
comprenderlo. Esto se evidencia en las actuaciones (verbales y no verbales) del terapeuta que
infunden tranquilidad en el consultante, lo hacen sentir comprendido y facilitan la conversación.
A partir de esto, es posible reflexionar cómo el concepto de relación terapéutica, más allá de ser un
componente inherente a la terapia, es una construcción continua que tiene que ver con el quehacer
del terapeuta, consistente en encontrarse con otros para construir cambios que contribuyan a su
bienestar.

La definición del problema es el pilar básico y esencial para el trabajo del psicólogo, es por ello
que dentro de la terapia se vaya solucionando desde el problema que más atinge al paciente,
generalmente este es identificado a partir del problema que más se ha intenta solucionar pero los
mismos intentos han sostienen al problema. Por lo anterior explicado es que dentro de la terapia
breve cada uno de los casos debe pasar por las seis etapas planteadas por la Escuela de Palo Alto.
Donde nos indica que la introducción a la terapia y la decisión del problema son esenciales para la
resolución del caso.

Para la terapia breve la identificación del problema debe ser concreto pues muchas veces no todas
las quejas del cliente son el problema si no se muestra encubierto. Al ser una terapia breve el
conseguir solucionar ya desde pequeñas situación el problema es ya una meta conseguida, por lo
que es necesario dentro de los casos explicar claramente al cliente la solución sobre sus problemas,
estas soluciones muchas veces son disfuncionales y para su obtención las metas deben mostrarse
en términos de conductas.

4. PROPUESTA

Con la terapia breve centrada en la resolución de problemas, el modelo de entrevista genera el


adecuado contexto comunicativo terapeuta-paciente que facilita la creación de nuevas soluciones
por parte del paciente, y que son respetuosas con su sistema de creencias y valores así como con
el sistema social de relaciones en el que la queja se presenta.
Con frecuencia los pacientes acuden en un estado de “desgaste” fruto de haber tropezado una y
otra vez con la misma piedra. Pueden considerarlo algo casi inevitable; pueden solicitar nuestra
ayuda como un último recurso pero “sin muchas esperanzas” en que nuestra intervención vaya a
dar resultado.
Se debe recurrir a estrategias tales como el enfoque interaccional, la hipnosis sin trance y la
reestructuración de las propias cogniciones del cliente o el reencuadre del significado que dicha
queja se presenta en la vida del sujeto.
En este sentido es útil definir claramente los objetivos que pretende lograr el paciente con la
intervención y a qué otras metas el logro de estos objetivos podrían conducirle, ampliando de este
modo el “horizonte” de las posibilidades que la intervención terapéutica le pueden ofrecer al
paciente.

5. REFERENCIA BIBLIOGRAFÍA

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