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Historia de Barcelona

La historia de Barcelona se extiende a lo largo de 4000 años, desde finales del Neolítico, con los
primeros restos hallados en el territorio de la ciudad, hasta la actualidad. El sustrato de sus
habitantes aúna a los pueblos íberos, romanos, judíos, visigodos, musulmanes y cristianos. Como
capital de Cataluña y segunda ciudad en importancia de España, la Ciudad Condal ha forjado su
relevancia con el tiempo, desde ser una pequeña colonia romana hasta convertirse en una ciudad
cosmopolita valorada internacionalmente por aspectos como su economía, su patrimonio
artístico, su cultura, su deporte y su vida social.

Existen escasos vestigios anteriores a la fundación de la ciudad por los romanos en el siglo i a. C. El
área del llano de Barcelona y zonas colindantes conserva restos de finales del Neolítico y principios
del Calcolítico. Posteriormente se desarrolló la cultura de los layetanos, un pueblo íbero. La ciudad
romana, fundada en tiempos de Augusto, fue una colonia próspera aunque de escaso tamaño. A
partir del siglo iii se introdujo el cristianismo y, entre los siglos v y viii, formó parte del reino
visigodo. Tras una breve ocupación musulmana, Barcelona entró en la órbita del Imperio
carolingio, hasta que se constituyó como condado y se independizó en el siglo x.

En época medieval, el Condado de Barcelona adquirió preeminencia sobre el resto de condados


catalanes y, con la formación de la Corona de Aragón, la ciudad se convirtió en uno de los centros
políticos, económicos, sociales, culturales y comerciales de un vasto territorio que se extendía por
todo el Mediterráneo (Cataluña, Aragón, Valencia, Baleares, Rosellón, Cerdeña, Sicilia, Nápoles,
Atenas y Neopatria).

La crisis económica y social de la época bajomedieval se prolongó en buena medida durante la


Edad Moderna: la unión de Castilla y Aragón en la Monarquía Hispánica conllevó el traspaso del
poder real a tierras castellanas, lo que trajo un período de cierta decadencia, agravada por
conflictos militares como la Guerra de los Segadores (1640-1651) o la Guerra de Sucesión (1701-
1714), si bien a partir del siglo xviii comenzó una etapa de pujanza económica.

El siglo xix fue de un gran crecimiento para la ciudad, tanto a nivel demográfico como económico y
urbanístico. El plan de Ensanche y la anexión de varios municipios colindantes supusieron una gran
ampliación del perímetro urbano. La ciudad vivió un proceso de industrialización y modernización
de sus estructuras urbanas, económicas y sociales, aunque, en el ámbito social, se vivió una época
de gran conflictividad provocada por la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Se
experimentó también un renacimiento cultural y, a finales de siglo, surgió el modernismo como la
expresión artística por excelencia de la nueva sociedad barcelonesa.

El siglo xx comenzó con las mismas agitaciones políticas con que acabó el siglo anterior, que
cristalizarían en la Guerra Civil. La dictadura franquista significó un período de cierta decadencia,
aunque la posterior llegada de la democracia revitalizó de nuevo la ciudad. El continuo progreso
tanto económico como social llevó a que Barcelona sea una urbe de gran relevancia tanto en el
contexto español como europeo, mientras que diversos acontecimientos sociales, como los Juegos
Olímpicos de 1992 y el Fórum Universal de las Culturas de 2004, situaron a la Ciudad Condal como
una metrópoli de reconocido prestigio internacional, importante foco turístico y cultural, así como
un pujante centro financiero y congresístico.

Geografía y localización

Plano de Barcelona.

Barcelona, capital de la comunidad autónoma de Cataluña, se encuentra en el Levante español, en


la costa mediterránea. Su situación geográfica se ubica entre los 41° 16' y 41° 30' de latitud norte y
entre los 1° 54' y 2° 18' de longitud este.[1] Con una superficie de 102,16 km², está situada en una
llanura de unos 5 km de ancho, limitada en sus costados por el mar y por la sierra de Collserola —
con la cima del Tibidabo (516,2 m) como punto más alto—, así como por los deltas de los ríos
Besós y Llobregat. Por encima de la línea de la costa y separando la ciudad del delta del Llobregat
se encuentra la montaña de Montjuic (184,8 m).[2]

El llano de Barcelona no es uniforme, sino que presenta diversas ondulaciones originadas por los
múltiples torrentes que antaño surcaban el terreno, y tiene asimismo una inclinación uniforme
desde el mar hasta la sierra de Collserola, con una ascensión de unos 260 m.[3] El terreno está
formado por un sustrato de pizarras y formaciones graníticas, así como arcillas y rocas
calcáreas.[4] La costa estaba ocupada antiguamente por marismas y albuferas, que
desaparecieron al ir avanzando la línea de
costa gracias a los sedimentos aportados por
los ríos y torrentes que desembocaban en la
playa; se calcula que desde el siglo vi a. C. la
línea de costa ha podido avanzar unos 5
km.[5]

El clima es mediterráneo, de inviernos suaves


gracias a la protección que la orografía del
terreno ofrece al llano, que queda resguardado de los vientos del norte. La temperatura suele
oscilar entre los 9,5 °C y los 24,3 °C, como media. Presenta poca pluviosidad, unos 600 mm
anuales, y la mayoría de precipitaciones se produce en primavera y otoño. La vegetación propia de
la zona está compuesta principalmente por pinos y encinas, con un sotobosque de brezo, durillo,
madroño y plantas trepadoras.[6]

Barcelona es también capital de la comarca del Barcelonés y de la provincia de Barcelona, y es el


núcleo urbano más importante de Cataluña a nivel demográfico, político, económico y cultural. Es
la sede del gobierno autonómico y del Parlamento de Cataluña, así como de la diputación
provincial y del arzobispado, y cuenta con un puerto, un aeropuerto y una importante red de
ferrocarriles y carreteras.[7] Con una población de 1 604 555 habitantes en 2015,[8] es la segunda
ciudad más poblada de España después de Madrid, y la undécima de la Unión Europea.[9]

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