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Todo idioma tiene sus propias características y el idioma quechua también tiene y las
siguientes:
1. ONOMATOPÉYECO
Los fonemas quechuas nacen de los ruidos naturales, estos sonidos las escuchamos en
los diferentes fenómenos en la naturaleza, sonidos del viento, trinar de las aves como:
a. KHASAY = ERUCTAR, viene del sonido “KHA”
b. PHAQCHA = CATARATA, del sonido “PHAQ”
c. CH’AQLAY = LAPO, BOFETADA, del sonido producido por el lapo “CH’AQ”
2. POLISINTÉTICO O AGLUTINANTE
Se dice así, porque a base de una palabra raíz o lexema nacen otras palabras,
aumentando un morfema o sufijos; estos agregados modifican el significado de la palabra,
como en los casos siguientes:
a. WASI + Y = wasiy = mi casa
b. WASI + YKI = wasiyki = tu casa
c. WASI + N + MANTA = desde su casa
3. POLISÉMICO
Porque en este idioma una palabra tiene varios significados. Ejemplo:
a. CHAKA = pierna, o puente
b. ORQO = cerro, o animal macho
c. MOQO = rodilla, o morro
4. AFECTIVO
Es un idioma expresivo, manifiesta afecto, aprecio y confianza. Ejemplo:
a. URPICHA, SONQOCHA, T’IKAUYACHA = palomina, corazoncito, carita de flor.
b. YANA ÑAWICHA, SONQO SUWACHA = ojitos negros, roba corazoncito.
5. ENFÁTICO
El quechua es enérgico, cuando se trata de negar, advertir y llamar atención.
a. UPALLAY = ¡Cállate!
b. SAYARIY = ¡Levántate!
c. NAN HINACHU = ¡No es así!
Según esta versión, los dialectos modernos del quechua serían manifestaciones
evolucionadas de la lengua impuesta por los incas, particularmente de la variante
cuzqueña. Pero ¿hasta qué punto es sostenible esto?
Cerrón Palomino (2003) señala varias razones por las cuales esta versión es discutible:
En primer lugar, la hipótesis del origen cuzqueño se sustenta únicamente en una versión
elaborada por los estudiosos del quechua del siglo XVII en adelante. Sin embargo, gracias
a los aportes de la historiografía, hoy se afirma que los cuzqueños hablaban otra lengua.
Pero como el Cuzco gozaba del prestigio de ser la capital del imperio a la llegada de los
españoles, pronto cobró fuerza y aceptación la idea de que el Cuzco fue cuna no sólo del
imperio sino también del quechua. Por otra parte, gracias a los estudios contemporáneos
de dialectología, la filiación de las variedades modernas a un tronco cuzqueño no hallan
mayor asidero, como lo demuestran las variedades del grupo QI.
Otra de las razones por las cuales esta hipótesis es discutible es el hecho de que la
implantación del cuzqueño no ha supuesto la erradicación total de las variedades
lingüísticas habladas en los Andes centro-norteño peruanos. Esto se relaciona con la
reciente extinción de lenguas como la sec, muchi, o culli, y con la supervivencia, en tales
regiones, de variedades tales como la jacaru y la cauqui.
Por otra parte, allí donde los incas impusieron el quechua, fácil es advertir que las
diferencias entre el cuzqueño moderno y otras variedades, como el boliviano, son
relativamente superficiales. Por otra parte, si los dialectos huáihuash por un lado y el
boliviano por el otro son el resultado de la expansión incaica, ¿cómo se explica que los
dialectos del huáihuash sean tan diferentes del cuzqueño y el boliviano muy similar a éste,
siendo como se pretende, todos descendientes de un mismo antecesor? Resulta más
lógico suponer que los dialectos centro- peruanos y el boliviano no pueden haber derivado
de un mismo tronco. Debe concluirse, forzosamente, que los dialectos centrales y
norteños del Perú ya existían en sus territorios actuales a la llegada de los incas. El grado
de divergencia que muestran las variedades de QI no pueden explicarse a partir de un
origen cuzqueño.
Otro argumento que señala Cerrón Palomino es el alto grado de fragmentación de los
dialectos de QI frente a la relativa homogeneidad de las variedades del QII B y C. La
distribución homogénea de una variedad es producto de una expansión reciente, al par
que su heterogeneidad corresponde a una difusión mucho más antigua.
Cerrón señala una hipótesis de difusión preincaica. La expansión del quechua no solo se
debió a la conquista incaica y a la difusión española. La mayor parte de las lenguas del la
sierra del Perú se usaban bajo el gobierno de los incas, además de la quechua oficial
cuzqueña, a manera de dialectos locales. Para Cerrón, la difusión del quechua por los
incas en los extremos del imperio (Ecuador y NOA) es debatible, pero la distribución
preincaica de los dialectos centro-norteño peruanos es evidente.
Para Cerrón Palomino, esta versión encuentra cierto asidero científico en los trabajos de
Parker y Torero en la década del ’60 y ’70. Si bien el estudio de los dialectos modernos
demuestra que la mayor antigüedad de las variedades corresponden a la rama central
peruana llamada huáihuash, hecho que se evidencia en la marcada fragmentación de
esta hablas y en el mismo carácter arcaico de las mismas. Por otra parte, otro hecho que
señala esta mayor profundidad de los dialectos centro-peruanos es la existencia de
formas transicionales cuasi imperceptibles que corresponden a las variedades huáihuash,
yúngay y chínchay. Por ello, Cerrón Palomino sigue a Torero (1964) en afirmar que el
centro de difusión del quechua fue la costa y sierra centro-peruanas.
En lo que hace a las fases de expansión del quechua a partir de la costa y sierra centrales
del Perú, Cerrón señala tres para esta hipótesis.
La primera fase de expansión, como PQ, se debe haber llevado a cabo alrededor del año
880 de nuestra era (época IIA del Horizonte Medio), y debió haber cubierto los territorios
actuales de los departamentos de Anchas, Huánuco, Pasco, Junín y el norte de Lima.
La segunda fase expansiva se habría dado alrededor del siglo XIII (Época IV del
Horizonte Medio), en dos direcciones opuestas: hacia la costa y la sierra norteñas
llegando a Cajamarca, por un lado y hacia la costa y la sierra sur.
La tercera fase se habría producido a fines del siglo XV a partir del Chínchay.
Según esta hipótesis, el origen del quechua se encontraría en la ceja de selva o selva
alta, en el área comprendida entre Chachapoyas y Macas (Amazonas). Esta versión se
basa principalmente en fundamentos o razones arqueológicas y ecológicas. William H.
Isbell (1974), su promulgador, correlaciona la expansión del quechua con dos eventos
culturales específicos: la difusión de un estilo cerámico (ollas de color rojo o marrón, con
cuellos de boca expandida, con un temperante muy grueso) y la adaptación gradual del
cultivo del maíz. Todos estos eventos asociados con los hablantes de la lengua quechua,
de donde la alfarería de este tipo y el idioma constituyeron partes integrantes de un
mismo sistema cultural. Esta difusión se daría para unos alrededor del año 100 de la era
cristiana y se habría propagado de la montaña suroeste de Ecuador hacia el noroeste del
Perú.
No puede dar cuenta de la alta fragmentación de los dialectos del huáihuash. Isbell se
limita a conjeturar las posibles ramificaciones del huámpuy sin mencionar cómo se
derivaron los dialectos centro-peruanos o huáihuash.
Al finalizar el siglo SVIII existió en Quito una tradición según la cual los quiteños habrían
sido conquistados por un pueblo de los países marítimos después del año mil de la era
cristiana y entonces introdujeron la lengua quechua. De este modo, la lengua habría sido
introducida antes de la llegada de los incas.
Sin embargo, la tesis del origen ecuatoriano afronta la dificultad de explicar las variedades
peruanas a partir de las ecuatorianas (según el método comparativo utilizado por Parker y
Torero las primeras son anteriores en el tiempo al surgimiento de las variedades del QIIB)
Otra autora defensora del origen ecuatoriano, Louisa Stark (1973), sostiene que el
quechua habría provenido del oriente ecuatoriano y que se difundió primeramente a la
sierra del Ecuador y posteriormente al sur. Para sustentar esta hipótesis la autora se
remite a un método de reconstrucción de la morfología de los dialectos ecuatorianos de la
sierra, en el caso de seis sufijos, llegando a diferenciar dos grupos dialectales: el
ecuatoriano A, que presentaría mayor fragmentación y sería nativo de la zona, y el
ecuatoriano B, más homogéneo y que sería el descendiente del llevado por los incas.
Para refutar esta argumentación, Cerrón Palomino menciona el trabajo de R. Hartmann
(1979), quien rebate los argumentos lingüísticos y arqueológicos de Stark al señalar que
el corpus manejado es demasiado precario como para elaborar toda una hipótesis acerca
del carácter más o menos arcaico de las variedades ecuatorianas A y B.
Cerrón Palomino: el aymara y el quechua son de origen del centro del Perú
El evento académico, se desarrolló en el Teatro Municipal de Puno, que se vio colmado
de participantes, al que también asistió el alcalde de Puno Iván Flores Quispe, que le
condecoró con la Medalla de la Ciudad al gran maestro Cerrón Palomino, en mérito a su
aporte a la cultura puneña.
Del mismo modo, explicó que los incas hablaron el aymara hasta el siglo XV e hicieron
sus cortes en el centro del mundo considerado como el “Taipe Cala”, hito central de
piedra o sea el Tiahuanaco.
Cerrón, también considera que el puquina ha sido el predecesor del aymara y quechua, y
era la lengua que se hablaba en el altiplano junto al uro, el habla del Tiahuanaco. La
lengua oficial de los incas míticos procedentes del Titicaca era la lengua tiahuanaquense.
Su suposición está basada en las crónicas de Inca Garcilaso y otros cronistas, que
aseguran que el puquina dio origen a las lenguas quechua y aymara, se trata de una tribu
que habitaba en los alrededores del lago Titicaca.
FALACIAS HISTÓRICAS
El papel del puquina en la génesis y el desarrollo del imperio incaico, se sustenta en seis
tipos de nombres correspondientes a nombres propios: de divinidades, de personajes
míticos, de epítetos reales, de incas, instituciones y topónimos.Con esas evidencias,
Cerrón Palomino, se contrapone a los argumentos chauvinistas, de decir que el aymara
es de Bolivia, o el quechua sea de Cusco, al que llama una separación artificial que
enarboló Riva Agüero, en decir; que Perú es Quechua y Bolivia aymara.“Esas alegaciones
no tienen sustento, se sustentan solo en la creencia y en el sentimiento, en la cognición
popular que se ha aprendido en la escuela”, comentó; además indicó que hay la
necesidad de refundar la historia del Perú, con aportes lingüísticos que viene a ser una
disciplina científica.Incidió, que mientras no se tenga una reflexión histórica pasada,
siempre estaremos en ese problema. La historia que aprendimos desde la escuela hasta
la universidad, es una historia distorsionada, fundada desde la base del desconocimiento
de la realidad prehispánica.