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Sor Juana Inés de la Cruz: su poesía y la sociedad novohispana

De la literatura de los cronistas, que se dedica a narrar las hazañas de todo lo descubierto durante
la conquista, hacia el siglo XVII nos encontramos con una literatura característica de una sociedad
asentada, reunida en las cortes de los virreinatos de las Indias. Se consolida una nueva sociedad
con miembros descendientes de los primeros españoles que llegaron a América, pero con sangre
del territorio americano. El florecimiento económico, el avance cultural, la formación de una
nobleza cortesana, que es epicentro del poder público junto con las universidades, detentadoras
de cultura, y la Iglesia, se transforman en el caldo de cultivo para nuevos escritores americanos.
Estos se verán influenciados por el movimiento barroco, que adquiere las características peculiares
que le imprime el modo de vida en las cortes, así como estas se impregnan del movimiento que
tiene como premisa artificializar la vida en pos de colocar el arte por delante de la naturaleza.

El Barroco

Es importante considerar este movimiento literario, ya que tendrá muchísima influencia tanto en
la poesía de Sor Juana como en la misma constitución de la corte. El barroco tiende a la
exageración ornamental, se caracteriza por un impulso hacia el movimiento y la intensidad, y se
reconoce en la historia del arte sobre la base de principios contrapuestos al arte renacentista. En
España se condijo con la crisis nacional haca fines del siglo XVI. El arte comunicaba el desequilibrio
de la hegemonía política, tendiendo a lo grotesco y a los contrastes, predominando el arte sobre la
naturaleza.

El Barroco de Indias. Hacia el siglo XVII, el Barroco comenzó a manifestarse en las colonias de
América como expresión de la época, gestando rasgos particulares del territorio americano. Junto
con la aparición de un sentimiento americanista, un deseo de construir la propia cultura, el arte
barroco en las cortes, tomando un matiz erudito, encontrará el camino propicio para desarrollarse
como la primera muestra cultural de Hispanoamérica (desde una visión europeísta, porque
tenemos toda una cultura previa de los pueblos precolombinos).

Así como tendrá características literarias particulares, como superposiciones de ejes, retruécanos,
metáforas, antítesis, contrastes, hipérboles, y una exaltación grande de la retórica, el barroco
también influirá directamente en la sociedad virreinal, fundando un arte cortesano. Este arte es
altamente aristocratizante, ya que se producirá dentro del círculo de la nobleza, y llegará a
reproducir hasta las fórmulas de cortesía utilizadas por sus miembros. El lenguaje se torna teatral,
junto con la vida misma que se vuelve un espectáculo, exagerando las formas. La corte, además,
producirá su propia literatura, respondiendo a estas reglas del juego y plagada de laberintos
intelectuales.

La organización colonial

Para entender la poesía de Sor Juana, es menester analizar junto con la organización sociopolítica
del momento en que vivió y escribió toda su producción literaria. Hacia la segunda mitad del siglo
XVII, México crece y se desarrolla económicamente. Al contrario de las sociedades característica
de la Edad Moderna, en las que un Estado central se consolida en detrimiento de las autoridades
locales, y se comienza instalar la igualdad ante la ley, encontramos en Nueva España un estado
que, si bien está fuertemente centralizado alrededor de la corte, y cuenta con una burocracia
poderosa, los particularismos se protegen. La sociedad es pluralista, en el sentido de que para
cada clase social, grupo étnico, institución (como la iglesia y las universidades) existe una
jurisdicción específica, que no tiene representación política, ya que todo depende de la autoridad
central (el virrey y su corte). Es un orden fuertemente jerarquizado y paternalista.

El régimen era patrimonial, es decir, dominaba una sola persona, ayudada por sus sirvientes y
allegados: es el “gobierno de uno”, concebido como la extensión de la idea monárquica. La
autoridad central debía estar alerta para impedir el crecimiento de una aristocracia
independiente, terrateniente y con privilegios, por eso las tierras se repartían equitativamente, al
punto de entregar grandes parcelas a los indígenas mexicanos, fomentando la propiedad comunal.
Sin embargo, más de la mitad de las tierras eran pertenencia de la iglesia y las órdenes religiosas,
por lo que existían entonces grandes latifundistas. Los altos miembros de la iglesia estaban en
permanente tensión entre sí, así como con las universidades y la corte, logran que nadie se
subleve por encima de su posición, equilibrando las tres fuerzas. Los virreyes, para fomentar la
dependencia de las colonias con España, duraban poco tiempo en su cargo.

La corte virreinal tenía la mayor importancia: su influencia no era solo política y administrativa,
sino también en el colectivo de la vida social y cultural. Allí vivió Sor Juana su primera infancia y
adolescencia, y a ella responderá desde el convento, por lo que su producción poética responderá
a los modos y a las costumbres de la corte.

Características específicas de la corte

La corte ejerció la transmisión de modelos de la cultura europea a la novohispana, determinando


maneras específicas de vivir. Se propone imitar una sociabilidad más estética y vital que la ofrecida
por la iglesia y la universidad, y el estado absolutista se transforma en el puente que permite a la
sociedad tradicional americana modernizarse. Su gran instrumento político y cultural es la corte, y
el modelo imitado en Nueva España es la corte de Luis XIV en Versalles.

Como había dicho anteriormente, no existía la igualdad ante la ley, y las jurisdicciones regían de
manera distinguida para cada grupo. Sor Juana había vivido su infancia en la corte pero al hacerse
mayor, para evitar el casamiento y poder seguir con su labor intelectual, toma los hábitos e
ingresa en el convento. En 1669 ingresa en la orden de San Jerónimo, que le permite cierta
libertad intelectual, pero de cualquier forma, necesita buscar protección dentro de la corte para
poder continuar con sus estudios. Esto era común en aquella época: buscar un protector, alguien
que “esponsoree” la labor propia, ya que las leyes regían de manera desigual para cada uno.

En este sentido, más de la mitad de la poesía de Sor Juana está compuesta por piezas de ocasión:
obras para cumplir, para quedar bien, para honrar un muerto, para conseguir favores. A esto se lo
denomina “pluma de servicio”. Sus poemas, enviados desde el convento, iban acompañados de
regalos. Aparecen sonetos y composiciones varias a determinados personajes de la corte, y hasta
algunos hechos por encargo (DAR EJEMPLOS LABERINTO ENDECASÍLADO (encargo) y DAR
ALGUNOS NOMBRES DE LOS TIPOS A LOS QUE ESCRIBE). En este contexto escribe también los
poemas a María Luisa Manrique, la virreina, quien la tomará como protegida. Sin embargo, la
amistad que las unirá a ellas será sincera (se conocen y tienen la misma edad, y se forman
rápidamente un vínculo debido a situaciones de desamparo que sufren en su vida), y sus poemas
se encuadrarán dentro de este tipo de literatura específica de la corte, el amor cortés, teniendo
otro tipo de elementos y características que mencionaré más adelante.
El orden interno de la corte, además, encarna una visión del mundo, que se verá impresa en la
poesía. El orden social es una cadena de poderes y lealtades que se despliegan en un doble orden,
uno horizontal, y otro vertical. La última es la línea del rey amparando a los vasallos, y el vasallo
que es leal, uniendo a la autoridad con sus súbditos. Esta línea vertical puede ser amenazada por
la rebelión y la tiranía. La línea horizontal corresponde a la de los vasallos entre sí, y se ve
amenazada por la lucha entre clases. La corte se plasma en este orden, desde el centro hacia la
periferia, y se plasma en la poesía de Sor Juana. Un ejemplo es la comparación del rey con el sol,
ya que el rey es el centro de la corte. Curiosamente, realiza esta misma comparación con la
Marquesa de Mancera (virreina antes que Lysi), en su poema fúnebre (LEER PÁGINA 15). En esta
ceremonia, cada uno tiene su sitio, arquetipos políticos que son propuestos por la etiqueta.

La corte posee su propia etiqueta, es decir, un conjunto de reglas, formalidades y modos de


cortesía que utilizaban los miembros de la corte para dirigirse entre sí. Las composiciones de Sor
Juana se insertan dentro de este ceremonial, y se impregnan de los signos de la etiqueta. Estos
manifiestan en forma alegórica y figurada el orden de los valores de la sociedad y la estructura
íntima del sistema, que une y separa, alternativamente, a los grupos e individuos que lo
componen. La etiqueta nunca es explícita y literal, por lo que solo pueden descifrarlo aquellos que
vivan dentro del círculo íntimo de la corte, delimitando claramente el público al que están
dirigidos los poemas. Algunos ejemplos son el poema 83, justificando una ausencia por no esperar
a la virreina, y el 91, justificando un silencio (LEER).

La literatura cortesana y los poemas amorosos de Sor Juana

La etiqueta, los códigos cortesanos y de vasallaje, dan origen a un tipo de literatura particular,
denominada literatura cortesana o amor cortés. El tono apasionado de los poemas amorosos que
Sor Juana dedica a Lysi se corresponde con la convención de la época y de esta literatura. La
literatura cortesana proviene de la tradición de la poesía erótica, confundiendo el erotismo con la
relación de vasallaje, que aparece en los primeros brotes de la literatura provenzal, y fue
perpetuada durante el renacimiento y el barroco.

Así como en su origen la poesía erótica se apropió del lenguaje jurídico del feudalismo
convirtiendo la relación amorosa en un calco simbólico del vínculo entre señor y vasallo, en un
movimiento inverso la poesía cortesana confiscó la retórica amorosa y la puso al servicio de la
etiqueta palaciega. El vínculo entre el cortesano y el señor era análogo al del amor. Sor Juana lleva
esta trasposición a los extremos más arriesgados, mezclando lo erótico con lo religioso.
EJEMPLIFICAR CON: POEMA 61, UN POEMA RETRATO A CABALLO CON UN POEMA AMOROSO,
POEMA 82 REFLEXIONES DEL PRONOMBRE MIO, Y TAMBIÉN CON FRASES MARCADAS POEMAS 83
Y 91.

La poesía de Sor Juana, si bien es entendida dentro del marco cultural de la época, en ocasiones ha
sido puesta bajo la lupa por su exceso de fogosidad (pasión de gavilanes). La poeta se aparta del
género cortesano y evita cometer transgresiones sexuales aludiendo al neoplatonismo, separando
el cuerpo del alma, siendo la belleza corporal una primera escala, pero también una hermosa
cárcel para un espíritu divino, al cual Sor Juana declara su amor, aludiendo que su pasión es
solamente de índole espiritual. Sin embargo, esta idea roza lo blasfemo, ya que se aleja bastante
del cristianismo. EJEMPLIFICAR CON LOS SONETOS DEDICADOS A LA MARQUESA DE MANCERA,
ESPECIALMENTE EL SEGUNDO.
Otros poemas: filosóficos y racionales (plus de lectura de Valerie)

Poemas filosóficos: en los que Sor Juana reflexiona sobre cuestiones intelectuales y filosóficas de la
vida cotidiana, sobre temas que la inquietan, o incluso en defensa de su propia labor como
intelectual. EJEMPLIFICAR CON POEMAS 92 (sátira filosófica por el histeriqueo de los hombres)
POEMA 145 (sobre la mentira del retrato) Y 146 (defendiendo su poesía)interesante la
contradicción con el poema 148, plantear una discusión.

Realizando una lectura de la selección dada de poemas, me resultó interesante descubrir que
convivían en Sor Juana dos posturas distintas en tanto al amor: aquella que corresponde al amor
cortés, que ensalza y glorifica a la amada, pero también una que constantemente alude a los
riesgos del amor, a sus inconvenientes, y a la necesidad de priorizar sobre la pasión la razón, y de
manejar la propia vida dentro de los parámetros de esta última. Este pensamiento es propio del
racionalismo cartesiano, y me remonta a la idea del honette homme que vemos en producciones
literarias francesas, como por ejemplo, Fedra, de Racine. El amor nubla la razón, los sentidos
engañan: el modelo de persona debe ser mesurado y actuar siempre racionalmente, no dejándose
llevar por las pasiones que lo llevan a la perdición y a las desmesura. El amor es como una cegué,
ate, que provoca la desmesura hybrys, que será castigada con el desencadenamiento de una
“catástrofe”. No encontraremos el anticipo de una catástrofe ni la idea del amor como nublador
de todos los sentidos específicamente, pero si una clara inclinación hacia el uso de la razón por
sobre el amor, que causa muchísima pena.

Sor Juana pareciera adscribir a esta corriente de pensamiento de varias formas. En una primera
medida, en sus sonetos sobre los penosos efectos del amor sobre quiénes lo experimentan (172-
173-comparaciones con la jaula, la cárcel, hablar de angustia y dolor, etc). Pero también,
presentará situaciones amorosas ficticias que generan este pesar y dolor, y propondrá una
solución racional a las mismas: un claro ejemplo es el triángulo amoroso que describe en los
sonetos 166-167-168 (LEER). En el último, propone una situación pragmática al problema, que
atribuye a la “prevalencia de la razón frente al gusto”, eligiendo amar a quien sí la ama. Tratará
siempre de entender hasta en parámetros racionales el problema de los celos (SONETO 174),
cuestión que realmente no consigue, pero que logra asimilar comparándolo con la ausencia,
problema mucho peor (175).

Así, nos encontramos con una doble Sor Juana: por un lado, aquella enamorada, asimilando la
relación de vasallaje con la romántica, e inmiscuyendo el neoplatonismo en sus poemas. Por el
otro, aquella que discute y le debate al amor, debido a los males que ocasiona, y preponderando a
la razón, invitando a que los demás se guíen por ella y ejemplificándolo en sus poemas. Esta
filosofía se estaba gestando en Europa a la par, ¿QUÉ LOCO NO?

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