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TEMA 1

FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA

1. ¿Qué es la ética?
2. El lenguaje de la ética.
3. Elementos necesarios para la ética.
3.1. La libertad.
3.2. La racionalidad.
3.3. La autonomía.
4. La verdad y el método en la ética.

1. ¿Qué es la ética?

La ética constituye, propiamente hablando, una disciplina cuyo objetivo


fundamental es el discernimiento de la bondad o maldad, justicia o injusticia del
comportamiento humano.

En sentido puramente académico, podríamos considerarla como una parte de la


filosofía, aunque tiene una relación indirecta con otras disciplinas, como la historia
(aprendemos historia para no repetir errores del pasado) o la religión (toda religión
tiene una serie de valores, de normas éticas).

En contraste con la ciencia, que nos dice “qué es el mundo” o “qué son las cosas”,
la ética nos dice cómo debemos comportarnos ante ese mundo y ante nuestros
semejantes. Frente a la religión, que hace depender lo bueno y lo malo de la fe o de
un Dios determinado, la herramienta fundamental de la ética será la razón humana.

2. El lenguaje de la ética.

La ética tiene un tipo de lenguaje que se distingue del lenguaje científico, pero
también del de otros conocimientos. Pensemos en las siguientes oraciones:

“Marina está sentada en el pupitre de atrás”


“Me gustan los dibujos de Marina”
“El aborto es la interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo”
“El aborto es un asesinato”

En el primer caso, la frase nos habla de un hecho objetivo, una descripción del
mundo real, sometida a un criterio de verdad o falsedad. En la segunda, sin embargo,
estamos hablando de una valoración subjetiva (a mí me gustan los dibujos, pero a
otro no tienen por qué gustarle). En los dos siguientes casos, la primera es la

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definición del aborto, mientras que la segunda es discretamente un punto de vista
particular, relacionado con la ética, puesto que encierra una valoración (negativa) del
aborto (podríamos decir “es malo abortar”). Por lo general, hablamos de “juicios de
hecho” y “juicios de valor”, para esta distinción.

Juicios de hecho: oraciones que describen un estado de cosas objetivo, como


son por ejemplo los juicios de la ciencia.
Juicios de valor: oraciones que reflejan un punto de vista del sujeto que
emite el juicio. Son subjetivos, y representan creencias, estéticas, religiosas o
éticas. Suelen utilizar verbos como creer, opinar, y en el caso del a ética, “bueno”,
“justo” o “debes…”.

3. Elementos necesarios para la ética.

3.1. La libertad.
Por lo general, solo podemos considerar que alguien hace algo bueno o malo
cuando es libre para cometer tal acto. Si un hombre no tuviera libertad para
elegir, nosotros no podríamos pedir responsabilidades éticas.
Aunque esto resulta discutible por la ciencia o la psicología, el ser humano es
el único ser vivo que no está determinado por sus instintos o sus genes para actuar
en una manera determinada. A lo sumo, estamos condicionados (es decir tenemos
una serie de tendencias que nos impulsan a comportarnos de una manera
determinada). Esta libertad nos posibilita tener una conciencia moral que nos
permite discernir qué queremos hacer o lo contrario.
Pensemos por ejemplo, lo estúpido que resultaría pedir explicaciones o llamar
“malo” a un perro porque nos haya mordido. El chucho no sabe lo que hace, se
mueve por un instinto de peligro, y a quien hay que pedir responsabilidad ética es al
cuidador de dicho chucho.

3.2. La racionalidad.
¿Qué es lo que nos hace actuar con libertad, entonces? Para ser libres,
necesitamos establecer razones de por qué actuamos de una forma o de otra. Ser
libres no significa únicamente no tener barreras para hacer lo que a uno le venga en
gana. Ser libres significa actuar con conocimiento de causa, de acuerdo con una
explicación convincente, una fundamentación que legitima muestra forma de
actuar. Fundamentar es precisamente dar razones sobre algo.
La razón, o los argumentos racionales se convierten en el elemento
fundamental que es capaz de legitimar la ética. Pero ¿qué se entiende por razón?
- Se puede entender como concordancia entre medios y fines: si por
ejemplo, Charlie quiere aprobar Historia, sabe que tendrá que estudiar

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algún día antes del examen y no los últimos diez minutos. Esto es un
principio de racionalidad económica (razón instrumental).
- Dar argumentos coherentes y sopesados sobre los fines últimos que
legitiman el comportamiento humano (razón práctica). No nos importa, por
ejemplo, cómo se hace energía nuclear, nos interesa saber para qué se
utiliza y por qué.

3.3. Autonomía y heteronomía.


Fruto de una combinación entre libertad y racionalidad, tenemos la distinción
entre AUTONOMÍA y HETERONOMÍA, planteadas por Enmanuel KANT, filósofo
de la Ilustración (siglo XVIII). Según este autor, cuando somos niños somos
heterónomos, es decir, dependemos de la autoridad de nuestros padres o
educadores. Eso solo cambiará cuando recibamos educación o conocimientos (esto es
la ilustración o “enlightement”). El hombre adulto será autónomo, cuando gracias al
uso de la razón, sea verdaderamente independiente de las autoridades que le han
custodiado hasta ese momento. Entonces tendrá plenos derechos para reclamar su
propia libertad.
En su época (el Antiguo Régimen), esto significaba que el hombre había “salido
de su minoría de edad” y podía reivindicar su independencia frente a la iglesia o un
monarca absoluto que decidían siempre por él.

Esto ha sido estudiado, en nuestros días, por psicólogos como PIAGET o


KOHLBERG, aplicados a la progresión moral de los hombres desde que nacemos
hasta que somos adultos.
Al nacer, nosotros no somos ni buenos ni malos: somos como una tabla rasa.
Dependiendo de lo que escribamos sobre ella, lo que aprendamos, así seremos en el
futuro. Cuando somos recién nacidos nos comportamos de forma bastante
egocéntrica, y solo poco a poco vamos perfilando una conciencia moral y un
sentimiento de responsabilidad.

Kohlberg ha cifrado tres fases o niveles para explicar esta evolución:


- Nivel preconvencional: el niño depende completamente de la autoridad de
los padres o los profesores. Es completamente heterónomo.
- Nivel convencional: el adolescente (entre 12 - 17 años) busca una mayor
independencia frente al mundo adulto. Sin embargo, su identidad todavía
no está lo suficientemente formada, y busca apoyos en “lo bien visto” por
la sociedad o por el grupo de iguales. Sentimos vergüenza por lo que nos
puedan decir los demás.
- Nivel postconvencional: el hombre adulto actúa ya de forma responsable
-da razones por su comportamiento- y sin tener miedo de lo que diga el
resto de la gente.

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4. El método de la ética.
Si decimos que en ética para dar una opinión hay que dar una razón que legitime
dicha opinión, ¿cómo podremos alcanzar “verdades” reconocibles por todos (es decir
“intersubjetivas”)? Ante esto se abren muy distintas perspectivas.

Para la religión, por ejemplo, las verdades de la moral (lo bueno y lo malo), son
completamente objetivas, porque están establecidas por un orden que Dios da a la
naturaleza y al hombre. El hombre, en cuanto criatura creada por Dios, tiene que
respetar ese orden y reconocerlo.

Para algunos filósofos (el intuicionismo, la ética de los valores), las verdades de
la ética son intuiciones reconocibles para el ser humano y que pueden ser
argumentadas a posteriori con la razón. “Intuición” quiere decir “algo evidente en sí
mismo, que no necesita ser demostrado”. Por ejemplo, el valor de la vida humana
puede entenderse como algo que intuitivamente todos consideramos dignos de ser
respetado.

4.1. El método en una ética social.


Sin embargo, y esto suele ser lo más habitual para la ética orientada sobre todo
hacia los problemas de la sociedad, lo más lógico es que haya una relativa diversidad
de opiniones sobre la bondad o maldad de una acción.
¿Cómo actuar entonces? Ante esa diversidad de opiniones, lo más normal es que
analicemos los argumentos racionales de dichas opiniones, y a través del diálogo,
seamos capaces de discernir y recoger aquellos elementos que permitan construir
una teoría más elaborada.
Esto permitiría un acuerdo o un consenso, pero no basado en la mayoría
numérica, sino en la potencia de los argumentos esgrimidos. Pensemos por ejemplo en
la siguiente broma: “Millones de moscas comen caca. Millones de moscas no pueden
estar equivocadas. Así que coma también usted caca”. Es un claro ejemplo de cómo el
número no siempre tiene por qué tener la razón.
Esto ha sido defendido por los creadores de la ética del discurso y el contrato
social (Habermas, John Rawls), defensores además de la democracia liberal.
Según estos autores, en condiciones adecuadas, el diálogo entre personas racionales
y civilizadas (capaces de escuchar y de reconocer sus propios errores, y no imponer
su verdad) nos debería conducir a una actuación responsable de cara a los problemas
de la sociedad.

Argumento 2 Puesta en Deliberació CONSENSO


común n racional
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Argumento 1

Formulación
del problema
moral
Argumento 3

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