Вы находитесь на странице: 1из 2

La aparición en el siglo XVII de la novela picaresca como la forma narrativa de mayor éxito en España,

no ha sido aún convincentemente explicada. Las solas razones sociales no logran su interpretación inequívoca,
pues, aun admitiendo que el género le deba su conformación al m Aunque la obra no debe interpretarse en clave
estrictamente religiosa, el clima de intransigencia social aquilatado en el oficialismo religioso, tuvo mucho que
decir en la orientación de la conciencia intelectual hacia un didactismo que tanto recuerda, por su tono, al
medieval.

Mateo Alemán poseía innegables dotes de narrador; así lo demuestra no sólo la composición de la novela, sino la
inclusión en ésta de diversos relatos intercalados —entiéndase, novelas cortas— de indudable valor (la «Historia
de Ozmín y Daraja», una excelente novela morisca; el relato bizantino de «Dorido y Cloridia»; o la «Historia
de Bonifacio y Dorotea», sobre el tema del honor). Además, la estructuración de un Guzmán de Alfarache
undo social hispano, sin embargo similares características revistió la sociedad del siglo XVII en otros
países que no lo conocieron; evidentemente, en lo social encuentra la novela picaresca motivos y determinaciones,
pero no su propia razón de ser. Habrá de considerarse también el precedente que sentó en el siglo XVI la publicación
del Lazarillo, base sobre la que configurar un género estrictamente barroco desconocido en el resto de Europa —pese
a algún ejemplo aislado, y sólo próximo a la picaresca, en Alemania, Italia y Francia—.

Destaca en el género, fundamentalmente, su realismo, fórmula también propia, sin embargo, de otros
tipos de narración en el Barroco español; la distinción proviene de la

oceso de deshonor experimentado por él mismo. Tal exposición determina la utilización de una técnica
temporal retrospectiva, es decir, de una presentación de la vida pasada desde el presente. La consideración del
pasado a través del presente implica cierta «ejemplaridad» propia de la narración picaresca; advirtamos, sin
embargo, que convertir esta ejemplaridad en «moralismo» puede ser frecuente, pero no propio del género, pues el
moralización a la que Alemán la somete: como en cualquier novela picaresca, su vida pasada —su acción
«pícara» antes de ser enviado a galeras— es contemplada por Guzmán en función de la experiencia acumulada
hasta el presente, de la cual nace la actitud «ejemplar» y, en este caso, moral.

El proceso estará presidido por la conversión, a la que se ha llegado a través del pesimismo, el desengaño
y el fracaso vital; de tal modo, el significado de la obra se corresponde claramente con el momento de ortodoxo
dogmatismo que España vivía y que ahogaba manifestaciones —en este caso, literarias— anteriormente vitalistas.
Efectivamente; a partir de una experiencia semejante, el Lazarillo había reafirmado el más pleno materialismo; el
Guzmán, a años vista, opta por su negación.

pícaro no abandona nunca en la novela su posición escéptica y descreída (a veces amarga) con respecto a
la sociedad a la que se dirige. Aunque el protagonista sea vencido por el mundo que lo rodea, al menos su propia
burla, el ingenioso humor del que hace gala, su constante transgresión de la norma social, lo salvan del
determinismo al que está abocado por pertenecer, por ascendencia, a una ínfima clase a la que todo se le niega.

ienza la nela con una referencia al origen de Guzmán, su orfandad y su aprendizaje en la picardía; Pero el
Guzmán de Alfarache encierra mucho más que una vida, lo cual no siempre fue entendido en su época; existe
constancia de que la mayoría de los lectores del siglo XVII pasaron por encima engaños, fraudes, robos de poca
monta, etc., lo acompañarán durante toda su vida, que en la primera parte queda detenida al llegar a Italia: allí
sirve a un cardenal y a un embajador hasta encontrar a unos parientes. En la segunda parte, el autor reconoce
que ha debido cambiar el desarrollo de su novela por haber aparecido, en 1602, un apócrifo compuesto por Joan
Martí, conocido de Mateo Alemán a quien confió el plan de la obra y que se aprovechó de su éxito. En la novela de
Alemán, Guzmán, tras permanecer en Italia, vuelve a España, pasando a Barcelona y Sevilla, ciudad en la que es
detenido y condenado a galeras, desde donde el protagonista afirma escribir el libro.

de las múltiples digresiones que el relato contiene, y prueba de ello es la traducción francesa, en el
siglo XVIII, de Lesage, quien eliminó toda moralización. Como su autor declaró, el Guzmán de Alfarache nacía a
la luz de una interpretación vital y existencial, esto es, en función de «atalaya», de lugar de observación; por
tanto, la acción del relato no puede sep

Вам также может понравиться