El melanoma constituye la primera causa de muerte dentro de las
enfermedades de la piel y su incidencia sigue progresando a lo largo de los años. Debido a esto es fundamental poder realizar un diagnóstico precoz. El dermatólogo debe tener en cuenta los factores de riego y revisar completamente a los pacientes y advertirlos sobre cambio en lesiones antiguas o aparición de lesiones nuevas, además de tener un manejo adecuado del dermatoscopio que permite identificar estructuras propias del melanoma que no son visibles a simple vista. Es función de centros especializados tratar a los pacientes en estadíos avanzados para ofrecerles los tratamientos más adecuados de acuerdo a su condición clínica.