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CONCEPTO DE REGIÓN

El derivado de la incorporación del concepto de región -tomado por los historiadores de la


geografía humana-,

La comprobación de que en el espacio nacional


coexistían diversas regiones con disímiles potenciales humanos y naturales
y por ende, con diferentes posibilidades de integrarse con éxito al modelo
de desarrollo que se consolidó en el tránsito de los siglos XIX y XX, era importante, pues
dejaba sentada la existencia de espacios singulares en la totalidad nacional. Sin embargo esos
autores no daban muchas pistas sobre cómo
hacer la historia de esos espacios singulares, superando el desprestigiado
modelo de las crónicas provinciales.

Un complejo de influencias, circunstancias y percepciones propias alimentaron la elaboración


de un marco conceptual (al principio difuso y, por ello, muy abierto y receptivo) que
nos permitiría integrar la historia local a la nacional y a la americana, es decir, reconciliar la
micro con la macroperspectiva. Podíamos, así superar la falsa dicotomía entre una historia "de
primera" (la nacional porteñocéntrica)
y otra "de segunda" (las de provincia), incorporando nuevos y grandes temas al análisis de las
sociedades locales De ese modo, se afirmaba la idea (ya presente) de que el territorio objeto
de nuestro estudio era una porción (por
llamarlo de algún modo) de una totalidad que, con grandes singularidades,
tenía, en rigor, una sola historia
Lo que ese complejo de influencias y percepciones había logrado, además., era "hacemos
pensar" en una nueva magnitud, hasta entonces descuidada por la generalidad de los
historiadores, la espacial; y ayudarnos a descubrir que las sociedades debían también
analizarse como espacios humanizados, en las cuales muy frecuentemente, por su apropiada
escala, era viable
intentar hacer una "historia total". En ese sentido, la aspiración a comprenderlo todo (o a la
sociedad como una totalidad, programa incumplido, pero
vigente, de las mejores escuelas historiográficas), aparecía reforzada por la
irrupción del concepto de región y concebido por los geógrafos para definir
las especificidades espaciales y hacer inteligibles las vinculaciones de éstas
con la totalidad.

A esta altura del trabajo quizás convenga aclarar que no consideramos


a la historia regional como urur panacea para responder todos los interrogantes
insatisfactoria-mente resueltos -según nuestro criterio- por la historiografía
tradicional. Es sóio una perspectiva que permite aborda¡nuevos y complejos
problemas, destacar ia especificidad de ciertos procesos localizados
espacialmente y detectar sus semejanzas y diferencias estructurales.

Es necesario dejar daramente sentado, asimismo, que las regiones no son


entidades dadas por la natu¡aleza (la "región natural"), con lindes precisos e
inamovibles; y que no estián definidaspor los límitesy f¡onteras estatales, aunque éstos
constituyen elementos muy importantes a considerar a la hora de
definir sus estructuras y funcionamiento. Las regiones sory en nuesha perspectiva de
historiadores, espacios humanizados singulares/ que son modificados y se reestructuran,
precisamente, a través de la actividad humana.
Enrigor, las regiones son "hipótesis a demostrar" (V'an Youngl987.L0l),
a partir de ia percepción de que un elemento (o un conjunto de ellos), un fenú
meno o un sistema de articulaciones les otorga singularidad en una globalidad,
la condición de parte de un todo.
También es importante apuntar que las regiones, para serlo, deben funcionar (de alguna
manera) como un sistema, con articulaciones endógenas
que posean cierta dinámica propia, cierta autonomía con relación a las conexiones externas; o
constituir espacios de gran homogeneidad o con fuertes
similitudes fenomenológicas.

Pero, más allá de los modelos, lo decisivo para definir una región es su funcionamiento, su
sistema de flujos, los diversos modos de relaciones sociales
que se establecen en su seno. Por ello es necesario, desde nuestra perspectiva, privilegiar el
estudio de la circulación de bienes y personas, el desarrollo
y la dinámica de los mercados, pues allí se establecen las articulaciones, las
relaciones de interdependencia, las especializaciones, etc., articulaciones que
nos remiten a las estructuras sociales, a la producción, a las modalidades de
la acumulación, a la formación de las clases y los sistemas de dominación y
poder, etc.

Podemos concluir, en apretada síntesis, en que la perspectiva regional


no consiste, por consiguiente, en historiar un espacio al que le atribuimos la
condición de región por la singularidad que le otorgan su conformación étnica.

la lengua, la religiosidad, la idiosincrasia de su población, "la historia", en


definitiva. Por el contrario, como hipótesis que es, es necesario trabajar sobre
su historicidad, referirse a las diversas coyunturas que le dieron origen como
sistema, que modificaron su rol en la totalidad, su dimensión, sus diversas
estructuras, en resumen, detectar cuáles fueron las claves de su desarrollo y
transformaciones

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