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SEMANA 2
Me cuenta usted que está por ingresar en una universidad y le interesa la Filosofía de la
Ciencia (epistemología) y me pregunta qué debiera hacer para convertirse en una buena
epistemóloga.
Después de haber pensado durante cuarenta años en este problema, he elaborado la siguiente
receta para formar epistemólogos:
1. Consígase una familia que le asegure una capacidad innata para hacer trabajo intelectual
intenso y variado, continuado y prolongado, así como profundo y original. Y ahora va en
serio: cerciórese que es capaz de realizar trabajo intelectual productivo, y ello la única
manera posible es intentándolo. Aborde problemas intelectuales difíciles aunque no
imposibles para su nivel actual y haga esfuerzos sostenidos por resolverlos. Examine los
resultados de su esfuerzo y asegúrese de que esta clase de trabajo le gusta más que cualquier
otra. Además, pida que le critiquen y comenten sus ensayos. Pero no se descorazone si la
crítica es adversa: todo comienzo es inseguro.
2. Asista a buenas Escuelas rodéese de gente inteligente y productiva, con intereses amplios,
así como de profesiones y edades diversas. (Una mala Escuela puede enseñar malos hábitos
intelectuales, limitar vocaciones auténticas, o dar una seguridad injustificada. Y amigos
superficiales o improductivos pueden lograr los mismos malos efectos,). Rodéese de buenos
libros y buenas revistas. Sea omnívora pero no trague todo lo que está a su alcance:
seleccione.
3. Estudie a fondo una ciencia o tecnología. Escoja una ciencia o tecnología que haya
alcanzado madurez teórica o esté en vías de alcanzarla. Esto la pondrá en contacto con
problemas filosóficos interesantes y difíciles, y la obligará a estudiar Matemática, el
lenguaje de toda ciencia madura. Pero, a menos que crea sentir una vocación irresistible por
la Física o la Química. No escoja ninguna de éstas, porque hoy día se necesita una decena de
años de arduos estudios universitarios para llegar a la frontera de la Física o la Química.
Escoja más bien una ciencia en desarrollo, de frontera más cercana, tal como la Biología
Molecular, la Biología Matemática, la Bioingeniería, la Psicobiología, la Sociología
Matemática, la Investigación Operativa, o la Administración Científica de Empresas. Si lo
hace podrá usted llegar con relativa rapidez a la frontera y podrá abordar problemas
científicos y epistemológicos tan apasionantes como descuidados.
4. No se contente con leer o asistir a algunos cursos, siga estudios formales intensivos,
sométase a exámenes y, en general, cumpla los requisitos para obtener el Título de Licenciada
en una ciencia pura o aplicada. Ni se contente con esto, emprenda cuanto antes
investigaciones científicas, primero con ayuda, luego por sí misma. De lo contrario se verá
forzada a consumir, y más tarde a vender, productos acerca de cuya manufactura no tendrá
la más pálida idea. Así como para escribir buenos poemas de amor es menester amar, para
filosofar bien sobre la investigación científica es preciso haberla hecho. Los filósofos que
jamás la han hecho suelen trazar caricaturas de ella, al modo de los cartógrafos medievales,
que jamás se habían movido de su región natal, dibujaban mapas imaginarios de comarcas
lejanas. Todo esto implica que no le bastará una licenciatura en ciencias: apunte a una
Maestría y, luego, a un Doctorado. Ni siquiera esto le bastará: convendrá que siga toda la
vida activa en ciencias, aunque sólo sea enseñándolas, para no perder de vista el objeto mismo
de su filosofía. El epistemólogo no debiera ser un científico fracasado ni un filósofo
descarriado, sino un filósofo que ha tenido éxito en la ciencia pero se ha sentido más atraído
por los problemas filosóficos que ésta suscita que por los problemas científicos particulares.
5. Especialícese en una ciencia o tecnología determinada sin descuidar las demás disciplinas
científicas. Manténgase al tanto, aunque sea a distancia, de lo que acontece en todas las
ciencias si quiere hacer Filosofía de la Ciencia en general y no tan sólo de su especialidad.
Para esto visite laboratorios, asista a coloquios, lea literatura de alta divulgación. Recuerde
que la Ciencia es un gran sistema formado por subsistemas que se nutren y controlan
mutuamente. Y recuerde que las divisiones del trabajo intelectual son ignoradas por el mundo
exterior.
6. Estudie Filosofía por su cuenta al mismo tiempo que estudia ciencia o tecnología, y ello
aun con riesgo de que sus estudios científicos marchen con alguna lentitud. Para esto tendrá
que programar cuidadosamente su estudio independiente de la Filosofía. (Si se dedica por
entero a la Ciencia, dejando a la Filosofía para más adelante, podrá perder su interés actual
por la segunda. Y si se dedica desde el comienzo exclusivamente a la Filosofía; acaso llegue
demasiado tarde a la Ciencia. Al que logra lo más difícil poco le cuesta lo menos.)
Dedique un par de años a los estudios históricos, pero trate de conservar toda la vida el
trato amistoso con los gigantes del pasado. Y dedique otro tanto al estudio de la Lógica
Matemática y de sus aplicaciones al análisis de las ideas científicas y filosóficas. Este estudio
de la lógica no le inspirará acaso ideas originales pero le ahorrará más de una falacia, le
acostumbrará a la claridad y el rigor, y le ayudará a ordenar sus pensamientos. Una vez llena
de las herramientas históricas y lógicas mencionadas, destine un año a estudiar filosofía
general de la ciencia así como la filosofía de la ciencia de su especialidad. (En realidad,
puesto que el asunto le interesa ya ahora, usted habrá estado haciendo de contrabando lecturas
epistemológicas durante todo el periodo anterior. Tanto mejor. No hay como una pizca de
desorden añadida a una vida por demás ordenada para realzar su interés.). Finalmente,
dedique el último año a la Semántica, la Ontología y la Ética de la Ciencia. Si completa usted
este programa estará en condiciones de pasar al nivel siguiente, que es el de la investigación
original.
9. Busque y ejerza la crítica pero no se deje aplastar por ella ni la ejerza por mero placer.
Ejérzala con moderación y con ánimo de contribuir al avance de los conocimientos más que
para sobresalir o para vengarse. Recuerde que la crítica destruye el error pero también
puede matar la verdad. Recuerde que la mayoría de las personas ven con desconfianza las
ideas nuevas y recuerde que, sea o no justificada, la crítica no sustituye a la creación.
10. Comience por abordar problemas modestos pero apunte a problemas ambiciosos. La
modestia inicial es necesaria por la escasez de conocimientos, pero no es cosa de pasarse la
vida en el Jardín de Infantes. No es lo mismo modestia que impotencia. Comience por
averiguar qué piensa el gran filósofo X sobre el problema Y, pero trate de pensar con su
propia cabeza sobre Y.
Más adelante busque nuevos problemas. Comience por abordar un asunto bien circunscrito,
acaso ajeno, con el objetivo final de ir ampliándolo o de abordar eventualmente problemas
inéditos. Sin embargo, no se proponga alcanzar la originalidad por sí misma: es demasiado
fácil. En efecto, para ser novedoso en Filosofía basta (aunque no es necesario, ni honesto),
decir disparates en lenguaje oscuro y poniendo cara seria- (Los argentinos llamamos
macanear a esta actividad siempre de moda en los países latinos. Los franceses podrían
llamarla charlatanismo). La finalidad de la investigación filosófica, al igual que la científica,
es la verdad general y profunda formulada de manera clara y exacta. En el caso particular de
la Epistemología, una idea es verdadera en este campo si y solamente si corresponde
fielmente a la realidad de la ciencia. Las ideas de este tipo no abundan porque, para
concebirlas, es preciso someterse a un largo aprendizaje, que no todos están dispuestos a
hacer.
Si usted posible futura colega, logra recorrer el largo camino que le recomiendo, se convertirá
gradualmente en una auténtica epistemóloga. Pero si no busca la autenticidad, sino tan sólo
hacerse pasar por epistemóloga para ganarse la vida, ya sabe lo que no tiene que hacer. Como
ve, la decisión que usted está a punto de tomar es de orden moral, como lo es toda decisión
que pueda afectar al prójimo. En este punto no sirven consejos. Sin embargo, no resisto el
impulso de dárselo: Escoja el camino largo, no sólo porque es el único que lleva a donde
usted quiere llegar, y no sólo porque es el único honesto sino, también, porque es el único
interesante.
ACTIVIDADES.
01.- La finalidad de la investigación filosófica, al igual que la científica; para Bunge, es:
A Una idea, si solamente si, corresponde a la realidad.
B Es decir disparates en lenguaje oscuro y poniendo cara seria.
C La verdad general, formada de manera clara y exacta.
D Abordar problemas modestos que apunten a problemas ambiciosos.
E Averiguar lo que piensa el filósofo X, sobre el problema Y.
02.- Según el autor recuerde que la crítica destruye y puede matar:
A Las ideas La creación.
B El error La verdad
C Las personas El placer
D Las aspiraciones El ánimo
E A y C.
03.- Para Bunge la decisión que debe tomar la futura epistemóloga es de orden:
A Filosófico B Científico C Epistemológico D Moral E Todas menos D
04.- ¿Cuál de los siguientes términos: intenso, variado, intelectual, continuado,
prolongado, profundo, original; sirve para abordar un trabajo o un problema, para el autor:
Respuesta: ______________________________________.
04.- Para Bunge que debe hacer, la aspirante a epistemóloga, al asistir a buenas
ESCUELAS:
05.- Completar, en los espacios en blanco, con los términos que den sentido a las
expresiones:
Escoja una ciencia o _______________ que haya alcanzado madurez ______________ o
esté en vías de alcanzarla. Esto la pondrá en contacto con problemas ______________
interesantes y difíciles y la obligará a estudiar ________________, el lenguaje de toda
ciencia ______________. A menos que tenga una vocación irresistible por la
_____________ o, la ______________, no escoja ninguna de éstas. Escoja más bien una
ciencia en _____________, tal como _____________________________,
_______________________________, _________________________, etc., si lo hace
podrá usted llegar con relativa rapidez a la __________________ y podrá abordar problemas
_____________________ y _______________________ tan apasionantes como
descuidados.
El conocimiento trascendental
Para Kant el conocimiento no se puede explicar, sólo por la interpretación del SER, es
necesario hacer una teoría trascendental del conocimiento y este conocimiento será el puente
entre el YO y las COSAS.
Las cosas en sí son inaccesibles, no puedo conocerlas, porque en cuanto las conozco ya están
en mí, afectadas por mi subjetividad; las cosas en sí (NOÚMENOS), no son espaciales ni
temporales, y, a mí no se me puede dar nada fuera del espacio y del tiempo. Las cosas tal
como a mí se me manifiestan, como me aparecen, son los FENÓMENOS.
La razón pura
Los títulos de Kant pueden inducir a error. Kant titula uno de sus libros CRÍTICA DE LA
RAZÓN PURA y el otro CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA. Parece que práctica se
opone a pura, no es así. La razón práctica es también pura y se opone a la razón pura
especulativa (o teórica) y razón pura práctica. Pero como Kant estudia en la primera Crítica
las condiciones generales de la razón pura y en la segunda la dimensión práctica de la misma
razón, escribe abreviadamente los títulos.
Los juicios
La verdad y el conocimiento, por tanto, se dan en los juicios. Una ciencia es un complejo
sistemático de juicios. Kant tiene que hacer, ante todo, una teoría lógica del juicio.
Los juicios analíticos son aquellos cuyo predicado está contenido en el concepto de sujeto.
Ej. La esfera es redonda.
Los juicios sintéticos son aquellos cuyo predicado no está incluido en el concepto de sujeto,
sino se añade a él. Ej. La mesa es de madera.
Los juicios analíticos explicitan el concepto del sujeto, los sintéticos lo amplían. Estos, por
tanto, aumentan mi saber y son los que tienen valor para la ciencia.
ACTIVIDADES.
1. ¿Mediante ejemplos señale, ¿cuál es la diferencia entre los juicios analíticos y
sintéticos?
2. ¿Según la lectura que caracteriza a la dialéctica trascendental?
3. Señale 2 diferencias entre los juicios a priori y los juicios a posteriori.
4. Elabore un vocabulario de 10 palabras y con ayuda de un diccionario indique sus
significados.
5. Haga un breve resumen de 10 renglones de la lectura.
SEMANA 4
EL ESTUDIO DE LOS AXIOMAS MATEMÁTICOS ES PROPIO DE LA
FILOSOFÍA
ARISTÓTELES
“Nos toca ahora examinar si el estudio de lo que en las ciencia matemática se llama
axiomas y el estudio de la sustancia, son objeto propio de una sola ciencia o de más de
una. Es evidente que este estudio es propio de una sola ciencia, y precisamente de la
filosofía. En efecto, los axiomas comprenden todos los seres, y no tan sólo a uno que otro
género de seres, separados de los demás. Y todas las ciencias se sirven ciertamente de
ellos, porque son propios del ser en cuanto ser, y cada uno de los géneros es ser. Pero en
tanto se sirven de ellos en cuanto les basta a sus propósitos, y no más; es decir, en cuanto
el axioma contiene el género sobre que se centran sus demostraciones. Con lo cual, al ser
evidente que se dan en los seres en cuanto son seres – pues este es un carácter que les es
común - , su estudio pertenece a aquella ciencia, cuyo objeto propio es conocer al ser en
cuanto ser. Por eso, ninguno de los que estudian los seres particulares intenta decir nada
sobre si son o no son verdaderos estos axiomas. Porque ni el geómetra, ni el especialista
en Aritmética lo hace, si no a lo más alguno de los naturalistas, que lo hacen con razón y
derecho. Pues tan sólo ellos intentaban abrazar en una sola ciencia el estudio de toda la
naturaleza y del ser. Pero, al haber aún algo superior al mundo físico – pues la naturaleza
física no es más, al fin y al cabo, que un género de seres –, el estudio de este algo
pertenecerá, sin duda alguna, a aquél que pretenda estudiar teóricamente lo universal y La
primera sustancia. La física o ciencia de la Naturaleza es de forma cierta una especie de
filosofía, pero no la filosofía primera. (Aristóteles llamó Filosofía Primera, a la
Metafísica).
“Pero cuantas cosas intentan decir algunos de ellos, que tratan de la verdad de los axiomas,
sobre la manera en que se debe admitir ésta, lo que dicen por desconocimiento de los
principios de la demostración. Pues es necesario llegar a la demostración, conociendo los
axiomas y de ninguna manera esperar encontrarlos mientras se oye la demostración.
“Es, pues, evidente que al filósofo y a todo aquel que estudia lo que es la naturaleza propia
de toda sustancia, le corresponde también examinar los principios silogísticos. Le es
conveniente y provechoso al que conoce con perfección cada uno de los géneros de las
cosas, el poder aducir los principios más ciertos de cada cosa, por lo cual al que conoce
los seres en cuanto seres, le corresponde conocer los principios más ciertos de todo. Este
es el filósofo.
“El más cierto de todos los principios es aquél sobre el cual es imposible engañarse. Es
necesario que éste sea en grado máximo conocido – pues en aquellas cosas que se
desconocen, se engañan todos – y que no sea hipotético, puesto que el principio, cuyo
conocimiento es necesario para la comprensión de las cosas, no es una hipótesis. El cual
es necesario conocerlo para conocer cualquier cosa, y es igualmente necesario abordar ya
el asunto de estudio poseyendo su conocimiento. Es evidente, por tanto, que este principio
es por excelencia el más cierto. Digamos ahora a continuación qué es este principio. Es
este: es imposible que al mismo tiempo y bajo una misma relación se dé y no se dé en
un mismo sujeto un mismo atributo. Cuantas observaciones pudiéramos añadir aquí
están ya hechas respecto de las dificultades lógicas.
“Este es por consiguiente el más cierto de todos los principios, pues cumple
perfectamente la definición dicha antes. Es imposible, en efecto, que alguien crea que una
cosa puede ser y no ser al mismo tiempo, como algunos pretenden, decía Heráclito.
Aunque no es necesario que uno piense, siempre, aquello que dice. Y si es imposible que
en un mismo ser se den a un mismo tiempo atributos, contrarios – y a esta proposición
añadimos también las circunstancias que de ordinario la definen -, y si pensamientos
contrarios no son más que una opinión que se contradice a sí misma, es evidentemente
imposible pensar que un mismo sujeto y un mismo objeto es y no es al mismo tiempo.
Porque quien pretendiera tener esta doble opinión, se engañaría, ya que sería preciso que
al mismo tiempo albergara en sí mismo dos opiniones contrarias. Por esta razón todos los
que hacen uso de la demostración en sus razonamientos van a parar por último a este
principio. Puesto que por naturaleza, es este el principio de todos los demás axiomas.
ACTIVIDADES.
1) ¿Cuál es el principio de todos los axiomas?
2) ¿Qué es el filosofo, según Aristóteles?
3) ¿Cuál es el principio, sobre el que es imposible engañarse?
4) ¿Cuál es el carácter común de los axiomas?
5) ¿Por qué se dice que los axiomas comprenden a todos los seres?
6) ¿Consideras que la física es una especie de filosofía? ¿Por qué?
SEMANA 5
A PROPÓSITO DE LA VERDAD
SALVADOR FELIU CASTELLÓ
Posee, desde luego, unos métodos para conocer, que dan espléndidos resultados,
como jamás los hubo en ninguna época de la historia. La exuberancia de la producción
científica alcanza grados tales, que se tiene la impresión de que la cantidad de
descubrimientos científicos excede enormemente de las actuales capacidades humanas para
entenderlos.
Que, en el científico, sus métodos comienzan, a veces, a tener muy poco que ver
con su inteligencia. Los métodos de la ciencia van convirtiéndose con rapidez vertiginosa en
simple técnica de ideas o de hechos – una especie de meta-técnica -; pero han dejado de ser
lo que su nombre indica: órganos que suministran evidencia, vías que conducen a la verdad
en cuanto tal.
Y es que sus saberes y sus métodos constituyen una técnica, pero no una vida
intelectual. Está a veces como dormido para la verdad, abandonado a la eficacia de sus
métodos.
Con esto entrevemos ya, por uno de sus lados, que la filosofía no es una ciencia sino
otra cosa, no sabemos aún si superior o inferior en la jerarquía de los conocimientos.
De hecho, la cuestión que se plantea es saber si, y en qué medida, hay un criterio
cierto de verdad, universal y prácticamente aplicable. Tal es en efecto el sentido de la cuestión
¿qué es la verdad? Para estar siquiera en disposición de enfrentarnos con esta importante
cuestión, hemos de distinguir cuidadosamente en nuestro conocimiento lo que pertenece a la
materia y se refiere al objeto, de lo que concierne a la simple forma como condición sin la
cual un conocimiento no sería, de manera general, un conocimiento.
ACTIVIDADES.
Evidentemente, el método científico es el método que utilizan los científicos, para hacer
descubrimientos científicos. Pero esta definición no parece muy útil. ¿Podemos dar más
detalles?
Todo esto, como digo, es una versión ideal del método científico. En la práctica no
es necesario que el científico pase por los distintos puntos como si fuese una serie de
ejercicios caligráficos, y normalmente no lo hace.
Más que nada son factores como la intuición, la sagacidad y la suerte, a secas, los que
juegan un papel. La historia de la ciencia está llena de casos en los que un científico da de
pronto con una idea brillante basada en datos suficientes y en poca o ninguna
experimentación, llegando así a una verdad útil cuyo descubrimiento quizá hubiese
requerido años mediante la aplicación directa y estricta del método científico.
F.A. Kekulé dio con la estructura del benceno mientras descabezaba un sueño en el
autobús. Otto Loewi despertó en medio de la noche con la solución del problema de la
conducción sináptica. Donald Glaser concibió la idea de la cámara de burbujas mientras
miraba ociosamente su vaso de cerveza.
¿Quiere decir esto que a fin de cuentas, todo es cuestión de suerte y no de cabeza? No,
no y mil veces no. Esta clase “suerte”, sólo se da en los mejores cerebros; sólo en aquellos
cuya “intuición” es la recompensa de una larga experiencia, una comprensión profunda y un
pensamiento disciplinado.
Desde los tiempos de Euclides, hace ya dos mil doscientos años, los matemáticos han
intentado partir de ciertos enunciados llamados “axiomas” y deducir luego de ellos toda
clase de conclusiones útiles.
En ciertos aspectos es casi como un juego, con dos reglas. En primer lugar, los axiomas
tienen que ser lo menos posible. En segundo lugar, los axiomas tienen que ser consistentes.
Tiene que ser imposible deducir dos conclusiones que se contradigan mutuamente.
Pero en el siglo XIX se demostró que modificando de cierta manera los axiomas de
Euclides se podían construir geometrías diferentes, “no euclidianas”. Cada una de estas
geometrías difería de las otras, pero todas ellas eran consistentes. A partir de entonces no
tenía ya sentido preguntar cuál era “verdadera”. En lugar de ello había que preguntar cuál era
útil.
De hecho, son muchos los conjuntos de axiomas a partir de los cuales se podría
construir un sistema matemático consistente: todos ellos distintos y todos ellos consistentes.
De ninguno de esos sistemas matemáticos tendría que ser posible deducir, a partir de
sus axiomas, que algo es a la vez así y no así, porque entonces la MATEMÁTICA no sería
consistente, habría que desecharla. ¿Pero qué ocurre si establecemos un enunciado y
comprobamos que no podemos demostrar que es o así o no así?
Supongamos que digo: “El enunciado que estoy haciendo es falso”.
¿Es falso? Si es falso, entonces es falso que esté diciendo algo falso y tengo que estar
diciendo algo verdadero. Pero si estoy diciendo algo verdadero, entonces es cierto que estoy
diciendo algo falso y sería verdad que estoy diciendo algo falso. Podría estar yendo de un
lado para otro indefinidamente. Es posible demostrar que lo que he dicho o es así o no es así.
En 1931 el matemático austriaco Kart Gödel presentó una demostración válida de que
para cualquier conjunto de axiomas siempre es posible hacer enunciados que, a partir de esos
axiomas, no puede demostrarse ni que son así ni que no son así. En ese sentido, es imposible
elaborar jamás un conjunto de axiomas a partir de los cuales se pueda deducir un sistema
matemático completo.
¿Quiere decir esto que nunca podremos encontrar la “verdad”? ¡Ni hablar!
Primero: el que un sistema matemático no sea completo no quiere decir que lo que
contiene sea “falso”. El sistema puede seguir siendo muy útil, siempre que no intentemos
utilizarlo más allá de sus límites.
Segundo: el teorema de Gödel sólo se aplica a sistemas deductivos del tipo que se
utiliza en matemática. Pero la deducción no es el único modo de descubrir la “verdad”.
No hay axiomas que nos permitan deducir las dimensiones del Sistema Solar. Estas últimas
fueron obtenidas mediante observaciones y medidas – otro camino hacia la “verdad”.
03.- El tiempo, ¿es una ilusión o existe realmente? ¿Cómo habría que describirlo?
La cuestión de, ¿qué es esta sensación de duración?, de, ¿qué es lo que hace que uno
sea consciente de que algo ocurre?, “al cabo de un rato”, forma parte del problema del
mecanismo de la mente en general, problema que aún no está resuelto.
Tarde o temprano, todos nos damos cuenta de que esa sensación de duración varía con
las circunstancias. Una jornada de trabajo parece mucho más larga que un día con la persona
amada; y una hora en una conferencia aburrida, mucho más larga que una hora con los naipes.
Lo cual podría significar que lo que llamamos un “día” o una “hora” es más largo unas veces
que otras. Pero cuidado con la trampa. Un período que a uno le parece corto quizá se le antoje
largo a otro, y ni desmesuradamente corto ni largo a un tercero.
Para que este sentido de la duración resulte útil a un grupo de gente es preciso encontrar
un método para medir su longitud que sea universal y no personal, si un grupo acuerda
reunirse “dentro de seis semanas exactamente”, sería absurdo dejar que cada cual se
presentara en el lugar de la cita cuando, en algún rincón de su interior, sienta que han pasado
seis semanas. Mejor será que se pongan todos de acuerdo en contar cuarenta y dos períodos
de luz-oscuridad y presentarse entonces, sin hacer caso de lo que diga el sentido de la
duración.
En el momento que elegimos un fenómeno físico objetivo como medio para sustituir el
sentido innato de la duración por un sistema de contar, tenemos algo a lo que podemos llamar
“tiempo”. En ese sentido, no debemos intentar definir el tiempo como esto o aquello, sino
sólo como un sistema de medida.
Estas unidades menores de tiempo no podían medirse con exactitud sin utilizar un
movimiento periódico más rápido que la repetición del mediodía. El uso de la oscilación
regular de un péndulo o de un diapasón introdujo en el siglo XVII los modernos relojes. Fue
entonces cuando la medida el tiempo empezó a adquirir una precisión aceptable. Hoy día se
utilizan vibraciones de los átomos para una precisión aún mayor.
Pero ¿quién nos asegura que estos fenómenos periódicos son realmente “regulares”?
¿No serán tan poco de fiar como nuestro sentido de la duración?
Puede que sí, pero es que hay varios métodos independientes de medir el tiempo y los
podemos comparar entre sí. Si alguno o varios de ellos son completamente irregulares, dicha
comparación lo pondrá de manifiesto. Y aunque todos ellos sean irregulares, es sumamente
improbable que lo sean de la misma forma. Si, por el contrario, todos los métodos de medir
el tiempo coinciden con gran aproximación, como de hecho ocurre, la única conclusión que
cabe es que los distintos fenómenos periódicos que usamos son todos ellos esencialmente
regulares (aunque no perfectamente regulares. La longitud del día, por ejemplo, varía
ligeramente).
Las medidas físicas miden el “tiempo físico”. Hay organismos, entre ellos el hombre,
que tienen métodos de engranarse (unirse, acoplarse, etc.), en fenómenos periódicos (como
despertarse y dormirse), aun sin referencia a cambios exteriores (como el día y la noche).
Pero este “tiempo biológico” no es, ni con mucho, tan regular como el tiempo físico.
Y también está, claro es, el sentido de duración o “tiempo psicológico” (los fenómenos
psicológicos transcurren en el tiempo duración, no se pueden medir cronológica, ni
cronométricamente). Aun teniendo un reloj delante de las narices, una jornada de trabajo
sigue pareciéndonos más larga que un día con la persona amada.
Supongamos que tienen una línea recta y que quieres marcar sobre ella un punto fijo
X, de manera que cualquier otra persona pueda encontrarlo con sólo leer tu descripción. Para
empezar, haces una señal en cualquier lugar de la línea y la llamas “cero”. Mides luego y
compruebas que X está exactamente a dos pulgadas de la marca del cero. Si está a uno de los
lados, convienes en llamar a esa distancia + 2; si está al otro, -2.
El punto queda así localizado con un solo número, siempre que los demás acepten estas
“convenciones”: dónde está la marca del cero, y qué lado es más y cuál menos.
Como para localizar un punto sobre una línea sólo se necesita un número, la línea, o
cualquier trozo de ella, es “unidimensional” (“un solo número para medir completamente”).
Pero supón que tienes una gran hoja de papel y que quieres localizar en ella un punto
fijo X. empiezas en la marca del cero y compruebas que está a cinco pulgadas… ¿pero en
qué dirección? Lo que puedes hacer es descomponer la distancia en dos direcciones. Tres
pulgadas al norte y cuatro al este. Si llamamos al norte más y al sur menos, y al este más y al
oeste menos, podrás localizar el punto con dos números: +3, +4.
O también puedes decir que está a cinco pulgadas del cero y a un ángulo de 36,87° de
la línea este-oeste. De nuevo dos números: 5 y 36,87°. Hagas lo que hagas, siempre
necesitarías dos números para localizar un punto fijo en un plano. Un plano, o cualquier trozo
de él, es bidimensional.
Supón ahora que lo que tienes es un espacio como el interior de una habitación. Un
punto fijo X lo podrías localizar diciendo que está a cinco pulgadas, por ejemplo, al norte de
la marca cero, dos pulgadas al este de ella y 15 pulgadas por encima de ella. O también dando
una distancia y dos ángulos. Hagas lo que hagas siempre necesitarás tres números para
localizar un punto fijo en el interior de una habitación (o en el interior del universo).
Supongamos que hubiese un espacio de naturaleza tal, que se necesiten cuatro números,
o cinco, o dieciocho, para localizar un punto fijo en él. Sería un espacio cuadridimensional,
o de cinco dimensiones, o de dieciocho dimensiones. Tales espacios no existen en el universo
ordinario, pero los matemáticos sí pueden concebir estos “hiperespacios” y calcular qué
propiedades tendrían las correspondientes figuras matemáticas. E incluso llegan a calcular
las propiedades que se cumplirían para cualquier espacio dimensional: lo que se llama
“geometría n-dimensional”.
Pero, ¿y si lo que estamos manejando son puntos, no fijos, sino variables en el tiempo?
Si queremos localizar la posición de un mosquito que está volando en una habitación,
tendremos que dar los tres números que ya conocemos: norte-sur, este-oeste y arriba-abajo.
Pero luego tendríamos que añadir un cuarto número que representara el tiempo, porque el
mosquito habría ocupado esa posición espacial sólo durante un instante, y ese instante hay
que identificarlo.
Lo mismo vale para todo cuanto hay en el universo. Tenemos el espacio, que es
tridimensional, y hay que añadir el tiempo para obtener un “espacio-tiempo”
cuadridimensional. Pero dándole un tratamiento diferente que a las tres “dimensiones-
espaciales”. En ciertas ecuaciones clave en las que los símbolos de las tres dimensiones
espaciales tienen signo positivo, el símbolo del tiempo lo lleva negativo.
Por tanto, no debemos decir que el tiempo es la cuarta dimensión, es sólo una cuarta
dimensión, diferente de las otras tres.
Según las leyes del movimiento establecidas por primera vez con detalle por Isaac
Newton hacia 1680-89, dos o más movimientos se suman de acuerdo con las reglas de la
aritmética elemental. Supongamos que un tren pasa a nuestro lado a 20 kilómetros por hora
y que un niño tira desde el tren una pelota a 20 kilómetros por hora en la dirección del
movimiento del tren. Para el niño, que se mueve junto con el tren, la pelota se mueve a 20
kilómetros por hora. Pero para nosotros, el movimiento del tren y el de la pelo se suman, de
modo que la pelota se moverá a la velocidad de 40 kilómetro por hora.
La Teoría de la Relatividad de Einstein nació del siguiente hecho: lo que funciona para
pelotas tiradas desde un tren no funciona para la luz. En principio podría hacerse que la luz
se propagara, o bien a favor del movimiento terrestre, o bien en contra de él. En el primer
caso parecería viajar más rápido que el segundo (de la misma manera que un avión viaja más
aprisa, en relación con el suelo, cuando lleva viento de cola que cuando lo lleva de cara). Sin
embargo, medidas muy cuidadosas demostraron que la velocidad de la luz nunca variaba,
fuese cual fuese la naturaleza del movimiento de la fuente que emitía la luz.
Einstein dijo entonces: supongamos que cuando se mide la velocidad de la luz en el
vacío, siempre resulta el mismo valor (unos 299.793 kilómetros por segundo), en
cualesquiera circunstancias. ¿Cómo podemos disponer las leyes del Universo para explicar
esto?
Einstein encontró que para explicar la constancia de la velocidad de la luz había que
aceptar una serie de fenómenos inesperados.
Halló que los objetos tenían que acortarse en la dirección del movimiento, tanto más
cuanto mayor fuese su velocidad, hasta llegar finalmente a una longitud nula en el límite de
la velocidad de la luz; que la masa de los objetos en movimiento tenía que aumentar con la
velocidad, hasta hacerse infinita en el límite de la velocidad de la luz; que el paso del tiempo
en un objeto en movimiento era cada vez más lento a medida que aumentaba la velocidad,
hasta llegar a pararse en dicho límite; que la masa era equivalente a una cierta cantidad de
energía y viceversa.
Los cambios predichos por Einstein sólo son notables a grandes velocidades. Tales
velocidades han sido observadas entre las partículas subatómicas, viéndose que los cambios
predichos por Einstein se daban realmente, y con gran exactitud. Es más, si la Teoría de la
Relatividad de Einstein fuese incorrecta, los aceleradores de partículas no podrían funcionar,
las bombas atómicas no explotarían y habría ciertas observaciones astronómicas imposibles
de hacer.
Pero a las velocidades corrientes, los cambios predichos son tan pequeños que pueden
ignorarse. En estas circunstancias rige la aritmética elemental de las leyes de Newton; y como
estamos acostumbrados al funcionamiento de estas leyes, nos parecen ya de “sentido común”,
mientras que la ley de Einstein se nos antoja “extraña”.
Para entender lo que son las vitaminas tenemos que empezar por las enzimas. Las
enzimas son moléculas que sirven para acelerar ciertos cambios químicos en el cuerpo. Las
enzimas se presentan en miles de variedades, porque cada cambio químico está gobernado
por una enzima en particular.
Para controlar un cambio químico no hace falta más que una cantidad minúscula de
enzima, pero esa cantidad minúscula es imprescindible. La maquinaria química del cuerpo
está interconectada de un modo muy intrincado, de manera que el retardo de una sola
transformación química por culpa de la falta de una enzima puede resultar en una enfermedad
grave o incluso la muerte.
La mayor parte de las enzimas las puede fabricar el cuerpo con las sustancias que se
hallan presentes en casi todos los alimentos. No hay peligro de que nos quedemos sin ellas,
salvo que nos estemos muriendo materialmente de hambre. Pero hay un pero.
Pero el cuerpo tiene que tenerlas. Y si una de esas combinaciones de átomos escasea,
las distintas enzimas que la necesitan dejarán de funcionar. Ciertos cambios químicos
empezarán a desarrollarse mal y como consecuencia de ello sobrevendrá la enfermedad y
finalmente la muerte.
El peligro estriba en que, a pesar de que la mayoría de las moléculas enzimáticas las
puede fabricar el cuerpo, estas combinaciones particulares de átomos, no. Tienen que ser
absorbidas, intactas, de los alimentos. El cuerpo humano se muere si la comida que ingiera
no contiene cantidades minúsculas de estas singulares combinaciones de átomos.
Cuando se descubrió esto a principios del siglo XX, no se conocía la naturaleza química
de dichas combinaciones. Se pensaba que algunas de ellas al menos pertenecían a una clase
de sustancias llamadas “aminas”. Por eso se les dio el nombre de “vitaminas” (“aminas de
la vida”).
Las plantas son la fuente básica de vitaminas. Fabrican todas las sustancias de sus
tejidos a partir de productos químicos muy elementales, como son el anhídrido carbónico, el
agua, los nitratos, etc. Si no fuesen capaces de fabricar todas y cada una de las vitaminas a
partir de cero, no podrían sobrevivir.
Los animales, en cambio, pueden comer plantas y utilizar las vitaminas que se hallan
presentes en los tejidos vegetales, sin tener que fabricarlas por su cuenta. Los animales
almacenan las vitaminas que absorben allí donde los mecanismos enzimáticos más los
necesitan: en los músculos, el hígado, los riñones, la leche, etc. Los animales carnívoros
obtienen las vitaminas de las reservas que poco a poco han ido acumulando sus presas
herbívoras.
El no tener que fabricarse sus propias vitaminas tiene ciertas ventajas, porque su
fabricación exige la presencia de una maquinaria química muy respetable en cada célula.
Eliminando esta función queda más espacio, por decirlo así, para desarrollar la maquinaria
que requieren las muchas cosas que las plantas no tienen que hacer: acción nerviosa,
contracción muscular, filtración renal, etc.
El precio que se paga, sin embargo, es la posibilidad de una falta de vitaminas. Los
seres humanos que viven con una dieta muy pobre (sea porque les guste o porque no tengan
otra cosa) pueden caer víctimas de enfermedades como el beriberi, el escorbuto, la pelagra
o el raquitismo; todas ellas son el resultado de una química del cuerpo que va parándose
poco a poco, debido al mal funcionamiento de ciertas enzimas por falta de una vitamina.
Las bacterias son un grupo de organismos unicelulares reunidos por los biólogos bajo
el nombre de “esquizomicetos”. La célula de la bacteria tiene una pared muy parecida a la
de las células vegetales normales, pero carece de clorofila. Por eso las bacterias se clasifican
a veces junto con otras plantas carentes de clorofila y se denominan “hongos”.
Las bacterias se distinguen de otras células vegetales en que son muy pequeñas. En
efecto, son las células más pequeñas que existen. Además, no poseen un núcleo diferenciado,
sino que el material nuclear está disperso por toda la célula. Por eso se clasifican a veces
junto con ciertas células vegetales llamadas “algas verde-azules”, cuyo material nuclear
también está disperso, pero que además tienen clorofila.
Cada vez es más usual agrupar las bacterias junto con otras criaturas unicelulares,
formando una clase de seres que no están considerados ni como plantas ni como animales:
constituyen un tercer reino de vida, los “protistos”. Hay bacterias que son patógenas, es decir,
que causan enfermedades. Pero la mayoría de ellas no lo son, e incluso hay muchas que son
muy beneficiosas. La fertilidad del suelo, por ejemplo, depende de gran medida de la
actividad de las bacterias nitrogenantes.
En el lenguaje corriente, sin embargo, se utilizan las palabras microbio y germen como
sinónimos de bacteria, en especial de bacteria patógena.
La palabra “virus” viene del latín y significa “veneno”. Esta etimología viene de los
tiempos en que los biólogos no sabían exactamente qué eran los virus, pero sí que ciertas
preparaciones contenían algo que ocasionaba enfermedad.
Los virus difieren de las bacterias y de todos los demás organismos en que no están
compuestos de células. Son mucho más pequeños que las células y su tamaño viene a ser el
de una gran molécula. Están formados por un arrollamiento de ácido nucleico, rodeado de un
recubrimiento de proteína. En esto se parecen a los cromosomas de una célula, de modo que
cabría casi considerarlos como “cromosomas sueltos”.
Los virus, a diferencia de las bacterias, no son capaces de llevar una vida independiente.
Sólo se pueden multiplicar dentro de las células. Todos ellos son parásitos. El daño que
ocasionan pasa a veces inadvertido, pero en otros casos producen graves enfermedades.
Actividades
SEMANA 9
PANORAMA ACTUAL DE LA EPISTEMOLOGÍA
AUTOEVALUACIÓN
1. Según la física actual la luz es de naturaleza:
SEMANA 10
CIRO SOLÍS
LA CIENCIA.
1.- Sistema de conocimientos:
La ciencia no es un montón de informaciones desperdigadas o conocimientos sueltos; sino
proposiciones que enuncian contenidos cognoscitivos y se refieren a relaciones de
dependencia entre objetos o sus aspectos, de modo tal que si ocurre un cambio o modificación
de esas partes o relaciones, se modifican, también, sus referencias y la estructura total del
sistema científico.
Nota: Una guía telefónica es una rama de informaciones ordenadas y bien depuradas, pero
nadie puede decir que es un manual científico porque sus datos no se encuentran lógicamente
relacionados.
La ciencia es algo que se hace dentro de la sociedad y, por eso, es una praxis e indagación
por las causas y relaciones de las cosas dentro de un sistema HISTÓRICO-SOCIAL. Hecho
que, por otra parte, tiene graves repercusiones sociales porque ella desbroza y desmitifica
creencias cuando abre caminos –como decía Engels- , para un salto del reino de la necesidad
hacia el reino de la libertad. Las ciencias dependen en su desarrollo del entorno histórico-
social y, también, de su propia lógica de desenvolvimiento interior.
5.- Racionalidad:
Los conceptos forman las hipótesis y éstas las TEORÍAS. El CONCEPTO es la referencia
del PENSAMIENTO a las características del objeto y sus relaciones. La hipótesis es una
estructura de conceptos y la teoría una cadena lógica de hipótesis científicas. Sin embargo
la ciencia no se compone sólo de teorías sino, también, de datos e informaciones sueltos que,
desde luego, van incorporándose al sistema en forma paulatina.
7.- Verificación:
La verificación se refiere a que las hipótesis y teorías deben ser sometidas a la prueba de la
confirmación o desconfirmación. Nunca se verifican teorías, ni hipótesis generales
directamente, porque: i) no hay objetos generales y ii) las teorías abstractas se encuentran
muy alejadas de sus objetos de referencia. Sólo se pueden verificar teorías factuales, es decir,
aquellas que aluden a objetos empíricos. Las hipótesis generales y las teorías se verifican
INDIRECTAMENTE, mediante la prueba de sus deducciones que pueden contener bases
empíricas.
Cuando las teorías o las hipótesis generales quedan confirmadas con la verificación,
entonces, se dice que son leyes. Las leyes son los núcleos de la ciencia que explican las
relaciones necesarias y no accidentales, que rigen a la naturaleza y a las entidades formales.
Ya se ha visto que en este punto existen posiciones divergentes, que son el realismo y el
idealismo. Para el realismo de los griegos presocráticos y el materialismo dialéctico de
Marx, el mundo de las cosas es independiente del sujeto, existe en sí y por sí. Igualmente los
objetos formales son objetivos para los idealistas, es decir, que no dependen de la conciencia
del hombre sino que pertenecen a un mundo trascendente y distinto de él. La actitud natural
de los científicos es la del realismo objetivo, aquella que cree y acepta, sin más, la objetividad
del mundo. Pero, cuando se ponen a filosofar, alguien puede ser realista crítico y afirmar que
sólo sabe que las cosas se dan en su conciencia, pero no asegurar que ellas están detrás de su
imagen; y otro idealista subjetivo berkeliano puede sostener que sólo existen sensaciones y
percepciones, pero no las cosas que están en DIOS.
ACTIVIDADES.
1. De las definiciones sobre ciencia, desde tu punto de vista cuál consideras mejor. ¿Por
qué?
2. Elabora una definición de la ciencia teniendo en cuenta cada una de las numeraciones
señaladas anteriormente.
3. Confeccionar un vocabulario de 20 palabras con su significado.
4. elabora un resumen de 10 renglones de la lectura.
SEMANAS 11
La teoría del conocimiento formó parte de la filosofía a lo largo de toda su historia. Por su
parte el término “epistemologie” (epistemología) fue introducida en el idioma francés en
1901. Según el Diccionario Histórico de la Lengua Francesa, se atribuye su primera
utilización a la traducción de la obra de BERTRAND RUSSELL An Essay on the
Foundations of Geometry, señalando que se tomó prestado del término inglés
“epistemology”, el cual a su vez se formó para traducir del alemán Wissenschaftslehre con
la significación de teoría del conocimiento científico. El diccionario aclara finalmente que
“el término es introducido en francés para designar el estudio crítico de las ciencias, dirigido
a determinar su valor, su fundamento lógico y su campo de acción”.
No es por azar que el término surge en un periodo que abarca el fin del siglo XIX y
comienzos del siglo XX, con la definición antes citada que lo diferencia de una teoría general
del conocimiento. El hecho tiene importantes implicaciones para la historia de la filosofía
porque expresa una de las mayores revoluciones en el campo del pensamiento (sólo
comparable a la revolución científica que culminó en el siglo XVII), aunque en su momento
haya pasado prácticamente inadvertida en los medios académicos. Los grandes protagonistas
de esa revolución fueron en primer término, la LÓGICA y la MATEMÁTICA, en la segunda
mitad del siglo XX con la RELATIVIDAD y la MECÁNICA CUÁNTICA. Pero no se trató
únicamente de una revolución dentro del campo de esas disciplinas. Los conceptos básicos
de todas las ciencias, de todo nuestro conocimiento de eso que llamamos “el mundo exterior”,
“la naturaleza”, “la realidad”, tuvieron que ser reconsiderados.
La filosofía especulativa, que durante toda la historia había sido considerada depositaria
del dercho y la responsabilidad de dictaminar sobre la naturaleza, del espacio, del tiempo y
de la causalidad, sobre el significado de la lógica, delas matemáticas, sobre el concepto
mismo de teoría científica, se vio forzada a ceder ese terreno a la ciencia. Este retroceso de
la filosofía especulativa podría considerarse el primer gran derrumbe epistemológico del
siglo.
No es posible analizar aquí la manera en que esta revolución científica impactó en cada
uno de los sistemas filosóficos. Es suficiente con señalar algunos aspectos del colapso de la
concepción de la ciencia proveniente de la filosofía, centrando el análisis en quien ha sido
considerado el más importante representante de la Filosofía Moderna: EMANUEL KANT.
No fue el caso de que la filosofía haya reaccionado de inmediato ante esa situación, o que
la mayoría de los filósofos se percataran de los alcances y de la profundidad de esa
revolución. Hubo filósofos que sí lo advirtieron pero tuvieron una actitud de rechazo. HENRI
BERGSON, considerado el más importante filósofo gfrancés, de la época, se atrevió a
publicar un libro en el cual la emprende contra la teoría de la relatividad e intenta demostrar
los errores de EINSTEIN sobre el concepto de tiempo (en particular con respecto a la
relatividad de la simultaneidad que Einstein hace depender de los sistemas de referencia).
Einstein no contestó directamente a Bergson, sino a través de una carta a un amigo común,
en la cual dice: “Es lamentable que Bergson se equivoque tan gravemente. Su error es de
orden puramente físico, e independiente de toda discusión entre Escuelas filosóficas”.
Baste con citar los nombres de RUSSELL, POPPER o QUINE, como ejemplos de
filósofos que individualmente ejercieron una enorme influencia o mencionar a los grupos
conocidos como CÍRCULO DE VIENA y CÍRCULO DE BERLÍN, para tener una idea de
la magnitud y el nivel de los esfuerzos realizados por las corrientes empiristas en la primera
mitad del siglo XX. No es necesario ampliar la lista para percibir que en ninguna otra época
de la humanidad el análisis de los problemas del conocimiento contó con tal convergencia de
contribucuiones provenientes de los más altos niveles del pensamiento científico y filosófico.
La ausencia de respuesta dio pie al comentario irónico de Piaget: “El empirismo nunca
pudo demostrar empíricamente los fundamentos de su posición”. Más importante que esa
ironía es el hecho de que la Escuela Ginebrina haya podido montar una impresionante
cantidad de experiencias, en el marco de la Psicología Genética creada y desarrollada para
ese fin por Piaget, que dejaron sólidamente fundamentada la posición antiempirista tan
característica del constructivismo piagetiano.
No fueron, sin embargo, las experiencias psicogenéticas -muy mal conocidas por la
filosofía “oficial”- las que provocaron la crisis del empirismo hacia mediados del siglo XX.
La crisis fue declarada desde el propio corazón de la Escuela Empirista. En este punto creo
que la forma en que tuvo lugar su declinación merece el más profundo homenaje a la seriedad
y honestidad intelectual de algunos de los grandes empiristas del siglo, como trataré de
demostrar. Nadie puede ignorar los extraordinarios logros de las corrientes empiristas que
hemos mencionado, tanto en el campo de la Lógica y en la fundamentación de la matemática,
como en el análisis crítico de las teorías científicas. Creo, sin embargo, que no se ha destacado
suficientemente la impresionante labor realizada por algunos de esos grandes empiristas al
intentar llevar a sus últimas consecuencias el análisis de la validez de su propia posición
epistemológica.
Mencionaré sólo tres de esos intentos, que considero los más significativos: Ellos
corresponden a tres de los grandes lógicos del siglo XX: RUDOLF CARNAP, BERTRAND
RUSSELL y W. V. QUINE. La idea central fue la misma: si la fuente del conocimiento está
en la experiencia sensorial (que Quine calificó más crudamente como “irritación de nuestras
terminaciones nerviosas”), habría que mostrar el camino por el cual, a partir de tales datos
sensoriales, se llega a las abstracciones de las conceptualizaciones científicas, o aun a los
conceptos que se manejan en el “conocimiento natural” (no científico). Los resultados, de los
que me atrevería a calificar como los grandes experimentos epistemológicos de la historia
fueron negativos, y, Russell lo declara en su última obra filosófica, El conocimiento humano,
formulándolo con toda honestidad aunque con mucha suavidad: “El empirismo como teoría
del conocimiento ha mostrado ser inadecuado”.
Por su parte Quine, más melancólicamente, pero en forma más terminante, tuvo que
declarar: “hemos dejado de soñar(sic) con deducir la ciencia a partir de los datos sensoriales”.
Piaget pudo haber respondido a uno y a otro algo que dijo irónicamente en otro contexto:
“Yo he demostrado empíricamente que el empirismo no puede dar cuenta de la
construcción del conocimiento”.
No deja de ser motivo de asombro -por lo menos para quien esto escribe-, que el
empirismo continúe vigente y que sea todavía para un gran porcentaje de científicos, en todos
los niveles y en todas las altitudes, un credo indiscutible, no obstante haber sido descalificado,
tanto por la imposibilidad de cumplir con su programa (como en los casos que hemos citado:
Carnap, Russell, Quine), como por la refutación de sus hipótesis de base contenida en la
monumental obra de investigación psicogenética e histórica realizada por la Escuela
Piagetiana. La conjunción de ambos tipos de resultados implicó la situación que considero
justificado declarar como el segundo gran derrumbe epistemológico del siglo XX. … Pero
entonces ¿cuáles son las bases de todo ese cúmulo de conocimientos que han permitido
ejercer tal dominio sobre la naturaleza y explicar tantos fenómenos naturales? ¿En qué
consiste explicar?
Estas son las preguntas que se propuso contestar el constructivismo. De hecho, toda la
obra piagetiana giró en torno de ellas. La originalidad de esa obra consistió en haber tomado
la decisión (que algunos de sus escritos consideraron escandalosa), de ir a buscar respuestas
en el comportamiento de los niños, desde el nacimiento a la adolescencia, antes de buscarlas
en la historia de la ciencia.
El uso que hace Piaget del adjetivo “genética” rescata, por consiguiente, el sentido
primigenio del término y su definición de la Epistemología Genética (que será también su
programa de trabajo), como “el estudio de los mecanismos del desarrollo de los
conocimientos”, constituye una síntesis del proceso que hemos tratado de describir. Mantiene
el sentido original del término epistemología, como teoría del conocimiento científico, pero
estudia su génesis llegando a las formas más elementales en el nivel de la niñez y muestra
que no hay discontinuidad en los mecanismos contractivos.
ACTIVIDADES.
Dice Descartes en el Discurso del método, “yo abrigué en lo más hondo de mi corazón
el deseo vehemente de aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para poder juzgar con
claridad mis acciones y poder seguir con más firmeza el camino de la vida”; es el camino
de la ciencia y la investigación científica lo que inquieta mi espíritu para buscar en lo más
hondo del saber y aquello que llamamos método científico así como la referencia de su
pasado histórico, me permitirá llegar a la verdad que es uno de los principales objetivos
del tema que voy a desarrollar.
Debo advertir que este ensayo sobre el pasado histórico del método científico, reúne
notas de preclaros exponentes del saber científico y que sin tener la agudeza que me
gustaría tener, voy a hacer un análisis crítico, imparcial y objetivo, asimismo, debo señalar
que me embarga la ambición de lograr el cometido que me he propuesto, hacer un breve
estudio de parte de la historia del método científico.
Russell (1984), dice que el método científico ha sido descrito muchas veces y
no es posible decir nada nuevo sobre el mismo (2), sin embargo, voy a intentar dar una
definición del método científico para así tener una idea más clara de lo que constituye
la razón de ser de este tema: El método científico es el proceso ordenado y sistemático,
cuya secuencialidad lógica, lo convierte en el símbolo de garantía de todo trabajo de
investigación.
Dada la profusa cantidad de puntos de vista en torno a las etapas o pasos del
método científico; aun cuando encuentro que entre ellos guardan relaciones de forma
y de fondo, voy a reseñarlos brevemente para luego, con mis limitaciones, plantear
los pasos del tema en estudio, desde nuestro punto de vista:
a. Surgimiento de la idea.
b. Descubrimiento del problema
c. Enunciado del problema.
d. Planteamiento de la hipótesis.
e. Contrastación (demostración empírica), de la hipótesis.
f. Análisis de los resultados.
g. Informe.
4.- ¿El Método Científico, es universal?
Sí, porque la ciencia es ciencia por el método científico (pues existen las
llamadas pseudociencias a las que no es posible aplicar el método científico como: la
Rabdomancia, Frenología, Astrología, etc.). Si se parte del hecho de que existen las
llamadas Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales, asimismo, que existen las
llamadas Ciencias Formales como la Matemática y la Lógica; entonces, se puede
afirmar que el Método Científico tiene carácter universal, por cuanto busca dar
cientificidad a todas las ciencias que explican el Universo la vida y las cosas.
Conclusiones.
1. El nombre de método científico, es tan genérico como el de ciencia por lo tanto sólo
hay uno y que la base de su acción en el campo de la investigación científica es que se
vale de la observación, la experimentación, la medición, la comprobación.
2. La historia del método, es la historia de la ciencia y si la ciencia es construcción del
hombre, el método también.
3. Uno de los grandes problemas del método, es el análisis ontológico, epistemológico y
gnoseológico; de su estructura y funciones.
4. Dada la diversidad de ciencias que se cultivan hoy en día y la preocupación de los
defensores de las llamadas ciencias sociales, especialmente sociólogos y antropólogos
y su incidencia en las llamadas investigaciones cualitativas; seguramente veremos
aparecer una mayor variedad de métodos.
AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es lo que hace a la ciencia, ciencia?:
A Su campo de estudio.
B Su contenido teórico.
C El método científico.
D Su proyección trascendente
2. El método científico es:
A Conjunto de fórmulas infalibles.
B La observación de los hechos en forma minuciosa.
C Camino que utiliza el hombre para alcanzar algo.
D Conjunto de pasos ordenados sistemáticamente.
3. ¿En qué paso, del método científico, abajo citados, coinciden los autores?:
A Determinación del problema
B Planteamiento de una hipótesis
C Análisis de los resultados.
D Ninguna anterior.
4. ¿Cuál de ellos es considerado “padre” del método científico?:
A Renato Descartes
B Francis Bacon
C Bertrand Russell
D Galileo Galilei.
ACTIVIDADES
SEMANA 14
LOS PARADIGMAS.
Hay una comunidad científica internacional, regional, nacional, hasta local comunal.
LA CIENCIA NORMAL.
La ciencia normal es, pues la ciencia que practica usualmente una comunidad científica.
Aquella que crece y se desarrolla en ausencia de periodos de crisis. La ciencia que para crecer
se apoya firmemente se apoya en uno o varios logros del pasado, cuya vigencia es reconocida
por dicha comunidad científica como base para ulteriores trabajos.
LOS ENIGMAS.
Los enigmas son, en el sentido absolutamente ordinario que empleamos aquí, aquella
categoría especial de problemas que pueden servir para poner a prueba el ingenio o la
habilidad para resolverlos. Hasta que aparecen las anomalías.
LAS ANOMALÍAS.
“¿Por qué debe llamarse revolución a un cambio de paradigma?”, se pregunta Kuhn, tratando
de justificar el uso metafórico del término “revolución”. La respuesta que da es haciendo un
paralelo entre las revoluciones políticas y las revoluciones científicas y aduce que en las
primeras se inicia con un sentimiento cuando las instituciones existentes han cesado de
satisfacer los problemas planteados por el medio ambiente. Del mismo modo las revoluciones
científicas se inician cuando la comunidad científica establece que un paradigma ha dejado
de funcionar adecuadamente.
AUTOEVALUACIÓN.
B Arquetipo científico
C Realizaciones científicas
D Comunidad científica
B Anomalías
C Revoluciones científicas
D Ciencia normal
C Los enigmas
D Las anomalías
B Sociales
C Económicas
D Sociopolíticas
ACTIVIDADES
SEMANA 15
A.- Introducción:
Todo conocimiento de la naturaleza que fuere se refiere a algo (ente). En virtud a tal
referencia los entes devienen en lo que llamamos objetos. Los entes pertenecen al mundo
ÓNTICO. Debemos saber que cada ente, tiene un ser; y el ser es lo que hace, que el ente sea
lo que es. Si los entes pertenecen al mundo óntico; el ser pertenece al mundo ONTOLÓGICO.
Empero: ¿Cómo se concilia la idea del cambio con el hecho de que existen cosas
que permanecen siendo las mismas a lo largo del tiempo? Por ejemplo, las PIRÁMIDES
DE EGIPTO siguen siendo las mismas a lo largo de los siglos En éste y otros casos
semejantes, lo que ocurre es que, como los cambios son perceptibles para nosotros solo a
nivel macrofísico, no nos percatamos de los cambios a nivel microfísico que se dan
constantemente, sea cual sea el fenómeno de que se trate, desde una partícula atómica cuya
“vida” es infinitamente pequeña, hasta la estrella más longeva, todos cambian y en algún
momento desaparecen. Lo que llamamos “permanente” es entonces relativo. Precisamente lo
que llamamos una “cosa”, es una conjunción relativamente constante de propiedades en el
flujo cambiante de la realidad. Esta permanencia relativa es lo que hace posible que se pueda
hablar de algo como “siendo lo mismo” a lo largo del fluir del cambio.
2.- El espacio-tiempo
Estas son dos propiedades características de los entes materiales. Dado un ente
material es posible señalar sus coordenadas espacio-temporales. Por esta propiedad los entes
materiales son, en principio, perceptibles por los sentidos. En la FÍSICA CLÁSICA que
culmina con NEWTON, el espacio y el tiempo son dos realidades absolutas e independientes
entre sí. Con EINSTEIN el espacio y el tiempo se conciben como formando una sola realidad
que se llama el continuo ESPACIO-TIEMPO, y es relativo, pues cambia con el sistema de
REFERENCIA.
Es necesario precisar que los fenómenos psíquicos siendo reales no son espaciales,
pero sí se encuentran sujetos a la temporalidad. Duran pero no ocupan un espacio, por eso no
son perceptibles.
3.- LA Individualidad
Es decir el carácter singular de los hechos. Cada uno de ellos tiene su propia y singular
existencia, la que no se confunde con la existencia del otro.
4.- El ser en sí
Esto es que los entes materiales existen independientemente del conocimiento de los
sujetos. Los hombres pueden conocerlos o no, sin que esto afecte su existencia. Este es otro
supuesto ontológico fundamental; el principio según el cual las cosas materiales no son
creaciones mentales del sujeto. Esta es la posición sostenida por el REALISMO.
¿Existen otros entes, además de los entes reales? Algunos piensan que sí. Entre ellos
y en primera fila, PLATÓN, para quien existirían, con una existencia incluso superior a los
entes reales o concretos: las ideas. Las ideas, según Platón existen objetivamente, en sí,
independientemente del sujeto cognoscente. Frente a la fugacidad de las cosas reales, Platón
considera que detrás de ellas, por decirlo así, existe lo permanente, lo eterno, lo que no
cambia. Los sentidos nos presentan a las cosas como carenciales, aproximadamente a algo
distinto a ellas. Una hoja de papel, por ejemplo, no llega a ser completamente blanca o
plenamente rectangular. En consecuencia, según Platón, tienen que existir lo plenamente
blanco o lo plenamente rectangular, vale decir la idea de lo blanco y la idea de lo rectangular.
Las cosas como que sugieren la existencia de lo ideal.
Existe pues, una clase distinta de entes, que Platón denomina ideas y que expresan no
sólo, la esencia de las cosas, sino su perfección, su acabamiento pleno. Por eso, las cosas
reales tienden hacia a las ideas, las que se constituyen en sus modelos o arquetipos.
Los llamados entes ideales, según los partidarios de su existencia, e caracterizan por lo
siguiente:
No son espacio-temporales, no ocupan un lugar en el espacio, ni transcurren en el
tiempo. De tal modo que no son perceptibles por los sentidos. Por ejemplo, la idea de
TRIÁNGULO, no puede verse, ni tocarse. Pero cuidado, lo que puede verse y tocarse
son algunas representaciones materiales de la idea de triángulo (un triángulo de metal
o de cartón), pero no la idea misma de triángulo.
No cambian, no sufren alteraciones. Por ejemplo la idea de 2+2 = 4, no se modifica,
siempre será la misma.
Son generales, son algo común a diversos objetos. Por ejemplo, la idea de 2 es un
ente general que puede encontrarse contenido en diversos objetos (2 meses, 2
lapiceros, 2 personas, etc.).
El ser en sí, existe en forma independiente del sujeto cognoscente. No son, por lo
tanto, creaciones mentales del sujeto. Si ya el ser en sí de los objetos reales se ha
puesto en cuestión, con mayor razón se ha cuestionado que se afirmen que los entes
ideales existen independientemente del sujeto, en un misterioso lugar llamado la
“región celeste”, por Platón.
En la concepción platónica se añade a los entes ideales el carácter perfecto de las ideas
frente a los entes reales, constituyéndose en arquetipo de las cosas reales.
Hay, en la actualidad, los que admiten la existencia de los entes ideales y usan la palabra
ideal en un sentido distinto al uso platónico. Los entes ideales tienen en común con las
ideas platónicas la inespacialidad, la intemporalidad, la permanencia, la generalidad y el
ser en sí. Pero no se las entiende como arquetipo de las cosas, no son lo perfecto frente a
lo imperfecto. En esto los entes ideales se distinguen de las ideas platónicas. En la
actualidad a los entes ideales se les llama “objetos abstractos”.
Como casos célebres de entes ideales se cuentan a los entes matemáticos y las
esencias lógicas. La matemática y la lógica tendrían como objeto de estudio estos
supuestos entes ideales. Un argumento, considerado fuerte respecto del estatus sui géneris
de los entes ideales viene dado del hecho de que los enunciados acerca de ellos tienen un
carácter necesario (es decir, invariable) y una validez a priori (es decir, antes de la
experiencia). En efecto enunciados como por ejemplo: A = A
2+2 = 4; la suma de los ángulos internos de un triángulo suman 180, etc. tienen una
validez que se determina sin necesidad de confrontarla con los hechos del mundo y son
necesariamente (invariablemente), verdaderos, es decir, su negación lleva a
contradicción.
En cambio, enunciados como “la Luna es un satélite de la Tierra”, “los hombres son
mortales”, “el azúcar es dulce”, etc. son todos ellos contingentes (cambian o pueden
cambiar), porque su negación no lleva a ninguna contradicción y su verdad se determina
sólo luego de una confrontación con los hechos del mundo. Debemos advertir que
cuando, con respecto a los enunciados de validez a priori, decimos que no es necesario
una confrontación con los hechos del mundo, no implica que no se les pueda confrontar
con los hechos. Sólo se dice que esta operación es innecesaria para la determinación de
su verdad, pues, para ello basta un análisis del significado de los términos, y en otros
casos, de su estructura lógica.
Algunos filósofos, por ejemplo NICOLAI HARTMAN, nos hablan de un tercer tipo
de entes: los entes irreales. Los entes irreales son producto de la imaginación. Por
ejemplo: el centauro, una sirena, el Quijote, Tarzán, caperucita roja, etc. Obviamente
no tienen existencia en sí, aunque algunos de ellos trasciendan la existencia individual y
perduren a lo largo del tiempo. Son también objetos de nuestro conocimiento, nos
referimos a ellos atribuyéndoles o negándoles propiedades.
Debo señalar, que el autor al referirse a los entes, no considera los entes u objetos
valores, como por ejemplo: la justicia, la solidaridad, la dignidad, etc. que como bien
afirma MAX SCHELER se captan por “intuición emocional”. Como sabemos los valores
son entes abstractos que valen por sí mismos y que hacen valer a quien participe de ellos.
Autoevaluación.
ACTIVIDADES