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REVIST@ e – Mercatoria Volumen 2, Número 2.

(2003) 1 Convención de
Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías: ¿cómo afecta a los
empresarios colombianos?

Por: Ana María Martínez G

1. Introducción

Consciente de la utilidad de obtener un régimen común para las


compraventas internacionales, en agosto de 1999, Colombia se unió a 60
países que representan más del 80% del comercio mundial y convirtió en ley
de la República1 un cuerpo normativo unificado, cuya forma es de
Convención Internacional.

La Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de Mercaderías


(CISG en inglés, CNUCCIM en español y de aquí en adelante La
Convención), regula aspectos sustanciales del contrato más utilizado del
comercio mundial, pero, a pesar de su importancia, en Colombia, la aplicación
y difusión de la Convención ha sido escasa. La ausencia de pronunciamientos
judiciales y de aplicación práctica de la Convención refleja que si bien en
nuestro país, la Convención de Viena se ha estudiado en el sector
académico, aún falta mayor conocimiento y utilización de la misma por parte
de la comunidad comercial, verdadera destinataria de este instrumento
internacional.

Entender la razón de ser de esta Convención, observar sus principales


características y resaltar algunos aspectos prácticos derivados de su
aplicación, es una labor vital para los empresarios colombianos que
comercializan productos en el exterior. Con el deseo de dar a conocer a la
comunidad exportadora e importadora colombiana el resultado de un notable
trabajo de conciliación de las familias jurídicas, la presente ponencia es una
presentación inicial para comerciantes de un importante instrumento jurídico
internacional que sin duda otorga certeza y flexibilidad a sus transacciones
comerciales a nivel mundial.
2. ¿Por qué una Convención de Compraventa Internacional?

Cuando un vendedor colombiano de flores vende su producto a un comprador


español y por alguna razón surge un conflicto, es menester preguntarse:
¿cuál es la ley aplicable, la colombiana o la española?

No suele ser raro que de aplicarse una u otra el resultado del litigio sea
diferente. La uniformización de las leyes de compraventa en el ámbito
internacional precisamente busca que los exportadores e importadores de
diversos países tengan las mismas normas sustanciales para así evitar el
posible conflicto de leyes (que genera incertidumbre), y la solución a estos
conflictos mediante la aplicación de leyes extranjeras (que genera
desconfianza especialmente si se trata de aplicar leyes de la contraparte). A
mayor comercio, mayor la necesidad de contar con instrumentos
internacionales de naturaleza sustantiva que unifiquen los diferentes
regímenes nacionales, de donde, la existencia de una Convención.

¿Por qué sobre compraventa?

Porque ésta, en definitiva, ha sido, es y seguirá siendo la operación típica y


más utilizada del tráfico de mercancías; y porque además de constituir un
mecanismo de desarrollo interno de los mercados, es protagonista actual de
la globalización comercial. El resultado de un gran esfuerzo de unificación
viene a ser consumado con éxito luego de más 50 años de esfuerzos fallidos
y se consigna en un instrumento internacional cuya vigencia en las dos
terceras partes del globo por la suscripción por países de todos los
continentes sin distingo de posición económica ni política, revela una
aceptación casi universal.

3. ¿Qué es la Convención de Viena y cómo se relaciona con otros


instrumentos internacionales?

Existen diferentes métodos de unificación y de producción del derecho


comercial internacional.

La primer fuente de producción son los Estados, quienes, actuando


normalmente bajo el impulso de agencias de formulación, y en virtud de su
soberano poder convencional, establecen o acogen instrumentos
internacionales de derecho comercial uniforme aplicables a actos y
operaciones realizadas en su territorio o a empresarios cuyo establecimiento
principal radique en la indicada parcela de soberanía.

En el campo mercantil son dos los organismos gubernamentales, con


vocación universal, que llevan a cabo las tareas preparatorias con carácter
previo a la convocatoria de conferencias diplomáticas en las que los Estados
ejercitan su poder creador de normas uniformes del comercio internacional:
el Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT)
y la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional
(CNUDMI).

Entre los productos finales de ésta última está la Convención, que incluye
normas relativas a la formación, la interpretación y las obligaciones
contractuales de las compraventas internacionales y que, gracias al
excelente patrocinio y promoción por parte de su gestora, resulta ser un
ejemplo de conciliación global entre los diversos sistemas económicos y las
tradiciones jurídicas.

Debe asumirse sin embargo, que ningún instrumento de esta naturaleza es


omnicomprensivo y que en esa medida, los comerciantes colombianos no
solo pueden aplicar a sus contratos otros instrumentos complementarios sino
incluso omitir aquellos aspectos de la Convención en que no se sientan
cómodos o no satisfagan sus expectativas. Justamente, una de las grandes
virtudes de la Convención y razón de su aceptación generalizada es su
flexibilidad.

Así por ejemplo, en una compraventa internacional que regule la Convención


también pueden incluirse INCOTERMS (International Comercial Terms) para
complementar las disposiciones del negocio: se aplica la Convención en los
aspectos relativos a la formación, interpretación y obligaciones de las partes
y los INCOTERMS para establecer el régimen de entrega de mercancías, de
costos y trámites adicionales y de traslado de riesgos.

4. ¿A qué compraventas se aplica la Convención?


El primer requisito para que la Convención de Viena se aplique a una
compraventa es que ésta recaiga sobre bienes muebles corporales y que sea
internacional en el sentido de que comprador y vendedor tengan su
establecimiento en Estados diferentes (debiéndose evidenciar esta
circunstancia en el contrato o en las tratativas preliminares) (artículos 1.1 y
1.2).
Cumplidas esas condiciones, la Convención se aplicará sea porque los
Estados en los cuales se hallan los establecimientos comerciales de los
contratantes son Estados contratantes (suscriptores de la Convención)
(artículo 1.1.a) o porque, no siéndolo, las normas de conflicto (derecho
internacional privado) remiten al ordenamiento de un país que sí lo es
(artículo 1.1.b)
Así por ejemplo, la venta que hace exportador de flores con establecimiento
de negocios en Bogotá (Colombia) a un comprador cuyo establecimiento se
halla en París (Francia) se regula por la Convención porque ambos Estados
son suscriptores de la Convención y la compraventa cumple con el requisito
de internacionalidad.
Por otra parte aunque Venezuela no haya aprobado la Convención, una venta
de telas que haga un comerciante con establecimiento en Medellín a una
casa de modas con establecimiento en Caracas, podría verse regulada por
la Convención si las normas de conflicto aplicables al caso remiten al
ordenamiento colombiano ya que éste incluye la Convención.
Finalmente, la Convención también tendrá aplicación directa cuando, en
ejercicio de la autonomía de la voluntad, comprador y vendedor pacten que
su negocio se regulará por Convención de Viena o cuando las partes del
contrato prevean que la venta se regirá por normas de un Estado en el cuál
este instrumento está vigente; vgr. Un comprador de Bolivia contrata con un
vendedor de Yugoslavia (ninguno de estos dos países parte en la
Convención) y someten el contrato a legislación colombiana: se aplica la
Convención porque ésta es parte integral del sistema normativo que los
contratantes quisieron adoptar.
Es importante recalcar que para determinar si la Convención es aplicable, no
es relevante la nacionalidad de los contratantes, ni su carácter de
comerciantes, ni el lugar de celebración del contrato o el hecho de que sus
intervinientes se hallen ubicados o domiciliados temporalmente en un mismo
país (art. 1.3). Por ese motivo, en la venta que hace el exportador de flores
con establecimiento de negocios en Bogotá al comprador cuyo
establecimiento se halla en París, no interesa que el vendedor sea de
nacionalidad italiana o que el comprador sea sueco; como tampoco interesa
que para cerrar el negocio se reúnan en la capital colombiana o que hagan la
transacción vía telefónica.
La compraventa se regula por Convención de Viena porque los Estados en
donde se encuentran los establecimientos de los comerciantes contratantes
son suscriptores de la misma y porque la compraventa cumple con el requisito
de internacionalidad; los demás aspectos son intrascendentes.
Por otra parte, tampoco cuenta que el negocio implique o no traslado de
mercancías al exterior o que habiéndolo, éste se haga a país distinto del de
los contratantes: La Convención de Viena se aplica aún si las flores vendidas
en el caso referido, se quedan en territorio colombiano porque su entrega
debe verificarse en un puerto de Barranquilla y no más allá.
Teniendo en cuenta el carácter internacional que tiene esta Convención es
obvio que ésta no se aplica a compraventas domésticas como las realizadas
por una línea francesa de supermercados (Carrefour) con establecimiento en
Bogotá a una fábrica de ponqués con establecimiento en Cali (éstas
compraventas se regulan íntegramente por el Código Civil y el Código de
Comercio colombiano).
Pero además, por expresa disposición de la Convención (artículo 2), ésta no
aplica a ventas internacionales realizadas a consumidores (artículo 2.a),
ventas judiciales (artículo 2.c) o realizadas en subasta judicial (artículo 2.b) ni
ventas que recaigan sobre valores mobiliarios, títulos de comercio, dinero
(artículo 2.d), buques, aeronaves o electricidad9 (art. 2.f). Si por ejemplo,
compro por Internet una chaqueta que me envía GAP desde Nueva York o
voy a Japón en mis vacaciones y traigo una licuadora o un DVD para mi
hogar, por ser estas compras para uso personal o doméstico, no se aplica la
Convención.
La Convención tampoco se aplica a contratos de servicios y a los negocios
en los que, a pesar de haber tradición de mercancías, prima la prestación de
servicios o de mano de obra (artículo 3.2). Este es el caso de la exportadora
de flores con establecimiento en Colombia, que contrata con una firma
consultora norteamericana un estudio de mercados en Florida (USA); si bien
al final del estudio, la firma habrá entregará en propiedad un documento, éste
solo es el mecanismo para consignar los datos y las cifras halladas;
prevaleciendo entonces el servicio prestado y no la tradición del informe final
por lo cual la Convención de Viena no es aplicable al contrato. De igual forma,
el suministro de mercancías que hayan de ser manufacturadas o producidas
sólo se ven reguladas por este instrumento en los eventos en que el vendedor
conserva la obligación de poner parte sustancial de los materiales (artículo
3.1)

Para concluir este punto, importante es señalar que la Convención


reglamenta la formación del contrato y las obligaciones y derechos de las
partes (artículo 4), más no los temas de validez del contrato - capacidad,
consentimiento, objeto lícito y causa lícita – (artículo 4.a), el efecto del mismo
sobre la propiedad de las mercancías vendidas (artículo 4.b) y la
responsabilidad del vendedor por daños causados a personas por el hecho
de las mercaderías (artículo 5), aspectos éstos dejados al resorte de
legislaciones nacionales.

5. ¿Quiénes hacen parte de esta Convención?

Los empresarios colombianos deben tener en cuenta que la lista de los


países parte de la Convención incluye a los aliados comerciales
internacionales más importantes para Colombia10 y las potencias
económicas más pujantes del planeta. Para conocer en el momento oportuno
los Estados que hacen parte de esta Convención, basta consultar la página
web principal de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil internacional.
Sin embargo, la ratificación por hasta ahora 62 países, no quiere decir que
en todos estos territorios la Convención tenga idéntica aplicación, y esta
circunstancia evidencia la necesidad de detenernos en las reservas hechas
por los Estados con los que exportadores e importadores colombianos tienen
o pueden llegar a tener relaciones comerciales.
• Reserva de no aplicación de la parte II de la Convención, que trata sobre
formación del contrato (artículo 92.1). Los gobiernos de Argentina, Chile,
Rusia, Hungría, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia hicieron esta
reserva por lo cual, el régimen de oferta, aceptación y perfeccionamiento
del contrato, previsto en la Convención no es aplicable en las ventas de
comerciantes colombianos con comerciantes cuyo establecimiento se
halle en dichos países. En estos casos, y para estos aspectos del acto,
rige lo previsto en el ordenamiento jurídico interno de cada uno de estos
Estados y a él deberán los comerciantes con establecimiento en Colombia
adaptar su forma de negociar. –
• Reserva de no aplicación del artículo 11 de la Convención, que prevé
libertad de formas para celebrar y probar el contrato (artículos 12 y 96).
Argentina, Chile, Rusia, Hungría y China hicieron esta reserva. Ello implica
de manera inevitable, que cuando los empresarios con establecimiento en
Colombia realicen compras o ventas con comerciantes establecidos en
dichos países, el contrato celebrado deba consignarse en un escrito. Solo
un documento contentivo del negocio acreditará su existencia y para éste
efecto, no serán admisibles, como en la Convención, el aporte de
testimonios u otras pruebas.
• Reserva de no aplicación del artículo 29 de la Convención, que prevé la
posibilidad de modificar o extinguir el contrato por mero acuerdo entre las
partes salvo en el caso de contratos escritos, donde por expresa
estipulación, la modificación o extinción del negocio deba hacerse de
manera escrita (artículo 29 y 96). En consonancia con el régimen formalista
que inspiró la reserva explicada en el punto anterior, los mismos gobiernos,
Argentina, Chile, Rusia y Hungría hicieron esta reserva. Por tanto, la
celebración, modificación y extinción de contratos celebrados con
comerciantes cuyo establecimiento se encuentra en dichos países siempre
está llamada a ser consignada en forma escrita. –
• Reserva de no aplicación de la Convención en algunos territorios o
sectores del Estado contratante (artículo 93). El gobierno de Canadá
declaró que la Convención, solo sería aplicable en los cantones de Alberta,
la Columbia Británica, Manitoba, Nueva Brunswick, Terranova, Nueva
Escocia, Ontario, Isla del Príncipe Eduardo, Territorios del Noroeste,
Quebec, Saskatchewan y al Territorio del Yukón. Por lo anterior, una
compraventa que celebre un importador con establecimiento en Ibagué
con un vendedor cuyo establecimiento se encuentra en zona canadiense
diversa de las mencionadas, no estaría regida por la Convención de Viena
(a no ser que las partes acordaran lo contrario en su contrato e hicieran
aplicable el instrumento a su negocio)

Para complementar esta especial atención a las reservas de los países con
quienes nos interesa contratar y para resolver las dudas que en torno a ellas
se susciten, resulta útil observar la jurisprudencia internacional en torno a la
Convención y la manera en que ésta ha venido siendo aplicada e interpretada
en el exterior.

6. Consideraciones clave frente a ley colombiana

No es nuestro objetivo hacer un análisis detallado de la Convención; sin


embargo, se pueden mencionar algunos aspectos clave que por su
diferenciación con las leyes colombianas pueden ser útiles para esta
presentación.

En relación con la formación del contrato:

Al igual que en la legislación colombiana, la oferta en la Convención es una


declaración de voluntad recepticia, puede ser verbal o escrita pero siempre
debe contener expresa o tácitamente los elementos esenciales del negocio
es decir, la denominación de la mercancía, la cantidad y el precio (artículos
11 y 14.1 de la Convención y artículo 845 del Código de Comercio
colombiano).

Además, siempre debe estar dirigida a persona(s) determinada(s) porque de


lo contrario se considerará una simple invitación a hacer ofertas a menos que
la persona que haga la propuesta indique claramente lo contrario (artículo
14.2). Así las cosas, si bien una oferta que un exportador de flores con
establecimiento en Colombia haga a través de un catálogo fijado en internet
puede llegar a desembocar en ventas diversas, este ofrecimiento abierto de
flores no es oferta para la Convención por faltar el requisito de la
determinación plural o singular de su(s) destinatario(s).

Aunado a los anterior, para diferenciar la oferta de simples invitaciones a


hacer negocios, ésta debe indicar la intención del oferente de quedar obligado
en caso de aceptación (artículo 14.1) y ello puede verse plasmado en
indicaciones como “sin compromiso”, “salvo variaciones” o indicaciones
similares que evidencien la intención de quedar vinculado.

El plazo de aceptación de la oferta previsto en la Convención difiere de la


legislación colombiana ya que se hace referencia a un plazo razonable para
las ofertas escritas y a la inmediatez para las verbales (artículo 18.2). En
Colombia, a falta de plazo en la oferta escrita, se entiende que el plazo de
aceptación es de 6 días más el término de la distancia (artículo 851 del
Código de Comercio) y la oferta verbal debe aceptarse en el acto de oírse
(artículo 850 del Código de Comercio colombiano).

Mientras que en Colombia, por disposición del artículo 855 del Código de
Comercio, la aceptación condicional extemporánea es considerada nueva
propuesta, la Convención acepta modificaciones a la misma siempre y
cuando las modificaciones no toquen elementos sustanciales del negocio
propuesto (precio, pago, calidad y cantidad de las mercaderías, lugar y fecha
de entrega, responsabilidad de las partes y solución de controversias)
(artículo 19.2 y.3).

Para la ley colombiana, la regla general es la irrevocabilidad de la oferta ya


que, una vez comunicada la oferta, ésta es irrevocable y de revocarse hay
lugar a indemnización de perjuicios para el destinatario afectado. Así, el
artículo 857 del Código de Comercio establece que la oferta pública sólo
podrá revocarse antes del vencimiento del término de la misma por justa
causa y que la revocación debe ponerse en conocimiento del público en la
misma forma o forma equivalente, en que se ha hecho la oferta. Para la
Convención en cambio, la regla general es la de la revocabilidad de la oferta
por lo que el oferente puede revocarla hasta el perfeccionamiento del
contrato, siempre y cuando la revocación llegue primero que la aceptación
(artículo 16). Siguiendo la misma lógica, la aceptación puede ser retirada si
su retiro llega al oferente antes de que la aceptación haya surtido efecto
(artículo 22)

Finalmente, en la Convención los efectos de la oferta surten cuando ésta llega


al destinatario (artículo 15) y el contrato se perfecciona cuando la aceptación
llega al oferente (teoría de la Recepción) (artículos 15, 18 y 23).

Anotado lo anterior, debe decirse que un contrato que se celebre con base
en una oferta que no cumpla los referidos requisitos simplemente no es válida
la luz de la Convención.

En relación con la forma que debe tener el contrato:

En su ánimo de facilitar el comercio internacional, la Convención promueve


la libertad de formas (artículo 11) en la celebración y prueba de los contratos.
Ello no es extraño a la tradición colombiana, pero resulta de vital importancia
y de extremo cuidado tratándose de compraventas internacionales. En
efecto, cuando contratemos con una parte que tenga su establecimiento en
un Estado contratante cuyo derecho interno exija la formalización escrita de
los contratos (como por ejemplo Argentina o Chile) y que por ende haya
hecho la reserva del artículo 96 de la Convención, es imperativo (no se acepta
disposición particular en contra) acogerse a dicho requisito y consignar por
escrito – so pena de ineficacia - cualquier declaración de las partes, el
contrato mismo y los acuerdos posteriores. En el resto de eventos, no
habiendo reserva estatal prevista o disposición particular que exija a
formalidad para el acto14, no es necesaria forma particular y cualquier prueba
es admisible para demostrar la existencia y contenido del contrato.

7. Conclusiones

a. Por la importancia que reviste la compraventa internacional y ante los


conflictos de leyes, se hicieron esfuerzos para establecer un conjunto de
normas, directrices y principios que permitieran un entendimiento común
de los derechos y obligaciones mutuas, derivadas entre las partes del
negocio. Producto de estos esfuerzos, la Convención de Viena unifica en
materia sustantiva las relaciones jurídicas que se desprenden de la
compraventa internacional.
b. Constituyendo ésta última el contrato paradigmático, el instrumento
operativo por excelencia del intercambio de productos entre diferentes
países y la base de muchas otras importantes operaciones negóciales, su
estudio y la comprensión de aquella moderna regulación unificada incluida
en nuestro ordenamiento nacional, resulta imprescindible para los
empresarios colombianos que desean participar eficientemente y con
seguridad en el tráfico mundial.
c. El temor inducido por la incertidumbre de la legislación que gobernaría el
contrato y la lógica prevención frente a sistemas legislativos en apariencia
desventajosos para los comerciantes colombianos ya no son excusa para
importar y exportar. Contamos ahora con una Convención sobre
Compraventa Internacional de mercaderías que sintetiza las diferentes
concepciones sobre compraventa, establece un derecho sustancial
aplicable y en esa medida, da claridad sobre las normas aplicables.
d. De lo anterior la importancia de ahondar en el estudio de este instrumento
y de acuñar criterios para proscribir su aplicación o remitir a su contenido.
Baste decir por ahora que, en una época en que exportar es la gran
alternativa para superar la disminución de demanda interna, la previsión,
la claridad y la sagacidad siguen siendo cargas imprescindibles en la
contratación internacional y aseguran que los negocios realmente
satisfagan nuestras necesidades y expectativas. Desenvolverse
exitosamente en los mercados ya conquistados y abrir con seguridad
nuevos mercados no es un reto imposible, las herramientas jurídicas
están dispuestas, pero sin lugar a dudas implican cargas para los
empresarios a la hora de contratar. Conocer para aplicar correctamente
este instrumento internacional es sin duda una inaplazable prioridad de la
comunidad comerciante nacional.

8. Bibliografía

• Código de Comercio y Código Civil Colombianos


• ENRICH Enric. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos
de Compraventa Internacional de Mercaderías, publicado en Revista
Jurídica de Catalunya.ANY XC – Num 1. Barcelona 1991.
• FERRARI Franco. El Ámbito de Aplicación del Convenio de Viena sobre la
Compraventa Internacional. Publicado en la Revista Di Dirritto e Procedura
Civile, núm. 3, 1994.
• GARRO M., Alejandro. La Convención de las Naciones Unidas sobre los
Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías: Su
incorporación al orden jurídico argentino. Ediciones La Ley. Buenos
Aires.1985
• LÍNEA DE INVESTIGACIÓN DE DERECHO COMERCIAL
INTERNACIONAL, DEPARTAMENTO DE DERECHO COMERCIAL
UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA. Ámbito de Aplicación y
Disposiciones Generales de la Convención de Viena sobre Compraventa
Internacional de Mercaderías: Aplicación en el derecho colombiano,
publicado en Volumen 1, Número 2 de la Revista e-mercatoria
www.emercatoria.uexternado.edu.co
• VÁSQUES LEPINETTE Tomás. La Conservación de las Mercaderías en
la Compraventa Internacional. Biblioteca Jurídica Cuatrecasas. Editorial
Tirant lo Blanch. Valencia, 1995.
• www.uncitral.org. Visitada el día 25 de septiembre de 2003.
• www.cisgw3.law.pace.edu. Visitada el día 25 de septiembre de 2003.

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