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Eje Temático: Teoría y filosofía política: Pensamiento político latinoamericano.

Nombre de la ponencia: Debates y Combates. Ezequiel Martínez Estrada y Arturo Jauretche.


Autor: Romero Alfredo
Lugar o Institución de Pertenencia: Cátedra de Análisis Político de la Facultad de Relaciones
Internacionales y Ciencia Política de Rosario (UNR)
Dirección electrónica: alfre7@hotmail.com
Categoría: ponencia

Resumen:

El presente es un intento destinado a problematizar y discutir sobre conceptos


centrales del pensamiento político filosófico argentino y latinoamericano. De la
mano de dos de las plumas políticas más destacadas de nuestra historia, Ezequiel
Martínez Estrada y Arturo Jauretche, buscaremos adentrarnos en los debates y
combates en torno a los dilemas y paradojas que encierran nociones como,
pueblo, cultura, política, historia, así como también las mutuas interrelaciones y
contaminaciones que entre los mismos se suscitan.
Los diferentes rostros del Pueblo

La concepción de pueblo que hay subyacente en la obra de Ezequiel Martínez


Estrada (desde ahora EME) merece que nos detengamos en su análisis. La lectura
estradiana habilita a pensar la diferencia entre, Pueblo y pueblos, es decir una cosa es el
Pueblo argentino, que a pesar de sus diferentes caras es siempre único y el mismo, y otra
cosa son las diversas formas y rostros que adopta este Pueblo, o los diferentes sedimentos
que lo conforman. En relación a esto escribe EME, “cuando hablamos de nuestro pueblo.
Del pueblo argentino ¿a que nos referimos? (…) Nuestro pueblo ha sido uno, entonces y
ahora, aunque sigamos pretendiendo dicotomizarlo en inocentes y réprobos, como antes en
unitarios y federales. Abiertos distintos cauces a su expansión, arreado en muchos casos por
distintos pastores y rabadanes, ha tomado diferentes aspectos a la manera de Proteo. Más
Proteo es inalterable a través de sus metamorfosis. Podemos decir de él lo que queramos:
saludarlo como en el Himno o vituperarlo como en Nuestra América (…) porque todos son
aspectos verídicos de ese Proteo, por lo tanto aspectos igualmente ilusorios.”1
La analogía que establece EME entre el pueblo y Proteo no es digna de ser
desatendida. Proteo era, según los mitos griegos de Roberts Graves, tan sabio que conocía
la respuesta a cualquier pregunta. Pero también era muy testarudo y se negaba a compartir
su sabiduría, además de poseer la facultad de adoptar diferentes formas. Precisamente en
torno al drama del Pueblo argentino EME reconoce la posibilidad de comprender el drama
nacional, hay escondido en el pueblo una espacie de secreto revelador que es necesario
alcanzar. Aunque primero es preciso reconocer las diferentes caras (formas) que adopta el
Pueblo, entre ellas la rosista, yrigoyenista, o finalmente la peronista.
Ahora bien, como ya puede empezar a traslucirse, el pueblo peronista es una de las
formas que el Pueblo puede adoptar, por ello el autor dice que “Perón nos reveló, no al
pueblo, sino a una zona del pueblo que, efectivamente, nos parecía extraño y extranjero.
(…) Parecía una invasión de gentes de otro país, hablando otro idioma, vistiendo trajes
exóticos, y sin embargo eran parte del pueblo argentino, del pueblo del Himno. Porque

1
Ibídem. Pág. 26,27.
había ocurrido que, hasta entonces, habíamos vivido extraños a parte de la familia que
integraba ese pueblo, ese bajo pueblo, ese miserable pueblo.”2

Esta parte del pueblo que había estado oculta emerge y pone de relieve un aspecto central, a
saber, que el pueblo nunca es igual con sigo mismo, sino que está permanentemente
asediado por la diferencia, diferencia del pueblo con sigo mismo. Esta diferencia al interior
del concepto de pueblo es la condición de posibilidad de que el pueblo (en este caso)
peronista pueda existir. Aquí es pertinente recuperar para profundizar el análisis sobre el
concepto del pueblo, los aportes teórico-políticos en torno al pueblo de Ernesto Laclau y
Jacques Ranciere. En ambos autores el pueblo es conceptualizado como la marca de un
desnivel, de una diferencia consigo mismo, que es la condición de posibilidad de la política.
En Laclau este gesto esta trabajado por intermedio de la lógica hegemónica por la cual un
particular encarna de manera imperfecta y contingente a lo universal. En Ranciere esta
diferencia consigo misma del pueblo es trabajada en torno a la parte que no tiene parte y
que sin embargo funciona como el todo. En el ejemplo que estamos trabajando la parte que
aparece, irrumpe en la superficie, revelada por Perón, es la parte sin parte, la parte que
había sido excluida y relegada al olvido por el antiguo régimen oligárquico, y que
irrumpiendo en el espacio social, reclama un lugar bajo el sol, reclama tener voz. Esta parte
asume el rol universal de identificarse con el todo de la comunidad, el pueblo del himno.
Esta parte es el pueblo peronista, los descamisados.

Entonces, para EME el pueblo peronista era la parte baja, oculta, miserable del
pueblo del himno. En este punto es innegable la visita fantasmal de Sarmiento al texto de
EME, quien escribía en 1845 en su Facundo “¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en
las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas; en Rosas su heredero, su
complemento: su alma ha pasado a ese otro molde, mas acabado, más perfecto y lo que en
él era solo instinto, iniciación, tendencia, convirtíose en Rosas en sistema, efecto y fin”3
EME llevara este pensamiento dialectico un paso más adelante y nombrará a Perón, como
el legitimo heredero del primer Tirano, Rosas. Escribe EME sobre esta multitud peronista

2
Ibídem. pág. 27.
3
Sarmiento, Facundo, Gradifco, Buenos Aires, Pág. 7.
“Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en las banderas de Perón, que a su vez
era el sucesor de aquel tirano”4 Los terribles demonios de los llanos que Sarmiento
describiera en su Facundo, no habían perecido, estaban más vivos que nunca y adoptaban la
forma de la multitud peronista, su nuevo y renovado cuerpo de existencia. De esta manera
queda trazada una línea de continuidad histórica dramática y traumática en la cual los
demonios se hacen presentes adoptando diferentes cuerpos, pero invariables en sus apetitos
y pasiones.
Para EME este pueblo peronista fue exhibido por Perón, puesto a la luz, “no en su
calidad de pueblo sino en calidad de una fuerza tremenda y agresiva que hacía peligrar los
cimientos mismos de una sociedad construida con solo una parte del elemento humano”5
Este bajo pueblo fue conformado con los “residuos sociales” que son para el autor
los “elementos retrógrados permanentes en nuestra historia, las fuerzas inertes
reincidentes”6 Este bajo pueblo vendría a ser reclutado y organizado en huestes peronistas,
donde podemos encontrar resabios de las turbas rosistas, la chusma yrigoyenista y
finalmente los “grasitas”, “cabecitas negras” o “descamisados” peronistas.
EME reserva el término “técnico” de Lumperproletariat para dirigirse a ese
simulacro de obreros que era el descamisado peronista. Este proletariado andrajoso fue el
pueblo elegido por Perón, para cometer sus fechorías y crímenes. Escribe EME en relación
al mismo “Era la masa que iba detrás de los proletarios, la gente despreciada en todas partes
del mundo, aún donde los movimientos obreros están bien organizados, los hermanos
pobres de los pobres”7.
Para nuestro autor Perón encontró población y no un pueblo. Una población
desorganizada, desanimada, abatida, desunida, sin cohesión ni contacto entre sí, sin espíritu
de clase “pobres que pedían un poco mas de pan como si lo mendigasen y no seres
expoliados que exigían justicia.”8 Sera esta la base social, “sumergidos morales” dirá
nuestro autor, sobre la cual Perón monto su simulacro de justicia social. Como se verá más.

4
Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catilinaria, ob. Cit. pág. 28
5
Ibídem. pág. 27 y 28.
6
Ibídem. pág. 23.
7
Ibídem. pág. 34 y 35.
8
Ibídem. pág. 35.
Para EME hay un parecido de imagen y semejanza entre el líder y “su” pueblo, por ello en
uno de sus tantos excesos llegará a escribir “a un gobierno de ladrones, un pueblo de
rateros”9

Civilización o barbarie: un dilema cultural

Para EME la dimensión de la cultura es central para poder comprender y analizar


fenómenos como el peronista. A diferencia de lo que escribiera hace cien años Sarmiento
en su Facundo, para EME la argentina no era un país bárbaro, sino inculto, no analfabeto,
sino alfabetizado. Este hecho es central y tremendamente dramático para nuestro autor. La
alfabetización de las masas, sumado a su incultura, tornaba más difícil la tarea de
culturización de las mismas. A continuación enuncia, utilizando dos términos antitéticos,
que en la argentina la masa es “bárbara alfabetizada” o en otros pasajes dirá que en la
argentina existe una “cultura bárbara”. Transfigurando y desfigurando dos conceptos
utilizados por Sarmiento, pero nunca para referirse el uno al otro, sino para contraponerse
entre sí, afirmando la superioridad del primero de ellos, la cultura, en definitiva la
civilización.
El peronismo aparece en el escenario público para trastocar los sentidos, para
invertirlos y corromperlos, por ello mismo es un fenómeno revolucionario. Este hecho es
descripto en varias ocasiones por nuestro autor. Los órganos de cultura popular, por los
cuales se educa y culturiza al pueblo, se tornan con el peronismo en órganos de
barbarización. Los instrumentos de culturización son transfigurados y utilizados para lo
contrario, para barbarizar a la sociedad, para enfermarla y mantenerla en el dulce engaño.
El peronismo vendría a invertir el proyecto sarmientino de civilizar la barbarie. Los polos
de esta dicotomía serán trastocados, contaminados espectralmente, el uno habitara en el
otro y viceversa. El peronismo a los ojos de EME, invertirá los extremos. Entronizara a la
barbarie, con el objetivo siniestro y diabólico, de barbarizar la civilización. Demostraba de
este modo, que estos conceptos no son seguros, sino que están habitados por fantasmas que
los tornan inestables, llegando incluso, a que uno de ellos adopte el enemigo nombre de su

9
Ibídem. pág. 75.
contrario, escribe nuestro autor “Esa obra de barbarizacion sistemática del país, ese
programa antitético del de Sarmiento.10”
A este propósito escribe Horacio González que EME al buscar las palabras para
redimir a su pueblo lo hacía para “construir una civilización argentina que no sea
meramente la barbarie triunfante, que en gran simulacro se reviste con su enemigo nombre
de civilización.”11 Para EME el peronismo no es sino un simulacro. Simulacro de justicia
social, de revolución, de igualdad, de grandeza. En fin una gran farsa que debe ser
descubierta y desterrada.
Como podemos ver, EME continua la huella trazada por Sarmiento quien había
anticipado que Facundo no había muerto, vivía en las tradiciones populares y que su “alma
ha pasado a este otro molde, mas acabado, más perfecto ; y lo que en él era solo instinto
iniciación, tendencia convirtíose en Rosas en sistema, efecto, y fin”12 Así, el heredero de
Rosas es Perón, quien con mayor prestancia y gravedad que aquel, sistematizó un plan de
entronización de la barbarie, “un plan zootécnico”13, no para educar sino para domesticar a
las masas. Por ello Rosas y Perón son terriblemente más malvados que Facundo, para quien
la maldad era gobernada por la pasión, era producto de sus instintos. En cambio en los dos
tiranos que continuaron al tigre de los llanos, la maldad se volvió sistema, se racionalizo,
corporizándose en un plan sistemático, tanto Rosas como Perón eran deliberada y
conscientemente malvados.
Para EME el famoso slogans de “alpargatas si, libros no” formaba parte de un “plan
sistemático de deprimir la cultura y enaltecer la barbarie”14 Esta actitud se ve graficada para
nuestro autor en la exaltación de los deportes que hizo el peronismo, junto a la simultanea
degradación de las actividades que enaltecen el espíritu.
La entronización de la barbarie caló hasta los tuétanos del cuerpo anémico de la
argentina, “cambio el orden de colocación de los valores, enalteció los trabajos pedestres de
los que era asistente la alpargata, y al libro le dio la misión de calzar las patas desparejas de
los muebles. Los libros bajo las patas y las patas sobre las cabezas”15 Esta inversión de la
pirámide de los valores que cotiza en la civilización, no es sino una falsificación de la
10
Ibídem. pág. 44.
11
Gonzalez, Horacio Restos pampeanos. Colihue. Buenos Aires. 1999. Pág.330.
12
Sarmiento, Facundo. Ob. Cit. Pág. 7
13
Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catilinaria ob. Cit. pág. 45.
14
Ibídem. pág. 45.
15
Ibídem. pág., 47.
misma, su endemoniado simulacro, su puesta en escena no para enaltecer la civilización,
sino para degradarla.
Nuevamente nos aproximamos a una inversión antitética de los conceptos, escribirá
EME que la argentina era poseedora de una “cultura bárbara”. Para Sarmiento hubiese sido
imposible, impensable esta afirmación, pues la barbarie no era portadora de cultura. Sin
embargo EME llega a esta conclusión, de la siguiente manera, escribe “Somos barbaros en
cuanto somos incultos y somos incultos en cuanto nos hemos culturado para la incultura” 16.
En definitiva esto era posible porque el país sobre el cual Perón caía como un águila, no era
el del Facundo sino el de Radiografía de la pampa. A diferencia de Sarmiento para quien
lo bárbaro se alojaba en el desierto y la civilización en la ciudad, para EME la cuna de la
barbarie era la ciudad, específicamente los suburbios de la ciudad, donde lo bárbaro
campesino se había fusionado con lo bárbaro metropolitano, conformando una combinación
tremendamente peligrosa y factible de ser utilizada para los fines más viles, degradantes y
degradadores de los cuales se pueda tener idea.

Peronismo: un gran simulacro

A continuación analizaremos cual es la naturaleza, causa y consecuencias del


peronismo a los ojos de nuestro autor. Para ello es necesario que retengamos la concepción
del pueblo peronista y la importancia de la cultura en los planteos del autor. Estos factores
son importantes para desentrañar su pensamiento sobre el peronismo.
Lo primero que hace nuestro autor es ubicar geográficamente al peronismo. Lo hace
sin ambigüedades. El peronismo es un fenómeno “metropolitano, suburbano, del suburbio
inmigratorio, donde dice Sánchez Viamonte que se incubo y desarrollo el yrigoyenismo.
Buenos Aires es un territorio cosmopolita incrustado como tumor canceroso en el cuerpo
del país.”17 Solo en territorios infectados con los mismos virus es posible que se den
fenómenos como el peronista. El cosmopolitismo de la ciudad portuaria es lo que la
predispone a recibir un cumulo de doctrinas extranjeras que serán amalgamadas dentro de
la materia prima que conformara al peronismo. EME se refiere específicamente al

16
Ibídem. pág. 47.
17
Ibídem. Pág. 20
componente nazi-fascista importado de Europa, y acriollado por el peronismo para el
paladar del gringo argentino.
Una vez localizado el lugar geográfico de origen del peronismo, EME se adentra en
una comprensión más filosófica del movimiento peronista. La naturaleza central del
peronismo es su carácter corrompido y corruptor deformante de las estructuras de la
sociedad. En su afán corruptor a trastocado los sentidos y valores que cualquier sociedad
civilizada respetaría. Como ya se dijo elevo a la barbarie corrompiendo la raíz del árbol de
la civilización. El peronismo para EME no solo daño la fruta, sino que pudrió el árbol.
Para EME el peronismo puede reducirse a un movimiento criminal de bandidos que
en nombre de la patria y la nación, saquearon y corrompieron el país hasta sus tuétanos.
Como escribe en el prologo, el peronismo fue un crimen de lesa patria, en sus palabras el
peronismo “ha sido, de cabo a rabo, un gobierno de estafadores, de mujeres y hombres de
mala vida cívica”18
Pero EME no se detiene allí, la naturaleza del peronismo no estaría completa sin su
moldeador: Perón.
Es imposible no detenerse en la influencia Sarmientina que subyacen en los
fragmentos del texto que EME dedica a analizar la figura de Perón. Releamos las palabras
que Sarmiento le dedica a Facundo : “porque en Facundo Quiroga no veo un caudillo
simplemente, sino una manifestación de la vida argentina (...) Facundo, expresión fiel de la
manera de ser de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos ; Facundo, en fin, siendo lo
que fue, no por un accidente de su carácter, sino por antecedentes inevitables y ajenos a su
voluntad, es el personaje histórico más singular, más notable, que pueda presentarse a la
contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran
movimiento social, no es más que el espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las
creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de su
historia(…)”19 EME hará de la figura de Pero algo similar a lo que Sarmiento hizo con la de
Facundo, pero para sintetizar en ella no las costumbres, creencia, preocupaciones y hábitos
de un pueblo, sino sus vicios y males. Es decir Perón será la figura totalizadora, la síntesis
de los males que aquejan a la patria, no su causa pero si su potenciación. Al mismo tiempo

18
Ibídem. Pág76
19
Sarmiento, Facundo. Ob. Cit. Pág. 14,15
compartirá con la postura del sanjuanino la de concebir a Perón como “el espejo en el que
se reflejan” los males argentinos. Leamos la pluma de EME: “En la figura de Perón y en lo
que él represento y sigue representando, he creído ver personificados sino todos, la mayoría
de los males difusos y proteicos que aquejan a mi país desde antes de su nacimiento. Como
los ácidos que se usan en fotografía, revelo y fijo muchos de esos males que sería injusto
atribuirle, pero que ciertamente magnifico y sublimo hasta llegar a convertirlos en bienes
para el juicio de muchos incautos”20 Nuevamente asistimos a una trasfiguración de
conceptos. Perón logro convertir lo bueno, en malvado.
Sin embargo EME no puede dejar de reconocer que Perón encontró aquello que él
tanto anhela en su prologo, la frase secreta, el conjuro para comunicarse con su pueblo, solo
que Perón lo uso, no en beneficio de la patria, sino en provecho propio y en pos de la
degradación del país, por ello merece ser llamado el judas Iscariote, escribe EME en su
prologo “Todo dependerá de que encontremos la formula exacta, las pocas palabras del
conjuro. El secreto es ese: hallar las palabras (...) hemos de confesar que Perón las encontró
según su propósito, y que si en vez de hablar un lenguaje mendaz hubiera hablado el del
verdadero patriotismo, habría podido realizar lo que ahora es también posible pero mas
difícil”. Este fragmento es de inestimable honradez intelectual. EME reconoce que Perón
logro, quizá, lo que nadie más podrá hacer, hablar al pueblo con las palabras adecuadas.
Descifro el conjuro. Lo interesante de este fragmento es que aquí opera una especie de
círculo virtuoso/vicioso, que va del simulacro a lo autentico, para recaer nuevamente en el
simulacro. EME le reconoce a Perón, algo que hasta ahora le venía negando, le reconoce
autenticidad. Si como habíamos visto el peronismo y su conductor era a los ojos de nuestro
autor, un simulacro y por ello inautentico, al reconocer que Perón encontró las palabras,
reconoce que estas palabras eran autenticas, pues revelaban el secreto. El drama de la
situación es que aún encontradas las palabras, Perón no hablo el lenguaje del verdadero
patriotismo, por lo que recae nuevamente en la idea del simulacro.
Perón es tratado de Hipnotizador y brujo. Dos maneras de comprender su relación
con el pueblo. Tanto el hipnotizador como el brujo se aprovechan de la voluntad del
hipnotizado/embrujado, lo hacen instrumento de sus deseos. Esto es lo que hizo Perón con
su pueblo. El elemento con el cual hipnotizo, podríamos decir su magia, fue el dinero, dice

20
Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catilinaria ob. Cit. pág. 12, 13
EME, “Perón uso del dinero como de una droga: era el opio que le daba al pueblo, acaso un
embrujo de carácter supersticioso.”21
Perón reunía dos cualidades sin las cuales no hubiese podido realizar la obra que
construyo, a saber “una falta de amor total al país y aun al ser humano; segundo, una
carencia dogmatica de todo sentido moral”22. Aquí EME da un paso más en la descripción
de Perón, no solo era un manipulador, ladrón y mentiroso, sino también un inmoral. Solo
con la descripción de una persona como ésta es posible entender el peronismo, dentro de la
explicación de nuestro autor. Pues si recapitulamos, Perón es el judas Iscariote, como lo
llama EME, el traidor a la patria, el que realizo un crimen de lesa patria. Fue un
hipnotizador y brujo que embrujo a las masas para engañarlas, para servirse de ellas como
instrumento de su voluntad. Les hizo creer que las elevo, cuando en realidad lo que hizo fue
“bajarles el nivel del agua a la altura del cuello”. La revolución peronista la hicieron según
EME los vencidos de todos los días. La masa peronista que Perón convirtió en Pueblo, tenía
su origen en los residuos sociales de todos los tiempos. Perón fue a los ojos de EME un
hurgador de basura, de residuos, quien al no tener escrúpulos morales, diseño
maquiavélicamente un plan sistemático de destrucción y rapiña del país. Ahora bien, no
debemos confundirnos nos alerta EME, Perón no es causa de todos los males, sino su más
refinado y acabado resultado, escribe “No produjo el olor que nos asfixia aun, sino que
levanto las tapaderas con que cubrían los recipientes. No pudrió la fruta, hizo la compota,
no puso el cieno en el fondo del lago, agito las aguas. Era pescador de rio revuelto.”23

La reaparición de los demonios: el 17 de Octubre

En el fragmento que citaremos a continuación EME nos ofrece su versión del 17 de


octubre. En la misma podremos ver jugar las lecturas que venimos desarrollando sobre el
autor. A continuación citaremos en bastardillas el párrafo donde EME describe el 17 de
octubre a los fines de ir analizándolo con detenimiento:

21
Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catilinaria ob. Cit. pág. 74
22
Ibídem. Pág. 64
23
Ibídem. Pág. 296
“Habíamos hablado mucho de nuestro pueblo. Ya en el himno se lo menciona, pero
no lo conocíamos. Perón nos revelo, no al pueblo sino a una zona del pueblo que,
efectivamente, nos parecía extraño y extranjero. El 17 de octubre Perón volcó en las calles
céntricas de Buenos Aires un sedimento social que nadie habría reconocido. Parecía una
invasión de gentes de otro país, hablando otro idioma, vistiendo trajes exóticos, y sin
embargo eran parte del pueblo argentino, del pueblo del himno”. Aquí EME destaca dos
puntos centrales. El primero de ellos, analizado en el apartado dedicado al pueblo, es que
Perón no revelo al Pueblo, sino a una parte del mismo, y hay que decirlo con todas las
letras, la parte oscura, degradada, miserable, de ese pueblo. A su vez el segundo punto a
rescatar, es que a pesar de ser lo bajo de los suburbios EME reconoce que ese pueblo, ese
bajo pueblo, es parte del Pueblo del himno, del pueblo argentino, que hasta el momento no
había sido tenido en cuenta. Una pregunta se impone: ¿Para quienes estas masas parecía
una invasión de otro país que hablaba otro idioma? Para responder a esta pregunta me
valdré del pensamiento del filósofo político Jacques Ranciere. El francés considera en su
libro El desacuerdo. Política y filosofía, que el poder de policía es la ley implícita que
determina quienes tienen parte dentro del mundo sensible de lo social, y quienes no.
Quienes pertenecen al mundo del discurso, y quienes son percibidos solo como ruido
distorsivo. Por otra parte para Ranciere la política es la práctica por la cual se pone en jaque
al poder de policía. La actividad política es la que reclama en nombre de los que no tienen
voz, la parte de los sin parte, provocando el desmoronamiento de la estructura policial. La
actividad política, nos dice el autor, está motivada por el principio de igualdad. Las partes
que no tienen parte, reclaman un lugar en el mundo sensible de lo social, reclaman un lugar
bajo el sol. Si pensamos estas categorías políticas en el contexto del 17 de octubre la
pregunta que nos formulamos encuentra un cauce de posible respuesta. Es decir, quienes no
podían reconocer a ese pueblo, a ese bajo pueblo, eran los que pertenecían al poder de
policía imperante en esta época, nos referimos a la oligarquía dominante, para quienes los
cabecitas negras, tal y como lo describe EME, no eran sino parte de “otro país”, eran
extranjeros, con quienes ni el idioma compartíamos, en fin, un sedimento social que no
reconocía nadie, eran en términos de Ranciere, los sin parte. Seamos más claros, quienes no
podían ver sino ruido y extranjeros en estas masas populares, era el poder de policía
oligárquico dominante, para quienes el país se reducía a la distancia de sus narices y
conveniencias económicas. De este modo la irrupción de las masas es una acción política
disruptiva de ese poder de policía. Con su reaparición las multitudes peronistas reclamaban
su parte, haciendo valer el principio de igualdad y provocando grietas en el poder de policía
que comenzaría a tambalearse.
“Porque había ocurrido que, hasta ese entonces, habíamos vivido extraños a parte
de la familia que integraba ese pueblo, ese bajo pueblo, ese miserable pueblo (…) y Perón
tuvo más que la bondad y la inteligencia, la habilidad de sacarlo a la superficie y de
exhibirlo sin avergonzarse de él, no en su calidad de pueblo, sino en calidad de una fuerza
tremenda y agresiva que hacía peligrar los cimientos mismos de una sociedad constituida
con solo una parte del elemento humano.” Aquí EME reconoce el desplazamiento de ese
pueblo por parte del sector político, este bajo pueblo se fue formando a las espaldas de la
argentina oligárquica conservadora de la década infame, por ello la sorpresa ante su
exhibición. Asimismo EME reconoce que, tal y como lo expusimos, el poder de policía se
ve en jaque por el accionar político, de hecho lo que peligra para nuestro autor, son los
cimientos mismos de la sociedad.
“No era un pueblo sepultado, un pueblo diré como el inca o el azteca, un pueblo
muerto en vida. No. Era un pueblo vivo, un pueblo viviente que ahora estaba en marcha. Y
eran nuestros hermanos harapientos, nuestros hermanos miserables. Lo que se llama con
una palabra técnica, el Lumpenproletariat”. Pueblo vivo y en marcha, clarividencia en la
descripción. EME percibió con buen ojo, que uno de los mayores meritos de Perón, fue
levantar al pueblo y ponerlo en marcha, aunque el autor este en total desacuerdo con la
dirección escogida en la cual marchar. A su vez en este fragmento se respira el tinte
despectivo para con este sector del pueblo, a pesar de aclarar que se refiere a el por medio
de un “tecnicismo”. Es nada más y nada menos que lo bárbaro en escena.
“Era asimismo la Mazorca, pues salió de los frigoríficos como la otra salió de los
saladeros. Eran las mismas huestes de Rosas, ahora enroladas en las banderas de Perón,
que a su vez era el sucesor de aquel tirano (...) Y aquellos siniestros demonios de la
llanura, que Sarmiento describió en el Facundo, no habían perecido. (...) El 17 de octubre
salieran a pedir cuenta de su cautiverio, a exigir un lugar al sol, y aparecieron con sus
cuchillos de matarifes en la cintura, amenazando con un San Bartolome del barrio norte.
Sentimos escalofríos viéndolos desfilar en una verdadero horda silenciosa, con carteles
que amenazaban con tomarse una revancha terrible.” En este último fragmento EME
recupera la línea histórica trazada por Sarmiento, para atarla en su continuidad y darle
proyección a su actualidad. Los demonios no habían muerto, la “sombra terrible de
Facundo” era nuevamente invocada, pero esta vez para encarnarse en un nuevo cuerpo
social, que no solo le dio cobijo a estos demonios, sino también a las turbas rosistas
sedientas de sangre. El invocador fue Perón. Esta es la génesis del peronismo, los
descamisados son el nuevo cuerpo contingente histórico de la mazorca, así como esta lo fue
en su momento de la terrible sombra de Facundo. Perón es el cuerpo en el cual Rosas se ha
encarnado. Los espectros que conjurara Sarmiento, ya no solo asedian, sino que actúan en
la realidad social, han devenido cuerpo, encontrando un nuevo líder, Perón, que a su vez es
el heredero del primero de los tiranos, Rosas.
El 17 de octubre estradiano es de inestimable valor, pues pone de relieve el drama
que encierra lo popular en la historia argentina. Ese pueblo enfurecido, y que parece jurar
una terrible revancha, es parte del pulcro y puro Pueblo del himno. Lo bajo e impuro por un
lado, y lo enaltecido y puro por el otro, conviviendo juntos en una eterna lucha por la
supervivencia. Bien sabía EME, como lo señala Horacio González, que “la turba encierra
verdades en un magma que hay que interrogar hasta llegar a las pepitas de la autenticidad
social”24
En definitiva aquel 17 de octubre es a los ojos de EME el retorno de la barbarie, que
al salir al sol se alzaba en tono triunfal, provocando el estupor y escalofrió del autor, pues
han vuelto, son los vencidos de Caseros que regresan y juran tomarse una revancha terrible.

24
González, Horacio Restos pampeanos. Ob. Cit. Pág. 332.
Jauretche

. Arturo Jauretche ha pasado a la eternidad del pensamiento nacional como uno de


los polemizadores más interesantes y valientes de los cuales se tenga memoria. Escritor
comprometido, sumamente pasional y temerario se vatio a duelos intelectuales con figuras
eminentes de su época. En Los profetas del odio Don Arturo dedicará sus esfuerzos a
desarticular los planteos de Ezequiel Martínez Estrada, entre otros, para a su vez poner de
manifiesto cuales son los mecanismos estructurales que configuran el pensamiento de la
intelligentzia argentina. En este proceso el autor pondrá al descubierto el plan de la
oligarquía en el plano simbólico-cultural, plan destinado a impedir el desarrollo autónomo
del pueblo argentino.
En la primer nota al pie Jauretche dirá que el libro versará sobre el empacho. Si, se
leyó bien, sobre el empacho, que vendría a ser un mal que se adquiere por leer mucho sin
digerir, para decir que “Como los ‘doctores’ en esta materia, suelen cederle la derecha a los
curanderos, me atrevo a intentar quebrarlo con unos tironcitos”25 Ya en el comienzo Don
Arturo, con su astucia usual, y su prosa gauchistica, nos revela desde que lugar escribirá.
Lo hará precisamente desde fuera de la ciencia, si se quiere, desde sus orillas. Pues el
diagnostico es el empacho, y el mismo se atiende en consultorios no registrados en el
campo de la ciencia: los curanderos.

Re-significando la historia. El 17 de octubre: la


reaparición del pueblo.

Al comienzo del libro Arturo Jauretche agrega una cita que no era parte del corpus
original de la obra en su primera edición, en la cual publica una carta dirigida a su amigo
Ernesto Sábato. Quizás sea simple casualidad, o quizás responda a un estilo de escritura,
pero en esta nota al pie, al parecer marginal, podemos leer posturas tomadas por su autor de
inestimable valor. Podríamos aventurar que este tipo de estrategias responde a su estilo
orillero, marginal de escritura, el cual señala una extraña paradoja, la cual consiste en que
en ocasiones lo central de su pensamiento se ubica en una región “marginal” del texto. Más
25
Arturo Jauretche, Los profetas del odio y la yapa. Corregidor. Buenos Aires. 2004. Pág. 7
allá de esta interpretación, que quizás sea simplemente obra de la casualidad, lo cierto es
que el siguiente fragmento si bien está dirigido a Sábato, rompe con su destino, para salirse
del texto de manera espectral y buscar nuevos destinatarios. Puede suponerse que estas
palabras estaban también dirigidas a EME, leamos lo siguiente: “Debo decirle que por más
que supere la adversa posición que tenemos en política, lamento que Ud., que tiene
formación dialéctica, haya recurrido a la interpretación, inaugurada en nuestro país por
Ramos Mejía, de querer resolver las ecuaciones de la historia por el camino de las
aberraciones mentales y psicológicas. No, amigo Sábato. Lo que movilizo las masas hacia
Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde Ud. aquellas multitudes del 45,
dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen
que lavarse los pies en Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela,
rodeada de artefactos sanitarios. Recuerde esas multitudes, aun en circunstancias trágicas y
las recordará siempre cantando (...)”
En este fragmento Jauretche transfigura, trastoca, re-significa de raíz la lectura
estradiana sobre el 17 de octubre. Si para el escritor del ¿Qué es esto? lo que movilizaba a
las masas era el resentimiento, para Jauretche lo central será la esperanza. Donde el primero
ve una turba violenta cual mazorca rosista, el otro remarca el hecho que ni una vidriera se
rompió. Jauretche irá más allá del simple reconocimiento de que las masas populares eran
multitudes esperanzadas, para decir que “no eran resentidos. Eran criollos alegres porque
podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta libros (...)”26 De este modo a la luz
del relato jauretcheano, nos alejamos de aquella imagen de hordas violentas y silenciosas,
para acercarnos a la lectura del pueblo cantante y alegre, un pueblo decidido a salvar el país
de la dominación de la oligarquía colonial.
Asimismo en este fragmento podemos encontrar algún parecido con EME, en
relación al lugar que ambos le reservan a Perón, pero no así a la valoración que ambos
efectúan del mismo. Es decir, Ambos autores reconocen que Perón es solo el factor
canalizador de las fuerzas sociales del 17 de octubre, solo que en la lectura estradiana lo
que se canaliza es el mal demoníaco, los espectros siniestros de la historia nacional,
mientras que para Jauretche lo que Perón vendría a canalizar es el avance de las demandas

26
Ibídem. Pág. 9
de justicia social de las masas populares, que en aquel 17 de octubre adoptaron el cuerpo de
los “descamisados”.
Los caudillo auspician de representantes de esas demandas, sin ellas no son nada.
Por ello constituye un error centrar el interés en la figura histórica y no en las capas
populares que la sostienen. De esta manera Jauretche nos previene de lo que podríamos
llamar el mito heroico, que consistiría en creer que los fenómenos históricos pueden
explicarse reduciéndolos a sus personajes históricos centrales.
Asimismo la lectura jauretcheana, al igual que la estradiana, habilitan una lectura
de continuidades históricas, de espectros encarnados, solo que si el uno habla de demonios,
el otro hablara de los espectros del pueblo que buscan su destino en la maraña de la trama
de la historia nacional. Así Jauretche traza la línea histórica Rosas-Yrigoyen-Perón, pero no
para significar los gobiernos endemoniados de la historia, sino para encontrar en ellos la
huella de las masas populares, verdaderas protagonistas de la historia nacional.
Para Jauretche el héroe o el antihéroe, son expresiones circunstanciales de la
historia, a los protagonistas hay que buscarlos a las espaldas de estos. Por ello escribe que
el historiador obsesionado con el personaje visible “pierde la noción de aquellos ‘grandes
y lentos movimientos’, equivoca el protagonista de la historia confundiéndolo con su
expresión circunstancial, que es la que se realiza a través del héroe y del antihéroe” 27. En
esas comillas dentro de la cita, se siente el aliento del verdadero sujeto de la historia que se
mueve lentamente pero a grandes pasos, el pueblo argentino.
Para Jauretche la crítica central a EME consiste principalmente en que trata de
comprender el país con categorías completamente ajenas al mismo. Pues la intelligentzia
forma sus categorías de percepción de la realidad fuera del país. Construye un esquema
formal, en el cual pretenden que la realidad argentina encaje, y si esto no sucede, la
solución es recortar la realidad, nunca el esquema formal. Amoldan la cabeza al sombrero.
Esto es, la intelligentzia forma parte del sistema cultural colonial.
Para Jauretche la intelligentzia posee, a pesar de sus diferencias ideológicas, una
común tabla de valores, la cual se pone en evidencia cuando aflora la presencia del pueblo
en el escenario de los acontecimientos. Habría de este modo una común incomprensión de
lo popular puesto en escena.

27
Ibídem. Pág. 24
“De radiografo de la pampa a fotógrafo de barrio.”

Con prestancia de gaucho guapo, don Arturo se prepara para sacar su mejor arma...
la pluma, y batirse a duelo, no con la persona de EME, sino con sus ideas. Tempranamente,
en el encabezado del primer capítulo se respira la intensión jauretcheana, que consistirá en
demostrar la falsedad de las posturas de EME, arrebatándole su profesión auto impuesta de
radiografo, para otorgarle la de fotógrafo de barrio, que se adecua mejor a la calidad de sus
lecturas.
La naturaleza del adversario de Jauretche, se encuentra gráficamente expresada en el
título del libro, es un profeta del odio, quien “profetiza, injuria con ventilador (...)”28 y no
brinda “la más mínima comprensión de los esfuerzos liberadores del proceso de
emancipación que se intenta detener”29. Para Jauretche el peronismo es un proceso de
emancipación, de liberación, encabezado principalmente por las clases populares. EME en
su asfixiante intento de analizar el país formal, oculta el verdadero desplazamiento de las
masas populares y su necesaria vinculación con las transformaciones de la economía.
La respuesta Jauretcheana, a los planteos de EME, es producida en clave
sociológica. De este modo buscara las explicaciones socioeconómicas que permiten
comprender al peronismo como fenómeno social desde una óptica radicalmente distinta a la
lectura estradiana.
En las páginas del ¿qué es esto?, su autor lamenta el despoblamiento del campo
provocado por el peronismo. Don Arturo replica esta postura demostrando la falsedad de la
misma. El campo no se despobló por iniciativa o capricho del peronismo. La despoblación
del campo se explica por el modelo socioeconómico vigente en la argentina de aquellos
tiempos a saber, el modelo agroexportador, el cual desplazo a la población rural para
reemplazarla por novillos
De este modo mientras se les quitaba a los pobladores del campo los medios de
subsistencia, no se crearon nuevas condiciones de posibilidad para la contención de los
desplazados.
El peronismo seria así la consecuencia socioeconómica de esta política agroexportadora y
la lucha de los desplazados por pertenecer a un país que los tenga en cuenta. Los
28
Ibídem. Pág. 27
29
Ibídem.
campesinos desplazados del campo pasaron a formar las villas miseria, o barrios de las
“latas” de la ciudad, engrosando los suburbios urbanos. No se equivoca EME cuando señala
que el peronismo es suburbano, de los bajos suburbios de las ciudades. Si falla cuando no
explica las razones, o lo que es peor, las atribuye a causas falsas. O cuando juzga
apresuradamente sobre la naturaleza de estos sectores populares, identificando en ellos una
reinvención de la barbarie.
En relación a estas masas relegadas EME consideraba que se trataba de un problema
cultural. Quizás esto sea cierto, eran sectores sociales postergados en todos los sentidos,
incluso también en lo cultural. Asimismo Jauretche pone de manifiesto que el gran error de
EME consistió en confundir el efecto, con las causas. Es decir, la baja cultura de estos
sectores no era la causa de su retraso económico y social, era su efecto. Las causas de este
retraso hay que buscarlas en las condiciones socioeconómicas que hicieron que grandes
sectores de la población recayeran en la miseria. Serán estas familias destruidas las que
aporten sus brazos a las nuevas industrias nacientes, insertándose así en un proceso de
ascenso social inédito para la historia del país.
De este modo en el país se disputan dos modelos económicos que traen aparejados
determinaciones políticas, culturales y sociales. Por un lado se encuentra el modelo de la
oligarquía agropastorial, que piensa el país para unos pocos y que estaría en sintonía con lo
que Jauretche llamó la patria chica, defendido culturalmente por la intelligentzia cipaya.
Por el otro lado, el peronismo vendría a constituirse en un modelo desafiante del primero,
tanto en lo económico, donde propone el desarrollo industrial y fortalecimiento del
mercado interno, como en lo sociopolítico, donde las masas populares que constituyen la
sabia del movimiento, son precisamente los desclasados del primer modelo, y vendría a
inscribirse en la visión de una patria grande, retomando el imaginario de San Martin y
Bolívar, quienes soñaron con la integración de América Latina
La aparición de las masas estará siempre ubicada en el segundo modelo ya que es
precisamente el que las tiene en cuenta y les otorga la posibilidad de ascenso social y
reconocimiento.
Alpargatas y libros

Otra vez nos vemos frente a la famosa oposición creada por Ghioldi de “libros y
alpargatas”. Esta dicotomía es la recreación de la oposición sarmientina en clave cultural,
así quien privilegia las alpargatas por sobre los libros, es un bárbaro y por tanto un inculto.
Por su parte Jauretche, para rebatir la lectura estradiana, adoptara un lugar novedoso
de enunciación. Jauretche hablara desde el lugar de la barbarie, será su voz, no solo para
responder a la “cultura”, sino también para resignificar lo bárbaro. Para ello apelara al
sentido común de los hombres del pueblo y en tono irónico y burlón escribirá: “Al hombre
que no es un intelectual, y por eso razona según el orden de la naturaleza, se le ocurre que
en el orden de las demandas humanas, que es el mismo, están primero las alpargatas que los
libros. El fuego debe calentar de abajo, dice Fierro, y la cultura debe ir precedida de
zapatos, ropa, frazadas y pan”30
Así frente al problema de la barbarie, los autores escogen caminos diferentes para
relacionarse con ella. En el caso de EME adopta una postura hetero-referencial. Es decir, se
inscribe por fuera de la misma y con el objeto de erradicarla, a su vez que la piensa como la
causa de los peores males. Por su parte Jauretche adopta un modo de apropiación
autorreferencial de la barbarie, es decir escribe desde ella para rebatir el sofisma de libros y
alpargatas, y para re-significar el polo de lo bárbaro. Aunque si se mira bien, no solo re-
significa la barbarie frente a la cultura, sino que arranca de raíz esta dicotomía, la
deconstruye hasta dejarla hecha polvo. De este modo no hay oposición entre los polos, sino
complementariedad. Para dar cuenta de esto Jauretche nos describe como de la mano del
bienestar económico (alpargatas) vino aparejado de modo necesario el crecimiento cultural,
leamos a Jauretche “un nivel más alto de cultura, es inseparable del económico, que le es
previo”.

30
Ibídem. Pág., 49
Rastreando las huellas del pueblo

Jauretche recupera la línea histórica que EME se empeña es resaltar


despectivamente, Rosas-Yrigoyen-Perón. Pero si el segundo la utilizo para trazar la historia
de los demonios que asediaron a la patria, el primero recuperará esta línea de un modo
positivo, para rastrear en ella las huellas del verdadero sujeto de la historia, el pueblo. Unas
pocas palabras de Jauretche sintetizan esta diferencia fundamental “recogemos con orgullo
lo que para Martínez Estrada es despectivo”31
Don Arturo rastrea la línea histórica del pueblo argentino por medio de una
construcción simbólica muy sugestiva. Lanza-sufragio-sindicato, señalan el recorrido
histórico de nuestro pueblo. En cada una de estos eslabones el pueblo se hizo presente en la
historia. Re-aparición y primera vez, esto ocurre cada vez que lo popular toma las calles.
Reaparición, pues en la chusma radical sobrevive la huella de las multitudes federales, y en
las multitudes peronistas se sintetizan las huellas tanto federales como yrigoyenista. Y sin
embargo primera vez, pues en cada uno de estos acontecimientos, hay algo de novedoso,
cada uno se representa en un rostro diferente, único. A cada uno de estos momentos le
corresponde un conjunto de ideas y lideres en las cuales las mismas se encarnan. Porque
como sostiene Scalabrini en su Yrigoyen y Perón “los hombres siguen a los hombres, no a
las ideas. Las ideas sin encarnación corporal humana son entelequias que pueden
disciplinar a los filósofos, pero no a los pueblos”32
Lanza, sufragio y sindicato son a su vez las armas de las masas populares en un
momento histórico dado, son los instrumentos contingentes y circunstanciales con los
cuales las masas populares se hacen presentes en el espacio público, escribe Jauretche “si el
hombre del ayer remoto valió un hombre porque tenía una lanza, este hombre del sufragio
valió un hombre porque valía un voto”33
El peronismo implico una reaparición de las masas en el espacio público. Subrayo
reaparición, pues, durante la década infame las masas populares no desaparecieron, no
dejaron de existir, sino que se las relego una vez más a las sombras, se les quito su
instrumento de lucha más importante, el voto. Con el fraude se desvalorizo al voto y con él

31
Ibídem. Pág. 52.
32
Raúl Scalabrini Ortiz, Yrigoyen y Perón. Pág. 24.
33
Ibídem. Pág. 54.
se opero una desvalorización del hombre de a pie. Por ello el peronismo es el nuevo
escenario en el cual reaparecen las multitudes, y con ellas vuelve a emerger el modelo
socio-económico industrialista, escribe Jauretche “en 1945, las multitudes volvieron al
escenario. La última guerra mundial dio la oportunidad para que el país saliera del esquema
agropecuario (...) con el desarrollo industrial comenzó la demanda de brazos y la ocupación
en aumento fortaleció las organizaciones sindicales (...) El movimiento político que integro
su programa con tres banderas: soberanía, liberación y justicia social, expresaba por un
nuevo instrumento, con la presencia del pueblo en el escenario, las mismas viejas
demandas de la historia. Pero esta vez un nuevo instrumento estaba en sus manos para dar
vida a la esperanza de todos sus días y sus noches: el sindicato. La secuela histórica se iba
cumpliendo: la lanza, primero; la libreta de enrolamiento, después; ahora el carnet
sindical”34 La reconstrucción histórica queda concluida, no de modo definitivo, claro está,
pero si Don Arturo ha podido seguir la huella de las multitudes argentinas, desde los
orígenes de la patria, hasta los días que le toco vivir.
En opinión de Jauretche EME posee “los valores éticos y estéticos de la época que
perime” lo que le impedirá poder comprender el fenómeno social que tiene ante sus ojos. Es
decir forma parte de lo que siguiendo a Ranciere llamamos poder de policía colonial. Por
esta razón desconoce al pueblo del 17 de octubre, por ello ese pueblo extranjero lo
estremece y le provoca escalofríos.
Para Jauretche la cultura no es una instancia neutra y aséptica, sino que por el
contrario es el lugar donde se llevan a cabo batallas por las categorías de percepción de la
realidad. Es una instancia donde se definen los sentidos sociales que configuran el espacio
simbólico de la sociedad. Supone una “beligerancia imprescindible”35 contra la cultura
ordenada por la dependencia colonial. Es necesario imponer otra cultura, romper con el
poder de policía colonial, para liberar las potencialidades del pensamiento nacional, por ello
Jauretche reclama en uno de los subtítulos de la Colonización Pedagógica que es necesario
alcanzar un pensamiento agresivo, que desestructure la cultura colonial dominante porque
“el combate contra la superestructura establecida abre nuevos rumbos a la indagación,

34
Ibídem. Pág. 56.
35
Ibídem. Pág., 99.
otorga otro sentido creador a la tarea intelectual, ofrece desconocidos horizontes a la
inquietud espiritual(...)36”
Esta fue precisamente la tarea que nuestro autor junto a inestimables hombres de
labor intelectual, desarrollo desde FORJA, dedicándose a sembrar las ideas de una
conciencia emancipadora. Forja dedico sus esfuerzos a desparramar por el tejido social las
ideas de una cultura y un pensamiento nacionales, elaborados desde el país y para el país.
No obstante, las ideas si no son seguidas por las masas populares, no dejan de ser mas que
lindas ilusiones, por ello dirá Jauretche en un aniversario de FORJA: “El idioma que
hablábamos, que era solo el de una pequeña minoría y hasta parecía exótico, hoy es el
lenguaje del hombre de la calle. Puedo decirles en este aniversario, que estamos celebrando
el triunfo de nuestras ideas. Pero estamos constatando al mismo tiempo el fracaso como
fuerza política: no hemos llegado a lo social, la gente nos comprende y nos apoya, pero no
nos sigue. Hemos sembrado para quienes sepan inspirar la fe y la confianza que nosotros no
logramos. No importa, con tal que la labor se cumpla”37

36
Ibídem. Pág. 99.
37
Ibídem. Pág., 66.

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