Textos de: Netzahualcóyotl Bustamante - Apolinar Palacios Guarneros - Armando Alanís - Rafael Solano

$ 5.00
Isaías Alanís - Renato Rueda - Guillermo Vega Zaragoza - Laura Zúñiga Orta - César Gandara -
Geovani de la Rosa Peña - Blanca E. Vázquez Hidalgo - Hugo César Moreno Hernández
Segunda Epoca
Chilpancingo, Gro.
EdiciónEspecial
15 de septiembre de 2010

Bicentenario
fallido

Ilustración: Colectivo Pico de gallo

 2 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010

Los nuevos Después de 200 años de festejar y celebrar

a los héroes de la independencia de México

próceres de
(ya tan choteados y quemados en novelas
históricas y bodrios televisivos) es momento
de renovar nuestra lista de protagonistas

la patria patrios y gritar a voz de cuello ¡Viva Méxi-

co bola de cabro…!

El Chapo La Barbie El Azul

(que conste que no es
Es uno de los persona- Es güerotote un pitufo ni un poli).
jes más buscado por el pelos de maíz, Ha figurado en varias gene-
FBI; con él, de seguro atlético; nació raciones de capos, siempre
armamos bien una en los Unaites desde un estratégico segundo
contrainsurgencia y nos States. ¿Qué plano. Buen negociador, ca-
apoderamos de una más se le rismático entre los narcotrafi-
gran parte del vecino puede pedir? cantes, no se tienta el corazón
país, o ya de perdis los para aniquilar a sus rivales
ponemos bien motos y y es capaz de corromper
cocos.
policías, militares y
gobernadores…
Beltrán Leyva El Señor de los Cielos (tomado de la re-
vista Proceso) ¡Pa´
Tenía una flotilla de aviones más
chipocladas que las del ejercito mexica- que vean que si
Era bien macizo y entrón,
no, y un chingo de dólares; además se hacemos periodis-
murió acribillado por la infan-
parecía a Ringo Star. mo de investiga-
tería.
ción, chingaos!

Cuando tenga todas las estampitas puede ir a cambiar su álbum a la procuraduría más
Recorte y pegue. cercana por media grapa de coca o dos churros de marihuana Golden.

Información:
Rafael Solano Opinión: Publicación semanal editada en
Zacarías Cervantes Apolinar Palacios Guarneros Chilpancingo, Gro./ Altamirano
Jesús Guerrero Moisés Alcaraz Jiménez
Enrique Arreola Ochoa No 5-A, Col. Centro, C. P. 39000
Director General: Cultura: Tel 747-107-95-25 / correo-e:
Caricatura:
Ulises Domínguez Mariano Carlos Ortiz semanario@trinchera.info
Paul Medrano Carrasco
Rubén Iglesias Licitud de Título y de Contenido,
Director Fundador:
Manuel Domínguez Jaimes Fotografia: en trámite / Reserva al uso
Anwar Delgado Diseño:
Irving Ulises
exclusivo del título, en trámite.
Directorio Javier Vega
 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010 3

Bicentenario
en tiempos de crisis
Netzahualcóyotl Bustamante

e ste es un país
excepcional. Su-
rrealista y conser-
vador. Resistente
al cambio, proclive
al individualismo.
Un país de infortunios y desgra-
cias. De caudillos y mitos. Una
Calles que pone y dispone; la de
Cárdenas y el ideal de gobernan-
te mexicano; la de Salinas y su
intento por insertarnos el futuro
que desnuda nuestra más cruel
realidad; la de Fox y el espejis-
mo democrático.
País de tragedias colectivas:
94 y la innombrable masacre de
Acteal. La de las matanzas en
el estado de Guerrero. 1960 en
Chilpancingo, 62 en Iguala, 67
en Acapulco, 95 en Aguas Blan-
cas, y 98 en El Charco.
País que se reivindica cada
15 de septiembre y que se
Rivera, Octavio Paz y Fernando
Benítez por descifrarla y tradu-
cirla.
Un país que se sabe deca-
dente pero que se empeña en
mostrarse animado y de pie.
México cumple 200 años de
lograr su independencia, aunque
nación que fue majestuosa antes la de la sangrienta y depreda- invoca el 1 y 2 de noviembre. sólo en algunas etapas de su
de la conquista y que durante dora conquista española; la Territorio de paisajes inconmen- convulso andar, haya alcanzado
300 años y diez generaciones de la entrega de la mitad del surables, de planicies y costas. ese privilegio.
quiso probar suerte ante la territorio nacional; la del millón Tierra de parejas de la literatura: En el bicentenario de la inde-
colonización hispana. País de de muertos en la Revolución; Juan Ruiz de Alarcón y Sor Jua- pendencia nacional y en medio
historias patrias que se contrapo- la del cobarde crimen de Ma- na Inés de la Cruz, Altamirano y de una escalada de violencia que
nen: la guerra de Independencia, dero y Pino Suárez a manos de El Nigromante. Salvador Novo y no conocíamos, conmemoramos
la Reforma, la restauración de Huerta que luego, sería también Villaurrutia, Parménides García la efeméride sin mayor entusias-
la República, la Revolución, el traicionado; la de la matanza Saldaña y José Agustín. Fuentes mo y con la impotencia de no
nacionalismo revolucionario, la del 68 en Tlatelolco y el 71 en y Monsiváis. poder ser mejores.
dictadura porfirista, la dictadura San Cosme; la de San Juanico País multicultural con nacio- Una nación que navega entre
priísta. en 84 y el sismo del 85; la de nes pluriétnicas en su interior. crisis de credibilidad, de valores,
Los mexicanos tenemos las explosiones en Guadalajara País con una sociedad que de ética y económicas; que sigue
obsesión por los mitos y leyen- en el 92 y la desigual guerra en prefiere no ser interpretada pese convencida de que la fortuna
das: que si el águila y el nopal Chiapas durante doce días en el a los esfuerzos de Siqueiros y irrumpirá mañana.
aparecieron en el lago de Texco-
co, que si los tlaxcaltecas fueron
los primeros en trocar con los
conquistadores, que si el liberal
Benito Juárez obligó a sus hijas
a casarse con las leyes de Dios,
que si Juan Álvarez decidió go-
bernar el país desde Cuernavaca
por su clima parecido al de La
Providencia, que si los espíritus
hicieron más elocuentes a Made-
ro y a Calles.
La nuestra, ya se ha dicho
mil veces, es la historia de
caudillos y señores. De Mocte-
zuma y sus lesivos tributos; la de
Morelos e Hidalgo que saltaron
del curato a desafiar al ejército
realista; la de Santa Ana y la
bancarrota de la nación que sur-
gió quebrada; la de Maximiliano
y el fallido salvador de la patria
cuya consorte fue el primer ante-
cedente de Martita de Fox; la de
Juárez el único, el inigualable,
el verdadero… la del antiguo
discípulo de Juárez que, decré-
pito y afrancesado, gobierna con
mano de hierro este país durante
tres decenios. La de los militares La Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG), entregó el lunes 13 la Presea Popular Sentimientos de
revolucionarios que juegan a go- la Nación, a Ignacio del Valle, líder de Atenco; a Martín Esparza, dirigente del SME; a Abel Barrera, director del
bernar un país en llamas. La de Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, y a los mineros de Taxco, en una ceremonia pública en
el zócalo de Chilpancingo. (Foto: Anwar Delgado).
 4 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010

apolinar_palacios@hotmail.com Apolinar Palacios Guarneros

¡ n guardia!
Nalgaprontismo Instantáneas
bicentenarias
En calidad de préstamo, o si se prefiere en como-
dato, hemos tomado arbitrariamente el terminajo del
encabezado, apelando a la generosidad del prócer que
lo discurrió.
La ocasión es doblemente propicia.
En primer lugar, de acuerdo con el pueril jueguito Armando Alanís
que dice “lo que hace la mano hace la tras”, nos su-
mamos al prócer que cobra como señorgobernador, al
parecer enemigo de la simulación en el lenguaje polí-
tico. Por ejemplo, ¿para qué usar la elegantísima pero

s
pedante expresión “cuches cuiteros engulle heces”, si
podemos ahorrar una palabra diciendo “políticos come- I II
mierda”? on, más o menos, las Ignoramos cómo era físicamente
En segundo lugar, porque en este momento no se cinco de la mañana. Hidalgo. En 1912, José Inés Tovilla
nos ocurre otro adjetivo diferente a los que normalmen- Un cura aparece en el pintó al cura de Dolores, a quien
te obsequiamos en este espacio, a próceres indignos.
umbral del templo y no había conocido. Lo pintó viejo,
A saber: entreguistas, agachones, arrastrados, etcéte-
ra. Y el término nalgaprontismo es, sin duda, revolucio- arenga a las personas canoso y calvo. Como un venerable
nario y sugerente. allí reunidas. Un cura anciano. Pero así no era Hidalgo.
Expuesta la sesuda reflexión, aclaremos de una de pueblo, una campana de pueblo, Canoso y calvo sí, lo sabemos por
vez que se obsequiará la palabreja de marras, en la un templo de pueblo, unos cuantos Lucas Alamán, quien lo conoció bas-
columnejilleja de hoy, a todos los próceres que orga- pueblerinos… Ni idea tenían del tante bien. Moreno y de ojos verdes,
nizan los “festejos” del bicentenario y centenario de alud que provocaría aquel grito. no de tez blanca y ojos oscuros. Era
nuestra supuesta “independencia” y robolución, res- Primeras batallas, primeros triunfos, un cura de pueblo que no parecía
pectivamente... sangre y muerte… Corría el mes de para nada, salvo su poco elegante
Hemos dicho hasta la saciedad del “festejo” de la
septiembre del año de 1810, hace sotana, un cura de pueblo. Laborioso,
primera, que es incluso autodenigrante. Simple y lla-
namente porque no tenemos muchos motivos para exactamente doscientos años. Aquel culto, conocedor de varios idiomas,
“celebrar”. Hoy somos tristemente dependientes. cura, que se reuniera en Querétaro incluyendo algunos idiomas indíge-
Y nuestros gobiernos, nalgaprontistas vergonzan- con otros conspiradores, en casa de nas; dotado, pues, de una curiosidad
tes. la Corregidora, ¿qué era lo que tenía intelectual propia de un hombre del
Porque han hecho dependientes a los mexicanos, en mente? ¿Habrá pasado alguna vez Renacimiento. Buen jinete. Vigoroso,
no únicamente de los españoles como en 1810, sino por su cabeza la palabra indepen- de pocas palabras pero hábil a la hora
principalmente de los gringos, quienes impúdicamen- dencia? Vinieron sus desavenencias de enredarse en una disputa verbal.
te denominan patio trasero a México y parias a los con Allende, quien llegó a llamarlo Le gustaban el buen vino, el juego
mexicanos que emigran hacia EU.
“cura bribón”. Vinieron las derrotas, y las mujeres. Tuvo, se asegura, dos
En cuanto a la robolución, quienes “echaron bala”
están en su gran mayoría muertos. Y quienes manda- el penoso peregrinaje hacia el Norte, hijos. Es todo lo que sabemos.
ron al matadero a los pobres se hicieron millonarios y la emboscada en Acatita de Baján…
sus latrocinios propiciaron una vida cómoda para sus Muy lejos de su tierra, en la ciudad III
descen dientes. Quien lo dude investigue la genealogía de Chihuahua, el cura de pueblo Mientras cabalgaba al frente de
de quienes saquean al país desde los cargos públicos espera en un calabozo el momento su improvisado y rústico ejército,
y/o desde sus lujosas oficinas en grandes empresas. en que habrá de ser conducido frente llevando en las manos el estandarte
Pero mejor vamos al grano como dijera un pollito al pelotón de fusilamiento. Piensa en de la Virgen de Guadalupe, aquel cura
a otro –o un adolescente antes de exprimir un barro– sus compañeros de infortunio fusila- pueblerino no sabía que con su movi-
Para “festejar” el nalgaprontismo de Jelife y sus
dos antes que él, en la sangre derra- miento armado se iniciaba la Guerra
corifeos senadores –esos sí bien feos y ¡desgracia-
dos! como dice “la señorita Laura” que TV Azteca trajo mada, en los cientos de muertos, y de Independencia. Pero, ¿sabe alguien,
de fuera para estupidizar a nuestros compatriotas con en su propia muerte, a los cincuenta por anticipado, las consecuencias de
baja escolaridad– los calderonacos invitaron a gobier- y siete años, pocos meses después sus actos? ¿No somos todos los seres
nos extranjeros para que enviasen contingentes arma- de habarse levantado en armas en humanos, sin excepción, criaturas
dos a participar en el desfile militar “conmemorativo de Dolores. El movimiento insurgente animadas por causas que no sabemos
nuestra independencia”. fue cortado de tajo como el tronco a dónde nos conducirán? No sabemos
Pero incurrieron en el nalgaprontismo de invitar a de un árbol joven. Pero ese árbol ya nada. No sabemos qué consecuencias
militares estadounidenses y de otros gobiernos colo- había echado raíces, y renacería y se- tendrá finalmente cada nueva empresa
nialistas.
guiría desarrollándose. Aquel cura de en la que nos vemos involucrados. No
Le vale mádere a nuestros nalgaprontistas próce-
res que ese día los gringos celebren el centésimo sexto pueblo no lo sabía, cuando el 30 de lo sabía Hidalgo cuando dio su célebre
tercero aniversario de la fecha en que tropas gringas julio de 1811 fue conducido al patio Grito de Dolores. Ni tampoco, cien
izaron su bandera en Palacio Nacional después de del antiguo Colegio de los Jesuitas y años después, sabía Madero a dónde
ocupar la capital de la República en 1847, venciendo fusilado de frente, la mano en el pe- lo llevaría su llamamiento a tomar las
la heroica pero débil resistencia de patriotas... y, ¡opro- cho. Mientras recibía dos descargas, armas contra la dictadura de Porfirio
bio!: con el colaboracionismo de quienes entonces y luego los tiros a quemarropa para Díaz. No sabemos nada. Nadie sabe
cobraban en el ayuntamiento y otros arrastrados pró- rematarlo, no sabía, no podía saber nada. ¿Sabemos nosotros, los hombres
ceres. Quizá ancestros de quienes hoy se pasan por el que su grito en aquella madrugada y mujeres del 2010, qué va a pasar en
arco del triunfo el agravio gringo e “invitan” a soldado-
de septiembre habría de traer como los próximos meses, en los años por
tes del país más intervencionista y abusivo del planeta.
consecuencia, once años después, el venir? ¿Qué será de México en el futu-
¡Qué poca!... memoria. ¡Salud!
final de una colonia y el nacimiento ro próximo? ¿Lo sabe alguien?
de una nación.

¿Dónde estaba
Guerrero en 1810?
L
a lucha por la indepen-
dencia, según refieren
recientes estudios he-
merográficos y bio-
gráficos, fue una cosa
fortuita y sin ánimo de
liberar a la población
explotada, indígena y mestiza en
su mayoría. Se trataba de que los
hispanos nacidos en América dis-
frutaran de la riqueza generada por
el trabajo de esclavos y población
dominada, lo que no se permitía por
parte de los españoles nacidos en
Europa. Y el asunto se ponía peor,
porque aumentaban los impuestos.
En ese contexto, que se hayan
promulgado los Sentimientos de la
Nación en Chilpancingo no es por-
que alguna vez tuviera importancia,
en la lucha independentista, la
actual capital de Guerrero, sino por-
que José María Morelos andaba por
estas tierras visitando a una dama y
aprovechó su estancia para hacer su
famoso enunciado (o mejor dicho,
no quiso ir a Michoacán porque por
acá se la estaba pasando bien).
En Guerrero, los festejos alusi-
vos a la guerra de Independencia no
son rimbombantes. No tienen por
qué serlo, ya que en estas tierras
surianas no hubo personajes que
incitaran a la rebelión y en lo que
es hoy territorio estatal, tampoco se
dieron batallas decisivas, aunque
eso sí, hubo hombres y mujeres que
destacaron en esa lucha armada.
Esa precariedad para festejar los
200 años de una lucha que todavía
no se sabe por qué inicio se debe,
posiblemente, a que la entidad que
colinda con Oaxaca, Michoacán,
Morelos, Puebla y el Estado de
México no existía en el momento en
que comenzó la guerra que culminó
con la declaratoria de independen-
cia. De hecho, fue gracias a esa cir-
cunstancia, a la confrontación que
trajo caos e inestabilidad política,
lo que dio lugar y posibilidad a la
conformación de una nueva entidad.
Gracias a la revuelta, vino el
afianzamiento del General Juan
Alvarez Hurtado, quien fragmentó
los estados de México, Oaxaca, Mi-
choacán y Puebla, el 27 de octubre
de 1849, para conformar la nueva
entidad que lleva el nombre del
guerrillero independentista que na-
ció en Tixtla cuando esta población
era parte del territorio mexiquense.
Siguiendo esta lógica, es po-
sible Guerrero a partir de la lucha
por la independencia, en donde
prácticamente Juan Alvarez declara
independiente a lo que hoy es la
región de Costa Grande y de ahí se
extiende a cientos de kilómetros a
la redonda, ocupando porciones de
las entidades vecinas.
En este contexto, Guerrero nace
como un acto caciquil de Juan Al-
varez, que se valió de su influencia
alcanzada por haber participado en
diversas batallas en la lucha inde-
pendentista y en contra de interven-
ciones extranjeras. Sin embargo, tal
determinación encontró resistencia
en diversos lugares, aunque especí-
ficamente en Michoacán, donde el
Congreso se negó a ceder el muni-
cipio de Coyuca de Catalán, pero
de manera inexplicable, la mayoría
de los lugareños se rebelaron y se
integraron a Guerrero. Después se
supo que Juan Alvarez mandó a la
caballería para convencerlos de los
beneficios de ser guerrerenses (y
doblegar a los opositores).
Como cereza del pastel, el fun-
dador de Guerrero como entidad
fue el primer gobernador interino
y posteriormente gobernador elec-
Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
Rafael Solano
to. Y al parecer, crear al estado le
atrajo tanto prestigio y poder que
también alcanzó la presidencia del
naciente país.
Desde esa época, a fines del
siglo XIX, a Guerrero le ha servido
poco la independencia; quizá fue el
nacimiento tortuoso, forzado, lo que
generó la desgracia de una entidad
o región rica en recursos naturales
pero que quedó aislada, tanto de
aquellos estados que cedieron parte
de su territorio como del resto del
país.
Ese aislamiento derivó en re-
zagos en el desarrollo económico
y social y por ende, en el bajo
nivel educativo de la población,
cuyo promedio de escolaridad, en
la actualidad, no llega a la media
nacional. A mediados de la década
de 1950 ese aislamiento le dio
ventaja ante la demanda de sitios
de playa exclusivos para el turis-
mo internacional, con lo que hubo
grandes inversiones para construir
hoteles e infraestructura. Pero vino
la crisis por la inseguridad y desde
hace 20 años, apenas se sobrevive
de las visitas.
Origen sin orígenes
Lo que entidad es cuna de gente
ilustre y combativa como Ignacio
Manuel Altamirano, quien pudo
ir a la escuela gracias a que Tixtla
pertenecía al Estado de México;
en 1854 interrumpió sus estudios
Ilustración: Carlos Ortiz
5
para adherirse a la revolución de
Ayutla, que pretendía derrocar a
Santa Anna, bajo las órdenes de
Juan Alvarez. Una vez terminada la
revolución, Ignacio Manuel retomó
sus estudios de abogado, pero hubo
de dejarlos en 1857, cuando estalló
la guerra de Reforma.
En 1863 se incorporó a la lucha
resultante de la invasión francesa.
Terminando esta guerra, fue dipu-
tado al Congreso de la Unión y, en
ésta, su labor legislativa quedó el
principio de la educación primaria
gratuita, laica y obligatoria, en un
discurso pronunciado el 5 de febre-
ro de 1882.
Otro caso parecido es el de Igna-
cio Chávez Sánchez, que nació Zi-
rándaro cuando todavía pertenecía a
Michoacán, en 1897. Ese municipio
de la región de Tierra Caliente fue el
último en incorporarse a Guerrero,
el 9 de abril de 1907. Pero el ilus-
tre médico que fundó el Instituto
Nacional de Cardiología y rector
de la UNAM cursó su educación
primaria y secundaria en el territo-
rio michoacano y posteriormente
emigró a la capital del país.
A pesar de que desde inicios de la
década de 1980 se iniciaron las ges-
tiones para que a Zirándaro se le pu-
siera como apellido “De los Chávez”
en honor del ilustre médico y de que
están prosperaron a mediados de los
90, a los familiares del mencionado,
ya fallecido, no consideran un honor
esa distinción y solamente por corte-
sía se dejan ver en la fecha conme-
morativa del municipio.
Guerrero debe su nombre a
un guerrillero que luchó por la
Independencia y que es originario
de Tixtla, ciudad que fue alguna
vez capital de la entidad, pero que
a la fecha no tiene drenaje; en lo
que es ahora el municipio, en la
comunidad de Ayotzinapa, está
instalada desde hace seis décadas
una escuela normal para hijos de
campesinos en donde cursaron sus
estudios, entre otros, Lucio Cabañas
y Genaro Vázquez, quienes encabe-
zaron movimientos de insurgencia
en la década de 1970.
 6 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
Las mentiras del bicentenario
Al Emiliano por todas sus preguntas
p ara empezar, habría
que marcar la
diferencia entre
conmemoración
y celebración, y
mejor intentar una
reflexión meditada
a raíz de los acontecimientos que
vivimos hoy en día.
A doscientos de la indepen-
dencia, el gobierno federal, que
ha fallado en casi todo –la batalla
contra el desempleo, la delincuen-
cia, el crecimiento económico,
etc., etc.– con la Comisión para
la Celebración del Bicentenario,
volvió a fallar gacho.
Primero se nombró coyuntu-
ralmente a Cuauhtémoc Cárdenas,
después de la andanada de violen-
cia contra Andrés Manuel López
Obrador por parte del gobierno
atrabiliario de Fox. A la renuncia
de éste se nombró a quién sí sabe
de esto: Rafael Tovar y de Teresa,
ex director del Conaculta. Poste-
riormente a un mega desconocido:
José Manuel Villalpando.
Y de pilón, las obras planeadas
no se van a terminar. “El Arco del
Bicentenario”, que ya no resultó
lo que dijeron sino una “Este-
la de Luz”, que será terminada
hasta el 2011. Mientras las obras
de Porfirio Díaz perviven y son
símbolos de la memoria históri-
ca de los mexicanos: el Palacio
de Bellas Artes, el Hoy Museo
Nacional de Arte, antiguo recinto
de la Secretaría de Comunicacio-
nes y Transportes; la Columna
de la Independencia, el bellísimo
edificio de Correos, el Hemiciclo
a Juárez, la Estación Sismológica
de Tacubaya, y dos mil edificios
en diversas regiones de México.
Hechos preferentemente por ar-
quitectos e ingenieros mexicanos.
Ahora, para festejar el espíritu
independentista de 1810, se con-
trató a un productor australiano
como encargado de todo el mitote
a un altísimo costo en millones
de dólares, además de que es el
dueño de los derechos.
Lamento decir esto, pero no
hay tal celebración ni tal con-
memoración. Si entendemos que
la identidad nacional en un país
como México, repleto de identi-
dades, que han sido excluidas de
esta celebración, como los pue-
blos indígenas de todo el territorio
nacional, de por sí excluidos del
desarrollo, está en manos de igno-
rantes y fundamentalistas apócri-
fos capaces de mandar quemar
la verdadera identidad del cura
Hidalgo, como Alonso Lujambio,
secretario de Educación, que al
ser entrevistado sobre el programa
del bicentenario, tal parece que
está hablando del cumpleaños de
su hijita.
Y excluir de la tradición
una parte sustantiva, dadora de
identidad cultural y de memoria
histórica, pues no es sino sobre és-
tas que descansan, se revalorar y
permanece el andamiaje simbóli-
co, plural de un país y sus refe-
rencias obligadas para progresar y
transformarlo.
La Dirección de Comunica-
ción Social del Gobierno Federal,
y verdadera Comisión para el
Bicentenario, la empresa Televisa,
fusilándose anuncios comerciales
de la Cervecería Modelo, sacó
una serie de promocionales como
exultación de la patria chica y
sus bellezas, a un costó execrable
para los gobiernos de los estados
que melosos y sumisos erogaron
tamaña cantidad. Y que a güevo
ve la gente en horario triple equis.
Mujeres bonitas con hermosos
velos naranja, águilas en vuelo,
guacamayas de colores, aguas
verdes, cenotes amarillos, olas
bermellón, todo digitalizado para
apantallar aún más al espectador.
En este mínimo escenario ine-
narrable, el bicentenario ha sido
Mínima reflexión
un ejemplo de lo que no debería
ser una nación en plena euforia
conmemorativa de la violencia
cotidiana. México, ni es indepen-
diente, ni revolucionario. El grave
problema es que los indicadores
de su memoria histórica hoy han
sido secuestrados por un gobierno
miope y bárbaro.
“La guerra de Independencia
no fue una revolución, sino una
contrarrevolución de las élites
coloniales criollas. Es un mito
decir que después de 1821 nació
una nueva nación pues más bien
se utilizó el corte administrati-
vo heredado de los españoles
borbónicos, el cual conjuntaba
regiones poblacionales mucho
más heterogéneas que homogé-
neas…”. Pese a esta aseveración,
los organizadores (si es que los
hay) del Bicentenario le apuestan
a cercenar la verdad histórica y a
medrar con la identidad simbólica
de los mexicanos, con implantes
prestados y manidos.
Hasta este momento, basta con
mirar la ropa que traemos puesta
para comprobar la dependencia
económica de los Estados Uni-
dos. Con un rescoldo de memoria
histórica, sabemos: La insurgencia
de 1810, naufragó en las mismas
aguas en las que se troncharía el
movimiento armado de 1910, cin-
cuenta años después con Miguel
Alemán como mandatario moder-
nizador y sibarita.
La revuelta emprendida por
los criollos en contra de los
peninsulares, gracias también a la
revolución francesa, el parlamen-
tarismo inglés y la independencia
de los estados Unidos de Norte
América. Movimientos sustenta-
dos en bases, filosóficas, económi-
cas, sociales y culturales. También
producto del expansionismo bo-
napartista y el declive del imperio
español, mostró cuán lejos estaban
los rebeldes de Guanajuato, de
Isaías Alanís
los consumadores de la indepen-
dencia del imperio español, con
la realidad histórica del pueblo
mexicano en germen. Y la lucha
subsecuente contra los estamentos
de la nobleza y especialmente,
de la iglesia, todopoderosa en las
causas terrenales y celestiales,
bajo la tiranía de un clero opresor
y al servicio de los poderosos,
como ahora, igualito.
¿Con la mezcla de gobierno
panista-yunquista, el laicismo
mexicano a dónde fue a parar? Si
Juárez no hubiera muerto, como
dice la canción, quién sabe a qué
basurero lo abrían mandado las
huestes angélicas de la ultra dere-
cha mexicana, que tuvo en Carlos
Abascal Carranza al representante
celestial en la tierra de la repú-
blica y futuro santo del panteón
mexicano, abarrotado de númenes
de patriotas beatificados por Juan
Pablo II, defensor y tapadera de
pederastas y demonios escondidos
bajo el manto de la fe católica.
Ahora los políticos que nunca
han leído los pormenores de la épo-
ca juarista, al final de sus discursos
melosos lo cierran con un, “gracias
a dios y que dios los bendiga…”.
Ignoran que existe la separación
entre la iglesia y el estado, otro de
los lastres que la independencia no
ha podido erradicar, ni las leyes de
reforma, ni el laicismo apócrifo
de Calles, mucho menos el partido
emanado de la revolución que está
a punto de regresar a los Pinoles. Y
quién sabe.
Los avances de la rebelión
criolla del ochocientos diez, cata-
pultó al país en una ola de rencor
contra los invasores y conquista-
dores, con la salvedad de que los
nuevos peninsulares y criollos, se
agarraron a la mecha del poder
con uñas, cañones y dientes. Den-
tro de una olla de cultivo, donde
el México del norte, creció muy
diferente al del centro occidente y

éste a su vez del México centra-
lista a contrapelo del sur y sur
sureste, que quedaron en manos
de caudillos o de empresarios-
gobernantes, como fue el estado
de Yucatán, con los reyes del
henequén, y en Morelos y Pue-
bla, bajo la rienda ensangrentada
de los barones del azúcar y sus
derivados.
El país, el concepto de Mé-
xico, una vez “consumada la
independencia” de España bajo
una serie de planes, proclamas,
escaramuzas y batallas. Apretones
de tuercas del imperio comandado
por Maximiliano, tocó fondo años
más tarde con la invasión nor-
teamericana. Gracias a la barbarie
y empuje de su ejército, tenemos
“niños héroes”. Molino del Rey
y Castillo de Chapultepec, como
entidades mágicas de la icono-
grafía metafísica en la historia
de México, y más de la mitad del
territorio nacional, “vendido” por
Santana y un país fragmentado
en entidades micro históricas de
variopinto linaje y destello. O sea
no todo mito es real ni la realidad
mitológica.
Entonces, ¿hay motivos serios
para celebrar, conmemorar o re-
flexionar sobre esta fecha en este
año? Hay regiones de ingober-
nabilidad cañonas. Para no ir tan
lejos a Chihuahua, Nuevo León,
Tamaulipas, Sinaloa, Durango,
Michoacán; donde la violencia es
el ave de mal agüero cotidiano, se
realizan narco bloqueos, asesi-
nan a un candidato a gobernador,
colocan carros-bomba, y hace un
año, el mero 15 de septiembre,
Ilustración: Carlos Ortiz
estallaron granadas en la plaza de
Morelia durante el festejo de la
independencia. Me pregunto y les
pregunto ¿Quién en su sano juicio
después de las diez de la noche
sale a comer tacos en Ciudad
Altamirano?
¿A doscientos años de inde-
pendencia, tenemos un gobierno
digno o sólo poseemos un go-
bierno que no ha sabido conducir
a la nación y se la ha entregado
en bandeja de plata al crimen
organizado del Banco Mundial y
del Pentágono, y cuyos tentáculos
ejecutores, son los cárteles de la
delincuencia política organiza-
da que encuentra tierra fértil en
un país asolado por el hambre,
corrupción, falta de liderazgo y
conducción, desorden financie-
ro, y a una sociedad alienada y
propicia a toda clase de estímulos,
vengan de donde vengan, inclu-
yendo el paquete en el alza de la
canasta básica, el incremento a la
gasolina que ahora está más cara
que la cocaína?.
Y la planta productiva quebra-
da, vendida, rentada o regalada al
extranjerismo ramplón de siem-
pre. Y los salarios, bien gracias,
igual que hace una década. Sube
todo menos el salario en demerito
de la capacidad adquisitiva de los
mexicanos y por supuesto de la
nula calidad de vida. A menos que
alguien de aquí sea ministro de la
corte, senador, diputado, conseje-
ro electoral, etc. Ah pero nos e di-
gan los impuestos. Pagamos más
que los súbditos ingleses del siglo
XVII a reyes, condes y ducados
Hablar del Bicentenario fallido
Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
es una obligación de cada mexica-
no, porque no sólo la economía se
ha degradado, sino las propias ins-
tituciones que le han costado tanto
al país, hoy están al servicio de los
más ricos. Como en la época de
Don Porfirio. Yo desciendo de una
familia porfirista por línea materna
y sé muy bien lo que es eso. Un
simple ejemplo, los ministros de
la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, ganan en un mes lo que un
obrero gana en años. Y pese a ello,
sus fallos a veces son contrarios
al sentido común, beneficiando a
los poderosos. El caso del SME, es
patético y aleccionador. También
Cananea, ejemplo iconográfico
de la historia de la revolución,
cien años después de la masacre
de obreros en 1906, hoy la mina
de Cananea, es asaltada por la
Secretaría del Trabajo y Previsión
Social, violentados los derechos de
los trabajadores. ¿Entonces cómo
vamos a conmemorar esta fecha
simbólica que nos lleva a recordar
hechos que impulsaron el movi-
miento armado de 1910, cuando
cien años después sucede lo mis-
mo, en el mismo lugar pero sin la
misma gente y con Juan Gabriel?
¿Qué hacer ante la impunidad
desmedida, la desnacionalización
de la riqueza de México? La ago-
nía de los partidos de estado, el
cinismo cruel de potentados y me-
dios de comunicación, de políticos
corruptos, de banqueros insacia-
bles en un país que se desmorona
bajo el flagelo del crimen organi-
zado y la corrupción en todos los
órdenes de la vida política, social,
económica y cultural del país?
7
Y si se quiere honrar a los
prohombres y mujeres que con su
pensamiento y acción buscaron
los caminos de la justicia social,
habría que reflexionarlo muy bien
y valorar cada una de sus accio-
nes. Identidad y memoria histórica
van de la mano, También cono-
cimiento para discernir y disentir
entre un embute y la realidad.
En todos los Méxicos que hay en
México, planea gracias al go-
bierno actual, robarle el futuro a
las nuevas generaciones con una
memoria inconclusa, traicionada,
dividida y manipulado, de acurdo
a sus intereses. La dejadez de la
Comisión y del gobierno Federal,
tienen en el precipicio histórico al
pueblo de México. Reencauzar la
memoria histórica y la identidad
nacional en la pluralidad, la di-
versidad y sin exclusión de nadie,
es un reto que tenemos como
sociedad.
Habrá que emprender una
cruzada por la patria y reactivar el
motor de México, así de simple,
porque de lo contrario, los buitres
que desde el siglo XVII le han
echado el ojo al país, se cier-
nen sobre el cielo de México. Y
como mexicanos, salir a la calle
a preguntar y preguntarnos sobre
las soluciones más adecuadas para
esta crisis en todos los órdenes
que padecemos los mexicanos.
Tenemos un pasado glorioso,
una historia única y un potencial
humano capaz de revertir este
camino equivocado.
Nosotros los de hoy, tene-
mos la palabra para ustedes del
mañana, que habrán de habrán
de evaluar nuestra complicidad,
silencio o rebeldía e insurgencia,
ante la oprobiosa realidad de
aceptar sin remilgos el fraude con
este anodino Bicentenario. Plaga-
do de mentiras, deslices, opacida-
des y desdén de una clase política
ignorante y cínica de la identidad
cultural de los mexicanos, y de
la memoria histórica como motor
simbólico de transformación,
permanencia y cambio.
 8 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
e l 24 de agosto de
1821 se firmaba
en la ciudad de
Córdoba, Veracruz,
el tratado en el cual
se reconocía la
independencia de la
Nueva España. Quienes signaron
aquel documento de primer orden
fueron: Juan de O´Donojú, último
jefe político de la Nueva España,
y Agustín de Iturbide, comandante
del Ejército Trigarante. Lo que
ocurrió casi 21 años antes tiene
valía como eslabón de una cadena
de sublevaciones. De este modo,
11 años nos faltan para hablar
de un Bicentenario como tal, un
Bicentenario que, de aceptarse,
no contaría con la figura hecha y
rehecha de Miguel Hidalgo a la
cabeza de sus huestes vengadoras;
tendría en cambio la visión del
Ejército Trigarante, con Agustín
de Iturbide –caballero tildado
de papanatas por la mayoría– a
la cabeza, ora firmando el docu-
mento libertario, ora soñando con
su próximo imperio. Resulta que
ninguno de nosotros elige a los
padres que tiene, simplemente nos
tocan.
Si quisiéramos blandir en
nuestros patrióticos pechos la he-
rencia de aquel padre sin mácula
que, a decir de los inventores de
A cerca de las
celebraciones y el luto
la historia, fue Miguel Hidalgo,
habría que recurrir a nuestra rea-
lidad inmediata como hijos de los
siglos XX y XXI mexicanos, para
corroborar que el heroísmo, el
coraje y la dignidad no se heredan
y si se dan, son los propios hijos
de la patria los que los juzgan y
los desmayan con la indiferencia,
la estupidez y la quimera de la es-
tabilidad. ¿Ejemplos? En los años
setenta, las noticias que se daban
en toda la república acerca de los
movimientos armados, caracteri-
zaban a éstos como terroristas y
cuatreros, justo como a principios
del siglo XX se caracterizaba a
los Magonistas, los Zapatistas y
los Villistas, y la “gente de bien”
lo admitía. La memoria del 68 ha
devenido en bandidaje porque no
tiene asidero en la sociedad civil
y estando a merced de pocos se
torna voluble. Las muertas de Juá-
rez son un escupitajo al silencio
de la sociedad imbécil que ni se
inmutó, sólo siguió frente al tele-
visor disfrutando de esa película
de horror que transcurría en forma
de noticiero todas las noches,
puntualmente y muy lejos. Los
caídos en la frontera, incontables,
a merced de cazadores impunes.
Los niños de las alcantarillas
y de las calles en el DF, asesina-
dos por un gobierno capitalino
que de esta manera erradica la
miseria. La cantidad de gente
asaltada, abusada, la cantidad
de tristeza y de desbordes. La
cantidad de centroamericano que
cruzan esta patria hermana para
llegar a Estados Unidos sobre
advertencia, porque en esta patria
hermana los mexicanos violan a
las centroamericanas, los mexica-
nos asaltan a los centroamerica-
nos, los mexicanos asesinan a los
centroamericanos.
Nuestra patria es sucia; al paso
de los días los versos del poeta
Sergio Witz –denunciado por es-
cribir lo necesario– resuenan con
vigencia imperiosa. “Yo/ me seco
Renato Rueda
el orín con la bandera/ de mi país,/
ese trapo sobre el que se acuestan/
los perros […]”. Ese trapo sobre
el que juran y se envuelven rego-
cijadamente como si no tuviéra-
mos que estar de luto. ¿Qué padre
nos va mejor? ¿Un cura sedicioso
o un emperador papanatas?
Absténgase de dar gritos de
independencia falsa, olvídese de
andar con la cara pintarrajeada si
es que tiene dignidad y si la tiene,
ocúpela para no volver a olvidar
esta instantánea que debería ser
eterna: el 5 de junio de 2009, en
Hermosillo, Sonora, México,
murieron quienes no tenían por
qué morir: 49 niños. Murieron en
territorio mexicano. Murieron, y
su muerte nos incumbe a todos,
porque los responsables directos
o indirectos hasta el día de hoy no
han sido castigados, y esa es una
de las características principales
de nuestra historia. Lo único que
podríamos celebrar es que esta-
mos vivos.

a propósito de los
festejos del bi-
centenario de la
Independencia y
el centenario de la
Revolución, mucho
se ha escrito para criticar, denostar
y vilipendiar (poco en realidad
para ensalzar) el programa del
gobierno federal para conmemo-
rar estas fechas; significativas,
sí, para recordar y celebrar, pero
sobre todo que deberían servir-
nos para reflexionar acerca de la
nación que somos, cómo hemos
llegado a serlo y qué queremos ser
en el futuro.
También han aparecido mu-
chas novelas sobre personajes his-
tóricos que buscan “humanizar” a
los próceres nacionales, bajarlos
del pedestal y mostrar una faceta
alejada de la estampita y los libros
de texto. Otros volúmenes hay
que se preocupan por hacer una
revisión de la historia oficial,
tratando de equilibrar los hechos,
los mitos y las mentiras. Entre
estas obras destacan varias, tales
como Arma la historia. La nación
mexicana a través de dos siglos,
coordinado por Enrique Flores-
cano, (Grijalbo, 2009); Contra la
historia oficial, de José Antonio
Crespo (Debate, 2009); La culpa
de México. La invención de un
país entre dos guerras, de Pedro
Ángel Palou (Norma, 2009);
Mitos de la historia mexicana: de
Hidalgo a Zedillo, de Alejandro
Rosas (Planeta, 2006); Las menti-
ras de mis maestros, de Luis Gon-
zález de Alba (Cal y Arena, 2002),
El Gatuperio. Omisiones, mitos y
mentiras de la historia oficial, de
Juan Miguel de Mora (Siglo XXI,
1993), e incluso, la Nueva Histo-
ria Mínima de México (El Colegio
de México, 2004).
Sin embargo, poca atención se
le ha dado en el medio cultural (y
no se diga en los medios masivos
de comunicación) a un libro que
está llamado a convertirse en
el sucesor de El laberinto de la
soledad, de Octavio Paz, como
referencia para entender lo que
somos los mexicanos a principios
del nuevo milenio. Se titula La
increíble hazaña de ser mexicano,
de Heriberto Yépez. Quizá este
desaire se deba a la poco afortuna-
da portada, e incluso al subtítulo,
que intenta jugar con el formato
de los llamados “libros de autoa-
Para dejar de ser
mexicanos
yuda” (“Una obra de superación
nacional para reír y pensar”, ocu-
rrencia debida, quizá, a los genios
mercadólogos de la editorial).O,
a lo mejor, simplemente se deba
a que su contenido es sumamente
incómodo de aceptar para cual-
quier persona que en sus docu-
mentos de identidad aparezca la
“mexicana” como nacionalidad.
En efecto. Yépez es un es-
critor, filósofo y psicoterapeuta
avecindado en Tijuana. Desde ahí
ha tenido la oportunidad de avis-
tar lo mejor y lo peor de México
y Estados Unidos; ha disecciona-
do lo mejor y lo peor de ambos
países, las taras y monstruos en
los dos lados de la frontera. Por
ejemplo, en El imperio de la
neomemoria (Almadía, 2007) –
por mencionar un volumen de su
Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
Guillermo Vega Zaragoza
amplia bibliografía, que abarca la
novela, la poesía, el ensayo y la
traducción– diseccionó el sistema
de recuerdos colectivos que le ha
permitido mantener la ilusión de
unidad a una nación de migrantes
como los Estados Unidos. Ahora,
en La hazaña… se dio a la tarea
de analizar la psicohistoria de
una nación que se resquebraja
por su propia inercia: la inercia
de persistir en ser lo que, desde
el poder, le han dicho que debe
ser “el mexicano”, porque “como
México no hay dos” (afortunada-
mente), y “qué le vamos a hacer,
así somos y ni modo, compadre”.
En efecto, Yépez adopta,
irónicamente y como instrumento
para acercar al lector, la forma del
“manual de superación perso-
nal”. Pero sólo en apariencia.
9
Muy pronto apela directamente
a su interlocutor y lo increpa, sin
concesiones: “No estoy aquí para
agradar a nadie… Si deseas una
recomendación amistosa, no pier-
das tu tiempo tratando de huir de
lo que ya es evidente: el mexicano
es la causa principal de su propia
miseria. Él mismo es quien a cada
instante reinstala en su ser el
aparato autoritario (destartalado)
que lo mantiene insatisfecho y
miserable”.
El autor no deja títere con
cabeza. Uno a uno va destazando
los “misterios del alma mexica-
na”, ésos a los que apelan con
tanto entusiasmo los políticos y
locutores de televisión: que somos
“la raza del maíz”; que somos
sufridores y aguantadores; que
respetamos a la madrecita santa y
somos bien desmadrosos; que le
tenemos miedo al cambio, pero
somos bien querendones; que de
todo nos reímos, pero somos bien
pendejos; que le rendimos culto
a la máscara, al Santo y a Pedro
Infante; que privilegiamos la falta
de lógica y sentido común para
hacer las cosas; que nos persiguen
las tragedias históricas; que no
sabemos el origen de la violencia
y la inseguridad, y que no hemos
podido erradicar al priísta que
todos llevamos dentro y que es el
germen del sistema autoritario que
aún nos gobierna.
“La miseria económica y la
descomposición social se extien-
den con celeridad; el retraso de
todas nuestras estructuras se ha
hecho evidente para todos. Inda-
gar exactamente a qué se debe la
decadencia de nuestra sociedad
es nuestro problema más urgen-
te”, alerta Yépez, y nos muestra el
resultado y síntesis de su paulatina
investigación a través de la psico-
terapia, la sociología, la antropo-
logía, la literatura, la filosofía y la
vida cotidiana.
En principio, el “viejo mexi-
cano”, como lo llama Yépez, es
un ser escindido, que
pág. 10
10 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
Para dejar de ser mexicanos
vive atado al pasado en lugar de
vivir en el presente; que tiene
miedo de cambiar porque le han
dicho que todo aquel que busca
el cambio, que busca sobresalir,
no puede ser bueno; que es me-
jor ser pobre y puro que exitoso
e impuro (no por nada el perso-
naje mexicano por antonomasia
es un luchador enmascarado que
se llama El Santo). Este tipo de
mexicano que somos actual-
mente es producto de los setenta
años de dominio del PRI. Desde
luego, los orígenes se encuentran
en las raíces de nuestra naciona-
lidad: el encuentro entre euro-
peos e indígenas americanos.
Yépez no se retrasa en re-
visar las obras de otros autores
que han analizado ese algo
que se ha dado en llamar “la
filosofía de lo mexicano”, desde
Samuel Ramos hasta Roger
Bartra, pasando desde luego por
Paz, pero detrás de sus agudas
observaciones y reflexiones
está presente la crítica a esas
visiones estáticas y ya poco
útiles acerca del “ser del mexi-
cano”. Además, a diferencia de
todas esas obras filosóficas o
antropológicas que solamente
viene de la 9
se dedican a describir y criticar
nuestra forma de ser pero sin
aportar soluciones, el libro de
Yépez plantea puntos específi-
cos sobre los cuales el mexica-
no, si quiere dejar de serlo, debe
empezar a trabajar de inmediato
para modificar su realidad. El
primer paso: aceptar voluntaria-
mente su autoaniquilación. Es
decir, emprender un verdadero
cambio de valores y creencias
para convertirse en un “nuevo
mexicano”, “posmexicano” o
metamexicano”, como quiera
llamársele. Yépez pone el dedo
en las llagas más lacerantes: la
solución pasa, inevitablemente,
por la educación y la autocrí-
tica, por el dejar de echarle la
culpa a los demás (al gobierno,
a los políticos, a los partidos, a
los gringos, a la globalización,
al vecino, a Dios… a lo que
sea, pero nunca a uno mismo)
y emprender un proceso de
renovación auténtica, que es
posible, pero que va a costar
mucho trabajo.
Yépez se lanza aún más
allá de lo planteado por José
Vasconcelos (no por casualidad
al mismo tiempo han apareci-
do tres conferencias dictadas
por el autor de Ulises criollo
en Estados Unidos en 1926,
traducidas por el propio Yépez
y publicadas por Almadía bajo
el título de La otra raza cósmi-
ca). Afirma: “Lo que el nuevo
mexicano profundo desea es
inventar una civilización sin
fronteras. La primera civili-
zación continental. Lo que el
nuevo mexicano desea es ser el
primer hombre continental ame-
ricano. Para hacerlo, necesita
hacer una seria labor autocrí-
tica en que localizará todos sus
rasgos rígidos que no obedecen
a los desafíos del presente sino
a las inercias heredadas, que
no siguen a las percepciones
de la realidad actual sino a
los sentimientos acumulados.
Abandonará todo aquello que
es memoria por aquello que es
ahora”.
Se puede estar o no de
acuerdo con lo planteado y
propuesto por Yépez, pero no
se puede permanecer impasible
ante su exigencia de reflexión y
autocrítica. No es agradable la
lectura de este libro y al mismo
tiempo no deja de ser fascinan-
te. Aquel que no se sienta aludi-
do en un 99 por ciento se deberá
a que es noruego o birmano, o
simple y sencillamente a que
no quiere reconocer que la raíz
de nuestros problemas somos
nosotros mismos, y que la única
forma de resolverlos es dejando
de ser mexicanos —“mexica-
nos” como lo entendemos hasta
ahora— y convertirnos en un
nuevo tipo de mexicano, en el
“nuevo mexicano”.
No exagero cuando digo que
tanto el autor como la editorial
deberían renunciar a sus ganan-
cias y aceptar la distribución
masiva de este libro por todos
los medios posibles para hacerlo
llegar a todo aquel habitante de
este país que sepa leer. En lugar
de andar enviando banderitas
y organizando espectáculos
derrochadores, deberíamos
armar una pira gigantesca donde
inmolemos nuestros miedos,
nuestras taras y nuestras culpas
y resurjamos del fuego como
una nueva raza, más íntegra y
valiente, más justa y tolerante;
en suma, que viva el hoy y sea
feliz. Habrá que ver si tenemos
las agallas de lograrlo.

a la vuelta de la
esquina están los
festejos por el Bicen-
tenario del inicio de
la Independencia,
y aunque todos los
mexicanos sabemos muy bien
cómo festejar, aquí le dejamos
unas sugerencias para que no le
falte nada a la pachanga:
1) Ponga a su vieja a cocinar
pozole, pambazos, flautas, chiles
en nogada, mole poblano, enchila-
das, tostadas de pata y cualquier
otra delicia que pueda recordarle,
a fuerza de masticar, la bella tierra
en que le tocó nacer. Si su vieja
no tiene sazón o es de las que no
saben hacer ni un huevo estrella-
do, compre la comida, que sin ella
es imposible festejar.
2) Búrlese de la Ley Seca.
Que nadie se crea con el derecho
de prohibirle, o siquiera sugerirle,
que no festeje a su Méxicolindoy-
querido con un buen pomo. Haga
su guardadito con anticipación y
acuda al Gallito de su preferencia.
¿Un cartón de chelas? ¿Un buen
tequila? ¿Torres? ¿Un bacachito?
Lleve lo que quiera o pa´lo que
le alcance, pero no se limite: la
patria lo merece.
3) Antes de los benditos días
de asueto –si le tocan– hágase
más pendejo de lo habitual en su
trabajo. No, no es desidia ni vale-
madrismo. Lo que sucede es que
debe irse preparando física y psi-
cológicamente para las jornadas
de exhaustiva hueva que tendrá
que echar mientras recuerda a
los Héroesquenosdieronpatria.
Sepa que pasar bruscamente de
la intensa actividad al desparrame
total puede provocarle un proble-
ma cardiaco. Tómelo con calma y
prepare el cuerpo.
4) Acuda a la esquina más
cercana y compre con el primer
ambulante que se encuentre, lo
siguiente: una banderota –made in
China– para colgar en la venta-
na más grande de su casa; dos
o tres banderitas de las que se
pegan en los carros –si no tiene
carro, no hay pedo: las puede
pegar en otro lado–; una peluca
tricolor de peluche auténtico para
el escuincle más moquiento de su
hogar; moños, aretes, broches y
Guía práctica para
festejar a la patria
Laura Zúñiga Orta
cualquier otra femenina chuchería
con motivos patrios; un chal ver-
deblancoyrojo para su ñora. No
se le olvide un sombrero gigante
y bien pintado, para usted.
5) Combine. Haga a su gusto
y conveniencia la mezcla de los
puntos anteriores. Usted no es
buen mexicano si no celebra a
su Suavepatria con harta comida,
harto chupe y harta, hartísima
hueva. Y si usted no es buen
mexicano debe preferir la muerte
antes que seguir pisando esta
patriaimpecableydiamantina que,
evidentemente, no se merece.
6) Organice “la ida al grito”
–que este año promete alcanzar
dimensiones épicas–: llame a sus
vecinos, primos, compadres y a
todos los mexicanos bien nacidos
que conozca; pónganse de acuer-
do y vayan a la plaza cívica de su
ciudad.
Para acudir a tan bonita
ceremonia hay que abrigar a los
peques de la casa, pedirle a la
señora que se peine tantito y aco-
modar estratégicamente una tella
en la chamarra: segurito la va a
necesitar. Es importantísimo llegar
a la plaza antes de que el sol se
oculte, para contratar a un destaca-
do artista del pincel que por treinta
o cincuenta varos le dejará la jeta
embarrada de pintura para payaso:
le dibujará una gallina famélica
devorando una lombriz, pero todos
le dirán que está bien chida.
Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
7) Disfrute la ceremonia.
Abrace a su familia y arrímele el
camarón a la vecina, que es día
de hermandad y buena volun-
tad entre mexicanos. Escuche
atentamente las palabras de la
autoridá y prepárese para gritar
“¡Viva!” cada vez que escuche el
nombre de un prócerdelapatria.
“¡Hidalgo! ¡Allende! ¡Guerrero!
¡Acapulco! ¡Te arrimo! ¡Me pres-
tas! ¡A huevo!”.
Saque discretamente la tella
de su chamarra y empine el
codo hasta que se termine. Si se
siente muy, pero muy patriótico,
comparta sus babas con el com-
padre. Cuando se haya cansado
de gritar dé un familiar paseo por
la plaza cívica y trague garna-
chas, no importa que en la casa
tenga más, total, ya habrá tiempo
para la diarrea.
8) Regrese a su hogar y siga
tragando. Chupando también,
lógicamente. Póngase hasta la
madre con todo aquel buen mexi-
cano que esté en su sacrosanto
y patriótico domicilio. Mande
a sus hijos a dormir –previo
mandarriazo–, miéntele la madre
a su mujer porque se le acabó el
chupe, y vomité en la sala todo lo
que se tragó.
9) Despierte al otro día sin
saber qué pedo. Deduzca, por
las manchotas de vómito seco en
sillones y ropa, que se le fueron
las copas. Arrepiéntase y métase
11
a bañar. Almuerce con la familia
y cúrese la cruda. Salgan todos
a pasar el resto de la mañana en
el centro histórico y participe en
el desmadre colectivo. Consienta
a sus hijos, a su ñora y a usted
mismo con una lata de espuma per
cápita y arroje el contenido a quien
se le atraviese. Que le valga madre
si ve gente caminando con cara de
no quererse meter en pedos. Por
pinches antipatrióticos, aviénteles
en la meritita jeta el contenido com-
pleto de su lata de espuma color
rosa teibolera. Si se le acaba la es-
puma, no hay pedo: tire el recipien-
te vacío a la calle –o aviénteselo
a uno más pendejo que usted– y
vaya a comprar más, al fin que
es casi seguro que no encontrará
policía que se lo impida. Cuando
se canse de chingar o se le acabe
el varo, contemple su obra: el piso
batido, las paredes pintarrajeadas
como en congal de mala muerte y
una recua de patriotas que siguen
festejando a la nación. Siéntase or-
gulloso. Concluya su participación
con un ruidoso gargajo.
11) Regrese a su casa para
el recalentado. Trague sin culpa
pues estará hambreadísimo
después de todo lo que vomitó.
Échese como león marino en pla-
ya a contemplar la televisión. Una
chelita bien muerta no le caería
nada mal.
12) Siéntase sinceramente
sorprendido y condene con mo-
vimientos de cabeza y mentadas
de madre lo que ha sucedido en el
país durante las jornadas patrias.
¿Otros levantados? ¿Más muer-
tos? ¿Un alcalde menos? ¿De
verdad somos Colombia? Exija
a las autoridades cumplir con su
trabajo y proponga a la familia
rezar para conseguir el favor divi-
no. Mire con morbo las imágenes
en televisión: “pinches ojetes, no
merecen ser mexicanos”, mascu-
lle cuando lo amerite la ocasión.
En cuanto le duelan las nalgas de
estar sentado, échese la última
chela, váyase a la cama y proteja
el amor que usted y su familia le
guardan a la patria con la sabia
e intensa frase: “¡Viva México
cabrones!”. Duerma como bendito,
que mañana, si Dios presta licen-
cia, será otro día.
12 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010

Ya se supo: Jelife
padece acrofobia...

El presidente más pequeño del mundo recibe de manos

de un espigado cadete, la banderita que utilizará en la
ceremonia del grito en el Zócalo del DF...

John Edwards Te-

pozantle, nacido
en Tlapehuala
pero avecinda-
do en Louisiana
–esquina con
Michigan– en la
colonia Bondojo
del DF; inflamado
de fervor patrio
por las fiestas del
Bicente-Nario,
sacó de su silla de ruedas a su abuelito para disfrazarlo de “padre de la
patria” y posar con él para la lente de La Vida en Brama.
Lamentablemente, John siempre ha sido un chico que da problemas...
 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010 13

Los hombres y los gobiernos

deben obrar lo mejor que puedan.
No existe una certeza absoluta
De principios y
sobre cuál sea el mejor modo de
obrar, pero contamos con la sufi-
ciente seguridad para los fines de
la vida humana.
celebraciones
Geovani de la Rosa Peña
John Stuart Mill

e n estos días de
algarabía ante la
celebración de
doscientos años
de independencia
y cien años de la
Revolución Mexicana sería sano
el incremento de la violencia y
del comercio informal.
Una década de democracia
en la que la clase política no ha
puesto interés en gobernar de
una nueva manera. El gobier-
no federal se obsesionó con su
dos federales o en las locales: al
político no le importa si la par-
ticipación electoral esde treinta
por ciento, sólo quiere acceder al
poder con una acta electoral que
lo respalde legalmente pero sin
un buen índice de legitimidad.
los poderes estatales no hace
más que alentar a la barbarie, a
la violencia.
La mejor forma de celebrar
es debatiendo ideas, dando
cabida al conocimiento, imponer
el imperio de la ley y no el de
preguntar si se han materializa- combate (guerra) al narcotráfi- Además de celebrar, la clase la violencia policiaca-militar
do los fines de esos dos procesos co, que primero atemorizó a la política, los intelectuales y la so- alentada por el gobierno de Cal-
que cambiaron radicalmente el sociedad por tantos muertos y ciedad deben crear espacios para derón, ser tolerantes con los que
curso de nuestra nación. terminó por acostumbrarse, bajo el debate de los argumentos, las no piensan, no creen, no son,
El gobierno federal ha deci- una perspectiva pesimista, a esa ideas, los principios por los que ni actúan como uno, diseñando
dido celebrar y renacer el espí- realidad. Los gobiernos locales se realizaron acciones indepen- estructuras que promuevan la
ritu nacional con una campaña autoritarios que reproducen dentistas y revolucionarias. El igual política y social, que el Es-
de marketing basada en espots el cacicazgo y el clientelismo conservadurismo se vuelve a tado cumpla verdaderamente su
televisivos, fiestas efímeras con de forma descarada y cuando colar en la arena pública con función de ofrecer a la sociedad
juegos pirotécnicos y un paque- realizan acciones ilegales no el fin de imponer acciones que las herramientas básicas para
te con el escudo nacional y las son castigados (Mario Marín en disminuyan las libertades. El salir del atraso, del hambre, del
letras del himno que entregan Puebla, Ulises Ruiz en Oaxaca, Estado laico es enfrentado por analfabetismo, de la ignorancia.
los militares a la gente. No se Fidel Herrera en Veracruz, etc.). personas que no entienden que Esos eran los principios
pueden criticar tales acciones, Todo se trata de una partido- las instituciones públicas son un promovidos en la Independencia
pero qué hay sobre las obli- cracia que genera desafección asunto civil y no religioso, que y en la Revolución con el fin
gaciones intrínsecas que debe (apatía) ciudadana hacia las atentan contra garantías indivi- último de construir una nación
cumplir el Estado con su pobla- elecciones, principalmente en duales y que su forma de criticar culta, justa y legítima.
ción: la otorgación de servicios las que se eligen nuevos diputa- las decisiones que se toman en
que mejoren la calidad de vida geova_delarosa@hotmail.com
de las personas.
Cinismo y falta de perspecti-
va definen a los gobernantes de
la nación. Piensan celebrar con
gritos y campanazos cuando la
mitad de la sociedad mexicana
está sumida en la pobreza, sin
recibir servicios de calidad,
usufructuada por un mercado
monopólico y sin estructuras de
educación que generen producti-
vidad humana.
¿Dónde quedan los princi-
pios básicos del constituciona-
lismo revolucionario? El campo
con un programa caduco y re-
gresivo del que se benefician los
caciques locales y que no satis-
face la demanda interna de pro-
ductos agrícolas. Las ciudades
colapsadas por el erróneo diseño
de infraestructura, envueltas en
Ilustración: Carlos Ortiz
 14 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010
El legado de Morelos
d
e niño iba con mi
familia a la Macro
Plaza para dar el gri-
to de Independencia.
Disfrutaba el olor
a pólvora quemada
y ver a tanta gente
reunida en aquél lugar para gritar
el “viva México”. Lo único que
sabía de los héroes de la indepen-
dencia era que aparecían en los
billetes y que eran los padres de la
patria, hasta que un día un amigo
al que le gustaba mucho la histo-
ria de México me habló de ellos y
de los Sentimientos de la Nación.
Mi amigo me contó que el 16 de
septiembre de 1810 comenzó la
lucha por la independencia de
México, en la iglesia de Dolores,
encabezada por Miguel Hidalgo;
pero en aquellos tiempos las cosas
no eran como ahora. Los sistemas
de comunicación eran más lentos.
Ahora, por ejemplo, llevamos en
los teléfonos celulares toda la in-
formación que deseamos: agenda,
números telefónicos, música e In-
ternet. Y desde nuestro celular de
última generación podemos ente-
rarnos de las noticias más recien-
tes sucedidas en Timbuctú, Tokio,
Nueva York, Celaya o Yucatán
con solo apretar unos cuantos bo-
tones. Pero en la época de la Inde-
pendencia esto no era así; por eso
tuvieron que pasar varias semanas
para que un padrecito que oficiaba
misa en una iglesia de Carácuaro,
Michoacán, se enterara de que su
muy querido y admirado maestro
de escuela, don Miguel Hidalgo,
había dado inicio a la rebelión
de independencia. Este padrecito
era José María Morelos, y había
estudiado la carrera eclesiástica, a
los treinta y dos años, en el Cole-
gio de San Nicolás, en Valladolid,
bajo la dirección del cura Hidalgo,
que había sido entonces rector del
colegio.
José María Morelos y Pavón
nació en 1765 en la ciudad de
Valladolid de Michoacán, actual-
mente conocida como Morelia. Su
padre era carpintero y su madre
era hija de un maestro de escuela.
Cuentan por ahí que Morelos pro-
cedía de una de las castas de indio
y de negro, aunque él decía que
era español. A Morelos le gustaba
mucho la gramática, la estudiaba
de manera autodidacta, y por
aprender más sobre esta materia
ingresó a estudiar para sacerdote.
Bueno, pero lo que yo les
quería contar no era eso, sino que
cuando Morelos se enteró de la
rebelión que comandaba Miguel
Hidalgo, de inmediato se fue a
Charo, una población cercana
a Valladolid, para entrevistarse
con él, y ahí aceptó de Hidalgo la
encomienda de levantar la revolu-
ción en el sur.
Morelos regresó a su pa-
rroquia y reunió a veinticinco
hombres, a los cuales armó con
escopetas y lanzas. Aunque no
tenía formación militar, tuvo rápi-
dos progresos, pues en poco más
de un mes se había apoderado de
toda la costa del sur, y no encon-
traba resistencia en ninguna parte.
Morelos logró vencer con fuerzas
inferiores a los ejércitos realistas.
El padrecito resultó ser muy buen
estratega militar. Pero más allá de
sus notables campañas y victo-
rias militares, el aporte mayor de
Morelos fue introducir argumen-
tos ideológicos que legitimaran la
Independencia. Morelos no veía
solamente la lucha como un asun-
César Gandara
to de armas o de política. Morelos
buscaba que se realizara un pro-
yecto de construcción y concordia
para todos los habitantes del país,
sin importar la posición social o
el color de la piel.
A principios de 1813, Morelos
tenía el dominio militar desde
Oaxaca hasta Colima; por lo que
en septiembre de ese año reúne en
Chilpancingo, Guerrero, un Con-
greso en el que se declaran rotos
los nexos dominantes de España
sobre México.
Un día antes del Congreso de
Chilpancingo, Morelos tuvo una
reunión con un abogado y poeta,
amigo suyo de todas sus confian-
zas, llamado Andrés Quintana
Roo. Conversaban en el patio
interior de la casa donde se esta-
ban hospedando. Ese día, mientras
percibían el aroma dulzón de las
flores del jardín, Morelos le contó
a su amigo que quería realizar por
escrito una declaración donde se
cimentaran las bases de una nueva
nación independiente, donde se
valoraran las virtudes del saber,
el patriotismo y la caridad; una
nación donde todos pudieran ser
iguales, pues Morelos estaba con-
vencido de que todos procedemos
del mismo origen, sin importar
razas, ni posiciones sociales.
Aquella tarde Morelos le dijo a su
amigo que el color de la cara no
cambia el del corazón, ni el del
pensamiento; quería abolir la escla-
vitud, y que los hijos del labrador
y del albañil, así como los del rico
hacendado, tuvieran el mismo
derecho a la educación. Sería fácil
imaginar a Morelos, sentado en
una silla de bejuco, tomando el
fresco de la tarde con un vaso de
limonada en la mano, diciéndole
a su amigo Quintana Roo que le
gustaría “que todo el que se queje
con justicia, tenga un tribunal que
lo escuche, lo ampare y lo defienda
contra el fuerte y el arbitrario…
que se declare que lo nuestro ya
es nuestro y para nuestros hijos,
que tengan una fe, una causa y una
bandera, bajo la cual todos juremos
morir, antes que verla oprimida,
como lo está ahora”.
Al día siguiente de la conver-
sación, los dos amigos marcharon
a la reunión del Congreso. El se-
cretario de Morelos leyó un “papel
hecho por el señor general” con el
nombre de Sentimientos de la Na-
ción, donde se manifestaban todas
las ideas de lo que tiempo después
daría principios a la Constitución
que actualmente nos rige.
En 1814 Morelos fue captura-
do y conducido a La Ciudadela.
Las autoridades eclesiásticas y
el Tribunal de la Inquisición lo
acusaron de alta traición y de he-
rejía. El 21 de diciembre de 1815
escuchó su sentencia de muerte.
En San Cristóbal Ecatepec fue
ejecutado. Cuatro balas entraron
en su cuerpo, y después le dieron
otros cuatro balazos más para
terminar con su vida.
El legado de los Sentimien-
tos de la Nación sigue estando
vigente. La división de poderes de
nuestro país, la educación prima-
ria gratuita para todos, el derecho
a ser libres y a no ser discrimina-
dos son logros en los que quizás
no reparamos, pero que en buena
medida se los debemos al Siervo
de la Nación, el padrecito aquél
que un día salió de su parroquia,
junto con veinticinco hombres ar-
mados, para luchar por un México
libre e independiente.
 Chilpancingo, Gro., 15 de septiembre de 2010 15

¿Festejamos?
Blanca E. Vázquez Hidalgo

e l festejo del Bicentenario

y Centenario en el 2010 ha
movilizado a intelectua-
les, clase política, grupos
culturales y ciudadanía,
a celebrar las luchas he-
roicas que reclamaban un trato equita-
tivo. Hoy, las generaciones posteriores
continuamos en esa lucha, buscando el
proceso democrático de un país que se
ha visto vulnerado por grupúsculos en el
poder y que se han encargado de crear
figuras épicas para enaltecer el naciona-
lismo mexicano.
Las mujeres, aunque invisibilizadas
por la historia, seguimos pugnando por
la inclusión y la equidad; en la educa-
ción por ejemplo, a mediados de siglo
XVIII prevalecía en la Nueva España la
opinión de que no era necesario impartir
una instrucción a la mujer, y aun cuando
en los conventos de monjas, se admitían
niñas y se les enseñaba a leer y escribir,
completaban su formación con labores
domésticas y fabricación de curiosida-
des, ya que no existía ningún colegio
para el género femenino. A partir de la
tercera década de ése siglo, un grupo de
vascos en respuesta a ese vacío cultural
se unieron en el país, para la creación
de una institución que diese educación y
formación a las mujeres: El Colegio de
las Vizcaínas, teniendo entre sus aulas
a Doña Josefa Ortiz de Domínguez y a
Doña Leona Vicario.
Y es que a pesar de los lemas pre-
sidenciales Únete para poner fin a la
violencia en contra de las mujeres, y la
inclusión de la perspectiva de género en
las políticas públicas, ellas mantienen
un mayor rezago educativo, ya que sus
oportunidades académicas no son las
mismas que para toda la población, a
pesar de las determinaciones jurídicas.
Esperanza Brito de Martí expone que
la población femenina que ingresa a un
grado académico tiene diversos pun-
tos en contra y muchas de ellas tienen
que desertar en los primeros niveles de
educación. “…a partir del nivel me-
dio superior las mujeres tienen menos
posibilidades de participar y permanecer
estudiando, ya sean ellas o sus padres los
que determinen que se capaciten para in-
gresar a trabajar inmediatamente, o bien
para ocuparse de la labores domésticas o
casarse…” (Alonso, 1996: 58)
Recordar los hechos históricos es
importante, revisar lo que ha acontecido
para que se continúe trabajando, por ello
abordar la perspectiva de género es la
continuidad de esas luchas que hoy se
conmemoran, la concepción de su nece-
sidad en todas las políticas, programas y
proyectos; partiendo del supuesto de que
para lograr la equidad entre mujeres y
hombres es imprescindible entender que
lo que afecta a un género le importa al
otro.

María Independencia
Lino Santos

María Independencia de Jesús la libertad soberana en brazos de un

no tenía nada que agradecer a su
bendito padre, que en un pinche
arranque de patriotismo le puso a
cada uno de sus cuatro hijos nom-
bres tan mamilas. A los pobres les
daba pena presentarse ante otras
personas. Mira que llamar a su vás-
tago Insurgente Nepobuceno, a su
segunda hija Corregidora de los Án-
geles, al tercero Pipila del Sagrado
Corazón. María Independencia
tenía más de su primer nombre que
del segundo, a sus treinta y cuatro
años aún seguía viviendo en casa
de su padre, no había terminado
la escuela, y aún no encontraba
trabajo. Se pasaba las mañanas
recostada, y las tardes mirando
televisión. Su madre, cuando ella
tenía escasos cuatro años, encontró
electricista que llegó una tarde para
arreglar una instalación, y terminó
chingando la paz familiar. El padre
un triste y gris abogado de causas
perdidas encontraba en el ron lo
que no había logrado encontrar en
otro lado, y ahí se pasaba los días
bebiendo.
María Independencia, de su se-
gundo nombre tenía sólo la desgra-
cia y la fatalidad. A sus seis años un
cura canijo perpetró su inocencia:
la llevó atrás del atrio y allí levantó
su faldita azul, acaricio su conchi-
ta y beso sus nacientes pechitos.
Manoseada Independencia creció
al amparo de la tristeza, siempre
orillada al olvido y recordada en al-
gunas fechas, como su cumpleaños
y otras celebraciones.

Ilustración: Carlos Ortiz


Un Hombre Bicentenario
para México
que se escriba con Z al principio
y sea el final de este precipicio
Con mi cara de nagual
De nopal sin rasurar
Toy orgulloso que conste sí sí sí
Yo soy la Raza de Bronce
Botellita de Jerez
c
uando los gringos cumplieron
200 años de nación indepen-
diente, en 1976, una revista tuvo
a bien pedirle a Isaac Asimov
escribiera un relato titulado El
Hombre Bicentenario. La geniali-
dad del autor lo llevó a pensar en la condición
humana a través de un robot. No un cyborg,
es decir, no un ser humano con implantes me-
cánicos, aunque aparecen éstos en el cuento,
sino un ser de metal que, de repente, quiso
SER humano a través de acceder a la muerte,
pues sólo muriendo rasgaría la membrana que
lo separaba de sus creadores. Las implicacio-
nes filosóficas y humanistas de la historia son
vastas, sin embargo, lo que aquí interesa es
tomar referencia de la petición y la resolución
de Asimov: Bicentenario y muerte.
¿Cómo podría ser, pues, un hombre
bicentenario a la mecsican curius si, incluso,
nuestra celebración es chafísima? Sí, chafísi-
ma y plagada de idioteces históricas, vaya, de
celebrar los inicios y no las consumaciones
¿Será que a los panistas, casi resignados a no
gobernar más, se les quemaban las habas por
celebrar algo chingón? No sé. En realidad ni
me importa. Creo que es cuestión de chabaca-
nería o, ya de plano, estupidez pura. Nuestra
independencia (si es que eso significa algo),
sucedió el 27 de Septiembre de 1821, cuando
se signó el papelito que decía: órale, cabrones,
háganse bolas, y fue motivada por apetitos
nada “patrióticos”, pues ni patria había.
Así pues ¿cómo sería nuestro hombre
bicentenario? ¿o bicentenaco? Por ahí va la
onda, y sin ánimo racista, sino de condición
mexinaca, pues me adhiero al grito cabrón de
la Botellita de Jerez cuando declara: “¡Si lo
mexicano es naco y lo mexicano es chido en-
tonces verdad de Dios, todo lo naco es chido!
Tons, nuestro Hombre Bicentenaco
debe ser chido y, otra vez, por
condición histórica, incompleto,
inconcluso, fallido, un robot hecho
con desperdicios y bien hijo de la
chingada. Más que buscar la muer-
te debe ser mortífero. Asesino.
Asimov resolvió la voracidad
humana de trascendencia con un
robot: una creación del ingenio
humano que advirtió en la muerte
el único camino a la salvación.
Bueno, nuestro engendro debe
tener una relación tan profunda con
la muerte, pero no buscarla para
trascender, sino trascender otor-
gando la muerte. Se supone, según
Derrida, que la muerte no puede
ser dada, es algo exclusivo de
quien muere. Eso lo sabía Andrew,
el robot de Asimov: sólo muriendo
poseería algo, su propia muerte.
Pero como nuestro medio robot,
medio tirafichas está a medias,
como el país entero, la muerte es
su posesión: dará la muerte.
Un robot asesino, porque el
científico borrachín, refunfuñón y
resentido, artífice de tal monstruo-
sidad, olvidará aplicar las leyes de
la robótica (el huevón no fue a esa
clase) y la dignidad humana será
un estorbo para nuestro Andrés
(pa’ desollar al maravilloso per-
sonaje de Asimov) empeñado en
alcanzar estatuto de mexicano (sí,
así de mal hecho).
Estoy pensando que, por lo me-
nos, el escritor creador de Andrés
se echó un par de libracos además
de los libros de texto gratuito de
la SEP y esto sucederá hasta 2021.
Para ese entonces, el heredero del
Chilpancingo, Gro.
15 de septiembre de 2010
Segunda Epoca
A Bicentenario
c
r
p
u todo es
a l bicentenario
c
o
(ya estamos
w
viejos, ¿no?)
Chapo Guzmán será el presidente vitalicio de
la nación. La narcopolítica exterior de inva-
sión mercantil habrá vuelto locos a los gringos
y la sede del gobierno mexicano estará en Los
Ángeles. Los soldados ya no serán soldados,
serán Zetas y el modelo de buen ciudadano
será aquel que pueda apañársela solito, con
metralletas más chulas que un cuerno de chi-
vo, tecnología mexicana (bueno, todo hecho
en china, pero con lana lavada).
Los derechos humanos serán para las ratas y
no para los humanos. Así pues, Andrés buscará
su humanidad convirtiéndose en el sicario más
efectivo del cártel-nación. Como es artificial, no
puede morir, pero sí matar y desde su “nacimien-
to” no le tendrá asco a meter bala. Su objetivo,
convertirse en El Hombre, no en un hombre, en
El Hombre. Su modelo: las primeras planas de
La Prensa (para ese momento sólo existirá La
Prensa como diario oficial del narco-Imperio).
Andrés se dará cuenta, a pesar del déficit intelec-
tual que le constituye, del poder de la muerte. A
partir de ahí, bueno, es fácil imaginar: al revés de
Andrew, quien desea morir para SER humano,
Andrés matará todo y, por fin, no sólo la nación,
sino el mundo entero, quedará LIBERADO,
INDEPENDIZADO: muerto.
No, creo que no es posible pensar en un
ser tan bello como el de Asimov desde nuestra
realidad social y política. Quise pensar en un
personaje capaz de inflamar los pechos patrio-
tas, pero la patria se nos despedaza. Aguan-
tadores como somos, nos levantaremos el 17
de Septiembre de 2010, con resaca y hartas
deudas; seguiremos hasta el 20 de Noviem-
bre y, seguramente, una peda nos espere para
evadirnos de la burda violencia, emperadora
de México. Quizá alguien me pida escribir
el cuento de un hombre centenario capaz de
cambiar al mundo y, quizá, escriba un cuen-
to… pero, bueno, ya un polaco nos echó la
maldición… ¡México, siempre fiel! El asunto
es ¿a quién le debemos fidelidad?