pertos de otra institucién presentaron su programa de formacién
para la entrevista médica, En este programa utilizaban la grabacién
cn video para que los estudiantes pudieran tener una respuesta direc-
ta acerca cémo llevaban las entrevistas con los pacientes. En un mo-
mento dado, nos mostraron una serie de fragmentos de video en los
que aparecia esa tiltima pregunta hecha por varios estudiantes, en
ferentes entrevistas. En cada fragmento, el estudiante le preguntaba
aun paciente: «;Hay algo més que le gu: Antes de
mostramos esos fragmentos de video, nos asignaron la tarea di
servar qué estaba ocurriendo.
Cuando fbamos por el tercer fragmento de entrevista, tuve que
hacer todo lo posible para evitar caerme al suelo de risa. Para mi sor:
presa, hubo un buen niimero de caras perplejas, aunque algunos ca-
yeron en la cuenta répidamente. Fragmento tras fragmento, siempre
‘ocurria lo mismo, pero era tan obvio que resultaba dificil de ver,
igual que muchas cosas que tenemos justo delante de nuestras nar
ces.
En todos los fragmentos de video, mientras el estudiante decia lo
gue le haban ensefiado a decir para concluir ta entrevista, es decir:
«Hay algo mas que le gustaria contarme?», todos in excep-
cién, negaban con la cabeza de forma perceptible, comunicando de
‘manera no verbal el mensaje: «jNo, por favor, no me cuente nada
més!».
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Cuando empecé a trabajar en el Centro Médico, me dieron tres
largas batas blancas con «Dr. Kabat-Zinn / Departamento de Medi-
ina» perfectamente bordado en el bolsillo. Se han quedado colga-
das detrés de mi puerta durante 15 afios, sin que las haya utilizado.
Para mi, estas batas blancas son un simbolo de lo que precisa-
mente no necesito en mi trabajo. Supongo que son tiles para los
médicos, pues realzan su halo de autoridad y, por consiguient
efecto placebo positivo en sus pacientes, Este halo s
todavia mas si hay un estetoscopio colgando del br
cho, en el éngulo preciso. Llevados por el entusiasmo, los médicos
15 a veces i incluso superar eso y lo Hevan con estu-
diada informalidad alrededor de la nuca y sobre los hombros.
bata
culo. Nunca son suficientes
Pero para trabajar en la Clinica de Reduccién del Estrés,
blanca constituiria un verdadero obs
Jos esfuerzos que hago para devolver a la gente todas las proyec-
ciones que recibo de que soy el «Dr. Relajaciéns, «El St. Equilibra-
do» o el «Sr. Sabiduria y Compasin Personificadas». E! pr
de la reduccién del estrés basada en la atencién plena —y, en rea-
lidad, de la promocién de la salud en su sentido més amplio— es
desafiar y animar a las personas a asumir su propia autoridad, a ha-
cerse més responsables de su vida, su cuerpo y su salud. Me gusta
189enfatizar que toda persona ya es una autoridad a nivel mundial
acerca de si misma, 0 por lo menos podria serlo si empezara a ob-
servar las cosas con atencién plena. Gran parte de la informacién
‘que cada uno necesitamos para aprender sabre nosotros mismos y
nuestra salud —informacién que necesitamos desesperadamente
para ctecer, curarnos y tomar mejores decisiones en la vida— ya
estd a nuestro alcance, ya la tenemos delante de nuestras narices
Lo que necesitamos para poder participar de forma més plena
en nuestra propia salud y bienestar es escuchar con més deteni-
‘miento y confiar en lo que escuchamos; confiar en los mensajes
que proceden de nuestra propia vida, de nuestro cuerpo, de nues-
tra mente y de nuestros sentimientos. Esta sensacién de part
paci6n y de confianza es un ingrediente que con demasiada fre-
‘cuencia no esté presente en la medicina, Es lo que denominamos
emovilizar los recursos internos del paciente» para que se cure 0
para que simplemente sobrelleve mejor las cosas, vea con un poco
mds de claridad, sea un poco més asertivo, haga més pregu
se desenvuelva con mayor habilidad. No se trata de un su:
la asistencia médica experta, sino de un complemento necesario
para la
fario con frecuencia al
ocasiones, iatrogénico.
Desai actitud significa ser los autores de nuestra propia
vida y, por consiguiente, asumir cierto grado de autoridad nosottos
mismos, Requiere que creamos en nosotros mismos, algo que en el
fondo, lamentablemente, muchos de nosotros no hacemos.
ulo, una percepcién errénea de la
inte cuando empezamos a obser-
var nuestro propio cuerpo o la respiracién durante la meditacién.
190,
Rapidamente nos damos cuenta de que incluso nuestro cuerpo es
tun milagro. Realiza hazaitas sorprendentes al instante sin que ten-
gamos que hacer ningtn esfuerzo consciente. Nuestros problemas
de autoestima proceden en gran parte de nuestro pensamiento,
ido por las experiencias del pasado. Sélo vemos nues-
des 0 no llegamos siquiera a reconocerlas. También ocurre que nos
quedamos atascados en las con frecuencia profundas y tod.
abiertas heridas de la infancia y nos olvidamos o nunca descubri
mos que también tenemos cualidades increiblemente valiosas. Las
heridas son importantes, bondad inte-
lad hacia los demas, la sabi-
ro cuerpo y nuestra capacidad para pensar, para sa-
. Y sabemos muy bien qué es qué, mucho mas de lo
embargo, en lugar de ver las cosas de una
solemos persistir en el habito de proyectar en
los estén bien y 6§) nosotros no.
in Jo son nuest
los demas que
Cuando la gente proyecta en mi de este modo
Con todo el sentido comiin que puedo, procuro act
espejo para que se vean reflejadas, con la esperanza de que lle-
‘guen a ver lo que estén haciendo y a comprender que la energia
positiva que proyectan hacia mies en realidad suya. Lo que ven de
positivo es suyo. Es su energia y necesitan conservar lay
valorar su fuente. ;Por qué deberian ceder su poder? Yo ya tengo
bastantes problemas.
[Las personas) se valoran las unas a las otras por lo que tienen,
Y no por lo que son |...|. Nada, salvo ti mismo, podré darte paz
Raveit WaLDo Emeeson, Conia en ti mismo
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