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DEFINICIÓN E HISTORIA.
Aunque la espectrometría de absorción atómica fue utilizada por vez primera como una técnica
analítica, y los principios subyacentes fueron establecidos en la segunda mitad del siglo XIX
por Robert Wilhelm Bunsen y Gustav Robert Kirchhoff, ambos profesores de la Universidad de
Heidelberg, Alemania, la forma moderna fue desarrollada en gran medida durante la década de los
50 por un equipo de químicos de Australia, dirigidos por Alan Walsh.
El analito es una especie química que puede ser identificado y cuantificado, es decir, determinar su
cantidad y concentración en un proceso de medición química.
En óptica, la ley de Beer-Lambert, también conocida como ley de Beer o ley de Beer-Lambert-
Bouguer es una relación empírica que relaciona la absorción de luz con las propiedades del material
atravesado.
La ley de Beer-Lambert relaciona la intensidad de luz entrante en un medio con la intensidad saliente
después de que en dicho medio se produzca absorción. La relación entre ambas intensidades puede
expresarse a través de las siguientes relaciones:
Para líquidos:
𝑰𝟏
= 𝟏𝟎−𝑨
𝑰𝟎
Para gases:
Donde:
es el coeficiente de absorción,
es el coeficiente de absorción:
es el coeficiente de extinción.
En resumen, los electrones de los átomos en el atomizador pueden ser promovidos a orbitales más
altos por un instante mediante la absorción de una cantidad de energía (es decir, luz de una
determinada longitud de onda). Esta cantidad de energía (o longitud de onda) se refiere
específicamente a una transición de electrones en un elemento particular, y en general, cada
longitud de onda corresponde a un solo elemento.
Como la cantidad de energía que se pone en la llama es conocida, y la cantidad restante en el otro
lado (el detector) se puede medir, es posible, a partir de la ley de Beer-Lambert, calcular cuántas de
estas transiciones tienen lugar, y así obtener una señal que es proporcional a la concentración del
elemento que se mide.
La fuente radiante más común para las mediciones de absorción atómica es la lámpara de cátodo
hueco, que consiste en un cilindro relleno con un gas inerte dentro del cual se encuentra un cátodo
(construido del metal a analizar) y un ánodo. Al aplicar un cierto potencial a través de los electrodos
esta fuente emite el espectro atómico del metal del cual está construido el cátodo. Llevar el átomo
a su estado basal (cero).
En la EAA se utilizan atomizadores con y sin llama para producir átomos libres del metal en el haz
de la radiación. El atomizador con llama está compuesto de un nebulizador y un quemador. La
solución de la muestra es convertida primero a un fino aerosol, y luego llevada a la llama que entrega
la energía suficiente para evaporar el solvente y descomponer los compuestos químicos resultantes
en átomos libres en su estado fundamental. Las mezclas de gases más usados para producir la llama
adecuada son: aire/propano, aire/acetileno y óxido nitroso/acetileno. Generalmente, la elección
dependerá de la temperatura requerida para la disociación de los compuestos y de las
características químicas del elemento a determinar.
En los atomizadores sin llama-atomización electrotérmica con horno de grafito el vapor atómico se
genera en un tubo de grafito calentado eléctricamente, en cuyo interior se ubica la muestra. Estos
atomizadores presentan diversas ventajas, como una alta eficiencia en generar vapor atómico,
permite el empleo de pequeños volúmenes de muestra y análisis directo de muestras sólidas.
Como detector, se emplea un fotomultiplicador que produce una corriente eléctrica, la cual es
proporcional a la intensidad de la línea aislada por el monocromador. Un amplificador selectivo
amplifica la señal pasando luego a un dispositivo de lectura que puede ser un voltímetro digital o un
registrador u otros.
Los nebulizadores pueden ser regulados para variar la velocidad de aspiración de la solución
muestra (1–4 ml/min). Estos están hechos de un material resistente a la corrosión.
Diferentes tipos de cabezales son utilizados dependiendo del tipo de llama a emplear. Estos se
construyen de titanio para darle una resistencia al calor y a la corrosión, siendo los más empleados
de 10 cm de ranura simple (llama acetileno/aire), 10 cm de ranura triple para soluciones con alto
contenido de sólidos y cabezal de 5 cm (llama acetileno/óxido nitroso).
La llama debe ser en lo posible transparente, es decir, no debe absorber parte de la radiación
proveniente de la lámpara. En general, la llama debe poseer una lata eficiencia en la producción
de átomos libres y ésta debe evitar que ocurran reacciones del elemento a determinar con
productos de la combustión de los gases empleados o con otros componentes de la muestra. Al
respecto, la temperatura de la llama tiene un cierto grado de importancia, siendo a veces más
valiosas las propiedades reductoras u oxidantes (según relación entre gases
combustible/comburente) de ella. La razón óptima combustible/comburente dependerá:
La llama aire/acetileno es la más empleada, debido a que ofrece para muchos elementos un medio
ambiente y temperatura suficientes para la atomización. La llama es completamente transparente
y solamente muestra autoabsorción bajo los 230 nm.