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NORBERT lECHNER

las sombras del


- a
manan
La dimensión subjetiva de la política

Sabemos poco de la dimensión subjetiva de la política.


La reformulación de los mapas mentales, el manejo de
nuestros miedos, las dificultades de hacer memoria, las
vivencias y los imaginarios del Nosotros, son algunos
nudos que entrelazan subjetividad social y política. Pues
bien, ¿cómo incide la experiencia subjetiva de los
ciudadanos sobre la política? Y a la inversa, ¿nos ayuda
la política a dotar nuestra vida cotidiana de significaciones
compartidas? De las respuestas depende acaso la
democracia, conforme a un mundo en común del cual
todos puedan sentirse partícipes. NORBERT LECHNER

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subjetiva de la política

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NORBERT LECHNER

Las sombras del


mañana
La dimensión subjetiva
de la política
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Introducción

¿Qué tienen que ver mis miedos y anhelos con la política?


Y a la inversa, ¿qué podría yo esperar de la democracia para dar
significación a mis vivencias? Fue tarde que me di cuenta cuán
entrelazadas estaban mis indagaciones sobre la política con mi
biografía personal. En su momento fue la cuestión del orden. Al
plantearla, quena dar cuenta de las vivencias durante la dictadura
pero, sin saberlo, estaba respondiendo a mi experiencia anterior
de desorden. Habiendo nacido en Alemania en vísperas de ]ague-
rra y cambiado varias veces de país, soy sensible a la pérdida de
referentes ordenadores. Al vivir en medio de incertidumbres, los
lazos de pertenencia y arraigo tienden a ser frágiles, Aprendo así,
aunque sea de manera instintiva, que la pregunta por el orden no
alude sólo a un problema institucional-;;-.;,.tructural. Implica, pgr
~-QJ~re todo, las emociones, creencias e imágenes con las que nos.
orientamos en la vida cotidiana.
Es en el movimiento del 68 que descubro que los senti-
mientos no son un asunto encerrado en el ámbito personal. Pero
son los años de plomo bajo Pinochet, los que enseñan cuán im-
bricadas están experiencia subjetiva y orden político. Desde
entonces, creo yo, mi reflexión gira en tomo a la subjetividad
social. Hace años y de manera cada vez más explícita, me dedi-
co a explorar la carga subjetiva de la política. Mi libro sobre
"los palios interiores de la democracia" (Fondo de Cultura Eco-
nómica 1990 y 1995) recoge un conjunto de variaciones sobre
el tema. Y los textos aquí reunidos siguen indagando la relación
de subjetividad y política.

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LOM palabra de la lengua
yámana que significa SOL

© las sombras del mañana la dimensión subjetiva de la política


© LOM edicione-s
Primera edición, septiembre del 2002

Registro de propiedad intelectual N"l26.920


I.S.B.N.: 956-282-474-8

Diseño, Composición y Diagramación:


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Baldomero Femández Moreno 1217
Fono: 5411-44322840
editoresindependientes@hotmail.com

Impreso en Santiago de Chile.

lechntr, Norbert, !939-


Las sombras del mañana: La dimensión subjetiva de la
polftica/ L«hner Norbert ... 1• ed. ··Santiago: LOM
Edidones, 2001.
136 p.; 11,8x2!cm ·(Colección Escafandra)

R.P.l.:l26.920
ISBN: 956-282·474·S

!. Sociologfa Política l. Título. !!. Serie.

Dewey; 321 8 •• cdd 21


Cutter : L459s

Fuente: Agenda Cata!~clfica Chilena


NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

¿Por qué interesa la dimensión subjetiva de la política? a comprenderlo. Y soñamos entonces con estar por encima de
Mi preocupación deriva de una premisa tácita. Si se entiende por esa tensión; no fuera del tiempo, sino pudiendo seleccionar qué
política lo que yo alguna vez llamara "la conflictiva y nunca aca- pasado asumimos y qué futuro nace de cero. Pero no podemos
badaconstrucción del orden deseado", la subjetividad social ofrece escapar al fuego cruzado. Lo que puedo llegar a ser, siemp!e
las motivaciones que alimentan dicho proceso de construcción. lle~ll!_impronta de lo que he llegado a ser. Nosólo_el pasa~o
Ello presupone, sin embargo, que la política contribuya efectiva- ~~ha sombras, también el mañana. Son las ~q_Qe nos inhi-
mente a producir sociedad. Reivindicar el carácter ben a imaginar lo nuevo, otro mundo, una vida difer~
"constructivista" de la política moderna no está de más en una futun:'_-'!1.~~- Podrfa objetarse que no hay nada mejor que ima-
época que tiende a la "naturalización de lo social", En nuestros g];J; otros mundos para olvidar lo doloroso que es el mundo en
días, cunde la sensación que el estado de cosas ex~te_s_erúum que vivimos. Es lo que piensa Baudolino, el personaje de Um-
hecho natural frente al cual no cabrían alternativas. Nos hacen
. -~- ----------------~
berto Eco, antes de comprender que i~_~gin.ando otros mundos
creer que estamos sometidos a una autoridad que no hemos crea- se acaba por cambiar también a este. De tales dificultades y
do. En contra de una sociedad que se niega a reconocer el origen ~afíos tratan los siguientes textos. .
humano de la ley que ella misma insta a obedecer, guarda vigen- La dimensión subjetiva de la política ha recibido poca
cia la lucha de la modernidad por "ser sujeto". De política puede atención de parte de la teoría política contemporánea. Ello re-
hablarse sólo donde el orden es concebido como obra humana. fleja el proceso de des-subjetivación que fomentan las ciencias
Por eso, quiero comenzar la reflexión acerca de una política de sociales hace tiempo. Es notable el contraste con los años se-
subjctivación, oponiéndome al halo de }0 natural" que oculta la
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senta y setenta, cuando las ciencias sociales latinoamericanas
producción social de nuestras fonnas de convivir. contribuyeron a dotar los cambios de inteligibilidad y sentido.
El tiene dos adversarios. El primero lo presiona desde Sus aportes fueron muchas veces erróneos, plagados de premi-
atrás, desde su origen. El segundo le bloquea el camino hacía sas dogmáticas y propuestas ilusorias. Así y todo, entregaron
adelante. Lucha con ambos. En realidad, el primero lo apoya claves que estimularon el debate acerca del rumbo y del sentido
en su lucha contra el segundo, pues lo quiere empujar hacia de dichas transformaciones. Hoy en día, echamos de menos los
delante e, igualmente, el segundo le presta su apoyo en su lu- "mapas mentales" que pennitan dar cuenta del mundo en que
cha contra el primero, ya' que lo proyecta hacia atrás. Pero esto vivimos. Basta con ver cómo cambiaron las coordenadas de
sólo teóricamente es asf. Pues ah{ no están sólo los dos adver- espacio y tiempo y, por ende, ciertos criterios básicos de orien-
sarios, sino el mismo también, ¿y quién conoce sus intenciones? tación. Y ese redimensionamiento afecta, en particular, a la
Siempre suefia que en un m~mento de descuido ~ aunque re- acción política. En el segundo capítulo indico algunas razones
querida una noche más oscura que nunca- pueda evadirse del por las cuales la política ya no es lo que fue. Una de sus trans-
frente de batalla y ser elevado, gracias a su experiencia de lu- formaciones tiene que ver con las claves de interpretación que
cha, a árbitro por encima de los combatientes. penniten al ciudadano estructurar lo real. Criterios como iz-
La parábola de Kafka, que extraigo de un texto de Han- quierda/derecha, reforma/ revolución, estado/sociedad civil eran
nah Arendt (1998), sintetiza el desgarro del hombre entre pasado algunos de esos instrumentos clasificatorios que ayudaban a
y futuro. Por un lado, las experiencias pasadas, sean rutinas iner- interpretar la complejidad de la sociedad. Ahora, un falso "rea-
tes o acontecimientos extraordinarios, nos fijan los objetivos lismo" pretende prescindir de todo "discurso ideológico"(Donde
que ambicionamos. Por el otro, expuestos a un futuro inédito, reina el accionar sabio y fluido de la "mano invisible" del mer-
somos llevados a buscar en el pasado las lecciones que ayuden cado, estarían de sobra las ideas_)Nii interés, por el contrario, es

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LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

refonnular nuestros códigos interpretativos. Es una necesidad podemos recurrir a una tradición consagrada que nombr~ y trans-
tanto para la política que busca trazar la trayectoria del país mite, selecciona y valora aquel pasado que ~<vale la pena"
como para los ciudadanos que buscan su lugar como partícipes preservar. No sólo el futuro, también el pasado está abierto a
de un mundo común. una (re)construcción. Cuando, a invitación de Elisabeth Jelin
Es cierto que prevalecen situaciones de incertidumbre y (2002), me puse a escribir con Pedro Güell sobre las memorias
contingencia. Y la desorientación hace surgir sentimientos de colectivas, queríamos no sólo iluminar los silencios que envuel-
abandono y desamparo. ¿Cómo responde la política? Puesto que ven a la dictadura chilena. La reflexión sobre las políticas de la
un gobierno honesto no puede prometer seguridad y certidumbre memoria en Chile nos permite argumentar dos tesis adiciona-
a los ciudadanos, trata de descargar la angustia acumulada a tra- les. Primero, el hilo que une el pasado- y, por ende, la manera
vés de reiteradas campañas contra la delincuencia. Pero no es el en que construimos las memorias - con el presente y nuestras
peligro sino el sentimiento de vulnerabilidad frente al otro desco- actuales capacidades de enfrentar al futuro. Segundo, el nexo
nocido lo que genera miedo. Algunos miedos responden a hechos que entrelaza la forma en que estructuramos el tiempo soci~l
concretos como la violencia urbana o la amenaza de desempleo. con la forma en que ordenamos nuestra convivencia. El cuarto
Otros son temores difusos que no tienen nombre ni motivo. Hay capítulo pretende mostrar cómo la producción de los horizontes
miedos que no se hablan y miedos que pueden ser conjurados temporales está imbricada con la producción del orden social.
entre todos. Hay quienes temen confesar sus miedos y quienes se Y recordar, a la inversa, que la manera de moldear nuestras for-
apropian de ellos y los manipulan. De ello trata el tercer capítulo. mas de convivir tiene que ver con las temporalidades que nos
A partir de los resultados empíricos que presenta el Informe de orientan. Agrego un pequeño capítulo con algunas ideas que
Desarrollo Humano en Chile de 1998, se pueden descubrir algu- habían quedado en el tintero.
nas de las vivencias que nos a_t_mpan:.__eLmiedo al otro ~-­ Una afinnación deZygmunt Bauman (2001) resume bien
exc!usión social, e!_~~.!_l!Q~_~gi!Q~,m_sj_psentido. Son emociones uno de los dilemas actuales. El incremento de la libertad indivi-
como estas las que condicionan nuestras expectativas acerca de dual, nos dice, tiende a coincidir con un incremento de la
que puede y debe producir un orden democrático. Por eso, digo impotencia colectiva. Hoy en día, el individuo gana un grado de
yo, nombrar los miedos es un ejercicio de democracia. Debemos autonomía inédito al mismo tiempo que la acción colectiva se
i hacemos cargo dcllad~-Üscuro de la vida cotidian~-si queremos
restringe a sucesivas manifestacio.nes de intereses focalizados.
Je~itar movili¿~
<Jll"_lln discurso populista acoja y la subjetividad El fenómeno señaliza cuán limitado es la "libertad de elegir"
~ vulnerada de los ciudadanos. Es cierto que el neo-populismo re- que disfruta el individuo. Mucho antes de que el ejerza su dere-
conoce los temores de la gente; pero sólo Huno por uno"como cho de elegir libremente, buena parte de los asuntos relevantes
casos individuales, no como una causa común y una acción con- para su vida cotidiana ya han sido decididos. Eso vale para el
junta. Mas un listado de problemas privados nunca conforma un consumidor que expresa sus preferencias en el mercado como
ámbito público. Hace falta algo más. para la libertad ciudadana de elegir opciones alternativas de or-
Los temores al futuro nacen en el pasado. Y los sueños ganización social. ¿Cómo realizar la autonomía individual que
de futuro nos hablan de las promesas incumplidas del pasado; la sociedad proclama desde las condiciones subjetivas que esta
lo que pudo ser y no fue. De lo que hemos perdido y de lo que misma sociedad promueve?
no debía haber sucedido. Hacer memoria es actualizar esas nues- Al sentimiento de desazón e impotencia respondo con
tras experiencias. Pero, como dice el aforismo de René Char: dos tesis que se desprenden de los estudios del Programa de
nuestra herencia no está precedida de ningún testamento. Ya no Desarrollo Humano (PNUD 2002). Por un lado, el grado de

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autonomfa individual se encuentra condicionado por el nivel de ser una totalidad coherente. Quiero decir, la noción misma de
autonomía que goza la sociedad. Por el otro, las capacidades de "sociedad" parece puesta en entredicho.
la sociedad de intervenir sobre su propio desarrollo, dependen de ¿Podemos pedir a la política lo que no brinda la socie-
la auto-imagen que ella tenga de si misma. Vale decir, sólo una dad? Los estudios acerca del Desarrollo Humano en Chile hacen
sociedad que disponga de una imagen fuerte del Nosotros como pensar que las vivencias de sociedad se han vuelto más esporá-
actor colectivo, se siente en poder de decidir la marcha del país. Y dicas. ~~e ap_r_e_c,_·a ~~riQ.ro~d~e~l~ac.m:::'m:::•:::•s:..:s:.:o:.:c:.:.ie"t~a~ti~s~e~n
desarrollamos tal imaginario del Nosotros en la medida en que los distintos ámbiTOs. A este "individualismo negativo" parece
--·-----~-~-

realizamos experiencias exitosas de acción colectiva. Y bien, subyacer un~penas entrevisto: l~"ero~
¿quiénes somos Nosotros? El Nosotros sería la argamasa que vin-
cula a los individuos en una comunidad. Cornelius Castoriadis -------------------
gillarios colectivos mediante los cuales una soCiedad se reconoce
______________ -------·
_______
a si misma en tanto colectividad.
,_ Cito una vez más a Castoria-
(1997,96) encuentra la expresión justa: "somos una colectividad dis (1997, 31) para reseñar la tendencia. "J:.a so:iedad presel)_te
autónoma formada por individuos autónomos. Y que podemos no se acepta comosociedad,__se sufre a si misma. Y si no se
observarnos, reconocemos, interrogamos en y por nuestras obras." ;C~p_t~.7s po~g~;;-~~-P~id:~-~fll)~ii~-~-~t?!i~~t?.~na repres~ta­
En el capítulo final, presento indicios acerca de la debilidad del ción d~~i_~~~a_q~~~P.\}_~~~I_~_!!fi!.tJJª-CYY.alorizar~p_y~~g_e~ax
Nosotros en Chile y de su incidencia en la precariedad del capital un proyecto de transformación social al que Ql)_ed¡¡,.adh.e.r:iJ:.y..por
social y en el desarraigo afectivo de la democracia. ~~ ~~l__g,~~~~_:~Jl!é~~· Mi~~i~-;;q~;cliqdividuo contemporá-
Es tarea de la política, dije, y una de sus tareas más neo parece sufrir la sociedad como una carga ajena e injusta,
nobles, acoger los deseos y los malestares, las ansiedades y una sociedad "nahtralizada" y "blindada" expulsa al pensamiento
las dudas de la gente, e incorporar sus vivencias al discurso crítico. Pero una sociedad que no se interroga acerca de si mis-
público. Así, dando cabida a la subjetividad, la política da al ma, que no conversa del sentido que pueda tener la convivencia
ciudadano la oportunidad de reconocer su experiencia coti- actual y futura, sustrae a la política su razón de ser. Mejor di-
diana como parte de la vida en sociedad. Pues bien, ¿qué ha cho, renuncia a la política como el esfuerzo colectivo de construir
hecho la política para nombrar e interpretar lo que nos pasa? una comunidad de ciudadanos y se contenta con la gestión de
Poco. Por eso, la llamada "crisis de representación". Labre- los negocios de cada dfa.
e~ gue Seabree-ntre-sociCdact y potíüC-~-úCne·q~; verCOnTas Publicar un libro es mi modo de agradecer el cariño re-
·---- ---------------------------
dificultades d~ ~e()_~e_ry_pro_ces~.rJ~_s':'i?j~!ivida~. Esta no es cibido y de retribuir el placer de las buenas conversaciones. Doy
una materia prima anterior a la vida social; es una construc- gracias a quienes conformamos el Programa de Desarrollo Hu-
ción cultural. Depende pues. del modo en que se organiza la mano: Eugenio, Rodrigo, Soledad, Carola, María Luisa y, con
sociedad y, en especial, del modo en que la política moldea especial afecto, Pedro Güell. Lo pasamos bien porque ~cl\­
esa organización social. Me pregunto empero, si el sistema ~os de los viejos griegos que para la amistad {cívica), "no hax
político dispone de "antenas" capaces de ver y escuchar, más nada mejor que consumir alimentos cocidos al mismo fuego y..
allá de las reivindicaciones ruidosas, los murmullos y silen- Compartidos a la misma mesa. El banquete es una comunión
cios de la calle. Que la política se ha vuelto un sistema c}~e reafíza entre los comensales una identidad de ser, una espe-
auto-referido no es novedad. Pero hay más que eso, creo yo. cie de consanguinidad." (Vernant 1998,90) Déjenme agregar el
Aunque los políticos estén bien informados de los problemas vino y podré saludar a mis hermanos del simposio semanal. Por
concretos de la gente, no logran traducirlos al debate público cierto, 1os textos dan testimonio de otras amistades repartidas
y la voluntad política. Parece que lo social habría dejado de en el mundo; en particular, las que me ofrecieron en México.

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LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Para un viajero como yo, escribir ayuda a atenuar el tiempo y las


distancias. Aquí nombro sólo a Klaus Schroth en recuerdo a quie-
Capítulo 1
nes, de una u otra manera, fonnan parte de mi vida. Y a mis hijos La naturalización de lo social
Paula y Javiera, Tomás y Paula: gracias por el amor que me entre-
gan. Espero que estas notas sean útiles para ellos y la nueva
generación que construye el mañana. Avanzando un paso más,
dedico el libro a mi nieta Sofía Leighton que sueña con el pasado
mañana.

SANTIAGO DE CHILE, JULIO DEL 2002 Nuestra experiencia cotidiana parece cada vez más res-
uingida a un ámbito estrecho e inmediato. Por cierto, compram~s
productos importados y escuchamos música norteamericana;
usamos a diario la internet y nos infonnamos a través de CNN
de los eventos mundiales. En fin, nos sabemos insertos en la
globalización. Aún más, la hemos interiorizado como "realidad
nacional". Y, no obstante, la vivimos como un proceso lejano.
Al hablar del "modelo" o sistema económico, aunque sea de
modo esquemático, estamos expresando lo extraño que se ha
vuelto la realidad social. Más allá del ámbito micro-social, nos
enfrentamos a la sociedad como un hecho lejano y hostil, sus-
traído a cualquier intervención deliberada de los hombres.
Conocemos el proceso de enajenación propio al desarrollo ca-
pitalista; sin embargo, globalización mediante, la brecha entre
persona y sociedad parece aumentar hoy en día. En lo que si-
gue, propongo una breve reflexión sobre esa "naturalización de
lo social", entendida como la transfiguración del orden social
en un aparente orden natural.
Quiero señalar de manera muy apretada, algunos nexos
que guarda dicho proceso con el desarrollo de la teoría social.
El argumento parte de una premisa: la teoría social es un pro-
ducto cultural. Presumo que la teoría social representa un relato
que narra la sociedad acerca de sí misma. De ser así, enfocar las
formas de elaboración teórica permitiría visualizar las razones
que han llevado a pensar lo social al modo de una naturaleza
sustraída a la voluntad humana. Mi argumentación, apoyada en
Giesen ( l99l) y Hinkclammert (1996), presentará, primero, dos

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NORBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

fenómenos históricos propios al avance de las ciencias socia-


les: la des-subjetivación de la reflexión y la des-materialización
de lo social. Después, siguiendo a Alexander (2000), trataré la
razón instrumental. Verdad y valor ----
Resultado de lo anterior ocurre una absolutización de la
·~ se vuelven ámbitos separa-
dos. La verdad, referida a la validez de una teoría, sería algo distinta
forma en que determinada construcción teórica contribuye a la al valor, derivado de una interpretación del mundo. En términos
naturalización de lo social. científicos vale exclusivamente el juicio sobre hechos y por he-
chos se entienden los fenómenos que pueden ser medidos en su
La des-subjetivación de la reflexión eficiencia causal medio-fin. Franz Hinkelammert destaca una
doble reducción: a) de la "objetividad" a los juicios de hecho y b)
La narrativa acerca de la realidad social tiene un trasfon- de los juicios de hecho a la eficiencia medio-fin. Resultado de esa
do histórico que conviene recordar. Ella toma cuerpo en el siglo operación, la racionalidad queda restringida a la racionalidad ins-
18 cuando se comienza a concebir la naturaleza como algo eter-
trumental. Sería racional solo la acción que responda a los criterios
no e inmutable. Desplazando a la metafísica, la intronización
de eficiencia medio-fin. Tal definición de lo racional hace ab~­
de la naturaleza como el referente objetivo de la acción humana
tracción de los fines de la acción y, por ende, de los eventuales
da inicio a las ciencias modernas. Ellas tienen por objetivo de-
efectos. Hinkelammert ilustra tal reduccionismo mediante un
ducir las leyes de la naturaleza mediante la observación de los
pequeño ejemplo. ¿Qué pensar de la persona que corta la rama
hechos. A partir de los hechos, el método inductivo y la cuanti-
del árbol de manera eficiente, pero sin CC!nsiderar que ella está
ficación de los fenómenos permitirían establecer relaciones
sentada precisamente sobre esa rama? La eficiencia de la poda
causales. Trabajando sobre esas relaciones de causalidad, la cien-
nada dice acerca de la racionalidad del actor.
cia adquiere una característica nueva: su utilidad. Desde entonces
La teoría neoclásica realiza simi1ar abstracción en el pen-
será tarea del análisis social traducir las causalidades observa-
samiento económico. En nombre de la objetividad científica,
das en una acción instrumental medio-fin.
admite solo juicios de hecho y reduce tales juicios a la relación
Este proceso crea no solo la distinción por todos conoci-
medio-fin. Los demás juicios carecerían de legitimidad científi-
da entre la naturaleza y el ámbito de la acción social. Además,
ca. Por consiguiente, quedan excluidas las consecuencias
termina por asimilar la sociedad a la naturaleza. La antigua idea
destructoras de empleo o del medio-ambiente que suele tener la
de un orden social, evaluado según normas morales, es sustitui-
eficiencia medio-fin del mercado. La teorfa económica trata esos
da por la concepción de un sistema abstracto e impersonal. Lo
hechos como "efectos externos" no-intencionales que no ata-
social es concebido como una estructura objetiva que sería la
ñen la racionalidad formal del proceso.
premisa (no necesariamente consciente) de la acción humana.
De lo anterior se desprende una conclusión: existe una
Se consolida así la escisión entre objeto y sujeto, entre estructu-
restricción larvada de las posibles alternativas al orden estable-
ra y acción, entre sistema y mundos de vida. La consecuencia cido. Ya fue señalado el primer paso: definir como racional solo
es<!<; gran alcance: l~JJ_bjeliYidaQs!e las personas, sus valores y aquella propuesta que cumpla la eficiencia medio-fin. El se-
emº~i~~~~~lll.J1~1!dos de la reflexión científica. La inves- gundo paso consiste en transfonnar la decisión, acaso una opción
tigación social es puesta bajo el imperativo metodológico de un cumple tales criterios de eficiencia, en un juicio objetivo. Ello
acto neutral en relación a los valores. En resumidas cuentas, se logra definiéndola como una decisión técnica, puesto que no
tiene lugar una objetivación de lo social a la vez que una des- estaría valorando los fines de esa alternativa. Vale decir, a) las
subjetivación de la reflexión. -
eventuales alternativas sociales son reducidas al principio de efi-
ciencia y b) se toma dicha operación por un hecho impersonal,

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NORBERT LECHNER
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

porque no involucraría un juicio de valor. Aparecen viables y acción. Dinero, derecho, solidaridad y verdad conforman tales
legítimas solo las opciones que sean juzgadas racionales. Y se- códigos o medios de interacción. Ellos ya ~o de1imitan entre sí
rían racionales solo aquellas que representan un medio eficiente a grupos sociales, organizaciones o soc~edades, sino que de.te~~
para alcanzar un fin dado. minan el sentido funcional de detenmnado contexto socml
En suma, postular un enfoque que reduce lo social a una (Giesen 1991,134).
eficiencia medio-fin, significa negar a los hombres la decisión La diferenciación y multiplicación de los códigos inter-
acerca de los fines de su acción. Significa, en definitiva, negar la pretativos de la realidad social, facilita cierto retorno a 1~ teor~a
política en tanto construcción deliberada del orden social. de Darwin. Así como en las ciencias natuniles la preemmenc1a
pasa de la Física a la Biología, en las ciencias sociales el emp~­
La des-materialización de lo social rismo y el funcionalísmo son desplazados por una teona
evolucionista de los sistemas. Retomando la perspectiva da-
El proceso de abstracción tiene lugar en los diversos
rwinisla, ella enfoca la evolución de determinado sistema co!l
ámbitos. En la estética, por ejemplo, el ideal de una representa-
relación a su entamo. La evolución interesa no tanto por el cam-
ción fiel de la realidad es abandonado en favor de una
bio como por la capacidad de perdurar. La duración de un sistema
auto-reflexión sobre el color (impresionismo), las formas (cu-
estaría regulada mediante una 11Selección natural" que depende
bismo) y la interioridad del artista (expresionismo). El arte tiende
del mayor o menor grado de adaptación al entorno. Aplicando
a autonomizarse como un ámbito específico de la misma mane-
esta mirada neodarwinista al proceso social, la evolución de la
ra que la economfa se independiza del valor de uso de los bienes
"especie" -la sociedad- dependería de la permanente adapta-
y que el derecho formal hace abstracción de las nociones de
ción a las condiciones ex temas.
justicia. Parecería que, en la actualidad, lo social tiende a des-
Aquí se manifiesta la llamada "naturalización de lo so-
materializarse en el sentido de que se abandona la pretensión de
cial". Puesto que los códigos no corresponden a determinados
una representación "objetiva" de la realidad social. Lo real ya
grupos sociales, su evolución puede aparecer como una "se-
no serfa un asunto de conocimiento, sino de interpretación. Y la
lección natural". Sería "natural" que sobreviva solo aquel
interpretación de la realidad social estaría sujeta a una multipli-
cidad de códigos que compiten entre sf. sistema capaz de la mejor adaptación al contexto. De esta
manera, el desarrollo de la sociedad es identilkadmulaaul<t
En el siglo veinte, la distinción entre individuo y socie-
dad, teoría y realidad empírica, naturaleza e historia, toma un reprodu~ción d.cl-sistema. Y esa misma selec.ción _n~tur~l
regularía la "lucha de las especies por la sobrev1venc1a . Di-
nuevo giro. La subjetividad individual y la acción social, la cau-
cho en breve, las personas mejor adaptadas desplazan a las
salidad y el progreso dejan de serreferentes firmes e indiscutibles
personas menos adaptadas. .
de la reflexión. Trasunta la sospecha de que ni el sujeto indivi-
Este proceso de reproducción "natural" (en el senudo
dual ni la sociedad representarían aquellas "unidades básicas"
de una autorregulación automática) excluye al sujeto y a la
que, similar a los elementos de la Ffsica decimonónica, fundan
acción intencional. El proceso social no respondctia a ningu-
un orden. En la actualidad, prevalece la opinión de que la cre-
na intencionalidad. No tendría dirección ni eje central.
ciente diferenciación social y funcional ha vuelto difícil determinar
Subordinada a la diná~pontánea de la au.tJ:J;regu!¡¡¡;jQ¡J,
la "unidad" de la sociedad. "Economfa, cultura, estado y solida-
ridad pueden ser pensados solo como ¡¡códigos" diferentes, con la estructura social no sería sino una secuencia de constela-
ciones provisorias. Pero dicho proceso es diffcil de soportar.
los cuales evaluar y construir las acciones y las oportunidades de
Es sabido que no hay vida social si la convivencia carece de

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NoRBffi LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

cierto grado de duración. Una estructura social que aparece parecieran ser construcciones que 1) descansan sobre un código
frágil, provisoria e incluso caótica impide la interacción. Las binario y que 2) hacen referencia a la distinción entre lo sagrado
personas sólo se relacionan en la medida en que perciban su y lo profano.
situación como algo normal, evidente y calculable. Esto es pre- En relación al primer punto, basta considerar las principa·
cisamente lo que ofrece la naturalización del proceso social: un
les tendencias que se sucedieron durante la segunda mitad del
orden seguro e intocable. La necesidad de estabilizar una reali-
siglo veinte para descubrir el papel central del código binario. En
dad que parece inasible en su mutación continua, opera entonces
los años cincuenta y sesenta, las teorías de ]a modernización tu-
como la premisa necesaria de la interacción. Habría que fijar un vieron como eje la distinción modernización versus
orden "como si" fuese inamovible y auto-regulado para facili- tradicionalismo. Después, los enfoques neo-marxistas de los se-
tar a las personas desarrollar relaciones firmes y previsibles entre senta y los setenta hicieron hincapié en la dicotomía capitalismo
sí. Parece repetirse un viejo mecanismo: los hombres proyectan versus socialismo. En los años ochenta y noventa ella fue reem-
al fmnamento de las leyes naturales, las normas que rigen sus
plazada por el eje modernidad versus post-modernidad. .
relaciones sociales.
Tales antinomias descansan sobre una visión histórica
que tematiza la época contemporánea en relación al pasado.
La teoría social como producción cultural Tradicionalismo, capitalismo y modernidad caracterizan un or-
den del pasado que puede -y debe- ser superado por una nueva
La teoría de la sociedad es una construcción social. Tal
constelación social, llámese modernización, socialismo o post-
elaboración descansa no solo sobre los conocimientos acumula-
modemidad. Las teorías mencionadas van mucho más allá de
dos sino que incluye asimismo creencias, miedos y anhelos. Con
una interpretación "objetiva" de la sociedad. Narran una histo-
frecuencia suele perderse de vista que la teoría social es un hecho
ria dramática que apela a las personas a tomar partido. Ellas
moral; implica un juicio que valora el presente con relación a su
alimentan una visión teleológica del proceso social que identifica
pasado y un futuro deseado. Y es un sistema simbólico que inter-
los cambios diagnosticados con un progreso de la sociedad. Ha-
preta la realidad, pero también le otorga significado y sentido.
bría que optar por el futuro pues sería superior al pasado.
Convierte a lo real en un objeto de temor o de deseo. Como des-
Respecto al segundo punto, habría que enfocar la fun-
taca Jeffrey Alexander (2000,65), "la teoría social debe
ción mitológica que cumplen esas distinciones. Al clasificar el
considerarse no solo como un programa de investigación, sino
mundo según los criterios de lo sagrado y lo profano, queda
también como un discurso generalizado, del cual una parte muy
instalado un referente que ordena lo social a la vez que orienta
importante es ideología. Como estructura de significado, como
cómo vivenciar y pensar la vida en sociedad. Para cumplir esa
fonna de verdad existencial, la teoría científica social funciona,
función, las teorías sociales tienden a dotar la modernización,
efectivamente, de forma cxtra-cientffica". En C.'ite sentido, la pro-
el socialismo y la post-modernidad de un halo sagrado. Son el
pia teoría de la sociedad es una construcción cultural, atravesada
por múltiples dimensiones. Bien a conseguir. En paralelo, atribuyen al tradicionalismo, al
Al asumir que las teorías sociales son un producto cultu- capitalismo y a la modernidad los males que sufrimos.
ral, se afirma que ellas pueden operar corno representaciones Cuando las teorías sociales simbolizan determinados
simbólicas de la sociedad. Las teorías --en tanto son reconstruc- elementos de la realidad social como principios sagrados lle-
van a cabo una "naturalización de lo social". Sacralización Y
ciones simbólicas- atribuyen significados y sentidos a los diversos
naturalización son, a mi entender, dos fonnas equivalentes de ga-
aspectos de la vida social. Hoy en dfa, afirmaAiexander,las temías
rantizar las normas constitutivas del orden social, sustrayéndolas

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21
NoRBfRT LECHNER
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

a la discusión pública. Por largo tiempo fue el Estado aquella


instancia casi metafísica que -puesta fuera de la sociedad- con-
Capítulo 2
sagraba los principios fundamentales del orden. Ahora, la erosión de los mapas
compensando la "tecnificación" del estado, el mercado adquie-
re un halo sagrado. El mercado simboliza ualgo" más que un
mentales
mecanismo de coordinación social. Él encarna la sacralización
de determinados principios: eficiencia, productividad, compe-
titividad, rentabilidad. Estos quedan investidos de la autoridad
moral necesaria para legitimar los "imperativos" del mercado y
justificar los costos sociales. Al mismo tiempo, esas leyes sa- El malestar con la política
gradas permiten denunciar los esfuerzos de los hombres por
Cuando las satisfacciones ofrecidas por la transición
construir deliberadamente su futuro como el Mal que acecha al
democrática y la modernización económica se agotan, salen a
orden establecido.
luz las tensiones entre política y cultura. Entre ellas sobresale el
Si esta Hnea de argumentación fuese plausible, entonces
cuestionamiento de las ideas que nos hacemos de la política.
habría que someter las teorías sociales a una crítica cultural. Ha-
Hace tiempo se encuentran en entredicho dos premisas tácitas
bría que enfocar las claves interpretativas que ordenan nuestro
del debate sobre la democracia en América Latina. Primero; la
modo de vida social y generan los imaginarios colectivos acerca
de esa convivencia. Por sobre todo, deberíamos prestar más aten- identificación de la política con una política democrática. De
ción a las representaciones simbólicas inherentes a la elaboración cara al autoritarismo y su negación de la autodeterminación
teórica. Podríamos así descubrir los símbolos e imágenes que colectiva, la reivindicación de la política presuponía una políti-
esconden la producción social del orden y que, por lo tanto, inhi- ca democrática. Cuando resurge la actividad política empero,
ben a los hombres volverse sujetos de su destino. su carácter democrático se desdibuja. En América Latina -<'omo
en otras regiones- gana fuerza e incluso el poder gubernamen-
tal una suerte de "anti-política" que sin cuestionar abiertamente
la democracia, altera profundamente su ejercicio. Tales fenó-
menos representan más que una simple "desviación"; señalizan
un proceso más general de redefinición y reestructuración. Quie-
ro decir: asistimos no solo a cambios políticos, sino a un cambio
de la política. Ello implica reconsiderar otro supuesto. Segun-
do: la concepción de la democracia como un destino unívoco,
fijado de una vez para siempre. Al enfocar el proceso político
como una "transición hacía la democracia", se presupone táci-
tamente que esta representa la meta final. Situando Jos retos y
obstáculos en Jos procesos de transición y consolidación de la
democracia, damos por sentado nuestro punto de llegada. Sin
embargo, en la medida en que el proceso avanza, en que cree-
mos alean;;;, finalmente la democracia, esta parece desplaz;;

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NoRBERT LECHNER
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

cuan fata morgana. Extraña situación: tenemos una democracia 1im ortante quizás decisivo, ~ltura política reside en aque-
realmente existente en el ~mento mismo en que su sentido llas "evide~gente no verbaliza ni explicita por
parece ev~rarse. considerarlas algo unorrnal y natural". A este ámbito de lo auto-
Mi reflexión parte de la siguiente presunción: la desafec- evidente suelen pertenecer los prejuicios con que percibimos y
ción hacia la democracia tiene que ver C~I]J~s formas de h.ª-f.~r evaluamos los problemas diarios y sus soluciones, incluyendo
~'(los modos de hacer política derivan de los modos de aquel "credo" profundo que subyace a los cálculos de una "elec-
~}!'_política. Quiero llamar la atención sobre lo siguiente: ción racional" y de una acción estratégica. En esta esfera de lo
las grandes transformaciones en curso --<lesde el colapso del no-consciente también echan sus raíces las representaciones sim-
comunismo hasta la globalización del mercado- están confor- bólicas mediante las cuales rendimos inteligible la realidád
mando un nuevo contexto de la acción polftica. Pero cambia no social. Como es sabido, lo social es indisociable de su represen-
solamente el contexto, sino la política misma. A )a par con el tación. Ninguna situación es inteligible sin esquemas de
proceso de reestructuración que observamos a nivel mundial y interpretación que den sentido y coherencia a la multiplicidad y
de cada país, tiene lugar una transformación de la propia políti- complejidad de los elementos en juego. ·
ca. La política ya no es lo que fue. En consecuencia, la imagen Ahora bien,la realidad no habla por sí sola, pero tampoco
habitual que nos hacíamos de la política ya no es adecuada a las se agota en el discurso (la pobreza es una realidad "dura" como
condiciones existentes. A la inversa, nos falta una nueva con- lo es el modo de producción y distribución de los bienes). Hemos
cepción de la política, capaz de enfocar los cambios en marcha. aprendido a tomar en serio las dinámicas de la economía. Pero
Me parece que el malestar reinante refleja la disonancia entre dependerá de los códigos de interpretación la fomm en que perci-
los criterios familiares que servían de "medida" para juzgar la bimos y abordamos los fenómenos. A esta construcción simbólica
política y la experiencia diaria con las nuevas formas de hacer de lo real contribuye de manera decisiva la política. Una ~
política. El descontento no se agota, sin embargo, en una mira- primordial de la actividad política consiste en producir y repro:
da nostálgica. ¿No será más bien la elaboración -todavía muda- duci~ __las representaciones simbólicas mediante las cuales
de una nueva mirada sobre la política? estructuramos y ordenamos "la sociedad", incluyendo la "puesta
La actual desafección hacia la democracia no se explica en escena" de la propia Eolítj¡;_a. Ella actúa, pues~-un doble fi¡::- ·
ni por uña crisis económica ni por una crisis política. Sus motiVOS ve!: decisiones concretas y representaciones simbólicas. Es a través
parecen radicar más bien en el ámbito cultural (Maier 1994). Se- de tales representaciones que la política delimita no solo el cam-
C ~ rfa una cuestión de cultura polftica. Tanto se habla de ella y:;;;;- po de lo que está a disposición de la voluntad política, sino
obstante, tan poco asible es el fenómeno. Muchas veces la cultu- igualmente el campo de lo posible, la factible, lo deseable. En
ra política s~n (o, al menos, "medida" a fin, circunscribe lo que cabe esperar de la política.
través de) las creencias y preferencias expresadas en las encues- Hoy en día, las viejas "evidencias" de la cultura polfti-""
tas de opinfó;-;pública. El análisis de tales datos puede ofrecer c11_s...e manticnen_gor inercW, R,Cro su reproducción se vue~~
~tecedentes re~vantes acerca de la percepción que las personas ªrdud de cara a las grandes transformaciones en marcha. La
encuestadas tienen de la democracia y, en general, de la política. p~~tineñcia de las representaciones simbólicas, elaboradas e
Mas ~barca sino la punta de aquel iceberg que es la cultu- i~P~~~~~~ción;o~~~;ttlr:;~ucsti~nada. Por
ra política. En cambio, poco sabemos de las capas más profundas eso, la imagen que nos formamos de la democracia también
como los (diferenciados) sistemas de valores, las representa- suscita dud¡¡s, Hace años ya, Norberto Bobbio (1986) ha des-
'
ciones simbólicas y los imaginarios colectivos. Un aspecto
..,~_.. .~
tacado las "promesas rotas" de la democracia. La democracia

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NORBERT LECHNER
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

realmente existente no cumple los postulados de soberanía po- La erosión de los mapas
pular y de representación polftica, no respeta la autonomía del
individuo Y el protagonismo del ciudadano y, por sobre todo, Hoy por hoy, los procesos políticos se asemejan a un
está lejos de ser un "gobierno del poder público en público". viaje a la deriva, sin mapa y sin brújula. Al no tener la política
Bien visto, ello significa que la democracia realmente existente democrática un objetivo fijado de antemano, el viajero necesita
no concuerda con las representaciones simbólicas existentes. una brújula para fijar a cada momento el rumbo de un proceso
Los mitos y símbolos, las imágenes y liturgias que movilizaban abierto. Pero difícilmente logrará enfrentar esa secuencia de en-
Y cohesionaban las creencias de gobernados y gobernantes ~ crucijadas que es la política, seleccionando la dirección deseada,
torno a ciertos principios básicos como soberanía popular, re- si no cuenta con mapas adecuados que ordenan la realidad y
p~esentaci~n ~o lítica: deliberación ciudadana, opinión pública, ofrecen criterios de orientación. Dejo de lado los problemas de
~crden efiCacia de anal desnudo el ')uego democrático". En conducción política y abordaré a continuación los problemas
este sentido,~vimos una época de desen-;;;¡z!§.- esencantamien- que suscita el des-ordenamiento de nuestro entorno. En efecto,
._!o que no se refiere tanto a la frustración de determin~adru? un mundo que nos era familiar se viene abajo y nos encontra~
expectativas acerca d~L(l:l_ll_~ionamicntQ_c_!el régi~n democráti- mas sin instrumentos para orientarnos en el nuevo paisaje. EÜo
~? como al des!llo.~~.U~,~c~~.~.~~l~~-~e re~~-Jaci_qnes si~bólica§ plantea serías dificultades a la política. Esta requiere de "cartas
qu~ s_u_~entaban_l~ den1ocra~La. La· democraci ""p¡;ae·.'it1- aura_:) de navegación" que den cuenta de las condiciones reinantes, ae
mediante la cual apaciguaba y dom~a las inc~id~~b;s los escollos previsibles y, por ende, del cainpo de maniobra dls-
ancestrales acerca dcf orcte~Cole~ti~-~:--"~---··"··--·~~·----- - ¡Jo;;¡¡;¡e¡;;;;:;;
trazar la ruta posible.
--Se tratad;~~;}- tCTidencia ge~~ral, pero el fenómeno es "El mapamundi no contiene al mundo ni exime del riesgo
más notorio en América Latina, donde las jóvenes democracias ni de la seducción de aventurarse por sus laberintos. Pero el ma-
ya lucen desgastadas. Su densidad simbólica se debilita y, por pamundi da color y relieve a la realidad, muestra por primera vez
ende, las democracias latinoamericanas no logran encarnar una mares y mundos lejanos, descubre magnitudes y distancias, en-
comunidad que cristalice las necesidades de pertenencia y arrai- ciende fantasías y nostalgias." 1bmo las palabras de Claudia
go social. La gente tiene dificultades para reconocerse en el Magris (2001 ,300) para introducir el uso metafórico que haré de
régimen democrático. En· el caso de Chile, al inicio de la transi- la noción de mapa, apoyado en una reflexión de Boaventura de
ción democrática en 1989 dos tercios de las personas entrevistadas Sousa Santos (1991). El mapa es una representación simbólica
adherían a la democracia. Una década después la prefieren me- de la realidad mediante 1a cual estructuramos una trama espacio-
nos de la mitad de los ciudad~nos, mientras que casi un tercio se temporal. Los mapas nos ayudan a delimitar el espacio, trazar
muestra indiferente respecto al régimen político. límites, medir distancias, establecer jerarquías, relevar obstácu-
Muchos factores influyen en esta tendencia. A mí me los y entornos favorables. Conociendo el marco espacial, podemos
parece que, en el fondo, se trata nada menos que de la recons- hacer mejor uso del tiempo. Los mapas nos permiten visualizar
trucción del sentido de la democracia. Nos encontraríamos en prioridades, fijar metas y diseñar trayectos adecuados al terre-
medio de una lucha larvada, de perfiles todavía difusos, acerca no. En fin, contribuyen a enfocar las cosas en sus debidas
de lo que entendemos por democracia y una política democrática. proporciones.
La pugna (política) no debe asombramos. Entendiendo por demo- Hablo de mapa para referirme a la forma en que nos re-
~

cracia un movimiento histórico cuyo sentido ha de actualizarse !""sentamos la realidad soc@. Construimos mapas mentales
siempre de nuevo, cada época ha de redefinir su significación. para hacernos una idea del mundo y ordenar la compkjidad de

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27
NORBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAt'~ANA

los asuntos humanos en un panorama inteligible. Pues bien, Entre sus funciones básicas se encuentra la elaboración de esque-
.,____-
parece que los mapas en uso_s_e.han..__y_uelto obsoletos. Las cosas mas interpretativos que permitan a los ciudadanos organizar sus
han cambiado de lugar, las escalas son otras, los límites se des- creencias, y preferencias en identidades colectivas y "proyectos
plazan y para colmo los tiempos ya no son los de la hora marcada. nacionales". A falta de tales claves interpretativas de la realidad
Por más detal1es que agre~emos a nuestros viejos mapas, no social, los partidos no logran perfilar las diferencias existentes
recuperamos las pr_QporcjQ_J:!~,_QerQiQ.as. Peor aún, nos dan una entre ellos ni mucho menos pueden ofrecer a la ciudadanía las
falsa confianza que lleva al extravío. En suma, existe un desfase pautas de orientación capaces de articular la diversidad social.
entre los mapas con los cuales trabaja la política y la realidad Tienden a funcionar como "máquinas electorales" y tal vez resi-
social. De ahí, en buena parte, la distancia que separa la expe- da en la eventual abdicación del trabajo polftico la clave de su
riencía cotidiana de los chilenos del sistema político. mayor o menor insignificancia (Paramio 1999). La perplejidad
La crisis de los mapas ideológicos salta a la vista por no es algo exclusivo del sistema político; abarca a la sociedad
doquier. Después de la polarización e inflación ideológica de toda. La gente disgregada y desamparada por la rapidez y radica-
los años 60 y 70, saludamos el declive de las ideologías como lidad con que cambia el entorno, añora las certezas absolutas e
un signo de realismo; en lugar de someter la realidad a un es- identidades inmutables de antaño. En este contexto, el actual
quema prefabricado se asume la complejidad sociaL Mas esa malestar con 1a política y la desidentificación ciudadana con los
complejidad resulta ininteligible en ausencia de claves inter- partidos no reflejarían una oposición a la democracia ni tampoco
pretativas. Descubrimos ahora la relevancia de las ideologías un rechazo a los partidos, sino simplemente una angustian/e or-
como mapas que reducen la complejidad de la realidad sociaL fandad de códigos in/elpretativos.
Por cierto, el antagonismo capitalismo- socialismo ha dado lu- Ello nos remite a un cambio cultural más profundo. Las
gar a interpretaciones ramplonas y dicotomías nefastas, pero transfonnaciones en curso implican una refonnulación de nues~S
operó como un esquema efectivo para estructurar las posicio- claves interpretativas de la realidad social. A mi entender, a lamen-
nes y los conflictos polfticos a lo largo del siglo. Con la cafda cionada crisis de los mapas ideológicos subyace una erosión de los
del muro de Berlín (para señalar una fecha emblemática) no mapas cognitivos. No contamos con códigos adecuados para dar
solo colapsa este esquema; se derrumba un conjunto de ejes cuenta de la nueva complejidad social. Los esquemas tradicionales
clasificatorios y de hitos simbólicos que hacían la trama del con sus distinciones entre política y economía, estado y sociedad
panorama político. Desde entonces, los conflictos existentes ya civil, público y privado, ya no logran representar adecuadamente el
no permiten estructurar identidades colectivas y ordenar las nuevo entramado. Su expresión más notoria es la globalización.
opciones en juego. Por consiguiente, la política democrática ve Todos hablamos de la mundialización de los procesos econónúco-
disminuida su capacidad de apaciguar y encauzar una incerti- financieros, de los circuitos tecnológicos y comunicativos y del
dumbre más y más apremiante. consumo cultural. En cambio, sabemos poco de la globalización
La percepción de que las cosas están fuera de control y en tanto totalización que subordina las diversas particularidades a
que "todo es posible" afecta las rafees mismas de la política. los principios básicos del mercado. Sus criterios (eficiencia, pro-
La sociedad moderna, secularizada, espera de la política que ductividad, competitividad, etcétera) operan como un "imperativo
ella asegure "ley y orden" no solo en tanto seguridad jurídica, fáctico" que detennina lo que es una ~'acción racional", sin que
sino también como ordenamiento moral y simbólico de la con- hubiera una reflexión acerca de esa racionalidad.
vivencia social. Las dificultades actuales por cumplir dicha Cabe advertir desde ya, que el desconcierto no se resuel-
tarea son particularmente visibles en los partidos políticos. ve mediante una mayor información. La acumulación de datos

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NoRBERT LECHNER LAS S0,\1BRAS DEL MAÑANA

solo incrementa el peso de lo desconocido. Hoy en día, la opa- cara a la obligada inserción en los escenarios mundiales a la vez
cidad no radica en la falta de antecedentes o de visibilidad sino que cambia su función coordinadora de las diversas áreas de la
en el cúmulo, simultáneo e indiscriminado, de ''datos". Más in- vida social al interior de cada país. Como señalara Manuel Anto-
fonnación tenemos y más crucial se vuelve la interpretación. nio Garretón, el viejo universo eStado-céntrico ya no representa
Percibimos entonces la insuficiencia de nuestros marcos inter- un marco apropiado del análisis social. Se hace entonces necesa-
pretativos para enfocar los cambios que van transfonnando los rio revisar los efectos que tiene el redirnensionarniento del espacio
procesos económicos, la estructura social y comunicativa, el geográfico y social para una reestructuración del espacio de la
ámbito cultural y que, por cierto, alteran igualmente las formas política. Llamo la atención sobre tres aspectos.
políticas. En primer lugar, la redefinición de las escalas. Hasta aho-
Dicha transformación del mundo modifica, en particular, ra, la política operaba primordialmente a escala nacional. En años
dos coordenadas básicas de nuestros mapas: el espacio y el tiem- recientes, el doble proceso de globalización y de descentraliza-
po. Todo indica que estamos ante un redimensionamiento ción ha ido conformando un entramado global-local que desgarra
profun¡:Io, cuyo alcance las ciencias recién exploran. Los proble- el marco nacional de la política. La antigua congruencia de los
mas ecológicos y los experimentos con una realidad virtual ~para espacios de la política, economía y cultura, delimitados por una
nombrar dos ejemplos a la vista de cualquier observador- indi- misma frontera nacional, se diluye. Ocurre una integración su-
can que las nociones habituales de espacio y tiempo son anticuadas pranacional de los procesos económicos, culturales y
y no guardan relación con los cambios ocurridos. Ello nos re- administrativos a la vez que las estructuras locales y regionales
cuerda una constatación fundamental: tiempo y espacio no son adquieren un peso especial. Tanto la acelerada transnacionaliza-
hechos dados, sino variables socialmente construidas y, por ende, ción de los procesos como el nuevo protagonismo de los gobiemos
elementos constitutivos de los esquemas interpretativos. La cons- locales redefinen a los actores, la agenda e incluso el marco ins-
trucción social de tiempo y espacio no es un asunto ajeno a la titucional de la política de manera contradictoria. La política ha
política. El siguiente bosquejo permitirá vislumbrar la desestruc- de actuar simultáneamente a diferentes escalas que no siempre
turación y recomposición de los mapas con que hacemos y tienen un denominador común.
pensamos la política. Algo similar ocurre con la posición de la política en el
espacio social. Por un lado, se vis~aliza a 1a política como ins-
El redimensionamiento del espacio político tancia privilegiada de coordinación social y, por lo tanto, se le
exige una intervención activa en otras áreas como economía,
Estamos ante una reorganización general del espacio. Por derecho, educación. Por el otro, sin embargo, dichos campos se
un lado, los procesos de mundialización de los procesos eco- rigen más y más por racionalidades específicas, por lo que la
nómico-financieros y tecnológicos así como de los flujos política encuentra dificultades en imponerles determinada nor-
informáticos, de los estilos de vida y del consumo cultural so- matividad. Se busca compensar la globalización enfatizando el
cavan el ordenamiento tradicional del espacio geográfico. Por gobierno local como ámbito ciudadano, pero -a falta de medida
el otro, también cambia el espacio social a raíz de los procesos común- resulta difícil hacer conmensurables ambas escalas. Las
de diferenciación funcional que, al interior de cada sociedad, desproporciones hacen dudar del lugar que ocupa la política.
provocan una mayor autonomización de los distintos "subsiste- En segundo lugar, llama la atención la reestn<cturación
mas". Uno y otro proceso modifican pues el espacio habitual de de los límites. Por un lado, las fronteras se vuelven más tenues
la política: el estado. Cambia el papel del estado nacional de y porosas. Los flujos de migración, la rápida circulación de los

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NORHEJ{f LE:CHNER
LAS SOMBRAS DEL M"AÑANA

cJirnas culturales, la uniformidad relativa de modas y estilos de


cada sociedad aumentan. Aparte de las crecientes desigualdades
consumo, todo e1Io rompe viejas barreras. Por el otro, la globa-
sociales, también aumentan las distancias políticas. Diferente a
lización conlleva procesos de segmentación entre países y, ante
las anteriores polarizaciones ideológicas, hoy en día resalta la
todo, dentro de cada país. En consecuencia, los lfmites devie- distancia entre gobernados y gobernantes. Las identidades colec-
nen también más rígidos y controvertidos; la diferenciación tivas pierden aquella consistencia que facilitaba a la gente medir
tiende a fonnar compartimentos estancos. La apología posmo- las cercanías y distancias de su pertenencia, al mismo tiempo que
dema de las diferencias no conlleva una reconstrucción de las ganan preeminencia nuevos mecanismos de mediación ~la tele-
mediaciones. En esta situación de fronteras difusas y en cons- visión~ que generan una cohesión rápida, pero volátil.
tante mutación, la política tiene dificultades evidentes en cumplir La descripción de los tres rasgos, por superficial que sea,
una de sus tareas tradicionales:jijar lfmites (delimitar el ámbito insinúa un desperfilamiento del espacio político. Aunque las
del mercado, de las conductas lfcitas e ilícitas, etcétera). Los tendencias descritas sean demasiado contradictorias para preci-
mismos lfmites entre lo político y lo no político se hacen confu- sar la dirección de los cambios y circunscribir el espacio
sos. Ello nos remite a otro tipo de desplazamiento. emergente, ponen en evidencia la insuficiencia de los mapas en
Hoy día los límites del espacio político se encuentran mi- uso. A modo ilustrativo menciono las dificultades para determi-
nados por la expansión del mercado. La "lógica del mercado" nar el ámbito de la ciudadanía. La invocación entusiasta de la
invade esferas no económicas y, en concreto, tiende a colonizar ciudadanía contrasta con un notorio proceso de privatización.
la actividad polftica. Sin analizar aquí las razones de tal expan- Se reclama un fortalecimiento de la sociedad civil, pero pocas
sión, podemos afirmar que el traslado de criterios de veces se reivindica la centralidad de lo público para la vida ciu-
modernización económica al ámbito político tiene efectos ambi- dadana. Entonces la llamada sociedad civil se confunde con una
guos. Promueve la coordinación tanto entre las instancias creciente privatización de las conductas: el surgimiento de nue-
gubernamentales como en la labor parlamentaria, dinamiza la toma vas formas de sociabilidad, basadas en estrategias
de decisiones, agiliza la gestión y mejora la calidad profesional individualistas, que son racionales y creativas para adaptarse a
del trabajo político. Mas el precio de tal tipo de modernización es las dinámicas del mercado, pero que rehúsan compromisos co-
alto. El enfoque utilitarista altera la estructura comunicativa de la lectivos. No sabemos, sin embargo, si el ciudadano se retrotrae
democracia. La deliberación y argumentación tiCnden a ser des- a lo privado o si no habría sido más bien expulsado de un espa-
plazadas por el intercambio de bienes y favores, asimilando la cio público carente de sentido. En efecto, el auge de la televisión
negociación política al negocio comercial. y de la industria cultural tiende a transfonnar "lo público" en
Un tercer elemento de cambio reside en la alteración de "los públicos". Ahora hay múltiples públicos, segmentados se-
las distancias. En una época ~n que todo lo establecido entra en gún gustos, que tienen dificultades de encontrar un espacio
movimiento y colapsan los puntos de referencia, las distancias común. Pero: ¿es posible construir ciudadanía sin una casa co-
se trastocan y son difíciles de fijar en un mapa. Por una parte, la
mún?
extensión de los circuitos transnacionalizados a los más diver- En ausencia de un anclaje en el espacio social, la política
sos ámbitos acorta distancias. Los diversos mecanismos de
pareciera volatilizarse. Es un fenómeno nuevo: la exagerada le-
integración comercial y política fomentan una mayor interac-
vedad de la política. Tiende a desaparecer no solo el tradicional
ción y mayores interdependencias que, para bien y para mal,
etilos de la política como servicio público, sino el pathos propio
fijan cierta agenda compartida y establecen responsabilidades
de la decisión política. Al ser eliminada la tensión entre princi-
comunes. Por otra parte empero, las distancias a1 interior de
pios normativos y exigencias prácticas, la política ~mutilada e

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33
NORBERT LECHNtR
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

indolora a la vez- queda despojada de su dimensión trágica. Quizá Por otro lado, la política se encuentra tensionada entre la
la precariedad de la ciudadanía no sería sino la otra cara de esta tarea de formular los principios de la convivencia social y la
política light que neutraliza todas las tensiones y controversias. situación de contingencia en que se toman las decisiones. Un
Dadas las consecuencias fatales y los traur~as sociales que pue- aspecto sobresaliente de la polftica consiste en la elaboración
den ocasionar los conflictos en pafses de institucionalidad débil, de las melas que se fija una sociedad. A diferencia de quienes
debemos ser prudentes a la hora de criticar la difuminaeión de sostienen una definición mínima de la democracia, basada en
los clivajes políticos. No obstante, quiero recordar su importan- un acuerdo sobre los procedimientos, afirmo que tiene igual
cia como ejes que aglutinan y clasifican las opciones a relevancia un acuerdo sobre los objetivos. La categoría de auto-
disposición de la voluntad colectiva. A la larga, el desdibuja- determinación colectiva apunta no solo a construir el futuro,
miento del espacio político conduce a una "neutralización" de sino a construirlo deliberadamente. En otra ocasión ya argu-
la democracia como instancia de ordenamiento e integración de menté que, en el fondo, toda política se justifica por referencia
los procesos sociales.
a un mañana mejor. El presente se legitima en nombre de esa
promesa de futuro. Las controversias acerca de "lo mejor posi-
Las transformaciones del tiempo político ble" confirman esa referencia ineludible: el manejo del presente
remite a un orden deseado en tanto medida dada para evaluar el
El mapa cumple no solo funciones de representación estado de cosas existente, discernir las opciones posibles y es-
de la realidad, sino también de orientación: ¿dónde estamos? tablecer prioridades (Lechner 1984),
¿A dónde vamos? El uso de los mapas como "guía de viaje" La formulación de objetivos sociales es no solo impres-
nos remite a la dimensión temporal de la poinica. Antes de cindible para diseñar estrategias, sino también para la
enfocar su transformación, conviene recordar dos tensiones constitución del orden democrático. Como lodo orden, la de-
que caracterizan al tiempo político. Por un lado, ~ mocracia ha de acotar la incertidumbre; precisamente la
político se mueve en la tensión entre cambio y continuidad. incertidumbre intrínseca a sus procedimientos exige una deli-
En la sociedad moderna, volcada al futuro, la polftica repre- mitación de lo posible. El régimen democrático ofrece un manejo
senta la construcción del mañana. Hacer el futuro es hacer institucional de la incertidumbre a través de la elaboración (co-
algo nuevo; en consecuencia, la política tiende a ser identifi- lectiva y conflictiva) de un horizonte de futuro. Siendo este el
cada con la innovación. Simultáneamente empero, la política aspecto más innovador de la polftica, su ejercicio diario se rige
ha de crear continuidad. Solo la duración garantiza en defi- por un "mem\" acotado de opciones. En la política cotidiana,
nitiva la fuerza normativa del orden. Ella ha de asegurar la las necesidades (reales o aparentes) suelen dejar pocas posibili-
persistencia y proyección de la comunidad más al1á del aquí dades de elección. Una de las características de 11 10 necesario"
y ahora. El diffcil equilibrio entre innovación y duración se radica precisamente en el apremio con que se presenta. Lo ne-
muestra en las incertidumbres de la democracia. El orden cesario no deja tiempo y la urgencia (la falta de tiempo) desearla
democrático descansa sobre leyes que atan a las decisiones las alternativas. Pero la coyuntura no es solo restrictiva} tam-
futuras a la vez que los principios de soberanía popular y de bién abre oportunidades. El dicho bíblico "a cada dfa su afán"
mayoría establecen que nada es inamovible y que toda medi- es tanto un llamado a la prudencia como la invitación a apro-
da puede ser revocada. De ahí la compleja relación de vechar los desaffos y tomar al vuelo la fortuna. La decisión
democracia y tiempo. política de los objetivos sociales trabaja pues sobre un espec-
tro amplio de "lo posible", Si el tiempo disponible acota las

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35
NORBERT LEOINER LAS SOMIIRAS DEL MA1'1ANA

metas posibles (qué hacer en qué plazo) por otra parte, el hori- por la existencia de un horizonte. Me parece que la actual ace-
zonte de objetivos condiciona el timing político. De ahf el rango leración del tiempo, a diferencia de otras épocas, no es encauzada
especial que ocupa la conducción política. por algún horizonte de futuro. Dicho crudamente: no existe un
Sobre este trasfondo resalta el actual redimensionamiento horizonte de futuro que permita poner en pers¡¿ectiva los acon-
del tiempo y su manejo político. Un rasgo sobresa1iente es la t = - t e un horizonte de sentido en miras del cual
aceleración del tiempo. Basta pensar en la nueva revolución tec- ¡)rnfamos imputar una inteligibilidad al desarrollo social. Pode-
nológica, especialmente de la informática, para advertir el mos realizar proyecciones del estado de cosas existente, pero
trastocamiento de nuestra dimensión temporal. La vida social 2:-"e-p!~fece haber lugar para proyecto~ ~~
adquiere una velocidad cada vez mayor, que descompone la es- ~.<O!ol~obsoleta, mas conviene reflexionar sus implica-
tructura temporal que nos era familiar. Se debilita el ciones. De hecho, también la otra tensión característica de la
concatenamiento de pasado, presente y futuro mediante el cual política se debilita; el peso de la contingencia en la toma de deci-
estructuramos el tiempo y, por lo tanto, la capacidad de insertar siones ya no tiene el contrapeso de los objetivos deseados.
un momento dado en una perspectiva histórica. Tanto el pasado De manera similar, otro fenómeno conocido parece dar
como el futuro parecen desvanecerse. El pasado retrocede a vi- un salto cualitativo: la diferenciación de las temporalidades.
siones míticas y evocaciones emocionales; sigue teniendo efectos Siempre hubo una conciencia del tiempo diversificada según
de actualidad, pero ya no está disponible como experiencia prác- las categorías sociales; la gente aprecia y ~sa el tiempo de modo
tica. La memoria todavía nutre a las identidades colectivas, mas diferente, acorde a sus experiencias subjetivas y sus determina-
no logra otorgarles un sentido actualizado. Paralelamente, tam- ciones socioeconómicas. A esta diferenciación social se
bién el futuro se diluye. Simple proyección del estado de cosas, sobrepone una diferenciación funcional. Ahora, las distintas
el devenir pierde relieve y profundidad. Viene a ser un acontecer áreas de la sociedad despliegan temporalidades más específi-
plano. Sigue habiendo "tiempos nuevos", por supuesto, pero la cas; los procesos productivos y las operaciones financieras, las
dificultad en imaginar lo nuevo, el rumbo y el sentido de los cam- innovaciones tecnológicas y las actividades culturales, todos los
bios en curso, parece poner en duda la noción misma de futuro. ámbitos desarrollan dinámicas y ritmos propios que obedecen
Cuando el pasado y el futuro se volatilizan, no queda a "programaciones" internas. Tal diferenciación obliga a reem-
sino el presente: un preSente omnipresente. La preeminencia plazar una sincronización central por un ajuste de las velocidades
del presente socava la tensión entre duración e innovación y la y secuencias caso a caso.
reemplaza por un solo dispositivo: la repetición. La cultura de Todo ello cambia el manejo político del tiempo. Por una
la imagen, tan característica ~e nuestra época, insinúa la disolu- parte, la política no dispone de mucho tiempo. Por su misma ace-
ción de todo lo sólido en instantáneas, sucedáneos y simulacros. leración, este se ha vuelto un recurso más escaso, que no pennite
Cuando el tiempo es consumido en una voraz repetición de imá- largos procesos de aprendizaje y maduración. La escasez de tiem-
genes fugaces al estilo de un videoclip, la realidad se evapora y, po marca la pauta polftica. Por la otra, le cuesta generar tiempo.
a la vez, se vuelve avasalladora. Los diversos mecanismos (ciclo electoral, período legislativo
El protagonismo de lo inmediato ilumina otro rasgo de anual, planificación de polfticas públicas) que usa la polftica de-
nuestro tiempo. De manera recurrente el tiempo se acelera, pro- mocrática para estructurar el futuro de poco sirven frente a la
vocando una explosión de expectativas acerca de las velocidad del tiempo. Aumenta la imprevisibilidad del devenir y,
posibilidades que abre el porvenir. Ello produce desasosiego, in- por lo tanto, se acortan los plazos calculables. En consecuencia,
cluso vértigo, pero la incertidumbre queda fmalmente apaciguada la política queda encerrada en las decisiones día a día.

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NoRBERr LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Dos ejemplos ilustran los desafíos que enfrenta enton- Las dificultades que enfrenta el manejo polftico del tiem-
ces la política democrática. Un caso es la desaparición de la po nos remite a un desafío mayor: el problema de la conducción
idea de planificación y la sustitución de objetivos por oportuni- política. En la medida en que la política ya no elabora un hori-
dades. En lugar de formular y decidir las metas colectivas, la zonte de futuro capaz de encauzar la aceleración y diferenciación
política ha de saber aprovechar -en un "mercado de oportuni- de la temporalidad, ¿cuál es su capacidad de conducir los pro-
dades"- las ventajas del momento. Cuando el tiempo se acelera, cesos sociales? Aquí radica, a mi entender, un aspecto decisivo
la rapidez de la reacción hace el éxito. Entonces la reflexión de la erosión de los códigos interpretativos. La conducción po-
acerca del futuro suele ser sustituida por el cálculo de las opor- lítica consiste, en buena parte, precisamente en ofrecer umapas"
tunidades dadas. Pero si no hay otro horizonte que la coyuntura, que permitan orientarse de cara a las encrucijadas y elecciones
sólo esta dicta los criterios para discernir· y seleccionar los retos que plantea el desarrollo social. El debilitamiento de la conduc-
en juego. La nueva relación con el tiempo modificaría así el ción política equivale a una pérdida de perspectiva. Sin
modo de operar de la política. Su función ya no consistiría tanto perspectiva se pierden las proporciones y prioridades. El orden
en ofrecer orientaciones a largo plazo como en facilitar, caso se contrae a lo inmediato. Q,_uizás el pragmatismo actual no se~
por caso, el rápido tratamiento de los problemas del día. sino el deterioro de la conducción política hecho virtud.
El segundo ejemplo es el anverso de la medalla. Me re-
fiero al desdibujamiento del horizonte de futuro, visto por los La reconstrucción de los mapas
ciudadanos. Cuando las decisiones políticas quedan despojadas
de promesas de un futuro mejor, lo que cuenta son los resultados Hoy por hoy, la gente no sabe qué pensar de la política.
inmediatos. Estos han de valerse por sí mismos, sin referencia a La polílica tiende a deslindar responsabilidades a tal grado que
es menester preguntarse de qué responde, en definitiva, la de-
expectativas de mejoramiento a mediano o largo plazo. El cálcu-
mocracia. La pregunta no es inocente. Salta a la vista el desajuste
lo de costos y beneficios queda recortado al aquí y ahora. En lo
entre las imágenes estáticas que tenemos de la política y las
inmediato, sin embargo, los efectos de una medida frecuente-
nuevas modalidades del quehacer polflico. Tal desfase es en parte
mente atentan contra derechos adquiridos, mientras que no se
inevitable, pero puede tener consecuencias peligrosas. Por un
vislumbran los intereses favorecidos a futuro. Disolviendo el
lado, crea falsas expectativas acerca de lo que la política puede
horizonte de expectativas, resulta más difícil justificar las nece-
hacer y distorsiona nuestra evaluación del desempeño político.
sidades de una reforma de largo alcance (por ejemplo, la reforma
Por el otro, inhibe el descubrimiento de los objetivos factibles y
de la seguridad social). Ello puede explicar, en parle, las resis-
la exploración de nuevos cursos de acción.
tencias al cambio. La gente prefiere el presente conocido a un
Al cambiar el modo de funcionamiento de la polílica,
futuro no solo desconocido, sino desprovisto de toda promesa
las imágenes habituales de la política quedan desenfocadas. Una
de gratificación. La incertidumbre del cambio realza la deman-
expresión de ello es, a mi juicio, el actual malestar con la polí-
da de estabilidad. La ciudadanía se movilizará cuando el estado
tica democrática. Sería miope empero, confundir dichos
de cosas existente se vuelva insoportable. Entonces se dará pre-
fenómenos con un proceso de despolitización. El fin de una for-
ferencia al cambio, pero -en ausencia de un horizonte que
permita diferir expectativas-la espera de un mañana mejor sue- ma de pensar y hacer política no significa la muerte de la política,
le adquirir rasgos de una redención mágica. En uno y otro caso, por el contrario. Su renovación pasa, a mi entender, por una
la erosión del futuro diluye el marco temporal que necesita el redefinición de nuestras claves de interpretación. He querido
"reformismo" político. llamar la atención sobre su relevancia mediante la metáfora del

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NORBERf LECHNER LAS SOMBRAS DEL MANAN A

mapa. Un mapeo actualizado concierne directamente la calidad identificación con la democracia serán débiles. La reconstruc-
de la democracia. En efecto, ¿cómo reclamar una mayor/mejor ción de nuestros mapas supone pues devolver densidad simbólica
participación política, si los ciudadanos no logran formarse una a la democracia en tanto orden colectivo.
imagen adecuada de la política? ¿Cómo fijar posiciones, aunar Todo mapeo descansa sobre una proyección del espacio
voluntades, establecer alianzas y trazar estrategias, si no sabe- a partir de un eje central; trabaja sobre una estructura centro-
mos en qué territorio y en qué temporalidades nos movemos? periferia que, para bien y para mal, destaca algunos puntos y
¿Cómo desarrollar estructuras comunicativas entre los actores margina a otros. Hoy en día, el enfoque habitual -basado en la
y afianzar el vínculo social cuando no logran formular acuerdos centralidad de la política- está en entredicho. Cuando el cues-
sobre significados y expectativas? En definitiva, ¿cómo asumir tionamiento del marco nacional y el colapso del sistema bipolar
la democracia como un riesgo compartido, si no compartirnos se entrecruza con los procesos de globalización y de fragmen-
cierta visión común del futuro deseable? Todo apunta a una re- tación, estamos desconcertados no sólo a propósito del lugar de
construcción de los mapas para poder acompañar las la política; tampoco sabemos bien cuáles son los temas centra-
transformaciones de la polftica. Por consiguiente, concluiré mi les en política. Las posiciones políticas parecen un col/age en
argumentación señalando algunos aspectos relevantes para un que distintos elementos y tendencias se yuxtaponen en variadas
nuevo "mapeo". configuraciones caleidoscópicas. Asf se destruye cualquier es-
La reformulación de las coordenadas del espacio políti- trategia consistente y duradera. En cons.ecuencia, habría que
co implica al menos tres elementos. Un cambio consiste en el prestar atención a la recomposición de una perspectiva capaz
rcdimcnsionamiento de las escalas. En la actualidad, predomi- de discernir y jerarquizar asuntos de interés prioritario. Ello nos
nan mapas de escala grande que informan minuciosamente de conduce a la dimensión temporal.
los diversos elementos en juego, permitiendo identificar los de- La actualización de nuestras coordenadas de tiempo re-
talles. Sin embargo, este tipo de mapas produce una mite fundamentalmente a la noción de futuro. Según vim(lli,Ja~,
sobre-información que impide relevar los puntos significativos aceleración del tiemgo ha socavado nuestras i~ágenes del ma-
y establecer estrategias de mediano y largo plazo. Nos hacen ñana (para no hablar del pasado mañana). Sin horizonte, lo
falta mapas de escala pequeña, capaces de representar espacios existente se confunde c_Q_nlo__necesario e inhibe la producción
más extensos. Tales mapas son más útiles para abarcar una rea- ""l de alternativ~llo explica, en buen grado, el "retraso" de la
lidad social de carácter global, fijar relaciones entre múltiples 1política democrática. Incapaz de elaborar objetivos que trascien-
niveles y asf articular dinámicas de mayor alcance. dan la inmediatez, la política queda presa de la conlingenc~_;_
Un segundo factor de reestructuración consiste en la sim- una elección del mal menor. Un presente omnipresente pone en
bolización. Los mapas operan como representaciones simbólicas duda la capacidad conductora de la política, pero no hace des-
de la realidad; por medio de ellas damos cuenta de "lo real" y aparecer la preocupación por el futuro. Guarda vigencia la
"lo posible". Este universo simbólico ha sido trastocado por las aspiración de un mañana mejor. Este anhelo puede adoptar for-
transformaciones en marcha. El debilitamiento del estado como mas regresivas y alimentar movimientos populistas. Pero
síntesis de la sociedad refleja una erosión general de los símbo- también puede impulsar el desarrollo de la democracia. Para
los colectivos. Es a través de ellos que se despliega, de modo ello empero, necesitamos renovar nuestra noción de tiem_lliL)I:,_
crucial, la pugna acerca del sentido de la democracia y de una en_particular, la perspectiva dejututo..__
política democrática. En la medida en que el orden democráti- Una observación final: la reconstrucción de los mapas
co carece de espesor simbólico, los lazos de pertenencia e cognitivos implica reconstruir la racionalidad en uso. Desde el

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DE!. MAÑANA

Siglo de la Luces la modernidad pretende iluminar las tinieblas Capítulo 3


mediante el brillo de la razón. Pero, como es sabido, cualquier
teoría y concepto ilumina algunos a~g~tou deja a otros en la Nuestros miedos
----
¿;s;;ridad. En las últimas décadas una noción estrecha de racio-
nalidad (formal) ha mutilado el análisis político de dimensiones
vitales como lo son las subjetividades involucradas. El recelo
es com rensible -<jema~~.il~ veces el poder se ha apropiado de
los deseo --te~~~~stra_g]]ie a los criterios de
racionalidad. Por lo mismo, sin embargo, solo evitamos un rear-
----------
me autoritario si incorporamos las regiones olvidadas de los
sentimientos y emociones a nuestros mapas. Un aspecto funda- En 1998 el Programa de Naciones Unidas para el Desa-
mental de la democracia consiste precisamente en su capacidad rrollo (PNUD) presentó un estudio sobre Chile que causó un
de encauzar los desafíos emocionales de la vida social (Braud notable impacto en el debate público. El revulsivo provenía de
1993). En tal perspectiva recuerdo una sugerencia proveniente una mirada diferente al proceso chileno. Adquiría visibilidad
de la experiencia psicoanalítica (Bion 1991). Quizás debamos una dimensión habitualmente no considerada: la subjetividad
apagar todo foco Hiluminista" para que la mirada se acostumbre de las personas. La subjetividad importa. No sabemos cuánto ni
a la oscuridad. Entonces se perfilarán más claramente las silue- cómo, pero la vida nos enseña que ella es tan real y relevante
tas de las sombras y podríamos descubrir las "cajas negras". como las exigencias de la modernización socio-económica. Solo
Quiero decir: tal vez debiéramos poner entre paréntesis nues- si nos hacemos cargo de la tensión existente entre la racionalidad
tras concepciones familiares para poder visualizar mejor las propia a la modernización y la subjetividad de las personas, po-
formas emergentes de la democracia. demos hacer de los cambios en marcha un desarrollo humano.
En resumidas cuentas, el mapeo de nuestra "polis" no La subjetividad es un fenómeno complejo que abarca
sería tan ajeno al que hace !talo Cal vino de las ciudades invisi- valores y creencias, disposiciones mentales y conocimientos
bles: "Si te digo que la ciudad a la cual tiende mi viaje es
prácticos, normas y pasiones, experiencias y expectativas. En
discontinua en el espacio y en el tiempo, ya más rala, ya más esta ocasión volveré sobre un aspecto que ya había tratado an-
densa, no has de creer que se puede dejar de buscarla". tes (1996): los miedos. Los miedos son una motivación poderosa
de la actividad humana y, en particular, de la acción política. De
manera aguda o subcutánea, ellos condicionan nuestras prefe-
rencias y conductas tanto o más que nuestros anhelos. Por medio
de ellos aprendemos, con mayor o menor inteligencia, la cara
oculta de la vida. A continuación presentaré tres tipos de miedo
que, a mi entender, se desprenden del informe sobre el Desa-
rrollo Humano en Chile 1998. Sobre la base de los resultados
empíricos allí expuestos (PNUD 1998), distingo tres fenóme-
nos:
-El miedo al Otro, que suele ser visto como un potencial
agresor;

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

.:. El miedo a la exclusión económica y social; el torrente de la subjetividad arrase con los diques instituciona-
- El miedo al sinsentido a raíz de un proceso social que les. El peso de la noche parece no haberse disipado. Los
parece estar fuera de control. conflictos silenciados conservan actualidad. Cualquier evento
puede activar los fantasmas del pasado. Tal vez desconfiamos
del otro porque tememos al conflicto. El otro representa una
1. El miedo al Otro amenaza de conflicto. Amenaza no solo de agresión física, agre-
siva es también la vida diaria en una sociedad competitiva.
Los miedos de la gente tienen una expresión sobresa- Cuando crecen las dudas acerca de "lo propio" aumentan los
liente: el miedo al delincuente. La delincuencia es percibida miedos al "invasor". Como dice Carlos Franz (200 1,75), "nues-
como la principal amenaza que gatilla el sentimiento de insegu- tra ciudad-sociedad amurallada confiesa en su literatura urbana
ridad. Sin ignorar las altas tasas de delitos en todas las urbes uno de sus más atávicos temores, quizá una de las piedras sobre
latinoamericanas, llama la atención que la percepción de vio- las cuales fundamos su coherencia: el temor a la invasión". Los
temores hablan de nosotros. ¿No será el miedo al agresor un
lencia urbana es muy superior a la criminalidad existente. Por
miedo a nuestra propia agresividad? Tal vez desconfiamos por
ende, no parece correcto reducir la seguridad pública a un "pro-
blema policial". Probablemente la imagen del delincuente sobre todo de nuestras propias capacidades (psíquicas e institu-
omnipresente y omnipotente sea una metáfora de otras agresio- cionales) de manejar conflictos. Si entendemos por democracia
nes difíciles de asir. El miedo al delincuente parece cristalizar la institucionalización de los conflictos, su funcionamiento de-
un miedo generalizado al otro. Varias razones alimentan esa pende de nuestra capacidad de abordar y resolver conflictos.
desconfianza frente al extraño. ¿Hemos aprendido a tolerar, negociar y decidir las luchas de
intereses y las diferencias de opinión?
La mala memoria Asumir la historia implica confesar nuestra vulnerabili-
dad, la precariedad de las condiciones materiales de vida y, por
Nuestros miedos tienen historia. A veces una historia muy sobre todo, precariedad de nuestra convivencia, de nuestras iden-
reciente: el significado actual del delincuente no está lejano de lo tidades, de nuestras ideas y categorías. Una precariedad reñida
que representaba ayer el''extremista" o el"delator''. La experien- con el exitismo. En un país donde todos quieren ser ganadores,
no es fácil declararse vulnerable. A lo más, nos quejamos de los
cia traumática de Chile ha dejado heridas sin cicatrizar. El tupido
problemas que impiden mayores éxitos; pocas veces nos interro-
velo del silencio no las hace desaparecer. Es tanto el miedo a los
gamos acerca de los criterios de éxito. Demasiado fácil se toman
miedos del pasado que los negamos. Es imposible vivir sin olvido,
pero ni siquiera percibimos lo compulsivo de nuestros olvidos. los resultados obtenidos por los resultados posibles. Se pasa de la
constatación "el sistema funciona bien así'' a la conclusión falaz
Tenemos mala memoria, dijo Marco Antonio de la Parra (1997).
de que "el sistema no funciona bien sino asf'. Ello acalla las du-
En el próximo capítulo volveré sobre nuestro miedo a la memoria.
No sabemos qué olvidar, qué recordar. Se nos recomienda con in- das e incertidumbres, pero también la crítica y la innovación.
sistencia "mirar al futuro". Pero no basta, Las expectativas están Los miedos son fuerzas peligrosas. Pueden provocar re-
cargadas de experiencias pasadas, de sus miedos y esperanzas. Para acciones agresivas, rabia y odio que terminan por corroer la
hacer futuro, previamente hay que hacer memoria. sociabilidad cotidiana. Pueden producir parálisis. Pueden inducir
¿Cuántos años llevamos rodeados de miedos? La histo- al sometimiento. Los miedos son presa fácil de la manipulación.
ria chilena está atravesada del miedo al desborde. Miedo a que Hay "campañas del miedo" que buscan instrumentalizar y

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL ~IMMNA

apropiarse de los temores para disciplinar y censurar. Más di- de fútbol, recitales de rock- ofrecen nuevos rituales, pero no
fusos son los temores y más tentador exorcizarlos mediante conforman lazos de cohesión social. Crecen las "tribus", agru~
drásticas invocaciones de la seguridad. A veces la seguridad paciones móviles y flexibles, que comparten emociones,
toma forma de cárcel: no haga esto, no diga aquello, mejor no símbolos e intereses puntuales, pero sin la autoridad y duración
piense. ¿Acaso no podemos sentirnos seguros en el ámbito de necesarias para ofrecer normas y creencias estables.
la libertad? Con la erosión de las identidades colectivas también se
Tanto los miedos como la seguridad son un producto dificulta la identidad individual. ¿No es paradójico que el indi-
social. Tienen que ver con nuestra experiencia de orden. Cual- viduo -pilar de la modernidad- pierda su cuadro habitual de
quier evento puede transfonnarse en una amenaza vital cuando inserción? Entre los años treinta y setenta la "modernidad orga-
no nos sentimos acogidos y protegidos por un orden sólido y nizada" (Wagner 1997) brindaba al individuo un marco
amigable. ¿Cuál es empero la vivencia de nuestro entorno in- normativo, cognitivo y organizativo para estructurar su lugar en
mediato? El barrio y la ciudad suelen ser vividos como algo el mundo. Su crisis (tematizada como posmodernidad) hace tam-
ajeno y adverso y carente de significado emocional. Si no senti- balear los modelos de socialización, la distribución de roles, los
mos aprecio y orgullo por nuestro hábitat más cercano, planes de vida. Nuestro Yo, liberado del Nosotros, se encuentra
difícilmente nos apoderaremos del orden social como algo pro- en una especie de ingravidez societal. Ya no se trata sólo del
pio y valioso. La fragilidad del orden tiene que ver con un estilo miedo al Otro; es el miedo a uno mismo .. La inseguridad brota
de modernización que no echa rafees en la subjetividad de la de mí mismo.
gente. En fin, hay que conversar los miedos. Sacarlos de la os- El individuo autónomo y racional sigue siendo el funda-
curidad. Darles nombres. Solo entonces somos capaces de mento de la democracia liberal y de 1a convivencia diaria. Pero,
compartir los miedos, de acotarlos y enfrentarlos. ¿de qué individuo estamos hablando? El discurso prevaleciente
sobre el individuo resulta abstracto. El énfasis en el individuo
[Jl fragilidad del nosotros como "unidad" de la vida social no ha sido acompañado por
una reflexión acerca del proceso real de individuación. ¿Cuál es
Si el extraño causa alarma, es porque desconfiamos de el balance, visto en perspectiva histórica, de esa tarea civiliza-
nuestras propias fuerzaS. El miedo a los otrOs es tanto más dora? La promesa de individualidad, que adelantó la modernidad,
fuerte cuanto más frágil es el "nosotros". La modernización parece revocada a diario por el individuo atemorizado, aislado,
rompe con el estrecho mundo señorial de antaño y abre am- anestesiado de nuestra sociedad. Al hablar de nuestros miedos
plias "zonas de contacto". I~crementa las transacciones, pero hay que hablar también de las dificultades de ser individuo en
no genera necesariamente lazos sociales. La mayoría de las medio de un "individualismo negativo" (Giddens 1995).
relaciones suelen ser anónimas y fugaces. Apenas se conoce La precariedad del Nosotros acentúa la retracción al
al vecino. Vemos día a día cómo los procesos de seculariza- hogar. La familia aparece como el último refugio frente a las
ción, diferenciación y mercantilización de la sociedad moderna, fuerzas hostiles del entorno. Ella representa no solo el principal
potenciados por la globalización, socavan las identidades co- apoyo en caso de problemas económicos; ella suele ser igual-
lectivas. Se debilitan los contextos habituales de confianza y mente la (casi) única reserva de sentido de cara a los dilemas
sentido. La familia, la escuela, la empresa, el barrio, la nación morales y afectivos. Particularmente en sectores medios y ba~
ya no son lugares evidentes de integración e identificación. jos, la familia depende exclusivamente de sus propios recursos
Los nuevos lugares públicos -centros comerciales, estadios económicos y normativos para enfrentar una multiplicidad de

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NoRHERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MMi'ANA

tareas: desde la enfermedad y la precariedad laboral hasta los históricas. Pero además refleja el impacto de la actual estrate-
peligros de delincuencia, drogadicción o embarazo precoz. A gia de modernización. Esta incrementa la autonomía y libre
las exigencias externas se añaden las tensiones internas, gene- elección del individuo, que conquista nuevas oportunidades de
radas por la incorporación de la mujer a un empleo remunerado. iniciativa y creatividad. Hace estallar las viejas ataduras, pero
La pareja ya no puede apoyarse en los roles heredados. En tales sin crear una nueva noción de comunidad. La celeridad del pro-
circunstancias, el hogar deviene una fortaleza asediada por to- ceso y la expansión del mercado a ámbitos extra-económicos
das las inseguridades y la familia comienza a sufrir una (como educación, salud o previsión) tienden a modificar pro-
sobrecarga notoria. Y por sí fuera poco, se le imputa la respon- fundamente nuestra mirada de la sociedad y el significado
sabilidad de socializar las normas y los valores que cohesíonan cultural de "vivir juntos". Prevalece una visión individualista
la vida social. En una época en la cual la vida familiar sufre del mundo, de sus oportunidades y sus riesgos. Dicho esque-
tantos cambios, el llamado a defender los "valores familiares máticamente: los procesos de individuación desembocan en
tradicionales" no sólo resulta vacuo; además inhibe reformular procesos de privatización. Privatización de normas y conduc-
el significado de la familia en el nuevo contexto. tas, privatización de riesgos y responsabilidades. Ello debilita
la integración de la vida social y --<:omo muestra el miedo a la
La erosió11 del víllculo social delincuencia- deja al individuo desamparado.
El vínculo social representa un patrimonio de conoci-
La cara banal del miedo es la "sociedad desconfiada". mientos y hábitos, de experiencias prácticas y disposiciones
Las inseguridades generan patologfas del vínculo social y, a la mentales que una sociedad acumula, reproduce y transforma a
inversa, la erosión de la sociabilidad cotidiana acentúa el miedo lo largo de generaciones. Es el "capital social" de un pafs (Put-
al otro. No es casual que la región ostente las mayores desigual- nam 1993). Y, como todo capital, su desarrollo exige un en tomo
dades sociales en el mundo junto con los mayores niveles de favorable: lazos activos de confianza y cooperación, conversa-
desconfianza. La situación se repite en Chile, donde ocho de ciones fluidas sobre asuntos de interés común. Exige la
cada diez personas desconfían de los demás. En realidad, ¿cómo participación y articulación de un sinnúmero de actores organi-
construir confianza cuando se desvanecen los grandes relatos, zados (desde Rotary hasta las juntas de vecinos) y agrupaciones
las identidades nacionales, las tradiciones consagradas, los pai- infonnales (conjuntos de rack, al.cohólicos anónimos, grupos
sajes familiares de la infancia? Por cierto, la vida social sigue literarios). La producción de esa trama social define en buen
su curso a través de múltiples redes de interacción, formales e grado la capacidad organizativa, gerencial e innovadora de un
informales. Dfa a día repetimos actos de confianza y establece- país para hacer frente a la competencia íntemacional. Ella ge-
mos alguna relación de cooperación. En paralelo empero, nera el "clima de confianza" tan requerido por el mercado. El
suponemos que los demás son agresivos, egoístas, insolentes y mismo mercado, sin embargo, impulsa tendencias de competi-
que están dispuestos a pasar por encima de cadáveres con tal de tividad y flexibilidad en las relaciones sociales que tienden a
lograr sus propósitos (FLACSO 1997). Es decir, la presencia de destruir los vínculos de solidaridad. Tal pérdida de redes socia-
las redes asociativas a nivel microsocíal parece desdicha por su les tiende a ser más notable en los sectores más vulnerables de
ausencia a nivel rnacrosocial. la sociedad. El resultado es paradójico: la misma estrategia de
La imagen de sociedad desconfiada nos habla de la des- modernización que exige un fuerte capital social, puede debili-
confianza en nosotros mismos, en la fuerza de nuestros lazos. tarlo y, por el contrarío, acentuar las desigualdades sociales
La erosión del vínculo so~ial tiene, en el caso chileno, razones (PNUD 2000).

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NoRBERT LEcHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

2. El miedo a la exclusión y asumir las oportunidades y los riesgos de la modemiz~ción.


Tales desigualdades en aspectos fundamentales de la vida de
Nuestros miedos se expresan fundamentalmente en las cada uno, socavan el "discurso de la igualdad" como marco de
relaciones sociales. Pero están igualmente presentes en la rela- referencia para desarrollar las diferencias sociales legítimas. El
ción de las personas con los sistemas funcionales. Los chilenos asunto no es baladí. De manera sigilosa se está alterando el lema
reconocen que su situación general, su situación educacional, republicano de "libertad, igualdad y fraternidad". Pues bien, ¿qué
laboral, previsional, etcétera, es mejor que la de sus padres. En queda de la libertad cuando se amputan los otros principios cons-
efecto, la modernización del país amplió el acceso a empleos y titutivos del orden? Si el lazo social ya no se funde en los valores
educación, mejoró los indicadores de salud, estableció la con- de igualdad y solidaridad, la libertad queda reducida a un indi-
tratación individual de la previsión; en suma, agilizó el vidualismo egoísta.
funcionamiento de los diversos sistemas. Sin embargo, la gente Otra deficiencia proviene de la excesiva monetarización
desconfía. No confía en lograr una educación y capacitación de los problemas. El dinero es un mecanismo eficaz para for-
adecuada. Incluso quienes tienen empleo temen quedar exclui- malizar los flujos sociales y prolongar cadenas de acción. La
dos de un mercado laboral muy dinámico y competitivo. Quedar monetarización abre posibilidades al reducir la complejidad
excluidos, por ende, de los sistemas de salud y previsión. Ex- social, hacerla comprensible y manejable. Una monetarización
cluidos del consumo de bienes y servicios en una sociedad donde abusiva, en cambio, cierra posibi1idades ..Ella excluye a perso-
prestigio social y autoestima se encuentran muy vinculados al nas sin recursos financieros de servicios básicos. Pero además,
estilo de vida. En suma, las personas temen quedar excluidas
excluye fenómenos no traducibles en precios. La mercantiliza-
del futuro.
ción no valora el significado de una palabra, la importancia
afectiva de una cosa. Ella es insensible a demandas de recono-
Las deficiencias de los sistemas
cimiento, integración y amparo. Por lo tanto, no logra procesar
adecuadamente las demandas de trabajo, educación, salud o
La desconfianza de la gente de obtener protección contra
previsión. Dichas demandas tienen, más allá de su relevancia
los infortunios y de poder aprovechar efectivamente las mayores
material, una fuerte carga simbólica para las personas. Pienso
oportunidades no es arbitraria. Quiero destacar tres factores que
en los sentimientos de dignidad, identificación e integración que
provocan un sentimiento de des validez e impotencia.
generaba anteriormente el trabajo; significados muy debilita-
La deficiencia principal radica en el acceso desigual a
dos en la nueva organización de las empresas. En el Chile actual,
los sistemas funcionales. Las posibilidades de la gente de ac-
la privatización de ciertos servicios públicos, reconducidos a
ceder a los bienes básicos (educación, salud o previsión) se
contratos privados e individuales, tiende a eliminar la dimen-
encuentran fuertemente condicionadas por su nivel sociocco-
sión simbólica sin ofrecer una compensación equivalente. Por
nómico. Las desigualdades de ingreso se vuelven humillantes
cierto no es tarea del mercado, por eficiente que sea, generar
cuando dificultan obtener niveles básicos de salud y previsión.
lazos de arraigo y pertenencia. El estado chileno, por su parte,
Comparando los propios sacrificios con la riqueza exultante
sigue siendo la instancia principal de las políticas sociales, pero
de otros, nace el sentimiento de un trato injusto, de aportar a
carece de un discurso capaz de simbolizar su acción. Entonces,
la sociedad más de lo que se recibe de ella (Campero 1998).
aun cuando las prestaciones mejoren, la gente no se siente aco-
En el caso de los chilenos que viven en situación de pobreza
gida y protegida, reconocida y respetada como partícipe de una
(uno sobre cuatro), ni siquiera están en condiciones de elegir
comunidad.

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El sentimiento de desprotección tiene que ver asimismo el control político del sistema económico tiene límites estre-
con un nuevo tipo de amenazas. Cada vez hay más riesgos pro- chos. Cabe preguntarse, empero, cuán inmutables e ineludibles
ducidos por la misma sociedad. Por ejemplo, las enfermedades son dichas lógicas. Tal vez las supuestas "jaulas de hierro" sean
mentales y nerviosas generadas por el actual estilo de vida. O la convenciones conversables, o sea, modificables por acuerdo
inseguridad provocada la desagregación del trabajo mediante social. De hecho, son bienes públicos y materia de intervención
subcontratación, aprovisionamiento subsidiario, trabajo parcial, política lo que una sociedad defina como tales. Definimos pues
empleo por cuenta propia o consultorías. Nuestras sociedades los límites que tiene la autonomía de los sistemas cuando defi-
pueden estar más o menos bien preparadas para los infortunios nimos los límites de la política.
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Daturales", pero tienen dificultades en asumir las transforma- Hoy por hoy, sin embargo, las "lógicas de sistema" se
ciones en curso y los debidos mecanismos de protección. Ello erigen en verdaderos "poderes fácticos". El discurso neo liberal
se debe, en parte, al protagonismo del mercado. Este suele antici- "naturaliza" los cambios en curso (Bourdieu 1998). La "lógica
par problemas en tanto son traducibles a precios, pero no de mercado" ilustra la transfiguración de una "racionalidad de
contempla los costos y responsabilidades sociales (de reconver~ sistema" en una especie de hecho natural, supuestamente ina-
sión o desempleo). Por consiguiente, la gente se siente forzada a movible, que se impone a las espaldas de la gente. El orden
participar en un "modelo de desarrollo" que, por su parte, no se social suele ser vivido como un orden natural. También el siste-
hace cargo de Jos problemas que conlleva. El resultado suele ser ma político se vuelve cada vez más autoreferido e impermeable
una mezcla de des validez, rabia y desconexión. a influencias externas. Las personas sienten que sus miedos y
En particular la desconexión parece transformarse en una anhelos, sus motivaciones y afectos para nada cuentan; que ellas
estrategia de sobrevivencia. Para defenderse, al menos subjeti- son simples agentes de un engranaje abstracto. Ello nos indica
vamente, de las dinámicas de exclusión, la gente se retrotrae a la otra cara de la creciente autonomía de los sistemas. La con-
su mundo individual. Cuando evalúa -como en el zapping de~ solidación de una lógica abstracta tiende a aniquilar la vida
!ante del televisor- las distintas opciones ofrecidas, sin concreta, a descartar los mil pliegues de la subjetividad, a eli-
comprometerse con ninguna, logra gozar momentáneamente el minar los detritos de la experiencia, lo que no fue pero pudo
sentimiento de controlar su destino. El placer (o ilusión) de la haber sido. Blanquea la memoria de las pérdidas. Y, mirando al
desconexión puede ser una estrategia válida para el individuo, futuro, tiende a reducir las posibilidades a lo que es factible en
pero me pregunto por su impacto sobre la integración social. el marco de Jo dado, a reducir la subjetividad a su utilidad para
Jos sistemas funcionales. Ahora bien, la subjetividad produce y
La autorreferencia de los sistemas requiere tales cauces estructurales, pero no se agota en ellos. Ni
los sujetos pueden disponer libremente de las lógicas funciona~
El miedo a la exclusión está estrechamente vinculado a les, ni los sistemas logran apropiarse completamente de la
un rasgo fundamental de la sociedad actual: la creciente auto- subjetividad. También la instrumentalización de la subjetividad
nom{a de las lógicas funcionales. En la medida en que la tiene un límite. La subjetividad siempre produce un excedente
racionalización social avanza, los sistemas parecen adquirir vida extra-sistémico, un "plus" que desborda cualquier instituciona-
propia, independizarse de los sujetos, y obedecer exclusivamente lización. ¿Qué pasa con ese excedente, con esa subjetividad
a su "lógica" interna. El proceso tiene una doble cara. Por un denegada?
lado, parecen disminuir efectivamente las posibilidades de dis- Quiero hacerme cargo de una interpretación frecuente
posición e intervención social. Es bien sabido y aprendido, que que atribuye el sentimiento de inseguridad a un "exceso de

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LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

expectativas" de la gente. Visto asf, el malestar social no sería una forma de comunidad que logró articular las demandas so-
sino el reflejo mental de una modemización insuficiente. Por lo ciales y la regulación económica en un contexto de sentido válido
tanto, habrfa que terminar con las críticas al "modeld', asumir para todos. Esa "comunidad" salta hecha añicos en el proceso
sus inevitables contradicciones y apretar el acelerador: más cosas de globalización y, por cierto, no hay vuelta atrás. Pero no po-
en menos tiempo. La realidad, sin embargo, podrfa ser más com- demos prescindir de "algo" en común que pennita estructurar
pleja de lo que suelen admitir los voluntarismos de todo signo. la convivencia social. ¿Qué hace de una diversidad de relacio-
La apuesta por una estrategia de crecimiento económico nes sociales una "sociedad"? La pluralidad de seres humanos
a toda costa presupone que las demandas de los chilenos y las exige un mundo común, dice Hannah Arendt (1974), y este es
satisfacciones buscadas se encuentran en un mismo ámbito -el el trabajo de la política. Quienes ignoran esa construcción de
mercado- cuando posiblemente operen en registros diferentes. "comunidad" ~una comunidad de ciudadanos~ amputan la di-
¿No estaremos ante expectativas que, al menos en parte, no pue- mensión cultural y simbólica de la polftica. He insistido una y
den ser satisfechas por el mercado? Tomemos, por ejemplo, el otra vez sobre este punto que suele ser soslayado de manera
trabajo. Él representa no solo la principal fuente de ingreso, sistemática en el actual debate. Es allf, sin embargo, donde se
sino igualmente el ámbito donde las personas hacen una expe- juega hoy por hoy nuestro "modo de vida".
riencia vital de lo que es la dignidad, el reconocimiento y la
integración a una tarea colectiva. Por lo tanto, la precarización 3. El miedo al sinsentido
del empleo -más allá de sus efectos sobre las remuneraciones y
el desempleo- afecta esa experiencia básica de la identidad in- El más difuso de los temores es el miedo al sinsentido.
dividual y social. La tlexibilización exagerada de las relaciones . Nace de un conjunto de experiencias nuevas: el stress, el auge
laborales repercute en muchas otras esferas porque enseña al de las drogas, la persistencia de la contaminación, el trato agre-
individuo a desconfiar del prójimo y a evitar compromisos afec- sivo y los atascamientos del tráfico. Un conjunto de irritaciones
tivos fuera de su entorno inmediato. Cuando la relación es desemboca en la sensación de una situación caótica. La impre-
pasajera, ¿por qué involucrarse en algo que es ajeno? Por eso el sión se ve acentuada por una globalización vivida como una
carácter flexible y provisorio del vinculo laboral tiende a fo- invasión extraterrestre. La vida cotidiana, acelerada a un ritmo
mentar tendencias de desafiliación en otros campos, desde la vertiginoso por miles de afanes, una sucesión intenninable de
relación de pareja hasta la adhesión al régimen democrático. sobresaltos y una transfonnación permanente del enlomo laboral
El informe del PNUD 1998 argumenta a favor de otro y del paisaje urbano, deja a la gente sin aliento para procesar los
enfoque: concebir la tensión entre las personas y los sistemas cambios. La realidad deja de ser inteligible y aparece fuera de
funcionales como una relación de cornplementariedad. Esta control. ¿Cuál es, en medio del torbellino, el sentido de la vida?
puede adoptar formas diversas. Una de ellas, la más conocida, No es nuevo tal desvanecimiento de todo lo establecido.
es la que encama el estado. Entre los años veinte y setenta el Nuestra sociedad ha conocido grandes migraciones junto con la
estado fue la instancia privilegiada de mediación entre la subje- subversión del mundo rural y no menos radicales reagrupacio-
tividad (más y más diferenciada) y las exigencias de la nes en torno a minas, industrias y las grandes urbes. La
modernización económica. Sobre este trasfondo histórico se modernidad es una historia de descomposiciones y recomposi-
entiende que, por exitosas que hayan sido las privatizaciones, ciones de hábitos y tradiciones, de identidades sociales y
por dinámica que sea la iniciativa privada en Chile, la reivindi- representaciones colectivas. Sucesivas olas modernizadoras per-
cación de un estado activo persiste. En el fondo, ella reivindica mitieron al individuo liberarse de trabas y restricciones, pero

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también significaron desarraigo y atomización. ¿Es diferente el calculabilidad. A partir de los años veinte, la organización de los
proceso actual? Los cambios crean nuevas oportunidades: se abre intereses, la reestructuración de las pautas de acción y la consoli-
una perspectiva global de la realidad, diferencias legítimas lo- dación de un Estado Social fueron un modo eficaz de asegurar
gran expresarse, el pensamiento escapa a la ortodoxia y surgen esa previsibilidad (Castel1997). En la medida en que las conven-
nuevas redes de interacción social. Todo e11o es cierto, pero no ciones sociales se flexibilizan, los argumentos se trivializan y la
seamos ciegos. Se abren caminos nuevos, pero también abismos realidad misma se "virtualiza", el manejo de la incertidumbre se
ignotos. Y no podernos festejar unos sin considerar los otros. vuelve problemático. Esta es la novedad y es aquí (y no en la
En el segundo capítulo hice ver cómo nos descolocaba mera presencia de incertidumbre) donde radica el desafío.
la reestructuración de las coordenadas espacio-temporales. El Nos cuesta acotar la incertidumbre, entre otras causas,
cambio de milenio se ve acompañado de una transfonnación de por la sencilla razón de que carecemos de lenguaje. Carecemos
nuestros mapas mentales. En paralelo, se debilitan las reservas de una codificación de la incertidumbre. Disponemos apenas
de afecto y sentido que la sociedad había depositado en sus de un pobre "código económico" para dar cuenta de los diversos
instituciones. Entonces la realidad desborda el ordenamiento "shocks" de las finanzas internacionales, de los altibajos de la
instituido. Estamos en un mundo de referentes móviles y provi- bolsa de valores o de la tasa de cambio. Las incertidumbres coti-
sorios, caracterizado por la contingencia. Aparentemente todo dianas empero, se quedan sin palabras. A falla de categorías para
vale, lodo es posible. Es en es le contexto que el miedo al otro y pensar y acotar la incertidumbre, se tiende a buscar orientación
el miedo a la exclusión adquieren verosimilitud. en las conductas de los demás. La ausencia de criterios propios es
ocultada mediante la adaptación al estado de cosas existente.
Tolerar la incertidumbre Amplificado por los medios de comunicación masivos, se instala
un conformismo ramplón como antídoto contra el 11 miedo al va-
La subjetividad se ve privada de sus referentes habitua- cío" (Mongin 1993).
les al tiempo que conquista nuevos ámbitos. Tal tensión es En segundo lugar, el desafío consiste en incrementar
intrínseca a la modernidad; no la podemos eliminar. Toda vida nuestra tolerancia a la incertidumbre. Si no podemos evitarla,
humana incluye inevitablemente grados más o menos significa- ¿cómo la hacemos soportable? Parece haber un umbral antro-
tivos de incertidumbre y todo cambio social la aumenta. Los pológico, cruzado el cual la incertidumbre carcome la identidad
procesos de secularización, globalización, diferenciación e in- (individual y colectiva). Existe, empero, un mecanismo privile-
dividualización remueven las certezas establecidas. Y en la giado para elevar las barreras de tolerancia: la vinculación
medida en que crece la contit.1gencia se vuelve más difícil pro- intersubjetiva. En la medida en que las personas asumen la incer-
ducir nuevas certezas. Se disiparon las esperanzas de controlar tidumbre como un problema compartido y desarrollan redes de
la incertidumbre mediante el progreso técnico; él mismo fabri- confianza y cooperación, ellas generan un marco de certezas. El
ca nuevas incertidumbres. Vivimos en una "sociedad de riesgos" Otro deviene, más que un "factor calculable", un socio indispen-
(Beck 1986 y 1997). sable para construir, frente a los avatares, un futuro común.
Una sociedad es moderna cuando aprende a manejar la La vinculación intersubjetiva presupone significaciones
incertidumbre. Ello implica, en primer lugar, acotar el reino de comunes. No solo una comunicación privada entre las partes. El
la incertidumbre. Las convenciones jurídicas e instituciones vínculo social se inserta en determinado lenguaje, en premisas
sociales, las representaciones simbólicas y cognitivas, son me- nonnativas y códigos interpretativos. Es decir1 hace uso de una
dios para delimitarla y otorgar a la convivencia cierta determinada codificación, producida y reproducida en el ámbito

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público. Cuando el espacio público se debilita, necesariamente · según vimos, también el futuro nos exige ·recuperar el pasado.
se empobrecen las estructuras comunicativas y, por tanto, nuestra Podemos aprender del pasado. Debemos impulsar un proceso de
capacidad de descifrar la realidad. De hecho, nos cuesta rellexio· aprendizaje que permita superar inercias y a la vez actualizar las
nar lo que nos pasa. Hay dificultades en establecer el registro de tradiciones significativas. Resguardar las libertades conquistadas
la conversación, en precisar las categorías clasificatorias, en dis- da el derecho a cambiar lo establecido. En efecto, es tan impor-
cutir las ambivalencias, disipar los malos entendidos. La tante liberarse de repeticiones como lo es conservar una
comunicación se llena de ruidos, interferencias y dudas. Lo no continuidad histórica. La historia puede ser fuente de confianza:
dicho (como los miedos) se entremezcla con lo indecible (el mis- nosotros que pudimos hacer tantas cosas juntos~ tenemos razones
terio) y se cubre de un manto opaco de silencios. para seguir construyendo el futuro en conjunto.
Siempre construimos futuro. Pero no siempre sabemos qué
La coustruccióu de futuro horizonte buscamos, qué país queremos, qué mundo deseamos.
Nos falta imaginación fundada en só1idos motivos. Carecemos
Nuestros miedos pueden llegar a ser productivos, si con- de claves de interpretación que nos faciliten ordenar la realidad,
tribuyen a traducir las carencias en tareas. En el fondo, el miedo acolar su complejidad y detmminar el sentido de los cambios.
al sinsentido clama por un horizonte de futuro. El mañana im· Para poder trazar un horizonte de futuro hay que conocer los pro·
plica siempre un horizonte de sentido por intermedio del cual cesas en curso; precisar tanto lo que tienen de necesario como de
ponemos en perspectiva al presente. Precisamente por ser fugaz opción. Solo entonces ponderamos la medida en que son objeto
e irreversible, la vida no se deja encapsular en la inmediatez. La de intervención y regulación social. Es en ese marco que se cons-
clausura de horizontes es la muerte. Sobre este contexto simbó- truyen las alternativas. Bien visto, hay futuro (y no solo un destino
lico trabajó el plebiscito de 1988. El lema "La alcgrfa ya viene" ineludible) cuando hay alternativas.
interpelaba la subjetividad de los chilenos, vinculando dos gran- La construcción de futuro presupone -ya lo dije- un vfn·
des pasiones: el miedo y la esperanza. En un ambiente dominado culo emocional y afectivo. Es en un determinado contexto de
por los miedos invoca la esperanza en el avenir: algo que toda- temores y anhelos que las alternativas propuestas adquieren (o no
vfa no es, pero que puede llegar a ser. Invoca un vfnculo adquieren) sentido. Sólo un futuro que acoge a los agobios, las
emocional y un compromiso afectivo con el futuro por hacer. dudas y los sueños del presente resulta atractivo. No basta que un
De esta anticipación se nutre la acción política. futuro sea posible; hay que tener la motivación para querer reali-
¿Qué nos inhibe soñar? El biforme de Desarrollo Hu- zarlo. Hay que tener pasión. Sin embargo, tan sólo nombrar las
mano 2000 releva un hecho sintomático: hay un bloqueo en la pasiones provoca recelos. Y tenemos motivos de sobra para te-
formulación de aspiraciones colectivas. Nos cuesta crear y ~reer mer explosiones de inacionalismo y fanatismo. ¿Pero no serán
algún sueño de futuro, más allá de los mejores deseos para el tales fenómenos precisamente la venganza de una subjetividad
bienestar familiar. ¿No tenemos deseos? ¿No nos atrevemos a que no encuentra cauces institucionales? Contraponiendo la ra-
manifestarlos? Tal ve7. no queramos soñar por miedo a que los zón a la pasión, mutilamos por partida doble la acción reflexiva
sueños puedan engendrar pesadillas (PNUD 2000). Sabemos (Bodei 1995).
que los cambios conllevan conflictos y que los conflictos pue- El futuro es anticipado como promesa. Por eso una polí-
den echar por tierra al orden, las esperanzas y el mismo sentido tica con miras de futuro está cargada de promesas. Ellas ayudan
de vida. Mientras que esa experiencia no sea asumida y elabo- no solo a identificar "lo posible", sino a identificarnos como
rada, toda mirada al futuro será temerosa. No solo el presente, "nosotros". La anticipación de lo posible abarca más que úl1a

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

proyección de lo materialmente factible. Implica una reflexión


acerca de lo socialmente deseable. Especialmente en épocas de
Capítulo 4
alta contingencia, cuando la gama de lo posible se ha vuelto tan la construcción social de
abierta, resulta indispensable trazar perspectivas. Es lo que de-
linca la promesa: esboza criterios para discernir entre todas las
las memorias colectivas
posibilidades aquellas que nos permitan (a todos) vivir mejor.
Por cierto, la frustración por tantas promesas incumplidas ense- En colaboración con PEDRO E. GuELL
ña a ser cautos. No obstante, el "sentido de vida" de cada uno
de nosotros reclama un futuro donde no tengamos miedo al otro,
no tengamos miedo a la exclusión y -formulado en positivo-
gocemos de un entorno favorable para que vivir juntos tenga Memoria y olvido son construcciones sociales, continua-
sentido. mente elaboradas y reformuladas. Este proceso tiene lugar en el
marco de otra construcción social y cultural más amplia: la pro-
ducción social del tiempo. Como parte de ese proceso de
producción, la memoria y el olvido, el presente y el futuro ac-
túan y se ordenan como simbolizaciones ¡le esa gran obra de la
acción colectiva que llamamos historia.
Los "tiempos modernos" se caracterizan por el doble
proceso de diferenciación y concatenación entre pasado, pre-
sente y futuro. Situando al presente en la tensión de pasado y
futuro, la sociedad moderna puede tomar distancia de la contin-
gencia de lo inmediato y enfrentar a la realidad como un orden
moldeable. En este contexto se sitúa el argumento central del
capítulo: es como parte de este doble proceso -producción del
tiempo y del orden social- que trabaja la memoria moderna en
la vinculación de pasado y futuro.
El proceso tiene connotaciones específicas en el caso de
Chile. Por una parle, la transición chilena a la democracia organi-
za -a partir de sus condicionantes iniciales- determinada
vinculación de los tiempos. En nombre de la gobemabilidad se
enfatiza el futuro posible en detrimento de un pasado de conflic-
tos. Mas el silenciamiento del pasado no elimina las divisiones
sociales. De modo recurrente irrumpe el pasado, socavando la
construcción política del consenso. La mala memoria no permite
fortalecer el vínculo social y las capacidades de acción colectiva.
Por otra parte, el modo de modernización imperante, al concebir-
se como resultado cuasi espontáneo de las fuerzas autónomas

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NoRBERT Lt::CHNER LAS SOMBRAS DEL MA~ANA

del mercado y de los intereses privados, oscurece el vínculo poco diferenciado. Pasado y presente se entrelazaban sin mayor
entre el orden social y la acción colectiva. El efecto es el debili- discontinuidad en la misma distancia sideral al tiempo cósmico
tamiento de la percepción del tiempo como un espacio en el (vivido como eterna repetición de lo mismo), o en la referencia
cual la sociedad construye su futuro. El resultado, en ambos a un tiempo escatológico determinado de antemano como un
casos, es un "presentismo" altamente contingente y un bloqueo futuro absoluto (vivido como espera del Juicio Final). Alrede-
de las aspiraciones de futuro. dor de 1500 la conciencia de "lo nuevo" modifica la visión del
tiempo y solo a fines del siglo dieciocho se afianza la distinción
Construcción de la memoria, producción del tiempo de pasado, presente y futuro como tiempos discontinuos de un
mismo proceso -la historia (Kosellcck, 1993). Nuestro tiempo
La memoria es una forma de distinguir y vincular el pa- social es pues una construcción relativamente reciente. Es me-
sado en relación al presente y al futuro. No se refiere tanto a la
diante esta operación que la sociedad moderna asume el pasado
cronología de hechos que han quedado fijos en el pasado como
en tanto producto de la acción humana a la vez que toma distan-
a su significado para el presente. La memoria es un acto del
cia de la contingencia del presente y del futuro. Una distancia
presente, pues el pasado no es algo dado de una vez para siem-
que pcnnile enfocarlos como tiempos abiertos, es decir, dispo-
pre. Aún más: solo en parle es algo dado. La otra parle es ficción,
nibles y moldeables.
imaginación, racionalización. Por eso la verdad de la memoria
La estructuración moderna del tiempo establece, en pri-
no radica tanto en la exactitud de los hechos como en el relato y
mer lugar, una fuerte vinculación entre las partes del tríptico.
la interpretación de ellos.
Pasado, presente y futuro, siendo diferentes, solo adquieren sig-
La memoria es una relación intersubjetiva, elaborada en
nificado en su relación recíproca. Se trata, en segundo lugar, de
comunicación con otros y en determinado entorno social. En
una relación compleja por cuanto no existe una determinación
consecuencia, solo existe en plural. La pluralidad de memorias
unívoca del "antes" sobre el "después", ni del "mañana" sobre
conforma un campo de batalla en que se lucha por el sentido del
el "hoy". El pasado no define automáticamente las decisiones
presente en orden a delimitar los materiales con los cuales cons-
del presente ni estas predeterminan el desarrollo del futuro. De
truir el futuro. A la luz del presente las memorias seleccionan e
la misma manera el futuro no ofrece una dirección absoluta a
interpretan al pasado. Algunas cosas son valoradas, otras recha-
partir de la cual definir las decisiones sobre el presente. En con-
zadas. Y esas miradas retrospectivas van cambiando; un día
secuencia, tercero, la relación entre pasado, presente y futuro
iluminan un aspecto que otro día ocultarán. Los mismos hechos
representa una construcción problemática. Hay distintas mane-
pueden ser tratados de modo muy distinto. Los usos de la me-
ras de mirar y sentir cada uno de los tres tiempos y, en particular,
moria pueden justificar la repetición del pasado como legitimar
de anudar los hilos, tenues o gruesos, entre ellos. Y de esa deli-
la transformación del presente. Pero los diferentes usos se guían
cada trama depende finalmente la construcción del orden social
por una misma brújula: el futuro. Es en miras del futuro que el
y su sentido. Nuestro modo de vivir el orden social tiene que
pasado es revisado y reformulado. La memoria· establece conti-
ver con la forma en que situamos al presente en la tensión entre
nuidades y rupturas y es ella misma un flujo temporal.
pasado y futuro.
La construcción social de la memoria se inserta en un Las transformaciones en la concepción imperante de
proceso más general: la constmcción del tiempo social. Hay
tiempo modifican consecuentemente la estructura y función de
que "historizar la memoria" y situarla en determinada concep-
la memoria. Un sugerente ejemplo lo ofrece el paso de la Edad
ción social del tiempo. Por largos siglos, el tiempo social era
Media a la Época Moderna (Le Goff, 1991). Allí, con el paso de

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NORBERT LECHNER LAS SOMI!RAS DEL MAÑANA

la "sociedad tradicional" a la "sociedad moderna" volcada al fu- crisis la fe en el progreso bajo el impacto de los "riesgos fabrica-
turo, desaparece la memoria inmemorable que transmite las dos" por la sociedad posindustrial. La noción misma de futuro
tradiciones consagradas, que repite lo que nuestros ancestros hi- parece desvanecerse. La noción de posmodernidad es controver-
cieron y dijeron, que institucionaliza derechos y costumbres tida, pero señala una tendencia: "lo nuevo" se ha vuelto
venerables. Aparece una memoria activa elaborando un "pasado- problemático. Por la otra, el presente pierde profundidad históri-
presente". La memoria se transforma en la representación de las ca. Cabe preguntarse, si la retracción del horizonte de futuro
posibilidades que nos están abiertas y de los caminos que nos arrastra consigo también una contracción del pasado o si, por el
están vedados como efecto de la experiencia vivida. Es el hom- contrario, el desvanecimiento del futuro provoca una valoración
bre de ayer quien por fuerza de las cosas predomina en nosotros, del pasado. Las dos posibilidades no se excluyen entre sí. Proba-
decía Durkheim. Como sabe toda persona por su propia biogra- blemente asistimos a un fuerte desdibujamiento del pasado y
fía, también para los países, considerando ciertos antecedentes -por eso mismo-- a una rememoración en busca de sus huellas.
históricos, no todos los destinos son ya posibles. El pasado con- Este es el contexto que define hoy la operación y el
diciona las trayectorias futuras. Especialmente el enfoque sentido del Olvido y de la memoria; y en ellos se enmarca tam-
institucionalista ha destacado el papel de tal "path dependence" bién nuestra relación con el futuro. Una primera posibilidad
(North, 1993) en el desempeño institucional y económico del es olvidar el pasado. Esto puede ser vivido de dos maneras.
nuevo orden democrático. La memoria es la herramienta con la Por una parte, puede ser vivido como una pérdida. Asf lo tes-
cual la sociedad se representa los materiales, a veces fructfferos a timonian dos sentencias que gusta citar H'annah Arendt ( 1998).
veces estériles, que el pasado le aporta para construir su futuro. Como resultado de la pérdida de la tradición, "nuestra heren-
Actualmente presenciamos un importante cambio de las cia no está precedida de ningún testamento" (René Char).
coordenadas temporales que ordenan nuestra vida social. Se- Consecuentemente, carecemos de criterios para enfrentar el
gún muestra el conocido estudio de Koselleck (1993), la época futuro: "Como el pasado ya no aclara el porvenir, el espíritu
moderna se caracteriza por una aceleración temporal que abre camina entre tinieblas" (Tocqueville). Pero el olvido puede
una brecha entre el campo de experiencias de la gente y su ho- ser también vivido como un acto de liberación. "No hay vida
rizonte de expectativas. Las experiencias rápidamente devienen sin olvido" (Nietzsche). A veces la historia deviene un lastre
obsoletas a la vez que, por otro lado, las expectativas de futuro que amenaza con aplastar al presente (como el largo historial
crecen más y más despegadas de la realidad presente (utopías). de luchas en Los Balcanes). El peso de los muertos aplasta a
Esta aceleración alcanza un giro radical en nuestros días. Las los vivos. Entonces es hora de "liberar el futuro de su pasa-
nuevas tecnologfas asociadas al proceso de globalización y la do", Vale decir, hay que procesar/seleccionar/eliminar lo
crisis de las ideologfas de la historia han llevado a un desanclaje pasado para dejar lugar a lo nuevo.
entre tiempo y espacio; el tiempo se comprime al punto de que También la segunda posibilidad -recordar el pasado-
todos parecernos vivir en un mismo instante sin importar donde tiene dos lecturas. Puede ser un reconocimiento de lo perdido.
nos encontramos. El tiempo corno flujo tiende a desaparecer, Como dice la canción: la vergüenza de haber sido y el dolor
instalándonos en un "timeless time" (Castells, 1996). El efecto de ya no ser. Una especie de "melancolía" que asume el dolor
es la ausencia de una conexión intrínseca entre los eventos que y la vulnerabilidad. Pero puede ser igualmente una lectura nos-
pudiera dotarlos de un sentido más allá de ellos mismos. tálgica que -de cara a las miserias del presente-recuerda las
Vivimos, como dije, un "presente omnipresente". Por una alegrfas de antaño. Las dos posibilidades no se excluyen -la
parte, el presente pierde proyección a futuro. No solo entra en memoria y el olvido forman pareja. Más hermoso lo dice Marc

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Augé (1998): "La memoria es una forma esculpida por el ol- La transición chilena
vido como el perfil de la orilla por el mar".
El proceso de transición democrática en Chile se carac-
Chile: La política de la memoria teriza por tener lugar l) en el marco político-legal fijado por la
Constitución de 1980; 2) con una economía capitalista de mer-
En los pafses del Cono Sur (como en Europa Central y cado en expansión; 3) la continuidad de Pinochet en la escena
Sudáfrica), la transición a un régimen democrático pone en tela polftica (como comandante en jefe del ejército y senador vitali-
de juicio el pasado. Pero las formas de hacerlo pueden ser dife- cio) y 4) una distribución bipolar bastante estable de las fuerzas
rentes, pues dependen de las dinámicas concretas de cada políticas. Se trata de una "transición pactada" en el sentido de
proceso específico (más o menos rápido, con mayor o menor que las fuerzas armadas reconocen la vigencia de un régimen
ruptura). No es lo mismo la derrota militar de la dictadura ar- democrático y los partidos polfticos reconocen los procedimien-
gentina que el plebiscito constitucional de Chile. No es lo mismo tos establecidos por la Constitución de 1980.
si el colapso de una dictadura es vivido como una derrota o El primer gobierno democrático de Aylwin enfrenta tres
como una liberación. El contexto sociopolítico determina las tareas prioritarias: l) afianzar el régimen democrático, 2) refor-
fonnas en que las memorias colectivas revisan el pasado. La mar la economía para vincular crecimiento y equidad social y 3)
lucha de las diferentes identidades colectivas por rememorar juzgar las violaciones de los Derechos Humanos. La enumera-
sus respectivas historias remite a un ámbito de representación ción indica una jerarquización que obedece a un cálculo de
donde reconocerse y ser reconocida. A su vez, las posibilidades factibilidad. No pudiendo enfrentar las tres tareas simultáneamen-
y alcances de esa lucha están marcadas por la forma y dinámi- te, la coalición gubernamental enfatiza la conso1idación de la
cas de ese ámbito. La disputa de las memorias remite pues a la democracia. En el fondo, apuesta a la política; es decir, confía en
política en tanto "puesta en escena" de las memorias posibles. que la dinámica del "juego político" vaya abriendo el campo de
Toda sociedad posee una polftica de la memoria más o menos maniobra. Ello circunscribe u¡o posible": es posible lo que se
explfcita, esto es el marco de poder dentro del cual (o contra el puede lograr mediante acuerdos amplios. La llamada 11democra-
cual) la sociedad elabora sus memorias y olvidos. cia de los acuerdos" exige reformas negociadas y graduales que
Suponemos que la construcción colectiva de la memoria no lesionen los intereses vitales de las partes. De este modo que-
opera en una doble tensión: la relación entre pasado y futuro así da intronizado como pdncipio rector la gobemabilidad. Bajo el
como la relación entre la construcción política y elaboración imperio de ese imperativo un conjunto de materias queda sustraí-
social. Analizaremos éstos procesos en el caso de Chile. Una do (de jure o de facto) a la decisión política.
exposición (de trazos exageradamente gruesos) de la lucha po- Este contexto configura detenninada estructuración del
lítica en torno al pasado servirá de trasfondo para reflexionar tiempo social. El presente está "amarrado" por la continuidad
los desgarros de la memoria colectiva al nivel societal. Presen- jurídica y económica con el pasado. Simultáneamente, el pre-
taremos la "política de la memoria" a través de l) el futuro sente busca liberarse de un pasado de conflictos que dividen a
visualizado al inicio de la transición, 2) las polfticas respecto a la sociedad. Sin embargo, no logra olvidarlo, precisamente por
los Derechos Humanos y 3) su cuestionarniento posterior. la presencia recurrente de los conflictos heredados. Dadas estas
dificultades de manejar al pasado, la acción política se vuelca al
futuro. "Darle tiempo al tiempo" y "mirar al futuro" son los

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lemas de todos los partidos polfticos. Se trata de asegurar la No pudiendo resolverse por la vía de los símbolos del
gobernabilidad mediante un futuro compartido. La "política del perdón, la memoria herida de la sociedad busca justicia por el
consenso" esboza un horizonte de futuro en base a dos pilares: camino de la legalidad. Esto motiva la apertura de múltiples
democracia representativa y economía de mercado. Ella asegu- procesos por violaciones de los Derechos Humanos y, entre otras,
ra un clima de paz y tranquilidad anhelado por todos. Al mismo la condena del general Contreras, jefe de laDINA. En paralelo,
tiempo empero, el consenso encubre una diversidad de inter- se indaga en las condiciones que antaño condujeron al conflicto
pretaciones acerca del significado atribuido a la democracia y social y al quiebre institucional. La construcción de futuro (con-
el mercado. Más que un consenso en torno a un futuro compar- solidación del orden democrático y un desarrollo económico
tido, dice Moulián (1997), sería un miedo compartido a revivir más equitativo) deviene la premisa para superar el pasado. Ello
los conflictos pasados. requiere tiempo. Tiempo para que tos dolores más agudos se
apacigüen, los sentimientos de odio y miedo se disipen y las
Las políticas de la memoria inversiones afectivas en el futuro prevalezcan por sobre las deu-
das del pasado. Dichas deudas deberán ser saldadas algún día,
Similar a otras experiencias, el Chile postautoritario se pero la postergación de ese plazo puede facilitar abordar el pa-
enfrenta al dilema ujusticia o democracia". La fuerte tensión sado sin efectos desestabilizadores. El discurso tiene éxito en un
entre memoria y futuro presente en ese dilema, así como el es- triple sentido: acota las diferencias al interior de la elite política,
trecho marco de que se dispone para enfrentarla, explica las desactiva los componentes subjetivos de la memoria y proscribe
sucesivas reformulaciones de la política de la memoria en la de facto el pasado como tema de la conversación social.
transición chilena.
Identificando el restablecimiento de la convivencia de- La irrupción del pasado
mocrática como objetivo principal, el gobierno de Aylwin encaró
el pasado en la perspectiva de la reconciliación nacional. Plan- En Chile la memoria se impone. La detención de Pino-
teó entonces verdad y justicia como condiciones de un perdón. chct en Londres y su procesamiento en Santiago ponen al
El punto de vista de la gobernabilidad que marca la mirada al desnudo las vicisitudes de la transición chilena. Se hace evi-
futuro, también abarca al pasado. Por eso, las exigencias de ver- dente el dilema que arrastra: preten.de construir el futuro dejando
dad y justicia quedan enmarcadas "dentro de lo posible". Lo atrás un pasado que experimenta como obstáculo. Pero la larga
posible tiene sus límites. batalla judicial deja en claro que el presente no permite elaborar
La búsqueda de verdad da lugar al brforme de Verdad y un futuro compartido sin asumir las divisiones del pasado. La
Justicia de la Comisión Rettig. Es un "monumento de la memo- memoria en Chile es una "Caja de Pandora", a la que se teme
ria". El proceso culmina en el discurso de Aylwin de marzo abrir para no afectar la convivencia difícilmente alcanzada, pero
1991 que, en nombre del Estado chileno, pide perdón a la socie- que, imposible de contener, estalla una y otra vez.
dad. Pero el gesto ve su alcance limitado por la reticencia de las "El pasado es fructífero, -afirma Todorov- no cuando
fuerzas armadas que no aportan, ni de forma institucional ni de alimenta el resentimiento o el triunfalismo, sino cuando nos in-
fonna anónima, antecedentes sobre los detenidos-desapareci- duce amargamente a buscar nuestra propia transformación"
dos. El posterior asesinato de Jaime Guzmán sepulta el esfuerzo. (1 998, 85). La debilidad de la política de la memoria en la tran-
El rito de la reconciliación fracasa (Güell, 1993). sición chilena para dar al pasado su justo lugar en la construcción
de la democracia futura tiene distintos orígenes. Nombraré dos.

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Por una parte, el miedo al conflicto que manifiestan los ciudada- La mala memoria
nos, asustados por experiencias traumáticas. De acuerdo a una
encuesta del Instituto de Psicología de la Universidad Católica, Un primer plano en la elaboración del pasado autoritario
solo un 1,4% de los santiaguinos entrevistados afinna que no hubo es la Justicia. Es cierto que los chilenos no nombran los dere-
violaciones a los derechos humanos. La mitad de ellos considera chos humanos entre los problemas prioritarios del pafs. Sin
que la tortura fue una práctica común de los organismos de seguri- embargo, tienen una opinión fonnada acerca de la violación de
dad. Es decir, existiría un "hecho histórico" reconocido por todos. los derechos humanos. Incluso durante la dictadura~ según una
Aún más: ocho de cada diez entrevistados opinan que el desarrollo encuesta de FLACSO de 1986, el71% de los entrevistados cree
económico durante el régimen militar de ninguna manera justifica que se trata de un problema real mientras que solo 18% de ellos
las violaciones. En paralelo, sin embargo, según una encuesta na- estima que se trata de una propaganda contra el gobierno. A
cional del PNUD (2000), dos tercios de los entrevistados sostienen pesar de las dificultades que enfrenta el primer gobierno demo-
que en Chile 11Son más las cosas que nos separan". Y para 1a mitad crático, 1a opinión pública no varía en relación de los Derechos
de esas personas, hablar del pasado deteriora la convivencia entre Humanos. En 1992, otra encuesta de FLACSO señala que seis
los chilenos. El recuerdo se vuelve una re-presentación de los con- de cada diez encuestados se pronuncia por conocer la verdad y
flictos. castigar; un 18% prefiere conocer la verdad y amnistiar y un
El miedo al conflicto encuentra su contraparte en el prin- !3% se inclina por dar por superado el problema. La tendencia
cipio de la gobernabilidad. Así, de otra parte, el discurso público es confirmada por otros estudios a lo largo de éstos años. En
resta espacio y lcngu'\ie al procesamiento del pasado y termina fecha reciente, de acuerdo a la mencionada encuesta del Institu-
por inhibir el duelo. Entendida la gobernabilidad más como au- to de Psicología, solo un 25% de los entrevistados prefiere dar
sencia de conflictos que como la fonna colectiva de procesarlos, por superado el tema de los detenidos-desaparecidos y olvidar-
la política de la memoria no contribuye a ahuyentar los fantas- se de él. Están pues documentadas las expectativas de Justicia.
mas de la memoria: que el recuerdo trae un conflicto incontrolable. Ahora bien, la Justicia es solamente un aspecto de la
La gente no encuentra en el ámbito político las representaciones experiencia colectiva de la dictadura anclada en la memoria.
simbólicas que pudieran servirle de espejo para dar nombre al Otro es la experiencia psíquica impuesta a cada individuo. Por
pasado y con ello apropiarse de él. A falta de palábras y símbolos supuesto, las encuestas de opinión no pueden dar cuenta de es-
para dar cuenta del pasado, ella opta por el silencio. Y la memoria tos procesos y no es fácil evaluar su significado al nivel societal
opta por apropiarse de la gente por la puerta de los miedos. En (Lira y Castillo 1991). Estudios cualitativos (Tocornal y Verga-
resumidas cuentas, la ciudad~nía solicita al sistema político la ra 1998) indican que elll de septiembre de 1973 es vivido por
representación "neutralizada" de una sociedad sin pasado, en la los chilenos como una ruptura que -tanto en la vida personal
cual, sin embargo, no puede reconocerse. como en la del pafs- marca un corte t'\iante entre antes y des-
pués. La interpretación (justificatoria o acusadora) del golpe
La construcción social del silencio varía, pero tiende a entenderlo como una irrupción que trastoca
todo. De pronto, situaciones extremas que parecían imposibles
La política de la memoria y la relación de la gente con hacen parte de la normalidad de la vida cotidiana. La ruptura es
Jos conflictos de su pasado constituyen el marco en que se cons~ vivida como ualgo" indecible, finalmente inexplicable. Repre-
truye y reconstruye una forma particular del recuerdo y del senta un trauma social. Dicha experiencia traumática prosigue
olvido. durante el régimen militar, recordado como un largo período de

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miedo y polarización. "Estado de sitio" y "toque de queda", silencio no es simple ausencia de palabras. También es activo:
allanamientos y detenciones, cortes de luz y censura informati- el silenciamiento. No tiene que ser una acción deliberada. A
va, condicionan los nuevos hábitos de los chilenos. Se genera veces es una mera omisión. Algunas razones fomentan ese si-
una "cultura del miedo" cuyos efectos disciplinarios perduran lenciamiento.
hasta el día de hoy.
El plano más relevante para nuestro tema reside en la El olvido de la historia
conciencia histórica. Marco Antonio de la Parra (1997) habla
de la mala memoria. Hay memoria, pero ella es disgregada, Todavía no hemos elaborado la historia de una concien-
parcial e infeliz. Prevalece una fragmentación de los recuerdos cia desgarrada. Por una parte, el pasado lejano nos llega a través
que impide a la gente reconstruir una trayectoria de cierta con- de una "historia oficial" (y como tal, limpiada de toda encruci-
sistencia. Las imágenes se yuxtaponen como flashes sin generar jada) sólidamente arraigada en las memorias colectivas. Por la
secuencia alguna. La gente no quiere hablar del pasado, tiene otra, la historia reciente es objeto de profundas divisiones. Sub-
ganas de olvidar, pero no puede dejar de percibir la presencia sisten visiones antagónicas respecto al significado de los
diaria de ese pasado. Reina una memoria a pesar de ... Memoria gobiernos reformistas de Frei y Allende como del gobierno mi-
no intencionada, que se filtra por los recovecos de la conciencia litar. Hay valoraciones opuestas acerca de los contenidos y de
como un ruido molesto y permanente. las formas de sus polfticas. De hecho, los tres gobiernos expre-
La mala memoria suele ser, en la mayoría de los chilenos, saron valores distintos y realizaron intereses diferentes. Ello
una memoria banal; vale decir, una memoria no dramática, que implica que los chilenos estuvieran involucrados afectivamente
no ha sufrido ni muertes ni torturas, pero que tampoco las ignora. con emociones a la vez fuertes y diferentes. No hubo neutrali-
Una memoria de dolores y miedos cotidianos, sin discurso legiti- dad político-ideológica ni indiferencia afectiva. Todos sintieron
matorio, que asume lo acontecido como parte de lo "normal y en uno u otro momento odio y alegría, esperanza y miedo. Esta
natural". Una normalidad que, en ausencia de sangre visible, no movilización de las pasiones no solo no pudo ser encauzada
deja reflexionar sus daños. Esta memoria banal hace de las per- dentro de la institucionalidad democrática, sino que tampoco
sonas una especie de espectadores del naufragio ajeno. Analizando pudo ser relatada en los marcos de la historia común. La divi-
el sentido de la metáfora en el transcurso de siglos, Hans Blu- sión pasional y sin lenguaje para ~onversarla sirvió de excusa
menberg (1979) muestra la in!lexión actual: si alguna vez la orilla para el golpe militar y terminó siendo potenciada por él, esta
les proporcionaba una ilusión de seguridad, ahora la distancia vez bajo la forma más aguda de división entre vencedores y
entre los espectadores y los náufragos se desvanece. vencidos.
Las memorias chilenas parecen estar hechas de silencios. Si la dictadura reprimió el procesamiento mental y emo-
El escritor José Donoso gustaba hablar del "tupido velo del silen- cional de lo que nos pasaba, el advenimiento de la democracia
cio" que se abate desde hace mucho sobre Chile. El silencio se ha en 1990 lo marginó. Fracasado el gran esfuerzo inicial, el dis-
instalado de a poco. No obedece a orden alguna, no expresa una curso oficial renunció tácitamente a una elaboración del pasado
consigna. Un silencio que no es olvido. Conoce las historias, pero (Bengoa 1998). En la medida en que la correlación de fuerzas
las ca11a. Tal vez una manera de expresar lo innombrable; tal vez políticas limitaba seriamente ulo posible" en verdad y justicia,
una estrategia de lidiar con afectos contradictorios. Un silencio se proyectó "lo posible" al futuro. Esta decisión, basada en una
que hace gesto de cortesía entre desconocidos y busca la compli- "ética de la responsabilidad", responde no solo a la constela-
cidad entre amigos. Un sucedáneo de la conversación. Pero el ción real del poder (de los poderes fácticos) sino igualmente a

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la opinión pública. Para ella el fin de la dictadura es el fin de la La veloz transformación de lo social
represión, pero no del miedo. No olvidemos que la sociedad
entera esta permeada por el miedo al conflicto. La aguda, a ve- Memoria y olvido son dos caras de la misma medalla. No
ces patológica sensibilidad a los conflictos pone en evidencia la solo la memoria, también el olvido es una construcción social.
fuerza deJa memoria. Una presencia subcutánea, pero efectiva. Pueden conjeturarse entonces algunas razones sociológicas del
Salta a la vista el condicionamiento recíproco: una determinada olvido. En los últimos veinte años la sociedad chilena ha sufrido
apreciación de lo posible y factible escamotea los conflictos del una profunda transformación. Este cambio estructural, inducido
pasado al mismo tiempo que, por otra parte, la memoria de los por la expansión de la economfa de mercado y el molde autorita-
conflictos, en su estado traumático, dificulta una perspectiva rio de las relaciones sociales, estuvo escamoteado por el
dinámica del futuro. protagonismo de la dictadura. Recién con el advenimiento de la
La consecuencia principal parece ser la példida de his- democracia se hace patente al sentido común. Su rasgo básico es
toricidad. Nos hemos quedado sin historia. Ello vale para los la transformación de los vínculos sociales y del modo de vida.
individuos y para el conjunto de la sociedad. Al nivel indivi- La interiorización de criterios de mercado modifica los
dual, parece frecuente el desdibujamiento de las biograffas; las hábitos y las actitudes de la gente, sin superar la herencia de
vivencias se yuxtaponen fragmentariamente, sin conformar una temores y desconfianzas recíprocas. El resultado notorio es un
trayectoria. En consecuencia, dichas experiencias devienen aje- proceso de privatización. La privatizacióp. de los servicios pú-
nas; secuestradas por fuerzas mayores. La sociedad tampoco blicos va acompañada de una privatización de las conductas. El
logra reconocerse en una historia. Hay demasiada prisa en olvi- temor de los otros nos arrincona dentro del hogar y la retracción
dar un pasado del cual finalmente nadie, por razones diversas, al hogar restringe la memoria al álbum familiar. En paralelo se
se siente heredero. Demasiada prisa en estabilizar una convi- transforman los espacios públicos y se empobrecen las estruc-
vencia decente corno para interrogarse acerca de los valores de turas comunicativas habituales. La fragmentación de la trama
la vida social. Una urgencia comprensible; ¿no acallaron todas urbana de Santiago es emblemática de una segmentación de los
las sociedades de posguerra rápidamente sus daños y dolores? espacios de encuentro y conversación sociales. Y allí donde no
Pero esa prisa tiene un precio: impide poner las cosas en pers- existe un vínculo social fuerte no hay soporte ni material para
pectiva. Se imputa a la urgencia de los problemas la dificultad construir memorias colectivas.
de elaborar un proyecto de futuro cuando, en realidad, es la Se habla de una "memoria por olvido" (Stern 1998), pero
falta de perspectiva lo que crea las urgencias. quizás los chilenos tengan más bien una "memoria silenciosa".
El resultado es un desencuentro con la realidad. Despoja- El silencio no equivale a un olvido. El pasado está presente,
da de su historia, de los trazos-y testimonios de la mano humana, aunque callado. No habla, no tiene palabra. Se tratarfa, en el
la realidad social pierde toda cercanfa afectiva. ¿Cómo sentir el fondo, de memorias colectivas que no logran reflexionar y nom-
orden establecido como algo propio cuando le han sido borradas brar los procesos en marcha. Me parece plausible suponer que
todas mis huellas? ¿Por qué deberfamos sentir orgullo del pafs y las transfonnaciones en curso son tan vertiginosas y de tal en-
de su desarrollo, cuando no somos parte de su historia? vergadura que resulta extremadamente diffcil dar cuenta de lo
acontecido. En otras palabras, la brecha entre el presente y el
pasado puede ser mucho mayor q~e la distancia entre el orden
democrático y la dictad11ra.

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La memoria y el futuro de crecimiento fuerte y sostenido, súbitamente las turbulencias


financieras muestran la vulnerabilidad frente a un "shock exter-
La política de la memoria es más que administración del
no". El futuro revela una arbitrariedad que escapa a la voluntad
pasado, y sus efectos van más allá de nuestra relación c.on los
y a las capacidades propias. Los esfuerzos realizados parecen
conflictos vividos. Ella es parte de la construcción social del
vanos de cara a los avatares económicos. En este contexto, el
tiempo y la manera de relacionarse con el pasado enmarca las
silencio en tomo al régimen militar aparece igualmente como
posibilidades y sentidos del futuro.
un sacrificio vano. A pesar de la "buena conducta", Pinochet ha
vuelto a invadir la vida diaria de los chilenos, demostrando que
El desvanecimiento del futuro
las divisiones del pasado no desaparecieron 1•

No se ha hecho suficiente hincapié en un rasgo de la


Recuerdos del futuro pasado
sociedad chilena actual que, no obstante, podría tener conse-
cuencias graves. Me refiero a cierto bloqueo de los sueños
La relación entre pasado y futuro varía según el punto
(PNUD 2000). No sabemos si los chilenos ocultan sus aspira-
presente en la línea cronológica del tiempo. Hay diferentes fu-
ciones, si no logran verbalizarlas o si temen que los sueños
turos: el "futuro presente" del día de hoy, que es el "presente
vuelvan a transformarse en pesadillas. En todo caso, suelen
futuro" del día de mañana. Y también el"futuro pasado": lo que
manifestar pocas esperanzas en el futuro. Predomina un discur-
ayer se vislumbraba como futuro. Pues bien, el desdibujamien-
so de la desesperanza, sea por desencanto con el estado de cosas,
to del futuro presente tiene que ver con el futuro pasado. Hay
sea por resignación a desear siquiera una sociedad diferente. En
una "memoria del futuro" -la memoria de "lo que pudo haber
ausencia de proyectos colectivos, las aspiraciones quedan limi-
sido"- que condiciona las expectativas del futuro presente.
tadas a propuestas individuales. El deseo de un umañana mejor"
El bloqueo de los sueños que apreciamos en Chile es, en
parece circunscrito al ámbito de la intimidad, la familia Y las
parte, un producto de la memoria. Una memoria que vincula el
proyecciones laborales.
La drástica retracción de los horizontes tiene diversas pasado (dictadura) con un futuro pasado (advenimiento de la
democracia). Hay expectativas frustradas en relación con dos
razones. Posiblemente el fenómeno participa de ese movimien-
to global de reestructuración llamado "posmodernidad". La futuros esperados. En primer lugar, con el horizonte abierto por
la promesa del plebiscito de 1988: "La alegría ya viene". Una
pérdida de la tradición, el desanclaje de espacio y tiempo, el fin
consigna eficaz que contrapone a los Haños de plomo" un lla-
del mundo bipolar, la globalización y el debilitamiento de las
identidades nacionales, las transformaciones de la identidad del mado a los afectos. La promesa de un cambio si no de las
Yo, todo ello dificulta una construcción deliberada del futuro. condiciones de vida, al menos del modo de vida. Un cambio en
En el caso de Chile, el desvanecimiento del futuro remi-
Un cuento de Maupassant,"El aderezo", resume la situación. "Su protagonista, una
te de manera especial a la relación entre futuro y pasado. joven de ingresos modestos, pide prestado un cotlar de diamantes a una rica conocida
Relación de doble sentido: una débil noción de futuro debilita para asistir a un baile; para su desgracia, le roban el collar. Ella decide entonces de-
volverlo, y convierte dicha devolución en un asunto de honor. Pide prestada una enor-
la lectura del pasado y, a la inversa, el silenciamiento del pasa- me suma de dinero y compra otro collar idéntico. El resto de su existencia se verá
do resta capacidades para crear un horizonte de futuro. La profundamente conmocionado por los pagos de la deuda contraída. Años después, ya
en el declive de su vida, reencuentra a su antigua protectora y le confiesa, llena de
conjunción de "crisis asiática" y "affaire Pinochet" durante los orgullo, el incidente.' Mi pobre amiga, exclama esta, los diamantes eran falsos, el
años 1999-2000 ilustra el condicionamiento recíproco. Tras años collar no valfa nada' ". (citado por Todorov 1998, 82, para ilustrar la melancolfa
postautotitaria en Europa Central).

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la manera de vivir, de respirar, de relacionarse. Ese futuro anun- Entonces, como en tantas otras épocas, el capitalismo logra to-
ciado no se realiza. Los doce años de democracia significan mar la apariencia de un proceso natural. Este automatismo cuenta
mejoras extraordinarias en muchos sentidos, incluyendo el bien- con la complicidad de la memoria. La memoria colectiva fun-
estar económico. En cambio, se renovaron menos las relaciones ciona como proceso de interiorización de las normas fácticas.
humanas y, por ende, el ámbito en que nace la alegría. Ella "aprende" que las llamadas leyes del mercado son normas
En segundo lugar, se postergan las expectativas de Justi- inalterables, cuya transgresión es castigada de manera automá-
cia documentadas en las encuestas antes citadas. En la medida en tica por el propio mercado. Una vez internalizado que el sistema
que el proceso del General Pinochet y la búsqueda de los cuerpos económico y el orden social están sustraídos a la decisión polí-
de los detenidos-desaparecidos se arrastran por meses y meses, tica, la participación en la política y en la construcción del futuro
tiende a frustrarse la espera e instalarse un aprendizaje negativo: carece de sentido.
hay violaciones de los Derechos Humanos, pero no habría res- A mi entender, tiene lugar una unaturalización de lo so-
ponsables. Se trata de un aprendizaje social perverso: dado que el cial" que lleva a descartar el futuro como un tiempo disponible
otro no es responsable de sus actos, no confíes en él. La descon- y moldeable. Ya no representa un horizonte de objetivos y fina-
fianza generalizada reproduce el clima de sospecha generalizada, lidades sociales. Si la vida social (el "sistema social") obedece
tan típico del período autoritario. Un pasado percibido como una fundamentalmente a sus lógicas funcionales intrínsecas, el ma-
historia sin sujetos responsables desemboca en un futuro huérfa- ñana pasa a ser el escenario de las oportunidades y los riesgos
no -no somos dueños de nuestra historia ni de nuestro destino. que van desplegando esos sistemas funcionales en su desarro-
Una lección posible es la renuncia al futuro esperado. llo. Un escenario de decisiones contingentes. Un escenario de
Serfa el síndrome de las uuvas verdes". No hay que desear lo estrategias individuales, no de acciones colectivas.
imposible. Pero podrfa sacarse también otra conclusión. La ima-
gen de "lo que pudo haber sido" puede alimentar asimismo el La nostalgia del pasado lejano
sueño de "lo que podrá ser". La mente (como la cultura) es un
palimpsesto en el cual se sobreponen múltiples signos. Final- Los chilenos valoran positivamente los cambios ocurri-
mente, toda memoria es memoria de otras memorias. dos y reconocen que tienen un mejor bienestar que sus padres.
El acceso a bienes y servicios, aunque desigual, permite a todos
El poder normativo de lo fáctico mejorar su nivel de vida. Por consiguiente, favorecen el proce-
so de modernización en curso. Al mismo tiempo, empero,
Cuando la realidad se presenta como el resultado cuasi- resienten las deficiencias del proceso económico. Un diagnós-
automático de variables que no son manejadas por los sujetos tico empírico permite visualizar un sentimiento de inseguridad
sociales -piénsese en el mercado, la globalización, los equilibrios frente a los infortunios, de des validez frente a la ulógica de sis-
macroeconómicos- y ello es presentado como exitoso, entonces tema", de desconfianza en las relaciones sociales, de
poco sentido tiene preguntarse acerca del orden deseado. En un incertidumbre frente al futuro y desasosiego acerca del "sentido
orden social que se autodeclara autónomo respecto de la subjeti- de vida". Mostrar esa situación, no equivale a un ejercicio de
vidad, parece no haber lugar para las aspiraciones. ucatastrofismo". Hay que conocer la realidad social para poder
Para la opinión pública el cambio de régimen político no trabajarla. Sin duda, construiremos nuevas formas de conviven-
produjo un cambio sustantivo del "sistema". Por el contrario, ella cia social en el futuro. Por ahora, sin embargo, las carencias
tiende a percibir una continuidad no alterada por la democracia. remiten al pasado. Pero ya no es la memoria del pasado reciente,

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doblemente hipotecado por la represión y los defectos del "mo- logra dar cuenta y reconocerse en su historia de vida; los even-
delo económico", sino la nostalgia del pasado lejano. tuales cambios de posiciones ideológicas y en el juicio ético
En la medida en que el futuro no tiene un sentido inteli- aparecen arbitrarios o como franca traición. Ello se reflejaría en
gible ni aparece como un horizonte esperanzador, el mañana la novela chilena actual, cuyos personajes, al decir de Cánovas
mejor tiende a ser reemplazado por un pasado dorado. De modo ( 1997), suelen compartir un rasgo sobresaliente: la oifandad.
latente, existe una idealización del país de antes, de la vida en el Los jóvenes suelen pensar que el futuro esperado no tra-
campo, del barrio, del liceo fiscal y del Servicio Nacional de jo cambios para ellos, que la democracia no cumplió sus
Salud. Reina por sobre todo una añoranza de la sociabilidad de promesas. En consecuencia, una alta proporción de ellos ni si-
antaño, cuando había tiempo para la familia y la amistad, un quiera se inscribe en los registros electorales. Sus aspiraciones
trato cordial y generoso, tranquilidad en las calles y solidaridad se concentran en el ámbito personal y por lo demás, acarician
entre la gente. Se busca en el pasado imágenes de hábitos fami- fantasías de fuga. Prevalece un desencanto, más resignado que
liares de convivencia amigable, todo lo opuesto al pasado rebelde. Es dable suponer que este desencanto nace no solo de
reciente. En lugar de rememorar ruptura y división, se añora lo la experiencia vivida por los jóvenes, sino también de la memo-
ausente: el vínculo social. ria transmitida por los padres.
Pero la nostalgia encierra una paradoja. La definición Un modo de escapar al vértigo de un presente avasallador
del diccionario "tristeza melancólica originada por el recuerdo es dar un paso atrás; buscar en el tiempo pasado más que en el
de una dicha perdida" señala el hecho de fondo: la vida no tiene futuro, los criterios para evaluar el presente. Adoptando tal re-
réplica. Si el objeto de la nostalgia es lo irreversible, entonces trospectiva los padres parecen ser objeto de sentimientos
la añoranza del pasado representa, en el fondo, la nostalgia de encontrados. Por un lado, objeto de envidia: ellos pudieron tener
un presente que desaparece irremediablemente. Puede ser tam- sueños, ellos participaron de proyectos colectivos. Por el otro,
bién, como afirma Tabucchi (1998) en un estudio sobre Pessoa, bronca: nos entregaron un pafs dañado y un futuro imposible.
una nostalgia de lo posible: la evocación de lo que alguna vez Parece haber una conciencia desgarrada. Los jóvenes chilenos no
pudo ser. No memoria de hechos concretos, sino celebración pueden olvidar ni quieren revivir el pasado. ¿Qué hacer con él?
casi metafísica de un pasado del cual solo se retiene su espíritu, La socialización familiar ofrece un "puente" al desgarro
su sentimiento. del presente mediante una reinterpretación del pasado. Estu-
dios exploratorios dan la impresión de que muchos padres
La socializació11 del dese11gmio tienden a desmentir la imagen dorada del pasado. Recuerdan,
por el contrario, su experiencia como un engaño. Transmiten un
En la medida en que la gente no conversa sus experien- mensaje desengañado: en nombre de una causa ilusoria y abs-
cias, no comparte sus miedos y anhelos, tampoco puede elaborar tracta, fueron usados (abusados) por otros y despojados de lo
memorias colectivas. Por sobre todo, no logra procesar los des- que realmente importa, su vida propia, sus vínculos y sus len-
plazamientos y resignificaciones que operan continuamente las guajes. Esta "memoria del engaño" transmite una visión dualista,
memorias individuales. Así como la interpretación del "11" va- que opone el "nosotros" de la familia y los amigos, el país real
ría según las vivencias anteriores a 1973, así el significado del que quiere trabajar en tranquilidad, a los "otros", los que intro-
gobierno militar sufre múltiples relecturas. Cuando tales rein- ducen la ilusión y la división, los políticos. El mensaje tácito es:
terpretaciones no pueden ser conversadas y reflexionadas, las hijos, no se metan en política. El círculo se cierra cuando los
trayectorias individuales devienen ininteligibles. La persona no jóvenes llegan a ratificar ese mensaje en su propia experiencia

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con la política. Entonces la memoria desencantada de los jóve-


nes se entrelaza con la memoria desengañada de los viejos.
Capítulo 5
Regreso al punto de partida: la relación entre el orden, el Orden y Memoria
tiempo y la memoria. Por una parte, las memorias juegan un rol ,
productivo frente al orden social en tanto son una fuente de le-
gitimación o deslegitimación. Ello depende del grado en que el
"tiempo" o la "historia" del orden social refleja las memorias
de la vida cotidiana. La imagen de tiempo colectivo en que se
sustenta un orden social suele ser precaria e inestable y, por
ende, un recurso insuficiente para legitimar la duración del or-
den. En cambio, el tiempo de la vida cotidiana -y las memorias
La construcción del orden está íntimamente vinculada a
y esperanzas que en él se generan- poseen la densidad de una
la producción social del espacio y del tiempo. Por un lado, el
experiencia vital. Esta carga emocional de la temporalidad y
orden es creado mediante la delimitación de su entorno, esta-
memoria cotidiana puede operar como reserva de legitimidad,
bleciendo un límite entre inclusión y exclusión. No hay orden
o bien transformarse en. un principio de crítica.
social y político sin fronteras que separen un nosotros de los
Por otra parte, las memorias y las esperanzas son a su
otros. Aun más, la noción de orden modela la idea del espacio.
vez un producto del orden social. Los códigos básicos del orden
operan como criterios de selección e interpretación de las mu- Basta recordar cómo la imagen del cuerpo humano sirve de me-
chas memorias y esperanzas dispersas en la sociedad. De esta táfora tanto para el orden político corno para nombrar los
manera el orden social organiza un tiempo general-tal como la "pulmones" o las "arterias" de la ciudad. Por otro lado, toda cons-
historia de una nación- en el cual las ternporalidades indivi- trucción de orden implica la producción de un marco temporal.
duales pueden reconocerse. La dimensión simbólica y cultural El orden social está instalado en el tiempo, delimitado frente a un
del orden brinda asf contención a la volátil contingencia de la antes y un después. Es un trabajo sobre la continuidad y el cam-
vida cotidiana. bio a través de la estructuración del acontecer en pasado, presente,
En resumidas cuentas, las memorias colectivas constm- futuro. El orden radica en la relación que establece entre el pasa-
yen el orden y son construidas por él. De esta manera establecen do (¿de dónde venimos?) y el futuro (¿hacia dónde vamos?).
una mediación entre el tiempo del orden y el tiempo de la expe- En las páginas que siguen invito a reflexionar sobre la
riencia cotidiana, entre historia y biografla. La transformación relación entre el orden polftico y la concepción del tiempo. Dos
del orden social y la construcción de las biografías individuales preguntas orientan la indagación. Primero, ¿de qué modo nuestra
y, sobre todo, la complementariedad entre ambas están compro- concepción del orden polftico condiciona la relación que estable-
metidas en nuestras capacidades de reconocer y procesar las cemos entre pasado y futuro? Interesa el trabajo que realiza la
memorias y esperanzas colectivas. política sobre el tiempo en doble sentido: como "política de la
memoria", esto es, la elaboración de una determinada visión del
pasado, y como acción generadora de un horizonte de futuro. Por
cierto, existe una vinculación entre ambos momentos. La lectura
del pasado es siempre una lectura interesada, guiada por las pre-
guntas del presente y las expectativas del futuro. En otras palabras,

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

la memoria colectiva no es un registro acumulado de los hechos Suele afirmarse que en América Latina el estado crea a la
ocurridos, sino una interpretación de las experiencias a la luz nación. Vale decir, prevalece el instrumentario polftico. De he-
del presente. Tanto la memoria individual como las memorias cho, los estados de la región son constroidos mediante la violencia
colectivas son reconstrucciones. A la inversa, también la mira- (militar o civil), la política (que desemboca en las instituciones y
da al futuro es interesada y visualiza a partir de determinadas reglas consagradas en la Constitución), la administración y el
experiencias y orientaciones las oportunidades y los riesgos derecho. El poder político-militar es una condición necesaria, pero
posibles. Mediante esta doble referencia al campo de las expe- no suficiente. Con el fin de afianzar la soberanía externa (respec-
riencias pasadas y a los horizontes de las expectativas de futuro, to de los otros Estados) y la soberanía interna (obteniendo la
se va definiendo el sentido del orden (Koselleck, 1979). adhesión o, al menos, la obediencia de la población) se toma prio-
Segundo, ¿de qué modo las concepciones del tiempo y ritaria la constitución de una identidad colectiva. Ella permite
la conciencia de la temporalidad influyen en la idea que nos integrar a la población como un "nosotros" distinguible de "los
hacemos del orden político? Hay concepciones y períodos más otros". Es lo que ofrece la idea de nación. Por esta razón, eUa se
volcados al pasado, inclusive excesivamente apegados a injus- impone a otros mecanismos de vinculación heredados de la épo-
ticias o agravios del pasado, a veces muy lejano (es el caso de ca colonial o de tradición precolonial.
ciertos nacionalismos). Y existen momentos históricos que tien- Ahora bien; la nación no existe; ha de ser creada. A ello
den a hacer una especie de tabla rasa del pasado y valorar se refiere la definición de la nación como una "comunidad ima-
únicamente lo nuevo. Parece, pues, que la configuración de las ginada" (Anderson,l993). Hay que crear una conciencia de
memorias colectivas y de los sueños de futuro condiciona la "nosotros" ~una comunidad- que sirva de soporte al principio
concepción del orden político (Schedler y Santiso 1999). de autodetenninación. En este sentido, la fonnación de una iden-
tidad nacional fue -a los inicios del siglo XIX- un proyecto
La producción de una memoria nacional revolucionario. Hacia de una población un pueblo y de éste un
sujeto colectivo de la historia. Por cierto, no toda la población
En América Latina la construcción del orden toma la for- estaba llamada a pertenecer al pueblo. La conformación de una
ma del Estado Nacional. Pero éste no se encuentra en el origen de identidad nacional sirve tanto para integrar a los grupos socia-
la Independencia; entonces compiten diversas formas de moldear les dominantes como para diferenciar a este "pueblo",
a los territorios que se liberan del dominio español. El Estado fundamento del incipiente orden republicano, de la "población"
Nacional es el resultado final de un largo proceso de creación. (indígenas, bandoleros). Es a la vez un mecanismo de integra-
El Estado Nacional se presenta hoy como un concepto ción y de diferenciación.
singular, haciendo olvidar la conjunción de sus momentos cons- La construcción del Estado Nacional se entrelaza con la
titutivos: Estado y nación. En tanto que la conformación del reorganización de la estructura temporal. El presente es acotado
Estado es una tarea eminentemente polftica, la construcción de mediante una redefinición del futuro y del pasado. Por un lado, es
la nación resulta de un trabajo cultural (Munkler, 1999). La com- indispensable diseñar un horizonte abierto a lo nuevo. Para cons-
binación de ambos momentos varfa de pafs en pafs. En algunos, truir un Estado nuevo hay que romper con la temporalidad
predomina la acción polftica (Francia); en otros (como, por ejem- heredada y crear una perspectiva hacia adelante. En toda Améri-
plo, Alemania e Italia) el retraso en la esfera político-estatal es ca Latina, la independencia se realiza en nombre del futuro.
compensado por la construcción cultural de la nación. Exceptuando la referencia inicial a la legitimidad monárquica,
no se invoca el pasado. Por el contrario, para conservar el orden

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NoRBfRT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

social criollo, hay que despojarse del pasado político. Dos he-
La sacralización de la historia
chos lo facilitan. El ideario universalista de la Ilustración pennite
generar horizontes de futuro. Y las experiencias de Estados Uni-
En el siglo XIX el pasado es abordado de dos maneras
dos y Francia muestran la factibilidad de una ruptura
muy distintas. A la par que la historia tiene un notable prog;eso
revolucionaria.
como ciencia y disciplina institucionalizada en las universidades,
El porvenir es concebido como un proceso de progreso
tiene lugar una sacralización del pasado. No se constituye una
material y espiritual. Y se conffa a la legislación y la educación
memoria nacional sobre la base de simples datos históricos; es
la misión de hacer posible ese progreso. La identidad nacional
necesaria una simbolización de lo ocurrido. Es lo que aportan los
es invocada por referencia a esa tarea: ser una nación libre. Pero
monumentos y museos nacionales. Ellos ofrecen una escenifica-
la mera invocación de un mañana mejor es demasiado débil para
ción del pasado; no sólo una relectura del pasado, sino una
unificar las expectativas dispares acerca del devenir. Se requie-
interpretación consagrada. Pretenden fijar lo que es la historia
ren experiencias concretas de algo común para alimentar ~na
común y atar la identidad nacional a la memoria de ese pasado
identidad colectiva. De allí que, por otro lado, la construccrón
común. Se trata de una operación delicada; nada menos que de
del Estado Nacional implica una reconstrucción del pasado. Se
rehacer la histmia en miras de los retos del presente. Construir
trata de buscar y seleccionar entre los múltiples datos Y expe-
una historia nacional implica "limpiarla" de toda encrucijada, eli-
riencias del pasado los rasgos característicos que permitan
minar las alternativas y las discontinuidades, retocar las pugnas y
constituir un nosotros. La identidad nacional es inventada a partir
tensiones, redefinir los adversarios y aliados, de modo que la his-
de valores afectivos como la manera de hablar Y de comer, los
toria sea un avance fluido que, como imagen simétrica, anuncia
hábitos y estilos de convivencia. Pero incorporando asimismo
el progreso infinito del futuro. La "historia oficial" no se deja
las fiestas y costumbres populares, los paisajes y los gustos es-
establecer por decreto y así las disputas del pasado pueden per-
téticos. Todo sirve en la búsqueda de "sí mismo", pero son
durar hasta el presente. No obstante, a lo largo del siglo XIX y
particulannente la cultura y la historia los materiales básicos
buena parte del XX, las políticas de la memoria han sido exitosas
con los cuales se elabora una memoria nacional.
en transmitir de generación a generación una idea bastante com-
Como parte de esta elaboración de una memoria nacio-
partida acerca de "quiénes somos" y vincular esa memoria acierta
nal se crean los Museos Nacionales. En el caso de Chile, la
idea de "lo queremos y debemos ser".
creación del Instituto Nacional para la educación superior Y de
Entre las estrategias destinadas a transfonnar datos históri-
la Biblioteca Nacional, símbolo de la memoria escrita, se en-
cos en símbolos de la memoria nacional, Assmann subraya tres
cuentra entre las primeras medidas del país en plena guerra de
rasgos. En primer lugar, la repetición. Se memoriza mediante repe-
independencia. Desde sus orígenes existen, pues, "políticas de
tición. El calendario de las fiestas nacionales y su conmemoración
la memoria" en los emergentes Estados Nacionales del siglo
rihtal año tras año van asenL:wdo en la memoria colectiva ciertas
XIX.¿ Cómo se genera una memoria nacional? Me apoyo en un
fechas constitutivas de lo común. Y se procura que las iniciativas
estudio de AleidaAssmann ( 1993) sobre Alemania para reseñar
del presente se vuelvan memorables a través de su coincidencia
dos estrategias que, a mi juicio, también tuvieron un uso desta-
con las fechas ya consagradas del pasado.
cado en los países latinoamericanos.
En segundo lugar, la sobreproyeeción. Se suele elegir
aquellas fechas y figuras simbólicas del pasado que penniten
realzar el presente. La coyuntura actual es sobrepuesta a deter-
minada constelación histórica con el fin de aprovechar su arraigo

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

en la memoria colectiva para envolver la actualidad, general- un pasado lejano y, por así decir, congelado en el tiempo. Se
mente banal, en un aura cuasi mítica. Un ejemplo temprano de pretende, por el contrario, una interpretación actualizada en miras
tal monumentalización del presente ofrece México. Y no me del futuro. La retrospectiva incluye una prospectiva; habla tan-
refiero sólo a la identificación con el grandioso pasado preco- to de lo que fue como de lo que debería ser. La memoria del
lombino que pone en escena el Museo Antropológico. Bernand pasado obtiene su sentido profundo de lo que conlleva como
y Gruzinski relatan en su Historia del Nuevo Mundo un hecho reivindicación de futuro. No tendría sentido el museo o monu-
curioso: en 1539, apenas consolidada la conquista española del mento si existiera efectivamente lo que se invoca. Precisamente
imperio azteca, se representa en la plaza mayor de México un porque existe una discrepancia entre el ser y el deber ser, el
espectáculo en el cual participan loS invasores junto con miles museo nacional está llamado a colmar esa brecha. Mas tal ca-
de indígenas: La conquista de Rodas, escenificación de la lucha rrera contra el tiempo suele estar perdida de antemano; en
de los cristianos contra los turcos. Y el mismo 3ño y con la particular, cuando el tiempo se acelera. La distancia entre el
misma temática, en Tlaxcala, franciscanos e indios ponen en momento en que se decide la construcción de un museo o mo-
escena la Conquista de Jerusalén, donde los indios disfrazados numento y la fecha en que está accesible al público tiende a ser
como turcos tennínan por aceptar el bautismo. "Montados sólo tal que el "lugar de memoria" termina carcomido por el paso
20 años después de la conquista del país, esos espectáculos tra- del tiempo y la emergencia de nuevos retos y códigos interpre-
ducen el afán de convertir a América en una réplica de Europa. tativos. Lo que había sido concebido cm_no encamación de lo
La distribución a los indios de los papeles de europeos inscribe duradero llega a ser un testimonio de lo pasajero.
en la costumbre, los gestos y los cuerpos la forma de una reali-
dad lejana, exótica; más allá, intenta insuflar en los espíritus y La sacralización del arte
más aún en las imaginerías de las poblaciones vencidas, los sue-
ños y las obsesiones que caracterizan a las sociedades del siglo De manera paralela a la sacralización de la historia tiene
XVI: la cmzada, la conversión, la lucha en adelante planetaria de lugar una sacralización del arte. La construcción de la memoria
la cristiandad contra el Islam" (1995, 322). nacional en el siglo XIX descansa asimismo sobre la canoniza-
En tercer lugar, la vinculación entre fechas y figuras de di- ción de lo que deben considerarse las obras clásicas y
versas épocas. Mientras que la historiografía está inserta en representativas del espíritu nacional. Mientras que las respecti-
secuencias cronológicas, la política de la memoria se apoya en gran- vas disciplinas académicas (historia y estética) ponen en
des saltos. El evento del pasado es sacado de su contexto histórico movimiento e historizan el legado del pasado, los mitos nacio-
y transfmmado en un mito atemporal que legitima las metas polfli- nales y el canon destemporalizan. Hay que sacar a los artistas y
cas del presente. En especial, el vínculo con las luchas y los próceres sus obras del contexto histórico para sustraerlos al debate y la
de la Independencia es un recurso habitual a la hora de exorcizar crítica y así poder presentarlos como hitos atcmporales (para
las dificultades que enfrenta el país en la actualidad. no decir, inmortales) del "ser nacional".
El papel de los monumentos y museos nacionales se in- Siguiendo el mencionado estudio de Assmann sobre la
serta en dichas estrategias. Suelen ser formas de instrumentalizar cultura alemana, destaco dos mecanismos de canonización. Por
la historia en función de los objetivos políticos del presente. El una parte, una selección rigurosa de quienes hacen parte del "pan-
museo nacional permite vincular la identidad nacional a un pa- teón" de la nación. Tiene que haber una diferenciación estricta no
sado común y derivar de esa memoria común la responsabilidad sólo para subrayar y graduar la excelencia de los elegidos, sino
por el futuro del pafs. No se trata pues de una mirada estática a en especial, porque sólo un número reducido hace posible su

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NoRBERT LECHNER LAS SO~BRAS DEL MAÑANA

memorización. Por otra parte, también la canonización trabaja el patriotismo. En el fervor patriótico la unidad en la fe hace de
con la descontextualización. Sólo en la medida en que los per- soporte para el mito de la unidad nacional. De hecho, la combi-
sonajes elegidos son arrancados a sus condiciones históricas nación de lo culto con lo sacro permite armonizar la doble cara
las discusiones y polémicas de la época pueden ser ignorada~ de la identidad nacional: homogeneizar la diversidad social al
para dejar brillar mejor el genio inmortal. De este modo, la iden- mismo tiempo que consagra las diferencias sociales.
tificación inducida con los "clásicos 11 pennite crear (inventar)
una tradición. Queda fijada la norma con la cual la nación ha de La reestructuración del orden nacional
"medir" su desarrollo.
La actualidad se caracteriza por una profunda reorgani-
La aplicación de estos dispositivos en los países latinoa-
zación de lo nacional. Basta recordar dos rnegatendencias que
mericanos enfrenta dificultades, por cierto. ¿Cómo establecer
impulsan dicha restructuración: la globalización y la individua-
un canon nacional que represente "lo propio" sin negar las pau-
tas culturales importadas de Europa? La influencia y aun lización. Ambos procesos modifican tanto la producción del
hegemonía europea es tal en el s. XIX que lo propio está intrín- orden como del marco temporal. Los desafíos que enfrenta la
secamente entrelazado con lo ajeno y extranjero. En la medida reorganización del orden social están vinculados, en parte, al
en que los grupos sociales dominantes asumen los cánones ar- cambio en los tiempos sociales.
tísticos europeos como norma universal, la intronización del arte
nacional tiene un alcance limitado. Basta recordar, por ejem- La aceleración del tiempo
plo, los monumentos alegóricos traídos de Europa y rebautizados
El proceso de globalización toca un punto central en toda
de acuerdo a la conmemoración de los héroes y las gestas na-
construcción de orden: los límites de inclusión y exclusión. Tiene
cionales. Además, la estrategia de canonización difícilmente
lugar una apertura de la sociedad a los flujos lransnacionales de
podía recurrir al "arte popular". Valorizar la herencia indígena
las finanzas, tecnologías, comunicaciones, migraciones o esti-
hubiese significado socavar las distancias de clase. Sería acep-
los de vida, sin olvidar las mafias. Se aprecia a diario cómo las
tar una igualdad que las estructuras políticas y económicas del
"orden oligárquico" negaban a diario. legislaciones nacionales y supranacionales se sobreponen, cómo
A pesar de tales dificultades la sacralización del arte cum- las decisiones políticas ocurren a distintos niveles, cómo cos-
plió su doble función: servir de "cemento" que cohcsiona a los tumbres ancestrales se entremezclan con las modas de otras
grupos dominantes a la vez que sirve de criterio de diferencia- latitudes, cómo las personas se desplazan y cruzan las fronteras
ción frente al "pueblo bajo". Aunque fuera con el apoyo de conservando sus antiguos lazos y hábitos. La anterior congruen-
estándares importados, la canonización de "lo culto" parece cia de polftica, economía y cultura en un mismo espacio
delimitado salla hecha añicos. Los diversos ámbitos se yuxta-
haber operado efectivamente como un mecanismo de integra-
ción nacional a la vez que estrategia de distinción social. ponen y traslapan. No sólo las fronteras nacionales se han vuelto
En resumidas cuentas, la sacralización de la historia y porosas; lodos los límites sociales se mueven: los límites de
del arte pennite rodear a la nación con un halo sacro. La memo- género y clase, entre lo conocido y desconocido, entre adentro
ria nacional queda anclada en la imagen de la nación sagrada. y afuera, entre el prójimo y el extraño·. La distinción entre lo
La devoción religiosa se traslada bajo las más diversas formas a propio y lo ajeno se desdibuja. Es decir, el flujo abigarrado de
la nación. Basta recordar la fusión del culto mariano (el caso la vida social parece carecer de un punto de sutura que acote lo
más conocido debe ser la Virgen de Guadalupe en México) con que llamamos usociedad".

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NoRoERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Dicho "desborde" de lo nacional es acentuado por la res- En estas condiciones es cada vez más difícil dar cuenta
tructuración de la temporalidad. Un rasgo sobresaliente de este del orden. Los códigos mediante los cuales clasificamos y or-
período es la aceleración del tiempo. Aun la vida cotidiana ad- denarnos a la realidad social pierden su fuerza interpretativa.
quiere un ritmo vertiginoso. Desde luego, a lo largo de su historia, Los mapas cognitivos con que solíamos estructurar la vida so-
los pafses latinoamericanos han conocido las secuencias de tiem- cial quedan trastrocados. Entonces, los procesos se vuelven
pos fríos y calientes. La aceleración de épocas anteriores, sin opacos e ininteligibles. Las cosas funcionan, pero no logramos
embargo, se encontraba encauzada por la perspectiva del pro- "pensar" su ordenamiento. En este des-ordenamiento de los es-
greso. Había un horizonte de futuro que otorgaba un destino y quemas de interpretación podría radicar la causa profunda de
un sentido al movimiento. Hoy día, en cambio, ese horizonte se las inseguridades y las incertidumbres que marcan este cambio
ha diluido y la noción misma de futuro pareciera desvanecerse. de siglo. En la medida en que el rumbo y el ritmo del desarrollo
De manera paralela, el pasado tiende a ser visto como un con- aparecen sustraídos al discernimiento y a la voluntad humana,
junto de ruinas sin significado y sin utilidad para el presente. crece la impresión de un automatismo. Los procesos de moder-
Un conjunto de datos obsoletos que poco aportarían a la com- nización y globalización aparecen como movimientos a la vez
prensión de la actualidad. Aun más, con frecuencia el pasado es ciegos e irresistibles. La invocación neoliberal de la "mano in-
percibido como un lastre que nos inhibe abordar creativamente visible" del mercado o algún otro "piloto automático" adquiere
los desafíos. Por ende, más valdría olvidarlo. Así, amputados plausibilidad.
del pasado y carentes de futuro, no tenemos otro tiempo que el
presente: un "presentismo" acelerado. La diferenciación de las temporalidades
Esta jibarización del marco temporal dificulta cualquier
concepción del orden. Toda construcción de orden presupone En los últimos años, impulsado por la expansión del mer-
cierto trasfondo histórico y, como vimos, cuando no lo tiene, ha cado, adquiere mayor visibilidad un proceso de larga data: la
de producir esa memoria constitutiva del presente. A la vez, creciente individualización. Las personas se liberan de la tutela
todo orden reivindica su duración; sólo conquista validez y le- de los valores, hábitos y lazos sociales heredados y comienzan a
gitimidad afianzándose como un orden duradero en el cual vale construir su biografía bajo su propio tiesgo y responsabilidad. El
la pena invertir afectos e intereses. O sea, el orden requiere de poder normativo de las tradicione~ se diluye y las 11Ceservas de
una proyección al futuro. Y una de las tareas de la política mo- sentido" -depositadas en la familia, escuela, empresa y nación-
derna ha sido precisamente generar tiempo, dotar al orden de se debilitan. En este "clima posmodemo" las autoridades consa-
un "por-venir". Ahora bien, en la medida en que no se dispone gradas, los roles sociales y, por sobre todo, el sentido común ya
de un campo de experiencias válidas y de un horizonte de ex- no brindan un marco de referencia sólido. Desaparecen los hitos
pectativas que permitan calcular, prever e interpretar los procesos que -como los campanarios en los pueblos- sirvan de faros orien-
sociales, aumenta el grado de contingencia. Esto es, se amplía tadores a todos por igual. Ni el sentido de la vida ni el sentido del
el abanico de "lo posible" y, por ende, la complejidad de las orden están dados de antemano; hay que elaborarlos y nego-
eventuales combinaciones sin tener criterios para acotar cuáles ciarlos día a día. Así, la desvinculación de las pautas
de esas posibilidades lleguen a hacerse realidad efectiva. El re- tradicionales conduce a la creación de nuevos vínculos. Pero,
sultado es un orden de alta contingencia y complejidad y, por lo se trata de vínculos más flexibles y móviles. Las viejas identi-
tanto, cada día más difícil de conducir. dades colectivas de límites claros, estructuración rígida y de
largo aliento, ceden el paso al surgimiento de identidades Ji-

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

vianas, informales, de geometría variable. Tiene lugar una plu- historia de la cual no se quiere sentir responsable. Y tal compre-
ralización de los mundos de la vida cotidiana y las personas sión del pasado incide sobre la visión de futuro. El sentimiento
aprenden a circular entre las diversas "tribus". Pero esta "flexi- de impotencia y frustración que suscita el recuerdo del pasado,
bilización" de todos los marcos de referencia tiene su precio. se proyecta al mañana. No habrían razones para involucrarse
En ausencia de referentes finnes, no es fácil para las personas con el desarrollo de un proyecto colectivo sobre el cual apenas
orientarse en su vida y en el mundo. Puesto que la persona se se podrá incidir. El desencanto aprende de los desengaños de la
individualiza en sociedad, el desperfilamiento de las identida- historia pasada y renuncia a las uuvas verdes". Se confía en la
des colectivas dificulta la elaboración de la identidad individual. acción colectiva en la medida en que ella sea la proyección del
Además, conviene recordar el estudio de Norbert Elias Yo, la caja de resonancia de los propios miedos y deseos.
(1978) sobre la autodisciplina social inducida por la centraliza-
ción del poder estatal. El paso de una "sociedad estadocéntrica" Memoria histórica y horizontes de futuro
hacia una sociedad policéntrica debería afectar el tipo de socia-
Toda sociedad moderna combina momentos de ~<apertu­
bilidad. El debilitamiento de la centralidad política puede
conllevar la difuminación de un sentido común sedimentado a ra" y de ucierre". El proceso social se abre continuamente a la
lo largo del tiempo y de un código interpretativo más o menos innovación. Pero el orden social no puede abrirse a lo diferente
compartido. Todos estos fenómenos de "flexibilización" alte- si no logra, a la vez, trazar los límites que acotan lo propio. Este
ran las temporalidades sociales. doble movimiento salta a la vista a raíz del proceso de globali-
La individualización abarca también los significados del zación (Habermas, 1998). Ella impulsa una rápida y drástica
tiempo. Tiene lugar una individualización del tiempo, por así apertura que pone en jaque los límites establecidos. A la par
decir. Prevalece la memoria individual, restringida a las viven- que se vuelven porosas las fronteras territoriales, aparecen cues-
cias personales e interpretando la historia del país a partir de tionados los límites sociales y culturales que circunscriben ulo
esas experiencias. Y también el futuro suele ser encarado en propio". La sociedad está forzada a redefinirse a Hsí misma"

una perspectiva individual. Son el diseño del propio proyecto redefinir la fonna de la convivencia social (¿qué hace parte del
de vida, los temores y anhelos que involucra su ejecución, lo "vivir juntos" y qué está excluido?).
que establece los horizmÚes de futuro. Las promesas del maña- El movimiento de apertura y cierre abarca también el
na se derivan más de las estrategias singulares que de algún marco temporal. La sociedad moderna se abre al futuro; supera
proyecto colectivo. Sólo el porvenir de los hijos o nietos tras- incesantemente lo existente en la búsqueda de un mañana me-
ciende la finitud de la vida individual. La biografía individual jor. Pero no soporta un futuro completamente abierto. No es
parece desplazar a la historia colectiva. posible que todo sea posible. La vida social requiere un punto
Esta delimitación del campo temporal al curso vital del de sutura. Hay que acotar el abanico de "lo posible"; poner lí-
Yo obedece al "espíritu de la época", pero tal vez también a la mite a la contingencia. La sociedad produce dicho "cierre" de
u mala memoria". En el caso de Chile, puede apreciarse una dos fOaneras. Por una parte, diseñando horizontes de futuro. Tales
memoria herida por los dolores del pasado y por los desenga- horizontes pueden cristalizarse en sueños colectivos acerca del
ños de lo que pudo ser y no fue. Una memoria silenciada que ya orden deseado y/o en objetivos sociales que -más o menos con-
no quiere saber más de todas aquellas pesadillas. Una memoria cretizados (desde "el desarrollo" hasta "disminuir la pobreza")-
que busca disociar una historia que, si alguna vez fue también están al alcance de acciones estratégicas. Por otra parte, tam-
la propia, se mostró finalmente como la historia de otros. Una bién existe un ucierre" del pasado. La sociedad tiene una

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NoRHERT LEcHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

determinada historia. La organización de la vida social presente un lado, aumenta la contingencia. La multiplicación de los facto-
descansa sobre lo que fue: una tradición, determinados hábitos res y sus eventuales combinaciones y concatenaciones amplían
y experiencias. de tal modo "lo posible" que ya no se puede anticipar cuáles
En América Latina juega un papel especial la utopía. Ella posibilidades se realizarán efectivamente. Cuando (en principio)
representa una apertura radical al futuro. En la medida en que el todo lo que es, podría ser diferente, la realidad social parece sus-
futuro deseado se escapa una y otra vez, el horizonte tiende a traerse a cualquier disposición humana. Entonces, por otro lado,
ser concebido de modo cada vez más utópico: lo totalmente el por-venir se asemeja a un proceso automático que obedece a
diferente. La utopía abre una perspectiva de futuro, pero al mis- fuerzas ciegas. El futuro traerá cambios, por cierto, pero no se
mo tiempo, genera un cierre. Como muestra Koselleck, las sabe qué ni cómo cambiará. En consecuencia, cuesta visualizar
grandes concepciones del orden deseado (del liberalismo al so- el orden como un proceso moldeado por la interacción social.
cialismo) aceleran el tiempo, lo dinamizan en miras del horizonte El sitial que ocupaba décadas atrás la demanda de cam-
a alcanzar. Pero también lo domestican. El futuro utópico dise- bio social, parece corresponder hoy en día a la demanda de
ña un horizonte que acota los futuros posibles. duración. Vale decir, se trata no tanto de ~<abrir'' y transformar
Apertura y cierre del futuro son bien ilustrados por la no- el orden existente (este proceso ya está en marcha) como de
ción de uprogreso". Ella proyecta un horizonte de futuro y éste poner límite a lo posible y de generar ciertos hitos duraderos de
ayuda a encauzar la apertura. Además, la idea de progreso ilustra la vida social. ¿Cómo construir nuevamente, bajo las condicio-
un nexo entre la construcción de fuhtro y el orden sociaL Los hori- nes actuales, algún "cierre"? Hemos visto las dificultades de
zontes de futuro hm1 operado a la vez como horizontes de sentido. elaborar horizontes de futuro. Pero existe otro camino: el traba-
Quiero decir: trazar un horizonte de futuro es exteriorizar una ins- jo de la memoria. También la memoria histórica ofrece un cierre.
tancia de sentidos -"sentido de vida" y "sentido de orden"- por Tanto en la vida individual como en la social, el pasado delimi-
medio de la cual el presente adquiere un sentido, se vuelve inteligi- ta el futuro. El pasado ha sido una selección permanente de
ble y puede ser conducido. En la medida en que esa idea de progreso opciones; se eligieron algunas y se descartaron otras. Y a través
se desvanece, el futuro queda abierto, sin cierre. Y a falta de un de esas decisiones adoptadas u omitidas (de manera deliberada
horizonte de futuro también se erosionan los principios regulativos o no intencional), se van configurando las alternativas actual-
que permiten interpretar y orientar el proceso actual. mente disponibles y su significado. A partir de un pasado
Una característica de la época actual parece consistir en determinado, no cualquier camino está abierto. La memoria ofre-
el desvanecimiento de cualquier horizonte de futuro. Siempre ce un filtro para procesar los futuros posibles. En definitiva, la
hay futuro, por cierto, como el avance implacable de las horas. elaboración de una memoria histórica y de unos horizontes de
Y existen "mercados a futuro" y múltiples otras proyecciones a futuro parecen ser un mismo trabajo.
futuro. Sin embargo, tales anticipaciones no estarían generando
un horizonte de futuro. Ello podría provocar una situación pa-
radójica. Ese futuro abierto, sin un horizonte que lo "cierre",
me parece ser la razón de una doble retracción. Temporalidad y
orden social se retrotraen al presente. Reina cierto "presentís-
roo". La vida social parece agotarse en lo inmediato.
El desdibujamiento de los horizontes de futuro y la pre-
eminencia de lo inmediato tienen una doble consecuencia. Por

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LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Capítulo 6
¿Cómo reconstruimos un Nosotros?
¿Cuál será la identidad colectiva, el "nosotros" de una sociedad
mJtónoma? Somos los que hacemos nuestras propias leyes, somos
una colectividad autónoma de individuos autónomos. Y podemos
miramos, reconocemos, interrogarnos en y por nuestras obras.
C. Castoriadis

Nuestra sociedad se encuentra atravesada por la lucha que


enfrenta la reivindicación de la auto-determinación democrática
a la naturalización de lo social. En su lucha por "ser sujeto" (indi-
vidual y colectivo) de su destino, los hombres se topan con
múltiples dificultades. En los capítulos previos he abordado al-
gunas: la reformulación de los códigos interpretativos, el manejo
de nuestros miedos, el trabajo de hacer memoria. Son facetas de
la subjetividad social, abarcando tanto los afectos y las emocio-
nes como los universos simbólicos e imaginarios colectivos. La
"po1iticidad" de estos elementos se manifiesta en una doble rela-
ción: como formas de experiencia cotidiana que inciden sobre la
calidad de la democracia y, a la vez, como expresión de la socie-
dad que es construida por la política. Propongo que, sobre la base
de los informes de Desarrollo Humano en Chile (PNUD 2000 y
2002), veamos algunos aspectos de estas relaciones entre las for-
mas de convivencia social y la polftica democrática.
La argumentación procede en cuatro pasos. (1) Suponga-
mos que la capacidad de auto-determinación colectiva está
vinculada con la capacidad de acción colectiva. Dichas capacida-
des de la sociedad para actuar han sido enfocadas en los años
recientes en términos del llamado "capital social". Un estudio
sobre el caso de Chile hace pensar que la debilidad del vínculo
social podría ser producto del cambio cultural. (2) En efecto, ha
tenido lugar un proceso acelerado de cambios tanto en las expe-
riencias prácticas de convivir como en los imaginarios de dicha
convivencia. (3) Las transformaciones culturales han debilitado

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NoRBERf LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

la imagen del Nosotros que pcnnite anudar lazos de confianza La segunda aproximación busca cuantificar el capital so-
y cooperación social. Pero, además, han puesto de relieve la cial propiamente tal. Para esta medición tentativa, se construyó
dificultad de la política para dar significaciones compartidas a un índice que agrega los datos obtenidos en la encuesta acerca de
los cambios en curso. (4) En la parte final, exploro algunos de tres indicadores: las relaciones de confianza social, la percepción
los desafíos que enfrenta la construcción del Nosotros de cara a de reciprocidad y la existencia de un compromiso cívico. De acuer-
Jos cambios sociales. do a este índice, un 29% de la muestra corresponde al tramo
superior, un 36% de los entrevistados posee poco o ningún capi-
l. El capital social en Chile tal social y un 35% se encuentran en el tramo intcnnedio. Es
difícil ponderar la significación de estos datos pues no se dispone
A comienzos de los años noventa, Robcrt Putnam (1993) de cifras comparables de otros países, ni existen series tempora-
planteó que el "capital social" sería el mecanismo que media les para el caso chileno.
entre la experiencia cotidiana de la gente y el desarrollo econó- 2. En segundo lugar, la distribución del capital social.
mico y el desempeño de las instituciones democráticas. Círculos Como en otros casos, en Chile prevalece una distribución muy
académicos y agencias de desarroHo se volcaron al estudio del
desigual. Mientras que un 56% del grupo socioeconómico alto
capital social, entendido como la capacidad de acción colectiva
posee capital social, sólo un 27% del estrato bajo dispone de él.
que construyen las personas sobre la base de confianza social, Son las personas con mayor nivel de ingresos y educación quie-
normas de reciprocidad y compromiso cívico. A pesar de los nes exhiben una mayor acumulación. En cambio, un menor nivel
problemas que plantea la noción (Portes y Landolt 2000, Kliks- de educación e ingresos está asociado a una menor confianza
berg y Tomassini 2000, CEPAL 2001), ella puede ser útil para
social y un menor sentimiento de reciprocidad. Es decir, la dis-
indagar acerca del vínculo social. Del infonne sobre Desarrollo
tribución del capital social en Chile no sólo no disminuiría, sino
Humano en Chile 2000 (PNUD 2000) provienen un conjunto
que tiende a acentuar las desigualdades sociales. Ello indica
de datos empíricos que sintetizo en tomo a cuatro ejes:
que no se debería hablar de capital social sin considerar simul-
l. En primer lugar, la cuantificación del capital social en
táneamente las relaciones de dominación.
Chile. El Infonne del PNUD brinda dos aproximaciones. La pri-
3. En tercer Jugar, la trayectoria histórica del capital so-
mera enfoca el potencial asociativo, para lo cual elaboró un mapa
cial en Chile. El punto exige una aclaración previa. Robert
nacional de asociatividad que, sin poder ser exhaustivo, logra re-
Putnam lo considera un "stock" acumulado a lo largo del tiem-
gistrar 83.386 organizaciones; o sea 56 asociaciones por cada
po. El capital disponible en la actualidad dependería de su
diez mil habitantes. Además, realizó una encuesta nacional en
trayectoria histórica ("path dependence" en los términos de
1999 acerca de las personas pertenecientes a organizaciones so-
North, 1993). Desde este punto de vista, el autor constata en los
ciales. Un tercio de los entrevistados pertenece a alguna asociación
Estados Unidos un notable declive en comparación con déca-
social (proporción confirmada en el infonne PNUD 2002). Entre
das anteriores (Putnam, 2000). Pero, ¿no sería posible que el
ellos, suelen participar más hombres que mujeres, más adultos
capital social adopte distintas modalidades? La pregunta remite
mayores que jóvenes y exhiben mayor tasa de pertenencia las
a la historicidad del fenómeno. Es dable suponer que, como
personas del grupo sociocconómico alto y de zonas rurales. La todo proceso histórico, el capital social puede modificar su for-
distribución temática muestra que los entrevistados suelen perte- ma según las condiciones de cada período. Conviene, por lo
necer principalmente a asociaciones religiosas, deportivas y
tanto, enfocarlo más bien como un flujo cambiante que adopta
vecinales.
distintas modalidades.

100 101
NoREIERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

De acuerdo al contexto y al respectivo ambiente cultu- (Canasco & García, 2000), la calidad de la democr~cia y la
ral, habría distintos tipos de capital social. Hoy en día, los calidad de la vida social irían de la mano.
cambios culturales favorecen relaciones más flexibles y tentati- Como conclusión de los resultados expuestos puede afir-
vas en lugar de las organizaciones fonnales. Ello no destruye marse que la categoría de capital social ayuda a iluminar la
los lazos de cooperación social. La confianza, la reciprocidad y inserción de la acción colectiva en el conjunto de la trama so-
el civismo bien pueden desarrollarse asimismo sobre la base de cial. Sin embargo, no deberíamos sobre-estimar su alcance. Me
lazos infonnales, de carácter más personal e inmediato. La dis~ pregunto acaso no se estaría buscando reconstituir en el ámbito
tinción entre capital social formal y capital social informal micro-social aquel vínculo social que ya no se logra pensar en
permite dar cuenta de la "informalización" de las relaciones. tanta sociedad. Muchas veces, en efecto, parece usado como un
De hecho, los chilenos disponen de más capital informal. Se- concepto equivalente al de sociedad. Pero ni el mercado, ni tam-
gún el informe, un 46% de la muestra corresponde al tramo poco el capital social llevan a cabo la producción y reproducción
superior del fndice de capital social infonnal. Sin embargo, tam- de ese "mundo común" de valores y normas, de símbolos e ima-
bién en este caso, la distribución es desigual. Un 76% de los ginarios, que permite "vivir juntos". Por consiguiente, digo yo,
entrevistados de nivel socioeconómico alto posee capital social el capital social no es un atajo que permita enfocar la interac-
infonnal, pero sólo un 36% de las personas del estrato bajo dis- ción entre individuos sin una referencia a la sociedad.
pone de él. Al respecto, dos conclusiones: Primero, también en Los diversos estudios sobre el capital social tienden a
el ámbilo informal los grupos sociales más necesitados de capi- desembocar en una misma pregunta: ¿cómo producir capital
tal social son los que menos tienen. Segundo, debería prestarse social? En general, se responde mediante un argumento circu-
más atención al hecho de que la sociabilidad cotidiana, a pesar lar. Una sociedad fuerte crea más capital social a la vez que
de su asociatividad diluida, puede contener un potencial signi- mayor capital social da lugar a una sociedad fuerte. Aquí pro-
ficativo de confianza y cooperación. pongo otro argumento: la producción de capital social presupone
4. Por último, las consecuencias del capital social para un imaginario fuerte del Nosotros. Dicho en otras palabras, no
el desarrollo económico y el desempeño institucional. Al con- es fácil que las personas establezcan relaciones de confianza y
firmarse sus efectos favorables sobre las estrategias de desanollo cooperación social si no visualizan que comparten algo común
(lnglehart, 1997), aumentó el interés por el tema. El estudio entre ellos. Visto así, la debilidad relativa del vínculo social en
chileno no aborda los efectos del capital social para la econo- Chile estaría relacionada con una imagen débil del Nosotros.
mía. En cambio, ratifica la otra tendencia: el significado político
del capital social radicaría en su aporte a la "base social de la 2. Los cambios culturales
democracia". De acuerdo a la encuesta reseñada, la mayor dis-
Qué duda cabe: nuestro modo de vida ha cambiado de
posición de capital social (fom1al e infonnal) está asociada a
manera drástica en los años recientes. Podemos hablar de un
una mayor confianza en poder incidir sobre la marcha del país y
cambio cultural, entendiendo por cultura las "maneras de vivir
también a una mayor participación democrática. Otra correla-
juntos" (UNESCO, 1997). A continuación mencionaré algunas
ción significativa dice: quienes poseen capital social tienden a
manifestar una menor desafección polftica y exhibir una mayor tendencias que van cambiando tanto las maneras prácticas de
confianza en las instituciones. En resumidas cuentas, una pre- vivir juntos como las representaciones que nos haceuios de di-
cha convivencia social. Se trata de cambios sigilosos y casi
sencia vigorosa de capital social podría significar el
imperceptibles en la vida cotidiana, pero que a lo largo de tres,
fortalecimiento de la democracia. De conoborarse tal tendencia

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

cuatro lustros terminan por cambiar profundamente la vida so- Un acelerado proceso de individualización
cial. Consecuencia de esa transfonnación de nuestro modo de
convivir, tienden a perder credibilidad los imaginarios colecti- Uno de los cambios más importantes --considerando la
vos que daban sentido a la convivencia. tradición comunitaria de América Latina~ es la creciente indi-
vidualización. El individuo se despega de los vínculos y hábitos
Una globalización interiorizada tradicionales que, a la vez, lo encerraban y lo protegían. Esta
"salida al mundo" hace parte de un proceso de emancipación
La dimensión cultural que despliega la globalización ac- que permite al individuo ampliar su horizonte de experiencias,
tual del capitalismo ha sido poco estudiada (Appadurai 2001, incrementar sus capacidades de participar en la vida social y
Ortega 2002). Parecería que los procesos de globalización no desarrollar sus opciones de auto-realización. Las oportunida-
conforman una "cultura global" unifonne, por mucho que la des de expandir la libertad individual son notorias por doquier,
profusión mundial de ciertas marcas (de la Barbie al McDo- especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, no todos alcan-
nald) haga pensar en una homogeneización generalizada. En zan a disfrutarlas. Considerando que no hay individuo al margen
realidad, cada sociedad procesa, combina y rearticula los ele- de la sociedad, la individualización depende de las opciones y
mentos que circulan al nivel mundial de una manera específica. los recursos que ofrece la sociedad en determinada época histó-
Esta apropiación implica dos cosas. Por una parte, la interiori- rica (por ejemplo, nivel de educación, normas sociales y morales,
zación y "nacionalización" de la globalización, desde los shocks grados de civismo o cinismo). En tanto nuestra sociedad se vuel-
financieros hasta la costumbre del fast food. Por la otra, una ve cada vez más compleja y diferenciada, crecen las
nueva uhibridación" (García Canclini) de lo que suele resumir- posibilidades, pero también las dificultades para la auto-deter-
se como "cultura nacional". A la par con las nuevas prácticas de minación del individuo. En lugar de las pocas clases y fuerzas
convivencia, cambian las representaciones que nos hacemos de sociales de antaño, ahora una multiplicación de actores y una
eH a. Similar al u choque de civilizaciones" quinientos años atrás, variedad de sistemas de valores y creencias amplían el abanico
el mapa cognitivo de las personas sufre un cambio radicaL Ya de lo posible. Al mismo tiempo empero, esa pluralización de
señalé en el segundo capítulo cómo tiene lugar una redefinición los referentes normativos y la competencia entre esquemas in-
de los límites espaciales (interno/externo) y se comprimen los terpretativos dificultan la elaboración de un marco de referencias
horizontes temporales (antes/después), dejando a los individuos colectivas. De ahí que muchos individuos vivan la construcción
con pocos referentes simbólicos para situar su lugar en el mundo. de "sí mismo" y la búsqueda de un Yo auténtico como una pre-
La sociedad nacional sjgue siendo el universo habitual de sión angustiante. De aquella experiencia de inseguridad
la vida cotidiana. Sin embargo, la experiencia de la gente ya no se existencial nace la retracción a-social de tantas personas.
agota en ese espacio. Las fronteras nacionales se difuminan, las El carácter inconcluso de la individualización puede apre-
distancias temporales se diluyen. Tanto el territorio de la nación ciarse en el estudio empírico del PNUD (2002). Llama la
como sus horizontes históricos pierden vigor. Habrá que pregun- atención que buena parte de los chilenos compartiría la sensa-
tarse, ¿dónde termina el país y dónde comienza el mundo? ¿Cómo ción de que no tienen control sobre su destino. Dos tercios de
trazar las líneas de inclusión y exclusión que configuran los límites los entrevistados afirman que el rumbo de sus vidas ha dependi-
de un orden social? Una sola cosa puede decirse hoy en día: somos do más de circunstancias externas que de las decisiones propias.
un país, pero "la sociedad" ha dejado de ser un hecho evidente. En especial, las personas de estrato bajo viven la realidad social
como un proceso aparentemente todopoderoso, que atropella a

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soMBRAS DEL MANANA

qui-en no sepa adaptarse. Si, además, carecen de lazos


. d l estado en el imaginario colectivo. En años
sobre los cuales apoyarse, no quedaría sino replegarse al
la centrahdad
. t e .
la reorgamzacmn . , de la sociedad "estado-céntrica" ,
do privado y a la familia. La "individualización sin red" tiende
rec1en es, d
e el nexo de esta o y nacw . , n. Por un lado, el estado tien-
.
a desembocar en una individualización a-social; proceso que
destruyer reducido. a 1a ges t'IOn, p ública. Por el otro, es despojado .
daña no sólo el tejido social, sino que corroe también la imagen
de sociedad que se forma la gente. de as
1 Presentacwn ._ s1m. ból'1ca de la nación. En consecuencia,
d d
de a re duce un desa_¡us. te de alcances importantes. El esta o e-
Una sociedad de mercado se 1prode encamar 1a resp o nsabilidad colectiva a la .vez .que 1,o
jara
nacional pierde los pnnCipa . . 1es anclajes en la expenenc¡a cot¡.
diana de la gente.
Hacer del mercado el principio organizativo de la vida
social significa algo más que una reorganización de la econo-
mía. Implica un proyecto cultural en la medida en que propone Una cultura de consumo
un cambio deliberado de las prácticas y representaciones de la
U de los cambios más notorios seria el paso de una
convivencia. Basta ver cómo la expansión del mercado impone
una "individualización" de la responsabilidad y la flcxibiliza-
no . "a una "sociedad de consumo>~.El trabajo
"sociedad del trabajo ' ambia de significado al intc-
ción del vínculo social que modifican drásticamente nuestras e por supuesto, pero e ,
no desaparee • . . Hoy en día la llamada "sociedad
formas de "vivir juntos". Vemos que la "libertad de elegir" del d l ll evo imaginano socta1. ' 1
rior·¡uelln la impronta de1consumo. Es en este marco cu tural
consumidor no está restringida a la elección de bienes y servi-
civi eva .
re-defimdos 1os sigm
. 'fi!C ados que pueden tener las rela-
.
cios; ella se encuentra incorporada a un nuevo imaginario
que son .ales De hec h o, la cu ]tu r.a del consumo es compartida
colectivo. La imagen del individuo consumidor justifica la mis-
cienes soci menes : , exc 1Ul.dos. A través de la televisión, la
estan
ma autonomía para elegir el número de hijos, su religión o sus
bl . 'd d y otrOS d!SpOSI.t.IVOS, incluyendo la vivencia de la. gran
incluso por q .
costumbres sexuales. Esa libertad de elección es reforzada aún
pu ICl 1a lt a del consumo m . fl u ye de manera detennmante
más por la flexibilización. Aparte de las relaciones laborales, ciudad, a cudouren que 1as persa 11 as y' en especial, los mismos
ella favorece una "informalización" también en otros campos 1
sobre
b e mo lo que sigm
definen . ·¡¡!Ca "ser pobre"(Bauman 1999). b
como las relaciones afectivas de pareja o de pertenencia asocia-
po res La cultura de consumo t'Ielle profundos impactos .. . so d"re
tiva. Así, el imaginario del mercado y del consumo refuerza
Ios estilos de convtv~~cta. l .
. . 1) La característica mas notona ra t-
cierta auto-imagen del individuo al mismo tiempo que relativi- opia del mundo productivo,
1 de la accwn co ect1va, pr
za la autoridad normativa de padres e iglesias y el rol de la
ca en e paso . ' . vi dual ti ica del consumo. Es a través de ella
educación escolar en la conformación y transmisión de un acer- a la estrategia mdt . p " .. . o" Vinculado a esa auto-
vo cultural compartido. ¡· d' 'duosedefmea simism . b
La diversidad de la vida social adquiere niveles antes des-
que e m_ ~~) la identidad individual suele prevalec~r p~r so re
conocidos, mientras que el estado Nacional se debilita. Su
referencia,. e umtr. es un ac1o so c·Ial que simbohza tdenllfi-
la colectiva. ons . . t a otros. Conforma pues
transfonnación tiene particular relevancia para la cultura por ha- ., diferenciaCIÓn respec o . . 1
ber sido esta una cuestión polftica (y militar). En Chile (como en
cacwn .d Yd pero de una manera tr ansitoria y tentativa, sm a
identt a es, . 'd t'dades de clase. A ello se agrega
otros paises de la región), es el estado quien produce y reproduce densidad de las antiguas 1 en¡' " laboral La des-regulación
una "cultura nacional", dándole cuerpo en la vida concreta de la . T · .. de la regu acmn ·
3) la flextbt tzacmn .6' del traba]· o en tanto bien público pasa
gente (políticas de educación y salud). Sobre esta base se levanta . 1. que la protecct n 'd
1mp
a un tea '
plano secundano ._ a la libertad del consumt or.
. en re1acton

106

107
NoRBERT LEcHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

Cuenta más la seducción y atracción ejercida por los bienes que realidad social. Por un lado, la expansión informática del espa-
la seguridad legal del trabajador. Ello alude al hecho que, 4) en la cio permite una comunicación sin la presencia física de los
actualidad, los imaginarios sociales se nutren más de la publici- participantes. Ella modifica no sólo las pautas de sociabilidad,
dad que de la experiencia laboral. Mientras que el trabajo produce sino la noción del espacio público. Por el otro, ocurre una frag-
un mundo objetivado, el consumo sería una manera de desplegar mentación del tiempo social. La historia se deshace en una
el mundo del deseo y del placer. La vivencia afectiva se vuelve secuencia de episodios autosuficientes. La multiplicidad de có-
así un ámbito constitutivo de la lucha por "ser sujeto". digos interpretativos y la velocidad con que circulan
Por lo demás, el imaginario del consumo acentúa la ero- informaciones y símbolos aceleran la obsolescencia de las ex-
sión de los mapas cognitivos de la gente. 5) El consumo modifica periencias pasadas e instalan una especie de presente autista
el horizonte espacial. En la sociedad industrial, el trabajador -secuencia de actos sin relación histórica entre ellos.
está ligado a un lugar relativamente fijo y, por ende, inserto en En este contexto se propaga una des-materialización de la
relaciones sociales duraderas. Ese anclaje local facilita expe- realidad social. Puede ser una tendencia menos visible que las
riencias colectivas. El consumidor, en cambio, está inmerso en anteriores, pero sus efectos sobre la cultura son notorios. El ejem-
el flujo de bienes, nacionales e importados, que no están limita- plo más ilustrativo proviene de una esfera que fue, por
dos por su ubicación territorial. Se amplía el horizonte espacial antonomasia, el campo de la producción material: la economía.
a la vez que se diluye el horizonte temporal. 6) El consumo Esa materialidad pasa a un segundo plan~ con la preeminencia
introduce otra temporalidad. En tanto que el trabajo requiere de un valor intangible como lo es la marca. Muchas de las empre-
una planificación del tiempo en relación a la meta proyectada, sas más importantes (como Coca Cola, Nike o Disney) se dedican
el consumo vive al instante. Las gratificaciones diferidas al fu- a "fabricar" y comercializar una imagen de marca más que bie-
turo son reemplazadas por la satisfacción instantánea del deseo. nes materiales (Klein, 2001). Mientras que los objetos "reales"
Predomina el afán de una vivencia directa e inmediata. El con- son producidos en la trastienda, en la calle reinan las promesas e
sumo contribuye pues a la aceleración del tiempo y un creciente imágenes de la vida "ideal". El trab!jjo es relegado a una función
"presentismo", a la vez que dificulta procesos de aprendizaje y secundaria al mismo tiempo que el consumo de estilos de vida y
maduración. 7) Finalmente, habrfa una tendencia a desplazar la de sueños va generando una extraña "levedad del ser".
ética por la estética. La cónducta social ya no se orientaría tanto La des-corporalización aparece como una característica
por una "ética del trabajo" (que valora la vocación, la autodis- inherente a la mediatización de la comunicación social. El auge
ciplina y la gratificación diferida) como por criterios estéticos. de una "cultura de la imagen" revoluciona las experiencias y
La manera de percibir y valorar las personas (la "apariencia") y los imaginarios colectivos. En parte, el protagonismo de la ima-
los objetos (el disefio) tiende a inscribirse en una estetización gen desplaza la preeminencia anterior de la palabra, alterando
generalizada de la vida cotidiana. Ese protagonismo de la esté- el tipo de conversaciones sociales y deliberaciones ciudadanas.
tica nos recuerda otra transformación en marcha. Ello no tiene que ser negativo; la televisión, por ejemplo, puede
jugar un papel relevante para que las personas no vean sus vidas
La mediatización de la comunicación social como algo dado de antemano. Pero ella también puede refor-
zar una "naturalización" de la realidad social. Las posibilidades
Las nuevas tecnologías de información y la preeminen- de producir una realidad virtual tienden a diluir el limite entre
cia del mundo audiovisual aceleran el cambio en los 14 mapas lo real y lo imaginario. La "construcción visual de la realidad"
mentales" que usan los individuos para clasificar y ordenar la (Jesús Martín-Barbero) ayuda a disolver el "sentido común"

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

relativamente compartido y duradero en el tiempo que está con- del Nosotros para llegar a experimentar los procesos de cambio
densado en lo real. Y en la medida en que la significación de lo como el resultado de su propia acción. A la inversa, eUas crean
real se vuelve más liviana (o sea, sujeta a la interpretación per- y recrean tal imaginario colectivo de un Nosotros a partir de sus
sonal que pueda darle cada cual), la realidad dejaría de ser una experiencias concretas de convivencia. A continuación presen-
experiencia compartida. taré algunos indicios que hacen pensar que las transfonnaciones
Resumiendo las tendencias mencionadas, quiero subra- culturales estarían provocando una desvinculación emocionaL
yar dos transfonnaciones culturales. Por una parte, han cambiado Insertas en un proceso de cambios acelerados que no controlan,
las experiencias que hace la gente de la convivencia social. Ella las personas dan señales de desafección: parece que no sienten
tiende a establecer relaciones sociales más flexibles y, por tan- dichos cambios como algo suyo.
to, a generar una trama social más tenue y frágil. Y ella tiende a La desvinculación emocional es más que un asunto per-
vivenciar en un grado inédito todas las ambivalencias y ambi- sonal de cada cual. Concierne al modo de convivir y afectaría a
güedades que atraviesan su quehacer diario. La decisión "qué la democracia en un doble sentido. Por una parte, ella le "quita
hacer" no sólo se hace más difícil, sino que se plantea mucho el piso" subjetivo a la democracia. O sea, la deja sin rafees en
más frecuente. Por otra parte, han cambiado las representacio- los afectos y las pasiones de la gente. Los ciudadanos respeta-
nes que la gente suele hacerse de la sociedad. Antaño, ella se rán Jos procedimientos y las instituciones democráticas, pero
imaginaba a la sociedad como un cuerpo coherente y cohesivo. no sienten un compromiso afectivo. No habría el sentimiento
En comparación con entonces, ahora siente que "todo es posi- de pertenecer a la democracia como un Nosotros. Ello signifi-
ble y nada es seguro". Nadie y nada le ofrece una idea verosímil caría, por otra parte, un déficit de la democracia porque no habría
de la totalidad social. Y, sin ese marco de referencia, no es fácil logrado dotar de sentido a los cambios en marcha. La democra-
sentirse parte de un sujeto colectivo. cia -como experiencia y representación social de la
En suma, el breve bosquejo de los cambios sugiere que auto-determinación- no estaría produciendo significaciones
la experiencia y la imagen del Nosotros sufren una gran trans- compartidas. Y la conclusión está a la vista: una política que no
formación. Me parece que, hoy en día, no habría una figura ayuda al ciudadano a vivir y compartir sus experiencias cotidia-
perfilada del Nosotros. No somos ese Nosotros que tan bien nas como algo significativo, se vuelve insignificante.
resume Castoriadis ( 1997, 96) en el epígrafe del capítulo. Cons- En lo que sigue me apoyo en las investigaciones sobre el
truir una "colectividad autónoma de individuos autónomos'' sería Desarrollo Humano en Chile 2002 (PNUD 2002). Comienzo
precisamente el horizonte de sentido que orienta la lucha por la por uno de los resultados más llamativos: las señales de des-
auto-dcitcrrninación democrática. afección en relación al llamado umodelo económico". La mitad
de los entrevistados se declara "perdedor" al respecto. La rele-
3. El desarraigo afectivo de la democracia vancia del dato proviene del contraste con el crecimiento
económico y los avances en el bienestar social durante la última
Setiales de desafección década. ¿Cómo un progreso tan notable puede ser percibido
como pérdida? No es que los chilenos desconozcan los lo-
Presumo que las dificultades para asumir el proceso so- gros; la mayoría de ellos declara estar en una situación mejor
cial como algo "nuestro" estarían asociadas a las debilidades
que la de sus padres y estima que su situación económica se-
del Nosotros para ser sujeto del desarrollo. Fonnulada en posi-
guirá mejorando en el futuro. Vale decir, la auto-percepción
tivo la presunción diría: las personas requieren de un imaginario
de "perdedor" no es mero reflejo de una determinada posición

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

económica; representa una construcción social. Las personas futuro. En cambio, un tercio de ellos considera que los cambios
no evalúan el sistema económico (ni el político) según un cál- de la sociedad chilena no tienen destino y carecen de brújula. Y
culo racional de costo-beneficio. Intervienen múltiples "factores para colmo, la mitad de los entrevistados declara que, "a pesar
y, entre ellos, los afectos. La extendida imagen de "perdedor" de estos cambios, las cosas siguen siendo igual".
estaría relacionada, en concreto, con los sentimientos negativos En suma, parece que dos tercios de los chilenos entre-
que provoca el sistema económico. Llama la atención que un vistados no le encuentran sentido a los cambios en marcha o
75% de los entrevistados manifiestan inseguridad, enojo o pér- bien no perCiben que los cambios sean algo significativo para
dida al respecto. Las cifras parecen confirmar las habituales su vida diaria. Queda planteado el interrogante de fondo: ¿qué
alusiones al "pesimismo" de los chilenos. Más adecuado empe- sentido tiene el desarrollo del país para la cotidianidad de los
ro, sería interpretar esta tendencia como una falta de individuos? Esa es la pregunta que ha de responder la política.
identificación afectiva con el desarrollo logrado. La mejoría ¿Qué debiera haber cambiado y sigue igual? La desazón
sustantiva en los niveles de vida durante estos últimos años, no puede reflejar el desconcierto propio a todo proceso de cambio,
habría suscitado un compromiso emocional. Y esa distancia cuando se sufren en vivo las pérdidas sin visualizar las ganan-
subjetiva no está restringida a los avances de la economía. cias futuras. Podrían ser personas que sienten no haber dejado
El distanciamiento parece referirse a los cambios en ge- atrás el pasado, ni 'tener un futuro que justifique los sacrificios
neral. Seis de cada diez personas encuestadas sienten que es realizados. Sería la continuidad de un ma~estar que termina por
más lo que han perdido que lo que habrían ganado con el desa- achatar conquistas tan cruciales como la democracia y un ma-
rrollo. Una vez más, ¿qué habrían perdido? Reitero, la gente no yor bienestar. Aunque sean cambios fundamentales, la transición
realiza (solamente) un balance económico. Su percepción nace democrática podría no haber inaugurado una experiencia sub-
de las vivencias subjetivas; de los miedos y las ilusiones, de las jetiva distinta. En este caso, habría cierta desilusión acerca de
experiencias y expectativas que atraviesan su vida cotidiana. las promesas incumplidas, no tanto en relación a las condicio-
Así se descubren posibles motivos. No asombra que las perso- nes materiales de vida como al cambio esperado en el modo de
nas tiendan a sentirse confundidas en un mundo que les parece vida ("la alegria ya viene").
mucho menos inteligible que el de sus padres. A la perplejidad Lo grave del fenómeno es el silencio que lo envuelve. El
se agrega la impotencia. Seis de cada diez entrevistados creen mundo subjetivo de las personas, sus carencias afectivas no se
que su opinión no cuenta mucho en el país y que, por el contra- encuentran verbalizadas. Un malestar sin contenido claro ni
rio, la gente con poder se aprovecha de ellos. Crece entonces el destinatario preciso. Ahora bien, esa falta de palabras no sólo
miedo al desamparo; la sospecha de haber quedado al margen. cubre de silencio a la opinión ciudadana. También la democra-
Tal vez sea la percepción de que el mundo está bien, tan perfec- cia estaría falta de discurso. Quiero decir: la transición chilena
to y cerrado, que uno está de más. no habría generado un relato que ofrezca una interpretación
¿A qué se debe la falta de identificación de tantas perso- verosímil de lo realizado. No disponemos de un "cuento" que
nas con las realizaciones logradas? Una respuesta podrfa dar, a ponga los cambios en perspectiva. Y acciones sin palabras son
mi parecer, la visión crflica de los cambios en marcha. En des- como perros sin co1lar.
medro de las buenas variables socioeconómicas de Chile, sólo En conclusión, parece que, con cierta frecuencia, las
un 14% de los entrevistados afirma que "los cambios tienen una personas no asumen el desarrollo del pafs como algo propio.
dirección clara y se sabe donde van". O sea, una década de cre- Ello expresaría un déficit no sólo de los gobiernos que encabe-
cimiento sostenido apenas habría generado una perspectiva de zaron la transición, sino de la propia democracia. En el entendido

112 113
NoRBERT LECilNER
LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

que una de sus funciones es elaborar significaciones sociales recelo no implica que esas personas dejen de ~<ponerse la cami-
acerca de la convivencia ciudadana, los resultados señalados seta" de Chile. Bien pueden sentirse chilenos y, no obstante,
hacen pensar que el proceso democrático no la habría cumplido haber vaciado "lo chileno" de contenidos. Los estudios cualita-
bien. Al margen de su buen desempeño institucional, él no ha- tivos indican que incluso los íconos de la "chilenidad" (bandera
bría sabido producir los códigos de interpretación y sentido que e himno nacional, héroes patrióticos e historia oficial) parece-
pCimitan a la ciudadanía apropiarse de la realidad social. Por el rían haber perdido vigencia como señas de identidad. El origen
contrario, el funcionamiento auto-referido de los sistemas fun- de ese debilitamiento radica en la dictadura que dividió a la
cionales se parece más a una verdadera expropiación de las sociedad a tal punto que habría socavado la idea de lo chileno
significaciones sociales. Las personas podrían sentirse expro- como una "casa común". El retomo a la democracia restableció
piadas y atribuir esa pérdida de sentido a la democracia. cierto consenso básico, pero no un imaginario de "nosotros los
chilenos". Aún más, diría que el silenciamiento de los conflic-
La debilidad de los imaginarios colectivos tos del pasado dificultó un imaginario post-dictadura. Al no
querer hacer memoria, por temor a revivir el derrumbe de la
¿Cuál es nuestro imaginario de sociedad? ¿Qué ideas comunidad nacional, nos faltan "ladrillos" para re-construir esa
nos hacemos de nuestras maneras de convivir? Parto de la si- comunidad. De hecho, acorde al anterior informe del PNUD
guiente premisa: toda sociedad se reconoce a sí misma por medio (2000), la mitad de los entrevistados declara que "hablar del
de un imaginario social (Castoriadis 1975, Chartier 1996). Sólo pasado deteriora la convivencia". Y dos tercios de las personas
mediante esa instancia proyectada fuera de sí, una sociedad encuestadas opinan que en Chile "es más lo que nos separa"
puede constituirse en tanto orden colectivo. Dicho imaginario- que lo que nos une.
síntesis de la sociedad es encarnado por diversas formas de La distancia afectiva obedece no sólo a razones político-
"comunidad imaginada", entre ellas el estado y la nación. Ellas históricas. Mayor impacto tendrían los cambios en la experiencia
no sólo abarcan formas materiales, sino que representan igual- actual de los chilenos. Las visiones de lo nacional están relacio~
mente formas simbólicas del Nosotros. A través de ellas los nadas con la manera como la gente evalúa los cambios del país.
ciudadanos se sienten parte de un orden colectivo. Dichos ima- Las personas más escépticas acerca de lo chileno suelen ser
ginarios colectivos son, por ende, tan verdaderos como son aquellas que no le ven destino a los cambios o consideran que
verdad el desempleo o la calidad de la educación. Mejor dicho, las cosas siguen iguales. Quienes vi vencían a diario el abando-
estos son inseparables de las ideas e imágenes que se hacen las no y la impotencia, quienes carecen de vínculos sociales y de
personas acerca del orden social. Sin embargo, parece que asis- horizontes de futuro, no tendrían motivo para sentirse partes de
timos a un debilitamiento general de los imaginarios sociales. una nación. Quien no se siente acogido y reconocido por la so-
En el caso de Chile, por ejemplo, la precaria experiencia de ciedad, ¿por qué debería comprometerse con lo chileno? La
sociedad, antes reseñada, estaría asociada a un débil imaginario relación de reciprocidad opera también a la inversa: un imagi-
del Nosotros. Expresión de ello sería cierto vaciamiento de "lo nario deslavado del "nosotros los chilenos" inhibe la
chileno" así como la fragilidad del imaginario democrático. construcción concreta de los lazos de confianza y cooperación
Veamos primero la extraña levedad del Nosotros que se que conforman un Nosotros en el quehacer diario de la gente.
manifiesta en una identificación más bien distante con lo nacio- La tendencia a una des-identificación, parcial pero rele-
nal. Seis de cada diez entrevistados declaran que sería difícil vante, se expresa asimismo en relación a la democracia. Tan
decir qué es lo chileno o que no se puede hablar de ello. Su importante como el debilitamiento de "nosotros los chilenos"

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NoRBERT LECHNER LAS sm.1BRAS DEL MAÑANA

es el de "nosotros los ciudadanos". Algunos elementos s~gie­ cada diez entrevistados creen que en las discusiones se deben
ren que este segundo imaginario del Nosotros todavía carece de <~evitar los conflictos para que las cosas no pasen a mayores".
un arraigo sólido. Una transición exitosa presupone el buen fun- Es decir, habría miedo a experimentar la democracia como for-
cionamiento de las instituciones y los procedimientos ma de procesar y resolver conflictos. Diría que, en general, no
democráticos. Pero no es una condición suficiente. Además, disponemos de una imagen de democracia que ayude a dar sen-
exige que los valores fundan tes de una "comunidad de ciudada- tido a nuestra experiencia cotidiana. La democracia no estaría
nos" sean parte de un "sentido común". Tomando Chile como operando como una representación simbólica de la sociedad que
ejemplo, se aprecia lo difícil que es el reto. A doce años del ayude a descubrirla como producto de la interacción social.
restablecimiento del régimen democrático, la participación ciu- Formulado de otra manera: parece que muchos ciudadanos no
dadana se encuentra restringida no sólo por una contracción logran apropiarse del proceso social como algo suyo porque
electoral (40% del electorado potencial), sino también por una carecerían de un imaginario democrático que los instituye como
desafección política. Similar a la retracción de la vida social, sujeto colectivo de los cambios.
existe una retracción de la vida política. Un número apreciable Tal vez ello pueda explicar la actual degradación de la
de personas (27% de los entrevistados) parece guiarse por la democracia en la región. Su pobre calidad podría expresar no
consigna de que "cada cual tiene que arreglárselas como pueda sólo un mal funcionamiento institucional, sino más bien su ino~
porque la política no sirve para nada". perancia como imaginario colectivo en el cual pueda reconocerse
La debilidad de la democracia como imaginario del No- la sociedad. Es posible que la débil imagen de la democracia no
sotros ciudadano es puesta de relieve por la limitada adhesión sea sino la contraparte de otro imaginario: la organización actual
que despierta el régimen democrático. Según diversos estudios de la sociedad como un orden natu~al. Dicha naturalización, ba-
ni siquiera la mitad de los chilenos entrevistados sostiene que sada en una imagen de sociedad-mercado como orden
se trata de un régimen preferible a cualquier otro. En cambio, auto-regulado, se refleja en la figura del ciudadano-consumidor
casi un tercio se declara indiferente al régimen político del país. que evalúa y elige entre las ofet1as existentes. El imaginario de la
Los valores de la democracia -desde la soberanía popular hasta sociedad-mercado puede generar un espejo verosímil de la con-
la valoración de las minorías- no representarían un fundamento vivencia, pero no integra su diversidad. La famosa ~~mano
compartido. La indiferencia tiene que ver con la conocida des- invisible" del mercado promete un equilibrio entre las fuerzas;
confianza en las instituciones democráticas. Aparte de este algo diferente a la conformación de un marco común. Lo común
fenómeno general, cabe mencionar la imagen negativa de la es algo construido, el producto de un acto deliberado. Es lo que
democracia que tienen bastantes chilenos. La mitad de los en- aporta el imaginario democrático: la construcción de un "mundo
trevistados se imaginan la democracia, sea como <~un juego de en común" a todos, por intermedio del cual cada ciudadano pue-
azar donde muchos juegan y pocos ganan", sea (en menor me- da sentir y reflexionar su experiencia cotidiana como una
dida) como "un supermercado donde cada uno saca lo que diversidad compartida. En breve, permite enfocar la autonomía
necesita". Esa visión elitista y consumista refleja una represen- del individuo a la par con su integración social.
tación poco favorable a compromisos colectivos.
La razón del desarraigo parece radicar en la precaria 4. La política como trabajo cultural
mediación que guarda la vida cotidiana de la gente con la idea
Deberíamos meditar dos hechos de actualidad en 2002.
misma de democracia. La democracia no alcanzaría a encarnar-
Según enseña la crisis argentina, la eficiencia de la administración
se en la cotidianidad del ciudadano. Un dato ilustrativo: siete de

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NoRBERT LECIINER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

pública es una condición necesaria del buen gobierno. Pero la Subjetividad social versus nah1ralización
derrota electoral de Jospin tras un gobierno exitoso sugiere que
la política no se agota en una buena gestión. Para ugobernar El primer conflicto consiste en la confrontación con la
diferente" habrá que prestar atención a los cambios culturales. naturalización de lo social. O sea, el fenómeno que congela la
Quiere decir, tomar en cuenta las nuevas formas de relacionarse convivencia en un "sistema" inamovible y distante. Luchar con-
e imaginarse que tienen las personas. De la transfonnación re- tra la naturalización es luchar contra la des-subjetivación; contra
señada se desprende que ya no podemos concebir a "la sociedad" la objetivación de las relaciones interpersonales en un sistema
como un ámbito dado de antemano, con límites fijos de inclu- abstracto y auto-regulado. La sacralización de la "lógica del
sión y exclusión. En un mundo globalizado no habría una esfera sistema" expulsa la subjetividad social. Instrumentalizadas en
delimitada de intereses y opiniones, cuyos conflictos serían pro- función de los sistemas, las personas suelen vivir a contrapelo.
cesados y decididos a través de la política democrática. Los En muchos casos, la vida cotidiana de las personas está atrave-
diversos desajustes del orden social tienen efectos sobre la fun- sada por emociones y sentimientos a los cuales no sabe poner
ción representativa de la democracia. No obstante, en lugar de nombre. Y sin nombre, no hay manera de reflexionar y de con-
enfocar la "crisis de representación", me parece más fructífero versar y compartir los dolores y las penas. No hay manera de
poner de relieve la dimensión productiva de la política -la pro- generar confianza entre las personas y, por ende, no habría base
ducción de sociedad. Vale aquí lo que Paul Klee dijo del arte: no subjetiva sobre la cual construir la coh«sión social. En estas
reproduce lo visible, lo constituye. ¿No es ello la auto-deter- condiciones, la convivencia social se reduce a estrategias de
minación democrática? adaptación a un proceso de cambios ajeno y hostil. Es cierto
Una acción es política en tanto construye un vínculo so- que los hombres siempre buscan adaptarse; es propio a la histo-
cial. Dicha construcción de lo social mediante la lucha por la ria de la especie. Pero la adaptación no siempre ha de ser
auto-determinación colectiva, sería la forma en que la sociedad aftrmativa; se vuelve reflexiva cuando toma conciencia de que
se constituye en sujeto. A la luz de esta auto-constitución de la el estado de cosas es revocable.
"sociedad autónoma", podemos valorar una política según su A la naturalización se opone el ciudadano como sujeto,
potencial de transformación. Esto es, su capacidad de generar individual y colectivo, que gobierna su futuro. El desafío políti-
experiencias e imaginarios de Nosotros que permitan a las per- co radica en recomponer -como experiencia práctica y como
sonas ampliar sus posibilidades de acción. De eso trata la política imagen ideal- a un Nosotros ciudadano con capacidades de
considerada como un trabajo cultural. modelar el rumbo del país y de su vida. En esta lucha por "ser
La política enfrenta UJ.1 gran desafío cultural: nombrar e sujeto" revive el milo de la soberanía popular que está en el
interpretar los cambios sociales en curso. A través de la pugna origen de la democracia. No importa que "el pueblo" no exista
entre diferentes interpretaciones, se produce el "sentido común" como dato empírico. Lo que cuenta es el principio de sobera-
acerca de lo que significan dichas transformaciones. La lucha nía: la convivencia social como un orden construido por la propia
política pone de relieve los problemas y riesgos que conllevan sociedad. Este fundamento de la democracia sigue estando vi-
los cambios al mismo tiempo que decide los objetivos por al- gente y sigue siendo su utopía.
canzar. Para finalizar, presentaré cuatro frentes de batalla que La naturalización de lo social se combate re-introducien-
penniten interpretar los cambios como una lucha por confor- do la subjetividad en la vida social. Ser sujeto significa ser
mar un Nosotros ciudadano. reconocido en su experiencia subjetiva. Una de las principales.
tareas de una política cultural consiste pues en poner nombre a

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NORBERT LECIINER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

los temores y deseos de la gente, en acoger sus esperanzas y A las amenazas de desarticulación social responde un
miedos. Es en este ámbito, a mi entender, donde radican los fortalecimiento del vinculo social. Tales lazos de confianza y
"problemas concretos de la gente". Por lo tanto, de poco sirve cooperación se construyen y fortalecen cuando los individuos
arreglar los problemas materiales si, al mismo tiempo, la po1fti- aprenden que comparten algo en común. De ello deriva otro
ca no se hace cargo de las vivencias subjetivas de la gente en el desafio cultural de la política: ayudar a cada individuo a sentir-
dfa a dfa. El desafio reside en la mediación entre esa percepción se parte de una comunidad. Pues bien, es lo que hace la
subjetiva de la realidad social y las fallas al nivel macro-social. democracia en tanto imaginario del Nosotros. Más exacto: ima-
Eso marca la diferencia con una polftica populista, que acoge a gen de una pluralidad articulada de múltiples Nosotros. Ella
la subjetividad social escindiéndola de sus condiciones mate- brinda aquel imaginario de un 11IDUndo en común" por medio
riales, y con una política tecnocrática, preocupada únicamente del cual los ciudadanos pueden experimentar la diversidad so-
del funcionamiento de los sistemas funcionales. cial como la expresión de un orden colectivo.

Imaginario democrático versus fragmentación social Espacio público versus retracción privatista

La transformación de la sociedad chilena con1leva una ¿Cuán vigorosa es entre nosotros la democracia como
acelerada diversificación de factores y actores. La diversidad imaginario integrador del Nosotros? La amenaza proviene no
social puede representar una de las grandes riquezas del pafs, sólo de las dinámicas del mercado que favorecen la fragmenta-
siempre que sea contenida por un orden. Sin mecanismos de ción del tejido social, sino en igual medida de la "privatización"
integración, la diversidad de la sociedad deriva en una fragmen- de los hábitos. La tendencia no es menor considerando que un
tación. Quiero decir, las desigualdades socio-económicas pueden tercio de los entrevistados estaría de acuerdo con la afirmación
alcanzar un nivel tal que hacen estallar no sólo los lazos de so- que usi en mi casa las cosas andan bien, la situación del país es
lidaridad, sino también los derechos básicos. He aquf un segundo poco importante para mí''. De ser así, ¿cómo podernos afianzar
clivaje: a las tendencias de disgregación se contrapone una po- el imaginario democrático y realizar experiencias prácticas de
lítica de integración. No basta empero, invocar una y otra vez al sociedad cuando tantas personas se retrotraen de la vida social?
11
Capital social" y la 11 Sociedad civil". No hay panaceas, ya lo No es casual que los chilenos tengan a la familia por lo más
vimos. El halo idflico de la sociedad civil se evapora cuando importante en su vida. Frente al aVance avasallador del "siste-
dos tercios de los entrevistados conciben sus relaciones con los ma", no queda sino refugiarse en 1a familia. Pero las demandas
demás como una carrera de competencia. Y la acumulación de de apoyo afectivo, de sustento moral y de sentidos de vida cre-
capital social es cuestionada por un tercio de los entrevistados cen a un punto tal que sobrecargan a la familia. Y las mismas
que afirma que "lo único que importa es satisfacer las necesida- personas que ensalzan el lugar sobresaliente de la familia, per-
des suyas y de su familia". Las dinámicas disociadoras del ciben la precariedad del refugio. Seis de cada diez entrevistados
"individualismo negativo" _son pues poderosas y lo son tanto afinnan que la familia es "una fuente de tensiones y problemas"
más por cuanto descansan sobre un proceso sin límites como es o, derechamente, "una institución en crisis". Se hace evidente
el mercado. Y no será la contracción del crecimiento económi- que la vida familiar está ¡)asando por una gran transformación
co la que ponga freno, mientras predomine el imaginario del que podemos asumir sólo si la abordamos en el contexto más
mercado. Para poner límites a sus fuerzas centrífugas, se re- amplio. En cuanto enfocamos a la familia como una institución
quiere de la fuerza de grayedad que ejerce un Nosotros. inserta en el cambio de la vida social, se aprecia la relación que

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NoRBERf LECHNER LAS SOMBRAS DEl MAÑANA

guarda la creciente "privatización" con la transfonnación del promovido por instituciones que ayuden a generar encuentros y
espacio público. La sobrecarga de la vida familiar no parece conversaciones, a fomentar acuerdos y respetar disensos.
estar ajena al debilitamiento de los lugares de encuentro y con-
versación social. Horizontes de futuro versus presente permanente
La tendencia a la retracción privatista se combate forta-
leciendo lo público como ámbito donde el individuo adquiere Por último, Hamo la atención sobre la lucha en tomo al
la fuerza del colectivo. El mismo imaginario democrático, re- tiempo (Santiso 1999, 2001). Al igual que el espacio, el tiempo
cién mencionado, se construye a partir de las experiencias que ocupa un rol central en la construcción de una sociedad soberana.
hacen los ciudadanos en el espacio público. Es aquí donde las Hoy en día, la retracción social y la retracción política se ven
personas salen a la luz pública y aprenden a comunicarse y vin- acentuadas por un repliegue temporal. Vivimos en el presente
cularse con los demás. Por medio del debate público, ellas como tiempo único. La aceleración vertiginosa del ritmo de vida
nombran y comparten sus experiencias y van configurando una diario es impulsada por las tendencias de época: la simultaneidad
pluralidad de Nosotros. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando la in- creada por )a globalización, la mediatización de la comunicación
dustria audiovisual apenas deja escuchar las palabras? Hay social, la velocidad de las imágenes y la realidad "en vivo'\ la
nuevos lenguajes ~imagen y música~ que condicionan las mira- flexibilización del trabajo y la satisfacción inmediata del consu-
das sobre el mundo. En muchos casos, la retracción privatista al mo. Estos cambios tienden a vaciar al pr,incipal andamiaje del
hogar está acompañada por el empleo de nuevos estilos de co- tiempo largo: las instituciones. El tiempo lento de la instituciona-
municación. Y ello podría modificar las vivencias del Nosotros. lidad democrática parece obsoleto de cara al ritmo que la televisión
¿Podrá la política traducir y procesar esas nuevas formas de y las encuestas de opinión impiimen al debate público. Ellas di-
experimentar e imaginar el "vivir juntos"? latan la realidad y aceleran la urgencia de los problemas,
La política se encuentra de cara al desafío que plantean induciendo la impaciencia del público. Si, en sus inicios, la de-
los nuevos espacios públicos como los centros comerciales y, mocracia representativa fue justificada por la necesidad de alejar
en especial, la televisión. Esta amplía de manera radical el ac- el gobierno de la impaciencia y volatilidad de la opinión pública,
ceso masivo a un ámbito compartido a la vez que ocupa un ahora esa distancia se diluye. Presionada a dar respuestas inme-
papel protagónico en la configuración de los "asuntos de inte- diatas, la política tiende a perder cualquier estrategia a mediano y
rés general". Tiene lugar un redimensionamicnto de lo público largo plazo (Botana 2002, Rosanvallon 1998).
que no debemos ignorar ni sobre-valorar. De hecho, en contras- Frente al tiempo del mercado -la contingencia~, el tiem-
te con la influencia de la televisión sobre la agenda pública, la po de la política sería el de la perspectiva. En realidad, la
incidencia de "los públicos" Sobre la definición de "lo público" política democrática se juega en el manejo del tiempo. "Sólo
resulta limitada. Una razón destacada por Jesús Martín- Barbe- el dominio del tiempo permite a los hombres dejar de creer
ro es la importancia que cobra en nuestra época la "producción que son juguetes del azar. Sólo el dominio del tiempo les per-
visual de lo real". Los significados de la realidad social tienden mite acceder a una forma de existencia donde ellos deciden
a ser definidos de antemano y, muchas veces, obedeciendo más colectivamente su destino" (Laldi 2000, 94). Sería tarea de la
a las exigencias técnicas de lo audiovisual que a las discusiones política contrarrestar la urgencia de la realidad inmediata me-
ciudadanas. El ejemplo de la televisión sugiere que, similar al diante u~ tiempo histórico. La historicidad entrelaza
mercado, el buen funcionamiento del debate público requiere discontinuidades y duración, las experiencias aprendidas con
regulaciones. También el espacio público ha de ser defendido y horizontes de futuro. Horizontes que no son proyecciones de

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NoRBEKT LECHNER LAS SOMBRAS DEL MAÑANA

metas ni planes a cumplir; más bien "constructos" o apuestas Indicaciones bibliográficas


acerca del sentido que atribuimos al trayecto realizado y a las
promesas de un mañana mejor. Visto asf, hacer política consiste
en producir los horizontes de sentido que permiten poner las
cosas en perspectiva.
En medio del clima posmoderno, defiendo una conquis-
ta de la modernidad: la perspectiva. Ella requiere, al decir de
Zaki Lai"di, primero, tomar distancia. Hay que desprenderse del
quehacer cotidiano para poder levantar la mirada más allá de lo
inmediato. La perspectiva presupone, segundo, un punto de vista
desde donde mirar. No existe una mirada neutra; toda perspec-
Cuatro textos ya fueron publicados anteriormente. Para
tiva está posicionada, es interesada. Y ella implica, tercero, un
esta ocasión, introduje sólo cambios menores.
proyecto; o sea, una intencionalidad respecto al futuro. La pers-
El artículo sobre la erosión de los mapas mentales se apoya
pectiva prepara una acción intencional en relación con un
en la ponencia que presenté a la conferencia Politics of Antipoli-
"mundo por hacer". Ahora bien, cuando la reconstrucción del
tics, organizada por el Vienna Dialogue on Democracy {Vtena, 7-10
espacio (realizada por la pintura renacentista) da paso a la cons-
de julio 1994). La versión inglesa fue publicada en Schedler, An-
trucción simbólica del futuro, la perspectiva se vuelve una dreas (ed): The End of Politics, MacMillan Press, Londres 1997 Y
historia narrada. Crear una perspectiva es crear un relato que Ja versión original en Winocur, Rosalía (ed): Culturas polfticas a
sitúa al presente en relación al pasado y al futuro. Constituir esa fin de siglo, FLACSO y Juan Pablos Editor, México 1997.
nueva mirada podría ser el principal desafío cultural de la polí- El estudio sobre nuestros miedos fue expuesto en la con-
tica en el Chile actual: contar el "proyecto país" que nace (que ferencia inaugural dictada con ocasión de la Asamblea General
quiere y podría nacer) del proceso de transición. Sería contar el de FLACSO, mayo de 1998 en México, y publicado en Perfiles
cuento del Nosotros que queremos llegar a ser. Latinoamericanos 13, FLACSO, México 1998 y en AA. W. El
miedo Mede11ín 2002.
En colaboración con Pedro Güe11, escribimos la reflexión
sobre la construcción social de las memorias colectivas que pre-
senté altallerdel Social Science Research Council en Montevideo
(noviembre de 1998). El artículo fue publicado originalmente en
la revista Esprit 258, Paris, noviembre de 1999. La versión espa-
ñola fue incluida en Menéndez-Carrión, Amparo y Alfredo
Joignant (eds): La caja de Pandora, Planeta, Santiago 1999.
El quinto capítulo fue presentado y publicado por el Mu-
seo Nacional de Colombia en Sánchez Gómez & Wills Obregón
(comps.): Museo, memoria y nación, Bogotá 2000.
El primer y el último capítulo son trabajos inéditos. El
ensayo introductorio sobre "la naturalización de lo social" es
un producto lateral de la discusión en el equipo de Desarro11o

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NoRBERT LECHNER LAS SOMBRAS DEL .\IAÑANA

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Capítulo 2
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La eroswn de los mapas mentales
El malestar con la política 23
La erosión de los mapas 27
El redimensionamicnto del espacio político 30
Las transformaciones del tiempo político 34
La reconstrucción de los mapas 39

Capítulo 3
Nuestros miedos 43
1. El miedo al Otro 44
2. El miedo a la exclusión 50
3. El miedo al sinsentido 55

Capítulo 4
La construcción social de las memorias colectivas 61
Construcción de la memoria,
producción del tiempo 62

132
Chile: La política de la memoria 66
La construcción social del silencio 70
La memoria y el futuro 76

Capítulo S
Orden y memoria 83
La producción de una memoria nacional 84
La reestructuración del orden nacional 91
Memoria histórica y horizontes de futuro 95

Capítulo 6
¿Cómo reconstruimos unnosoh·os? 99
l. El capital social en Chile 100
2. Los cambios culturales 103
3. El desarraigo afectivo de la democracia 110
4. La polftica como trabajo cultural 117

Indicaciones bibliográficas 125

Bibliografía 127
T :R._ _A._ ::B _A._ J _A._ :N" E:. :N" L <:::Jt !VI
Contité Editorial Silvia Aguilern, Juan Aguilern, Maurieio
Ahumada, Mario Gareés, Luis Alberto Mansilla, Tomás
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Diagramación Editorial Hugo Ortiz de Pinedo, Marcos
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