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QUINTO ENCUENTRO DE MAGISTRADAS DE LAS ALTAS CORPORACIONES DE

JUSTICIA EN COLOMBIA: La Perspectiva de Género: nuevos enfoques en la legislación


y en la Práctica Judicial en Colombia

VIOLENCIAS DE GÈNERO Y ACCESO A LA JUSTICIA, UN ENFOQUE DESDE LA


PERSPECTIVA DE GÈNERO

MARÍA CRISTINA HURTADO SÁENZ


DEFENSORA DELEGADA PARA LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ, LA JUVENTUD Y
LA MUJER

Santa Marta , Junio 1 de 2007


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VIOLENCIAS DE GÈNERO Y ACCESO A LA JUSTICIA, UN ENFOQUE DESDE LA


PERSPECTIVA DE GÈNERO

Santa Marta, Junio 1 de 2007

MARÍA CRISTINA HURTADO SÁENZ, Abogada de la Universidad Nacional de Colombia,


Magíster en Estudios Políticos con énfasis en políticas públicas y sociales, Especialista en
Derecho de Familia y Políticas Públicas de Familia, Especialista en Derecho Laboral y Políticas
de Empleo, y Especialista en Política Social. Docente e investigadora de las universidades
Nacional de Colombia y Pontificia Universidad Javeriana. Actualmente se desempeña como
Defensora Delegada para los derechos de la Niñez, la Juventud y las Mujeres de la Defensoría
del Pueblo

Buenos días a todas y a todos, agradezco la invitación hecha por el Consejo Superior de la
Judicatura a través de su Sala Administrativa y particularmente de la Escuela Judicial Rodrigo
Lara Bonilla, por el avance que constituye para la democracia del país incluir en el análisis de la
justicia la Perspectiva de Género como garantía de igualdad y de verdadero acceso de las
mujeres al restablecimiento de sus derechos.

Me propongo argumentar como las distintas prácticas violentas que afectan la vida de las
mujeres, las niñas y las jóvenes requieren una intervención integral parte del Estado Colombiano,
en el propósito de garantizar mecanismos de protección que permitan el acceso de las mujeres de
nuestro país a la justicia bajo referentes de equidad entre los géneros. El análisis parte de la
exploración de la situación actual de las distintas violencias que afectan los derechos humanos de
las mujeres, para a partir de dicho contexto analizar las implicaciones de los marcos normativos
vigentes en la restitución de los derechos vulnerados y concluir con el planteamiento de la
necesidad de adecuación y reforma vigente en el marco del Proyecto de Ley No. 171 de 2006
Senado “ Por la cual se dictan normas para prevenir, sancionar erradicar toda forma de
violencias contra las mujeres, se reforman los Códigos Penal, de Procedimiento Penal, la Ley
294 de 1996 y se dictan otras disposiciones”, el cual ha contado con el apoyo permanente de la
Defensorìa del Pueblo en unión con organizaciones de la sociedad civil, de mujeres , de derechos
humanos, academia y entidades del Estado y del Sistema de Naciones Unidas.

1. Panorama Colombiano de la violencia contra las mujeres en cifras:

En Colombia el derecho a la vida, el derecho a la integridad física, psicológica y sexual de las


mujeres, las niñas y las adolescentes se ven afectados en forma notoria, las violencias

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intrafamiliar y sexual, el conflicto armado interno, el desplazamiento forzado, la falta de acceso a


los servicios de salud y seguridad social, el desempleo, la marginalidad y la pobreza afectan de
manera específica la vida de las mujeres.

Tanto en la violencia intrafamiliar y en particular en la violencia conyugal que recae en un 90%


sobre las mujeres, como en los delitos sexuales ocurridos al interior de la familia (80%), el
fenómeno de la impunidad es enorme, debido a la consumación de la conducta en el espacio
privado, sustraído en parte del escrutinio estatal, lo que produce un altísimo subregistro en el que
tienen un peso específico factores asociados tales como el miedo a la retaliación por parte de los
agresores, la dependencia económica y afectiva, la naturalización del acto violento, el
desconocimiento de los derechos entre otros.

Como agravante de la crisis humanitaria que vive el país, el uso de la violencia sexual como
arma de guerra en el conflicto colombiano es cada vez más evidente, ésta hace parte de un
conjunto de prácticas comunes en el contexto de degradación de la guerra. El control físico de las
mujeres (retención, violación, prostitución y explotación sexual de niños-as) hace parte del
control simbólico de un territorio y su población. Por lo general la intimidación y la amenaza
directa obliga a las mujeres a guardar silencio y a no denunciar estas prácticas atroces e
invisibles de la guerra.

Según PROFAMILIA es posible que entre el 9 y el 25% de las mujeres desplazadas hayan sido
víctimas de violación. Igualmente se dan casos de violaciones, esclavitud sexual, prostitución
forzada, embarazos forzados, abortos forzados, esterilización forzada, y contagio de ITS incluido
el VIH/SIDA. Ante esta problemática se evidencia una baja denuncia ya que el Estado
Colombiano no ha logrado garantizar el acompañamiento a la denuncia y la protección de las
víctimas de delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra como los descritos, razón por la cual
existe un amplio espacio de impunidad que agrava aún más la situación de esta población, lo que,
contribuye adicionalmente a la discriminación de las mujeres en Colombia.

Las violencias intrafamiliar y sexual tienen como principales víctimas a las mujeres, los niños y
las niñas. En Colombia, en el año 2005, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, realizó 61.482 dictámenes de lesiones personales por violencia intrafamiliar. El 61,2%
correspondió a maltrato de pareja, 22,2% a maltrato entre familiares y el 16,6% a maltrato
infantil. La violencia intrafamiliar constituye una clara expresión de violencia de género
particularmente porque el 90% de las víctimas de violencia conyugal son mujeres. El porcentaje
de variación entre los años 2004 y 2005, fue del 27,2% en la denuncia de la violencia
intrafamiliar. Para el país, este evento hizo que se perdiera 80.221 Años de Vida Saludable
(AVISA)1.

1 Colombia. Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Forensis 2005. DRIP. Versión Electrónica

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En las últimas décadas, la violencia intrafamiliar ha adquirido cada vez mayor visibilidad y cada
vez ocupa un lugar más relevante en las agendas públicas y en los análisis de vigilancia
epidemiológica, hecho que se evidencia en el incremento de la denuncia que se observa en las
cifras arriba reseñadas de Instituto Nacional de Medicina Legal. Desafortunadamente, esta
visibilidad no se corresponde con la respuesta institucional que recibe el fenómeno, de manera
que el interés de las víctimas por denunciar las agresiones a las que se ven sometidas en su vida
cotidiana, se ven confrontadas en algunas oportunidades con una baja respuesta institucional,
generando de esta manera una profunda frustración y una doble victimización a las personas
afectadas por la violencia doméstica. Esta baja respuesta está relacionada con factores
institucionales tales como la poca eficiencia en la coordinación interinstitucional, la
multiplicidad de operadores y competencias policivas, administrativas y judiciales, la baja
difusión de la normatividad sobre esta problemática y los imaginarios, prejuicios y creencias de
algunos/as de las y los funcionarios que pueden obstaculizar el desarrollo del proceso de
promoción, protección y restablecimiento de los derechos humanos al interior de la familia.

El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses ha informado que, en Colombia muere


aproximadamente cada seis días una mujer en manos de su pareja o expareja. La violencia contra
las mujeres es la máxima expresión de discriminación contra ellas: “Según el Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses, entre 2000 y 2003 en Bogotá, hubo 91 casos de
feminicidio y en todos los casos el hombre había amenazado a las víctimas sobre sus
intenciones” (Diario El Tiempo Colombia, 14 de Febrero de 2005).

Una de las conductas más lesivas contra los derechos a la integridad personal, a la libertad y al
respeto de la dignidad humana es la violencia sexual, máxime si se tiene en cuenta la
arbitrariedad de la fuerza y de la relación de poder, que sitúa a las mujeres, los niños y las niñas
en condición de extrema vulnerabilidad, muchas veces sin la posibilidad de informar o denunciar
los maltratos ante las autoridades competentes. En materia de violencia sexual, Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INML y CF), realizó durante el año 2005, 18.474
dictámenes sexológicos, 562 (17,9%) casos más que en el 2004. El (84,2%) de las víctimas
fueron mujeres, lo que implica que por cada cinco mujeres víctimas, un hombre, generalmente
niño, fue víctima de esta violencia. Este comportamiento de nuevo denota, como la violencia
sexual constituye una clara expresión de violencia de género ya que las principales víctimas son
las mujeres adicionalmente tiene un comportamiento de tipo generacional que hace más
dramática situación ya que las principales víctimas son las niñas y las jóvenes. El 70,6% de las
víctimas fueron menores de 18 años, siendo la población más afectada (42%) las niñas entre los
10 a 14 años. En 9.898 casos se trató de víctimas entre 5 y 14 años.

Por esta forma de violencia “se perdieron 17.068 años de vida saludables -AVISA-, cifra
alarmante en cualquier sociedad, siendo los menores de edad, los más vulnerables con 13.835

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casos (70,6%)”2. La mayoría de los casos ocurrieron en la vivienda 66,7%; y en el 80% de los
casos el agresor era conocido de la víctima. El fenómeno de la impunidad en este tema es enorme
debido a la consumación de la conducta en el espacio privado, sustraído en parte al escrutinio
estatal, lo que produce un altísimo subregistro en el que tienen un peso específico muy grande
factores asociados tales como el miedo a la retaliación por parte de los agresores, la dependencia
económica y afectiva, la naturalización del acto violento, y el desconocimiento de los derechos,
entre otros3.

La Encuesta Nacional de Demografía y Salud Profamilia 2005, en materia de violencia física


conyugal, halló que el 39% de las mujeres alguna vez casadas o unidas reportaron haber sufrido
agresiones físicas por parte del esposo o compañero. Este resultado representa una disminución
de solamente dos puntos porcentuales cuando se compara con el obtenido en la ENDS 2000, El
85.4% de las mujeres violentadas tuvo alguna lesión como consecuencia de la agresión Llama la
atención que el 76 % de las mujeres maltratadas físicamente no haya acudido a ninguna parte
para denunciar la agresión de la que fue objeto. Los sitios a donde más frecuentemente acuden
las mujeres que denuncian son: inspecciones de policía (9 %), comisaría de familia (8 %), ICBF
(4 %), Fiscalía (5 %) y juzgados (2 %)4.

Por otra parte, en materia de costos socieconómicos, la violencia intrafamiliar tiene un impacto
en el desarrollo del país adicional al impacto en el capital social, esta forma de violencia acarrea
unos altísimos costos para el país relacionados entre otros aspectos, con los costos de la atención
en salud física y mental de las víctimas, con el ausentismo laboral de la mujeres, con los costos
de la movilización del aparato de justicia, con los costos de género y generacionales, costos éstos
que horadan el capital social y tienen un impacto negativo en la convivencia ciudadana y por
tanto en la democracia. De acuerdo con el costeo realizado por la Universidad de los Andes, el
Departamento Nacional de Planeación y el Banco Interamericano de Desarrollo5, la violencia
intrafamiliar cuesta alrededor de 3.9% del Producto Interno Bruto anuales a Colombia

Esta cifra, es indicativa de la capacidad que tiene esta violencia para menoscabar el progreso y
cómo puede retrazar el crecimiento y por tanto el mejoramiento de la calidad de vida de la
población. Así mismo este costo reitera la necesidad señalada por la Defensoría del Pueblo de

2 Colombia. Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Forensis 2005. DRIP. Versión Electrónica.
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Ponencia presentada por María Cristina Hurtado Sáenz Delegada para la Defensa de los derechos de las Mujeres,
la Niñez y la Juventud de la Defensoría del Pueblo de Colombia, al Seminario internacional “UNA MIRADA AL
ACCESO A LA JUSTICIA EN LOS PAISES DE LA REGION ANDINA, LIMA - PERÚ 1 Y 2 DE AGOSTO DE
2005” convocado por la Dra Susana Villarán, Relatora especial Sobre Derechos de la Mujer de la COMISION
INTERAMERICANA DE DERECHOS OEA.
4 PROFAMILIA Encuesta Nacional de Demografía y Salud P 313-335
5
Departamento Nacional de Planeación, Banco Interamericano de Desarrollo, Universidad de los Andes. Violencia
en las familias Colombianas, Costos Socio económicos, Causas y efectos. 2.005. Págs. 29 a 38

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ubicar la problemática como una de los asuntos de la mayor jerarquía en la Política Pública, en
particular en los sectores de justicia, protección, salud y educación.

2. Avances y retrocesos legislativos en materia de protección a las mujeres víctimas de


violencia intrafamiliar y sexual en Colombia.

En desarrollo de normas constitucionales, el país cuenta con una amplia gama de compromisos
internacionales que amplían y complementan los desarrollos normativos nacionales; entre ellos
se encuentran: la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra
la Mujer aprobada por la ley 51 de 1981, la Convención de los Derechos del Niño aprobada por
la ley 12 de 1991, la Conferencia Mundial sobre Población y desarrollo del Cairo 1994, la
Conferencia Mundial sobre Mujer de Beijing de 1995 y particularmente, la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la mujer “Convención de
Belem Do Pará”, aprobada por la Ley 248 de 1.995.

Solo hasta la expedición de la Constitución Política de 1991, se crean las condiciones para la
expedición de una ley de violencia intrafamiliar. El Artículo 42 de Constitución Política dispuso:
“Cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad, y
será sancionada conforme a la Ley”. Esto significa que desde entonces el Estado colombiano
tiene la obligación de sancionar la violencia domestica, y que ésta, hace parte de las agendas y
responsabilidades de las políticas publicas.

En cumplimiento de este precepto constitucional se expidió así en nuestro país la Ley 294 de
1.996, para prevenir, remediar y sancionar la violencia intrafamiliar. Esta Ley fue fruto de un
largo proceso de gestación que se inicio 6 años antes, en el que participaron principalmente los
grupos sociales de mujeres. Dicha Ley nació a la vida jurídica con el ánimo de dotar a las
mujeres, los niños/as, ancianos/as, personas con limitaciones y demás miembros del grupo
familiar de normas que los/as protejan contra la violencia domestica con el propósito de
sancionarla, y con el cometido de establecer planes, programas y políticas para prevenirla.

La ley 294 de 1996 ha experimentado una serie de reformas en detrimento del espíritu protector
y restaurador de los derechos de las víctimas que tenía originalmente esta norma y que ha
significado un incremento progresivo en los niveles de impunidad frente a los delitos de
violencia intrafamiliar. En el año 2000 ocurre la primera reforma con la expedición de la ley 575
que, por argumentos de descongestión de los despachos judiciales y por argumentos en algún
sentido discriminatorios al considerar la violencia intrafamiliar y de pareja como “asuntos de
baranda”, traslada la competencia para dictar medidas de protección a las víctimas de violencia
intrafamiliar de las instancias judiciales a las instancias administrativas (Comisarías de Familia).

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A esta altura, es necesario aclarar 6, que dicho traslado de competencia se hizo con base en
recomendaciones de jueces y juezas del país quienes alegaron en su gran mayoría un problema
de congestión judicial, ya que de 4000 solicitudes de medidas de protección en 1996, se pasó a
41.147 en 1998, (cifras del Consejo Superior de la Judicatura). De igual manera, un nutrido
número consideró que la violencia intrafamiliar constituía un asunto de “baranda” que debía ser
de conocimiento de funcionarios/as administrativos o de Policía y no de funcionarios/as
judiciales.

Es de anotar que para entonces existían 3600 juzgados con estas competencias.
Lamentablemente en este momento, el país no cuenta con suficientes comisarías de familia que
garanticen la toma de medidas de protección para víctimas de violencia intrafamiliar, estas
instancias dependen de las Alcaldías Municipales que carecen de recursos económicos, agregado
esto a la falta de la voluntad política para crearlas. En la última década se han cerrado muchas de
estas instancias y se ha desestimulado la creación de nuevas, constituyéndose este fenómeno en
un problema de negación de justicia para las víctimas de violencia intrafamiliar, más aun cuando
actualmente tienen funciones de policía judicial.

Llama la atención que mientras los países desarrollados como España, aprueban leyes y
jurisdicciones especiales (Fiscales contra la violencia sobre las mujeres, juzgados de la violencia
contra las mujeres) para sancionar las violencias de género (Ley Orgánica de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género 1-2004 del 28 de diciembre de medidas de
protección integral contra la violencia de género), Colombia relevó a los jueces de ésta
responsabilidad y trasladó las medidas de protección a víctimas de violencia intrafamiliar a
funcionarios administrativos, generándose un proceso de desjudicialización.

En el mismo año (2000) se instauraron dos nuevas reformas legislativas que impactaron la
justicia en materia de violencia intrafamiliar en Colombia. Con la expedición de los Códigos
Penal y de Procedimiento Penal en este año, se reformó el delito de violencia intrafamiliar y fue
tipificado como querellable, desistible, conciliable y excarcelable. Las estadísticas de la Encuesta
Nacional de Demografía y Salud, y las de Medicina Legal confirman que más del 90% de las
víctimas de violencia conyugal son mujeres. Sin embargo, con la expedición de la reforma del
Código Penal del 2000, se obliga a las mujeres a interponer personalmente la denuncia del delito
(querella de parte) ante la Fiscalía, cuando hasta antes de la expedición del Código ésta podía
ser interpuesta por cualquier persona conocedora del hecho violento o podía ser investigada de
oficio por el funcionario/a competente conocedor/a de los hechos.

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HURTADO Sáenz Maria Cristina, RICO de Alonso Ana, “Naturaleza del Conflicto en el área de atención en
familia”, Consejo Superior de la Judicatura, Universidad Javeriana, Grupo Política, Género y Familia, Distrito
Capital Bogotá 1999.

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La reforma en cuestión desconoce que las mujeres víctimas del delito de violencia intrafamiliar
se encuentran en una situación de alta incapacidad de exigir por sí mismas la protección y el
restablecimiento de sus derechos. Esta situación se registra en particular por la amenaza de que
son víctimas por parte de sus agresores o por condiciones de dependencia económica y afectiva
que las intimidan para llevar a cabo la denuncia. Aun así, si estas condiciones no se dan y las
mujeres rompen el círculo de miedo y dependencia y denuncian a su agresor, en muchas
ocasiones, éste amenaza con tomar retaliaciones sobre sus familiares, sobre ellas, o incluso sobre
sus hijos – hijas, a fin de lograr el desistimiento de la acción o el retiro de la denuncia. Además si
el victimario ya tiene un patrón para enfrentar el conflicto de forma violenta, es razonable pensar
que ejerza fuerza e intimidación para lograr que se retire la querella. El Estado en este evento,
deja desprotegida a la víctima en su particular protección de persona vulnerable frente al
victimario.

Por otro lado, la reforma modifica la norma de 1996 que proscribía la excarcelación del agresor
en caso de agresión a sus familiares, en violación de una orden de protección, orden que además
obligaba al agresor a cumplir actividades de reeducación y readiestramiento. Al omitir esta
reglamentación, la actual norma permite que la persona que comete el delito de violencia
intrafamiliar en violación de una orden de protección retorne al hogar donde es sujeto activo de
violencia sobre sus familiares y sin tener en cuenta el grado de peligro que representa para el
grupo familiar, en razón a que la violencia intrafamiliar en un delito excarcelable. Se crean así
las condiciones óptimas para la venganza por parte de los agresores respecto de las mujeres que
denunciaron el hecho delictivo. En este sentido, llama la atención que en contraste, la Ley
Española denominada “Ley Orgánica De Medidas De Protección Integral Contra Violencias De
Género” modifica el código penal, de tal suerte que los agresores que quebranten su condena,
medida de seguridad, medida cautelar, conducción o custodia serán castigados con la pena de
prisión de seis meses a un año si estuvieran privados de libertad y con la pena de multa de 12 a
24 meses en los demás casos.

De esta forma la ley y el Estado Colombiano dejan en condición de desprotección a la víctima


contribuyendo a su vulnerabilidad frente al agresor. Al hacer querellable y por consiguiente
desistible y conciliable el delito de violencia intrafamiliar entre adultos/as, las víctimas se
enfrentan a una clara restricción de derechos y, por consiguiente del mandato constitucional que
garantiza la protección por parte del Estado, de la totalidad de los miembros de la familia7.

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Ponencia presentada por María Cristina Hurtado Sáenz Delegada para la Defensa de los derechos de las Mujeres,
la Niñez y la Juventud de la Defensoría del Pueblo de Colombia, al Seminario internacional “UNA MIRADA AL
ACCESO A LA JUSTICIA EN LOS PAISES DE LA REGION ANDINA, LIMA - PERÚ 1 Y 2 DE AGOSTO DE
2005” convocado por la Dra Susana Villarán, Relatora especial Sobre Derechos de la Mujer de la COMISION
INTERAMERICANA DE DERECHOS OEA.

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En cuanto a que el delito sea conciliable es necesario aclarar que a partir de la reforma penal, el
delito se hace sujeto de negociación y transacción entre la víctima y el victimario, forzando a una
audiencia donde existe un claro desequilibrio de poder entre las partes y donde el miedo de la
víctima a la retaliación por parte de su agresor/a de nuevo coarta la libertad de esta y la lleva a
aceptar una negociación a todas luces contraria a su voluntad, generando un efecto devastador
para la víctima más aún si a ello se le une un funcionario/a deseoso/a de terminar el caso de
manera expedita, tal como ha sido denunciado en repetidas ocasiones. Esto queda confirmado
por las cifras de la Fiscalía en el primer año de implementación del Sistema Penal Acusatorio en
Bogotá y Eje Cafetero donde se adelantaron 13.000 investigaciones por violencia intrafamiliar,
de las cuales llama la atención fueron conciliadas 7000, fueron precluídas 2000, vinculados 48
casos y solo 4 sentencias fueron condenatorias. Es necesario aclarar que la violencia
intrafamiliar, que atenta contra los derechos fundamentales y cuyas características de
desequilibrio de poder, temor y vulnerabilidad de las víctimas no debe seguir permitiendo este
tipo de negociaciones.

En vía opuesta, la legislación española en lo que se refiere a las competencias de los juzgados de
violencia sobre la mujer prohíbe la mediación en los casos en que: “se hayan iniciado
actuaciones penales por delito o falta a consecuencia de un acto de violencia sobre la mujer”, o
“se haya adoptado una orden de protección a una víctima de violencia de género”, entre otros
casos.

En esta dirección es importante aclarar que atendiendo al análisis permanente que en los últimos
años ha venido haciendo la Defensoría del Pueblo sobre los efectos negativos que implica que el
delito de violencia intrafamiliar sea querellable, desistible, conciliable y excarcelable y que lo ha
expresado en los dos últimos informes al Congreso de la República 2005 y 2006, la Fiscalía
General de la Nación radicó el Proyecto de Ley No. 081 de 2006 Senado, 023 de 2006 Cámara
“Que reforma parcialmente las leyes 906 de 2004 y 599 de 2000 y se adoptan medidas para la
prevención y represión de la actividad delictiva de especial impacto para la convivencia y
seguridad ciudadana”. Esta normativa excluye del listado de delitos querellables el delito de
violencia intrafamiliar al aumentar la pena de prisión de 4 a 8 años, como consecuencia el delito
deja de ser desistible y adicionalmente no se puede dar por terminado el proceso por ocasión de
la aplicación del principio de oportunidad. La citada iniciativa legislativa, fue aprobada por la
Plenaria del Senado quedando pendiente la aprobación en plenaria de la Cámara. Este proyecto
constituye un avance garantista en relación con el acceso a la justicia por parte de mujeres, niñas
y jóvenes principales víctimas de violencia intrafamiliar e indica el alto nivel de responsabilidad
ética y de política criminal por parte de la Fiscalía General de la Nación al enviar un mensaje a la
sociedad sobre los altísimos costos que el delito de violencia intrafamiliar tiene en la
construcción de convivencia y seguridad de los colombianos y colombianas .

En materia de violencia contra la mujer, ya sea en el escenario del conflicto armado, o en la


intimidad de las familias, existe un extenso camino por recorrer dirigido a garantizar el derecho

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de las mujeres a una vida libre de violencia. Sin la garantía de este derecho, es difícil pensar que
las mujeres colombianas puedan ejercer libremente los demás derechos y configurar una plena
ciudadanía para ellas.

3. Acceso a la Justicia para las Mujeres, las Niñas y las Jóvenes en el marco del Sistema
Penal Acusatorio Colombiano:

a. La Protección Especial a Niños, Niñas y Adolescentes Víctimas de Delitos

El Código de la Infancia y Adolescencia, Ley 1098 de 2006, permite contar con verdaderas
herramientas de política pública para contrarrestar las situaciones vulneratorias de los derechos
humanos de los niños, las niñas y las/os adolescentes.

Además de las acciones de carácter preventivo que debe adelantar el Estado para evitar su
ocurrencia, con el apoyo de la sociedad y la familia, vale la pena hacer mención que el Código de
la Infancia y la Adolescencia contiene dos avances significativos en el juzgamiento de delitos
cuando el sujeto pasivo es un niño, niña o adolescente. Por un lado, en su artículo 199, limita los
beneficios y subrogados penales a favor del agresor cuando se cometan delitos de homicidio o
lesiones personales bajo modalidad dolosa, delitos contra la libertad, integridad y formación
sexuales, o secuestro en contra de los menores de edad . En estos eventos no se otorgará el
beneficio de casa por cárcel, no procederá la extinción de la acción penal en aplicación del
principio de oportunidad, ni la suspensión condicional de la ejecución de la pena, ni la libertad
condicional, el beneficio de sustitución de la ejecución de la pena, ni procederán las rebajas de
pena con base en los “ preacuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado”.

Adicionalmente, otra de las ganancias significativas lo constituye el artículo 200 del Código de
la Infancia y la Adolescencia que modifica el Código Penal al aumentar las penas cuando se
cometen delitos contra menores de edad de la siguiente manera:

ARTÍCULO 200. (Nuevo) El artículo 119 de la Ley 599 de 2000 quedará así:

ARTÍCULO 119. CIRCUNSTANCIAS DE AGRAVACIÓN PUNITIVA. Cuando con las


conductas descritas en los artículos anteriores, concurra alguna de las circunstancias
señaladas en el artículo 104 las respectivas penas se aumentarán de una tercera parte a la
mitad.

Cuando las conductas señaladas en los artículos anteriores se cometan en niños y niñas
menores de catorce (14) años las respectivas penas se aumentaran en el doble.

Para la Defensoría del Pueblo, este articulado permite enviar un mensaje contundente a la
sociedad, a la familia y al Estado de que la vida, la dignidad y la integridad de los niños, niñas y

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adolescentes son bienes de superior y mayor jerarquía que deben ser tutelados con especial
consideración y superioridad, y particularmente los delitos sexuales los cuales constituyen una
clara expresión de las violencias de gènero, no son “delitos de bajo impacto”, sino delitos de
altísimo impacto ya que atentan contra la posibilidad de construir un proyecto democrático de
convivencia, y de inclusión y ejercicio real de los derechos de nuestra infancia y adolescencia.

Adicionalmente da la oportunidad de cumplir con uno de los objetivos primordiales del derecho
penal, el cual pretende enviar un mensaje pedagógico a nuestra sociedad donde los derechos de
la niñez, particularmente el bien jurídico de la integridad, dignidad y formación sexual de las
niñas y las jóvenes principales vìctimas de delitos sexuales no sea menos valioso que el de la
propiedad o la seguridad nacional entre otros

De otro lado, se hace necesario adelantar un proceso sostenido de formación con operadores
judiciales, especialmente con jueces, fiscales, policía judicial, defensores(as) públicos,
procuradores y procuradoras judiciales y médicos forenses a fin de que haga realidad el aumento
de penas, vía circunstancias de agravación punitiva contemplado en el artículo 200 del Nuevo
Código y que recrudece las penas en delitos que se cometen contra niños y niñas menores de 14
años.

Adicionalmente, la Defensoría del Pueblo considera que el aparato de justicia colombiano


(Consejo Superior de la Judicatura, Fiscalía General de la Nación, Medicina Legal, Policía
Judicial), debe adecuar el nuevo sistema penal acusatorio y llevar acabo las previsiones a fin de
garantizar el acceso efectivo a la justicia por parte de la población infantil y particularmente de
los niño/as y adolescentes víctimas de delitos sexuales y de violencia intrafamiliar, y evitar la
revictimización de que puedan ser sujetos en la implementación de este, así como adecuaciones
en infraestructura y en la formación de operadores/as de justicia.

La Defensoría del Pueblo ha encontrado y se lo ha hecho saber vía recomendación al Consejo


Superior de la Judicatura y a la Fiscalía General de la Nación, que en algunos procesos de
juzgamiento particularmente donde hay niños/as víctimas de delitos sexuales, estos son
sometidos en ocasiones a extensas jornadas, no se dispone en la totalidad de los despachos
judiciales de espacios independientes, ni de las personas especialistas para que ellos y ellas sean
interrogados/as, adicionalmente los niños/as víctimas se ubican a pocos metros del agresor y
están constantemente expuestos a la curiosidad del público, de la audiencia y, particularmente,
de los medios de comunicación sin que su identidad, privacidad e intimidad sean debidamente
protegidas.

Si bien el Consejo Superior de la Judicatura a través de la Sala Administrativa ha asumido con


responsabilidad ética la implementación de Cámaras de Gessel como instrumento para evitar la
revictimización de los niño/as víctimas de delitos sexuales y de otros delitos en el marco de los
procesos públicos y orales, es de anotar que en Bogotá existen tan solo dos Cámaras y se

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adecuan actualmente otras dos al igual que en Cali. Sin embargo, la Defensoría del Pueblo
considera que dicha técnica deberá ser implementada en la totalidad de los municipios donde
actualmente se está implementando el sistema penal acusatorio. Las Cámaras de Gesssel están
compuestas por dos espacios: Uno para la víctima y otro para los investigadores, ambos lugares
están separados por un vidrio espejo. De un lado la víctima menor de edad en vez de ver a los
funcionarios, ve su propio reflejo, mientras estos si pueden observarlo y escucharlo claramente
desde el otro recinto.

La implementación de esta técnica es necesaria para evitar convertir a la persona particularmente


a los niñas y las jóvenes principales víctimas de delitos sexuales de nuevo en víctimas del
sistema judicial, principalmente cuando se le exige que se someta a múltiples interrogatorios y
exámenes que afectan su dignidad y su sentido de privacidad. No podemos pasar por alto que el
maltrato institucional puede contribuir a agravar el daño psicológico de la víctima o cronificar
las secuelas psicopatológicas.

La utilización de estas técnicas es absolutamente necesaria para evitar que la intervención de la


justicia se convierta en una nueva situación de vulneración de los derechos de la infancia. Las
cifras de fiscalía y de Medicina Legal nos indican que las principales víctimas de delitos
sexuales son los niños y las niñas, particularmente las niñas entre los 4 y los 14 años de edad
siendo esta una clara expresión de violencia de género. A esto se aúna el hecho de que el 80% de
los delitos sexuales se cometen al interior de la familia y los principales agresores son los
padres, padrastros u otro miembro de la familia. Esto agudiza aún mas la situación de estos
niños/as pues en la mayoría de los casos los agresores son conocidos por las víctimas de quien
tienen elevados niveles de dependencia económica y afectiva , de tal suerte que obligarlas a
enfrentar a sus agresores frente a frente en un juicio público y oral , sino se toman las
previsiones del caso puede llevar incluso a que se altere su testimonio o se induzca a su
retractación, además de las consecuencias para su integridad sicológica que puede convertirse en
nueva situación de maltrato por efecto de la intervención del aparato de justicia.

Adicionalmente la Defensoría del Pueblo, hace un llamado para que los operadores/as de justicia
tengan en cuenta que para que la justicia restaurativa opere adecuadamente debe tenerse en
cuenta el desequilibrio de poder presente en muchos delitos donde las víctimas son niños / as y
las características individuales de los delincuentes, por lo que los acuerdos y negociaciones entre
fiscalía y defensa para lograr beneficios con base en la confesión, a partir de la vigencia del
Código de la Infancia y la Adolescencia, ya no podrán convertirse en un principio generalizado
para favorecer la descongestión de la justicia y su celeridad, sino que se deberá buscar la
humanización y la garantía de una justicia reparativa pública, teniendo en cuenta las
características de cada hecho delictivo.

La Defensoría del Pueblo considera que flaco favor se hace a la justicia cuando la pretensión de
celeridad y agilidad en el marco del proceso público y oral se convierte en óbice para generar

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espacios de desprotección y revictimización de los sujetos víctimas particularmente si son


niños/as. Es así como hasta antes de la entrada en vigencia del Código de la Infancia y la
Adolescencia fue usual que en el juzgamiento de los delito cometidos contra niños y niñas
quedara un sentimiento de frustración y a veces de indignación cuando en delitos tan execrables
como el acceso carnal abusivo con menores de 14 años (el cual contempla actualmente penas
privativas de libertad de 4 a 8 años de prisión), y que constituyen una expresión inequívoca de
violencias de género ya que afectan particularmente a niñas y adolescentes entre 4 y 14 años,
gracias a los acuerdos entre fiscalía y defensa, y particularmente con base en beneficios de
confesión, se produjeran condenas irrisorias que fácilmente pusieron en entre dicho los
beneficios de la justicia reparativa y generaron desconfianza respecto del sistema de justicia.

El reto de la implementación del Código de la Infancia y la Adolescencia en el marco del


Sistema Penal Acusatorio es garantizar que a partir de su implementación este tipo de situaciones
no se sigan registrando y que los operadores y operadoras de justicia, particularmente nuestros
defensores y defensoras públicos hagan realidad la aplicación del artículo 199 que proscribe los
beneficios y mecanismos sustitutivos y adicionalmente hagan realidad la aplicación de las
circunstancias de agravación punitiva cuando la víctima sea un niño, niña o adolescente.

De otro lado se recomienda fortalecer procesos de formación permanentes con jueces, juezas,
fiscales, defensores (as) públicas, procuradores(as) judiciales, personal de policía judicial y
forenses para remover y transformar imaginarios que lamentablemente están presentes en
algunos de ellos/as y se traducen en sentencias y decisiones judiciales no sensibles a la justicia
de género en ocasiones con sesgos sexistas, estigmatizadores, peligrosistas o discriminadores.

Un ejemplo claro de estas actuaciones y que nos debe servir como referente para adelantar
procesos de debate autocrìtico y de cambio cultural al interior de la administración de justicia lo
constituye el caso que llega a la Corte Suprema de Justicia, a la Sala de Casación Penal,
Casación No. 23706 de enero 26 de 2006 , basado en la denuncia de una niña de nueve (9) años
contra su abuelo por actos sexuales abusivos y sobre el cual el Juzgado Promiscuo de Apía -
Risaralda, declara penalmente responsable por actos sexuales con menor de 14 años, agravado e
incesto en concurso. Ante este fallo el abuelo presenta recurso de apelación ante el Tribunal
Superior de Pereira quien revocó el fallo y lo absolvió basado en el siguiente análisis: “El
Tribunal admite que la menor fue víctima de abusos sexuales pero concluye que las
acusaciones contra su abuelo son falsas alegando que la niña tenía una iniciación precoz en
el tema de la sexualidad”, desestimando su testimonio. Adicionalmente, el mismo Tribunal
descalifica el testimonio de una amiga de la niña de nueve años de edad, asignándole la categoría
de: “una mujer de mundo con capacidad de pervertir adultos y por ello carente del derecho
a la tutela de sus intereses jurídicos frente a actos que atentan contra su formación y
dignidad sexuales”8.

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Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Casación No. 23706, Enero 26 de 2006.

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Por fortuna gracias a la actitud diligente y de altísima responsabilidad ética tanto de la Fiscal
Delegada ante el Juzgado Promiscuo del Circuito quien presenta recurso de casación ante la
Corte Suprema de Justicia, como del Procurador 4º Delegado para la Casación Penal, se logran
abonar elementos garantistas que adicionalmente son reforzados por la Corte Suprema de Justicia
en la Sala de Casación Penal quien en un fallo que debe servir de referente para la práctica
judicial en el país, casa el fallo impugnado y en su lugar confirma íntegramente el de primera
instancia por cuyo medio se condenó al procesado por el delito de Acto Sexual con Menor de
Catorce años agravado e Incesto.

Es importante aquí anotar, que la Corte Constitucional ha reiterado en diferentes ocasiones que :
“Las autoridades judiciales que intervengan en la etapa de investigación y juzgamiento de delitos
sexuales cometidos contra menores deben abstenerse de actuar de manera discriminatoria contra
las víctimas, estando en la obligación de tomar en consideración la situación de indefensión en la
cual se encuentran cualquier niños que ha sido sujeto pasivo de esta clase de ilícitos”.
Adicionalmente la Corte Constitucional en la Sentencia T-554 del 10 de julio de 2003 concluye
que constituye acto de discriminación “Cualquier comportamiento del funcionario judicial que
no tome en consideración la situación de indefensión en la que se encuentra el menor abusado
sexualmente y por lo tanto dispense a la víctima el mismo trato que regularmente se le acuerda a
un adulto, omita realizar las actividades necesarias para su protección, asuma una actitud
pasiva en materia probatoria , profiera frases o expresiones lesivas a la dignidad del menor o lo
intimide o coaccione de cualquier manera para que declare en algún u otro sentido o para que
no lo haga. Tales prácticas vulneran gravemente la Constitución y comprometen la
responsabilidad penal y disciplinaria del funcionario que las cometa”.

En esta misma dirección, es ilustrativo el caso reciente que actualmente se encuentra en


conocimiento de la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Penal, presentado por el Fiscal
3º. Delegado ante el Tribunal Superior de Pereira contra la sentencia que absolvió del cargo de
secuestro simple agravado al padrastro de una niña de once (11) años, quien como relata los
hechos de la demanda de casación “ antes y después del cautiverio fue sometida por su raptor a
maltratos físicos, sicológicos y abusos sexuales en razón de lo cual resultó embarazada y con
perturbación síquica de carácter permanente”.

Llama la atención de manera dramática en este caso, que el Tribunal Superior de Pereira
desestimó los cargos de secuestro simple al afirmar que la niña de once (11) años “ obró
libremente y además tuvo oportunidad de huir y no lo hizo, lo cual equivale a decir que la
ofendida no lo era porque disfrutó de ese estado aceptado por ella”. Adicionalmente el
Tribunal afirma que la conducta del procesado es atípica de secuestro por que “ la menor tuvo
el tiempo, la facilidad, los medios, la oportunidad adecuados y suficientes para abandonar a

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su presunto secuestrador”, dando por sentado que la niña de manera voluntaria decidió convivir
sexualmente con su padrastro.

En estos momentos la demanda de casación se encuentra en estudio ante la Corte Suprema de


Justicia y esperamos que este ejemplo claro de discriminación por género por parte de un
Tribunal de Justicia del país sea de nuevo resuelto de manera ejemplarizante por la Corte.

Por último la Defensoría del Pueblo considera que en el plano procesal se debe reforzar la
investigación judicial y la formación de la policía judicial para que cuente con todos los recursos
técnico-científicos para llevar a cabo las investigaciones de delitos sexuales y demás delitos
donde la víctima sea un niño, niña o adolescente, para que independientemente de la declaración
de la víctima se cuente con pruebas contundentes para acusar a los agresores ( proxenetas,
clientes , explotadores o miembros de la familia).

En la misma dirección, se deben reforzar las políticas de prevención y atención y protección de


la infancia (Agendas Nacionales y planes de desarrollo municipal con ofertas reales de servicios
y garantía de mínimos para la infancia) dirigidas a crear oportunidades reales a las víctimas de
delitos particularmente si éstas son niños, niñas y jóvenes, para la construcción de un proyecto
real de vida libre de violencia para nuestra infancia y reforzar el acompañamiento y la defensa
de esta población en los procesos penales para que no se sientan los niñas y las niños como
acusados/as sino como víctimas y especiales sujetos de protección.

b. Protección a Mujeres Adultas Víctimas de Violencias de Género

Si bien en el marco del Sistema Penal Acusatorio, en el Código de Infancia y Adolescencia Ley
1098 de 2006, existen disposiciones especiales para amparar a los niños y niñas de los efectos de
la revictimización por efecto de la intervención del aparato de justicia, el sistema no contempla
disposiciones especiales que amparen a las mujeres adultas víctimas en el sentido que tendrán
que comparecer a juicio a rendir sus declaraciones frente a su victimario en juicios orales y
públicos, convirtiéndose así en objeto de la llamada revictimización del sujeto pasivo de la
conducta. Adicionalmente los preacuerdos y negociaciones a los que puede llegar la fiscalía y la
defensa privilegian en este momento la conciliación del hecho punible.

Un ejemplo ilustrativo de la perversidad a la que se puede llegar tomando como base los
acuerdos y negociaciones entre fiscalía y defensa, es el caso reciente de feminicidio estudiado
por la Defensoría del Pueblo de Colombia, “ Juzgado 32 Penal del Circuito Sentencia Anticipada
No. 2005-0071 de febrero 22 de 2005” donde un miembro de la Policía Nacional asesina a su
mujer delante de su hijo mayor (de cuatro hijos), recibe una condena de treinta y tres meses
debido a los beneficios por confesión y adicionalmente recibe el beneficio de excarcelación y
casa por cárcel, adicionalmente concediéndole la suspensión de la ejecución de la pena privativa

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de la libertad bajo el argumentando enmarcado en la diminuente de la ira, esta situación se aunó


al hecho de que la custodia de sus cuatro hijos que oscilaban en el momento de los hechos entre
los 11, 10, 9 años y 13 meses de edad, le fue adjudicada desconociendo los factores de riesgo a
los que estarían sujetos al tener que ser socializados por el homicida de su propia madre.

La Defensoría renueva el llamado para que los operadores y operadoras de justicia tengan en
cuenta que para lograr los efectos benéficos de la justicia restaurativa, los acuerdos y
negociaciones entre fiscalía y defensa contemplados en el marco del sistema Penal Acusatorio
para lograr beneficios con base en la confesión de los agresores no pueden convertirse en un
principio generalizado basado en la descongestión y la celeridad, sino en un principio que
garantice la justicia reparativa en este caso particularmente para las mujeres, las niñas y las
jóvenes

En contraste con esta situación legislaciones como la española, reforma el código penal y priva
del derecho a la tenencia y porte de armas a los agresores, así como los inhabilita para el
ejercicio de la patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento hasta cinco años y
contempla medidas de suspensión del régimen de visitas y de la custodia de menores.
Adicionalmente la legislación española aumenta medidas privativas de la libertad en su mitad
superior cuando el delito se perpetre en presencia de menores de edad o utilizando armas o tenga
lugar en el domicilio común o en el domicilio de la víctima o se realicen quebrantando una pena,
medida cautelar o de seguridad.

Teniendo en cuenta esta grave situación, la Defensoría del Pueblo de Colombia ha recomendado
al Estado colombiano en reiterados pronunciamientos, adecuar el nuevo sistema penal acusatorio
y llevar a cabo las previsiones con el fin de garantizar el acceso efectivo a la justicia por parte de
las mujeres, el restablecimiento de sus derechos y evitar la revictimización de que puedan ser
sujetas en la implementación de este sistema.

La actual legislación colombiana contempla violaciones sobre derechos de mujeres de manera


segmentada y sectorial, la mayoría sesgadas hacia las violencias ocurridas en el terreno de la vida
privada y con una clara tendencia de desjudicialización. Por tal razón y con el fin de superar
estas limitaciones y hacer propuestas legislativas, la Defensorìa del Pueblo desde el mes de
marzo de 2006 convocó a la creación de la “Mesa por una ley integral por el derecho de las
mujeres a una vida libre de violencias”; por invitación liderada por la Defensorìa Delegada de la
Niñez, la Juventud y las Mujeres nos reunimos más de cuarenta instituciones es un escenario de
deliberación y debate de naturaleza amplia y plural conformada por organizaciones de mujeres,
organizaciones defensoras de derechos humanos, entidades del Estado, la academia y agencias
del Sistema de Naciones Unidas.

La Mesa, estuvo integrada entre otras instituciones, por la Defensorìa Delegada de la Niñez, la
Juventud y las Mujeres, la Política Pública de Mujer y Géneros de la Alcaldía Mayor de Bogotá,

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el Instituto Nacional de Medicina Legal, la Fiscalía General de la Naciòn, la Corporación SISMA


Mujer, la Red Nacional de Mujeres, Humanizar, Humanas, el Grupo Mujer y Sociedad,
personalidades emblemáticas como Florence Thomas, Magdalena Leòn entre otras, unieron
esfuerzos en pro de la construcción de una ley consensuada y consentida que visibilizara las
voces de todos los sectores a fin de obtener un abordaje integral de la violencia contra las
mujeres.

Esta iniciativa convergió favorablemente con la creación de la Comisión Accidental bicameral


por la defensa de los derechos de la mujer en Colombia del Congreso de la República para el
período legislativo 2006 – 2010, según lo dispuesto por el artículo 66 de la Ley 5 de 1992, según
el cual las Mesas Directivas de las Cámaras y sus Comisiones Permanentes podrán designar
Comisiones Accidentales que en desarrollo de la labor legislativa y administrativa cumplan
funciones y misiones específicas.

Las Congresistas que integran la Comisión Accidental priorizaron en su agenda legislativa temas
relacionados con la participación política y la violencia contra las mujeres.

En este contexto la “Mesa por una Ley Integral por el Derecho de las Mujeres a Vivir una vida
Libre de Violencias”, bajo la secretaria técnica de la Defensoria del Pueblo, en desarrollo del
trabajo adelantado desde el mes de marzo del 2006 aportó como insumo a la Comisión
Accidental de Mujeres del Congreso para la labor legislativa el Documento de trabajo para la
elaboración de un proyecto de ley por el derecho de las mujeres a una vida libre de
violencias, producto del análisis a la legislación Española y Mexicana así como el seguimiento a
los tratados internacionales sobre derechos de las Mujeres, especialmente la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer y de las
recomendaciones de los Organismos Internacionales de derechos Humanos, específicamente las
realizadas por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la
situación de los derechos humanos en Colombia Señora Louise Arbour, en el sentido de adoptar
e implementar una política pública de lucha contra la impunidad, incluyendo la revisión de la
legislación sobre violencia doméstica y de género

En virtud de lo anterior, la Comisión Accidental de Mujeres del Congreso invitó a la Mesa


liderada por la Defensorìa del Pueblo a participar en el proceso de redacción a través de dos
representantes que fueron designadas por la Plenaria, lo que viabilizó nuestra incidencia en la
elaboración del texto del Proyecto de Ley No. 171 de 2006 “Por el cual se dictan normas para
prevenir, erradicar y sancionar toda forma de violencia contra las mujeres, se reforman los
Códigos Penal, de Procedimiento Penal, la ley 294 de 1996 y se dictan otras disposiciones”,
radicado en el Congreso de la República el 22 de Noviembre del 2006.

En desarrollo del proceso de redacción coordinado por la Comisión Accidental, adelantado


conjuntamente por Asesoras y Asesores de algunas Senadoras integrantes de la Comisión,

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representantes de las organizaciones de mujeres y la Mesa, se incluyeron en el texto del Proyecto


un gran número de propuestas presentadas por la Mesa relacionados con la efectiva protección y
sanción a la violencia contra las mujeres.

El Proyecto de Ley 171 de 2006 “Por el cual se dictan normas para prevenir, erradicar y
sancionar toda forma de violencia contra las mujeres…” tiene por objeto “la adopción de
normas que permitan garantizar a todas las mujeres una vida libre de violencia, tanto en el
ámbito público como en el privado, el ejercicio de los derechos reconocidos en el
ordenamiento jurídico interno e internacional y los procedimientos administrativos y judiciales
para su protección, así como las políticas públicas necesarias para su realización”.

Dicho proyecto de ley constituye un avance en la ampliación de las medidas de protección, la


tipificación del acoso sexual como delito así como la agravación punitiva del homicidio cuando
se cometa contra una mujer por el hecho de ser mujer, éstos avances fueron conservados en la
discusión en la Comisión Primera. De igual manera, constituye un avance la ampliación de la
posibilidad de que en el marco de un proceso penal en el que se trate sobre delitos de violencia
contra las mujeres pueda ser cualquiera de los intervinientes en el proceso quien solicite que
determinadas audiencias se realicen a puerta cerrada.

De otro lado, consideramos de suma importancia no perder de vista en las próximas discusiones
del proyecto la reincorporación de avances hacia la garantía del derecho de las mujeres a una
vida libre de violencias, previstos en el proyecto radicado inicialmente que fueron excluidas en
su paso por la Comisión Primera, tales como : las modificaciones introducidas al delito de
violencia intrafamiliar – inclusión de violencia sexual e incremento de la pena-; la propuesta de
que los delitos de violencia intrafamiliar e inasistencia alimentaria no sean querellables; la
propuesta de eliminación de subrogados penales para ampliación de la competencia para ordenar
medidas de protección; la ampliación del núcleo familiar para efectos de protección a víctimas de
violencia intrafamiliar; la inclusión de competencia para dictar medidas de protección en jueces
promiscuos municipales y la eliminación de la competencia a jueces de paz y conciliadores en
equidad, para conocer de delitos de violencia intrafamiliar.

El enfoque de la ley, que considera las violencias contra las mujeres como violaciones a sus
derechos humanos, tiene unas implicaciones particulares en cuanto a garantías específicas de
judicialización, protección a las víctimas y sanciones adecuadas. Sin embargo Las
modificaciones señaladas, introducidas en la discusión en la Comisión Primera del Senado,
restan efectividad y coherencia a las medidas previstas inicialmente y colocan de nuevo el tema
de las violencias contra las mujeres como asuntos de poca importancia, frente a los cuales las
soluciones conciliadas y su conocimiento por parte de miembros de la comunidad que no están
obligados a obrar en derecho, tales como los jueces de paz y los conciliadores en equidad dejan
los avances de la propuesta en su estado anterior( ley 575 de 2000) sin que sea posible avanzar
para buscar solución a la grave situación de impunidad que se vive actualmente.

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De otro lado, si bien constituye una ganancia fundamental ampliar la competencia para tomar
medidas de protección para víctimas de violencia intrafamiliar a los jueces y juezas superando
así el proceso de denegación de justicia y la tendencia de desjudicializaciòn generado por la
bajísima cobertura de comisarías de familia en el país, también es cierto que constituye un error
del proyecto el cual debe ser enmendado, otorgarle esta competencia a los jueces y juezas del
circuito los cuales sólo tiene cobertura en 420 municipios, razón por la cual dicha competencia
debe ser otorgada a los jueces y juezas promiscuos municipales que en la actualidad son 1040 lo
cual garantizaría casi la totalidad de la cobertura de los municipios del país.

El pliego de modificaciones publicado en la Gaceta 161 del 4 de mayo de 2007 justifica la


eliminación de los artículos 33, 34 y 36 referentes al aumento de pena para el delito de violencia
intrafamiliar, la eliminación del requisito de querella para el delito de violencia intrafamiliar y la
exclusión de los beneficios y subrogados penales para los delitos contra la libertad y formación
sexuales basado en el hecho de que esta propuesta ya esta contemplada en el Proyecto de Ley
No. 81 de 2006 Senado, 23 de 2006 Cámara, conocido como de “Seguridad y Convivencia
Ciudadana” presentado por la Fiscalía General de la Nación.. No obstante, consideramos que por
tratarse de una ley específica sobre el tema, que esperamos se constituya en una importante
herramienta al servicio de las mujeres en el país, estos artículos deben seguir siendo
incorporados en la misma por su importancia política sin perjuicio de su aprobación o no en el
proyecto mencionado.

Igualmente la Defensorìa del Pueblo, ratifica el compromiso de posicionar política y


normativamente los diferentes tipos de violencias contra las mujeres en el contexto del conflicto
armado, así como la necesidad de contar con disposiciones presupuestales que viabilicen las
reformas legislativas a favor del reconocimiento, promoción y protección de los derechos de las
mujeres, para lo cual efectuará un seguimiento a las discusiones del Proyecto en el Congreso de
la República en el marco de las competencias constitucionales y legales en pro de una legislación
justa y equitativa que haga frente a las violencias contra las mujeres en el país.

Por último y respecto de la inclusión de la perspectiva de género en la práctica judicial en


Colombia motivo de este importante escenario de reflexión convocado por el Consejo Superior
de la Judicatura, la Defensorìa del Pueblo considera que en razón a las serias dificultades que
encuentran las mujeres para denunciar la violencia y ser atendidas en las entidades competentes
en la intervención, así como la seria deuda que tiene el Estado Colombiano frente a la restitución
de los derechos que les han sido vulnerados, es pertinente que el primer paso, anterior a la
vigilancia en salud pública, sea la eliminación de las barreras de acceso que enfrentan las
mujeres, las niñas y las jóvenes desde el momento mismo en que intentan denunciar los hechos
de los que han sido víctimas.

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La presencia de imaginarios y prácticas no sensibles a la justicia de género por parte de algunos


y algunas funcionarios públicos, los requisitos que exige la normatividad vigente, el exceso de
procedimientos, la reunión del acervo probatorio, aunados al temor a la retaliación, la
dependencia económica y afectiva, entre otros aspectos, constituyen verdaderas limitaciones para
el acceso de las mujeres a los servicios responsables de la restitución de sus derechos. En este
sentido se recomienda ante todo garantizar el acompañamiento para la denuncia y eliminar las
barreras de acceso como condición necesaria y primer paso para un efectivo proceso de
monitoreo.

Igualmente, y tal como lo ha venido haciendo de manera responsable y sostenida el Consejo


Superior de la Judicatura respecto de sus operadores y operadoras judiciales es necesario
fortalecer los procesos de formación permanente en justicia de género con jueces, juezas, fiscales
y defensores y defensoras públicas para remover y transformar imaginarios y prácticas de género
sexistas, estigmatizadores y discriminatorios que puedan estar aún presentes en algunos de ellos
y ellas y que se traducen en sentencias y decisiones judiciales que no contribuyen a la
construcción de un proyecto real de acceso a la justicia en igualdad de condiciones entre
hombres y mujeres y que son la base innegociable de todo proyecto democrático.

Solo así podremos unirnos a la voz de JOHN STUART MILL: “podemos afirmar, con toda
certeza que el conocimiento que los hombres pueden adquirir de las mujeres , de lo que son, sin
hablar de lo que podrían ser es lamentablemente limitado y superficial y seguirá siendo así,
mientras las mujeres no puedan decir todo lo que tienen que decir”.

Por último un mensaje de MONTAIGNE para ustedes valientes mujeres que producen leyes y
que administran justicia en la Colombia de hoy: “ las mujeres tienen razón de revelarse contra
las leyes porque las hicimos sin ellas”.

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