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El Sistema Nacional de Educación Terciaria

La necesidad de integrar de una manera operativa todo el andamiaje institucional que se


ocupa de la educación terciaria en Colombia es una problemática de vieja data, el ¿Por qué?
de esta cuestión es fácil de encontrar, según el M.E.N. cada vez que se dispone a intervenir
en la educación terciaria se encuentra un sinfín de predicamentos que provienen de no poder
comunicarse. Interferir, proponer o controlar la educación superior como un todo, una unidad
reflexiva encargada de un lidiar con la educación superior de los colombianos, esa unidad no
existe y, por ende, todo intento de política pública que pretenda su mejora tiende a verse
dinamitada ya que no da abasto para cubrir los puntos diversos de opinión y de acción que se
explayan desde todos lados provenientes de las instituciones, actores sociales, individuos y
colectivos inmersos en el debate.
Es notable que a esta discusión le anteceden muchas otras preguntas, por ejemplo, la
pertinencia de las propuestas y políticas públicas que otrora fallaron en ser aplicadas por el
M.E.N y desde las cuales valida la necesidad de que exista un sistema nacional de educación
terciaria. Sin embargo, a pesar de que el propio M.E.N. pueda ser cuestionado, también es un
hecho que la unidad como factor de capacidad en pro de las grandes metas de la educación
superior está perdida, en cambio tenemos una difusa nebulosa que no permite planear ni
ejecutar sobre la educación, algo que debería ser básico para una democracia contemporánea.
En esta perspectiva es la que ubica el debate el movimiento ciudadano de “Todos por la
educación” que se presenta a sí misma como una apuesta colectiva que reúne profesionales
y agentes activos en el debate por la educación para posicionar a la misma, frente a la
sociedad en general y a las instituciones de poder, como un elemento vital para garantizar
una sociedad más justa, desarrollada y en paz. Con ese objetivo en mente crea y difunde
material audiovisual, el ejemplo que nos convoca en este texto es la pieza realizada en 2016
y titulada ¿Qué tan diferentes somos los técnicos, tecnólogos y universitarios? El titulo lo componen
los nombres que se le otorgan a los sujetos que transitan por la educación terciaria en el país,
nominación desde la cual problematizan la propuesta del M.E.N. en unificarlas a través de una política
pública que tenga eco mediante la creación de una entidad administrativa que ellos denominan como
SNET.
Ramírez, en su relatoría aclara cuales son los frentes que el ponente abre para establecer una
discusión pertinente. Él establece dos frentes de dialogo, el primero es el de los problemas
que por vías de la desarticulación dificultan la dirección de la educación de superior del país;
el segundo es, por tanto, la propuesta que surge del M.E.N. que como mínimo debe responder
a los problemas presentes en la educación terciaria actual. Cabe decir que todas las categorías
provienen de análisis estadísticos y que por tanto son de enfoque holístico, procuran
encontrar soluciones a partir de establecer un panorama general claro.
Para explayar el primer frente abierto basta con poner sobre la mesa tres viñetas: la inequidad,
la pertinencia y la cobertura. La inequidad que existe no sólo en el acceso, también en
términos salariales y de reconocimiento social entre los niveles que componen la educación
terciaria, a saber: técnica, tecnológica, universitaria y de post graduación. A lo cual el ponente
antepone una duda sobre el alcance que pueda tener una política pública sobre la designación
salarial que por norma general establece el sector privado. La pertinencia es tratada desde
índices de perspectiva sobre que tiene los egresados sobre el resultado de haber aprobado los
cursos respectivos, lo cual abre la incógnita sobre cuál es la educación pertinente el último
es la cobertura, la cantidad de personas cobijadas bajo la oportunidad de hacer parte de la
educación superior, actualmente Colombia habita en un incómodo 43% de cobertura,
tristemente en sus mejores proyecciones el país se ubicaría sobre el 57% de cobertura en años
futuros, de aquí la discusión entre educación y democracia adquiere otra dimensión.
Si miramos hacia la educación superior ahora, esto es lo que vamos a encontrar, pero ¿Cuáles
de estos problemas pueden ser contrarrestados a plenitud por la entrada en vigencia del
SNET? Al mirar al menudeo la propuesta del ministerio se detectan 5 ejes en los cuales se
estructuraría la nueva ordenanza de la educación superior.
La primera y más controversial apuesta es la movilidad, movilidad entre técnicos, tecnólogos,
y universitarios, un camino para el transito libre entre estos, y aún más llamativo, la
posibilidad de excluir al pregrado como pre requisito para el acceso al post grado.
Le sigue la estandarización, o la búsqueda incansable por la calidad, él como saber si una
institución educativa cumple a rigor con su función social, para ellos se propone una ley de
mínimos a través de mínimos para obtener acreditación, lo mínimo que se debe tener es esto.
El tercer punto es complementario al segundo, es la orientación en términos de contenidos
curriculares y de contenidos estableciendo como punto de llegada ciertas competencias
ligadas el enfoque que tiene el M.E.N. sobre lo que debe ser y saber un profesional en
Colombia.
Continúan con la gobernanza, el orden administrativo e institucional debe pre existir para
que esta propuesta pueda trascender del papel y pueda inserirse en la vida político
institucional de Colombia, lo único que está claro es su perspectiva sistémica, es decir, que
se diseña como una entidad que destaca por su comunicación interna y sensibilidad a los
factores externos que le son relevantes.
Por ultimo esta la más “política” de todas sus propuestas, ¿el poder para qué? o, mejor dicho,
¿el SNET para quién? El M.E.N. propone un marco nacional de cualificación, una mesa en
donde entren en tensión la academia, y los empresarios para decidir los horizontes que deba
seguir el SNET, y ya que este se propone como una la institución orientadora de la educación
terciaria, en consecuencia, esos empresarios y académicos decidirían el horizonte de la
educación superior de los colombianos, o al menos, sobre los 4 puntos contemplados
anteriormente.
Hasta aquí nos trae la pieza del colectivo “Todos por la educación”, en este punto quisiera
posicionar como lectura una cuestión general y dos específicas.
Como aspecto general quisiera resaltar que este debate, esta propuesta, incluso la pieza
fílmica, se encuentran dramáticamente enfrascadas en intentar encontrar un equilibrio entre
las cuestiones pedagógicas más profundas y el funcionamiento político-administrativo más
eficiente (mas administrativo que político), esa impresión acompañaría a cualquier entendido
en temas educativos, al menos en los fragmentos iniciales donde describen la justificación de
la iniciativa, relucen conceptos como calidad de la educación, garantía, pertinencia, impacto
social, contenidos, ciudadanía, daría para hacer un vocabulario con conceptos ampliamente
discutidos en la tradición pedagogía; del otro lado están las cifras, los datos, las encuestas y
las estadísticas, así como la imposibilidad de poder direccionar a la educación superior como
una unidad. Aunque ambas dimensiones aparecen, al pasar los fragmentos introductorios, los
elementos resolutivos abandonan el lenguaje dual entre cuestiones pedagógicas y
administrativas, encontramos un dominio total de propuestas de carácter administrativo, sin
intención de recurrir al cliché, pero sin tener una palabra mejor, he aquí una apuesta
tecnócrata, 1 + 1 = 2, por tanto, técnico más tecnólogo igual profesional universitario, bajo
este critica entran también los dudas no tratadas sobre contenidos y sobre la propia autonomía
universitaria, entre otros.
De orden especifico dos puntos que no pueden quedar fuera de la discusión. El primero tiene
que ver sobre la naturaleza y la validez de las problemáticas, indiferentemente de su enfoque
de solución, es evidente que han dado con un gran problema. El segundo tiene que ver con
la necesidad de la participación de los empresarios como base de decisión, empezando por
que ahí se pone en duda el carácter democrático del SNET, es porque, si bien es claro que
hay una mediación entre economía y educación, la cual es el mercado laboral, bien podría
esta que ser tomada en cuenta como otro estadística más, sólo con aportar datos e
informaciones el sector privado cumpliría con su papel, el de informar las disposiciones y
necesidades del mercado laboral, pero el hecho de que sean una fuente de poder, de decisión
al interior de una entidad democrática deja en cuestión toda la propuesta, siendo que las
problemáticas de inequidad, pertinencia y cobertura sean mínimamente resueltas.

Referencias:

Pasa #AlTablero el Sistema Nacional de Educación Terciaria [video conferencia en línea] Consultado
el 22 de agosto de 2017, en https://www.youtube.com/watch?v=FaauvBzENbMhttp:
//todosporlaeducacion.co/co/somos/

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