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ISBN: 978-84-697-9482-1
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IX Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica. Santander 8-11 de junio de 2016
Índice DE Contenidos
Sesión 1
El castro de Lobadiz como patrimonio olvidado. Propuestas para su revaloración y difusión.
Isabel Perales Pérez ... 13-17
La divulgación de la arqueología medieval en Galicia.
Jorge Rouco Collazo ... 19-26
La puesta en valor del patrimonio histórico en Canarias. Un estudio de caso: estado de la cuestión en
Gran Canaria.
Gabriel De Santa Ana Aguiar ... 27-32
Más allá de los muros: las actividades didácticas de un centro de interpretación.
Elena Sanz Salas ... 33-40
Tindaya y el proyecto Chillida: Un litigio interminable.
Fco. Javier Rodríguez Santos ... 41-48
Sesión 2
Levantamiento digital y computación gráfica para la documentación de la Sala de las Pinturas de
Chilonché (Petén, Guatemala).
Andrea Aliperta ... 49-56
Nuevas tecnologías aplicadas al estudio de los grafitos mayas.
Núria Feliu Beltrán ... 57-63
Análisis constructivo de la arquitectura maya a través del levantamiento digital.
Laura Gilabert Sansalvador ... 65-70
Modelado e impresión 3D de vestigios arqueológicos: el caso de la Acrópolis de La Blanca.
Riccardo Montuori ... 71-79
Sesión 3
Las flechas tranchantes del segundo Mesolítico en Bretaña: interpretación funcional a través de la
experimentación.
Jorge Calvo Gómez ... 81-90
Las “queseras” como indicadores de la fabricación de queso. Programa experimental basado en
recipientes de la Prehistoria Reciente peninsular.
Cristina Camarero, Erik Arévalo-Muñoz ... 91-96
En busca de la analogía perdida: una etnoarqueología experimental para las normas sociales en
sociedades cazadoras-recolectoras.
Robert Carracedo-Recasens, Albert García-Piquer ... 97-106
Explotación de moluscos marinos como recurso estacional durante el Mesolítico en la región
cantábrica: revisión de la información disponible y planteamiento de un programa experimental para
estimar la variación estacional del rendimiento cárnico.
Asier García Escárzaga ... 107-117
Experimentación y huellas de uso, una relación indisociable: Aplicación de un programa
experimental sobre diferentes variedades silíceas.
Cristina López-Tascón, Carlos Mazo, Marco De la Rasilla ... 119-127
5
Índice de Contenidos
Sesión 4
La industria ósea del castro de Kutzemendi (Vitoria-Gasteiz).
Erik Arévalo-Muñoz, Cristina Camarero ... 129-137
Una visión comparativa. Piezas de hueso, asta y otras materias primas de El Palomar (Oliete, Teruel).
Marta Blasco Martín ... 139-146
Un lectus funebris en el bustum de la necrópolis de Orriols (Valencia).
María Asunción Martínez-Pérez ... 147-153
Placas de hueso perforadas en época ibérica. Una aproximación a su estudio.
Elena Mora García ... 155-160
La problemática de las herramientas de hueso dentadas y con mango.
Elena Revert Francés ... 161-167
Sesión 5
Marcadores musculoesqueléticos de actividad en restos óseos.
Deborah Delgado García, Celia Chaves Rodríguez, Francisco Javier Barca Durán ... 169-177
Arqueología de la muerte y Etnoarqueología: la analogía etnográfica como método de aproximación
al pasado.
Irene Jiménez Jiménez ... 179-183
Comparativa y síntesis desde la Arqueología Funeraria griega arcaica: cuando Corinto se abrió al
Mediterráneo.
Anna López Royuela ... 185-190
El Monasterio de Uclés durante la Guerra Civil (1936-1939). Un Hospital Militar.
Ángel Mora Urda ... 191-197
La necesidad de la aplicación de técnicas antropológicas en restos óseos humanos procedentes
de yacimientos de la prehistoria reciente de la Campiña Litoral y Banda Atlántica de Cádiz. Una
primera aproximación.
Adolfo Moreno Márquez ... 199-203
Técnicas de reconstrucción virtual del volumen endocraneal: revisión de las metodologías y
determinación del error.
Andrés Olivares, Francisco Cerrillo, Yasmina Avià, Claudia Santamaría Cabornero, Marta
Santamaría Díez, Celia Ríos Suárez, Tamara Fernández-Agudo, Javier Falgueras Cano, Alejandro
Fernández Fernández ... 205-210
Estudio de los indicadores de actividad del hueso: Su aplicación en la investigación arqueológica.
Uxue Perez-Arzak, Gonzalo J. Trancho ... 211-216
Fosas comunes del Neolítico inicial como marcadores de violencia mortal colectiva en Centroeuropa.
Sebastián Piedrabuena-Fernández ... 217-225
Sesión 6
Tres aproximaciones técnicas al estudio de huellas de uso en industria lítica.
Ana Álvarez-Fernández, Belén Márquez ... 227-233
Ver para creer: colecciones experimentales y análisis funcionales en industria lítica.
Sara de Francisco-Rodríguez ... 235-240
Líneas, manchas y cía. Pautas metodológicas para una adecuada interpretación funcional.
Juan Luis Fernández-Marchena, Gala García-Argudo, Antonella Pedergnana, Irene Valverde ... 241-
250
Análisis de residuos en herramientas experimentales de sílex: una aproximación desde la microscopia
digital.
Juan Ignacio Martín-Viveros Díaz-Meco ... 251-260
Sesión 12
Archaeozoological analyses of large mammals from the prehistoric cave site of Lazaret, France: A case
study of Archaeostratigraphic Unit 28.
Sharada Channarayapatna, Patricia Valensi, Ursula Thun Hohenstein ... 399-407
Caracterización tafonómica de las estructuras de combustión del Magdaleniense medio de la Cova
del Parco (Alòs de Balaguer, La Noguera, Lleida).
Óscar P. Parque, Bàrbara Mas, Alfredo Suesta-Guillén ... 409-416
La interacción entre osos y homínidos en la Península Ibérica y su implicación en los nuevos estudios
zooarqueológicos: una revisión del estado actual de la cuestión.
Irene Valverde Tejedor ... 417-425
Implicaciones zooarqueológicas y tafonómicas en yacimientos del Paleolítico medio cantábrico.
José Mª. Vázquez-Rodríguez ... 427-436
Sesión 13
Potencialidades y limitaciones de la Arqueología Social en los estudios prehistóricos. El caso de los
grupos tribales neolíticos en Marruecos.
Sergio Almisas Cruz ... 437-442
La investigación nunca es inocente: La arqueología y la producción de ideología.
Rubén De la Fuente-Seoane, Mireia del Pueblo-Labrador, Joan Garriga-Toledo, Josep Joan Navalon-
Galicia ... 443-448
Un año de Grupo de Arqueología Social (GAS): balance y reflexiones de un proyecto de arqueología
y militancia política.
Aitziber González-García, Josu Santamarina Otaola, Antonio J. Romero, Carlos Tejerizo García,
Rafael Jiménez Reyes ... 449-452
Pensar y pensarse: reflexiones en torno a la práctica arqueológica.
Valeria Belén Martin-Silva ... 453-457
¿Análisis del pasado sin proyecto social? Por una Arqueología de las clases populares.
Lorena Merlos Gil, Sergio Almisas Cruz ... 459-464
Canciones para después de la ETA: Arqueología y conflicto en el País Vasco contemporáneo.
Josu Santamarina Otaola ... 465-473
Sesión 14
La mayoría de edad de la fotogrametría y su uso en Venta Micena, Orce (Granada).
Francisco Javier Luengo, Carlos Lorenzo, Bienvenido Martínez-Navarro ... 475-479
Pozo de la Nieve. Un estudio paleoambiental en el Valle de Iruelas (Sierra de Gredos, Ávila).
Mª de los Reyes Luelmo-Lautenschlaeger, Sandra Robles-López, Sebastián Pérez-Díaz, José Antonio
López-Sáez ... 481-488
La turbera de Sotombo. Una aproximación palinológica a la dinámica antrópica de los Collados del
Asón.
Sara Núñez de la Fuente, Sebastián Pérez Díaz, Manuel Frochoso Sánchez, Raquel González Pellejero,
Fernando Allende Álvarez, José Antonio López-Sáez ... 489-496
Sesión 15
Aproximación a la tecnología cerámica en el Bronce Final: el caso de El Sequero (Arrúbal, La Rioja).
Paloma Aranda-Contamina ... 497-503
Producción y modelado de cerámicas. Perspectivas teóricas y metodológicas desde los análisis de las
macrotrazas de fabricación.
Javier Cámara Manzaneda ... 505-511
Crónica
11
Crónica
El tercer día fue el más dinámico y práctico de las jornadas, a lo largo de la mañana se
llevaron a cabo tres sesiones –Sociedades humanas costeras y fluviales, Objetos realiza-
dos sobre materias duras animales y Arqueología en 3D–; dos workshops –en los que se
introdujo a los participantes a la morfometría geométrica y al análisis de micro-fragmen-
tos de fauna paleolítica–; así como una mesa redonda sobre Arqueologías y estudios del
mundo contemporáneo. Por la tarde, para concluir las jornadas, se desarrolló un wor-
kshop sobre elaboración de láminas gruesas de gasterópodos marinos y dos sesiones te-
máticas sobre Arqueología subacuática y documentación de hallazgos arquitectónicos.
De forma previa al acto de clausura de la IX edición de las JIA, se aprobó la candidatura
de Burgos como sede de la siguiente edición en 2017. Al mismo tiempo, se produjo un inte-
resante debate acerca de la orientación que han venido tomando estas Jornadas de Jóvenes en
Investigación Arqueológica, en que se pusieron sobre la mesa diferentes puntos de vista y pers-
pectivas críticas, las cuales sin duda marcarán el transcurso de la X edición de las JIA en Burgos.
En el cuarto y último día de las jornadas se llevó a cabo una salida de campo, que permitió a 70
participantes disfrutar del arte prehistórico de la región cantábrica. Concretamente, se visitaron
las cuevas situadas en la localidad de Ramales de la Victoria (Cantabria), como son Cullalvera, El
Haza, La Luz, Covalanas y El Mirón, cuyo estudio ha arrojado una información vital para la com-
prensión de los modos de vida de las sociedades humanas en la Prehistoria de la región cantábrica.
En última instancia, hemos de agradecer el apoyo, financiación y facilidades que nos han
prestado el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, la Universi-
dad de Cantabria, el Banco Santander, Cantabria Campus Internacional, el Gobierno de Can-
tabria y el Ayuntamiento de Ramales de La Victoria, entre otros. Así mismo, hay que resaltar que
contamos con la ayuda de empresas vinculadas a la Arqueología, como Beta Analytics, Strati-ar-
queogal y JAS Arqueología, así como con la de la Association for Environmental Archaeology
(AEA). Además, contamos con otros colaboradores, a los que agradecemos su inestimable y des-
interesada ayuda, como son la Asociación de Jóvenes Investigadores de Cantabria (AJIC) y la Re-
vista Digital de Artes y Humanidades ArtyHum, vitales en la difusión y promoción del evento.
Comité Organizador
1
Universidad de Santiago de Compostela. Plaza de la Universidad, 1, 15703 Santiago de Compostela, A Coruña,
España. isa_perales@hotmail.com
13
Isabel Perales Pérez
Figura 3. Imagen de las casetas de pescadores abandonadas apoyadas en la primera línea de defensa tomada en septiembre de 2016.
y en parte del ayuntamiento de Ferrol. Desgraciada- plicarían distintos grados de complejidad y fondos
mente no hemos podido acceder al catastro actual ofreciendo posibles soluciones de conservación que
por lo que desconocemos la titularidad de esas tierras no implicarían una excavación. De esta forma estos
a día de hoy, si bien no hay noticias de que ésta haya dos arqueólogos planteaban un modelo teórico que,
cambiado. De ser así la gestión de este yacimiento se aunque tomaba Lobadiz como ejemplo, podía ser
complicaría un poco ya que el ayuntamiento tendría aplicable a cualquiera de los castros de la zona que es-
en primer lugar que comprar la totalidad de las parce- tuviesen en un estado de conservación decente (con
las que lo constituyen. la necesidad de que en primer lugar el ayuntamiento
Durante la década de los años ochenta se cons- comprase sus terrenos). Desgraciadamente esta inte-
truyeron sobre la primera línea de defensa, el para- resante propuesta no tuvo ningún impacto real en el
peto que antecede a la doble línea de muralla y foso, estado de este asentamiento.
numerosas casetas de pescadores de forma totalmen- La situación precaria en la que se encuentra en la
te ilegal que destruyeron lo que sería el torreón y el actualidad este castro es el fruto de décadas y décadas
parapeto Además en algunos casos se apoyaron en la de abandono. Las casetas construidas sobre su mu-
primera línea de muralla para protegerse del viento. ralla han ido desapareciendo poco a poco fruto de la
La parte interior de la península fue también ruina y del paso del tiempo, si bien aún se conservan
utilizada para fines agrícolas, hecho que perjudicó algunas (Fig. 3). Además la garita militar continúa en
la conservación de algunas estructuras. Además, la el interior de la península en un estado absolutamente
construcción de una garita militar y de un pequeño ruinoso.
faro se sumaron al maltrato de este yacimiento. Pero es sin duda la vegetación la que impide es-
Ya en el año 2000 los arqueólogos Juan Carnei- tudiar y ver mejor el castro. Una visita en mayo al
ro y Emilio Ramil repasaron en un artículo el estado yacimiento y otra en septiembre evidenciaron cómo
de los yacimientos castreños de la comarca de Ferrol la naturaleza se va abriendo camino y cómo la menor
recogiendo una propuesta de lo que podría realizarse cantidad de capa vegetal (en el mes de mayo) permitía
en ellos para mejorarlos tomando el castro de Loba- ver o intuir una enorme cantidad de estructuras que
diz como ejemplo (Carneiro Rey y Ramil González, en la actualidad asemejan simplemente una masa in-
2000). Así proponían diferentes actuaciones que im- forme de tojos (Fig. 4).
Figura 4. Vista a día de hoy del interior del castro. Imagen tomada en septiembre de 2016.
Su acceso no es complicado, ya sea a pie desde afluencia de surfistas durante todo el año, celebra
la playa de Doniños o en coche hasta el pinar y una competiciones de este deporte durante el verano y
vez allí descendiendo cinco minutos hasta llegar a la tiene su propia escuela de surf. Esto significa que de
península. Una vez en el castro se puede acceder a él cuidarse y señalizarse (y ya no digamos si algún día se
por un sendero que lo atraviesa hasta llegar a los acan- llegase a excavar) este yacimiento sería un éxito asegu-
tilados, por lo demás no hay ningún tipo de camino rado ya que los numerosos bañistas podrían acercarse
y el paseo se complica en algunas zonas debido a la andando a verlo. Además de todo esto, de Ferrol al
abundante vegetación. Por otro lado el sector sur se castro hay unos quince minutos por carretera, por lo
encuentra menos poblado de plantas y da la sensación que no está lejos para aquellas personas que vienen a
de estar aterrazado. visitar la ciudad. Y no hay que menospreciar este dato
La realidad, a día de hoy, es que los yacimien- ya que el turismo aumenta en esta comarca durante
tos arqueológicos de época castreña de la comarca las vacaciones llegando este año a triplicar su pobla-
de Ferrol carecen de un estudio pormenorizado y ac- ción durante la Semana Santa.
tualizado, teniendo como consecuencia que todavía Otro rasgo que refuerza su interés es que en la
desconozcamos mucho de los asentamientos de esta comarca no hay ningún castro excavado por lo que
zona. sería muy interesante realizar una actuación arqueo-
lógica en aras a conocer un poco mejor la realidad
4. Conclusión arqueológica de la zona. Además, como ya comenta-
mos, se encuentra bien delimitado en una zona de fá-
La situación privilegiada de este castro, entre una cil acceso y algunas de sus estructuras (fundamental-
pequeña cala y la playa de Doniños, la convierten en mente las murallas y el foso) son apreciables a simple
un lugar que podría recibir un gran número de visitas vista. Todo esto unido al hecho de que sea el castro
y su fácil acceso a pie refuerza esta cualidad. La playa más grande y el único costero de la zona parecen indi-
de Doniños se encuentra a menos de diez minutos car que podría obtenerse una gran información de su
andando (desde la propia playa se ve el castro) y es estudio en profundidad y aún más en el caso de que se
una de las playas con mayor número de visitantes de realizase una excavación. El hallazgo de piezas duran-
la comarca. Además, se trata de una playa con gran te las excavaciones no profesionales de la década de
Agradecimientos
La divulgación de la arqueología
medieval en Galicia
1
Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas, Universidad de Granada. Facultad de
Filosofía y Letras, Calle del Profesor Clavera, s/n, 18011, Granada.
2
Laboratorio de Patrimonio Arqueológico y Paisaje Biocultural, Universidad de Granada. Facultad de Filosofía y
Letras, Calle del Profesor Clavera, s/n, 18011, Granada. jroucocollazo@gmail.com
19
Jorge Rouco Collazo
históricas (Xusto Rodríguez y Eguileta Franco, 1992: Sánchez-Pardo y Shapland, 2015) y su articulación
273). Sus inicios en Galicia surgen en relación con en parroquias –destaca el proyecto encabezado por
el sepulcro del Apóstol en Santiago de Compostela, Sánchez Pardo sobre las iglesias altomedievales (Blan-
realizando López Ferreiro las primeras excavaciones co-Rotea y Sánchez-Pardo, 2014)– y las fortificacio-
sistemáticas del territorio gallego en el subsuelo de nes (Galbán Malagón, 2011a, 2011b).
la catedral y en la colegiata de Iria Flavia –también En definitiva, aunque aún es necesario invertir
relacionada con el culto apostólico– a finales del XIX muchos más esfuerzos en la investigación de la Edad
(López Ferreiro, 1889; Fariña Busto y Suárez Otero, Media gallega a través de su cultura material, empie-
1988: 50). zan a perfilarse unas líneas básicas sobre las diversas
La arqueología medieval gallega sigue desarro- problemáticas que serán fundamentales en el futuro.
llándose ligada a la arqueología sacra con los traba-
jos de Chamoso Lamas entre las décadas de los 40 2. Estudio de caso
y los 60, extendiéndose también los estudios a otros
yacimientos por parte de otros investigadores, como Tras el breve repaso al estado de la arqueología
Xaquín Lorenzo, Luengo, Balil o Alonso del Real, medieval gallega y a la cuestión de la comunicación
que excavaron principalmente necrópolis y alguna del patrimonio en arqueología, se discutirán tres casos
fortificación de la Mitra compostelana, como Torres concretos de la puesta en práctica de la divulgación
de Oeste (Xusto Rodríguez y Eguileta Franco, 1992: de la arqueología medieval en el territorio gallego. Se
276-277). trata de dos yacimientos vinculados al arzobispado de
A finales de los 70, Acuña Castroviejo, del de- Compostela, la fortaleza de Rocha Forte y las excava-
partamento de Arqueología de la Universidad de ciones de la antigua catedral, ambas en la localidad de
Santiago de Compostela, excavó en colaboración con Santiago de Compostela, y un yacimiento en altura de
miembros del departamento de Historia Medieval, funcionalidad difusa, A Torre dos Mouros, en Carno-
especialmente Pallares Méndez y Puente Mínguez ta, en la Costa da Morte.
(1981), el despoblado de villa Bidualdi y la fortaleza
de Rocha Branca. Tras estas intervenciones se detiene 2.1. Rocha Forte
prácticamente la actividad académica gallega en el ám-
bito de la arqueología medieval. De esta forma, casi Esta fortaleza perteneciente a la Mitra Compos-
la totalidad de los hallazgos realizados en las décadas telana, fue erigida a mediados del siglo XIII y derrui-
de 1980 y 1990 son fruto de los hallazgos casuales da a finales del siglo XV durante la Revuelta Irman-
y las intervenciones arqueológicas de urgencia, con diña. Es uno de los restos arqueológicos medievales
los condicionantes que ello conlleva (Fariña Busto y que más interés y debate han generado en el ámbito
Suárez Otero, 1988: 52-58). gallego, tanto desde el punto de vista del medievalis-
Con el cambio de milenio, se renueva la cola- mo como de la arqueología (Portela Silva et al., 2004;
boración entre los departamentos de Arqueología e Casal García y Acuña Castroviejo, 2007; Sánchez Sán-
Historia Medieval de la USC para la intervención en chez, 2007, Casal García et al., 2009; Fernández Abe-
la fortaleza arzobispal de Rocha Forte a lo largo de lla, 2014), al entenderse como un yacimiento cerrado
varias campañas. con su destrucción en la revuelta. Esta concepción
En los últimos años han iniciado su trabajo jó- resulta errónea, ya que se documentan procesos pos-
venes investigadores con formación concreta como teriores que reutilizaron en gran medida los restos de
arqueólogos medievales, frente a los especialistas en la fortificación (Galbán Malagón, 2011a: 88-89).
otros períodos históricos que hasta ese momento En Rocha Forte han trabajado tanto un equipo
venían ejecutando las intervenciones de cronología de la Universidad de Santiago de Compostela, con
medieval. La nueva generación de arqueólogos me- campañas anuales desde el año 2002 hasta el 2006,
dievalistas se preocupa por temas sobre los que aún como diferentes empresas de arqueología por promo-
queda mucho camino por recorrer en Galicia, pero ción del ayuntamiento compostelano, con la interven-
que ya están más avanzados en otros territorios pe- ción de excavación y restauración llevada a cabo en
ninsulares. Los prioritarios son la transición entre 2009 y la gran actuación ejecutada en 2013.
Tardoantigüedad y Edad Media (Rodríguez Resino, Los primeros trabajos dieron lugar a numerosos
2005), la evolución del poblamiento y el paisaje me- artículos académicos e incluso a un libro por parte
dieval (Sánchez-Pardo, 2008; Ballesteros Arias, 2009; del equipo de medievalistas (Casal García et al., 2004,
gado específicamente de esta tarea, perteneciente al Figura 3. Alguno de los recursos digitales del proyecto Torre dos Mou-
ros. Fuente: torredosmouros.net y flickr.com.
grupo de Novos Medios de la USC, que hace además
una investigación al respecto de la propia divulgación Este proyecto de arqueología pública continúa
realizada, siendo uno de los objetivos del proyecto desarrollándose actualmente en el ayuntamiento de
científico junto con el del conocimiento del yacimien- Carnota, aunque con el castro de Mallou como objeto
to (Fig. 3). de intervención.
Dentro de este plan de comunicación, se crea
una imagen de marca a través de un logotipo y se ar- 2.3. Excavaciones de la catedral de Santiago de Com-
ticula el mensaje mediante medios digitales –web, Fa- postela
cebook, Twitter, Youtube, Flickr– que aúnan texto y
contenido audiovisual, junto con métodos presencia- El último ejemplo vuelve de nuevo a los orígenes
les. Estos consisten en la existencia de un guía turísti- de la arqueología medieval gallega: las excavaciones
co presente en el yacimiento durante los trabajos para realizadas desde el XIX en el subsuelo de la catedral.
atender a los visitantes y diversas visitas al yacimiento, Estas pusieron al descubierto una necrópolis romana
en ocasiones incluso con cuentacuentos. Se realizan y tardoantigua y los restos de la basílica de Alfonso III
además actividades de divulgación específicamente del siglo IX (Suárez Otero, 2014).
para la comunidad local orientada a diferentes grupos Su divulgación es la más tradicional de todas y
de edad: talleres de cerámica y petroglifos para los contrasta vivamente con los dos ejemplos anteriores.
niños, actividades de recuperación de la memoria oral Solo se puede acceder en visitas guiadas de pago ges-
de la zona a través de los institutos para los jóvenes y tionadas por el cabildo de la catedral. La única infor-
barferencias los fines de semana a lo largo de la campa- mación proviene de las explicaciones del guía, que se
ña impartidas por especialistas en diversas áreas diri- ven favorecidas por el reducido número de compo-
gidas a los adultos (Gago et al., 2013: 301-306). nentes de cada grupo, y un pequeño folleto facilitado
Tras la finalización de la excavación, la memoria a la entrada. No existe ningún tipo de cartelería ni
técnica es accesible en línea para su consulta (Fernán- otro medio de información.
dez Malde, 2012) y la interpretación final del yaci-
miento se plasma en un breve cómic (Cráneo, 2012). 3. Conclusiones
Además, se realiza una reflexión sobre los datos de
afluencia e interés conseguidos mediante la divulga- Expuestos los tres casos, es necesario realizar
ción y las ventajas y desventajas de cada canal de co- una serie de reflexiones finales que ya se han refleja-
municación, algo fundamental para seguir mejorando do a lo largo del texto. Actualmente, la necesidad de
los métodos de divulgación patrimonial (Gago et al., apostar por la divulgación en arqueología es manifies-
2013) ta, y del mismo modo que la excavación y la restaura-
ción, debe estar contemplada en el proyecto desde su Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., 2007. La ar-
planeamiento para optimizar al máximo su alcance y quitectura de la fortaleza medieval de Rocha Forte
su utilidad social, como se realizó en los casos de Ro- (Santiago de Compostela), en: López-Mayán Na-
cha Forte y Torre dos Mouros. Al igual que en esta úl- varrete, M., Galbán Malagón, C.J. (Eds.), Del Do-
tima, lo ideal sería que siempre que las condiciones de cumento Escrito a La Evidencia Material. Actas
Del I Encuentro Compostelano de Arqueología
seguridad lo permitan se pueda visitar el yacimiento
Medieval. Lóstrego, Santiago de Compostela, pp.
durante la intervención, buscando no entorpecer con 87–114.
ello el avance de los trabajos. Así se podrá avanzar en
la socialización de la arqueología y en la mejor com- Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., Martínez Ca-
prensión del trabajo realizado por los arqueólogos y sal, J.R., Santamaría, G., 2007. V campaña de in-
tervención no Castelo da Rocha Forte (Santiago
la necesidad de este para la sociedad.
de Compostela): novas preliminares da actuación
El segundo caso de estudio también muestra las do ano 2006. Gallaecia 26, 163–183.
ventajas de contar con personal específico para la
divulgación en coordinación con el equipo técnico Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., Rodríguez
arqueológico, permitiendo que avancen en paralelo Resino, Á., 2009. A evolución arquitectónica dun
castelo baixomedieval: o caso da Rocha Forte
tanto la investigación como la comunicación del pa- (Santiago de Compostela). Gallaecia 28, 199–212.
trimonio.
En el tercer ejemplo, resalta el hecho de que las Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., Rodríguez
excavaciones antiguas siguen aplicando un método Resino, Á., Nodar, C., 2004. Fortaleza de Rocha
Forte (Santiago): campañas de intervención 2002-
de divulgación tradicional, que sumado a que el acce-
2003. Gallaecia 23, 195–204.
so sea de pago restringe el público potencial. Es por
tanto cada vez más preciso apostar por el uso de las Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., Vidal Caeiro,
redes sociales y las nuevas tecnologías. Estas permi- L., Nodar, C., González Vila, G., 2006. Fortaleza
ten alcanzar una audiencia cada vez mayor y aportan medieval de A Rocha Forte (Santiago de Compos-
tela): campaña de 2005. Gallaecia 25, 193–218.
más herramientas para la interpretación de los restos
del pasado. Destacan los métodos de la arqueología Casal García, R., Acuña Castroviejo, F., Vidal Caeiro,
virtual, entre otros, que permiten divulgar de forma L., Nodar, C., Rodríguez Resino, Á., Alles León,
mucho más eficaz y cada vez con un menor coste M.J., 2005. La Fortaleza de A Rocha Forte (Santia-
(Fernández Díaz, 2016). go de Compostela): campaña de 2004. Gallaecia
23, 147–172.
Por último, es necesario que todos los profesio-
nales de la arqueología hagan un esfuerzo por divul- Cráneo, M., 2012. A Torre dos Mouros. Demo Edi-
gar los resultados de sus trabajos arqueológicos, uti- torial, A Coruña.
lizando los medios a su alcance teniendo en cuenta Fariña Busto, F., Suárez Otero, J., 1988. Arqueoloxía
el tiempo y el presupuesto disponibles. Solo así se medieval en Galicia: unha aproximación. Trabal-
conseguirá que el conocimiento generado por la ar- hos de Antropologia e Etnologia XXVIII, fasc.
queología se difunda a la sociedad, esto es, su objetivo III-IV, 49–77.
último. Fernández Abella, D., 2014. El castillo de A Rocha
Forte, un ejemplo para el estudio de la guerra ba-
Referencias jomedieval. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica
sobre Antiguidade e Medievo 3, 225–256.
Ballesteros Arias, P., 2009. La Arqueología Rural y la Fernández Díaz, M., 2016. Reflexiones sobre la apli-
construcción de un paisaje agrario medieval: el cación de tecnologías al trabajo arqueológico y la
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Arqueología Agraria. Perspectivas de Investiga- Revista digital de arqueología profesional 64–78.
ción Sobre Espacios de Cultivo En Las Sociedades
Medievales Hispánicas, International Series. Briti- Fernández Malde, A., 2012. Memoria das sondaxes
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dos Mouros (Lira, Carnota) (Memoria técnica). A
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ponible en: https://twitter.com/torredosmouros
Xusto Rodríguez, M., Eguileta Franco, J.M., 1992. Ar-
[Última consulta: 14/08/2016]
queología medieval gallega: consideraciones meto-
Torre dos Mouros, 2016. Youtube del proyecto. Dis- dológicas. Gallaecia 273–302.
ponible en: https://www.youtube.com/user/to-
1
Laboratorio de Arqueología Forense de la Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras. Campus
de Cantoblanco, Calle Francisco Tomás y Valiente, 1. 28049, Madrid. gabriel.santaana@predoc.uam.es
Resumen 1. Introducción
Este trabajo presenta una aproximación al estado de El objetivo del presente trabajo consiste en la
la cuestión acerca de la puesta en valor del patrimonio his- realización de un estudio sobre la labor de visibiliza-
tórico canario, ejemplificado a través del caso de la isla de
Gran Canaria. En esencia, se plantea una diferenciación ción del patrimonio histórico-arqueológico en Gran
entre lo que se considera como espacios del “Mundo Abo- Canaria. A partir de una aproximación básica se plan-
rigen”, frente a los museos, y espacios relativos a la Edad tea una diferenciación entre museos y centros cultu-
Moderna. El análisis se centra en el horario de apertura y el rales que muestran aspectos exclusivamente sobre la
número de visitantes con objeto de determinar el nivel de Edad Moderna en la isla, frente a aquellos que mues-
puesta en valor de los espacios patrimoniales, extrapolable
al resto del archipiélago. Los resultados ponen de mani- tran al visitante información sobre la vida antes de la
fiesto una cierta desigualdad en cuanto al predominio del conquista castellana que serán englobados dentro de
mensaje que se transmite a los visitantes, en su mayoría ex- la categoría de “Mundo Aborigen”, siguiendo la pauta
tranjeros y con muy poca presencia de peninsulares, sobre dictada por el Cabildo de Gran Canaria. Dentro de la
el pasado, siendo la parte relativa a la fase previa a la con- oferta de turismo cultural en Gran Canaria, los espa-
quista donde se ha puesto más énfasis.
cios relacionados con esta temática son posiblemente
Palabras clave: Patrimonio Histórico. Canarias. Patrimonia- los que mayor atención han recibido en cuanto a la
lización. cantidad de sitios habilitados para la visita. En este
caso la comparativa se hace con aquellos dedicados
Abstract a la Historia Moderna, una etapa aparentemente me-
nos presente en el discurso histórico en los museos,
This paper consists of an approach to the state of the
pero con un peso importante, tanto en la demanda
art about the historic and cultural heritage in the Canary
Islands, exemplified through the case of Gran Canaria. A por parte de los visitantes, como por la relevancia de
distinction between the spaces related to the “Aboriginal los procesos históricos que tratan en su discurso.
World” and the heritage related to the Modern Age is the En primer lugar, se presenta una breve reseña del
starting point of the study. The analysis focuses on various marco teórico en el que se sustenta el estudio. A conti-
parameters, such as the number of visitors or the number
nuación, se expone la muestra seleccionada, así como
of hours per week that they are opened, aiming to deter-
mine the grade of the task of the heritage management, las variables consideradas para realizar la comparación
which can be applied to the rest of the archipelago. Which y las fuentes de obtención de los datos. Seguidamente
shows the inequality regarding the message that the visi- se realiza una breve descripción de las características
tors, mainly foreigners and significantly few from the Spa- generales de la muestra para, a continuación, exponer
nish mainland, are receiving from the history, being the
el análisis de los resultados. Finalmente se plantean las
phase prior to the conquest the one which has received
more attention. conclusiones obtenidas.
27
Gabriel de Santa Ana Aguiar
La información relativa a las características gene- los espacios objeto de estudio, así como su adscrip-
rales, así como el horario de apertura al público se ob- ción a cada uno de los dos grandes ámbitos, temática,
tuvieron a partir de los datos que ofrece la página web tipo, titularidad, número de días de apertura al año y
del Patronato de Turismo. estos datos fueron contras- de horas de apertura semanales (Fig. 2).
tados, cuando fue posible, mediante las páginas web Los 4 espacios que conforman el subgrupo de
de las diferentes instituciones. En lo referente a las temática sobre Historia Moderna son el Museo de la
cifras sobre visitantes para cada uno de los centros, Ciudad y el Mar. Castillo de Mata, la Casa de Colón,
los datos fueron obtenidos de formas diversas. En el el Museo de Historia y Tradiciones de Tejeda y el Mu-
caso de la Casa de Colón, el Museo de Agüimes y el seo de Historia de Agüimes. El primero trata aspectos
de Tejeda fueron facilitados tras realizar una solicitud sobre la historia de la ciudad de Las Palmas desde su
a los responsables de los mismos. En el caso de Casti- fundación en el siglo XV, con especial atención a la
llo de Mata, la solicitud de información fue denegada relación con el mar que caracteriza a una ciudad por-
indicando que los datos no son de acceso público. tuaria. El discurso museístico de La Casa de Colón
Los de la Cueva Pintada de Gáldar están disponibles gira en torno a la relación de Canarias y América du-
en su página web. Para el Museo Canario y el Centro rante la Edad Moderna, con el factor mediático que
de Interpretación de Guayadeque se ha realizado una añade la figura histórica de Cristóbal Colón. Los dos
petición expresa por correo electrónico. En el caso restantes presentan aspectos sobre la historia de los
del Maipés, el Cenobio, Arteara y la Cañada de los respectivos pueblos complementando sus discursos
Gatos, debido a su condición de gestión privada, los con aspectos etnográficos de ámbito local.
datos fueron solicitados directamente a la empresa En cuanto a la temática de “Mundo Aborigen”
que tiene reservados los derechos de explotación por componen el subgrupo el Museo Canario, cuyo dis-
concesión pública, Arqueocanaria S.L. Finalmente, curso se centra en aspectos históricos exclusivamente
con La Fortaleza sucede algo similar al caso del Cas- relativos al periodo previo a la conquista castellana de
tillo de Mata, y es que apenas ha transcurrido más de la isla, los yacimientos arqueológicos musealizados;
un año desde su puesta en marcha. Cenobio de Valerón, Maipés de Agaete, Necrópolis
de Arteara y Cañada de los Gatos; y los centros de
4. Análisis de resultados interpretación de Guayadeque y del Roque Bentayga.
El último de todos, la Fortaleza, tiene el yacimien-
De acuerdo con el objetivo planteado, la meto- to arqueológico habilitado para la visita y además
dología empleada en este trabajo se basa en el estu- cuenta con un centro de interpretación en el entorno
dio comparativo de las variables seleccionadas, aten- inmediato al mismo. Finalmente, el Museo y Parque
diendo a las diferencias existentes entre los espacios Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar presenta la
pertenecientes a los dos subgrupos que componen la característica singular dentro de esta categoría, es el
muestra. Para ello, se ha contemplado la relación de único espacio que incluye algunos aspectos históri-
4.3. Distribución de visitantes por origen Maipés de Agaete, con la segunda cifra más baja de
la muestra (39%), es visitado mayoritariamente por
La distribución en función del origen de los vi- canarios y peninsulares.
sitantes distingue entre Canarias, resto del territorio Un aspecto destacable que afecta a la totalidad
nacional e internacional. En términos generales, se de la muestra es la baja afluencia de visitantes nacio-
aprecia una cierta desigualdad favorable a los visitan- nales procedentes de la península ibérica. De media,
tes de procedencia extranjera (Fig. 4). De media, este suponen menos del 13% de los visitantes, y si bien es
colectivo, supone hasta un 60% del total de las visitas, cierto que en algunos centros la cifra es similar a la de
frente al 27% de visitantes residentes en las islas y el visitantes canarios, como en el Museo de Agüimes,
13% restante proveniente del territorio peninsular. Guayadeque o el Cenobio, en el resto de los casos
Al distinguir, en función de la temática, la pro- supone una cantidad muy baja en comparación con
porción media de visitantes extranjeros, se aprecia los otros dos focos de procedencia.
una similitud con respecto a la idea anterior, al ser el
colectivo con mayor afluencia tanto en “Mundo Abo- 5. Conclusiones
rigen” como en los de Historia Moderna. Sin embar-
go, al profundizar en esta línea de análisis, se revela la En el presente trabajo se aborda el estudio de los
ausencia de un patrón característico. Se aprecia una centros histórico-culturales en Gran Canaria, desde
disparidad relativa de las cifras mínimas y máximas de la perspectiva del turismo cultural. En este sentido,
turistas en función de su origen. En el caso de los dos partiendo de la separación en dos subgrupos, “Mun-
ejemplos del subgrupo de Historia Moderna, el Mu- do Aborigen” y de Historia Moderna, el estudio se
seo de Agüimes y la Casa de Colón, los extranjeros centra el análisis del número de centros y horarios de
representan una parte muy importante, especialmen- apertura; y las cifras y datos sobre procedencia de los
te en el primero, donde suponen el 75% del total de visitantes.
visitantes. En primer lugar, en cuanto a la oferta de espa-
En cuanto a los de Mundo Aborigen, las des- cios histórico-culturales, se puede afirmar que existe
igualdades son más acentuadas al detectarse los casos una disimetría favorable al “Mundo Aborigen”. En
de mayor y menor dependencia del turismo extranje- este subgrupo hay un total de 9 espacios frente a los
ro de toda la muestra. La Cañada de los Gatos, situada 4 relativos a Historia Moderna. Además, de estos últi-
en la zona sur-este de la localidad turística de Mogán, mos, 2 están relacionados con la historia local de sus
registró una cifra superior al 80% de visitantes proce- respectivos pueblos, y el más importante, la Casa de
dentes del extranjero. La Necrópolis de Arteara, tam- Colón, no trata aspectos exclusivos sobre la Historia
bién en la vertiente sur de la isla, presenta números de Canarias, sino que está enfocado desde la relación
muy similares (79%). El caso opuesto es el del Museo de Cristóbal Colón con el archipiélago.
Canario, en pleno casco histórico de Las Palmas de A la hora de estudiar las diferencias en cuanto
Gran Canaria, para el que los turistas internacionales a los horarios de apertura, el reducido tamaño de la
suponen un 33% de sus visitantes. Este último dato muestra hace que dichas diferencias no puedan ser
merece especial atención, ya que no sólo se trata de consideradas como representativas. A grandes rasgos
la cifra más baja de toda la muestra, sino que es muy se puede hablar de la existencia de una ventana tem-
inferior al de la Casa de Colón, que está situado en poral de mayor tamaño para visitar los espacios del
la misma zona de la ciudad, a escasos cinco minutos “Mundo Aborigen”, tanto por el número de horas a
andando. La Casa de Colón y la Cueva Pintada son los la semana como por los días de apertura al año.
que presentan cifras más equilibradas, con un reparto El análisis del número de visitantes en 2015
casi igualitario de los visitantes extranjeros y nacio- revela la existencia de un interés similar en las dos
nales. En el caso de la Casa de Colón, la suma de las temáticas, si se considera la cifra de manera agrega-
tres partes no supone el 100% por no haber podido da. En cuanto a la procedencia de los visitantes, los
asignar con certeza parte de los visitantes a una de las extranjeros son el colectivo que más interés muestra,
tres categorías. seguido de los habitantes de la comunidad autónoma
De los centros restantes, 2 de ellos tienen una y finalmente, los turistas procedentes de la península,
alta dependencia de turistas extranjeros en el cóm- que son el colectivo al que menos se ha conseguido
puto de visitantes, el Centro de Interpretación de atraer. Por otro lado, se puede observar una relación
Guayadeque y el Cenobio de Valerón, y el último, el entre la distancia de los diferentes espacios desde los
dos grandes enclaves turísticos de la isla, la capital en Cuadernos Solidarios, 9. pp. 361-380.
el noreste y la zona de Maspalomas en el sur, y la El Diario Canariasahora., 2016. El Museo Cana-
proporción de visitantes según la procedencia. En los rio en 2019: espacios diáfanos y salas renova-
yacimientos más cercanos a la zona sur son los ex- das. http://www.eldiario.es/canariasahora/
tranjeros los que más presencia tienen en las cifras de sociedad/Museo-Canario-renovadas-Gran-Cana-
visitas, mientras que en los que en el resto de espacios ria_0_520748091.html (acceso 03.10.2016).
las proporciones parecen más equilibradas. Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico
La elaboración del presente trabajo ha contado de Canarias. (BOIC de 24 de marzo de 1999)
con una limitación derivada de la imposibilidad de
Martín Piñol, C., 2011. Los “paramuseos”, un fenó-
acceder a los datos sobre visitantes para todos los
meno de cambio de milenio. Didáctica de las cien-
centros existentes, y como se indicó previamente, no cias experimentales y sociales 25, 117-130.
todos los centros presentan las cifras con el mismo
nivel de detalle. Esto, sumado a la posibilidad de am- Ministerio de Educación Cultura y Deportes http://
pliar el estudio a otras islas, constituye una posible www.mecd.gob.es/servicios-al-ciudadano-mecd/
estadisticas/cultura/mc/em/ano-2014.html (ac-
extensión del trabajo.
ceso 20.05.2016)
En cualquier caso, en base a lo observado en el
presente estudio, es evidente la potencial oferta de tu- Patronato de Turismo del Cabildo de Gran Canaria,
rismo cultural que la isla de Gran Canaria presenta http://www.grancanaria.com/patronato_turis-
como un complemento a la tradicional de sol y playa. mo/ (acceso 05.10.2016)
Las cifras son ilustrativas y se detectan ciertos pun- Pérez-Juez Gil, A., 2006. Gestión del Patrimonio Ar-
tos débiles en los que se debería hacer hincapié en lo queológico, Ariel. Barcelona.
sucesivo, como por ejemplo la baja afluencia de visi- Polak, G. 2012. Centros de interpretación y valoriza-
tantes peninsulares a este tipo de espacios culturales ción del patrimonio arqueológico. De Parcs Cana-
y de ocio. dá (Ontario, Canadá) a las Columnas de Hércules
(Cádiz, España). En: Blánquez Pérez, J., Pérez,
Referencias S.C., Roldán Gómez, L., Bernedo, P, Sanfuentes,
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Asensio, M., 1999. Los conocimientos sobre cómo Ramos Lizana, M., 2007. El turismo cultural, los mu-
transmitir conocimientos llegan a ser tan impor- seos y su planificación, Trea, Gijón.
tantes como los conocimientos en sí mismos. Onrubia Pintado, J., Rodríguez Santana, C.G., Sáe-
Cuadernos de Asociacionismo y Voluntariado nz Sagasti, J.I., González Marrero, M.d.C., Olmo
Cultural 1, 24-35. Canales, S., 1998. Los Materiales Arqueológicos
Asensio, M., Pol, E., y Gomis, M., 2001. Estudios de “Históricos” de la Cueva Pintada de Gáldar (Gran
público, evaluación de exposiciones y programas y Canaria). Una primera aproximación al contexto
diseño de áreas expositivas en el Museu Marítim. de las series coloniales bajomedievales y moder-
Drassana. Revista del Museu Marítim 9, 18-31. nas (S. XV-XVI). Coloquios de Historia Canario
Americana 12, 643-674.
Blánquez Pérez, J., Pérez, S.C., y Roldán Gómez, L.,
2012. Un largo camino andado y tanto, todavía, Verdugo Santos, J., 2005. El territorio como funda-
por investigar. en Blánquez Pérez, J., Pérez, S.C., mento de una nueva retórica de los bienes cultu-
Roldán Gómez, L., Bernedo, P. y Sanfuentes, O. rales. PH: Boletín del Instituto Andaluz del Patri-
(Coords.): Ensayos en torno al Patrimonio Cultu- monio Histórico. 13(53), 94-105.
ral y al Desarrollo Sostenible en Chile y España.
1
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. C/ Francisco Tomás y Valiente, 1. Ciudad
Universitaria de Cantoblanco, Ctra. Colmenar, Km.15. 2804V9 Madrid, España. ele.sanz@titulado.uam.es
33
Elena Sanz Salas
Figura 1. Vista panorámica de Cadalso de los Vidrios y el piedemonte de la Sierra de Gredos desde Peña Muñana. ©E. Sanz Salas 2014.
cionamiento de los museos; ha de ser el eje en torno se ubican en el entorno del municipio – Necrópolis
al cual gire la dinámica interna y se fundamente su rupestres de Prado Porrilla, Medialegua, las tumbas
significado en la sociedad actual. del Rey Moro o la de Gregorio el periodista (ss. IX-X)
Es precisamente gracias a este cambio del mode- y las Cuevas del Pilar (s. XIX) – (Crespo Fernández,
lo de transmisión del conocimiento y del pensamien- 2012: 199-211). De entre ellos, destacar el yacimiento
to museográfico que hoy planteamos la creación de de “La Mezquita”, iglesia románico- mudéjar (ss. XII-
un centro de interpretación que vaya mucho más allá XII), incluido dentro del Plan de Yacimientos Visita-
de sus muros y que sirva como canalizador de las dife- bles de la Comunidad de Madrid desde el año 2004
rentes actividades didácticas que nos ayuden a poner por su especial singularidad (Consuegra y Contreras,
en valor nuestro patrimonio; haciéndolo accesible y 1993, 1995; Cubero Dabrío y Salvador Ibáñez 1994;
entendible para toda la sociedad. Ruiz- Gálvez et al., 1995; Benito- López et al., 1995,
1996, 1999; Crespo Fernández, 2011a, 2011b, 2012;
2. Cadalso de los Vidrios: puerta al piede- Acebo Pérez, 2013; Tirapu de Goñi, 2013; Arribas
monte de la sierra de Gredos. Álvarez, 2014).
Cuenta, además, con un entorno natural único
Cadalso de los Vidrios es un municipio madrile- tanto por su diversidad vegetal como por estar inclui-
ño de la Sierra Oeste que se encuentra situado a tan do dentro de una Zona de Especial Protección para
sólo 75 km de la capital y a una distancia similar de las Aves (ZEPA) para la conservación de diversas es-
Ávila y Toledo. Esta localidad cuenta con una gran pecies singulares. Destaca, también, su rico paisaje de
entidad natural, histórica y arqueológica que requiere montaña que nos permite contemplar –desde el pico
de una atención patrimonial monográfica. Prueba de central de su emblemática Peña Muñana (1044 m.) –
ello son sus cinco Bienes de Interés Cultural declara- una panorámica única que hace de este lugar la puerta
dos: Palacio de Villena (s. XV), Jardín existente en el del piedemonte de la sierra de Gredos (Fig. 1).
Palacio de Cadalso de los Vidrios (s. XV-XVI), Recin- Tanto su proximidad con la capital como la ri-
to fortificado de Cadalso de los Vidrios (s. XIV), Peña queza de su entorno han hecho que las visitas turís-
Muñana (s. X) y el Conjunto formado por los jardi- ticas hayan aumentado de manera significativa. Sin
nes colindantes al Palacio del Marqués de Villena y las embargo, no existe en el municipio un equipamiento
terrazas, escalera, estanque y fuente (s. XV). A ellos cultural capaz de dar respuesta a la nueva demanda
habríamos de sumar uno más en trámite: la Iglesia turística que se están dando en esta localidad (Fig. 2) y
de nuestra Señora de la Asunción (s. XVI). Además, que, asimismo, permita poner en valor todos los bie-
hemos de añadir cinco yacimientos arqueológicos que nes anteriormente descritos.
Figura 2. Gráfica de visitas al municipio de Cadalso de los Vidrios. Fuente: Oficina de Turismo de Cadalso de los Vidrios © E. Sanz Salas 2016.
la creación centros de interpretación con un elevado crean identidad (Alonso Fernández, 2010: 233).
coste y una escasa proyección temporal. En el caso La educación patrimonial –museística deberá
que nos ocupa, se tratará de evitar este problema me- entenderse como una necesidad cuyos objetivos y fi-
diante un estudio de público que nos permita ver su nalidades se basen en dar a conocer el patrimonio a
viabilidad y gracias a un proyecto museográfico sos- la población en general, concienciar para contribuir a
tenible que utilice materiales de calidad que huyan de su preservación y, por último, proporcionar a la po-
la rápida obsolescencia gracias a una alta durabilidad blación el goce de la contemplación y comprensión
y que sean fácilmente sustituibles en caso de daño o del valor y significado del patrimonio (Pastor Homs,
degradación. 2011: 44).
La planificación y ejecución de un museo es una
4. Pedagogía y didáctica del centro de inter- tarea que incluye a diferentes profesionales de ámbi-
pretación. tos muy variados. En algunas ocasiones, los principa-
les organizadores de las exposiciones acaban por per-
Una de las tareas más importantes de los mu- derse en aspectos más estéticos y/ o de conservación
seos y los centros de interpretación del siglo XXI es del patrimonio que de carácter educativo (Santacana i
la función educativa. Ésta ha de ser prioritaria en el Mestre y Serrat Antolí, 2011). Es por ello por lo que
funcionamiento y organización de estas instituciones, Pastor Homs (2011: 61-63) plantea la creación de tres
siendo el eje en torno al cual gire su dinámica interna áreas profesionales específicas dentro de lo que con-
y se fundamente su significado por y para la socie- sistiría el departamento de educación de un museo:
dad. Con el paso del tiempo, el concepto de educa- el grupo informativo, integrado por los especialistas
ción se ha ampliado mucho. Éste ya no se encuentra en la materia que proporcionan la información a los
exclusivamente en las aulas, lo que se conoce como educadores; el grupo de educadores, integrados por
sector “formal” de la educación, sino que va mucho profesionales en pedagogía y museística y, por últi-
más allá y se traslada a los museos; donde tiene lugar mo, el grupo diseñador, el encargado de plasmar de
la educación “no formal” (Ballart Hernández, 2008; una manera estéticamente agradable las exposiciones
Pastor Homs, 2011; Sabaté Navarro y Gort Riera, y programas educativos.
2012). Desde el ámbito de la educación “no formal” En cuanto a las funciones del departamento de
podemos acercarnos a una serie de destinatarios mu- educadores, la misma autora, enuncia como propias
cho más amplio. Para todos ellos los museos reali- las tareas de investigar en pedagogía museística y di-
zan programas educativos diferentes destinados a sus señar la política educativa del museo, asesorar educa-
necesidades de aprendizaje, en función de su propia tivamente en el proceso de planificación y montaje,
experiencia escolar (Zubiaur Carreño, 2004; Pastor contribuir a la formación y desarrollo del personal
Homs, 2011; Carrillo Flores et al., 2011; Sabaté Nava- del museo y desarrollar procedimientos para el se-
rro y Gort Riera, 2012). guimiento y evaluación de los programas educativos
Los museos y centros de interpretación del siglo entre otros. Por método, lo ideal sería mantener un
XXI deberán ser espacios sociales que promocionen gabinete pedagógico permanente dedicado exclusiva-
el acercamiento de la educación y la cultura a toda a mente a nuestro centro de interpretación que planifi-
la comunidad (Domínguez Arranz, 2003: 10). La de- que las actividades lúdico-educativas del mismo. Ante
fensa y promoción del patrimonio y la concepción de su inviabilidad, por ser completamente insostenible
los museos como centros de servicio público que fo- económicamente, este gabinete será sustituido por la
mentan la participación cultural, lúdica y científica ha colaboración de animadores socio-culturales y profe-
de ser garantía para que mujeres y hombres puedan sores de los colegios locales.
acceder, en condiciones de igualdad, a la cultura y a la Ahora bien, no podemos realizar nunca una bue-
educación, participando del conocimiento sobre los na pedagogía en nuestro centro de interpretación si
modelos de ciudadanía, derechos y deberes y las vir- no conocemos cómo son nuestros visitantes y qué es
tudes y valores que a lo largo de la historia se han ido lo que esperan obtener de su visita. Los estudios de
gestando (Zubiaur Carreño, 2004: 307; Carrillo Flores público (véase: Asensio Brouard, 1998, 2000; De las
et al., 2011: 161-164). Deben perfilarse y definirse en Nieves Sarno et al., 2000; Pérez Santos, 2008; De los
favor de su comunidad y entorno inmediato, colabo- Ángeles González et al, 2008) son absolutamente ne-
rando en el proceso de democratización del conoci- cesarios para conseguir los fines informativos, comu-
miento de la cultura, al mismo tiempo que vinculan y nicativos y formativos que se persiguen. Hay que co-
nocer los diferentes niveles de visitantes que tenemos fin de hacerla accesible y concienciar sobre la necesi-
en el museo para saber cómo orientar su aprendizaje. dad de proteger este espacio.
Existen, al menos, tres tipos de público: el público Por último, el quinto precepto se refiere a la
real, el público potencial y el no público. El primero apreciación de la singularidad de esta área de la Sierra
de ellos se refiere a aquellos que visitan el museo, el Oeste. Tanto el municipio de Cadalso de los Vidrios
segundo a aquellos que podrían llegar a visitar el cen- como de la sierra de Gredos son espacios únicos con
tro de forma ocasional y pueden llegar a considerar al un potencial natural y cultural enorme. Una vez que
museo dentro de su tiempo de ocio, mientras que el el público comience a entender este hecho serán ca-
no público son aquellos que ni siquiera tienen la in- paces de valorarlo y concienciarse de la importancia
tención de acercarse jamás por un museo. A ello, ten- de su conservación.
dremos que sumar los diferentes tipos de público en
relación con su edad, nivel formativo, intereses, etc. 6. Más allá de los muros: las actividades di-
(Domínguez Arranz, 2003: 6; Zubiaur Carreño, 2010: dácticas de un centro de interpretación.
313; Sabaté Navarro y Gort Riera, 2012: 31).
Gran parte de la vida de un centro de interpre-
5. Preceptos pedagógicos. tación reside en su función social. Es por ello por lo
que es necesario que estos equipamientos vayan más
Una vez hemos trazado unas líneas básicas so- allá de sus propios muros y sean parte de la comuni-
bre pedagogía, hemos de referirnos a cuáles serán los dad en la que se integran. Es fundamental que dentro
preceptos pedagógicos básicos sobre los que orbita- de la planificación del centro sean incluidas diferentes
rán tanto los recursos museísticos del propio centro actividades pedagógico-divulgativas que nos permita
como las actividades lúdico-educativas que de él se poner en valor el patrimonio.
deriven. Por ello, se comenzarán a realizar rutas turístico
El primer precepto es la concienciación sobre la –culturales guiadas, a cambio de un donativo, en el
importancia del patrimonio. El fin último del centro propio municipio y sus alrededores que, de manera
de interpretación es conseguir que tanto los habitan- sostenible, inviten al entendimiento de los conceptos
tes del municipio como todo aquel que venga de fuera del centro de interpretación (Fig. 4). Estas rutas faci-
entienda la importancia de nuestro patrimonio y el litarán la realización de diferentes jornadas de puertas
importante papel que todos y cada uno de nosotros
jugamos en su conservación.
El segundo de ellos, afirma que es fundamen-
tal incidir en el entendimiento de las poblaciones del
pasado. Si no somos capaces de entender a quienes
nos precedieron en el tiempo, difícilmente seremos
capaces de concienciarnos sobre la importancia de
nuestro pasado.
El tercer precepto pedagógico es el conocimien-
to de las costumbres populares y oficios del pasado.
El patrimonio inmaterial es uno de los más sensi-
bles y que con mayor facilidad pueden ser relegados
al olvido y la desaparición. Este tipo de patrimonio
es especialmente válido para la creación de un senti-
do identitario, social y de comunidad que permita el
cumplimiento de los fines sociales que corresponden
a las instituciones museísticas.
El cuarto de los cinco preceptos, nos indica que
es primordial incidir en el aprendizaje sobre el entor-
no natural de la Sierra de Gredos. La singularidad cli-
mática y de especies que se concentra en este sistema
montañoso es única en toda la Península. Nuestro Figura 4. Visita guiada al yacimiento “La Mezquita” © Excmo. Ayunta-
objetivo es acercar a los visitantes esta riqueza con el miento de Cadalso de los Vidrios 2016.
abiertas para que los visitantes puedan acceder a gran mita hacer de este centro un ente sostenible, social
parte del patrimonio cultural de Cadalso de los Vi- y económico, que refleje la situación del municipio.
drios que hoy se encuentran en manos particulares e Paralelamente se creará un proyecto de gestión inter-
invisibles para el público. Los guías serán, en la medi- municipal que intente aunar voluntades de progreso
da de lo posible, los propios poseedores del bien. De social. Para ello, será necesaria la creación de un ente
esta forma, se les implicará de manera directa en la gestor que coordine todas las actividades.
protección y difusión del patrimonio. Por otro lado, asociados a la difusión del patri-
Otras de las actividades que queremos destacar monio cultural y natural, se encuadrará la creación de
son los talleres didácticos –formativos adaptados a una página web que actúe como carta de presentación
todo tipo de público. Para ello, se llevarán a cabo di- para quienes vayan a visitar el centro. Además, se tra-
versos talleres de especialización en artesanía de vi- tará de fomentar el uso de las redes sociales en tareas
drio, cantería –ambos oficios tradicionales en el mu- de difusión.
nicipio –y textil. Con ello, lo que se pretende es tanto Por último, se llevará a cabo un proyecto de recu-
facilitar la enseñanza de estos oficios tradicionales peración de la memoria oral del municipio que com-
en vías de desaparición como favorecer la creación plemente los, por ahora, escasos datos bibliográficos
de empleo directo e indirecto dentro del municipio que conservamos sobre la historia de Cadalso de los
a través de estrategias de desarrollo rural sostenible. Vidrios. Esa historia reside en la memoria de las per-
A su vez, uno de los talleres con mejor acogida es el sonas de avanzada edad del municipio. Así pues, se
conocido como “arqueólogo por un día” en los que procederá a la grabación, en vídeo o audio, del mayor
adultos y escolares pueden conocer de primera mano número de testimonios posibles en relación a unas
en qué consiste la metodología arqueológica. preguntas preestablecidas; creándose una base de da-
Por otro lado, encontramos los cursos de forma- tos documental de incalculable valor.
ción y los campos de trabajo arqueológico. Los pri-
meros tienen como característica principal una mayor 7. Conclusiones
amplitud de temas culturales o naturales, mientras
que los segundos son más específicos de la arqueolo- A través de este artículo hemos tratado de
gía. Todos ellos representan una ayuda a la formación realizar un esbozo sobre un caso particular, el de
de personas especialistas y de aquellos considerados Cadalso de los Vidrios, en el que podemos apreciar
como “aficionados”. Además, los campos de traba- un gran potencial cultural, patrimonial y natural. Sin
jo permitirán un mayor avance en las investigaciones embargo, no existen equipamientos culturales apro-
científicas. piados para poner en valor todo este patrimonio. Por
Junto a estas actividades, se desarrollarán otras a ello proponemos la creación de un centro de interpre-
más largo plazo. Entre ellas se encontraría la creación tación como espacio para la divulgación patrimonial
de diferentes ciclos de conferencias que crearían un y la canalización de las diferentes actividades didác-
espacio para el debate y diálogo sobre temas de inte- ticas y talleres que de él se deriven. A través de este
rés cultural. Éstas se llevarían a cabo por especialistas centro, se conseguirá la transmisión del conocimiento
de diferentes campos de estudios; quienes realizarán científico necesaria para conseguir la concienciación
una inestimable labor de transmisión del conocimien- social hacia la conservación del patrimonio mediante
to. Del mismo modo, se crearían publicaciones pe- una pedagogía y didáctica actuales basadas en cinco
riódicas asociadas a estas conferencias junto con re- principios pedagógicos; concienciación sobre la im-
ediciones de publicaciones pasadas relacionadas con portancia del patrimonio, entendimiento de las pobla-
aspectos cultuales de Cadalso de los Vidrios. ciones del pasado, conocimiento de las costumbres
En innumerables ocasiones, los visitantes de los del pasado, aprendizaje sobre el entorno natural de la
centros de interpretación quieren llevarse un recuer- Sierra de Gredos y apreciación de su singularidad.
do físico de su visita. Por ello, se creará una línea de Como hemos podido comprobar a lo largo de
productos –souvenirs –y réplicas en resinas o plástico este artículo, existe un amplio abanico de posibles ac-
asociadas a los materiales que se expondrán en el pro- tividades didácticas que facilitarían la función social
pio centro. De este modo, se podrán destinar parte de del centro de interpretación y su interrelación con la
los fondos a la ejecución de todas estas actividades. comunidad que le rodea. De este modo, yendo más
Quizá a mayor largo plazo que las anteriores, en- allá de los muros del centro de interpretación, con-
contramos la creación de un Plan Director que per- seguiremos hacer accesible, entendible y sostenible
nuestro patrimonio para conseguir concienciar a la Benito- López, J. E., García Valero, M. A., Garrido
población sobre la importancia de su conservación Pena, R., y Muñoz López-Astilleros, K. 1996: Ex-
para las generaciones futuras. cavación arqueológica en la necrópolis medieval
de “La Mezquita”. Revista de Arqueología, Año
XVII, 180, 52-55.
Agradecimientos
Benito- López, J. E., García Valero, M. A., Garrido
Quisiera agradecer su inestimable colaboración Pena, R., y Muñoz López-Astilleros, K. 1999:
al Excmo. Ayuntamiento de Cadalso de los Vidrios Aportación al estudio de las necrópolis medieva-
al facilitarme siempre los datos necesarios para mis les en la meseta: “La Mezquita” (Cadalso de los
investigaciones durante estos años. También a Juan Vidrios, Madrid). II Congreso de Arqueología pe-
ninsular: Zamora, del 24 al 27 de septiembre 1996,
Blánquez Pérez, Catedrático de Arqueología de la 561-566.
Universidad Autónoma de Madrid, por ayudarme du-
rante estos años y por animarme a que continuase in- Carrillo Flores, I.; Collelldemont Pujadas, E.; Martí
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Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. Edificio
Interfacultativo, Avda. Los Castros, 52. 39005 Santander, España. javirosantos@gmail.com
41
Francisco Javier Rodríguez-Santos
importante y variado registro de evidencias arqueoló- 1997). Además, se han identificado varias estructuras
gicas de época prehispánica, entre los que se destacan funerarias tumulares y cazoletas asociadas a rituales
los grabados podomorfos (Fig. 3) de las cotas altas (Giráldez, 2007, 2017). Por otra parte, se han relacio-
y medias de montaña, cuyo número y diversidad de nado con los llamados «efequenes», lugares en donde
motivos no encuentra parangón en el resto del archi- se llevaban a cabo celebraciones simbólico-rituales
piélago canario (Tejera, 1999). Así mismo, en diferen- (Tejera, et al., 2008). En las cercanías de la montaña se
tes partes de la cima de la montaña se puede consta- pueden apreciar un buen número, algunos de grandes
tar la presencia de fragmentos de material cerámico, dimensiones, estando relacionados con el carácter sa-
óseo, malacológico y lítico (Perera et al., 1996). Por grado de la montaña. Sin embargo, esta identificación
otra parte, en las zonas medias y bajas de la montaña se ha puesto en duda (Lecuona y Atoche, 2008), pues
se han localizado multitud de restos arqueológicos, no han sido excavadas. Esta atribución funcional de
mientras que en la base se ha registrado la presencia las estructuras vendría dada por los hallazgos reali-
de tres concentraciones significativas asociadas a sen- zados por lugareños y los derivados de las diversas
dos yacimientos arqueológicos (Perera et al., 1996; Gi- prospecciones arqueológicas sobre el terreno.
ráldez, 2007). De ellos, destacamos la Majada de los Por lo que se refiere a los grabados, como se ha
Negrines (Perrera, 1997; Farugia, 2015). Este último señalado, domina un tema, los podomorfos. Su repre-
espacio fue afectado por la actividad de las canteras sentación se repite constantemente, formando pare-
a través de las que se extraía la traquita hasta la déca- jas, tríos y, a veces, grupos de cinco, seis, siete o más
da de los años 90 del siglo XX (Giráldez, 2007). El representaciones (Fig. 3) (Carreño, 1979). F. Álamo,
enclave del norte se caracteriza por conservar diver- quien realizó una “Prospección Arqueológica sin son-
sas estructuras habitacionales de piedra seca, dos de deos en la Montaña Sagrada de Tindaya”, localizó y
considerables dimensiones, con planta de tendencia georreferenció 82 paneles y más de 300 grabados en
oval y construidas mediante piedras hincadas (Perera, 2007, tanto podomorfos por piqueteado como linea-
Figura 2. Esquema ilustrativo del proyecto Chillida para la montaña de Tindaya (imagen: blog-arquitectura.blogspot.com).
les por abrasión. Por su parte, Giráldez (2007) habla vino (desde mediados del siglo XVI hasta el siglo
de 290 grabados distribuidos en 60 paneles. Por lo XVII). Fruto de estos cultivos, de posterior introduc-
que se refiere a los podomorfos, su número también ción de la papa y el maíz en el siglo XVIII, así como
varía en las fuentes, 213 distribuidos en 57 paneles de la tunera para la explotación intensiva de la cochi-
(Perera et al., 1996) o 217 repartidos en 52 paneles nilla en el siglo XIX, se desarrolló un sistema para
(Perrera, 1997), a los que habría que sumar 29 podo- el aprovechamiento de las aguas torrenciales, las «ga-
morfos asociados a 7 paneles muebles, descritos por vias» (Perdomo, 2002). Estas estructuras de inunda-
Cortés (1987), que habrían desaparecido a mediados ción de los terrenos y los corrales para el encierre de
de la década de los 90 (Perrera et al., 1996, Perera, la cabaña caprina, tan representativa de la isla, pueden
1997). Así mismo, no hay que descartar que este nú- documentarse en las cercanías de la montaña (Perera
mero pueda haber aumentado. Estas divergencias han et al., 1996).
de ser asociadas a una ausencia de sistematizaciones Por otra parte, en el Llano del Esquinzo pode-
claras y precisas de estos motivos, lo que lleva a aunar mos encontrar un «jameo» (cueva natural) denomina-
bajo el término de podomorfo formas muy dispares do el «Bailadero de las Brujas», donde se realizaban
(Soler, 2005), así como a la carencia de sistemas de bailes y festejos nocturnos con connotaciones «pa-
referencia geométricos precisos. ganas». En su interior también se han documentado
Los grabados podomorfos fueron realizados materiales prehispánicos. Por otra parte, al exterior de
mediante piqueteado, con diferentes acabados. Las la cueva se encuentra un terreno «allanado» conocido
líneas incisas sólo se han constatado en el panel 51, como el «Bailadero de los Pastores», lugar al que ni-
donde se perfila el trazo, encima del surco picado ños y niñas acudían para aprender a bailar (Perera et
(Perera et al., 1996). Muchos de ellos han sido afec- al., 1996) Así mismo, también hay restos de una serie
tados por los agentes erosivos naturales (Fig. 3). Otra de hornos cerámicos al exterior de la cueva. Final-
cuestión, nada desdeñable, es que la mayor parte de mente, hay que destacar los múltiples «escondrijos»
los podomorfos se orientan a poniente, hacia el Teide pastoriles en los llanos cercanos, tanto aborígenes
(Tenerife) y el Pico de las Nieves (Gran Canaria) (Pe- como populares, con cerámicas, materiales líticos, etc.
rera, 1997), lo cual enlazaría con lo propuesto por A. (Perera et al., 1996), al estilo de los que se encuen-
Tejera (1991), quien considera que ciertas montañas tran en Las Cañadas del Teide (Tenerife) (González
de las islas, de aspecto y localización singular, pudie- y del Arco, 2001). Estos aspectos de la idiosincrasia
ron actuar como axis mundi en la cosmología de cada popular, como otros muchos merecen la pena ser res-
una de las sociedades prehispánicas del Archipiélago, catados y valorados, ya que la actividad turística y el
sugiriendo que estuvieron dotadas de un carácter má- enorme crecimiento vegetativo han hecho olvidar los
gico-ritual condicionantes climáticos, la emigración (González
Morales, 1989) y la mentalidad rural documentada,
3.2. Tindaya: identidad y cultura popular incluso, desde la etnografía.
Figura 3. Panel con un conjunto de 8 podomorfos, varios de ellos muestran un alto grado de alteración natural (imagen: diario.es).
a través de las cuales se iluminaría la cavidad con la públicas asciende hasta casi 26 millones de euros (La-
luz natural procedente del sol y la luna. Tendrían una chica, 2016).
longitud aproximada de 25 metros desde la parte su- La montaña ha estado durante décadas en el
perior de la cámara hasta la cima de la montaña, una punto de mira, en gran medida, por las corruptelas
en la vertiente norte y otra en la sur. político-administrativas asociadas a su gestión, pues
se ha intentado por otras vías, en este caso la artísti-
5. Tindaya, un litigio interminable co-cultural y turística, buscar soluciones a la paraliza-
ción de la actividad de extracción mineral de las can-
El caso Tindaya es el «affaire» patrimonial cana- teras. Empresas como Cabo Verde S.L., encargada de
rio por excelencia, un proyecto monumental, que ha la extracción de traquita antes del cese de la actividad
contado siempre con el empuje de la administración de las canteras en la década de los años 90, han reci-
política, embutido en una montaña de la que Chilli- bido cuantiosas concesiones públicas que han veni-
da no tenía constancia cuando esbozó su propósito do a aliviar su maltrecha situación económica (Mesa,
artístico en 1987 (Novales, 1997). Uno de los prin- 2013). La solución al problema que se presentaba en
cipales intereses de este entorno, además de la espe- este entorno protegido ha sido boicotear legalmen-
culación en sí misma, es el enorme valor económico te las figuras de protección de la montaña (Giráldez,
de la traquita, mineral del que se compone mayori- 2007). Todo ello, ha sido sustentado hábilmente en
tariamente la montaña y que es destinado frecuente- el atractivo turístico que tendría el monumento, para
mente a la ornamentación de edificios (Perera, 1997). así tamizar de forma mediática el trato que recibe la
El despropósito es tal que se adjudicaron 12 millones montaña y su patrimonio.
de euros a la UTE (unión temporal de empresas) en- Así, Tindaya ha sido testigo de confrontaciones
cargada de desarrollar el proyecto (Montero, 2012), entre la administración y ciudadanos, arqueólogos,
la cual dilapidó dicha cantidad en estudios geotécni- geólogos, ecologistas, etc., desde la década de los años
cos, «sin mover una sola piedra». En la actualidad, se 80, antes de anunciarse la intención de llevar a cabo
estima que el desembolso de dinero en concesiones el proyecto de Chillida (Giráldez, 2007). En 1996,
los colectivos enunciados formalizaron una serie de ción de Nueva Delhi de 1956, donde se estiman y
denuncias en relación al proyecto de Chillida, recal- consideran una serie de puntos que para nada se han
cando que no deja de ser una respuesta al cese de la respetado en el caso de Tindaya: 1.- «La más segura
actividad de las canteras en un entorno que aglutina garantía existente para conservar los monumentos y
múltiples figuras de protección (Menéndez, 1996). En las obras del pasado reside en el respeto y estimación
este sentido, las reclamaciones surtieron efecto, pues que por ellos sientan los pueblos […]»; 2.- «Los sen-
un año después se detectaron irregularidades en la timientos inspirados por la contemplación y el cono-
compra de las canteras. Chillida, por su parte, anunció cimiento de las obras del pasado pueden facilitar en
el abandono del proyecto, debido a las protestas de gran manera la comprensión mutua de los pueblos
arqueólogos, geólogos y grupos ecologistas, aunque […]»; 3.- «[…] que las autoridades nacionales encar-
rápidamente retomaría su interés por desarrollarlo gadas de la protección del patrimonio arqueológico
(Menéndez, 2011). se inspiren en ciertos principios comunes, ya experi-
La respuesta no se hizo esperar, en 1997, el Go- mentados y puestos en práctica […]».
bierno de Canarias lanzó un concurso internacional En el caso de Tindaya representa una especie de
para la construcción del monumento y en 1998 ad- «gentrificación» de la montaña. Es decir, bajo el clá-
judicó las obras (Menéndez, 2011). Pese a la muerte sico pretexto de la oferta turística, amparada en este
de Chillida en el año 2002, el Gobierno de Canarias caso por la creación de un monumento majestuoso,
continuó con su intención de dar vida al proyecto del se pretende mejorar y ampliar la oferta cultural de la
fenecido artista vasco. En 2008, el consejero de Me- isla de Fuerteventura, tradicionalmente vinculada al
dio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobier- sol y la playa. Sin embargo, lo que transciende tras el
no de Canarias anunció que el inicio de las obras el paraguas mediático, son los para nada nuevos hábitos
renombrado como «Monumento a la Tolerancia» en especulativos, desfalcadores y clientelares de la clase
2009 (Menéndez, 2008). No obstante, en 2010, esta política canaria.
iniciativa fue frenada por el Defensor del pueblo ante Desde principios de la década de los 90 hasta la
los cuestionables estudios geotécnicos y ambientales actualidad encontramos dos dimensiones, una social y
que abalaban el proyecto. otra política. La primera, a través de diferentes colec-
En 2014, el Gobierno de Canarias procedió a tivos, asociaciones y el apoyo general de la ciudadanía
la realizar una nueva delimitación del BIC (decreto ha mostrado su oposición a la consecución del monu-
108/2014, de 13 de noviembre). Este «nuevo mar- mento. Por otra parte, la segunda, ajena al valor y sig-
co de protección» solo engloba la zona arqueológica nificación de los bienes naturales y patrimoniales de
(mayor concentración de podomorfos) de la cima de Tindaya, así como a todas las figuras legales de pro-
la montaña, pero no las que se hallan en las zonas me- tección que han trampeado o modificado, ha insistido
dias y en la base de la montaña. De facto, asistimos a en embutir el «cubo» de Chillida en Tindaya. Además,
una recalificación de los terrenos de la montaña para como no podía ser otra manera, siempre enaltecien-
comenzar las obras. Sin embargo, ese mismo año Ben do las supuestas bondades y ventajas del proyecto en
Magec-Ecologistas logró que el Tribunal Superior de beneficio de la sociedad canaria. Nada más lejos de
Justicia de Canarias paralizara de nuevo el proyecto y la realidad. En suma, Tindaya es un referente natural
obligara al Ejecutivo a delimitar una zona de protec- y cultural defendido por la sociedad frente a quienes
ción de los restos arqueológicos acorde a la normativa ostentan su supuesta protección y puesta en valor.
vigente. Esta y otras plataformas, como ¡Tindaya no
se toca!, han logrado un enorme apoyo ciudadano,
que por enésima vez parece no importar a la clase po-
lítica, pues en la actualidad el Gobierno de Canarias y
el Cabildo de Fuerteventura pretenden volver a sacar
a concurso en 2017 las obras del «Monumento a la
Tolerancia», un nombre cuanto menos controvertido.
6. Conclusión
Andrea Aliperta1
1
DiDA – Dipartimento di Architettura, Universitá degli Studi di Firenze. Sede de Santa Verdiana, piazza Ghiberti 27,
50122 Firenze, Italia. andrea.aliperta@unifi.it
Palabras clave: Pinturas, Levantamiento Digital, Fotogra- En los últimos años las nuevas tecnologías apli-
metría Digital, Texturización. cadas en el campo del levantamiento y las nuevas
metodologías desarrolladas por medio de estas he-
Abstract rramientas innovadoras están cambiando la forma de
The presented study is related to the chamber 6 north enfrentarse al trabajo de documentación del patrimo-
in the structure 3E1 of the Acropolis of Chilonché (Pe- nio. En la ultima década una mayor difusión del uso
tén, Guatemala). de escáner láser y la vuelta a la utilización de la fo-
49
Andrea Aliperta
Figura 1. El Chilonché: a. Ubicación del sitio Arqueológico en el Petén Guatemalteco; b. Plano de la Acrópolis con la ubicación de la Sala de Pintu-
ras; c. Vista de la Acrópolis desde norte (Foto: R. Martínez, PLB 2015); d. Interno de la Sala de Pinturas (Foto: L. Gilabert, PLB 2015); e. Túneles de
saqueos (Foto G. Muñoz, PLB 2009).
se ha planeado una campaña de levantamiento foto- una de las cuatro paredes, el suelo y la banqueta, la
gramétrico. estructura que constituye la bóveda; todos estos ele-
mentos han sido unidos entre ellos con fotos de co-
2.2 Levantamiento fotogramétrico nexión y se han añadido a la toma general fotografías
de detalle de los glifos y de las zonas en mejor estado
Para la documentación de las pinturas ha sido de conservación.
necesario planear un proyecto de toma de datos que El levantamiento fotogramétrico ha sido llevado
se adaptara a la morfología de la sala. La toma foto- a cabo utilizando una cámara fotográfica reflex digital
gráfica ha sido dividida en diferentes grupos de foto- Canon EOS 70D con objetivo Canon ES-F 18-135
grafías considerando como elementos separados cada mm f/3.5-5.6 IS STM, y tomando un total de 305 fo-
tos en formado .CR2 (.RAW). A los diferentes grupos do la división de trabajo establecida en el proyecto de
de fotografías se han asociado 17 fotos de referencia toma de datos. Las dense cloud (nubes de puntos den-
que han sido tomadas incluyendo en la escena una sas) calculadas por separado han sido sucesivamente
carta de color tipo Color Checker®; el uso combi- alineadas entre ellas para obtener el modelo de nube
nado de esta herramienta con un formato del fichero de puntos completo (número de puntos 309.065.892)
sin compresión es indispensable para el control del (Fig. 2).
balance de blancos y para alcanzar una adecuada cali- Tal modelo ha sido posicionado en el sistema de
bración cromática (Cipriani y Fantini, 2015: 2-4). referencia global y puesto en la correcta escala utili-
Tras el balance de blanco de cada foto se ha zando puntos homólogos marcados tanto en la ma-
construido un primer modelo fotogramétrico a nube queta discontinua obtenida mediante escaneos láser,
de puntos con el uso de un software específico, siguien- como en las fotos mismas. Con la aplicación de un
Figura 2. Campaña de levantamiento digital: a. Escanéos de la Sala de Pinturas (Foto: R. Martínez, PLB 2015); c. Vista del conjunto de nubes de
puntos alineadas; c. El Color Checker®. Referencia cromática para el balance de blanco de las imágenes (Foto: A. Aliperta, PLB 2015); d. Un momento
de la campaña de levantamiento fotogramétrico (Foto: R. Martínez, PLB 2015); e. Nube de puntos dispersa y nube de puntos densa.
algoritmo de triangulación ha sido posible crear una El retopology permite obtener una maqueta 3D
maqueta 3D poligonal (Vidal et al., 2017: 280). con un número de polígonos mucho más contenido y
una estructura de la malla más ordenada, así que a la
3. El papel de la computación gráfica en la vez de resolver el problema del texturing la parametri-
representación de las pinturas zación del mapa UV resulte más controlable; además
un número menor de polígonos hace la maqueta mu-
En este caso de estudio, donde la calidad de la cho más ligera, agilizando el proceso de desarrollo del
textura tiene un papel significativo en la determina- mapa UV y los polígonos cuadrados, desarrollados
ción de la calidad global de una maqueta 3D, hay en el mismo mapa, se adaptan mejor a la proporción
que destacar que una correcta aplicación de la textura 1:1 de los pixeles que constituyen la textura misma
misma tiene un papel determinante para obtener re- (Merlo et al., 2013: 182-183).
sultados satisfactorios. El calco de la malla high-poly (número de polígo-
En cualquier maqueta 3D con cualquier tipo de nos: 1.526.929) ha sido desarrollado proyectando una
textura aplicado, el vínculo entre los datos cromáti- estructura en la que los polígonos cuadrados pudie-
cos (grabados en ficheros ráster) y la malla poligonal ran seguir la orientación y las direcciones principales
del modelo es la parametrización de los polígonos de las superficies que delimitan el Cuarto. La malla
en el espacio UV; dicha parametrización consiste en resultante, que consta de 13.580 polígonos, represen-
establecer una correspondencia biunívoca entre los ta la parte geométrica de las llamadas maquetas opti-
puntos del modelo (en el espacio {x, y, z}) y los pun- mizadas.
tos de un plano (expresados en coordenadas {u, v})
normalmente de proporción 1:1 (Piponi y Borshukov, 3.2 UV automatizada vs. UV manual
2000: 472).
Los algoritmos de cálculo encargados de co- Como ya se mencionó anteriormente, el espacio
dificar el color que se encuentran en los softwares de UV siempre tiene una forma cuadrada, por lo cual las
fotogrametría, aunque puedan realizar mapas UV de imágenes asociadas siempre tendrán un número de
maquetas con muchos polígonos (high-poly) de forma píxeles que se expresa en potencias de 2.
relativamente rápida y automática, no siempre pro- Dentro de este espacio los algoritmos de para-
porcionan una textura con características homogé- metrización automática presentes en los softwares de
neas en toda la superficie, ni ofrecen la posibilidad de fotogrametría distribuyen los polígonos según dife-
intervenir en la parametrización UV de forma manual rentes metodologías de proyección que, dependiendo
para mejorar la calidad. de la complejidad de la geometría desarrollada, pue-
Al contrario los softwares desarrollados en el mun- den ofrecer una distribución de las entidades geomé-
do del entretenimiento (creación de películas, video- tricas heterogénea y no conservar las proporciones
juegos, aplicaciones interactivas y de realidad aumen- entre ellas, generando una textura de calidad no uni-
tada), que en la mayoría de los casos no trabajan con forme.
maquetas de nubes de puntos y pueden gestionar solo La simplificación de la maqueta 3D, al contrario,
mallas con un número limitado de polígonos, ofrecen agiliza el trabajo del operador en el uso de las herra-
al usuario unas herramientas de control de la parame- mientas proporcionadas por aplicaciones específicas;
trización muy eficaces y que es posible utilizar para la construcción del mapa UV de forma manual se be-
mejorar la calidad de la textura del modelo (Verdiani neficia de la estructura quad-dominant para desarrollar
et al., 2011: 52-54; 73-78). los polígonos en el mapa UV y permite una parame-
trización en la que el espacio {u,v} es aprovechado
3.1 Retopology y desarrollo UV map de forma mejor, de manera que a las zonas de la ma-
queta donde se necesita más detalle, corresponda un
Por eso, a pesar de la maqueta inicial, se ha de- número de píxeles mayor respecto a las demás.
sarrollado una maqueta simplificada a través de una En este caso específico en la creación del mapa
operación llamada retopology, que consiste en un calco UV se ha dedicado una porción más amplia a las su-
de la malla poligonal de alta resolución (maqueta hi- perficies de las paredes del cuarto donde están la ma-
gh-poly exportada en formato .OBJ) con una estructu- yoría de las pinturas y de los glifos dejando menos
ra poligonal quad-dominant de menor resolución (low- pixeles a las zonas con menos detalle, como el suelo y
poly) y adherente a la malla original. la bóveda (Fig. 3).
Figura 3. El proceso de optimización: a. Maqueta 3D high-poly de la Sala de Pinturas; b. Maqueta 3D low-poly de la Sala de Pinturas; c. Herramientas
para el desarrollo del mapa UV; d. Indicación de la distorción póligonal proporcionada por los software de desarrollo del mapa UV: los polígonos
azules son los a que corresponde un numero di píxeles superior en respecto a lo que le correspondería en proporción a los polígonos rojos; e. Desa-
rrollo de Mapa UV proporcionado de forma automática por el software de fotogrametría utilizado; f. Mapa UV proporcionado de forma manual por
un usuario con el uso de herramientas específicas.
4. Conclusiones
pp. 1-16. Verdiani, G., Di Tondo, S., Fantini, F., Pucci, M., 2011.
Il ritorno all’immagine, nuove procedure image
Merlo, A., Aliperta, A., 2015. Levantamiento digital y
based per il Cultural Heritage. lulu.com.
modelación 3D, DIDA Extra, Firenze.
Vidal Lorenzo, C., Muñoz Cosme, G., 2015. La Sala
Merlo, A., Sánchez Belenguer, C., Vidal Vendrell, E.,
de las Pinturas de Chilonché y la Subestructura de
Fantini, F., Aliperta, A., 2013. 3D model visuali-
la Acrópolis de La Blanca (6J2 Sub.2): resultados
zation enhancements in real-time game engines.
de las investigaciones arqueológicas pertenecien-
En: Boehm, J., Remondino, F., Kersten, T., Fuse,
tes a las temporadas de campo 2011-2013, in: In-
T., Gonzalez-Aguilera, D. (Eds.), ISPRS Archi-
formes y trabajos 12. Excavaciones en el exterior
ves – Volume of the 5th International Workshop
2013 (Vol. 12), Ministerio de Cultura, Educación y
3D-ARCH 2013 – 3D Virtual Reconstruction and
Deportes de España, pp. 207-218.
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Piponi, D., Borshukov, G., 2000. Seamless texture
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and texture blending. En: Computer Graphics (SI-
GGRAPH Conference Proceedings), pp. 471-478. chaeological Heritage. IGI Global, Hershey (PA),
pp. 255-290.
1
Universitat de València, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia del Arte Av. Blasco Ibáñez, 28
-46010, Valencia. Nuria.Feliu@uv.es
57
Núria Feliu Beltrán
presentaciones simplificadas, es decir, con los míni- pintados pertenecientes a diferentes épocas son buen
mos atributos dada la dificultad de grabar en el estuco ejemplo de ello.
ya endurecido y sin posibilidad de corregirlo, repre- En cuanto a su cronología, las investigacio-
sentaban en sus paredes hechos, acontecimientos o nes realizadas hasta la fecha parecen indicar que la
elementos de su entorno que consideraban que de- ocupación de La Blanca se inició durante el Clásico
bían ser plasmados en los muros. Estas características Temprano (250-600) y se prolongó durante el Clási-
hacen que la mayoría de los grafitos resulten rudos co Tardío (600-850), momento en que habrían sido
o esquemáticos, infantiles en algunos casos. Tanto la edificadas la mayoría de las estructuras que vemos ac-
calidad de ejecución de la mayoría de ellos como el tualmente. Es probable que algunas de ellas fueran
hecho de que se distribuyan de manera aleatoria por remodeladas durante el Clásico Terminal (850-1000),
toda la superficie del muro hizo que durante mucho antes del abandono definitivo de la ciudad por parte
tiempo fuesen considerados representaciones de se- de la elite a finales de este periodo, durante el conoci-
gundo orden, “rayajos”, lo que conllevó una conside- do como colapso maya.
rable pérdida de información, al no documentarse en
el momento de su descubrimiento (Feliu, 2015). 2.1. Metodología de registro
Afortunadamente en la actualidad ya se tiene en
cuenta su valor como fuente directa de información Dada la vulnerabilidad de estas expresiones ar-
acerca del pensamiento, el modo de vida o las cos- tísticas su registro inmediato resulta imprescindible.
tumbres de sus artífices, y suelen documentarse ade- En nuestro caso, aplicamos la metodología diseñada
cuadamente. por el Proyecto La Blanca (Vidal y Muñoz, 2008):
Se trata de expresiones artísticas especialmen- tras la localización e identificación de los grafitos y
te frágiles, ya que el deterioro del estuco comienza la extracción de muestras no contaminadas para su
cuando su descubrimiento por la excavación rompe el caracterización arqueométrica se procede, siempre
equilibrio que lo había conservado durante siglos. La que sea posible, a la consolidación y limpieza de los
humedad, que favorece el desarrollo de vegetación y muros para poder realizar el calcado inicial en hojas
microorganismos y la cristalización de las sales, la ac- de acetato. Este procedimiento lleva implícitas algu-
ción de insectos y otros animales y, finalmente, el van- nas dificultades: la postura que debemos adoptar para
dalismo, el saqueo o la falta de sensibilidad de algunos calcarlos, el vaho que se acumula entre el grafito y el
visitantes son los factores principales del riesgo de acetato o la falta de visibilidad, ocasionan que se pro-
degradación (Lorenzo, 2010). duzca cierto error en los calcos. Para rectificarlo, este
trabajo se complementa con el fotografiado con equi-
2. Los grafitos de La Blanca po profesional. De esta manera disponemos de dos
soportes complementarios de registro; uno de ellos
Desde 2004, el Proyecto La Blanca, dirigido por nos aporta datos precisos acerca de la ubicación y las
la Dra. Cristina Vidal Lorenzo y el Dr. Gaspar Mu- medidas del grafito y el otro nos proporciona los de-
ñoz Cosme, ha trabajado en la conservación, estudio talles que, o bien no se observan a simple vista o bien
y divulgación científica de los numerosos grafitos que se han perdido durante el calcado por algún motivo.
han sido localizados en este sitio arqueológico. Mi in- En el laboratorio se distinguen las superposiciones y
corporación al proyecto en el año 2009 me ha per- se seleccionan los motivos principales, que se vuelven
mitido conocer de primera mano estas expresiones a dibujar bien sea a mano alzada o superponiendo las
artísticas y su contexto al tiempo que me ha brindado mencionadas capas en Photoshop, respetando siempre
la oportunidad de trabajarlas, desde las primeras fases la escala. De esta manera se obtiene un modelo fiel
de registro, hasta las de clasificación y análisis. de los grafitos, con la intensidad y grosor originales,
La Blanca es un asentamiento urbano situado que nos permitirá una buena lectura iconográfica. Por
en el noreste del Petén guatemalteco, a orillas del río último, se procede a la digitalización de los mismos en
Salsipuedes, en la cuenca baja del río Mopán (Fig. 1). escáner de gran formato, lo que permite la obtención
Es un sitio relativamente pequeño, que destaca, sin de ficheros de alta resolución.
embargo, por la calidad de su arquitectura: sus dimen- Paralelamente, el equipo de arquitectura del Pro-
siones y proporción, la amplia luz de sus bóvedas, la yecto La Blanca lleva a cabo las labores de levanta-
cuidada estereotomía de sus sillares y la excepcional miento arquitectónico de las estructuras excavadas, lo
calidad de sus estucos repletos de grafitos incisos y que permite la incorporación de estos dibujos defini-
Figura 1. Mapa del área maya con indicación de los principales sitios arqueológicos, en el que se ha resaltado el sitio de La Blanca (Vidal 1999: 17).
tivos a la planimetría correspondiente, en este caso a 2.2. Aplicación de nuevas tecnologías al registro de los
los alzados interiores de los cuartos donde se encon- grafitos
traban los grafitos.
Uno de los puntos clave de este proceso radica El empleo por parte del Proyecto La Blanca de
en el tratamiento adecuado de las imágenes y los di- nuevas tecnologías para el levantamiento digital de
bujos en distintos soportes informáticos para que no estructuras y monumentos excavados está aportando
se pierda la calidad de su trazado (Peiró y Matarre- valiosísimos datos a la investigación arquitectónica y
dona, 2014). Realizadas estas labores, se procede a arqueológica del sitio, al tiempo que amplía notable-
la difusión de los resultados mediante la publicación mente nuestras posibilidades de documentación.
de cada grafito en la Base de Datos Internacional de Tenemos la suerte de contar en el equipo con
Grafitos Mayas, diseñada tras el I Workshop Interna- expertos en el manejo de este instrumental, así como
cional de Grafitos Prehispánicos, celebrado en Valen- de los software necesarios para el procesado de estos
cia en el año 2008 (Muñoz y Vidal, 2014). datos, por lo que hemos iniciado la preparación de un
Así, aunque con algunas desventajas mínimas, protocolo experimental de registro que permita, en
este método ha permitido documentar y difundir un futuro cercano, una documentación más precisa
adecuadamente una grandísima cantidad de grafitos de los grafitos.
que se hubiesen perdido de no seguir un protocolo Se trata de una investigación todavía en curso de
estricto. la que, no obstante, se están obteniendo interesantes
resultados; nos hallamos en una fase de prueba-error
en la que vamos descartando o incorporando nuevos servados ni siquiera se distinguen. No debemos olvi-
métodos de registro que permitan establecer un plan dar que se trata de un escáner láser 3D para el registro
de trabajo eficiente, así como la valoración tanto de documental de elementos a escala arquitectónica, por
los resultados que se van obteniendo, como del es- lo que no resulta adecuado para la documentación de-
fuerzo invertido en cada uno. tallada de los grafitos más finos, algunos de los cuales
Antes de decidirnos a aplicar una u otra metodo- no superan el medio milímetro de grosor. En estos
logía, debemos plantearnos cuáles son los resultados casos, parece que la opción óptima sería un escáner
que esperamos obtener de estas labores. láser 3D de mano, específico para escanear objetos
En el escaneado general de una estancia para de menor escala, complementado con fotogrametría,
su documentación arquitectónica apenas se aprecian proceso que todavía se encuentra en fase de experi-
sombras de los grafitos mejor conservados, por lo mentación.
que para obtener un buen modelo 3D de los mismos, El escaneado láser 3D nos proporcionará, pues,
se procedió a su documentación con mayor detalle. modelos de alta resolución para estudiar con detalle
Las primeras pruebas de escaneado láser, toma algunos grafitos, pero no parece la mejor opción para
de datos y procesado fueron realizadas por un exper- su registro generalizado. Hasta que establezcamos
to en la materia, el Dr. Alessandro Merlo, con un Faro esta metodología óptima de registro, y teniendo en
Focus 3D para arquitectura, a muy poca distancia y en cuenta que al calcarlos rara vez se dañan los muros ni
muy alta resolución sobre uno de los grafitos mejor los grafitos, consideramos que no se debe prescindir
conservados y más conocidos del sitio, “El venado” del calco directo. Cuantos más datos podamos com-
(6J2-4-E-001) (Fig. 2). parar, mejores serán los resultados que obtengamos:
El resultado fue un modelo tridimensional de del escaneado y procesado óptimo de algunos gra-
alta calidad que, aunque resulta recomendable para fitos obtendremos datos acerca de su grosor o tal
documentar algunos bien conservados y estudiarlos vez incluso de la profundidad de la incisión, y de la
en profundidad, no hace aconsejable su uso genera- fotogrametría, detalles sobre su textura; información
lizado para el trabajo de documentación, tanto por el que complementará y enriquecerá la aportada por el
esfuerzo que exige su procesado de datos cuanto por el dibujo reflexivo realizado por un experto directa-
el tamaño de la nube de puntos obtenida, que resulta mente sobre la obra.
muy densa y poco funcional. Sin embargo no siempre es posible llevar a cabo
En el caso de los grafitos mejor conservados, el una documentación completa: el estado de conserva-
escaneado 3D nos aporta datos casi exactos sobre su ción de los estucos y las malas condiciones de visibi-
ubicación y dimensiones, al tiempo que nos facilita lidad, ubicación –en la parte inferior de los muros o
considerablemente su posterior restitución digital en sobre superficies curvas- y accesibilidad, hacen que
los muros pero, por el momento, no resulta óptimo en muchas ocasiones no puedan calcarse adecuada-
para el registro detallado y generalizado de estas ex- mente; en otras, el grosor de la línea no es perceptible
presiones artísticas. De hecho, los grafitos peor con- en el escáner, o la delgadez de la incisión no se aprecia
Figura 2. Grafito del venado (6J2-4-E-002) localizado en el muro Este del Cuarto 4 de la Estructura 6J2 de La Blanca. Foto de A. Toëpke y dibujo
de S. Moltalvo.
Figura 3. Grafito 6J2-Sub.2-1-E-001 localizado en el muro Este del Cuarto 1 de la Subestructura 6J2-Sub. 2 de La Blanca. Foto de N. Feliu.
claramente en la fotogrametría; de ahí la importancia estucos, los grafitos localizados en ellos no podían
de contar con diferentes opciones para su documen- calcarse sin dañarlos. Además se trata de un grafito de
tación. líneas muy finas, apenas marcado sobre el quemado,
Es el caso del grafito 6J2-Sub.2-1-E-001 (Fig. con lo que los datos del escáner no eran demasiado
3), localizado en la última temporada de campo del interesantes en esta ocasión. Así, en este caso decidi-
Proyecto La Blanca durante las labores de excavación mos, junto con otros especialistas del proyecto, em-
del Cuarto 1 de la Subestructura 6J2-Sub. 2 del sitio. plear la fotogrametría para su documentación.
Esta estancia se halló completamente rellenada, lo Se realizó un modelo fotogramétrico general del
que constituye un contexto cerrado, óptimo para la cuarto con el programa Agisoft Photoscan, y otro del
documentación y datación de sus grafitos originales. grafito a mayor resolución. De esta manera, además
En ella se documentó, en el centro de su muro Este y de poder comparar ambos registros, se obtiene la ubi-
alineada con la puerta, una hornacina que también se cación, es decir, el contexto del grafito. El modelo
encontraba completamente rellenada. Una vez libera- detallado, por su parte, proporciona una imagen de
do este espacio pudimos comprobar que sus muros alta calidad, a escala. Obtenemos, en definitiva, un so-
revestidos, sobre todo el oriental, presentaban gran- porte escalado del que calcar, así como gran cantidad
des huellas de quemado, hallándose el estuco com- de fotos de detalles en alta calidad que podemos vol-
pletamente calcinado en algunas zonas. Las altas tem- ver a revisar minuciosamente para no perder ningún
peraturas y tal vez la incineración de resinas u otras detalle.
sustancias habían alterado completamente su compo-
sición química, debilitando y disgregando el revesti- 3. Conclusiones
miento de estuco. Fue precisamente sobre este muro
donde se hallaron algunos grafitos incisos realizados, Los grafitos son manifestaciones artísticas deli-
muy probablemente, tras la calcinación del estuco, ya cadas que deben documentarse adecuadamente en el
que sus trazos incisos son blancos. momento de su excavación para evitar la pérdida de
Debido al delicado estado de conservación de los información. Aunque contamos con un buen método
1
Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio, Universidad Politécnica de Valencia. Camino de Vera, s/n
46022 Valencia, España. laugisan@upv.es
Resumen lintels.
Combining the information obtained from laser scan-
La Blanca (Petén, Guatemala) es una antigua ciudad ner and photogrammetric surveys, we have obtained a very
maya situada en la cuenca baja del río Mopán que alcanzó useful model with geometric precision and photographic
su máximo esplendor durante el período Clásico Tardío. texture, which allow us to study the constructive details
Su conjunto arquitectónico más notable es la Acrópolis, and the deterioration processes of the vault.
un cuadrángulo palaciego de gran tamaño elevado unos 8
m sobre su entorno. Cuenta con 23 estancias que lo distin- Keywords: Mayan architecture. Vault. Constructive techno-
guen del resto de los conjuntos similares del área de Petén logy. Laser scanner. Photogrammetry.
por sus dimensiones, y la mayoría conservan restos de las
bóvedas de aproximación que las cubrían, por lo que se
han podido estudiar con detalle sus características geomé-
tricas y constructivas.
Una de las bóvedas que mejor se conserva es la del
cuarto 5 del edificio 6J2. El levantamiento de esta singular 1. Introducción
estancia se realizó tras su excavación en 2007 con técnicas
tradicionales, pero en la actualidad las técnicas digitales de
documentación nos han permitido estudiar con profun- Este estudio es un ejemplo de aplicación del le-
didad la tecnología constructiva de su bóveda, de la que vantamiento digital con escáner láser y fotogrametría
se mantienen tres lienzos completos y parte del exterior, a la arquitectura maya, y en concreto, al análisis de las
colapsado debido a la desaparición de los dinteles origina- características formales y constructivas de una bóveda
les de madera. del sitio de La Blanca, un asentamiento urbano de las
La combinación de la información obtenida a partir
del levantamiento con escáner láser y del levantamiento Tierras Bajas Mayas situado en el Departamento de
fotogramétrico permite obtener un modelo preciso a nivel Petén en Guatemala. La excavación arqueológica del
geométrico y con textura fotográfica, lo que posibilita es- sitio se inició en 2004 mediante el Proyecto La Blanca y
tudiar con detalle los aparejos y los procesos de deterioro su entorno (http://www.uv.es/arsmaya), una iniciativa
de la bóveda. interuniversitaria y multidisciplinar dirigida por Cristi-
Palabras clave: Arquitectura maya. Bóveda. Tecnología na Vidal Lorenzo (Universidad de Valencia) y Gaspar
constructiva. Escáner láser. Fotogrametría. Muñoz Cosme (Universidad Politécnica de Valencia).
Los objetivos de este proyecto son la investigación,
Abstract conservación y restauración del sitio arqueológico, así
como su puesta en valor y el hacerlo visitable, contri-
La Blanca (Petén, Guatemala) is an ancient Maya city
located in the Mopan River lower basin that reached its
buyendo al desarrollo económico y social de las co-
highest peak during the Late Classic period. Its most im- munidades del entorno mediante el rescate y la gestión
portant architectural complex is the Acropolis, a large pa- de su patrimonio cultural.
latial quadrangle rising about 8 m over the environment. Tras su abandono en el siglo X d. C. la ciudad de
It has 23 rooms much larger than other similar sets in the La Blanca, al igual que muchos otros asentamientos
Peten area. Most of them preserve remains of its corbelled
vaults, so it has been possible to study their geometric and
mayas, quedó sepultada por la espesa selva de Petén,
structural features. formando montículos bajo los cuales se conservan
One of the best preserved vaults is in the 5th room monumentales construcciones de piedra. Por las evi-
of the 6J2 Structure. After its excavation in 2007, it was dencias halladas en la excavación se ha deducido que
documented by direct surveying tools, but today digi- La Blanca fue una ciudad de carácter administrativo
tal documentation techniques have allowed us to study
in depth the construction technology of its vault, which
cuyo máximo esplendor se dio en los períodos Clásico
keeps complete three sides and part of the exterior one, Tardío y Clásico Terminal (siglos VIII-X d. C.) (Vidal
collapsed due to the disappearance of the original wooden Lorenzo y Muñoz Cosme, 2016).
65
Laura Gilabert Sansalvador
4. Metodología
Figura 3. Planimetría del cuarto 5 obtenida del levantamiento con escáner láser (izquierda) y con las ortofotos exportadas del modelo fotogramé-
trico al mismo sistema de referencia (derecha).
sin información en el modelo al ocultar parcialmen- medirse directamente, como por ejemplo el ancho del
te los muros interiores desde el exterior. Para poder muro interior del cuarto (1,85 m) o la relación entre el
solucionarlo, se ha realizado una toma de datos fo- arranque de la bóveda y la altura de la cornisa exterior
togramétrica exhaustiva del interior y en el modelo que conserva varias de sus piezas sobre los muros que
tridimensional obtenido se ha procedido a eliminar dan al patio.
los datos de la estructura provisional de madera. Un Además, el levantamiento realizado permite de-
problema similar genera la cubierta vegetal, que deja terminar con más precisión algunos aspectos cons-
partes sin información en el trasdós de la bóveda. Sin tructivos importantes para comprender la tecnología
embargo, la protección frente a la lluvia y la conser- de la bóveda y su comportamiento (Fig. 4). El regis-
vación priman en este caso y en las zonas sin datos tro con escáner láser nos ha permitido comprobar
debemos realizar hipótesis con observaciones in situ y que tanto los lienzos de la bóveda (lados norte y sur)
mediante los datos que tenemos de antes de la cons- como los testeros (este y oeste) son ligeramente cón-
trucción de las cubiertas. cavos y no de sección recta como inicialmente parece.
Finalmente, para la integración de las dos infor- Las semibóvedas tienen una inclinación aproximada
maciones complementarias obtenidas mediante el de 65º sobre la horizontal y están formadas por 8 filas
levantamiento con escáner y con fotogrametría, se de dovelas con un tamaño medio de 30 x 35 cm y
han unido los dos modelos en un mismo sistema de una profundidad de entre 50 y 55 cm. Los testeros
referencia mediante la alineación de puntos comu- son muros con una inclinación de 80º formados por
nes, obteniendo una maqueta en tres dimensiones y sillares y llaves de atado al relleno, que al igual que las
correctamente escalada que nos permite extraer las semibóvedas arrancan con un pequeño voladizo de
secciones y ortofotos que necesitemos en cada caso 8-10 cm sobre la coronación del muro, formando la
(Fig. 3). línea de impostas de la bóveda, situada a 3,55 m del
nivel del piso.
5. Análisis de los resultados Sobre la última hilada de dovelas se colocan unas
piezas de menor tamaño que seguramente sirvieron
A partir de la información obtenida y al tener para obtener un plano horizontal de apoyo para las
referenciado el interior del cuarto respecto a las nubes losas de tapa (Fig. 4). Estas piezas tienen 9 cm de al-
de puntos tomadas desde el patio de la Acrópolis, ha tura y aparecen en los cuatro lados de la bóveda. La
sido posible realizar comprobaciones que no pueden solución de ménsula de remate formando un voladizo
6. Conclusiones
dentro del programa de ayudas para Proyectos Ar- y clasicismo. Universidad Politécnica de Valencia,
queológicos en el Exterior, que han contribuido de Valencia, pp. 45-64.
forma determinante a hacer posibles las investigacio- Muñoz Cosme, G., Peiró Vitoria, A., Gilabert Sansal-
nes y la obtención de los resultados que se exponen vador, L., Martínez Vanaclocha, R., 2015. La últi-
en esta publicación. ma fase constructiva de la Acrópolis de La Blanca.
El edificio 6J3. Arché 10, 357-366.
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fitos mayas. Cuadernos de arquitectura y arqueo-
Andrews, G.F., Gendrop, P., Siller, J.A., 1985. Ele- logía maya 2. Universidad Politécnica de Valencia,
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Análisis de las bóvedas mayas de la Acrópolis cuenca del río Mopán. Arqueología Mexicana 137,
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Vidal Lorenzo, C. (Eds.), La Blanca. Arqueología
1
Università degli Studi di Firenze, DIDA (Dipartimento di Architettura), Via della Mattonaia 14, 50121 Firenze, Italia.
montuori.riccardo@gmail.com
71
Riccardo Montuori
mensional y puede ser utilizado para la extracción de este tipo de impresora utiliza un cabezal que funde el
vistas 2D o para realizar un modelo 3D poligonal. material (PLA: ácido poliláctico, un polímero biode-
gradable), lo extrusiona y lo va depositando por capas
3. La modelación para la impresión 3D construyendo progresivamente la maqueta (Meschini
y Sicuranza, 2016). El modelo que se quiere imprimir
Una impresión 3D permite la realización de un debe respetar dos características fundamentales para
objeto tridimensional a partir de un modelo 3D vir- proceder con una impresión 3D:
tual trabajado con ordenador. Se pueden obtener im-
presiones 3D no solo de modelos 3D tradicionales, – La mesh debe ser impermeable, es decir no debe
realizados por modelación directa (una arquitectura contener agujeros en la malla poligonal;
que se está proyectando), sino también de modelos
3D reality based construidos, como en este caso, a par- – El número de polígonos de la mesh debe ser limita-
tir de datos reales. Actualmente existen varios tipos do para facilitar la gestión con los hardwares y pro-
de impresoras 3D que se diferencian por la tecno- gramas para la impresión 3D.
logía utilizada y la modalidad de impresión; existen
también varios tipos de materiales que se pueden em- 3.1 Modelado 3D de la Acrópolis a través de las técnicas
plear, generalmente polímeros, y que se diferencian de reverse modeling.
por sus características físico-químicas.
La tecnología más común, que sirvió para esta A partir de un modelo 3D de nube de puntos se
investigación, es la FDM (Fused deposition modeling); puede obtener un modelo continuo utilizando pro-
Acrópolis. Para esta parte se utilizó una herramienta con el de la Acrópolis en Rapidform.
de modelación geométrica que soportara la subdivision El resultado final fue el modelo 3D impermeable
surface para permitir una modelación muy simple y, en de la Acropólis de La Blanca, formado por 6.043.072
una fase siguiente, la posibilidad de integrar el modelo polígonos, con una estructura homogénea sobre toda
Figura 3. Pruebas de impresión 3D. Impresiones de partes de la Acropólis realizadas en PLA con tecnología FDM.
la malla y con todas la características necesarias para según el procedimiento descripto introdujo un error
proceder con la impresión 3D. no relevante para nuestro objetivo. Se realizaron va-
rias pruebas de impresión para comparar la calidad de
4. Pruebas de impresión 3D la maqueta en distintas escalas y configuraciones de
impresión. El formato .stl permitió trasladar al pro-
Antes de proceder con la impresión 3D se deci- grama de la impresora los datos de las cuatro partes
dió comparar el modelo final con las mallas high-poly elegidas (Fig. 3):
que se calcularon al inicio del procedimiento para
evaluar el eventual error introducido en fase de op- – Esquina Sur-Oeste del Acrópolis (cuartos 8, 7, 6, 5
timización; la mesh deviation media entre los dos mo- en escala 1:200, precisión 0,2 mm;
delos resultó estar comprendido entre - 0,5 mm y +
0,5 mm. Sabiendo que las impresoras FDM permiten – Sección de los cuartos 5 y 6 en escala 1:200, preci-
lograr una precisión de 0,1 mm (dato dependiente de sión 0,1 mm;
la altura mínima de capa de impresión) y que enton-
ces imprimiendo en escala 1:100 obtendríamos una – Sección de los cuartos 5 y 6 en escala 1:250, preci-
imprecisión de 1 cm respecto al modelo en escala sión 0,1 mm;
real, se puede afirmar que la optimización del modelo
– Ala Oeste del Acrópolis en escala 1:250, precisión impresoras trabajan por adición de material y en cada
0,2 mm. capa añaden un aglutinante específico y contemporá-
neamente una tinta que colorea el modelo.
Todas las maquetas muestran una elevada fideli- Teniendo en cuenta que en la temporada del
dad con la maqueta virtual en los aspectos morfológi- 2015 se realizó también una campaña de levanta-
cos, en la versión impresa en escala 1:200 y precisión miento fotogramétrico concentrada en el ala Oeste
0,1 mm los detalles aparecen más claros. Las partes de la Acrópolis (Vidal Lorenzo et al., 2016), se decidió
modeladas manualmente resultan integradas perfec- experimentar la aplicación de esta tecnología sobre
tamente en la maqueta y al mismo tiempo se diferen- temas arqueológicos eligiendo como objeto una parte
cian con el resto del modelo. del cuarto central de este ala.
La impresión en color se realiza a partir de un
5. Impresión 3D en color modelo mesh que contenga también información cro-
mática; por ello se ha trabajado en formato .obj que
En los últimos años la industria de la impresión permite asociar al modelo los datos cromáticos con-
3D está desarrollando tecnologías para imprimir ma- tenidos en una imagen bitmap bidimensional (texture).
quetas en colores, entre estas la más común es la CJP La obtención de un modelo mesh correctamente tex-
(Color Jet Printing) que trabaja con polvo de yeso. Estas turizado es posible gracias al uso de herramientas y
Figura 4. Impresión 3D en colores. Modelo 3D texturizado y texture en el espacio UV, impresión 3d en polvo de yeso con tecnología CJP.
técnicas de modelado y visualización típicas de otros tes escalas y materiales permite a cada especialista de
entornos como el game engine (Merlo et al., 2013). disponer de reproducciones adecuadas según el estu-
El uso de la fotogrametría digital permitió el de- dio que esté desarrollando.
sarrollo de un modelo mesh del ala Oeste de la Acró- El método de modelación estudiado, que ha ase-
polis a partir de varios set fotográficos. Este modelo gurado una precisión muy elevada y una gran calidad
texturizado tenía la desventaja de no estar a escala y a nivel perceptivo, será utilizado en futuro como pun-
de presentar falta de datos siempre a causa de las cu- to de inicio de nuevas investigaciones cujos objetivos
biertas vegetales; fue por lo tanto necesario alinear- serán: realizar e imprimir maquetas de reconstuccio-
lo con el modelo de la Acrópolis realizado en la fase nes ideales a partir de modelos reality-based, realizar
anterior, decidiendo utilizarlo solo para obtener los aplicaciones de realidad aumentada para aportar más
datos cromáticos. información a una impresión 3D, investigar las rela-
Desde el modelo de la Acrópolis se extrapoló la ciones entres los datos cromáticos virtuales y su re-
parte del cuarto central del Ala Oeste. En Luxology presentación en una maqueta impresa y explorar las
Modo fue realizada la UV map, una bitmap que re- otras aplicaciones que ofrecen las tecnologías actua-
presenta en un espacio bidimensional el desarrollo de les.
un modelo tridimensional. Este modelo con su UV
map asociada fue importado en Agisoft Photoscan Agradecimientos
remplazando el modelo obtenido anteriormente por
fotogrametría. Calculando la texture de nuevo y gra- El autor agradece expresamente el apoyo del Mi-
cias a los datos contenidos en la UV map se obtuvo nisterio de Economía y Competitividad de España a
un modelo correctamente texturizado excepto en las través de la financiación del proyecto de investigación
partes superiores de los muros. Se decidió entonces Arquitectura maya. Sistemas constructivos, estética formal y
de trabajar nuevamente el modelo en Luxology Modo nuevas tecnologías (BIA2014-53887-C2-1-P), así como
para utilizar la técnica del painting y tratar con un color el patrocinio del Ministerio de Educación, Cultura y
gris uniforme las partes de la texture carentes de datos. Deportes a través de la financiación obtenida por el
El modelo fue finalmente exportado en .obj con Proyecto Arqueológico La Blanca y su entorno dentro del
su texture en formato .tiff e impreso en escala 1:100. programa de ayudas para Proyectos Arqueológicos en
La maqueta muestra una gran calidad en la repro- el Exterior, y especialmente al Dr. Alessandro Mer-
ducción de los aspectos morfológicos, el uso de los lo, al Dr. Gaspar Muñoz Cosme, a la Dra. Cristina
polvos de yeso permite lograr unas superficies más Vidal Lorenzo y a todos los miembros del Proyecto
uniformes y por ello más agradables a la vista. No se La Blanca, que han contribuido a hacer posibles las
puede afirmar lo mismo en relación a la reproduc- investigaciones y la obtención de los resultados que
ción de los datos cromáticos, el resultado no se co- se exponen en esta publicación.
rresponde al visualizado en la pantalla del ordenador
y los colores impresos aparecen más claros y menos Referencias
nítidos (Fig. 4).
Juan Vidal, F., Merlo, A., 2008. Nuevas aplicaciones
6. Conclusiones del levantamiento integrado (rilievo). Arché, no
3/2008, 307-308.
La impresión 3D es una ayuda muy valiosa para
Merlo, A., Fantini, F., Lavoratti, G., Aliperta, A.,
la investigación y para la divulgación porque permite
López-Hernández, J.L., 2013. Texturing e ottimiz-
obtener reproducciones en escala de cualquier obje- zazione dei modelli digitali reality-based: la chiesa
to con una precisión muy elevada. La arquitectura es della Compañía de Jesús. Disegnare con la foto-
expresión de las condiciones políticas, económicas y grafia digitale, Disegnare con n° 12. https://diseg-
sociales del momento histórico en el que se produce narecon.unibo.it/article/viewFile/3868/3444.
su construcción; sin embargo el estudio de sus carac-
Merlo, A., Vendrell Vidal, E., Fantini, F., Sanchez
terísticas formales, geométricas y de sus proporciones Belenguer, C., 2013. The Mayan mascarón from
pueden ayudarnos a entender la evolución de las so- Chilonché (Petén, Guatemala): New technologies
ciedades del pasado. La posibilidad de realizar repre- for cultural heritage dissemination. Proceedings
sentaciones fieles a la realidad, de tipologías variadas of the 17th International Conference on Cultural
(maquetas enteras, seccionadas, en color) en diferen- Heritage and New Technologies 2012 (CHNT 17,
1
Centre de Recherche en Archéologie Archéosciences Histoire (CReAAH – UMR 6566), Université de Rennes 1,
Campus Beaulieu, bâtiment 24-25, 263 avenue du Général Leclerc 35042 Rennes, France.
jorge.calvo-gomez@univ-rennes1.fr
Resumen arrow-heads.
Other experimental programs have been previously
Los trapecios simétricos constituyen uno de los ele- conducted to evaluate the functionality of these elements.
mentos más característicos de los conjuntos líticos del These experiments have provided significant information
segundo Mesolítico en la zona de Bretaña (Francia). Des- about the strategies relating to hunting. However, many
de el punto de vista funcional, estos elementos han sido aspects related to the use of these arrows remain an open
interpretados como puntas de flecha tranchantes. Esta debate.
hipótesis se fundamenta en las evidencias arqueológicas In order to provide new data to the discussion, we set
halladas en contextos que permiten la preservación de ma- an analytical experimentation. A collection of symmetrical
terias perecederas, así como en el análisis de huellas de uso trapezes has been reproduced in flint and armed as trans-
desarrolladas sobre estos cabezales líticos. versal arrow-heads. These arrows have been shot against a
Con anterioridad a este trabajo, se han llevado a cabo target animal (previously beaten) to try to recreate a hun-
otros programas experimentales con el fin de evaluar la ting situation that allows us to evaluate the functionality
funcionalidad de estos elementos. Estos experimentos han of transversal arrow-heads.
aportado elementos de respuesta relativos a las estrategias The information obtained through this experimental
cinegéticas. Sin embargo, muchos aspectos relacionados approach has been used to carry out the interpretation of
con el uso de este utillaje siguen constituyendo un debate the symmetrical trapezoids of Beg-er-Vil (Quiberon, Fran-
abierto. ce), and ultimately to establish a discussion on the hunting
Con el objetivo de aportar nueva información a la strategies during the second Mesolithic in Britain.
discusión, se ha realizado un protocolo experimental ana-
lítico, es decir, sometido al control de variables. Se ha re- Keywords: Second Mesolithic. Functional analysis. Analytic
producido una colección de trapecios simétricos en sílex, experimentation. Symmetrical trapezes. Transversal arrowheads.
que han sido armados como puntas de flecha tranchan-
tes. Estos proyectiles se han disparado contra un objetivo
animal (previamente abatido), para intentar restituir una
situación de caza que nos permita evaluar la función y el
funcionamiento de las flechas tranchantes.
La información obtenida a través de esta aproxima- 1. Introducción
ción experimental se ha empleado para llevar a cabo la
interpretación de los trapecios simétricos del contexto
mesolítico de Beg-er-Vil (Quiberon, Francia), y en última Creado durante el siglo XIX para calificar un pe-
instancia para establecer una discusión sobre las estrategias riodo de transición entre el Paleolítico y el Neolítico
de caza durante el segundo Mesolítico en Bretaña. (Westropp, 1872), el término Mesolítico ha sido em-
pleado en Francia para designar al «conjunto de in-
Palabras clave: Segundo Mesolítico. Análisis funcional. Ex- dustrias posteriores a la última glaciación y anteriores
perimentación analítica. Trapecios simétricos. Flechas tran-
chantes. a la producción de alimentos» (Rozoy, 1978: 16). Evi-
tando modelos evolucionistas simplificadores, ha sido
Abstract más recientemente usado para calificar a «los grupos
europeos del Holoceno, portadores de una tecnología
Symmetrical trapezes are one of the most characteris- y de unos valores estéticos particulares, los cuales ba-
tic lithic elements of the second Mesolithic in Brittany san su economía en la depredación» (Marchand, 1999:
region (France). From a functional point of view, these 1). Los cambios en las técnicas de talla de materias líti-
elements have been interpreted as transversal arrow-heads.
This hypothesis is based on evidences found in archaeo- cas han permitido subdividir el Mesolítico en Francia
logical contexts that allow the preservation of perishable en dos fases (Marchand, 2014a). En la primera fase las
materials, as well as in the analysis of use-wear of these técnicas de talla por percusión mineral directa dan lu-
81
Jorge Calvo Gómez
Figura 1. Mapa de localización de los principales contextos teviecienses en Bretaña y en la península de Quiberon. Abajo: Trapecios simétricos de
Beg-er-Vil (Marchard, 1999)
gar a productos laminares relativamente cortos e irre- sucesivos descubrimientos de este tipo de flechas en
gulares. A partir 7º milenio a.C., se inicia una segunda contextos arqueológicos que permitieron la preser-
fase en la que aparecen técnicas de talla por presión vación de materia orgánica (Nilsson, 1868; De Baye,
y por percusión indirecta, asociadas a productos más 1872), sumados a las evidencias etnográficas (Capitan,
largos y regulares y a la obtención de trapecios simé- 1889), así como a representaciones gráficas (Chabas,
tricos. 1873), contribuyeron a aceptar de forma unánime su
En la península armoricana (Fig. 1), el segun- existencia (De Baye, en: Vauvillé, 1889).
do Mesolítico fue definido a partir de los hallazgos Con la llegada de la New Archaeology, el desarrollo
de los yacimientos de Téviec (Péquart et al., 1937) y de los estudios funcionales basados en la traceología
Hoëdic (Péquart y Péquart, 1954), siendo calificado (Semenov, 1964) permitió la puesta en escena de me-
como Tevieciense (Rozoy, 1978). Junto a estos yaci- todologías aplicadas al estudio analítico de la función
mientos emblemáticos, otros identificados reciente- de dichos objetos, evitando así interpretaciones con-
mente, como Beg-an-Dorchenn (Dupont et al., 2010) jeturales. A través de un proceso de inferencia funcio-
o Beg-er-Vil (Kayser y Bernier, 1988; Marchand y nal entre las huellas recreadas mediante experimen-
Dupont, 2014), se han sumado a la documentación taciones analíticas y las documentadas en el material
disponible. La estratigrafía de estos sitios costeros arqueológico (González Urquijo e Ibáñez Estévez,
está principalmente compuesta de niveles de conchas 1994), se pudo interpretar en repetidas ocasiones el
(o concheros), los cuales constituyen contextos an- uso de estas flechas como armas a distancia para la
trópicos que han preservado evidencias de las estra- caza mayor (Fischer et al., 1984; Albarello, 1986; Gas-
tegias de subsistencia de los grupos humanos, tanto sin, 1991; Philibert, 2002; Domingo Martínez, 2003;
marinas como terrestres. Esta aparente diversidad de Sano y Oba, 2012; Yaroshevich, 2012).
recursos disponibles, que habría provocado un cierto Más recientemente, nuevos estudios experimen-
grado de sedentarización de los grupos humanos, ha tales han vuelto a reabrir el debate (Gibaja y Palomo,
hecho que se hable de «complex hunters-gatherers» (Price 2004; Gibaja et al., 2011; Brizzi y Loi, 2013). Estos
y Brown, 1985). trabajos mostraron una escasa penetración de las fle-
Si bien la noción de «complejidad» no parece chas tranchantes en mamíferos terrestres (cérvidos o
operativa, dada su connotación evolucionista y deter- suidos) argumentado así su uso como armas para la
minista (Marchand, 2014b), sí que cabe preguntarse caza menor o de aves. Otros estudios han propuesto
sobre el sentido del amplio espectro económico de que las flechas tranchantes serían utilizadas aplicando
los grupos humanos del Teviciense, así como sobre substancias tóxicas en la zona activa, siendo innece-
las técnicas que se vinculan a estas estrategias. Esta saria su penetración total en el objetivo (Lombard y
variabilidad en la gestión de los recursos disponibles Pargeter, 2008). No obstante, ninguna de las anterio-
podría estar vinculada a una connotación funcio- res experimentaciones tuvo en cuenta un parámetro
nal del utillaje de estos grupos. Concretamente, nos que nos parece esencial: la masa del proyectil. Esta,
preguntamos si las técnicas de caza han sido condi- que determina la energía cinética (Coriolis, 1829), po-
cionadas por este doble entorno, terrestre y marino. dría ser un factor que condicionara seriamente el uso
Yacimientos recientemente estudiados como el de de estas flechas (Pope, 1923; Carrère, 1990).
Beg-er-Vil nos permitirían aprehender estas técnicas En este trabajo tenemos como objetivo profun-
y su implicación en el sistema económico. dizar en el entendimiento de la función y funciona-
A este respecto, nos parece interesante pregun- miento de los trapecios simétricos del segundo Meso-
tarse por la función y el funcionamiento de los tra- lítico en Bretaña, armados como flechas tranchantes,
pecios simétricos como armas de caza a distancia. a través del método experimental. Nos preguntamos
Estos elementos, característicos no sólo del segundo sobre la incidencia de la masa en el funcionamiento de
Mesolítico en Bretaña (o Tevieciense), sino también dichas flechas y, por consiguiente, en su uso y función
de varios contextos del Epipaleolítico, Mesolítico y como armas de caza. Asimismo, el proceso de infe-
Neolítico europeo, han sido objeto de diversos deba- rencia funcional (González Urquijo e Ibáñez Estévez,
tes funcionales. Si bien actualmente los trapecios si- 1994), a través de la confrontación de las huellas de
métricos son interpretados como flechas tranchantes, uso experimentales y aquellas documentadas en los
en un primer momento la idea de armas proyectiles contextos arqueológicos, nos podría aportar informa-
con una zona activa transversal al eje del astil parecía ción interesante sobre la función de dichos elementos
inconcebible (De Mortillet, 1883). Sin embargo, los líticos. Esto podría ayudar a esclarecer cómo el siste-
2. Materiales y método
2.1. Beg-er-Vil
Figura 4. A: Tabla de comparación de las huellas de uso de Beg-er-Vil y de la sesión de tiros experimental. B y C: Medias de penetración de los tiros
experimentales en la sesión de tiros experimentales.
penetración y la creación de las huellas de uso (pará- trayectorias de vuelo muy irregulares y, por tanto, eran
metros variables). más difíciles de controlar.
- Se han empleado dos masas de proyectiles
con el fin de valorar la incidencia de la energía cinéti- 3.2. Las huellas de uso experimentales
ca en la penetración de estos proyectiles. La mitad de
los astiles, compuestos de madera de pino (Pinus syl- El impacto de las flechas tranchantes experimen-
vestris), pesaba en torno a 24 gr, mientras que la otra tales contra el objetivo ha generado diferentes tipos
mitad, compuestos de madera de haya (Fagus sylvatica) de huellas de uso. Macroscópicamente, se han gene-
aproximadamente 35 gr. Todos los astiles utilizados rado 172 fracturas en 46 de las 49 piezas líticas. Sólo
para la manufactura de las flechas medían 70 cm. de 3 piezas no han registrado huellas de uso de este tipo.
longitud y 1 cm de diámetro. En cuanto a su iniciación (Ho Ho Committee,
- Se han realizado un total de 89 tiros, desde 1979), las fracturas por flexión representan el 64,5%
cuatro distancias (6, 10, 14 y 18 metros) entre el tira- del total de las huellas de uso macroscópicas (Fig.
dor y el objetivo. 4A). Estas han sido reproducidas con más frecuencia
- Se han repetido de forma variable los tiros en los proyectiles armados con astiles ligeros (41,9%)
(ninguna, una o dos repeticiones por flecha). que en aquellos pesados (22,6%). En menor pro-
- Se han establecido 3 zonas de impacto en el porción han sido reproducidas las fracturas simples
cadáver (vientre, costillar o huesos “robustos”), en (13,4%), las fracturas burinantes (12,8%) o las fractu-
función de la probabilidad de impactar huesos. ras en cono (9,3%).
- Se han empleado 4 tipos de sílex distintos La forma de las fracturas ha sido especialmente
para la manufactura de los trapecios simétricos, pro- variable, siendo documentados todos los tipos descri-
cedentes de diferentes lugares en Normandía, Cha- tos (González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1994: 40). A
rente y la región de París. pesar de lo cual, las fracturas con formas semi-circula-
res han sido mayoritariamente reproducidas (40,1%).
Para cada uno de los 89 tiros se ha registrado Las terminaciones (Ho Ho Committee, 1979) do-
sistemáticamente la penetración y la zona precisa del cumentadas también han sido muy variables, siendo
impacto. Hemos contado con la asistencia de una per- las «afinadas» (feather termination) o «en escalón» (step
sona especializada en arqueozoología para la determi- termination) las más comunes. Así pues, la forma y las
nación de la zona de impacto. El tiempo total de la terminaciones de las fracturas han resultado ser varia-
experimentación ha sido de 5 horas, al término de las bles difícilmente atribuibles a la masa del proyectil o a
cuales no se notó ningún tipo de rigidez cadavérica. la zona de impacto. Como ya ha sido descrito previa-
El despiece del animal, realizado con una sola lámina mente (Chesnaux, 2014), son atributos que parecen
de sílex, nos permitió recuperar 2 de los 3 cabezales ser difícilmente interpretables como diagnósticos del
que se desolidarizaron del astil a lo largo del experi- impacto.
mento. Asimismo, la mayoría de las huellas macroscó-
picas (79,1%) se han formado por el impacto con las
3. Resultados zonas óseas (costillar y vertebras). Si bien las frac-
turas por flexión o las fracturas rectas han tenido
3.1. Vuelo y penetración de las flechas lugar también durante el impacto de zonas blandas
(vientre), las fracturas en cono se han generado úni-
Entre los 89 tiros realizados, 74 han penetrado y camente vinculadas al contacto con los huesos. Este
sólo 1 ha rebotado contra el cuero de la jabalina. Las impacto ha sido esencialmente contra la base mayor
longitudes de penetración han variado entre 2,5 cm del trapecio, es decir, la zona activa del proyectil. No
y 46 cm. Se ha notado una diferencia en cuanto a la obstante, el contacto con el astil también ha creado
penetración en función de la masa de los proyectiles fracturas en la base menor del trapecio (11% de los
(Fig. 4B y 4C). Mientras que las flechas de 24 gr han casos). La longitud de las fracturas ha sido superior a
penetrado 17,97 cm de media, aquellas de 35 gr lo han los 2 mm en el 19,1% de los casos, y sólo superior a
hecho de 22,85 cm de media. Asimismo, 14 tiros han los 4 mm en el 3,4%.
sido errados, de los cuales 13 fueron realizados con En cuanto a las huellas de uso microscópicas, es-
flechas ligeras (24 gr). El tirador ha notado desde un tas han sido reproducidas en 13 de los 49 cabezales
primer momento que las flechas de 24 gr adquirían líticos. La casi totalidad de ellas (96,8%) han resultado
ser estrías de fondo liso. Estas se han documentado visión más sistémica. La masa de los proyectiles po-
sistemáticamente asociadas a fracturas de la punta. dría haber sido un parámetro tenido en cuenta por los
Las propias esquirlas del sílex habrían rayado la su- cazadores del segundo Mesolítico en Bretaña. Ciertas
perficie de la pieza, creando estas marcas. especies vegetales podrían haber sido seleccionadas
tanto por su flexibilidad como por su densidad, como
3.3 Las huellas de uso de los trapecios simétricos de Beg- el cornejo (Cornus Mas; Gaudin, 2004). La funcionali-
er-Vil dad de los proyectiles prehistóricos no parece poder
ser aprehendida únicamente a través de la forma de
El estudio del material de Beg-er-Vil nos ha per los cabezales líticos, pues estos son sólo un elemen-
mitido documentar 220 fracturas en 86 de los 92 tra to más de un sistema técnico más amplio (Carrère,
pecios simétricos estudiados, de los cuales 31 han 1990). No obstante, cabe precisar que la variable del
sido interpretados como flechas tranchantes impac- volumen de la zona activa (la base mayor del trapecio)
tadas. A diferencia del material experimental, los ti- de los proyectiles experimentales ha podido condicio-
pos más representados en la colección arqueológica nar este resultado. Otros experimentos, en los cuales
han sido las fracturas en cono (40,5%) y las fracturas los tiros rebotaron casi sistemáticamente (Gibaja y
rectas (29,5%). Las fracturas por flexión, sin embar- Palomo, 2004; Gibaja et al., 2011; Brizzi y Loi, 2013),
go, han aparecido en menor medida (21,4%) que en parecen haber empleado trapecios con zonas activas
la colección experimental. Al igual que en las piezas de mayor tamaño a las del presente estudio. La super-
experimentales, todos los tipos de terminaciones ficie de contacto sería mucho mayor, creando así una
y de formas descritos han sido documentados. Las mayor resistencia a la penetración.
terminaciones “afinadas” y “en escalón” y las formas
“semicirculares” han sido las más representadas. Del 4.2. La función de las flechas tranchantes
mismo modo, la longitud de las fracturas tampoco pa-
rece ser muy discordante. La comparación entre los conjuntos de huellas
En cuanto a las huellas microscópicas, parece arqueológicas y experimentales nos permite reflexio-
haber igualmente una divergencia con el material ex- nar sobre la función de las flechas tranchantes. Si bien
perimental. Las estrías de fondo liso han aparecido las flechas tranchantes de Beg-er-Vil podrían haber
en menor medida, mientras que las estrías de fondo sido usadas como armas de caza mayor, debido a la
oscuro, muy poco representadas en el material expe- presencia de fracturas por flexión en el material ar-
rimental, se han documentado en mayor medida en el queológico, han podido tener también otros usos.
yacimiento de Beg-er-Vil. En concreto, la abundancia de fracturas en cono y
Así pues, existen claras diferencias en las huellas de fracturas rectas nos hace pensar en tres hipótesis
de uso producidas durante la experimentación y aque- funcionales. En primer lugar, el origen de las fracturas
llas documentadas en el material arqueológico (Fig. en cono podría estar asociado a procesos de tipo ta-
4A). El funcionamiento y la función de las flechas fonómicos. Sin embargo, las experiencias hasta ahora
tranchantes pueden ser discutidos entorno a esta di- realizadas (Chesnaux, 2014) han reproducido fractu-
vergencia. ras por flexión. En segundo lugar, cabe plantearse la
formación de estas huellas en el caso de un tiro erra-
4. Discusión do, el cual podría impactar contra elementos rocosos
o contra vegetación. En nuestra experimentación sólo
4.1 El funcionamiento de las flechas tranchantes uno de los 14 tiros errados generó huellas de uso.
Una nueva experimentación analítica podría aportar
Hemos confirmado la incidencia de la masa en nuevos datos. Finalmente, consideramos que los di-
el funcionamiento de las flechas tranchantes, tanto ferentes tipos de caza dejarían posiblemente huellas
a través de la penetración y del vuelo, como por la funcionales diferentes. Por ejemplo, la caza de aves,
formación de las huellas de uso. No es sorprenden- en la cual se emplearían técnicas de tiro diferentes,
te que una aplicación práctica de la energía cinética más parabólicos y con más posibilidades de impactar
(Coriolis, 1829) tenga un efecto en el funcionamiento contra elementos rocosos, sería susceptible de gene-
de estos proyectiles. Sin embargo, haber cuantifica- rar este tipo de huellas.
do esta incidencia nos parece pertinente para poder
reflexionar respecto a esta técnica de caza desde una
4.3. Las técnicas cinegéticas durante el segundo Mesolítico des pointes de projectiles préhistoriques. Paléo. 2,
en Bretaña 167-176.
Chabas, J.F., 1873. Études sur l’Antiquité Historique
Si bien las huellas documentadas en los trapecios d’après les sources égyptiennes et les monuments
simétricos de Beg-er-Vil hacen pensar en que estos réputés préhistoriques. Maisonneuve, Paris.
han sido empleados como flechas tranchantes, consi- Chesnaux, L., 2014. Réflexion sur le microlithisme en
deramos que esto sólo podrá ser verificado tras haber France au cours du Premier Mésolithique, Xe-VI-
contrastado analíticamente cada una de las tres nue- IIe millénaires avant J.-C. Université de Paris I,
vas hipótesis propuestas. Así, la cuestión de las fle- Paris.
chas tranchantes y su uso como armas de caza queda
Coriolis, G., 1829. Du calcul de l’effet des machines.
aún sin resolver. La hipótesis de la caza mayor parece Carilian-Goeury, Paris.
menos convincente tras este estudio, si bien no pue-
de ser descartada definitivamente. La hipótesis de la De Baye, J., 1872. L’usage de la flèche à tranchant
caza de aves, anteriormente propuesta (Gibaja y Pa- transversal. Matériaux pour l’histoire primitive et
naturelle de l’Homme. 3, 196-199.
lomo, 2004; Gibaja et al., 2011), parece plausible en
un contexto como el Beg-er-Vil con varias especies De Mortillet, G., 1883. Le préhistorique. Antiquité de
identificadas, tanto marinas como terrestres (Tresset, l’homme, ed. Bibliothèque des Sciences Contem-
2005). Sin embargo, esta hipótesis también debe de poraines, Paris.
ser contrastada con un programa analítico. Las frac- Domingo Martínez, R.A., 2003. La funcionalidad de
turas en cono podrían estar asociadas a este tipo de los microlitos geométricos. Bases experimentales
caza. De confirmarse esta hipótesis, mostraría como para su estudio. Universidad de Zaragoza, Zara-
las sociedades del segundo Mesolítico en Bretaña goza.
han adaptado sus sistemas técnicos al medio costero, Dupont, C., Marchand, G., Carrión Marco, Y., Des-
pudiendo disponer de recursos tanto marinos como se-Berset, N., Gaudin, L., Gruet, Y., Marguerie, D.,
terrestres (Marchand, 2014b). Esta adaptación de las Oberlin, C., 2010. Beg-an-Dorchenn (Plomeur-Fi-
técnicas, podría ser extensible a todo el utillaje lítico nistère) : une fenêtre ouverte sur l’exploitation du
conocido, y dejaría huellas de uso específicas a este littoral par les peuples mésolithiques du VIe mi-
tipo de economías de largo espectro. llénaire dans l’Ouest de la France. Bulletin de la
Société préhistorique française. 107, 227-290.
Agradecimientos Fischer, A., Vemming Hansen, P., Rasmussen, P.,
1984. Macro and micro wear traces on lithic pro-
Este estudio ha sido posible gracias a la colabo- jectile points. Experimental results and prehistoric
ración de muchos compañeros. Especialmente, me examples. Journal of Danish Archaeology. 3, 19-
46.
gustaría agradecer a Jean-Paul Baget, David Cuenca
Solana, Jérémie Jacquier y Grégor Marchand por su Gassin, B., 1991. Étude fonctionnelle des bitron-
inestimable implicación en este proyecto. catures géométriques. En: Binder, D. (Coord.)
Une économie de chasse au Néolithique Ancien.
La grotte Lombard à Saint-Vallier-de-Thiey (Al-
Referencias pes-Maritimes), Éditions CNRS, Paris, pp. 51-60.
Albarello, B., 1986. Sur l’usure des microlithes com- Gaudin, L., 2004. Transformations spatio-tempore-
me armatures de projectiles. Revue Archéologique lles de la végétation du nord-ouest de la France
du Centre de la France. 25, 127-143. depuis la fin de la dernière glaciation. Reconsti-
tutions paléo-paysagères. Université de Rennes 1,
Brizzi, V., Loi, V., 2013. Tranciante Trasverso, cui pro- Rennes.
dest? Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de
la Universidad de Granada. 23, 133-164. Gibaja, J.F., Palomo, A., 2004. Geométricos usados
como proyectiles implicaciones económicas, so-
Capitan, L., 1889. Armes de jet à tranchant transver- ciales e ideológicas en sociedades neolíticas del
sal, concave ou convexe. Bulletins de la Société VI-III Milenio cal. B.C. en el noreste de la Penín-
d’Anthropologie de Paris. 12, 609-620. sula Ibérica. Trabajos de Prehistoria. 61, 81-97.
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Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología. Área de Prehistoria. Universidad del País Vasco/Euskal
Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU). Laboratorio 1.18A Edificio Anejo Facultad de Letras Calle Tomás y Valiente
s/n. 01006. cristina.camarero@ehu.eus, erik.arevalo@ehu.eus
Resumen 1. Introducción
Las queseras o encellas son recipientes frecuentes en El consumo de lácteos es una práctica consoli-
los yacimientos de la Prehistoria Reciente, sin embargo, dada en nuestra historia y son muchas las maneras de
son muchas las hipótesis que se han planteado sobre su po-
sible uso, cueceleches, mecheros o quemadores, coladores, consumirlos desde la leche fresca, hasta en productos
etc. Con estas premisas, nuestro objetivo principal ha sido elaborados como yogur, mantequilla, nata, queso, etc.
evaluar la utilidad de estos recipientes para la fabricación Desde el punto de vista proteico la leche tiene entre
de queso. Para ello hemos realizado dos réplicas y poste- 4-5 veces más cantidad de energía que la carne (Davis,
riormente las hemos utilizado para elaborar el queso. El 1989: 157), además aporta otros nutrientes como cal-
ingrediente principal fue la leche fresca de cabra (Capra
aegagrus hircus) ordeñada a mano el mismo día, en cuan- cio, vitamina D, grasa y azúcares. Algunas poblaciones,
to al cuajante usamos estomago deshidratado de cordero entre ellas la europea, han desarrollado la capacidad de
(Ovis aries) ambos ingredientes sin ningún tipo de aditi- consumir leche fresca después del destete. Según los
vos. El resultado de dicha experimentación fue que ambas investigadores este cambio comenzó a producirse en
réplicas eran prácticas para el desuerado de la cuajada. Este las primeras poblaciones neolíticas, relacionadas con
hecho nos permite afirmar que este tipo de recipientes sir-
ven para elaborar queso y que podrían usarse de la misma la cerámica de bandas, en concreto se trata de la mu-
manera en el pasado. tación del gen alelo-13,910*T (Itan et al., 2009). Este
hecho también está apoyado por las pruebas arqueo-
Palabras clave: Queseras. Prehistoria Reciente. Leche de ca- lógicas que demuestran que los patrones de sacrificio
bra. Cuajante natural. Arqueología experimental. del ganado bovino encajan en una explotación lechera
del mismo (Carmona, 2013: 147).
Abstract El análisis de residuos en recipientes cerámicos,
The cheesesmaking or cheese-strainers are common ha demostrado que el consumo y almacenamiento de
vessels in Recent Prehistory´s deposits, however many leche en el Creciente Fértil data del VII milenio cal.
assumptions were raised about their possible use as “cue- BC (Evershed et al., 2008). En el oeste europeo parece
celeches” (milk-boiler), burner, strainers vessels… On this ser que el consumo de este producto se inicia en el V
basis, our main aim has been to evaluate usefulness of the-
milenio cal. BC, al menos en Gran Bretaña (Copley et
se vessels for making cheese. For this, we have made two
replicas of containers, thereafter we made two imitations al., 2005). Para la Península Ibérica, hay algunas prue-
that subsequently were used to makecheese. The main bas de este tipo de consumo, pero mucho más tardías,
ingredient was fresh goat milk (Capra aegagrus hircus) habiéndose detectado restos de lácteos en cerámicas
newly milked, natural rennet was dry lamb´s stomach Campaniformes (Rojo-Guerra et al., 2008).
(Ovis aries) both ingredients without any type of additi-
Como hemos comentado son muchas las mane-
ves. The main result was that both replicas were suitable
for draining the curd. This fact allows us to affirm that this ras de consumir lácteos, algunos autores hablan de la
type of pots serve for making cheese and could be used in deshidratación de la leche mediante el secado al sol,
the same way in the past. de esta manera se puede conservar y simplemente se
rehidrata con agua tibia y está listo para su consumo
Keywords: Cheese-strainers. Recent Prehistory. Goat milk.
(Rojo-Guerra et al., 2008). La elaboración de queso
Natural rennet. Experimental Archeology.
es otra manera de consumir y conservar lácteos. Esta
modalidad tiene varias ventajas, por un lado es más
91
Cristina Camarero y Erik Arevalo-Muñoz
3. Programa experimental
Figura 2. A: Aspecto del fondo y los tres primeros rollos; B: Colocación de un rollo; C: “cosido” del rollo; D: Colocación del último churro; E: Reci-
piente impregnado con la barbotina; F: Perforación del recipiente.
más pequeños y esta acción junto con la presión de cos, fueron cocidos en un horno industrial. La época
las manos hacia el interior del recipiente nos permi- del año en la que realizamos la experimentación nos
tió conseguir una vasija con forma cerrada (Fig. 2.D). impidió la cocción de los recipientes al aire libre.
Para el acabado final regularizamos la superficie con
la mano extendiendo barbotina por todas las pare- 3.2. Elaboración del queso
des y corrigiendo las imperfecciones (Fig. 2.E). Por
último, realizamos las perforaciones usando un pun- La elección de la leche fue un factor importante,
zón de madera de 5 mm de grosor de sección circular porque creíamos que cualquier proceso de esteriliza-
y extremo apuntado (Fig. 2.F). El resultado fue una ción podría afectar al cuajado del líquido. Por este he-
olla de 165 mm de altura y 140 mm de diámetro en cho descartamos todos los tipos de leches envasados
la boca, mientras que el diámetro máximo es de 180 en tetra brik y también descartamos los productos que
mm, este hecho está realizado a propósito para com- se comercializan como “leche fresca” ya que muchos
probar las dificultades de un posible desmolde en este
tipo de recipientes.
Para el segundo modelo escogimos una técnica
diferente. Se trata de un cuenco pequeño y por ello
usamos la técnica del ahuecado de una pella de barro.
Usamos un recipiente para poder hacer el fondo -esta
técnica esta contrastada etnográficamente (Longacre,
1981)- (Fig. 3.A). Por último, repasamos las superfi-
cies con barbotina y realizamos las perforaciones con
el mismo instrumento (Fig. 3.B). En ambos casos eje-
cutamos esta acción con los recipientes con textura
de cuero para evitar hundimientos en las paredes y
por lo tanto deformaciones (Fig. 3.C). Realizar este
cuenco llevo un total de 45 minutos. El cuenco tiene
unas medidas de 85 mm de altura y 115 mm de diá-
metro de boca (Fig. 3.D). Figura 3. A: Modelado del cuenco; B: Perforación de la totalidad de las
Cuando los recipientes estuvieron totalmente se- paredes del vaso; C: Aspecto de las perforaciones por la cara interna;
D: Resultado final.
Figura 4. A. Cantidad de cuajo natural utilizado; B. Leche cuajándose, con el cuajante en el interior de la tela; C. Vista de la cuajada en el interior de
la olla; D. Vista de la cuajada en el interior del cuenco; E. Vista del queso una vez desuerado; F. Derrame del suero por las perforaciones.
de ellos ya tienen aditivos. La opción que nos pareció después la apartamos del fuego e introdujimos el cua-
más conveniente fue recoger la leche de una explota- jo en una bolsita de tela (Fig.4.B). El cuajo estuvo en
ción ganadera, pero este tipo de explotaciones están contacto con la leche 45 minutos, pasado este tiempo
sometidas a estrictos controles, tanto sanitarios como lo sacamos, por último la leche estuvo reposando 20
de calidad, donde se comienza a modificar la leche minutos más hasta que se cuajó completamente. En
incluso antes de ser ordeñada. este momento y después de cubrir el interior de las
Finalmente dimos con la leche procedente de queseras con un fragmento de muselina, repartimos
un pequeño rebaño de cabras (Capra aegagrus hircus) la cuajada hasta llenar ambos recipientes (Fig. 4. C-D).
destinadas al consumo doméstico de un pastor. Este El suero iba saliendo por todos las perforaciones, sin
hecho, permitió que este rebaño estuviera fuera de la necesidad de presionar (Fig. 4.F), al contrario de lo
las leyes del mercado y de los controles de calidad que afirmaba Wood (2007: 55) en este caso las perfo-
destinados al consumo comercial, así como a la pro- raciones sí que cumplen esta función.
ducción industrial. La cantidad de que disponíamos Después del desuerado la preparación disminuyó
era de 5 litros de leche procedentes de 3 reses. una tercera parte del volumen inicial (Fig. 4.E). Final-
El otro ingrediente esencial para el experimento mente, el desmoldado no supuso ningún problema,
fue el cuajante. Desde un primer momento desecha- ni en el cuenco, ni el recipiente mayor, a pesar del
mos todas aquellas opciones químicas, por lo tanto perfil cerrado del mismo. Este hecho se debe a la gran
la lista se redujo a los cuajantes naturales. Este tipo pérdida de volumen que ha experimentado la cuajada.
de sustancias las podemos encontrar tanto en algunas
plantas como la flor del cardo o la savia de la higuera, 4. Resultados y Discusión
como en el estómago de los rumiantes. Debido a la
disponibilidad optamos por la segunda opción. Esta El principal aspecto a resaltar de esta experimen-
fue el estómago deshidratado de un rumiante –en este tación es que ambos recipientes son funcionales para
caso fue el estómago de un cordero lechal (Ovis aries) desuerar la cuajada y desmolde posterior. Por lo tanto,
–, sin ningún tipo de aditivo, para la cantidad de leche este tipo de recipientes si son eficaces para la elabo-
simplemente necesitamos 5 g de cuajo (Fig. 4.A). ración de queso. En cuanto a proporciones, de los 5
Escogimos la manera más sencilla para la elabo- litros de leche fresca de cabra, conseguimos extraer
ración del queso, siempre aconsejados por una exper- solamente 1,7 kg de queso fresco.
ta. Calentamos la leche en una olla hasta los 39ºC, Encontramos muchos ejemplos en la literatura
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Departamento de Prehistoria, Universidad Autónoma de Barcelona. Edificio B Facultad de Filosofía y Letras 08193
Bellaterra (Barcelona) robert.carracedo@uab.cat, alberto.garcia.piquer@uab.cat
Resumen Abstract
Las sociedades cazadoras recolectoras han sido obje- Hunter-gatherer societies have been studied from
to de estudio desde múltiples perspectivas. En este artí- multiple perspectives. This article performs an approxi-
culo se lleva a cabo una aproximación desde el materialis- mation following the theoretical framework of historical
mo histórico centrándose en la llamada etnoarqueología materialism, focusing on the so-called “Experimental Eth-
experimental. Desde 1985 se han desarrollado una serie noarchaeology”. Different ethnoarchaeological studies in
de estudios etnoarqueológicos en Tierra del Fuego (Ar- Tierra del Fuego (Argentina) have been carried out du-
gentina) con el objetivo de experimentar y avanzar en la ring the last decades aiming to test and develop archaeolo-
metodología arqueológica, asumiendo que los principales gical methodology. The basic assumption of these projects
límites para el conocimiento del pasado se encuentran en was that the main limits of our knowledge in prehistory
la metodología y no en el propio registro arqueológico. En are in the methodology and not in the archaeological re-
efecto, un análisis de la amplia información etnográfica cord itself. Actually, an accurate analysis of the extensive
existente muestra cómo en las sociedades cazadoras-reco- ethnographic information shows how in hunter-gatherer
lectoras las normas sociales que regulan el comportamien- societies social norms (e. g sexual division of labour) could
to de una sociedad (p.ej. la división sexual del trabajo) materialize in ideological items, in the funerary record, or
pueden materializarse en ítems ideológicos, en el registro structuring different social spaces.
funerario o en la estructuración de espacios sociales dife- In this paper, first, we present a synthesis of the pu-
rentes. blished results in the framework of this “Experimental
En el presente artículo se expone, en primer lugar, Ethnoarchaeology” in Tierra del Fuego. Secondly, an
una síntesis de los trabajos publicados en el marco de esta analytical review of Túnel VII and Lanashuaia sites, two
“Etnoarqueología Experimental” en Tierra del Fuego. En ethnohistoric shell middens excavated between 1989 and
segundo lugar, se presentan una revisión de los resultados 2005, is presented. Both sites have been interpreted as
del análisis de dos yacimientos de época etnohistórica, two huts of the Yamana indigenous group. However, the
Túnel VII y Lanashuaia, excavados entre 1989 y 2005. preliminary results of a comparative analysis of the spatial
Aunque ambos yacimientos han sido interpretados como distribution of production and consumption waste and
dos cabañas de la agrupación indígena Yámana, el análisis debris of these sites point out differences in their site-func-
comparativo de la distribución espacial de los restos de tion and duration. The ethnographic information about
producción y consumo permite concluir diferencias en su this particular society allows to contrast those hypotheses.
función y duración. La información etnográfica sobre esta In the light of these results, discussion raises the need to
sociedad permite contrastar estas hipótesis. A partir de es- test the explanatory potential of intra-site analysis. Fur-
tos resultados, y de la necesaria verificación del potencial thermore, some fundamental lines for an archaeological
explicativo de los análisis intra-site, se plantean las líneas approximation to the social norms in hunter-gatherer
fundamentales para una aproximación arqueológica a las societies are proposed, by means of combining intra-site
normas sociales en sociedades cazadoras-recolectoras, en analysis with other important sources of ethnographic
combinación con otras fuentes de información etnográfi- and archaeological information like mortuary contexts.
ca y arqueológica (p. ej. los contextos mortuorios). El ob- The ultimate aim of this research is to develop an appro-
jetivo final de estos trabajos de investigación es desarrollar priate archaeological methodology in order to analyse the
una metodología arqueológica aplicable al registro de las Upper Palaeolithic and Mesolithic European record.
sociedades del Paleolítico Superior y Mesolítico europeo.
Keywords: Ethnoarchaeology. Hunter Gatherer Societies.
Palabras clave: Etnoarqueología. Sociedades cazadoras-re- Social norms. Methodology. Archaeological indicators.
colectoras. Normas sociales. Metodología. Indicadores ar-
queológicos.
97
Robert Carracedo-Recasens y Albert García-Piquer
so estudiar una sociedad etnográfica extinta simultá- lógica, se excavaron cuatro asentamientos Yámana,
neamente desde las fuentes etnohistóricas y desde la siendo especialmente reseñables Túnel VII (Esté-
metodología arqueológica. El resultado ha sido una vez y Vila, 1996) y Lanashuaia (Verdún et al., 2015;
serie de proyectos de investigación hispano-argenti- Orquera y Piana, 2000), dos concheros de la época
nos desarrollados en la Isla Grande de Tierra del Fue- del contacto europeo en el Canal Beagle. También se
go (Argentina) durante más de 25 años. excavaron dos contextos funerarios (Vila et al., 2006)
Esta experimentación para “calibrar el método” y la choza ritual construida en la Estancia Remolinos
ha implicado, por un lado, la recuperación de la ima- (Vila et al., 2004). Finalmente, los últimos proyectos
gen etnográfica de las agrupaciones indígenas fuegui- tuvieron como objetivo investigar en sitios rituales y
nas Yámana (la litoral meridional canoera), y Selknam de habitación Selknam junto a la costa oriental de Tie-
(la septentrional pedestre) (Fig. 1) mediante el análisis rra del Fuego, para analizar la variabilidad y la posible
crítico de la literatura etnográfica, el material fotográ- caracterización que permitiera definirlos mediante el
fico y la revisión desde una óptica arqueológica de la registro arqueológico. En este marco, se trabajó en
casi absoluta totalidad de los materiales de los museos dos yacimientos relacionados, Ewan I y Ewan II (Vila
etnográficos (Estévez y Vila 2006a; Pedraza 2014). et al., 2004; Mansur y Piqué, 2012).
Los motivos que sustentan la elección geográfica de Con el objetivo de obtener una comprensión in-
la Isla Grande de Tierra de Fuego y de sus SCR han tegral de las actividades humanas, y especialmente en
sido previamente explicados y no es necesario repe- lo que hace referencia a la excavación de concheros,
tirlos aquí (ver síntesis en Vila et al., 2007; además se combinaron diversos métodos analíticos: análisis
de bibliografía específica citada a continuación). Por arqueozoológico, malacológico (Verdún-Castelló,
otro lado, en lo que respecta a la evaluación arqueo- 2014) e ictiológico; tecnológico, de materias primas y
Figura 1. Mapa de Tierra del Fuego. Áreas de ocupación de las sociedades, principales yacimientos y puntos de interés.
de trazas de uso en materiales líticos y óseos (Clemen- ocupación determinados a partir de la superposición
te, 1997); así como análisis de muestras especiales de estratigráfica de diez fogones en el centro de una de-
sedimento tomadas para el análisis microestratigráfi- presión circular (delimitada por un sedimento húmi-
co (Villagran et al., 2011), de fitolitos (Zurro, 2010) co y “agujeros de palo”, formando una estructura de
y de ácidos grasos. Por último, cabe mencionar que 3-4 m. de diámetro) con depósitos dominados por
en paralelo se implementó un programa experimental conchero en la periferia (Fig. 2). A nivel global, esta
con el objetivo de entender los procesos de forma- serie de ocupaciones reiteradas a lo largo de un siglo
ción del yacimiento (p. ej. Mameli et al., 2002) y re- representan la práctica totalidad de las estaciones del
plicar los procesos de trabajo (ver en Estévez y Vila, año, con una tendencia general hacia la explotación
1996). También se investigó la curva de temperatura de recursos marinos (pesca, moluscos, pinnípedos).
paleoclimática a lo largo de los últimos 6.000 años y Sin embargo, ningún episodio tiene vinculada una
se realizó una aproximación general al sistema de ex- pauta estacional específica ni en lo que respecta a la
plotación de recursos a lo largo de la escala temporal duración (algunos momentos de ocupación son bre-
considerada (Albero et al., 1987). ves, otros más largos) ni a las especies explotadas y
sus frecuencias relativas, revelando una flexibilidad
3. Resultados y una amplia variedad de estrategias (Estévez y Vila,
2006b).
Como ya hemos señalado, esta serie de proyec- La estructura del yacimiento de Lanashuaia I
tos de Etnoarqueología experimental desarrollados es similar a Túnel VII, con una depresión central y
en Tierra de Fuego durante más de dos décadas han conchero en la periferia, y tampoco tiene una orien-
dado lugar a una cantidad y variedad importante de tación estacional clara (Piana et al., 2000: 459). Pero a
resultados tanto arqueológicos y tafonómicos como diferencia del anterior, se ha documentado un único
sobre las dinámicas, continuidades y cambios en las y largo episodio de ocupación, posiblemente con un
SCR a lo largo del tiempo. No es la intención del pre- breve episodio de desocupación intermedio. No obs-
sente artículo elaborar un balance exhaustivo de estos tante, se han detectado cambios significativos en el
resultados, que han sido detalladamente descritos y número de restos de la fauna vertebrada recuperada.
discutidos en las referencias aportadas en el apartado Si en la base de la ocupación se ha documentado una
anterior, así como en diversas publicaciones de sínte- concentración de huesos de cetáceo, distribuida en
sis (Carracedo-Recasens y García-Piquer, 2017; Esté- dos zonas específicas de la probable cabaña, en los
vez, 2009; Estévez y Vila, 2007), e incluso en una serie sucesivos depósitos de conchero se detecta un pre-
de monografías editados por el Consejo Superior de dominio de restos de avifauna, seguido de guanaco y
Investigaciones Científicas (Treballs d’etnoarqueologia). pinnípedo. Finalmente, en los concheros más recien-
Más bien nos interesa exponer algunos de los resul- tes se documenta un incremento en los restos de ic-
tados de esta interfase experimental que nos parecen tiofauna (Fig. 3; Verdún et al., 2015).
más interesantes, puesto que son los fundamentos de En ambos yacimientos están documentadas las
nuestra propuesta de trabajo actual, con la cual pro- actividades de talla y formatización de herramientas
ponemos una aproximación arqueológica a las nor- líticas, aprovechando preferentemente las materias
mas sociales de las SCR. En este sentido, vamos a primas más cercanas, tanto en el interior como en el
centrarnos en los resultados de la excavación de los exterior de la cabaña. El uso de las herramientas líti-
yacimientos de habitación Túnel VII y Lanashuaia I. cas es también bastante similar (principalmente traba-
El método de excavación en Túnel VII y Lanas- jaron madera y tejidos animales blandos), aunque en
huaia I permitió el establecimiento de fases microes- Lanashuaia hay más herramientas para trabajar pieles
tratigráficas menores en lo que aparentemente podría y en Túnel VII más para la manufactura de objetos en
considerarse un palimpsesto característico de los de- hueso. Ello coincide con una elevada abundancia de
pósitos de concheros, posibilitando aislar distintas guanacos en el primero, y de tejidos animales duros
ocupaciones del mismo lugar, reconocer patrones de en Túnel VII. Algunos espacios de trabajo en el exte-
organización espacial y establecer o descartar víncu- rior se pueden vincular con actividades que generan
los entre los mismas (véase Estévez y Clemente, 2013; gran cantidad de residuos (p. ej. descuartizamiento de
Vila et al., 2007). piezas grandes, desbastado primario de talla lítica).
En el caso de Túnel VII se ha podido detectar Otros espacios interiores se vinculan con el proce-
una detallada secuencia de episodios discretos de sado de piezas pequeñas o la elaboración de objetos
Figura 2. Yacimiento etnoarqueológico de Túnel VII. Arriba: Fotografía de la excavación donde se aprecia, en segundo plano, la depresión (se-
dimento oscuro) interpretada como el área de habitación. Abajo: Corte estratigráfico simplificado destacando la superposición de estructuras de
combustión y depósitos de conchero.
de adorno y uso de instrumental fino (Estévez y Cle- tener una descripción de las actividades socio-eco-
mente, 2013). nómicas de las SCR modernas del Canal Beagle,
mostrando una correspondencia en general con las
4. Discusión descripciones etnográficas de estos grupos altamente
móviles y su patrón de asentamiento, tanto en la con-
Los resultados de la experimentación etnoar- formación de las cabañas como en la práctica de su
queológica han sido positivos y han permitido ob- re-ocupación después de una somera reconstrucción;
Figura 4. Esquema conceptual de la metodología etnoarqueológica propuesta. Basado en las reflexiones surgidas durante la interfase de la etnoar-
queología experimental.
mediante las categorías de análisis adecuadas. Estas comparación entre sociedades etnográficas y contex-
categorías de análisis surgen de las propias técnicas tos paleolíticos y mesolíticos es entender la materia-
llevadas a cabo y nombradas más arriba, en combina- lización arqueológica de dichas prácticas funerarias y
ción con la reconstrucción de los procesos de trabajo las diferencias entre mujeres y hombres. Un primer
de la SCR yámana a partir de la combinación de in- análisis comparativo de 14 sociedades “modernas” se
formación arqueológica, etnográfica y experimental. puede consultar en Carracedo-Recasens (2015). De
Esta segunda aproximación se apoya en una propues- este modo, se busca poder completar arqueológica-
ta de teoría del valor real en SCR con el objetivo de mente qué sujetos desarrollaron las distintas activida-
realizar una aproximación cuantitativa y objetiva a la des en la Prehistoria, pudiendo así acceder a las leja-
desigualdad entre la producción/consumo de los di- nas y olvidadas relaciones sociales que se produjeron.
ferentes agentes sociales (Barceló et al., 2006; Vila et El objetivo final es inferir qué normas rigieron estas
al., 2010). sociedades y cómo afectaron a los distintos sexos.
Del mismo modo, también se está desarrollando
actualmente una experimentación con técnicas de si- 5. Conclusiones y perspectivas
mulación social, utilizando la información etnográfica
de cinco SCR (De la Cruz et al., 2010; Vila et al., 2010) A pesar de los grandes avances realizados en Ar-
para ensayar el impacto de las normas sociales en la queología, especialmente en el terreno de las técnicas
reproducción de las SCR. Los resultados preliminares de análisis, sigue siendo una realidad la limitación de
confirman las hipótesis de partida y parecen explicar nuestra disciplina para ofrecer, más allá del plano es-
por qué la mayor parte del esfuerzo social de estos peculativo o meramente descriptivo de los materiales
grupos va dirigido a normativizar el comportamiento hallados, explicaciones sobre la organización social de
relacional y sexual (Pedraza, 2014). los grupos del pasado.
En una tercera línea, se está investigando y am- Sin embargo, consideramos que este problema
pliando la experimentación etnoarqueológica hacia de la inaccesibilidad arqueológica de las relaciones
contextos mortuorios y la gestión de la muerte en las sociales es fruto de autolimitaciones teóricas y me-
SCR. El objetivo de esta aproximación basada en la todológicas. En el presente artículo hemos intentado
exponer los objetivos y los principales resultados de Clemente, I., 1997. Los instrumentos líticos de Túnel
unos proyectos de “Etnoarqueología experimental” VII: una aproximación etnoarqueológica. CSIC-
desarrollados con sociedades etnográficas de Tierra UAB, Madrid (Treballs d’Etnoarqueologia, 2).
del Fuego, en base a los cuales se ha propuesto una De la Cruz, D., Estévez, J., Noriega, P., Pérez, M.,
metodología concreta y adecuada para aproximarnos Sabater-Mir, J., Vila, A., Villatoro, D., 2010. Nor-
arqueológicamente al estudio de las normas sociales mas en Sociedades Cazadoras-Prescadoras-Reco-
en SCR prehistóricas (Fig. 4). Queda mucho trabajo lectoras. Argumentos pasa el uso de la simulación
por hacer y no está exento de retos y complicaciones. social basada en agentes. Cuadernos de Prehisto-
Sin embargo, el registro arqueológico europeo contie- ria y Arqueología de la Universidad Granada. 20,
ne numerosísimos elementos que se relacionan con la 149–161.
ideología de las SCR y existe un interés renovado por Dragicevic, I., Vila, A., Estévez, J., Piqué, R., 2012.
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Interfacultativo, Avda. Los Castros, 52. 39005 Santander, España. a.garcia.escarzaga@gmail.com
107
Asier García-Escárzaga
Figura 1. Localización de la región cantábrica (N de Iberia), de los yacimientos citados en el texto y de la playa de Langre.
región cantábrica (N de Iberia) y especialmente la de- resto de los moluscos recuperados en los yacimientos
nominada área de dispersión del Asturiense (Fig. 1), arqueológicos (Vega del Sella, 1923; González-Mora-
donde han sido identificados una cantidad superior a les, 1982; Clark, 1983; Gutiérrez-Zugasti, 2009).
130 concheros (Fano, 1998; Arias et al., 2015). El re- Desde un punto de vista climático, el periodo
gistro arqueológico asociado al Asturiense (c. 10.700- mesolítico en la región Cantábrica se adscribe geo-
6.800 cal BP) presenta las siguientes características: lógicamente a los momentos iniciales del Holoceno,
las ocupaciones humanas se localizan en pequeñas que se caracteriza por una mejora de las condiciones
cuevas y/o abrigos situados a escasa distancia de la climáticas y un aumento del nivel del mar (Roberts,
línea de costa actual (generalmente no superior a los 2014). El incremento de las temperaturas durante este
5 km); el hallazgo de picos asturienses, que confiere al periodo ha sido documentado mediante indicadores
registro una cierta personalidad con respecto a la in- de carácter global, como por ejemplo los análisis de
dustria documentada en las áreas circundantes; unas isótopos estables de oxígeno en muestras de hie-
estrategias de subsistencia basadas en la combinación lo procedentes de Groenlandia (NGRIP, 2004). Sin
de los recursos marinos y terrestres; y un predominio embargo, este aumento de las temperaturas también
siempre superior al 80% de los gasterópodos frente al ha podido ser inferido a partir de indicadores locales
Figura 2. a) Secuencia de isótopos estables de oxígeno obtenida de un espécimen moderno de la especie Phorcus lineatus. Los isótopos de oxigeno
son inversamente proporcionales a la temperatura del medio, por lo que los valores altos representan temperaturas bajas y viceversa. b) Líneas de
crecimiento observadas en la capa de aragonito de una sección de Phorcus lineatus después de haber sido tintada con Mutvei´s solution. La sucesión
de una línea azul claro y una línea azul oscuro representan un ciclo mareal.
geno en muestras arqueológicas, pues la comprensión de Cantabria, una línea de investigación ligada a los
de estos patrones es crucial para realizar una correcta análisis de isótopos estables de oxígeno, con el obje-
y precisa reconstrucción de las condiciones paleocli- tivo de empezar a paliar los interrogantes relativos a
máticas y la estación de captura a partir de muestras las condiciones paleoclimáticas y la estacionalidad de
geo-arqueológicas (Andrus, 2011; Schöne, 2008). No la captura de los recursos marinos (Gutiérrez-Zugasti
obstante, también se han aplicado este tipo de análi- et al., en prensa). La información disponible hasta el
sis sobre muestras arqueológicas, con el doble obje- presente sobre los patrones estacionales de explota-
tivo de reforzar las conclusiones obtenidas mediante ción de estos recursos, se circunscribe de manera casi
isótopos estables de oxígeno en relación a la estación exclusiva al área del Mesolítico Asturiense. Las mues-
de captura (Andrus and Crowe, 2000; Hallmann et al., tras arqueológicas analizadas proceden de los yaci-
2009; Burchell et al., 2013b) y de intentar determinar mientos de Mazaculos II, La Riera y El Penicial (Fig.
la estación de recolección por medio de las líneas de 1). Los análisis isotópicos realizados en la década de
crecimiento observadas en las conchas (Deith, 1983b; los ochenta (Deith, 1983a; Deith y Shackleton, 1986)
Milner, 2001). A pesar del incremento de estas inves- sugirieron que el molusco P. lineatus fue recolectado
tigaciones, los ejemplos para la región cantábrica son durante los meses más fríos del año, preferentemente
todavía muy escasos (Bailey and Craighead, 2003; en la estación de invierno (Fig. 3a). Resultados que
Gutiérrez-Zugasti, 2009). están en sintonía con los documentados para esta
especie en otras áreas de la costa atlántica europea
3. Patrones estacionales en la recolección de (Mannino et al., 2003; Mannino y Thomas, 2007) y
los moluscos durante el Mesolítico en la re- con parte de los publicados para la especie Phorcus
gión cantábrica turbinatus (Born, 1778) en el área mediterránea (Man-
nino et al., 2007; Colonese et al., 2009; Mannino et al.,
Si bien la región cantábrica fue una de las pri- 2011; Prendergast et al., 2016).
meras áreas litorales donde se aplicaron los análisis Deith (1983a) pretendió explicar este marcado
de isótopos estables de oxígeno en la década de 1980 patrón estacional mediante la argumentación de una
(Bailey et al., 1983; Deith, 1983a; Deith y Shackleton, desocupación de la costa durante los meses de verano,
1986), especialmente impulsados por la implementa- la existencia de una movilidad de los grupos humanos
ción de un nuevo marco teórico como la Nueva Ar- prehistóricos en sentido longitudinal a lo largo de la
queología y el interés de ésta por dotar a la investi- región cantábrica y/o la escasez de otros recursos
gación arqueológica de un mayor carácter científico, durante la estación fría. Sin embargo, la información
el número de estas investigaciones continúa siendo disponible en la actualidad permite refutar estos plan-
muy escaso en la actualidad. Por este motivo, en los teamientos, en tanto en cuanto se ha documentado
últimos años se ha venido desarrollando, en el Ins- una caza de mamíferos durante los meses de prima-
tituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas vera y verano por parte de los grupos humanos meso-
Figura 3. a) Histograma que muestra los valores isotópicos procedentes del borde (ultimo crecimiento) de 33 especímenes arqueológicos. Los valo-
res obtenidos son altos, lo que sugiere una recolección preferencial durante los meses más fríos del año (= invierno) (Deith y Shackleton, 1986; figura
original modificada por el autor). b) Sección de Patella vulgata tintada con Mutvei´s solution para aumentar la visibilidad de las líneas de crecimiento.
Las flechas indican paradas de crecimiento anuales (Fenger et al., 2007).
Figura 4. a) Playa de Langre. b) Zonación vertical del litoral y subdivisión del intermareal c) Colonia de Phorcus lineatus. d) Lapas de la especie
Patella vulgata y Patella depressa.
tados, para así determinar la rentabilidad cárnica de valores obtenidos eran diferentes, las secuencias deri-
cada molusco. La cocción de los individuos se llevó vadas para las primeras recolecciones no mostraban
a cabo de forma individual, sumergiendo a éstos en cambios significativos.
agua hirviendo durante 30 segundos aprox. Durante Los resultados obtenidos hasta el presente son
este proceso se aplicaron dos metodologías diferentes bastante preliminares y muy poco concluyentes en re-
para el pesado de los moluscos, consecuencia de la lación a la variación estacional de la rentabilidad cár-
diferente morfología de las especies de gasterópodos nica de los diferentes moluscos, dado el escaso núme-
estudiados en este programa experimental. (1) En el ro de recolecciones llevadas a cabo hasta la fecha. Por
caso de los tres taxones de lapas, el molusco pudo ser tanto, se hace necesario continuar con este programa
extraído previa muerte del mismo, pudiendo tomar experimental, al menos durante un tiempo estimado
su peso antes de ser cocido y después, es decir, en de dos años, para qué en el caso de observar secuen-
mojado y en seco. (2) En el caso de P. lineatus y dado cias nítidas de la variación estacional en la rentabili-
el carácter espirado de la concha, fue necesario sa- dad cárnica, esta hipótesis pudiera ser sustentada a
crificar al molusco de manera previa a su extracción, partir del registro de varios ciclos anuales. Además de
imposibilitando así el registro del peso en mojado de poder determinar o excluir la suposición de la mayor
esta especie. Para determinar la rentabilidad cárnica rentabilidad cárnica de P. lineatus durante los meses
(RC) de cada espécimen se calculó el peso de la carne de invierno, pudiendo corroborar o refutar así la hi-
(en g) por cada 100 g de concha (RC = [Peso Mo- pótesis planteada por Bailey y Craighead (2003), este
lusco x 100] / Peso Concha). Además, se aplicaron estudio también puede conllevar una mejora metodo-
otras ecuaciones para el cálculo de la rentabilidad cár- lógica para la estimación de la importancia relativa de
nica, con el objetivo de realizar una comparativa de cada una de las especies en relación a las estrategias
los resultados obtenidos, concluyendo qué si bien los de subsistencia de los grupos humanos mesolíticos.
Recientemente, Thomas y Mannino (2017) propu- litar una mejor comprensión de las causas de la esta-
sieron el cálculo de la rentabilidad cárnica derivada cionalidad en los patrones de explotación del medio
de los diferentes taxones que componen el registro marino, este programa experimental también puede
arqueológico como metodología alternativa al NMI suponer una mejora metodológica importante para la
para cuantificar la importancia en la dieta de las di- estimación de la importancia que estos taxones tuvie-
ferentes especies de moluscos. La aplicación de este ron en las dietas de los grupos humanos mesolíticos;
nuevo planteamiento metodológico precisa de una al tiempo que va a permitir comparar la rentabilidad
investigación previa de carácter actualista para de- cárnica obtenida en la zona alta y baja del intermareal,
terminar la aportación cárnica de cada especie. Por lo que puede arrojar más información sobre un hipo-
tanto, el programa experimental presentado en este tético proceso de intensificación acaecido durante el
trabajo va a permitir obtener una relación media para Mesolítico.
estimar la aportación de los especímenes recuperados
en los concheros de la región cantábrica. Por último, Agradecimientos
la información que se obtendrá a partir de la compa-
ración del rendimiento cárnico obtenido de la zona El autor de este artículo disfruta de un contra-
alta y baja del intermareal permitirá apoyar o refutar la to predoctoral de la Universidad de Cantabria. Las
hipótesis de un proceso de intensificación en la explo- recolecciones en la playa de Langre se han realizado
tación de los recursos marinos a lo largo del periodo gracias a un permiso concedido por el Servicio de
mesolítico, que coincidiría con el mayor aprovecha- Actividades Pesqueras del Gobierno de Cantabria.
miento de especímenes de zonas bajas del intermareal Asimismo, el autor debe mostrar su agradecimiento
al final del periodo, áreas más expuestas al oleaje y en al Instituto Internacional de Investigaciones Prehis-
principio menos rentables (Gutiérrez-Zugasti, 2009, tóricas de Cantabria (IIIPC) y al Grupo de Ingeniería
2010, 2011). Fotónica (GIF), ambos pertenecientes a la Univer-
sidad de Cantabria. El autor también debe agrade-
5. Conclusiones cer a Igor Gutiérrez-Zugasti, Adolfo Cobo, Manuel
Ramón González-Morales, David Cuenca-Solana y
Este trabajo ha puesto de manifiesto la existen- Lucía Agudo-Pérez el apoyo prestado durante todos
cia de un marcado patrón estacional en la captura de estos años de formación.
moluscos, recolectándose la especie P. lineatus exclu-
sivamente durante los meses más fríos del año y las Referencias
lapas durante prácticamente todo el ciclo anual. La
información disponible no permite postular una ex- Álvarez-Fernández, E., Álvarez-Alonso, D., Cubas,
plicación sólida para la comprensión de estas estra- M., Cueto, M., 2015. La cueva de El Pindal (Pi-
tegias de subsistencia, pues la desocupación costera miango, Ribadedeva, Asturias): revisión de los
durante los meses estivales, la existencia de un des- materiales conservados en el Museo Arqueológico
de Asturias, Nailos. Estudios Interdisciplinares de
plazamiento longitudinal paralelo a la línea de costa o
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la escasez de recursos durante el invierno, que en un
principio podrían explicar la explotación de P. linea- Andrus, C.F.T., 2011. Shell midden sclerochronolo-
tus durante estos meses, no casan con la explotación gy, Quaternary Science Reviews. 30(21–22), 2892-
de lapas durante todas las estaciones, pero tampoco 2905.
con la información disponible para este periodo. El Andrus, C.F.T., Crowe, D.E., 2000. Geochemical
programa experimental aquí presentado tiene como Analysis of Crassostrea virginica as a Method to
objetivo corroborar o refutar una hipótesis planteada Determine Season of Capture, Journal of Ar-
hace más de una década: la mayor rentabilidad cárni- chaeological Science. 27(1), 33-42.
ca de P. lineatus durante los meses de invierno como Arias, P., 2006. Determinaciones de isótopos estables
consecuencia del desarrollo de los gametos. Para ello en restos humanos de la región Cantábrica. Apor-
se ha programado una serie de recolecciones perió- tación al estudio de la dieta de las poblaciones del
dicas de muestras modernas, para el desarrollo de un Mesolítico y el Neolítico. Munibe (Antropolo-
análisis actualista y la medición de un posible cambio gia-Arkeologia). 57, 359-374.
en la rentabilidad cárnica, no sólo de P. lineatus sino Arias, P., Cubas, M., Fano, M.Á., Pardo, J.F.J., Salz-
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119
Cristina López-Tascón, Carlos Mazo y Marco de la Rasilla
secuentes de una mala praxis arqueológica), pensamos confección de un corpus metodológico donde docu-
que la experimentación es uno de los pasos que no mentar las diferentes actividades que se lleven a cabo.
pueden obviarse en los análisis funcionales. La experimentación analítica permite controlar di-
El presente trabajo supone nuestro primer paso versas variables que influyen en el desarrollo de las
en la comprobación, a través de la arqueología expe- huellas de uso. Aunque en ocasiones ha sido tachada
rimental, de la influencia de la materia prima en el de mecánica y artificial, nosotros creemos que es la
desarrollo de las huellas de uso. Para ello, se ha reali- opción que mejor se amolda a lo perseguido en nues-
zado una comparación entre algunas variedades silí- tro objetivo final. La decantación por este tipo de ex-
ceas presentes en varias colecciones arqueológicas de perimentación lleva pareja la elaboración de un pro-
la península ibérica. grama experimental meditado, donde los valores de
las variables elegidas queden anotados de forma sis-
2. Colección experimental temática. Éstas se dividen, siguiendo a autores como
González Urquijo e Ibáñez Estévez (1994) en varia-
Dos de las grandes preguntas que se abordan bles dependientes e independientes. Las primeras son
a través del análisis funcional de las piezas líticas las propias huellas de uso, las trazas macroscópicas
son: ¿Cómo se utilizaron? (cinemática) y ¿Para qué (redondeamiento y microsaltados) y las microscó-
se usaron? Tomando la experimentación como una picas (micropulido y estrías) (Mazo, 1991). Además
herramienta indisociable del estudio de las huellas de también deben distinguirse las huellas llamadas tec-
uso, la elaboración de una colección experimental se nológicas (ojos de perdiz y plataformas de abrasión)
presenta como una opción obligada, ya que le servirá así como las generadas por el contacto de la pieza con
al investigador para diversos fines. Por una parte, le metal o grafito. Por otra parte, las variables indepen-
ayudará en su formación como analista de huellas de dientes se definen como aquellos factores que influ-
uso ya que, a pesar de que las lecturas bibliográficas yen de forma significativa en las huellas resultantes
son fundamentales, muchas publicaciones ofrecen un del trabajo (gesto, materia trabajada, tiempo y materia
limitado respaldo fotográfico, y a menudo de esca- prima, entre otros) (Calvo, 2007).
sa calidad, o no explican de una forma suficiente las El programa experimental que hemos diseñado
características con las que se describen los rastros la- se centra en la realización de actividades vinculadas al
borales. Ello deriva de la problemática que arrastra la Paleolítico medio y superior inicial, al ser nuestro ob-
traceología desde su implantación en Occidente: no jeto de estudio los yacimientos asturianos del abrigo
hay una metodología unificada ni tampoco una ter- de La Viña (La Manzaneda, Oviedo) (Fortea Pérez,
minología que pueda aplicarse de forma general (An- 1999) y de la cueva de Llonín (Llonín, Peñamellera
derson-Gerfaud, 1981; Plisson, 1985; Beyries, 1987; Alta) (Fortea et al., 2007) durante el MIS3. El equipo
Mazo, 1989; Gutiérrez, 1996). utilizado consta de una lupa binocular (Nikon SMZ-
Ahí estriba la necesidad de publicar los resul- 10), un microscopio metalográfico (Nikon Optiphot)
tados obtenidos en las colecciones experimentales, y una cámara DinoLite 7013/7023 (5 Megapíxeles)
clarificando al lector mediante descripciones e imá- acoplada al microscopio y a la lupa binocular.
genes los términos utilizados en la interpretación de Entre las actividades efectuadas que suponemos
las piezas (Plisson y Van Gijn, 1989). Por otra parte, para dicho lapso temporal encontramos cortar, perfo-
crear una colección también permite obtener una re- rar, raspar, descortezar, gravar, cepillar, etc. La activi-
ferencia para consultar en cualquier punto de la in- dad elegida determinará el tipo de acción (transversal,
vestigación, pues la interpretación de las huellas no longitudinal o helicoidal) y su dirección (unidireccio-
puede basarse únicamente en la memoria visual del nal, bidireccional o semicircular), así como el movi-
investigador. Además, el uso de los útiles también nos miento efectuado (de aproximación o de alejamiento).
acerca a la realidad prehistórica ya que el experimen- Entre las materias orgánicas trabajadas se en-
tador debe comprobar la efectividad de las piezas que cuentra la madera – boj (buxus sempervirens), abedul
constituyen su investigación e ir solventando las difi- (betula) y chopo (populus) –, la caña fresca, el hueso
cultades que surgen fruto de su utilización. Ello per- (de vacuno y cápridos), el asta (de ciervo) y la piel
mitirá comprender mejor su función y quizá plantear (de vacuno). En la base de datos se ha anotado la du-
nuevas propuestas de uso (Levi Sala, 1989; Morgado reza (blanda, media, dura) que presentan y el estado
y Baena Preysler, 2011). (seco, fresco, húmedo, cocido, etc) en el que se han
Estas cuestiones que planteamos conducen a la trabajado, pues como la bibliografía corrobora (Ke-
eley, 1980; Odell y Odell-Vereecken, 1980), se trata de forma macroscópica y microscópica, haciéndose
de dos factores muy influyentes en la formación de así un seguimiento de la formación de las trazas en
las huellas. En este trabajo exponemos los resultados cada periodo de trabajo. La variable «tiempo» resulta
de parte de la colección, centrándonos en las hue- altamente interesante, pues permitirá comprobar si
llas producidas durante el trabajo de caña y de hueso la velocidad de desarrollo de las huellas de uso es la
(Fig. 1). misma para las distintas variedades silíceas. Otra de
En todos los casos se han utilizado las piezas las variables dependientes elegidas para registrar en la
durante 90 minutos, dividiendo este tiempo en tres experimentación es la materia prima. Al tratarse de la
intervalos de 30 minutos. Cada vez que se para en uno base sobre la que se sustenta este estudio merece una
de estos intervalos la pieza se observa y se fotografía especial atención.
Figura 1. Resultados de la experimentación. Piezas utilizadas, materia trabajada, tipo de acción, tiempo de uso, huellas macroscópicas (redondea-
miento y microsaltados) y microscópicas (micropulido y estrías).
Figura 2. Mapa donde se sitúan las localizaciones del sílex empleado en la colección experimental.
Figura 3. Trabajo caña. 1. Corte de caña fresca, acción longitudinal. 2. Desconchados en media luna tras 90’ de raspado de caña de una pieza de sílex
de Piedramuelle. 3. Micropulido cubriente de trama unida, volumen alto y gran brillo formado tras 90’ raspando caña fresca con una pieza de sílex
del tipo Monegros. 4. Estrías superficiales y finas tras el raspado de caña fresca durante 90’ con una pieza de sílex de Piedramuelle.
Figura 4. Trabajo hueso. 1. Cepillado de hueso, acción transversal. 2. Desconchados y filo dentado tras el cepillado de hueso con una pieza de sílex
piloñés. 3. Micropulido marginal, de contorno neto regular y trama unida y brillante junto al filo de una pieza de sílex del tipo Monegros. 4. Micro-
pulido definido como indeterminado desarrollado en una pieza de sílex de Piloña.
trabajo de otras materias, el sílex de Piloña y Piedra- los primeros un brillo más intenso que los otros. Ade-
muelle lucen en la variable de micropulido un brillo más, también se diferencian en la extensión longitu-
más apagado. Resulta llamativo que en una de las dinal del pulido (continuo para los del valle medio del
piezas de Piedramuelle apenas se haya desarrollado Ebro) y en el contorno, pues la variedad de Monegros
esta huella. En cuanto a las estrías, las encontramos presenta un contorno desdibujado y los asturianos
en una de las piezas de Piedramuelle y en las dos del uno definido como neto irregular. La existencia de
tipo Monegros, siendo lineales perpendiculares al filo, estrías únicamente se ha documentado en el sílex de
superficiales y de fondo liso. Piloña, tratándose de líneas superficiales y poco pro-
Corte: Hemos realizado una acción longitudinal fundas. La ausencia de estrías no impide la presencia
bidireccional con cuatro piezas (una de sílex de Pilo- de las tendencias lineales que indican la dirección del
ña, otra de Piedramuelle y dos del tipo Monegros). movimiento efectuado (Fig. 3).
En el caso del corte, el embotamiento sigue siendo
microscópico, pero los microsaltados son más nume- 4.2. Hueso
rosos, de pequeñas dimensiones y con terminaciones
limpias y secas, dejando así unos filos microdentados. En este trabajo hemos utilizado once piezas so-
En cuanto al micropulido, éste se desarrolla en bre huesos de vaca para realizar las actividades de ce-
todas las piezas tanto en la cara dorsal como ventral. pillado y de ranurado.
Presenta una textura rugosa-lisa y una trama apretada Cepillado: Esta actividad implica una acción
en todas las piezas excepto en la pieza de Piedramue- transversal con un movimiento bidireccional de acer-
lle, que cuenta con una trama media. El micropulido camiento y alejamiento al experimentador. Para ello
sigue siendo brillante, pero encontramos diferencias se ha empleado dos de Piedramuelle, una de Piloña y
entre los sílex aragoneses y los asturianos, teniendo dos de Monegros).
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01006. Vitoria-Gasteiz (Álava). erik.arevalo@ehu.eus, cristina.camarero@ehu.eus
129
Erik Arevalo-Muñoz y Cristina Camarero
Figura 1. Ubicación del castro de Kutzemendi al sur de Vitoria-Gasteiz. Ortofoto del yacimiento e imagen de sombras LIDAR, extraídas del servicio
GeoEuskadi del Gobierno Vasco / Eusko Jaurlaritza (www.geo.euskadi.eus).
ser un yacimiento desconocido y haber sido excavado Medrano, en la que se abrieron cuatro sondeos en
hace más de medio siglo, aun permanecía inédito. En distintas zonas del yacimiento, dejando al descubierto
el trabajo recopilatorio que hicieron Tardio y Zama- siete recintos, algunos de muros exteriores circulares
lloa (2011), no se incluye Kutzemendi, aunque una de o semicirculares y otros rectangulares (Osaba y Fer-
las piezas si fue publicada por Caprile (1986) en su nández Medrano, 1950). A juicio de los excavadores,
trabajo sobre los objetos de adorno durante el Bronce las zonas arqueológicamente más ricas del yacimiento
Final y la Edad del Hierro en Álava. serían las de NO y SO, pero han desaparecido debido
a la extracción sistemática de piedra durante el siglo
2. Contexto Arqueológico XIX. La parte intacta es la zona sur y este del sitio,
donde localizan viviendas y demás estructuras.
Kutzemendi es uno de los primeros poblados El poblado presenta una planta redondeada con
descubiertos en la provincia de Álava. Se sitúa al sur un ligero alargamiento en su parte sur, y con unas la-
de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, en una colina ame- deras muy escarpadas en todo su perímetro, excepto,
setada llamada Santa Cruz de Olárizu, constituyendo precisamente el sur. Aunque en la zona alta no pre-
parte de una vasta red de poblados de la Edad del senta unas pendientes muy pronunciadas si se realiza-
Hierro documentados en la provincia (Llanos, 1987) ron una serie de aterrazamientos que nivelaron aque-
(Fig. 1). Fue descubierto por José Miguel Barandiarán llos puntos donde se ubicaron las viviendas. A la luz
en 1926, cuando realizaban periódicamente excursio- de los resultados de los sondeos, se le puede calcular
nes desde el Seminario de Vitoria para dar lecciones un tamaño de unas 7 hectáreas.
de Geología y Prehistoria (Saralegui, 1927). En el año 2001 tras la destrucción de un sector
En septiembre de 1950 y durante 10 días, se rea- del yacimiento por la construcción de un camino para
lizaron varios sondeos de exploración, bajo la direc- acceder a la cima de la colina, se realizó una inter-
ción de D. Basilio Osaba y D. Domingo Fernández vención de urgencia, dirigida por I. Filloy en la que
se localizó parte de la muralla E del castro. Además fragmentos de asta de ciervo, un fragmento aserrado
se efectuó un sondeo estratigráfico de 2 x 2 m en el de marfil y una clavija ósea de cáprido.
que se identificaron tres niveles, el nivel A, reciente, Siguiendo la división marcada en el párrafo an-
con materiales celtibéricos, altoimperiales, medievales terior, empezamos con los objetos elaborados, cuyas
y postmedievales. El nivel B, situado cronológicamen- piezas más numerosas son las espátulas sobre costilla,
te en el Hierro Final, fase en la que se construye la de las que en Kutzemendi contamos con seis. Dentro
muralla de piedra, y el nivel C, fase del asentamiento de este conjunto, tres de las piezas están completas,
inicial del Bronce Final y Hierro Antiguo/Medio (Fi- otra casi entera, aunque le falta el extremo distal y hay
lloy, 2002). La cronología del sitio no está definida también un extremo proximal y otro distal (Fig. 2).
del todo y se basa únicamente en los materiales ce- Presentan una sección plana o plano-convexa. En las
rámicos, tanto de los sondeos de 1950, como de los piezas que se conservan enteras, uno de los extremos
trabajos realizados en 2001. esta redondeado y el otro suele estar apuntado aun-
La Zona Arqueológica del Poblado de Kut- que también hay alguna que tiene ambos extremos
zemendi cuenta con la incoación de expediente de redondeados. Sus dimensiones máximas son: KUT-
declaración como Bien Cultural Calificado, con la 01,55 x 18,5 x 2,3 mm; KUT-04, 145 x 24 x 3,8 mm;
categoría de Conjunto Monumental, por resolución KUT-16, 121 x 14 x 2 mm; KUT-17, 59 x 16 x 2,2
Nº 4523 de 16 de octubre de 1995, publicado en el mm; KUT-18, 90 x 16 x 3,1 mm; KUT-27, 125 x 26
BOPV nº 212, de 7 de noviembre de 1995. Aunque x 3,2 mm.
tras un año el expediente caducó y actualmente sigue Todas están elaboradas sobre costillas de herbí-
pendiente de calificación. voros de talla grande, probablemente Bos taurus, pero
Los materiales que aquí presentamos provienen en otros yacimientos también se pueden encontrar
de los sondeos llevados a cabo en 1950, que queda- en costillas de Caprinae. Para su fabricación se utiliza
ron inéditos, pues únicamente se publicó un breve in- una lámina que puede proceder tanto de la cara dor-
forme preliminar de los trabajos (Osaba y Fernández sal (KUT-01; KUT-04; KUT-17) como de la ventral
Medrano, 1950).
3. Resultados y Discusión
del hueso (KUT-16; KUT-18; KUT-27), que se extrae sentan acabados muy similares, en otros yacimientos
tras dividir la costilla a la mitad mediante percusión podemos encontrar fusayolas de muy distinto acaba-
indirecta tras eliminar los laterales por percusión di- do, desde piezas muy toscas que únicamente se han
recta, por abrasión o por el ranurado de los bordes cortado y perforado, sin ninguna abrasión o biselado
(Margarit, 2015). Después de separar las dos mitades de laterales hasta piezas muy pulidas de acabado bri-
se abrasiona para conformar la espátula, en la cara llante y sección oval. Su tipología se puede determi-
ventral llegando incluso a eliminar casi por completo nar por su sección, en este caso únicamente hay una
la parte esponjosa del interior de la costilla (Fig. 4.A). semiesférica (KUT-39) y tres troncocónicas. En otros
Hay un par de ejemplares de La Hoya en los que se yacimientos podemos encontrar algún ejemplar más
observa una misma morfología pero con la costilla pulido y de sección oval. Aunque hay ejemplares que
de sección completa, sin extraer una lámina de una se sitúan en la Edad del Bronce (Altamirano, 2012),
de las dos caras. Los laterales longitudinales son los las fusayolas sobre cabeza de fémur se popularizan a
que presentan mayor grado de pulimento, por lo que partir de la Edad del Hierro y podemos encontrarlas
se observa que esos son los extremos activos de la hasta contextos tardoantiguos y altomedievales (Gu-
pieza. Es un tipo de pieza que está muy presente entre tiérrez y Hierro, 2010).
los conjuntos de industria ósea durante el Neolítico, Las fusayolas son el contrapeso del huso para
Calcolítico y las Edades del Bronce y del Hierro. Por hilar, que a su vez sirven de tope. Son piezas de las
su morfología se asocian al trabajo cerámico y están que encontramos semejantes casi idénticos, tanto en
presentes en prácticamente todos los yacimientos de piedra como en cerámica, muchas fabricadas ex-pro-
la Edad del Hierro en Álava, siendo en muchos casos feso, pero también reaprovechando fragmentos rotos
el útil óseo mejor representado. Se han recuperado 42 de vasijas, redondeando los bordes y perforándolos
espátulas o fragmentos en Peñas de Oro, 54 en Los (Castro, 1980). Entre los poblados protohistóricos de
Castros de Lastra, 22 en La Hoya y 21 más en Cas- Álava se han recuperado 33 ejemplares en La Hoya,
tillo de Henayo (Tardio y Zamalloa, 2011), podemos algunos en proceso de elaboración, además de otros
encontrar algunos ejemplares más en otros pobla- en Los Castros de Lastra, Peñas de Oro y Castillo de
dos que han sido sondeados en Álava como Pico de Henayo. También hay en los cercanos poblados na-
San Pedro (Llanos, 1968), Urisolo (Llanos y Urrutia, varros de Peña del Saco (Taracena y Vázquez de Par-
2011), Castillo de Astúlez (Sáenz de Urturi, 2011) o ga, 1946), el Castillar de Mendavia y Alto de la Cruz,
Carasta (Filloy, 1990). donde se recuperó una colección de 22 fusayolas de
Otro de los útiles que aparecen con bastante fre- hueso (Castiella, 1994).
cuencia en este tipo de contextos son las fusayolas de Por el número de piezas recuperadas, los siguien-
hueso, en Kutzemendi hay cuatro identificadas como tes son los alfileres, de los tres ejemplares, dos son
tales. Sus dimensiones máximas son: KUT-15, 38 x piezas completas sobre fíbula de Sus. Sus dimensio-
32 x 16,3 mm, 6 mm Ø perforación; KUT-22, 41,5 x nes máximas son: KUT-12, 99 x 13 x 5 mm; KUT-
40 x 20 mm, 8 mm Ø perforación; KUT-23, 35 x 35 13, 70 x 8 x 4 mm; KUT-14, 35 x 4,5 x 3,5 mm (Fig.
x 14 mm, 5,5 mm Ø perforación; KUT-39, 39 x 37 x 3). La tipología de los alfileres sobre fíbula de Sus se
13 mm, 6 mm Ø perforación (Fig. 2). define por la morfología de el extremo proximal, que
Son piezas fabricadas sobre cabezas de fémur de puede estar «en bruto» (sin trabajar), recortado, puli-
herbívoros de talla grande, probablemente Bos taurus, do, redondeado o incluso perforado (Arevalo, 2015),
que se cortan a la altura del cuello, extrayendo una en este caso las dos piezas completas son ejemplares
pieza semiesférica que posteriormente se perfora. La que llamamos «en bruto», puesto que no tienen el ex-
cara ventral, producto del corte principal, se abrasio- tremo proximal trabajado. Únicamente se ha elimina-
na para pulir las irregularidades que asoman de la par- do el extremo distal del hueso, para posteriormente
te esponjosa del interior de la cabeza del hueso, ade- apuntarlo y pulir el fuste. El tercero es un fragmento
más de realizar un corte biselado en todo el extremo mesodistal roto por el fuste, de sección circular en el
lateral. La cara dorsal puede estar o no trabajada (Fig. que se observa el canal medular del hueso. Los alfile-
4.B), dando como resultado fusayolas semiesféricas o res sobre fíbula de Sus, podemos encontrarlos desde
de sección troncocónica. La perforación central por el Bronce Medio en Navarra en lugares como Osaleta
norma general es ligeramente troncocónica y unipo- o Monte Aguilar, pero sobre todo durante el Bronce
lar, realizada desde la cara ventral. Final y la Edad del Hierro, así, solamente en la pro-
Aunque las cuatro piezas de Kutzemendi pre- vincia de Álava contamos con ejemplares en Castillo
Figura 3. Utillaje óseo de Kutzemendi: Esquirlas apuntadas, alfileres, colmillo perforado, tubo de asta, matriz de marfil y clavija ósea.
de Henayo, Peñas de Oro, Castro de Lastra, La Hoya, ber salido de la misma pareja de astas. El tratamiento
Peñas de Oro o Los Husos I (Arevalo, 2015). primario en ambas es el mismo, cortando la asta por
Gran parte de los útiles óseos que hallamos en la parte baja de la percha, eliminando así los candiles
yacimientos de la Edad del Hierro son mangos so- inferiores (luchadera y contraluchadera) y la roseta,
bre asta de ciervo. En Kutzemendi contamos con dos además en ambas piezas se ha eliminado el candil dis-
ejemplos cuyas dimensiones máximas son: KUT-19, tal (Fig. 4.D-E). Después, el acabado que presentan
162 x 32 x 17 mm, 8 mm Ø perforación; KUT-20, las dos es diferente, en una (KUT-20) el extremo de la
195 x 67 x 16 mm (Fig. 2). Las dos piezas se han percha cortado se ha apuntado mediante cortes para
extraído de la misma porción de asta y presentan un adaptarlo a algún tipo de pieza de enmangue tubular.
tamaño y forma muy similar, por lo que podrían ha- Sin embargo en la otra (KUT-19) se han rebajado li-
x 19 x 7 mm; KUT-06, 71 x 14 x 7 mm; KUT-07, 125 yolas y alfileres sobre fíbula de Sus es coherente con
x 15 x 13 mm; KUT-08, 39 x 8 x 6 mm; KUT-31, 69 los conjuntos óseos dentro de la Edad del Hierro en
x 11 x 6 mm; KUT-32, 73 x 11,5 x 6,5 mm; KUT-33, Álava, por lo que podemos atribuirle esa cronología.
128 x 30 x 28 mm. Son objetos de manufactura simple, enfocados a
Entre los deshechos de fabricación, tenemos suplir una necesidad concreta, en muchos casos, son
ocho fragmentos de asta, una roseta de desmogue de piezas poco trabajadas, que presentan un acabado que
corzo, cinco candiles o fragmentos, un extremo distal podríamos considerar tosco, en los que ciertos huesos
de asta con tres puntas y un fragmento de percha. Sus se usan sistemáticamente para elaborar algunos ob-
dimensiones máximas son: KUT-09, 104 x 19 x 15 jetos (costillas y fémures de Bos taurus para espátulas
mm; KUT-11, 106 x 29 x 18 mm; KUT-21, 150 x 107 y fusayolas y fíbula de Sus para alfileres) y la asta de
x 18 mm; KUT-34, 73 x 21 x 18; KUT-35, 52 x 23 x ciervo se utiliza mayoritariamente para enmangues,
18 mm; KUT-36, 70 x 18 x 16 mm; KUT-37, 35 x 33 aspecto que también hemos podido observar en otros
x 33 mm; KUT-38, 131 x 34 x 15 mm. poblados de esta misma cronología.
Otra pieza que podemos considerar un dese-
cho de fabricación o una matriz para la fabricación Agradecimientos
de algún tipo de objeto es un fragmento aserrado de
marfil. Sus dimensiones máximas son: KUT-03, 34 x Los autores pertenecemos al Grupo de Inves-
22 x 16 mm (Fig. 3). El marfil es un elemento muy tigación en Prehistoria del Gobierno Vasco (UPV/
poco habitual en esta cronología y a estas latitudes, se EHU IT622-13) y somos beneficiarios de una beca
trata de un elemento de importación y lo peculiar de por el programa Predoctoral del Departamento de
esta pieza en contraposición con otros elementos de Educación, Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco.
marfil de la Edad del Hierro es que sea una matriz en Queremos aprovechar estas líneas para agradecer
bruto, un elemento sin trabajar y no una pieza acaba- al Museo de arqueología de Álava BiBat y sobre todo
da. Para la Edad del Hierro hay otro par de piezas de a la técnico responsable Jaione Agirre, por las facili-
marfil en el entorno, ambas empuñaduras, una guarda dades dadas para revisar el material y su inestimable
de puñal en Peñas de Oro y un mango en Alto de ayuda en la búsqueda de algunas piezas perdidas. Así
la Cruz (Navarra) (Pastor, 1994). Lo más similar al como a nuestros directores de tesis José Antonio Mu-
fragmento de Kutzemendi es una pieza recuperada jika Alustiza y Javier Fernández Eraso.
en el cercano poblado de Castillo de Henayo (Pastor,
1994). Se trata de un fragmento de marfil cortado, de Referencias
tamaño y forma similar al de Kutzemendi, pero des-
graciadamente la pieza actualmente se halla perdida Albarella, H., 2003. Tawyers, tanners, horn trade and
en los fondos del museo BiBat. the mistery of the missing goat, in: Murphy, P.,
Por último, clasificaríamos como deshecho de Wiltshire, P.E.J. The Environmental Archaeology
talla, una clavija ósea de cáprido, que aunque no es of Industry. Oxbow books, Oxford, pp. 71-86.
un útil óseo propiamente dicho, presenta una serie Altamirano, M., 2012. Artefactos óseos del yacimien-
de cortes en su base (Fig. 4.O-P), que se asocian al to de la Edad del Bronce del Cerro de la Encina
trabajo de extraer el estuche del cuerno (Albarella, (Monachil, Granada). Arqueología y territorio. 9,
2003). Sus dimensiones máximas son: KUT-10, 133 x 73-94.
28 x 22 mm (Fig. 3). El estuche del cuerno, debido a Andrés, T., 1981. El utillaje de hueso en los sepulcros
su composición de queratina no se conserva, pero su de época dolménica del Ebro Medio. Estudios de
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GRAM (Grup de Recerca en Arqueologia del Mediterrani), Dpt. Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga,
Universitat de València. Av. Blasco Ibáñez 28 46010 Valencia, España. Marta.blasco@uv.es
Resumen 1. Introducción
En este trabajo presentamos el estudio de la industria En este trabajo analizamos las piezas realizadas
sobre hueso y asta del yacimiento ibérico de El Palomar sobre materias duras de origen animal, como son el
(Teruel), incidiendo en el análisis tipológico de las piezas.
Se ha prestado especial atención a la necesidad de realizar hueso y asta, del yacimiento ibero-romano de El Pa-
estudios comparativos, que vayan más allá del análisis de lomar (Oliete, Teruel). Este estudio forma parte de
los materiales fabricados sobre una única materia prima. nuestra tesis doctoral, actualmente en curso, que se
Consideramos que una visión global de útiles similares, centra en el análisis de las piezas trabajadas sobre hue-
ideados para realizar las mismas tareas, aunque hayan so, asta, cuerno y marfil de época ibérica. La industria
sido elaborados sobre materias primas distintas, enriquece
su comprensión y la información que nos ofrecen de las sobre materias duras de origen animal ha sido relega-
sociedades que los idearon y fabricaron. Así, en este asen- da a un plano secundario o inexistente en las publica-
tamiento se recuperó un fragmento de una pieza apunta- ciones sobre la Cultura Ibérica y la Edad del Hierro de
da de madera que nos permite plantear la relación entre las últimas décadas. Únicamente se ha prestado aten-
la ebanistería y el trabajo de las materias duras de origen ción a piezas singulares (Font, 1970; Ruano y Monte-
animal.
ro, 1989), sin desarrollarse un análisis y un discurso
Palabras clave: Industria ósea. Tipología. Stili. Astrágalos. completo y objetivo sobre el trabajo de las materias
Piezas de madera. duras de origen animal. Sin embargo, como hemos
podido comprobar a lo largo de nuestras investiga-
Abstract ciones (Blasco, 2014; Blasco, 2015; Mata et al., 2016)
el análisis de este tipo de útiles nos ayuda a acercarnos
In this investigation, we present the study of bone
a aspectos relegados de la vida cotidiana, económica,
and antler industry of the iberian settlement of El Palo-
mar, focusing on the typological analysis of pieces. We pay simbólica, social y funeraria de los pueblos ibéricos.
special attention to the necessity of making comparative Las piezas recuperadas en El Palomar nos permiten
studies that go beyond archaeological analysis of materials reflexionar acerca del trabajo artesanal sobre estas
manufactured out of single raw materials. We believe that materias primas, el uso dado a los restos de fauna más
a global vision of similar objects, designed to perform the
allá de su consumo (tanto domésticos, como silves-
same tasks, -although they were developed on different
raw materials- will shed light into their understanding tres) y sobre los fenómenos de contacto, copia, circu-
and the information that they offer us about the societies lación e intercambio de estos “petits objets” (Feugère y
that devised and manufactured them. Thus, in this site was Charpentier, 1989-1990) en el territorio ibérico y con
recovered a fragment of a pointed piece of wood, which la cultura romana. Por tanto, a través de una visión
allows us to bring up the relationship between cabinetma-
global y comparativa, el estudio de esta clase de indus-
king and the work of hard materials of animal origin.
trias nos revela diferencias, evoluciones y similitudes
Keywords: Bone industry. Typology. Stili. Knucklebones. (temporales y espaciales) en la realización y utilización
Wooden pieces. de los útiles y adornos de hueso, asta, cuerno y marfil.
Por ello, consideramos imprescindible reivindicar la
relevancia y necesidad de realizar estudios exhaustivos
de estas piezas dentro de la cultura material de época
ibérica.
139
Marta Blasco Martín
Figura 1. Localización El Palomar. Ubicación del yacimiento en la Península Ibérica (a) y en el Valle del Ebro (b). Lugar de hallazgo de las piezas de
hueso y asta (c) Planta modificada de Vicente et al., 1990: 15.
Figura 2. Objetos de hueso y asta. Análisis tipológico y tecnológico. En la columna Marcas trab. (marcas de trabajo), las abreviaturas definen: A-Ase-
rrado; Ab-Abrasión; C-Corte; P-Pulido; V-Vaciado.
este ítem, sin embargo, al estudiar las piezas de este presencia de marcas de dientes en las cabezas de los
yacimiento hemos considerado conveniente incluir el stili, producidas por los usuarios de estos útiles (Gos-
campo III.1.9. Stilus y señalar las características que tencnik, 2001). Unas marcas que evidencian un gesto
lo definen como tal. Una tarea compleja, ya que no privado y cotidiano que tiene paralelos en la actua-
existe un consenso claro entre los investigadores que lidad. Un testimonio que no se ha documentado en
han tratado estos objetos (Daremberg y Saglio, 1918; ninguno de los stili de El Palomar.
Béal, 1983; MacGregor; 1985; Gostenčnik, 2001; Por otro lado, lo interesante de estos útiles es su
Božič y Feugère, 2004; Bertrand, 2008; Feugère y Pré- cronología y los motivos de su presencia. Los stili se
vot, 2008; Nutu et al., 2014). En numerosas ocasiones documentan en yacimientos italianos desde el s. III
el mismo tipo de pieza es considerada como stilus, a.C. (Gostenčnik, 2001), expandiéndose por las pro-
utensilio cosmético, alfiler, huso, punzón, etc., dificul- vincias romanas desde inicios del s. II a.C. (Feugère y
tando un análisis global. Prévot, 2008). Por tanto, son piezas que nos permiten
Por ello consideramos importante precisar los acotar una cronología post quem y que, al ser propias
atributos físicos por los que hemos clasificado las pie- de la cultura romana, en el caso de El Palomar, nos
zas MBM0171, 0172, 0173, 0180, 0183 como stili. Son hablan del contacto entre dos mundos, el ibérico y el
piezas alargadas, de sección circular, que presentan un romano y de la adopción por parte del primero de ele-
engrosamiento en la parte mesial o distal que facilita mentos característicos del segundo. Realidad en con-
su prensión (característica que los diferencia de los sonancia con la ocupación del poblado. Asimismo, se
alfileres), el extremo distal es apuntado y el proximal entiende que la presencia de stili en un asentamiento
espatulado o facetado para servir de borrador/alisa- se puede poner en relación con el control de activi-
dor en las tablillas de cera (Feugère y Prévot, 2008). dades económicas y con cierto grado de penetración
En algunos ejemplares se ha identificado incluso la de la lectura y de la escritura (Feugère y Prévot, 2008:
242). En El Palomar tenemos evidencias de escritu- a la forma del canal medular del hueso, al grosor de
ra ibérica sobre materiales cerámicos, varias fusayo- las paredes óseas y a que resultan visibles algunas de
las, un olpe y un ánfora, y sobre bloques de piedra las trabéculas, podemos decir que fue realizada sobre
(Vicente et al., 1990: 28), pero no se han recuperado fémur de Bos taurus.
ni tablillas de cera ni láminas de plomo escritas (las El resto del conjunto está compuesto por una
primeras son propias también del universo romano). espátula, dos soportes o piezas en proceso de ela-
El resto de útiles apuntados son un punzón realizado boración, un objeto de orden secundario; una pie-
sobre un metatarso de Cervus elaphus y seis fragmen- za indeterminada y un mango (Fig. 4). La espátula
tos apuntados indeterminados, ya que al no contar (MBM0179), en mal estado de conservación, pre-
con suficiente información sobre sus extremos y/o senta un acabado poco elaborado y el extremo romo
desarrollo del fuste no podemos adscribirlos a un tipo desgastado. Ha sido realizada sobre diáfisis de hueso
concreto. largo de animal de talla media/grande indeterminado.
Tras los apuntados, los útiles más abundantes El soporte MBM0308 es una lámina en proceso de
son los astrágalos trabajados o tabas (Fig. 4). El as- trabajo de una diáfisis de un hueso largo de animal
trágalo es un hueso corto que forma parte del tarso de talla grande. Por su parte, la pieza MBM0185 es
de los plantígrados y ungulados, que conecta con la posible que se trata de un útil fallido, presenta cor-
tibia y el peroné por su parte superior y con el calcá- tes a lo largo del cuerpo y del extremo proximal en
neo por la inferior. Se recuperaron seis de ellos per- lo que parece un intento de tallar la forma deseada
tenecientes a ovicaprinos (24% del total) cuatro dere- del objeto sin que el resultado fuera satisfactorio,
chos (MBM0178, 0234, 0564, 0566) y dos izquierdos quedando la forma poco definida y las dimensiones
(MBM0176, 0565). Todos ellos tienen una perfora- demasiados reducidas (long. 4,4 cm). Por objeto de
ción circular (0,3 x 0,3 cm), realizada en una única orden secundario, también conocido como, «industria
dirección, que permitiría llevarlos colgados o atarlos de hueso poco elaborada», «industria banal del hueso»
unos con otros. Tan solo la pieza MBM0566 posee (Adán, 2013) o «industria expeditiva» (Pérez Roldán,
evidencias, además, del trabajo por abrasión de la cara 2013), entendemos aquellos restos de materias duras
medial del hueso hasta obtener una superficie recta. de origen animal que apenas presentan modificacio-
Especialmente interesante es la pieza MBM0174 nes anatómicas y han sido trabajados de forma muy
(Fig. 4). Atendiendo a sus atributos físicos se trata de superficial, permitiendo configurar con ello una parte
un objeto cilíndrico hueco. En algunas publicaciones más o menos activa. Un claro ejemplo lo tenemos en
ha sido clasificada como colgante (VV. AA., 2007: MBM0187, una costilla de ovicaprino en la que ape-
321), pero nosotros consideramos que no fue ese su nas se realizaron dos cortes para conseguir un extre-
uso por la singularidad de sus perforaciones, ya que mo activo apuntado que presenta marcas de desgaste
solo una de las dos atraviesa la pared ósea (0,5 x 0,5 por uso. La pieza MBM0184 la consideramos indeter-
cm). La otra “perforación” enfrentada, además de ser minada porque ha perdido su extremo distal, lo que
de menor tamaño (0,2 x 0,2 cm) no llega a traspasarla. nos impide saber si sería apuntada, roma o biselada.
El cilindro cuenta, además, con tres salientes tallados Si bien, por las características de su factura, creemos
en uno de sus extremos que podrían actuar como so- que se trata, al igual que los stili, de un útil propio del
porte o servir para encajarlos en otra pieza o superfi- mundo romano. Por su parte, el mango MBM0175 es
cie formando un útil compuesto. el único objeto realizado sobre asta de Cervus elaphus.
Aparte de lo señalado, este objeto destaca por
los abundantes y variados motivos decorativos inci- 4. Más allá del hueso y del asta
sos que presenta e, incluso, por su posible simbolis-
mo asociado. Es el único de los objetos analizados Al revisar en el Museo de Teruel la colección de
que está decorado con motivos geométricos. No es El Palomar hallamos una pieza que propició el estudio
una pieza habitual dentro de la industria sobre ma- comparativo de este trabajo: el extremo apuntado de
terias duras de origen animal de época ibérica. Por un útil de madera de sección rectangular-redondeada
ello, debe realizarse un análisis más profundo de ella, y dimensiones 2,5 x 0,5 x 0,6 cm (PAL.S.-177) (Fig.
incidiendo en la decoración, en el análisis específico 3). Su paralelismo con los apuntados de hueso es no-
de los motivos que presenta, la técnica de ejecución torio, especialmente con los alfileres o punzones. De-
y su posible relación con otras piezas decoradas de bido al carácter orgánico de la madera, la documenta-
manera similar. Por último, cabe señalar que, debido ción de útiles fabricados en esta materia prima resulta
excepcional, si bien, aun así, tenemos evidencias de su arcilla recuperado en la misma estancia. Debido a ello
presencia en diferentes asentamientos de la Edad del y a la presencia en otras habitaciones de fichas circula-
Hierro (Cuadrado, 1987: 359 y 364; Broncano, 1989: res de piedra, consideramos que esas tabas formarían
38-57; Bonet y Mata, 2002: 164-165; Martín-Seijo y parte, junto con el dado y las fichas, de un juego. Al
Carrión, 2012; entre otros). Este apuntado de El Pa- igual que los stili, la presencia de ese dado nos refleja
lomar constituye otro testigo de toda esta cultura ma- la adopción de la cultura material romana por parte
terial desdibujada por el paso del tiempo en el registro de los iberos (Blasco, 2016).
arqueológico. No sabemos sobre qué tipo de madera Por su parte, las dos tabas perforadas de la casa 6
se realizó. En cualquier caso, queremos incidir no en no están dentro de un contexto doméstico, sino que
la relevancia de su conservación, sino en el trabajo formaban parte del ajuar que acompañaba a uno de
de la ebanistería puesto en relación y comparado los cinco enterramientos infantiles localizados en el
con el trabajo del hueso, del asta, del cuerno y del subsuelo de esta estancia (Vicente et al., 1990: 35). La
marfil. Al fin y al cabo, son trabajos artesanales que presencia de astrágalos trabajados y naturales como
requerirían de idénticas herramientas, conocimientos ajuar en las necrópolis ibéricas es frecuente, si bien
y habilidades, que producen piezas similares en for- los perforados, como los de El Palomar, no son ha-
mas y usos… y que podrían realizarse en los mismos bituales en comparación con los que presentan mar-
espacios, ya que no es necesario pensar en un taller cas de abrasión o no han sido modificados. Podemos
exclusivo del trabajo de una sola materia prima. Cabe señalar como ejemplo los casos de la tumba 29-31
pensar en mundos artesanales, el de la ebanistería y de El Cigarralejo (Mula, Murcia) con dos astrágalos
el trabajo de materias duras animales, cercanos y con perforados (Cuadrado, 1987: 131-132); las tumbas
realidades compartidas (Mata et al., 2016). 75 y 116 de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia), con dos y una tabas perforadas, respectiva-
5. Ubicación y contexto de las piezas mente (García Cano et al., 2008: 111 y 146) o los seis
astrágalos perforados de ovicaprino de la sepultura
Los objetos deben ser entendidos en relación al XVIII de la Casa del Monte (Valdeganga, Albacete),
lugar en el que fueron hallados y a su asociación con depositados en el Museu de Prehistòria de València.
otros. Así, presentamos la distribución espacial de la Por desgracia, desconocemos cuál era la ubicación del
industria de hueso y asta de El Palomar (salvo aque- apuntado de madera, de modo que no podemos saber
llos casos en los que la información se ha perdido) si fue hallado junto a otras piezas de hueso.
(Fig. 1c. y Fig. 2). Debemos tener en cuenta que no
hay piezas suficientes para definir posibles espacios 6. Conclusiones. Una visión comparativa
de trabajo de hueso, ya que, aparte de los objetos ter-
minados, únicamente se han recuperado dos soportes El Palomar, un enclave con una industria sobre
o piezas en proceso de elaboración. Si bien, aún con materias duras de origen animal a priori no especial-
ello, estas dos piezas son reflejo de parte del trabajo mente significativa nos ha hecho enfatizar en la clasi-
del hueso. Grosso modo, la distribución de los objetos ficación formal de los útiles apuntados realizando una
es dispar. Tenemos espacios donde no se recupera- reflexión tipológica-funcional profunda, centrada en
ron ninguno, como las habitaciones 1, 2, 9 y 10 o el el ítem stilus (Daremberg y Saglio, 1918; Béal, 1983;
almacén 1; y otros como la habitación 7 en la que apa- MacGregor; 1985; Gostenčnik, 2001; Božič y Feu-
recieron cuatro piezas de hueso y el mango de asta. gère, 2004; Bertrand, 2008; Feugère y Prévot, 2008;
Resulta significativo que tanto en el almacén 3, como Nutu et al., 2014; Simón, 2016), diferenciándolo del
en el 4 se haya recuperado un stilus (Figs. 1 y 2). ¿Ca- alfiler. Ambos son objetos apuntados cuyas diferen-
bría la posibilidad de que estos útiles hubieran sido cias formales únicamente radican en el ligero engro-
empleados para anotar el registro de las mercancías samiento del stilus en el extremo distal, que el alfiler
que entraban y salían de esos lugares destinados al no posee, y la mayor variabilidad de formas del rema-
almacenaje? te proximal de éste último. Interpretamos los alfileres,
Asimismo, debemos destacar el caso de los as- al igual que los documentados en contextos romanos,
trágalos, conocemos la ubicación de todos ellos, pero como útiles para el peinado, para sujetar los cabellos
los contextos arqueológicos varían considerablemen- en distintos recogidos (MacGregor, 1985). Por su
te entre unos y otros. De los tres recuperados en la parte, los stili, tal como hemos señalado, son útiles
casa 11 hay que resaltar su asociación con un dado de para la escritura propios del mundo romano y aso-
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We present the remains of a lectus funebris identified
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the ritual and grave goods used, we have established an en cuya iconografía funeraria también encontramos
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from home to the sepulture, changing the manufacturing
materials according to social and economic status. tipos según De Carolis (2007: 91) (tricliniaris, cubicula-
This is an unusual funerary element in the Iberian Pe- ris, grabatus/grabatulus, deliacus y punicanus). Los ejem-
ninsula, although we know examples such as the lectus of plos más destacados en este ámbito quizá sean los
Galia and Italia. Nevertheless, we have also information de Pompeya, Estabia y la Villa de Boscoreale (Italia),
from written sources and funerary iconography.
cercana a la primera ciudad.
Keywords: Lectus funebris. Necropolis. Funerary ritual. Gra- La cronología propuesta para los lecti varía según
ve goods. Funus traslaticium. los autores. Baerlocher y Deschler-Erb (2013: 5) con-
sideran que el momento de mayor uso de los lechos
romanos tiene lugar entre los siglos II a. C. y I d. C.;
mientras que D’Agatha y Barbetta (1997: 301-302)
piensan que su momento de mayor difusión tiene lu-
gar a partir del siglo I d. C.
En contexto funerario es muy probable que el
lectus se utilizase en todas las fases a las que se sometía
el cadáver: collocatio, expositio, funus traslaticium y crematio
147
María Asunción Martínez-Pérez
(la mayoría de lecti aparecen en cremaciones, lo que no (Pompeya), se ha identificado un lectus funebris de
quiere decir que no se utilizasen en inhumaciones). Se hueso decorado con pan de oro (Periódico Levante,
trata de las fases de ritual más difíciles de constatar agosto de 2016). Apuleio (Apul., Met. 10.34) nos in-
(Poux, 2009: 29), pero que podemos conocer a partir forma de la utilización de otros materiales como ca-
de la iconografía funeraria. Desconocemos si el lecho parazón de tortuga; sin embargo, el hueso sería el ma-
se introducía siempre en la sepultura, aunque parece terial más asequible y el utilizado en la gran mayoría
lo más probable si tenemos en cuenta: de lechos funerarios.
El lectus se compone de tres partes, tal y como
- la creencia griega y romana sobre el miasma: plantea Béal (1986):
el lecho ya había entrado en contacto con el cadáver
y, por tanto, estaba contaminado; - el fulcrum o los fulcra en forma de “S”, que
- que no sabemos si formaba parte del mo- servían de apoyo para la cabeza y los pies. Según Or-
biliario de la familia y se introducía, además, como talli (1991: 105), el fulcrum podía ser simple o doble,
objeto personal del difunto. Letta (2014: 7) plantea como ocurre en el caso del lecho en bronce de la do-
esta idea en el estudio de lechos de tipo figurativo; mus de la Via Università (Módena, Italia);
sin embargo, el significado funerario de la iconografía - el cuerpo, también conocido como sponda.
que se representa en algunos de ellos le lleva a pensar Según la restauración del lecho de la Valle d’Amplero
en una función estrictamente funeraria. (Abruzo, Italia) es probable que el mueble se comple-
tase con una redecilla o tiras de cuero en la zona don-
Aunque el ejemplar que comentamos a conti- de debía recostarse el cuerpo para hacer más cómodo
nuación está fabricado en hueso, se pueden emplear su uso (Letta, 1998: 121-122). En otros casos, como
distintos materiales dependiendo del carácter social y ocurre con el lectus de la Casa de Menandro (Pom-
el estatus económico del difunto. Se han encontrado peya, Italia), esta zona se completa con listones de
ejemplos en los que se emplean bronce, hueso, marfil, madera (Giacobello, 2010: 164);
pan de oro, ámbar o pasta vítrea. Recientemente, en - las patas, que presentan distinta decoración
una de las sepulturas excavadas en el área de la tumba en función del tipo, como también ocurre con el
de Obellius Firmus, en la necrópolis de Porta Nocera cuerpo y los fulcra.
Figura 1. Ejemplos de elementos de lectus de tipo geométrico y figurativo recogidos por Bianchi (2010, figs. 5, 9).
blecerse a partir del resto de componentes del ajuar, meros pasos de la investigación sobre el lectus de la
especialmente un guttus de vidrio, que puede fecharse necrópolis de Orriols, nosotros mismos comproba-
entre los siglos I y II d. C. Sin embargo, en conjunto mos estas tipologías pensando que podría tratarse de
la necrópolis de Orriols se fecha entre los siglos II y alguno de ellos. Nadal y Pellejero (2015: 57) también
IV d. C. por la cronología aportada por del conjunto coinciden en interpretar los restos de Lucentum como
de materiales, tumbas y rituales. En este marco crono- un posible lectus funebris.
lógico, esta sepultura y, por tanto, el lecho, se fecharía Destaca el ejemplar de la necrópolis de les Dras-
en el siglo II d. C., al principio del periodo de uso de sanes Reials de Barcelona (Nadal y Pellejero, 2015).
la necrópolis. Estos datos coinciden con los propues- Se trata de los restos de diferentes lechos excavados
tos por el resto de autores para otros lecti a los que ya en el ustrinum de dicha necrópolis, que han permitido
hemos hecho referencia o señalamos a continuación. reconstruir el aspecto hipotético de este tipo de mue-
bles. Al igual que ocurre en el caso de Orriols, estos
4. Lecti funebres en la Península Ibérica fragmentos se corresponden con lechos con decora-
ción de tipo geométrico. Los discos que aquí hemos
Como hemos dicho, la mayoría de ejemplares de clasificado como de los tipos 1 y 2 se identifican como
lecti conocidos se encuentran en la Galia y la Península parte de las patas, aunque en este caso también están
Itálica (Béal, 1991: fig. 17). En la Península Ibérica presentes una serie de piezas en forma de tubo reali-
hemos encontrado referencias a cuatro lecti funebris: zadas a partir de huesos largos que no aparecen en el
en Palencia, Ampurias, Córdoba y Barcelona (hemos caso que aquí presentamos. También es posible que
descartado los ejemplares señalados por Sevilla-Con- para el lecho de Orriols no se utilizasen estas piezas.
de (2014) porque no hemos encontrado referencias Una de las principales diferencias entre este ejemplar
a ellos como lectus funebris, exceptuando el caso de la y el de Orriols es la estructura interna del mueble, que
necrópolis del Parque de las Naciones de Lucentum). en este caso sí que se ha conservado dado que está
Los lechos de Palencia y Ampurias están recogidos realizada en metal. Como ya planteábamos, el empleo
por Béal (1991: 314, nº 20 y 21), aunque no tenemos de madera seguramente se deba a cuestiones econó-
más información sobre ellos. Por otro lado, según micas. Aunque es cierto que la presencia del lectus ya
Penco et al. (1993: 49), en la sepultura número 10 de implica un estatus socioeconómico importante que,
la necrópolis de la Avenida de las Ollerías de Córdoba en el caso de Orriols, queda confirmado por el ajuar
se identifican una serie de fragmentos de hueso que que acompañaba al difunto y el tipo de sepultura. Los
pudieron corresponder con un lectus funebris. Desde autores le atribuyen una cronología entre los siglos I
nuestro punto de vista, y según la fotografía de los y II d. C., que coincide en parte con la propuesta para
mismos, estos fragmentos no son suficientes para po- el lectus que aquí presentamos.
der afirmar que se trata de un lecho. En la publicación
en la que se hace referencia a ellos no se da más infor- 5. Reflexiones finales
mación sobre estas piezas.
En la necrópolis de El Eucaliptal (Punta Umbría, En primer lugar, y teniendo en cuenta que esta
Huelva) se hace referencia a la presencia de un lectus ponencia se incluye dentro de la sesión referente a
de madera porque se encontraron clavos en el interior la industria ósea de época protohistórica y antigua,
de la sepultura (Campos-Carrasco et al. 1999: 226). debemos señalar que este lectus, junto con una aguja
Sin embargo, si estaba realizado en madera más bien de hueso del tipo Béal A. XX. 7, son las únicas pie-
podría tratarse de una sandapila. zas de hueso que se incluyeron en los ajuares de la
En el País Valenciano, en la necrópolis del Par- necrópolis de Orriols. Aunque desde nuestro punto
que de las Naciones de Lucentum (Alicante) se identi- de vista, el que en este caso el número de piezas de
fican huesos decorados de distinta morfología en las hueso sea minoritario, y teniendo en cuenta el resto
tumbas nº 3 y 5, pero no se adscriben a ningún objeto de componentes de los ajuares de la necrópolis, no se
concreto. Según Rosser-Limaña (1990-1991: 91-93) debe a una cuestión ritual o socio-económica, si no
pueden pertenecer a instrumentos musicales, cajas, de preferencias.
estuches, botones… Esta apreciación es de lo más En la Península Ibérica solo hemos encontrado
lógica si tenemos en cuenta que estos objetos pueden referencias al lectus funebres en las necrópolis señaladas
asemejarse a algunos de los elementos de los lectus, en el apartado anterior. El número de ejemplos iden-
aunque las secciones suelen ser diferentes. En los pri- tificados a día de hoy en este territorio parecen esca-
sos si tenemos en cuenta los lecti publicados en el caso sity of Zaragoza, Vol. II, Brill, Boston, pp. 427-
de la Península Itálica, pero puede deberse a que no 456.
han sido identificados o publicados, como también Baerlocher, J., Deschler-Erb, S., 2013. On a bed of
señalan Nadal y Pellejero (2015: 57-58). Estos autores bones. An early imperial burial from Vindonissa,
citan también el ejemplo de los fragmentos de hueso en Lang, F. (Ed.), The sound of bones, Archaeo,
trabajado aparecidos en las sepulturas de la necrópo- Salzburg, pp. 41-55.
lis del Parque de las Naciones (Albufereta, Alicante); Béal, J-C., 1986. Eléments en os de lits gallo-romains.
desde su punto de vista podría corresponderse con Documents d’Archéologie Méridionale, 9, pp.
un lecho. Por tanto, podemos decir que la mayoría de 111-117.
ejemplares conocidos proceden de Italia y pertenecen
Béal, J-C., 1991. Le mausolée de Cucuron (Vaucluse),
al tipo figurativo, mientras que en la Península Ibéri- 2e partie. Le lit funéraire à décor d’os de la tombe
ca el número de ejemplares es menor y son de tipo nº 1. Gallia, 48, pp. 285-317.
geométrico. Aun así, los procedentes de la Península
Itálica nos aportan una información importante so- Bernard, P., 1970. Sièges et lits en ivoire d’epoque he-
llénistique en Asie Centrale. Syria, 47, pp. 327-343.
bre este tipo de muebles.
En el caso de Orriols pensamos que se utilizó Bianchi, C., 2004. Letto funerario in osso da Mortara.
hueso para decorar el lecho, pero que no estuvo rea- Numismatica e Antichità Classicha, 33, pp. 341-
lizado en este material en su totalidad, posiblemente 364.
para abaratar su coste. Para la unión de estos frag- Bianchi, C., 2010. I letti con rivestimento in osso e
mentos con la estructura de madera podría haberse avorio. LANX, 5, pp. 39-106.
utilizado resina, aunque también existe la posibilidad Campos-Carrasco, J.M., Pérez-Macías, J. A., De La O
de que los clavos identificados en el interior de la Vidal-Teruel, N., 1999. El Eucaliptal, una necró-
sepultura se utilizasen en la fabricación del mueble. polis romana de pescadores (Punta Umbría, Huel-
La cronología del lectus, que hemos fechado a partir va). Huelva en su Historia, Huelva, pp. 195-231.
del ajuar de la sepultura, coincide con la propuesta Crummy, N., 1995. The Roman small finds from ex-
por autores como D’Agatha y Barbetta (1997) para el cavations in Colchester, 1971-9, Witley Press, Col-
resto de lecti identificados en el área de extensión del chester.
Imperio romano.
Cumont, F., 1996. Recherches sur le symbolisme fu-
néraire des romains, Librairie Orientaliste Paul
Agradecimientos Geuthner, París.
A Ferran Arasa i Gil, director de nuestro Tra- D’Agatha, M. G., Barbetta, S., 1997. Un letto funebre
con decorazione in osso da Teramo (Italia). Archi-
bajo Final de Máster en Arqueología (Universitat de
vo Español de Arqueología, 70, pp. 291-306.
València), y al Servicio de Investigación Arqueológica
Municipal del Ajuntament de València y su personal De Carolis, E., 2007. Il mobile a Pompei ed Ercolano:
por permitirnos el acceso y estudio de los informes letti, tavoli, sedie e armadi: contributo alla tipolo-
y materiales de las excavaciones desarrolladas en la gia dei mobili della prima età imperiale, L’Erma Di
Bretschneider, Roma.
zona de la necrópolis de Orriols.
García, A., Casas, J., Nolla, J. M., 2016. La necròpolis
Referencias romana de Llafranc (Palafrugell, Baix Empordà).
Darreres novetats. Revista d’Arqueologia de Po-
nent, 26, pp. 231-244.
Albiach-Descals, R. M., 1995. Informe d’intervenció
arqueològica: excavació en el solar situat en l’Avin- Giacobello, F., 2010. Letti in bronzo. Dal modello
guda Constitució Nº 260 (Ciutat de València). Me- ellenistico alla Cisalpina romana. LANX, 6, pp.
moria inédita, Archivo Servicio de Investigación 161-174.
Arqueológica Municipal de València.
Jiménez-Díez, A., 2008. Imagines Hibridae. Una
Alfayé-Villa, S., 2009. Nails for the dead a polyse- aproximación postcolonialista al estudio de las ne-
mic account of an Ancient Funerary Practice, en: crópolis de la Bética. Anejos de Archivo Español
Lindsa-Gordon, R., Marco-Simón, F. (Coords.), de Arqueología, 43, Madrid.
Magical Practice in the Latin West. Papers from
Letta, C., 1984. Due letti funerari in osso dalla valle
the International Conference Held at the Univer-
1
Universitat de València, C/Balaguer 113, 46240 Carlet (Valencia), España. elemoga_113@hotmail.com
155
Elena Mora García
2. Las placas
tan habitual y extendida como las labores de tejido con trabajos de experimentación, que consideramos
no aparecen con más frecuencia en contextos habi- son muy necesarios y útiles en estos casos, podrían
tacionales? Como hemos visto en el mapa anterior, dar más luz a otros conceptos sobre el uso de las pla-
es destacable su aparición en necrópolis, formando cas o el tipo de herramientas que podrían haberse uti-
parte de los ajuares de los difuntos. lizado en su elaboración.
En este punto nos planteamos si no podría ser Por otro lado, observamos que su aparición se li-
más bien un objeto ornamental, elementos suntuarios mita a una zona extensa pero muy concreta dentro de
que podrían completarse con las cuentas de collar que la península ibérica, y un arco cronológico centrado
también se han recuperado en diversos depósitos jun- en los siglos V-III a. C. Llama la atención que no se
to a las placas. Así como la aparición de ítems textiles hayan encontrado más ejemplares fuera del área que
puede asociar las placas perforadas con dicha activi- aquí hemos delimitado e, incluso, que no aparezcan
dad, lo mismo podríamos suponer para las cuentas de objetos similares en época romana, como sí ocurre
collar, valvas de moluscos y otros colgantes en refe- con otros artilugios como agujas, alfileres y fusayolas.
rencia a su uso como separadores de hilos de collar Creemos que las placas de hueso perforadas, así
(Carrasco et al., 2009). como el resto de objetos elaborados sobre materias
Se han formulado propuestas alternativas acerca duras de origen animal, deben ser revisados y estu-
de su funcionalidad, factibles todas ellas pero sin de- diados con mayor atención por equipos de trabajo
masiados adeptos en el campo de la investigación. Se interdisciplinares que nos permitan ahondar en el co-
trata de su posible uso como colgante rígido, pasando nocimiento de su elaboración y uso y, por extensión,
unas cintas por las perforaciones de los extremos, o nos aporten nuevas visiones sobre los modos de vida
como peine o peineta para sujetar el cabello, introdu- de las poblaciones íberas.
ciendo en ambos casos pequeñas púas en los agujeros
del eje de la pieza (Ruano y Montero, 1989). Agradecimientos
Como decíamos, no pretendemos formular nue-
vas propuestas de uso ni decantarnos por una u otra Es importante reconocer la labor que está rea-
teoría, pero consideramos importante seguir investi- lizando el equipo de investigación del proyecto
gando en esta dirección, aunque puede resultar muy HAR2013-45770-P “Madera, hueso, marfil, asta,
complicado definir cuál fue su verdadera función. concha: ¿artesanías marginales o marginadas?”, quie-
Para ello debemos apoyarnos en estudios etnográ- nes han compartido sin reparos con nosotros toda su
ficos e integrar en nuestros trabajos técnicas de ex- información relativa a las placas de hueso perforadas.
perimentación que nos ayuden a probar aquello que Agradecer a su directora Consuelo Mata Parreño su
intentamos explicar. inestimable ayuda y consejos en todo el proceso de
estudio del trabajo que presentamos en las pasadas
5. Conclusiones JIA2016. También a Marta Blasco, colaboradora de
dicho proyecto y compañera de sesión en las Jorna-
Mediante la comparación y medición de las placas das, por compartir con nosotros sus conocimientos
de Época Ibérica, hemos podido detallar las caracte- sobre la materia y aportarnos la tipología que hemos
rísticas morfológicas y decorativas de estos peculiares seguido para clasificar las placas, y que ella misma
artefactos. Son las dos grandes necrópolis murcianas, elaboró para su trabajo de fin de máster. Por último,
El Cigarralejo y Coimbra del Barranco Ancho, las que dar las gracias a Eva Ripollés Adelantado, del Museu
nos aportan mayor cantidad de placas y nos permiten de Prehistòria de València, y a Alejandra Macián, por
establecer los patrones decorativos que aplicamos al explicarnos los resultados obtenidos con sus respec-
resto de la muestra. Esto nos sirve de guía para po- tivos trabajos de experimentación con placas perfora-
der elaborar una base de datos en la que englobar los das y aportar mucha luz a nuestras dudas.
posibles nuevos hallazgos que puedan aparecer tanto
en las excavaciones como en la revisión de los fondos
de museos.
Además, el estudio de la técnica y los tipos de-
corativos y morfológicos nos ayudarán en un futuro
a valorar la evolución de éstos e, incluso, a identificar
centros de producción artesanal. Esto, combinado
1
Martin-Luther-Universität Halle-Wittenberg, Institut für Kunstgeschichte und Archäologien Europas, Emil-
Abderhalden-Str. 26-27, 06108 Halle (Saale), Alemania.
2
Landesamt für Denkmalpflege und Archäologie in Sachsen-Anhalt (LDA). Richard-Wagner-Str. 9, 06114 Halle
(Saale), Alemania. elena.revert.frances@gmail.com
Resumen dered, from butcher knives to tool for a potter, textil work
tool or simply a tool, which has different uses at once.
Desde hace más de cien años se han publicado de The present work intends to clarify these tools. A re-
manera esporádica, y a menudo incompleta, herramientas view of the existing typology is proposed, since it combi-
de hueso dentadas o con muescas, con mango y perfora- nes different elements that can not be put in relation.
ciones. Estas piezas aparecen en Europa del norte, central,
oriental e incluso Siberia, en cronologías que van desde el Keywords: Bone tools. Functional analysis. Prehistory. Pro-
Neolítico hasta la Alta Edad Media. La tipología de las tohistory. Europe.
mismas se agrupa en tres o cuatro grupos –dependiendo
del autor que se cite– en función de su morfometría. Estos
útiles se realizan principalmente sobre escápulas, costillas
o mandíbulas de grandes mamíferos.
Hasta el momento, los estudios publicados sobre este
tipo de útiles no han incorporado el análisis funcional, por 1. Herramientas de hueso dentadas y con
lo que la forma de las mismas y su contexto arqueológico mango. Una introducción
son los dos únicos aspectos utilizados para hipotetizar so-
bre su uso. Se han barajado diversas propuestas para expli-
car la funcionalidad de estos útiles, que van desde su inter- Dentro del espectro de hallazgos que se recupe-
pretación como cuchillos de carnicero hasta herramientas ran en una excavación arqueológica, las herramientas
de alfarero, pasando por el trabajo textil o simplemente de hueso son relativamente habituales. El objeto de
herramienta con diferentes usos a la vez. este estudio son dos tipos diferentes de herramien-
En este trabajo daremos a conocer este tipo de herra- tas, que prácticamente siempre se han publicado jun-
mientas y su problemática. A su vez se propone una re-
visión de la tipología existente en pro de una separación tas y se han considerado equivalentes. En la literatura
concreta de dos tipos muy diferentes de útiles óseos. se conocen generalmente como rastrilladoras de lino
(aquí como primer tipo), aunque hay publicaciones en
Palabras clave: Herramientas de hueso. Análisis funcional. las que el segundo tipo al que nos referimos se ha
Prehistoria. Protohistoria. Europa. denominado también raspador o raedera. Por tanto,
estamos ante dos clases diferentes de útiles –rastrilla-
Abstract dora de lino y raspador–, que siempre se han publi-
cado como equivalentes, aunque a todas luces no lo
For over a hundred years information regarding not-
ched bone tools with handgrip and holes has being pu-
son. Se pretende analizar ambas herramientas a partir
blished sporadically and often incomplete. These pieces de su tipología y reflexionar sobre su funcionalidad,
appear in northern, central and east Europe, even Sibe- pero sobre todo dejar claro que no se trata de un mis-
ria, in archaeological contexts from the Neolithic to the mo tipo de herramienta y que se deberían tratar por
Middle Ages. Their typology is reduced to three or four separado.
groups –depending on the autor you quote– according to
their shape, regardless chronology, archaeological context
En ambos casos nos referimos a útiles realizados
and, especially, manufacture and use wear. In order to pro- sobre huesos planos, casi siempre de bovino o équido,
duce these tools, the cattle scapula was mainly used, fo- generalmente escápulas, costillas o mandíbulas. Rara
llowed by rib and big mammals mandible. vez se encuentran elementos pertenecientes al se-
The synthese works of this type of tools published by gundo grupo realizados sobre asta. Las denominadas
now lack of microscopic analysis. Such analysis to clarify
the functionality of these tools have been very few. Their
rastrilladoras de lino (Fig. 1) se encuadran en un am-
shape and archaeological context, sometimes non-exis- plísimo marco cronológico, que va desde el Neolítico
tent, ist all that has served to hypothesize about their func- hasta la Edad Media, y geográfico, ocupando toda Eu-
tionality. In this regard, various proposals have been consi- ropa hasta las estepas siberianas. Este tipo es el más
161
Elena Revert Francés
2. Historia de la investigación
dio su opinión respecto a las ya conocidas como ras- Hasta hoy se han venido utilizando mayoritaria-
trilladoras de lino, limitándose a una mera publicación mente dos tipologías. Ellas sólo responden a la forma
de objetos, como ya hizo Píč treinta años antes. de la herramienta, sin tener en cuenta cronología, ads-
La Segunda Guerra Mundial hizo más mella que cripción cultural y funcionalidad. Ésta, de momento,
la Primera, si cabe. Hasta 1958 no se volvieron a en- sigue sin estar clara, por lo que poco puede aportar
contrar trabajos sobre este tipo de piezas. Indreko a la clasificación de estos útiles. Cabe decir que en
(1961) volvió a la hipótesis de rastrillo de lino de Le- ambas tipologías se engloban los dos tipos de herra-
hmann. Pero esta no fue la única vieja hipótesis que mientas tratados aquí y se consideran, por tanto, equi-
volvió a ser retomada. Malinowsky (1961) recuperó la valentes.
opción heydeckiana de raedera para el tipo 2. Tihelka
(1961) les otorgó a los útiles del primer tipo una fun- La primera tipología presenta dos variables, tal y
ción como herramienta de alfarero. Nuglisch (1964, como ya introdujo Feustel (1980):
1966) apoyó la opción de que estos huesos trabajados
–las denominadas raederas– sirvieron para elaborar A) Borde no dentado y mango no perforado.
algún tipo de cuerda o cordel y que las peforaciones B) Borde dentado y mango perforado.
facilitaron algún tipo de enmangue. En este mismo - Variante B1: borde dentado y mango per-
año se publicó la mejor y más completa recopilación forado.
de ambos tipos de herramientas que existe hasta hoy - Variante B2: borde no dentado y mango
día (Hásek, 1966), proponiendo un uso relacionado perforado.
con materiales blandos y elásticos, o bien muy segura-
mente en el trabajo textil, o bien retomando las pro- La segunda de las tipologías sigue básicamente a
puestas de Nuglisch. Hásek (1966). Se divide en cuatro grupos:
En los setenta siguió dominando la opción de
rastrilladora de lino (Behrens, 1973; Müller, 1975; La- 1. Con mango.
ppe, 1977), referida al primer tipo aquí descrito. 2. Sin mango y en forma de plaqueta.
R. Feustel (1980) creyó necesaria una nueva re- 3. Otras formas (Hásek presentó en este caso
copilación de ambas formas, dando como hipótesis el sólo un ejemplar).
trabajo del cuero. Cinco años más tarde, Bąk (1985) 4. Los «Tupiki» de las estepas siberianas.
no hipotetizó sobre posible funcionalidad en su pu-
blicación sobre las herramientas de hueso del tipo 1 En la primera tipología se clasificaría al hueso
del yacimiento de Jędrychowice (Polonia). Walter trabajado tipo plaqueta dentro del Grupo B, Variante
B2. En la segunda se clasificaría claramente en el gru- ferentes al respecto. Desde nuestro punto de vista, la
po 2. Como vemos, en una tipología se le considera hipótesis de rastrilladora de lino debería ser desecha-
con mango y en la otra no. El resto de tipos y varian- da: los dientes o muescas son en todos los casos de-
tes tratan el aquí denominado tipo 1. masiado romos, cortos y escasos para poder haberse
realizado con ellos tal tarea. Que ello sea así no es de-
4. ¿Por qué es necesaria una revisión de la bido al desgaste de la pieza o a su mala conservación
tipología? –si se piensa que recién fabricada la pieza tendría los
dientes o muescas más largos y afilados–. La forma
Por una parte, cabe decir que las tipologías exis- en sí de la pieza y del hueso del que fue extraída, im-
tentes son demasiado simples y no abarcan todos los pide que este útil tuviera un borde dentado apto para
tipos de artefacto de hueso trabajado en los que se el rastrillado del lino. Igualmente se descarta la pro-
centra este estudio. La variabilidad es mayor de lo que puesta como cuchillo de carnicero o sierra. Para esta
estas dos tipologías reflejan. Además existen fallos de hipótesis concreta se debería plantear qué motivo ha
clasificación, como acabamos de ver, puesto que las de haber, para que se use hueso como material para
herramientas del tipo 2 se consideran con mango en hacer un cuchillo teniendo sílex o metal, materiales
una tipología y en la otra sin él. Por otra parte, es im- ambos altamente cortantes. No tiene sentido utilizar
portante remarcar que las herramientas tipo plaqueta hueso para fabricar cuchillos, cuando se dispone de
parecen ser útiles de otra índole, con una adscripción otros materiales mucho más aptos para ello. La hipó-
cultural concreta, con un uso determinado y una dis- tesis de herramienta de alfarero o bruñidor es poco
tribución geográfica concentrada en una determinada probable, puesto que no se conocen decoraciones o
zona de Europa oriental. Por tanto, deberían ser trata- acabados de superfícies que respondan a este formato
das de forma diferenciada y tener su propia tipología. de muescas. Esta propuesta, así como la de «all-in-one
tool» de Filipp (2014), deberían de ser revocadas o
4.1. Herramientas de hueso dentadas y con mango. El confirmadas mediante estudios funcionales y experi-
tipo 1 mentales sobre las huellas de uso y fabricación.
En cualquier caso, resulta interesante que un ob-
Lo que hoy en día en la literatura especializada jeto de hueso trabajado conserve su forma a lo largo
se conoce como rastrillo o rastrilladora de lino –pese de los siglos, sin depender de condiciones culturales o
a que por el momento no se hayan realizado estu- geográficas. La funcionalidad tiene mucho que decir
dios funcionales mediante los que se pueda afirmar al respecto, es decir, si conserva la misma forma se
con rotundidad que lo sea–, es el primer tipo de las deduce que es porque mantuvo una misma funciona-
herramientas que queremos analizar. Se trata de he- lidad independientemente de la adscripción cultural y
rramientas óseas habitualmente con mango, uno o cronológica.
dos bordes dentados y una perforación (Fig. 1). En Atendiendo sólo a la forma existe una gran va-
ocasiones presentan dos perforaciones o incluso nin- riabilidad de tipos:
guna.
Se documenta principalmente en el Neolítico, - Dentado bilateral, con mango y sin perforaciones.
sobre todo en la Cultura de Bernburg (3100-2.650 - Dentado bilateral, sin mango y sin perforaciones.
a.C.), aunque se han localizado ejemplares en más - Dentado unilateral, con mango y sin perforaciones.
momentos, llegando incluso hasta la Alta Edad Me- - Dentado unilateral, con mango y con perforaciones.
dia. Geográficamente se encuentran en Europa orien- - Dentado unilateral, sin mango y sin perforaciones.
tal, central, del norte y en las estepas siberianas. Por - Dentado unilateral, sin mango y con perforaciones.
tanto, la adscripción cultural de estos objetos es muy - No dentado, con mango y sin perforaciones.
variada. - No dentado, con mango y con perforaciones.
Suelen aparecer en contextos de hábitat (en si-
los), siendo muy escasos los ejemplares hallados en Las piezas con dentado bilateral, sin perforacio-
necrópolis. Se descarta un uso ritual u ornamental nes y sin mango, pudieron haber sido ejemplares con
para estas piezas, debido a su forma y a los contextos mango, que pudo haberse roto, dejando inutilizada
habitacionales en los que aparecen, que hablan más la pieza. Este tipo de útiles sólo los hemos podido
bien de un uso artesanal. Como se ha visto en el apar- documentar en fuentes bibliográficas y archivos fo-
tado 2, los investigadores aportan interpretaciones di- tográficos, hecho que ha impedido atestiguar que se
Crafting bone: skeletal technologies through time Tihelka, K., 1961. Der Věteřov- (Witterschauer-)
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95.
Marcadores musculoesqueléticos de
actividad en restos óseos
Deborah Delgado García1, Celia Chaves Rodríguez1, Francisco Javier Barca Durán2
1
Programa de Doctorado en Patrimonio. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Extremadura. Avenida
Universidad, s/n, 10003 Cáceres, España. deborah_dg@hotmail.es; celiachavesrodriguez@gmail.com
2
Laboratorio de Anatomía, Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional. Universidad de Extremadura. Avenida
Universidad, s/n, 10003 Cáceres, España. javierbd22@gmail.com
169
Deborah Delgado García, Celia Chaves Rodríguez y Francisco Javier Barca Durán
de una población. Kennedy (1989) reúne de forma precisión: la robustez, las lesiones de estrés y las osifi-
clara y concisa diferentes artículos sobre el tema, or- caciones o exostosis. Hawkey and Merbs. define la ro-
ganizándolos en función del hueso y de la estructura bustez como la respuesta normal del hueso ante el uso
anatómica que presente el marcador e indicando el habitual de un músculo. Para valorarla encontramos
factor que lo produce, así como la posible actividad a cuatro grados que van desde su ausencia (R0) hasta su
la que puede estar vinculado. También Capasso et al. máxima expresión (R3) (En la Fig. 1 pueden verse los
(1999) habla de la posible reconstrucción de los esti- tres grados de presencia de robustez). La variable de
los de vida a partir de los marcadores óseos. Al res- lesión de estrés está concretada como una depresión
pecto de la interpretación de los marcadores también o marca basada en la remodelación ósea y producto
encontramos información en español de la mano de de continuos microtraumas cuya categorización va de
Malgosa (2003), con una revisión de los marcadores S0 a S3. Finalmente, para registrar de forma adecuada
más representativos y con una indicación de posible los marcadores de estrés y actividad que pueden estar
ocupación. presentes en restos óseos, Hawkey and Merbs plantea
La profusión de estudios sobre poblaciones ar- una tercera variable: la osificación o exostosis, expre-
queológicas en relación a los marcadores de estrés sada como producto de un macrotauma que osifica el
y actividad (Al-Oumaoui et al. 2004; Estévez, 2002; tejido del ligamento o músculo afectado. Al igual que
Galtés et al. 2006; Santana-Cabrera et al., 2015 son con la variable de lesión de estrés, los grados se cate-
sólo algunos ejemplos) contrasta con la ausencia de gorizan en función del tamaño del marcador, aunque
un protocolo de registro de datos estandarizado, aun- en lugar de cuantificar la profundidad en esta variable
que ha habido interesantes propuestas (Hawkey and se mide el tamaño de la exostosis que sobresale de la
Merbs. 1995; Henderson et al. 2013, 2015; Mariotti superficie ósea (Fig. 1).
et al. 2004, 2007; Myszka et al. 2012; Takigawa, 2014; Siete años después de la propuesta de Hawkey
Villotte. 2006; Villotte et al. 2010) y revisiones al res- and Merbs, Estévez (2002) en su tesis muestra catego-
pecto (Foster et al. 2012; Galtés et al. 2007; Kennedy. rización visual que analiza con discrepancia a Hawkey
1989); Malgosa. 2003; Santos et al. 2011). and Merbs para algunos marcadores, como inserción
del ligamento costoclavicular en clavícula: en lugar de
2. Propuestas para métodos de registro de ser una propuesta cuantitativa ofrece diversos grados
marcadores de actividad en función de su morfología, pudiendo ser canal, fosa
o meseta. En la variable de entesopatía en la tubero-
Uno de los primeros trabajos que trata de cate- sidad bicipital (Véase Fig. 1) añade un grado más para
gorizar los marcadores de estrés y actividad es el de las categorías, tal y como propondrá también Galtés
Hawkey and Merbs. (1995), proponiendo tres varia- et al. (2006, 2007). El trabajo de Estévez es muy com-
bles a tener en cuenta para recabar datos con mayor pleto a la hora de mostrar marcadores de actividad,
conteniendo gran cantidad de imágenes e indicando Toma el concepto de lesión osteofítica de Crubézy
la inserción del músculo o ligamento que lo provoca, (1988), aunque lo modifica y lo explica junto con la
aunque salvo alguna excepción como la comentada se lesión osteolítica en el artículo. En una publicación
limita a mostrar la diferencia entre ausencia y presen- posterior Mariotti et al. (2007) expone detalladamente
cia del marcador, sin aportar categorías en función de el método de recolección de datos de la variable de ro-
su desarrollo. bustez, estableciendo una descripción y acompañán-
Al hilo de lo planteado por Hawkey et al., Ma- dola con categorización fotográfica para un total de
riotti et al. (2004) en su propuesta mantiene tres va- 23 marcadores. Se plantean un total de cuatro grados,
riables para categorizar los marcadores de estrés y ac- uno de ausencia y tres de presencia (como Hawkey
tividad, pero distingue entre robustez (con la misma and Merbs), pero el grado 1 (manifestación baja-me-
definición que Hawkey and Merbs, está ejemplificada dia) se subdivide en tres categorías, permitiendo así
en la Fig. 2) y entesopatía (entendida como cambio una mayor flexibilidad y adaptabilidad a la experiencia
en la entesis a un nivel patológico), dividida ésta entre del investigador que utilice el método. Los diferentes
lesión proliferativa (osteofítica) y erosiva (osteolítica). análisis estadísticos sitúan el error inter-observador
de este método en torno al 20%. del hueso ante la actividad continuada: osteogénica
Galtés et al. (2006, 2007) presenta una nueva - osteolítica y cambios en la arquitectura del hueso.
sistematización. Se distinguen dos tipos de respuesta Dentro de la respuesta osteogénica y osteolítica se
Figura 2. Escápula. Tubérculo infraglenoideo. Inserción del músculo tríceps braquial. Muestra diferentes categorizaciones de autores referenciados
en el texto para el marcador de tubérculo infraglenoideo de la escápula.
primer trabajo de Villotte se simplifican, quedando A lización por carencias de estudios anteriores como
como entesis sana y B y C juntos como entesopatía, Hawkey and Merbs, que no distinguía entre marcado-
lo que reduce el error inter-observador a entre un 6 res de músculos o ligamentos, así como por la única
y un 2%. presencia de valores observables macroscópicamente.
El siguiente trabajo revisado es el de Myszka et Como solución a métodos que no plantean categorías
al. (2012), aunque en lugar de categorías con descrip- intermedias, Takigawa propone la opción de asignar
ciones cuantitativas opta por tres categorías sin des- estadios para los casos ambiguos a partir de un de-
cripción, pero con clasificación visual (Fig.1, Fig. 2). cima (para un marcador entre las fases 1 y 2, se re-
Es un trabajo muy completo en los que a variedad gistraría la fase 1.5). A pesar del nivel de detalle de
de marcadores ilustrados con imágenes se refiere (del las descripciones y de la claridad de las ilustraciones,
tren superior e inferior), pero sólo muestra once tipos Takigawa se centra sólo en marcadores musculares (a
de marcadores, y los grados que presentan son G1 excepción del ligamento rotuliano).
para ausencia, G2 para presencia leve-moderada y G3 El último método presentado en este trabajo
para presencia fuerte. es el desarrollado a raíz del workshop realizado en
Dos años después del trabajo de Myszka et al., Coimbra en 2009 (Santos et al. 2011) por Henderson
Takigawa (2014) presenta un estudio sobre quince et al. (2013). Los tres asuntos a revisar que se fijaron
marcadores musculoesqueléticos de estrés y sus cam- fueron la terminología, los métodos de registro y cla-
bios en relación con la edad, encontrando correlación sificación de la ocupación. Por ello, primero se propo-
directa en ambos sexos. Takigawa plantea cuatro fases ne el cambio del concepto “Marcadores musculoes-
(una de ausencia y tres de presencia) con ilustracio- queléticos de estrés” (Musculoskeletal Stres Markers,
nes (Fig. 1) y con descripciones específicas para cada MSM) a “Cambios de entesis”. Las revisiones de las
marcador, señalando la importancia de la individua- propuestas metodológicas señalan las deficiencias
te utilizable por cualquier investigador que se inicie Hawkey, DE., Merbs, CF., 1995. Activity-induced
en la tarea, más si viene desde un ámbito arqueológi- Musculoskeletal Stress Markers (MSM) and Sub-
co y no médico. No puede obviarse el porcentaje de sistence Strategy Changes among Ancient Hudson
error inter-observador (del 20%), aunque es compar- Bay Eskimos. Int. J. Osteoarchaeol. 5, 324-338.
tido por el nuevo método de Coimbra. Sin embargo, Henderson, CY., Mariotti, V., Pany-Kucera, D., Villo-
el carácter de dicho método (surgido del trabajo de tte, S; Wilczak, C., 2013. Recording Specific En-
varios equipos en torno a un Workshop y su rápido theseal Changes of Fibrocartilaginous Entheses:
testeo y actualización) puede convertirlo en un futuro Initial Tests Using the Coimbra Method. Int. J.
muy próximo en el método más recomendable para Osteoarchaeol. 23,152-162.
la recogida de datos, puesto que al ser desarrollado y Henderson, CY., Mariotti, V., Pany-Kucera, D., Vi-
empleado por múltiples equipos de varios países per- llotte, S., Wilczak, C., 2015. The New ‘Coimbra
miten comparativas entre poblaciones estudiadas por Method’: A Biologically Appropriate Method of
diferentes investigadores. Su difusión y aceptación Recording Specific Features of Fibrocartilaginous
por distintos grupos de investigación puede lograr Entheseal Changes. Int. J. Osteoarchaeol. 26 (5),
consensuar un método estandarizado y facilitar con 925-932.
ello trabajos y resultados internacionales. Kennedy, K, 1989. Skeletal Markers of Occupational
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1
Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas, Universidad de Valladolid.
irene.jimenez.jimenez@uva.es
Resumen 1. Introducción
La muerte es la única certidumbre del ser humano y
como tal, cada grupo ha desarrollado diferentes formas En todo el mundo, los principales acontecimien-
culturales a través de las cuales poder canalizar la pérdida tos de la vida están sujetos a la celebración de un rito
inevitable de sus miembros. Sin embargo, el registro fune- de paso, como es el caso del nacimiento, la pubertad,
rario nos ofrece una imagen muy parcial y distorsionada de el matrimonio y por supuesto la muerte. Cada una de
las poblaciones del pasado, y en el contexto arqueológico
el comportamiento funerario sólo aparece parcialmente
estas fases se vincula a una serie de ceremonias que
representado. tienen una finalidad idéntica: hacer que el individuo
Gracias al nacimiento de la Etnoarqueología, dentro pase de una situación determinada a otra (Harris,
de la Nueva Arqueología, como una disciplina con iden- 2004: 558; Van Gennep, 2008: 15-16).
tidad propia que se preocupará por el tema de la analogía La muerte es la única certidumbre del ser huma-
etnográfica desde fechas tempranas, quedará demostrado
que los rituales funerarios son muy variados y en modo al-
no, pero en la mayor parte de los casos, no entende-
guno reflejan de forma directa y clara las características de mos sus causas ni soportamos emocionalmente sus
la sociedad que los origina. Con la ayuda de esta disciplina, efectos. A pesar de ello, es necesario canalizarla de
que nos ofrece un sinfín de situaciones y ejemplos, resulta algún modo, y por ello cada sociedad ha desarrolla-
más fácil acercarse a la dimensión simbólica de las socieda- do sus propias vías para sobrellevar la pérdida de sus
des prehistóricas.
miembros (Garrido et al., 2012: 143). El mundo de la
Palabras clave: Arqueología de la muerte. Etnoarqueología. muerte se sacraliza porque siempre se da el rango de
Analogía. Ritual. Simbolismo. sagrado a aquellas esferas de la realidad que no con-
trolamos, pero que tienen un carácter dinámico que
Abstract puede afectar a nuestras vidas (Hernando, 2002: 61).
Death is the only certainty of human beings and each Gracias a los rituales funerarios los individuos desapa-
culture has developed different forms for getting over the recidos reciben el tratamiento indicado para transitar
loss of their relatives. However, funerary remains show a correctamente hacia la vida de ultratumba (Garrido et
partial view of past population as well as burial practices al., 2012: 143).
are underrepresented in archaeological contexts.
Los comportamientos funerarios deben mucho
The birth of Ethnoarchaeology in the context of the
New Archaeology as a discipline with its own identity will a las tradiciones culturales, pero también incorporan
demonstrate that funerary practices are varied. Moreover, variaciones por diversas causas: la influencia externa
they did not reflect the characteristics of the society that (incluida la impregnación o asimilación más o menos
originated them. With the aid of this discipline and the di- notable de nuevas creencias religiosas), la propia evo-
fferent situations that it offers we will be able to approach
lución de la consideración social de ciertos individuos,
to funerary symbolism of prehistoric societies.
y también la variación puntual de las circunstancias
Keywords: Archaeology of death. Ethnoarchaeology. Analo- económicas o técnicas, incidiendo todo ello en la dis-
gy. Ritual. Symbolism. posición final del enterramiento y la forma sepulcral
(Andrés, 2003: 21). La esfera económica incide directa
y recíprocamente con la social: el cambio económico
estricto es fruto de la necesidad de adaptación a las
circunstancias nuevas o cambiantes, y estos cambios
pueden afectar al comportamiento funerario (Andrés,
2005: 117).
179
Irene Jiménez Jiménez
Sin embargo, el registro funerario nos ofrece por Jesse W. Fewkes, no fue hasta 60 años después
una imagen muy parcial y distorsionada de las pobla- cuando empezó a hablarse de Etnoarqueología como
ciones del pasado, además del hecho de que el com- una disciplina con identidad propia. Fue la antropo-
portamiento funerario sólo aparece parcialmente re- logía americana la primera que relacionó evidencia
presentado en el contexto arqueológico (Goldstein, arqueológica y comportamiento etnográfico, dado el
1984: 57). Desde hace muchos años tanto la arqueo- vínculo directo entre los restos arqueológicos que se
logía como la antropología han demostrado que los estaban excavando y los sucesores, vivos, de los gru-
rituales funerarios en modo alguno reflejan de forma pos indígenas que los habían producido (Hernando,
directa y clara las características de la sociedad que los 1995: 16-17).
origina. Por el contrario, se trata de actos que cons- La Etnoarqueología, por sus fuentes, es una
tituyen un discurso ideológico manipulado, de gran disciplina donde existe la posibilidad de realizar una
carga simbólica, donde ciertas personas o grupos de descripción tan extensa como parezca imaginable. Y
parentesco tratan de ofrecer una imagen determinada resulta especialmente interesante de cara a los prehis-
del fallecido y de su comunidad, que no siempre tiene toriadores dado que trata con sociedades preindus-
por qué corresponderse fielmente con la realidad. Por triales (González Ruibal, 2003: 11).
ello en muchas ocasiones lo que podemos interpretar
a partir de los datos recogidos en las tumbas no coin- 3. La Arqueología procesual
cide con lo que nos ofrece la información de los luga-
res de hábitat de esos mismo grupos, aunque, a pesar La Nueva Arqueología o Arqueología proce-
de ello, puede proporcionarnos claves para intentar sual defenderá, de la mano de Binford (1971) y Saxe
entender las transformaciones experimentadas por (1970), que la variabilidad funeraria está determinada
los grupos prehistóricos (Garrido et al., 2012: 164). por la estructura social, y que por lo tanto puede ser
utilizada como vía de acceso a la complejidad social.
2. La Arqueología de la Muerte y Etnoar- Para dotar a la arqueología de un carácter más
queología científico, Binford propuso volver la mirada hacia el
trabajo de los antropólogos y los científicos físico-na-
La Arqueología de la Muerte toma cuerpo a par- turales (González Ruibal, 2003: 17) para saber así
tir de los años 60 del siglo XX como la metodología cómo relacionar el registro arqueológico con las diná-
que rige la práctica arqueológica relacionada con el micas de las sociedades del pasado que crearon dicho
mundo funerario (Bonet, 2010: 12). Hasta ese mo- registro (Abad, 2006: 10). El punto de partida de su
mento, la arqueología tradicional había buscado la pensamiento era el rechazo a los planteamientos de la
identificación de culturas arqueológicas siguiendo historia cultural, los cuales en gran medida habían do-
pautas tipológico-descriptivas (Vicent, 1995: 17) ex- minado la antropología hasta aquel momento. Con tal
plicándose la diversidad de las prácticas funerarias a objetivo, Binford, como ya hemos dicho, abogó por
lo largo del tiempo y en los diferentes ámbitos cul- la aplicación de analogías o comparaciones etnográ-
turales de forma muy simple: eran en realidad “mo- ficas, que desempeñaron un papel muy importante a
das” que guardaban relación con desplazamientos de la hora de cubrir los vacíos de la información arqueo-
población o con la difusión de ideas entre culturas lógica y fortalecer las comparaciones transculturales
(Abad, 2006: 2). (González Ruibal, 2003: 18).
Como especialidad dentro de la llamada Nueva Las generalizaciones que produce la etnoarqueo-
Arqueología, la Arqueología de la Muerte se plantea logía procesual se enmarcan dentro de lo que Binford
por primera vez de forma sistemática la especificidad denomina Middle-Range Theory o “Teoría de Alcan-
del registro funerario como fuente de información ce Medio”. Se trata de documentar regularidades en
sobre la sociedad y la cultura (Vicent, 1995: 15). Y contextos controlables de la actualidad que permitan
será también dentro de la Nueva Arqueología don- su extrapolación al registro arqueológico. Se crearían
de se verá el nacimiento de la Etnoarqueología como así marcos de referencia que se podrían utilizar como
una disciplina con identidad propia, con L. R. Binford plantillas a la hora de tratar con yacimientos arqueo-
como principal representante, que se preocupará por lógicos donde faltan otros elementos (González Rui-
el tema de la analogía etnográfica desde fechas tem- bal, 2003: 18). Del estudio comparativo de cuarenta
pranas (Hernando, 1995: 17). Aunque la palabra “Et- sociedades Binford (1971: 20) deduce que la edad y el
noarqueología” fue utilizada por primera vez en 1900 sexo deberían servir como bases para las diferencias
funerarias entre los cazadores y recolectores, mientras La diferencia con respecto a la Arqueología pro-
que, entre los agricultores, debería ser la posición so- cesual está en que para la postprocesual los objetos
cial, como variable independiente de la edad y el sexo. juegan un papel activo en la construcción de las so-
Como su nombre indica, las Teorías de Alcance ciedades y su percepción e interpretación varían en el
Medio tienen un efecto limitado ya que no dan res- tiempo y en el espacio. Para los postprocesualistas la
puesta al por qué cambian las culturas, sino que inten- cultura material es un conjunto de signos cuyo signi-
tan explicar cómo se origina el registro arqueológico, ficado sólo es evidente en el escenario concreto en el
cómo pervive y por qué, y cómo podemos interpre- que se desenvuelven. Es susceptible de diversas in-
tarlo (Abad, 2006: 12). terpretaciones, todas ellas válidas, teniendo en cuenta
Pronto surgieron críticas a estas interpretaciones. siempre que unas mismas prácticas sociales pueden
En un artículo, publicado en 1969, el arqueólogo bri- tener significados muy diferentes entre sociedades
tánico P. Ucko ponía en duda la excesiva simplicidad distintas (Abad, 2006: 20-21).
con la que los procesualistas relacionaban el registro Los orígenes de la Arqueología postprocesual se
arqueológico y las sociedades humanas del pasado. A encuentran en el trabajo de campo que Ian Hooder
partir del estudio etnográfico de diversas comunida- realizó a finales de los años setenta en Kenia. Hodder
des africanas, Ucko exponía las dificultades a la hora (1982), frente a las visiones que entonces imperaban
de definir comportamientos homogéneos con res- en la Nueva Arqueología, defendió que se puede ma-
pecto a las prácticas funerarias entre los miembros nipular el ritual para ofrecer un determinado mensaje,
de estas sociedades. Aunque en algunas comunidades en ocasiones contrapuesto a la realidad social, y que
aspectos tales como el género, el estatus social o las en los enterramientos se pueden ver más las aspiracio-
actividades desarrolladas en vida se reflejan en el tipo nes e ideas de los que entierran que las del enterrado,
de sepulturas empleadas, también es cierto que en es decir, los funerales son para los vivos (González
otras sociedades estas circunstancias no se dan (Abad, Ruibal, 2003: 151). Para él, el patrón de enterramiento
2006: 17). no es un reflejo directo del comportamiento social y
Además, defiende que, en la mayoría de los ca- el arqueólogo debe aceptar que la muerte y las acti-
sos conocidos etnográficamente, una cultura o la tudes hacia la misma forman un escenario simbóli-
sociedad no se caracteriza por una única forma de co de gran fuerza emotiva que se emplea en la vida
enterramiento si no que, por el contrario, emplearía (Hodder, 1982: 10). También Parker Pearson defien-
varias formas diferentes que a menudo se correlacio- de que el ritual funerario, lejos de ser un espejo de la
nan con el estado de la persona fallecida (Ucko, 1969: sociedad, es más bien un campo de manipulación por
270). Estas diferencias se reflejan no sólo en el uso parte de los vivos (González Ruibal, 2003: 152).
de diferentes lugares de enterramiento, sino también Hodder proponía la sustitución de las Teorías
en características funerarias como el grado de elabo- de Alcance Medio por el análisis del contexto social
ración de los ritos, los tipos de tumbas utilizados, las y conceptual de la producción de la cultura material
diferentes formas de orientación de los cuerpos, etc. (Hodder, 1988: 141). Defiende que, si interpretamos
Ucko utiliza la analogía etnográfica como una herra- el pasado por analogía con el presente, nunca podre-
mienta para mostrar el rango de variabilidad de com- mos conocer las formas de la sociedad y de la cultu-
portamiento con el que el arqueólogo debe trabajar, ra que no existan en la actualidad. El arqueólogo no
suponiendo que el rango dado era el mismo prehistó- puede probar la validez de las propias predicciones
ricos (Bartel, 1982: 47). porque no hay datos disponibles del pasado sobre la
relación entre la cultura material y la actividad huma-
4. La Arqueología postprocesual na (Hodder, 2012: 23). Estamos limitados en nuestra
interpretación a nuestro conocimiento de las socie-
Como crítica a la Arqueología procesual surgi- dades de nuestros días (Hodder, 2012: 14). Sin em-
rá la llamada Arqueología postprocesual (también bargo, aunque todas nuestras interpretaciones de la
llamada contextual, interpretativa o simbólica) que conducta humana y el pensamiento se ven afectados
actualmente representa una de las tendencias críticas por la sociedad en que vivimos, también es cierto que
más influyentes (Vicent, 1995: 25). Estos arqueólogos podemos comprender diferentes sociedades, culturas
tienen en común un acercamiento a los estudios cog- y economías en otras partes del mundo y que pode-
nitivos, la influencia del pensamiento estructuralista mos utilizar esta información adicional para describir
y el influjo de la tradición marxista (Abad, 2006: 20). y explicar el pasado (Hodder, 2012: 27).
Es decir, nos encontramos con una gran varie- cluso la causa de la muerte, algunas de las cuales no
dad de posibilidades a la hora de afrontar el estudio dejan ningún tipo de evidencia en el terreno (Ucko,
del pasado con la ayuda de la Etnoarqueología. Aun- 1969; Binford, 1971). Esta es una realidad que tene-
que no podemos olvidar que nunca ofrece certezas mos que tener en cuenta a la hora de enfrentarnos al
absolutas, pues cada cultura es única y además en el estudio de las sociedades del pasado, y aceptar que
registro etnológico e histórico actual no se conservan posiblemente una parte considerable de esas prácticas
todos los modos posibles de ser humano, es cierto no han dejado huella en el registro arqueológico
que nos ofrece una gran variedad de posibilidades
(Vázquez, 2000: 12). La labor de la Etnoarqueología Referencias
es la de proporcionar hipótesis interpretativas con el
mayor grado de rigor posible y por ello es necesario Abad Mir, S., 2006. Arqueología de la muerte. Algu-
establecer correlaciones que se mantengan en diver- nos aspectos teóricos y metodológicos. Historiae.
sos grupos del presente antes de afirmar que podrían 3, 1-23.
haber estado igualmente presentes en los grupos del
Andrés Rupérez, Mª. T., 2003. El concepto de la
pasado (Hernando, 1995: 28).
muerte y el ritual funerario en la prehistoria. Cua-
dernos de Arqueología de la Universidad de Na-
5. Conclusiones varrra. 11, 13-36.
Andrés Rupérez, Mª. T., 2005. Concepto y análisis
Intentar comprender los modos de pensar de las
del cambio cultural: su percepción en la materia
poblaciones prehistóricas no es nada fácil y en nin- funeraria del Neolítico y Eneolítico, Monografías
gún momento debemos dejar de lado el hecho de Arqueológicas nº 42, Universidad de Zaragoza.
que sus conceptos y sus pautas de comportamiento
fueron diferentes a las nuestras (Hernando, 2001). Bartel, B., 1982. A historical review of etnological
and archaeological analyses of mortuary practices.
Además, nuestra percepción del fallecimiento difiere
Journal of Anthropological Archaeology. 1, 32-58.
sustancialmente de la de la mayor parte de los pueblos
preindustriales: la muerte no tiene por qué inspirar Binford, L., 1971. Mortuary practices: their study and
dolor o pena, sino también temor, ira u otras emocio- their potential. Memoirs of the Society for Ameri-
nes. En general, por lo que respecta al concepto de la can Archaeology. 25, 6-29.
muerte, debemos pensar que se trata de un fenóme- Bonet Rosado, H., 2010. Y después de la vida..., in:
no muy cotidiano en la mayor parte de las sociedades Soler Mayor, B. y Pérez Fernández, A. (Coords.),
premodernas (González Ruibal, 2003: 154). Restos de vida restos de muerte: la muerte en la
Por otro lado, vivimos en un mundo en el que Prehistoria. Museu de Prehistoria de Valencia, Va-
los rituales y las creencias ocupan un lugar marginado lencia, pp. 11-16.
y vemos los rituales como algo que envuelve a gente Bradley, R., 2003. A Life Less Ordinary. The Ritua-
especial, en lugares determinados y con una cultura lization of the Domestic Sphere in Later Prehis-
material determinada, alejado de la vida diaria. Pero toric Europe. Cambridge Archaeological Journal.
separar lo doméstico de lo ritual, o lo sagrado de lo 13 (1), 5-23.
profano, como si fueran términos excluyentes es algo Garrido Pena, R., Rojo Guerra, M. A., Tejedor Ro-
que resulta cada vez más discutible. Se trata de algo dríguez, C., García Martínez de Lagrán, I., 2012.
más propio de nuestras categorías modernas occiden- Las máscaras de la muerte: ritos funerarios en el
tales que del pasado prehistórico, donde lo ritual es Neolítico de la Península Ibérica, in: Rojo Guerra,
parte de la vida cotidiana y está presente en las es- M. A., Garrido Pena, R., García Martínez de La-
grán, I., El Neolítico en la Península Ibérica y su
tructuras domésticas en diversas formas y multitud de
contexto europeo.Cátedra, Madrid, pp. 143-171.
ejemplos (Bradley, 2003).
Sin embargo, a pesar de nuestras propias limi- Goldstein, L., 1984. One-dimensional archaeology
taciones y de las de la Etnoarqueología, al observar and multi-dimensional people: spatial organisa-
las prácticas funerarias de diferentes sociedades se- tion and mortuary analysis, in: Champan, R., Kin-
nes, I., Randsborg, K., The archaeology of death.
paradas por el tiempo y el espacio podemos observar
Cambridge University Press, Cambridge, pp. 53-
que en la gran mayoría de ellas no vemos un único 70.
tratamiento. Por el contrario, encontramos diferentes
prácticas en función del sexo, la edad, el estatus o in- González Ruibal, A., 2003. La experiencia del otro:
una introducción a la etnoarqueología, Akal, Ma- Hodder, I., 2012. The Present Past. An Introduc-
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Hodder, I., 1988. Interpretación en arqueología. Co-
rrientes actuales, Crítica, Barcelona.
1
Máster por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). a.lopez.royuela@gmail.com
Resumen 1. Introducción
Esta investigación pretende desarrollar un análisis de
la Arqueología Funeraria en época arcaica griega en el mo- Si prestamos atención al relato que nos brinda
mento de colonización hacia Occidente durante los siglos Tucídides (Dominguez, 1989), la colonia griega de Si-
VIII-VII a. C, gracias a la comparativa de una necrópolis racusa fue fundada por un grupo de colonos corintios
en la península Helena, como es la necrópolis Norte de dirigidos por Arquías, hacia el 734-733 a. C, dando así
Corinto, frente otra de la misma cronología, situada en te-
rritorio colonizado, la denominada necrópolis del Fusco.
comienzo a una historia de más de seis siglos de ocu-
¿Qué semejanzas y qué disparidades se reflejan en los pación griega. Al abrigo de la considerable actividad
enterramientos de ambos contextos? Este estudio compa- mercantil, fue desarrollándose en Corinto desde época
ra la visión de la muerte en los diferentes lugares, centrán- arcaica un destacado sector poblacional, que empleó
dose en las similitudes y diferencias, la evolución que sufre el comercio y las artes como dispensador de lujos (ce-
la orientación de los enterramientos, tipología de sepultu-
ras y ajuares, su relación con las diferentes jerarquías, etc…
rámicas, perfumes, terracotas, bronces, tejidos, telas,
Comprobaremos, de igual modo, la pervivencia, el vino y aceites). Con una población que superaba dos
cambio y la asimilación de elementos endógenos y exóge- tercios de su territorio, proveyéndose de un mínimo
nos en la percepción de los enterramientos por la sociedad de suministro vital, se dio salida al excedente pobla-
griega arcaica. cional suministrando lotes de tierra a los migrantes,
Palabras clave: Arqueología Funeraria. Arcaísmo griego. Ne-
en su mayoría no propietarios en sus polis, paliando
crópolis. Ajuares. en cierta manera los problemas socioeconómicos que
afectaron la ciudad de Corinto (Wiseman, 1978).
Abstract
This research aims to develop an analysis of the Fu-
nerary Archaeology in the Greek archaic period, at the
moment of its colonization toward the West, during the
8th and 7th centuries B.C. Thanks to the comparative
between a necropolis in the Hellenistic Peninsula, such
as the Northern necropolis of Corinth and another one
of the same chronology located in a colonized territory,
known as the Fusco necropolis.
What similarities and what differences are reflected
in the burials of both contexts?
This study compares the vision of death in different
places, focusing on similarities and differences, the evo-
lution experienced by the orientation of the burials, type
of graves and graves good, and their relationship with the Figura 1. Mapa del movimiento migratorio de la población corintia a
different hierarchies, etc. Siracusa.
Besides, we will be checking, the survival, change and
assimilation of the endogenous and exogenous elements, 2. Necrópolis clave: historiografía de las ex-
in the perception of the burials by the archaic Greek so-
ciety.
cavaciones del cementerio norte de Corinto y
la necrópolis siracusana del Fusco
Keywords: Funerary Archaeology. Greek archaism. Necro-
polis. Grave goods. El Cementerio Norte de la ciudad Antigua de
Corinto, se descubrió en 1915 por Bert Hodge Hill.
Las diferentes campañas de excavación se llevaron a
185
Anna López Royuela
cabo a un km al noreste del Antiguo Teatro, sumando trico (siglos IX al VIII a. C). Cuarenta y dos de ellas
un total de cinco intervenciones arqueológicas, desde fueron en cista, tres enterramientos de niños en sar-
1915 hasta 1930. Se sacaron a la luz más de quinientas cófago y cuatro enterramientos infantiles. Las tumbas
treinta y una tumbas, con un rango cronológico que corintias del periodo Geométrico son todas inhuma-
incluía desde la mitad del II milenio a. C, hasta época ciones y no hay señal de cremaciones. Otra caracte-
romana, cuando la ciudad fue arrasada (Blegen et al., rística fue el uso de cubiertas de arenisca roja como
1964). método de cubrición para las sepulturas en cista. Al-
En el caso de Siracusa, como ocurre en otras ciu- gunas tumbas del periodo Protocorintio (750 al 640 a.
dades griegas de Occidente, tuvo desde los primeros C) también estuvieron cubiertas de arenisca. Así pues,
tiempos una gran extensión urbana. Será en el trans- la arenisca pareció ser la piedra favorita desde el IX al
curso de los dos siglos siguientes, a la llegada de los VII a. C. La razón pudo ser que era blanda y fácil de
colonos griegos, cuando se creará la necrópolis entor- trabajar, además de la facilidad para encontrarla en las
no al asentamiento. Con un área de extensión apro- cercanías. En tiempos posteriores el poros se convir-
ximada de 2 km de largo y un uso que abarcó desde tió en el material más usado, y en algunos casos don-
el final del s. VIII a. C a principios del siglo II a. C, la de se documentaron losas de arenisca, se determinó
necrópolis del Fusco supera al resto de las siracusanas que esas sepulturas habían sido reusadas destruyendo
en documentos e informaciones publicadas (Musu- tumbas más tempranas (Blegen et al., 1964).
meci, 2006), siendo la que muestra un recorrido más La evolución de lo que se convirtió en el método
ilustrativo, tanto en diversidad de sepulturas, como en común de entierro en los últimos tiempos en Corinto
ritos y ajuares. puede rastrearse en las tumbas de época geométrica,
La necrópolis del Fusco fue localizada en 1843 y esta es una de las contribuciones más importantes
(Orsi, 1895). Las campañas arqueológicas se sucedie- que el Cementerio Norte de Corinto nos brinda a cer-
ron desde 1868 hasta 1915, sacando a la luz un denso ca del Corinto más temprano.
núcleo de tumbas. Las excavaciones que llevó a cabo De las cuarenta y dos tumbas en cista, a las que
Paolo Orsi en la última campaña, se publicaron inme- ya hemos hecho mención, treinta y dos fueron ente-
diatamente e ilustraron sobre la vida y sobre la cultura rramientos en tierra. En lo que respecta a la profun-
de los primeros siglos de la colonia. Especial relevan- didad de las sepulturas se sabe que variaban entre los
cia tuvieron las elaboradas cerámicas protocorintia y dos o tres metros bajo la superficie
corintia allí registradas, así como la riqueza de restos Fue destacable la utilización de sarcófagos primi-
materiales. (Basile, 1993). tivos conformados por cinco lastras de arenisca blan-
da encajadas sobre la parte inferior de la cista, crean-
3. Cambios sustanciales: tradición y evolu- do una especie de caja rematada en las caras finales,
ción también con placas y cubierta con el mismo material.
Siete de los enterramientos Geométricos de la necró-
3.1 Tipología de sepulturas polis Norte emplearon este método, siendo algunas
de ellas señaladas al exterior por lastras de poros.
El siglo VII a. C fue una época próspera para Existió una alternativa a las tumbas a las que
la expansión en la historia de la ciudad de Corinto. nos referiremos como “sarcófago a losa”, y fueron
Durante este período constituyó sus colonias, solu- aquellas que se construyeron con mampostería. Éstas
cionando así el excedente de población y asegurando estuvieron muchísimo más protegidas de las filtracio-
sus rutas comerciales al oeste, sentando las bases de nes posteriores en comparación a las sepulturas en la
una supremacía comercial que iba a durar todo un tierra, ya que estuvieron selladas. Llama la atención de
siglo. Esta actividad se vio reflejada en las tumbas estos ejemplares, que estuviesen llenas de arena hasta
que se abrieron en el Cementerio Norte de la ciudad la parte más superior, mientras dos de los ejemplares
Antigua, las cuales sufrieron una evolución, consti- encontrados, contenían una leve cantidad que cubría
tuyéndose en un principio como tumbas simples en de 10 a 20 cm al interior.
cista cortadas en la roca y elaborando más tarde una Esta tipología de sepultura tendrá una continui-
producción de sarcófagos en piedra. dad en el periodo Protocorintio teniendo normal-
Entre las quinientas tumbas que se abrieron en el mente una leve capa de tierra en el interior del mismo,
Cementerio Norte de Corinto, fue posible aislar cua- aunque se documente en este último un paso gradual
renta y nueve que pertenecieran al periodo Geomé- de la tumba de simple fosa en tierra a sarcófagos rea-
gético como económico, volviendo a suponer como de enterramiento en píthoi, relacionado con la presen-
en el rito de incineración, que el hecho de utilizar el cia de inmigrantes ceramistas argivos en la colonia ya
sarcófago como medio de sepultura estaría indicando en el siglo VII a. C.
generalmente una distinción de status en contraposi-
ción con la fosa excavada. 3.3. Materiales rituales y ofrendas hallados en las necró-
polis
3.2 Orientación de los difuntos. Tradición y evolución
Sería fácil identificar una tumba griega en una
En general la orientación de las tumbas del pe- necrópolis helena. El problema puede surgir al tratar
riodo Geométrico del Cementerio Norte de Corinto, de identificar sepulturas griegas dentro de las apoikias
es tanto norte-sur como este-oeste. De los estudios o colonias (Dominguez, 1989), ya que hubo presencia
resultantes de estas tumbas, se puede concluir que de ajuares de producción y artesanía griega en tumbas
la mayoría de los enterramientos se hicieron con la indígenas.
cabeza hacia el sur (el 61%) o con la cabeza hacia Los ajuares pertenecientes a la necrópolis del
el este (30%), no pudiendo hacerse observaciones en Fusco estaban constituidos por cerámicas de impor-
los individuos restantes debido a la preservación de tación, probablemente fueron usadas para el aseo del
los esqueletos (Blegen et al., 1964). difunto y la ceremonia fúnebre, mientras que anali-
Si bien las tumbas eran espaciosas, los esqueletos zando las sepulturas de la necrópolis Norte de Co-
fueron encontrados tumbados de lado con las rodillas rinto quedó patente que en la mayoría de los casos
flexionadas y las piernas encogidas, y normalmente no hubo ajuares ni objetos de importación (Patrick,
con los brazos cruzados sobre el pecho. El lado hacia 2008), algo que llama la atención debido a que la ciu-
donde el cuerpo estuviese tendido no pareció tener dad en este período fue particularmente activa en
ningún significado, así algunos esqueletos estaban rutas comerciales. En los casos especiales que se en-
tendidos hacia la izquierda y otros hacia la derecha, contraron cerámicas, en la necrópolis corintia, se do-
ligando la forma contraída de los enterramientos al cumentaron tazas y ánforas sin decoración, realizadas
significado universal. en negro y en pasta amarilla, destacando la produc-
Mientras en la necrópolis del Fusco, los difuntos ción geométrica ordinaria por su técnica de elabora-
fueron enterrados con una orientación este-oeste. La ción a mano. El material cerámico recopilado refleja
mayor parte de las ánforas se orientaron también con claramente la competencia librada entre los ceramis-
la boca hacia el este. De los trescientos cincuenta y tas del Ática y los de Corinto. El triunfo de la primera
cuatro esqueletos preservados en la campaña de 1893, y la disminución de estas últimas están marcados por
todos los adultos menos tres, tenían el cráneo hacia el la aparición de ollas de Corinto imitando a las Áti-
este (Musumeci, 2006). cas, y algunas veces, por la importación de numero-
La adopción de tradiciones rituales de Corinto se sas vasijas Áticas en Corinto. La escasa existencia de
reflejará en Siracusa. A partir del siglo VII, las prác- vasos cerámicos de la misma tipología y forma que
ticas de tradición más conservadoras sufrieron cam- los encontrados en la necrópolis del Fusco propone
bios y en ese momento la sociedad de origen corintia que las sepulturas de la necrópolis Norte de Corinto
comenzó a modificar la posición de enterrar a sus fueron más antiguas que los movimientos de coloni-
difuntos, no se sabe si de manera intencional o no, zación, utilizándose sobre todo ajuares conformados
pasando a hacerlo de manera contraída (como en la por tipologías de grandes dimensiones (cráteras/án-
necrópolis Norte de Corinto) a manera supina, con foras) que se prestaban muy poco a la importación
los brazos colocados de manera también extendida o y al transporte (Bozza, 2010: 689-703). Las ofrendas
bien cruzados en el pecho o tórax, para distinguirse superficiales se colocaron al nivel de la cubierta de
de la gente nativa (Albanese, 2000). las tumbas, algunas veces en la esquina de cabecera
En cuanto al carácter mixto de la colonia, en la de las cistas. Los hallazgos esporádicos documenta-
necrópolis del Fusco se documentó la utilización de ron cráteras, ánforas e hídrias. Estas últimas relacio-
determinadas prácticas funerarias como un reclamo nadas con la limpieza del resto de vasos utilizados en
identitario o criterio étnico (Orsi, 1895). En una inter- el simposio funerario en honor a los difuntos tras ser
pretación social y política de las prácticas cinerarias, enterrados. También se documentaron jarritas, ollas
ejemplificado gracias a una sepultura de dos jóvenes y skyphoi, presentes desde el Geométrico temprano y
individuos, quedó patente también la práctica argiva tardío (siglos IX al VIII a. C) (Blegen et al. 1964). Otra
1
Personal Investigador en Formación. Departamento de Prehistoria y Arqueología, Laboratorio de Arqueología
Forense, Universidad Autónoma de Madrid. angel.morau@predoc.uam.es
Resumen 1. Introducción
Durante la Guerra Civil española (1936-1939), el
Monasterio de Uclés (Cuenca, España) fue utilizado como La atención de enfermos y heridos de guerra es
hospital, primero de las Brigadas Internacionales y después un tema capital en cualquier conflicto bélico y, por
del IV Cuerpo del Ejército Popular de la República. Este ende, así lo fue durante la Guerra Civil Española
hospital recibió soldados heridos de los cercanos frentes (1936-1939). Dentro de la red hospitalaria creada a
de batalla, así como civiles de las localidades vecinas. Tras
el final de la guerra, el edificio paso a ser utilizado como
consecuencia del conflicto, se encuentra el Monaste-
cárcel de partido al servicio de la represión franquista. Du- rio de Uclés (Cuenca) donde se instaló un Hospital
rante ambas fases los fallecidos fueron inhumados en un de Sangre. Gracias al estudio historiográfico y a la
recinto conocido como “la Tahona”. Entre 2005 y 2007 di- exhumación del cementerio de “La Tahona”, donde
cho recinto fue excavado en su totalidad, tanto en la zona fueron inhumados tanto los fallecidos en el hospital
usada durante la cárcel como la perteneciente al hospital.
En este artículo se presenta un estudio sobre la sani-
republicano como los represaliados durante el uso del
dad militar como indicador social, así como las diferentes edificio como cárcel (1940-1943), se presentan aquí
técnicas sanitarias. Además, se presenta un estudio de la los primeros resultados acerca de los restos pertene-
estructura, características y evolución del hospital y su ce- cientes al hospital, así como una aproximación a las
menterio. técnicas sanitarias utilizadas durante la Guerra Civil.
Palabras clave: Guerra Civil. Uclés. Hospital Republicano.
Sanidad. Restos óseos. 2. Sanidad Republicana y Hospitales de San-
gre
Abstract
During the Spanish Civil war (1936-1939), the mo-
El presente artículo pretende, a raíz de las exhu-
nastery of Uclés (Cuenca, Spain), was utilized as a war maciones realizadas en el cementerio de “La Tahona”
hospital, firstly for the International Brigades and later entre los años 2005 y 2007 en la localidad de Uclés
by the IV Division of the People’s Republican Army. As a (Cuenca) y enmarcada dentro de la Tesis Doctoral del
hospital, it received wounded soldiers from several frontli- autor, presentar e intentar relacionar la posición de di-
nes as well as civilian casualties. Once the war ended it be-
came an internment camp where the republican prisoners
cha localidad en el marco histórico perteneciente a la
suffered political repression. Guerra Civil Española (1936-1939).
Between 2005 and 2007 the graves from “La Taho- Conocido como “El Escorial de la Mancha” y
na” were exhumed from both the hospital phase and the dominando la cima del cerro, el Monasterio de Uclés
prison one fue construido por la Orden de Santiago en sucesivas
The current presentation consists of a study about the
sanity as a social indicator as well as the different sanita-
fases entre 1529 y 1735, siendo un ejemplo destacado
rian techniques. Another important feature is the study of de la arquitectura herreriana, así como plateresca y fa-
the structure and evolution of the hospital and the cemen- chada principal de estilo churrigueresco (Horcajada,
tery as national heritage and also the funerary practice. 1983) (Pérez, 1990).
La provincia de Cuenca no fue escenario de gran-
Keywords: Civil War. Uclés. Republican Hospital. Healthi-
ness. Human remains.
des batallas, ni un escenario de primera fila de la Gue-
rra Civil Española, como pudieron ser las batallas de
Brunete, del Ebro, la ciudad de Madrid, el asedio del
Alcázar de Toledo o la batalla de Guadalajara (Beevor,
2009). Sin embargo, la provincia de Cuenca, siempre
estuvo controlada por el bando republicano hasta el
final de la contienda (Preston, 2006). Este es uno de
191
Ángel Mora Urda
los aspectos importantes a tener en cuenta dada la coordinados de camilleros y enfermeras, encargados
situación que ocupa Uclés estratégicamente, pues está de trasladar a los heridos al Puesto Sanitario del Ba-
muy próximo a Tarancón y muy cerca de la carretera tallón el cual contaba ya con personal médico donde
de Valencia, que fue otro de los lugares que aguan- se realiza el primer diagnóstico (Larraz Andia,2004).
tó ante el ejército sublevado y perduró durante más El siguiente escalón es el Puesto de Socorro de Briga-
tiempo bajo control republicano, junto con Madrid. da, donde los heridos son atendidos y clasificados en
Por lo tanto, Uclés se encuentra en un eje muy impor- función de sus necesidades para un posterior traslado.
tante del bando republicano, el eje Madrid – Valencia, Este Puesto de Socorro, formado por tiendas, casetas
ya que la carretera que une ambas ciudades era al final o aprovechando alguna edificación como corrales o
de la guerra la única comunicación con mar que tenía pequeños caseríos, se encontraba a ser posible a una
la capital (López, 1994). distancia no superior a los 2-3 km del frente contan-
Tras el estallido de la Guerra Civil (18 de julio do ya con ambulancias (o vehículos civiles habilitados
de 1936) se decide incorporar el monasterio a la Red como tal) para el traslado de los heridos al hospital de
Sanitaria republicana. Para ello se desalojó el edificio sangre (Albir Herrero y Mezquida Fernández, 2014).
y llevaron a cabo las tareas necesarias para higieni- Esta breve descripción de la Sanidad Militar republi-
zar y abastecer de lo necesario al futuro hospital. Una cana nos permite afirmar que estas infraestructuras
de las labores más importantes fue la obra realizada sanitarias situadas en la retaguarda tuvieron una im-
para suministrar de agua corriente al monasterio. Al portancia capital en la organización asistencial (Mas-
inicio de la guerra el gobierno republicano decidió la sons, 1994), ya que constituían el eslabón final de la
creación de un corpus sanitario formado por una red sanidad de guerra republicana.
de hospitales (existentes o de nueva creación) esta- Durante las primeras semanas de conflicto en la
blecidos en diferentes ubicaciones estratégicas, pero retaguardia republicana se habilitaron 70 hospitales
siempre dentro de zonas controladas de retaguardia de sangre, de los cuales sólo 20 dependían del Mi-
como fueron la provincia de Valencia (García Ferran- nisterio de Guerra. El resto estaban gestionados por
dis, 2011) y Cuenca entre otras. Una de las medidas autoridades locales como partidos políticos, sindica-
fue la creación de hospitales nuevos, conocidos como tos o comités obreros. Este fue uno de los motivos
Hospitales de Sangre (Albir y Mezquida, 2014) siendo por los que en enero de 1937 el Gobierno de Largo
este caso el del monasterio de Uclés. Tras el final de la Caballero promulgó una circular por la que se centra-
contienda, el edificio cambia de uso, pasando el hos- lizaron y pasaron a control estatal estos hospitales de
pital a convertirse en cárcel de partido para el siste- sangre, en un contexto en el que la eficacia en la or-
ma de represión de los primeros años de la dictadura ganización sanitaria de la retaguardia era considerada
franquista entre 1940 y 1943. Por esta cárcel pasaron fundamental para ganar la guerra (IHCM 385/22). La
más de 500 presos políticos. Orden Ministerial se hacía efectiva para los hospitales
Volviendo al uso primigenio del monasterio du- que tuvieran al menos 300 camas, condición que el
rante la guerra, los Hospitales de Sangre eran centros hospital del monasterio de Uclés cumplía, quedando
sanitarios donde eran atendidos y pasaban su con- clausurados los que no alcanzaran dicha cifra de ca-
valecencia los enfermos y heridos provenientes de mas.
los distintos frentes de guerra. Para su localización y
ubicación se intentaba establecer estos hospitales en 3. Hospital de Sangre del Monasterio de
puntos más o menos próximos a las líneas de comba- Uclés y trabajos arqueológicos
te, pero siempre dentro de la zona de retaguardia. El
Monasterio de Uclés ofrecía unas características per- Situado en la cima del cerro y con el pueblo de
fectas para albergar un centro sanitario de dichas ca- Uclés al lado este, se decidió amortizar como im-
racterísticas, albergando, por lo tanto, heridos proce- provisado cementerio un espacio situado en el lado
dentes de los frentes próximos, en especial de Teruel opuesto a la localidad y adosado a la muralla musul-
(García Ferrandis, 2010), Guadalajara, Madrid y Jara- mana. Esta área es conocida ya desde antes de la gue-
ma, así como civiles de Uclés y las localidades vecinas. rra civil como “La Tahona”, por haber albergado una
Los servicios sanitarios de vanguardia estaban antigua fábrica de pan. Al finalizar la guerra, cuando
formados por una red que permitía el tratamiento y el monasterio pasa a convertirse en cárcel, se decide
la rápida evacuación de los heridos desde el mismo amurallar este reciento y seguir utilizándolo como ce-
frente de batalla donde ya se encontraban los grupos menterio, ya que su ubicación en la ladera opuesta al
pueblo ofrecía unas características de intimidad útiles Madrid (LafUAM) para su posterior estudio. El prin-
para el aparato represivo de la dictadura (Fig. 1). cipal objetivo de una excavación de estas caracterís-
Con carácter previo a las tareas arqueológicas de ticas es recuperar todos los restos óseos y llegar al
exhumación de los restos óseos del cementerio de máximo número posible de identificaciones positivas,
“La Tahona”, se realizó la pertinente labor de inves- sin embargo, de la mano del arqueólogo salen a la
tigación en archivos y entrevistas a familiares tanto luz otros datos históricos de relevante importancia,
para la fase de cárcel como la de hospital. Esta la- como pueden ser el rito y tratamiento de los restos a
bor fue llevada a cabo por la Asociación para la Re- la hora de inhumarlos, estudio de los objetos perso-
cuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en su nales aparecidos y posible interpretación, etc. En este
sección conquense (ARMHCuenca). El resultado de caso otro de los aspectos importantes, al tratarse de
esta minuciosa labor de investigación es un material un cementerio de grandes dimensiones con dos fases
en forma de listado con los datos (físicos y personales diferenciadas (hospital y cárcel), hace referencia a la
en la medida de lo posible) de todas las personas que delimitación, organización y amortización de las fosas
pasaron por el monasterio. Estos listados de nombres dentro del espacio.
ofrecen datos relativos a la edad, profesión, posible El número total de individuos exhumados de la
causa de muerte, grado militar (caso del hospital) así tahona fue de 429, perteneciendo 187 de ellos a la
como todos los datos fisiológicos posibles que pue- zona del hospital. Las fosas pertenecientes al periodo
dan ayudar a la posterior tarea de identificación. que nos ocupa se encuentran en la zona sur de lo que
Las tareas arqueológicas fueron llevadas a cabo hoy es el recinto de “La Tahona”. Se trata de gran-
bajo la dirección del Dr. Ángel Fuentes Domínguez des fosas longitudinales, todas con dirección E-W,
entre los años 2005 y 2007 en sendas campañas du- preparadas para enfrentarse a grandes episodios de
rante los meses estivales. Al término de las mismas, mortandad. El procedimiento llevado a cabo fue el de
fueron exhumados un total de 429 individuos, cuyos abrir esas grandes fosas longitudinales de emergencia,
restos óseos fueron llevados al Laboratorio de Ar- separando las inhumaciones mediante filas de piedras.
queología Forense de la Universidad Autónoma de El número total de fosas exhumadas en la parte de
hospital asciende a la cifra de 108, conteniendo los nos hace pensar que se pudiera tratar de momentos
restos de 187 personas. El 41% de estas fosas son en los que habría gran escasez de materiales.
individuales, el 47% contienen los restos de dos indi- Una de las características especiales del hospi-
viduos y solamente el 12% albergan restos de tres o tal del monasterio de Uclés es que, a pesar de ser un
más personas (Fig. 2). hospital creado para fines militares, su localización
La presencia o no de ataúd y la orientación y dentro de un núcleo poblacional posibilitó que aquí
disposición del individuo dentro de la fosa son dos fueran también atendidos civiles (al menos en 30 ca-
aspectos importantes que nos indican el grado de sos documentados) pertenecientes en su mayoría a la
empatía y respeto para con el difunto. Eso es algo localidad de Uclés. Dentro de este grupo de civiles
que gracias a la exhaustiva labor arqueológica se ha está representado todo el espectro de la sociedad, ya
podido comprobar. En el caso que nos ocupa, en la que han sido documentados ancianos, mujeres y ni-
zona de hospital la totalidad de los cuerpos han sido ños. Al igual que ocurre con el número total de in-
inhumados de cubito supino y con una orientación dividuos, en este caso también existe concordancia
E-O, tal como indica la tradición católico-cristiana. entre lo que nos dicen las fuentes documentales y la
En cuanto a la presencia de ataúd, la conserva- información aportada por la arqueología y el estudio
ción del mismo se limitaba a las paredes lateral del antropológico.
mismo, así como a fragmentos de la tapa o el fondo.
Estos datos junto con la impronta dejada por el ataúd, 3.1. Estudio de casos en “La Tahona” del Monasterio
permiten documentar fidedignamente la utilización de Uclés
de féretro o no. En el caso de la zona de hospital, el
87% de los individuos inhumados presentan ataúd, a) “Método español”
lo que nos habla, junto a la posición y orientación del
cuerpo, de un alto grado de respeto hacia el difunto. Con demasiada frecuencia las guerras son el mo-
Cabe destacar que el 13% restante de individuos que tor de los avances tecnológicos, científicos y médicos.
no presentan ataúd, su fosa se encuentra ya en la zona En este contexto nació el “método español” de trata-
utilizada en los últimos momentos de vida del hospi- miento de heridas de guerra.
tal y, por tanto, momentos finales de la guerra, lo cual El Dr. Bastos junto con el Dr. D. Josep Trueta
Figura 2. Planimetría de la excavación de “La Tahona” con los tres sectores de uso. Sector 1: Hospital, Sector 2: Cárcel zona “laica”, Sector 3: Cárcel
zona “católica”.
4. Conclusiones
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tratamiento de las heridas de guerra (Técnica de
La necesidad de la aplicación de
técnicas antropológicas en restos óseos
humanos procedentes de yacimientos de
la prehistoria reciente de la Campiña
Litoral y Banda Atlántica de Cádiz.
Una primera aproximación
Adolfo Moreno Márquez1
1
Universidad de Cádiz. adolfomorenomarquez@gmail.com
199
Adolfo Moreno Márquez
Figura 1. Localización de los yacimientos con enterramientos en la Campiña Litoral y Banda Atlántica de Cádiz. 1.- La Dehesilla (San José del
Valle), 2.- Cueva de Alcántara (Jerez de la Frontera), 3.- Paraje de Monte Bajo (Alcalá de los Gazules), 4.- Cueva de Buena Vista (Vejer de la
Frontera), 5.- Cerro de las Vasconcillas (Rota), 6.- Los Algarbes (Tarifa), 7.- Torre Melgarejo (Jerez de la Frontera), 8.-El Retamar (Puerto Real),
9.- Campo de Hockey (San Fernando), 10.- El Estanquillo (San Fernando), 11.- Loma del Puerco (Chiclana de la Frontera), 12.- Monte Berrueco
(Medina Sidonia), 13.- Cortijo de los Siles – La Carrizosa (Jerez de la Frontera), 14.-c/Castellanos nº3 y Plaza del Carmen, nº4 (Jerez de la Fron-
tera), 15.- Las Viñas (El Puerto de Santa María), 16.- Cantarranas (El Puerto de Santa María), 17.- Base Naval de Rota (El Puerto de Santa María),
18.- La Esparragosa (Chiclana de la Frontera), 19.- SET Parralejos (Vejer de la Frontera), 20.- El Trobal (Jerez de la Frontera), 21.- Jardines de
Tempul (Jerez de la Frontera), 22.- Alcázar de Jerez de la Frontera (Jerez de la Frontera), 23.- C/ Zarza nº 16 (Jerez de la Frontera), 24.- Necrópolis
Las Valderas (Arcos de la Frontera), 25.- El Jadramil (Arcos de la Frontera), 26.- Dolmen del Hidalgo (Sanlúcar de Barrameda).
2. Los registros funerarios en la Campiña Li- rramientos en fosa, seguidos de los silos y las cuevas
toral y Banda Atlántica gaditana artificiales. Las inhumaciones en fosa, muestran una
gran diversidad, ya que pueden ser fosas simples o
Tras la lectura de diferentes publicaciones, anua- pueden ser unas estructuras más elaboradas, con lajas
rios de arqueología y estudios relacionados con el de piedras, como ocurre en Campo de Hockey (San
presente tema de estudio se han escogido, para esta Fernando), siendo esto un claro indicador de una des-
tesis doctoral, una serie de yacimientos de la Campiña igualdad social, ya que diferentes individuos reciben
Litoral y Banda Atlántica de Cádiz, con cronologías un trato diferente en el momento de su muerte. Esto
comprendidas de la Prehistoria reciente (VI - II mile- también se observa en el ajuar que contiene la tumba,
nio a.n.e.) donde se han localizado estructuras fune- ya que en muchos casos pueden aparecer materiales
rarias con restos óseos (Fig. 1) (Fig. 2). exóticos o de prestigio pertenecientes al individuo in-
Debido a la extensión del trabajo, no se puede humado (Vijande, 2010). No todos los rituales son
hacer una reseña de todos los yacimientos que se han iguales, ya que serán diferentes para un individuo u
documentado, pero si se pueden realizar varias apre- otro, y reflejan el tránsito de una sociedad tribal de
ciaciones. Como muestra la tabla 1, se observan di- grupos familiares a sociedades clasistas iniciales (Ar-
ferentes yacimientos con estructuras funerarias y de teaga, 1992). Se muestra un fuerte paralelismo entre
diferentes cronologías. Las estructuras funerarias más “el estatus” o posición social de un individuo en vida,
predominantes en esta área de estudio son los ente- con el tratamiento que recibe tras su muerte por parte
basa fundamentalmente en la identificación de los trabajos, como ocurre con la falta de estudios antro-
restos óseos y de toda la información que estos pue- pológicos, que en este trabajo reclamamos, y que está
den aportar, como el Número Mínimo de Individuos siendo objeto de una Tesis Doctoral, que el autor está
(NMI), el sexo, la edad, la talla; y sobre los estados desarrollando actualmente. Las nuevas investigacio-
de salud, a través del estudio paleopatológico (Arme- nes y métodos lograrán el solventar estos “vacíos” de
lagos, 1998: 29; Safont, 2003; Campillo, 2004). En investigación, referidos al campo de la Antropología
muchas ocasiones, solo se localizan dientes, ya que Física (Moreno-Márquez, 2015). La especialización
son los restos que más tienden a conservarse por su es, cada vez más, una necesidad en los tiempos que
dureza. Los estudios sobre variabilidad morfológica vivimos y por tano, defendemos la necesidad de gru-
y métrica, ya que los rasgos morfológicos son gené- pos de investigación multidisciplinares y el continuo
ticos y se puede llegar a diferenciar sexo y edad del contacto entre grupos de investigación, laboratorios y
individuo. La determinación del sexo vendrá por la universidades. Aunque en este caso, solo presentamos
aplicación de métodos odontométricos (Viciano, yacimientos de la Campiña Litoral y Banda Atlántica
2012); mientras que la edad se resuelve por el tipo de de Cádiz, este ejemplo de falta de investigación no
dentición (decidua o permanente) y por su grado de es un caso aísla y por tanto, animamos a los jóvenes
desgaste (Campillo, 2004). investigadores y los diferentes equipos de investiga-
El estudio de la Paleopatología, se centra en el ción a que se realicen nuevas investigaciones y sobre
análisis de los marcadores sobre salud/enfermedad, que se revisen trabajos antiguos, aplicándoles nuevas
al igual que la aportación de datos sobre la adapta- tecnológicas y técnicas, dentro de lo posible, ya que
ción al medioambiente de las distintas poblaciones pueden enriquecer muchos trabajos y aportar datos
estudiadas, aunque hay que ser consciente de que nuevos.
no todas las enfermedades que sufrió un individuo
se quedan marcadas en los huesos (Campillo, 2004). Referencias
Por ejemplo, el estudio de traumatismos de manera
sistemática aporta una información valiosísima sobre Armelagos, G. J. 1998. Introduction: Sex, Gender
patrones poblacionales y frecuencia e incidencia so- and health status in prehistoric and contemporary
bre sexo y edad de los individuos afectados. No sólo populations”. En A.L. Grauer; P. Stuart Macadam
son los huesos los que aportan información, sino que (eds.) Sex, Gender in Paleopathological Perspecti-
ve, 1-10. Cambridge University Pres.
los dientes también tienen un papel importante para
conocer las dietas, el registro de caries, pérdidas de Arteaga, O. 1992. Tribalización, jerarquización y esta-
piezas ante mortem, grado de desgaste, vestigios de en- do en el territorio de El Algar. Spal,1. Universidad
fermedad, etc… Esto ayuda al estudio de patrones de de Sevilla, 179 -2008.
actividad, ya que se puede conocer si existen diferen- Brothwell, D. 1987. Desenterrando huesos. Fondo de
cias entre clases sociales y económicas. La presencia Cultura Económica. México
de estos patrones, ayudan a conocer cuando se inician Cámara, J. A. 2002. Ideología y ritual funerario en el
unas prácticas o actividades económicas, como es el Neolítico Final y Calcolítico del Sudeste de la Pe-
comenzar a realizar tareas de adultos (caza, recolec- nínsula Ibérica. Revista Atlántica-Mediterránea de
ción, etc…) (Campillo, 2004; Jiménez- Brobeil, 2011). Prehistoria y Arqueología Social, 5, pp. 125-166.
Por último, pero no menos importante, son los Servicio Publicaciones de la Universidad de Cádiz.
estudios de ADN. Estos son muy importante en las Campillo, D. 2004. Introducción a la Paleopatología.
investigaciones sobre la genética de poblamientos an- Bellaterra, Barcelona.
tiguos humanos (Jimenéz- Brobeil, 2011).
Castañeda, V.; García, I.; Prados, F.; Costela, Y.; To-
rres, F. 2014. La Estructura 1-2 de la necrópolis de
4. Conclusiones Los Algarbes (Tarifa, Cádiz). Su reinterpretación a
raíz de las nuevas investigaciones. Al Qantir: Mo-
En la Campiña Litoral y Banda Atlántica ga- nografías y documentos sobre la historia de Tari-
ditana, existe una gran cantidad de yacimientos con fa, I, N. 16, 2014 (Ejemplar dedicado a: Actas. II
manifestaciones funerarias de época prehistórica Jornadas de Historia de Tarifa), 207-21.
reciente y por supuesto existe una gran cantidad de Castro, P.; Lull, V.; Micó, R.; Rihuete, C. 1995. La
material óseo humano. Defendemos la necesidad de prehistoria reciente en el sudeste de la península
equipos multidisciplinares con el fin de enriquecer los
ibérica. Dimensión socio-económica de las prác- Aproximación al estudio de las sociedades caza-
ticas funerarias, en R. Fábregas, F. Pérez y C. Fer- doras- recolectoras, tribales-comunitarias y cla-
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1
Laboratorio de Evolución Humana. Dpto. de Ciencias Históricas y Geografía. Universidad de Burgos. Edificio
I+D+I. Plaza Misael de Bañuelos s/n. 09001 Burgos, Spain. aog0033@gmail.com
205
Andrés Olivares et al.
(Soemmering, 1785; Suamerez, 1798), arena (Hamil- mijo hasta alcanzar la altura suficiente para comple-
ton, 1831) o mijo (Tiedeman, 1837; Stewart, 1937; tar el espacio correspondiente al cerebro (Esquivel,
Esquivel, 1963). Este último es de los más emplea- 1963; Bruner, 2012). Posteriormente, la cantidad de
dos junto con la fabricación de endomoldes craneales semillas usadas se ha comprobado con una probeta,
(Bruner et al., 2003; Poza Rey, 2015), es decir, la repre- calculando su correspondiente volumen en cm3.
sentación en positivo del vacío que rellena la cavidad En segundo lugar se empleó la metodología arit-
interna del cráneo (Poza Rey, 2015). mética, es decir, se han llevado a cabo unas medidas
Del mismo modo, la metodología indirecta tra- métricas básicas para poder realizar el cálculo del vo-
ta de obtener la capacidad craneal mediante la esti- lumen a través de una serie de fórmulas utilizadas en
mación de la correlación existente entre el tamaño estudios antropológicos de diversos autores (Fig. 1).
craneal y el volumen de la bóveda. Estas prácticas En ellas se ha medido la distancia física entre diferen-
desarrollan fórmulas matemáticas que permiten tal tes puntos craneométricos mediante los cuales se ha
estimación mediante la medición del cráneo a partir calculado una serie de fórmulas regresivas. Éstas se
de determinados puntos cronométricos -longitud: basan en la información morfológica obtenida de un
glabelo-occipital; anchura: eurion-eurion; y altura: ba- grupo de referencia con la idea de la existencia de un
sion-bregma- (Esquivel, 1963; Herrera Fritot, 1965). patrón estándar que puede estudiarse estadísticamen-
Los métodos indirectos únicamente se emplean cuan- te (Senck et al., 2015). Las formulas usadas han sido
do no es posible emplear los directos. obtenidas a partir del compendio de Esquivel (1963):
Actualmente, todos estos procedimientos han Broca (1884), Manouvrier (1893), Hrdlicka (1925)
quedado obsoletos y el desarrollo de nuevas tecnolo- Pearson (1926), Hooke (1926), Von bonin (1934) y
gías ha permitido un gran avance en el estudio de las Hambly (1940). Han sido necesarios un calibrador de
cavidades intracraneales y de los moldes endocranea- corredera y un compás de ramas curvas para realizar
les, tanto en la reconstrucción como en el cálculo de la toma de medidas craneométricas.
la capacidad craneal, de un modo rápido y sin dañar Por último, se ha llevado a cabo un estudio vir-
la muestra de estudio. Sin embargo, se asume la au- tual con el uso de imágenes 3D. La muestra sobre la
sencia de error estándar en el cálculo de la capacidad que se ha trabajado ha sido escaneada con el equipo
craneal a través métodos virtuales. Es por ello que, de Tomografía Axial Computarizada (TAC) presente
entre nuestros objetivos, resaltamos la búsqueda de en el Parque Científico y Tecnológico de la Univer-
la estandarización del cálculo del volumen endocra- sidad de Burgos. Consta de un tubo Yxlon de 225
neal, de forma que sea un procedimiento repetible KV/30mA para el estudio de restos arqueológicos o
por diferentes investigadores en diferentes estudios, materiales industriales, entre otros usos. En este caso,
así como comparar los resultados obtenidos inter-ob- el número de imágenes tomadas ha sido de 650, con
servador e inter-método y centrarnos en los méto- una separación entre ellas de 0.25 mm.
dos virtuales, para comprobar si existen diferencias al Una vez tomadas las imágenes, el software utili-
trabajar con el mismo software, pero con diferentes zado para el procesamiento de la información ha sido
procedimientos. Mimics® (v10.0, Materialise, Belgium), estableciendo
un mismo protocolo para todos los investigadores
2. Materiales y métodos de rellenado virtual de la cavidad craneana. Por otro
lado, los resultados han sido tratados mediante el pro-
Un total de nueve observadores, con el mismo grama estadístico STATGRAPHICS Centurion XVI.
grado de experiencia, han realizado cada medición
una vez, aplicando diversos métodos para el cálculo 3. Resultados
del volumen endocraneal sobre un cráneo pertene-
ciente a un varón adulto de mediados del siglo XX Una vez obtenidos los resultados se realizó un
(Cementerio de San José, Burgos). Se ha realizado, a Análisis de la Varianza (ANOVA univariante) para
su vez, un estudio estadístico para la comprobación comprobar su normalidad. En primer lugar, aprecia-
de las posibles diferencias, tanto entre los diferentes mos claramente que los métodos no miden igual, ya
métodos como entre los diferentes investigadores. que las varianzas albergan una gran diferencia entre
El primer proceso de medición del volumen en- ellas (Fig. 2).
docraneal se ha realizado mediante un método direc- Se ha tomado como medida de referencia el vo-
to: se ha rellenado la cavidad craneal con semillas de lumen del mijo, al tratarse de un material esférico y
Figura 1. Fórmulas métricas aplicadas al estudio (Esquivel, 1963). Se aplica: 1. Longitud craneal máxima: Glabela-Opistocráneo. 2.Anchura cra-
neal máxima: Eurion-Eurion. 3.Altura: Basion-Bregma.
Figura 2. Resultados estadísticos del ANOVA en los diez métodos explorados en el estudio.
Figura 3. Gráfico de caja y bigotes del análisis ANOVA con los diez métodos investigados. Se destacan los outliers y el número de investigador.
de pequeño tamaño para rellenar todas las cavidades to “Mask”. No obstante, en el mismo procedimien-
y surcos que pueda contener el interior del cráneo. to “3D” se ofrecen resultados diferentes según la
Además, es menos susceptible a variaciones de su resolución seleccionada por cada investigador. Si se
volumen debido a la humedad y por lo tanto a varia- considera una resolución aleatoria, ofrece un resulta-
ciones de su tamaño, siendo el único método directo do medio de 1.424 cm3, con un mayor coeficiente de
empleado en este estudio. Éste cuenta con un valor variación, mientras que con una resolución conjunta
medio de 1.427 cm3, con la mayor desviación típica de -“optimal”- para todos los investigadores, el resultado
todo el gráfico (Fig. 3). Pese a ello se ha considerado obtenido es 1.430 cm3, mostrando un coeficiente me-
el método referencia en este trabajo, ya que se trata nor, indicando menor dispersión de los datos.
del único método que rellena físicamente la cavidad
endocraneana, siempre y cuando se replique el proce- 4. Discusión
dimiento varias veces y se tome su valor medio, para
evitar una excesiva desviación típica de los resultados. La falta de tecnologías virtuales y escepticismo
También se aprecian diferencias en los sistemas de ante los numerosos métodos indirectos han hecho
medida del volumen con metodologías aritméticas De que, tradicionalmente, el rellenado de la cavidad
las siete estimaciones diferentes, únicamente una de craneal con mijo haya sido tomado como el proce-
ellas subestima nuestro valor de referencia, mientras dimiento directo más aproximado al volumen “real”
que seis tienen un valor superior. Las desviaciones del encéfalo (Esquivel, 1963). Sin embargo, ha resul-
típicas son igualmente dispares, mientras que consi- tado ser el método con más coeficiente de variación
deramos que Hrdlicka y Pearson son los más eficientes de todos los estudiados (Fig. 3). Se trata de un re-
para medir, ya que tienen menos desviación, Pearson sultado producto de una imprecisión metodológica a
es el método cuyo valor se aproxima más al valor de la hora de rellenar la cavidad encefálica puesto que,
referencia. cada investigador usa su criterio a la hora de decidir el
En cuanto al método virtual, pese a aplicar dos límite inferior del encéfalo a la altura del foramen mag-
procedimientos diferentes, es el más exacto para me- num. Esto provoca que, incluso si se replica el proce-
dir el volumen endocraneal, puesto que existe un bajo so numerosas veces -como en el presente estudio- la
coeficiente de variación entre ambos procedimientos variabilidad de resultados pueda resultar significativa.
(Fig. 4). Sin embargo, realizando una comprobación Se trata de un problema de gran importancia puesto
más exhaustiva, se observa que existe una pequeña que al tratar con cuestiones paleoantropológicas, la
diferencia en los valores medios que proporciona determinación del volumen encefálico puede provo-
tanto el procedimiento “3D” como el procedimien- car erróneas clasificaciones taxonómicas en cronolo-
biología que nos hace diferentes. Revista de Neu- análisis craneofuncional. Rev Arg Antrop Biol. 16
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Herriko Unibertsitatea. c/Francisco Tomás y Valiente s/n. 01006 Vitoria-Gasteiz. uxueperezarzak@gmail.com
2
Departamento de Zoología y Antropología Física. Facultad de Biología, Universidad Complutense de Madrid.
c/José Antonio Novais, 12. Ciudad Universitaria. 28040 Madrid. gtrancho@ucm.es
211
Uxue Perez-Arzak y Gonzalo J. Trancho
y estructura de los sistemas de Havers y, por tanto, la bre la organización social y económica de las pobla-
morfología de la superficie ósea (Robb, 1998; Ruff, ciones pasadas. Sin embargo, se debe tener en cuenta
2008; Platzer, 2009). que un indicador no señalará una actividad concreta
La adaptación ósea se puede dar de diversas for- ya que un mismo movimiento puede realizarse en di-
mas. Por un lado, cuando reaccionan los osteoblas- ferentes labores. Por ello, para interpretaciones más
tos, provocan la exostosis u osteogénesis (creación profundas, es necesario poner en conjunto estos da-
de tejido óseo) y se manifiesta en forma de crestas tos con los provenientes de fuentes históricas o del
o protuberancias (Fig. 1). Por el contrario, si los os- contexto arqueológico (Robb, 1998; Lieverse et al.,
teoclastos reaccionan, producen la osteolisis (pérdida 2009; Havelková et al., 2013).
de hueso), dejando al descubierto el tejido interno del
hueso (Fig. 2) (Ruff, 2008; Lieverse et al., 2009; Plat- 2. Términos y metodologías
zer, 2009; White et al., 2011).
Es de mencionar que, la remodelación ósea, no Tal y como hemos mencionado anteriormente,
responde únicamente a la actividad física de un in- el estudio de los indicadores de actividad se encuentra
dividuo y que, como veremos posteriormente, los abierto al debate y, esto, se ve reflejado en los nume-
indicadores que surgen son multifactoriales. El sexo, rosos términos y metodologías que se han desarrolla-
la edad, la dieta, la herencia genética, los niveles hor- do en este sentido.
monales, el tamaño corporal y algunas enfermedades Estos tipos de análisis se empezaron a publicar,
también provocan la aparición de los marcadores en especial, a partir de los años 80 del siglo XX y, des-
objeto de estudio, y por tanto, debemos tenerlos en de entonces, han sido muchos los términos emplea-
cuenta a la hora de realizar este tipo de análisis (Lie-
verse et al., 2009; Henderson et al., 2012; Jurmain et al.,
2012; Havelková et al., 2013; Villotte y Knüsel, 2013).
Este hecho es el que hace que, todavía hoy, el estudio
de los indicadores de actividad sea una cuestión en
debate, tanto terminológicamente como metodológi-
camente.
Es un estudio que aporta importantes datos so-
Figura 1. Cresta ósea producida por la exostosis o la osteogénesis, en Figura 2. Fosa originada por la osteolisis, en este caso, en la inserción
este caso, en la inserción del tríceps braquial en el olécranon del cúbito. del bíceps braquial en la tuberosidad bicipital del radio. Fuente: Gon-
Fuente: Gonzalo J. Trancho. zalo J. Trancho.
Figura 3. Localización de Wamba (Valladolid). El punto rojo indica la ubicación del monasterio de Santa María. Escala 1:25000. Modificada de
Iberpix (Instituto Geográfico Nacional).
tado de continuas remoniciones del cementerio como tensas). No obstante, algunos marcadores muestran
consecuencia de las obras de ampliación del monas- mayores presencias para la serie femenina (como es el
terio de Santa María. Reúne restos fechados entre los caso de extensores y flexores) lo que nos advierte que
siglos XII y XVII (López de los Bueis, 1998). ellas también ejercerían actividades que implicasen
Se estudiaron un total de 167 radios pertenecien- cierto esfuerzo físico y asociado, en muchos estudios,
tes a individuos adultos (67 mujeres; 100 varones). En al movimiento de muñeca que se realizaría en diversas
este concreto caso, se seleccionaron siete entesis para labores: molienda de trigo, tejido, etc. (Lieverse et al.,
evaluar los cambios morfológicos ocurridos en ellas. 2009; Platzer, 2009; Havelková et al., 2013).
Para ello, se empleó una metodología basada en los Para poder realizar interpretaciones más pro-
criterios desarrollados por Galtés y Malgosa (2007), fundas, como anteriormente hemos expuesto, es ne-
estableciendo cinco grados de desarrollo: 0-ausen- cesario contrastar estos datos con los del contexto
cia de expresión, 1-expresión incipiente, 2-expresión histórico. De esta forma, en el municipio de Wamba
moderada, 3-expresión importante, 4-expresión pa- (Valladolid), hasta el siglo XVI, habitaba una socie-
tológica. Asimismo, se realizaron diversos análisis dad predominantemente agrícola y ganadera. En el
estadísticos mediante el programa SPSS (v. 22) para seno de la unidad familiar existía cierta división se-
Macintosh. xual de labores, a pesar de que las mujeres realizaban
Los resultados revelaron, a gran escala, una gran actividades arduas como es el trabajo de huerta y el
presencia de los cambios de las entesis, ya que, excep- transporte de ciertos materiales pesados. Además, se
to para el extensor largo del pulgar, superan el 80%. conoce que empleaban útiles muy arcaicos como el
Se observa un mayor rango de manifestación de arado romano sin ruedas, hachas, azadas y guadañas
los marcadores en la serie masculina (0-4) respecto (López de los Bueis, 1998).
a la serie femenina (0-3), dado que en esta última no Tras analizar los movimientos de cada músculo
se han detectado casos patológicos. Sin embargo, los asociado al grado de desarrollo anotado para su en-
análisis estadísticos no han advertido ninguna dife- tesis y, poniendo en conjunto estos datos con los del
rencia sexual significativa, a excepción de los mar- contexto histórico, llegamos a la conclusión de que
cadores de los músculos bíceps braquial y pronador los resultados son compatibles con patrones de com-
redondo (ambos con mayores frecuencias en la serie portamiento asociados a una forma de vida campesi-
masculina). Todo ello indica que, los varones, recibie- na basada, a gran escala, en el trabajo de la tierra, el
ron una mayor carga mecánica (actividades más in- cuidado del ganado, actividades de autoconsumo y de
mantenimiento. Bibliografía
En este caso concreto, se han estudiado los ra-
dios de una población medieval, pero este tipo de Benjamin, M., Toumi, H., Ralphs, J. R., Bydder, G.,
análisis se puede realizar con otros huesos largos, ob- Best, T. M., Milz, S., 2006. Where tendons and li-
servando el cambio morfológico particular de cada gaments meet bone: attachment sites (‘entheses’)
entesis seleccionada para cada caso. in relation to exercise and/or mechanical load.
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5. Conclusiones Churchill, S. E., Morris, A. G., 1998. Muscle Marking
Morphology and Labour Intensity in Prehistoric
A lo largo de este trabajo, hemos presentado el Khoisan Foragers. International Journal of Os-
estudio de los indicadores de actividad de los huesos. teoarchaeology. 8, 390-411.
Se deben tener en cuenta las limitaciones de este tipo Galtés, I., Malgosa, A., 2007. Atlas metodológico para
de análisis dado que todavía es incierto el origen de el estudio de marcadores musculoesqueléticos de
los cambios de las entesis. Esto provoca que toda- actividad en el radio. Paleopatología. 3, 1-33.
vía hoy exista una amplia variedad de metodologías Havelková, P., Villotte, S., Velemínský, P., Poláček, L.,
para su evaluación. En nuestra opinión, son necesa- Dobisíková, M., 2011. Enthesopathies and Activi-
rios más estudios en esta línea para confrontar la ma- ty Patterns in the Early Medieval Great Moravian
yor cantidad de datos posible respecto a las distintas Population: Evidence of Division of Labour. In-
metodologías y, de esta manera, contemplar la más ternational Journal of Osteoarchaeology. 21, 487-
efectiva. 504.
Aplicando este tipo de estudios sobre restos Havelková, P., Hladík, M., Velemínský, P., 2013. En-
óseos de poblaciones pasadas, siempre se deben po- theseal Changes: Do They Reflect Socioeconomic
ner en conjunto con datos que existen de fuentes Status in the Early Medieval Central European Po-
históricas o del contexto arqueológico. Esto permi- pulation? (Mikulčice-Klášteřisko, Great Moravian
te descartar posibles actividades y, por el contrario, Empire, 9th-10th century). International Journal
completar cuestiones sobre la organización social del of Osteoarchaeology. 23, 237-251.
grupo y sobre el valor social de las labores a las que Hawkey, D. E., 1998. Disability, Compassion and
cada persona se dedicaba. the Skeletal Record: Using Musculoskeletal Stress
Una vez asumidos los inconvenientes, hemos Markers (MSM) to Construct an Osteobiography
observado que la aplicación de estos análisis sobre from Early New Mexico. International Journal of
Osteoarchaeology. 8, 326-340.
restos óseos pertenecientes a sociedades pasadas,
ofrecen datos interesantes y aportan importantes Hawkey, D. E., Merbs, C. F., 1995. Activity-induced
resultados sobre la forma de vida de aquellas pobla- musculoskeletal stress markers (MSM) and sub-
ciones. En definitiva, se trata de una herramienta útil sistence strategy changes among ancient Hudson
para la investigación arqueológica y, por ello, es ne- Bay Eskimos. International Journal of Osteoa-
chaeology. 5, 324-338.
cesario profundizar en su estudio para mejorar en las
técnicas y en su definición. Hawkey, D. E., Street, S., 1992. Activity-Induced
Stress Markers in Prehistoric Human Remains
Agradecimientos from the Eastern Aleutian Islands. American
Journal of Physical Anthropology [Suppl]. 14, 89.
Agradecemos la ayuda recibida de Lloyd Courte- Henderson, C., Mariotti, V., Pany-Kucera, D., Villo-
nay con la traducción del Abstract. Gracias también tte, S., Wilczak, C., 2012. Recording Specific En-
al Departamento de Zoología y Antropología Física theseal Changes of Fibrocartilaginous Entheses:
de la Facultad de Biología de la UCM por facilitar el Initial Tests Using the Coimbra Method. Interna-
tional Journal of Osteoarchaeology. Special Issue
empleo de sus infraestructuras. Por último, la primera
Paper.
autora agradece al Gobierno Vasco/Eusko Jaurlaritza
la concesión de la beca de carácter general para estu- Jurmain, R., Alves Cardoso, F., Henderson, C., Villot-
dios de Máster en la UPV/EHU. te, S., 2012. Bioarchaeology’s Holy Grail: The Re-
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Sebastián Piedrabuena-Fernández1
1
Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología. Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.
Tomás y Valiente s/n 01006. Vitoria, España. sebas-pf@hotmail.com
217
Sebastián Piedrabuena-Fernández
Figura 1. Extensión de la cultura LBK, especificándose los enterramientos con signos de violencia (1, 2 y 3 los analizados aquí). Imagen modifica-
da de (Meyer et al., 2015).
las gentes vivían en armonía con la naturaleza y en so- mente se da más importancia a la interacción entre los
ciedades fraternales (Chavaillon, 1996). Pero algunos colonos y los indígenas (Gronenborn, 2003a).
datos arqueológicos parecen dibujar otro escenario: Los rasgos definidores de la LBK serían (ibidem):
se han documentado algunos casos entendidos como
conflictos entre grupos del Holoceno temprano (Lahr a) Una cerámica con formas estereotipadas y
et al., 2016), desmontando la idea de que la violencia decoración en bandas bajo técnica incisa.
comenzó con las sociedades neolíticas en situaciones b) Gran abundancia de objetos pulimentados
de acumulación de excedentes y riqueza. para la agricultura, la construcción y la guerra.
Los casos vinculados a la LBK están bien do- c) Construcciones domésticas de grandes casas
cumentados, analizándose aquí los más sugerentes, alargadas y rectangulares compartimentadas.
los cuales se valoran en su contexto cultural, social y d) Agrupaciones de entre 30 y 50 individuos
económico. que representan a 4-5 familias.
e) Sistemas funerarios normalizados de ente-
2. Casos rramientos individuales, y más esporádicamente, múl-
tiples.
En este trabajo se van a revisar tres casos cen-
troeuropeos vinculados a la LBK (Fig. 1, yacimientos En la época y región que nos ocupa, la violencia
1, 2 y 3). La LBK se considera la primera manifesta- conoce niveles sin precedentes (Meyer et al., 2015): no
ción del Neolítico centroeuropeo: siguiendo a Gro- se tratan de casos aislados, sino que abarca a regiones
nenborn (1999) se acepta su llegada a la región de distantes, donde fue habitual la destrucción de comu-
Transdanubia circa 7650-7550 cal BP, y a la Franconia nidades completas.
hacia el 7450. Los últimos estudios determinan que el En la cultura LBK lo normal fueron las inhu-
proceso de neolitización en la región fue muy rápido maciones individuales, habituales dentro de los asen-
(Dolukhanov et al., 2005), proceso en el que última- tamientos, siendo raros los enterramientos múltiples
2.1 Talheim
gunos de estos fragmentos están decorados con pa- (Lohr, 2013; Osterholtz, 2012). En realidad no ha po-
trones característicos de la región de Stuttgart, sugi- dido determinarse si las víctimas fueron torturadas en
riendo la posibilidad de que una artesana ceramista (si vida o si sus cadáveres fueron mutilados (o ambos)
se da por hecho que estas labores las llevaban a cabo (Meyer et al., 2015). Sí se puede indicar que la tortura
las mujeres) de esa región fuera raptada y ser ésta la y la mutilación a menudo forman parte de la guerra
causa del ataque contra Talheim (Wahl y Trautmann, (LeBlanc y Register, 2003).
2012).
Además en la fosa no se hallaron objetos perso- 3.3. Asparn-Schletz
nales ni de la vida cotidiana como es habitual en los
enterramientos regulares de la LBK: se ha pensado El estudio de los restos óseos de Asparn-Schletz
que los cuerpos fueron saqueados antes del entierro presenta una imagen de una población que parece ha-
y que las víctimas no tenían lazos emocionales con ber sido aniquilada (Teschler-Nicola, 2012): se sugiere
los atacantes. La disposición caótica de los cuerpos, que todos los habitantes habrían muerto o abandona-
frente a la cuidada de los enterramientos típicos de do el asentamiento en el curso de un conflicto local o
la LBK apoyaría la hipótesis de un ataque (Wahl y regional. De hecho no hay evidencias que corroboren
Trautmann, 2012). una continuación de actividad en el asentamiento des-
La discusión sobre la violencia interpersonal se pués del conflicto, y las referencias de radiocarbono
ha enfocado bajo varios parámetros: el número y la no establecen diferencias significativas entre los in-
composición de los grupos involucrados, la motiva- dividuos analizados, indicando que los traumas cra-
ción de los atacantes y las razones del conflicto. El neales eran contemporáneos (Teschler-Nicola, 2012).
abanico de posibilidades es muy amplio, y va desde Por otra parte y a pesar de la distancia geográfica
conflictos familiares a desacuerdos vecinales, pasan- entre Asparn-Schletz y Talheim, la estrecha corres-
do por la pelea entre clanes o tribus. Escaramuzas, pondencia entre sus fechas sugiere que los conflictos
batallas y guerras tienen como objetivo final la imple- se produjeron, más o menos, al mismo tiempo (Tes-
mentación o la expansión del poder, la influencia o chler-Nicola, 2012).
la riqueza. Otros motivos adicionales, algunos presu-
puestos para Talheim, son los llamados crímenes de 4. Conclusiones
honor, conflictos fronterizos, venganza o genocidio
(Wahl y Trautmann, 2012). Los casos aquí analizados junto al de otras fosas
comunes sugieren la ocurrencia de masacres, posibles
3.2 Schöneck-Kilianstädten secuestros de personas y patrones de tortura-mutila-
ción. La disposición descuidada de los cuerpos en-
Combinando las evidencias se concluye que la cajan perfectamente en el concepto de guerra (Fry,
fosa de Schöneck-Kilianstädten representa una masa- 2013; Keeley, 1996; LeBlanc y Register, 2003). Proba-
cre en la que una comunidad completa fue aniquilada blemente estos conflictos se producirían entre grupos
(Bentley et al., 2008; Duering y Wahl, 2014; Meyer et regionales (Golitko, 2010; Wahl y Trautmann, 2012),
al., 2015). Además, al igual que en Talheim, se sugie- habiéndose identificado límites territoriales en mu-
re un grupo de entre 30-40 personas. Por otro lado, chos lugares (Zimmermann, 1995). Dichos límites,
como en Asparn/Schletz, se ha propuesto que la au- más el colapso del sistema de intercambios y el au-
sencia de mujeres se debería al hecho de que fueron mento de la arquitectura defensiva serían indicadores
hechas prisioneras (Meyer et al., 2015; Teschler-Nicola de crecientes tensiones sociales y de la subsiguiente
et al., 1999), trayendo a colación referencias etnográfi- violencia intergrupal (Bickle y Whittle, 2013).
cas (Keeley, 1996; LeBlanc y Register, 2003; Maschner Aunque los factores desencadenantes de esa vio-
y Reedy-Maschner, 1998). lencia podrían haber sido diferentes en cada caso, sus
Por su parte, la ausencia de adolescentes se ex- patrones son similares (Meyer et al., 2014): se han su-
plicaría por sus mayores posibilidades para escapar, gerido como factores el agotamiento de los recursos
o por su integración forzada en las comunidades ata- o un desequilibrio ecológico (Ember y Ember, 1997;
cantes (Meyer et al., 2015, 2009). LeBlanc y Register, 2003; Maschner y Reedy-Masch-
En Schöneck-Kilianstädten fue común la des- ner, 1998) a finales de la LBK, que agravaron las si-
trucción perimortem del segmento distal de la extre- tuaciones de desigualdad social de una organización
midad inferior, tal vez para restringir el movimiento patriarcal (Bentley et al., 2012; Golitko, 2010; Hedges
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ber, M., Prohaska, T., Latkoczy, C., Stingeder, G.,
Biol. 81, 357–380.
1
Laboratorio de Evolución Humana, Dpto. Ciencias Históricas y Geografía, Universidad de Burgos, Edificio I+D+i
Plaza de Misael Bañuelos s/n, 09001 Burgos, Spain, (+34) 947 259 324. a.alvafer@gmail.com
2
Museo Arqueológico Regional, Plaza de las Bernardas s/n, 28801 Alcalá de Henares, Madrid, Spain, (+34) 91
8350901. belen.marquez@madrid.org
227
Ana Álvarez-Fernández y Belén Márquez
aportando dos aspectos esenciales: la observación mi- como la microscopía electrónica de barrido (MEB,
croscópica y la experimentación sistemática. también conocida por sus siglas en inglés como SEM)
La obra de Semenov tuvo una gran repercusión, o la microscopía láser confocal (MLC, también co-
impulsando posteriormente trabajos en el campo de nocida por sus siglas en inglés LSCM), inicialmente
la traceología (Tringham et al., 1974; Keeley, 1974, ideadas con fines industriales, van a ser aplicadas al
1977, 1980). Ambos autores estaban de acuerdo en estudio del registro arqueológico y paleontológico
la importancia de la experimentación, junto con los desde los años 80 (Shipman, 1981; D’Errico, 1986;
paralelos etnográficos, como una de las fuentes de co- Bermúdez de Castro et al., 1988). Sin embargo, no va
nocimiento más importantes sobre las trazas de uso. a ser hasta entrado el s. XXI, cuando se incorporen a
La experimentación, además de proporcionar una co- los estudios traceológicos (Evans et al., 2008; Ollé et
lección comparativa al investigador y contribuir a la al., 2008; Borel et al., 2013; Ibáñez et al., 2014), supo-
formación del propio traceólogo, permite reconocer niendo un gran avance en los estudios metrológicos
cuales son las variables vinculadas a la formación de debido a las prestaciones que presentan, siendo un
las huellas de usos y cómo éstas influyen en la misma. gran complemento a los análisis convencionales de
Por otro lado, gracias a las colecciones experimentales huellas de uso.
pueden realizarse los llamados blind test o test-ciegos,
iniciados por Keeley y Newcomer (1977). Este tipo 2. Técnicas de microscopía
de test consisten en el análisis de piezas experimenta-
les por otros observadores que no han participado en La microscopía engloba al conjunto de técnicas
el proceso de talla o uso de dichas piezas, y que, por destinadas a hacer visibles elementos que, de otra for-
tanto, desconocen variables tan importantes como la ma, quedarían fuera de la capacidad de resolución del
materia prima, la materia trabajada, la dirección del ojo humano. Este tipo de técnicas siempre implican
trabajo o el tiempo. un proceso de propagación de algún tipo de radia-
En cuanto a la observación microscópica, ambos ción, la cual debe incidir sobre el objeto de estudio,
autores poseen enfoques diferentes que desembocan dando lugar a fenómenos de difracción, reflexión o
en un intenso debate en los años 70 en torno al tipo refracción. Dependiendo del origen de dicha fuente
de aumentos idóneos para el estudio de las huellas de radiación, podemos hablar de distintos tipos de
de uso. La denominada Escuela de bajos aumentos, en- técnicas microscópicas.
cabezada por Tringham, consideraba que los descon- En general, la aplicación de la microscopía a
chados eran fundamentales para conocer el tipo de campos como la Arqueología o la Paleontología, han
materia trabajada. Su medio de observación eran las supuesto un auténtico avance en el estudio de dichas
lupas binoculares, con un rango de aumentos entorno disciplinas. Sin embargo, al ser técnicas que inicial-
a 80x como máximo (Tringham et al., 1974). Por otro mente no estaban ideadas para este tipo de investi-
lado, la escuela liderada por L. Keeley, consideraba gaciones, en ocasiones, las restricciones también son
que el pulimento y las estrías son determinantes en mayores.
los análisis traceológicos, por lo que son necesarios
mayores aumentos, principalmente entre 50x y 500x. 2.1. Microscopía Óptica (MO u OLM)
Hoy en día esta discusión está superada, ya que se
tratan de métodos complementarios. Tras los primeros estudios realizados por la de-
El estudio tradicional de huellas de uso se basa nominada Escuela de altos aumentos, iniciada por Ke-
en la caracterización de las mismas a través de des- eley, se considera a la microscopía óptica la técnica
cripciones, normalmente subjetivas, realizadas sobre tradicional a través de la cual se caracterizan trazas de
las huellas observadas. Aunque existen tendencias ge- uso como estrías, embotamientos y, sobretodo, puli-
nerales que pueden seguirse y muy buenos resultados mentos. La fuente de radiación en esta técnica de mi-
en este campo, los investigadores siempre han sido croscopía es la luz visible o ultravioleta. Sin embargo,
conscientes de la necesidad de seguir avanzando hacia aunque su funcionamiento es similar al de cualquier
un método cuantitativo (Dumont, 1982; Grace et al., otro microscopio convencional, posee una diferencia
1987; Kimball et al., 1995; González e Ibáñez, 2003). significativa y es que la fuente de luz se sitúa en la par-
En respuesta a dicha preocupación y gracias al desa- te superior del aparato (Fig. 1a). Esto se debe a que
rrollo de técnicas más sofisticadas, los análisis funcio- trabajamos con muestras opacas, razón por la cual ne-
nales van a experimentar grandes avances. Técnicas cesitamos que la luz incida desde la parte superior y
reflecte sobre la muestra. Por ello, en realidad el apar- genes obtenidas son de mucha mejor calidad. Algu-
to usado para caracterizar huellas de uso se conoce nos equipos también ofrecen la posibilidad de realizar
también como microscopio óptico de luz incidente o análisis químicos de residuos de forma directa. Por
microscopio metalográfico. otro lado, en este caso, el equipo no es transportable.
El uso de la microscopía óptica (a partir de aho- A pesar de ser una técnica ampliamente exten-
ra metalográfico) posibilita la visualización directa e dida en los estudios arqueológicos y paleontológicos,
inmediata de la pieza, además de permitir una muy ésta no está aun excesivamente generalizada en los
buena caracterización de pulimentos, debido a los análisis funcionales del utillaje lítico prehistórico. Si
brillos generados en este tipo de imágenes. Por otro bien es cierto que se viene aplicando desde hace años
lado, al tratarse de una metodología convencional, es (Ollé et al., 2008; Borel et al., 2013), aún son pocos
una técnica muy extendida en los análisis funcionales, los equipos de investigación que se decantan por este
por lo que es fácil comparar los resultados con otros tipo de técnica. Finalmente, el uso del MEB suele de-
estudios o publicaciones ya existentes. Finalmente, se mandar experiencia previa a la hora de poder ser uti-
trata de un equipo con un tamaño no excesivamente lizado, requiriendo en ocasiones el manejo por parte
grande lo que posibilita que pueda ser transportado, de un técnico especializado.
facilitando así visualizaciones incluso en laboratorios
de campo. 2.3. Microscopía Láser Confocal (MLC o LSCM)
Sin embargo, frente a otros equipos de micros-
copía, esta técnica posee una baja profundidad de La microscopía láser confocal es la última téc-
campo, por lo que la porción de material enfocado a nica en aplicarse a los análisis funcionales (Evans et
la vez es pequeña. Por tanto, el tiempo de adquisición al., 2008; Ibáñez et al., 2014). La fuente de radiación
de imágenes es mayor y depende siempre de un sof- puede proceder de un rayo láser o incluso de una luz
tware externo capaz de unir dichas imágenes que pro- LED, dependiendo del tipo de equipo. El rayo de luz
porcionen una imagen final con planos enfocados. láser atraviesa un espejo diacrónico, incide sobre la
muestra, reflecta y es compilado por un sistema de
2.2. Microscopía Electrónica de Barrido (MEB o SEM) pinhole (Fig. 1c).
El principio básico por el que se rige la micros-
En la microscopía electrónica de barrido, la copía confocal es la toma de planos de enfoque pa-
fuente de radiación son electrones procedentes de fi- ralelos en la superficie de una muestra, permitiendo
lamentos metálicos como el tungsteno o wolframio. así tomar una imagen topográfica-tridimensional de
El haz de electrones generado como consecuencia la misma. A diferencia de lo que ocurre con el resto
del calentamiento del filamento atraviesa una serie de de microscopías, esta técnica permite unir zonas que
lentes, incidiendo sobre la muestra y reflectan. Dichos de otra forma quedarían fuera del plano focal. Como
electrones, denominados secundarios, son recogidos ya se ha mencionado anteriormente, la microscopía
por el detector y canalizados hasta el monitor o pan- óptica no permite enfocar al mismo tiempo cualquier
talla, donde se produce la visualización de la imagen superficie con textura debido a la baja profundidad de
(Fig. 1b). campo. Sin embargo, con esta técnica, puede tomarse
En principio, el MEB trabaja en condiciones de una imagen topográfica completa de gran exactitud,
alto vacío para aumentar la reflexión de electrones pero también pueden obtenerse perfiles bidimensio-
sobre la muestra, razón por la cual es necesario un nales concretos. Por otro lado, también pueden rea-
tratamiento de la misma mediante un recubrimiento lizarse mediciones directas e instantáneas, tanto en
metálico. Sin embargo, el desarrollo de la microscopía las topografías tridimensionales como en los perfiles
electrónica ambiental de barrido (MEAB o ESEM) bidimensionales, permitiendo así la cuantificación.
ha posibilitado trabajar en condiciones de bajo vacío, También es posible aplicar, tanto a las topografías
lo que permite prescindir del recubrimiento metálico como a los perfiles, una serie de filtros de rectifica-
de la muestra. Además, al no someter a la muestra a ción de horizontalidad que permiten corregir la cur-
un vacío severo, se elimina el riesgo de provocar frac- vatura natural de la pieza, evitando así la llamada falta
turas por diferencia de presión, y se ahorra en tiempo de horizontalidad y la toma de datos erróneos.
de preparación. Además, el propio software del microscopio pro-
A diferencia de los metalográficos, el MEB posee porciona una serie de parámetros estadísticos sobre
gran profundidad de campo, razón por la cual las imá- ondulación y rugosidad, acordes con los estándares
Figura 1. a) Esquema funcionamiento de microscopía óptica o metalográfica. b) Esquema funcionamiento de microscopía electrónica de barrido
(MEB). c) Esquema funcionamiento de microscopía láser confocal (MLC).
ISO internacionales de textura. Así, las mediciones humedecida durante todo el proceso de trabajo. El
con dichos parámetros proporcionan datos cuanti- hueso, un húmero izquierdo fresco de Bos taurus, con
tativos muy útiles a la hora de intentar caracterizar una edad de aproximadamente 10 meses, no necesitó
huellas de uso de forma objetiva. de ningún tratamiento previo, ni antes ni durante el
El MLC proporciona imágenes de alta calidad y trabajo. La dirección del trabajo ha sido transversal,
un control preciso de la muestra. Por otro lado, aun- siendo la ventral la cara de contacto. El trabajo tuvo
que la aplicación de esta técnica al estudio de huellas una duración de 30 min. para cada una de las lascas y
de uso comenzó hace una década, y los resultados ob- materia trabajada.
tenidos hasta el momento son prometedores (Evans Todas las muestras se han sometido a un proce-
y Donahue, 2008; Stevens et al., 2010; Ibañez et al., so de limpieza previo a la observación microscópica.
2014), su uso aún no se ha generalizado debido, prin- Tras el uso, los restos de la materia trabajada han sido
cipalmente, a los costes de adquisición, razón por la eliminados siguiendo el procedimiento de limpieza
cual la comparación de resultados es aún complicada. suave (Levi-Sala, 1987; Grace, 1988, 1989), consis-
tente en la introducción de las piezas en una cubeta
3. Material y métodos de ultrasonidos en una solución de agua oxigenada al
30% durante 30 min. Tras ello, se aclararon con agua
En este trabajo se han analizado dos lascas expe- desmineralizada. A continuación, se realizó la obser-
rimentales de sílex, procedentes de la zona de Trevi- vación microscópica con las tres técnicas propuestas:
ño (España), a través de tres técnicas de microscopía Microscopía Óptica de Luz Incidente o metalográ-
distintas. Se ha trabajado asta y hueso. La distinción fico (Olympus BX51 con cambiadores de aumentos
de dichas materias sobre material arqueológico posee de 100x a 500X), Microscopía Electrónica de Barrido
cierta complejidad debido a las grandes similitudes (JEOL JSM 6460 LV) y Microscopía Láser Confocal
existentes en la morfología de ambos pulimentos (Perfilómetro Láser Confocal Sensofar PLμ, modelo
(Gutiérrez, 1996), razón por las que han sido selec- Nikon Eclipse L150).
cionadas. La asta de cérvido ha sido sumergida duran-
te 48 h. previamente. Posteriormente ha vuelto a ser
4. Resultados 5. Conclusiones
Los resultados obtenidos a través de la visualiza- A priori, distintas aproximaciones parecen pro-
ción con el microscopio metalográfico son los espe- porcionar resultados similares. Sin embargo, cada
rados para el trabajo con asta y hueso. Así, podemos técnica posee prestaciones distintas al resto. El mi-
observar como el trabajo sobre asta ha creado un croscopio metalográfico y el MEB son muy buenos
pulimento suave y brillante. En general, se sitúa en complementos el uno del otro (Borel et al., 2013).
forma de placas y en ellas pueden apreciarse microa- Tradicionalmente, la caracterización de huellas se rea-
gujeros y craquelados que dan un aspecto cuarteado liza con metalográfico porque permite una visualiza-
al pulimento. Por otro lado, el trabajo sobre hueso ción muy clara de morfologías, sin embargo, el MEB
ha generado un pulimento compacto y muy brillante, complementa estas visualizaciones al poder trabajar a
continuo y situado muy cerca del filo (Fig. 2). muy grandes aumentos y ampliar la profundidad de
Las imágenes obtenidas a través del MEB mues- campo. Por otro lado, poder analizar químicamente
tran también claramente el pulimento resultado del las superficies observadas hace que esta técnica sea
uso de las piezas experimentales. Sin embargo, debido muy eficaz a la hora de analizar residuos (Ollé y Ver-
a la ausencia de brillo en las imágenes, morfologías gès, 2008).
como los craquelados no pueden distinguirse (Fig. 3). En cuanto a la MLC, por un lado, permite visua-
Finalmente, las topografías y perfiles obtenidos lizaciones similares a las del microscopio metalográ-
a través de MLC (Fig. 4), muestran ciertas diferencias fico, sin embargo, presenta la posibilidad de realizar
en algunos parámetros cuando comparamos las zonas mediciones tridimensionales. Además, los parámetros
activas (los pulimentos), con las zonas no activas. Sin estadísticos que proporciona el propio software pue-
embargo, al tratarse este estudio de una aproximación den permitir en un futuro asentar las bases de una
metodológica de distintas técnicas al estudio de hue-
llas de uso, los datos son aún preliminares y necesitan
de un estudio más en profundidad para poder obte-
ner resultados más claros.
Figura 2. Pulimento producido por trabajo con asta (arriba) y sobre Figura 3. Pulimento producido por trabajo con asta (arriba) y sobre
hueso (abajo) visualizado con metalográfico (200x). hueso (abajo) visualizado con MEAB (200x).
Figura 4. Topografías y perfiles bidimensionales de pulimento por trabajo con asta (arriba) y hueso (abajo) con MLC (200x).
metodología cuantificadora y objetiva a la hora de de- D’Errico, F., Espinet-Moucadel, J., 1986. L’emploi du
finir huellas de uso. microscope électronique à balayage pour l’étude
Así, estas tres aproximaciones técnicas a los estu- expérimentale de traces d’usure: raclage sur bois
dios funcionales suponen metodologías complemen- de cervidé. Bulletin de la Société préhistorique
française 3, 91-96.
tarias unas de otras, ya que posibilitan recopilar gran
cantidad de información muy variada y pueden llegar Dumont, J.V., 1982. The quantification of microwear
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1
Departamento de Prehistoria, Arqueología, CC. Y TT Historiográficas y Antropología Social. Universidad de
Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras. Plaza del Campus s/n 47011, Valladolid. sara.francisco@uva.es
235
Sara De Francisco-Rodríguez
de huellas que nos sirve en la identificación del uso, de la mano o los tipos de enmangue (González Urqui-
por analogía entre las experimentales y arqueológicas jo et al., 2015).
(González Urquijo e Ibáñez, 2013). La utilización de • Características de los instrumentos (mor-
este tipo de colecciones la encontramos desde el s. fopotencialidad): este tipo de características va a de-
XIX, cuando se realizaron una serie de experimentos terminar el tipo de labores a las que se puede destinar
en 1884 con molinos y pulidores con el fin de dupli- el útil. (González Urquijo e Ibáñez, 2013).
car las estrías que observaban en los útiles arqueoló- • Contexto arqueológico: aquí incluimos las
gicos (Calvo Trías, 2007). actividades potenciales del momento de estudio abor-
El estudio de las huellas de uso tiene un proceso dado. Debe imperar el sentido común, ajustándonos
complejo de aprendizaje hasta que el sujeto es capaz al período cronológico fruto del estudio.
de reconocer las huellas en las piezas por sí solo. Hay
que tener en cuenta también que en las piezas experi- A pesar de que sigamos todas estas directrices,
mentales las huellas se ven con más facilidad que en podemos estar cometiendo errores u obviando cosas
las colecciones arqueológicas, donde determinados de las que no podemos ser conscientes. Solo somos
factores, como son las alteraciones posdeposicionales capaces de experimentar sobre lo que conocemos,
(tanto químicas como mecánicas), la propia excava- pero ¿Qué pasa si no lo conocemos aún? Hemos di-
ción, o la manipulación de las piezas en el laboratorio, cho que para un posible estudio de cronologías ads-
pueden complicar la visibilidad de las mismas, hacien- critas en el Paleolítico inferior podemos descartar
do aún más difícil su reconocimiento. determinados trabajos que no asumimos propios de
Es por todo esto que las colecciones de referen- ese período, pero quizás estemos sesgando informa-
cia se convierten en requisito fundamental a la hora ción. Aquí encontramos uno de los límites de las co-
de abordar cualquier análisis funcional. Es importan- lecciones de referencia para estudios funcionales. Se
te contar con un referencial experimental exhaustivo pueden dar dos casos: uno, que no seamos capaces de
y adecuado, pues el proceso de inferencia del uso ha comprender determinadas actividades que se llevaban
de basarse no solo en que las huellas arqueológicas y a cabo; y dos, que no las asumamos como propias de
experimentales tienen las mismas características, sino ese período. Por ejemplo, en el caso de estudios de
también en que se pueda descartar que otros usos homínidos a los cuales solo les otorgamos la capaci-
también hayan podido crear tipos de huellas similares. dad de desarrollar tareas relacionadas con el corte, el
Debemos tener en cuenta una serie de directrices descarnado y la percusión, pero evitamos asumir que
(González Urquijo e Ibáñez, 1994) a la hora de crear elaborasen herramientas de madera.
nuestra colección de referencia: Otra de las cuestiones que se nos plantea es si
es necesario hacer colecciones experimentales nuevas
• Reconstrucción paleoambiental del yaci- cada vez que abordamos el estudio de una colección
miento: a la hora de realizar las actividades potencia- diferente; o si sería mejor basarnos en colecciones
les de haber sido llevadas a cabo por los moradores de anteriores con características similares. Aquí la expe-
un yacimiento, debemos saber de los recursos de los riencia nos demuestra que sí, ya que cada yacimiento
que disponían durante la ocupación. es diferente y más si tratamos períodos cronológicos
• Materias primas: la experimentación debe diferentes, así como materias primas distintas. Por
ajustarse lo máximo posible a la colección arqueoló- ejemplo, la distribución de las huellas en materias vol-
gica del yacimiento. Es por ello que hay que realizar- cánicas como el basalto, es diferente a las del sílex,
la, en la medida de lo posible, sobre materias primas dónde encontramos huellas más amplias y uniformes
iguales o con características similares a las que se en- a lo largo del filo (Clemente y Gibaja, 2009; Lemorini
cuentran en el yacimiento. et al., 2014).
• Información etnográfica: cuando realizamos
una colección experimental nos fijamos en el registro 3. Tipos y Variables
arqueológico para simular las actividades que allí se
llevaron a cabo, pero algunas actividades pueden no A la hora crear una colección experimental de-
dejar rastro en el registro. En este sentido, los ejem- bemos seguir unas pautas: por un lado determinar los
plos etnográficos aportan ideas sobre determinas ta- tipos de experimentación que podemos realizar (en
reas, y no solo eso, sino también sobre la forma en este caso analíticas y replicativas); y por otro lado las
que pudieron llevarse a cabo, como los movimientos variables que se ven involucradas en el proceso expe-
rimental.
de estas alteraciones pueden ser parcialmente repro- postdeposicionales, ya que es imposible, sobre todo
ducidas bajo circunstancias controladas, el efecto del al referirnos a cronologías superiores a un millón de
tiempo es irreproducible. Algunos estudios están in- años, reproducir el paso del tiempo en apenas unos
tentando reproducir determinas huellas postdeposi- meses o años.
cionales, como los efectos del trampling de osos (Asr- Lo que se pretende con esta reflexión es poner
yan et al., 2014) o los efectos de la abrasión a causa del sobre aviso acerca de las limitaciones o dificultades
sedimento (Venditti et al., 2015) que podemos encontrarnos a la hora de llevar a cabo
Identificamos diferentes tipos de alteraciones estudio de huellas de uso en industria lítica. Sin em-
postdeposicionales (Beyres, 1990): bargo, disponemos de yacimientos de cronologías
antiguas con preservaciones de sus piezas extraordi-
• Trampling narias, lo que nos facilitará el trabajo funcional. Así
• Fenómenos geológicos mismo, con las nuevas tecnologías, somos capaces
- Movimientos de tierra que dan lugar al des- de reproducir los gestos y movimientos de nuestros
plazamiento de los artefactos en dife- antepasados más lejanos. Es por todo ellos, que po-
rentes niveles dremos llevar estudios funcionales satisfactorios en
- Percolación materiales antiguos.
- Trickling
- Acidez del suelo Agradecimientos
- Alcalinidad
- Separación de sílice La autora es beneficiara de un contrato predoc-
- Abrasión toral de la Junta de Castilla y León, financiado por el
- Pátina Fondo Social Europeo.
• Cambios climáticos: cambios de gran escala
estacional que dan a lugar a la perdida de trazas como Referencias
el pulimento y la abrasión si las piezas no están prote-
gidas Anderson-Gerfaud, P., 1981. Contribution méthodo-
logique à l’analyse des micro-traces d’utilisation
5. Conclusiones sur les outils prehistoriques. Thèses de 3ème cycle.
Université de Bordeaux I.
En primer lugar, es indudable que las coleccio- Asryan, L., Ollé, A., Moloney, N., 2014. Reality and
nes de referencia son requisito indispensable antes confusión in the recognition of post-depositio-
de realizar cualquier estudio funcional ateniéndonos nal alterations and use-wear: an experimnetal
a las características particulares del yacimiento fruto approach on basalt tools. Journal of Lithic Studies
del estudio. 1 (1), 9-32.
Con respecto a nuestra capacidad de reprodu- Beyres, S., 1990. Problems of Interpeting the func-
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debemos ser conscientes que no siempre vamos a Knutsson, K., Taffinder, J. (Eds.), The interpretive
poder controlar cuáles eran las capacidades físicas ni possibilities of microwear studies. Proceedings of
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bre todo cuando estudiamos períodos cronológicos
den, pp. 71-76.
en los que aún no encontramos Homo sapiens, por lo
que no debemos apoyarnos solo en las colecciones de Calvo Trías, M., 2007. Tallando la piedra. Formas,
referencia, sino ampliar nuestras miras más allá. funciones y usos de los útiles prehistóricos. Ariel
Prehistoria.
En tercer lugar, debemos tener en cuenta que,
las alteraciones y modificaciones postdeposicionales Claud, E., Bertran, P., 2010. Effet de la solifluxion
tienden a impedir estudiar la función o pueden crear sur les traces d’utilization des outils lithiques: mise
distorsiones en la interpretación de la misma en las en place d’une expérimentation in vivo à Gavarnie
piezas líticas. A pesar de los intentos por desarrollar (Hautes-Pyrénées, France). En Paleo-Supplément,
3 (Actes du workshop nº16- XVe congrès inter-
programas experimentales que nos aproximen al co-
national de l’IUSPP, Lisbonne, septembre 2006),
nocimiento de estas alteraciones, es muy difícil de- 31-42.
sarrollar una colección de referencia de alteraciones
Clemente, I., Gibaja, J.F., 2009. Formation of use- de uso: resultados de la experimentación. Espacio,
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gala.garcia.argudo@gmail.com
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6
Dipartimento di studi Umanistici. Sezione Scienze Preistoriche e Antropologiche. Corso Ercole I d’Este 32, 44121,
Ferrara (Italia)
Resumen Abstract
Desde los años 80 los estudios funcionales han su- Since the eighties, functional studies have suffered a
frido una serie de altibajos metodológicos. En muchas series of methodological ups and downs. These allowed to
ocasiones han permitido mejorar el método, aunque en improve the method in several occasions, while sometimes
muchas otras han provocado cierto descrédito de la disci- they have caused some discredit of the discipline.
plina. En los últimos años los trabajos de funcionalidad se In the last past years, studies about functionality (con-
han multiplicado exponencialmente, tanto en su vertiente cerning both use-wear and residues) have exponentially in-
de huellas de uso como de residuos, obviando en muchos creased, disregarding in many cases key methodological as-
casos aspectos metodológicos clave para una correcta in- pects for a correct functional interpretation. Although the
terpretación funcional. Pese a que la mayoría de los in- majority of researchers considers most of the basic varia-
vestigadores tienen en cuenta gran parte de las variables bles in their studies, they do not usually interrelate them.
básicas de estudio, no se suele producir interconectividad To solve this, we will make an approach to four groups
entre ellas. Para solventarlo realizaremos una aproxima- of interrelated variables: raw material, optical equipment,
ción a cuatro grupos de variables interconectadas: materia experimental programme and sample processing, which
prima, medios ópticos, programa experimental y procesa- should be the basis of any functional study. In this way,
do de muestras, los cuales deberían ser la base de cualquier when programming a functional study the intrinsic pro-
estudio funcional. perties of each material need to be taken into account, as
De esta manera al programar un estudio funcional a good microscopic analysis will depend on the choice of
se deben tener en cuenta las propiedades intrínsecas de the most adequate optical equipment. At the same time,
cada material, ya que un buen análisis microscópico de- the experimental programme has to be set up according to
penderá de la elección del medio óptico adecuado. A su the type of material to be analysed, assessing its mechani-
vez, el programa experimental debe ser planeado acorde cal, textural and reflective characters. A good experimental
al tipo de material a analizar, valorando sus características programme will provide information to differentiate the
mecánicas, texturales y reflectivas. Un buen programa ex- use-wear related to each activity, as well as those elements
perimental deberá aportar información para diferenciar characteristic of the material in order not to mistake them
con acierto las huellas características de cada actividad, así for diagnostic elements.
como aquellos elementos propios del estado natural del Not less important are sample processing and clea-
material para no ser confundidos con elementos diagnós- ning protocols, since contamination might induce erro-
ticos. No menos importante es el procesado de las mues- neous attributions of the residues, as well as hide the actual
tras y los protocolos de limpieza, ya que las contaminacio- wear due to use.
nes pueden provocar malas atribuciones en los análisis de Finally, the scanty graphical documentation, the recu-
residuos, así como ocultar las verdaderas huellas de uso. rrent use of images out of focus or the lack of graphic sca-
Por último, la escasez de documentación gráfica, el le-bars in different studies do not allow other analysts to
uso recurrente de imágenes desenfocadas o la falta de es- make comparisons among different collections. The ease
calas gráficas en los diferentes trabajos no permiten que to correct some of these habits can increase the reliability
otros analistas puedan realizar comparaciones entre colec- of functional studies.
ciones. La facilidad de enmendar algunos de estos hábitos
puede mejorar la fiabilidad de los estudios funcionales. Keywords: Traceology. Experimental archaeology. Cleaning
protocols. Microscopy.
Palabras clave: Traceología. Arqueología experimental. Pro-
tocolos de limpieza. Microscopía.
241
Juan Luis Fernández-Marchena, Gala García-Argudo, Antonella Pedergnana y Irene Valverde
último, un protocolo estricto de procesado y limpieza cambios sufridos en la superficie de los útiles y docu-
de muestras. mentar la evolución de las modificaciones (Yamada,
La interconexión de estos grupos de variables 1993; Ollé y Vergès, 2008, 2014).
nos permitirá tener en cuenta todos los aspectos que
pueden afectar al resultado del análisis funcional. De 2.2. Medios ópticos
este modo, conocer las características del material a
nivel textural, su grado de reflectividad y sus caracte- Para un adecuado análisis de los materiales, se
rísticas mecánicas nos permitirá escoger un micros- ha recurrido a diversos equipos de microscopía. En
copio u otro de cara a un análisis más adecuado (Gra- primer lugar, se ha utilizado un microscopio óptico
ce, 1990). Asimismo, los protocolos de procesado de de luz reflejada Zeiss Axioscope A1 con sistema DIC
muestras permitirán discernir elementos adheridos (Differential Interference Contrast). Este sistema utiliza un
que, en ciertos casos, pueden falsear el resultado o prisma Nomarski para dispersar la luz, creando una
bien ocultar la superficie haciendo pasar desapercibi- imagen con apariencia 3D (Pignat y Plisson, 2000;
dos elementos clave para el análisis. Igreja, 2009; Fernández-Marchena y Ollé, 2016). Di-
Finalmente, hay que destacar que, si bien todos cho microscopio cuenta además con un sistema de
estos elementos están relacionados entre sí durante enfoque continuo mecanizado que permite obtener
cualquier análisis funcional, la homogeneidad en la fotografías completamente enfocadas con la ayuda
presentación de resultados debería ser una prioridad del software Deltapix Insight. Este microscopio ofrece
para la disciplina. En este sentido, la falta de esca- buenos resultados a altos aumentos en materiales con
la gráfica en los trabajos es un gran problema a la superficie poco rugosa. También ha sido utilizado el
hora de hacer comparativas. El hecho de que la escala microscopio digital Hirox KH-8700, que ofrece un
gráfica sea sustituida por la magnificación a la que se amplio abanico de aumentos -pudiendo utilizar tanto
ha tomado la imagen no tiene valor métrico. En los luz coaxial, como anillo de luz (ring-light)-, así como la
microscopios ópticos la magnificación corresponde a creación de modelos 3D.
la observada a través del ocular, es decir, es simple- Para los análisis de cuarcitas y residuos se han
mente una referencia de trabajo. Una vez tomada la utilizado microscopios electrónicos. En el caso de la
fotografía, al abrirla en otro periférico o ser impresa, cuarcita, para huellas de uso se utilizó el JEOL JSM-
la magnificación se altera. 6400, para el cual es necesario metalizar la muestra.
En el caso de los análisis de residuos se optó por el
2. Materiales y métodos microscopio electrónico de barrido ambiental FEI
Quanta 600, ya que no necesita preparación previa
2.1. Material analizado y programa experimental de la muestra. Hay que indicar que todos estos me-
dios se seleccionan de manera que se complementen
El material usado en este trabajo preliminar con- unos a otros (Borel et al., 2014). Por último, para la
siste en una colección de referencia de útiles elabora- documentación macroscópica se han utilizado tanto
dos sobre diversos materiales, principalmente líticos un microscopio digital portátil PCE200, como una
(sílex, cuarcita, cuarzo y cristal de roca), así como lupa binocular SZ-PT Olympus.
conchas marinas e industria ósea. Todos los útiles
analizados y presentados en este trabajo son parte de 2.3. Procesado de muestras
varios programas experimentales secuenciales en cur-
so, y de los cuales se están empezando a publicar los Durante el análisis de huellas de uso se utilizaron
resultados de huellas (Fernández-Marchena y Ollé, protocolos de limpieza ya publicados (Ollé y Vergès,
2016; Ollé et al., 2016; Pedergnana y Ollé, 2017), y de 2008), siendo elegidos los considerados como más
residuos (Pedergnana y Ollé, 2014). eficientes, ya que se ha testado su idoneidad en di-
Con la finalidad de comprender el proceso de versas ocasiones. En el protocolo usado cada pieza se
formación de huellas en los diferentes materiales ana- guarda en una bolsa zip con autocierre, y se somete a
lizados, todos los resultados expuestos en este trabajo tres lavados consecutivos en una cubeta de ultrasoni-
se basan en experimentos de tipo secuencial. Para ello dos. En cada uno de los lavados se utiliza un producto
se han analizado y documentado todos los materiales de limpieza diferente, siempre siguiendo el mismo or-
antes y después de ser utilizados, así como en etapas den: agua oxigenada, jabón neutro y acetona.
intermedias de la actividad. Así se pueden analizar los Al comprobar que en ocasiones quedan partícu-
Figura 1. Diferentes aspectos de un mismo punto de un cristal de roca utilizando dos medios ópticos, cada uno de los cuales con un sistema distinto.
A/ Hirox luz coaxial. Este sistema ofrece una imagen similar a la del microscopio óptico de luz reflejada (140x, escala 500µm.). B/ Hirox anillo de
luz (140x, escala 500µm.). C/ Microscopio Electrónico de Barrido Ambiental (MEBA) con detector secundario (135x, escala 1mm.). D/ MEBA con
detector backscattered, el cual muestra en diferente tono la composición química. En este caso los puntos negros son restos de piel (135x, escala
500µm.).
las residuales tras la limpieza (Fernández-Marchena y los programas experimentales, como los propios es-
Ollé, 2016; Pedergnana et al., 2016), se han caracte- tudios funcionales. A partir de las características de
rizado y documentado estos elementos para que no cada material se podrá discriminar el microscopio a
influyan en los resultados. utilizar, e incluso descartar su análisis, dependiendo
Siguiendo el ejemplo de los experimentos de de los medios disponibles (Fig. 1). A este respecto, y
uso, en este trabajo se ha adaptado el concepto de como ejemplo a seguir, se plantea el caso de la cuar-
experimento secuencial a los protocolos de limpieza. cita. Pese a la presencia significativa de esta roca en
De este modo, también se prueba la eficacia de los los yacimientos arqueológicos, su análisis funcional
productos utilizados en los programas experimen- ha sido muy escaso, quizás por la dificultad que supo-
tales desarrollados, así como en los propuestos por ne su análisis. Esta dificultad ya había sido advertida
otros investigadores. Entre los productos testados se por Grace (1990), dejando claro que esta roca sólo
encuentra el alcohol (ej. Macdonald y Evans, 2014) se puede analizar funcionalmente mediante micros-
o la gasolina Zippo (Gibaja, 2002; Marreiros et al., copios electrónicos de barrido. Esta afirmación refle-
2015). jaba la imposibilidad de documentar huellas debido
a la reflectancia entre los propios cristales de la roca.
3. Resultados y discusión Si bien Grace dejaba la puerta abierta a hacer análisis
macroscópicos a partir de los microdesconchados, se
Los resultados de este trabajo permitirán -en un ha comprobado que la fracturación de una roca tan
futuro- plantear de forma más realista y eficaz tanto granulosa como la cuarcita no permite hacer inter-
Figura 2. Materia dura animal. A/ Punzón óseo en el que se aprecia el aplastamiento de la punta y levantamiento asociado por la presión tras perforar
una concha de Littorina obtusata (luz oblicua 35x, escala 1mm.). B/ Punzón óseo sin usar en el que se observan gran cantidad de estrías de fabrica-
ción (luz oblicua 35x, escala 1mm.). C/ Fragmento óseo con pulido producido por procesos hídricos no funcionales (escala 2mm.). D/ Fragmento
del borde interior de valva de Glycymeris sp. en el que se aprecia un pulido marcado y estrías transversales al borde.
pretaciones funcionales (Ollé et al., 2016; Pedergnana se debe al mayor rango de aumentos necesarios para
y Ollé, 2017). la identificación de los pulidos, especialmente cuando
Aunque la cuarcita es la litología analizada que están poco desarrollados.
presenta mayor dificultad a la hora del análisis -y la Experimentos realizados con materias duras ani-
única que no se puede analizar con el microscopio males -fragmentos óseos, industria ósea y malacofau-
óptico-, no es la única exenta de dificultades. Las pro- na- han permitido documentar otra serie de modifica-
piedades reflectivas del resto de litologías analizadas ciones propias de estos materiales. La programación
hacen que se deba optar por un microscopio o por de los experimentos sobre estos materiales es más
otro. En el caso del cristal de roca -así como en los costosa debido al gran número de variables de las que
cuarzos- se ha utilizado preferencialmente el micros- depende su conservación. La naturaleza orgánica de
copio óptico con sistema DIC. Este equipo permite estos elementos genera alteraciones más rápidas de
no sólo obtener unas imágenes de muy alta calidad su superficie que en los elementos líticos, así como
de las diferentes huellas, sino corroborar -mediante la un mayor número de procesos tafonómicos a tener
rotación del prisma Nomarski y el cambio de la direc- en cuenta. Por ello, en esta aproximación experimen-
ción de la luz- si las estrías son verdaderas depresiones tal tan sólo se han realizado experimentos de uso de
lineales o, por el contrario, son líneas formadas por forma secuencial, centrados en las características de
algún tipo de residuo sobre la superficie. Para el sílex, las alteraciones producidas por su uso y no en las de
pese a que es fácilmente analizable en el microscopio carácter post-deposicional.
óptico siempre y cuando su superficie sea lisa, es más En el experimento con punzones óseos el ma-
aconsejable el uso de microscopios electrónicos. Esto yor problema detectado es la extrema reflectividad del
Figura 4. Protocolos de limpieza en un mismo punto del filo de lasca de sílex (A-B) y un mismo punto del filo de lasca de cristal de roca (C-D). A/
Filo de sílex sin usar y lavado con el protocolo de Ollé y Vergès (2008) (200x, escala 100µm.). B/ Filo de sílex tras el proceso de lavado de la figura
4A tras el paso del bastoncillo de algodón con gasolina tipo Zippo. Se puede apreciar la película amarillenta sobre el borde (200x, escala 100µm.).
C/ Superficie del cristal tras su uso durante 15 minutos en serrado de madera. Se pueden observar una fractura, estrías y pits (500x, escala 100µm.).
D/ Mismo punto tras otros 15 minutos de trabajo, se puede observar como los pits realmente eran partículas depositadas en el lavado con el método
de Ollé y Vergès (2008) (200x, escala 100µm.).
Los test aplicados a los procesos de limpieza han sición.
mostrado que estos procesos son uno de los elemen- Finalmente, se evidencia que otros protocolos de
tos más importantes de cara a una buena atribución limpieza son poco eficaces para el procesado previo
funcional. El análisis de las piezas se ha realizado de de las piezas antes del análisis. Como comprobaron
forma secuencial, es decir, se han analizado las piezas Macdonald y Evans (2014), el alcohol no se demues-
completamente limpias, se han fotografiado y después tra capaz de retirar de forma adecuada la suciedad de
se han sometido al proceso de lavado. Los resultados la superficie de los útiles. Las limpiezas con baston-
del protocolo de Ollé y Vergès (2008) permitieron cillos y gasolina son las que peores resultados han
localizar las partículas flotantes que quedan sobre la ofrecido. En este caso, una vez evaporada la gasolina,
superficie de las piezas tras el secado. Estas partículas la superficie permanece oculta bajo una película de
no siempre aparecen y sólo se ven en superficies muy color amarillento y aspecto liso muy similar a la super-
lisas -como la del cristal de roca- ya que en el resto ficie del pulido en el sílex (Fig. 4a).
de materiales pasan desapercibidas por la rugosidad
(Fig. 4b). Estas partículas son muy parecidas a los pits 4. Conclusiones
documentados en trabajos funcionales sobre cuarzo
(Taipale et al., 2014; Knutsson et al., 2015). Por ello, Los experimentos realizados de forma secuencial
cuando se localizan se debe someter el material a un no sólo han permitido comprobar qué tipos de defor-
segundo proceso de lavado con el fin de comprobar maciones son más recurrentes en los diferentes ma-
que las partículas no desaparecen o cambian de po- teriales analizados, sino que aportan información útil
sobre las limitaciones de la disciplina. La interconec- sur differentes roches siliceuses. Studia Praehisto-
tividad entre los 4 grupos de variables es clave para rica Belgica 2, 235-240.
limitar al mínimo las posibilidades de error o mala in- Borel, A., Ollé, A., Vergès, J. M., Sala, R., 2014. Scan-
terpretación de la muestra. Por tanto, en cualquier tra- ning Electron and Optical Light Microscopy: two
bajo debería especificarse todo el proceso de análisis. complementary approaches for the understanding
Por último, si el análisis de conjuntos experimen- and interpretation of usewear and residues on
tales puede tener tantos elementos capaces de alte- stone tools. Journal of Archaeological Science 48,
rar el resultado, este análisis aplicado en contexto ar- 46-59.
queológico debe desarrollarse con el mayor grado de Bradfield, J., 2015. Use-trace analysis of bone tools:
control de variables posible. Si el material lítico puede a brief overview of four methodological approa-
estar condicionado por alteraciones post-deposicio- ches. South African Archaeological Bulletin 70,
nales, las precauciones sobre materiales orgánicos 3-14.
-expuestos a procesos diagenéticos, meteorizaciones, Briuer, F. L., 1976. New clues to stone tool function:
pisoteo, etc.- pueden llegar a anular las evidencias de plant and animal residues. American Antiquity 41
trazas de uso antrópicas (Behrensmeyer, 1978; Denys, (4), 478-484.
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Agradecimientos Buc, N., Silvestre, R., 2006. Funcionalidad y com-
plementariedad de conjuntos líticos y óseos del
Este trabajo fue desarrollado con ayuda del pro- humedal del nordeste de la Provincia de Buenos
yecto SGR 2014-899 (AGAUR, Generalitat deCata- Aires: Anahí un caso de estudio. Intersecciones en
lunya). Queremos agradecer al Dr. Andreu Ollé su Antropología 7, 129-146.
ayuda y apoyo en el desarrollo de los experimentos
Cuenca-Solana, D., 2015. The use of shells by hun-
que aquí mostramos. Al Servei de Recursos Científics i Tèc- ter-fisher-gatherers and farmers from the early
nics de la Universitat Rovira i Virgili por su ayuda con Upper Palaeolithic to the Neolithic in the euro-
los microscopios electrónicos. J. L. Fernández Mar- pean Atlantic façade: A technological perspective.
chena es beneficiario de un contrato predoctoral FPI The Journal of Island and Coastal Archaeology
del MINECO (BES-2015-074931). A. Pedergnana 10(1), 52-75.
es beneficiaria de un contrato predoctoral FI-DGR Cuenca-Solana, D., Clemente, I., Oliva, M., Gutié-
de la Generalitat de Catalunya (2014FI_B 00539) rrez-Zugasti, I., 2014. Estudio de la manufactura
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Área de Prehistoria, Universidad Rovira i Virgili, Facultad de Letras, Av. Catalunya 35, 43002, Tarragona, España. .
2
IPHES, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, Zona Educavcional 4, Campus Sescelades URV
(Edifici W3), 43007, Tarragona, España. johnmartin0@hotmail.com
251
Juan Ignacio Martín-Viveros Díaz-Meco
similares (Monnier et al., 2012). Otras veces, el sola- - Testar si la integración de la direccionalidad
pamiento morfológico se produce entre los residuos dentro de un enfoque multi-evidencia contribuye a
de uso y los no ligados al uso debido a fenómenos mejorar las interpretaciones funcionales de los análi-
post-deposicionales y a la manipulación del material sis de residuos en herramientas experimentales.
arqueológico en laboratorio (Pedergnana et al., 2016). - Discutir los límites y problemas que presenta
Por último, la dificultad de caracterizar residuos utili- la metodología anterior en su aplicación a los análisis
zando la luz reflejada de los microscopios ópticos ha de residuos en herramientas arqueológicas.
sido puesta de manifiesto por algunos autores (Borel - Testar la potencialidad de los mapas de dis-
et al., 2014). Ante estas limitaciones, algunos estudios tribución de residuos en herramientas experimentales
advierten de la necesidad de contrastar los resultados utilizando la microscopia digital.
de los análisis de residuos con los ofrecidos por los
análisis de microhuellas (Lombard y Wadley, 2007; 2.2. Material experimental
Pawlik y Thissen, 2017).
En los últimos años se han aplicado diversas Hemos replicado 12 lascas simples utilizando 3
metodologías para obtener una mayor precisión en variedades de sílex diferentes (Cal Calaf, Cal; Cal Per-
la identificación de residuos. Algunas de las más em- dut, Per; y Panadella, Pan) procedentes del área de
pleadas incluyen la microscopia electrónica de barri- aprovisionamiento lítico del yacimiento del Paleolíti-
do (Vergès y Ollé, 2011), la aplicación de test ciegos co medio del Abric Romaní (Gómez de Soler, 2007;
(Rots et al., 2006) y más recientemente la espectros- 2009; 2016). Las variedades de sílex presentan un
copia reflectante de infrarrojos (Prinsloo et al., 2014). grano de fino (Pan) a medio (Cal y Per) y su colora-
Aunque estas técnicas han conseguido mejorar el ción varia de negro-verdoso (Pan) a blanco-azulado
nivel de precisión en la identificación de residuos, el grisáceo (Cal), pasando por marrón oscuro (Per) (Gó-
problema de ambigüedad en cuanto a la caracteriza- mez de Soler, 2016). Este último aspecto es particu-
ción morfológica de algunos residuos no ha sido re- larmente destacable, ya que se ha señalado en algunos
suelto por ninguna de ellas (Ej. Wadley y Lombard, trabajos que el color y las impurezas de determinadas
2007; Monnier et al., 2012). En los últimos años al- materias primas pueden dificultar la identificación
gunos trabajos inciden en la necesidad de utilizar en- morfológica de residuos (Lombard y Wadley, 2007).
foques “multi-evidencia” en los análisis de residuos En este sentido, la utilización de 3 variedades de sílex
(Lombard, 2004; Lombard y Wadley, 2007; Langejans, permitirá evaluar hasta qué punto las características
2011; Rots et al., 2016; Xhauflair et al., 2017). En este texturales y el color de la materia prima pueden hacer
sentido, la distribución y asociación entre distintos engañosa la identificación de residuos.
tipos de residuos a lo largo del borde de trabajo, su Las tareas elegidas para la experimentación son
apariencia morfológica y el carácter pegado o aplasta- el raspado de hueso, piel y madera en estado fresco
do de los mismos permitirían reforzar notablemente y el corte de la carne en actividades de descarnado.
las interpretaciones funcionales. En cambio, poco se Para cada tipo de materia trabajada se han empleado
ha hablado sobre los patrones de direccionalidad en 3 lascas simples de cada una de las 3 variedades de
estos enfoques. A nuestro juicio, este es un aspecto sílex (Ver Martín-Viveros, 2016). Como hemos seña-
poco explorado con mucho potencial y que puede lado anteriormente, los residuos generados por estas
ser considerado en los análisis de residuos en piezas materias son algunos de los que mayores problemas
experimentales. En este sentido ¿Podemos distinguir presentan en cuanto a su identificación morfológica.
entre residuos de uso y contaminantes en herramien- Esta es la razón principal que nos ha llevado a incluir
tas experimentales utilizando la direccionalidad como dichas actividades y materias de contacto en la experi-
criterio? Y lo que es más importante ¿Podemos utili- mentación. Por otro lado, las actividades con materias
zar este mismo criterio en los análisis de residuos en animales se han llevado a cabo con dos ejemplares de
herramientas arqueológicas? ciervo común, uno de los taxones más representados
en los conjuntos arqueológicos del sur de Europa (Ej.
2. Materiales y Métodos Rosell et al., 2012a; 2012b; Sommer et al., 2008). El
rebajado de madera fresca se ha efectuado sobre algu-
2.1. Objetivos nas ramas jóvenes de pino de 3 cm de grosor.
Las experimentaciones se han realizado en el
Tres son los objetivos de nuestro trabajo: campo y no en laboratorio, ya que las tareas llevadas a
cabo en entornos naturales son más propensas a imi- Sin embargo, en este estudio, además de algunos de
tar las condiciones de trabajo prehistóricas que aque- los criterios utilizados en esos trabajos, hemos añadi-
llas efectuadas en laboratorio (Lombard y Wadley, do otros como la direccionalidad y la invasividad. A
2007). Además, en estas condiciones las herramientas continuación se explica cada uno de ellos:
están más expuestas a la presencia de contaminantes - Morfología: hemos identificado los distin-
naturales como partículas de tierra o fibras vegetales, tos tipos de residuos según su apariencia utilizando
algo que también pudo ocurrir para las herramientas las descripciones de Lombard (2004) y Monnier et al.
arqueológicas. Por lo tanto, la realización de experi- (2012).
mentaciones en condiciones de campo es necesaria si - Direccionalidad: designa la orientación de
queremos mejorar en la distinción entre residuos de los residuos con relación al borde activo trabajado.
uso y contaminantes del entorno. No obstante, dicha Dicha orientación puede ser oblicua, perpendicular,
distinción se puede complicar aún más si a estos resi- multidireccional o ausente.
duos se suman los procedentes de la manipulación de - Distribución: se refiere a la localización de
las piezas arqueológicas durante su excavación, alma- los residuos en el borde activo pudiendo estar en la
cenaje y posterior estudio en laboratorio. En estos ca- parte proximal, medial o distal.
sos, también se hacen necesarios programas experi- - Adhesión: designa el grado en el que los re-
mentales diseñados para identificar estos residuos, tal siduos aparecen pegados a la superficie de la herra-
y como ha quedado demostrado en algunos trabajos mienta, pudiendo estar fuertemente pegados o tocan-
(Pedergnana et al., 2016). do ligeramente dicha superficie.
- Invasividad: se refiere a la distancia a la que
2.3. Procedimientos y equipos empleados se encuentran los residuos desde el borde activo hacia
el interior de la pieza.
Todas las piezas experimentales fueron limpiadas
antes del uso para eliminar la suciedad procedente del 3. Resultados
proceso de manufactura. El procedimiento consistió
en un baño de 10 minutos en cubeta de ultrasonidos 3.1. Residuos del raspado de hueso fresco
con jabón neutro Derquim ® (al 2 % en agua desti-
lada), seguido de un aclarado con agua corriente du- Los residuos más abundantes son aquellos que
rante 10 segundos y un segundo baño de ultrasonidos forman el tejido conectivo, que pueden provenir del
con acetona pura durante 2 minutos. Posteriormen- periostio (Fig. 1B) o bien de cartílagos, ligamentos y
te, se documentó el borde activo en estado fresco de tendones (Fig. 1D). También nos encontramos con
cada una de las piezas, tanto para la ventral como para residuos de hueso compacto, tejido muscular, depósi-
la cara dorsal, mediante la realización de mosaicos a tos de grasa y hongos. En las 3 piezas empleadas los
35 aumentos. Para este procedimiento utilizamos residuos se distribuyen por todo el borde de trabajo,
un microscopio digital Hirox KH-8700. Después del tanto en la cara ventral como en la dorsal (Fig. 1). En
uso, las piezas fueron guardadas en bolsas de plástico cuanto a la direccionalidad, en todas las piezas hay
de autocierre y no volvieron a sacarse hasta su análisis una mayoría de residuos orientados de forma perpen-
posterior en laboratorio 2 meses después. Durante el dicular con respecto al borde de trabajo en la cara
análisis se volvió a realizar un mapa-mosaico del bor- de mayor contacto. Estos residuos suelen ser fibras
de activo de las herramientas con los residuos in situ del periostio (Fig. 1B). Por el contrario, en 2 de las 3
tanto de la cara ventral como de la dorsal. A estos ma- piezas los residuos se disponen en paralelo al filo en
pas macroscópicos les siguió una identificación de los la cara de menor contacto.
residuos con el microscopio digital utilizando bajos y Otro aspecto importante es que en las 3 piezas
altos aumentos (35 - 400 x). estas fibras aparecen fuertemente pegadas al borde
activo (Fig. 1) y solo en casos aislados la presencia de
2.4. Criterios de análisis residuos sin esta apariencia nos estaría indicando que
estamos ante residuos contaminantes. Sin embargo,
Como se ha señalado, enfoques multi-evidencia los residuos contaminantes también pueden presen-
en los análisis de residuos ya han sido aplicados en tar apariencia pegada, pero es fácil identificarlos si su
algunos trabajos (Lombard, 2004; Langejans, 2011). presencia en el contexto del borde activo representa
un caso aislado y si su estructura celular y coloración
Figura 1. Mapa de distribución de residuos pieza EXP-PAN04-H. A, cara dorsal, escala gráfica 10000 μ, 35 x; B, fibras de periostio, escala gráfica
1000 μ, 140x; C, cara ventral, escala gráfica 10000 μ, 35 x; D, orientación de los residuos (flechas), 1 y 2, residuos cartilaginosos, 3, depósito de
grasa, escala gráfica 1000 μ, 140 x.
Figura 2. Mapa de distribución de residuos pieza EXP-PER04-P. A, cara ventral, escala gráfica 14000 μ, 35 x; B, detalle de una zona del borde acti-
vo de la cara dorsal donde se aprecia la orientación perpendicular al filo de los residuos, en su mayoría pelos; C, cara dorsal, escala gráfica 14000 μ,
35 x.
son sospechosos (Fig. 1A, fibra vegetal de color ver- bajo en la cara de mayor contacto (Fig. 2B y C). En
de). Finalmente, en dos piezas los residuos son más la cara de menor contacto en todas las piezas los re-
invasivos en la cara de mayor contacto. siduos se disponen en paralelo al borde activo (Fig.
2A). Igualmente, la mayoría de estas fibras y pelos
3.2. Residuos del raspado de piel fresca aparecen fuertemente adheridas al filo. Finalmente,
en dos de las tres piezas empleadas los residuos son
Hemos identificado residuos dérmicos como más invasivos en la cara de mayor contacto.
pelo y fibras de tejido conectivo (Fig. 2), sangre y una
gran diversidad de contaminantes, además de hon- 3.3.- Residuos del raspado de madera fresca
gos. En dos de estas piezas (EXP-PER04-P y EXP-
PAN03-P) los residuos se distribuyen a lo largo de Hemos identificado residuos leñosos como xile-
todo el borde de trabajo, mientras que en la pieza mas (Fig. 3D, 1), fibras vegetales con distinta estruc-
EXP-CAL03-P los residuos presentan una distribu- tura celular (rectangular y cilíndrica), resina y savia
ción irregular. En cuanto a la direccionalidad, en dos bruta, además de algunos contaminantes. En dos de
de las tres piezas hay una mayoría de pelos y fibras las tres piezas empleadas estos residuos se distribuyen
dérmicas dispuestas en perpendicular al borde de tra- de medial a distal (Fig. 3A y C), mientras que en la pie-
Figura 3. Mapa de distribución de residuos pieza EXP-CAL08-M. A, cara ventral, escala gráfica 10000 μ, 35 x; B, savia bruta (1), fibra vegetal en
forma de ladrillo (2), fibras vegetales traslucidas (3) y xilema (4). Escala gráfica 1000 μ, 140 x; C, cara dorsal, escala gráfica 10000 μ, 35 x; D, xilema
(1) y resina (2), escala gráfica 1400 μ, 35 x.
Figura 4. Mapa de distribución de residuos pieza EXP-PER01-C. Las flechas señalan la orientación de los residuos. A, cara dorsal, escala gráfica
7000 μ, 35 x; B, cara ventral, escala gráfica 7000 μ, 35x. Se observa la presencia de hongos (masas de color blanco intenso).
una de las dos caras (Fig. 4A). En cuanto al carácter de afirmar la existencia de dicha relación. Ésta tendrá
aplastado, todos los residuos aparecen fuertemente que ser confirmada por más experimentos que tengan
adheridos a la superficie en las 3 piezas, incluyendo en cuenta un mayor número de piezas y por test esta-
algunos contaminantes (Fig. 4B). Finalmente, no he- dísticos. Lo mismo puede decirse para la invasividad
mos identificado diferencias de invasividad entre la de los residuos en relación con el ángulo de trabajo.
cara ventral y dorsal en ninguna de las piezas emplea- Sin embargo, en este caso es necesario tener mucha
das. precaución ya que, al no cuantificarse las distancias,
las diferencias de invasividad no obedecen más que a
4. Discusión y conclusiones criterios puramente interpretativos.
La aparición de hongos se debe al mal secado
En total, en 10 de las 12 piezas hay una mayoría de aquellas piezas con fluidos animales antes de ser
de residuos cuya orientación coincide con la cinemá- guardadas en las bolsas y al largo tiempo que perma-
tica empleada durante la experimentación en las caras necieron en las mismas antes de ser analizadas (2 me-
de mayor contacto. Los residuos que exhiben direc- ses). Además, partiendo de que los hongos se alimen-
cionalidad suelen ser fibras de tejido conectivo y pe- tan de determinadas sustancias orgánicas (Kendrick,
los en las piezas que han trabajado materias animales 1992), su presencia en herramientas arqueológicas
y residuos leñosos y fibras vegetales en aquellas que nos estaría indicando la posible presencia de residuos
lo han hecho con madera. Este tipo de residuos, salvo de uso. De ahí, la necesidad de realizar experimen-
contadas ocasiones, se distribuyen a lo largo de todo taciones de alteración post-deposicional que evalúen
el borde, y en 9 de las 12 piezas son más invasivos en el ratio de desintegración de los residuos orgánicos
la cara de mayor contacto. En todas las piezas estos expuestos a estas y otras condiciones de alteración,
residuos aparecen pegados al borde activo y solo al- tal y como se ha hecho en algunos trabajos (Croft et
gunas fibras de madera aparecen tocando la superficie al., 2016; Jahren et al., 1997; Jans et al., 2004; Haslam,
sin estar aplastadas. Teniendo en cuenta estos datos, 2006).
¿Qué ventajas aporta el enfoque multi-evidencia aquí A pesar de todo, quizás la pregunta de mayor re-
empleado a los análisis de residuos? levancia sea la de cómo aplicar esta metodología al
En primer lugar, algunos residuos contaminan- material arqueológico. En este caso, tenemos que li-
tes muestran una direccionalidad que coincide con la diar con la pobre preservación de residuos orgánicos
cinemática de uso. Sin embargo, son casos muy ex- en la mayoría de contextos arqueológicos, sobre todo
cepcionales y en nuestras experimentaciones la ma- los más antiguos. En este sentido, Langejans (2010) en
yor parte de los residuos contaminantes no han mos- un estudio experimental que implicó el enterramiento
trado patrones direccionales claros. Lo que sí puede de varias piezas, observó que aquellos ambientes con
dar lugar a confusión es su carácter pegado al filo, poca o ninguna bioactividad, como los yacimientos
ya que algunos de estos residuos como las partículas en cueva o los ambientes alcalinos y ácidos, eran los
de tierra del suelo, pueden mostrarse aplastadas en más propensos para la preservación de este tipo de
la superficie en asociación con residuos de uso (Ej. residuos.
Martín-Viveros, 2016). Estos residuos contaminantes Este tipo de experimentación pone de manifies-
suelen aparecer descontextualizados y sin asociación to la necesidad de conocer los fenómenos que afec-
con residuos de similar apariencia morfológica y colo- tan a la preservación de los residuos en los diferentes
ración (Fig. 1A, fibra vegetal), tal y como ha sido de- contextos arqueológicos. Para conocerlos son nece-
mostrado en otros trabajos (Langejans, 2011; Rots et sarias más experimentaciones post-deposicionales
al., 2016). Es aquí donde los patrones de direccionali- que partan de una buena documentación inicial de
dad se pueden mostrar más útiles, separando aquellos los residuos de manera que sea posible identificarlos
residuos que muestren patrones direccionales siste- una vez transcurrido el tiempo de alteración y ver las
máticos de los que no. modificaciones sufridas. Solo así, y junto con la infor-
Por otro lado, a juzgar por los resultados de mación proporcionada por los análisis químicos, se
nuestro programa experimental, podríamos plantear- lograrán unas condiciones más realistas para la inter-
nos la relación entre la cinemática empleada y la di- pretación de los residuos en el material arqueológico.
reccionalidad de los residuos en las caras de mayor El estudio aquí presentado se circunscribe den-
contacto. Sin embargo, debido al reducido número de tro de esta primera fase de documentación inicial de
casos empleados (n = 12), no estamos en condiciones los residuos, donde hemos podido testar el potencial
de un enfoque multi-evidencia en herramientas expe- Fullagar, R., Meehan, B., Jones, R., 1992. Residue
rimentales de sílex. Sin embargo, no será hasta ha- analysis of ethnographic plant-working and other
ber completado la segunda fase de experimentación tools from northern Australia, in: Anderson-Ger-
post-deposicional, cuando sepamos la viabilidad de faud, P., (Ed.), Prehistoire de l’Agriculture: Nou-
esta metodología en su aplicación al material arqueo- velles Approches Experimentales et Ethno-gra-
phiques. Monographie du CRA 6, CNRS, París,
lógico.
39–53.
Finalmente, ha quedado demostrado el poten-
cial de los mapas del borde activo ya que, al poner en Gómez de Soler, B., 2007. Áreas de captación y estra-
contexto todos los residuos identificados, facilitan la tegias de aprovisionamiento de rocas silíceas en el
utilización de enfoques basados en la asociación de nivel L del Abric Romaní (Capellades, Barcelona).
Tesis de máster, Universidad Rovira i Virgili, Ta-
criterios más allá de la mera adquisición de microgra-
rragona, España.
fías en puntos concretos. En esta labor, el micros-
copio digital 3D se postula como una de las técnicas Gómez de Soler, B., 2009. Àrees de captació, tecnolo-
más potentes. gia lítica i estratègies d’aprovisionament de roques
silícies en el nivell L de l’Abric Romaní (Capella-
des, Barcelona). Quadern de Prehistòria Catalana
Agradecimientos 17, 11-55.
Mi especial agradecimiento a todos y cada uno Gómez de Soler, B., 2016. Procedencia del aprovisio-
de los organizadores de la sesión de funcionalidad, y namiento lítico durante el Paleolítico medio en el
yacimiento del Abríc Romaní (Capellades, Barce-
en especial a Juan Luis Fernández, por haberme ani-
lona). Niveles M, Oa y P. Tesis doctoral, Universi-
mado a participar en el congreso. Mi agradecimien- dad Rovira i Virgili, Tarragona.
to también para el Dr. Andreu Ollé y la Dra. Gema
Chacón por haberme impulsado en el estudio de esta Hall, J., Higgins, S., Fullagar, R. L. K., 1989. Plant
maravillosa disciplina y por sus comentarios a lo largo residues on stone tools, in: Beck, W., Clarke, A.,
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1
Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili, Av. de Catalunya 35, 43002, Tarragona, España.
2
IPHES, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social. C/ Marcel·lí Domingo s/n (Edificio W3),
43007, Tarragona, España. pmateolomba@gmail.com
261
Paula Mateo Lomba
Figura 2. A: Talla apoyada sobre escápula. B: Talla bipolar sobre escápula. C: Talla apoyada sobre radio-ulna. D: Retoque sobre escápula.
menor resistencia al impacto. Durante este protocolo y la ventral de las lascas y también recibe el impacto
experimental estos casos se dieron en dos huesos: una del percutor.
escápula y un húmero (Fig. 3). Los talladores normalmente no movieron el nú-
Las marcas observadas en los huesos empleados cleo o la lasca por la superficie del hueso por lo que las
como soporte para la talla presentan diferencias se- marcas se encuentran concentradas en una zona del
gún la materia prima tallada, su propia morfología y hueso, salvo algunos casos en los que se observan dos
la acción realizada sobre ella. La talla de cuarzo pro- áreas claramente diferenciadas. La organización de las
duce en todos los casos desconchados de la superficie marcas presenta una notable variabilidad. En algunas
cortical. Es preciso tener en cuenta que estos núcleos ocasiones las marcas tienen dimensiones, morfologías
de cuarzo presentaban en un inicio morfologías pu- y orientaciones similares, mientras que en otras no se
lidas y redondeadas. Las incisiones y triedros que se observa un patrón definido (Fig. 4).
documentan en 1.B, y sobre todo en 2, se deben a las
aristas presentes en el núcleo una vez realizadas varias 4. Discusión y conclusiones
extracciones.
La talla de los nódulos de sílex provocó estriacio- Según los trabajos experimentales planteados en
nes en ocasiones bastante profundas, como resulta- este trabajo, la talla bipolar y la apoyada sobre huesos
do de que los nódulos se resbalaban por la superficie presentan algunos inconvenientes. En primer lugar,
de la plataforma. Estas presentan un perfil en V y las propiedades mecánicas de los huesos frescos ha-
microestriaciones internas y paralelas al eje principal cen que este material absorba gran parte de la fuerza
(Fig. 4). del impacto. Además, como los huesos están frescos,
El retoque de lascas de sílex sobre el hueso pro- el periostio hace que la materia trabajada se resbale,
dujo marcas más discretas y menos profundas que en por lo que si la superficie en la que se apoya el núcleo
los casos anteriores, lo cual se debe a la menor fuerza es plana, el tallador debe sujetarlo con la mano. En
aplicada en este tipo de acción y a que los bordes aris- tercer lugar, las morfologías de ciertos huesos no per-
tados de las lascas no golpeaban frontalmente el hue- miten que se queden completamente estables sobre
so. El hueso quedaba en contacto con la cara dorsal el suelo ya que al recibir el impacto con frecuencia
Figura 3. A: Escápula (ID=6) fracturada durante la experimentación y detalle de las marcas. B: Húmero (ID=8) fracturado durante la experimen-
tación y detalle de las marcas.
se tambalean. También, las morfologías irregulares y - Materia prima: el cuarzo provoca una mayor
curvadas de las diáfisis de algunos huesos junto con frecuencia de desconchados.
la materia grasa hacen que sea difícil inmovilizar el
núcleo a la hora de realizar las actividades extractivas. Las marcas de este programa experimental pre-
Los usos más aptos con el hueso como soporte sentan las mismas características que las observadas
fueron la talla apoyada y el retoque. Cuando se reali- en los yacimientos de Schöningen (Van Kolfschoten
zan acciones de talla bipolar se documenta la fractura et al., 2015) y Veternica (Karavanić y Šokec, 2003) –
del hueso. El retoque no necesita de una estabilidad ni que fueron asociadas a yunques.
de un elemento pesado para obtener resultados ade- No obstante, las marcas no se presentan tan
cuados. agrupadas, como en el caso de los retocadores experi-
La dureza y la elasticidad del hueso, que depen- mentales (Daujeard, 2004; Mallye et al., 2012; Mozota
den de su mayor o menor frescura, edad del animal Holgueras, 2007; Rosell et al., 2011), si bien en algunas
y elemento esquelético, sin duda influyen en la mor- ocasiones se orientan de forma paralela, lo que indica
fología de las marcas. En este caso se observó que una continuidad en la posición del nódulo y en los
el periostio también protege la superficie cortical del gestos del tallador.
hueso, por lo que las marcas resultantes son más dis- Esto último también se observó en el programa
cretas. Otro factor que influye en la morfología de las experimental presentado en este texto. A pesar de la
marcas es la forma del núcleo y la materia prima: variabilidad mostrada en la distribución de las marcas
en los huesos experimentales, se ha podido compro-
- Forma del núcleo: la morfología aristada de los bar que cuando los gestos de la talla y la posición del
núcleos se relaciona principalmente con las estriacio- elemento lítico no varían a lo largo de la acción, la dis-
nes y una morfología más redondeada, con los des- posición de las mismas es más regular y paralela. En el
conchados. caso contrario, las marcas se encuentran superpuestas
Figura 4. A: desconchado ID=1.A; B: Incisiones de ID=2; C: incisiones y desconchados ID=4; D: incisiones y triedros ID=7; F: incisiones ID=9.A;
G: incisiones y triedros ID=11.
y sin unas orientaciones predominantes. caso del retoque se ha comprobado que los huesos
En cuanto a la adecuación funcional de los hue- son funcionales, como han señalado David y Pelegrin
sos como yunque, hay que señalar que las observacio- (2009) y se demuestra en este experimento.
nes de Siret son acertadas. Debido a que los huesos, Una vez comprobada la validez funcional de los
teniendo en cuenta su morfología y su escasa masa, huesos como soportes para la talla lítica, el presente
no se mantienen completamente estables cuando re- trabajo sirve de base para la diferenciación entre los
ciben el impacto. Su hipótesis se aplicaba a fragmen- elementos óseos activos y pasivos en tareas de talla.
tos de hueso, pero se ha visto que los huesos comple- Los criterios empleados han sido la morfología y las
tos mejoran la realización de esta actividad de talla. El dimensiones de los artefactos, además de la diferen-
te naturaleza de las marcas observadas. Sin embargo, technique from Spain, Antiquity. 78 (301), 637-
quedan algunos interrogantes acerca de cómo se com- 646.
portaría este material en diferentes estados del hueso Julien, M.-A., Hardy, B., Stahlschmidt, M.C., Urban,
–semiseco o seco-, la talla de otras materias primas o B., Serangeli, J., Conard, N.J., 2015. Characterizing
realizar una comparativa entre las marcas producto the Lower Paleolithic bone industry from Schö-
de la talla por percusión y las producidas por la talla ningen 12 II: A multi-proxy study, Journal of Hu-
por presión. man Evolution. 89 264-286.
Karavanić, I., Šokec, T., 2003. The Middle Paleolithic
Agradecimientos Percussion or Pressure Flaking Tools? The com-
parison of experimental and archaeological mate-
La realización de este trabajo no habría sido po- rial from Croatia, Prilozi Instituta za arheologiju u
sible sin la ayuda de mis compañeros de máster, espe- Zagrebu. 20 5-14.
cialmente Sofiane, Arturo, Javier y Hermán. Gracias Mallye, J.-B., Thiébaut, C., Mourre, V., Costamagno,
también a Josep Maria Vergès por el apoyo desde el S., Claud, É., Weisbecker, P., 2012. The Mouste-
inicio de este proyecto y a Jordi Rosell por sus comen- rian bone retouchers of Noisetier Cave: experi-
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1
1Grupo de Estudios para la Prehistoria del Noroeste- Arqueología, Antigüedad y Territorio (GEPN-AAT),
Departamento de Historia, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Santiago de Compostela. Praza da
Universidade, nº1, 15783, Santiago de Compostela. albaantia.rodriguez@usc.es ; mikel.diaz@usc.es
Resumen the traces observed on the pots’ surfaces (and the activity
that caused them) have been registered and added to a da-
La cerámica de la Edad del Hierro en Galicia se ha tabase with the aim of comparing them to the traces found
estudiado hasta el momento desde una perspectiva tipo- in the archaeological pottery. Furthermore, the Grupo de
lógica estilística y morfológica. Sin embargo, si queremos Estudios para la Prehistoria del Noroeste- Arqueología,
acercarnos a los modos de vida de la sociedad castrexa y, Antigüedad y Territorio research group is currently im-
en concreto a los contextos y formas en que se emplean las plementing experimental protocols, using replicas of Iron
cerámicas, es necesario recurrir al análisis funcional. Age pots in different activities with the aim of increasing
Además de los análisis de contenidos, podemos ob- the catalogue of traces linked to specific types of activities.
servar e interpretar trazas macro y microscópicas. Para
interpretar estas marcas de uso, tenemos disponibles dos Keywords: Pottery. Iron Age. Use-wear analysis. Ethnoar-
vías: la etnoarqueología y la arqueología experimental. En chaeology. Experimental archaeology.
Galicia, contamos con una importante tradición alfarera
etnográfica a la que podemos recurrir, y que cuenta con
una importante muestra de vasijas reunida en el Museo do
Pobo Galego. Dado que conocemos para qué fue utilizada
cada una, se registran las marcas que tienen con el fin de
constituir un catálogo de trazas asociadas a una actividad 1. Introduction
concreta. Asimismo, el Grupo de Estudios para la Prehis-
toria del Noroeste- Arqueología, Antigüedad y Territorio, Use-wear studies in pottery –and especially in
está desarrollando este tema desde una perspectiva experi-
mental. Mediante la utilización de réplicas de vasijas de la pottery from the Galician Iron Age– are relatively re-
Edad del Hierro para diversas actividades se consigue am- cent and undeveloped in comparison with those con-
pliar el catálogo de marcas de uso asociadas a una actividad ducted in other archaeological artefacts, such as lithic
conocida para, en un segundo momento, compararlo con industry. Nevertheless, there is a significant number
la cerámica arqueológica. of on-going approaches which have arisen due to the
Palabras clave: Cerámica. Edad del Hierro. Traceología. Et- increasing interest of the researchers in transcending
noarqueología. Arqueología experimental. the stylistic and formal typologies, and in investigating
the use that was given to the ceramic vessels by the
Abstract societies who made them. Questions like how and for
Galician Iron Age pottery has been studied until now
what were used the archaeological pots are approa-
from both, a morphological and a stylistic typology pers- ched from two different disciplines.
pective. However, if we want to increase our knowledge On one hand, residue analysis conducted by
on the lifestyle of the Iron Age societies and, specifically, means of gas spectrometry/ mass chromatography
on the contexts and ways in which pots were used, we are becoming more frequent and they allow the ar-
need to resort to the use-wear analysis.
In addition to the residue analysis, the macro and mi-
chaeologists to identify the elements contained in the
croscopic traces on the pots’ surfaces can be observed and pot (Tresserras, 1998; Prieto et al., 2005; Barnard and
subsequently interpreted. The analysis of such traces can Eerkens, 2007; Nilham, 2012; Pecci et al., 2013; Ama-
be based on the data provided by two different disciplines: do et al., 2015). On the other hand, use-wear analysis,
ethnoarchaeology and experimental archaeology. Fortu- on a macro and microscopic level, aims to identify and
nately, there is a rich pottery tradition in Galicia, an im-
portant collection of which is preserved in the Museum of
subsequently interpret the traces present on the ves-
Galician People (Museo do Pobo Galego). The ethnogra- sels’ surfaces, linking them to specific activities (Ski-
phic data linked to these items have made possible for us bo, 1992; Arthur, 2002; Skibo, 2013; Vieugué, 2014a,
to identify the activity in which the pots were used. Thus, 2014b). In this case, ethnoarchaeology and experi-
269
Alba Antía Rodríguez Nóvoa y Mikel Díaz Rodríguez
Figure 1. Record form where we have collected the information about the studied pots (up) and samples of the photos we take (both of the vessel
and of the traces).
Figure 2. Traces documented on liquid storage vessels: delamination on traditional jars (a and b) and red marks on an experimental vessel used for
beer fermentation (c and d).
Within the first line of work, a reproduction of both general pictures of the vessel and details of the
a vessel of the Iron Age (Borneiro B) which, by their trace. In the experimental processes, we have also do-
morphotype, was considered suitable for the fermen- cument the vessel before being used and at different
tation process, was used for this activity. Regarding moments of their time of use.
the Iron Age cooking processes, some experiences The form includes several variables for every
are being developed. The first is related to the spe- identified trace (each on graphically documented by
cific ways in which the pots were used for cooking. one or more pictures), about its typology and the ac-
In general, we have explored two possibilities: coo- tivity that originated it. These variables are: location
king in a humid medium, or boiling, and cooking in of the trace on the vessel, type of trace, time it takes
a dry medium, or roasting. Two identical pots were to appear, activity for which the vessel was used and
used for cooking in both modes: the first was used type of the vessel. Also, an observations field has
for boiling vegetables, while cereal for beer fermen- been included in order to collect all the information
tation was toasted in the other one. After two hours, relevant to the researcher, for example, the use of
the resulting traces are completely different, as it is elements or tools (spoons, etc.) or the presence of
presented below. elements such as, for example, a “trespiés” or tripod
to set the pot over the fire.
4. Methods
5. Results
Data registration has been done through two
main ways: macroscopic photography and filling of In general, we have identified use traces in each
a simple form including several variables (Fig. 1). The of the vessels analysed. In relation to the liquid con-
identified traces have been photographed, including tainers, delamination, or the loss of the outer sheet of
Figure 3. Traces documented on cooking vessels: soot on the outside walls of a traditional pot (a and b) and soot and delamination on an experi-
mental pot (c and d). Pictures e and f show how different ways of cooking (wet or dry) caused different traces.
the walls of the vessel that occurs due to cracks under The way of cooking also affects the traces we
the surface caused by leaks (Figs. 2.a and 2.b) (San- documented in the interior wall of the pot. As we
hueza Riquelme, 1998: 75; Schiffer and Skibo, 1989: mentioned before, two identical pots were used wi-
103; Skibo, 2013: 120-123), has been documented in thin an experimental protocol in order to cook di-
some traditional pots, produced by the filtration of fferent elements in two ways and for a period of two
the liquids through the walls of the container. Regar- hours. The first of the pots was used for toasting ce-
ding the cooking activities, traces of soot have been real and it displays a fairly obvious black mark at the
documented in both experimental and traditional bottom of the piece, produced by burned and stuck
pots, which would have been caused by the exposi- cereal. The second vessel was used for boiling vege-
tion to fire during the food preparation. In addition, tables and meat, and it displays a set of much more
soot deposits have also been observed in those areas subtle traces at the bottom, where some of the food
of the pots that were not in contact with fire, these was also stuck, as well as along the waterline or upper
are located in different areas (Skibo, 2013: 63-114), limit of the liquid during the cooking.
depending on the position of the vessel in relation to The most comprehensive experiment to date
the heat source. We also documented that the traces that combines all the aspects mentioned so far, is that
on the pot used for cooking in a liquid medium (to related to the Castromao type ovens (Rey et al, 2013;
boil) or in a dry environment (to roast) are different Teira et al, 2013). Such pieces are cooking chambers
(Skibo, 2013: 96-98) (Figs. 3.e and 3.f). or ovens made of ceramic, found in several hillforts
of southern Galicia (Fig. 4.a). Based on the morpho-
6. Discussion type, there are two hypotheses about its function. On
one hand, that they would have been used for making
Delamination traces may have been caused by pots, and on the other, for cooking food, either intro-
the leaks, but also by other processes, such as impacts ducing the food directly on the oven or using pots.
or a repeated exposure to heat. Since we have the en- In order to try to find out which of these hypo-
tire pot at our disposal, we can analyse together the theses would be more plausible, a traditional potter
morphotype and all the marks present on its surface. made a replica (Fig. 4.b), which was subsequent-
However, it can be very difficult to differentiate the ly used in the proposed ways, registering the traces
delaminations originated by filtration of liquids of produced by each one of them (Fig. 4.c). The soot
those due to other causes. In addition to the loss of was registered and later compared with that on the
material, the experiment carried out on a Borneiro B archaeological specimen in order to detect eventual
type vessel, which did not have any internal water- similarities (Fig. 4.d and 4.e). This way of proceeding
proofing treatment, showed how liquid filtration red- has allowed us to reach several conclusions. First, the
dish stains were caused by the fermentation processes traces detected on the archaeological ovens matched
(Figs. 2.c and 2.d). better those caused by the cooking of food, both re-
As we said, soot deposition variates depending garding their position and their shape. In addition,
on the way of cooking. In figures 3.a and 3.b, we can each time the oven was used, the contact with the fire
see how the soot is deposited on the walls of the pot, “cleaned” the traces produced by previous activities.
but not at the bottom; this area would be in direct Such circumstance has very important implications:
contact with fire, so the soot will not deposit in there. in an archaeological piece, we can document only the
In figures 3.c and 3.d, soot is deposited both on the marks caused by its last use. Finally, when we used
walls and at the bottom of the vessel, since any of the pots for cooking inside the oven, this left a very
these parts is in direct contact with fire. This is due characteristic circular pattern on the bottom of the
to the fact that this is a type of vessels which was vessels, caused by the differential incidence of fire
used in an elevated position over the fire, but –at the through the holes in the grill (Fig. 4.f).
same time- misplaced, so the deposition is evenly dis-
tributed across the wall. If we managed to find these 7. Conclusion
patterns in archaeological ceramics, we could then
approach the different ways of cooking in the Iron Although the use-wear analysis of the pottery of
Age regarding the placement of the pot. As we have the Northwest of the Iberian Peninsula is still in an
already mentioned, direct exposure to heat can also initial state, the first results have confirmed the po-
cause delamination (Fig. 3.d). tential of this type of approaches. If our aim is to
Figure 4. Experiment with a Castromao oven: archaeological oven (a), experimental reproduction (b), use of the experimental oven for cooking
(c), soot traces on the outside (d) and inside surfaces (e) and rounded marks at the bottom of the pot (f).
increase our knowledge about the everyday activities is cleaned and treated by the archaeologists after it is
of the people who lived in the Iron Age hillforts and, retrieved, in order to not to erase traces, such as soot,
especially, what functions and in what contexts the or generate new ones, as striae or breakage caused by
ceramic vessels were used, the use-wear analysis is a an aggressive washing, which can difficult the analysis
methodology to consider. of the use traces. Indeed, one of the issues in which
Some problems must be faced, however. First, we we should focus our attention in future approaches
need to generate a database collecting several kinds of is differentiation between the traces caused by use
traces of use, linking them with residue analyses. On and those originated by post-depositional alterations.
the other hand, it would be necessary to pay atten- It would also be useful to conduct an archaeometric
tion to the way in which the archaeological material and technological characterization of Iron Age pot-
tery, since technical characteristics have an obvious- O’Brien, P., 1990. An experimental study of the
ly influence in the occurrence and the type of traces effects of salt erosion on pottery. J. Archaeol. Sci.
that use will cause on them. However, these problems 17, 393-401.
are inherent to the developing state of the discipline, Pecci, A., Giorgi, G., Salvini, L., Cau Ontiveros, M.,
and they do not diminish the merits of the results 2013. Identifying wine markers in ceramic and
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1
Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua. Universitat de València.
doctorandodaniel@gmail.com
Resumen 1. Introducción
En el presente estudio analizamos la situación del La síntesis que presentamos a continuación, lejos
conjunto de restos arqueológicos pertenecientes a la ar- de ser un ambicioso proyecto de estudio sistemático,
quitectura de las termas de época romana en el territorio
valenciano. El objeto de nuestro trabajo son los núcleos por otra parte, necesario, del conjunto de los comple-
urbanos de las civitates de Valentia, Edeta, Lucentum e Ili- jos termales romanos en el área valenciana, preten-
ci. Para llevar a cabo nuestro propósito elaboraremos una de aportar un poco de luz sobre uno de los aspectos
breve síntesis de los espacios termales mediante un estudio menos estudiados. Nuestra intención es recopilar los
bibliográfico acerca de la importancia de cada complejo trabajos acerca de los conjuntos termales hallados en
termal en la trama urbana. En última instancia, subrayare-
mos los rasgos de mayor importancia de las construccio- ciudades con cierta relevancia en la provincia Hispa-
nes señaladas del periodo republicano e imperial, así como nia Citerior. El territorio que abarcamos del área va-
su destacado papel en el espacio público y la concepción lenciana se centra en las civitates de Valentia, Edeta,
del agua como un elemento imprescindible en los conjun- Lucentum e Ilici. Los puntos que definen nuestro tra-
tos termales y como símbolo de la cultura romana. bajo son la delimitación del espacio urbano, los restos
Palabras clave: Baños públicos. Apodyterium. Caldarium. arqueológicos incluidos dentro del área sagrada de la
Frigidarium. Tepidarium. ciudad, es decir, el pomerium, y el periodo de construc-
ción, República o Imperio.
Abstract Así pues, el objetivo de las líneas siguientes es
doble: en primer lugar, presentamos, en sus rasgos
The aim of this paper is to establish the state of the básicos, aquellos elementos que, a la luz de fuentes bi-
ensemble of archaeological remains belonging to the ar-
bliográficas definen los espacios termales; en segun-
chitecture of Roman thermae, or complexes of thermal
baths, in Valencian territory. The object of study is the do lugar, nuestro estudio hace un recorrido a través
urban centers from the civitates of Valentia, Edeta, Lu- de las publicaciones más recientes, ya que éstas nos
centum and Ilici. To do this, a brief summary about each aportan las novedades de los diferentes proyectos ar-
building will be carried out by means of a merely biblio- queológicos.
graphic study about the importance of baths in the urban
Las termas romanas estudiadas en nuestro tra-
structure. Lastly, the most relevant features of these archi-
tectural works from the republican and imperial periods bajo, como es común en este tipo de construcciones,
will be highlighted, as well as their paramount role in eran de carácter público, gratuitas y gozaron de una
public space and the conception of water as an essential gran popularidad (Ribera y Jiménez, 2014: 148; Ten-
element in the thermae and as a symbol of Roman culture. dero Porras y Ronda Femenia, 2014: 236). Como es
conocido, el origen de los complejos termales se halla
Keywords: Public baths. Apodyterium. Caldarium. Frigida-
rium. Tepidarium. en la adaptación de los gimnasios y palestras griegas
y los baños etruscos; se trata de espacios en los que
se desarrollan actividades físico-deportivas y lúdicas,
incluso negocios (Escrivà, 2014: 128). La cultura ro-
mana rendía culto al cuerpo, por lo tanto, a la higiene
del mismo. De esta forma, podemos apreciar la im-
portancia de estos lugares como espacios de limpieza
y relajación, así como medicinales gracias a las aguas
con propiedades curativas. Cada individuo llevaba sus
propios ungüentos para masajes, sandalias para evitar
279
Daniel Fernández Martín
el calor del suelo en algunas estancias y utensilios para su vez, comunicaba con el sistema de hypocaustum. El
la higiene corporal. pavimento y el revestimiento interno de las paredes
son de tierra apisonada, endurecida por el calor que
2. Valentia recibía del praefurnia. El pavimento de esta estancia
no requería la calidad de otras salas termales, pues se
Las evidencias más notables en la Valencia de trataba de un área de servicio donde se guardaba el
época romana se encuentran en el solar de L’Almoi- combustible.
na. En la zona situada al este del foro republicano La estancia que se encuentra al norte de la sala
podemos encontrar el edificio mejor conservado de la del horno es el caldarium, un espacio conformado por
ciudad, los baños públicos. “En Hispania, sólo las ter- muros de sillares de piedra calcárea con adobes, más
mas de Cabrera de Mar, cerca de Iluro (Mataró), y las un revestimiento externo característico de las infraes-
de la Cabañeta, cerca de Zaragoza, admiten parangón tructuras hidráulicas. Los elementos destacables de
en antigüedad con las de Valentia” (Ribera y Jiménez, esta estancia son el alveus, situado al fondo de la sala,
2014: 148). y un banco exento en el lateral.
A L’Almoina se accedía por el cardo maximus, vía El alveus se encontraba ligeramente elevado del
que atravesaba la ciudad de norte a sur como se pue- suelo por la necesidad de que pase por la parte infe-
de apreciar en la imagen. Este tramo de vía estaba rior la cámara de aire caliente que comunicaba con el
porticado con columnas de madera sobre bases de horno. No obstante, este sistema de hypocaustum era
piedra que sostenían un tejado adosado a la fachada antiguo y simple. El desagüe era un orificio abierto
del edificio. La primera estancia de las termas era el en la pared del alveus, y su vaciado consistía en de-
apodyterium, el cual se comunicaba con el tepidarium y el jar salir directamente el agua sobre el pavimento de
caldarium, así como con las latrinae (Fig. 1). la estancia y la pendiente permitía desaguar hasta la
La sala donde se encontraba el horno tenía su puerta. Cerca de la entrada del caldarium encontramos
propia entrada por un lateral del edificio. En la parte un banco exento con forma rectangular. Por último,
central de esta sala se sitúan los elementos imprescin- el pavimento del caldarium estaba formado por lose-
dibles para el funcionamiento de las termas, el horno tas cerámicas de colores rojo y amarillo en forma de
y la cámara con el depósito metálico de agua caliente escama, de la misma forma que las otras estancias,
para abastecer el alveus del caldarium. Esta estancia, a como el tepidarium y el apodyterium.
En la parte central del tepidarium, una sala rec-
tangular a la cual se accedía a través del apodyterium, se
sitúa un banco exento con las mismas características
que el mencionado en el caldarium, pero con una con-
servación perfecta. Su construcción está caracterizada
por muros de mampostería, trabajada de forma ligera
su cara externa, con un revestimiento de opus signinum.
La última estancia a la que haremos referencia
es el apodyterium, también conocido como vestuario.
Se podía acceder a través del vestíbulo por un corto
pasillo con losetas de cerámicas de color rojo. El pa-
vimento es el mejor conservado de todas las estancias
de las termas, combina las mismas losetas de escama
de color rojo y amarillo como habíamos señalado en
el caldarium y el tepidarium.
3. Edeta
4. Lucentum
5. Ilici
con una topografía bastante compleja. La entrada a opus caementicium, sin un acceso definido, de la cual
las termas se puede localizar en la zona donde en- desconocemos su función. La dependencia C, consi-
contramos el trazado de la Vía Augusta. Los aspectos derada el apodyterium por su ubicación en el recorrido
que destacaremos de este espacio termal son la ex- del circuito termal, tiene un acceso por un portal de
traordinaria infraestructura de canalizaciones y alcan- piedra caliza. El caldarium contaba con un sistema de
tarillado, su excelente conservación y la calidad de su calefacción primitivo, compensado con la gran irra-
construcción. diación solar recibida durante el día. El pavimento
La construcción de las termas orientales se ca- del caldarium es muy fino debido al desgaste por la
racteriza por haber tenido diferentes procesos cons- erosión.
tructivos y posteriores fases de remodelación. De La natatio es un elemento imprescindible en el
ellas, destacaremos la primera remodelación que tiene complejo termal gracias a su perfecta conservación.
lugar en el siglo primero de nuestra Era, con un cam- A la cual se accede a través de unos escalones en el
bio bastante significativo en la estructura del espacio lado este, con un podium desde donde se podía saltar
termal, con las mejoras del sistema de hypocaustum de al agua. “La natatio está complementada con una stoa,
las estancias. ubicada en su lado occidental. Tiene 5,80 por 10,60
El vestíbulo está pavimentado con un mosaico m de superficie, con pavimento de opus caementicium,
formado por teselas de mármoles rojo, blanco y azul, con tres columnas de piedra caliza, alineadas de norte
las cuales conservan un buen acabado y forman una a sur en su centro […]” (Ramos Fernández y Ramos
decoración geométrica sencilla que repite la misma Molina, 2007: 552).
secuencia. Este mosaico está en pendiente para facili-
tar la evacuación de las aguas. 5.2. Termas occidentales
La dependencia A es una pequeña sala con el
pavimento blanco de piedra caliza pulida sin deco- Las termas occidentales, edificadas durante el si-
ración, probablemente era la sala de las letrinas. La glo III, se encuentran en un área marginal, en uno
dependencia B era una habitación pavimentada con de los límites de la colonia, el más alejado de la Vía
Augusta. El complejo termal parece estar adosado a ciones de las termas siempre a punto. Estas mejoras
la muralla de época romana. En los últimos sondeos quedan reflejadas en la predisposición de las termas
nos hablan de un frigidarium con un área pavimentada republicanas de L’Almoina en modernizar sus estan-
con opus signinum, y otra área pavimentada con opus cias; la remodelación, avanzada la primera centuria,
caementicium que limita con la natatio. de las termas de la muralla en Lucentum; o el novedoso
Finalmente, se puede afirmar que las termas oc- sistema de hypocaustum erigido en las termas mayores
cidentales estarían en uso al menos hasta la quinta de Edeta.
centuria. Se puede entender esta duración en activo
por la índole del edificio, ya que nos aventuramos a Referencias
afirmar las enormes dimensiones de la construcción,
pero también debemos ser conscientes del gran des- Escrivà Torres, V., 2014. La ciudad romana de Edeta,
conocimiento de una gran parte de la misma, y los En: Olcina, M. (ed.), Ciudades Romanas Valencia-
escasos datos encontrados hasta el momento. nas, MARQ, Alicante, 123-142.
Marín Jordá, C., Ribera i Lacomba, A., 1999. Las Ter-
6. Conclusiones mas romanas de L’Almoina. Quaderns de Difusió
Arqueològica 3, Ajuntament de València.
En este análisis de los restos más representativos Olcina Domènech, M. (ed.), 2009. Tossal de Mani-
de la arquitectura de las termas urbanas del área va- ses, Alicante. Arqueología e Historia. Lvcentvm,
lenciana destacamos dos aspectos. Alicante.
El primero hace referencia a la desigualdad de
Ramos Fernández, R., Ramos Molina, A., 2007. Las
construcciones correspondientes a la época republi- Termas Orientales de Ilici, CAESARAUGUSTA
cana, con un número muy limitado de éstas, frente a 78 – XXVI Congreso Nacional de Arqueología
un mayor volumen de las referidas a la época imperial. (Zaragoza-2001). Zaragoza, 545-554.
Esta desproporción posiblemente se deba a la inexis-
Ramos Molina, A., Tendero Porras, M., 2000. Dos
tencia de un pasado republicano en Edeta, el auge de
nuevos conjuntos termales en Ilici (La Alcudia,
Lucentum se experimenta a partir de época augustea e Elche), en Fernández Ochoa, C.; García Entero,
Ilici en época republicana es una absoluta incógnita, V. (Eds.), II Coloquio Internacional de Arqueo-
por lo tanto, no encontramos más ejemplos que el de logía en Gijón. Termas Romanas en el Occidente
Valentia de termas republicanas porque, seguramente, del Imperio, Gijón, 245-250.
no los hubo.
Ribera Lacomba, A., Jiménez Salvador, J. L., 2014. La
En segundo lugar, cabe poner de relieve la rele- imagen urbana de Valentia, En: Olcina M. (ed.):
vancia del mundo romano como enlace de construc- Ciudades Romanas Valencianas, MARQ, Alicante,
ciones entre el mundo etrusco y helenístico con las 143-166.
sociedades posteriores. Las construcciones analizadas
Sarabia Bautista, J., 2009. La arquitectura doméstica
son un buen ejemplo de la adaptación de los elemen- romana en La Alcudia de Elche. La Domus 5-F,
tos arquitectónicos anteriores a las nuevas técnicas Lvcentvm XXVIII, 89-110.
constructivas romanas; tal y como ocurre, entre otros,
en el caso de las termas mayores de Edeta (Escrivà, Tendero Porras, M., Ronda Femenia, A., 2014. La ciu-
dad romana de Ilici, En: Olcina, M. (ed.), Ciudades
2014: 129). Así pues, la continua evolución de los
Romanas Valencianas, MARQ, Alicante, 225-249.
complejos termales denota la importancia que dan
todas las ciudades romanas por mantener las instala-
1
Departamento de Prehistoria y Arqueología. C/María de Padilla s/n. 41004, Sevilla. luckyman76@hotmail.com
Resumen bernó entre los años 117 y 138 d.C. (Rodríguez Hidal-
go y Keay, 1995: 399; Morales Cara, 2005: 455; Amela,
Presentamos las nuevas hipótesis sobre el anfiteatro 2011: 31), artífice del anfiteatro ubicado al norte de la
de Italica, Santiponce (Sevilla) gracias a la consulta de ex- ciudad, al exterior de su pomerium. Desde su abandono,
pedientes, informes arqueológicos, archivos, ilustraciones
y los primeros planos oficiales del edificio. De esta forma, la ciudad ha sido mermada y expoliada. Gracias a la
vemos detalles que restituyen la concepción que de forma colmatación que presentó desde muy pronto el inte-
tradicional se ha tenido del edificio, con la inclusión de un rior del edificio, hemos podido realizar unas hipótesis
nuevo elemento estructural interior, que nos permite esta- que nos determinan una nueva composición estruc-
blecer su altura en proporción con la base de sus cáveas, y tural, llegando a disponer su restitución mediante la
un nuevo cálculo del aforo gracias a la determinación de su
diseño geométrico que permite la adaptación del edificio consulta de expedientes, archivos, ilustraciones y pri-
al terreno. meros planos oficiales del anfiteatro. Generalmente se
establecen tres niveles para el anfiteatro que resumi-
Palabras clave: Anfiteatros. Italica. Aforo. Restitución. No- mos de la siguiente forma: arena con foso bestiario y
vedades. galerías subterráneas; muro de podium; ima cavea con 8
filas de gradas; primera praecintio y muro de separación
Abstract o balteus; media cavea con 14 filas de gradas; cuerpo in-
Introducing the new hypothesis about the amphi- termedio como nueva aportación; segunda praecintio;
theater of Italica, Santiponce (Sevilla) through expedient summae cavea con 20 filas de gradas; porticus in summae
consultation, archaeological reports, files, illustrations and cavea, en un cuerpo de ático, en la que se estima al
official plans. Thus, we see details that restore the concep- menos la colocación de algunas gradas posiblemente
tion that traditionally we have about the building, with
desmontables; terraza superior y velamen. Estas nuevas
the inclusion of a new structural interior element, that it
also allows us to establish its height in proportion to the propuestas nos ha dado un aforo de 27829 frente a los
base of its steps, and a new calculation of capacity thanks 20000 y 25000 espectadores que se establecía (Gar-
to the determination of its geometric design that allows cía y Bellido, 1960: 120; Luzón, 1976: 130; Blázquez,
adaptation of the building to the ground. 1988: 181; Bellido, 2009: 35). La altura estimada con
esta restitución se eleva a 35,92 metros, en proporción
Keywords: Amphitheatres. Italica. Capacity. Restitution.
Newness. a la base de la cávea, siendo una cifra muy superior a la
planteada por Demetrio de los Ríos, con 22,46 metros
de altura, esclareciendo que el edificio presentaba una
restitución incompleta al no tener otros medios de
cálculo para continuar su investigación (De los Ríos,
1. Introducción 1862: 115-116).
285
José David Mendoza Álvarez
215; Larrey, Ramón y Verdugo, 1998: 1081; Pellicer, dos, así como un interior donde creemos apreciar el
1999: 178; Hidalgo, 2008: 223). cuerpo intermedio con numerosas entradas. En la
imagen posterior de Diego de Cuelvis (Fig. 2.3) ve-
3. Breve análisis historiográfico mos un edificio representado de forma idílica aunque
no por ello deja de presentarnos detalles, ya que apre-
Resumiremos los expedientes, informes e imá- ciamos tanto en el interior como en el exterior, nume-
genes que hemos analizados con el fin de comprobar rosas aperturas, pudiendo referirse las de su interior
que los restos del edificio del que se hablaba corres- a los vomitoria o a las puertas del cuerpo intermedio
ponden con las partes del tercer cuerpo hoy desapa- (Rodríguez Hidalgo, 2012a: 128; 2012b: 16).
recido. En el siglo XVI el edificio se encontraba muy
En 1548, Pedro de Medina describió los restos colmatado, emergiendo entre los cerros y los sedi-
de Italica como “pedazos de edificios muy antiguos”, mentos las partes aún en pie del tercer cuerpo. Por
y en particular, los restos del anfiteatro como “un co- ello numerosos autores confundieron el cuerpo in-
liseo con muchas puertas o ventanas” (De Medina, termedio que sobresalía, con lo que ellos creían que
1566: 52; De los Ríos 1916a: 388; 1916b: 8). El gra- era el podium, lo que nos marca en nuestra restitución
bador Flamenco Antón Van Den Wyngaerde dibujó unos cálculos de la altura de colmatación entre los 15
el anfiteatro en 1567 (Luzón, 1999: 25; Rodríguez Hi- metros hasta donde termina la media cavea, siendo tres
dalgo, 2010: 22; 2012a: 127; 2012b: 16), añadiendo la metros los indicados en los textos para este supuesto
leyenda: “Coliseo de Sebilia La Vechia alrededor tiene podium, dándonos un total de 18 metros de altura de
506 pasos” (Luzón, 1999: 27). Esta primera imagen sedimentación que oscilan según las intervenciones
artística (Fig. 2.1) no ha sido analizada en la forma de los autores de las centurias siguientes que realiza-
que debiera pues tan solo se aprecian restos sin escala, ron excavaciones para intentar encontrar la verdadera
muy colmatados, que parecen estar siendo desmon- arena. Respecto a ello, Demetrio de los Ríos a media-
tados (Bellido, 2009: 40). No obstante, si prestamos dos del siglo XIX señaló que ningún autor anterior
atención a los detalles podemos reconocer un cuer- pudo haber encontrado el auténtico podium pues éste
po intermedio, una serie de cunei o distribución por aún permanecía enterrado, aunque no propuso nin-
sectores en forma de cuñas, divididos por escalinatas, guna solución sobre qué era la estructura que se iden-
con sus vomitoria que eran los accesos que daban al tificaba entre los siglos XVII y sobre todo el XVIII
graderío desde el interior del edificio, colmatación de (De los Ríos, 1862: 24).
la arena hasta niveles muy elevados y destrucción de En el siglo XVII Rodrigo Caro identificó las
la parte superior y externa del edificio. En el dibujo de ruinas conocidas como “Sevilla la Vieja” con Italica
G. Braum de 1588 (Fig. 2.2) parece apreciarse cómo (García y Bellido, 1960: 63). Recoge del anfiteatro que
se intenta recrear los niveles superiores muy derrui- era una “obra insigne destruido en la mayor parte,
Figura 3. Estancias sobre planta de Golvín (1988) a la izquierda; fotografía del autor de la estancia sur del extremo menor.
pués aparecen nuevas descripciones del anfiteatro en una planta elíptica, deducimos que se trataba del se-
la obra de J. A. Cean Bermúdez (Matute y Gaviria, gundo cuerpo, entendiendo que los niveles inferiores
1827: 42; Carriazo, 1935: 31; León, 1993: 51; Luzón, que contemplamos en la actualidad se sustentarían
1999: 21). Poco tiempo después, en 1835 D. Robert mediante una entrada porticada al localizarse en las
publica su dibujo en la línea marcada hasta el momen- excavaciones del siglo XX un capitel corintio labrado
to (Luzón, 2003: 52; Gil y Pérez, 2007: 15; Rodríguez en todas sus caras y un tambor de columna.
Hidalgo, 2012b: 20), observándose aún una gran col-
matación del interior del edificio. Madrazo en 1839 4. Nuevas habitaciones interiores
describe el anfiteatro mencionando bóvedas rotas,
gradas melladas, cunei deformes y arcos desportillados A continuación presentamos las estancias refle-
(Madrazo, 1839: 98-101; De los Ríos, 1916a: 383). jadas en el plano de Demetrio de los Ríos de 1862,
En los años cuarenta del siglo XIX, Demetrio rectificado por la planta de J. C. Golvín de 1988 (Fig.
de los Ríos tuvo contacto con el edificio gracias a su 3) a lo largo de toda la galería anular bajo el podium
hermano José Amador de los Ríos. Describió un cu- como verdaderos espacios que han sido tapiados, y
nei completo correspondiente al tercer cuerpo, por lo no simples hornacinas como se cree hasta el momen-
que entendemos que aún en esos momentos, a pesar to, pues gracias a la utilización de una cámara endos-
de la gran colmatación interior, se distinguían res- cópica introducida por el hueco que produjo las aguas
tos de los niveles superiores (De los Ríos, 1862: 23). en una de ellas, pudimos contemplar tal disposición.
Mediante el estudio de su monografía, que mantiene Demetrio de los Ríos realizó un levantamiento
del edificio en el que se muestra la planta del mismo que la obstruye, a lo menos por aquella parte” (De
dividida por sectores, en la que se intentó representar los Ríos, 1916b: 19-20). Indicó que podía contemplar
todos los niveles del mismo (De los Ríos, 1862: 30), una bóveda alta, la cual no tenía acceso a las galerías
presentando el error de reconocer un edificio cons- radiales: “era verosímil el supuesto de que las memo-
truido desde el nivel de la arena, apoyando parte de radas galerías, cuya existencia estaba comprobada, y
sus graderíos norte y sur sobre dos cerros (Chisvert, no tenían comunicación algunas con las cuatro diago-
1987: 295; Fernández Gómez, 2007: 144; Beltrán For- nales (…) se impone la necesidad de investigar y des-
tes, 2002: 367; Beltrán Fortes y Rodríguez Hidalgo, cubrir el sitio por donde tuvieron natural acceso las
2004: 51; 2012: 30-31; Bellido, 2009: 61; Rodríguez galerías a que aludo y que permanecen desconocidas
Hidalgo, 2010: 30-31). Dispuso la existencia de unas e inexploradas” (De los Ríos, 1916b: 20).
estancias accediendo por la hornacina de la habita- La planta diseñada por Demetrio de los Ríos ha
ción sur del extremo del eje menor, hecho compro- sido recogida por numerosos autores que, en el me-
bado por Rodrigo Amador de los Ríos, quien, al igual jor de los casos, indican que su autor concurrió en
que Demetrio, cegó el vano por el que accedieron a determinados errores (García y Bellido, 1960: 120) lo
una galería paralela a la que transcurría bajo el podium, que contribuyó a descartar su dibujo (Fig. 4.1), a co-
sin ninguna otra salida al exterior aunque si hacia las piarse sin criterio metodológico o a eliminar lo que se
estancias determinadas (De los Ríos, 1862: 31; De los consideraba que sobraba de la imagen sin rigor cien-
Ríos, 1916b: 13-14). Demetrio situó un total de ocho tífico (Golvín, 1988: 202; Corzo, 1994: 188; Muñoz
habitaciones en su planta del edificio, cuatro en cada Garrido, 2002: 346). De esta forma, para nuestra in-
uno de los sectores norte y sur (De los Ríos, 1862: vestigación hemos seleccionado una serie de plantas
104; De los Ríos, 1916b: 19-20), además de las dos realizadas por distintos autores durante el siglo XX y
principales dispuestas en los extremos del eje menor. principios del XXI (Fig. 4.2-4), las únicas representa-
Tras describir que las mejores estancias se en- ciones que han sido publicadas en ámbito científico,
contraban en los extremos del eje menor, Demetrio y posteriormente repetidas o copiadas en otras tantas
de los Ríos determinó que en la habitación sur, “en publicaciones de divulgación científica. Así, traemos
el muro del fondo, cuyo espesor es de 2.14 m hay un a colación los diseños de R. Corzo (1994), L. Roldán
nicho de 2,50 m de alto por 1 m de ancho”, indican- (1994), P. León (2008), T. Bellido (2009), J. Beltrán y
do que “en la parte inferior de este nicho se practicó J. M. Rodríguez Hidalgo (2004), y J. C. Golvín (1988),
posteriormente un grande agujero que da paso có- para compararlas entre ellas y con la elaborada por
modamente a una persona, sin duda para explorar la Demetrio de los Ríos (1862). El elemento común lo
bóveda próxima y concéntrica a la elipse de la arena”, marca la existencia de las estancias centrales de los
y añadiendo que las estancias que se hallaron debían extremos del eje menor. De esta forma, las plantas
de tener la funcionalidad para el descanso de los ma- de M. Martí, publicada por B. Montfaucón (1711) y
gistrados, refiriéndose a las de los extremos del eje la de E. Flórez (1776), corresponderían a la del tercer
menor (Fig. 3), siendo las destinadas al uso de los gla- cuerpo, la recogida por el AHM (siglo XVIII) la inter-
diadores “los compartimentos restantes de la misma pretamos como la del cuerpo intermedio, y la de De-
nave anular” (De los Ríos, 1862: 36-37). Medio siglo metrio, con las salvedades propias, la determinamos
después, Rodrigo Amador de los Ríos comprobó di- para el segundo cuerpo (Matute y Gaviria, 1827: 42;
rectamente esta cuestión, indicando que “detrás de la Canto, 1999: 187; Luzón, 1999: 35; Bellido, 2009: 51;
galería anular, extrema por el interior, en la planta baja Beltrán Fortes y Rodríguez Hidalgo, 2004: 36; Salas,
a que vengo refiriéndome, y de los dos cuadrangulares 2004: 223; 2007: 20; 2009: 72; Caballos, 2010: 73).
departamentos de los ejes menor (…) hay otras gale-
rías normales y concéntricas a la elipse de la arena, las 5. Conclusiones
cuales han sido naturalmente practicables, y han cum-
plido un fin en el monumento” (De los Ríos, 1916b: En conclusión, debemos indicar que Demetrio
19). Rodrigo Amador de los Ríos estableció que “por de los Ríos realiza una planta del anfiteatro que la de-
medio del grande agujero abierto en época no señala- termina como elíptica y señala expresamente que no
da en el muro del fondo del mismo (…) y en la parte es ovalada (De los Ríos, 1862: 31; De los Ríos, 1916a:
inferior del nicho (…) he penetrado arrastrándome, y 400; Chisvert, 1987: 287; Golvín, 1988: 157; Wilson,
he tenido la ocasión de ver a favor de una candela, la 1993: 391; Corzo, 1994: 189; Bellido, 2009: 35; Jimé-
alta bóveda de la galería hasta donde llega casi la tierra nez Hernández, 2015: 130-131). En ella vemos que
Figura 4. Plantas del anfiteatro: 4.1.- Primer nivel según L. Roldán (1994), R. Corzo (1994), J. Beltrán y J. M. Rodríguez Hidalgo (2004) y J. C.
Golvín (1988); 4.2.- Segundo nivel según D. de los Ríos (1862); 4.3.- Cuerpo intermedio según el Archivo Histórico Militar (Salas, 2004: 682); 4.4.-
Tercer nivel según E. Flórez (1776).
mantiene un trazado continuo, con una escalera peri- el frontón de un templo, como pretendemos para el
metral que transcurría, según él, por el interior de los caso italicense (Esperandieu, 1933: 43).
muros (De los Ríos, 1862: 54), hecho que tras nuestra En su planta hemos apreciado una serie de deta-
digitalización, determinamos que sus medidas se co- lles en relación al por qué la establecemos como se-
rresponden con la planta total del edificio, lo que nos gundo cuerpo, proporcionándonos los detalles para
indicaría que determina un perímetro de un segundo establecer nuestras hipótesis comentadas con ante-
cuerpo, debiendo de ser sustentado mediante colum- rioridad. De esta forma vemos detalles tales como el
nas en sus sectores principales, proporcionándonos muro radial que cierra el podium, la escalera en “L” que
una fachada porticada según nuestra hipótesis, refor- representa en la galería principal, la galería que dibuja
zada por los restos materiales encontrados durante tras la estancia sur del extremo del eje menor, la esca-
las excavaciones de las entradas, en la que surgieron lera perimetral por el interior de los muros. También,
un capitel corintio labrado en todas sus caras, y un hemos reconocido ocho estancias en el nivel inferior,
fuste de columna, que podrían conformar la dispo- a las cuales se accedía, según Demetrio de los Ríos,
sición que hemos establecido al estilo del anfiteatro desde la galería que se encontraba tras las estancias
de Cagliari (Pala, 2002: 22; Dadea, 2006: 6-9), Pozzuoli centrales (De los Ríos, 1862: 104; De los Ríos, 1916b:
(Maiuri, 1955: 16) o Nemausus (Nimes) pues éste pre- 19-20) de los extremos del eje menor, comprobada
senta un cuerpo superior sustentado por pilares con mediante cámara endoscópica desde la galería bajo el
semicolumnas y una fachada en la que se representa podium, que nos indicaría la existencia de las estancias
que Demetrio había representado. Respecto a los mu- Chisvert Jimenez, N., 1987. Topónimos de Itálica: ur-
ros radiales de la galería principal parece representarlo banismo y arquitectura, Sevilla.
excesivamente alargados que indicaría que no se co- Corzo Sánchez, R., 2002. “La fundación de Itálica y
rresponde con el nivel inferior, así como presentando su desarrollo urbanístico”, en Jiménez Salvador, J.
una fachada cerrada supuestamente correspondiente L. y Ribera i Lacomba, A. (Eds.): Valencia y las
a los niveles superiores. Primeras Ciudades de Hispania, Valencia, 123-
135.
Referencias Corzo Sánchez, R., 1994. “El anfiteatro de Itálica”,
en Álvarez Martínez, J. M. y Enriquez Navascues,
Abascal, J. M. y Espinosa, U., 1989. La ciudad hispa- J. J. (Coords.): Bimilenario del anfiteatro Romano
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València, España. lucassaezgonzalez@gmail.com
293
Lucas Sáez González
se prefirieron el suicidio colectivo lanzándose a la hoguera con cadas fundaciones coloniales propiamente dichas de
sus riquezas.” (Aguado Bleye y Alcázar Molina, 1981). época orientalizante, arcaica o clásica, por lo que su
El puerto no fue fácil de ubicar para los historia- contacto con griegos, fenicios y púnicos, cuando es-
dores Polibio, Plinio y Livio. Las confusas indicacio- tos dominaban las rutas del Mediterráneo occidental,
nes se justifican debido al litoral con albuferas. Tiene recae sobre la participación de las poblaciones ibéri-
interés la repetición en distintos autores de la separa- cas. Podríamos tener en el Grau Vell un ejemplo de
ción que existe entre el oppidium de Sagunto y el mar. cómo se constituye un nexo con el tráfico marítimo
Fue en Almenara el primer lugar donde se dieron a a partir de un oppidum ibérico (Aranegui Gascó, 2011:
conocer ruinas junto a la costa, al norte del Palan- 28).
cia; esta zona ha contado tradicionalmente con mayor En cuanto al origen etimológico de Arse –
atención por parte de los estudiosos (Aranegui Gascó Saguntum podría afirmarse que se trata de un asen-
2011:25). Sin embargo, se pone en duda, por parte tamiento con dos sectores distintos integrados polí-
de los arqueólogos que han realizado prospecciones ticamente y que por su especial posición geográfica
y excavaciones en la zona, que el puerto de Arse – servía de nexo de comunicaciones entre el norte y el
Saguntum estuviera en Almenara, ya que lo que se sur del litoral peninsular y entre Ibiza y el territorio
conserva en el Punto del Cid es de época visigoda. ibérico central, convirtiéndose, así, en un emporio. La
(Arasa i Gil, 1998: 129-145; 2000: 113-118). optimización de su potencial viario le llevó a suspen-
La ubicación acertada del primer puerto romano der su antiguo nombre en favor del que le vinculaba
de Sagunto, como un enclave estratégico en el comer- a Roma, quien le puso en la historia y le dotó de un
cio mediterráneo la da Bru i Vidal (1963: 174) cuando origen mítico. (Aranegui Gascó, 1994: 31)
asegura: “La arqueología nos ha enseñado el verdadero puerto La primera trasformación urbanística de enver-
de Sagunto romano en el lugar denominado El Grau Vell, gadura en el puerto de Sagunto corresponde a la eta-
donde hay unos muros hoy sumergidos bajo el agua, una gran pa posterior a la Segunda Guerra Púnica. Una redis-
cantidad de ánforas sumergidas y una necrópolis romana tardía tribución de las dependencias, dispuestas en sentido
en la orilla de la misma playa.” perpendicular al mar y organizadas alrededor de una
Los argumentos empleados para la ubicación del torre. Las prospecciones arqueológicas relacionan un
puerto por Bru i Vidal no son baladíes; es bien co- dique de más de 10 metros de anchura y unos 130
nocido que la maniobra de aproximación a la costa metros de longitud que finaliza en una plataforma de
es uno de los puntos más delicados en la navegación 25 metros de diámetro, ¿Podría tratarse de un faro?
y uno de los momentos más habituales para que se Con la torre y las estructuras perfectamente orienta-
den los naufragios. Las embarcaciones de gran calado das para proteger el puerto de los temporales y co-
necesitan hacer un trasvase de mercancías, por lo que, rrientes marinas más fuertes, de constatarse la data-
a lo largo de estas operaciones de carga y descarga, se ción romana-republicana que propone Carlos de Juan
producían pérdidas de ánforas que iban a dar al fondo (De Juan Fuertes, 2002: 115) Tendríamos un puerto
del mar. bien señalizado y con un elemento defensivo en tie-
En diversas publicaciones se indica la posibilidad rra firme, un modelo que en el Mediterráneo no se
de que existiera una dípolis o ciudad doble a raíz de produce con anterioridad a la época helenística. La
la doble toponimia Arse-Saguntum; se plantea que el explicación a todas estas mejoras técnicas, tiene que
asentamiento marítimo podría haber sido creado por ver con la conexión directa del Grau Vell con Roma.
una comunidad extranjera con presencia de griegos o En la fase comprendida entre finales del siglo III d. C.
bien funcionar como un emporio comercial de mu- y principios del siglo VI d. C.; el puerto conserva su
chas etnias (Aranegui Gascó, 2011: 27). A través de emplazamiento; lo que se produce es la subdivisión de
la numismática, se ha incidido en la cuestión de la los espacios de almacenaje con uso de técnicas cons-
toponimia (Ripollès Alegre et al., 2002). Teniendo en tructivas muy simples, de poca consistencia y tamaño,
cuenta los textos clásicos que insisten en la distancia a la vez que se dividen algunos de los espacios largos
existente entre Sagunto y el mar, se daría la situación y estrechos que anteriormente se usaban para alma-
de contar con dos núcleos urbanos siendo el de nom- cenar mercancías, aparecen habitaciones con dolias,
bre indígena el más próximo al mar, mientras que el propias del trasporte de bienes a granel , esto corres-
que cuenta con una etimología clásica sería el que se ponde con la circulación de barcos de 8 a 10 metros
encuentra situado a mayor altura. Se da el caso de que de eslora. (Aranegui Gascó, 2011: 36).
la costa de la provincia de Valencia no posee testifi-
marinas era además de la parte más visible, segura- nas y mercancías pueden efectuarse casi en cualquier
mente, la más importante, de todas las actividades lugar del litoral, pero cuando el volumen del porte
económicas (Costa et al., 2012). aumenta, los problemas se multiplican, por lo que es
El Estrecho de Gibraltar ha sido, y sigue siendo, necesaria la construcción de un embarcadero y dique
un punto de interés geopolítico internacional, en él de refugio. Pero, las escasas condiciones naturales
se dan cita dos importantes ejes, el norte sur, Euro- presentes en la ensenada y el flujo de viento SE y SW,
pa y África, y el este oeste, Mediterráneo y Atlántico. persistentes en la zona, nos hacen pensar en la nece-
Durante la antigüedad existían en esta costa refugios sidad de una estructura portuaria.
portuarios que servían de resguardo para los barcos Entre 1999 y octubre del 2001, el Instituto An-
que surcaban esta agua. daluz del Patrimonio Histórico de la Consejería de
Con la nueva política de apertura de Roma al At- Cultura de la Junta de Andalucía en colaboración con
lántico iniciada por César para poder explotar la ruta el Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia, acome-
marítima atlántica y la consiguiente anexión, tras la tieron un proyecto de investigación (García Rivera et
conquista, de los terrenos del antiguo reino de Mau- al., 1999). Se valoró la posible presencia de estruc-
ritania Tingitana, se dio una forma de organización turas portuarias sumergidas o enterradas. Las inves-
política, una clara jerarquía parece desprenderse del tigaciones han permitido conocer que las subidas y
tipo de asentamientos enclavados a partir de este mo- bajadas del nivel eustático acabaron provocando una
mento a orillas del Estrecho (Ripoll Perelló, 1988). Se laguna litoral, que se puede constatar a partir de 1850
vio la necesidad de dar con una ciudad en el norte del a. C. y que se mantuvo en el tiempo aún en época
Estrecho que hiciera de cabeza y control para la nue- romana. Sobre la laguna se entiende que se constru-
va ruta de hacia África. Carteia (Actual San Roque), yen estructuras portuarias para facilitar las labores de
en la parte oriental del Estrecho, estaba visiblemente carga, descarga y fondeo de embarcaciones a resguar-
desplazada del eje de Tingis (En la parte occidental y do de vientos y corrientes (García Vargas y Alonso
sobre el Atlántico). La difícil navegación conducía a Villalobos, 2003). La situación cambió entre el siglo
tener que encontrar un punto de enlace con mejores II a. C. y el II d. C. La disminución de la barrera are-
condiciones, este era, sin duda, Baelo Claudia, por las nosa que cerraba la antigua laguna y un progresivo
especiales condiciones geomorfológicas y climáticas debilitamiento de la playa, provocó la colmatación de
de su marco geográfico. La existencia de corrientes la laguna navegable, debido a lo cual, las estructuras
marinas en la zona, facilita la navegación entre ambos construidas durante época romana quedaron sepulta-
puntos y la proximidad de ambas ciudades, visibles das. Se han detectado posibles estructuras bajo la are-
entre si, justifica esta decisión (Dardaine et al., 1983). na de playa, al oeste de la desembocadura del arroyo
Es con estas condiciones con las que se debe enten- las Villas, que apoyan la teoría de que Baelo Claudio
der a Baelo Claudia como puerto donde generalmen- era la puerta de África en el Estrecho (García Vargas
te se embarca hasta Tingis (Gozalbes Cravioto, 2000) y Alonso Villalobos, 2003).
Por Vitruvio sabemos que, ya en la época roma-
3.1 Baelo Claudia como puerta a África na, se disponía de los conocimientos técnicos que
permitían asumir complejas obras de ingeniería civil.
Los anteriores estudios de investigadores ve- En su capítulo XIII del Libro V de su tratado sobre
nían a decir que las naves romanas podrían fondear arquitectura indica las pautas técnicas para la reali-
supuestamente sin problemas frente a sus costas en zación de obras portuarias en tierra y bajo el agua.
la zona más occidental de la ensenada y mediante la Adecuándose a las diversas condiciones del terreno.
ayuda de un muelle de aproximación sobre pilotes Vitruvio nos muestra como en algunos casos, una
se podría comunicar del fondeadero a la costa (Mar- construcción en la línea de costa se podrá comunicar
tín Bueno, 1993). Otros, ante la falta de evidencias mediante calles al mercado y a la urbe.
de estructuras portuarias permanentes y teniendo en Las informaciones facilitadas por los habitantes
cuenta las condiciones desfavorables climatológicas del lugar, aseguran que justo en esta zona, con an-
para un fondeadero seguro, han llegado a plantear terioridad a los años sesenta, eran visibles restos de
la hipótesis de que el supuesto puerto se encontrase muros con arcos bajo los cuales se podía pasar bu-
enclavado en el estuario del río Barbate, ya que está ceando. No es de extrañar que dichos restos estén hoy
mejor capacitado que la propia Ensenada de Bolonia. día ocultos bajo la arena, si tenemos en cuenta que a
Las pequeñas maniobras de transporte de perso- principios de los años sesenta se tomó la decisión de
1
GEAAT. Departamento de Historia, Arte y Geografía. Universidad de Vigo. Pabellón 1, 1ª Planta. Campus As
Lagoas s/n, 32004 Ourense, España. lauracasalf@gmail.com
Resumen early fourth century and the middle of the fifth century,
and it is considered as one of the most studied and best
El presente artículo pretende ofrecer un acercamien- known villæ of the northwest of the Iberian peninsula.
to al tema de la explotación de los recursos marinos en la Toralla is located in the geographical area of the Rías
Gallaecia a través del estudio de los restos muebles e in- Baixas in Galicia, a site traditionally suitable for the deve-
muebles exhumados en la villa romana de Toralla (Vigo, lopment of fishery activities. This coastal strip experiences
Pontevedra), cuya ocupación discurre entre inicios del a high density of occupation in Roman times, economis-
siglo IV y finales del V, y que es considerada a día de hoy tic, which is reflected in the foundation of production es-
como una de las villæ más estudiadas y mejor conocidas del tablishments as villæ maritimae, cetariae, campi salinarum
noroeste peninsular. and figlinae, as well as other settlements of typological
Toralla se localiza en el ámbito geográfico de las Rías ascription still to be defined. The partial discovery of the
Baixas gallegas, un enclave tradicionalmente apto para el remains of an evaporation saltwoks nearby the villa offers
desarrollo de las actividades haliéuticas. Esta franja costera us the opportunity to approach the study of an extractive
experimenta en época romana una alta densidad de ocu- activity, obtaining salt from sea water, whose ruins are not
pación, de carácter economicista, que se plasma en la fun- usually archaeologically “visible”. Moreover, marine fauna
dación de establecimientos productivos como villæ mari- remains were recovered, mainly marine molluscs, and a
timae, cetariae, campi salinarum y figlinae, así como otros wide range of fishing gear and possible shellfishing tools.
asentamientos de adscripción tipológica todavía pendien- All this helps us understand aspects that have to do with
te de definir. El descubrimiento parcial de una salina de economic activities developed by the villa inhabitants, but
evaporación en las inmediaciones de la villa nos ofrece la also with their daily life, which inescapably elapsed linked
oportunidad de aproximarnos al estudio de una actividad to the sea.
extractiva, la de obtención de sal a partir de agua de mar, Thanks to the intense excavation campaigns carried
cuyos vestigios no son habitualmente “visibles” desde un out since the last decade of the last century, and the scienti-
punto de vista arqueológico. Por otra parte, se recupera- fic research associated, the Roman villa of Toralla becomes
ron restos de fauna marina, fundamentalmente de mala- a paradigm of marine resources exploitation in Antiquity
cofauna, y una amplia gama de instrumentos de pesca y de in the northwest of Iberian peninsula.
posibles útiles de marisqueo. Todo ello nos ayuda a com-
prender aspectos que tienen que ver con las actividades Keywords: Gallaecia. Vigo sea loch. Salting activity. Fishing.
económicas desarrolladas por los pobladores de la villa, Shellfishing.
pero también con su vida cotidiana, que ineludiblemente
transcurrió ligada al mar.
Gracias a las intensas campañas de excavación lleva-
das a cabo desde la última década del siglo pasado, y a la
investigación científica asociada, la villa de Toralla se con-
vierte en paradigma del aprovechamiento de los recursos 1. Introducción
marinos durante la Antigüedad en el ámbito del noroeste
peninsular. La villa romana de Toralla (Vigo, Pontevedra) se
localiza en un pequeño promontorio que se adentra
Palabras clave: Gallaecia. Ría de Vigo. Actividad salazonera.
Pesca. Marisqueo.
en la margen sur de la ría de Vigo, entre dos arenales,
la playa de O Vao al noreste y la playa de Canido al
Abstract suroeste, en una ubicación idónea para el desarrollo
de su vocación marítima. Las primeras referencias de
This article tries to offer an approach to the issue of
vestigios arqueológicos en el lugar se deben a las incur-
the marine resources exploitation in the Roman province
of Gallaecia by studying the movable and immovable ar- siones ocasionales realizadas por la familia Mirambell,
chaeological remains exhumed in the Roman villa of To- concesionaria de la finca desde inicios del siglo XX.
ralla (Vigo, Pontevedra), whose occupation runs between La adjudicación de este derecho de explotación sirvió
299
Laura Casal Fernández
Figura 2. Mapa con la representación de asentamientos litorales en época romana y de la circulación actual de corrientes marinas (Souto et al., 2003)
en la región de las Rías Baixas. Fotografías antiguas de la descarga de sal en puertos gallegos (1. Foto Caamaño, ca. 1928; 2. Foto Caamaño, ca. 1929).
La disposición de las cubetas excavadas sugiere lámina de agua que esta debería contener.
una extensión de la salina hacia la depresión coste- En el estado actual del conocimiento resulta im-
ra del Vao, zona que originalmente estuvo ocupada posible definir el tamaño de las balsas y, por ende, de
por una extensa junquera en un entorno de dominio la instalación salinera. El área excavada nos permi-
intermareal. Es muy probable que el topónimo Vao te conocer la anchura de los tanques, de aproxima-
(charco) haga referencia precisamente a esa zona pan- damente siete metros, pero no su longitud, dada la
tanosa que habría caracterizado el lugar ya desde la desaparición de la estructura hacia el este, como con-
Antigüedad. En el frente marítimo, la marisma estuvo secuencia de procesos naturales y/o antrópicos de ig-
delimitada seguramente por un tómbolo, que conec- norada índole ocurridos en algún momento anterior
taba la actual isla de Toralla con tierra firme (Martínez a la excavación de la salina. En todo caso, sí se puede
y Costa, 1997). Estas condiciones (marisma y barra afirmar la existencia de, al menos, cuatro tanques dis-
de arena) son muy similares a las de la antigua playa puestos en batería en dirección SO-NE. Atendiendo
de O Areal de Vigo, donde se localiza otra instala- al antiguo trazado del Rego do Vao, se ha estimado una
ción salinera antigua, en este caso de una dimensión extensión total de unos 1500 m². No obstante, la hi-
mucho mayor (alrededor de 8 ha.), y de cronología pótesis de prolongación de la salina hacia el noreste
altoimperial (César, 2010; Iglesias, 2010; Currás, 2014: no ha sido todavía refrendada. De hecho, los trabajos
802-809). Estos ambientes marismeños parecen ha- de seguimiento arqueológico desarrollados en las in-
ber caracterizado las orillas de la ría de Vigo duran- mediaciones del yacimiento (Pérez, 2005; Rodríguez,
te la Antigüedad, propiciados por las condiciones de 2010) no han revelado restos de estructuras de la sali-
aislamiento de la ría como consecuencia de los pro- na ni indicios de su presencia pretérita. Pese a los re-
cesos hidrodinámicos desencadenados por una pre- sultados obtenidos, conviene advertir la presencia de
dominancia de vientos procedentes del sur y por los secuencias estratigráficas muy alteradas, lo que proba-
episodios de lluvia asociados (Diz et al., 2002). blemente explica de manera indirecta la desaparición
Los tanques exhumados presentan forma rec- parcial de la salina.
tangular, con un suelo de matriz arcillosa nivelado e En relación a la datación de la estructura, la
impermeable, sin que se haya detectado pavimento proximidad física y la correlación estratigráfica con
de losas bajo el mismo. Los límites de las balsas es- la villa sugieren la coetaneidad entre ambas (ss. IV-V
tán definidos por piedras de granito hincadas verti- d.C.). Por otra parte, el único resto material asociado
calmente. Las estructuras excavadas fueron asociadas es una olla de cerámica común rota in situ sobre la
con la última fase del proceso productivo, es decir, se superficie de la salina (Pérez et al., 2008), de difícil
interpretaron como tanques de cristalización (Pérez datación (¿s. IV?), pero que nos permite suponer que
et al., 2008), teniendo en cuenta tanto su cota relativa la salina ya había sido abandonada y amortizada en
(entre 38 y 83 cm. por encima del nivel máximo de algún momento de la vida útil de la villa. Atendiendo
pleamar actual) como la escasa altura (entre 5 y 10 a la actividad desarrollada por las factorías de salazón
cm.) alcanzada por algunas de las losas delimitadoras de las Rías Baixas, sabemos que ciertos establecimien-
de las balsas. Las diferencias de cota entre los tres tan- tos habrían permanecido en uso hasta bien entrado
ques exhumados (6,00/6,20/6,45) deben de respon- el siglo IV, momento a partir del cual se produce la
der a una adaptación de la salina al relieve del terreno. decadencia y colapso de la producción de derivados
Las piedras hincadas, además de delimitadoras de las piscícolas a nivel industrial. A partir de este momento,
cubetas, cumplen también una función estructural ciertas factorías comienzan a amortizar sus estructu-
destinada a contener y regularizar la pendiente del ras para dotarlas de otros usos diferentes a su función
terreno. Este procedimiento constructivo explica las conservera primigenia (Fig. 2). Ignoramos cuándo
diferencias en la altura a la que sobresalen las piedras fue construida la salina, quizás en época altoimperial
hincadas sobre el pavimento de los tanques a lo largo como la de O Areal de Vigo y, por tanto, anterior
de su perímetro. También justifica la presencia de dos a la villa. También resulta razonable proponer como
hileras paralelas en el margen norte del único tanque hipótesis de trabajo que el funcionamiento de la sa-
excavado en toda su anchura: la fila exterior está ejer- lina se prolongase hasta el s. IV, coincidiendo con la
ciendo una función de separación entre balsas y de primera fase de vida de la villa. Este planteamiento
contención del terreno, mientras que la interior, de entiende el conjunto (villa y salina) como una unidad
factura mucho más cuidada, sirve para regularizar la destinada a la producción y abastecimiento de sal a
superficie interior de la cubeta y acotar el nivel de la un mercado articulado a nivel local/regional, en una
y anzuelo, y plantean su posible utilización para el ca altoimperial, cuando la red costera de asentamien-
lastrado de artes de diversa envergadura, tal vez para tos de carácter habitacional parece dominada por po-
fondear los extremos de redes de deriva. blados de raíz indígena.
La profusión de pesas plúmbeas, que por tanto
no fueron aprovechadas para el reciclado del metal, Agradecimientos
constituye un factor indicativo de la riqueza del posesor
de la villa, evidenciado anteriormente por la presencia Deseo expresar mi gratitud al Prof. Fermín Pérez
de otros elementos, como aquellos que tienen que ver Losada y al Prof. Carlos Souto Torres.
con la dotación arquitectónica del edificio principal.
Por otra parte, el hallazgo de un elemento de plomo Referencias
identificado de manera preliminar con la preforma
de un lastre de red, así como la presencia de escorias Abad Vidal, E.A., 1998. Sondeos arqueológicos en la
de bronce, plantean la posible fabricación de apare- parcela nº24 del castro de la isla de Toralla (Vigo).
jos por parte de los piscatores dentro del dominio de Informe de valoración, Vigo.
la villa. En este sentido, resulta contradictoria la casi Bernal Casasola, D., 2010. Fishing tackle in Hispania:
total ausencia de agujas, tan solo un ejemplar férrico, reflections, proposals and first results. En Be-
y de lanzaderas, dada su necesaria intervención en la kker-Nielsen, T., Bernal Casasola, D. (eds.): An-
manufactura de redes de pesca. cient nets and fishing gear. Proceedings of the
En cuanto a la distribución de los instrumentos International workshop on “Nets and fishing gear
pesqueros en el núcleo principal de la villa, el “Sector in Classical Antiquity: a first approach”, 2007, Mo-
nographs of the Sagena Project 2, UCA Servicio
Mirambell” aglutina casi la mitad de los hallazgos, lo
de Publicaciones, Cádiz, pp. 83-137.
que favorece su posible interpretación haliéutica. Un
40% fue recogido en sectores correspondientes con Castro Carrera, J.C., 2007. La salina romana del yaci-
funciones serviles, y solamente un 13% procede de miento de “O Areal”, Vigo (Galicia): un complejo
dependencias del área residencial de la villa. Por otra industrial salazonero altoimperial. En Lagóstena,
L., Bernal, D., Arévalo, A. (eds.): Actas del Con-
parte, en el sector localizado en el C.I.M.R. se docu-
greso internacional CETARIAE 2005. Salsas y
mentaron un total de ocho pesas. Resulta muy signifi- salazones de pescado en Occidente durante la An-
cativa la concentración que acompaña el hallazgo de tigüedad, BAR (IS) 1686, Barhedges Ltd., Oxford,
ciertos conjuntos de pesas, relacionada posiblemente pp. 355-365.
con el depósito o almacenamiento de redes de pesca
César Vila, M., 2010. Escavación arqueolóxica en área
en determinados sectores, y de las cuales únicamen- da parcela 4 da Unidade de actuación I-06, Rosalía
te se han conservado los elementos que funcionaban de Castro nº 2, Vigo. Actuacións Arqueolóxicas,
como lastre. Ano 2008, 202-203
Currás Refojos, B.X., 2014. Transformaciones socia-
4. Consideraciones finales les y territoriales en el Baixo Miño entre la edad
del hierro y la integración en el imperio romano.
En la villa de Toralla se pone de manifiesto la Tesis doctoral, Santiago de Compostela.
implementación del modelo romano de aprovecha-
miento de los recursos marinos, evidenciado en la Diz, P, Francés, G., Pelejero, C., Grimalt, J.O., Vilas,
F., 2002. The last 3000 years in the Ría de Vigo
ampliación del área de captación, el uso de técnicas
(NW Iberian Margin): climatic and hydrographic
más efectivas, la intensificación de la actividad y la signals. The Holocene, 12(4), 459-468.
producción de excedentes con fines comerciales. In-
mersa en un entorno especialmente propicio para la Fernández Rodríguez, C., 2000. Los macromamíferos
actividad pesquero-conservera, la base económica de en los yacimientos arqueológicos del noroeste pe-
ninsular. Tesis doctoral, Santiago de Compostela.
la villa debió de girar en torno a la pesca y a la produc-
ción de sal a escala local/regional, al menos durante González Gómez de Agüero, E., 2013. La ictiofauna
sus primeras fases de vida. Quedan por averiguar to- de los yacimientos arqueológicos del noroeste de
davía aspectos clave de la actividad en la región de las la Península Ibérica. Tesis doctoral, León.
Rías Baixas, tales como las especies destinadas a la Hidalgo Cuñarro, J.M., Costas Goberna, F.J., 1982. La
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en el occidente del Imperio: arquitectura y fun-
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Pérez Losada, F., Vieito Covela, S., Fernández Fer-
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(Vigo): una innovadora propuesta de tratamiento
Sondeos arqueológicos valorativos manuales, am-
y presentación de un yacimiento arqueológico ex-
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1
Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. Edif. Interfacultativo,
Avda. Los Castros, 52. 39005 Santander, España. a.garcia.escarzaga@gmail.com; javirosantos@gmail.com
Resumen tions. This study also suggests the importance of the sea
routes for the development of trade and the transmission
Las actividades comerciales y el asentamiento en la of material goods, but also for the diffusion of ideas and
península ibérica de poblaciones procedentes del Medi- the transformation of the human groups who received
terráneo oriental, provocó importantes transformacio- these.
nes sociales y económicas en el seno de las comunidades
endógenas en la primera parte del I milenio a.C. Esta in- Keywords: Phoenician colonization, Tartessos, Orientalizing
vestigación pretende realizar un estudio de los contextos period, Burial ritual, Social stratification.
funerarios y religiosos de Tartessos, con el objetivo de va-
lorar el grado de desigualdad social de estas poblaciones,
así como las transformaciones de sus estructuras desde el
Bronce Final hasta época ibérica. La información disponi-
ble muestra que el contacto de los grupos indígenas del su-
roeste peninsular con los fenicios aceleró las dinámicas de 1. Introducción
cambio social existentes a finales del II milenio, provocan-
do un proceso de jerarquización social que cristalizó en el Tartessos (Fig. 1) se ha convertido en una de las
periodo orientalizante (VIII-VI a.C.). Esta modificación
alcanzó su cenit en época ibérica (VI-I a.C.), momento entidades protohistóricas de mayor interés, siendo
en el que surgió una monarquía sacralizada en el sentido uno de los enigmas más atractivos para la investiga-
oriental. Este estudio pone de manifiesto la importancia ción arqueológica. Es tal la magnitud de los estudios
de las vías marítimas como mecanismos para el desarrollo y tan amplia la información al respecto, que como
del comercio y la transmisión de bienes materiales, pero señaló Aubet (2000: 11), estamos ante “uno de los
también para la difusión ideológica y la transformación de
las sociedades receptoras. episodios históricos mejor conocidos de la España
prerromana”. En este sentido, tampoco desentona la
Palabras clave: Colonización fenicia, Tartessos, Periodo reflexión de Celestino (2008: 93), quien afirmó que
orientalizante, Ritual funerario, Estratificación social. este asunto “ha centrado la mayor parte del debate
histórico del final de la prehistoria en la península
Abstract ibérica”. Desde esta perspectiva, uno de los aspectos
The commercial activities and the colonial settle- más estudiados ha sido el de las relaciones con las co-
ments of the populations coming from East Mediterra- munidades orientales, sobre todo fenicios. Relaciones
nean in Iberian Peninsula provoked important social and que se gestaron al calor de las florecientes redes de
economic transformation in the endogenous communi- comercio en el área mediterránea.
ties. This research aims to perform a study about the bu-
Estas relaciones comerciales, constatadas desde
rials and religious assemblages in the Tartessos area, with
the objective of determining both the social inequalities finales del II milenio a.C., aumentaron progresiva-
in these populations and the evolution of structural trans- mente hasta alcanzar un carácter colonial a princi-
formations from Late Bronze Age to Iron Age. The data pios del siglo VIII a.C., pese a documentarse asen-
available up to now suggest that the relationships between tamientos estables en momentos previos en Huelva
both communities aggravated the inner transformation
o Cádiz. La presencia de comunidades exógenas en
that these indigenous groups had suffered since II millen-
nium BC, provoking a social stratification process in the los territorios peninsulares tuvo como resultado una
endogenous communities. This transformation emerged cantidad ingente de transformaciones en el seno de
strongly in the Orientalizing period (VIII-VI BC) and las poblaciones endógenas, siendo más visibles aque-
reached its vzenith in the Iberian period (VI-I BC), when llas de orden económico o material. Sin embargo, no
the monarchy was sacralised following the oriental tradi-
pueden ser desdeñados los cambios sociales e ideoló-
307
Asier García-Escárzaga y Francisco Javier Rodríguez-Santos
gicos, por ser incluso más profundos y duraderos que 2. Contexto histórico: síntesis de la evolución
los primeros. Por tanto, el objetivo planteado en este y transformación estructural de Tartessos
trabajo es valorar y caracterizar las transformaciones
que sufrieron los grupos indígenas tras los contac- Cronológicamente, este estudio se enmarca entre
tos con las sociedades procedentes del Mediterráneo el Bronce Final y los inicios de la Edad del Hierro, pu-
oriental, especialmente aquellas que se refieren al or- diendo distinguir dos fases, definidas en función del
den social e ideológico. Con el propósito de estudiar tipo de contactos mantenidos con las comunidades
estos cambios, se ha puesto énfasis en el estudio de exógenas del Mediterráneo oriental. Una primera fase
los contextos funerarios y religiosos, por ser registros precolonial, referida al periodo del Bronce Final que
que permiten hacer una aproximación a las variacio- abarca desde finales del II milenio hasta principios del
nes en el ideario colectivo de estas poblaciones. siglo VIII a.C., y una segunda fase, denominada pe-
riodo orientalizante, y cuyo final se sitúa a mediados
del siglo VI a.C., ya en la Edad del Hierro (Pellicer,
1982; 2010). Al mismo tiempo, es necesario hacer re-
Figura 1. Localización de Tartessos en el suroeste peninsular y de los principales yacimientos arqueológicos citados en el texto.
ferencia a contextos de época ibérica (V-III a.C.), para 3. Sociedad del SO peninsular en época pre-
una mejor comprensión de los procesos estudiados. colonial (c. XI-IX a.C.)
La escasa información relacionada con los con-
textos funerarios (Celestino, 2001: 278) y los asen- La información relativa a las características so-
tamientos indígenas (Aubet et al., 1983: 138; Ruiz ciales durante la fase precolonial es relativamente es-
Gálvez, 1995) para la época precolonial no permite casa, restringiéndose en su mayor parte a las estelas de
realizar un estudio en profundidad de los mecanis- guerreros, cuya funcionalidad y significado es todavía
mos de interacción entre ambas comunidades. No dudoso (Kristiansen y Larsson, 2006: 275). No obs-
obstante, la relación entre ellas debió ser asimétrica, tante, Galán Domingo (1993: 62) y Celestino (2001:
no estando el estatus preminente de los fenicios sus- 296) sostienen que han de ser entendidas como un
tentado en la fuerza (Ruiz Mata, 1991). En este senti- indicio de jerarquización. La existencia de cierta di-
do, los mecanismos empleados por los fenicios para ferenciación social previa a la colonización fenicia,
favorecer la buena marcha de sus intereses pueden parece deducirse también del depósito de bronce re-
sintetizarse en la elaboración de pactos, formulados cuperado en la ría de Huelva, que para Ruiz Gálvez
con la intención de atraer a los sectores más influ- (1995) marca la preeminencia de ciertos personajes
yentes de las comunidades autóctonas (López Castro, sobre el resto de la comunidad.
2005), dando así lugar a la formación de las “tumbas La información disponible sugiere que existió
principescas” (Aubet, 1990). una vinculación entre estas élites locales y los co-
A pesar de la importancia de estos primeros con- merciantes procedentes del Mediterráneo oriental,
tactos durante la época precolonial, son los derivados como así se deduce de la representación de objetos
de la fase colonial posterior (periodo orientalizante) de adscripción fenicia en las estelas (Galán Domin-
los que produjeron transformaciones estructurales go, 2007: 8-9; Celestino, 2008) y de las características
de mayor calado y perdurabilidad. Estos cambios tipológicas de los propios materiales recuperados de
pueden constatarse a través del urbanismo (Delga- la ría de Huelva, similares a los documentados en el
do, 2008), el aprovechamiento del territorio (Barce- Mediterráneo oriental (Celestino, 2008). Este contac-
ló, 1995), el aumento demográfico (Celestino, 2001: to con las comunidades exógenas debió incrementar
289-295) y la evolución de la agricultura (Wagner y las dinámicas de cambio que se estaban produciendo
Alvar, 1989; 2003). Por contra, López Castro (2005) en el seno de las poblaciones autóctonas de carácter
consideró que la transformación económica más im- segmentario (López Castro, 2005). En base a ello, se
portante es la que se refiere a la concepción misma ha sustentado que los fenicios establecieron sus asen-
del valor de los bienes, pues si inicialmente para la tamientos en escenarios con un proceso incipiente
población autóctona los objetos poseían un valor de de estratificación social (Delgado, 2000), ya que este
uso, posteriormente adoptaron el sentido otorga- factor debió de ser una condición sine qua non para
do por los fenicios, es decir, un valor de cambio o la instauración de un comercio estable y duradero
monetario. Esta metamorfosis económica debió ser (Aubet, 1990). Estas jefaturas incipientes, que para
de tal magnitud, que los fenicios debieron volverse algunos autores todavía no presentarían una relativa
dispensables a finales del siglo VII a.C. Como mues- complejidad (Wagner, 1983; 1995; Carrilero, 1993), y
tra el escaso efecto de la caída de Tiro, la existencia que tampoco habrían logrado institucionalizarse, de-
de producciones y circuitos de intercambios propios, bieron reivindicar sus derechos adquiridos mediante
una intensificación de las relaciones con otras colo- “actos públicos de generosidad calculada” (Ruiz Gál-
nias fenicias y el control desde Gádir de importantes vez, 1995: 135).
rutas comerciales (Delgado et al., 2000). Además, se Al margen de las diferentes consideraciones
produjo una transformación ideológica que permitió sobre el grado de complejidad que alcanzó la
la gestación de una nueva estructuración social, docu- estructura social de las poblaciones indígenas durante
mentada, entre otras manifestaciones, por medio de época precolonial, que en última instancia deriva de la
variaciones en el ritual funerario (Wagner, 1995: 120), propia definición que se tenga sobre el concepto en
aspecto que será estudiado en este artículo. sí mismo (Wagner, 1995), los datos sugieren que se
venía produciendo una alteración del orden interno
de estas comunidades desde el Bronce Final en el
suroeste peninsular. Sin embargo, es el contacto,
acentuado por el asentamiento de los grupos
procedentes del Mediterráneo oriental, el factor que diferenciación debió comenzar a ser institucionalizada
impulsó este proceso, permitiendo el control de los en un momento relativamente tardío del periodo
bienes de intercambio y de los objetos de prestigio orientalizante (Aubet, 1982), que coincidirá con los
de procedencia fenicia por parte de las elites locales túmulos A, E y H de este complejo funerario de
(Wagner, 1995). Aspecto este último que contribuyó a Setefilla (Aubet, 1981: 97)
generar una “coincidencia de intereses entre el grupo El túmulo A de Setefilla (VII-VI a.C.) es un
indígena dominante y el elemento colonial” (Alvar, arquetipo de esta paulatina jerarquización social y
2008: 29). Actitud que, por otra parte, permitió encumbramiento e institucionalización de las élites
dinamizar la producción artesanal y metalúrgica locales. Sobre la primera de las fases constructivas,
(Barceló, 1995). que se corresponde con una necrópolis de cremación
en urnas, se levantó una cámara funeraria y, en una
4. Transformaciones sociales en Tartessos tercera fase, se edificó un segundo cuerpo adosado
durante el Periodo orientalizante (VIII-VI a.C.) a esta cámara, para finalmente taparlo todo con un
túmulo (Fig. 2). Estas dos últimas construcciones
La evolución de unas incipientes jerarquías locales (VI a.C.) contienen inhumaciones y ricos ajuares.
y su intento de acaparar los bienes de intercambio Al tiempo, se encuentran centradas con respecto al
para el mantenimiento de los contactos con las resto de los hoyos de cremación y su presencia no
poblaciones exógenas, conducta que en un primer supuso el final de la práctica incineradora, pues se
momento les confirió una cierta preeminencia sobre han registrado urnas contemporáneas a ellas (Aubet,
la comunidad, tuvo como resultado la acentuación de 1975: 71-73 y 153-155). La superposición de estas
las desigualdades sociales. Una estratificación social dos cámaras sobre el resto de los enterramientos
que debió alcanzar un grado de institucionalización de cremación, con la consiguiente destrucción de
en los momentos finales del periodo orientalizante. parte de ellos, debe ser interpretada como el rapto
A diferencia de lo ocurrido en la fase temporal o la privatización del espacio público por parte de la
precedente, el número de contextos funerarios y aristocracia (Ruiz Rodríguez y Molinos, 2005; Ruiz
religiosos aumentó de manera considerable (o al Rodríguez, 2008). Esta preminencia de la aristocracia
menos su conservación), siendo estos registros en un momento avanzado del periodo orientalizante
arqueológicos los que permiten corroborar una puede observarse también en los túmulos E y H de
progresiva estratificación social. Setefilla, donde respectivamente se han documentado
Uno de los contextos funerarios que mejor ricos ajuares vinculados a una cremación (Aubet,
refleja el proceso de encumbramiento de un personaje 2009a) y una inhumación en cámara (Aubet, 1975:
sobre el resto de la comunidad es el complejo de 154-155).
túmulos de Setefilla. El túmulo B (VII a.C.) albergaba Esta preeminencia de la aristocracia es igualmente
una treintena de cremaciones, cuya posición en la constatable en la necrópolis de Cerrillo Blanco (VII-
necrópolis pone de manifiesto una clara desigualdad VI a.C.), en la que se halló una cámara con dos
social (Fig. 2). El enterramiento nº 4, cuyo ajuar es inhumaciones, aunque en esta ocasión, ésta ocupaba
el de mayor riqueza, junto a los hoyos 11, 12, 20 y una posición excéntrica y su construcción no supuso
21, también con ostentosos ajuares, se distribuyeron la destrucción del resto de fosas (Torrecillas, 2005),
en torno al área central del túmulo. Por el contrario, como ocurrió en el túmulo A de Setefilla. Asimismo,
los enterramientos más humildes parecen relegados los túmulos G y H de la necrópolis del Acebuchal
a su periferia (Aubet, 1978: 170). Esta distribución (principios del siglo VI a.C.) cubren sendas cámaras
radial puede ser observada siglos más tarde en la mortuorias con inhumaciones. La más espectacular
necrópolis de Baza (IV a.C.), constatándose una cierta es la G, ya que su ajuar es extremadamente rico,
continuidad de esta nueva concepción ideológica de contando en su haber, entre otros objetos, con perlas
la sociedad (Ruiz-Rodríguez et al., 1992; Molinos y de oro y un huevo de avestruz (Ruiz Delgado, 1989;
Ruiz Rodríguez, 2008; Gil Julia, 2009). En opinión Sánchez Andret, 1994: 145-146). Este fortalecimiento
de Torres (2005), el túmulo B de Setefilla es reflejo de la aristocracia también es visible en la necrópolis de
de una sociedad gentilicia, en la que se incluye a los La Joya (VII-VI a.C.). La morfología de las tumbas de
miembros más destacados de un linaje y en la que La Joya presenta una diferencia notable con respecto
destaca una aristocracia local surgida al calor de las a los casos hasta ahora expuestos, ya que son fosas
interacciones con los fenicios. Sin embargo, esta similares a las documentadas posteriormente en el
Figura 2. Túmulo A con la cámara y el pasillo en el centro de la necrópolis y Túmulo B con la posición central de las tumbas 4 (en rojo) 11, 12, 20
y 21 (en verde) y la posición periférica de los enterramientos 2, 14, 15, 19, 23 y 29 (en azul) (Aubet, 1981: 102-103).
mundo ibérico. En las tumbas 17 y 18, de inhumación El progresivo aumento de la utilización de cá-
y cremación respectivamente, se recuperaron maras e inhumaciones como rituales funerarios, ge-
instrumentos relacionados con el uso del carro neralmente vinculados a personajes que debieron os-
(Garrido y Orta, 1978), símbolo por antonomasia de tentar una mayor relevancia social, está relacionado
la aristocracia (Garrido y Orta, 1978; Galán Domingo, con los cambios ideológicos producidos al calor de
2007: 8-9). Al tiempo, la institucionalización y el los contactos con las comunidades exógenas proce-
carácter hereditario de la aristocracia a finales del dentes del Mediterráneo oriental. En este sentido, la
periodo orientalizante también puede constatarse por necrópolis fenicia de Las Cumbres (VIII a.C.) po-
el hallazgo de tumbas infantiles con un lujoso ajuar dría ser considerada como “el germen de las cáma-
(Aubet, 1995: 405). ras funerarias posteriores” (Ruiz Mata y Pérez, 1989:
A pesar de la magnitud que alcanzaron las trans- 291-292; Ruiz Mata, 1991: 212-213). Asimismo, las
formaciones estructurales de las comunidades au- necrópolis fenicias de Trayamar (VII a.C.) y Laurita
tóctonas en época orientalizante, ello no supuso la (VII a.C.) también apuntan al origen oriental de estas
germinación de un estado monárquico, al menos en construcciones (Schubart y Niemeyer, 1976: 234-237;
el área nuclear de Tartessos, tal y como pretendió ar- Negueruela, 1991; Ramos Sainz, 1991; Pellicer, 2007:
gumentar Schulten (2006: 52-59 y 143-144). Según la 25). Por tanto, los datos presentados sugieren que las
opinión de Aubet (1990) y de Wagner (1983) es más jefaturas de las sociedades autóctonas, influenciadas
preciso referirse a éstas como “cultura de príncipes” por las comunidades exógenas de origen oriental,
o “jefaturas complejas”. Al margen de las distintas adoptaron nuevas formas de enterrar a sus muertos.
terminologías aplicadas, parece lógico pensar en la La continuación del uso de los túmulos puede expli-
supremacía de un personaje y su institucionalización. carse por el interés de legitimar su nueva posición so-
Situación que seguro estuvo promovida por los pro- cio-económica a través de la pertenencia a un linaje
pios fenicios, pues era más factible negociar con un no cuestionable.
personaje que gozase de una posición de superioridad Esta aculturación y transformación ideológica de
que, con un grupo de aristócratas, que quizás pudie- las poblaciones endógenas también afectó al mundo
ran llegar a tener intereses diferentes o incluso diver- religioso, produciéndose una progresiva adopción de
gentes. La hegemonía aristocrática debió alcanzar su divinidades y rituales funerarios de origen oriental.
máxima expresión en el mundo ibérico, como así que- Metamorfosis que debió producirse por el prestigio
da constatado en parte de las necrópolis documenta- alcanzado por los templos fenicios de Melqart (Alvar,
das (Ruiz Rodríguez y Molinos, 2005; Molinos y Ruiz 2008: 30) y El Carambolo (Fernández Flores y Ro-
Rodríguez, 2008). dríguez Azogue, 2010). Posiblemente, el ejemplo más
claro de esta asimilación y transformación ideológica sólo de la cultura material de las comunidades, sino
es el santuario de Carmona (VII a.C.). La organiza- también de la estructura ideológica y de la concepción
ción del espacio sacro era claramente deudora de la que estas sociedades tienen de las relaciones humanas.
tradición fenicia, así como la decoración de las án- Un hecho a tener en consideración es la posición
foras o píthoi recuperadas en su interior, compuestas social de la mujer en Tartessos. En este sentido, las es-
fundamentalmente por grifos y flores de loto, símbo- telas diademadas ponen de relieve la importancia so-
lo de las divinidades del mundo semita (Belén y Esca- cial de algunas de las féminas, en tanto en cuanto uno
cena, 1997; Belén et al., 2004). Un aspecto a destacar de los elementos más característicos de los tesoros
es que estas tres tinajas se situaban en la esquina de del periodo orientalizante es la diadema aurea y su
la habitación, distribución similar a la observada en la figura se representa en igualdad con la de los guerre-
tumba de la Dama de Baza (Pereira, 2010), mostrando ros (Celestino, 2008; Prados, 2010). Este estatus de-
una cierta continuidad con las tradiciones posteriores bió prolongarse durante la Edad del Hierro, como se
(Fig. 3). La representación artística de grifos también demuestra en la tumba 155 de la necrópolis de Baza,
se repite en época ibérica, véanse las documentadas donde la dama sedente contiene los restos de una
en las necrópolis de Cerro Alcalá y Galera, así como mujer adulta (Trancho y Robledo, 2010). Teniendo en
las halladas en la zona de Cabra-Baena, todas ellas da- consideración que ello se repite en otras necrópolis
tadas en el siglo V a.C. (Pereira, 2010: 141). de época ibérica (Quesada, 2010), se puede afirmar
Esta continuidad entre el santuario de Carmona que la posición de la mujer no dependió tanto del gé-
y la necrópolis de Baza puede ser interpretada como nero cuanto de su estatus en la comunidad (Sánchez
la consagración de un espacio mortuorio en época Moreno, 2008; Prados, 2010).
ibérica, y es que una de las trasformaciones sociales
más importantes y de mayor profundidad y perdu- 5. Conclusiones
rabilidad fue la vinculación del poder religioso y del
poder político, aspecto derivado de la nueva posición El proceso de aculturación que comenzó a ges-
socio-económica de la aristocracia. La sacralización tarse a fines del II milenio alteró de forma irreversi-
de la élite debe interpretarse como la implantación del ble la totalidad de las estructuras de las comunidades
concepto de realeza deificada desarrollada en orien- indígenas del suroeste peninsular. Si bien las prime-
te (López Castro, 2005; Torres, 2005). Este aspecto, ras transformaciones son consecuencia de unas di-
desarrollado e implementado durante época ibérica, námicas internas propias, el contacto con el mundo
debió suponer la máxima expresión del proceso de oriental dio lugar a una cultura más compleja y de-
aculturación. Las transformaciones acaecidas desde sarrollada (Almagro Gorbea, 1991), con una econo-
finales del II milenio ponen nuevamente de manifies- mía especializada volcada en el comercio, al tiempo
to la importancia de las vías marítimas en general y que dotó a esta sociedad de un carácter protourbano
de El Mediterráneo en particular para la difusión no (Delgado, 2000). Sin ningún género de dudas, una
Figura 3. La posición de las vasijas en Carmona y la tumba de la Dama de Baza pone de manifiesto una continuidad en la sacralización de un
enterramiento (Ruiz Rodríguez y Molinos, 1995: 212; Belén et al., 2004: 153).
de las consecuencias más relevante de este proceso después. Ayuntamiento de Jerez de la Frontera,
fue “el incremento de las desigualdades en el seno Jerez de la Frontera, pp. 401-409.
de las comunidades indígenas” (Aubet, 2009b: 354), Aubet, M.E., 2000. Introducción a «En torno a Tar-
así como el cambio de la ideología que las legitima, tessos». Historiar. 5, 10-11.
habiéndose documentado una institucionalización del
Aubet, M.E., 2009a. Una sepultura de incineración en
poder a finales del periodo orientalizante. Este pro- el túmulo E de Setefilla. SPAL. 18, 83-90.
ceso de jerarquización social no se vio mitigado por
el cese de la presencia fenicia, sino que alcanzó su Aubet, M.E., 2009b. Tiro y las colonias fenicias de
máxima expresión en el mundo ibérico, momento en Occidente. Belatterra, Barcelona.
el que probablemente se produjo el surgimiento de Aubet, M.E., Serna, M. R., Escacena, J., Ruiz Delga-
una realeza en el sentido oriental, es decir, vinculada do, M. M., 1983. La mesa de Setefilla. Lora del Río
al poder religioso. Característica que se desprende de (Sevilla), campaña de 1979. Ministerio de Cultura,
la sacralización de algunos de los espacios mortuo- Madrid.
rios. De esta forma a finales de la fase orientalizante Barcelo, J.A., 1995. Sociedad y economía en el Bron-
y, especialmente en época ibérica, no asistimos a una ce Final tartésico. En: Tartessos 25 años después.
oposición étnica colonizados vs colonizadores, sino Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, Jerez de la
que ésta da paso a una de carácter socioeconómico Frontera, pp. 561-589.
entre dominantes vs dominados (Alvar, 2008). Belén, M., Escacena, J.L., 1997. Testimonios de la
presencia fenicia en Andalucía occidental. SPAL.
Agradecimientos 6, 103-111.
Belén, M., Bobillo, A.R., García Morillo, J.L., Román,
La elaboración de este trabajo ha sido realizada J.M., 2004. Imaginería orientalizante en cerámica
gracias a la concesión de una beca predoctoral por de Carmona. Huelva Arqueológica. 20, 151-169.
parte de la Universidad de Cantabria a ambos autores. Carrilero, M., 1993. Discusión sobre la formación so-
Del mismo modo debemos agradecer el apoyo pres- cial tartésica. En: Alvar, J., Blázquez, J.M. (Eds.),
tado por el Instituto Internacional de Investigaciones Los enigmas de Tarteso. Cátedra, Madrid, pp. 163-
Prehistóricas de Cantabria (IIIPC). También debe- 185
mos dar las gracias a Teresa Chapa Brunet (UCM) Celestino, S., 2001. Estelas de guerrero y estelas dia-
por las correcciones realizadas sobre este trabajo de demadas. La precolonización y la formación del
máster en el curso 2012/2013. mundo tartésico. Bellaterra, Barcelona.
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1
Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria. Edificio
Interfacultativo, Avda. Los Castros s/n. 39005 Santander, España. borjagrabanal@gmail.com
Resumen 1. Introducción
El aprovechamiento de recursos alimenticios acuáti-
cos por parte de sociedades prehistóricas es un hecho ates- La explotación de recursos acuáticos como ali-
tiguado a partir de los diferentes estudios arqueológicos mento por parte de las sociedades prehistóricas de la
realizados hasta la fecha en distintas áreas de conocimien- fachada atlántica europea ha sido contrastada desde
to (arqueomalacología, ictiofauna, industria lítica y ósea, hace décadas mediante diferentes tipos de estudios
arte rupestre o etnoarqueología). No obstante, estas inves-
tigaciones no permiten conocer el peso de estos alimentos
arqueológicos. En un principio la Arqueología prehis-
dentro de la dieta de los grupos humanos prehistóricos. tórica, a través de aproximaciones etnoarqueológicas
Para ello, los análisis de isótopos estables del carbono puso de manifiesto una fuerte interacción de grupos
(13C/12C) y del nitrógeno (15N/14N) ofrecen un marco de cazadores-recolectores primitivos con el medio ma-
estudio complementario que ayuda a conocer la importan- rino y fluvial. Estas investigaciones pronto sentaron
cia que tenían estos recursos en la dieta. Este trabajo tiene
como objetivo, en primer lugar, conocer la potencialidad
las bases para estudiar los modelos de explotación
de esta metodología para la reconstrucción de paleodietas, económica de las sociedades prehistóricas europeas,
y, en segundo término, ofrecer una revisión del consumo lanzando hipótesis y estableciendo líneas de investi-
de recursos marinos, lacustres y fluviales en distintas so- gación. El consumo sistemático de moluscos ha sido
ciedades paleolíticas, mesolíticas y neolíticas de la fachada observado en pueblos como los sambaquís (Brasil), los
atlántica europea a través de los estudios isotópicos ya pu-
blicados.
calusa (Florida) o los pueblos indígenas de la Tierra del
Fuego (Emperaire, 1958; Gusinde, 1986; Marquardt y
Palabras clave: Isótopos estables de carbono y nitrógeno. Pa- Payne, 1992; Prous, 1992; Estévez y Vila, 1995; Gas-
leodietas. Recursos acuáticos. Europa atlántica. par et al., 2008). Otros pueblos primitivos de la costa
Noroeste de Norteamérica basaban su economía en
Abstract la caza, recolección y comercio de todo tipo de recur-
The aquatic resources exploitation by prehistoric po- sos marinos como la ballena, la foca, los moluscos,
pulations is a practice attested from several studies carried o los pájaros marinos (Drucker y Heizer, 1967; Vila
out in different archaeological fields (archaeomalacology, y Estévez, 2010). Entre los esquimales del Ártico la
ichthyofauna, bone and lithic industries, rock art or eth-
pesca del salmón y la caza de mamíferos marinos fun-
noarchaeology). However, these investigations do not
allow to know the weight of these foods in the diet of damentaron parte de la dieta de los tareumiut y nuna-
prehistoric human groups. For them, stable isotope analy- miut (Spencer, 1959; Binford, 1988). Del continente
sis of carbon (13C/12C) and nitrogen (15N/14N) provide a asiático existen muchas referencias etnoarqueológicas
complementary framework that helps to know the value de pueblos del Pacífico que vertebraban su economía
of these resources in the diet. This paper aims, to know the
a través del dominio del medio acuático (Leroi-Gour-
potential of this methodology for the reconstruction of
paleodiets, and to provide a review of the consumption of han, 1945; Malinowski, 1995).
marine, lake and river resources in different Palaeolithic, Los estudios de los materiales bioarqueológicos
Mesolithic and Neolithic groups of the European Atlantic recuperados en yacimientos prehistóricos han corro-
façade through isotopic studies already published. borado estas observaciones etnoarqueológicas. Entre
ellos, los análisis arqueomalacológicos son los que
Keywords: Stable isotope of carbon and nitrogen. Paleo-
diets. Aquatic resources. Atlantic Europe. han gozado de una mayor difusión y estudio a nivel
continental (Milner et al., 2007; Gutiérrez-Zugasti et
317
Borja González-Rabanal
al., 2011), debido en parte a la buena conservación e cimiento se puede conocer el aporte cárnico de cada
ingente cantidad de conchas recuperadas en los nu- una de ellas a la dieta humana, es imposible conocer
merosos yacimientos mesolíticos conocidos como el peso real en la dieta de cada uno de los recursos
“concheros” y distribuidos por Dinamarca, Gran alimenticios, ya sean elementos animales o vegetales.
Bretaña, Francia, España y Portugal. No ha sucedi- A finales del siglo XX y en el arranque del nue-
do lo mismo con los estudios ictiofaunísticos, pues vo milenio, fueron desarrollándose nuevas metodo-
los restos de peces se conservan peor y en inferior logías para corregir esta limitación cuantitativa. El
proporción. Además, sin un sistema de excavación, micro-desgaste dental, el estudio de los micro-restos
lavado y cribado exhaustivo este tipo de materiales (fitolitos y almidón) presentes en el sarro dental, y los
son difícilmente recuperables. Sin embargo, existen análisis químicos de elementos traza e isótopos esta-
algunos estudios ictiofaunísticos que han atestiguado bles en hueso y diente son algunas de las metodolo-
también la explotación pesquera de los ríos y el mar gías empleadas hasta el momento. En Europa y Nor-
en diferentes épocas (Hayden et al., 1987; Adán et al., teamérica, los primeros estudios de isótopos estables
2009; Roselló-Izquierdo et al., 2016). como análisis químicos al servicio de la Arqueología
Más comunes han sido los trabajos sobre indus- (δ13C y δ15N) fueron realizados a partir de los años 80
tria ósea y lítica permitiendo una aproximación mor- para estudiar cuestiones relativas al proceso de neo-
fotipológica y funcional de diferentes útiles de pesca litización o a la relevancia de ciertos alimentos como
utilizados por los grupos humanos en el Suroeste de el maíz y el salmón en las poblaciones amerindias y
Europa. Para la industria ósea, un tema redundante paleolíticas europeas respectivamente (Tauber, 1981;
en la investigación del Paleolítico Superior ha sido la Chisholm et al., 1982, 1983; Schoeninger y DeNiro,
seriación de los arpones magdalenienses y azilienses, 1984; Schwarcz, 1991; Schulting, 1998; Richards et al.,
que fueron utilizados ampliamente como instrumen- 2003). Sin embargo, en España no fueron aplicados
to de pesca (González Sainz, 1989; Petillón, 2006). hasta el siglo XXI (Arias Cabal, 2005; García-Guixé
En el marco de la industria lítica, fue documentado et al., 2006, 2009; Arias Cabal y Schulting, 2010; Sa-
desde principios de siglo XX el pico asturiense, ele- lazár-García et al., 2014), estableciendo una línea de
mento característico del registro arqueológico asocia- investigación que ha proliferado en los últimos años.
do al Mesolítico asturiense (Vega del Sella, 1923) que Los isótopos estables son elementos químicos
era empleado para extraer las conchas de molusco ad- presentes en cualquier ser vivo y en sus relaciones bio-
heridas a la roca (Clemente et al., en prensa). lógicas. Los estudios de isótopos estables se realizan
Finalmente, como testigo directo de la interac- principalmente en cuatro elementos químicos: car-
ción entre el hombre y el medio acuático a lo largo de bono 13C/12C, nitrógeno 15N/14N, oxígeno 18O/16O y
la Prehistoria, las pinturas y grabados rupestres han estroncio 87Sr/86Sr. En fases experimentales, se están
proporcionado representaciones de peces y mamífe- desarrollando también en sulfuro (32S/34S) e hidróge-
ros marinos en diferentes cuevas paleolíticas (Gonzá- no (2H/1H). Sin embargo, los isótopos utilizados para
lez-Tablas y Aura, 1982; Cleyet-Merle, 1987; Altuna, la reconstrucción de paleodietas son los del carbo-
2012). no y el nitrógeno. Un isótopo estable es un átomo
de un elemento químico que tiene el mismo núme-
2. Planteamiento teórico y metodología apli- ro de protones, pero difiere en el de neutrones. Los
cada isótopos pueden ser pesados (13C, 15N) y ligeros (12C,
14
N) en relación a si tienen una mayor o menor masa
La reconstrucción de las paleodietas de los gru- atómica respectivamente. Las diferencias existentes
pos humanos del pasado ha sido un objetivo primor- en la masa atómica entre los isótopos de un mismo
dial de la Arqueología desde su nacimiento. En un elemento a consecuencia de los procesos metabóli-
principio se utilizaban evidencias indirectas basadas cos que ocurren en la biosfera, determinan cambios
en los macro-restos de mamíferos recuperados en los en sus propiedades físicas y químicas y provocan el
yacimientos. No obstante, esta información es par- llamado fraccionamiento isotópico, responsable de
cialmente cualitativa pues no refleja aquellos restos de la diferencia existente entre la proporción isotópica
la alimentación humana que por problemas de con- del material analizado y la del sustrato de partida. El
servación no se preservan, como los alimentos ve- material de referencia estándar utilizado es el carbono
getales o los vertebrados acuáticos. Aunque con una marino y el nitrógeno atmosférico. El valor isotópico
muestra aceptable de las especies presentes en un ya- puede estar enriquecido o empobrecido dependiendo
Figura 1. Esquema conceptual de los valores δ13C y δ15N en los ecosistemas y niveles tróficos característicos. Extraído de Salazár-García (2012) y
adaptado por el autor.
de si tiene un valor más positivo o negativo respecto sistemáticamente entre ecosistemas terrestres y ma-
a este material de referencia. La cantidad de isótopos rinos, entre formaciones geológicas, o entre plantas
estables de un elemento concreto se cuantifica me- con rutas fotosintéticas diferentes. Las plantas que
diante la espectrometría de masas, técnica que mide fijan el dióxido de carbono al hacer la fotosíntesis en
la proporción existente en una determinada muestra una molécula de tres átomos de carbono (plantas C3
respecto a la proporción del material de referencia que siguen la ruta fotosintética Calvin-Benson) incor-
estándar. El valor resultante es “δ”, y se expresa en poran una cantidad inferior de 13C que las plantas que
partes por mil (‰) mediante la siguiente fórmula: δ = lo hacen en una molécula de cuatro átomos de carbo-
[(R muestra/R estándar) – 1] x 1000 (Salazár-García, no (plantas C4 que siguen la ruta fotosintética Hatch-
2011). Los isótopos estables de carbono y nitrógeno Slack). Las plantas C3 son la mayoría de los arbustos y
pueden ser extraídos del colágeno de los huesos y el plantas de regiones templadas y frías como el trigo, la
esmalte de los dientes. El colágeno muestra el valor cebada, la fruta o los frutos secos. Entre las plantas C4
isotópico de los últimos años de vida de un individuo. más características cabe destacar las de clima tropical
Y el esmalte dental proporciona el valor isotópico en y sabana, adaptadas al calor y la aridez (maíz, mijo,
el momento de formación y erupción de los dientes caña de azúcar, etc.). Para el rango cronológico y re-
de ese individuo. Si se realizan muestreos en hueso gión que atañe este trabajo, las plantas C4 no llegaron
y en distintos dientes se puede reconstruir la histo- a Europa hasta bien entrado el periodo Holoceno, so-
ria isotópica de un individuo en la mayor parte de su bre todo a partir del Neolítico (Salazár-García, 2011).
vida, y con ello se pueden observar cambios en su No obstante, los vegetales presentes en una época y
alimentación. región determinada deben tenerse en cuenta para in-
Los valores isotópicos del carbono pueden variar terpretar correctamente los resultados obtenidos. Por
otra parte, los valores isotópicos del nitrógeno suelen dieta de un determinado individuo, minusvalorando
ser superiores en individuos infantiles a consecuen- alimentos con alta frecuencia de hidratos de carbono,
cia del amamantamiento de la madre en los primeros como los frutos secos o los tubérculos. Por lo tan-
años de vida del individuo. Estos niveles de nitrógeno to, es necesario realizar un análisis multidisciplinar
van descendiendo con el paso del tiempo en relación combinando los isótopos estables con otros métodos
al destete producido y la incorporación del individuo indirectos, como los estudios arqueozoológicos, ar-
infantil a la dieta del grupo (Tsutaya y Yoneda, 2015). queobotánicos, micro-desgaste dental o cálculo den-
El planteamiento básico de este método es que tal.
los elementos que conforman los tejidos corporales El estudio isotópico debe ser realizado en indi-
de cualquier animal provienen de los alimentos que viduos humanos, pero también se debe muestrear la
éste ha consumido a lo largo de su vida. Es decir, fauna presente en el yacimiento del mismo periodo
el carbono y el nitrógeno se incorporan a nuestros cronológico, o en su defecto, la fauna regional del
huesos y dientes en la misma medida en la que están mismo entorno geográfico. También resulta aclarati-
presentes en los alimentos que ingerimos. Durante vo un muestreo sobre la fauna salvaje actual de la mis-
este proceso, la proporción entre los isótopos del car- ma localización geográfica para cotejar los resultados
bono y del nitrógeno varía de manera específica. Así, arqueológicos y observar similitudes o divergencias
la proporción isotópica entre 13C y 12C de la muestra en la composición isotópica de cada peldaño de la
en relación a la proporción de éstos en los estándares cadena trófica (Richards y Hedges, 1999).
internacionales expresada en δ13C (valores negativos)
nos permite reconstruir el medioambiente al que per- 3. Los recursos acuáticos en el registro isotó-
tenece un individuo (terrestre, fluvial, marino). Una pico de la fachada atlántica europea
dieta eminentemente marina tendría unos resultados
de δ13C en torno al -12 ± 1 ‰, mientras que en una 3.1. Paleolítico Medio y Superior
dieta totalmente terrestre los valores medios oscila-
rían cerca de -20 ± 1 ‰ (DeNiro y Epstein, 1978). Las primeras evidencias arqueomalacológicas
Por su parte, la proporción isotópica entre 15N y 14N e ictiofaunísticas de aprovechamiento de recursos
en relación a la proporción de éstos en los estándares acuáticos (peces y moluscos) por parte de grupos hu-
internacionales expresada en de δ15N (valores positi- manos prehistóricos provienen del Paleolítico Medio
vos) nos permite inferir la parte de la cadena alimenti- (Roselló-Izquierdo y Morales, 2005; Balter y Simon,
cia en la que se encuentra ese individuo. Se estima que 2006; Gutiérrez-Zugasti et al., 2013), aunque éstas
cada nivel trófico en un ecosistema terrestre supone son escasas y limitadas en la mayoría de los casos y
un incremento del 3-5 ‰ en los valores de nitrógeno no tenían un valor fundamental en la dieta humana,
(Minagawa y Wada, 1984). Así, los herbívoros suelen pero sí conformaban un recurso complementario. Sin
tener unos valores de +6 de δ15N y los carnívoros de embargo, los valores isotópicos más antiguos de con-
+9. Finalmente, los alimentos acuáticos tienen unos sumo de alimentos acuáticos proceden del Paleolítico
valores superiores de nitrógeno: +15 para mamíferos Superior, en el que las evidencias son mayores cuan-
marinos, +9 para moluscos y peces marinos y +12 titativa y cualitativamente desde las culturas más anti-
para pescado de río (Fig. 1). Debido a la mayor com- guas de este periodo (Auriñaciense y Gravetiense). La
plejidad de la cadena alimenticia en el ámbito acuáti- diversificación e intensificación de este consumo ali-
co, los mamíferos marinos muestran unos valores de menticio crece durante el Solutrense y Magdaleniense
nitrógeno más altos que los peces piscívoros, y éstos y cristaliza en el Mesolítico.
a su vez, tienen unos valores superiores al de resto de Desde los años 90 del siglo pasado, los análi-
peces o de moluscos (De Niro y Epstein, 1981). sis de isótopos estables en carbono y nitrógeno han
Sin embargo, este planteamiento dista de ser uní- sido aplicados en homínidos procedentes de varios
voco pues los alimentos más ricos en proteínas, como yacimientos europeos, con la intención de contri-
la carne o el pescado, contribuyen más a la compo- buir al debate de la convivencia y adaptación de los
sición isotópica del colágeno que otros recursos ali- Homo sapiens y Homo neanderthalensis. Conocer la dieta
menticios con menos contenido proteico, como los de sapiens y neandertales puede dar respuestas a la
vegetales (Ambrose y Krigbaum, 2003). Es decir, los extinción de los neandertales y al triunfo adaptativo
isótopos estables del carbono y nitrógeno nos tras- de los humanos anatómicamente modernos. Según
ladan cuál es la fuente de proteínas principal en la estos trabajos no existió una ingesta de proteínas de
índole acuática en los restos neandertales analizados, racterizados por un gran componente marino, tanto
al menos isotópicamente detectable. Esta especie te- de moluscos y peces como de mamíferos marinos. Si
nía una dieta eminentemente terrestre, especializa- bien en los yacimientos suecos destacó la predomi-
da en la caza de grandes herbívoros, lo que ha sido nancia del consumo de mamíferos marinos (Eriksson
objeto de debate en el marco de si los neandertales et al., 2008), en los asentamientos daneses tuvieron
eran cazadores sofisticados o carroñeros oportunis- una mayor importancia los peces de agua dulce (Fis-
tas (Salazár-García, 2012). Por su parte, en la dieta cher et al., 2007). En Dinamarca, estos resultados
de los humanos anatómicamente modernos se ha se han obtenido tanto en los yacimientos costeros
observado una relativa importancia de las proteínas como en los yacimientos de interior, lo que justifica
marinas y fluviales desde las épocas más tempranas una gran movilidad estacional de estos grupos. Sin
del Paleolítico Superior (Richards et al., 2001; Pettit et embargo, en Suecia se han apreciado dos grupos de
al., 2003; Trinkaus et al., 2003; Schulting et al., 2005), población diferentes, uno con dieta eminentemente
que continúa en las fases epigonales de este periodo terrestre y otro con una dieta marina, lo que evidencia
(Richards et al., 2005; Craig et al., 2010; Mannino et un patrón territorial. En Suecia el análisis isotópico ha
al., 2011a). La base de la dieta estaba compuesta por evidenciado que el consumo de recursos acuáticos si-
alimentos cárnicos, pero existía una gran diversifica- guió siendo importante en las primeras fases del Neo-
ción de recursos no vista en neandertales. Esto sig- lítico, con una dieta 50-50% de proteínas terrestres y
nificó una mayor facilidad de adaptación a todos los marinas al mismo tiempo que se iban introduciendo
cambios climáticos y medioambientales acontecidos, algunos cambios neolíticos. No fue hasta el Neolíti-
y en consiguiente, su expansión por todo el planeta co Final cuando la introducción de la agricultura a
(Salazár-García, 2012). gran escala relegó los recursos del mar y del río a un
papel marginal, siendo los cultivos agrícolas y herbí-
3.2. Mesolítico y Neolítico voros domésticos la base homogénea de la dieta. En
Dinamarca, el fenómeno fue similar, con un proceso
El Mesolítico supuso la eclosión del consumo de neolitización menos brusco del que Tauber había
de recursos acuáticos en la Europa Atlántica y, por planteado inicialmente.
tanto, donde más resultados isotópicos de consu-
mo de alimentos marinos y fluviales se han obteni- 3.2.2. Gran Bretaña
do (Fontanals-Coll et al., 2014). La diversificación y
especialización de la explotación acontecida durante La dieta de los grupos humanos mesolíticos que
este periodo se ha relacionado con el cambio climá- habitaron las islas británicas destaca por su heteroge-
tico y la presión demográfica ejercida sobre el medio. neidad. Existen yacimientos donde los análisis isotó-
Las líneas de investigación se han fundamentado en picos han reportado una marcada dieta marina con
caracterizar las dietas de los últimos cazadores-reco- gran importancia de consumo de mamíferos marinos
lectores en el tránsito del Pleistoceno al Holoceno y (Ogof yr Ychen, Gales; Ferriter’s Cove, Irlanda; y ya-
en comprender el conjunto de cambios que originó el cimientos de la isla Oronsay, Escocia), otros con una
proceso de neolitización en distintas regiones (Fig. 2). dieta terrestre (yacimientos irlandeses; Aveline’s Hole
y Staythorpe, Inglaterra) y otros con una dieta mixta
3.2.1. Suecia y Dinamarca de alimentos marinos y terrestres (yacimientos de la
isla de Caldey y península de Gower en Gales). Éstos
La riqueza del registro fósil humano de estas re- últimos representan poblaciones con una movilidad
giones para los períodos mesolíticos y neolíticos per- estacional destacable entre la costa y el interior. A su
mitió un análisis del proceso de neolitización desde vez, el tránsito al Neolítico significó en esta región
una perspectiva dietética (Tauber, 1981). Este estudio un cambio brusco en la alimentación de los grupos
puso de manifiesto el fuerte cambio en la dieta que humanos desde el Neolítico Antiguo, substituyendo
supuso el Neolítico en Dinamarca, donde la dieta ma- estas dietas por una alimentación completamente te-
rina mesolítica fue substituida rápidamente por una rrestre basada en la explotación de especies vegetales
dieta neolítica totalmente terrestre. Sin embargo, nue- y animales domésticas. Este hecho parece bastante
vos análisis tienden a suavizar este cambio en la dieta homogéneo en todos los yacimientos neolíticos es-
tanto en Suecia como en Dinamarca. Los patrones de tudiados isotópicamente, tanto en Irlanda como en
alimentación de estos grupos mesolíticos estaban ca- Escocia, Gales o Inglaterra. Sin embargo, existen al-
Figura 2. Mapa de los yacimientos paleolíticos, mesolíticos y neolíticos europeos que han proporcionado un consumo (menor o mayor) de ali-
mentos acuáticos.
gunos yacimientos (Totty Pot, Inglaterra) donde la proteínas de agua dulce aumentó durante el Neolíti-
pesca fluvial todavía fue importante debido a los altos co, complementado con recursos terrestres de origen
valores de nitrógeno mostrados por algunos indivi- salvaje y doméstico (Bocherens et al., 2007). Por su
duos (Schulting y Richards, 2002a, 2002b; Schulting, parte, en los yacimientos de la cuenca baja del Rin
2005; Meiklejohn et al., 2011; Kador et al., 2014) (Holanda) los recursos fluviales tuvieron una mayor
importancia en el Mesolítico. Sin embargo, en el Neo-
3.2.3. Bélgica y Holanda lítico Medio este aporte de recursos de agua dulce se
redujo, aunque junto a algunos recursos marinos, se
La explotación de los recursos fluviales alcanza integró en la base terrestre de la dieta neolítica (Smits
su máxima expresión en las regiones interiores de y Van der Plicht, 2009). Por lo tanto, los autores de
Bélgica y Holanda. Allí, los análisis isotópicos han estos trabajos han inferido un proceso de neolitiza-
proporcionado un consumo recurrente de peces aná- ción paulatino, en el que todavía se explota el medio
dromos (peces que migran de aguas saladas a aguas natural todo lo posible, combinándolo con las nuevas
dulces para reproducirse), tanto en el Mesolítico formas de explotación económica. Finalmente, los
como en el Neolítico. Los yacimientos de la cuenca restos humanos datados en el Mesolítico recuperados
del río Meuse (Bélgica) reportaron una dieta basada del fondo marino en el sur del Mar del Norte por
en la caza de mamíferos terrestres con una débil señal medio de diferentes hallazgos descontextualizados
de recursos de agua dulce. Sin embargo, el nivel de (expediciones pesqueras, dragados, etc.) han propor-
cionado una dieta basada mayoritariamente en el con- medio marino (Arias Cabal, 2005). En el mismo estu-
sumo de recursos de agua dulce. La tierra conocida dio se analizaron algunos yacimientos neolíticos y no
como “Doggerland” estaba compuesta al comienzo se observó aporte acuático alguno, como sí sucede en
del Mesolítico por un paisaje de lagos y ríos que fue otras regiones de la fachada atlántica. Por otra parte,
paulatinamente inundándose hasta llegar a su forma el yacimiento mesolítico leonés de la Braña-Arintero
actual sumergido bajo el mar. Las dataciones e isóto- mostró unos valores de carbono asociados a un leve
pos han revelado como estas poblaciones se fueron consumo de proteína marina, así como unos valores
adaptando al nuevo paisaje consumiendo cada vez de nitrógeno que implicaban un aporte recurrente de
más alimentos de origen fluvial y con leves aportes de pescado fluvial. Estos resultados fueron cuestionados
origen marino en vez de abandonar un área cada vez por los autores a consecuencia de la relativa lejanía a
más inhóspita (Van der Plicht et al., 2016) la costa. Los argumentos esgrimidos para explicar los
altos niveles de carbono fueron la reducción latitudi-
3.2.4. Francia nal del carbono y la relevancia de la proteína animal,
que puede incrementar estos valores. Por su parte, los
En Francia la excavación extensiva de los cemen- elevados valores de nitrógeno respecto al yacimiento
terios mesolíticos de Téviec, Hoëdic (Bretaña) y La asturiano de interior de Los Canes fueron interpreta-
Vergne (Charente Maritime) ha proporcionado un dos como consecuencia de la aridez, que puede incre-
registro fósil ideal para el análisis de isótopos esta- mentar los valores de nitrógeno debido al reciclado
bles. Los individuos estudiados de Téviec y Hoëdic de la urea por los animales. Y por el importante con-
han revelado una ingesta de proteínas marinas (mo- sumo de avellanas documentado en la población me-
luscos, peces, mamíferos marinos y aves marinas) solítica representada en Los Canes, que puede reducir
muy considerable. Téviec mostró una dieta 50-50% estos valores (Arias Cabal y Schulting, 2010).
de proteínas marinas y terrestres y Hoëdic en torno al
70% de aporte marino. Estas diferencias en cuanto a 3.2.6. Portugal
alimentación, unido al hecho de que ambas islas en el
Mesolítico eran parte del continente, indujo a pensar Finalmente, los restos humanos de los cemen-
que podría tratarse de dos grupos humanos con una terios mesolíticos de los valles del Sado y del Muge
marcada territorialidad, donde uno de ellos tendría un (Portugal) han sido ampliamente estudiados isotópi-
acceso más restringido a los recursos terrestres. Ade- camente (Fig. 3), así como diversos yacimientos neolí-
más, los valores isotópicos de las mujeres de Hoëdic ticos que han enriquecido el debate de la neolitización
estaban más empobrecidos en carbono y nitrógeno portuguesa (Lubell et al., 1994; Umbelino, 2006; Fon-
que los de los varones, por lo que se planteó un pa- tanals-Coll et al., 2014; Waterman et al., 2015; Guiry et
trón de exogamia en estas sociedades (Schulting y al., 2015). Ambos valles se localizan en estuarios, lo
Richards, 2001). El yacimiento interior de la Vergne que permitía un fácil acceso a los recursos marinos.
destacó por tener una dieta eminentemente terrestre No obstante, las poblaciones del Muge y del Sado
con pequeños aportes de agua dulce y vegetales, aun- inferior y superior muestran grandes divergencias en
que la presencia de conchas en el yacimiento motivó el registro isotópico. En el valle superior del Sado, la
la hipótesis de que estos grupos tuviesen una serie dieta era principalmente terrestre con una débil apor-
de contactos comerciales con las poblaciones costeras tación de proteínas marinas (10-20%) y ningún aporte
(Schulting et al., 2008). de agua dulce. Estas evidencias fueron interpretadas
como el resultado de una alta movilidad estacional
3.2.5. Región Cantábrica entre el estuario (primavera y verano) y las tierras de
interior (otoño e invierno). Sin embargo, para el es-
La investigación dirigida por Arias Cabal en res- tuario del Muge y el valle inferior del Sado, el consu-
tos humanos de varios yacimientos mesolíticos de la mo de proteínas marinas era mucho mayor (en torno
Región Cantábrica, motivó la interpretación de una al 50%), además de existir una mayor variabilidad en
posible coexistencia de dos grupos humanos con di- la dieta de estas poblaciones, lo que permitió aven-
ferentes pautas alimenticias para el período Mesolíti- turar la existencia de diferentes grupos asentados en
co, uno costero con un mayoritario consumo de re- estos valles. En el caso del estuario del Sado (en el
cursos marinos (moluscos) y otro de interior con una que la ocupación de los yacimientos tanto del valle
marcada dieta terrestre y con un acceso restringido al inferior como superior es contemporánea), se justi-
Figura 3. Resultados isotópicos de los yacimientos mesolíticos portugueses de los estuarios del Muge y del Sado y de los yacimientos neolíticos del
sur de Portugal. Resultados extraídos de Lubell et al. (1994), Umbelino (2006), Fontanals-Coll et al. (2014), Guiry et al. (2015) y Waterman et al.
(2015).
fica sobre manera la existencia de dos comunidades una leve proporción de proteínas marinas (20%) en
distintas con dos patrones de subsistencia diferen- algunos yacimientos interiores (Mannino et al., 2011b;
ciados. Además, la presencia de algún individuo en Salazár-García et al., 2014). Por su parte, los indivi-
yacimientos de ambos tramos de valle con valores de duos neolíticos analizados en diversos yacimientos de
carbono y nitrógeno más propios del otro y viceversa, la Comunidad Valenciana señalan unos valores isotó-
sugiere contactos entre estas poblaciones. Con lo que picos propios de una dieta basada en recursos terres-
respecta a los individuos neolíticos muestreados, cabe tres, tanto los yacimientos costeros como interiores.
reseñar el carácter predominantemente terrestre de Por lo tanto, la alimentación de estos grupos se fun-
la dieta desde comienzos del periodo, con una señal damentaba en el consumo de cultivos agrícolas y en
isotópica baja con respecto al consumo de recursos la explotación de animales domésticos pero también
acuáticos. salvajes (Salazár-García, 2016).
En otras regiones de Europa (fuera del ámbito En este trabajo se han analizado las diversas evi-
de estudio de este trabajo) se ha demostrado isotópi- dencias de consumo de recursos acuáticos en socie-
camente una fuerte interacción con el medio acuático. dades prehistóricas de la fachada atlántica europea
Los grupos humanos que ocuparon los yacimientos desde una perspectiva paleoeconómica a través de
mesolíticos serbios de Vlasac, Schela Cladovei y Le- los isótopos estables del carbono y nitrógeno. La re-
penski Vir basaban su alimentación en la pesca del visión de las investigaciones realizadas ha puesto de
esturión a lo largo del río Danubio con aportes de manifiesto la heterogeneidad y regionalización de esta
jabalí y ciervo (Bonsall et al., 2013). Y en los yaci- alimentación en las sociedades paleolíticas, mesolíti-
mientos mesolíticos mediterráneos de la Comunidad cas y neolíticas atlánticas (Fig. 4). Éstos análisis han
Valenciana y Sicilia se interpretó una alta movilidad demostrado la relevancia que tuvo el medio acuático
entre costa e interior como causa de la existencia de para las sociedades paleolíticas, así como la diversi-
Figura 4. Valores medios δ13C y δ15N de los yacimientos mesolíticos europeos. Extraído de Fontanals-Coll et al. (2014) y adaptado por el autor.
ficación existente en su dieta. Durante el Mesolítico neolíticas posteriores. Otro factor que debe tenerse
y como respuesta a una serie de cambios climáticos, en cuenta es que la expansión de la economía agrícola
ambientales, sociales y demográficos la dieta se or- pudo ser rápida de este a oeste en un mismo entor-
ganizó en torno a la explotación intensiva de esta no ecológico mientras que el desarrollo hacia regio-
fuente de recursos alimenticios, aunque se aprecian nes con mayores latitudes pudo ser un proceso más
diferentes intensidades y características regionales. lento a consecuencia de una asimilación y adaptación
En el Neolítico no existió una clara uniformidad en más tardía de las nuevas especies vegetales y animales.
el consumo de alimentos acuáticos, observándose La relación entre proximidad a la costa y un mayor
regiones donde se mantuvo este aprovechamiento y consumo de recursos acuáticos parece haber existido,
otras donde se substituyó por una alimentación neta- pero no se consumó en todos los casos evidencián-
mente terrestre. La neolitización fue menos brusca y dose numerosos ejemplos de alta movilidad desde las
paulatina en regiones del Norte de Europa desde un tierras interiores. También otro tipo de factores han
punto de vista alimenticio. Sin embargo, el Suroeste podido alterar el registro como la disponibilidad de
de Europa mostró una clara ruptura dietética con la recursos, las características climáticas y medioambien-
llegada del Neolítico, aunque el registro arqueológico tales de cada región y las técnicas de gestión de los
para el Neolítico Antiguo en el cantábrico y el me- recursos de cada sociedad.
diterráneo es limitado y la gran mayoría de estudios Por lo tanto, se ha corroborado la potencialidad
isotópicos han sido realizados en individuos de fases del método para futuras investigaciones. Nuevos es-
tudios basados en la combinación de tejidos (dien- Saint-Cesaire Neanderthal inferred from biogeo-
tes y huesos) pueden ampliar el rango temporal de la chemical data inversion. Journal of Human Evo-
dieta de un individuo. La calibración del método con lution. 51(4), 329-338.
nuevas bases de datos regionales de fauna y flora y el Binford, L.R., 1988. En busca del pasado: descifran-
uso adicional de otras metodologías complementarias do el registro arqueológico. Ediciones Crítica, Bar-
pueden contribuir a una mejor y mayor interpretación celona.
de los resultados obtenidos. Además, el estudio de Bocherens, H., Polet, C., Toussaint, M., 2007. Pa-
isótopos estables en δ13C y δ15N también ha permi- laeodiet of Mesolithic and Neolithic populations
tido inferir un amplio abanico de dinámicas pobla- of Meuse Basin (Belgium): evidence from stable
cionales y socioeconómicas características de estas isotopes. Journal of archaeological Science. 34(1),
sociedades como la estacionalidad, territorialidad, 10-27.
contactos comerciales, exogamia, jerarquía social, o Bonsall, C., Lennon, R., McSweeney, K., Stewart, C.,
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Agradecimientos A Paiaeodietary Perspective. Journal of European
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Me gustaría agradecer a varias personas su con- Chisholm, B.S., Nelson, D.E., Schwarcz, H.P., 1982.
tribución desinteresada en el desarrollo de este traba- Stable-Carbon Isotope ratios as a measure of
jo. A Jennifer Jones, Igor Gutiérrez Zugasti y David marine versus terrestrial protein in ancient diets.
Cuenca Solana por los comentarios y referencias bi- Science. 216, 1131-1132.
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irene.gutierrez.blanco@alumnos.uva.es; roman.moreno.helguera@alumnos.uva.es;
francisco.garcia-alonso@arcelormittal.com; mgil@iaf.uva.es
2
Universidad Europea Miguel de Cervantes. C/ Padre Julio Chevalier 2, 47012 Valladolid, España. nmruiz@uemc.es
3
E.P.S. Instituto de Ciencias Ambientales (IUCA). Universidad de Zaragoza, Carretera de Cuarte s/n, 22071 Huesca,
España. pmr@unizar.es
331
I. Gutiérrez-Blanco, R. Moreno-Helguera, N. Miguel Ruíz-Potosme, F. Javier García-Alonso, J. Martín-Gil y P. Martín-Ramos
parado los hallazgos de industria lítica (Arias-Cabal, caracoles terrestres como Cepaea nemoralis; placas y ra-
1991) y sobre todo, las pinturas de la cueva, desde su diolas de equinodermos como Paracentrotus lividus; y
descubrimiento en 1987 por el grupo de espeleología placas (uñas) de crustáceos cirrípedos, como el perce-
Hades (Rodríguez-Asensio, 1992). be Pollicipes pollicipes (Álvarez-Fernández, 2010).
Es objeto del presente trabajo el estudio del
comportamiento alimenticio humano en época astu- 2. Material y métodos
riense a partir del análisis de un conchero concreto.
Dentro de los procedimientos que aportan la infor- El fragmento de conchero estudiado procede de
mación necesaria, se ha utilizado el análisis tafonó- un pequeño desprendimiento producido en la parte
mico de las conchas y la caracterización química del más externa del conchero, ubicada en la parte derecha
agregante o matriz. Se concede especial atención al de la cueva, en el lugar donde está encastrada la verja
proceso tafonómico de encostramiento, usual cuando que protege la entrada al yacimiento. El peso del frag-
las conchas aparecidas en yacimientos arqueológicos mento fue de 280 g. Tras disgregación forzada por
presentan costras superficiales o envolturas calcáreas, sonicación, se aislaron 100 g. de material malacológi-
debido a la precipitación de carbonatos promovida co, que fue analizado por fragmentos de acuerdo con
por la sobresaturación de las aguas y la alcalinización las categorías de fragmentación de Gutiérrez-Zugasti
del ambiente externo (Fernández-López, 1999; Gu- (2008). Para la caracterización química del agregante
tiérrez-Zugasti, 2009). o matriz en el que están embutidos los restos malaco-
lógicos se ha acudido a la espectroscopía infrarroja y
1.2. Especies malacológicas a la difracción de rayos X de polvo.
Los espectros infrarrojos han sido registrados
En los concheros paleolíticos, mesolíticos y neo- con un espectrómetro Thermo Scientific Nicolet
líticos suelen estar muy representadas las lapas, que iS50 FT-IR (Waltham, MA, USA), equipado con un
suelen haber sido recogidas en zonas rocosas de costa sistema ATR in-built diamond, idóneo para identifi-
abierta. Respecto a éstas, podemos encontrar tres es- car grupos funcionales. Los difractogramas de rayos
pecies bien representadas: Patella vulgata (alta y color X en polvo de las muestras han sido obtenidos con
amarillento); Patella depressa (plana, normalmente más un difractómetro Bruker D8 Advance (Billerica, MA,
pequeña que la anterior y con franjas de color en el in- USA), en modo reflexión (configuración Bragg-Bren-
terior); y Patella ulyssiponensis (de forma frecuentemen- tano).
te pentagonal, con estrías muy marcadas, y blanca por
dentro). 3. Resultados
Cada una posee también unas características
particulares que las hacen más abundantes en unos u 3.1. Representación de especies y tafonomía
otros periodos. Así, Patella vulgata, aprovechada desde
el Musteriense, es más grande (debido a que es “pro- Los individuos de las diversas especies estudia-
pia” de clima frío) y fue más abundante en el Paleolíti- das aparecen recogidos, junto con su masa y, en algu-
co superior que en otros periodos (de hecho, en el Pa- nos casos, dimensiones, en la Tabla 1. En relación con
leolítico superior la P. vulgata es casi la única lapa que los procesos tafonómicos, destaca el encostramiento,
se consume, aunque los otros tipos pueden aparecer acusado en algunos ejemplares, pero no la fragmenta-
esporádicamente). Suele aparecer asociada a Littorina ción ni la bioerosión. También es de enfatizar la pre-
littorea (caracolillo de mar) (Gutiérrez-Zugasti, 2008; sencia significativa de micro restos de carbón vegetal
Gutiérrez-Zugasti y Cuenca-Solana, 2014). altamente carbonizado, responsable del tiznado del
En los concheros mesolíticos y neolíticos P. vul- material malacológico.
gata es ya más pequeña y lo normal es encontrarla aso-
ciada a P. depressa en el Mesolítico y a P. ulyssiponensis 3.2. Composición química
en el Neolítico (esta última, muy representada en la
cueva de El Pendo). A la vista de la composición deducida del aná-
Aparte de lapas, es habitual encontrar en los con- lisis de bandas ATR-FTIR (Tabla 2), el conglome-
cheros otros gasterópodos marinos como los caraco- rado puede considerarse un material compuesto
lillos Phorcus lineatus; bivalvos marinos como Mytillus (composite) en el que la matriz es carbonato apa-
galloprovincialis (mejillón muy común en el Mesolítico); tito e hidroxiapatito óseo y el componente ma-
Figura 2. Números de onda y asignaciones para las bandas de los ATR-FTIR de siete muestras seleccionadas.
croscópico, particulados de calcita procedentes de las utilizando los almacenados en la base de datos ICCD
conchas de moluscos y caparazones de equinoideos. (International Centre for Diffraction Data), ha per-
La muestra “carbón molido” contiene materiales car- mitido establecer inequívocamente su composición
bonosos y carbonatoapatito. como mezcla de carbonato cálcico (calcita) y sílice
La asignación de picos del difractograma XRD (cuarzo).
para la concha de caracol, realizada automáticamente Los componentes caracterizados por ATR-FTIR
y XRD permiten confirmar la observación de visu so- hrensmeyer, 1978) que condujo a la degradación de
bre los materiales objeto de estudio como pertene- los componentes minerales del hueso hasta el estado
cientes a un conchero (un basurero doméstico fosili- microparticulado. Las suspensiones de hidroxiapatito
zado constituido por un acúmulo de conchas, huesos, y carbonato apatito, tras percolación, fueron estabi-
excrementos, materiales carbonosos y algún artefacto lizadas, en el sustrato inferior, por el medio básico
de sílice, asociado a una ocupación humana en el pa- creado por el carbonato cálcico procedente de la solu-
sado). bilización parcial de las conchas (Resende et al., 2013).
Esta puede ser la razón por la que la composición
4. Discusión y conclusiones química de la matriz del conglomerado bajo estudio
está constituida por restos óseos degradados en com-
4.1. Representación taxonómica y adscripción cronológica binación con materiales orgánicos, cenizas, y algo de
carbonato cálcico. Las consideraciones anteriores lle-
El hallazgo de P. lividus es frecuente en los con- van a establecer, durante la formación del conchero,
cheros de la región cantábrica (por ejemplo, ha sido la existencia de un hogar y a plantear la existencia de
reconocido en la Garma A (Magdaleniense) y en nive- dos prácticas alimenticias sucesivas (una, rica en mo-
les neolíticos de los Gitanos de Montealegre) pero en luscos y equinodermos y otra, en pequeños vertebra-
estado de alta fragmentación de las placas, lo que ha dos), aunque no necesariamente excluyentes.
llevado a considerar que formasen parte de las espe-
cies ictiológicas capturadas en la costa y no resultado 5. Conclusión
de una recogida directa (Álvarez-Fernández, 2010).
Muy distinto es el caso de los hallazgos en Trescala- Aun cuando han sido citadas ocupaciones solu-
bres de caparazones de P. lividus poco fragmentados trenses para la cavidad de Trescalabres, el fragmento
y de púas intactas, que orientan a una recogida in- de conchero cementado analizado pertenece al Me-
tencionada, no oportunista. También valiosa es la in- solítico Asturiense. Aunque la composición global
formación que parece derivarse del hallazgo de uñas bastante homogénea del conglomerado sugiere la
del percebe P. pollicipes, sugestiva de las condiciones existencia de un único nivel, la paradójica presen-
climáticas relativamente cálidas que continuaron al cia de conchas preservadas y huesos en alto grado
Würm IV (Magdaleniense). Todo orienta, pues, a una de división orienta a considerar que la formación del
cronología mesolítica, enteramente compatible con la conchero se produjo en dos momentos sucesivos, sin
alta representación de la especie P. vulgata dentro del que podamos afirmar que fueran próximos o no en
género Patella sp. y los escasos ejemplares de Mytilus el tiempo. Permanecemos a la espera de la datación
galloprovincialis. por C14 de algunos de los materiales para confirmar la
bondad de esta asignación.
4.2. Composición química
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ácidos y baja en medios básicos), la coexistencia de yacimientos prehistóricos. El futuro del pasado 1,
huesos en estado de división muy fino y conchas casi pp. 83-95.
intactas solo puede explicarse por la existencia de dos
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(ciclos hielo-deshielo) y química (condiciones acídi- Behrensmeyer, A.K., 1978. Taphonomic and ecologic
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1
Universidad Nacional de Educación a Distancia, Calle de Bravo Murillo 38, 28015, Madrid, España.
aitorhevia@gmail.com
337
Aitor Hevia Carrillo
conde de la Vega del Sella, J. Carballo o E. Hernández Cubas (Fano 2004, Fano y Cubas 2012, Cubas y Fano
Pachecho, entre otros, a principios del siglo XX (Fer- 2011, Cubas, de Pedro y Arias 2014, Fano, Cubas y
nández-Tresguerres 2004). Precisamente el conde de Wood, 2015), así como las prospecciones realizadas
la Vega del Sella excavó también el Penicial en 1914, en las zonas de alta montaña de Bernaldo de Quirós
abriendo la vía de lo que serán los estudios sobre el y Neira (1993), Neira (et al. 2006) donde se han docu-
Mesolítico Cantábrico, al igual que H. Alcalde del Río mentado algunos yacimientos mesolíticos, o los estu-
y L. Sierra harían en Cantabria, aunque la labor de dios sobre la tecnología litica y captación de materias
estos últimos no llegó a fructificar en proyectos de primas de Fuertes (et al. 2010), Herrero (2014) y Neira
investigación sobre esta época como si ocurrió con el (et al. 2016).
oriente de Asturias (Fano 2004). A este respecto, hay
que matizar que durante décadas, en la arqueología 3. Contextualización geográfica y cronológi-
española parecía no existir una diferenciación clara ca del proyecto
entre la terminología de Epipaleolítico y Mesolítico,
un panorama que no cambió hasta la pasada década El extenso territorio que representa la región
de los años ‘90 del siglo XX (Fano 2004). cantábrica obligó desde los primeros planteamientos
Hasta prácticamente los años ‘60 predominó en a centrar las investigaciones en un espacio más limi-
las investigaciones sobre el aziliense la visión de este tado, por lo que hubo que marcar unos límites que
período como una degradación de la cultura paleo- permitieran, por un lado, trabajar con un área geográ-
lítica, y más concretamente del Magdaleniense (Fer- fica abarcable para la investigación, y por el otro, que
nández-Tresguerres 2006) . No será hasta la década esta misma área reuniese unas características deter-
de los ‘70 cuando esta dinámica cambie, gracias a minadas, ya que dada la orientación del proyecto, era
los trabajos en yacimientos como Los Azules, Cueva necesario tener acceso a un número significativo de
Morín, El Rascaño o Santimañe, que serían llevados yacimientos, que estos a su vez poseyesen la suficien-
a cabo por investigadores como Fernández-Tresgue- te entidad en cuanto a restos materiales para poder
rres, González Echegaray, Freeman, Barandiarán o extraer la mayor cantidad de información así como
Aranzadi (Fernández-Tresguerres 2004). Respecto al tener una significancia estadistica, y por último, abar-
Asturiense y el Mesolítico cantábrico, poco se avanza- car distintos hábitats de ocupación, es decir, costa,
rá en la investigación hasta la década de los ‘50 con F. interior y media y alta montaña.
Jordá Cerdá y Barandiarán en los ‘60 respectivamente Por todo ello, se decidió que el área de estudio
(Fano 2004). abarcaría desde la cuenca del Sella en Asturias a la
Los grandes avances vendrán con trabajos como del Saja en Cantabria, quedando limitado el sector sur
los de Clark (1976) y González Morales (1982). El pri- por las cabeceras de los ríos Esla, Pisuerga y Carrión.
mero incluirá como una auténtica novedad una serie Además de por las ya citadas razones, la región
de dataciones radiocarbónicas, quedando demostrada centro-occidental, dentro de la que entraría este es-
la cronología del Asturiense como cultura postpaleo- tudio, presenta una personalidad propia en cuanto al
lítica. Por su parte, con la tesis doctoral de González registro arqueológico, con una clara diferenciación
Morales (1982), también sobre el Asturiense, se abrirá respecto al sector cantábrico oriental, patente en as-
un proyecto de investigación en el bajo Asón sobre el pectos como el tipo de materias primas empleadas
Mesolítico en Cantabria. (Arias 1991: 91-111, Fano 2004) o el nivel de contac-
El Neolítico por su parte sufrió de cierto aban- tos de carácter suprarregional, siendo, al menos en
dono en el área cantábrica hasta los ‘80. Pero será a apariencia, netamente inferior en el sector centro-oc-
partir de otra tesis doctoral, en este caso de P. Arias cidental (Fano 2004).
(1991) cuando comenzarán diversos estudios sobre Respecto al marco cronológico, la delimitación
esta época. En su trabajo, Arias se centrará en el pro- temporal viene, a grandes rasgos, marcada por las
ceso de neolitización del norte peninsular, llevando a culturas del Epipaleolítico y del Mesolítico. Dentro
cabo una revisión del registro tanto Mesolítico como de la primera, las dataciones más antiguas, como las
Neolítico, abriendo nuevas vías de investigación so- del nivel 5 de Los Azules (Fernández-Tresguerres
bre estos períodos (Fano y Cubas 2012) 2006), el nivel 0b de Cueva Oscura de Ania (Adán
En cuanto a los últimos años, cabe destacar los et al. 2007), el nivel VIII de Anton Koba (Armen-
trabajos sobre los momentos finales del Mesolítico y dáriz 1997) y el nivel III.3 de la Cueva de la Pila (Ber-
el proceso de Neolitización del cantábrico de Fano y naldo de Quirós et al. 1992) situarían los primeros
momentos del Aziliense hacia el 11.500-12.000 B.P A la hora de emprender este estudio sobre el po-
(Álvarez-Alonso 2008), coincidiendo con el período blamiento entre el final del Tardiglacial y el inicio del
climático del Alleröd, fechado hacia el 11.700-10750 Holoceno en el centro de la región cantábrica, se optó
B.P (Hoyos 1995). Para el caso de los yacimientos as- por partir de una serie de hipótesis y de temas centra-
turianos de Los Azules y Cueva Oscura de Ania, en les que irían guiando la investigación. Estos serían,
estos niveles se documentaría un Aziliense antiguo, esencialmente: la continuidad de las poblaciones, el
diferente del posterior y más común Aziliense clásico, aumento de la territorialidad y la diversificación en
que se continuará desarrollando durante el Drias III la explotación del medio así como en la captación de
y el Preboreal, es decir, que llegaría hasta el 9500 B.P. materias primas.
aproximadamente, marcando el inicio del Holoceno
el declive de los grupos azilienses (Fernández-Tres- 4.1. Continuidad de las poblaciones
guerres 2006).
Durante el Preboreal hará su aparición el Meso- Puesto que el Aziliense parece tener un fuerte
lítico, donde se mantendrán las prácticas de cazado- sustrato del Magdaleniense final, que se puede ob-
res-recolectores, aunque con diferencias respecto al servar, por ejemplo, en la dificultad para diferenciar
momento anterior, como una mayor explotación del algunos niveles del primer aziliense, como en el caso
medio costero (Álvarez-Fernández 2015). Se ubica de Los Azules (Fernández-Tresguerres 2004, 2006),
entre el ca 9500 B.P y el 6500 B.P, momento a par- en Cueva Oscura de Ania (Adán et al. 2007), La Riera
tir del cual iría introduciéndose en el cantábrico el (Strauss y Clark 1986) o La Pila (Bernaldo de Quirós
paquete Neolítico, aunque existen ciertos elementos et al. 1992), se podría pensar en una clara continuidad
que permiten hablar de la pervivencia de los grupos de las poblaciones cantábricas, al menos hasta el final
mesolíticos como el conchero asturiense tardío del del Paleolítico debido a esta aparente continuidad en
VI milenio B.P de Cuevas del Mar III (Fano y Cubas la ocupación de diversos yacimientos así como a la
2012). similitud en su utillaje lítico y óseo.
Es cierto que el Mesolítico ha sido tradicional- Sin embargo, dos aspectos deben ponerse de re-
mente en la zona centro-occidental, y especialmente lieve a partir de este momento. El primero de ellos es
en Asturias, protagonizado por el Asturiense (Fano el vacío de dataciones que parece detectarse entre el
2004), pero las excavaciones de yacimientos como final del Aziliense y el inicio del Mesolítico, con un
Los Canes (Arias 2013), La Uña (Herrero 2014) o El hiato de casi un milenio entre el final del 10.000 B.P y
Espertín (Neira et al. 2016), han puesto de manifiesto el 9000 B.P. si se dejan de lado las fechas aproximadas
en los últimos años la existencia de un Mesolítico en y se atiende las obtenidas a través de C14 y sus desvia-
el centro y occidente cantábrico diferente del Astu- ciones (Estévez y Gassiot 2002), lo que podría llevar
riense. a valorar la existencia de una fase de movilidad de los
Todo ello delimita un marco cronológico aproxi- distintos grupos hacia fuera de la región, por razo-
mado de unos cinco milenios donde se prepararán y nes indeterminadas por el momento, que llevaría a un
como de Piloña, en Asturias, en el yacimiento de La de apropiación del entorno que puede entenderse
Uña (Neira et al. 2016), parece romper con esa ten- como un auge de la territorialidad, no exenta de con-
dencia hacia la no aparición de materias primas de tactos entre grupos no muy distantes entre sí, como
larga distancia, aunque también es cierto que este demuestra la existencia de restos de fauna marina en
yacimiento está enclavado en una fase más reciente yacimientos como Los Canes (Arias 2013).
del Mesolítico, con dataciones del VI milenio cal BC Para analizar esta territorialidad, como ya se ha
(Herrero 2014, Neira et al. 2016), lo que quizás podría dicho en las anteriores páginas, resultará interesante
hablar de una reactivación de los contactos a larga analizar y correlacionar los datos entre sí referentes
distancia dentro de la región cantábrica al término del a la captación de materias primas, pautas tecnotipo-
Mesolítico. lógicas, ubicación de los yacimientos o técnicas de
Más información sobre la posible territorialidad procesamiento de fauna, entre otros. Estos análisis
o el contacto entre los últimos cazadores-recolectores podrían permitir delimitar territorios por los que se
los arrojan los análisis de paleodietas efecutados en di- moverían los distintos grupos dentro de un mismo, y
versos restos mesolíticos, como los de Poza l’Egua, J3 de un diferente, período y de manera tanto sincrónica
o Colomba, que arrojaron una dieta rica en proteínas (siempre relativa) y diacrónica, pudiendo observar la
de origen marino (Arias 2005-2006), algo que con- evolución del poblamiento y su relación tanto con su
trastaría con los resultados de Los Canes (Arias 2007, entorno como con el resto de grupos humanos del
2013) y La Braña-Arintero (Arias y Schulthing 2010), centro de la región cantábrica.
que revelaron una dieta de tipo “terrestre”. Esto, en
boca de algunos de los propios autores se interpreta Referencias
como un claro indicio de territorialidad (Arias 2013)
Una posible vía de investigación que arroje más Adán Álvarez, G.E., García Sánchez, E., Quesada
datos sobre los patrones de territorialidad de los gru- López, J.M., 2007. Cueva Oscura de Ania (Las Re-
pos epipaleolíticos y mesolíticos podría residir en rea- gueras, Asturias, España) y la definición del Azi-
lizar una comparativa entre las formas de procesar la liense antiguo: la industria ósea. Caesaraugusta.
fauna, diferenciando aquellos grupos que tienden a 78, 107-124.
centrarse en el esqueleto axial, el esqueleto apendi- Álvarez-Alonso, D., 2008. La cronología del tránsito
cular o un transportel parcial determinado, diferen- Magdaleniense/Aziliense en la región cantábrica.
ciación que podría realizarse como se desprende de Complutum. 19-1, 67-78.
algunos estudios que abordan en mayor o menor me- Álvarez-Alonso, D., 2014. El final del Paleolítico Su-
dida el estudio de la fauna (Estévez y Gassiot 2002, perior, en Álvarez-Alonso, D. (Ed): Los grupos
Fano 2004, Marín y González, 2009). El cruce de da- cazadores-recolectores paleolíticos del occidente
tos entre las fuentes de aprovisionamiento, los análisis cantábrico. Estudios en homenaje a Francisco Jor-
de paleodieta y el procesamiento de la fauna podrían dá Cerdá en el centenario de su nacimiento. 1914-
arrojar interesantes resultados sobre los patrones de 2014. Entemu. XVIII, 171-204.
territorialidad a lo largo del Tardiglacial, pudiendo, Álvarez-Fernández, E., 2015. Continuity of hu-
quizás, identificar grupos culturales concretos. man-marine fauna interaction during the Holoce-
ne in Cantabrian Spain. Quaternary International.
5. Conclusiones 364, 188-195.
Arias, P., 1991. De cazadores a campesinos. La tran-
Parece quedar claro dadas las investigaciones de sición al neolítico en la región cantábrica. Servi-
los últimos años, que lejos de aquellas viejas visiones cio de Publicaciones de la Universidad de Canta-
que calificaban al epipaleolítico, y mesolitico, de pe- bria-Asamblea Regional de Cantabria, Santander.
ríodos de degradación de la vieja cultura paleolítica, Arias, P., 2005-2006. Determinaciones de isótopos
los últimos grupos de cazadores-recolectores no re- estables en restos humanos de la región Cantá-
presentan sino una adaptación a un nuevo clima que brica. Aportación al estudio de la dieta de las po-
se va abriendo camino a la par que les obliga a explo- blaciones del Mesolítico y el Neolítico, Homena-
tar con estrategias de amplio espectro el medio desde je a Jesús Altuna. Tomo III: Arte, Antropología
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Samuel Nión-Álvarez1
1
Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Santiago de Compostela. Praza da Universidade, 1, 15703 Santiago
de Compostela, A Coruña, España. samuelnionalvarez@gmail.com
345
Samuel Nión-Álvarez
3. Estructuras defensivas
que consideran esta diferencia formal como distintos ras en las que se documenta el trabajo artesanal se
modos de adaptarse a la nueva arquitectura en pie- documenta también alguna otra actividad (doméstica,
dra, que variarían en función de cada región y que se metalúrgica o de almacenaje). Por otra parte, solo en-
irían uniformizando con el paso de los años (Peña, contramos tres edificaciones con un uso meramente
2003; Ayán, 2014). La ausencia de viviendas circulares doméstico (de un total de once). En conclusión, la
y la elección de las rectangulares si rompería con los mayoría de las estructuras del poblado tienen, apa-
“mantras” del urbanismo castreño inicial (un ejem- rentemente, varias funcionalidades. También es des-
plo de esta habitual argumentación aparece en Peña, tacable la presencia de una estancia para la que Cano
2003). De todas formas, la documentación de estruc- (2012) ha propuesto una función ritual, en base a su
turas de planta rectangular no es ni mucho menos diferenciación arquitectónica respecto al conjunto
desconocida, sobre todo en el Norte de Galicia, sien- del poblado y a un enorme monolito, situado en su
do la tónica habitual en asentamientos como Castro- interior, carente de función estructural. Las estan-
maior (Portomarín, Lugo) (López Marcos et al, 2011). cias interpretadas como espacios de índole colectiva
Así, esta circularidad podría circunscribirse dentro del o ceremonial no son demasiado habituales en estos
marco del “polimorfismo regional” que apuntábamos contextos, entre otras cosas, porque es complicado
antes, por lo menos en épocas tempranas, sobre todo identificar estas cuestiones en el registro. Sin embar-
si tenemos en cuenta que la técnica constructiva es la go, en algunos asentamientos sí se ha propuesto la
misma, solo varía su aplicación formal. presencia de espacios rituales. Dos ejemplos pueden
A pesar de todo, las plantas arquitectónicas que ser São Julião (Bettencourt, 2000), o el Chao Sanmar-
“escapan de la circularidad” también están documen- tín. En este último caso, aunque su uso como pobla-
tadas en otros asentamientos conocidos en los que do es dudoso para estas cronologías, la presencia de
predominan este tipo de construcciones. Un ejemplo una estancia de uso ceremonial está bien documenta-
de estancia no circular, de planta irregular y gran ta- da (Villa Valdés, 2005).
maño, lo encontramos en Torroso, donde se exhumó La documentación de toda la cadena producti-
una estructura de considerables dimensiones y planta va metalúrgica, a través de diferentes estructuras, es,
irregular, conformada por la unión de una planta rec- sin duda, un gran hito para la arqueología gallega. Sin
tangular y una circular (Peña, 1992). embargo, ¿podemos afirmar que estamos ante un
asentamiento único y difícilmente repetible (Cano,
5. Urbanismo y funcionalidades internas 2012), o su excepcionalidad radica en ser el primero
documentado ampliamente en contraposición a un
El espacio interno se organiza en función de la registro muy parcial? Lo cierto es que la producción
ronda que recorre de forma paralela a la muralla, de- metalúrgica, en el Noroeste, es muy abundante en el
finida por una intencionalidad común en la construc- Bronce final y, aunque en el Hierro I el intercambio
ción de todas las estructuras, al ceder cierto espacio de objetos de metal se reduce ligeramente (González
respecto a la muralla, y desde la que se estructuran García et al, 2012), siguen siendo muy relevantes a ni-
diferentes ramales que definen el resto de las zonas de vel de registro, como veremos a continuación.
tránsito del poblado. Existen dos fases constructivas
dentro del poblado, pero no encontramos superposi- 6. Producción metalúrgica y materiales aso-
ción de estructuras, pues todas las nuevas construc- ciados
ciones se adaptan al urbanismo de las edificaciones
preexistentes (Cano, 2012). La producción metalúrgica de Punta de Muros
Por otra parte, atendiendo a la funcionalidad de es, sin lugar a dudas, el aspecto más controvertido del
los espacios internos, tenemos estancias dedicadas a la poblado (Cano y Gómez, 2010). Se han documenta-
producción metalúrgica (bastantes utilizadas también do varias estructuras destinadas, de forma parcial o
como almacenes e incluso como lugares domésticos), total, a la producción del metal, así como numerosos
estancias dedicadas a la producción artesanal, estan- crisoles de fundición con restos de escorias metálicas
cias domésticas y un conjunto, de difícil definición, (Cano, 2012). Además, la presencia de estas estruc-
interpretado como un espacio ritual (Cano, 2012). En turas productivas ha permitido documentar todo el
lo referido a la existencia de estructuras dedicadas a la proceso de la cadena de producción metalúrgica, algo
metalurgia (ocho), solo tres presentan una dedicación totalmente novedoso para estos contextos y poco
exclusiva a la misma. Además, en todas las estructu- frecuente incluso para cronologías posteriores. Aten-
Figura 3. Funcionalidades propuestas para cada estancia, atendiendo a los materiales documentados (Cano, 2012).
diendo a los análisis metalográficos (Cano y Gómez, escasos fragmentos imposibles de asociar a tipologías
2010), los materiales producidos serían dos tipos de o funcionalidades, dada su mala conservación, sólo
bronce, binario y plomado. Los binarios serían utili- destacamos la presencia de un pequeño lingote de
zados para la creación de elementos ornamentales o plomo, del que hablaremos más adelante. Sin duda, la
votivos, y los ternarios para producir armas o herra- escasez de objetos metálicos acabados, sean de pres-
mientas. tigio o de carácter doméstico, no deja de ser chocan-
Por otra parte, en cuanto a materiales metálicos, te en un lugar propuesto como factoría metalúrgica,
destacamos la baja cantidad documentada de los mis- sobre todo si lo contextualizamos con el abundante
mos. Además de varios pegotes de escoria y algunos registro de otros asentamientos con menor superficie
excavada. En Torroso encontramos una gran concen- como metálicos, como es el caso de A Graña y su
tración de materiales de bronce en una zona de transi- aguja de bronce de cabeza enrollada (Meijide, 1990)
ción del poblado, destacando la aparición de numero- o los puñales Porto de Mos de Torroso (Peña, 1992).
sas escorias, moldes y varias herramientas y materiales
de bronce de uso diario (restos de calderos, colgantes 8. Subsistencia
de varios tipos, alfileres...), los cuales son mayoritaria-
mente de procedencia local, aunque también se han Estamos ante una de las cuestiones más inte-
documentado materiales de importación como dos resantes del poblado, aunque haya recibido bastante
puñales tipo Porto de Mos (Peña, 1992). Además, en menos atención que la producción metalúrgica. Re-
el centro del poblado aparecen tres conjuntos de ca- sulta significativa la ausencia de restos de semillas
zoletas, algo que se puede asociar a los procesos de domesticadas, aperos de labranza, restos animales o
fragmentación y pulverización de materias primas. En cualquier posible útil relacionado con labores de sub-
Penalba (Campo Lameiro, Pontevedra) se documen- sistencia, en su fase de ocupación principal. Teniendo
taron varios fragmentos de bronce, posiblemente es- en cuenta que el poblado soportaría unas 90-120 per-
padas o puñales (Álvarez, 1986); en Neixón Pequeno sonas (Cano, 2012), resulta bastante difícil de com-
(Boiro, A Coruña) encontramos un taller exclusiva- prender su subsistencia sin una dependencia de otro
mente dedicado a la metalurgia (Ayán, 2011); y en São asentamiento. Aunque la citada ausencia de restos
Julião también se recogieron numerosas evidencias carpológicos pudiese ser explicable por otros facto-
del trabajo del metal y objetos acabados como lanzas, res (como la acidez del suelo), en este caso considero
calderos o brazaletes (Bettencourt, 2000, 2001a). que su ausencia sí es significativa. Si bien es cierto
Por último, la utilización de ligas ternarias de que en el territorio gallego los suelos son bastante áci-
bronce, utilizadas a partir del Bronce Final Atlántico dos, algo que afecta notablemente a la conservación
de forma generalizada, nos deja entrever que el tipo de las semillas, lo cierto es que su recuperación no
de materiales producidos son bastante coherentes y es algo inusual, aunque sea en pequeñas cantidades
comunes en estos contextos (Bettencourt, 2001a). (Ayán y Parcero, 2009). La acidez del suelo de Punta
de Muros, según Cano (2012), no se alejaría de la ge-
7. Materiales cerámicos neralidad de los suelos gallegos, por lo que sí parece
significativa su ausencia cuando en otros asentamien-
La producción es, sin lugar a dudas, totalmente tos igualmente ácidos como Torroso o Penalba sí se
local. La inmensa mayoría de los materiales se reali- han recuperado (Álvarez, 1984; Peña, 1992), incluso
zaron dentro del poblado, y las posibles excepciones cuando la superficie excavada en estos casos fue sig-
nos acercan a paralelos tipológicos bastante cercanos nificativamente menor. A esto hay que unirle la nula
(Elviña o Borneiro) (Rey, 1991). Los materiales ce- presencia de útiles y restos de uso agrícola o gana-
rámicos encontrados se elaboran a partir de arcillas dero, relativamente habituales en el registro galaico
poco depuradas y sin desgrasante añadido, son mode- (Ayán y Parcero, 2009), datos que, en nuestra opinión,
lados a mano y cocidos baja temperatura. Sin embar- sí merecen ser tenidos en cuenta.
go, a menos de media hora nos encontramos excelen- Por otra parte, los análisis polínicos nos eviden-
tes materias primas, lo que nos evidencia poco interés cian el uso del roble como principal elemento vege-
en la producción cerámica de lujo. A nivel de decora- tal utilizado, y también la amplia presencia polínica
ción, hablamos de facturas muy toscas con ornamen- de retamasp., de la familia de las fabáceas, que sue-
taciones típicas del Hierro I, como la decoración en le evidenciar la modificación antrópica del entorno,
mamelones o los círculos impresos, muy habituales normalmente para usos agrícolas como el cultivo de
en el Hierro I y presentes en sitios como Penarrubia rozas (Cano, 2012). Esto, lógicamente, no encaja con
o Torroso (Arias Vilas, 1979; Peña, 1992). la nula presencia de restos agropecuarios.
En definitiva, estamos ante una muestra de cerá- Este nulo registro relativo a la subsistencia del
mica típica de la Primera Edad del Hierro del Noroes- poblado choca con el aumento de cultivos documen-
te: pastas gruesas, modelado manual y poca decora- tado en otros castros del Hierro I (Ayán y Parcero,
ción. Es interesante subrayar la ausencia de materiales 2009), algo que no sólo debe hacer replantearse la in-
importados. Curiosamente, en otros castros, teórica- terpretación de sus estrategias de subsistencia, sino
mente menos “desarrollados” económicamente, sí también su organización social y su relación con otros
encontramos materiales importados, tanto cerámicos asentamientos.
9. Conclusiones
1
Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, Universidad de Cantabria, Santander,
Spain. jeanmarie.geiling@unican.es
Resumen 1. Introduction
Los arqueólogos están interesados en reconstruir las
estrategias paleoeconómicas humanas para comprender la An appropriate way to explore human behavioral
causa y el efecto de los cambios en los sistemas de subsis- development is the analysis of subsistence strategies
tencia del pasado. El análisis de las estrategias de subsisten- while many activities of Paleolithic hunter-gathe-
cia es una manera adecuada de explorar el desarrollo del rers are animal-related, thus is suggested that a high
comportamiento humano, mientras que muchas activida-
des de los cazadores-recolectores paleolíticos están relacio-
amount of human behavior can be inferred from ar-
nadas con animales, por lo que se sugiere que gran parte chaeological mammalian faunal remains. This paper
del comportamiento humano se puede deducir de los emphasis on the information faunal records preser-
restos arqueológicos de mamíferos El estudiodel compor- ve and will give an overview how they can be used
tamiento puede ayudar a interpretar la naturaleza de las to study past hunter-gatherer behavior. Accordingly,
economías pasadas; esto se puede hacer usando “Human
behavioral ecology” y “Optimality Modeling”. Este artícu-
the role that is played by macro-mammalian faunal
lo evalúa cómo reunir los datos arqueológicos faunísticos remains will be inspected in understanding Paleoeco-
publicados de una manera estandarizada utilitaria con la nomies. First is the nature of economies examined by
ayuda de métodos de cuantificación bioarqueológica para clarifying the terms Human behavioral ecology and
examinar el desarrollo del comportamiento humano. Fi- Optimality Modeling, before discussing how can de-
nalmente se sugiere utilizar un enfoque multifactorial para
reconstruir los comportamientos humanos pasados.
velopment be studied in archaeological terms. This is
followed by an overview about the type of quantifica-
Palabras clave: Human behavioral ecology. Optimality Mo- tion methods for faunal data, which can be used for
deling. Paleoeconomía. Arqueozoología. Enfoque multifac- behavioral studies. Finally is discussed a comprised
torial. multifactorial approach for human behavioral recons-
tructions based on subsistence strategies, while the
Abstract outlook touches upon the strength of using multiple
Archaeologists are interested in reconstructing hu- parameters to study human behavior.
man palaeoeconomic strategies to understand cause and
effect of changes in past subsistence systems. The analysis
of subsistence strategies is an appropriate way to explore 2. Human Behavior Studies
human behavioral development while many activities of
Paleolithic hunter-gatherers are animal-related, thus is Human palaeoeconomic behavior studies combi-
suggested that a high amount of human behavior can be ne the study of Human Behavioral Ecology (HBE)
inferred from archaeological mammalian faunal remains. (Foley, 1985; Winterhalder and Smith, 2000) with evo-
Behavior modeling can aid when interpreting the nature
of past economies; this can be done using Human beha-
lutionary theory and anthropology, while taking into
vioral ecology and Optimality Modeling. This paper asses- account the development of adaptive behavior and
ses how to gather published archaeological faunal data in a optimality principles. According to these theories, the
utilitarian-standardized way with the help of bioarchaeo- more efficient the feeding behaviors the greater the re-
logical quantification methods for examining human be- productive fitness is. In archaeology HBE research is
havior development. Finally is suggested to use a multifac-
torial approach to reconstruct past human behaviors.
often embedded in Optimal Foraging Theory (OFT)
that synthesizes on prehistoric human adaptation for
Keywords: Human Behavioral Ecology. Optimality Mo- optimality. Diet is an obvious human behavior reflec-
deling. Paleoeconomy. Archeozoology. Multifactorial ted by animal remains (Lyman, 2008: 41). This makes
approach. archaeological faunal remains an important resource
to explore dietary preferences through subsistence
353
Jeanne Marie Geiling
White (1953) who attempted to infer human beha- High return preys are species like bovines and red
vior through dietary reconstructions; this method has deer while low return preys are roe deer and wild boar
been amply used in paleontology. The measurement (Marín-Arroyo, 2009a).
is expected to reflect meat quantity provided by each
taxon as opposed to a measure of taxonomic abun- 4. Human paleoeconomic behavioral develo-
dances. MNI represents the most commonly occu- pment - A Multifactorial Approach
rring skeletal element of left-right side counts from
paired bones of a taxon in an assemblage. The index A vast part of Human ecological topics in the
is called modified MNI when including individuals of fields of subsistence strategies and settlement can be
clearly different size, ontogenetic age and sex charac- studied using faunal data. Here we discuss how to
teristics within each taxon, which normally increase apply a multifactorial approach to obtain information
the counts of individuals (Klein and Cruz-Uribe, on human behavioral development.
1984; Lyman, 2008). There are different opinions Central for the study of development in subsis-
on the relationship of MNI measure and fragmen- tence strategies is applying a chronological approach
tation degree of the faunal assemblage (see summary based on published data associated with direct dates
Marean et al., 2001). MNI is based on MNE and less of ideally low standard deviations to explore each
effected by the degree of fragmentation; therefore, it targeted index or factor (Marín-Arroyo, 2009a). Pu-
would be a better measure of taxonomic abundances blished data should be standardized in a way, which
as opposed to NISP. Highly fragmented assemblages makes it comparable to other studies. Two basic me-
on the contrary could blur MNE values towards an thods exist. The simpler one expresses all recorded
overestimation of MNI. Rare taxa are always over-es- data in fractions from the whole amount (i.e., percen-
timated, especially in small samples. Subsampling is tages). Indices contrarily are more complex calcula-
often referred as holding the possible error to overes- tions or derived units that already combine values to
timate MNI by counting individuals more than once. fit a certain purpose. The here presented multifacto-
This could be avoided by using the same skeletal ele- rial approach aims to include both methods of quan-
ment and landmarks in each subsample for MNI cal- tified data allowing comparison between archaeolo-
culations. gical levels, cultural periods and sites. Exploring the
generated standardized information’s, subsequently,
3.4.2. Inverse of Simpson’s Index can be test the degree of optimal behavior. %NISP
and MNI can be used to reconstruct prey choice, the
The Inverse of Simpson’s Index measures the patch choice model evaluate the topographic area,
biodiversity of an archaeological sample while taking %MAU identifies the prey transport strategy and sea-
into account the frequency of animal species and it sonality encounters mobility patterns within the here
is used to study dietary development (Marín-Arroyo, presented general interpretational framework.
2013; Simpson, 1949). In cases with unequal repre- The observable change in subsistence strategy
sentation of species, the Inverse of Simpson‘s Index based on animal resources can occur on a number
shows the number of dominant species within the of ecological scales, including the community, the
sample. population, and the individual animal scale (Munro
2009). Each components development can be evalua-
3.4.3. Resource /Species Ranking ted and explored for the key moments of behavioral
changes, while each factor explain it’s own human be-
Resource ranking evaluates the hunted preys ac- havior facets. This study uses the interaction and in-
cording to their high/low resource value in terms of terconnection of different, above mentioned, factors
cost/yield ratios of energy expended vs. energy ob- (indices and values) to explore what have influenced
tained (Macarthur and Pianka, 1966). The degree of human behavior in the past. The above mentioned
subsistence intensification is visible as relative por- collection of direct radiocarbon dates will serve as a
tion of young/adult- as low/high-ratio in prey ani- chronological control that generally help to illustrate,
mals (Munro, 2009). The species variable group the if changes in factors are simultaneous, time-shifted
high- against low-return species such as fast moving or independent.
or dangerous animals depending on their obtainable Possible reconstructable scenarios of subsisten-
biomass and/or energetic cost to spend for hunting. ce strategies change that can be summarized under
intensification patterns include: for example, an in- contract or demographic growth increase the compe-
crease of metapodials that have normally low meat tition for resources. The changes to increasingly di-
values found located in a base camp might mark their versified subsistence strategies with the incorporation
growing role as raw material source or the intensified of new species might be influenced by environment
bone exploitation for bone marrow. When prime age changes, which allowed uncommon species to spread
animals from the most profitable prey species such into previously unsettled regions. Finally might be the
as red deer, reindeer or horse are hunted, the local results of climatic changes the reason for the tempo-
hunter-gatherers practicing optimal hunting strategies rary absence of prey species, further, that presumably
that target main prey species of highest return rates. influenced the human settlement system, as in con-
On the contrary, a diversification pattern in subsisten- sequence the lithic raw material accessibility, as the
ce strategies would comprise an increase of complete Chaîne opératoire in tool production; thus all of these
animals brought to the site, a non-selective distribu- exemplify a cascade of changes in the environmental
tion of animal ages and more different species repre- settings of the humans actors.
sented, which in general mirrors more opportunistic The here presented approach has shown how to
chasing behaviors. Hunting parties would include ani- incorporate divers datasets that factor several aspects,
mals of all ages, as well as pathological or exhausted which in common possibly could have influenced
specimens, into their hunting spectrum. past human behavior .
The above mentioned varying status in hunting
behavior of past societies can be reconstructed when 5. Outlook
exploring a series of aspects derived from archeo-
zoological data collections. Those factors that belong The study of Paleolithic hunter-gatherers sub-
apparently to an individual level are the selection of sistence strategies explores how people obtain their
hunted species, the choice of carcass transport and material and nutritional needs from their surrounding
fragmentation degree within an archaeological as- environment. The field of Human behavioral ecolo-
semblage. The population composition is of interest gy helps therewith to understand triggering factors
when young/adult ratios and biomass calculations are being involved in decisions making. A derivate co-
made. Additionally explore various calculated indices, ming from this research line is the Optimal Foraging
such as %MNI, the Inverse of Simpson`s Index and Theory, which therefore, gives an interpretational fra-
resource ranking, Paleolithic human behavior on the mework for human behavioral studies. The archaeo-
level of the living community. logical faunal data in particular can be explored to
It is assumed that Paleolithic humans always seek study changes in subsistence strategies on an indivi-
to act in their environment optimally when HBE and dual, population or living community level. Positive
OFT is applied. These approaches give an interpreta- results can be expected when using a multifactorial
tional framework in which daily activities and human approach that studies the various indices in an accu-
behavior can be inferred. The keynote in exploring mulative way.
human behavior might assess the change in the level Any Paleolithic study should also consider that
of optimality in subsistence strategies or other human during the Last Glacial period the fluctuating climate
actions through time, which mirror in consequence influenced locations of biomes depending on lands-
how this specific human behavior developed. Identi- cape topography. Plant communities are related to
fying additionally the interconnection of changes in climatic conditions, as animal populations are linked
human behavior might be the method to test if some to plant ones, meaning that a relationship between
significant variations in the subsistence strategies of climate and food resources available to humans for
Paleolithic hunter-gatherers are contemporaneous to hunt and gatherer exists. In this sense it would be sen-
other ones such as changes in the tool production, sible for future works to reconstruct the environmen-
raw material use, settlement system or local environ- tal conditions parallel to above mentioned economic
ment. For example can dietary widening start with and behavioral studies.
incorporating more young individuals into the diet
and, after, lower ranked species such as roe deer or Acknowledgments
wild boar getting the targeted game species. Clima-
te changes could have influenced, somehow, human Many thanks to Dr.Y.H.Hilbert for very useful
behaviors, when either food resources in the region comments on the manuscript.
Stiner, M.C., 1994. Honor among thieves: A zooar- White, T.E., 1953. A method for calculating the die-
chaeological study of Neandertal ecology. Prince- tary percentages of various food animals utilised
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nal Approaches to Adaptation in Late Pleistocene twenty-five. Evol. Anthropol. Issues News Rev. 9,
Western Europe, edited by H. Price and G. Peter- 51–72.
kin, pp. 25-45.
1
Servicio de Conservación, Restauración y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico (SECYR) de la
Universidad Autónoma de Madrid, Campus de Cantoblanco, 28049, Madrid, España. inmaculada.donate@uam.es
2
Universidad Autónoma de Madrid, Campus de Cantoblanco, 28049, Madrid, España. maria.turegano@uam.es
361
Inmaculada Donate Carretero y María Turégano Botija
rrado hasta su hallazgo. Durante todo ese tiempo de IV a.C., siguiendo la continuidad temporal de otras
enterramiento, se llega a un equilibrio entre objeto y necrópolis del sureste meseteño como la necrópolis
medio que se va a ver alterado tras su excavación. Este de Los Villares (Hoya Gonzalo), el Tesorico (Agra-
equilibrio provoca el tipo más importante de deterio- món-Hellín), La Hoya de Santa Ana y el Llano de la
ro, la corrosión, es decir, la tendencia que tienen los Consolación (Blánquez, 1995).
metales para regresar a su estado original, más estable, En concreto, esta pieza fue hallada en un hoyo
que es el mineral. Esa degradación físico-química se excavado en el interior de la tumba tipo túmulo deno-
manifiesta además en transformaciones estructurales minada nº 2, junto con otros objetos metálicos (algu-
y superficiales del metal (grietas, fisuras, picados, etc.). nas armas y objetos de adorno personal), como parte
Tras la excavación arqueológica, la siguiente fase del ajuar de una urna cineraria de cerámica.
de la investigación es el trabajo en el laboratorio. En El ritual funerario por excelencia en el Mundo
él, uno de los problemas con el que nos enfrentamos Ibérico es la cremación del cadáver y la posterior de-
es cómo frenar esa corrosión en las superficies metá- posición de los restos en la tumba. A partir de los ha-
licas. De manera que, previo a la intervención directa llazgos arqueológicos y por paralelos culturales, dicho
sobre el objeto, es habitual realizar un estudio físico y ritual estaría formado por tres etapas: la preparación
químico de la pieza. En la actualidad, existe una gran del cadáver antes de su enterramiento, el entierro en
variedad de técnicas instrumentales de análisis aplica- sí y las ceremonias llevada a cabo después de darle
das al estudio de objetos arqueológicos, a las que es sepultura. El cadáver junto con sus pertenencias se
recomendable recurrir ya que pueden aportar una in- colocaba sobre una pira funeraria de leña, que ardía
formación “oculta” de vital importancia para nuestro durante horas, llegando alcanzar entre 650º-800º. La
estudio, incluso darnos la clave de cómo actuar (o no) incineración no era completa, ya que quedaban restos
sobre el objeto y a partir de los resultados, diseñar una óseos junto con las cenizas (Quesada, 2015).
metodología de trabajo adecuada. Los objetos personales del difunto (elementos de
Por su importancia arqueológica, el interés en adorno, armamento) eran quemados, en parte, en la
averiguar la composición original y los productos de pira, como un acto de destrucción. La parte orgánica
corrosión originados, así como determinar su estado desaparecía y se modificaban por el calor las cualida-
de conservación para finalmente estabilizarlo y con- des de los metales. A su vez, las armas eran sometidas
servarlo, se ha llevado a cabo el siguiente trabajo de a un ritual de inutilización intencionado (mellado, do-
investigación sobre un objeto de bronce encontrado blado, aplastamiento, perforaciones) que respondería
en una tumba de una necrópolis ibérica albaceteña. a razones prácticas (amortizar el espacio) y a razones
ideológicas (debían morir con el dueño) (Quesada,
2. Contexto arqueológico 1997).
Figura 1. Imagen (izquierda) y radiografía (derecha) de la pieza SECYR 318 antes del tratamiento de restauración.
depositados por toda la superficie. Como resultado manifestada en la ausencia de núcleo metálico en la
de este evidente deterioro, a nivel químico, la pieza mayor parte de este, la pérdida de material en algunas
ha sufrido un importante debilitamiento estructural, zonas y las múltiples grietas y pequeñas fisuras. Ade-
acrecentado, además, por las tensiones extra creadas más, se constató el doblado y redoblado de la pieza,
por el comentado doblado deliberado y que resulta así como la superposición de fragmentos.
evidente en forma de grietas, fisuras, picados, abulta-
mientos y deformación general. 4.2 Caracterización composicional: LIBS y DRX-P
Además, el examen inicial, apoyado en instru-
mentos como la lupa binocular y el microscopio óp- Para caracterizar químicamente la pieza se recu-
tico, ha permitido detectar la presencia de remaches, rrió a dos técnicas: la espectroscopia de plasma indu-
perforaciones e incluso de restos de carbón proce- cida por láser (o, por sus siglas en inglés, LIBS) y la
dente del lugar de enterramiento. difracción de rayos X-policristal (DRX-P).
La primera de ellas es una técnica micro-destruc-
4. Análisis inicial con técnicas instrumenta- tiva, pues implica la ablación láser de una pequeña
les porción de material de la superficie (entre 10-9 y 10-12
gramos) que, excitada a un estado transitorio de plas-
Ante la necesidad de poder establecer un proce- ma, emite radiación característica de los elementos
so de restauración y conservación que, por un lado, presentes (Cremers y Radziemski, 2006: 85-87; Ponce
detenga el proceso de corrosión y estabilice la pieza et al., 2008: 85).
y, por otro, permita su limpieza para la interpretación Para las mediciones se empleó el equipo dispo-
arqueológica, se realizaron análisis empleando técni- nible en el Servicio de Conservación, Restauración
cas instrumentales que permitieron conocer la com- y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico
posición de la pieza y caracterizar las estructuras del (SECYR) de la Universidad Autónoma de Madrid
deterioro. (UAM), compuesto por: un láser Nd:YAG Litron
NANO S 130-10, Q-switched, que emite en el segun-
4.1 Radiografía de rayos X do armónico (λ=532 nm, “luz verde”) pulsos de va-
rios nanosegundos (~ 7ns); y un espectrógrafo Andor
En un primer momento la pieza fue radiografia- SR-163 de alta resolución (con rendija ajustable y red
da en el Instituto del Patrimonio Cultural de España holográfica de 2400 líneas/mm), acoplado a una cá-
(IPCE), usando un sistema MCN 321 con un poten- mara ICCD Andor iStar DH720 (con matriz de 1024
cial constante de 150 kV, una tensión de pico de 320 x 256 píxeles de tamaño 26 x 26 μm).
kV, una intensidad de corriente de 5 mA y durante un Mediante una serie de análisis repartidos por di-
tiempo de exposición de 20 s. La imagen resultante versas zonas de la pieza y a diferentes profundidades
(Fig. 1) confirmó la fragilidad estructural del objeto, (núcleo metálico, depósitos superficiales y en un frag-
Figura 2. Estudios mediante SEM/EDX (imágenes de electrones retrodispersados donde se señalan los puntos de análisis y tablas con los valores
de la semicuantificación realizada en cada zona): estratigrafía de la corrosión de un fragmento desprendido de la pieza (izquierda) y detalle de un
segregado de la aleación del mismo fragmento donde se detecta plata.
Figura 3. Espectros de emisión generados por el LIBS de una zona limpia y otra no limpia. Se observa como las señales de Ca y Fe disminuyen en
la zona limpia, lo que certifica la eliminación efectiva de los depósitos sobre la pieza.
tuaron en condiciones de alto vacío, con un voltaje de limpieza química y cualquier uso de equipos que le
20 kV y distancias de trabajo dentro del rango 10-17 transmitiesen vibración, optándose por una limpieza
mm. mecánica con bisturí bajo binocular para retirar los
El análisis elemental realizado en las diferentes depósitos terrosos superficiales y eliminar los pro-
capas de las muestras, permitió establecer la estra- ductos de corrosión del cobre.
tigrafía de la corrosión: el estrato más externo, for- Para comprobar el grado de limpieza que se es-
mado mayoritariamente por cloruros del cobre, se taba realizando y si ésta estaba siendo efectiva o no,
asienta sobre una capa de sulfatos de cobre y ésta, a se analizó con la técnica LIBS. El espectro de emisión
su vez, sobre una capa de gran grosor de cuprita, con- generado mostró que la presencia de calcio (Ca) se
firmándose la mineralización del núcleo. Asimismo, había rebajado considerablemente en la zona limpia
se detectó, en algunas muestras, plomo y plata, ambos con respecto a la zona aún sin tratar (Fig. 3). Por lo
en bajas cantidades, por lo que podrían tratarse de tanto, la limpieza estaba siendo positiva.
contaminaciones de origen externo (el sedimento u Una vez finalizada la limpieza, los focos aún ac-
otros objetos enterrados) (Fig. 2). Aunque, en el caso tivos de cloruros se estabilizaron con un equipo láser
de la plata, no se descarta una posible decoración en Nd:YAG (1064 nm) que emite en el régimen de emi-
plata que ha desaparecido con el paso del tiempo o sión Long Q-Switched (LQS) pulsos en el rango de los
durante la cremación. nanosegundos (160-300 ns), del SECYR. Finalmente,
se le aplicó una doble capa de protección, primero
5. Restauración una de resina acrílica disuelta en acetona/xileno y,
por último, una capa de cera microcristalina diluida
A partir de los resultados obtenidos (grave esta- en White Spirit (Fig. 4).
do de conservación y la necesidad inmediata de fre-
nar la corrosión y estabilizar la pieza), se descartó una
Agradecimientos
1
Master de Evolución Humana, Universidad de Burgos. nataliagarcia783@gmail.com
2
Área de Prehistoria, Departamento de Historia, Geografía y Comunicación, Universidad de Burgos, Edificio I+D+I,
Plaza Misael Bañuelos s/n 09001, Burgos, Spain. acarrancho@ubu.es
3
Servicio Arqueomagnético Nacional y Laboratorio Interinstitucional de Magnetismo Natural (LIMNA), Instituto
de Geofísica, Unidad Michoacán, Campus Morelia, Universidad Nacional Autónoma de México, México.
4
Aratikos Arqueólogos, S.L. C/ Madrid, nº 50, bajo, 09001, Burgos
367
Natalia García Redondo, Ángel Carrancho, Avto Goguichaishvili y Ángel Palomino
la fecha de adquisición de la TRM y con el último ca- por lo que son materiales aparentemente idóneos para
lentamiento (y enfriamiento) experimentado. realizar su datación arqueomagnética y confrontar la
La datación arqueomagnética estándar requie- información arqueológica. Este estudio es interesante
re la existencia de curvas patrón regionales de va- porque en la actualidad no se cuenta todavía con nin-
riación secular (VS) del campo magnético terrestre. guna datación del yacimiento y este trabajo pretende
En Europa ya se cuenta con registros regionales (ej.: ser una contribución al respecto.
Gómez-Paccard et al. 2006a, Schnepp y Lanos 2005;
Tema et al. 2006) de VS muy completos que abarcan 2. Materiales y métodos
aproximadamente los últimos 2-3 milenios. En prin-
cipio, toda estructura de combustión arqueológica 2.1 Área de estudio
calentada a altas temperaturas, in situ y cuya edad esté
comprendida en el intervalo que cubre la curva re- El Monasterio de San Pelayo está situado a dos
gional de VS, es susceptible de ser datada mediante kilómetros de la localidad de Cevico Navero, al sureste
arqueomagnetismo. de la provincia de Palencia. Su historia comienza en el
En este trabajo se presenta un estudio arqueo- año 934 AD., cuando Oveco Díaz y su mujer Gutina
magnético de dos hornos descubiertos en 2012 du- donan al abad Pedro y a su comunidad de religiosos
rante la excavación de urgencia de un monasterio me- el lugar donde se tenía que construir un monasterio.
dieval en Cevico Navero (Palencia, España). Ambas Durante gran parte de la Edad Media el monasterio
estructuras se preservaron in situ y mostraban indicios fue uno de los más exitosos de Castilla. Esto durará
de estar muy bien quemadas debido a su coloración, hasta el siglo XVI, momento en el que la comuni-
Figura 1. Fotomontaje con la localización de las muestras tomadas de ambos hornos. (a) horno baldosas. (b) Horno campana.
dad pierde sus posesiones. Esta decaída no tendrá fin secuencia de desmagnetización más adecuada, la des-
hasta el siglo XIX, cuando se venden todas sus pose- magnetización por campos alternos se ha realizado
siones a consecuencia de la desamortización de Men- aproximadamente en 20 pasos hasta un campo de
dizábal (Moratinos y Palomino, 2010). Mientras que pico máximo de 100 mT, mediante la unidad de des-
uno de los hornos fue utilizado para la fabricación de magnetización que incorpora el magnetómetro 2G.
campanas, el otro sirvió para hacer baldosas. Para la desmagnetización térmica se ha utilizado un
desmagnetizador térmico TD48 – SC (ASC). Esta
2.2 Muestreo arqueomagnético y análisis de laboratorio última se ha llevado a cabo en 13 pasos aproxima-
damente, distribuidos desde temperatura ambiente
La técnica de muestreo utilizada en el campo ha hasta a una temperatura máxima de 600°C. Tras cada
sido distinta en función de las características, grado paso de desmagnetización térmica se midió la suscep-
de consistencia y disponibilidad del material en cada tibilidad magnética para evaluar posibles alteraciones
horno. El muestreo del horno utilizado para fabricar mineralógicas inducidas por el calentamiento. La di-
campanas consistió en la recogida de dos bloques de rección de la magnetización remanente característica
mano (Fig. 1b) independientes y orientados con brú- (ChRM) de todos los especímenes ha sido determina-
jula magnética que posteriormente fueron submues- da a través de un análisis de componentes principales
treados en el laboratorio. Para garantizar una orienta- (PCA); Kirschvink (1980), incluyendo al menos ocho
ción lo más precisa posible y una recuperación íntegra pasos de desmagnetización usando el software Rema-
de la muestra, se utilizó escayola para el muestreo. soft (Chadima y Hrouda, 2006).
Con este material se generó una superficie horizon- Para estudiar los minerales ferromagnéticos pre-
tal en el plano superior del bloque de mano que, una sentes en las distintas muestras se han realizado varios
vez seca, fue orientada marcando el azimut con una experimentos mineralógicos con la balanza de tras-
brújula magnética. Posteriormente en el laboratorio, lación (MM_VFTB). Tales experimentos son: curvas
los bloques fueron submuestreados con el fin de ob- de adquisición progresiva de la magnetización rema-
tener el máximo número de especímenes cúbicos (~ nente isoterma (IRM, en inglés), ciclos de histéresis
10 cm3) respetando las marcas de orientación. (± 1 T), curvas de backfield y curvas termomagnéticas
El muestreo del horno utilizado para fabricar hasta 700 °C en aire. Estos análisis se han realizado
baldosas se realizó utilizando una perforadora eléc- sobre muestra suelta (~ 300 mg) de material proce-
trica portátil que incorpora una broca diamantada y dente de ambos hornos. La determinación de la tem-
un sistema de refrigeración por agua. Se recogieron peratura de Curie en las curvas termomagnéticas se
un total de 12 testigos cilíndricos de diferentes partes ha realizado mediante el método de las dos tangentes
del horno (Fig. 1a). El azimut de cada testigo se mi- de Grommé et al., (1969).
dió con una brújula magnética acoplada a un dispo- La magnetización remanente de saturación
sitivo de orientación que incorpora un inclinómetro. (Mrs), la magnetización de saturación (Ms) y el cam-
Posteriormente en el laboratorio dos de estos testigos po coercitivo (Bc) han sido calculados a partir de los
fueron submuestreados, obteniendo un total de 14 es- ciclos de histéresis tras ser corregidos por la fracción
pecímenes para analizar. paramagnética. El campo coercitivo remanente (Bcr)
Todos los análisis se han llevado a cabo en el La- ha sido determinado a través de las curvas de backfield.
boratorio de Paleomagnetismo de la Universidad de La representación del ratio biparamétrico Mrs/Ms vs
Burgos (UBU). La medida de la magnetización rema- Bcr/Bc en el denominado diagrama de Day (Day et
nente natural (NRM, de sus siglas en inglés) se realizó al., 1977; Dunlop, 2002), ha permitido evaluar el esta-
con un magnetómetro criogénico SQUID 2G (nivel do de dominios magnéticos de la colección estudiada.
de ruido 5 × 10−12 Am2). La susceptibilidad magnéti-
ca se ha medido a temperatura ambiente inicialmente 3. Resultados y discusión
y tras cada paso de desmagnetización térmica con un
puente de susceptibilidad KLY-4 (AGICO; nivel de 3.1 Propiedades magnéticas
ruido 3 × 10−8 S.I). La desmagnetización progresiva
de la NRM se ha realizado bien mediante campos al- Se han investigado las propiedades magnéticas
ternos decrecientes (AF, en inglés) o bien mediante de doce muestras representativas de ambas estructu-
desmagnetización térmica (TH, en inglés). Tras rea- ras (siete del horno de las campanas y cinco del horno
lizar un estudio piloto que permitiese seleccionar la de la baldosa). El objetivo es identificar los minerales
Figura 2. Diagrama de Day con las líneas de tendencia (Dunlop, 2002) (a) y valores de Qn ratio (b).
utilizando el programa Remasoft (Chadima y Hrouda, mente. Tiene sistemáticamente polaridad normal y su
2006). En estos diagramas se representa cada paso de dirección es reproducible entre muestras del mismo
desmagnetización tanto en el plano horizontal como horno (Fig. 3). Las curvas de caídas de intensidad
en el plano vertical. demuestran que las muestras están dominadas por
Los diagramas ortogonales de desmagnetización minerales de baja coercitividad. La muestra H12 (Fig
de la NRM obtenidos en ambos hornos se caracteri- 3B) es quizás la excepción, pues con un campo de
zan por tener altas intensidades de la magnetización y pico de 100 mT todavía queda un 20% de la NRM
ser magnéticamente estables. Se distinguen dos com- por desmagnetizar. No obstante, la componente ca-
ponentes de la magnetización. Una componente se- racterística está perfectamente definida y va hacia el
cundaria de polaridad normal, muy probablemente de origen del diagrama, pudiéndose aislar con facilidad.
origen viscoso entre NRM y 15 mT en los diagramas De un total de 35 especímenes analizados en el
de campos alternos y entre NRM y 300 °C (Fig. 3). horno de la campana, 30 fueron los considerados para
La componente paleomagnética de baja tempe- el cálculo de la dirección arqueomagnética media. Las
ratura en las muestras desmagnetizadas térmicamen- 5 restantes fueron excluidas debido a que por su mala
te presenta máximas temperaturas de desbloqueo de conservación se rompieron durante la desmagnetiza-
250 – 300 °C. Al igual que las muestras desmagnetiza- ción. La dirección media obtenida es: declinación =
das por campos alternos, esta componente secunda- 2.6°; inclinación = 45.2°; alfa-95 (α95) = 1.8°; k (pa-
ria presenta dirección de campo actual (Fig. 3). rámetro de precisión) = 221.3.
La segunda componente paleomagnética obser- La dirección media del horno de las baldosas se
vada se ha considerado como la componente carac- ha obtenido considerando 13 especímenes de 14 ana-
terística (ChRM) o primaria. Ésta se define entre 15 lizados, y es la siguiente: declinación = 359.0°; incli-
– 20 mT hasta 100 mT en las muestras procesadas nación = 45.6°; α95 = 4.3°; k = 93.8. Los resultados
por campos alternos y desde 250 – 300 °C hasta 580 direccionales obtenidos en ambos hornos son cohe-
– 600 °C en las muestras desmagnetizadas térmica- rentes y estadísticamente muy aceptables, con α95 <
Figura 3. Pasos de desmagnetización de muestras representativas de ambos hornos. Muestras desmagnetizadas por campos alternos (A y C) y
muestras desmagnetizadas térmicamente (B y D).
Figura 4. Funciones de densidad de probabilidad de edad obtenidas con la herramienta Matlab de Pavón-Carrasco et al., (2011) para la declina-
ción e inclinación del horno de la baldosa (a) y del horno de la campana (b). La dirección media obtenida es comparada con la curva de variación
secular de la península ibérica (Gómez Paccard et al., 2006b) en las coordenadas del sitio de estudio. La datación arqueomagnética resultante se
expresa al 95% de probabilidad.
5° y parámetros de precisión (k) de 94 en el horno de ting de Pavón-Carrasco et al., (2011). Para el horno
las baldosas y de 221 para el horno de las campanas, de fabricación de campanas se han obtenido cuatro
indicando que la dirección está muy bien definida y es intervalos de edad para la declinación: 490 AC – 250
estadísticamente sólida. AD; 260 – 300 AD; 400 – 620 AD; 1600 – 1800 AD
(Fig 4a). Mientras que para la inclinación solo se ha
3.3 Datación arqueomagnética obtenido un intervalo: 1175 – 1360 AD. La combina-
ción de todas las densidades de probabilidad ofrece
Esta técnica de datación permite estimar un in- un único intervalo de 1293 – 1382 AD (95%) como
tervalo de edad para la última combustión de la es- periodo más probable en el que se utilizó por última
tructura arqueológica. La datación arqueomagnética vez el horno que servía para hacer campanas.
consiste en comparar la dirección y/o intensidad me- El horno utilizado para hacer baldosas ha apor-
dia obtenida en la estructura analizada con la curva o tado dos intervalos de edad para la declinación: 400
modelo de variación secular disponible. En aquellos AC – 500 AD y 1600 – 1700 AD (Fig. 4b). Para la in-
tramos cronológicos donde la dirección y/o intensi- clinación se ha obtenido un único intervalo de edad:
dad media intersecta a la curva de variación secular 1150 – 1400 AD. La combinación de todas las den-
con la que se compara (bajo unos límites estadísticos), sidades de probabilidad ofrece un único intervalo de
se obtendrán diversos intervalos de edad. La combi- 1280 – 1419 AD (95%) como edad más probable en
nación estadística, al 95% generalmente, de las fun- el que se utilizó por última vez el horno destinado a
ciones de densidad de probabilidad obtenidas para fabricar baldosas. Ambas dataciones arqueomagnéti-
los parámetros magnéticos analizados (declinación, cas ponen en evidencia que los dos hornos dejaron de
inclinación y/o intensidad), indican períodos donde utilizarse prácticamente en el mismo periodo, entre
la estructura pudo ser utilizada. Concretar qué inter- los siglos XIII y XV AD. Históricamente su aban-
valo cronológico es el más coherente como fecha de dono se produjo durante la Baja Edad Media (1250
último uso depende también de interpretar los resul- – 1500 AD). Este intervalo está en consonancia con
tados con la ayuda de los arqueólogos. el contexto histórico del monasterio, ya que, como se
En este estudio se ha comparado las direcciones ha señalado anteriormente, fue a partir del siglo XVI,
medias obtenidas en ambos hornos con la curva de cuando la comunidad monástica pierde las posesio-
variación secular de la Península Ibérica (Gómez Pac- nes del monasterio (Moratinos y Palomino, 2010). La
card et al., 2006b), utilizando el software archaeo_da- datación arqueomagnética es por lo tanto coherente
J. R. Astronomical Soc. 62, 699–718. Stacey, F.D. 1967. The koenigsberger ratio and the na-
ture of thermoremanence in igneous rocks. Earth
Moratinos, M., Palomino, A., 2010. San Pelayo de Ce-
planet. Sci. Lett., 2, 67–68.
rrato: de la fundación Monástica a la fundación
Grupo Siro. Fundación Grupo Siro. Tauxe, L, 2010. Essentials of Paleomagnetism. Ber-
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Pavón – Carrasco, F.J., Rodríguez – González, J., Ose-
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cular variation in Germany during the past 2500
years. Geophys. J. Int. 163, 479–490.
1
Servicio de Restauración de la Diputación Provincial de Castellón. Complejo socio-educativo Penyeta Roja, 4º piso,
Partida Penyeta Roja, S/N 12004, Castellón, España. pilarp@dipcas.es; andrea.s.catala@icloud.com;
elena.miraflores@gmail.com
2
Investigador independiente. Fotógrafo de arte freelance. pmerce@icloud.com
375
Pilar Pujol, Andrea Sanz, Elena Miraflores y Pascual Mercé
altar, aunque actualmente no se encuentra en la er- del año 2015 surgieron sospechas de la existencia de
mita. pinturas murales subyacentes a la capa azul monocro-
En el interior de la ermita, las paredes están cu- ma con cenefas por lo que, a petición del ayuntamien-
biertas casi en su totalidad por una pintura azul con to de Villahermosa del Río y después de estudiar la
cenefas decorativas de varios colores (en los paneles documentación existente, se llevaron a cabo una serie
murales, en la escalera de subida al coro e incluso en la de catas de limpieza y, por otra parte, un estudio de
techumbre de madera antes de su rehabilitación). No fotografía infrarroja y su correspondiente en luz visi-
se encuentran referencias a las pinturas en Carreres ble para establecer la existencia o no de pinturas pre-
(1909), historiador del XIX que recorrió y describió sumiblemente anteriores, y establecer la conveniencia
las obras de arte de la provincia. La alusión más anti- de su restauración.
gua podría estar en una Monografía histórico-artística A principios del año 2015, durante la última re-
de la localidad de los años 80 del pasado siglo, donde habilitación del edificio, surgieron las sospechas de la
Medall, B. (1985) expone que “anteriormente decora- existencia de pinturas murales subyacentes a la capa
ban los muros interiores pinturas murales, pero en la azul. A consecuencia de una petición realizada por
actualidad se halla pintada de uniforme color blanco el Ayuntamiento de Villahermosa del Río, el servicio
con algunas cenefas”. Esto podría confirmar que la de restauración de la Diputación de Castellón realizó
existencia de pinturas diferentes a las monocromas una serie de catas de limpieza y un estudio de fotogra-
eran desconocida en el siglo XX, no conociéndose fía infrarroja. Se estableció la existencia de pinturas
documentación que nos relate ninguna escena repre- presumiblemente anteriores, y se determinó la conve-
sentada, aunque sí una capa posiblemente de cal (co- niencia de su restauración.
lor que menciona como blanco). Este trabajo quiere dar a conocer el uso de la
Durante la rehabilitación del edificio a principios fotografía y sus variantes con el fin de determinar la
existencia o no de pinturas subyacentes. El estudio en el plano de la planta de la ermita), para los que se
de fotografía inicial fue realizado sobre cuatro de los realizaron unas catas en profundidad y limpieza de las
paneles murales de la ermita de San Antonio Abad, pinturas y su correspondiente reportaje fotográfico
aunque el objeto de este estudio ha sido la conserva- con luz visible y luz infrarroja.
ción-restauración del panel 2. Este panel (Fig. 2) es En la fotografía del espectro visible se ha em-
un lienzo de pared de 5 m x 6 m situado entre dos pleado una cámara de alta resolución Hasselblad de
arcos apuntados que ocupa un lateral de la ermita, 7.400 x 5.400 pxl, con una iluminación consistente en
pintado probablemente en el siglo XX con pintura dos flashes situados en posición oblicua-frontal con
azul a la cal. dos pantallas difusoras. Se realizaron tomas generales
y por secciones. La posición de la luz y la potencia
2. Objeto del destello hacen que pueda llegarse hasta los 780
nanómetros, por lo que capacidad de visión aporta-
La fotografía ha sido empleada de manera inte- da por el dispositivo es mayor que la proporcionada
gral en este trabajo, utilizada no sólo como registro de por el ojo humano al observar las paredes in situ. Los
los diferentes procesos restaurativos sino como nos diafragmas fueron situados entre f 16 y f 11 y la velo-
demuestra Hours (1977), “un verdadero método de cidad de obturación a 1/180 s.
análisis no destructivo” para determinar la existencia Para la fotografía infrarroja se ha empleado una
o no de pinturas subyacentes mediante la aplicación cámara de alta resolución Hasselblad de 6.700 x 4.800
de técnicas especiales de fotografía como la fluores- pxl adaptada a la banda infrarroja, con un filtro IR de
cencia UV y, sobre todo, la fotografía infrarroja. Su 950 nanómetros. La iluminación ha estado compues-
utilización ha tenido varios objetivos: 1. Disponer de ta por dos flashes situados en posición ligeramente
una documentación de calidad que permitiese la vi- oblicua y con dos pantallas difusoras. Se realizaron
sión general y en detalle de las pinturas antes de la res- tomas generales y más ampliadas. Las velocidades de
tauración, así como documentar todas las alteraciones obturación fueron de 1/180 s. y las aberturas de f 8 y
presentes en la obra. 2. Evaluar la existencia o no de f 5.6. Se aplicó una corrección de enfoque para IR en
pintura subyacente debajo de la capa azul con cenefas función de la distancia de la toma.
visible y que cubría toda la superficie. 3. Como ma- Una vez establecida la existencia de pintura sub-
terial documental del seguimiento de los diferentes yacente, se escogió uno de los paneles (panel 2) para
procesos de restauración. 4. Para el estudio histórico comenzar los trabajos de conservación-restauración
e iconográfico de las pinturas. 5. Conocer el estado y llevar a cabo las diferentes fases de trabajo para el
de conservación del soporte mural (fotografía UV). estudio y la documentación de este panel. La meto-
6. Conocer la naturaleza de diversos pigmentos por dología empleada ha consistido en un estudio inicial
su diferente reacción en las distintas técnicas (foto- del estado de conservación con la consiguiente reali-
grafía IR y UV). 7. Ayudar en el proceso de limpieza zación de un mapa de alteración inicial, catas de lim-
y reintegración pictórica al aclarar detalles de compo- pieza, fotografías con varias técnicas especiales (infra-
sición y de dibujo presentes en la pintura (fotografía rroja, ultravioleta y visible), toma de micromuestras
luz visible). de diferentes pigmentos y morteros para su análisis,
un estudio histórico y finalmente, la eliminación del
3. Metodología repinte posterior.
El análisis químico de las micromuestras ha sido
El primer paso antes de iniciar cualquier tipo de realizado por una empresa especializada (Arte-Lab
restauración es estudiar la obra que va a ser restaurada S.L.) mediante las técnicas de estudio de microsco-
a fin de elaborar un plan de trabajo, donde los estu- pía electrónica de barrido – microanálisis mediante
dios previos ocupan la primera fase de dicho plan. espectrometría por dispersión de energías de rayos X
Ahora bien, en este caso, la evaluación de aquello que (SEM – EDX) y cromatografía de gases – espectro-
va a ser restaurado ha sido muy importante ya que metría de masas (GC-MS). También se han realizado
de este estudio ha dependido que las pinturas que se fotografías mediante microscopía óptica, y los análisis
presentan pudieran ser intervenidas. de morteros se han llevado a cabo con espectrosco-
Los estudios y documentación previa correspon- pia infrarroja por transformada de Fourier (FTIR /
den a cuatro de los paneles de la ermita (paneles 1 a 4 ATR).
4.1.3. Colorimetría: línea de trabajo a desarrollar a par- genes están construidas correctamente en cuanto a
tir de la fotografía los valores lumínicos (es decir, todas tienen el mismo
balance de grises, contraste, exposición, etc.), todas
Otra aplicación que proponemos y que hemos las mediciones serán comparables.
comenzado a utilizar en este trabajo es la utilización Para ello hemos utilizado la herramienta Infor-
de la cámara como colorímetro. Hemos hablado del mación del Photoshop con muestra en varios espacios
flujo de trabajo o patrón en todos los procesos, que de color, pero sobre todo el LAB. Los resultados de
es el mantenimiento de una constante, sobretodo de las mediciones se comparan con la toma de muestras
color. Pues bien, partiendo de esta pauta, podremos para de esta manera trazar un mapa de superficies o
utilizar la cámara como colorímetro, ya que si las imá- valores de materiales.
4.2. Fotografía infrarroja tro rojo oscuro para eliminar o bloquear mejor las ra-
diaciones visibles. Como hemos dicho anteriormente,
Las longitudes de onda ligeramente más largas las sesiones se han solapado a las fases de limpieza del
que las de la luz visible se conocen como ondas infra- panel mural, siendo el trabajo de fotografía infrarroja
rrojas. Son invisibles para el ojo humano pero sí son exhaustivo. Hemos utilizado la iluminación frontal,
registradas por la cámara hasta los 1000 nanómetros reflejada a 45º y rasante. También se han realizado
aproximadamente, en lo que se denomina infrarrojo microfotografías con el objetivo de la obtención de
cercano. Su uso nos ofrece una información muy útil la mayor información que es posible en el infrarrojo.
en restauración ya que permite que podamos ver bajo
la capa superficial. Su poder de penetración depende 4.3. Fotografía ultravioleta (fluorescencia UV)
del grosor y composición de los materiales objeto de
la captura. En este caso la longitud de onda se sitúa al otro
Hemos utilizado una cámara de altísima resolu- lado del espectro ocupado por el infrarrojo: es la zona
ción transformada para capturar el infrarrojo y un fil- del ultravioleta cercano. El sensor de la cámara, debi-
1
Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología, Universidad de Salamanca. Facultad de Geografía e
Historia. C/ Cerrada de Serranos, s/n 37008 Salamanca, España. dherreroalonso@usal.es
2
Departamento de Historia, Universidad de León. Facultad de Filosofía y Letras. Campus de Vegazana, s/n, 24006
León, España. ana.neira.campos@unileon.es, n.fuertes@unileon.es
383
Diego Herrero-Alonso, Ana Neira-Campos y Natividad Fuertes-Prieto
Figura 1. Izq. Mapa de situación del yacimiento. Dcha.: Cuenca visual desde el yacimiento de Puerto de Pando (ArcGIS).
to en el que se recogió otro conjunto de materiales etc.), corticalidad (cortical, marginal, sin córtex, 1er,
en superficie, registrando la distribución de los restos 2º o 3er orden) y fracturas (entero, flexión, percusión,
arqueológicos. natural, indeterminada). Una vez recogidos todos los
Con posterioridad a estos trabajos de prospec- datos obtenidos durante este proceso, se asignaron
ción no se ha realizado ningún sondeo ni excavación a grupos tecnológicos, siguiendo la metodología, al
de este yacimiento, por lo que los únicos datos que igual que en el resto de análisis tecnológicos, de la
se tienen al respecto del mismo son los materiales Tesis Doctoral de Natividad Fuertes (Fuertes Prieto,
procedentes de las dos prospecciones superficiales 2010). En cuanto al análisis tipológico, se ha realizado
indicadas. una adscripción genérica en grandes grupos (raede-
ras, denticulados, raspadores, etc.), sin abordar tipos
2. Materiales y métodos concretos debido principalmente al escaso número de
piezas retocadas.
El conjunto estudiado se compone de un total de Todos estos datos se han recogido en una base
135 piezas (42 procedentes de la prospección de los de datos Microsoft Access 2007 y se han procesado esta-
años 80 y otras 93 de los trabajos desarrollados por dística y gráficamente a través de Microsoft Excel 2007.
el Área de Prehistoria en el año 2009). De cada una
de ellas se han recogido datos sobre su materia prima, 3. Resultados
tecnología y tipología con el objetivo de situarlas den-
tro de la cadena operativa. 3.1 Materias primas
El análisis de las materias primas se ha hecho de
forma macroscópica, tanto de visu como con lupa bi- La materia prima predominante en el conjunto
nocular entre 0,8-80x (Nikon SMZ 1000). Las piezas es la cuarcita, con un 87% del total de las piezas. El
pertenecientes a las variedades de cuarzo micro-crip- resto son variedades de cuarzo micro/criptocristalino
tocristalino se han comparado con la litoteca del la- (chert negro -7%-, sílex -3%- y radiolarita -1%-) y ma-
boratorio de Prehistoria de la Universidad de León. crocristales de cuarzo (2%).
En este caso, no se han realizado análisis que utilicen Para evaluar el origen de estas materias hay que
técnicas más especializadas (Difracción de Rayos-X, tener en cuenta el contexto geológico de la zona. El
Lámina delgada, Fluorescencia de Rayos-X, etc.) por yacimiento se encuentra en la Zona Cantábrica, que
tratarse de materiales superficiales sin contexto estra- es la región geológica central de la Cordillera Can-
tigráfico y por estar en un momento de evaluación tábrica (Bastida, 2004), en la Unidad Geológica de
preliminar del yacimiento. Pliegues y Mantos, concretamente en la denominada
El estudio tecnológico se ha basado en el análi- como Esla-Varsubio, justo en el límite con la Unidad
sis de diferentes atributos como son: soporte (lasca, del Ponga. La litología del entorno pertenece al Gru-
hoja, hojita, núcleo etc.), talón (liso, facetado, cortical po Pando, compuesto por varias formaciones como
Figura 2. Izq. Distribución de los soportes estudiados según su adscripción a los grupos tecnológicos (Gr.0: Cantos rodados/plaquetas, Gr.1: Lascas,
Gr.2: Laminares, Gr.3: Productos de acondicionamiento, Gr.4: Núcleos, Gr.5: Indeterminados, Gr.6: Debris (restos de talla de pequeño tamaño) y
Gr.7: Golpes de buril). Dcha. Distribución de las materias primas dentro de cada uno de los grupos tecnológicos. N=135.
Figura 3. Distribución morfológica de las piezas completas procedentes de Puerto de Pando (N=33).
grupos 3 y 5 (acondicionamiento e indeterminados) que encaja con la caracterización tecnológica del con-
son los que mayor índice de corticalidad tienen (por junto, donde las lascas son el soporte más abundante
encima del 60%), seguido del grupo 1 (lascas), con En cuanto a las dimensiones, medidas en milí-
~50%, y 4 (núcleos), con ~38%. metros, los datos no son muy representativos debido
En cuanto a los talones, el que se repite en más al pequeño tamaño de la muestra (33 piezas enteras),
ocasiones es el liso (una sola superficie no cortical). y a los elevados valores de las desviaciones típicas
También destaca la ausencia de los talones, que está (Longitud: x 34,7 - σ 14,5; Anchura: x 30,4 - σ 18,4;
relacionado con las fracturas de los soportes. La in- Espesor: x 16,8 - σ 12,5).
dustria está muy fragmentada, sólo un cuarto de las Dentro de este conjunto lítico se han identifica-
piezas de todo el registro estás completas. El modo do dos percutores en cuarcita en los que se aprecian
de fractura más común es el de percusión, en un 53% los restos producidos por la percusión (Fig. 4.2).
de los casos.
La morfología de los soportes presentes en este 3.2.1 Núcleos
conjunto se ha clasificado siguiendo la propuesta
de A. Tarriño (2015). Para ello se ha confeccionado En el registro estudiado se han clasificado como
una gráfica de nube de puntos con todos los sopor- núcleos un total de 10 piezas, todos ellos realizados
tes enteros, con el índice de alargamiento (longitud/ en cuarcita y diseñados para la extracción de lascas
(anchura+longitud)) en el eje de las X y el índice de y/o lascas-laminares. Tecnológicamente se dividen en
carenado (espesor/(ancho+espesor)) en el eje de las tres grupos (Fig. 4.1):
Y (Fig. 3). El resultado es que la mayor parte de los
soportes tienen una morfología tabular (más anchas - Discoides-centrípetos (sensu Fuertes Prieto
que largas) y en algunos casos ligeramente laminar, lo 2010): son un total de cuatro núcleos. Destaca la pre-
materias primas más importantes de los yacimientos rativas laminares y, ante la usencia de otros elementos
de la zona (Fuentes Prieto et al., 2015; Herrero-Alon- del proceso, parece que son piezas introducidas en
so, en prensa), está rota, ya que solo hay presencia el yacimiento una vez confeccionadas. Tampoco se
de restos de talla (debris) y productos de acondicio- detecta un proceso de talla in situ de la radiolarita cuya
namiento, sin soportes de primera intención (lascas presencia es, por otro lado, meramente testimonial.
o láminas), a excepción de la lasca retocada con un En cambio, sí hay restos de actividad sobre chert ne-
denticulado. gro, aunque son muy escasos. Parece que el trabajo
La radiolarita tiene muy poca representación, de talla se centra en el aprovechamiento de la cuar-
sólo una lasca de color verdoso, muy lejos de los por- cita, siendo el resto de las materias quizás testimonio
centajes de otras ocupaciones prehistóricas del área del bagaje utilitario cotidiano del grupo/s humano/s
cercana (Neira et al., 2016). El lugar de procedencia pero sin que sean objeto de un transporte masivo
concreta de la radiolarita y el chert negro está aún en para su transformación en el yacimiento.
fase de estudio para toda la Zona Cantábrica (Herre- Las piezas retocadas son sobre todo denticula-
ro-Alonso, en prensa; Fuertes Prieto et al. 2015), por dos y raederas de cuarcita, lo que podría encajar prác-
lo que no hay resultados concluyentes. Sin embargo, ticamente en cualquier periodo prehistórico. Las pie-
y ante la presencia de córtex rodados, caben dos po- zas laminares son una hoja y una hojita con retoque
sibilidades: nódulos procedentes del conglomerado continuo de sílex exógeno, que tampoco constituyen
del Curavacas (en el que aparecen estos materiales, elementos que permitan concretar un rango cronoló-
aunque en un porcentaje muy bajo) y/o recogidos en gico claro.
las terrazas fluviales de los ríos, donde pueden ser ad- Respecto a la adscripción cultural del conjunto,
quiridos fácilmente. es ciertamente difícil concretar algo de forma clara,
La última materia prima local, el cuarzo, sí está ya que las características técnicas y tipológicas descri-
acorde con lo que aparece en otros yacimientos, ya tas no son nada específicas. La talla de cantos roda-
que es un elemento minoritario y residual. La proce- dos de cuarcita mediante métodos expeditivos puede
dencia parece ser unas vetas del mineral cercanas al estar presente prácticamente en cualquier periodo de
lugar de recogida. la Prehistoria. La presencia de la hoja y la hojita de
Sintetizando la procedencia de las materias apa- sílex exógeno apunta a momentos en los que la ta-
recidas en el yacimiento, podemos decir que la gran lla laminar es frecuente, lo que puede corresponder
mayoría de ellas (97%) parecen tener un origen local a cualquier fase a partir del Paleolítico Superior hasta
o regional a lo sumo (cuarcita, chert negro, radiola- prácticamente el Calcolítico o la Edad del Bronce. No
rita y cuarzo) siendo los sílex exógenos claramente hay que olvidar, además, que estamos ante un conjun-
minoritarios (tan solo cuatro piezas). Sobre el origen to procedente de una prospección superficial, por lo
de éstos no podemos decir mucho por dos razones que no se pueden obviar los factores de sesgo en su
fundamentales: el estado de caracterización de gran interpretación.
parte de los sílex que aparecen en la Meseta norte es No acabamos de comprender la adscripción
aún muy deficitario (Fuertes Prieto et al. 2015) y las de este conjunto al Epipaleolítico-Neolítico que fi-
piezas presentan una pátina blanquecina. gura en el Inventario de la Junta de Castilla y León
La talla presente en el yacimiento está orientada ya que no hay piezas específicas, como pudieran ser
fundamentalmente a la confección de lascas de cuar- los microlitos geométricos, que apunten a ese rango
cita que tienen en general una morfología tabular con cronológico ni unos procesos de talla (laminar espe-
un tamaño muy variable. Los métodos aplicados son cialmente) plenamente característicos del mismo. Sí
de carácter expeditivo y generalista, mediante estruc- consideramos más acertada su definición como “lu-
turas predominantemente centrípetas, lo que encaja gar de transformación de materias primas” ya que,
bien en la explotación de cantos rodados cuarcíticos, tal y como hemos comentado, los restos analizados
si bien también hay configuraciones volumétricas de encajan con un lugar en el que se ha desarrollado una
tipo unipolar o prismático. En este último caso, los actividad de taller puntual centrado en la talla de cuar-
objetivos de talla siguen siendo lascas o lascas lamina- cita.
res, sin que se haya detectado en el conjunto la pre- El objetivo principal de este trabajo era inten-
sencia de procesos de talla laminar plena propiamente tar situar el yacimiento dentro de una secuencia cro-
dicha. En este sentido, hay que resaltar que las hojas no-cultural a partir del análisis de la industria lítica
y hojitas de sílex exógeno sí derivan de cadenas ope- aunque con ausencia de estratigrafía y/o dataciones.
1
Universidad de Alicante. C/Pintor El Greco, 03110, Mutxamel, Alicante. lauraua@hotmail.es
391
Laura María Sirvent Cañada
Figura 1. Localización de las cavidades estudiadas. A la izquierda la Cueva de El Mirón en la localidad de Ramales de la Victoria (Cantabria). A la
derecha la Cueva de Kobaederra en la localidad de Kortezubi (Bizkaia, País Vasco).
de los materiales líticos son los adecuados. Este siste- de la Peña del Moro (Fig. 1). Próximos a esta loca-
ma permite conocer el proceso de talla utilizado, dife- lización discurren dos ríos -Calera y Gándara- que
renciando además los distintos pasos a seguir. confluyen con el río Asón que desemboca a su vez en
Finalmente, para la fase de gestión, son los estu- el mar Cantábrico (González Morales y Straus, 1997:
dios funcionales los que permiten conocer el o los dife- 121; Straus y González Morales, 2012). En este mis-
rentes usos del útil a estudiar. Se investigan los mate- mo entorno se encuentran también otras cuevas con
riales sobre los que han trabajado e incluso la vida de registro arqueológico como por ejemplo La Haza y
la propia herramienta en algunos casos. Covalanas.
Por tanto, se han conformado dos bases de da- La Cueva de El Mirón se abre hacia el oeste a
tos: la primera para proceder a la lectura tecnológica, 250 m.s.n.m. y 150 m. sobre el valle, y frente al pico
y la segunda para la lectura funcional, para formar un San Vicente. Posee un gran vestíbulo de 18 m de an-
primer análisis funcional de las piezas, desde una vista cho, 25 m de alto y 30 m de profundidad, donde las
macroscópica y un acercamiento microscópico, con el distintas ocupaciones se han sucedido desde tiempos
uso de una lupa binocular marca Leica S8AP0. Todo prehistóricos hasta la actualidad, como refugio de ani-
de acuerdo a la división del material según su sopor- males o de habitación en casos puntuales. Una vez
te –lámina, lasca o núcleo-, para adaptarlas al tipo de cruzado el vestíbulo, la cavidad se estrecha formando
información específica que proporciona cada tipo de una alargada galería de 8 m de ancho y 3 m de alto.
objeto sobre el proceso de talla. La cavidad presenta una posición estratégica do-
minando antiguas vías de comunicación entre la costa
4. Los yacimientos y el valle del Asón con la Meseta. A su vez, se liga el
centro de Cantabria con la zona oriental del País Vas-
4.1. El Mirón co, y el Valle del Ebro con la Meseta.
sobre la cara sur del monte Aritsgane en el valle de realizado una selección de herramientas para realizar
Oma, dentro de una alineación montañosa de baja al- un estudio funcional comparativo a la cueva de El
titud cuyas cumbres apenas superan los 400 m (Fig. Mirón.
1) Este valle se encuentra entre dos collados: Kurtzio En cuanto al material lítico que se ha podido ac-
y Kanteraburu y está recorrido por el río Omaerre- ceder de la cueva de Kobaederra, señalar que consta
ka, que influye directamente en la falta de formación de un total de 329 piezas: 192 sobre soporte laminar,
de dolinas -característica del resto de la formación 115 sobre lasca y 22 núcleos.
montañosa-, ya que los arroyos que provienen de la
ladera sur vierten directamente en el río -información 6. Análisis, discusión y conclusiones
obtenida del proyecto “Bizkaia Territorio Sostenible”
desde la Diputación de Bizkaia-. 6.1. Lectura tecnológica y funcional
En cuanto a la morfología de la cueva, la entrada
comprende 25 m de ancho y aproximadamente 6 m Para poder realizar una correcta lectura tecno-
de altura en la parte central, y se encuentra precedida lógica y funcional, en primer lugar se ha de analizar
por un rellano en forma semicircular de 400 m². A su la materia prima. El conjunto lítico de la cueva de
vez, el perímetro exterior está cerrado por un espolón El Mirón está realizado sobre sílex tipo Flysch y sílex
rocoso de un par de metros de altura y que sobresale foráneo, es decir, no localizado en las proximidades
de la plataforma. de la cavidad. Estos datos determinan que el tipo de
abastecimiento en El Mirón se establece a nivel regio-
5. Presentación de los datos nal (Tarriño et al., 2015: 105).
Además, destaca en el conjunto un sílex de color
5.1. Descripción del material lítico estudiado blanco foráneo que aparece como materia prima de
tres útiles –dos geométricos y una lámina-, y que im-
5.1.1. El Mirón plicaría también un nivel de abastecimiento tipo Tracer
Flint: “They appear in low percentages in the lithic
El conjunto lítico de El Mirón pertenece a los industries and in exceptional elements, as retouched
niveles 8 (4680±60 BP), 9 (5170±170 y 5280±40 BP) artefacts” (Tarriño et al., 2015: 105).
y 303 (5500±90 BP). No se ha procedido a un estudio En Kobaederra la tendencia es clara, predomina
completo del material, sino a una selección de útiles el sílex tipo Flysch con un 67,8% de las piezas estu-
escogidos con el fin de realizar una comparación fun- diadas en este trabajo. El abastecimiento en este caso
cional con el material de Kobaederra. Sin embargo, sería a nivel local y/o regional.
no se descarta el resto del registro, sino que se obtiene En cuanto a los aspectos tecnológicos, el con-
la información necesaria de los estudios ya realizados junto de El Mirón resulta escaso para realizar un aná-
por los propios investigadores de la cavidad (Gon- lisis global de los niveles neolíticos. Sin embargo, la
zález Morales y Straus, 1997: 121; Straus y González presencia de un par de piezas con cresta además del
Morales, 2012). núcleo sobre lasca para extracción de láminas, indica
Como breve introducción al material, señalar que los grupos prehistóricos que se asentaron en la
que el conjunto lítico de la cueva de El Mirón es re- cavidad realizaron tareas de tallado de útiles. Otras
ducido, pero para poder comprender posteriormente piezas, muestran signos de preparación del talón para
su funcionalidad, es necesario incidir en este apartado extraer posteriormente el soporte sobre el que mol-
previamente. Engloba por tanto este conjunto, un to- dearán la herramienta.
tal de 36 piezas: 22 sobre soporte laminar, 12 sobre Además, la existencia de piezas del horizonte
lasca y 1 núcleo. mesolítico de muescas y denticulados, determina una
continuación de la industria de este periodo, al mis-
5.1.2. Kobaederra mo tiempo que se le suman nuevos útiles como los
microlitos geométricos que llegan al yacimiento ya
El conjunto lítico de la cueva de Kobaederra per- conformados.
tenece a los niveles III (5820 ± 240 BP) y IV (5630 ± Las láminas de borde abatido presentan carac-
100 BP). En este caso, sí que se ha estudiado todo el terísticas similares a nivel tecnológico entre ambas
registro lítico de ambos niveles para proceder a una cavidades. Salvo tres de las láminas, las demás están
correcta lectura tecnológica. Al mismo tiempo, se ha fracturadas por la zona proximal, por tanto se desco-
Figura 2. Muestra del material lítico de la Cueva de El Mirón. Fotografías de los geométricos (izquierda) y las láminas de borde abatido estudiadas
(centro y derecha).
tran documentadas en ambas cavidades. Sin embargo, décadas se ha avanzado mucho a nivel de conoci-
se observa que el grado de neolitización no es igual. miento sobre la industria lítica de los grupos neolíti-
Por un lado, la gestión de la materia prima no es la cos del cantábrico. Sin embargo, la organización tipo-
misma. En El Mirón, se obtiene materia prima de lógica no ha cambiado, manteniéndose la establecida
mayor variedad y calidad, destacando el sílex Evapo- por J. Fortea en 1973. Se debería, por tanto, realizar
rítico del valle del Ebro, que a su vez evidencia los un estudio intensivo a nivel tipológico sumando los
contactos con la zona, contactos que traerían consigo conocimientos actuales, y rectificando todos aquellos
el Neolítico al Cantábrico. Por su parte, Kobaederra aspectos que fuesen necesarios.
muestra una mayor preferencia por el sílex Flysch fren- Finalmente, señalar un último aspecto en rela-
te a otros, aunque esto no significa que el área de cap- ción a las prácticas económicas. Teniendo en cuenta
tación sea pequeña. Para comprender mejor el área los resultados de los análisis tecnológicos y funciona-
de captación se deben realizar estudios petrológicos les, se deberían realizar estudios centrados en el uso
(Sirvent, 2015). de geométricos y láminas de dorso, y así comprobar la
Pablo Arias ya en 1991 en su tesis doctoral, co- evolución de las prácticas cinegéticas de estos grupos.
menta posibles escenarios que explicaran la perviven- Ayudaría a determinar mejor los grupos con mayor
cia mesolítica y la inclusión neolítica, a partir de un grado de neolitización y la influencia de los contactos
modelo en mosaico, es decir, mediante una coexisten- en la zona.
cia de cazadores-recolectores y productores; o a partir
de asentamientos especializados por grupos prehistó- Bibliografía
ricos que conocen las prácticas neolíticas. Al igual que
indica que la aceptación del neolítico sería mediante Arias, P., 1991a. De cazadores a campesinos. La tran-
procesos de aculturación e intercambio. sición al neolítico en la región cantábrica. Univer-
sidad de Cantabria, Santander.
7. Perspectivas de futuro Arias, P., 1991b. Las industrias neolíticas de Kobaede-
rra (Ereño, Bizkaia). Munibe (Antropologia – Ar-
La realización de este trabajo ha permitido poner keologia), 43: 87 – 103.
de manifiesto algunos aspectos que son necesarios Arias, P., 1991c. Los procesos de Neolitización en la
modificar para poder seguir avanzando en el estudio región cantábrica. Santander. Servicio de Publica-
del Neolítico en la Costa Cantábrica. ciones de la Universidad de Cantabria.
En primer lugar, es necesario aumentar las pros- Arias, P., 1994. El neolítico en la región cantábrica.
pecciones en campo, para evaluar el estado de anti- Nuevas perspectivas. En: V. Oliveira (Ed.) I Con-
guos yacimientos atribuidos al Neolítico y de los que greso de Arqueología Peninsular, III. Sociedad
no se tiene más registro que una mención en algún Portuguesa de Antropología e Etnología. Trabajos
artículo del pasado siglo, y para localizar nuevos yaci- de Antropología y Etnología, XXXIV, 1-2: 91 –
mientos que aporten nuevos datos. 118.
También es de interés focalizar parte de la inves- Arias, P., 1997. Marisqueros y agricultores. Los oríge-
tigación a la formalización de una definición sobre el nes del neolítico en la fachada atlántica europea.
concepto de Neolítico y Neolitización para el área de Santander, Servicio de publicaciones de la Univer-
la Fachada Atlántica peninsular, ya que como se ha sidad de Santander.
podido observar, es un tema todavía pendiente. Arias, P., Altuna, J., Armendariz, A., González Ur-
En el ámbito de excavación, sería interesante quijo, J.E., Ibáñez, J.J., Ontañón, R., y Zapata, L.,
establecer estudios más exhaustivos a nivel espacial 1999. Nuevas aportaciones al conocimiento de las
y estratigráfico, es decir, acentuar la investigación en primeras sociedades productoras en la región can-
cuanto a estudios espaciales de los materiales arqueo- tábrica. En: J. Bernabéu y T. Orozco (Eds.) Actas
lógicos localizados durante la excavación, a la vez que del II Congrés del Neolític a la Península Ibérica.
se establece una mayor relación entre los materiales y Valencia, Universitat de Valencia. Saguntum, Ex-
su localización estratigráfica. De esta manera se faci- tra 2: 549 – 557.
litará la tarea de comprensión del registro arqueológi- Arias, P., Altuna, J., Armendariz, A., González Ur-
co, ayudando a entender mejor la secuencia. quijo, J.E., Ibáñez, J.J., Ontañón, R., y Zapata,
Por lo que respecta a la industria lítica, el princi- L., 2000. La transición al Neolítico en la Región
pal aspecto a renovar sería la tipología. En las últimas Cantábrica. Estado de la cuestión. En: V. Olivei-
rón Cave, Cantabrian Spain: the site and its Ho- tuna, J., Mariezkurrena, K., y Rúa, C.D.L., (2000)
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1
Department of Humanities, Section of Prehistoric and Anthropological Sciences, Palazzo Turchi di Bagno, Corso
Ercole I d’Este 32, University of Ferrara, Ferrara 44121, Italy. chnsrd@unife.it, u.thun@unife.it
2
UMR 7194 CNRS, Département préhistoire MNHN, Musée de Préhistoire, 171 Montée du Château, Tourrette-
Levens 06690, France. pvalensi06@gmail.com
399
Sharada Channarayapatna, Patricia Valensi Y Ursula Thun Hohenstein
Figura 1. (a) Map showing the location of Lazaret cave in Nice, France; (b) View of western slope of Mont Boron facing the Mediterranean Sea where
the cave, pointed with yellow arrow, is situated in Nice, France; (c) Stratigraphic section of the ‘well’ excavated at the front of Lazaret cave with AU 28
marked in yellow rectangle; (d) View of the excavated floor of AU 28 with stratigraphic section O/P on the left and 17/18 on the right.
Acheulean and Mousterian cultures, for reconstruc- by stalagmitic floors D and E (Lumley et al., 2001;
ting the dynamics of palaeoclimate and bio-strati- Lumley et al., 2004). Comprising a succession of gra-
graphy of South-eastern France and North-western vel with blocks in a red clayey silt matrix correlating
Italy, and for understanding the culturally evolving to three periodic sedimentary cycles, complex C is
lifestyle of preneanderthals, who inhabited this cave further split into CI, CII Lower (archaeostratigraphic
intermittently. Dug out from dolomitic limestones units (henceforth AU) 26 to 29), CII Upper (AU 13 to
of Lower Jurassic, it opens out on the western slope 25), and CIII (AU 1 to 12) (Fig. 1c). Together with 25
of Mont Boron, at 26m absolute altitude and 100m hominid fossils assigned to preneanderthals (Lumley
from the sea (Fig. 1b). The cavity’s dimensions are et al., 2012) and abundant faunal remains recovered
35m length, 4-14m width and ceiling height of 15m. till date, Units CI and CII have yielded a biface rich
Since its first mention by François Emmanuel Fodéré Acheulian lithic industry whereas Unit CIII is attribu-
in 1821, the cave was subsequently subjected to ex- ted to Epi-acheulean culture, highlighted by the oc-
cavations by F.C.E. Octobon (1950-1965) and H. de currence of flake tools (with few Levallois debitage)
Lumley (1967-2014) which helped to delineate four and scarcity of bifaces (Cauche, 2012; Cauche and
main stratigraphic units: basal marine beaches A and Lebègue, 2008).
B (respectively attributed to Marine Isotope Stage Taking account of association of large mam-
(MIS) 9 and 7) overlain by stratigraphic complex C, mals and rodents, the evolutionary stage of some
made of continental formations 6m thick and topped taxa, as well as palaeoecological data ascertained
from previous multidisciplinary studies at the site, side, fusion state, long bone fracture morphology
these archaeological sediments were attributed to the and fragmentation indices (shaft circumference and
last cold period of the Middle Pleistocene (i.e. MIS length- Bunn 1982, 1983; Villa and Mahieu, 1991).
6) (Valensi, 2000; Valensi et al., 2007; Hanquet et al., The tooth-eruption and wear stages were determined
2010). Paleontological data concord with radiometric using detailed data from modern populations of deer
dating, done using the combined ESR/U–Th method (Riglet, 1977; Klein et al., 1981; Klein et al., 1983), ibex
on well-preserved Cervus elaphus tooth enamel, which (Couturier, 1961) and roe deer (Paulus, 1973; van Lae-
yields ages between 120 and 190 kyr for the CIII and re et al., 1998; Valensi and Psathi 2004). Taphonomic
CII stratigraphic units (Michel et al., 2009; Michel et study concentrated on both pre- and post- deposi-
al., 2011). In particular, Archaeostratigraphic unit tional alterations produced by natural and anthropic
28 (henceforth AU 28), the faunal remains of which agents. Comprehensive information of each remain
form the scope for this paper, belongs to the top of was fed into a database management software. Quan-
CII Lower between 412- 432cm and is dated to 170 tification of identified remains addressed queries re-
kyr (MIS 6.4) (Fig. 1d). Other salient finds from this lated to relative frequencies of taxa through Num-
unit include a transitional lithic industry (2019 arti- ber of identified specimens (NISP) and Minimum
facts with 42 bifaces), 4 human remains (frontal, fe- number of individuals combination (MNIc) (Lyman,
mur, fragment of mandibular molar and a deciduous 2008; Reitz and Wing, 2008). The latter was calcu-
tooth), a hearth and a profusion of boulders, rocks lated considering the most abundant element with
and stones indicating a cooler climate (Lumley et al., laterality, age, sex and size variations. Age profile of
2012: 51). In this paper, we aim to discuss the com- species was assessed from dentition wear stages and
position, source of accumulation and significance of epiphyseal fusion of long bones. While some remains
AU 28’s faunal spectra. were photographed in situ, some select others were
photographed after their restoration and analysis.
2. Material and Methods
3. Results
The 7346 faunal remains of AU 28 came from
90m2 floor area excavated from 2010-12. Restoration By virtue of their nature and composition, com-
was carried out for remains found heavily coated pact bones (as well as teeth and extremities of limbs)
with limestone encrustations containing calcite and were better preserved. The cave’s karstic environment
iron oxides. Water was minimally used for cleaning played a favourable role in their fairly good preserva-
and some fragile or altered bones were consolidated tion as evidenced by the presence of fragile yet in-
using paraloid B72. Internationally established stan- tact bones like sternum, rib cartilage and foetal bones
dard protocols for archaeozoological analyses were in the assemblage. Taxonomically identified remains
followed (Lyman, 1994, 2008; Reitz and Wing, 1999). amounted to 2256 (31%) and anatomic identifica-
Remains were primarily categorised into identifiable tion without taxonomic specificity was possible for
and unidentifiable. Anatomic and taxonomic classifi- 243 remains. In this category, 77 additional remains
cation was achieved chiefly through comparison with were attributed to the Order Artiodactyla since dis-
reference skeletons, both modern and those recove- tinguishing morphological features for more precise
red from previous excavations housed at the Labora- identification were absent. High degree of fragmen-
tory of Lazaret for identifiable remains. Publications tation rendered 4770 (65%) fragments unidentifiable
such as Barone (1976), Hillson (2005), Pales and (Table. 1). The rate of determination was 30.7%. Al-
Garcia (1981), Pales and Lambert (1971) and Schmid together, 4 Orders comprising 7 families, 15 genera
(1972) were additionally consulted for identification and 16 species composed the faunal diversity of AU
of anatomy and taxon in the absence of reference 28. The whole values, percentages of NISP per taxon
skeletal specimens. During analysis, some remains and total NISP revealed the predominance of same
could not be conclusively ascertained to a particular genera and species.
species. For instance, for closely related species with
morphological similarity like Bos primigenius and Bison 3.1. Species
priscus, a broad category ‘Bos/Bison’ was created and
elements were assigned to it. Apart from general di- The ungulates dominate the assemblage with
mensions, remains were recorded by part, portion, 97.9% remains while the carnivores comprised 2.1%.
Figura 2. Summary of identification, species composition and population structure of the fauna from AU 28 of Lazaret cave. NISP, Number of
identified specimens; MNIc, Minimum number of individuals combination; J, Juvenile; JA, Juvenile adult; A, Adult; MA, Mature adult; SA, Senile
adult; M, Month; Y, Years.
Out of 2209 ungulate remains, the families of Cer- accordance with Riglet (1977), the first maxilla (Fig.
vidae (75.1% NISP and 76.7% NISP per taxon) and 3a) was attributed to a 5 month young individual as
Bovidae (22.6% NISP and 20.3% NISP per taxon) had second lobe of D4 was not used and the M1 was in
better representation than the families of Equidae and the course of eruption (slaughter in October). In the
Elephantidae (0.1% NISP and NISP per taxon each). second maxilla attributed to a young individual of 9
The carnivores in an otherwise herbivore-dominated months (slaughter in February), molars had greater
AU 28 assemblage were 47 in total. The family of Ca- wear and M1 had completely erupted with a worn
nidae (0.8% NISP and 40.4% NISP per taxon) was be- first lobe. The examination of red deer skulls with or
tter represented than Ursidae (0.7% NISP and 38.3% without pedicles of antlers allowed to decipher that
NISP per taxon) and Felidae (0.4% NISP and 21.3% both sexes were impartially hunted (Fig. 2). The se-
NISP per taxon) (Fig. 2). cond dominant species was ibex (323 remains) with
Cervus elaphus (74.9% NISP and 32% MNI), Ca- individuals referable to all age groups. Sexing of the
pra ibex (14.3% NISP and 18% MNI) and Bos/Bison horn cores was possible in case of 13 fragments, 11
(5.6% NISP and 8% MNI), in descending order of to males and 2 to females (Fig. 3b). Morphological
representation, formed the major portion of ungulate study conducted on P3 and the lower P4 as well as
remains. Among the 1690 red deer remains, all skele- upper M3 confirmed that the Lazaret ibex belonged
tal elements were well represented. The population to the Alpine line, while also presenting an archaic
structure of red deer, derived from wearing stages morphology (Crégut-Bonnoure, 1995; Valensi, 2009).
of mandibular dentition which were in majority, was Similar to red deer, the skeletal remains of ibex were
distributed over all age groups (Fig. 2). Interesting in- abundant and came from all parts of the skeleton. In
formation about their mortality came from 2 maxillae this AU, unlike previous units, aurochs (determined
with varying wear stages of deciduous molars and precisely from dental remains) were better represen-
different eruption stages of first permanent molar. ted with 9 remains (0.4% NISP) while 117 remains
They indicated two different periods of slaughter. In were attributed to the combined Bos/Bison category.
Figura 3. Faunal remains of ungulates and carnivores identified in AU 28 of Lazaret cave. (a) Left maxilla with D2, D3, D4 and an erupting M1
(R10-CR96-4050) of a juvenile red deer (Cervus elaphus); (b) View of the horn core (S15-HG94-4692) of female ibex (Capra ibex); (c) On top, right
rib (S13-FE109-4707) and at bottom, 14th left rib (O8-AE103-2749) of cave bear (Ursus spelaeus); (d) Right maxilla (R16-IB90-5505) of cave lynx
(Lynx spelaeus). Scale bars are 2cm each.
One juvenile individual’s left tibia, 2 adult individuals’ A more sporadic presence was recorded for
left radii aided in MNI derivation. Auroch was well other ungulate species. Diaphyses of femur and rib
represented by mandible, scapula, radius-ulna, pelvis accounted for at least 1 individual of Palaeoloxodon
and short bones. Strong presence of nutritious parts antiquus (0.1% NISP and 2% MNI). The Equus tauba-
such as long bones, crania and elements of thorax chensis (0.1% NISP and 2% MNI) at Lazaret was of
(ribs and vertebrae) over others in auroch/bison cate- a large size. While the cranium was represented by a
gory revealed a change in selective transport strategy fragment of zygomatic, post-cranial element identi-
probably influenced by the animal’s size and carcass fied was a left humerus diaphysis, together attributed
weight. Long bones of red deer, ibex and auroch/bi- to 1 individual. A pelvic fragment yielded evidence of
son, whose length and circumference fragmentation 1 adult individual of Megaloceros giganteus (0.05% NISP
indices were recorded, revealed that majority of them and 2% MNI). Capreolus capreolus (0.2% NISP and 2%
had lengths less than half of the original length and MNI) was represented by 4 elements, namely a proxi-
incomplete circumferences, characteristic of anthro- mal fragment of ulna, a cervical vertebra, a fragment
pogenic assemblages (Bunn, 1983; Villa and Mahieu, of caudal face of femur diaphysis and a first phalanx,
1991; Valensi, 2000; Valensi et al., 2013). The long attributable to 1 adult individual. The Rupicapra rupi-
bones in case of fresh breakage had spiral fractures capra (2.7% NISP and 8% MNI) with 61 remains had
while in dry bones, the breakage had fracture mor- the highest representation of this species in this AU
phology rather transverse or longitudinal. Long bo- at Lazaret cave. A minimum number of 4 individuals
nes shafts with more than half of the original length from all age groups was estimated. Both axial and
or nearly complete circumferences, attributed to car- appendicular elements were well represented.
nivore accumulated and modified assemblages, were The carnivores’ contribution was characterized
hardly present (Bunn 1983; Villa and Mahieu, 1991; mainly by Canis lupus (0.7% NISP and 4% MNI),
Valensi, 2000; Valensi et al., 2013). Ursus spelaeus (0.4% NISP and 4% MNI), Ursus arctos
Figura 4. Examples of faunal remains from AU 28 of Lazaret cave with taphonomic marks. (a) Right mandible (O12-EF90-2686) of red deer (Cer-
vus elaphus) with cut marks marked with a white rectangle; (b) Tibia diaphysis (T9-BT44-1770) of chamois (Rupicapra rupicapra) with percussion
notch shown by an arrow mark; (c) Right radius diaphysis (U15-HT96-3670) of red deer (Cervus elaphus) with an adherent flake marked with a
white square; (d) Medial view of right scapula (N8-AB93-3162) of ibex (Capra ibex) with a pit mark made by carnivore tooth on the supraglenoidal
tubercle marked with a white circle. Scale bars are 2cm each
and Lynx spelaeus (0.2% NISP and 4% MNI each) in vertebra, and the distal portion of second phalanx,
descending order while the other species were scar- could not be accurately attributed to a particular spe-
cely represented. Nearly 1000 wolf remains from the cies and were thus placed under the broader category
beginning of the excavations till present, including 16 of genus Ursus. Merely 4 Lynx spelaeus (0.2% NISP
remains (2 adult individuals) from this level, made it and 4% MNI) remains were identified, represented
the most abundant carnivore on site in terms of re- by dental elements (Fig. 3d), scapula and femur attri-
mains. Post cranial skeletal elements included a pate- butable to 1 juvenile and 1 adult individual. Panthera
lla, a lumbar vertebra and long bones. Cranial remains pardus (0.1% NISP and 4% NISP) represented by ra-
included 3 fragments of mandible and isolated teeth. dii and a phalanx was identified in the assemblage.
Three remains such as mandibular elements related The presence of Felis silvestris (0.1% NISP and 2%
to the same adult individual through association and MNI) was attested by 3 remains, 2 unfused femurs
a calcaneum were positively attributed to Vulpes vulpes of both lateralities and an unfused ulna, reasoned to
(0.1% NISP and 2% MNI). The 2 species of bear belong to the same juvenile individual.
had a minimum of 1 juvenile and 1 adult individual
each in both cases. While skeletal parts of cave bear 2.2. Taphonomy
included long bones, limb extremities, ribs (Fig. 3c),
vertebrae and tarsus; brown bear was represented by Taphonomical studies clearly established AU
an incomplete cranial fragment (palatine), an upper 28 to be an anthropic unit. Out of 215 evidences
second left incisor, a lumbar vertebra, a patella and an of modifications by biological agents on identified
unfused distal end of first phalanx. Three elements, remains, 87% were anthropic marks while only 13%
a fragment of right temporal (cranium), a lumbar were of carnivore origin. Altogether, 16 red deer, 9
ibex, 4 aurochs, 4 chamois and 1 roe deer were trans- gulates, which suggests rapid burial and subsequently
ported back to the cave by humans during this unit’s good preservation by the cave’s sediments. Mangane-
occupation period. Anthropic marks indicated that se oxide (295 remains) and concretions (253 remains)
the aim of processing was definitely food extraction were present in greater numbers mostly on red deer
and optimum exploitation of carcasses. All neces- and ibex remains.
sary successive stages in the butchery process such as
skinning (on mandible) (Fig. 4a), limb disarticulation, 3. Discussion
defleshing (vertebrae, ribs, and long bones), tendon
recuperation, extraction of brain (cranium) and long Considering the faunal association of AU 28 at
bone fracturing to procure marrow were observed Lazaret cave, which delivered 16 species, and their
in the assemblage. 42 cut marks (33 on red deer, 7 taphonomic modifications, this unit was clearly an
on ibex, and rest on other ungulates) caused by li- accumulation of anthropic origin. In general, the Pa-
thic tools were documented primarily on meat rich laeolithic humans intentionally and consistently broke
remains such as upper front limb (8), lower hind limb long bones, jaws and skulls of ungulates to extract
(10) and axial elements (11). Percussion notches/in- marrow, brain and other nutritive tissues by imple-
ner conchoidal scars (86 on red deer and 12 on ibex) menting strategies of non-selective hunting (all age
were present mostly found on 75 long bone diaphysis groups and both sexes) and non-selective transport
(Fig. 4b) and the rest on other elements. Adhering of entire or nearly complete carcasses of small and
flakes (5 on red deer (Fig. 4c), 2 on bovine and rest on medium-sized ungulates but selective hunting and
other ungulates) only on the long bone diaphysis fur- selective transport of large sized mammals using an
ther confirmed this observation. Red deer long bone acheulian lithic tool-kit. The anthropic marks obser-
diaphyses also evidenced the impact of percussion. ved on the material indicate that the aim of proces-
Moreover, scraping marks were observed primarily sing was food extraction and optimum utilisation or
on limb bones (14), axial elements (3) of red deer (14) exploitation of carcasses: skinning (mandible), limb
and ibex (3) and the rest on other skeletal elements disarticulation, defleshing (vertebrae, ribs, long bo-
of remaining ungulates. Roe deer bones demonstra- nes), tendon recuperation, extraction of the brain
ted fresh anthropic fractures. (cranium) and long bone fracturing (humerus, radius,
An interesting evidence of wolf consuming other tibia and metapodia) to extract the marrow, were ob-
animals came from 2 skeletal elements, which showed served. The deer and ibex were, as in overlying units,
conspicuous teeth marks in the form of gnawing and the most abundant species in the assemblage. A study
pits. The size and shape of these marks matched well of red deer teeth and antlers showed a long duration
with the size of wolf teeth. The tibia of wolf bore a occupation of the cave for several months, main-
distinct pit mark at the proximal end. By its dimen- ly from autumn to the end of winter. These results
sions and appearance, it can be said that another wolf are similar with those obtained in AU 26 (M’Hamdi,
or a different carnivore of similar comparable size 2012) and quite different from AU 25 where an au-
gnawed it. The other remain is an unfused long bone tumn hunting episode has been highlighted (Valensi
of wolf, which bore gnaw marks on the metaphysis et al., 2013). In AU 28, antlers were numerous as do-
that are typical of carnivore tooth action. The dorsal cumented in the preceding units and continued to be
part of scapula of cave lynx also bore a pit mark left so in this unit. They indicated intentional collection
by the tooth of a wolf-sized carnivore. Carnivorous for usage by humans and need to be studied further
alterations on other species or meat-rich bones are re- in detail. Nevertheless, many skeletal elements of au-
lated primarily to small ungulates (chamois) or larger roch and chamois brought originality to this unit. The
ungulates of juvenile age (red deer and ibex (Fig. 4d)). assemblage also comprised ungulates infrequent in
The remains of elephant, giant deer, bear and Lazaret cave such as elephant and giant deer.
leopard had no distinct alterations. Hence, low repre- Fragmentation due to post-depositional factors
sentation and insufficient taphonomic information played a secondary role. The origin of accumulation
made it difficult to infer how they got incorporated in of carnivore bones came under heavy speculation in
the assemblage. Taphonomic marks pertaining to na- this unit because of few numbers and random distri-
tural post-depositional agents were few. Weathering bution on the cave floor. Nearly all cranial, axial and
(4 remains) and root impressions (3 remains) were appendicular bones are represented in the combined
visible only on long and flat bones of principal un-
assemblage of all carnivore species in AU 28. It is Bunn, H.T., 1983. Comparative analysis of modern
more likely that most of these carnivores were be- bone assemblages from a San hunter-gatherer
tween 2 human occupation levels (AU 27 and AU 28 camp in the Kalahari Desert, Botswana, and from
or AU 28 and AU 29). It cannot be asserted if the a spotted hyena den near Nairobi, Kenya, in: Clu-
carnivores had themselves intruded, occupied the tton-Brock, J., Girgson, C. (Eds.), Animals and
Archaeology 1: Hunters and their Prey. BAR In-
cave briefly, died there and hence their bones got in-
ternational Series 163., Oxford, pp. 143-148.
corporated with the rest of the assemblage or if one
carnivore hunted its co-species or other carnivores, Cauche, D., 2012. Productions lithiques et comporte-
and whether some or whole carcass of the prey was ments techno-économiques de groupes humains
brought into the cave for consumption by the pre- acheuléens et moustériens en région liguro-pro-
vençale. C R Palevol. 11, 519-527.
dator. There is some evidence for this presumption
as there are marks made by carnivore teeth such as Cauche, D., Lebègue, F., 2008. Technologie et typolo-
gnawing and pits on vertebrae and shafts and ends of gie moustériennes des grottes de Grimaldi dans le
bones. If carnivores had areas of preference for their contexte des cultures du Paléolithique moyen de
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then in the case of AU 28, it was not clearly possible. Couturier, M. A. J., 1961. Détermination de l’âge du
The anthropogenic cause of such modifications can- Bouquetin des Alpes (Capra aegagrus ibex ibex)
not be ruled out completely but to corroborate this l’aide des dents et des cornes. Mammalia. 25, 453-
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premise, there were no visible alterations on bones
such as butchering marks, percussion marks or fille- Crégut-Bonnoure, E., 1995. Les grands Mammifères,
ting marks to suggest so. in : Defleur, A., Crégut-Bonnoure, E. (Eds.), Le
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28 reflected a climate tending towards increasing coo- dres (Le Plan d’Aups, Var). DAF 49, pp. 54-147.
ling. A mosaic landscape comprising open environ- Hanquet, C., Valensi, P., Bailon, S., Desclaux, E., El
ments was well represented by the abundance of cha- Guennouni, K., Roger, T., Lumley, H. de., 2010.
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We thank Prof. Henry de Lumley for providing cies in archaeological samples. J. Archaeol. Sci. 8,
us access to the faunal material from AU 28 for analy- 1-31.
sis. We also extend our gratitude to the laboratory sta- Klein, R. G., Allwarden, K., Wolf, C., 1983. The calcu-
ff and students in the excavation team who worked lation and interpretation of ungulate age profiles
from 2010 to 2012 at Lazaret cave. from dental crown heights, in: Bailey, G. N. (Ed.),
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Caracterización tafonómica de
las estructuras de combustión del
Magdaleniense medio de la Cova del Parco
(Alòs de Balaguer, La Noguera, Lleida)
Óscar P. Parque1, 2, 3, Bàrbara Mas2, 3, Alfredo Suesta-Guillén2, 3
1
SERP (Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques), Universitat de Barcelona, C/Montalegre 6-8, 08001
Barcelona. oscarparque8@gmail.com
2
Universitat de Barcelona, Facultat de Filosofia, Geografia i Historia, C/Montalegre 6-8, 08001, Barcelona.
3
Universitat Rovira i Virgili (URV), Avinguda de Catalunya 35, 43002, Tarragona. barbara.mas86@gmail.com;
alfsuesta@gmail.com
409
Óscar P. Parque, Bàrbara Mas y Alfredo Suesta-Guillén
Figura 1. Planta de la Cova del Parco con la subdivisión en cuadrícula de la superficie excavada hasta 2015.
también se encuentra un sondeo en trinchera con eje por la desaparición progresiva de los elementos líti-
norte-sur de 3 m2, realizado por el Dr. Maluquer de cos anteriores. También se documentó una azagaya
Motes en sus intervenciones. El ámbito del abrigo, estriada y el utillaje lítico doméstico presentaba un
por su parte, adopta una planta rectangular de 5,5 x módulo de talla superior al anterior, asociándose cro-
11 m (Maluquer de Motes, 1983-1984, 1985; Manga- noculturalmente, al Magdaleniense Medio (Fullola et
do et al., 2015) (Fig. 1). al., 2013) (Fig. 2).
Primeramente se encuentra una fase atribuida Una característica distintiva de los niveles Mag-
al Neolítico cardial (Bartrolí et al., 1994; Petit, 1996; dalenienses de la Cova del Parco son las estructuras
Oms, 2015). En la siguiente fase se documentaron de combustión (en adelante EC), constituyendo el
materiales adscritos al Epipaleolítico geométrico anti- área preferencial de las actividades domésticas y es-
guo tipo “Filador” y la facies microlaminar (Mangado tructurando el espacio interno de la cavidad (Fullola
et al., 2007; Calvo et al., 2007-2008). et al., 2012). Para este trabajo hemos seleccionado una
Por debajo del horizonte Epipaleolítico microla- muestra que incluye la totalidad de los restos óseos
minar se documentó un corto periodo de abandono; recuperados dentro de las EC 46, 51, 53 y 54. Ar-
justo por debajo del mismo afloró una fase estratigrá- queo-estratigráficamente, todos los restos analizados
ficamente muy precisa, atribuida a la última etapa del pertenecen al nivel III, correspondiéndose al Magda-
Magdaleniense superior final. En la base de la mis- leniense Medio. Para el correcto análisis y descripción
ma se documentó una gran caída de bloques, tras la de los rasgos tafonómicos, todos los restos han sido
cual seguía desarrollándose el mismo tecnocomplejo analizados con una lupa binocular modelo OLYM-
(Mangado et al., 2014). PUS SZ61 (6,7x - 45x) con luz fría complementaria
Subsiguientemente se observó un cambio tipo- modelo OLYMPUS TH4-200.
lógico en la industria lítica y en el aprovisionamiento
de materias primas, así como la documentación de 3.1 Identificación taxonómica y anatómica
triángulos escalenos alargados. Este hecho permitió
definir un nuevo horizonte cultural atribuible al Mag- El análisis taxonómico se elaboró con ayuda de
daleniense superior (Mangado et al., 2015). los atlas de anatomía comparada (Pales y Lambert,
Durante las últimas campañas se documentó un 1971; Schmid, 1972; Pales y Garcia, 1981; France,
nuevo cambio en el registro arqueológico marcado 2009) así como con la colección de referencia del
Institut de Paleoecologia Humana i Evolució Social sos largos, analizando la longitud y la circunferencia
(IPHES) (Tarragona). preservada. Conjuntamente, para poder determinar si
La identificación de los especímenes ha sido a el agente de fractura actuó cuando el hueso estaba
nivel de especie y a nivel de subfamilia. No se ha con- fresco o seco, se han descrito los paños de fractura
cretado más que el nivel de subfamilia para los taxo- de los restos superiores a 10 mm según los criterios
nes Caprinae debido a la posible inclusión de Rupicapra establecidos por Villa y Mahieu (1991).
rupicapra y Capra pyrenaica en el conjunto.
Las EC analizadas contienen más de un 88% de 3.3 Termoalteraciones
restos indeterminables. Por ello, hemos realizado una
aproximación taxonómica mediante grupos por tallas En todos los restos se han descrito las termoal-
de peso. Hemos determinado 4 categorías siguiendo teraciones siguiendo las gradaciones propuestas por
la modificación de Saladié et al. (2011) del sistema es- Stiner et al. (1995). También han sido descritos los
tablecido por Bunn (1986); este método nos permite restos que presentan coloraciones múltiples, así como
agrupar los restos indeterminables con los especíme- la distribución en cada resto.
nes identificados.
Para adscribir los restos indeterminados a una 4. Resultados
categoría morfológica se han utilizado los criterios de
(Saladié et al., 2011): 1) Huesos largos; 2) Huesos pla- 4.1 Identificación taxonómica y anatómica
nos; 3) Huesos articulares/irregulares.
El número total de restos analizados asciende a
3.2 Fragmentación 284. A nivel específico, la EC 46 se compone de 48
elementos (16,9%), la EC 51 cuenta con 35 (12%),
Se han incluido todos los restos de la muestra la EC 53 engloba 147 restos (51,8%) y por último
en 5 categorías (A, B, C, D, E), correspondiente a la la EC 54 que recoge 55 efectivos (19,4%). El NISP
longitud máxima que presenta cada resto óseo. Cada (Number of Identified Specimens) total para los
categoría engloba un rango de longitud, siendo A, B, restos determinados tanto taxonómicamente como
C y D separada en rangos de 10 mm (0-10; 11-20, y anatómicamente corresponde a 33, proporcionando
así sucesivamente) hasta la E, que incluye todos los un índice de identificación que asciende a un 11,6%.
restos superiores a 41 mm. Los restos determinados taxonómicamente más re-
Ligado a las categorías de longitud se ha determi- presentados pertenecen a la subfamilia Caprinae 5,6%
nado el grado de conservación de la diáfisis de hue- (NISP=16), seguidos de Oryctolagus cuniculus 3,9%
(NISP=11), Cervus elaphus 1,8% (NISP=5) y Sus scrofa huesos largos, un 25% a planos (NR=12), un 8,3% a
0,4% (NISP=1). articulares/irregulares (NR=4) y en última instancia,
Los restos indeterminables taxonómicamente un 25% de elementos indeterminados (NR=12) (Fig.
son 251 (88,4%). Éstos corresponden en un 1,1% 3).
(NISP=3) a talla media, 0,7% (NISP=2) a talla peque-
ña y los elementos de talla muy pequeña ascienden a 4.2 Fragmentación
un 13,7% (NISP=39). Por último, los especímenes de
talla indeterminada conforman un 72,9% (NR (Nú- El total de especímenes analizados que mues-
mero de Restos)=207). tran una longitud menor a 20 mm asciende a 76,4%
Para englobar todos los restos indeterminados, (NR=217) (categorías A y B). El resto de los elemen-
las tres categorías utilizadas según la morfología de tos presentan unos porcentajes que no superan el
los huesos se han agrupado por estructuras de com- 15% del total de la muestra, estando la categoría C
bustión. La EC 46 consta de 37 restos indetermina- compuesta por un 14,8% (NR=42), la D por un 3,9%
dos, de los cuales un 81,1% (NR=30) pertenecen a (NR=11) y la E por un 4,9% (NR=14).
huesos largos, mientras que huesos planos suman El análisis de fragmentación (NR=69) muestra
un 13,5% (NR=5) y articulares/irregulares un 5,4% un predominio en la conservación de 1/4 o menos
(NR=2). La EC 51 la componen 29 restos, de los del largo de la diáfisis, junto con 1/3 o menos de la
cuales el 86,2% (NR=25) pertenecen a huesos largos sección de la misma en un 82,6% (NR=57). Por de-
y un 6,4% (NR=2) tanto para huesos planos como bajo están los elementos con una longitud también de
la misma cifra para articulares/irregulares. La EC 53 1/4 o menos pero con 2/3 de la sección de la diáfisis
consta de 125 restos; de ellos, los huesos largos su- conservada 11,6% (NR=8).
man un 35,2% (NR=42), mientras que los planos un Completando el análisis de fragmentación, han
29,6% (NR=37), los articulares/irregulares un 12,8% sido analizados 211 paños de fractura. Las delineacio-
(NR=16) y los indeterminados un 22,4% (NR=28). nes curvas son las más representadas (58,8%), predo-
Por último, la EC 54 la integran 48 elementos inde- minando entre ellas los ángulos de fractura oblicuos y
terminados, donde un 41,7% (NR=20) pertenecen a superficies suaves (26,1%), seguidos de las superficies
Figura 3. Elementos indeterminados distribuidos por tallas de peso y estructuras de combustión (TMP=Talla muy pequeña; TP= Talla pequeña;
TM= Talla media; TIND= Talla indeterminada) (Art./Irreg.= Articular/Irregular).
Figura 4. Categorías morfológicas de restos termoalterados agrupados por estructuras de combustión (Art.= Articular/Irregular; Indet.= Hueso
indeterminado).
irregulares (12,8%). Por otro lado, en las delineacio- entre la morfología de los restos, uniendo los ele-
nes longitudinales (28%) imperan los ángulos rectos mentos indeterminados a los determinados en cada
(18%), con cierta homogeneidad tanto en superficies una de sus morfologías correspondientes (v. gr. Hú-
irregulares (9,5%) y suaves (8,5%). Las delineaciones mero=Largo; Sesamoideo=articular/irregular), y el
transversales muestran una tendencia menor (13,3%), porcentaje de los mismos dentro de cada estructura.
siendo los ángulos rectos con superficies irregulares Con ello se pretende observar la tendencia de cada
las más representadas (8,5%). EC en la acumulación de un tipo u otro de elemen-
Teniendo en cuenta las características de los tos. Asimismo, no se han incluido los restos dentales
paños analizados, predominan los asociados a una termoalterados, ya que el interés de esta asociación se
fracturación en fresco. Los ángulos rectos se dan con rige en ara de poder definir ciertos tipos de funciona-
cierta frecuencia en todas las delineaciones, siendo la lidades en las EC.
fracturación en seco presente en el conjunto en me- Como se observa en la gráfica superior, los hue-
nor medida que la fracturación en fresco. sos largos predominan sobre el resto, llegando en las
EC 46 y 51 a más de un 80% del total de efectivos.
4.3 Termoalteraciones En cambio, las EC 53 y 54 no superan el 50% de
elementos largos, siendo equiparables, en este senti-
Se ha identificado un 58,5% (NR=166) de res- do, entre ambas. Así mismo, podemos inferir que las
tos termoalterados en todo el conjunto. A nivel in- cuatro EC estudiadas conforman dos agrupaciones
dividual, la EC 46 cuenta con un 95,8% (NR=46) de claras, en cuanto a porcentaje de morfologías anató-
restos termoalterados, la EC 51 presenta un 14,7% micas termoalteradas se refiere (Fig. 4).
(NR=5), la EC 53 suma un 42,9% (NR=63) y la EC
54 agrupa un 94,5% (NR=52). Entre todos los efec- 5. Discusión y Conclusiones
tivos termoalterados un 10,2% (NR=17) muestra do-
bles coloraciones, siendo la combinación de los gra- La alta presencia de cabra montés se ha mante-
dos 2/3 la más representada 52,9% (NR=9). nido a lo largo de toda la secuencia pleistocena de la
Específicamente, cada estructura muestra una Cova del Parco, tal como sugieren los estudios realiza-
predominancia en las termoalteraciones con rubefac- dos con anterioridad (Nadal, 1998; Nadal et al., 2006;
ciones leves y focalizadas (grado 1) o completas (gra- Mangado et al., 2015). Esta acumulación indica que
do 2) en todos los restos termoalterados. los grupos humanos que accedían a la cavidad ten-
Para determinar qué tipo de elementos óseos es- drían una estrategia de captación de recursos local o
tán termoalterados, hemos realizado una asociación “microregional” (Fullola et al., 2006: 94), ya que hay
una clara asociación entre las características etológi- car una exposición directa al foco de calor (Bennett,
cas y ecológicas de la cabra montés y la situación del 1999). Este hecho explica la aparición de restos rube-
asentamiento, con zonas rocosas y montañosas. factados completamente y otros con trazas de dobles
La documentación de taxones como Cervus coloraciones, siendo todas ellas exposiciones post-de-
elaphus o Sus scrofa -taxón no documentado en estu- posicionales que, posiblemente, no tengan una rela-
dios anteriores- nos permite proponer una predomi- ción directa con la estructura de combustión.
nancia de monte bajo cercano a la cueva, más cerrado La hipótesis de las termoalteraciones accidenta-
a nivel boscoso (Fullola y Nadal, 2001) en cronologías les y la relación indirecta de los vestigios con las EC,
análogas a las EC analizadas (≈16.000 calBP). se ve corroborada por los estudios micromorfológi-
El conjunto muestra altos porcentajes de restos cos en la Cova del Parco. La intensidad de uno de
no superiores a 2 cm. Este dato nos permite ratificar los hogares analizados, concretamente la EC 46, no
la explotación intensiva de las carcasas animales (v. gr. superaría los 550º y muestra elementos tanto líticos
(Nadal, 1998: 127; Petit et al., 2009; Mangado et al., como óseos no alterados térmicamente (Égüez et al.,
2014). Más de la mitad de los restos muestran paños 2014), apoyando la idea de la relación indirecta exis-
de fractura con unas delineaciones que nos permiten tente entre los elementos óseos y las EC.
asociar la fracturación en fresco de los huesos, sin
embargo, el porcentaje de fracturas no diagnósticas
Referencias
muestra un alto índice porcentual. Esta información
no nos permite inferir, al menos con un alto grado de Asmussen, B., 2009. Intentional or incidental thermal
confianza, la tendencia a la fracturación en fresco de modification? Analysing site occupation via bur-
los restos analizados. ned bone. Journal of Archaeological Science 36,
Por lo que respecta a las termoalteraciones po- 528-536.
demos definir dos agrupaciones entre las cuatro es-
Bartrolí, R.; Bergadà, M.M.; Estrada, A.; Farell, D.;
tructuras. En una de ellas están las estructuras con un Gamarra, A.; Nadal, J., Petit, M.A., 1994. El Neo-
bajo índice de termoalteración (>50%), mientras que lítico antiguo de la Cova del Parco (Alòs de Ba-
en la otra están las que superan el 90% de restos con laguer, Catalunya) y el proceso de neolitización
trazas de alteración térmica. Este hecho nos permite en el valle del río Segre. Separata das Actas dos
inferir que la fragmentación, probablemente, se rela- Trabalhos de Antropologia e Etnologia XXXIV,
ciona con la intensidad de la combustión y, a su vez, Fasc. 1-2, 65-83.
con la reutilización de los hogares (Costamagno et al., Bennett, J.L., 1999. Thermal alteration of buried
2005: 58). Cabe destacar que los restos calcinados y/o bone. Journal of Archaeological Science 26, 1-8.
carbonizados, así como huesos de tejido esponjoso,
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han sido escasamente documentados, por lo que la hi- asentamientos prehistóricos del Pleistoceno supe-
pótesis de un posible uso de los restos como combus- rior y el Holoceno inicial en Cataluña, BAR Inter-
tible queda descartada (Costamagno et al., 2005: 60). national Series 742, Londres.
Las termoalteraciones no superan la rubefacción
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(grado 2) en la mayoría de casos. Este factor nos per-
and hominid subsistence activities at Olduvai gor-
mite deducir que los impactos térmicos en los res- ge, Tanzania, and Koobi Fora, Kenya. Journal of
tos óseos se deben a factores accidentales o indirec- Human Evolution 15, 673-690.
tos (Asmussen, 2009: 534). También hemos tenido
en cuenta la asociación de estos restos al cocinado, Calvo, M.; Fullola, J.M.; Mangado, X., Petit, M.A.,
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aunque los que contienen tejido esponjoso, relacio- piel en la Cueva del Parco (Alòs de Balaguer, la
nables con las extremidades articulares, no muestran Noguera, Lleida), Veleia 24-25, 493-530.
una carbonización indicativa del asado de la carne
(Costamagno et al., 2009: 48). Por ello, la hipótesis de Costamagno, S.; Théry-Parisot, I.; Brugal, P., Guibert,
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417
Irene Valverde Tejedor
Illustrazione
Figura 2. Mapa de la 2: Mapa dedeosolacavernario:
distribución distribución de los
el color naranja ososla distribución
muestra cavernarios enspelaeus
de Ursus Eurasiasensu (Knapp et al.,
lato, incluyendo U. deningeri
en Europa.
2009). Las mayúsculas indican los yacimientos en los que las distintas especies de oso han sido secuenciadas recientemente. Las regiones
coloreadas en gris oscuro indican una altitud superior a los 500 metros s.l.m. (Knapp et al., 2009).
con Ursus ingressus, hallado en los Alpes orientales y blaciones se han identificado dos grupos de ADN
en general, en Europa del Este (vg. Eslovenia, Croa- mitocondrial diversos. Esto indicaría que en estas tres
cia, Rumania y Ucrania) (Knapp et al., 2009; Münzel et cuevas, el oso cavernario clásico (Ursus s. spelaeus) fue
al., 2011) (Fig. 1). El estudio reciente de los restos de reemplazado por el oso cavernario oriental en torno a
osos caverarios procedentes del yacimiento de Kuda- 28.000 cal BP, es decir, durante el periodo Gravetien-
ro 3 (sur del Cáucaso), considerado como Ursus spe- se, aunque las primeras evidencias de la presencia de
laeus kudarensis, ha evidenciado diferencias entre este Ursus ingressus se remontan a 32.000 cal BP (Münzel et
morfotipo y Ursus spelaeus europeos en su morfologia al., 2011). Esta divergencia en las cronologías parece
dental. En base a esto, Baryshnikov (1998) lo incluyó sugerir que la llegada de Ursus ingressus se produjo de
en el grupo ancestral del Pleistoceno Medio de Ursus forma gradual. Su presencia en estos yacimientos es
deningeri kudarensis (Knapp et al., 2009). la más occidental conocida hasta la fecha en Europa.
Los estudios de ADN evidencian la desaparición de
3.2. La distribución geográfica de los osos Ursus s. spelaeus en 27,440 ± 140 BP, por lo que el
cavernarios en Eurasia morfotipo oriental le sobrevivió durante otros 2,000
años (25,560 ± 130 BP en Sirgenstein) (Fig. 2). Uno
Los grupos filogenéticos de osos cavernarios que de los aspectos más interesantes de estos yacimientos
poblaron Eurasia en el Pleistoceno (Ursus spelaeus sensu es la extinción del oso cavernario clásico (Münzel et
lato y Ursus ingressus) se localizan en dos áreas geográfi- al., 2011). Para el equipo de investigación de Münzel,
cas bien definidas. Por una parte, la zona de los Alpes un evento de tales características no se puede explicar
autríacos, donde destacan los hallazgos procedentes en función de un único factor. Sostienen que el cam-
de las cuevas de Ramesch y Gamssulzen (Hofreiter et bio climático que tuvo lugar entre el Auriñaciense y el
al., 2004; Bocherens et al., 2011; Münzel et al., 2011; Gravetiense seguramente contribuyó, pues supuso la
Münzel et al., 2014). Los estudios de ADN mitocon- expansión de los ambientes abiertos. Pero estos auto-
drial llevados a cabo en estos yacimientos demuestran res proponen la acción humana como posible agra-
que Ursus spelaeus y Ursus ingressus convivieron en esta vante para la extinción. Las evidencias tafonómicas
zona durante 15.000 años sin que se produjera un in- son todavía escasas como para establecer una explica-
tercambio genético entre las dos poblaciones (Mün- ción única, pero el hallazgo de una vértebra torácica
zel et al., 2011). La segunda zona de interés se localiza con un impacto de flecha y marcas de corte en meta-
en el Ach Valley, en torno a los montes de Swabian tarsos, falanges y fragmentos de húmero y de huesos
Jura, al sur de Alemania. Aquí destacan las cuevas de pélvicos de Ursus spelaeus en las cuevas de Swabian
Geißenkösterle, Hohle Fels y Sirgenstein, con gran- Jura demuestran actividad antrópica de caza y con-
des concentraciones de restos fósiles de individuos sumo sobre esta especie (Münzel et al., 2004; 2011).
neonatos (Münzel y Conard, 2004). Entre estas po-
4. El oso cavernario en la Península Ibérica siles atribuídos a Ursus spelaeus en la Península Ibérica
se concentra principalmente en cuatro áreas. Estas
La Península Ibérica es un territorio vasto y geo- estarían conectadas entre sí sólo durante los momen-
gráficamente rico, con una orografía irregular y hete- tos climáticos menos fríos (Fernández Mosquera et
rogénea. Su extensión aproximada es de 580,000 km², al., 2001; Torres et al., 2002; Rabal-Garcés y Sauqué,
en la que convergen diversos climas y ambientes. Esto 2015):
favorece una gran biodiversidad de flora y fauna liga- 1) Vertiente atlántico- cantábrica: destacan los
da a las características geomorfológicas y climatoló- yacimientos de Cova Eirós (Lugo), Liñares (Lugo),
gicas de cada zona (Krajcarz and Krajcarz, 2014) (O’ Tito Bustillo (Asturias), La Lucía (Cantabria), La
Regan, 2008). Pasada (Cantabria), Las Margaritas (Cantabria),
En lo referente al oso cavernario en la Península Amutxate (Navarra), Arrikrutz (Guipúzcoa), Ekain
Ibérica, la racemización por amino- ácidos ha permi- (Guipúzcoa), Troskaeta (Guipúzcoa), Santa Isabel
tido datar las poblaciones de Ursus spelaeus Rosenmü- (Vizcaya), Lezetxiki (Guipúzcoa). 2) Vertiente medi-
ller- Heinroth y su directo antecesor Ursus deningeri terránea, cueva de El Toll (Moià, Barcelona), Abric
Von Reichenau (Torres et al., 2002). Romanì (Girona) y Ermotons (Girona). 3) La zona de
los Pirineos, donde destaca la cueva de Coro- Tracito
4.1. Distribución geográfica (Huesca), La Brecha del Rincón (Huesca), Cueva de
los Osos (Tella- sin, Huesca), Cueva Bonica (Girona)
La distribución de los yacimientos con restos fó- y, 4) la zona interior de la Meseta Central, con la cue-
Figura 3. Mapa de la distribución de los principales yacimientos arqueológicos en la Península ibérica con restos de osos cavernarios (Torres et al.,
2003).
Figura 3: Mapa de la distribución de los principales yacimientos arqueológicos en la Península
ibérica con
Santander 8-11restos de2016
de junio de osos cavernarios (Torres et al., 2003). 421
Irene Valverde Tejedor
va de El Reguerillo (Madrid), La Sima de los Huesos mientos de las cuatro áreas en las que se localiza dicha
(Burgos) y Cueva Nueva (Segovia) (Fig. 3). (Torres et especie. A partir de la racemización de aminoácidos
al., 2003). (concretamente ácido aspártico) esta investigadora
Durante los periodos de máximo frío del Pleis- establece dos períodos aminocronoestratigráficos di-
toceno, algunas zonas de la Península Ibérica funcio- ferentes. En primer lugar, destaca los yacimientos con
naron como áreas refugio (Sommer y Nadachowski, cronologías comprendidas entre el Estadio Isotópico
2006; Carrión et al., 2008; Martínez-Moreno et al., 6- Riss (donde destacan las cuevas de El Reguerillo y
2010; Yravedra Sáinz y Cobo-Sánchez, 2015). Aspec- Arrikrutz) y el final del Estadio Isotópico 5 (cueva de
tos geomorfológicos como la altitud, la composición La Lucía). El segundo periodo se corresponde con el
geológica o la orografía influyen en la intensidad con Estadio Isotópico 4- Würm y a él se adscriben todos
la que se manifiestan las pulsaciones climáticas. Las los demás yacimientos peninsulares con presencia do-
zonas más protegidas durante las glaciaciones, fueron cumentada de Ursus spelaeus. A partir de estudios es-
ocupadas por especies adaptadas a ambientes tem- tadísticos basados en las dimensiones morfométricas
plados, convirtiéndose en “áreas refugio” (García y de piezas dentales (P4 y M1) Torres et al., (2002) sos-
Arsuaga, 2003; Sommer y Nadachowski, 2006). En tienen que las poblaciones de Ursus spelaeus adscritas
la Península Ibérica se han definido tres zonas distin- al OIS-6 presentan un promedio menor respecto a los
tas: 1) la vertiente mediterránea; 2) la parte oriental individuos del OIS4. Asimismo, han evidenciado una
del Macizo Central y 3) al sur del Macizo Central. Sin tendencia geográfico- paleoecológica estadísticamen-
embargo, no toda la extensión peninsular gozó de las te significativa entre las poblaciones de úrsidos que
mismas condiciones climáticas durante los períodos habitaban el interior de la Península Ibérica y los gru-
de máximo frío. Recientes estudios evidencian que en pos atlánticos. Entre las primeras, la dimensión media
la vertiente noroeste se han identificado fenómenos de las piezas dentales sujetas a estudio es ligeramente
de glaciarismo (Jiménez-Sánchez, et al., 2013; Oliva superior. Por ultimo, las poblaciones procedentes de
et al., 2016) por lo que tales áreas no se pueden con- yacimientos datados en el OIS 4 presentan una mayor
siderar como zonas refugio. Estas diferencias climá- variabilidad intraespecífica, posiblemente relacionada
ticas son importantes para conocer la distribución y con el aislamiento climático al que se vieron expues-
la marcada variabilidad morfológica de Ursus spelaeus. tas durante los períodos de frío extremo (Grandal-d’
Algunos autores relacionan estos factores con una Anglade y Vidal Romaní, 1997; Torres et al., 2002).
fuerte variabilidad filogenética, geográfica e intra- es-
pecífica (Grandal-d’ Anglade y Vidal Romaní, 1997). 5. Conclusiones y perspectivas de futuro
Asimismo, se trata de una especie polimórfica, capaz
de adaptarse a un amplio numero de hábitats, lo que En la actualidad los datos publicados sobre in-
la permite no tener que hacer grandes migraciones. teracción úrsidos- homínidos en el Pleistoceno son
Este aspecto cobra especial importancia si se tiene en escasos. Estudios recientes como los llevados a cabo
cuenta que las distintas poblaciones de osos presentes en la cueva de Scladina (Belgica) proponen que la au-
en la Península mantenían contactos entre sí sólo du- sencia de restos fósiles con marcas de actividad an-
rante los momentos de clima suave. La extensión del trópica durante el Paleolítico superior se debe al uso
hielo durante los periodos de máximo frío conllevaba de éstos como soportes para industria lítica (Abrams
a su aislamiento, dando origen a una gran variabilidad et al., 2014). Pese a la renovación metodológica ac-
intrespecífica (Grandal- d’Anglade y Vidal Romaní, tual, muchos estudios antiguos no han sido todavía
1997). Estos bruscos cambios paleoambientales, uni- revisados, lo que hace que predomine el enfoque pa-
dos a la creciente presión antrópica les habrían lleva- leontológico clásico. En mi tesis de doctorado, uno
do al límite de la supervivencia como especie (Torres de los puntos principales es la interacción entre los
et al., 2002). úrsidos y los homínidos durante el Pleistoceno Supe-
rior en contextos de media/ alta montaña en Europa.
4.2. Cronología de Ursus spelaeus en la Península Ibérica Aunque los datos se encuentran todavía en fase de
elaboración, los resultados zooarqueológicos podrían
En lo que respecta a la distribución cronológica marcar el inicio de un debate muy interesante en lo
de Ursus spelaeus en la Península Ibérica, Trinidad To- que a la relación úrsidos- homínidos se refiere.
rres et al., (2002, 2010) lleva a cabo un estudio basado
en la datación de los dientes hallados en varios yaci-
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Humanidades, c/ Paseo Senda del Rey, 7, 28040, Madrid. jmvr.preh@gmail.com
427
José Mª Vázquez-Rodríguez
2. Síntesis faunística de los niveles muste- probablemente, fue menos incidente en el caso de
rienses los restos de rebeco (Yravedra Sainz de los Terreros,
2010a).
2.1. El Esquilleu
2.3. El Castillo
Si bien los niveles 11f y 21 han sido los más pro-
líficos a nivel de NISP, el análisis general del tramo Los primeros listados faunísticos de Vaufrey y
3-30, más interesante a nivel arqueológico (Jordá et Newton (Cabrera, 1984: 184; Castaños Ugarte, 2006:
al., 2008) expone una mayor presencia general de Ca- 100) exponen, para el nivel 22 (Musteriense B/Beta),
pra pyrenaica (seguida de Rupicapra rupicapra y Cervus una mayor representación (MNI) de ciervo (78),
elaphus) con especial representación de elementos cra- junto a importantes valores referentes a Bos sp. (58),
neales (determinables en los niveles 3-22) en el caso caballo (35) y Rinoceronte de Merck (“abundante”);
de los taxones caprinos (Yravedra Sainz de los Terre- los taxones caprinos están poco representados (Rupi-
ros y Gómez Castanedo, 2013). A nivel de edades, se capra, MNI: 4, Capra ibex: “rara”) y los carnívoros son
ha apreciado mayor presencia de individuos adultos poco diagnósticos.
en los niveles 3 y 4 (Yravedra Sainz de los Terreros En el nivel 20 se señalaban patrones similares a
2006a, 2006b). los indicados, con supremacía de ciervo (MNI: 184) y
presencia importante de Bos sp. (133) y abundante ca-
2.2. Hornos de la Peña ballo; la presencia de cápridos se ve reducida respecto
al nivel 22 y, paralelamente, los taxones carnívoros ci-
En la totalidad de la estratigrafía de Hornos de tados son Ursus spelaeus (MNI: 5), Felis leo, Canis lupus y
la Peña se determinó (Harlé 1908, 1911; Obermaier, Vulpes vulpes. El paralelismo taxonómico entre ambos
1925; Landry y Burke, 2006) el predominio de ciervo niveles parecería apuntar a una especialización sobre
y caballo. Harlé proporcionó un listado (Altuna, 1972: la triada ciervo-caballo-uro (Cabrera, 1984: 197).
47) (sin asignación estratigráfica) compuesto por ma- Posteriores publicaciones (Dari, 1999; 2003)
míferos (Canis lupus, Felis pardus?, Cervus elaphus, Capra indicaron una mayor presencia de caballo (NR: 32,
ibex, Gran bóvido y caballo) y aves (estudiadas por E. NMIc: 5) y ciervo (NR: 13, NMIc: 2) en el nivel B
T. Newton) (Altuna, 1972: 47). (NR: 59, NMIc: 13), y de ciervo (NR: 179, NMIc: 20)
El posterior estudio de José Yraveda Sainz de en un nivel A mucho más prolífico (NR: 237). El nivel
los Terreros (2010a) determinó un alto sesgo osteo- intermedio AB ofreció valores poco diagnósticos.
lógico por preselección. Taxonómicamente, el nivel En otras revisiones (Dari y Renault-Miskovsky,
F evidenció la supremacía de rebeco (NR: 77-45,8% 2001: 133), el nivel 20 de El Castillo definieron una
/ MNI: 10-35,7%) que, junto a los discretos valores composición faunística basada en un 50% de especies
asociados a la cabra, aportan valores de 48,2% (NR) de entorno abierto, 41% de bosque y 9% de montaña,
y 42,8% (MNI) para los cápridos. El espectro se com- con altos niveles de ciervo (NR: 1572, NMIc:34) Bos/
plementaría con caballo (17,3%-25%), ciervo (16,1%- Bison (NR:544, NMIc: 21), Equus (NR: 347, NMIc:
14,3%) y exigua presencia de Bos primigenius y Capreolus 16) y rinoceronte (NMIc:12); el resto de taxones (in-
capreolus. cluidos úrsidos) se ven representados de modo mu-
Entre los taxones carnívoros destaca la presencia cho más reducido.
de Ursus spelaeus (NR: 7,1%), complementado con al- El ciervo está preferentemente representado en
gún resto marginal de Felis silvestris. los niveles A y B por carpos y tarsos (30% y 55%, res-
Pese al predominio de ejemplares adultos, des- pectivamente) y, en el primero de ambos niveles, por
taca la presencia de individuos infantiles de ciervo, falanges (40%). Para el caballo destacan Ds (45-50%)
rebeco y cabra. Los patrones de estacionalidad asocia- y Di (35%) en el nivel B (Dari, 1999: 117).
dos a bóvido, corzo y rebeco, indican una muerte en
otoño; respecto al ciervo, se determinó la muerte de 2.4. La Flecha
un individuo al final del invierno y de tres en verano.
Los patrones de representación anatómica in- El estudio de los materiales aportados por La
dican una mayor presencia de elementos craneales Flecha (Freeman y González Echegaray, 1967) puso
(piezas dentarias), lo que parece estar íntimamente de manifiesto el lamentable estado de conservación
relacionado con el sesgo osteológico ya citado que, y clasificación de los mismos, fruto de la mala eje-
cución de la intervención de urgencia que vio como cialmente bóvidos y, en menor medida, corzo y caba-
algunos materiales fueron tirados ladera abajo o, in- llo), preferentemente representados todos ellos por
cluso, repartidos entre los componentes del equipo. individuos adultos (Yravedra Sainz de los Terreros et
De este modo, la escasa muestra analizada (NR: 59) al., 2015). Esta especialización arrojaría luz sobre un
indicó que Equus (41,66%) y Bos (30%) serían los ta- anterior panorama marcado por el concepto de opor-
xones con mayor representación, seguidos de cérvido tunismo (Castaños Ugarte, 2005: 206).
(18,33%) y testimoniales valores para Capra, Canis lu-
pus y Ursus que, en su totalidad, “…casi con certeza 2.7. El Ruso
no representan una muestra característica de los ani-
males aprovechados por los moradores del yacimien- El nivel V (NISP: 251) ha estimado un 71,3%
to” (Freeman y González Echegaray, 1967: 57) (Soto de ciervo (MNI: 6) y un 23,1% de caballo (MNI: 4),
Barreiro, 2003: 174). con preferencia por ejemplares adultos. Los carnívo-
ros (NISP: 44) están principalmente representados
2.5. El Pendo por Vulpes vulpes (84,1%) (Yravedra Sainz de los Te-
rreros et al., 2010: 42). Anatómicamente, se atiende a
El reestudio de los materiales asociados al nivel una destacada presencia, en ungulados, de elementos
XVI (Martínez Moreno, 2005) corroboró, a grandes craneales, con importancia secundaria de axiales y
rasgos, las aportaciones de Fuentes Vidarte (1980) apendiculares en el caso del ciervo, taxón cuyos pa-
determinando, sobre un NISP total de 293 y un MNI trones de mortandad han inferido determinaciones
de 17, la presencia de ciervo (NISP: 56%, MNI: 6), estacionarias centradas en mayo-junio, agosto y di-
Bos/Bison (NISP: 32%, MNI: 6), caballo (NISP: 9%, ciembre-enero (Yravedra Sainz de los Terreros et al.,
MNI: 4) y cabra (NISP: 3%, MNI:2) (Martínez Mo- 2010: 44).
reno, 2005: 216). La presencia de Megaceros sp., citada
por Fuentes Vidarte (1980), no pudo ser corroborada 2.8. Morín
por Martínez Moreno (2005: 216). Los carnívoros es-
tarían representados de manera marginal. Del tramo musteriense (11-17 y 22), el nivel 17
Se observa una preferencia selectiva sobre hue- es el único que ha aportado un significativo bagaje
sos largos (diáfisis de tibia, fémur y húmero) con- osteológico; con diferencias cuantitativas, se constata
trastante con la escasa representación de elementos una triple explotación de taxones bovinos, ciervo y
axiales. Se alude, paralelamente, a unos patrones de caballo (Altuna 1971, 1973, 1978; Martínez Moreno,
introducción focalizados, en este nivel XVI, especial- 2005; Yravedra Sainz de los Terreros y Gómez Cas-
mente en partes anatómicas concretas y no en indivi- tanedo, 2011), con aportes minoritarios de sarrio y
duos completos (Martínez Moreno, 2005: 217). corzo. Pese al sesgo osteológico, se pudo determinar
En base al análisis de la dentición se ha estimado, una preferencia general por individuos adultos (Mar-
así mismo, una caza orientada hacia individuos adul- tínez Moreno, 2005)
tos especialmente con las capacidades de huida mer- A nivel estacional, en estos niveles se ha estima-
madas (Martínez Moreno, 2005: 218). do una captura de presas preferentemente entre fina-
Las condiciones de transporte y el aporte nutri- les de otoño e invierno (Pike-Tay et al., 1999).
cional parecerían aludir a una rentabilidad que dejaría
de lado planteamientos oportunistas (Martínez More- 2.9. El Otero
no, 2005: 220).
El nivel 9 ha aportado un escasísimo NR (28),
2.6. Covalejos del que el 42,85% corresponde a équido y el 21,43%
a ciervo, con presencia testimonial de otros taxones
Tras las primeras referencias (Harlé, 1908; 1912) (no cápridos) ungulados, más zorro (14,28%) y oso
y posteriores revisiones (Moure Romanillo, 1968: (10,71%). Hay mayor presencia de individuos adul-
193), estudios más recientes (Castaños Ugarte, 2005; tos, aunque la muestra (con anormal ratio NR-MNI)
Yravedra Sainz de los Terreros et al., 2015) han de- ha visto su estudio condicionado por las alteraciones
terminado para los niveles musterienses (D, H, I, J, postdeposicionales acaecidas en las propias inter-
K, M) una presencia mayoritaria de ciervo comple- venciones arqueológicas y el fuerte sesgo osteoló-
mentada, según niveles, por otros ungulados (espe- gico fruto de la selección intencionada de muestras
(probablemente relacionado con la casi exclusividad (35,3%), Gran bóvido (34,5%) y ciervo (28,4%); final-
de elementos craneales, casi en su totalidad piezas mente, el nivel Lmc (NR: 765) expone una especiali-
dentarias) (Yravedra Sainz de los Terreros y Gómez zación sobre ciervo (78,4%) con complementación
Castanedo, 2010). secundaria de rebeco (11,9%) y Gran bóvido (5,8%),
y escasa presencia de especies propias de espacios
2.10. Axlor abiertos (Castaños Ugarte, 2005). Llama la atención
la presencia (Lmc / Amk) de Dicerorhinus hemitoechus, y
La revisión de los restos recuperados en exca- la no presencia conjunta de los dos taxones cápridos
vaciones antiguas (Altuna, 1980a, 1980b, 1989) espe- en los mismos niveles.
cificó patrones taxonómicos generales para el tramo
inferior (con gran presencia de ciervo, especialmente 2.12. Lezetxiki
en el nivel VII, junto a jabalí y corzo) y superior (con
aumento de especies propias de espacios abiertos y Pese al escaso NR, en los niveles III, IV y V des-
ausencia de corzo y jabalí) (Mozota Holgueras, 2008: taca la presencia de ciervo (esp. nivel IV) gran bóvido
219). y sarrio (Altuna, 1963, 1965, 1966, 1972). Excavacio-
Tras excavaciones más recientes se ha estableci- nes más actuales han aportado un escueto NR general
do, para el nivel B-C (III) (NR total de ungulados: de herbívoros y considerables valores de carnívoros
149) una cuádruple explotación de cabra (27,5%), (principalmente Ursus sp.) para los niveles M y N.
Gran bóvido (27,5%), ciervo (21,4%) y caballo Si bien los datos taxonómicos derivaron en la
(20,8%), que conformarían el 97,2% de la muestra. determinación de Lezetxiki como un refugio de caza
En el nivel D (IV) (NR: 795), el caballo reduce su (Altuna, 1963, 1965, 1966, 1972), la presencia de car-
presencia (5,3%) en favor de una triada “ciervo-bóvi- nívoros en el espectro faunístico se ha asociado a pa-
do-cabra” (35,1%, 32,4% y 25,6%, respectivamente) trones de alternancia ocupacional (Arrizabalaga et al.,
(Castaños Ugarte, 2005). Sobresalen, a nivel anatómi- 2010; Villaluenga et al., 2012).
co, los fragmentos diafisiarios de huesos largos (Cas-
taños Ugarte, 2005: 204), lo que parece apuntar a un 2.13. Amalda
aporte netamente antrópico.
En el nivel D se aprecia un predominio de frac- Los estudios de la fauna de macromamíferos del
turas en fresco, con marcas de corte en el 8%, de nivel VII (Altuna, 1990; Yravedra Sainz de los Terre-
percusión en el 17% y adherencias en el 25% de una ros, 2006, 2007, 2010b, 2010c), sobre un NR total
muestra de 150 retocadores de hueso (Mozota Ho- de 856 ungulados, apuntan a una caza convergente
gueras, 2009: 32). con especies de roquedo (principalmente rebeco) del
Mientras Altuna (1980a, 1980b, 1989) no aprecia entorno cercano al yacimiento (Altuna et al., 1990;
patrones de especialización, Castaños Ugarte (2005: Yravedra Sainz de los Terreros, 2007; Ríos Garaizar,
205) determina una “estrategia de caza basada en un 2010: 17), con aporte complementario de ciervo.
modelo que se raparte entre cuatro o tres especies de Hay preferencias sobre individuos adultos
ungulados de tamaños grande o mediano”. (52,78%) entre un mínimo de 36 ungulados, junto a
juveniles (22,22%) e infantiles (25%). Paralelamente,
2.11. Arrillor la presencia de úrsidos (6% del NR total) parece fruto
de su muerte durante la hibernación (Yravedra Sainz
Dentro de su compleja estratigrafía destacan de los Terreros, 2006a: 59). Estos perfiles de edad pa-
los niveles Lmc (Musteriense evolucionado), Smk-I recen indicar ocupaciones antrópicas preferentemen-
(Musteriense con técnica Levallois) y Amk (Muste- te estivales (Pike-Tay, 2000: 5).
riense polimórfico) por su mejor estado de repre-
sentación (Hoyos et al., 1999: 140; Castaños Ugarte, 3. Conclusiones
2005).
Bajo criterios de NR, el nivel Amk (353) da re- 3.1. Patrones taxonómicos
presentativos valores de ciervo (46,4%) y Gran bóvi-
do (41,3%), con presencia discreta de otros taxones Con los datos aportados, intentamos divisar pa-
de roquedo y pradera; en Smk-I (NR: 362) atendemos ralelismos entre los yacimientos y niveles estudiados
a una triple explotación de paleoambientes con cabra en lo que a representación taxonómica se refiere. A
este respecto, se evidencia una especialización cine- 3.2. Patrones y agentes de acumulación osteológica
gética sobre cérvidos en Covalejos, El Ruso V y Arri-
llor Lmc; paralelamente, la supremacía de cápridos se Una segunda propuesta de síntesis trataría de
atestigua en Esquilleu 3 y 4 (en el caso de la Capra unificar los bagajes osteológicos analizados en base a
pyrenaica), y Hornos de la Peña F y Amalda VII (so- la naturaleza de los agentes acumuladores. Si bien es
bre rebeco). En todos estos niveles los taxones priori- cierto que referencias como El Otero 9 o La Flecha
tarios se apoyan, como se aprecia en el cuadro anexo, no han aportado datos concluyentes al respecto, otros
en aportes secundarios de otras especies. (Fig. 1) niveles citados sí han derivado en conclusiones a este
Paralelamente, mientras en Arrillor Amk atende- respecto.
mos a una doble explotación de ciervo y bóvido, en
otros contextos estratigráficos apreciamos la impor- 3.2.1. Aporte carnívoro
tancia coetánea de tres taxones, ya bien sea ciervo,
bóvido y équido (El Castillo 20 y 22, El Pendo XVI, En El Esquilleu 3-5, y en base a la mayor fre-
Morín y, quizá, La Flecha), o ciervo, bóvido y un solo cuencia de marcas de diente, menor fragmentación,
taxón cáprido (Arrillor Smk-I, Lezetxiki III, IV y V). presencia de cilindros y menor proporción de epífisis
Finalmente, aunque con variaciones cuantitativas, la (MNE), se ha estimado que los cápridos habrían sido
secuencia de Axlor (niveles 1 a 8), alude a una ex- introducidos en la cavidad por carnívoros, aprove-
plotación múltiple de ciervo, bóvido, équido, sarrio y chando hiatos de desocupación antrópica (Yravedra
cabra. (Fig. 2) Sainz de los Terreros, 2001, 2006, 2006b; Yravedra
En El Sidrón y los niveles N y M de Lezetxiki, Sainz de los Terreros y Gómez Castanedo, 2013: 7)
los úrsidos son los taxones con mejor representación
(Yravedra Sainz de lo Terreros, 2001: 78). (Fig. 3) 3.2.2. Aporte antrópico neto
Se hace necesario destacar que algunos de los ni-
veles referenciados (como Hornos de la Peña F, La El Pendo XVI apunta a un aporte de naturale-
Flecha, El Pendo o El Otero 9) sufrieron un sesgo za netamente antrópica, dada la ausencia de marcas
osteológico fruto, generalmente, de la preselección de propias de carnívoros y siendo especialmente diag-
elementos en las propias excavaciones. (Fig. 4) nósticas las modificaciones antrópicas sobre diáfisis
(slicing y scraping-marks) (obtención de carne, vísce- 3.2.4. Patrones mixtos: acceso primario antrópico + ac-
ras y tuétano) y encirling-marks (Binford, 1981), rela- ceso secundario carnívoro (carroñeo)
cionadas con la extracción de piel de las falanges de
ciervo (Martínez Moreno, 2005: 222). Se ha estimado un acceso secundario de carnívo-
Axlor B-C y D (Castaños Ugarte, 2005: 204) y ros en los niveles 6-30 de El Esquilleu (Yravedra Sainz
Morín 17 se acercarían mucho a patrones de acumu- de los Terreros y Gómez Castanedo, 2013: 8), aspec-
lación de naturaleza netamente antrópica. to determinado por la mayor frecuencia de marcas de
corte y la situación de éstas, marcas de percusión y alta
3.2.3. Aporte principalmente antrópico frecuencia de huesos quemados.
En Covalejos donde, si bien ya se había observa-
Respecto a Morín, los patrones de acumulación do el aporte antrópico en el tipo de fragmentación que
son similares en los niveles 14 a 17, donde se ha de- presentan los restos (Castaños Ugarte, 2005: 206) y
terminado el acceso primario antrópico con especial las alteraciones propias del mismo, actualmente se ha
exclusividad en el nivel 17 (Yravedra Sainz de los Te- aludido a una probable intervención secundaria por
rreros y Gómez Castanedo, 2011: 85), nivel en el que parte de carnívoros (pequeños cánidos), dada la alta
Martínez Moreno (2005) había observado marcas de fragmentación, la ausencia de cilindros, las frecuencias
carnívoro en el 10% del NR de bóvido y ciervo (es- y distribución anatómica de marcas de dientes (y la su-
pecialmente en epífisis) de la muestra analizada (Fre- perposición de las mismas sobre marcas de corte) y el
eman, 1989: 20). Atendemos, pues, a un transporte sesgo osteológico y fracturación provocado por estos
diferencial en lo que a animales grandes se refiere, taxones (Yravedra Sainz de los Terreros et al., 2015).
dada la preferencia por elementos apendiculares en Por otro lado, el Ruso V presenta un patrón
el tramo 14-11, y completo para animales de tallas mixto en el que el aporte antrópico es especialmente
menores (Yravedra Sainz de los Terreros y Gómez evidente en animales de talla grande, mientras que la
Castanedo, 2011: 85). acción de carnívoros, pese al acceso siempre primario
del hombre, se constata en mayor medida en carcasas
de menor talla (Yravedra Sainz de los Terreros et al.,
2010: 54).
3.2.5. Patrones mixtos por talla 82) donde las marcas (en el 20% del NR) establecen
que los humanos fueron el principal aportador de ani-
Se observan patrones mixtos de acumulación en males grandes, mientras que los de talla media (cápri-
base a la talla de los taxones documentados en Hornos dos), serían principalmente aportados por carnívoros.
de la Peña F (Yravedra Sainz de los Terreros, 2010a: Este mismo patrón ha sido inferido en Amalda VII
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Potencialidades y limitaciones de la
Arqueología Social en los estudios
prehistóricos. El caso de los grupos
tribales neolíticos en Marruecos
Sergio Almisas Cruz1
1
Investigador predoctoral en formación (Beneficiario F.P.U., Ministerio de Educación, Cultura y Deportes).
Departamento de Historia, Geografía y Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz.
sergio.almisas@uca.es
Resumen 1. Introducción
Proponemos que es necesario realizar un marco teó- Partimos de la tradición teórica de la Arqueología
rico y una estrategia metodológica y técnica para integrar Social que defiende dos ideas básicas: 1) la no-inocen-
a los grupos tribales prehistóricos marroquíes en su trama
histórica. Para ello, partimos de la tradición teórica de la cia de las disciplinas científicas, -incluyendo a la ar-
Arqueología Social que, consideramos, nos ofrece con- queología- que se expresaría en la existencia de un área
ceptos, categorías y reflexiones sobre la propia disciplina valorativa en toda investigación, como ha defendido
que nos son útiles para este fin, superando el culturalismo Gándara para la arqueología (Gándara et al., 1985).
y ambientalismo imperantes en la arqueología y en el dis- Esta área valorativa se basa en analizar ¿para qué, para
curso histórico marroquí y europeo. En el presente artícu-
lo, realizamos un acercamiento a la propia problemática quién y por qué hacemos ciencia e investigamos? (Pa-
de los grupos tribales en Marruecos, afirmando que ha su- nameño y Nalda, 1979; Bate, 1998). Las respuestas a
puesto un hecho central en la historia del país, que en los estas preguntas tienen que ver con valores e intereses
últimos siglos ha tenido como expresión la realidad ama- que parten de nuestra posición en la sociedad (clase
zigh. Proponemos la necesidad de integrar esta preocupa- social, nación, género…). 2) En segundo lugar, de-
ción por la historia del tribalismo marroquí en los estudios
del Neolítico, siendo necesario desarrollar nuevas parcelas fiende que la arqueología, si bien teniendo su propio
de investigación olvidadas. objeto de estudio (el registro material arqueológico),
es una ciencia histórica, con el mismo objeto de co-
Palabras clave: Neolítico. Marruecos. Formación económi- nocimiento que la historia: la propia sociedad humana
co-social tribal. Amazigh. Arqueología Social. (Vargas, 1990: 7-14).
Nos parece relevante desarrollar aquí la idea del
Abstract historiador Josep Fontana (2013), acerca del carácter
We propose that it is necessary to make a theoretical político de las disciplinas científicas, en concreto la his-
framework and also a methodological and technical stra- toria. El autor catalán sintetiza, siguiendo la tradición
tegy for integrating Moroccan prehistoric tribal groups in del marxismo, que la historia es tanto un relato del
its historical frame. We start from the theoretical tradi- pasado, como un proyecto social. Afirma que la teoría
tion of Social Archaeology, which provides us concepts,
que se utiliza para explicar la historia (o las sociedades
categories and reflections on the discipline, that are useful
to our objective, thus, to help overcome culturalism and humanas pasadas), tiene que ver con las ideas sociales,
environmentalism approaches in Moroccan and Euro- acerca de la sociedad, que la historiadora o historia-
pean archeology and historical discourse. In this article we dor posee, de forma consciente o inconsciente. Estas
make an approach to tribal groups in Morocco, asserting ideas sociales van de la mano de un proyecto social,
that it has been a central issue in the country history, and
sea hegemónico o no. A esto, se une una estructura de
that has been reflected in the amazigh reality in the last
centuries. We propose the necessity to integrate this issues investigación dada, con líneas dominantes de trabajo,
about the tribalism history in Morocco in the neolithic de financiación -pública o privada-, etc. que también
studies, being necessary to development new forgotten se asocian a valores sociales y políticos, vinculado a
paths in the research. grupos sociales dominantes en la sociedad. Por lo tan-
to, concluimos que la ciencia, como actividad humana
Keywords: Neolithic. Morocco. Tribal economic-social for-
mation. Amazigh. Social Archaeology. tendente a conocer una realidad dada, nunca actúa en
un vacío social, sino que está determinada por la pro-
437
Sergio Almisas Cruz
pia sociedad que la genera y las clases y grupos domi- impacto de esta ideología colonial en los estudios pre-
nantes en ella, tal y como el marxismo, feminismo o históricos y arqueológicos, dejando al margen otras
movimiento antirracista han puesto sobre la mesa a lo ideologías existentes: la patriarcal y machista, la capi-
largo del siglo XIX, XX y XXI. talista/clasista, la eurocéntrica o incluso la arabocén-
En este marco, un primer objetivo que consi- trica. El hecho de restringirlo al periodo e ideología
deramos que debe tener toda investigación arqueo- colonial, parte de la idea de que, tras la independen-
lógica, es desgranar qué condicionantes sociales ha cia, la ciencia que se realizaba en Marruecos ya no re-
tenido la investigación histórico-arqueológica previa producía valores políticos o ideas sociales, cuando es
y cómo ha condicionado las preguntas que se han for- todo lo contrario. Defendemos que tras 1956, se han
mulado, la teoría y metodología que se ha utilizado y seguido reproduciendo ideas sociales: tanto la ideo-
cómo esto ha influido en los resultados obtenidos. En logía patriarcal, como la capitalista -clasista-, como la
segundo lugar, se deben realizar investigaciones expli- etnocéntrica, han impactado en la arqueología, antes
citando nuestra área valorativa, para, ni invisibilizarla, y después de la independencia del país magrebí, por
ni utilizar acríticamente otras que nos vienen dadas supuesto de una manera y un grado diferente.
por el propio sistema social. Así, por ejemplo, sería paradigmático cómo los
Es precisamente el primer esfuerzo (de tipo his- modelos de división cultural de la prehistoria europea
toriográfico) el que queremos realizar para el caso del se han aplicado y proyectado en la prehistoria ma-
estudio de los grupos tribales marroquíes. grebí, tomando acríticamente los procesos sociales,
culturales y económicos europeos como universales,
2. La prehistoria en Marruecos. Entre la ten- algo que ha ocurrido antes y después de la coloni-
sión colonial y la tensión tribal zación marroquí y que refleja una visión eurocéntica
del pasado. Asimismo, se sigue pensando el mundo
En un reciente artículo (Almisas, 2017) defen- magrebí como ajeno al contexto mediterráneo y eu-
demos que la historia de la arqueología y la construc- ropeo, y en muchos casos como un desarrollo menos
ción de conocimiento prehistórico en el Marruecos potente o más “retrasado”. Todo ello lo vemos en
del Protectorado (1912-1956) ha estado íntimamente muchos casos aún en pleno siglo XXI en el modelo
relacionada con el carácter colonial del país magrebí de neolitización aplicado en el Magreb.
y con sus agentes de producción científica en juego: Una vez dicho esto, nos gustaría avanzar hacia un
los colonizadores franceses. Por supuesto, la idea de aspecto muy poco tratado en la historiografía acerca
trasfondo podría aplicarse a otros agentes coloniales de la prehistoria y arqueología marroquí. Podemos
(españoles) y a otros estudios arqueológicos (el mun- decir que ha sido un tema tabú en Marruecos, refle-
do romano o púnico) (En-Nachoioui, 1995; Ramos, jando las tensiones que rodeaban a este asunto: nos
2008; Ramos et al., 2008; Naji, 2011), ya que comparte referimos a la cuestión de los grupos tribales históri-
la premisa teórica que hemos indicado más arriba: la cos marroquíes y la etnicidad amazigh. Consideramos
existencia en toda producción científica de un área como hipótesis de partida que la etnicidad y los mo-
valorativa que se expresa (de una forma u otra) en la dos de vida tribales en Marruecos han sido una cues-
investigación. tión muy controvertida y de hondas consecuencias
En el caso de la prehistoria, esta realidad se ha políticas, hecho que ha impactado en la forma en que
traducido en conclusiones históricas de tipo eurocén- se ha visto desde las disciplinas histórica y arqueoló-
tricas y racistas, negando que los grupos prehistóricos gica. Esta realidad, como ahora veremos, tiene que
magrebíes innovaran o fueran dinámicos, dependien- ver con la génesis del estado marroquí moderno y la
do en todos y cada uno de sus cambios culturales y versión de su historia “oficial”.
socio-económicos de influjos poblacionales o cultu-
rales europeos o próximo-orientales. Obras como 3. Caracterización de Marruecos. El mundo
las de los prehistoriadores Maurice Antoine (1955), tribal y los amazigh
Raymond Vaufrey (1933, 1955, 1956) o Lionel Balout
(1955) son un buen ejemplo de ello. Queda patente El antropólogo David Hart, en su obra de sín-
esta relación entre conocimiento científico marroquí tesis (Hart, 1999: 8-9), definió a Marruecos como el
e ideología colonial. fruto de una triple confrontación: 1) un mundo ur-
No obstante, lo cierto es que la premisa de la bano y uno rural, que es fundamentalmente tribal; 2)
que partimos se ha aplicado casi con exclusividad al una realidad tribal con dos manifestaciones lingüísti-
co-culturales: la amazigh -bereber- y la árabe; y 3) una que han predominado y controlado los mecanismos
dicotomía política entre el Bled es Mazkhen (la zona políticos del país (Majid, 1987: 146 y ss.). Esta con-
controlada por el Sultán, por el estado) y Bled es Siba frontación explica, entre otras cosas, la entrada de
(la zona no controlada por el gobierno y que no paga- potencias coloniales para ayudar al Mazkhen a con-
ba impuestos, normalmente tribal amazigh). Veremos trolar las zonas tribales, o la fuerza de las respuestas
cómo esta triple confrontación se expresa histórica- armadas de gran originalidad como la república rifeña
mente hasta dar lugar al Marruecos independiente. liderada por Abd-el-Krim (Lugan, 2012: 134). Así, la
La sociedad tribal, que a veces se ha denominado gestación del movimiento nacionalista marroquí des-
como “problema tribal”, es el elemento más duradero de el tránsito del siglo XIX al XX, unido a la acción
de la historia de Marruecos (Morales, 2006: 47-51), colonial, termina de configurar un país arabizado -al
estando en la base de diferentes episodios políticos considerar que la lengua y cultura nacional es la árabe-
que se han desarrollado en el oeste magrebí (lo que y donde lo amazigh se verá como un peligro tanto para
hoy denominamos Marruecos) desde la prehistoria la unidad nacional, como para la total implantación
(Lugan, 2012). Esta sociedad tribal es, en sus oríge- del capitalismo y para el control del territorio y su
nes, amazigh, como bien ha demostrado la magna obra consiguiente explotación. La independencia del país,
de Gabriel Camps (2007), remontando sus orígenes por su parte, supondrá la plasmación de la primacía
al tránsito Pleistoceno-Holoceno. El hecho tribal se de los sectores árabes y urbanos, con una eliminación
complejiza tras la llegada de grupos tribales étnicos de las resistencias armadas amazigh, una implantación
árabes en 642, que juegan un papel fundamental en de lógicas capitalistas y de mercado en los territorios
las transformaciones del Magreb y de Marruecos en tribales (Majid, 1987: 146 y ss.), una eliminación de las
particular. estructuras políticas comunitarias que se inició desde
Esta población árabe que llega en el siglo VII la etapa colonial y que ahora se termina por completar
tiene dos repercusiones básicas en la parte occidental con la generación de un estado moderno centralizado
del Magreb: una rápida islamización, primero, y una (Rachid, 2005: 99-103), así como una implantación de
arabización en base a ciudades que van adquiriendo estrategias cultuales y educativas arabo-céntricas (Be-
preeminencia política (Fez). A esto debemos unir el nítez, 2012: 71-74).
establecimiento de poderes políticos como la dinastía Por lo tanto, vemos como en la historia reciente
Idrissi (s. VIII-X) o nuevos factores étnicos árabes de Marruecos, la cuestión tribal y amazigh no ha sido
como los grupos hilanienses del siglo XI. Tras el pe- un tema exento de implicaciones políticas, sino que
riodo de las dinastías bereberes y neo-bereberes (al- ha supuesto una afrenta al modelo de estado capi-
mohades, almorávides, benimerines y zenetas), la ara- talista y arabocéntrico marroquí, con prácticas y ele-
bización se acelera en el siglo XVI, con la llegada de mentos sociales, económicos, culturales y políticos a
nuevas poblaciones árabes, que fundarán la dinastía eliminar de la historia y del imaginario colectivo. Esto
aluita que actualmente reina en Marruecos (Camps, se ha venido denunciando, por supuesto, por el movi-
2007: 190-195). El panorama que se va creando desde miento amazigh/bereber, como se ve en el Manifiesto
el siglo XIV, es el de poblaciones sedentarias agríco- bereber (V.V.A.A., 2000).
las o ganaderas amazigh que son desplazadas a zonas
montañosas y del sur, donde el estado y los pode- 4. Por una historia del tribalismo en Marrue-
res urbanos de las diferentes dinastías no podían o cos: el papel del Neolítico
no tenían interés en acceder. Serán estos grupos los
que mantendrán las características tribales y cultura- La historia oficial de Marruecos se ha construi-
les amazigh y los que defenderán su autonomía, ge- do en base a dos mecanismos: en primer lugar, una
nerando esa dicotomía que hemos apuntado: la zona extensión del concepto de nación y del nacionalismo
controlada por el poder estatal Bled es Siba y la zona marroquí a toda la historia desde la prehistoria, como
sin control, Bled es Mazkhen, que los colonizadores eu- forma de sancionar históricamente una unidad políti-
ropeos calificarían de “anárquica”. ca que tiene, como tal, una vida de no más de pocos
Vemos por lo tanto que lo que podría parecer siglos. En segundo lugar, se ha realizado una división
una confrontación étnica (amazigh-árabe) realmente de la historia en unidades culturales y políticas, que
debe enfocarse como una confrontación de modelos han fragmentado el tiempo histórico y han desviado
socio-económicos, una confrontación entre modelos el análisis histórico de las características socio-eco-
tribales más o menos comunitarios y, otros clasistas, nómicas de los grupos que habitan y se apropian
del territorio, a conceptos vagos y abstractos como tecnológicas son desvinculadas de su contexto social
“culturas”, “civilizaciones” o “tradiciones”, así como y se interpretan como elementos de progreso de for-
supuestos progresos técnico-económicos, como el ma acrítica. En suma, estas unidades culturales que
comercio o la agricultura, de los que no se explicita se identifican en base a cambios en el registro mate-
sus consecuencias sociales (Kably, 2011). Así, a las rial (Iberomauritánico, Capsiense, Neolítico, Calcolí-
culturas prehistóricas (Achelense, Musteriense, Ate- tico…), y que pueden ir o no vinculadas a prácticas
riense, Iberomauritánico, Epipaleolítico, Neolítico, productivas (agricultura), se consideran de forma ais-
Calcolítico...) le siguen los periodos de la antigüedad, lada a las formas de organizar la sociedad (formación
con una periodización en base a invasiones o influen- económico-social tribal comunitaria). De esta forma,
cias extranjeras (fenicio, púnico, romano, vándalo, bi- se deja de lado el interés de conocer la naturaleza so-
zantino), reinos “autóctonos” (Mauritano) y, por últi- cio-económica de los grupos humanos que utilizaban
mo, la islamización y la creación de reinos árabes que dichas culturas materiales para, por el contrario, frag-
conforman la historia de Marruecos hasta la dinastía mentarlos y evitar cualquier reflexión histórica mayor.
actual alauita. En cuanto a la naturaleza o característica so-
Que existe una conexión entre esta forma de en- cio-económica de los grupos neolíticos, desde la tra-
tender la historia, como sancionadora de la realidad dición teórica de la Arqueología Social, consideramos
actual de Marruecos, y la política sólo hay que verlo al que existe un nuevo modo de producir y reproducir
considerar que el Instituto Real para la Investigación la vida social, en lo que se han denominado grupos
de la Historia de Marruecos (IRRHM), que ha edita- tribales (Vargas, 1990; Pérez, 2008). Más allá de las
do recientes libros sobre la historia del país (Kably, diferentes manifestaciones culturales o fenoménicas
2011, 2014), se encuadra a nivel institucional en el (Olivo del Olmo, 2012) o de modos de vida, esta
Ministerio de Asuntos Islámicos y Habous -terrenos formación económico-social tribal hace referencia
pertenecientes a la comunidad islámica, gestionadas al modo en que el grupo gestiona la reproducción y
por la monarquía marroquí como detentadora de la producción social, estableciendo relaciones sociales
autoridad religiosa-, en una clara función ideológica que le son propias en base a unas propiedades co-
de la historia. lectivas del territorio y de la capacidad reproductiva
Como decimos, y conectando con las ideas ini- de las mujeres. Estas categorías sociales nos permiten
ciales, esta forma de entender la historia está en ín- rastrear las diferentes formas de organizar la vida so-
tima conexión con un proyecto social arabocéntrico cial más allá de elementos culturales o políticos que,
marroquí, vinculado a una concepción de la sociedad por supuesto, también hay que tener en cuenta. Y son
y de la propia identidad nacional en la que todo gira precisamente estas características tribales las que ve-
en torno a Marruecos como una zona original de pro- mos que han tenido una continuidad histórica -si bien
greso técnico, vinculado a aportes culturales externos, muy modificada o evolucionada- hasta el siglo XX
que a partir del siglo VII adquiere una realidad árabe e en el actual Marruecos, siendo sus protagonistas los
islámica. Por el contrario, en este contexto, el mundo grupos que a nivel étnico y lingüístico se consideran
tribal -amazigh- y rural se diluye y se invisibiliza, como amazigh.
se ha venido denunciando para la construcción histó- Así, el Neolítico tal y como se estudia de for-
rica marroquí (V.V.A.A., 2000). ma mayoritaria en Marruecos, se entiende como un
En el caso del estudio del Neolítico, se carac- evento en la prehistoria caracterizado por un paque-
teriza por ese “culturalismo” del que hemos habla- te cultural (fundamentalmente, cerámica, piedra pu-
do. Para explicar los cambios en la cultura material limentada y agricultura-ganadería) que tiene un ori-
se mantiene una doble explicación: en primer lugar, gen fundamentalmente alóctono. Su conexión con
aquella que parte de las influencias culturales alóc- el resto de momentos de la prehistoria se pierde en
tonas y aparición de otros pueblos, predominando, un conjunto de condicionamientos ambientales e
por lo tanto, las teorías difusionistas, en las que estas influencias externas que le otorgarían su naturaleza
influencias suelen estar relacionadas con Europa o el especial, siendo imposible de imbricar en una histo-
Próximo Oriente, de lo cual ya hemos hablado al in- ria socio-económica de los grupos humanos que han
formar sobre la influencia colonial o neo-colonial en habitado el extremo occidental magrebí, y menos aún
los estudios prehistóricos. En segundo lugar, tenemos de conectarlo o contextualizarlo en la historia de los
un enfoque ambientalista por el cual la cultura tie- grupos amazigh.
ne un carácter adaptativo, en la que las innovaciones En suma, el estudio del Neolítico en Marruecos
ayuda al relato histórico dominante de invisibilizar los cesario modificar la forma en que se ha estudiado el
aportes tribales a la historia y cultura marroquí, eli- Neolítico. Para ello deben desarrollarse nuevas líneas
minando aquellas experiencias sociales, como fueron de investigación y nuevas aproximaciones metodoló-
las tribales, que han sido una alternativa a las estata- gicas, así como explicitar un área valorativa clara que
les y clasistas que han terminado prevaleciendo. Para afirmen la importancia que los modos de vida tribales
revertir esta situación, hay ya precedentes de cómo tienen como alternativas al actual sistema capitalista
integrar el “Neolítico” en estudios socio-económicos y sus desigualdades inherentes, así como la necesidad
de los grupos tribales. de rescatar de la historia de Marruecos a los grupos
En primer lugar, debemos superar el prejuicio amazigh, que aún sufren una discriminación estructu-
de un poblamiento prehistórico exclusivamente en ral en el país. Estos valores identitarios y puesta en
cuevas o abrigos, rescatando la tradición de pobla- valor del patrimonio tribal, también podrían tener un
mientos al aire libre, espacio privilegiado del desarro- correlato en propuestas de desarrollo local que ha-
llo agrícola y ganadero tribal, tal y como vemos en gan frente a la desestructuración social de muchas
momentos de la Prehistoria Reciente en yacimientos zonas rurales amazigh, lo que podría ir unido a otras
como, entre otros, Volubilis (Ruhlmann, 1933), Oued propuestas de educación amazigh, etc. (Rachid, 2005;
Beth (Ruhlmann, 1936) o Oued Laou (Bokbot y On- Raha, 2016).
rubia-Pintado, 1995). En segundo lugar, es necesario
avanzar en estudios completos del registro, que no Bibliografía
pasen sólo por el clásico registro cerámico, ni se res-
tinga a una necesaria caracterización paleobotánica, Almisas, S., 2017. Historiografía del Neolítico en el
sino también de la industria lítica -campo tradicio- Marruecos francés (1875-1956). Contexto social
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caracterizarlos mejor y analizar dichas actividades de 465-509.
un modo diacrónico e histórico. Por último, cabe ha-
blar de la caracterización de las tensiones sociales que Antoine, M., 1955. Les grandes lignes de la prehistoi-
se viven en momento finales de la prehistoria, para lo re marocaine. Edita, Casablanca
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feste-2000.htm [accedido el 16 de enero del 2016]
1
Departamento de Biologia Animal, Biologia Vegetal i Ecologia (UAB). Grup de Recerca Aplicada al Patrimoni
Cultural - GRAPAC. Universitat Autònoma de Barcelona, Av/ de l’Eix Central, s/n, 08193, Cerdanyola del Vallès.
rubenfuenteseoane@gmail.com
2
Universitat Autònoma de Barcelona. Facultat de Filosofia i Lletres. C/ de la Fortuna, s/n, 08193, Cerdanyola del Vallès.
mireiadelpueblo@gmail.com
3
joan.garrigat@gmail.com
4
Departamento de Prehistoria (UAB). Grup d’Arqueologia d’Alta Muntanya - GAAM. Universitat Autònoma de
Barcelona, C/ de la Fortuna, s/n, 08193, Cerdanyola del Vallès. pep.navalon@gmail.com
443
Rubén de la Fuente-Seoane, Mireia del Pueblo-Labrador, Joan Garriga-Toledo y Josep Joan Navalon-Galicia
ella misma, o si está ligada a una figura masculina en que obedecen a discursos preestablecidos y que poco
régimen de monogamia o poligamia heterosexual, o tienen que ver con la realidad material del registro ar-
cualquier otro tipo de sistema represivo. queológico.
Entendemos que las relaciones sociales ante- Por eso, cabe recordar que: “La historia de la hu-
riormente descritas, se estructuran en cuanto al tra- manidad es la historia del trabajo social, de su realidad física,
bajo, en tanto que a inversión de tiempo y energía de los medios que lo han facilitado, de las políticas que lo han
relacionada con alguna actividad encaminada a un organizado, de los beneficios que ha proporcionado, del derecho
objetivo social. El trabajo implica cualquier actividad a esos beneficios para los colectivos sociales y sexuales y de las
de obtención, transformación y/o mantenimiento de razones o presupuestos que lo han motivado. El esfuerzo, los
las condiciones materiales y sociales, de manera que logros o las usurpaciones del trabajo de mujeres y hombres de-
modifica y crea la vida social mediante la inversión de bería ser el centro de cualquier estudio arqueológico, si queremos
tiempo y energía requerida para cualquier tipo de pro- acceder a conocer los lugares reales por los que las sociedades
ducción material y de sujetos. Por tanto, entendemos humanas han transitado a lo largo del tiempo” (Castro Mar-
que el trabajo constituye la base fundamental para la tínez et al. 2009: 38).
vida social, su mantenimiento y reproducción. Desde nuestra perspectiva, queda patente que,
Por otra parte, para completar el estudio de las en el seno de la arqueología a nivel interpretativo, la
sociedades pasadas y para entender las condiciones ideología influye en los criterios de selección y con-
sociales de trabajo determinadas y que se perpetúan clusión, debido a ello tenemos que, por ejemplo, gran
en el tiempo y materializan en el espacio, cabe incidir parte de la arqueología tradicional se haya dedicado
en el trabajo político-ideológico (Castro et al., 1996) a la búsqueda de “castillos y templos” -la denomi-
que, a su vez, también forma parte del trabajo social. nada arqueología monumental- obviando todo el
Este trabajo se materializa en unas prácticas políti- espectro productivo. En cuanto a las conclusiones,
cas y de carácter ideológico que permiten perpetuar tenemos ejemplos como el de las sociedades del Arte
o modificar una situación social. Estas, corresponden Levantino, dónde se asumía -a partir de las pinturas
tanto a las tareas políticas como a las ideológicas. Las rupestres- que el peso productivo principal lo tenía la
primeras corresponderían a las destinadas a la gestión caza, al asumir el “eterno” binomio hombre-caza y
de la producción social - que, por tanto, se asienta mujer-recolección, sin pensar que dicha sobre-repre-
sobre decisiones y criterios políticos- así como a las sentación artística pueda venir derivada de una mi-
decisiones tomadas sobre los sujetos sociales median- nusvaloración al trabajo femenino (Castro Martínez et
te el uso de diferentes mecanismos más o menos in- al., 2005) o por ejemplo cómo se priorizan desde las
clusivos socialmente. La segunda, se trataría de las ac- publicaciones de impacto de otras disciplinas, temas
tuaciones sociales vinculadas a diferentes esferas que como la búsqueda del “gen egoísta”, naturalizando
homogenizan el pensamiento y que marcan y condi- así un comportamiento eminentemente social.
cionan las conductas sociales. Ambas tareas resultan
transversales, ya que a su vez afectan a la totalidad de 3. Academia y Arqueología Social
la vida, sus prácticas y hasta el trabajo social. Así, las
prácticas político-ideológicas colonizan las prácticas Las diversas academias, personificadas en las y
socio-parentales y socio-económicas, cosa que pue- los investigadores que llevan a cabo los proyectos,
de llevar, incluso, hasta a enajenar la condición de las representan los matices teóricos de la ideología hege-
mujeres y hombres que participan en ellas, ocultando mónica volcada a los proyectos, recurriendo así a unas
el valor de su presencia en la vida social y su relación teorías e hipótesis coherentes en cuanto a lo discursi-
con las condiciones materiales de la existencia (Castro vo, que no necesariamente a la realidad. Observando
Martínez et al. 1998: 27). esto, se presenta como fundamental el ser conscientes
Entendiendo, por tanto, que las prácticas políti- de sus bases discursivas, metodológicas e ideológicas.
co-ideológicas manipulan y condicionan las prácticas La ideología, como sistema de representaciones
sociales -en Arqueología y hoy en día- el estudio de dotado de existencia y rol histórico en el seno de una
las sociedades pasadas no está exenta de ello. Es por sociedad, forma parte orgánica de la misma (Agui-
eso que -actualmente y desde el inicio de esta ciencia rre-Morales Prouvé, 2001). Su existencia se constata
social- el estudio arqueológico se ha visto afectado al igual que el de una actividad económica de base
por los prejuicios existentes en nuestras respectivas o de una organización política, actuando de mane-
sociedades. Manipulando y naturalizando prácticas ra funcional sobre las personas mediante un proce-
concreta -un para qué-, por otro, que dicha ideología ciedad y economía en el sudeste de España c. 2500
suele ser la hegemónica del Estado y, finalmente, que - 800 a.n.e. Oxford : BAR.
dicha ideología es rectora de lo que hacemos, investi- Castro Martínez, P.V., Micó, R., Lull, V. 1992. La
gamos y publicamos -y que podría no serlo. fragilidad del método hipotético-deductivo en la
De cara a establecer una propuesta metodo- arqueología procesual. Boletín De Antropología
lógica, nosotras entendemos que en lo relativo a lo Americana. 33-48.
práctico, se puede obrar formalizando el proceso de Castro Martínez, P. V., Lull, V., & Mico Pérez, R.
razonamiento y explicitando el procedimiento. Esta 1996. Cronología de la prehistoria reciente de la
opción implica reflexionar sobre el contexto del códi- Península Ibérica y Baleares, c. 2800-900 cal ANE.
go que utilizamos para percibir el mundo. Por la con- Oxford : BAR International.
tra podemos actuar tildando todo comportamiento Castro Martínez, P. V., Chapman, R. W., & Suriñach,
de “sentido común”, primando así las concepciones S. G. 1996. Teoria de las practicas sociales. Com-
que nos dirigen a pensar que dicho código interpre- plutum Extra, 6(II), 35–48.
tativo es “natural”, asumiendo que la percepción de
Castro Martínez, P. V., Gili, S., Lull, V., Micó, R., Ri-
las construcciones sociales nos viene dada, sin asumir
huete, C., Risch, R. & Sanahuja Yll, M. E. 1998.
que es un producto social (Castro Martínez, Mico Pé- Teoría de la producción de la vida social. Meca-
rez, & Lull, 1992) y por tanto, aceptando la carga sin nismos de explotación en el Sudeste Ibérico. En
reflexionarla. Nosotras nos posicionamos en la pri- Boletín de Antropología Americana. 33, 25–78.
mera opción, entendiendo que toda producción de
Castro Martínez, P. V., Escoriza Mateu, T., & Sanahu-
conocimiento ha de venir restringida por la materia
ja Yll, M.E. 2002. Trabajo y espacios sociales en el
existente y reflexionándola de manera consciente. En ámbito doméstico. Producción y prácticas sociales
esta línea, a nivel metodológico, nos sentimos repre- en una unidad doméstica de la Prehistoria de Ma-
sentados por la Teoría de Conjuntos (Castro Martí- llorca. En Scripta Nova VI, 119 (1), 1–11.
nez et al., 1987), dónde la asunción que prima es que
Castro Martínez, P. V., Escoriza Mateu, T., Fregeiro,
todo conjunto excavado es propuesto y reflexionado M. I., Oltra Puigdomenech, J., Otero Vidal, M., &
al mismo tiempo. Sanahuja Yll, M. E. 2005. Contra la Falsificación
En el ámbito del discurso, las personas dedicadas del Pasado Prehistórico. Buscando la realidad de
a la arqueología tenemos el deber de ser conscien- las mujeres y los hombres detrás de los estereo-
tes del contexto político en el que nos hallamos, para tipos.
ser así capaces de prever la influencia que el espec- Castro Martínez, P. V., Escoriza Mateu, T., Fregeiro
tro ideológico de nuestra sociedad tendrá en nuestras Morador, M.I., Oltra Puigdomenech, J., Otero
conclusiones como investigadores/as, tanto en la Vidal, M & Sanahuja Yll, M.E. 2006. Contra la
propuesta de ideas, por un lado, como en la mani- falsificación del pasado Prehistórico. Buscando la
pulación posterior a la que éstas sean llevadas. Como realidad de las mujeres y los hombres detrás de los
decía Lumbreras, la arqueología puede ser un arma de estereotipos. Universitat Autònoma de Barcelona.
opresión, pero así también de liberación (1981). Castro Martínez, P. V. & Escoriza Mateu, T. 2009. Lu-
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evolucionistas e histórico-culturales. Revista d’Ar- Lumbreras, L. G. 1981. La arqueología como ciencia
queologia de Ponent 7: p.107-128. social. Lima: Editorial Inca.
1
Universidad del País Vasco, Euskal Herriko Unibertsitatea, Paseo de la Universidad, 5. 01006, Vitoria-Gasteiz.
Aitziber1991@hotmail.com, Santamarina.josu@gmail.com, Romeroalonsoaj@hotmail.es
2
Instituto de Ciencias del Patrimonio, INCIPIT, s/n, A, Av. de Vigo, 15705 Santiago de Compostela, A Coruña.
carlosteje@gmail.com
3
Artista independiente. Rafa_jimenezreyes@hotmail.com
449
Aitziber González-García, Josu Santamarina Otaola, Antonio J. Romero, Carlos Tejerizo García y Rafael Jiménez Reyes
ejercicio teórico de construcción del Saber, sino que vamos a cabo en la calle y, por último, nuestros pro-
ha sido (y es) un instrumento de saber-poder (Fou- yectos de investigación. Si bien realizamos diferentes
cault, 1975) y una “tecnociencia” generadora de pa- tipos de actuaciones, y cada una de nosotras tiene
trimonio (Barreiro, 2013). O, dicho de otra manera, unos objetivos, intereses, formas de pensar y opi-
la Arqueología es una práctica pretendidamente cien- niones políticas diferentes, existen una serie de ideas
tífica que ejerce una acción positiva en el presente y compartidas por nosotras, y que son los únicos filtros
en el futuro. que ponemos a los contenidos del blog, y es que so-
Desde sus orígenes, esta ciencia, cuyo eje central mos feministas, antifascistas y antirracistas. Todas las
es el estudio de las sociedades a través de la cultura acciones o intervenciones que realizamos persiguen
material, ha sido una generadora de discurso hege- unos objetivos comunes, que son a) informar: quere-
mónico de primer orden. Desde la construcción de mos contribuir a la divulgación científica, para lo cual
grandes relatos nacional(izador)es (Kohl y Fawcett, es necesario cambiar el lenguaje que utilizamos, cam-
1995), hasta la naturalización y justificación del orden biar la forma de dirigirnos al público, siendo además,
heteropatriarcal (Moral, 2014) y esto ha sido posible críticas; b) remover: pretendemos también contextua-
por el carácter interpretativo de la Arqueología, de su lizar el presente utilizando elementos del pasado, evi-
práctica como discurso, su dimensión política y su denciando así la manipulación que sufre este último;
papel como agente en la construcción del bien común c) provocar: todo lo que pretendemos con nuestro
histórico. trabajo es generar reacciones, críticas, respuestas por
Hacer Arqueología implica realizar una actividad parte del público, ya que es la manera de crear un
de creación de bienes comunes históricos. Por ejem- conocimiento colectivo; d) denunciar: ataques realiza-
plo, excavar un yacimiento no se trata simplemente dos contra el bien común histórico, la manipulación
de quitar tierra de una serie de elementos del pasado, y el mal uso que se ha hecho de la historia y de la
sino que generamos un nuevo paisaje, un nuevo ele- arqueología, evidenciar el sinsentido de muchas de las
mento patrimonial que, una vez desenterrado y visibi- conductas de las sociedades actuales, como pueden
lizado, pasa a formar parte del imaginario colectivo de ser el machismo, la homofobia y el racismo; y por
un lugar y del discurso hegemónico del mismo. Como último, e) intervenir: salir a la calle, construir conoci-
muestra de esta dimensión estructurante del paisaje, miento colectivo y tratar de que todo lo anterior tenga
destacamos el hecho de las actuaciones de gestión del una aplicación real.
bien común histórico suelen enmarcarse en los planes
de ordenación del territorio de diversas comunidades 3.1. Blog y redes sociales
autónomas (Bielza de Ory y De Miguel, 1997).
Esta actividad de construcción del bien común Una vez localizados e identificados los proble-
histórico y de redefinición de los paisajes mediante mas padecidos tanto por la Arqueología como por la
su estudio, en ocasiones, se hace atendiendo a moldes Academia, decidimos dar un paso más allá, y tratar de
elitistas y autoritarios, sin ningún tipo de participa- generar debate y reflexión aportando nuestro punto
ción social (Ayán y Gago, 2012). La monumentalidad de vista crítico. Por todo ello, el GAS asume ese pa-
y el fetichismo de la mercancía nos han eclipsado pel constructivo de la Arqueología, en cuanto práctica
demasiadas veces, las dinámicas exclusivistas de los científica y acción positiva en el presente, pero para
campos científicos nos han definido, tanto en el des- intentar redefinirla, abrirla a la participación social,
pacho como en el campo. En definitiva, la Academia, a la crítica a los mecanismos de poder por los que
a pesar de cuantos lavados de cara quiera hacerse –a se rige el Discurso Patrimonial Autorizado, a la multivo-
través de, por ejemplo, la apelación a una Arqueolo- calidad y a la construcción de conocimiento colec-
gía Pública que realmente no actúa como tal–, parece tivo. Para desarrollar estos objetivos, hemos puesto
seguir enclaustrada en esa torre de marfil a la que ya en marcha un blog (https://grupoarqueologiasocial.
se ha aludido. wordpress.com/) como plataforma abierta a publica-
ciones de autores y autoras de diversas procedencias,
3. Ámbitos de actuación especialidades, objetos de interés, etc. Además, el blog
es el altavoz de las múltiples actividades que llevamos
Lo que ahora presentamos es el ámbito de ac- a cabo: entrevistas, certámenes, recensiones de libros
tuación del GAS, centrándonos especialmente en tres y películas, debates abiertos, itinerarios guiados con
ejes: el espacio web, las diferentes actividades que lle- diferentes temáticas y proyectos de investigación pro-
de referentes de recia (o rancia) masculinidad –como crear contenidos con regularidad o comprometernos
la estatua de un torero con atributos muy masculi- para participar en eventos (congresos, conferencias,
nizados–, no hay ningún tipo de placa que haga re- etc.) a los que somos invitadas. Todo esto es sin duda
ferencia a este pasado de represión específicamente una limitación enorme de difícil solución, ya que al
centrada contra las mujeres. Y así es como realizamos ser un grupo autogestionado, no contamos con recur-
nuestra propia placa conmemorativa, colocada preci- sos económicos (más allá de los personales) que nos
samente sobre el panel explicativo de la escultura del permitan sufragar los gastos derivados de itinerarios,
varonil torero. debates y viajes.
Desde su creación, el Grupo de Arqueolo- Ayán, X. y Gago, M., 2012. Heredeiros pola forza.
gía Social ha sufrido varios cambios, nuevas incor- Patrimonio cultural, poder e sociedade na Galicia
poraciones, ampliación de contenidos o formatos, do século XXI, 2.0 Editora, Ames.
así como nuevos formatos de difusión. Es por ello Barreiro, D., 2013. Arqueológicas. Hacia una arqueo-
que ahora mismo nos encontramos dentro de un pro- logía aplicada, Bellaterra, Barcelona.
yecto radiofónico, en el que contamos con nuestro Bielza De Ory, V., De Miguel González, R., 1997. El
propio programa dentro de una emisora de radio au- patrimonio cultural, componente de la ordenación
togestionada, Hala Bedi Irratia, que nos ha cedido un del territorio. Revista Aragonesa de Administra-
espacio semanal en el que poder expresarnos sin cen- ción Pública. 10, 185-208.
sura. Por otro lado, vamos a realizar diferentes con- Fernández, V., 1997. Desenterrando la risa: una apro-
ferencias dentro de Universidades españolas, gracias ximación a la arqueología y el humor. Complu-
a la colaboración y al interés mostrado por algunos tum. 8, 346-347.
profesores a los que hemos ido conociendo gracias a
Foucault, M., 1975. Surveiller et punir, Éditions Ga-
este proyecto. Además, pretendemos seguir creciendo
llimard, París.
y aumentando contenidos, así como “expandirnos”
geográficamente hablando. Todos estos proyectos Jiménez-Esquinas, G., 2016. De «añadir mujeres y
son gracias a la motivación que supone para nosotras agitar» a la despatriarcalización del patrimonio: la
participar en un grupo en el que creemos, que nos crítica patrimonial feminista. Revista PH. 89, 137-
140.
permite ver una respuesta directa a nuestro trabajo.
Sin embargo, es necesario realizar una críti- Kohl, P. L. y Fawcett, C. (eds.), 1995. Nationalism,
ca de nuestros fracasos o limitaciones. Por un lado, politics, and the practice of archaeology. Cambri-
cada una de nosotras se encuentra inmersa en dife- dge University Press, Cambridge.
rentes proyectos, estudios y trabajos que hacen que Moral, E. Arqueología y sexualidad: la materialización
muchas veces sea difícil organizarnos, actualizar o de una desigualdad. Arkeogazte. 4, 183-196.
1
Facultad de Humanidades, Universidad de Huelva. Campus de El Carmen, Avda. Tres de Marzo s/n 21007 Huelva,
España. valeriabelen.silva@alu.uhu.es
2
Centro de Estudios e Investigaciones en Antropología y Arqueología (CEIAA, Asoc. Civil), Domingo F. Sarmiento
113 Norte, San Juan, Rep. Argentina
453
Valeria Belén Martin-Silva
ños ocasionados en el yacimiento fueron irreversibles nos habló de los restos fósiles de tiburones, ballenas
sobre todo porque se trataba de una zona aún no in- y focas que datan de hace millones de años, los geó-
vestigada; y en el contexto de un sitio arqueológico logos Francisco Alonso y Juan Antonio Morales (este
de gran relevancia como es La Orden-Seminario, ya último miembro de la plataforma) abordaron la con-
que en el residen diversos niveles de distintas épocas formación geológica del cabezo destacando la singu-
históricas que abarcan desde la Prehistoria recien- laridad de nuestro patrimonio natural y la arqueóloga
te hasta la época contemporánea. En el yacimiento Valeria Belén Martin Silva se centró en la historia de
se destacan dos áreas de necrópolis de la Edad del la Fuente Vieja y el acueducto romano que lo ali-
Bronce, una aldea con fondos de cabaña, estructuras menta. Además, participaron antiguos habitantes de
de almacenamientos y hornos domésticos del Bron- la ladera del Conquero, de los barrios Chorrito Alto,
ce final, diversos sistemas de cultivos superpuestos a Chorrito Bajo y Villa Rosa, que contaron su historia
base de zanjas y fosas, necrópolis medievales (la más más reciente. El paseo culminó con la elaboración de
reciente de ellas almohade), alcorques y diversas tra- una pancarta colectiva en donde a través de post-it los
zas de arboricultura de la Edad Moderna (González participantes expresaron sus sugerencias y propuestas
et al., 2008). de puesta en valor de los cabezos.
Este lamentable suceso fue el punto de inflexión A mediados del mes de abril, tuvimos que ser
que llevó a que un grupo de ciudadanos, a través de testigos de una nueva destrucción en el yacimiento La
la plataforma ciudadana, convocaran una concentra- Orden-Seminario. Se produjeron nuevos movimien-
ción en el yacimiento expoliado para realizar un abra- tos de tierra sin autorizar, concretamente recortes en
zo simbólico como denuncia social por el ataque y los taludes para habilitar más espacios para las furgo-
el daño sufrido. Asimismo, durante esta actividad se netas de los comerciantes, vinculados con el mercadi-
leyó el manifiesto ciudadano de la plataforma y algu- llo que se celebra todos los viernes. Como respuesta a
nos de los arqueólogos que investigaron el yacimien- este nuevo ataque al patrimonio, se realizó una perfor-
to, hablaron de la importancia del sitio y de los ha- mance (acción artística en vivo cuyo objetivo es causar
llazgos encontrados. La alta asistencia por parte de la sensaciones de los más dispares en el público presen-
ciudadanía onubense y las reclamaciones que fueron te, sensu Goldbert, 2002) colectiva que recreaba un
transmitidas ese día fueron los pilares que motivaron funeral. Esta actividad se denominó “Réquiem por el
a “Huelva te mira” para comenzar a generar espacios patrimonio de Huelva”, y la finalidad de la misma fue
de participación, sociabilización y apropiación social poner de manifiesto la vulnerabilidad del patrimonio
del paisaje cultural de Huelva capital. arqueológico onubense. La recreación del funeral,
Como primera actividad entendíamos que era contó con un cortejo que realizó un recorrido hasta
esencial realizar un diagnóstico de la concepción del la zona expoliada en donde se colocaron flores, velas
patrimonio por parte de la comunidad local. Se rea- y lazos negros que transmitieran nuestro pesar por la
lizó un taller a través de metodologías participativas pérdida del patrimonio arqueológico y de la historia
en donde los participantes expresaron lo que consi- de la ciudad (Fig. 1). A su vez, el arqueólogo Carlos
deraban patrimonio, luego se formaron grupos y se Vera, miembro de la plataforma, improvisó un aula
evaluó el estado de conservación de los bienes pa- al aire libre y explicó el valor científico de los restos
trimoniales de la ciudad. Esta actividad nos permitió encontrados y las afecciones provocadas por los ex-
visibilizar que los ciudadanos tienden a considerar polios.
como patrimonio los sitios más monumentales, en Durante el mes de mayo, se llevó a cabo el II
parte esto se debe a que no se le ha dado el valor Sendero Reivindicativo por el Cabezo de La Joya
que merece al patrimonio inmaterial. En relación al “Ocupemos La Joya”, al igual que en el primer sende-
patrimonio natural, había poco conocimiento sobre ro contamos con la colaboración de personas de di-
los Cabezos de Huelva, pero si había un interés por verso perfil que ofrecieron una visión innovadora de
conocer más sobre ellos, motivo por el cual conside- los cabezos. Comenzamos el sendero hablando sobre
ramos oportuno empezar a realizar senderos reivindi- la necrópolis de época tartésica y recalcando la rele-
cativos por los cabezos. vancia de la actividad de la Faja Pirítica Ibérica en el
El I Sendero Reivindicativo por los Cabezos de gran desarrollo de nuestra ciudad en la Protohistoria.
Huelva, se realizó en el Cabezo Mondaca durante el Esta charla estuvo a cargo del arqueólogo Juan Au-
mes de Abril de 2016, en el mismo contamos con la relio Pérez Macías, que se especializa en estos temas.
colaboración del paleontólogo Antonio Toscano que Luego el geólogo, Juan Antonio Morales, nos explicó
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queologia 18, 99-123.
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Arqueóloga en paro y periodista de conflictos bélicos, paz y movimientos sociales (Universitat Autònoma de
Barcelona). merlos.lorena@gmail.com
2
Investigador predoctoral en formación (Beneficiario F.P.U., Ministerio de Educación, Cultura y Deportes).
Departamento de Historia, Geografía y Filosofía. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz.
sergio.almisas@uca.es
459
Lorena Merlos Gil y Sergio Almisas Cruz
como sucede en cualquier ciencia, supone un acto investigación?», «¿De quién parte?» y la más impor-
político. Pensar lo contrario sería partir de un apoliti- tante «¿Para quién?», como ya apuntaban Rebeca Pa-
cismo y cientifismo -como en la New Archaeology- que nameño y Enrique Nalda (1979). Es decir, a quién
consideraría acríticamente la línea dictaminada por la van dirigidos los resultados de nuestra actividad y por
Academia, como si fuera neutra, como si no fuera res- qué se investiga, ya que dichas preguntas influencia-
ponsable de lo que podríamos llamar «falsas verdades rán y determinarán los objetivos y metodología del
WASP» (White Anglosaxon Protestant) (Lull y Micó, estudio. Nosotras lo tenemos claro, queremos una
1998). Sería hablar de sociedades homeostáticas, sin investigación que enriquezca las armas de transfor-
ningún tipo de agencia social, sin tensiones, como si mación social de las clases populares. Está claro que
las personas fuéramos domesticables. los errores del pasado no los cambiaremos, pero omi-
Por ello, para estudiar la historia y entender su tirlos y ocultar a buena parte de la sociedad durante
propia historiografía, debemos basarnos en el análisis la Historia, no hará más que dejarnos más aisladas
de dos factores: los aspectos técnicos y metodológi- y domesticables (Vargas Arenas, 2005), por ello te-
cos (acumulación de conocimiento, técnicas y disci- nemos que ver en qué contexto estamos, de dónde
plinas afines, como es la propia Arqueología) y, por proviene, criticarlo y ofrecer herramientas para modi-
otro lado, el proyecto social que guía dicha actividad ficarlo (McGuire y Navarrete, 1999). Queremos que
de acumulación de conocimiento. Este último es clave nuestra crítica y reflexión fluyan y, que de ellas surjan
para entender desde dónde se produce la explicación alternativas liberadoras y posibles apuestas de futuro,
histórica; desde qué visión parte, qué valores y qué in- como las siguientes.
tereses reproduce y defiende, ya que nunca es azarosa.
Cada proceso histórico afianza el poder de sus clases 3. Los ejes de una Arqueología de las clases
dominantes mediante una determinada lectura del populares
pasado, mediante un determinado discurso histórico.
Con ello, se basa y legitima para responder ante otras Para nuestra reflexión, hemos destacado una se-
propuestas o discursos históricos no hegemónicos y, rie de ejes, centrados en la búsqueda de una poten-
así, crear una verdad única desde la cual reproducir el cialidad transformadora y que cuyas propuestas sean
propio sistema social (Fontana Lázaro, 1982). de utilidad para las clases populares y que, a su vez,
En cada etapa de la historia, los grupos hegemó- inspiren a los diferentes pueblos y naciones oprimidas
nicos o dirigentes han creado un relato histórico afín en el Estado Español.
a sus necesidades, para hacer legítimo su propia po-
sición dirigente. Con ello, sus organismos dedicados 3.1 Transversalidad feminista
a escribir y vertebrar «la Historia», también han ido
cambiando hasta llegar a hoy día. Así, tanto los libros Si tenemos cualquier intención de cambiar la
de texto escolares como las instituciones de enseñan- opresión existente en mas del 50 % de la sociedad
za en conjunto, donde integramos a la Universidad, actual, debemos basar cualquier paso que vayamos a
reproducen dichos discursos, para lo cual establecen dar en nuestras investigaciones desde los feminismos.
mecanismos, como pueda ser la inversión en determi- Los feminismos -en plural, en tanto que múltiples-,
nados proyectos, líneas de investigación, editoriales... como lucha política dentro y fuera de la Academia,
Esta realidad se ha denunciado en el caso venezolano, los necesitamos para «desmantelar la casa del amo»
apuntando la existencia de una narración burguesa (Lorde, 1984), con nuestras propias herramientas y
que quería ensalzar la nueva República como produc- crear nuevas categorías de análisis en nuestra metodo-
to social democrático y sin diversidades. De esta for- logía. Tenemos que dejar claro que en más de un sis-
ma, cual nación hermética, se evitó hablar de aspec- tema socio-económico, la opresión de las mujeres no
tos cruciales como las desigualdades por raza, género ha hecho más que sustentar diferentes explotaciones
o clase, de tal manera que se ocultó la existencia del -a nivel productivo y reproductivo, así como esculpir
aporte femenino a la sociedad -y la desigualdad que a la perfección la dominación y privilegios masculi-
arrastra-, la propia desigualdad de clase y se estereoti- nos- (Castro et al., 2002a; Castro et al., 2002b; Pérez
pó y animalizó a los nativos (ahora «indios») (Vargas Rodríguez, 2011; Vargas Arenas, 2008; Sanahuja Yll,
Arenas, 2005). 2002). Debemos desnaturalizar el Heteropatriarcado,
Dicho esto, la Arqueología debe responder puesto que no es innato a la sociedad, sino que es
siempre a preguntas como «¿Qué objetivo tiene la fruto de los procesos de cambio a nivel político-eco-
nómico. Es nuestra obligación destruir este sistema y desmantelamiento de los espacios de formación
desigual, no porque sea políticamente correcto, sino superior, en tanto que eso ha servido para relegar a
porque es intrínsecamente injusto, desigual y violento, las clases populares de todo conocimiento, con una
tal y como se expresa de manera más cruda y explícita clara intencionalidad política: tecnificar e imponer
en los cientos de asesinatos machistas (feminicidios) una reflexión acrítica a la clase trabajadora; así como
que cada año acumulamos. permitir la entrada de capital privado para el enrique-
La Arqueología -tal y como la entendemos no- cimiento de multinacionales. Con la implantación de
sotras, feminista- debe ser para todas una parte más los Grados y del Espacio Europeo de Educación Su-
dentro de los mecanismos de empoderamiento y perior se ha perdido alumnado, por sus altos precios
emancipación feminista, pues nos ayuda a analizar la e incompatibilidades horarias; hemos visto la entrada
historia con más claridad, a desvelar el funcionamien- legal del empresariado en prácticas no remuneradas
to del yugo y cadenas heteropatriarcales, así como y másteres privados; y ha triunfado el discurso de la
a visibilizar a todas aquellas calladas. Todas aquellas excelencia vacía de contenido real. Con la excusa de la
que por ser mujeres han sido silenciadas, a no ser que crisis, todo fueron aplausos al capital privado, mien-
tuvieran poder (al estar integradas en una jerarquía tras se ha ido eliminando y precarizando al profeso-
siempre masculina y/o tener cierto status excepcio- rado.
nal); aquellas que eran bien vistas por su rol subor- Mas allá de los efectos provocados por el Plan
dinado a la masculinidad imperante (santas, reinas, de Bolonia (y ahora el “3+2”), la institución ya era
esposas de...). caduca. La apertura a la formación superior para las
Esta Arqueología tiene que ser activa y comba- clases populares no fue en vano. No ha supuesto
tiva, puesto que tiene que fracturar y derrocar el do- más que la castración ideológica de lo «diferente» o
minio del hombre blanco heterosexual (WASP), que de lo «combativo», por parte de las clases dirigentes,
conquista tierras, nuestros cuerpos, nuestras sexuali- del stablishment que debe legitimar con el monopolio
dades y nuestras vidas. Debemos realizar, en la línea de la tecnología y conocimiento su poder y expan-
del Herstory, investigaciones transversales (Vargas dir sus nuevos nichos de acumulación de capital. En
Arenas, 2011) y desarrollar nuevas formas de explica- aras de una neutralidad -más que falsa-, la Academia
ción histórica que no se restrinjan en su socialización nunca deja de imponer la ideología hegemónica, se-
a un guetto feminista, pero que tampoco se queden en leccionando las líneas de investigación que le interesa,
la línea de investigación políticamente correcta de la recortando presupuestos y guettizando líneas de inves-
Arqueología de Género. Un acto en que se devuelva tigación contrarias a aquello dictaminado como «váli-
a la vida antiguas prácticas ninguneadas por no ser do» (McGuire y Walker, 1999).
asignadas a la masculinidad hegemónica, como zonas La Arqueología en universidades persiste como
domésticas y reproductivas, la maternidad o prácti- conocimiento técnico y poco crítico, asociado a una
cas que evidencien que el binomio hombre-mujer es docencia precaria con ayudas ínfimas, y ligada a pro-
construido. Mediante estas investigaciones, lograría- yectos de excelencia y a los ratios de publicaciones y
mos mostrar que esas mujeres y sus prácticas existie- congresos, en los cuales han hecho de la disciplina un
ron, enviando al ostracismo el papel que nos otorga- fast food de artículos, con una más que dudosa aporta-
ron de víctimas y pasivas. Asimismo, esta Arqueología ción de conocimiento. En general, se genera una torre
ha de poner en entredicho y derribar las bases que de marfil alejada de las tensiones y realidades sociales
han hecho triunfar al Heteropatriarcado, sacando a que la rodean, y, por lo tanto, perdiendo su supuesto
la luz patologías oseas por explotación en cuerpos fin social.
sexualizados como mujeres (Rihuete, 2003) o la in- Frente a este modelo hegemónico e institucional,
fra-represententacion en pinturas rupestres (Escoriza apostamos por el establecimiento de espacios alterna-
Mateu, 2002). De esta forma, se pondría en contex- tivos de enseñanza superior, entre los que los ejem-
to este sistema heteropatriarcal, con todos aquellos plos principales los encontramos en las Universidades
condicionantes históricos -violencias, desigualdades, Populares, como la Universidad Popular Madres de
etc.- que lo han permitido. Plaza de Mayo (Argentina) -desde el año 2015, Ins-
tituto Universitario Nacional de Derechos Huma-
3.2. Formación nos Madres de Plaza de Mayo- o la Escola Nacional
Florestan Fernandes del Movimento Sem Terra (Brasil).
Creemos necesario denunciar la depauperación Creemos que la escalada de precios, el aumento de
privatizaciones y recortes (en infraestructura y en gales, se libera la producción científica de las Univer-
personal); así como la educación caduca y castrada sidades, mediante la entrada empresarial y modelos
a ideologías no hegemónicas no son la vía para una productivistas de investigación, a ritmo de las publi-
educación superior plena, solidaria e internacionalista caciones científicas. Asimismo, asistimos a la libera-
por la cual las clases populares tengamos que formar- ción de la Arqueología urbana donde las empresas de
nos. Tenemos que llevar a cabo proyectos similares la construcción deciden con qué empresa arqueoló-
a estas universidades populares, ya que en la educa- gica hacer el seguimiento, en un contexto en que el
ción están las herramientas para la transformación y Estado había olvidado toda responsabilidad, dando el
cambio social; como también son necesarios dichos pistoletazo de salida a la burbuja inmobiliaria y, con
espacios para la auto-conciencia crítica según las ne- ello, a malas prácticas. Por tanto, es obvio que todo
cesidades surgidas en el seno de las clases populares. se subsume a intereses de captación, acumulación y
enriquecimiento de capitales, sin tener en cuenta la
3.3 Trabajo destrucción del territorio, ni a sus trabajadoras y ve-
cinas. El caso peruano y el nuestro no son excepcio-
La Arqueología no es exclusivamente una nes históricas, sino el producto del conflicto histórico
disciplina científica, sino que es un medio de vida que que tenemos las clases populares y que se recrudecerá
da el sustento a muchas trabajadoras, puesto que la con Tratados Transnacionales como el CETA, TTIP
Arqueología no es una ciencia para el divertimento o TISA, puesto que no seremos dueñas de nuestras
de las clases altas como en el siglo XIX (Lull y Micó, decisiones vitales, sino simple mercancía.
1997). Esta realidad, expresada no sólo en la Arqueo- Por ello, somos de la opinión que las inves-
logía de gestión o profesional, sino también en la de tigaciones y actuaciones de urgencia deben ser Esta-
investigación, como hemos visto, se ve afectada por la tales, donde se excave, investigue y difunda de mane-
precarización. Los bajos sueldos y las condiciones de ra pública y con presupuestos de la Administración,
trabajo siempre precarias obligan que éste sea uno de no simples ayudas que nada más busquen la llamada
nuestros ejes de lucha, ya que el trabajo vertebra ab- «excelencia». Todo ello guiado por una administra-
solutamente nuestras vidas. Hemos de borrar viejos ción que defienda el patrimonio y su socialización
rumores de que la lucha o la sindicación «no sirven más allá de la búsqueda de beneficios derivados de la
para nada» o que «si no lucho, no me despedirán», recalificación y el negocio urbanístico. Somos cons-
puesto que la Historia nos muestra que son simple- cientes que es nuestra meta, pero que hasta que el
mente explicaciones de la patronal que no quiere per- estado no cambie de naturaleza y de mano, es una
der su poder y capital. realidad utópica. Por eso apostamos por la lucha y
En el ámbito de la Arqueología contractual, organización en nuestros centros de trabajo, donde la
hoy día vemos el monopolio de un reducido número sindicación sea efectiva a nivel colectivo, apostando
de grandes empresas capitalistas que han conseguido por una arqueología digna y social. Y aunque defen-
superar la crisis, tras la eliminación de la competen- damos sistemas públicos, asumimos la necesidad del
cia de pequeñas empresas que vendían a constructo- auto-empleo (cooperativas) como solución inmediata
ras sus proyectos, donde la investigación escaseaba y en esta realidad, si con ello podemos intentar hacer
las malas condiciones y salarios frecuentaban. Estos una Arqueología crítica, que quiera transformar a la
últimos hechos han sido más que denunciados por sociedad mediante la difusión no academicista del co-
secciones Sindicales como la Confederación Nacional nocimiento a las clases populares.
del Trabajo (CNT), donde se ha luchado por mejoras
laborales, como en Codex; así como oponerse a un 3.4 Tierra, memoria y recursos
modelo de Arqueología, que aparte de explotar a sus
trabajadoras, ni investiga o documenta, ni tiene inten- Como antes anunciábamos, debemos pre-
ción en difundir el patrimonio arqueológico. Simple- guntarnos para quién desarrollamos la investigación
mente se guían por sus intereses de acumulación de arqueológica, puesto que nosotras creemos que la lle-
capital y de aumento de beneficios. vamos a cabo para las clases subalternas, olvidadas.
Si observamos el caso peruano (Tantaleán y Con ello, observamos que la implicación política en
Gonzales, En prensa), seremos conscientes que no es Arqueología es clave para ayudar a revertir nuestras
azaroso nuestro modelo de Arqueología de urgencia y diversas opresiones. Hoy en día debemos seguir in-
Arqueología de investigación. Bajo nuevos marcos le- vestigando en laboratorios, pero para que sirvan de
algo más que para hacer más alta la torre de marfil. 5. Conclusiones
Debemos investigar para avanzar en términos de so-
beranía, en términos de ofrecer alternativas técnicas Para desarrollar cualquier estrategia de transfor-
y de prácticas productivas a aquellas otras que des- mación social, debemos repensar nuestros objetivos
truyen nuestros medios naturales y sesgan nuestro y receptores del discurso en Arqueología, puesto que
futuro. A nivel práctico, consistiría en devolver téc- el patrimonio y su estudio nos ayudan a entender las
nicas agropecuarias tradicionales, apuntando las con- complejidades sociales, así como conocer sus estruc-
secuencias de la existencia de los actuales latifundios turas, para quebrantar las desigualdades adquiridas
de monocultivos exportadores (como de la palma o históricamente. Por ello, no apostamos por una Ar-
soja), convirtiendo a la gente en esclava de los altos queología academicista, que critique la Torre de Mar-
precios de las importaciones, puesto que no tienen fil, pero que no salga de ella y haga una exposición
acceso a todo tipo de cultivos (cereales, cucurbitá- nada más pensada para el emisor. Creemos que es
ceas...) de proximidad. Estos monocultivos no ha- importante darle la vuelta a este tipo de actuaciones,
cen más que generar pobreza, por la explotacion a debemos hacer una Arqueología, donde las arqueólo-
las trabajadoras que trabajan en países del Sur y, en gas seamos simplemente puras técnicas al servicio del
muchos de éstos por la dependecia de semillas trans- cambio, yendo en sintonía con la expresión organiza-
génicas (soja o trigo) y a los contaminantes pesticidas da de las clases populares, de las cuales somos parte,
(glifosato). Por ello, repercuten en nuestras condicio- lo que llamamos Arqueología de la Praxis (Gassiot y
nes objetivas de vida, en la explotacion del suelo, de Palomar Puebla, 2000). En ella, la práctica y la teoría
las personas y en nuestro consumo. En avanzar hacia se retro-alimentan, puesto que mediante un acerca-
conocimientos en la producción de utillaje cerámico miento exclusivamente teórico o práctico, no pode-
(en vez del dependiente acero); a ver las limitaciones mos ser efectivas. Sabemos que es una tarea difícil, al
y tener alternativas a la explotación de recursos na- ir contracorriente y ser pocas. O eso nos hacen creer,
turales como los fosfatos (muchos de ellos, para los mediante todo su control de los medios de comunica-
abonos utilizados en monocultivos de transgénicos), ción y tecnología, a través de la ideología imperante.
el petróleo o fracking. Para ello, entendemos que la Ar- Estas líneas de investigación deben ser los pasos
queología y sus reflexiones históricas son elementos para hacer sustancial cualquier intento de repensar
fundamentales que debemos reforzar. la sociedad. La Arqueología, disciplina al servicio de
Para ser soberanas, aparte de poder ser capaces la investigación histórica, nos abre puertas y ofrece
de decidir sobre nuestros suelos, debemos también herramientas para evitar cometer nuevos errores y
poder poseerlos efectivamente, por lo que entraría- ser controladas por parte de las clases dirigentes, las
mos en el terreno de la lucha por la tierra, que es una cuales se sirven de proyectos sociales en la historia,
lucha entre los derechos de los grupos campesinos/ por tal de legitimarse en el presente y futuro. Pero
jornaleros y los intereses especulativos y/o políticos al igual que podemos desmontar toda esta narrativa,
de las multinacionales o estados, sí como el propio en- podemos desestructurar esencialismos, y desnaturali-
frentamiento ante desastres naturales (Dezhamkhooy zar las opresiones basadas en la raza, clase y género.
y Papoli, 2010). Y esto entronca con aspectos relati- Para ello, debemos formarnos y formar si queremos
vos a la identidad de grupos humanos enmarcada en ser útiles para las clases subalternas, con ejemplos que
sus territorios. De nuevo, en este marco sería necesa- hemos dado como las Universidades Populares. De-
rio establecer relaciones e intereses por tal de aunar bemos democratizar la generación de conocimiento y
luchas sociales e investigación arqueológica. su difusión, en términos laborales y formativos, aun
Cabe destacar, por último, el papel de la Arqueo- sabiendo que necesiten una reforma legislativa; me-
logía en procesos de Paz tanto de Verdad, Justicia y diante pasos intermedios, como es el establecimiento
Reparación. Casos como el proceso de Paz en Yu- de cooperativas.
goslavia, mediante la extracción de cuerpos, identifi- Somos clases populares, por ello investiga-
cación, retorno y memoria colectiva del conflicto, o mos en Arqueología. Somos arqueólogas y por ello
evidentemente todas aquellas que en el Estado Espa- también somos clases populares.
ñol no se las ha devuelto a la familias ni se han cerra-
do heridas actuales (Congram y Wolfe, 2008; Gassiot,
2008), ya que nunca ha sido el objetivo de un estado
heredero del Franquismo.
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1
Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea, UPV-EHU.: Facultad de Letras, Paseo de la Universidad,
5. 01006. Vitoria-Gasteiz. santamarina.josu@gmail.com
465
Josu Santamarina Otaola
(Molina, 2015; Fernández Soldevila, 2015). Se usa el tudio de tiempos lejanos en el tiempo, abogamos por
término “nacionalista” sólo para caracterizar a quien la defensa de una mirada deconstructiva que arroje
defiende el “proyecto nacional vasco”, omitiendo el visiones inéditas hasta ahora de lo reciente y lo pre-
“nacionalismo español” del discurso para así invisi- sente. Esta apuesta parte de uno de los aspectos que
bilizarlo y alejarlo del debate público. Se trata de un mejor podemos conocer a través de la materialidad
ejercicio propio de quien ostenta una posición hege- arqueológica: la existencia, convivencia y enfrenta-
mónica: el supuesto (auto)vaciamiento ideológico y la miento entre grupos e ideologías diferentes con sus
apelación a una objetividad neutral son las mejores respectivas representaciones materiales.
herramientas para un ataque efectivo a los plantea- El estado-nación contemporáneo impone su len-
mientos alternativos y contrahegemónicos. La “Ver- guaje simbólico y material sobre el territorio como
dad” está así de parte quienes se atienen a los fríos mecanismo de representación y reproducción. Ade-
datos y al análisis exhaustivo (Fernández Martínez, más, uno de los rasgos clave de la contemporaneidad
2006). Este positivismo científico parece estar rela- capitalista, la producción en serie, se muestra como
cionado con cierto “fundamentalismo democrático” una herramienta fundamental en estos procesos de
y sus mecanismos de “violencia objetiva” o “estruc- colonización simbólica del territorio, tal como vere-
tural” (Galtung, 2003; Žižek, 2009). mos más adelante. Esto es algo que, por ejemplo, ha
Sin embargo, esta comunicación defiende la exis- sido analizado en el caso de la colonización agraria
tencia de un conflicto político en el seno de la socie- del Franquismo en el rural extremeño (Señorán y
dad vasca, un conflicto en términos identitarios y de Ayán, 2015) y en la colonización industrial del desa-
representación del sujeto en el espacio colectivo (Ga- rrollismo en Vitoria (Gallego, et al., 2016). Igualmente,
tti y Martínez de Albeniz, 1997; Ibarra y Ahedo 2004; a través de la Arqueología podemos aproximarnos a
Delgado, 2015). Un conflicto que, todo hay que decir- unas prácticas de resistencia, oficialmente no admiti-
lo, no tiene una “raíz inmemorial” o una “continuidad das, que generan un verdadero “discurso subalterno”
histórica” de larga duración como se suele sostener (González Ruibal, 2008; Ayán, 2014). La materialidad
por parte del nacionalismo vasco (Molina y Pérez, es el medio que podemos emplear para conocer las
2015). Aquí se define el “conflicto vasco” como un realidades clandestinas, en tanto que éstas no se verán
producto plenamente contemporáneo, en tanto que reflejadas más que en aquello que escape a la repre-
es la representación de una “intersección de procesos sentación oficial (Santamarina et al., 2016): manifesta-
nacionales” (Molina, 2013), esto es, de una construc- ciones temporales en el espacio público, implantación
ción de proyectos nacionalizadores enfrentados en la de rituales y símbolos en lugares marginales, apropia-
contemporaneidad. La construcción de un estado-na- ción y resignificación de escenarios manejados por
ción hegemónico, en unas determinadas condiciones el poder establecido, etc. En esta comunicación sos-
históricas y siguiendo una serie de criterios, crea el tenemos que el estudio de estas cuestiones de lucha
clima propicio para que otros agentes generen un na- simbólica y estratificación de significados nos ayudan
cionalismo contrahegemónico que igualmente busca a comprender mejor en qué consiste y cómo se ha
la creación de otro estado-nación (Mees, 1996; De Pa- desarrollado el “conflicto vasco”.
blo, 2015). Nuestro punto de partida es la Guerra Civil es-
pañola (1936-1939) como conflicto catalizador de
2. Por una (otra) forma de entender el con- una serie de tensiones que encontramos en la socie-
flicto: el campo de batalla performativo dad vasca del momento. La victoria franquista trajo
consigo la anulación del Otro, del enemigo, del “ro-
Tomando en cuenta algunas aportaciones teó- jo-separatista”. El nacionalcatolicismo se impuso y,
ricas y metodológicas de la Arqueología del pasado hasta cierto punto, fue incluso asimilado por algunos
contemporáneo (Graves-Brown 2000; Buchli y Lucas sectores del nacionalismo vasco (Sánchez Erauskin,
2001; Harrison y Schofield 2010; Holtorf y Piccini 1998). Una de las claves de esta imposición era la le-
2011; Graves-Brown, et al., 2013) y de la Arqueolo- gitimación a través del “recuerdo de la guerra”, la ex-
gía del conflicto (Saunders, 2012; González Ruibal y plotación de la idea de hegemonía mediante la fuerza
Moshenska 2014), proponemos un análisis crítico de de las armas y, en definitiva, del “Discurso de la Vic-
la materialidad como aproximación a este conflicto toria”. El dictador Franco debía su poder al hecho de
político. Además de desechar la concepción tradicio- haber vencido en una guerra con miles de víctimas y
nal de que la práctica arqueológica es exclusiva del es- ése fue el mensaje que prevaleció en la escena simbó-
Figura 1. La “conquista franquista del paisaje”. Monumentos de la IV División Navarra (fuente: colecciones particulares).
lica. Los “monumentos a los caídos” y los vía crucis a Santamarina, 2016a).
modo de itinerarios que celebraban la Victoria pro- En la década de 1960, en plena readaptación
liferaron en el paisaje. Mientras los “vencidos” eran ideológica y simbólica del Franquismo (del “Discurso
completamente apartados de la voz pública, el paisaje de la Victoria” de las etapas más totalitarias, al “Dis-
fue transformado para así contribuir a la legitimación curso de la Paz” del desarrollismo), el nacionalismo vas-
del Régimen. Todo ello generó un “conjunto patri- co vivió el nacimiento de ETA como una renovación
monial” de monumentos y símbolos especialmente crítica en la lucha nacional que, además, incorpora-
rechazado en el País Vasco. Se trata de un “legado ba elementos discursivos de la lucha de clases (Díaz
incómodo” que se ve como la señal inequívoca de Alonso, 2012) y de los movimientos de liberación na-
una colonización violenta, sobre todo, por parte de cional del Tercer Mundo (De Pablo, 2012). En 1963,
la izquierda abertzale (Ayán y García-Rodríguez, 2016; Federico Krutwig publicaba Vasconia: estudio dialéctico
Figura 2. Pegatina de ANV con el mensaje “Por qué murieron, por qué mueren” (izda.) y monumento en la cima del monte Albertia (dcha.) (fuen-
te: Fundación Sancho el Sabio).
de una nacionalidad, la considerada como “Biblia” de 2008), el impuesto por el Régimen: las cruces y “mo-
ETA en sus inicios. En esta obra se abogaba por una numentos a los caídos” fueron sistemáticamente des-
“re-nacionalización” de la identidad vasca, en térmi- truidos (Molina, 2013).
nos de la lucha activa contra los agentes colonizado- Cuando comenzaron las primeras acciones ar-
res españoles y franceses que habían conquistado al madas de ETA, la sucesión de muertes fue acompa-
pueblo vasco. La Guerra del 36 era vista como una ñada por rituales que igualmente enfatizaron en la
“invasión española” (Núñez Seixas, 2007) que había “memoria de los caídos”, tanto en un bando como
traído la asimilación cultural en forma de “desnacio- en otro. Y es que, ETA hizo suyo el lenguaje de los
nalización” vasca. La colonización española del mo- “mártires” y de la honra a sus caídos. Además, la iz-
mento suponía que la guerra aún no había terminado quierda abertzale fue capaz de tomar eficientemente
y que la “Paz de Franco” no era más que una impo- el espacio público (Martínez Lorea, 2012). Las herriko
sición violenta (Cazorla, 2010). Los combatientes na- tabernas fueron algunos de los principales puntos de
cionalistas vascos de los años 60 y 70 se identificaron reunión y en las calles aparecieron pancartas, bande-
con los gudaris que combatieron en 1936 y, de esta ras y fotografías de presos, huidos y muertos en favor
forma, establecieron una continuidad histórica entre de la “liberación nacional”. Con la destrucción de los
la “lucha de sus padres” y la suya. El gudarismo será monumentos franquistas, la izquierda abertzale erigió
durante décadas una de las principales bazas simbóli- los suyos propios e impulsó una nueva colonización
cas de la legitimación de la lucha armada por parte de simbólica del paisaje vasco. Un buen ejemplo de este
ETA (Fernández Soldevilla, 2014). proceso lo encontramos en la patrimonialización de
Por lo tanto, partiendo de la base de esta “in- los castillos del Reino de Navarra y su encaje en el dis-
tersección de procesos nacionales”, la construcción curso abertzale que utiliza a la Arqueología Medieval
nacional vasca exigía la eliminación de los elementos como instrumento legitimador en los últimos años
nacionalizadores españoles. El Franquismo era vis- (Santamarina, 2016b).
to como un agente colonizador representado en ese Con la llegada al poder del PP y el PSOE en la
“Paisaje de la Victoria” de cruces y monumentos. De Comunidad Autónoma Vasca (CAV) las medidas re-
esta forma, las primeras acciones violentas de ETA presivas contra la izquierda abertzale se endurecieron
no tuvieron como objetivo la eliminación de personas aún más. En tanto que el espacio público se mos-
físicas, sino de símbolos. Los nuevos gudaris procedie- traba como el escenario performativo preferencial
ron a la construcción de un nuevo “paisaje nacional”, del conflicto (Delgado, 2004), el gobierno de Patxi
mediante la destrucción del paisaje “presente” (Ayán, López (2009-2012) perseguió la colocación de sim-
Figura 3. Espacios centrales y espacios marginales. Ortoimagen de 1968 con el “itinerario de la Victoria” (en azul) y el espacio clandestino de ANV
en el monte Albertia (en rojo) (fuente: elaboración propia).
bología abertzale en la calle y las imágenes de presos el escenario de fuertes combates durante la Guerra
políticos fueron retiradas sistemáticamente. Además, Civil, en tanto que aquí se desarrolló la “Batalla de
se profundizó en el proceso de “reivindicación de las Villarreal” (Salgado, 2007; Aizpuru, 2008; Aguirrega-
víctimas” de ETA y se sucedieron los homenajes en biria, 2014), la única ofensiva vasca republicana en el
monumentos oficiales en el espacio público. En un conflicto. Durante semanas, la guarnición franquista
último paso en esta dirección, bajo el gobierno espa- resistió a un intenso asedio y, con la derrota del Go-
ñol de Mariano Rajoy (2013-2015), se comenzó con bierno de Euzkadi y sus gudaris y milicianos, el Ré-
las labores de construcción del “Centro de la Memo- gimen de Franco convirtió a este pueblo en uno de
ria de las Víctimas del Terrorismo” en Vitoria, con sus hitos de resistencia frente al “rojo-separatismo”.
una contundente oposición local. Las autoridades del Nuevo Estado no eran ajenas a que
De esta forma, vemos cómo el “conflicto vasco” durante la II República, Legutio había sido uno de
presenta un ámbito de combate simbólico que se basa los feudos del PNV y así lo expresaban (Ruiz Llano,
en el control político sobre el paisaje. El Franquismo 2012: 7):
impuso una “cultura de la Victoria” sobre el territorio «[…] a pesar de ser trinchera y baluarte del na-
como medio para la nacionalización (española), mien- cionalismo en paz, quiso la Divina Providencia, en
tras que ETA, reivindicando su gudarismo, reaccionó a sus inescrutables designios, que escribe la historia,
este proceso en términos de “conflicto sobre el patri- fuese tumba del nacionalismo en guerra».
monio y la memoria”. El espacio público se muestra Como parte de este “paisaje conmemorativo”
como el escenario performativo de manifestaciones, del Franquismo, uno de los cuerpos de élite del Ejér-
atentados, detenciones y otras expresiones políticas. cito de Franco, la IV División Navarra, erigió aquí un
monumento conmemorativo. Este hito formado por
3. Caso de estudio: diálogos y silencios en bloques de granito tenía el siguiente mensaje: “La /
Legutio (Araba/Álava) IV División Navarra / a sus caídos / en esta zona /
1936-1939” (González de Langarica y López de Ma-
Legutio (anteriomente, “Villarreal de Álava”) es turana, 2008). La ambigüedad a la hora de señalar el
una localidad alavesa situada en una comarca central espacio (“en esta zona”) y el tiempo (“1936-1939”)
del País Vasco, en la convergencia entre Araba/Álava, responde al hecho de que el de Legutio no es más que
Bizkaia y Gipuzkoa. Esta villa de origen medieval fue uno de los 32 monumentos que erigió la IV División
Figura 4. Espacio “memorializado” del cuartel de la Guardia Civil de Legutio y monumento a los Caídos de la IV División Navarra en la actualidad
(fuente: elaboración propia).
Navarra en toda España. Allí donde esta fuerza in- ron las principales autoridades militares y civiles del
tervino, se levantó uno de éstos, siempre con las mis- Régimen, se hizo hincapié en la idea de la “Paz de
mas características formales: en Santander, Reinosa, Franco”, relacionándolo así con la celebración el año
Corbera d’Ebre, Vinarós, Cartagena, etc. (Fig. 1). De siguiente de los XXV Años de Paz. Este nuevo hito,
esta forma, estamos ante una “plantilla narrativa”, un bastante más ambiguo en sus formas y mensaje que
molde memorialístico reproducido en muchos sitios el anterior, se colocó en lo alto del Pinar de Txabo-
y que responde a la “producción en serie” de un “pai- lapea. El camino de acceso a él partía del propio cuar-
saje de memoria”. tel de la Guardia Civil. De esta forma, el Franquismo
Entre 1953 y 1954, la construcción del embalse generó un verdadero “itinerario” de la “cultura de la
de Urrunaga trajo consigo una reordenación inten- Victoria” en Legutio, teniendo como eje un edificio
siva del lugar. Campos y casas fueron anegados, así público destinado a la “seguridad” ciudadana.
como las principales carreteras que discurrían por el En este tiempo, el partido Acción Nacionalista
valle, al pie de la villa de Legutio. La movilidad se vio Vasca (ANV) generó un espacio memorialístico y
muy reducida con la construcción de una única nueva performativo clandestino a muy poca distancia, en
carretera de acceso al pueblo y fue allí donde se trasla- el monte Albertia. En la cima se colocó un hito en
dó este monumento, “huyendo” de la subida del nivel homenaje a los cientos de gudaris de esta formación
del agua. Frente al hito conmemorativo se construyó que murieron en la batalla. Además, durante décadas
el nuevo cuartel de la Guardia Civil, formando así un y bajo el Franquismo, aquí tuvieron lugar reunio-
diálogo material entre ambos elementos: control mili- nes anuales de veteranos de ANV, en la más estricta
tar y homenaje a la Victoria, juntos. clandestinidad (Fig. 2). Así es como se percibe cierta
Posteriormente, en 1963, se inauguró un nuevo verticalidad simbólica en esta oposición de paisajes
monumento en homenaje a la Batalla de Villarreal políticos diferenciados: mientras el fondo de valle y el
(López de Maturana, 2014). Aunque al acto acudie- espacio “urbano” son el escenario de representación
oficial franquista, la memoria nacionalista vasca pare- en la entrada del pueblo) y otro clandestino y espacial-
ce que optó por “echarse al monte” (Fig. 3). mente marginal (el gudarismo de ANV en el monte Al-
El último gran cambio en la “topografía simbóli- bertia). El atentado de 2008 y la conformación actual
ca” del sitio tuvo lugar en mayo de 2008 cuando ETA de este lugar no hacen sino confirmar que el conflicto
hizo explotar un coche-bomba frente al cuartel de la perdura (incluso tras el cese definitivo de la violencia
Guardia Civil. Un agente resultó muerto y la explo- de ETA en 2011) y que también puede ser compren-
sión produjo graves daños materiales que motivaron dido desde unos parámetros simbólicos y materiales.
posteriormente el derribo de la casa-cuartel. Lo único
que a día de hoy permanece en pie en dicho lugar es el Referencias
perímetro del vallado original y la garita de vigilancia
del agente muerto. Familiares de la víctima han “me- Aguirregabiria, J. M. 2014. El Frente de Álava (segun-
morializado” el lugar con fotografías, flores y otros da parte): Batalla de Villarreal de Álava. Ofensiva
objetos de recuerdo. Los mensajes de paz y conviven- sobre Vitoria – Miranda de Ebro. Noviembre y
cia democrática están muy presentes en esta materia- diciembre de 1936. Beta III Milenio, Bilbao.
lización (Fig. 4). Sin embargo, cabe destacar que esta
Aizpuru, M. 2008. Gerra Zibila Euskal Herrian. Bide
víctima de ETA, este caído por el terrorismo, convive berriak: Legutioko erasoaldia. Uztaro. 37, 33-56.
de forma simbólica con el monumento a los caídos
de la IV División Navarra que aún permanece en su Ayán, X. M. 2008. El paisaje ausente: por una ar-
queología de la guerrilla antifranquista en Galicia.
emplazamiento original. Aquí parece establecerse un
Complutum. 19(2), 213-237.
diálogo entre los caídos de “ayer” y de “hoy”, en una
relación de cierta “fluidez” entre el paisaje simbólico Ayán, X. M. 2014. El Patrimonio de los vencidos: ar-
franquista y el paisaje de la España de la post-Tran- queología en comunidades subalternas. Tejuelo.
sición. 19, 109-142.
Ayán, X. M., García Rodríguez, S. 2016. Ha llegado
4. Consideraciones finales España: Arqueología de la memoria nacionalcató-
lica en Euskadi. ArqueoWeb. 17, 206-238.
El atentado de ETA de 2008 contra la casa-cuar- Buchli, V., Lucas, G. (Eds.) 2001. Archaeologies of
tel de Legutio motivó la visita de las principales au- the Contemporary Past. Routledge, London /
toridades políticas españolas (líderes de partidos New York.
políticos, cargos autonómicos y hasta el entonces pre- Cazorla, A. 2010. Miedo y progreso: los españoles
sidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero). de a pie bajo el franquismo (1939-1975). Alianza,
El espacio tuvo que ser casi completamente remode- Madrid.
lado: el cuartel fue derruido, la carretera reconstruida,
De Pablo, S. 2012. ¡Grita Libertad! El nacionalismo
la señalética restaurada… Sin embargo, a nadie entre vasco y la lucha por la independencia de las nacio-
quienes sustentan el régimen democrático post-1978, nes africanas. Memoria y Civilización. 15, 267-284.
pareció molestarle el monumento a los caídos de la
IV División Navarra. El diálogo entre este referente De Pablo, S. 2015. La patria soñada: Historia del na-
cionalismo vasco desde su origen hasta la actuali-
material franquista y la memorialización en homenaje dad. Biblioteca Nueva, 2015.
a uno de los llamados “demócratas” refleja hasta qué
punto uno u otro deben ser revisados. Delgado, M. 2004. Del movimiento a la movilización.
Desde una mirada arqueológica que desentrañe Espacio, ritual y conflicto en contextos urbanos,
Maguaré. 18, 125-160.
las relaciones entre espacio social y representación
política, podemos aventurarnos a deconstruir algunas Delgado, M. 2015. La redención de las multitudes: res-
“estratigrafías del conflicto”. Partimos de la base de cate y restauración del sujeto en los movimientos
que existe cierta concordancia entre el control hege- sociales de última generación. Intersticios: Revista
mónico sobre el paisaje, la coexistencia de múltiples sociológica de pensamiento crítico. 9(2), 101-129.
visiones políticas y su representación en el espacio. Díaz Alonso, D. 2012. Rojos y abertzales: La meta-
Con el ejemplo de Legutio, podemos apreciar cómo morfosis de las izquierdas vascas en la Transición.
durante décadas, el “conflicto vasco” ha estado pre- En: Navajas, C., Iturriaga, D. (Coords.). Coetánea:
sente a través de una separación entre un escenario III Congreso Internacional de Historia de Nues-
ideológico oficial (los monumentos y la casa-cuartel tro Tiempo. Universidad de la Rioja, Logroño, pp.
es país para jóvenes. Instituto Valentín de Foron- Santamarina, J., González, A., Romero, A. J., Tejeri-
da, Vitoria-Gasteiz. zo, C., Jiménez, R. [Grupo de Arqueología Social
(GAS)]. 2016 (en prensa). Paisajes contempo-
Salgado, M. A. 2007. La batalla de Villarreal: 30 de
ráneos y políticas del bien común histórico: una
noviembre – 24 de diciembre de 1936. Sancho el
aproximación desde la arqueología, in: VII Con-
Sabio. 26, 179-211.
greso AJHIS 2016, Salamanca 6-8 de abril de 2016
Sánchez Erauskin, J. 1998. El nacionalcatolicismo [comunicación en sesión: Arqueología].
como instrumento cultural y legitimador del Fran-
Saunders, N. (Ed.). 2012. Beyond the Dead Horizon:
quismo en el País Vasco (1936-1945). Vasconia:
Studies in Modern Conflict Archaeology. Oxbow
Cuadernos de historia-geografía. 27, 235-244.
Books, Oxford.
Santamarina, J. 2016a. Un legado incómodo: paisajes
Señorán, J. M., Ayán, X. M. (2015). Los pueblos del
del conflicto y memoria(s) contemporánea(s) de la
agua. Colonización agraria y control social en la
Guerra Civil y el Franquismo en el norte de Ara-
provincia de Cáceres durante la dictadura fran-
ba/Álava. [Trabajo de Fin de Máster].
quista. Revista Arkeogazte. 5, 189-205.
Santamarina, J. 2016b. Más acá de la frontera: Ar-
Žižek, S. 2009. Sobre la violencia: seis reflexiones
queología y nacionalismo(s) en la “Nabarra” del
marginales. Austral, Madrid.
siglo XXI. ArqueoWeb. 17, 239-267.
1
Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili (URV), Avinguda de Catalunya 35, 43002 Tarragona, Spain.
2
Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), Zona Educacional 4, Campus Sescelades URV
(Edifici W3), 43007 Tarragona, Spain.
3
ICREA, Pg. Lluís Companys 23, 08010 Barcelona, Spain.
franciscojavier.luengo@estudiants.urv.cat; carlos.lorenzo@urv.cat; bienvenido.martinez@icrea.cat
475
Francisco Javier Luengo, Carlos Lorenzo y Bienvenido Martínez-Navarro
Figura 2. Representación gráfica de los distintos modelos utilizados en la comparación: sin máscaras, con máscaras, y distintas representaciones:
nube de puntos y textura.
1
Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), C/ Albasanz 26-28,
28037, Madrid. reyes.luelmo@cchs.csic.es, sandra.robles@cchs.csic.es, sebastian.perez@cchs.csic.es, joseantonio.lopez@cchs.csic.es
Resumen 1. Introducción
La interacción del ser humano con el medio ha ido
dibujando el paisaje a lo largo del tiempo, siendo esta evo- Los estudios paleoecológicos permiten entender
lución consecuencia de los cambios climáticos sucedidos la acción del ser humano en la configuración del paisa-
en la Historia y la intervención humana. Los estudios pa- je. Son investigaciones necesariamente interdisciplina-
leoambientales, desde una perspectiva multidisciplinar, res, que aúnan registros de yacimientos arqueológicos
permiten rastrear los modelos previos, aprovechando los y enclaves naturales para obtener una visión más com-
registros contenidos en contextos naturales y antrópicos
para entender la evolución del medio y con él la de las co- pleta de la evolución del entorno (López-Sáez et al.,
munidades humanas. El Pozo de la Nieve, en la cabecera 2014, 2016a; Blanco-González, et. al., 2015).
del Valle de Iruelas, proporciona un depósito continuo El paisaje actual es el reflejo de la evolución del
de restos polínicos, esporas y microfósiles no polínicos uso de la tierra a lo largo del tiempo, pero también
que permiten identificar las especies que han poblado un es consecuencia de los cambios climáticos a los que
ecosistema de montaña, tan sensible a los cambios como
el que ocupa este estudio y reconstruir la historia vegetal tanto vegetación como pobladores deben adaptar-
de la región, en consonancia con otros estudios llevados se (López-Sáez et al., 2016b, 2016c). En la Sierra de
a cabo en la Sierra de Gredos. La evolución del bosque y Gredos la acción del hombre tiene su efecto desde
las necesidades ganaderas imperantes en la zona, han ido comienzos del Holoceno (López-Sáez et al., 2014) y en
dibujando un paisaje completamente diferente al de hace concreto ha sido el pastoreo trashumante, como mo-
más de dos mil años.
tor económico principal en la zona el que ha marcado
Palabras clave: Paleopalinología. Trashumancia. Sierra de la evolución de la vegetación.
Gredos. Ávila. Paisaje Cultural. Las zonas de montaña son espacios de estudio
especialmente interesantes porque cualquier cambio
Abstract implica unas consecuencias directas en la economía
de las comunidades que habitan en la zona y al mismo
Human interaction, combined with the climate chan-
ges happened throughout history had shaped the current tiempo, estudiarlas aporta una perspectiva regional y
landscape. Palaeoenvironmental studies, from a multi- diacrónica que completa los conocimientos que ofre-
proxy approach lead to the past models using natural and cen los yacimientos arqueológicos (López-Sáez et al.,
human study sites, in order to understand the environmen- 2016c).
tal evolution and the human societies associated. El Pozo
Este trabajo suma a los estudios preexistentes un
de la Nieve, on the top of Iruelas Valley gives us an unin-
terrupted resource of pollen remains, spores and non-po- nuevo registro palinológico en la Sierra de Gredos, el
llen palynomorphs. Thanks to this deposit it is possible to Pozo de la Nieve, un enclave aislado en la montaña
identify the different species presents in this mountainous gredense que recoge la influencia del ser humano, y
ecosystem, a kind of landscape especially sensitive to chan- en concreto el papel de la ganadería en la evolución de
ges. This study pretends redraw the vegetation present in
la vegetación desde la Edad del Hierro hasta nuestros
this area in Gredos Range along the time and compare the
results with similar studies, completing the whole cultural días.
landscape reconstruction across the Central System. Fo-
rest evolution and livestock requirements in the area have 2. Zona de estudio
developed a cultural landscape completely different from
those present two thousand years ago.
La Sierra de Gredos es una cordillera integrada en
Keywords: Paleopalonology. Trashumance. Gredos Range. el Sistema Central y está compuesta por una sucesión
Ávila. Cultural Landscape. de sierras separadas por profundos valles, que han
481
Mª de los Reyes Luelmo-Lautenschlaeger, Sandra Robles-López, Sebastián Pérez-Díaz y José Antonio López-Sáez
por tanto se divide entre el aprovechamiento agrícola rez-Sanchís, 2004; López-Sáez et al., 2016b). Este pa-
en el valle y las explotaciones ganaderas en los encla- radigma exigía una transformación que cristalizó en
ves montañosos (Álvarez-Sanchís, 1999; López-Sáez las villae, como las del término de Gavilanes, donde
et al., 2014). se ha encontrado un poblado que jugó con un papel
defensivo respecto al camino que conecta la Calzada
4.2. Etapa romana (50 cal. a. C.- 450 cal. d.C.) Real y el puerto de Mijares, o la que se encuentra dedi-
cadas a la ganadería en el término de Pedro Bernardo,
En toda la Sierra de Gredos hay una estabilidad el yacimiento de Cantogordo (Mariné-Isidro, 1998;
durante este periodo, favoreciéndose la recuperación Martino-Pérez, 1997). Ésta siguió siendo el principal
de los pinares en algunos enclaves en la zona orien- motor económico y las villas se especializaron dando
tal. El paisaje en el entorno de la turbera de Pozo lugar a latifundios con una orientación agrícola en el
de la Nieve estaba compuesto aún por una impor- valle y ganadera en los espacios de montaña, apoya-
tante masa arbórea, pero se dan varios episodios en das en las dehesas desarrolladas en las inmediaciones
los que su densidad disminuye. Tanto el pinar como (Mariné-Isidro, 1998; Hernando-Sobrino, 2002).
las poblaciones de quercíneas mantienen su impor-
tancia a escala regional pero presentan una tendencia 4.3. Edad Media (450 cal. d.C.-1450 cal. d.C.)
fluctuante. El abedul cuenta con una representativi-
dad menor que en el periodo anterior y el castañar es La Edad Media protagoniza varios momentos de
simplemente anecdótico. Toman fuerza brezos (Erica) cambio político y social de relevancia tal que deben
y jaras (Cistus) coincidiendo con el descenso arbóreo, ser tratados de forma independiente (Fig. 3).
así como las herbáceas especialmente por las gramí-
neas. Hay algunos indicadores antrópicos (Aster, Plan- 4.3.1. Etapa visigoda (450 cal. d.C.- 710 cal. d. C)
tago…), pero los de pastoreo y los de erosión alternan
valores muy bajos con picos que coinciden con los Durante este periodo se produce el Episodio
del descenso de masa arbórea. Esto demuestra que Frío Altomedieval, que trae consigo temperaturas
la turbera ya tiene cierto aprovechamiento ganadero. más bajas y una mayor aridez. En el registro polínico
La ocupación romana impuso un estilo habi- se distinguen dos momentos de dinámica claramente
tacional muy alejado del uso indígena, en terrenos divergente. En el primero hay cierta recuperación de
de fácil acceso y situados en las vegas de los ríos y la masa forestal y la tendencia es conservadora en casi
otras zonas fértiles, un modelo mucho más sujeto a todo el registro. Sin embargo, a partir del siglo VII d.
los intereses agrícolas y mineros, como demuestran C. se produce una violenta deforestación que lleva al
algunos registros estudiados como los de Lanzahíta pinar altimontano a cotas mínimas y prácticamente
o Fuente de la Mora (Hernando-Sobrino, 2002; Álva- hace desaparecer la población de Pinus pinaster al tiem-
po que el abedul comienza a remitir de forma defini- 4.3.2. Periodo islámico (711 cal d.C.-1100 cal. d.C.)
tiva. Paralelamente se produce una recuperación del
robledal alrededor de la turbera. Esto favorece la apa- La llegada de los musulmanes en el 711 d.C. re-
rición de arbustos y pastos, pero con mayor presencia voluciona las condiciones de vida y con ellas el paisa-
esta vez de vegetación ligada a las actividades antrópi- je. El conjunto que dibuja el diagrama es un bosque
cas (Aster, Cardueae, Cichorioideae , Chenopodiaceae cada vez más abierto en la montaña, con vegetación
, Plantago…) lo que, sumado a los indicadores de ero- de matorral y de herbáceas que dominan el espacio,
sión (Chaetomiun sp.) denota un cambio en el modelo mientras que en las cotas más bajas se extienden po-
de explotación del entorno de Pozo de la Nieve, aho- blaciones de encinas y alcornoques que son despla-
ra más invasivo. Esta misma tendencia está registrada zados por el olivo y por robles, mientras que apenas
en otros puntos del Sistema Central, como el puerto queda nada de abedules o castaños. En otros puntos
de Serranillos o El Redondo, que apuntan también a de la sierra, como El Redondo, también hay un des-
una intensa actividad agrícola, como los registros de censo del pinar y de los abedules, así como de los
en las zonas bajas, con presencia de castañares y oliva- castaños y olivos en zonas de montaña, aunque en
res, marcando, en conjunto, un punto de no retorno algunos se da el efecto contrario y hay una refores-
en el paisaje gredense (Blanco-González et al., 2015; tación consecuencia de las oscilaciones climáticas de
López-Sáez et al., 2016b). este periodo, que al comienzo es más cálido y facilitan
El modelo habitacional se reorganiza orientán- la explotación de las tierras fértiles del llano (Blan-
dose al mundo rural más que a la vida ciudadana. co-González et al., 2015; López-Sáez et al., 2016b).
Se produce la recuperación de enclaves elevados y Los registros polínicos muestran una moderada
la expansión por el llano de las antiguas villae roma- pero constante presión antrópica en la zona, aumen-
nas. Éstas concentran las labores agrícolas y artesa- tando en algunos puntos, por lo que, pese al peligro
nas, mientras que en la montaña sigue predominando de las condiciones de vida en un territorio situado en-
la ganadería, tal y como recogen algunas evidencias tre las fronteras de dos contendientes no queda com-
arqueológicas como las pizarras visigodas que men- pletamente despoblado (Blanco-González et al., 2015;
cionan un número muy elevado de cabezas de gana- López-Sáez et al., 2016a, 2016b). El modelo económi-
do (Balmaseda-Muncharaz, 1998; López-Sáez et al., co musulmán en zonas de montaña está basado en la
2014; 2016b). ganadería, acompañada de pequeños cultivos (López-
Sáez et al., 2014; 2016b). El Pozo de la Nieve, al igual
que El Redondo, fue utilizado como pasto estacional
lo suficientemente accesible como para acceder a él
sin grandes riesgos, pues en la zona era imposible rea- 4.4. Edad Moderna (1450 cal. d.C. -1800 cal. d.C.)
lizar desplazamientos de grandes distancias.
En este periodo la masa arbórea sigue teniendo
4.3.3. Época Cristiana (1100 cal. d.C. -1450 cal. d.C.) importancia a escala regional, especialmente los pi-
nares y los robledales potenciados por la demanda
El pinar ha desaparecido de las inmediaciones de de recursos forestales de las comunidades de la zona.
Pozo de la Nieve, así como robles y melojos, que se Los encinares y alcornocales apenas se ven recogidos
recuperan en cotas más bajas. El olivo alcanza una en el diagrama, siendo ya poblaciones alejadas de la
representación significativa. La evolución de estos ár- turbera, mientras que el olivo se encuentra en eviden-
boles está en parte influida por el Periodo Cálido Ba- te expansión. Con estas especies se combinan comu-
jomedieval, encuadrado entre 950 y 1400 cal. d. C., lo nidades arbustivas ya mencionadas, aunque el brezal
que implica un clima un tanto más benigno (López- y las jaras retroceden dejando espacio a nuevas pobla-
Sáez et al., 2009; 2016c). Como consecuencia de las ciones de retamas y piornos. Hay una gran cantidad
etapas degradativas del bosque los arbustos, especial- de gramíneas y comunidades de inspiración ganadera
mente las jaras se extienden, mientras que las herbá- (Chenopodiaceae, Dipsacus fullonum, Potentilla, Planta-
ceas sufren un descenso relacionado con un fuerte go spp.…) presentes en Pozo de la Nieve. En toda la
proceso erosivo en el terreno adyacente a la turbe- Sierra de Gredos hay un aumento en las poblaciones
ra. Además, los indicadores antrópicos y de pasto- de abedul, favorecidas por la Pequeña Edad de Hielo.
reo (Aster, Cardueae, Cichoroideae, Chenopociaceae, En el entorno de Pozo de la Nieve se registra la
Plantago, Sordaria sp.,…) mantienen altos sus niveles, aparición de polen de cereal, sin que haya nuevas evi-
señalando la presencia de cierta cabaña ganadera en el dencias en el testigo estudiado. Aunque se trata de un
entorno inmediato del registro probablemente como episodio aislado y muy breve que demuestra el esta-
pasto estacional. En otros enclaves montañosos blecimiento de cultivos cerealísticos de poca entidad
como Fuente del Espino, sucede lo mismo mientras en el entorno a la turbera, hecho semejante al que se
que algunos, como Navarredonda o Serranillos pare- produce algo después en otros puertos estudiados en
cen ver reducida la actividad ganadera en sus inmedia- la zona y que lo que los investigadores asocian a la ex-
ciones y hay cierta recuperación vegetal (López-Sáez pansión del hábitat a zonas de alta montaña debido al
et al., 2016b). aumento demográfico. Estas circunstancias sostienen
La toma de Toledo por Alfonso VI en 1085 y la el incremento de las concentraciones de olivo y cas-
victoria de las Navas de Tolosa en 1212 cambian la taño (López-Sáez et al. 2009, 2014, 2016a). Al mismo
situación en el marco gredense, alejando la línea de tiempo se mantienen las dinámicas ganaderas regula-
frontera y permitiendo recuperar ciertas dinámicas, das por La Mesta por lo que El Pozo de la Nieve sigue
como los movimientos trashumantes de larga dis- teniendo un papel únicamente local en la ganadería.
tancia (Gerbet, 2002; Troitiño-Vinuesa, 1999; Luis-
López, 2010). Durante este periodo se establece una 4.5. Edad Contemporánea (1800 cal. d. C- presente)
red de villas adscritas a una ciudad cuyo concejo incre-
menta la explotación rural para garantizar el abasteci- Esta etapa comienza con el aumento general de
miento. Estas redes las conforman los repobladores las temperaturas y el descenso de las lluvias marcado
que acuden a las zonas fronterizas y que incrementan por el final de la Pequeña Edad de Hielo (López-Sáez
la demanda y la necesidad de aumentar la explotación et al., 2014). El registro de Pozo de la Nieve presenta
sobre los recursos de la zona (López-Sáez et al., 2014; dos fases. La primera es testigo de cierta reforestación
Blanco-González et al., 2015). regional, mientras que los arbustos y las gramíneas
Se funda el Real y Honrado Concejo de La Mes- están presentes en la zona pero no hay más evidencias
ta, que favorece a los ganaderos y regulariza todo el de cultivo, aunque sí de presencia ganadera. Se pro-
movimiento trashumante que se realizaba en Castilla. duce entonces un episodio de deforestación tal, que
Este organismo establece los pasos oficiales y las ru- la masa arbórea casi desaparece del conjunto, dejando
tas trashumantes, dejando enclaves como El Pozo de un espacio rápidamente tomado por arbustos y las
la Nieve fuera de estos circuitos, por lo que es apro- herbáceas lo cual tiene una inmediata respuesta en la
vechado únicamente como pasto local (Blanco-Gon- susceptibilidad magnética que señala el proceso ero-
zález et al., 2015). sivo. Este evento está fuertemente vinculado al fuerte
aumento de los indicadores de incendio y se asocia a
un momento de intensa explotación de los recursos ralizó el uso del pasto y desbloqueó puertos de mon-
del paisaje inmediato al Pozo de la Nieve, que puede taña, permitiendo además nuevos usos de las tierras
estar relacionado con la sustitución de la oveja merina (López-Sáez et al., 2009, 2014) (Fig. 4).
por el ganado vacuno avileño.
La segunda fase conforma directamente el paisa- 5. Conclusiones
je que actualmente puede observarse en el entorno de
la turbera, siendo el robledal el taxón más represen- Los pinares han dominado el paisaje en la zona
tativo. La masa arbórea prácticamente queda relegada oriental en Gredos desde la Edad del Hierro II y mu-
mientras que los arbustos y las herbáceas toman el cho antes de acuerdo a registros más antiguos (López-
espacio. También los indicadores de aprovechamien- Sáez et al., 2014). La acción antrópica ha ido modelan-
to antrópico y ganadero están muy presentes pues se do el paisaje junto a los cambios climáticos hasta que
mantiene su uso local. la acción humana ha tenido consecuencias mayores
Durante la Edad Contemporánea, se producen que éstos. La explotación económica, especialmente
una suerte de eventos que afectan al paisaje del Valle la ganadería trashumante ha sido el principal factor de
de Iruelas. Entre ellos cabe mencionarse la Guerra cambio en el medio, acompañada por transformacio-
de Independencia, la desaparición de La Mesta, las nes políticas a los que las comunidades debían adap-
distintas reformas y desamortizaciones, los cambios tarse. El resultado es un paisaje abierto con pastos
económicos, políticos y sociales que terminaron por para el ganado que a día de hoy sigue usándose como
configurar la vegetación que actualmente domina descansadero estacional
el Pozo de la Nieve. La ideología ilustrada tomó un
giro general hacia la agricultura lo que provocó cierta Agradecimientos
desatención a la ganadería en las reformas llevadas a
cabo. Además, tuvo lugar un crecimiento de pobla- Estudio realizado como Trabajo de Fin de Más-
ción que se tradujo en mayor demanda de recursos, ter en el Máster de Arqueología y Patrimonio de la
nuevos repartos de tierras y la necesidad de seguir ga- UAM, en el marco del proyecto Desirè-HAR2013-
nando terreno al monte (García-Martín, 1988). Esta 43701-P (Plan Nacional I + D + I, Ministerio de
reorientación se acompaña de la desaparición de La Economía y Competitividad).
Mesta, lo cual facilitó el uso de nuevos caminos, libe-
Stockmarr, J., 1971. Tablets with spores used in abso- Walden J., Oldfield F., Smith J., 1999. Environmental
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1
Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. Universidad de Cantabria. sara.n.delafuente@gmail.com
2
Grupo de Investigación Arqueobiología. Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC.
sebastian.perez@cchs.csic.es; joseantonio.lopez@cchs.csic.es
3
Departamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio. Universidad de Cantabria. manuel.frochoso@unican.es;
raquel.gonzalez@unican.es
4
Departamento de Geografía. Universidad Autónoma de Madrid. fernando.allende@uam.es
489
Sara Núñez de la Fuente et al.
de alta resolución de la turbera de Sotombo, situada máximos de polen arbóreo del 77,5%. Esta dominan-
en las inmediaciones de la localidad de Arredondo y cia de las formaciones forestales se mantiene en SOT-
próxima al límite septentrional del Parque Natural de 2 (ca. 2740-2420 cal BP), durante la Primera Edad del
los Collados del Asón (Cantabria). Hierro, e incluso aumenta (81,6%) (Fig. 1 y 2).
Entre ca. 5925 y 2420 cal BP los bosques estu-
2. Material y métodos vieron dominados por elementos caducifolios, como
el avellano (Corylus, máximo 32,3%) y Quercus cadu-
En el año 2008 se obtuvo un testigo sedimenta- cifolio (17,9%) y, en porcentajes más bajos, el haya
rio de 200 cm de potencia en la turbera de Sotombo, (Fagus; 0-3,1%), abedul (Betula; 2-5,2%), fresnos (Fra-
mediante el empleo de una sonda rusa con un diáme- xinus; 0-1,3%), olmo (Ulmus; 0-0,2%), sauces (Salix;
tro de 50 mm. En total se analizaron 100 muestras de 0- 1,6%) o tilos (Tilia; 0-1,4%) (Fig. 1 y 2). Son por
1 cm3 cada una, a intervalos de 2 cm. tanto éstos unos bosques de ombroclima húmedo, ri-
Las fechas radiocarbónicas procedentes de ocho cos en helechos (Polypodium vulgare, Filicales trilete y
muestras fueron datadas mediante AMS en el Cen- monolete).
tro Nacional de Aceleradores (CNA, Universidad de Otros elementos caducifolios documentados
Sevilla-CSIC) y el laboratorio Beta-Analytic (Miami, son los alisos (Alnus), cuya presencia en SOT-1 y
Florida, EE.UU.) y calibradas, en fechas cal BP, me- SOT-2 es continua, al igual que en las zonas políni-
diante el software CALIB 7.1 usando la curva de cali- cas posteriores, con máximos de 8%, lo que permite
bración IntCal13 (Reimer et al., 2013). suponer cierta presencia local de alisedas, ya sea en el
El tratamiento químico de las 100 muestras se- entorno inmediato de la turbera, en arroyos asociados
dimentológicas referidas se ha realizado en las insta- a vaguadas de gran retención hídrica con encharca-
laciones del Grupo de Investigación Arqueobiología mientos estacionales, o incluso en cursos de agua más
(CCHS, CSIC), siguiendo la metodología estándar o menos estables.
propuesta por Faegri e Iversen (1989). Para la iden- A pesar de lo dicho, es importante señalar que ca.
tificación de palinomorfos se ha utilizado un mi- 5925-2420 cal BP el porcentaje de Quercus caducifolio
croscopio óptico (modelo Nikon Eclipse 50i), con no es demasiado elevado, con valores por debajo del
objetivos de 40x, 60x y 100x, este último con aceite 20% que estarían indicando la existencia de bosques
de inmersión. Los granos de polen, las esporas y los caducifolios relativamente abiertos, con abundancia
microfósiles no polínicos se identificaron mediante de zonas de pasto (Poaceae: 4-15,5%), probablemente
la utilización de claves diagnósticas y atlas polínicos en relación a algún tipo de actividad humana (López
(Moore et al., 1991; Reille, 1999; van Geel, 2001), y de Sáez et al., 2015). De hecho, en ambas zonas polínicas
la colección de referencia del Grupo de Investigación (Fig. 2) son relativamente abundantes y constantes
Arqueobiología del CSIC. En cada muestra se han ciertos palinomorfos de carácter antrópico y nitrófi-
identificado un mínimo de 500 pólenes procedentes lo (Behre, 1981), caso de Aster (0-4%), Cardueae (0-
de plantas terrestres (suma base polínica, SBP). Los 3,6%) o Cichorioideae (0-3,1%), así como otros de
porcentajes relativos de cada palinomorfo en cada origen antropozoógeno vinculados a cierto tipo de
muestra vienen referidos a la SBP. De ésta se excluye- presión pastoral (Chenopodiaceae: 0-0,5%; Plantago
ron los palinomorfos de taxones hidro-higrófitos, es- lanceolata: 0-1,4%, P. major/media: 0-0,6%, Urtica dioica:
poras y microfósiles no polínicos, cuyos porcentajes 0-0,4%). En paralelo, en ambas se documentan asco-
se calculan también respecto a ella. poras fúngicas de especies coprófilas de Sordaria (0-
2,1%), indicativas de actividad ganadera en el entorno
3. Resultados y Discusión inmediato de la turbera (López Sáez y López Merino,
2007; López Merino et al., 2009a).
3.1. Los Collados del Asón entre el Neolítico final y la Las evidencias de antropización en Sotombo son
Primera Edad del Hierro (ca. 5925-2420 cal BP) si cabe más importantes en SOT-2, durante la Prime-
ra Edad del Hierro (ca. 2740-2420 cal BP), momento
La zona polínica más antigua de la turbera (SOT- en el que se incrementan ligeramente los valores de
1) corresponde cronoculturalmente a un periodo que los palinomorfos antrópicos antes citados. Estos he-
se extendería entre el Neolítico final y la Edad del chos pueden ponerse en correlación con un cambio
Bronce (ca. 5925-2740 cal BP). Ésta presenta un pai- cultural importante, al transformarse las sociedades
saje ampliamente dominado por bosques, con valores nómadas de la Edad del Bronce en otras poblaciones
que se vuelven sedentarias y empiezan a vivir en po- propia de desfiladeros y cerros calizos poco propicios
blados estables o castros en los inicios del Hierro en para el desarrollo de los caducifolios, en suelos po-
zonas relativamente cercanas (Jordá Pardo et al., 2009; bres y secos (Costa Tenorio et al., 2005).
Marín, 2009). Otros elementos con gran presencia en el dia-
Es reseñable la documentación de polen de no- grama palinológico de Sotombo ca. 5925-2420 cal
gal (Juglans) desde ca. 5700 cal BP, aunque en SOT-1 BP son los pinares, fundamentalmente Pinus sylvestris,
y SOT-2 nunca supera valores del 2% (Fig. 1). Ge- que llega a alcanzar 40,2% en SOT-2 ca. 2710 cal BP;
neralmente se ha vinculado la aparición del nogal al aunque en general los valores de este palinomorfo se
proceso de romanización del norte peninsular, pues, mantienen en torno a 10-25% en este marco cronoló-
en la mayoría de secuencias palinológicas de estos te- gico. Estas coníferas no serían los bosques dominan-
rritorios es frecuente encontrar este palinomorfo, en tes en el entorno próximo de la turbera, pues estu-
especial a partir de ca. 2200-2000 cal BP (López Meri- dios de lluvia polínica actual indican que sólo valores
no et al., 2009b). Sin embargo, en Sotombo el nogal se superiores al 60% permiten señalar la presencia de
documenta de una manera más o menos continua ca. bosques desarrollados a escala local (López Sáez et
5925-2420 cal BP, entre el Neolítico final y la Primera al., 2013a).
Edad del Hierro. Probablemente, este hecho indica la En cuanto a los elementos propios de la vegeta-
presencia relicta y autóctona de esta especie en el área ción de la turbera de Sotombo, los palinomorfos más
de estudio, quizá en cotas más bajas del piso colino. representativos en SOT-1 y SOT-2 son Cyperaceae
En los espectros polínicos de SOT-1 y SOT- (<10%), Ranunculaceae, Drosera y Calluna (1-2%).
2 también se documenta la presencia de encinares Estos porcentajes podrían ser indicativos de una ten-
(Quercus perennifolio), cuyos bajos porcentajes (0- dencia climática hacia condiciones de mayor aridez.
1,3%) señalan con toda seguridad una distribución Significativa es también la identificación de dos mi-
regional en el piso colino, que no local (López Sáez et crofósiles no polínicos, Glomus cf. fasciculatum y Pseu-
al., 2010). Formarían parte de la vegetación termófila doschizaea circula (Fig. 2), testimonios de la xericidad
reinante y de procesos erosivos superficiales proba- la cobertura arbórea aumenta de nuevo alcanzando
blemente relacionados con la actividad antrópica. un máximo del 61%, para nuevamente decrecer en la
mayor parte de SOT-5. En general, desde un punto
3.2. Los Collados del Asón entre la Segunda Edad del de vista cualitativo, la composición de estos bosques
Hierro y la Edad Media (ca. 2420-595 cal BP) caducifolios sería la misma que en SOT-1 y SOT-2
en fechas anteriores. Los palinomorfos más abundan-
La parte central del registro de la turbera de So- tes son de nuevo avellanos (máximo 22,9%) y Quercus
tombo incluye las zonas polínicas SOT-3, SOT-4 y caducifolio (18,1%), acompañados de otros taxones
SOT-5; datadas entre ca. 2420 y 595 cal BP. Se eviden- típicos de estas formaciones húmedas y ombrófilas,
cian aquí cambios de interés con respecto a las zonas como abedules (1,4-6,9%), nogales, fresnos, sauces,
precedentes. En primer lugar, los bosques caducifo- tilos y olmos; o de Genista, Calluna y Labiatae entre
lios, que ya se mostraban relativamente aclarados en los elementos arbustivos y abundantes pteridófitos. A
SOT-1 y SOT-2, manifiestan ahora una notable re- partir de ca. 2420 cal BP (SOT-3) la curva del haya
ducción, disminuyendo la cobertura arbórea por de- (Fagus) se hace continua y progresivamente aumen-
bajo del 50%. Estos hechos se ven fundamentalmen- tan los valores de este palinomorfo en las dos zonas
te refrendados en la disminución de los porcentajes posteriores (SOT-4 y SOT-5), alcanzando un máximo
de Corylus, aunque no en los de Quercus caducifolio de 10,6% ca. 1615 cal BP (Fig.s 1 y 2), valores éstos
que experimentan un aumento progresivo de sus va- suficientes para admitir el desarrollo local de hayedos
lores, particularmente en SOT-3 y la primera mitad en el entorno inmediato de la turbera de Sotombo
de SOT-4, cuando los porcentajes de polen arbóreo (Huntley y Birks, 1983; Huntley, 1990; van der Knaap
oscilan entre 35,5-58,1%; lejos por tanto de los máxi- et al., 2005).
mos alcanzados en SOT-1 y SOT-2. Con posterio- Los espectros polínicos de SOT-3, SOT-4 y
ridad, ca. 1340 y 960 cal BP, en el techo de SOT-4, SOT-5 demuestran sin ambigüedad la relación entre
la expansión de los hayedos y el aumento de la carga colas y pastoriles en el entorno de los Collados del
ganadera en el Cantábrico Oriental (Fig. 2), advirtién- Asón al iniciarse la Edad Media.
dose (i) una mayor presencia de taxones de carácter Estos datos señalan además la Alta Edad Media
antrópico y nitrófilo como Aster (máximos 4,5%), como un período de intensa transformación del pai-
Dipsacus fullonum (1,2%), Cardueae (5,8%) y Cichorioi- saje en relación con procesos de apropiación siste-
deae (5%); (ii) un aumento porcentual generalizado mática de los espacios de montaña por parte de las
de elementos antropozoógenos claramente vincu- comunidades locales que, a partir de este momento,
lados con la actividad pastoril (Behre, 1981), como se van articulando en torno a aldeas que perduran du-
Chenopodiaceae (3,1%), Plantago lanceolata (3,1%), P. rante la Baja Edad Media. De hecho, al final del SOT-
major/media (1,4%) y Urtica dioica (1,4%); pero sobre 5, ca. 650 cal BP, Sordaria alcanza un máximo de 7,2%,
todo (iii) un aumento reseñable de los valores de Sor- que coincide con el progreso del avellano (Corylus),
daria sp. (3,4%) y Chaetomium sp. (1,9%), hongos co- cuyo carácter colonizador secundario le permite al-
prófilos que en estas tres zonas polínicas señaladas canzar valores máximos (24%) al final de la Baja Edad
aparecen de manera más o menos continua, indican- Media, en un momento en que las formaciones de
do una presión ganadera localizada en la inmediatez Quercus caducifolio se ven seriamente afectadas por la
de la turbera de Sotombo (López Sáez y López Meri- actividad ganadera (mínimo 5%).
no, 2007; Cugny et al., 2010; Cugny, 2011).
La citada progresión de los hayedos a partir de 3.3. Los Collados del Asón durante la Edad Moderna y
SOT-3 conlleva una reducción significativa de los Contemporánea (ca. 595 cal BP-actualidad)
porcentajes de Pinus sylvestris tipo (máximo 17,9%;
Fig. 2). De hecho, a partir de ca. 2420 cal BP los valo- La parte superior de la secuencia de Sotombo,
res porcentuales de los pinares altimontanos decaen correspondiente a la zona polínica SOT-6, aunque
bruscamente respecto a SOT-1 y SOT-2, mantenién- muestra le persistencia de las formaciones caducifo-
dose en general siempre por debajo del 20% hasta ca. lias (robledales y hayedos) descritas en las zonas polí-
595 cal BP (SOT-5). nicas precedentes, éstas ahora manifiestan una reduc-
Durante la Segunda Edad del Hierro (ca. 2420- ción muy importante de sus valores porcentuales. El
2050 cal BP), en los dos tercios inferiores de SOT- haya (Fagus) mantiene porcentajes superiores al 5% ca.
3, queda reflejada la perdurabilidad de actividades de 595-265 cal BP, aunque a partir de esta última fecha
pastoreo a través de la presencia de los elementos disminuyen bruscamente por debajo del 2%, señalan-
antropozoógenos y hongos coprófilos antes citados. do así una retracción notable de los hayedos a nivel
Una evidencia más del incremento de la antropización local (Huntley, 1990). Dinámica semejante sigue Quer-
a partir de SOT-3 es la aparición de plantas cultivadas cus caducifolio, cuyos valores se recuperan al inicio de
por primera vez en la secuencia polínica (Fig. 2). SOT-6 (11-13%) para decaer bruscamente (4-5%) ca.
En el techo de SOT-3 (ca. 2050-1580 cal BP), en 400 cal BP. Todo ello está relacionado con una nueva
Época Romana, desaparecen por completo Plantago intensificación de las actividades humanas en los es-
lanceolata, P. major/media y Urtica dioica así como cual- pacios de montaña de los Collados del Asón (Fig.s 1
quier vestigio de Sordaria, Chaetomium y polen de ce- y 2): i) aumento porcentual de elementos indicadores
real. Tales datos estarían indicando la atenuación o el de un mayor impacto humano (Aster, Cichorioideae,
cese de las actividades de pastoreo y agricultura en el Cardueae, Caryophyllaceae y Dipsacus fullonum) (Be-
entorno de los Collados del Asón durante la domina- hre, 1981); ii) incremento de la actividad ganadera en
ción romana. el entorno inmediato de la turbera, lo cual se tradu-
En SOT-4 (ca. 1580-1030 cal BP) y SOT-5 (ca. ce en una mayor representatividad de palinomorfos
1030-595 cal BP), durante la Alta y la Baja Edad Me- antropozoógenos (Plantago lanceolata, P. major/media
dia respectivamente (Fig. 2), se recupera la presencia y Urtica dioica) y hongos coprófilos (Sordaria, Chaeto-
de polen de cereal, alcanzado máximos de 1,2 y 1,5% mium) (Sjögren, 2006; López Sáez y López Merino,
en cada periodo. A su vez, reaparecen taxones antro- 2007; Sjögren y Lamentowicz, 2008); iii) progreso de
pozoógenos como Plantago lanceolata y Urtica dioica, u los paisajes de tipo pastizal (incremento de Poaceae
hongos coprófilos y pirófilos (Sordaria sp., Chaetomium con máximos entre 15-17%); y, iv) continuación de
sp.), que se mantienen de una forma relativamente las actividades agrícolas medievales con la documen-
estable en ambas zonas polínicas. Esta información tación continuada de polen de Cerealia (1%).
permitiría admitir la recuperación de actividades agrí- La confluencia de las actividades antrópicas an-
tes descritas provoca la retracción de los bosques ca- 2050 cal BP) se produce un incremento de las activi-
ducifolios, pero también el desarrollo de los breza- dades antrópicas, tanto relativas al pastoreo como a
les, alcanzando Erica y Calluna en SOT-6 sus valores cultivos de cereales, lo que parece estar en el origen del
máximos (20-38 y 4,4% respectivamente) en todo el retroceso arbóreo. Estas actividades pudieron además
registro polínico (Fig. 1). Es pues en estos momen- favorecer el desarrollo de los hayedos, presentes con
tos, durante los cuatro o tres últimos siglos cuando anterioridad, pero que desde este momento alcanzan
se origina el paisaje que actualmente domina en los un desarrollo notable en los bosques cantábricos.
Collados del Asón, entorno inmediato de la turbera • En Época Romana (ca. 2050-1580 cal BP) las
de Sotombo. Es decir, amplias zonas de pastizal, muy evidencias de prácticas agroganaderas decrecen no-
explotadas desde el punto de vista ganadero, y pro- tablemente, hasta el punto de que muchos taxones
bablemente también quemadas de manera recurrente indicadores de tales actividades llegan a desaparecer.
(Chaetomium puede ser considerado también un hon- Este fenómeno pudo deberse a los cambios de índole
go carbonícola y por tanto indicador de incendios de socioeconómica que se impusieron en este momento,
origen antrópico; López Sáez et al., 1998); un paisaje como la reorganización de la red viaria, la orienta-
básicamente dominado por amplios brezales y toja- ción económica encaminada a explotar otro tipo de
res xerófilos (Genista: 2-6%) como los descritos en la recursos y el predominio de asentamientos rurales en
presentación del área de estudio y en otras secuencias zonas litorales y prelitorales.
polínicas regionales (López Sáez et al., 2013b; Pérez • Durante la Alta y la Baja Edad Media (ca. 1580-
Díaz et al., 2016) en este marco cronológico del Ho- 1030 cal BP y ca. 1030-595 cal BP respectivamente)
loceno final. se reactivan las actividades agrícolas y pastoriles en
Sobre las mismas fechas, en torno a 440 cal BP, el entorno de los Collados del Asón, originadas por
los valores de Pinus sylvestris se elevan de 3% a casi un nuevos modelos de explotación de los espacios de
10%, manteniéndose relativamente constantes hasta montaña que sugieren que estos ambientes jugaban
el final de la secuencia polínica. En paralelo, Cype- un papel importante en las economías rurales.
raceae reducen sus porcentajes del 8 al 3%, desapa- • Durante la Edad Moderna y Época Contem-
reciendo del registro los microfósiles no polínicos poránea (ca. 595 cal BP-actualidad) se produce una
HdV-18 y HdV-28. Indudablemente, estos datos se- nueva intensificación en la explotación en el entorno
ñalarían una importante bajada del nivel freático en de la turbera de Sotombo, que deriva finalmente en su
la turbera, relacionada con condiciones de más xerici- configuración paisajística actual, caracterizada por la
dad que en momentos precedentes (van Geel, 2006). presencia de pastizales montanos.
4. Conclusiones Referencias
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neo en un mundo cambiante (F. Valladares, ed.). deposits. Nova Hedwigia, 82, 313-329
1
Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza. Facultad de Filosofía y Letras, Calle Pedro
Cerbuna, nº 12, 50009, Zaragoza, España. paranda@unizar.es
Resumen 1. Introducción
En este artículo se realiza una aproximación a la tec- La tecnología de la producción de cerámica es
nología de la cerámica del yacimiento del Bronce Final una cuestión de enorme interés al abordar el estudio
de El Sequero (Arrúbal, La Rioja), conformado por dos
fondos de cabaña datados en el siglo IX cal BC. Se estu-
de la cultura material. La aproximación a ésta ha evo-
dia la secuencia tecnológica del proceso de producción en lucionado desde las iniciales premisas procesualistas
el marco del concepto de chaîne opératoire, sin olvidar la hasta estar actualmente influida por las corrientes pos-
dimensión social inherente al comportamiento tecnológi- tprocesualistas que ahondan en la dimensión social del
co. La metodología aplicada combina diferentes escalas de comportamiento tecnológico de los grupos humanos.
observación: el estudio de las ‘huellas tecnológicas’ iden-
tificadas a nivel macroscópico y el análisis petrográfico
El estudio de los aspectos tecnológicos dentro del
de láminas delgadas de una selección de cerámicas. Esta marco de la chaîne opératoire queda justificado no sólo
combinación nos permite identificar los pasos de la pro- por el amplio uso del concepto desde su aplicación al
ducción de cerámica, desde el aprovisionamiento de arci- estudio de la tecnología cerámica en la década de los
llas hasta la cocción que transforma la arcilla en cerámica. 70, sino también por ser el enfoque más apropiado
Como resultado, podemos concluir que estamos ante una
producción no estandarizada, escasamente especializada,
para caracterizar el conjunto de pasos de la secuencia
realizada probablemente en el ámbito doméstico con es- tecnológica de la producción cerámica, aun teniendo
tructuras de cocción simples y un aprovisionamiento de en cuenta que no es más que una herramienta moder-
tipo local. na de análisis. Considerando la chaîne opératoire reflejo
de las tradiciones tecnológicas trasmitidas a lo largo
Palabras clave: Cerámica. Tecnología. Cadena operativa. Pe-
trografía. Bronce final.
de sucesivas generaciones se pueden desprender in-
teresantes implicaciones arqueológicas puesto que los
Abstract cambios en la tecnología son expresión de transfor-
maciones más amplias del grupo social. De esta for-
This article provides an approach to ceramic tech- ma, la tradición tecnológica situada en el espacio y en
nology of Late Bronze Age site of El Sequero (Arrúbal, el tiempo puede ser un potente marcador crono-cul-
La Rioja), which is formed by two pit-houses dated to tural (Albero Santacreu, 2014: 53-55, 194-244; Calvo y
9th century BC. This research is focused on the produc-
tion sequence of ceramic objects in the chaîne opératoire García, 2014; Roux, 2016).
approach, keeping in mind the social dimension of the Por tanto, la chaîne opératoire no es sólo el marco
technological behaviour. The methodology combines di- donde ordenar los distintos pasos del proceso produc-
fferent scales of analysis: the macroscopically examination tivo que configura el objeto cerámico, sino que permi-
of pottery to identify ‘technological traces’ and the petro- te ahondar, entre otros aspectos, en el conocimiento
graphic analysis of a selection of potsherds. The combina-
tion allows us to identify the steps involved in the produc- y las capacidades técnicas de los artesanos, la transmi-
tion of ceramic object from the initial acquisition of raw sión de la tecnología a lo largo del espacio y el tiempo,
materials to the firing which transforms clay into a hard la estandarización o especialización de la producción
ceramic structure. To conclude, it is a non-standardized y la expresión de la identidad a través de la cerámica
production in which the pottery may have been made in (Quinn, 2013: 152).
a domestic level with simple firing structures and a local
acquisition of raw materials.
2. El contexto arqueológico
Keywords: Pottery. Technology. Operational chain. Petro-
graphy. Late Bronze Age. El yacimiento de El Sequero está situado en el
municipio de Arrúbal, en La Rioja. Descubierto en
497
Paloma Aranda-Contamina
Figura 1. Situación y plano de El Sequero (Arrúbal, La Rioja). A) Mapa de situación del yacimiento; b) plano de la estructura 1; c) plano de la
estructura 2.
2003 durante las obras de construcción de una Cen- de uso, sin dejar apenas otros restos que aquellos ya
tral Térmica de Ciclo Combinado, el yacimiento se inútiles o amortizados (Fig. 1) (Rodanés et al., 2016:
compone de dos estructuras semiexcavadas que han 17-33).
sido interpretadas como fondos de cabaña (Rodanés Se inventariaron unos 1.400 fragmentos cerámi-
et al., 2016: 33-38). Se realizaron cuatro dataciones ra- cos, encontrando más de 1.000 asociados a la estruc-
diocarbónicas sobre muestras de fauna, dos de cada tura 1. A pesar de los paralelos formales, la cerámica
estructura y de diferentes Unidades Estratigráficas. de la estructura 2 era menos abundante y con un nivel
Las fechas obtenidas se concentran en el siglo IX cal mucho mayor de fragmentación que la estructura 1.
BC., situándose culturalmente en el Bronce Final (Ro- En consecuencia, de la primera se pudieron identifi-
danés et al., 2016: 42). car hasta 96 vasos mínimos, 34 de ellos con un perfil
La estructura 1 es una fosa ovalada, orientada en reconstruible casi completo, mientras de la segunda
sentido NE-SO, de casi 3 m de longitud por apenas sólo se identificaron 4. El estudio tipológico ha per-
1’70 m de anchura, con un fondo rehundido en for- mitido la identificación de cinco tipos con perfiles tí-
ma de cubeta y una potencia de sedimento arqueoló- picos del Bronce Final en el Valle Medio del Ebro, es
gico que alcanzaba aproximadamente 1’30 m en su decir, perfiles bitroncocónicos de carena media-alta y
zona central. La disposición y composición de varias cuello exvasado, junto a platos y fuentes (Fig. 2). To-
unidades estratigráficas confirman que fue destruida mando como referencia la memoria de excavación del
por un incendio. Por su parte, la estructura 2 se loca- Cabezo de la Cruz en La Muela (Zaragoza) (Picazo et
liza a unos 8 m al NE de la anterior, siendo también al. 2009), las distintas formas quedan englobadas en
ovalada y estando excavada y orientada en sentido grupos primarios según su posible función, determina-
NE-SO. En este caso sus dimensiones son algo ma- da a partir de criterios morfométricos, volumétricos y
yores, 4’10 m de longitud en su eje mayor y 2’75 m de tecnológicos: cerámica de mesa (tipos 1 a 3), cocina
anchura, mientras su potencia estratigráfica es menor, (tipo 4) y almacenaje (tipo 5). Los tipos se diferencian
de aproximadamente 90 cm. A diferencia de la estruc- por características morfométricas y los subtipos por su
tura 1, la estructura 2 presenta signos de abandono y capacidad volumétrica (Rodanés et al., 2016: 49-63).
no de incendio generalizado. Todos los datos apuntan
a un abandono voluntario tras uno o varios periodos
Figura 3. Micrografías de las cerámicas del Bronce Final analizadas en el artículo. A-b) fragmentos de roca cuarzoarenita y clastos de cuarzo; c)
calcita angulosa; d) fragmento de roca caliza; e) chamota desgrasada con fragmentos de calcita y caliza; f) pella de arcilla. Imágenes tomadas en XPL,
excepto la f. Ancho de las imágenes: 4 mm, excepto e y f.
en la naturaleza, por lo que se presupone un origen La cerámica de El Sequero está realizada a mano
antrópico. Por último, la forma de las inclusiones es en su totalidad. Para la identificación de las técnicas de
otro de los criterios a tener en cuenta. La presencia de modelado se combina la observación macroscópica y
calcita angulosa nos indica que ha sido triturada y aña- en lámina delgada. El análisis macroscópico de hue-
dida, mientras la abundancia de fragmentos de roca llas de fabricación indica el empleo de la técnica de
arenisca, compuesta en más de un 90% de cuarzo, y colombinos para la elaboración de las piezas de tama-
la presencia de clastos de cuarzo nos señala la posible ño mediano y grande y con perfiles complejos. Se ha
trituración de esta roca y su adhesión intencionada, documentado en la fractura de algunos fragmentos,
ya que las rocas de grano grueso tienden a fracturarse puesto que la unión de los colombinos serían puntos
en sus cristales o clastos manteniendo la forma y la débiles, especialmente en caso de su aplicación con la
redondez o angulosidad de estas partículas (Fig. 3). arcilla demasiado seca, y en las irregularidades de las
1
Grupo de investigación ARCHAEOM, Departamento de Prehistoria, Universidad Autónoma de Barcelona.
Módulo de Investigación A (MRA), Plaza del Conocimiento, 08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès), España.
javi.camara.manzaneda@gmail.com
505
Javier Cámara Manzaneda
acciones que comportaron su distribución, mante- mano que se realizan de forma consecutiva durante
nimiento y amortización. En el caso del proceso de las diferentes fases de secado de las tierras, hace que
fabricación, la elaboración de estos productos está podamos considerar el modelado como un proceso
representada por diferentes fases que abarcan desde en la manufactura de cerámicas que implicó la eje-
la selección y aprovisionamiento de la materia prima, cución de un conjunto de acciones de trabajo espe-
los procesos de modelado y tratamiento de las super- cíficas. Desde este enfoque, una de las metodologías
ficies, la decoración, las fases de secado, la cocción de trabajo que permiten incidir en cómo se habrían
y los posibles tratamientos poscocción. Cada una de realizado los procesos de modelado a mano de las ce-
estas fases implicó un conjunto de procesos de traba- rámicas son los análisis de trazas de fabricación.
jo específicos que denotarían el conocimiento tecno-
lógico y las ‘formas de hacer’ de los individuos que 2. Identificación de los procesos de modela-
las produjeron, además del grado de desarrollo de las do a través de los análisis de las macrotrazas
fuerzas productivas de los grupos humanos (Colo- de fabricación
mer, 1995; Clop, 2007; García y Calvo, 2013).
Una de las fases más esenciales en la manufactu- Las trazas, también conocidas como macrotrazas
ra de los artefactos cerámicos es el conjunto de pro- de fabricación, atestiguan las diferentes acciones de
cesos de trabajo del modelado de las cerámicas. El trabajo que se llevaron a cabo durante los procesos
modelado se caracteriza por la obtención de la forma de modelado y tratamiento de las superficies de las
básica de los recipientes, al haberse producido previa- cerámicas. Se entienden como trazas o ‘huellas’ de
mente una selección y tratamiento de las tierras (com- trabajo las marcas que se generan por la aplicación
puestas por elementos arcillosos y desgrasantes). En de un esfuerzo sobre las pastas mediante una fuerza
los procesos de modelado de las cerámicas se requiere manual o a través de una herramienta de trabajo y que
de la aplicación continuada de una presión sobre las comportan la formación de una serie de alteraciones
pastas que se relaciona con diferentes grados de la o deformaciones en las cerámicas (García Rosselló,
fuerza ejercida, el área de aplicación y la cantidad de 2007, 2011).
agua que contendrían los componentes arcillosos de El análisis de las macrotrazas de fabricación es
las tierras (Rye, 1981: 58). una de las metodologías de trabajo más usadas para
En función de las acciones y las fuerzas que se reconstruir los procesos de modelado de las produc-
aplican durante la configuración de la forma de los ciones cerámicas. Esta línea de trabajo parte de los
recipientes, el modelado se puede dividir entre los estudios etnoarqueológicos y de los programas expe-
procesos de modelado a mano, cuando se aplica una rimentales que han sido realizados hasta la fecha y
fuerza exclusivamente muscular (García y Calvo, que han permitido establecer una correlación entre
2013), y los procesos de modelado a torno y a torno las marcas y las acciones técnicas del modelado (p.ej.
lento, cuando se emplea una energía cinemática rota- Shepard, 1956; Rye, 1981; Courty y Roux, 1995; Mar-
toria (Courty y Roux, 1995). Los procesos de mode- tineau, 2005; Livingstone, 2007; García, 2007; García
lado a mano se caracterizan por una amplia variedad y Calvo, 2013). En arqueología, la identificación y el
de procesos que incorporan, por un lado, las formas análisis de las macrotrazas de fabricación requiere de
de confección, las técnicas auxiliares, el ensamblaje y una sistematización del registro y de su comparativa
el refuerzo de las distintas partes de los recipientes y, con las trazas de las colecciones de referencia etno-
por otro, la confección y unión de los elementos de gráficas y experimentales para poder inferir en cuales
prensión y sustentación. Entre las técnicas de confec- fueron los procesos de modelado que las generaron.
ción, destacan el montaje por placas, moldes, el ahue- Sin embargo, y al contrario de lo que sucede con
cado y estirado o el urdido con los diferentes sistemas las cerámicas etnográficas, donde se pueden observar
de aplicación, colocación y unión de los colombinos directamente las acciones del modelado de las alfare-
(Livingstone Smith, 2007; García y Calvo, 2013). Así ras y/o de los alfareros, en arqueología difícilmente
mismo, los procesos de modelado no estarían centra- se pueden inferir en la totalidad de las acciones del
dos únicamente en la obtención de la forma de los re- modelado que se realizaron. Los problemas de obser-
cipientes, sino también en los procesos de tratamien- vación e identificación de las trazas pueden ser causa-
to y acabado de las superficies (Rye, 1981; Colomer, dos por varios factores: la desaparición de las trazas
1995; García y Calvo, 2013). en función de la pericia del artesano y/o la artesana,
La variedad de acciones técnicas del modelado a la presencia de marcas que no tienen un origen tecno-
lógico o el grado de deterioro progresivo de las vasijas jas cerámicas se sustenta en un conjunto de atributos
(García y Calvo, 2013: 121-122). y valores que permiten sistematizar su registro y ca-
Así pues, y para poder inferir los procesos de racterizarlas a nivel morfológico: forma, textura, apa-
modelado de las cerámicas se requiere, por un lado, riencia, tendencia, disposición, distribución, estruc-
la realización de un registro sistemático de las ma- tura, ubicación, localización en la superficie, margen,
crotrazas que puedan ser identificadas y su compa- sección, asociación, número y solapamiento.
ración con las trazas procedentes de colecciones de A través de la identificación de las macrotrazas
referencias experimentales y etnográficas. Por otro del modelado y de su comparativa con los referentes
lado, se necesita la realización de nuevos programas de la colección etnográfica, se pueden llegar a inferir
experimentales y de control de ruptura de las vasijas un conjunto de categorías y variables que permiten
para verificar la posible existencia de otras trazas que estructurar y secuenciar los procesos de trabajo del
puedan ser el resultado de acciones específicas en el modelado a mano de las producciones cerámicas. Es-
modelado de las cerámicas a mano. tas categorías se organizan en:
Las Fases (F) están representadas por los dife-
3. Metodología de trabajo y su aplicación en rentes estados de las tierras en relación a la pérdida
un caso de estudio de agua progresiva por su manipulación durante el
proceso de modelado.
La metodología de trabajo que hemos seguido Los Procesos Tecnológicos Marco (PTM). Se
para inferir en los procesos de modelado a mano de sitúan en cada fase del modelado y son el marco de
las cerámicas se basa en la propuesta desarrollada por referencia que permiten estructurar los procesos téc-
J. García Rosselló y M. Calvo (2013). Su trabajo parte nicos del modelado según su finalidad. Se dividen
de la creación de una extensa colección de referencia entre: modelado primario, que hace referencia a la
de macrotrazas de fabricación que fue elaborada a tra- configuración de la forma de las vasijas; modelado
vés de los estudios etnoarqueológicos que realizaron secundario, cuando se trata de la confección y unión
en el noreste de Ghana, Egipto, Túnez, Ecuador y de los elementos de prensión y/o sustentación; y los
los valles centrales chilenos. Desde esta metodología tratamientos de las superficies primarios y finales en
de trabajo se establecen un conjunto de criterios que función de su finalidad y la fase dónde se realizan.
permiten sistematizar el registro de las macrotrazas, Los Procesos Tecnológicos Pormenorizados
establecer comparativas con la colección de referen- (PTP). Se sitúan en cada proceso tecnológico mar-
cia y, en último lugar, inferir en un conjunto de ca- co y hacen referencia a los diferentes procesos que
tegorías y variables relacionadas con el modelado a se ejecutan desde la fabricación de la forma hasta el
mano de las cerámicas. tratamiento final de las superficies. Estos procesos
Las macrotrazas de fabricación se pueden clasifi- tecnológicos se concretan, a su vez, con las opera-
car entre las trazas de formación directa y las trazas de ciones técnicas que designan las diferentes acciones
formación indirecta en función de su proceso de for- y los gestos técnicos que se realizan en cada acción
mación. Las trazas de formación directa son la conse- de trabajo específica. A modo de ejemplo, el urdido
cuencia de la realización de las acciones técnicas que está representado por un proceso tecnológico en sí
quedan marcadas indefinidamente en las cerámicas, mismo, que incorpora un conjunto de operaciones
las cuales están representadas por acanaladuras, ban- técnicas que abarcan desde la elaboración de los co-
das, estrías, hendiduras, rebabas, orificios, aspectos de lombinos hasta sus diferentes sistemas de aplicación,
la superficie, aristas y resaltes, placas, depresiones y colocación y unión.
variaciones de concavidad y convexidad de las super- La Finalidad hace referencia a la intencionalidad
ficies. En cambio, las trazas de formación indirecta de cada proceso técnico y, en último lugar, las herra-
se generan por el deterioro, desgaste o rotura de los mientas permiten definir si se ha actuado de forma
recipientes, debido a su uso, abandono o amortiza- manual o a través de un medio de trabajo y cuál fue
ción. Éstas están representadas por los patrones de la morfología y materia prima del útil, en función del
fractura lineales o laminares, grietas en las fracturas tipo de trazas que generó.
trasversales o en superficie, craquelados y láminas su- Para poder ejemplificar la aplicación de esta me-
perpuestas. todología y evaluar el conjunto de datos empíricos
El método que se establece para poder analizar específicos que se pueden llegar a extraer, se presenta
y comparar las macrotrazas del modelado en las vasi- el análisis y la contextualización de un recipiente de
Figura 2. Proceso de excavación del nivel IV de la macroestructura negativa de la Dou. Fuente: Alcalde et al., 2016.
en el cuerpo superior (Fig. 4A). Respecto a la zona te durante el estado fresco de las tierras. Este proceso
del borde, se confeccionó con colombinos pero no se se ha podido inferir por la presencia de una grieta en
documentan trazas que permitan inferir en los siste- la fractura trasversal entre el cordón y la pared de la
mas del urdido. vasija, de forma curvada en diagonal y en disposición
El modelado secundario se relaciona con la téc- vertical (Fig. 3C).
nica de unión del cordón con impresiones por engan- Respecto al tratamiento de las superficies, duran-
chado simple presionado sobre el cuello del recipien- te el estado fresco de las tierras se produce un alisa-
Figura 3. Identificación y localización de las macrotrazas de fabricación asociadas al modelado primario y secundario.
Figura 4. Localización de las macrotrazas vinculadas al modelado primario y a los tratamientos de las superficies exterior e interior.
do de la superficie exterior del cuerpo inferior con 4. Marco de posibilidades del estudio del
una herramienta de punta roma en disposición ver- modelado desde los análisis de las trazas de
tical hacia arriba, con el objetivo de homogeneizar la fabricación
superficie. Esta acción se observa por el aspecto de
la superficie y por los acanalados de forma alargada Los análisis de las macrotrazas de fabricación
que se disponen verticalmente, caracterizados por un constituyen una las metodologías de trabajo que per-
margen con reborde marcado (Fig. 4B). miten conocer los diferentes procesos de modelado y
Asimismo, se realizó un tratamiento de la super- tratamiento de las superficies que se llevaron a cabo
ficie interior con un alisado en disposición horizontal en la producción cerámica. Como se ha podido ob-
mediante la aplicación de una arcilla disuelta en agua servar en el caso de estudio, la aplicación de este tipo
cuando las tierras estaban en proceso de secado. Esta de metodologías permite obtener datos específicos
acción se puede relacionar con la presencia de algunas sobre el modelaje a través del registro sistemático y la
láminas superpuestas y de agrupaciones de estrías su- comparativa de las macrotrazas de fabricación con los
perficiales y horizontales con reborde y solapadas en referenciales de las colecciones etnográficas.
la superficie interior (Fig. 4C). Al conocer de forma específica cómo se habría
En síntesis, el modelado de este recipiente se modelado cada producto cerámico se pueden llegar
relaciona con la confección por urdido del borde y a establecer comparativas entre los datos para poder
el cuerpo, colocando los colombinos en horizontal y determinar si existieron diferentes tendencias en su
diagonal, aplicándolos por encabalgamiento interno y producción. Asimismo, y al relacionar los procesos
uniéndolos por aplastado y arrastrado. Por otro lado, de modelaje con la morfometría de los recipientes
se documenta un alisado de las superficies, con un u otros aspectos relativos a su manufactura (mate-
tratamiento de la superficie exterior en disposición ria prima, decoraciones, cocción), se pueden llegar
vertical y un tratamiento de la superficie interior en a inferir en aspectos relacionados con la estructura
disposición horizontal. Así pues, se constata el em- productiva, como la existencia de producciones do-
pleo de los colombinos para el modelaje de los pro- mésticas, producciones estandarizadas, productos ce-
ductos cerámicos en el yacimiento de la Dou en cro- rámicos especializados, y/o la existencia un colectivo
nologías del Bronce final (1200-900 cal ANE). especializado en su producción.
En definitiva, el estudio de los procesos de mo-
delado y, en general, de la manufactura de los produc-
tos cerámicos debe de ser orientado a generar cono- 2200-1500 cal a.n.e. Tesis doctoral. Universitat
cimiento sobre las relaciones sociales y las formas de Autònoma de Barcelona, Bellaterra.
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así, formulando este tipo de cuestiones, se podrá lle- el Throwing on the basis of Ceramic Surface Fea-
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Departament de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga, Universitat de València. Av. de Blasco Ibáñez, 28, 46010
Valencia, España. diapepia@alumni.uv.es
513
Diana Pérez-Piá
varo, 2002: 34; Ortega, 2002: 121), hasta el final del nivel más amplio se encuentran las familias, distingui-
siglo XV. En la actualidad todas ellas se encuentran das según tipo de cubierta y pigmentos utilizados en
repartidas entre los fondos de instituciones museís- la decoración, sumando un total de cinco: una con cu-
ticas, tanto nacionales como extranjeras, destacando bierta de plomo y las cuatro restantes con estannífera,
en número las conservadas en el Museo Provincial diferenciadas éstas entre sí según presenten en su de-
de Teruel. A ellas se añaden las pertenecientes a las coración pigmento verde, la combinación de verde y
colecciones del Museu del Disseny de Barcelona, el negro, únicamente negro o sólo azul. A su vez, en las
Museo Nacional de Artes Decorativas, el Instituto tres últimas familias los motivos decorativos plasma-
Valencia de Don Juan y el Metropolitan Museum of dos en las piezas han permitido la distinción de series
Art, entre otros. decorativas, coexistiendo varias de ellas en una misma
Deben mencionarse dos tipos de limitaciones familia en determinados periodos.
con que se contó para realizar el estudio previo a la
propuesta, ambas derivadas de la falta de información: 3.1. Familia de loza con vidriado de plomo
por una parte, documental, con una casi inexistencia
de publicaciones que recojan de modo detallado los Siguiendo un orden cronológico, esta familia se
resultados de las últimas intervenciones arqueológicas encuentra en primer lugar. Hallada en depósitos ar-
urbanas, con informes de excavaciones que presen- queológicos del último tercio del siglo XIII, como las
tan, si lo hacen, exiguas menciones a los hallazgos de recuperadas en la plaza de San Juan (Collado, 1991;
cerámica. Por otra, cronológica, con una significativa Collado et al., 1991), perdura hasta al menos la prime-
ausencia de conjuntos cerrados y descontextualiza- ra mitad del siglo XIV (Collado, 2007). Está constitui-
ción de piezas que proceden de hallazgos fortuitos da por piezas de pasta rojiza y poco depurada dotadas
con motivo de remociones de tierra y obras en zona de una cubierta vítrea plumbífera, resultando tonali-
urbana. Además, a ellas se añaden piezas registradas, dades meladas o pardas en superficie, y que presen-
en su momento, con escaso rigor arqueológico, así tan decoración incisa y/o acanalada, nunca pintada.
como recogidas por particulares, posteriormente en- Formalmente entronca con la tradición andalusí de
tregadas a museos o formando hoy parte de coleccio- pie anular y cuerpos globulares o piriformes en las
nes privadas. formas cerradas y carenados en las abiertas (Fig. 1).
Por último, referir que la seriación que a conti-
nuación se presenta ha tratado de plantearse de modo 3.2. Familia de loza con cubierta estannífera decorada
que en todo momento pueda ser modificada, amplia- en verde
da y corregida en caso necesario; asumiendo además,
desde un principio, posibles equívocos derivados de Contemporánea a la anterior, las piezas de esta
una perspectiva actual y a falta de una investigación familia guardan un gran parecido estilístico y formal
realizada con una mayor profundidad y desarrollo, respecto a las cerámicas almohades de Albarracín,
que será emprendida en una futura tesis doctoral. datadas entre finales del siglo XII e inicios del siglo
XIII, de las que podría ser considerada heredera di-
3. Propuesta de seriación recta. Es habitual en contextos de las últimas décadas
del siglo XIII y primeras del XIV, si bien su cronolo-
M. I. Álvaro ya realizó lo que puede considerarse gía más estricta la ofrece la construcción del primer y
un primer esbozo de seriación de la cerámica bajo- segundo cuerpo de la torre mudéjar de Pina de Ebro
medieval turolense, diferenciando dos grupos en la (Zaragoza), donde se insertó un cuenco de ala ancha
combinación de colores verde y negro: el inicial, de con estos mismos rasgos y cuya procedencia se sitúa
transición, y un segundo en el que son definidas las en Teruel (Álvaro et al., 1986).
formas que predominarían durante el resto del pe- Presenta una pasta rojiza y poco depurada, cu-
riodo (Álvaro, 2002: 34-35). No menos significativo bierta estannífera (que varía en opacidad) y líneas ver-
resulta lo expuesto por J. Ortega sobre los cambios des pintadas a base de óxido de cobre. A nivel formal
formales en el repertorio (Ortega, 2002: 125-133). predominan los pies anulares, cuerpos globulares o
Con lo anterior como base y tomando como refe- piriformes en formas cerradas y carenadas, de borde
rencia piezas que ofrecen datos cronológicos fiables, liso u ondulado en abiertas, las cuales carecen de es-
se presenta a continuación una propuesta de familias maltado o vedrío en exterior. En cuanto a decoración,
y series decorativas estructurada en dos niveles. En el en las formas abiertas, en su gran mayoría cuencos
Figura 1. Loza con cubierta de plomo y loza con cubierta estannífera y decoración monócroma. Algunas de las formas y tipos más significativos.
con ala y escudillas, predominan dos grupos de dos con loza decorada en verde (Hernández-Pardos et al.,
líneas curvas, habitualmente tangentes o entrecruza- 2004). Esta serie podría haber derivado en la clásica
das. Por su parte, en las cerradas las líneas aparecen de familia verde y negro, presentando ambas un gran
sobre la mitad superior del cuerpo, también de a dos, parecido en figuras y trazos además de correspon-
en trazos que recuerdan a una onda (Fig. 1). derse cronológicamente el fin de una y el inicio de la
otra. No menos significativa es la analogía respecto de
3.3. Familia de loza con cubierta estannífera decorada piezas coetáneas con motivos antropomorfos recupe-
en negro radas en el castillo de Albarracín (Álvaro, 2002: 38).
• Serie geométrica: presenta decoración de
La monocromía a partir de óxido de manganeso motivos geométricos de trazo grueso que cubren la
y la sencillez de sus decoraciones, carentes de elemen- casi totalidad de la superficie, distribuidos concéntri-
tos secundarios alrededor del motivo principal, defi- ca, libremente o inscritos en un círculo; y que desta-
nen a esta familia (Fig. 1). Aparece de manera tem- can sobre la superficie esmaltada, que en ocasiones
prana, en contextos de las décadas finales del siglo trasluce parcialmente el color de la pasta. Abundan
XIII (Hernández-Pardos et al., 2004), ausentándose formas abiertas, especialmente escudillas lobuladas,
posiblemente durante el segundo tercio del XIV para que pueden contar de un modo puntual con manchas
reaparecer en el último y continuar durante parte del de vedrío verde en la zona del borde. Aparece en con-
siglo XV (Collado, 2007). textos entre el último tercio del siglo XIV y principios
Se distinguen dos tipos de pasta diferentes: una del XV.
rojiza y poco depurada, propia de las piezas más an- • Serie esquemática: contemporánea a la ante-
tiguas, y otra de color más rosado y con un menor rior, con la que se relaciona en contextos y crono-
número de inclusiones, que empezará a emplearse a logía, se distingue por motivos sencillos aislados en
partir de la segunda mitad del siglo XIV. la parte central de la pieza. Iconográficamente abun-
• Serie inicial: datada entre el último tercio del dan los temas vegetales simplificados, pero también
siglo XIII e inicios del XIV, se caracteriza por finos zoomorfos y la mano de Fátima, característica de esta
trazos de manganeso con los que se dibujaron moti- serie; trazados con pinceladas generalmente gruesas.
vos figurativos y también geométricos, como espira- De modo excepcional, algunas formas abiertas pre-
les (Álvaro, 2002: 35-36). En la intervención arqueo- sentan esmaltado en su exterior. Prevalecen tipos de
lógica de la Plaza de la Judería, concluida en 2004, se base plana, persistiendo otros de pie anular.
recuperaron fragmentos de piezas de esta serie con
esmalte cubriente y decoración antropomorfa junto
Figura 2. Loza con cubierta estannífera decorada en verde y negro. Formas y tipos representativos de cada una de las series propuestas.
3.4. Familia de loza con cubierta estannífera decorada en zadas; en el segundo éstos se cubren con espirales y
verde y negro finos trazos en negro. En ambos los exteriores de las
formas abiertas carecen de esmalte, predominando
Distinguida por la bicromía verde y negro, con- tipos de pie anular.
secuencia de la combinación de los óxidos de cobre y • Serie simple: se caracteriza por presentar un
de manganeso, la aparición de esta familia se sitúa en- elemento central que acostumbra a ser de temática
tre últimos años del siglo XIII y primeras décadas del heráldica, careciendo de otra decoración. El exterior
XIV (Álvaro, 2002: 35), perdurando hasta el final de de las formas abiertas puede presentar esmaltado, en
la época medieval. Con ella se introdujeron la mayoría ocasiones mezclado con óxido de cobre, resultando
de motivos decorativos característicos de la cerámica un intenso color verde. Formalmente, a pesar de pre-
bajomedieval turolense, dando lugar a su repertorio valecer tipos de pie anular ya se introduce la base pla-
iconográfico. Sus piezas presentan los dos tipos de na. Aparece en contextos de entre mediados y último
pastas descritas en la familia decorada en negro. tercio del siglo XIV.
Debido a su amplio arco cronológico, presenta • Serie del ajedrezado: fechada entre el segun-
una considerable diversidad en formas y decoracio- do tercio del siglo XIV e inicios del XV, su nombre
nes. Atendiendo a los motivos pintados en la super- responde a su decoración, basada en cuadrados en
ficie han sido distinguidas un total de cuatro series negro alternados con otros vacíos en los que queda
(Fig. 2): al descubierto el blanco del esmalte y que ocupa la
• Serie clásica: representada en la fachada ex- totalidad del cuerpo de la pieza sobre la que se traza,
terior de la aludida torre de Pina de Ebro, surge en enmarcándose por bandas de verde. Está constituida
los últimos años del siglo XIII y persiste hasta finales por formas cerradas y tipos de base plana.
del XIV. A nivel ornamental sus piezas presentan la • Serie de los helechos: puede entenderse
práctica totalidad de superficie esmaltada decorada, como consecuencia de la llegada regular a Teruel de
pudiendo diferenciar dos grupos: uno con elemento loza dorada y azul y dorada del área valenciana desde
central destacado, bien en campo abierto y de modo finales del siglo XIV (Villanueva, 2007), la cual ha-
individual o dos motivos afrontados con un árbol de bría ejercido influencia directa en la producción local,
la vida como eje, y otro que los agrupa siguiendo es- comportando la renovación de motivos decorativos,
quemas geométricos definidos, apreciables en espe- entre ellos las hojas de helecho que caracterizan a esta
cial en las formas abiertas. Mientras en el primero los serie, situadas alrededor del elemento central en for-
espacios vacíos suelen decorarse con pequeños moti- mas abiertas o como tema principal en el exterior de
vos vegetales, conjuntos de puntos y líneas entrecru- las cerradas inscritas en bandas horizontales. Junto a
Figura 3. Loza con cubierta estannífera decorada en azul. Formas y tipos más significativos de cada una de las series propuestas.
decoraciones también se incorporaron nuevas for- mente, enmarcadas en ovas, continuas o intercaladas.
mas, con tipos de base plana y otros a imitación de El elemento central aparece completamente aislado,
objetos fabricados en metal, como jarritas de pie oc- inscrito en un círculo. Predominan formas abiertas
togonal recortado y pitorro. Aparece en contextos ya como platos y escudillas con orejetas, tipo además re-
del siglo XV, en especial de la segunda mitad, asociada producido en juguetes.
a loza valenciana (Atrián, 1979). • Serie simple: se caracteriza por presentar un
motivo central como única decoración pintada, pre-
3.5. Familia de loza con cubierta estannífera decorada dominando vegetales estilizados, epigráficos y herál-
en azul dicos. Como en la anterior, abundan formas abiertas,
especialmente escudillas de borde liso.
La aparición de loza estannífera decorada en • Serie valenciana: sus piezas presentan moti-
azul, con óxido de cobalto, puede considerarse in- vos inspirados en la loza dorada o azul y dorada de
fluencia directa de la llegada de loza valenciana a la los alfares valencianos y con ella se introduce el uso
ciudad aragonesa. A pesar de que el inicio de esta pro- de molde para platos de gran tamaño y umbo cen-
ducción cerámica en Teruel se estimó en un principio tral. Entre los motivos más frecuentes, dispuestos en
hacia el último tercio del siglo XIV, tomando como bandas en formas cerradas y radialmente en abiertas,
referencia unos azulejos existentes en el convento de destacan tallos carnosos, la combinación de franjas de
San Francisco de dicha población (Almagro y Llubià, acicate y retículas diagonales, hojas de perejil y solfas;
1962: 84), las piezas cerámicas con decoración en azul temas que resultan novedosos en la cerámica turolen-
han sido recuperadas en contextos fechados a par- se. Puede distinguirse un grupo compuesto por escu-
tir de mediados del siglo XV, junto a loza dorada de dillas y platos cuya decoración se basa en la repetición
Manises y Muel (Atrián, 1979; Collado, 2007; Herce, cuádruple de un motivo vegetal en torno al central.
1991).
Es propia de esta familia una pasta depurada 4. Conclusiones
rosada-asalmonada que suele variar a beige hacia el
exterior. Formalmente presenta una total ausencia de Al igual que sucede con las tipologías, una seria-
pie anular, sustituido por bases planas o pie alto. Las ción no es tanto un fin en sí mismo sino un medio
series que la forman son (Fig. 3): para alcanzar un propósito; en este caso, un mejor co-
• Serie de las plumas: cuyo nombre responde a nocimiento de la cerámica vidriada bajomedieval de
los motivos filiformes dispuestos en las piezas radial- Teruel. Por ello, esta propuesta no tendría sentido si
Figura 4. Representación de la evolución cronológica de las series de loza decorada bajomedieval de Teruel.
no fuese precedida por una serie de conclusiones que tiva de la loza decorada en negro inicial, que podría
pueden derivarse de ella y que, a modo de síntesis de haber tenido su continuación en la decorada en verde
lo expuesto, se desarrollan a continuación: y negro, en la cual se advierten idénticos trazos finos,
En primer lugar, a nivel material y tecnológico, reapareciendo décadas después. Además, se observa
se aprecia una evolución hacia una mayor compleji- una proliferación de series de corta duración entre
dad del tratamiento de la arcilla empleada, pasando finales del siglo XIV y principios del XV, que podría
de pastas rojizas escasamente depuradas de finales responder a las múltiples influencias estilísticas reci-
del siglo XIII y que todavía predominan durante la bidas, tanto de la cerámica bajomedieval cristiana del
primera mitad del siglo XIV, a las de la segunda mitad área valenciana como de la pintura gótico-mudéjar.
y totalidad del XV, obtenidas con un procedimiento Y, en tercero, destacar las notables diferencias
más elaborado y que carecen de las inclusiones que entre acabados y decoraciones presentes en las pie-
caracterizan a la primera. zas estudiadas. Dichas desigualdades dan lugar a la
En segundo, la agrupación de la loza en familias coexistencia de series sencillas (de producción más
y series decorativas permitió la obtención de una se- rápida y económica) con esmalte poco cubriente y en
cuencia cronológica estimada de su desarrollo (Fig. 4) las cuales la decoración se limita a la parte central de
en la que destaca el aparente cese productivo de loza la pieza, junto a otras que presentan un esmalte cu-
con cubierta de plomo y la esmaltada decorada en ver- briente y composiciones iconográficas más complejas
de durante el siglo XIV, coincidente con el abandono que tienden a ocupar la totalidad de superficie. És-
de formas con mayor cercanía formal a la tradición tas últimas pueden entenderse como más costosas y
andalusí. Parecido sucede con la interrupción produc- serían, con probabilidad, únicamente accesibles a las
capas superiores de la población. En este sentido, la Álvaro Zamora, M. I.; Borrás Gualis, G.M.; Barlés
pluralidad socioeconómica y cultural que existió en Báguena, E., 1986. El convento franciscano de
Teruel entre los siglos XIII y XV, manifiesta en la San Salvador en Pina de Ebro (Zaragoza), Arti-
gran diversidad de su producción cerámica, revela una grama 3, 49-104.
vez más la ya conocida dependencia entre sociedad Atrián Jordán, P., 1979. Informe sobre las excavacio-
(como consumidora) y cerámica (como producto), nes realizadas en la Plaza de la Judería, Boletín in-
adaptándose ésta a las necesidades y demanda de la formativo de la Diputación Provincial de Teruel
población. 53, 44-46.
Por último, queda señalar que el presente artí- Collado Villaba, O., 1991. Excavaciones arqueológi-
culo supone una propuesta sobre el material actual, cas de urgencia. Plaza de San Juan. Teruel. 1986.
esperando que todo cuanto ha sido expuesto sea am- Segunda campaña, Arqueología Aragonesa 1986-
pliado y matizado en un futuro próximo con datos 1987, Zaragoza, pp. 317-319.
derivados de materiales todavía por estudiar, nuevas Collado Villaba, O.; Loscos, R. M.; Martínez, M. R.;
intervenciones arqueológicas y revisión de publica- Simón, J. M., 1991. Excavaciones arqueológicas de
ciones sobre alfares y restos cerámicos coetáneos del urgencia. Plaza de San Juan. Teruel. 1987. Tercera
territorio peninsular. Se podrán superar así carencias campaña, Arqueología Aragonesa 1986-1987, pp.
que todavía pesan sobre el estudio de esta interesante 321-323.
producción aragonesa, permitiendo alcanzar un ma- Collado Villalba, O., 2007. Excavación arqueológica
yor conocimiento de la sociedad bajo la que se creó y en la plaza de la Judería. Teruel. En: Gimeno, B.
desarrolló la cerámica bajomedieval de Teruel. (Coord.), Arqueología Aragonesa 1995-2005, sin
paginar.
Agradecimientos Herce San Miguel, A. I., 1991. Informe sobre la exca-
vación realizada en c/ Ainsas esquina c/Comadre.
Quisiese expresar mi agradecimiento a los Dres. Teruel, Arqueología Aragonesa 1986-1987, Zara-
Jaume Coll y José Pérez Ballester, por sus sugeren- goza, pp. 325-328.
cias y valiosos consejos en referencia a este texto; así Hernández Pardos, A.; Monteagudo Arévalo, R.;
como a Carmen Escriche (conservadora del Museo Franco Calvo, J. G., 2004. La plaza de la Judería
Provincial de Teruel) y a Mª Antonia Casanoves e Isa- de Teruel. La intervención arqueológica en 2004,
bel Fernández del Moral (conservadoras del Museu Memorias de Arqueología Aragonesa, 2004, en lí-
del Disseny de Barcelona), por facilitarme el acceso nea, sin paginar.
a materiales, fotografías de piezas y documentación Ortega Ortega, J. M., 2002. …operis terre turolii:
solicitada. la cerámica bajomedieval en Teruel, Museo de
Teruel, Teruel.
Bibliografía Villanueva Morte, C., 2007. Estudio de la producción
y comercialización de la cerámica bajomedieval
Almagro Basch, M.; Llubiá Munné, L.M., 1962. La entre los reinos de Aragón y Valencia, Anales de
Cerámica de Teruel, Instituto de Estudios Turo- la Universidad de Alicante. Historia Medieval XIV,
lenses, Teruel. 249-287.
Álvaro Zamora, M.I., 2002. Cerámica Aragonesa II,
Ibercaja, Zaragoza.
1
ARCHAEOM, Departament de Prehistòria de la Universitat Autònoma de Barcelona, 08193. nadia.tarifa@uab.cat
521
Nàdia Tarifa Mateo
Figura 1. Mapa de los yacimientos con presencia de residuos de grasa animal. En este documento gráfico se sitúan los yacimientos que se citan en el
texto sobre un mapa de Europa, identificados por la silueta de un cuadrado co-loreada según el grupo cronológico al que pertenecen las dataciones
absolutas (azul, 6200-5000 cal ANE; mo-rado, 5000-4000 cal ANE; naranja, 4000-2500 cal ANE) y por el relleno de un cuadrado coloreado según
el resultado de los análisis (rumiantes, azul; no rumiantes, amarillo; mixto (rumiante y no rumiante), verde; no determinado (ausencia de análisis
IRMS), negro).
Figura 2. Mapa de los yacimientos con presencia de residuos de recursos marinos. En este documento gráfico se sitúan los yacimientos que se citan
en el texto sobre un mapa de Europa, identificados por una estrella coloreada según el grupo cronológico al que pertenecen las dataciones absolutas
(azul, 6200-5000 cal ANE; morado, 5000-4000 cal ANE; naranja, 4000-2500 cal ANE).
denció el consumo de carne porcina, pese a que las te con yacimientos como Oudenaarde (Craig, 2004),
evidencias zooarqueológicas no pudieron identificar- Swif-terbant (Raenaekers et al., 2013) y Neustadt (Saul
lo a causa de la mala conservación de los restos óseos, et al., 2012; Saul et al., 2013). En cambio, en Gran Bre-
debido a la tafonomía (Navarrete y Saña, 2013). En taña, Ham-bledon Hill, Windmill Hill y Eton Rowing
el norte y la llanura central encontramos una pau- Lake, sólo se evidencia el procesado de carne de ori-
ta recurrente en Doel-Deurganckdok (Craig, 2004), gen rumiante (Copley et al., 2003), a excepción de Wi-
Niederhummel, Wangels, Eythra y Zwenkau, aunque llington Quarry (Graham et al., 2004), mientras que
en Brodau (Salque et al., 2012), Ludwinowo, Brześć en los yacimientos finlandeses de Vantaa Stenkulla y
Kujawski, Miechowice, Smólsk, Wolica Nowa y Sta- Maarinkunnas, sólo se detectaron grasas animales de
re Nakonowo (Salque et al., 2008) sólo se evi-dencian origen no rumiante (Cramp et al., 2014).
grasas de origen rumiante. En cambio, en Dinamarca Durante el neolítico final, los yacimientos del
se documentó un consumo mixto en Akonge, Amo- Monte de Os Escurros (Prieto et al., 2005), Polide-
se, Salpetermosen y Roskilde Fjord (Craig et al., 2011). portivo de Martos (Sanchez et al., 1998), Perdigões
En cronologías más recientes el registro es no- y Bela Vista 5 (Bastos, 2013) presentan un consumo
toriamente más reducido, pero nos permite hablar rumiante. En la zona de los Alpes suizos, volvemos
de una continuidad de las pautas de consumo en las a encontrar un consumo mixto, como en Arbon Be-
zonas del este, con el yacimiento de Maharski prekop lice 3 (Spangenberg et al., 2006), o los yacimien-tos
(Ogrinc et al., 2012), Moverna Vas y Ajdovska Jama de Gran Bretaña, como Pool (Bonfield, 1997), Upper
(Soberl et al., 2014). En la región de los Alpes se do- Ninepende (Dudd et al., 1998), Skara Brae, Crossie-
cumentó y estudió los vasos de Claivaux XIV (Regert, crown, etc. (Mukherjee et al., 2008). En cambio, en
2011) y Chalain (Regert et al., 1999), y hacia el nor- otros de esta misma región predomina el consumo
de grasas de origen rumiante, como en Durrington la leche, como la caseína de bóvidos, se creía que se
Walls, West Kennet, Wyke Down (Mukherjee et al., desarrolló a mediados del III milenio ANE (Sherratt,
2008), Yarnton, Runnymede o Abingdon (Copley et 1981).
al., 2003) (Fig. 1). Los residuos de grasa animal se detectan en la
cerámica arqueológica mediante los ácidos ácidos pal-
2.2. Recursos marinos mítico (C16:0) y esteárico (C18:0). Para poder discri-
minar las grasas de la leche de las grasas subcutáneas
Pese a los cambios que se produjeron hacia el o los productos vegetales, la buena conservación de
VI milenio cal ANE, y como hemos comentado an- los triglicéridos puede permitirnos identificarlas por
teriormente, estos no implicaron una suplantación su bajo peso molecular, o mediante la identificación
completa de los hábitos alimenticios o las prácticas isotópica del compuesto específico del carbono de los
socioeconómicas. Este modelo que supuso una con- ácidos grasos, nos permite comparar los valores δ13C
tinuidad significativa de las prácticas cazadoras-re- con valores de referencia modernos (Dudd y Evers-
colectoras-pescadoras puede identificarse a partir de hed, 1998).
los biomarcadores lípidos, incluidos los ácidos grasos En el sureste europeo se encontró la evidencia
dihidroxilados, los ácidos alcanoicos y las trazas de de productos lácteos a partir del VI milenio cal ANE
isótopos estables del carbono que se conservan en los en Stravroupoli (Evershed et al., 2008), Drenovac,
recipientes de cocción. Motel-Slatina (Perić et al., 2013), Mâgura, Kosylow-
El ácido fitánico es un ácido graso de isoprenoi- ce, Rehelyi Dülö y Póhalom (Evershed et al., 2008)
des tetrametil ramificado que, junto con otros isopre- y Mala Triglavca (Soberl et al., 2008), y que persistió
noides y ácidos alcanoicos ω-(o-alquilfenilo) se ha utili- durante el V milenio cal ANE en Moverna Vas (So-
zado para inferir en el procesado de los organismos berl et al., 2014), Maharski prekop (Ogrinc et al., 2012)
acuáticos. y Ajdovska Jama (Soberl et al., 2014). En la penín-
Los ácidos alcanoicos ω-(o-alquilfenilo) se forman sula itálica se evidenció la composición de isótopos
durante el calentamiento de los ácidos grasos triinsa- estables del carbono correspondientes a productos
turados (C16:3, C18:3 y C20:3), que se encuentran co- lácteos en algunos de los vasos a partir del 5800 cal
múnmente en los tejidos de animales marinos, a más ANE en Colle Santo Stefano (Salque et al., 2012),
de 270ºC (Hansel et al., 2004). La Quercia (Evershed et al., 2008), Fondo Azzollini
En la península itálica, se identificaron estos y Ciccotto (Debono, 2012). En la costa mediterrá-
compuestos orgánicos con dataciones de entre el VII nea de la península ibérica aparecieron recipientes
y V milenio en yacimientos como Nakovana, Fondo cerámicos que habían sido utilizados para contener
Azzollini, Skorba, etc (Debono, 2012). De la misma y/o procesar productos lácteos, como Can Sadurni
manera se documentaron en Can Sadurní (Debono, (Debono, 2012), Reina Amália (Breu, 2015) y Cova
2012), en Oudenaarde y Doel-Deurganckdok (Craig, de l’Or (Martí et al., 2009), actividad que se mantuvo
2004) o en Moray y South Uist (Cramp et al., 2014b). también en el Neolítico medio en la Cova d’en Pardo
Pero no sólo se trató de un proceso de transición, (Soler y Togores, 2008) y un vaso de boca cuadra-
sino que en algunos casos podemos ver que las distin- da de las Minas de Gavà (Tres-serras, 2009). En el
tas prácticas de subsistencia se mantuvieron a lo largo norte de Europa se documentaron vasos cerámicos
del Neolítico, como es el caso de Arbon Bleiche 3 con estos fines en el yacimiento alemán de Brodau
(Spangenberg et al., 2006), Neustadt (Saul et al., 2012; (Salque et al., 2012) y en los yacimientos poloneses de
Saul et al., 2013) y los yacimientos escandinavos de Ludwinowo, Brześć Kujawski, etc a partir del 5400 cal
Vantaa Stenkulla, Maarinkunnas (Cramp et al., 2014) y ANE (Salque et al., 2012). En la península de Jutlan-
Skogmossen (Isaksson et al., 2012), datados entre el V dia vemos que los yacimientos neolíticos de Akonge,
y el IV milenio cal ANE (Fig. 2). Amose, Salpetermosen y Roskilde Fjord mantienen el
consumo de recursos marinos y terrestres, que ya se
2.3. Leche documentaba desde fases mesolíticas, añadiendo a su
dieta los productos lácteos (Craig et al., 2011).
Desde el punto de vista dietético, la leche su- En Gran Bretaña, encontramos los yacimientos
ple el aminoácido de la lisina que no se encuentra en de Hambledon Hill, Windmill Hill y Eton Rowing
los productos cerealísticos básicos. Hasta hace poco Lake con dataciones a partir del 4100 cal ANE, dón-
tiempo, la detección inmunológica de las proteínas de de se constató el consumo de productos lácteos más
Figura 3. Mapa de los yacimientos con presencia de residuos de productos lácteos. En este documento gráfico se sitúan los yacimientos que se citan
en el texto sobre un mapa de Europa, identificados por un círculo coloreado se-gún el grupo cronológico al que pertenecen las dataciones absolutas
(azul, 6200-5000 cal ANE; morado, 5000-4000 cal ANE; naranja, 4000-2500 cal ANE).
antiguos en esta región (Copley et al., 2003) y poste- ambientales (Regert et al., 2003). Por el contrario, los
riormente en Upper Ninepende (Dudd et al., 1999), biomar-cadores de la cera de abejas son más estables
Willington Quarry (Graham et al., 2004), Skara Brae y resistentes a los procesos de degradación; por lo
(Mukherjee et al., 2008) o Pool (Bonfield, 1997). tanto, son más suscep-tibles de ser detectados.
A partir del IV milenio cal ANE, se documentó La composición química de la cera de abeja es
en Francia el consumo de estos productos en Chalain muy constante, ya que está determinada genéticamen-
(Regert et al., 1999), Arbon Bleiche 3 (Spangenberg et te a través de la bioquímica del insecto, comprende un
al., 2006) (Fig. 3). 25% de alcanos, incluyendo ácidos n-alcanos y n-al-
canoicos, 2-6% de ácidos grasos libres y un 49-53%
3. Cera de abeja de ésteres de cadena larga (Regert et al., 2001), con-
cretamente los monoésteres saturados. Su estructura
Más allá de su consumo alimentario, la cera de está formada por una cadena larga de alcoholes con
abeja presenta una serie de propiedades útiles para su átomos de carbono (C24-C36), esterificado con un
consumo en distintos aspectos, como hidrofobicidad, C16:0. Los hidrocarburos presentes lo hacen en un
flexibilidad, lenta combustión y propiedades terapéu- rango de carbonos entre 25-35, siendo el C27 el ma-
ticas y antibacterianas. En términos del análisis quími- yoritario (Molina, 2015). En menor proporción apa-
co de los residuos orgánicos que se conservan en los recen los ácidos grasos (C16:0 y C18:0), mientras que
sitios arqueológicos, rara vez se han conseguido iden- el ácido tetracosanoico (C24:0) es el principal compo-
tificar biomarcadores de miel en contextos arqueoló- nente formando parte de la cadena de ácidos grasos
gicos y esto puede ser atribuido a su alta suscepti-bi- esterificada con un alcohol (Regert et al., 2001).
lidad a la degradación bajo la mayoría de condiciones A partir del VI milenio cal ANE, en el sur de
Figura 4. Mapa de los yacimientos con presencia de residuos de cera de abeja. En este documento gráfico se sitúan los yacimientos que se citan en el
texto sobre un mapa de Europa, identificados por un círculo coloreado según el grupo cronológico al que pertenecen las dataciones absolutas (azul,
6200-5000 cal ANE; morado, 5000-4000 cal ANE; naranja, 4000-2500 cal ANE).
Europa, se documentaron restos de cera de abeja en tos lácteos y cereal (Yañez et al., 2002). Los vasos de
vasos procedentes en Drakaina Cave, Dikili Tash (Re- Clairvaux XIV (Regert, 2011) y Chalain 3 (Regert et
gert et al., 2001), Stavroupoli (Evershed et al., 2008), al., 1999) muestran el consumo mixto de grasas adi-
Limenaria (Decavallas, 2007), Mâgura, Rehelyi Dülö, posas y subcutáneas con miel expuestas a altas tem-
Póhalom, Kosylowce (Evershed et al., 2008), Dreno- peraturas. En el Reino Unido y Escocia se estudiaron
vac, Motel-Slatina (Perić et al., 2013), Mala Triglavca más de 200 vasos procedentes de yacimientos como
(Soberl et al., 2008) y en La Quercia (Evershed et al., Runnymede (Copley et al., 2003), Willington Quarry
2008). Hacia el norte, los residuos orgánicos mues- (Graham et al., 2004), Skara Brae, Yarnton Floodp-
tran un patrón similar, con evidencias mixtas de con- lain, etc (Mukherjee et al., 2008) en los que la presen-
sumo de cera de abeja y grasas animales, como son cia de cera de abeja se alterna con la resina de pino.
los casos de los yacimientos de Ludwinowo, Wolica En la península ibérica encontramos el yacimiento
Nowa (Salque et al., 2008), Niederhummel (Salque et del Polideportivo de Martos, en el que se evidenció el
al., 2012; Salque et al., 2015) y en Bercy (Regert et al., consumo de ácidos grasos de ori-gen animal y vegetal
2001). A lo largo del Neolítico medio, las evidencias junto con la cera de abeja (Sánchez et al., 1998), y el
son más escasas pero el consumo de este producto se Dolmen de Azután, en el que los resultados llevaron a
mantiene en Paliambela (Mitkidou et al., 2008), en el los investigadores a interpretar el consumo de hidro-
yacimiento ganadero de Moverna Vas y en el lugar de miel (Guerra, 2014) (Fig. 4).
enterramiento de Ajdovska jama (Soberl et al., 2014).
A finales del V milenio cal ANE, se encontró
un enterramiento Epicardial en Segudet (Andorra)
con evidencias de cera de abeja junto con produc-
más antiguas al Neolítico, como en las pinturas ru- Craig, O.E., Steele, V.J., Fischer, A., Hartz, S., Ander-
pestres de las Cuevas de la Araña (Bicorp, Valencia) sern, S.H., Donohoe, P., Glykou, A., Saul, H., Jo-
(Hernández, 1924) dónde aparece una figura feme- nes D.M., Koch, E., Heron, C.P., 2011. Ancient
nina recolectando miel, la cera juegó un papel muy lipids reveal continuity in culinary practices across
ligado a la cerámica durante el período neolítico. Al- the transition to agriculture in Nothern Europe.
PNAS 44 (108), 17910-17915.
gunos investigadores relacionan la prosencia de cera
de abeja y lípidos con un uso de impermeabilización Craig, O.E., 2004. Organic analysis of “food Crusts”
de los vasos. Sin embargo, a partir de un estudio expe- from sites in the Schelde valley, Belgium: a preli-
rimental (Millson, 2011) se propuso que la presencia minary evalua-tion. Notae Praehistoricae 24, 209-
de cera de abeja es fruto del procesado de la miel para 217.
el consumo y no para impermeabilizar los recipientes, Cramp, L., Evershed, R., Lavento, M., 2014. Neolithic
ya que la presencia de cetonas indica que los vasos dairy farming at the extreme of agriculture in nor-
estuvieron expuestos a una fuente calorífica, lo que thern Europe. Proceedings of The Royal Society,
produce un deterioro del sellado. En su lugar, la re- Biological Sciences 281, 20140819.
sina vege-tal presenta unas propiedades físicas más Cramp, L., Jones, J., Sheridan, A., Smyth, J., Whel-
apropiadas para impermeabilizar los vasos (Romanus ton, H., Mulville, J., Sharples, N., Evershed, R.P.,
et al., 2009), incluso para preservar alimentos y como 2014b. Immediate replacement of fishing with
adhesivo (Dávila, 2013). Presentan una estructura si- dairying by rthe earliest farmers of the Northeast
milar a la cera de abeja, aunque los esteres varían en Atlantic archipelagos. Proceedings of The Royal
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función del organismo que las produce (Evershed,
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1
Arqueocean. Particular de Asturias 8, 9º B, 48970 Basauri, Bizkaia info@arqueocean.com
2
Arqueofoto. Plaza Iberre Barri 8, 3 B, 48630 Gorliz, Bizkaia. info@arqueofoto.com
Resumen old river course when the maritime issue was again acti-
ve in the archaeological activities. However, the actions
En 1982 durante el VI Congreso de Arqueología Sub- carried out in the submerged heritage were not fast; the
marina de Cartagena, se puso de manifiesto la situación de administration took part when it asked us to carry out an
la arqueología subacuática hasta entonces. El panorama underwater survey of the Bakio shipwreck in 2005, even
para Bizkaia no era muy esperanzador y la convertía prác- though this shipwreck was known from 1985 and in 1999
ticamente en una isla aislada de tal actividad en la región some pieces were raised. Later, more actions took place in
cantábrica. Hubo que esperar al hallazgo del pecio de Ur- the intertidal zone and in port installations and when new
bieta en 1998 en un antiguo cauce fluvial para que la mar shipwrecks were found in Laida which made the adminis-
volviera a estar presente en las actuaciones arqueológicas. tration ask for an underwater survey of such shipwrecks,
Aun así, las actuaciones sobre el patrimonio sumergido no later to be known as Laida I and Laida II. All these actions
fueron rápidas; la administración tomó cartas en el asunto were carried out, in one way or another, under the com-
con respecto al pecio de Bakio en 2005, encargándonos mand of the administration, which is trying to manage the
la prospección del mismo, aunque éste se conocía desde underwater heritage.
1985, y en 1999 se extrajeron algunas de sus piezas. Des- However, at the same time, there are other shipwrecks
pués llegan otras actuaciones en la zona intermareal y por- which do not have the same attention but they are known
tuaria a la vez que nuevos restos de embarcaciones apare- by sport divers (Mina Mari, Setares II, San Antolín…). A
cen en Laida, lo que hace que la administración encargue new path runs parallel to the administration´s but it does
la prospección subacuática de los que serán llamados pe- not find its place within the scientific knowledge, where all
cios Laida I y Laida II. Todas estas actuaciones se encuen- bodies involved could play a role in such knowledge. This
tran bajo los auspicios de uno u otro modo de la adminis- paper will present all those shipwrecks, discussing those
tración que parece que trata de gestionar tal patrimonio. two paths on the underwater heritage so that it allows to
Sin embargo, paralelamente, existen otra serie de pe- think about what the underwater archaeology in Biscay
cios a los que no se está prestando la atención correspon- should focus on. Similarly, it will assess the underwater ar-
diente y que son conocidos dentro del buceo recreativo chaeology directed, authorized or supported by the gover-
(Mina Mari, Setares II, San Antolín…). Se abre aquí otra nment and the academia, and by the community of sport
vía paralela a la administración y que no acaba de encon- divers.
trar su sitio dentro de una línea de conocimiento cientí-
fico, en la que todos los agentes implicados puedan jugar Keywords: Biscay. Underwater archaeology. Management.
un papel en el conocimiento del mismo. Esta presentación Sport divers. Collaboration.
estudiará todos esos pecios, presentando esas dos líneas de
trabajo en el patrimonio cultural sumergido, de tal modo
que sirva como reflexión de cuál es el camino a seguir en
la arqueología subacuática en Bizkaia. Igualmente, anali-
zará la arqueología subacuática dirigida, autorizada o in-
centivada por la administración y el mundo académico así
como la participación de los buceadores deportivos en el 1. Introducción
conocimiento de tal patrimonio.
Hace 35 años se celebró el VI Congreso Inter-
Palabras clave: Bizkaia. Arqueología subacuática. Gestión. nacional de Arqueología Submarina en Cartagena
Buceadores deportivos. Colaboración. en 1982 (VV. AA., 1985); fue el último celebrado en
España hablando de la arqueología subacuática espa-
Abstract ñola hasta el más reciente, también en Cartagena, del
In 1982 during the 6th Congress on Submarine Ar- 2013 (Nieto Prieto y Bethencourt Núñez, 2014). Re-
chaeology in Cartagena, the state of the underwater ar- sulta curioso que aunque ya se manifestaban algunos
chaeology up to that time was presented. The situation breves indicios de ciertas actuaciones en arqueología
for the province of Biscay was not very good, making the
province almost an isolated island on the north of Spain subacuática en Bizkaia en 1962 (Urquiola, 1962), nada
regarding such type of archaeology. Time passed by and de ello transcendió ni en el congreso de Cartagena
it was the discovery of the Urbieta wreck in 1998 on an de 1982 (VV.AA., 1985), ni años después cuando el
533
José Manuel Matés Luque y Xabier Armendariz
Figura 1. Xabier Armendariz usando el detector de metales, prospectando el fondo marino de la playa de Bakio, localizando anomalías metálicas.
Foto Kiko Bañuelos.
Ministerio de Cultura presentó la situación de la ar- magro-Gorbea, 2008); tampoco se menciona la expo-
queología subacuática en España, donde Bizkaia no sición del Museo Naval (Unsain, 2004) que actualizó
apareció en el apartado de pecios y prospecciones o el estado de la cuestión de la arqueología subacuática;
cartas arqueológicas (Roldán, 1990). Hay que esperar o tampoco otras obras donde no se menciona para
a la exposición celebrada en 2004 y organizada por el nada lo hecho en el norte peninsular salvo la flota
Museo Naval de San Sebastián (Unsain, 2004) para de Rande (Malagelada Benaprés, 2011). La mejor pu-
tener una puesta al día de las actuaciones en arqueo- blicación hasta la fecha (Benito Domínguez, 2004)
logía subacuáticas llevadas a cabo en el País Vasco (y sobre el estado de la cuestión del patrimonio sumer-
en otros lugares del mundo con presencia de embar- gido para el País Vasco forma parte, igualmente, del
caciones de origen vasco ya que esa publicación no se catálogo hecho para la exposición del Museo Naval
limitaba solo a los pecios vascos en aguas vascas) para (Unsain, 2004) donde, sin embargo, también aparece
conocer cuál era el panorama de entonces, donde ya bien poco sobre lo hecho en Bizkaia.
se indicaba la carencia de gestión integral del patrimo- Es necesario valorar cuánto se ha avanzado des-
nio marítimo (Casado Soto, 2004). Desde luego que la de entonces hasta ahora, cuando varias actuaciones
trascendencia de la arqueología subacuática en el País sobre arqueología subacuática –y aquí incluimos las
Vasco no tiene impacto en obras sobre la evolución actuaciones sobre patrimonio marítimo, intermareal
de la disciplina en España (Mederos Martín y Escri- y portuario-, han tenido lugar en los últimos años,
bano Cobo, 2006) ya que apenas se mencionan unas de tal modo que podamos ver por dónde apunta la
pocas actuaciones clásicas de Mezquiriz de Catalán arqueología académica y de gestión. Paralelamente,
(1964), Martín Bueno y Rodríguez Salís (1975), Ur- resulta interesante valorar la participación de los bu-
quiola (1962), y Benito (1988), o ni siquiera eso (Al- ceadores deportivos en los descubrimientos e investi-
Figura 2. Cañones del pecio de Bakio recuperados en la actuación de 1999 y almacenados en instalaciones del Ayuntamiento de Bakio. Se realiza-
ron fotos y dibujos individualizados para una mejor identificación. Foto J. M. Matés Luque.
gación en el patrimonio marítimo sumergido, pecios UNESCO en su Convención sobre la Protección del
exclusivamente. Patrimonio Cultural Subacuático 2001 (París, 2 de
noviembre de 2001), define en su artículo 1, 1 (a) al
2. La arqueología de investigación y de ges- patrimonio cultural subacuático como “(…) todos los
tión en Bizkaia rastros de existencia humana que tengan un carácter
cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado
Describiremos las actuaciones más significativas, bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica
y casi las únicas. Se incluyen también las actuaciones o continua, por lo menos durante 100 años (…)”.
en medios intermareales ya que aunque lo subacuá-
tico parece indicar que se han de hacer operaciones 2.1. El pecio de Urbieta
de buceo, los restos patrimoniales del pasado suba-
cuático también contemplan aquellos que estén en las Durante el control arqueológico de un antiguo
zonas intermareales. La Ley 16/1985, de 25 de junio, canal en Gernika, una retroexcavadora extrajo made-
del Patrimonio Histórico Español (BOE de 29 de ju- ras que resultaron ser de una embarcación antigua.
nio de 1985), en su Art. 40 indica que “(…) forman Se preparó un equipo arqueológico ad hoc para la ex-
parte del Patrimonio Histórico Español los bienes cavación y extracción de la misma (Izaguirre y Val-
muebles o inmuebles de carácter histórico suscepti- dés, 1998; Izaguirre et al., 1999, 2001). Los análisis
bles de ser estudiados con metodología arqueológica, radiocarbónicos dieron como resultado una embarca-
hayan sido o no extraídos y tanto si se encuentran en ción a tingladillo de 1470 d. C., siendo la primera em-
la superficie o en el subsuelo, en el mar territorial o barcación investigada académicamente y extraída en
en la plataforma continental (…)”. Por su parte, la Bizkaia. Se trata de una embarcación que manifiesta
Figura 3. Vista general de la obra de reparación del malecón de Lazunarri, en Lekeitio. Se trata de un malecón para canalizar la salida del río Lea
para que no depositara sedimentos en el puerto de Lekeitio. Se trata de una obra comenzada en el s. XVIII y con constantes reparaciones a lo largo
del tiempo. En la última reparación había que identificar la parte más antigua para que no fuera afectada. Al fondo, próximo al malecón apareció en
otro momento un resto de embarcación moderna enterrada en la arena; en la playa, no muy lejos de la desembocadura (a la izquierda y debajo de la
foto) apareció un ancla lítica. Foto J. M. Matés Luque.
una gran importancia en la historiografía de la cons- 2013a). Lo que sí se realizó es una nueva inmersión de
trucción naval vasca del s. XV. Hasta cierto punto, se control para ver si el yacimiento había sido alterado
puede considerar a esta actuación como la primera y/o alguna pieza era visible (Matés Luque, 2013b); no
realizada en Bizkaia en arqueología marítima. se encontró ningún resto de material y se constató
que los restos de la embarcación estarían bajo mucha
2.2. El pecio de Bakio arena.
Descubierto en 1985 por miembros del servi- 2.3. El pecio del bou Nabarra
cio de vigilancia de la playa de Bakio, no será hasta
1999 cuando un local, Miguel Uriarte, apoyado por Durante los años 1999 y 2000, Xabier Armenda-
el Ayuntamiento, extrae varios cañones a la playa – riz dirige una prospección de búsqueda del pecio del
actuación desarrollada con escaso cuidado arqueo- bou Nabarra (Mortera Pérez, 2002: 53), un bacalade-
lógico-, así como otras piezas metálicas. Habrá que ro (bou) republicano adscrito a la Marina Auxiliar de
esperar hasta 2004 cuando el Servicio de Patrimonio Euzkadi y que fue hundido en un enfrentamiento con
de la Diputación Foral de Bizkaia encargue un estudio el crucero franquista Canarias el 5 de marzo de 1937.
de los materiales extraídos en 2004 y del fondo mari- Para llevar a cabo la prospección se utilizó un sonar
no, en 2005 (Matés Luque, 2005, 2006, 2012a, 2013a) de barrido lateral y un magnetómetro de protones,
(Figs. 1 y 2). Realizadas las investigaciones sobre el todo ello en un área comprendida entre cabo Billano
poco y no muy “rico” material recuperado, se puso en y cabo Matxitxako. El bou Nabarra no fue localizado,
valor mediante un panel en la propia playa, para que pero sí la patrullera alemana V-408 Haltenbak, hun-
la sociedad conociera lo hecho al respecto sin espe- dida por el submarino norteamericano USS Blackfish
rar a una excavación posterior (Matés Luque, 2012a, el 19 de febrero de 1943.
Portilla, 1988, 1995; Unzueta Portilla y Martínez Sal- accesibles con equipos de circuito cerrado y por bu-
cedo, 1988); también destaca el hallazgo casual de una zos de alta cualificación. También son localizados e
embarcación sumergida; durante su prospección se identificados dos torpedos lanzados por el submari-
localizó una segunda embarcación; ambas se datan en no USS Shad , en enero de 1944, contra el mercan-
el s. XIX, vinculadas a las guerras carlistas; sus nom- te alemán Nordfels, que no llegaron a explosionar y
bres son Laida I y Laida II (Gómez Bravo y Zallo Us- descansan desde entonces en el fondo arenoso. En la
kola, 2012, 2014; Zallo Uskola y Gómez Bravo, 2012). misma línea, un buceador deportivo, Unai Artaloitia,
La última actuación ha sido el seguimiento de la descubre en 2008 los restos del mercante alemán Ho-
regeneración de la playa de Laida donde lo más desta- chheimer, hundido el 21 de mayo de 1944 por el sub-
cado es la aparición de un fragmento de madera a tin- marino británico Sceptre . Estos hallazgos, además
gladillo datado por radiocarbono entre 1210 y 1275, de su indudable interés histórico, vienen a completar,
y que con toda probabilidad está indicando la presen- cuando no descubrir, el escenario histórico de la costa
cia de otra embarcación similar a la de Urbieta pero de Bizkaia dentro del teatro de operaciones de ambos
doscientos años más antigua (Matés Luque, 2015c, conflictos mundiales, a pesar de la teórica posición
2016c). Todas estas actuaciones han sido promovidas neutral de España.
y/o financiadas por entes públicos (Diputación Foral En cuanto a los buques hundidos fuera del con-
de Bizkaia, Delegación de Costas del País Vasco). texto bélico, cabría destacar la gabarra de mineral Se-
tares II, hundida en Somorrostro en 1957; los restos
2.8. Emisario Gorliz del Diana en 2004, en el superpuerto bilbaíno; los del
Cabo Quintres en 1953 en cabo Billano; y por último,
Una obra de saneamiento en Gorliz también lle- el pecio del Mina Mari en 1972 en cabo Matxitxako.
vó una actuación arqueológica para controlar el im- Todos ellos son visitados con asiduidad por bucea-
pacto de la misma sobre el posible fondo marino. Las dores deportivos de todos los niveles, puesto que sus
conclusiones del informe indican que no hubo afec- restos reposan a profundidades que van desde los 10
ción alguna sobre el patrimonio sumergido ya que los metros a los 37 metros. El último caso sería el del
resultados fueron negativos (Aragón Núñez, 2011). buque San Antolín, desaparecido en una tormenta en
Esta obra fue promovida por el Consorcio de Aguas, diciembre de 1908 y que fue localizado por Joseba
un organismo que aglutina a varios municipios viz- Alberdi, sobre un fondo de 70 metros.
caínos, la Diputación Foral de Bizkaia y el Gobierno
Vasco. 4. Conclusión
3. La aportación de los buceadores deporti- Ya desde los primeros tiempos de las aparicio-
vos nes de elementos de patrimonio sumergido, la par-
ticipación de los buceadores recreativos era un tema
Durante los últimos 25 años, la popularización presente que se venía apuntado desde los primeros
del buceo deportivo y la constante tecnificación de congresos de arqueología subacuática desde 1960
equipos, ha supuesto un aumento sustancial de las (Malagelada Benaprés, 2011; Förster Laures, 1971).
inmersiones y la profundidad de las mismas, por un Incluso la primera actuación arqueológica sobre el pe-
cada vez mayor número de buzos. Esto ha posibilita- cio romano de Palamós fue hecha solo por buceadores
do que sean descubiertos y visitados constantemente deportivos sin participación de arqueólogos, mientras
pecios conocidos, y que gracias a la labor de los bu- que en Mallorca hubo participación de arqueólogos
ceadores pueden ser puestos en valor. y buceadores deportivos en 1961 (Malagelada Bena-
Como mencionábamos más arriba Xabier Ar- prés, 2011). En Bizkaia, los buceadores también que-
mendariz, descubría en el año 2000 la patrullera ale- rían formar parte de este fenómeno, ayudando a la
mana V-408 Hantelbank de la II GM. En la misma arqueología subacuática mediante el establecimiento
operación se localizaron otros dos pecios, que la labor de relaciones entre clubs de buceo (CEVAS) y mu-
documental ha llevado a identificar como los buques seos, como el antiguo Museo Arqueológico de Bilbao,
cargueros noruegos SS Tiger y SS Leikanger , ambos llamado hoy Euskal Museoa-Museo Vasco (Urquiola,
torpedeados durante la I GM por el submarino ale- 1962), si bien en la actualidad la arqueología está en el
mán UC 69, en 1917. En estos tres casos, los buques Arkeologi Museoa-Museo Arqueológico; no obstante
se encuentran a una gran profundidad (-90m) tan sólo parece que esas relaciones no se consolidaron.
En otros lugares de la geografía peninsular los tiene poco “valor”. Sin embargo, existen en España
programas de colaboración entre buceadores y cen- otra serie de pecios localizados, investigados y exca-
tros de gestión del patrimonio sumergido sí han ob- vados que forman parte de la historia marítima a lo
tenido buenos resultados (Aguilar, 2014), actuaciones largo del tiempo; no suelen tener una carga de oro,
que siguen hoy día. No hay que olvidar que la co- playa y joyas, pero llenan vacíos de conocimiento na-
laboración, la comunicación y la participación de la val, náutico, arqueológico y marítimo que, en muchas
sociedad en general, y de la comunidad de buceadores ocasiones, el público no llega a conocer; pasan casi
deportivos en particular, en la gestión del patrimonio desapercibidos salvo para los investigadores; en el
sumergido actual son líneas ya trabajadas con éxito en mejor de los casos sí son conocidos por los habitantes
otros países (Pydyn y Flatman, 2008). de la localidad o comarca en la que se ha producido el
Mientras que existe un patrimonio “menor” en hallazgo, al haber sido publicadas noticias en la prensa
las costas españolas que es tratado con mayor o me- local.
nor fortuna por centros arqueológicos, por arqueó- Aplicando en Bizkaia esta idea de que o se tiene
logos profesionales contratados en obras de control un barco con oro, playa o joyas o si no parece que no
o por proyectos personales (de arqueólogos y de vo- existe la arqueología subacuática, se podría decir que,
luntarios), parece que la atención principal en temas efectivamente, no existe. Ya se han presentado las ac-
de arqueología subacuática en España se centra en el tuaciones arqueológicas académicas de investigación
expolio del patrimonio subacuático español; esa aten- y gestión, unas pocas actuaciones que no cambiarán,
ción se dirige principalmente a los grandes buques de ni se pretende, la historia pero que sí forman parte de
la Carrera de Indias, diseminados por todos los mares la misma.
del mundo (Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, 2008; Muchos de los pecios descubiertos por bucea-
Álvarez González, 2009; VV. AA., 2011; O´Donnell y dores deportivos entran dentro de los supuestos de
Duque de Estrada, 2013). protección como patrimonio histórico, y sin embar-
El caso del expolio por parte de la empresa Od- go, no se encuentran lo suficientemente protegidos
yssey con respecto a la fragata Nuestra Señora de las para prevenir el expolio por parte de algunos bucea-
Mercedes es el más reciente y conocido por parte del dores. Tan sólo la implicación de los responsables de
público en general. En su momento recibió mucha los operadores de buceo y clubes en conjunción con
atención mediática. Sin embargo, no hay que olvidar la administración competente, puede garantizar el es-
otros pecios hundidos en el Caribe a lo largo del tiem- tudio y conservación de este rico patrimonio sumer-
po, muchos de los cuales han sido objeto de expolio gido. La participación de los buceadores deportivos
por parte de los así llamados cazadores de tesoros. no está suficientemente aprovechada en Bizkaia para
Uno de los más famosos fue el de Nuestra Señora de conocer y gestionar el patrimonio sumergido, aunque
Atocha, al que siguen el Santa Margarita, los galeones éste no sea de barcos de la Carrera de Indias.
de la flota del Azogue como el Tolosa (alias del San
José) y Nuestra Señora de Guadalupe, y otros como Agradecimientos
el San Diego, el San José, el Juno y la Galga, La Gi-
rona…, muchos de los cuales han tenido una inves- Los autores desean agradecer a las personas que
tigación arqueológica seria tiempo después de haber han colaborado de un modo u otro en la elaboración
sido expoliados. Son esas investigaciones las que han de este artículo. A Kiko Bañuelos, buen amigo que
transcendido la euforia pública del descubrimiento y nos ayudó con alguna referencia bibliográfica, por su
su transcendencia mediática para realizar actuaciones ayuda en alguno de nuestros proyectos y, sobre todo,
arqueológicas que han sido compartidas con otros por su amistad.
colegas mediante sus publicaciones en congresos y
revistas científicas. Bibliografía
Sin embargo, estos galeones cargados con oro,
plata y joyas, muestran al público la imagen falsa de AGUILAR, C., 2014. La colaboración de las federa-
que la arqueología subacuática es eso, buscar oro, pla- ciones deportivas de buceo en la actualización de
ta y joyas. Parece que o se tiene un barco, importante, las cartas arqueológicas subacuáticas y la protec-
con artefactos de alto valor económico como lingo- ción del PCS. En: Arqueología Subacuática Espa-
tes y monedas de oro y plata, joyas preciosas y otros ñola. Actas del I Congreso de Arqueología Náuti-
artefactos igualmente espectaculares o el yacimiento ca y Subacuática Española. Cartagena, 14, 15 y 16
científica y técnica del control arqueológico de la nico y memoria científica del seguimiento de la
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Faculdade de Letras da Universidade do Porto, Via Panorâmica, s/n, 4150-564 Porto, Portugal.
andreapereziglesias@gmail.com
2
Facultade de Xeografía e Historia, Universidade de Santiago de Compostela, Praza da Universidade, nº 1, 15782
Santiago de Compostela, España. fatimalacor@gmail.com
3
Argos, Servicios de Actividades Subacuáticas S.L. davidfernandez@argosarqueologia.com
543
Andrea Pérez Iglesias, Fátima Sánchez Blanco y David Fernández Abella
Figura 1. Vista perspectiva del puerto de Testal (año 2009). Xunta de Galicia.
2. Patrimonio cultural subacuático en Galicia 354]). La limitación a este tipo de actuaciones supone
un grave obstáculo a la hora acceder a restos arqueo-
El patrimonio cultural subacuático de Galicia, lógicos en fondos sedimentados y la complicación
pese a la tradición de estudios (que se remontan a los que esto ofrece para la localización de los mismos.
años 70 con las primeras actuaciones del CUAS y el En consecuencia, solo se ven restos arqueológi-
GIRAS [López Gómez, 1983]) y la importante voca- cos que aparezcan en superficie. Si esto supone un
ción marítima del país, ha suscitado poco interés en problema en una prospección terrestre, debido a la
cuanto a catalogación y conservación de hallazgos ar- capa vegetal que existe en casi todo el suelo del te-
queológicos. Hasta el momento se ciñe a unas pocas rritorio, es tan grave o mas bajo el agua, ya que la
campañas de investigación, en sus inicios, y a trabajos sedimentación de lodos o arena que sufren la mayor
vinculados a correcciones de impacto arqueológico parte de los fondos de las rías gallegas hace muy di-
de obra civil, como la que nos ocupa. fícil localizar restos arqueológicos en superficie, per-
Los trabajos de campo de catalogación arqueo- maneciendo la mayoría de ellos enterrados.
lógica realizados en la primera década de los 2000 no En este tipo de entornos, sin ningún tipo de
han tenido continuidad debido al contexto de crisis actuación invasiva (sondeos arqueológicos subacuá-
económica, que, unido a la no existencia de un grupo ticos), los yacimientos arqueológicos pueden quedar
de investigación estable no parece permitir más que imperceptibles al arqueólogo que realice una pros-
tímidas inspecciones puntuales ante hallazgos casua- pección por una zona determinada. Otras medidas de
les. corrección de impacto, como el control de dragado
pueden actuar demasiado tarde o no llegar a apreciar
3. Problemática de la investigación características específicas del sitio arqueológico.
Otra problemática a añadir es que, debido a las
La mayoría de trabajos arqueológicos subacuáti- corrientes, la mayoría de materiales arqueológicos
cos realizados en Galicia, sobretodo, los vinculados subacuáticos que aparecen (por condiciones especia-
a estudios de Impacto arqueológico, son de prospec- les que alteren la sedimentación natural que los ha
ciones (un 86% según Ferreira Domínguez [2013: preservado en su contexto) expuestos en superficie
se presentan muy rodados, con lo cual es muy difícil de cronología romana, medieval y moderna, cuestión
realizar su identificación y caracterización. Además, que matizaremos.
se entremezclan con materiales de diferentes crono- Posteriormente a esta actuación arqueológica se-
logías, al no enterrarse por las condiciones específicas ría efectuado en la zona un dragado con el preceptivo
del fondo. Todo ello dificulta (que no imposibilita) control arqueológico, evitando la zona de aparición
enormemente la localización y comprensión de po- de restos, y sin resultados desde el punto de vista ar-
sibles yacimientos arqueológicos de gran extensión queológico.
(fondeaderos) o de menor dimensión (pecios), par-
cial o casi totalmente enterrados, que solo un estudio 6. Tipología de los fondeaderos históricos
detenido y experto de los restos y sus dinámicas será
capaz de discernir. Los fondeaderos son una de las tipologías de ya-
cimientos arqueológicos subacuáticos más comunes y
4. Un ejemplo: Testal peor estudiados de la geografía gallega. Normalmen-
te, suelen estar vinculados a ciudades o villas con ca-
La ría de Noia es un espacio de importancia ca- rácter portuario y son el reflejo de la actividad comer-
pital como puerto arzobispal y de peregrinaje en la cial de esta a lo largo del tiempo, pues no son más que
Edad Media (Agrafoxo Pérez, 1990). Como ciudad el reflejo material de la actividad comercial de carga y
portuaria su situación particular en el fondo de la ría descarga, del consumo y de actividad a bordo durante
y los procesos erosivos de origen antrópico le ha he- el fondeo temporal entre singladuras, aunque por ca-
cho sufrir los efectos de sedimentación progresiva de suísticas temporales estos entornos también pueden
su acceso, condición compartida por otros puertos albergar pecios. (Fernández Abella, 2013).
medievales en época moderna, como Pontevedra o En este caso, como luego explicaremos, la au-
Padrón (Suarez Otero, 2002). Este hecho ha obligado sencia de un núcleo poblacional vecino nos hace con-
a la búsqueda de otros puntos próximos de recala- siderar la posibilidad de que sea un fondeadero vincu-
da, ganando importancia otros puertos situados en lado al puerto de Noia, sin descartar otras hipótesis,
la parte exterior de la ría, como Muros o Portosín. como mencionaremos más adelante. En este espacio
Testal (Fig. 1) podría tener su origen en este contexto se han localizado diferentes restos de interés arqueo-
como un espacio de fondeo a la espera de la marea lógico que pasaremos a describir someramente.
adecuada para el acceso a Noia, o bien como un en-
torno de fondeadero periférico de carga y descarga 7. Materiales
apto para naves de mayor calado.
7.1. Material de época contemporánea
5. Contexto de trabajo: prospectando en una
obra civil En la zona intermareal se ha hallado fundamen-
talmente material muy rodado (Fig. 2), fruto del tra-
La actuación (ejecutada en abril del 2006) que bajo erosivo que sufren dichas piezas, dificultando
nos ocupa surge de la necesidad de ampliación de enormemente su identificación formal. No obstante,
las instalaciones portuarias de Testal (A Coruña) y el la mayoría del conjunto parece pertenecer a piezas de
posterior dragado del puerto. Para evaluar la posible origen contemporáneo, que no sobrepasan la crono-
existencia de restos arqueológicos en el entorno, se logía del S. XIX.
realizó una prospección previa en la zona interior del Una cuestión a solucionar sería entender el ori-
puerto y su entorno que comprendió tanto el espacio gen de dicho material, si estamos hablando de mate-
intermareal como el submareal. Los trabajos arqueo- rial fruto de una deposición incontrolada (detritus),
lógicos conllevaron la localización de materiales ar- tal y como refiere el informe oficial (San Claudio,
queológicos en ambos contextos. (San Claudio, 2008: 2008: 191), o algún nuevo uso de la ribera en esta
191). época que justifique su aparición.
Las conclusiones para la zona submareal, obte- Como ya fue mencionado, el material contem-
nida fundamentalmente por el contexto geográfico y poráneo no parece asociado a ningún elemento defi-
los materiales hallados, son que este espacio funcio- nido. Su cronología más plausible (ss. XIX-XX) y su
nase como un fondeadero histórico, demostrado por relativa abundancia nos hacen pensar en algún uso del
la aparición de elementos de lastre y restos cerámicos espacio en estas cronologías que justifique su apari-
ción en este contexto. Debido a su localización en un ce suponer una función de lastre (peso muerto para
espacio intermareal, en las cercanías del muelle actual, estabilizar la embarcación en caso de navegar sin car-
los hace ser materiales desplazados por el flujo y re- ga), aligerado en zonas de carga de mercancías o ac-
flujo de la marea y no encontrarse en deposición pri- ceso a zonas de poco calado, conociéndose ejemplos
maria. Se han identificado fragmentos de loza de San de este tipo en el puerto de Pontevedra o Ortigueira
Claudio y de Faro (Oviedo), de la Bisbal y cerámica (Maciñeira, 1892)
popular regional con vidriado interior. Además se han identificado varias piedras con
abrasión en sus extremos proximales para amarrar un
7.2. Material lítico cabo. Estos elementos, pesos líticos o callaos (Fig. 3),
son usados desde la antigüedad hasta nuestros días,
En el espacio intermareal y especialmente en el como fondeos para embarcaciones de reducidas di-
submareal se han encontrado algunos elementos lí- mensiones, o pesos para aparejos de pesca de diversa
ticos de interés arqueológico. Primeramente, se han índole. En el Museo do Pobo Galego de Santiago
encontrado fragmentos de sílex de color gris oscuro/ de Compostela puede verse un buen elenco de tipo-
negro. Esta piedra, prácticamente inexistente en el logías y diferentes usos etnográficos de este tipo de
contexto galaico (Rodríguez Rellán et al. 2011), aso- elementos.
ciada a los materiales arqueológicos localizados pare- Como ya hemos dicho, sólo en el caso de algunos
de materiales en el entorno y el desplazamiento por del análisis de los concheros 1 y 5 del sector 2 de la
tierra. Esta hipótesis la apoyaría la aparición de lastre excavación de Taramancos (excavación ejecutada por
de sílex (Fig. 4) en cantidad reseñable o los pesos de la empresa Ambiotec). En él se documenta una acti-
piedra vinculados a actividades artesanales de pesca vidad de captura de sardina y merluza, y predominan-
o fondeo. temente berberecho y ostra, lo cual les lleva a suponer
Otra hipótesis de trabajo, motivada por la sincro- la existencia cercana de una instalación de procesado
nicidad y coherencia de los materiales arqueológicos de productos marinos. Por los materiales asociados
localizados, es que se pueda tratar de un fondeadero datan estos concheros en el s. XV o XVI, siendo la
vinculado a una época y espacio determinado o a un salida al mar más lógica la zona de Testal.
yacimiento de época medieval/moderna eclipsado Por último, nos gustaría reflejar una posibilidad
dentro de un fondeadero. ofrecida por varios ejemplos ya conocidos en la geo-
Los materiales: un borde de pestaña evoluciona- grafía gallega. La aparición de restos arqueológicos
do (César y Bonilla, 2003: 305), posible cerámica de en prospección previa a la obra a realizar muchas
Ovar/Aveiro (Carvalho y Bethencourt, 2012), frag- veces es insuficiente para realizar una evaluación de
mentos de botija temprana (Goggin, 1960), piezas de impacto arqueológico correcta de la existencia de res-
cerámica anaranjadas-rojizas con espatulado y lastre, tos arqueológicos. Donde la prospección ha ofrecido
unido a la fractura fresca (que pareceapuntar a una resultados negativos la medida de corrección de im-
posición primaria) de la cerámica, dejan abierta la po- pacto arqueológico más habitual, el control de draga-
sibilidad a la existencia de un pecio de inicios de la do, ha seguido ofreciendo resultados insuficientes en
época moderna en las inmediaciones. determinados contextos o yacimientos arqueológicos
A este respecto nos gustaría mencionar el artí- subacuáticos complejos, como los fondeaderos his-
culo recientemente publicado (González et al, 2015) tóricos.
En estos casos solo los sondeos arqueológicos en época histórica: el caso de Taramancos (Noia,
subacuáticos ofrecen resultados y evaluaciones mu- A Coruña, Galicia), in: Gutiérrez Z.I., Cuenca
cho más eficaces, permitiendo acceder a los materia- S.D., González M.R. (Eds.), La investigación Ar-
les bajo el sedimento previo a la ejecución de la obra, queomalacológica en la Península Ibérica: Nuevas
pudiendo adecuar las medidas correctoras con una Aportaciones. Nadir Ediciones, pp. 213-224.
evaluación mucho más fiable cara a la conservación y López Gómez, F.S., 1983. A problemática da arqueo-
protección del patrimonio cultural subacuático. loxia subacuática en Galicia: os xacementos e os
Otra medida aconsejable tras la realización de materiais, in: Actas del II Seminario de Arqueo-
obras portuarias es la reprospección puntual de su en- logía del Noroeste. Santiago de Compostela, pp.
torno tiempo después. Estas infraestructuras pueden 273-290.
cambiar el régimen de corrientes, alterando espacios Maciñeira y Pardo de Lama, F., 1892. Crónicas de Or-
de sedimentación regular con procesos mecánicos de tigueira. Estudio tipográfico de La Voz de Galicia.
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46010
València, España. lucassaezgonzalez@gmail.com
551
Lucas Sáez González
el centro del barco, donde iba un mástil móvil. Debi- co, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en Ma-
do a las dimensiones reducidas de la embarcación y al zarrón, en un futuro museo que se ubicará en la zona
no disponer de cubierta se entiende que la tripulación más próxima posible al lugar del hallazgo. El proceso
realizaba sus actividades a bordo sobre el cargamen- de extracción y consolidación constituirá un proyec-
to. El Dr. Carlos De Juan defiende la idea de que es- to de investigación que mejorará los conocimientos
tas embarcaciones estaban destinadas a las funciones científicos y técnicos de construcción naval de la An-
de cabotaje en las zonas costeras debido a la falta de tigüedad en el área del Mediterráneo Occidental, lle-
protección en proa que evitase la entrada de agua en vándose a cabo un estudio integral de la nave y como
fuerte oleaje. (De Juan Fuertes, 2013) paso previo a su extracción, la exposición al público
del casco de la embarcación deberá ser aquella que re-
2.2 Campañas fleje de la manera más fiel posible, junto a su contexto
arqueológico, la imagen que ofrecía en el momento
La excavación arqueológica de la primera nave del hallazgo.
fue entre octubre de 1993 y junio de 1995, siendo en
1994 cuando se localiza la segunda embarcación, me- 2.3 La difusión
jor conservada y que todavía conservaba el cargamen-
to. Este segundo pecio está casi completo conservado En cuanto a la difusión del Barco Fenicio de Ma-
in situ desde entonces, pero desde el pasado mes de zarrón hay que tener en cuenta que esta es una zona
noviembre 2015, la Comisión Asesora del Barco Ma- con fuerte interés turístico. En las últimas décadas
zarrón 2, integrada por representantes de la Demar- realiza un esfuerzo por diversificar este sector más
cación de Costas, la Comunidad y el Ayuntamiento allá del turismo de sol y playa. En el año 1999 se le
de Mazarrón, acordó la extracción del pecio fenicio concedió al municipio una inversión, todavía en pese-
para su tratamiento, conservación y puesta en valor tas, de 240 millones (1.470.000 €) en calidad de Plan
(Fig. 2). Entonces se determinó que el proyecto sería de Dinamización Turística. Fue desde esta perspecti-
ejecutado, tras la realización de los correspondientes va desde la que se iniciaron los primeros proyectos de
estudios e informes, aproximadamente en 2017. La puesta en valor del barco fenicio Mazarrón 2. Cuando
Comisión aconseja la ubicación y exposición del bar- este plan finalizó, se siguió con la línea ya marcada de
pecio, se realizó una primera inmersión en la que ya dos al fondo gracias a sus 800 kg de peso cada uno
se pudo destacar la importancia del hallazgo por su y que fueron unidos entre sí con cadenas. (De Juan
buen estado de conservación, sus dimensiones y su Fuertes, et al., 2008)
accesibilidad. Esto motivó que el Museu Arqueològic Tras la protección del pecio se realizaron dos
Municipal de La Vila Joiosa, el Centre d’Arqueologia actuaciones arqueológicas enmarcadas dentro del
Subacuática de la Comunitat Valenciana y la Direc- Proyecto Europeo ANSER (Anciennes Routes Ma-
ción General de Patrimonio Cultural Valenciano se ritimes Mediterranéennes) en 2004 y 2005 y de esta
esforzasen por el estudio y la conservación del pecio. forma se asentaron las bases para las acciones que a
(De Juan Fuertes, et al., 2011) continuación se desarrollaron. Será en 2006 cuando
tras el proyecto ANSER, la Dirección de Patrimo-
3.2 Campañas nio Cultural Valenciano y Museos de la Generalitat
Valenciana inician el proyecto de excavación, investi-
La apremiante necesidad de evitar el casi segu- gación y divulgación del yacimiento. Este proceso se
ro robo de ánforas provocó que, desde el Centre de desarrolló en dos campañas, una en el verano de 2006
Activitats Subacuàtiques de la Comunitat Valenciana, y otra en el de 2007.
se solicitara a Patrimonio de la Generalitat Valencia- En 2006, lo que se hizo fue una cata de sondeo
na la instalación de un sistema anti saqueo con el fin en la zona central del yacimiento con la intención de
de proteger el yacimiento. Se optó por la instalación poder extrapolar los datos. La visibilidad en el yaci-
de una estructura ubicada sobre el cargamento que miento no siempre en es óptima por lo que intentar
cumpliese con los principales requisitos de protec- realizar un dibujo planimétrico tradicional hubiera
ción, reversibilidad y no afección. (De Juan Fuertes, sido demasiado costoso y eso es un inconveniente en
et al., 2011). La primera capa de protección se puso el consumo de tiempo de la inmersión, por lo que se
sobre el pecio en 2001, para ello se cubrieron más recurrió a la experiencia de los trabajos elaborados
de 200 m2 mediante redes de pesca unidas entre sí por el Départament des Recerches Archéologiques Suba-
por bridas, de esta forma se protegía directamente las cuatiques et Sous-Marines y el Centre Camille Jullian en la
ánforas. Sobre estos paños de redes se dispusieron excavación del pecio etrusco Grand Ribaud en el que
unas piezas de rejas de acero galvanizado creando así se empleó una tecnología de ilustración consistente
una segunda capa de protección. Por último se fijó un en la combinación de dibujo arqueológico tradicio-
área de seguridad alrededor del pecio, que se sondeó nal y dibujo en 3D en soporte CAD, de esta forma
previamente con varilla metálica, se colocaron ocho se agilizaron notablemente los trabajos bajo el agua.
grandes bloques de hormigón que quedaban lastra- El sondeo propuesto se delimitó mediante el uso de
Figura 3. Ortofoto Bou Ferrer Taller. Imagen Universidad de Alicante creative commons.
un bastidor nivelado que se empleó a modo de eje ción, tanto en prensa escrita como en audiovisual. La
cartesiano (Ejes x, y, z) permitiendo situar cada punto virtualización del patrimonio está siendo muy activa
en su posición y capa determinada. Cada uno de los en este proyecto y nos da resultados gráficos que son
puntos fue situado posteriormente sobre el software fácilmente compartibles a través de las redes sociales
CAD que generó una nube de puntos con la situación y suscitan el interés y la curiosidad, además de ser una
concreta de cada una de las ánforas dando como re- herramienta muy útil para comprender algunos as-
sultado una planimetría en 3D del cargamento de la pectos que de otra forma serían muy complicados de
nave. Se invertía horas de trabajo en el dibujo en tierra concebir (Fig. 3). Es pionera la iniciativa que se está
sin que esto interfiriera en el proceso de excavación llevando a cabo a la hora de ofrecer la posibilidad de
subacuática. (Juan Fuertes, et al., 2008) visitar el sitio arqueológico, durante un periodo deter-
A lo largo de la campaña de 2007 se procedió a minado de la campaña, acompañado por los arqueó-
la excavación propiamente dicha. Retirándose la es- logos y en grupos reducidos, buceadores con un nivel
tructura de metal se dejaron accesibles unos 100 m2 mínimo exigido, conocen de primera mano el estado
de superficie, sobre estos, se realizó una limpieza del de la excavación. Esto está suponiendo un éxito que
fino fango superficial depositado, pudiéndose cons- provoca listas de espera, pero lo más importante es
tatar que una gran parte del cargamento de la nave que conciencia a los buceadores deportivos de la im-
se encontraba en la posición en la que quedó tras el portancia de este tipo de sitios y ayuda a lograr aliados
naufragio. Se podían distinguir siete hiladas de ánfo- en la defensa del Patrimonio Cultural Subacuático.
ras, en dos situaciones distintas, mientras que la parte
más al este, estaba bien ordenada, la parte sur presen- 4. Conclusión
taba una disposición más caótica, se cree que esto es
debido al posible enganche de redes. (Juan Fuertes, et Lo que podemos asegurar es que un yacimiento
al., 2008) que no se divulga es un yacimiento que no existe. La
Dentro de la disposición del cargamento, existían metodología en las labores de investigación han de
diversos pisos de estiba. En esta campaña se pudieron mantener un rigor científico; no obstante, las técnicas
recuperar la totalidad de las ánforas pertenecientes al difusión del conocimiento adquirido son muy amplias
nivel dos de la carga , dejándose visibles los cuellos y versátiles, pudiéndose adaptar a diferentes criterios
de la capa número 3. Además se realizó una cata en como son el propio yacimiento arqueológico, el espa-
un punto concreto de la madera del casco para cono- cio donde se ubica, el canal de comunicación emplea-
cer cual era su estado de conservación (Juan Fuertes, do o el público general
et al., 2008) tras haber sido afectado por el molusco Los tiempos cambian y las formas de comunicar
xilófago Teredo navalis que se caracteriza por su forma también, la proliferación de plataformas digitales ha
de fagocitar la madera, envolviendo la cavidad creada provocado una popularización del conocimiento más
para abrirse paso por las fibras con una capa calcá- allá de bibliotecas y revistas científicas, sin embargo
rea que segrega. Desde entonces las campañas se han casos como el Vila Museu, proyectado para ser un es-
venido sucediendo hasta la actualidad, desvelándose pacio de referencia en la gestión del Patrimonio Cul-
detalles sobre el origen y el posible destino del barco tural Subacuático, son un ejemplo de buena praxis. El
romano. El pecio ha sido declarado recientemente, en acceso a la información es cada vez más fácil, no obs-
2015, Bien de Interés Cultural, siendo el primer bien tante, divulgar por divulgar carecería de lógica si con
de interés cultural subacuático en la Comunidad Va- ello no se pretendiera, entre otras cuestiones, poner
lenciana. en valor el patrimonio, cuestionar algunos aspectos
historiográficos hasta ahora asumidos y concienciar a
3.3 La difusión la sociedad del valor como muestra de identidad cul-
tural que este tipo de recursos representan.
En este caso la estrategia divulgativa ha con- Iniciativas de visitas al yacimiento en su contexto
sistido en la elaboración de una exposición perma- como las del Bou Ferrer, comparables a las que se
nente en el Vila Museu en La Vila Joiosa (Alicante), vienen haciendo en el yacimiento de Empúries (L’Es-
aprovechando la inauguración de este nuevo espacio. cala, Girona) son escasas en nuestro territorio y sin
Además, el proyecto ha tenido puntual presencia en el embargo son una herramienta de concienciación muy
MAN (Museo Arqueológico Nacional) con la conse- poderosa, aunque somos conscientes de la dificultad
cuente repercusión en diversos medios de comunica- y riesgo que entraña para la conservación del sitio, es
importante trabajar para lograr el equilibrio entre la subacuática: El modelo fotogramétrico y el foto-
investigación, la difusión y la concienciación. mosaico del pecio fenicio Mazarrón-2 (puerto de
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mentación arqueológica aplicados en arqueología
Paloma Lanau-Hernáez1
1
Universidad de Zaragoza. Calle de Pedro Cerbuna, 12. 50009, Zaragoza. planau@unizar.es
559
Paloma Lanau-Hernáez
Figura 1. 1. Estaciones con Arte Rupestre Esquemático en las Sierras Exteriores pirenaicas; 2. Mapa de situación de los yacimientos del conjunto del
Embalse de Santa Ana; 3. Elevación de Monderes, con los dos barrancos donde se ubican los abrigos pintados. Fotografía realizada desde el abrigo
de Santa Ana 1.
la documentación geométrica del conjunto. Se reali- do marca la divisoria administrativa entre las actuales
zó la documentación fotográfica de las pinturas, así provincias de Huesca y Lérida. El Noguera Ribagor-
como de los abrigos y su entorno. Las fotografías se zana discurre de norte a sur y en este punto fluye en-
realizaron con trípode y disparador automático y fue- cajonado entre la Sierra de San Salvador y la propia
ron procesadas con el software DStretch. Los calcos elevación de Monderes, punto que marca la zona de
digitales se elaboraron mediante Adobe Photoshop. transición entre el comienzo del área montañosa al
norte y el valle abierto al sur. En este punto el relieve
2. Contexto geográfico se encuentra muy poco estructurado, resultando en
un entorno agreste. Los abrigos presentados se ubi-
Los abrigos de Monderes forman parte de un can en la margen izquierda del río, en la elevación de
conjunto más amplio de estaciones decoradas distri- Monderes, de la cual toman el nombre. Las estaciones
buidas en torno al Embalse de Santa Ana, en el No- pintadas se reparten en dos pequeños barrancos que
guera Ribagorzana. El río es afluente del Segre por su desembocan en el Noguera Ribagorzana, estando los
margen derecha y durante buena parte de su recorri- abrigos de Monderes I, II y III en el primero de ellos
Figura 2. 1. Planta del abrigo de Monderes I y distribución de los paneles decorados; 2. Monderes I, Fig. 6; 3. Monderes I, Fig. 7.
do realizar un calco adecuado de las representaciones, que cabe destacar la representación individualizada de
tarea para la cual sería necesario el recurso a técnicas las flechas. Se trata de algo bastante excepcional en el
alternativas. La presencia de concreciones nos indica arte levantino y que podría ofrecer información de
que no se trata de motivos elaborados recientemente, tipo cronocultural (Fig. 3: 5 y 6).
si bien las convenciones estilísticas y la técnica em-
pleada parecen indicar que los trazos no se adscriben 3.3 Panel III
al estilo esquemático. En cualquier caso, este tipo de
motivos no es raro en los paneles con arte esquemáti- Este panel se encuentra en un punto del abri-
co. El yacimiento de Aparets II en la comarca vecina go bastante expuesto, zona de tránsito entre las dos
de La Noguera presenta, junto a motivos más habi- oquedades decoradas.
tuales, una figura ramiforme realizada en negro y con Figura 6: Las grafías se distribuyen en dos gru-
trazo muy fino (Castells i Camp, (1990), Vol. I, fasc. pos, separados entre sí 80 cm. Se trata de trazos muy
4: 8, fig. 7). finos (0,3 cm de grosor) dispuestos horizontal y verti-
Panel I, Figuras 2, 3 y 4: A 40 cm a la derecha de la calmente en el interior de un rebaje natural en la roca.
figura 1 encontramos tres representaciones realizadas No parecen formar ninguna figura reconocible; sólo
en rojo. Al menos dos de ellas responden a la tipo- una de las figuras responde a la tipología de ramifor-
logía de antropomorfo de tipo “golondrina” (repre- me, encontrando un paralelo cercano en la figura de
sentación humana reducida a una línea vertical que Aparets II mencionada más arriba. En cuanto a la
representa tronco y cabeza, y una transversal, curvada técnica empleada, las grafías podrían compararse a la
y con los extremos hacia abajo, para figurar los bra- Figura 1, si bien en este caso los trazos no aparecen
zos). Se aprecia claramente en el caso de la figura 4, la cubiertos por la precipitación calcárea (Fig. 2: 2).
situada en la parte derecha del grupo, y podría dedu-
cirse por analogía para la figura 3, en la parte central. 3.4 Panel IV
No obstante, el mal estado de conservación de esta
última exige todas las precauciones. La figura 2, a la Figura 7: En la pared oeste de la segunda oque-
izquierda del grupo, es una simple mancha de color, dad, se encuentra una gran mancha de pigmento rojo
de forma alargada y dispuesta verticalmente. El hecho de grandes dimensiones, muy embebido en el soporte
de haber sido realizada con el mismo pigmento que rocoso, que no parece responder a ningún tema re-
se empleó para los antropomorfos y su estrecha rela- conocible. No obstante, creemos reconocer algunas
ción espacial hacen pensar que las figuras presenta- digitaciones en el interior de la mancha, realizadas
ban alguna asociación entre ellas (Fig. 3: 1-4). Resulta en pigmento rojo intenso que destaca sobre el fondo
sugestivo el paralelo temático con un grupo de figuras (Fig. 2: 3).
que encontramos nuevamente en Aparets III (Alòs de
Balaguer), (Castells i Camp (1990), Vol. I, fasc. 4: 8, 3.5 Panel V
figs. 3, 4 y 5).
Este panel se ubica en la zona más profunda de
3.2 Panel II la segunda oquedad, en su parte izquierda. El soporte
se encuentra especialmente degradado en este pun-
Figura 5: En la zona más profunda de este primer to, de modo que la documentación del grupo resultó
lóbulo del abrigo se ubica una única figura pintada, problemática.
ocupando un pequeño entrante en la roca. Se trata de Figura 8: Motivo subcircular, pintado en rojo,
la que hemos interpretado como arquero de tendencia abierto en su parte derecha y con pequeños trazos
levantina, la única figura del conjunto y de todo el nú- radiados hacia el interior y uno que se prolonga hacia
cleo de Santa Ana que puede adscribirse a este estilo el exterior. Parte de la figura y su entorno parecen ha-
y a la que nos hemos referido de forma más extensa ber sido repicadas. Por otra parte, pueden distinguirse
en otra publicación (Bea et al., 2016). Se trata de una algunas digitaciones y manchas de color en la parte
figura de gran desarrollo longitudinal -alcanza los 83 superior de la figura, todas ellas difícilmente visibles
cm de longitud-, con cabeza redondeada y extremi- (Fig. 3: 7 y 8).
dades inferiores apenas esbozadas, si bien esta última Figura 9: 80 cm a la derecha de la figura 7 se pintó
característica podría responder al ennegrecimiento un polilobulado rojo, formado por un vástago cen-
del soporte. Carece de todo detalle anatómico, aun- tral dispuesto en forma vertical, atravesado por varias
3.6 Panel VI
6. Las pinturas de Monderes en su contexto quero levantino (Fig. 5), de un tipo poco frecuente.
Finalmente, nos llama la atención la ausencia de re-
Los abrigos de Monderes, como parte del núcleo presentaciones zoomorfas, circunstancia poco habi-
más amplio del Embalse de Santa Ana, vienen a com- tual en abrigos con pintura esquemática.
pletar el mapa del arte rupestre en la región noreste La falta de unidad estilística en el abrigo lo in-
peninsular, un mapa en el que conforme avanzan la dividualiza con respecto a las principales estaciones
investigación y los descubrimientos se van matizando del núcleo del Embalse de Santa Ana, Les Coves de
los vacíos. El grupo de Santa Ana se suma a otros Baldellou y Santa Ana 1. En estos abrigos, la unidad
ejemplos ya conocidos de núcleos de arte rupestre estilística, técnica e incluso cromática y la estrecha re-
cuya ubicación coincide actualmente con la de panta- lación espacial entre las figuras, nos sugieren la repre-
nos, como en el caso de Santolea, señalando el carác- sentación de composiciones, quizá con carácter escé-
ter estratégico de estos emplazamientos. De hecho, nico. Por el contrario, la heterogeneidad observada en
Bea y Utrilla ya destacaron la posición de Pas de la Monderes I no permite suponer la existencia de un
Sabineta y Monderes I en un punto de máximo estre- componente narrativo.
chamiento del barranco, a uno y otro lado del cauce
del río, y la presencia en ambos de motivos polilobu- Agradecimientos
lados con un sentido de marcador territorial (Bea y
Utrilla, 2014: 185). Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a
En cuanto a los motivos figurados, cabe destacar Gabriel Plana, espeleólogo y vecino de la zona que
la heterogeneidad formal y la dispersión en múltiples nos acompañó en las prospecciones del terreno; a
paneles distribuidos por todo el abrigo, faltando las José Ignacio Royo y Mª José Calvo, por las informa-
superposiciones o la combinación de estilos en un ciones aportadas; y a Pilar Utrilla y Manuel Bea por
mismo panel. Junto a representaciones características sus comentarios y sugerencias.
del horizonte esquemático, como los antropomorfos
de tipo “golondrina” o los polilobulados, encontra-
Referencias
mos otras menos habituales y de difícil adscripción
tipológica, como son el antropomorfo pintado en
negro (Fig. 17) o lo que hemos interpretado como Baldellou, V., 1986-87. El conjunto de pinturas ru-
representaciones de manos (Fig. 18), además del ar- pestres post-paleolíticas de la cuenca del río Vero
1
Grupo de Estudos para a Prehistoria do Noroeste Ibérico - Arqueoloxía, Antigüidade e Territorio (GEPN-AAT),
Universidade de Santiago de Compostela. Facultade de Xeografía e Historia, Pza. da Universidade, nº1,
15782. Santiago de Compostela. España. mikel.diaz@usc.es, albaantia.rodriguez@usc.es
Resumen 1. Introducción
En este trabajo se realiza una propuesta metodológica En los últimos años la tecnología LiDAR ha su-
para la detección de yacimientos arqueológicos pertene- puesto una revolución para el estudio de los yacimien-
cientes a la Edad del Hierro en el Noroeste Peninsular a
partir del empleo de la tecnología LiDAR. En la prime- tos arqueológicos. Ofrece posibilidades de avanzar
ra parte de este estudio se presenta la zona de trabajo, el enormemente en el estudio de los lugares arqueológi-
municipio de Muras. Además se define la herramienta cos sin la necesidad de realizar labores de excavación,
LiDAR y se destacan las publicaciones que han utilizado con la consiguiente preservación de los restos. Esta
esta metodología en estudios de una naturaleza similar en tecnología nos permite aplicar una metodología de
el Noroeste Ibérico. Además se enumeran las ventajas y los
inconvenientes que se han encontrado tras su aplicación. prospección no invasiva y sistemática realizada desde
Se expone la metodología que ha sido empleada para que gabinete, lo que facilita enormemente el trabajo a la
pueda ser reproducible por aquellos investigadores que lo hora de acudir a campo.
deseen y por último se presentan los resultados que se han A menudo, la vegetación, y sobre todo en una
obtenido con la respectiva valoración del método utiliza- zona como el Noroeste Peninsular, impide observar
do.
correctamente las características de los yacimientos
Palabras clave: LiDAR. prospección arqueológica. metodo- arqueológicos en campo. Sin embargo mediante esta
logía. Edad del Hierro. Noroeste Peninsular. tecnología se pueden identificar en el terreno y obser-
var sus características.
Abstract En este trabajo se pretende aplicar la tecnolo-
gía LiDAR para localizar, corregir las coordenadas
In this paper we make a methodological proposal for
en aquellos lugares que sea posible y caracterizar los
the detection of archaeological sites belonging to the Iron
Age in the Northwest Iberia from the use of LiDAR tech- yacimientos de la Edad del Hierro del municipio de
nology. In the first part of this study we present the work Muras (Lugo). Se describirá la metodología empleada
area, the council of Muras. We also define the LiDAR tool y se valorarán los pros y los contras de su uso.
and highlight the publications that have used this metho-
dology in studies of a similar nature in the Northwest Ibe-
ria. In addition we list the advantages and disadvantages
2. Zona de estudio
that have been found after its application. We also expo-
se the methodology that has been used so that it can be Nuestra área de estudio se encuentra en el muni-
reproducible by those researchers who wish it and finally cipio de Muras, situado hacia el noroeste de la provin-
we present the results that have been obtained with the cia de Lugo. Este ayuntamiento se halla dentro de la
respective evaluation of the method used.
denominada Terra Chá, una comarca gallega caracte-
Keywords: LiDAR. archaeological survey. methodology. rizada por ser una zona llana que marca la transición
Iron Age. Northwest Iberia. entre la costa lucense y el interior (Fig. 1a).
En esta zona el Grupo de Estudos para a Prehis-
toria do Noroeste Ibérico - Arqueoloxía, Antigüidade
e Territorio (GEPN-AAT) ha iniciado un proyecto
de puesta en valor de su patrimonio arqueológico,
donde juegan un papel importante los asentamientos
567
Mikel Díaz Rodríguez y Alba Antía Rodríguez Nóvoa
Figura 1. a) Localización del municipio de Muras, en color rojo. b) Situación de los yacimientos castrexos.
de la luz que exista (Magdaleno Mas y Martínez Ro- anteriormente mencionados túmulos, castros, cam-
mero, 2006). Por tanto, una vez almacenados, se pue- pamentos romanos, fortalezas medievales y restos de
den tratar sin que dichas condiciones, en las que han trabajos de minería. Pero es muy difícil detectar otro
sido recogidos, puedan afectar al resultado final. tipo de yacimientos realizados con materiales perece-
d. Permite eliminar la vegetación y trabajar sólo deros y cuya huella sobre el terreno es prácticamente
con la capa terrestre en la que se encuentran los ya- imperceptible, como ocurre con el caso de yacimien-
cimientos arqueológicos. Aquellos que destacan so- tos paleolíticos al aire libre o asentamientos de la Pre-
bre el terreno como es el caso de los túmulos o los historia Reciente, de los que no quedan restos que
castros son visibles e identificables. Esto supone un destaquen en el terreno.
gran avance, ya que realizar una prospección en cam- d. Para utilizarla correctamente es necesario
po resulta prácticamente imposible en lugares en los tener cierta formación. Para crear el MDE, hay que
que abunda la vegetación, como ocurre en el ámbito proceder a la eliminación de la vegetación, siguiendo
gallego. los pasos adecuados, que hay que conocer.
e. Posibilita la revisión y corrección de los yaci-
mientos inventariados con anterioridad a la aplicación 7. Metodología
de la técnica, desde el gabinete.
La primera tarea que se decidió llevar a cabo, fue
Por otra parte, no todo son ventajas. La naturale- la del vaciado de los yacimientos catalogados como
za de esta metodología también presenta inconvenien- castrexos en el municipio de Muras. Para ello se acudió
tes que van desde plantear problemas en la recogida al inventario de la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural
de datos, hasta que el investigador piense que puede de la Xunta de Galicia (DXPC). Tras esto, se consiguió
utilizarla sin contar con otras herramientas de trabajo localizar seis lugares arqueológicos (Fig. 1b). Una vez
que tiene a su disposición, como la prospección en que se obtuvieron sus coordenadas, se añadieron los
campo. Al final se trata de una herramienta informáti- asentamientos a un Sistema de Información Geográ-
ca que facilita el trabajo en determinadas fases, como fica (SIG). En concreto, se utilizó el programa de sof-
por ejemplo antes de realizar la prospección en cam- tware libre QGIS 2.10.1-Pisa. Se trabajó con los yaci-
po, pero que por sí misma, y sin la interpretación del mientos en el sistema de coordenadas EPSG: 23029
arqueólogo no sirve de nada. Además de los citados, UTM ED50 Huso 29 N.
estos son algunos de los inconvenientes que hemos Para generar el MDE a partir del mapa LiDAR,
detectado tras su aplicación: se acudió a la web http://mapas.xunta.gal/visores/
descargas/, desde la que se descargaron todos los ar-
a. Problemas en la recogida de datos. En algu- chivos correspondientes al municipio de Muras. La
nas ocasiones los datos recogidos presentan errores. Comunidad Autónoma gallega cuenta con los MDT
Por ejemplo, puede pasar una bandada de pájaros en de hasta un metro de resolución. En la zona interior
el momento en el que se está sobrevolando la zona y de la comunidad, concretamente en las provincias de
estos puntos sean recogidos igualmente por el sensor Lugo, Ourense y el sur de Pontevedra, los vuelos que
láser, por lo que la altitud en ese lugar estará más ele- se realizaron para conseguir estos datos son del año
vada que en la realidad. Además, en ocasiones, filtrar 2009. Sin embargo, los de la provincia de A Coru-
la vegetación y quedarnos solamente con el terreno ña y el norte de Pontevedra se han realizado en el
resulta difícil, dependiendo de la zona de estudio. 2011. Uno de los principales inconvenientes de que
b. Es necesario prospectar sobre el terreno. La la recogida de datos se haya realizado en momentos
tecnología LiDAR es muy útil para una primera apro- distintos, es que la clasificación de los recogidos en
ximación y como trabajo a realizar en gabinete. Sin el año 2011 es diferente a la de los del vuelo del año
embargo, una vez peinada la zona de estudio y cuan- 2009. Concretamente para nuestra zona de estudio,
do se hayan localizado los yacimientos en cuestión, es los puntos no se encontraban clasificados, lo que nos
necesario acudir a campo para comprobar su existen- obligó a hacer esto previamente para poder tener la
cia y corroborarla sobre el terreno, ya que se podría topografía del terreno libre de vegetación. Además,
estar confundiendo un yacimiento arqueológico con esa falta de clasificación puede dar problemas, ya que
una formación natural. puede detectar como terreno algo que no lo es.
c. Sólo permite localizar yacimientos monu- Los archivos que se pueden descargar tienen una
mentales. Esto se ejemplifica con la detección de los extensión .las, cubren unos 2x2 km de extensión y, tra-
Figura 3. a) Mapa del PNOA de O Castro. b) Filtro Analytical Hillshading de O Castro. c) Resampling Filter de O Castro. d) Filtro de direcciones múl-
tiples de O Castro. e) LiDAR de 1 m de resolución de O Castro. f) Mapa del PNOA del Castro da Picheira. g) Filtro Analytical Hillshading del Castro
da Picheira. h) Resampling Filter del Castro da Picheira. i) Filtro de direcciones múltiples del Castro da Picheira. j) LiDAR de 1 m de resolución del
Castro del castro da Picheira. k) Mapa del PNOA del Castro de Silán. l) Filtro Analytical Hillshading del Castro de Silán. m) Resampling Filter del
Castro de Silán. n) Filtro de direcciones múltiples del Castro de Silán. o) LiDAR de 1 m de resolución del Castro de Silán.
tándola, se puede conseguir una resolución de 1 me- vez utilizado el Analytical Hillshading se consigue ver
tro. Habitualmente, los SIG no pueden manejar esa mejor su forma (Fig. 3b), que no es circular del todo,
extensión por sí mismos, por lo que primeramente se sino alargada, y en la que no se observan estructuras
trataron con la toolbox lastools implementada en QGIS. defensivas que destaquen en el terreno, excepto en la
Esta herramienta permite realizar diversas tareas con parte sureste mencionada, que se eleva unos metros
los archivos que contienen la extensión .las. Se uti- por encima del suelo, lo que podría ser un parapeto.
lizó primeramente para clasificar la nube de puntos. El siguiente sería el Castro da Picheira, para el
De esa forma, una vez clasificados, se seleccionaron que es posible que las coordenadas con las que fue
aquellos que estuviesen identificados con el terreno. inventariado, no fueran las correctas, ya que en el lu-
La clasificación se hizo con lasground. Posteriormente gar que se señala no se observa nada identificable. Sin
se utilizó las2lasfilter, para guardar únicamente aque- embargo, se barajan dos lugares de emplazamiento
llos puntos clasificados como terreno y eliminando que habría que ir a comprobar a campo para descartar
el resto. Este procedimiento se llevó a cabo para cada o confirmar su situación (Fig. 3g).
uno de los archivos. Los archivos necesarios para cu- Para el Castro de Silán, no se aprecia claramen-
brir la superficie del municipio fueron 63 en total. te una forma de asentamiento fortificado. Puede que
Para poder trabajar con el archivo, se transformó por su parte noreste existan restos de un parapeto,
a ráster con la herramienta blast2dem, que lo guarda ya que en el Filtro de direcciones múltiples (Fig. 3n)
con formato .tif, manteniendo la información geográ- se muestran elevaciones en el terreno que pudiesen
fica en el mismo. Después, se unieron todos los fiche- corresponderse con él.
ros para generar uno completo que cubriese todo el El yacimiento inventariado como Castrovello
municipio. Eso se hizo con QGIS a partir de la he- no ha podido ser localizado. Puede que, o bien haya
rramienta combinar, que permite unir varios archivos sido destruido, o que su ubicación se encuentre en
ráster en uno solo. las proximidades. Aunque en las zonas próximas no
Para mejorar la visualización, se acudió al pro- se consiguió hallar ninguna prominencia en el terre-
grama de software libre SAGA GIS. Éste permite no que pudiese equivalerse con el lugar arqueológico
generar diversos filtros para destacar determinados (Fig. 4e).
elementos en el terreno. Con él se creó un mapa de El Castro de Castelo es el que mejor se observa,
sombras, o Hillshade, con la herramienta Analytical incluso se aprecia un recinto en su interior. También
Hillshading, que posibilita modificar diversas variables se pueden ver restos de estructuras defensivas del
para mejorar la visualización (Carrero Pazos et al., mismo (Fig. 4h). Sin embargo este yacimiento, a pesar
2014: 25). Además, se han aplicado otros métodos de de estar inventariado como castro, podría ser de otra
visualización utilizados por otros autores en trabajos cronología.
anteriores (Carrero Pazos, 2016) como por ejemplo Por último, está el Castro de Castrillón. Aunque
los Local Relief Model, dentro de los cuales destaca el no se aprecian estructuras defensivas a simple vista, si
Resampling Filter, que permite resaltar tanto formas se observa un recinto ovalado que delimitaría el mis-
negativas como positivas del terreno a un nivel de es- mo y que podría tratarse de una especie de parapeto
cala local (Hesse, 2010: 638). También se utilizó, para (Fig. 4o).
mejorar la visualización, el Filtro de direcciones múltiples.
Estos procesos posibilitan tener una visión más com- 9. Discusión y Conclusión
pleta y poder comparar distintos tipos de imágenes
para obtener un análisis más completo. Una vez que se ha utilizado la tecnología LiDAR
para la identificación de los yacimientos castrexos, se
8. Resultados puede concluir que nos ha servido, en algunos casos,
para localizar su situación precisa y para solucionar
El primero de los yacimientos estudiados es el problemas que había con algunas coordenadas. Se
de O Castro. En el mapa del Plan Nacional de Or- pudo comprobar que algunos de ellos no estaban en
tofotografía Aérea (PNOA) (Fig. 3a) se intuye una la ubicación que, a priori, se registró en el inventario
forma semicircular, sobre todo hacia el sureste. Una de la DXPC. También nos ha permitido proponer
Figura 4. a) Mapa del PNOA de Castrovello. b) Filtro Analytical Hillshading de Castrovello. c) Resampling Filter de Castrovello. d) Filtro de direc-
ciones múltiples de Castrovello. e) LiDAR de 1 m de resolución de Castrovello. f) Mapa del PNOA del Castro de O Castelo. g) Filtro Analytical
Hillshading del Castro de O Castelo. h) Resampling Filter del Castro de O Castelo. i) Filtro de direcciones múltiples del Castro de O Castelo. j) LiDAR
de 1 m de resolución del Castro de O Castelo. k) Mapa del PNOA del Castro de Castrillón. l) Filtro Analytical Hillshading del Castro de Castrillón.
m) Resampling Filter del Castro de Castrillón. n) Filtro de direcciones múltiples del Castro de Castrillón. o) LiDAR de 1 m de resolución del Castro
de Castrillón.
localizaciones alternativas que habría que comprobar cheological Topography. 3D Data, Visualisation
en campo. Sin embargo, no nos ha ayudado en otros and Observation. pp. 196–206.
casos o, más bien, no nos ha sacado de dudas en re- Blanco Rotea, R., Fonte, J., Güimil Fariña, A., Mañana
lación a algunos yacimientos. Esto puede ser debido Borrazás, P., 2014. Using airborne laser scanning
a que los lugares arqueológicos que se encuentran en and historical aerial photos to identify Modern
esta y otras zonas similares, se caracterizan por ser pe- Age fortifications in the Minho valley, Northwest
queños y, además, las fincas en las que se encuentran Iberia. XVII UISPP World Congress, Burgos, Es-
muchos de ellos han sido trabajadas de manera inten- paña. Presentación póster.
siva y se han utilizado como tierras de cultivo, por lo Carrero Pazos, M., 2016. Definiendo nuevas herra-
que con el paso del tiempo y el uso prolongado se han mientas para la detección de túmulos megalíti-
ido destruyendo y deteriorando las estructuras de los cos en Galicia. El uso de la tecnología LIDAR,
asentamientos. El yacimiento que mejor se conserva en: Cordeiro Macenlle, R., Vázquez Martínez, A.
es el del Castro de Castelo, que está situado práctica- (Eds.), Estudos de Arqueoloxía, Prehistoria E His-
mente en el núcleo urbano de Muras y cuyos terrenos toria Antiga: Achegas Dos Novos Investigadores.
que alberga no se están utilizando para llevar a cabo Santiago de Compostela (A Coruña), pp. 19–30.
tareas de cultivo. Carrero Pazos, M., Vilas Estévez, B., 2015. The pos-
Por otro lado, hay que destacar que es una herra- sibilities of the aerial Lidar for the detection of
mienta muy útil para realizar una primera aproxima- galician megalithic tumuli (NW Iberian Peninsula)
ción desde gabinete, pero esto no invalida que haya the case of Santa Mariña (Lugo).
que ir al campo para llevar a cabo una prospección ar- Carrero Pazos, M., Vilas Estévez, B., Romaní Fariña,
queológica tradicional que permita confirmar o des- E., Rodríguez Casal, A. A., 2014. La necrópolis
mentir las teorías que se formulen una vez que hayan del Monte de Santa Mariña revisitada: aportacio-
sido revisados los yacimientos. nes del Lidar aéreo para la cartografía megalítica
El uso de esta tecnología nos permitió hacer un de Galicia. Gallaecia 33, 39–57.
diagnóstico de la problemática que afecta al inventa- Corrie, R.K., 2011. Detection of ancient Egyptian
rio y a la protección de los yacimientos arqueológicos archaeological sites using satellite remote sensing
de la Edad del Hierro del Noroeste Peninsular. Pu- and digital image processing. Proc. SPIE Vol 8181,
dimos apreciar que es necesario realizar una revisión 81811B–1. doi:10.1117/12.898230
de aquellos yacimientos inventariados a lo largo del Costa García, J.M., 2015. Asentamientos militares ro-
siglo XX. Además la tecnología LiDAR se presenta manos en el Norte Peninsular: aportes de la fo-
como una herramienta necesaria para llevar a cabo tografía aérea histórica, la fotografía satelital y el
una correcta localización que derivará en una mejor LiDAR aéreo. Férvedes, Actas do III Congr. Int.
protección de los mismos. Sin embargo es necesario Arqueol. Vilalba 8, 35–44.
comentar que aún se puede mejorar su rendimiento a Costa García, J.M., Casal García, R., 2015. Fotografía
la hora de capturar los datos y en cuanto a la visualiza- aérea histórica, satelital moderna y LiDAR aéreo
ción. En este trabajo se han utilizado filtros que favo- en algunos recintos militares romanos de Castilla
recen que se distingan determinadas características de y León. Portugalia 36, 143–158.
los yacimientos, pero seguro que en un futuro se irán Costa García, J.M., Fonte, J., Menéndez Blanco, A.,
mejorando para obtener mejores resultados. González Álvarez, D., Gago Mariño, M., Blanco
Rotea, R., 2015. Roman military settlements in the
Northwest of the Iberian Peninsula. The contri-
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doi:10.1017/CBO9781107415324.004
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doi:10.13140/2.1.3122.5608 cheological Topography. 3D Data, Visualisation
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Presentación póster.
ña).
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Magdaleno Mas, F., Martínez Romero, R., 2006. Apli-
LiDAR con ArcGIS Desktop 10. Trabajo de Fin
caciones de la teledetección láser (LIDAR) en la
de Máster inédito. Universidad Complutense de
caracterización y gestión del medio fluvial. Inge-
Madrid, Madrid.
niería Civil 142, 1–15.
Fotogrametría al servicio de la
Paleoantropología
Lou-Octavia Mørch1, Francisco Javier Luengo Gutiérrez1,2
1
Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), Zona Educacional 4, Campus Sescelades URV
(Edifici W3), 43007 Tarragona, Spain.
2
Àrea de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili (URV), Avinguda de Catalunya 35, 43002 Tarragona, Spain
louoctavia@gmail.com; franciscojavierluengo@outlook.com
577
Lou-Octavia Mørch y Francisco Javier Luengo Gutiérrez
el fin del modelo pretende ser el del estudio morfo- utilizar imágenes con el menor retoque automático
geométrico, veremos como la opción más adecuada que se pueda, concretamente imágenes RAW, las cua-
es la de obtener un archivo lo más preciso posible, les no han sido modificadas todavía por la cámara y
pero sin textura ya que los programas morfogeomé- nos permiten realizar cualquier modificación de ma-
tricos más habituales utilizan archivos .PLY. nera controlada. Agisoft PhotoScan (de la compañía
Dividiremos el proceso en un total de nueve fa- Agisoft LLC fundada en Rusia en 2006, Agisoft.com)
ses que nos servirán para atender a los aspectos más permite el uso de los formatos TIFF y JPG, por lo
importantes y en el mejor orden posible. que el archivo RAW deberá transformarse a uno de
estos dos formatos. Entre estos formatos las diferen-
2. Metodología cias son mínimas en calidad, siempre y cuando el ar-
chivo JPG no haya sido repetidamente comprimido.
2.1. Tomando las fotografías Una vez se haya comprimido el JPG la resolución irá
decreciendo y el resultado empeorando. En ese senti-
Posiblemente esta primera fase sea considerada do, usar archivos TIFF, aunque son de mayor tamaño,
la más transcendental de todas, puesto que estos ar- aportan una tranquilidad en relación a la calidad cons-
chivos serán el germen de todo lo generado poste- tante del archivo, por más cambios que realicemos so-
riormente. Si las fotografías tomadas no presentan un bre el mismo.
nivel de resolución suficiente, todo el proceso genera-
rá un modelo de muy baja calidad. En la misma línea 2.3. Rotando objetos
podemos considerar la importancia de la posición de
la toma de las fotografías, ya que las diferencias en Para obtener modelos fotogramétricos existen
los puntos de vista serán las responsables de poder varias estrategias a la hora de tomar las fotografías.
generar las distinciones que, a partir de algoritmos La idea básica es tomar las imágenes desde distintos
basados en la trigonometría, generarán los puntos en puntos de vista, sin embargo, a menudo es más có-
sus correspondientes posiciones. modo hacer girar el objeto sobre un eje, antes de que
Con respecto a las fotos realizadas, existen algu- giremos la cámara alrededor del mismo. Ya sea de una
nas guías que se deben seguir para evitar problemas forma o de otra, lo ideal es realizar fotografías tenien-
de alineamiento. Una de ellas es el solapamiento entre do en cuenta la morfología del objeto. Cuantas mayo-
las imágenes, cuyo porcentaje gira en torno al 60%. res irregularidades existan en la superficie del objeto
Al mismo tiempo se recomienda usar un trípode para de estudio, más puntos de vista deberán tomarse para
evitar que las imágenes queden borrosas. que la morfología quede recogida en la disposición de
Puesto que el software va a utilizar la informa- puntos generada.
ción de color que exista en la escena, una forma de Para poder generar objetos, se deben hacer,
ayudar al programa es no generar cambios ni de luz, como mínimo, dos conjuntos de fotografías. El pri-
ni de color entre las tomas al mismo tiempo que la mero debe abarcar toda la pieza, teniendo en cuenta
cámara no se enfoque en ningún detalle en particular que posteriormente será eliminado la zona que sujeta
sino en el conjunto de la imagen. Cualquier cambio o donde se apoya dicho objeto. El otro conjunto de
de las sombras, reflejos o de los objetos aparecidos fotografías tomará igualmente imágenes de la pieza,
generará confusión en el programa, provocando geo- pero tras haber sido girada, de manera que la parte
metrías inexactas en el modelo final. que antes no estaba al descubierto, quede ahora a la
vista y exista, entre los dos conjuntos de fotos, una
2.2. Formato de imágenes zona común para que el software pueda realizar los
nexos pertinentes y generar un modelo completo.
La fotogrametría permite el uso de fotografías En la figura 1 podemos observar la disposición
obtenidas a partir de cualquier dispositivo, ya sean de las fotografías, que se asemeja a una esfera, puesto
cámaras profesionales, semi-profesionales o incluso que para poder recoger toda la forma es necesario
cámaras de teléfonos móviles. Aun así, nuestra reco- disponer las tomas desde distintas inclinaciones en
mendación es usar la mejor cámara disponible por los 360º del objeto.
parte del usuario, puesto que el control de los pará-
metros ayudará a obtener una imagen de mayor cali-
dad. Igualmente, siempre que sea posible, se debería
Una vez se tienen las fotografías en el formato 2.5. Alinear y fusionar bloques
adecuado, lo siguiente será comenzar con el proce-
so de alineamiento. Para ello, las imágenes deben ser Una vez que se han generado cada bloque y se
añadidas al panel de trabajo separadas por bloques han eliminado las zonas que podrían crear confusión,
(chunk en la versión inglesa). Una vez añadidas, cada se procede a la unión de ambos bloques por medio de
bloque será alineado por separado, y tras eliminar los la alineación de los mismos, seguido por la fusión de
sobrantes de la zona en donde apoya, la nube de pun- los bloques alineados.
tos estará lista para la siguiente fase. Los pasos a seguir para esta etapa del proceso
Los pasos a seguir para esta etapa del proceso son:
son: • Seleccionar en el panel superior «flujo de tra-
• Abrir Agisoft Photoscan. bajo», seguido de «oriental bloques». Debemos selec-
• Seleccionar en el panel superior la opción cionar los bloques que deseamos alinear y utilizar el
«flujo de trabajo» («Workflow» en la versión inglesa), método de «alineación basada en puntos». La preci-
y seguidamente en la opción «añadir fotos», seleccio- sión del emparejamiento más aconsejable varía según
nando las correspondientes al primer bloque, y repe- el número de fotos, la calidad deseada y las posibilida-
tir el paso con las del segundo bloque. des técnicas del equipo informático.
• Desde cada bloque seleccionar «flujo de tra- • Seleccionar en el panel superior «flujo de tra-
bajo» y posteriormente «orientar fotos». Utilizar el bajo», seguido de «fusionar bloques».
método de «alineación basada en puntos», con la pre- • A partir de este punto el resto de procesos se
cisión que más se adecue al número de fotos, a la ca- realizarán sobre el nuevo bloque aparecido.
lidad deseada y a las posibilidades técnicas del equipo
informático. 2.6. Crear nube de puntos densa
• Seleccionar por cada bloque la herramienta
de «selección» (rectangular, circular o de forma libre, Gracias al programa Agisoft PhotoScan se pue-
según convenga), y eliminar los puntos generados que den crear modelos basados en «puntos de nube den-
no pertenezcan a la pieza y aquellos que estén en las sa» estimados a partir de la posición de la cámara en
Figura 2. Comparación del modelo generado con la base de la malla (izquierda) y con la textura adaptada a la misma (derecha).
las fotos ya que la posición cartesiana de estos puntos en otros formatos según el uso de los mismos. Los
ha sido previamente calculada por el programa. formatos más habituales son: Wavefront OBJ; 3DS;
Los pasos a seguir para esta etapa del proceso VRML; COLLADA; Stanford PLY; Autodesk FBX;
son: Autodesk DXF; Google Earth KMZ; y Adobe PDF.
• Verificar la posición de la caja virtual donde El formato elegido dependerá del uso deseado
se sitúa el objeto y ajustarla si es necesario. para el modelo tridimensional, siendo el más habitual
• Seguir el paso en el menú «flujo de trabajo» y en los estudios morfogeométricos el formato PLY.
seleccionar «crear nube de puntos densa».
3. Discusión
2.7. Crear malla
El uso de la fotogrametría puede ser muy útil
El próximo paso consiste en crear una malla a considerando el tiempo reducido invertido y la cali-
partir de la nube de puntos creada previamente. Esta dad visual obtenida para los modelos tridimensiona-
malla tendrá la forma indicada por los puntos pre- les (Porter et al., 2016). El programa Agisoft PhotoS-
sentados. can parece el más apropiado para un uso profesional,
• Verificar la posición de la caja virtual donde partiendo de escasos o nulos conocimientos de len-
se sitúa el objeto y ajustarla si es necesario. guaje de código informático sin por ello reducir en
• Seguir el paso en el menú «flujo de trabajo» y calidad. Las desventajas de la fotogrametría residen
seleccionar «crear malla». en el hecho de que este método depende completa-
mente de las habilidades del fotógrafo para producir
2.8. Crear textura fotos adecuadas para el programa: fotografías nítidas
y sin problemas de iluminación (Luengo, J., et al., en
El último proceso consistiría en crear la textura prensa). La precisión del modelo tridimensional y de
del modelo (Fig. 2) a partir de las fotografías tomadas, la textura para inferir datos rigurosos dependerá en
creando un acabado más realista. Puesto que el pro- última instancia del personal investigador/fotógrafo,
grama creará la textura a partir de las fotos, la calidad y del uso que del modelo pretenda hacer.
del resultado final dependerá enteramente de la cali- Como el uso de la fotogrametría aún es reciente
dad de las mismas. en el campo de la arqueología o de la paleoantropo-
• Seguir el paso en el menú «flujo de trabajo» y logía, existe una preocupación referente a la capaci-
seleccionar «crear textura». dad del programa de conseguir producir una copia
perfecta del volumen del objeto real o, en otras pa-
2.9. Exportar el modelo 3D labras, comprobar que los modelos tridimensionales
no tienen deformaciones geométricas. Varios estu-
El modelo tridimensional ha sido ya creado, y dios recientes (Porter et al., 2016; Kršák et al., 2016;
debe ser guardado en el formato «.PSZ» o exportarlo Johnson & Solis, 2016; Sapirstein, 2016) apoyan el
1
Universitat de Barcelona. Facultat de Geografia i Història. Carrer de Montalegre, 6, 08001 Barcelona.
laiagvila@hotmail.com
2
Euskal Herriko Unibertsitatea – Universidad del País Vasco. Calle Tomás y Valiente s/n, 01006 Vitoria/Gasteiz.
santamarina.josu@gmail.com
Quisimos proponer (y propusimos) una mesa poraneidad de la arqueología” (Compañy et al., 2015)
redonda centrada en la arqueología del mundo con- en que se hacía hincapié en la capacidad de la arqueo-
temporáneo con el objetivo de poner sobre la mesa logía para estudiar de forma crítica el mundo contem-
las problemáticas del estudio de dicho período, sus poráneo y, asimismo, la urgencia de una reflexión polí-
planteamientos, sus retos y sus debates teóricos y me- tica sobre la práctica arqueológica en el presente.
todológicos. La designación de esta nueva arqueología En este contexto de incipientes esfuerzos por
-“Arqueología del Pasado Contemporáneo”, “Arqueo- una puesta en común de las iniciativas surgidas en los
logía del Pasado Reciente” y/o “Arqueología del Pre- últimos años, consideramos relevante tal conjunción
sente”- ya nos remite a su reciente y difícil recorrido y, entre los trabajos surgidos desde algunos “márgenes
asimismo, a su indefinición. Como pudimos observar de la Academia” constituidos por alumnas y alumnos
en esta mesa, la diversidad de propuestas, perspectivas de grado y/o máster que se han aventurado en esta
y aplicaciones de lo que englobamos dentro de esta recién iniciada arqueología, y que, a su vez, pueden re-
subdisciplina son definidas propiamente por su carác- sultar un revulsivo para ella. En un ámbito de estudio
ter abierto, plural y que atiende a temáticas diferentes. en el que aún no se han consolidado las dinámicas de
Es por ese motivo que propusimos un espacio de en- los “campos académicos” (Bourdieu, 1984) y del sa-
cuentro de iniciativas dispares entre jóvenes investiga- ber-poder (Foucault, 2012), precisamente por tratarse
doras en el ámbito de la arqueología contemporánea de una vía nueva de estudio de escaso recorrido, la
donde poder debatir libremente y poner en común inclusión en el debate de las propuestas llegadas de
ciertas problemáticas. esos “márgenes” se integra en un marco mucho más
A pesar del reciente surgimiento de esta vía ar- receptivo.
queológica, ya cuenta con algunos espacios propios Como hemos apuntado, estamos ante una es-
que contribuyen a la conformación de un verdadero pecie de última frontera de la Arqueología, que nos
marco conceptual y práctico -principalmente en el obliga a plantearnos los cimientos de nuestra propia
mundo anglosajón- y que aún así parece mantener- disciplina y que se muestra como un campo de jue-
se de forma marginal en el ámbito académico. Algu- go ideal para el debate y el ejercicio teórico-práctico.
nos de estos ejemplos los encontramos en el Journal En esta mesa redonda se han recogido propuestas que
of Contemporary Archaeology (Edgeworth, 2014), una han podido ilustrar parte de la diversidad característica
publicación específica de ámbito internacional sobre de los estudios de arqueología del mundo contempo-
estudios de temática diversas centradas en el estudio ráneo. Desde un principio observamos dos corrientes
arqueológico de la contemporaneidad, o el CHAT principales en la forma en la que la mirada arqueoló-
(Contemporary & Historical Archaeology in Theory), una gica puede aproximarse a la contemporaneidad (Tho-
serie de conferencias y publicaciones dedicadas a la mas, 1979; Buchli y Lucas, 2001): por un lado, una
exploración principalmente teórica de las posibilida- visión propiamente histórica (historical archaeology) en la
des de la arqueología contemporánea entendida en que la materialidad de muestra como una fuente de
unos parámetros amplios (Schofield, 2009). Las pro- información para conocer una realidad histórica más
pias jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueoló- o menos reciente (Buchli, 2000; Edensor, 2005; Gon-
gica (JIA) sentaron un precedente cuando en 2014 en zález Ruibal, 2008, 2016; Harrison, 2009; Moshenska,
Vitoria-Gasteiz se realizó una mesa redonda bajo el tí- 2010), y, por otro lado, un enfoque conductual (beha-
tulo “Arqueología de la contemporaneidad y contem- vioural archaeology) que profundiza en la forma en la que
583
Laia Gallego Vila y Josu Santamarina Otaola
los sujetos contemporáneos nos relacionamos con la cuando hace referencia a los “(Post)Modern Times”
materialidad, más cercana a una perspectiva antropo- refleja que, en cierto modo, no sabemos cómo situar-
lógica (Miller, 1987; Rathje y Murphy, 1992; González nos en el debate Modernidad/Postmodernidad. Sin
Ruibal, 2003; García-Raso, 2009: 87). Esto es lo que embargo, sin cejar en el empeño, apostamos por el
puede apreciarse en las propuestas que aquí recoge- estudio de la materialidad, por ser ésta la “fuente más
mos. democrática”, ya que todas y todos, incluso en ámbi-
En el marco de la arqueología histórica y desde tos subalternos o carentes de voz en los grandes rela-
una apuesta por el estudio de conflictos modernos, tos de la Historia, participan en la producción, repro-
trabajos como el de Iván Roldán sobre la arqueolo- ducción y destrucción de la cultura material. De este
gía de las Guerras Carlistas del siglo XIX (Roldán, en modo, las “gafas arqueológicas” nos permiten cono-
este volumen) o la relación entre memoria histórica y cer realidades en que el papel de la cultura como ar-
educación a través de la didáctica de la arqueología de ticuladora de la realidad se resitúa en el centro y que,
la Guerra Civil de la mano de Aitor Juaristi (en este seguramente, de otra forma carecerían de atención.
volumen) parecen querer llenar un vacío historiográ- Para ello, por supuesto, apostamos por una
fico. Y es que hacer una arqueología histórica de los mirada que no sea univocal ni homogeneizante. La
tiempos más recientes supone un intento por nutrir el transdisciplinariedad se muestra necesaria e inclu-
relato histórico con el aporte de nuevas fuentes que lo so “inevitable” en este campo de estudio. Mientras
complementen y/o cuestionen. que la arqueología ha sido relegada tradicionalmente
Por otro lado, encontramos propuestas más rela- al estudio de aspectos antiguos en el tiempo histó-
cionadas con la comprensión de la cultura y la socie- rico (o prehistórico/protohistórico), otras disciplinas
dad contemporánea y su comportamiento a partir del estudian ámbitos fundamentales que componen la
estudio su materialidad. En este sentido se recogen materialidad del mundo contemporáneo: desde la ar-
aquí propuestas distintas. Desde la intención de com- quitectura, hasta la sociología, pasando por la econo-
prender y recrear los usos, relaciones y formas de vida mía o hasta diferentes expresiones artísticas. Creemos
de un contexto histórico determinado, Judith Romero que la arqueología, en tanto que aproximación a una
(en este volumen) trabaja con la materialidad de un realidad social a través de su materialidad, puede ser
refugio antiaéreo de Barcelona, y Francisco Gómez el marco idóneo para ser “promiscua”, heterodoxa y
(en este volumen) trata la transición del Antiguo Ré- militante, y que trate de incluir las aportaciones de
gimen a la Modernidad en un espacio rural mediante diferentes ámbitos de estudio.
la arqueología del paisaje. Enrique Moral, en cambio, En un contexto académico en el que las “ciencias
estudia el cruising como práctica marginal, con una auxiliares” (zooarqueología, arqueobotánica, arqueo-
cultura material y una espacialidad concretas, cuyas metría de materiales cerámicos, antropología física,
implicaciones sociales y sexuales evolucionan con la etc.) reclaman su identidad, pero para así contribuir
propia contemporaneidad (Moral, en este volumen). mejor a la práctica de la ciencia arqueológica, creemos
Finalmente, Thomas Tews (en este volumen) presen- que la transdisciplinariedad tiene un encaje óptimo. El
ta un estudio que rompe con los límites cronológicos hecho de rechazar esa noción de “auxiliar” y de apos-
y propone un estudio desde el presente centrado en la tar por el prefijo “trans-” en vez de “inter-” (interdis-
diacronia, es decir, que pasa de estudiar la historia del ciplinariedad) significa que queremos romper con los
mundo contemporáneo a estudiar la historia desde el límites tradicionales entre disciplinas. En el estudio de
mundo contemporáneo, centrado en el análisis de la la contemporaneidad a través de sus prácticas (y sus
tradición de las casas circulares a partir de experien- reflejos materiales) toda aproximación será “bienve-
cias de distintos contextos y momentos históricos. nida”, siempre y cuando, aunque se centre en el aná-
Las experiencias recogidas y el debate surgido en lisis de una temática concreta, aspire a comprender
la mesa redonda se vertebran en torno al siguiente una realidad global que difícilmente podremos com-
eje central: el uso de nuestras herramientas analíticas partimentar.
y críticas, que parten del conocimiento de lo material,
para comprender aquello que nos rodea y nos define,
esto es, la contemporaneidad. Creemos que la pro-
pia definición de qué es contemporáneo o qué es moderno
es algo difícil y un verdadero reto en el pensamiento
occidental. La propia indefinición de nuestro título
Francisco Gómez-Diez1
1
Escuela de Máster y Doctorado. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. Biblioteca Central, 1ª
planta, Barrio Sarriena, Leioa-Erandio, 48940, Bizkaia. fgd006@gmail.com
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Francisco Gómez-Diez
toriador alemán acuñó éste término para denominar a Toda esta revolución metafísica vasca tendrá
la redefinición de ciertos conceptos como Historia o su reflejo en el paisaje. Durante el periodo, tendrá lu-
Revolución (Palti, 2004). Sin embargo, nosotros que- gar un proceso de cambio que creará el paisaje mo-
remos llevar más allá su significado, para así usarlo derno vasco, fruto del Sattelzeit que vivía la sociedad
como marco para un periodo de encabalgamiento en- vasca del momento. Las sucesivas transformaciones
tre dos tiempos. Es por ello que nos planteamos, ¿se conceptuales tuvieron su reflejo paulatino en la so-
puede estudiar arqueológicamente esta redefinición ciedad que lo “rebotaba” al territorio. Por lo tanto,
conceptual? el estudio del paisaje es la forma de entender cómo
Partiendo de la premisa de su posibilidad, vivieron las clases subalternas el cambio de mundo
nuestra intención es mostrar qué huellas quedan del durante el siglo XIX y buena parte del XX. La Ar-
paisaje del Antiguo Régimen (Stagno, 2014; Stagno et queología del Paisaje se muestra como una herra-
al., 2016) y qué elementos, hoy estratificados, incidie- mienta interesante puesto que, al centrarse en la mate-
ron en su transformación. Sin embargo, este cambio rialidad y en la espacialidad, aborda todas las fuentes
no fue sencillo y, de esta forma, analizaremos qué ele- de información disponibles, incluso aquellas que han
mentos en el paisaje nos enseñan lo “traumático” que quedado como únicos testimonios de las acciones de
fue el nacimiento del mundo contemporáneo en el clases subalternas. Esto es especialmente interesante
País Vasco (Antoñana, 1998; De la Torre, 1998; Ortiz en nuestro trabajo puesto que si bien las instituciones
de Orruño, 1998; Otaegui, 1991). Para ello vamos a regulaban y en cierta medida imponían un marco legal
analizar el paisaje en la medida en la que al ser habita- que regulaba una gestión del bosque (Garayo, 1993)
do por el ser humano forma parte de su “cultura ma- que el pueblo debía acatar; los verdaderos gestores de
terial”, y por lo tanto analizable por la disciplina ar- los bosques, prados y montes que componían gran
queológica. En otras palabras, entendemos el paisaje parte del paisaje de la época eran finalmente las clases
como el fruto de la actividad humana en el territorio, subalternas, aquellas que verdaderamente trabajaban
tanto psíquica como físicamente y por ello es objeto en el territorio y lo adaptaban para satisfacer sus ne-
de estudio histórico (Orejas, 1995-1996: 63). cesidades.
El mundo vasco no es un caso paradigmáti- Cada provincia vasca tuvo dinámicas inter-
co aislado del resto del mundo. Las Provincias Vas- nas diferentes que impulsaron su “modernización” y
cas, al igual que otros territorios europeos, también transformación debido a sus diferentes características
padecieron este proceso y esto es visible en la lite- geográficas, culturales e históricas. Para este estudio
ratura vasca del periodo. En la obra, de publicación nos centramos en el caso gipuzkoarra, correspon-
póstuma, de Juan Antonio Moguel (Eibar, Gipuzkoa, diente a lo que se ha denominado como “paisaje vas-
1745 – Markina-Xemein, Bizkaia, 1804), Peru Abarka co atlántico”.
(1881), podemos ver ese solapamiento incipiente en- El siglo XIX y las primeras décadas del
tre dos mundos. En ella se puede leer el diálogo entre XX se vivió un proceso de cambio en la gestión y
un casero llamado Peru Abarka (personificación de la explotación forestal. No sólo hablamos de cambios
“Tradición”) y un barbero-cirujano de ciudad llamado de normativas derivados de la paulatina y definitiva
Maisu Juan (la “Modernidad”). A lo largo de las pá- desaparición del régimen foral en 1876. Hubo otras
ginas podemos ver el debate entre estos dos mundos dinámicas históricas como la industrialización de la
y cómo, finalmente, la Tradición logra convencer de vertiente cantábrica vasca y la aparición de enferme-
su error a la Modernidad. Esta novela, escrita en un dades en el arbolado, siendo éstas últimas las causan-
euskera de marcado dialecto occidental (Peru Abar- tes de una fuerte crisis ecológica.
ka habla en dialecto de Markina-Ximein (Lea-Artibai, Desde el siglo XV el proceso de deforesta-
Bizkaia)), visualiza en la literatura ese choque entre ción de los montes obligó a crear normativas estrictas
dos mundos. Es un buen ejemplo de cuál era la visión para su conservación. Sin embargo, la deforestación
optimista de mucha gente de la época, que creía en la se mantuvo, agudizándose a partir del XVIII (Aragón,
perpetuidad del mundo en el que vivían y que la re- 2009: 69). A partir de 1840, la crisis ecológica ya era
volución, que finalmente trajo un nuevo mundo, sería evidente. Con las desamortizaciones incrementaron
encauzada y reeducada, sino aplastada. las roturaciones. El aumento de la cabaña ganadera, la
industrialización y el crecimiento urbano presionaron la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad
el bosque y éste sufrió una presión antrópica sin pre- del siglo XIX, la puerta de Gipuzkoa a Castilla, algo
cedentes, viéndose cada vez más mermado. Unido a especialmente visible con el Camino Real de Francia
todo ello, en la década de 1870 apareció la Phytophthora (Barrena, 1991).
cinnamomi o tinta del castaño y el Odium o blanco del En segundo lugar, la existencia de la propia
roble, enfermedades que afectaron gravemente a es- villa se debe a la presencia de manantiales salinos,
tas especies vegetales, lo que agudizó el declive de los siendo su explotación la que le ha dado nombre (“gat-
taxones autóctonos. Tan solo se salvaron, con excep- zaga” significa salina). Sin embargo, la pluviosidad
ciones, los lugares más altos y sombríos: el espacio del propia del clima atlántico no permite la obtención
hayedo (Uriarte, 2008: 241). Para seguir satisfaciendo de sal mediante la evaporación solar de la salmuera.
la creciente necesidad de madera, las instituciones pú- Por eso, la técnica empleada ha sido la evaporación
blicas repoblaron los bosques con especies exóticas forzada, es decir, calentando la salmuera con fuego
como el Pinus insignis, y trataron de buscar así, además, en calderas llamadas dorlas (Aranegui, 1987; Letona
no depender del exterior. y Leibar, 1984). Ésto le ha conferido un papel impor-
tante al bosque, ya que la necesidad de leña es impor-
4. Leintz-Gatzaga, un caso ejemplar tante para este método. Ello generó un paisaje donde
el argomal tenía gran importancia, por el elevado po-
Dentro del País Vasco atlántico -Bizkaia y der calorífico de la argoma (Peña Chocarro y Zapata,
Gipuzkoa- la transformación ocurrida en el paisaje 2003). Sin embargo, la introducción del carbón vegetal
fue diferente por las características de cada una (La- en la producción a mediados del siglo XIX hizo que
rrinaga, 2003), incluso de municipio a municipio. Para el argomal decayera en favor del bosque trasmocho,
ello vamos a tomar como ejemplo la provincia de Gi- ya que de la tala y el “trasmoche” de los robles y las
puzkoa y como caso de estudio concreto el municipio hayas se obtiene el carbón vegetal necesario. Unido a
de Leintz-Gatzaga por varios motivos. ello, la presencia histórica de ferrerías en el municipio
En primer lugar debemos tener en cuenta que unidas a la importante industria cerrajera (Aranegui,
Leintz-Gatzaga se encuentra en un paso natural de 1987), incrementará la importancia del bosque en la
gran importancia geoestratégica. Gracias al collado de economía local (Fig. 1)
Arlaban, nuestro área de estudio ha sido un lugar de Desde la construcción de la Camino Real
paso entre el Valle del Ebro y el Cantábrico y entre a Francia, junto a las dos invasiones francesas y la
Castilla y Francia. Por ello ha sido, sobre todo entre Primera (1833-1840) y Tercera (1872-1876) Guerras
haya generado dicha destrucción del medio. Aunque monte público (parcelas privadas que anteriormente
como excepción tendríamos algunas parcelas privadas eran públicas) gracias a amojonamientos y vallado de
o reforestadas por la administración pública (Ayerbe, propiedad. Por otro lado, tenemos las huellas de re-
2005). población forestal con los bosque de Pinus insignis y
Antiguos pastos arbolados, praderas y argo- similares. Y por último, tenemos huellas de la mo-
males, junto con los caleros y las carboneras, forman dernización de las infraestructuras, como carreteras y
este tipo de marcador. Pese a que en este caso no las ferrocarriles (Fig. 3).
hemos localizado, también forman parte de este mar-
cador antiguas cabañas o lugares de estabulación ga-
nadera. Hay elementos que son fáciles de ver como
los antiguos pastos arbolados, ya que en la actualidad
son visibles a través de los bosques trasmochos (bos-
que compuesto por árboles descabezados o cortados
por la cabeza para que produzca brotes a partir de
la zona cortada). Sin embargo, a la hora de visuali-
zar las antiguas praderas y argomales cubiertos por
masa forestal en la actualidad debemos tener en cuen-
ta dos recursos: la información que ofrece el bosque
que nos pueda decir la edad del mismo y la informa- Figura 3. Andén ferroviario en el alto de Arlabán.
A la hora de determinar qué elementos son Como hemos dicho, el tránsito del Antiguo
los marcadores de “salto a la Modernidad” hemos to- Régimen al Nuevo no fue pacífico en el País Vasco.
mado como referencia las huellas de acciones que sir- Leintz-Gatzaga estuvo tanto en la Primera como en la
vieron para traer la contemporaneidad. Por ello, por Tercera Guerra Carlista bajo el poder carlista. Mues-
un lado, están las marcas visibles de la enajenación de tra de ello, en las zonas linderas con Araba, existen
restos de trincheras o fortines para controlar el paso lógico un andén ferroviario en mitad de un puerto de
de Arlabán y el collado de Amaritako Atxa. Como montaña, sin ningún elemento más que pueda tener
ejemplo de fortín, tenemos, sobre el collado de Ama- asociado y (hasta ahora) sin un análisis arqueológico
ritako Atxa, la posición fortificada de Maroto o para del paisaje. La modernidad se retroalimenta, y al igual
el área de Arlaban, Galbarrain. En lo que respecta a que los antiguos caminos o usos del monte, una vez
trincheras, hemos localizado una serie de éstas, que pierden practicidad son sustituidos.
por su forma (líneas rectas), probablemente sean de El paisaje es el fruto de la re-utilización suce-
cronología carlista, entre los topónimos de Galbarra- siva del espacio. A veces tal uso desaparece y es olvi-
in y Bekotsabideta (Fig. 4). dado como ocurre con los caleros o carboneras, que
hoy encontramos, con suerte, entre repoblaciones
forestales de coníferas. Otras veces, sin embargo, un
elemento abandonado vuelve a tener el mismo uso: es
lo que ocurre en muchas ocasiones con las trincheras
o fortines carlistas, que fueron estructuras reutilizadas
en la Guerra Civil Española de 1936 (Aguirregabiria,
2015).
Las trincheras o las parcelas de antiguos co-
munales hoy privatizados son elementos que nos re-
cuerdan que la redefinición conceptual ocurrida en
el mundo vasco aproximadamente entre 1792 y 1876
no fue sencilla y libre de conflicto. La llegada de un
nuevo tiempo no fue bienvenida por toda la socie-
dad vasca y su implantación no ocurrió sin derrama-
miento de sangre. La materialidad de las guerras del
siglo XIX, por ejemplo, constituyen el resto más claro
para poder ver lo disputado qué fue el Sattelzeit. En
Peru Abarka podemos ver un mundo dónde la Tra-
dición gana sobre la Modernidad. Las marcas bélicas
que podemos ver son el resultado de esa redefinición
conceptual que polarizando las ideas hasta que final-
mente se impuso la Modernidad. Al fin y al cabo, con
un análisis arqueológico podemos ver la sustitución
semi-forzosa de un paisaje que se negaba a desapare-
cer.
Figura 4. Trinchera en Bekotsabideta.
Referencias
7. Conclusiones
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La creación del mundo contemporáneo dejó cación en Gipuzkoa. 2/ Edad Moderna (1500-
atrás una serie de costumbres que hizo que se acabara 1833), Diputación Foral de Gipuzkoa, Donostia.
aquel paisaje tradicional y surgiera uno nuevo para dar Aguirregabiria, J., 2015. La Batalla de Villarreal de
respuesta a unas nuevas necesidades. Sin embargo, Álava: ofensiva sobre Vitoria-Miranda de Ebro,
ese mundo no desapareció del todo, dejando algunos noviembre y diciembre de 1936, Beta III milenio,
restos arqueológicos que nos dan noticia de ello. La Madrid
velocidad en los cambios es característico de la Edad AMLG: “Archivo Municipal de Leintz”
Contemporánea (Koselleck, 1993, 2004) y se refleja
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56). Con la invención y proliferación del automóvil,
ferrocarriles secundarios como éste, fueron paulati- Aragón, A.. 2009. Retroceso forestal, desamortizacio-
namente suprimidos y sustituidos por el coche priva- nes y atraso tecnológico en la industria guipuzcoa-
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1
Universitat Pompeu Fabra. enrique.m.deusebio@gmail.com
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Enrique Moral de Eusebio
cesos de urbanización emprendidos tras la primera como la unidad básica a la hora de diseñar el espa-
Revolución Industrial, en estados como Alemania, cio urbano, con el objetivo de legitimar y perpetuar
Inglaterra, y los Países Bajos, donde la multiplici- tanto la producción como la reproducción capitalista
dad de espacios, el desapego familiar y el anonimato y patriarcal (Knopp, 1992: 658; Hubbard, 2001: 54).
proporcionados por las grandes urbes posibilitaron Con el capitalismo, la heterosexualidad se inscribe y
el cruising (Wilson, 2014: 193). La aparición de las se reproduce de forma positiva a través de la arquitec-
zonas de cruising, entendidas como espacios socia- tura para organizar la producción y el consumo, como
les en los que los códigos dominantes de género y en el paradigmático caso de los bloques de pisos de
sexuales se encuentran suspendidos (Knopp, 1992: barrios obreros, diseñados para albergar a la familia
664), forma parte de una estrategia para sobrevivir a nuclear heterosexual (Binnie 2011).
la contradicción entre la experiencia privada y las de- Esta idea cuadra con las investigaciones de filó-
mandas públicas de conformidad a la (hetero)norma. sofes y arqueólogues feministas que definen la hete-
Con el tiempo, esta práctica sexual se extendió a otros rosexualidad como una institución política cultural
estados europeos, como el español, donde hoy en día e históricamente determinada, que se plasma y (re)
el cruiser de nuestro relato merodea por bosques des- produce a través de la materialidad (Berlant y War-
amparados como el de la Finca de Papá, situado en la ner, 1998: 554; Voss, 2009; Wittig, 2010). Desde la
Ciudad Universitaria de Madrid (http://soldaduraen- Arqueología Queer algunes arqueólogues han señalado
frio.blogspot.com.es/2005/04/cruising-en-madrid-i. el papel que desempeña la materialidad y, en concreto,
html). Allí, la materialidad del cruising se superpone a la arquitectura y la estructuración del espacio que ésta
la de las ruinas de un evento traumático, las trincheras conlleva, a la hora de (re)producir ciertos estándares
de la Guerra Civil española, que se convierten, por de sexualidad (Voss y Schmidt, 2000: 20). Al exami-
unos instantes, en el escenario de una sexualidad sub- nar los modos en que sexualidades no-normativas se
alterna. Resulta llamativo comprobar que también los apropian y resignifican el espacio urbano, los análisis
cruisers, como les yonquis o las personas que hacen queer han descentrando la experiencia heterosexual
botellón, desempeñan actividades consideradas como masculina como perspectiva unívoca de la vida urba-
“inmorales” por el resto de su sociedad en ruinas, es na (Wilson, 2014: 194). Por ejemplo, la antropóloga
decir, en yacimientos arqueológicos marginalizados, Gayle Rubin ha analizado la influencia de la estruc-
abandonados, convirtiendo el yacimiento en una es- turación del espacio urbano y de la arquitectura en
pecie de “lugar de excepción” donde es posible trans- la identidad y las prácticas de los homosexuales de
gredir las normas legales y morales de la sociedad sin San Francisco, desde 1955 hasta 1995. En su estu-
temor a represalias. dio, llega a la conclusión de que las políticas públicas
Pero no sólo en yacimientos. El cruiser de esta (que definen, por ejemplo, los procesos de gentrifica-
historia también se pasea por parques públicos, al- ción) tienen un impacto directo en la (in)visibilidad,
gunos tan frecuentados como el Retiro, en Madrid. los patrones de asentamiento y la coordinación de la
Al amparo de la famosa Estatua del Ángel Caído, los lucha por la reivindicación de derechos civiles de gru-
cruisers “pecan” entre los arbustos, en un ambiente pos LGTBI de la ciudad (Rubin, 2000: 69). La autora
arbolado similar al de la Finca de Papá. Su actividad, se refiere a las zonas de cruising, de modo irónico y
furtiva y breve, genera una materialidad igualmente
efímera: un palimpsesto de pañuelos de papel, con-
dones usados y fundas de preservativos amontonados
bajo los setos en los que se ha desarrollado la acción
(Fig. 1).
Uno de los aspectos más llamativos del cruising
en relación al espacio es, por tanto, que sus practi-
cantes mantienen relaciones sexuales en lugares pú-
blicos, a menudo frecuentados por otras personas. De
este modo, subvierten el único espacio asignado por
la moral burguesa a la sexualidad desde la Moderni-
dad: el dormitorio conyugal. Durante los procesos de
urbanización de finales del siglo XVIII antes men- Figura 1. Pañuelos, envoltorios de preservativos y preservativos aban-
cionados, la familia nuclear heterosexual fue tomada donados bajo un seto en el parque del Retiro.
empleando jerga arqueológica, como “áreas de cap- (Foucault, 1994), es decir, espacios-otros donde la
tación”. Esta relación entre sexualidad y espacio es- alteridad puede disfrutar de prácticas sexuales estig-
tructurado también ha sido puesta de manifiesto por matizadas por el grueso de su sociedad. Las áreas de
arquitectas como Beatriz Colomina, que afirma que cruising, al ser lugares accesibles, fácilmente recono-
las políticas del espacio son siempre sexuales, incluso cibles por los iniciados y discretos, adoptan las venta-
cuando el espacio se emplea como mecanismo para jas de los lugares públicos y privados (Dehaene y de
suprimir la sexualidad (Colomina, 1992: i). La emer- Cauter, 2008: 3; Huard, 2012: 93), poniendo en entre-
gencia del modelo urbano occidental se organizó si- dicho esa dicotomía público-privado y cuestionando
guiendo códigos sexuales ligados al género, la raza y la la normalidad de la espacialidad hegemónica, por lo
clase (Wilson, 2014: 195), de acuerdo a lo que Judith que algunes las han sido categorizado como “zonas
Butler denomina la “matriz heterosexual”, una for- queer” (Berlant y Warner, 1998: 547). Estos espacios
ma de pensamiento y de ordenar no sólo los cuerpos, comparten algunas características con lo que otro
sino también el espacio, en torno a dos parámetros pensador francés, Marc Augé, designó como “no-lu-
opuestos y complementarios: macho-masculino-he- gares” (Augé, 2008[1992]). Según este antropólogo,
terosexual y hembra-femenina-heterosexual (Butler, los no-lugares serían espacios del anonimato, lugares
2007 [1990]: 97-98). De este modo, el patrón de es- impersonales de tránsito propios de la postmoderni-
pacialidad hegemónica propio de la urbe moderna dad. Uno de los ejemplos más recurridos de no-lugar
promovió, desde sus inicios, un ideal de sexualidad sería el aeropuerto, un sitio poblado por completes
basado en las relaciones monógamas, restringidas al desconocides que sólo están de paso, cuyas relacio-
ámbito doméstico (es decir, privado), entre personas nes se encuentran mediadas, casi únicamente, por su
de distinto sexo y con fines reproductivos. tarjeta de embarque. En cierto sentido, esto es lo que
Es por ello que, a través del cruising, sus partici- hacen los cruisers: en el más absoluto anonimato,
pantes invierten los estándares de esta espacialidad he- comparten de forma fugaz espacios con desconoci-
gemónica y heterosexual punto por punto: prefieren dos, guiados, únicamente, por la necesidad de satisfa-
la promiscuidad antes que la monogamia, lo público cer su deseo sexual.
en vez de lo privado, lo homo antes que lo hetero, A pesar de estas similitudes, no considero que los
y el puro placer frente a la reproducción. Invierten, espacios de cruising puedan considerarse como ge-
puesto que ellos mismos son considerados como nuinos no-lugares, al menos no para los cruisers. Para
“invertidos”, la lógica de la cotidianeidad de espacios ellos, sus desplazamientos, cotidianos o no, terminan
como los parques, los descampados, los parkings, los por cargar esos mismos espacios de significados y de
bosques, las saunas, los polígonos industriales o las “referencias de lugar” (Mato, 2007: 36-37), marcan-
ruinas. Al mantener relaciones sexuales en estos lu- do estos paisajes con sus experiencias significativas.
gares, subvierten la propia lógica de su cotidianeidad, En algunos espacios la materialidad llega incluso a
reapropiándose de ellos y resignificándolos como es- modificarse de forma permanente para adaptarla a la
pacios sexuales, como “picaderos”, llegando incluso a práctica del cruising. Por ejemplo, en los baños públi-
modificar su materialidad. cos de una conocida estación de autobuses madrileña.
En ellos la práctica del cruising es bastante frecuente,
2. Los espacios de cruising como pornoto- debido a la propia disposición de los baños: algunos
pías hombres esperan de pie en los urinarios, situados al
fondo de la estancia, hasta establecer contacto visual
De esta manera, considero que el cruising podría con otros hombres interesados en mantener algún
entenderse no sólo como una práctica sexual subal- tipo de encuentro sexual. Una vez establecido el con-
terna, sino también como una práctica contra-hege- tacto, lo más común es que entren en uno de los cu-
mónica y disidente, cuyos participantes modifican, bículos donde se encuentran los retretes, emplazados
resignifican y se (re)apropian de distintos lugares para en frente de los urinarios, para ganar privacidad. Y
subvertir por completo el orden espacial establecido. es precisamente en estos cubículos donde se aprecia
Convirtiendo, por ejemplo, un baño público en un una mayor modificación de la materialidad: en sus
picadero. Al invertir dicho orden espacial, los cruisers paredes, es frecuente hallar inscripciones con los da-
generan lo que el filósofo francés Michel Foucault tos de contacto de algunos cruisers, como el email
(asiduo practicante del cruising, según se decía en al- o el número de teléfono, e incluso ofertas ligadas a
gunos meaderos de París) denominó “heterotopías” la prostitución, como en la inscripción de la imagen,
154). Así, el potencial revolucionario de aquellas prác- xual, en Solá, M., Urko, E. (Coomp.), Transfemi-
ticas e identidades que, como el cruising, desafía(ba)n nismos. Epistemes, fricciones y flujos. Txalaparta,
la lógica del heteropatriarcado, es reconducido hacia Tafalla, pp. 153-165.
nuevos modelos particulares de consumo, perfecta- Butler, J., 2007 [1990]. El género en disputa. Edicio-
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2010: 129). Prácticas disidentes que con anterioridad Dehaene, M., de Cauter, L., 2008. Heterotopia in a
postcivil society, en Dehaene, M., de Cauter, L.
se consideraban “salvajes” son ahora domesticadas
(Eds.), Heterotopia and the City. Public Space in a
bajo la influencia del mercado, vaciando de conteni- Postcivil Society. Routledge, Londres, pp. 1-9.
do y despolitizando la lucha LGTBI en un proceso
que tiene su correlato material en fenómenos como la Foucault, M., 1994. Des espaces autres, en Dits et
gentrificación (durante años, el PP ha sido el partido Écrits 1954-1988, Vol. IV 1980-1988. Gallimard,
París.
más votado en Chueca).
En segundo lugar, bajo la rúbrica del neolibera- Huard, G., 2012. El ojo del poder en los meaderos.
lismo, el capitalismo rosa genera pautas y comporta- Las prácticas homosexuales en los urinarios pú-
mientos de consumo que se plantean como propios blicos de París, 1945-1975. AYER 87 (3): 89-109.
y necesarios para la liberación de les homosexuales, Hubbard, Ph., 2001. Sex Zones. Intimacy Citizenship
pautas y comportamientos que (re)producen unos and Public Space. Sexualities 4 (1): 51-71.
modelos monolíticos con los que ser y actuar como Knopp, L., 1992. Sexuality and the spatial dynamics
gays o lesbianas. Estos modelos y pautas de consumo of capitalism. Society and Space 10: 651-669.
crean un ideal de “homosexual deseable”, una nueva
Langarita Adiego, J.A., 2013. Sexo sin palabras. La
“homonormatividad” (Stryker, 2008) mediada por el
función del silencio en el intercambio sexual anó-
consumo: siempre será más asimilable un varón de nimo entre hombres. Revista de Antropología So-
clase media que hace cruising por diversión en la sala cial 22: 313-333.
Boyberry Madrid, participando de la industria del
ocio nocturno de la ciudad, que un marica seroposi- Langarita Adiego, J.A., 2014. Sexo y anonimato. No-
tas sobre los participantes en encuentros sexuales
tivo y precario que lo practica en un parque público entre hombres en espacios públicos. Revista de
porque no puede (o no quiere) costearse la entrada a Dialectología y Tradiciones Populares 69 (2): 349-
un garito. La apropiación neoliberal del cruising con- 368.
lleva, por tanto, un lavado de cara y una total despoli-
Mato, D., 2007. Importancia de los referentes territo-
tización de esta práctica (que termina por aproximar-
riales en procesos transnacionales. Una crítica de
se más al “ligue” heterosexual que al contacto sexual la idea de “desterritorialización” basada en estu-
entre desconocidos anónimos), así como una nueva dios de casos. Estudos de Sociologia (Araraquara)
noción del homosexual deseable, “homonormativo”, 12 (23): 35-63.
asociada a unas ciertas pautas y comportamientos de
Millán Pascual, R., 2015. Arqueología Negativa. Las
consumo.
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xuality: An introduction, en Voss, B.L., Schmidt,
R.A., (Eds.), Archaeologies of Sexuality. Routled-
1
Universitat de Barcelona. Facultat de Geografia i Historia, Calle Montalegre, 6, 08001 Barcelona.
Judithrm92@gmail.com
601
Judith Romero Martínez
Figura 1. Planimetría de la excavación del 2004 realizada por Àtics. S.L., en la que se aprecia en color fucsia el refugio 1333.
to a la situación del refugio, era interesante estudiarla, que desde la administración se intervino en la trama
ya que ésta se encuentra en el centro neurálgico de urbana para sacar a relucir dichos restos de la Vía Se-
Barcelona en la plaza Vila de Madrid, colindando con pulcral romana de entrada a Barcino. A su vez, era
las Ramblas y la plaza Catalunya. Nos situamos, pues, bien conocida la presencia de un convento de monjas
en el barrio de Ciutat Vella, en el que en marzo de carmelitas, fechado en el s. XVII.
1938 tuvo lugar uno de los episodios más sangrientos Después de las excavaciones previas en la plaza
de la Guerra Civil Española en la ciudad de Barcelo- (1954, 1956-1957), en 2004 se planteó una remode-
na, según J. Villarroya-Font (1981) y Solé y Villarro- lación urbanística que llevó consigo la última inter-
ya-Font (2006). vención que sacó a la luz el refugio antiaéreo, el cual
Ciutat Vella siempre ha sido un barrio de gran se adaptaba a las antiguas galerías del convento. En
poder administrativo, comercial y social, allí donde se este caso, se realizó una excavación en open area (Fig.
encuentran la mayoría de los edificios históricos más 1), en que los restos materiales fueron documentados,
importantes, palacetes, archivos y los negocios más extraídos y almacenados en el Museo de Historia de
antiguos. Esta coyuntura geográfico-social junto con Barcelona tal y como dice la memoria técnica (Pastor
la oportunidad de obtener la memoria arqueológica y Busquets, 2004). La estructura del refugio fue re-
del refugio, hizo que se considerara estudiar el refugio tirada, ya que en el presupuesto no se contemplaba
1333 en concreto. Éste presentaba gran cantidad de su musealización. Así fue que en la nueva configura-
material y de muy diversa índole, siendo así se pres- ción de la plaza destacan grandes desniveles. Por un
taba a obtener un análisis amplio en cuanto a cultura lado, se preserva a una cota muy inferior respecto al
material y aspectos de vida cotidiana. nivel de paso, la Vía Sepulcral romana, y en el lado
El lugar donde se emplazaba el refugio es la ac- opuesto de la plaza, encontramos una gran Unidad
tual plaza Vila de Madrid, un espacio donde ya se co- Estratigráfica negativa, que corresponde a la antigua
nocía la existencia de unos restos funerarios, por lo construcción del refugio y actual extracción de éste.
3. Interpretando/pensando el 1333. Figura 2. Imagen de la obertura del refugio 1333 y vista de la galería
principal con las hornacinas.
Como se ha comentado, el refugio reutilizaba lares entre sí. Otro aspecto interesante de estos ma-
una antigua estructura la cual acabó definiendo la teriales es el hallazgo de una esponja natural de baño,
configuración de éste en una gran galería de aproxi- de difícil adquisición junto con los aerosoles, poco
madamente 0.80 m a la que se le añadían dos gale- comunes para el momento y de elevado precio, éstos
rías de menor tamaño con una sala final circular. Las solían ser únicamente de laca, un cosmético altamente
galerías presentaban un total de siete hornacinas que inflamable como para estar en un refugio antiaéreo en
contenían todo tipo de materiales sin ordenación apa- tales cantidades.
rente pero significante para las personas que lo utili- Materiales de cocina también los tenemos pre-
zaron (Fig. 2). sentes en el registro. Éstos son las ollas, cazuelas, ta-
padoras, aceiteros, salero y pimentero, un tres-pies,
3.1. El 1333, ¿una vivienda provisional? jarras de hojalata, una gran cantidad de latas de con-
serva, encendedores manuales de contacto, pasa-pu-
El refugio en su totalidad contenía una serie de rés, cubiertos, vasos de cristal, caja de cerillas, entre
materiales propios de la vida cotidiana del siglo XX otras piezas muy degradadas.
clasificados en grandes familias (Fig. 3).Encontramos Como podemos ver, con tal variedad de mate-
materiales de aseo personal, orinales, palanganas, pei- riales de utillaje culinario y de menaje no sería dispa-
nes, cepillos de dientes, varios aerosoles, frascos po- ratado interpretar que este refugio fue una estancia
siblemente de función estética, cubos y una esponja. provisional durante el 1938. La aparición de latas po-
Estos materiales están en fase de degradación avanza- dría deberse a estancias de largos periodos de alarma.
da, lo que dificulta su estudio, aún así, se pueden ver Las grandes ollas y cazuelas podrían haber sido utili-
tipologías homogéneas de los diferentes aerosoles y zadas como recipientes de artefactos variados, pero
orinales del siglo XX. En estos se han detectado dos lo que nos lleva a pensar el refugio como vivienda
marcas de fabricación sueca con materiales muy simi- provisional son los utensilios de preparación de los
alimentos, en este caso el pasa-puré es clave, dado que previamente al conflicto se importaba de Italia. Apa-
indicaría la preparación in situ de la comida, junto con recieron en muy mal estado de conservación una caja
el aceitero, salero y el pimentero. Es más, este tipo de de crema Nivea, señal del cuidado de la piel y otra de
material para procesar la comida podría indicarnos la pastillas Juanola.
presencia de niños o ancianos. Otro aspecto a tener en cuenta es que se recu-
También encontramos materiales de indumenta- peraron un total de 20 piezas vítreas, la gran mayoría
ria diaria y de costura como son zapatos, paraguas, de ellas de productos farmacéuticos. Podemos con-
broches, diferentes piezas de tela, gran variedad de siderar que en la normalidad de la Guerra Civil los
botones agrupados, botones de presión de la mar- medicamentos tendrían un papel relevante, pero estos
ca Koh-i-noor aún sin utilizar en su modo original de tenían al mismo tiempo un precio muy elevado, lo
venta, a modo de pequeño costurero de emergencia, que significa que a una familia de clase media-baja le
aunque sin evidencias registradas de hilo, agujas de sería difícil asumirlo.
coser ni tijeras. Es importante tener presente que es- Una pluma y un tintero de vidrio hallados en una
tos últimos materiales serian de fácil degradación o de las hornacinas, nos acercan más a la idea de estar
aprovechamiento y que la recogida de material no fue ante una familia acomodada. De la misma manera
exhaustiva así que no es extraño no encontrar tales que también podemos intuirlo con uno de los frascos
materiales.. aparentemente de cosmética el cual presenta una téc-
nica de fabricación propia de los siglos XVII-XVIII:
3.2. ¿La burguesía catalana ocupando el 1333? el vidrio soplado, que a su vez éste nos puede estar
hablando de otro material de difícil adquisición y de
Encontramos otro conjunto de materiales que un alto nivel adquisitivo. Por último, pero no menos
nos inducen a pensar que los usuarios del refugio interesante, es la siguiente pieza clave que puede ha-
podían tener un alto nivel adquisitivo. Como hemos cernos pensar que los inquilinos pudieran haber per-
dicho anteriormente, se extrajo una esponja natural tenecido a la burguesía catalana y es la única pieza
que venía asociada con unos barreños. Ésta no era cerámica que se ha conservado: un orinal de produc-
de fácil adquisición en tiempos de guerra e incluso ción sevillana, una pieza de San Juan de Aznalfarache,
una fábrica de cerámicas y porcelanas muy similar a que la farmacia regentada por la familia Gort entra-
la lujosa Cartuja de Sevilla, con la que durante años ba perfectamente en el radio de actuación del refugio
estuvo equiparada. 1333.
De los 20 materiales de vidrio, 15 son frascos de Con una breve búsqueda sobre el propietario
productos farmacéuticos, a juzgar por las morfolo- Gort, encontramos que era un farmacéutico reco-
gías, colores y alguna etiqueta aun conservada (Bonne- nocido ya en 1902 según Gallardo y Casellas (2012),
main, 2003), podemos establecer una comparativa de año en que comienza la distribución de productos
éstos con las pocas publicaciones existentes (Gonzá- homeopáticos del Dr. Munyon junto con otras dos
lez-Ruibal et al., 2011; Ortiz-Castro, 2007; Etxebarria farmacias más en Barcelona: la Farmacia Vicente Fe-
y Pla, 2014; González-Ruibal, 2011; González-Ruibal, rrer y C. y la Farmacia Hijas de José Vidal y Ribas. El
2012). A su vez encontramos posible utillaje de far- llamado Dr. Munyon era un charlatán americano, que
macia; tubos de centrifugación, fragmentos de tubos adquirió su fortuna vendiendo productos homeopáti-
de ensayo, fragmentos de pipetas y una rejilla de hie- cos milagrosos a base de azúcares, alcohol y un gran
rro muy degradada para almacenar este instrumen- marketing. Éste aterrizó en Barcelona en 1902 con
tal. La gran cantidad de productos farmacéuticos u sus productos, pero un año después, según publica la
homeopáticos no significa que los inquilinos fueran revista Cu-Cut!, el Subdelegado de Medicina prohíbe
farmacéuticos, pero la presencia de estos últimos ma- la venta de tales productos por tratarse de una farsa.
teriales para la producción de químicos o productos En este mismo año, Gort publica el catálogo de pro-
homeopáticos nos acercan más a esa idea. ductos homeopáticos de su farmacia, (Gort, 1903).
El material que arroja luz sobre esta cuestión se Estos hechos nos llevan a pensar que el negocio
encontró mezclado con el resto de materiales. Éste de la familia ya era reconocido y que por lo tanto en-
es un frasco de pequeñas dimensiones, con un labio cajaría con la cultura material definida anteriormente
sobrepuesto y rectangular propio de los siglos XIX- como de alto nivel adquisitivo. Por último, en unas
XX y de color ámbar. Contenía también unas letras páginas del periódico La Vanguardia, del miércoles 29
en relieve en las que se lee: de marzo del 1938 nos aparece la esquela que nos
anuncia la muerte de don Amado Gort Civit y cuatro
“FARMACIA familiares más en el día 17 de marzo (Fig. 4).
HOMEOPATICA
GORT
CALLE SANTANA 17,
BARCELONA”
dalajara: Una posición franquista en Abánades Ortiz-Castro, C., 2007. Botellas de vidrio como
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de Montserrat, pp. 229.
Iván Roldán-Vergarachea1
1
Investigador predoctoral en el programa sobre Estrategias Científicas Interdisciplinarias en Patrimonio y Paisaje (ECIPP)
de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU): ivan.roldan@ehu.eus
609
Iván Roldán-Vergarachea
Figura 3. Imagen del segundo día de campaña. Trabajando en el interior del fuerte. Foto propia.
Por otro lado, están las intervenciones que, te- 198-201), y del Monte San Cristóbal (Martínez, 2013:
niendo por objetivo el estudio de estructuras cons- 56-60), así como la propuesta metodológica para la
tructivas carlistas, se han centrado en la publicación prospección en campo de batallas carlistas (Astorqui,
exhaustiva de los restos hallados. Así sucede en la 2013: 214-218).
mayoría de los casos, como en el Fuerte de San En- El vaciado de información historiográfica de-
rique (Rodríguez, 1986: 53-55; 1987: 46; y Urteaga, muestra, por tanto, que el estudio arqueológico de las
2015: 356-357), el Casco Arramendi (Benito, 2003: guerras civiles del siglo XIX no es un tema nuevo, al
156-158; 2004: 151-152), el Alto de Lugaritz (Ayer- menos en la Comunidad Autónoma Vasca, aunque es
be, 2005: 408-409), el Fuerte de Ametzagaina (García verdad que todavía no ha sido acometido de forma
y Moraza, 2009: 377-379), el Fuerte Zumalakarregi sistemática. La mayoría de trabajos se han desarro-
(Buces, 2012: 321-324), la Fortificación de Atxetilun llado al amparo de las leyes de patrimonio o gracias a
(Arrese, 2013: 320-321) o el Fuerte Oriamendi (Mo- iniciativas particulares, y no como fruto de líneas de
raza, 2013: 278-283). Estos trabajos conforman una investigación centradas en el carlismo.
base informativa de primer nivel para estudios de ca-
racterización y síntesis posteriores. 3. Los retos del día a día
Por último, tenemos aquellos estudios dirigi-
dos a la época que planteamos, que han tratado de Es indudable que la Arqueología de la Guerra
ir más allá del enfoque descriptivo y han aportado Civil Española es un tema que está de moda. El hecho
nueva información sobre el periodo. Dentro de este de tener innumerables fosas en el territorio español
grupo, destacan los estudios de la Torre del telégrafo y varias generaciones que contemplaron las atroci-
de Quintanilla (Sánchez, 2009: 133-143; 2010: 109- dades hechas a sus familias, ha generado un ciclo de
114), de los Fuertes de Arrontegi (Martínez, 2011: inhumaciones sin precedentes en España que ayudará
entre otras muchas cosas a dar cierta paz a los fami- 4. Conclusiones
liares de los asesinados/as. Pero, por otro lado, no es
ni mucho menos el único conflicto bélico en el que se Estas han sido algunas de las problemáticas a las
hayan generado fosas comunes. De hecho, la anterior que se enfrenta la Arqueología de las Guerras Car-
Guerra Civil (la III Guerra Carlista), así como otras listas. No me cabe duda, de que en un corto plazo,
anteriores, tienen ese mismo rasgo en común. A pesar nuevas investigaciones ayudarán a incrementar el co-
de ser hechos igualmente traumáticos como el pri- nocimiento que se tiene de estos conflictos decimo-
mero, estos no han gozado del mismo interés social. nónicos. No obstante, todavía queda mucho trabajo
Como ya se ha señalado (Herrasti et al., 2012: 345): por hacer y, entre otras cuestiones, traemos aquí las
“Las muertes violentas en conflictos bélicos han sido descritas siguientes:
en todas las cronologías. Sin embargo, no son muchos los tra-
bajos referidos a antropología y paleopatología de las Guerras - Demostrar a las administraciones públicas la
Carlistas de las que apenas se han recuperado restos huma- necesidad de invertir en este patrimonio, muchas ve-
nos”. ¿Por qué? La razón fue uno de los puntos que ces humilde en cuanto a restos monumentales se re-
se explicó en la mesa redonda de las JIA, por el cual la fiere, pero sin duda frágil, ante su carácter perecedero
diferencia se simplifica en que son sucesos más atrás y por lo tanto, vulnerable al paso del tiempo. Por eso,
en el tiempo y que por lo tanto no llegan a tener ese se deberían incentivar proyectos que ayudasen tanto
interés social y, de esta forma, no hay familiares que a investigar como a consolidar los diferentes vestigios
reclamen a sus antepasados. Es un conflicto entre la materiales, ante su posible desaparición. Como se
percepción social de las “generaciones vivas” de la suele decir en otros contextos: “no hay nada peor que
Guerra Civil Española de 1936-1939 frente a las “ge- la ignorancia o el desconocimiento” y aquí esa preva-
neraciones muertas” de la Guerra Civil Española de lencia no ayuda a la recuperación de este patrimonio
1872-1876 (III Guerra Carlista). localizado, la mayoría de las veces, en lugares alejados
Otro tema interesante es cómo debe enfrentar- de la ciudad y en zonas montañosas.
se esta arqueología al estudio material de su tiempo. - Socializar y divulgar este patrimonio en los
Primeramente, el método clásico de la excavación ar- pueblos del entorno, para convencer de que esos res-
queológica aquí ya no juega un papel tan esencial como tos que se encuentran dentro de su municipio, son
en otros contextos, debido a la gran cantidad de objetos parte de su historia, su legado y que, por tanto, les
metálicos que tenemos para este periodo. Básicamen- pertenecen. Solamente así, se puede crear una cone-
te se ha hecho imprescindible el conocimiento de las xión entre los restos arqueológicos y la población lo-
nuevas herramientas digitales (en especial los SIG) y cal, pasando a ser un elemento más de la identidad
el del uso de detector de metales para poder afron- propia de su gente. Porque hasta que no se trabaje
tar el estudio de los campos de batalla, campamentos en esa dirección, muchos restos de esta temática se
y otras estructuras de carácter temporal asociadas a degradarán ante la indiferencia de una sociedad que
obras terreras como son trincheras, baterías o reduc- los ven como elementos extraños a los que no habrán
tos. La excavación arqueológica se destina al estudio identificado como parte de su cultura. En ese caso, el
intensivo de determinados fuertes de carácter semi- olvido será su marca y su sentencia final.
permanente (como pueden ser los de un frente de
guerra), en los cuales se pueda ver que efectivamente Referencias
existen algunos basureros que puedan ayudarnos a
conocer a la sociedad implicada. Estos basureros a los Aníbarro, S., 2006. Convento de Carmelitas de San
que me refiero, suelen encontrarse en los fosos exte- José de la Isla (Sestao). Arkeoikuska 2005, 349-
riores de los fuertes, que se usaron para tal fin una vez 352.
concluida la guerra, con el propósito también de in- Aníbarro, S., 2007. Convento de Carmelitas de San
utilizarlos. De modo que, sin duda, se han convertido José de la Isla (Sestao). Arkeoikuska 2006, 375-
a día de hoy en uno de los mejores lugares en donde 380.
poder recabar esa información de carácter material. Arrese, A., 2013. Fortificación de Atxetilun. Arkeoi-
kuska 2012, 320-321.
Astorqui, A., 2013. Propuesta metodológica para
prospección en campo de batalla. Arkeoikuska
1
Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, Calle Serrano, 159, 28002 Madrid, España. thomas.tews@web.de
Resumen 1. Introducción
Este artículo quiere mostrar mediante un ejemplo Como base de este artículo sirve el enfoque teó-
el potencial (y los límites) de los estudios arqueológicos rico de la ‘arqueología del presente’, definido por A.
que se ocupan tanto del pasado como del presente sin una
distinción drástica. La investigación del presente puede González Ruibal como el estudio de sociedades con-
ser fuente de ideas para la reconstrucción del pasado y la temporáneas mediante la metodología y teoría de la
investigación del pasado puede ayudar a entender mejor arqueología, muy parecido a la etnoarqueología, pero
el presente y sus orígenes. Tales estudios también pueden a diferencia de ésta, estudia potencialmente todo el
ilustrar que ciertos fenómenos de la cultura material del ser mundo actual, tanto sociedades no modernas como
humano aparezcan en distintas épocas y en distintas zonas
– con o sin relación entre ellos – y así plantear preguntas capitalistas, y además no contempla una distinción
generales sobre el comportamiento humano. En esto es drástica entre pasado y presente, considerando que
importante investigar las sociedades contemporáneas y su ambos están inextricablemente unidos (González Rui-
cultura material sin valoración evolucionista y sin el con- bal, 2015: 19-20).
cepto erróneo de que en ciertas sociedades preindustriales Es importante enfatizar que la arqueología del
aisladas la pre- y protohistoria se ha fosilizado.
Como ejemplo se ha elegido las casas de planta redon- presente sólo puede ser fuente de ideas para la recons-
da que existen tanto en el pasado como en el presente en trucción del pasado, pero nunca puede aportar prue-
varias regiones del mundo, entre ellas la Península Ibérica. bas de o contra una hipótesis respecto al pasado. El
presente nunca es idéntico al pasado, sino que es el
Palabras clave: Arqueología del presente. Analogías etnográ- resultado del pasado. N. Zafra de la Torre, M. Castro
ficas. Casas redondas.
López y F. Hornos Mata lo han expresado acertada-
mente como sigue: “En la contraposición pasado / presente
Abstract
el presente se subsume en el pasado al explicarse por él, pero
This article aims to show by an example the poten- al mismo tiempo sabemos que el pasado es absorbido por el
tial (and limits) of archaeological studies that address presente […] y la contradicción de este modo se presenta en un
both past and present without drastic distinction. The plano superior: el de las relaciones entre el presente explicado
research on the present can be a source of ideas for the
por el pasado y el pasado re-sumido en el presente” (Zafra de
reconstruction of the past and the research on the past
may help to better understand the present and its origins. la Torre et al., 2003: 89).
Such studies may also illustrate that certain phenome-
na of the material culture of the human being appear at 2. Las casas redondas del presente y la recons-
different times and in different areas – with or without trucción de las casas redondas del pasado
relationship between them – and thus raise general ques-
tions about human behavior. In doing so it is important
to conduct the research on contemporary societies and Mientras que en el pasado de la Península Ibérica
their material culture without evolutionary valuation las casas de planta circular u oval constituían la nor-
and without the misconception that in certain isolated ma, en ciertas épocas y ciertas regiones (por ejemplo
preindustrial societies pre- and early history has fossilized. en los yacimientos calcolíticos o en los castros de la
As an example, roundhouses that exist both in the past
and present in various regions of the world, including the Edad del Hierro en el noroeste de la Península), hoy
Iberian Peninsula, were chosen. en día las casas redondas son más raras, pero toda-
vía existen en varias zonas de la Península y en otras
Keywords: Archeology of the present. Ethnographic analo- partes del mundo. Estas casas pueden dar ideas para
gies. Roundhouses. la reconstrucción de las casas redondas pre- y proto-
históricas. Por ejemplo, V. Gonçalves ha recurrido a
615
Thomas Tews
Figura 2. Pallozas en la Sierra de los Ancares. 1: Cantejeira (Balboa, León); 2: O Cebreiro (Pedrafita do Cebreiro, Lugo); 3-6: Piornedo (Cervantes,
Lugo).
idea de que las pallozas sean una especie de fósil de la por las condiciones del terreno (en suelo llano cons-
pre-/protohistoria, considerando que “por medio del es- trucciones circulares y en pendiente construcciones
tudio de aquellos pueblos que tienen hoy su cultura en un estado ovales, más alargadas, que descienden con la pendien-
primitivo” podemos conocer “las primitivas construccio- te) (Krüger, 1949: 62). Esto también podría ser una
nes en que se albergaban aquellas gentes que poblaron nues- explicación para la coexistencia de plantas circulares
tro suelo en la época pre-romana” (Castillo, 1914b: 243). y ovales en la pre- y protohistoria. Otra explicación
Lamentablemente este punto de vista evolucionista, posible es que es más facil construir una casa grande
que considera ciertos elementos de la cultura material de planta oval que de planta circular. En su obra so-
de las sociedades preindustriales como “primitivos”, bre la casa popular en Galicia, M. Caamaño Suárez,
todavía se encuentra en publicaciones más recientes, señalando que las pallozas más pequeñas tienen una
como en la obra “Construções Primitivas em Portugal” de planta circular, supone que las otras posibles plantas
E. Veiga de Oliveira, F. Galhano y B. Pereira (1988), la redondeadas han evolucionado de la planta circular
cual constituye una bibliografía básica de la etnografía (Caamaño Suárez, 1999: 49). Que hubo una transfor-
portuguesa. Desde mi punto de vista la arqueología mación de las formas redondas a formas más rectan-
del presente debería investigar las sociedades contem- gulares también es la opinión de F. Krüger con refe-
poráneas y su cultura material sin valoración evolu- rencia a las pallozas del pueblo de Las Brañas (Cangas
cionista y sin el concepto erróneo de que en ciertas del Narcea, Asturias), cuyo ábside superior ha sido
sociedades preindustriales aisladas la pre- y proto- sustituido por un muro recto (Krüger, 1949: 55-57,
historia se ha fosilizado. La arqueología del presente lám. IV, nº 7). Tal transformación también se puede
puede ser fuente de ideas para la reconstrucción del observar en la pre- y protohistoria, por ejemplo en la
pasado, pero nunca puede aportar pruebas en contra Estremadura portuguesa, donde las casas circulares
o a favor de una hipótesis respecto al pasado. El etnó- y ovales del Calcolítico y de la Edad del Bronce son
grafo X. Lorenzo Fernández ha criticado el concep- sustituidas en la Edad del Hierro por casas rectangu-
to de la pre-/protohistoria fosilizada en cuanto a las lares, que tradicionalmente se explica como influen-
pallozas: “Finalmente, convén non esaxera-lo arcaísmo das cias fenicias. Pero no se puede generalizar, diciendo
pallazas até o extremo de ver nelas unha especie de fósil proto- que siempre se produce una evolución de casas circu-
histórico pois, se ben non se pode nega-la súa semellanza coas lares a casas rectangulares, como si fuera una ley natu-
casas citanienses, cómpre ter en conta as diferencias existentes ral. La evolución contraria también es posible, como
entre elas en canto ó grandor, rixidez de forma, economía a que ocurrió por ejemplo en el Próximo Oriente: “The ear-
responde cada unha, etc.” (Lorenzo Fernández, 1982: 75). liest architecture of the Epipalaeolithic to Neolithic Near East
En este contexto es importante indicar que las pallo- consisted of round or oval [...] dwellings [...]. By 9000 BC
zas recientes normalmente son más grandes que las the round houses were slowly replaced by rectangular structures
posibles antecesoras castreñas. Por ejemplo la palloza […], which remained predominant for several thousand years.
“Casa do Sesto” (Piornedo, Lugo), habitada hasta 1970 The recurrence of circular monocellular buildings around the
y actualmente un museo privado (Rodríguez, 2015), middle of the 7th millennium has no immediate cultural or
según el folleto-guía del mismo tiene una planta cir- technical roots; it implies both an innovation in architectural
cular con una superficie aproximada de 200 m2, o las design and a fundamental departure from the long lived tra-
dos pallozas de planta oval de la Sierra de Los Anca- dition of rectilinear construction” (Akkermans, 2010: 26).
res, estudiadas por L. Crespí, con 14,5 y 17 m de diá- Mientras que las pallozas normalmente son ma-
metro longitudinal interior y 11,5 y 13 m de diámetro yores que las casas redondas pre- y protohistóricas
transversal (Crespi, 1929: 2-3). En general las pallozas de la Península Ibérica, las chozas contemporáneas
de planta oval miden entre 8 y 18 m en el eje longitu- de varias regiones de la Península Ibérica se parecen
dinal (Caamaño Suárez, 1999: 49). Las casas castreñas más a su tamaño. Las chozas servían hasta hace poco
normalmente sólo tienen 4/5 m y raramente más de como refugios temporales o viviendas permanentes
6 m de diámetro (Romero Masiá, 1976: 58). de pastores y labradores, o para uso de los trabajado-
En general las pallozas presentan una planta res en las fincas de labor (Martínez Peñarroya, 1992:
circular, oval, elíptica, elíptica truncada por los ex- 85-86). Habitualmente tienen una planta circular,
tremos o rectangular con las esquinas redondeadas aunque existen chozas rectangulares, y generalmente
(Caamaño Suárez, 1999: 49-50; Martínez Peñarroya, están construidas íntegramente con materiales vege-
1992: 85). El lingüista y etnógrafo alemán F. Krüger tales, aunque también hay chozas construidas en pie-
explicó la diferencia entre plantas circulares y ovales dra con una planta redonda de unos cuatro metros
Según K. V. Flannery (1972: 39) la planta rectan- makonde en Mozambique, cuyas casas antiguamente
gular tiene la ventaja de que permite añadir o eliminar eran redondas, pero después de la colonización por-
habitaciones si la familia, que habita la casa, aumenta tuguesa los jefes tribales, elegidos por el gobierno, co-
o se reduce. menzaron a imitar las casas rectangulares de los por-
A una conclusión parecida llegan J. W. Whiting tugueses, seguidos por los jefes de las poblaciones, y
y B. Ayres en su investigación etnográfica sobre las así la casa rectangular se hizo predominante (Dias y
inferencias de la planta de las viviendas en varias so- Dias, 1964: 13-14).
ciedades en todo el mundo: “Multiple-roomed houses are Por último hay que indicar que la planta redonda
constructed either by dividing a single-roomed house with par- y la planta rectangular también pueden ser combina-
titions or by joining several single-roomed houses with a shared das, como muestra por ejemplo un edificio indígena
wall. In either case, the rectilinear house has the advantage. en la cuenca del río Congo, que es un edificio rectan-
In the first place, it can be built larger, so that the partitioned gular con un tejado de dos vertientes, interrumpido
rooms are of adequate size. […] In the second place, when en el centro por una construcción circular con cúpula
multiple-roomed dwellings are made by addition rather than (Frobenius, 1894: 63, fig. 67).
by division, the rectilinear form again has a clear advantage,
since straight walls can be shared. Whatever the reason may be, 4. Conclusiones
rectilinear houses are more likely to be multiple-roomed than
are curvilinear” (Whiting y Ayres, 1968: 122). Además El ejemplo de las casas redondas muestra que
J. W. Whiting y B. Ayres han investigado si hay una la arqueología del presente puede ser fuente de ideas
relación entre el número de habitaciones por casa, la para la reconstrucción del pasado, pero teniendo muy
organización de la familia y distinciones de estatus. El presente que los elementos de la cultura material del
resultado es que las sociedades con casas con más de mundo contemporáneo que se parecen a elementos
una habitación normalmente tienen clanes familiares de la cultura material del mundo pasado no son fósi-
o distinciones de estatus o las dos características. En les del pasado, sino que son el resultado de todos los
el estudio sólo 5,7 % de las sociedades con casas con desarrollos y transformaciones de dicho pasado.
más de una habitación no tienen ninguna de estas ca- La ventaja de la arqueología del presente es que
racterísticas de la organización social, mientras que puede mostrar los diversos motivos ambientales, fun-
por lo menos el 38,8 % de las sociedades con casas cionales, culturales, sociales, económicos, políticos,
con sólo una habitación no tienen ni clanes familia- etc. que pueden dar lugar a ciertos fenómenos de la
res ni distinciones de estatus (Whiting y Ayres, 1968: cultura material, como hemos visto en cuanto a la
122-123). elección de la planta, redonda o rectangular, de un
En un análisis de 50 sociedades contemporáneas, edificio. Así, la arqueología del presente puede enri-
realizado por M. C. Robbins (1966), se llega a la con- quecer la arqueología del pasado, y viceversa, la ar-
clusión de que las casas de planta circular tienden a queología del pasado puede ayudar a entender los orí-
asociarse con modelos de asentamiento no necesaria- genes de ciertos fenómenos contemporáneos, como
mente permanentes, con comunidades más o menos por ejemplo el de las casas redondas.
pequeñas y con escasa práctica de la agricultura, mien-
tras que las de planta rectangular se asocian a modelos Agradecimientos
de asentamiento más permanentes, comunidades más
grandes y con prácticas agrícolas más intensivas. En primer lugar quiero agradecer a María D.
Por otra parte las investigaciones etno-arqueoló- Teijeiro la corrección de mi manuscrito en castella-
gicas de D. Lyons (1996) ponen de manifiesto que la no. Por lo demás quiero dar las gracias a Mercedes
elección de la planta puede deberse a razones étnicas Pereira y Enrique Arbones que me han posibilitado
y políticas, como es el caso de los Wandala en Came- estudiar las pallozas en la Sierra de los Ancares, hos-
rún, que tienen mayor autoridad material y social en pedándome en su casa y llevándome en su coche has-
la comunidad y en la región, impulsando el cambio de ta las pallozas.
casas redondas a rectangulares. Los otros grupos ét-
nicos deben hacer elecciones estilísticas similares para Referencias
ganar y mantener su credibilidad frente a las autorida-
des federales, ya que éstas consideran progresista la Akkermans, P. M. M. G., 2010. Late Neolithic archi-
planta rectangular. Algo parecido ha pasado con los tectural renewal: the emergence of round houses
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1
Departament d’Història i Història de l’Art, Facultat de Lletres, Universitat Rovira i Virgili Av. Catalunya, 35, 43002,
Tarragona, España. anabuchi@gmail.com; aitorburguetcoca@gmail.com
2
IPHES, Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, Edificio W3, Campus Sescelades URV, Zona
Educacional, 4, 43007, Tarragona, España. jmverges@iphes.cat; mlozano@iphes.cat
3
Area de Prehistòria, Universitat Rovira i Virgili (URV), Av. Catalunya, 35, 43002, Tarragona, España
623
Ana Bucchi, Aitor Burguet-Coca, Josep-Maria Vergès y Marina Lozano
2015), así como un perfil de salud distinto para hom- del cálculo dental y los micro-restos contenidos en él.
bres y mujeres (Eshed et al., 2004; 2006). Las muestras fueron observadas a 40x en el micros-
El principal aporte del cálculo dental, este re- copio óptico tradicional y digital (Olympus BX41 e
ciente tipo de análisis, es proveer evidencia directa Hirox KH-8700).
de lo que estuvo presente en la cavidad oral de los Se fotografiaron todos los micro-restos obser-
individuos y en algunos casos, lograr una identifica- vados y se identificaron usando nomenclatura inter-
ción a bajos niveles taxonómicos, lo que lo convierte nacional para cada tipo de micro-restos en caso de
en un tipo de análisis válido por sí mismo, y también haberla (Madella et al., 2005; Piperno, 2006; ICSN,
complementario a otros (e.g. micro-desgaste dental, 2011; Miola, 2012). Finalmente, se compararon con
análisis de isótopos estables). colecciones de referencia actuales y prehistóricas dis-
ponibles en distintas fuentes y junto al apoyo de es-
2. Material y Métodos pecialistas se logró su identificación al menor nivel
taxonómico posible.
En este trabajo se analizó el cálculo dental de 5
individuos del periodo Calcolítico de la cueva de El 3. Resultados
Mirador (Sierra de Atapuerca, Burgos), cuyos restos
fueron encontrados en una pequeña cavidad cerca de Se ha encontrado una gran variación individual
la pared de la cueva (Sector 200). De este periodo se en el número y tipo de micro-restos recuperados. 37
han encontrado hasta el momento un número míni- de los 63 granos de almidón, los micro-restos identifi-
mo de 23 individuos, dos los cuales han sido datados cados más abundantes en las muestras de cálculo den-
entre 4760 y 4200 años cal. AP. Se seleccionaron 5 in- tal, fueron encontrados en un mismo individuo. Esta
dividuos usando como criterios la presencia de cálcu- elevada variabilidad en la distribución de micro-restos
lo dental, que ambos sexos estuviesen representados entre los individuos, también se halló en otros mi-
e incluyendo uno, el individuo 4, que presenta traba- cro-restos, como fitolitos y microcarbones.
jo paramasticatorio de los dientes y varias patologías El peso de las muestras (los gramos de cálculo
orales (Ceperuelo et al., 2015; Lozano et al., In press). dental extraídos para el análisis) tienen una relación
Todos los individuos son adultos, debido a que los con el número de micro-restos encontrados; mientras
infantiles no presentan formación de cálculo dental. mayor fue el peso, más micro-restos se hallaron, aun-
Las muestras de cálculo dental se trataron usan- que esta relación no parece lineal. Sin embargo, esto
do los protocolos de Hardy et al. (2009) y Power et al. no se testeó estadísticamente debido a la baja muestra
(2015) con el objetivo de separar la fracción mineral (5 individuos).
Figura 2. Fitolito recuperado del cálculo dental de los individuos de Figura 3. Microcarbón recuperado del cálculo dental de los individuos
El Mirador. de El Mirador.
Los almidones recuperados 12 de ellos presen- se requiere más investigación para estimar cómo es
tan características morfológicas de los almidones de esta relación y qué peso mínimo de las muestras es el
cereales (Triticeae y Aveneae) y 8 de leguminosas (Fa- requerido para este tipo de análisis, y de esta manera,
beae). Sin embargo, no fueron asignados con seguri- hacer interpretaciones que puedan compararse entre
dad a ningún taxón, siendo la principal razón la falta distintos individuos y yacimientos.
de caracteres diagnósticos para clasificarlos y la gran Más allá del peso de las muestras, el análisis de
cantidad de características compartidas entre las tri- cálculo dental requiere conocer mejor las variables
bus estudiadas. que afectan la preservación de los micro-restos. En
Los 6 fitolitos (Fig. 2) recuperados corresponden resumen, existen problemas o falta de conocimiento
a monocotiledóneas y probablemente a gramíneas. en todos los niveles de análisis de los micro-restos
También se hallaron filamentos fúngicos y micro-car- incluidos en el cálculo dental: (1) Existe variabilidad
bones (Fig. 3). intra e interpoblacional en la formación de cálculo
dental (Lieverse, 1999), por lo que desde el comienzo
4. Discusión y conclusiones es posible que dos individuos con el mismo estilo de
vida, tengan distintos micro- restos y en frecuencia
La gran variación en cuanto al número de mi- diferentes, (2) hay un conocimiento limitado de las
cro-restos hallados en el cálculo dental de los indi- alteraciones que pueden producirse en los micro-res-
viduos de El Mirador requiere ser comentado. En tos antes de entrar a la boca y cómo estas afectan
cuanto a esto, Wesolowsky et al. (2010) encontraron su preservación e identificación, aunque hay estudios
una relación negativa entre la concentración de mi- que están avanzando en esto (Henry et al., 2009), (3)
cro-restos y el tamaño de las muestras, lo que ellos se desconoce en qué medida el cálculo dental repre-
explican proponiendo que algunos individuos preci- senta lo que se consumió en vida, aunque trabajos
pitan cálculo dental más velozmente que otros. Por recientes están avanzando en resolver este problema
otra parte, Henry et al., (2014) no encontraron nin- (Leonard et al., 2015; Power et al., 2015b), (4) el núme-
guna relación entre el peso de las muestras de cálculo ro de micro-restos encontrados en el cálculo dental es
dental y el número de micro-restos recuperados. En relativamente bajo si se compara con otros materiales
este trabajo si bien se encontraron más micro-restos como el sedimento (Meunier y Colin, 2001), por lo
en las muestras de mayor peso, la relación no parece que existe una gran variabilidad y es difícil obtener
ser lineal (lo que podría estar en consonancia con los conclusiones a nivel poblacional y (5) existen limita-
resultados de Wesolowski et al. (2010). Por lo tanto, ciones para la identificación de micro-restos y la cla-
sificación taxonómica, que dependen del estado del ma de clasificar almidones incluya a un número ma-
arte de cada uno (Miola, 2012; Arráiz et al., 2016). yor de taxones para que sea suficiente por sí misma.
Creemos que es necesario mencionar las dificul- Entonces, ¿Qué información nos aporta el estu-
tades para asignar algunos micro-restos a algún taxón, dio de los micro-restos encontrados en el cálculo den-
lo que se hizo patente sobre todo en el caso de los tal de los individuos de El Mirador? La información
almidones. Los artículos de cálculo dental que clasi- más valiosa parece provenir del tipo de micro-restos
fican taxonómicamente los almidones que encuen- encontrados y de la relación entre ellos.
tran se basan en (1) colecciones de referencia que Algunos de los granos de almidón recuperados
contrastan esta información con dieta conocida de que pudieron ser clasificados, con mediana seguri-
poblaciones actuales (Leonard et al., 2015) (2) atlas y dad, se asignaron a cereales y guisantes, lo que es
(3) descripciones morfológicas que otros autores han consistente con las semillas de determinadas espe-
hecho, especialmente el libro de Reichert (1913). Si cies cultivadas encontradas en los niveles neolíticos
bien este libro proporciona una descripción detallada del yacimiento (Vergès et al., 2008). Así también lo
de la morfología y propiedades polariscópicas de los indican los fitolitos encontrados; todos pertenecen a
varios taxones, revela también la gran cantidad de ca- monocotiledóneas, probablemente gramíneas (a los
racterísticas compartidas entre estos, no solo a nivel que pertenecen cereales y leguminosas), lo que rea-
de especie, sino también de género, familia y tribu. firma la idea de que estas eran parte de la dieta de
Por ejemplo, el tamaño de los granos es usualmente los individuos. El individuo 4, que tuvo el mayor nú-
mencionado como una característica diferenciadora mero de almidones (37, que representan el 58,7% de
entre incluso especies del mismo género (e.g. Piperno todos los almidones encontrados), presentó también
et al., 2004; 2000; Leonard et al., 2015), sin embargo, numerosas patologías orales, entre ellas caries seve-
la variación de las dimensiones de los almidones es ras (Ceperuelo et al., 2015). Si bien la relación entre
bastante amplia y en muchos casos se solapa (Fig. 4). alimentos ricos en almidón y caries está en discusión
Algo similar ocurre con características morfológicas (e.g. Lingstrom et al., 2000), el registro bioarqueológi-
como la forma, la presencia de fisuras y lamellae, en- co muestra un aumento en la prevalencia de las caries
tre otras. durante Neolítico con respecto a periodos anteriores,
Lo anterior es muy importante porque la estima- lo que es interpretado por la modificación de la die-
ción de la pertenencia de los almidones se ha hecho ta, con un aumento de plantas ricas en carbohidratos
generalmente a través de la asignación visual del in- (e.g. Eshed et al. 2006).
vestigador, pero como se acaba de discutir muchas Sin embargo, a pesar de que este individuo pre-
de las características son compartidas entre distintas sentó un número elevado de almidones comparados
especies y al parecer la presencia de algunos rasgos con los otros, no es posible decir solo en base a esto
solo nos entrega una probabilidad mayor o menor de que su dieta era rica en carbohidratos, debido a que
que un grano de almidón pertenezca a un determina- no se conocen bien las variables que afectan la preser-
do taxón (Aceituno y López, 2012). Si consideramos vación de los micro-restos en el cálculo dental. Aun
que cada rasgo nos entrega solo una probabilidad de así, si son observados en comparación con los demás
pertenencia a un taxón y teniendo en cuenta que se micro-restos encontrados y las caries severas, los re-
deben observar varios rasgos antes de clasificar un sultados son coherentes con una población inmersa
almidón, se hace evidente la dificultad para el investi- en un modo de vida agricultor.
gador de considerar todas estas variables a la vez, por El entorno de la cueva también se ve reflejado
lo que se hace necesario utilizar análisis cuantitativos, en el cálculo dental. Algunos de los microcarbones
objetivos y detallados que permitan una clasificación encontrados pueden explicarse por el uso de la cueva
altamente confiable de estos micro-restos. Este tipo por parte de los individuos de El Mirador y la per-
de análisis, menos dependiente del error intra e in- manencia en esta durante todo el año (Martín et al.,
terobservador, permitirían además una comparación 2009). Además de cueva-redil, El Mirador fue utiliza-
más fiable entre los resultados de distintos yacimien- do como espacio doméstico, ya que se han documen-
tos. Actualmente, existen algunas investigaciones que tado el procesamiento y el consumo de los animales
están avanzando en este problema y proponen una (Martín et al., 2009). En este espacio, además, se han
asignación automática de los almidones (Arráiz et al., encontrado fumiers (Cabanes et al., 2009) o capas de
2016; Torrence et al., 2004; Louderback et al., 2017, in estiércol quemado con el objetivo de reducir el vo-
press). Con el paso del tiempo se espera que esta for- lumen de excremento animal y eliminar parásitos.
Figura 4. Distribución del tamaño (en μm) de granos de almidón según taxón en la bibliografía. La bibliografía utilizada para construir este gráfico
fue la siguiente: Aceituno y López (2012), Reicher (1913) y Henry et al. (2009). En cada caso se consideraron los tamaños menores y mayores repor-
tados, incluso si estos no fueron obtenidos en el mismo estudio.
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Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Avenida de
Vigo s/n, edificio IIAG-CSIC, 15705, Santiago de Compostela. Jorge.canosa-betes@incipit.csic.es
631
Jorge Canosa-Betés
Figura 2. Complejo monumental desde el oeste. Obsérvese la amplitud visual de que dispone la cruz. Fotografía: Jorge Díaz Bes. Wikimedia. CC
BY-SA 3.0.
Figura 3. Cuenca visual de la cruz. La progresión de color, de más claro a más oscuro, indica un mayor volumen de cruz visible desde cada punto.
Figura 4. Percepción visual de la cruz desde cada punto y elementos humanos a los que afecta actualmente. La calidad de la percepción está en
función de un índice de base 1, siendo el valor donde la cruz comienza a percibirse de manera nítida de 0,33.
a partir de 8 puntos, 6 de ellos situados en el fuste falta SIG para predecir que la cuenca visual del Valle
con diferencias de altura de 25 m y 2 de ellos en los de los Caídos iba a ser muy amplia, de hecho, cual-
extremos de los brazos a 130 m de altura. La estatura quier persona que haya visto el monumento es capaz
del observador se estableció en 1,65 m. En cuanto a de deducir su alto grado de visibilidad en el territorio
la capa de percepción, se ha seguido la metodología circundante. No obstante, aquí se proporcionan unas
propuesta por Dennis Ogburn (2006) para crear un cartografías con las cuales poder valorar gráficamente
índice que evalúe la calidad de la percepción visual el alcance visual del complejo y su control sobre un
de la cruz y el límite de la misma en función de su vasto territorio.
grosor, que, si bien varía a lo largo del recorrido, se le Así, el monumento se puede percibir físicamente de
ha supuesto de 8 m de media, quedando el límite de forma correcta en una amplia superficie, gran par-
percepción nítida del monumento a 27.520 m. te de ella, además, de obligado paso en los despla-
Los resultados obtenidos en el modelo final son, zamientos centro-noroeste, pero también se percibe
en cualquier caso, orientativos, y no han de tomarse simbólicamente. A este respecto, hay que indicar que
categóricamente. Así, por ejemplo, a la hora de calcu- la presencia, todavía hoy, de ambos dictadores hace
lar las cuencas visuales no se tienen en cuenta árboles imposible resignificar el monumento y, con él, el pai-
ni edificios, por lo que a ese respecto su superficie saje, por lo que podríamos considerar que la voluntad
debería ser más reducida. Por otro lado, en lo que res- original de sus constructores sigue intacta, pervivien-
pecta a la percepción nítida, el índice y la distancia lí- do en un estado democrático de derecho un paisaje
mite son estimaciones realizadas para un ojo humano de conmemoración del fascismo.
medio y, además, suponiendo unas perfectas condi-
ciones atmosféricas y luminosas. Agradecimientos
Marín Suárez, C., 2014. Ruta por el Campus de Ba- Saguar Quer, C., 2005. La cruz soñada: concepción
talla, do it yourself. Guerra en la universidad. y construcción del Valle de los Caídos. Anales del
http://guerraenlauniversidad.blogspot.com. Instituto de Estudios madrileños 45, 757–796.
es/2014/02/ruta-por-el-campus-de-batalla-do-it.
html (accedido 13.09.16)
Ogburn, D.E., 2006. Assessing the level of visibility
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