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Son trastornos del sueño muy comunes en niños en edad escolar. Son muy frecuentes
y se calcula que un 40% de las personas han tenido, durante su infancia, algún episodio
de sonambulismo acompañado o no, de terrores nocturnos, pero pocas continúan con
estos problemas en la edad adulta.
La inmensa mayoría de las veces se da en niños sanos, alcanzando su mayor
frecuencia a los 11 años. Generalmente es benigno y se resuelve con la edad, sin
necesidad de ningún tratamiento.
¿QUÉ ES EL SONAMBULISMO?
La característica esencial del sonambulismo es la existencia de episodios repetidos
de comportamientos motores complejos, que se inician durante el sueño profundo. El
sonámbulo suele hacer cosas mientras está dormido. Por ejemplo, puede sentarse en
la cama y realizar movimientos como frotarse los ojos o manosear la ropa. Puede salir
de la cama y caminar alrededor de la habitación o incluso salir de la casa.
Llevar una buena higiene del sueño es el segundo paso del tratamiento. Las pautas
que se indican a continuación ayudan a mejorar el descanso.
Mantener en medida de lo posible siempre las mismas rutinas y horarios.
El niño debe dormir las horas suficientes. Puede ser útil echarse la siesta durante una
hora.
Evitar excitantes (té, café coca-cola, chocolate, etc.)
Se debe repetir cada noche una rutina de acciones que ayuden a prepararse mental y
físicamente para irse a la cama. Lavarse los dientes, ponerse el pijama, preparar la ropa
del día siguiente, etc. A los niños las rutinas les hace sentirse seguros.
Hay que evitar las actividades o juegos violentos antes de acostarse que puedan dejar
muy activado al niño.
Realizar alguna práctica que relaje su cuerpo y mente antes de irse a dormir, por
ejemplo, darse un baño de agua caliente, ejercicios de yoga, escuchar música relajante,
leer un libro, etc.) cada persona tiene su propia forma de relajarse, la noche es un buen
momento para ponerla en práctica.
Mantener la habitación con un buen ambiente para descansar, que haya silencio,
oscuridad y una temperatura óptima para dormir.
Una vez despierto se encontrará asustado y aterrado. En ese momento hay que
consolarle (abrazarlo y cogerle de la mano mientras se le tranquiliza con palabras).
Háblele con ternura pero también con firmeza y seguridad.
En el momento de haber tenido el suceso no es buena idea hablar en detalle sobre ello.
El niño podría activarse más y eso dificultar que vuelva a dormir. Es bueno darle una
explicación adecuada a su edad comentándole que ha sido “un mal sueño”, que le pasa
a toda la gente y que no puede hacerle ningún daño.
Psicoterapia:
El objetivo que se pretende alcanzar con ayuda de la psicoterapia es aprender a
manejar las emociones de forma saludable y así encontrar la calma necesaria para
mantener un sueño reparador.