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Dialogo Entre Masones

A r t í c u l o s Masónicos Seleccionados
Año 5 - N° 52

Abril 2018
Herbert Oré Belsuzarri

Mario López Rico


Vicente Alcoseri
Julio Villarreal III

-Masonería y mujer. Una asignatura pendiente…….3


-El oculto simbolismo masónico de la estrella
flamígera…………………………………………………………..7
-Dios ante la antropología…………………………………19
-¡Logia a más de 5300 metros de altura! En el Perú
……………………………………………………………………….24
-La masonería y las facciones del liberalismo
colombiano durante el siglo XIX………………………….37
-Garibaldi en el Perú…………………………………………62
-El vecino Garibaldi…………………………………………..76
-La presencia de Garibaldi en el Perú…………………80
-Los masones ingleses en los 1,700. La imagen y el
gran mensaje………………………………………………….102

Este número simplemente es magnífico, no solo por


los temas abordados, también por la calidad de
quienes los escriben. Seguro que dará mucho por
hablar en los meses posteriores a su publicación.

La revista agradece la difusión de los artículos


publicados, mencionando la fuente y la autoría.

Valle de Lima Abril 2018


MASONERIA Y MUJER.
UNA ASIGNATURA PENDIENTE
Víctor Guerra
3
La mujer en masonería ha tenido siempre poco hueco y reco-
nocimiento por parte de los masones, creo que no cabe duda
de ello, y el panorama se puede rastrear el catálogo de organi-
zaciones masónicas, bien a nivel internacional o nacional y ver
¿Cuántas hay masculinas, ¿cuántas mixtas, y cuántas femeninas?

Ha sido el siglo XIX al calor de los cambios ideológicos, políti-


cos y sociales cuando las mujeres han empujado a los «progre-
sistas» masones a que abrieran las puertas de las logias, más
allá de lo accidental, dándose una primigenia masonería de
adopción, muy digna e importante, de cuyo seno las sufragistas
se fueron desmarcando, pues el antañón marco de adopción no
era válido, y de ese embrión y la necesidad de empezar a traba-
jar en los planos de igualdad que ahora se establecen, nacieron
las logias mixtas, quedando un marco propio, para la práctica
de la masonería femenina.

Lo paradójico del caso es que se ha logrado un importante cam-


bio en lo orgánico, pero en lo que respecta a la ritualidad, está
construida en base a arquetipos masculinos, y hasta ahora no
parece que haya habido mucha preocupación por alterar este
planteamiento, que por ejemplo en otros ámbitos ya hubieses
sido puesto en solfa, y se hubieran acondicionado más allá de
cambiar Vigilante por Vigilanta…

Fuera como fuere, el tema de la mujer en masonería, es cícli-


camente candente, de cuyos resultados pues tenemos algunas
situaciones que han cambiado drásticamente al menos estruc-
turalmente, como que el Gran Oriente de Francia es «mixto» , o
que la masonería de Tradición francesa, ensaya modelos mix-
tos, hasta la Gran Logia de España, con D. Óscar de Alfonso, a la
cabeza hizo manitas orgánicas y conceptuales con Patricia Pla-
nas, GM de la GLFE, jugando a dar a entender lo que no era, al
coqueteo de sí, pero no, pero casi… en lo orgánico se entiende,
por aquello de hacer de la GLFE una apéndice «regular» en el
coto masónico femenino español.
4
En todo caso el tema, como digo es peliagudo, no me extraña-
ría mucho que en un futuro próximo algunas organizaciones se
vean afectadas con las políticas igualitarias.

Por otro lado, al tema de la masonería y la mujer en cuanto a los


trabajos de ensayo o historiografía es que se le hayan dedicado
muchos estudios materializados en tesis o libros, más bien ar-
tículos, aunque tampoco crean que muchos, esta pudiera ser la
panoplia de trabajos que he ido recopilando:

Bibliografía referencial

• María José Lacalzada: El Cimiento Mixto en Masonería. EL Derecho Humano en Es-


paña 1893-1963. F. M. Deraisme. Año 2007.
• María José Lacalzada: Maria Deraisme. La Fuerza de la Palabra. Fundación Maria
Deraisme- Año 2012.
• María José Lacalzada: Mujeres en Masonería. Antecedentes Históricos entre las Lu-
ces y las sombras (1868-1938). Edt Clavell. 2006.
• Rosa Maria Presmanes García: La Masonería Femenina en España. Dos siglos de
historia por la Igualdad. Ediciones Catarata 2012.
• Natividad Ortiz Albear: Las Mujeres en la Masonería. Universidad de Malaga . Año
2005.
• Natividad Ortiz Albear: Mujeres masonas en España. Diccionario biográfico (1868-
1939) Ediciones IDEA-Año 2007.
• Ascensión Tejerina. De oficio Masón. Editorial Espejo de Tinta. Año 2006.
• Rosa Maria Garcia Baena. Masonería y Educación durante el franquismo. La ilustre
inspectora María Victoria Diaz Riva. Universidad de Málaga. Año 2007.
• Yolanda Alba: Masonas. Historia de la masonería femenina. Editorial Almuzara. Año
2014
• Maria E. López Sepúlveda. En columnas de Igualdad. Edt. Masónica.es. Año 2014.
• Margaret C. Jacob. Les Lumières au Quotidien. Franc-maçonnes et politique an siè-
cle des Lumières. Éditorial L´Orient. Año 2004.
• Janet Burke, Cécile Revauger. Les premières franc-maçonnes au siècle des Lumières.
Presse Universitaires de Bordeaux. Año 2010.
• Gisele et Yves Hivert-Messeca: Comment la Franc-maçonnerie vint aux femmes.
Deux siècles de Franc-maçonnerie féminine et mixte en France (1740´-1940) Édito-
rial DERVY. Año 1997.
• Cecile Revauger. Les femmes et la Franc-maçonnerie des Lumières a nous jours. .
Éditions La Pensée et les Hommes. Año 2012.
• Jean –Pierre Bacot: Les Femmes et la Franc-maçonnerie en Europe. Éditions VEGA.
Año 2009.
• Françoise Jupeau Requillard. L´Initiation des femmes. Editions Rocher. Año 2000.
• Magali Aimé. Femme et Francmaçone. Paroles d´apprenties silences de compagno-
nes. Ed. Dervy. Año 2010
• Isabelle Dusquenoy. Franc-maçonne. Journal insolente d´une femme libre dans le
5
secret des loges. Editions du Moment. Año 2103.
• Andrée Buisine. La Franc-maçonnerie anglo-saxonne et les femmes. Editions Tre-
daniel. 1995
• Collective. Les Femme en Franc-maçonnerie. Editions Oxus. Año 2011.
• Collective. Louise Michel. Edition Conform. Año.2012.
• Collective. Les Femmes et la Franc-maçonnerie des Lumières à nos jours. XX et XXI
siécles. Año. 2012.
• Charles Monselet. La Franc-maçonnerie des femmes. Ediosn Masque. Año 2011.
• Olivia Chaumont. D´un corps a l´autre. Editons Robert Laffont. Año 2013
• Marie Dominique Massoni. Femmes e initiation. Presses Maçonniques.Año 2014
• Lucie Leforestier. L’initiation des femmes de l’Antiquité à la Franc-maçonnerie. Edi-
tions Maison de vie. Año 2016. Revista Cultura Masónica nº 5. Masonería y Mujer

Artículos:
• « Premières manifestations de la franc-maçonnerie féminine en Espagne au XIX
(1868-1898) » Marza-Girau, Suzanne (1977)
• «A maçonaria Feminina » Marques Da Costa (1979)
• « L´initiation féminine » Gugliero, Francine (1982)
• « Une loge révèle. L´initiation féminine » 1986
• « Maçonnerie féminine et loges académiques » Le Forestier, René (1989)
• « Les Femmes et la Franc-Maçonnerie du XVIII a 1940 » Neguiral, Syvette (1990)
• « Massoneria femminista ? el caso della Francia ». Gaspard, Françoise (1991)
• « La Franc-maçonnerie en Frances. Évolution. État actuel » Renard, Monique (1992)
• «La franc-maçonnerie au femenine ». Benchetrit, Karent y Louard, Carina. (1994)
• « Grande Loge Féminine Française. Autoportrait » G. Tredaniel (1995)
• « La Franc-maçonnerie anglo-saxonne et les femmes » Buisine, André (1995)
• « L´Initiation des femmes » Jupeau-Requillard Françoise (2000)
• « Les franc-maçonnes » 1868-1998) Randouyer, Françoise (2002)
• « La massoneria e la donna » Munari, Barbara (2006)
• « Les Hauts Grades au féminin, le Suprême Conseil Féminin de France » Buisine,
André (2007)
• «Women´s Agency and Rituals in Mixed and Female Orders ». Heidle. A. y Jan Snoek
(2008)
• La mitad femenina, “para” la masonería y “en” Masonería (1868-1936 Balance y
perspectivas. María José Lacalzada. 2003

6
EL OCULTO SIMBOLISMO MASONICO DE LA
ESTRELLA FLAMIGERA
Vicente Alcoseri
En el siglo XVI, el pentagrama
o estrella de cinco puntas, en
Masonería recibió el nombre
de la estrella en llamas o Es-
trella Flamígera, se convier-
te en sí uno de los símbolos
usados en los rituales esoté-
ricos de la Masonería se in-
trodujo en la masonería por
Tschoudy, que nació en 1730,
pero Samuel Prichard, ya es-
taba hablando de la “Estre-
lla Flamígera” (“la ardiente
estrella”) pues este símbolo
mágico se remonta a miles
de años, años que se pierden
en la Noche de los Tiempos.
A pesar de que no fue inclui-
do en ningún ritual masónico
anterior a 1737, cuando fue
adoptado por las tiendas ma-
sónicas francesas, que eran
más aproximadas a la filo-
sofía hermética. Ya en 1766
Barón de Tschoudy publicó el
libro La Estrella Flamígera o
La Sociedad de los masones,
Un libro, masónico-alquími-
co, uno de los referentes del
Rito Masónico Adonhiramita
el trabajo esotérico con inter-
pretaciones ocultismo masó-
nico, que propuso la creación
de la nueva Orden de la Es-
trella llameante o flamígera,
compuesta de tres grados.
7
En el Masónico Rito de York, la estrella sagrada o en llamas
está representada por la estrella de seis puntas, que simboliza
la deidad suprema, con las cuatro letras hebreas en el centro,
formando el nombre impronunciable de Dios: YoD, hé, vav -Hé.
También esta estrella sirve para simbolizar la dirección de la
Logia, con el triángulo superior (su dirección espiritual) repre-
sentado por el Venerable y los dos Vigilantes, y el triángulo in-
ferior ( su orientación material) representado por el Capellán ,
Tesorero y Secretario. Si eliminamos las líneas horizontales de
la estrella de David, las filas resultantes apuntando hacia arriba
y hacia abajo, simbolizan la escuadra y el compás de Logias Ma-
sónicas, una vez más dependiente del material de orientación y
el hombre espiritual.

En los otros ritos masónicos como en el caso del Rito Escocés


Antiguo y Aceptado , la estrella flamígera es una de cinco pun-
tas o pentágono, con la punta para arriba, y la G al centro, un
8
inspiración de Pitágoras, que representa al Ser humano en su
alta espiritualidad. También se le llama la estrella panta Alfa
por representar 5 alfas o letras A, símbolo de los atributos de
la sabiduría, la gnosis y la espiritualidad. En la masonería que
simboliza la fuerza que impulsa a los hombres hacia sus metas
y da sentido a sus logros, que sirve para recordar al masón que
él debe crear y trabajar con la sabiduría y la espiritualidad. El
pentagrama representa en la mampostería o albañilería tam-
bién “número de oro” o “proporción dorada “, que es una rela-
ción en la que la parte inferior es relativa a mayor, ya que es el
más grande en su conjunto. Esto se traduce en una sensación de
armonía y belleza.

La verdadera estrella ardiente o flamígera es uno de los símbo-


los que utilizan en los templos masónicos, pero al principio sin
la inclusión de la letra G y las llamas radiantes. Su significado
oculto es que las llamas de la estrella consumirían el material
innecesario, por lo que la representación de la estrella de Fue-
go es puramente espiritual. Se explica que la estrella flamígera
en realidad se trata de varios símbolos, una G , unas llamas y
una estrella, así uno no debe asociar a los rayos de luz con las
llamas, ya que estos se originan con los egipcios, que considera
la estrella como símbolo de la unión de la hija de Isis con el hijo
del sol.

El Pentagrama siempre ha sido considerado un símbolo celes-


te de la buena fortuna, muchos hogares alrededor del mundo
usan la estrella como símbolo de protección. Así, la asociación
del pentágono con Lucifer y las fuerzas del mal se representa
siempre como una estrella invertida, y la oscuridad se debe a
su asociación con el antiguo nombre latino de Venus (Lucifer) y
las invenciones del francmasón Eliphas Levi (Baphomet) y del
escritor León Taxil. Unas traducciones de la Biblia por San Jeró-
nimo y el Rey James adoptada en Isaías 14:12 un nombre latino
(Lucifer) a la estrella de la mañana, aunque el texto del Antiguo
Testamento fue escrito en un momento, luego extrañamente el
9
Vaticano eliminó por decreto el Nombre de Lucifer de la Biblia.

La asociación teología de Lucifer con el diablo fue hecho pri-


mero por Orígenes, y luego por San Agustín, basado en la tra-
ducción de la Biblia por San Jerónimo, es probable que para
resolver un dilema acerca de la naturaleza de Dios, la idea era
de raíz que si existía el Mal esto no debería provenir de Dios,
así se inventó al Diablo y así Lucifer el ángel caído por rebelde
sería el personaje idóneo para culparlo de todos los males. En
el Antiguo Testamento existía la figura del diablo que represen-
ta el concepto de Dios el mal por separado, para el mal sería un
castigo divino por la desobediencia del hombre y estaría al ser-
vicio de Dios. En el Nuevo Testamento, Dios deja de actuar de
manera asociado al mal, como se presenta en el libro de Job, ahí
aparece como si Dios y el diablo tuvieran una buena amistad, y
que pondrían a Job a prueba , así Dios en el Nuevo Testamento
pasa como un Ser totalmente benigno. Luego para la Iglesia
Católica está la necesidad crear al diablo para justificar el mal,
pero se enfrenta al siguiente dilema teológico: si Dios creó al
diablo y él mismo es malo, entonces Dios creó el mal. Por otro
lado, si Dios no creó el diablo, entonces no es omnipotente. Para
solucionar esto en la mente torcida del Vaticano, recurrieron a
Isaías 14:12 para corroborar la idea de que el Diablo fue origi-
nalmente un buen ángel creado por Dios, y no fue sino por la
libre voluntad o libre albedrio el ángel Lucifer decidió conver-
tirse en el mal: ¿Cómo caíste del cielo, oh Lucero, tú que la punto
del día parecía tan brillante?

Este hecho era conocido por el Francmasón Albert Pike, Gran


Comendador del Consejo REAA para la Jurisdicción Sur de Es-
tados Unidos, cuando se publicó en 1871 el libro Moral y Dog-
ma, con referencias brillantes a “¡LUCIFER, el portador de luz!
¡Un nombre extraño y misterioso para dar al espíritu de la oscu-
ridad! ¡Lucifer, el Hijo de la Mañana!”.

El significado del texto masónico muestra que cuando el Franc-


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masón Pike se refería a Lucifer, él estaba indicando claramen-
te la brillante luz de la Estrella de la Mañana, asociado con el
mismo Jesús el Cristo, algo sin duda incómodo para el Vaticano,
que lo expresara así . Se discute que la base bíblica para la aso-
ciación entre Lucifer y el diablo era completamente infundada,
pero el hecho de que Pike utilizara sin explicaciones adecua-
das, el nombre de Lucifer, reveló un descuido o arrogancia inte-
lectual injustificada porque prácticamente todos los cristianos
todavía creían firmemente que Lucifer era sinónimo de maldad.
A la fuerza de argumentos logró (este era el estilo de Pike
escribir sólo para que los iniciados en los augustos misterios
entendieran). Pero también muchos anti masones usarían sus
textos durante muchos años para demostrar que la Masonería
está vinculada al diablo. Pike no falló en el propósito principal
de su libro: dio una comunicación clara y objetiva pero sola-
mente entendible para masones , y su Libro ha creado un gran
revuelo que aún requiere una explicación, una explicación que
muchos no están dispuestos a escuchar, o mejor dicho no están
capacitados a entenderlo.

Es importante agregar que la versión original antigua, de la Bi-


blia trae correctamente la siguiente traducción de Isaías 14:12:

Sagradas Escrituras 1569


12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado
fuiste por tierra, el que echabas suerte sobre los gentiles.
13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a
las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y en el monte del testimo-
nio me sentaré, y en los lados del aquilón;
14 Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altí-
simo.

King James Bible


How art thou fallen from heaven, O Lucifer, son of the morning!
how art thou cut down to the ground, which didst weaken the na-
tions!
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En otro pasaje demuestra que la estrella de la mañana no tiene
nada diabólico, a diferencia de asociarse con Jesús, como vimos
en Apocalipsis (22, 16):

Reina-Valera 1960
16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas
cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana.

Si sustituimos la “Estrella de la Mañana”, de “Lucifer” en Apoca-


lipsis 22:16, como sería el argumento de aquellos que realmen-
te creen que Lucifer es igual al diablo?

Veamos otro pasaje sobre Lucifer, también atribuido a Pike, del


libro Moral y Dogma, porque hay serias dudas sobre la auten-
ticidad de sus fuentes. De todos modos, esta fuerzas morales o
metafísicas emisión (¿deidades?) Vinculados a mal o bien, a pe-
sar de dogmática, es filosóficamente muy controvertido ya que
se entiende que el mal es la naturaleza del hombre y no de Dios,
y en este contexto, la falta de justicia retributiva ha animado a
los teólogos, con el tiempo, a especular acerca de otra vida y el
concepto de Karma.

Por otra parte, como hemos visto, algunos sostienen que las
atrocidades cometidas por el Dios del Antiguo Testamento
(como inundaciones, Sodoma y Gamorra, y el mismo Dios da
órdenes divinas para exterminar sin piedad todos los antiguos
residentes de Canaán, entre ellos mujeres y niños, etc.) Todos
estos aspectos dudosos dieron oportunidad de la base de que
su acusador o adversario (diablo o Satanás) en realidad estaría
en contra de que el viejo concepto de la justicia, que es por
el bien. Esta discusión teológica se vuelve aún más compleja,
mientras que otros sostienen que el diablo no existe realmen-
te, por el siguiente razonamiento básico (no se pudo crear un
adversario de Dios o tolerar el mal del Diablo por un Dios amo-
roso) un Demonio maligno que fue inventado sólo para tener la
12
culparle de la existencia del mal, y más o menos legitimar el
argumento de un fuera de lugar total por encima de la natura-
leza humana, y peor un fuera de lugar desde el punto de vista
de un Dios todopoderoso y amoroso, misericordioso, y menos
(en el concepto de recompensa en el cielo por creer en Cristo
y el castigo en el infierno simplemente por no creer en Cristo),
pero no vendría del Dios del Nuevo Testamento, que es sólo el
amor. Por ejemplo, en el budismo existe la figura del diablo, que
es Mara. El mal se originó supuestamente en la ignorancia, el
deseo, la codicia y proyectos hombre egoísta y el fin del sufri-
miento debe comenzar con la aniquilación de la ignorancia y
el deseo, pero como culpar desde el punto de vista budista a
un Niño por simplemente ser ignorante, y de sufrir por desear
comer algún alimento.

En cuanto a la estrella de cinco puntas invertida usada frecuen-


temente por la misma masonería, por ello, es interesante anali-
zar el caso de la organización Para-masónica Estrella de Orien-
te o bien el Ajefismo, la masónica Asociación juvenil esperanza
de la fraternidad , estas estrellas invertidas usadas por estas
organizaciones que debemos considerar totalmente masónicas,
organizaciones legítimamente masónicas regulares que tiene
por objeto poner de relieve los valores morales y espirituales,
construir el carácter, para educar, amar y servir a los demás a
través del trabajo ritual y filantrópica, estas organizaciones es-
tán simbolizadas por el pentagrama invertido. La Orden Estre-
llas de oriente fue creada en 1850 por Mason Rob Morris y la
adopción de la estrella de cinco puntas invertida era antes de
la interpretación frívola por Eliphas Lévi que era un signo de
mal, ya que su libro fue publicado sólo en 1856. A medida que
los historiadores no lograron encontrar ejemplos de interpreta-
ción el pentagrama invertido como un símbolo del mal antes de
esa fecha, esta interpretación parece ser la creación exclusiva
de Leví. La explicación de la Orden del este de la estrella por
estrella está apuntando hacia abajo es que este es el punto en
el que la gracia de Dios desde arriba, entra en el alma, y es un
13
razonamiento perfectamente coherente, lo que demuestra que
no hay necesidad de un cambio símbolo. En cuanto al A. J. E.
F. (Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad) es una
asociación de jóvenes que por la educación que reciben, cons-
tituyen la esperanza de la fraternidad universal y, en consecuen-
cia de la fraternidad masónica. Así lo señala la declaración de
principios que se plasmaron en las liturgias formuladas para el
efecto, desde su origen en la Habana Cuba en 1928, y por su
fundador Don Fernando Suarez Núñez

Con el tiempo, los masones han conservado sus mitos y leyen-


das, contando historias antiguas desde tiempos inmemoria-
les. El hecho de que el discurso ritual masónico es una venta-
na abierta para ver hacia dentro del Templo del Rey Salomón,
cuando no hay mención de que en el Antiguo Testamento indica
que se trata de un conocimiento muy antiguo y valioso, ya que,
en realidad, esta ventana deja ver la luz la Shekinah entrando
por ella. Este tipo de conocimiento, probablemente viene de la
época de la construcción del templo y se ha conservado sólo en
los rituales masónicos.

Se debe tener en cuenta que con el fin de ofrecer una lección


moral y adaptarse a la conducta personal, los rituales masóni-
cos deben ser una algo significativo e inspirador. Esto a veces
puede requerir modificaciones a la comunicación que se en-
tiende bien y que el contenido es relevante para el contexto
social. Por otro lado, cuidado con los innovadores irregulares
que necesitan que, sin saber los trasfondos ocultos de los ritua-
les masónicos , tratan de modificar los rituales masónicos para
imprimir su marca personal, y así producir la destrucción de
la masonería provocada por los mismos masones irregulares y
espurios , y así destruir deliberadamente por malos masones
una herencia ancestral iniciática masónica.

A modo de ejemplo de estos malvados masones, en el antiguo


ritual masónico del grado 4° hubo o existió una referencia a la
14
Estrella de la Mañana al mismo Lucifer , de la siguiente mane-
ra: En el ritual de hoy de Grado 4° o maestro secreto , señala
únicamente: Como se ha mencionado, diciendo que se perdió
la información importante con respecto a la Estrella de la Ma-
ñana, posiblemente debido a que algunos revisores masónicos
no entendían o no estaba de acuerdo con su significado eso-
térico. Aprendiz masón: la Estrella Flameante, es la Razón que
nos eleva sobre todo lo creado y nos da a conocer el por qué
de las cosas; y el ojo que brilla en su centro, es el emblema del
Maestro que buscáis. Maestros a recoger las cenizas de Hiram,
y a embalsamar su corazón, para que imitéis sus virtudes y os
hagáis digno de sucederle!

Sin embargo, el simbolismo de la estrella sigue siendo parte de


muchos rituales masónicos: “Yo vi la estrella llameante o flamí-
gera “ es porque él entró en el gran misterio del segundo grado
de iniciación. Ya en el grado 18°, la Estrella Flamígera se asocia
15
con la nueva ley y la libertad (citado en la introducción), posi-
blemente en referencia a la profecía de la venida de un Mesías
para liberar a los judíos de los romanos.

En el Masónico Ritual Grado 32° proporciona un excelente pa-


norama histórico de la estrella flamígera:

Gr Com : ¿A qué hora debe reunirse el Consistorio para delibe-


rar?
Pr Ten : Al despuntar la aurora, cuando la estrella de la mañana y
los Gemelos (Géminis) aparecen en el firmamento-

La filosofía del grado 32° se basa en las enseñanzas de los Gran-


des Luces, con el fin de ayudar a la construcción del Templo
Interior, proporcionando interpretación del simbolismo masó-
nico, confirmar y ratificar todo lo que se enseña en la Orden
Masónica. El renacimiento del mundo profano Mason, ganando
a sí mismo, es el triunfo final de la luz sobre la oscuridad. En
otras palabras, el grado 32° se confirma todo lo que se enseña
en otros grados y deja la conclusión de cada trabajador. Como
Ritual: “La Cripta de los nueve columnas también se llama Crip-
ta de los grandes filósofos o Cripta de los Grandes Luces. Es
un símbolo de la extraordinaria grandeza. (...) En la cripta se
encuentra la inspiración moral de la institución - es el Espíritu
Masonería”.

Las Enseñanzas masónicas valoran el concepto de adquisición


de la luz, que se simboliza en la Cripta de los grandes filósofos
por los constructores del espíritu universal. La cripta se puede
entender como un resumen final de los mayores misterios de la
masonería, poniendo el grado 32 como el cierre del contenido
filosófico de la enseñanza masónica.

En la cripta de los 9 grandes filósofos se colocan en nueve co-


lumnas ocho bustos de grandes filósofos, más una estrella de
cinco puntas, que representan a los avatares de la humanidad.
16
La estrella, que simboliza Mañana y representa el futuro de to-
das las creencias y las esperanzas de la humanidad, dice: “. Yo
soy la estrella de la mañana, los Judíos esperan al Mesías, mu-
sulmanes esperan al Mahdi, cristianos el retorno de Cristo (...)
los masones esperamos el retorno del Orden , pero nada puede
definir el Gran Arquitecto del Universo. Buscad la Verdad, la Jus-
ticia practican estas cosas y amar al prójimo como a ti mismo,
este es el camino del deber, el único camino de salvación.”

Alegóricamente hablando, la Cripta de los 9 grandes filósofos


es un lugar secreto donde los secretos son depositados y ger-
minar, dando a luz, siendo considerado, así como el lugar donde
nació la iluminación y la sabiduría. Así esta alegoría trae gran-
des lecciones y “que conocen bien esta enseñanza saber la ra-
zón de estas alegorías. Y si ellos entendido bien ahora sabemos
lo que realmente significa ser un masón, y finalmente puede
conocer el verdadero significado de la Estrella”. Se entiende
el significado de la Estrella de la mañana “ por esta razón toda
la enseñanza masónica. Esa razón es la esencia secreta de la
Masonería que es sintonizarse con la estrella de 5 puntas, un
hecho que puede soportarse, por el espíritu, que es infinito, y
que puede albergar todos conformaciones posibles, ya que se
conecta a los orígenes del universo ... Este es el gran secreto de
la masonería. “

El mismo masón Albert Pike en Moral y Dogma, señala que el


verdadero secreto del grado 32 se define como la victoria de la
parte espiritual de la parte material del hombre, o el dominio
de la moral y la razón sobre los apetitos y pasiones.

El mal es la sombra de lo bueno y de todo espíritu humano y


la materia están interrelacionados. Los venenos más virulentos
son los mejores remedios cuando se administra en la debida
proporción. Las pasiones y los vicios vinculados a la iniciativa
asunto al mal y, como el mismo apóstol san Pablo dijo:, “ Porque
si vivís conforme a la carne, moriréis, mas si por el Espíritu ha-
17
céis morir las obras de la carne, viviréis..” Romanos 8:13 Nues-
tra vida es una batalla entre el orden y el caos, lo que representa
el gran propósito de la existencia de cada hombre: para superar
las debilidades de la materia. Cada Grado Masónico enseña el
ceremonial y las instrucciones que el propósito más noble de
la vida es luchar sin descanso y con determinación, para que
nuestra esencia espiritual y divina supere lo material, las pasio-
nes y los vicios.

Sin embargo, estos vicios, pasiones y apetitos desordenados


nunca son completamente extinguidos y aniquilados. La per-
fección no es alcanzable por el hombre, pero la lucha constante
y honorable sirve para mostrar que los masones no somos per-
fectos, sino perfectibles. Así que cuando un masón o masona
muestra esfuerzos por evolucionar, nunca debe ser abandona-
do, odiado o despreciado, pero si ayudado y animado a luchar.
El verdadero real secreto masónico, mencionado en el grado 32,
no es un secreto en el sentido normal de la palabra; es decir, no
es algo que debe ser escondido del mundo exterior. Aquí la pa-
labra “secreto” debe entenderse como sinónimo de “misterio”;
ocultos sólo porque no podemos entender por completo. (...)
ESTE ES EL VERDADERO SECRETO ‘’El secreto seria el equi-
librio que significa armonía y la estabilidad que la naturaleza
nos muestra y que es una guía para la buena vida. Tenemos que
respetar a los demás, pero también tenemos la necesidad de la
autoestima; tenemos tiempo para nuestra familia, una parte de
la soledad; tenemos que vivir esta vida al máximo, y prepararse
para el otro nivel de la existencia. Una vida bien vivida en sana
convivencia con la sociedad, en armonía con el mundo, con el
universo es la clave masónica, así: el trabajo, los tragos amar-
gos, los tragos de dulce vino ; tristeza, alegría; los pensamiento,
la acción. Todos son la clave para alcanzar lo que la Masonería
pretende”

https://sites.google.com/site/secretomasonico/-quien-es-vi-
cente-alcoseri
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DIOS ANTE LA ANTROPOLOGIA
Nelson Ressio

La Fe Religiosa, ¿es una ENFERMEDAD MENTAL, con evidentes


síntomas de HIPOCRESÍA IGNORANCIA Y MUERTE?

Desde mi punto de vista, tal como lo intento explicar constante-


mente, pienso que debemos mirar al mundo, al Ser humano, en
todos los aspectos que le atañen, y desde el inicio de su exis-
tencia pre-bípeda y post-bípeda, de una manera antropológica,
al menos, como inicio para todo análisis subsiguiente. Todo acto
humano, de ayer, de hoy y del momento en el que dejemos de
ser Homo Sapiens Sapiens, para pasar a ser Homo Sapientísi-
mus, todos los actos humanos están expresados en el mundo
de las apariencias y en el de las ideas, bajo el influjo del poder
de nuestra psique inconsciente, y de nuestra no tan poderosa
conciencia, al menos por ahora. Todo evento se fundamenta en
aquella base antropológica que he expresado arriba. Todos los
hechos y decisiones, de los que somos espectadores, a cada
19
momento, están basados
en lo que acarreamos
en nuestro inconsciente
colectivo, y en nuestra
conciencia colectiva, lo
primero desde épocas
inmemoriales, y lo se-
gundo, desde el naci-
miento, y por lo tanto, lo
que sucede ante nues-
tras percepciones, ante
nuestro mundo sensible,
es producto de nuestro
mundo interior, extra-
polado hacia el mun-
do exterior, en forma
de eventos que poseen
cargas psíquicas, algu-
nas, nulas, otras positi-
vas, y otras negativas,
pero cada evento, tiene
su génesis en la psique,
individual y/o colectiva,
dependiendo del evento
y de quien o quienes lo
generen. Entonces, por
ejemplo, el nacimiento
mismo, es una experien-
cia traumática, y por ello
la naturaleza reprime
dicho hecho, para que
no lo recordemos en lo
absoluto, y ni siquiera
recordamos nada hasta
el año o los dos años de
vida. Es, como sabemos,
20
un mecanismo de defensa para la psique del niño. Pero en cuan-
to al evento denominado “nacer”, es un evento, creo yo, con alta
carga psicológica, con mucho poder, y por ello se reprime de
manera natural. Lo mismo sucede con el dogma religioso, con la
Fe Religiosa, la cual, mediante un mecanismo de simple heren-
cia familiar, se implanta en la psique de los niños (y a decir ver-
dad, muy inteligentes fueron los eclesiásticos para usar a los ni-
ños), y dicho implante, y sus consecuentes refuerzos periódicos,
casi de por vida, hacen que aquel dogma, aquella Fe Religiosa,
sea un poder psíquico muy grande dentro del inconsciente, y
digo del inconsciente, debido a que se lo viene implantando
desde que se realiza el bautismo, en el caso del catolicismo, por
ejemplo. Ese poder psíquico, se encuentra allí, en nuestra men-
te inconsciente, de manera latente, rigiendo nuestras vidas (y
aunque escribo en primera persona, no me incluyo, sino que
estoy generalizando), y en cada evento en el cual nos encontre-
mos envueltos.

Por lo tanto, el poder psíquico del dogma religioso afecta a cada


decisión que tomemos, ya sea que dichas decisiones nos afec-
ten a nosotros, como un solo individuo, o a muchas personas,
o bien, al mundo entero, y dichas decisiones, estarán cargadas
de un sesgo argumental muy poderoso, tan poderoso como las
ideologías políticas, o más, y ambos, el dogma y la política, son
formas de pensamiento arcaicos, totalmente descentrados del
eje perfecto que ordena la semántica y los hechos, de una ma-
nera, casi científica, o mejor dicho, de una manera naturalista,
concordante con la propia naturaleza y con sus leyes, algunas
descubiertas, y otras, todavía no, y que también denominamos
ideales (todo lo contrario a lo que son las ideologías).

Entonces, todas, -o la mayoría-, de las decisiones que se tomen,


bajo el influjo de un sesgo cognitivo tan poderoso como el pro-
visto por los dogmas y por las ideologías, -ambos sinónimos-,
dichas decisiones y eventos que se desprenderán de ellas, ten-
drán el mismo efecto en el mundo de lo tangible, serán eventos
21
de características físicas, y que portarán, al igual que su génesis
decisorio, el mismo sesgo con que fueron concebidos mediante
el pensamiento basado en un gran sesgo cognitivo.

Ahora bien, preguntémonos, quien decide y lleva a cabo accio-


nes en el mundo real, bajo el influjo de sus propias decisiones
fundamentadas en argumentos generados en función de inter-
minables sesgos cognitivos, mezclados con algo de razón, ¿no
lo encasillaríamos dentro de las personas poseedoras de una
cierta patología mental? Si alguien decide tal o cual cosa, basa-
do en sus poderosas convicciones religiosas, está decidiendo
bajo argumentos mentirosos, bajo argumentos indemostrables,
y por lo tanto, las acciones que se deriven de las decisiones ba-
sadas en la “Fe”, serán decisiones fundamentadas en falacias, y
los que hemos estudiado y aplicado la lógica silogística aristo-
télica, (y que luego Santo Tomas de Aquino continuó... ¡uno que
se animó a pensar dentro del iglesia!), sabemos muy bien que
al aplicar en el mundo real, las conclusiones, resultantes de un
silogismo sesgado, serán eventos sesgados que ocurrirán en el
mundo real, y las consecuencias que estos eventos podrían aca-
rrear, son impredecibles, porque el dogma es impredecible, el
pensamiento sesgado es impredecible, la fuerza psíquica de lo
inconsciente es impredecible, y quien decide de esta manera,
por simple transitividad, también es impredecible, por ser el
dueño de una psique sesgada; y entonces, esta persona, o per-
sonas, impredecible/s, ¿no se la encasillaría dentro de cierta
patología mental, curable, en la mayoría de los casos? La perso-
na religiosa, posee un gran poder de distorsionar realidades a
cada momento y sobre cada alma que se encuentre a su alcan-
ce, por lo tanto, ¿no se la consideraría como una persona que
posee un tipo de trastorno obsesivo, el cual habría que tratar,
si es que así lo desea? Dicha obsesión por la Fe Religiosa, en
incontables personas, es una fuerza poderosísima, tan poderosa
como cualquier otro trastorno de la personalidad, por lo tanto,
¿no tengo razón con lo que digo en el título de este artículo,
en el que, las personas dominadas por dogmas religiosos de-
22
berían ser consideradas como poseedoras de una enfermedad
mental curable (por propia voluntad, o con ayuda externa), en-
fermedad impuesta, desde la niñez, como si fuera un arduo tra-
bajo de programación mental por parte de alguna agencia de
inteligencia, los que, al final terminan con verdaderos trastornos
de personalidad, y con características de incurables? ¿Las de-
cisiones tomadas por una persona que padece alguna enferme-
dad mental que tuerce su capacidad de esgrimir argumentos
centrados, es lo mismo que hablar con las personas dominadas
por estos dogmas, porque, en todo momento, intercalan la Fe
religiosa en casi todas y cada una de sus decisiones, sin aceptar
jamás lo que provenga de la razón pura.

Como conclusión, desde mi punto de vista, el dogma religioso,


es una enfermedad mental casi incurable, es una especie de
Trastorno Obsesivo Compulsivo, por la imposición repetitiva
de argumentos irracionales, sobre la mente inocente de los ni-
ños, hasta que se hacen adultos. Es mas, la imposición religiosa
sobre la mente de los niños, debería ser considerada como un
acto más de corrupción de menores. Es tan evidente este tema,
que creería yo que no existe persona cuerda en el mundo (refi-
riéndome a lo contrario de la locura real, a los trastornos reales,
y no a esa “locura” que hace que evolucionemos y progrese-
mos), entonces, es evidente que no existiría nadie, que pudiera
llegar a refutar lo que he planteado aquí, porque es una verdad
que proviene desde el nacimiento de este Universo, por ello,
es una verdad Absoluta, es perfecta, pero el dogma, proviene
desde los Hombres, y por lo tanto, es una falsedad relativa, e
imperfecta, y se anula por si misma y por su propia esencia. El
tratamiento de sus premisas no arrojan conclusiones tautológi-
cas, sino que todo lo contrario, puras falacias, y quien o quienes
deciden basados en una mezcla de falacias y verdades, tomarán
decisiones totalmente erróneas, las que podrán afectar, de ma-
nera negativa, tanto a esa persona, como a un conjunto grande
de la sociedad, dependiendo del carácter expansivo de dichas
decisiones.
23
!LOGIA A MAS DE 5300 METR
Vitriol Ilveor -

A propósito de masones peruanos, nos vamos a referir a los her-


manos de Cerro de Pasco - Perú. En 1912 una logia llamada ‘El
techo del mundo No. 1094’ (“Roof of the World No. 1094”) fue
fundada por mineros ingleses. A la altitud de nuestra noble ciu-
24
ROS DE ALTURA¡ EN EL PERU
Herbert Oré B.

dad (4300 metros), dicha logia marcaba un record de altitud de


todas las logias en el mundo. La logía decide hacer perenne
el record cuando recibe permiso de la Gran Logia de Escocia
para realizar una reunión especial a 5300 metros de altura, en la
25
cima del Monte Meiggs (Casapalca-Lima-Perú). Esa reunión se
realizó el 29 de agosto de 1914 y participaron 29 masones de
diversas logias del mundo. Salieron de Cerro de Pasco a las 6 de
la mañana con rumbo a La Oroya en el tren de Cerro de Pasco
a La Oroya, y luego en La Oroya abordaron el tren de Huancayo
a Lima a las 10 a.m. para desembarcar en la estación de Ticlio a
las 11 a.m. Luego de muchas dificultades, 28 audaces miembros
llegaron a subir a la cima del Monte Meiggs a las 3 de la tarde. Y
dentro de este grupo de masones se encontraba Victor Morris.
¿¿El inventor del PISCO SOUR?? Así es, un masón fue el inventor
del PISCO SOUR!!! Incluso hay un busto en su honor en el Distri-
to de Surco-Lima.

Monte Meiggs a 5085 m.s.n.m. (Casapalca-Lima-Perú).

26
Victor Vaughen Morris (5 de agosto de 1873 - 11 de junio de
1929) fue un barman estadounidense famoso por inventar el Pis-
co Sour, la bebida nacional del Perú. Morris nació en Salt Lake
City, Utah. Descendiendo de una familia pionera, su abuelo y
su bisabuelo han tenido un papel destacado en la fundación de
la ciudad. Fue durante varios años gerente de BC Morris Floral
Company, pero luego asumió la dirección de las tiendas mino-
ristas de Salt Lake Floral Company. Era popular y enérgico y un
éxito como presidente de la sociedad florista estadounidense.
Víctor era un espíritu líder en Lodge No. 85 de los Elks-Estados
Unidos.

Victor Vaughen Morris

27
En 1903, viajó a Perú para trabajar como cajero de la Compañía
de Ferrocarriles Cerro de Pasco de la empresa minera nortea-
mericana Cerro de Pasco Copper Corporation que posterior-
mente será CENTROMIN-PERU. Luego, en 1915, se mudó a Lima
y, el 1 de abril de 1916, fundó Morris Bar.

El Morris Bar se ubicó en el 847 de la Calle Boza (cerca de la


Plaza de Armas de Lima). Morris Bar sirvió como un lugar de re-
unión para la clase alta peruana y los extranjeros de habla ingle-
sa. Entre los individuos notables que asistieron al Morris Bar es-
tuvieron Elmer Faucett (fundador de la aerolínea Faucett Perú),
José Lindley (fundador de la Corporación Lindley que producía
“Inca Kola” y otros. El salón fue un centro de experimentación
de bebidas para Morris, apodado el “gringo”, y desarrollo allí
la fórmula del Pisco Sour, como una variedad del whisky sour
que fue mencionado desde 1874 en Iquique, cuando este puerto
era aún peruano, en el periódico “El Comercio de Iquique”, que
indicaba que Elliot Stubb creó el “whisky sour” en 1872.

Whisky Sour

28
Pero ¿Cómo se prepara el Whisky sour y el Pisco sour?

El Whisky Sour.

Ingredientes del Whisky Sour

Hielo
45 ml de Whisky
30 ml de zumo de limón
2 cucharaditas de azúcar
Corteza de limón.

Preparación del Whisky Sour

Mezclar en la coctelera el hielo, el whisky, el zumo de limón y el


azúcar.
Colar en la copa con hielo.
Decorar con una espiral de limón.

El Pisco Sour.

29
El Pisco Sour.

Ingredientes:

4 onzas de pisco puro (es decir del pisco obtenido de una sola
variedad de uvas pisqueras).
1 onza de jarabe de goma
1 onza de jugo de limón
½ clara de huevo
2 cubos de hielo (opcional)
2 gotas de amargo de angostura (opcional)

Preparación:

Poner en una coctelera o en una licuadora todos los insumos


esenciales en el siguiente orden: primero el pisco, luego el ja-
rabe de goma, a continuación el jugo de limón, y finalmente la
clara de huevo.
Si desea poner los cubos de hielo.
Si se utiliza coctelera batir por 10 segundos. Si se utiliza licuado-
ra licuar durante cinco segundos.
Servir en dos tiempos: primero servir la copa hasta la mitad,
pausar y luego completar llenando la otra mitad.
Si desea decorar cada copa con dos gotas de amargo de angos-
tura.

Como se podrá percibir el whisky sour y el pisco sour tienen


diferentes ingredientes, por lo que en nuestra modesta opinión
no nos parece que el whisky sour haya sido el punto de partida
para el pisco sour, sin embargo respetamos las doctas opinio-
nes de los conocedores.

Así tenemos que Diego Alonso García un cronista gastronómico


nos dice: “Para los que no tienen conocimientos de las propor-
ciones del pisco sour, la receta que Víctor Morris denominó Pisco
Sour tiene la siguiente fórmula: 3 onzas de pisco, 1 onza de clara
30
de huevo, 1 onza de jarabe de goma y 1 onza de zumo de limón;
mientras que la receta que aparece en el recetario de 1903 tie-
ne la siguiente fórmula: Una clara de huevo, una copa de pisco,
una cucharadita de azúcar fina y unas gotas de limón a voluntad
(dicha receta fue publicada solamente como cóctel, sin darle un
nombre especifico).

Si comparamos ambas recetas son prácticamente iguales pero al


no contener la receta de Ledesma medidas exactas ni el jarabe
de goma (el cual en la época de Víctor Morris era a base de goma
arábiga, en la actualidad algunos negocios elaboran su propio ja-
rabe de goma a base de agua y azúcar) es que en lo personal la
llamo una proto-receta.

Desde la aparición de este recetario ha sido un misterio la rela-


ción entre Ledesma y Morris, pero gracias a un minucioso trabajo
de investigación el cual ha sido subvencionado económicamente
gracias al aporte de la Logia Apolo XI No.11 perteneciente a la
Gran Logia Occidental del Perú y con el auspicio nominal de la
Gran Logia Occidental del Perú, es que se ha logrado llegar a
importantes descubrimientos de la relación entre Mario Ledesma
Sotomayor y Víctor Morris”.

Retomando la historia de la logia materia del presente, encon-


tramos que la Gran Logia de Antient and Accepted Masons of
Scotland se refiere a la “Logia TECHO DEL MUNDO, No.1094
(PERÚ) en la siguiente forma:

“Lodge techo del mundo, no. 1094 (Perú)”

El Lodge está situado en la cima de los andes peruanos. En esta


región se encuentran comunidades mineras prósperas, y los in-
dios quechua, que luchan por la existencia en sus pequeñas par-
celas agrícolas o como trabajadores de campo. Aquí también se
encuentra la llama mansa y paciente, la bestia nativa de carga. Y
aquí los recién llegados a veces son talados por los efectos debi-
31
litantes y náuseas de “Soroche” la enfermedad de las montañas
causada por el aire fino y la falta de oxígeno en las altitudes su-
periores.

En el Perú hay tres pabellones bajo jurisdicción escocesa uno en


el Callao, Lima y la oroya. Logia del techo del mundo, no. 1094, A.
F. y a. M., fue fletado de la gran logia de Escocia el 2 de noviembre
de 1911, el actual número de miembros es de 121. Reuniones en
la oroya.

Gran Logia de Antient and Accepted Masons of Scotland

32
La Logia “Roof of the world” tuvo sus inicios en cerro de Pasco. Los
primeros pasos hacia la organización se tomaron el 26 de mayo
de 1911, cuando un grupo de masones de habla inglesa en esa
ciudad se reunieron para considerar la conveniencia de hacer
una petición de carta. Destacados en esta primera reunión fueron
el hermano p. G. Newman, el pasado maestro de paz y concord
lodge, n º 445, del Callao, y el hermano Arthur e. Bazet-Jones, que
fue elegido para ocupar la silla. Se han fijado firmas en la petición
formal.

El nombre “techo del mundo” es tanto apropiado como significa-


tivo. La Selección se realizó después del debate y la consideración
en la reunión preliminar del 26 de mayo. Situado en Cerro de Pas-
co, a una altura de 14,220 pies, el lodge tenía la distinción de ser
el más alto cuerpo masónico inglés en el mundo.

De los miembros de la carta, once todavía están en el pabellón


de la logia. Una de ellas merece una mención adicional y espe-
cial. Él es el hermano Arthur e. Bazet-Jones, el primer maestro, que
fue notablemente instrumental para ayudar a formar el lodge y
que ahora vive en su retiro en Sidney, columbia británica. En 1910,
durante un viaje post-Vacacional A América del sur, entró en dis-
cusiones con un compañero pasajero sobre la ausencia de una
logia en la “ Colina.” se supo que el número necesario para una
solicitud podría ser obtenido a partir de El personal combinado
de las minas, la fundición y el ferrocarril. Y dado que es más fácil
conseguir una carta de la gran logia de Escocia que de los pocos
estados de los estados unidos que llevan pabellones extranjeros,
se decidió en una reunión informal que se les aplicara.

Los primeros aprendices fueron john t. Glidden y joseph a. Irving,


que fue debidamente iniciado en la comunicación regular del 19
de enero de 1912. En esta reunión, también, el primer afiliado fue
aceptado. Era Víctor v. Morris, que vino por traslado de st John ‘ S
Lodge, n º 616, Coquimbo, Chile.

33
Las reuniones en esos primeros días fueron prolongadas y llenas,
pues la tarea de la organización era comprensiblemente pesada.
Durante el primer semestre hubo comunicaciones regulares dos
veces al mes, y en casi todas las ocasiones hubo solicitudes de
lectura, comisiones de investigación para informar, títulos que se
han de conferir, y varios asuntos de negocios por decisión. Las
leyes deben ser aprobadas, las cuotas recogidas y las salas equi-
padas.

La sala de alojamiento regular en Cerro de Pasco estaba situada


en un edificio de marcos a dos cuadras de las actuales oficinas de
la corporación, en dirección al hospital.

En la tarde del 29 de agosto de 1914 tuvo lugar un evento de inte-


rés más común, cuando, por dispensa del Grand Lodge, se cele-
bró una reunión especial en la cumbre del monte meiggs, a una
altura de 17,575 Pies (3.32859848 millas de altura! )

34
Se puede decir con seguridad que esta fue la reunión más alta
que jamás tuvo lugar en la historia masónica.

El evento recibió mucha atención. Una cuenta de periódico, publi-


cada el 30 de octubre de 1914, da detalles completos y gráficos.
Aunque las limitaciones del espacio prohíben una reproducción
del artículo en su totalidad, dos o tres extractos sigue “ el día era
perfecto; el cielo estaba claro y el aire fresco y frío a pesar del
sol tropical. Todos estaban vestidos con botas pesadas, suéteres
y abrigos. Casi todos sufrieron más o menos de soroche, o de la
enfermedad de la montaña.Varios tenían dolores de cabeza seve-
ros, náuseas, hemorragia nasal, mareos y zumbido violento de las
orejas. Sin embargo, todos llegaron a la cumbre de manera segura
a las 3 HORAS. M., excepto un hermano que estaba tan enfermo
que se vio obligado a dar la vuelta.

“al montaje en la cumbre, un pequeño lugar fue limpiado y en el


centro se erigió un altar de piedra y las estaciones para el venera-
ble maestro, senior y junior guardias también fueron construidas
de piedra.

Los Tyler estaban estacionados, y además de la espada, también


estaban armados con lentes de campo con los que estaban habi-
litados para costra el horizonte por millas en cada dirección, pero
no se consideró que cowan o espías se enfoque, y las ceremonias
fueron ininterrumpidas.

“Lodge fue regularmente abierto y cerrado en la forma debida


y antigua en el aprendiz, compañero craft y master mason. Y a las
5.00 pm se inició el viaje de regreso...”

Sin duda esta historia no solo es importante para los masones


peruanos y extranjeros que trabajaron en estas tierras de los
incas.

35
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LA MASONERÍA Y LAS FACCIONES DEL
LIBERALISMO COLOMBIANO
DURANTE EL SIGLO XIX.
LA MASONERÍA DE LA COSTA ATLÁNTICA
Gilberto Loaiza Cano

Quienes hayan leído la obra del lamentado profesor François–


Xavier Guerra, habrán encontrado reflexiones acerca de la im-
portancia de la masonería como un instrumento de difusión de
la política moderna durante el siglo XIX. Sus discípulos, en tra-
bajos muy puntuales, han demostrado con lujo de detalles que
la masonería perteneció a esas prácticas asociativas que contri-
buyeron a expandir una cultura igualitaria y republicana.1 Esos
hallazgos podrían servir de punto de partida para el estudio de
lo que pudo haber sido la masonería en la situación colombia-
na de ese mismo siglo. Sin embargo, nuestra historiografía está
lejos de haberle adjudicado importancia a la masonería como
objeto de estudio, aunque ha estado recientemente interesada
por indagar acerca del funcionamiento de determinadas for-
mas de sociabilidad, especialmente aquellas vinculadas al pro-
yecto político–cultural del catolicismo.2 El vacío dejado por la
37
historiografía universitaria lo han llenado hasta ahora algunos
aportes militantes e institucionales, como los de los masones
Américo Carnicelli y Julio Hoenigsberg.3 La obra de Carnice-
lli, principalmente, constituye el único esfuerzo, conocido has-
ta hoy, de reconstitución del proceso de instalación de la ma-
sonería en Colombia desde el comienzo de la lucha contra la
dominación española hasta la segunda mitad del siglo XX. Más
recientemente, el libro de otro “hermano”, al menos así presen-
tan en el prólogo a Mario Arango Jaramillo, ayuda a confirmar
que los estudios sobre la masonería siguen caminando por las
márgenes de la historiografía universitaria y más cerca de las
definiciones hiperbólicas.4

Esta falta de interés por el tema no es exclusiva de la historio-


grafía universitaria colombiana. Jean–Pierre Bastian5 ha insisti-
do sobre este mismo vacío en el caso mexicano, y Pilar Gonzá-
lez– Bernaldo, en su estudio sobre las formas de sociabilidad
en Buenos Aires, concluyó que la masonería no había alcanzado
hasta entonces “el estatus de objeto histórico”. Es sin embargo
curioso que la sociabilidad masónica en Colombia, en el siglo
XIX, no sea un objeto interesante para los historiadores porque
es evidente que buena parte de la clase política de la época
gravitó en torno a la militancia en logias. Por otra parte, la maso-
nería ha estado, de uno u otro modo, relacionada estrechamente
con el delicado proceso de constitución de la vida republicana.
La filiación masónica o no fue parte de los dilemas de la forma-
ción de una élite política; la militancia en una logia no parecía ser
un asunto sin derivaciones públicas. Desde la década de 1820,
la militancia en una logia parecía coincidir con la necesidad de
aglutinar una de las facciones o “partidos” que se disputaban
el control del proceso organizativo de la post independencia;
por ejemplo, un complot contra Simón Bolívar, en 1828 en Bo-
gotá, fue apoyado por un grupo de masones bajo la dirección
de Francisco de Paula Santander quien desde 1820 había fun-
dado en Bogotá la logia Libertad de Colombia. Luego de haber
develado la conspiración, Bolívar decretó la prohibición de la
38
masonería en Colombia y de todo tipo de sociedades secretas.
En el otro extremo cronológico de la historia política colombia-
na del siglo XIX, durante la aprobación de la Constitución de
1886, la masonería colombiana –más exactamente la masone-
ría vinculada al liberalismo radical– fue de nuevo el blanco de
persecuciones y de prohibiciones oficiales. Entre esos dos ex-
tremos, la masonería colombiana fue perfeccionando tenden-
cias, divisiones territoriales, matices ideológicos, hasta el punto
de ser demasiado evidente que hubo una corriente netamente
anticlerical a partir de la fundación de la logia Estrella del Te-
quendama, en 1849 en Bogotá; esa corriente contrastó y luego
entró en pugna con la masonería que estaba reunida en torno
al Supremo Consejo de Cartagena; en la década de 1860 ya era
posible encontrar tres tendencias en la organización de logias y
dos de ellas se reunían bajo la égida de caudillos militares: las
logias que auspiciadas por el coronel y luego general Juan José
Nieto, que fungió por algún tiempo como la máxima autoridad
del Supremo Consejo de Cartagena; las logias que se agrupa-
ron bajo el control del general y presidente Tomás Cipriano de
Mosquera; y aquellas que reunieron exclusivamente al personal
político del liberalismo radical. En un panorama de incuestio-
nables relaciones entre la masonería y el personal político, algo
que fue notorio precisamente durante el reformismo radical en
los decenios de 1860 y 1870, el historiador no puede soslayar
la importancia política que pudo tener el asociacionismo masó-
nico.

Sin embargo, ni siquiera los estudios biográficos sobre dirigen-


tes políticos del siglo XIX en Colombia han contemplado en sus
análisis las relaciones de sus biografiados con la militancia ma-
sónica. Aparte de los estudios sobre Antonio Nariño, Juan José
Nieto y Manuel Ancízar, 6 los biógrafos han preferido dejar de
lado la militancia masónica de sus personajes. Las omisiones
más evidentes son, posiblemente, las de Francisco de Paula
Santander y Tomás Cipriano de Mosquera que fueron promo-
tores incuestionables de procesos de implantación de redes de
39
logias.7

Ahora bien, la débil densidad del fenómeno masónico podría


justificar esta falta de interés por parte de los historiadores.
Mientras que en Colombia, entre 1833 y 1886, no se puede ha-
blar de la existencia de más de una treintena de logias, a veces
reunidas alrededor de un Gran Oriente, en otros países hispa-
noamericanos se hallaba mayor intensidad en la implantación
de logias. Así, en Brasil, durante la década de 1870, uno de los
tres Grandes Orientes llegó a reunir 56 logias. En México, hacia
el fin del decenio de 1880, se podían contar más de una centena
de logias. En cuanto a Cuba, entre 1878 y 1881 existieron unos
71 talleres masónicos. En el caso del Río de la Plata, durante
la segunda mitad del XIX pudieron haber existido más de 50
logias.8 Es posible que estas cifras digan poco en un ejercicio
comparado, pero sí alcanzan a demostrar que en otros lugares
la práctica asociativa masónica tuvo mayor atractivo para las éli-
tes político–intelectuales.

De todos modos, la masonería colombiana conoció una vida re-


lativamente intensa a pesar de algunas interrupciones significa-
tivas y, sobre todo, ella hizo parte de la historia política y religio-
sa de la segunda mitad del siglo XIX. Durante los dos ciclos de
hegemonía del liberalismo anticlerical, 1849–1853 y 1863–1877,
hubo relaciones evidentes entre la militancia masónica y el ac-
ceso a puestos oficiales de control del Estado, incluyendo el de
presidente de la república (Cfr. Cuadro 1). No podemos tampo-
co menospreciar la influencia de la masonería en los cambios
de costumbres de las élites, al menos en lo que concierne a la
difusión y consumo de una literatura que reivindicaba un ideal
laico. La aparición de ciertos títulos de prensa, la fundación de
talleres de imprenta, la creación de lo que podríamos llamar una
sociabilidad cultural, los proyectos de masificación de una edu-
cación laica, a partir de 1867, son fenómenos indisociablemente
ligados a la influencia de un grupo muy activo de dirigentes
masones que tenían el control de un Estado debilitado por un
40
régimen federal; ese régimen era, a propósito, la consecuencia
directa de la Constitución política de 1863 que esta misma clase
dirigente masónica había contribuido a crear. Lo que es cierto,
en todo caso, es que a pesar del escaso número de militantes y
de las ambigüedades ideológicas, la élite masónica colombiana
de la segunda mitad del XIX estuvo muy comprometida con los
diversos proyectos de laicización a nombre del liberalismo.

Ahora bien, los vacíos documentales han sido y serán un obstá-


culo –también un desafío– en la reconstitución del paisaje de la
expansión y de la influencia de las logias; aunque es cierto que
las logias debieron producir una abundante documentación
administrativa, es evidente que no hubo una voluntad pública
o privada de conservación de esos fondos documentales. Por
esto, el investigador debe conformarse con el acceso a una do-
cumentación fragmentaria proveniente de los muy raros archi-
vos privados y de algunos archivos públicos. Esas dificultades
no permiten representar con precisión la importancia cuantita-
tiva y cualitativa del fenómeno masónico y su influencia sobre
la vida pública colombiana del siglo XIX. Sin embargo, el poco
material disponible permite entrever un alto grado de institu-
cionalización de la masonería así como las tensiones y enfren-
tamientos entre las corrientes masónicas. Así, por ejemplo, el
Fondo Pineda 824 de la Biblioteca Nacional de Colombia (en
adelante BNC) contiene listados de los miembros de las prin-
cipales logias que existieron en Cartagena y de los fundadores
de las logias en los distritos cercanos, entre 1855 y 1866; incluye
igualmente algunos comunicados oficiales de los funcionarios
de las logias reunidas alrededor del Gran Oriente de Cartagena
o del Gran Oriente del Centro. La sección Raros y Manuscritos,
de la Biblioteca Luis Angel Arango (en adelante BLAA), conser-
va varias cajas y carpetas, no muy bien ordenadas ni inventa-
riadas, de la documentación que legó y utilizó para su libro el
masón Américo Carnicelli en los inicios de la década de 1950.
Entre esa documentación podrían destacarse los Libros de oro
y los Libros de actas del Supremo Consejo Neogranadino con
41
42
sede en Cartagena, que abarcan información administrativa
desde 1861 hasta 1906; los Copiadores de palustres reúnen do-
cumentación desde 1864 hasta 1886. Esas colecciones de do-
cumentos contienen, sobre todo, actas de tenidas y de sesiones
del Gran Consejo Administrativo; correspondencia entre logias;
iniciación de solicitudes de instalación o reinstalación de logias
en diferentes puntos del país; informes de tesorería; relaciones
de pagos a impresores y suscripciones a prensa extranjera; fun-
dación de escuelas; conflictos por deudas o deslealtades entre
individuos o entre estructuras masónicas, en fin. En cuanto a im-
presos, el Registro oficial y la Luz masona, las dos publicaciones
oficiales de la masonería de la costa atlántica, han desapareci-
do, y solamente los Anales masónicos y el Boletín masónico, pu-
blicados por los masones de Bogotá, son todavía conservados
en la BNC y la BLAA.

Según Carnicelli, hubo dos corrientes masónicas en Colombia.


Él afirma a menudo que los masones de la costa atlántica reu-
nidos en el Supremo Consejo de Cartagena buscaron siempre
conciliar los principios de la masonería y su fe católica, mien-
tras que aquellos del centro del país fueron más bien anticle-
ricales.10 La obra de Carnicelli deja, además, entrever que el
universo asociativo masón reproducía los conflictos entre las
dos facciones liberales. Intentaremos en este ensayo desarro-
llar la tesis según la cual la élite liberal utilizó la sociabilidad
masónica para forjarse una identidad partidista liberal y para
expresar las rivalidades entre corrientes del liberalismo cuyos
enfrentamientos estaban relacionados con la discusión sobre el
lugar que debía ocupar la Iglesia católica en el mundo republi-
cano. Así, según la importancia otorgada a la Iglesia católica,
la masonería colombiana de la segunda mitad del XIX mostró
tanto un liberalismo conciliador como un liberalismo radical. Es
necesario agregar el peso del factor regional que contribuyó
a la especialización ideológica de las corrientes liberales, de
suerte que el centro y el oriente del país se convirtieron en el
bastión de la masonería organizada por los liberales radicales,
43
mientras que la de la costa atlántica reveló la conciliación de
los liberales con la Iglesia cató- lica.11 Este esquema aparen-
temente simple fue sacudido, en 1864, por el general Tomás Ci-
priano de Mosquera, el principal caudillo militar colombiano
del siglo XIX. Con el fin de construir su propia red de fidelida-
des políticas, el caudillo le disputó a los masones de Cartagena
y de Bogotá el control sobre el militantismo liberal.

Postular que la masonería tuvo una enorme influencia sobre los


asuntos públicos o que las querellas entre las facciones libe-
rales se reprodujeron casi que naturalmente en la vida interna
de las logias puede ser un punto de partida muy cuestionable.
Pero la masonería, aquí como en otras partes, estuvo implicada
–nos guste o no– en la política cotidiana de las élites liberales
e, incluso, de las conservadoras. Por ejemplo, en el caso mexi-
cano se admite que las rivalidades entre logias fueron con fre-
cuencia justificadas por las ambiciones burocráticas o por los
alineamientos del personal político liberal.12 Es por esto que
puede pensarse, en nuestro caso, que la masonería expresó e
incluso reprodujo las querellas entre los miembros de la élite
liberal de la época; también puede sugerirse que alrededor
de un grupo de dirigentes o alrededor de un caudillo, fueron
creadas redes de logias que se consolidaron como estructuras
clientelistas. Mejor aún, podemos llegar a decir que, según los
rasgos sociales de los individuos implicados y según los des-
acuerdos coyunturales entre las Obediencias masónicas, el fac-
tor económico fue decisivo en las querellas entre las facciones
del liberalismo colombiano. En efecto, la masonería fue a la vez
vehículo de tensiones políticas y de intereses económicos; la
organización de sus estructuras y jerarquías, la delimitación de
jurisdicciones tuvieron mucho que ver con el control de circui-
tos comerciales o, al menos, con las necesidades asociativas de
comerciantes y abogados que buscaban el control del estado,
el acceso a puestos públicos y el dominio de circuitos comer-
ciales.

44
Como lo advertía el profesor François–Xavier Guerra, a pro-
pósito del caso mexicano, lo que nos parece igualmente váli-
do para el colombiano, es posible que jamás nos encontremos
frente a un partido liberal durante todo el siglo XIX. 13 Esta-
remos más bien ante una recurrente lucha entre facciones de
notables que militaban, a nombre de corrientes del liberalismo,
en logias masónicas. En este artículo, volvemos a advertir, sólo
podremos detenernos en el análisis de una de las dos –o quizás
tres– tendencias de la masonería colombiana que correspon-
dió con una de las facciones del “partido liberal” del siglo XIX.
Por eso nos concentraremos en el estudio de la masonería de
la costa atlántica, desde su origen en 1833 con la fundación del
Supremo Consejo de Cartagena.

El Supremo Consejo de Cartagena

La masonería durante el siglo XIX en la región de la costa at-


lántica colombiana y bajo la autoridad del Supremo Consejo
de Cartagena tuvo, en comparación con aquella del centro del
país, una historia relativamente larga y apacible. Su nacimiento
se sitúa en 1833, cuando el Supremo Consejo fue fundado por
un grupo de militares bajo la protección de Francisco de Paula
Santander, y su historia transcurre hasta más allá del régimen
de la Regeneración, instaurado en 1886, que había precisamen-
te declarado el fin de la masonería en Colombia. Su vida fue por
tanto más extensa y tranquila que aquella de las autoridades
masónicas del resto del país. Esa larga existencia constituye, de
por sí, un grueso indicio de su carácter; en vez de haber tenido
una trayectoria en pugna con la Iglesia católica, se fue definien-
do como el nexo privilegiado de la élite de la costa atlántica,
más allá de las filiaciones políticas y religiosas de sus miem-
bros. Es decir, era una estructura asociativa que servía como
nicho de conciliación de una élite regional.

La fundación del Supremo Consejo Neogranadino hizo parte de


un proceso de implantación de la masonería a lo largo de la
45
costa atlántica de la América del sur; después de la creación
del Supremo Consejo del Brasil, en 1822, el fundado en Carta-
gena fue la segunda autoridad instaurada en el subcontinen-
te. Su fundación dio origen a una red de logias situadas en los
principales puertos de la costa atlántica y de la costa pacífica,
en el caso de algunas logias fundadas en Panamá. De otra parte,
el Supremo Consejo de Cartagena no sólo dejó su impronta en
Colombia, sino también en América central. En buena medida,
la Obediencia creada en Cartagena era la heredera de la an-
tigua influencia que había ejercido, entre 1739 y 1813, el Gran
Oriente de Jamaica en la región Caribe.14

La fundación del Supremo Consejo de Cartagena del Rito Esco-


cés Antiguo y Aceptado, el 19 de junio de 1833, fue el resultado
de los esfuerzos de Francisco de Paula Santander, el presidente
de la república de la época, quien deseaba implantar una red
de logias en diferentes regiones. En los primeros decenios del
siglo XIX, la instalación de la masonería parecía más sencilla
en las regiones donde la influencia sobre la Iglesia católica era
débil y donde el contacto con el exterior era más intenso, como
en la costa atlántica. Durante los primeros años de vida repu-
blicana, la masonería era el punto de encuentro de los notables
de cada región, incluyendo abogados, comerciantes, curas y
veteranos militares relacionados con la época de la Indepen-
dencia.15

Para la implantación del Supremo Consejo de Cartagena, el


general Santander contó con el apoyo de los militares y de la
jerarquía eclesiástica (Cfr. Cuadro 2). Recurrió a un veterano
militar que había sido miembro de logias y de sociedades se-
cretas, como los carbonarios en Venezuela, el coronel Valerio
Francisco Barriga, y lo nombró Gobernador de la Provincia de
Cartagena, en 1832.16 Al mismo tiempo, sacando partido de las
facultades que le otorgaba el Patronato, 17 el presidente Santan-
der nombró a Juan Fernández Sotomayor como obispo de Car-
tagena, un cura nacido en esta misma ciudad y que había hecho
46
parte de la armada patriota en la época de la independencia; en
1822, Fernández de Sotomayor había ingresado a la logia Bene-
ficencia de Cartagena; entre 1823 y 1826, él fue representante
a la Cámara por la provincia de Mompós; en 1825, fue miembro
de la Sociedad bíblica de Londres, fundada en Bogotá; en 1828,
el obispo Fernández de Sotomayor participó en la convención
constituyente en favor del grupo político del general Santander.
Fernández de Sotomayor hacía parte de la primera generación
de curas liberales que contribuyeron a la consolidación de las
instituciones republicanas, a la implantación de sociedades lan-
casterianas para el aprendizaje de las primeras letras e incluso
a la difusión “de una actitud casi protestante frente a la Biblia y
la Iglesia”.18 Conviene precisar que el obispo Fernández de
Sotomayor hizo parte de la corriente de curas republicanos y
liberales que contrastó con aquella que confió en una restaura-
ción monarquista, sobre todo durante la primera mitad del siglo
XIX.19 En todo caso, el obispo Fernández Sotomayor perteneció
a la generación de curas políticos de los primeros decenios de
vida republicana.

Entre 1831 y 1886 fueron fundadas treinta y una logias bajo la


égida del Supremo Consejo de Cartagena (Cfr. Cuadro 3) lo
que revela la existencia de un grupo de dirigentes que siempre
estuvo preocupado por la implantación de una sociabilidad ma-
sónica en la región. Ese grupo se encargó al comienzo de con-
trolar el circuito comercial de la costa caribe fundando logias
en los principales puertos y extendió luego su influencia sobre
algunos distritos del interior cuya importancia económica era
evidente. Así, las primeras logias fueron instaladas en Cartage-
na, Santa Marta, Barranquilla y Riohacha; esta red se extendió
con la fundación de logias en Mompós, Carmen de Bolívar, Oca-
ña, Honda y Ambalema. Todos estos distritos fueron escenarios
de una vida agrícola y comercial bastante intensa y, además,
hacían parte del circuito comercial de la principal vía de co-
municación durante el siglo XIX: el río Magdalena. La influen-
cia de la autoridad masónica de Cartagena sobre las logias que
47
pertenecían a ese circuito de navegación fluvial fue rota por las
querellas juridiccionales de 1864 que condujeron a una división
territorial motivada muy probablemente por los intereses eco-
nómicos de los masones del interior del país y de aquellos de la
costa atlántica reunidos en el Supremo Consejo de Cartagena.

A pesar de las disensiones internas de los grupos masónicos, el


ascenso de la intolerancia católica ultramontana y la persecu-
ción de las logias luego de la victoria del proyecto hegemónico
del catolicismo, en 1886, puede afirmarse que la masonería del
Supremo Consejo de Cartagena conoció una vida exenta de las
perturbaciones de la masonería del interior del país, donde los
conflictos políticos fueron determinantes en el funcionamiento

48
de las logias. Por otro lado, es muy evidente que las figuras del
poder económico, político y religioso de la costa atlántica ha-
cían parte de las logias de la región. Dicho de otra manera, la
masonería costeña* podía reunir sin grandes dificultades o en-
frentamientos a miembros de diverso origen político. Pero, de
todos modos, en su trayectoria terminó por definirse como el
pilar de un liberalismo moderado aliado del proyecto político
de la Regeneración.

Durante los años de implantación de la masonería costeña, Car-


tagena, que había sido hasta entonces el principal puerto co-
mercial, y el eje político y militar de la región, comenzaba a
declinar a causa de la degradación de sus canales de comuni-
cación con el río Magdalena. Su preeminencia, heredada de la
época de la colonización española, fue amenazada por la cre-
ciente importancia económica del puerto vecino: Santa Mar-
ta. Así, hacia 1833, ya puede percibirse una rivalidad entre las
élites de esas dos ciudades a lo que se agregaría, durante los
decenios de 1860 y 1870, la presencia comercial y política de
Barranquilla que llegaría a convertirse en el puerto más impor-
tante del país a fines del siglo XIX. 20 Estas rivalidades por la
obtención del monopolio sobre las mercancías extranjeras pa-
recen haberse transmitido al funcionamiento de las logias. En
todo caso, es significativo que la logia Unión fraternal de Santa
Marta, en 1840, conocida como la logia Amistad unida a partir
de 1848, compuesta mayoritariamente de comerciantes y capi-
tanes de la marina mercante residentes en ese puerto, no haya
sido aceptada por el Supremo Consejo de Cartagena.

En buena medida, las características de la masonería costeña


corresponden con las fragmentaciones geográficas y culturales
del país. La costa atlántica se distinguía como una región pe-
riférica muy separada de los principales centros urbanos del
interior del país y mejor preparada para la comunicación con el
resto del mundo y para acoger inmigrantes extranjeros. La élite
política y económica de esta región tuvo contactos más fluidos
49
con el elemento euro-
peo. El caso de Panamá
parece aún más mar-
ginal; es necesario re-
cordar que Panamá no
conoció la expansión
–a mediados del siglo–
de los clubes políticos
liberales denomina-
dos Sociedades demo-
cráticas; la masonería
constituyó en el istmo
una actividad impul-
sada por extranjeros y,
en ocasiones, debido a
la movilidad de algu-
nos masones de Carta-
gena que se instalaron
en Panamá, en las dé-
cadas de 1860 y 1870.
Agreguemos que, des-
de 1848, Panamá fue
prácticamente un en-
clave norteamericano
debido al tratado Ma-
llarino–Bidlack que le
otorgó a Estados Uni-
dos una temprana po-
testad sobre los asun-
tos panameños. 21 En
definitiva, la costa at-
lántica y Panamá se
distinguieron por un
cosmopolitismo que
facilitó la expansión
de prácticas religiosas
50
no católicas; un rasgo que contrastaba con la intolerancia acer-
ba del interior del país.

Debemos precisar o insistir en que esas logias no existieron


de manera simultánea. En algunos casos, la instalación de una
logia era el resultado de la desaparición de otra anterior. De
todos modos, Cartagena contó con dos logias madres, Hospita-
lidad granadina, desde 1833, y Unión n° 9, fundada en 1847, que
reunieron a un grupo de dirigentes encargados de garantizar la
expansión del fenómeno masón a lo largo de la costa atlántica.
Ese grupo se encargó de la construcción de los templos, de la
publicación de sus boletines oficiales; elaboró las constitucio-
nes y los estatutos y se preocupó, además, por establecer y con-
solidar muy buenas relaciones con la Iglesia católica.

Hasta el decenio 1840, el Supremo Consejo de Cartagena es-


tuvo compuesto de notables civiles, militares y religiosos que
coincidían en lo que se puede calificar como un liberalismo mo-
derado inspirado todavía en el modelo de conciliación de libe-
ralismo y catolicismo que provenía de la Constitución española
de 1812. La mayoría de los fundadores del Supremo Consejo
tenía antecedentes por su participación en las batallas contra
la Corona española, y algunos hermanos que se afiliaron en los
decenios de 1840 y 1850 eran comerciantes españoles reciente-
mente instalados con sus familias en el puerto.

Sin duda, la masonería costeña se afirmó como generadora de


estatus social y político. Ella reunió grupos de familias distin-
guidas que, de generación en generación, hicieron posible la
extensión en el tiempo de la sociabilidad masónica. Por ejem-
plo, las familias Román y Picón, Cerra, Benedetti, Pareja, Baena
Blonda, González Carazo fueron sistemáticas fundadoras y mi-
litantes de logias. El caso más significativo fue el de la familia
Román y Picón; el pionero, Manuel Román, era un farmaceuta
recién llegado de España. En 1834, él participó en la fundación
de la logia madre de Cartagena; uno de sus hijos, el médico
51
Eduardo Román, fue el fundador de la logia Estrella del Pacífico
de Panamá, en diciembre de 1870, y sus otros dos hijos, uno de
ellos Soledad Román, fueron también miembros de logias. So-
ledad Román era una mujer católica y políticamente adepta al
conservatismo; aun así, ella participó, en 1867, en la instalación
de la primera y posiblemente única logia femenina que existió
en Colombia. Soledad Román sería luego, en 1877, la esposa
de Rafael Núñez, el jefe político de la Regeneración, y fue una
activa agente de la conciliación entre conservadores y masones
de la costa atlántica en tiempos de la reacción católica ultra-
montana.

Las relaciones con la Iglesia católica

Desde 1833 hasta el fin de la década de 1860, la masonería de


Cartagena se distinguió por sus buenas relaciones con la Iglesia
católica. Mejor aún, puede decirse que masonería e Iglesia ca-
tólica constituyeron a menudo en esta región un solo organismo,
sobre todo cuando se adelantaban actividades de control social
en los distritos administrados por el obispado de Cartagena.
Por ejemplo, las campañas filantrópicas fueron con frecuencia
eventos fundados en el trabajo armonioso de las logias con la
jerarquía eclesiástica. Cada logia administraba un fondo para
los pobres y repartía el dinero a la salida del templo masónico.
Durante las epidemias, tanto las sedes de logias como los tem-
plos católicos quedaban disponibles para las prácticas de la
caridad cristiana; en 1849, la epidemia de cólera fue el pretex-
to para organizar una peregrinación en la que colaboraron los
dirigentes de la masonería de Cartagena. Aquellos hermanos
masones cuyas profesiones eran las de médicos o farmaceutas,
en su mayoría de origen español, cuidaban gratuitamente a los
enfermos; además, los templos masónicos solían transformarse
en improvisados hospitales.22 Su presencia en esta clase de si-
tuaciones fue consolidando la masonería como una asociación
que contribuía con la Iglesia católica en las actividades del fren-
te caritativo.
52
La afiliación de algunos curas a las logias parecía un hecho na-
tural que correspondía con la tradición bien cimentada por el
obispo Fernández Sotomayor; es decir, se trataba de la conso-
lidación en la región de un tipo de cura liberal y republicano.
Además, parece que para la dirigencia civil de Cartagena era
importante contar con el apoyo y reconocimiento de la insti-
tución eclesiástica. Por ejemplo, el comerciante conservador
Antonio María de Zubiría (1808– 1883), uno de los principales
dirigentes masones, proponía en 1847 “la admisión gratuita de
algunos curas para ponerle fin a las calumnias dirigidas contra
nuestra Orden y, además, para garantizarnos sus servicios du-
rante las festividades de la Iglesia”.23

Las relaciones armoniosas del clero y la masonería de Cartage-


na se expresaron con elocuencia en la preparación de las visi-
tas pastorales. En abril de 1847, por ejemplo, el masón Antonio
González Carazo informó a su logia Unión fraternal que él debía
ausentarse de las reuniones para acompañar, en calidad de se-
cretario, al obispo de Santa Marta, Luis José Serrano, durante su
visita a los distritos de Bolívar. Este tipo de colaboración pare-
cía ser muy frecuente y puede indicarnos al menos dos cosas:
primero, que el clero constituía un personal poco numeroso e
ideológicamente poco confiable; segundo, que había una afini-
dad incuestionable entre masones y autoridades eclesiásticas
para poner en marcha este mecanismo de vigilancia sobre la
población y el clero raso. Una visita pastoral implicaba un exa-
men de las condiciones de los templos católicos, de los objetos
sagrados, de los cementerios; comprendía también un examen
de la conducta y de la eficacia pública de los curas, de sus re-
laciones con los fieles, un censo de matrimonios católicos, de
niños bautizados y de aquellos individuos que pudieran estar al
margen de las reglas de vida católica. En definitiva, los masones
de la costa atlántica, sobre todo los de Cartagena, contribuye-
ron decisivamente en la definición del tipo de Iglesia católica
que debía existir en esa región.

53
Es probable que esta armonía entre masonería e Iglesia católica
correspondiera más bien a una especie de subordinación de
ésta al poder económico y político de los dirigentes civiles reu-
nidos en las logias. Hasta fines de la dé- cada de 1860, los infor-
mes del Supremo Consejo de Cartagena muestran las huellas
del frecuente apoyo económico para las actividades de la Igle-
sia católica; por ejemplo, los desplazamientos hacia Bogotá del
obispo Bernardino Medina (1811–1887) eran costeados por la
logia.24 También hay que destacar que algunos curas que mili-
taron en las logias de la costa atlántica alcanzaron grados eleva-
dos en la jerarquía masónica (Cfr. Cuadro 4). En consecuencia,
el carácter laico y moderno de la sociablidad masónica en Car-
tagena es harto cuestionable; reuniendo personal eclesiástico,
participando de las actividades de control social programadas
por la Iglesia católica, es difícil considerarla como una asocia-
ción basada en un ideal secularizador que debía distinguir a
las formas asociativas modernas en el siglo XIX; bien lo decía
Maurice Agulhon, pionero de los estudios sobre sociabilidad
política en el siglo XIX, el meollo de la sociabilidad moderna
del siglo XIX reside en su carácter civil y laico, en su lucha con-
tra la matriz cultural de la Iglesia católica: “ser liberal en el siglo
XIX –afirmaba Agulhon– significaba ser, sino antirreligioso, al
menos adversario del magisterio religioso en la vida política y
social; ser simplemente laico, como diríamos hoy”.

Otra particularidad confirma la correspondencia entre los ob-


jetivos del personal masónico y de la jerarquía católica de Car-
tagena; se trata de la fundación, en 1867, de la logia femenina
Estrella de Oriente, la primera y posiblemente única de ese gé-
nero en el siglo XIX en Colombia. Bajo la autoridad del Supremo
Consejo de Cartagena, compuesta de cinco “ grados adoptivos
”, esta logia reunió un grupo distinguido de mujeres católicas y
próximas de lo que se conocía como partido conservador. Esta
logia femenina acompañó las actividades caritativas de algunas
asociaciones católicas y reivindicó “el ejercicio práctico de la
caridad”.26
54
Sin embargo, las relaciones armoniosas entre los masones y
la jerarquía católica de Cartagena fueron perturbadas por al-
gunos eventos. El primero fue la instalación, en septiembre de
1859, del Liceo masónico donde los dirigentes masones se pro-
pusieron enseñar doctrina cristiana, instrucción moral y religio-
sa, urbanidad, contabilidad y geometría. El Liceo parecía estar
destinado exclusivamente a la educación laica puesto que los
directores advertían que la enseñanza de la doctrina cristiana
y la instrucción moral podía ser remplazada por otras asigna-
turas.27

El otro evento perturbador fue el apoyo que le prestó la maso-


nería de Cartagena a la instalación de una Sociedad bíblica, en
1857. Aunque el hecho no era nuevo, se convirtió en esa ocasión
en un desafío al catolicismo intransigente pregonado por la cu-
ria desde Bogotá. En efecto, el periódico El Catolicismo de Bo-
gotá denunció la existencia en Cartagena de una misión protes-
tante bajo la dirección de Ramón Monsalvatge, un antiguo cura
de origen catalán que había hecho parte de la comunidad de
los Capuchinos y que, en 1857, apareció en la lista de miembros
activos de la logia Unión de Cartagena.28 Monsalvatge había
instalado en Cartagena una Sociedad bíblica financiada por el
consulado británico y la masonería local.29 Según las acusacio-
nes de la prensa católica, Monsalvatge venía de Nueva York con
“un órgano, algunas sillas y un poco de dinero donado por la
Sociedad bíblica con el fin de fundar una Iglesia cismática”.30
Parece que su verdadero destino era Bogotá, pero un accidente
de viaje le obligó a instalarse en Cartagena donde comenzó por
distribuir gratuitamente la Biblia y luego convocó reuniones en
la sala de un antiguo convento. De todos modos, su presencia
deja entrever que hubo colaboración de la masonería cartage-
nera en las tentativas de expansión de esta sociedad protestan-
te.

La masonería costeña sufrió luego los ataques del catolicismo


ultramontano, acentuados por la publicación del Syllabus, en
55
1864, que hizo una condena explícita de la sociabilidad masó-
nica.31 El propagandista de esta condena fue el obispo de Car-
tagena, Bernardino Medina, un cura originario de Boyacá que
había sido expulsado del país por el régimen de Mosquera, el
2 de diciembre de 1866, por haber desobedecido a la ley de
inspección de cultos de 1864. Luego de su retorno a la diócesis
de Cartagena, el obispo Medina redactó una circular dirigida a
los curas de los distritos del Estado de Bolívar donde exigía que
evitaran todo tipo de relación entre la institución católica y las
actividades de los masones; Medina amenazó con la excomu-
nión inmediata de todos los miembros del clero que tuvieran
algún grado dentro de la estructura masónica. De esta manera,
se entronizaba en Cartagena la tendencia intransigente y ultra-
montana de la Iglesia católica con el fin de extirpar cualquier
inclinación liberal en el clero. En aquellos años se hicieron fre-
cuentes algunas prácticas ostentatorias muy propias del espí-
ritu ultramontano, como los actos públicos de absolución de
curas que habían sido obligados a retractarse de su adhesión
a la masonería, como sucedió con la absolución, en el atrio de
la catedral y en presencia de la multitud, del cura Rafael Ruíz,
diácono de la catedral de Cartagena y quien había poseído el
grado 18 de la logia Hospitalidad granadina. 32

Las condenas proferidas por el papa Pío IX y las querellas cada


vez más frecuentes con el obispo Medina obligaron a los diri-
gentes masones de Cartagena a llevar a cabo una ofensiva di-
plomática con el fin de demostrar su apego irrestricto a la Iglesia
católica. En una de sus tenidas prepararon una reunión secreta
entre el inspector de la orden, Juan Manuel Grau (1819–1888) y
el intransigente obispo. En esa entrevista, el Gran Maestro Grau
debía subrayar que “todos los masones no tendrán inconve-
niente en considerarse unidos a él como su legítimo Pastor, ni
en presentarle todo el apoyo e influencia que estén a su alcan-
ce”.33 Poco antes de esta reunión, el Supremo Consejo de Car-
tagena había declarado públicamente que “la mayoría de los
franc–masones de los Estados Unidos de Colombia, que están
56
bajo su dependencia, profesan la religión católica, apostólica,
romana, y como tales se consideran bajo todos los vínculos que
aquella religión les impone”.34 Con el afán de ser aceptados
por la Iglesia católica, los masones de Cartagena enviaron un
delegado a Roma para obtener una entrevista con el papa. En-
tre los tantos esfuerzos para ser aceptados como miembros de
la Iglesia católica, se destaca una carta del 31 de julio de 1871
dirigida a Pío IX firmada por todos los masones de Cartagena y
que decía así:

“Somos masones, Santísimo Padre, pero jamás, ni una sola vez,


hemos maquinado contra nuestra Iglesia (…) Somos masones,
pero nuestra única misión es el ejercicio de la caridad cristiana
como fue prescrita por el Hombre–Dios (…) Acoged, benigno,
nuestras protestas, devolved la paz a nuestros corazones, dispo-
niendo que no se nos excluya de la participación de los sacra-
mentos, y dignaos hacer descender los bienes del Cielo sobre
nosotros, dirigiendo a nuestras cabezas vuestra apostólica ben-
dición”.35

Esta visible vocación católica de la masonería costeña también


tuvo manifestación, en términos políticos, en la adhesión de mu-
chos de estos masones al proyecto conciliador de liberalismo y
catolicismo que se plasmó en la figura de Rafael Núñez y en el
proyecto conocido como la Regeneración, que se afirmaba des-
de los inicios de la década de 1880.

NOTAS:

1 Es el caso del estudio de Pilar González–Bernaldo que examina la relación


entre prácticas asociativas y la construcción de la nación en Argentina: Civi-
lité et politique aux origines de la nation argentine. Les sociabilités à Buenos
Aires, 1829–1862, París, Publications de la Sorbonne, 1999. Existe la versión
en español editada por el Fondo de Cultura Económica, 2002.
2 Me refiero, principalmente, al estudio de Patricia Londoño, Religión, cultura
y sociedad en Colombia. Medellín y Antioquia, 1850–1930, México, Fondo de
Cultura Económica, 2004; y al de Gloria Mercedes Arango, Sociabilidades
católicas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia, 1870–1930, Medellín,
57
La Carreta editores, 2004.
3 Américo Carnicelli, Historia de la masoneria colombiana, 1833–1940, vol.
2, Bogotá, Artes gráficas, 1975; Julio Hoenigsberg, Cien años de historia ma-
sónica de la RL. El siglo XIX, Barranquilla, 1964.
4 Mario Arango Jaramillo, Masonería y partido liberal. Otra cara en la historia
de Colombia, Medellín, Corselva, 2006.
5 Jean–Pierre Bastian, “Una ausencia notoria: la francmasonería en la historio-
grafía mexicanista”, en: Historia Mexicana, México, No. 3, 1995, pp. 439–460.
6 Enrique Santos Molano, Antonio Nariño, filósofo revolucionario, Bogotá, Pla-
neta, 1999; Orlando Fals Borda, Historia doble de la costa, tomo II, Bogotá,
Carlos Valencia, 1981; Gilberto Loaiza Cano, Manuel Ancízar y su época, Me-
dellín, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín– Universidad de
Antioquia–Eafit, 2004.
7 A propósito de Santander, Pilar Moreno de Angel, Santander, Bogotá, Pla-
neta, 1989; a propósito de Mosquera, Diego Castrillón, Tomas Cipriano de
Mosquera, Bogotá, Planeta editorial, 1994.
8 Véase: David Gueiros Vieira, “Liberalismo, masonería y protestantismo en
Brasil, siglo XIX”, en: Jean–Pierre Bastian, coord., Protestantes, liberales y
francmasones (sociedades de ideas y modernidad en América Latina, siglo
XIX), México, Fondo de Cultura Económica/Cehila, 1990, p. 58; Jean–Pierre
Bastian, Los disidentes: sociedades protestantes y revoluciones en México,
1872–1911, México, Fondo de Cultura Económica–El Colegio de México,
1989, p. 87; Eduardo Torres Cuevas, “Los cuerpos masónicos cubanos duran-
te el siglo XIX”, en: José A. Ferrer Benimeli, coord., La masonería española
entre Europa y América, Zaragoza, Centro de Estudios Históricos de la Ma-
sonería Española, 1993, p. 251; Pilar González Bernaldo, Op. cit., pp. 222–229.
9 BDP: Base de datos de biografías colectivas que hacen parte de los anexos
de mi tesis doctoral:
Sociabilité et définition de l’Etat–nation en Colombie, de la révolution libéra-
le à la république catholique,
10 Carnicelli, Op. cit., tomo I, pp. 83, 91; tomo II, pp. 37, 45, 98.
11 Por razones de espacio, este ensayo sólo podrá examinar lo concernien-
te a la conciliación entre liberalismo y catolicismo que se forjó en la costa
atlántica.
12 Rosa María Martínez de Codes, “El impacto de la masonería en la legisla-
ción reformista de la primera generación de liberales en México”, en: J.A. Fe-
rrer Benimeli, coord., Masonería española y América, tomo I, Zaragoza, Cen-
tro de Estudios Históricos de la Masonería Española, 1993, pp. 129–145. Este
rasgo de la masonería es también admitido por Pilar González Bernaldo, “La
‘sociabilidad’ y la historia política”, en: Pani, Salmerón (coord), Conceptuar
lo que se ve. François–Xavier Guerra, historiador. Homenaje, México, Institu-
to Mora, 2004, pp. 419–460.
13 François–Xavier Guerra, Le Mexique, de l’Ancien régime à la Révolution,
París, L’Harmattan–Publications de la Sorbonne, 1985, tomo I, pp. 152–154.
58
14 Sobre la decadencia del Gran Oriente de Jamaica y la aparición del Gran
Oriente de Cartagena, ver: Seal–Colon, “La isla de Jamaica y su influencia
masónica en la región”, en: José Ferrer Benimeli, coord., La masonería espa-
ñola entre Europa y América, Zaragoza, 1993, pp. 205–221.
15 David Bushnell, El régimen de Santander, Bogotá, El Áncora Editores,
1984, p. 256.
16 El coronel Valerio Francisco Barriga (Ibagué, 1799, Bogotá, 1869) militó
en 1821 en la logia Concordia de Valencia y en 1825 en una sociedad secreta
en Puerto Cabello. En 1849, él se afilió a la logia Estrella del Tequendama de
Bogotá, Carnicelli, Op. cit., 1975, tomo I, p. 139.
17 Patronato: institución heredada de la dominación española que implicaba
la designación, por parte del rey, de la jerarquía eclesiástica hispanoameri-
cana. Así, el centro de la cristiandad fue por mucho tiempo Madrid, en vez
de Roma. Luego de la Independencia, el Patronato devino un principio de
intervención del Estado sobre la disciplina externa de la Iglesia católica, ver:
Rosa María Martínez de Codes, La Iglesia católica en la América indepen-
diente, Madrid, Editorial Mapfre, 1992, pp. 36 y 153.
18 José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de la Nueva Granada, Bo-
gotá, Cromos 1956 (1869), tomo II, p. 102.
19 Fernán González, Poderes enfrentados, Iglesia y Estado en Colombia, Bo-
gotá, Cinep, 1997, pp. 140–144.
20 Frank Safford, Aspectos del siglo XIX en Colombia, Medellín, Hombre
nuevo, 1989, p. 52
21 Véase al respecto: Apolínar Díaz–Callejas, Colombia–Estados Unidos, en-
tre la autonomía y la subordinación, Bogotá, Planeta editorial, 1997, p. 217;
también Gilberto Loaiza Cano, Op. cit., pp. 117 y 118.
22 Entre agosto de 1849 y febrero de 1850, las planchas de las tenidas de
la logia Hospitalidad granadina informan de la recolección de dinero para
los pobres y de ayuda a los damnificados por la epidemia de cólera; véase:
BLAA, Libro de oro de la R.L. Hospitalidad granadina, Manuscrito No. 798.
23 BLAA, Libro de actas de la logia Hospitalidad granadina, Cartagena, 1847,
Manuscrito No. 791, p. 23.
24 El 29 de abril de 1868, el cura Manuel Eusebio Flórez, grado 33, pedía
“auxilio económico para trasladarse a la ciudad de Panama”, y en un infor-
me del 3 de mayo de 1868, el Gran Tesorero, José Angel Gómez, proponía
“una suscripción para pagar el viaje de Monseñor Bernardino Medina entre
Cartagena y Bogotá”, BLAA, Libro de Actas del Gran Consejo Administrativo,
Cartagena, 1860–1874, Manuscrito No. 791, pp. 460 y 461.
25 Maurice Agulhon, “Préface au Manuel républicain de l’homme et du cito-
yen, 1848, de Charles Renouvier”, en: Histoire vagabonde (idéologie et poli-
tique dans la France du XIXème siècle), París, Editions Gallimard, 1988, p. 35.
26 Registro oficial masónico, Cartagena, No. 40, 28 de enero de 1867; citado
por Carnicelli, Op. cit., tomo I, p. 490. Según este autor, la logia femenina de
Cartagena existió hasta 1875. La novela de Silvia Galvis sobre Soledad Ro-
59
mán admite y reconstruye la existencia de esta logia femenina; la militancia
masónica de las mujeres de las élites parece estar relacionada, al menos en
Europa, con “la aristocratización de la masonería”, según Eric Saunier en su
estudio de la masonería en Normandía a fines del siglo XVIII. Se trataba, en
todo caso, de afirmar la influencia social y cultural de las mujeres notables,
ver: Eric Saunier, Révolution et sociabilité en Normandie au tournant des
XVIIIe et XIXe siècles (6000 francs–maçons de 1740 à 1830), Rouen, Publica-
tions de l’Université de Rouen, 1998, pp. 104–106.
27 Biblioteca Nacional Colombia (en adelante BNA), “Liceo Masónico”, Car-
tagena, 27 de diciembre de 1859, Fondo Pineda 824, 25.
28 BNC, Cuadro de miembros de la logia Unión, Cartagena, 1° de julio de
1857, Fondo Pineda 824, 22.
29 El Catolicismo, Bogotá, 25 de septiembre de 1855, p. 20.
30 El Catolicismo, Bogotá, 11 de marzo de 1856, p. 35.
31 El Syllabus era un catálogo que condenaba “80 errores de nuestro tiem-
po” y que acompañó la promulgación de la encíclica Quanta cura, en 1864.
Una versión comentada del Syllabus en Paul Christophe y Roland Minnerath,
ed., Le Syllabus de Pie IX, París, Les Editions du Cerf, 2000, pp. 39–69.
32 Manuel E. Corrales, Efemérides y anales del Estado de Bolívar, Bogotá,
Imprenta de J. Pérez, 1889, tomo IV, pp. 590–591. 33 BLAA, Informe del 13 de
mayo de 1869, Libro de actas del Gran Consejo Administrativo, Cartagena,
1860–1874, Manuscritos No. 791, p.
34; ver también Carnicelli, Op. cit., tomo I, p. 470.
34 Los masones de Cartagena frente a los hombres sensatos, Cartagena, Im-
prenta de Ruíz e hijos, 25 de abril de 1869, p. 9.
35 Carnicelli, Op. cit., tomo I, p. 470. Hay antecedentes de lo que debía ser
esta carta dirigida al Papa, pero no aparece el documento, BLAA, Libro de
actas del Gran Consejo Administrativo 1860–1874, Manuscritos No. 791, p. 34.

Nota: el presente es una parte del estudio:

La masonería y las facciones del liberalismo colombiano duran-


te el siglo XIX. El caso de la masonería de la Costa Atlántica

HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 13, MEDELLÍN, COLOMBIA, NO-


VIEMBRE 2007, PP. 65–89

El autor es: Gilberto Loaiza Cano: Doctor en Sociología de la


Universidad París 3–Iheal. Profesor asociado del Departamento
de Historia de la Universidad del Valle, Cali.

60
61
GARIBALDI EN EL
PERU
Giovani Bonfiglio

Garibaldi (1807-1882) lle-


gó al Perú en 1851, luego de
haber estado brevemente en
Estados Unidos (Nueva York)
y Centroamérica. En realidad
se encontraba es su segun-
do exilio; el primero cuando
huyó hacia Brasil y Uruguay,
en la década de 1830/ 40. Re-
tornó en Italia para participar
en las luchas por la indepen-
dencia y debió huir de nuevo
en 1849, tras el frustrado in-
tento de defender la repúbli-
ca romana.

El segundo exilio fue un pe-


ríodo triste y aciago para Ga-
ribaldi, su esposa Anita había
muerto durante la penosa
huida tras la derrota de Roma
de 1849 ante las tropas fran-
cesas enviadas por Napoleón
III para defender el Estado
Pontificio. Por un lado, Gari-
baldi debió dejar sus hijos al
cuidado de su madre y salió
de Italia como refugiado polí-
tico. Ningún país quería reci-
birlo, pues Garibaldi se había
convertido en un “apestado”
político; la causa republicana
62
y de unidad italiana estaba en bancarrota; se vivía un fortale-
cimiento de la reacción monárquica en toda Europa tras los fa-
llidos intentos revolucionarios de 1848. Por otro lado el bloque
político italiano favorable a la unidad e independencia se había
resquebrajado, con profundas divisiones internas; los reproches
entre Garibaldi y Mazzini eran fuertes. En ese contexto, luego
de vagar por varios puertos del Mediterráneo (gracias al apo-
yo diplomático inglés), Garibaldi pudo viajar a Estados Unidos.
Allí recibió el apoyo de algunos italianos que formaban parte
de redes de refugiados políticos. En Nueva York Garibaldi tuvo
que trabajar como obrero para sostenerse, hasta que recibió la
oferta de un amigo suyo, Francesco Carpanetto, quien comer-
ciaba con América del sur.

Desde Nueva York se embarcó con Carpanetto, quien estaba


en viaje de negocios y se dirigía al Perú, para reunirse con su
barco “San Giorgio”, que venía desde Europa al estrecho de
Magallanes. Durante este viaje Garibaldi estuvo varios meses
en Centroamérica: pasó por Cuba, Nicaragua y Panamá. En se-
tiembre de 1851 desde centro América tomó un vapor inglés
que lo llevaría al Callao. Ese vapor se detuvo temporalmente en
Paita, (un puerto del norte del Perú), donde conoció a Manuelita
Sáenz, quien había sido compañera y amante de Simón Bolívar.
Seguramente con la ya anciana Manuelita conversó acerca de
Bolívar, personaje que al igual que Garibaldi fue masón, liber-
tario y luchador por la independencia de su patria. Finalmente
llegó al Callao el 5 de octubre de 1851: “En Lima, cuenta Gari-
baldi en sus Memorias, donde encontramos al `San Giorgio’, tuve
una espléndida acogida de esa rica y generosa colonia italiana: y
una mayor por parte de las familias Sciutto, Denegri y Malagrida.
El señor Pietro Denegri me dio el comando del `Carmen’, un bar-
co de 400 toneladas, y me preparé para un viaje a China”.

En realidad en Lima y Callao, al igual que en casi todos los


puertos latinoamericanos, en esos años se habían establecido
pequeñas pero activas colonias de genoveses, marinos y mer-
63
cantes que constituían la punta de avanzada de la moderna in-
migración italiana en América. Sus líderes eran favorables a la
independencia italiana, pues muchos eran también refugiados
políticos y anti monárquicos como reacción al hecho que Gé-
nova fuera anexada por la monarquía de los Saboya (entre los
genoveses el odio a los Saboya tenía más una razón regionalista
que ideológica).

Garibaldi en Sudamerica

Garibaldi buscaba empleo mientras mejoraran las condiciones


políticas en Italia. En Perú había demanda de capitanes de bar-
cos, pues la marina mercante estaba en expansión, para con-
ducir veleros que comerciaban guano de las isalas (el abono
natural que se extraía de las islas del litoral peruano, y que con-
sistía en la acumulación de excrementos de las numerosas aves
marinas).

64
Capitán de barco

En Perú Garibaldi adquirió la ciudadanía peruana, como condi-


ción para poder obtener la licencia de capitán de barco. Apenas
quince días después de su arribo, el 20 de octubre, el capitán
peruano Manuel de la Haza declaraba que Garibaldi: “natural
de Génova y ciudadano peruano... había demostrado suficiente
inteligencia en la náutica y en los mares de Europa y de América y
en número mayor de viajes que los que se requieren para aspirar
a la clase de piloto de altura” (Pinkey 1953).

Garibaldi había estado buscando en Estados Unidos una licen-


cia para navegar, cosa que allí no pudo obtener. Aparentemente
su venida a Perú estuvo relacionada con la posibilidad de poder
obtenerla acá, donde para la ley es necesario tener la nacio-
nalidad peruana para conceder licencia de capitán de barco,
por eso es que Garibaldi debió adquirir la ciudadanía peruana.
Varios fueron los capitanes italianos que debieron adquirir la
ciudadanía peruana para poder ejercer su oficio. La rapidez con
que se concedió ese trámite a Garibaldi seguramente obede-
ció al prestigio que había conseguido en América Latina por su
participación en las luchas políticas en Brasil y Uruguay durante
los años 1830/40. No se puede descartar tampoco el papel de la
masonería, institución a la que pertenecían Garibaldi y muchos
liberales peruanos.

Adicionalmente hay que considerar que en Perú funcionaba


una célula de la “Giovane Italia”, liderada por el médico geno-
vés Manuel Solari (primo de Mazzini), quien también era refu-
giado político. Solari fue quien contactó a Garibaldi con un co-
merciante genovés Pietro Denegri, quien estaba incursionando
en el comercio de guano.

En noviembre Garibaldi realizó un viaje a las islas Chincha


(unos 200 km. al sur de Lima), para cargar guano. Durante el
tiempo de carga desembarcó en Pisco y visitó varios lugares
65
del departamento de Ica, recibiendo la entusiasta acogida de
varios inmigrantes lígures que se habían asentado allí. A pesar
de la fama que tenía Garibaldi, en el Perú no tuvo ningún reco-
nocimiento oficial, pues era prófugo político. Y Giuseppe Cane-
varo, el cónsul del reino de Cerdeña (y de filiación monárqui-
ca), observó una actitud de distancia frente a él, obedeciendo
disposiciones de las autoridades de Turín. El estudio de Prolo
(1939) reproduce la siguiente carta escrita por Cónsul Caneva-
ro a las autoridades del reino de Saboya en Turín el 8 de octubre
de 1851: “Habiendo llegado al Callao el Sr. Garibaldi, algunos de
los exaltados partidarios de Mazzini fueron a recibirlo... él hasta el
momento no se ha presentado ante mí, aunque me han dicho que
quería hacerlo. Por cierto él goza de gran admiración por parte
de los militares de este país, debido a sus gestas en la guerra con-
tra Rosas y en la defensa de Roma. Hasta ahora me he mantenido
indiferente ante las manifestaciones de los mazzinianos a favor
de Garibaldi... Los republicanos hacen sarcasmos a mis espaldas,
porque no me he presentado a hacer una visita a Garibaldi, ... mi
conducta ha sido aplaudida por el gobierno peruano y por varios
distinguidos personajes de este país. Pues aunque este gobierno
es republicano, la mayor parte y la más sana de los mandatarios
y de la población odia tal sistema, por las continuas revoluciones
internas que en el pasado han asolado a este país, y por el conti-
nuo despojo de la hacienda pública”.

En realidad las autoridades peruanas no podían hacer ningún


reconocimiento oficial a Garibaldi para evitar enfrentamientos
diplomáticos con el reino de Cerdeña, con el cual tenían interés
de estrechar relaciones diplomáticas. En 1851 gobernaba Rufi-
no Echenique, de orientación conservadora y clerical, tenden-
cia que era reacción a los desórdenes políticos que se habían
dado en el Perú en las décadas anteriores.

En lio con un francés

En los días siguientes protagonizó un incidente con un ciudada-


66
no francés, que concitó la atención pública y estuvo a punto de
generar un conflicto entre los italianos y franceses residentes
en Lima. Como él mismo dice en sus Memorias: “Me sucedió en
Lima un hecho desagradable antes de emprender viaje. Al prin-
cipio de mi estadía en Lima, yo residía en la casa de Malagrida
donde, convaleciente todavía de la fiebre, recibía por parte de él
y de su amable señora un cuidado y asistencia verdaderamente
gentiles. A aquella casa llegaba en algunas oportunidades uno
de esos franceses que profesan el `chauvinisme’. Yo, por natura-
leza poco accesible y percibiendo a ese individuo muy propenso
a hablar, evitaba en lo posible entablar conversación con él. Pero
un día logró atraparme y, con desagrado por parte mía, me llevó
al tema de la expedición romana de los ejércitos de Bonaparte.
Naturalmente ese argumento me resultaba tedioso e intentaba,
inútilmente, cambiarlo: y él, no solamente se obstinó en continuar-
lo, sino que se extralimitó en términos poco decorosos para los
italianos.Yo le respondí con palabras un poco ásperas, mantenién-
dome en los límites de la decencia que merecía la casa en la que
me encontraba, y allí terminó el incidente”.

Sin embargo ese ciudadano francés (que se llamaba Charles


Ledó) publicó un artículo en el periódico Correo, en el que se
hacía afirmaciones calumniosas sobre Garibaldi, al que tilda-
ba de “héroe de pacotilla”. Ese artículo estaba firmado con el
seudónimo de “un galo”, pero Garibaldi sabía quién era el ver-
dadero autor. Días después Garibaldi buscó a Ledó en el alma-
cén donde trabajaba y tuvo un enfrentamiento con él, en el cual
Ledó llevó la peor parte. El incidente llegó a mayores, pues el
francés llamó a la policía, argumentando haber sido agredido
y cuando la policía intervino, un numeroso grupo de italianos
impidió que Garibaldi fuese detenido, con lo cual el incidente
adquirió el carácter de conflicto entre las “colonias” de italianos
y franceses.

Para evitar el enfrentamiento entre ambos grupos de inmigran-


tes, hubo varias conversaciones entre el encargado de negocios
67
de Francia y Giuseppe Canevaro, ello se desprende una carta
enviada por Canevaro a Turín, fechada el 25 de noviembre 1852
(Prolo 1939): “De los informes que pude obtener resultó que la
mayor parte de los italianos aquí residentes estaban exaltados y
dispuestos a pelear con los franceses, también por cierta antipatía
que en general se tienen. En vista de ello me dirigí donde el Presi-
dente de la República para que ordene diferir el comparendo que
esa misma noche debían hacer Garibaldi y Ledó ante la policía. El
Señor Presidente adhirió gustoso a mi pedido y luego de haber-
me manifestado su propensión a favor de los italianos, me solicitó
que me reuniese con el encargado de negocios de Francia para
llegar directamente a un acuerdo, con lo cual el gobierno perua-
no daría por concluido el incidente”.

El encargado francés de negocios, Rati Mentón, exigió inicial-


mente que Garibaldi hiciera una reparación por la agresión in-
fligida a Ledó, mediante el pago de una suma de dinero a la
Sociedad de Beneficencia Francesa. Pero Canevaro rechazó la
propuesta por considerarla humillante y argumentó que la pro-
vocación había surgido por parte de Ledó (en realidad sabía
que los italianos no habrían aceptado una solución de ese tipo).
Propuso que ambos diplomáticos se encargaran de apaciguar
los ánimos de sus respectivos conciudadanos y evitar que el
conflicto llegara a un enfrentamiento. Cosa que debió ser acep-
tada por el representante francés quien desistió de sus recla-
mos. En sus memorias, Garibaldi menciona con agradecimiento
el respaldo que los italianos residentes en Lima le dieron en esa
oportunidad y que expresa el fuerte sentimiento de pertenencia
étnica que ellos tenían, a pesar de que aún no se había dado la
unidad italiana; eran los tiempos del “Risorgimento”, se trataba
de gente que se convirtió en “italianos” estando fuera de Italia.
“Digno de mención es el amor que mis compatriotas me demos-
traron en aquellas circunstancias. La policía de Lima, alentada por
un furioso cónsul francés, quería arrestarme violentamente; pero
el comportamiento de los italianos le quitó las ganas. Todos se
mantuvieron dignos, ¡estaban todos!: en Lima se les encontraba
68
por miles, toda gente fuerte y disponible. Todos estaban dispues-
tos para la revancha y a pedir, respetuosamente, al comisario de
policía que no me arrestase. El comisario gritaba mucho, pero no
me arrestó, rodeado, como estaba, por aquella muchedumbre de
hombres, tranquilos pero decididos a lograr su propósito”.

Una vez terminado el incidente, Garibaldi envió un mensaje de


agradecimiento a Canevaro, quien había tenido una actitud con-
ciliadora hacia él. Aunque Garibaldi no era reconocido como
ciudadano sardo (era prófugo político), recibió el apoyo diplo-
mático de Canevaro, quien en realidad se vio obligado a inter-
ceder por él, debido a la presión de los italianos residentes en
Lima. Posteriormente, cuando Canevaro estuvo en Italia (déca-
da de 1860), tuvo un acercamiento con Garibaldi, el cual era ya
un héroe consagrado y se había reconciliado con la monarquía
de Cerdeña. Incluso el hijo mayor de Canevaro, Felice Napoleo-
ne, nacido en Lima y siendo joven enviado a estudiar en Italia,
donde llegó a ser almirante de la marina italiana e incluso sena-
dor), participó en las milicias garibaldinas en 1860.

De viaje en China

El 10 de enero de 1852 Garibaldi partió hacia China (Cantón),


llevando un cargamento de guano en el velero “Carmen”, que
había sido adquirido poco antes por Pedro Denegri en San
Francisco (la tripulación de ese barco estaba compuesta casi
íntegramente por lígures). El viaje de Garibaldi al Oriente duró
un año, pues regresó en enero de 1853.

Además de tocar las costas de China (colonia de Macao), tocó


también las de Australia. Hay que mencionar que este viaje de
Garibaldi generó una polémica entre sus biógrafos, pues algu-
nos señalan que en su viaje de retorno al Perú desde China,
Garibaldi trajo trabajadores chinos (culíes) que en esos años
empezaban a llegar al Perú. En realidad se trataba de un tráfico
de semi esclavos, pues eran trabajadores contratados en con-
69
diciones poco claras que luego eran “vendidos” a los hacenda-
dos peruanos para trabajar en plantaciones, en condiciones de
trabajo muy duras y sin libertad para salir de las haciendas. En
realidad esa es una suposición, de las cual no se han encontrado
evidencias.

Lo que se sabe con certeza es que, cuando Garibaldi ya no esta-


ba en Perú, el velero “Carmen” que seguía en posesión de De-
negri estuvo dedicado al transporte de colonos chinos al Perú.
En 1858 ese velero fue hundido durante la travesía de regreso al
Perú desde China, como consecuencia de un motín a bordo pro-
ducido por los chinos que eran transportados en condiciones
de esclavitud. Ver: Zanutelli Rosas, Manuel. “Una barca chinera”.
En: La Prensa. Lima, 9 de enero de 1982.

Es posible que el viaje inaugural de la “Carmen”, bajo la con-


ducción de Garibaldi haya tenido por objeto abrir la ruta ha-
cia el Oriente, pues eran los años en que empezaba a darse el
transporte de colonos chinos al Perú, posibilitado por la ley de
inmigración de 1849. Un estudio hecho por un biógrafo de Ga-
ribaldi, el profesor australiano Phillip Cowie demuestra que en
realidad Garibaldi no transportó “mercancía humana”, como al-
gunos han insinuado (Ver Cowie 1983).

El artículo de Prolo (1939) narra detalles interesantes de la tra-


vesía de regreso de Garibaldi. Según manifestaciones poste-
riores hechas por el lugarteniente de a bordo de ese barco a
un periódico italiano, en la travesía de regreso se dieron varias
dificultades (que Garibaldi no narra en sus memorias): una tor-
menta obligó a variar el rumbo y originó pérdida de tiempo, a
consecuencia de lo cual los alimentos y el agua terminaron antes
de lo previsto y debieron ser racionados (los tripulantes debie-
ron pescar para alimentarse e incluso cazar las ratas a bordo). La
situación se hizo bastante difícil por la queja de los tripulantes e
incluso Garibaldi debió enfrentar un conato de motín, cosa que
pudo evitar gracias a su carisma personal; arengó a los tripulan-
70
tes como cuando estaba en el campo de batalla y debió evitar que
varios se tirasen al agua en plena tormenta, pues pensaban que el
barco estaba por hundirse.

La versión de estos acontecimientos fue narrada por el lugar-


teniente de la “Carmen” que regresó a Italia para participar en
la lucha por la unidad. En declaraciones recogidas por un pe-
riódico italiano, en un artículo donde no se menciona su nom-
bre. Presentamos aquí un extracto de dichas declaraciones: “La
tormenta duró tres días, que nos parecieron tres siglos de agonía.
Sin Garibaldi la tripulación se habría ahogado antes que sopor-
tar los tormentos por los que pasó... Garibaldi no era un hombre
que nos comandaba, era un semidiós... Pero no estábamos al fi-
nal de nuestras desventuras, pues el armador Denegri daba a los
marinos de sus barcos la menor cantidad posible de víveres, por
temor a que se malogren... Los males que sufríamos se hacían in-
tolerables, nuestras pupilas brillaban con luz enfermiza, el delirio
se adueñó de nuestros sentidos y una sangrienta revuelta estuvo a
punto de estallar. Solamente el prestigio y la capacidad elocuente
de Garibaldi pudo evitarla...”. (Ver: “Episodio inedito della vita
di Garibaldi”. En: Il Dovere Nº 84. Torino, 1859).

Finalmente la barca “Carmen” llegó al Callao, aunque con la tri-


pulación famélica. Antes del regreso de Garibaldi de su viaje a
China, se reunieron en Lima numerosos refugiados republica-
nos italianos. “En esta ciudad va creciendo día a día el número de
italianos emigrados, la mayor parte de los cuales está esperando
el regreso de Garibaldi de su viaje a China. Temo que puedan
generarme disgustos, pero puedo asegurarle que no permitiré
abusos de ningún tipo y que sabré hacer respetar nuestro gobier-
no si en algunas demostraciones públicas lo injuriasen” (Carta
de Canevaro al ministro de Relaciones Exteriores del reino de
Cerdeña del 25 de noviembre de 1852)

A su retorno a esta ciudad, Garibaldi fue objeto de atenciones


por parte de sus partidarios y se realizaron banquetes en su
71
honor. Manuel Solari, el representante de la “Giovane Italia” en
el Perú, en esa oportunidad vendió bonos a favor de esa organi-
zación para financiar actividades militares en Italia.

Recuerdos en Perú

La presencia de Garibaldi durante esos meses ha dejado re-


cuerdos en el Perú. Uno de ellos se refiere a sus actividades
en el entorno de la masonería peruana, pues según testimonios
de viejos masones del Callao, Garibaldi asistió a una reunión
en ese puerto donde se inauguró una sección que recibió el
nombre de “Cruz Austral” a sugerencia del mismo Garibaldi, el
cual se había quedado impresionado por la constelación de la
Cruz del Sur durante el viaje que acababa de realizar a China y
a Oceanía.

Durante su estadía en el Callao Garibaldi frecuentó a numero-


sos inmigrantes, con los que compartía sus anhelos por la in-
dependencia italiana. Varias anécdotas al respecto fueron reco-
gidas posteriormente por Nino Barazzoni, médico que trabajó
en el Callao a inicios de este siglo. Es que para los inmigrantes
italianos de Lima y Callao, Garibaldi se convirtió en leyenda vi-
viente y símbolo de la lucha por la unidad italiana. Numerosas
pulperías tenían una efigie del héroe y hasta se puso su nombre
a varias compañías de bomberos en Chorrillos y a una en el
Callao (en esta última se conserva aún la carta autógrafa de Ga-
ribaldi, enviada desde Caprera, en la que concede el permiso
para usar su nombre). Varios inmigrantes italianos residentes en
Perú hicieron acuñar, en 1862, una medalla conmemorativa de
la operación quirúrgica hecha a Garibaldi por los médicos Né-
laton y Zanatti, quienes le extrajeron la bala que lo había herido
en la famosa batalla de Aspromonte (Guarisco 1981).

Garibaldi se mantuvo en relación con círculos republicanos


italianos en América Latina y el Perú, que estuvieron bastante
activos hasta la década de 1860. Las conexiones exteriores de
72
los republicanos italianos se evidenciaron en la campaña inter-
nacional que se llevó a cabo para defender los intereses del
Perú. Cuando en 1864 los españoles tomaron las islas Chincha,
Garibaldi fue alertado por sus contactos en el Perú y se pronun-
ció desde su exilio en Caprera, a través de una carta que envió
en agosto de 1864 al periódico La Nation Suisse, de Ginebra. Lo
mismo hizo desde el parlamento italiano Esteban Siccoli, quien
había estado con Garibaldi en el Perú.

Personajes de la colonia italiana en el siglo XIX

73
Los republicanos garibaldinos en el Perú durante ese año fue-
ron bastante activos; publicaron un periódico y difundieron
varias proclamas. El 15 de mayo de 1864 apareció en Lima un
periódico liberal cuyo título era “El Garibaldi” con el subtítulo
“Periódico popular semanal”. Su primer director fue Raymundo
Moreno. Circuló hasta noviembre de ese año y tenía correspon-
sales en varias ciudades peruanas, entre los cuales figuraban
varios italianos (Rainieri Mannucci en Trujillo; Luis Querzola en
Cajamarca; D.J.B. Cúneo, en Paita; Francisco Longo en Moyo-
bamba; Domingo Mazzini, en Cerro de Pasco; Pedro Guinazzi,
en Tacna). Tenía corresponsales también en otros países: Carlos
Reissig en Valparaíso; Cayetano Pezzi en Buenos Aires; Carlos
Astengo en Montevideo; Tívoli en Londres; el periódico El Eco
de Italia en Nueva York e incluso figuraba un corresponsal en
Génova: era D.J.B. Cúneo, que en el número inicial del periódico
figuraba como corresponsal en Paita. En las páginas de este pe-
riódico aparecieron numerosos escritos de inspiración republi-
cana y anticlerical. Reproducía también artículos que llegaban
de Génova, acerca de las gestas de la independencia italiana.
Otros artículos alertaban a la opinión pública peruana sobre el
conflicto con España de esos años.

En marzo de 1864 circuló profusamente en Lima una proclama


dirigida a los italianos residentes en Chile y Perú, tratando de
alertarlos y promoviendo su participación en la defensa del te-
rritorio peruano. Es que los republicanos italianos temían un re-
surgimiento de las tendencias monárquicas en América Latina.
La proclama (escrita en español) estaba dirigida “A los italianos
de América” y recogía el punto de vista de los republicanos ita-
lianos que exigían a sus representantes diplomáticos una acti-
tud firme en cuanto al rechazo de las pretensiones neocolonia-
les españolas y de restauración de la monarquía en América del
sur.

Al morir Garibaldi, en 1882, las instituciones italianas en Lima


realizaron solemnes manifestaciones públicas de duelo y en el
74
centenario de su nacimiento (4 de julio de 1907) la colectividad
italiana colocó una lápida en su honor, en el “Jardín Schiantare-
lli”, la casa donde el héroe residió en el Callao.

Bibliografía

Anónimo. “Breve historia de la `Cruz Austral’”, En: El Heraldo Masónico Nº 7.


Lima, mayo 1978.
Barazzoni, Nino. “Garibaldi en Perú”. En: Presencia italiana en el Perú. Lima,
Instituto Italiano de Cultura, 1984: 249-278;
Bonfiglio, Giovanni. Los italianos en la sociedad peruana. Una perspectiva
histórica. Lima, 1993.
Cowie, Phillip K. “Garibaldi in Peru: Note di natura commerciale” En: Presen-
za di Garibaldi in America Latina, Simposio Internazionale, Roma, 30 Mag-
gio-2 Giugno 1983.
Garibaldi, Giuseppe. Memorie autobiografiche. Firenze, Barbera Ed., 1888,
pp. 263-275;
Guarisco, Sergio. “La primera medalla de Garibaldi en el Perú”. En: Numis-
mática XXXII, Lima 1981; Gueze 1960;
Montanelli, Indro y Nozza, Marco. Garibaldi. Milano, Ed. Rizzoli, 1962, 611 p.;
Prolo 1939.
Prolo, M.A. “Il soggiorno di Garibaldi a Lima” En: Rivista di cultura marinara,
XVII, marzo-aprile 1939.

NOTA: Giovani Bonfiglio ilustre sociologo peruano especialista en temas mi-


gratorios, escribió sobre Garibaldi en el Peru, y lo hemos hallado en el blog:
http://inmigracionsigloxix.blogspot.pe/2013/06/garibaldi-en-peru-se-
gun-g-bonfiglio.html del cual lo reproducimos por tratarse de un connotado
masón.
75
EL VECINO GARIBALDI
César Coloma Porcari
Presidente del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo

A 477 años de la fundación española de Lima y a 151 años de


la unificación de Italia (ocurrida el 17 de marzo de 1861), re-
cordamos a Giuseppe Garibaldi, el héroe italiano que vivió por
algunos años en nuestra capital, cerca de Palacio de Gobierno.
Don Ricardo Palma, en su tradición “Entre Garibaldi y yo” (“Tra-

76
diciones peruanas completas”, Madrid, Aguilar, 1968, páginas
1121-1124), cuenta que este personaje, residente en nuestra
ciudad en 1851, por “el renombre de que vino rodeado, hizo que
en Lima se le contemplase con admiración y se le saludase con
respetuosa simpatía al encontrarlo por las calles centrales de la
ciudad”.

El mismo Giuseppe Garibaldi, en sus memorias (traducción


nuestra), afirma: “Yo habitaba desde el principio de mi estadía en
Lima, en la casa de Malagrida” (“Memorie. Edizione diplomatica
dall’autografo definitivo a cura di Ernesto Nathan”, Turín, Socie-
tà Tipografico-Editrice Nazionale, 1907, páginas 244-245).

EN LA ESQUINA DE PALACIO

Palma además cuenta: “La casa de Malagrida fue la que forma


el ángulo de las calles de Palacio y Polvos Azules, con grandes
almacenes en la parte baja”. Se refería a la casona ubicada en
el Jr. de la Unión (calle Palacio) N° 200-206, esquina calle Polvos
Azules N° 101-113, la cual fue declarada Monumento Nacional
el 12 de enero de 1989 (“Relación de Monumentos Históricos
del Perú”, Lima, Centro Nacional de Información Cultural, 1999,
página 73).

Don Raúl Porras Barrenechea agrega que “Los solares en que


vivió Garibaldi en Lima, en la esquina de Palacio y Polvos Azules,
y en el Callao, en el ‘Jardín Schiantarelli’, jalonan el recuerdo pe-
ruano del héroe y prestigian nuestra tradición civil” (“Los viaje-
ros italianos en el Perú” (Lima, Editorial Ecos S. A., 1957, páginas
80-84).

Garibaldi, durante el tiempo en que residió en Lima, recorrió


muchas veces sus calles y plazuelas, así como la Plaza Mayor.
Cuando llegaba al puerto del Callao se trasladaba a Lima en el
ferrocarril, arribando a la estación de Desamparados, que es-
taba ubicada en el mismo lugar en donde se yergue el edificio
77
actual. De allí, por detrás del Palacio de Gobierno, debió ir a su
casa de la esquina de las calles de Palacio y Polvos Azules.

UN INCIDENTE

Don Ricardo Palma, en su tradición mencionada, cuenta que


siendo cronista del diario “Correo de Lima” (Jr. Conde de Su-
perunda cuadra 4), el 6 de diciembre de 1851, “se presentó un
caballero […] con voz un tanto sobreexitada”, el cual era nada
menos que Giuseppe Garibaldi, quien había ido a buscar a don
Carlos Ledos, (francés, colaborador del diario). Palma le infor-
mó que éste se encontraba “En la calle de las Mantas, en su escri-
torio” (actualmente Jr. Callao, cuadra 1).

El tradicionista agrega que “No trascurrió un cuarto de hora sin


que llegase a la imprenta la noticia de que, a inmediaciones de
la Plaza Mayor, ocurría algo muy grave, y el cronista, cumpliendo
con su obligación, corrió desalado a la calle de las Mantas”, a la
tienda de Ledos, en donde se había reunido una muchedumbre.

“– ¿Es usted – le dijo Garibaldi en correcto francés – el canalla


que ha escrito estas infamias contra Carlos Alberto y contra Italia?
– El canalla, no; el que ha escrito, sí – contestó con arrogancia don
Carlos”.

En ese momento Garibaldi “descargó dos bastonazos sobre el


polemista francés”. Palma agrega que luego “Llegó don Antonio
Malagrida, acaudalado comerciante italiano de esa época y en
cuya casa, de reciente construcción, tenía por huésped a Gari-
baldi los días en que éste venía al Callao, y se llevó del brazo a su
exaltado compatriota”.

POR LA UNIDAD ITALIANA

Garibaldi se había sentido profundamente ofendido por el co-


mentario que Ledos publicara en “Correo de Lima” del 4 de di-
78
ciembre de 1851, con el título de “Héroes de pacotilla”, y lo con-
sideró inaceptable porque hacía mofa de su rey Carlos Alberto
(ya fallecido) y de la lucha por la Unidad de Italia. Por ello actuó
con tanta violencia.

El héroe, de regreso a su patria, continuó luchando por la unidad


de ésta, tarea que demandó largos años de enormes sacrificios,
los que llegaron a su fin al fundarse oficialmente el reino de
Italia y en especial, el 20 de setiembre de 1870, al incorporarse
Roma al reino y constituirse en la capital del país.

LA CASA LIMEÑA

La casa limeña de Garibaldi se conserva en relativamente buen


estado, aunque en el segundo piso funciona una fonda. El in-
mueble debería ser restaurado y convertido en un centro cul-
tural en donde se recuerde a este gran personaje de la historia
mundial que residió allí.

Los viajeros italianos tendrán en esta sucinta relación una guía


para seguirle los pasos a Giuseppe Garibaldi en Lima, especial-
mente cuando se celebra el sesquicentenario de la proclama-
ción de Víctor Manuel II como primer rey de Italia.

Tomado de: https://sites.google.com/site/elperuysuhistoria/


giuseppe-garibaldi-en-lima
Publicado en “El Comercio”, suplemento “El Dominical”, Lima,
15 de enero de 2012, página 15.

79
LA PRESENCIA DE GARIBALDI EN EL
PERU
Augusto Ferrero Costa
Sin lugar a dudas, la presencia en el Perú en el siglo pasado del
héroe legendario Giuseppe Garibaldi, constituye una singu-
lar curiosidad histórica. Pocas personalidades extranjeras que
se hayan quedado en nuestro país pueden llamar tanta aten-
ción como el gran patriota italiano. La presencia de Garibaldi
en Perú se encuentra en la casa de la familia Malagrida, en la
esquina de Palacio y Polvos Azules en Lima y en lo que fue la
Villa Schiantarelli al Callao, en la que había una placa conme-
morativa. Llegó de Nueva York el 5 de octubre de 1851, ante-
riormente había contraído una enfermedad en Panamá y había
hecho algunos viajes a América Central. Para evitar problemas
con las autoridades policiales, viajaba con el nombre evocador
de Giuseppe Pane, evocando momentos dramáticos de aventu-
ra. El Comercio celebró su llegada con el siguiente comentario:
“Acogemos con agrado la feliz llegada a esta capital del ilustre
guerrero del Uruguay partidario de la independencia y la unidad
República Italiana y la independencia”. Él estuvo acompañado
80
por su fraterna Francesco Carpaneto, esperando la llegada de
su barco, el San Giorgio que, entre otras cosas, llevando la esta-
tua monumental de Mariano Necochea destinado a Presbítero
Maestro cementerio.

Antes de aterrizar en Lima, se detuvo un día en Paita, el invitado


de una señora generosa que había estado postrada en cama du-
rante años debido a la apoplejía. Es el propio Garibaldi quien
le da noticias en sus Memorias y recuerda este día con gran pla-
cer. La dama en cuestión no era otro que Manuelita Sáenz, una
señora de Quito muy unido a Simón Bolívar que había salvado
su vida en Bogotá en 1828. Vivió en el puerto peruano después
de haber sido expulsado de Santander, el Presidente de Colom-
bia. Según atraído a la gloria, que le daría el cortejo de Bolívar
y moriría en Paita víctima de la peste en 1856. Su cabaña fue
quemado por la salud y por lo que hemos perdido documentos
de valor del general, escribe Tauro del Pino, entre estos, cartas
personales.

Garibaldi describió como la mujer más amable y gentil que ha-


bía visto nunca, y agregó que no sabía los detalles más íntimos
de la vida de Bolívar, a pesar de 55 años de edad y la discapa-
cidad que se vio obligado, mantiene en el ojo “del color del dia-
blo” que impresionó José de San Martín. Ojos que a la hora del
saludo se llenaron de lágrimas y Garibaldi declaró que estaba
impresionado. Gabriel García Márquez escribe en “El general
en su laberinto”, que eran tres visitas memorables que es conso-
lada por abandono: la de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar,
que va a morir, no muy lejos, en San Nicolás de Amotape en
1854; la de Garibaldi y la del escritor Herman Melville en 1844,
quien navegó en las aguas de todo el mundo para recolectar
material para su novela inmortal, Moby Dick.

El general quedó muy impresionado con nuestra costa, que en-


contró similar a las arenas de África porque las partes verdes
parecen oasis. Reveló que pensaba que encontraría más vege-
81
tación e imaginó el país al pie de la cordillera más hermosa.
Fue en la tierra de las “Colinas de arena”, como dice el título
del libro de Fernando de Trazegnies, sin duda el continente le
ofreció la atracción de ser la patria de la esposa perdida Anita.
Uno de los inmigrantes austeros Pedro Denegri, en italiano Pie-
tro de Negri de Niza, le ofreció el comando de Carmen para ir a
China, este era un barco con tres mástiles de madera con velas
cuadradas de 400 metros y había sido comprado en California.
El peso del barco indicado arriba es el declarado por Garibaldi
en sus Memorias, mientras que la Capitanía del Callao había
registrado 346 toneladas y 343 en la de Hong Kong. Hemos leí-
do en algunas biografías la cifra de 700 toneladas, que sin duda
incluía la carga. El intermediario de esta operación fue Ema-
nuele Solari, natural de Chiavari y primo de Mazzini con quien
escribió. De un árbol genealógico proporcionado por sus des-
cendientes, el Checa Solari, parece que su antepasado es María
Camilla Mazzini, mientras que Giacomo, el hermano de éste, es
el padre de Giuseppe.

Garibaldi declaró en Hong Kong que el barco era propiedad de


miembros sudamericanos. A partir de esto, el profesor austra-
liano Phillip Keneth Cowie llegó a la conclusión de que el socio
en cuestión era el Solari. De hecho, de los Archivos del Estado
de Turín parece que murió con un testamento porque se había
casado unos días antes de su muerte con la mujer que tres años
antes le había dado un heredero, a quien le correspondía una
gran suma custodiada en la Casa de Comercio por Pedro De-
negri.

Solari había llegado a Lima en 1840 y sobre este viaje, Mazzini


le escribió a su madre diciéndole que su primo, que no tenía
motivos para quedarse en Génova, estaba a punto de partir ha-
cia Lima, porque “aparte de su talento, no lo extrañaba, tiene un
grado extremo de actividad y savoir faire”. Garibaldi, en sus me-
morias cuenta que cuando fue a las islas de Chincha para cargar
guano, en noviembre de 1851, visitó más allá de esta ciudad,
82
también Pisco, Ica y Palpa. Fue recibido con gran entusiasmo
por los inmigrantes ligures instalados en estos lugares. En Pal-
pa, fue a cazar cerdos salvajes y luego regresó al Callao para los
preparativos finales antes de zarpar para un largo viaje el 10 de
enero de 1852.

Cowie informa que puede haber dos razones para la demora


en la partida de Garibaldi. En primer lugar, la licencia de piloto
que había obtenido debía renovarse cada tres meses, demos-
trando que había completado un período de servicio trimestral
en aguas peruanas, para comenzar con el documento renovado;
la segunda hipótesis es que el barco Carmen, habiendo llegado
a Lima por primera vez en septiembre de 1851, el propietario
estaba obligado a formalidades para regularizar la inscripción,
siendo muy difícil ser extranjero.

Dos meses después, durante la travesía, tuvo un sueño profético


con un caso increíble de telepatía: estaba en Niza, de luto, frente
a una procesión fúnebre que venía hacia él. Exactamente en ese
mismo día murió la madre “mamma Rosa”. Después de pasar
las Islas Sandwich, ingresó, entre Luzón y Formosa en las Filipi-
nas, en el mar de China. Él dice que cuando llegó a Cantón fue
enviado a Amoy porque no podía vender el guano en ese lugar.
Después de que se fue a Manila con otra carga y regresó a Can-
tón para emprender su regreso a Lima, fue necesario reparar el
barco cambiando los árboles y el cobre de la quilla.

De los escritos de Mino Milani parece que el barco llevaba


“coolies” oficialmente, los inmigrantes chinos en realidad, los
pobres se alistaron con el engaño y en condiciones de virtual
esclavitud, cuyo destino era Perú, Cuba o las Antillas. Denunció
en esta ocasión que Garibaldi transportó “... a todos los chinos
bien alimentados y con buena salud ya que habían sido tratados
como hombres y no como bestias, mostrándose el único ejemplo
de humanidad en estos viajes casi siempre crueles”. También es-
cribe que “ ... se debe a este viaje si en la tradición popular de
83
Callao, Garibaldi a veces fue etiquetado como un esclavo”.

Trasegnies comenta que la carga que trajo de China es desco-


nocida, pero lo más probable es que sea china. Ya en las pri-
meras páginas de su libro, señala que entre 1848 y 1874 unos
cien mil chinos fueron transportados al Perú porque, entre otras
actividades, trabajaban en las islas del guano.

La introducción de Juan de Arona poema, comienza con estos


dos versos: “allí donde no encontrar un chino - dall’insaccamento
guano”. Esto sugiere que Garibaldi se encontró con algunos de
estos en las islas de Chincha donde fue a buscar la carga an-
tes de partir hacia China. De sus Memoirs es solo que la carga
(que también se puede interpretar como una comisión) salió de
Cantón hacia Lima. El Heraldo Masonico nos dice que trajo pro-
ductos y ciudadanos chinos para trabajar en nuestras islas del
guano, sin considerarlo una ofensa.

El Heraldo Masónico aparece en el año de 1862, en los finales de la admi-


nistración del Presidente Castilla,
84
En una excelente reconstrucción histórica titulada Los Italianos
en la Sociedad peruana, Giovanni Bonfiglio, sin referirse al po-
sibilidad de que Garibaldi había transmitido chino, escribe que
era posible que el viaje inaugural del Carmen tenía la inten-
ción de abrir una ruta hacia el Este, porque esos fueron los años
en que, gracias a las instalaciones de la Ley de Inmigración de
1849, se inició la transporte de colonos chinos a Perú. También
revela que Carmen se hundió en 1858 durante el viaje de re-
greso de China como resultado de un motín de los chinos trans-
portados en esa ocasión. Quien estaba muy interesado en este
tema fue Cowie quien ha negado consistentemente cualquier
posibilidad de entrada de chinos al Perú a través de Garibaldi.
Aunque reconoció que incluso cuando estaba vivo estos rumo-
res circulaban, se queja de que no lo ha negado en sus Memo-
rias. Cita la biografía del aventurero escrita en 1881 por Inglés
de Bent, quien dijo que cuando firman el contrato con Denegri,
Garibaldi anuló la cláusula que le obligaba a llevar chino si la
carga no es suficiente, afirmando con orgullo que nunca se ha-
bría convertido en traficante de carne humana. Dos de ellos son
la evidencia más convincente de que Covvie informa a denegar
el transporte de los chinos por Garibaldi: en primer lugar, la
lista de los barcos que llegó a los puertos del Perú entre 1849 y
1853 con la lista de los inmigrantes que no son abordados sola-
mente chino, pero también irlandés y alemán; segundo, la lista
de productos que Carmen llevó desde Cantón, publicada por El
Comercio el 25 de enero de 1853, es todo tipo de especias, cera,
nácar, muebles, cigarrillos, seda y otros objetos orientales. Sin
dudas son pruebas muy válidas y muy importantes.

El Gran Diccionario Universal du XIX Siecle publicó en París en


1872, informa el testimonio de un viajero francés que habla de
un desayuno consumido, en un restaurante italiano en medio de
Mercaderes en Lima, junto con un teniente de Garibaldi, que le
dijo las aventuras del viaje regreso de Canton. El escritor escri-
bió que prefería recordar las aventuras de este cruce peligroso
en lugar de “todas las batallas imaginarias hechas en nombre del
85
Perú que biógrafos mal informados asignados a Garibaldi”. Indu-
dablemente se refirió a esas “obras con las que Garibaldi nunca
soñó y cuya gloria no necesitaba”; batallas, que le habían sido
atribuidas por el Diccionario de Contemporaneos, por Ricciardi
en sus Perfiles y por Anatole de la Forge en El Siglo.

De hecho, estos escritores afirmaron que Garibaldi había sido


el comandante del ejército peruano y bajo su mando obtuvo
victorias y solo después de asegurar la paz en Perú regresó a
Italia. Carmen viajó a través de los indios a Australia para llegar
a una de las Islas Hunter para tomar agua. La soledad de esos
lugares transportó mentalmente a Garibaldi más de una vez ha-
cia el futuro, probablemente este recuerdo lo llevó a vivir más
tarde en la isla de Caprera. Se dirigió a Nueva Zelanda y luego a
la costa oeste de América. Llegó a Lima después de un cruce de
100 días, el 24 de enero de 1853. Aterrizó la carga (o la oficina)
y permaneció en Lima hasta el 1 de marzo del mismo año, cuan-
do fue a Valparaíso, donde Carmen fue contratada para llevar
una carga de algodón a Boston. Regresó a Perú, en el puerto de
Islay, para tomar lana sobre algodón y, después de un animado
pasaje del Cabo de Hornos, llegó a Boston. Fue llamado urgen-
temente a Nueva York, donde, con algunas notas del propietario,
que no compartía, fue relevado del mando del barco. Mino Mila-
ni informa que no estaba claro lo que sucedió, siendo falso que
el informe contable presentado por Garibaldi contenía errores.
Al respecto, Pippo Ravenna informa que el gerente reprendió a
Garibaldi por haber gastado demasiado en el cruce desde El
Callao a Nueva York, tal vez “Fue llamado urgentemente a Nueva
York, donde, con algunas notas del propietario, que no compartía,
fue relevado del mando del barco. Mino Milani informa que no
estaba claro lo que sucedió, siendo falso que el informe contable
presentado por Garibaldi contenía errores”.

Pippo Ravenna informa que el gerente reprendió a Garibaldi


por haber gastado demasiado, tal vez “algunos cientos de pesos
más”. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que esto no
86
arruinó las buenas relaciones entre él y Denegri, un apoyo váli-
do en Lima para la causa Garibaldi.

Nell ‘Historia Marítima del Perú, Félix Denegri Luna dice cómo
la crisis naval en el Mediterráneo después de la invención del
vapor, forzó su abuelo Amerigo Aurelio y otras familias del
mismo origen, a emigrar a nuestras costas para continuar de-
sarrollando su comercio marítimo Dirigido por una familia Es
interesante mencionar que el 27 de julio de 1848, gracias a Cas-
tilla, había llegado al Callao, el Rímac, el primer barco de vapor
sudamericano en servicio en nuestra armada. Bonfiglio indica
como prueba de la presencia de Garibaldi en Perú, el hecho
de que adquiriría la ciudadanía para obtener una licencia de
capitán de barco. De acuerdo con lo que surge del estudio del
sociólogo antes mencionado, parece que la persona ilustre ha-
bría buscado en los Estados Unidos permiso para navegar.

El historiador Dennis Mack Smith informa que en nueve meses


en los que el personaje mítico permaneció en los Estados Uni-
dos mostró la intención de obtener la ciudadanía, que cuenta
con más de una vez a la propiedad que a pesar de que no había
cumplido con los requisitos y su nacionalización no fue recono-
cida oficialmente.

Sin embargo, Guido Cerosa también afirma que Garibaldi obtu-


vo la ciudadanía estadounidense. Antes de zarpar de Perú hacia
el este, Garibaldi aprobó el examen piloto. Lo más significativo
es que el informe de la oficina que dio la evaluación informa que
examinó a Giuseppe Garibaldi, natural de Génova y ciudadano
del Perú. De esta evidencia surgió un “...conocimiento suficiente
de la navegación y los mares de Europa y América y con un mayor
número de viajes que los requeridos para aspirar a la clase de pi-
loto de alta mar al registrarse en un registro de matriculación, sin
el requisito de nacionalización, esta última condición permaneció
vigente para los propietarios de los buques más pequeños utiliza-
dos en el comercio de cabotaje a lo largo de las costas del Estado.
87
Según el artículo 28 de la ley del 7 de enero de 1848, no podían
operar si no eran ciudadanos y estaban registrados y debían ser
examinados por un Consejo del Departamento de Marina para
evaluar si tenían suficiente experiencia en la práctica marítima.
En resumen, el examen y la matriculación fueron suficientes para
ser un capitán, pero para el comercio de cabotaje también existía
el requisito de ser un ciudadano peruano. Esta es la razón por la
cual a Garibaldi se le otorgó nuestra ciudadanía, y esto es reco-
nocido por sus biógrafos extranjeros como el inglés McK Smith y
el italiano Milani”.

Garibaldi había luchado por la independencia de Rio Grande


do Sul en Brasil contra el dictador argentino Juan Manuel de Ro-
sas de la cual conservamos la “facón” o cuchillo de personal de
doble hoja con un gancho para llevar en el cinturón, con fecha
de 1818, con el mango de plata y sus iniciales. Siendo el tira-
no apodado “cabezas cortadas”, nos preguntamos si a veces, o
más de una, la herramienta se usó para acortar la vida de al-
guien. Contaba Walewski, hijo de Napoleón y Marie Walewska,
diplomático francés en la Argentina en el momento, informó de
Garibaldi como “hombre para triunfar en cualquier empresa“, y
Bartolomé Mitre como “el hombre que ganó fama con su valor y
dedicación”.

En Italia luchó contra los austriacos por la unificación y perdió


a su esposa Anita Ribeiro, una criolla brasileña con con quien
se había casado en Montevideo, inmortalizado en el Janículo de
Roma por una estatua ecuestre que lo representa sobre un caba-
llo desenfrenado que descansa sobre sus patas traseras.

Un detalle muy pintoresco de su estancia en Lima es el testi-


monio de Ricardo Palma, que escribió al respecto una de sus
Tradiciones Peruanas titulada “Entre Garibaldi y yo”. Él le dice
a nuestro distinguido hombre de letras que cuando era un co-
rrector de pruebas en el diario El Correo de Lima, escribió en
este diario un comerciante francés, Carlos Ledos que asistió a
88
reuniones en el periódico junto con Mariátegui y Laso. Traba-
jó como agente comercial y como periodista, especializándose
en criticar al gobierno. El 4 de diciembre de 1851, publicó un
artículo titulado “Heroes of Paccottiglia” refiriéndose a Giuse-
ppe Garibaldi, fornido del patriota Mazzini y del rey de Cer-
deña Carlo Alberto. Dos días después, a las dos de la tarde en
la redacción, mientras escribía, dice Palma, un caballero que
preguntó por los franceses apareció en la entrada. Palma, re-
conociendo al caudillo italiano, le mostró exactamente dónde
encontrarlo, a pocas cuadras del periódico. Encontrado el autor
de la indignación en el local comercial, le dio a Ledos dos palos
y este último, defendiéndose con una regla, logró golpear a Ga-
ribaldi en la cabeza. Ambos terminaron con rostros ensangren-
tados y fueron separados hasta la llegada de la policía monta-
da dirigida por el Prefecto de Lima que dispersó a la multitud
de personas que se habían reunido mientras tanto. El ruido del
camino llegó a oídos de Palma, que corrió al lugar del hecho
sintiéndose responsable de haber indicado la dirección solici-
tada. El cónsul de Cerdeña, José Canevaro, tuvo que intervenir
para evitar la prisión de Garibaldi. Tal vez, influyó mucho en el
alma del representante para consolar su relación con Pedro De-
negri. Porras también comenta sobre el incidente declarando
que no tuvo acceso a las Memorias autobiográficas del héroe,
quien contó la historia en detalle. Lo que sucedió acentuó en
gran medida la tensión entre la colonia italiana y la francesa
y el presidente Echenique tuvo que intervenir como mediador
para llegar a un acuerdo. José Canevaro para evitar la prisión en
Garibaldi. Tal vez, influyó mucho en el alma del representante
para consolar su relación con Pedro Denegri. Porras también
comenta sobre el incidente declarando que no tuvo acceso a las
Memorias autobiográficas del héroe, quien contó la historia en
detalle. Lo que sucedió acentuó en gran medida la tensión entre
la colonia italiana y la francesa y el presidente Echenique tuvo
que intervenir como mediador para llegar a un acuerdo. José
Canevaro para evitar la prisión en Garibaldi. Tal vez, influyó
mucho en el alma del representante para consolar su relación
89
con Pedro Denegri. Porras también comenta sobre el inciden-
te declarando que no tuvo acceso a las Memorias autobiográfi-
cas del héroe, quien contó la historia en detalle. Lo que sucedió
acentuó en gran medida la tensión entre la colonia italiana y la
francesa y el presidente Echenique tuvo que intervenir como
mediador para llegar a un acuerdo.

El artículo fue realmente ofensivo. Afirmó que en la era de la


revolución, los hombres más vulgares y oscuros estaban emer-
giendo, emergiendo de la misa, en la que estaban confinados
por su falta de talento y educación. Definió a Garibaldi como
un pigmeo que quería convertirse en un gigante y en una cari-
catura por su absoluta nada intelectual. Terminó comparándolo
con “Don Quijote” pero sin el ingenio de este; representándolo
como ignorante y grosero, digno de vivir en una cueva y no en-
tre personas civilizadas. Al día siguiente, El Comercio salvó la
dignidad nacional, alegando que el autor había hecho bien en
identificarse, ya que habría sido muy doloroso para los perua-
nos que creían dentro y fuera del país, que habría sido el único.
Y también le aseguró a la heroína exiliada que podía descansar
pacíficamente entre nosotros, porque estaba protegido por el
árbol de la libertad que tantos hombres valientes habían moja-
do con su propia sangre.

Sobre el incidente, El Correo de Lima tacciava héroe como una


asesina, pero de nuevo fue El Comercio de relatar con objeti-
vidad lo que ocurrió invitar al Garibaldi General de no preo-
cuparse por más de sus miserables detractores y continuar su
camino hacia la gloria. En una biografía de Garibaldi Rizzoli
publicada subrayando el hecho de que si se parecía de algún
modo a una novela, el mérito era solo de su carácter. Indro Mon-
tanelli cuenta sobre el hecho escribiendo ... una noche en la
casa de un compatriota le presentaron al héroe un francés, uno
de esos Ledos, que en el momento de despedirse le dijo: “Es
bueno verte de nuevo” . Investigando Garibaldi, donde se reu-
nieron, Ledos respondió:”sitio de Roma”. En esta respuesta, car-
90
gada de animosidad hacia los franceses, el caudillo respondió:
“No recuerdo. En Roma no he visto de ti que tus ciervas”. Como
está escrito por Canevaro, el incidente tuvo lugar el 30 de no-
viembre de 1851 durante la recepción de la boda de Rocco Pra-
tolongo. El mismo Garibaldi dice en sus Memorias que cuando
vivía en la casa de Malagrida, de vez en cuando vino a visitar a
un francés muy machista, por lo que trató de evitarlo, un día ha-
bló de la expedición romana de los ejércitos de Bonaparte, su-
perior en términos menos decorosos unos italianos, que obligó
Garibaldi para responder con dureza. Este pargo sería la causa
del artículo y la lucha a lo que se refiere Palma. Smith señala
que Garibaldi más tarde relató, sin jactarse, que había atacado
a un francés para desahogar el resentimiento que sentía en ese
momento hacia Francia.

Del libro: la vida de George G.Garibaldi Hirundy, pag.221-2 “ ... el informe


el 8 de diciembre su Gobierno, el cónsul Canevaro escribe: -Hacia las dos
de la tarde del día 6
91
Era imposible para Garibaldi olvidar la amarga lucha en la que
había participado dos años antes para defender a Roma de los
franceses que eventualmente la ocuparon. En esa ocasión, con-
fesó que, desalentado, en ese momento no tenía otro deseo que
el de morir. Señaló que había pasado dos horas golpeando y
luchando implacablemente y que cuando llegó el amanecer, se
encontró cubierto de sangre, pero sin siquiera una herida. “Este
fue un verdadero milagro”, señaló. Este era su comportamiento
en el campo de batalla. Además, mientras se retiraba a Venecia,
su esposa Anita murió, por lo que ese período pesó mucho en
su vida. Mino Milani cree que el accidente ha tenido una im-
portancia histórica, en como la participación de Canevaro da
Console de la monarquía comenzó una evolución favorable del
sistema, que tuvo una representación digna en el extranjero en
los diversos funcionarios, gente orgullosa del nombre italiano y
dispuesta a mantenerlo en alto. Esto habría influido más adelan-
te en las declaraciones hechas por Garibaldi en Génova a favor
de Piamonte. El testimonio de Canevaro publicado por Bonfi-
glio es interesante.

Refiriéndose a Perú, dijo que “a pesar de que su gobierno es re-


publicano, la mayoría, el más sano de los gobernantes y al pueblo,
odia a este sistema de revoluciones internas continuas, que en el
pasado han aislado este país, y el despojo continuo empresa pú-
blica”.

De acuerdo con los archivos de Luis Lazarte Ferreyros, compi-


lado y dirigida por Juan Miranda Costa ciento portapapeles de
familias establecidas en el Perú la consuela de Cerdeña antes
mencionado, José Canavaro Radio, natural de Zoagli, distrito
de Chiavari, Francisca Valega casó con la mujer, la hermana de
Carmen, esposa de Pedro Denegri, dueño del barco del que ya
hemos hablado, y tenía no menos de trece hijos de este matri-
monio. Es evidente que este parentesco influyó en la atención
que el cónsul dio al problema en cuestión.

92
Muchos de estos niños participaron de una manera distinta en la
vida social y política del país. El general César Canevaro Valega
fue diputado, senador, alcalde de Lima, el jefe del Estado Mayor,
el general del Ejército, primer vicepresidente del Partido Cons-
titucional, que dirigió el general Andrés C. Cáceres, vicepresi-
dente primero de ellos durante su segunda administración en
1894 y primer vicepresidente de Leguía en el comienzo de sus
once años después, en 1919 se casó con Ignacia Rodulfo mujer,
cuya memoria se venera en la Fundación que lleva su nombre.

El hijo mayor José Francisco Canevaro Valega, nueve años ma-


yor que su hermano, fue vicepresidente segundo de la Repúbli-
ca con Mariano Ignacio Prado (1878).

Felice Napoleón Canevaro Valega, un año más joven, viajó a Ita-


lia y participó en el ejército de Garibaldi en 1860, más tarde se
convirtió en almirante de la armada italiana. Rafael Canevaro
Valega, cinco años menor, fue Decano del Cuerpo Consular de
Lima y Presidente del Club Nacional.

Debe notarse a Bonfiglio, lo sintomático es que Antonio Raimon-


di no contactó con Garibaldi a pesar de haber participado en
los movimientos de Roma en 1849.

El distinguido sociólogo explica la actitud en el deseo del gran


naturalista de dejar su testamento político a la juventud perua-
na. Por otra parte, escribe Pippo Rávena, es curioso que sólo
tres meses antes de Garibaldi fueron a cargar guano en las is-
las de Chincha, Raimondi fue precisamente el mismo lugar de
trabajo en su investigación científica. A pesar de esto hemos
visto en la dirección opuesta en la historia cronológica del Perú,
1850-1878, Lázaro Costa Villavicencio, se informa de que el gran
sabio visitó Garibaldi y dijo: “El destino quiere que seas el li-
bertador de Italia, el mío es poder revelar la naturaleza de este
maravilloso país”.

93
El médico italiano Barazzoni Nino, quien fue cónsul de Italia en
Callao, cuenta cómo se sorprendió, mientras se opera en una
modesta casa de un Schiantarelli, que dijo: “Esta es la casa de
Garibaldi. Cuando se dio cuenta de que el héroe de las páginas
épicas del Risorgimento italiano, después de la gloria lograda en
Roma y cuando su nombre ya era conocido en todo el mundo, ha-
bía vivido en esta pobre habitación, miró por encima de las cuatro
paredes dentro del cual tal vez había pasado las horas más tristes
del período más infeliz de su vida. En el sentido poético”, Pippo
Ravenna comparó esta vivienda humilde con la de Epaminon-
das, que cuando Alejandro Magno la vio expresó la siguiente
reflexión: “Canessa estaba a cargo de verificar cada correspon-
dencia que le llegaba desde Italia”. Un día le advirtieron que el
“Carmen” estaba a punto de acercarse al puerto, contrató un
bote y se dirigió al barco. Cuando subió a bordo fue reconoci-
do por Garibaldi, quien le gritó: “¿Me trajiste las letras?”. En su
respuesta negativa, Garibaldi molesto, maldiciendo la cubierta
de insultos de impaciencia por haber sufrido las noticias pro-
cedentes de Italia. Esa noche, el general dio a leer toda la co-
rrespondencia y luego cenó con el rostro iluminado de alegría.
Canessa dijo que encontró a Garibaldi extrovertido más que
nunca y un muy buen estado de ánimo, esto nos hace pensar
que no es cierto lo que dicen algunos biógrafos como Milani,
que esas letras aprendidas de la muerte de la madre, ninguna
duda de que recibieron la noticia cuando estaba en el este.

Montanelli escribió que en las Memorias y en las cartas hay po-


cos rastros del período vivido por el héroe en América y en
Oriente y que probablemente fue el más gris de su vida. Mack
Smith dice que se sabe muy poco sobre el período en el que el
héroe estuvo con nosotros porque escribió pocas cartas y por-
que este período fue el más triste y el más oscuro de su vida.

Jessie White, que lo frecuentaba mucho, se dio cuenta de que era


el peor período de su vida, tanto que rara vez hablaba con sus
amigos. Él mismo escribió: “creer que la distancia podía mitigar
94
la amargura del alma, pero que fatalmente no era verdad, habien-
do arrastrado una existencia accidentada, ácida y muy infeliz, es-
tando ya preparado y honrado para servir a una causa tan santa:
la emancipación de mi tierra”. A su regreso a Italia en 1854, con
la herencia de su hermano Felice, compró la mitad de la isla de
Caprera, que forma parte del archipiélago de la Maddalena, en
Cerdeña, y se encuentra frente a Porto Cervo. En 1855, algunos
amigos ingleses le dieron la otra mitad de la isla, donde cons-
truyó una casa de estilo sudamericano y se dedicó a la pesca, a
la cría de animales y al cultivo de su jardín.

Un hecho poco conocido es el vínculo de Garibaldi con la so-


ciedad masónica peruana. De hecho, el 20 de septiembre de
1849, los residentes del Callao decidieron fundar la logia Unión
con la Marina del Perú, y luego cambiaron su nombre a Concor-
dia Universal, con el que permanecieron registrados.

Según El Heraldo Masónico, Garibaldi fue consultado sobre el


nombre más adecuado para el refugio y propuso Cruz Austral en
homenaje a este brillante constelación de estrellas que habían
guiado el viaje a Asia. El vínculo que unía a Garibaldi con los
ilustres pensadores y políticos peruanos que pertenecían a la
masonería, todavía debe ser examinado; entre ellos estaba tam-
bién Francisco Bolognesi, descendiente de italianos que más
tarde se convertiría en nuestro gran héroe nacional.

En una entrevista a las Reuniones de revistas, el Maestro Jor-


ge Puccinelli Converso dijo que su primer antepasado de Ita-
lia que se estableció en Perú, fue el bisabuelo materno Vicente
Dall’Orto que venía de la costa de Liguria en 1836 y se instaló
en el Callao donde conoció a Garibaldi y lo tenía tan cerca. Su
amistad tenía que ser muy apretado porque en su viaje hacia
el este, el legendario creador de la unificación de Italia, tomó
un daguerrotipo que representa su influencia, con el que encar-
gó a un artista chino para hacer un retrato al óleo que ahora se
conserva como un preciado Recuerdo familiar y como buen pa-
95
triota fue comprado por su bisabuelo para apoyar las campañas
militares de Garibaldi.

Otra nota muy curiosa, durante la presencia del héroe, lo da otro


distinguido extranjero que se quedó en Lima: Paul Gauguin. El
pintor eminente, de hecho, vivió aquí entre 1849 y 1854 junto
con su madre Aline y su hermana Marie y a la edad de seis años
regresó a Francia. A pesar de su corta edad, recordó la vida que
pasó aquí con gran memoria visual. Él recuerda nuestra aten-
ción del día en que conoció a una “ama de casa china que sabía
cómo planchar tan bien” en una tienda de comestibles.

El vínculo de Garibaldi con Perú se prolonga más allá de su


presencia en nuestras costas. Porras nos presenta a una bella
imagen de sus “PeRuAnItA” en 1864, cuando los españoles ocu-
paron las islas de Chincha, que experimentó la misma, tal como
se documenta, trece años antes de lo que lo hizo el guano carga-
do transportado a China. Garibaldi de la isla de Caprera escri-
bió una carta que se publicó en Ginebra. En él decía que “una
agresión contra el territorio peruano ha provocado gritos de re-
probación y venganza en todas las naciones hermanas“. También
denunció la “repugnante asociación de los tiranos de Europa por
la esclavitud común”.”No descarto que los tiranos pasan mien-
tras que las naciones son inmortales”. En ese momento Garibaldi
ya había alcanzado la gloria por los acontecimientos de 1860 y
fue elogiado por Francisco de Paula González Vigil en una carta
cuyo contenido fue difundido por Porras y Carlos Enrique Pasta
compuesto en su honor, el deber del Gran Himno Guerrero. Y
para señalar que dos años antes, en Italia, Olivieri había com-
puesto el Himno Garibaldi, en palabras de Mercantini. Cuando
en 1862 Garibaldi fue herido en la pierna en la batalla de As-
promonte, Zanetti su médico antes de estraerle la bala se puso
en contacto con la correspondencia del cirujano francés Néla-
ton, que era el médico personal de Napoleón III, y se las arregló
para salvar la pierna tirando de las astillas con una sonda flexi-
ble creada para la ocasión, esa invención es todavía usa hoy.
96
Los italianos que residen en Perú celebraron el evento al en-
cargar al grabador Seregni la acuñación de medallas de oro y
cobre en honor a los médicos antes mencionados.

La presencia de Garibaldi despertó una gran corriente a favor


de Italia. En 1861, el gobierno de Ramón Castilla reconoció de
inmediato, como ya lo proclamó el Parlamento de Turín, a Vitto-
rio Emanuele II como el nuevo rey de Italia. Dice Porras que ha-
bía “durante los años de la lucha por la liberación y con motivo de
los funerales de Carlos Alberto, rey de Cerdeña, se construyeron
en Lima, muestras de ferviente simpatía por los camisas rojas de
Garibaldi, colecciones públicas para el italiano y también repu-
blicano, el saludo fue saludado”.

Al mismo tiempo Basadre anunció en su Historia de la Repúbli-


ca: once bomberos italianos tomadas por los chilenos en Chorri-
llos en 1881, lo que indica que hubo una negación oficial por
parte de la colonia italiana en la noticia dada a conocer de una
columna de guerrilleros que lucharon junto a los peruanos en
Miraflores. Sin embargo, en una nota añadida después, es una
versión romántica generalizada que causó que el fuego tiro to-
maría parte activa, como la Legión, en la batalla con sus camisas
rojas clásicas junto a las tropas peruanas. Él agrega que serían
ejecutados como soldados extranjeros al servicio de un ejército
ganado. Estamos felices de tener una relación genética con el
héroe porque aún hoy los bisnietos de Garibaldi llevan el ape-
llido paterno en vivo.

La expedición de los Mil transformó a Garibaldi en una figura


legendaria en todo el mundo, su nombre se convirtió en sinóni-
mo de esperanza para los pueblos oprimidos.

El presidente Lincoln le ofreció el mando de un ejército en la


guerra secesionista contra los esclavistas del sur. En 1861, Gari-
baldi le pidió al presidente estadounidense algo más ambicio-
so: el mando de todo el ejército y abolir la esclavitud o darle el
97
poder para hacerlo Había quince mil voluntarios italianos listos
para alistarse. La participación de Garibaldi no estaba allí, pero
en 1863 Lincoln declaró la abolición de la esclavitud.

No debemos olvidar que en Perú el presidente Castilla lo hizo


en 1855. Desde entonces, Garibaldi recurrió a Lincoln llamán-
dolo con el nombre de emancipador.

Una de las relaciones más pintorescas que Garibaldi estable-


ció con sus contemporáneos fue la que desarrolló con su padre
Alejandro Dumas. Cuando el héroe organizó la expedición de
los Mil y regresó a Sicilia, Dumas que estaba en el Mediterrá-
neo navegando en su bote Emma, se fue a Palermo demostran-
do gran energía a pesar de sus sesenta años.

Montanelli nos dice que comió como un buey y bebió lo mismo,


le propuso a Garibaldi, que inmediatamente aceptó, convertir-
se en su embajador frente a jefes de estado extranjeros, esto
para evitar cualquier dificultad diplomática. Él se hizo comple-
tamente disponible para la causa Garibaldian. Era el año 1860.

La conducta extravagante del dramaturgo y su compañero de


dieciséis años vestido de almirante ayudaron a establecer una
nota de curiosidad en el ejército de Garibaldi. Gracias a esta
providencial Asociación Alexander Dumas dejó algunas pági-
nas hermosas en epopeyas de Garibaldi, ninguna de estas muy
romance que tal vez influenciado en la vocación literaria de Ga-
ribaldi y encontramos expresado en sus memorias y en las no-
velas Clelia, el Gobierno de Mónaco, cantones voluntarios y yo
Mil, así como en sus innumerables cartas.

Garibaldi era un políglota porque además del italiano domina-


ba el inglés, el francés, el portugués y el español.

En el apogeo de la gloria, donde quiera que estuviera, mucha


gente se reunió a su alrededor. En 1864 visitó Inglaterra don-
98
de fue recibido con grandes honores. Entre la multitud, el tira-
no exiliado de Argentina, Rosas, contra el que había luchado,
lo miraba sin miedo. Karl Marx, que lo despreciaba, describió
los eventos como “travesuras deplorables”. La reina Victoria sen-
tía vergüenza por la multitud, pero el futuro rey Eduardo VII, en
contra de la opinión de la madre, fue a Londres a verlo. Disraeli
en cambio se negó a prestarle la mano a ese pirata.

Llegó a la estación de Londres con un tren especial a las dos de


la tarde del 11 de abril, medio millón de personas lo estaban
esperando. Diez años antes, al regresar de Perú, había estado en
Londres y había recibido la misma popularidad. Sólo a las ocho
de la tarde logró llegar a la casa donde lo invitaron. Aquí encon-
tró a Mazzini que hizo un brindis por la libertad de las personas
y por la persona que a través de sus acciones la encarnó. Fue a
desayunar con el embajador Buchanan, futuro presidente de los
Estados Unidos, también en esta ocasión se reunió con Mazzini.
Su presencia era incómoda y fue Gladstone, entonces primer
ministro, quien tuvo que convencerlo de que regresara a Italia.

En 1870 estalló la guerra de Prusia y después de la derrota de


Sedan, Napoleón III cayó y se proclamó la República. Gambetta
había declarado que Francia se transformaría en un inmenso
campo de batalla y Garibaldi habría pedido a Caprera que se
uniera a los franceses. El héroe le envió un telegrama: “Puse a
tu disposición lo que queda de mí”. Él comandó el ejército de
los Vosgos pero, irónicamente, esta partida de su tierra natal
lo encontró ausente en el momento de la consagración de la
unificación de Italia por la cual había luchado tanto. Víctor Ugo
después del armisticio se exilió reconociendo que de todos los
generales que ellos habían luchado por Francia, Garibaldi era
el único que no había sido ganado, y así redimieron el honor
nacional.

Al mismo tiempo que sus famosas obras Hermani y Rui Blas,


el gran poeta francés escribió un gran poema titulado Menta-
99
na dedicado a Garibaldi, alabando sus logros. Fue en ese mo-
mento que Chilly, Director del Teatro Imperial Odeon, le envió
a Victor Hugo la famosa carta anunciando que tenía el honor
de informarle que el asesinato de Ruy Blas estaba prohibido. El
ilustre erudito respondió muy amargamente dirigiendo la carta
al emperador Luis Bonaparte en los siguientes términos: “Señor,
he recibido su carta firmada Frío”.

La comparación de Garibaldi con un semidiós se manifestó en


una paráfrasis irrespetuosa de la Santísima Trinidad escrita por
un partidario: Padre de la Nación, Hijo del Pueblo y Espíritu de
la Libertad. Incluso en el nivel popular salió una versión del Pa-
drenuestro, en la que se aludían frases al héroe y sus empresas.
Este culto se extendió de América a Rusia, donde muchos espe-
raron el día de su llegada.
100
Tenía naturaleza muy fuerte y una voz resuelta, decían que era
formidable en momentos de ira, pero en reposo tenía una mira-
da tranquila y dulce sonrisa. En el centenario de su nacimiento
fue recordado en el Perú por Gio Batta Isola como un león va-
liente, apuesto y rubio, con apariencia amable y sensible a los
sentimientos más delicados. Pero, sobre todo, como dijo Geor-
ges Sand y es, como lo documentan las fotografías de la época,
su rostro expresaba más nobleza y serenidad que belleza.

Tomado de:
http://www.peruan-ita.org/personaggi/garibaldi.htm
101
LOS MASONES INGL
LA IMAGEN Y EL
102 Herbert Oré B
LESES EN LOS 1700
GRAN MENSAJE
Belsuzarri 33° 103
E. Calley en “El Mito de la Revolución Masónica” nos dice:

“En el año 1717, en una bulliciosa taberna de los suburbios de


Londres, tuvo lugar una cena que cambiaría el curso de la histo-
ria, Los hombres allí reunidos provenían de las logias de cons-
tructores con asiento en la propia ciudad. Pudiera imaginarse que
todos aquellos individuos eran rústicos albañiles, con nudillos de
sus dedos deformados por los golpes del mazo, curtidos por la in-
temperie con la piel percudida por la argamasa. En parte era así.

Algunos de ellos habían trabajado en la reconstrucción de la ca-


tedral de San Pablo, destruida por el incendio hacía fines del siglo
XVIII. Otros recordaban las grandes obras que habían construido
en su juventud, cuando todavía se erigían palacios al estilo del
gran arquitecto Palladio en los barrios ricos de la ciudad. Pero
entre los rudos albañiles se mezclaban otra clase de hombres. Se
distinguían por su vestimenta y sus modales. Se parecían a lo que
hoy podríamos llamar “intelectuales” y discutían muy airadamen-
te entre si y con los canteros como si nada los separara, urgidos
por los mismos problemas. Incluso se observaba algún acalorado
hombre de noble cuna, entremezclado en el debate, dispuesto
a imponer sus opiniones en medio del griterío. ¿Qué clase de
asamblea era esta? ¿Quién los había convocado? ¿Qué extraña
asociación podía reunir en una taberna inglesa de principios del
siglo XVIII a artesanos, burgueses, filósofos y nobles?”

Por entonces habitualmente los masones se reunían en las ta-


bernas, de tal manera que los nombres que correspondía a las
logias era el nombre de las tabernas en donde tenían sus reu-
niones, y naturalmente los masones de Londres así como los de
toda Inglaterra, tenían fama de bebedores.

Por esta razón, de las muchas ilustraciones sobre las reuniones


masónicas londinenses de 1,700, no causaba malestar verlos
borrachos, y de ellas una en particular se nos hizo muy familiar
y es la siguiente:
104
105
Es un grabado de William Hogarth 1697 - 1764, que es descri-
to de la siguiente manera: “Aparentemente, las hojas de roble
en el sombrero del masón, las ramas de roble en el letrero y la
hoguera en llamas indican que esta es la noche del 29 de mayo,
en la cual se conmemoraba la restauración de Carlos II al trono.
La escena se desarrolla en Charing Cross, a la vista de la estatua
ecuestre de Carlos I. En este período, la calle era angosta y esta-
ba amueblada por un lado con la Rummer Tavern, y por el otro
con Cardigan’s Head, dos notorios bagnios del tiempo (es decir,
posadas que también sirvieron como burdeles). El entrenador de
Salisbury que acaba de salir ha sido volcado y el pasajero está
aterrorizado. Para aumentar su terror, un niño travieso arrojó un
fuego artificial al interior del carruaje. La persona borracha en
primer plano vestida como un masón y guiada por un sirviente
con una linterna se dice que es Sir Thomas de Veil, un político pro-
minente. La descarga del contenido de un orinal sobre su cabeza
es un comentario sobre el respeto que se le muestra. A través de
la ventana abierta vemos a un hombre afeitado. Evidentemente,
también está perdiendo algo de sangre al mismo tiempo, como
indica el letrero. La impresión general es que la noche en Hogar-
th’s London no fue una experiencia maravillosa”.

“Cuatro veces al día” es una serie de cuatro pinturas del artis-


ta inglés William Hogarth. Terminado en 1,736, se reprodujeron
como una serie de cuatro grabados publicados en 1,738. Son
representaciones cómicas de la vida en las calles de Londres,
los caprichos de la moda y las interacciones entre ricos y po-
bres. A diferencia de otras series de Hogarth, como A Harlot’s
Progress, A Rake’s Progress, Industry and Idleness y The Four
Stages of Cruelty, no describe la historia de un individuo, sino
que se centra en la sociedad de la ciudad. Hogarth pretendía
que la serie fuera humorística en lugar de instructiva; las imáge-
nes no ofrecen un juicio sobre si los ricos o los pobres son más
merecedores de las simpatías del espectador: mientras que las
clases altas y medias tienden a proporcionar el foco para cada
escena. Las cuatro imágenes muestran escenas de la vida coti-
106
diana en varios lugares de Londres a medida que avanza el día.
La mañana muestra a una solterona mojigata haciendo su cami-
no a la iglesia en Covent Garden pasando por delante de los
juerguistas de la noche anterior; El mediodía muestra dos cultu-
ras en lados opuestos de la calle en St Giles; La tarde representa
a la familia de un tintorero que regresa caliente y molesta por un
viaje a Sadler’s Wells; y Night muestra acontecimientos desafor-
tunados en torno a un tambaleante hogar francmasón borracho
cerca de Charing Cross.

La Pintura IV “Night” (Noche) y la Lamina IV “Night” (Noche)


que reproducimos a continuación para el deleite de nuestros
lectores, nos permitirá dar una mirada a la época.

La imagen final de la serie, Noche, muestra actividades desor-


denadas al amparo de la noche en el camino de Charing Cross,
identificado por la estatua ecuestre de Hubert Le Sueur de Car-
los I de Inglaterra y los dos pubs; esta parte del camino ahora se
conoce como Whitehall. En el fondo, el carro de carga que pasa
por el lugar sugiere que los inquilinos se escapen del propieta-
rio en un “revoloteo de luz de la luna”. En la pintura, la luna está
llena, pero en la impresión aparece como una media luna.

La noche es el 29 de mayo, Oak Apple Day, un día festivo que


celebró la Restauración de la monarquía, demostrado por las
ramas de roble sobre el cartel del barbero y en algunos de los
sombreros de los sujetos. Charing Cross era un puesto central
de preparación para los entrenadores, pero la estrecha carrete-
ra congestionada era una escena frecuente de accidentes; aquí,
una hoguera ha provocado el vuelco del entrenador volante de
Salisbury. Las fogatas festivas eran habituales pero arriesgadas:
el fuego de una casa ilumina el cielo a lo lejos. Un niño de enla-
ce toca la llama de su linterna, los niños de la calle juegan con
el fuego, y uno de los fuegos artificiales se está cayendo en la
ventanilla de la carreta.

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Pintura IV Night

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Lamina IV Night

109
A un lado de la carretera hay un cirujano barbero cuyo letrero
anuncia afeitado, sangrado y dientes marcados con un toque.
¡Ecce signum! Dentro de la tienda, el barbero, que puede estar
borracho, afeita al azar a un cliente, con su nariz como la de un
cerdo, mientras manchas de sangre oscurecen la tela debajo de
su barbilla. Los cirujanos y los barberos habían sido una pro-
fesión única desde 1,540 y finalmente no se separarían hasta
1,745, cuando los cirujanos se separaron para formar la Compa-
ñía de Cirujanos. Los tazones en el alféizar de la ventana contie-
nen sangre de los pacientes del día. Debajo de la ventana, una
familia sin hogar ha hecho una cama para ellos.

En primer plano, un francmasón borracho, identificado por su


mandil y medallón cuadrado como el Venerable Maestro de una
logia, recibe ayuda de su Tyler, ya que el contenido de un orinal
se vacía en la cabeza desde una ventana. En algunas de las hue-
llas, una mujer parada detrás de la ventana lo mira, sugiriendo
que su remojo no es accidental. “El masón es identificado tradi-
cionalmente como Sir Thomas de Veil, que fue miembro de la pri-
mera logia de Hogarth, el predecesor de Henry Fielding como el
magistrado de Bow Street y el modelo del personaje de Fielding
Justice Squeezum en The Coffee-House Politician (1,730). Él era
impopular por su dura condena de vendedores de ginebra, que
se consideró hipócrita ya que era conocido por ser un entusiasta
bebedor. Él es apoyado por su Tyler, alrededor hay pubs y bur-
deles. La taberna de Earl of Cardigan está a un lado de la calle, y
enfrente está el Rummer, cuyo cartel muestra un rummer (un vaso
corto de ala ancha) con un racimo de uvas en el poste. Las logias
masónicas se encontraron en ambas tabernas durante la década
de 1,730, y el Lodge at the Rummer and Grapes en la cercanía.
Channel Row fue el más inteligente de los cuatro fundadores de la
Gran Logia. El tabernero está adulterando un barril de vino, una
práctica recordada en la poesía de Matthew Prior que vivió con su
tío Samuel Prior, el propietario sucesivamente tanto de Rummer
como de Grapes and the Rummer”.

110
“Mi tío, descanse su alma, cuando vivir,
podría haberme ayudado a prosperar;
Me enseñó la sidra para reponer
mis cubas, o menguar la marea de renano”.

A ambos lados de la calle hay carteles para The Bagnio y The


New Bagnio. Ostensiblemente un baño turco (Bagnio había lle-
gado a significar una casa desordenada).

“El VI Conde de Salisbury escandalizó a la sociedad al conducir y


trastornar una diligencia. John Ireland sugiere que el volcado “Sa-
lisbury Flying Coach” debajo del letrero “Earl of Cardigan” fue
una burla suave del Gran Maestro 4º Conde de Cardigan, George
Brudenell, más tarde Duque de Montagu, quien también fue reco-
nocido por su imprudente conducción de carro, y también refleja
el final de “Trivia” de Gay en el que el entrenador es volcado y
naufragado por la noche”.

William Hogarth era un “Artista y grabador británico”. Las pintu-


ras originales “Morning y Night” (La mañana y la noche) ahora
están en la National Trust Bearsted Collection en Upton House,
en Warwickshire. La colección fue montada por Walter Samuel,
2º vizconde Bearsted y dotada para la Fundación, junto con la
casa, en 1,948. El mediodía y la tarde permanecen en la Colec-
ción Ancaster en el Castillo de Grimsthorpe, Lincolnshire.

El gravado nos muestra una época en que los londinenses be-


bían en exceso y los masones no eran la excepción ni se les
podría considerar como “bebedores moderados”.

En el siguiente gravado de 1,751 podemos apreciar que toda


esa elegancia de gentlemen inglés, se tiraba por la borda, así
apreciamos a uno tirados por el suelo en la más vulgar exhibi-
ción de debilidad humana. Evidentemente “fue un momento en
su historia… y a cualquiera le puede pasar”.

111
La descripción gráfica de esa época, llegó hasta nosotros, por-
que el indiscreto de William Hogarth nos dejó dos grabados ti-
tulados Beer Street y Gin Lane, retratando lo que fue la “London
Gin Craze”, un momento de “locura londinense por la ginebra”,
un curioso panegírico para alabar la cerveza inglesa, que el ar-
tista considera “buena” en contraposición a la ginebra “perver-
sa y extranjera”.

Lo que debemos resaltar es que los ingleses “no censuran ni ba-


rren bajo la alfombra” lo ocurrido en esa época, lo que ennoble-
ce a los londinenses, que no esconden sus vergüenzas y que de
ellas tratan de sacar experiencia, para que no se repitan.

El grabado “Gin Lane” se sitúa en la parroquia de St Giles, un


notorio distrito de tugurios que Hogarth usó en varias obras
112
de esta época, Gin Lane representa la miseria y la desespera-
ción de una comunidad criada en ginebra. La desesperación,
la muerte y la decadencia impregnan la escena. Las únicas em-
presas que florecen sirven a la industria del gin: vendedores
de ginebra; destiladores (el acertadamente llamado Kilman); el
prestamista, donde el avaro Sr. Gripe se lleva con avaricia las
posesiones vitales (el carpintero ofrece su sierra y el ama de
casa sus utensilios de cocina) a los residentes alcohólicos de la
calle a cambio de unos pocos centavos para alimentar su hábito;
y el empresario de pompas fúnebres, para quien Hogarth impli-
ca al menos un puñado de nuevos clientes de esta escena sola-
mente. Lo más sorprendente es que el foco de la imagen es una
mujer en primer plano, que, atiborrada de ginebra y obligada a
la prostitución por su hábito –como lo demuestran las llagas sifi-
líticas en sus piernas– deja que su bebé se deslice desatendida
de sus brazos y se zambulle en la escalera de la bodega de gi-
nebras. Medio desnuda, no le preocupa nada más que una pizca
de rapé. Esta madre no era tan exagerada como podría parecer:
en 1,734, Judith Dufour recuperó a su hijo de dos años de la casa
de trabajo donde se le había dado un nuevo conjunto de ropa;
luego la estranguló y dejó el cuerpo del bebé en una zanja para
poder vender la ropa y comprar ginebra. En otro caso, una mu-
jer anciana, Mary Estwick, dejó que un niño se quemara hasta
morir mientras dormía en un estupor inducido por la ginebra.
Tales casos proporcionaron un enfoque para activistas anti gine-
bra, como el infatigable Thomas Wilson y la imagen de la madre
negligente se volvió cada vez más central en la propaganda anti
ginebra. Sir John Gonson, a quien Hogarth presentó en su ante-
rior A Harlot’s Progress, desvió su atención de la prostitución a
la ginebra y comenzó a procesar crímenes relacionados con la
ginebra con severidad. El gin bodega, Gin Royal, a continuación
anuncia sus productos con el lema:

Borracho por un penique Borracho


muerto por dos peniques
Paja limpia por nada
113
Otras imágenes de desesperación y locura llenan la escena: un
loco en la calle golpeándose la cabeza con un par de fuelles
mientras sostiene a un bebé empalado en una púa: la frenética
madre del niño muerto sale corriendo de la casa gritando de
horror; un barbero se quitó la vida en el desvencijado desván
de su barbería, arruinado porque nadie puede permitirse un
corte de pelo o afeitarse; en los escalones, debajo de la mujer
que dejó caer a su bebé, un vendedor de panfletos esquelético
descansa, quizás muerto de hambre, mientras el panfleto mora-
lizador no vendido sobre los males del gin-drink, The Downfall
of Mrs Gin, se escapa de su canasta. Un ex soldado, ha empe-
ñado la mayor parte de su ropa para comprar la ginebra en su
cesta, junto al panfleto que lo denuncia. Junto a él se sienta un
perro negro, un símbolo de desesperación y depresión.

Las imágenes de niños en el camino a la destrucción también


ensucian la escena: aparte del bebé muerto en la espiga y el
niño que cae a la muerte, un bebé es aquietado por su madre
con una taza de ginebra, y en el fondo de la escena una huér-
fano bebé grita desnudo en el piso mientras el cuerpo de su
madre es cargado en un ataúd por órdenes del bedel. Dos mu-
chachas que son pupilos de la parroquia de St Giles –señalado
por la insignia en el brazo de una de las niñas– cada uno to-
man un vaso. Hogarth también eligió el barrio pobre de St Giles
como escenario de la primera escena de Las cuatro etapas de
la crueldad, que emitió casi simultáneamente con Beer Street
y Gin Lane. Tom Nero, el personaje central de la serie Cruelty
lleva una insignia de brazo idéntica. En frente de la puerta del
prestamista, un niño muerto de hambre y un perro pelean por
un hueso, mientras que al lado de ellos una niña se ha quedado
dormida; acercarse a ella es un caracol, emblemático del peca-
do de la pereza.

En la parte posterior de la imagen, se ve la iglesia de St. Geor-


ge’s Church, Bloomsbury, pero es una imagen tenue y distante, y
la imagen está compuesta, por lo que el letrero del prestamista
114
forma una enorme cruz corrupta para el campanario: la gente
de Gin Lane elige adorar en otro lugar. Los versos de Townley
son igualmente fuertes en su condena del espíritu:

Gin, Fiend maldito, con Fury cargada,


hace que la raza humana sea una presa.
Entra por un bosquejo mortal
y roba nuestra vida.
La Virtud y la Verdad, que conducen a la Desesperación de
su Ira, obliga a volar,
pero atesora con un
robo de Cuidado infernal, Asesinato, Perjurio.
¡Maldita copa! que en los Vitales presa
Que contiene el Fuego líquido,
Que Locura al corazón transmite,
Y lo rueda por las Venas.

En el grabado “Beer Street”, en comparación con los habitan-


tes enfermizamente desesperanzados de “Gin Lane”, las perso-
nas felices de Beer Street brillan con salud robusta y bonhomía.
“Aquí todo es feliz y próspero. La industria y la alegría van de la
mano”. El único negocio que está en problemas es el presta-
mista: el señor Pinch vive en el único edificio mal conservado y
desmoronado de la imagen. En contraste con su contraparte de
Gin Lane, el próspero Gripe, que muestra tazas caras en la ven-
tana superior (un signo de su floreciente negocio), Pinch solo
muestra un artilugio de madera, tal vez una trampa para rato-
nes, en su ventana superior, mientras él está obligado a tomar
su cerveza a través de una ventana en la puerta, lo que sugiere
que su negocio es tan poco rentable como para poner al hom-
bre en temor de ser embargado por deudas. El pintor de signos
también se muestra en harapos, el resto de la escena está po-
blada de trabajadores ingleses valientes y de buen humor. Es el
cumpleaños de Jorge II (30 de octubre) indicado por la bandera
que ondea en la iglesia de St Martin in the Fields al fondo, y los
habitantes de la escena sin duda brindan por su salud. Bajo el
115
signo de Barley Mow, un herrero o tonelero se sienta con una
jarra de espuma en una mano y una pierna de jamón en la otra.
Junto con un carnicero –su acero cuelga a su lado–, se ríen con
el padre (a veces identificado como un hombre de las cuadras)
mientras distrae a una criada de su misión. Ronald Paulson su-
giere un paralelo entre la trinidad de signos de mal agüero en
Gin Lane, el prestamista, el destilador y el empresario de pom-
116
pas fúnebres, y la trinidad de “valiosos” ingleses aquí, el herre-
ro, el curador y el carnicero. Cerca de un par de vendedores de
pescado descansan con una pinta y un portero baja su carga
para refrescarse. En el fondo, dos hombres que llevan una silla
de manos se detienen a tomar algo, mientras el pasajero perma-
nece encajado en el interior, con su falda de aro grande inmo-
vilizándola en su lugar. En el techo, los constructores, que están
trabajando en la casa del publicano encima de la taberna “Sol”,
brindan por el maestro de un taller de sastre. En esta imagen, es
un barril de cerveza que cuelga de una cuerda sobre la calle, en
contraste con el cuerpo del barbero en Gin Lane. Quienes están
trabajando en la casa del publicano encima de la taberna del
“Sol” comparten un brindis con el maestro de un taller de sas-
tre. En esta imagen, es un barril de cerveza que cuelga de una
cuerda sobre la calle, en contraste con el cuerpo del barbero en
Gin Lane.

Los habitantes de Beer Street y Gin Lane, beben en lugar de


trabajar, pero en Beer Street los trabajadores descansan des-
pués de su trabajo; todos los que están representados están en
su lugar de trabajo, o tienen su mercancía o las herramientas de
su oficio sobre ellos, mientras que en Gin Lane las personas be-
ben en lugar de trabajar. Las excepciones a esta regla vienen,
obviamente, en la forma de aquellos que se benefician del vicio
en Gin Lane, pero en Beer Street, Hogarth aprovecha la oportu-
nidad para hacer otra declaración satírica. Aparte del enigmáti-
co pintor de letreros, los únicos que se dedican a trabajar en la
escena son los sastres en un ático. Los salarios de los sastres ofi-
ciales fueron objeto de una disputa permanente, que finalmente
se resolvió mediante arbitraje en las sesiones de julio de 1,751
(a favor de los jornaleros).

Hogarth también aprovecha la oportunidad para comentar so-


bre las pretensiones artísticas. Atados en una cesta y destinados
a ser usados como chatarra en el fabricante de baúles están
On Ancient Painting de George Turnbull, Hill on Royal Socie-
117
ties, Modern Tragedies, Polticks vol. 9999 y el Ensayo de Wi-
lliam Lauder sobre el uso e imitación de los modernos de Milton
en Paradise Lost, todos ejemplos, reales e imaginarios, del tipo
de literatura que Hogarth creía que fabricaba conexiones en-
tre el arte y la política y buscaba conexiones estéticas que no
existían. El trabajo de Lauder fue un engaño que pintó a Milton
como un plagiario.

La imagen es un contrapunto a la más poderosa Gin Lane-Ho-


garth con la intención de que Beer Street sea vista primero para
hacer a Gin Lane más impactante, pero también es una celebra-
ción de lo inglés y muestra los beneficios de ser nutrido por la
cerveza nativa. Ninguna influencia extranjera contamina lo que
es una imagen ferozmente nacionalista. Una primera impresión
mostraba a un escuálido francés siendo expulsado de la escena
por el fornido herrero que en impresiones posteriores sostiene
una pierna de cordero o jamón (Paulson sugiere que el fran-
cés fue removido para evitar la confusión con el desigual pintor
de letreros). Hay una celebración de la laboriosidad inglesa en
medio de la alegría: los dos vendedores de pescado cantan la
Balada Nueva en la Pesquería de arenques (por el amigo de Ho-
garth, el poeta John Lockman), mientras que sus canastas des-
bordantes dan testimonio del éxito de la industria revivida; el
discurso del Rey que se muestra sobre la mesa hace referencia
al “Avance de Nuestro Comercio y al cultivo del Arte de la Paz”; y
aunque los trabajadores se han detenido por un descanso, está
claro que no están ociosos. Los constructores no han salido de
su lugar de trabajo para beber; el maestro sastre los tuesta des-
de su ventana pero no sale del ático; los hombres reunidos al-
rededor de la mesa en primer plano no han dejado de lado sus
herramientas. Los versos patrióticos de Townley se refieren al
contraste entre Inglaterra y Francia: y aunque los trabajadores
se han detenido por un descanso, está claro que no están ocio-
sos. Los constructores no han salido de su lugar de trabajo para
beber; el maestro sastre los tuesta desde su ventana pero no
sale del ático; los hombres reunidos alrededor de la mesa en
118
primer plano no han dejado de lado sus herramientas. Los ver-
sos patrióticos de Townley se refieren al contraste entre Inglate-
rra y Francia: y aunque los trabajadores se han detenido por un
descanso, está claro que no están ociosos. Los constructores no
han salido de su lugar de trabajo para beber; el maestro sastre
los tuesta desde su ventana pero no sale del ático; los hombres
reunidos alrededor de la mesa en primer plano no han dejado
de lado sus herramientas. Los versos patrióticos de Townley se
refieren al contraste entre Inglaterra y Francia:

Cerveza, feliz producto de nuestra isla


puede fortalecer la fuerza,
y cansado de la fatiga y el trabajo
puede alegrar cada corazón varonil.
Trabajo y arte sostenido por ti Avanza con
éxito,
comemos tu jugoso jugo con Glee
And Water y nos vamos a Francia.
Genius of Health, tu agradecido Taste
Rivals the Cup of Jove,
¡y calienta a cada inglés Breast
con Liberty and Love!

Algunos verían las imágenes como trabajando en diferentes ni-


veles para diferentes clases. Las clases medias habrían visto las
imágenes como una comparación directa entre el bien y el mal,
mientras que las clases bajas habrían visto la conexión entre
la prosperidad de Beer Street y la pobreza de Gin Lane. Es un
enfoque de la economía de libre mercado adoptada en la di-
rección del Rey y practicada en Beer Street, deja a los exponen-
tes prósperos y corpulentos, pero al mismo tiempo empobrece
a los pobres. Los dos grabados muestran los resultados de un
alejamiento de un estado paternalista hacia una economía de
mercado no regulada. Además, más directo.

Parlamentarios y economistas como Daniel Defoe (el autor de la


119
novela “Robinson Crusoe”), consideraban que estas cosas ocu-
rrían por la prosperidad británica. Pero Defoe cuando vio estos
excesos de las borracheras, dio marcha atrás y se unió a los
que promovían el prohibicionismo, pero volvió a equivocarse.
Porque ocurrió lo mismo que sucedió en los Estados Unidos con
la Ley Seca: “incrementar el consumo clandestino que termina
en extremos” como el que denunciaba William Hogarth con sus
grabados.

Hogarth y su amigo el escritor Henry Fielding se transforma-


ron en actores incisivos de un debate que, como tantos, “llevó
a muchas medidas y a muy pocas soluciones”. Los grabados del
artista fueron coincidentes con el análisis publicado por Fiel-
ding denominado “An Inquiry into the Late Increase in Robbers”:
una investigación sobre el incremento reciente de los robos, y
consideraban que “eran los pobres quienes se emborrachaban y
también los pobres los que robaban”, tal como aún hasta ahora
se considera, pero la realidad nos muestra una situación dife-
rente.

En todo caso, William Hogarth el grabador no rendía pleitesía


a los ricos, sino que más bien se burlaba de ellos. Esa nove-
dosa tolerancia amparando la libertad de opinión, le estaba
preparando el camino a la revolución francesa y americana,
al tiempo que trazaba los marcos de los derechos del hombre.
Los derechos humanos hallaron tierra fértil en Francia… pero
despegaron de Inglaterra, donde “el humor y la ironía hicieron
mejor trabajo que la lucha armada y la guillotina”, sin embargo,
nadie pondrá en duda que fueron los estadounidenses, quienes
aterrizaron las ideas para hacerlo realidad en su lucha por su
independencia.

Entonces, ¿Hogarth era un crítico social, o un caricaturista? No


queda claro… el arte de ese tiempo se inspiraba en las cosas
que estaban mal, como ocurría desde Brueghel en los Países
Bajos y El Bosco en España.
120
Sobre lo que no hay duda, es que Hogarth fue un pionero, ade-
más de un impresionante grabador y pintor. Había nacido en
Londres en 1,967 y su padre fue un pobre maestro de escuela a
quién lo enviaron a cinco años de prisión por deudas.

En la época de Hogarth, los artistas ingleses eran subestimados


y, lo que se vendía era la obra de Holbein, Rubens, Van Dyck,
Canaletto y otros. Así los artistas, si quería comer, tenía que to-
car temas mitológicos e históricos: el tema satírico del que se
había enamorado desde sus lecturas de Swift –que era la mo-
dernidad de ese tiempo–, no les daría el sustento a nuestro gra-
bador; pero sus grabados fueron replicados por la piratería que
no vaciló en vender las falsificaciones por toda Europa.

Sus grabados no fueron un negocio para alguien que necesitaba


dinero, sino un aporte a las ideas renovadoras. Así “Gin Craze”
que no deja de ser un juego de palabras, pues puede leerse
como el “Callejón de la Ginebra” o como la “Locura de la Gine-
bra”, es un grabado que muestra un escenario repleto de mise-
ria, desesperación y muerte, todo a causa de la ginebra.

En el grabado denominado “la Calle de la Cerveza” pinta un


paisaje urbano diametralmente distinto… en apariencia. Los
vecinos de la calle de la cerveza aparecen robustos y felices. En
primer plano un herrero se encuentra con una jarra de cerveza
espumosa en una mano y una pierna de jamón en la otra. Parece
una imagen de abundancia y prosperidad… pero allí tenemos a
un ricacho seduciendo a una doncella y dándole una llave para
que lo visite en la noche así como a un artista colega de Hogarth
pintando un cartel, pero vestido con harapos. Ya no hay un sui-
cida en el ático sino un barril bajando para reponer los que se
vacían. ¿Qué hacen esos tipos en los tejados? Ni idea, ni podría
decirles qué diablos es ese objeto con una flecha y tres bolas
que aparece en ambos grabados. No es una veleta, no sé qué
es, pero seguramente entraña un mensaje importante. ¿Y esa
pila de libros arrumbados mientras corre la cerveza? Eso es una
121
alegoría, de cómo los hombres postergan el ilustrarse ante el
facilismo del placer.

Esa imagen de prosperidad podría representar una acusación


de que la riqueza de unos conlleva la pobreza de otros. Con Ho-
garth no se puede estar seguro de nada.

122
La serie denominada “Casamiento a la Moda”, desarrolla seis
escenas, todos destinados a denunciar la nefasta costumbre de
arreglar matrimonios. Estos se hallan en la National Gallery de
Londres.

El trabajo de Hogarth muy criticado por las clases altas y como


no, también por los masones ingleses, pero eso no pudo evitar
que llegara hasta nuestra época. William Hogarth no era un re-
volucionario en todas las cosas… pero no estaba lejos.

123
En contraste a lo grabado por Hogarth en los 1,700, los graba-
dos masónicos nos muestran a los masones en posturas muy ce-
remoniales, como el grabado publicado en la Constitución de
Anderson de 1,723 donde se retrata a John Montague, 2 ° duque
de Montagu presentando las Constituciones y las brújulas a Fe-
lipe, duque de Wharton. Rev. Dr. John Desaguliers en el extremo
derecho.

Lo notable del grabado es que podemos afirmar su fecha (1,723)


y por otro lado nos muestra a los más altos dignatario de la ma-
sonería inglesa, sin mandiles masónicos ni regalías de su con-
dición de tal. Eran simple y llanamente unos gentleman, pero el
segundo personaje del lado derecho tiene los mandiles largos
doblados.

124
En este grabado que fecharon como del s. XVIII, en ella pode-
mos inmediatamente observar que la forma del mandil así como
la posición de la babeta no es aún uniforme, y posiblemente fue
pintado antes de 1,731, ya que después de esa fecha el uso y
forma del mandil fue regulado.

El siguiente grabado está fechado como 1,860, y retrata a Elisa-


beth Aldworth, hija de Lord Doneraile (Arthur St. Leger, Lord
Vizconde Donaraile y Barón de Kilmeaden, Irlanda), un hom-
bre muy entusiasta, que disponía de una autorización masónica
personal que le permitía abrir ocasionalmente Logia en la casa
Doneraile, asistiendo sus hijos y algunos amigos íntimos de la
vecindad.

La primera mujer masona Elisabeth Aldworth

125
El personaje del grabado nació en 1,683 y murió en 1,773 en
Irlanda y por entonces Irlanda pertenecía a Inglaterra, con la
natural reticencia de los irlandeses que buscaban afanosamen-
te su independencia que ocurrió en 1,937, aun cuando Irlanda
del Norte permanece unida a Inglaterra.

Alrededor del año 1,710-12, se estaba celebrando una Logia en


el Tribunal de Doneraile, la casa familiar de St. Legers, donde la
joven Miss St. Leger, ya sea por accidente o curiosidad, fue testigo
de que en un apartamento contiguo, tenía a lugar una misteriosa
ceremonia. La joven dama se alarmó e hizo un intento de esca-
bullirse, sin embargo su presencia fue notada por el Tyler, y los
Hermanos fueron advertidos de la presencia de un intruso.

La Logia esa noche fue presidida por su padre, Lord Donerai-


le, y su hermano (el 3er Vizconde, padre del 4to vizconde, Gran
Maestro) estuvo presente. Se dice que el Sr. Richard Aldworth, con
quien se casó posteriormente, también estuvo presente. Habien-
do sido iniciada como masón, la joven Dama alcanzó una gran
eminencia en el Arte, y fue una figura muy conocida en las Ce-
remonias Masónicas, y las procesiones en ocasiones públicas. El
Hon. Sra. Aldworth murió en 1,773, a la edad de 80 años, y fue
enterrada en la bóveda de Davies en la antigua Catedral de San
Finnbarr, en Cork. El personaje del grabado nos muestra que la
primera mujer, oficialmente iniciada como masón, en una logia
inglesa por entonces, y hoy una logia irlandesa (Irlanda del sur),
es Elisabeth Aldworth.

Sobre la fecha del grabado es poco la duda, ya que el persona-


je tiene un mandil que corresponde al s. XIX, en contraste a los
usados en el s. XVIII como se aprecia en los grabados prece-
dentes.

El siguiente cuadro retrata a Andrew Michael Ramsay (1,686-


1,743) que fue un jacobita, un francmasón y un místico que creía
en el universalismo cristiano y la tolerancia religiosa. Como
126
emigrante escocés que pasó la mayor parte de su vida adul-
ta en Francia, Ramsay usó su relación con ambos países para
crear una gama de soluciones para los problemas de comienzos
del siglo XVIII a través de una fusión de pensamiento británico
y francés. Aunque inicialmente estas ideas se concentraron en
una restauración jacobita al trono británico, sus trabajos polí-
ticos posteriores proporcionaron una evaluación más matiza-
da de la sociedad europea contemporánea y el desarrollo del
imperio comercial. Ramsay concibió un mundo en el que Gran
Bretaña se convertiría en un país preeminente en el comercio
mundial y utilizaría su posición como la “Capital del Universo”
para inspirar paz en Europa, permitiendo el intercambio de in-
formación en beneficio de la humanidad. Los masones retrata-
dos evidentemente son muy formales y ceremoniosos.

Retomando la narración nos ubicamos en los años iniciales de


1,700, y los masones escoceses que todavía construían por en-
cargo de las iglesias y monasterios, permanecían fieles a las
autoridades eclesiásticas romanas, mientras en Inglaterra las
cosas habían cambiado, ellos trabajaban en obras menores y
parecía que el final de las construcciones con piedra se estaba
produciendo, a la par que crecía el número de masones ajenos
al oficio, quienes hablaban de un Templo Simbólico, erigido
127
en un plano ideal al que el hombre podía llegar con el trabajo
mental y la mortificación de su ser, esta proclama lo hacían los
rosacruces, otros eran místicos; en fin era una época muy con-
vulsionada y en las logias masónicas los albañiles ya no eran
mayoría, los llamados “aceptados” lo eran.

Los masones ingleses que se reunieron para constituir La Pri-


mera Gran Logia el 24 de junio de 1,717, eran miembros de cua-
tro logias de Londres y se convocaron en la taberna “Goose and
Gridiron” y formaron la denominada “Gran Logia de Londres y
Westminster”, entre otras cosas para organizar mejor sus discu-
siones y sus “ágapes”, y no había mejor escenario para tal fin,
que una “taberna”.

128
Anderson nos dice que se formó una Gran Logia “per tempore”
en el Apple Tree Tavern en 1,716, sin ningún Gran Maestro elec-
to y sin regulaciones o leyes de cualquier tipo formulado. Esta
reunión ascendió a un acuerdo para cumplir con el siguiente
24 de junio al formar una Gran Logia, en el ganso y Gridiron
Alehouse.

La famosa reunión del 24 de junio 1,717 (cumpleaños de San


Juan Bautista) fue la designada como la Asamblea Anual y la
Fiesta. Tres reuniones anuales adicionales se especifican pos-
teriormente por el Reglamento General originales; uno en San
Miguel (en septiembre), uno justo después de Navidad (27 de
diciembre el cumpleaños de San Juan Evangelista), y otro sobre
Lady Day (Día de la Anunciación, 25 de marzo). No hay constan-
cia de que se produjeron en realidad estas reuniones especifi-
cadas. En cualquier caso, hay que señalar que la intención origi-
nal no era para tomar el control de la masonería, simplemente
era tener reuniones conjuntas programadas, con una fiesta aso-
ciada. (Y, mira lo que pasó).

William Preston de AQC nos recuerda ese momento:

“Nuestro hombre del justillo tostado llegó al costado de la ca-


tedral. Allí estaba la taberna del Ganso y la parrilla (The goose
and gridiron). Con paso decidido penetró en la sala común de
la taberna, en la planta baja que como siempre, estaba llena de
gente. El tabernero reconoce a nuestro hombre y le saluda indi-
cándole que sus amigos ya habían ido escaleras arriba. Va hacia
el primer piso sin dudar y golpea a la puerta… Este hombre se
llamaba Anthony Sayers. En menos de una hora será elegido por
sus pares como primer Gran Maestre de la Gran Logia de Londres
y Westminster… Estamos entonces justo en el momento crucial en
que comienza la francmasonería “moderna”.

Pero, ¿qué sucedió realmente ese 24 de junio de 1,717 en la ta-


berna de El Ganso y la Parrilla?”. Eso es materia de otro relato.
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