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Asociación Libre:
“Electra Shock”, como indagación --- "Sensibilidad": La absurda espera de
sobre la tragedia, ocupa un lugar nuestra pobreza humana - por Rosario Lix
peculiar y para nada unívoco. Por un Klett
lado, es posible tomarla como un
entretenimiento, un “espectáculo”. --- “Piel de Chancho”: Las oscuras mujeres
Desde la larga cola que se va de Muscari - por Diego Braude
formando por los reciclados espacios
de la Ciudad Cultural, se puede ya --- Entrevista a Guillermo Cacace: "no sé si
escuchar la música electrónica a todo es que uno vuelve sobre la tragedia o la
volumen que proviene de la sala 2. En tragedia
Braude
vuelve sobre uno" - por Diego
el marco de la puerta se ven las luces
de colores que atraviesan una
--- "Bacantes (simulacros de lo mismo)”: La
humareda que puebla toda la sala;
tragedia de lo mismo detrás de la locura y
parece más la entrada a un boliche la cordura - por Diego Braude
que a un espectáculo teatral. Los
personajes andan dando vueltas por
--- “A mamá”: Una familia muy normal - por
ahí y Muscari anda con un silbato que Diego Braude
utiliza cada tanto para indicarle a la
gente de la cola que pare mientras se ubican los espectadores que acaban
de ingresar.
Finalmente, aumenta la
cantidad de humo, se presenta
la obra y aparece Carolina Fal
subida a un balcón emplazado
sobre una pared. De forma
bizarra y ácida nos introduce a
una interpretación peculiar del
complejo de Electra (inverso
del complejo de Edipo).
La estética del exceso que Muscari suele utilizar incluso en sus puestas de
espacio más acotado, acá disfruta de un espacio escénico que se presta a
todos sus juegos. Teatralmente, la sala 2 es poco aconsejable por la
cantidad de columnas que producen una visual parcial de la acción en
muchos casos. Para Muscari, en cambio, es una posibilidad más de juego
(en el comienzo, se le indica a uno de los personajes “¡adelantate, que ahí
no te ve nadie!).
Es que, por otro lado, todo este exceso barroco se opone explícitamente al
orden clásico. El balance y la templanza, valores griegos del siglo V a.C. por
antonomasia, estallan acá en una puesta que no puede encontrar esas
características en una sociedad que insiste en estrellarse contra la pared.
Mientras que Carolina Fal y, en menor medida, Martín Urbaneja interpretan a
su Electra y a su Orestes de forma más dramática, los demás, en distintos
niveles, van defragmentando a los suyos hasta convertirlos en otra cosa;
funcionan como espectáculo, entretienen y luchan por la atención del público
a partir de su capacidad de ironizarse (particularmente Clitemnestra / Stella
Gallazzi), pero también s muestran como espejo deformante de sus
originales (Clitemnestra no es una reina, sino una simple ricachona adicta a
su poder y sus posesiones, ebriedad que comparte Egisto, perdido en un
idioma pastiche y las innumerables fiestas que organiza).
www.imaginacionatrapada.com.ar
28/7/2006
LITERATURA
Patricia Guerrero
El propósito del siguiente trabajo es examinar la tragedia "Medea" de Jean Anouilh, a la luz de un
texto clásico, Medea de Eurípides, su fuente de inspiración. Este estudio se ha centrado en las
figuras de Medea y Jasón, principalmente en la primera. A través de dicho estudio se ha buscado
configurar y dilucidar, hasta qué punto la problemática de los personajes, en ambas obras, es
coincidente en sus aspectos más trascendentes.
El tema de esta tragedia es la venganza que "Medea" en contra de su marido "Jasón". Eurípides,
desde el inicio de su creación literaria, había manifestado predilección por la figura demoníaca de
esta mujer.
Ha tomado su personaje de las más antiguas tradiciones, sin trepidar, eso sí, en hacer las
innovaciones necesarias para poder mostrar el problema humano que la interesaba.
Medea es la primera maga de la "Cólquide" a quien Afrodita, instigada por la diosa Hera, hace
enamorar, hasta la locura, de Jasón, príncipe de Yoleas, quien debería rescatar el vellocino de
oro, que guardaba celosamente el padre de Medea, como condición impuesta por el usurpador,
para recuperar el reino de su padre. Loca de amor, será la propia Medea, que traicionando a su
familia, permitirá a Jasón obtener el difícil botín.
La acción de la tragedia se abre en el momento en que Jasón acaba de traicionar a Medea al
casarse con la hija del rey absoluto de Corinto, lugar que habitaban ambos luego de la huida de
Coleas, después de una funesta acción de Medea en contra de su rey. El inicio de la tragedia
muestra a Medea enloquecida, entregada en cuerpo y alma al sufrimiento por la traición del
marido. Despechada y dolida, siente que todo le es enemigo, no comprende cómo, ella que ha
dejado tanto por ese hombre, patria, parientes y todo lo que antes amara, haya sido finalmente
traicionada por él.
Entre las exclamaciones de dolor que profiere desde su casa, se escuchan también las
maldiciones que lanza sobre sus propios hijos. Es así, como desde el comienzo, se puede
apreciar la gran complejidad de este personaje. Medea es la mujer que opone al sufrimiento y a
la humillación el exceso de su vehemente pasión. Es la hechicera con todos sus requisitos y que
ha olvidado la maldad en brazos del amante, pero que, en su ira desatada, no se detendrá ante
mal alguno, aun si ella lo padece.
Eurípides pone en su boca palabras que dejan de manifiesto hasta qué punto está entregada a
las fuerzas aniquiladoras que surgen de su alma, apoderándose de su ser.
"¡Ha de pagar lo que me debe si un Dios me auxilia! Los hijos que en mí tuvo, no ha
de volver a vedas vivos y de su nueva esposa no tendrá hijos: mal fin va a tener ella
por obra de mis venenos. Nadie me juzgue débil, nadie cobarde, ni demasiado
paciente..."1
La pasión que sobrepasa lo reflexivo, la ardiente voluntad de su corazón, está en el poder de sus
palabras. La fuerza que se enfrenta con esta potencia devastadora es la serena reflexión, la cual
se contrapone a su horrible resolución. Sabiamente opina acerca de la crianza de los hijos:
"Saber mucho les consigue mucha fama de haraganes y se concilian el odio entre sus
conciudadanos. Si das a las tortuosas ciencias nuevas, resultas un inútil y no un
sabio".2
Corresponde a una visión eminentemente griega de ver las cosas, el que la más peligrosa de las
potencias aparezca personificada por Medea y de que ésta, dialogue con su personificación.
"Ea pues Medea, no dejes a un lado ninguno de tus hábiles medios, al poner en obra
tus planes y al desplegar todas tus artes ¡ahora el tremendo hecho: es el momento de
valor! Ves lo que estás sufriendo, no puedes seguir siendo objeto de la risa en las
bodas de un Jasón..."3
La complejidad del personaje queda aún más de manifiesto en el momento que, repentinamente,
despierta su instinto maternal y siente en todo su ser el dolor interno que la inminente muerte de
sus hijos le causa. No es difícil intuir la feroz lucha interior que se le produce entre esos afectos y
la oscura rabia que experimenta por la traición sufrida. Es así como, por cuatro veces, se le verá
dudar acerca del camino a seguir. Incluso, en su angustia tratará de encontrar formas de
justificarse, aduciendo que si ella perdona la vida a los niños, de todas maneras están perdidos,
pues los alcanzará la mano justiciera de la ciudad de Corinto.
"Hijos entrad a casa. Ese que no debe presenciar mi sacrificio, que vea el futuro, no
flaqueará mi mano".
Pero luego agregará.
"¡Ah, ah... corazón mío, no tú! no llegues a consumar tal crimen! deja que vivan,
desdichada, sé indulgente a tus hijos... vivan lejos de ti; aún así serán tu dicha!;
nunca, por los dioses que en el Hades imperan, esos que ejercen la venganza..." 4
Eurípides jamás ha puesto en duda que la estructura del orden válido del mundo sea divina, y es
así como sus héroes obran y padecen, de acuerdo a dicha estructura; sin embargo tampoco
pone en duda, que todo fluye del interior de ellos mismos. Tomando en cuenta esta afirmación, y
de acuerdo a lo que el personaje es, no causa extrañeza el que, finalmente, el demonio que
habita en el interior de Medea triunfe, y anteponga a los humanos sentimientos maternales, sus
obscuros instintos de destrucción y muerte.
El segundo monólogo de Medea frente al coro se constituye como uno de los puntos culminantes
de la tragedia; a lo largo de él, Medea se refiere a la preparación de su malévolo plan.
"En un día de luz veré muertos a tres enemigos: Al padre, a la hija, a mi marido"5
Si Jasón la ha abandonado debe, de ahí en adelante, vivir una soledad tan cruel como la que él
ha decretado para ella. La muerte que espera a su marido no es la muerte física, lo que ella
busca es hacerlo morir en vida de tristeza, soledad y desesperación. En su crueldad, ha decidido
que sean sus propios hijos los que, inocentemente, porten la muerte en sus infantiles manos.
Con las palabras dichas ante un coro horrorizado. Medea borra toda feminil ternura, todo el amor
que podría albergar aún en su corazón, patentizando sólo su deseo de venganza. Olvida su
condición de madre para transformarse sólo en una mujer abandonada y traicionada por el
amante, y así la veremos hasta el final, cuando asesine a sus hijos, sólo para que su venganza
sea más cruel.
Jasón aparece como un personaje inferior a Medea, su acción la quiere hacer aparecer como un
acto de inteligencia y prudencia. Su perfidia y deslealtad lo hacen mostrarse como un ser
mediocre y calculador, como todo hombre que se prefiere a sí mismo más que a los demás,
Jasón se ha declarado enemigo de los suyos, nuevos intereses le han hecho perder la ternura
por sus hijos y por la mujer con la que ha compartido tantas aventuras y desventuras. Al referirse
a su boda es claro en sus explicaciones.
"No es, como tú reprochas, por hastío de tu lecho conyugal ni por el ardor de codicia
hacia una nueva esposa, ni por tener una prole numerosa, con los tuyos me basta y no
estoy descontento, nada de eso es lo que yo intentaba, yeso es lo fundamental, era
tener una vida sin pena, con todo lo suficiente en abundancia, sin miseria". 6
"Sé tolerante de mis arrebatos, ya que tantas muestras de amor nos hemos dado. Yo
conmigo misma me puse a reflexionar ya censurarme ¡mísera! ¿Qué locura es la
tuya? ¿Por qué me he de oponer a justas decisiones? ¿tratar como enemigos a los
que en esta tierra tienen el mando? ¿A mi esposo, que en favor nuestro pretende
llegar a bodas con la hija de un rey?"7
"Qué tenéis para gritar y bailar? ¿Qué cosa tan alegre pasa esta noche que a mí me
aprieta, me ahoga?"8
Medea no tarda en enterarse de la verdad; las bodas de Jasón y de la hija del rey se celebrarán
no bien aclare el día. A diferencia de su modelo, no grita, no llora ni ruega, y aunque, como luego
le confesara a Creón, siente un miedo terrible a la soledad, predomina en ella el odio que en su
interior acaba de nacer. En ese momento siente que esa traición la ha hecho libre, que se
recupera, que es nuevamente ella después de diez años.
Básicamente, en su odio, Medea retorna a sus fuerzas elementales, a su propio origen, a su
tendencia a destruir todo aquello que le es extraño. Se realiza a sí misma en el crimen, en el
crimen es nuevamente Medea.
En el instante mismo en que Medea siente nacer su odio, siente que éste la limpia y la hace
renacer, transformándola en la reina cuyo oscuro reino le ha sido restituido. Si siguió a Jasón en
la sangre y en el crimen, ahora necesita de la sangre y del crimen para abandonarlo.
En esos diez años, ella y Jasón han estado unidos en una actitud incondicional frente a la vida,
sin aceptar la moral de los seres mediocres, sin otro compromiso que el de su propia libertad.
En la dramaturgia de Anouilh, los amantes experimentan profundamente la necesidad de
comunión, enmarcada en una confianza que debería tener la transparencia y simplicidad de la
fraternidad de los grupos masculinos; su relación debería ser la de cómplices ante la vida. Sin
embargo, el desgaste de la vida diaria, la decepción que produce el contacto con los otros y toda
la fealdad que los rodea, los lleva al fracaso; los amantes ya no parecen dos amigos fraternos,
sino dos prisioneros que se golpean contra el muro de su celda. Frente a la imagen tradicional de
Medea, fiel a su alianza con el desleal Jasón, esta Medea también ha traicionado, ha tenido otros
amores. De esta infidelidad mutua, de los engaños y mentiras, lo que era amor se ha
transformado en odio.
La figura de Jasón representada por Anouilh, es mucho más positiva que la entregada por
Eurípides en su tragedia; es coherente, más íntegro y no posee la actitud acomodaticia del
anterior.
En el oscuro universo de Anouilh, dos razas de individuos se enfrentan: Los seres comunes, en
cuyo nivel se sitúan los "seres de orden", que son, en su mayoría, inteligentes, estables y que
buscan una felicidad fácil y duradera –a este nivel pertenece Jasón–, y los seres de raza, a cuyo
orden pertenecen generalmente los héroes. Estos últimos son casi siempre jóvenes, orgullosos y
ebrios de libertad; se niegan a pactar, y tienden, con férrea voluntad, a situarse en el plano de lo
absoluto. En este nivel, con algunas reticencias por las características originales del personaje,
sitúa Anouilh a Medea.
En cuanto a Jasón, éste es el héroe que abandona, que inventa un compromiso entre la fealdad
del mundo y su propia exigencia de pureza.
"Pero ahora quiero detenerme y ser un hombre, hacer sin ilusiones, quizás, como
aquellos que despreciábamos, lo que hicieron mi padre y el padre de mi padre y todos
los que aceptaron antes que nosotros".9
Jasón en otro tiempo, sin duda, ha amado a Medea, y mucho. En un extenso parlamento, le
recuerda todo lo que ella ha significado para él; tanto, que hasta sus hombres tuvieron miedo
porque, de alguna forma, intuían lo que habían perdido.
"Será tan sólo un breve instante duro de pasar. Ya has matado a Medea antes, hoy,
bien lo sabes, Medea ha muerto".11
A diferencia del personaje de Eurípides, que no puede consentir en el triunfo de sus enemigos, la
heroína de Anouilh, como casi todos sus personajes, busca desesperadamente su extinción. No
teme desaparecer, puesto que su muerte no significará el final de su unión, ya que viva o muerta,
esté donde esté, Medea siempre estará junto a él, y como ya se lo ha dicho muchas veces, sólo
podrá liberarse de ella con su propia muerte. Para Medea el mundo significa siempre Jasón; para
Jasón el mundo sólo es posible sin la presencia de Medea, por eso se niega a darle muerte.
"Tampoco quiero tu muerte. Tu muerte sigue siendo tú. Quiero el olvido y la paz". 12
Ahora el amor y el odio de Jasón han desaparecido en forma irrevocable. Ya es imposible que la
pasión vuelva a existir, no queda nada y por eso la separación es definitiva.
Parte Jasón sin vacilación y sin sufrimiento, y con su partida se ha roto el último lazo que podía
unir a Medea con el mundo. Con voz cambiada, ordena los primeros preparativos para la muerte
de Creón y su hija.
"Pronto amanecerá. Despierta a los niños, vístelos como para una fiesta. Quiero que
vayan a llevar mi regalo de bodas a la hija de Creón".13
La descripción de la muerte de sus enemigos, está muy próxima de la que entrega Eurípides en
su tragedia. Ahora, Medea fija su atención en los hijos que ha tenido de su unión con Jasón.
"No os haré daño. Seré rápida, sólo el tiempo para el asombro de la muerte en
vuestros ojos...
Se está bien junto a la madre, desaparece el miedo. Pequeñas vidas. Será tan sólo un
breve instante duro de pasar".14
"He recobrado mi patria y la virginidad que me habían arrebatado. Soy Medea, en fin,
para siempre jmírame antes de quedarte solo en ese mundo razonable, mírame bien,
Jasón!"15
La última parte de la tragedia gira en torno de las diferencias existenciales entre Medea y Jasón.
"Ojalá puedas seguir preguntándote no hubiera amado también la felicidad y la
inocencia, si no hubiera podido ser también ella la felicidad y la fe. Cuando dentro de
un rato sufras, y hasta el día de tu muerte, piensa que hubo una pequeña Medea
exigente y pura en otro tiempo. Una pequeña Medea tierna y amordazada en el fondo
de la otra".16
Medea representa la actitud vital de los héroes de Anouilh. El dramaturgo insiste sobre una
Medea necesitada de amor y felicidad, pero que no puede decir sí, aceptar la vida de los seres
comunes, puesto que no puede dejar de ser quién es, para ser otra.
La vida no es posible cambiada, por lo tanto, hay que decide no a la felicidad, sean cuales sean
los resultados. El no de Medea tiene consecuencias destructivas, en las que prima lo irracional, lo
salvaje y lo demoníaco que ella lleva en sí misma.
Su visión despectiva ante el mundo es su postura negativa ante la vida, y es justamente esta
postura la que unió, en un momento dado, a Jasón.
Con su muerte, recién podrá Jasón pensar en volver a comenzar otra vez.
"Ahora es preciso vivir, asegurar el orden, dar leyes a Corinto y reconstruir, sin
ilusiones, un mundo a nuestra medida, para aguardar en él la muerte".17
Sin duda, Anouilh ha podido encontrar una sugestiva fuente de inspiración en la tragedia de
Eurípides, pero no es difícil comprobar que la similitud de su Medea con el modelo clásico se
reduce a lo que la historia tiene de más superficial. Sin embargo, han sido estas líneas externas
del drama las que le han permitido incorporar en su obra sus propias ideas acerca de la impureza
de la vida, el hastío del amor y la huida a través de la muerte.
Por una filosofía del imaginario para los
estudios teatrales
Autor/es: Natacha Koss
Sección: Palos y Piedras
Edición: 17