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PSICOLOGÍA:

Un abordaje adventista para profesionales,


docentes y estudiantes

Por Mario Pereyra

2011

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INDICE

PRÓLOGO por Dr. Humberto Rasi 3

INTRODUCCIÓN 5

PRIMERA PARTE

CAPITULO 1 – La Psicología durante los Siglos XVII y XVIII 15


CAPITULO 2 – El Siglo XIX y el nacimiento de la Psicología como ciencia 27
CAPÍTULO 3 – El Psicoanálisis 42
CAPITULO 4 – La psicología objetiva y la sobrevivencia del subjetivismo 55
CAPÍTULO 5 – La Psicología de la primera mitad de Siglo XX 68
CAPITULO 6 – La Psicología a mediados del siglo XX 83
CAPÍTULO 7 – La Psicología a fines del siglo XX 110
CAPITULO 8 – La Psicología a principios del siglo XXI 128

SEGUNDA PARTE

CAPITULO 9 – La Psicología de la Religión 143

CAPÍTULO 10 – Conceptos de la Iglesia Adventista sobre la Psicología 158

CAPÍTULO 11 – Una Cosmovisión bíblica de la Psicología 170

CAPÍTULO 12 – Aplicaciones de la Psicología Bíblica 189

BIBLIOGRAFÍA 238

2
PRÓLOGO

3
4
INTRODUCCIÓN

“Durante todos los siglos, los filósofos y maestros han estado


presentando al mundo teorías para satisfacer la necesidad del alma.
Cada nación pagana ha tenido sus grandes maestros y sus sistemas religiosos
que han ofrecido otros medios de redención que Cristo,
han apartado los ojos de los hombres del rostro del Padre
y han llenado los corazones de miedo a Aquel que les había dado solamente bendiciones... ”.
“Los verdaderos principios de psicología se encuentran en las Sagradas Escrituras.”
Elena G. de White (1975, 445; 1990,t1, 10)
1. INTERROGANTES VITALES
El evangelio narra un célebre episodio protagonizado por Jesús y sus discípulos que ha sido
objeto de infinitos debates teológicos, el cual presenta dos tipos de interrogantes que bien
podrían considerarse como un modelo metodológico para el abordaje de diferentes cuestiones,
entre ellas el tratamiento de la Psicología. El hecho de marras ocurrió en Cesarea de Filipo y se
registra en los tres evangelios sinópticos, Mat.16:13-15; Mar.8:27-29 y Lc.9:18-20. Allí el
Maestro interpeló a sus discípulos con dos preguntas claves:
1) “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” y
2) “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Estas dos cuestiones, más allá de su temática cristológica definida, abren sendos espacios
de reflexión, configurando diferentes horizontes teóricos y prácticos, a la vez que ubican al
objeto de la interrogación en específicos niveles de análisis y de compromiso. Así, pues, la
primera formulación ―que aplicada a nuestro tema es: “¿Qué dicen los hombres acerca de... la
Psicología?”― expone la dimensión del saber y la indagación correspondiente al acopio de la
información referida a la temática respectiva, en nuestro caso la Psicología. Promueve el interés
cognoscitivo por la historia de las ideas, o en los términos de nuestra disciplina, por las teorías y
sistemas psicológicos. Precisamente, esa es la tarea del historiador, el trabajo de recolección de
ideas y hechos que, al conceptualizarse y sistematizarse, dan cuenta del desarrollo de la
disciplina a lo largo del tiempo. Esta idea aparece en la expresión griega, ίστορία, una de las
raíces etimológicas de donde proviene la palabra “historia”, lo cual significa “conocimiento
adquirido mediante la investigación” o “información adquirida mediante busca” (Ferrater, 1965,
t.1, 849). Otro de las fuentes etimológicas de “historia” es el verbo griego ίστορειν, que enfatiza
la idea de “procurar saber” (Lalande, 1967, 439) o “tratar de saber”. En ambos casos se trata del
esfuerzo por conservar la memoria recogiendo los datos de lo que “dicen los hombres” acerca del
tema de interés.

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Uno de los objetivos del material que se expone en las páginas siguientes corresponde a
esta idea, al planteamiento histórico, que responde a la primera interrogante de Jesús. Se trata de
sistematizar algunas de las teorías y sistemas psicológicos ―aquellas que estimamos más
importantes o gravitantes en la historia― que encontramos a partir del siglo XVII hasta los
inicios del siglo XXI, donde estamos instalados. Incluye ciertas ideas directrices de las raíces
filosóficas que hicieron nacer nuestra disciplina y acompañaron su historia (siglos XVII al XIX)
y una exposición sinóptica y comprensiva de las teorías y sistemas psicológicos a lo largo del
siglo XX y las que vemos emerger en nuestro siglo XXI, presentadas para ayudar al estudiante o
al interesado en el tema.
Los horizontes de la historia son infinitos e inagotables, continuamente abiertos a las
investigaciones y revisiones que producen las lecturas y relecturas. El propósito de este texto es
recortar ciertos sectores de las crónicas del pasado para enfatizar tendencias, definiciones o
determinadas ideas relevantes, que permitan extraer los conocimientos que descubren las
trayectorias de la aventura humana en su reflexión sobre la Psicología. En el cumplimiento de
este objetivo no tomamos mucho tiempo para el análisis crítico, esperando que el lector pueda
hacer sus propias evaluaciones. Es importante señalar que este enfoque expositivo y un tanto
acrítico está en armonía con el proceder que sugiere el episodio del evangelio que mencionamos
al principio. Cuando el Señor Jesucristo preguntó por las “opiniones de los hombres”, después de
escuchar las diferentes versiones circulantes trasmitidas por los discípulos, no hizo ningún
comentario, a pesar de que todas ellas estaban equivocadas, ya que lo relegaban al plano
meramente humano (“dicen que eres Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que
Jeremías o algún otro profeta” –Mt.16:14, DHH), desconociendo su divinidad y “el carácter
absolutamente decisivo de su misión” (Bonnard, 1976, 363-364). Incluso el Maestro parece
desinteresado o despreocupado por esas ideas erróneas, renunciando a transitar el camino de la
crítica. Jesús podría haber argumentado la inconsistencia teológica de las diferentes
concepciones cristológicas y fundamentado en las profecías su proyecto mesiánico, sin embargo,
no lo hizo. En todo caso, descalificó esas ideas con el silencio, contrastándolo con la celebración
que hizo de la respuesta de Pedro. Precisamente, el énfasis puesto en el acierto del apóstol
―objeto de tantas disputas y debates (ver, por ejemplo, Cullmann, 1962; Steger, 1993), fue una
crítica implícita y una manera de afirmar el valor de su divinidad, como posibilidad para avanzar
hacia otras revelaciones de su pensamiento (Mt.16:21; Mr.8:31 y Lc.9:22-27). En consecuencia,
hay que insistir que lo realmente relevante, desde la perspectiva del evangelio, está en la segunda
pregunta y su respectiva respuesta.

2. “Y, USTEDES, ¿QUÉ DICEN?


Esa segunda interrogante realizado por Jesús, ¿qué opinan ustedes?, presenta un desafío
diferente y una nueva exigencia de trabajo intelectual; plantea la definición personal sobre el

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tema en cuestión. Ya no se trata del mero hecho de recolectar opiniones ajenas, del trabajo
impersonal de acopiar información sobre lo dicho por otros, sino de algo propio, privativo y
comprometido, asumir la responsabilidad de elaborar una posición exclusiva, construir una
concepción que a uno lo identifique y lo defina. Así que la interrogante proyecta un nivel de
exigencia mayor, el avanzar del plano de la información a la teorización, el construir los propios
criterios e ideas que exhiban el lugar que se ocupa en el ámbito del pensamiento en la materia de
estudio.
Siguiendo este segundo criterio, estimamos insuficiente la exposición sintética de lo que
dicen los hombres acerca de la Psicología. Hay que pensar esos saberes como introducción para
el tratamiento de las ideas que puedan dar cuenta de nuestro pensamiento sobre la psicología, que
está instalada en el ámbito del pensamiento cristiano bíblico. Esos conceptos los desarrollamos
en la SEGUNDA PARTE de esta obra. En este punto, también nos resulta inspirador el relato del
Evangelio que tomamos como punto de referencia. Cuando Jesús despliega la interrogante, “Y
vosotros, ¿quién decís que soy?”, el apóstol Pedro se apresuró a dar la respuesta, afirmando: “tu
eres el Cristo el hijo del Dios viviente”. Jesús felicita a su discípulo por lo correcto de esa
afirmación, diciéndole: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló
carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos.” (Mat.16:17). En otros términos, le dijo
que no era ningún genio sino que su mérito consistió en haber sido capaz de reproducir la
revelación de Dios. Igualmente, en esta tarea de construir una concepción cristiana de la
psicología, la cuestión no radica en generar un pensamiento original y portentoso de altos kilates
ideológico, sino en desplegar el pensamiento bíblico que emana de las fuentes de la revelación
divina.
El paralelismo con el episodio del evangelio ofrece todavía otra vertiente significativa. De
la misma manera que todas las opiniones sobre Cristo no se correspondían con la revelación y
eran incorrectas, todas las teorías y sistemas psicológicos que encontramos en la historia de la
Psicología y en la actualidad tampoco se identifican con el pensamiento bíblico y, por lo tanto,
son inaceptables para un cristiano que hace de las Sagradas Escrituras la guía y fundamento de
sus creencias. Tal situación genera un desafío mayor: construir una concepción de la psicología
que sólo tome en cuenta los datos de la revelación. ¿Cómo definir ese lugar desde el cual sea
posible construir permanencias y variaciones que despliegue el orden de las representaciones
simbólicas de la persona humana en su desarrollo, identidad, valores, integración sociocultural,
realidad espiritual y en el vasto misterio de su ser psicológico?
A veces somos interpelados con preguntas como: “¿Qué orientación tiene la Carrera de
Psicología Clínica o la Maestría de Relaciones Familiares de la Universidad de Montemorelos?
¿Son sistémicos? ¿Conductistas? ¿Adhieren a la Logoterapia o alguna otra escuela?” Hay
alumnos y padres, que vienen buscando una “psicología cristiana” o más específicamente una
“psicología adventista”. Es improbable que alguien reclame una carrera de Química adventista o

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cursar Ciencias Económicas cristiana, pero habitualmente se espera que haya una psicología
identificada religiosamente. Hay que decir que el espacio de la ciencia es un lugar público,
habitado por toda la comunidad de investigadores, profesionales y expertos consagrados a
cultivarla. La Psicología como ciencia no responde a ningún rótulo ni es posesión de ninguna
escuela o autor, por más iluminado que éste sea. Por eso, en la Universidad de Montemorelos
(Nuevo León, México) enseñamos la psicología científica, más allá de cualquier escuela, esto
es, de los sistemas de conocimientos objetivos, coherentes, organizados, transmisibles,
verificados o susceptibles de ser demostrados, en forma experimental, estadística o por otras
vías metodológicas aceptadas científicamente. Después de más de ciento treinta años de
fundado el primer laboratorio de Psicología experimental, dicen Koch y Leary (1992), podemos
hablar de la “Psicología como Ciencia”.
Por también es cierto que existen orientaciones, escuelas o tendencias que sostienen
posiciones determinadas, que afirman hipótesis todavía no demostradas, que constituyen especies
de credos, doctrinas o teorías. Aunque las escuelas no son la Psicología como ciencia (son las
“psicologías”), esos sistemas o enfoques privilegian ciertos temas o investigaciones o abordajes
determinados, que en muchos casos, han hecho contribuciones valiosos al patrimonio del
conocimiento psicológico reconocido por la comunidad científica. De allí la conveniencia de
estudiarlas. Por lo tanto, es legítimo preguntar, en una universidad confesional, por su enfoque o
perspectiva, sin renunciar al carácter universitario y científico de la enseñanza. Una universidad
jamás puede ser sectaria. Eso anularía su esencia. Tal cosa es también opuesta a la naturaleza del
cristianismo que tiene como lema aquella declaración de San Pablo que propone: “Examinadlo
todo, retened lo bueno” (1 Tes.5:21). Por eso no negamos el saber ajeno pero estimamos
necesario desarrollar el propio, que nos identifica como cristianos. Precisamente, las dos
secciones de esta obra recogen esa doble vertiente.
Al igual que otras universidades, nacionales o privadas, sostenemos ciertos principios
fundamentales y fundamentadores, factibles de ser aplicados a distintos ámbitos de la psicología
como encuadre distintivo. Compartimos una “cosmovisión” educativa y filosófica, cuyas raíces
epistemológicas emergen del pensamiento bíblico. Esas ideas, de alguna manera permean la
atmósfera de estudio, configuran un estilo de pensar y vivir, prescriben una ética y determinados
comportamientos, mucho de los cuales pueden apreciarse por cualquier observador que llega a la
UM, además, de hacer posible una visión de la Psicología. Son estos horizontes los que nos
caracterizan como universidad y adventistas.
Desde estas premisas es que nos preguntamos y nos sentimos preguntados por Cristo, por
una concepción que nos reconozca como cristianos. Aunque todavía tenemos más preguntas que
respuestas, de a poco estamos adquiriendo algunas convicciones, de acuerdo a lo que se puede
observarse en la parte final de la obra. Hay varios hitos significativos en esta trayectoria, aunque
apenas estamos en los inicios. Los resultados más importantes, del arduo quehacer de construir

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un enfoque cristiano de la psicología, todavía duermen, en gran medida, bajo la sombra de la
esperanza.

3. PERSPECTIVA Y CONCEPCIÓN
Procurando una definición más precisa del asunto, a nuestro criterio, no existe todavía un
sistema de psicología adventista. Entonces, ¿qué es lo que hay? ¿Qué falta aún? Un distingo útil
que podría ayudar en el asunto es pensar en dos criterios: a) la “perspectiva”, esto es, la mirada o
punto de vista sobre la Psicología; y b) la “concepción”, es decir, la construcción de un
pensamiento cristiano objetivo, coherente, sistemático y abarcante de un enfoque psicológico.
Con respecto a la perspectiva cristiana de la Psicología, ella existe. Un ejemplo ilustrativo,
fueron las advertencias lanzadas por Elena de White (1966; 1989), en los siglos XIX y XX,
contra la frenología, el hipnotismo y el magnetismo de Mesmer, que en esa etapa pre-cientifica
se vinculaban a la Psicología. Esa “perspectiva” se ha ido afirmando a lo largo del tiempo con
otros planteamientos de EGW sobre las relaciones humanas, la personalidad, las emociones, la
salud mental y los principios terapéuticos, entre otros temas, que se han recopilado en los dos
tomos de la obra “Mente, carácter y personalidad. Pautas para la salud mental y espiritual”
(1989; 1990). En la Biblia y en los escritos inspirados hay suficiente material para definir
posiciones o posicionarse ante cuestiones concretas y definir un juicio sobre algún asunto
específico.
Lo que falta es el segundo punto, la “concepción”. La constitución de la misma es una tarea
difícil y compleja, ya que implica desarrollar un sistema de pensamiento. Opinar, criticar,
enjuiciar o pronunciarse a favor o en contra de algún autor, escuela o tema psicológico, es más
fácil que producir un discurso propio, que contenga un pensamiento cristiano de la psicología.
Ahora, bien, creemos que la pregunta de Jesucristo respecto a “¿qué dicen ustedes?”, nos
interpela y desafía a construir ese tipo de conocimiento, la elaboración de un sistema psicológico
de base bíblico.
En la segunda parte de este libro presentaremos cuánto se ha avanzado en esa dirección,
considerando los desarrollos de la psicología de la religión y que aportes ha producido la Iglesia
Adventista sobre el tema. Seguramente el logro más trascendente en definir la “perspectiva”
adventista se encuentra en el documento, Una Aproximación Adventista a la Psicología (An
Adventist Approach to Psychology), producido bajo los auspicios del Departamento de
Educación de la Asociación General en el año 1977. Constituyó la primera “aproximación”
importante en la elaboración de un cuerpo teórico de psicología cristiana. Precisamente, un
estudio detenido del documento muestra, que se trata de definir una “perspectiva singular o
única”, que se desprende de las nociones cristianas, “concernientes al origen, naturaleza y
destino de la raza humana”, según “se encuentran en las Sagradas Escrituras, iluminada más
adelante por los escritos del Espíritu de Profecía”. Desde este marco se propone operar la visión

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propuesta. Ninguna escuela psicológica posee estas presuposiciones. Allí están los criterios para
evaluar “las suposiciones y teorías de la ciencia” y “determinar o definir su autenticidad y
validez”, ya que “la verdadera ciencia y la inspiración están en perfecta armonía” (White,
1951, T.1, 583).
Ahora, ¿ese escrito creó un sistema de psicología adventista? Por cierto, que no. Ese no fue
el objetivo, sino buscar una “aproximación”, como dice el título. Sin embargo, el documento
propone algunos “principios” o presupuestos conceptuales para trabajar en la elaboración de una
concepción psicológica cristiana. Hay más que un punto de vista fértil, ya que contiene nociones
metafísicas, ontológicas, epistemológicas, especialmente antropológicas, además de otros
postulados importantes sobre la enseñanza y la salud.

4. PROYECCIONES FUTURAS
Se ha dicho que “algunos adventistas objetan el uso de cualquier método o idea cuyo origen
no sea la iglesia, (y que) creen que deberíamos ignorarlos a menos que se pudiera trazar un
enfoque o programa basado en el espíritu de profecía y la tradición adventista” (Sahlin, 1993,
12). Sin embargo, la posición de la Iglesia Adventista frente al surgimiento de las nuevas
corrientes psicológicas, dice Sahlin (1993), es que “deben introducirse nuevos métodos” y que es
necesario “despertar a las necesidades del tiempo en que vivimos”. La Sra.White (1978, 56,51)
aconsejaba que, “en estos tiempos no deberíamos dejar sin probar ningún medio en nuestra tarea
de amonestar a la gente” siempre y cuando, las nuevas ideas, estén de acuerdo con los principios
bíblicos. Pero el ideal es desarrollar ese “programa basado en el espíritu de profecía” y la
revelación bíblica. En ese camino estamos. Algo se ha hecho para responder a la interpelación de
Jesús, que hemos parafraseado como, “¿ustedes qué dicen de la Psicología?” Somos conscientes
que la respuesta es incompleta. El desafío sigue presente. Es imperioso continuar la reflexión de
como fundamentar la Psicología, por un lado, como ciencia y práctica, es decir, como un
conjunto unificado de saberes, teorías e investigaciones, con una metodología aplicable a los
diferentes campos de competencia y, por otro, como una disciplina que pueda responder a la
voluntad revelada de Dios. Como feligrés de la esperanza, nos sostiene la convicción de que los
resultados más importantes de esta tarea están en el futuro.
Volvamos al relato del Evangelio acontecido en Cesarea de Filipo que hemos hecho
objeto de reflexión, para extraer los últimos conceptos. Le lectura completa del capítulo 16 del
libro bíblico de Mateo abre otros horizontes para el análisis, más a nivel hermenéutico que
exegético (Barthes et al., 1976). El texto se inicia en la confrontación con los fariseos y
saduceos, quienes “para tenderle una trampa (a Jesús), le pidieron que hiciera alguna señal
milagrosa” (Mt.16:1, DHH). Jesús resuelve la dificultad, descubriendo la malicia o mala
intención de esos religiosos. Entonces advierte a sus discípulos: “Miren, cuídense de la levadura
de los fariseos y de los saduceos” (vers.6). En una primera instancia, los discípulos no captan el

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sentido de la palabra “levadura”, pero después comprenden que se refería a “la enseñanza” de
ellos (vers.12). En ese contexto de conflicto o enseñanzas enfrentadas es donde aparecen las
interrogantes sobre “lo que dice la gente” (vers.13) y la incisiva pregunta personal, “ustedes,
¿quién dicen que soy?” (vers.15). La interpretación que se nos impone es, si acaso esas preguntas
no eran una suerte de test o prueba de evaluación que estaba haciendo el divino Maestro para
detectar en que medida sus alumnos habían sido afectados por la “levadura” de las creencias de
los fariseos. Precisamente, la primera pregunta puso en evidencia que la “gente” estaba influida
por la idea que Jesús era un hombre no Dios, ignorando su mesianismo. Tal hecho era conse-
cuencia de la prédica de los enemigos, los “maestros de Israel” (Jn.3:10). Así, la pregunta
esencial apuntaba a descubrir si también los discípulos estaban contaminados por la “levadura”
fermentadora de esas prédicas falsas. Fue como preguntar, “¿han descubierto que soy el Mesías o
ustedes también fueron engañados por los fariseos y saduceos?” La respuesta categórica y
concluyente de Pedro —“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente” (Mt.16:21)—,
reconociendo la divinidad de Jesús, fue la comprobación de que habían aprendido la lección. Eso
los habilitaba para continuar el aprendizaje de nuevas verdades. Justamente, el texto bíblico
afirma: “A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos” detalles referentes a su
misión terrenal futura, es decir, a revelarles nuevas enseñanzas. La idea básica que buscamos
rescatar del relato es que después de responder al “¿que piensan ustedes?”, se generan nuevas
revelaciones y horizontes de aprendizaje, se abre un tiempo cargado de esperanza. Desde esta
perspectiva, ¿cuáles son las proyecciones futuras de la psicología y particularmente del
pensamiento adventista acerca de esta disciplina?
Según la oficina de estadísticas laborales de los Estados Unidos (bls, 2008), se estima que
la psicología será una de las tres profesiones más importantes en crecimiento de la demanda del
mercado en los próximos quince años. El extraordinario crecimiento que ha experimentado el
estudio de esta disciplina en las dos últimas décadas y la realidad de un mundo cada día más
complejo y con dificultades crecientes, explican y auguran a la psicología la asunción de un rol
protagónico en la sociedad del mañana. En medio de la catarata de acontecimientos que impactan
nuestra cultura, el hombre actual —y en mayor proporción, el del futuro— sufre los embates de
los cambios, en una búsqueda infructuosa de un sentido individual y un soporte que fundamente
la identidad personal. El desarrollo notable de los medios de comunicación de masa, los procesos
de globalización, fragmentación, la desintegración de la familia y los nuevos paradigmas de la
cultura narcisista (Lipovetsky, 1993), entre otras variables, han menoscabado la integración y
unidad del sujeto, promoviendo una crisis de identidad sin parangón (Gergen, 1992). Así, el
hombre hipermoderno plantea desafíos insoslayables para el quehacer psicológico actual y
futuro. Como expusimos en otro lugar (capítulo 7, punto 8), las problemáticas teóricas de hoy ya
no son tanto antropológicas como décadas atrás, sino epistemológicas, ontológicas y éticas, es
decir, cuestiones relacionadas con los fundamentos de la vida y con el actuar. La cibernética de

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segundo orden cambió la relación entre el sujeto cognoscente y la realidad, suprimiendo la
independencia del observador con respecto a lo observado. Esto puso en tela de juicio las
nociones de autoridad, saber, certeza, objetividad y verdad. Todo lo cual instala amplios espacios
de incertidumbre e inseguridad, la pérdida de la pertenencia, la indefensión y condiciones
facilitadoras para las vivencias de crisis. Además de estas cuestiones académicas y filosóficas
hoy estamos desbordados por una producción descomunal de bibliografías y prácticas
pseudopsicológicas que aparecen bajo los auspicios de la parapsicología, la New Age, el
orientalismo, las nuevas formas del espiritismo y el ocultismo, que plantean nuevos desafíos y
definiciones. Es evidente que esta sintética enumeración de las realidades actuales es un llamado
al profesional adventista para que reafirme y amplíe su plataforma científica y doctrinal,
buscando en la Providencia nuevos recursos y estrategias de intervención, que contribuya a la
misión de la iglesia y a responder a los desafíos presentes y futuros.
Reiteramos que algunas proyecciones que estimamos podrían caracterizar una accionar de
inspiración cristiana, sería formular definiciones y propuestas en algunos temas, como la
atención primaria y la promoción de la Salud Mental, desarrollar programas específicos de
asistencia y rehabilitación, con fines asistenciales y misioneros, estimular la creación de equipos
interdisciplinarios integrados con pastores, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y otros
profesionales de la salud. Hay mucho aportes que podrían realizarse y otros que se vienen
haciendo, por ejemplo, en el concepto de salud (Gómez, 1993; 1995ª; 1996) y sus relaciones con
la religión (Pereyra, 1989; Gómez, 1996ª), la psicología de la esperanza (Pereyra, 1991; Gómez y
Pereyra, 1995), del perdón (Pereyra, 1993), de la reconciliación (Pereyra, 1996), del bienestar y
de la paz, entre otros temas de interés.
Es incuestionable la importancia de las variables familiares, demográficas, la comunicación,
los mitos y costumbres, la gravitación del ámbito escolar y laboral y el desarrollo de la
personalidad a lo largo del ciclo vital. Estimamos que éstos y otros temas debieran ser objeto de
la reflexión iluminada por la Palabra de Dios y la inspiración de la mensajera del Señor, para
construir una bibliografía representativa y orientadora del pensamiento adventista. “En la escuela
de Cristo, los estudiantes nunca se gradúan”, dice E.White (1989, 378). Se cursa toda la vida
hacia grados ascendentes de excelencia, bajo el magisterio del Espíritu Santo. Como leíamos en
el texto de Mateo 16, creemos que cuando se es capaz de dar una respuesta cristiana a las
demandas presentes, el divino Maestro provee nuevas revelaciones de su voluntad. Nos anima la
rica experiencia recogida en nuestra breve historia y la esperanza de la asistencia celestial para
seguir construyendo un pensamiento adventista de la psicología.
Finalmente una última aclaración. Esta obra tiene su antecedente, ya que parte de su material
fue publicado en 1998 en Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina, bajo el título:
“Corrientes Psicológicas Contemporáneas. Ideas para una Psicología Cristiana”. Esperamos que
este nueva publicación responda a las expectativas de los docentes y estudiantes de las carreras

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de psicología a nivel continental y abra un espacio fecundo de comunicación, para que el lector
pueda trasmitirnos sus reflexiones y críticas que contribuyan a reescrituras sobre la Filosofía
Cristiana de la Psicología para las nuevas generaciones que nos sucederán, a la vez que vamos
elaborando la Psicología del mañana que responda a la inquietud divina de una psicología que
exhiba los valores trascendentes de la revelación bíblica.

Mario Pereyra
2 de junio del 2011
Montemorelos, Nuevo León, México

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PRIMERA

PARTE

CAPÍTULO 1

14
La Psicología durante los siglos XVII y XVIII

“El filósofo francés René Descartes (1596-1650) fue el padre del racionalismo.
Su concepto de la verdad sostenía que todo lo que es percibido
clara y distintamente es verdadero,
y que incluso la vida puede ser percibida en el pensamiento
tal como lo expresó en su bien conocida fórmula filosófica
cogito ergo sum, “pienso, luego existo”.
Es un hecho que hubo una tendencia siempre creciente hacia la razón,
hasta que ésta fue finalmente deificada y se le rindió culto
por un corto período durante la Revolución Francesa”.
Comentario Bíblico Adventista (T7, 74)

1. ETIMOLOGÍA DE LA PSICOLOGÍA
Iniciamos nuestro estudio con la Época Moderna. De acuerdo al objetivo de esta obra,
debemos obviar las etapas anteriores de la historia de la Psicología (la época greco-romana,
cristiana, la patrística, la edad media y el renacimiento). Por eso colocamos el punto de partida
en el siglo XVII. En ese entonces nuestra disciplina no había adquirido su autonomía,
constituyendo una parte de la Filosofía. Desde sus remotos orígenes el saber especulativo fue
reconocido como la “madre de las ciencias”, según decía Aristóteles, o el “tronco del árbol del
conocimiento”, de acuerdo a la opinión de Descartes (Marías, 1963, 29). Esa paternidad
cognoscitiva se mantuvo durante muchos siglos, hasta que con el transcurso del tiempo, las
diferentes disciplinas del saber fueron emancipándose de la Filosofía. Las primeras en lograrlo
fueron las ciencias “duras”, como la Física y la Química, en tanto, las Ciencias Sociales fueron
las últimas en constituirse como disciplinas independientes. La Psicología recién se implementó
como ciencia autónoma a fines del siglo XIX, en 1879, cuando Wilhelm Wundt fundó el primer
laboratorio de Psicología experimental. En los siglos XVII y XVIII la psicología no había
evolucionado lo suficiente para construir su propio saber, siendo las elaboraciones filosóficas las
que fecundan las producciones psicológicas y ponen las bases de la ciencia futura.
Un paso importante en la definición y establecimiento de la Psicología fue la designación
de su nombre, ocurrida en 1550, por intermedio de Melanchton, el célebre discípulo de Martín
Lutero. La expresión “Psicología”, como lo indica su etimología es la “ciencia del alma”
(“psiquis”=mente o alma; “logía”=estudio o tratado de). El Diccionario de la Academia
Francesa, transcribe la idea etimológica en forma técnica, al consignar que: “La Psicología es la
parte de la Filosofía que trata del alma, de sus facultades y operaciones.”
Esa idea de la psicología proveniente de la etimología es de carácter subjetiva, ya que
encierra al alma o psiquismo en la interioridad del ser, sólo accesible a la propia conciencia del

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sujeto. La tendencia subjetivista de la psicología tiene una larga historia. Fue desarrollada por
René Descartes y otros autores partidarios de la filosofía racionalista y del idealismo. En
oposición al racionalismo surge el empirismo, que pone el acento en la experiencia y los datos
provenientes del exterior por medio de los sentidos. Este concepto, en su evolución a lo largo del
tiempo, va a dar lugar a la tendencia objetivista, que definirá a la psicología, como el estudio de
la conducta. Entre ambas tendencias extremas, emergerán posiciones mixtas, integradoras, que
tratarán de articular ambas formulaciones teóricas para dar una idea más unificadora y completa
de la psicología.

2. RENÉ DESCARTES (1596-1650)


“El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo,
pues cada cual piensa que posee tan buena provisión de él,
que aún los más descontentadizos respecto a cualquier otra cosa,
no suelen apetecer más del que ya tienen. [...]
No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien.”
René Descartes (Discurso del Método)

René Descartes es considerado el primer filósofo moderno. Nació el 31 de marzo de 1596


en La Haye. Era hijo de un miembro de la baja nobleza y pertenecía a una familia que había dado
algunos hombres doctos. Cuando tenía ocho años de edad fue enviado al colegio jesuítico de La
Flèche, en Anjou, donde permaneció diez años. El catolicismo ejerció una gran influencia en
Descartes a lo largo de toda su vida. Posteriormente cursó estudios de Derecho en la Universidad
de Poitiers, donde se licenció en 1616, aunque nunca llegó a ejercer como jurista. En 1618 entró
al servicio del príncipe Mauricio I de Nassau-Orange, con la intención de seguir la carrera militar,
aunque su interés se centró siempre en las matemáticas y la filosofía, a las que dedicó el resto de
su vida. Su primera obra importante, Ensayos filosóficos, fue publicada en 1637, integrada por
tres ensayos (Dióptrica, Geometría y Meteoros). El prefacio fue luego su escrito más famoso,
Discurso del método, en el que exponía sus especulaciones filosóficas. Ésta fue seguida de otras
obras, entre ellas Meditaciones metafísicas, en 1641 y Los principios de la filosofía, 1644. En
1649 fue invitado a acudir a Estocolmo para impartir clases de filosofía a la reina Cristina de
Suecia. Los rigores del invierno le provocaron una neumonía, a consecuencia de la cual falleció,
en la capital sueca, el 11 de febrero de 1650.
En forma sintética, Descartes aplicó a la filosofía los procedimientos racionales inductivos
de la ciencia y, más concretamente, de las matemáticas. Antes de configurar su método, la
filosofía había estado dominada por la escolástica basada en las opiniones de las autoridades
reconocidas. Rechazando este sistema, Descartes estableció: “En nuestra búsqueda del camino
directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una

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certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría”. Por esta razón
determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. Comenzó sus
investigaciones a partir de un único conocimiento seguro: “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego
existo”). Partiendo del principio de que la clara conciencia del pensamiento prueba su propia
existencia, mantuvo la existencia de Dios. Dios, según la filosofía de Descartes, creó dos clases
de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, o
inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o física.

3. EL PENSAMIENTO CARTESIANO
El núcleo central de la cuestión filosófica debatida durante el siglo XVII fue la
problemática gnoseológica o del conocimiento. ¿Cómo se producen los conocimientos, en el
supuesto de que ellos sean posibles? ¿En dónde se originan? ¿En la razón o en la experiencia?
¿Por qué medios o vías conocemos la realidad? ¿Cuáles conocimientos son confiables o
verdaderos? ¿Cómo se fundamenta el conocimiento verdadero? ¿Siempre se corresponde la
certeza con la verdad? Estas y otras interrogantes por el estilo inquietaron a los pensadores de
aquellos días.
En ese sentido, Descartes, continuando las investigaciones naturalistas de los autores
renacentistas como Leonardo de Vinci, Galileo Galilei y Francis Bacon, reaccionó contra las
posiciones teocentristas de la Edad Media, que hacían de Dios la fuente de todo saber y ponía a
la revelación bíblica como el fundamento del conocimiento verdadero, para privilegiar al hombre
―teoría antropocentrista― en su capacidad productora de conocimientos, por la vía de la razón.
Descartes va a erigir al pensamiento como el único órgano del conocimiento, de modo tal, que
todo saber verdadero debe proceder de la fuente racional. La razón fue establecida como la
máxima autoridad o jueza soberana capaz de dar respuesta a todo tipo de problema.
Así surge el racionalismo gnoseológico moderno, que juega un rol protagónico en el
pensamiento del siglo XVII en autores como Bossuet (1627-1704), Malebranche (1638-1715),
Spinoza (1632-1677), Leibniz (1646-1716) y de alguna manera en el mismo Kant (1724-1804),
quien va a desarrollar una nueva concepción metafísica. Asimismo, el racionalismo se impuso en
forma excluyente durante el siglo XVIII, con el Iluminismo o Ilustración, donde la razón llegó a
ser adorada como una diosa en los agitados días de la revolución francesa. Aún continuó
gravitando el pensamiento cartesiano en el siglo XIX en Hegel (1770-1831) y en el racionalismo
cientificista del positivismo de Augusto Comte (1798-1857).
Al centrarnos en el pensamiento de Descartes, en lo referente a su influencia sobre la
Psicología, es posible destacar algunas postulaciones básicas que ejercieron una acción
significativa de trascendencia histórica en nuestra disciplina. En ese sentido, las tesis cartesianas
más importantes fueron las siguientes:

17
3.1. EL DUALISMO CUERPO-ALMA. En 1637, en el Discurso del Método, Descartes,
formuló su concepción antropológica. Luego de arribar a la famosa conclusión “clara y distinta” y
de valor “indubitable” de, cogito ergo sum (pienso luego existo), expuso enfáticamente:
“conocí por ello que yo era una substancia cuya esencia y naturaleza no es sino pensar, y
que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa material alguna. De suerte
que este yo, es decir, el alma, por la que yo soy lo que soy, es enteramente distinta del
cuerpo, y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque él cuerpo no fuese, el alma no
dejaría de ser cuanto es” (Descartes, 1963, 20).
De esta manera se escinde la naturaleza del ser humano en dos “substancias” esencialmente
diferentes e incompatibles entre sí, la substancia pensante o alma y el “cuerpo” o “substancia
extensa”. Estos dos componentes antropológicos, que tienen características propias, no están en el
mismo nivel de importancia, ya que el alma es eterna e identifica al carácter propio del hombre,
que es la acción de pensar, en tanto, el cuerpo es “una maquinaria de miembros”, una materia que
tiene una forma y ocupa un lugar en el espacio y que al morir se destruye, a diferencia del alma
que es eterna.

3.2. LA RAZÓN SE IDENTIFICA CON EL PSIQUISMO. Si el alma es una “substancia cuya


esencia y naturaleza no es sino pensar”, entonces todo lo irracional, como las emociones y los
sentimientos, quedan excluidos del psiquismo. Tal postura instala una nueva escisión, el dualismo
razón-sentimientos. A su vez, plantea nuevas interrogantes, por ejemplo, ¿dónde se ubican los
afectos en la vida humana? Si no son expresiones psíquicas, ¿qué son? ¿Cómo se los definen? En
Los Principios de la Filosofía, Descartes aborda esta cuestión:
“Hay todavía ciertas cosas que experimentamos en nosotros mismos, que no deben ser
atribuidas ni solamente al alma, ni tampoco al cuerpo solo, sino a la estrecha e íntima
unión que existe entre ambos... tales son los apetitos de comer, beber, etc.; y las emociones
o pasiones del alma, que no dependen del pensamiento únicamente, como la emoción o la
ira, la alegría, la tristeza, el amor, etc.” (1963, 41).

3.3. LA PSICOLOGÍA DE LA CONCIENCIA. También se infiere de los conceptos precedentes


que la Psicología, como el estudio del alma, se limita exclusivamente al pensamiento, esto es, a
“todo lo que es conocido por nosotros”, precisando a continuación, “en tanto que tenemos
conciencia de ello” (1963, 32). Así, pues, la conciencia, como la facultad de conocer, se convierte
en el centro dominante del psiquismo.

3.4. LA NEGACIÓN DEL PSIQUISMO INCONSCIENTE. Como corolario de lo anterior, la


Psicología tiene como objeto exclusivo el estudio de los hechos de conciencia, quedando excluida

18
todas las manifestaciones del inconsciente. Va ser necesario transcurrir varios siglos, hasta la
llegada de Segismundo Freud a fines del siglo XIX y principios del XX, para que pueda
demostrarse la realidad e importancia del inconsciente, y la Psicología pueda incorporar esa
nueva dimensión en el ámbito de su estudio.

3.5. LA NEGACIÓN DEL PSIQUISMO ANIMAL. Los animales son para Descartes seres
irracionales por naturaleza, es decir, pura “substancia extensa”, por lo tanto, están incapacitados
para las funciones psíquicas. En consecuencia, serán objeto del estudio de la zoología o la
biología pero no de la psicología. Este planteamiento fue revertido por el evolucionismo, a partir
de la segunda mitad del siglo XIX, al declarar enfáticamente la unidad esencial de lo viviente y su
diferenciación gradualista. Aseguró que no existe una diferencia esencial entre el hombre y las
diferentes especies animales sino sólo de grados de desarrollo. Entonces se abrió el campo de
estudio de la psicología animal.

3.6. LA INTROSPECCIÓN. Si el estudio psicológico se reduce al campo de la conciencia y


ésta es accesible únicamente por medio de la “percepción interna”, como afirma Descartes, el
método psicológico por excelencia es la autoobservación o introspección. Quedan desterrados
todos los métodos objetivos, experimentales, de laboratorio y de registro del comportamiento, que
recién van a incorporarse a la psicología a partir de fines del siglo XIX.

3.7. ORIENTACIÓN SUBJETIVISTA. Al privilegiar los actos de conciencia y la introspección


como método principal de su estudio se asume la concepción que los contenidos intrapsíquicos
del sujeto son lo realmente valioso, ignorando y rechazando el polo de la objetividad que
constituye el estudio del comportamiento humano.

3.8. LA OPOSICIÓN HOMBRE-ANIMAL. Esta premisa deriva del punto 3.5. Es la distinción e
incompatibilidad entre el alma racional humana libre y la irracionalidad instintiva atribuida a los
animales. La psicología animal fue desconocida durante la etapa pre-científica de la historia de la
Psicología.

3.9. EL DUALISMO YO-MUNDO. El análisis cartesiano no se detiene en las tesis anteriores,


sigue su avance hacia nuevas definiciones dicotómicas. Además de los dualismos citados
(cuerpo/alma, razón/emoción, conciencia/inconsciencia, introspección/extrospección,
subjetivismo/objetivismo y hombre/animal), el fundador del racionalismo sostiene un dualismo
ontológico, al conceptuar la “substancia pensante” como esencialmente diferente de los fenóme-
nos de la naturaleza y del universo en general. Así, la conciencia humana o el psiquismo, se
percibe como una entidad única y exclusiva diferente del resto de la realidad

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3.10. EL MECANICISMO. Tanto el universo físico, las plantas, los animales y el mismo
cuerpo humano son llamados por Descartes “substancia extensa”. ¿Cómo se explica y funciona
tal substancia? Los considera puros mecanismos que operan bajo las leyes de la física, la biología
o la zoología. De esta concepción se deriva el materialismo moderno. Resulta una ironía opina
Foulquié (1965, 14) que: “ese gran espiritualista que era Descartes, por exceso de espiritualidad
abrió la puerta al materialismo: la teoría de los animales-máquinas preparó la del homme-
machine, sostenida por La Mettrie, en un opúsculo aparecido con este título en 1747”.
“En continuidad con la Historia natural del alma, La Mettrie reafirma su teoría
materialista. Sólo hay una -y única- substancia, diversamente modificada. En
consecuencia, la diferencia entre el hombre y el animal es de grado, y no de esencia. Si el
hombre se halla dotado de lenguaje, no debe verse en ello más que un simple accidente de
la materia, y no un carácter esencial. Allí donde otros "philosophes" hablaban todavía de
esencias y de finalidad (en un paradigma cuasi aristotélico), La Mettrie no admite más que
accidentes de la materia.” (Íbid)
Fueron tan significativas y trascendentes las tesis cartesianas precedentes que gran parte de
la historia de la psicología posterior ―tanto durante la etapa pre-científica como actual― fue
resultado de una búsqueda de explicación, articulación o superación de los planteamientos
derivados de esa filosofía, especialmente en lo referente a sus postulados dicotómicos. En los
próximos apartados de este capítulo describiremos algunas de las tendencias emergentes de esas
ideas durante el período de los siglos XVII-XIX.

4. DIFERENTES CONCEPCIONES ANTROPOLÓGICAS


“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre, para que lo visites?”
Rey David (Sal. 8:4)

El concepto del hombre es básico para el estudio de la psicología. Según como se conciba al
hombre será el abordaje que se realice del psiquismo, tanto en su estudio como en su tratamiento.
Se suele distinguir una antropología general y el estudio de antropologías específicas, como la
antropología física, antropología cultura o social y la antropología filosófica. Lo que nos interesa
es el conocimiento de las ideas de antropología o filosófica, que pone como centro de la
reflexión la comprensión del ser humano en su sentido integral y amplio. A diferencia de la
“antropología cultural”, que tiene como objeto de estudio la cultura y la estructura social de una
comunidad o una sociedad, o de la antropología física, que estudia las interacciones de los
procesos biológicos y sociales y sus efectos sobre los seres humanos, la antropología filosófica

20
enfatiza el entendimiento de la total configuración y de las interrelaciones culturales y sociales,
en un medio geográfico particular y en su contexto histórico.
Para ubicar el pensamiento cartesiano en el escenario de las diferentes concepciones
antropológicas presentamos el Cuadro 1, donde sintetizamos en forma esquemática y
comprensiva diversas teorías, ordenadas según la posición que adoptan en relación al problema
cuerpo-mente. Como puede apreciarse el enfoque cartesiano es dualista interaccionista.

Cuadro 1
Clasificación de las teorías antropológicas
NOMBRE TEORíA FORMA ENFOQUE AUTORES
Existencia de un El alma espiritual es la
solo principio en Idealismo única realidad. Berkeley, Hegel.
Monismo el hombre: el El cuerpo material es la Hobbes, Haeckel,
alma, el cuerpo o Materialismo única realidad. Marx.
una unidad Propone la unidad bio-
totalizadora Integral psico-socio-espiritual pensamiento bíblico
Existencia de Cuerpo y alma son dos
Dualismo dos principios en Interaccionismo sustancia interactuantes Descartes
el hombre: el Cuerpo y alma son dos
cuerpo y el alma Paralelismo sustancias independientes Leibnitz
Concibe la Impulso o instinto, coraje o
Trialismo realidad según Tricotomía valor e inteligencia o razón Platón
tres principios y mente, cuerpo y espíritu

5. EL EMPIRISMO
El empirismo es la concepción epistemológica opuesta al racionalismo. Los autores
principales que han promovido esta teoría han sido ingleses, geográficamente ubicados frente a
la patria de Descartes (Francia), en las Islas Británicas. El empirismo enfatizó la importancia del
polo de la experiencia en el origen del conocimiento, en contraste con la hipertrofia de la razón
propuesta por el filósofo francés. Por ejemplo, John Locke (1632-1704), uno de sus principales
representantes del empirismo, fundamentaba su teoría en los siguientes términos:
“Supongamos, pues, la mente, tal como decimos, como un papel en blanco, desprovisto de
caracteres, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a proveerse? ¿De dónde obtiene ese enorme
acopio que la activa e ilimitada fantasía del hombre ha pintado en ella con variedad casi
infinita? ¿De dónde saca todos los materiales de la razón y del conocimiento? A esto
respondo con una sola palabra: de la experiencia. En ella se funda todo nuestro
conocimiento y de ella finalmente se deriva él mismo” (Locke, 1963, 335-336).

21
Siguiendo ese postulado básico, Locke puso en circulación, en la Filosofía Moderna, la
vieja metáfora aristotélica de la tábula rasa ―tabla rasa (Aristóteles, 1964, 867)―, que
expresaba la idea de que el espíritu, antes de la experiencia, es como una tabla de arcilla sin
impresiones y con posibilidades ilimitadas de ser moldeada, similar a las antiguas planchas de
barro que eran utilizadas por las culturas mesopotámicas para inscribir los caracteres
cuneiformes. Esta figura de la “tábula rasa” busca describir la condición del psiquismo o la
mente previa al contacto con la experiencia, estaría “vacía”, es decir sin ninguna cualidad, ya
que todos los conocimientos y habilidades del ser humano son exclusivamente fruto del
aprendizaje, a través de experiencias y de las percepciones sensoriales. Como puede apreciarse
estas ideas están en las antípodas del racionalismo cartesiano, que es innatista, pues entiende que
los fenómenos psíquicos son propios del alma, están originados en la mente o nacemos con los
conocimientos o las habilidades del conocimiento.
Ahora bien, siguiendo con el empirismo, la cuestión que interesa a la psicología es, ¿cuáles
son las manifestaciones de la experiencia que se graban en el plástico y susceptible material del
alma? La respuesta es la sensación. La misma constituye el dato simple del conocimiento del
mundo y el elemento básico de la vida psíquica. Puede definirse como, el hecho psicofisiológico
causado por la excitación de un órgano sensorial a partir de un estímulo físico (sensación de luz,
de ruido, táctil y otros por el estilo). Es la materia prima básica de todas las operaciones
mentales y estados de conciencia. La percepción del aula, el recuerdo de un viaje o las imágenes
oníricas del sueño de ayer, todo son conjuntos de sensaciones (de diferente color, forma,
tamaño, olor, gusto) armoniosamente combinadas o “asociadas”. William James (1842-1910) va
a denominar a esta noción, atomismo psicológico, aludiendo al antecedente filosófico del
atomismo griego de Demócrito y Epicuro.
Posiblemente la formulación más coherente y completa de la gnoseología empirista,
construida a partir de las sensaciones, se encuentre en la obra de Esteban Bonnot, conocido como
el abate de Condillac (1715-1780), llamada, Tratado de las sensaciones, publicada en 1754. Otro
aporte prominente lo realizó el filósofo escocés David Hume (1711-1779), quién descubrió las
leyes que rigen la interrelación de las sensaciones. Afirmó, en 1738, en el Tratado de la
naturaleza humana (Foulquié, 1966, 75) que, “la semejanza, la contigüidad en el tiempo y en el
espacio y la relación de causa a efecto...producen una asociación entre las ideas... Hay en ello
una especie de atracción que, como veremos, tiene en el mundo del espíritu efectos tan
extraordinarios como en el mundo de la naturaleza y se revela bajo tantas y tan variadas formas”.
En consecuencia, las sensaciones no permanecen aisladas o incomunicadas (atomismo
psicológico) sino que se conectan de acuerdo a ciertas leyes de interrelación. A esta nueva
variante de entender las sensaciones, William James y Henri Bergson la llamaron
asociacionismo. Específicamente son las leyes de semejanza, contigüidad y contraste las que
explican la “atracción” de esas entidades independientes que constituyen las sensaciones y

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explican sus combinaciones típicas. Las diversas formas de asociación son concebidas como
puramente mecánica, sin exigir ninguna necesidad lógica o actividad intelectual o volitiva. Por lo
tanto, el empirismo también comparte la idea mecanicista del psiquismo que estaba ya en
Descartes.
El esfuerzo explicativo del asociacionismo tiene como propósito alcanzar un mayor grado
de concreción y negar la existencia de las ideas abstractas; sólo existen ideas particulares y
simples. Sin embargo, las evidencias de las experiencias directas de los hechos nos muestran que
tenemos realidades complejas, jamás experimentamos sensaciones únicas y elementales. La
percepción de la realidad no es atomizada sino de una realidad única que integra una multitud de
sensaciones. Entonces, ¿cómo explica el asociacionismo la organización de las percepciones,
imágenes o los pensamientos complejos? Hume responde apelando a la idea de hábito. Es el
hábito el que une continuamente aquellas realidades semejantes o que aparecen asociadas en
nuestra experiencia cotidiana. Por ejemplo, cada vez que recordamos la plaza central de nuestra
ciudad, no podemos dejar de evocar el monumento que está en su centro, los árboles, los
caminos, bancos, jardines, el edificio de la municipalidad y de la iglesia que se encuentra en cada
extremo. ¿Por qué evocamos todos esos contenidos juntos? Porque estamos “habituados” a
percibirlos juntos en ese lugar, produciendo forzosamente la asociación de todos esos contenidos
de manera indisoluble. Aún la idea de causalidad carece de validez objetiva para Hume. Todo es
cuestión de costumbre, hábito o de una fuerte asociación. De este modo, la crítica al racionalismo
alcanza el límite de destruir la idea de un orden objetivo y lógico; la realidad, entonces, quedó
constituida por un conjunto de ideas sin ninguna sustancia ni necesidad de conexión previa, sino
es producto de la mecánica del hábito (Heidbreder, 1964).
De estas breves consideraciones, podemos extraer algunas conclusiones significativas. Una
de ellas es la tendencia al objetivismo que manifiesta el empirismo, en contraste con el
racionalismo, al enfatizar los estímulos exteriores y reducir el psiquismo a sus correlatos
sensoriales. Esta idea abre la vía para la investigación experimental, que va a recorrer la
psicofísica y la psicofisiología en la segunda parte del siglo XIX. Asimismo, el concepto de
hábito amplía la esfera del conocimiento psicológico, que Descartes había limitado a la
conciencia, integrando la noción de actividad y en un sentido más amplio, la idea del
comportamiento. Precisamente, en esa dirección va a ir evolucionando la psicología de la
conducta desde principios del siglo XX.

6. EL CRITICISMO
Emmanuel Kant (1724-1804), fue un filósofo alemán, considerado por muchos como el
pensador más influyente de la era moderna. Nació en Königsberg, el 22 de abril de 1724. Kant se
educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. Tras la muerte de su
padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En

23
1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la
universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas, para llegar de
forma paulatina a disertar sobre en casi todas las ramas de la filosofía. Las enseñanzas religiosas
de Kant basadas en el racionalismo más que en la revelación divina, le crearon problemas con el
gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir
clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la
muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la
docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de
materia religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.
La antítesis gnoseológica producida por el racionalismo y el empirismo va a ser abordada
filosóficamente por Emanuel Kant, quien propone una síntesis integradora. El pensador alemán
sostuvo que el conocimiento humano se inicia en la experiencia ―apoyando la tesis empirista―,
pero la información proveniente del testimonio de los sentidos es insuficiente para generar el
conocimiento, resultando necesario la existencia previa de determinadas estructuras mentales
encargadas de procesar esa información, coincidiendo así con las posiciones racionalistas. De esa
manera, distingue dos aspectos básicos en el conocer: la materia y la forma. La materia es la
sensación obtenida través de los datos sensibles provenientes del mundo exterior. La forma, la
razón cognoscente, independiente de la sensibilidad, que ordena el material sensible. De modo
entonces que, conocer es obra de la concurrencia entre una objetividad conocida y una
subjetividad cognoscente.
Como las formas constitutivas del sujeto cognoscente son anteriores a la recepción del
material externo que proporcionan los sentidos, Kant las llama formas a priori. Entre ellas distin-
gue las “formas a priori de la sensibilidad” y las “formas a priori del entendimiento”. Abbagnano
(1964, II, 385-386), las explica de la siguiente manera:
“Las formas a priori de la sensibilidad o intuiciones puras son el espacio y el tiempo; los
cuales no son conceptos ni cualidades de las cosas, sino condiciones de nuestra intuición
de ellas. No podemos percibir nada sino en el espacio y en el tiempo: todas las cosas que
percibimos existen, pues, en ellos, aunque éstos sean puros elementos subjetivos del
conocimiento sensible... Pero nuestro conocimiento no se detiene en la sensibilidad, que es
pasividad o receptividad; es también pensamiento, o sea, actividad o espontaneidad. Pero
la actividad o espontaneidad del pensamiento... es, pues, discursiva, esto es, se verifica por
medio de conceptos. Pero el único uso posible de estos conceptos por el entendimiento es
el juicio. Pensar significa juzgar. Las formas a priori del pensamiento o categorías serán,
pues, tantas cuantas sean las clases del juicio”.

La piedra angular de la filosofía de Kant, llamada filosofía crítica, está recogida en su


Crítica de la razón pura, 1781, en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una

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epistemología individual. Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles
en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la
cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, ya que depende
de ciertos prerrequisitos como son el espacio y el tiempo que constituyen categorías mentales, no
cualidades de la realidad externa, por lo tanto, las percepciones son medidas y valoradas por el
pensamiento. Además de estas ideas, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados
categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad,
que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad,
negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia y accidente, causa y
efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia
y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre
experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre
ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a
inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las
que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.
Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que
dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que
dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El
imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves:
“Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida, por tu voluntad, en ley universal de la
naturaleza”. Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad
fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica, 1788. No
consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más
bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes
del Universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería
considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una
sociedad ideal donde la razón “obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que
pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la
medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con
esta voluntad”.
En otro de sus libros, Antropología, Kant consideró a la Psicología, como una disciplina
que no podría ocupar nunca la jerarquía de una ciencia empírica, porque carecía de los recursos
cuantitativos y de métodos rigurosos. Por lo tanto, continuó vigente la idea que la Psicología era
una filosofía, aquella que aplica al hombre, como parte de la Antropología. Debía transcurrir un
siglo más para que la disciplina pudiera alcanzar el rango científico y adquiriese esos recursos
metodológicos que reclamaba Kant de tipo cuantitativo rigurosos.

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En definitiva, Kant influyó en la Psicología como filósofo crítico, que cuestionó tanto las
pretensiones de la psicología racional como de la psicología empírica. Sus presupuestos enuncia-
ron los fundamentos de las concepciones de tipo unitaria, integradora y dinámica. Por un lado
atacó el sensualismo atomista y asociacionista, hablando de estructuras u organizaciones
complejas y por otro, cuestionó el dualismo antropológico, entendiendo al hombre como una
unidad en interrelación con el medio.
Es desde esta tradición filosófica, originada en el centro de Europa, de donde van a surgir
diversas teorías de la personalidad basadas en presupuestos holísticos y dinámicos, como serán el
Psicoanálisis de Freud y las escuelas derivadas de esta corriente, la Gestalt de Wertheimer,
Kölher y Koffka, la Teoría del Campo de Kurt Lewin, la Psicología Comprensiva de W.Dilthey
y E.Spranger y la Logoterapia de V.Frankl, entre otras.

CAPÍTULO 2

SIGLO XIX

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“El proceso de construcción y diferenciación del saber psicológico
dentro del panorama de la ciencia del siglo XIX,
con una ciencia natural firmemente asentada en los pilares de la tradición galileana,
significó al igual que para las demás ciencias sociales
inscribirse en el canon predominante en la ciencia moderna”.
Yalile Sánchez H

1. PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX


Un movimiento artístico y cultural muy influyente a principios del siglo XIX que brindó un
aporte valioso a la Psicología fue el Romanticismo. Es difícil definir qué es el romanticismo, sin
embargo, puede distinguirse por su carácter revolucionario, de rebeldía frente a la opresión o la
injusticia y defensa del débil. Supone una ruptura con la tradición, con el orden racionalista
anterior, en nombre de una libertad auténtica. Se proyecta en todas las artes y constituye la
esencia de la modernidad. El movimiento romántico consiste en una manera de sentir y de
concebir al hombre, la naturaleza y la vida. Prima la subjetividad en detrimento de lo objetivo.
Cada país produce un movimiento romántico particular, distinto; incluso cada romanticismo
nacional desarrolla distintas tendencias. Hay una gran predilección por lo nacional, lo pintoresco
y lo típico.
El romanticismo ha sido reconocido como la edad del individualismo y la subjetividad. La
emoción y el sentimiento predominan en todo, exhibiéndose en estados como el pesimismo, la
nostalgia y la melancolía. Hay muchas descripciones en la literatura apoyadas en la imaginación,
la fantasía, y los sueños. Hay una exploración del mundo fuera de la realidad, ofreciéndose como
escape social. También la literatura abandona las reglas clásicas, como la unidad de tiempo, de
espacio y lugar. Este abandono ofrece la oportunidad para la extensión de las posibilidades
dentro del mundo de la imaginación.
Los románticos hicieron la, “apología de la pasión, de la intuición, de la libertad y de la
espontaneidad, por la importancia que atribuyen a la idea de vida y a la de infinito”, dice Lalande
(1967, 896). Dieron primacía al sentimiento que había quedado postergado por el Iluminismo
racionalista del siglo XVIII (Aufklarung), proclamando la fuerza avasalladora de las emociones,
fracturando los rígidos esquemas de lo metódico, lo medido y lo regular. En síntesis, atacaron la
cosmovisión mecánica-matemática inaugurada y promocionada por el racionalismo y
desarrollada por el empirismo. Lo mecánico es sustituido por lo orgánico, lo atomizado y parcial
por lo estructural y total, el análisis por la síntesis. Al respecto explica Ferrater (1965, 2, 585):
“En lo que se refiere al método, el romanticismo sostiene con frecuencia el primado total
de la intuición y el sentimiento frente a la razón y al análisis; lo irracional le atrae
indudablemente más que lo racional, lo imprevisible más que lo previsible, lo multiforme

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más que lo uniforme, lo trágico más que lo cómico, lo oculto más que lo presente, lo
implícito más que lo explícito, lo sublime más que lo bello, lo aristocrático más que lo
burgués, el espíritu colectivo más que el individual, lo anónimo más que lo nombrable, lo
interno más que lo externo y lo dramático más que lo apacible”.
El movimiento romántico, tanto literario, artístico como filosófico, floreció en Alemania,
principalmente en el círculo romántico de Jena, con personalidades como:
Juan T.Fichte (1762-1814), por primera vez hizo de lo infinito el principio de la realidad.
Diferenciándose de Kant, entendió al ego pensante como una realidad metafísica, convirtiéndolo
en el único principio creativo del mundo de la naturaleza. Según Fichte, el ego produce la
naturaleza por medio de actividad inconsciente y la realidad de la naturaleza no es otra cosa que
la “representación” consciente del ego empírico. Por su parte, el arte es el órgano de la filosofía,
porque el arte solamente trae a la filosofía una representación concreta del proceso inconsciente
por el cual la acción es identificada con la conciencia. Así el arte es la representación de la
unidad intacta del principio absoluto.
Federico Schlegel (1772-1829), definió lo romántico, como “una materia sentimental en
una forma fantástica” (Abbagnano, 1964, III, 12). El último período de su pensamiento está
marcado por un signo místico y religioso coincidente con su conversión al catolicismo. Sostuvo
que la tarea que queda por realizar es un nuevo espiritualismo fundado en la experiencia
cristiana, fijando la atención, no en el principio de la razón ni en el sentimiento en la fe, sino en
el principio de la personalidad humana y en la realidad de la vida.
Friedrich von Hardenberg, más conocido como Novalis (1772-1801), pseudónimo que
tomó de un antepasado suyo del siglo XIII, pasa por ser el representante más genuino del primer
romanticismo alemán, y sus formulaciones sobre la música tuvieron un papel fundamental en el
protagonismo que ésta adquirirá durante el periodo decimonónico. Novalis, en sus escritos,
afirmaba que veía el mundo “desde el bajo sol del atardecer”, y es que el mundo de las sombras y
el sueño tiene una especial importancia en la poética romántica. A través del inconsciente
onírico, el alma humana se integra en el ritmo cósmico profundizando en su naturaleza. Al
suprimirse las categorías de espacio y tiempo, el poeta se libera de las limitaciones terrestres y se
abre al infinito, suprema aspiración del alma romántica que busca o reinventa la verdadera
realidad.
Ernesto D.Schleiermacher (1768-1834), desarrolló una filosofía de la religión basada en el
sentimiento y la vivencia íntima de la religiosidad. Con Schleiermacher, el idealismo romántico
de Schelling toma la forma de manifestaciones de interioridad, religiosidad y del sentimiento. La
identidad perfecta del Absoluto, y, al mismo tiempo, nuestra dependencia total del Absoluto se
pueden asir solamente por medio de esas actividades de la interioridad. Según Schleiermacher, el
Absoluto es una realidad presente, el contenido inmanente de nuestra conciencia y la fuente
perenne de la vida de nuestro espíritu. El sentimiento de lo Divino en nosotros mismos es la

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religión, en la cual las experiencias específicas y los actos de nuestras vidas encuentran su
motivación.
. F.G.J.de Schelling (1775-1854), que ejerció una atracción especial sobre filósofos y
científicos, siendo calificado “el filósofo del romanticismo”, debido a su visión “de la naturaleza
como un todo orgánico en el que las formas inferiores evolucionan hasta las más perfectas y la
misma inteligencia” (Urdánoz, IV, 248), asimismo, era panteísta teosófico y místico.
Jorge G.F.Hegel (1770-1831), aportó un gigantesco sistema de pensamiento centrado en la
historia, en el método dialéctico y en la fenomenología. La dialéctica es una rama de la lógica en
el arte de razonar y de polemizar. Opera reconociendo, en primer lugar, una idea (tesis), contra la
cual se levanta otra teoría (la antítesis). Desde ahí, se avanza a una tercera etapa donde la verdad
surgiría, que es una combinación de ambos planteamiento, llamado síntesis. Este proceso es
entendido por Hegel como productor de la verdad. Esto es diferente, por ejemplo, de los
procedimientos de negociación, donde la “verdad” es alcanzada por medio de un compromiso
trabajado desde fuera, en cambio, en la dialéctica la verdad surge de la misma dinámica interna
del proceso. Esta teoría tuvo enormes repercusiones (por ejemplo, en el marxismo), incluso en la
psicología, ya que establece las bases para pensar el psiquismo como algo dinámico, procesos en
conflicto con sentido integrador.
Arturo Schopenhauer (1788-1861). Respecto de nuestra existencia, Schopenhauer decía
que nuestra vida «oscila como un péndulo entre el dolor y el hastío». Cuando queremos algo
sufrimos porque no lo tenemos. Cuando lo logramos, o comenzamos a desear otra cosa (nuevo
dolor) o ya no deseamos nada (hastío). Estamos encerrados en este círculo. No por nada lo
llamaron a Schopenhauer “El pesimista de Frankfurt”, ciudad en la que vivió los últimos treinta
años de su vida. En resumen, afirmó la vida como dolor, en el marco del ascetismo y una
filosofía pesimista.
Sören Kierkegaard (1813-1855), pionero del existencialismo, quien redujo la comprensión
de la existencia humana a la categoría de la posibilidad, de donde se derivan diversos conceptos,
a saber: (1) la angustia: a diferencia del miedo y de otros estados análogos, que se refieren a algo
determinado, la angustia no tiene objeto concreto; es el puro sentimiento de la posibilidad. Por
eso Kierkegaard la define como “la realidad de la libertad en cuanto posibilidad frente a la
posibilidad”, o en otras palabras, “la posibilidad de la libertad” (Kierkegaard, 1965, 91 y 280);
(2) la desesperación: “La desesperación es una enfermedad mortal. Pero no en el sentido de que
lleve pronto a la muerte coporal”, pues “la desesperación es una enfermedad del espíritu”, repite
con insistencia Kierkegaard. Se trata de “un tormento contradictorio, esa enfermedad del yo que
consiste en estar muriendo eternamente, muriendo y no muriendo, muriendo la muerte’”; (3) la fe
religiosa: “La angustia, la desesperación y la conciencia del pecado extrañamente conmovida por
esas vivencias preparan y llevan a la fe cristiana, que constituye el estadio superior de lo
religioso. La categoría esencial de lo religioso, es, en efecto, la fe. Se trata de la fe en sentido

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fundamentalmente protestante, de una fe justificante y que aporta la reconciliación y perdón
divinos, sin que elimine en el creyente la conciencia culpable, vivida, por lo tanto, en la tensión
contradictoria del principio luterano simul iustus et peccator”.
Otro pensador de la época, muy influyente en la psicología fue: Francisco-Pedro Maine de
Biran (1766-1824). Continuó la tradición francesa de Descartes, Pascal y Malebranche. Es “el
filósofo del sentido íntimo o de la conciencia interior, en donde creyó encontrar... el hecho
fundamental de la vida consciente”. Este sentido íntimo se caracteriza por el esfuerzo del yo para
vencer todo tipo de resistencias, estableciendo la preeminencia de la voluntad como principio de
acción. Va a influir especialmente sobre Henry Bergson y la escuela fenomenológica.
Otros movimientos que acompañaron el romanticismo fueron la orientomanía y la
fascinación por la psicología de lo paranormal, por ejemplo, el mesmerismo, que se combinaron,
sobre todo en las clases altas, con la moda del consumo del opio y el láudano (un derivado del
opio). Tenían como propósito crear un clima en que los placeres de la droga transfiguraran lo
natural por lo artificial dando al artista acceso a la contemplación de las fascinaciones de lo
exótico y extraordinario. Charles Baudelaire (1821-1867) escribió en 1858 la primera parte del
libro titulado, “Los paraísos artificiales”, donde describe cómo percibe la embriaguez el
consumidor, explicando el fenómeno de dilatación temporal, donde los minutos se antojan
eternidades y la reaparición del tiempo con su reinado soberano de recuerdos, angustias,
pesadillas, temores, espasmos, neurosis. Enumera las sucesivas fases que atraviesa el estado de
embriaguez dilucidando el espléndido atractivo que despliega el hachís sobre el autor que,
incurriendo en una especie de idolatría, donde mistifica el espejismo de la tan mentada ‘auténtica
felicidad’; resultado de la maximización de las capacidades sensoriales, aumento de la
imaginación, autoconfianza extrema, ausencia de inquietudes morales, sensación de poder,
rechazo de todo lo que podría dañar la autoestima, etc. Así el énfasis en lo emocional y la
imaginación se convierte en una característica de nuestro tiempo, igual que el consumo de
sustancias psicoactivas.
Elena de White reaccionó contra las prácticas pseudocientíficas de su tiempo, publicando
un artículo en la revista Signs of the Times, el 6 de noviembre de 1884, donde denunciaba esos
engaños, identificándolas como originadas por el padre de toda mentira, Satanás. Decía ella:
“En estos días cuando el escepticismo y el paganismo aparecen con tanta frecuencia
vestidos con un ropaje científico, necesitamos cuidarnos en todos lados. Nuestro gran
adversario está engañando mediante ellos a miles de personas, y las está conduciendo
cautivas conforme a su voluntad. Saca una enorme ventaja de las ciencias que conciernen
a la mente. Mediante ellas se arrastra como serpiente, imperceptiblemente, para
corromper la obra de Dios. Esta entrada de Satanás por medio de estas ciencias ha sido
bien planeada. Mediante el conducto proporcionado por la frenología, la psicología y el
mesmerismo (hipnotismo), llegan más directamente a los miembros de esta generación, y
trabaja con ese poder que caracterizará sus esfuerzos cerca del fin del tiempo de gracia.

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Las mentes de miles de personas han sido envenenadas por este medio y conducidas al
paganismo”.
Paralelamente a estos movimientos que pone el énfasis en las emociones, la imaginación, la
fantasía y hasta en lo sobrenatural, la psicología científica sigue un proceso progresivo de
desarrollo en Alemania con el sucesor de Kant en Königsberg, Johan Friedrich Herbart (1776-
1841). Herbart consideraba las funciones mentales como expresiones de fuerzas psíquicas,
tratándolas desde un punto de vista dinámico y matemático. Así, construyó un sistema
matemático para explicar cómo se asocian los distintos fragmentos de la experiencia, entendidos
como “la operación de ciertas fuerzas mensurables de la mente, tal como ocurre en el mundo
físico” (Murphy, 1960, 68-69). Herbart aplicó su teoría al aprendizaje y al método educacional.
Incluso fundó una escuela experimental comparando los diferentes métodos de enseñanza. De
esa manera, aspiró a hacer de la psicología una ciencia exacta y empírica. “No logró lo primero”
―dice Murphy (Ídem, 72)―, “pero contribuyó considerablemente en lo segundo”.

2. AÑO 1844
“En el tiempo señalado para el juicio al fin de los 2.300 días,
en 1844, empezó la obra de investigación y el acto de borrar los pecados.”
Elena G. de White

El año 1844 es clave en la teología adventista y en el desarrollo histórico, incluso en los


anales de la Psicología. Ese año concluye el período profético más largo que presenta la Biblia,
la profecía de Daniel de los 2300 días (Dn. 8 y 9) o años (un día profético equivale a un año
según Núm.14:34 y Eze.4:6). Se extiende desde “la salida de la palabra para restaurar y edificar
Jerusalén” (Dn.9:24), esto es, el año 457 A.C., hasta 1844, cuando se inicia en el cielo el juicio
investigador y en la tierra la última etapa de la historia humana, llamada “tiempo del fin”.
Precisamente en ese año ocurren una serie de eventos que van a marcar las tendencias principales
de esta última etapa, tanto a nivel histórico, en avances científicos, surgimiento de corrientes
filosóficas y de producciones artísticas, podríamos decir junto con Ron du Preez (2006, 13),
considerando “los eventos mundiales de gran magnitud, ocurridos en torno a esta fecha, que
marcan una especie de divisoria de aguas”.
Avances en las Ciencias Médicas. En 1844 Pasteur inició sus trabajos sobre cristalografía,
preludio de sus importantes descubrimientos que tanto favorecieron el desarrollo de la medicina.
Como sabemos Louis Pasteur (1822-1895) fue un químico francés cuyos descubrimientos
tuvieron enorme importancia en diversos campos de las ciencias naturales, sobre todo en la
química y microbiología. Descubrió los microbios y una técnica destinada a destruirlos conocida
como “pasteurización”, que elimina los microbios con altas temperaturas sin afectar los
alimentos. También descubrió la vacuna contra la rabia en 1885. Asimismo, el 10 de diciembre

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de 1844, el doctor Wells fue al teatro con su esposa y vio cómo un gas ponía eufóricos a
voluntarios del público, observando que no sentían dolor. Investigó más con el óxido nitroso y
descubrió que podía usarse para anestesiar a los pacientes, abriendo una nueva era en el campo
de la anestesia y las intervenciones quirúrgicas.
Origen del evolucionismo. “Luego de un viaje científico de cinco años como naturalista a bordo
del barco HMS Beagle, Charles Darwin volvió a su hogar en Inglaterra en 1836. El viaje lo
llevó a̒ pensar mucho sobre religiónʼ y comenzó a dudar del cristianismo como una revelación
divina. Más tarde comentó: ʻEn junio de 1842 me permití la satisfacción de escribir un breve
resumen de 35 páginas en lápiz, acerca de mi teoría [de la evolución]; durante el verano de 1844
éste se extendió a un ensayo de 230 páginasʼ. Así comenzó el libro de Darwin Origen de las
especies, un libro que revolucionó el pensamiento científico y cuyo propósito fue negar el
informe bíblico de la creación” (du Preez, 2006, 14). En 1844, Charles Darwin (1809-1882),
publicó la segunda parte del “Viaje del Beagle” y como dijimos redactó un esbozo del “Origen
de las Especies” que fue publicado integralmente el 26/11/1859, iniciando oficialmente la teoría
de la evolución, de enorme repercusiones en todas las ciencias, especialmente en la biología.
Origen del marxismo. En agosto de 1844, Frederick Engels se encontró con Karl Marx en París
y los dos se unieron en amistad, en la prédica revolucionaria y unieron sus esfuerzos como
escritores de gran enjundia. Conformaron lo que alguien calificó de “una asociación de por vida
que cambiaría el mundo”. En ese año, ambos pensadores escribieron los “Escritos económicos-
filosóficos”, que fue el punto de partida del materialismo dialéctico o marxismo, una filosofía de
gran trascendencia social y político, no sólo en el siglo XIX sino especialmente durante el siglo
XX, el cual triunfaría en Rusia (y otros países comunistas), por medio de la revolución
bolchevique, que constituirá la Unión Soviética que se extendió desde 1917 a 1991.
Origen del positivismo. Otro libro significativo que apareció en 1844 fue el “Discurso sobre el
espíritu positivo” de Augusto Comte (1798-1857), fundador del Positivismo, escuela filosófica
de enorme gravitación en la segunda parte del siglo XIX y gran parte del siglo XX, que afirma
que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que el mismo solamente
puede surgir a través del método científico. Según esta filosofía todos los conocimientos
verdaderos deben provenir de los hechos reales verificados por la experiencia. Fue célebre la
teoría de los tres estados de Comte, fundamento de la filosofía positiva, que desarrollamos más
adelante.
Origen del anarquismo. También en 1844 se publicó una obra que tiene como título “El único y
su propiedad” escrita por Max Stirner (1806-1856). Esa obra es un ataque al Estado, la
burocracia y las jerarquías, defendiendo el individualismo y el egoísmo. Es uno de los
antecedentes más importantes del Anarquismo, una concepción política de gran predicamento
durante el siglo XX. La palabra anarquía viene del griego, significando la falta o ausencia de

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soberano, director o jefe, es decir, “no tener gobierno o estar sin gobierno” o “sin autoridad”.
Es una filosofía que se opone a la jerarquía, la desigualdad de poder o de privilegios entre los
individuos. El anarquismo surgió en la lucha de los oprimidos por la libertad, contra el
capitalismo y a favor de las necesidades de los trabajadores. La doctrina anarquista cree que el
gobierno no es necesario, sino es más bien dañino, que la organización política ideal de la
sociedad es un estado de cosas donde las funciones del gobierno se reducen al mínimo.
Inicio de las telecomunicaciones. Otro acontecimiento trascendente ocurrió el 24 de mayo de
1844 cuando Samuel Findley Breese Morse (1791-1872) envió el primer telegrama. Morse se
encontraba en la Corte Suprema de Estados Unidos y con el sistema que había elaborado él
mismo basado en puntos y rayas envío un párrafo de la Biblia, “¿Cuánto hizo Dios?” (Números
23:23) a su asistente Alfred Vail que se encontraba en Baltimore. Así inauguró la etapa de las
telecomunicaciones. Había sido Joseph Henry quién, en 1829, había construido el primer
telégrafo eléctrico, sin embargo, fue Samuel Morse quien le dio el impulso que lo popularizó.
Poco después se inició la construcción de una red de comunicación telegráfica, que unió
diferentes ciudades de USA y poco a poco las redes circularon por todo el mundo.

Surgimiento del dispensacionismo. En Europa, un predicador evangélico ambulante, llamado


John Nelson Darby, comenzó a promulgar una nueva teoría acerca de la segunda venida de
Jesús. Mientras predicaba en Suiza concibió la teoría del “dispensacionalismo”, que divide la
historia en siete eras o dispensaciones desde antes de la caída del hombre en el pecado, hasta la
edad de la restauración al final del tiempo. Entre 1843 y 1845 introdujo una innovación
sugestiva, que le dio el nombre de “el rapto secreto”. Enseña que Cristo volverá en secreto,
arrebatará a los santos y los llevará al cielo. Un comentario de esta teoría de rapto secreto
aparece en una serie de libros, titulados Dejados atrás, que ya ha vendido más de 60 millones en
todo el mundo. Los autores de estos libros como Tim LaHaye y Jerry Jenkins, también
promueven la teoría de la “segunda oportunidad”, es decir, que los no arrebatados todavía
pueden aceptar el mensaje de salvación y alcanzar la bienaventuranza eterna.
Otros datos de interés fueron:
1. El 15 de octubre nace Federico Nietzsche, uno de los pensadores más crítico del
cristianismo y fundador de la teoría de la “muerte de Dios”.
2. Soren Kierkegaard, iniciador del Existencialismo, escribe en Dinamarca, “El Concepto
de la angustia”, “Bagatelas filosóficas” y “Diario de un seductor”.
3. Luis Feuerbach (1804-1872) escribe “Principios de la filosofía del porvenir”, principal
expositor del Materialismo.

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4. El 27 de junio Joseph Smith, fundador del Mormonismo, murió asesinado a balazos por
una turba de alrededor de 200 a 250 personas que lograron abrirse paso hasta su celda.
En el momento de su muerte, se encontraba preso junto con su hermano Hyrum Smith y
su consejero, Taylor, quien sobrevivió. A partir de ese momento asumió el liderazo
Brigham Young.
5. El 1 de febrero nace uno de los grandes psicólogos norteamericanos, Granville Stanley
Hall, en Ashfield (muere en 1924); fue un pedagogo y psicólogo norteamericano, uno de
los iniciadores de la psicología genética en los Estados Unidos.
6. El 18 de marzo nace Nikolai Rimsky-Korsakov, en Tikhvin, Russia, uno de los más
grandes compositores musicales, autor de Scheherazade. La fama de Rimsky-Korsakov
trascendió al campo de la medicina, debido a su etilismo crónico que lo llevó a la
muerte, recibiendo el nombre “Síndrome de Korsakov” la descripción de los cuadros de
deterioro mental y físico que origina el alcoholismo.
7. El surgimiento del espiritismo moderno. Las hermanas Fox, Margarita y Catalina
empezaron a recibir manifestaciones de ultratumba y comunicarse con espíritus.
También Andrés Jackson Davis, “la mañana del día 6 de marzo de 1844, Davis se sintió
súbitamente poseído por tal poder, que le permitió volar desde la pequeña localidad de
Poughkeepsie, donde vivía, y hacer en un estado de semitrance un rápido viaje. Cuando
recobró su poder perceptivo, se encontró en medio de abruptas montañas en las cuales
halló a dos hombres venerables con quienes entró en íntima y elevada comunión, sobre
medicina con el uno y sobre moral con el otro. Toda la noche estuvo fuera, y cuando a la
mañana siguiente preguntó dónde se hallaba, dijéronle que en las montañas de Catskill, a
cuarenta millas de su casa” (Doyle, 2006, 24).
8. El 23 de mayo en Irán, el profeta persa El Báb anuncia su misión. Se considera el
precursor de Bahá'u'lláh, fundador de la fe bahai.

3. SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX


Con los avances prodigiosos de la tecnología producida por la Revolución Industrial se
suscitaron en Europa profundas transformaciones económicas, sociales y políticas, que afectaron
considerablemente el mundo del pensamiento y de las ciencias. “Jamás hasta entonces la mente
humana había realizado tantos descubrimientos ni concebido ideas tan incitantes”, comenta el
historiador Macnall Burns (1978, II, 749). Un notable desarrollo intelectual experimenta
entonces la Europa occidental. En este contexto, aparece una idea clave que hace variar “toda la
concepción del Universo Natural” sostenida hasta ese momento. La misma fue, según Sir
William Dampier, “cuando se reconoció al hombre, sujeto a las mismas leyes y procesos físicos

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que el mundo circundante”. Se entendió “que los métodos científicos de observación, inducción,
deducción y experimentación eran aplicables, no sólo al objeto original de la ciencia pura, sino
prácticamente a todos los múltiples y variados campos del pensamiento y la actividad humanos”
(Cf., Murphy, 1960, 86). En la aplicación de este concepto y significando, una de las “incitantes”
ideas revolucionarias que decía Macnall, fue el evolucionismo biológico.
Evolucionismo. Un importante aporte al desarrollo de las ciencias biológicas constituyó el
trabajo de clasificación de las especies realizado por Carlos Linneo (1707-1778), según el
sistema binomial (en especies y géneros) que él creara, en su obra máxima Systema Naturae
(1758). Posteriormente, Jorge Cuvier (1769-1832), prosiguió la tarea de clasificación,
sosteniendo la tesis del fijismo de las especies. El prestigio de Cuvier hizo pasar desapercibida
las ideas del transformismo biológico desarrollada por Juan Bautista Monet de Lamark (1744-
1829) en su obra, Filosofía zoológica (1809). Va a ser recién con Carlos Darwin (1809-1882) y
su famosa obra, El origen de las especies (1859), cuando la teoría evolucionista adquiere una
amplia difusión y reconocimiento. No sólo la biología y la antropología se nutren del pensa-
miento darwinista, sus ideas también influyeron en toda la cultura occidental y en particular en la
psicología. Urdánoz (1975, V, 279), interpreta esa influencia a partir del “gradualismo”
zoológico, en el siguiente comentario:
“Darwin ha introducido en su obra el análisis complementario de la evolución de la vida
psíquica desde los animales hasta el hombre. Su minuciosa explicación está en línea
netamente zoológica, es decir, materialista. Parte de la tesis de que no hay ‘diferencia
esencial’ en las facultades mentales del hombre y los mamíferos superiores. Igualmente, el
principio evolucionista comporta la doctrina de que no hay diferencia sino ‘de grado’
entre el alma del hombre y la de estos animales. En consecuencia, todos los fenómenos del
psiquismo humano existen ya, en sus elementos iniciales, en dichos animales y de ellos se
desarrollan por lenta evolución. Darwin se aplica con celo a descubrir estos primeros
síntomas simiescos de nuestras facultades. Ante todo, todas las emociones de amor, ira,
temor, o sentimientos de placer, dolor, felicidad, etc., se manifiestan hasta en las especies
inferiores. Asimismo, las facultades de imaginación, memoria, atención, aparecen en ellos.
De igual suerte muchos animales dan muestras de ‘ciertos indicios de razón’ y ‘se les ve
reflexionar y decidirse’. Son también capaces de adelantos progresivos, del uso de
instrumentos y utensilios, de ciertas construcciones”.
En consecuencia, con el evolucionismo darwinista se establecen las bases para la
psicología animal, los presupuestos para la psicología experimental y de laboratorio. Asimismo,
empieza a concebirse una psicología objetiva basada en los datos del organismo y en el estudio
de la conducta. Así, pues, muchos prestigiosos psicólogos van a fundamentar en Darwin sus
respectivas teorías, por ejemplo, Freud, Pavlov, Watson y Bergson, entre otros.

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Materialismo y marxismo. Otra de las corrientes gravitantes que se desplegó desde mediados
del siglo pasado fue el marxismo. Es una concepción, creada por Carlos Marx (1818-1883) y
Federico Engels (1820-1895), a partir del materialismo filosófico, el evolucionismo y el
naturalismo científico. Aparece como respuesta a la “cuestión social”, derivada de la paupérrima
situación del proletariado obrero europeo que sufría bajo la presión del capitalismo naciente.
Marx y Engels enunciaron una interpretación económica de la historia. “Según ésta, los cambios
sociales obedecen originalmente a la acción de leyes económicas, al desarrollo de las nuevas
artes industriales y a la lucha de las clases económicas” (Murphy, 1960, 137). La importancia del
marxismo para la psicología fue escasa en su época, pero considerable en la psicología rusa
después de la revolución bolchevique de 1917. Aportaron una comprensión dinámica de los
acontecimientos históricos, económicos y sociales aplicando el método dialéctico, a la vez que
atacaron el idealismo y el subjetivismo romántico. Desarrolló una teoría social basada en el
conflicto y clases antagónicas a causa del lugar que ocupan en la estructura económica de los
modos de producción. Otro concepto importante para la psicología es el de “superestructura”. Se
trata del conjunto de los fenómenos jurídico-políticos e ideológicos y las instituciones que los
representan, como son el estado, el derecho, las ideologías, las religiones y las manifestaciones
artísticas. Según el marxismo, la base económica (infraestructura) de la sociedad determina
siempre la superestructura. Siguiendo este criterio dual general, Marx y Engels postularon que
para estudiar la sociedad no se debe partir de lo que los hombres dicen, imaginan o piensan, sino
de la forma en que producen los bienes materiales necesarios para su vida. Asimismo, interpretan
a los hechos sociales y la enfermedad mental como “reflejo o resonancia de los conflictos
socioeconómicos de la sociedad que los contiene” (Ey et al, 1978, 877). Entre las consecuencias
que tuvo para la Psicología debe subrayarse el énfasis en el estudio de la conducta con un
enfoque objetivo, como la tendencia determinista y mecanicista. También, constituyó un aporte
valioso para la Psicología Social, la Psicología Laboral, la Psicología Institucional y de las
Organizaciones.
Positivismo. Como mencionamos más arriba otra concepción filosófica gravitante que
acompañó el desarrollo técnico-industrial del siglo XIX y, que en parte, significó la expresión
misma del avance científico, fue el positivismo. En su nivel más profundo, la historia intelectual
de las tres últimas décadas de ese siglo puede resumirse en la pervivencia y difusión de una
actitud positivista acrítica y el surgimiento de una reacción contra la misma, que sin negar las
posibilidades de la razón y la ciencia, subrayaba sus límites. Tanto el positivismo como su
revisión crítica afectaron a los más diversos campos del pensamiento: ciencia, teoría política,
filosofía, psicología, literatura e historiografía. El historiador Urdánoz define el positivismo en
estos términos:
“El positivismo, es el sistema que profesa, como doctrina fundamental, que únicamente los
hechos de la experiencia constituyen el objeto de nuestro conocimiento, es decir, que nada

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podemos conocer fuera de los objetos de experiencia. Así, pues, excluye del ámbito de
nuestro saber las esencias de las cosas, y todas las categorías metafísicas con que se trata
de explicar los principios de los seres o sus causas, inmediatas o últimas” (1975, V, 179).

Se exige, pues, objetividad absoluta, atenerse estrictamente a los hechos y a las causas
reales de los acontecimientos. Se rechaza por igual los abstraccionismos metafísicos como el
sobrenaturalismo religioso, por considerarlos etapas superadas de la evolución humana, según la
“ley general sobre la marcha progresiva del espíritu humano” o la “Ley de los tres estados” de
Augusto Comte (1798-1857). “Consiste en que cada una de nuestras concepciones principales,
cada rama de nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados teóricos diferentes: el
estado teológico o ficticio; el estado metafísico o abstracto; el estado científico o positivo.
a) En el estado teológico, el espíritu se dirige a conocimientos absolutos, a ‘indagar las
causas primeras y finales de los efectos’, esto es, la naturaleza íntima de los seres, y
‘se representa los fenómenos como producidos por la acción directa y continua de
agentes sobrenaturales, más o menos numerosos, cuya intervención arbitraria explica
las anomalías aparentes del universo’;
b) En el estado metafísico, que es en el fondo una modificación del primero, ‘los agentes
sobrenaturales son reemplazados por fuerzas abstractas, verdaderas entidades
(abstracciones personificadas) inherentes a los diversos seres del mundo’, y la
explicación consiste en asignar a cada uno de los fenómenos la entidad correspon-
diente;
c) En el estado positivo, ‘el espíritu humano, reconociendo la imposibilidad de obtener
nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y destino del universo y a conocer las
causas íntimas de los fenómenos, para darse a descubrir, por el uso combinado del
razonamiento y la observación, sus leyes efectivas, es decir, relaciones invariables de
sucesión y semejanza’” (Urdánoz, 1975, V, 187).
Comté buscó descubrir, por el uso de la observación y el razonamiento, las relaciones
invariables de sucesión y semejanza (leyes) que rigen los fenómenos. Apelaron a un realismo a
ultranza, afirmando exclusivamente la existencia de los datos de la experiencia sensible y
negando toda realidad metaempírica. Esta filosofía se encuentra emparentada con el fenomenis-
mo empirista de Hume, el naturalismo evolucionista de Heriberto Spencer (1820-1903) y una
concepción materialista de la vida, que hace de la ciencia un postulado de fe absoluta. Declara
Abbagnano (1964, 2, 117) que, “el hombre ha creído en esta época haber hallado en la ciencia la
garantía infalible de su propio destino”. De este modo, la diosa razón del siglo XVIII deja su
solio a la diosa ciencia. “Con el positivismo, la ciencia se exalta, se considera como única
manifestación legítima de lo infinito y, por ello, se llena de significación religiosa, pretendiendo
suplantar a las religiones tradicionales”.

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Avances científicos. Movidos por el optimismo cientificista del positivismo y los avances
técnicos de la época, se suceden una serie de adelantos en distintas disciplinas. En las Ciencias
Físicas, por ejemplo, se descubren los rayos X (Roentgen, 1895) y nuevas teorías sobre la luz, la
energía y la materia. La Biología y las Ciencias Médicas realizaron espectaculares conquistas,
como la teoría microbiana de las enfermedades, los métodos anestésicos y antisépticos,
invenciones de vacunas y de sueros, etc. Los estudios anatómicos van construyendo el mapa de
la corteza cerebral, localizando el asiento neurológico de las diversas funciones, con Broca,
Wernicke y Meyner. En el campo de las Ciencias Sociales nace la Sociología, con la paternidad
de Comte y Spencer. La Antropología despierta al estudio de las culturas de los pueblos
prehistóricos, tanto fósiles como los contemporáneos pueblos iletrados (Taylor, Morgan y
Bachofen).

4. ORÍGENES DE LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA


En esa atmósfera de descubrimientos, investigaciones y adelantos científicos reseñada
anteriormente fue cuando surgió la psicología, movida por los estímulos de los nuevos abordajes
y definiciones teóricas. Se produce la emancipación de la tutela filosófica y adquiere el estatuto
de una disciplina autónoma con pretensiones de ciencia. Son los comienzos de la Psicología
Científica o de la “Nueva Psicología” como se le dio a llamar en su momento. Como lo hemos
subrayado, la historia de la psicología está marcada por el hecho de que el paradigma que se hizo
hegemónico en su proceso de consolidación como disciplina independiente, fue justamente el que
conducía a la exclusión del sujeto. Se trata de la perspectiva que se desarrolló exigiendo que en la
aprehensión de los fenómenos la subjetividad sea controlada, puesta entre paréntesis o, en definitiva,
sea “borrada”. Como ya se planteó, se trata del tipo de racionalidad científica que buscó explicar las
causas de los fenómenos como un encadenamiento de antecedentes y consecuencias; un análisis
causal que puede ser calculado, formalizado, con el ideal de que esta formalización no deje ningún
residuo. Ideal que solo se realizaría a manera de una ecuación matemática. Racionalidad científica
que excluye por consiguiente la interpretación y negociación de significados.
Fue en 1879 cuando Wilhelm Wundt (1832-1920) fundó en Leipzig el primer laboratorio
de psicología experimental. Durante 30 años una constelación de experimentadores se formó en
Alemania bajo el influjo de Wundt. Esos alumnos (v.gr., Külpe, Kraepelin, Ziehen, Marbe,
Lipps, Krüger, Titchener, Münsterberg, Villa, etc.), al regresar a sus respectivos países,
establecieron laboratorios análogos al de Leipzig, produciendo un gran desarrollo en el campo de
la experimentación. Desde un punto de vista estrictamente cronológico, el primer laboratorio de
psicología fue el de William James (1842-1910), inaugurado en Harvard hacia 1875. “Sin
embargo ―afirma Heidbreder (1967, 61) ―, el laboratorio de James nunca alcanzó la misma
importancia histórica que el de Wundt. El propio James no se interesó mucho en él y la
psicología experimental no floreció realmente en Harvard sino cuando el laboratorio pasó a estar

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bajo la dirección de Hugo Münsterberg, discípulo de Wundt”. Por eso, el año 1879, puede
considerarse como un hito histórico, la fecha de nacimiento de la psicología científica.
Los modelos que sirvieron de inspiración para estos estudios, se extrajeron de las ciencias
naturales, especialmente de la física y la biología. Había un fuerte afán en encontrar los métodos
y las leyes que explicaran los fenómenos psíquicos. Siguiendo el paradigma de la física se
investigó las relaciones que existen entre los fenómenos físicos, tales como la luz o el sonido y
las respuestas psíquicas concomitantes, esto es, las sensaciones que producen esos estímulos.
Esta primera forma que asume la psicología experimental se denominó Psicofísica. Muy unida a
ella surge se cultivó otra disciplina a fin, la Psicofisiología.
Wundt se aplicó a indagar los fenómenos psíquicos prescindiendo de toda pretensión
sustancialista o espiritual. Calificó su enfoque como una “psicología sin alma”. Estudió las
manifestaciones psíquicas en relación a los hechos fisiológicos, utilizando el experimento como
instrumento de investigación. Para ello, siguió a Herbart, que como mencionamos más arriba,
había introducido el cálculo matemático, encontrando fórmulas que deberían expresar las leyes
generales de los fenómenos psíquicos (Abbagnano, 1964, III, 39). Otro investigador que influyó
sobre Wundt fue Gustav T.Fechner (1801-1887), quien en 1860 publicó un voluminoso tratado
sobre Psicofísica. En esa obra,
“definía la psicofísica como una ciencia exacta de las relaciones funcionales o relaciones
de dependencia, entre cuerpo y mente. Su esfera abarcaba la sensación, la percepción, el
sentimiento, la acción, la atención, etc. Escogió la sensación, sin embargo, por
considerarla la más apta para ser medida con los medios científicos entonces disponibles,
y desarrolló sus métodos sobre la base del principio fundamental de que la sensación es
una magnitud mensurable. Vale decir, que cualquier sensación es la suma de cierto
número de unidades de sensación y es posible estandarizar dichas unidades con la ayuda
de los estímulos correlacionados. El ideal de la psicofísica es, naturalmente, medir la
relación existente entre las intensidades subjetivas y las corporales que las acompañan”
(Murphy, 1960, 103).
Fechner esperaba descubrir alguna relación cuantitativa definida entre el estímulo físico y
la sensación consciente resultante (Woodworth et al., 1962, I, 189). Fue importante el aporte del
fisiólogo Johannes Müller (1801-1858), conocido por su libro "Tratado General de Fisiología",
en el que dice que no hay más psicólogo que el fisiólogo, afirma que nuestras sensaciones vienen
por los sentidos y los nervios que trasmiten los estímulos captados por nuestro cuerpo. Ante
estímulos iguales, las sensaciones son distintas porque los sentidos lo son. En la captación de los
estímulos se pueden distinguir tres umbrales: el máximo o la magnitud del estímulo a partir de la
cual no percibimos ningún cambio en la sensación por encima de determinados valores, el
mínimo que es la magnitud mínima o cantidad de estímulo que necesitamos para captar una
sensación y el diferencial, que es la cantidad que hay que añadir para que captemos un cambio en

39
la sensación. Ernst Weber dedujo que si dividimos el incremento necesario para captar una
magnitud por esa misma magnitud, nos sale una cantidad constante que llamó K de Weber.
Gustav Fechner, siguiendo los estudios de Weber, dedujo que para calcular el incremento de una
sensación, se debe multiplicar una constante de proporcionalidad por el incremento de la
magnitud y dividirlo por esa misma magnitud. De allí surgió la famosa ley que lleva el nombre
de Weber y Fechner, que definió una constante entre el estímulo y la sensación correspondiente.
Fue formulada diciendo: “la intensidad de la sensación varía directamente con el logaritmo del
estímulo”.
Por su parte, Wundt amplió el campo de la psicofísica, proponiendo medir, no sólo las
sensaciones por sus estímulos, sino todos los fenómenos por sus correlatos fisiológicos. Así creó,
la Psicofisiología, que “tiene por objeto determinar las relaciones existentes entre el organismo y
el psiquismo, por ejemplo, entre el cerebro y el pensamiento, entre los fenómenos de la vida
vegetativa y la emoción” (Foulquié, 1965, 844). En sus Principios de psicología fisiológica,
publicado en 1874 y aumentado continuamente en ediciones sucesivas, sistematizó la psicología
como ciencia empírica “de la experiencia inmediata”. En el laboratorio de Leipzig estudió los
procesos mentales mediante los métodos experimentales cuantitativos comunes a todas las
ciencias. Aplicó la introspección, por ejemplo, para medir los tiempos de reacción, investigar las
reacciones verbales, calcular las fluctuaciones de la atención, entre otras funciones. “En sus
estudios sobre la sensación y la emoción registraron los grados de pulsación, de respiración y
fluctuaciones de la fuerza muscular y desarrollaron métodos para el registro sistemático y
tratamiento estadístico de las impresiones observadas por introspección” (Heidbreder, 1964, 77).
En su última etapa, Wundt se dedicó a investigar la “psicología de los pueblos”, una
especie de sociología, que él denominó una “psicología del desarrollo”. En una voluminosa obra
de diez tomos (Völkerpsychologie, Leipzig, Engelmann, 1900-20; en español: “Elementos de
psicología de los pueblos”) consideró por separado la evolución histórica del lenguaje, del mito,
de las costumbres y el derecho. Sin embargo, lo más destacado de Wundt no fue crear una nueva
escuela, como Freud o Watson, sino gestar un movimiento de investigación experimental y abrir
diferentes campos de estudio como la psicología infantil, la psicología animal, la psicología
social, etc. Por eso, Murphy (1960, 168) llegó a aplicarle a Wundt la frase de Terencio, “nada de
lo humano me es ajeno” (“Homo sum, humani nihil a me alienum puto”), diciendo “nada de lo
psicológico le era extraño”.

40
CAPÍTULO 3

EL PSICOANÁLISIS

“El psicoanálisis existe porque hacía falta que alguien escuchara al que se queja.
El ser humano es un ser de dolor y queja y reclama socorro con la palabra.
Y hoy son los psicoanalistas los que escuchan ese grito de dolor.

41
Antes eran los confesores.”
Juan David Nasio (psicoanalista)

1. INTRODUCCIÓN
Los movimientos psicológicos estudiados hasta ahora se han focalizado en las experiencias
del conocimiento inmediato de sí mismo y del mundo (psicología de la conciencia) o en las
respuestas conductuales a nivel motriz o del comportamiento (psicología de la conducta). Es a
partir de Segismund Freud (1856-1939) cuando se abre el campo del estudio del inconsciente y
de las profundidades de la dinámica psíquica. Precisamente la Psicología Profunda va a nacer
con el psicoanálisis y su aporte va a ser decisivo para la psicopatología, la psicoterapia, la
psicología clínica, la psicología de la personalidad y, en general, para la teoría y práctica
psicológica en todas sus áreas.
Freud definió el psicoanálisis como el nombre: “1º De un método para la investigación de
procesos anímicos... 2º De un método terapéutico de perturbaciones neuróticas... 3º De una serie
de conocimientos psicológicos así adquiridos que van constituyendo paulatinamente una nueva
disciplina científica” (Freud, 1968, II, 111).
El psicoanálisis se consolidó, en principio, como una disciplina interpretativa; los
conceptos básicos al interior de la teoría psicoanalítica, proveen posibilidades de interpretación
que orientan al clínico hacia dimensiones de sentido cruciales y ocultas en el psiquismo del
paciente. En otras palabras, las teorías psicoanalíticas brindaron posibilidades de interpretación
dirigidas a descubrir y/o suplir el faltante en el recuento de la experiencia, que el paciente hace
de sí mismo (Greenberg et al., 1983, 14). Progresivamente, la técnica psicoanalítica pasó a
centrarse en el análisis de las resistencias y las defensas del yo, hasta que finalmente se planteó
que sea el mismo paciente quien oriente el proceso; eso, sin perder de vista la transferencia
(interacción con un “otro” interno, reacción del paciente ante el significado de lo que percibe
sobre el terapeuta), la interpretación y la asociación libre (técnica psicoterapéutica basada en la
palabra como instrumento de historización y resignificación, en la cual, el terapeuta `ilumina´ el
material que presenta el paciente), procesos fundamentales en el marco del psicoanálisis.
La teorización psicoanalítica, es un modelo de compromiso metafísico; es decir, está
basado en premisas que no son susceptibles de contrastación empírica (en el sentido positivista),
referentes a cuatro puntos fundamentales:
1. ¿Cuál es la unidad básica de análisis? ¿Cuál es el núcleo fundamental de la experiencia?
¿Qué es lo primero y qué lo derivado?
2. Motivación: ¿Cuáles son las metas prevalentes y subyacentes de la actividad humana?
3. Desarrollo: ¿Cuáles son los eventos cruciales en el proceso de transformación de un
infante a un adulto?
4. Estructura: ¿Qué es lo que le da a cada persona su forma distintiva y particular?

42
(Greenberg et al., 1983, 15).

2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA


Segismundo Freud, en 1885, viajó a París para estudiar bajo la dirección de Jean-Martín
Charcot (1825-1893), la máxima autoridad de Europa en desórdenes mentales de ese momento,
el tratamiento de la histeria, basado en la hipnosis y la sugestión. Vuelto a Viena, de donde era
oriundo, trabajó con Josef Breuer (1842-1918), adoptando el método catártico (“purga”,
“abreacción bienhechora” o descarga de los afectos patógenos) en la terapia de la histeria, que
aplicó entre 1880 y 1895, utilizando la hipnosis. Precisamente en 1895 publicó la obra titulada,
Estudio sobre el histerismo, donde describió ese método de abordaje. Posteriormente, por
discrepancias teóricas se separó de Breuer y sustituyó el método catártico por la asociación libre
y el “arte de la interpretación”. Luego incorporó la noción de transferencia y constituyó el
método de la terapia psicoanalítica. La transferencia, según Laplanche y Pontalis (1981, 439),
“designa en psicoanálisis, el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan
sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un
modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles,
vivida con un marcado sentimiento de actualidad”.
En 1900, Freud publicó La interpretación de los sueños, donde sostuvo la tesis de que los
sueños son la expresión de los deseos reprimidos. La interpretación psicoanalítica procede a
partir del “contenido manifiesto” de los sueños (las imágenes recordadas al despertar) para
alcanzar el “contenido latente”, es decir, su verdadero significado inconsciente. Así también
opera con los actos fallidos o casuales de la vida cotidiana (lapsus, olvidos, extravíos, etc.), los
contenidos lingüísticos y otros emergentes transferenciales del discurso del paciente, en el marco
de la relación analítica. Estos últimos conceptos fueron expuestos en, Psicopatología de la vida
cotidiana, 1901, otra de las obras freudianas importantes.
Con respecto al encuadre teórico, otro aporte significativo fue su tesis acerca de la etiología
sexual de las neurosis. Este concepto lo llevo a postular la existencia de una sexualidad infantil,
destruyendo el llamado “tabú sobre la inocencia” de los niños con respecta a la sexualidad. Freud
reconoció que el niño no posee un instinto sexual como el adulto, pero que realiza una serie de
actividades y manipulaciones asociadas a vivencias de placer y satisfacción. El desarrollo de
estas manifestaciones esta organizado en etapas, que dispone la evolución de la libido (energía
psíquica del deseo sexual). La primera de ellas es la etapa oral, durante el primer año de vida,
determinada por el pecho materno. Se refiere, al principio, a las funciones de alimentación, pero
incluye lo que Winnicott llama “función seno”, esto es, el acunamiento, el abrigo, el apoyo, la
tranquilización, etc. El bebe vive en un estado de indiferenciación con la madre. La finalidad
básica de la etapa es la incorporación. Se rige por el principio del placer y las ansiedades básicas
son los temores de confusión, miedo al abandono y las angustias de vaciamiento.

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La etapa siguiente es la anal, durante el primer y segundo años. “La zona erógena básica es
la mucosa del ano y el placer instintivo central está dado primeramente por la expulsión del bolo
fecal a través del esfínter anal y posteriormente, por su retención” (Brainsky, 1994, 89). El valor
simbólico que se atribuye a las funciones de evacuación se relaciona con las actitudes de los
padres que al principio responden con alegría al control esfinteriano y luego lo convierten en
expresión de sanción, rechazo y lucha de poder. “Los temores básicos de la etapa anal se
relacionan con confusión entre el dar y el recibir, temor a ser perforado y penetrado y muy
particularmente, temores relacionados con la pérdida de control” (Ídem, 90).
La etapa fálica transcurre entre los 3 y los 5 años. La zona erógena principal es el pene en
el niño y el clítoris en la niña. Se adquiera una relación de objeto total, a diferencia de las etapas
anteriores. Durante esta fase, Freud descubrió un conjunto organizado de conductas, que las
atribuyó a deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta hacia sus padres. Lo llamó
Complejo de Edipo, siguiendo la tragedia de Sófocles, Edipo Rey. El complejo se presenta con
deseos de muerte hacia el rival, que es el padre del mismo sexo y deseos sexuales hacia el padre
del otro sexo. El psicoanálisis ha establecido la importancia de estas emociones infantiles y
propuesto la fórmula que el complejo de Edipo es el punto “nuclear de las neurosis”. Estos
desarrollos aparecen, entre otras obras, en Tres contribuciones a una teoría sexual, de 1905, y el
Analísis de la fobia de un niño de cinco años, 1909.
La etapa siguiente es llamada, latente, durante la escolaridad primaria. Domina la
socialización y la culturalización, quedando la sexualidad en un plano secundario. Es una etapa
de detención, pero también de sedimentación y cristalización, donde se incrementan la
verbalización y las habilidades específicas para manejar frustraciones y tensiones. Se caracteriza
por la aparición de sentimientos de pudor y asco y aspiraciones morales y estéticas.
“Corresponde a una intensificación de la represión (que provoca una amnesia que abarca los
primeros años), una transformación de las catexis de objetos en identificaciones con los padres y
un desarrollo de las sublimaciones” (Laplanche et al, 1981, 209). Finalmente, la etapa genital, es
cuando la sexualidad alcanza su madurez, desde la adolescencia en adelante.

3. CONCEPTOS FUNDAMENTALES
Una idea básica del psicoanálisis es su concepción general del psiquismo o la hipótesis
sobre la topología del aparato anímico. En una primera instancia, Freud formuló un modelo
tripartito –conocido como el modelo topográfico-, integrado por la conciencia, el preconsciente
y el inconsciente. También postuló la presencia de dos acciones de censura entre el inconsciente
y el preconsciente y entre éste último y la conciencia. Este esquema fue modificado por resultarle
insuficiente para explicar ciertas manifestaciones psicopatológicas. Entonces arribó a su segunda
y más conocida formulación –el modelo pulsional/estructural-, que afirma la existencia de tres

44
niveles operativos en el psiquismo, llamados: Ello, Yo y Super-Yo. El Ello, es para Freud, según
Daniel Lagache (1973, 39-40),
“la forma primera del aparato psíquico, tal como existe en el recién nacido (y eventualmente
en el período prenatal), y constituye la materia prima para las diferenciaciones ulteriores.
Dinámicamente está compuesto por los impulsos innatos -agresivos y sexuales- y por los
deseos reprimidos. En su funcionamiento dominan los procesos primarios: los deseos del ello
se substraen al principio de realidad, desconocen el tiempo, las relaciones causales y
lógicas; están sometidos al principio del placer-displacer. Es un error reducir el ello a los
impulsos biológicos”.
Por su parte el Yo se constituye a partir del ello por diferenciación del aparato psíquico al
contactarse con la realidad exterior.
“La actividad del yo es consciente (percepción exterior, percepción interna, procesos
intelectuales), preconsciente e inconsciente (mecanismos de defensa). La estructura del yo
está dominada por el principio de realidad (el pensamiento objetivo, socializado, racional y
verbal). Al yo corresponden la defensa del individuo y su ajuste al medio, la solución de los
conflictos con la realidad, o entre deseos incompatibles. Controla el acceso a la conciencia y
a la acción; asegura la función sintética de la personalidad” (Ídem, 40).
Y, por último, el Superyo,
“se define clásicamente, como una modificación del yo causada por la internalización de las
fuerzas represivas que han actuado sobre el individuo en el curso de su desarrollo. Su
actividad se manifiesta, en caso de conflicto con el yo, por el desarrollo de emociones en
relación con la conciencia moral, especialmente sentimientos de culpabilidad; las actitudes
de auto observación crítica, prohibición, que existen normalmente en ciertas neurosis, como
la obsesión o la melancolía, adquieren una importancia tan acentuada que la angustia hace
la vida intolerable. El superyó se forma por la identificación del niño con sus padres
idealizados (normalmente, con el padre del mismo sexo)” (Ibíd.).

También se distingue el ideal del yo, como una manifestación del yo que refiere al “deber
ser” del sujeto, lo que éste se propone ser para responder a las exigencias del superyó y de sí
mismo. Se “corresponde a lo que el sujeto espera de sí mismo para responder a las exigencias de
una ilusión infantil de omnipotencia y de identificación primaria con un padre todopoderoso.”
(Ídem, 41).
Otro concepto importante del sistema analítico, es la teoría de la represión. Se la define
como la,
“operación por medio de la cual el sujeto intenta rechazar o mantener en el inconsciente
representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión. La represión se

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produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de procurar por
sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias”
(Laplanche et al., 1981, 375).

4. AUTORES PRINCIPALES
Hay muchos otros aspectos de la teoría y la práctica elaborada por Freud que no son
factible de desarrollar en esta breve síntesis. Corresponde señalar que del seno del movimiento
psicoanalítico surgieron múltiples orientaciones, profundizaciones y nuevos aportes que amplían
las bases freudianas del psicoanálisis. Algunos siguieron fieles a los postulados básicos del
fundador, en tanto otros adoptaron posturas heterodoxas, con perfiles propios y finalmente están
los que se separaron totalmente, constituyendo nuevos sistemas. En primer lugar, presentamos
los representantes más importante de la escuela freudiana con las contribuciones más relevantes
efectuadas a la escuela psicoanalítica, para posteriormente tratar a los disidentes del movimiento.

KARL ABRAHAM (1877-1925). Fue uno de los más íntimos seguidores de Freud, líder del grupo
de psicoanalistas alemanes. Fue el primero en aplicar el psicoanálisis a las psicosis y a los
estados depresivos (en la psicopatología del delirio maníaco-depresivo). Sus aportes más
importantes fueron con respecto a la evolución de la libido –ampliando las etapas del desarrollo
psicológico infantil-, la formación del carácter y sus estudios sobre la psicopatología y clínica de
diversos temas, por ejemplo, el complejo de castración en la mujer, las fantasías en la histeria, la
actividad sexual del perverso y la eyaculación precoz (Freud et al., 1977; Wyss, 1964, 134).

SANDOR FERENCZI (1873-1933). Sus principales contribuciones se refieren a la técnica, que


trató de acortar y activar para extenderla a la mayor cantidad de pacientes posible. Consideró la
importancia de la regresión, la transferencia y la contratransferencia, los peligros de obligar al
paciente a la pasividad en la situación analítica, proponiendo la intervención activa del analista.
“Ferenczi pensaba que en las vidas de la mayoría de sus pacientes neuróticos había faltado una
cálida relación con la madre, y que el terapeuta debía proveer ese elemento ausente. Por lo tanto,
trataba con ternura a sus pacientes, sentándolos en su falda y besándolos a veces” (Jones, Cf.,
Marx et al., 1967, 243).

OTTO FENICHEL (1887-1946). Las aportaciones teóricas de Fenichel a la formación


psicoanalítica pueden clasificarse en los puntos siguientes: “a) Aportaciones a la psicopatología
de las neurosis; b) Aportaciones a la estructura de la persona; c) Aportaciones a la metapsicolo-
gía” (Wyss, 1964, 150). Sus obras más importantes han sido traducidas al español, como:
Problemas de técnica psicoanalítica y La teoría psicoanalítica de las neurosis.

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LA ESCUELA INGLESA. Sus representantes más importantes fueron: Edward Glover; Ernst Jones,
conocido por sus estudios sobre los sueños de pesadilla y una extensa biografía de Freud; Anna
Freud (1895-1982), que expuso en forma resumida los mecanismos de defensa del Yo (ver: El yo
y los mecanismos de defensa, Paidós, Bs.As.) y varios desarrollos sobre el tratamiento en la
infancia y la adolescencia; y Melanie Klein (1882-1960), la más conocida e importante por sus
estudios sobre las etapas tempranas del desarrollo infantil (la posición esquizo-paranoide y la
posición depresiva) y del complejo de Edipo, sus innovaciones en cuestiones de la técnica
psicoanalítica y de la comprensión de la psicodinámica del bebé (v.gr., envidia temprana,
idealización, identificación introyectiva y proyectiva, reparación, etc.). Sus obras más
importantes fueron: The Psycho-analysis of Children, Londres, Hogarth, 1932 (El psicoanálisis
de niños), Contributions to Psycho-analysis, Londres, Hogarth, 1948 (Contribuciones al
psicoanálisis), Developments in Psycho-analysis, Londres, Hogarth, 1952 (Desarrollos en
Psicoanálisis). Una excelente síntesis de su pensamiento fue escrita por Hanna Segal,
Introducción a la obra de Melanie Klein, (1970).

OTROS DISCÍPULOS de Freud. René Spitz (1887-1974), quien estudió los orígenes de la
comunicación humana verbal y no verbal, el hospitalismo infantil y describió la depresión
anaclítica en el niño. Una de sus principales obras traducida al español es, No y Si. Sobre la
génesis de la comunicación humana (1960). Erik H.Erikson (1902-1994), que hizo importantes
aportes a la comprensión de la crisis de identidad del adolescente, la psicología evolutiva a lo
largo del ciclo vital y al estudio de las sociedades primitivas. Sus obras principales son: La
juventud en el mundo moderno, Etica y psicoanálisis, Identidad, juventud y crisis. Otros de los
fundadores del psicoanálisis fue Theodor Reik (1888-1969), conocido por sus contribuciones a
la técnica, su teoría sobre el amor, en El amor visto por un psicólogo, 1967 y sus obras
Confesiones de un analista, 1965, y Masoquismo en el hombre moderno, 1949. Wilhelm Reich
(1897-1957), que trabajó sobre las funciones del orgasmo y la angustia y el psicoanálisis del
carácter. Wilfred R.Bion (1897-1979), se distinguió por sus estudios sobre los grupos y el
pensamiento psicótico (Volviendo a pensar). Frieda Fromm-Reichmann (1889-1957), hizo
importantes innovaciones en la terapéutica psicoanalítica, desarrollando un enfoque de “Psi-
coterapia intensiva”. Sus obras más conocidas en español son: Principios de psicoterapia
intensiva, 1958, y La psicoterapia y el psicoanálisis, 1961. Franz Alexander (1891-1964), fue el
fundador de la escuela de Chicago dedicada al análisis de los trastornos funcionales o psico-
somáticos. No da tanta importancia a los conflictos infantiles del paciente sino a los más
recientes, interviniendo en el proceso de recuperación, fortaleciendo la voluntad.

EL PSICOANÁLISIS ESTRUCTURALISTA de Jacques Lacan (1901-1981). Lacan se propuso


fecundar el psicoanálisis por medio del análisis estructural y predicar un retorno a las fuentes, es

47
decir, hacer una relectura de Freud. Así, desde comienzos de la década del 50, inauguró una
extensa serie de seminarios en el Hôpital Sainte Anne que finalizó en 1980, año en que se
disuelve la Escuela Freudiana de París fundada por él en 1964. Parte de ciertos presupuestos, por
ejemplo, la tesis de que “el discurso del inconsciente está estructurado como un lenguaje”, que
denota la aplicación del enfoque de la lingüística estructural al psicoanálisis. Enfatiza en sus
Ecrits: “el síntoma psicoanalizable se haya sostenido por una estructura idéntica a la estructura
del lenguaje”. De los desarrollos de la lingüística moderna, Lacan recoge las contribuciones de la
antropología estructural de Levi-Strauss. Un aporte relevante a la teoría fue la inclusión del
“estadio del espejo” como formador del yo e inicios de la individualidad. Distingue tres
instancias de análisis, lo simbólico, lo imaginario y lo real. Asimismo, establece varias
modificaciones en la técnica, subestimando los aspectos transferenciales y supeditando la
duración de la consulta y todas las intervenciones al fin de reenviar al analizante a pronunciar la
palabra viviente que lo habita.
Sus obras más importantes son: Ecrits (Paris: Seuil, 1966), Le séminaire (Paris: Seuil) y Las
formaciones del inconsciente. Ha tenido una notable difusión, especialmente en nuestro país
donde ha cosechado una profusa literatura y una multitud de discípulos que se agrupan en
diferentes instituciones dedicadas a la asistencia y docencia.

5. ESCUELAS TEÓRICAS DERIVADAS


Continuando con la exposición del psicoanálisis, entre las escuelas que se desprenden del
mismo o que han surgido en oposición a Freud, podemos citar las siguientes:

5.1. PSICOLOGÍA PROYECTIVA


En 1939, L.K.Frank publicó un artículo titulado, Los métodos para el estudio de la
personalidad, donde utilizó la expresión “métodos proyectivos” para referirse al test de
asociaciones de palabras de Jung, el test de manchas de tinta de Rorschach y el TAT de Murray.
Es el comienzo de la psicología proyectiva en la evaluación psicológica. Ella se funda en el
concepto de proyección introducido por Freud, en 1894, 1896 y 1911, que Bellak (1967, 26), lo
define en forma práctica como la suposición mediante la cual, "el examinado proyecta sus
propias necesidades y tensiones, y que éstas aparecerán como respuesta a los estímulos
ambiguos". Otro concepto importante es la idea de distorsión aperceptiva que introdujo
L.Bellak, esto es, "una interpretación (dinámicamente) significativa que un organismo hace de
una percepción" (Bellak, 1967, 27). En esta aplicación del psicoanálisis al diagnóstico, son muy
importantes algunos conceptos básicos, como la teoría de la libido, la teoría de los mecanismos
de defensa y la teoría de la neurosis. Asimismo, influyeron en la psicología proyectiva otras
escuelas como la Gestalt, la psicología humanística, la antropología cultural y especialmente la

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psicología de la percepción. Su esfuerzo principal se ha orientado a la construcción de
instrumentos útiles y confiables para el diagnóstico de la personalidad, denominados “técnicas
proyectivas” (ver, por ej., Anderson et al., 1963; Abt y Bellak, 1967; Bell, 1971), produciendo
una rica y amplia bibliografía. Fundamentalmente ha estado al servicio de la exploración de la
personalidad y de la psicología clínica.
Sus principales realizadores fueron, Hermann Rorschach (1884-1922), creador del famoso
test de las manchas de tintas que lleva su nombre; H.A.Murray (1964), que en 1935 elaboró el
Test de Apercepción Temática (conocido como el TAT; CAT en la versión infantil), Ehrig
Wartegg (1939) que concibió el Test de signos a completar y K.Machover, que presentó el
Dibujo de la Figura Humana, en 1949, dando lugar a múltiples trabajos y desarrollos (v.gr.,
Koppitz, 1974). Bernstein (1971), clasificó los tests proyectivos en lúdicos (v.gr., “Técnicas de
construcción de una casa y de dramatización de una escena” de Erikson; “Test de construcción
de una casa” de Aberastury), verbales (v.gr., el “Cuestionario desiderativo” de Bernstein) y los
conocidos tests gráficos (v.gr., el “Test del dibujo del árbol” de Koch, 1962).

5.2. LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL DE ALFRED ADLER (1870-1937)


Adler fue uno de los primeros discípulos de Freud. En 1905 publica, Estudio sobre la
inferioridad de los órganos y su compensación física, alejándose de su maestro. Adler afirmó
que el “sentimiento de inferioridad” es el resorte del dinamismo humano a diferencia de Freud
que lo atribuye a la libido y a las pulsiones sexuales. En 1911, Adler, funda su propia escuela, la
Psicología Individual. Al año siguiente publica, El temperamento nervioso (traducido al español
como, El carácter neurótico, Paidós, 1959). En 1920, edita otra obra importante, Práctica y
teoría de la psicología del individuo. Posteriormente aplicó sus principios a la comprensión del
psiquismo patológico, la personalidad criminal, diferentes problemas de psicología social y a la
educación. Otras obras básicas fueron: Conocimiento del hombre, de 1927 y El sentido de la
vida, 1933. Según Ansbacher y Ansbacher, (1959, 29-30), las proposiciones fundamentales de
esta escuela pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
(1) “Hay una fuerza dinámica básica detrás de toda actividad humana, un esfuerzo desde
una situación sentida como menos, hacia una situación sentida como más, desde un senti-
miento de inferioridad hacia lo superior, la perfección, la totalidad”.
(2) “Este esfuerzo recibe su dirección específica de un fin individual único o auto-ideal que a
pesar de ser influido por factores biológicos y del ambiente es, en último término, la creación
del individuo mismo. Siendo, como es, un ideal, el fin es una ficción”.
(3) “Todos los procesos psicológicos forman una organización autoconsecuente, desde el
punto de vista del fin, al igual que un drama que se construye desde el principio con el
desenlace en vista. Esta estructura de la personalidad, autoconsecuente, es lo que Adler

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llama estilo de vida. Queda establecido firmemente a una edad muy temprana y desde esa
época la conducta, que es aparentemente contradictoria, es sólo la adaptación de distintos
medios al mismo fin”.
(4) “El individuo no puede ser considerado separadamente de su situación social. ‘La
Psicología Individual considera y examina el individuo como engastado dentro de la
sociedad. Nos oponemos a reconocer y examinar un ser humano aislado’”.
(5) “La socialización del individuo no se cumple a costa de la represión, sino que se logra
mediante un poder o capacidad humana innata, la cual, no obstante, necesita ser desarrolla-
da. Es a esta capacidad a lo que Adler llama sentimiento social o interés social. A causa de
que el individuo se encuentra incluido dentro de la situación social, el interés social resulta
crucial para su adaptación”.

5.3. LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA de Karl Jung (1875-1961)


Jung, fue un médico suizo, alumno de Pierre Janet, de Bleuler y luego, en 1907, de Freud.
En 1911, se separó del psicoanálisis. Hasta 1946 ocupó la cátedra de psicología médica, y en
1948 fundó en Zurich el instituto que lleva su nombre. Hijo de un pastor protestante, Jung
defendió una concepción espiritualista. Sostuvo que la neurosis, más que un fenómeno clínico, es
un “problema existencial condicionado por el ‘alejamiento de Dios’ del hombre moderno”
(Wyss, 1964, 325). Opinaba que la mente está constituida por el yo (la mente consciente), el
inconsciente personal (material reprimido u olvidado) y el inconsciente colectivo (la parte de la
mente derivada de los recuerdos ancestrales) constituido por el patrimonio cultural de la sociedad
que integra el sujeto y que se expresa por símbolos llamados “arquetipos”.
Apasionado por el esoterismo y la mitología, observó durante sus muchos viajes, que las
diferentes culturas parecen poseer un fondo común de símbolos (arquetipos), que de alguna
manera se conservaría y trasmitiría por medio del inconsciente. Gorbato (1996, 331) narra una
anécdota interesante. En 1910, Freud tuvo una conversación decisiva con Jung, en ese entonces
su discípulo preferido. Le dijo: “Mi querido Jung, prométame que nunca desechará la teoría
sexual. Es lo más importante de todo. Debemos hacer de esto un bastión inexpungable”. “¿Un
bastión contra qué?” -preguntó su discípulo, extrañado. “Contra la avalancha negra del
ocultismo”. Irónicamente, fue Jung quien más contribuyó al desarrollo del ocultismo y al
surgimiento de la New Age. Jung sostuvo que los arquetipos que han alcanzado un desarrollo
superior, han sido cuatro: la ‘persona’, el anima, el animus y la sombra. La ‘persona’ es la
máscara social del individuo, la parte de él mismo que quiere ser pública. El anima y el animus
representan la bisexualidad humana, el anima es la parte femenina del hombre y el animus, la
parte masculina de la mujer. La ‘sombra’ es la parte inconsciente heredada de los antecesores
prehumanos, expresada en los instintos animales. Jung también es el creador de una tipología

50
muy popularizada que distingue entre la persona introvertida (orientada hacia su mundo interior,
subjetivo) y la persona extrovertida (orientada hacia el mundo exterior, objetivo). En realidad,
constituyen dos actitudes hacia el mundo presentes en todas las personas, donde una es la
dominante o consciente y la otra permanece en forma reprimida o inconsciente, en una
intensidad similar a su opuesta.
Sus obras más importantes fueron, Lo inconsciente, 1928; La teoría psicoanalítica, 1931;
Psicología y Religión, 1938; El hombre y el descubrimiento de su alma, 1946; Tipos psicológi-
cos, 1950. Sus contribuciones fueron muy influyentes en distintos campos de la psicología. En
los últimos años, debido a sus estudios sobre las creencias orientales, el simbolismo y el
esoterismos ha sido tomado por el movimiento de la Nueva Era como uno de sus pioneros.

5.4. EL NEOPSICOANÁLISIS
A sus representantes también se los denomina “culturalistas” por el énfasis social que
tienen sus respectivas doctrinas. Sus principales pensadores fueron: Karen Horney (1885-1952),
Erich Fromm (1900-1980) y Harry Stack Sullivan (1892-1949). Los dos primeros, de origen
alemán y discípulos de Freud, se establecieron en EEUU y trabajaron juntos con el psiquiatra
americano Sullivan. Coinciden en “la gran importancia de las condiciones culturales en las
neurosis” y en relegar “a segundo término los factores biológicos y fisiológicos que Freud
conceptuaba como raíces de éstas” (Horney, 1969, 10). Karen Horney fue muy popular por los
cuatro libros que escribió (The Neurotic Personality of Our Time, New Ways in Psychoanalysis,
Our Inner Conflicts y Neurosis and Human Growth; hay traducciones al castellano de todas las
obras), más dedicados a profanos que a especialistas, donde expuso detalladamente, con claros
ejemplos clínicos, sus opiniones sobre la naturaleza y génesis de las neurosis. Reaccionó
fuertemente al concepto freudiano de la envidia del pene y el complejo de castración femenino.
Sostuvo que la inferioridad de la mujer se debe a razones sociales y culturales y no estructurales
o psicodinámicas. Atribuyó la neurosis a la dificultad del niño para desenvolverse en un mundo
hostil, adverso, indiferente, la falta de respeto, etc. Caracterizó la neurosis por la angustia y la
inflexibilidad de la conducta.
Por su parte, Erich Fromm tuvo una formación sociológica y una orientación filosófica
antropológica. Produjo una profusa bibliografía, siendo sus obras principales, El miedo a la
libertad, El arte de amar, Psicoanálisis y ética, Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea,
Anatomía de la destructividad humana, La revolución de la esperanza. En sus escritos ha
desarrollado el tema del amor y sus modalidades, las fuerzas destructivas de la agresividad
humana, la fundamentación de una ética humanística y ha manifestado una gran preocupación
por la crisis del hombre contemporáneo. En el primer libro, El dogma de Cristo, presentó una
aplicación atea, mezcla de freudismo y marxismo a la “ideología” cristiana. Desarrolló una
tipología del carácter, donde distinguió, en los procesos de adaptación, procesos de asimilación y

51
procesos de sociabilización. De acuerdo con ellos, Fromm enumeró diez tipos de caracteres, los
cinco primeros corresponderían al proceso de sociabilización, el sádico, el masoquista, el
destructivo, el conformista y el amoroso. Los otros cinco corresponden a los procesos de
asimilación: receptivo, explotador, acumulativo, ahorrativo, mercantil y productivo. Dedicó
muchos escritos a teorizaciones sociales, que parecen idealistas y un tanto utópicos, con
apelaciones a los valores humanos y éticos, desde un enfoque socialista y marxista. “Todo el
pensamiento de Fromm —dice Casais (1983, 166)— es una permanente incitación al cambio
social desde la perspectiva de una responsabilidad individual lúcida y activa que desdeñe todo
tipo de aventurerismo falsamente radical. Más importante que encontrar la mejor solución es
encontrar una solución viable, repite Fromm en sus últimas obras. El motor efectivo para el
cambio es para Fromm la esperanza”.
Por su parte, Harry S.Sullivan se esforzó en desarrollar una psiquiatría de las relaciones
interhumanas, intentando crear una “psicología genética de base behaviorista”. Un aspecto
central de la teoría de Sullivan es su concepto de ‘situación’. Para él, el hombre, desde su
nacimiento, no puede vivir un instante solo y siempre se ve que actúa interaccionando con otras
personas, es decir, integrando una ‘situación’. Siempre que discurrimos, sentimos y actuamos, lo
hacemos como una unidad que incluye a los seres que nos rodean y las circunstancias. Sullivan
entiende al hombre como una unidad psicosomática-social” (Saavedra, 1977, 478). Sus obras
principales traducidas al castellano son: Concepciones de psiquiatría moderna (Psique, 1959),
La teoría interpersonal de la psiquiatría (Psique, 1964) y La entrevista psiquiátrica (Psique,
1959).
Del psicoanálisis se desprenden otros modelos teóricos psicológicos que han tenido cierta
trascendencia y tienen cierta vigencia. Solo mencionaremos el modelo relacional/estructural, o
de relaciones objetales, que es uno de los más aceptado entre los terapeutas de orientación
psicodinámica.

5.5. MODELO RELACIONAL/ESTRUCTURAL (RELACIONES OBJETALES):


El psicoanálisis freudiano —centrado en la dinámica pulsional/estructural—, evoluciona
por la labor de algunos neofreudianos, que ponen el énfasis en las relaciones objetales,
interesándose así en tópicos hasta el momento vetados para el psicoanálisis, como por ejemplo,
la terapia para niños y para los pacientes psicóticos.
Este nuevo modelo surge a partir de la propuesta de Fairbairn y Sullivan, en el sentido de
que la estructura psíquica evoluciona solamente a partir de las relaciones individuales con otras
personas. Cabe señalar que por estructura se entiende: “Metáfora de especialización que no ha de
tomarse literalmente. Son configuraciones que tienen un lento ritmo de cambio”.

52
Esta teorización explora la relación existente entre las personas reales y sus “objetos”
(imágenes o representaciones internas de los otros, y residuos de su relación con ellos), así como
la significación de dichos objetos para el funcionamiento psíquico.
En la más temprana teoría pulsional freudiana (1905), el objeto era aquello que satisfacía a
la pulsión (persona o cosa), y podía ser real, parcial o fantaseado. Sin embargo, en la teoría de
relaciones objetales, el objeto equivale a otro (persona). Para Freud, la pulsión determina la
relación con el objeto, mientras que para los teóricos de las relaciones objetales la pulsión es solo
una manera de relacionarse con el objeto; el objeto es quien determina o encamina a la pulsión.
La pulsión puede verse gracias a su dirección hacia algún objeto, por lo que todo análisis
psicológico debe comenzar por las relaciones del individuo con otros.
El objeto (léase persona) que el paciente contempla en su experiencia, es su propia versión
–compuesta, amañada o tergiversada- de la persona real (como puede apreciarse en el fenómeno
de transferencia). Las personas interactúan no solo con el otro real, sino también con otro
interno, propio; una representación mental de ese otro –que por si sola- es capaz de influir en la
afectividad del individuo y en sus reacciones comportamentales.
Frente a la pregunta por la función que cumple el objeto en el sistema de economía
psíquica, hay un debate abierto en cuanto a si es una imagen anticipatoria de lo que puede
esperarse de las personas reales, si es una experiencia persecutoria, o si se trata de una fuente de
seguridad interior y de recursos para afrontar el estrés y el aislamiento. El acuerdo existe en
torno a que el objeto es un residuo mental de la relación con otro significativo; es decir, la
interacción crucial con ese otro, es internalizada, dando forma a las actitudes, reacciones y
percepciones que subyacen a la interacción actual del individuo con otras personas. Los teóricos
de tradición psicoanalítica ortodoxa, consideran que la teoría de relaciones objetales se centra en
asuntos superficiales (el comportamiento o interacción con otras personas), mientras deja de lado
las profundidades psíquicas (el conflicto intrapsíquico; el inconsciente). A su modo de ver, este
modelo o teoría, es una concesión al conductismo, ya que viene a ser un conformarse solo con
algunos derivados de la pulsión.
Cabe señalar que el término relaciones objetales, o teoría de las relaciones objetales, ha
sido sobreutilizado o mal aplicado, dando lugar a confusión. Sin embargo, hay que tener clara la
correcta connotación del concepto: “El término se refiere a las interacciones de los individuos
con otros externos e internos (reales e imaginados) y a las relaciones entre sus mundos objetales
internos y externos” (Greenberg et al., 1983, 12).

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CAPÍTULO 4

PSICOLOGÍA OBJETIVA Y LA SOBREVIVENCIA


DEL SUBJETIVISMO

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1. INTRODUCCIÓN
La psicología científica renunció al estudio de la conciencia o la subjetividad bajo el
influjo de la Psicología Experimental ―aunque Wundt no renunció a la introspección―, por no
ajustarse a los parámetros de la investigación y la medición matemática. Esta dirección
objetivista va continuar desarrollándose hasta alcanzar sus formas extremas en las escuelas rusa,
con la Reflexología, y norteamericana, con el Conductismo.
En esta orientación también se ubica el Epifenomenismo, defendido primeramente por el
naturalista inglés Tomás Huxley (1825-1895), quien acuño el término. Considera que “los
fenómenos psíquicos no son más que fenómenos dependientes de la actividad fisiológica de
ciertas partes del organismo, del cerebro” (Viqueira, 1958, 140-141). De ahí la expresión
“epifenómeno”, esto es, un fenómeno superpuesto (el psiquismo) a otro (el orgánico), como
podría ser, por ejemplo, el trepidar o el ruido del motor con respecto al motor mismo.
Trataremos en detalle los dos sistemas mencionados más arriba ―la escuela rusa y
norteamericana―por constituir orientaciones teóricas de importante gravitación en la historia de
la psicología.

2. LA REFLEXOLOGÍA
Reflexología es el nombre con el cual fue conocida la escuela rusa de psicología
objetiva. Esta teoría tiene una posición muy fisiológica, todo lo que existe es materia, por tal
motivo se le denomina monismo: sólo existe una única realidad, que es la material. Uno de los
fundadores fue Ivan Sechenov (1822-1905), médico y fisiólogo. Se interesó por conocer lo que
llamó los “reflejos del cerebro”, de ahí deriva la designación de psicología reflexológica.
Sechenov distinguió unos reflejos que son involuntarios, como cuando se nos introduce algo en
el ojo y parpadeamos instintivamente, y otros que son voluntarios. Publicó el libro “Los Reflejos
del Cerebro” donde dice que la psicología debe ser estudiada por un psicólogo-fisiólogo con
métodos científicos. Este autor deja muy pocos trabajos experimentales realizados. Los
representantes principales de la Reflexología fueron Iván P.Pavlov (1849-1936) y Vladimir M.
Bechterev (1857-1928). A continuación indagaremos el pensamiento de estos dos investigadores.

1.1. IVAN PAVLOV (1849-1936)


Ivan Petrovich Pavlov nació el 14 de septiembre de 1849 en Ryazan, Rusia. Fue hijo de
Peter Dmitrievich Pavlov, sacerdote de pueblo. Fue a la escuela de Iglesia como la mayor parte
de otros niños de Ryazan y posteriormente se matriculó en un seminario teológico. Después de
leer el “Origen de la Especies” de Carlos Darwin y los trabajos de fisiólogo ruso I. M. Sechenov,
Pavlov abandonó los estudios teológicos y se matriculó en el programa de Ciencias naturales de
la Universidad de San Petersburgo.

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Pavlov se dedicó a la fisiología, y al poco tiempo produjo, junto con un compañero de
estudios, su primer trabajo sobre la “Fisiología de los Nervios Pancreáticos” por el cual le
concedieron una medalla de oro. Pavlov completó su curso y recibió el grado de “Candidato de
Ciencias Naturales”. Continuó sus estudios en la Academia de Cirugía Médica donde le
concedieron otra medalla de oro. Fue Director del Laboratorio Fisiológico en la clínica de S. P.
Botkin, convirtiéndose en una celebridad médica. Estando allí realizó su tesis doctoral sobre los
nervios centrífugos del corazón, por el cual más tarde le concedieron el premio Nobel en
Medicina, en 1904.
El año 1890 fue muy importante para Pavlov ya que le pidieron supervisar la organización
y el trabajo del Departamento de Fisiología en el Instituto de Medicina Experimental. En ese
lugar, donde permaneció el resto de su vida, realizó la investigación más significativa. Aquel
mismo año, Pavlov también fue designado como Profesor de Farmacología en la Academia
Militar Médica. El área principal de Pavlov de investigación en todas partes de su carrera
científica estaba sobre el proceso digestivo, que trajo una serie de experimentos que exploraron
la correlación entre el sistema nervioso y las funciones autonómicas del cuerpo. Pavlov
experimentó con perros, estudiando la relación entre la salivación y la digestión, aplicando
diferentes estímulos a los animales, como sonidos, estímulos visuales y táctiles, logrando que los
animales salivasen aún sin la presencia de los alimentos. A este fenómeno le llamó “reflejo
condicionado”.
Otras distinciones importantes que recibió Pavlov fueron ser elegido miembro de la
Academia rusa de Ciencias en 1901, la distinción de académico de la Academia rusa de Ciencias
en 1907, el doctorado honoris causa en Cambridge University en 1912, y la Orden de la Legión
de Honor en 1915.

1.2. EL REFLEJO CONDICIONADO


“Un reflejo condicionado siempre debe basarse
en otro reflejo incondicionado que sea biológicamente
más importante o biológicamente más fuerte”
Ivan Pavlov

Un reflejo innato es una reacción instintiva a un estímulo. Por ejemplo, el bostezo es un


reflejo innato, ocurre tanto en recién nacidos, en niños, como en adultos. Se cree que el bostezo
sobreviene como resultado de un cambio del estado físico, de la vigilia, por efecto del cansancio,
a través del cual nos damos cuenta de la necesidad del sueño. El estornudo es otro ejemplo de un
reflejo innato, esto es, la reacción incontrolada a la introducción de partículas extrañas en la
nariz, o por un cambio rápido de la temperatura. Las tentativas de sofocar un estornudo a
menudo fracasan, por constituir una reacción involuntaria en proceso.

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Por el contrario, un reflejo condicionado es aprendido, tanto por estímulos negativos como
positivos. Pavlov estudió las secreciones gástricas en los animales, descubriendo los mecanismos
del reflejo condicionado. Observó que un perro saliva no solamente a la vista de los alimentos,
sino también ante los indicios que anuncian la comida (por ej., el toque de una campana),
siempre que estos hechos hayan estado asociados frecuentemente en el pasado. Partiendo de esta
observación, construyó una teoría, según la cual las adquisiciones del psiquismo se efectúan
superponiendo a un estímulo natural otro estímulo que, al principio, no tiene ninguna relación
con el primero, pero que puede sustituirle mediante el aprendizaje dando lugar a la misma
respuesta.
Un sencillo modelo, o paradigma, estímulo-respuesta resume convenientemente el
principio del reflejo condicionado. Los elementos del paradigma son dos reflejos iniciales y un
reflejo condicionado desarrollado posteriormente. Se representarán los reflejos en que se basa el
condicionamiento como E1-R1 y E2-R2. En el procedimiento de Pavlov E1 precede a R2.

reflejo innato
E1 R1

Reflejo condicionado

E2 R2
reflejo innato

Se trata de dos reflejos innatos o incondicionados (o biológicamente condicionados), E 1 –


R1 y E2 –R2, por ejemplo, el ruido de una campana (E1) que produce en el perro la movilización
de las orejas (R1) y la presentación de la comida (E2) que produce la salivación del animal (R2)
que al ser presentados el primero antes que el segundo en múltiples ocasiones, determinan que al
solo sonido de la campana (E1) genere la respuesta de salivación en el perro (R2), determinando
una nueva conducta mediante el proceso del condicionamiento. Así, pues, el sonido de la
campana adquiere la habilidad de producir una respuesta salival propia al aumentarse sus
apareamientos con la comida. Pavlov observó una gran semejanza entre esta nueva correlación
del sonido con la salivación y una acción refleja ordinaria y, por consiguiente, denominó a esa
nueva correlación reflejo condicional (mal traducido como “reflejo condicionado”).
Al estudiar el condicionamiento clásico se entiende con claridad la naturaleza invariable de
un aspecto del fenómeno. Siempre que se asocian temporalmente dos educidores, mediante las
reglas dadas en la explicación del “apareamiento”, se obtiene un resultado inevitable. Con el
tiempo, el primer educidor vendrá a evocar en el organismo alguna nueva serie de conductas.
Esto funciona cuando se efectúan el apareamiento con ayuda de un experimentador y en un
laboratorio cuidadosamente construido o por la acción de la naturaleza en la selva. A menudo
algunas de las nuevas conductas así evocadas o “condicionadas” se parecerán a algunos de los

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respondedores del segundo educidor, aunque no necesariamente deba ocurrir así. Esto parece ser
un fenómeno muy general que se extiende por todo el reino animal. Se han desarrollado RC en
gusanos, cangrejos, peces, reptiles, pichones, monos y fetos humanos de siete meses todavía
situados en el vientre materno.
La hipótesis fundamental de Pavlov fue, “toda la vida psíquica reposa sobre la aptitud del
cerebro para establecer sin cesar nuevos circuitos reflejos”. Pavlov creía que el funcionamiento
de las secreciones salivales era un procedimiento objetivo para las investigaciones psicológicas,
y que a partir de él se podría obtener leyes rigurosas en el ámbito de las funciones superiores del
cerebro, aunque sus experiencias quedaron limitadas a los sistemas autónomos del simpático.
Cada vez que se utiliza un reflejo condicionado con un fin clínico, por ejemplo, la
asociación música-distensión para generar un proceso de relajación más rápido y eficaz, debe
cuestionarse que perdurabilidad va a tener esa asociación. Pues bien, en estos casos, no nos queda
más remedio que recurrir al tiempo y a la experiencia para conocer el resultado. Quizás sea por
esta razón, que las técnicas subliminales, han sido utilizadas reiteradamente por la publicidad,
para garantizar una “mejor penetración subconsciente” grandes multinacionales como Coca Cola
no dudaron en utilizarla en su momento, introduciendo, por ejemplo, un fotograma de una botella
dentro de una película. Estos procedimientos, ahora prohibidos, dado que escapan al libre control
consciente del individuo, tuvieron un éxito sin precedentes. Es necesario reseñar, que en al
mercado existen multitud de Compact Disk con música para relajación, para ser usados como
condicionante.

1.3. VLADIMIR MIJÁILOVICH BECHTEREV (1857-1927)


Otro científico ruso que colaboró con Pavlov fue Vladimir Bechterev. Estableció el
esquema en que se basa la psicología del hombre. El primer elemento es el estímulo que llega al
organismo (segundo componente) y luego se produce la respuesta: Estímulo-Organismo-
Respuesta, configurando una cadena. Otra cosa importante que aporta este autor es el concepto
de situación ambiental; dependiendo de cada situación y de cada época en que nos encontremos
nuestro comportamiento será distinto. Un ejemplo ilustrativo son las arañas. La tela que hace una
araña depende de su “situación ambiental”, si hay mucha comida la tela será pequeña pues le
resultará fácil cazar así, mientras que si la comida escasea, tendrá que hacer una tela más grande
para poder tener más éxito en su captura.
Por su parte, Bechterev, asumió un objetivismo extremo, de tipo mecanicista. Realizó
investigaciones más amplias, interesándose por las reacciones motrices y, en general, por todas
las reacciones automáticas de los órganos producidas por las excitaciones recibidas,
introduciendo el concepto del reflejo asociativo. Estos son adquiridos, individuales o conectivos,
para diferenciarlos de los reflejos innatos, incondicionados, específicos y conductivos, que son
elaborados en virtud de ciertas condiciones del funcionamiento del sistema nervioso. Bechterev

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elaboró una teoría de la memoria orgánica y publicó numerosos trabajos sobre el
condicionamiento y el aprendizaje, tanto referidos a animales como a humanos. Sus principales
obras fueron Psicología objetiva, 1910 y Principios generales de reflexología humana, en 1917.
Es de señalar que el carácter objetivo de los laboratorios reflexológicos, que operaron con
los procedimientos de la fisiología y la neurología, no dejaron de reconocer la subjetividad. El
mismo Pavlov manifestó que, “la vida subjetiva es la primera realidad que nos alcanza”,
declarando que “en la vida no nos interesa más que una sola cosa: nuestro contenido psíquico”.
“Sería un error metodológico, cruel y profundo ―afirma Orbeli, un destacado sucesor de
Pavlov― rechazar el mundo subjetivo en cualquier otra parte fuera de nosotros, y esto no
solamente en relación al hombre, sino también a otros representantes del reino animal”. “No
podemos imaginar ―agrega― que un hombre que observa de modo exacto una serie de
fenómenos subjetivos se halle en discrepancia con otro que verifica de manera igualmente exacta
una serie de fenómenos objetivos” (Heidbreder, 1964, 400). Esta orientación se ha llamado
“holismo”, “organicismo” o “globalismo”, por entender las vivencias subjetivas como una
cualidad más del conjunto global de los dinamismos orgánicos actuantes en el ser viviente.

3. CONDUCTISMO
En el continente americano, el sistema de psicología objetiva más influyente fue creado por
John B.Watson (1878-1958), que el mismo bautizó con el nombre de Behaviorismo (derivado de
behavior=conducta) o Conductismo. En su momento, el conductismo constituyó la revolución
más radical en el estudio de la psicología, al rechazar que se tenga que ocupar de la conciencia,
considerando que sólo le compete la conducta observable. Se podría decir que el conductismo
propone una nueva disciplina que busca explicar todos los temas de la psicología antigua de un
modo científicamente satisfactorio, haciendo del conductismo la única manera de hacer ciencia
en psicología. En otras palabras, el objeto “psique” es explicado a través de su manifestación
observable en términos de comportamientos emotivos, comportamientos habituales,
comportamientos de aprendizaje, comportamientos constitutivos de la personalidad, entre otros.
El conductismo es un movimiento en la psicología que avoca el uso de procedimientos
estrictamente experimentales para la observación de conductas, entendidas como “respuestas”
dadas en función del ambiente, considerado como “estímulo”. El conductismo se desarrolla a
principios del siglo XX a partir de los estudios del psicólogo americano John B. Watson. En ese
entonces la psicología era considerada predominantemente como el estudio de las experiencias
internas o sentimientos a través de métodos subjetivos o introspectivos.

3.1. JOHN BROADUS WATSON (1878-1958)


John Broadus Watson nació el 9 de enero de 1878 en Greenville (Carolina del sur), USA.
Era hijo de un rico granjero norteamericano. A sus dotes de hombre estudioso y trabajador unía

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una objetividad rigurosa en sus experimentos, en vista a los cuales inventó instrumentos de
ingenio. Era de un temperamento apasionado y gran polemizador; seguro de sus ideas, las
defendió de todos los ataques y supo contagiar su entusiasmo a toda la psicología
norteamericana. Su concepción materialista contribuyó a realzar el valor del ambiente en la
formación de la personalidad, hasta el punto de que manejando aquél, la personalidad podía ser
moldeada.
Desde 1916 hasta 1927 fue director del Journal of Experimental Psychology. Además es
nombrado presidente de la Sociedad Americana de Psicología. En 1919 publica el manual
Psychology from the Standpoint of a Behaviorist donde afirma con claridad que los principios de
la psicología animal pueden aplicarse a la humana. En 1920 junto con Rayner demuestran como
sobre la base de las reacciones emocionales se aprenden las demás mediante el proceso de
condicionamiento. Resultado de los experimentos realizados en la clínica Philip de Baltimore.
Muere en 1958 en Woodbury (Connecticut). Otras publicaciones suyas: Behavorism (El
conductismo), 1925; The Psychological Care of the Infant and Child, 1928; The Batle of
Behaviorism,1929 y History of Psichology in Autobiography, en 1936.
Toda la obra de Watson está penetrada de una brillante y emotiva actitud polémica. El
primer blanco contra el que dirigió sus ataques fue el método introspectivo. En sentido amplio, la
introspección significa “mirar dentro de sí” y tales datos habían constituido la base del acopio de
informaciones de la psicología tradicional. Si bien los escasos progresos llevados a cabo por
dicho método ponían en duda su capacidad efectiva de avance, Watson consideró no científica la
introspección por dos motivos fundamentales: 1) el hecho de que el observador se identifica con
lo observado: esto significa que en el mismo momento en que el observador empieza a observar
la conciencia cambia su objeto de observación, ya que éste incluía la conciencia de estar
observando; 2) la observación introspectiva son cosas que los demás no pueden ver directamente,
ya que los datos introspectivos son privados, en contraposición a los datos de las ciencias
naturales.
Watson abanderó la crítica a la Psicología dominante en su época, proponiendo un cambio
en los métodos y conceptos para realizar investigaciones puramente científicas. Como resultado
de su crítica se desarrolló el conductismo el cual se fundamenta en las siguientes ideas:
 El objeto de la Psicología debe basarse exclusivamente en datos empíricos,
observables.
 Los llamados estados mentales o de conciencia no pueden ser considerados objetos de
estudio científico ya que no reúnen las características objetivas que definen a éstos. Lo
que sucede dentro del cerebro y no puede ser observado mediante técnicas fisiológicas
no interesa al psicólogo, ya que su análisis científico resulta imposible.

60
 Cuando observamos una conducta, podemos aislar en ella dos elementos. Por un lado,
los estímulos ambientales que impactan en el organismo, y, por otro, la respuesta que
éste emite a continuación. Tanto estímulos como respuestas son observables,
cuantificables y susceptibles de ser utilizados en experimentos científicos. Por tanto, la
Psicología como ciencia de la conducta, deberá dedicarse al estudio de las asociaciones
entre Estímulos y Respuestas, representado esquemáticamente como E-R.
 El término científico de conducta designa un concepto amplio, todas las reacciones
corporales que puedan ser medidas, aunque no puedan ser observadas a simple vista.
 Las investigaciones psicológicas deben orientarse hacia el descubrimiento de las leyes
de la conducta, sean éstas determinadas genéticamente o sean el resultado de
aprendizajes individuales.
 La conducta se consolida en forma de hábitos, los cuales permiten una mejor
adaptación al ambiente.
 Los experimentos prueban que la conducta es altamente modificable. Por lo tanto,
deberán estudiarse las técnicas más propicias para la modificación de conductas con el
objetivo de aplicarlas en ámbitos como la psicoterapia, la educación o el refuerzo de
pautas sociales.
 El lugar ideal para la experimentación es el laboratorio, ya que allí pueden ser
controladas todas las variables intervinientes. Cuando por motivos éticos no se pueda
experimentar con humanos, las pruebas se realizarán con animales. Según los
conductistas, existen pocas diferencias entre unos y otros en relación a un número
elevado de conductas, por lo que las conclusiones obtenidas mediante experiencias con
animales pueden ser extrapoladas, salvo excepciones, al comportamiento humano.
En síntesis, el principio básico sobre el cual reposa toda la teoría watsoniana es que el
hombre es una máquina extremadamente compleja pero posible de ser estudiada por métodos
objetivos. Rechaza enfáticamente la idea de la conciencia y la introspección como método.
Desestima la noción de la conciencia por considerarla inútil e imperfecta, resabio de
supersticiones medievales. Establece, en forma contundente, que “si la psicología quiere
convertirse en ciencia, debe seguir el ejemplo de las ciencias físicas: esto es, hacerse materialista,
mecanicista, determinista y objetiva. Suponer lo espiritual es abrir una puerta a la mística y a la
magia” (Heidbreder, 1964, 178). “Su único objeto es reunir hechos tocantes a la conducta,
verificar sus datos, someterlos al examen de la lógica y de la matemática” (Watson, 1967, 6).
Con ese fin, aplica los mismos principios y métodos usados para estudiar a los animales, ya que
“el conductismo no reconoce ninguna línea divisoria entre el hombre y el bruto” (Watson, 1967ª,
158). El comportamiento es definido como la forma de reaccionar o la respuesta del individuo

61
ante un estímulo determinado. Esta es la “regla o cartabón que el conductista jamás pierde de
vista”, dice Watson, al describir la conducta en términos de “estímulo y respuesta”. El problema
general de la psicología para él consiste en predecir y regular la conducta, más específicamente,
en determinar que estímulos provocan una respuesta dada, y cuales son las respuestas a un
estímulo dado.
Así, Watson, se opone a la psicología clásica, entendiendo que toda la actividad psíquica se
localiza en los órganos periféricos o extracerebrales más que en el cerebro mismo. Es partidario
de un monismo antropológico de carácter materialista. Adhiere a la tesis empirista, rechazando el
innatismo y el poder de las disposiciones hereditarias o congénitas, considerando al hombre
producto exclusivo del aprendizaje y del entorno socio-cultural. Llegó a decir esta célebre frase:
“Dadme una docena de niños sanos, bien constituidos, y el mundo que necesito para
educarlos conforme a él, y me comprometo a hacer de ellos, aún tomándolos al azar, los
especialistas que yo quiera: médicos, comerciantes, juristas e incluso mendigos y ladrones,
independientemente de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, así como de la
profesión y clase social de sus antepasados” (Foulquié, 1966, 115).
Los continuadores más importantes del conductismo (Koch y Leary, 1992), fueron: E.C.
Tolman (1886-1959), quien amplió la teoría Estímulo-Respuesta. Por un conductismo molar, en
lugar del molecular de Watson; E.R. Guthrie (1886-1959), importante teórico del aprendizaje;
C.L. Hull (1884-1952), quien desarrolló los Principios de la Conducta, en 1943, en un sistema
deductivo formal, expresado matemáticamente y destacando los componentes neurofisiológicos.
El más importante de los continuadores fue B.F. Skinner.

3.2. BURRHUS FREDERIC SKINNER (1904-1990)


Skinner fue uno de los psicólogos americanos más importantes del siglo XX. Su aportación
más significativa ha sido en el área del condicionamiento operante, que propone criterios
diferentes al del condicionamiento clásico de Pavlov. Puede ser explicado en los siguientes
términos:
“En el condicionamiento operante un organismo emite una respuesta conocida como
operante. Cuando una respuesta es recompensada, es probable que se repita. Las
respuestas que no son recompensadas o que se castigan probablemente desaparecerán.
Existen dos tipos básicos de reforzadores: positivos y negativos. Los positivos son
recompensas que incrementan la probabilidad de una respuesta cuando son administrados
en una determinada situación. Los negativos son estímulos desagradables que incrementan
la probabilidad de una respuesta cuando son retirados de una situación. Los refuerzos
positivos o negativos incrementan la probabilidad de que se repita una respuesta. Los
refuerzos pueden ser también primarios o secundarios. Los refuerzos primarios son

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importantes biológicamente, porque satisfacen necesidades tales como la alimentación, la
sed o el sexo. Los refuerzos secundarios son aprendidos, llegan a convertirse en refuerzos
a través de su asociación con refuerzos primarios” (Papalia, 1987, 199).
Por ejemplo, imaginemos una rata en una jaula. Es una jaula especial, llamada “caja de
Skinner”, tiene una barra o un pedal en una pared que, cuando es presionada, moviliza un
pequeño mecanismo que lanza unas pelotillas de alimento al pie en la jaula. La rata anda dando
vueltas alrededor de la jaula, haciendo todo lo que las ratas hacen, cuando presiona
accidentalmente la barra y entonces moviliza el mecanismo y cae el alimento en la jaula. El
animal “descubre” el mecanismo de obtener alimento, que se constituye en un reforzador del
comportamiento ya que en poco tiempo después se puede apreciar a la rata furiosamente
pedaleando la barra y amontonando una pila de pelotillas en la esquina de la jaula. Ese
comportamiento surgió como resultado del estímulo-alimento, que reforzó la probabilidad
creciente de repetir ese comportamiento en el futuro.
Ahora, ¿qué ocurre si se suspende la aparición de las pelotillas de alimento?
Aparentemente la rata no es tonta, después de varias tentativas vanas, abandona el
comportamiento de estar pedaleando la barra. Esto se llama “extinción” del comportamiento
operante. Así que otro principio que se extrae es: un comportamiento que no continúa recibiendo
estímulos reforzadores disminuye la probabilidad de que ese comportamiento ocurra en el futuro.
Ahora, si se vuelve a encender la máquina para que continúe dando las pelotillas de alimento al
presionar la barra, la rata nuevamente repite el movimiento, pero mucho más rápidamente de lo
que le había llevado aprender la primera vez. Esto es porque la vuelta del reforzador ocurre en
una historia del refuerzo. En el primer caso el aprendizaje fue “accidental”, en el segundo
“operativo”. A partir de estas investigaciones, Skinner realiza todo un programa de
reforzamiento considerando la cantidad, la frecuencia e intervalos del estímulo.
En el otro extremo del reforzamiento están los estímulos aversivos. Se trata de algo que
resulta ser desagradable o doloroso. Esto describe la forma de condicionamiento conocida como
“castigo”. Si se da una sacudida eléctrica a una rata al hacer un comportamiento X, es probable
que la rata realice mucho menos ese comportamiento X. Por otra parte, si se quita un estímulo
aversivo ya activo se consigue el refuerzo negativo. Si se apaga la electricidad cuando la rata está
parada en sus piernas traseras (respuesta buscada), probablemente continuará parada de esa
forma aunque no se repitan los shoks eléctricos. Así, pues, cuando el estímulo aversivo se
detiene, éste sirve como reforzador. En conclusión, el comportamiento seguido por el retiro de
un estímulo aversivo da lugar a una probabilidad creciente de que ese comportamiento ocurra en
el futuro. Por otra parte, un comportamiento producido por estímulos aversivos tiene una
probabilidad disminuida de que ese comportamiento ocurra en el futuro.
Las aportaciones del conductismo a la psicología presentaron desarrollos importantes en
varios campos de la investigación, por ejemplo, en la medición de la inteligencia, la psicología

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animal, la psicobiología, el aprendizaje y en la psicología clínica, además de las innovaciones
que realizaron al método científico. La modificación del comportamiento, designada a menudo
como mod-b, es la técnica de terapia basada en los trabajos de Skinner. Consiste en extinguir un
comportamiento indeseable (quitando el reforzador negativo) y substituirlo por otro
comportamiento deseable, por medio del refuerzo positivo. Se ha utilizado esta terapia en todas
las clases de problemas psicológicos, como por ejemplo, neurosis, timidez, autismo, trabajo con
niños e incluso en casos de esquizofrenia. En la actualidad tiene muchos desarrollos la
psicoterapia comportamental o conductual, que si bien reconoce otras vertientes tiene una fuerte
derivación del conductismo, con muchas técnicas provenientes de Skinner y seguidores, por
ejemplo, la técnica de desensibilización sistemática.
El conductismo ha evolucionado con el tiempo. En su estado actual ha influido en la
psicología de tres maneras: 1) ha reemplazado la concepción mecánica de la relación estímulo-
respuesta por otra más funcional que hace hincapié en el significado de las condiciones
estimulares para el individuo; 2) ha introducido el empleo del método experimental para el
estudio de los casos individuales; y 3) ha demostrado que los conceptos y los principios
conductistas son útiles para ayudar a resolver problemas prácticos en diversas áreas de la
psicología aplicada.
Aunque estamos en desacuerdo con los postulados antropológicos conductista y algunos de
sus métodos, especialmente en educación, que convierte a los estudiantes como ratas de
experimentación, haciendo que adquieran las conductas deseables y que reemplacen o eliminen
las indeseables, hay que admitir la gran influencia que tuvo (y todavía tiene) el conductismo en
la educación y en la psicología clínica. Hay que reconocer que el conductismo todavía tiene
mucho impacto y mantiene una presencia significativa en el concierto psicológico americano por
sus propias investigaciones, la voluminosa bibliografía producida, en permanente ampliación, y
por la capacidad generadora de nuevas orientaciones y enfoques.

4. LA PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL EN OTROS PAÍSES


Otro país donde floreció la psicología experimental fue en Francia. Allí se destacaron
varios pioneros. Théodule Ribot (1839-1916), constituyó el primer teórico francés en la
disciplina. Consideró a los hechos psíquicos como epifenómenos neurológicos, estudiando
especialmente la atención, la memoria, la afectividad, la imaginación creadora y la voluntad. Por
su parte, Alfred Binet (1857-1911), organizó el laboratorio de psicología en la Sorbonne y se hizo
famoso por la construcción de la escala métrica de la inteligencia. Luego, Henri Piéron (1881-
1964), suplantó a Binet al frente del laboratorio, ejerciendo su dirección por casi medio siglo (de
1911 a 1953). Investigó los reflejos, la psicología animal y las leyes de la memoria. Además,
editó dos importantes obras, el Vocabulaire de la psychologie y el Traité de psychologie
appliquée.

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Otro notable representante de la escuela francesa fue Georges Dumas (1866-1946), un
médico que se dedicó a la psicología, fue profesor en la Sorbonne, fundó el Journal de
psychologie normale et pathologique y dejó una extraordinaria obra publicada con la ayuda de
numerosos colaboradores, Nouveau traité de Psychologie, compuesto por diez volúmenes que en
cierta época fue la bibliografía más reconocida en el ámbito académico.

5. EL PENSAMIENTO DE WILLIAM JAMES (1842-1910)


Paralelamente a la fuerte tendencia objetivista, la tradición subjetiva sobrevive en diversas
escuelas y en figuras prominentes de la talla de William James, en EEUU y Henri Bergson
(1859-1941), en Francia.
James, en algunos aspectos, permaneció fiel a la tendencia clásica, al definir la psicología
“como la descripción y explicación de los estados de conciencia como tales” (Foulquié, 1965,
141). En ese sentido, aceptó la introspección como el método primordial, aunque no descartó el
método experimental. “La introspección era para James el ejercicio de un don natural: consistía
en aprehender un momento de la vida en su mismo transcurrir; en fijar y referir un efímero
suceso, tal como ocurriera en su marco natural. No se trata de la introspección de laboratorio
ayudada por instrumentos de bronce, sino de la aprehensión rápida y segura de una impresión por
un observador agudo y sensible” (Heidbreder, 1964, 132). En la cumbre de su carrera
profesional, en 1890, James produjo el que tal vez fue el texto más importante de la disciplina,
una obra en dos volúmenes llamada: Principles of Psychology. Desarrolla una psicología
cognitiva de la conciencia. Su metáfora más duradera fue la del flujo del pensamiento. Pero las
ideas nunca existen aisladas; lo que da color a los pensamientos y continuidad al flujo palpitante
es el tono-sensible del pensamiento. Esa era su doctrina de las relaciones: así como los objetos
pueden ser experimentados, también lo pueden ser las relaciones entre ellos. Así, dijo, cualquier
psicología legítimamente científica puede explicar tanto el flujo del pensamiento como el
sentimiento. En los Principios de Psicología, tiene capítulos de extracción fisiológica, al estilo
de un libro de medicina, junto al famoso capítulo sobre El torrente del pensamiento, que
conserva la antigua estirpe de la psicología pre-científica con un estilo moderno. Esa idea sobre
la “corriente del pensamiento” es una de las concepciones principales de James. Afirma el
carácter relacional o transitivo de la conciencia, que la presenta como una continuidad fluyente.
En 1902, James hizo avanzar un paso adelante sus ideas sobre el problema mente/cuerpo:
en sus Varieties of Religious Experience, investigó el papel de la experiencia trascendente en la
reconstrucción de las vidas fragmentadas. La significación de la religión ―dice allí― descansa
en la experiencia de lo individual. El subconsciente era la puerta a través de la cual brotan las
experiencias transformadas que llamamos místicas, estados transitorios y pasivos a partir de los
cuales el intelecto mismo puede ser derivado. Sean lo que sean, cuando llegan, la personalidad se

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ve permanentemente alterada. Pero la adecuación de estas experiencias ―mantenía por otro
lado― puede sólo ser probada en términos de sus frutos para la vida.
Otra doctrina fundamental sostenida por James fue el nativismo, esto es, “la tendencia a
acentuar lo que es original, más bien que lo adquirido” (Perry, 201). También fue famosa la
teoría fisiológica de las emociones, contenida en la declaración: “nos sentimos tristes porque
lloramos, encolerizados porque golpeamos, asustados porque temblamos” (Íbid). Los desarrollos
sobre el concepto de hábito fue otro de los temas que tuvo mucha repercusión, donde expuso
aquella célebre declaración: “Siembra una acción y cosecharás un hábito, siembra un hábito y
cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino” (Ídem, 202).
Para Heidbreder (1964, 119), la “psicología de James es psicología en transición. Ostenta el
sello de la metafísica, pero se mueve hacia la ciencia”. En el campo de la filosofía, James
promovió el Pragmatismo (derivado del griego “pragma”, que significa “acción”), que lo define
como un método empírico consistente “en tratar de interpretar cada noción trazando sus
consecuencias prácticas respectivas” (James, 1963, 2, 1189), reivindicando el valor del
comportamiento.

6. HENRI BERGSON (1859-1941)


Por su parte, Bergson, fue más filósofo que psicólogo, representando la máxima expresión
del espiritualismo francés, como continuador de Maine de Biran. Henri Bergson, nació el 12 de
octubre de 1859 en París, de padres anglojudíos. En 1868 ingresó al Lycée Fontane (después
Lycée Condorcet), donde fue un alumno brillante que reveló iguales y extraordinarias
disposiciones para las ciencias y las letras. Terminados sus estudios secundarios, Bergson
ingresó a la Ecole Normale de Pans, de la que salió con el diploma de Profesor suplente de
Filosofía. Posteriormente fue profesor de filosofía en Angers (1881), donde sirvió dos años, y
pasó a continuación a ocupar un puesto similar en el de Clermont-Ferrand, que dirigía el padre
de Paul Bourget, desde 1883 hasta 1888. El joven filósofo se hizo pronto famoso por sus
conferencias. El 21 de febrero de 1884 dictó una conferencia sobre “La Risa”, que causó
sensación y cuyas ideas fueron desarrolladas y maduradas dieciséis años después en el libro que
tuvo este mismo título. Desde 1888 hasta 1889, fue profesor del Collége Rodin. En este último
año obtuvo su doctorado con su obra “Essais sur les Données Inmediates de la Conscience”
(Ensayo sobre los Datos Inmediatos de la Conciencia). Desde 1889 hasta 1897, Bergson enseñó,
en el liceo Henri IV, y publicó, “Matiére et Mémoire” (Materia y Memoria, 1896). La Escuela
Normal Superior solicitó luego sus servicios hasta el año 1900, en que publicó “Le Riré. Fue
profesor de filosofía en el Collége de France desde 1900 hasta 1921. Durante este período (1907)
apareció su obra de mayor trascendencia: “Levolútion Créátrice” (La Evolución Creadora). A
partir de ese libro, todo el París elegante afluyó a sus conferencias, en tal forma que algunos lo
llamaron irónicamente “filósofo para las damas”.

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Brevemente esbozadas, las ideas fundamentales de la que es considerada su obra maestra,
“La Evolución Creadora”, estudia el problema de la existencia, rechazando tanto el monismo
idealista como materialista. Bergson concibe el universo como algo que no es ni puramente
materia ni puramente espíritu, sino como un proceso eterno, como un “devenir” que preserva el
pasado y crea el futuro. El mundo para él no es fijo, sino que se mueve eternamente,
evolucionando, adoptando la forma de un equilibrio eterno en el que “nada se crea, nada se
aniquila”. El Tiempo, tal como nosotros lo hemos concebido, es una mera ficción de nuestro
espíritu que hemos extraído de la idea de yuxtaposición en el espacio. El Tiempo real es el
Tiempo eternamente presente. Esté concepto soluciona las antinomias del instinto y de la
inteligencia, de la materia y del espíritu, de la libertad y el determinismo. En vez de estar atado
por los grillos de hierro de la necesidad, el universo se mueve siempre hacia adelante, evoluciona
constantemente en una actividad libre y creadora.
El tema fundamental de su psicología es la conciencia. Sostuvo que la psicología tiene
como objeto la vida interior, pero asegurando que las manifestaciones de la conciencia se
reflejan en el comportamiento exterior por medio de su realidad concreta. Afirma la
introspección como el método esencial de la psicología, pero en la experiencia vivida, no en la
mera autoobservación pasiva. Rechaza el atomismo psicológico, igual que James, y comparte la
idea de la “corriente de la conciencia”, como un fluido ininterrumpido, que llama duración real,
y que tiene aplicación tanto en lo intrapsíquico como a nivel cósmico, por medio de otra noción
clave de su pensamiento, que fue la evolución creadora.
Otro aporte importante de Bergson fue la distinción entre memoria-hábito y memoria-
recuerdo. La primera reproduce el pasado por medio de la repetición y fijación de mecanismos
motores orgánicos, en tanto, la segunda lo hace por medio de una representación única en el
espíritu.
CAPÍTULO 5

LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Entre las posiciones extremas del objetivismo y el subjetivismo se pueden ubicar un grupo
de escuelas que ocupan posturas intermedias, ora enfatizando una u otra tendencia. Es un hecho
destacable, que las corrientes objetivas tendieron geográficamente a establecerse en los países
anglosajones, en tanto, las tendencias subjetivas preferentemente se ubicaron en los países
centroeuropeos, aunque sin substraerse a los adelantos compartidos por la evolución del
conocimiento. A continuación, reseñaremos someramente las escuelas más importantes de esta
agrupación que se desarrollaron durante la primera mitad del siglo XX.

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1. PSICOLOGÍA DE LA ESTRUCTURA
Uno de los más insignes discípulos de W.Wundt fue Edward Bradford Titchener (1867-
1927). De origen británico, estudió en la Universidad de Oxford (próxima a Londres) donde
ingresó en 1885. Allí estudió los clásicos, filosofía y cinco años de Fisiología. Después de su
graduación, en 1890, se fue a Leipzig a estudiar con Wundt, con quien obtuvo en 1892 su
doctorado. Posteriormente se radicó en USA, donde recibió el ofrecimiento para ser profesor
asistente en Cornell University. En USA pasó el resto de su vida profesional, realizando
investigaciones en psicología experimental. Estudió la estructura de la mente (de ahí deriva la
designación de “Estructuralismo”), investigando la sensación por medio del método de la
introspección. Aceptaba la concepción tradicional de que la psicología es la ciencia de la
“conciencia”, “el estudio analítico de la mente humana, adulta, normal, generalizada, que se lleva
a cabo mediante la introspección” (Marx et al., 1967, 92). También entendió que la psicología es
“la ciencia de la experiencia personal mirada como funcionalmente dependiente del sistema
nervioso.” La meta de la introspección es describir la experiencia inmediata, de modo tal de
evitar el error de distorsión, procurando la mayor objetividad posible.
Titchener dio nombre a la psicología estructural en los Estados Unidos, en 1898, en un
escrito titulado, “The postulates of a Structural Psychology”. Los objetivos del Estructuralismo
son:
1) Identificar los componentes más simples de la experiencia mental concreta o de los
procesos mentales;
2) Descubrir cómo se combinan esos elementos, cuáles son las leyes que rigen la
relación entre esos elementos;
3) Determinar las correlaciones entre las mente y el sistema nervioso;
Los elementos básicos de estudio fueron las sensaciones, las imágenes y los sentimientos.
Las dimensiones que descubrieron de las sensaciones e imágenes, fueron: cualidad, intensidad,
duración, vivacidad (“vividness”) y extensión. Las dimensiones de los sentimientos son:
cualidad, intensidad y duración. El conocimiento sólo es posible en forma empírica jamás a
priori. “Podemos considerar el estructuralismo de Titchener ―dice Murphy (1960, 221)― una
simplificación rigurosa del de Wundt”, su maestro. Otros postulados sostenidos por Titchener
fueron, la adopción del principio de la asociación por contigüidad como ley principal, también
aceptó el paralelismo psicofísico de Wundt y el concepto de atención como principio de
selección para explicar los estímulos a estudiar. Creía que la estructura de la mente humana
consistía en 40.000 sensaciones, sentimientos e imágenes separadas, según pudo concluir al
trabajar con sus estudiantes.
El aporte más importante de Titchener fue el “Manual de Psicología Experimental:
prácticas de laboratorio” (1901-1905). Asimismo, fue editor del American Journal of

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Psychology, durante los años 1921 y 1922. También creó la Sociedad de psicólogos
experimentales, que todavía existe.
Otros representantes de esta escuela fueron Edwin G.Boring (1886-1968), quien escribió la
célebre obra: “A history of experimental psychology” in 1929 y “Sensation and Perception in the
History of Experimetal Psychology”, también fue profesor en Harvard. Otro autor destacado fue
James M.Cattell (1860-1944), quien también estudió con Wundt en Leipzig (1883-1886). Fue
uno de los fundadores y presidente (1895) de la American Psychological Association. Fue
también el titular de la primera cátedra de psicología del mundo, creada en la Universidad de
Pennsylvania, en 1888. “Sus problemas eran el descubrimiento de los elementos de conciencia,
su modo y leyes de combinación y su relación con el sistema nervioso” (Heidbreder, 1964, 99).
Se destacó por sus trabajos con los tests mentales, construyendo la famosa prueba de Cattell-
Binet. Fue organizador, ejecutivo y editor de varias organizaciones y journales, entre ellas, The
Psychological Corporation, que publicó el Wechsler Intelligence Tests, una de las pruebas más
conocidas en la evaluación de las funciones intelectuales.

2. FUNCIONALISMO
Desde 1890 hasta 1910, el funcionalismo fue el movimiento más importante en la
psicología académica anglosajona y, en muchos sentidos, el precursor del
conductismo. Fundado por John Dewey (1859-1952) y James R.Angell (1869-1946), ambos de
Chicago. Dewey fue quien escribió el primer libro de texto de psicología en América en 1886. El
funcionalismo fue desarrollado por Robert S.Woodworth (1869-1962) y Harvey Carr (1873-
1954). Sus pioneros más destacados fueron G.Stanley Hall (1844-1924), James Mark Baldwin
(1861-1934), William James y Edward L. Thorndike (18874-1949).

Según, Woodworth, “se llama psicología funcionalista una psicología que intenta dar una
respuesta exacta y sistemática a las preguntas: ¿qué hacen los hombres? Y ¿por qué lo hacen?”
(Marx et al., 1967, 101). Surgió en oposición al Estructuralismo de Titchener. Define la
psicología como el “estudio de la actividad mental” entendida como conducta adaptativa.”
Subraya el estudio de la mente como una parte funcional, esencialmente útil, del organismo
humano. La actitud funcionalista fue consecuencia lógica de la propagación del darwinismo y su
doctrina de la supervivencia de los más aptos. El funcionalismo psicológico insistía en la
importancia de técnicas como los tests de inteligencia, y las experiencias controladas para medir
la capacidad de los animales para aprender y resolver problemas. Este tipo de investigación
representaba una clara ruptura con los métodos introspectivos utilizados por los primeros
psicólogos del siglo XIX.
“De acuerdo con Carr, el acto adaptativo es el concepto clave en la psicología. Implica tres
fases esenciales:

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1) un estímulo motivador,
2) una situación sensorial, y
3) una respuesta que altera la situación para satisfacer las condiciones motivantes
(Ídem, 113-114).
En el estudió de la adaptación de la mente a un ambiente determinado o actividad
intencional, el modelo conductista E-R, utilizado por Carr, fue ampliado por Woodworth, en su
famosa obra Experimental Psychology, por medio de la fórmula E-O-R (Estimulo, Organismo y
Respuesta), lo que significó la introducción del "organismo" o del individuo como otra variante
en el esquema conductista clásico E-R. Woodworth continuó utilizando el método de la
introspección experimental de Wundt.
El funcionalismo se interesó en el aprendizaje animal y humano, la psicopatología, los tests
mentales, la psicología genética y la psicología educacional. Supuso la existencia de una
interacción entre lo psíquico y lo físico sobre la base de que no existe distinción real entre
ambos. No tuvo pretensiones teoréticas sino la realización de investigaciones en temas utilitarios.
Según Papalia y Olds (1993, 8), la “psicología americana es todavía funcionalista en sus
perspectivas al poner el énfasis en métodos científicos de recopilación de datos y en la aplicación
práctica de los conocimientos derivados de estos métodos”.
Las principales críticas al movimiento funcionalista provinieron de los estructuralistas. Una
de las críticas fue el propio término no estaba claramente definido. Los funcionalistas fueron
acusados de, por veces, usar el término función para desacreditar una actividad y otras veces para
referirse a sus utilidades o beneficios. Otra crítica presentada especialmente por Titchener, se
relacionaba con la definición de Psicología. Los estructuralistas afirmaban que el funcionalismo
no tiene nada que ver con la Psicología pues no se restringía a un objeto de estudio o a una
metodología como el estructuralismo. De acuerdo con Titchener, cualquier abordaje que no fuese
un análisis introspectivo de la mente era funcional, por lo tanto no era psicológico. Precisamente,
era esa definición de la Psicología lo que los funcionalistas cuestionaban y se empeñaban en
sustituir. Otros críticos censuraban el interés de los psicólogos funcionales por las actividades de
naturaleza práctica o aplicada. Los estructuralistas no veían con buenos ojos a la Psicología
aplicada, como todavía ocurre entre muchos teóricos. Actualmente, la Psicología aplicada está
mucho más extendida y en general es considerado una contribución más que un defecto.

3. LA PSICOMETRÍA.
Uno de los campos predilectos de investigación de la psicología experimental americana
fue la medición de la inteligencia. “En un artículo escrito por Cattell en 1890 se empleó por
primera vez en la literatura psicológica la expresión “test mental”. Este artículo describía una
serie de tests que se aplicaban anualmente a los estudiantes universitarios en un intento de
determinar su nivel intelectual” (Anastasi, 1967, 8). En 1905, Alfred Binet (1857-1911; nacido en

70
Francia), presentó la primera escala de medición de la inteligencia (conocida como escala de
Binet-Simón), integrada por 30 problemas o tests colocados en orden creciente de dificultad. “No
tardó en darse cuenta de que los resultados obtenidos en esta prueba por los niños normales son
comparables a los que obtienen los débiles de más edad. De donde la noción de edad mental
destinada a caracterizar el retraso (o adelanto) de un individuo en relación con la media de sus
condiscípulos” (Centre, 1972, 41). Se hicieron varias revisiones de la prueba, la más famosa fue
llevada a cabo en EEUU bajo la dirección de L.M.Terman en la Universidad de Stanford,
conocida como la revisión de Stanford-Binet. En esa ocasión, se utilizó por primera vez el
concepto de cociente de inteligencia (CI), como la razón entre la edad mental y la edad
cronológica.
En 1917, cuando EEUU decidió participar en la primera guerra mundial fue necesario
clasificar rápidamente un millón y medio de reclutas. En esas circunstancias se creó el primer
test colectivo de inteligencia. Durante la primera y segunda guerra mundial aparecieron los tests
de aptitudes especiales y durante la segunda guerra se crearon las baterías especializadas de
tests. Otro hito significativo en el desarrollo de la psicometría lo constituyó las investigaciones
del psicólogo inglés Charles Spearman (1863-1945). Aplicando los estudios estadísticos
investigó con rigor científico más de 30.000 casos para comprobar las correlaciones de la
inteligencia con la edad, el sexo, la herencia, la raza, la salud, etc. Diversas teorías sobre la
inteligencia disputaban sus divergencias. Ellas eran las teorías, llamadas “monárquicas” que
postulaban una inteligencia general, las teorías “oligárquicas”, que proponían la existencia de
varias facultades diferenciadas y las teorías “anárquicas” de múltiples aptitudes independientes.
Spearmen logró conciliar las distintas posiciones, concluyendo que la inteligencia está
determinada por un alto número de factores, los factores “específicos” ―factor e― para cada
una de las funciones, por un número limitado de factores de grupo o comunes ―overlapping
factors―, para muchas habilidades afines y por un factor general ―factor g―, común a todas
las funciones. El desarrollo metodológico de este planteamiento ha llegado a conocerse con el
nombre de análisis factorial.
Otra etapa importante de la psicometría fue cuando se determinó el interés por los rasgos
no intelectuales o las características de la personalidad. Uno de los precursores de los tests de
personalidad fue Emil Kraepelin (1856-1926), quien utilizó el test de asociación libre con
pacientes normales. También es digno de mención los trabajos de Francis Galton (1822-1911),
fundador de la Psicología Diferencial, Karl Pearson (1857-1936), quien perfeccionó la
metodología estadística, definiendo varios coeficientes que llevan su nombre y Raymond
B.Catell (1905-1998; nacido en Inglaterra, trabajó en USA desde 1937) quien creó las técnicas
de cuestionario tipificado y las rating scales, construyendo la famosa prueba de personalidad
conocida como 16 PF (16 factores de personalidad). Catell y Horn fueron los que propusieron la
distinción entre el tipo de inteligencia fluida ―de relaciones, conceptualizaciones y del

71
razonamiento abstracto― y cristalizada ―capacidad de acumular información para emitir
juicios y resolver problemas. Otro prototipo de cuestionario de personalidad muy usado fue el
self-report inventory (inventario autodescriptivo), que consiste en una hoja de datos personales,
que desarrolló Woodworth. Actualmente se destacan los trabajos de Robert Stenberg (Doctorado
en Stanford, en 1975; fue presidente de la APA y actualmente es vice presidente y profesor en
Oklahoma State University), quien elaboró la teoría Triárquica de la inteligencia, que distingue
tres factores en el funcionamiento intelectual: 1) El capacidad de adaptación al entorno, donde se
destacan tres habilidades: a) resolución de problemas; b) habilidades verbales y c) competencia
social; 2) El rol de la experiencias anteriores; y 3) El rol de los procesos cognitivos. Otro teórico
actual renombrado es Howard Gardner (nacido en 1943), de Harvard University quien ha
desarrollado la teoría de inteligencias múltiples.

4. LA ESCUELA DE WÜRZBURGO.
Si bien la psicología de laboratorio nació en Alemania, ningún otro país permaneció tan fiel
a la psicología de la conciencia y al método introspeccionista como la propia patria de Wundt.
En este sentido se destacó la tarea de la Escuela de Würzburgo, en donde se desarrolló la técnica
de la introspección experimental, bajo la inspiración y dirección de Oswald Külpe (1862-1915).
Se distinguió por sus investigaciones sobre la voluntad, y en particular sobre el proceso
psicológico del pensar. Por ejemplo, el mantenimiento en el tiempo de las intenciones de
conducta fue una idea expresada por la psicología de la voluntad de la escuela de Würzburgo a
principios del siglo XX. Diferentes autores coetáneos a esta escuela ―principalmente Birenbaum
(1930) y Lewin (1926) ― protagonizaron dos décadas de una gran explosión de estudios
experimentales y teóricos sobre la intención. Tradicionalmente se había creído que el pensar va
siempre acompañado de imágenes. Los psicólogos de Würzburgo investigaron la importancia de
la imagen en la ideación y la existencia de, “una multitud de estados inefables: ‘actitudes de la
conciencia’, especies de sentimientos intelectuales (sentimientos de dirección, de significación,
de relación); temas, tendencias” (Dumas, 1948, II, 693) y el pensamientos sin imágenes y sin
palabras que denominaron el “pensamiento puro”.
“La escuela cesó sus actividades desde el segundo decenio de este siglo, pero algunos de
los resultados obtenidos influyeron sobre elaboraciones psicológicas posteriores”, afirma Ferrater
(1965, t.2, 944-945). Así ocurrió con el concepto de “estado de conciencia” (Bewusstseinslage),
la noción de las representaciones (Verstellungen) y el concepto de tarea (Aufgabe) o tendencia
determinante para seleccionar las respuestas del sujeto.

5. LA PSICOLOGÍA COMPRENSIVA

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“Conocer al hombre por sus acciones, por sus gestos y actitudes, por sus creaciones
espirituales, por sus ideales, por los valores y normas a que ajusta su conducta, exige la
indagación, ante todo, de nuevos métodos, conectados con una determinada concepción
del objeto de la psicología y, sobremanera, el afinamiento de los instrumentos
conceptuales que conduzcan a conclusiones que, de la interpretación de lo humano
objetivado remitan a lo humano subjetivo, y a la inversa, en una complementación de lo
uno por lo otro. En el campo que delimita ese círculo, se sitúa la problemática de la
denominada psicología comprensiva” (Heidbreder, 1964, 450).

Sus principales representantes fueron, Wilhelm Dilthey (1833-1911), Eduardo Spranger


(1882-1963) y Karl Jaspers (1883-1969). Reaccionaron contra el estudio positivo del hombre
que había hecho de la psicología una disciplina dependiente de las ciencias naturales. Postularon
que más que “explicar” causalmente los hechos psíquicos, lo que importa son “comprenderlos”,
es decir, captar sus motivaciones y fines, aprehender íntegramente toda la realidad.
W. Dilthey, fue un filósofo de la historia y de la cultura alemán, cuyas teorías han influido
de forma notable en la teología y en la sociología. Nacido en Biebrich, Renania, Dilthey estudió
en Heidelberg y Berlín. Como profesor de filosofía en las universidades de Basilea, Kiel, Breslau
y Berlín combatió la dominación del conocimiento por las ciencias naturales “objetivas”;
pretendía establecer una ciencia “subjetiva” de las humanidades (Geisteswissenschaften). Según
Dilthey, estos estudios humanos subjetivos (que incluyen derecho, religión, arte e historia)
deberían centrarse en una “realidad histórica-social-humana”. Afirmaba que el estudio de las
ciencias humanas supone la interacción de la experiencia personal, el entendimiento reflexivo de
la experiencia y una expresión del espíritu en los gestos, palabras y arte. Dilthey razonó que todo
saber debe analizarse a la luz de la historia; sin esta perspectiva el conocimiento y el
entendimiento sólo pueden ser parciales. Propuso la creación de una psicología descriptiva y
analítica que de cuenta de “la totalidad de la vida anímica”. “Toda manifestación exterior de vida
es el punto de apoyo de una posible captación de lo interior que la produce” (Heidbreder, 1964,
461). “Su marcha debe ser analítica y no constructiva. Debe partir de la vida psíquica completa y
no deducirla de procesos elementales... Ha de tomar como objeto al hombre acabado, la vida
mental completamente desarrollada, y aprehenderlo, describirlo y analizarlo en su totalidad”
(Foulquié, 1965, 178). Dilthey apunta no al sujeto descarnado de uso en los laboratorios de
investigación experimental, sino “el hombre real, histórico, dentro de un determinado contexto
socio-cultural y que en su padecer, obrar y crear, no puede ser desgajado de las condiciones
generales en que se asienta su época” (Heidbreder, 1964, 463).
Este método fue aplicado por Spranger en sus obras, Formas de vida, 1914, y Psicología de
la edad juvenil, de 1924, donde desarrolló su teoría de los tipos de personalidad (constituida por

73
el hombre social, económico, estético, teorético, político y religioso), según la cual el espíritu
humano estructura su comportamiento y concepción de la vida, en cuanto ser histórico y cultural.
También Karl Jaspers aplicó el método comprensivo a la psicopatología y la psicoterapia,
aunque su producción más importante estuvo en el marco de la filosofía existencialista.
Psicólogo de profesión, desde su licenciatura comienzó a publicar obras donde reflejó su
pensamiento. En “Psicología de las concepciones del mundo” aparece por primera vez la
corriente existencialista alemana. La filosofía de Jaspers está altamente influenciada por Max
Weber, Baruch Spinoza, Friedrich Nietzsche y Soren Kierkegaard. Jaspers se definió a sí mismo
como el filósofo de la existencia. Estudió la relación entre el filósofo y su doctrina. Mientras
gobernaron los nazis su obra fue prohibida y Jaspers fue relegado de su trabajo como profesor de
la universidad. Escribió, entre otras obras, “Filosofía”, “La situación espiritual de nuestro
tiempo”, “Origen y meta de la historia”, “Los grandes filósofos”, “Psicopatología General”,
“Razón y libertad”. Desarrolló una visión comprensiva del hombre, de tipo abarcadora y totali-
zante. Siempre hay que tener presente “que no hay hombre sino en situación y que se accede a lo
comprensible en la medida que éste es referido a totalidades que lo trascienden: su constitución
biológica, su unidad nosológica (en psicopatología), la biografía individual, la sociedad, las
formas objetivas de cultura” (Heidbreder, 1964, 474), donde la libertad es en todo momento una
variable decisiva.

6. LA PSICOLOGÍA DE LA FORMA
Es un movimiento que surge en Alemania a principios de siglo XX y que tuvo un amplio y
gravitante desarrollo en el pensamiento contemporáneo. Fue llamada, “Gestalttheorie” o teoría
de la Gestalt, expresión alemana que puede traducirse como “configuración”, “estructura”,
“totalidad” o “forma”. Sus principales representantes fueron Max Wertheimer (1880-1943),
Wolfang Köhler (1887-1967) y Kurt Koffka (1886-1941). Precisamente este último, define el
objeto de la Gestalt, como “el estudio del comportamiento en sus conexiones causales con el
campo psicológico” (Foulquié, 1966, 261).
Se oponen a la psicología analítica, mecanicista y asociacionista de fines del siglo XIX.
Tampoco comulga con el behaviorismo, si bien reconocen que “el comportamiento debe ser
nuestra piedra angular”, entendido como una configuración global, dinámica, integrada e
integradora. Considera que el conocimiento científico no es la mera acumulación de datos y
hechos sin término ni orden, sino, por lo contrario, la ordenación de los hechos en un conjunto
coherente intrínsecamente vinculado. Los guestálticos conciben la psicología “como el estudio
de la experiencia inmediata del organismo total” (Marx et al., 1967, 99). Su tesis fundamental es
que la forma no es la suma, ni el producto, ni una simple función de sus partes, sino un todo,
unidad o campo con sus propias leyes y principios. Su antecesor fue Von Erhenfels, quien en
1890 escribió un artículo sobre las cualidades de la forma, que pasó desapercibido hasta que los

74
psicólogos de la Gestalt lo exhumaron. Von Erhenfels utilizó el ejemplo de la melodía para
ilustrar su pensamiento. Una melodía puede modificarse en todos sus sonidos, trasponiendo todas
sus notas un medio tono y, sin embargo, se la identifica como la misma melodía, pero, por otra
parte, pueden modificarse algunas notas y cambia la composición. En consecuencia, el todo ―la
melodía― es más que la suma de sus partes.
En 1910, Max Wertheimer, comenzó el análisis de la naturaleza de la percepción. Las
explicaciones convencionales de la psicología, fundamentadas en un supuesto mosaico de
sensaciones combinadas o asociadas, no justificaban el dato psicológico tal como se da
inmediatamente, dejaban de lado la totalidad y fluidez de la experiencia perceptual. En sus
experimentos contó con la ayuda de Wolfgang Köhler y Kurt Koffka. Se dedicaron a hacer
experimentos con kinescopios sencillos y descubrieron lo que dieron en llamar “fenómeno phi”,
o sea, ilusión del movimiento aparente. Entre los tres se dieron a la tarea de revisar los
paradigmas psicológicos existentes, concretamente la psicología experimental de Wundt y el
asociacionismo.
Las tesis centrales del asociacionismo eran que la percepción es una reproducción de los
objetos en forma de imagen mental, y que el pensamiento consiste en una combinación mecánica
de tales imágenes. James Mill, uno de sus principales exponentes, afirmaba “Nuestras ideas se
producen o existen en el orden en que existen las sensaciones de las que son reproducciones”,
representando una concepción mecanicista de la psicología. A este paradigma se unían Wundt,
Titchener, Ebbinghaus, Thorndike, Watson y Pavlov, haciendo modificaciones para conformar
sus teorías particulares. En contraposición, los psicólogos de la Gestalt introdujeron el concepto
de “organización” entre el estímulo y la respuesta de los conductistas. Los fenómenos percibidos
realmente son formas organizadas, no agrupaciones de elementos sensoriales.
En 1912, Wertheimer llevó a cabo algunos experimentos sobre la naturaleza de la
percepción del movimiento, el “fenómeno phi”. Empíricamente descubrió que si dos líneas
cercanas entre sí se exponen de forma instantánea y sucesiva a una velocidad determinada, el
observador no verá dos líneas sino una sola que se desplaza de la primera a la segunda. Si se
reduce el intervalo de presentación más allá de un umbral determinado, el observador verá dos
líneas inmóviles, pero si se aumenta mucho dicho intervalo, se verán separadas en el tiempo y el
espacio. En este fenómeno se basaron los antiguos kinescopios, y actualmente la proyección de
películas, así como los anuncios publicitarios y marquesinas de cines adornadas con bombillas
que parecen desplazarse en torno, ya que el movimiento es una construcción perceptual a partir
de imágenes sucesivas percibidas. Wertheimer denominó gestalt al factor unificante que
combinaba elementos separados en un todo, provocando dicha “ilusión”.
Leyes de la percepción. En posteriores estudios, Wertheimer analizó detalladamente el principio
de organización. Supongamos que vemos un conjunto de puntos: estos se agrupan de algún
modo: un triángulo, un círculo o una figura más compleja. Es la configuración en que aparecen

75
lo que da que sean percibidos de una u otra manera. Existen varios principios de organización de
la percepción. Los básicos son:
 Proximidad de los elementos entre sí.

Aquí nuestra percepción, de forma espontánea y sin sugestión, ve las líneas en grupos de dos.
Esta es una tendencia muy fuerte, lo cual se manifiesta cuando tratamos de formar grupos
distintos con estas líneas. Puede formarse un solo par con dos líneas alejadas, pero es realmente
imposible ver todo el campo estructurado en pares de líneas alejados. Esta tendencia, que al igual
que todas tiene fines adaptativos, facilita a nuestra percepción conformar objetos con contornos
paralelos.
 Semejanza:

La figura de arriba se ve más fácil como seis columnas que como filas horizontales. La
percepción agrupa las figuras por su similitud de forma.
Completamiento de figuras: Si una figura está incompleta el perceptor la completa en su
mente.

76
Aquí la percepción agrega líneas horizontales, verticales y diagonales para completar los
cubos. Este principio se conoce también como fenómeno de cierre, y se manifiesta al activarse
patrones cognitivos de figuras previamente conocidas (se relaciona con el principio de
familiaridad). Obsérvese que el primer cubo es mucho más fácil de verse que el segundo pues
las líneas que cierran los trazos parciales de la segunda figura rompen la continuidad que
favorece al sistema organizador la emergencia del patrón conocido cubo. Otro ejemplo de
completamiento de figura, esta vez en una imagen más compleja que una figura geométrica, es la
que muestro a la derecha. ¿Puede ver de qué se trata?
 Continuidad, familiaridad, estado, y muchas otras leyes de organización que han
añadido otros psicólogos de la Gestalt con posterioridad.
En 1915 Edgar Rubin, discípulo de Müller y Katz introdujo los conceptos de figura y
fondo. Los elementos que captan nuestra atención son percibidos con gran claridad, formando la
figura, mientras que el resto del campo visual constituye el fondo, más allá de las determinantes
fisiológicas de la fóvea en la retina. Los gestaltistas adoptaron la idea de figura y fondo. Los
elementos perceptivos se organizan como un todo, una gestalt, formando la figura. Un ejemplo
de esto lo tenemos si observamos el siguiente gráfico, el cual es imposible mirarlo durante un
rato sin ver como se forman ante nuestra percepción dos gestalten diferentes: una cruz blanca
sobre fondo negro y una cruz negra sobre fondo blanco.

77
Como los principios de organización perceptual formulados por Wertheimer, que son los de
proximidad, similitud, dirección, disposición objetiva, destino común y pregnancia. Esas leyes
las descubren estudiando la percepción y aplicando sus principios, primeramente al aprendizaje y
posteriormente, a otros campos del conocimiento humano, como los actos funcionales de la
memoria, la inteligencia, el pensamiento en general y la investigación en la patología de las
funciones nerviosas.
Aplicaciones de la Gestalt. También han sido aplicados los conceptos gestálticos a la psicología
animal y a la comprensión de fenómenos naturales (filosofía de la forma). Investigaron
especialmente el tema de la solución de problemas, que lo plantearon como una reestructuración
del campo perceptual. La resolución de problemas no se limita al empleo mecánico de la
experiencia pasada (pensamiento reproductivo) sino que supone la génesis de algo nuevo no
mimético de la información mnémica (pensamiento productivo). Ese “algo nuevo” es una
gestalten o configuración perceptiva alcanzada bruscamente o por insight. Kölher experimentó
con chimpancés, en la isla de Tenerife, durante los cuatro años de la segunda guerra mundial,
con el mono Sultán. Köhler situó una banana colgada del techo en el exterior de la jaula del
chimpancé de modo que éste no podía alcanzarla con un palo que tenía a su disposición ni
subiéndose a una caja. El animal lo intentaba una y otra vez con ambos medios por separado y
después abandonaba la tarea desanimado. Pero de pronto se dirigió con decisión al palo y se
subió a la caja de modo que pudo alcanzar la banana y la solución. Köhler asegura que Sultán
experimentó una súbita reorganización perceptiva de los elementos del problema,
comprendiendo de pronto una relación nueva entre los elementos que conduce a la solución.
Cuando el animal tuvo todos los elementos dentro del campo de su percepción pudo unirlos y
resolver el problema. La habilidad del ser humano para organizar el campo percibido según
principios simplificadores suele ser un valioso recurso adaptativo, pero a veces esas mismas
formas archivadas en nuestro sistema cognitivo pueden dificultarnos el desempeño de tareas que
requieren soluciones creativas. Otros miembros de la escuela Gestalt elaboraron problemas de
insight para sujetos humanos y añadieron la noción de fijación para interpretar las dificultades

78
que experimentan los sujetos. Aquí presentamos dos ejemplos, invitándolos a pensarlos un poco
antes de ver las soluciones. El primer ejercicio sencillo: tratar de unir los nueve puntos de esta
matriz con cuatro líneas rectas. El segundo ejercicio: trate de formar cuatro triángulos equiláteros
empleando seis fósforos.

Procesos subliminales. Los procesos de organización de los estímulos primarios en formas no


funcionan sólo al nivel de lo que nuestra atención enfoca. Los conceptos de figura y fondo, en
situaciones reales, no son tan simples como en un diagrama didáctico. A una de las figuras se le
presta la mayor atención y es percibida de forma consciente. Pero aún el fondo se compone de un
número indefinido de figuras secundarias, de la cuales no estamos conscientemente al tanto, pero
que penetran en nuestro sistema a través de los llamados “canales colaterales”. A estos estímulos
se les denomina subliminales. Los mensajes subliminales (sub-liminal: por debajo del umbral)
son aquellos que penetran en nuestro cerebro sin que nos percatemos conscientemente de que
esto sucede. El primer experimento que demostró que un mensaje emitido a espaldas de la
conciencia podía, y de hecho tenía efectos mesurables en la conducta fue realizado por James
Vicary en 1956 en Fort Lee, un barrio de New York. En un cine se proyectaba la película Picnic.
Con la ayuda de un proyector estroboscópico Vicary “bombardeó” la pantalla con una
diapositiva que decía: “Beba Coca-Cola - ¿Tiene hambre? – Coma palomitas de maíz”. En ese
cine, durante la semana, se registró un aumento de las ventas de Coca-Cola en un 18.1%, y de
palomitas en un 57.5%.
Isomorfismo. La escuela guestáltica rechaza el dualismo antropológico cartesiano, aunque la
aceptación del concepto de isomorfismo implica cierto tipo de dualismo, al suponer la presencia
de dos grupos distintos de fenómenos. Es la idea de una relación homóloga entre dos fenómenos,
por ejemplo, entre los campos cerebrales y la experiencia. Kölher enunció el isomorfismo, como

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“el orden que experimentamos en el espacio es siempre estructuralmente idéntico al orden
funcional en la distribución de los procesos cerebrales subyacentes” (Marx et al., 1967, 203). Es
como decir que el mapa y el país son diferentes, pero de estructuras idénticas.
Críticas. Este sistema ha tenido fervientes partidarios y críticos que cuestiona su “irritante
imprecisión”, y la pobreza de su “metodología experimental” (Zangwill, 1981, 440). De la teoría
gestáltica surgen dos líneas de desarrollo que cultivan ámbitos muy distintos pero que están
emparentadas en sus postulados principales.

7. LA TEORÍA DEL CAMPO de Kurt Lewin (1890-1947)


Ferrater Mora (1965, II, 45) resume los conceptos más importantes de esta escuela en los
siguientes términos:
“Lewin desarrolló una psicología funcional y topológica para cuya elaboración usó como
instrumento la topología matemática. Su intención principal fue la descripción de las
situaciones psicológicas engendradas por motivaciones, presentando un marco de los
acontecimientos posibles dentro de lo que llamó ‘el espacio vital’. Los conceptos de fuerza
psicológica (o vector) y de campo de fuerza fueron empleados para determinar los
acontecimientos que tienen lugar dentro del mencionado ‘espacio’. Importancia capital
tiene en la psicología de Lewin la noción de ambiente, pero hay que tener presente que se
trata primariamente de un ambiente psicológico, es decir, de la relación del sujeto
considerado con otros en situaciones determinadas. Las reacciones de los sujetos son
estudiadas en términos de ‘posibilidades funcionales’. A tal efecto Lewin usó, entre otros
conceptos, los de valencias positiva y negativa, que son propiedades de una ‘región’ o
‘sistema’ dados y que permiten explicar los procesos internos y externos de la motivación.
Pues la conducta es entendida en relación con las necesidades internas, pero también, y
especialmente, en relación con la situación total organizada y estructurada por el
organismo estudiado”.
Sus contribuciones más importantes a la psicología fueron sus conceptualizaciones de
ciertas cuestiones de la interacción social, por ejemplo, del sistema de tensión con relación a la
memoria, Fue sugerida por la observación de los mozos de restaurantes de Berlín que exhibían
una memoria notablemente exacta en los montos de cada cuenta, hasta que ésta era abonada.
“Desarrolló conceptos y técnicas experimentales, tales como el nivel de aspiración, que han
gozado de amplia aceptación en los campos de la personalidad y la motivación” (Marx y ot.,
1967, 300). Fue pionero en la investigación de la psicología social en técnicas de liderazgo,
dinámica de grupos y en la resolución de conflictos sociales.

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Sus obras más importantes son: A dynamic theory of personality, McGraw-Hill, NY, 1935;
Principles of topological psychology, McGraw-Hill, NY,1936; The psychology of learning,
Year-Book, Chicago.

8. LA TERAPIA GUESTÁLTICA de Frederick S.Perls (1893-1970).


Perls comenzó su carrera en Berlín y en Viena donde se relacionó con los psicólogos de la
Guestalt y con la escuela freudiana. Perls era psicoanalista, pero ciertas discrepancias con los
métodos y teorías freudianos lo llevaron a crear su propia línea terapéutica. Las fuentes de su
método pueden encontrarse en las ideas de Karen Horney y Wilhelm Reich, de autores
existencialistas ―como Martin Buber y Paul Tillich― y de la fenomenología (Edmund Hüsserl),
de donde tomó las ideas de “libertad” y “responsabilidad”, la de la inmediatez de la experiencia y
la del papel del individuo en la búsqueda del significado de su vida. Aplicó los principios de la
Psicología gestáltica al postular que las personas emocionalmente saludables organizan su campo
de experiencia en necesidades bien definidas que les sirven de referencia a la hora de organizar
su conducta. Las personalidades neuróticas interfieren con la conformación de la gestalt
apropiada y no llega a adecuarlas con sus necesidades.
Desde 1946, hasta su fallecimiento en 1970, Perls dictó cursos sobre Terapia Guestáltica.
Desarrolló la mayor parte de las técnicas de terapia Gestalt en los EE.UU. durante los años
sesenta, estableciendo institutos gestálticos en muchas partes del país. Gran cantidad de técnicas
psicoterapéuticas han incorporado principios de la terapia gestáltica, la cual mantiene hasta hoy
en día cierta vigencia, especialmente por medio de los talleres vivenciales. Las premisas
principales de su enfoque pueden resumirse en los siguientes puntos:
(1) “La premisa básica de la psicología de la Gestalt es que la naturaleza humana se
organiza en formas o totalidades y es vivenciada por el individuo en estos términos y
puede ser comprendida únicamente en función de las formas o totalidades de las cuales se
compone” (Perls, 1976, 19).
(2) “Nuestra premisa siguiente es que toda la vida y todo el comportamiento son
gobernados por el proceso que los científicos denominan homeostasis y que los legos
denominan adaptación. El proceso homeostático es el proceso mediante el cual el
organismo mantiene su equilibrio y por lo tanto su salud... La vida, en todas sus formas, se
caracteriza por este juego continuado de balance y desbalance en el organismo... Por lo
tanto, bien podemos llamar al proceso homeostático el proceso de la autorregulación, el
proceso mediante el cual el organismo interactúa con su ambiente” (Ídem, 19-21).
(3) “La doctrina holística. Uno de los hechos más notorios del hombre es que es un
organismo unificado... En psicoterapia, este concepto nos da una herramienta para tratar
con el hombre en su totalidad. Ahora podemos ver cómo se imbrican sus acciones mentales

81
y físicas. Podemos observar al hombre más agudamente y usar nuestras observaciones más
significativamente.. Si la actividad física y la actividad mental son del mismo orden
podemos observarlas ambas como manifestaciones de lo mismo: el ser del hombre” (Ídem,
23, 28-29).
(4) “Ningún individuo es autosuficiente; el individuo puede existir únicamente en un campo
ambiental. El individuo es, inevitablemente en todo momento, parte de algún campo. Su
comportamiento es función del campo total que lo incluye tanto a él como a su ambiente.
La naturaleza de la relación entre él y su ambiente determina su conducta. Si la relación es
mutuamente satisfactoria, el comportamiento del individuo es lo que llamamos normal. Si
la relación es conflictual, el comportamiento del individuo es descrito como anormal”
(Ibíd).
(5) “La frase central con la cual le pedimos a nuestros paciente que comiencen su terapia y
que mantenemos durante su transcurso y no tan sólo en palabras sino que en su espíritu, es
la sencilla frase: ‘ahora me doy cuenta’, el ahora nos manifiesta en el presente y recalca
el hecho de que ninguna experiencia o vivencia es posible a menos que sea en el presente”.
“La psicoterapia deja de ser así una excavación del pasado en términos de represiones,
conflictos edípicos y escenas primarias, sino que se convierte en una experiencia de vivir
en el presente” (Ídem, 71, 29).
(6) “Sin la capacidad de darse cuenta, no hay cognición electiva. Tanto el darse cuenta,
como el contacto y el presente no son más que aspectos diferentes de un mismo y único
proceso: la autorrealización” (Ídem, 71).
Las obras que pueden consultarse en español de Perls son: Sueños y Existencia. Ed.Cuatro
Vientos, Santiago de Chile; Dentro y fuera del tarro de la basura. Ed.Cuatro Vientos, Santiago
de Chile. También son recomendables sobre terapia guestáltica: Stevens J.O. El darse cuenta.
Ed.Cuatro Vientos, Santiago de Chile; y Stevens J.O. (compilador). Esto es Guestalt. Ed.Cuatro
Vientos, Santiago de Chile.

CAPÍTULO 6

LA PSICOLOGÍA A MEDIADOS DEL SIGLO XX

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1. INTRODUCCIÓN
En este capítulo abordamos la historia de la psicología comprendido entre el fin de la
Segunda Guerra Mundial y la década del 80. Es una etapa cuando se producen cambios
significativos en el mundo cultural y social, caracterizada por el surgimiento de nuevas
tendencias y escuelas psicológicas. Se observa una fuerte reacción ante los métodos y la
concepción positivista de la psicología de laboratorio y de la psicometría, como también a toda
forma de objetivismo materialista y mecanicista. Esto no significa retrotraerse a los postulados
de la psicología pre científica, de raíz subjetivista. Lo que surge es la necesidad de retornar a la
comprensión de las profundas problemáticas del sentido de la existencia humana. Hay una nueva
búsqueda en las fuentes filosóficas para intentar encontrar al hombre, en su integración unitaria y
dinámica dentro del proceso del ciclo vital. También el psicoanálisis es objeto de revisiones y
cuestionamientos. Las nuevas orientaciones reaccionan contra el énfasis preterista del
psicoanálisis y van a postular la importancia del presente o del “aquí y el ahora”. Asimismo, se
observa un esfuerzo por alcanzar una nueva síntesis de las tendencias subjetivistas y objetivistas.
Por otro lado, durante esta etapa se mantienen los postulados básicos de la ontología y la
gnoseología de la filosofía moderna (la accesibilidad a la verdad y a la esencia de las cosas, el
saber objetivo, la fe en la razón, en el progreso y en la ciencia, especialmente en el método
científico, etc.), aunque se vienen produciendo cambios que van gestando nuevo escenario que
va a instalar la posmodernidad, que de acuerdo a lo que afirma, I.Caro (1995, 31), es un hecho
que va a instalarse a partir de la década del 80. Por eso, la psicología de las dos últimas décadas
del siglo XX será objeto de estudio en el próximo capítulo.
En éste sección puntualizaremos las principales corrientes de esta etapa, haciendo un breve
resumen de las características principales de cada una de ellas.

2. LA PSICOLOGÍA FENOMENOLÓGICA
La fenomenología ha tenido una participación destacada en el pensamiento filosófico como
en el psicológico. Podría definirse como el enfoque que se esfuerza por “ver y describir la
realidad tal como nos es dada, descartando toda preconcepción y preocupación metafísica”
(Foulquié, 1967, 398). Los pensadores que han desarrollado este modelo han sido, Franz
Brentano (1838-1917), un pionero, quien postuló el concepto de intencional de la conciencia;
Edmund Husserl (1859-1938), el fundador de la fenomenología; Karl Jaspers (1883-1969),
psiquiatra y filósofo fenomenólogo existencialista; Martín Heidegger (1889-1976), filósofo
existencialista, igual que, Jean Paul Sartre (1905-1980) y Maurice Merleau-Ponty (1908-1961),
profesor, escritor y filósofo existencialista.

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SUPUESTOS FUNDAMENTALES. La fenomenología tiene su centro polémico en la
confrontación con el naturalismo del siglo XIX, que permanecía aferrado al ideal de una ciencia
puramente contemplativa (Abbagnano, III, 439). La nueva propuesta consistió en realizar una
descripción sin supuestos que refleje las estructuras y las formas de todo conocimiento. La
Revolución Industrial, el desarrollo de las ciencias, el evolucionismo y, especialmente, el
positivismo, impusieron al sujeto ante el riesgo de la cosificación y la fascinación por las
formalizaciones naturales o sensibles. En ese sentido, la fenomenología también planteó una
profunda crítica al positivismo, ya que éste, en términos de Husserl, ignoraba la diferencia
fundamental entre lo real o natural y lo ideal o irreal. El positivismo buscaba atenerse sólo a los
hechos, pero con una medida reduccionista, ya que obviaba la experiencia como totalidad. El
positivismo sostenía que todo ente se reducía a lo sensible, sea físico o psíquico, despreciando el
interjuego que la experiencia proporciona. En búsqueda de la ciencia estricta, terminaban
construyendo una ciencia aparente. Por el contrario, “la psicología fenomenológica es la
elaboración de una psicología descriptiva como captación de lo puramente esencial a lo psíquico
ofrecido en el curso temporal de las vivencias” (Heidbreder, 1964, 491).
La fenomenología parte de una concepción no particularizada de la observación. Es su
propósito la definición estricta del objeto. No lo formaliza al modo del positivismo o del
empirismo, como una mera descripción de los elementos que lo constituyen. La observación
abarca la “esencia”, no al modo platónico, sino con una concepción absoluta y rigurosa, donde la
esencia y el objeto son descritos dentro de una experiencia de totalidad. Por lo tanto, para la
fenomenología todo lo contingente (los contenidos empíricos de la experiencia) es inherente a la
esencia y participa activamente en la experiencia de la percepción. Dicho en otros términos, para
la fenomenología, el resultado de una observación incluye la experiencia máxima, abarcativa de
todos los factores de la observación, de manera determinante o indeterminante. Todo aquello que
es propio de un hecho y pueda ser transpuesto a la idea, será lo intuido, como correspondiente a
la esencia pura o eidos. Para Husserl, la reducción eidética es poner entre paréntesis todo aquello
que está dado en lo fáctico de un hecho, para que sólo quede lo esencial, lo eidético. El método
opera como “una descripción de las estructuras de la conciencia trascendental” (Sartre). Esto es,
describir lo vivido por medio de la conciencia, sin olvidar nada y posteriormente aprehender las
esencias o estructuras comunes al conjunto de fenómenos observados. Husserl propuso el
término griego epojé, para referirse al proceso que desprende lo fáctico de la esencia del hecho.
Su tesis fundamental fue renunciar a las discusiones estériles de los filósofos poniendo entre
paréntesis las teorías –epojé- y entregarse al estudio de lo dado. “Volver a las cosas mismas, era
la consigna proclamada por Husserl.
De esta manera, la fenomenología esboza el concepto de residuo fenomenológico. Se
refiere a la eliminación de los supuestos para alcanzar las esencias dadas y encaminar la
investigación hacia una zona trascendental. La fenomenología busca por medio de la reducción

84
trascendental y la eliminación de los supuestos, el camino para la conciencia pura del sujeto
cognoscente. La reducción o la epojé no niegan la existencia de otros fenómenos, sino que
detiene la interferencia o la neutraliza —lo contingente o lo subjetivo— alcanzando el estado de
la conciencia pura.
Otro concepto básico aportado por esta dirección es la intencionalidad de la conciencia.
“La conciencia es siempre conciencia de algo”, afirmaba Sartre, siguiendo a Brentano. Eso
significa que no hay conciencia ni objeto fuera del acto de conocer. La conciencia “es el acto
mismo por el cual apuntamos al objeto; y como hay diferentes maneras de apuntar a él, habría
que hablar de conciencia perceptiva, de conciencia imaginativa, de conciencia amante u
odiadora” (Foulquié, 1965, 343). Siempre el fenómeno psíquico es considerado en relación a su
trascendencia. No se desliza sobre lo inmanente, sino que se proyecta sobre lo trascendente,
entendiendo que el sujeto alcanza la comprensión de sí mismo, en los otros y por los otros.
Por otro lado, la psicología fenomenológica se opone tenazmente al dualismo
antropológico. La supresión que surge del paréntesis producido por la reducción
fenomenológica, no implica separación y aislamiento, similares a los observados en el dualismo
mente-cuerpo. Esa operación tiene como propósito dejar afuera lo contingente para aumentar el
grado de certeza apodíctica. El cuerpo, sería el espacio o la unidad que la conciencia toma como
plataforma para trascender hacia el mundo. Jean-Paul Sartre va a decir “no tengo un cuerpo”,
sino “soy cuerpo”. Se rechaza la oposición entre “cuerpo” y “conciencia”, como se daba en
Descartes. Entre los fenomenólogos el cuerpo está unido a la conciencia, no cómo dos cosas de
naturaleza diferentes, sino como la expresión sintética de una misma función. “Mi rencor o mis
celos no están en mi alma o en mi conciencia; están en mi comportamiento para con la persona
de la que tengo celos; en una palabra están en mi cuerpo” (Ídem).
Merleau-Ponty reivindica la posición de ser-en-el-mundo en el aquí y el ahora, no
meramente como ser físico o ser social. El comportamiento, para Merleau-Ponty, no depende de
una estructura fisiológica ni química ni tampoco de una condición del entorno social. Dicho en
otros términos, Ponty considera que el estudio de la psicología fenomenológica es la capacidad
de intuir las esencias de un ser en el mundo. Un ser en totalidad, en contraposición franca con las
posturas positivistas y dualistas.

APORTES DE LA FENOMENOLOGÍA A LA PSICOLOGÍA CLÍNICA. Son básicamente


tres: 1) La psicoterapia fenomenológico-existencialista; 2) Los aportes metodológicos para la
clasificación de las enfermedades psiquiátricas; 3) Los criterios diagnósticos multiaxial.
Lo referente a la psicoterapia lo veremos en el apartado siguiente. Con respecto al segundo
punto, probablemente se ha usado en medicina el método fenomenológico para la investigación y
clasificación de las enfermedades antes del desarrollo de las ideas fenomenológicas. En ese
sentido, podría definirse la medicina como un sistema estructurado complejo de signos que

85
conforman o definen enfermedades. Este complejo se hace más abstracto y difícil de comprender
cuanto más nos alejemos del soma y nos acercamos al concepto de síntoma. En el caso de las
enfermedades psicológicas o psiquiátricas los síntomas son cuando adquieren niveles de
abstracción más elevados, donde la descripción adecuada se hace imprescindible para evitar el
caos y alcanzar el entendimiento del fenómeno patológico, para su estudio, clasificación y
abordaje.
La psicología fenomenológica ha hecho aportes valiosísimos a la descripción, clasificación
y ordenamiento de la sintomatología psiquiátrica por medio del método fenomenológico
descriptivo. La epojé, la reducción fenomenológica, la intuición de las esencias, la interpretación
amplia de los fenómenos, han sido imprescindibles a la hora de planear una metodología de
estudio de los signos y síntomas.
Asimismo, parecería que la taxonomía psiquiátrica actual, parece muy alejada de las
conceptualizaciones fenomenológico-existenciales, según los manuales modernos de
clasificación diagnóstica, el DSM-III-R (1987), DSM-IV (1994) o el ICD-10 (O.M.S.). Sin
embargo, las clasificaciones psiquiátricas modernas se han forjado en el espíritu que Jaspers
planteó a principios del siglo XX, en una de sus obras decisivas, Psicopatología General (1963).
Jaspers sostuvo la importancia de la concepción holística en contraposición al dualismo de
mente-cuerpo. No hay una alteración del cuerpo que no afecte la mente y una afectación de la
mente que no tenga resonancia en el cuerpo. La clasificación moderna, si bien
metodológicamente presenta una estructura de tipo cibernético, integra a través de sus ejes
multiaxiales al hombre como una estructura indivisible y como una organización holística
integrativa eto-bio-psico-social-espiritual.

3. EL ANÁLISIS EXISTENCIAL
Derivado de la fenomenología surge el Análisis Existencial o Dasein analyse. Es el nombre
con el cual Ludwig Binswanger (1881-1966), psiquiatra suizo, llamó al esfuerzo de síntesis que
realizó para construir una escuela a partir del psicoanálisis, la fenomenología y los conceptos
existencialistas de M.Heidegger y Martín Buber (1878-1965; Friedman, 1993), entre otros. Otros
autores destacados de esta orientación fueron, Eugène Minkowski (1973), Von Gebsattel, Medard
Boss, Erwin W. Strauss (1971) y Henri Ey (1978).
“Binswanger define el análisis existencial como un análisis fenomenológico de la
existencia humana real. Su objetivo es la reconstrucción del mundo interior de la experiencia”
(Hall y Lindzet, 1974, 13). “En sus primeros estudios analítico-existencialistas Binswanger
organizó sus descripciones en torno a la distinción entre el Umwelt (el mundo de los objetos que
nos rodea, el mundo natural), Mitwelt (‘co-mundo’, el mundo de nuestros semejantes) y
Eigenwelt (mundo personal) de sus pacientes. Más tarde polarizó sus análisis en torno a un
cuadro referencial más amplio: la distinción de los ‘modos existenciales’. El ‘modo existencial es

86
la dimensión del ser humano (Dasein) con relación a sus semejantes (Mitwelt). En
contraposición a la psicología clásica que supone la continuidad y la homogeneidad en el sujeto,
el análisis existencial tiene en cuenta el hecho de que el yo varía conforme a las varias formas –
dual, plural, singular- y a los modos existenciales ‘anónimos’” (May et al., 1977, 156).
Los autores de esta escuela, a partir de Binswanger, se interesaron por penetrar en la
“modalidad existencial” de sus enfermos, explorando las categorías de espacio y de tiempo, las
aprehensiones concretas del sujeto en relación con los elementos: luz, color, sonido, etc., Analiza
las estructuras de la condición existencial del hombre. Desarrollan una verdadera “biografía
interior” del sujeto, describiendo como construyen sus vidas o, mejor dicha, como la deshacen en
un proceso de cristalización interior de la patología. Toman en cuenta todos los hechos que
permitan comprender al hombre “en situación”, los datos de la clínica psiquiátrica, de la
psicología, del psicoanálisis, de la sociología y de la filosofía existencial. Por lo general los
estudios de casos (v.gr., las historias clínicas de Binswanger sobre Ilse, Ellen West, Jüng Züng,
Suzan Urban) se caracterizan por la belleza literaria, el uso de metáforas, el lenguaje simbólico y
por una notable penetración filosófica de los problemas de la existencia (Ey, 1978, 959).

EL PSICOANÁLISIS EXISTENCIALISTA de Jean Paul Sartre (1905-1980). Sartre


distingue el psicoanálisis de Freud, que llamó “empírico”, del propio, en estos términos: “El
psicoanálisis empírico trata de determinar el ‘complejo’... El psicoanálisis existencial trata de
determinar la ‘elección originaria’... El psicoanálisis empírico parte... del postulado de la
existencia de un psiquismo inconsciente... El psicoanálisis existencial rechaza el postulado del
inconsciente: el hecho psíquico es, para él coextensivo a la conciencia” (Sartre, 1968, 695).
Recoge ideas del psicoanálisis, la psicología de Adler y otras ramas de la psicología moderna,
integrándolas con la filosofía existencialista originada en Heidegger y las producidas por su
fecundo pensamiento. Las primeras obras de Sartre fueron aportaciones notables a la psicología
fenomenológica, entre ellas: La imaginación, 1936; Lo imaginario, psicología fenomenológica
de la imaginación, 1940; y Ensayo de una teoría de las emociones, publicado en 1947.
Esta orientación se caracterizó, entre otros aspectos, por la interpretación de la conciencia
en sentido intencional. La conciencia carece de una existencia propia como si fuera una materia o
un cuerpo. Los fenomenólogos rechazaron las expresiones de la psicología clásica de un dominio
de la conciencia o de un campo de la conciencia o de la corriente de la conciencia, porque tal
idea suponía la noción de la conciencia como receptáculo o continente que encerraría los
“estados”, “hechos” o cosas por el estilo. “La conciencia no tiene ningún contenido —dice
Foulquié (1965)—, no es un depósito de sensaciones, recuerdos, inclinaciones, emociones... Es
el acto por el cual se nos dan lo presente y lo pasado, o el acto por el cual nos dirigimos hacia
ellos”. La conciencia es en definitiva solamente “conciencia de algo”, como dijera Sartre. En
consecuencia, no habría una existencia aislada de la conciencia ya que la estructura constitutiva

87
de la misma es la trascendencia. Es el estar presente sobre las cosas cuando adquiere presencia
en sí misma. En términos similares a los usados por el realismo, la conciencia sería la conciencia
del ser-siendo, entendiendo el siendo como un siendo en las cosas. Y en ese ser-siendo en las
cosas, confirma la existencia del ser de la conciencia.

4. LA LOGOTERAPIA
Según su creador, Víktor Frankl (1906-1997), la logoterapia constituye la tercera escuela
de Viena, después de la iniciada por Freud, el psicoanálisis y la de Adler, la Psicología
Individual. Es entendida “como una consciente psicoterapia desde lo espiritual” y se orienta
hacia “un análisis de la existencia, concebido como un análisis del ser hombre a base del ser-
responsable” (Frankl, 1970, 37).
Para Frankl, logos, significa ‘sentido’, y la logoterapia, en realidad, se concentra en el
concepto de Frankl de una voluntad de encontrar un sentido, de luchar, es decir, de buscar en la
vida y de hallar un sentido y un propósito. Sin embargo, Frankl había descubierto que en sus
tiempos un número creciente de pacientes se quejaban de una sensación de carencia de sentido y
de un sentimiento de vacuidad, que Frankl denominó, respectivamente, ‘frustración existencial’
o ‘vacío existencial’... La frustración existencial no necesita desembocar en la neurosis, pero
puede perfectamente hacerlo, en cuyo caso Frankl habla de una neurosis noogénica, en
contraposición con la neurosis convencional, es decir, la psicogénica (ver Frankl, 1981, 297).
También Frankl descubre la existencia de un “inconsciente espiritual” junto al inconsciente
impulsivo estudiado minuciosamente por Freud. Los presupuestos básicos de este enfoque son:
a) Orientación fundamental hacia el sentido y la búsqueda de valores originarios.
b) Descubrir en todo lo espiritual, su dimensión de intencionalidad.
c) No separar intencionalidad de existencialidad.
d) No ver solo la impulsividad, sino sobre todo el sentido.
e) Descubrir que delante del ‘querer’ hay un ‘deber’ que la persona encuentra en su vida,
en su conciencia, en el momento histórico social concreto.
f) El ser humano está confrontado y no impulsado por los valores.
g) La realización de los valores supone la actitud libre y responsable.
h) La realización de valores está en el contexto de una dinámica de lo existencial-espiritual,
en donde se incluyen también el arte y el fenómeno religioso.
Las obras más importantes de Frankl son La presencia ignorada de Dios (1979), Psicoaná-
lisis y existencialismo (1980), El hombre en busca del sentido (1980ª), La voluntad de sentido
(1988) y Teoría y terapia de las neurosis (1991).

5. PSICOLOGÍA HUMANÍSTICA

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La Psicología Humanista es un movimiento surgido en los Estados Unidos durante la
década del 60’ a partir de ciertas ideas que fueron gestándose en los años anteriores y la
influencia de psicólogos y psiquiatras como Kurt Goldstein (1878-1965) —considerado el padre
de la Psicología Humanística—, Erich Fromm, Fritz Perls, Charlotte Buhler (1879-1963), Ruth
Cohn (1912-2010) y otros, que llegaron a ese país emigrados, luego del acceso de Adolf Hitler al
poder en Alemania. En los círculos académicos, la psicología americana estaba dominada por el
conductismo y el psicoanálisis, que resultaban cada vez más insatisfactorios para los psicólogos.
Abraham Maslow (1908-1970), formado como conductista, reflexionaba posteriormente que
ningún psicólogo que hubiese tratado a una persona o tenido un niño podía ser conductista. Él
fue uno de los líderes del movimiento de la psicología humanista, que se presentó como “la
Tercera Fuerza”, en oposición a las dos teorías hasta entonces imperantes (el psicoanálisis y el
conductismo).
La psicología humanista no posee un cuerpo teórico específico ni tampoco una metodo-
logía de trabajo unificado, ni criterios adecuados para evaluar todo lo que hace. Se trata más bien
de un movimiento que aglutina un conjunto de técnicas o prácticas psicológicas de muy variada
procedencia e índole, algunas de las cuales son anteriores a la constitución de la orientación,
como la Gestalt, la Terapia Rogeriana, el Análisis Transaccional y la Bioenergética. Su
fundamentación teórica se inspira básicamente en la concepción del hombre que sostienen
autores como Maslow y Carlos Rogers (1902-1987) aunque posteriormente hubo influencias de
la filosofía existencial, la fenomenología y las filosofías orientales.
Para Maslow, el ser humano posee en su naturaleza, tendencias hacia el desarrollo, el
altruismo y las virtudes superiores. Creía que las necesidades humanas están dispuestas en una
jerarquía de prioridades (Maslow, 1954). Cuando se satisfacen las necesidades inferiores del
hombre, que son de tipo fisiológicas, está en condiciones de poder pensar en satisfacer
necesidades superiores como son las de seguridad, afecto y afiliación, de estimación y finalmente
la necesidad más importante que es la de autorrealización, el valor que está en la cima de la
pirámide (ver Fig.1).

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Figura 1
Pirámide de valores según A. Maslow

Por su parte, Carl Rogers pensaba que el ser humano es como una semilla que, en esencia,
ya posee la tendencia hacia el desarrollo y que sólo necesita de las condiciones favorables para
crecer. El hombre, al igual que la planta, posee una tendencia innata hacia la realización de sus
potencialidades, siempre que tenga las condiciones necesarias que favorezcan su crecimiento
(Rogers, 1964). Su abordaje ha sido considerado como un tipo de “psicoterapia no directiva”,
llamado, terapia centrada en el cliente. Se basa en la convicción de que todos tenemos recursos
para cambiar y que el papel del terapeuta es proporcionar una atmósfera de comprensión y
confianza en sí mismo, que ayude al cliente a encontrar sus propios recursos y descubrir sus
valores para actualizarse o lograr la autorrealización personal.
Así, la psicología humanista, inspirada en estos y otros autores (v.gr. Gordon Allport,
Gardner Murphy, Rollo May, etc.), buscó ayudar a la persona a integrar y desarrollar todas sus
potencialidades y ser todo aquello que puede llegar a ser. La terapia establecerá una relación con
el cliente, mediante la cual éste se atreva a ir afrontando su ansiedad y confusión, avanzando en
el proceso de crecimiento. Es de hacer notar que Roger utiliza el término "cliente” en lugar de
“paciente", como una forma de despatologizarlo, percibiéndolo desde la relación contractual más
que desde sus síntomas o los padecimientos.
Asimismo, asumen una determinada concepción psicopatológica. Entienden los trastornos
mentales no como entidades en sí, sino como expresiones de la falta de crecimiento o un déficit
del desarrollo personal. Para Rogers, la persona puede llegar a funcionar plenamente sólo cuando

90
llega a aceptarse a sí misma. Quizás una idea común entre todos los integrantes del movimiento
sea el modelo holista de la personalidad que sostienen. Según, Frick (1973, 152), hay 4 temas
básicos que parecen caracterizar el humanismo:
“I. ORGANIZACIÓN: la personalidad humana trata de crear una organización autocoherente
y completar la estructura incompleta. Se concibe la personalidad como un todo organizado
y como algo más que la mera suma de partes separadas. Hay un deseo de estabilidad y la
necesidad de alcanzar unidad y orden.
II. PROCESO: la personalidad nunca es un fenómeno estático invariable. Antes bien, siempre
se encuentra en estado de flujo, de evolución y en el proceso de experimentar cambios.
Hay un movimiento hacia niveles superiores de conciencia.
III. MOTIVACIÓN SUPREMA: una necesidad o motivo fundamental orienta, da energía e
integra el organismo humano: la autorrealización.
IV. POTENCIALIDAD: el hombre posee enormes recursos internos y potenciales no
realizados para el crecimiento... El acento está puesto en la normalidad y la salud y no en la
psicopatología”.

6. EL PSICODRAMA
Jacob Levy Moreno (1892-1974), fue un psiquiatra, psicólogo y sociólogo rumano, que
ejerció en Viena y EEUU, donde se trasladó y nacionalizó en 1925. Responsable de un campo de
refugiados durante la I Guerra Mundial, observó que sus administrados encontraban más
fácilmente su equilibrio psíquico cuando se organizaban mediante elecciones espontáneas, que
cuando habían de aceptar un plan impuesto desde fuera. Indujo de ello una técnica de pequeños
grupos y el test sociométrico. Descubrió el carácter liberador de la espontaneidad individual de
los grupos y sistematizó su uso creando el psicodrama o ciencia que explora la verdad por
métodos dramáticos
La influencia de Moreno ha sido enorme. Fue quien acuñó el término de “psicoterapia de
grupo”. Es el padre del psicodrama, la sociometría y el role playing. El Psicodrama es la
búsqueda de la liberación de los conflictos personales mediante su teatralización. Una sesión de
psicodrama se compone de:
a) un protagonista, que representa una escena traumática para él, un sueño, recuerdos de
infancia, etc.;
b) un psicodramatista, que le ayuda a dramatizar su papel;
c) uno o varios “yo auxiliares”, que acompañan la acción representando papeles que le
asigna el protagonista;
d) un público y un escenario.

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El protagonista no describe verbalmente sus problemas sino que los representa como si
estuvieran ocurriendo en ese mismo momento. Debe actuar de acuerdo con lo que él siente, tal y
como él percibe las cosas, acercándose desde lo menos hasta lo más doloroso. También debe
representar el papel de todas aquellas personas con las que mantiene relaciones significativas,
para poder vivir una situación desde todos los puntos de vista. El paroxismo se alcanza cuando
emerge el conflicto básico del protagonista y cuando, disueltas sus defensas, lo vivenciado
emerge sin reservas, para ser asimilado plenamente. La sesión acaba con el apoyo y la comunica-
ción por parte del psicodramatista y del grupo mediante un diálogo en el que cada participante
expresa los momentos de mayor identificación emocional vividos en la sesión.
Un elemento básico de los procesos psicodramáticos, es la catarsis. Dijo Moreno (1962), al
respecto: “La catarsis es un proceso que acompaña a cada tipo de aprendizaje; consiste no sólo
en encontrar el medio para resolver el conflicto, sino para realizar el yo. Es un proceso que no
sólo apacigua y descarga al sujeto sino que también le suministra equilibrio y paz interior”.

7. ANÁLISIS TRANSACCIONAL (AT)


El AT fue concebido y desarrollado por Eric Berne (1910-1970), entre 1950 y 1970. Es un
método para comprender, analizar y eventualmente cambiar la manera de relacionarnos con los
demás, que pretende establecer una comunicación más auténtica entre lo intelectual y lo
emocional en uno mismo. El AT ofrece una teoría sistemática y consistente de la dinámica de la
personalidad y sus interrelaciones sociales, derivada de las experiencias clínicas. Es también un
método terapéutico en el cual se avanza por etapas que pueden definirse con claridad y que se
suceden unas a otras en forma sistemática, permitiendo al médico como al paciente, establecer
una posición terapéutica definida, esto es, evaluar lo que se ha logrado hasta ese punto y que se
puede lograr en la fase siguiente. Desde el punto de vista didáctico, el método es de fácil
enseñanza y capacitación, en comparación con la mayoría de los métodos clínicos. Para
comprender el comportamiento humano, el AT utiliza cuatro métodos básicos, a saber:
1) Análisis Estructural. Analiza la personalidad individual cuyos elementos básicos son
los tres Estados del Yo (Yo Padre, Yo Niño, Yo Adulto). El término “estados del ego” se emplea
para describir “un sistema coherente de sentimientos relacionados a un sujeto dado” (Berne,
1981, 15) y el patrón de conducta promovido por esos sentimientos. Esos estados son tres
modelos de reaccionar ante los demás y niveles desde donde nos comunicamos, que están
conectados con el tipo de experiencias vividas. Es posible estar en uno u otro estado del Yo
dependiendo de la circunstancia y del tipo de estímulo motivador. A veces nos quejamos como
niños, buscando cariño; en otras, analizamos objetivamente un problema como un adulto o
damos consejos al estilo paternal. El análisis estructural considera que esos estados del ego se
corresponden con sendos niveles estructurales de la personalidad. Berne, siguiendo la
conceptualización freudiana, identifica tres "órganos" en su topografía psíquica: 1) exteropsiquis;

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2) neopsiquis y 3) arqueopsiquis. Los mismos denotan fenomenológicamente y
operacionalmente los tres tipos de estados del ego, donde el "Padre" se refiere a la estructura
exteropsiquis ("probatura de realidad" en Freud), el "Adulto" a la neopsiquis ("proceso
secundario") y la del "Niño" a la arqueopsiquis ("proceso primario").
2) Análisis de las Transacciones. Es el análisis de lo que la gente dice y hace con los demás, de
la comunicación interpersonal o de las transacciones. Estas transacciones pueden utilizar tanto el
lenguaje verbal como el no verbal. Aquí se trata de ver desde qué estado del Yo emitimos
nuestro mensaje y desde qué estado nos contestan (no siempre coinciden). También pueden estar
en juego más de un estado del yo en cada persona. En la dinámica del yo puede coexistir más de
un estado. Berne distingue dos tipos de transacciones básicas, que son las siguientes: 1)
complementaria es cuando la relación está bien estructurada, donde el estímulo transaccional es
de Adulto-Adulto y encuentra una respuesta del mismo carácter (tipo I) o cuando el estímulo
transaccional se dirige de Padre-Niño produciendo una respuesta desde las estructuras inversas,
Niño-Padre (tipo II); 2) cruzadas: se dan desde diferentes estados del ego, por ejemplo, el vector
del estímulo es de Adulto-Adulto, pero la respuesta transaccional generada es de Niño-Padre
(tipo I) o Padre-Niño (tipo II). Se trata de conocer el tipo de relaciones que establecemos con los
otros para de esa forma controlarlos, es decir dejar que el yo adulto pueda mantener el control de
la personalidad en situaciones de tensión.
3) Análisis de los Juegos. Berne descubrió que las personas llevan a cabo muchas
transacciones para manipular a los demás en beneficio propio, y clasificó (mediante frases como
por ejemplo, “quiéreme aunque sea una calamidad”, “si no fuera por ti...”) las actitudes que a
través de estratagemas buscan provocar la compasión ajena, echar la culpa a los demás, provocar
intrigas y discusiones para subestimar a los demás y quedar uno bien, etc. Estos “juegos” son una
expresión de la personalidad. Los juegos son “una serie de transacciones recurrentes, a menudo
reiterativas, superficialmente plausibles, con una motivación oculta; o, en términos más vulgares,
que es una serie de jugadas con ‘trampa’” (Berne, 1981, 108-109). En los juegos siempre hay
una “trampa” sino sería una “operación”. “Una operación es una transacción directa,
simplemente algo que alguien hace socialmente, tal como pedir seguridad y obtenerla” (118).
Sería un juego, si alguien pide seguridad y luego la rechaza para lograr que el otro se sienta de
algún modo incómodo. Un tipo de juego común es, por ejemplo, "¿Por qué no...? Sí, pero". El
mismo comienzan a dar soluciones con la fórmula,"¿Por qué no...?", por ej., "¿Por qué no toma
lecciones de carpintería?", "¿Por qué no contratas un carpintero", a las cuales el "director" las
objeta presentando un problema: v.gr., "Mi esposo nunca construye nada bien", entonces los
otros un "Sí, pero..." -"Sí, pero no tiene tiempo", "Sí, pero eso costaría demasiado dinero"-, hasta
que elimina todas las soluciones presentadas. Entonces el "director" triunfa, es decir, obtiene
algún tipo de beneficio.

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4) Análisis de Guiones. El Guión de Vida es el conjunto de juegos que una persona repite a lo
largo de su vida y que responde a las expectativas infantiles, depositadas por los padres, que de
alguna manera se ha adoptado. El AT busca ayudar a la persona a tomar conciencia de esos
guiones para poder liberarse de ellos y llegar a ser una persona autónoma. Por lo general,
responden a las expectativas depositadas por los padres en sus hijos y que éstos han adoptados
como suyas. Un guión muy común y trágico es, por ejemplo, la fantasía de salvación de la mujer
que ha sufrido en su infancia un padre alcohólico y luego se casa con un etilista, del cual se
divorcia para casarse nuevamente con otro alcohólico.
En resumen, el AT se ocupa de los conflictos internos a través del diagnóstico de los
estados del yo, del trabajo de fronteras y de estabilización del adulto para mantener el control de
la personalidad, logrando una comunicación más veraz entre lo intelectual y lo emocional en uno
mismo y supuestamente en las relaciones humanas. El AT es seguido por el análisis de los juegos
y éstos por el análisis de los guiones. El primero es prerrequisito para los otros dos. El segundo –
los juegos- es necesario para obtener el control social y el tercero –el guión- para tener el control
del plan de vida.

8. PSICOLINGÜÍSTICA
“El término ‘psicolingüística’ fue adoptado formalmente por un grupo de psicólogos y
lingüistas norteamericanos que se reunieron en Indiana en 1953. La Psicolingüística estudia el
habla y el lenguaje en calidad de comportamiento de los individuos: 1) en la medida en que eso
refleja procesos de naturaleza neuronal y psicológica y 2) como un estudio de esos procesos en la
medida en que están implicados en la producción y en la percepción del habla” (Goldman-Eisler,
1981, 419-420).
Después de la primera guerra mundial, la atención de los estudiosos del lenguaje (v.gr.,
Stanley Hall, Titchener, Galton), se orientó hacia la construcción de una lingüística centrada en
los métodos y teorías de la “nueva psicología”. El positivismo fue la filosofía que más influyó en
la “nueva psicología”, promoviendo la creación de laboratorios experimentales y la investigación
de fenómenos psicofísicos y psicofisiológicos. Esos estudios y métodos positivistas fueron los
que se utilizaron para el estudio del lenguaje.
En el período comprendido entre 1929-1951, los trabajos psicológicos sobre lingüística
más importantes fueron los de Skinner, quien se interesó en el lenguaje, definiéndolo como
“conducta verbal”, es decir, una conducta individual que proviene principalmente de
reforzamientos dados por otros individuos; y los de Kantor, que realizó una psicología objetiva
de la gramática, en 1936, reclamando a los psicólogos que defendieran todo rasgo de mentalismo
en el tratamiento con el lenguaje e investigasen las funciones del que habla y del que escucha
(función social).

94
En los años posteriores, las relaciones entre lingüistas y psicólogos fueron de una afiliación
cautelosa y asimétrica. Noam Chomsky, en 1956, creyó necesario reformular la metodología
lingüística con procedimientos top down, comenzando con la oración y siguiendo con el fonema.
Su monografía de la estructura sintáctica, en 1957, presentó la primera visión de un modelo
transformacional en la gramática inglesa y capturó la atención de una nueva generación de
lingüistas. Ese y otros trabajos produjeron un cambio revolucionario en la metodología
lingüística. Chomsky tendió a sobrepasar los límites de la lingüística estructural considerando los
hechos del lenguaje en sus implicaciones antropológicas y psicológicas, es decir, en la función
que desempeñan en la conformación del psiquismo humano. Refutó los modelos taxonómicos de
la lingüística estructural, bien articulados desde un punto de vista descriptivo, pero insuficientes
desde un punto de vista explicativo.
El fundador del desarrollo psicolingüístico moderno fue Rogers Brum. A partir de él, se da
importancia a las influencias ambientales en la adquisición del lenguaje, por ejemplo, el tipo de
madre al que el niño está expuesto. Muchas de las hipótesis de Chomsky fueron rechazadas por
los investigadores, al comprobarse en los trabajos experimentales con animales, que éstos no
tienen una estructura del lenguaje como el hombre, ya que ellos aprenden por imitación.

CONCEPTOS BÁSICOS Y TEORÍA. LA GRAMÁTICA Y LA PSICOLOGÍA. Es necesario


distinguir dos tipos de gramática e identificar cuál de ellas es el objeto del interés de la
psicolingüística. Está la gramática normativa, constituida por las reglas que indican cómo
debería hablar y escribir la gente culta y la gramática descriptiva, que trata de describir el
conocimiento que necesitamos para poder hablar y comprender una lengua. Esta es la gramática
que interesa a los psicólogos, porque puede decirnos algo importante acerca de la naturaleza de
la mente humana.
El problema central de la lingüística moderna es, ¿cómo puede entenderse o producirse una
nueva oración? Podemos aprender el vocabulario de memoria pero no las oraciones. Esto nos
induce a hablar del aprendizaje o de la formación de algo que es, psicológicamente, equivalente a
un sistema de reglas, por medio de las cuales podemos generalizar una cantidad limitada de
experiencia con un número ilimitado de oraciones. El problema de la psicolingüística es
comprender la naturaleza y desarrollo de esta capacidad.
La teoría sintáctica apunta a explicar las intuiciones lingüísticas, en cambio, una gramática
es un intento de caracterizar la clase de conocimiento o competencia que los seres humanos
deben tener para poder utilizar el lenguaje. El lingüista trata de caracterizar la forma abstracta,
subyacente del conocimiento lingüístico, no le interesa el uso cotidiano del lenguaje, en cambio,
el psicólogo está interesado en aquellos factores psicológicos que hacen que el desempeño
lingüístico se desvíe de la competencia. Por eso, Slobin (1988, 17), considera que el modelo más
apropiado para la psicología es la gramática transformacional.

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LENGUAJE Y COGNICIÓN. ¿Son el pensamiento y el habla inseparables? Para Watson, el
pensamiento es el habla latente, en cambio, para la escuela rusa, el lenguaje y el pensamiento
están estrechamente ligados durante el desarrollo, aunque el pensamiento adulto se libera, en
cierta forma, del lenguaje. Para Piaget, el desarrollo cognitivo actúa por su propia cuenta siendo
generalmente seguido por el desarrollo lingüístico.
Para precisar el sentido de la problemática hay que recurrir a la célebre distinción de
Saussure entre lengua (langue) y habla (parole). El habla es el proceso físico tangible que tiene
por resultado la producción de sonidos lingüísticos, en tanto, la lengua es un sistema intangible
de significados y estructuras lingüísticas. De modo que habría que preguntarse si ¿es posible
pensar sin lenguaje interior, es decir, sin alguna mediación interna del lenguaje, aún cuando no se
articule manifiesta o latentemente?
Hay varios procesos mentales que parecen ser prelingüísticos, un ejemplo propuesto por
William James, es intentar acordarse de una palabra olvidada; si nos proponen nombres
equivocados ese vacío que sentimos dentro no se llena hasta que aparece la palabra correcta. Esa
especie de hueco vacío con la forma de la palabra olvidada es un pensamiento activo (de
búsqueda persistente y selectiva) y sin embargo, no tiene contenido lingüístico, por lo menos
consciente. Al respecto dice Vygotsky, “el pensamiento no se expresa meramente en palabras,
llega a existir a través de ellas”. Para el psicólogo James Bruner, el lenguaje no abarca toda la
cognición, es sólo uno de los diversos medios de representación. Además de la representación
lingüística, encuentra otras dos formas, la representación mediante la acción (algunas cosas se
muestran mejor haciéndolas, por ejemplo, atar nudos) y la representación mediante las imágenes
visuales. Pero la forma más flexible de representación es el lenguaje, el cual nos hace posible
inventar nuevos símbolos para representar cualquier cosa, incluso las que no se pueden sentir ni
ver. Las tres formas de representación se utilizan separadamente y en interacción. Por su parte,
Vygotsky trató de demostrar que el lenguaje de los niños cumple una función práctica, no solo
acompañando a la actividad sino también orientándola.
Dada las múltiples cuestiones sobre el papel del lenguaje en la conducta humana, es obvio
que el mismo es un componente importante y complejo de la naturaleza psicológica del hombre,
que aún se está lejos de comprenderlo en todos sus aspectos y funciones específicas que
desempeña, tanto en el comportamiento como en la cognición humana.

9. PSICOLOGÍA GENÉTICA
Jean Piaget (1896-1980), fue uno de los principales representantes de esta orientación. El
mismo la define como, el “estudio del desarrollo de las funciones mentales en tanto este
desarrollo puede ofrecer una explicación, o por lo menos un complemento de información, de sus
mecanismos en el estado terminal. En otros términos, la psicología genética consiste en utilizar la

96
psicología del niño para encontrar las soluciones de problemas psicológicos generales” (Piaget,
1972, 47).
La monumental obra de Piaget se desarrolló a lo largo de cuatro etapas fundamentales:
PRIMERA ETAPA, fue la del descubrimiento de la mentalidad infantil. Analizando las
respuestas dadas por los niños a los problemas de razonamiento comprendió que ellos razonaban
según una lógica propia. Desde entonces desplegó un esfuerzo gigantesco para su comprensión.
La lección esencial de este período es que, para entender el pensamiento irracional y egocéntrico
del niño, hay que estudiar sus raíces antes de la adquisición del lenguaje, reconstruir su génesis.
Así es como hay que entender la “epistemología genética”.
SEGUNDA ETAPA, de la observación del recién nacido. En las investigaciones realizadas
durante ese período, encontró tres etapas que preceden a la adquisición del lenguaje (el estadio
de los reflejos; el estadio de los primeros hábitos motores y el estadio de la inteligencia sensorio-
motora o práctica) y otras tres que siguen después de su aparición (el estadio de la inteligencia
intuitiva, el estadio de las operaciones intelectuales concretas y el estadio de las operaciones
intelectuales abstractas).
TERCERA ETAPA, fue del estudio evolutivo hacia la inteligencia abstracta. El problema era
¿cómo pasa el bebé de una actividad sensorio-motora (por ej., chuparse el pulgar) a una actividad
mental abstracta (por ej., manipular números y conceptos)? Su respuesta fue, la vida mental nace
y se desarrolla a partir de la interiorización de la acción práctica. No hay ruptura entre la cuna y
la madurez. Sí hay una interrelación recíproca entre sujeto-objeto o dialéctica evolutiva, donde
cada nueva etapa emerge de las anteriores y las comprende.
CUARTA ETAPA, trató el problema de los conocimientos humanos. Comenzó con la creación
en 1953, en Ginebra, del Centro Internacional de Epistemología Genética y con la obra
“Introducción a la epistemología genética”, donde expuso su teoría. Las investigaciones
posteriores continuaron con sus aplicaciones a la pedagogía y la clínica.
Las obras principales de Piaget fueron: El lenguaje y el pensamiento en el niño, 1923; La
representación del mundo en el niño, 1925; El juicio moral en el niño, 1932; El nacimiento de la
inteligencia en el niño, 1936; La formación del símbolo en el niño, 1945; La representación del
espacio en el niño, 1948; Tratado de lógica, 1949; Introducción a la epistemología genética,
1950 (3 tomos). Colaboraron con Piaget, en varias de sus obras, B. Inhelder y A.Szemiska.
Otro importe teórico e investigador de esta orientación fue, Henri Wallon (1879-1963),
quien se interesó en la evolución y las crisis afectivas del niño. Puso especial énfasis en los
fenómenos de maduración del sistema nervioso como indisolublemente ligados a las influencias
sociales y estableció una serie de etapas o estadios en el proceso del desarrollo.

10. COGNITIVISMO

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“Como un hombre piensa en su corazón, así es él.”
Salomón (Proverbios 23:7)

La psicología cognitiva se inicia a fines de la década del ’50, marcando una verdadera
ruptura epistemológica con el psicoanálisis y la terapia conductual, de las cuales proviene, a lo
cual se le llamó “primera revolución cognitiva”. Reaccionó contra el paradigma conductista E-R,
planteando la necesidad de adentrarse en la intimidad del sujeto, concebido como un operador
activo en la intermediación entre el estímulo y la respuesta. Pero centrarse en la interioridad del
individuo no significó adherirse a los planteamiento psicoanalíticos, a los cuales también
rechazaron, porque el interés no fueron los procesos psicodinámicos inconscientes, sino los
procesos cognitivos que están implicados en la percepción de la realidad, en el sentir, la
motivación y en todos los determinantes de la conducta. El cognitivismo estudia los patrones del
pensamiento y “el conjunto de operaciones centradas en las cogniciones (verbales o en
imágenes) de un sujeto y en las premisas, supuestos y actitudes que subyacen a estas
cogniciones” (Caro, 1995, 116). Se ha definido la Psicología Cognitiva como, el análisis
científico de los procesos mentales y estructurales de memoria humana con el fin de comprender
la conducta humana. Es volver a la vieja idea de Salomón que el hombre es el producto de lo que
piensa.
Las disciplinas que más influyeron en el desarrollo del cognitivismo, fueron: 1) la teoría de
la comunicación, la cual proporcionó un modelo explicativo del procesamiento y el flujo de la
información a través de un “canal”; 2) la cibernética, que brindó la analogía mente=ordenador o
computador y la noción de retroalimentación (feed back); y 3) la Psicolingüística, con los aportes
de Chomsky, Skinner y J.S.Bruner.
Los inicios de la Psicología Cognitiva se produjo por la aparición de algunos libros que
fueron pioneros como Percepción y comunicación, 1958, de Broadbent, Planes y estructuras de
la conducta, 1960, de G.A.Miller, E.,Galanter y K.M.Pribram, Un estudio del pensamiento,
1965, de Bruner, Goodnov y Austin y Psicología Cognitiva, 1967, de U. Neisser.
En su primera etapa, la psicología cognitiva estuvo definida por el empleo del paradigma
del procesamiento de la información, utilizando la metáfora mente=computadora. Basado en esa
similitud, se investigó los procesos de codificación, almacenamiento, clasificación, recuperación
de la información, las analogías hardware=cerebro, software=soporte lógico, el ingreso (input) y
el egreso de la información (output), etc. El segundo período o “segunda revolución cognitiva”
se realizó a partir de las numerosas críticas que señalaban la insuficiencia de las máquinas para
dar cuenta de la manera como opera la mente de los seres humanos. A diferencia de la
computadora, la mente humana está modulada emocional y motivacionalmente y es capaz de
aprender y autoprogramarse, teniendo sus respuestas una multidimensionalidad que trasciende lo
simbólico y lo lógico. Asimismo, los seres humanos “despliegan sus conductas en secuencia no

98
lineales sino recursivas y además, las informaciones que los individuos procesan están
determinadas, absolutamente, por la dinámica de la esfera social” (Fernández, 1992, 68-69).
Surgen, entonces, nuevos modelos, como, por ejemplo, el enfoque cognitivo-social de Bandura y
el constructivismo, a partir de los estudios de Kelly y los trabajos de autores sistémicos como
Watzlawick, Sluzki, Keeney. Como el constructivismo supone cambios epistemológicos que
responden a la filosofía posmoderna, los consideraremos en el capítulo próximo.
El cognitivismo está basada en una epistemología constructivista, ya que considera que no
existe una única realidad externa, objetiva, sino una realidad que es producto de una construcción
de un organismo activo. Ese modo de estructurar el mundo determina su conducta. La terapia
cognitiva concuerda con lo que Adler decía, “estamos autodeterminados por el significado que
damos a nuestra experiencia, nos determinamos a nosotros mismos y es posible que en esa
autodeterminación incurramos en percepciones falsas”.
En 1987, Young postuló los esquemas desadaptativos tempranos (EDT) como patrones
estables y resistentes de pensamiento que se desarrollan en la infancia y son elaborados a lo largo
de la vida del individuo. Estos esquemas moldean el procesamiento de las experiencias
posteriores. Pasan a ser parte integrante de la identidad del sujeto y son importantes en la forma
de organizar y adquirir el conocimiento. A partir del sesgo generado por esa identidad, se percibe
el mundo y se actúa sobre él, de una manera consistente con la idea que tenemos de nosotros
mismos.

TERAPIA COGNITIVA. Una de las aplicaciones de la psicología cognitiva es la terapia


cognitiva. Es un procedimiento activo, directivo, estructurado y de tiempo limitado, que tiene
como objetivo poner a prueba las falsas creencias y los supuestos desadaptativos específicos del
paciente, como generalizaciones excesivas, razonamiento del “todo o nada”, dependencia de las
opiniones ajenas, “maximización” y “minimización”. En esta terapia se requiere total
colaboración y participación del paciente.
Aquí el individuo no es visto como un síntoma sino como un todo. Un todo que tiene
problemas en su modo de conocer y procesar el conocimiento de su realidad, pero que si se le
presta ayuda puede desarrollar sus propias capacidades para identificar sus pensamientos
erróneos y lograr un enriquecimiento personal y relacional. Otro aspecto es que se trata de una
psicología fundamentalmente preventiva. El terapeuta plantea cosas que podrían llegar a suceder
al descubrir determinados tipos de actitudes que tiene el paciente para enfrentar la vida. De esta
manera, ofrece al paciente mucho más de lo que éste demanda.

99
Dentro de la terapia cognitivista se ha ido evolucionando de modelos predominantemente
técnicos a modelos predominantemente conceptuales. Las terapias cognitivas centradas en la
técnica, ven al pensamiento como algo superficial y de manera mecánica, asumiendo
procedimientos un tanto rígidos. En cambio, los enfoques conceptuales se interesan más en los
niveles profundos de la estructura cognitiva, concibiendo el proceso del pensamiento como una
parte de los procesos normales del desarrollo. Las terapias derivadas de este último enfoque
intentan producir un cambio en esas estructuras profundas. Pero, también podemos distinguir,
una tercera dimensión intermedia que comparte los aspectos técnicos como conceptuales. En ella
podemos mencionar a Beck (1963; 1983) y Ellis. También las terapias más recientes incorporan
muchas técnicas de otras terapias, siendo más flexible y abiertas, adoptando el modelo
integrativo que responde a la tendencia posmoderna. La terapia cognitiva ha desarrollado una
amplia gama de orientaciones en los últimos años, como puede apreciarse en el Cuadro 2.

Cuadro 2
Síntesis de diferentes terapias cognitivas (Caro, 1995)
Hasta 1979 Década de 1980 Década de 1990
* Terapia de constructos perso * Terapia dirigida en escena * Terapia cognitiva-interpersonal
nales (Kelly) racional (Tosi y Eshbaugh) (Safran)
* Logoterapia (Frankl) * Terapia de conducta cognitiva * Terapia cognitiva centrada en
* Terapia racional emotiva integrada (Wessler) esquemas (Young)
(Ellis) * Psicoterapia evolutiva motriz * Terapia de valoración cognitiva
* Terapia cognitiva (Beck) (Burrell) (Wessler)
* Terapia multimodal (Lazarus) * Terapia cognitiva constructivis * Terapia evolutiva (Ivey)
* Terapias de solución de pro ta (Guidano, Liotti) * Psicoterapia cognitivo narrativa
blemas (D'Zurrilla y Gold * Terapia evolutiva cognitiva (Gonçalves)
fried; Spivack y Shure) (Mahoney) * Psicoterapia del desarrollo
* Entrenamiento de conducta ra- * Terapia epistémica lega (Kru (Mahoney)
racional (Goodman y Maults glanski y Jaffe) * Terapia cognitiva "postraciona
by) * Psicoterapia neo-cognitiva lista" (Guidano)
* Modificación de la conducta (Suarez) * Enfoque evolutivo etológico
cognitiva (Meichenbaum) * Terapia piagetiana (Leva, (Liotti)
* Terapia piagetiana (Weiner) Rosen) * Terapia lingüística de evalua
* Terapia cognitiva-experiencial ción (Caro)
(Weiner)

Un ejemplo de técnicas cognitivas son las rotulaciones de distorsiones, como por


ejemplo, “soy un inútil”, “nunca seré feliz si no consigo un empleo mejor”, “no espero nada del
futuro”, “esto es un fracaso total”. Estas declaraciones son típicas entre las personas que utilizan
patrones de pensamiento extremistas y polarizados de categorías opuestas. Se trata de la
respuesta ante un acontecimiento adverso del “todo o nada”. Aarón Beck y sus colaboradores
(1983) han estudiado a los individuos que tienden a hacer juicios categóricos, que atribuyen a sus
experiencias significados globales, unidimensionales e irreversibles, con respuestas emocionales

100
que tienden a ser negativas y extremas. Denominan a esta manera de organizar la realidad,
pensamiento absolutista, entendiendo por ello un tipo de razonamiento “primitivo”, que se opone
al pensamiento “maduro”, que se caracteriza por conceptualizar las situaciones con matices,
según las diversas dimensiones que presenta la realidad, empleando términos más bien
cuantitativos que cualitativos y aplicando pautas relativas y no absolutas. Se ha demostrado que
el pensamiento absolutista predispone a la depresión, favorece las dificultades para la adaptación
a la realidad y puede promover otras enfermedades mentales y físicas. Por eso es importante
modificar los pensamientos categóricos y absolutistas. La rotulación de las distorsiones consiste
en darle un nombre al tipo de pensamiento identificado (por ejemplo, “primitivo”, “infantil”,
“absolutista”) con el propósito de descalificarlo y ayudar al paciente o la pareja a superar esas
cogniciones negativas.
El reencuadre es otra técnica que consiste en reconsiderar las cualidades indeseables o
negativas desde una perspectiva más positiva. Es descubrir el lado oculto de las situaciones. La
práctica del reencuadre debe ser hecha con la mayor frecuencia posible de manera que pueda
revertir el círculo vicioso del conflicto y posibilite la incorporación de explicaciones alternativas
a la rutina diaria. Otra técnica cognitiva consiste en enseñarle a la pareja a recuperar el diálogo,
revisando las habilidades básicas para escuchar. Una vez que se ha mejorado la comunicación, la
pareja puede comenzar a desarrollar estrategias que le permitan abordar otros problemas más
difíciles de la relación.

TERAPIA COGNITIVA DE PAREJA. La terapia cognitiva de pareja (TCP) se centra en las


cogniciones que aparecen como núcleo del desacuerdo en la relación y que contribuyen a la
insatisfacción subjetiva de cada una de las partes sobre el vínculo. Ellis, propone que las
disfunciones maritales ocurren cuando los esposos tienen expectativas poco realistas sobre el
matrimonio, resultando evaluaciones erróneas. Para modificarlas propone tres formas de
abordaje:
a) modificando las expectativas poco realistas con respecto a la relación;
b) corrigiendo las atribuciones erróneas en las interacciones de la pareja;
c) usando procedimientos autoeducativos para disminuir la interacción destructiva.
Las distorsiones cognitivas de los esposos pueden ser evidenciadas en los pensamientos
automáticos que ellos manifiestan o descubiertas por medio del uso sistemático de preguntas
socráticas y apreciando el significado que la persona le atribuye a los eventos específicos. Los
pensamientos automáticos de los esposos acerca de sus interacciones mutuas a menudo incluyen
inferencias acerca de las causas de los acontecimientos placenteros que ocurren entre ambos.
El terapeuta procede, en primer lugar, a realizar una entrevista conjunta. Luego realiza
entrevistas individuales para conocer los pensamientos automáticos específicos que el esposo/a
tiene acerca de los problemas de la relación, ayudando de ésta manera a disipar sus propios
pensamientos automáticos. Luego la pareja es vista nuevamente en forma conjunta, donde se le

101
aplican cuestionarios y el terapeuta revisa las creencias y preocupaciones de cada uno con
respecto al proceso terapéutico.
El curso de la terapia prevee, por lo general, entre 15 a 20 sesiones. Al principio se realizan
una vez por semana ya que se les da tareas y tienen que tener tiempo para realizar los trabajos,
los ejercicios de lectura y las actividades escritas. Las sesiones se van espaciando hasta hacer una
cada dos semanas o menos y luego sólo alguna sesión de refuerzo. Para la mayor parte del
tratamiento son preferibles las sesiones conjuntas, esto evita que se malinterprete lo que ocurre
en las sesiones individuales.

IDENTIFICACIÓN DE LAS DISTORSIONES COGNITIVAS. El paso inicial consiste en


lograr que la pareja reconozca y corrija sus pensamientos automáticos en voz alta durante la
sesión y si no lo consiguen fácilmente, el terapeuta podrá ayudar por medio de la “imaginería” o
de la “flecha descendente”. Un ejemplo de pensamientos automáticos usando la flecha
descendente, sería el caso de un esposo que piensa consecutivamente: “Me desvalorizan porque
no puedo darle una vida decente a mi esposa”, “No merezco tenerla”, “No soy suficientemente
bueno”. Se les puede hacer escribir los pensamientos automáticos para que los identifiquen
mejor. Por ejemplo, en una situación determinada, la esposa pide prestado un vestido a su
hermana, en el esposo se produce molestar y el pensamiento automático: “ella actúa a mis
espaldas para mejorar su imagen”. También podría darse, en la misma situación, un caso más
grave, con una emoción de enojo y el pensamiento automático: “hace que me vea como un tonto.
Ahora toda la familia pensará que no puedo comprarle algo nuevo. Me veré como un
fracasado”.
Una vez que los pensamientos automáticos han sido determinados se desafía a la pareja
con evidencias concretas: ¿tiene pruebas para pensar lo que piensa? ¿Cuáles son esas pruebas?
¿Qué pruebas hay en contra de lo que piensa? ¿Es lógica la intención que atribuyo a la conducta
de mi esposa? ¿Hay otra explicación para lo que hizo? Aplicado al ejemplo sería: ¿es lógico
pensar que ella tenía la intención de humillarme al pedirle prestado el vestido a su hermana? Aún
cuando le ha pedido el vestido a su hermana, ¿significa esto que me verán como un fracasado?
Otra tarea consiste en llevar un registro diario de los pensamientos disfuncionales, escribiéndolos
en una columna y colocando en otra columna junto a la anterior, otras respuestas posibles. Por
ejemplo, el pensamiento automático por la situación mencionada podría ser: “al pedir prestado el
vestido me convierte en un tonto; la familia pensará que no puedo comprárselo”. En la columna
de al lado podría aparecer una respuesta racional como: “el hecho de que lo haya pedido prestado
no significa que no podamos comprarlo; ella y su hermana se han prestado la ropa toda su vida”.

PUESTA A PRUEBAS DE LAS PREDICCIONES. Se pide al esposo que siga adelante con lo
que está diciendo, es decir, que busque probar el pensamiento automático. En el ejemplo
anterior, se le pidió al marido que hablara con la hermana de la esposa para investigar si ella
pensaba que la familia lo desvalorizaría por ese hecho. La idea es recoger la mayor información

102
posible que sustente o no los pensamientos automáticos. Otro ejemplo que podría aclarar estas
ideas, centrado en un problema de relación padre-hijo, es el siguiente:
Padre (P): Mi hijo ya no quiere ir al cine conmigo.
Terapeuta (T): ¿Cómo sabe que no quiere ir con usted?
P: A los adolescentes no les gusta hacer cosas con sus padres.
T: ¿Le ha pedido que salga con usted?
P: No; el caso es que él me ha preguntado en varias ocasiones si quería que saliéramos a..., pero
yo creo que en realidad a él no le apetecía ir.
T: ¿Y si usted le plantease la pregunta directamente?
P: Bueno, podría ser...
T: Lo importante no es si él sale o no con usted, sino saber si usted está decidiendo por él en
lugar de dejarle que diga lo que él piensa.
P: Espero que tenga usted razón, pero es que él es muy desconsiderado. Por ejemplo, siempre
llega tarde a cenar.
T: ¿Cuántas veces ha ocurrido eso?
P: ¡Oh! Una o dos veces.
T: ¿Piensa, usted, que el que llegue tarde a cenar se debe a que es desconsiderado?
P: Bueno, déjeme pensar, las dos noches que llegó tarde dijo que había estado trabajando. En
realidad suele ser amable casi siempre.

ENTRENAMIENTO EN LA COMUNICACIÓN Y RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS.


Otra técnica cognitiva consiste en enseñarle a la pareja a recuperar el diálogo, revisando las
habilidades básicas para escuchar. Una vez que se ha mejorado la comunicación, la pareja puede
comenzar a desarrollar estrategias que le permitan abordar otros problemas más difíciles de la
relación.

ANÁLISIS CRÍTICO. La terapia cognitiva permite incorporar muchas técnicas de otras


terapias, lo que nos habla de una psicología flexible y de apertura. Además, como es un modelo
integrativo no exige embanderarse bajo un rótulo y seguir a ciegas tal o cual proceso sino que
cada terapeuta puede dar algo de sí. Esto permite poner en práctica el enfoque de la psicología
cristiana y lograr un visión total del cliente. Aquí el individuo no es visto como un síntoma sino
como un todo. Un todo que tiene problemas en su modo de conocer y procesar el conocimiento
de su realidad, pero que si se le presta ayuda puede desarrollar sus propias capacidades para
identificar sus pensamientos erróneos y lograr un enriquecimiento personal y relacional.
Otro aspecto en que supera a otras teorías es que se trata de una psicología
fundamentalmente preventiva. El terapeuta plantea cosas que podrían llegar a suceder al
descubrir determinados tipos de actitudes que tiene el paciente para enfrentar la vida. De esta
manera, ofrece al paciente mucho más de lo que éste demanda.

103
11. TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA (TFS)
Se inició en la década del 50 tratando familias de esquizofrénicos. Se recurrió a los
conocimientos de la teoría de la información, la lingüística, la lógica simbólica, la comunicación
humana, la Cibernética, la Teoría General de los Sistemas y otros conceptos de las Ciencias
Sociales. Fue Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) quien propuso estudiar los objetos naturales y
culturales como sistemas. Así se fue consolidando un cuerpo de doctrinas y técnicas de perma-
nente aceptación y desarrollo en el ámbito de la terapia de familia.
Otros factores que contribuyeron al desarrollo histórico de la terapia familiar sistémica fue
la experiencia clínica de diversas terapeutas, que en forma independiente, decidieron entrevistar
familias para obtener más información sobre el miembro sintomático. La experiencia les fue
enseñando la importancia de la dinámica y las interrelaciones familiares en la constitución de la
sintomatología de los pacientes. Un precursor fue Nathan W. Ackerman (1908-1971), psiquiatra
y psicoanalista, que creó la terapia “integrativa”, que articula la orientación intrapsíquica
psicoanalítica, dominante en aquellos tiempos, con la aplicación de la teoría de los sistemas, que
se focaliza en lo interrelacional.
Otro año clave fue 1952, cuando se inició el proyecto de investigación sobre la
comunicación de las familias de los esquizofrénicos, dirigido por Gregory Bateson, que se
interesó en los procesos de trasmisión de los mensajes y en las paradojas, esto es, cuando se dan
dobles mensajes o mensajes contradictorios. En 1954, se asoció al estudio, Don Jackson. Juntos
desarrollaron la teoría del “doble vínculo”, los mensajes duales que encontraron en muchas
familias de psicóticos. Ese concepto fue básico en el desarrollo del enfoque sistémico. Los
componentes básicos del doble vínculo son los siguientes: "1. Una orden negativa primaria: ‘no
hagas eso’. 2) Una orden negativa secundaria a otro nivel, que entra en conflicto con el primero:
‘no atiendas a nada de lo que digo’ (quizás dada por el tono de voz o el modo de hablar). 3) Una
orden que prohíbe todo comentario (generalmente, claves no verbales, que refuerzan reglas que
ya no es necesario explicitar) y otra que prohíbe a la persona abandonar el campo (a menudo
dado por el contexto, como cuando la persona es un niño). 4) Una situación que parece de
importancia para sobrevivir, por lo que es vital que la persona discrimine correctamente entre los
mensajes. 5) Una vez establecida una pauta de comunicación que contenga estos elementos, sólo
se necesita un pequeño recordatorio de la secuencia original para producir una reacción de
pánico o de ir" (Hoffman, 1994, 30).
Don Jackson funda en 1959, el Mental Research Institute (MRI), en Palo Alto, ciudad
situada al sur de San Francisco, California, EEUU, que va a constituir una escuela pionera de la
terapia sistémica. Allí trabajaron N.Wiener, J.Haley, D.Jackson, P.Watzlawick, J.Weakland y
C.Sluzki, entre otros. En 1962, Ackerman y Don Jackson crean la revista “Family Process”, la
cual contribuyó a consolidar la terapia familiar. Comienzan a delinearse las estructuras de las
familias, las coaliciones intergeneracionales, la función parental, la idea de límite, el hecho de
que toda organización es jerárquica y otros conceptos básicos.

104
CONCEPTOS BÁSICOS. Concepto de sistema. Un sistema es un conjunto de elementos en
interacción dinámica en el que el estado de cada elemento está determinado por el estado de cada
uno de los demás que lo configuran, de suerte tal que constituye un todo, que es más que la suma
de las partes. Hay sistemas cerrados que no intercambian materia, energía y/o información con
su entorno y sistemas abiertos donde el sistema intercambia con su entorno. La familia es un
sistema abierto, separado del exterior por sus fronteras y estructuralmente compuesto por
subsistemas demarcados por límites con diferentes grados de permeabilidad y con diversas
formas de jerarquización interna entre ellos. Los miembros del sistema familiar organizan y
regulan su interacción mediante procesos comunicativos digitales y analógicos, que definen
relaciones de simetría y/o complementariedad. Dicha organización se caracteriza por las
propiedades de totalidad, por patrones de circularidad, por el principio de equifinalidad y de
equicausalidad. El sistema familiar mantiene su organización mediante reglas de relación, una
ordenación jerárquica y procesos homeostáticos o morfostasis y de morfogénesis.
morfogenéticos.
Totalidad. El sistema familiar no es la suma de las conductas de sus miembros, sino algo
cualitativamente distinto, ya que incluye las relaciones existentes entre ellos. Por eso es muy
importante, para conocer una familia, no sólo conocer a cada uno de sus miembros sino el tipo de
interrelación que tienen entre ellos.
Causalidad circular. Las relaciones familiares son recíprocas, responden a ciertos patrones de
comportamientos que generalmente son repetitivos. Así, por ejemplo, una determinada acción de
un miembro de la familia, que podemos llamarle A, produce ciertas respuestas en otro miembro
B, que a su vez, hace se convierte en un estímulo que hace reaccionar nuevamente a A y así en
forma consecutiva y siguiendo un modelo que se repite en múltiples circunstancias.
Equifinalidad. Significa “igual finalidad, esto es, que un sistema puede alcanzar un estado final
determinado a partir de diferentes condiciones iniciales, por lo cual los problemas no tienen una
misma causa, sino varias posibles.
Equicausalidad. Es la contrapartida de la anterior. Una misma causa puede dar lugar a estados
finales diferentes. Esta propiedad y la anterior hace que los terapeutas de familia de orientación
sistémica, no se interesen en las causas, sino en el momento presente, de cómo se da las
relaciones en el aquí y en el ahora. Se focalizan más en buscar cuáles son los factores que
contribuyen a mantener el problema en lugar de descubrir los factores etiológicos del mismo.
Regla de relación. El terapeuta de familia se focaliza en descubrir cómo funciona las relaciones
entre los miembros de la familia, de qué manera se comunican entre sí y descubrir los patrones
repetitivos, ya que ello permite definir el sistema y sus problemas o dificultades.
Ordenación jerárquica. Todo sistema familiar está organizado de manera tal que ciertos
miembros poseen más poder y responsabilidades que otros, en la toma de decisiones y acciones.

105
La organización jerárquica de la familia no sólo comprende el dominio que ejerce uno miembro
sobre otro, también las conductas de ayuda, protección y cuidado que se brindan a los demás.
Procesos morfostáticos y morfogenéticos. Se denomina morfostasis a la tendencia del sistema a
mantener la unidad, identidad y equilibro frente a las demandas del medio, lo que hace que a
pesar de los cambios se mantengan ciertas características que la identifica y distingue. Los
procesos morfogenéticos, por lo contrario, son los responsables de los cambios y el crecimiento,
que tiene que ver con el desarrollo de nuevas habilidades y funciones de los miembros. En todo
sistema hay un equilibrio dinámico entre estos dos tipos de procesos.
Se pueden distinguir diferentes tipos de orientaciones en TFS, que se agruparon en
escuelas o enfoques específicos. De las muchas que han sobresalido, por razones de espacio, nos
referiremos solamente a cuatro de las más importantes.

ESCUELA DE PALO ALTO. Se trata de un enfoque de terapia breve creado en 1968, después
de la muerte de Don D. Jackson, quien fundó el grupo del MRI en 1959. Dieron origen a la
terapia familiar y a la perspectiva sistémica del trastorno mental, constituyendo una revolución
epistemológica en el campo de la psiquiatría (Vidal et al., 1995, t.1, 498). El concepto central de
la nueva epistemología es la idea de circularidad, en oposición a la causalidad lineal clásica
(Hoffman, 1994, 17). La interacción humana es percibida como un sistema de comunicación que
reproduce las propiedades de los sistemas generales: “el tiempo como variable, relaciones
sistema-subsistema, totalidad, retroalimentación y equifinalidad. Los sistemas interaccionales se
consideran el foco natural para el estudio del impacto pragmático a largo plazo de los fenómenos
comunicacionales. La limitación, en general, y el desarrollo de reglas familiares, en particular,
llevan a una definición e ilustración de la familia como un sistema gobernado por reglas”
(Watzlawick et al., 1986, 139).
Otra premisa de la terapia familiar es que “el problema presente –que el marido beba, la
depresión de la esposa, un hijo que se ha fugado- nunca es el problema exclusivo, sino un indica-
dor de que algo funciona mal en la familia como conjunto. Es el sistema familiar el que no está
operando adecuadamente. Esto puede ser debido a una mala comunicación que impide a los
miembros de la familia reconocer los sentimientos mutuos, o porque la familia cree en un ‘mito’
que ha pasado de generación en generación (‘nuestra familia no tiene suerte’ o ‘a nuestra familia
le gusta luchar’). O puede ser debido a otras razones, como alianzas entre algunos miembros de
la familia que excluyen a otros (como entre un padre y un hijo) o a inhibiciones en la expresión
de sentimientos. Con frecuencia, un problema en el matrimonio de los padres aflora en la
rebeldía del hijo; de forma que éste, subconscientemente, razona diciendo: ‘Si centro su atención
en mis problemas, tendrán que permanecer juntos’). En esta clase de terapia el paciente es la
familia completa. Al ayudar a los individuos a comprender cómo funciona su familia, los
asesores psicológicos pueden ayudarles a ver lo que cada uno está haciendo para perpetuar las
pautas perjudiciales y cómo pueden cambiar éstas” (Papalia et al, 1987, 592-593).

106
El MRI se caracteriza por un modelo de terapia breve (trabajan con un límite prefijado en
10 sesiones) y de carácter estratégico. Se trata de un diseño orientado a detectar las secuencias
de comportamientos de las interrelaciones entre los diferentes miembros, suponiendo “que el
síntoma está siendo mantenido por el comportamiento mismo que trata de suprimirlo por la
‘solución’” (Hoffman, 1994, 256). La terapia apunta a cambiar esas pautas o patrones comporta-
mentales disfuncionales del sistema familiar.

LA ESCUELA DE MILÁN. En 1967, Mara Selvini Palazzoli, analista de niños, organizó el


Instituto de Estudios Familiares de Milán, junto a tres psiquiatras, Luigi Boscolo, Giuliana Prata
y Gianfranco Cecchin. Comenzaron a tratar familias con pacientes anoréxicos y psicóticos. En
1971 adoptan el enfoque de Palo Alto. Aunque influidos por el MRI, evolucionaron en otra
dirección. En 1980 el grupo se divide en dos, “las mujeres se centran en la ʻprescripción
invariableʼ basada en una hipótesis universalmente válida para todas las familias de
esquizofrénicos, en tanto los hombres continúan enfatizando la necesidad de generar hipótesis
específicas que se adapten a cada fmilia y cuestionando la utilidad de cualquier noción explícita
o implícita de normalidad o patología” (Ochoa, 1995, 59).
El tratamiento es por lo general de diez sesiones con intervalos de un mes o más. Por eso lo
llaman “larga y breve terapia”. Elaboraron la idea de la “doble atadura terapéutica” o
“contraparadoja”, la connotación positiva como recurso útil, la importancia del contexto
referente y de la neutralidad (Hoffman, 1994). Un punto central del modelo terapéutico del grupo
de Milán es el “juego familiar”, idea que reúne las relaciones de los miembros de la familia y las
creencias que tienen de sí mismo, de los demás y de la familia. Al principio buscan evaluar el
“juego familiar”, es decir, el mapa de relaciones, las reglas que lo sostienen y la forma que
adopta el síntoma. Lo que se busca es cambiar ese juego por otro menos perjudicial.
El grupo de Milán ha tenido varios cambios a lo largo de su historia, que ha sido fecunda
en la creación de técnicas de intervención (cognitivas, conductuales y ritualizadas), desarrollos
del proceso de la entrevista y de la terapia. En las formulaciones actuales enfatizan el uso de los
cuestionamientos circulares (preguntas que tratan de antes y después) y del manejo del tiempo
(Boscolo y Bertrando, 1996).

LA TERAPIA ESTRUCTURAL (TE) DE MINUCHIN. El terapeuta argentino Salvador


Minuchin, entre los años 1965 y 1970, al trabajar como director de la Clínica de Filadelfia
desarrolló una orientación sistémica centrada en la estructura familiar que ha tenido en su
persona el principal protagonista, aunque otros terapeutas se han integrado a este enfoque. Las
ideas principales de la TE son los límites, las reglas de participación, las jerarquías y las reglas
de poder. “El acento recae en la organización jerárquica del sistema familiar y en la descripción
de las distintas estructuras de comunicación que conllevan los tipos de límites” (Ochoa, 1995,
127).

107
“Las variables que el terapeuta estructural evalúa son: el momento del ciclo evolutivo que
está atravesando el sistema familiar y su rendimiento en las tareas apropiadas a ese estadio; las
interacciones que sus integrantes despliegan en la entrevista; las alianzas y coaliciones
familiares; los problemas de la distribución jerárquica del poder; el tipo de límites intra y
extrafamiliares; las pautas de transacción alternativas disponibles de acuerdo a la flexibilidad del
sistema al cambio; las fuentes de apoyo y estrés dentro y fuera del grupo familiar, y, finalmetne,
la forma en que el síntoma es aprovechado por la familia para mantener sus pautas
transaccionales” (Ochoa, 1995, 128-129).
Las disfunciones estructurales pueden asumir la forma de límites excesivamente flexibles o
rígidos, que se descubren por una aproximación escasa o excesiva entre los miembros de la
familia. Cuando los límites son difusos o pobres predominan los valores de la familia sobre los
individuos, existiendo una excesiva intromisión de unos miembros con otros que impide el
crecimiento personal y familiar. Se trata de las familias sobreinvolucradas, enmarañadas o
simbióticas, con muy pobre individualidad. Por el contrario, cuando los límites son rígidos
predominan los valores individuales, hay poco contactos entre los miembros y mucha
separación. Son las familias caóticas donde cada individuo hace lo que quiere.
“Las relaciones familiares se consideran patológicas cuando existe un patrón de desviación
del conflicto y cuando se crean coaliciones intergeneracionales permanentes” (Minuchin, 1984).
En el primer caso, ocurre la “triangulación de desviación”, esto es, cuando los dos padres se
muestran unidos contra un hijo al que utiliza como “chivo expiatorio”. En el segundo caso, se
encuentra una triangulación entre un padre y un hijo en contra del otro padre.
“Finalmente, la terapia estructural postula que el síntoma se mantiene por la tendencia
homeostática del sistema familiar a permanecer en el statu quo. Esto no quiere decir que los
estados homeostáticos sean nocivos en sí mismos, sino que empiezan a serlo cuando no dejan
espacio para el crecimiento y el cambio necesarios en el devenir vital de personas y familias”
(Ochoa, 1995, 130).

LA ESCUELA DE MILWAUKEE. Es el modelo de terapia breve centrado en las soluciones


(O´Hanlon et al., 1990). Se inspiró en el psicoterapeuta estadounidense Milton H. Erickson
(1901-1980), siendo desarrollado por Steve de Shazer (1986), M. Weiner-Davis, W.Hudson
O´Hanlon (1990) y Froma Walsh (2004), entre otros. Es un enfoque diseñado para centrar la
atención del cliente en las soluciones más que en el problema, en el futuro más que en el pasado
y crear expectativas de cambio. Orienta a los consultantes a fijarse en las cosas buenas de su
situación y observar preferentemente lo que va bien más que lo disfuncional, con el propósito de
estimular los aspectos positivos y saludables de la persona o la familia.
“El objetivo terapéutico consiste en ampliar los aspectos satisfactorios del funcionamiento
de los clientes en el área del problema y fuera del mismo, es decir, en ampliar las soluciones
eficaces y resaltar aquello que es satisfactorio en la vida de los individuos y familias. Cuando se
especifican las estrategias eficaces de solución de problemas, el mero hecho de que unas veces

108
tenga lugar el síntoma y otras no permite crear la expectativa de que es posible un futuro sin la
conducta problemática” (Ochoa, 1995, 109).
Con esos fines, desarrollaron una serie de intervenciones, como la pregunta del milagro
(“supón que una noche mientras duermes, hubiera un milagro y este problema se resolviera,
¿cómo te darías cuenta?, ¿qué sería diferente?”), la pregunta de la excepción (“¿qué es diferente
cuanto todo está bien?”) y las “tareas de fórmula”, que constituyen prescripciones para el
cambio.

109
CAPÍTULO 7

LA PSICOLOGÍA DE FIN DEL SIGLO XX

1. LA POSMODERNIDAD
La expresión "post", sin pretender agotar todos los posibilidades, "puede tener los
siguientes significados: 1) lo que sucede a lo moderno; 2) lo que transforma a lo
moderno; 3) lo que se opone a lo moderno; 4) lo que radicaliza a lo moderno;
5) lo que es nostalgia de lo moderno; 6) lo que es desencanto de lo moderno".
M.López Gil (1995, 326)

En las últimas dos décadas del siglo XX asistimos a un conjunto de transformaciones


económicas, sociales, políticas y culturales sin precedentes, que produjo un nuevo escenario, que
en términos filosóficos se la denominado la Posmodernidad, que se ha resumido con la fórmula:
“conceptos cambiantes en un mundo cambiante”. A nivel político, es el fin de la guerra fría
instalada después de la Segunda Guerra Mundial, la desintegración de la URSS y la creación de
un Nuevo Orden Mundial bajo la hegemonía de Estados Unidos. Caen rápidamente todo tipo de
muros y barreras que amplía la brecha en el desarrollo humano de los pueblos. Se activa un
proceso creciente de internacionalización de los capitales, creándose nuevas relaciones políticas
internacionales que movilizan nuevos desarrollos productivos, distributivos y de consumo, a la
vez que se expande el uso intensivo de la tecnología, especialmente a nivel de los medios de
comunicación. El fenómeno de la globalización va homogeneizando los pueblos y culturas,
propiciado por los poderes generadores de las nuevas necesidades de consumo, que manejan a su
vez los medios de comunicación social y las multinacionales. Como es de esperar la Psicología
no fue ajena a todos esos cambios, por el contrario estuvo profundamente influida por la filosofía
posmoderna que va a gravitar sensiblemente en el surgimiento y desarrollo de las nuevas
orientaciones de la época. Por eso nos parece importante hacer un resumen de las ideas más
importantes del contexto histórico para luego abordar el análisis de las escuelas o corrientes del
período.
La palabra “posmoderno” fue utilizada a fines de los años 60’ por algunos críticos
norteamericanos a partir de ciertas categorías procedentes del posestructuralismo francés
(Derrida, Kristeva, Barthes). Con la publicación, La Condición Postmoderna de Jean-Francois
Lyotard, en 1979, el concepto se difundió rápidamente, aplicándose en diversos ámbitos del arte
y la ciencia, por ejemplo, en la arquitectura, el teatro, la pintura, el cine y la legitimación del
discurso científico. Lyotard, con notable clarividencia, describió los cambios en la naturaleza del
saber a partir de la hegemonía de la informática, la cibernética, la telemática y las nuevas
tecnologías. Esas transformaciones determinaron otros ordenamientos en la circulación del
conocimiento, en la toma de decisiones, en las relaciones de los mercados, de los gobiernos y de

110
la sociedad civil, en fin, en todos los ámbitos de la cultura. Particularmente, Lyotard, abordó “el
problema esencial” de la legitimación, es decir, “el derecho a decidir lo que es verdadero” y “lo
que es justo”. Asimismo, en la posmodernidad cambió “la naturaleza del lazo social”, tanto a
nivel sociológico como psicológico, al modificarse los “juegos de lenguaje”, con distintos tipos
de enunciados, cada uno obediente a sus propias reglas. La amplia gama de diferentes
posibilidades desembocan en un mundo en que lo humano se despersonaliza coinvirtiéndose en
series de códigos y signos.
Como resumimos más arriba este movimiento se da en el contexto de ciertos factores
políticos que contribuyeron a definir el “nuevo orden internacional”, generado por la caída del
muro de Berlín, el fin de la bipolaridad Este-Oeste, el agotamiento de los parámetros ideológicos
precedentes, la Guerra del Golfo, y el afianzamiento de EEUU como única potencia militar y la
globalización. Este nuevo escenario epocal, surge de la crítica a la noción de modernidad. En ese
sentido, Gergen (1992), sostuvo que el hombre posmoderno emerge de dos etapas anteriores: la
visión romántica del siglo XIX y la cosmovisión modernista imperante en la primera mitad del
siglo. Esas tres concepciones son productos de sendos paradigmas articuladores de sus
respectivas culturas.
Con la posmodernidad se multiplican las relaciones e intercambios, crece prodigiosamente
la información y la oferta consumista. Se quiebran los patrones de objetividad y racionalidad que
afirmaba la modernidad. La sociedad tecnócrata y mecanizada de los años 60 se ve sustituida por
la cultura posindustrial, la cultura de la eficiencia, la cibernética de la computación, la
informática e Internet. Impera el fenómeno del pluralismo y la multiplicidad, donde la
incoherencia es norma (como en los videoclips). Surgen nuevos paradigmas científicos, con
postulaciones epistemológicas que rompen el modelo de la filosofía moderna mecanicista,
causalista, empírico-experimental, que sostenía la diferenciación esencial del sujeto cognoscente
y el objeto cognoscible, soporte teórico de la “subjetividad” y la “objetividad”, quedando ahora,
la “objetividad entre paréntesis” y predominando las explicaciones del instrumentalismo, el
constructivismo y la epistemología evolutiva.
En estas condiciones se disuelven las coordenadas que antes se creían firmes, se pierde la
fe, domina el escepticismo e impera un individualismo hedonista y narcisista. Es el fin de la
esperanza en el progreso, la “muerte de las ideologías” o de “los grandes relatos” (Lyotard,
1993), del idealismo, de las revoluciones (ej., la revuelta de los estudiantes de 1968) y de las
utopías; es la “época del desencanto” (Díaz, 1999). Entre otras notas, la posmodernidad es el
advenimiento de la cultura de la imagen, de la prioridad del objeto telepresente, de la hegemonía
de la seducción y el simulacro (Baudrillard, 1993) y, en general, la aparición de diversos paráme-
tros innovadores en la estructuración de la psicología humana. Período histórico, que hacemos
iniciar a partir de los 80 (Caro, 1995, 31), cuando surgen nuevas escuelas y orientaciones
psicológicas. Al no poder abarcar todas las manifestaciones del complejo posmoderno (para un
estudio más exhaustivo sugerimos la lectura de nuestro libro “La posmodernidad desde la

111
perspectiva profética”, Pereyra, 2000) nos limitaremos a considerar algunas tendencias
relacionadas, por ejemplo, las ideas acerca del hombre.

2. LA PSICOLOGÍA DEL HOMBRE POSMODERNO


Sería largo inventariar todas las tendencias que determinan o inciden en la elaboración de
los patrones dominantes de la personalidad. Sólo nos proponemos poner de relevancia alguna de
ellas que consideramos representativas e ilustrativas de los procesos que configuran el perfil del
hombre posmoderno.
(1) LA MULTIFRENIA. El bombardeado de la propaganda consumista sobre el yo, lo hace
sucumbir en un estado de saturación. “A medida que avanza la saturación social –dice Gergen
(1992)-, acabamos por convertirnos en pastiches, en imitaciones baratas de los demás”, que
genera lo que denomina el “síndrome de la multifrenia” (etimológicamente, “muchas mentes”).
Se trata de “la escisión del individuo en una multiplicidad de investiduras de su yo”. Gergen
acuñó esa expresión paradojal para significar la presencia de una patología “normal”, que a
diferencia, por ejemplo de la “esquizofrenia”, que sólo se produce en algunos individuos. La
multifrenia es consecuencia de una constelación causal, entre ellas, la multitud de mensajes que
asedian, muchos de ellos contradictorios, además la “muerte de las ideologías”, la desaparición o
disminución de la creencia en Dios y, en general, de los “grandes relatos” (Lyotard, 1989). Todo
lo cual ha promovido procesos disociadores que desintegraron la familia “cápsula” (ahora,
aparecen las familias monoparentales y las “ensambladas” o “reconstituidas”), incrementaron el
abandono o las separaciones, el abuso sexual y la soledad, en síntesis, la pérdida de todas
aquellas variables que eran estructuradoras de la identidad y dadoras de sentido a la persona
humana.
Según Sampson, la personalidad posmoderna es concebida “como un sitio donde múltiples
‘selves’ sin centro organizador, interactúan con varios contextos culturales y sociales. Atribuye
esta nueva realidad personal a la ‘globalización’, un proceso de comunicación internacional que
nos permite darnos cuenta que el sujeto de la sociedad liberal occidental no es el único en el
mundo” (Sloan, 1990, 195). Entonces, el individuo queda con un yo frágil, a merced de sus
instintos y del bombardeo de los estímulos ambientales, esto es, los productos de consumo de la
sociedad posindustrial. Así, pues, se vivieron días cuando los niños se identificaban con
“robocop” o preferían jugar con una computadora que con un osito peluche; cuando los jóvenes
gastaban el tiempo y el dinero en la infinita variedad de videojuegos y los mayores sucumbían a
la seducción del zapping. En ese contexto, las relaciones se cosifican, la gente se evalúa por lo
que tiene, no por lo que es; se debilita las relaciones de autoridad, paternidad y filiación. La
familia se reúne en silencio al calor de la luz fantasmagórica de la TV y la vocación de absoluto
es reemplazada por el nuevo paradigma que es el mercado de bienes y lucro. El shopping
sustituye las viejas iglesias y la tarjeta de crédito a las creencias de otrora, aunque la religión
consumista no concede felicidad ni salvación alguna.

112
(2) EL NARCISISMO. Los sociólogos frecuentemente han encontrado figuras mitológicas o
legendarias para identificar o interpretar los problemas comunitarios. De ese modo, han llegado a
ser símbolos de la cultura, Edipo, Prometeo, Fausto o Sísifo. Para el posmodernismo la figura
elegida fue Narciso, emblema de la época. “El narcisismo se ha convertido en uno de los temas
centrales de la cultura americana”, declaró C.Lasch, en el best-seller, “La cultura del narcisismo”
y el sociólogo francés Gilles Lipovetsky (1993), acuñó el término la “era de Narciso”.
Más allá de las espumas de la moda y la retórica de las palabras, es una realidad
insoslayable que las últimas décadas del siglo XX experimentaron una importante mutación de
las costumbres y los comportamientos de la gente. ¿Qué tiene que ver esos cambios con Narciso?
¿Por qué ese legendario personaje se lo invistió en representante de la época? Narciso, según la
mitología griega, siendo un joven muy hermoso y vanidoso, desdeñó los amores de la ninfa Eco
y de Aminías. Esta última, herida en su orgullo, lo maldijo deseándole que nunca pudiera poseer
el objeto de su amor. Ese ruego se cumplió. Un día en que Narciso se inclinó en una cisterna para
beber, vio su rostro reflejado en el agua y se enamoró de él. Quedó prendado de sí mismo y de
continuo retornaba a la fuente para contemplarse. Así fue languideciendo hasta morir ahogado en
la laguna queriendo asir su rostro y convertirse en la flor que lleva su nombre. En psicología, el
narcisismo designa el amor a la imagen de sí mismo o el estadio del desarrollo del yo cuando
éste es el objeto primordial de amor.
Estas ideas se han aplicado al surgimiento, de un perfil inédito del individuo en sus
relaciones con sí mismo y su cuerpo, con los demás, el mundo y el tiempo. Es que surgió un tipo
exacerbado de individualismo egoísta caracterizado por la búsqueda de la propia satisfacción y el
placer sin preocuparse por más nada. Predominó la filosofía de “haced la tuya”, “no te
preocupes” o “tratad de pasarla bien”, importando sólo el deseo de bienestar y distracción. Con
respecto al resto del mundo y los intereses ajenos dominó una total insensibilidad o indiferencia.
Las grandes cuestiones filosóficas, religiosas, económicas o políticas apenas despertaban alguna
curiosidad superficial. Dios se convirtió en un desconocido y se perdió el sentido de lo
trascendente. Todas las “alturas” se hundieron. Únicamente la esfera personal parecía salir
victoriosa de la apatía. Sólo interesaba el confort y la comodidad, preservar la situación material,
cuidar la salud, desprenderse de los “complejos” y esperar las vacaciones. Fue el ideal del
hombre “light” (Rojas, 1992), el vivir el presente, no en función del pasado ni del futuro. Vivir
para sí mismos, sin preocuparse por las tradiciones y la posteridad.
Declaraba Beatriz Sarlo (1994, 38), “la juventud no es una edad sino una estética de la vida
cotidiana”. La sociedad narcisista pretendió congelar la adolescencia, rendir culto a la belleza,
exorcizar la vejez, idolatrar el placer, vivir en la efervescencia del encanto y la seducción. Pero
no hay que olvidar que hay un componente trágico en Narciso que no puede obviarse: la
maldición de Aminías, la incapacidad para poseer el objeto de su amor. Narciso es un enamorado
del espejo, una víctima de la cultura de la imagen, su objetivo es intentar apresar la imagen de sí
mismo en los otros, por lo cual, está condenado a la eterna insatisfacción. Este tipo de vida deja
un sentimiento de vacío e insensibilidad. Para Lipovetsky (1993), “el proceso narcisista es la

113
estrategia del vacío”. La desolación de Narciso es el drama de la soledad. Quien está demasiado
absorbido en sí mismo, no puede salir al encuentro del otro y pierde la auténtica relación afectiva
con el ser amado. Así, pues, esa cultura anticipaba algunos de los dramas del hombre del siglo
XXI, la hiperindividualidad, la soledad y el desarraigo.
(3) LAS PULSIONES TANÁTICAS. El concepto de pulsiones tanáticas o de muerte fue introducido
por Freud en Más allá del principio de placer, en 1920. Designó “una categoría fundamental de
pulsiones que se contraponen a las pulsiones de vida y que tienden a la reducción completa de las
tensiones, es decir, a devolver al ser vivo al estado inorgánico” (Laplanche y Pontalis, 1981,
336). Estas pulsiones se dirigen primeramente hacia el interior en forma autodestructiva y
posteriormente se orientan hacia el exterior, manifestándose en conductas de violencia. El hecho
es que a partir de las últimas décadas del siglo pasado las pulsiones tanáticas azotan los espíritus
y arrasan el mundo.
La acción de las fuerzas autodestructivas se muestraba en algunos ejemplos ilustrativos,
como el tabaquismo, ya que más de la mitad de la población del mundo envenenaba sus
pulmones y los ajenos con el humo del cigarrillo, cultivando bronquitis, enfisemas, infartos y
cáncer. En la década del 90 se estimó en tres millones las muertes anuales por causa del tabaco.
Otra epidemia que sembró y sigue sembrando destrucción, locura y muerte, es el alcoholismo.
En la década de los 80 países como el Brasil tenían un 70% de la población consumiendo alcohol
con un 10% siendo dependientes compulsivos. Esos datos se han incrementado levemente en la
actualidad (CISA, 2011). Otra toxicomanía que aumentó mucho fue el consumo de sustancias
psicoactivas ilegales. La OMS contabilizó 48 millones de drogadictos en 1985 (OMS, 31). Los
“traficantes de la muerte” o los narcotraficantes, manejaban y manejan más dinero por año que
toda la deuda externa de muchos países. Quizás la adicción más generalizado hay sido el
consumo de psicofármacos. En EEUU se ingerían 5 mil millones de Valium por año,
especialmente entre la población mayor de los 65 años, quienes el 80% consumen psicofármacos
regularmente. Otra de las expresiones autodestructivas más dramáticas finisecular fueron los
suicidios. Las estadísticas informaban que cada minuto y medio alguien ponía fin a su vida, diez
lo intentaban sin éxito y centenares jugaban con el mórbido deseo de eliminarse. Estos datos
todavía siguen vigentes.
Las pulsiones tanáticas también se manifestaban en la salud pública. A principios de los
años 80 aislaron el virus del SIDA que desde entonces se convirtió en una de las principales
causas de morbilidad y mortalidad a nivel mundial. En la década de los 90 había entre 10 a 12
millones de personas habían contraído el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH). El
Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) estima que, desde
el inicio de la pandemia, más de 60 millones de personas se han infectado por el VIH, de las que
un tercio han fallecido (Cañas et al., 2003). Quizás es el hogar donde más se sufre los procesos
de la violencia, que muchas veces llega a ser una escuela de reciedumbre y brutalidad,
originando algunos síndromes lamentables, como el abuso sexual, el maltrato infantil y la mujer
apaleada. Los reportes registran que la mitad de las mujeres del mundo fueron castigadas alguna

114
vez por sus maridos y 1,7 millones de muertes fueron causados por la violencia (Cámara de
Representantes, 2003, 10).
Con respecto a la agresividad que se exterioriza habría que diferenciarla a nivel individual,
social, político y cultural. El primer caso, es ejemplificado por las personas irritables, coléricas,
vengativas, sádicas, belicosas y psicópatas. Esa violencia imperaba y, continúa dominando cada
vez más, en las calles de las grandes ciudades, a través de la delincuencia urbana, como robos,
asaltos, violaciones y crímenes. Otra violencia despiadada y cruel es la política, que produjo el
terrorismo (v.gr., estallando bombas en centros colmado de gente), la represión de los gobiernos
(ej., como los desaparecidos durante los gobiernos militares de varios países sudamericanos), las
revoluciones y las guerras, que esa época registra una larga lista tétrica, con millones de víctimas
en la revolución Sandinista (1979-1990), la guerra de Afganistán (1979-1989), la guerra Irán-
Irak (1980-1988), la guerra civil de El Salvador (1980-1992), la guerra de las Malvinas (1982),
la guerra del Golfo (1990-1991) y otras ocurridas en Yugoslavia (1991-2001), Bosnia (1992-
1995), Ruanda (1994), Congo (1994-2002), Chechenia (1994-1996), Nepal (1996-2006), entre
otras.
Pero también está la violencia de los medios que se exhibe cada día en la TV, donde un
telespectador observa 15.000 episodios violentos y 2500 asesinatos por año. Se informaba en el
año 1991, que un niño, al llegar a los 18 años, habrá visto 200.000 actos de crueldad y 40.000
asesinatos. También se escuchaba a Thánatos participar en los informativos, aparecer en las
portadas de las revistas policiales con sus terroríficas imágenes y, finalmente, lo sentimos en
nuestros rencores y odios, y en forma más acallado, en los malestares físicos y miedos.

(4) LA PARANOIA. El escritor español Argullol (1994) declaró: “La década del noventa parece
transcurrir bajo el signo del recelo”. En el mismo sentido, Umberto Eco (1988) descifraba los
signos de los tiempos, afirmando: “Hay una enfermedad que se apodera de la cultura y de la
política de nuestra época. Es una enfermedad de la interpretación que ha influido sobre todo, en
la teología, en la política, en la vida psicológica. Su nombre es “Síndrome de la sospecha”. Su
instrumento es la “detraslogía”: detrás de un hecho se esconde otro más complejo y otro más y
así sucesivamente hasta el infinito. La vida es interpretada como un eterno complot. Más aún,
como una cadena de complots”. Así define Eco esa actitud generalizada de desconfianza y temor
corrosivo, que denominamos sentimientos paranoicos. Esta suerte de desconfianza primordial
ante todos genera ansiedad y angustia, como la búsqueda obsesiva del control. La sospecha es el
territorio donde germina el rumor, el chisme, la crítica, la maledicencia, los miedos, el rencor, los
celos y aún las agresiones, atentados y persecuciones.
El perfil dominante del hombre de fin de siglo, aunque matizado por las variantes
culturales regionales, ha sido en las grandes ciudades del mundo occidente, de frustración e
insatisfacción, con una carga importante de ansiedad, actitud esquiva, hipersensibilidad,
tendencia a la depresión, buscando en el alcohol, tabaco u otras drogas psicoactivas la excitación
y la sensación efímera de bienestar. También el hombre finisecular manifestó una fuerte avidez
por la espiritualidad, adquiriendo mucho éxito movimientos espiritualistas orientalistas,

115
agrupaciones carismáticas, el resurgimiento de las religiones y sectas, aún la aceptación de la
adivinación y la magia. Es que la posmodernidad se caracterizó por la coexistencia de tendencias
de todo tipo, incluso opuestas o contradictorias, donde la confusión fue la norma. De allí el éxito
de movimientos como la “nueva era” y otras corrientes pseudocientíficas que adoptaron cierta
indumentaria psicológica o se promovieron como escuelas psicológicas, aunque estuvieron muy
lejos de la Psicología científica. Por eso nos dedicaremos a estudiar algunas de estas
movimientos, para identificar su ideología y prácticas.

3. LA NUEVA ERA
(1) ORÍGENES. Una nueva tendencia surgió en América a fines de la década del 50 e inicios de
los 60’ que cambió creencias y actitudes, proponiendo una percepción del mundo y de la vida
diferente. Al ritmo frenético del rock y los sensuales movimientos de Elvis Presley, los sonidos
estridentes de las guitarras eléctricas de los melenudos, aparecieron los hippies y todo un
movimiento creciente de oposición hacia los viejos y ciegos imperativos de la cultura industrial
de la época moderna. Protestaron contra la guerra de Vietnam, la polución, la lucha de clases, el
consumismo, la rígida moral monogámica y el sistema capitalista. Los Beatles fueron a la India,
a la academia de Meditación Trascendental de Shankaracharya, dirigida por Maharaschi Mahesh
Yogi, popularizando prácticas e ideas del ocultismo asiático en occidente. Paralelamente Bob
Dylan descubrió la “hierba” (marihuana) y el LSD que va a difundirse aceleradamente en la
cultura “Pop”. Se enaltece el hedonismo que proclama el placer como fin supremo de la vida, la
diversión, el amor libre, “el poder de la imaginación” –muchas veces estimulada por la droga-, y
el “camino a la paz interior” por medio del misticismo asiático. Se aspira a una nueva realidad,
“no la realidad ordinaria”, a una nueva conciencia (“higher self”), a niveles superiores de
experiencia, éxtasis (“inner wisdom”) y una más alta visión de la vida, es decir, a una “Nueva
Era” –NE- (New Age), la llamada Era de Acuario.
La NE emerge por la desilusión de los años 70, al descubrir que la lucha individualista por
el dinero y el confort material era un barril sin fondo que dejaba exhausto e insatisfecho.
Entonces, se vuelven los ojos al oriente, para beber de su misticismo y elaborar un nuevo
panteísmo. Se entremezclan corrientes religiosas, filosóficas y del ocultismo. Se trata de una
extraña mixtura de ideas y prácticas que integra formas religiosas primitivas de tipo animistas,
mágicas y del chamanismo (rituales que realizaban los brujos, el chamán, en las tribus
indígenas), con otras pseudocristianas (v.gr., La Iglesia Unificada del Reverendo Moon), de
tendencia oriental (hinduismo, budismo, taoísmo, etc.), creencias espiritistas, astrológicas y
místicas. También son responsables del desarrollo de la ciencia ficción, de la Meditación
Trascendental y del yoga (Springett, 1989). Todo esto aparece seductoramente integrado con
conceptos de la psicología moderna. Declaraba el Dr. Humberto Rasi (1993, 66) al respecto:
“Este retorno a lo misterioso y trascendente en el mundo occidental puede entenderse como una
reacción ante la pérdida de lo sacro causada por el doble impacto de la secularización y el
secularismo. Dios nos ha creado homo sapiens pero también homo religiosus. El ‘ha puesto

116
eternidad en el corazón de los hombres’; por eso nos resulta difícil vivir sin referencias de
nuestra vida espiritual. Queremos encontrarle significado, valor, propósito a nuestra vida, más
allá de nosotros mismos”
El neo panteísmo expresa la pérdida de la confianza en la razón y la ciencia para resolver
los complejos problemas humanos, promoviendo un desencanto generalizado hacia la tecnología.
Es una tendencia de resacralización del universo, de carácter inmanentista. En ese sentido, la
intensificación del consumo de drogas alucinógenas ha contribuido a experimentar la sensación
de unificación con el “todo”.
En la década del 80, la actriz Shirley McLaine, publicó varios libros en los que narraba sus
contactos con fuerzas sobrenaturales. Sus mensajes fueron muy seductores. “Todos nosotros
somos dioses”. “Hemos existido antes de nacer y volveremos a existir después”. “La muerte no
es real”. “Cada uno de nosotros crea su propia realidad”. Así toma fuerzas la NE para convertirse
en la década de los 90 en la gran panacea que llena el vacío dejado por las viejas religiones y una
respuesta a las angustias y conflictos interiores. Debido al notable desarrollo de este movimiento
en la cultura posmoderna y en la psicología, consideraremos algunas de sus manifestaciones y
aplicaciones, especialmente en el área de nuestra competencia.
Estas ideas, “que mezclan lo sagrado y lo profano en una misma bolsa esotérica” (Ibíd.),
fueron rápidamente propaladas por el cine, popularizada por cierto tipo de música y la
publicación de un género creciente de libros y revistas. Entonces se intensificaron las prácticas
pseudocientíficas y pseudoreligiosas de la hipnosis, el yoga, los análisis de los sueños, los
rituales chamanísticos, brujerías, curanderismo y las pseudoterapias médicas y psicológicas. Una
de las creencias fundamentales de la NE es la idea de la reencarnación y el ejercicio de la
comunicación con los muertos o espíritus (“Channeling”). En una crónica de la revista Time
(7/12/87, 63) un integrante del movimiento confiesa tener comunicación con un ser oriundo de la
estrella Alfa del Centauro, además de haber descubierto que fue marino de la Armada Española
en una reencarnación anterior. Otro testimonio de una videasta, declara: “Yo siempre tuve
problemas respiratorios. Durante muchos años me sentí angustiada, hasta que un día mi asesor
astral me informó que en una vida anterior me había ahogado. Santo remedio: las molestias
desaparecieron” (Temas y fotos, 1990).

(2) LA MAGIA. La magia se puso de moda, a través del pensamiento supersticioso y esotérico,
la medicina y la psicología de alternativa y la popularización de los antiguos brujos, homeópatas,
manosantas, clarividentes, quirománticos, parapsicólogos, hipnólogos, horoscoperos y toda la
caterva de profesionales carismáticos que viven del analfabetismo sanitario. Las “Terapias
(psicológicas) Alternativas” o Medicinas Alternativas adquirieron cierto auge con algunas
prácticas como las esencias florales de Bach, los elixires de gemas, las pulseras magnéticas y los
consultorios Tarot. Los magos del curar basaban y basan su ciencia en la cartomancia, astrología,
quiromancia, numerología, parapsicología y otros textos de dudosa procedencia. Estudian la
carta natal, el horóscopo, las vidas pasadas o leen otras modernas bolas de cristal. Entonces

117
administran dosis de vegetales, infusiones de todo tipo, alguna extraña agua bendita, cataplasmas
de mostaza, baños de arcilla, canalización consciente, cura vibracional o energizante, piedras con
poderes cósmicos, santiguados y mil empirismos más; jamás la medicina prescrita por el
especialista. Ofrecen la solución infalible y rápida para los problemas sentimentales, el estrés, los
miedos, inhibiciones, la depresión, daños y cualquier tipo de dolor.
Aunque las ofertas mágicas no han cedido, la mayor parte de las propuestas milagrosas de
cura tienen corta vida, como aquel extraordinario aparato “sintetizador de ondas cerebrales” que
se ofrecía a fines de siglo, que tenía un amplio espectro de acción, pues “actúa sobre el insomnio,
la concentración; es antiestrés, ayuda a la relajación” y aún consigue la “creatividad”. Por si
fuera poco viene presentado en “modelo de bolsillo programado” y no presenta efectos
secundarios desagradables (a no ser que no sirva para nada). El oportunismo pseudocientífico de
los vividores fraudulentos de la salud, en realidad, siempre recetan la misma medicina: el
milagro. Siempre actúan bajos los auspicios de la seducción del misterio y ofrecen curaciones
extraordinarias. Todo es una gran mentira, las excepciones van a cuenta de la sugestión y los
poderes diabólicos. Cualquier especialista conocedor de su oficio ha resuelto con
benzodiacepinas e imipramina problemas de sufrimiento y depresión con más de un año de
manejo homeopático. Parece obvio decir que lo confiable es la investigación, el rigor
metodológico y los remedios probados por la verificación empírica y reconocidos por la
comunidad científica.
Ante el avance de lo irracional y diabólico ¿por qué no oponer una fórmula de suprema
afirmación de la auténtica fe y la creencia en las leyes de la vida, la salud y la ciencia? ¿Por qué
no aceptar los resultados de la investigación seria, responsable y metódica que viene
descubriendo trabajosamente, a través del tiempo, las leyes de la salud y los tratamientos más
eficaces?

(3) LA PSICOLOGÍA DE LA NUEVA ERA. La psicología en las últimas décadas del siglo pasado,
fue influida por las ideas y prácticas de la New Age, con experiencias de ocultismo, orientalismo
y canalización. Las terapias alternativas psicológicas integran el trabajo corporal, el desarrollo de
la creatividad y la autoayuda. Ejemplos de ellas han sido el control mental (v.gr., Instituto Iris),
el ocultismo (v.gr., E.D.I.P.O., Escuela de Integración Psicoanálisis-Ocultismo), la astrología
(v.gr., Primera Escuela Argentina de Psicología Astrológica), la terapéutica floral de Bach (v.gr.,
Centro de encuentro interior) y la psicoterapia de vidas pasadas (un aviso ofrecía “regresiones
individuales” y “talleres grupales de regresión a vidas pasadas”).
Otras actividades psicológicas relacionadas con la NE son algunos talleres gestálticos,
ciertos estudios junguianos, la bioenergética, la masoterapia y la programación neurolingüística
que intenta encontrar los centros de energía de la persona para “trascender desde el conflicto a la
libertad creativa” o “expandir los nuevos valores universales de Unión-Amor-Fraternidad-
Servicio”. El plan de estudio para los supuestos psicólogos de la NE ofrecía técnicas de
relajación, de control mental o meditación, profundización del pensamiento jungiano, la

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musicoterapia, realizar touch ligt, masajes desbloqueadores de S. McLaine y cursos de Tuei/Na y
Chi Kun (meditación trascendental china), todo con un enfoque holístico. Bajo el lema de la
okeydad (“Yo estoy OK, tú estás OK”), la psicología de la NE, ofrece vivir a pleno, descubrir en
poco tiempo la solución a los problemas, clarificar las metas de vida, saber qué hacer en toda
tiempo y cómo hacerlo. La psicología de la NE está íntimamente ligada a la creencia de que
podemos acelerar el progreso de la evolución al alcanzar una conciencia más elevada, lo cual es
uno de los objetivos centrales del movimiento. La psicología proporciona los medios para
alcanzar este objetivo. Ken Carey lo dice de esta manera: "Dondequiera, todo el que se
sincronice con el Ser Más Elevado se vuelve parte de la transformación. Sus vidas entonces
llegan a ser orquestadas desde otros mundos" (en un discurso en Whole Life Expo, Los Angeles,
CA, Feb. 1987). "El desarrollo supremo" representa la única mentalidad verdaderamente
saludable en el movimiento de la Nueva Era. Marilyn Ferguson (1980, 248) explica el desarrollo
supremo de esta manera: "El bienestar no puede ser inyectado intravenosamente, ni dado con
cucharilla por prescripción médica. Viene de una matriz: la mente del cuerpo. Refleja armonía
psicológica y somática."
Es imposible dejar de percibir que todas las psicologías producidas por la NE tienen como
ingrediente principal promover el ego humano buscando la conciencia superior escondida en una
supuesta evolución y residente en uno mismo, en un oculto potencial humano. Para ello sus
promotores tratan de explicar el significado de todas las cosas mediante un amalgamiento de
percepciones místicas y científicas. Este movimiento pseudopsicológico se ha embebido de los
principios de las fuentes místicas orientales y ha aprendido con eficacia sus técnicas milenarias,
las cuales enseña y practica con sentido de novedad. Con esta fachada atractiva, el guruismo
pretendió vestirse con atuendos científicos y conquistar un espacio social, un puesto en algunos
consultorios psicológicos y psiquiátricos y aún amenazar introducirse en la cátedra universitaria.

4. LA BIOENERGÉTICA
La Bioenergética fue elaborada durante los años 50 por los psiquiatras Alexander Lowen y
John Pierrakos. En 1973, John Pierrakos se separó de Lowen y creó el Instituto para la Nueve
Era en el Hombre, que buscaba sintetizar el análisis bioenergético con las energías espirituales
internas. Se trata de otra manifestación de la polifacética New Age. Lowen y Pierrakos, fueron
discípulos de Wilheilm Reich (1897-1957), de quien tomaron algunos de los conceptos
fundamentales de su teoría en el marco de las ideas de la Nueva Era. Para Reich todas las
manifestaciones físicas del universo provienen de una misma energía vital a la que llama Orgón
Reich entiende por Orgón: "un fluido biofísico existente tanto en el organismo como en el
cosmos, que está centrado en los campos y en el organismo. Todos los procesos psíquicos del
análisis del carácter: disolución de la resistencia, interpretación de la transferencia, ambivalencia,
etc., no son otra cosa que descripción psíquica de los procesos biofísicos del ‘Orgón’. Estos
procesos los podemos observar, durante el análisis, en las tensiones musculares, en las contrac-
ciones frénicas y en las manifestaciones concomitantes del análisis... La teoría del ‘Orgón’ ha

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dejado de ser tomada en serio por la mayoría de los analistas y científicos, una vez que se ha
comprobado que no hace otra cosa que medir el potencial eléctrico de todos los cuerpos vivos"
(Wyss, 1964, 204). Lowen denominó bioenergía, lo que Reich llama Orgón, que equivale al
Prana de los hindúes o el Ki de los chinos. Se basa en la idea de que cada persona es un sistema
energético en el que se realizan intercambios de energía que podemos sentir y regular, por
ejemplo, a través de la respiración, el movimiento, los gestos o la postura física. El equilibrio
psíquico y corporal se alcanza cuando la persona aprende a controlar y utilizar esos estímulos
vitales. Cuando así ocurre, uno se sentiría más creativo, gozaría del quehacer diario y alcanzaría
la armonía y la belleza. “No tenemos un cuerpo: somos un cuerpo”, suelen repetir con frecuen-
cia.
La terapéutica para Reich consistía en “relajación de ciertos haces musculares dotados de
valor estratégico (vegetoterapia) y aumento de la potencia orgásmica por medio del amor libre y
de los ‘acumuladores de orgones’. El procedimiento despertó las sospechas de la Food and Drug
Administration estadounidense, que logró encarcelarlo en 1956, y así, presó en una penitenciaría
de Pennsylvania, murió al año siguiente” (Vidal et al., 1995, Vol.I, 596). La Bioenergética
sostiene la tesis de que el cuerpo es un órgano con sus leyes y lenguaje propio, que a lo largo de
la vida, graba todo lo que siente y le pasa. Propone trabajar con el cuerpo ya que a partir del
cuerpo es posible crear nuevas formas de ser y modificar o suprimir los conflictos y problemas
que perturban a la persona. Por medio de la lectura del cuerpo, el terapeuta bioenergético realiza
el diagnóstico; observando el aspecto general del mismo, la impresión que de él se desprende, la
manera de pararse, cómo está equilibrada la anatomía, cómo se sienta y cuál es la “coraza
muscular”.
En la primera fase del tratamiento se utilizan las posturas de estrés, cuya finalidad es
colocar los músculos en una posición de tensión, llevando el cuerpo hasta el límite del cansancio
con la finalidad de despertar las energías vitales que rompan la coraza muscular. A partir de ahí,
se producirá una explosión emocional que el terapeuta hará seguir por un período de integración
y verbalización de los sentimientos liberados. Se trabaja en forma combinando el abordaje
individual y el grupal.
Las nociones de la bioenergética han sido aplicadas a diferentes terapias de expresión
corporal (Vidal et al., 1995, Vol.I, 98), sin embargo, desde el punto de vista teórico y científico,
carece del reconocimiento académico por la pobreza de sus fundamentos conceptuales.

5. PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
La Psicología Transpersonal es un subproducto de la psicología humanista y del
misticismo esotérico y supersticioso de la New Age. Hay una mezcla de todo: Psicosíntesis
(Assagioli), Logoterapia (Frankl), Maslow y la “Psicología al Ser”, la investigación psicodélica
de Leary, Stanislav Grof (1988; 1992) y Claudio Naranjo (1989), la Biopsicoenergética (Vinar-
di), el Control Mental de Silva, la Física cuántica de Capra, Bohn y Pribram, las tradiciones
esotéricas de la kábala, el Tarot, la Alquimia, la Astrología y las místicas orientales como el Zen,

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el Vajrayana, el Taoísmo, el Tantra, el Yoga y el Sufismo. Fueron precisamente Maslow y
Sutich, que en 1961 habían publicado el Journal of Humanistic Psychology, quienes en 1969
fundaron el Journal of Transpersonal Psychology.
Como expusimos anteriormente, Maslow postuló la necesidad de autorrealización y
Rogers de una tendencia innata hacia la realización de nuestras potencialidades. Pero, ¿cuándo la
persona realiza todo su potencial?, ¿dónde acaba el proceso de autorrealización? La respuesta
nos lleva hacia una visión que apela a la mística y a la religión. En palabras de Ken Wilber
(1990), una persona “no es una cosa ni un proceso, sino una apertura a la luz a través de la cual
puede manifestarse el Absoluto”. Pretendieron lograr una síntesis entre la psicología occidental y
las enseñanzas de las religiones y místicas de todos los tiempos. Wilber es otro importante
representante de esta pseudopsicología. Proponía catorce etapas en el desarrollo psicológico,
imitando los Chakras de los yogas. Afirmó que en el estado más logrado o máximo entramos en
contacto con lo divino, lo físico se pierde en lo espiritual y llegamos a ser iluminados. Para
explicar estos planteamientos fusiona algunas líneas del pensamiento evolucionista de Darwin,
con modelos de condicionamiento de los conductistas y orientaciones religiosas de la mística
indú.
La Psicología Transpersonal reconoce una gran pluralidad de vías y métodos de conoci-
miento para llegar al mismo punto: el SER o la naturaleza cósmica, que alberga en el interior del
hombre la totalidad del universo. Otra corriente de esta línea es la Psicosíntesis, fundada en
1926, en Roma, por el psiquiatra Roberto Assagioli (1888-1975), quien elaboró una teoría de la
personalidad y un tipo de terapia que pretende ayudar a la persona a integrarse. Por último,
citamos un psicoterapeuta argentino transpersonalista, Norberto Levy (Bs. As., 1936), muy
conocido por sus escritos (1992; 1993), que trabaja con técnicas corporales y psicología
gestáltica.

6. PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)


La PNL tiene sus orígenes en la Universidad de California de Santa Cruz, EEUU, donde
Richard Bandler (matemático) y John Grinder (lingüista) comenzaron a desarrollar un modelo
lingüístico para usar en procesos terapéuticos. El origen de sus investigaciones fue la curiosidad
por entender como el lenguaje podía producir cambios en el comportamiento de las personas.
Para este trabajo observaron los patrones lingüísticos de terapeutas exitosos. Eligieron a Virginia
Satir, terapeuta familiar, y al creador de la terapia gestáltica Fritz Perls. El resultado de esa
investigación fue el desarrollo de un modelo que llamaron “metamodelo” y que publicaron en
1975 con el nombre The Structure of Magic (traducción española: “La estructura de la magia”).
También se interesaron en el trabajo de Milton Erickson (1902-1980), quien utilizó la hipnosis
para operar psicoterapéuticamente. Observando las técnicas de comunicación de Erickson
escribieron The Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, en dos tomos.
Posteriormente continuaron trabajando con Virginia Satir, publicando con ella, Changing with
Familys. Así se formó la base de la PNL. Junto a Bandler y Grinder, otros autores importantes

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fueron: Leslie Cameron-Bandler, Robert Dilts, David Gordon, Judith DeLozier, Steve Andreas,
Connirae Andreas, Wyatt Woodsmall y Edmundo Cava.
Catherine Cudicio (1991, 14-16), ha caracterizado la PNL, explicando que: “El término
neuro se refiere a nuestras percepciones sensoriales que determinan nuestro estado interior, tanto
en el sentido estricto, neurológico, como en el sentido figurado, es decir, nuestro estado
emocional subjetivo. El término lingüístico se refiere a los medios de comunicación humana, es
decir, el comportamiento verbal y no verbal; hay que remitirlo al comportamiento exterior que
manifestamos para comunicarnos. El término programación se refiere a nuestra aptitud para
producir y aplicar programas de comportamientos, se remite a nuestra organización interior. Para
clasificar esta definición, tenemos que pensar en términos de sistema, es decir, que una
percepción sensorial determina un estado interior que a su vez produce un comportamiento, que
será percibido como un conjunto de informaciones sensoriales (ver, escuchar, sentir),
generadoras de un estado interior y después de un comportamiento de respuesta. Este esquema
muestra que los diferentes puntos de referencia y estudio de la PNL: comportamiento exterior,
estado interior, organización interior, están estrechamente vinculados entre sí. Por lo tanto, no se
puede actuar sobre uno de ellos sin afectar a los otros dos. Cuando un estado interior produce un
comportamiento exterior está siempre determinado por una organización o programación
interior. La PNL se funda en algunos presupuestos que afirman por ejemplo que todo
comportamiento se orienta a la adaptación, o que comprendemos mejor lo que ya nos es
familiar, y sobre todo que el mapa es diferente del territorio que representa. La PNL se suma a
las demás aproximaciones psicológicas de la comunicación, se sitúa en un procedimiento
comportamentalista y sistémico”.
La PNL proporciona, un marco de referencia sistemático para dirigir el propio cerebro.
Enseña como operar, no sólo con los propios estados y comportamientos sino, incluso, con los
estados y comportamientos de los demás. Estudia el lenguaje verbal y no verbal en su relación
con el sistema nervioso, como los individuos se comunican consigo mismo, de manera tal que
originen una óptima disponibilidad de sus recursos para producir el mayor número posible de
opciones de comportamiento. En un palabra es la ciencia de cómo dirigir el propio cerebro para
lograr los resultados que uno desea. Estos conceptos se han aplicado al aprendizaje de: “1) tareas
simples (deletrear, recordar nombres, tirar con armas, etc.); 2) habilidades más generales (aceptar
y utilizar positivamente las críticas, tomar decisiones, motivarse positivamente, etc.) y 3) tareas
aún más complejas como la creatividad artística y científica” (Vidal et al., 1995, Vol.I, 548).
Haciendo un análisis crítico, la PNL, como la mayor parte de las psicologías humanísticas,
responde a una concepción antropocéntrica inmanentista, ya que excluye el área espiritual
trascendente y la providencia divina, como la postula el cristianismo bíblico. Para la PNL el
hombre puede mejorar su conducta y sus relaciones personales, aprendiendo las reglas
desarrolladas, suponiendo que ese esfuerzo conducirá a un óptimo rendimiento e influirá sobre
los demás. La PNL es incluida por los analistas entre las corrientes posmodernas, por su
concepción de que la realidad interior y, en alguna manera, la exterior, es resultado de la

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construcción personal, además, por sostener la noción de recursividad y la idea de la patología
como programas de conductas aprendidas” (Loyácono, 1995).

7. CONSTRUCTIVISMO/CONSTRUCCIONISMO
El constructivismo y el construccionismo son orientaciones académicas, no orientaciones
pseudopsicológicas como las expuestas anteriormente en este capítulo. Las incluimos aquí,
porque sus planteamientos epistemológicos se encuadran dentro del paradigma posmoderno.
El constructivismo es una teoría científica y epistemológica que no sólo se refiere a la
psicología sino también a la física, la biología y, en general, a todos los campos del saber. “Para
el constructivismo, los datos con los que trabaja el investigador no son independientes de él
mismo, sino que están “construidos” por las teorías y los instrumentos que maneja, de tal manera
que dichos datos no pueden ser un elemento o etapa de prueba de una teoría”. “Por otra parte,
ninguna teoría, según el constructivismo puede calificarse de verdadera o falsa, pues no puede
demostrarse ser verdadera o falsa en forma definitiva” (Villar et al., 1995, Vol.I, 164). Dentro de
estos lineamientos teóricos pueden inscribirse las formulaciones de Humberto Maturana, de
Gregory Bateson y Paul Watzlawick, entre otros.
Así, pues, se entiende que las realidades son construcciones individuales y colectivas
basadas en la experiencia. El conocer es una conducta. La persona intenta representarse mental-
mente los fenómenos para darles algún sentido. El hombre organiza la realidad, abstrayendo,
generalizando, enjuiciando, valorando, y, en definitiva, eligiendo un sentido para su vida. Las
diferencias entre los hombres no dependen sólo de los sucesos externos que les han acontecido,
sino del modo o estilo en que cada uno construye su propio mundo. El hombre es libre de
“pensar” la realidad, de interpretarla, aunque al mismo tiempo se ve atado por sus propias
interpretaciones. Sin embargo, nada impide cambiar un enfoque que ya no nos sirve, o lo que es
lo mismo, modificar el modo de ver las cosas. El hombre, insisten los representantes de esta
concepción, no está atado ni a su pasado ni a sus circunstancias presentes.
El terapeuta constructivista intenta comprender como la persona estructura su mundo y
en qué punto le resulta disfuncional, ayudándole a encontrar un modo alternativo de “construir”
su realidad. Existen dos enfoques dentro del constructivismo según la postura epistemológica
asumida: el radical y el crítico. El radical sostiene que no existe la ‘realidad’ fuera de las
experiencias humanas, sólo se trata de una invención. Todos somos creadores únicos y
suficientes de nuestra vida. Es una posición extrema o absoluta. El crítico, adhiere a una postura
gnoseológica moderada, conocida como realismo crítico, en la cual no niega la realidad, sino se
la entiende como algo en interacción e interdependencia con el sujeto, por lo que nadie es
productores único de su experiencia, sino “co-creador” de la misma. Decía Riviere: "No se trata
de negar que lo que llamamos ‘lo real’ posee, quizás, una estructura objetiva, independiente de
que la conozcamos o no. En todo caso, éste es un problema ontológico, con el que se estrellaron
repetidamente los realistas y nominalistas de la escolástica medieval, y que no puede pretender
resolver la psicología del conocimiento. La función de ésta es más bien la de determinar cuáles

123
son los procesos, las estructuras y las representaciones, los esquemas que empleamos para
abstraer esas regularidades" (Fernández, 1992, 109).
Por su parte, el Construccionismo considera la realidad como una construcción mental
social, siendo, por tanto, subjetiva, no existe realidad independiente del sujeto y resultado de la
interacción social y de los significados compartidos por medio de la comunicación (Wiesenfeld,
1994). Por ejemplo, el empirismo plantea que el conocimiento es copia de la realidad, mientras
que el racionalismo sostiene que depende de procesamientos internos al individuo, mediante los
cuales puede organizar la realidad para hacerla entendible. Los conductistas dan importancia al
ambiente y los gestalistas a la organización conceptual del hombre. Lo que intenta el
construccionismo es superar la dualidad entre sujeto-objeto, sosteniendo que el conocimiento no
es algo que posee la gente en la cabeza, sino algo que la gente hace colectivamente, como es el
lenguaje, que constituye una actividad compartida.
Los construccionistas atacan la idea de verdad, debido a que los criterios de verdad son
obra humana, por lo tanto, no hay nada que sea verdad en forma objetivo y de manera
independiente al pensamiento social. No es que todo sea falso ya que hay criterios para evaluar
los conocimientos, por ejemplo, los criterios de juicio, como la coherencia de las
argumentaciones, la utilidad o el valor de uso de algo. Pero aún estos criterios de verdad son
construcciones sociales, por lo tanto, quedamos reducidos a un relativismo que nos incapacita
para las grandes cuestiones de la vida, como es la aceptación de Dios o el fundar valores sobre
los cuales asentar el comportamiento. La cosmovisión del constructivismo y especialmente del
construccionismo supone una ontología y una metafísica muy alejada de la cosmovisión bíblica
que tiene valores trascendentes y conceptos absolutos que dan otro fundamento a la realidad y a
la existencia.

8. TEORÍA DE LOS CONSTRUCTOS PERSONALES


Este enfoque fue formulado por George A. Kelly (1905-1966), graduado en física y
matemáticas pero el interés en los problemas sociales lo llevó a doctorarse en psicología. En
1955 publicó su obra más importante, La Psicología de los Constructos Personales. La teoría de
Kelly ve al hombre como un científico que experimenta, percibe similitudes y diferencias entre
los acontecimientos y formula hipótesis que le ayudan a ordenar los fenómenos, así como a
predecir los hechos futuros. A estos modos de construir el mundo los llamó constructos. Los
constructos son modos de construir o interpretar el mundo que permite al hombre categorizar y
predecir los acontecimientos. Estos constructos siempre tienen dos polos. No podemos conocer
el significado del constructo “orgulloso” de una persona, por ejemplo, si no conocemos su polo
opuesto, que para uno podría ser “humilde” y para otro “débil”. Cada constructo tiene una
determinada amplitud, eso es, puede aplicarse a varios tipos de acontecimientos, pero no a todos.
En nuestra personalidad hay constructos que son básicos o nucleares, por ejemplo, los
relacionados con nuestra identidad y otros que son periféricos, más fáciles de cambiar; unos son
más rígidos, los que nos llevan a hacer siempre la misma predicción, y otros más vagos, que

124
hacen que esperemos una cosa en un momento determinado y otra diferente en condiciones muy
similares; unos son más permeables y otros más impermeables a admitir nuevos elementos.
Están organizados, además, en un claro sistema jerárquico. En consecuencia, las personas no
sólo se diferencian por sus constructos sino también por cómo los tienen organizados.
Los problemas surgen cuando nuestros constructos no nos sirven para explicar y enfrentar
los acontecimientos. En este contexto, la terapia sería el proceso mediante el cual se
establecerían nuevos y mejores sistemas de constructos. Kelly lo llamó proceso de reconstruc-
ción. Para ayudarle a entender el sistema de constructos de su cliente, el terapeuta cuenta con el
test de “la Rejilla”, una especie de tabla de doble entrada en la que el paciente aplica a una serie
de personas o situaciones de su vida, constructos y puntuaciones comparativas. Kelly también
elaboró una técnica terapéutica específica, la terapia del rol fijo, que anima al cliente a que se
represente a sí mismo de nuevas maneras y le ayuda a adoptar otras formas de conducta y con
ello a hacerse una persona diferente.

9. TERAPIA COGNITIVA PROCESAL SISTÉMICA POST-RACIONALISTA


Fue formulada por Vittorio Guidano. Es otro desarrollo constructivista. En la Argentina se
la conoce con el nombre de Terapia Cognitiva Estratégica (Balbi, 1993). Surge en la década de
los 80, a partir de la Teoría de los Sistemas, la segunda cibernética, la termodinámica
irreversible, el cognitivismo y la epistemología evolutiva, entre otras disciplinas. Se llama “post-
racionalista” porque trasciende el paradigma racionalista –y también el empirista- basado en el
conocimiento como representación de una realidad externa y única. Es decir se encuadra dentro
del paradigma posmoderno. “El principio básico que se cuestiona es la visión de la realidad
como un orden unívoco preestablecido, un orden existente antes de la mirada del observador,
quien, por lo tanto: sólo puede copiar en su conciencia con mayor o menor correspondencia ese
único orden” (Ídem, 26). Esta nueva postura concibe al observador como parte integrante de lo
que observa. La noción de realidad es entendida no como única, sino “como una serie de
procesos que ocurren en muchos niveles; niveles que son diferentes unos de otros, que son
simultáneos, pero no están subordinados unos a otros. Es decir, la realidad es considerada como
una red de procesos, que están todos entrelazados” (Ruiz, 1992, 235). Por lo tanto, no habría que
hablar de “universo” como algo único y externo, sino de “multi-verso”, como propone Maturana
(1987), en la “Ontología del observar”. También la verdad es multiforme y personal. Al no
existir una “realidad objetiva” no hay una manera correcta de pensar y de sentir con la cual se
tendría que coincidir. Cada persona construye su propia verdad.
Desde esta perspectiva, el sujeto es interdependiente y parte activa en la red de los
procesos entrelazados en que se encuentra sumido. Cada uno construye su realidad y organiza la
propia experiencia de vida. Conocer es existir. Como todo cognitivismo es una vuelta a
Descartes, pero en el constructivismo, se da desde un paradigma posmoderno, ya que trasciende
el planteamiento epistemológico con una significación ontológica. Este conocimiento, en tanto
que autoorganización, no es sólo cognitivo, sino un sistema complejo de estructuras de diferentes

125
niveles que abarcan lo motor, sensorial, perceptual y emocional, que se va elaborando a lo largo
del ciclo vital. De allí el carácter “procesal sistémico”. En este sentido, se afirma la presencia de
dos niveles de procesos continuos y simultáneos: el nivel de la experiencia inmediata y el nivel
de la explicación de esa experiencia. Al primero le corresponde las emociones, sensaciones e
imágenes. El nivel de la explicación se relaciona con el lenguaje.
La finalidad de la Terapia Cognitiva Post-racionalista “es la reestructuración de la
organización del significado personal del paciente” o “la reconstrucción sistémica de su
experiencia inmediata”, para lo cual debe realizar la autoobservación de la experiencia afectiva
con la ayuda del terapeuta, quien debe estar emocionalmente comprometido con el paciente en
esta tarea. El objetivo es alterar o modificar los procesos y las estructuras cognitivas con la ayuda
de diferentes técnicas.

10. INTEGRACIONISMO
Una fuerte tendencia actual, tanto en el ámbito gnoseológico, de la investigación, como en
lo metodológico y asistencial, es el esfuerzo de lograr la unidad integradora. Durante la primera
mitad del siglo, predominó entre las escuelas la tendencia a la diferenciación, a establecer los
puntos de discrepancias, a enfatizar las ideas propias y mostrar o demostrar que los conceptos
sostenidos, los instrumentos o procedimientos propios eran mejores o más adecuados. La tenden-
cia finisecular fue buscar las coincidencias y los lugares comunes de convergencia, más que las
discrepancias o las cuestiones diferenciadoras. Por ejemplo en el ámbito asistencial se
acrecientan los abordajes múltiples, la necesidad de adoptar un arsenal terapéutico multidimen-
sional, integrar instrumentos provenientes de diferentes niveles de investigación y de trabajar en
equipos interdisciplinarios.
Esta tendencia entre las escuelas y en la práctica profesional, se verifica también en los
contenidos teóricos de la psicología. Uno de ellos, es el marco antropológico monista que
proponen criterios integradores dinámicos en la comprensión y tratamiento de la conducta
humana. Un pionero en estos planteamientos fue José Bleger, que en su célebre obra, Psicología
de la conducta (1973, 290), presentó un modelo de interpretación antropológico configurado por
niveles múltiples de integración de complejidad creciente (físico-químico, biológico, social,
psicológico y axiológico). El modelo integrativo surgiría, entonces, como un supra-paradigma
(Opazo, 1992, 478) que incluye los datos provenientes de diferentes paradigmas (v.gr.,
biológico, ambiental, cognitivo, afectivo, inconsciente, sistémico) y abarca múltiples niveles de
análisis (epistemológico, metodológico y del quehacer psicoterapéutico), postulando una
integración de paradigmas o “un marco conceptual amplio, que abra opciones de acuerdos sobre
una base conceptual poco sectaria”. Por ejemplo, en el campo terapéutico, hoy en día no
preocupa tanto los límites y las diferencias entre las terapias, lo que se demanda son técnicas
eficaces. En cierta medida, el interés teorético es secundario, dominando la preocupación por los
resultados. La “muerte de los sistemas” ha producido un exceso de preocupación técnica o
“búsqueda de la acción”. Este énfasis en el conocimiento práctico es una característica del

126
pensamiento posmoderno, que postula el pluralismo teórico y paradigmático (Wiesenfeld, 1994),
como el relativismo epistémico y óntico.
“Este espíritu integrador no es más que fruto de su tiempo: es un espíritu postmoderno,
donde (en principio) no se asume la verdad indudable de una forma de conocer frente a otras,
sino las múltiples construcciones sobre nuestro objeto de estudio, y por tanto, nuestro conoci-
miento como fragmentado, es decir, la óptica de la postmodernidad con otro nombre” (Caro,
1995, 150). Por eso, los integracionistas afirman la imposibilidad de integrar enfoques basados
en las epistemologías modernas, debido a que participan de la creencia de una realidad externa y
única para todos. La integración sólo puede ser viable a partir de las nuevas concepciones
ontológicas y epistemológicas que propone el paradigma posmoderno basado en criterios
relativistas, múltiples, interdependientes, pragmáticos y constructivistas (Ruiz, 1992).
A pesar del riesgo eclecticista que presenta esta dirección (Lazarus, 1995), fue
afianzándose con el tiempo, conservando su vigencia en el siglo XXI. En ese sentido, afirmaba
Fernández (1992ª, 395), con cierto sentido profético: “En el futuro inmediato, las perspectivas
que se abren permiten suponer que la tendencia hacia la integración se afianzará a lo largo de la
década que se inicia. Esto permitirá incrementar la flexibilidad de las intervenciones, conocer
mejor los alcances de cada técnica en particular y dimensionar en forma más calibrada la
incidencia de los factores específicos e inespecíficos. La consolidación de una mentalidad
integrativa entre los profesionales que practican la psicoterapia facilitará avanzar hacia un
examen más detallado de cuáles son los aspectos singulares que ayudan a promover los procesos
de cambio y que intervenciones son las que permiten obtener determinados logros específicos”.

127
CAPITULO 8

LA PSICOLOGÍA DEL SIGLO XXI

1. LA HIPERMODERNIDAD
“¿De qué murió la posmodernidad?.. Fueron las Torres Gemelas las que acabaron con la
posmodernidad; se derrumbaron sobre ella…” “La posmodernidad, entre los escombros,
el polvo, los gritos y la sangre de las Torres Gemelas, quedó para siempre sepultada.”
“Y estamos viviendo, no el fin de la historia, no el fin de los grandes relatos,
no el fin del hombre, sino el Apocalipsis que golpea a nuestras puertas.”
Juan Pablo Feinmann (2008, 724, 678, 733)

La posmodernidad ha muerto aseguran algunos autores, como Feinmann (2008) y Vattimo


(2000), y surgido lo que Lipovetsky (2006; 2007; 2008; 2009) y otros autores (Aubert, 2004;
Ascher, 2005) han denominado “hipermodernidad”. Esta etapa se caracteriza por el exceso, un
crecimiento fuera de límites en todas las esferas de la vida, por ejemplo, en la biotecnología, la
cirugía estética, la conquista del espacio, los mails, los viajes aéreos y la pornografía. Una lógica
de espiral infinita que también se manifiesta en fenómenos, como la obesidad, las adicciones de
todo tipo, la aceleración de los medios y la invasión de las pantallas (cine, TV, PC, GPS, DVD,
celulares, etc., Lipovetsky et al., 2009). Al iniciarse la segunda década del siglo XXI se observa
el predominio de la tecnología más que de las ciencias. Asistimos a un proceso de exacerbación
sin límites del capitalismo y el consumismo, en el marco de la hegemonía de los mercados, la
ultraviolencia, el terrorismo y el hiperindividualismo. La sociedad hipermoderna esta llevada por
una escalada de excesos, de lo superlativo, de ir más a prisa; “la escalada paroxística del
‘siempre más’ se ha introducido en todos los ámbitos del conjunto colectivo” (Lipovetsky, 2006,
58). Un escenario caracterizado por los extremos y el descontrol, por “compras compulsivas,
endeudamiento, ciberdependencias, toxicomanías, prácticas aditivas de todo tipo, anarquía de los
comportamientos alimentarios, individualismo desbocado y caótico” (Lipovetsky, 2008, 119).
Al cambiar el escenario cultural, las tendencias políticas, económicas y sociales, también
asistimos a transformaciones en el ámbito de la Psicología. Antes de ver los desarrollos que han
ocurrido en nuestra profesión, nos parece importante ver el contexto sociocultural prevaleciente
y las realidades dominantes en el mundo actual para reflexionar sobre la psicología, su rol y
acción. El nuevo contexto que está siendo llamado hipermodernidad es paradójico. Por un lado,
es una sociedad seducida por lo frívolo y lo superfluo, como la moda y el lujo, los espectáculos
de las grandes estrellas de la música y del deporte, en tanto por otro, se “ha reemplazado la fe en
el progreso… por una confianza inestable, fluctuante, variable según los acontecimientos y las

128
circunstancias” (Lipoversky, 2006, 74). La posmodernidad fue más relajada, habitada por la
despreocupación, la apatía y la indiferencia. En cambio la hipermodernidad se vive en un estrés
permanente, con todo tipo de trastornos psicosomáticos, ansiedades, depresiones y suicidios.
“Cuanto más a prisa se va, menos tiempo se tiene” (Ídem, 82), más impotencia, más
vulnerabilidad psicológica y desvaloración de sí mismo Predomina un estado de inquietud ante el
porvenir, que se percibe lleno de incertidumbres y riesgos. “En el universo inseguro, caótico y
atomizado de la hipermodernidad aumentan igualmente las necesidades de unidad y de sentido,
de seguridad, de identidad comunitaria: es la nueva oportunidad de las religiones” (Ídem, 99).
Asistimos, también, a un auge de las religiones, porque ellas dan sentido a la vida, construye
identidades y proporciona la convicción de la realización personal. La modernidad rechazaba las
creencias religiosas, la posmodernidad las toleraba, en tanto, la hipermodernidad las busca.
Esta época se caracteriza por el hiperconsumo, que es más desenfrenado que nunca,
absorbiendo cada vez más esferas de la vida social, empujando al individuo a consumir para su
satisfacción personal y responder a las demandas del grupo o la clase. El individuo
hipermoderno, aunque orientado hacia el hedonismo, siente la tensión de vivir en un mundo que
afronta un futuro incierto. Los individuos están corroídos por la angustia, el miedo y la ansiedad
que se han superpuestos a los placeres. La familia está en crisis, sometida a un enorme desorden,
desorientada por la pérdida de la figura del padre, menoscabada por la liberalización de las
costumbres, conmocionada por la precariedad de la economía, todo lo cual, incapacita o limita a
la familia de cumplir con su función tradicional de transmitir valores.
A continuación contrastamos esta caracterización general con las etapas anteriores en los
parámetros que estamos evaluando.
 Exceso y descontrol
Si el progreso caracterizó la modernidad y la confusión la posmodernidad, el exceso es el
rasgo más relevante de la hipermodernidad. Lo observamos en la oferta que no cesa de innovar y
ofrecer productos más seductores, en el vértigo de la vida cotidiana, en los avances de la
tecnología. Estamos inmersos en el “exceso y descontrol, compras compulsivas, endeudamiento,
ciberdependencias, toxicomanías, prácticas aditivas de todo tipo, anarquía de los
comportamientos alimentarios, individualismo desbocado y caótico” (Lipovetsky, 2007, 119). La
técnica del cine también exhibe el exceso en los efectos especiales, los montajes nerviosos, los
diálogos breves, la multiplicación de las escenas de persecuciones, los subrayados sonoros,
donde la velocidad (de la música y las imágenes), puedo adquirir un ritmo infernal.
 Inquietud por el futuro
La añoranza del pasado, la irrealidad del presente y la incertidumbre del futuro, portador de
tantas amenazas al lado de tantas promesas, que podrían hacer del futuro algo sombrío,
inquietante, como diría Bourdieu, “que el futuro en su conjunto resulte incierto y, por lo tanto,
impide toda previsión racional, y, en particular, anula esa mínima esperanza en el futuro que se
necesita para rebelarse” (Bauman, 2007, 179)
 Hiperconsumo (consumir compulsivamente)

129
Transitamos por la tercera etapa de la era del consumo, caracterizada por una producción y
servicios con gran cantidad de opciones, importante diversidad de productos, adaptados a las
exigencias de la demanda. Se flexibilizan los horarios, amplía las fórmulas de crédito, se
popularizan las ofertas y los negocios maxidescuento. Es la época del “consumo continuo”, con
ampliación de los horarios y los días de servicio, donde los negocios funcionan en festivos, de
noche y las 24 horas. Opera el ciberconsumismo pudiéndose comprar en cualquier hora en línea.
También los lugares de paso se convierten en centros comerciales (v.gr., aeropuertos, terminales
de autobús y trenes).
 Hipernarcisismo (viajar, divertirse, no renunciar a nada)
La era de Narciso continúa dominando el comportamiento social, aunque en forma un poco
distinta que durante la posmodernidad. Dice Sébastien Charles que se trata de un Narciso “que se
tiene por maduro, responsable, organizado y eficaz, adaptable, y que rompe así con el Narciso de
los años posmodernos, amante del placer y las libertades” (Lipovetsky et al., 2006, 27). Es cierto
que se trata de un individuo hedonista, consumista, que gasta mucho dinero en diversiones y
vacaciones, que le encanta las modas y las canciones de éxito, pero el hedonismo es una
estrategia para escaparle a las tensiones y ansiedades de la vida. Se trata de un individuo
“angustiado por la edad y las arrugas, obsesionado por la línea, por la higiene, por los
tratamientos terapéuticos: el cuerpo adquiere rango de verdadero objeto de culto” (Norvion,
2010, 17).
 Hiperindividualismo (total desinterés por el bien público)
La sociedad hipermoderna promueve el valor de la realización personal, el culto a la
autonomía personal y el respeto a la singularidad subjetiva. Se impulsa un nuevo tipo de
individuo, cada vez más independiente y narcisista, interesado en su propio bienestar que en los
demás, “obsesionado por el dinero o sus propios asuntos” (Lipovetsky, 2008, 108). Replegado
sobre sí mismo, con sus auriculares escuchando el MP3 o MP4 o enviando mensajes en el
celular, insensibilizado a la presencia de los demás.
 Obsesión por miedo a la destrucción (terrorismo, catástrofes, epidemias)
Las catástrofes naturales azotan el mundo por medio de huracanes (como el Katrina que
devastó New Orleans, en el 2005), tsunami (como el que asoló Asia en el 2004), terremotos
(como el que destruyó Puerto Príncipe, en Haití en el 2010), sequías e inundaciones, con mucha
prensa. Asimismo, Hollywood ha producido una gran cantidad de películas exitosas basadas en
las catástrofes naturales, como los tifones en Twister, los volcanes de Dante´s Peak, la violencia
oceánica en “La tormenta perfecta”, “El día de mañana” donde una ola gigantesca inunda Nueva
York y el frío congela la antorcha de la estatua de la Libertad, iniciando una nueva era glacial.
Otra película impactante es “2012” donde la tierra es destruida por un nuevo diluvio universal
salvándose unos pocos en modernas arcas de Noé.
 Planetarización de los cambios (social, etc.)
La globalización es un proceso primordialmente económico que consiste en la creciente
integración de las distintas economías nacionales en un único mercado capitalista mundial. Por

130
su parte la planetarización es vista como un conjunto más complejo de movimientos y esfuerzos
realizados en diversificados procesos de homogeneización que ultrapasan las fronteras. Estos
desafíos transfronterizos y transnacionales son de contenido diverso, entre ellos están los
procesos de comunicación planetaria que permite convocar cientos de millones de personas en
tiempo real ante un mismo evento, como ocurrió con la trasmisión de los partidos del mundial
del fútbol. Los cambios a nivel de todo el planeta llevan a la homogeneización no sólo del
consumo de productos, sino también de valores, ideas y prácticas. En un planeta que tiene 7.000
millones de personas, con miles de culturas, gran parte de la población mundial consume los
mismos productos. Es conocida la creciente transocialización de los gustos y estilos; difundiendo
en todos los lugares patrones de belleza, gastronomía, mobiliario y vestuario común, sea en
Finlandia, Bali, Italia o México.
 Inseguridad
Desde la década de los 90 se ha instalado “el fenómeno de la inseguridad personal,
expresado en el aumento de los delitos violentos, y que aparece con la crisis del Estado de
bienestar y en el marco de la aplicación de políticas económicas neoliberales” (Pegoraro, 2000,
114). Ese fenómeno ha ido creciendo paulatinamente. Por ejemplo, hace unos 15 años había en
México tres o cuatro compañías dedicadas a la tarea de la seguridad privada, hoy son más de
2,000 servicios de vigilancia y guardaespaldas, además del ejército que patrulla las carreteras y
las calles de las ciudades. La inseguridad se relaciona con el incremento del consumo de drogas
y el narcotráfico, la desconfianza de las instituciones policiales y de justicia, la polarización y
profundización de quienes tienen más y los marginados económicos, la incertidumbre del futuro,
entre otras razones.
 Estrés permanente
“Cada vez se exige que haya más resultados a corto plazo, hacer más en el menor tiempo
posible, obrar sin tardanza: la carrera competitiva lleva a primar lo urgente sobre lo importante,
la acción inmediata sobre la reflexión, lo accesorio sobre lo esencial. Lleva asimismo a crear una
atmósfera de exageración, de estrés permanente, así como toda una serie de trastornos
psicosomáticos” (Lipovetsky et al., 2006, 81). En estos últimos tiempos, la necesidad de
afirmación individual, el deber de obtener resultados rápidos, incluso la exigencia de éxito, han
propagado una epidemia generalizada de estrés y burn-out. Sigue en aumento, en forma
alarmante, las depresiones, los trastornos de la ansiedad y del sueño, entre otras disfunciones
emocionales o del comportamiento. Es que se exige del individuo que sea emprendedor,
hiperactivo, respondiendo a las exigencias del tiempo, en una vida agobiante, insegura, con un
futuro incierto.
 Sociedad de la hipervigilancia
La vigilancia es cada vez más obsesiva, pantallas omnipresentes en nombre de una
seguridad consagrada como valor primordial. Hace varios años que funciona el Echelon, un
sistema mundial que intercepta todo tipo de comunicaciones: e-mail, teléfono, fax, telex,
celulares, informes que circulan en Internet. Esos datos son recibidos por la National Security

131
Agency (NSA), de USA, quien los procesa automáticamente por temas y palabras claves en
poderosas computadoras. Todo lo que puede ser sospechoso es objeto de investigación. Cada vez
hay más cámaras instaladas no sólo en las empresas sino en el alumbrado público capaces de
hacer lecturas de reconocimiento facial. También existen aviones sin piloto que surcan los cielos
de las grandes ciudades para vigilar el movimiento de la gente. Hay también un sistema GPS
para seguir los desplazamientos de un niño o mayor por la ciudad. Siempre hay alguien espiando
que puede considerarse sospechoso.
 Desconfianza
La desconfianza es la enfermedad de la época, que se manifiesta en dudas, incertidumbre,
recelos, temores, medidas precautorias y aún ataques preventivos. USA invadió Irak por la
desconfianza que podría tener armas nucleares que podrían usarse en su contra. La desconfianza
es el origen de las falsas interpretaciones, del imperio de la "mala fe" y la raíz del descontento.
En el ámbito individual, la desconfianza lleva a levantar muros, evitar la gente, aislarse o huir,
generando trastornos de la identidad y delirios paranoides. La sospecha es la polilla que corroe
nuestra salud física, mental, social y espiritual. En la vida social, la cultura de la desconfianza es
un virus que infecciona la credibilidad de las instituciones, de la política, de la policía y de la
sociedad toda. Ataca la economía y las buenas relaciones sociales. Está relacionada con la
vigilancia, la inseguridad y el estrés permanente.
 Auge de las religiones
En el año 1999, la Gallup realizó una encuesta a nivel mundial para investigar como
concibe y experimenta la religión la gente a principios del siglo XXI. Encontraron una elevada
importancia hacia Dios y un grado elevadísimo de pertenencia a determinado credo o culto. Esta
situación fue opuesta a la existente a principios del siglo XX, cuando el ateísmo y el
agnosticismo estaba floreciendo. A fin de siglo se encontró que el ateísmo era mínimo (apenas
un 8%) y en descenso. Sin embargo, la encuesta encontró que son una minoría quienes llevan
una auténtica vida devocional. Parece tratarse de una religión más retórica que una auténtica
experiencia de fe, comprometida y militante. Algunos han llamado la “Victoria de Dios” a esa
revitalización de las religiones, “un renovado interés por las enseñanzas de la Iglesia, como una
necesidad de las verdades últimas, como un deseo de reencontrar la propia identidad, también y
sobre todo con respecto a lo trascendente” (Vattimo, 1998, 109). El auge también alcanza a las
sectas, el espiritismo y quienes hacen curas milagrosas, el orientalismo, la astrología, las
llamadas “medicinas alternativas”, el yoga, el Control Mental, la Meditación Trascendental,
brujería, reencarnaciones, esoterismos y misticismos diversos de todo tipo. Se trata, pues, de un
nuevo espiritualismo.
En el Cuadro 3, presentamos las características de la etapa actual en forma comparativa con
los períodos anteriores, con el propósito de apreciar las diferencias y los contrastes con las etapas
que nos precedieron.

132
Cuadro 3
Características principales de cada etapa (Lipovetsky, 2006; 2007; Medina, 2008, 301)
MODERNIDAD POSMODERNIDAD HIPERMODERNIDAD
(S.XVIII-1970) (1970-2001) (2001 en adelante)
* Idea de progreso * Confusión * Exceso y descontrol
* Fascinación por el futuro * Desencanto del futuro * Inquietud por el futuro
* Hipoconsumo (consumir * Consumismo (consumir lo * Hiperconsumo (consumir
lo necesario) innecesario) compulsivamente)
* Abnegación (diversión * Narcisismo (búsqueda de * Hipernarcisismo (viajar,
moderada) placeres) divertirse, no renunciar a nada)
* Interés por lo social (el * Individualismo (no * Hiperindividualismo (total
bien público) interesa el bien público) desinterés por el bien público)
* Obsesión por el dominio * Conciencia de la * Obsesión por miedo a la
de la naturaleza (control destrucción destrucción (terrorismo,
de las enfermedades, etc.) (contaminación, etc.) catástrofes, epidemias)
* Regionalismos, * Globalización * Planetarización de los
nacionalismos (económica) cambios (social, etc.)
* Seguridad * Seguridad-inseguridad * Inseguridad
* Tranquilidad * Despreocupación * Estrés permanente
* Reconocimiento de los * Sociedad de la
* Sociedad de la vigilancia
derechos personales hipervigilancia
* Confianza * Indiferencia * Desconfianza
* Desvalorización de las * Tolerancia por las
* Auge de las religiones
religiones-Secularización creencias religiosas

2. LA PSICOLOGÍA POSITIVA
Seguramente el acontecimiento más significativo en los inicios del siglo XXI haya sido la
aparición de una nueva orientación psicológica, la Psicología Positiva (PP). Se considera que el
inicio formal de la PP fue la conferencia inaugural que Martin Seligman dio en 1998 cuando
asumió como presidente de la APA, la American Psychological Association. Seligman concluyó
su discurso diciendo: “La psicología no es una mera rama del sistema de salud pública, ni una
simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia. Hemos olvidado nuestro
objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas, no solo de las personas
con una enfermedad mental. Llamo a nuestros profesionales y a nuestra ciencia a retomar esta
misión original justo ahora que comienza un nuevo siglo” (Adserá, Blog de PP). A continuación,
en enero de 1999, durante el I Congreso Akumal celebrado en México, un grupo de
investigadores elaboraron un manifiesto fundamentando la PP. Entre quienes participaron de esa
acta fundacional se destacaron Barbara Fredrickson, Mihalyi Csikszentmihalyi, Jon Haidt, Ken
Sheldon y Kevin Rathunde. Posteriormente, Martin Seligman creó el Centro de PP de la
Universidad de Pensilvania, que se ha constituido en el centro de formación, capacitación y
difusión más importante de la PP.

133
Desde sus inicios, la Psicología se centró en el estudio de la patología y las debilidades
humanas, siguiendo el modelo médico orientado a vencer las enfermedades. Este hecho ha dado
un carácter patogénico a los estudios de psicología, sesgando el abordaje de la mente humana.
Esta focalización negativa dominante, según Seligman (2003) ha conducido a un modelo de la
existencia humana que ha olvidado las características positivas y contribuido a adoptar una
visión pesimista de la naturaleza humana. La PP ha cambiado ese enfoque, produciendo un
nuevo paradigma orientado hacia los procesos que subyacen a las cualidades y emociones
positivas del ser humano, procurando alcanzar una mejor calidad de vida y bienestar. Cambió el
foco sobre lo negativo, las limitaciones y carencias del individuo hacia una mirada que subraya
las fortalezas y las competencias disponibles para enfrentar las dificultades y superar las crisis
por las que con frecuencia atraviesan los seres humanos. Retoma la idea de que una crisis no es
una derrota sino una oportunidad de superación. A través de la investigación científica la PP
representa un nuevo punto de vista de entender la Psicología y la Salud Mental, centrándose en el
estudio de las emociones positivas, las fortalezas y las virtudes del carácter, las ‘habilidades’
como la inteligencia y la capacidad atlética. También, estudia las instituciones positivas, como la
democracia, las familias unidas y la libertad de información, que sustentan las virtudes cívicas e
institucionales como la responsabilidad, el civismo, el altruismo, la moderación, la tolerancia y el
trabajo ético. Los temas predilectos son el bienestar, la fluidez de la conciencia, la alegría, la risa,
la resiliencia, la felicidad, el optimismo, la esperanza y la fe. También incluye el estudio de
tendencias de la personalidad, como la capacidad de amar, la vocación, la valentía, las
habilidades interpersonales, la sensibilidad estética, la perseverancia, el perdón, la originalidad,
el talento y la sabiduría.
Por nuestra parte, antes de la organización de la PP investigamos y publicamos sobre temas
que luego se constituyeron en dominios de esta nueva disciplina. Por ejemplo, en el año 1991,
escribimos el primer libro sobre la esperanza (Pereyra, 1991/1992), que luego ampliamos
teóricamente y con varias investigaciones en nuestra tesis doctoral (Pereyra, 1995) y en otros
libros posteriores (1997; 2006), como en diferentes investigaciones de campo (Pereyra, 1996ª;
1996b; 1997; 2006; 2006ª; 2007; 2010). También los temas del perdón (Pereyra, 1993; 2004), la
reconciliación (Pereyra, 1996; 2003), la alegría, la felicidad (Pereyra, 1999; Pereyra y Musi,
2005) y valores o fortalezas del carácter (2010ª), entre otros, han sido temas de nuestros estudios
y publicaciones.
De los muchos temas posibles de la PP que podríamos desarrollar nos limitaremos
exclusivamente a dos temáticas representativas, como son las fortalezas del carácter y las
emociones positivas.
(1) FORTALEZAS DEL CARÁCTER. En noviembre de 1999, Neal Mayerson, Director de
la Fundación Manuel D. y Rhoda Mayerson de Cincinnati, citó a Martín Seligman, para lanzar
juntos un proyecto. Querían desarrollar programas para jóvenes. Los críticos que evaluaron los
planes por subvencionar dijeron: “No podemos intervenir para mejorar el carácter de los jóvenes
hasta que no sepamos con mayor exactitud qué queremos mejorar. En primer lugar, necesitamos

134
un esquema de clasificación y una forma de medir el carácter”. El consejo fue invertir el dinero
en elaborar una taxonomía del buen carácter. La idea fue crear una suerte de manual de las
potencialidades humanas, de la misma manera que existe un Manual de Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), para definir un caso de alteración patológica con
fiabilidad y aplicar la terapia correspondiente. El DSM ha conseguido unificar la comunidad
científica de todo el mundo en los mismos criterios, haciendo posible el diálogo y el progreso.
Estamos de acuerdo con respecto a la enfermedad mental, pero ¿qué con respecto a la salud? He
ahí el problema.
La Fundación Mayerson decidió patrocinar un proyecto de gran envergadura. Contrataron a
Christopher Peterson como director del programa. Durante tres años, el equipo de investigadores
leyó los textos básicos de las principales religiones y tradiciones filosóficas a fin de catalogar lo
que cada una de ellas consideraba virtudes o excelencias del carácter. Leyeron a Aristóteles,
Platón, Tomás de Aquino, Agustín, el Antiguo y Nuevo Testamento, el Talmud, Confucio, Buda,
Lao-tsé, el Corán, los Upanishads y otros, en total, unos doscientos catálogos de virtudes que
abarcaban casi todas las tradiciones de los últimos tres mil años. El resultado de ese trabajo
descubrió que en todas esas fuentes se valoran seis virtudes básicas que conforman veinticuatro
fortalezas. El informe completo se publicó en abril del 2004, en un volumen de 800 páginas
titulado, Carácter strengths and virtues. A handbook and classification (Peterson y Seligman,
2004). Allí se identifican cada una de esas fortalezas, los criterios que las definen, la tradición
teórica y transcultural, las mediciones que se han elaborado y los resultados de las
investigaciones. Un gran esfuerzo que propone los valores más destacados y reconocidos de la
naturaleza humana, aquellos que proclaman las eminencias de la excelencia, en lugar del
inventario de los déficits y miserias humanas, las mayores aptitudes y grandezas en contraste con
los estigmas y perversidades.
A continuación, describimos cada una de esas fortalezas, que podrían considerarse como
un inventario de los principios de vida que construyen los niveles superiores del bienestar
humano o, en otras palabras, las estrategias a seguir para alcanzar la felicidad.
Las 24 fortalezas se agrupan en 6 categorías, que constituyen las virtudes:
1. Sabiduría y conocimiento. Incluyen las fortalezas cognitivas que implican la adquisición y
el uso del conocimiento.
(1) Curiosidad, interés por el mundo
Tener interés por lo que sucede en el mundo, encontrar temas fascinantes, explorar y
descubrir nuevas cosas.
(2) Amor por el conocimiento y el aprendizaje
Llegar a dominar nuevas materias y conocimientos, tendencia continua a adquirir nuevos
aprendizajes.
(3) Pensamiento crítico, mentalidad abierta, capacidad de juicio
Pensar sobre las cosas y examinar todos sus significados y matices. No sacar
conclusiones al azar, sino tras evaluar cada posibilidad. Estar dispuesto a cambiar las
propias ideas en base a la evidencia.

135
(4) Creatividad, originalidad, inventiva, inteligencia práctica
Pensar en nuevos y productivos caminos y formas de hacer las cosas. Incluye la creación
artística pero no se limita exclusivamente a ella.
(5) Perspectiva
Ser capaz de dar consejos sabios y adecuados a los demás, encontrando caminos no sólo
para comprender el mundo sino para ayudar a los demás a comprenderlo.
2. Coraje. Es la virtud de las fortalezas emocionales que implican la consecución de metas
ante situaciones de dificultad externa o interna.
(6) Valentía
No dejarse intimidar ante la amenaza, el cambio, la dificultad o el dolor. Ser capaz de
defender una postura que uno cree correcta aunque exista una fuerte oposición por parte
de los demás, actuar según las propias convicciones aunque eso suponga ser criticado.
Incluye la fuerza física, pero no se limita a eso.
(7) Perseverancia y diligencia
Terminar lo que uno empieza. Persistir en una actividad aunque existan obstáculos.
Obtener satisfacción por las tareas emprendidas y que consiguen finalizarse con éxito.
(8) Integridad, honestidad, autenticidad
Ir siempre con la verdad por delante, no ser pretencioso y asumir la responsabilidad de
los propios sentimientos y acciones emprendidas.
(9) Vitalidad y pasión por las cosas
Afrontar la vida con entusiasmo y energía. Hacer las cosas con convicción y dando todo
de uno mismo. Vivir la vida como una apasionante aventura, sintiéndose vivo y activo.
3. Humanidad. Comprende las fortalezas interpersonales que implican cuidar y ofrecer
amistad y cariño a los demás.
(10) Amor, apego, capacidad de amar y ser amado
Tener importantes y valiosas relaciones con otras personas, en particular con aquellas en
las que el afecto y el cuidado son mutuos. Sentirse cerca y apegado a otras personas.
(11) Simpatía, amabilidad, generosidad
Hacer favores y buenas acciones a los demás, ayudar y cuidar a otras personas.
(12) Inteligencia emocional, personal y social
Ser consciente de las emociones y sentimientos tanto de uno mismo como de los demás,
saber como comportarse en las diferentes situaciones sociales, saber qué cosas son
importantes para otras personas, tener empatía.
4. Justicia. Trata de las fortalezas cívicas que conllevan una vida en comunidad saludable.
(13) Ciudadanía, civismo, lealtad, trabajo en equipo
Trabajar bien dentro de un equipo o grupo de personas, ser fiel al grupo y sentirse parte
de él.
(14) Sentido de la justicia, equidad
Tratar a todas las personas como iguales, en consonancia con las nociones de equidad y
justicia. No dejar que los sentimientos personales influyan en decisiones sobre los otros,
dando a todo el mundo las mismas oportunidades.
(15) Liderazgo
Animar al grupo del que uno es miembro para hacer cosas, así como reforzar las

136
relaciones entre las personas de dicho grupo. Organizar actividades grupales y llevarlas a
buen término.
5. Moderación. Abarca las fortalezas que nos protegen contra los excesos.
(16) Capacidad de perdonar, misericordia
Capacidad de perdonar a aquellas personas que han actuado mal, dándoles una segunda
oportunidad, no siendo vengativo ni rencoroso.
(17) Modestia, humildad
Dejar que sean los demás los que hablen de uno mismo, no buscar ser el centro de
atención y no creerse más especial que los demás.
(18) Prudencia, discreción, cautela
Ser cauteloso a la hora de tomar decisiones, no asumiendo riesgos innecesarios ni
diciendo o haciendo nada de lo que después uno se pueda arrepentir.
(19) Autocontrol, autoequilibrio
Tener capacidad para equilibrar los propios sentimientos y acciones. Tener disciplina y
control sobre los impulsos y emociones.
6. Trascendencia. Se refiere a las fortalezas que forjan conexiones con la inmensidad del
universo y proveen de significado la vida.
(20) Apreciación de la belleza y la excelencia, capacidad de asombro
Saber apreciar la belleza de las cosas, del día a día, o interesarse por aspectos de la vida
como la naturaleza, el arte, la ciencia.
(21) Gratitud
Ser consciente y agradecer las cosas buenas que a uno le pasan. Saber dar las gracias.
(22) Esperanza, optimismo, proyección hacia el futuro
Esperar lo mejor para el futuro y trabajar para conseguirlo. Creer que un buen futuro es
algo que está en nuestras manos conseguir.
(23) Sentido del humor
Gustar de reír y gastar bromas, sonreír con frecuencia, ver el lado positivo de la vida.
(24) Espiritualidad, fe, sentido religioso
Pensar que existe un propósito o un significado universal en las cosas que ocurren en el
mundo y en la propia existencia. Creer que existe algo superior que da forma a
determina nuestra conducta y nos protege.
(2) LAS EMOCIONES POSITIVAS. La PP ha dado especial énfasis al estudio de las
emociones positivas haciéndolas objeto privilegiado de sus investigaciones y construyendo
nuevos modelos teóricos. Uno de las teorías más reconocidas es la de Fredrickson (2000), quien
propone que las emociones positivas pueden ampliar el repertorio de pensamientos y acciones
del individuo y fomentar la construcción de recursos para el futuro. Esta teoría de "ampliación y
construcción" (broaden and build) ha encontrado evidencias en el ámbito neurofisiológico, al
descubrirse que las emociones positivas activan el sistema de las neuronas espejo en mayor
medida que las emociones negativas, lo que permite comprender que las emociones positivas se
relacionan con el cerebro social que nos asegura las bases biológicas capaces de favorecer la
interacción y la empatía (Warren et al., 2006). Asimismo, se ha afirmado que la afectividad
positiva es una dimensión que refleja el nivel de compromiso agradable con el entorno. Un alto

137
nivel de afectividad positiva supone entusiasmo, energía, mente despierta, reflejando una
sensación general de bienestar personal y social, mientras que un bajo nivel de afectividad
positiva expresa fatiga, cansancio mental y físico y engloba un amplio rango de estados de ánimo
negativos, incluyendo miedo, ansiedad, hostilidad y disgusto. Pero además, la afectividad
negativa indicaría la tendencia a la baja satisfacción en la vida (Librán et al., 2008).
Un reciente trabajo ha encontrado que las emociones positivas se relacionan con la
satisfacción por la vida, en un estudio transcultural realizado en 46 países diferentes, que incluyó
México, se halló que los aspectos emocionales de la buena vida dependen de los valores que
caracterizan cada sociedad (Kuppens et al., 2008). Asimismo, los estudios sobre la felicidad, la
satisfacción con la vida y el bienestar subjetivo han abarcado poblaciones muy numerosas (Carr,
2007, refiere estudios de un millón de personas en 45 países), encontrando que la persona normal
es moderadamente feliz.
En el año 2008 (Pereyra, 2008), realizamos una investigación que titulamos: “Emociones
positivas, satisfacción con la vida y esperanza-desesperanza en un estudio transcultural”, en la
cual indagamos las diferencias socioculturales de la esperanza y la desesperanza, las emociones
positivas y los componentes de la satisfacción de vida en una población con altísimos
indicadores de pobreza y escasos de recursos económicos, como es la población haitiana de
Puerto Príncipe, comparada con un grupo de mexicanos de Nuevo León. Encontramos
diferencias altamente significativas en las emociones positivas a favor de la población mexicana
en contraste con la haitiana, donde quedó de manifiesto que esas variables responden a las
condiciones socio-económicas y los valores culturales del contexto.

3. NEUROCIENCIA COGNITIVA SOCIAL


Otra de las novedades que trajo el siglo XXI fue la aparición de una nueva disciplina, la
Neurociencia Cognitiva Social. En los años 90, los psicólogos John Cacioppo y Gary Berntson,
fueron los pioneros del estudio de la conducta social desde el punto de vista de la
neurofisiología. En esa época los neurocientíficos eran reacios a examinar lo que sucede más allá
del cerebro, porque creían que la conducta social era demasiado compleja. Pero eso cambio con
el nuevo siglo. Precisamente en abril del 2001 se realizó el primer encuentro sobre Neurociencia
Cognitiva Social en la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA). Luego en el 2003, se
realizó en Suecia un congreso científico sobre Neurociencia Social. En el 2004, Thomas Insel,
director del Instituto Nacional para la Salud Mental, aseguró que la neurociencia social había
cumplido la mayoría de edad como disciplina, después de 10 años de investigaciones. Gracias al
desarrollo de tecnologías sofisticadas como la resonancia magnética nuclear funcional (RMNf),
un aparato que emplea grandes computadoras para obtener un vídeo que muestra las regiones
cerebrales que se activan durante una determinada interacción como, por ejemplo, escuchar la
voz de un amigo. “Esa investigación está empezando a proporcionarnos respuestas a preguntas
tales como: ¿Qué sucede en el cerebro de la persona que mira a un ser querido, que está atrapado

138
en el fanatismo o que busca la estrategia más adecuada para ganar un determinado juego?”
(Goleman, 2006, 17).
“La neurociencia social es una nueva disciplina que surge de la combinación entre la
investigación en psicología social y las neurociencias cognitivas, cuyo objetivo es el estudio de
las bases biológicas (inmunes, endocrinas, neuronales) de la cognición y conducta sociales,
combinando las herramientas más avanzadas de la neurociencia cognitiva como las técnicas de
neuroimagen y la neuropsicología, junto con la investigación en ciencias cognitivas y en ciencias
sociales como la psicología social, la economía y las ciencias políticas” (Grande-García, 2009,
1).
“El descubrimiento más importante de la neurociencia es que nuestro sistema neuronal está
programado para conectar con los demás, ya que el mismo diseño del cerebro nos torna
sociables, al establecer inexorablemente un vínculo intercerebral con las personas con las que
nos relacionamos. Ese puente neuronal nos deja a merced del efecto que los demás provocan en
nuestro cerebro y, a través de él, en nuestro cuerpo y viceversa” (Goleman, 2006, 9).
Otros hallazgos importantes de la neurociencia social han sido el descubrimiento de las
“neuronas espejos”, que perciben la acción de otra persona que está a punto de realizarse y nos
prepara para imitar ese movimiento. Han investigado los procesos de la empatía, como los
cerebros se entrelazan emocionalmente, de qué manera se realiza el “contagio de las emociones”,
como nos sintonizamos con alguien, cuales son los circuitos especializados en la desconfianza,
por ejemplo, es decir cómo se percibe el estado interior de otra persona y cómo se comprenden
los sentimientos y pensamientos de los otros. Se han desarrollado estudios sobre la inteligencia
social, que incluye la conciencia social y la facilidad social (Goleman, 2006), las redes de apego,
la biología de la compasión, las características del cerebro femenino y masculino, la neurología
del humor, las claves neurológicas del aprendizaje, las formas de la conectividad neurosocial y,
en general, como funciona el cerebro social. Anteriormente, la neurociencia se centraba en el
funcionamiento del cerebro solo, pero actualmente se analiza el funcionamiento simultáneo de
dos cerebros, poniendo de relieve la danza neuronal en la que están implicados.

4. LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA
La psicología es hoy es una ciencia y una profesión, constituye una disciplina en
permanente expansión, abarcando el amplio campo de su competencia, como también los
múltiples dominios en relación con otras disciplinas afines, como el ejemplo anterior de la
Neurociencia Cognitiva Social. Exhibe una creciente especialización, con aplicaciones en
prácticamente todos los problemas humanos y los que surgen de las diferentes áreas de la vida
social. Por ejemplo, los psicólogos asesoran instituciones y organismos tan distintos como los
tribunales de justicia o las grandes empresas, como también informa a los responsables políticos
para mejorar las administraciones públicas e incluso organismos como la Asociación General de
los Adventistas del Séptimo Día, que tiene un psicólogo como consultor en cuestiones de salud
mental.

139
Si bien las áreas predilectas de la psicología aplicada siguen siendo la psicología industrial,
la psicología de la educación y la psicología clínica, las aplicaciones de la psicología abarca un
amplio espectro de actividades que alcanza el deporte, los derechos humanos, asuntos de la paz,
conflictos y violencia, los avances de la psicofarmacoterapia, la familia, los problemas de los
gay, lesbianas, bisexuales y transexuales, los problemas del medio ambiente, de la población y la
conservación de la salud pública. La American Psychological Association (APA), la asociación
de psicólogos más importante del mundo, con 154.000 afiliados, cuenta con 56 divisiones o
departamentos de diferentes aplicaciones de la profesión, algunos constituyen subdisciplinas,
como por ejemplo la Psicología Experimental, la Psicología Social o Psicología clínica, mientras
otros se centran en áreas temáticas como el envejecimiento, las minorías étnicas o el trauma
psicológico.
Quizás una de las características más relevante de la psicología de la segunda década del
siglo XXI sea el desarrollo y la expansión que tiene la investigación, con una producción de
artículos científicos en crecimiento exponencial, que estudia todas las áreas de la vida humana,
en todos los niveles. Hay varias bases de datos donde se registran y conservan los estudios,
quizás la más importante sea PsycINFO, de la APA, que conserva los artículos y abstracts más
numerosa conocida, con más de 3 millones de referencias, prevenientes de cerca de 2.500
revistas, rigurosamente indexadas o revisadas por pares en las ciencias del comportamiento y de
la salud mental. Cada año se incorporan alrededor de unos 80.000 artículos científicos, que traen
nuevos descubrimientos y conocimientos sobre la teoría, la metodología, la experimentación
y los resultados de los estudios estadísticos. A esas publicaciones habría que agregar la
aparición continua de libros académicos y científicos, la producción de tesis de licenciatura,
maestría y doctorales que generan todas las universidades del mundo y otros órganos de
publicación de valor científico.
Otra fuente de cambios en la psicología actual proviene de los avances recientes de la
informática y la computación, que han supuesto no sólo un nuevo enfoque en el planteamiento
del estudio de las funciones cognitivas, sino también una herramienta útil para evaluar complejas
teorías y sus respectivos procesos. Otro elemento importante es el papel que juega la comunidad
científica en el campo de la difusión del conocimiento, al igual que el papel de los editores en las
revistas científicas de psicología, la evaluación en las revistas y los libros electrónicos en
psicología.
En resumen de la psicología actual podría darlo la definición que presenta la APA, de lo
que es la profesión actualmente: “La psicología es una disciplina diversa, basada en la ciencia,
pero con aplicaciones casi sin límites en la vida cotidiana. Algunos psicólogos hacen
investigación básica, desarrollo de teorías y pruebas a través de métodos de investigación
cuidadosamente afinado con observación, la experimentación y el análisis. Otros psicólogos
aplican el conocimiento científico de la disciplina para ayudar a las personas, organizaciones y a
las comunidades para que funcionen mejor.

140
Al obtener la nueva información de la investigación psicológica, por ejemplo, si se trata de
intervenciones para mejorar el tratamiento de la depresión o de cómo los humanos interactúan
con las máquinas, estos resultados pasan a formar parte del cuerpo de conocimiento de la
disciplina y, entonces, se aplica a los pacientes y clientes, en las escuelas, en los entornos
corporativos, en el sistema judicial, e incluso en el deporte con los profesionales de las diferentes
disciplinas.
“La psicología es una profesión a nivel de doctorado. Los psicólogos estudian tanto el
funcionamiento normal y anormal y como tratar a los pacientes con problemas mentales y
emocionales. También estudian y fomenta comportamientos que aumentar la resiliencia y el
bienestar emocional. Hoy en día, como es bien conocido el funcionamiento integral del ser
humano, los psicólogos trabajan cada vez más en equipo con otros proveedores de la salud para
proporcionar una atención médica integral a los pacientes y las familias”
(http://www.apa.org/about/index.aspx).

141
SEGUNDA PARTE

PSICOLOGÍA Y RELIGIÓN

142
CAPÍTULO 9

LA PSICOLOGÍA DE LA RELIGIÓN

1. DEFINICIÓN E HISTORIA
Definimos la religión como el homenaje a lo sagrado. Ese homenaje se expresa en la
relación del hombre con lo sagrado por la vía de la trascendencia que construye el sentimiento
religioso y las conductas de adoración. Por su parte, la psicología de la religión tiene como
objetivo el estudio científico del fenómeno religioso, en sus diferentes manifestaciones, a nivel
privado, grupal y comunitario. Se trata, pues, del estudio de la vida espiritual del hombre en
cuanto se orienta a la religión como homenaje a lo sagrado. De este modo, la psicología religiosa
le interesa el estudio de las funciones psíquicas que intervienen en la vida religiosa. Así fue
concebida desde sus inicios. Como ejemplo ilustrativo, podemos citar a W.Stählin, redactor del
Archiv für Religionspsychologie, quien en su primer número, en el año 1914, definía la
psicología de la religión, como la "ciencia que se ocupa de la religión en su aspecto de fenómeno
psíquico, es decir, de la religión en la medida en que es creencia, creencia del individuo o del
grupo".
La historia de la psicología de la religión, desde sus inicios hasta nuestros días, permite
identificar cuatro etapas diferenciadas. La primera etapa abarca de sus inicios auspiciosos y
primeros desarrollos empíricos a fines del siglo XIX, a las primeras décadas del siglo XX, más
específicamente hasta los años 30. La etapa siguiente fue de silencio, incluyendo desde los años
30 hasta los primeros años de la década del 50, donde prácticamente desapareció el interés
psicológico por las cuestiones religiosas. El tercer período, se extiende desde fines de los 50 a
principios de la década de los 90, donde se produjo un renacimiento del interés por el tema, con
un reconocimiento creciente de su importancia, que llevó a la disciplina a adquirir
definitivamente su estatuto científico. El último lapso se ubica en los últimos años del siglo
pasado y los años que han transcurrido del siglo XXI, cuando el estudio de la conducta religiosa
adquiere una relevancia inédita, con una pluralidad de enfoques teóricos, diversidad de líneas de
investigación y un notable desarrollo epistemológico, conceptual y temático.
Primera etapa. La historia de la psicología de la religión es en gran parte la historia de sus
métodos. Los comienzos de la misma podrían ubicarse en los Estados Unidos con la obra de E.D.
Starbuck (1866-1917), quien en 1899 publicó The Psychology of Religion. An empirical Study of
the Growth of Religious Consciousness (La Psicología de la Religión. Un estudio empírico del
desarrollo de la conciencia religiosa). El libro se ocupaba principalmente de la conversión.
Utilizó extensos cuestionarios y encuestas para recoger una multitud de respuestas detalladas que
luego sometió a un minucioso análisis. Otra contribución destacada fue la de William James,

143
quien también se dedicó al tema de la conversión. En 1902 apareció su célebre obra, The
Varieties of Religious Experience (Variedades de la experiencia religiosa), donde describe los
tipos religiosos característicos por medio de notas autobiográficas extraídas de diarios, cartas,
confesiones y memorias, método que ha sido considerado poco científico. Otros autores
importantes de la escuela norteamericana fueron Stanley Hall (1864-1924), discípulo de Wundt y
James H.Leuba (1868-1946), conocido por su obra A Psychological Study of Religion (Un
estudio psicológico de la religión), de 1912.
En realidad, desde el punto de vista cronológico, Alemania había iniciado las
investigaciones sobre el fenómeno religioso durante la segunda mitad del siglo XIX con Wundt,
quien en 1864 publicó, Psicología del hombre y del animal, haciendo referencia a la religión.
Esos estudios fueron incluidos dentro de la psicología de los pueblos, sometiéndolos al método
genético comparativo. En ese país, las obras de mayor significación fueron las de F.Heiler, en
1918, que investigó y clasificó distintos tipos de plegarias; K.Girhensohn, 1921, teólogo y
psicólogo, quien experimentó con el método de asociación de textos; Rudolf Otto (1869-1937),
quien realizó un análisis de la vivencia religiosa mediante la investigación fenomenológica en un
libro de gran notoriedad, Lo Santo, en 1917. Otros autores importantes fueron Wilhelm Stählin
(1883-1975), Karl Girgensohn (1875-1925) y Georg Wunderle (1881-1950) quienes sentaron las
bases empíricas para la investigación psicológica religiosa.
Valiosos criterios sobre el mundo viviencial religioso se obtuvieron gracias a las
esclarecedoras investigaciones fenomenológicas de Max Scheler (1874-1928), O.Grundler y
especialmente de Dietrich Von Hilderbrandt (1889-1977) sobre los actos, creencias y conductas
religiosas referidas al arrepentimiento, la sumisión, la confianza en Dios y la aspiración a la
salvación del alma. Debemos mencionar los estudios de Alexander Pfänder (1870-1941) sobre
las áreas psíquicas religiosas y sobre las vidas alejadas y cerradas a Dios.
Otras contribuciones destacadas fueron las de Charcot y Janet que consideraron las
vivencias religiosas como propias del ámbito de las neurosis y las histerias. En esa dirección, K.
Schneider, H.J. Weitbrecht y Et. de Greet, se dedicaron a establecer las diferencias entre la vida
religiosa normal y vida religiosa anormal. Una figura de gran repercusión en el tema fue,
Segismund Freud (1930; 1954; 1989), quien presentó a la religión como una neurosis resultante
de conflictos instintivos no resueltos. Decía que los actos y las creencias religiosas deberían
considerarse, principalmente, como sublimación de energías básicas, predominantemente
sexuales, que habían sido reprimidas.
Segunda etapa. Los planteamientos de Freud de que la religión es una tipo de neurosis obsesiva
universal o constituye una ilusión, además de los estudios críticos sobre “Moisés y el
monoteísmo”, escrito en 1938, disminuyeron sensiblemente el interés por el estudio de la
conducta religiosa y las manifestaciones de la espiritualidad, durante la década de los 30 y 40,
cuando Europa y gran parte del mundo, vivió la preparación y la Segunda Guerra Mundial. Sin
embargo, desde el mismo psicoanálisis se proponen otros planteamientos para explicar el
fenómeno religioso. Por ejemplo, Alfred Adler (Ansbacher et al., 1959, 552-556), veía en la fe y

144
en la práctica religiosa una de las posibilidades de compensación o sobrecompensación del
sentimiento de inferioridad derivado de las discapacidades orgánicas o psíquicas. La creación de
objetivos directrices ficticios permitirían, pensaba Adler, satisfacer el afán elemental de valer y
de poder, existente en el hombre como necesidad. Asimismo, Karl Jung (1961), se orientó en la
idea de los arquetipos como determinantes psicológicos de los dogmas y los ritos de las reli-
giones, sustituyendo la experiencia religiosa inmediata y permitiendo mantener el equilibrio
anímico. De acuerdo al comentario de Erich Fromm (1965, 35): "Jung reduce la religión a un
fenómeno psicológico, y al mismo tiempo eleva el inconsciente a un fenómeno religioso".
Tercera etapa. El mismo Fromm, posteriormente, se incorpora al debate sobre la psicogénesis
de la religión iniciado por Freud, quien había asumido una posición abiertamente descalificadora
de lo sagrado, en tanto Jung defendía una postura de valoración de la creencia. Fromm (1965),
estima que los dos tienen algo de razón, ya que la cuestión depende del tipo de religión que se
trate, si autoritaria o humanista. La primera somete al hombre, promoviendo en él intensos
sentimientos de pobreza, impotencia e indignidad, en cambio, la religión humanista hace del
hombre el centro de interés, buscando su desarrollo, cultivando la solidaridad y la
autorrealización. En esta última, "el estado de espíritu prevaleciente es la alegría, mientras que en
la religión autoritaria es la pena y la culpa" (Fromm, 1965, 57).
A su vez, Víctor Frankl (1991), también hizo un importante aporte a la psicología de la
religión. Consideró las perturbaciones del espíritu como una categoría especial de neurosis,
llamada noógenas. Es el resultado de la experiencia del “vacío existencial”, cuando la voluntad
de sentido de la vida se ve frustrada y se cae en el fatalismo o el escepticismo pesimista. Frankl
(1966), siguiendo a Jung, afirmó la existencia de un inconsciente espiritual, sede la imagen
arquetípica de Dios y origen intrapsíquico de la trascendencia. En contraste con esa posición,
Christian Sharfetter (Pereyra, 1993ª), ha ubicado las experiencias religiosas, no en el
inconsciente, sino en un nivel superior de la conciencia, que llamó el "supra ser o estar
consciente".
En general, la psicología europea fue quien manifestó un marcado interés por el estudio del
área religiosa, especialmente en países como Suiza y Alemania, donde la influencia de Jung ha
sido gravitante. En general, las formulaciones han presentado un perfil filosófico y teórico,
privilegiándose las aplicaciones clínicas. Un ejemplo ilustrativo es la teoría de la Psicosíntesis,
fundada por Assagioli e Ignace Lepp, con el propósito de integrar las creencias católicas de sus
fundadores con el pensamiento de Jung y del análisis existencial.
En cambio, el estudio científico de la religión fue desarrollado principalmente por los
psicólogos norteamericanos. Desde esa perspectiva se origina un renacimiento de las
producciones a partir de la década del 60. Algunas publicaciones precursores fueron los textos de
W.H. Clark (1958), P. Johnson (1959) y O. Strunk (1959) y la revista periódica, Review of
Religious Research, que edita desde 1959, la Religious Research Association. En esa época se
destacaron dos profesores de la Universidad de Illinois, Raymond B. Cattell, que estudió los
sentimientos y valores religiosos por medio de tests, y O.H. Mowrer, que se interesó por el

145
concepto de pecado y sus implicancias clínicas (Gorsuch, 1991, 285-6). A partir de 1961,
comienza a publicarse el Journal for the Scientific Study of Religion, que dio un nuevo impacto a
la investigación.
Quizás los dos hechos más expresivos del ese reconocimiento académico de la Psicología
de la Religión fue la creación de la División 36 de la APA, en 1975, Psychologists Interested in
Religious Issues y la inclusión de la categoría diagnóstica Z71.8 Problemas Religiosos o
Espirituales entre los "Problemas adicionales que pueden ser objeto de la atención clínica" en el
DSM-IV, de la American Psychiatric Association, a partir del año 1994. "Esta categoría puede
usarse cuando el objeto de atención clínica es un problema religioso o espiritual. Los ejemplos
incluye el malestar que implica la pérdida o el cuestionamiento de la fe, los problemas asociados
con la conversión a una nueva fe, o el cuestionamiento de los valores espirituales que pueden o
no estar necesariamente relacionados con una iglesia organizada o con una institución religiosa"
(Pichot et al., 1995, 700-701).
Es a partir de la década del 70 cuando la Psicología de la Religión va superando los
prejuicios y convirtiéndose en un área de estudio, legítima, respetable y práctica. Desde entonces
los progresos han sido continuos. Algunos textos dan cuenta de ello, tales como, Byrnes, The
psychology of religion, 1984; Meadow y Kahoe, Psychology of religion: Religion in individual
lives, 1984; Spilka, Hood y Gorsuch, The psychology of religion: An empirical approach, 1985;
y Wulff, 1991. Asimismo, la reciente incorporación del International Journal for the Psychology
of Religion, que se agrega a otras revistas importantes del área (v.gr., el Journal of Psychology
and Theology y el Journal of Psychology and Christianity), han facilitado el diálogo entre ambas
disciplinas.
Otra área de desarrollo ha sido la psicología pastoral cristiana, es decir, la transferencia de
informaciones psicológicas útiles para orientar la práctica del trabajo pastoral. Holifield (1983),
ha realizado una evaluación del desarrollo histórico de esas actividades, entre otros análisis del
tema .
Cuarta etapa: Desde la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI se ha producido
un nuevo y promisorio despertar del interés religioso, un declive del ateísmo y una revaloración
de la Psicología de la Religión. La American Psychological Association empezó a publicar una
serie de libros sobre religión y espiritualidad, entre ellos, un sorprendente volumen sobre la
cosmovisión bíblica de la Psicología, Judeo-Christian Perspectives on Psychology (Miller y
Delaney, 2005/2008). Seguramente uno de los agentes contribuyentes de este promisorio
movimiento fue el surgimiento de la Psicología Positiva que ha desvinculado la religiosidad de
los comportamientos y experiencias considerados anormales o psicopatológicos, y, por lo
contrario, la ha asociado con la salud, el bienestar y mejor desempeño en diferentes áreas de la
vida (ver Snyder & Shane, 2002). Aún los psicoanalistas se han interesado en conocer cómo
funcionan las religiones en términos psicológicos y cuál es la naturaleza de la experiencia
religiosa. En el sugestivo libro: “Psicoanálisis y Religión en el siglo XXI ¿Competidores o
colaboradores?”, afirma el compilador: “Atrás ha quedado el rechazo de Freud a la religión

146
considerándola una neurosis obsesiva universal y hoy la discusión gira en torno a las relaciones
entre el psicoanálisis y tradiciones religiosas como el cristianismo, el hinduismo, el budismo y la
propia tradición judía de Freud” (Black, 2010).
Lo que se observa actualmente es el enriquecimiento de la psicología de la religión con la
inclusión progresiva de nuevos contenidos y ámbitos de estudio, como son las perspectivas
psicosocial, cognitiva y sociocultural, entre otras. Esta diversidad de enfoques ha facilitado el
desarrollo conceptual y teórico, ampliado las líneas de investigación y contribuido a la
actualización de las dimensiones metodológica, explicativa, y descriptiva del estudio psicológico
del fenómeno religioso. Antonio Muñoz (2004), de la Universidad de Granada, ha agrupado los
contenidos principales de la psicología de la religión en ocho categorías, que dan cuenta de los
alcances de la disciplina en la actualidad. Ellas son las siguientes:
“1. Psicología de la religión en una perspectiva teórica: la cuestión de la definición de la religión;
problemática asociada e implicaciones teóricas; el objeto de estudio de la psicología de la
religión; paradigmas en el estudio de la conducta religiosa; la actitud del psicólogo que estudia la
conducta religiosa con respecto a la teología y el hecho religioso en sí mismo; el método y las
técnicas de investigación de la psicología de la religión; historia de la psicología de la religión;
lugar y consideración de la psicología de la religión como área de especialización psicológica en
el contexto de los demás ámbitos de interés; el método de estudio de la religiosidad; y medida de
la religiosidad (problemas, recursos y elementos susceptibles de medida).
2. Perspectivas aplicadas en el estudio de la conducta religiosa: el estudio de la conducta
religiosa desde la psicología experimental; psicología del inconsciente; psicología humanista;
psicología conductista; psicología cognitiva; psicobiología; e implicaciones para la consideración
del hecho religioso desde cada una de estas perspectivas.
3. Determinantes de la conducta religiosa individual y grupal: los fundamentos biológicos y
genéticos de la religiosidad; aprendizaje y religiosidad; influencia de modelos sobre el desarrollo
religioso; condicionantes psicosociales del proceso de desarrollo religioso; psicología de los
pequeños grupos religiosos; motivaciones internas; logro de metas y religiosidad; influencia del
contexto familiar, educativo y formativo sobre la vivencia religiosa; rasgos de personalidad y su
influencia sobre (y por) la religiosidad, el autoconcepto, la autoestima, las virtudes, la
emocionalidad, etc.
4. Consecuencias de la religiosidad: influencia de la religiosidad sobre el bienestar psicológico y
físico.
5. La experiencia religiosa y mística en las diferentes religiones: aspectos biológicos, afectivos,
sociales, y cognitivos; descripción y aspectos asociados a experiencias religiosas cotidianas y
extraordinarias.
6. El desarrollo de la religiosidad: significado del estudio evolutivo del desarrollo religioso;
características de la religiosidad en cada una de las etapas de ciclo vital; la imagen de Dios y su
influencia en la religiosidad, la personalidad, y sus diferencias a lo largo de la vida.
7. La religiosidad en una perspectiva de cambio: la conversión religiosa; la psicología de los
grupos religiosos: dinámica y características.

147
8. La religiosidad en el contexto de otras variables psicológicas: desarrollo moral; culpabilidad; y
funciones psicológicas de la religiosidad: la religiosidad y las prácticas religiosas como medio de
satisfacción de necesidades. La actitud individual ante las creencias religiosas: el dogmatismo
religioso.”

2. ACTITUDES HACIA LA PSICOLOGÍA Y LA RELIGIÓN


Con respecto a las actitudes de los psicólogos hacia la religión, afirmaba S.Jones (1994),
"la religión parece jugar un rol mínimo en la vida de la mayoría de los psicólogos en Estados
Unidos". En un survey realizado en 1984, sobre las preferencias religiosas de los académicos,
encontró que el 50% de los psicólogos contestaron no tener preferencias religiosas, en
comparación con sólo el 10% de la población general. Asimismo, solamente el 33% de los
psicólogos clínicos confesaron que la fe religiosa era la influencia más importante en sus vidas, a
diferencia del 72% del resto de la población general que dio esa respuesta. En una investigación
realizada por los directivos de la División 36 de la APA (McMinn et al., 2009) con una muestra
de 213 líderes de esa organización de psicólogos, la más importante del mundo, encontraron que
los psicólogos de la APA estaban muy interesados en saber cómo la religión y la espiritualidad
afectaba la experiencia humana. Este nuevo interés se ha producido porque la evidencia empírica
ha demostrado relaciones positivas entre las creencias religiosas y la salud (ver, Miller et al.,
2003; Seeman et al., 2003), y porque los valores religiosos y espirituales han sido reconocidos
como una expresión de la diversidad humana (American Psychological Association, 2002).
También la encuesta investigó la religiosidad de los dirigentes de APA, comparándose los
resultados con encuestas anteriores realizadas en el 2000 y el 2003, ambas con miembros de la
APA (Delaney et al., 2007; Shafranske, 2000). En el estudio del 2003 usaron una escala de tres
puntos y encontraron que el 21% reportó que la religión como algo muy importante en sus vidas,
en tanto el 31% no se definió y el 48% dijo que no era importante. Esos resultados fueron muy
semejantes a los encontrados por Shafranske (2000), quien en forma aleatoria, basado en una
muestra de 253 psicólogos de la APA, informaron que la religión era muy importante para el
26%, en tanto, el 22% no se definieron, y el 51% confesaron que no era importante. La
investigación realizada por McMinn y colaboradores (2009) se realizó con una escala de cinco
puntos pero los resultados fueron muy similares a los anteriores, ya que solo un 21% reconoció
que la religión era algo muy importante o importante para ellos (4 y 5 de la escala), el 25%
suscribió la calificación media y el 54% informó los puntos 1 o 2 que estimaba a la religión poco
o nada importante para ellos. En resumen, en la década pasada si bien se verificaron avances
importantes en cuanto al interés de los investigadores por las cuestiones religiosas no hubo
avances en relación a la adhesión religiosa de los psicólogos americanos, que comunicaron ser
uno religiosos uno cada 4 o 5, en un país donde más del 80% de la población es religiosa
(Putnam y Campbell, 2010).
Hay que reconocer que los religiosos, históricamente, han asumido una actitud prejuiciosa
y de cierta hostilidad hacia la psicología y sus estudios. Particularmente, resultó molesto para los

148
líderes y pensadores religiosos, el psicologizar los textos bíblicos y dogmáticos prescindiendo de
la acción sobrenatural de la gracia, considerando la existencia y las enseñanzas de la iglesia
sujetas a las mudanzas de los tiempos. Sin embargo, esa actitud fue cambiando con los años por
diferentes razones. En el mundo protestante el advenimiento del modernismo teológico impuso
una metodología con aportes de la psicología que fue acercando las partes. En el mundo católico,
la disposición más receptiva fue dándose por la creciente revalorización de la psicología
escolástica, que proponía criterios diferentes a los sostenidos por la psicología científica y
experimental, además de la influencia de destacados religiosas que estudiaron psicología, como
fue el caso Wunderle, que fue eliminando los reparos de los teólogos católicos, abriendo el
camino para la investigación de distintos temas, por ejemplo, el remordimiento, la oración, la
religión y su desarrollo en el niño.
En el caso específico de la iglesia adventista, que no aceptó las propuestas del modernismo
ni tuvo personalidades gravitantes en su seno que promovieran el interés por la psicología, el
proceso de reconocimiento de la psicología se vio demorado. Quizás las advertencias que lanzara
en el siglo XIX Elena de White (1989) contra la frenología, el hipnotismo y el magnetismo de
Mesmer, que algunos relacionaron con la Psicología (es de destacar que el capítulo 3 del libro
“Mente, Carácter y Personalidad”, tomo 1, tradujeron “Peligros de la Psicología”, lo que en el
original es “Dangers in Psychology”, “Peligros en la Psicología”), produjeron temores y cierto
retracción. Fue recién a partir del año 1977, cuando la Conferencia General, aprobó el
documento, Conceptos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sobre Psicología (ver el
próximo capítulo), que se abrió el interés por la disciplina y una actitud más propicia para su
reconocimiento. Ese documento constituyó un hito significativo insoslayable, aunque hay que
observar que tal declaración más que desarrollar una concepción adventista sistemática de la
psicología, se ocupa más en fijar algunos principios bíblicos básicos que puedan guiar la praxis y
la teorización en el área, a fin de evitar conductas o ideas desviadas, instruyendo acerca del
peligro de "cualquier práctica o modalidad que pueda disminuir la capacidad del hombre para su
auto determinación o libre albedrío", y presentando como ejemplo una lista de doce
procedimientos de "manipulación mental".
Otro hecho significativo es que la Universidad de Andrews, la más importante en materia
teológica del adventismo, carece todavía de una carrera exclusivamente de psicología, aunque se
dictan muchas asignaturas específicas y las carreras de Aconsejamiento (Counseling
Psychology) y Psicología Educacional, a nivel de los Graduate Programs. Ha sido la
Universidad de Loma Linda, de tendencia más liberal, la que viene desarrollando desde hace
varios años la Carrera de Psicología, a nivel del college, en La Sierra University, y desde el año
1994, el plan doctoral, con una propuesta académica de cuatro títulos. Donde se ha verificado un
cambio llamativo ha sido en América Latina con la aparición de doce carreras de psicología en
universidades adventistas (UAP, en Argentina; UNACH, en Chile; UNASPE, en San Pablo,
Brasil, IAENE, Bahía, Brasil, UPEU, en Lima, Juliaca y Tarapoto, Perú; UAB, Bolivia;
UNADECA, en Costa Rica; UAA, en Puerto Rico; UNAD, en Santo Domingo y la UM, en

149
Montemorelos) con un número creciente de alumnos. Incluso en la Universidad de
Montemorelos, hay dos carreras de grado de Psicología (Psicología Educativa y Psicología
Clínica), además de una maestría (Maestría de Relaciones Familiares) y un doctorado próximo a
iniciar, lo que probablemente signifique la creación de una escuela de Psicología con
administración independiente.
Además de estos progresos académicos hay dos hechos significativos que marcan una
actitud de apertura inédita de la Iglesia Adventista con respecto a la Psicología, uno de ellos es
haber nombrado la Conferencia General un asesor o consultor en salud mental, el Dr. Carlos
Fayard, psicólogo y docente de la carrera de Medicina de la Universidad de Loma Linda y el otro
hecho es el auspicio de cuatro departamentos de la Conferencia General al principal congreso de
psicología que se ha realizado en la historia de la Iglesia, titulado: Emotional Health & Wellness.
A Biblical Worldview in Practice, en octubre del 2011, en Loma Linda, California.

3. MODELOS DE ENTENDER LAS RELACIONES ENTRE LA PSICOLOGÍA Y LA


RELIGIÓN
Los modelos son construcciones intelectuales de un nivel de abstracción superior a las
hipótesis, leyes y teorías. Se los define como "el conjunto de supuestos o postulados más
generales que sostiene (un científico), tanto en relación con la realidad que investiga, como con
los métodos para abordarla" (Opazo, 1992, 413). Los modelos no requieren de demostración
teórica ni de verificación empírica, su función consiste en ser instrumentos "que enmarcan y
orienta la investigación" (Ibíd). Es de una entidad inferior a los "paradigmas", que según Kuhn
(1970), necesitan del consenso de la comunidad científica y de una imposición revolucionaria.
Los modelos son herramientas útiles y económicas. Creemos valioso este instrumento para
descubrir las relaciones entre la psicología y la religión, como la mejor geografía para perfilar un
recorrido y aportar ideas que promuevan una psicología cristiana de orientación adventista.
En esta dirección, John Carter (1991), ha descripto cuatros modelos o aproximaciones a las
relaciones entre ambas disciplinas. Analiza el hecho desde ambas posturas, a las cuales les
llamaremos modelos seculares y sagrados, según se observa las relaciones desde la perspectiva
de la psicología o de la religión, respectivamente. Cada uno de esos modelos o tipos de relación
se definen por un término copulativo explicativo, a saber:
1) Psicología “contra” Religión, o modelo antagónico.
2) Psicología “de la” Religión o modelo subordinado.
3) Psicología “paralela” a la Religión o modelo dicotómico.
4) Psicología “integrada” a la Religión o modelo integrativo.
A continuación, haremos una breve exposición de cada uno.
(1) MODELOS SECULARES. Las aproximaciones psicológicas hacia la religión, según Carter
(Ídem, 438-440), son descriptas en cuatro modelos, como pueden verse sintetizados en la Tabla
1. Corresponden a la versión secular de los modelos sagrados que se tratan en el apartado

150
siguiente. Ambas perspectivas no son diferentes sino, por el contrario, como las dos caras de la
moneda, dos lecturas del mismo modelo.
a) El primer modelo es el de la psicología “contra” la religión o antagónico. Los psicólogos
consideran que la religión es anticientífica, perpetuadora de mitos y que tiene o ha tenido un
efecto dañino sobre la sociedad y los individuos, por su presunta acción opresiva, controladora o
inhibidora de la libre expresión humana, especialmente en el área de la sexualidad. La ciencia y
el método científico son los únicos válidos y el medio para descubrir la verdad. La religión es
vista como superflua, primitiva, promotora de inmadurez, que impide la autonomía y la
autorrealización personal. Sólo la ciencia psicológica tiene la solución para los problemas y los
conflictos individuales. Este modelo está basado en el naturalismo y en el antisobrenaturalismo.
Los principales representantes fueron Freud (1930; 1954, 37-39, 42-44; 1968), John Watson y
Albert Ellis (Carter, 1991, 438).
b) El segundo modelo es el de la psicología “de la” religión o subordinado. A diferencia del
anterior, se basa en el humanismo, el misticismo o el “parateísmo”. Sostiene la idea del hombre
como un ser espiritual-moral libre. Entiende la religión como buena en general y una ayuda o
influencia positiva, debido al reconocimiento de las cualidades espirituales del hombre y su
aporte al desenvolvimiento de tales potencialidades. Cuando se niegan esos valores -sea por la
religión, la tecnología, la ciencia o la sociedad- es allí donde se producen las patologías. Por
tanto, deben rechazarse todo tipo de definiciones que no afirmen el correcto funcionamiento
humano. Asimismo, el buen psicólogo buscará conocer y transferir los descubrimientos válidos
de la religión para aplicarlos al proceso del crecimiento personal. Fueron Jung, Fromm y Mowrer
los más claros representantes de esta concepción (Ídem, 438-9).
c) El tercer modelo es el dicotómico, la psicología “paralela” a la religión. Asevera la
distinción y separación entre ambas esferas en lugar de su interrelación. Considera la psicología
científica y la religión algo personal, por lo tanto, son disciplinas independientes sin ninguna
conexión entre ellas. No implica una oposición o desvalorización de la otra posición, sino
percibirla como diferente o, en el peor de los casos, desconocerse. Un ejemplo de este concepto
fue Thorne, editor por años del Journal of Clinical Psychology (Ibíd.).
d) El cuarto modelo, según Carter, es el “integrado”. Postula que es posible y saludable
unificar los conocimientos y descubrimientos de la religión y la psicología, ya que los mismos
enriquecen ambas disciplinas y contribuyen a su desarrollo recíproco. Las verdades e insights de
cada esfera, no son antagónicos sino por el contrario, se pueden integrar y armonizar. Si bien es
posible que haya creencias religiosas que sean individual o socialmente patológicas, no es la reli-
gión en su naturaleza intrínseca perturbadora o generadora de trastornos. “Finalmente, la religión
saludable es vista como asistiendo o ayudando a trascender o liberar de la patología”. Este
modelo ha sido sostenido por autores como G.Allport, V.Frankl y H.Guntrip

Tabla 1

151
Cuatro modelos seculares de Psicología y Religión (Carter, 1991, 436)

1. Psicología contra Religión (antagónico)


1. La ciencia o el método científico es el único criterio válido de verdad.
2. Otras pretensiones de verdad no científicas son destructivas.
3. La religión (como mito) más que verdadera es destructiva.
4. Lo destructivo es debido a su acción prohibitiva o inhibidora.
5. La ciencia psicológica es la solución para los problemas individuales.
Ejemplos: Freud, Watson y Ellis
2. Psicología de la Religión (subordinado)
1. El hombre es un ser espiritual-moral (al menos en sentido humanístico)
2. La religión, tecnología, ciencia o sociedad que niega los valores espirituales del
hombre generan patologías.
3. La mayoría o todas las religiones han reconocido la cualidad espiritual del hombre,
contribuyendo a su desarrollo.
4. Deben abandonarse las definiciones culturales inadecuadas por aquellas que
demuestran el correcto funcionamiento humano.
5. El buen psicólogo transfiere los descubrimientos válidos de la religión para
aplicarlos al desarrollo humano.
Ejemplos: Fromm, Jung y Mowrer
3. Psicología paralela Religión (dicotómico)
1. Religión y psicología no se relacionan.
2. Cada una existe en su propia esfera. Una es científica la otra no.
3. La religión es personal, en tanto, la psicología intelectual y académica.
4. No implica un conflicto entre ellas sino la falta de interacción.
Ejemplos: Thorne
4. Psicología integrada Religión (integrativo)
1. Es posible y deseable unificar o integrar la verdad religiosa y psicológica.
2. Los descubrimientos y verdades de cada una se corresponden entre sí.
3. Los principios válidos de ambas disciplinas están en armonía.
4. La religión como manifestación social puede ser patológica pero no lo es en su
naturaleza intrínsica.
5. Los valores y experiencias religiosas pueden ayudar a superar las angustias de la
existencia y favorecer el proceso de maduración y crecimiento.
Ejemplos: Allport, Frankl y Guntrip

(2) MODELOS SAGRADOS. Igualmente, desde la religión (o desde los autores “evangélicos”
como expresa Carter) se han usado los mismos cuatro modelos para describir la relación entre la
religión y la psicología, ahora desde la perspectiva de los teólogos. Es de hacer notar que se trata
de la misma estructura, aunque los contenidos sean diferentes y su desarrollo independiente.
a) El primer modelo, siempre siguiendo a Carter (Ídem, 440-443), es el antagónico. Presenta
ambas disciplinas como incompatibles y, en ciertos casos, confrontadas. Afirma que hay una

152
diferencia radical entre lo que la Biblia enseña acerca del hombre y lo que dicen los psicólogos.
Un presupuesto básico es que los descubrimientos que pueda realizar un psicólogo incrédulo no
es la verdad acerca de la naturaleza humana, ya que ésta se encuentra en la revelación bíblica.
Otro presupuesto importante es que la oración, la lectura de la Biblia, la "confianza en Cristo" y
la "dirección del Espíritu Santo" son los recursos esenciales para afrontar la vida, con todos sus
problemas. La Escritura contiene preceptos, inspiración, motivación, consuelo y todo lo
necesario para alcanzar la salud mental. Por otra parte, los problemas emocionales, las crisis y
los trastornos mentales son en definitiva resultado de la desobediencia a la ley de Dios. La
terapia consiste en apropiarse de la gracia de Dios y llevar una vida en armonía con la voluntad
divina expresada en los diez mandamientos y sus enseñanzas. Dentro de este modelo, muchos
religiosos han percibido la psicología como un instrumento satánico o un campo peligroso (Whi-
te, 1989, 19-20) que hace perder la fe en Dios y puede corromper la moral (v.gr., al caer en la
seducción de la transferencia erótica), otorgando licencias o ciertas libertades (v.gr., aconsejando
al paciente liberarse de represiones sexuales). Este modelo es sostenido, entre otros, por Adams
(1973) en su manual de aconsejamiento.
b) El segundo modelo es el subordinado, el cristianismo de la psicología, donde la religión es
objeto del estudio psicológico. Es la antítesis del anterior. Aunque, también afirma que existe
una diferencia substancial entre la Biblia y los conocimientos científicos, empíricos y racionales,
sin embargo, a diferencia del primer modelo, valora el último saber. Presupone que la razón
humana es más importante que la revelación y que la psicología conoce los principios básicos de
la salud mental, los procesos de la maduración y del buen funcionamiento interpersonal. Por lo
tanto, los problemas emocionales y mentales sólo pueden solucionarse consultando un
psicoterapeuta o aplicando las leyes que regulan los procesos del buen funcionamiento psíquico e
interrelacional. Otra característica de este paradigma es que sus partidarios tienden a traducir o
interpretar los textos bíblicos según su respectiva visión teórica, lo que puede significar un
trasiego de conceptos y prácticas de un ámbito al otro. Así, por ejemplo, se homologa la
confesión católica con el psicoanálisis, la "caída bíblica" con el complejo de Edipo o se convierte
al pastor en un psicólogo (Debarge, 1970, 14-17). Esta posición ha sido adoptada por los
seguidores del liberalismo teológico evangélico, como la "teología relacional".
c) El tercer modelo es el dicotómico, el "Cristianismo paralelo a la psicología". Postula la
disociación entre la religión y la psicología al percibirlas como ámbitos diferentes, no
susceptibles de ser integradas. Cada una es válida en su propia esfera de influencia. En la
práctica, entiende que los problemas espirituales deben ser tratados por el pastor y los
emocionales por el psicólogo o psiquiatra. Existen dos versiones en este modelo. La primera
puede ser llamada aislacionista. Sostiene que la psicología y la religión son campos válidos por
separado.“Esto es, cada una esta encapsulada y no interactúan porque sus métodos y contenidos
son diferentes. Sin embargo, ambas son verdaderas, ambas deben ser reconocidas, pero
permanecen separadas” (Carter, 1991, 442). Esta posición ha sido expuesta por P.Clement en
1974, en un trabajo titulado, Behavior modification of the spirit. La segunda versión se denomina

153
correlacionista. Intenta correlacionar los conceptos psicológicos y religiosos diciendo que
expresan las mismas verdades con distintos términos. Así, por ejemplo, el superyo se lo ve como
equivalente a la conciencia y la empatía al amor “agape”. Paul Meehl es partidario de esta idea,
presentada en múltiples artículos.
d) El cuarto modelo es el integrativo. Valora y reconoce los aportes y campos específicos de
cada disciplina, buscando asociarlas en un espacio común. No enfatiza las diferencias sino las
semejanzas. Su presupuesto fundamental es que Dios es el autor de toda verdad, tanto aquellas
reveladas en las Escrituras como las descubiertas por la psicología y otras ciencias. Tanto los
valores cristianos como los terapéuticos son válidos. No cuestiona que un genuino cristiano
puede necesitar terapia. Privilegia los puntos de convergencia y los espacios de diálogo. Propone
el encuentro y el intercambio. Busca la congruencia entre la Escritura y los descubrimientos de la
psicología considerando que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.
Una vasta bibliografía ha producido este último modelo, entre ella la publicación de dos
periódicos de amplia divulgación, el Journal of the American Scientific Affiliation y el Journal of
Psychology and Theology. Otros ejemplos son, Crabb, Hulme van Kaam, Wagner, Carter &
Mohline. El cuestionamiento que se formula a esta concepción es que no siempre distingue los
niveles involucrados en la integración y puede caer en el riesgo de operar en forma acrítica. Se
puede mezclar contenidos que corresponden a presupuestos conceptuales diferentes o
intercambiar términos que son incompatibles. No sería deseable salir del encuadre teórico-
práctico propio, como ocurriría si un pastor se pusiese a administrar el psicodiagnóstico de
Rorschach o a utilizar el diván o, por la otra parte, si el psicólogo se dispusiese a dar un sermón
con prescripciones morales en lugar de coordinar una terapia, por ejemplo. La integración
adecuada tendría que respetar la cosmovisión e ideas de cada disciplina buscando los acuerdos
desde las respectivas categorías teóricas básicas (v.gr., Reinecke, 1993) o situándose por encima
de ellas para tender hacia la realización de actividades o investigaciones conjuntas. En este
último punto, la integración aparecería como un "supra paradigma" (Opazo, 1992) que abrazaría
a ambas sin perder la identidad de cada una, procurando asociarlas en esfuerzos que apunten a
objetivos compartidos, como sería el trabajo interdisciplinario entre psicólogos y capellanes o el
esfuerzo académico de abrir el diálogo entre diferentes escuelas, como son las Jornadas de
Integración Psicológica.

Tabla 2 –
Cuatro modelos sagrados de Religión y Psicología (Carter, 1991, 437)

1. Religión contra Psicología (antagónico)


1. Presupuesto epistemológico básico: la revelación es contraria a la razón.
2. Presupuesto teológico básico: la sotereología y la doctrina del pecado, por lo tanto se
ignora o elimina la creatividad y la voluntad humana.
3. Presupuesto psicológico básico: la Escritura contiene todos los preceptos de la salud
mental.

154
4. Todos los problemas emocionales son problemas espirituales porque ellos son
resultados de la desobediencia.
5. Todos los problemas pueden ser resueltos por la obediencia a la Escritura si el
individuo es confrontado con pasajes relevantes de la Escritura.
Ejemplo: Adams
2. Religión de la Psicología (subordinado)
1. Presupuesto epistemológico básico: la razón humana es más importante que la
revelación.
2. Afirma la importancia de la creatividad y la acción voluntaria, ignorando o eliminando
la soteriología y la doctrina del pecado.
3. Presupuesto psicológico básico: la psicología conoce los principios de la salud mental,
la maduración y el buen funcionamiento interpersonal.
4. Los problemas emocionales pueden solucionarse consultando un psicoterapeuta o
aplicando los principios de la maduración emocional o del buen funcionamiento
interpersonal.
Ejemplos: Teología relacional
3. Religión paralela Psicología (dicotómico)
1. Presupuesto epistemológico básico: la revelación no puede reducirse a la razón, ni la
razón a la revelación.
2. Dios requiere obediencia de la razón y la revelación.
3. La sotereología y la voluntad humana son importantes dentro de su respectivas esferas.
4. Los problemas espirituales deben ser tratados por el pastor y los emocionales por el
psicólogo o psiquiatra.
Ejemplos: Clemente (aislacionista) y Meehl (correlacionista)
4. Religión integrada Psicología (integrativo)
1. Presupuesto epistemológico básico: Dios es el autor de la revelación y de la razón y
ambas son parte de un todo integrado.
2. Afirma tanto la creatividad y la voluntad como la soteriología.
3. Todos los problemas son en principio resultado del pecado, pero no en los hechos un
resultado de la inmediata conciencia de los actos.
4. Tanto los valores cristianos como los terapéuticos son válidos; un genuino cristiano
puede necesitar la terapia.
5. Paraklesis es el patrón de este tipo de terapia.
Ejemplos: Crabb, Hulme van Kaam, Wagner, Carter & Mohline

4. IDEAS PARA UNA PSICOLOGÍA CRISTIANA


¿Cuál es el mejor modelo para entender las relaciones entre la Psicología y la Religión?
¿Son algunos de los modelos propuestos por Carter? A nuestro criterio ninguno de los cuatro
modelos enunciados son adecuados y responden a lo que creemos debe ser una Psicología de
inspiración cristiana. Es innegable que los modelos antagónicos, subordinados y dicotómicos son
impropios porque proponen fórmulas que confrontan, someten o distancian la psicología del
cristianismo. Ninguno de ellos unifica con un criterio válido. Parecería que el modelo integrador

155
sería el mejor, sin embargo, como objetamos anteriormente la integración muchas veces se
realiza desde niveles terminológicos o conceptual y no desde los presupuestos epistemológicos,
antropológicos y filosóficos, que darían las bases deseables. Por eso, postulamos un nuevo
modelo que pretende construir una Psicología Cristiana, sin conectivas intermediadoras, como
una unidad emanada desde la cosmovisión bíblica, que supone bases epistemológicas, antro-
pológicas, ontológicas y metafísicas comunes. En concordancia con lo que presentamos en la
Introducción, se apunta a elaborar un nuevo edificio teórico-práctico, no resolver únicamente un
problema de relación entre la Psicología y el Cristianismo. Los modelos de Carter se originan en
un presupuesto dicotómico de las dos disciplinas en búsqueda de un ensamblaje o de concertar
pautas de buena convivencia. Esta propuesta no parte de la "pareja" sino del "hijo", para decirlo
en términos analógicos. No esta centrada en la relación sino en una tarea de gestación. No tiene
el propósito de reconciliar sino de crear una “concepción” cristiana, más que una simple
“perspectiva”. Se trata, en definitiva, de una síntesis superadora de las instancias anteriores.
En la Introducción proponíamos adoptar el criterio de dos niveles de análisis, el histórico-
general y el teórico-personal, a partir de las preguntas planteadas por Jesucristo en Cesarea de
Filipo (Mt.16:13-15). Más allá de las cuestiones que aludían a la Cristología, la aplicación a la
Psicología, encuentra una consigna para superar el método histórico (lo que “dicen los
hombres”), convocando el desafío de producir una respuesta (“¿qué dices tú?”) que de cuenta de
una psicología que reconozca la trascendencia y la misión de Cristo. Jesús propuso hacer primero
el esfuerzo de la investigación histórica, antes de formular la segunda cuestión, que interrogaba
sobre la opinión personal con respecto al tema. En este trabajo, los ocho capítulos de la Primera
Parte intentaron dar una respuesta a la primera interrogante de Cristo. A partir de aquí
procuramos avanzar hacia la solemne y estremecedora segunda pregunta, la que confronta con la
difícil empresa de gestar la respuesta personal, que sólo puede darse acertadamente cuando
proviene de la revelación del “Padre que está en los cielos” (Mt.16:17).
¿Por qué primero hay que conocer el pensamiento de los otros antes de emitir las propias
ideas? Es obvio que podría correrse el riesgo de la repetición. El saber lo dicho, posibilita el
debate, permite ampliar conceptos, contraponer pensamientos, desarrollar perspectivas
inexploradas o sugerir nuevas direcciones de investigación. Así opera el método científico. Sin
embargo, ¿Jesús presentó ese orden (primero: "¿qué dicen los hombres?", y segundo: "¿qué dices
tú?") atenido a un criterio causalista? ¿Quería que los discípulos comprendiesen su persona y
misión a partir de las teorías existentes? Si fuera así, ¿por qué no las discutió? Una lectura más
cuidadosa del evangelio permite inferir que la intención del divino Maestro no fue considerar las
convicciones humanas como referentes útiles, sino por el contrario, como inútiles, como errores
a evitar. “Guardaos de la levadura de los fariseos” (Mt.16:6), advirtió en el mismo contexto.
Parecería que las opiniones de los hombres estaban corrompidas por los “fariseos y los
saduceos” (vers.12), ya que el "significado figurativo de la levadura como algo que corrompe
moralmente les era familiar a los judíos" (Edersheim, 1988, T.I, 822). Por ese motivo ninguna
respuesta acertó con la esencia de la naturaleza y la misión del “Hijo del Hombre”. Ninguna

156
había percibido el sentido mesiánico de Jesucristo; eran cristologías falsas o, por lo menos,
incompletas. A todas les faltaba el componente trascendente. Precisamente, el hecho de que uno
de los discípulos, Pedro, pudo reconocerlo y Jesús lo felicitara tan efusivamente por ello, da
mayor fundamento a esa hipótesis.
Ahora, ¿podría aplicarse estas reflexiones a la Psicología? ¿Ninguna de las teorías
psicológicas producidas por los hombres responden al pensamiento bíblico? ¿Son todas ellas
resultados de la “levadura de los fariseos”? ¿Cuál sería el factor laudante de los sistemas
psicológicos que los hacen inaceptables? La consideración de estas preguntas nos remitiría a
problemáticas epistemológicas y metateóricas, que nos alejaría del propósito sintetizador de la
obra, pero en forma resumida diríamos que lo esencial de nuestra tesis es que, de igual manera
como Jesucristo planteó a sus discípulos en Cesarea de Filipo la necesidad de construir una
cristología, no desde las “opiniones de los hombres” que estaban contaminadas por enseñanzas
de tipo inmanentista o humanísticas que desconocían su divinidad, sino a partir de la revelación
(Lc.24:25-27), que estuvo dispuesto a brindarles (Mt.16:21), postulamos que ninguna de las
escuelas psicológicas tratadas en los capítulos anteriores u otras no tratadas (nuestra exposición
no fue exhaustiva ni completa como igualmente tampoco lo fue la de los discípulos de Jesús, ya
que en la lista que presentaron de las opiniones de los hombres había solamente cuatro
respuestas; pero esas cuatro resultaron suficientes para la cuestión fundamental de acceder a la
segunda pregunta) responden a esas premisas de aceptación de la divinidad de Cristo y de su
misión redentora, como de los demás principios metafísicos y antropológicos que se derivan del
pensamiento bíblico.
Por lo tanto, forzosamente hay que concluir que se impone la necesidad de elaborar una
concepción psicológica que se fundamente en los presupuestos establecidos por la revelación de
Dios. El evangelio exhorta reiteradamente que las ideas debe erigirse, no de reflexiones
filosóficas propias, sino desde la revelación de la palabra, como por ejemplo, se indica
claramente en la parábola de “los dos cimientos” (Mt.7:24-27). Por eso, no se felicitó a Pedro por
su creatividad o genialidad, sino por haber descubierto la revelación de Dios (Mt.16:17) que
poseemos en las Sagradas Escrituras. Creemos que partir de la cosmovisión bíblica se puede
configurar un nuevo modelo diferente de los enunciados por Carter, que podríamos llamar
“modelo bíblico”, que no está basado en el antagonismo, la subordinación, la separación ni en la
integración, sino en la fusión, de una psicología cristiana.
En esta dirección se orienta el material que presentamos en las páginas siguientes. El
próximo capítulo transcribe un documento elaborado por un comité de expertos adventistas que
establece los principios e ideas directrices de este proyecto de una Psicología Cristiana. Luego,
en los capítulos precedentes, desarrollamos la cosmovisión que podría fundamentar la psicología,
para ilustrarlo con aplicaciones que venimos realizando durante las dos últimas décadas, en este
arduo proceso de elaborar una concepción psicológica de raíces bíblicas.

157
UNIDAD 10

CONCEPTOS DE LA IGLESIA ADVENTISTA


SOBRE PSICOLOGÍA

1. INTRODUCCIÓN
En el año 1977, una comisión de expertos adventistas, convocados por el Departamento de
Educación de la Conferencia General, elaboró un documento que enunció algunos principios y
orientaciones, que pueden considerarse como los rudimentos de una concepción cristiana de la
psicología de orientación bíblica. El material fue titulado, An Adventist Approach to Psychology,
“Una Aproximación Adventista a la Psicología”. Fue el resultado de las conclusiones arribadas
por dos comisiones de especialistas de la psicología y de la teología adventista, después de varios
días de debates, cuando estudiaron las teorías y prácticas psicológicos dominantes durante la
década del 70 a la luz de las enseñanzas bíblicas. El documento fue aprobado el Concilio Anual
de la Asociación General en el año 1977, según se registra en el Acuerdo, A-1737, del 18 de
octubre de 1977. Tuvo como propósito ayudar y orientar a los profesores, psicólogos y
psiquiatras adventistas, como asimismo, a los pastores e interesados en el tema, para que puedan
conocer algunas tendencias, escuelas, enfoques y aplicaciones de la Psicología que no responden
a los principios bíblicos o de prácticas saludables para la vida humana.
El Departamento de Educación de la Asociación General editó el informe completo de las
comisiones de estudio y publicó conjuntamente un volumen con disertaciones sobre Psicología.
Ese volumen incluyó dos trabajos de Adrian Zytkoskee, Constructing a Curriculum for the
Behavioral Sciences: Some Problems and Suggestions y Advantages and disadvantages of
publishing an "Adventist Textbook" of Psychology or a recommended Book of Readings to be
used in Psychology classes in our colleges. Además, un estudio de Jack W. Provonsha, PhD,
titulado: Mind Manipulation: A Christian Ethical Analysis. Estos materiales inspiraron algunas
obras como la de Willis J. Hackett, 1978, por entonces, vicepresidente de la Asociación General,
titulado: Molding the Christian Mind, publicado por The Review and Herald Publishing
Association, Washington, DC.

2. TRANSCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO An Adventist Approach to Psychology (1977)


DEFINICIÓN

158
La Psicología es una de las disciplinas científicas que provee una descripción o explicación
de la mente y de la conducta, lo cual sirve como base para el trabajo del psicólogo, del
psiquiatra, del educador, del pastor y otros que tratan o intervienen con el comportamiento
humano.
PRINCIPIOS
a) La Psicología, una de las ciencias más jóvenes o nuevas, ha sido establecida sobre bases
empíricas y es reconocida como un fundamento o apoyo para los profesionales que tratan con
el hombre. En Psicología, como en cualquier otra ciencia, pueden existir ambos, la verdad y
el error.
b) Existen ciertos conceptos cristianos sostenidos por los Adventistas del Séptimo Día
concernientes al origen, naturaleza y destino de la raza humana, los cuales nos inducen a
contemplar o considerar a la ciencia de la Psicología desde una perspectiva singular o única.
Estos principios verdaderos de la Psicología se encuentran en las Sagradas Escrituras,
iluminados más adelante por los escritos del Espíritu de Profecía.
c) Como los Adventistas del Séptimo Día aplican los hallazgos o descubrimientos de la
Psicología a los problemas de la mente y el comportamiento, la relación o enlace y la
aproximación total abarcarán elementos únicos o peculiares, porque en muchos sentidos su
marco de referencia, filosofía y objetivos son diferentes de los que poseen los que no son
Adventistas del Séptimo Día. Algunas de las técnicas utilizadas podrán ser similares, pero la
filosofía fundamental puede ser diferente.
d) A causa de esta originalidad o peculiaridad, se necesita hacer un esfuerzo especial para
asegurar o garantizar que en los Colegios Secundarios y Superiores de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día, la Psicología sea enseñada desde un punto de vista adventista.
UN PUNTO DE REFERENCIA
Uno de los objetivos de la Psicología es descubrir y describir las leyes del pensamiento y
del comportamiento humano. Aun cuando la Biblia no necesariamente sea considerada como
una exposición técnica para las ciencias del comportamiento, la misma provee un
discernimiento autorizado esencial al respecto del origen, naturaleza y destino de la humanidad.
Esto ha sido revelado por Dios, el Autor y Creador de la humanidad y está presentado en la
Biblia.
Puesto que su autor es divino, la Biblia provee un criterio fundamental o primario por
medio del cual deben ser comparadas y evaluadas las suposiciones y teorías de la ciencia, para
determinar o definir su autenticidad y validez. Elena de White declara que “la verdadera ciencia
y la inspiración están en perfecta armonía. La falsa ciencia es algo independiente de Dios. Es
ignorancia presuntuosa" (White, 1951, T.1, 583).
CONCEPTOS Y PROPÓSITOS

159
Aun cuando existen muchos asuntos o tópicos siendo explorados en el campo de la
Psicología, los siguientes son algunos conceptos y propósitos u objetivos, los cuales encuentran
acuerdo o concierto entre los Adventistas del Séptimo Día.
A) RELATIVISMO - ABSOLUTISMO. Creemos que Dios existe y que es la encarnación viviente
de la verdad absoluta, y por lo tanto, la verdad absoluta existe. La ley de Dios es una
transcripción de su carácter y representa la norma o el modelo por medio del cual deben ser
evaluados nuestros caracteres. Teniendo este marco de referencia que incluye el reconocimiento
de Dios como Creador y los seres humanos como criaturas con leyes que reflejan su obra, los
psicólogos cristianos debieran continuamente procurar descubrir y relacionar estas leyes con el
trabajo de hacer del hombre un ser humano completo.
Cualesquiera que sean las conclusiones relativistas alcanzadas como resultado de estudios
e investigaciones psicológicas, necesitan ser evaluadas a la luz de la voluntad de Dios, así como
están reveladas en su Palabra, en la naturaleza y en el Espíritu de Profecía.
B) LA MENTE Y LA PERSONA EN SU TOTALIDAD. Las Sagradas Escrituras y los escritos de
Elena G. de White describen al ser humano como una unidad multidimensional. Esta expresión
señala el hecho de que todo lo que afecta a la persona en un área, afecta de una o otra forma la
totalidad de aquella persona, el aspecto físico del ser afecta la parte mental y espiritual y éstos a
su vez tienen un efecto el uno sobre el otro y sobre el cuerpo.
Lo primordial para esta unidad es aquel aspecto de la persona, la mente, que provee al ser
humano de conocimientos, creatividad, amor, decisión y aquellas otras cualidades que
indicamos cuando nos referimos al ser humano como a un ser personal. La "mente" es una
entidad funcional cuyo órgano central es el cerebro. Es a través de este órgano y de las
extensiones periféricas que la mente entra en contacto con el mundo exterior, reacciona ante él
y lo modifica con creatividad. Es también a través de esta función central que podemos concebir
o comprender el medio ambiente total, nuestro pasado, el gran destino y organizar la vida para
relacionarnos con ellos de una manera significativa.
Aun cuando esta función central provee una medida de orientación y control de la
totalidad, es necesario reconocer que también es afectada por las otras dimensiones de la
persona. La salud espiritual, física y social tiene una influencia importante sobre la mente.
Por definición, la Psicología tiene que ver en primer lugar con esta función central del ser
humano. Por semejanza comparte una relación recíproca con las otras disciplinas que
influencian al ser humano, la compenetración y la dependencia mutua de la mente con las otras
dimensiones del ser.
C) LIBERTAD. Un aspecto de la función de la mente que distingue principalmente al ser
humano de los seres inferiores creados, es la capacidad de acción creativa, o sea, la capacidad
de iniciar una acción que no tiene que comenzar o iniciar. Un aspecto de esta capacidad es
mencionado en los escritos de Elena G. de White como la libertad de escoger. Tal libertad

160
posibilita que una persona cometa pecado, pero también debiera recordarse que es la base para
que un ser humano pueda amar a nivel de principios y ser considerado un ser responsable.
La libertad es la mayor cualidad de la mente humana en cuanto retiene o conserva la
imagen de su Hacedor. La pérdida total de esa libertad puede igualarse con la deformación o
deterioro de la imagen de Dios en el hombre y en la mujer. Las otras dimensiones del ser
humano pueden afectar esta libertad en maneras importantes, así también como el mal uso y la
perversión de este don. Los psicólogos cristianos debieran procurar comprender este don y
encauzar sus esfuerzos facilitando la libertad de restauración y preservación.
D) SEXUALIDAD. Los seres humanos fueron creados en los géneros masculino y femenino. La
atracción mutua entre los sexos es por consiguiente dada por Dios, es una base o fundamento
para la familia y la sociedad y una fuente de felicidad humana, como también una prolongación
o continuación de la raza. Las reglas divinas indican cómo puede ser preservada esta felicidad.
Como el mal es la distorsión de lo bueno, la sexualidad ha sido a veces pervertida dentro de una
fuerza destructiva en la vida humana.
Las prácticas sexuales debieran estar en armonía con los principios divinos del amor
cristiano sensato, como puede observarse en la verdadera sabiduría a través de las edades. Está
poderosa fuerza en la vida humana está limitada o sujeta para expresar tanto lo bueno como lo
malo. Debiera enseñarse a las personas cuáles son las manifestaciones de sexualidad que guían
hacia la felicidad permanente y cuáles son las que conducen a la miseria.
E) NATURALEZA HUMANA. Los cristianos Adventistas del Séptimo Día están completamente
conscientes de la profundidad radical o completa del pecado en los seres humanos, y pueden tan
sólo considerar algunas de las modernas expresiones psicológicas de optimismo con respecto a
su naturaleza, como sumamente irreales. Con todo, sería importante recordar que la
preocupación acerca del pecado en la naturaleza humana, la cual ha caracterizado en gran
manera nuestro pensamiento cristiano, puede contribuir aún más a este problema. El hecho de
considerar a los niños pequeños como completamente irreparables, puede crear en ellos un
profundo sentimiento de rechazo y menosprecio, lo cual puede conducir a serios disturbios y
puede ser el inicio o señal de tal condicionamiento.
Es pues, importante, que los psicólogos Adventistas del Séptimo Día enfaticen también la
bondad de la creación de Dios. Esto podría incluir las aspiraciones nobles de los seres humanos
a través del poder de Cristo, y su potencial para lo bueno al estar abiertas la gracia divina. Los
psicólogos "optimistas" presentan un aspecto que no debiera ser ignorado, aún cuando sea
reconocido el estado caído de la humanidad; la redención no se obtiene solamente por ese
reconocimiento. Por la tanto, toda consideración acerca de nuestra naturaleza caída debiera ser
acompañada por expresiones verbales, o bien, de los elevados valores que Dios colocó sobre sus
hijos y sobre el potencial de éstos para el bien a través de la gracia de Dios.
Aunque el pecado ha afectado la completa naturaleza del hombre (voluntad, intelecto,
emociones), el amor y la gracia de Dios, en Jesucristo nos dan esperanza, tal como lo expresa
Elena G. de White:

161
“En todo corazón existe no sólo poder intelectual, sino también espiritual, una facultad de
discernir lo justo, un deseo de ser bueno. Pero contra estos principios lucha un poder
antagónico... Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin
ayuda, él no podría resistir. Para hacer frente a esa fuerza, para alcanzar el ideal que en
lo más íntimo de su alma reconoce como única cosa digna, puede encontrar ayuda en un
solo poder. Ese poder es Cristo” (White, 1978, 29).
Existe un contraste agudo entre los principios psicológicos basados en la Biblia y algunas
enseñanzas populares. En lugar de una bondad innata, nosotros creemos en el estado caído del
hombre. Aun cuando el medio ambiente y la herencia hayan influenciado sobre el ser humano.
"Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal,
hereditarias y cultivadas" (White, 1975, 625). La condición de la humanidad radica o se origina
fundamentalmente en la caída del hombre y en las elecciones personales desde entonces. Es a
través de la apreciación y aceptación de este don divino que el individuo puede apercibirse de
su propia dignidad personal y de su verdadero potencial. La esperanza fundamental del
cristiano descansa en Cristo, quien brinda conversión, purificación y transformación completa
dentro de una nueva criatura.
RAZONES PARA LA ENSEÑANZA DE LA PSICOLOGÍA EN COLEGIOS SECUNDARIOS Y SUPERIORES DE
LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA

a) Auxiliar a cada estudiante a descubrir los principios de la Psicología encontrados en la


Biblia y en los escritos de Elena G. de White.
b) Ayudar al estudiante a descubrir y comprender los principios del comportamiento humano y
estar en condiciones de aplicarlos.
c) Proveer un medio ambiente que conduzca a la motivación de la curiosidad intelectual; un
medio ambiente favorable para el crecimiento mental, social y religioso del individuo.
d) Desarrollar en el estudiante la habilidad para pensar rigurosa o críticamente y distinguir
entre suposiciones teóricas y hechos establecidos en lo que respecta a la Psicología.
e) Ayudar a construir una comunidad de mentes capaces de competir o disputar conocimientos
nuevos y nacientes, los cuales afectan los valores básicos de la vida.
f) Estimular un modo de vivir con el propósito de servir a Dios y a la humanidad.
g) Proveer principios y conocimientos que ayuden al estudiante en sus relaciones con los demás,
ya sea en su vida hogareña y familiar, como en los contactos diarios con otros.
h) Demostrar formas por medio de las cuales los estudiantes puedan utilizar los principios de la
Psicología para orientar o guiar hombres y mujeres hacia Cristo.

162
i) Proveer un fundamento y motivación para el entrenamiento profesional de profesores de
psicología, clínicos, consejeros y profesionales relacionados con el punto de vista de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.
CONTROL Y MANIPULACIÓN DE LA MENTE
a) "Cada ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado de una facultad semejante a la
del Creador: la individualidad, la facultad de pensar y hacer" (White, 1978, 17). Dios colocó
en el hombre su propia imagen y fue este carácter distintivo o semejanza lo que lo separa de
toda la creación inferior. Al hombre le fueron dados atributos en una medida limitada, para
asegurarle que eran característicos o propios de Dios. Cualquier cosa que disminuya la
capacidad del hombre para ser responsable y para escoger, aminora o reduce la forma en la
cual él, más se asemeja a Dios, la creatividad, habilidad para tomar decisiones.
b) Cualquier práctica o modalidad que pueda disminuir la capacidad el hombre para su auto
determinación o libre albedrío, viola la intención del Creador. Algunas formas notables en
las cuales el control es ejercido, son:
1. Mal uso de drogas psicotrópicas
2. Lavado de cerebro y control mental
3. Programación forzada y modificación del comportamiento
4. Adoctrinación manipulada
5. Adoctrinación subconsciente
6. Meditación trascendental
7. Yoga
8. Experiencias "carismáticas"
9. Festivales de música tipo "rock"
10. Manipulación emocional extrema en reuniones públicas religiosas
11. Estímulo desordenado de dependencia en situaciones de aconsejamiento
12. Hipnosis
En todos estos casos, el denominador común es la exaltación o sublimación de sugestión o
fascinación y la reducción de la capacidad individual para ejecutar elecciones responsables.
c) Es la tarea de los psicólogos cristianos ayudar en la restauración y protección de la imagen
de Dios en el hombre, mientras ayudan o asisten al hombre a mantener su individualidad y su
libertad para realizar elecciones independientes en su vida.”

163
3. HACIA UNA REVISIÓN DEL DOCUMENTO DEL AÑO 1977
(1) PROPUESTA DEL AÑO 1997. En ocasión de realizarse el I Congreso Iberoamericano
de Educación Adventista en enero de 1997, en la Universidad Adventista del Plata, Argentina,
con la consigna “Hacia el 2000: Desafíos y Propuestas”, presentamos una propuesta junto con el
Prof. Daniel Gómez Dupertuis, al Director y Vicedirector de Educación de la Conferencia
General, los Drs.Humberto Rasi y Enrique Becerra, para “proceder a una revisión actualizadora
de ese importante material (el documento de 1977) que considere los nuevos desafíos que
presenta la Psicología actual y brinde orientaciones para la enseñanza de esta disciplina en los
colegios y universidades adventistas de cara hacia el 2000". A esos fines, expusimos algunas
reflexiones que nos merecía el documento, 20 años después de su elaboración, a la luz de los
avances de la Psicología, fundamentando la conveniencia de un nuevo pronunciamiento, ya que
en todo ese tiempo no se había verificado ningún adelanto, a pesar que el documento era una
“aproximación”, que teóricamente se ampliaría. Por ese motivo, nos pareció importante sugerir
la realización de un nuevo cónclave de expertos en el área para proceder a realizar nuevos
desarrollos.
“Han transcurrido veinte años desde esa ocasión, produciéndose en estas dos décadas una
serie de eventos significativos, algunos de los cuales nos parece importante puntualizar:
1) Cuando la Universidad de Loma Linda se redefinió hace algunos años como una
‘Health Sciences University’, con énfasis en todo lo relativo a la formación de científicos y
profesionales en la investigación y práctica de la salud, se descubrió que en el mundo adventista
la salud mental y la aplicación de las ciencias del comportamiento a la prevención y al cuidado
de la salud estaban subdesarrolladas, comparándolas con otras áreas de investigación y
entrenamiento;
2) Por otro lado, se observó que en la Psicología se había operado un gran cambio, que
todavía continúa en evolución, en la concepción de la disciplina y el rol del psicólogo, por el
cual hoy se lo define como un ‘científico y profesional de la salud’, no solamente de la salud
mental;
3) Esta nueva comprensión paradigmática de la Psicología, promovió un énfasis
significativo en las investigaciones y aplicaciones en el campo de la Psicología de la Salud, en
temas como la prevención y asistencia del consumo de drogas, la violencia familiar y social, los
trastornos cardiovasculares, oncológicos, neurológicos, de la alimentación, SIDA, etc.;
4) Desde el punto de vista de las instituciones de la salud, se ha podido verificar experi-
mentalmente aquella reiterada observación de Elena de White con respecto a la etiología de las
enfermedades, descubriéndose que más del 70% de las causas de los problemas más importantes
en materia de salud, no sólo de la salud mental, son conductuales y/o psicológicas;
5) Considerando los hechos precedentes y otras razones del mismo carácter, la
Asociación General decidió la constitución de la primera carrera adventista de doctorado en
Psicología en la Universidad de Loma Linda a partir de 1994;
6) Las expectativas futuras, según la oficina de estadísticas laborales de los Estados

164
Unidos, indican que la Psicología será una de las tres profesiones más importantes en
crecimiento de la demanda del mercado en los próximos quince años.
En vista de estos y otros elementos, a veinte años de la aprobación del documento
mencionado, considerando las nuevas realidades del mundo actual y los desarrollos prodigiosos
producidos en los últimos años por la investigación, la metodología, las innumerables
aplicaciones y las nuevas teorizaciones de la Psicología, estimamos que es el momento de
realizar una nueva reflexión sobre el pensamiento adventista de esta disciplina, para abordar su
enseñanza y práctica de acuerdo a los desafíos que se presentan en la actualidad, con miras al
nuevo milenio. Es de destacar un hecho llamativo que habla del valor del documento, la mayor
parte de sus declaraciones aún mantienen vigencia. Sin embargo, hay que reconocer que otras
ideas, producto de las concepciones dominantes en aquel entonces, no pudieron substraerse al
paso del tiempo, esperando una saludable actualización. Pero, más allá de los necesarios
ajustes, lo más significativo es que el documento tuvo un carácter inaugural, iniciando la
elaboración de una ‘perspectiva singular o única’, el ‘punto de vista adventista’ de la
Psicología, que corresponde continuar su desarrollo —como el mismo documento lo dice
explícitamente—, en respuesta a las necesidades y problemáticas que plantea hoy la Psicología
en permanente expansión y complejidad creciente”.
Luego de realizar una síntesis de los contenidos principales del documento a los efectos de
rescatar sus valores vigentes y aquellos otros que correspondería actualizar, agregamos las
siguientes sugerencias.
“Los desafíos de la actualidad son de enormes dimensiones y pasan por temas que no se
soñaban 20 años atrás. La realidad que recorre este último tramo del siglo, que ha sido dado en
llamar ̒posmodernidadʼ, es un escenario vinculado al desarrollo de las economías neoliberales,
de los medios masivos, la nueva religiosidad de la New Age y la pertenencia a la globalidad.
Una cultura seducida por las sociedades virtuales que navegan en el ciberespacio, la soberanía
implacable de las formas juveniles y la cultura ‘light’. Dominada por el imperio del narcisismo
y las estrategias de la ilusión y el simulacro. Vivimos el fin de las utopías y los grandes
metarrelatos, el declive de las ideas clásicas de racionalidad, realidad, objetividad, verdad y su
consecuente desencanto. Un mundo arrasado por los huracanes de la violencia, el terrorismo,
las guerras, el hambre y las desigualdades generada por la economía de mercado y el
consumismo. Que viene reacomodándose y pasando de la bipolaridad a la tripolaridad o a la
multilateralidad.
En medio de esta catarata de acontecimientos que ha impreso una aceleración a la
historia, el hombre actual sufre los embates de los cambios, en una búsqueda infructuosa de un
sentido individual frente a una realidad vaciada de fundamentos políticos, culturales y religiosos
que, en otros tiempos, parecían conformar el soporte de la sociedad y de la identidad personal.
El desarrollo notable de los medios visuales de comunicación de masa, la informática
cibernética, los productores de la realidad virtual, los procesos de globalización, fragmentación,
la desintegración de la familia y los nuevos paradigmas de la cultura narcisista entre otras

165
variables, han menoscabado la integración y unidad del sujeto y promovido una crisis de
identidad sin parangón. Así, pues, el perfil del hombre posmoderno plantea desafíos
insoslayables para los psicólogos, especialmente adventistas, como protagonistas de nuestra
sociedad actual y futura.
Las cuestiones psicológicas de hoy no son de tipo antropológico como ocurría décadas
atrás —hoy nadie niega la unidad antropológica—, sino principalmente epistemológicos,
ontológicos, metafísicos y éticos. Escuelas como el enfoque sistémico, el constructivismo y
especialmente el construccionismo social enfatizan tanto las interpretaciones significativas
personales que pierde consistencia la estructura objetiva de la realidad. El modelo clásico de
explicación causal lineal que suponía la objetividad fue cediendo el paso a un modelo de
explicación circular, interrelacional, comunicacional, donde la objetividad se reduce cada vez
más. La cibernética de segundo orden modificó la relación entre el sujeto cognoscente y la
realidad, suprimiendo la independencia del observador con respecto a lo observado. Esto puso
en tela de juicio la noción clásica de autoridad, saber, certeza, objetividad y verdad. Surgen
entonces los desafíos de estos nuevos enfoques, centrados en la construcción de la realidad por
medio de la narrativa que interroga al psicólogo adventista.
Asimismo, hoy somos espectadores de una producción descomunal de bibliografías y
prácticas pseudopsicológicas que aparecen bajo los auspicios de la parapsicología, la New Age,
el orientalismo, las nuevas formas del espiritismo y el ocultismo, además, las llamadas
‘medicinas alternativas’ que ofrecen desde los ‘libros de autoayuda’, a las esencias florales de
Bach, elixires de gemas, pulseras magnéticas, hasta talleres vivenciales de control mental y
psicoterapias de ‘regresión a vidas pasadas’. Algunas tendencias psicológicas que operan en
estos temas son ciertos estudios junguianos, la bioenergética, la programación neurolingüística
y la psicología transpersonal.
Es evidente que esta breve enumeración sintética exhibe la necesidad de ampliar la lista
de advertencia que presentaba el documento del 77 y exige una toma de posición clara y
definida que guíe al estudiante como al profesional adventista de la psicología y las ciencias
afines, tal como fue planteado en el Segundo Encuentro Adventista de Psicología de la Unión
Austral, realizado en la UAP en el año 1991.
Si bien el documento de 1977 formuló declaraciones generales tendientes a establecer una
plataforma aceptable para todos los profesionales adventistas del área, en la actualidad sería
conveniente formular definiciones y propuestas en algunos temas, por ejemplo, enfatizar la
importancia de la prevención primaria y promoción de la Salud Mental, desarrollar programas
específicos de asistencia y rehabilitación de la salud, en sus diferentes manifestaciones, con
fines asistenciales y misioneros, especialmente en ciertas áreas como los trastornos de la
alimentación, el consumo de drogas, psicofármacos, alcohol, tabaco y otros tipos de
toxicomanía. También sería adecuado estimular la creación de equipos interdisciplinarios
integrados por pastores, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y otros profesionales de
la salud, para la prevención, la asistencia, la educación y la investigación. Creemos que los

166
adventistas podemos aportar mucho, en ciertas áreas, por ejemplo, en el concepto de salud y sus
relaciones con la religión, la psicología de la esperanza, del perdón, de la reconciliación y del
bienestar, entre otros temas de interés.
Hoy la psicología se orienta a campos prácticos aplicados, como la clínica, la educación,
la neuropsicología, el deporte, la psicología industrial/organizacional, la psicología jurídica y
criminológica, la psicología social comunitaria y una infinidad de ámbitos donde se plantean
cuestiones éticas e instrumentales, que requieren una meditación cristiana y una quehacer
tendiente al cumplimiento de la misión.
Parecería que el documento del 77 surgió bajo el influjo de ciertas ideas, de importante
gravitación en la época, que privilegiaron posturas individualistas, dimensionalistas, transver-
sales y estáticas. Quizás eso explique la falta de mención o de énfasis en lo referente a los
contenidos interrelacionales, los procesos vitales, los valores y creencias, cuestiones
contextuales, sociales y transculturales. Es incuestionable la importancia de las variables
familiares, demográficas, la comunicación, los mitos y costumbres del medio socio-cultural, la
gravitación del ámbito escolar y laboral, como el desarrollo de la personalidad a lo largo del
ciclo vital. Estimamos que éstos y otros temas debieran ser objeto de la reflexión iluminada por
la Palabra de Dios y la inspiración de la mensajera del Señor y motivo de un pronunciamiento
que construya una bibliografía representativa del pensamiento adventista para el año 2000.
Como podrá apreciarse oportunamente, el documento puso en acción la perspectiva o
“punto de vista adventista” en algunos “tópicos” considerados básicos por los expertos. Esa
postura posibilitó el ejercicio de la critica a dos “enseñanzas populares” de esos tiempos de los
años 70, realizar algunas consideraciones didácticas y ciertas advertencias muy importantes
sobre el “control y manipulación de la mente”, denunciando doce procedimientos específicos,
basados en la “sugestión o fascinación”, que tienen como propósito reducir “la capacidad
individual para ejecutar elecciones responsables”. Allí se enfatiza el “punto de vista” que
rechaza: “Cualquier práctica o modalidad que pueda disminuir la capacidad del hombre para
su autodeterminación o libre albedrío”, en razón de que “viola la intención del Creador”.
En síntesis, se valora el haber introducido el tema con ciertos principios básicos, como
fueron algunas cuestiones epistemológicas, relacionadas con el “relativismo versus absolutismo”
y otros temas de típo antropológicas, a saber, “la persona como totalidad”, “la libertad”, “la
sexualidad” y “la naturaleza humana”, pero es evidente que la cosmovisión bíblica es mucho más
abarcante, ya que incluye el abordaje de cómo se entiende la realidad, es decir lo ontológico, los
valores, convicciones y creencias que abarca el plano axiológico, además, de explicitar otros
aspectos epistemológicos y antropológicos. Para fundamentar una Psicología Cristiana
forzosamente se hace indispensable hacer algunas precisiones mayores del sistema bíblico de
evaluar e interpretar la realidad, definir la vida buena y el sentido en la vida, como guiar el
pensamiento y la acción, entre otras cuestiones importantes.
También advertíamos que el documento del 77 cuestionaba dos enseñanzas que no fueron
identificadas por nombre, sino caracterizadas por sus creencias, que las alude diciendo que son

167
“expresiones psicológicas de optimismo” que creen en una “bondad innata” del hombre,
desconociendo su “estado caído” e “inclinación hacia el mal” (White, 1978, 29). Estas
expresiones hacen pensar que se refiere a la Psicología humanista, por ejemplo, del estilo de Carl
Rogers, que tuvo mucho prestigio en la psicología americana. La segunda tendencia de
pensamiento aludido considera “a los niños pequeños como completamente irreparables” lo cual
lleva a “un profundo sentimiento de rechazo y menosprecio” y a “serios disturbios”.
Presumiblemente se trata de ciertas direcciones provenientes del psicoanálisis. Consideramos,
que si se deseaba transitar el camino de la crítica teórica, en aquellos tiempos y, mucho más en la
actualidad, habría que hacer una lista más extensa, que sería casi interminable, ya que los
fundamentos teóricos de todas las escuelas están en franca controversia con el pensamiento
cristiano.
Otro asunto que nos planteamos, es si el documento en análisis, ¿creó o dio un paso en la
dirección de elaborar un sistema de psicología adventista? Entenemos que esa es la tarea
principal, elaborar una psicología de inspiración cristiana, que nos caracterice como adventistas.
La respuesta es clara, todavía no existe esa psicología. El documento no se planteó ese objetivo,
sino buscar una “aproximación”, proponiendo algunos “principios” o presupuestos conceptuales
para trabajar posteriormente en la creación de una concepción psicológica que este en armonía
con la revelación bíblica. En todo caso, hay que rescatar del documento del 77 un punto de vista
fértil, que contiene algunos rudimentos sobre nociones metafísicas, ontológicas, epistemológicas,
antropológicas y otros postulados importantes sobre la enseñanza y la salud, que pueden dar una
base de lanzamiento para el gran desafío de responder la gran cuestión de Jesucristo “¿Qué dicen
ustedes?” sobre qué es la Psicología.

(2) PROPUESTA DEL AÑO 2011


Para el mes de octubre del 2011, el Departamento de Psiquiatría, de la Facultad de
Medicina, de la Universidad de Loma Linda, organizó el principal congreso de Psicología
realizado por alguna institución de la Iglesia Adventista a lo largo de su historia. El Congreso se
tituló: “Emotional Health & Wellness: A Biblical Worldview in Practice”. Contó con el auspicio
de cinco departamentos de la Conferencia General, el Departamento de Educación, el Ministerio
de la Mujer, el Ministerio de la Familia, el Ministerio de la Salud y el Ministerio de Capallanía.
Reunió un grupo de expertos en promoción, prevención y tratamiento de la salud emocional, no
sólo de la Iglesia Adventista, sino de diferentes creencias religiosas, pero todos con excelentes
antecedentes académicos. Se realizaron conferencias plenarias y diez talleres centrados en
trasmitir habilidades específicas para realizar intervenciones a nivel individual y comunitario, en
adicciones, psicoterapia, salud mental, atención al paciente médico, estrategias de investigación,
para la educación y la supervisión clínica, el desarrollo curricular, y el liderazgo de organización,
todo relacionado con aplicaciones en la promoción, prevención y curación de la salud emocional.
Los propósitos específicos fueron: 1) Promover la aplicación de una cosmovisión bíblica para el
desarrollo del bienestar emocional a nivel local e internacional; 2) Enfatizar el desarrollo de
habilidades prácticas que puedan ayudar a transformar la enseñanza, la práctica clínica, y el

168
ministerio; 3) Asumir el desafío de los educadores, médicos y administradores a cumplir con su
misión de extender el ministerio sanador de Jesús; 4) Incluir las ideas básicas sobre la ciencia, la
naturaleza humana, y el destino humano como informado por las Escrituras para mejorar el
bienestar de los individuos y las comunidades; 5) Comprender las habilidades necesarias para
atender a las personas, familias y comunidades desde una perspectiva de atención integral de la
persona; 6) Apoyar las metas y los objetivos de las organizaciones religiosas en su misión de
brindar atención espiritual a aquellos que necesitan el servicio para restaurar su salud emocional
(http://www.globalemotionalhealth.org).
En el marco de ese maga evento, la directora del Departamento de Educación de la
Conferencia General, la Dra. Lisa M. Beardsley, propuso reaunir un grupo de docentes
universitarios, especializados en psicología, para que elaboraran un nuevo documento que se
tituló: "Misión y Visión de la Psicología en la Iglesia Adventista y el Mundo, durante el Siglo
XXI". Durante los meses previos al Congreso se estuvo discutiendo el tema y haciendo aportes
con psicólogos adventistas de la mayor parte de las universidades de todas las Américas, en un
foro en facebook, con el propósito de presentar el informe final a la Dra. Beardsley. Este proceso
está todavía en desarrollo al escribir estas líneas.

169
CAPITULO 11

UNA COSMOVISIÓN BIBLICA DE LA PSICOLOGÍA

1. ¿QUÉ ES UNA COSMOVISIÓN?

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero
cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que
edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron
con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”
Jesucristo (Mat.7:24-27)

La cosmovisión es una visión abarcante de la existencia, lo que en alemán se dice


“Weltanschauung” y en inglés “worldview”. La cosmovisión es el “fundamento subyacente”
(Walsh y Middleton, 2003, 38) del discurso, los presupuestos sobre los cuales se constituye el
edificio, que en nuestro caso se trata de la Psicología. En ese sentido, Jesucristo explicó, en el
texto que citamos en el epígrafe, que el mejor fundamento es el más sólido o consistente, por lo
tanto, lo más inteligente es asentar ese tipo de cimiento pétreo, asegurando que el mismo lo
constituye su palabra o en las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Así, pues, la Biblia se
compromete a proveer una cosmovisión sólida y segura para construir la Psicología.
Numerosos autores han ofrecido una variedad de definiciones de lo que se entiende por una
cosmovisión. Por ejemplo, James Sire (1988, 17) afirmaba que: "Una cosmovisión es un
conjunto de presuposiciones (o premisas) que sostenemos (consciente o inconscientemente)
acerca de la constitución básica de nuestro mundo." Phillips y Brown (1991, 29) opinaron que:
"Una cosmovisión es, antes todo, una explicación y una interpretación del mundo y, segundo,
una aplicación de esta visión a la vida. En términos más simples, nuestra cosmovisión es una
visión del mundo y una visión para el mundo". Por su parte, Walsh y Middleton (2003, 32), dan
una explicación más concisa: "Una cosmovisión provee un modelo del mundo que guía a sus
adherentes en el mundo". Sería, pues, la base teórica que sostendría y orientaría a la Psicología.
Las cosmovisiones funcionan en forma parecida a los anteojos o los lentes de contacto, es
lo que hace que las cosas se vean enfocadas y se les pueda encontrar sentido al mundo. Todos
nosotros tenemos una cosmovisión que nos orienta tanto en lo intelectual como en la vida
práctica. Esa especie de ideología implícita o sistema de creencias es la clave para dar
significado y orden a los acontecimientos y la guía de las percepciones y las expectativas. Aún la
forma de sentir está determinada por la cosmovisión implícita, como mostraron Currier y colegas

170
(2009), al investigar un grupo de personas que habían perdido un familiar directo. Los resultados
mostraron que aquellos que experimentaron más angustia y dolor fueron quienes tenían una
visión del mundo con un sistema de creencias negativas, en comparación con los que percibían el
mundo y a sí mismos en términos más positivos. Asimismo, Sarah Townsend y su equipo (2010)
encontraron que las cosmovisiones personales están influidas por las culturas o las ideologías
dominantes, pudiendo determinar que los miembros de los grupos desfavorecidos, por ejemplo,
puedan atribuir las desigualdades a la discriminación o los prejuicios, como sucede con las
familias afroamericanas, de Estados Unidos, quienes los padres enseñan a sus hijos a estar en
guardia contra los prejuicios y la discriminación.
Como es conocido toda teoría psicológica tiene una cosmovisión implícita. Browning
(1987) dio evidencias convincentes de que toda psicoterapia involucra una antropología, una
ética y una visión del significado de la vida. Por eso, Murphy (2005) sostiene que todas las
teorías psicológicas “están obligados a incorporar algunos supuestos acerca de la realidad
última”. Ahora, ¿cuáles son esos “supuestos de la realidad última” que son necesarios
incorporar? ¿Qué abarca una cosmovisión? ¿Cuáles son sus componentes constitutivos? Johnson
y colaboradores (2011), al analizar la psicología de la cosmovisión, en la búsqueda de un marco
integrador para el estudio de la cultura y la religión, afirman que la cosmovisión está compuesta
por seis aspectos o dimensiones. Ellas son: la ontología (creencias existenciales), la
epistemología (lo que puede conocerse), la semiótica (el lenguaje y los símbolos utilizados para
describir el mundo), la axiología (los valores y la moral), la teleología (objetivos últimos y las
consecuencias más allá de la acción) y la praxeología (prohibiciones y prescripciones de
comportamiento).
Por su parte, Walsh y Middleton (2003), afirman que una cosmovisión busca responder a
cuatro preguntas básicas: (1) ¿Cuánto abarca la realidad? ¿Existen dimensiones sensoriales y
también metafísicas igualmente válidas? (2) ¿Qué es un ser humano? ¿Cuál es su origen,
situación actual, propósito/significado y destino? (3) ¿Qué anda mal en el mundo? ¿Cuál es la
causa de los conflictos, enfermedades, dolor y muerte? (4) ¿Cuál es la solución a los problemas
que acosan al ser humano? ¿Cómo lograr armonía y satisfacción en la vida?
En los planteamientos anteriores hay coincidencia en que la cosmovisión incluye la
ontología, la antropología y la epistemología, entre otras disciplinas filosóficas posibles. A
nuestro criterio, también debería incluirse el enfoque metafísico que sería la concepción general
de entender el mundo, el sistema de ideas prevaleciente en una determinada visión de lo
existente.

2. LA COSMOVISIÓN BÍBLICA
“Los adventistas tenemos algo peculiar que ofrecer al mundo cristiano: nuestra
cosmovisión bíblica, nuestra percepción del gran conflicto entre Cristo y Satanás.”
Robert S. Folkenberg (1997)

171
Cada cosmovisión tiene una meta-narrativa que hilvana múltiples disciplinas filosóficas en
un ordenamiento singular que le es único y característico. Para entender la cosmovisión bíblica-
cristiana forzosamente hay que describir su original enfoque de la realidad, de cómo entiende la
producción del conocimiento, de qué manera concibe la naturaleza humana y cuales son los ejes
de significados que organizan el entramado principal de esa visión particular del mundo. Nos
interesa abordar estos temas en sus aplicaciones a la Psicología, buscando los postulados básicos
que fundamenten una psicología de inspiración cristiana.
Hay que hacer otro distingo práctico y orientador, hay cosmovisiones explícitas y otras
implícitas. La cosmovisión bíblica es implícita, no hay un texto específico donde se resuma toda
su visión (quizás lo más explícito sean los tres primeros capítulos del Génesis) sino que la misma
está entrelazada a lo largo de todas las Escrituras. Esto se debe a que el pensamiento hebreo, que
constituyó la Biblia, no es teorizante ni se entretiene con abstracciones filosóficas o ecuaciones
racionales, sino, por lo contrario, está comprometido con la vida, registrando la realidad práctica
que a cada instante asalta nuestra vista y aún puede atronar nuestro oído. Por la tanto, la
cosmovisión hay que inferirla en diferentes textos, especialmente de aquellos que puedan estar
más saturados de esos planteamientos distintivos. ¿Cuál texto o cuáles pueden dar cuenta de la
visión distintiva de la Biblia? Incluso, nos interesa aquellos donde lo psicológico este presente,
no como una fórmula candorosa o light sino como expresión de realidades existenciales del
hombre bíblico. Quizás el Salmo 139 pueda ser una narrativa ilustrativa que nos permita
identificar los componentes más importantes de la cosmovisión bíblica. Transcribimos el texto
en la versión de Valera revisada del año 60.

“1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi


levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y
mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi
lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 5 Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí
pusiste tu mano. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo
puedo comprender. 7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8
Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
9 Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, 10 aun allí me guiará tu
mano, y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la
noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche
resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. 13 Porque tú formaste
mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables,
maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue
encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más
profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas
aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. 17 ¡Cuán preciosos me
son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! 18 Si los enumero, se
multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo. 19 De cierto, oh Dios, harás
morir al impío; Apartaos, pues, de mí, hombres sanguinarios. 20 Porque blasfemias dicen
ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre. 21 ¿No odio, oh Jehová, a los que

172
te aborrecen, y me enardezco contra tus enemigos? 22 Los aborrezco por completo; Los
tengo por enemigos. 23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce
mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino
eterno.”

Aquí encontramos a un hombre luchando con sus emociones, presumiblemente David (se
discute su autoría por el tono aramaico, que lo situaría después del exilio), que esta indignado y
furioso por las persecuciones injustas, entonces busca a través de la introspección conocer sus
pensamientos, para orientar correctamente su comportamiento. En esa situación se dispone a
reflexionar, en diálogo con Dios, discurriendo acerca de la omnipresencia, la omnisciencia y la
providencia divina, hecho que lo deja profundamente impresionado, abrumado por tanta ciencia
y presencia, que lo desborda y trasciende en forma desmedida. Entonces, exclama conmovido:
"Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender” (vers.6).
Es un misterio que lo supera y no alcanza a entender. Es que emergen revelaciones imprevistas,
irrumpiendo una suerte de epifanía con manifestaciones del Ser Divino que dan cuenta de una
cosmovisión única y sorprendente, de proyecciones infinitas y de carácter absoluto, pero
íntimamente vinculada a las realidades y necesidades humanas. Lo absoluto parece acariciar la
fragilidad humana y contenerla. El protagonista impresionado por tanto prodigio, prorrumpe en
una serie de exclamaciones: "¡Qué incomparables me parecen tus designios, Dios mío! ¡Qué
inmenso el conjunto de tus obras!" (v.17).
El salmo 139 es una obra de arte literario de alto vuelo. Toda su estructura y versos están
revestidos de un brillo poético admirable, siguiendo un ritmo musical, con figuras literarias
altamente creativas y un despliegue notable de luces y contrastes, que trasmiten brillantes
metáforas. Cultiva la palabra con delectación, pero sin lujos verbales, ni floripondios lingüísticos
innecesarios, siempre con esa naturalidad y certidumbre característica del relato bíblico, saturado
de realidades no de fantasías o imaginaciones humanas. Es importante resaltar que no se trata de
un lenguaje de ficciones o suposiciones, ni de mitos o teorizaciones del protagonista sino de un
testimonio de su fe, la expresión de convicciones jamás puestas en dudas, ya que las describe
como hechos reales y absolutamente ciertos. La ficción es una configuración del imaginario, en
tanto, el Salmo 139 describe la realidad tal cual se la percibe, como una narración evidente y
cierta, sin infiltraciones del virus de la sospecha.
Desde el punto de vista psicológico se trata de un paciente inquieto por su irritabilidad o
pulsiones hostiles (vs.19-22) y quizás con cierto grado de paranoia, que aborda el autoanálisis, al
instalarse en las profundidades de sí mismo, buscando en su discurso entender lo pasa y obtener
alivio o ciertos resultados terapéuticos. Pero en lugar de centrarse en sí mismo, pone su atención
en Dios, reflexionando en cómo Dios lo conoce y sabe de todos sus actos, tanto interiores como
exteriores, que aparecen visiblemente ante su presencia. Es imposible escapar a su escrutinio
(v.7) porque Él nos ha creado en todos los detalles (v.13), somos obras de sus manos. Pero no
sólo es el creador, también ha diseñado toda la historia personal, la Providencia ha previsto y
provisto todas las circunstancias en que nos hallaríamos y ordenado las cosas para bien.

173
Reconoce, con asombro y gratitud, el interés que Dios ha puesto en él (vv. 17, 18). En toda esta
narración hay una visión de la realidad, de como se origina el conocimiento, como entiende la
naturaleza y el destino del ser humano, siempre con ese carácter intimista y dialógico que
mantiene con la divinidad, que al fin se convierte en plegaria.
El texto tiene una estructura rítmica regular, constituido por cuatro estrofas, cada una de las
cuales esta formada por seis versículos. La primera sección trata de la omnisciencia de Dios (vs.
1-6), la segunda (vers. 7-12), se refiere a la omnipresencia de Dios. La tercera (vers. 13-18)
considera la omnipotencia de Dios y presenta la razón por la cual el salmista está convencido de
estas verdades. En la última estrofa (vers. 19-24), el protagonista cambia de tema y expresa su
desaprobación por la conducta de los impíos, para tomar conciencia de sí mismo, si acaso él
estará bien al albergar tanto odio, pidíendole a Dios que lo examine y lo guíe por el camino de la
vida eterna.
Más allá de las problemáticas propias del personaje del salmo, nuestro interés es inferir los
principios básicos de la cosmovisión que presenta el texto, identificando sus componentes, a fin
de fundamentar una psicología de inspiración bíblica. Creemos que es posible descubrir en el
texto cuestiones metafísicas, otras relacionadas con la ontología, la epistemología subyacente y
otros aspectos relacionados con la comprensión del ser humano o de carácter antropológico. A
continuación nos proponemos abordar cada una de estas dimensiones.

LA METAFÍSICA BÍBLICA. Por “metafísica” entendemos la visión filosófíca general o como


dice Claude Tresmontant (1961), la "teoría general de la realidad". Al respecto dice Larraín
(1998, 101): “Lo que analógicamente, llamamos ̒ metafísica bíblicaʼ está contenido en los libros
históricos, proféticos o sapienciales; sólo algunas veces de modo explícito, por ejemplo, la
doctrina de la creación. En cuanto al lenguaje, este no es técnico conceptual sino concreto,
dirigido a un pueblo que no es sabio o intelectual sino con actividades predominantemente
manuales. Por ello es que uno podría rehusarse a llamar ̒ filosofíaʼ a esta manera de pensar que se
refiere al mundo y a sus relaciones con lo absoluto.” Lo característico y original del pensamiento
y la reflexión bíblica no es la abstracción ni las respuestas técnicas, al estilo filosófico elaborado
por los griegos, sino proponer otra racionalidad, de carácter vívido, existencial y aún patético.
Por lo tanto, aunque recurrimos a los términos técnicos de la filosofía, lo hacemos por razones
didácticas, pero intentando mantenernos dentro de la mentalidad bíblica.
Ahora, pues, ¿cuál es la cosmovisión dominante del autor del Salmo 139? Según James W.
Sire, en The Universe Next Door (1988), al clasificar las cosmovisiones diría que es Teísta,
resultante muy diferente a otras cosmovisiones como son el Deísmo, el Naturalismo, el
Nihilismo, el Existencialismo, el Panteísmo Oriental y la Nueva Era o Nueva Conciencia. Aquí
la figura de Dios es central, pero no un Dios abstracto o distante, sino un Dios personal,
comprometido con el ser humano, interesado en su presente como en su pasado y destino, el
Creador de la vida humana, sustentador y proveedor continuo. El salmista descubre admirado
que Dios estuvo presente, en su acción creadora, desde el mismo origen de su vida, al

174
conjuntarse el óvulo materno con el esperma paterno, y a lo largo del desarrollo prenatal,
entretejiendo las células, los tejidos y órganos. Sin conocer nada de embriología y genética, el
autor intuye la existencia de un mapa genético, al descubrir que hay un diseño programador de la
vida, un lugar donde “estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin
faltar una de ellas” (v.16). Para el salmista la complejidad de la ingeniería genética no es un
proceso mecánico ciego sino acciones realizados por Dios mismo (vs.15-16). Pero todavía
avanza un paso más, al reconocer que Dios no sólo diseñó la estructura del ADN y toda la
información necesaria para la realización de las funciones vitales, también ha elaborado una
suerte de mapa de la historia personal, que regula el desarrollo de toda la existencia, al afirmar:
“todas ellas estaban escritas en tu libro, y los días que me asignaste, antes de existir". De alguna
manera, Dios programó y participa en todas las circunstancias de la biografía para que pueda
alcanzarse la mejor vida posible. La Nueva Versión Internacional, traduce el verso 16: “todos
mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos”, en tanto que La Biblia de las
Américas, lo expresa en estos términos: “y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron
dados, cuando no existía ni uno solo de ellos”. Por eso, en el verso 17, el salmista no puede
reprimir una exclamación entusiasta de admiración: "¡Qué incomparables me parecen tus
designios.Dios mío! ¡Qué inmenso el conjunto de tus obras!" Al respecto, comenta Ignacio
Larrañaga (2007): “No es posible alcanzar a comprender las compasiones (lit.) de Dios hacia
nosotros, pues son nuevas cada mañana (Lam. 3:22,23). El salmista se ve incapaz de contar las
sumas (lit.), es decir, el número enorme de los planes amorosos de Dios hacia él (v. 17b).
Aunque estuviese todo el día y toda’ la noche ocupado en la tarea de enumerarlos, todavía
estaría con Dios al despertarse, enumerándolos, sin poder terminar la tarea”.
Así, pues, uno de los ejes centrales de la cosmovisión del salmista, articulador de todo lo
demás es Dios como esencia de la existencia humana, cuya Presencia es siempre presente y
conocedor de todo, aún la duración y el fin personal. Otro eje directriz de la cosmovisión es la
existencia del conflicto, que el protagonista lo observa a nivel social y en el interior de sí mismo.
Menciona la presencia de “hombres sanguinarios” (v.19), “tus enemigos” (vs.20-22), que buscan
destruir la obra de Dios, ya que “toman en vano tu nombre” (v.20). Tales acciones le produce un
profundo aversión, “me enardezco contra tus enemigos” (v.21), “los aborrezco por completo”
(v.22). En otros textos bíblicos, como en los primeros capítulos del Géneses y el libro de Job, se
observa que el conflicto abarca no solo la vida humana, la sociedad y la naturaleza existente,
sino además tiene un alcance cósmico, constituyendo el gran motor de la historia (ver Daniel y el
Apocalipsis).

ONTOLOGÍA BÍBLICA. Larraín (1997) resume la idea ontológica en la filosofía hebrea en los
siguientes términos: “El pensamiento bíblico conlleva una constante ontología, la que, a través
de su desarrollo, se va precisando. Profesa que el mundo (o la naturaleza) está compuesto de
seres muy reales, poseedores de un conocimiento propio. El pensamiento hebraico no es un
idealismo y el mundo no es apariencia ni ilusión. Como el ser divino no es el mundo, el

175
pensamiento hebraico nos propone entonces una doble ontología; la del ser mundano y la del ser
absoluto. La relación que ata al ser absoluto con el mundo es la relación de creación. El verbo
hebreo para designar "baráh", esta reservado exclusivamente a Dios. Sólo Dios es, propiamente
hablando creador. La creación del mundo es el acto soberano y libre de Aquel que da el ser
porque así lo desea. La ontología bíblica distingue radicalmente el orden de lo creado del orden
de lo increado. La historia de la creación es única, irrepetible, acíclica y sin regreso eterno. El
pensamiento bíblico propone una visión del tiempo que anuncia y esboza el concepto
bergsoniano de "duración": la medida de una creación en desarrollo, inacabado; pero que tiende
hacia un fin”.

EPISTEMOLOGÍA BÍBLICA. El texto del Salmo 139 permite extraer respuestas a las grandes
cuestiones gnoseológicas, que pregunta sobre la posibilidad del conocimiento, su origen, la
esencia, los tipos de conocimiento y los criterios de verdad. Así, pues, ante la pregunta, ¿es
posible el conocimiento?, la respuesta bíblica estaría más cerca del dogmatismo que asegura que
el conocimiento es posible, en oposición a quienes dudan de tal hecho como el escepticismo, el
relativismo o el subjetivismo y el pragmatismo. Sin embargo, no es posible alcanzar en forma
absoluta el saber, que siempre nos excede, por nuestras limitaciones y la complejidad de la
realidad, sólo Dios conoce plenamente. Como dice el apóstol Pablo: “Ahora vemos de manera
indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de
manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido” (1 Cor.13:12; NVI).
En relación a la interrogante: “¿Cuál es el origen del conocimiento?”, las respuestas
filosóficas se focalizan en las fuentes humanas, es decir, en cómo se produce el saber en la
persona, si a través de la razón (racionalismo) o de la experiencia (empirismo) o en una
confluencia de ambas fuentes (intelectualismo y apriorismo). El autor del Salmo 139 diría que el
origen de todo saber es Dios, que conocemos a través de la revelación y de las funciones
cognitivas humanas que entran en acción, pero otra fuente importante de saber es la disposición
espiritual para recepcionar los mensajes divinos. Comentábamos en la Introducción que Jesús
felicita a Pedro porque supo responder a la cuestión cristológica, diciéndole: “porque no te lo
reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos” (Mat.16:17).
Con respecto al asunto: “¿Cuál es la esencia del conocimiento?” Plantea la relación entre el
sujeto y el objeto, en la clásica distinción de Hessen en su teoría del conocimiento, diferenciando
si se entiende el conocimiento como una actividad del sujeto o si, por lo contrario, el
conocimiento está determinado por el objeto. Es claro, que para el autor del salmo el
conocimiento es objetivo, hasta se le impone, quedando estremecido y admirado por el saber que
obtiene. Claro que no depende de cualquier objeto, sino de Dios mismo, que es la fuente de todo
saber.
También en relación con la pregunta sobre la verdad, el protagonista de nuestro texto no
tiene dudas, sus razonamientos son certezas veraces, porque provienen de la génesis de toda
verdad, que es Dios. De igual manera que no tiene dudas sobre su irritación hacia los enemigos

176
tampoco tiene dudas de que Dios lleva un registro de los procesos embriológicos como de los
eventos diarios de cada persona y conoce de manera certera todos los sucesos de la vida humana,
como de todo el saber cósmico. El Nuevo Testamento seguirá con esta doctrina al declarar Jesús:
“Yo soy la verdad” (Juan 14:5), como expresión encarnada de la divinidad. También dirá “tu
palabra es verdad” (Juan 17:17), ya que es a través de ella como tenemos acceso a la revelación
divina.

ANTROPOLOGÍA BÍBLICA. “La antropología bíblica es original. El pensamiento judío toma


al hombre como una unidad; una unidad psicosomática… El hombre es un ser viviente, sin
oponer alma y cuerpo porque no existen cuerpos vivientes carentes del alma” (Larraín, 1997,
98). “Según la teología bíblica, el hombre es un ser invitado personalmente a tomar parte en la
vida de Dios. Es capaz de oir la palabra de Dios, de responderle, de comunicarse a través de una
relación de diálogo con lo increado, que es personal; por lo cual el hombre es capaz de entrar en
comunicación con el espíritu de Dios. Ruah elohi, es en hebreo lo que en griego es pneuma y en
latín spiritus. Es el espíritu a través del cual el hombre puede llegar a ser profeta, es decir, recibir
de Dios mismo una información, una instrucción, una ciencia y una inteligencia” (Ídem, 99).
Si bien el texto en cuestión no presenta ninguna definición del hombre hay una concepción
implícita. No se trata del hombre «en sí», sino el hombre de carne y hueso en acción, a lo largo
de su reflexión. Como dijimos la Biblia no presenta definiciones abstractas o genéricas, al estilo
de la filosofía, sino describe al hombre como una unidad psicosomatica, dinámica y
multidimensional. Particularmente, el salmo 139 aparece el hombre en íntima relación con la
persona divina, quien se preenta como su creador, esto es, quien ha programado cada detalle de
su desarrollo embriológico, como de toda la vida posterior, ya que en su “libro estaban escritas
todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (v.16). Declara
enfáticamente el salmista: «Tú creaste mis riñones» (v.13; literalmente). Los «riñones» o
“entrañas” como dice otras versiones, “representan en la Biblia la sede íntima de lo afectivo-
emotivo, así como de los impulsos instintivos: lo que le pasa desapercibido a la propia persona”
(Matthew, 1987). Es de hacer notar que el verbo traducido por «creaste» es el mismo que
aparece en Génesis 14:19 y Dt. 32:6, aplicado a Dios “creador de los cielos y la tierra”.
Asimismo, en el verso 15, según la Nueva Versión Internacional, se refiere a: “Mis huesos no te
fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado”. Según Matthew (1987):
“«huesos» designa la contextura general de la persona, bajo la imagen de la parte más resistente
del cuerpo: el esqueleto”. Estamos, pues, ante una antropología integracionista, que ve al hombre
como una realidad compleja, pluridimensional y unitaria, una unidad psico-orgánica.
Otro aspecto de la antropología bíblica que puede leerse entre líneas en nuestro texto, es la
preponderancia de la “audición” sobre la “visión”; este es un aspecto característico de la
mentalidad bíblica, en contraste con la cultura griega, donde prevalece lo visual. Si bien el texto
presenta bellas metáforas expresivas, “las alas del alba”, “los extremos de la mar”, la luz y las
tinieblas, no es una palabra para ver sino para escuchar. El autor dialoga y por momentos

177
reflexiona, pero siempre en comunicación con Dios, donde el Ser divino estaría escuchando y
presumiblemente respondiéndole, aunque no escuchamos su voz, pero el salmista parece dar
cuenta de ella, ya que reacciona con nuevas intervenciones. “Es que en la Biblia, a diferencias de
otras religiones, no es el hombre el que busca a Dios, sino Dios quien busca al hombre y lo
alcanza para que, finalmente pueda plenificarse en EL” (San Juan de Pasto, 2007).

3. UNA COSMOVISIÓN DE LA CURA


La cosmovisión que extraíamos del salmo 139 tiene múltiples dimensiones pero no
presenta un área importante para la psicología que es el ámbito de la cura o las acciones
orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas sufrientes. Por eso creemos conveniente
complementarla con otro texto, ahora del Nuevo Testamento, donde se pueda abordar los
presupuestos de la psicoterapia. A esos fines, recurrimos a una narración del evangelio, donde se
relata la historia de una mujer curada del peso abrumador de una enfermedad cruel por la
intervención de Jesucristo, que encarna la figura del terapeuta. Se trata de una metáfora de la
libertad, una enseñanza que conserva la frescura original por su notable capacidad para conservar
la espontaneidad y el dinamismo de los hechos. La narración de Lucas 13:10-21 reza de la
siguiente manera:
"Una vez, en el día de sábado, Jesús se había puesto a enseñar en una sinagoga; y
había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu
maligno la había dejado jorobada, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús
la vio, la llamó y le dijo:
- Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.
Entonces puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a
alabar a Dios. Pero el jefe de la sinagoga se enojó, porque Jesús la había sanado en
el día de reposo, y dijo a la gente:
- Hay seis días para trabajar; vengan en esos días a ser sanados, y no en el día de
reposo.
El Señor le contestó:
- Hipócritas, ¿no desata cualquiera de ustedes su buey o su burro en día de reposo,
para llevarlo a tomar agua? Pues a esta mujer, que es descendiente de Abraham y
que Satanás tenía atada con esta enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no
se la debía desatar en el día de reposo?
Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados; pero toda la gente se
alegraba al ver las grandes cosas que él hacía.
Jesús dijo también ‘¿A qué se parece el reino de Dios y con qué puedo compararlo?
Es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo, y que crece
hasta llegar a ser como un árbol, tan grande que las aves hacen nidos en sus ramas’.
También dijo Jesús: ‘¿Con qué puedo comparar el reino de Dios? Es como la
levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar
toda la masa’".

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Es la historia de una mujer víctima de una enfermedad despiadada que la sometía
brutalmente cada hora de su existencia. Su columna vertebral había perdido la verticalidad,
doblándose de tal manera que la obligada a mirar hacia abajo, teniendo el polvo de la tierra como
horizonte natural, necesitando hacer grandes esfuerzos para comunicarse con la gente. Estaba
sometida a condiciones infrahumanas, como un cuadrúpedo vivía en una situación vergonzosa y
humillante. Le resultaba casi imposible establecer contacto ocular con otro adulto. Hacía
dieciocho años que venía sufriendo esa implacable enfermedad, hasta que apareció Jesús, el
sanador. Conmovido por su dolor realizó el milagro de la restauración.
Las mujeres estaban en una sección aparte del templo. Cuando Jesús le pidió a la mujer
encorvada que viniera, estaba transgrediendo la norma que discriminaba las mujeres, que las
consideraba indignas de ocupar el lugar de santidad de los hombres. Jesús rechazó ese
reglamento segregador, atacándolo al quebrantarlo de ex profeso; era una forma de decir que la
mujer tiene los mismos derechos que el hombre, concediéndole dignidad e interés especial. De la
misma manera lo hace cuando predica acerca del hombre que plantó la semilla de mostaza y la
mujer que puso la levadura en la masa. Trata ambos género en pie de igualdad.
Annice Callahan en su libro Spiritual Guides for Today (1992) comenta el episodio en
estos términos: "Hablarle en público representa dejar a un lado las restricciones impuestas sobre
la libertad de las mujeres. Situarla en medio de la sinagoga fue desafiar el monopolio de los
varones sobre la gracia y el acceso a Dios. Afirmar que su enfermedad no era un castigo divino a
causa del pecado, fue declararle la guerra a todo el Sistema de Dominación. Tocarla fue revocar
el código de santidad con sus escrúpulos masculinos sobre la impureza de las mujeres.
Llamarla ̒Hija de Abraham' fue hacerla un miembro pleno del pacto en igualdad de condiciones
con los hombres ante Dios. Además, al sanarla en el día de reposo libera el Sábado para que sea
un jubileo de libertad y restauración".
Entonces el Maestro procedió a la liberación de la enfermedad que la tenía sometida
durante tantos años. Poniendo su mano sobre ella (cometiendo otro acto prohibido por las leyes
rabinas), le dijo: “Mujer, ya estás libre…” Al producirse el milagro estalló espontáneamente una
expresión de alabanza y reconocimiento de la intervención divina. Fue un momento de alabanza
y glorificación de Dios aquel sábado en el medio de la Sinagoga, una genuina manifestación de
culto como hacía tiempo no se realizaba en ese lugar.
Pero sucedió que cuando aspiraba el perfume de su libertad, en momentos que gozaba de
ese ámbito de emancipación inesperadamente conquistado se sintió alterada por una voz severa y
recriminadora. El sumo sacerdote desautorizaba la sanidad, declarando ilegal el acto ya que
transgredía la norma sabática. La reacción de Jesús no se hizo esperar. Respondió con inusitada
violencia e indignación. El Maestro raramente se enojaba, fueron muy pocas las ocasiones en
que se enfadó; ésta es una de ellas. No pudo reprimir la irritación ante este supuesto represen-
tante de Dios, tan insensible a la necesidad y al dolor ajeno, estrecho de miras, practicante de una
doble moral, que desconocía el auténtico sentido y alcances de la religión.

179
Era un dirigente religioso embotado por una ortodoxia rigurosa y compulsiva, dominado
por los imperativos del deber, que lo incapacitaba para ver la alegría de la salvación. También él
era un "jorobado" que vivía encorvado por el peso de las obligaciones. Sólo sabía de rituales y
cumplimiento estricto de las normas. Vivía bajo los mandatos del "deberías ser" o "deberías
hacer". Lo único que comprendía era la rigidez y dureza de los estatutos y las normas. Más que
custodio de la legalidad era un súbdito del deber, una víctima del formalismo fundamentalista.
Por eso Jesús, en aquel día, explicó en que consistía la soberanía del "reino de los cielos", la
auténtica cosmovisión cristiana, quienes son los verdaderos hijos de Dios, en definitiva, expuso
las lecciones que hacen posible la libertad y salud. El mensaje de emancipación, aunque aplicado
a la mujer sanada (fue como decirle que ahora podía crecer, tener hijos, que se abría un nuevo
mundo de oportunidades), trasmite un mensaje de esperanza para todo aquel que sufre, víctima
de la enfermedad o de ideas rígidas y opresivas.

DOS COSMOVISIONES CONTRAPUESTAS. La historia del evangelio transcripta dibuja senderos


que se bifurcan, mundos contrapuestos. Nos confronta dos tipos de religiones antagónicas, dos
morales y dos cosmovisiones antinómicas de la existencia. Para aquel guardián de la ley, el “jefe
de la sinagoga”, el cuarto mandamiento prescribe: "Seis días trabajarás y harás toda tu obra; mas
el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna..." (Ex.20: 9-10). Su
respuesta se ajustó exactamente a la letra de la ley, no a su espíritu. Concebía una religión del
cumplimiento, del sometimiento a un orden superior, pero no comprendía el sentido del amor y
la libertad que tiene esa orden. No había descubierto que "el sábado ha sido instituido para el
hombre y no el hombre para el sábado" (Mr.2:27, BJ). Sólo reconocía las fórmulas de los rituales
y las ceremonias litúrgicas no los signos milagrosos de la gracia divina. Era feligrés de un Dios
severo e implacable, desconocía el Dios del crecimiento de la semilla que se convierte en árbol y
el Dios de la libertad, que es “el infinito torbellino de las posibilidades” (Eco, 1984, 575).
La concepción del jefe de la sinagoga era el fundamento de una moral de apariencias.
Todas las leyes tienen excepciones, especialmente las destinadas a regular la conducta humana.
Pero las excepciones estaban al servicio del intérprete, sólo proporcionaba beneficios a su guar-
dián no a los presos del sistema. Era por tanto, una moral egoísta que estaba a contramano de la
benevolencia. Jesús denunció esa doble moral y puso en evidencia sus contradicciones. Trató de
"hipócrita" a su mentor, descalificándolo públicamente por enseñar valores distorsionados y
malsanos. Entonces, el Maestro confrontó la moral de la obligación con la moral de la libertad.
En su discurso, habló de la semilla fecunda, que desprende el olor de las flores y las frutas,
donde vuelan las aves con un sentido de la plenitud. Su palabra suelta y franca, manifestó una
ligereza caudalosa que superó todas las inhibiciones. Del sermón de Jesús de aquel sábado en la
sinagoga emerge la fuerza expansiva del desarrollo que alcanza a todo hombre y mujer con el
signo misterioso y dichoso de una gracia gratificante y multiplicadora.
El intransigente jefe parecía concebir el mundo bajo un sistema de necesidad, movido por
la sucesión implacable de un orden riguroso que determina los días y los actos, como el reloj que

180
dispone cada segundo, sin dejar fisuras ni espacios libres. Todo está fijado por un orden donde
todo esta previsto. No hay azar ni casualidad, sólo la estricta necesidad. Es el dominio de la
racionalidad fría y reglamentada; un mundo de leyes y obediencia, bajo la hegemonía de la
inercia, sin sorpresas ni novedad. La religión que de allí se desprendía, recitaba mecánicamente
las fórmulas del deber, obedeciendo los imperativos que dictaminaban los representantes del
sistema. Jesús enseñó otra religión y una cosmovisión muy diferente. Su breve homilía es
altamente significativa y sugestiva:
“¿A qué se parece el reino de Dios y con qué puedo compararlo? Es como una
semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo, y que crece hasta llegar a
ser como un árbol, tan grande que las aves hacen nidos en sus ramas’. También dijo
Jesús: ‘¿Con qué puedo comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una
mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar toda la masa’.”
Un discurso que habla de expansión, crecimiento y prodigalidad. De cosas pequeñas que se
abren, dilatan y multiplican por todo el espacio, para fructificar y alimentar. Enseña del árbol que
ofrece generosamente sus ramas a las aves para que éstas hagan sus nidos y procreen llenando de
vida y movimiento el cielo. Predica la fecundidad, las maravillas de la gestación, la abundancia
exuberante de las cosas creadas; libera nuevas vivencias de prosperidad y grandeza. Es todo lo
opuesto a la sobria parsimonia del sacerdote que reproduce las formas estrechas y mezquinas del
legalismo. En definitiva, en aquel sábado de sanidad, Jesús proclamó la vigencia del lenguaje
vivo de la auténtica religión que enseña las verdades eternas del amor y la libertad.
Podría suponerse que la mujer encorvada cada sábado iba a la sinagoga en búsqueda de
ayuda espiritual y sanidad física. Posiblemente tenía la esperanza que algún día pudiese ocurrir el
milagro de su recuperación. Seguramente no había otros tratamientos posibles u otros recursos a
su disposición para su recuperación que la sinagoga, el único lugar de cura, gracias a una
intervención divina. Esa fe y esperanza la movía cada sábado a realizar un nuevo esfuerzo para
llegar a esa lugar. A pesar de los diez y ocho años de tratamiento inútil y fracasos, no claudicó,
continuó sustentando firmemente la esperanza, con espíritu inquebrantable, y ese sábado volvió a
la sinagoga, para finalmente encontrar el terapeuta eficiente y la anhelada sanidad.
Para que la cura sea posible se requiere la conjunción de un buen terapeuta, con una
cosmovisión o marco teórico adecuado y estrategias, como técnicas eficaces, sino, además, de un
paciente dispuesto al cambio, con altos niveles de autogestión y movido por la esperanza de
obtención de logros.

4. PRINCIPIOS DE COSMOVISIÓN BÍBLICA


“El verdadero corazón y núcleo de nuestro ser, tal como lo conocemos,
el santuario de nuestra vida, es el sentido de actividad que ciertos estados internos poseen.
Este sentido de la actividad es a menudo considerado como una
revelación directa de la sustancia de vida de nuestra Alma.”
William James (1908, 181)

181
Aunque podríamos analizar otros textos bíblicos que seguramente enriquecerían las
consideraciones precedentes y ampliarían las ideas de la cosmovisión bíblica, creemos que lo dicho
es suficiente para precisar algunos principios fundamentales y fundamentadores de una psicología
cristiana. Si bien existen múltiples dimensiones que pueden abordarse en la consideración de la
cosmovisión a fines de constituir una psicología de inspiración bíblica, como hace otros autores
(v.gr., Miller, 2005; Fayard, 2006), a nuestro criterio es posible compendiar los análisis realizados
distinguiendo siete principios primordiales. Ellos son:
(1) LA PRESENCIA ACTIVA Y EFECTIVA DEL SER DIVINO. En los textos bíblicos analizado, Dios
o Jesucristo es el personaje central, constituyendo el eje articulador del texto. Este es un principio
básico de la visión distintiva del pensamiento bíblico. Todas las dimensiones de la realidad están
sustentadas y aseguradas por la presencia divina, ya que Él es el creador, sustentador y dador de la
sanidad. Así, pues, la ontología, la epistemología, la antropología y la psicología estarían vaciadas
de significados si se prescindiera de Dios. Las cosmovisiones de las diferentes escuelas de
psicología al dejar fuera la presencia de Dios, son cosmovisiones incompletas, insuficientes,
amputadas o mutiladas de lo esencial, ya que soslayan lo absoluto, el motor activo del cosmo y la
naturaleza humana. Igualmente como sucedía en la época de Jesús, cuando la gente creía en
cristologías que desconocían la trascendencia de Cristo y su misión divina, hoy también asistimos a
una psicología con una cosmovisión secular, proveniente del pensamiento moderno, que ha
desechado lo divino, matando a Dios (Hegel, Nietzsche) o considerándolo como una “hipótesis
innecesaria” (Laplace). Aseguraba William R. Miller (Miller and Delany, 2005, 19): "Toda
comprensión de la naturaleza humana es incompleta si no toma en cuenta la espiritualidad". Por
lo tanto, una psicología bíblica o cristiana debe ubicar a Dios en el centro de la reflexión,
procurando entender la percepción que tiene en la persona objeto de la atención psicológica el rol y
las funciones que cumple el Ser Divino en sus creencias y comportamiento. Podríamos completar el
pensamiento de William James del epígrafe, diciendo que la “revelación directa de la sustancia de
vida de nuestra Alma” es Dios.
(2) LA RELIGIOSIDAD HUMANA O LA INTERRELACIÓN CON EL SER DIVINO. El autor del Salmo
139 interactúa todo el tiempo con Dios, como si fuera otro ser humano. Aunque no hay una
respuesta audible emitida por la Divinidad, el diálogo es fluido, en continua comunicación. Es
evidente que no es un monólogo, ni un soliloquio o alguien que delira o alucina, hablando solo, es
como si escucháramos a uno de los hablantes en una conversación telefónica, intuyendo lo que dice
el otro interlocutor. La idea es que la religiosidad juega un rol decisivo en las personas creyentes. En
el texto del evangelio de Lucas, el Ser Divino encarnado en la persona de Jesús, también interactúa
con la mujer escoliótica, utilizando la palabra y el toque físico, la psicoterapia y la rehabilitación
física, para lograr la curación.
La Psicología progresivamente ha venido reconociendo la importancia de la espiritualidad y la
religiosidad en la vida humana ya que múltiples investigaciones han encontrado que favorece la
salud mental o la proteje de eventos traumáticos, por ejemplo, la caída de las torres el 9/11
(Seirmarco et al., 2011). Sin embargo, todavía la mayoría de los psicólogos no reconocen que esas

182
disposiciones del espíritu sean válidas para sus propias vidas. Las estadísticas informan, por
ejemplo, que el 72% de la población de USA está de acuerdo con la frase "Todo mi acercamiento
a la vida se basa en mi religión", pero solo un 33% de los psicólogos concuerdan con esa
afirmación (Bergin & Jensen, 1990). El planteamiento bíblico descubre la importancia de la
espiritualidad, pero especialmente de la religiosidad en la vida humana, esto es, mantener una
relación activa, vigorosa y permanente con el Ser Divino.
(3) EL CONFLICTO. El conflicto irrumpe súbitamente en el diálogo del salmo 139, introduciendo
una nota de perplejidad, llevando a la ruptura del discurso teológico, para asumir una realidad
contaminada por el mal, ya que el “impío”, los “hombres sanguinarios” (v.19) y “enemigos” (vs.20-
21) están al acecho, siempre dispuestos a realizar sus obras destructivas. En el texto del evangelio el
mal aparece en la forma de la enfermedad y de quienes favorecen o promueven condiciones
insalubres. La idea bíblica es que no es posible obviar el mal, es parte constitutiva de la realidad y la
naturaleza humana. El apóstol Pablo lo expresó en estos términos: “Porque no estamos luchando
contra gente de carne y hueso, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen
mando, autoridad, y dominio sobre este mundo oscuro” (Efesios 6:12, VP). El conflicto abarca
todas las dimensiones de la realidad, desde lo cósmico, lo socio-político, económico como todos los
demás aspectos de la vida extra como intrapsíquica. Hay que entender, pues, la psicología humana
como inserta dentro de ese entramado de fuerzas antagónicas en permanente batalla.
(4) EL SABER PSICOLÓGICO PROVIENE DE DIOS. Según la cosmovisión bíblica, el saber no lo
construye el individuo ni se produce socialmente, en los procesos de la interacción social al
compartir significados por medio de la comunicación, como afirma el construccionismo o el
constructivismo. Es cierto que nuestra función imaginante puede inventar diversas figuras
mentales con diferentes grados de realidad, como ilusiones, alucinaciones, fantasía y delirios,
donde la realidad puede transformarse o trasmutarse totalmente, pero para la perspectiva bíblica
la realidad existe independiente del sujeto, sostenida por Dios. Ahora, ante la cuestión de cómo
se construye el saber psicológico, por ejemplo, para el autor del salmo 139 (igual Salmo 26:2), a
la hora de abordar el autoanálisis, reclama la intervención divina como fórmula de acceso al
conocimiento de sí mismo. No recurre a la introspección bajo el escrutinio de la propia razón,
como propone el psicoanálisis y el humanismo, ya que el salmista conoce las argucias del
pensamiento y sus estrategias de autoengaño. Dice el profeta Jeremías 17:9: “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. Agregando en el verso
siguiente: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según
su camino, según el fruto de sus obras.” Los autores bíblicos saben que pueden engañarse a sí
mismo, pero jamás podrán engañar a Dios. En la Biblia el término “corazón” se refiere a la
mente como “sede de las emociones, la memoria y de la sabiduría” (Browning, 1998, 106), es
decir, como sinónimo de mente o pensamiento.
Como decíamos más arriba, el conocimiento humano es limitado y parcial, aunque
perfectible, ya que las posibilidades de ampliación del conocimiento es ilimitado, como lo
ilustran las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura (Lc.13:18-21). Quien realmente nos

183
conoce plenamente es Dios, “no me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la
sabes toda” (Salmo 139:4), por eso el autor bíblico clama al Omnisapiente para escudriñarse y
conocer de sí mismo.
(5) AUTOGESTIÓN. Si bien es cierto que existe una suerte de programación genética de la vida,
realizada aún antes de nacer —“todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban
diseñando, aunque no existía uno solo de ellos” Salmo 139:16—, la cosmovisión bíblica no es
determinista ni mecanicista, sino abre amplios espacios a la libertad humana, para que cada uno
pueda gestionar su comportamiento y vida social. Los estudios neuropsicológicos y de imagen han
identificado en la corteza prefrontal (prefrontal cortex; PFC) la sede de las “funciones ejecutivas
del cerebro”, responsables de la regulación del comportamiento y el pensamiento. “El PFC está
masivamente conectada con la corteza motora y sensorial, y con estructuras subcorticales como
el núcleo caudado y el cerebelo. Estos circuitos regulan la atención y la acción, inhibiendo
apropiadamente pensamientos y conductas, y coordinando las acciones dirigidas a metas”
(Arnsten y Li, 2005, 1377). De modo que existen en el cerebro humano las funciones cognitivas
de auto-regulación, auto-determinación, auto-control, autogestión y auto-dirección, que operan
bajo los mandatos de la voluntad. En la historia de la mujer escoliótica ella podía haberse negado
a transgredir la norma de exclusión femenina de ciertos espacios del templo y rechazado el
llamado de Jesucristo a su acción terapéutica. Pero ella ejerció su voluntad y seguramente su fe
para recibir la salud que la restituyó a normalidad. En ese sentido, afirma E.G. de White (1959,
189): “Ejercitando la fuerza de voluntad para ponerse en armonía con las leyes de la vida, los
pacientes pueden cooperar en gran manera con los esfuerzos del médico para su
restablecimiento.” Precisamente, uno de los grandes desafíos clínicos es alinear las funciones
cognitivas ejecutivas de los pacientes con los objetivos sanitarios de la terapia, porque hay que
entender los esfuerzos humanos dentro del contexto del conflicto, donde los resultados no son
tanto “gracias a” (las fuerzas del bien), sino “a pesar de” (los poderes del mal).
(6) TRANSFORMACIÓN. Como resultado de los procesos de autogestión, en el contexto del
conflicto, es posible el cambio, la cura y las mejoras en la calidad de vida de la gente. La teoría
bíblica del cambio la expresó adecuadamente el apóstol Pablo cuando exhortó a los creyentes a
que: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su
mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”
(Romanos 12:2; NVI). El término griego del original es “metamorfoo”, que significa “cambio”,
“transfiguración”, “transformación”, o buscar una nueva forma de vida. Ahora, bien, ¿cuál es el
fin de la transformación? ¿A dónde apunta el cambio? ¿Cuál es el ideal bíblico de la salud o el
bienestar al cual se aspira?
En noviembre de 1999, Neal Mayerson, Director de la Fundación Mayersoni, y Martín
Seligman decidieron lanzar un proyecto para desarrollar programas para jóvenes. Los expertos
que evaluaron los planes dijeron: “No podemos intervenir para mejorar el carácter de los jóvenes
hasta que no sepamos con mayor exactitud qué queremos mejorar. En primer lugar necesitamos
un esquema de clasificación y una forma de medir el carácter.” El consejo fue invertir el dinero

184
en elaborar una taxonomía del buen carácter, una suerte de manual de las potencialidades
humanas. Entonces se patrocinó un proyecto de gran envergadura, bajo la dirección de
Christopher Peterson. Durante tres años el equipo de investigadores leyó los textos básicos de las
principales religiones y tradiciones filosóficas de los últimos 3000 años, unos doscientos
catálogos de virtudes. El resultado de ese colosal trabajo descubrió que en todas esas fuentes se
valoran seis virtudes básicas que conforman veinticuatro fortalezas (Peterson y Seligman, 2004).
Un gran esfuerzo que propone definir, categorizar y evaluar la salud psicológica remitiéndola a
los valores más destacables y reconocidos de la naturaleza humana, aquellos que proclaman las
eminencias de la excelencia, las mayores aptitudes y grandezas.
Pero, para cada individuo en forma particular, ¿cómo saber cuál de esas 24 fortalezas es el
valor de la vida, aquél que representa el objetivo último de la existencia? Para el pensamiento
bíblico la solución está en el proyecto de Dios para cada persona, que “en su libro” está inscrito,
el ideal o lo máximo que puede llegar a ser. Un texto de Pablo de Tarso lo explica: “Por lo tanto,
todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2
Corintios 3:18). Esa imagen de sí mismo se va descubriendo paulatinamente, gracias a los
destellos de las revelaciones divinas, que no solamente descubre la plenitud a conseguir sino
además proporciona los recursos para alcanzarla, por medio de la asistencia del Espíritu Santo. En
ese magno objetivo, el psicólogo cristiano se convierte en auxiliar del Espíritu.
(7) ESPERANZA. Es otro principio esencial de la Psicología Cristiana. Aquí lo importante es
entender el concepto bíblico de esperanza que difiere de otras ideas que provienen de diferentes
cosmovisiones. La psicología americana ha investigado profusamente la espeanza, entendiéndola
como la "percepción de que las metas podían ser alcanzadas" (Herth, 1991, 40) o las expectativas
o deseos (Lynch, 1965; Stotland, 1969) de alcanzar una meta. Se trata de "una medida del
optimismo con que una persona espera resultados favorables, no solamente en las propias
actividades terrenas, sino también en fenómenos cósmicos y aún en sucesos espirituales o
imaginarios" (Gottschalk, 1974; Larraguibel y Lolas, 1991). Igualmente se ha definido el
optimismo como la "inclinación a anticipar los mejores resultados posibles" o "las expectativas
generalizadas de resultados" (Scheier y Carver, 1987, 169-170). La idea es que "la forma en que
la gente se ve a sí mismo, al mundo, a los otros y el futuro, predicen su vulnerabilidad hacia la
enfermedad e incluso cuanto tiempo podría vivir" (Tennen et al., 1987, 377). Morales (1991, 2),
conceptualiza la esperanza en forma más compleja al declarar que es un "sistema de
pensamientos, sentimientos y acciones que constituyen una disposición motivacional, susceptible
de ser activada en un momento determinado, asociada con la creencia en la ocurrencia de un
evento futuro deseado, el cual es evaluado por la persona como importante y posible aunque en
algún grado incierto". También se ha dicho que es "un poder interior que facilita la trascendencia
de una situación presente y mueve hacia una nueva conciencia y enriquecimiento del ser" (Herth,
1990, 1250).

185
Desde la perspectiva bíblica la esperanza no es el cumplimiento de sueños, ilusiones o
deseos que se depositan en el futuro, ni otras "proyecciones que el hombre se forma de su futuro"
(Bultmann, 1964, 521), sino algo interrelacional, un vínculo de confianza en Dios. Por eso, el
salmista afirma: “Porque tú, oh Señor Dios, eres mi esperanza, mi confianza desde mi juventud”
(Sal.71:5). La esperanza cristiana no espera “algo”, espera “alguien”, no espera cosas espera una
persona que vendrá, el regreso de Cristo. Mientras que la esperanza humana es confiar en las
propias expectativas, lo que significa confiar en uno mismo, la esperanza bíblica es confiar en
Cristo, quien es “la esperanza de la gloria” (Col.1:27 BJ). Según Bultmann (1964, 521-523) la
idea bíblica de esperanza incluye las siguientes ideas: 1) esperar un bien; 2) tener un futuro
fundado en la promesa; 3) está centrada en la confianza; 4) el objeto principal es Dios; 5)
contiene las ideas de aguantar, resistir, perseverar (Ver, Job 6:11; 13:15; 14:14; 30:26;
Sal:71:14.); 6) abre la posibilidad de cambio en medio de la crisis (ver Pereyra, 1997); 7) aparece
en un estado de tensión dialéctica con respecto a la desesperanza.
“En ese vínculo religioso se desarrolla el temple de la esperanza, que implica coraje,
fortaleza, paciencia y paz. Entre las sombras del presente y el mañana que ilumina la esperanza
se instala el "todavía no", que diseña el espacio de la espera. Es una orientación prospectiva de
vida, fundante de un nuevo futuro, que emerge del campo de lo posible y lo nuevo abierto por la
fe. Se centra precisamente en la confianza de la espera en Dios, sin que esto inhiba el esfuerzo
personal. Surge del entramado vital y dramático de la vida cotidiana, cuando la tentación al
abatimiento y la melancolía nos invade, para despertar la conciencia de lo divino y nuestro
destino glorioso, en un acto de ejercicio de libertad, que proporciona fortaleza moral, un espíritu
de desafío y afrontamiento, diseñando un sentido productivo de vida, movido por el amor”
(Pereyra, 1997, 119).

ANTECEDENTES DEL MODELO PROPUESTO. La síntesis precedente de cosmovisión bíblica


acentúa ciertas dimensiones en desmedro de otras, que a nuestro criterio compatibilizan mejor
con la Psicología a diferencia de otras lístas que presenta la literatura sobre el tema que suelen
tener otros énfasis. Por ejemplo, el documento de la Conferencia General del año 1977,
especifica cinco principios básicos (ver cap.10): 1) Relativismo–Absolutismo, reconoce a Dios
como Creador y a los seres humanos como criaturas; 2) La mente y la persona en su totalidad, el
hombre es una unidad integrada e interdependiente; 3) Libertad, la capacidad de escoger, decidir,
equivocarse y ser responsable; 4) Sexualidad, base de la familia, la sociedad y fuente de la
felicidad, que debiera estar en armonía con los principios del amor cristiano; y 5) Naturaleza
humana, afectada por el pecado pero redimible por la gracia de Dios, en Jesucristo.
Por su parte, Miller (2005), identificó ocho principios claves, algunos de los cuales
coinciden con los nuestros. Ellos son: (1) La realidad del Espíritu. Hay una "dimensión
espiritual invisible de la realidad a la cual los seres humanos estamos significativamente
relacionada" (Ídem, 16). La esencia de esa dimensión espiritual es Dios como creador de la
humanidad; (2) El hombre no es Dios. Los humanos no son la fuente última de la moralidad. Hay

186
una ley natural, un estándar absoluto del bien y del mal, como de valores que se aplican a la
humanidad. (3) Pecado. Los seres humanos a menudo no cumplen las normas absolutas; esto se
describe en la Biblia como "pecado". Implica la posibilidad de actuar tanto bien como mal. (4)
Agencia. El ser humano tiene la capacidad de elección y de actuar intencionalmente, lo cual
conlleva una gran responsabilidad. El libre albedrío es complejo ya que hay muchos factores que
influyen pero no está determinado totalmente. (5) Salud Espiritual. La salud espiritual no es
automática, puede ser promovida por la oración, el ayuno, la meditación, el servicio y estudio de
las escrituras. (6) La responsabilidad de la relación. Somos seres responsables de nosotros
mismos y de los demás, debiendo trabajar por la salud espiritual personal, la justicia social y el
desarrollo de una comunidad saludable. (7) Esperanza. "Las personas existen en relación a lo
que es más grande, que trasciende la existencia material, que constituye una fuente de
orientación, consuelo, esperanza y ayuda" (Ídem, 18). (8) Transformación. Los seres humanos
son capaces de alcanzar cambios radicales. Es posible experimentar una transformación personal,
a pesar de que ciertas limitaciones y obstáculos parecen insuperables.
Asimismo, Carlos Fayard (2006), encontró significativas nueve dimensiones de la
cosmovisión bíblica que pueden aplicarse a la Psicología, en base a su trabajo clínico y herencia
espiritual adventista, aclarando que no fue exhaustivo y completo. Los puntos son: 1)
Espiritualidad como un componente esencial del Ser: la Biblia entiende al ser humano como
preformado para comunicarse con la divinidad, siendo creados para adorar o estar en contacto
con Dios; 2) concepto holístico de la personalidad: el ser humano es visto como una unidad
indivisible, de carácter multidimensional, en reciprocidad dinámica; 3) La motivación intrínseca
relacional: se refiere al carácter interrelacional del ser humano y su influencia en la salud mental
y física; 4) El amor como un organizador de la experiencia psicológica: Las Sagradas Escrituras
enseñan que “Dios es amor”, es decir, que la esencia de la divinidad es amor. Por lo tanto,
cualquier experiencia humana sin amor es hueca o insignificante (1 Corintios 13). Así, pues, el
amor es el principio organizador de la actividad divina y también del comportamiento humano;
5) Valores e “Imago Dei”: La cosmovisión bíblica presenta un orden moral que refleja en el ser
humano la imagen de Dios. Los 10 Mandamientos son la revelación de los valores
interpersonales y de organización social. Además, Galatas 5:22-25 describe las virtudes del
cristianismo. Los terapeutas cristianos debieran permanecer fieles a los valores del paciente y,
“al mismo tiempo, afirmar los valores que son congruentes con los frutos del Espíritu” (Ídem,
11); 6) Agencia: se refiere a la capacidad de elección y decisión, además de las funciones
cognitivas de autorregulación, autocontrol, autodeterminación, auto dirección, auto
gerenciamiento y madurez; 7) conflicto interior: San Pablo expresó en forma dramática y con
honda intensidad, las peripecias del alma atormentada por el conflicto interior, al declarar: “No
entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… Yo sé que en mí,
es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy
capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Romanos
7:15, 18-19); 8) temporalidad o conciencia del tiempo: citando a Eclesiastés 3, se refiere al valor

187
de la esperanza y la importancia del día de reposo, el sábado, como día dedicado al descanso, la
oración y la meditación; 9) Transformación: presenta la “invitación” de San Pablo, en Romanos
12:2 a ser “transformados mediante la renovación de su mente”, citando estudios sobre personas
convertidos que experimentaron un cambio “dramático” que fueron estables, con el correr del
tiempo, demostrando que la transformación es posible y deseable.
Los tres modelos precedentes tienen importantes afinidades con los ejes directrices que
distinguimos de la cosmovisión, como es el reconocimiento de la presencia activa de Dios en la
vida humana o lo “Absoluto”, la “realidad del Espíritu” o la “Espiritualidad como componente
esencial del Ser”, según consignan los diferentes modelos. Otros aspectos reconocido por los
diferentes autores son la libertad, “agencia” o augestión (como le llamamos nosotros), la idea de
conflicto cósmico o “conflicto interior”, la “transformación” o la posibilidad del cambio y la
importancia de la “esperanza”. Quizás esas dimensiones podrían caracterizar mejor la percepción
cristiana de la cosmovisión, ya que son las que reúnen coincidencias entre diferentes
proposiciones.

188
CAPÍTULO 12

APLICACIONES DE LA PSICOLOGÍA BÍBLICA

1. TEORÍAS, MODELOS, ESTRATEGIAS Y MÉTODOS


“en cuanto objeto de la teoría psicológica, se refiere a la naturaleza del espíritu y de las
ideas, a su origen y al influjo que en ellas ejercen los objetos y la palabra.”
DR. A. AMOR RUIBAL (2005, 324)

Desde el año 1989 venimos trabajando en la elaboración de una psicología de inspiración


cristiana. En ese año nos sentimos confrontado con las preguntas que Jesucristo formuló a sus
discípulos en Cesarea de Filipo (Mateo 16:13-17), que hicimos nuestras al aplicarlas a la
Psicología (ver Introducción). A partir de ese momento me sentí desafiado y confrontado con el
problema de trabajar en una psicología que reproduzca e identifique la revelación de Dios,
constituyéndose un nuevo escenario en mi vida que demandó permanente reflexión y trabajo, al
instalarse como misión y destino, que removió los plácidos cimientos sobre los que se asentaba
mi existencia hasta ese momento. “¿Qué dices tú?”, fue la pregunta punzante, una interpelación
personal permanente, que motivó una nueva lectura de las Sagradas Escrituras con una aguda
mirada psicológica, buscando las respuestas a las problemáticas de la psicología. Fue entonces
cuando pude comprobar la certeza de aquella declaración de Elena de White, que asegura:
“Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente.
Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus
mandatos son habilitaciones” (1944, 303). Así, pues, durante más de 20 años de trabajo en la
elaboración de una psicología cristiana, por la gracia de Dios, hemos dictado centenares de
conferencias, talleres y seminarios, publicado 20 libros, además de 76 artículos científicos, 323
artículos de divulgación y otras publicaciones académicas. De todo ese material aquí estamos
haciendo una síntesis de lo que consideramos más relevante.
A la hora de aplicar la cosmovisión bíblica a la psicología podemos distinguir diferentes
niveles de aplicación, en grados de menor a mayor conceptualización o abstracción, que incluiría
cuestiones prácticas, como las técnicas de intervención terapéuticas en el campo de la psicología
clínica hasta teorías de algún campo o rama de la psicología. Así, pues, tendríamos aplicaciones
bíblicas que podrían corresponder a estrategias generales y específicas como métodos o técnicas
determinadas, además de cuestiones de otros niveles, como serían los modelos y teorías
psicológicas específicas.
Las estrategias y técnicas son acciones concretas que realiza el terapeuta o el psicólogo a la
hora de intervenir en el campo de su especialidad (v.gr., psicología laboral o industrial, jurídica o

189
forense, etc.). Las estrategias configuran diseños operativos, trata de la dirección que se le
imprime a una serie de actividades a fin de alcanzar el objetivo deseado. Las técnicas son esos
procedimientos concretos o las medidas que se adoptan en un momento determinado para
alcanzar el fin deseado. Las técnicas deben ajustarse a la estrategia, de acuerdo con las pautas
establecidas por el modelo. Hay una vasta gama de técnicas posibles. La mejor es la más
efectiva. Son diferentes de los modelos que constituyen programas operativos que organizan la
acción de acuerdo con una secuencia determinada. Constituyen un conjunto de ideas organizadas
de acuerdo con un plan determinado, estableciendo una serie de criterios teórico-prácticos que
ordenan los pasos a dar, haciéndolos más efectivos y optimizando los recursos. Reflexionando
sobre la importancia que tienen los modelos, ha dicho McAllister (1983), que es necesario
desarrollar modelos teórico-prácticos para la comprensión de los procesos y el tratamiento de las
relaciones humanas fracturadas por diversas situaciones desdichadas. Precisamente por esa
razón, proponemos un modelo para trabajar en la restauración de los vínculos dañados buscando
la reconciliación. Por otra parte, una “teoría” puede definirse como un conjunto de proposiciones
ordenadas deductivamente o bien como una familia de modelos. Algunos autores ubican en un
grado más general, el “marco teórico” o las “metateorías” que son una selección de partes de una
o de varias teorías con el fin de aplicarlas a una pregunta, hipótesis o prueba particulares.
En la síntesis de psicología cristiana que proponemos seguidamente presentamos cuatro
trabajos de diferentes niveles de abstracción y aplicación, en primer lugar, exponemos un
tratamiento específico, un caso de depresión que aparece en el primer libro de los Reyes, que
presenta información sobre el diagnóstico y el abordaje terapéutico que se realiza, con resultados
altamente exitoso. El segundo estudio es un modelo de cómo resolver una conflictiva humana,
que produjo la discordia entre un padre y su hijo, describiéndose con detalles el proceso de
resolución, de forma tal que podría formalizarse como un modelo de resolución de conflictivos,
con sus respectivas etapas o fases hasta llegar a la dichosa reconciliación. En el tercer
planteamiento, a partir del análisis de un caso concreto, la historia de un personaje bíblico
excepcional y un tanto extravagante, el juez Sansón, desarrollamos las características distintivas
de la teoría bíblica implícita referente a la psicología de la personalidad. Finalmente,
presentamos una suerte de marco teórico bíblico sobre la esperanza, que puede postularse como
una metateoría capaz de integrar diferentes teorías, por ejemplo, en la elaboración de las
estrategias terapéuticas, además de coordinar todas las operaciones del tratamiento clínico y de
otras áreas de la psicología, definiendo técnicas específricas de intervención, como
ejemplificamos en un caso concreto del texto bíblico.

2. EL TRATAMIENTO BIBLICO DE LA DEPRESIÓN


“Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros…”
Santiago 5:17

190
Un relato del Antiguo Testamento narra la experiencia de abatimiento y postración en que
cayó el profeta Elías después de una extenuante jornada vivida en el Monte Carmelo, cuando
tuvo que enfrentar solo a varios centenares de enemigos religiosos que estaban conspirando para
imponer sus creencias fenicias y manejar políticamente el gobierno de Israel. El texto de 1 Reyes
19:3-18 lo describe en los siguientes términos:
“Elías se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba en Judá, dejó a su
criado allí. Y él se fue por el desierto un día de camino. Al llegar, se sentó debajo de un
enebro, y deseando morirse, dijo: ‘Basta ya, oh Eterno, quita mi vida, que no soy mejor
que mis padres’. Se echó debajo del enebro y se quedó dormido. Pero un ángel lo tocó, y le
dijo: ‘¡Levántate, come!’ Elías miró y vio a su cabecera un pan cocido sobre las ascuas y
un vaso de agua. Comió, bebió y se volvió a dormir. Por segunda vez el ángel del Eterno lo
tocó, y le dijo: ‘¡Levántate, come!, porque un largo camino te resta’. Entonces Elías se
levantó, comió y bebió. Y con la fortaleza de aquella comida caminó cuarenta días y
cuarenta noches, hasta Horeb, el monte de Dios. Allí entró en una cueva, donde pasó la
noche. Y el Eterno vino a él, y le dijo: ‘¿Qué haces aquí, Elías?’ El respondió: ‘Sentí un
vivo celo por el Eterno, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han dejado tu pacto, han
derribado tus altares, y han matado a tus profetas. Sólo yo he quedado, y me buscan para
quitarme la vida’. El Eterno le dijo: ‘Sal fuera, y ponte en el monte ante mí’. En eso, el
Eterno pasaba, y un grande y poderoso viento rompía los montes y quebraba las peñas
delante del Eterno. Pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto.
Pero el Eterno no estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego. Pero el Eterno
no estaba en el fuego. Y tras el fuego, un silbo apacible y suave. Cuando Elías lo oyó,
cubrió su rostro con su manto. Salió y se paró a la entrada de la cueva. Y llegó a él una
voz que dijo: ‘¿Qué haces aquí, Elías?’ El respondió: ‘Sentí un vivo celo por el Eterno,
Dios Todopoderoso. Porque los israelitas han dejado tu alianza, han derribado tus altares
y han muerto a cuchillo a tus profetas. Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la
vida’. El Eterno le dijo: ‘Vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco. Cuando
llegues unge a Hazael por rey de Siria. Unge a Jehú hijo de Nimsi, por rey sobre Israel. Y
a Eliseo hijo de Safat, de Abel Meula, ungirás para que sea profeta en tu lugar. El que
escape de la espada de Hazael, Jehú lo matará. Y el que escape de Jehú, Eliseo lo matará.
Y yo conservaré en Israel siete mil hombres, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, ni
sus bocas lo besaron’.”

La narración de la depresión de Elías es clara, precisa y concisa, aunque muy expresiva a la


hora de describir la experiencia del profeta. Hay un registro muy definido de la sintomatología
del cuadro que cursó. Para una mejor presentación, vamos a enumerar sus rasgos distintivos:
1. Estado de ánimo triste. Se observa en su actitud, y especialmente en sus palabras de
hastío, cansancio y deseos de morir.

191
2. Disminución evidente del interés o la capacidad de desarrollar actividades. Dejó a su
ayudante y se fue al desierto evitando compromisos y responsabilidades.
3. Hipersomnio. Se acostó debajo del árbol y durmió hasta que el ángel lo despertó para
comer, volviéndose a dormir.
4. Sentimiento de inutilidad o autorreproche. Lo expresa cuando declara: “No soy mejor
que mis padres” y posteriormente cuando protesta por las persecuciones.
5. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse o tomar decisiones. Parece
estar padeciendo cierta inhibición del pensamiento al hablar tan poco y repetir las mismas
palabras cuando Dios le pregunta qué estaba haciendo en la cueva.
6. Pensamientos recurrentes de muerte o temor a la muerte. Huye porque teme la
persecución de Jezabel, quiere morir e insiste en la idea de muerte en la cueva.
7. Pérdida de autoestima. Elías era un hombre vigoroso y osado. Enfrentó al rey y a los
450 profetas de Baal y Astarté. Si ahora huía y se escondía en una cueva, era porque se sentía
incapaz e impotente.
8. Fatiga o pérdida de energía. Se evidencia en sus ansias de descanso y en las fuerzas
que obtuvo al comer.
De los diez síntomas que presenta el manual de Criterios Diagnósticos de Investigación, en
su versión décima, el CIE-10, de la Organización Mundial de la Salud, en el cuadro de Elías
aparecen los ocho mencionados. El CIE-10 clasifica las depresiones como “leve” cuando hay un
mínimo de 4 de los 10 síntomas. Se define como “moderada”, cuando hay 6 de los 10 síntomas y
se considera una depresión de nivel grave cuando hay 8 o más indicadores. En consecuencia,
podemos diagnosticar la alteración del ánimo de Elías como “grave”. Los otros dos síntomas del
CIE-10 son pérdida de peso y agitación o enlentecimiento. Es probable que estos síntomas
también hayan estado presentes, pero no tenemos registro directo de los mismos, por eso no los
incluimos.
Además de los indicadores del CIE-10, otras características que se observan en el relato,
que también son compatibles con la depresión, aunque no aparezcan como indicadores
diagnósticos, son las siguientes:
1. Retracción social. Aislamiento, movimiento de alejamiento de la gente yendo al
desierto, y enclaustramiento en sí mismo.
2. Vivencia de la cueva o de estar en un pozo.
3. Ideas de ser el único que padece el mal. Aparecen en el discurso que trasmite Elías
cuando está en la cueva, donde dice ser objeto privilegiado del complot organizado por Jezabel
para matarlo, considerando que es el único que ha quedado con vida. Es la idea de sufrir de
alguna maledicencia o injusticia especial que se abate sobre el paciente.

192
4. Pensamientos obsesivos. “Las obsesiones se definen como ideas, pensamientos,
impulsos o imágenes de carácter persistentes que el individuo considera intrusas e inapropiadas y
que provocan una ansiedad o malestar significativos” (DSM-IV, 428). Se aprecia en la
recurrencia de las ideas de los versículos 10 y 14. Aunque este síntoma es característico de los
estados de ansiedad, también suelen apreciarse en las depresiones.
¿Cómo este hombre tan vigoroso, de personalidad avasallante y fuerte, sucumbió en la
depresión? ¿Acaso las personas religiosas, que tienen una relación intensa con Dios, pueden
deprimirse? Es evidente que la depresión de Elías no se debió a la falta de fe o de un castigo
divino. En todo momento aparece en estrecha relación con el Ser Divino. Tampoco Dios lo
censura o lo reprocha por estar deprimido, al contrario, lo asiste, ayuda y acompaña para superar
el difícil trance, como un terapeuta comprensivo y eficiente. Entonces, ¿por qué se deprimió
Elías? Probablmente se deprimió por un desgaste excesivo de energías, un cuadro de ansiedad
generalizada que lo llevó al agotamiento y sucumbir en un estado depresivo mayor. Se debió al
cansancio y la fatiga acumulada, especialmente durante la jornada agobiante y desgastante que
vivió en el Monte Carmelo (ver 1 Reyes 18:20-46).

EL TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN. ¿Cuáles fueron las intervenciones terapéuticas


para que Elías se recuperara? El relato describe una serie de acciones específicas orientadas a la
asistencia del profeta, en un tratamiento que duró alrededor de un mes y medio, que concluyó
con total éxito. Podemos enumerarlas de la siguiente manera:

1. Dietoterapia. Describe el relato que un ángel le preparó la comida. Parece una dieta
sencilla y sana, ya que menciona, por lo menos una vez, pan cocinado al fuego y agua. La dieta
juega un rol importante en el tratamiento de la depresión.
2. Terapia del sueño: Se hace descansar al paciente, permitiendo que duerma y recupere
las energías consumidas.
3. Actividad física: Este es otro componente importante en el tratamiento. Dios le
prescribe una actividad aeróbica, de caminatas durante cuarenta días, sin otras exigencias.
4. Psicoterapia: Es la terapia a través de la palabra o de la comunicación, cuando el
terapeuta divino trata la depresión de Elías utilizando diferentes procedimientos técnicos:
a) Pregunta reflexiva. La primera intervención fue una pregunta repetida en dos
ocasiones: “¿Qué haces aquí, Elías?” Se trata de un “procedimiento que consiste en activar
intencionalmente las reflexiones” (Ochoa, 1995, 97). Hay diferentes tipos de preguntas
reflexivas. Aquí se trata de una que convierte al interrogador en observador de sí mismo
(Ídem, 100-101). La finalidad es crear un nuevo contexto donde la persona pueda examinar
la situación que experimenta y descubrir nuevas conductas, percepciones y eventos que no
había percibido antes. En otros términos, en esa intervención Dios está sugiriendo varios
mensajes, cuestionando sus temores y exhortándolo a cumplir sus funciones, compromisos

193
y misión de vida. Es cómo decirle: “Éste no es tu lugar”, “estas aquí sin hacer nada, cuando
tienes mucho que realizar”.
b) Prescripciones conductuales. Dios le ordena, “Sal fuera”. Esta directiva tiene un
alcance que va más allá de salir de la cueva, también es un llamado a abandonar esa actitud
timorata y evasiva para asumir sus responsabilidades. Posteriormente le da otra orden:
“Vuélvete por tu camino”, que es como decir, “retoma tu camino”, “deja el extravío y
recupera tu misión”.
c) Lenguaje metafórico. El relato informa que luego Dios empleó un método de
comunicación basado en tres fenómenos naturales poderosos y destructivos: huracán,
terremoto, fuego y un cuarto, de una naturaleza muy distinta, ya que era suave y delicado,
un “silbo apacible”. ¿Qué mensaje quiere trasmitirle? Elena de White lo interpreta así:
“Deseaba enseñar a Elías que no es siempre la obra que se realiza con la mayor
demostración la que tiene más éxito para cumplir su propósito” (White, 1957, 124).
Parecería como si los tres potentes eventos naturales representaran sendas etapas de su
historia, y que ahora Dios le augurara una etapa más tranquila o “apacible”. El mensaje
sería: “No te asustes, lo peor ya pasó, lo que viene es mejor. Confía en mí”.
d) Terapia del sentido: Dios le da nuevas directivas a cumplir. Construye nuevos
horizontes de vida. Hasta ese momento Elías había realizado una tarea revolucionaria, de
lucha contra el dominio extranjero, con importantes repercusiones sociales y políticas.
Ahora debía convertirse en líder espiritual y conductor. Debía reconstruir el sistema
educativo y reparar los valores quebrantados. Había que restaurar los centros educativos y
formar nuevos maestros. Elías reorganizó las escuelas devastadas, erigiendo tres centros de
educación en lugares estratégicos de Israel, Gilgal, Bet-el y Jericó (2CBA, 848). A partir
de entonces, empezó la etapa del “silbo apacible”, irradiando las enseñanzas afables del
aula en lugar de ser la voz clamando en el desierto o lanzando los gritos atronadores del
Monte Carmelo, reprendiendo el pecado y rechazando la marea del mal.

HACIA UN DESTINO GLORIOSO. La historia posterior de Elías descubre que superó


totalmente la depresión sin producir recaídas, consumando un tratamiento exitoso. No sólo
recuperó la normalidad sino que el futuro fue excepcional, de un carácter tan portentoso que
resulta inigualable. Su depresión podría interpretarse como un estado de quiebre de su
experiencia pasada, donde la adversidad lo llevó a reencontrar un nuevo camino, una ruptura que
fundó la estética de lo nuevo. Precisamente, la información bíblica registra algunas escenas que
lo tuvieron como protagonista, como fueron ciertos asuntos de estado que exigieron su
intervención, teniendo que administrar justicia en el caso del abominable crimen de Nabot (1
Reyes 21:17-29) e impedir la influencia del culto idolátrico a Baalzebub que pretendía imponer
el rey Ocozías (2 Reyes 1). Pero, la mayor parte del tiempo postdepresión, Elías lo transitó en
otros escenarios, en los campus de los colegios desarrollando un magisterio inspirado e

194
inspirador. En dos lugares donde habían florecido la idolatría, Gilgal y Bet-el, erigió sendas
instituciones educativas, además de otra escuela levantada en la estratégica ciudad de Jericó.
Elías fue el rector de esas instituciones. El mensaje que antes proclamaba para que el pueblo
cambiara y mantuviera su lealtad incondicional a Dios ahora se pronunciaba en las aulas y desde
allí se multiplicaba por medio de centenares de portavoces al resto de la comunidad. “Como
resultado de esos esfuerzos fervientes y unidos, se pusieron en acción poderosas influencias para
el bien, que refrenaron firmemente la idolatría”, declara al respecto el Comentario bíblico
adventista (1980, t2, 848).
Cuando su ministerio estaba por culminar, realizó la última gira por los colegios (2 Reyes
2), dictando sus clases finales y presentando a su sucesor, el profeta Eliseo. De esa manera,
reafirmó la reforma educativa que había iniciado y le dio continuidad. Finalmente, Dios
recompensó a este singular personaje de una forma milagrosa, siendo llevado “al cielo en un
torbellino” (2 Reyes 2:11, BJ), fue arrebatado por Dios en una visión ígnea, trasladado a la
inmortalidad sin ver la muerte. Es una curiosa y sugestiva paradoja, quien en momentos de
desánimo había suplicado morir, al superar la depresión, se le concedió el privilegio
extraordinario y único de no experimentar la corrupción fatal, constituyendo una excepción casi
única en la historia humana.
Este prócer bíblico, figura emblemática de la historia sagrada, era un hombre sujeto a las
mismas pasiones y emociones que cualquiera de nosotros, dice Santiago 5:17, sin embargo,
ocupó y ocupa un sitio trascendental. Actualmente, en algún lugar de los espacios infinitos del
universo, Elías goza de la bienaventuranza eterna, como primicia de aquellos que serán
trasladados sin ver la muerte. Desde más allá de las estrellas sus obras y mensajes continúan. A
pesar de los siglos y milenios transcurridos, continúa vigente el ejemplo de su vida, la pasión por
el servicio, la voluntad por afirmar las convicciones y retornar a ellas cuando se han perdido, por
proclamar lealtad a Dios. Nadie lo recuerda por haber sufrido de estrés, padecer una crisis y
sucumbir en la depresión, sin embargo, hay que pensar que ese momento coyuntural de su
existencia marcó un hito trascendente. Lo recordamos como una figura benemérita del pasado y
como un signo del porvenir (Malaquías 4:5-6). De alguna forma, el registro sobresaliente de su
voz será reproducida poderosamente en el futuro. Elías es un camino de entrada a la eternidad
para imitar, aunque sea necesario atravesar derroteros críticos y oscuros para llegar a la luz
esplendorosa de la gloria inmarcesible.

DEPRESIÓN Y COSMOVISIÓN. ¿Cómo operan los variables de la cosmovisión enunciada en


el capítulo anterior en el caso de la depresión y tratamiento de Elías? Es relevante señalar que
todas las dimensiones de la cosmovisión están presentes en el texto de 1 Reyes 19, asumiendo
expresiones que son específicamente afines a las funciones y roles psicológicos, de acuerdo al
siguiente análisis:

195
(1) LA PRESENCIA ACTIVA Y EFECTIVA DEL SER DIVINO. Dios interviene a lo largo de toda la
experiencia de crisis del profeta, administrando los recursos del tratamiento, enviando el ángel para
alimentarlo y actuando personalmente en ocasión de enclaustrarse en la cueva.
(2) LA RELIGIOSIDAD HUMANA O LA INTERRELACIÓN CON EL SER DIVINO. El rol que ocupa el
Ser Divino en los textos estudiados es el rol de terapeuta o de psicólogo clínico, ubicando al
protagonista humano en el rol de paciente. Dios dispone el tratamiento y realiza la psicoterapia en
forma personal, haciendo intervenciones efectivas que conducen a la recuperación del paciente,
abriéndole nuevos horizontes de vida que le concedió un porvenir extraordinario.
(3) EL CONFLICTO. La depresión de Elías acontece en un contexto de conflicto ideológico, social
y político muy intenso y de amplias proyecciones para toda la nación. La figura de la reina perversa
Jezabel personifica el mal, que finalmente quebranta la moral y las fuerzas anímicas del profeta,
haciéndolo desfallecer y hundirse en la depresión. Allí el conflicto se traslata al ámbito
intrapsíquico, donde el mal parece triunfar a través de las ideas suicidas de Elías. El tratamiento y la
recuperación del profeta representa el éxito del bien, que va a dominar durante el resto de la
existencia terrena de Elías.
(4) EL SABER PSICOLÓGICO PROVIENE DE DIOS. En el texto de 1 Reyes 19 no sólo el saber
psicológico proviene de Dios, también su empleo o el ejercicio del mismo. El Señor es la fuente del
saber y el operario de los conocimientos de la psicología humana, utilizándolos con fines sanitarios.
(5) AUTOGESTIÓN. Si bien Elías, en el rol de paciente, asume un comportamiento un tanto
pasivo, adoptó una actitud colaborativa, que es muy importante para alcanzar buenos resultados en
los tratamientos psicológicos. Podía haberse resistido, por ejemplo, negándose a caminar tanto,
como suelen hacer muchos depresivos, sin embargo, puso su voluntad al servicio de la cura.
También se revela la autogestión, en la etiología del cuadro, ya que llegó a ese estado de
agotamiento por exceso de “celo”, como el mismo Elías lo reconoce en dos ocasiones (1 Reyes
19:10,14).
(6) TRANSFORMACIÓN. Todo este episodio de la vida de Elías deviene en cambios, en un salir
de la cueva para ascender a nuevos niveles de vida, desprendiéndose de ligaduras anímicas y
mentales, para ser convocado a desarrollar potencialidades para asumir una nueva aventura
existencial, de mayor proyección social y religiosa. Es un relato donde se opera una
transformación terapéutica que trasmuta a un paciente timorato en un ser dotado de vigor y
coraje, que finalmente llega a producir la milagrosa metamorfosis de la inmortalidad.
(7) ESPERANZA. La idea de esperanza aparece aquí bajo la fórmula: “lo mejor está por venir”,
“en el porvenir está el pináculo de la vida, lo más glorioso”. El huracán, el terremoto y las pruebas
del fuego quedaron atrás, lo que me espera en el futuro es “el susurro de una brisa apacible” (1
Reyes 19:12; NVI), una etapa deliciosa y placentera. En síntesis, la depresión es la enfermedad de
la desesperanza, por lo tanto, su tratamiento es la terapia de la esperanza.

196
3. UN MODELO PARA ABORDAR LA RECONCILIACIÓN

Si alguien te acusa de haberle hecho algo malo,
arregla el problema con esa persona antes de que te entregue al juez.
Si no, el juez le ordenará a un policía que te lleve a la cárcel.”
Jesucristo (Mateo 5:25; TLA)

Proponemos un modelo de abordaje psicológico para tratar los conflictos interpersonales y


alcanzar la reconciliación basado en la parábola del evangelio conocida como el "hijo pródigo",
que registra el Evangelio de Lucas 15:11-24. La famosa figura literaria, desarrollada por la
maestría didáctica de Jesucristo, es una ilustración ejemplar de los conflictos interpersonales de
todos los tiempos, particularmente en el campo de las relaciones familiares. Ella presenta con
lucidez y precisión, e incluso con dramatismo conmovedor, las distintas fases del proceso que
transcurre entre el doloroso momento de la separación y el feliz reencuentro final. Consideramos
que esta brillante ilustración pueda ser utilizada como ejemplo paradigmático o modelo del
tratamiento orientado hacia la reconciliación. El relato describe así los acontecimientos:
"Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: ̒Padre, dame la parte de los
bienes que me correspondeʼ; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo
todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes
viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en
aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de
aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para apacentar cerdos. Y deseaba llenar su
vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo:
ʻ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornalerosʼ. Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a
misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: ʻPadre, he
pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijoʼ. Pero el padre
dijo a sus siervos: ʻSacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y
calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es halladoʼ. Y
comenzaron a regocijarse".
Analizando el relato en detalle, de acuerdo con el esquema propuesto por Thompson (1991,
1545), podemos ubicar la presencia de cinco momentos claves o decisivos en el proceso que
transcurre entre el surgimiento de la controversia y su feliz culminación. Estas instancias básicas
pueden ser formuladas en los siguientes términos (ver Figura 2):
1) Etapa previa, de procesamiento larvado del conflicto.
2) Discordia; cuando estalla el conflicto y se produce la separación.

197
3) Insight; es el momento cuando despierta la conciencia conciliatoria, el conflicto se
apacigua y se abre la posibilidad de restaurar la relación.
4) Deliberación; análisis de las posibilidades de acción, que antecede la decisión
reconciliadora.
5) Reencuentro; describe los pasos que conducen hasta el momento de la reparación de la
relación dañada.
La primera etapa no aparece de forma explícita en el relato; es cuando se avanza de la zona de la
paz a la esfera del conflicto, cuando las diferencias se intensifican y la confrontación gana
espacio, hasta que estalla el conflicto y la discordia irrumpe. Esa es la segunda etapa, el
momento cuando se quiebra el vínculo y emerge la ira, erigiendo los muros de la separación. La
tercera fase, que llamamos “insight” (iluminación, darse cuenta, penetración, “hacer consciente
lo inconsciente”), ocurre cuando se aplaca el enojo y las realidades de la vida despiertan la
conciencia conciliadora. En la parábola, se describe este momento como un declive en la
experiencia del hijo, una especie de caída libre, ya que “desperdició sus bienes”, vivió
“perdidamente”, “todo lo malgastó”, sufrió “hambre”, desempleo, hasta caer en lo más bajo que
un judío podía imaginarse, apacentar cerdos. Al “tocar fondo”, dice el relato “que volviendo en
sí”, se acordó de su padre y apareció el deseo reparador. Luego entra en una fase de encrucijada
y “deliberación”, que la economía del relato lo presenta brevemente, pero que en las experiencias
de controversia no es fácil resolver. Frecuentemente, en este momento, se movilizan múltiples
emociones que dificultan la toma de decisión, como el resentimiento, la vergüenza, la culpa,
impulsos de venganza, negación o represión que batallan con la disposición perdonadora y de
restauración; es cuando el olvido acecha y las emociones imperan dificultando la iniciativa de
dar los pasos hacia el otro. Por último, en el proceso de la reconciliación que avanza
exitosamente, se da una serie de pasos que reconducen hacia el otro. En la historia del Evangelio,
el joven concibe la idea del retorno, manifiesta arrepentimiento por su comportamiento ofensivo
hacia su padre, planifica la confesión, decide volver, agregando el relato que se levantó y fue.
Esta es otra instancia clave, ya que muchos tienen los buenos propósitos de arreglar las
relaciones alteradas, sin embargo, postergan indefinidamente el reencuentro que nunca llega a
realizarse, por falta de acción. No es fácil saldar las cuentas del pasado y tomar esa experiencia
de construir un futuro mejor.

198
Figura 2
Un modelo ejemplar de reconciliación (Pereyra, 2009, 74-76)

MODELO DEL “HIJO PRÓDIGO”

SALUD

5
2. DISCORDIA
5. REENCUENTRO
2
2
1
2
1. ETAPA PREVIA

3 4 4. DELIBERACIÓN

3. INSIGHT

ENFERMEDAD

La comprensión y definición de cada una de estas etapas son de gran ayuda para guiar el
quehacer terapéutico y administrar correctamente las estrategias y técnicas específicas.
Analizaremos cada una de ellas dando las indicaciones para actuar en cada una de ellas.

1) ETAPA PREVIA. Es el período previo al estallido de la crisis, cuando se va procesando


el conflicto. Durante esta etapa se va larvando el antagonismo, acumulando las escenas de
enfrentamiento y malestar, tejiéndose la trama de la discordia, sucediéndose agresiones y/o

199
discusiones, que van deteriorando la relación hasta precipitarla en la ruptura. Es un proceso de
desgaste, de erosión de la confianza, de pérdida de la tolerancia, de incremento del enojo, que
deja flotando en el ambiente la amenaza de la catástrofe. Finalmente el momento temido llega.
Se desencadena el cataclismo, la tempestad estalla y la discordia irrumpe para lanzar la relación
hacia el abismo de la separación y la enemistad. En el relato bíblico no se informa los sucesos de
esta etapa, pero es posible imaginarse que aquel hijo, en algún momento, concibió la idea de irse
de la casa, abandonar los trabajos rurales y emigrar a la ciudad. Fue acariciando el sueño, a
medida que se sentía más cansado, aburrido y aún hastiado de la rutina familiar, del esfuerzo
diario del trabajo en el campo, hasta que no soportó más y decidió enfrentar al padre e irse.
¿Qué se puede hacer en esta etapa? ¿Qué estrategias hay que utilizar en la fase previa al
estallido de la discordia para que la misma no ocurra? En la prevención de los conflictos es
importante escuchar atentamente los mensajes que presagian el advenimiento del cisma. Quizás
el vínculo con el padre, o la pareja, o la relación de amistad entraron en un proceso de desgaste.
Hay que evaluar la situación a tiempo y hacer los cambios correctores. Con ese propósito,
sugerimos cuatro medidas prácticas que pueden ayudar a revertir el proceso de la desavenencia
progresiva (ver Cuadro 4).
(1) OJETIVAR EL CONFLICTO. Es hacer aflorar el conflicto para que ambas partes se percaten
que no debe generar una enemistad creciente y dilucidar los motivos del malestar. Por ejemplo,
se puede decir: "parece que la relación está teniendo problemas, puede ser que las diferencias
estén pesando más que las coincidencias. Se puede discutir los desacuerdos teniendo cuidado que
no destruya la amistad". En la historia de la parábola, quizás el malestar fue callado por el hijo,
tensando y amargando su rostro, irritándose fácilmente con el padre, hasta que no pudo reprimir
más la oposición, exigiéndole al padre que le diera dinero para irse de la casa.
(2) NO ADMITIR EL BLOQUEO. Cuando una persona inicia el juego de no saludarnos o lo
notamos agresivo con nosotros, lo conveniente es ignorar esas conductas y seguir tratándolo
igual que antes. Esto es lo que llamamos no admitir el bloqueo. Inclusive si esta persona nos
perjudica a sabiendas, reaccionaremos con extrañeza y le diremos: “¿Porqué razón hiciste tal
cosa?”
(3) TRATO GENTIL. El trato gentil es aprovechar todas las circunstancias posibles para dejar
en claro las cualidades positivas de la persona en cuestión. Es aplicar aquel dicho: “al mal tiempo
buena cara”. La actitud simpática, el elogio sincero, las expresiones cariñosas y la disponibilidad
amistosa pueden romper el hielo y abrir nuevos espacios de diálogo que ayuden a restaurar la
relación.
(4) MEJORAR LA COMUNICACIÓN. Buscando aclarar las cosas o pidiendo ayuda a un amigo
confiable y capaz o a un profesional, se pueden solucionar las temas pendientes y reforzar la
relación. Los talleres o seminarios de enriquecimiento de pareja o de asesoramiento a padres,
pueden ser muy buenos para mejorar la comunicación, estimular la relación y alcanzar una
mayor compenetración. Puede ser valiosísima la ayuda del pastor o líder religioso u otras

200
personas experimentadas que formen parte de las amistades. Cuando esos recursos se han
extinguidos se puede recurrir a un psicólogo o profesional experto en relaciones humanas.

Cuadro 4
Estrategia y técnicas para la “etapa previa”
ESTRATEGIA BÁSICA
Impedir que el conflicto relacional progrese y produzca la ruptura de la relación.
Buscar resolver el conflicto.
INDICACIONES
Objetivar el conflicto Desarrollar un trato gentil
No admitir el bloqueo Mejorar la comunicación

2) LA DISCORDIA. Es la etapa cuando dominan las emociones "calientes" de los


contendientes, que se repelen mutuamente, muchas veces con fuerte hostilidad. Es cuando hay
que promover el insight para hacer posible reelaborar la relación en términos más favorables.
Estamos en el punto crítico, cuando estalla el conflicto y se manifiesta la desavenencia, muchas
veces con energías violentas y conductas descontroladas, quizás por mucho tiempo contenidas.
Es la hora de la discordia y el triunfo de la enemistad, el momento de choque de las voluntades,
cuando el enojo prevalece. Entonces se rompe el vínculo o, por lo menos, queda muy dañado, ya
que los procesos de disolución emergen protagonizando los episodios de separación y
distanciamiento. En el caso que narra la parábola, aunque no hay información, parecería que no
hubo violencia de hecho, probablemente el joven le informó al padre que no toleraba más la
convivencia hogareña, exigiéndole dinero en compensación por sus servicios. El padre
aparentemente no discutió, aceptando la dolorosa realidad. Hizo el reparto anticipado de la
herencia y le dio su parte. Entonces el joven se fue y la discordia se concretó.
¿Qué se busca en esta etapa? ¿Cuáles son las intervenciones más adecuadas? La estrategia
básica es neutralizando las emociones hostiles y crear la conciencia del cambio, como ocurrió
con el hijo de la parábola. Los casos más graves son aquellos donde hay mucho enojo u odio de
uno o de los dos desavenidos. En esas circunstancias está contraindicado reunirlos y la función
del reconciliador es superar el estadio del enojo, mitigando los ánimos y ayudando a disminuir
los montos de agresividad. Algunas técnicas útiles para alcanzar esos fines son la catarsis, el
apoyo, el aliento y la actividad física.
(1) CATARSIS. “Método de psicoterapia en el que el efecto terapéutico buscado consiste en una
"purga" (catarsis), una descarga adecuada de los afectos patógenos. La cura permite al sujeto
evocar e incluso revivir los acontecimientos traumáticos a los que se hallan ligados dichos
afectos y lograr la abreación de éstos” (Laplanche y Pontalis, 1981, 428). Por su intermedio se
busca incentivar el relato del o los episodios traumáticos que provocaron la crisis, facilitando la
expresión de los sentimientos.
(2) APOYO. Según Brammer y Shostrom (1961, 216), el apoyo puede ser entendido de tres
maneras diferentes. La primera "es la naturaleza de soporte de la propia relación", por medio de

201
la cordialidad y otras actitudes del terapeuta que brinden seguridad. La segunda, es la función
explícitamente tranquilizadora que realiza el consultor, buscando suprimir o suavizar las
presiones ambientales o internas. La tercera, es cuando el terapeuta asume la "mayor
responsabilidad en la dirección de la entrevista, llevando la carga mayor de expresión verbal y
toma de decisiones".
(3) ACTIVIDAD FÍSICA. Otro recurso para descargar la tensión y facilitar una disposición más
proclive al diálogo es sugerir la realización de actividades físicas exigentes o enérgicas ―por
ejemplo, trote, deportes competitivos, aparatos, cortar leña y otras por el estilo―, de acuerdo a
las condiciones sanitarias de la persona.
Cuando las emociones de antagonismo han cedido, es el momento de producir una
disposición favorable para restaurar el vínculo. Como en el caso de la parábola evangélica un
recurso útil es enfatizar los beneficios de la relación perdida para estimular su recuperación. Si
alguien fue el responsable único de la separación se facilita la reconciliación cuando logra
reconocerlo, procediéndose a explicar los medios de reparación de los daños y favorecer el
pedido del perdón.

Cuadro 5
Estrategias básicas para la etapa de la "discordia"
ESTRATEGIA BÁSICA
Neutralizar las emociones hostiles y crear la conciencia del cambio.
INDICACIONES
1. Evaluar el grado de malestar y el deterioro que presenta la relación.
2. Conviene trabajar con c/u por separado.
3. Cuando las emociones son muy fuertes, hacer un paréntesis para esperar que ceda el malestar.
4. Producir una disposición positiva a la negociación o a la reapertura de la comunicación.
CONTRAINDICACIONES
1. Juntar las partes cuando dominan fuertes sentimientos de antagonismo.
2. Reforzar la separación o exacerbar el enojo.
3. Hacer alianza con alguna de las partes o perder la neutralidad.

3) EL INSIGHT. La palabra inglesa insight ―etimológicamente "visión interior"―, es muy


usada en el vocabulario psicológico, para describir el fenómeno de iluminación intuitiva por el
cual una persona comprende repentinamente una situación determinada. Carl Rogers ha dicho
que el aprendizaje que constituye el insight consiste en ver nuevas relaciones de causa a efecto,
ganar un nuevo entendimiento del significado de las conductas sintomáticas, y entender los
patrones de la conducta propia. El término se usa en la práctica psicoanalítica, con sentido
técnico, para dar cuenta de los procesos de hacer consciente lo inconsciente. En la Terapia
Guestáltica la expresión homóloga es "darse cuenta" (awareness), la vivencia presente de la

202
realidad tal cual uno la percibe, con respecto al mundo exterior, a sí mismo o a la actividad
mental que estoy en este momento realizando (Stevens, 1976, 21-23). Por nuestra parte,
utilizamos el término, siguiendo la parábola evangélica, en el sentido del reconocimiento
presente con respecto a una relación dañada con alguien que en el pasado estuvo en un vínculo
muy estrecho. La declaración bíblica es: “volviendo en sí” (Luc.15:17). Describe el momento
cuando el protagonista, al llegar a una situación crítica, descubre las condiciones indignas de
vida en que se encuentra, siente la aspiración al cambio y se da cuenta que si restaurara la
relación con su padre, podría acceder a una posición superior. Hasta ese momento no había
considerado esa posibilidad. Otros intereses absorbieron su atención. Pero al malgastar sus
recursos y producirse una profunda depresión económica en la región, se vio obligado a realizar
una tarea degradante y despreciable para cualquier judío, apacentar cerdos, animales
considerados "inmundos” (ver Lev.11:7; Deut.14:8) en los tiempos bíblicos. De esta forma, el
relato ilustra la situación extrema a la que llegó el protagonista, el momento agudo de la crisis.
En esas circunstancias, es cuando se produjo el despertar de la conciencia del cambio.
Esta función de tomar conciencia de la realidad del yerro y asumir sus consecuencias es
indispensable para poder administrar los recursos que hagan posible la superación de la
discordia. ¿Qué técnicas pueden utilizarse a esos fines? Hay muchas. En el Cuadro 6 sugerimos
algunas, cuya explicación detallada puede leerse en nuestro libro “Reconciliación. Cómo reparar
los vínculos dañados” (2009, 98-107).

Cuadro 6
Estrategias y técnicas para promover el insight
ESTRATEGIA BÁSICA
Promover el insight de la discordia, neutralizar las resistencias y crear la conciencia del cambio.
TÉCNICAS
Desafío provocar una reacción positiva, retándolos al cambio
presentar dos opciones, donde una de ellas está tan descalificada que
Ilusión de alternativas
resulta evidente una única posibilidad, la reconciliación
Prescripciones del síntoma o de tipo paradojal
comportamientos simbólicos y ceremoniales destinados a canalizar la
Rituales
agresividad e incrementar la reflexión.
Crisis y desafío y estimulación de la crisis para que experimenten la necesidad
contraprovocación del cambio
esclarecimiento de los patrones y pautas de conducta que juegan en el
Chivo expiatorio
campo de las interrelaciones recíprocas

4) LA DELIBERACIÓN. En esta etapa la estrategia apunta a destrabar las conductas que


impidan llegar al reencuentro, usando las técnicas que contribuyan a superar el resentimiento (en
la víctima) o el remordimiento y la culpa (en el agresor). Como graficamos en la Figura 2, la
etapa previa a la discordia es una línea en ascenso, porque hay un proceso de malestar creciente
hasta desembocar en la crisis de la separación. Luego ubicamos una línea descendente, en razón

203
de la caída producida en la relación, que el relato bíblico acentúa como un deterioro progresivo
de la situación del hijo (“malgastó su hacienda viviendo perdidamente” vs.13), hasta que aparece
el insight. Luego continúa una línea recta para ilustrar la deliberación, donde el pródigo analizó
las alternativas, hasta decidir regresar a la casa del padre. Es una etapa de encrucijada, ya que
puede orientarse hacia la reconciliación, la forma positiva, hacia “arriba”, o puede rehusar el
reencuentro, haciendo sucumbir definitivamente la relación (línea descendente; ver figura 2). En
definitiva, la deliberación es decisiva, una disyuntiva entre la salud o la enfermedad
interrelacional, ya que al rechazar la reconciliación el protagonista se hubiera quedado en el
fango del chiquero, víctima de la culpa o del enojo, que suelen ser las emociones que obstruyen
el avance para enmendar la relación. ¿Por qué creemos que son la culpa y el resentimiento las
principales amenazas de la relación? ¿Cuáles son las estrategias y técnicas de esta etapa?
Volvamos al relato de la parábola. Cuando el hijo sentado en el barro del chiquero, con los
cerdos como testigos, dirigió una mirada retrospectiva para rescatar el recuerdo de su casa natal,
reflexionó: "¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre!" (Luc.15:17; DHH). Se hizo patente el contraste, agudo y dramático, entre el
presente y el pasado, especialmente entre la condición carenciada que padecía con la
"abundancia" de la casa paterna. Los padecimientos despertaron recuerdos y quizás la nostalgia
de distancias y pérdidas. Probablemente surgió en su mente diferentes inquietudes. Podríamos
imaginar sus cavilaciones en estos términos: "¿Qué hago? ¿Vuelvo? Después de lo que hice,
¿estoy en condiciones de volver? Perdí mis derechos de hijo, ya no soy digno de considerarme
tal". Allí está el punto coyuntural, la encrucijada que abre diferentes posibilidades. El camino a
la reconciliación pasa por aquí, pero no es el único camino que atraviesa ese momento. Hay otros
destinos posibles, las vías desdichadas de la culpa y el resentimiento.
La primera vía hubiera ocurrido si el joven continuara reflexionando de esta forma: "¡Qué
error terrible cometí! ¿Cómo pude haber hecho eso? Abandonar a mi padre, mi familia, mi casa.
¡Soy un ingrato! ¡Después de todo lo que me dieron, responderles de esa manera! ¡Tengo bien
merecido lo que me está pasando! Pensándolo bien, este es mi lugar, entre los cerdos. Así soy yo,
un inmundo, ¡un ser despreciable!". Es el camino de la culpa y la vergüenza, del remordimiento
pertinaz. Ese camino jamás llega a la reconciliación, al contrario, deja al sujeto empantanado en
el lodo pegajoso del autocastigo y del reproche a sí mismo. "El remordimiento ―dice Kancyper
(1991, 83)― es la inquietud que despierta la memoria de una culpa, crecida clandestinamente en
la oscuridad". Lo que hubiera crecido en las tinieblas del alma del “pródigo” es la vergüenza, el
sentimiento de indignidad, impulsos autodestructivos o comportamientos autopunitivos. El
camino del remordimiento tiene como destino la infelicidad crónica y transita entre diversos
tipos de malestares emocionales y mentales.
La otra amenaza habría ocurrido si el joven hubiera pensado, con un gesto hosco: "Es
cierto, que los obreros de mi viejo están mejor que yo, pero, ¿volver por un pedazo de pan? ¡Ni
loco! Después de todo lo que pasé, trabajando de sol a sol, sin que nunca me diera ni un corderito
para invitar a mis amigos. ¡Jamás volvería! Prefiero soportar a los cerdos que a ese déspota,

204
desagradecido. Prefiero andar en el barro con libertad, que encerrarme en esa cárcel. ¡Nunca
más!". Es el camino del resentimiento, la vía del rencor y la venganza. Ese camino, tampoco
llega a la reconciliación. Deja al sujeto hundido en la ciénaga del enojo, la envidia y el odio.
Constituye una trampa donde puede quedar atrapado el que se siente agraviado u ofendido.
Felizmente nuestro héroe no siguió ninguna de esas vías nefastas, supo sortear las trampas.
Sin embargo, hay muchos que no lo logran. La pregunta es: ¿qué hacer con la culpa y el
resentimiento? En una síntesis condensada podríamos decir que el remedio para la culpa es el
arrepentimiento y para el resentimiento es el perdón. La estrategia básica es alcanzar esas metas.
Hay varios procedimientos o técnicas que podrían instrumentarse con ese fin (ver Cuadro 7),
según la terapia se centre en el problema o en las soluciones. Por razones de espacio obviamos el
desarrollo del tema, remitiendo al interesado a nuestro libro “Reconciliación” (Pereyra, 2003).

Cuadro 7
Estrategias y técnicas para la etapa de la deliberación
VARIABLES AGRESOR VÍCTIMA
Encrucijada remordimiento Resentimiento
Sentimientos culpa y autocastigo rencor y venganza
Terapia arrepentimiento Perdón
1. centrada en el problema
Estrategias Básicas
2. centrada en las soluciones
1. para el problema desafío al cambio Paradojas
Técnicas Despatologizar, pregunta del milagro, pregunta presuposicionales,
2. de las soluciones tareas de fórmula, otros recursos

5) EL REENCUENTRO. Es la última etapa. El trabajo se realiza reuniendo a los disidentes


y reformulando la relación en términos que contribuyan a consolidarla. En la Figura 2,
imaginamos el reencuentro y la continuación de la relación entre el padre y el hijo, como una
línea recta de nivel superior al “antes” de la discordia. ¿Por qué motivos? Porque cuando se logra
sortear exitosamente los conflictos interrelacionales, esa suerte de “bache” en el camino del
vínculo, hay crecimiento y maduración. La relación nunca queda igual, la experiencia de la
reconciliación enriquece, fortalece y da mayor cohesión social. Seguramente después de lo
vivido, aquel hijo cambió la idea que tenía del padre, comprendió su amor, paciencia y
magnanimidad, perdiendo el interés de probar otra experiencia cismática.
Pensamos que esa conmovedora historia del evangelio es altamente sugestiva, encerrando
un modelo de entender las rupturas y la rehabilitación de las relaciones humanas, ya que los
recorridos que propone configuran una suerte de mapa o itinerario que idealmente deberían
cursar los conflictos humanos para llegar a su resolución, constituyendo una guía útil para
alcanzar la reconciliación. Por supuesto, que un esquema necesita ser adaptado a cada situación
concreta, con una alta dosis de flexibilidad, ya que todas las disputas interpersonales tiene sus

205
manifestaciones propias y únicas. No todos procesan los conflictos como el hijo pródigo ni lo
soportan como el padre, ya que pueden tener dificultad para alcanzar el insight, mientras otros,
quizás el problema sea la decisión del reencuentro, quedando fijados permanentemente en la
etapa de la deliberación. Posiblemente uno de los protagonistas de la discordia no avance igual
que el otro, ya que hay quienes se mantienen el enojo sin lograr el insight, en tanto hay otros que
rápidamente están dispuestos al diálogo y ha reconciliarse, arrepentidos y pidiendo perdón,
esperando concretar el reencuentro lo antes posible. Pero más allá de las diferencias individuales
la historia bíblica puede ser instituida como modelo de trabajo para la resolución de las querellas
interpersonales.

RECONCILIACIÓN Y COSMOVISIÓN. En el caso tratado, ¿cómo funcionan los variables


de la cosmovisión propuesta? ¿Aplican todas las dimensiones de la cosmovisión en la parábola
del hijo pródigo? Procedamos al análisis del tema.
(1) LA PRESENCIA ACTIVA Y EFECTIVA DEL SER DIVINO. Aunque la figura del Ser Divino no se
lo mencione directamente, hay que entender que se trata de una parábola, un lenguaje analógico
donde los personajes son simbólicos, susceptibles de diferentes interpretaciones. La interpretación
más común de los comentariastas bíblicas es que el Padre representa a Dios. Por ejemplo, Elena de
White (1978, 156), declara: “En la parábola del hijo pródigo, se presenta el proceder del Señor con
aquellos que conocieron una vez el amor del Padre, pero que han permitido que el tentador los
llevara cautivos a su voluntad.”
(2) LA RELIGIOSIDAD HUMANA O LA INTERRELACIÓN CON EL SER DIVINO. La interrelación con
Dios aparece ilustrada a través del vínculo paterno-filial, en la etapa del hijo adolescente, rebelde y
contestario. Presenta un Dios que da espacio a la libertad humana, asumiendo una actitud de espera
amorosa, que al regresar el hijo exhibe un afecto admirable, al sacarse “de sus propios hombros el
amplio y rico manto” (White, Ídem, 160) y cubrir los harapos y suciedad del hijo, tampoco le da
oportunidad de pedir el lugar de un siervo, disponiendo que se lo vista y le entreguen los emblemas
que lo restaure a la dignidad de hijo, "Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su
mano, y zapatos en sus pies... y comamos, y hagamos fiesta: porque éste mi hijo muerto era, y ha
revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse" (Lc.15:22-23).
(3) EL CONFLICTO. El conflicto aquí se sitúa en el ámbito interrelacional e intrapsíquico. Se
observa en la conducta rebelde del hijo menor, que fascinado por las promesas de una vida
placentera que ofrecía la ciudad, reniega del padre, familia y tipo de vida. También se manifiesta en
el enfado del hijo mayor que no está dispuesto a reconocer el arrepentimiento de su hermano,
poniendo en evidencia su irritación por los agasajos ordenados por el padre. Seguramente el
conflicto más importante se produjo en la mente del hijo durante sus cavilaciones del chiquero,
luchando con sus sentimientos de culpa y vergüenza y la intención de regresar al hogar. Fue una
pugna entre fuerzas que amenazaban hundirlo en la depresión y conductas autopunitivas o asumir el

206
error y repararlo, avanzando hacia la reconciliación. La enseñanza de la parábola pretende destacar
el valor de ese acto de superación.
(4) EL SABER PSICOLÓGICO PROVIENE DE DIOS. Un saber clave en el psicoanálisis, en la terapia
guestáltica y el cognitivismo es adquirir el “insight”, “darse cuenta” o cambiar el patrón cognitivo
disfuncional. En la parábola, ese mecanismo decisivo del cambio se lo indica con términos
diferentes según las versiones bíblicas: “recapacitó” (NVI); “entró en razón” (NTV); “Por fin
comprendió lo tonto que había sido” (TLA); y “volviendo en sí” (RV) que es el más ajustado al
original griego ερχομαι, “venir sobre sí mismo”. Es como si el joven hubiera estado enajenado
de sí mismo y a partir de ese momento recuperase la conciencia, pudiese reflexionar
adecuadamente. ¿Cómo alcanzó ese conocimiento? Seguramente las desventuras y penurias le
llevaron a recapacitar, pero principalmente la actitud bondadosa del padre y la prosperidad que
gozaban en su hogar. Elena de White (1978, 159) confirma esa idea al declarar: “Desdichado como
era, el pródigo halló esperanza en la convicción del amor de su padre. Fue ese amor el que lo
atrajo hacia el hogar. Del mismo modo, la seguridad del amor de Dios constriñe al pecador a
volverse a Dios.” Todos los pensamientos que se dirijan al supremo bien y busquen superar las
condiciones de vida serían inspirados por Dios.
(5) AUTOGESTIÓN. Las decisiones del protagonista son hitos claves en la historia evangélica,
primero al elegir desechar al padre y buscar otros escenarios de vida, para posteriormente reconocer
su error y resolver regresar con su familia, son acciones voluntarias ejercidas con total libertad.
(6) TRANSFORMACIÓN. La parábola del hijo pródigo es un relato centrado en el cambio, una
descripción vívida y emocionante de una transformación para bien. En este contexto, las habilidades
o actitudes que juegan un rol gravitante en la transformación, además del insight, son el
arrepentimiento, la confesión y el perdón. El primero es hacerse cargo del acto injurioso,
decidiendo cambiar, con la disposición a no repetir el mal, sintiendo dolor por lo hecho y
adoptando una intención reparadora. La confesión implica la confrontación con la víctima, "dar
la cara" como se dice habitualmente, y asumir el error. A diferencia del arrepentimiento, que es
un acto de la conciencia moral, un cambio en la voluntad del sujeto, la confesión es un acto
social o relacional, donde el agresor hace frente a la víctima en inferioridad ya que el daño que le
causó lo deja expuesto al dictamen de la víctima. El “pedir perdón” está muy relacionado con la
confesión, siendo casi su culminación. Se podría incluirla dentro de la confesión, pero es
conveniente distinguir la diferencia entre “reconocer el error” y “pedir perdón”. En la primera
actitud hay una declaración de la falta, una toma de conciencia del mal, pero no necesariamente
involucra el acto de reclamar la absolución del otro. En el pedido del perdón se asume la culpa
por el mal realizado, con expresión sentida de quien le duele lo hecho y tiene un interés genuino
dec que la persona afectada no conserve el malestar.
(7) ESPERANZA. La parábola del hijo perdido, como la moneda perdida y la oveja perdida, que
constituyen una trilogía unitaria (la narración comienza diciendo: “Entonces Jesús les contó esta
parábola”, Lc.15:3, incluyendo las tres), son relatos de esperanza. Todos terminan bien, con final

207
feliz. Describen las pérdidas —oveja, moneda e hijo—, concluyendo con su hallazgo y el regreso
del hijo. Hay pérdidas irreparables, pero el evangelio narra de pérdidas remediables o restaurables.
No es una historia trágica de fracasos, sino, por el contrario, de hallazgos y alegría, de regreso y de
celebración. Significa que hay esperanza para las enemistades y los conflictos humanos, que hay
posibilidades de resolverse los problemas y corregir el mal, aún las situaciones más graves.

3. LA PSICOLOGÍA BÍBLICA DE LA PERSONALIDAD (Pereyra, 2005)

“La personalidad está enraizada en una historia,


en un mundo de valores, en una narración en la que encuentra sentido,
en un trasfondo del cual no se puede saltar
y que da respaldo a lo que llama ‘lecciones morales y espirituales’.”

Hay un relato en el Antiguo Testamento centrado en un personaje que perfila los rasgos del
narcisismo. Fue llamado a cumplir una misión libertadora aún antes de su nacimiento y
convertirse en un líder popular para rescatar a su pueblo de la sumisión de un poder extranjero.
Fue dotado por Dios de capacidades y recursos extraordinarios, entre ellos, favorecido con una
fuerza descomunal jamás igualada. Sin embargo, la mayor parte de su vida se dedicó a exhibir el
espectáculo de su figura, a desplegar orgullosamente su ingenio y potencia muscular, a buscar la
complacencia placentera y sensual con mujeres de dudosa moralidad y fastidiarse terriblemente
cuando no era satisfecho, es decir, a ejercer el rol de Narciso. Nos referimos a Sansón, el juez
que gobernó Israel entre los años 1101-1081 A.C.
La descripción bíblica, centrada en el libro de los Jueces (capítulos 14 al 16), abarca
apenas los acontecimientos anunciadores de su nacimiento y cinco episodios claves de su vida,
ellos son: (1) el matrimonio, Jueces 14:1-20; (2) el enfrentamiento con los filisteos, 15:1-20; (3)
la visita a una prostituta en Gaza, 16:1-3; (4) la traición de Dalila, 16:4-21; y (5) el cautiverio y
muerte, 16:22-30.
El relato es pintoresco, lleno de acción y sucesos prodigiosos. Un ángel les comunica a los
padres el nacimiento milagroso del héroe, acompañado por una serie de recomendaciones
dietéticas y educativas, pues debía consagrarse a Dios por el voto del nazareato. El primer suceso
que protagonizó fue a partir del deseo de casarse con una mujer filistea, del pueblo enemigo,
porque le "cayó bien a sus ojos". Probablemente las mujeres filisteas eran menos recatadas en
vestir que las hebreas, exhibiendo sin pudor sus atributos físicos. La actitud complaciente de los
padres, que lo conocían muy bien para no contrariarlo, facilitó el casamiento. Durante la fiesta de
bodas se ocupó más en llamar la atención de los invitados con un enigma que en cotejar a su
novia. Al ser revelado el misterio se violentó de tal manera que mató a treinta filisteos para pagar
la deuda de la apuesta, regresando enojado a la casa olvidándose completamente de su mujer. Su
orgullo herido fue más fuerte que el aprecio hacia su flamante esposa. Tiempo después se acordó
de ir a buscarla, pero llegó demasiado tarde ya que se había casado con otro. Nuevamente sufrió

208
otra "herida narcisística", reaccionando con violencia inusitada, quemando los campos
sembrados de los filisteos. Esa agresión puso en pie de guerra a los afectados, quienes atacaron a
los israelitas. Estos convencieron a Sansón de entregarse para no sufrir la devastación bélica,
siendo llevado atado ante los filisteos. Pero Sansón rompió las cuerdas, tomó una quijada de asno
y mató a mil hombres.
En otra ocasión, Sansón visitó una ramera en Gaza. Los filisteos rodearon la ciudad para
vigilar las puertas y capturarlo. Sin embargo, a la medianoche se levantó, arrancó la puerta y sus
dos pilares, cargándolos sobre sus hombros hasta la cumbre de un monte. Después Sansón se
enamoró de otra mujer llamada Dalila que lo traicionó al conseguir que le revelara el secreto de
su poder. Dalila le cortó el cabello y el Espíritu de Dios se apartó de Sansón. Indefenso fue
capturado, le sacaron los ojos y lo arrojaron en la cárcel, forzándolo a realizar trabajos pesados.
En esas circunstancias adversas y críticas, Sansón revertió su narcisismo y produjo un cambio
radical. Reflexionó, oró intensamente a Dios, se arrepintió y cambió su vida. De un hombre
hedonista, centrado en su propia satisfacción, se convirtió en un héroe de la fe. Precisamente, el
último acto de su existencia, lo muestra sacrificando su vida por la libertad del pueblo,
cumpliendo la misión para la cual había nacido. En una fiesta realizada en el templo del dios
Dagón, Sansón fue llevado para divertimiento del pueblo y gozar del triunfo. El pelo le había
crecido otra vez y clamando a Dios, recibió nuevamente su fuerza descomunal, entonces, asiendo
las dos columnas principales del edificio, presionó hasta tumbarlo. Sansón sucumbió junto con
tres mil enemigos.
¿Cuál fue el significado de la vida de este hombre extraordinario? Ciertamente toda su
historia contiene un carácter enigmático, por las adivinanzas y el secreto de su fuerza. Aún su
nombre es un misterio. Etimológicamente significa "sol", aunque otros lo asocian a "servir" o
con "fuerte", como dice Josefo (2CBA, 384). El hecho destacado es ciertamente su fuerza
prodigiosa que tenía por finalidad cumplir la misión liberadora del pueblo Israel del dominio
filisteo. Pero eso recién lo comprendió a último momento. Su fortaleza en lugar de usarla para
"servir" la empleó en ser "sol", es decir, para constituirse en el centro brillante del espectáculo.
Es claro que Sansón no fue un psicópata, bravucón, pura fuerza y falto de cerebro. Por el
contrario, fue ingenioso, sensible, con dotes poéticos (Jue.14:14,18; 15:16) y habilidades, para
escapar de las trampas de los filisteos (Jue.16:2-3). Su debilidad fueron las mujeres. Pero
tampoco parece ser un sexópata, pura pasión, movido únicamente por sus pulsiones libidinosas.
Parecería que buscaba satisfacer más una necesidad de reconocimiento que un impulso lujurioso;
le interesaba más la admiración y el elogio que el placer. Así se explica la facilidad con que
entraba en el juego del "gato y el ratón", en la estrategia del desafío, en ese "tira y afloje" que es
lucha de poder más que erótismo. Sansón no fue vencido por las mujeres sino derrotado por su
propia arrogancia y narcisismo.
Hay un punto clave en el relato: el tema de la mirada. Desde el principio al fin la vista
juega un rol gravitante. Se enamora de la filistea porque "ella está bien a mis ojos", según
registra literalmente el texto; hecho que probablemente ocurrió con la prostituta de Gaza y con

209
Dalila. Toda la historia parece una telenovela, algo para ver más que para oír. Pero el
acontecimiento central fue la pérdida de la vista, cuando es castigado con la ceguera. Ese fue el
momento decisivo. Recién allí Sansón pudo mirar hacia adentro y recuperar el sentido de su
vida, pudo vencer su narcisismo, arrepentirse y cambiar. El mensaje bíblico permanentemente
insiste en esa paradoja existencial, el castigo convertido en bendición. Cristo es el paradigma, la
cruz, símbolo de oprobio y humillación, se transforma en expiación y redención del mundo. Aquí
es donde se separa la historia bíblica de la mitología. Mientras ésta última sucumbe en la tragedia
de la lógica humana, la primera hace intervenir la Providencia, rompiendo las cadenas del
fatalismo y abriendo la puerta de la esperanza y la posibilidad al cambio.
Sansón fue un Schwarzenegger o un Stallone del pasado. Si hubiera vivido hoy sería un
Hércules de la pantalla. Más que un heroísmo épico, protagonizó un rol estético. Es una historia
que se inicia con los mejores augurios y termina en una catástrofe, como el mito de Narciso.
Aparentemente tiene un sentido decadente, sin embargo, el último acto de la vida de Sansón fue
consagratorio, el que exhibió su fe, el más heroico de su accidentada existencia, el que logró
torcer el destino fatal de su naturaleza hedonista. Así lo certifica E.de White (1913, 527), cuando
afirma que: "En el sufrimiento y la humillación, como juguete de los filisteos, Sansón aprendió a
conocer mejor su propia debilidad que nunca antes, y sus padecimientos lo llevaron al
arrepentimiento". Recién allí descubrió a Dios. Hasta ese momento vivió al margen de la
trascendencia o utilizando a Dios a su servicio (Jue.15:18). Fue en la crisis cuando percibió la
dimensión de la fe.
EL TRIUNFO DE LA FE. Narciso fue en la mitología griega, el dios del amor a sí mismo,
interesado exclusivamente en satisfacer su propio placer, despreocupado totalmente de las
necesidades de los demás y de Dios. Es el símbolo del culto a la vanidad, la presunción y el
hedonismo, de los devotos del espejo, la cosmética y la vestimenta de moda. Es una figura de
nuestra cultura porque en ella domina los valores de Narciso, que ensalzan la belleza corporal, el
confort y la autocomplacencia egoísta. La sociedad narcisista pretende congelar la adolescencia,
rendir culto a la belleza, exorcizar la vejez, idolatrar el placer; vive en la efervescencia del
encanto y la seducción (Baudrillard, 1993). Pero el mito advierte que esa dirección de vida
concluye en la tragedia y la autodestrucción. Contra los presagios fatídicos de la mitología se
levanta la historia de Sansón como una alternativa de fe y esperanza.
San Pablo ubica a Sansón en la galería de los héroes de la fe (Heb.11:32). ¿Por qué? ¿Qué
tuvo de heroico la vida de ese pintoresco juez de Israel? No fueron las proezas que realizó
combatiendo a los filisteos, ni los aciertos de un gobierno que ha permanecido en el anonimato,
sino el coraje de entregar su vida por la causa de la salvación. A diferencia de Narciso que
sucumbió en el hechizo de la contemplación de su propia imagen, Sansón fue obligado a dejar de
mirarse para descubrir su vocación. Las horas oscuras de la crisis, abatieron su orgullo y lo
llevaron a cumplir el objetivo de su vida, asumir su destino de libertador en un acto postrero de
martirio. Fue el pionero de la cruz. Entregó su vida al sacrificio como Jesús, para salvar al
pueblo de la opresión extranjera.

210
En un planeta saturado por las imágenes, cuando toda la cultura ha quedado eclipsada por
lo visual, que glorifica los relumbrones efímeros y leves de la apariencia, la historia de Sansón
enseña que nada queda de la vida cuando se pierde la misión. Proclama un mensaje de
prevención contra las estrategias de la ilusión y del espejo. Descubre que el sentido de la
existencia se devela en la crisis y en el encuentro con Dios, que la fe es capaz de torcer la
fatalidad del destino y abrir una perspectiva de libertad, cambio y trascendencia.

HACIA UNA TEORÍA BÍBLICA DE LA PERSONALIDAD. ¿Cuáles son las dimensiones


que la Biblia estima que son claves para la definición de la personalidad? Por cierto que la Biblia
no es un libro de psicología ―aunque hay mucha psicología en ella―, ni menos un texto
científico de estudio del ciclo vital o de la personalidad. No obstante, es claro que las Escrituras
sostienen valores bien definidos, algunos de los cuales son considerados virtudes loables, dignas
de ser aplicados a la vida y otros, estimadas perniciosos y rechazados como malignos. Hay, pues,
una idea de lo que es una vida correcta y excelente, de igual manera, que entiende lo que es una
existencias malograda. Por lo tanto, tenemos una teoría implícita que se desprende de los
preceptos bíblicos y de la evaluación que realiza de la experiencia encarnada de los hombres y
mujeres que han sido protagonistas en el escenario del canon bíblico.
La concepción bíblica acerca de la persona humana no se asimila a ninguna teoría
psicológica existente. ¿Cuáles son los criterios o esquemas organizadores de las funciones y
aplicaciones de los episodios y los protagonistas? Los personajes bíblicos no son fácilmente
esquematizables en cuadros o clasificaciones, sino descubren un universo riquísimo e infinito. La
investigación psicológica ha descubierto que resulta más fácil encasillar la patología que la
salud. El deterioro de la enfermedad simplifica y rigidiza la exuberante riqueza de la vida. Así,
por ejemplo, no es difícil descubrir un trastorno de personalidad dependiente en el rey Acab o un
trastorno disocial en Herodes Antipas, pero ¿cómo clasificar a José, Daniel, Pedro o Juan? ¿Qué
tipo de personalidades han desarrollado? Se puede pensar la “teoría bíblica” de la personalidad y
el desarrollo humana, no en función de una tipología, sino de criterios o componentes a los
cuales recurren constantemente los escritores bíblicos para entender implícitamente como se
construye, desenvuelve y perfila un diseño propio de personalidad.

COMPONENTES DE UNA TEORÍA BÍBLICA DE LA PERSONALIDAD. Se puede


identificar, por lo menos, diez componentes importantes en la constitución de la persona humana
y su desarrollo. No son los únicos, pero éstos son relevantes para aproximarnos a la comprensión
del pensamiento producido por la revelación, en el área de la psicología de la personalidad. Un
análisis más exhaustivo podrá encontrar otros principios, fundamentos o variables claves, como
aquellas referentes al promedio de vida, las etapas vitales y los rasgos característicos de cada una
de ellas; u otros temas valiosos como son los relacionados con el trabajo y el descanso, la
enfermedad y la salud, la relación de padres e hijos o entre esposos y hermanos, y tantos otros
aspectos que tienen que ver con el concepto del hombre que emerge del texto bíblico. Razones

211
de economía y tiempo nos restringen para concentrarnos exclusivamente en los puntos que
aparecen más abajo.
(1) LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LA PERSONA DIVINA. El ser humano se constituye en
íntima relación con el ser divino, ya sea siguiendo su voluntad o en oposición a ella, pero
siempre la presencia divina es gravitante. La realidad de Dios no es una mera creencia ni un
concepto abstracto en el texto bíblico, es una persona presente y activa en la vida de los
personajes bíblicos. Interactúa con ellos todo el tiempo y las intervenciones de Dios son
decisivas en la mayor parte de los personajes bíblicos, tanto en su desarrollo como en la
definición de su personalidad. En algunos casos la persona divina se hace presente en forma
directa y encarnada, por ejemplo, a través de teofanías (v.gr., Sal.97, Hab.3), ya sea en forma de
voz, visión, presencia o en la expresión suprema de la encarnación de Jesucristo (Heb.1:1-2). A
veces no es Dios en persona quien aparece sino un mensajero divino, como son los ángeles
(v.gr., el ángel Gabriel a Daniel; Dn.9:21) o un profeta (como Natán a David; 2 Sam.12:1) e
incluso algún fenómeno natural (como ocurrió con Elías; ver 1 Rey.19:11-13). El hecho es que lo
trascendente y sobrenatural es algo normal en los personajes bíblicos, no fenómenos ficticios que
se encuentra fuera de la realidad humana, como supone las teorías psicológicas del desarrollo
humano y de la personalidad.

(2) SINGULARIDAD. El texto bíblico no presenta clasificaciones, categorizaciones o


agrupaciones por tipos de personalidades. Los personajes bíblicos son individuos únicos,
caracterizados por su singularidad e individualidad. No hay cuatro temperamentos, ni cinco
factores generales, ni agrupaciones por rasgos comunes, ni doce personalidades paradigmáticas
como sostiene algún teólogo. No hay dos personajes idénticos, aunque puedan coincidir en
algunos rasgos o aspectos de personalidad. Los escritores bíblicos no se interesan en comparar ni
buscar relaciones más que para destacar algún particularidad común, como por ejemplo, se dice
de Elías que tenía las mismas pasiones que nosotros (Stgo.5:17), para mostrar que todos somos
humanos, con igual naturaleza. Lo que frecuentemente reconocen los autores de la Biblia son las
influencias de unos sobre otros, especialmente la de padres a hijos, tanto en hacer el bien como el
mal (ej., Omri y su hijo Acab que siguieron “los caminos de Jeroboam, hijo de Nabat”; 1
Rey.16:26,31), pero aún en esos casos se distingue cada individuo por su forma propia de ser. En
consecuencia, la singularidad es un aspecto esencial en el tratamiento de los personajes bíblicos.
(3) MULTIDIMENSIONALIDAD DE LA PERSONALIDAD HUMANA. Los protagonistas del texto
sagrado se caracterizan por diferentes dimensiones de personalidad, que pueden ser valoradas en
forma positiva como negativa. Existen una amplia variedad de manifestaciones y
comportamientos que distinguen aspectos o conductas valiosas, como por ejemplo, la integridad
de Job, la fe de Abraham, la sabiduría de Salomón, el fervor apasionado de Elías, la lealtad de
Daniel, el espíritu intrépido de Pablo, el carácter amante de Juan, etcétera, etcétera. En cambio
otros aspectos de carácter se valoran negativamente, como la traición de Judas, el engaño de
Ananías y Safira (Hech.5:1-10), la crueldad de Herodes (Hech.12:20-23), entre otros ejemplos.

212
Por eso se dice que Dios aborrece la maldad (Heb.1:9), muestra “severidad” (Rom.12:29) y es
“fuego consumidor” (Heb.12:29). De allí que el texto bíblico advierta: “Mirad, pues, la bondad y
la severidad de Dios; la severidad ciertamente para los que cayeron, pero la bondad para contigo,
si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Rom.11:22). Esa
amplia multidimensionalidad psicológica y ética, exhibe una concepción del hombre abierto a
diferentes alternativas del desarrollo, variadas y ricas, además de diseñar nuevas cartografías
para la construcción de la personalidad humana.
(4) SENTIDO DE MISIÓN. En Isaías aparece la voz divina preguntando: “¿A quién enviaré, y
quién irá por nosotros?” Esa pregunta puede considerarse el llamado a la misión. La respuesta
del profeta es la asunción de la misma: "Heme aquí, envíame a mí" (Is.6:8). Los autores bíblicos
le asignan un rol central a la misión de la vida. Un ejemplo ilustrativo aparece en el capítulo 1
del evangelio de Juan, cuando el Bautista es interrogado acerca de quién es y que hace. Su
respuesta fue: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor,
como dijo el profeta Isaías” (Jn.1:23), revelando un claro y definido sentido de misión. Todos los
grandes personajes dan evidencias de poseer un fuerte sentido de misión. ¿Por qué la misión es
tan importante para el desarrollo humano y la formación de la personalidad? La misión da
sentido a la vida, proporciona un fin guiador del comportamiento, organizando los pensamientos
y los valores. Se centra en lo que uno quiere ser (carácter) y hacer (aportaciones y logros), y en
los principios que dan fundamento al ser y al hacer. La misión proporciona una visión del futuro,
desarrolla la autoconciencia y define el mapa del accionar presente y del porvenir. Es una brújula
que describe con exactitud el territorio a transitar, descubriendo las aptitudes singulares y las
áreas de contribución. La misión, en el texto bíblico, es una convocatoria divina, una forma
como el Todopoderoso interroga a cada hombre y cada mujer para que de cuenta de su destino y
responsabilidad. Solo puede responderse con la propia vida, con la actitud de entrega, como
hicieron los apóstoles cuando Jesucristo los llamó para ser “pescadores de hombres” (Mt.4:19:
Mr.1:16-17: Lc.5:10). La misión define los roles a desempeñar y las metas a alcanzar. Cuando
Jesús le dijo a Pedro, “Apacienta mis corderos” y “Cuida mis ovejas” (Jn.21:15-16) le estaba
asignando su misión. A partir de ese momento la vida del Apóstol cambió radicalmente. Su
personalidad se transformó y adquirió un sentido nuevo de vida. “Los profetas, que anunciaron la
gracia reservada”―dice 1 S.Pedro l:10-1l― lo hicieron debido a que “el Espíritu de Cristo que
estaba en ellos.” Así, pues, la misión viene acompañada de los recursos para cumplirla.
(5) SIGNIFICADO DEL NOMBRE PROPIO. “Los hebreos, como otros pueblos antiguos del
Cercano Oriente, daban gran importancia a los nombres personales ―dice Horn, 1995, 846-
847―. Tenían significados literales, y eran símbolos del carácter y la personalidad de la persona;
a veces reflejaban el talante o los sentimientos de quien daba el nombre. Los apellidos
hereditarios eran prácticamente inexistentes en tiempos bíblicos. Cuando era necesario distinguir
a dos personas del mismo nombre, a menudo se añadía un adjetivo que identificara al individuo,
como en los siguientes ejemplos: Saulo de Tarso, José de Arimatea, Jesús de Nazaret, Elías
tisbita, Jacobo hijo de Alfeo, Judas hermano de Jacobo, etc. Algunos tenían uno adicional o

213
alternativo, que se menciona en la Biblia como ‘sobrenombre’ (Hch. 10:5; cf Mr. 3:16, 17). Los
de Abrahán, Israel y Josué son ejemplos de nombres adicionales o reemplazantes de los
anteriores de las personas indicadas” “‘Nombre’ en algunos de éstos y de otros pasajes asume un
significado más amplio que el de identificar a un individuo; significa ‘persona’, ‘carácter’,
‘autoridad’, ‘reputación’, etc. (Ex. 5:23; 34:5, 6; Dt. 7:24; Hch. 1:15, DHH; Ap. 3:4; etc.)”
Hay nombres bíblicos formados por dos o más palabras ―ej., Abidán, “mi padre es juez”;
Icabod, “la gloria se ha apartado”― y otros de una sola palabra ―ej., Débora, “abeja”; Barac,
“relámpago”; Jonás, “paloma” ―. A menudo tienen forma verbal, como Saúl, “pedido (a Dios)”
y Natán, “Dios ha dado”. Algunos nombres reflejan sentimientos ―ej., Noemí, “mi agrado”;
Sansón, posiblemente “pequeño sol” ―, y otros, los teofóricos, contienen referencias a Dios, por
ejemplo, Elías significa “Yahweh es mi Dios”, Natanael, “Dios ha dado” y Ezequías, “Yahweh
ha fortalecido”. Asimismo, el cambio de nombre es un indicador del cambio de la personalidad.
Por ejemplo, Pedro, “piedra” ―antes se llamaba Simón―, al cambiarle el nombre, significaba
que sería un fundamento sólido en la constitución de la Iglesia, de forma similar es el caso de
Josué que antes se llamaba Oseas (Num.13:8,16). Hoy día, los nombres cumplen una función de
identificación, pero en los tiempos bíblicos, se escogía el nombre con sumo cuidado porque daba
testimonio de la fe y de la esperanza de los padres (White, 1985, 352), de las circunstancias del
nacimiento del niño, de sus propias características, o se relacionaba con la misión de su vida,
sobre todo cuando el nombre había sido ordenado por Dios.
(6) LA IDEA DE CONFLICTO. El concepto de conflicto es un componente básico en la realidad
vital y en la organización del ser humano. Las Escrituras describen la génesis del mundo y del
hombre cuando el conflicto no existía, pero tempranamente aparece el mal y el conflicto (Gn.1-
3). Desde entonces se convirtió en un protagonista privilegiado de la historia humana. También
la Biblia relata la etapa del post-conflicto, cuando el mal será erradicado definitivamente y
dominará soberanamente el bien y la felicidad eterna (Ap.22). En este contexto, ¿qué función
cumple el conflicto en el desarrollo y la constitución de la vida humana? Tiene un rol central.
Por ese motivo, Pablo le decía a Timoteo: «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo
Jesús padecerán persecución» (2 Ti. 3:12). El conflicto instala al individuo ante alternativas
opuestas, que pueden experimentarse como motivaciones antagónicas o metas que pueden llevar
a direcciones opuestas. Probablemente fue Moisés quien planteó esta disyuntiva existencial
básica en aquellas célebres palabras: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la
muerte y el mal” (Deum.30:15-20), reclamando en forma patética la elección y decisión por el
bien. El conflicto se vive en forma interna, personal, obligando a tomar una decisión. Las
decisiones que tomamos determinan la clase de persona que somos y seremos.
(7) LA TRASCENDENCIA DE LAS DECISIONES CLAVES. Los fideicomisarios que custodian los
escritos de Elena de White, en el Prefacio al libro “Conflicto y Valor”, hacen el siguiente
comentario: “El relato bíblico de la vida de hombres y mujeres de la antigüedad presenta una
gama tan variada de situaciones diversas que cada uno puede identificarse con algún personaje
allí descripto. Será sabio quien saque del estudio de ese relato aquello que guiará, enriquecerá y
salvaguardará su propia vida. Tomará valor de aquellos que triunfaron, y es de esperar que

214
evitará los sinsabores de aquellos que hicieron decisiones erróneas”. Desde la decisión de Eva de
tomar el fruto prohibido, que acarreó los males que padece el mundo, la resolución y acción en la
definición de problemas o circunstancias específicas son trascendentes y gravitantes en la
trayectoria de la vida. La vida se juega en la definición de las decisiones claves. Un ejemplo
paradigmático y metafórico es Rut, quien en la coyuntura de los caminos, decidió unir su suerte a
la de su suegra y su pueblo, teniendo el privilegio portentoso de constituirse en parte del linaje
del Salvador del mundo. Continuamente se requiere tomar decisiones, pero hay algunas que son
gravitantes ya que afectan gran parte del futuro; esas resoluciones puntuales son determinantes
del ser e hitos significativos en el desarrollo humano.
(8) LA PRESENCIA Y EL SIGNIFICADO DE LAS CRISIS. Se trata de experiencias que
conmocionan la vida humana, produciendo un quiebre en la continuidad vital, generando un
espacio de dolor, sufrimiento moral y otras alteraciones importantes de vida, muchas veces
produciendo una etapa posterior diferente. Son cambios dramáticos e intensos que marcan un
“antes” y un “después”. Hay una enormidad de ejemplos, como Jacob, el engañador, que después
de la crisis de pelear con Dios, resurge renovado (Gn.32:24-32); un ejemplo paradigmático,
porque en la crisis Jacob se convierte en Israel, el fundador del pueblo escogido de Dios. Las
crisis son una suerte de lucha con Dios, de intervención trascendente. También Jesús considera
las crisis como una acción celestial, ya que las atribuye a la acción del Espíritu Santo, según
declara: “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de crisis” (juicio; Juan 15:7-8). Incluso la
división del texto bíblico en Antiguo y Nuevo Testamento, generada a partir de la vida y muerte
de Jesucristo, puede considerarse un símbolo de la idea de crisis, que produce una ruptura del
tiempo, donde lo posterior sustituye lo anterior, donde lo nuevo se impone sobre la viejo y
perimido. Todavía, en una mirada macrocósmica, puede entenderse toda la experiencia humana
como una crisis del universo, que da lugar, desde una eternidad anterior a otra posterior, a partir
de la renovación de todas las cosas.
(9) EL HOMBRE EN SITUACIÓN. Decía Martín Buber (1988, 68): “Me imagino que no esperan
que les bosqueje la personalidad de los líderes bíblicos. Esto sería una empresa imposible de
realizar, porque la Biblia no se ocupa de personalidades ni de individuos y por eso no se puede
hacer este tipo de descripción. La Biblia pinta otra cosa, particularmente describe a las personas
en situación. No se preocupa de la diferencia entre éstas; lo fundamental es la diferencia entre las
situaciones en que la persona, la criatura, la persona designada, pasa o fracasa el examen”. Es
cierto que el hombre aparece en situación, pero no se trata de cualquier situación, sino de
aquellas que son decisivas, que permiten conocer al personaje y su destino. El relato bíblico es
económico, de algunos personajes apenas presenta cuatro o cinco situaciones de vida, como es el
caso de Sansón, pero hay que pensar que esos episodios son las claves para conocer su
existencia. Por ejemplo, en el Génesis se narra que Sara le exige a su esposo Abrahám que
expulse a Agar e Ismael (Gn.21:9-11). Es evidente que esa reacción es el climax de una serie de
situaciones previas donde Isaac era fastidiado por Ismael que por la economía del relato se
obvian.

215
(10) LA IMPORTANCIA DE LA VIDA. A lo largo de todo el texto bíblico domina una tendencia
biofílica, de amor a la vida. “La Biblia es el libro de la vida ―afirma Meyer (1935, 299)―. Sus
páginas están llenas de biografías, sin embargo, sólo mencionan escasamente la muerte. La única
muerte que describen extensamente es la de Aquel, que, muriendo mató la muerte”. Por ejemplo,
acerca del fin terrenal de Moisés, dice brevemente el registro bíblico: “Subió de las Estepas de
Moab al monte Nebo, cumbre del Pisgá, frente a Jericó” (Deut.34:1, BJ). Allí contempló a la
distancia, por última vez, aquella tierra de esperanza, cerró sus ojos y su cuerpo descansó, hasta
que Dios lo rescató del poder de Satanás (Jud.1:9). Es un hecho sugestivo que los escritores
bíblicos concedan más importancia a las despedidas del moribundo que al mismo acontecimiento
de la muerte. La razón es que los agonizantes dan consejos y sus palabras tienen como objetivo
acrecentar el caudal de la vida con la experiencia recogida a lo largo de ella. Josué y David, por
ejemplo, se refieren a la muerte, diciendo: “Emprendo el camino de todo el mundo” (Jos.23:14; 1
Rey.2:2), sin embargo, Jacob se despide de sus hijos y nietos con expresiones clarividentes que
encierran destinos y abren promesas (Gn.48-49).

PERSONALIDAD Y COSMOVISIÓN. También el boceto de la teoría bíblica de la


personalidad precedente reproduce las dimensiones identificadas de la cosmovisión propuesta,
algunas en forma explícita y otras de manera implícita. Así, por ejemplo, las dimensiones 1- La
presencia activa y efectiva del Ser Divino y 2 - La religiosidad humana o la interrelación con el Ser
Divino se relacionan con el punto 1- La participación activa de la Persona Divina, igualmente la
dimensión 3-El conflicto, se corresponde al punto 6 - La idea de conflicto, en tanto, las dimensiones
5 – Autogestión y 6 – Transformación, están relacionadas con los puntos 7 - La trascendencia de
las decisiones claves y 8 - La presencia y el significado de las crisis. Con respecto a la dimensión
4 -El saber psicológico proviene de Dios, de alguna manera se relaciona con 4 - Sentido de misión
y con 5 – Significado del nombre propio, ya que ambas características son establecidas por Dios,
influyendo a lo largo de toda la vida. La dimensión restante 7 – Esperanza, si bien no está
explícitamente indicada en la propuesta de la teoría bíblica de la personalidad, es una característica
presente en todo el texto bíblico, como se pudo apreciar en el ejemplo de la historia de Sansón
comentada más arriba.

4. LA ESPERANZA
“Nosotros pretendemos superar a Sísifo y su mundo absurdo,
siguiendo las huellas de Abraham, que abandonó su patria, familia y hacienda
a fin de encontrar, gracias a la esperanza en Dios, la tierra prometida de la libertad.”
Jürgen Möltmann (1977, 29)

La esperanza es un constructo que contiene una rica historia semántica, que abarca un
espectro conceptual de amplas proyecciones, que puede entenderse en diferentes niveles de
aplicación, ya que es susceptible de concebirse como un marco teórico o una metateoría, una

216
escuela de psicología, un modelo terapéutico, que incluso puede operar en la estrategia clínica
como en las intervenciones o técnicas de la psicoterapia. A continuación procederemos a tratar
estas diferentes aplicaciones.

1) LA FILOSOFÍA DE LA ESPERANZA (Pereyra, 1995; 1997; 2006).


“Lo primero que debe afirmarse acerca de la esperanza es la hondura y la universalidad
de su implantación en el corazón del hombre… nadie podrá negar que la esperanza… es uno de
los hábitos que más profundamente definen y constituyen la existencia humana.”
Pedro Laín Entralgo (1978, 10)

En sus lecciones de Lógica, Kant delimitó el campo de la filosofía mediante cuatro


preguntas: "1. ¿Qué puedo saber? 2. ¿Qué debo hacer? 3. ¿Oué me cabe esperar? 4. ¿Qué es el
hombre? A la primera pregunta responde la Metafísica, a la segunda la Moral, a la tercera la
Religión y a la cuarta la Antropología. El filósofo quiso enseñar que el hombre, por su propia
naturaleza, necesita saber, hacer y esperar, ya que “sin esperanza sería un absurdo metafísico”
(Ídem, 11), como sin la capacidad para saber o realizar actividades. Posiblemente por esa
realidad consustanciada con la propia esencia humana, es que a lo largo de la historia, desde la
época de los griegos, se han elaborado multitudes de teorías sobre la esperanza, que el doctor
Laín Entralgo se ha encargado de exponer en un voluminoso libro escrito en 1956, “La espera y
la esperanza. Historia y teoría del esperar humano” (Revista de Occidente, Madrid).
Para referirnos a los tiempos más recientes, por ejemplo, el filósofo francés cristiano
Gabriel Marcel (1954) ha escrito sobre la “metafísica de la esperanza”, confrontándola a las
filosofías desesperanzadas de J.P. Sartre y A. Camus, entendiéndola como un don de otra
persona, instalándola en la intersubjetividad. “¿No es acaso el ʻyo espero en tíʼ realmente la
forma más auténtica de la esperanza?” (Ídem, 52). La esperanza va más allá que una vida
replegada sobre sí misma, cuya forma más realizada es la esperanza trascendente, que espera en
Dios, ya que cree con San Agustín que “la zona de la esperanza es también la zona de la
plegaria”. Por su parte, Otto Bollnow escribió una “Filosofía de la esperanza” (1962), que la
define como un “soporte métafísico” de la existencia humana. Quizás una de las obras más
voluminosa de la esperanza, la haya escrito el filósofo marxista Ernst Block, “El principio
esperanza”, en tres tomos, que asocia nuestra virtud con la utopía. En el campo de la teología,
quizás la obra más trascendente sea la “Teología de la esperanza” de Jürgen Möltmann (1969).
También el ámbito de la psicología cuenta con diferentes teorías sobre la esperanza en un
proceso de expansión creciente que dibujan una suerte de “arco iris” (Shorey et al., 2002) de
alternativas en el firmamento del conocimiento psicológico, que constituyen otras tantas
perspectivas desde donde abordar la investigación, la terapia u otras aplicaciones de la esperanza
(v.gr., ámbito educativo, social, de la personalidad, etc.). Sin entrar en la discusión
epistemológica de las teorías que debatimos en otro lugar (Pereyra, 1995; 1997), presentamos

217
una síntesis de los principales postulados de nuestra concepción teórica para luego abordar sus
aplicaciones.
Originariamente el concepto griego de espera (ελπίξειv) y de esperanza (ελπίς), aunque no
fue tematizado por la filosofía, estuvo asociado a una concepción temporal cíclica, ahistórica,
determinista, signado por la idea de un destino pesimista y trágico. Desde ese marco metafísico,
la esperanza fue entendida como las imágenes o proyecciones del futuro elaboradas por el
individuo, inducido por sus deseos o anhelos. Tiene la forma de la ilusión y el ensueño (Bloch),
que entusiasma, estimula o consuela, pero también engaña y frustra. Para Aristóteles, la
esperanza “es un sueño del hombre despierto” (Laercio, 1964, 1235), algo propio de los jóvenes,
porque ellos son “fáciles de engañar”, “porque esperan fácilmente", siendo ingenuos e ilusos
(1964a, 169). En general, los filósofos griegos antiguos acentuaron el temor a la decepción y la
desconfianza sugiriendo tratar a la esperanza con cautela o rechazo.
Por el contrario, la noción bíblica de la esperanza parte de otros presupuestos metafísicos,
como son la concepción lineal del tiempo y el carácter dramático de la historia humana. Abarca
una amplia gama de significados, que hablan de ella como una virtud. El rasgo más notorio es la
confianza en Dios. La esperanza no son las fantasías del futuro creadas por la imaginación
humana, sino la disposición de fe que cree en sus promesas y espera los bienes futuros con un
temple perseverante, aún en las situaciones críticas. Si bien la tentación al desánimo está siempre
presente, la esperanza confiante lucha por sobreponerse. Se caracteriza por el coraje, la fortaleza
y la paciencia. Esta instalada entre el "ahora" y el "todavía no", construyendo un espacio
dinámico que configura una disposición prospectiva que mira hacia un mañana iluminado por la
promesa, sin perder la conciencia de las realidades actuales. Valora positivamente el futuro,
como un tiempo privilegiado, fundante de sentido y propósito, donde siempre espera lo mejor,
creyendo en lo nuevo y la posibilidad del cambio. Es la actitud de "a pesar de", "todas las cosas
ayudan a bien" (Rom.8:28).
A nuestro criterio, la mejor tematización de la esperanza es la extraída de la cosmovisión
bíblica, por su coherencia teórica y por ofrecer mejores recursos para la investigación y la
práctica clínica. Los componentes específicos de nuestro marco conceptual pueden sintetizarse
diciendo que la esperanza es de carácter dialéctico y dramático, multidimensional y polifacético.
Es “dialéctico” porque concibe la esperanza y la desesperanza como alternativas polarizadas en
un proceso continuo y dinámico, que invoca y convoca la decisión de cada persona a optar por la
esperanza o su antípoda. Gabriel Marcel (1954), aseveró que “sólo puede haber esperanza donde
interviene la tentación a la desesperación”, es decir, a capitular y darse por derrotado o de
abandonarse ante la enfermedad. La esperanza es el espíritu de rebeldía ante lo aparentemente
inmutable, un noble impulso hacia la vida que lleva a vencer el maleficio del desaliento y los
callejones sin salida. El autor del Salmo 40, testimonia su experiencia diciendo: “Pacientemente
esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego
en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios” (vs.1-3).

218
Asimismo, no es posible hablar de la esperanza en abstracto pues está enraizada en la
esencia misma de la viva; he ahí su carácter dramático. Los actos de esperanza adquieren sentido
cuando se resiste a se deja caer en la desesperación. Se ponen de manifiesto en las situaciones
críticas, cuando el individuo es emplazado a adoptar decisiones trascendentes. En esas
circunstancias, ora domina la tendencia a la abdicación, dejándose arrastrar por el fatalismo, ora
predomina la esperanza con su voluntad de lucha para afirmar los valores de la vida y alumbrar
los horizontes de las nuevas posibilidades. Cuanto más nos acercamos a la esperanza más la vida
se inerva de entusiasmo y la fe se incrementa en la creencia de lograr alcanzar sus metas. Pero
cuando nos dejamos arrastrar por las potestades de las tinieblas domina la depresión y la
fascinación por los abismos.
Decimos que es “multidimensional” porque la esperanza-desesperanza abarca varios y
diferentes dominios según puede descubrirse del texto bíblico, como desarrollamos en otro lugar
(Pereyra, 1995; 1997; 2006). Por razones de espacio aquí solo citamos las ocho dimensiones
identificadas, que son: 1) sentido prospectivo o retrospectivo; 2) esperar lo mejor o lo peor; 3)
novedad o repetición; 4) libertad o fatalismo; 5) fortaleza o derrotismo; 6) confianza o
desconfianza; 7) orientación productiva o destructiva; y 8) Trascendencia o Inmanencia. En el
Cuadro 8, se puede apreciar los componentes más importantes de cada una de las dimensiones.
Además, el constructo es “polifacético” porque abarca seis áreas psicológicas, que están
relacionadas con las dimensiones. Ellas son: a) cognitiva; b) emocional; c) conductual; d)
interrelacional; e) axiológica; y f) trascendente.
a) Es un sistema de cogniciones que tiene como común denominador expectativas
positivas acerca de sí mismo, de los demás, del contexto y del propio futuro
(dimensiones 1, 2, 3, 4).
b) Emocionalmente, la esperanza produce un sentimiento de fortaleza interior, consuelo,
tranquilidad, seguridad y confianza (dimensiones 5 y 6).
c) El aspecto conductual se asienta en la disposición a la acción de la esperanza
(dimensiones 3, 4, 5, 6 y 7), que está orientada a un resultado en una o más de las
cuatro áreas posibles: psicológica, física, social y religiosa.
d) Es interrelacional porque influye en las relaciones humanas creando una comunicación
más solidaria y redes sociales cuantitativa y cualitativamente de superior calidad
(dimensión 6).
e) Axiológicamente, la esperanza sostiene los valores de la vida; es expresión de la fe y la
confianza, tanto a nivel humano como trascendente. Manifiesta una actitud de solvencia
o crédito en lo porvenir (dimensiones 1, 2, 7 y 8).
f) Mira confiadamente hacia adelante, sobre la base de un contenido de promesas
adjudicadas a el Dios Todopoderoso, entre ellas la creencia de una realidad
ultramundana que trasciende la vida y la muerte actual. Se asienta precisamente en esa
creencia de que Dios hará lo mejor para el beneficio propio, aunque las realidades
presentes "todavía no" lo manifiesten o lo anticipen (dimensiones 6 y 8).

219
Cuadro 8
Síntesis de las dimensiones del constructo "Esperanza-Desesperanza"
ESPERANZA DESESPERANZA
1. SENTIDO PROSPECTIVO 1. SENTIDO RETROSPECTIVO
* "mirar hacia adelante" * "mirar hacia atrás"
* con metas y objetivos de vida * sin objetivos de vida
2. ESPERAR LO MEJOR 2. ESPERAR LO PEOR
* expectativas generales positivas * expectativas generales negativas
* optimismo * pesimismo
3. NOVEDAD 3. REPETICIÓN
* posibilidad, apertura, creación * rutina, compulsión, "juego sin fin"
* idea de tiempo lineal * idea de tiempo circular
4. LIBERTAD 4. FATALISMO
* "libertad para", autoconstrucción * predestinación, ideas de fracaso
* control interno * control externo
5. FORTALEZA 5. DERROTISMO
* desafío, coraje, resistencia * "síndrome de renuncia"
* mayor capacidad de afrontamiento * desamparo o indefensión
6. CONFIANZA 6. DESCONFIANZA
* aguardar perseverante, fe en Dios * inseguridad, temor, escepticismo
* solidaridad y cooperación * menor apoyo social y moral
7. ORIENTACIÓN PRODUCTIVA 7. ORIENTACIÓN DESTRUCTIVA
* amor, maduración, biofilia * simbiosis, narcisismo, necrofilia
* "síndrome de crecimiento" * "síndrome de decadencia"
8. TRASCENDENCIA 8. INMANENCIA
* fe en Dios y en sus promesas * falta de fe en un poder superior
* creer en realidad ultramundana * niega realidad ultramundana

A partir del constructo precedente hemos elaborado una prueba de evaluación, el Test de
Esperanza-Desesperanza (TED; Pereyra, 1995b; 1996ª), reconocida por la bibliografía (Schrank
et al., 2008), que recientemente hemos revisado, construyendo el TED-R (2011). Con ese
instrumento hemos procedido a realizar varias investigaciones (Pereyra, 1997ª; 2006ª; 2007;
2008), junto con otros investigadores, que en un reciente meta-análisis incluyó 33 estudios
(Pereyra, 2010; 2011). Es de destacar, que al revisar la información de la literatura especializada,
la construcción teórica precedente no presenta antecedentes en las formulaciones realizadas por
los autores investigadores de la elpidología (ciencia de la esperanza). Gran parte de los teóricos
en la materia proponen constructos unidimensionales y aquellos que sostienen posturas
multidimensionales, solamente reconocen algunos de las aspectos de nuestro constructo (v.gr.,
Nowotny, 1989; Herth, 1991), observándose en todos los casos la ausencia de una investigación
epistemológica, que fundamente los respectivos marcos teóricos.

220
2) LA PSICOLOGÍA DE LA ESPERANZA
La esperanza comenzó a recibir atención en el ámbito de la medicina y la psicología
durante las décadas de los 50 y 60. Las primeras formulaciones de la esperanza tenían como
postulado principal la "percepción de que las metas podían ser alcanzadas" (Herth, 1991, 40) o la
expectativa o el deseo (Lynch, 1965; Stotland, 1969) de alcanzar una meta. Estas ideas fueron
propuestas por los representantes americanos de la llamada “escuela de la esperanza” (Capps et
al., 1973, 13). La misma estuvo integrada por autores como Lewin (1938), French (1952), Rotter
(1954), Menninger (1959), Schachtel (1959), Mowrer (1960), Cantril (1964), Farber (1968),
Frank (1968), Melges & Bowlby (1969), Stotland (1969) y Erickson et al. (1975). Según ellos, la
expectativa de alcanzar una meta puede ser tomada como un criterio útil para explicar diversas
conductas y entender diversos aspectos de la salud física y mental (Erickson et al., 1975;
Gottschalk, 1974; Melges y Bowlby, 1969). Se postuló que la esperanza no es algo estático sino,
por lo contrario, dinámico (Herth, 1990). La esperanza es una respuesta humana básica, esencial
para la vida, considerando que las personas que perdieron la esperanza también parecen perder su
deseo de vivir. También se la ha identificado como un factor de adaptación a una enfermedad
crónica y una estrategia para hacerle frente (Herth, 1989; 2000).
Las formulaciones posteriores cuestionaron esa concepción de la esperanza y los
instrumentos fundados en la misma. Se argumentó que el constructo era insuficiente porque no
contemplaba la complejidad de la realidad elpídica (del griego “elpis”, esperanza).
Probablemente fueron Obayuwana y Carter (1982) los primeros en advertir la
multidimensionalidad del constructo esperanza. Hipotetizaron que la misma abarca otros
aspectos, además del cognitivo (Obayuwana, 1982; Snyder, 1995). Se destacó en primer lugar el
aspecto interrelacional o social (Fromm, 1987). Así, por ejemplo, Dufault y Martocchio (1985),
sugirieron que la esperanza dependa de la ayuda social, como la que provee el profesional de
enfermería al promover la esperanza del paciente. La presencia de otro ser humano que
demuestre aceptación, tolerancia y entendimiento se consideró clave para el desarrollo de la
esperanza (Cutcliffe et al., 2001; 2007; 2009). Posteriormente se agregaron otras dimensiones
como la emocional, conductual, afiliativa, interrelacional, temporal (Herth, 1991), de futuro
posible (Nowotny, 1989) e incluso la de trascendencia y la fe (Stoner, 1983).
Una parte importe de estas conceptualizaciones surgieron del ámbito de la enfermería
(v.gr., Herth, 1989; Nowotny, 1989), en forma de trabajos de tesis doctorales. Los estudios de
mayor reconocimiento bibliográfico y que aportaron una base experimental y estadística, amplia
y sólida, fueron realizados por equipos de docentes universitarios (v.gr., Scheier y Carver, 1987;
Snyder et al., 1991; 2002). Estos planteamientos se fundamentaron en constructos
multidimensionales, que reconocieron en la esperanza una variedad de atributos. Operaron con
modelos teóricas que abarcaron un amplio espectro de variables (v.gr., Farran et al., 1990; 1992).
La multidimensionalidad del constructo y los contenidos plurifacéticos de personalidad que

221
evaluaban fueron confirmados por sendos análisis factoriales. Asimismo, con el avance de la
tecnología en materia de programas estadísticos computarizados, se ampliaron y perfeccionaron
los cálculos de validación y los estudios de campo.
En una revisión de la literatura de enfermería, Fowler (1995), descubrió diez definiciones
de la esperanza. Un elemento común a todas esas definiciones fueron las nociones de energía, un
poder interior o de empoderamiento (empowerment) y una acción orientada hacia el futuro o
trascendente. Entre los propiedades de la esperanza que se han identificado se reportan: un
sentido de mutualidad y de relación con los otros, la anticipación y una creencia en el futuro,
creencias espirituales, confianza y habilidad para lograr resultados efectivos y participación
activa (Forbes, 1994). Por otra parte, se han reconocido ciertos atributos críticos de la esperanza
que incluye la incertidumbre, tener metas generales o específicas y poseer un objeto de
significado personal (Rizzo, 1999).
Probablemente fueron Schrank y colaboradores (2008) quienes realizaron una revisión más
completa de las definiciones de la esperanza ya que descubrieron 49 definiciones en 8975
artículos analizados. Las definiciones fueron clasificadas en siete dimensiones generales. Esos
componentes fueron que la esperanza era esencial para la vida, constituía una capacidad o
habilidad mental, un importante apoyo para los demás, favorece la autoestima, se asocia a la
presencia de objetos o lugares significativos de esperanza, de emociones positivas alegres,
además se relaciona con las ideas de igualdad y justicia, de libertad y fe, como de paz y
serenidad. También se sugiere que la esperanza puede ser potencialmente nociva, una forma de
negación o una carga y que puede ser decepcionante. No sólo puede ser un impulso para la
acción, sino también una excusa o justificación para la inacción. La esperanza también puede
estar estrechamente relacionada con ideas culturales o valores personales y metas propias.
Posteriormente, Tutton et al. (2009), realizaron una nueva revisión del concepto de
esperanza, destacando que la esperanza es una expectativa que apunta al futuro, "un sentimiento
de confianza y el deseo de que una cosa determinada pueda suceder". Esas expectativas se han
descrito como realistas, para diferenciarla de las ilusiones, fantasías o delirio, enfatizando la idea
que se trata de un proceso cognitivo de toma de decisiones y establecimiento de metas a lograr.
Esas metas se orientan hacia objetivos que pueden resultar útiles, especialmente para la
recuperación, la rehabilitación o la promoción de la salud.
Hay que distinguir que la aplicación de la esperanza no se ha centrado exclusivamente en el
ámbito de la salud (promoción, curación o rehabilitación), también se la ha estudiado en otros
dominios de la vida, encontrándose que se asocia con el alto rendimiento académico (Snyder et
al., 2002), aún en forma predictiva (Day et al., 2010), la madurez psicosocial (Brackney et al.,
1992), un alto nivel socioeconómico (Gallo et al., 2003) y laboral (Henry, 2005) y el éxito
deportivo (Curry et al., 1997), entre otras áreas y aspectos de personalidad (Day et al., 2010).
También la investigación sugiere que los niveles de esperanza parecen variar en función de la

222
edad (siguiendo la curva del estrés durante el ciclo vital), pero no del sexo, ya que no
discriminaría en función del género (Pereyra, 2005).
Otro aspecto digno de señalarse es que la psicología americana ha sido la responsable de la
mayoría de las investigaciones sobre la esperanza, en un contexto donde la influencia de las
creencias cristianas ha sido y es muy importante, sin embargo, aunque los autores suelen citar
conceptos de la teología cristiana (ver, por ejemplo, Lynch, 1965 y Cutcliffe, 1997), no han
reproducido las ideas de los escritos bíblicos, donde la esperanza es concebida a través de una
amplia gama de acepciones, basadas en la confianza que tiene a Dios como referente. Los autores
americanos han asociado la esperanza con la fe y la han visto como un aspecto esencial de la
naturaleza humana y un componente indispensable para la vida (v.gr., Hinds 1984; Miller et al.,
1989; Herth 1991), pero desde definiciones que acentúan las expectativas, metas, planes y los
procesos cognitivos concernientes al futuro, lo cual difiere de la teoría bíblica que enfatiza la idea
de esperar en Dios y confiar en sus promesas. Tampoco, en la gigantesca bibliografía elpídica se
reconoce la “esperanza trascendente”, la “feliz esperanza” (Tito 2:13; DHH) o la Parusía de
Jesucristo. Por nuestra parte, en las investigaciones que venimos realizando hemos incorporado el
estudio de la “esperanza trascendente”, que el Test de Esperanza-Desesperanza-Revisado (TED-
R) discrimina adecuadamente según los análisis de ecuaciones estructurales y factorialista
realizados en investigaciones sobre poblaciones de adolescentes, jóvenes y personas adultas de
edad media (n=580; Peraza, 2011). Estas investigaciones confirman que los adventistas y
aquellos que reportan ser muy practicantes en su religión correlacionan en forma significativa con
altos puntajes de esperanza.

3) LA TERAPIA DE LA ESPERANZA
“La tarea principal de la psicoterapia es transformar
las historias de desesperanza en historias de esperanza.”
J.D. Frank (1987)

¿De qué manera se integra la esperanza con los procesos orientados a la cura de las
dolencias psicológicas humanas? Para dar una idea de los distintos componentes de la terapia,
Navarro (1995, 43-53) presenta un esquema esclarecedor (ver Figura 3), que propone tres niveles
operativos. Todo terapeuta, en su práctica clínica, al abordar un paciente tiene en su cabeza unas
ideas de cómo realizar su trabajo, basada en una teoría de alguna escuela (v.gr., psicoanálisis,
gestalt, cognitivismo, comportamental) o en la conjunción de varios enfoques teóricos
(integracionismo). Ese es el primer nivel, el de los principios teóricos de la escuela terapéutica a
la que adhiere el clínico. En función de ese aparato conceptual de base, según el caso, aplicará
diversos movimientos estratégicos, que se corresponde con una serie de procesos (v.gr.,
definición del contexto, creación de la relación, evaluación y otros) y determinadas acciones de

223
programación de la terapia (v.gr., objetivos, metas, como alcanzar los cambios). Con todo el
engranaje pronto de la modalidad operativa entonces emprenderá las acciones concretas
realizando las intervenciones específicas en la dinámica interrelacional con el paciente, la familia
o el grupo. Ese es el nivel factual, donde el terapeuta pone en funcionamiento todo su bagaje de
herramientas técnicas y su estilo personal de interrelación.

PRINCIPIOS TEÓRICOS DE LA ESCUELA

ESTRATEGIAS
1. Procesos: 1) definición del contexto;
2) creación de la relación;
3) motivación para el cambio;
4) evaluación;
5) supervivencia;
6) intervención.
2. Niveles: 1) feedback;
2) metas a corto, mediano y largo plazo;
3) cambio mínimo y cambio lento

INTERVENCIONES
(ACTITUDES Y TÉCNICAS)
Figura 3
Relaciones entre presupuestos, estrategias e intervenciones

De acuerdo al esquema precedente, ¿en que nivel actuaría la esperanza? ¿La esperanza es
un marco teórico que guiaría toda la terapia o funcionaría como un tipo de estrategia o podría
instrumentarse como una técnica o una actitud a asumir por el terapeuta? Según nuestro criterio,
la esperanza puede operar en los tres niveles del diseño de Navarro, ya que puede constituir un
modelo terapéutico, una estrategia básica, también puede responde a ciertas técnicas específicas y
aún puede aplicarse en la proceder inespecífico del profesional actuante, ya que todo terapeuta
debe ser “un embajador de la esperanza” (Beavers y Kaslow, 1981). A continuación
expondremos ejemplos de aplicación de la esperanza en los tres niveles mencionados.

(1) LA ESPERANZA COMO MODELO TEÓRICO (Pereyra, 2006, 197-218).


Hay un libro de la Biblia que es un tratado de terapia, ya que el mismo consiste en el
tratamiento de un paciente que sufre una serie de pérdidas materiales y humanas, para luego

224
padecer una enfermedad muy dolorosa, aunque en su fuero íntimo el problema principal no era
físico sino psicológico o espiritual, el sentirse alejado de la providencia divina. La mayor parte de
la obra describe las intervenciones de unos supuestos terapeutas, que aparecen como “amigos”,
que fracasan rotundamente en sus intentos de ayuda, para luego intervenir el mismo Dios que
administra una terapia exitosa, logrando restaurar plenamente al paciente. Se trata del libro de
Job, que bien podría leerse como la ejecución de un modelo paradigmático de terapia de la
esperanza.
Se ha calificado a Job como el hombre doliente, paciente, justo, íntegro, temeroso de Dios,
sin embargo, al recorrer las páginas de esa historia, se percibe un Job decepcionado y herido por
la enfermedad, la soledad y la incomprensión, que busca desesperadamente una respuesta del Ser
Divino. Más que un Job paciente, encontramos un hombre que no se resigna, que protesta, se
rebela e incluso quiere hacer cuentas con Dios. Su rebeldía es por la necesidad de un Dios que dé
sentido a lo que está pasando. Más importante que todo sufrimiento, que todo misterio y que toda
duda es la esperanza en una revelación de Dios. “Aunque Dios me mate, en él esperaré. No
obstante, defenderé ante él mi camino” (13:15), declara enfáticamente. Por lo tanto, podemos
pensar en Job más que un paciente físico, en un paciente necesitado de una psicoterapia.
Es de hacer notar que el libro de Job emplea más la palabra esperanza en toda la Biblia,
después de los Salmos, que es un libro tres veces más extenso. En la versión española de Valera
hay 15 referencias, en tanto, la versión inglesa de King James tiene 17 menciones. Ese sabor de
esperanza es uno de los ejes centrales del libro, que aparece unido al concepto de confianza (ver
Job 8:13-14). Aunque la ola del tiempo parece arrastrarnos, porque nuestros “días son más ligeros
que lanzadera del tejedor y terminan sin esperanza” (7:6), igualmente Job declara enfáticamente:
“Todos los días de mi milicia esperaré, hasta que venga mi renovación. Entonces llamarás y yo te
responderé” (14:14-15). En síntesis, se trata de un testimonio de una realidad desgarradora,
saturada de padecimientos, donde, a pesar de todo, sobrevive la esperanza
Desde estos extremos escalofriantes del dolor humano se dispone el tratamiento
rehabilitador, una terapia que se construye desde la esperanza trascendente. No nos interesan las
cuestiones teológicas y filosóficas del libro, entre otros temas que han ocupado a los expertos a lo
largo de la historia, sólo el proceso de su enfermedad y la recuperación de nuestro héroe. ¿Cómo
enfrentó esos dolores horrendos y logró salir adelante? ¿Cuáles fueron las etapas de la terapia?
¿Hubo una terapia efectiva y otra ineficaz?
LA TERAPIA DE LA DESESPERANZA. El libro de Job presenta una terapia fallida y otra
exitosa. La última la ejerce Dios. La primera la ejecutan “los amigos”, que supuestamente acuden
en el rol de ayudadores, un equipo de terapeutas integrado por Elifaz, Bildad, Zofar y
posteriormente Eliú. Sus intervenciones son notoriamente iatrogénicas, un manual de cómo
fracasar en terapia, la descripción de lo que no se debe hacer, ya que en lugar de ser una terapia
de esperanza fue para la desesperanza, en vez de combatir el desánimo y el pesimismo, lo

225
acrecentaron. Una vasta bibliografía asegura que “la relación es lo que cura” (Irving Yalom),
pero también es cierto, que la mala relación puede enfermar más, como fue el caso del patriarca
bíblico. Sin embargo, es útil destacar sus errores para contrastar con el proceder divino que fue
una terapia de la esperanza.
Hay que reconocer que en un primer momento los tres terapeutas acompañaron de manera
efectiva al patriarca, identificándose con su dolor, haciendo un silencio respetuoso (2:11-13).
Pero luego cambiaron la estrategia con interpretaciones sobre las causas de la enfermedad,
basadas en su propio marco teórico, derivado de una teología de la retribución, que entendía el
sufrimiento como un castigo de Dios por pecados cometidos. A partir de esos presupuestos hacen
prescripciones simplistas y erróneas, demostrando su incompetencia. Puede ser útil enumerar las
principales maniobras como una guía de lo que no hay que hacer, una ilustración vívida de “cómo
equivocarse en terapia” (Elzufán y Hirsch, 1987, 183-186).
(1) FALTA DE COMPRENSIÓN EMPÁTICA: Los asistentes exhiben una insensibilidad asombrosa
ante el sufrimiento del patriarca, jamás se refieren a sus dolores sino para argumentar que la
“tribulación y angustia” (15:24) es por haber alzado “su mano contra Dios” (v.25). “Todas las
calamidades están reservadas” para los males (20:26), dice Zofar. Quizás esa frialdad y severidad
explique los resultados deplorables obtenidos en la terapia.
(2) NO TRABAJAN EL DESÁNIMO. A lo largo de la entrevista, el paciente tiene momentos de
intenso abatimiento y desesperanza, al extremo de maldecir el haber nacido (3:8), sin embargo,
ninguno de los cuatro terapeutas hace intervenciones para mejorar el ánimo. Quizás lo único
positivo fue escuchar al paciente y trasmitirle cierta sensación de compañía.
(3) NO RESPONDEN A LAS NECESIDADES DEL PACIENTE. Los largos y tediosos discursos de
los pseudos terapeutas producen en Job desaprobación y fastidio. Les dice: “Consoladores
molestos sois todos vosotros” (16:2). Sin embargo, persisten en la crítica. Entonces el paciente
les ruega: “Hasta cuándo me atormentaréis y me moleréis con palabras?” (19:2). Finalmente, Job
reacciona con ironía descalificando totalmente el tratamiento. “¡Qué bien sabes ayudar al
desvalido! ¡Cómo amparas al brazo sin fortaleza! ¡Qué bien aconsejas al que no tiene ciencia, y
muestras sabiduría! ¿Quién te ayudó a expresar esas palabras? ¿El espíritu de quién habló por tu
boca?” (26:1-4).
(4) OPERAN RÍGIDAMENTE SUS PROPIOS CRITERIOS TEÓRICOS. Los amigos profesan la
doctrina de la retribución según la cual toda desgracia es consecuencia del pecado y a pesar de
que Job les expone argumentos y evidencias que contradicen su teoría (los malos también
prosperan; 21:13), ellos persisten en sostener inflexiblemente los mismos conceptos. Una fórmula
excelente para fracasar es “entusiasmarse con las propias ideas” (Elzufán et al., 1987, 184).
(5) DESCALIFICAN LA IMPORTANCIA QUE EL PROBLEMA TIENE PARA EL PACIENTE. El
motivo de consulta es el pedido de Job para que le ayuden a comprender por que tiene que sufrir

226
si ha llevado una vida justa e íntegra. En cambio los terapeutas le responden: “Estas equivocado,
ese no es el problema. El problema es que has pecado y por eso sufres. Por lo tanto, reconoce tu
mal y “reconcíliate con Dios, y tendrás paz, y te vendrá bien” (22:21).
(6) FALTA UN PLAN TERAPÉUTICO. Al focalizar el problema en forma equivocada, todo el
diseño del tratamiento queda desquiciado. Tampoco hay una estrategia clara o una organización
de la entrevista siguiendo una secuencia de etapas. No proponen objetivos y metas a seguir, ni se
investigan las soluciones intentadas, ni se hacen prescripciones o sugerencias apuntando a
resolver las demandas del paciente.
(7) OMITEN INTERVENCIONES TÉCNICAS PARA RESOLVER EL PROBLEMA. Por supuesto, las
intervenciones de los consejeros son ineficaces porque no responden a la necesidad del paciente
ni a un plan terapéutico establecido. Además revelan cierta carencia de recursos y habilidades
para el tratamiento. Son muy buenos oradores, con mucha locuacidad y una retórica muy florida,
pero revelan pobreza de técnicas efectivas.
(8) ACTÚAN LA CONTRATRANSFERENCIA. Otro error muy grave que cometen los terapeutas de
Job es reaccionar con agresividad a las manifestaciones del paciente, entrando en un proceso de
escalada simétrica hostil. Los terapeutas se sienten desacreditados (15:10-11; 18:3), poniéndose
agresivos, acusando al patriarca de soberbio (15:16), de tener bien merecido sus males (18:13-
21), de ser ladrón (20:10, 15), malvado (22:5), entre otras imputaciones gratuitas (22:6-9).
(9) ESTA AUSENTE EL HUMOR SALUDABLE. El buen humor es un ingrediente importante en la
terapia, ya que distiende, ayuda a disminuir la ansiedad, trasmite bienestar y de alguna manera
minimiza las dificultades, alentando la esperanza. En el tratamiento del patriarca bíblico no hay
ninguna señal de comicidad o alguna ocurrencia risueña, por el contrario, domina un espíritu
severo, adusto y condenatorio.
(10) LA TÉCNICA DE LA DESESPERANZA. Los terapeutas de Job utilizan la desesperanza, pero
no como técnica para el bien, sino al servicio del terror, asustando al paciente al enfatizar los
males terribles que le sobrevendrá por no arrepentirse (20:14-29).
Un trabajo más detenido seguramente encontraría otras falencias en el tratamiento de este
supuesto equipo de terapeutas, pero nos contentamos con este decálogo de cómo fomentar la
desesperanza. El tratamiento fue deplorable, un rotundo fracaso, que mereció la censura del
mismo Dios, que reprendió a Elifaz (probablemente el jefe del equipo) y a sus colegas, en dos
ocasiones, por no “haber hablado por mí lo recto” (42:7 y 8) o no haber hablado “con verdad de
mí” (BJ), sino en forma “insensata” (v.8).

LA TERAPIA DE LA ESPERANZA. ¿Cómo Job pudo soportar todo lo que padeció? ¿Cómo
logró reestablecerse y salir adelante de una crisis tan terrorífica y demoledora? ¿Cuál fue la

227
terapia recibida o autoaplicada? Al privilegiar la mirada clínica y leer el libro como una suerte de
tratamiento psicológico, es posible identificar procesos de pensamiento, acciones o
intervenciones con alto poder terapéutico, que se relacionan con las dimensiones del modelo que
propusimos más arriba (ver Cuadro 8). Nos parece útil puntualizarlas y comentarlas.
(1) SENTIDO PROSPECTIVO VERSUS RETROSPECTIVO. Job fluctuó entre la esperanza y la
desesperanza, que se movilizaban recíprocamente de acuerdo a la dirección de sus reflexiones, ya
sea cuando pensaba en el porvenir o en el pasado. Cuando Job se pregunta si hay vida más allá de
la muerte (14:14) su esperanza se activó, afirmando enfáticamente. “Todos los días de mi milicia
esperaré, hasta que venga mi renovación” (14:14). El pico más alto de esa actitud prospectiva se
alcanzó cuando declaró que al fin “veré a Dios” “y no otro”, en la mañana esplendorosa de la
resurrección (19:25-27). Pero cuando fue dominado por la nostalgia pensando “en los días de mi
juventud, cuando el favor de Dios estaba sobre mi tienda… y mis hijos alrededor de mí” (29:4-5),
siendo “como un rey ante el ejército” (29:25), entonces cayó en la regresión y en la desesperanza,
embargado por el pesar, sintiéndose que “anda ennegrecido”, “como los chacales, compañero de
avestruces”, “enlutado”, “en un lamento” (30:28-31). Por lo tanto, la tarea del terapeuta debía ser
favorecer la dirección prospectiva y minimizar la mirada regresiva y nostálgica, generadora de
desánimo y depresión.
Precisamente esa fue la estrategia de la terapia divina. Es de hacer notar, que el Ser Divino
no defendió a Job de las acusaciones de sus colegas, ni explicó las causas de sus sufrimientos,
tampoco reveló por qué prosperan los impíos y sufren los justos. En otras palabras no entró en la
polémica de buscar las causas del mal y el dolor, por el contrario, lo que hizo fue revelar su poder
en la naturaleza y describir lo que haría en el futuro en la vida de Job y su familia. Más que
focalizarse en el pasado, puso el énfasis en el presente y en el futuro. En realidad, la estrategia de
Dios fue presentar un nuevo relato, muy diferente del narrado por los protagonistas hasta ese
momento, una narración que destaca su poder creador, omnipotencia y capacidad providente. Un
planteamiento con una nueva visión del mundo, en concordancia con los valores de la época,
centrados en la sabiduría y los conocimientos. Esa expresión excelsa y descomunal de la
sapiencia divina produce efectos notables sobre Job, quien queda anonadado, reconociendo su
iluso intento de querer discutir con Dios, por lo cual, se siente indigno (40:3), arrepintiéndose “en
polvo y en ceniza” (42:6). En resumen, todo el discurso divino (caps 38 al 41) es un relato de
esperanza que abre nuevos horizontes de saber y confianza.
(2) ESPERAR LO MEJOR VERSUS ESPERAR LO PEOR. El terapeuta divino toma en cuenta el
lenguaje, los valores y la cultura de Job y sus colegas, para intervenir desde el lugar del sabio —
la imagen de la excelencia en la sociedad patriarcal—, y formular preguntas, con gran
creatividad, sobre la “creación del mundo (cap.38:4-7); el mar (vs.8-11); el alba (12-15); otros
fenómenos cósmicos como los secretos del mar, la luz y las tinieblas, la nieve, el granizo, las
aguas, la lluvia, los relámpagos, los truenos, el hielo, el rocío, la escarcha (16-30); las estrellas y

228
las nubes (31-38); el mundo animal (cap.38:39 al 39:30)” (3CBA, 603). El sentido de esas
preguntas autorreveladoras demostraba la sabiduría y el poder de Dios para resolver cualquier
problema, de modo que Job podía sentirse tranquilo que su causa sería resuelta satisfactoriamente
y que podía esperar lo mejor.
(3) NOVEDAD VERSUS REPETICIÓN. Otra dimensión de nuestro modelo postula la esperanza
como la categoría de lo posible, la apertura a lo nuevo y diferente, en contraste, con la idea de
desesperanza como permanecer en la rutina y la mecánica repetición de las usanzas y tradiciones.
¿De qué manera se puede instrumentar la categoría de lo nuevo con fines terapéuticos? Abriendo
nuevas posibilidades, buscando otras alternativas de solución, implementando otras estrategias,
generando ideas innovadoras. ¿Los terapeutas de Job plantean esos procedimientos? No, no lo
hicieron, quien realmente lo hizo fue el terapeuta divino, abriendo nuevos espacios de reflexión y
análisis desde los misterios que encierran las profundidades del océano (38:16) hasta los
recorridos incógnitos de la danza de luces y sombras (38:19-20), pasando por los procesos de
generación de las lluvias, los rayos, la nieve y el granizo (38:22-30).
(4) LIBERTAD VERSUS FATALISMO. La enfermedad es como una cárcel, que restringe o
cercena los espacios de acción, como muy bien lo expresa nuestro paciente: “Pones mis pies en el
cepo, vigilas mis caminos, y trazas límite a la planta de mis pies” (13:27). Precisamente, un
aspecto esencial de la terapia es abrir nuevos ámbitos de libertad. ¿Cómo hacerlo? De la manera
que lo hizo el terapeuta divino desde el “torbellino” (38:1), resignificando la realidad (caps.38-
41), interrumpiendo los patrones disfuncionales que venían operando hasta ese momento,
construyendo nuevas alternativas, planteando desafíos (40:6-9), imaginando nuevos futuros
posibles.
(5) FORTALEZA VERSUS DERROTISMO. Una cualidad característica de nuestro héroe fue
resistir animosamente hasta el final, aunque tuvo momentos de debilidad (6:11) cuando se sintió
desfallecer (10:1), pero aún así perseveró firmemente, llegando a constituir un símbolo o la
misma personificación de la paciencia (Stgo.5:11). En Job la fortaleza es la paciencia, no como
sumisión pasiva, sino como sinónimo de “firmeza”, “perseverancia” y “constancia”, como un
poder activo y permanente que hace sobreponerse a las pruebas. Esa virtud es posible gracias a la
confianza en Dios y a la esperanza. Si se espera algo mejor, en esta vida o en la futura, entonces
se puede soportar cualquier cosa, gracias a que se vive las calamidades de la enfermedad y la
opresión ominosa de la adversidad como una “prueba” (ver Stgo.1:2-4; Ap.3:10), algo que es
transitorio y tiene el sentido de un ejercicio para lograr una recompensa, como lo entendió Job
(19:6-13). Puede entenderse toda la intervención terapéutica divina como destinada a fortalecer el
ánimo de Job y vencer la depresión, ya que el mensaje fue si Dios es capaz de guiar las estrellas
de las grandes constelaciones (38:31-33), como cuidar a las ciervas en su preñez (39:2-4), cómo
no lo protegerá a él durante le prueba, las desdichas o los sufrimientos.

229
(6) CONFIANZA VERSUS DESCONFIANZA. En el Antiguo Testamento las palabras “esperar”,
“paciencia” y “confianza” provienen de la misma raíz hebrea “yachal”, que ha sido traducido
como “aguardar perseverante con confianza” (Wolf, 1983). El libro de Job utiliza un término
diferente para la “esperanza del impío” (7:13), que traduce del término “tikwah”, que es un
“aguardar tenso” (Íbid) ya que carece de la confianza en Dios. La palabra hebrea “confianza” (de
la raíz bth) ha sido traducida 47 veces en la versión de los LXX con el verbo “esperar” (elpízein),
ya que ese término significa tanto descansar como esperar en Dios (Jepsen, 1990, 89). Una de las
claves de la resiliencia de Job está en su confianza inquebrantable en Dios. Por eso exclama: "He
aquí, aunque me matare, en él esperaré” (13:15); “Todos los días de mi milicia esperaré…
Entonces llamarás, y yo te responderé” (14:14-15); "Pues yo sé que mi Redentor vive, y que en lo
venidero ha de levantarse sobre la tierra;... aun desde mi carne he de ver a Dios" (Job 19: 25-26,
VM). A diferencia de los malos terapeutas que hacen desconfiar a Job de su integridad, la
intervención del terapeuta divino reforzó vivamente la confianza, al grado que Job admite que
antes tenía un conocimiento de oídas pero “ahora mis ojos te ven”. En esos términos confiesa que
su experiencia religiosa estaba basada en la tradición en cambio ahora se basa en una comunión
personal, en una vivencia directa con el Todopoderoso. Aunque Dios no le explicó por qué
motivos estaba sufriendo, Job quedó convencido que cualquiera fuere la razón, no necesitaba
abrigar ninguna duda o desconfianza.
(7) ORIENTACIÓN PRODUCTIVA VERSUS DESTRUCTIVA. Erich Fromm (1973, 406) emplea el
término biofilia, amor a la vida y todo lo vivo, como una "orientación productiva" de la
existencia, en tanto, lo opuesto, la "orientación destructiva" o necrofilia, es el amor a la muerte o
la “atracción apasionada por todo lo muerto, corrompido, pútrido y enfermizo” y el interés por
“lo puramente mecánico” (Ídem, 369). Estas categorías son dimensiones importantes de la
esperanza-desesperanza. ¿Cómo se manifiestaron en el caso de Job? La enfermedad del patriarca
lo confrontó con la muerte, dominando por momentos una tendencia necrofílica, ya que percibía
la muerte como algo atractivo (3:13; 6:9-10) y la vida como algo fatigoso (7:1-7) y despreciable
(9:21). Posteriormente reflexionó, en una hermosa composición poética sobre las miserias
humanas (14:1-6), transformando la elegía en un canto a la vida. La clave del cambio es la
metáfora del árbol muerto que reverdece “al percibir el agua”. Eso le hace pensar que igualmente
el hombre puede renovarse, como declara con reciedumbre al afirmar su fe en la esperanza de la
resurrección (19:25-27). Pero ese atisbo biofílico que experimentó fue reforzado e incrementado
ampliamente por el discurso del Señor, quien en forma admirable y con gran riqueza de
metáforas despliega un poesía sublime a la existencia, desde las bellezas de los amaneceres que
expanden su luces por los caminos del orbe, vistiendo cada mañana de nuevos colores (38:12-14)
y los misterios de “lo recóndito del océano” (38:16), como los astros que titilan en las
profundidades de los espacios nocturnos, hasta las maravillas de la vida animal que se distinguen
por sus especies como las cabras (39:1), ciervas (v.2-4), búfalo (v.9), avestruz (v.13), cigüeña,

230
gavilán (v.26), o las águilas que habita “en la cumbre del inaccesible peñasco” (v.28). La
naturaleza guarda riquezas infinitas de bondad, enseñanzas y verdades, que despiertan ricos
espacios a la investigación y a la esperanza.
(8) TRASCENDENCIA VERSUS INMANENCIA. La noción de trascendencia está presente a lo largo
de todo el libro de Job. Es uno de los ejes centrales del relato y del tratamiento de nuestro
paciente. Las creencias religiosas de Job son claves para entender el afrontamiento de la
enfermedad y su recuperación. En realidad, la estrategia de Dios fue presentar un nuevo relato,
muy diferente al narrado por los protagonistas hasta ese momento. Se trata de una narración que
destaca su poder creador, omnipotencia y capacidad providente. Un planteamiento con una nueva
visión del mundo, en concordancia con los valores de la época, centrados en la sabiduría y los
conocimientos. Esa expresión excelsa y descomunal de la sapiencia divina produce efectos
notables sobre Job, quien queda anonadado, reconociendo su iluso intento de querer discutir con
Dios, por lo cual, se siente indigno (40:3), arrepintiéndose “en polvo y en ceniza” (42:6). En
resumen, todo el discurso divino (caps 38 al 41) es un relato de esperanza que abre nuevos
horizontes de saber y confianza.
Seguramente hay muchos otros recursos de curación en el libro de Job, como el perdón y la
oración que menciona el capítulo 42:10 y la técnica de “externalización” de Michel White (1994;
2002) que aparece a lo largo de todo el libro (ver Pereyra, 2006, 210-211), pero lo dicho alcanza
para mostrar como la esperanza puede funcionar como un modelo teórico-operativo de terapia.
Hay que reconocer que Job es un símbolo de sufrimiento, pero también un paradigma de la
esperanza. Su existencia solitaria y heroica es la de un espíritu desmesurado que, desde el
infierno más horrendo y en lucha constante con las penurias del cuerpo, no cede a la
desesperación y consigue reafirmar la esperanza y la fe en Dios, de quien se siente desterrado. Se
trata de una historia de esperanza que triunfa sobre la adversidad más cruel gracias al poder de la
certeza. Un relato que enseña el derecho al desánimo pero no a perder la esperanza, que a pesar
de la negrura más insondable en puede estar sumido, siempre llega el amanecer, la luz de la fe en
un nuevo porvenir, que abre los horizontes de esta vida y de la eternidad.

(2) LA ESPERANZA EN LA ESTRATEGIA TERAPÉUTICA (Pereyra, 2006, 80-86)


Decíamos más arriba que la estrategia articula las ideas del marco teórico y las
intervenciones concretas que realiza el terapeuta en la consulta (ver Figura 3), es decir, cumple
una función intermediadora entre la teoría y lo práctica, organizando y planificando la terapia.
¿Qué función cumple la esperanza en la estrategia terapéutica? Navarro y Beyebach (1995, 49)
declaran que todo programa estratégico “supone una esperanza”, aunque no la incluyen
explícitamente. Es cierto que hay algunos procesos (ej., el 3) y niveles (el 2 y el 3) que tienen
relación con la esperanza, pero a nuestro criterio la esperanza debe ocupar un lugar más

231
importante y decisivo. Estimamos que todo programa estratégico debe estar conducido e
impregnado de esperanza. Si un terapeuta es pesimista con respecto a un paciente, si cree que su
caso no tiene cura o no se logrará nada o muy poco, ¿qué valor puede tener la planificación y
toda la terapia? ¿Servirá de algo? Por supuesto que no. Por eso estamos persuadidos que la
esperanza en la recuperación del cliente es algo previo y primordial del programa de ayuda que
pueda concebirse. Por tal motivo, proponemos otro modelo de entender la estrategia, que
exponemos en la figura 4, colocada en forma paralela a la de Navarro y Beyebach para destacar
las diferencias. En el modelo propuesto agregamos la esperanza como una instancia previa al
programa estratégico específico, instancia que denominamos “estrategia básica”. No es una
simple “bajada” del marco teórico a las intervenciones, como en el modelo de la figura 3, donde
la dirección es unidireccional, sino tiene un carácter bidireccional, incluyendo las flechas en
ambos sentidos. La idea es que el marco teórico debería tener espacios de esperanza, conceptos
que favorezcan la instrumentalización de las posibilidades futuras. Ciertamente la esperanza
compatibiliza mejor con enfoques teóricos que favorezcan las orientaciones al futuro, de
constitución optimista, productivas o biofílicas (Fromm), abiertas a lo nuevo y a lo posible, que
valore la libertad del individuo y desarrolle su capacidad de afrontamiento adecuado y efectivo;
teorías basadas en la confianza interpersonal, la solidaridad y la cooperación, más centradas en
las soluciones que en los problemas, en lo sano más que en lo enfermo y que desarrolle objetivos,
metas y un sentido de plenitud de vida.
Por otra parte, en su función de componente básico de la estrategia, la esperanza debe
realizar una función integradora y globalizante de todos los procesos y niveles estratégicos,
motivando los programas específicos, organizándolos con optimismo y direccionándolos para
que hagan las mejores intervenciones y alcancen lo más rápidamente posible los objetivos de la
terapia. Así, por ejemplo, el contexto de la terapia no debe ser un lugar sombrío con cuadros
trágicos o desesperantes, como el grito de Edgard Munch, que puede tener un valor artístico
excepcional, pero que no inspira esperanza en alguien que viene angustiado buscando ayuda. Por
el contrario, el encuadre físico de la consulta debería ser un lugar cómodo, agradable, atractivo y
luminoso, pintado con los colores de la vida, con plantas o flores u algunos otros objetos
estéticos, que motiven y estimulen a pensar en la alegría de vivir, más que en dejarse sucumbir en
la depresión. Por supuesto, también los otros procesos y niveles estratégicos deben también estar
coloreado con los brillos de la esperanza, para que la relación, la motivación para el cambio, las
acciones de evaluación, la fijación de las metas y todo lo demás puede sentirse que están
encaminadas hacia al éxito.
¿Será que siempre se puede ser optimista? ¿A todos los pacientes podemos darles una
inyección de optimismo? ¿Cuál es el límite entre la ilusión y la esperanza? Estamos hablando de
la auténtica esperanza no de algo falso, por lo tanto, es necesario ser realista y discriminar entre
lo posible y lo fantasioso, maníaco o delirante. Nunca se debe perder el sentido de mesura y de
ubicuidad, correspondiendo el terapeuta operar dentro de los parámetros de la realidad y del

232
conocimiento científico. Pero es claro que eso no significa ser pesimista y desterrar toda
eventualidad de mejoría, aún la mínima. Adherimos a una concepción ilimitada y trascendente de
la esperanza, que es coherente con su definición, lo que significa que siempre permanece abierta
la puerta de la fe en un futuro mejor, aún en las circunstancias más críticas y estados terminales,
porque la esperanza, en su forma más consumada, trasciende toda frontera, aún las de la vida y de
la muerte.

PRINCIPIOS TEÓRICOS DE LA ESCUELA PRINCIPIOS TEÓRICOS DE LA ESCUELA

ESTRATEGIAS ESTRATEGIA BÁSICA


1. Procesos: 1) definición del contexto; ESPERANZA
2) creación de la relación;
3) motivación para el cambio;
4) evaluación; PROGRAMA ESTRATÉGICO ESPECÍFICO
5) supervivencia;
6) intervención. 1. 6 Procesos
2. Niveles: 1) feedback;
2) metas a corto, mediano y 2. 3 Niveles
largo plazo;
3) cambio mínimo y cambio lento

INTERVENCIONES INTERVENCIONES

Figura 3 Figura 4
Relaciones entre presupuestos, estrategias e Relaciones entre presupuestos, esperanza,
intervenciones estrategias e intervenciones

233
(3) LA ESPERANZA EN LAS TÉCNICAS ESPECÍFICAS E INESPECÍFICAS
“La relación es lo que cura.”
Irving Yalon

Las técnicas en psicoterapia son las herramientas que se utilizan para intervenir (o no
intervenir) en cada caso y situación, en forma consciente o inconscientemente. Es de suponer que
si se sabe lo que se hace, por que y para que se hace, los resultados serán mejores. Seguramente
la eficacia aumentará también, en función de la calidad y la cantidad de los instrumentos que se
dominen para operar en un contexto determinado, es decir, según la “caja de herramientas” que
se cuenten y se sepan emplear. No favorecemos una posición tecnicista, que priorice la técnica
sobre el paciente, pues quita espontaneidad y genera una actitud mecánica y artificial, más bien,
creemos en el conocimiento internalizado de recursos psicoterapéuticos definidos, que posibilite
la evaluación y de respuesta a las distintas vicisitudes del proceso, de acuerdo al modelo y las
estrategias del caso. Las técnicas están al servicio del programa terapéutico, no son fines en sí
mismos.
Las investigaciones en psicoterapia han descubierto la existencia de factores específicos,
asociados a los aspectos técnicos y factores inespecíficos que son aquellos aspectos relacionados
con la personalidad del terapeuta, del consultante y de la relación entre ambos (Santibáñez et al.,
2008). Con respecto a las técnicas específicas relacionadas con la esperanza diríamos que son
aquellas que privilegian el sentido prospectivo y las expectativas positivas, la posibilidad y la
autodeterminación, estimulando la capacidad de afrontamiento y la confianza, además de
promover una orientación productiva de vida, en armonía con nuestro constructo de esperanza-
desesperanza.
Por ejemplo, Penn (1985), propuso el término feedforward, en contraste con feedback, para
indicar el proceso puesto en marcha por las preguntas referidas al futuro, es decir, la construc-
ción de nuevas posibilidades de elaboración del futuro. "Desde el punto de vista práctico —
afirma Boscolo et al., (1996, 167)—, las preguntas sobre el futuro, unidas a la connotación
positiva, promueven la práctica de nuevas soluciones, sugieren acciones alternativas, favorecen
el aprendizaje, anulan las ideas de predeterminación y se dirigen al modelo específico de cambio
del sistema.” El precursor de la utilización técnica de la esperanza fue Víctor Frankl quien
propone crear una visión de futuro que tenga significado y ofrezca posibilidad motivadora para
superar dificultades presentes, como él mismo pudo comprobarlo un día que se sentía morir en
un campo de exterminio nazi durante la segunda guerra mundial. Estaba enfermo, desnutrido, en
harapos y casi descalzo teniendo que trabajar en la nieve. En determinado momento cayó
exhausto y se iba a dejar morir cuando comenzó a imaginar estar dando una conferencia sobre la
psicología de los campos de exterminio a un público totalmente entregado, explicando como
había sobrevivido, entretanto se levanó y realizó todas las tareas de ese día, siempre dictando su
conferencia imaginaria. Cuarenta años después dio esa conferencia y siete mil personas, puestas
en pie, lo ovacionaron.
234
Hay otras técnicas que también tienen valor elpídico, como “La Técnica del Milagro” de
Steve de Shazer (1992), que investiga como vería el consultante la realidad si el problema
quedara resuelto, por ejemplo, por la acción de un milagro. Lo que uno espera que ocurra o
aguarda que suceda puede convertirse en un poder que movilice fuerzas capaz de generar el
cambio. Ese futuro fantaseado, diferente y más satisfactorio, se llaga a transformar en un objeto
anhelado y atractivo, que puede imantar la voluntad de logro y la conciencia de lo posible. Así, el
tiempo esperado y buscado cobra relieve sobre las penurias presentes y condiciona el acontecer
en sentido de la salud. Algo parecido son las preguntas por las “excepciones”, que se centran en
las ocasiones cuando las cosas funcionan, cuando no ocurre el problema de consulta, en contra
de lo esperado. Habría otras técnicas en base a ritos, metáforas, prescripciones, preguntas
"reflexivas" y "constructivas" (O’Hanlon et al., 1990, 90), que también pueden promover la
esperanza.
Tradicionalmente se ha entendido que el componente principal del tratamiento eran las
intervenciones técnicas, en tanto, se consideraba los aspectos relacionados con la relación
terapeuta-cliente como variables secundarias. Las investigaciones de los últimos años han
descubierto lo contrario, que son las atributos derivadas de la relación las que tienen más peso en
los resultados de la terapia (Collins y Cutcliffe, 2003, 181-182). Se encontró que las terapias más
eficaces son aquellas en las cuales los clientes perciben una alianza terapéutica beneficioso y hay
un acuerdo mutuo a la hora de fijar las metas. Al estudiarse los factores que determinan la
efectividad de la psicoterapia, se concluyó que las características y competencias personales del
terapeuta tienen un efecto ocho veces mayor en los resultados que la orientación teórica o las
técnicas utilizadas. Sintetizando los resultados de las investigaciones, John Norcross (2003), ha
establecido una estimación cuantitativa del peso que tienen los factores terapéuticos en su
incidencia en los resultados, según puede apreciarse en la figura 5. Ellos son:
1- Factores comunes de la relación terapéutica (30%): son los factores inespecíficos de la
relación terapéutica. Comprenden un conjunto de variables reconocidas y sugeridas por
diferentes modelos teóricos, como ser la aceptación incondicional positiva del cliente, la
empatía, la validación, la calidez, la apertura del terapeuta y otras del mismo carácter.
2- Cambio extraterapéutico (40%): son factores relacionados con la personalidad del cliente —
tales como la fuerza yoica, los recursos de afrontamientos, actitudes resilientes y otros
derivados de su entono inmediato, como son el soporte social, los recursos socio-económicos
y culturales, e incluso los eventos fortuitos que pueden contribuir a la mejoría del paciente,
todos los cuales son independientes de los sucesos que ocurren en el interior de la terapia.
3- Expectativas de resultados (15%): se trata de la convicción que tiene el cliente de que
recibirá la ayuda buscada. Estas expectativas de éxito derivan de la credibilidad depositada en
el agente proveedor de la ayuda, que actúan como fuerzas curativas aún antes de iniciar el
tratamiento. En esa disposición esperanzadora del cliente influye el prestigio o la fama que

235
tiene el terapeuta, la recomendación que puede haber dado alguna persona de influencia a
recurrir a ese profesional y la actitud del terapeuta al fortalecer esas expectativas.
4- Técnicas (15%): son los procedimientos específicos de intervención en la psicoterapia, por
ejemplo, las connotaciones positivas, la reestructuración cognitiva, las preguntas o las tareas
que se prescriben.

30%
15%

15%
40%

Cambio extraterapéutico Relación terapéutica Técnica Expectativas

Figura 5
Factores que influyen en el resultado de la psicoterapia según Norcross (2003)

En consecuencia, el 15% del éxito terapéutico depende de la esperanza en los resultados,


pero también un alto porcentaje del 30% correspondiente a los “Factores comunes de la relación
terapéutica” depende de la actitud esperanzada del terapeuta. Desde la década de los 60, Robert
Rosenthal estudió la importancia de las expectativas positivas de los docentes con respecto al
rendimiento escolar de los alumnos. Investigó un grupo de docentes que recibieron alumnos para
enseñar, recibiendo información equivocada con respecto a la capacidad de aprendizaje que
tenían los grupos de estudiantes. El grupo menos dotado se les dijo a los docentes que eran los
más capaces y otro grupo de excelentes alumnos se les dijo a los instructores que era el peor
grupo. El más alto rendimiento lo tuvo el grupo que los instructores creían que era mejor. Esta

236
experiencia popularizo el término "efecto Rosenthal", también llamado “efecto Pigmalión” que
se emplea como sinónimo de profecía autorrealizadora (Cosacov, 2007, 110).
Goethe dijo una vez, con respecto a los efectos transformadores que tiene esa disposición
de esperar lo mejor de cada persona: "Si aceptamos a las personas como son, únicamente las
haremos peor de lo que son. Si las tratamos como si fuesen lo que debieran ser, las ayudaremos a
convertirse en lo que son capaces de hacer". Otro ejemplo notable de actitud esperanzada ha sido
descrito por Elena G.de White (1978, 80), al referirse a la forma como Jesucristo trataba a
aquellos que acudían a él. Lo expresa en estos términos:
"En cada ser humano percibía posibilidades infinitas. Veía a los hombres según podrían
ser transformados por su gracia... Al mirarlos con esperanza, inspiraba esperanza. Al
saludarlos con confianza, inspiraba confianza. Al revelar en si mismo el verdadero ideal
del hombre, despertaba el deseo y la fe de obtenerlo. En su presencia, las almas
despreciadas y caídas se percataban de que aún eran seres humanos, y anhelaban
demostrar que eran dignas de su consideración. En más de un corazón que parecía muerto
a todas las cosas santas, se despertaron nuevos impulsos. A más de un desesperado se
presentó la posibilidad de una nueva vida".
Al actuar como operadores sanitarios, en el ámbito clínico o en cualquier otra área que
implique la atención de la salud, es una función básica la de evaluar, conservar, fomentar y
optimizar las fuerzas de la esperanza de los asistidos. En el cumplimiento de ese objetivo,
podemos aplicar un marco teórico, diseñar estrategias de acción y utilizar técnicas que
desarrollen las potencialidades sanas y promuevan los mejores recursos del ser, disponiendo de
una actitud esperanzada que genere nuevos destinos, despierte las ansias de un nuevo amanecer y
abra los horizontes de un futuro más promisorio. Para ello, es fundamental confiar en las
posibilidades de cambio del otro, lanzar esa mirada de reconocimiento, confirmación y
esperanza, invistiendo al necesitado de la dignidad de persona recuperable. Es fatal creer que no
hay remedio o que todo está perdido. Un terapeuta con esa disposición debería derivar el caso a
quien pueda creer, tener e infundir esperanza. Para lo cual, creemos, como expresaron
bellamente Beavers y Kaslow (1981), que el terapeuta debe ser "un embajador de la esperanza".

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Siglas
DHH= Versión bíblica “Dios Habla Hoy”
NTV= Nueva traducción viviente
NVI= Versión bíblica “Nueva Versión Internacional”
RV= Versión bíblica Reina Valera
TLA= Versión bíblica “Traducción en lenguaje actual”

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