Вы находитесь на странице: 1из 21

El traje femenino usado en Quito

durante el siglo XIX

Isabel Poma
Resumen: El traje femenino usado en la ciudad de Quito, durante el siglo XIX, muestra
la influencia europea en el país y la creatividad de las mujeres quiteñas al aplicar a ese
vestuario el sello nacional. Mientras que las elites mantenían con suma rigurosidad las
costumbres sociales y características del vestir europeo, la mayoría de mujeres quiteñas
incorporó en su vestuario la moda de la época pero bajo características nacionales, como
la adopción del colorido especial de nuestro entorno natural. En ese sentido, se destacó
la habilidad de las artesanas quiteñas, quienes sin mayor instrucción previa imitaban
casi a la perfección las manualidades propias de los trajes coloniales.

Palabras clave: Historia, contexto, técnicas, diseño, cultura.

Abstract: Women’s attire worn in Quito during XIX century shows European influence
on this dress and the adaptation made by women from Quito during that time. While
high class elite firmly kept the characteristics of European social and wearing customs,
most women from Quito included on their wardrobe the fashion of the epoch, by adding
a sort of Ecuadorian seal that included a unique colorful style of our natural
surrounding; on this regard, it is distinguished the ability of craftswomen from Quito
who, without any previous training, emulated almost perfectly the handicrafts
characteristic of colonial dresses.

Keywords: History, context, techniques, design, culture.

En el trabajo que se presenta a continuación se realiza una interpretación, en diseño y


dibujo plano, de los trajes más representativos de cada grupo. Esto permitirá una mejor
comprensión de las formas y colores predominantes durante el siglo XIX, en la ciudad
de Quito. Si bien la explicación pretende mantener las características principales de los
atuendos, no es en sí una referencia exacta del traje, ya que debido a las limitantes en
información y la inexistencia de trajes en físico, resulta complicado distinguir las
características y detalles con precisión.

Sin embargo, se pudo rescatar importante información sobre el traje de la época, que
permitió obtener inferencias al contrastar textos y pinturas de diferentes cronistas,
viajeros y pintores de la época. Más adelante fueron los fotógrafos quienes aportan
referencias con mayor fidelidad sobre los trajes. De los primeros, utilizamos la
contribución de Juan Agustín Guerrero y Joaquín Pinto, quienes enfatizaron su trabajo
en la pintura costumbrista, y de la publicación Imágenes de identidad, acuarelas
quiteñas del siglo XIX, del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural (Fonsal), hoy
Instituto Metropolitano de Patrimonio.

El resultado alcanzado deriva de la primera compilación de información recabada sobre


el atuendo femenino usado en la ciudad de Quito durante el siglo XIX. Se logró
identificar las principales características materiales y de diseño de los trajes de la alta
sociedad, distribuidos en 3 periodos (primero, segundo y tercer tercio del siglo XIX);
trajes de las mestizas, en los que se ubicó al de las bolsiconas, de los oficios y del aro; y,
finalmente, de las indígenas, en los que se encuentran los trajes de las de posición
acomodada y de las muy pobres.

El vestido en el Quito del siglo XIX tomó las formas del atuendo inglés, francés y
español. Se evidencia cómo la fuerte influencia de la moda llega incluso a los estratos
más bajos de la sociedad, e impone formas y siluetas propias de la aristocracia
proveniente de Europa.

Contexto

Durante el siglo XIX, Quito tenía alrededor del 75 000 habitantes, distribuidos entre
blancos, mestizos e indios. Fue siempre considerada una ciudad religiosa y cultural.
Esto último, por las dos universidades que existía en ese entonces, las que,
posteriormente, constituyeron la Universidad Santo Tomás de Aquino.

En la disposición urbana imperó una radical diferenciación entre el espacio destinado a


la nobleza y al pueblo en general. Mientras las clases dominantes tenían la exclusividad
de acceso al clero, la nobleza y sus entornos, las calles, plazas y mercados de la ciudad
eran espacios predominados por indios y mestizos. Los mestizos, por lo general, eran
comerciantes.

Si la magnífica colección de acuarelas fue un empeño por retratar a los personajes


visibles que deambulaban a diario por los escenarios públicos, estuvieron entonces
excluidos los miembros de la jerarquía dominante. Los grandes ausentes fueron los
señores de la nobleza hispana y su cohorte parental (Ortiz, 2005).

La nobleza en sus casas y haciendas se mantenía totalmente ajena al trajín que se


desarrollaba en la ciudad, plazas y parques con los trabajadores ocupados en sus
oficios.

El matrimonio era uno de los mecanismos empleados por la elite quiteña para
consolidarse económicamente, acrecentar el patrimonio familiar y aumentar su poder
político… En estas estrategias, la mujer fue una pieza clave para la unión de familias y
para la perpetuación de linajes y patrimonios. Gracias al matrimonio, muchas familias
mantuvieron durante generaciones su presencia en el cabildo y, por lo tanto, su poder
en la ciudad. Pero no necesariamente las mujeres de la élite fueron sujetos pasivos en
el marco de estas estrategias. Si bien, teórica y legalmente, las mujeres eran
dependientes de sus padres, hermanos, hijos o yernos, en la práctica, muchas de ellas
manejaban con bastante independencia sus asuntos financieros y participaban
directamente en el manejo de su patrimonio a través de transacciones comerciales
(http//ec.kalipedia.com).

El Traje Femenino en Quito durante el siglo XIX

Traje de la alta sociedad

El traje de la alta sociedad quiteña del siglo XIX presentó marcadas diferencias entre los
periodos de cambios políticos y sociales que atravesó el país. Las damas de la alta
sociedad quiteña únicamente accedían a los espacios urbanos públicos (calles, plazas,
iglesias) en compañía de sus padres o de sus sirvientes. En especial, era común verlas
cuando iban a la iglesia junto a una criada, quien era la encargada de llevar un
reclinatorio o, al menos, una alfombra para que la señora pudiera arrodillarse.

Etapas

Primer tercio del siglo XIX. Influencia colonial

En el transcurso del primer tercio del siglo XIX, la moda femenina en la ciudad se
restringió a la influencia española, exclusivamente. En razón de que estos territorios
eran una colonia, el ingreso de productos, modos y costumbres de otro país resultaba
impensable.

Las mujeres de las altas esferas sociales vestían "falda, faldellín, blusa, chaleco y una
levita más corta que los hombres; ropa que cubría las múltiples enaguas y demás
prendas interiores" (Ayala, 1996:170). Una de las prendas de rigor era el "pañolón", que
sustituía a la mantilla española (imagen 1). La falda, usualmente, era muy ancha, cosida
en grandes pliegues y por lo general de terciopelo.
Imagen 1: Izquierda: Dama de Quito yendo a misa, Ernest Charton (atribuido), Museo
del Banco Central del Ecuador, Cuenca. Derecha: Dama de Quito yendo a misa con una
pequeña india que lleva un tapiz para sentarse, Ernest Charton (atribuido), colección
privada. Todo en Imágenes de Identidad del Fonsal.

Segundo Tercio del Siglo XIX.


Periodo de Transición

Persiste la influencia española, pero al mismo tiempo empieza el uso de las modas
inglesas. Las adaptaciones hacia estas modas coinciden con la llegada de los cronistas y
viajeros ingleses, a causa de la liberación del Ecuador como colonia española.

Durante este periodo, las mujeres visten a la inglesa en ceremonias y fiestas, mientras
prefieren el atuendo español para ir a misa y estar en casa.

El vestido a la inglesa se describía, en líneas generales, como un corpiño ajustado en la


cintura, en tanto que la falda era de una amplitud considerable; el escote era redondo,
pronunciado y llevaba manga hasta la altura del codo; y, la parte delantera era caída y
encaje en las mangas. La acogida del atuendo inglés, por parte de las damas quiteñas, es
casi inmediato, situación comprensible luego de un largo periodo de restricciones que
impedían las importaciones legales.

Las mujeres de este tiempo se mantenían en casa “cosiendo, recibiendo visitas y


haciendo novenas en las iglesias” (Enríquez, 1938). Por esta razón, las variaciones en el
atuendo femenino se adaptan a la ocasión. En la casa se llevaba un vestido más
modesto, pero para la iglesia preferían trajes más elaborados, en su mayoría en tono
oscuro. El negro era el más usado. Los trajes se llevaban con mantillas de encaje para
cubrir el cabello. Así es relatado en Quito a través de los siglos: “las damas en general
envuelven sus cabezas, cuello y pecho, en una manta amplia, la que cubre
completamente la frente” (Enríquez, 1938).

Tercer tercio del siglo XIX. Periodo de finales del siglo XIX

Hacia finales del siglo, el traje es netamente europeo. Es evidente el predominio de las
modas inglesas y francesas de finales de siglo.

En el traje de la aristocracia quiteña imperaba la última moda europea, al estilo tapicero,


es decir un vestido muy recargado, cerrado completamente, de mangas largas que
llegaban sobre las muñecas con encajes y ribetes. El escote, muy cerrado, terminaba en
un cuello pequeño con un vuelo por delante. La falda era recargada y estaba compuesta
por una sobrefalda más alta, adornada con lazos (imagen 2), y una falda propiamente
dicha ataviada con encajes y aplicaciones; la amplitud en este caso se obtiene por medio
del uso del polisón

El traje usado fue el conocido como “traje a la polonesa” o solo polonesa (una
reminiscencia del vestido Luis XVI): la falda “de encima forma, por detrás, una cola
más o menos larga, orillada por volantes plisados, bandas de encaje o pasamanería al
que se llamó estilo tapicero, evocando los salones de moda llenos de cortinajes,
almohadillados, etc.” (www.funmuseodeltraje.com).
Imagen 2: Isabel Rendón. Fotógrafo: Enrique Morgan. Quito, 1885. Archivo histórico
del Ministerio de Cultura.

Este traje se abulta hacia atrás en forma de puf, por medio del uso de un polisón. El
vestido de encima descubre completamente por delante una falda lisa, y forma hacia
atrás una especie de cola que fue modificándose hasta desaparecer. Sobre este vestido,
habitualmente, se colocaba un spencer (chaqueta), que hacía juego con el resto del
atuendo.

Dada su extravagancia, los trajes franceses eran comúnmente reservados para eventos
especiales y fiestas, mientras que los vestidos a la inglesa eran los preferidos para vestir
durante el día. Es por ello que en la mayoría de las fotografías, se las aprecia con el
vestido estilo francés.

La preferencia por los tonos oscuros, en especial el negro, se sustenta en la extrema


religiosidad del pueblo quiteño. Las personas distinguidas de la ciudad iniciaban su
jornada diaria con una misa, a horas muy tempranas.

Además, los lutos se llevaban con extrema rigurosidad y por periodos prolongados de
tiempo.

El vestido de las más jóvenes se evidenciaba más sencillo y en colores más claros. Son
usuales los lazos de satín y una pequeña capa tejida o de encaje sobre el traje. A medida
que el siglo culmina, el traje va simplificándose en formas y cortes. Se evidencian dos
piezas separadas: una chaquetilla muy ajustada y una falda que ha perdido el volumen
del polisón.

Imagen 3: Interpretación del traje estilo tapicero. Y fichas técnicas de dibujo plano de
los trajes.

Traje popular

En el vestuario popular, se distinguen el traje de las mestizas (bolsiconas); el traje


conocido como el aro, utilizado también por mestizas; el traje de los oficios; el traje de
las indias de clase muy pobre; y, el traje de las indias de mejor posición.
A diferencia de las mujeres de las élites, las mujeres de estos grupos sociales
interactuaban en plazas y parques en el quehacer diario. En la pintura de Joaquín Pinto
(imagen 4), se aprecia la interacción de las mestizas en una fiesta religiosa. Se puede
observar el traje de las vendedoras de frutas, el ropaje del aro y el atuendo de las
bolsiconas. Los vestidos coinciden con las descripciones e imágenes de otros autores.

Imagen 4: Escena de fiesta religiosa, de Joaquín Pinto, en “Historia del Arte


Ecuatoriano en el siglo XIX”. José María Vargas. Banco Central del Ecuador.

El traje de las mestizas

Las bolsiconas

Las mujeres de la ciudad de Quito, de naturaleza mestiza, son llamadas por los viajeros
y extranjeros como bolsiconas. "El nombre español de bolsiconas viene de bolsa, a
causa de los bolsillos que estas señoritas o señoras llevan en sus faldas" (Holinski,
1989:330). Sin embargo, de acuerdo con la Guía Espiritual de Quito, el término
bolsiconas guarda relación con la tela de las faldas, que se conocía como bayeta o
bolsicón. Los quiteños llamaban a las bolsiconas llapangas, que significa descalzas, ya
que no usaban medias ni zapatos.
Imagen 5: Izquierda: Chola Pinganilla, en Imágenes de Identidad (ABM), acuarela
101. Derecha: Bolsicona, modistilla, mitad india y de sangre blanca, Ernest Charton.

Son, por lo general, costureras o bordadoras de gran habilidad.

El atuendo de las bolsiconas consta por lo común de 3 piezas: "La camisa, cuyos bordes
están bordados de algodón rojo o azul; la falda de bayeta, o bolsicón, tela de lana
grosera, y una especie de chal de felpa que anudan alrededor de los hombros"
(Enríquez, 1938:96).
Imagen 6: Interpretación del traje de las bolsiconas. Y fichas técnicas de dibujo plano
de los trajes.

Holinski describe el atuendo de la siguiente manera:


Sobre una falda de tela fuerte, un largo chal de seda o de algodón que cubre la camisa
sin taparla del todo, y sobre el chal un pedazo de tela velluda llamado rebozo, que
cubre la cabeza si el tiempo y las circunstancias lo exigen. La variada viveza de sus
colores da originalidad a este traje. Así por ejemplo sobre una falda de tela azul está
terciado un chal rojo, y el rebozo será amarillo para contraste. Su afluencia en todas
partes da vida a una ciudad que parecería muerta sin ellas, y le imprime un sello de
originalidad (Holinski, 1989:330).

Estas representaciones (imágenes 5 y 6) fueron tomadas de la obra Moeurs et costumes


de L’Équateur (Costumbres y trajes del Ecuador), y reflejan el estilo pictórico europeo
al colocar los retratos en posiciones propias de obras de la época. En las diferentes
imágenes, que evidencian distintos periodos del siglo XIX, se mantienen las
características principales de los trajes en relación al colorido y a las prendas básicas del
atuendo, lo que permite inferir que el traje de las bolsiconas no presentó diferencias
significativas a lo largo del siglo XIX.

El traje de las mestizas de acuerdo a los oficios

Los oficios de las mestizas eran de los más variados: carniceras, hilanderas, vendedoras
de frutas, entre otros. Para desarrollar sus actividades, las mestizas usaban un atuendo
que se asemejaba, en líneas generales, a una amplia falda que en muchas imágenes se
aprecia de color azul claro, una blusa blanca con mangas amplias a la altura del codo,
escote en forma de V bordado, y un chal que podía cubrir la blusa o ser colocado sobre
la cabeza (imagen 7).
Imagen 7: Izquierda: Trajes de Quito (detalle: india hilandera), en Esploraziones delle
regioni equatoriali, de Gaetano Osculati.
Centro: La hiladora, en L’ Amérique Équinocciale, de Édouard André.
Derecha: Hilandera, anónimo, Ca. 1879, colección privada, en Imágenes de identidad,
acuarelas del siglo XIX. Fonsal.

Por ser un traje propio de trabajo, era menos adornado con bordados que el atuendo más
vistoso de las bolsiconas. El cabello lo llevaban recogido en una cola baja y envuelto en
una cinta similar al chumpi. Usaban collares, aretes y pulseras, que los preferían de
color rojo.

El traje de las pinganillas

"También las pinganillas o damitas del país no faltan en estos lugares concurridos,
donde igualmente confluyen las bolsiconas, mas ellas llevan el extraño vestido llamado
el aro, cuyos colores no se diferencian de aquellos de las españolas" (Gaetano,
1854:55).

Sobre el traje del aro se tiene muy pocas referencias. Sin embargo, se infiere que se trata
de la forma que adquiere la falda a través de un plisado especial, que cierra su amplitud
en la parte inferior y mantiene una silueta cilíndrica en la mitad subyacente del atuendo.
Esta no es la forma habitual de la falda en el traje de las mestizas.

Por ello, se puede deducir la influencia que tuvo del miriñaque, que se adapta a este tipo
de traje. Refleja también una fusión entre el atuendo de las bolsiconas y de las
indígenas, ya que presenta características de ambos grupos. Esta falda es comúnmente
adornada con detalles de cintas o bordados (imagen 8).

Imagen 8: Trajes de Quito (detalle: Mestiza con el vestido de aro), en Esploraziones


delle regioni equatoriali, de Gaetano Osculati

El traje de las indígenas


Dentro del conglomerado indígena se diferenciaron dos grupos: a) de los indígenas
acomodados, y b) de la población general. Esta situación se mantuvo a lo largo del siglo
XIX. En palabras del historiador Enrique Ayala Mora:

Además de las ciudades de fundación española, se conservaron en las tierras de la


Audiencia de Quito varios asientos indígenas. No solo en este aspecto se dio
continuidad a la sociedad indígena, ya que la prevaleciente “Legislación de Indias”
mantuvo una división entre la República de blancos, que agrupaba a los colonos, y la
República de indios, que mantenía sus elementos comunitarios constitutivos e inclusive
sus autoridades étnicas, como los caciques, asimilados a la burocracia para efectos de
gobierno y recaudación de impuestos. (Ayala, 1996, 170).

Traje de indígena acomodada

Las indias de mejor situación económica usaban:

Un debajero blanco, llamado anaco, de ancho encaje en la parte inferior; encima de


este va el chaupi anaco, abierto al lado derecho y hasta media pierna, plegado como el
capisayo del hombre, pero verticalmente, que sujetan a la cintura mediante una gran
faja de varios colores, aunque el encaje vaya hasta cerca de los tobillos. Otra prenda
negra, denominada lliglla, doblada asimismo, como la anterior, llevan en los hombros;
las dos esquinas superiores están unidas por delante, con dos grandes alfileres de oro o
plata, adornados al extremo, y se llaman tupus; la lliglla cubre los codos; el pelo
recogido todo por detrás, lleno de cintas desde la cabeza hasta los extremos; en la
coronilla tienen un atado de cintas generalmente rojas (Stevenson, 1989:229).
Imagen 9: Yndia Gobernadora, en Imágenes de identidad (ABM), acuarela 25
Imagen 10: Interpretación del traje indígena

Traje de indígena de economía baja

Las descripciones del traje de estas mujeres difieren en detalles sobre las prendas que lo
conforman. En un caso, de acuerdo a Stevenson (1989:228), "visten de anaco, especie
de túnica más larga que la de los hombres, en los hombros llevan algo así como un chal
llamado ichlla, y esto constituye generalmente todo su guardarropa". A esto se adiciona
una faja (chumpi) que ajusta el anacu a la cintura.

No obstante, en algunas representaciones, en el traje también se observa una especie de


capa que se anuda en el frente y una falda constituida por un pedazo rectangular de tela,
que se sujeta en la cintura con una faja o chumpi (imagen 11).
Imagen 11:
"Izquierda: "Lechera", Ernest Charton (atribuido), Museo del Banco Central del
Ecuador, Cuenca.
Derecha: "Comerciante de leche", Ernest Charton (atribuido), colección privada. En
Imágenes de identidad (ABM) del Fonsal.

En la pintura de Ernest Charlton se advierte cómo la mujer, que lleva al bebé en brazos,
al levantar su capa expone únicamente su piel. Ello refleja que las mujeres indígenas del
segmento económico bajo, normalmente no usaban blusa, a diferencia del resto de las
mujeres de Quito (imagen 12).

Textiles

Los textiles usados por las clases populares son producidos al interior del país, tal como
se describe en Quito a través de los siglos. Las producciones de las fábricas “se reducen
a tráficos de lienzos de algodón blanco, o tocuyos, bayeta, paños… se trabaja otras
veces muchos tejidos, y todo por mano de los indios en los obrajes, o en sus casas”
(Stevenson, 1989:153).
Imagen 12: Indienne de la campagne de Quito, en Ernest Charton.

Bibliografía

Ayala, Mora, Enrique, Nueva Historia del Ecuador, Volumen 8, Época Republicana II,
Corporación Editora Nacional, Quito, 1996, pág. 170.

Banco Central Del Ecuador, Grabados sobre el Ecuador en el siglo XIX, Colección
Imágenes, Editorial Dirección del Banco del Ecuador, Quito, 2000.

Barrera, Isaac, “Quito Colonial siglo XVII. Comienzos del siglo XIX”, Memorias de la
Academia Nacional de Historia, Volumen I., Imprenta Nacional, Quito, 1922. pág. 75.
Boucher, François, Historia del traje en occidente desde los orígenes hasta la actualidad,
Editorial Gustavo Gili S.A., Barcelona, 2009.

Cifuentes, María Ángela, El placer de la Representación: La Imagen femenina ante la


Moda y el Retrato (Quito 1880-1920), Abya-Yala, 1999.

Enriquez, Eliécer, Quito a través de los siglos, Publicaciones de la Biblioteca Municipal,


Imprenta Municipal, Quito, 1938.

Enriquez, Eliécer, Guía Espiritual de Quito, Editorial Los Andes, Quito, pág. 96.

Holinski, Alejandro, “Quito y sus Mujeres”, en El Ecuador visto por los extranjeros:
viajeros de los siglos XVII y XIX, Fondo Nacional de Cultura, Quito, 1989, pág. 330.

Imágenes de identidad, acuarelas quiteñas del siglo XIX. FONSAL, Editor Alfonso
Ortiz Crespo, Quito, 2005.

Laver, James, Breve historia del traje y la moda, Ediciones Cátedra.

Osculati, Gaetano, Exploraciones de las regiones ecuatoriales, Ediciones Abya-Yala,


2000, p. 55.

Pijoan, José, GAYA, Juan Antonio, Historia General del Arte: siglos XIX y XX, Espasa
Calpe Madrid, 1979, 3ra. Edición, pág. 48.

Rosenblum, Robert; Janson, H.W, El arte del siglo XIX, Ediciones Akal S.A., Madrid,
1984.

Stevenson W.B., en El Ecuador visto por los extranjeros: viajeros de los siglos XVII y
XIX, Fondo Nacional de Cultura, Quito, 1989, pág. 227.

Stevenson, William Bennet, “Quito y su historia”, en El Ecuador visto por los


Extranjeros: viajeros de los siglos XVIII y XIX, p. 417.

VARGAS, José María, El Arte Ecuatoriano, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Quito,


1960.

Enlaces consultados: http://ec.kalipedia.com/historia-ecuador/tema/orden-


colonial/escala-social.html?x= 20080802klphishec _11.Kes&ap=0

Вам также может понравиться