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difíciles de resolver, les trasmiten a sus hijos la sensación de que no
van a poder con las dificultades. A veces los padres trasmiten el
hecho de que pasar inadvertido puede ser una estrategia más segura
que prosperar. A esta técnica un niño de cinco años aprende
fácilmente a utilizarla y dominarla. Muchos adultos están convencidos
que la tradición proporciona la respuesta a cualquier problema. Y
generalmente son adultos que, siendo padres, confían en la
educación de la escuela tradicional, en la eficacia de los métodos
antiguos de la educación y dicha confianza es tan ciega que no
ofrecen ninguna duda frente a ellas.
Al sentir que su metodología es tan confiable, la actitud ante
cualquier fracaso o falta de respuesta del niño de la manera en que
se espera, es la de pensar que la falla radica en la escuela, en el niño
mismo, en la televisión, en el uso de juegos de videos en la PC, en
los amigos. Raramente se interrogan sobre su propio rol en la
situación del proceso de aprendizaje de sus hijos. Muchas veces
argumentan:”A mí me educaron así y no me hizo daño”. Otra actitud
frecuente en los padres en su papel dentro del proceso educativo es
tomar la postura de huir de los métodos pedagógicos que utilizaron
con ellos, por lo que rehacen lo que sus padres creían correcto y
apropiado y realizan exactamente lo opuesto. No se plantea, en la
estimulación adecuada, que los métodos antiguos con disciplinas
estrictas sean por fuerza erróneos o que el no poner límites y dejar
hacer de manera espontánea sea correcto, sino que tanto seguir
fielmente la tradición como rechazarla produce una falta de
flexibilidad en la educación del niño. La postura de la estimulación
adecuada frente a los diferentes métodos, a excepción de la extrema
severidad o la indiferencia total, no será la de considerar cada
método como bueno o malo en sí mismo, emitiendo un juicio de valor
solamente teniendo en cuenta el resultado de su eficacia sobre cada
niño. Debemos atender al niño como individuo y adecuar los métodos
a sus condiciones personales.
Los padres dotados, además de tener una amplia gama de respuestas
entre las que elegir, tienen una aguda percepción de las reacciones
del niño. Son padres que revisan sus propias acciones y basándose
en la reacción del pequeño saben normalmente modificar, abandonar,
o incrementar ciertos aspectos de su actividad educativa. Muchos
padres se inquietan ante la precocidad de sus hijos, el que
manifiesten conductas de manera temprana lo viven como
antinatural. Desde la estimulación adecuada es un temor del todo
injustificado. Los niños con capacidades mentales desarrolladas por
completo no son menos estables que otros; es más, es probable que
estén más equilibrados emocionalmente -tendiendo a ser más
sociables, más felices-, manejen mejor sus conductas y sean más
conscientes en sus juicios. Pero a pesar de ello, el temor en los
padres puede continuar. Los padres dotados no tienen tales
inquietudes y se dan cuenta de que el hecho de que su hijo revele
talentos y habilidades que el resto puede considerar excepcionales es
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un acontecimiento perfectamente natural, que indica hasta que punto
el niño se desarrolla con buen resultado. En muchos hogares ocurre
que los padres quieren que sus hijos sean personas “encantadoras”,
por lo que los llevan a ocupar el papel de “divertir” a los padres y
familiares “mostrando” sus encantos y así divertir a la familia. El niño
“gracioso” satisface la necesidad de dependencia del adulto, los niños
“graciosos” imitan las conductas de los adultos y esto provoca la
sonrisa de la gente. Los niños que ponen su esfuerzo en
independizarse, en pensar y actuar por sí mismos lo más
competentemente posible, utilizando sus habilidades
inteligentemente, no son tan encantadores para los adultos ya que
representan un desafío, ya que no juegan la clase de papel que esos
adultos exigen de ellos. Cuando esto sucede los adultos que necesitan
la dependencia como requisito previo de amor pueden hasta llegar a
rechazar al niño, siendo conscientes o no de éste rechazo. Bajo
dichas circunstancias sólo el niño particularmente osado y dueño de sí
mismo continúa con su conducta independiente y corre el riesgo de
perder el afecto paterno. El papá dotado sabe como equilibrar la
entrega de su amor y atención con el reconocimiento de los derechos
del niño en tanto individuo. Algunos padres educan a sus hijos para
que reflejen sólo la visión que ellos tienen del mundo y así resultan
“niños espejos”. Si a medida que crecen experimentan otras actitudes
y opciones, rompen el espejo y empiezan a pensar por sí mismos,
provocan enojos y molestias en sus padres. Es muy improbable que
los niños tengan un conocimiento global del mundo antes de los cinco
años; en ese período sus concepciones del mundo reflejan la de sus
padres, pero esto no significa que su concepción del mundo esté
constituida sólo por los valores de los adultos. Para que el niño
progrese con éxito debe disfrutar cuanto antes y tan a menudo como
sea posible de una amplia gama de puntos de vista. Dado que los
niños efectúan la mayor parte de su aprendizaje en el hogar y no en
la escuela, cada cuarto de la casa debe ser considerado como un aula
de diferentes especialidades. El comedor puede ser considerado un
lugar para una conversación animada durante las comidas; la cocina,
un lugar para probar sabores, medir, leer recetas; el living, un centro
de encuentro familiar para jugar; el patio, el lugar de las actividades
físicas. Los padres deberán ser quienes creen actividades familiares
en cada área de la casa donde el aprendizaje pueda darse de forma
natural.