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El ayuno ha sido siempre una práctica en el pueblo de Dios, en la actualidad es un

mandamiento dado por el Señor a todos los miembros de la iglesia. Además de los ayunos
especiales que podamos tener por razones personales o familiares, se espera que ayunemos
en primer domingo de cada mes.

Se nos enseñan que hay 3 aspectos en un ayuno apropiado:

1. Abstenernos de alimentos y bebidas por 2 comidas consecutivas (24 horas)


2. Asistir a la reunión de ayuno y testimonios
3. Dar una ofrenda de ayuno generosa.

Una buena idea para efectuar el ayuno es hacerlo desde el almuerzo del sábado hasta el del
domingo, de esa forma se ayuna el sábado por la noche y el domingo por la mañana, dos
comidas. Aunque no hay una norma en la iglesia para el ayuno, excepto que deben ser dos
comidas y por 24 horas. Hallarán provecho espiritual al asistir a la reunión de ayuno y
testimonios al final del ayuno.

El ayuno es un mandamiento para los que son físicamente capaces. Al hablar del ayuno el pdte
Joseph Fielding Smith dijo: El Señor ha instituido el ayuno sobre una base razonable e
inteligente. Les es requerido a quienes puedan. Es un deber del que nadie puede escaparse. Se
deja al pueblo como un asunto de conciencia para ejercer prudencia y discreción, pero a los
que pueden deben ayunar. Nadie está eximido de esto. Se requiere de los santos, viejos y
jóvenes, en todas partes de la iglesia.

Si tenemos un propósito especial en nuestro ayuno, éste tendrá mucho más significado. Quizás
podamos tomar un tiempo en familia antes de comenzar el ayuno, para hablar de lo que
esperamos lograr al ayunar. Esto se podría hacer en la noche de hogar antes del domingo de
ayuno, o en una breve reunión de la familia al momento de la oración familiar. Al ayunar con
propósito tenemos algo en qué enfocar nuestra atención en vez de nuestra hambre.

El propósito de nuestro ayuno puede ser muy personal. El ayuno nos ayuda a vencer fallas y
pecados personales. A que nuestras debilidades se conviertan en fortalezas. A ser más
humildes, menos orgullosos, menos egoístas, y más preocupados por las necesidades de los
demás. Nos ayuda a ver más claramente nuestros propios errores y debilidades, a ser menos
propensos a criticar a otros. O nuestro ayuno podría tener el propósito de afrontar un desafío
familiar. Un ayuno familiar ayuda a aumentar el amor y el aprecio entre los miembros de la
familia, y a reducir la contención en ella. Ayunar como pareja fortalece su matrimonio.

A lo largo de las escrituras el término ayuno se combina normalmente con la oración. “Os doy
el mandamiento de perseverar en la oración y el ayuno desde ahora en adelante. El ayunar sin
orar es solamente pasar hambre por 24 horas. Pero el ayuno combinado con la oración
aumenta el poder espiritual. Cuando los discípulos no pudieron sanar a un muchacho que
estaba poseído por un espíritu malo, le preguntaron al Señor, ¿por qué nosotros no pudimos
echarlo fuera? Jesús les dijo, “este género no sale sino con ayuno y con oración”. Comencemos
nuestro ayuno con oración, arrodillémonos alrededor de la mesa al acabar la comida al iniciar
el ayuno. Aquella oración debe ser algo natural al dirigirnos a nuestro Padre Celestial en
cuanto al propósito de nuestro ayuno, y pedirle que nos ayude a lograr nuestras metas. Del
mismo modo, terminemos nuestros ayunos con oración. Agradezcamos al Señor su ayuda
durante el ayuno, y lo que hemos sentido y aprendido de ello.
Al planear y hablar del ayuno en un entorno familiar, los pequeños estarán al tanto de que sus
padres y sus hermanos mayores están ayunando, y les hará entender el propósito del ayuno.
Ellos deben participar en las oraciones familiares para comenzar y terminar el ayuno, de esta
manera cuando lleguen a la edad debida, estarán ansiosos de ayunar con el resto de la familia.

Después de amonestar al antiguo Israel por ayunar en forma inapropiada, el Señor por
medio del profeta Isaías, habla en un hermoso y poético lenguaje acerca del ayuno: “¿No es
más bien el ayuno que yo escogí desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de
opresión, y dejar ir libres a los quebrantados y que rompáis todo yugo?”

Si ayunamos y oramos con el propósito de arrepentirnos de nuestros pecados y de vencer


debilidades personales estaremos buscando desatar las ligaduras de impiedad en nuestra
vida. Si el propósito de nuestro ayuno es ser más eficaz al enseñar el evangelio y al servir a
los demás en nuestros llamamientos, seguramente nos estamos esforzando por soltar las
cargas de opresión de otras personas. Si ayunamos y oramos por la ayuda del Señor en
nuestros esfuerzos misionales tendremos el deseo de dejar libres a los quebrantados. Si el
propósito de nuestro ayuno es aumentar el amor en nuestro prójimo, y vencer nuestro
egoísmo, nuestro orgullo, y el tener nuestros corazones puestos en las cosas del mundo,
seguramente estamos procurando romper todo yugo.

El Señor continúa describiendo el ayuno apropiado: “¿No es que partas tu pan con el
hambriento y a los pobres errantes albergues en casa, y cuando veas al desnudo lo cubras y
no te escondas de tu hermano?”. Si ayunamos de manera apropiada, el Señor promete:
“Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto, e irá tu justicia
delante de ti. Entonces invocarás, y te oirá Jehová. Clamarás y dirá Él “heme aquí”. Y si
dieres tu pan al hambriento y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu
oscuridad será como el medio día, Jehová te pastoreará siempre, y en la sequía saciará tu
alma. Serás como huerto de riego, y como manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan.

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