La kinesiología es la ciencia práctica que estudia el movimiento y las funciones
motoras del cuerpo humano, con el objetivo de prevenir y tratar sus alteraciones, tanto neurológicas, traumatológicas y respiratorias. Por otro lado, la psicomotricidad es la disciplina que integra las dimensiones de construcción permanente del ser humano, entre ellas la motora-instrumental.
Es justamente en ese punto donde kinesiología y psicomotricidad tienen una acción
complementaria y potenciadora una con la otra. De modo que la psicomotricidad abarca la dimensión intangible de los actos, no solo lo motor, sino que la razón por la cual lo hace, su trascendencia afectiva emocional y su utilidad práxico-cognitiva, integrando estos factores dentro de una unidad. Lo cual trae a colación las palabras de Wallon “ un órgano no ha alcanzado el estadio instrumental, no está todavía integrado al cuerpo de quien forma parte, y conserva una especie de individualidad y exterioridad”, es decir, para que un movimiento adquiera sentido, no basta que funcionalmente sea bien ejecutado, sino que debe, además, ser realizado con un propósito que lo conecte al ser individual que lo ejecuta, es decir, no se puede establecer una terapia con movimientos aislados, carentes de sentido y finalidad. No basta ejecutar movimientos mecánicos que contraerán la musculatura y nada más, el acto, que ha de considerarse terapéutico, debe, necesariamente, incluir todas las dimensiones del ser para alcanzar tal dimensión. Es únicamente de este modo que la persona adquiere un aprendizaje significativo tanto en lo que se refiere a lo mental como en lo físico, el individuo va a aprender a caminar de nuevo, no porque contrae su muslo 200 veces, lo hará porque al estar sentado encuentra una motivación para levantarse de su asiento y caminar hacia un objetivo atractivo que satisface sus necesidades, lo que le llevará a sentir el placer del hacer.
En este último ejemplo podemos extrapolar lo que sucede con la discapacidad y la
labor que cumple la kinesiología en ella, junto con la gran utilidad que presta la psicomotricidad, la discapacidad, según la fundación nacional de discapacitados en chile, se puede definir como “un concepto genérico, amplio que se relaciona con una determinada condición física, sensorial, mental, intelectual, psiquiátrica o multidéficit, que limita actividades y restringe la participación, determinando por lo general, una relación negativa entre quienes presentan una o más deficiencias y los factores contextuales que les rodean. Es el medio social el que genera la discapacidad, el encuentro entre ellos y el medio que los rodea”. La kinesiología tiene relación con ellos, ya que ayuda a la transición de un estado de exclusión hacia su integración en el medio que los rodea, a través de la potenciación de sus habilidades motoras y la rehabilitación de su funcionalidad cotidiana, llevándolo hacia la máxima independencia posible o facilitar una dependencia menos demandante y con mayor calidad de vida; para ello la psicomotricidad ofrece un espacio y tiempo para que el sujeto ponga en juego sus capacidades, condiciones que permiten que un kinesiólogo pueda desarrollar su terapia utilizando el recurso del placer del hacer, incorporando el juego corporal placentero, ya sea en una persona con discapacidad reciente, o que haya nacido con alguna capacidad diferente y no se le ha dado la oportunidad de vivirlo, abriéndole un mundo en que logra integrar una tarea en medio de un ambiente agradable, atractivo y motivante como lo es el juego, en donde no solo se logra sortear desafíos físicos, sino que también psíquicos, que son los que finalmente mueven a la persona y hacen que ésta pueda valerse por sí misma, cuidar su salud, tener un mejor auto concepto y finalmente ser feliz, poder encontrar esa calidad de vida que permite que sintamos que nuestra vida tiene sentido y que una discapacidad, ya sea transitoria o permanente, no sea más que un estado diferente, y no una estación permanente entre lo normal y anormal.