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DIVERSAS ENSENANZAS DE _ NUESTRO SANTO PADRE DOROTEO A SUS DISCIPULOS Cuando dejé el thonasterio de abba Séridos y fund6; con la ayuda de Dios, su propio monasterio, después de la muerte de abba Juafi‘el Profeta, 'y de la ieclisibn defini- tiva de abba Barsanufio. PRIMERA PARTE ~ I CONFERENCIA: ACERCA DEL RENUNCIAMIENTO 1. En el principio Dios cre6 al hombre y lo puso en el paraiso, como dice la ‘Sagrada Escritura (Gn 2,15). Después de haberlo dotado de todo tipo de virtud de dio el precept de no comer del drbol que se encontraba en el medio del pa rafso (Gn 2,16-17). Y el hombre vivfa en las delicias del paraiso, en la oracién y en la contemplacién, colmado de gloria y honor (Sal 8,6), y posefa Ja inte- pridad de sus facultades en el estado natural en que habfa sido-creado. Dios hi- zo al hombre a su imagen (Gn 1,27) es‘decir inmgrtal, libre y dotado de toda virtud. Pero al transgredir el precepto y comer, del Arbol def cual Dios le habia prohibido, fue expulsado del paraiso. . Caido de su estado natural se encontré en el estado contrario a,su nafura- leza, esto es, en el pecado, en'el amor de la gloria y de los placerés de esta vi- da, y demés pasiones que lo dominaban. Se hizo.esclavo de ellas por su-trans- gresiOn. El mal fue en aumento Progresivamente, y reiné la muerte (Rm 5,14). En ningtin lugar se rendia culto a Dios y‘se lo ignoraba en todas.partes. Comd dijeron los Padres, slo algunos hombres, inspirados por Ja ley natural, cono- cieron a Dios: Abrahin y los otros Patriaccas, Noé y Job. Pero eyan muy po- cos y"raros los que conocfan-a Dios. Entonces el Enemigo despleg6 toda su maldad y fue el reino del Pecado (Rm 5,21). Eatonces se extendieron la ido- latria, ei politefsmo, la magia, las matanzas y los otros maleficios del diablo. 2. Pero finalmente, el Dios de bondad tuvo piedad de su creatura y le dio Ia ley escrita, a través de Moisés, Envella prohibia ciertas cosas y: ordenaba otras: Haz esto, no hagas aquello. Les dio los shandamientos y agreg6: El Se- flor Dios es el unico Sefior (Dt 6,4), con el objeto de alejar del politefsmo sus I Conferencia: Acerca del Fenunciamiento 349 almas. Y también: Amards al Sefior tu Dios éon toda tu-almas) con-todo te, espiritu (Dt 6,5). Gon ello declata que Dios es unico y que no hay nitgdn otro, pues-al decis:. Amards al Sefior tu Dios muestra que es el tnico Dios y el Unigo Sefior. Dice también en el Decdlogo: Adorards a} Seftor tu Dios, y slo a El servirds: Te unirds a El y juraris por su nombre (Dt 6,13). Y finalmen- te: No tendris otros dioses, ni ninguna imagen de lo que estd arriba, en el cie- lo, ni.de.lo que eité-apajo, en la tierra (Dt 5,7-8), pues adoraban a todas las créaturas. . : , 3. El Dios de“bondail dio la ley para socorrer, para convertiry para corre- gir el mal,Pero el mal no fue corregido. Envi6 a los profetas, pero ni ellos pu- dieton hacer algo, pues el mal sobrepasaba ‘todo lithite. Segin palabras de Isaias: No hay herida, ni magulladura, ni Naga viva; no es posible. apliéar un- Bilento, ni aceite, ni vendas (Is 1,6), Dicho de otro modo, el mal no es par- cial, ‘ni localizado, sino ‘disperso por todo el cuerpo. Abarca el alma entera, y afecta a todas sus facultades. No es posible aplicar ungiiento; etc., porque todo est4 sometido al pecado, todo estd-en su poder. Jeremfas dice también: Hemos cuidedo-a Babilonia, pero ella no se curé (Jt 51,9), como si dijese: hemos manifestado’ tu nombre; proclamamos tus mandamientos,. tus benefi- cios, tus promesas anunciamos.a Babilonia el ataque de los enemigos, pero ella no’ sé cur6, es decir, no-se arrepintié, no tuvo miedo, no se aparté de su mialicia. Dice también en’ otra parte: No han aceptado la ensefianza (Ir 2,30); es decir, la advettencia, la instruccién. Y én él salmo: Su alma aborrecta.to- dos los manjares, y ya tocaban las puertas de la muerte (Sal,106,18). 4. Fué entonces cuando, en si bondad y su amor por los hombres, Dios énvié a”su Hijo Gnico (cf. Jn 3,16),-pues s6lo Dios podfa curar’y. vencer tal mal. Los profetis no 19 -ignoraban. David lo decfa.claramente: Tii. que te.sien- “tas «sobre Querubines, muéstrate. Despierta’:tu..pode? y ven a* salvarnos (Sal 19,2-3),, Seftor; inclina los cielo y desciende (Sal 143,5), y-tantas otras. pala- bras semejantes. Todos los profetas, cada uno a su’ manera, tarnbién Jevanta- fon su voz, ya sea para suplicarle que viniera, ya $ea para*decir que estaban “seguros de su venida. . Vino entonces nuestro Seftor, haciéndose hombre por nuestra cauia, para sanar dice.san Gregorio’, lo semejante por lo semejante, el alma po? élalma, la carne por-la carne. Porque se hizo hombre en todo, menos en el pecado. Tomé muestra misma sustancia, las primicias de nuestra naturaleza, y>pas6 a ser un nuevo Adén a la imagen Ye Aquél que lo habia creado (Col 3,10), restaurando el estado natural del hombre, y dando a sus facultades su integridad primige- ania. Como hombre-renové al hémbre cafdo, y lo libr6 de la esclavitud que io 1 S.GREG. NAC, Orat. 28,13 PG 36, 325. 350 Doroteo de Gaza arrastraba violentamente hacia el pecado. Porque es por una violencia tirénica por lo que el hombre es arrastrado por el tnemigo. De donde los mismos que querian evitar el pecado eran como forzados a cometerlo. Como lo dice el Apés- tol en nombre nuestro: E) bien que quiero no lo hago; y.el mal que no quiero Jo realizo (Rm 7,19). 5. Dios, hecho hombre por nosotros, ha librado al hombre de la tiranfa del enemigo. Ha destrozado todo su poder, ha roto su fuerza y nos ha sustraido 2 su dominio y esclavitud, siempre que nosotros no consintamos en pecar. Pues nos ha dado, como El ha dicho, ia virtud de pisotear serpientes, escorpiones y todo el poder del enemigo (Lc 10,19), al purificarnos de toda falta por el san- to bautismo. El santo bautismo, en efecto, perdona y borra todos los peca- dos. Y ademds, conociendo nuestra debilidad y previendo que, aun después del bautismo cometerfamos todavia mas pecados (jno estd acaso escrito: ef esptritu del hombre es arrastrado al mal desde su juventud? Gn 8,21), Dios, en su bondad, nos ha dado sus santos mandamientos que nos purifican. De este modo, si lo queremos, podemos ser purificados de nuevo por la practica de los mandamientos, y no s6lo de nuestros pecados, sino también-de nucs- tras pasiones. Pues las pasiones son diferentes de los pecados. Las pasiones.son la cOlera, la vanagloria, el amor a los placeres, el odio, los malos deseos, y to- das las inclinaciones de ese tipo. Los pecados, en cambio, son los mismos actos de las pasiones, cuando se ponen en.prictica y se realizan corporalmente las obras imperadas por las pasiones. Pues, ciertamente, es posible tener pasiones y no ponerlas en acci6n. 6. Dios nos ha dado, como lo he dicho, los preceptos que nos purifican de nuestras mismas pasiones, y de las malas disposiciones de nuestro hombre in- terior (cf. Rit 7,22; Ef 3,16). El nos da el discernimiento del bien y del mal. Nos hace-tomar conciencia y nos muestra las cau3as de-nuestros pecados: La Ley decia: no cometerds adulterio; pero yo digo: no tengas imalos deseos (Mt 5,27; ef. Ex 20,14). La Ley decia: no matards; pero yo digo: no te irrites (Mt 5,21; ef. Ex 20,13). Pues si tienes malos deseos, aunque no estés cometiendo aduiterio, la codicia no cesaré de trabajarte interiormente hasta Ilevarte al ace to mismo de adulterio. Si te irritas y excitas contra tu hermano Ilegard el mo- mento en que hablarés mal de él, luego le tenderds trampas, y asf, de a poco, Legards al asesinato mismo. La Ley decia también: Ojo por ojo, diente por diente, etc. (Ex 21,24). Pero el Sefior nos exhorta no sélo a recibir cqn paciencia el golpe del que nos abofetea, sino incluso a presentarle humildemente la otra mejilla (Cf. Mt 5, 38-39). Esto se debe g que el.fin de Ja ley era enseflarnos a no hacer lo qué no querfamos que nos hicieran, Nos impedfa hacer el mal por el temor de sufrir- lo. Pero lo que se nos pide ahora, lo repito, es expulsar el odio mismo, el amor al placer, el amor a la gloria y las otras pasiones. I Conferencia: Acerca'del renunciamiento 351 7. *En una: palabra, ¢l deseo de, Cristo; nuestro Maestro, es méstrarnos de qué manera -hemgs llegado -a,comieter todos esos pecados, cémo ‘hemos cajdo en tales males. Para ello- ngs libré primeramente por el santo bautismg, como ya he dicho, concediéndonos la remisin dé nuestros pecados. Después nos ha da- do el poder de hacer,el bien, si lo deseamos, y de no ser nunca mds arrastrados por Jar fuerza hacia ¢l, mal, pues los-pecados oprimen 3% arrastran a aquel.que Jos cométe, tal como dice la Escritura: Cada uno se encierra en los lazos de sus propias faltas (Pr 5,22). Después de ello, el Sefior-nos ensefia en sus santos mandamientos cémo .| purificarnos de nuestras pasiones, a fin de que éstas no nos hagan caer en los mismos.pecados. Y, finalmente, nps muestra el motivo por el que hemos ilegado al desprecio y transgresi6n de los preceptos de Dios; de esta manera, nos da el remedio para que-podamos obedecer y Ser salvados. {Cul es ese remedio y cuél es el motivo de ese desprecio? Escuchen Jo. que dice Nuestro Sefior: Aprended de mi que soy manso y humilde de corazin y encontraréis.reposo para vuestras almas (Mt 11,29). Brevemente,.con una sola palabra nos ‘muestra lz rafz y la causa de todos Jos males junto con su remedio, fuente de todos los bienes; nos manifiesta que es nuestra propia exaltacién a que nos ha hecho caer, y que es imposible obtener misericordia si no es.por la disposicién contraria, que es la humildad. La exaltacién de hecho engendra el desprecio y la funesta desobediencia, mientras que la humildad engendra Ja obediencia y la salvation de Jas almas. Por ello entiendo una, humildad verda- -dera, no un simple rebajarse con palabras o actitudes, sino uria disposicién verdaderaménte humilde, en lo fatimo del corazén y del espiritu. Es por eso que el Sefior dice: que soy manso y humilde de corazon. 8. jQue aquel que-quiera encontrar el verdadero reposo para su alma apren- da entonces Ja humildad! Podré comprobar que en ella se encuentran la ale- gria, Ja gloria y-el reposo, asf como en ef orgullo se encuentra todo lo contra- rio. En efecto 4cdmo hemos Uegado a todas estas tribulaciones? ;Por qué he- mos cafdo en todas estas miserias? {No es acaso a causa de nuestro orgullo, de nuestra locura? jNo es por-haber seguido nuestros torcidos propésitos, y por habernos aférrado a la amargura de nuestra voluntad? Y gpor qué todo eso? 4Acaso ef liombre no fue creado en la plenitud del bienestar, del gozo, de ja paz y de la gloria? ;No estaba en el paraiso? Se le dijo: No hagas eso, y-lo hizo, 2Ven el orgullo? {Ven la arrogancia? ; Ven la insumision? Al ver Dios tal desobediencia dice: E? hombre esta loco, no sabe ser feliz; sino pasa por dias malos se perderd completamente. Si no.aprende lo qite es, 1a afliccién no-sabré lo que es el reposo. Entonces Dios le dio lo que merecta, echindoJo del paraiso. Fue librado a su egoismo y 2 su voluntad-propia a fill de que, al quebrarse los huesos, aprendiese a no seguir més sus propios crite- tio’, sino.el precepto de Dios. De esta manera, la miseria de la desdbediencia le ensefiarfa el reposo d¢ la.obediencia, segin la palabra del profeta: Tu rebel- dia te instruird (Ir 2,19). 352 Doroteo de Gaza Pero Dios, por su bondad, no abandoné ¢ la creatura y, como lo‘he repe- tido tantas veces, se volvié hacia ella y la llam6 nuevamente: Venid a mt todos Jos que estdis fatigados y agobiados y yo os-aliviaré (Mt 11,28). Es décir: Es- tdis fatigados, no sois felices. Habéis experimentado el dafto que produjo vues- tra desobediencia. Ahora convertios; reconoced vuestra impotencia y Vuestra confusién para alcanzar Ia paz y la gloria. Entonces vivid por la lnimildad ya que habéis muerto por el orgullo. “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazon, y ast encontraréis el descanso para viestras almas” (Mt 11,29): 9. Oh, hermanos mfos, qué no ha hecho el orgullo! y jqué poder pose la humildad! {Habfa necesidad de tantas idas y venidas? $i desde el principio el hombre hubiese sido humilde y obedecido a los mandamientos, no hubiese cafdo. Y después de su falta Dios le volvié a dar una ocasin para arrepentir- se y as{ alcanzar misericordia. Pero el hombre mantuvo la cabeza erguida. En efecto, Dios se acercé para decirle: zDénde estés, Addn? (Ga 3,9), es decir: dde qué gloria has caido?, yen qué miseria? Y después le pregunté: {Por qué has pecado? {Por qué has desobedecido?, buscando con ello que el hombre le dijera: jPerdéname! Pero, ;d6nde esti ese perdéname? No hubo ni humilla- cién ni artepentimiento, sino todo lo contrario. El hombre le respondié: La mujer que Ti me has dado me engafié (Gn 3,12). No dijo: mi mujer, sino: la mujer que Ti-me has dado, como:si dijera: La carga que Ti me has puesto so- bre mi cabeza. Asi es,-hermanos: cuando el hombre no acostumbra a echarse la culpa a s{ mismo, no teme ni siquiera acusar al mismo Dios. Entonces Dios se dirigié a la mujer y le dijo: Por qué no has guardado lo que te habia man- dado?, como queriendo decirle: Al menos tt di: Perdéname, y ast tu alma se humille*y alcance misericordia. Pero tampoco recibié el perdéname. La mu- jer por su parte le respondi6: La serpiente me ha engafiado (Gn 3,13), como queriendo decir: Si él ha pecado {por qué voy a ser yo la culpable? {Qué ha- cen, desdichados! ;Al menos pidan disculpa! Reconozcan tu pecado. jTengan comipasién de‘ su desnudez! Pero’ ninguno de los dos se quiso acusar, y niuno ni otro mostré el menor signo de humildad. 10. Ahora pueden ver claramente a qué situacién hemos Iegddo y cudntos males nos ha causado la costumbre de autojustificarnos, la confianza en no- sotros mismos y el apego a‘ la voluntad propia. Todos estos son distintos bro- tes del orguilo, el enemigo de Dios. En cambio la humildad engendra la acu- sacién ‘de sf mismo, la desconfianza en el propio“juicio, y el desprecio de la yoluntad propia, los cuales nos permiten volver al estado natural de nuestra, alma, a través de la purificacién que producen los santos mandamientos de Cristo. Ello se debe a que sin humildad es imposible obedecer*a los manda- mientos y alcanzar algin bien, como dice abba “Marcos: Sin contricién en el coraz6n es imposible apartarse deb mal y mds dificil todavia adquirir’alguna I Conferencia: Acerca del renunciamiento 353 virtud?. Es ‘por-la contricién del cbrazén come ‘acogemos los-mandamiehtos, nos apartamos del mal, adquirimos las virtudes y legamos al reposo del alma. 11. Esto es cosa sibida de los santos. Por una vida entera de humildad busca- ron -unirse a Dios. Hubo amigos de Dios que después del santo bautismo no solo-renunciaron a los actos a los que los impulsaban las pasiones, sino que tam- bién quisieron vencer 2 las pasiones mismas, llegando.a-la impasibilidad: asf san Antonio, Pacomio y otros Padres inspirados de Dios. Teniendo como meta purificarse de~toda mancha de.la carne y del espiritu, como dice el Apéstol (2 Co 7,1), y sabiendo como ya lo hemos dicho, que por el cumplimiento de _ los mandamientos se Iega a 4a purificacién del alma, y que el espfritu purifi- cado recobra, gor decirlo asf, la vista, y vuelve a su estado natural (jacaso no esta escrito: Los mandamientos del Sefior son puros e iluminan los ojos? Sal 18,9), los Padres comprendieron que eso no podrfan alcanzarlo con facilidad qued4ndose en el mundo. Por ello concibieron para ellos una vida apartada, una conducta especial, es decir‘la vida mondstica, y asf émpezaron a abandonar el mundo para habitar en los desiertos, viviendo-en medio de ayunos, incomo- didades, Vigilias y otras mortificaciones en una total renuncia a su patria, a sus familiares, a las riquezas y los demés bienes. En una palabra, crucificaron al mundo en s{ mismos. Pero no slo guarda- ron ‘lo mandado, sino que ofrecieron regalos espontaneos de la siguiente ma- nera: los mandamientos de Cristo fueron dados para todos los cristianos, y to- do cristiano esté-qbligado a cumplirlos. Son, por asi decir, como los impuestos del rey. El que no pague los impuestos al rey, pddr4 escapar’a su castigo? Pe- ro en el mundo hay grandes e ilustres personajes que, no contentos con sélo pagar Jos impuestos al rey, le hacen regalos, y por ello merecen grandes hono- res, favores y dignidades. 12. ¥ es por esta raz6n por lo que los Padres, no contentos con guardar los man- damientos, ofrecieron también regalos a Dios; esos regalos son la virginiddd y la pobreza. En realidad no son mandamientos sino regalos. En ninguna parte esté escrito: No tomards mujer ni tendrds hijos. Cristo no dio un mandamiento cuando dijo: Vende todo lo que posees. Pero si cuando el doctor de la Ley le pregunté: Maestro, qué debo hacer para ganar la vida eterna?, Fl le respon- dié; Conaces las jentos: no, matards, no cometerds adulterio, no’ roba- rds, no dards falso testimonio contra tu projimo, etc: Pero al decirle que todo eso ya lo habia guardado desde su juventud, Cristo le dijo: Si quieres ser per- Fecto, vende todo lo que posees, daselo a los pobres, etc. (Mt 19,16-21). Eijen- se que no dijo: Vende todo lo que posees como una orden, sino’ como un con- sejo. Porqite decir: Si quieres, no es obligar sino aconsejar. 2 MARCOS el ERMITANO,-De his qui putane... 197 PG 65, 961. Doroteo.de-Gaza. *- - 137 Decimos entonces que los Padres ofrecen-a Dios como regalo, ademas de otras virtudes, la ‘virginidad y la pobreza y, como dijimos-mds arriba, crucifi. caron él mundo para sf mismos y lucharoft por crucificarse ellos también pa- ra ‘el mundo, segtin lo dicho por el ApéstOl: E? mundo esté crucificado para mi y yo lo estoy para el mundo (Ga 6,14). :Cudl es la diferencia? El mundo estd crucificado para el Hombre cuando éste renuncia al mundo paracvivir en lx soledad, y abandona parientes, riquezas, biefies, ocupaciones, trabajos. En- tonces e+ mundo estd-crucificado paré1 porque él lo-ha abandonado. Y eso es Jo que dice el Apéstol: EY mundo estd crucificado para mf. Pero después.agre- -ga: Y-yo-lo estoy para el inundo. ,Cémo se crucifica el hombre para el mun- _. do? Cuando después de abandonar las cosas exteriores,.lucha contra, los, pla- ceres y la‘codicia de las cosas, asi también*como-contra- su- propia voluntad, mortificando sus pasiones. Entonces estd crucificado para el mundo, y puede decir cén' el Apostol:-£7 mundo esté crucificado para mi.y yoo estoy para el mundo. ° 2 14. Los Padres, tal como decimos, después de haber crucificado el mundo_pa- ra s{ mismos, se esforzaron por sus combates en crucificarse ellos mismios para el mundo. Nosotros, en cambio, decimos haber crucificado el murido para no- sotros mismos por el hecho de venir al monasterio, pero nos oponemés a cru- cificarnos nosotros mismos para el mundo. Todavia gozamos con los placeres, tenemos ‘sus_apegos, nos atrae su gloria, el gusto de los alimentos y de los ves- fidos. Si ventos una herramienta“que nos gusta, enseguida nos apegamos a ella. Dejamos que ese objeto de valor tenga pata nosotros unvalor grandioso, tal como dice abba Zésimo®. Sélo en apariericia al venir’ al mohastério hemos dejado ei mundo y abandonadd lo-que a él le pertenece, porque por cualquier insignificancia en seguida retomamos sus apegos. Es una gran locura el hecho de haber renunciado a cosas considerables para satisfacer luego nuestros ape- titos con cosas que no tienen ningin valor. Cada uno de“nosotros ha dejado lo que posefa en el mundo, grandes bienes; si es que los tenfamos, o bien lo poco que nos pettenecfa, cada uno segtin sus medios. Hemos entrado al monastério y, como, ya dije, allf buscamos satisfacer nuestros deseos con cosas miserables e insignificantes. No debemoé obrar asf. j|Hemos renunciado al mundo y a las cosas del mundo! de Ja misnia manera debemos renunciai al apego de las co- sas_sénsibles, Para eso es necesario saber lo que es la renuncia,,el por qué he- mos venido al mipnasterio y también qué significa el hdbito que.vestimos, ‘a fin de comportarnos“conforme a él y de lucliar-siguiendoél ejemplé de nuestros ~ Padres. oo "RS mo * “Sucedé muchas veces que, deipués de haber despreciado cosas cuantibsas se apegan a uit pequefio alfiler:'y ese apego desordenado nos hacé turbar ¥ que ése pequefio alfi- ler ocupe el lugar de una gran cosa: pasamos a ser esclavos de ese pequefio alfiler, de 4a cogulla, del manto o del libro al que nos aferramos, en lugar de ser esclavos de Dios. Como ha dicho un sabio: Cuantas pasiones, tantos tiranoé para el alma: Y el Sefior: Donde esté tu tesoro,-allf estard tu corazép."*ZOSIMO, Allog.1,S PG78, \689B. > I Conferencia: Acerca del renunciamiento 355 15. El hdbito que llevamos se compone de una tunica sin mangas, de un cintu- ron de cuero, de un escapulario y de una capucha. Todos ellos son simbolos, y debemos saber lo que significap. Por qué levamos una ttinica sin mangas? 7Por qué no tiene marigas, cuan- do todas las demés las tienen? Las mangas simholizan las manos, y las manos significan la vida ascética. Por eso cuando nos viene el pensamiento de realizar con las manos alguna obra del hombre viejo, por ejemplo robar, golpear o cual- quier otro pecado que se ejecuta con las manos, debemos estar atentos a que llevamos un hébito que no tiene mangas, es decir, que no tenemos manos para realizar las obras del hombre viejo. Ademés nuestra ténica tiene una marca pirpura. 4Qué significa esa marca? Todos los soldados que estdn al servicio del rey llevan pirpura sobre su manto. Ello,se debe a que el rey lleva purpura, y por eso todos.lgs soldados ponen pir- pura sobre su manto, eg decir, la insignia real, para mostrar que pertenecen al rey y combaten para a, Nosotros-también- tenemos la marca-de pirpura sobre nuestra, tdnica, para sefialar que somos soldados de Cristo y que debemos sopor- tar todos los sufrimientos que é1 ha padecido Por nosotros. Durante la pasién nuestto Maestro Uevé un manto de purpura: primero como Rey, ‘porque es “Rey de reyes'y Sefior de sefiores” (Ap 19,16); después, porque fue burlado por Jos impfos. De ésta'manera al llevar pirpura profesamos, tal como lo ‘he dicho, soportar todos los sufrimientos; y asf como un soldado no abandona su estado pata hacerse agricultor o comerciante (lo que significaria despreciar su profesion, pues segtin el Apéstol ningtin soldado que-quiere satisfacer al que lo*ha erifola- do se deja llevar por las cosas de los civiles, 2 Tm 2,4), de la misma manera nosotros debemos"luchar para no tener ninguna preocupacién por las cosas del mundo y, dedicarnos totalmente a Dios, con asiduidad y’sin distraccién, tal conio estd dicho’ de quien es virgen (Cf. 1 Co 7,34-35). 16. También tenemos .un cinturém. {Por qué levamos un cinturén? El cintu- rén que vestimos- significa que. estamos prontos para trabajar. El que quiere trabajar comienza por .ajustarse el cinto; -y-después se _pone-manos-4 la obra, segin lo dicho: ‘Que vuestra cintura esté:ceftida (Le 12;35). Por otra-parte,"al estar hecho con cuero muerto, nos da a entender que debemos mortifitar nues- tro amor a los placeres. Esto se debe a que el cinto se coloca sobre las caderas y es allf donde estén los rifiones, en los cuales segiin se dice, se encuentra lo- calizatla la fuerza concupiscible del alma. Eso es lo que dice el Apéstol: Morti- ficad vuestros iniempros terrenos, la fornicacién, la impureza, etc, ‘(Col 3,5). 17. También ‘tenemos un escapulario. Se coloca sobre los Hombros en forma de cruz. Ello significa que. catgamos s sobre nuestras espaldas el. Signo de la cruz, segtin lo dicho! Toma tu cruz y sigueme:(Mt 16,24): Y. qué es esa cruz sino la Muerte perfecta que logra en nosotros nuestra fe en Cristo? Porque; como dice 36 Doroteo de Gaza" el libro-de los Angianos*: ‘La fe supera todos los obstdéulos, y nos hace Facil (a ascedis,"la cual rios lleva"a esa muerte perfecta que consiste en morir a todo lo que es de este mundo, es decir, después de haber abandonado a nuestros’ pa- tientes; debemos luchar contra el,afecto que-nos une a ellos; después de haber abandonado las riquezas, todos los bjenes y todas las cosas, debemos abando- nar también Ja atraccién que siguen ejerciendo sobre nosotros. Ese es el perfec- ‘to renunciamiento. 18. También Uevamos una capucha. Es un simbolo-de la huimildad. Son los-ni- flos, que son inocentes, los que llevan capucha, no los adultos. Por eso al lle- varla qutterno’s ser como los nifios en cuanto a la malicia, segiin lo que dice el Apéstol:-No sedis nifios en“ cuanto a la inteligencia,, sino en cuanto-@ la mali- ifica Ser nifid:eri cuanto a ia malicia? Ls nifios “no teriér malicia- io se éncélerizan tuando son injuriddos, sii sifren dé vani- ~dad cuando ‘los felicitan. No sé etiojan cuando tomamos Sus ‘cosas, Porque son -nif08-para‘la Syialdad. No’ retieneh ninguna pasidi, nj exigen’ que Se los honre. Pero la capucha también es un sfmbolo de la gracia de Dios. Al ‘gual que Ja capucha protege y ‘miantiene.el calor ep-la cabjeza del nifio, de la misma ma- - nera la gracia divina protege nuestra alma, como, dice el libro de Ips Ancianos? - La capucha es simbolo de la gracia de Dios nuestro Salvador, que, que, protege. le _ Parte mds sublime del alma y. cabre de cuidados muestra infancia en, Cristo * contra fodos los que intentan golpearla o daftarla’ .. « 19. AJ tener sobre la-cadera el cinturoif, que significa la mortificacién de, Jos apetitos irracionales; teniendo sobre los hombros un escapulario que es la cruz, y sobre Ja cabeza tina capucha, simbolo de fa inocencia y de la infancia en Cristo, vivamos conforme a nuestro hdbito, jal como lo dicen los Padres, para no Hevar una vestidura que nos sea. extrafia®. Si, hentos-abandongtio a me dgs-tpsas,.hagamos lo:mismo con las feqyefias: Si hemos-abandonado el sm do,-dejemos también sus afectos" porque;.tal-como hemos dicho antes, Sin.que nos-demos cuenta ‘nos atan al-mundo:s través -de cosas infimas y-miserables, queing merecen ningtin interés Je nuestra parte. « * 20. Si queremos ser Fromtlenate libres, cOmencemos a negar nuestfa woe luntadl propia, y de.esta manera, poco a pocg, Ilegaremos con-la ayuda de Dios a despojarno’ verdaderamente. Nada hay tar provechoso para el hombre cémo +, “ EVAGRIO,.Tratado Préctico-Prol.,4. PG,40,-1221A.,E1 simbolismo, del mito lo ha ae obra, de Evagrio, publicada en COMM 1:37 p.232. IL. . PG 40, 1220C. I Conferencia: Acerca del renunciamiento 357 el negar su voluntad propia. Por- este camino progresamos més alld-de toda virtud. El que’anda por esta vfa de la negacién de la voluntad propia se aseme- ja al viajante que encuentra un atajo por ef cual se ahorra gran parte del cami- no. Filo se debe a que negando nuestra voluntad alcanzamos el desapego de las cosas,.y por este desapego, con el auxilio.de Dios, [legaremos a la impasi- bilidady Por edie medio es ‘posible Uegar ch tin breve espacio de tiempo a negar diez inclinaciones de. nuestra voluntad. Y este“es el modo: un hermano’$e ‘en- cuentra dando una vuelta y ve'alguna cosa. Su pensamiento le dice: mirila, pe- ro él responde: no, no miraré. Niega su voluntad y no‘mira. Después se encuen- tra con unos hermanos que estén hablando y su pensamiento le sugiere: tt también puedes decir algo. Pero niega su voluntad y no habla. Pero le viene otro pensamiento que | Te dice: Ve @ ver al cocinero y pregintale qué estd pre- parando. Pero no va sino que niega su voluntad, Luego, por azar, ve un‘obje- to.y le. interesa ‘saber quién to,ha traido. Niega.su voluntad y, no. pregunta. De ‘esta ‘manera,. por las sucesivas hegaciones de su voluntad va adquiriendo un habito, y de las pequefias cosas pasa a negarse.én las grandes con gran tranqui- lidad. De esta manera llega, a, no tener més yoluntad ‘piopia: ‘Cualquier cosa que sucede le ggrada, como si viniese de su propia voluntad. Y.de esta mane- ta, no’ queriendo eri nada hacer:su yoluntad, encuentra que Ja hate en todas las cosas. Todo-lo que le sucedery que ng.depende de él ie resulta provechoso. De este modo se encuentra sin tiingin apego y por ese despojamiento, como ya he dicho, llega a4a impasibilidad. . a oR. eo * 2 8 = a 21. Fengan en cuentarquésprogresos se pueden realizar por medio-de la nega- cién de la-voluntad propia. Fijense,si no, en el bienayentusado Dositeo. Prove- nia de una vida relajada’y, sensual, y no habfa ofdo- hablar nj,una palabra acer- ca de Dios. Sin embargo, todos ustedes conocen las cumbfes a que lo Ilevé en poco. tiempo la fiel prdctica de la obediéricia y'la itegacidn ‘de la voluntad pro- pia. También todos ustedes saen c6mo Dios lo ha’glorificado y no ha perini- tido que tal virtud-cayesé en el olvido, Dios se lo ha reveladd aun anciano que vio a Dositeo en thédio de todos] Tos santos gozando de'su felicidid: ~ 22. Lés voy 4 contar también otro suceso, del cual fui testigo, para que'vean cémo-la obediencia y el rechazo de la voluntad propia pueden librar a un hom- bre de la misma muerte. Estando yo en el monasterio de abba Séridos, vino un discfpulo de un gran anciano de Ia regién de Ascalén para cumplir un encargo de su abba. Este Je habfa dado la orden de que esa misma-tarde volviera a su éelda. Pero sucedié que se desaté ‘una gran tormenta, con Iluvias torrenciales y grandes truenos. Un rfo vecino estaba en plena crecida. A pesar de todo el her- mano quiso partir, por la orden que habfa recibido de su Anciano. Nosotros le insistimos en que se quedara, porque consideramos imposible que pudiera cru- 558. Dototeo deGaza ~ zar el rfo y salir sano y salvo; pero él no se dejaba convencer.-Entoncesnos di- “jimés: Acompafiémosle hasta el rio. Cuando lo. ved; él mismo se convencerd. Salimos entonces con él. Al llegar al rio el hermano sé alz6 sus: vestidos, los at6-sobre su cabeza, se cifié un manto y,se_eché al rio en medio de una terri- ble correntada. Nosotros permanecimos mudos de-estupor, temiendo por-su vida, pefo él céntinuaba nadando y-enseguida lleg6 a la ott orilla. Tomé nue- vamente Sih vestidos, nos hizo de lejos una reverencia,.se despidi6 y salid corrien- do. Nosoftos. quedamos, _gstupefactos y'llenos de admiraéién-al ver el poder” ‘de: la, virtad? Mientras nosotros temfarhos y no vefamos ninguna posibilidad, é1 atfavesO el rfo’s n ningin peligro, gracias a su 1 obedigncia. 2 Ej ” roe + 23. Algo: similar Ie’sucedié ‘a un hermano* Feuyo: abba lo Rabfa enviado a fa ciu- dad por unos encafgos que debfa realizar con su proveedor. Al verse.incitado al «imal por'la hijarde éste, sélo dijo? Oh. Dis, por "las oriciones de-mi patire -jlibra- me!” Ttnediatartiente se enconti6_cn la ruta que evaba d Escete; volviendlo’a To-de su padre”. Ege es‘el poder de fa-virthd, ‘ese ‘es el pader de una palabra. - jQué seguridad ¢ Otorga Tecurrir w las orddionesde su! padre'éspiritual! Porque'el hermano “tijo:/Ok, Dios, librame por las‘oraciones demi padre! y énseguidase Fencontrd “efi el camino de régreso. Consideren 1a uimildad” y la prudencid de os dos. Estabafi en un apuro y el anciano quisé efiviarlo al ue le hacia sus co- *misiones. No le. dijo: Ve,:sino: {Quieres i? De'la misma manera el hermano no _ lé réspondi6: Voy, sino: Haré lo que té quieras, Rechazaba-dos cosas: las-9ca- siones de una cafda y la desobediencia 4 ‘sur padre. Méé fairdle, al hacerse mas apremiante la necesidad; el anciano le dijo: Ve, ponte en camino, y no le:dijo: Confio en que mi Dios. te protegerd, sino: Confio en que serd protegido por * = “‘las‘oraciones de mi padre. Igualniente:en el morhento de Ta-tentacion el herma- no 0 dijo: Dios tio jsdlvamel, sino: Oh’ Dios, ; Por las oraciones de*ni. padre _pisilvame! C Cadauno puso su esreratza ¢ en las okaciones de su padre. a Ffjense comd se uriieron ithumildad con lt " obediericia, Del mismo, ‘modo rque.en el tiro de un carro ninguno de dos-dos caballos puede ‘adelantarse_Al tr, pues .se'Zomperia el carro, asi la, homildad debe ir a.la par de la obedien- cia. Y je6mozse puede dbtenér-9sa gracia sind, tal cbmoZhe dicho; haciéndose violericiz, negando su -voluntad “propia y abandondndoseja Dios a través dé su padre Bin ‘dudar jamés; haciendo como esos dos hhefmatios, con Ia total seguri- dad -de estar obedeciendo a Dios? Sereios asf dignos de obtener miserlcondia y ser salvados. *e = ne - 24. Se cuenta® que un’ dfa-san Basilio’ visitando, sus monasterios, pregunt6 a uno-de Jos supériores: {Tienes algun hermano que esté en el camino de la salva- 7 24poteg. AMUN 3 PG 65, 128D. 2 & “Apoteg. BASILIOL PG 65, 137B.- 11 Conferengia: [a huidad 359 cién? A Jo que respondjé el abba: Sefior, gracias a tus oractones todos espera- mos ser salvadgs. Pero el santo volvié a preguntar: (Tienes g glguno que esté en el camino de la salvacién? Entonces ei abba comprendid, porque él también era un hombre espiritual, y le respondi6: Sv. Trdemelo, le difo el santo. El her- mano Legé y el santo le dijo: Dame algo para lavarme. El hermano salié y le trajo lo necesario. Después de lavarse, san Basilio tomé la jarra y le dijo al her- mand: Ldvgte también ti. Sin discutir el hermano se layé con el ague que le vertié el sarifo. Después de esta prueba, san Basilio le.dijo también: Cuando entre en la iglesia hazme acordar ge que te imponga las manos. .¥ el hermang obedeci6 sin discutit. Cuando vio 4 san Basilio en’la iglesia se lo hizo récordar. El obispo le impuso las manos y se Jo llev6 con é1. ,Qué otro hubiese merecido més que este hermano el poder vivir junto g ste santo hombre de Dios? 25. En cambio, ustedes, hermanos, no han hecho la experiencia de esa obe- diencia que no juzga, y entonces no coriocen el descanso que se encuentra en ella. Un dfa interrogué al abba Juan, discipulo de Barsanufip: Maestro, la Escri- tura dice que es por las muchas tribulaciones.por lo que entraremos en el reino de" Jos cjelos (Ech 14,22). Pero yo noto.que.ho tengo la menor tribulacién. £Qué debo hgcer entonces para no perder mi alma? Decia esto porque yo no tenfa-ninguna, tribulacign ni preocupacién. Si me venia algin pensamiento, to- maba mi tabla.y le escribfa al anciano (porque antes de-entrar.a servirJo.lo in- terrogaba por escrito), y antes de terminar de escribir ya éxperimentaba gl con- suelo y el provecho. Y de ahi proyenfan‘ mi despreocupacion y mi,paz. Sin em- bargo, por desconocer el poder dela virtud y al haber ofdo que es por muchas tribulgciones por lo que se debe entrar en, el reino,de Jos cielos,.me inquietaba el no ser probado. Pero cuando le comuniqué mi temgr al-anciano, éste me di- jo: No te atormentes, ni no tienes problema. Tados los que se entregan a la obediencia de los-Padres experimentan esa falta de problemas y ese descanso. Il CONFERENCIA: 4 HUMILDAQ 26. Dice un ancigno: Anfe todo necesitamos humildad; y por cada,cosa que nos dicen debemos estar dispuestos a decir: Perdén. Porque es por la humildad por lo que es aniquilado todo engafio de nuestro enemigo y adversario’ . Busquemos el sentido de este dicho del anciano. Por qué nos dice: Ante todo necesitamos humildad, y 20 mas bien:.Ante todo necesitamos la temperancia? En éfecto el Apéstol nos dice: £1 atleta se priva de todo (1 Co 9:25). 40 por.qué no dijo més. bien: Ante todo necesitamos el temor de. Dios, ya que la Escritura nos dice: 1 Apoteg. ABBA ISAIAS PG 40, 1108. 360 . Doroted de Gaza 2 El principio de'ta ‘sabiduria es et temor del Seftor? (Pr 15, 27), {0 por qué no dijo tampoto: Ante todo necesitamos Ia'limosna, o la fe, como en efecto esté escrito: Por las limosnas.y la‘fe los, pecados son purificados (ibid.J, 0 como ‘nos dice el Apdstol: Sin la fe es imposible “agradar @ Dids? (Hb 11,6).Por lo tanto,si es im- posible agradar a Dios sin la’ fe, si por las limasnai y la fe son purificados,los pecados, sivel hombre se aparta del mal por el temor del Sefior,’si el principio de Ia sabiduria es el temor del Seftor, y finalmente si elatleta se priva de todo, 4por qué dijo el anciano: Anté todo necesitamos humildad, dejando de lado to- ‘do* aquello que es tan necesario? Porque lo que nds quiere énsefiar es que, nf ‘el temor de Dios, nila Timosna, ni la fe; ni la temperancia, ‘ni ninguna otra" vir- tud, puede existir sin Ia humildad. Y por ese motivo dice: Atite todo Hecesita- _mos humildad; 9 po? cada cosa que nos dicen debemos estar dispuestos ade- cir: Perdon. Porque ; es por la reed por.lo:que es aniquilado todo engafto de nuestro enemigo y adversario. - a ” s . 27. Fijense hermaiids, cuin grande ef el poder de,la himildad, qué efi- “caz es oledecir: ;Perdén!,Pero, ,por qué lamamos.al diablo no s6lo enemigo sino adversario? Selo ‘Ilana enemigo a causa de su odio insidioso al hombre *y al bien; adversario porque se esfulerza en entorpecer toda obra buena: ;Al- guien “quiere rezar? Pups él se opone-y ‘le pone “trabas @ on los malos' pensa- ‘mientds; con’ “alguna. distraceién obsesiya, con la acedia?.. ,Alguien” quierg “ha- sna? ké feria con la avaricia y el retraso. {Quiere' otro velar? Se lo'im: ene -adversario.. De Ais. digamos que por la Jaga | es enunlads 3 todo engafio'de nuestro ehomigo'y adversavio. oe le ” B. noe - = 28..Realmente es grande la’ humildad. Todos Ios santos han marchado por este camino de la humildad, y-atortaron por sus trabajos su trayecto, segin esté dicho: Mira mi humildad y: mis trabajos y perdong todos mis pecados Gal 24,18). Incluso por sf ‘sola, como .dice abba Juan3, la humildad puede conducirnos, aunqie «mds lentamente. Humillémonos también nosotros un poco y seremos salvados. Aunque no podamios, por nuestra debilidad, reali- zar esfuerzos pendsos, tratemos de humillarno’. Tengo confianda en que por e . Doroteo; siguiendo la doctrina ascttica de Evagrio Péntico, menciona la acedia coma uno de los'vicios capitales que. combaten al monje,"éspecialmente af solitario. Se iden- tifica con la pérdida delgusto por las coses espirituales,-por la aversién a permanecer encerrado em Ig celda, por la Jalta de intetés por el trabajo manual. A partir de san Gre- 3 Berio Magno fue reemplazada por la envidia en la lista de vicios capitales. SUAN el PROFETA, Carta 277, dirigidd a Doroteo (PG 88, 1816A). La carta dice ast: “EL que tiene estas. dos cosas (humildad y vida ascética) Hegard prorito a la meta... Pe- ro él que séto tiene humildad legard por cierto, aunque mas lentamente.” I Conferencia: La humildad 361 Ja misericordia de Dios, lo poco que hayamos hecho con htimildad, nos val- . ard para estar entre los santos que han sufrido muchas penas en ad servicio > de Dios. Sf, verdaderamente somos débiles e incapaces de realizar tales es- fuerzos, pero ,no podemios acaso humillarnos? 29. Hermanos: jFeliz aquel que posee la humildad! La humildad es grande. Y aquel santo que dijo: La humildad ni se irrita ni irrita a nadie* describié muy bien al que-poseé una verdadera humildad. La ira no va con ella, porque’ * la humildad .se opone a a vanagloria y preserva al hombre de ella. Nos irri-’ tamos a causa de las riquezas y de ios alimentos. {€6mo podemos entonces decir que Ja humildad no se irrita, ni irrita‘q nadie? Es que, como Kemos di- cho, la humildad es grande. Es tan poderosa que ‘atrae la gracia de Dios al alma’y estando presente |a gracia de Dios protege al alma contra esas dos pasiones:graves. En efecto, qué Hay més grave que irritarse e irritar al ,Projimo? Ya lo decia Evagri¢: Es algo totalmente ajeno al monje el irritarse®. Ya que‘el que sé irtitd si no es enseguida protegido por la humildad, cae poco a poco en un estado demo- nfaco® » perturbando a los demas y perturbandose a sf mismo. Por eso el an- ciand dice: La hrurmildad ni se irrita, ni irrita a nadie. 30, Pero, jqué digo? ;Solamente contra esas dos pasiones nos protege Ja hu- mildad? Es més bien contra ‘toda pasion’ y toda tentacién contra Jo que ella protege nuestra alma. Cuando a San Antonio le fue dado confémplar todos los lazos tendidos por el diablo, pregunté a Dios gimiendo: ¢Quién podrd librarse de ellos? Y j,qué le respondié Dios? La huzildad los vencerd. Y .qué otra cosa admirable agreg Dios? Y nada podrd contra ella’. ;Ven, hermanos, su poder? ,Ven 4a gracia de una virtud? Verdaderamente no hay nada mds poderoso que lz humildad, nada Ja puede: vencer. Si algo enojoso le sucede al humilde, enseguida-se lo achaca a sf mismo, juzga que se lo, ha merecido, no soporta el reprochar a otro por ello, ni busca culparlo. Sencillamente Jo soporta sin perturbarse, sin abatirse, y en total calnti. Por esto la humtldad ni se irrita, ni irrita a nadie, Hizo' bien el santo en decitnos: Ante, todo tenemos necesidad de hi ¢ Apoteg.NAU 115, en “Revue de Orient Chrétjen”, 12 (1097), p.402. PL 73,1037. Este apotegma no es de Evagrio, sino que cs atribuido a Macario en Pablo Evergeti- nos (PE) U1, 35, p.112. %. La'vida ascétiéa es un lucha sobre todo contra los “pensamientés”, pero ellos no son més que los medios por medio de los cuales los demonios luchan contra el monje. El triunfo del asceta,redunda en la‘“impasibilidad” del alma. El triunfo del demonio leva al alma a este estado “demoniaco” descrito pot Doroteo. Apoteg. ANTONIO. PG 65, 77AB; PL 73,785BC. * 362, » ‘Doroteo de Gaza* % 3t: Hay dos clasés de humildad, ast como Hay dos clases de orgullo: la primera clase de orgullo consiste en despreciar a su hermano, en no tenerlo en cuenta, cori sino fuese nada, y en: creerse superior a él. Sino, procedemos de inme- diito a vigilarnos esttictamente, cacremos-poco a poco en-la segunda especie. que consiste en exaltarse ante Dios inismo y atribuirse sus bienas obtas’a si mismo y no a Dios. En verdad, hermanos, yo conoci a uno que.habia caido err .ese miserable ‘estado. Al principio, cuando un’ hermano le deéfa algo, €1 lo des- preciaba -y decia: ¢Quién es ese? No hay en ‘el mundo como Zésimo.y sus dis- cipulos. Después se puso a despreciar también a-estos'diciendo: No hay como Macario,.y poco después: ¢Quién es Macarid? No hay como Basilio. y Grego- rio. -Peto enseguida comenz6 a despreciarlos también; {Quiénes som-Basilio y- Gregorio?, decia. No hay como Pedro y Pablo. Ciertamente* hermano, le dije, pronto despreciards a Pedro y a Pablo. Créanme, poco tiempo después comen- “zh a decir: ¢Quién es Pedro y quién es Pablo? No, hay como Ia Santisima Trini- dad. Finalmente se levant6 contra’ él mismo Dfos y esa fue su ruina. Por esta raz6n, hermanos, debemos luchar contra Ia primera clase de orgullo, para nov caer poco poco en el orgullo total. 32. Existe también un orgullo mundano y un orgullo monistico. E] mundario consiste en creerse mids que su hermano porque se’es més rico, mas hermoso, mejor vestido 0 més’noble que é1. Cuando veamos que nos gloriamos en esas cosas, @ bien de que nuestro monasterio, sea el més grande 0,e1 mds rico o el mas mumeroso, sepamos que todavfa estamos en el orgullo muhdgno. Lo mismo sucede cuando nos vanagloriamos de cualidades-naturales: por ejemplo de tener uns vor bella o salmodiar bien, o de ser,habil o de trabajar y servir correctamente. Estos motivos son més elevados que Tos primeros, aunque todayfa sé trata de orgullo, myndano. El orgillo mondstico consiste en‘gloridise de sus vigilias, de sus ayunos, de sx piedad, de sus observancias, de su celo, asf como’en humillarse-por vanidad. Todo esto es orgullo monastico. Si no-podemos evitar el enorgillecernos, con- viene que este orgullo recaiga sobre cosas mondsticas ‘y no mundanas. Hemos explicado, eritonces, cyl es la primera especie de-orgullo.y cual es la segunda; también hemos definido el orgullo mundano y el crgullo monasti- co. Mostremos ahora cudles son las dos especies de humildad. 33. La primera consiste en cofisidlerar a su hermaito cgmo més inteligesité que uno thismo y superior.en todo; es decir, como decfa un santo: colocarse por de- bajo de todos®; la segunda especie de humildad consiste en atrijuir a Dios las 8 Aporeg NAU 323 PL 73, 967C, £1 Apotegma dice asf: “Le preguntaron a un anciano: *;Qué es la humildad?”. El respondié: “Una gran obra, una obra divina. El camino de la humildad es este: dedicars¢ a la ascesis.del cuerpo, considerarse entre los pecadores, = 3, -LGonferentia:-La-humildad 63" buenas ‘obras, Esa es la, perfecta humildad de’ los’santos. Ella.nace naturalmente en el alma coino congecuencia de la prictica; de los mandamietitos. En efecto, miremos hermanos los,4rboles cargados de frutos: son los frutos los que, doble= gan y hacen.bajar las ramas. Al contrario, la ratna que no tiene frutos se yergue en el éspacio y-crece derecha. Incluso hay éiertos rboles cuyas ramas no dan frutos mientras se mantienen erguidas hacia el cielo, pero si se les cuelga una piedra para guiarlas hacia abajo, entonces dan fruto. Lo mismo sucede con el alma: cuando se humilla da fruto, y cuanto mds Proiduce, nds se humilla. Porque cuanto més se acerca a Dios, més pecadora se ve. 34. Recuerdo,que wii dfa hablébamos, de Iz humildad y un hombre distinguido de, Gazas al -pfrfios decir que cuanto mds nos acercamos a Dios, més pecadores nos veinos estaba,asombrado y decfa: ¢Cémo es posible? No comprendia y pe* ‘fa una explicaci6n:Distinguido Seftor, le’ pregunté, digame, jquién piensa que es usted en la ciudad? Un gran personaje, me-respondid, ef primero de la ciu- dad, Si va a Cesarea, {por quién se tendrd alli? Por inferior a los grandes de ese lugar; iy si va a Antioquia? Me tendré por u un extranjero; Ly en Constantinopla, junto al Emperador? Por un miserable. Asi es, \e dije, ast.sucede a los santos: cuanto mds se acercan a Dios, se ven mds pecadgres: Cuando Abrahén vio al Se- flor se Iam6 tierra y-ceniza (Gn 18,27). Isafas decia: Oh, qué miserable e impu- ro soy. (Is 6,5). De la misma manera, cuando ‘Dahiel,estaba en la fosa de los leo- nes, al Hegar Habacuc con la comida y. decirle: Toma la comida que Dios te en- via,,qué dijo Danigl?. El Sefior se ha acordado de, mi-{Dn 14,36-37). ,Se dan cuenta, qué humildad tenfa “en su coraz6n? Estaba en la fosa, en medio de:los leones que no Ie‘hacfan, ningin dafio, y esto no s6lo una primera vez sino‘una segunda también (cf. Dn 6 y 14), y a’ pesar de todo eso se pemiraba y decfa: £1 Seftor se ha acordado de mt. 38. jFijense én la humildad de Jos santos, en la disposidién de su cofazén! Aun siendo enviados por Dios para socorrer a los hombres rechazaban y hufan de los honores por humildad. Si se echa un hharapo sobre tn hombre vestido de seda, va a tratar de evitarlo pard.no ensuciar su"preticso Vestido. Igualménte los*santos, revestidos de virtudes huyeri de la gloria humana-por‘temor de ser manchados. Por el coritrario, los’que desean la glorid se ageméjan a un hoinbre desnudo que no cesa de buscar un trozo de tela 0 de cualquier. otfa cosa con la cual cubrir*su indecencia.-As{ el que est@ desprovisto de virtudes‘busca la gloria delos hombres. Enviados por Dios’ para socorro del préjimo, los ‘santos lo re- colocarse por débajo’ de todos los demas’. El hérmahnorespondié: *, Qué significa co- lovarse por debajo de todos los demds”". El anciano.respondié: ‘No nfirar los pecados de los otros, sino mirat siempre los propios, y ort a Dios sin.cosar’ "Doroteo cita este-apotegma en forma parcial en n.37 y 153. Se refiere a los limoneros, tal como lo hace SAN JUAN CLIMACO en la Escala espi- ritual XXV (PG 88, 10004). 364 Doroteo de Gaza chazaban por“humildad. Moisés decfa: Te suplico que tomes a otro que sea ca- paz; yo soy torpe de palabra y se: me traba la lengua (Ex 4,10). Y Jeremfas: Soy muy: joven (Jr 1,6). Todos los santos, en general, han adquirido esa humil- dad, como lo hemos Visto; por-la practica de los mandamientos. Como es ella o cémo nace en el alma, nadie lo puede expresar por palabras a quien no lo haya aprendido por experiencia. Nadie podrfa trasmitirlo a otros con simples pa- labras. ” 36. Un dia abba Zésimo hablaba acerca de la humildad, y un sofista que se en- contraba alli, oyendo sus palabras, quiso saber el sentido exacto: Dime, le dijo, écémo puedes creerte pecador? jNo sabes que eres santo, que‘posees virtudés? iBien ves que practicas los mandamientos! ¢Como, en esas condiciones, te pue- des creer pecador? El anciano, no encontrando una respuesta para darle le dijo: No sé cémo decirtelo, jpero es asi! El sofista le insistfa para que le“diera una explicacién. Pero el anciano, no enconttando cémo exponerle la cuestién, se puso a decir con santa simplicidad: jNo me atormentes!; yo sé muy bien que es ast, Viendo que el anciano no sabia qué responder le dije: zNo es acaso como sucede en la sofistica y en la medicina? Cuando conocemos bien esas artes y las ponemos en practica, vamos adquiriendo, poco a poco, por ese eercicio mismo, una suerte:de “habitus” de médico o de sofista. Nadie podria decir ni sabria ex- plicar como le vino ese “habitus”. Como dije, poco a poco e inconscientemente, el alma To adquiere por el efercicio de su arte, Lo mismo podemos pensar acerca de la humildad: de la practica de los mandamientos nace una disposicion de hu- ‘mildad, que-no se puede explicar con palabras. A} escuchar esto, abba Zésimo se lend de alegrfa y me-abraz6 diciendo: Has encontrado la explicacion. Es co- mo ti lo has dicho. En tanto el sofista qued6 satisfecho y admitié también el razonamiento. 37. Verdaderamente, ciertas palabras de los ancianos nos dejan entrever esa hu- mildad, pero la disposici6n espiritual misma, nadie podrfa decir en qué consis- te. Cuando abba Agatén estuvo cerca de su fin, los hermanos le dijeron: Padre, tt también sientes temor? Y 61 respondid: Sin ninguna duda he hecho todo lo posible para guardar los mandamientos, pero soy un hombre, y jcémo podria saber si mis obras agradaron a Dios? Porque uno es el criterio de Dios y otro el de los hombres’. Fijense, hermanos,.cémo este anciano nos ha abiertg los ojos para entrever la, humildad, y nos ha indicado un camino para alcanzarla. Pero cémo es ella, o cémo nace en el alma, ya lo he dicho muchas veces, nadie podria explicarlo, y tanipoco puede descubrirlo por un razonamiento si el alma por sus obras, no ha merecido captarlo. Los Padres han dicho qué es lo que la obtiene. En el libro de los Ancianos!! se cuenta que un hermano le pregunté a un anciano: ¢Qué'es a humildad? El anciano respondié: La humildad es una 10 Apoteg. serie alfabética, AGATON 29 PG 65, 117B> 11 Ver nota 8. * I Conferencia: La humildad, 365, obra grande y divina“kt'camino de la humildad son los trabajos corporales ret- lizgitos “con sabiduria”; et tenerse por inferior a*todos, y orar.a Dios ‘Sin‘cesar. Ese és el camino de Ia humildad, pero fa humildad misms es divina e incompren- sible. > = a 38. Pera, {por quése dice que los trabajos corporales Hevan,al alma 4 la hu- -, mildad? ,Cémo pueden los trabajos cofporales-ser virtud del alia? Ya hemos dicho més.arriba que tenerse por inferior a-tod6s, se opone a la ~ primera clase. de orgullo. ,Cémo podrfa el que se pone por debajo de todos creerse mds grande que su herman6, 0 exaltarse en cualquier cosa 0 acusar 0 despreciar a_alguién? “Lo. siisind acerca de Ta“draci6n ‘continua. Es-claro qué ella se opone’a Ja segunda -clase de orgullo. Porgue es evidefite-que.el hombre ~ " humilde ‘y piadoso, sabiendo ‘que nada*bueno-sé- puede hacér evi su alind Sin el -4 auxilis y-laproteccion-de Dios, jantés tesa-de fiivocatlo’ para qué’terlga-iniseri 2, cordja. de- @1.,¥+8l-que’ ora-a Dios sin cesar gabe cudl’es Ja fuente. de cual * obra~bueha que realicé“y no-podrfa on corisecuencia sentir orgullo“ni attibuit- x2, lo & sus propias-fueféas. Es ‘é*Dios.a quien atribuye todqs‘sus obras buerias, y ~ no cesa dé darle gracias ¢ inVocarlo, temientlo que la péfdida de'sy aukilio-haga * aparecer su debilidad y su impotencia. De este modo lwhumildaglo haverorar y la ordci6n to; hate humilde, y cuanto,masthace el-bieri, tanto-mas'e’humilla; y + cuanto més se humilla més socorro recibé'y progresa asf por’ "su humildad. . 2 4 % = s . 7 ie ee rr we eRe = 39. BE 67. Presten atencign también-ustedes, ‘hermanos, yraprendan a%consultar-y a n6-fiarsé Ae sti-propio.jujcio. Conozcan qué-despreocupacidyi, qué alegrfa,-qué paz se entuehtra‘en ello. a » oy Pefo coms lés"tije que itinca fui probado, escuchen, fiermands*Io que rie sucedi6-una' vez. Estando,un dfa‘en ‘el, monasterié (de abba ‘Séridos) fui asalta- do pér,una “tristeza ‘timehsa,e intolerable. Estaba' tant abatido y decafdo; qué ‘thubiese entregadd él alnia. Ese tormento, era un’Tazo te los demdrtios y semie- jante prueba Vietede‘su' envidia; és muy. penoso peto ‘de odita duracién: ‘pesa- do, tehebroso,.sin consuelo ni'paz, rodeado"de ‘angiistia y opresion. Pero la gra- cia. de Dios viene~répidamente al alma, si no nadie podrfa s0 rtarlo. Presx de ‘tal_prueba y peligro estaba. unt dfa en el:patio dél'monasterié, desCdrazénado Y Suplicando’ aDios que-viniese en mi ayuda. De pronto, cchando un vistazo en el interior de Ia iglesia, vi penetrat eri el santuario a alguien que’ tenia aspec- to de obispo y estaba vestido de armifio. Yo nunca me acercaba a.un extran: jeto sin necesidad.o sin ufiazorden.-Pero algo me atrajo y-avancé, Permanecié largo rato allf delante, las manos extendidas hacia el cielo® Yo. estaba detyas R S . 370 Doroteo de Gaza suyo, rezando con mucho temor, pues su vista me habia lenado de zozobra. Cuando cesé de orar, se volvié y vino hacia mi. A medida que se acercaba yo sentfa alejarse de mf la tristeza y el miedo. Parado ante mf, extendié su mano hasta tocar mi frente y la palmeé con sus dedos diciendo: No he cesado de es- perar en el Seftor, El se inclind y escuchd’mi grito. Me levanto de la fosa fa- tal, de la charca fangosa; afianzé mis pies sobre roca y aseguré mis. pasos, me puso en la boca un céntico nuevo, un himno a nuestro Dios (Sal 39, 2-4). Tres ‘veces repitid estos versfculos y me palmeaba en la frente. Después se fue. En- seguida mi coraz6n se Ilend de luz, de alegrfa, de consuelo, de dulzura: ya no era el mismo hombre. Salf corriendo en su busca ‘pero no lo encontré: habfa desaparecido. Desde entonces, por la misericordia de Dios, no recuerdo haber sido atormentado por la tristeza 0 el temor. E] Sefior me ha protegido hasta hoy gracias a las oraciones de los santos ancianos. 68. Les, he contado esto, hermanos, para mostrarles cudnta despreocupacién y qué paz gozan con toda seguridad aquellos que no poner la confianza en sf mismos, sino que en todo se dirigen a Dios y a aquellos que los puederl guiar segén Dios. Aprendan ‘también ustedes, hermanos, a aconsejarse, a no fiarse de ustedes mismos. Eso es bueno, es“humildad, paz; alegr{a. ,Para qué ator- mentarse en vano? No es posible salvarse de otra mantra. Peto puede set que se pregunten qué debe hacer aquel que ho ticite’a quién pedir consejo. De hechs, si alguien busca sinceramente; de todo coraz6n, la vo- Juntad de Dios, Dios no lo abandonard jamés y lo guiard en todo segtin 34 volun- tad. Ast, si alguno dirige su corazén hacia Ia voluntad de Dios, Dios iluminard hasta a tin nifio para Racérsela conocer-Pero si por el contrario no busca since- ramente la voluntad de Dios, podrd consultar a un profeta: Dios pondra en boca del profeta una respuesta conforme 4 la perversidad de su corazén, segiin pala- bras de Ja Escritura:. Si un profeta habla y se equivoca, soy yo el Sefior quien to hace equivocar (Ez 14,9). Por eso debemos con todas nuestras fuerzas, dirigir- nos segin la voluntad de Dios y no confiarnos en nuestro propio coraz6n. Siuna cosa es buena y nosotros ofmos decir a un santo que es buena, debemgs tenerla por ‘tal, sin creer, por eso que sabemos como hacerla o pensar que la hacemos bien. Debemos hacerla lo mejor que podamos y luego volver a aconsejarnos niue- yamente para cerciorarnos de habérla hecho bien. Después de lo cual no debemos quedarnos totalmente tranquilos, sino esperar el juicio de Dios, como el santo abba Agatén, a quien le preguntaron: Padre, jt temes también? Y respondi6: Yo hago lo que puedo, pero no sé si mis obras han agradado a Dios. Pues uno es el juicio de Dios y otro el'de los honibres*. ‘Que, Dios nos proteja contra el pe- ligro de fiamnos de nuestro propio juicio y que nos conceda seguir fielmente el camino de nuestros Padres. 4 Apoteg. AGATON 29° PG 65, 117B. Este apotegma también esté citado en el 1.37, acerca de la himildad.

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