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Reseña de la primera parte de El hombre y sus obras (1948), de

Melville J. Herskovits.
Por: Gabriel Enrique Chacón Lizarraga.
Estudiante de posgrado en Maestría de Ciencias y Artes para el Diseño.
UAM Campus Xochimilco
23 de Marzo de 2017.

Melville J. Herskovits aborda al inicio de El hombre y sus obras (1948), una serie

de postulados referentes a los diversos campos de estudio de la antropología

para la fecha de la publicación del libro, tres años después del término de la

Segunda Guerra Mundial. Para entonces, ya se hablaba de los cruces

interdisciplinarios en los diferentes aspectos del objeto de estudio, en este caso,

el hombre. Como ser que discierne y cuestiona tanto su existencia como su

razón de permanencia en una sociedad compleja, es sujeto de análisis a través

de distintos enfoques. Entre ellos, la antropología física, la antropología

prehistórica, la antropología histórica, la filosófica, la psicológica y la cultural,

siendo está última la que procura el autor.

La antropología cultural se refiere, al mecanismo “que permite al hombre

adaptarse a su ambiente natural; que es por demás variable; que se manifiesta

en instituciones, normas de pensamiento y objetos materiales” (Herskovits,

1948: 29). Ejemplos de estas manifestaciones son las diferentes expresiones

artísticas (pintura, música, literatura, productos audiovisuales, etcétera), las

religiones y las disntinas formas de interación entre los integrantes de una

comunidad. Herskovits nombra a las formas literarias que son estudiadas por los

antropólogos como folklore, en el que se da cuenta de los dramas locales que


arrojan datos para comprender adecuadamente algunos de los hábitos y

costumbres de una cultura (Herskovits, 1948: 23-24). Para el 2017, el término

folklore es cada vez menos usado, siendo más bien usada la denominación

como relatos que son parte del patrimonio inmaterial de una civilización.

En el texto, Herskovits de aventura a emitir proposiciones que bien podrían ser

debatibles a la fecha en diferentes escenarios. El postulado que habla del

posible estudio de las culturas sin tomar en cuenta al ser humano, generaría

quizá escozor en algunos estudiosos. Así mismo, el lenguaje utilizado en varios

enunciados aunado a las descripciones de grupos reducidos analizados por

especialistas, generan un matiz exótico que bien podría haber sido realizado con

méritos especiales para subir peldaños en la carrera del intelectual reconocido.

No obstante, conceptos como la endoculturación, arrojan luz en el entendimiento

de cómo los distintos grupos humanos logran adaptarse a un conjunto de

normas, ritos y mitos que son aprendidos. Estos conocimientos estarán

presentes a lo largo de la vida del ser humano y van cambiando con el paso del

tiempo, por lo que aquellas creencias que se adquirieron serán confrontadas,

pudiendo mutar o ser rechazadas. Las resistencias al proceso de

endoculturación, especialmente las originadas por las generaciones jóvenes,

ponen en crisis la continuidad cultural, transformándose ésta en un sistema que

puede asimilar el choque con culturas externas o incitar el odio hacia las nuevas

formas de comportamiento.
En las siguientes páginas del libro, Herskovits se encarga de detallar conceptos

que influyen en la construcción de la cultura y por lo tanto, inciden en la

configuración de las obras creadas por el ser humano. El trabajo etnográfico de

los investigadores, teniendo en cuenta los postulados del autor y los recopilados

por el mismo, son a su vez un legado para la construcción del entendimiento no

sólo en civilizaciones en lugares remotos, sino también para la comprensión de

la sociedad en la que el lector y el especialista se encuentran inmersos.

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