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EJE A
El retorno a Freud. Aportes de la Escuela Francesa. Jacques Marie Emile Lacan. Contexto histórico. Espacio
de configuración psicoanalítico. Jacques Lacan como nuncio del retorno a Freud. La cosa lacaniana.
Imbriano: “La cosa lacaniana” / “Enfoque epistemológico del espacio de configuración psicoanalítico”
Escritos I: “De nuestros antecedentes” / “Función del campo y la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953)
El retorno a Freud
Lacan lee a Freud minuciosamente y trata de rescatar la esencia de los conceptos que considera desvirtuados
por los post-freudianos y los cultores de la Ego Psychology, que sostienen que el fin del análisis es la
ampliación de la esfera libre de conflicto y que hay que adaptarse plásticamente a la realidad.
Lacan plantea un retorno a los textos de Freud, pero tomando la importancia del Inconsciente estructurado
como un lenguaje (una construcción teórica que explica bajo cierta lógica un sistema de fenómenos de la
experiencia), como un jeroglífico que hay que descifrar, considerando las categorías freudianas a la luz de los
tres registros: lo real, lo simbólico y lo imaginario.
Para Lacan, el volver al sentido de Freud es volver al sentido de la palabra, que constituye el resorte
fundamental del análisis. Por lo tanto la técnica se ordenará en función de la palabra. El síntoma para Lacan
está estructurado como un lenguaje: es significante de un significado reprimido.
Lo real: Lo imposible de significar, está fuera del lenguaje. No hay ausencia en lo real. Es en sí mismo
indiferenciado. Es “lo imposible”, porque es imposible de imaginar, de integrar en el orden simbólico. Es
lo simbólico lo que introduce un corte en lo real (es el mundo de las palabras lo que crea el mundo de las
cosas). De la pulsión tenemos un representante representativo. No podemos dar cuenta de la pulsión,
sino a través de sus efectos.
Lo simbólico: Es la alteridad radical (el Otro, encarnado primero por la madre) Es el reino de la Ley que
regula el deseo en el Complejo de Edipo. Es el reino de la cultura en tanto opuesto al orden imaginario de
la naturaleza. El significante es la base del orden simbólico.
Lo imaginario: La base es la formación del Yo en el Estadío del Espejo, como una unidad imaginaria, que
no es tal. Las principales ilusiones de lo imaginario, son las de totalidad, síntesis, autonomía, dualidad y
semejanza. Pero lo imaginario está siempre estructurado por el orden simbólico. El significado forma
parte del orden imaginario. En el eje imaginario “el muro del lenguaje” invierte y distorsiona el discurso
del Otro (Esquema L).
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palabra ya que los significantes tienen pluralidad de sentidos, se van vinculando con otros por lo que son
posibles diversas resignificaciones.
Otro concepto central en el pensamiento de Lacan es el deseo de como algo imposible de simbolizar y que
siempre será insatisfecho es necesaria para motorizarlo indefinidamente. Su discurso habla del sujeto, del
deseo y del goce como algo que se encuentra más allá del principio del placer.
Contexto histórico
Después de la Segunda Guerra Mundial, la Francia freudiana entró en la era de los conflictos y crisis. La
primera escisión francesa se produjo en 1953, en torno a la creación de un nuevo instituto de psicoanálisis
La metodología positivista y sus supuestos con la percepción y observación como modo de conocimiento
caen, ya que se descubren cosas que no son perceptibles, y sin embargo existen, como las partículas
subatómicas.
Se rescata nuevamente la preocupación ontológica y que la verdad es inaprensible y que en la ciencia sólo se
realizan tentativas de aproximación que disminuyen el error, pero que no capturan nunca la verdad. El orden
de la ciencia no es lo real, sino una forma indicativa para hablar de eso.
El registro imaginario. El Estadío del Espejo. Explicitación del título del escrito lacaniano. Concepto de
prematuración. Concepto de identificación homeomórfica y heteromórfica. El Estadío del Espejo como
revelador de: un mecanismo libidinal, una estructura ontológica, un conocimiento paranoico. El Estadío del
Espejo como manifestación de una matriz simbólica. El Estadío del Espejo como un drama. El Estadío del
Espejo como proceso de identificación. Concepto de Imago. Tronco de identificaciones secundarias.
Conceptos de: insuficiencia, anticipación, imagen fragmentada y ortopédica, identidad enajenante. El fin del
Estadío del Espejo en relación al hombre como expediente cultural. El yo caracterizado por la función de
desconocimiento. El concepto de agresividad. El límite extático.
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El bebé, llega al mundo en un estado de prematuración, carente de coordinación (caos propioceptivo) y ve su
propia imagen como un todo (es más constituyente que constituida, porque importa más el efecto que la
imagen en sí).
La síntesis de esta imagen (Gestalt) genera una sensación de contraste con la falta de coordinación del
cuerpo, que es experimentado como cuerpo fragmentado. Este contraste es sentido primero por el infante
como una rivalidad con su propia imagen, porque la completud de la imagen amenaza al sujeto con la
fragmentación, suscitando una tensión agresiva entre el sujeto y la imagen.
Para resolver esta tensión agresiva, el sujeto se identifica con la imagen. Esta identificación primaria con lo
semejante da forma al Yo (nueva acción psíquica), momento descripto por Lacan como de júbilo, porque
conduce a una sensación imaginaria de dominio. El Yo debe ser entendido por lo tanto, como una estructura
imaginaria, imaginario en su unidad, ilusorio en relación al caos propioceptivo del cuerpo. El Estadío del
Espejo otorga ordenamiento al sujeto, nombrarse como un Yo.
El orden simbólico está presente en esta etapa, en la figura del adulto (gran Otro) que lleva o sostiene al
infante.
Una identificación: El bebé humano, a diferencia del chimpancé de igual edad, reconoce su imagen en el
espejo como propia. Frente a esa imagen, que aparece como una Gestalt, experimenta una tensión,
porque siente su cuerpo fragmentado por oposición a la imagen. Ante la amenaza de fragmentación,
por identificación, asume la imagen como propia.
La identificación permite verse como una unidad, que es imaginaria e ilusoria. Cuando el bebé asume
esa imagen en el espejo, se transforma anticipando un dominio total que aún no tiene. El Yo se
constituye a partir de la “nueva acción psíquica”, que consiste en la identificación a la imagen unificada
que aporta el semejante. No se trata tanto de verse en un espejo, sino el ver que esa imagen esté
sostenida por la mirada del Otro (la madre). El análisis entonces, es el análisis de las identificaciones
(somos un conjunto de identificaciones).
Revelador de una estructura ontológica: Necesitamos del otro para constituirnos, para poder ser
(modos del ser del ser).
Revelador de un conocimiento paranoico: En tanto me conozco a través del otro. La estima de sí mismo
es a través de los otros, desde la exterioridad (el bebé que se encuentra en los ojos de la mamá). Todo el
ser va a parar del lado del objeto. Hay un empobrecimiento del Yo. Si el ideal está puesto del lado del
objeto, el sujeto se queda sin nada.
Concepto de imago: Hace alusión a una impronta compuesta por varias representaciones. Es una
Gestalt (una buena forma). En Freud se relaciona con las improntas primordiales de las figuras
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parentales en el complejo edípico. En el Estadío del Espejo, cumple a función de establecer una relación
del organismo con su realidad.
El otro materno no sólo aporta la imagen, sino que también aporta significantes:
Lo real: La vivencia del niño en el período pre-especular, es de cuerpo fragmentado. Hay caos
pulsional
Lo imaginario: Se mira y se reconoce como un Yo, cuando en realidad es un ser indefenso y
dependiente.
Lo simbólico: Este otro materno, que le aporta unidad y lo nombra.
Identificación homeomórfica: A una forma similar, permite reconocer la imagen como forma de la especie. A
medida que se consolide esta identificación, va a influir el lugar que le damos y cómo queremos ser vistos
por el otro (Ideal del Yo). (ej.: paloma, grillo peregrino)
Análisis del título del texto “El Estadío del Espejo como formador de la función del yo (ye) tal como se nos
revela en la experiencia psicoanalítica”
Alude al hecho de que a Lacan no le interesa analizar el Estadío del Espejo desde la perspectiva de la
psicología evolutiva, sino que apunta a ver qué sucede en el adulto en relación al mismo, es decir, cómo se
revela en el dispositivo analítico. Lo que se intenta escuchar en análisis no es al Yo, sino al sujeto que se
produce cuando habla en análisis (neurosis obsesiva: amurallado / histeria: una anatomía imaginaria, etc.).
El límite extático: El analista puede acompañar al paciente hasta el límite extático (“tú eres eso”) significa
que el verdadero viaje comienza a partir del momento en que nos reconocemos como seres mortales (el
neurótico vive como si fuese eterno). Lo primero es reconocer la castración, la finitud.
La óptica: una referencia freudiana retomada por Lacan. Imágenes ópticas: reales y virtuales. Esquema del
ramillete invertido. Los dos espejos. El resorte simbólico. Las relaciones del sujeto con su imagen en tanto
Urbild del Yo. La localidad psíquica. La ubicación del sujeto como condición para la articulación simbólico-
imaginario-real. Definición del registro de lo imaginario. La relación del sujeto con lo real.
El narcisismo como función estructurante. Los dos narcisismos. La relación entre la constitución del al
realidad y la forma del cuerpo. Primer narcisismo en relación a la imagen del cuerpo. Segundo narcisismo en
relación con el otro. Esquema simplificado de los dos espejos. La voz del Otro. La relación simbólica. El
vínculo simbólico y la intermediación de la ley. El Ideal del Yo y el Yo Ideal. Carga libidinal. El Ideal del Yo es
el Otro en tanto que hablante.
Seminario I: Los escritos técnicos de Freud / La tópica de lo imaginario” / “Los escritos técnicos de Freud / Sobre el
narcisismo” (1954)
Escritos II: “Observación sobre el informe de Daniel Lagache: Psicoanálisis y estructura de la personalidad” (1960)
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La óptica dice que hay dos tipos de imágenes:
Imágenes reales: Producen una ilusión óptica. Son engañosas ya que se comportan como objetos. Se
producen frente al espejo cóncavo, en el mismo plano que esta el objeto, pero con la característica de
que la que esta debajo pesa arriba y viceversa.
Imágenes virtuales: No son engañosas, ya que se comportan como que lo son. Son las imágenes
cotidianas del espejo plano. Se produce en otro plano de donde esta el objeto (ej.: el botiquín del baño,
la mano se ve más chica en el espejo si yo me alejo).
Primero tenemos que diferenciar el concepto de Narcisismo. No tiene nada que ver con el narcisismo
primario y secundario que plantea Freud, quien dice que el Narcisismo es nuevo acto psíquico, como
investidura libidinal del Yo y luego como investidura a los objetos. Para Lacan el narcisismo se da en dos
niveles:
Imaginario
Real
El primer esquema aparece el 24 de febrero de 1954 en el Seminario 1, “Los escritos técnicos de Freud”.
Utilizando el ejemplo de la experiencia del ramillete invertido, Lacan sostiene que el dominio del Yo primitivo
(Ur-Ich) se forma por clivaje respecto del mundo exterior (lo hostil). Va a marcar la manera en la que uno
anticipa (el grillo va a anticipar su estilo de vida –gregario o no- dependiendo de si ve o no al grillo). Primero,
a través de la mirada del Otro, tiene la ilusión de una totalidad que aún no posee, concibiéndose en forma
imaginaria, distinta a la que él es realmente (se ve completo, cuando es un caos propioceptivo). En analogía
con el ejemplo del ramillete, la imagen del cuerpo aquí vendría a ser el florero imaginario que contiene el
ramillete de flores real, representando al sujeto antes del nacimiento del Yo (se ve como totalidad, o sea,
como el florero conteniendo las flores).
Tiene que tiene que ver con la forma (Gestalt), la identificación primaria producto del Estadío del Espejo y
arma un Yo-Ideal (primera organización de lo real a través de lo imaginario). Es la promesa de síntesis futura
hacia la cual tiende el Yo, es la ilusión de unidad que esta en la base del yo. Ordena también el mundo
circundante. Del mundo interno por proyección se va a constituir en un mundo externo.
La realidad va a estar constituida a partir de esa primera organización que es el Yo.
En el primer esquema queda especificado cómo se constituye el Yo Ideal, pero falta la relación con el Otro.
Pero Lacan dice que no alcanza, porque el narcisismo humano, esa relación del sujeto con su imagen,
siempre esta intermediado por el Otro (nos vemos según el punto de vista del Otro).
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SEGUNDO ESQUEMA (los dos narcisismos: Yo Ideal - Ideal del Yo)
El 24 de marzo de ese año y lo reformula en 1960 en: “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”)
Lacan hace un modelo diferente, la experiencia del jarrón invertido. Introduce un espejo plano y el ojo ahora
se sitúa en el borde de arriba del espejo cóncavo y enfrentado al espejo plano.
1) Muestra lo que se va a reflejar para producir la imagen del florero y no las flores. Para dar cuenta de lo
que será el cuerpo que va a contener lo real (el cuerpo con sus agujeros → las zonas erógenas)
2) Hay 2 espejos. La imagen real, Lacan no la dibuja en este 2do esquema, porque lo que le interesa es la
imagen virtual. Se puede producir una imagen virtual a partir de una imagen real, si se produce la
reflexión de la imagen real en el espejo plano.
3) La posición del ojo. Ahora mira el espejo plano porque, va a poder ver la imagen virtual.
El segundo espejo pretende ilustrar que la mirada del Otro confirma la imagen que el niño reconoce como
propia (nos vemos según el punto de vista del Otro), permite que la imagen real, pase a ser la imagen virtual.
Este esquema supone algo que se va a ir dando, que no está de entrada. Tiene que pasar por la ley para que
algo de lo que se constituyó como imagen real se convierta en imagen virtual.
El Ideal del Yo es el modo en que el sujeto cree ser visto por el Otro. Es una introyección simbólica. Es el
significante que opera como ideal, un plan internalizado de la ley, es la guía que gobierna la posición del
sujeto en el orden, la cultura. Surge de la identificación con el padre en la etapa final del Complejo de Edipo
(identificación secundaria). Es lo que guía lo Imaginario, permite el sentimiento de Identidad.
Lo simbólico, el lugar del Otro, la ley va a quedar en lugar del Ideal. Cuando la exigencia del Ideal es
imposible, pasa a ser el Superyó (para Lacan siempre pasa a ser Imperativo de Goce→ siempre está del lado
del Más allá del principio del placer).
Al igual que en los sistemas ópticos, los espacios real e imaginario se confunden, y la subjetividad está
siempre comprometida.
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Los dos narcisismos. Ideal del Yo y Yo Ideal
El narcisismo tiene un carácter erótico y también agresivo. Erótico porque el sujeto se siente fuertemente
atraído por la Gestalt que es su imagen especular. Esta subtiende la identificación primaria que da forma al
Yo en el Estadio del Espejo.
Agresivo, porque el carácter de totalidad de la imagen especular contrasta con la desunión incoordinada del
cuerpo real del sujeto y parece amenazarlo con la desintegración.
En el seminario de 1953-4 Lacan desarrolla el modelo óptico para distinguir estas dos formaciones.
Yo Ideal: Es la fuente de una proyección imaginaria. Se origina en la imagen especular del Estadío del Espejo.
Es una promesa de síntesis futura hacia la cual tiende el Yo, la ilusión de unidad que está en la base del Yo.
Siempre acompaña al Yo, como un intento incesante de recobrar la omnipotencia de la relación dual
preedípica. El Otro es el que da los significantes, y a partir de éstos es como se va armando el Ideal. El Sujeto
mítico sería el que cree verse en el Yo Ideal en el momento de la constitución imaginaria.
Ideal del Yo: Es una introyección simbólica. Opera como ideal, un plan internalizado de la ley, la guía que
gobierna la posición del sujeto en el orden simbólico. Anticipa la identificación secundaria. El Sujeto virtual,
es el que logra reconocerse como una imagen necesaria para funcionar, pero sabiendo que ese Yo es una
ilusión.
El lugar del padre en psicoanálisis: un significante. Nombre-del-Padre. Hipótesis freudiana en Totem y Tabú:
el padre muerto. La constitución de la primera realidad. Los tres tiempos lógicos del Edipo. La metáfora
paterna y la significación del falo. La inscripción del S1. El padre como síntoma. La metáfora paterna como
operación jurídica.
El lugar del padre en psicoanálisis. Los tres tiempos del Edipo. La metáfora paterna
Lacan atribuyó una gran importancia al papel del padre en la estructura psíquica, la cual al mediar la relación
dual imaginaria entre madre-hijo, salva al niño de la psicosis, posibilitando el ingreso en la vida social.
El padre simbólico: No es un ser real, sino una función (“función paterna”), la de imponer la ley e
intervenir en la relación dual imaginaria entre madre e hijo. Es el punto de capitón que detiene el goce
de la madre. Es la metáfora fundamental de la cual dependen todas las significaciones. Siguiendo la
hipótesis freudiana de Tótem y Tabú, asegura la prohibición del incesto en el grupo social, implica a la
madre en tanto mujer vedada.
En la hipótesis freudiana de Totem y Tabú lo que asegura la prohibición del incesto en el grupo social es
el padre muerto. Entonces la función del padre totémico es el padre muerto. Es también como
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significante NOMBRE-DEL-PADRE (metáfora paterna). El pasaje a esta instancia, implica ubicarse como
sujeto deseante (para desear, hay que cortar con la madre).
Primer tiempo: En una fase preedípica, es un protosujeto, no diferenciado del deseo de la madre. La
madre desea el falo que le falta y el sujeto trata de convertirse en el objeto del deseo de ella, en ser el
falo para la madre y obturar la falta materna. Es deseo de deseo.
Segundo tiempo: En el Complejo de Edipo, el padre impone la ley, privando al niño del objeto de su
deseo y a la madre de su objeto fálico. Dice “no” al goce de la madre. Lo importante no es que el padre
real imponga la ley, sino que sea respetada por la madre en sus palabras y acciones. El sujeto ve aquí al
padre como rival en la disputa del deseo de la madre. Es el padre interdictor, omnipotente, imaginario
(el que está más presente en la clínica).
Tercer tiempo: Está marcado por la intervención del padre real poseedor del falo y no como aquel que lo
es. Entonces es mas preferido que la madre y permite al sujeto identificarse con el padre (identificación
secundaria: simbólica), esta identificación culmina en el Ideal del Yo. Tiene una función normativa, que
debe entenderse en referencia a las estructuras clínicas y a la sexualidad.
El Sujeto abandona el complejo de Edipo provisto de un Ideal del Yo y una identificación que conduce a la
asunción de la masculinidad o de la femineidad. Esta identificación es diferente a la del Yo Ideal, del Estadío
del Espejo, adonde hay indiferenciación de sexos.
En el primer tiempo del Edipo la metáfora paterna actúa “de por sí”, porque la existencia del deseo de la
madre depende necesariamente de la fórmula en ella de la ecuación fálica (la primacía del falo es instaurada
en la cultura). Es en la madre como función, donde el sujeto se encuentra con el significante, como lugar del
Otro que la madre encarna. El niño intenta identificarse con lo que es el objeto de deseo de su madre: el falo.
En el segundo tiempo, el padre interviene privando al niño de su objeto de deseo. Por último, en el tercer
tiempo el padre interviene como aquel que tiene el falo y no como aquel que lo es. El padre es preferido a la
madre y esa identificación culmina en el Ideal del Yo.
La inscripción del S1
La función del padre origina la inscripción de un primer significante (S1): es el significante de la ley en el otro.
Lacan postula el nombre del padre como síntoma, como una función de excepción que hace agujero, un
agujero que anuda. Ese agujero es el modo en que el significante muerde lo real (agujerea). Relaciona los
tres registros a través de un sistema de nudos, en el cual el cuarto nudo (el nombre del padre), hace que los
otros nudos no se separen (lo real, lo imaginario y lo simbólico).
Reformulación lacaniana del concepto de pulsión. La pulsión es un concepto necesario, El Trieb freudiano:
dato radical de la experiencia clínica. Drang, Quelle, Objekt, Ziel. Aventura de la pulsión (Turn and trick). El
concepto de pulsión en relación a lo real. Los cuatro términos de la pulsión son disyuntos. El campo
pulsional. El no cese de la pulsión. Lo real como imposible. Tour pulsional. La pulsión es un montaje. La
pulsión es un collage surrealista. La pulsión parcial y su circuito. Toda pulsión es parcial. La sexualidad se
manifiesta en las pulsiones parciales. La sexualidad y las redes significantes. La fundamental de cada pulsión
es el vaivén. Goal y Aim. Trayecto. El sujeto acéfalo de la pulsión. La pulsión y el principio del placer. La
cuestión de la satisfacción. La compulsión de repetición como evidencia de la pulsión de muerte. El trop-de-
mal como única justificación de la intervención de un analista. Apuntes para una revisión lacaniana del
concepto de pulsión. La disyunción deseo-goce. Los nombres de la muerte. La compulsión a la repetición
como evidencia de la pulsión de muerte. El goce es la satisfacción de la pulsión.
Lacan revisa el texto freudiano “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915). Traduce a la pulsión como vicisitud,
aventura. Sostiene que aparece como un dato radical (extremo) de la experiencia, que ha borrado con su
pasado, no como un dato inmediato. Se opone a la pulsión como algo arcaico, primitivo, desprendiéndola de
lo biológico. Dice que la pulsión tiene algo de irreprensible. Traza un surco en lo real (aquello que irrumpe,
molesta, que no se puede tolerar). Al atravesar el lenguaje a un organismo, se produce un sujeto. Allí
aparecen las zonas erógenas.
Lacan rescata de Freud que el término pulsión es una convención (un acuerdo, una “ficción”). Sostiene que
los cuatro elementos freudianos de la pulsión (empuje, fuente, objeto, meta) están disyuntos, carecen de
una relación armoniosa, a la manera de un collage surrealista.
Toda pulsión es parcial, porque no hay objeto (es una falta, un vacío, una nada: objeto “a”), no habiendo una
subordinación a la genitalidad ni a la reproducción, como sostenían los post-freudianos.
Reconceptualiza el dualismo freudiano de pulsiones de vida y de muerte, en términos de una oposición entre
lo simbólico y lo imaginario. El deseo es uno e indivisible, mientras que las pulsiones son manifestaciones
parciales del deseo.
La pulsión propiamente dicha para Lacan, es la pulsión de muerte (hay una cuestón de goce, no placentera),
y las pulsiones de vida lo que hacen es dar rodeos para llegar al fin de la pulsión propiamente dicha.
Al atravesar el lenguaje al organismo, se produce un sujeto, dando origen allí a las zonas erógenas.
Empuje: Se traduce como una excitación constante (no momentánea), que difiere de la necesidad, es un
plus. Hay allí un atravesamiento cultural, del lenguaje, que hace que no sea natural. Tiene que ver con una
excitación producida por la incidencia del significante.
Fuente: Son las zonas erógenas, las estructuras de borde que quedaron marcadas en ese encuentro de
goce y significante. Como cada uno inscribió en su cuerpo la experiencia de goce en la que el Otro le
aportó significantes.
Objeto: Lacan lo piensa como falta de objeto, como un vacío (objeto a). La pulsión lo contornea, le da la
vuelta. No hay objeto que complemente al sujeto.
Meta: Ninguna necesidad se puede satisfacer en la pulsión. La satisfacción es paradójica, porque no se
satisface con el objeto, sino en el recorrido, rodeando el vacío, bordeando las zonas erógenas. El fin no es
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la síntesis ni la reproducción. Lacan la presenta como sin sentido. Lo que creemos que se satisface, lo hace
imaginariamente, porque no hay objeto que complete al sujeto en la satisfacción. Con respecto a la
satisfacción, siempre es goce, porque siempre es satisfacción, a pesar de la insatisfacción (penar de más).
En la sublimación sigue habiendo satisfacción.
Borde: se refiere a las estructuras de borde con las cuales identifica a la fuente de la pulsión (pecho, heces.
Lacan agrega la voz, la mirada).
Seminario XI: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” / “La pulsión parcial y su circuito” (1964)
La pulsión parcial y su circuito
Lacan piensa al sujeto en relación a una hiancia. Lacan conceptualiza el objeto a (objeto perdido en Freud;
vivencia de satisfacción que mueve al sujeto a su búsqueda).
No hay un sujeto de la pulsión, es acéfala. El sujeto es un efecto, porque tiene que pasar por el Otro.
Los primeros dos tiempos son autoeróticos (les falta un sujeto). Sólo en el tercer tiempo (la voz pasiva), en el
que la pulsión completa su circuito, aparece un sujeto nuevo. Como la pulsión es siempre activa, Lacan
escribe el tercer tiempo como “hacerse ver”, en lugar de como “ser visto”.
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El goce es la satisfacción de la pulsión
El objeto del deseo para Lacan es el objeto del deseo del Otro y el deseo es siempre deseo de otra cosa, de lo
que falta. Deseo que remite a pensar que referido al objeto primordialmente perdido. El deseo no es
plenamente articulable, porque si lo fuera quedaría satisfecho y perdería el estatuto de deseo. Allí se
organiza el campo del más allá del deseo del placer, el campo del goce.
Cuando un sujeto está tomado por lo pulsional (sujeto de goce) se encuentra en un nivel muy alto de
“acomodación}” con relación a la muerte (satisfacciones del padecer=vuelta a lo inorgánico), y no sabe cómo
salir. Para el analista el único alcance de la función de la pulsión será poner en tela de juicio ese asunto de la
satisfacción, en el sentido de una clínica del despertar.
La angustia. La mantis religiosa. Che vuoi? Miedo y angustia. La angustia como señal y como afecto que no
engaña. La angustia y el deseo del Otro. La angustia no es sin objeto. Sujeto como cociente. Objeto “a”
como resto de la operación subjetiva. Los tres pisos de la operación subjetiva: goce-angustia-deseo.
La angustia
Lacan plantea que el inconsciente es verdaderamente externo e íntimo, porque todo viene dado desde un
Otro. Es muy criticado, por dejar de lado a los afectos. En este seminario expone que la angustia es un afecto
(no es una emoción), y como tal, es un efecto, el resultado de una causa, no un determinante. Afecta, altera
al sujeto.
La ansiedad sería un malestar difuso, con la característica de que no influye, sin implicancias corporales, no
tiene objeto. En cambio el miedo, sí tiene objeto. Más tarde va a plantear, que puede haber miedo sin
objeto.
Lacan se pregunta si la angustia del analizante es la misma que la del analista. El analista trata de apaciguar la
angustia, intentando poner en palabras. Lacan sostiene que la angustia es el único afecto que está más allá
de toda duda, no engaña. Es una señal. Pone en marcha el mecanismo de la represión. La angustia es el
motor del análisis, pero hay dosificarla, porque en exceso paraliza, y si es muy leve, tampoco es trabajable.
La mantis religiosa
La angustia es la sensación del deseo del Otro. La mantis religiosa tiene una particularidad que consiste en
que en la cópula sexual la hembra descabeza al macho, de menor tamaño que ella. Lacan propone la
siguiente escena: Se encuentra en una gruta cerrada sin salida y aparece una mantis religiosa, como tres
veces más grande que él, no tiene escapatoria. El problema es que le pusieron un disfraz, una máscara que
ignora. El problema que se presenta es que no sabe si no le pusieron el disfraz del macho de la Mantis
Religiosa. En ese punto va a tener terror de que lo descabece.
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Pero para ubicar este problema de la angustia Lacan dice que el personaje no sabe qué disfraz le han puesto,
entonces en este caso hay un no saber acerca de su identidad en el campo del gran Otro, desde el campo del
Otro que viene a encarnar la Mantis Religiosa. Entonces en ese punto empieza a sufrir la angustia.
Che vuoi?
A diferencia de Freud, Lacan sostiene que la angustia no es sin objeto. Simplemente involucra un tipo distinto
de objeto, que no puede simbolizarse como los otros: el objeto a (objeto causa de deseo). La angustia surge
cuando aparece algo en el lugar de este objeto. Aparece cuando el sujeto es confrontado con el deseo del
Otro y no sabe qué objeto es él para ese deseo. (“qué me quiere” en tanto objeto).
Miedo y angustia
Lacan retoma la oposición planteada en "Inhibición, síntoma y angustia" entre miedo y angustia, que
sostiene que la angustia es sin objeto y el miedo sí tiene objeto. Lo ilustra mediante un cuento de Chéjov en
ocasión de un viaje en trineo, cuando ve una misteriosa e inexplicable llama en un ventanuco en lo alto de un
campanario lejano, adonde nadie tiene acceso. No se explica qué hace esa luz allí. Cuenta que se apodera de
él algo que no era del orden de la angustia, sino del miedo.
Entonces dice "el miedo, ciertamente, se dibuja aquí como algo que es del orden de lo desconocido" y "en no
pocos casos, el miedo paraliza, se manifiesta mediante acciones inhibidoras".
El resto es el objeto “a” y cae del lado del Otro, porque no solo es un resto del sujeto sino que también es un
resto del Otro. Eso que cae es lo que representa para el Otro el objeto goce perdido (por el lenguaje).
Lacan plantea primero un sujeto sin barrar (protosujeto) y otro sin barrar (mítico). Hay un primer momento
mítico, y el resto es el objeto a.
goce
lo no significantizable angustia
sujeto deseante deseo
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Los tres pisos de la operación subjetiva: goce-angustia-deseo
Aforismos sobre el amor
Lacan describe en este texto los tres pisos a los que corresponden los tres tiempos de la operación:
Primer piso (Goce): Plantea un sujeto y Otro míticos (sin barrar), previo a la operación de corte. Es el
sujeto del goce.
Segundo piso (Angustia): La segunda posición, es la falta de la falta. Tiene que ver con la angustia, que
es el motor del análisis, no engaña. Aquí Lacan difiere de la psiquiatría, que la considera un “estado”. Es
e término intermedio entre el goce y el deseo. Aparece cuando los bordes entre éstos son borrosos.
Tercer piso (Deseo): Adonde adviene el sujeto tachado, en tanto que está implicado en el fantasma,
donde es uno de los términos que constituyen el soporte del deseo. El fantasma, es $ en una
determinada relación de oposición con “a”. Lo que está implicado en $ es la relación de a con S. “a” es
un producto de la operación significante, pero no es significante. Adoptaría la función de metáfora del
sujeto del goce. Esta caída, esto que simboliza lo que se presenta siempre como perdido, que resiste a la
significantización.
Lacan vincula la angustia con el concepto de la falta. Todo deseo surge de la falta, y la angustia surge cuando
falta esta falta (la angustia no es la ausencia del pecho, sino su presencia envolvente). El objeto a es causa de
deseo, es correlativo de la angustia. Luego lo va a llamar “plus de goce”. El objeto a tapona este agujero (la
castración), apareciendo la angustia.
Nuevos desarrollos en psicoanálisis. Escuela Inglesa. Los aportes de Melanie Klein. Contexto histórico: breve
introducción a la biografía del autor, su visión particular del psicoanálisis, sus diferencias con otros grupos
psicoanalíticos contemporáneos. Reformulación de concepto de fantasía inconsciente. Formulación de
nuevos conceptos: Posición (esquizoparanoide y depresiva), ansiedades y defensas correspondientes. Teoría
de las relaciones de objeto. Concepto de objeto y mundo interno. Objeto bueno y objeto malo. El superyó y
el Edipo temprano. Función paterna. Los aportes de Donald Winnicott. Contexto histórico: breve
introducción a la biografía del autor, su visión particular del psicoanálisis, sus diferencias con los grupos de
Klein y A. Freud. Sus antecedentes en: Karl Abraham, Melanie Klein y W. Ronald Douglas Fairbairn. La teoría
de las relaciones de objeto. Configuración del vínculo inicial madre-niño. E espacio entre el infans y su
madre. La presencia real y concreta de la madre. El concepto de “good enough mother” y la función de
holding. La representación interna, en el niño, del vínculo con ella. Un objeto interno. Un objeto externo. E
concepto de realidad externa. La función de la ilusión y la desilusión. El objeto transicional
Fantasía inconsciente: Es la expresión mental de los impulsos instintivos, por lo cual existe desde el
comienzo de la vida. Desde el nacimiento el Yo establece relaciones con los objetos en la fantasía y en la
realidad. No hay que pensarla como una fuga, sino unida a experiencias reales y en constante interacción con
ellas.
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Posición Esquizo-paranoide y Depresiva
El término “posición” indica que no se trata de un momento único, una fase con inicio y fin, sino que puede
volver a manifestarse más tarde en diferentes etapas de la vida de un sujeto. Las posiciones constituyen los
polos entre los cuales oscila la vida psíquica. Se definen a través de la posición del niño en relación al objeto:
tipo de relación de objeto, ansiedad predominante y mecanismo de defensa.
Posición Esquizo-paranoide
Esta posición refiere a los primeros 3 a 4 meses de vida. El yo que es débil y rudimentario se encuentra
escindido, fragmentado y el tipo de relaciones que establece será con objetos parciales buenos o malos: un
pecho bueno gratificante y un pecho malo que amenaza y es odiado, por lo que las fantasías de este período
son las de persecución y de gratificación ilimitada.
El Yo inmaduro del infante desde el nacimiento está expuesto a las pulsiones de vida y de muerte. Cuando se
confronta con la ansiedad que le provoca la pulsión de muerte, el Yo se escinde, proyectando al exterior
parte de esa pulsión en forma de agresión, colocándola en el objeto externo original que es el pecho, el cual
se experimentará como pecho “malo” amenazador, que da origen a un sentimiento de persecución, donde
domina la fantasía de privación y dolor.
El Yo introyecta lo “bueno” y proyecta al exterior lo “malo”. Pero también introyecta lo “malo” para poder
controlar al objeto perseguidor y proyecta lo “bueno” para preservarlo de su propia agresión interior. El Yo
escinde al objeto entre bueno y malo. Idealiza al pecho bueno, atribuyéndole todas sus experiencias
gratificantes, fantaseadas o reales y niega lo indeseable de este objeto.
Ansiedad: persecutoria
Mecanismos defensivos: introyección y proyección, idealización, negación, identificación proyectiva
Pulsión predominante: de muerte
El pasaje a la posición depresiva se da cuando el Yo puede vivenciar mayores experiencias buenas sobre las
malas, y siente que el objeto ideal prevalece sobre los objetos perseguidores: cuando la pulsión de vida tiene
preeminencia sobre la de muerte. Cuanto más se identifica el Yo con su objeto ideal, menos mecanismos de
defensa son puestos en marcha porque cede la disociación y el Yo puede tolerar cada vez más su agresión y
sentirla parte de sí.
Posición Depresiva
El Yo puede introyectar un objeto lo suficientemente bueno que le permita superar el estado persecutorio
propio de a pérdida de la madre como objeto parcial.
Abarca aproximadamente desde los 3 hasta los 7 meses, momento en el que ingresa para Klein en el Estadío
temprano del Complejo de Edipo.
El niño comienza a comprender que el objeto de amor es el mismo que el objeto de odio. Comienza a
reconocer a su objeto total, ya no se relaciona sólo con un pecho, que es la madre. Klein introduce ahora el
concepto de ambivalencia (la madre puede ser buena o mala, puede estar presente y ausentarse, la puede
amar y odiar al mismo tiempo.
La ansiedad se manifiesta por la ambivalencia y el consecuente temor a destruir a ese objeto total y amado.
Esto genera un sentimiento de culpa y una tendencia a la reparación del mismo. Se ponen en juego las
tentativas del Yo para inhibir sus pulsiones agresivas. Aparecen las defensas maníacas para impedir la
vivencia de ansiedades depresivas como el miedo a la pérdida, duelo, nostalgia y culpa. El fin que se persigue
es una tríada de sentimientos en una relación maníaca con los objetos: control, triunfo y desprecio.
Controlando el objeto, niega la dependencia que tiene de él; el triunfo es la negación por el Yo de sentir
nostalgia por el objeto destruido por su omnipotencia y el desprecio es otra forma de negar el Yo cuánto
valora a ese objeto del cual depende.
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Klein sostiene que si el niño no logra ver a la madre como un objeto total, corre el riesgo de evolucionar
hacia una psicosis.
Ansiedad: depresiva
Mecanismos defensivos: defensas maníacas
Pulsión predominante: de vida
Complejo de Edipo
Para Klein el Complejo de Edipo comienza en la primera infancia.
El niño y la niña tienen un conocimiento inconsciente del pene y la vagina
E superyó se inicia en la fase oral en ambos sexos. El primer objeto introyectado: el pecho materno
forma la base del Superyó.
La angustia de castración, si bien coincide con Freud, que es la ansiedad predominante en el varón, no la
considera el único factor que determina el sepultamiento del Compejo de Edipo. Además de temer por
la destrucción de su pene, por sentimientos de culpa quiere preservar y proteger al padre.
El falo no es considerado como operador central del Complejo de Edipo, el pene es un objeto, como lo
es el pecho. No está incluido el concepto de falta
La madre suficientemente buena: Es la que lleva a cabo la adaptación afectiva a las necesidades del niño y
que la disminuye de a poco, según la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en materia de
adaptación y para tolerar los resultados de la frustración. Mediante una función de “holding” facilitadora,
comprende la necesidad del bebé con la mayor precisión posible, pero posibilita la separación (por eso es
“suficientemente” buena y no “toda” buena).
Función de ilusión-desilusión: La madre aporta el pecho y sus ansias de amamantar al bebé, y éste tiene la
“ilusión” de haberlo creado. A partir de ahí se ponen en juego la posibilidad de la “desilusión” graduada por
la madre. Si no se produce la desilusión, ese objeto es sólo una alucinación. Lo imprescindible de esa
experiencia de “desilusión” es que los objetos se hagan reales. Va a posibilitar el pasaje gradual de la
dependencia a la independencia. La ilusión que vincula al niño con un objeto externo a él, es la ilusión de que
la realidad externa responde a su capacidad de crear.
Fenómeno transicional: Representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin los cuales no tiene sentido
la idea de relación de objeto. Es el fenómeno que se da con el uso del objeto transicional
Objeto transicional: Es la primera posesión no-Y, que se articula en el espacio intermedio entre lo subjetivo y
lo objetivo. Representa la transición del bebé, de un estado en que se encuentra fusionado a la madre a una
relación con ella como algo exterior y separado.
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Un objeto interno: que representa la unión niño-madre, pero este objeto interno se mantiene vivo por
la existencia paralela de una madre “potencialmente presente”
Un objeto externo: E pecho de la madre aparece en el preciso momento en el que el niño añora la
satisfacción de su deseo de ser alimentado.
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EJE B
Introducción del Otro. Explicación del esquema Lambda. El Yo como construcción imaginaria. El otro
semejante. El lugar de a. Ubicación del muro del lenguaje. Constitución de los objetos. El lugar del Otro.
Ubicación del eje simbólico e imaginario. El sujeto y el Otro.
Como el discurso viene del Otro (A), a partir de la línea imaginaria, ya no tiene eje pleno. Lacan lo representa
con línea punteada, porque cuando llega allí se encuentra con el muro del lenguaje, que hace que llegue al
sujeto (S) de forma fragmentada, distorsionada, para evadir el muro que le pone el Yo. En esa línea punteada
se ubicarían las formas del inconsciente freudianas (todo eso que el inconsciente se ingenia para transmitir,
burlando el muro –censura-). El muro del lenguaje aparece con el sentido que el Yo quiere darle a las
palabras. No permite que el discurso del inconsciente llegue al sujeto.
La condición del sujeto S (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A. Lo que tiene lugar
allí es articulado como un discurso (el inconsciente es el discurso del Otro).
Nos dirigimos de hecho a unos A1, A2, que son lo que no conocemos, verdaderos Otros. El sujeto está
separado de los Otros, los verdaderos, por el muro del lenguaje, donde en principio, no los alcanzo jamás.
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Eje simbólico (S-A)
Desde donde el sujeto se pregunta acerca de su existencia. Es el sujeto analítico, el del discurso, no el sujeto
en su totalidad, sino el que habla en el análisis. Lacan en este esquema aún no lo escribe barrado. Lo agrega
después, en tanto sujeto de la escisión freudiana, que se manifiesta en los chistes, olvidos, etc.)
S (Sujeto) (Es=Ello) Es el sujeto del inconsciente, el sujeto analítico, a quien se apunta en análisis. Es el
↓ sujeto, no en su totalidad, sino en su abertura.
JE
Es la otra escena, el lugar adonde se origina la palabra. El Otro como una alteridad
A (Otro) radical, no personal, no se trata del alguien. Es quien sanciona el mensaje (el tesoro de
↓ los significantes). La función de la comunicación es un efecto del encuentro con el Otro.
Autre Es el lugar desde donde puede plantear la cuestión de su existencia (¿qué soy ahí?
El ideal de analista es que haya sujetos tales que en ellos el Yo esté ausente. El análisis debe apuntar al paso
de la palabra verdadera, que runa al sujeto con otro sujeto, del otro lado del muro del lenguaje. Este proceso
se va a dar, sólo si el Yo del analista no está ahí, funcionando como un espejo vacío (debe ocupar el lugar del
objeto a).
El análisis consiste en hacerle tomar conciencia de sus relaciones, no con el yo del analista, sino con todos
esos Otros, a quienes se dirige sin saberlo y de que asuma progresivamente las relaciones de transferencia
en el lugar en que está, y donde en un principio no sabía que estaba.. (Pregunta parcial: “El
descubrimiento freudiano es demostrar que el proceso del análisis no alcanza al sujeto, sino descentrándolo
de la Conciencia”)
El análisis permite lanzar alguna pregunta que tenga que ver con alguna verdad. No es que nada sabe, sino
que nada sabe de su deseo (puede saber de sus síntomas). Esta posición de desconocimiento tiene que ver
con lo mismo que afirma y niega el paciente.
El sujeto y el Otro. A,m,a,S. El Otro radical. Lo reprimido tiende a repetirse. El ego es siempre un alter-ego.
Realización simbólica del sujeto. Oposición entre función consciente e inconsciente. Relación de hiancia, de
tensión alienante. El orden de la presencia y la ausencia. La tensión entre lo simbólico y lo real. La
intermediación de los sustratos imaginarios. El soporte corporal del sujeto. Distinción entre la función
imaginaria del viviente y la función simbólica frente a lo real. Relaciones entre A y S. El Yo no es idéntico al
sujeto.
El Yo ofrece una alternativa ilusoria al sujeto para que pueda defenderse del desamparo que supone ser un
producto. El yo “piensa”, el sujeto “existe”, “insiste y repite”, en tanto sujeto del inconsciente.
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hay ausencia en lo real. No hay ausencia más que si usted sugiere que puede haber una presencia allí donde
no la hay (ej.: el tomo que falta en la biblioteca de la colección de las Obras Completas).
El lenguaje está hecho con imágenes que poseen cierta relación con la existencia viviente del ser humano,
con la imagen del semejante. Esta relación imaginaria puede ser un obstáculo al progreso de la realización
del sujeto en el orden simbólico.
Analiza el tercer capítulo de “Más allá del principio del placer”, en el cual Freud explica las etapas del
progreso del análisis:
Primera etapa: El síntoma es un revés del discurso, es en sí mismo, significación. Es siempre una queja,
un sufrimiento, algo que no cierra, pero que no sabe de dónde viene. Si se lo cuenta a alguien, es
porque tiene la convicción de que tendrá un tratamiento posible.
Segunda etapa: Se reconoce la necesidad de la integración en lo imaginario. Tiene que integrar en su
biografía, la serie de significaciones que desconocía.
Tercera etapa: Se advierte que esto no alcanza. Algo que está reprimido tiende a repetirse, es la
palabra que insiste. El sujeto tiende a repetir (Wiederholung). El Yo obstruye. El arte está en descubrir
las resistencias, mostrárselas al enfermo y moverlo a devenir consciente lo inconsciente. Es decir, con
esa repetición inconsciente, en algún momento podrá captar algo y recordar desde otro lugar.
Lacan sostiene que las resistencias son del analista, no del paciente. El analista ocupa el lugar del objeto a,
funcionando como un espejo vacío.
El ego es siempre un alter-ego, porque el otro no es otro en absoluto, ya que está esencialmente acoplado al
Yo, en una relación siempre reflexiva, intercambiable.
El ser humano tiene una relación especial con la imagen que le es propia: relación de hiancia, de tensión
alienante. Ahí se inserta la posibilidad de la presencia y la ausencia, es decir, del orden simbólico. La
realización simbólica del sujeto es la relación que va de A a S. La tensión entre lo simbólico y lo real está ahí
subyacente. La relación entre A y S siempre pasará por la intermediación de esos sustratos imaginarios que
son el Yo y el Otro y que constituyen los cimientos imaginarios del objeto: A,m,a,S.
Lo que está en S para revelarse por el soporte corporal del sujeto pasa por una realidad biológica que
establece una división entre la función imaginaria y la función simbólica.
Lo que puede llamarse resistencia se debe a que el Yo no es idéntico al sujeto, y que es propio de la
naturaleza del Yo el integrarse en el circuito imaginario que condiciona las interrupciones del discurso
fundamental. Sobre esa resistencia pone Freud el acento cuando dice que toda resistencia procede de la
organización del Yo.
La báscula del deseo. Báscula entre el “je” y el tú. La referencia al otro como referencia hablada. El “je”
como experiencia del lenguaje. El “moi”. Ignorancia y verdad. El desconocimiento no es ignorancia. La
función de la imagen del cuerpo. La introyección en el final del Complejo de Edipo. Fin del Estadío del
Espejo. Fenómenos de transitivismo. Asunción de la imagen del otro. El deseo del otro. Rivalidad. La
agresividad más radical: el deseo de desaparición del otro. Primera alienación del deseo. El objeto humano
mediatizado por la idea de la rivalidad. El deseo del hombre es el deseo del Otro. Agresividad y agresión.
Fort-Da y la emergencia del símbolo. El pacto de amor. Las fluctuaciones de la libido. El primer objeto
valorizado. El primer juego de báscula. Un objeto con función simbólica. Re-introyección de la imagen y el
deseo.
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La báscula del deseo y las fluctuaciones de la libido
Seminario 1: “Los escritos técnicos de Freud / La báscula del deseo” (1954)
En el animal hay un conocimiento innato, una guía para la vida. En el hombre la síntesis fracasa (no hay Yo
como síntesis), debido a la anarquía de sus pulsiones. La función de la imagen de su propio cuerpo es
diferente al animal.
En el ocaso del Complejo de Edipo, se produce la introyección. Algo así como una inversión: lo que estaba
afuera se convierte en el adentro (lo que era el padre se convierte en Superyó).
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Se cree que la agresividad es la agresión. Sin embargo, no tienen que ver entre sí. La agresión es un acto
existencial vinculado a una relación imaginaria.
El niño tiene una relación libidinal primitiva con su imagen, debido a que llega al mundo, estructuralmente en
estado de prematuro. La libido de la que aquí se trata es del orden de la Liebe, del amor. La libido primitiva
está relacionada con el estado prematuro. La relación con la imagen narcisista pasa al plano de la Verliebheit,
en la medida que la libido primitiva alcanza la madurez.
La relación imaginaria brinda los marcos dentro de los cuales se harán las fluctuaciones libidinales.
Balint dice que todo el progreso del análisis radica en la tendencia del sujeto a volver a encontrar lo que él
llama el amor primario. El sujeto necesita ser el objeto del amor, los cuidados, afecto y el interés de otro
objeto.
Instancia de la letra
Imbriano: “Seminario Sanbuenaventura”
Escritos I: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud” (1957)
Desde los orígenes, la experiencia psicoanalítica recibe de la palabra su instrumento, su marco, su material,
siendo la referencia lingüística uno de sus soportes en el trabajo analítico.
Lacan revisa el algoritmo de Saussure y concibe a la letra, no como mera representación gráfica de un sonido,
sino como la base material del lenguaje mismo. Ubica una posición primordial del significante y del
significado, como órdenes distintos y separados por una barrera que hace resistencia a la significación.
Critica la linealidad que otorga Saussure entre significante y significado, porque dice que el significante
podría tener una multiplicidad de significados (ej.: disputa en la estación de tren respecto de las puertas de
los sanitarios: DAMAS vs. CABALLEROS).
Como elemento de lo real, la letra en sí carece de sentido. Lacan lo ilustra remitiéndose a los jeroglíficos
egipcios, que cobraron sentido recién cuando Champollion pudo descifrarlos sobre la base de la Piedra
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Rosetta. Además difiere de Saussure, considerando que el lenguaje con su estructura preexiste a la entrada
que hace en él el sujeto. Es un efecto del discurso, con un lugar ya inscrito aún antes de su nacimiento.
Ese significante que elige una persona para hablar, la representa, porque representa el modo en que esa
persona se ubica en el mundo. Para Lacan un significante es lo que representa a un sujeto para otro
significante, a diferencia de Saussure, en quien el signo representa algo para alguien.
En el momento en que interviene S1 (representa al sujeto ante otro significante) en el campo ya constituido
por los otros significantes (S2), surge $, el sujeto en tanto dividido. De este trayecto surge algo que se define
como una pérdida. Esto es lo que designa la letra que se lee como el objeto a (objeto perdido, causa de deseo,
plus de goce).
La letra es esencialmente lo que retorna y se repite, insiste en inscribirse en la vida del sujeto.
Si el Inconsciente está estructurado como un lenguaje, hay determinados significantes que van a tener un
valor particular. Darles un valor de letra tiene que ver con un plus de sentido. El trabajo en un análisis es
captar algún significante que tenga valor de letra, que trate de subjetivar, metaforizar algo (porque la
metonimia siempre es deslizamiento, funciona más en lo imaginario).
Metáfora: Es una sustitución de un significante por otro. Hay un plus de sentido, una creación. Es lo que
en Freud se conoce como condensación (sobreimposición). El significante del deseo de la madre
(primera relación madre-hijo) va a ser sustituido por el significante del nombre del padre.
La chispa poética brota entre dos significantes de los cuales uno se ha sustituido al otro, tomando su
lugar en la cadena significante, mientras el significante oculto sigue presente por su conexión con el
resto de la cadena.
Metonimia: Es un tropo literario que se usa en poesía o en el hablar y consiste en designar una cosa con
el nombre de otra cosa, con la que está conectada, o la parte por el todo (30 velas por flota de barcos).
Lacan la compara al desplazamiento freudiano (transposición). En la metonimia no hay acceso a un
nuevo sentido ni creación, la barra se mantiene. Hay orden horizontal.
En las formaciones del inconsciente vamos a encontrar la metáfora y la metonimia. Por eso Lacan retorna a
los textos de Freud, porque insiste que el síntoma está hecho de palabras y se puede deshacer por la vía de la
palabra.
No hay palabra sin respuesta, incluso si no encuentra más que el silencio. El analista deberá buscar analizar el
comportamiento del sujeto para encontrar en él lo que no dice. Para obtener esa confesión es preciso que
hable de ello.
Lacan divide entre palabra plena (verdadera) y palabra vacía:
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La palabra verdadera es la que tiene que ver con el eje A-S. Verdadera porque está en juego el Otro (A),
porque dice algo de la verdad del sujeto. La palabra es la que dice algo más allá del discurso Yoico, dice algo
del sujeto del inconsciente, de manera fragmentada, apareciendo.
El Yo engaña, es la palabra vacía. El lenguaje es del orden de la palabra vacía. El lenguaje imaginario impide
el acceso a la palabra verdadera, procedente del Otro. Por eso Lacan dice que el Yo es Yo de
desconocimiento. Es del Otro de quien le vino el lenguaje (le fue impuesto), sólo que el Yo tiene la ilusión de
que es él el que sabe hablar.
El deseo. La letra del deseo. El deseo como metonimia de la falta en ser. El sueño como metáfora del deseo.
Función de Transposición, la condensación y el desplazamiento. El sueño de la bella carnicera. Un deseo
sustituido a un deseo. Un deseo de deseo. El deseo de tener un deseo insatisfecho. Necesidad, demanda y
deseo.
Lacan considera, en la teoría de los sueños, haciendo referencia a Freud, al deseo en su estructura de
insatisfecho. Considera que operan determinados mecanismos:
Transposición: Es la precondición general de la función del sueño. Se trata del deslizamiento del
significado bajo el significante, siempre en acción (inconsciente) en el discurso.
Condensación: Es la estructura de sobreimposición de los significantes, donde toma su campo la
metáfora.
Desplazamiento: Es el viraje de la significación que la metonimia demuestra y que se presenta como el
medio del inconsciente más apropiado para burlar a la censura.
El deseo es inconsciente y sexual, y es del orden de la falta. Lacan lo representa con - (menos fi), que es el
falo como representante de la falta, como significante del deseo. Se desea lo que no se tiene / lo que no se
es. Por eso el deseo del hombre es el deseo del Otro.
Podríamos decir que el deseo se realiza hablando, porque hay algo del deseo que no se puede decir, es
imposible formularlo en palabras, caracterizándolo en ese punto de no realización. Por eso es inacabable, es
motor; a diferencia de la demanda, que sí se puede articular, decir, pedir. Por eso el deseo sólo se capta en el
trabajo analítico.
Está en juego la relación del sujeto con su objeto de deseo. El sujeto está perdido, descentrado respecto de
su propia falta. No se siente realizado en su posición fálica, del que lo controla todo. Siempre hay algo que
falta o que fracasa. Siempre está pendiente del deseo del otro, lo cual siempre lo deja en falta. El sueño
entonces, siempre muestra un vacío, una carencia de ser.
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El deseo es el deseo del Otro aquí se respalda en Hegel, que sostenía que la sociedad es una red fundada en
el deseo.
1) Deseo de reconocimiento: Deseo de ser deseado por el Otro (yo soy en la medida que el Otro me
reconozca). Esto queda claramente ilustrado en el primer tiempo del Complejo de Edipo, en el que el
sujeto desea ser el falo para la madre.
2) Deseo del objeto que desea el otro: Aquí lo que hace deseable al objeto es que el otro lo desea. El sujeto
encuentra su sentido en el deseo del otro.
La primera persona que ocupa el lugar del Otro es la madre, y al principio el niño está a merced del deseo de
ella. Sólo cuando el padre articula el deseo con la ley, mediante la castración de la madre, queda el sujeto
liberado de su sujeción a los caprichos del deseo de ella.
El texto del sueño sirve para Lacan como un texto que abre a la cadena significante. A partir de determinados
significantes lleva al sujeto a hablar de determinada temática de su vida, abriendo a la posibilidad de
reconocer algo del propio deseo.
Es fundamental para entender la diferencia entre demanda y deseo. El deseo de la histérica es deseo de
tener un deseo insatisfecho (deseo de caviar), para seguir preguntándose por el deseo. La paciente desea
que no se realice el deseo de su amiga, pero sueña que no se le cumple a ella, porque está identificada con
su amiga. En la Bella Carnicera aparece como metáfora, porque expresa algo de otra manera, de tal forma
que en el contenido manifiesto, nadie se da cuenta (en el sueño, el deseo de salmón ahumado propio de la
amiga se sustituye al deseo de caviar de la paciente=sustitución de un significante por otro significante).
Deseo: Es aquello en lo que siempre me quedo corto. Es eterno. Se vincula a la primera vivencia de
satisfacción freudiana. Es ese algo entre la necesidad y la demanda que no se puede articular, lo que el
significante no puede atrapar. Es aquello que no está formulado como un pedido, porque desde el
momento que lo pido, ya es demanda. Hay un solo objeto de deseo: el objeto a, que está en relación a
una falta.
Demanda: Es del orden de lo que se pide. A diferencia del deseo, la demanda es articulable, puedo
ponerla en palabras. Uso significantes para decirla.
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Cuando el Otro decodifica la demanda del bebé a través de la satisfacción de su necesidad, simboliza su
amor. De modo que la demanda asume pronto una doble función: sirve como articulación de la necesidad y
como demanda de amor. Pero incluso después de que han sido satisfechas las necesidades en la demanda, el
anhelo de amor subsiste insatisfecho y este resto es el deseo. O sea, que la demanda, en definitiva, es
demanda de amor.
El deseo es lo que se manifiesta en el intervalo que cava la demanda más allá de ella misma, en la medida en
que el sujeto, al articular la cadena significante, trae a la luz la carencia de ser con el llamado a recibir el
complemento del Otro, si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esa carencia. Al Otro también le
falta el ser.
El Sujeto del inconsciente. El inconsciente está estructurado como un lenguaje. Función de la causa. Hiancia.
Causa y Ley. Lo no realizado, lo no nacido. Tropiezo, falla, fisura. Discontinuidad. El inconsciente en la
dimensión de una sincronía. Sujeto en tanto que indeterminado.
El inconsciente es también el efecto del significante sobre el sujeto, en cuanto es lo reprimido que retorna en
las formaciones del inconsciente (síntomas, chistes, sueños, etc.). Todas las referencias al lenguaje, ubican al
inconsciente en el orden simbólico.
Lacan en el Seminario XI habla del estatuto de lo inconsciente tratando los siguientes puntos:
1. Función de causa: Lacan dice que entre la causa y lo que afecta hay siempre cojera, porque la función
de la causa permanece esencialmente en la hiancia del inconsciente, del orden de lo preontológico, es
decir, que no pertenece al orden del ser ni del no ser, sino al orden de lo no-realizado.
2. Lo no nacido: El inconsciente, en primer lugar, se manifiesta como algo que se mantiene a la espera, en
el aire, en el lugar de lo no nacido –nonato-, como zona larvaria (algo queriendo ser, pero que no lo
logra). Para estudiar la causa, recurre a Kant, quien da cuenta que en la función de la causa hay algo
imposible de atrapar/comprender. Hay una grieta, una abertura, imposible de ser atrapada por el
significante. Revela al sujeto en “estado de hendija”. Lo compara con el ombligo del sueño freudiano.
3. El sujeto: Al nivel del inconsciente hay algo en todos los aspectos homólogo a lo que ocurre al nivel del
sujeto.
4. A modo de tropiezo: Las formaciones del inconsciente, el sueño, el acto fallido y el chiste, sorprenden
en primer lugar, por el modo de tropiezo bajo el cual aparecen. Tropiezo, falla, fisura. Algo que da un
traspié. Ahí, algo distinto pide realizarse. Aparece como intencional, pero provisto de una extraña
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temporalidad. Lo que se produce en es hiancia, se presenta como el hallazgo, que al mismo tiempo es
sorpresa. Es eso por lo cual el sujeto se siente rebasado.
6. Uno del corte: La experiencia del inconsciente es allí en el corte, en la hendija, en la ruptura.
La constitución del sujeto. El sujeto y el Otro: la alienación. La sexualidad se instaura en el campo del sujeto
por la vía de la falta. Mito de la laminilla. La afánisis. Operación de alienación. Vel de la alienación. El ser-el
sentido. La bolsa-la vida. Factor letal. Operación de separación. El asunto del Vorstellungsrepresentanz
(representante representativo). Significante unario. Significante binario.
Seminario 11: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis / El sujeto y el Otro: La alienación” / “Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis / El sujeto y el Otro: La afánisis” (1964)
Levato: “Observaciones sobre el objeto “a” en Lacan / El sujeto, el Otro: la alienación y la separación”
Porrás: “Azar y destino en psicoanálisis. Su incidencia en la constitución de la neurosis y en la direeción de la cura /
Operaciones de causación del sujeto”
El sujeto y el Otro
El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena de significante, que rige todo aquello que, del sujeto, podrá
hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer.
Alienación y separación
La constitución del sujeto se da a través de dos operaciones:
Ser: El sujeto aparece primero en el Otro, en la medida que el primer significante (unario) surge en el
campo del Otro y representa al sujeto para otro significante.
El significante petrifica al sujeto. Tiene un efecto de condena. Significa que antes del sujeto no hay nada,
salvo el lenguaje. Lacan retoma el término afanisis de Jones, modificándolo, ya no significando la
desaparición del deseo, sino la desaparición del sujeto en el proceso de alienación. También usa como
sinónimo el término inglés fading. No obstante, sostiene que aunque lo petrifica, algo le da. El sujeto se
manifiesta en ese movimiento de desaparición, que Lacan califica de letal.
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Sentido: El sujeto se ha articulado a la cadena significante (S1-S2), pero a costa de su desaparición. El
sujeto encontrará el camino de regreso de la alienación en la operación denominada “separación”.
El vel de la alienación: Significa que la elección sólo consiste en saber si se conserva una de las partes,
pues la otra parte se pierde de todas formas.
La bolsa o la vida: Si elijo la bolsa, pierdo ambas. Si elijo la vida, me queda la vida sin la bolsa, o sea,
una vida cercenada.
La libertad o la vida: Si elijo la libertad, pierdo la vida. Si elijo la vida, tengo una vida amputada de
libertad. Se produce allí algo denominado “factor letal”. La única prueba de libertad es elegir la
muerte, pues así se demuestra que uno tiene la libertad de elegir.
En Lacan la operación exitosa va a ser la separación. La separación tiene que ver con la posición deseante. Se
produce sólo si el sujeto acepta la segunda falta.
Se trata de un asunto de vida o muerte entre el significante unario y el sujeto como significante binario,
causa de su desaparición. El Vorstellungsrepresentanz es el signficante binario (S2).
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