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A tragarse el rencor uno aprende con los años,

Son más las ausencias y los presentes cambios

que lo bueno que queda de antiguas esperanzas

envenenarse cada día con una cicuta distinta ya no es un lujo

y al despertar todo sigue siendo una pesadilla, también distinta.

Se llora en silencio, de callado al ritmo de un tango si el corazón lo necesita

se siente que ronda la muerte y por cortesía se le invita un trago

es tanta la mala suerte que esta pasará de lado como acostumbramos

llevándose siempre a otro, de esos que uno por casualidad encuentra

y con quien bailaron las viejas esperanzas,

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