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La dirección de operaciones puede definirse como la administración de los recursos necesarios para producir los bienes y servicios que ofrece
una organización para satisfacer una necesidad.
El área de operaciones ha tenido diferente importancia a lo largo del tiempo en el seno de las empresas; así a principios del siglo XX era el área
más significativa de la empresa, porque eran tiempos en que las empresas necesitaban ante todo producir.
Las posteriores dificultades de las empresas para vender los productos que eran capaces de fabricar con las capacidades que tenían instaladas,
oscurecieron la importancia del área de operaciones; y esto trajo consigo un olvido, al menos parcial, de las aportaciones que la dirección eficaz
de las operaciones podía proporcionar al éxito empresarial.
Sin embargo, en las últimas décadas todos los especialistas en temas empresariales coinciden en que el área de operaciones debería haber
sido, debe ser y deberá continuar siendo un pilar básico e imprescindible para la competitividad de las empresas.
Los estudios y análisis que se han realizado sobre el llamado “milagro japonés” han demostrado que su pilar fundamental era su capacidad para
llevar a cabo una fabricación más eficaz, más eficiente, más económica, más fiable y de superior calidad.
Por tanto, y con independencia de que los outputs que genere la empresa – sean productos o sean servicios -, su área de operaciones es un
elemento fundamental dentro del sistema empresa, y debe ser estructurada, implantada, gestionada y controlada correctamente para que se
convierta en real su probada y total contribución potencial a la consecución de los objetivos estratégicos, tácticos y operativos de la compañía.
El Área de Operaciones en el ámbito de los negocios -sean empresas industriales o de servicios – incorpora algunas características particulares:
Tiene bajo su gestión los principales recursos, tales como: instalaciones, bienes de capital, materiales e inversiones en activos corrientes.
Es el área donde generalmente labora el mayor número de personas.
Contiene las actividades y tareas que hacen viable la oferta concreta del negocio.
En ella se desarrollan la necesaria innovación y la capacidad de respuesta ante cambios del entorno que involucra a las personas en su propio
campo de acción.
La gestión inadecuada de las operaciones tiene un efecto adverso inmediato en los resultados del negocio, en el ánimo y actitud de las
personas.
Esto afectará la posición competitiva de la empresa. La gestión y orientación de las Operaciones pretende concebir, elaborar y entregar un
conjunto de productos que permitan satisfacer las necesidades reales del usuario en términos convenientes de valor utilitario, cantidad,
oportunidad y costo. Por ende, se persigue planificar, diseñar, manejar, controlar, producir y entregar bienes de calidad aprovechando
racionalmente diversos recursos que incluyen el aporte del hombre.
La gestión integrada de las operaciones es cada vez más un factor determinante en la mejora de la competitividad, ya que permite una
optimización adecuada de los recursos y un aumento de la eficiencia en la respuesta a las necesidades del cliente.
Conseguir estos objetivos requiere de un análisis exhaustivo de la cadena de operaciones por tal de definir las acciones de mejora para implantar
la solución más adecuada a las características de cada empresa. La Dirección de Operaciones ayuda a llevar el factor clave de diferenciación
del nivel de servicio que la empresa da a sus clientes.
El carácter global de la competencia ha generado un cambio radical en la gestión de operaciones y en la percepción de la importancia de esta
área. Esta globalidad es cada vez más intensa y la Dirección de Operaciones ha generado un factor competitivo fundamental desde una vertiente
estratégica, incorporando las nuevas tecnologías en los procesos y métodos de gestión.
La dirección de operaciones en las organizaciones modernas trabaja sobre tres aspectos fundamentales:
La calidad total. Significa complacer al cliente en sus demandas y expectativas, incluso más allá de lo que él mismo espera, de manera que es
él quien marca los niveles de calidad del producto o servicio. A mayor satisfacción del cliente, más ventas.
Persigue la mejora constante de la eficacia y emplea la evaluación permanente para identificar y corregir los puntos débiles. Los empleados
también contribuyen al logro de los objetivos de calidad de la compañía: todos son responsables de ella y se les dota de los medios y la
capacitación para que cumplan con los objetivos. El conocimiento se comparte y se desarrolla en equipo, con la participación activa de empleados
y directivos.
La empresa como un sistema. Se basa en emplear métodos de dirección que, bajo un enfoque sistémico, contribuyan a desarrollar el
pensamiento de procesos, a basar la toma de decisiones en la información y a dirigir la compañía como un todo integrado. Entonces, la
dirección se entenderá como un subsistema cuya cualidad principal es su capacidad de control, gracias a la cual consigue mantener al sistema
en una trayectoria definida y con la correspondiente reducción de incertidumbre que ello conlleva. Este control se define más por pretender que
los planes se cumplan, previendo sus desviaciones antes de que ocurran, que por una proyección fiscalizadora.
Un equipo humano totalmente integrado. Las personas que contribuyen como fuerza de trabajo en el avance de la compañía son merecedoras
de absoluto respeto, confianza y tratamiento digno por parte de la dirección. Representa el triunfo de las negociaciones exitosas, en las que todo
el mundo sale ganando y nadie pierde. Se basa en la creencia de que un buen equipo todo lo puede, y que es más importante la actitud y la
disposición que las capacidades. Todas las personas que, de una manera u otra, conservan vínculos con la empresa, sean clientes,
proveedores, empleados o accionistas se llevan su parte de ganancia que no tiene por qué ser siempre económica.
La dirección de operaciones ha recuperado el protagonismo que había perdido hace un tiempo atrás. Hoy, la gestión integrada de las
operaciones se revela como un factor de vital importancia para la competitividad de las empresas. Las nuevas tecnologías en los procesos y
métodos de gestión hacen posible estrategias innovadoras para incrementar ventas en mercados cada vez más globales.
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La dirección de operaciones está relacionada con la produccíón, creación de bienes y servicios, y engloba todas las actividades relacionadas
con dicha producción a través de la transformación de los recursos productivos en productos, es decir, transformación de Inputs en Outputs, ya
sean bienes o servicios. Así, existen tres funciones que deben desempeñar todas las organizaciones. En primer lugar el marketing, que será el
encargado de gestionar la demanda. En segundo lugar las operaciones, encargadas de elaborar el producto. Y por último, las finanzas que será
la encargada gestionar el capital que permite funcionar a la empresa. La importancia del estudio de esta disciplina viene justificada por el
importante papel que juega dentro de la organización ya que a ella se destinan la mayoría de los ingresos y conseguir una producción eficiente
pasa por conseguir una adecuada aplicación de las herramientas y técnicas de este campo como la planificación, organización, gestión del
personal, dirección y control.
La estrategia de operaciones
La misión y la estrategia
La misión es la finalidad o propósito que tiene la empresa y que da sentido a su existencia. Dicha misión deberá ser establecida teniendo en
cuenta las necesidades del mercado. A parte de la misión institucional cada departamento área deberá establecer una misión de apoyo. Una vez
definida dicha misión será el momento de elegir nuestra estrategia que es cómo la empresa espera cumplir dicha misión u objetivo. Al igual que
en el caso de la misión cada departamento tendrá su propia estrategia.