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Un mundo de mercancías
Cada sociedad organizó su economía de una forma particular, y esto significa que cada
sistema económico, ante la necesidad de producir los medios de subsistencia para la
reproducción de sus integrantes, organizó el trabajo de sus miembros de una forma
determinada, según las posibilidades histórico-tecnológicas.
Entonces esto implica que los trabajos de la sociedad se distribuyen entre las distintas
tareas, para satisfacer así las distintas necesidades; pero para que esto sea efectivo, los
trabajos tienen que poder medirse de alguna manera, para poder compararse entre
sí, y hacer posible, racional y eficiente la distribución del trabajo social. A este
trabajo social promedio, que es homogéneo y cuantificable en cantidades de tiempo
iguales, lo llamamos trabajo abstracto.
Vale aclarar que los bienes de consumo suntuario que adquiría el señor para "darse pifia"
(status) no se compraban por su valor (es decir, em proporción al trabajo abstracto
incorporado en el bien), cosa que sólo ocure en el capitalismo con mercancías
reproducibles: la ley del valor no se aplica a cualquier sociedad, sino sólo a la
capitalista.
Es decir que tras las brillantes armaduras de cada uno de los caballeros que cruzaban el
Mediterráneo para conquistar la sagrada Jerusalén, tenemos que imaginarnos a cientos de
campesinos que trabajaban desde antes de la salida del sol hasta después de su puesta.
regularmente, y que entregaban el fruto de su trabajo en cantidades regulares, a su señor.
Pues bien, la única manera en que la sociedad puede organizar el trabajo social que se
vuelca al mercado, la única manera de distribuir sus cantidades de trabajo entre cada
producción, es que cada mercancía que corporiza trabajo abstracto, represente ese trabajo
de alguna manera: la solución es que cada mercancía tenga un valor proporcional a la
cantidad de trabajo que requiere su producción, para poder así compararse con otras
mercancías, y permitir así el intercambio de cualquier mercancía por cualquier otra, a una
tasa o proporción determinada por sus valores relativos.
"El carácter anárquico de la producción capitalista lleva a que constantemente haya ramas
en las que se produce demasiado para lo que absorbe el mercado; y ramas en las que se
produce demasiado poco."
Desde que las cosas se nos han aparecido unidas a un precio, los más variados
pensadores se han preguntado a qué se debe este fenómeno, a saber: qué determina que
las cosas tengan valores (porqué) y qué determina la magnitud del valor de cada
cosa (cuánto).
Sólo la emergencia del capitalismo crea las condiciones materiales que permiten
desentrañar el fundamento del valor y construir una teoría del valor.
Los mercantilistas sostenían que la manera por excelencia de obtener riquezas consistía
en la acumulación de metales preciosos. Entonces la riqueza en general dependía de la
consecución de intercambios afortunados.
¿Cuál puede haber sido la mortal herida que le infirieron los fisiócratas a los
mercantilistas? Veamos la sencillez del asunto: si la ganancia proviene de comprar
barato y vander caro, entonces en los intercambios particulares siempre habrá alguien que
gane, pero también alguien que pierda en la misma medida. Entonces en este juego de
suma cero no hay manera de pensar en una ganancia global de la sociedad. Tenemos
que dejar el paseo superficial y bajar a las profundidades de la producción, que es
donde la forja de la economía templa su producto, hecho de músculo y mente, y del
barro de la naturaleza.
El excedente es un concepto que se obtiene de restar al producto total final la suma de
los insumos, cualesquiera que estos sean.
El valor de cambio es una proporción según la cual se cambian las mercancías, y una
proporción es una relación CUANTITATIVA (con sólo recordad esto se puede refutar
tranquilamente a la utilidad) entre unas cosas dadas. Hay algo que determina que la
magnitud de la proporción sea la que es.
Ese algo debe ser entonces cuantificable y debe ser algo común a todas las
mercancías. Para descubir la respuesta debemos encontrar la unidad de medida que
hace comparables a todas las mercancías, ya que es sólo a partir de un común
denominador que las mercancías se pueden poner en una relación cuantitativa, en una
proporción.
En el siguiente post veremos que la sustancia común a todas las mercancías es el trabajo
abstracto.
Para las teorías del valor-trabajo, la sustancia común que hace comparables a las
mercancías es el trabajo humano abstracto.
"Si el precio está determinado por la relación entre la oferta y la demanda, ¿qué es lo que
determina esta relación entre la oferta y la demanda?"
En el mediano y largo plazo, los precios están determinados por los costos de
producción. Aquí está la clave y la conexión con la pregunta de qué es lo que
determina ese costo de producción, y a partir de aquí podemos responder a la cuestión
inicial, de porqué es el trabajo abstracto la sustancia del valor.
La propiedad de ser valor de uso es por lo tanto, una propiedad cualitativa de las
cosas, en tanto depende de la cualidad concreta del objeto, y no de la cantidad de
otros valores de uso por los que ese objeto pueda intercambiarse.
Por otro lado, la cantidad de valores de uso por los que se cambia otro valor de uso dado,
es decir la proporción del intercambio, es la propiedad cuantitativa de las mercancías,
es el valor de cambio. Lo que debemos buscar obligatoriamente en una proporción
es una relación cuantitativa; porque las cualidades particulares de las mercancías no
pueden usarse para establecer proporciones y compararse con la multitud de las
demás mercancías.
Al dejar de lado el valor de uso también hacemos abstracción de los trabajos concretos
que hacen a la especifidad de cada mercancía y que desembocan en cada una de ellas.
Para Marx, el valor está determinado por el tiempo de trabajo abstracto socialmente
necesario. El valor no depende del tiempo de trabajo de cualquier productor individual.
Lo que determina el valor es la cantidad de trabajo abstracto que en promedio se requiere
para producir una mercancía. Dado que el valor es de naturaleza social, el tiempo de
trabajo que cuenta es el del presente.
Otro aspecto del carácter socialmente necesario del trabajo es que debe ser necesario
para la sociedad, o en otras palabras, debe ser un esfuerzo socialmente útil. Es decir que
sólo cuando la mercancía puede venderse, es portadora de valor. Esto nuevamente
enfatiza el carácter social del valor.
Ya vimos que es necesario que lo que determina el valor esté presente en el proceso de
producción y no fuera de él. Esto descarta a la utilidad (entre otros candidatos) como
determinante.
Vimos que debe ser algo social y no físico. Esto descarta a la teoría fisiocrática y neo-
ricardiana.
Que debe ser algo cuantificable. Otra vez, esto descarta a la utilidad subjetiva.
Que debe ser una sustancía común a todas las mercancías, y que por lo tanto, otra vez,
no puede basarse en las características de los valores de uso. Entonces debe ser
abstracto.
Que la sustancia del valor debe poder entenderse a partir de una concepción social de
conjunto, que haga de nuestro determinante algo real y no meramente especulativo.
Desde William Petty hasta Smith y Ricardo, en la economía política burguesa predominó
la idea de que las mercancías se intercambiaban en proporción a la cantidad de trabajo
que tienn incorporado. Esta idea en sus formas primarias no parecía representar ninguna
amenaza ideológica para la burguesía, que por el contrario la abrazaba para usarla como
arma contra los privilegios feudales. Sin embargo, cuando se descubrió que la ganancia
capitalista no era más que trabajo remunerado, a mediados del siglo XIX se había vuelto
una tarea urgente encontrar una explicación -defensa- alternativa a la ganancia.
Utilidad y escasez
Lo primero que se debe destacar es que, a pesar de los parches, se sigue tratando de
"utilidad", y como tal, de algo cualitativo. Por lo tanto impide la comparación de
satisfacciones, puesto que son subjetivas. Tampoco un individuo puede ordenar sus
preferencias subjetivas. Por esto es que a un marginalista como Jvos le preocupana tanto
elaborar una escala cardinal de utilidaddes.
También la escasez neoclásica es una abstracción irreal, separada del poder de compra y
de la producción real de bienes. Esto demuestra que la escasez en abstracto, o sea,
separada de las condiciones de la producción, no tiene relevancia alguna para el análisis.
De acuerdo a la lógica del trueque que nunca se abandona, tienn que suponer que cuando
un "agente" realiza una operación de venta es sólo para comprar algún valor de uso que
desee consumir. Desde esta perspectiva toda venta tendría como finel consumo (una
compra de valores de uso), y se deja absolutamente de lado el comportamiento real de
los empresarios productores de mercancías, que venden sus produtos para ganar
plata.
Correcciones neoclásicas
Las elcciones de los sujetos no pueden "revelar" un ordenamiento que de por sí no puede
existir. Por no hablar del extraño método circular que nos llevaría a querer determinar los
precios, en última instancia, por los precios mismos. Entonces la economía neoclásica
no puede explpicar los precios a partir de la demanda.
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Entonces los capitalistas financieros y los productivos están trabados en una batalla
permanente en torno a la cantidad de plusvalor social del que cada grupo vaya a
apropiarse. Los capitalistas financieros actúan como un parásito desviando parte de ese
valor para sí mismos. Es esencial que el poder de los bancos esté dominado en alguna
medida por el poder de los capitalistas productivos. Tenemos una manera muy clara de
determinar la relación de poder entre los banqueros y los capitalistas productivos. Es la
tasa de interés.
La FED solo puede controlar las tasas de interés dentro de un margen acotado. En lo que
atañe a las crisis económicas, las fluctuaciones diarias no son tan importantes. Lo que
importa son las tendencias a largo plazo de las tasas.
¿Cuáles son las fuerzas dominantes que constriñen a la FED? Son la oferta y la demanda
de capital dinerario. Tal es el principal determinante de las tasas de interés.
El dinero tiene dos roles complementarios pero conflictivos: deben medir el valor y
debe lubricar la circulación.
La deuda también está circulando a través de los bancos. Imaginemos que Ford compra
un millón de dólares de artefactos. Firma un pagaré (deuda) de un millón de dólares con
la empresa "artefactos", a ser pagado terminada laproducción. Ahora, de manera paralela,
Artefactos puede utilizar este pagare de un millón de euros para comprar acera valorado
en un millón de euros. En la circulación de este pagaré como dinero, el dinero
empieza a entrar en cuestionamiento como medida de valor. Aquí es donde entran los
bancos. Convierten los pagarés entre capitalistas en dinerio bancario: monetizan la deuda.
Supuestamente el dinero bancario es confiable porque está respaldado por los
ahorros que guarda el banco.
Del mismo modo que la Fed, el FMI tiene que salvaguardar el valor del dólar en los
mercados internacionales y en consecuancia disciplina a las economías extranjeras si
éstas actúan de maneras que puedan dañar al dólar (políticas de ajuste estructural). pero
dado el poder de los Estados Unidos en el FMI, éste no puede disciplinar a la economía
de los EE. UU. En respuesta a la potencia productiva de Japón, la UE y ahora China, los
capitalistas de EEUU se han ido volcando cada vez más de la actividad productiva al
capital financiero- esto es, hacer dinero a partir de capital ficticio. Mientras que esto ha
creado una enorme burbuja de riqueza, esta burbuja está empezando a desinflarse y
con ella la confianza de la gente en el dólar.
Todos esos dólares acumulados en los bancos centrales del mundo podrían perder pronto
su función como medida del valor. Cuando esto ocurra, resultará incierto qué servirá
como medida de valor en la economía global. Esta crisis es una crisis del
capitalismo- no de la banca.
El determinante del valor debe ser una sustancia única, para que sirva de común
denominador y permita así la comparación numérica. Olvidar esto equivale a eludir el
problema.
Las hipótesis y teorías científicas no se derivan de los hechos observados, sino que se
inventan para dar cuenta de ellos. Son conjeturas relativas a las conexiones que se
pueden establecer entre los fenómenos que se están estudiando, a las uniformidades
y regularidades que subyacen a éstos.
Para conocer un problema científico, se necesita estudiar todos los intentos de respuesta
al mismo. Para poder comparar la justeza de las respuestas, es obligatorio partir desde el
principio (no tonto histórico sino lógico), es decir desde la pregunta inicial. Esto implica
que está garantizado que se tendrá claro cuál es el problema.
Ni la economía clásica ni la teoría marxista son intentos de responder "porqué las cosas
tienen precio" desde Aristóteles. Al contrario, son teorías específicas sobre el capitalismo.
En el capitalismo, los precios alcanzan estabilidad a largo plazo como nunca antes en la
historia: se verifica estadísticamente que se mueven alrededor de centros de gravedad.
Esto quiere decir que no son arbitrarios (como sí lo son los precios de monopolio) o, lo
que es lo mismo, que están determinados por algo. Este fenómeno particular del
capitalismo, es el inicio del problema, el punto de partida de la investigación. Se trata
de estudiar no porqué "las cosas tienen precio", sino enparticular, "qué tipo de sociedad
determina que las cosas tengan precios, y porqué no sólo tienen precios, sino también
valor.
Cualquiera que intente criticar a la economía política clásica, debe partir de este punto, no
soslayarlo.
Tercero. las teorías objetivas del valor tienen como supuesto inicial que para que
haya valor, tiene que haber valor de uso, es decir utilidad social.
Falsificaciones
Lo único que puede determinar el valor, dado el mecanismo mercantil, es el TTSN que
rige para la reproducción de una mercancía, en tiempo presente.
"El trabajo, por tanto, no es la fuente única de los valores de uso que produce, de la
riqueza material. El trabajo es el padre de ésta, como dice William Petty, y la tierra, su
madre.
Pues bien, un diamante sucio, es mucho más fácil de encontrar que uno puro, y por lo
tanto, los costos de producirlo son mucho menores, en promedio, para la rama. Hay que
repetir que en la TLV, el trabajo no es algo que se incorpora físicamente al objeto, sino
que es una relación social de producción, que se objetiviza al equipararse con otras
mercancías, en el mercado.
La condición necesaria de la existencia del valor, es que el objeto tenga valor de uso, es
decir, traducido, que tenga utilidad.
Nadie afirma que el TTSN sea algo que la gente "percibe": el valor no es intrínseco al
valor de uso, como algo observable y palpable, sino que es intrínseco a la forma de
mercancía, se objetiviza sólo en la relación con otras mercancías, mediante mecanismos
sociales, no psicológicos.
Por el lado de la economía marxista, el poder explicativo no sólo no disminuye, sino que
se potencia, a medida que el sistema capitalista mundializa sus relaciones de producción
y de este modo evoluciona hacia formas más parecidads al modelo explicado por Marx.
La humanidad cada vez más se divide más nítidamente en dos clases antagónicas: la de
los capitalistas, y la de los asalariados.
El marxismo denuncia de forma recurrente, que de acuerdo a las leyes internas del
capitalismo, los inventos de intervenciones políticas como los controles de precios y otros
intentos de violar la ley del valor, no pueden conseguirlo, y al contrario, sólo agravan las
contradicciones.
La teoría neoclásica afirma que los precios y la cantidad de bienes son determinados
simultáneamente por la intersección en un punto único de dos curvas independientes, la
de oferta y la de demanda.
La falla de la apología smithiana lleva al derrumbe de la curva de demanda
El intento por encontrar una demostración a la idea de que el máximo de bienestar social
podría derivarse de la suma de utilidades individuales maximizadas en el intercambio,
requeriría encontrar una medida común que habilitara la comparación y cuantificación de
las utilidades subjetivas de todos los individuos, para luego sumarlas.
Para resolver este problema de agregación, la respuesta que encontraron los economistas,
fue el añadir dos supuestos: (a) primero, que todas las personas son iguales (tienen los
mismos gustos), y (b) segundo, que los gustos no cambian a media que cambia el
ingreso.
Como se ve, el método usado para lograr la agregación social de utilidades individuales,
sólo puede construirse con supuestos que además de ser irrealistas, niegan por sí mismos
que se haya realizado agregación social alguna. Esto de hecho niega (prueba por
contradicción) que pueda sostenerse la apologética smithiana.
Muy bien, el hecho es que si el caso individual no puede agregarse, ni puede representar
el comportamiento general, entonces todos los postulados sobre sí, son irrelevantes,
quedan reducidos al campo de la especulación y las ensoñaciones. Esto significa que la
curva descendiente individual de demanda, no puede justificarse como sustento para la
curva general de demanda.
Desde el inicio del imaginarium del Doctor Menger, la teoría subjetiva no se apoyó en
hecho alguno, lo que prmitió que sobreviviera y prosperara en la forma de formulaciones
puramente académicas, que no podían sufrir el desgaste de la contrastación.
La teoría neoclásica según la cual los precios están determinados por la intersección de
las curvas de oferta y demanda descansa en el supuesto de que las formas de tales curvas
están predeterminadas. En el caso de la curva de demanda, su forma sería siempre
descendente, en virtud de la utilidad decreciente en el consumo adicional, para el caso de
un individuo con una mercancía. Se supone que tal caso pude agregarse sin problemas al
conjunto social, y representar el comportaminto del mercado en su totalidad, sin
problemas de agregación. El intento de realizar tal agregación fracasó absolutamente
desde el primer momento, y el origen de esto debe buscarse en el irrealismo de los
supuestos iniciales, y en el problema del indiviadualismo metodológico.
El problema