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¿En quién confías?

Quisiera hacer una de las preguntas fundamentales de esta vida: ¿Dónde descansa
verdaderamente nuestra confianza? Sólo hay dos lugares para depositarla: puede ponerla en
los seres humanos, o puede ponerla en Dios. Cuando confía en los hombres, es imposible
ponerla en Dios, y cuando la pone en Dios, ya no es posible ponerla en las personas.

Jeremías sostuvo una batalla interna y mantuvo un debate consigo mismo respecto a este
asunto de la confianza: o confiaría en el las personas que le rodeaban o confiaría en Dios y sólo
en Dios. El corazón y el alma de la profecía de Jeremías gira alrededor de la pregunta: ¿Confío
últimamente en Dios o en la sabiduría y fuerza humanas?

El bienestar total de una persona depende de la total confianza en Dios, no en un mismo, ni en


la familia, ni en la vocación, ni en las acciones que realizamos. Veamos dos principios que nos
ayudan a entender este asunto vital de nuestra confianza.

LA CONFIANZA ÚLTIMA EN LOS HUMANOS ES MALDICIÓN PARA LA VIDA

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo,
corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el
bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.”
Jeremías 17: 5-6

Según este pasaje, es posible vivir bajo una maldición que destroza la vida. Esta es la palabra
del eterno Dios. El no desea maldecir la vida, sin embargo, la vida que pone su confianza en los
simples humanos se maldice a sí misma.

A. La confianza depositada en un lugar equivocado hace que nuestras vidas sean maldecidas

Cuando una persona deposita su confianza en el hombre, esa persona está confiando
realmente en el polvo. La palabra hebrea para confianza indica arrojarse hacia delante o hacia
un objeto a fin de descansar sobre él. Cuando confiamos en los humanos nos estamos
apoyando en el polvo. (Gen. 3:19). La vida que confía habitualmente en la fuerza humana se
verá desilusionada desesperadamente. Elegimos entre el brazo de Dios y el brazo de la carne.
Dios nos rescata repetidamente con su brazo invisible pero fuerte. Cuando nos apoyamos en
cualquier brazo humano, descansamos sobre carne que puede derrumbarse porque es débil y
acaba. Ahora ¿Dónde está nuestra confianza? Si en la vida viene adversidad, ¿A quién
acudimos?, Nada en la dimensión humana es últimamente confiable. Hasta la Tierra que es lo
más estable y confiable se mueve y se tambalea. Nuestra propia mente, cuerpo y apariencia
cambian. La familia, nuestra vocación, o nuestros conocidos nos abandonarán. Si nuestra
confianza última está en cualquiera de estas cosas. Su vida está bajo maldición.

B. El resultado de la vida bajo maldición se convierte en desesperación

Cuando dejamos de confiar sólo en Dios, la vida se reduce, se convierte en un engaño y se


vuelve una sequedad. Jeremías usa un lenguaje poético para describir al hombre que rechaza
confiar en Dios. Nos dice lo que es el hombre, lo que pierde y dónde habita.
1. La negativa a confiar en Dios reduce la vida. “Será como la retama (zarza) en el desierto”.
Una retama es un arbusto estéril, una árbol seco en un desierto. Las cabras del desierto se
encargaban de comerles la corteza a esos arbustos. La persona que rehúsa confiar en Dios
arrastra una existencia de una vida estéril.

2. Rehusarse a confiar en Dios sólo convierte la vida en engaño. “No verá cuando viene el
bien”. La persona que rehúsa confiar sólo en Dios no tiene ojos para ver el bien cuando llega.
Nunca apreciará el bien. David decía: Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos
los días… salmos 23:6. La miseria interna que se experimenta en medio de la prosperidad
material caracteriza la vida de abundancia de quien no confía sólo en Dios. No se puede
experimentar el verdadero éxito en esta vida si la confianza está puesta en algo ajeno a Dios.

3. La negativa a confiar en Dios significa una vida desierta. “Morará en los sequedales del
desierto”. Supone vida en una tierra reseca, pedregosa y solitaria, deshabitada y aislada. La
persona que no confía solo en Dios está terrible y finalmente sola con su propia equivocación.
El fracaso que se experimenta al abandonar a Dios es igual a la espantosa soledad del desierto.

II. LA CONFIANZA ÚLTIMA EN DIOS ES BENDICION PARA LA VIDA

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol
plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar
fruto.” Jeremías 17: 7-8.

La vida debe y puede vivirse bajo la bendición de Dios. Cuando depositamos toda nuestra
confianza en Dios hay recursos, respuestas y reacciones que proporcionan bienestar.

A. La vida que confía sólo en Dios encuentra recursos constantemente. “Será como el árbol
plantado junto a las aguas.” ¡Qué contraste con la vida de un arbusto en el desierto! La
persona que confía sólo en Dios siempre encontrará recursos accesibles, independientemente
de las circunstancias externas. Tales recursos están escondidos, y pertenecen a las fuentes de
la vida que sólo Dios puede dar. (Sal. 42:1; 46:4, Jn. 7:39) Los recursos de Dios son abundantes.
El plural “aguas” sugiere más de una corriente de recursos. Lo mejor de todo es que estos
recursos de vida son independientes de nuestro ambiente humano. Cuando la sequía llega, la
corriente sigue fluyendo.

B. La vida que confía sólo en Dios se alimenta constantemente. “… junto a la corriente echará
sus raíces…”. En otras palabras, sus raíces penetran hasta encontrar el agua. Hay vigor y
vitalidad en Dios y sólo en Dios. Esta vida no es pasiva, requiere acción, poder, esfuerzos. Pero
el que confía en el Señor, al igual que esta planta, de forma activa y enérgica la planta va
clavando sus raíces más y más profundamente en la gran fuente. Mientras la vida sin Dios se
empequeñece, se marchita y se aleja, la vida en Dios crece y se hace más robusta. Los que
esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se
cansarán, caminarán y no se fatigarán. Isaías 40:31.
C. La vida que confía sólo en el Señor demuestra reacciones estables. En la adversidad “no
verá cuando viene el calor”. Cuando aprieta el calor, esta vida permanece estable. En la
escasez “en el año de sequía no se fatigará” (vs. 8) Cuando todos los recursos externos se
secan, hay estabilidad porque esta vida está mantenida por un secreto interno. Dios nos
enseña aquí que cuando enfrentemos el peor de los momentos en nuestra vida, no nos
afectará, porque dentro de nosotros habrá una fuerza mucho mayor que lo que sucede afuera,
ya que des dentro estará fluyendo el poder de Dios para protegernos y cuidarnos.

CONCLUSIÓN

¿Dónde descansa verdaderamente su confianza? Dios busca una confianza que brote de una
intención pura; no sólo se conforma con las buenas intenciones de que confiaremos en él. No
pretendamos que tenemos la intención de confiar plenamente en el Señor, cuando en el fondo
estamos afianzados a otras cosas. Eso es hipocresía. Y Dios juzgará sus verdaderas intenciones,
pues él conoce perfectamente lo que hay en nuestro corazón. Escuche al Señor: “Bendito el
varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”

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Cuando una persona deposita su confianza en el hombre, esa persona está confiando
realmente en el polvo. La palabra confianza en el hebreo indica arrojarse hacia delante o hacia
un objeto a fin de descansar sobre él. Cuando confiamos en los humanos nos estamos
apoyando en el polvo. (Gen. 3:19) La vida que confía habitualmente en la fuerza humana se
verá desilusionada sobre carne que puede derrumbarse porque es débil. ¿Dónde está nuestra
confianza? Si en nuestra vida vienen adversidades, ¿A quién acudiremos? Nada en la
dimensión humana es últimamente confiable. Hasta la Tierra que es lo más estable y confiable
se mueve y se tambalea. Nuestra propia mente, cuerpo y apariencia cambian. La familia,
nuestra vocación, o nuestros conocidos nos abandonarán. Si nuestra confianza última está en
cualquiera de estas cosas. Su vida está bajo maldición. ata repetidamente con su brazo
invisible pero fuerte. Cuando nos apoyamos en cualquier brazo humano, descansamos Nuestra
propia mente, cuerpo y apariencia cambian. La familia, nuestra vocación, o nuestros conocidos
nos abandonarán. Si nuestra confianza última está en cualquiera de estas cosas. Su vida está
bajo maldición.

B. El resultado de la vida bajo maldición es desesperación.

Cuando dejamos de confiar sólo en Dios, la vida se reduce, se convierte en un fraude y se


vuelve una sequedad. Jeremías usa un lenguaje poético para describir al hombre que rechaza
confiar en Dios. Nos dice lo que es el hombre, lo que pierde y dónde habita.

1. La negativa a confiar e

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