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LA BALLENA VIAJERA

Para conocer el mundo,


una ballena viajera,
va a visitar una isla,
como cada primavera.

Sigue la estela de un barco,


y aunque no tiene pasaje,
a la isla la conduce
a ver el bonito paisaje.
El cabritillo y el gusano

Corriendo, corriendo,
iba el cabritillo,
cuándo se topó
con un gusanillo.

¿Qué haces aquí en medio?


dijo el cabritillo,
salía de mi casa
y me enredé en un hilo.

¿Un hilo dices?,


esto es una rama,
y si no te sueltas
te come la rana.

Llevo aquí un buen rato


sin saber qué hacer,
cuánto más me muevo
más me enredo en él.

Con cara de pena


mira el gusanillo,
y le pide ayuda
al buen cabritillo.

Sin darse cuenta


de que el lobo merodea,
el cabritillo afanoso
se puso a la tarea.

¡Date prisa, por favor!


aunque tires con más fuerza,
que el lobo detrás de tí
nos mira con desvergüenza.

El cabritillo tiró,
con tanta fuerza, asustado,
que la rama y el gusano
en su garganta ha tragado.
El lobo se le acercó,
enseñando los colmillos,
y de un golpe merendó
gusano y buen cabritillo.
El ratoncito despistado

Pasito a pasito
iba el ratoncito,
detrás de mamá rata,
buscando su quesito.

Pasito a pasito
un bichito vio,
y sin darse cuenta
de su madre se perdió.

¿Dónde está mi madre?


lloró con dolor,
¿dónde está mi mami?
y le entró el terror.

Mamá rata enseguida


en falta le echó,
y muy afligida
sobre sus pasos volvió.

Halló al ratoncito
muerto de miedo,
en un rinconcito
con gran desconsuelo.

¿Qué es lo que te dije?


¡qué susto me has dado!
de mi cola siempre
tú siempre enganchado.

Perdóname mami
no lo volveré hacer,
con aquél bichito
yo me despisté.

Y muy fuerte a la cola


de su madre se ha agarrado,
a buscar ese quesito,
ese queso tan ansiado.
Los cuervos.

Un cuervo iba volando


planeando sobre el cielo,
y mirando a tierra vio
un conejito en el suelo.

Sus movimientos miró,


notó que algo le ocurría,
y deprisa descendió
poniendo en peligro su vida.

Estaba herido y gemía,


lloraba con desconsuelo,
le dolía la patita
atrapada en aquel cepo.

Le consoló con palabras,


y de nuevo alzando el vuelo,
fue a buscar al nido ayuda
sin pensárselo un momento.

Al poco rato volvió,


con una bandada de ellos,
todos juntos con sus picos
lograron abrir el hierro.

Muchas gracias pajaritos


bueno ha sido vuestro gesto,
no sabéis como agradezco
me hayáis librado del cepo.

Y prometo nunca hablar


de los cuervos malas cosas,
pues a pesar de su fama
me han demostrado otra cosa.
EL GALLO TORCUATO

El gallo Torcuato
entona muy bien,
y quiere enseñar
¿Quién quiere aprender?

Ha formado un coro
con cuatro gallinas,
dos cerdos y un pato,
¡y una desafina!

Dentro del corral


los podemos ver,
muchos cantan mal
al amanecer.

Pero lo importante
es querer saber
y, si lo deseas,
puedes aprender.
Mis mascotas

Tengo un gatito
muy pequeñito,
con ojos azules,
se llama Blanquito.

Al llegar la noche,
siempre me acompaña,
se hace un ovillo,
duerme en mi cama.

Tengo un perrazo
de enorme tamaño,
con ojos marrones,
se llama Castaño.

Cuando llego a casa,


trae mis zapatillas,
se sienta a mi lado
y le hago cosquillas.
Tengo una lorita
de muchos colores,
habla por los codos,
se llama Dolores.

Todos los sonidos


con su voz imita,
el timbre de la puerta
y a mi abuela Rita.

Tengo una tortuga


que se llama Rosa,
si me ve llegar
se pone nerviosa.

Estos animales
son mis mascotas,
Blanquita y Castaño,
Dolores y Rosa.
Los cefalópodos

Un pulpo y un calamar
en el mar jugando estaban,
sin apenas darse cuenta
que sus brazos se enredaban.

Empezaron por dos brazos,


luego otros cuatro siguieron,
después el resto enredaron
los tentáculos enteros.

Cuánto más tiraban de ellos


mucho mayor el enredo,
un amasijo de brazos
un embrollo que da miedo.

Un besugo les miraba


sin dejar de sonreír,
la cosa tenía su gracia
no paraba de reír.
Al calamar del esfuerzo,
se le ha escapado la tinta,
el pulpo se queda ciego,
del susto, con fuerza grita.

El besugo a carcajadas
no lo puede remediar,
cuánto más mira la escena
mucha más risa le da.

Tira el uno, tira el otro


siguen y siguen tirando,
el pulpo y el calamar
los nudos van apretando.

Tira el otro, tira el uno


tirando cada vez más,
los nudos hacen más fuertes
¡es imposible escapar!

Los dos están muy cansados


han dejado de tirar,
y miran por allí cerca
si alguien les puede ayudar.

El besugo, ahora más serio


aparece ante sus ojos,
y con extremo cuidado
va soltando a los patosos.

Al verse por fin ya libres


el pulpo y el calamar,
cada uno por su lado
no se atreven ni a tocar.

El besugo divertido
se ha dado pronto la vuelta,
las carcajadas se oyen
desde Almería hasta Huelva.
El cocodrilo gigante

Descansando en una piedra


un cocodrilo dormía,
siempre se encontraba solo
pues su tamaño temían.

Eran tan grandes sus dientes


tan enormes sus encías,
que nadie se le acercaba
temiendo perder la vida.

El cocodrilo era bueno


y le causaba dolor,
que los demás animales
le tuvieran tal terror.

Un perezoso lo mira
desde un árbol, en lo alto,
acomodado en el tronco,
un rato lleva observando.
Abre sus ojos despacio,
mira y lo vuelve a mirar,
ve al enorme cocodrilo
su mandíbula cerrar.

De repente al cocodrilo
le empieza a doler un diente,
se está poniendo nervioso
y se remueve impaciente.

El perezoso lo observa,
siente su enorme dolor,
más su cordura conserva
y tiene mucho temor.

El cocodrilo se mueve,
se retuerce con furor,
y con la fuerza que tiene
causa en la tierra un temblor.

El perezoso asustado
lo mira con compasión,
de un lado a otro se mueve
con gran desesperación.

Un elefante se acerca
alarmado por los ruidos,
extendidas las orejas
al perezoso lo ha oído.

El cocodrilo de panza
con el dolor no se entera,
que desde fuera lo miran
y ven que se desespera.

El perezoso muy lento


ha empezado a descender,
con su trompa el elefante
lo ha bajado donde él.

Poco a poco se le acercan,


y estando a su lado ya,
el reptil abre su boca
y el diente le ven sangrar.

Con su trompa el elefante


engancha muy bien el diente,
tirando con mucha fuerza
el perezoso, lo siente.

El alivio, ahora ha sido,


el alivio, ahora siente,
lo ha notado el cocodrilo
casi inmediatamente.

Los tres están muy contentos


después de lo sucedido,
sobre todo el cocodrilo
que los mira agradecido.

Les cuenta toda su vida,


cuánto era su dolor,
de nuevo les da las gracias
por superar su temor.

Juntos a tomar el sol


al cocodrilo acompañan,
dándose cuenta que a veces,
las apariencias engañan.
Las nubes

La niña miraba al cielo


tratando de adivinar,
qué le decían las nubes
con su forma peculiar.

Miraba y miraba al cielo


tratando de imaginar,
sus tamaños, sus colores
y poder interpretar.

Un perro, un gato, un cordero,


hasta una garza real,
toda clase de animales
entusiasmada al mirar.

Un burro, un hurón, un cuervo,


un elefante, un caimán,
¡qué juego tan divertido!
qué no para de inventar.
Un hipopótamo, un lince,
un tigre y una leona,
todos juntos se pasean
por esta carpa sin lona.

Una cara de payaso


unos monos y dos grajos,
la miran desde allá arriba
y con mucho desparpajo.

Su cabeza gira y gira


para no dejar de ver,
entre tan hermosas nubes
muchas más cosas después.

Ésta vez una jirafa


que su largo cuello estira,
le sirve de tobogán
a numerosa cuadrilla.

A una ardilla voladora,


a una culebra y a un sapo,
todos bajan divertidos
de las orejas al rabo.

Un búho de grandes ojos


ve asombrado, sin creer,
como un gran oso polar
se les une al carrusel.

Como un ciempiés baila cojo,


como un loro canta un tango,
como una oveja hace coro
acompañada de un banjo.

Como el arcoíris hace


al querer salir el sol,
con nubes y nubarrones
autopistas de color.

De repente llegó el viento,


con mucha fuerza, empujando,
y a la niña la dejó
sin juego y con desencanto.

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