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Los

Hediondos Mariages de la
Justicia

Por

Randy Ravest


Este libro está dedicado a todas las víctimas del reciente terremoto de
2017, también del narcotráfico, la corrupción y el machismo fanatizado en
México. Para mis hermanos mexicanos con amor eterno:
Randy Ravest.
(“Mariachi” del francés: “Mariage”; boda).

Introducción del autor


Quería yo comenzar teniendo como preludio musical “Independencia


cultural” de Los prisioneros… y resaltar algunas partes de la canción:
En este sitio lejano (Latinoamérica), la gente es pobre la gente da la mano,
no hay orgullo de razas, no hay colonias ni tradición. Siempre ocultando el
acento, no hemos sido aplaudidos ni un momento […] No te avergüences, eres
hermoso porque eres diferente […] Nos enseñaron que cultura es cualquier
cosa rara, menos lo que hagas tú. Influencias, sugerencias […] grita fuerte,
tenemos que declarar… ¡independencia cultural!

Capítulo 1

Habiendo hecho esto, damos el punta pie para iniciar. Esta historia se
cocina a fuego lento en la península de Yucatán, en el Estado de Yucatán, en la
ciudad de Mérida, país de México.
Algunos científicos han postulado la teoría de que la extinción de los
dinosaurios, se debió al impacto de un asteroide o aerolito, cerca de la
península de Yucatán. Debido a antiguas ruinas, algunos creen también que la
región fue habitada por los mayas, pero abandonada tiempo antes de la
conquista española. Además, la ciudad pasó por un afrancesamiento en los
siglos 19 y 20. En este lugar de clima caribeño nacieron y se criaron Zascha
Saguesse, Tomás Guerra y Paco “Paquito” Martínez.
Zascha vivía solo con su mamá, tenía como plan de vida ser profesor de
historia o sociólogo, poseía una memoria privilegiada y se estaba preparando
para el campeonato de deletreo regional, su cabello era castaño claro y corto,
de estatura baja, piel clara y ojos castaño oscuro. Tomás por su lado, vivía con
sus abuelos, soñaba con ser estrella de rock, tenía una guitarra eléctrica y en
vez de estudiar, dedicaba todos los días a practicar con ella, Tomás era
moreno, su cabello oscuro, casi azulado y lo usaba hasta los hombros. Por
último, Paco o “Paquito” como le decían de cariño, vivía con sus padres, su
hermano mayor y la esposa de este. Tenía como meta estudiar
telecomunicaciones, coleccionaba historietas de superhéroes y fantaseaba con
ser uno de ellos algún día. Era bajito, de piel trigueña y muy delgado.
Los tres cursaban el último año de secundaria, sin embargo, súbitamente el
ejército los llamó para cumplir con su servicio militar. Zascha y Tomás estaban
terriblemente molestos, Paquito se reservaba la opinión debido a su timidez,
en la inspectoría intentaban calmarlos.
— ¡Pero nadie nos avisó de nada! ¡¿Y nuestros papás saben de esto, les
dijeron acaso?!— reclamaba Zascha.
— ¡Yo no iré a ninguna parte!-se sumó Tomás.
— Primero que todo cálmense… veremos qué podemos hacer, mientras
tanto tendrán que ir al cuartel de (nombre del pueblo veraniego)— decía el
rector del colegio.
Al día siguiente, Zascha, Tomás y Paquito debieron asistir al cuartel, en
fila los tres ingresaron para ser examinados por el médico, los tres quedaron
aprobados. Otra vez en fila, junto a todo el pelotón de novatos, se presentó el
sargento.
— ¡Todos formados!... soy Omar Núñez, yo seré su sargento— dijo el
sargento Núñez, poniéndose frente a Tomás, tomó uno de sus cabellos, lo miró
despectivamente, porque tenía el cabello largo.
— ¡Soldado ¿es usted un marica?!— interrogó el sargento.
— No señor— dijo incómodo Tomás.
— ¡¿Acaso le gustan los hombres?!— prosiguió el sargento Núñez.
— No señor— respondió Tomás.
— ¡¿Qué dijo soldado?!— preguntó Núñez.
— No— dijo Tomás.
— ¡No lo escuché, más fuerte!— reclamó Omar Núñez.
— ¡No señor!— respondió con voz alta Tomás.
— ¡¿Entonces por qué usa el pelo como si fuera una mujer?!— demandó el
sargento.
— ¡Porque me gusta el rock y sueño con ser un rockero famoso como John
Lennon o Bob Dylan señor!— exclamó Tomás.
— ¡Quiero que sepa soldado que no me gusta el rock, y es más, se cortará
el pelo, porque si no lo hace, haré que lo sumerja en miel y que todas las
moscas se paren en él! ¡¿Quedó claro soldado?!— advirtió el sargento Núñez.
— ¡Sí señor!— contestó Tomás.
A continuación el sargento se colocó frente a Paquito, lo observó de pies a
cabeza.
— ¡¿Y usted… de qué cloaca salió soldado!?— interrogó el sargento,
Paquito miró el suelo y no respondió.
— ¡Le hice una pregunta soldado!— recalcó el sargento Núñez.
— De ninguna señor— dijo Paquito.
— ¡Mire al frente! ¿¡Salió de un campo de concentración?!— ordenó e
interrogó el sargento.
— No señor— respondió Paquito.
— ¡Y por qué es tan flacucho y enclenque soldado, acaso puede sostener
un fusil?!— se burló Núñez.
— ¡Basta!— interrumpió Zascha, el sargento fijó su mirada en el joven y
se paró frente a él.
— ¿Qué dijiste?— inquirió el sargento.
— Dije que basta. Mi padre era policía, combatía a los carteles de la droga,
fue secuestrado y hombres como usted representan al gobierno mediocre que
se quedó de brazos cruzados y lo dejó morir. Olvidé decir que su chiste sobre
el campo de concentración me ofendió, mis abuelos eran judíos— declaró con
valentía e indignado Zascha, el sargento lo contemplaba indignado.
— Así que judío ¿ah? ¿Te amputaron el prepucio? Dime algo, si tu papito
era policía ¿por qué eres tan enano?... ¡Muy bien pitufo circuncidado, quítate
los zapatos!— ordenó el sargento, Zascha se quitó los zapatos.
— ¡Ahora todo el mundo afuera a trotar, muévanse, muévanse!— gritó el
sargento Núñez, todos salieron rápidamente. El pelotón de los reclutados debió
correr sobre un camino lleno de piedras, Zascha tuvo que pasar por encima de
las piedras descalzo y soportar el dolor.
— ¡Todos, quiero que canten el himno nacional ahora!— dio orden el
sargento, todos comenzaron a cantar, no obstante Zascha no lo hizo, Núñez lo
vio y lo detuvo.
— ¿Por qué no cantas?— preguntó el sargento Núñez.
— Porque este ya no es mi país— dijo Zascha, el sargento lo sujetó del
pescuezo y lo llevó consigo a unos arbustos, lo lanzó al suelo y comenzó a
darle de patadas. Tomás vio que el sargento se lo había llevado y asiendo a
Paquito, fue a buscar a Zascha.
Zascha gritó por ayuda, el sargento seguía pateándolo, Tomás le dijo a
Paquito que se quedara algo más atrás, tomó una rama gruesa y caminando
tras el sargento Núñez y lo golpeó con la rama en la nuca quitándole el
conocimiento.
— Creo que lo maté— dijo Tomás asustado.
— Era él o yo… como sea, gracias— expresó Zascha, Paquito llegó donde
ellos y miró asustado al sargento que yacía inconsciente.
— Hay que volver— sugirió Paquito.
— ¡¿Estás loco?! ¡Me juzgarán por esto en una corte marcial!— exclamó
Tomás.
— No está muerto, solo perdió el conocimiento— dijo Zascha tocando el
cuello del sargento Núñez.
— ¡Aún así!— insistió Tomás.
— Eres civil, no pueden procesarte por como militar. Paquito tiene razón,
debemos volver y declarar en una comisaría, solo a este tipo le harán un juicio
militar— afirmó Zascha.
— Yo no pienso en volver, no voy a confiar en ningún uniformado—
sentenció Tomás.
— ¿Qué propones?— preguntó Zascha.
— Huir hasta que todo esto se arregle— propuso Tomás.
— Yo no tengo por qué huir, no he hecho nada— dijo Zascha.
— Tú no tal vez, pero yo sí, te salvé la vida y ahora te necesito ¿piensas
abandonarme? ¿O acaso me delatarás con la policía?— inquirió Tomás,
Zascha y Paquito se miraron.
— ¿Y a dónde piensas ir?— consultó Zascha.
— A Cuba, llegaremos a ese pueblo veraniego, nos robaremos una canoa y
atravesaremos el mar hasta la isla— planteó Tomás.
Zascha asintió con la cabeza, se colocó las botas del sargento y los tres
corrieron a través de la jungla en búsqueda del pueblo veraniego. Paquito
jadeando, se detuvo para tomar aire.
— Sigue corriendo Paquito— instó Tomás.
— No espera, tomemos un descanso— no terminó la frase Zascha cuando
en eso un helicóptero militar atravesó el cielo.
— Al diablo tu descanso, yo me voy— dijo Tomás y corrió delante de
ellos, Zascha y Paquito lo siguieron, Tomás se detuvo ante el borde de un gran
cráter, pero Zascha y Paquito chocaron con él y los tres rodaron por la falda
hacia el interior del cráter.
Intentaron salir del cráter, sin embargo resbalaban por la falda y volvían a
caer dentro de él.
— Bueno, son como diez metros… y no hay manera de salir, tendremos
que esperar a que nos encuentren... lo siento Tomás, tendremos que pensar qué
le diremos a la policía, tranquilo, yo te apoyaré en todo— comprendió Zascha.
— Gracias— dijo Tomás.
Llegó la noche, y los tres estaban recostados boca arriba contemplando las
estrellas.
— Siempre he querido saber que hay más allá de las estrellas— dijo
Tomás.
— ¿Crees que haya vida en otros planetas?— preguntó Paquito.
— No lo creo… aunque puede que sí, pero solo formas de vida unicelular,
o tal vez hongos o plantas, nada que se nos parezca, de lo contrario, ya nos
habrían encontrado— afirmó Zascha.
— ¿Y si nos encontraron pero no quieren meterse con nosotros?— planteó
Tomás.
— Si fuera así, mientras no lo hagan, no me interesa ja ja ja— rio Zascha.
— Ja ja, vaya conclusión, bueno chicos, yo dormiré… oye espera ¿qué es
ese olor?— se interrumpió Tomás, un vapor blanco ascendía desde el centro
del cráter.
— ¿Será azufre?— preguntó Paquito, Zascha se acercó para olfatearlo.
— Por lo menos no huele mal, de hecho, no huele a nada, deber ser vapor,
de lo que sí estoy seguro es que aquí esta calentito, me recostaré sobre estas
piedras y dormiré— Zascha se durmió rápidamente, sus compañeros se
recostaron cerca de él.
El bebé de un año caminaba por la sala y se asomaba por una ventana baja,
logró ver hacia la calle, una camioneta roja se estacionó, tres personas bajaron
con un bebé y entraron a la casa de enfrente.
— Zascha, Zascha, Zascha— lo llamaba su madre.
— Zascha, Zascha, llegaron los militares— lo despertaba Tomás.
Efectivamente los militares encontraron al trio y los dejaron en un cuartel
de la policía.
Los jóvenes debieron declarar cada uno por separado a un detective, de los
tres, Zascha fue el que más detalles entregó.
— Bueno fuimos reclutados sin previo aviso, de un día para otro. El
sargento Omar Núñez a cargo de nosotros hizo muchas bromas crueles, a mi
compañero Tomás lo llamó marica y homosexual por usar el cabello largo y le
advirtió que si n se lo cortaba, se lo sumergiría en miel y dejaría que las abejas
y las moscas se pararan sobre él. A mi compañero Paco le preguntó de qué
cloaca había salido y luego le preguntó si había salido de un campo de
concentración, y que era muy flacucho y enclenque y si acaso se podía un
fusil, en ese momento intervine y dije “basta”, el sargento me interrogó, le dije
que mi padre había sido policía y que combatió a los carteles de la droga y que
hombres como él representaban al gobierno que se quedó de brazos cruzados y
lo dejó morir. Por último, que el chiste del campo de concentración me resultó
ofensivo porque mis abuelos fueron judíos, entonces me preguntó si tenía
amputado el prepucio enfrente de mis compañeros, y si es que mi padre fue
policía, por qué yo era bajo y me apodó “pitufo circuncidado”, me ordenó
quitarme las botas e hizo que todo el pelotón trotara por un camino de piedras,
me hice heridas en la planta de los pies, nos dijo que cantáramos el himno
nacional, yo no canté, me preguntó por qué, respondí que México ya no era mi
país, me tomó del pescuezo, me llevó hacia unos arbustos, me empujó y agarró
a patadas en el suelo, de no ser porque Tomás lo golpeó con una rama en la
nuca, tal vez yo habría muerto, de eso estoy seguro, y eso se llama legítima
defensa, defender a un amigo, equivale según la ley defender a un extraño y es
válido, Tomás no ha hecho nada malo, Paquito es testigo de todo— relató
Zascha, el detective quedó pensativo.
— ¿Cómo se llamaba tu papá?— preguntó a continuación el policía.
— Richard (apellido judío askenazí)— dijo Zascha.
— Correcto, está bien, qué hicieron después de eso— prosiguió el policía.
— Paquito dijo que debíamos volver, yo dije lo mismo, pero Tomás tenía
miedo, así que planeamos huir a Cuba en un canoa, le quité las botas al
sargento y corrimos por la selva, nos tropezamos y caímos por la falda de un
cráter que expulsaba vapor, pasamos la noche ahí hasta que los militares nos
encontraron— terminó Zascha.
— Correcto, espérame aquí unos minutos, vuelvo en seguida— dijo el
detective y afuera de la sala confirmó las versiones de sus colegas, que los tres
chicos concordaban en sus declaraciones, así que los dejaron ir, en la sala
principal, sus familiares los recibieron y los abrazaron con fuerza.
— Zascha, tu padre fue un héroe y es toda una leyenda— encomió el
policía.
— Gracias, lo sé— sonrió Zascha.

Capítulo 2

El niñito de tres años, colorín de cabellos largos y rizados con su


jardinera azul, estaba con su padre al costado del Renault 5.
— Ven hijo, ahora tienes que hacerlo tú, esta se llama llave de cruz,
agárrala firme y la giramos los dos a la tres— el papá y el pequeño niñito,
lograron desapernar la rueda.
— ¡Bien hijo, eso es! ¿No fue tan difícil verdad?— lo felicitaba el padre.
Sonó la alarma, Zascha despertó miró el celular y se levantó.
Tomás bailaba “Llévame contigo” la bachata de Romeo Santos, con una
modelo rubia de ojos verdes y muy hermosa.
— Tomasito quédate conmigo— le pidió ella.
— No puedo mi amor debo ir al colegio— respondió Tomás.
— ¡Ay no Tomasito lindo! ¡Llévame contigo!— suplicó la joven.
— Lo siento mi cosita linda, no puedo llevarte— dijo Tomás.
— ¡Ay no te vayas! ¡Llévame contigo aunque sea de chaperón, o dame un
besito, no me dejes con la ganas!— usó como último recurso la rubia.
— Bueno, qué puedo decir frente a eso, cierra los ojos— dijo Tomás y
ambos se inclinaron para juntar sus labios cuando… Tomás despertó, Panchula
su perrita salchicha le lengüeteaba la cara.
— ¡¿Pero qué?! ¡Me lleva el chanfle! Llevo como un año intentando
besarla y nunca lo logro ¡¿por qué?!— regañó frustrado Tomás.
Paquito volaba por encima de los rascacielos para clavarle un puñetazo al
pulpo gigante que destruía la ciudad, atrapado por uno de sus tentáculos,
Paquito le disparó rayos láser con sus ojos y le quemó el tentáculo, entonces
ingresó por el hocico de este, desde dentro, disparó nuevamente los rayos y lo
partió a la mitad, el pulpo fue derrotado, las personas festejaban y las
muchachas suspiraban por Paquito, rodeándolo y bañándolo en besos, le
suplicaban que las llevara con él, los niños le pedían autógrafos, los reporteros
lo entrevistaban y otros le sacaban fotografías, etc. Paquito despertó, miró el
techo y sonrió.
— Ah… qué sueño tan lindo, ojalá todos fueran así— dijo contento.
— ¡Paquito levántate, llegarás tarde al colegio, tienes servido el desayuno!
— gritó su madre, Paquito giró para levantarse y advirtió que había mojado las
sábanas.
— Rayos… hace años que no me pasaba esto— dijo Paquito.
En el casino del colegio, servían porotos con chile a la hora del almuerzo,
Zascha, Tomás y Paquito se sentaron en la misma mesa y conversaron sobre lo
sucedido el día anterior.
— Mis abuelos no podían creer lo que nos había pasado— dijo Tomás.
— Te creo, si no detengo a mi mamá, habría denunciado a Núñez, oye ¿de
casualidad no tienen sed?— dijo y preguntó Zascha.
— Tiene que ser el ají— supuso Tomás.
— No, desde que me levanté que tengo mucha sed— contradijo Zascha.
— Fácil, toma agua— aconsejó Paquito.
— Tienes razón… tan simple como eso, voy y vuelvo, no dejen que se
paren moscas en mi plato por fa— concordó Zascha y se paró a pedir un vaso
con agua.
Dos chicos, compañeros de clase de Paquito, se acercaron a conversar con
Tomás y Paquito, uno desde un lado para distraer y otro desde el otro lado para
echarle laxante al plato de Paquito.
— Oye ¿cómo les fue con eso del servicio militar?— preguntó Néstor,
mientras Jacob vertía el líquido.
— Al final nos fue bien, no tendremos que hacerlo porque el sargento que
nos tocó cometió un delito y fuimos eximidos mientras la policía lo investiga
— explicó Tomás.
Zascha volvió y el par se retiró.
— Qué querían esos dos— preguntó Zascha.
— Nada, preguntaban qué había pasado con lo del servicio— dijo Tomás.
— ¿Qué les dijiste?— interrogó Zascha.
— Le dije que el sargento que nos tocó se mandó una embarrada y lo están
investigando y que eso no eximió, nada más— respondió Tomás.
— Ah… a los chismosos no hay mucho que decirles, hiciste bien—
encomió Zascha a Tomás.
— Gracias… oye Paquito, si no te comes eso se te va a enfriar y me lo
tendré que comer yo— dijo Tomás sacándole una cucharada de comida,
Paquito comió más que rápido. Zascha al sacarse el tenedor de la boca, retiró
una gruesa y pegajosa tira de saliva.
— ¡Oh Zascha, qué asqueroso! Ja ja ja— exclamó Tomás, rápidamente
Zascha se limpió con la manga y quedó todo manchado.
— Sí, eso fue asqueroso, mi mamá me matará por manchar la camisa— se
lamentó Zascha.
— Desde ahora te llamarás “caracol”— bromeó Paquito y los tres rieron.
Ese día Paquito tenía un examen oral con el maestro de ciencias sociales,
una interrogación con nota, estaba extremadamente nervioso, porque además
tenía retorcijones y ese profesor le daba mucho miedo, porque era
excesivamente irritable.
— Martínez, le toca a usted, pase adelante— dijo el profesor gordo, grande
y barbón.
— Maestro, no me siento bien de la barriga— le informó Paquito.
— No se preocupe caballero, no nos tomará mucho tiempo— dijo él con
particular ternura paternal, los alumnos reían porque se burlaban de Paquito.
— ¡A ver, se callan, qué se creen tropa de guacarnacos, parecen pericos
tanto que se ríen! ¡Gallinas en celo, eso parecen! ¡¿Y usted Néstor de qué se
ríe?! ¡¿Tengo cara de payaso acaso?! ¡Citaré a su padre para mostrarle las
notas mediocres que tiene y le dé otra vez de correazos, a ver si se ríe tanto
como ahora!— advirtió el profesor muy ofuscado y con el rostro colorado,
Paquito estaba a punto de expulsar el líquido fecal hirviendo por atrás,
apretaba sus nalgas con mucha fuerza para no dejarlo escapar.
A medida que el maestro avanzaba por las filas, miró a la chica que se
creía la más guapa de la clase, la que se maquillaba a más no poder.
— ¡¿Y usted Acuña, por qué tiene los ojos tan negros?! ¿¡Se cree mapache
o hiena?! ¡Se va inmediatamente a lavar la cara!— ordenó el maestro,
entonces se volteó a Paquito.
— Bien señor Martínez, en qué quedamos… así, primera pregunta…
¿cómo se llamaban los fundadores de Roma?— preguntó el maestro.
— Rómulo y Remo, los que vivían en las siete colinas y se criaron con una
loba— respondió Paquito con dificultad.
— Segunda pregunta ¿quién fue Aníbal?— prosiguió el maestro.
— Un guerrero cartaginés de origen fenicio, enemigo de la república de
Roma— dijo Paquito sosteniéndose la barriga.
— Tercera pregunta ¿cuáles eran las tres clases sociales en la sociedad
romana?— interrogó el maestro.
— Los esclavos, los patricios y…— Paquito se quedó en blanco.
— Le falta una Martínez— agregó el maestro, pero Paquito no respondió,
un silencio imperó en la sala de clases…
— ¡Señor Martínez ¿sabe o no sabe la respuesta?!— presionó el profesor,
Paquito dio un fuerte grito…
Afuera los niños jugaban en el jardín delantero del colegio, en ese
instante… las ventanas de un segundo piso estallaron en mil pedazos y materia
fecal en estado diarreico chorreó por la fachada del edificio, como un tsunami
de diarrea, los alumnos salieron expulsados junto con el profesor cuatro
metros al vacío, entre ellos Paquito… los niñitos comenzaron a vomitar, así
también los compañeros de Paquito, igualmente el profesor, enseguida todos
se defecaron en los pantalones chorreando diarrea por doquier, el rector fue a
ver qué pasaba… y al ver la escena, también vomitó y se defecó.
— Lo siento mucho, no era mi intención…— pidió perdón Paquito, Tomás
y Zascha se acercaron a Paquito.
— ¡Paquito, qué pasó!— interrogaron ellos.
— Me enfermé del estómago… ay no sé de qué se quejan, “pues si ya
saben cómo me pongo para qué me invitan”— dijo Paquito, de la laguna
amarilla ascendía vapor tibio.
Los compañeros de Paquito junto con todos los afectados, fueron
trasladados a un hospital. Los médicos que atendieron a los pacientes,
sospecharon de una intoxicación, hasta que atendieron a Paquito y tras varios
exámenes, comprendieron que todo fue a raíz de un potente virus
gastrointestinal contagioso, les recetaron antibióticos, hacer dieta y les dieron
de alta.

Capítulo 3

Dos días más tarde, Tomás y su novia recostados en el pasto de los jardines
del colegio, se abrazaban y regaloneaban, el rector se acercó a corregirlos.
— Jóvenes, al colegio se viene a estudiar, no a pololear ¿qué pasaría si yo
ahora los suspendo de clases?— interrogó el rector, los adolescentes se
miraron y se separaron pidiendo disculpas, cinco minutos después que el
rector se fue, volvieron a abrazarse, luego se besaron, sin embargo, la joven
desmayó y perdió el conocimiento, Tomás pidió auxilio.
La muchacha al ser atendida en un centro asistencial, arrojó en los
exámenes una intoxicación, en las muestras de sangre, los doctores observaron
tres tipos de bacterias, no mortales, pero muy infecciosas.
Al día siguiente, Zascha, Tomás y Paquito se reunieron nuevamente en el
desayuno.
— Algo raro nos está pasando— advirtió Zascha.
— Por supuesto o sino pregúntale a “Paquito Guatemala-Caracas”—
bromeó Tomás.
— No Tomás, no es gracioso, algo realmente extraño nos está ocurriendo y
todo fue desde que volvimos del servicio militar— dijo Zascha.
— Sí, ayer mi novia terminó en el hospital por un intoxicación, creo que
fue mi culpa— confesó Tomás.
— ¿Por qué lo crees?— preguntó Zascha, Tomás escupió en la comida y
un minuto después, comenzó a salirle vapor.
— Eso es lo más extraño que he visto, tu saliva es ácida— comprendió
Zascha.
— Tu saliva es pegajosa y Paquito crea tsunamis de diarrea— afirmó
Tomás.
— Basta Tomás, no me da risa— se molestó Paquito.
— Lo siento… oye sabes, te tengo un nuevo sobrenombre “Chiguagua
Bomba H” ja ja ja— dijo Tomás.
— Ja ja ja y yo te tengo otro a ti, “Dra-cómodo”— dijo Zascha.
— Oye y por qué— preguntó Tomás.
— Porque tu saliva es venenosa igual que los dragones de Commodo ja ja
ja— explicó Zascha.
— Oye, no suena mal, me gusta— agradeció Tomás.
— Podríamos ser como superhéroes— animó Paquito.
— ¡¿Superhéroes?! ¡Dónde!— preguntó emocionado Justin, un alumno de
intercambio que llegó de Estados Unidos.
— ¡Gringuito ven!— invitó Zascha, Justin se sentó junto al trio, Zascha lo
abrazó.
— Ven “Gringuito”, aunque tu presidente nos odie, nosotros te queremos,
ni el hombre más poderoso del mundo te puede separar de nuestro cariño—
bromeó afectuosamente Zascha.
— Gracias— dijo el joven subido de peso, rubio y de tez blanca.
— Oye Justin ¿es verdad que tu papá trabaja en una empresa de
computación?— interrogó ansioso Paquito.
— Yes, con software, programación y ensamblaje de hardware— confirmó
el muchacho con una sonrisa.
— ¡Qué genial, me gusta programación, tengo pensado estudiar
telecomunicaciones más adelante!— expresó extasiado Paquito.
— ¡Great! podrías venir a mi casa un día y echamos una partida de juegos
de estrategia— invitó Justin.
— Oye ¿es verdad que existió un virus de computadora llamado “La
fábrica de los chinos”?— preguntó risueño Zascha.
— Yes, siempre van saliendo nuevos virus y tienen muchos nombres—
explicó Justin.
— Mi favorito es el “Troyano”, el nombre lo tiene bien puesto ja ja ja— se
largó a reís Zascha junto con Justin y Paquito, Tomás estaba algo aburrido.
— Tendría que haber uno que se llame “Llegó tu suegra.com” o “Te
embaracé.net”— bromeó Tomás, Justin lanzó una carcajada y todos rieron.
— Oye ¿y cómo es eso de superhéroes?— inquirió Justin.
— Mira ocurre lo siguiente… pero no le cuentes a nadie, por favor, porque
son cosas personales de cada uno de nosotros. Los últimos días Justin, hemos
experimentado eventos extraños, Paquito contrajo una especie de virus
gastrointestinal muy contagioso, Tomás tiene una saliva excesivamente ácida,
yo diría casi venenosa y yo… bueno— se detuvo Zascha.
— ¿Cuál es tu súper poder?— solicitó Justin.
— He recuperado recuerdos de la niñez, yo diría de cosas que ningún ser
humano puede recordar, desde el día en que nací— dijo Zascha.
— Ah, tienes buena memoria— comprendió Justin.
— Cuando salí del vientre de mi madre un primero de noviembre del 96 a
las trece horas, vi la luz de varias ampolletas blancas en una sala de partos,
nadie me ayudó a nacer, lo hice por mí mismo, el doctor estaba terminando de
lavarse las manos cuando nací. No abría los ojos, pero escuchaba todo.
Recuerdo cuando las matronas me lavaron, cuando me pusieron las primeras
inyecciones, cuando me miraban a través de la ventana, sentí los gritos de las
mamás y llantos de los otros bebés. Me acuerdo cuando llegó mi vecino en
brazos de su madre en una camioneta roja 4X4 y yo los observaba desde una
pequeña ventana. Cuando mi mamá me regaló mi primer dinosaurio de
juguete, un tiranosaurio verde oscuro y claro con negro, de ojos rojos. El día
en que mi papá me enseñó a desapernar la rueda de un Renault 5, etc. — relató
Zascha.
— ¿Y puedes usar tu memoria con otras cosas?— interrogó Paquito.
— Habría que probar— animó Zascha.
— Trata de deletrear “paralelepípedo”— planteó entretenido Paquito.
— P-A-R-A-L-E-L-E-P-I-P-E-D-O— deletreó rápidamente Zascha.
— Ahora “otorrinolaringología”— prosiguió Paquito.
— O-T-O-R-R-I-N-O-L-A-R-I-N-G-O-L-O-G-I-A— concluyó Zascha.
— Espera, espera, esta es más difícil:
“Hipopotomonstruosesquipedalofobia”— desafió Paquito.
— H-I-P-O-P-O-T-O-M-O-N-S-T-R-U-O-S-E-S-Q-U-I-P-E-D-A-L-O-F-
O-B-I-A— terminó de deletrear rápidamente Zascha.
— ¡Virgen de Guadalupe!… podrías ganar el campeonato regional—
exclamó Paquito.
— Esa palabra es la fobia que las personas le tienen a las palabras largas—
afirmó Zascha.
— Ustedes podrían ser superhéroes— declaró Justin.
— ¿Y contra quién se supone que deberíamos pelear?— preguntó
irónicamente Tomás.
— Bueno, contra los narcotraficantes, no lo sé, el cartel de los Z, el Chapo
Guzmán, el dictador de Corea del Norte, Donald Trump?— propuso Justin.
— Nos faltan alias— dijo Paquito.
— ¿Cómo te quieres llamar Zascha?— preguntó Justin.
— Em… me gusta “Sinapsis”, es el fenómeno que se desarrolla entre las
neuronas, el hilo eléctrico entre dos neuronas, el origen de las ideas, recuerdos,
etc. — eligió Zascha.
— Me parece bien, ¿y tú Tomás?— continuó Justin.
— Ya le encontré uno: “Dracommodo”, “draco” dragón del griego, y
commodo como el lagarto de esa isla, porque los dos tienen saliva venenosa—
dijo Zascha.
— Yo tengo varios para Paquito; “Cacaracas”, “Guatamala” o “Chigagua
bomba H” ja ja ja— enumeró Tomás.
— Yo tengo uno mejor… “Mac-magnus”. Macma, por la lava caliente que
sale de los volcanes y Magnus como Alejandro Magno o El Grande— corrigió
Paquito.
— ¡Me gusta, sí, es genial!— felicitaron Zascha y Justin, Tomás hizo un
gesto de conformidad.
— Necesitan trajes para ocultar sus identidades. Miren mañana les traeré
algunas ideas y dibujos— agregó Justin.

Capítulo 4

Al otro día, Justin les trajo dibujos de personajes con mallas y máscaras.
— Olvídalo, no me pondré ninguna de esas pantis— reclamó Tomás.
— ¿Y si nos vestimos de mariachis?— propuso Paquito.
— No es mala idea, pero ¿cómo ocultar nuestras caras?— preguntó
Zascha.
— Podrían usar antifaces de colores, quizás de metal, imagino de colores
diferentes para distinguirse entre ustedes— propuso Justin.
— Mmm… sí, es discreto— concordó Zascha.
A medida que caminaban por el patio, Zascha quedó como hipnotizado, a
lo lejos vio a la joven que le gustaba desde la primaria; Daniela, la muchacha
de labios rozados y finos, de cabello castaño claro y largo, de ojos pardos y tez
amarillenta, salpicada de varias pequitas.
— No te entiendo Zascha, si tanto te gusta ella ¿por qué nunca se lo has
dicho de frente?— cuestionó Tomás.
— No sé si es por timidez o caballerismo, pero frente a ella me coloco
tieso y frío y no puedo hablar— confesó Zascha.
— Mire amigo, esto no se trata de timidez o caballerismo, la mujer es
como la guitarra, “hay que saber tocarla”— bromeó Tomás.
— No, no Zascha, no comparto tu visión del género femenino, ellas no son
un objeto, son lo más cercano a lo divino, sobre todo ella, ella es… es… algo
tan sublime… tan sublime como una criatura angelical— se expresó Zascha.
— Estás loco— reclamó Tomás.
— Yo te ayudaré Zascha— animó Justin.
— Cómo— inquirió Zascha.
— Vamos a cambiarte ese look. Apréndete una canción romántica,
cántasela y regálale un chocolate y una rosa— sugirió Justin.
— ¿Qué canción puede ser?— preguntó Zascha.
— ¿Una de Pedro Fernández?— dijo Paquito.
— Tal vez una de Marco Antonio Solís— dijo Zascha.
— ¿Has pensado dejarte el cabello largo Zascha?— preguntó Tomás.
— No lo había pensado, puede que vuelva a ser colorín y recupere mis
rizos ja ja ja— rio Zascha.

Capítulo 5

Tres semanas después, apareció la noticia de que un cartel de la droga de


Juárez, secuestró al hijo de un famoso empresario de la ciudad de Guadalajara,
el joven llevaba una semana desaparecido, el padre ofreció una millonaria
recompensa a quien lo rescatara. El grupo de cuatro amigos se reunió para
debatir sobre el tema.
— Debemos ir a rescatarlo— declaró Zascha sin pensarlo.
— Bien, esos tipos son tanto o más peligrosos que el mismo ejército—
afirmó Tomás.
— Podrían reunirse con el padre del chico, puede que él les dé las
herramientas que necesitan— propuso Justin.
— ¿Y qué necesitaríamos?— interrogó Tomás sarcástico.
— Esto es como la misión de un comando especial, necesitarían transporte,
armas, munición y armaduras, chalecos antibalas y cascos— planteó Justin.
— Tenemos que planearlo bien eso sí, debemos entrenar duro— agregó
Zascha.
En la gran pradera de la casa de Justin, los cuatro amigos iniciaron su
entrenamiento. Paquito se agachó y colocó un encendedor cerca de su
trasero… expulsando un horrendo gas, disparó una impresionante y larga
llama de fuego. Tomás hizo práctica de tiro, escupió a diferentes objetivos
derritiéndolos. Zascha practicó tiro de flemas pegajosas.
Justin, Paquito y Zascha elaboraron un virus de computadora, al cual
apodaron “El supositorio del Diablo”. Zascha ideó un largo y extremadamente
complicado trabalenguas, Justin y Paquito lo traspasaron a la computadora, lo
modificaron agregándole números y algoritmos similares al cubo de colores.
— Se supone que con este virus podremos hackear las cuentas de los
narcos ¿verdad?— preguntó Paquito.
Los muchachos compraron trajes de mariachis y confeccionaron antifaces
de metal, Zascha o “Sinapsis” usaría un antifaz azul y una corbata del mismo
color, Tomás o “Dracommodo” uno verde y Paquito o “Mac-Magnus” uno de
color rojo, las corbatas con los respectivos colores.
Consiguieron encontrarse con el empresario de noche, fueron vestidos con
sus trajes.
El empresario Leonardo Domínguez se sorprendió al recibir en su hogar,
una enorme mansión entre la selva, a estos tres extraños personajes.
— Don Leonardo, somos “Los Mariages de la Justicia” estamos al tanto de
lo ocurrido con su hijo y hemos venido aquí voluntariamente a ofrecernos para
ayudarle, no por la recompensa, nuestra visión de las cosas es aún más amplia
— explicó Sinapsis.
— Esos tipos son realmente peligrosos, son como militares, tienen
metralletas, bombas, vehículos, perros, etc. ¿De verdad creen que podrán
contra ellos? No es por menospreciarlos, pero percibo que solo son unos niños
— advirtió el señor Domínguez.
— Alejandro Magno fue rey a los 20 años, David cazaba leones y osos y
mató a Goliat cuando solo era un niñito. No nos subestime, tal vez eso
signifique la perdición de nuestros enemigos. Solo necesitamos recursos;
transporte, armas, munición, chalecos, cascos y transceptores
(radiotransmisores)— afirmó y solicitó Zascha.
— Está bien… miren, puedo hacerles disponibles una avioneta, tengo
algunas armas y munición y… puedo conseguirme chalecos y cascos en tres
días más— respondió el señor Domínguez, Los Mariages o Mariachis
concordaron reunirse nuevamente en tres días más con Domínguez.

Capítulo 6

Tomás se juntó para conversar con Zascha horas después.


— ¿Enserio estás seguro de lo que estamos haciendo? O sea ¿tanto te
importa el hijo de ese empresario o lo haces por la recompensa?— interrogó
Tomás.
— No lo hago por la recompensa, no conozco al hijo del señor Domínguez,
pero sé cuánto se siente perder a un padre en manos de esos despreciables
cobardes, escorias de la sociedad, arrastrarse hacia la locura de la impotencia
de ver que nadie te ayuda. Voy a traer a ese chico de vuelta sí o sí— declaró
Zascha.
— Correcto, creo que iré a confesarme con un sacerdote y a escribir un
testamento en caso de que nuestra misión no resulte— dijo Tomás, Zascha lo
miró y no respondió.
Transcurridos tres días, Los Mariages se juntaron otra vez con Domínguez,
cargaron la avioneta con todos los materiales y despegaron desde el aeródromo
del campo de la propiedad de Domínguez, Zascha piloteó y colocó en la radio
“White Stripes” de Icky Thump.
La selva brillaba con la luz del sol, los ríos destellaban como si fueran de
metal, los pájaros cruzaban sobre las copas de los árboles. Horas después, el
paisaje cambió radicalmente, ahora volaban sobre el árido desierto de
Chiguagua. Bajó la tarde y luego la noche, Paquito llevaba un paquete lleno de
laxantes y ajíes, más un soplete y Tomás, botellas con agua, por último Justin
un teléfono satelital con GPS.
Zascha divisó un terreno despejado, poco a poco disminuyó la velocidad
para aterrizar... eran las afueras de Ciudad de Juárez, donde asesinan a las
mujeres solo por ser mujeres.
— ¡Maldición tengo miedo, no quiero bajar!— confesó Paquito.
— Yo tampoco quiero bajar— se sumó Justin.
— No me vengan con esas idioteces ahora, sino trabajamos como equipo,
nada resultará bien, todos debemos cumplir con cada objetivo y entonces
lograremos la misión. Oigan… escúchenme bien, cada uno debe repetir todo el
plan de memoria, háganlo ahora— ordenó Zascha.
— Sobrevolaremos el bar de los narcos, dispararemos una lluvia de
bombas lacrimógenas y de gas en un perímetro de 10 metros a la redonda.
Aterrizamos, Zascha y Tomás usarán balas de goma y postones. Paquito será
el lanzallamas de emergencias. Justin nos guiará con el GPS al bar del Noa-
noa. Atraparemos al jefe de los narcos, lo capturamos, lo llevamos a la
avioneta, lo interrogamos sobre el paradero del hijo de Domínguez,
ingresamos a sus cuentas bancarias y realizamos transferencias a las
fundaciones más vulnerables del país.— recitaron al mismo tiempo los cuatro.
— ¡Bien, bien, ahora concéntrense y respiren profundo!— dijo Zascha.
— ¿Y el virus de computadora, lo usaremos para hackear las cuentas del
narco?— preguntó Paquito.
— Veremos si es necesario— respondió Zascha.
El grupo se colocó sus disfraces junto con los cascos debajo de los
sombreros y las armaduras, entonces despegaron. Sobrevolando el club de los
narcos en la ciudad, Sinapsis dio la orden, los tres dispararon una lluvia de
bombas lacrimógenas y de gas sobre la zona, varios salieron del club y
apuntando a la avioneta, los traficantes dispararon varias ráfagas.
— Cambien de munición chicos, balas de goma, postones y bombas—
ordenó Sinapsis.
Los tres cambiaron de estrategia y dispararon una serie de ráfagas desde la
avioneta sobre los traficantes, Dracommodo disparó varias bombas contra los
coches de ellos haciéndolos explotar. Sinapsis buscó una calle despejada y
trató de aterrizar, esquivando los postes y cables, logró posarse sobre las calles
de Juárez.
— Todos abajo, usen los escudos, los chalecos y los cascos, Dracommodo
vienes conmigo adelante, Mac-Magnus tu soplete y tu arsenal, nos cubrirás
desde atrás— planeó Sinapsis. El trio avanzó entre las calles, los traficantes se
ocultaron tras los autos y disparaban sin cesar.
Dracommodo bebió un sorbo grande de agua y escupió, la flema que lanzó,
derritió el capó de un auto y llegando al motor explosó.
— ¡Mac-Magnus cúbrenos!— exigió Sinapsis, Mac-Magnus se agachó y
con el soplete disparó una enorme llama de fuego. Dracommodo escupió a
otros traficantes y estos gritaron de dolor por el ácido sobre sus caras, otro
grupo los rodeó por detrás.
— ¡No sobreviviremos!— gritó Justin.
— ¡Todos al drenaje, Dracommodo dispárale a la tapa del drenaje!—
demandó Sinapsis, Dracommodo disparó dos bombas a la tapa del drenaje
sacándola de su lugar.
— ¡Todos adentro, yo los cubro!— ordenó Sinapsis, los jóvenes se
lanzaron hacia abajo, Sinapsis disparaba, no obstante, un tiro le rozó la frente,
la bala rebotó en el casco y su sombrero salió volando.
— ¡Mi sombrero!— gritó Sinapsis.
Los Mariages avanzaron por las cloacas tapándose las narices y
esquivando a las ratas.
— ¿Y ahora por dónde vamos Justin?— preguntó Mac-Magnus.
— Sigamos derecho cuarenta metros más allá— informó Justin mirando su
GPS, tres bombas cayeron al drenaje.
— ¡Cúbranse, al suelo!— advirtió Sinapsis, se lanzaron al suelo y
explotaron las granadas, diez segundos más tarde, bajaron algunos traficantes
y sicarios disparando, Los Mariages abrieron fuego en respuesta sin dejar de
correr.
— ¡Mac-Magnus, dales algo de qué huir a estos cuates!— dijo Sinapsis,
Mac-Magnus les disparó una larga llama de fuego, los persecutores
retrocedieron, Los Mariages ganaron tiempo.
— ¡Aquí es, Dracommodo dispara hacia arriba!— instruyó Justin,
Dracommodo disparó y la tapa voló, Los Mariages subieron por la escalera.
En el exterior, tres metros adelante estaba el club Noa-noa, Los Mariages
entraron velozmente y se lanzaron detrás del bar, los traficantes dispararon con
sus pistolas y metralletas sin compasión al compás del “Noa-noa” de Juan
Gabriel.
— Tengo una idea— dijo Dracommodo, tomó varias botellas de tequila, se
las bebió y orinó dentro de las botellas.
— ¡Tráguense esto hijos de la chin…!— Dracommodo asustado por los
disparos, lanzó las botellas más que rápido y estas estallaron en las paredes
sobre los traficantes, estos salieron gritando del club, porque se estaban
quemando con el ácido.
Sinapsis vio al narcotraficante que buscaban, Amado Carrillo apodado “El
Señor de los Cielos”, Sinapsis le escupió en los pies, dejándolo pegado al
suelo.
— ¡Lo tenemos, larguémonos de aquí!— celebró Sinapsis. Los Mariages
salieron del lugar y se lanzaron hacia el drenaje nuevamente, en medio del
camino se encontraron con los sicarios que los perseguían.
— ¡Alto!— gritó uno de los sicarios, Los Mariages se detuvieron, Sinapsis
puso una pistola en la sien del narco capturado.
— ¡Quietos! ¡Se mueven y le disparo!— advirtió Sinapsis, los sicarios se
quedaron quietos.
— ¡Disparen!— ordenó el narco.
— ¡Cállate! ¡Suelten las armas, ahora!— demandó Sinapsis, Los Mariages
tiritaban de miedo, los sicarios bajaron las armas lentamente, Dracomodo se
bajó los pantalones y les orinó, los sicarios gritaron de dolor.
— ¡Ahora corran!— animó Dracommodo, Los Mariages y su sospechoso
atravesaron aquel obstáculo, y saliendo del drenaje a la calle, taparon el
agujero de las cloacas con un gran bote de basura. Arribaron a la avioneta,
Sinapsis despegó con algo de dificultad.

Capítulo 7

Sinapsis piloteaba, Dracommodo agarraba de las ropas al narcotraficante


y lo trajo al asiento del copiloto.
— Escúchame pedazo de basura ¿te suena el nombre de Richard Saguesse?
— interrogó Sinapsis.
— No, quién es— consultó el narco.
— Era un policía de los escuadrones antidrogas— dijo Sinapsis.
— Ah, el policía cobarde, sí, pidió que no lo matáramos porque tenía
familia, pero le volamos la cabeza y arrojamos su cuerpo desde un helicóptero,
por qué— reconoció sereno el narco.
— Gringuito, toma el timón— ordenó Sinapsis.
— Pero no sé pilotear— contestó Justin.
— Siempre hay una primera vez, solo mantenlo fijo— dijo Sinapsis, a
continuación sujetó del cuello al narcotraficante.
— ¿Así que lo asesinaron? Mira tú eh, por lo tanto querrás saber que su
hijo me envió para ajusticiarte— informó Sinapsis.
— Ah su hijo también debe ser un cobarde, porque no fue capaz de venir él
mismo, tuvo que enviar a otro— afirmó el criminal.
— ¿Estás seguro?... ¡Porque yo soy su hijo maldita sabandija!— declaró
Zascha quitándose el antifaz, el hombre se conmocionó.
— Dracommodo amárralo de los tobillos— instruyó Zascha y rápidamente
ató la cuerda a una estructura y arrastró al narco al borde de la avioneta.
— ¡¿No vas a empujarlo o sí?!— preguntó Mac-Magnus, Zascha sacó la
mitad del cuerpo del narco.
— ¡¿Dónde está el hijo de Domínguez?!— exigió Zascha.
— En mi mansión en Juárez— respondió el hombre.
— ¡¿Quieres mandarnos a tu casa?! ¡Deja de mentir!— reclamó Zascha.
— ¡Juro que ahí está!— gritó el narcotraficante.
— ¡Si me arrepiento de ir, me las pagarás!— declaró Zascha.
— Chico, ya nada importa, te vi la cara, de todas maneras me matarás—
dijo el capturado.
— No te mataré, te doy mi palabra— juramentó Zascha.
— ¿En verdad lo prometes?— preguntó el criminal.
— Sí, lo prometo, no soy un asesino— reafirmó Zascha.
Al instante, se escuchó el sonido de un helicóptero y cuatro balas
impactaron al ala derecha de la avioneta, Justin en un arrebato de nervios soltó
el timón y el avión ligero se fue cuesta abajo, Zascha tomó el timón y Carrillo
el narco, salió por la puertecita de la avioneta, sin embargo, quedó colgando
del tobillo.
— No dispares ningún misil, solo usa la ametralladora y vuélales un ala—
ordenó el traficante de copiloto.
— ¿Pero no mataré al jefe?— preguntó el piloto.
— ¡No, has lo que te digo!— regañó el traficante.
— Tengo una idea, dame esa botella— pidió Mac-Magnus a Justin y
colocándosela en el trasero, defecó en ella y tras cerrarla, la lanzó hacia el
helicóptero y la botella con diarrea reventó en el parabrisas, el helicóptero
Hugues 500 de color negro, se desplomó en una colina.
— ¡Oye Carrillo, ahora sí que eres “El Señor de los Cielos”— se burló
Dracommodo.
— ¡Súbeme, súbeme! ¡Por favor, no me dejes morir!— gritaba Amado
Carrillo, Dracommodo lo subió abordo.
Los Mariages volaron a la mansión de Carrillo. Desde dentro, salió un
grupo de sicarios a enfrentarlos.
— Diles a tus hombres que haremos un intercambio, tú por el hijo de
Domínguez, y nos vamos— ordenó Zascha tras el timón, el cual se colocó el
antifaz otra vez. El narco llamó por celular a sus hombres y les explicó la
situación, los sicarios sacaron al hijo de Domínguez.
— Diles que lo dejen en el terreno despejado y que se metan nuevamente a
la mansión— dijo Sinapsis, el narco les instruyó y así lo hicieron. Sinapsis
aterrizó en el terreno despejado, Dracommodo trajo consigo al chico y lo subió
a la nave, y entonces despegaron.
— ¡Oye, qué estás haciendo!— exclamó Carrillo.
— Las claves de tus cuentas bancarias— interrogó Sinapsis.
— Eso no estaba en nuestro trato— acusó Amado Carrillo.
— Yo no hago tratos con criminales, solo les tengo compasión ¿crees que
viajamos desde tan lejos, solo por una persona? Te soltaremos de todas
formas, solo exigimos que nos des tus claves y te liberaremos— condicionó
Sinapsis, Amado Carrillo, el narcotraficante entregó las claves e ingresando,
Paquito hizo transferencias bancarias de gigantescas sumas de dinero a
fundaciones pobres de México.
— ¡Ahora tenme compasión y libérame!— demandó el criminal.
— Te liberaré pronto— respondió Sinapsis.
Horas más adelante, aterrizaron en Guadalajara, Sinapsis se dirigió al
narco.
— Te prometí que no te mataría y también que por compasión te liberaría,
pero como bien dijiste, ya me viste la cara, Dracommodo; escúpele en los ojos
— ordenó Sinapsis.
— ¡No!— gritó Amado Carrillo, Dracommodo le escupió en los ojos y
estos tras quemárseles, se secaron y el criminal quedó ciego, entonces lo
liberaron en medio de una calle y luego de dar un par de tiros al aire para
llamar a la policía, se retiraron.
Tocaron el timbre de la mansión Domínguez y entregaron al jovencito en
manos de su padre, este lloraba de emoción y fuera de sí.
— Gracias a Dios, muchas gracias, en verdad gracias— repetía una y otra
vez el señor Domínguez, Los Mariages se iban.
— No, no se vayan, no sin llevarse esto— el señor Domínguez les ofreció
un maletín lleno de dinero, Dracommodo lo recibió y los justicieros
abandonaron la propiedad.

Capítulo 8

En casa de Justin, Tomás abrió el maletín ansioso, habían 20 millones de


dólares, Tomás brincó de alegría y abrazó a Paquito y a Justin.
— ¡Zascha somos ricos, somos ricos!— festejaba Tomás.
— Son ricos querrás decir— dijo Zascha sereno, los tres fijaron la vista en
Zascha incrédulos.
— No entiendo, arriesgaste tu vida por salvar al chico— recordó Tomás.
— Ya te lo había dicho, no lo haría por dinero, tampoco conocía al chico,
pero sí sé muy bien cuánto duele perder a las personas que amas en manos de
los narcos— explicó Zascha, Tomás se tomaba la cabeza, Zascha Saguesse se
fue.
Durante esos días, la prensa habló del extraordinario rescate de los
vigilantes llamados Los Mariages o Mariachis. Además, Zascha estaba
preocupado de conquistar a Daniela antes de las graduaciones… todo seguía
como antes cuando… un día llegó la nieta del rector al colegio, para visitar a
sus abuelos, era una joven de cabello colorín con corte campana, tez pálida,
también salpicada de pequitas sobre la nariz, un lunar en el mentón y ojos
azules, Zascha quedó paralizado tratando de asimilar semejante obra de arte
femenina tallada por Dios.
El secreto sublime dentro de la mente de Zascha que alimentaba su
atracción por la joven, se debía a que esta le recordaba la contemplación de sí
mismo cuando era un niño pequeño, los rizos y sus destellos rojizos, la
personificación de la etapa más tierna de su vida, “¿pero qué secreto sublime
encerraba ella?” Se preguntó. La muchacha esperaba fuera de la dirección
sentada en una silla, Zascha se acercó a ella, la contempló tan quieto como una
estatua, ella lo miraba risueña intentando descifrar sus intenciones.
— Hola ¿me conoces?— saludó ella amablemente.
— Hola, no pero ¿puedo?— solicitó nervioso Zascha.
— Soy Paula, mucho gusto— ella extendió la mano, Zascha estrechó la
suya con la mano de ella y sufrió un escalofríos, ella también tuvo un
escalofríos.
— Me llamo Zascha, Zascha Saguesse— se presentó el joven.
— Zascha ¿estudias aquí?— consultó ella.
— Sí, este año me graduaré— dijo él.
— ¿Enserio? Yo también ¿qué quieres estudiar más adelante?— preguntó
Paula.
— Quiero ser profesor de historia o sociólogo— respondió Zascha.
— ¿De verdad? Yo quiero estudiar Ciencias políticas, es parecido a
Sociología— dijo Paula, en ese minuto la llamaron y se despidieron.
— ¿Crees que te tome enserio?— le preguntó el inspector a Zascha.
— Tendré que averiguarlo— dijo Zascha.
Tomás, Paquito y Justin no habían usado el dinero pagado por Domínguez,
porque aún no se lo repartían, por eso consideraron justo distribuirlo y darle a
Zascha una parte equitativa, 20 divido en 4 partes: 5 millones para cada uno.
Con parte del dinero, los jóvenes se compraron buenos trajes para la
graduación y otras cosas para la noche de gala.
Zascha usó el dinero para contratar a unos mariachis y cantarle una
serenata a Paula. Fuera de la propiedad de ella, Zascha se presentó con su traje
de gala, los mariachis con violines y trompetas, comenzaron a tocar “No hay
nada más difícil que vivir sin ti” de Marco Antonio Solís”, Zascha cantaba con
todo su corazón, mientras Paula salía al balcón para escucharlo mejor, al verlo
se tapó la boca sorprendida. Al terminar la canción, Zascha sacó una rosa roja
del bolsillo de su chaqueta, Paula bajó a donde él, abrió la puerta y salió al
encuentro de Zascha, se besaron y permanecieron abrazados, Zascha le pidió a
Paula que fuera su novia y ella accedió, la madre de Paula los vio y sonrió.
Con el tiempo, Zascha se enteró de que Daniela, la cual lo había rechazado
durante años, terminó embarazada del muchacho más feo de la ciudad, todo
habría tenido sentido si el chico se hubiese destacado por algo bueno, no
obstante, era un simple pandillero. “Aún hay cosas en este mundo que todavía
no tienen ningún sentido lógico” pensó Zascha, según Paula, en el amor no
hay nada escrito, Zascha argumentó que si realmente Daniela amara a su hijo,
no le habría dado como padre a un simple pandillero.
— ¿Realmente te interesa lo que Daniela haga con su vida?— preguntó
Paula con ternura.
— ¡La verdad ya no ja ja ja! Ahora solo me importas tú y nada más—
respondió Zascha y se abrazaron.
— Zascha ¿qué fue lo que te llamó la atención de mí la primera vez?—
solicitó Paula abriendo sus grandes ojos azules profundos y jugando con los
rizos de Zascha, porque hasta ese entonces, Zascha se había dejado el cabello
largo y rizado, este tornó a un color castaño claro.
— No lo sé, es extraño… eres como, eres como yo pero… cuando era muy
pequeño, tal vez hice la relación inconsciente de que tú significas la
personificación de la ternura— intentó explicar Zascha.
— Que tierno eres Zascha, nunca había escuchado algo como eso ja ja—
expresó Paula.
— Lo que me gusta de ti ahora, es tu compromiso con los desamparados y
los rechazados, tu bondad y compasión se pueden percibir hasta con solo mirar
tus ojos. Oye ¿y qué lo que te gusta de mí?— agregó y preguntó Zascha.
— Que eres un buen hombre y a pesar de todas las cosas que has vivido,
siempre tratas de ver el lado positivo de las cosas, no te resignas, y a la hora de
hacer el bien, no te rindes jamás. Además, que eres muy seguro de ti mismo,
hasta ahora he intentado encontrar algo a lo que le tengas miedo, pero solo
tienes miedo a perder a los que amas y aun teniendo todo en contra, sé que
jamás te rendirás, harás todo lo que esté en tu mano para alcanzar lo que
quieres… hacer el bien a los demás. Por último, la injusticia no solo te
molesta, te causa dolor— explicó con lujo de detalles Paula.
— ¡Vaya! Creo que me conoces mejor que yo mismo— dijo sorprendido
Zascha.
— Sí, no sé cómo se me ocurrió todo eso, creo que tengo mejor
comprensión de las cosas de lo que creía o soy muy madura para mi edad ja ja
— respondió risueña Paula, Zascha la abrazó, sin embargo quedó pensativo.

Capítulo 9

Zascha Saguesse nadaba bajo el agua de una playa caribeña, frente a él


se encontró a un joven de cabello castaño claro y ojos oscuros, nadó hacia el
desconocido.
— Quién eres tú— preguntó Zascha gesticulando con sus labios y manos.
— Soy Randy Ravest, tú y yo somos el mismo, compartimos la misma
vida, la vida de uno es la vida del otro y los miedos de uno, son los miedos del
otro— respondió Randy, detrás de los dos, apareció un enorme tiburón blanco,
Randy sujetó a Zascha, el tiburón abrió el hocico y Zascha despertó.
Zascha permaneció inquieto por el sueño, buscó en internet a un tal Randy
Ravest y dio con el paradero de un joven muchacho en el sur de Chile. Zascha
comenzó a cuestionar la realidad y a pasar por un período de paranoia.
Finalmente, Zascha convocó a Tomás, Justin y Paquito, les explicó el sueño y
suponía que todo lo que conocían era un simple invento, una fantasía y que el
único que tenía todas las respuestas era Randy Ravest y que debían
interrogarlo.
Los cuatro jóvenes viajaron a Chile y buscaron al misterioso joven. Randy
como de costumbre, practicaba en su patio el deporte rural vasco, el que
consiste en levantar rocas y piedras de gran tamaño. De improviso, Randy
recibió varios disparos de balas de goma, corrió al bosque, Los Mariages, con
sus trajes y armas, lo rodearon.
— ¿Qué hacen aquí? ¿Acaso creen que pueden entrar a mi casa como si
nada y acorralarme como un animal?— expresó Randy Ravest.
— ¿Y quién te dio permiso para jugar con nuestras vidas y engañarnos?—
regañó Sinapsis.
— Yo sé quiénes son, no necesitan ocultar sus identidades— dijo Randy,
los jóvenes lo apresaron y amarraron a un árbol.
— A eso me refiero ¿quién eres tú y quiénes somos nosotros?— interrogó
Sinapsis.
— Yo soy Randy Ravest, un soñador frustrado que imaginó alguna vez
convertirse en un escritor, no para sacar provecho de los demás, sino para
enseñarles lecciones de vida a las personas que quisieran leer, pero hoy las
personas ya no quieren leer libros, prefieren navegar y deambular por internet,
como simples ambivalentes cognitivos y ociosos sin ningún propósito en la
vida. Fue un intento desesperado por explicarle a las personas cómo funciona
el mundo usando como ejemplo el de ustedes, porque están confundidas,
asustadas y sin esperanza. Fijé como modelo al mejor escritor, a Dios, porque
escribió la Biblia y esta influyó profundamente en la vida de los seres
humanos. Sin embargo, aun después de que por muchos siglos se les prohibió
a las personas leer la Biblia y fue la época más triste de la humanidad, hoy
millones la tienen en sus hogares, pero este maravilloso libro solo está
guardando polvo en una oscura biblioteca, por eso hay tanta tristeza y
desesperanza, y es el único que explica por qué y cómo funciona el mundo, da
esperanza y tenía que impulsar a la gente a leerlo otra vez. Pero como bien
sabes Zascha, jamás me daré por vencido, nunca me rendiré y lucharé aun
teniendo todo en contra, porque mi Creador, Jehová, es un Dios Guerrero y
todo lo que hace, jamás lo hace sin recibir un resultado, sino que cumple el
objetivo para lo cual lo creó, en este caso, su creación más sublime; el ser
humano, para que fuera feliz y le entregó la guía para ser feliz, está en la
Biblia— se explayó Randy Ravest.
— Sigo sin entender nada— afirmó Dracommodo.
— Ustedes son mis creaciones más sublimes, mis creaciones maestras, y tú
Zascha, reflejas mis cualidades y mi personalidad, como una proyección de mí
en otro mundo, así como yo puedo reflejar las cualidades y la personalidad de
mi Dios— explicó Randy.
— ¿Qué es lo que quieres de nosotros?— quiso inquirir Zascha.
— Ojalá todos le preguntaran lo mismo a Dios: que sean felices. Verás
cuando los cree, no los hice porque los necesitara o para obtener algo de
ustedes, porque ¿qué podría entregarle la creación a su creador que no tenga?
— dijo persuasivamente Randy.
— ¿Y por qué nos creaste entonces?— pidió una respuesta Zascha.
— Los hice para que fueran felices y disfrutaran de vivir, porque vivir es
un regalo. Zascha, tú vivirás lo que yo no viví y realizarás el sueño que yo no
cumplí, solo quiero pedirte una cosa, ve con Paula y por favor… sean lo más
felices que puedan— afirmó Randy.
— ¿Tendría que entender que la creación de nosotros es una muestra de
bondad y generosidad, porque no pides nada a cambio, verdad?— sugirió
Zascha.
— Así como tú amas a Paula, así los amo a ustedes, incluso más— declaró
Randy.
— Sigo sin entender— confesó Dracommodo.
— Ocurre que… no he concebido hijos, no porque no pueda, sino porque a
la persona que tanto amo y tenía contemplada en el futuro para tener hijos, se
fue y no volvió nunca más… y estoy seguro de que nuestros hijos habrían sido
tan preciosos como ella, porque ella es mi bebé hermosa. Por eso los cree a
ustedes, ustedes son mis hijos… y permití que experimentaran dificultades
para que se hicieran mejores personas, siempre velando que nada les afectara
más de lo que podían soportar, porque las joyas más hermosas que existen,
también fueron pulidas, aunque la bala que rozó tu frente… lo del casco fue
una muy buena idea Zascha, yo no cuido a aquellos que arriesgan su vida a
propósito. Sin embargo, no fui yo el que los probó, sino el que los protegió de
nuestro enemigo y las personas malvadas que nos someten a prueba día tras
día, porque un buen padre jamás podría probar a sus hijos— explicó con
ternura paternal Randy.
— Mi padre… mi papá era policía y fue asesinado por el cartel de Juárez
— afirmó Zascha.
— Tu padre también era mi hijo, todos son mis hijos, incluso los
criminales de los carteles de la droga, yo no puedo obligar a alguien a ser
bueno, si este siembra crueldad en su corazón todos los días y se empeña en
ser malvado. Yo cree este mundo para mundo para explicar cómo funciona el
mío, porque tanto en el mundo de ustedes como en el mío, las personas no
comprenden cómo funcionan las cosas, están tristes y confundidas, a ellas
también tengo que guiarlas y ayudarlas para que sean felices— explicó
nuevamente Randy Ravest.
— ¿Y tu novia? ¿Qué pasó con ella?— preguntó Zascha.
— Ja ja, no, fuimos solo amigos, pero yo me enamoré perdidamente de ella
y cuando lo sospechó, ya que era inevitable ocultar y apagar el fuego que
corría por mis venas cada vez que la veía, pero ella… ella sencillamente
desapareció— dijo Randy Ravest.
— Pero ¿por qué hizo eso?— interrogó Justin, que ya se había quitado el
antifaz.
— No lo sé, porque quizá en ocasiones, las mujeres son como las aves;
inocentes y delicadas, cuando uno se maravilla con la belleza de una de ellas y
se acerca para admirarla, huyen volando, porque temen que les harás daño. Tal
vez era ella muy joven para entenderlo, puede que no fuera el tiempo… ya no
lo sé— explicó en forma de metáfora y se lamentaba Randy Ravest.
— ¿Y dónde está ella ahora?— consultó Justin.
— Se fue muy lejos de aquí… cruzando los mares, al otro lado del mundo
— respondió Randy.
— ¿Y… no irás a buscarla?— preguntó Tomás, Randy alzó la cabeza.
— No quiero, tengo temor de que me rechace otra vez, no quiero que se
sienta hostigada. Tenía pensado esperar a que ella le naciera buscarme—
confesó Randy.
— ¡Ahora entiendo de dónde salió la odiosa timidez de Zascha y Paquito!
— exclamó Tomás.
— Mira Randy, papá escritor o quien seas, perdón, ya me confundí… no
puedes esperar a que ella te busque, tienes que luchar por ella, ella tiene que
comprobar que realmente te importa, que estás dispuesto a sacrificarlo todo
solo por ella, a las mujeres les gusta sentirse importantes en la vida de un
hombre, sentirse amadas y apreciadas más que cualquier otra cosa en el
mundo. Pero si ella no percibe eso de ti, el día de mañana llegará otro Romeo
que intentará conquistarla y si lo logra y entonces llegas tú con cara de
perdedor diciendo “mi vida vine por ti”, ella tendrá todo el derecho de decir
“oh ya me había olvidado de ti, lo siento, qué puedo hacer ahora para arreglar
las cosas si ya es tarde” ¡no hombre, no puedes perder ni un segundo más, el
futuro de tu familia corre peligro!— corrigió preocupado Tomás.
— Espera, espera, yo entiendo a Randy ¿sabes lo que puedes hacer?
Complementando obviamente el consejo de Tomás, ve al país de ella y que se
entere de que estás allí, pero no hables con ella, porque eso es lo que ella
espera que hagas, pero tú no, no eres como cualquier otro que ella haya
conocido antes, date importancia, salúdala solo si es necesario. Crúzate de vez
en cuando por su camino, pero insisto no le hables, porque eso es lo que ella
esperaría, pero tú vas un paso más adelante y eso la descoloca y le gusta al
mismo tiempo, permite que te observe primero y así despiertes su interés y
curiosidad poco a poco, como un plato de comida; primero lo ves y te gusta lo
que ves, luego lo hueles y te atrae cada vez más, hasta que deseas saborearlo y
entonces sacias tu curiosidad. Recuérdalo, eres para ella como una cajita de
bombones; ve lo que tanto desea, pero no puede tocarlo y no puede encontrar
la excusa perfecta para saciar su curiosidad y obtener lo que tanto quiere, y eso
la vuelve loca y entra en desesperación. Despierta sus sentidos de manera sutil
— aconsejaba con todo detalle Justin.
— ¿Y tú de cual estás fumando? ¿O ves muchas telenovelas?— se burló
Tomás.
— Voy a juntarme más con este tipo, Justin “se las sabe por libro”— dijo
Paquito.
— ¡Gracias Justin!— expresó contento Randy.
— Correcto, comprendo, pero solo pedimos algo a cambio, te soltaremos y
nos iremos con algunas condiciones— dijo Zascha.
— ¿Qué quieren que les dé?— consultó Randy.
— Quiero que nos quites nuestros poderes, porque no nos dejan vivir en
paz, como personas normales; Paquito sufre de gastritis y hemorroides, Tomás
no puede besar a su novia sin dejarla en coma y yo no puedo dormir tranquilo,
porque sueño con cosas tuyas. Quiero que nos dejes tener conciencia propia y
libertad para elegir— solicitó Zascha.
— Les di la posibilidad de utilizar sus debilidades y defectos como una
herramienta para ayudar a los demás, es la oportunidad que todos nosotros
tenemos. Pero si ya no los quieren, no los tendrán más. Aunque no quiero que
se vayan con las manos vacías, revisen sus bolsillos— dijo Randy Ravest, los
jóvenes sacaron de sus bolsillos pasajes para viajar a la Riviera Maya.
Los muchachos dejaron ir a Randy Ravest y se embarcaron a su viaje
paradisiaco. Rentaron un velero y se internaron en las playas del caribe,
festejando, abrieron botellas y bebieron champagne.
— Cuates, a que no saben lo que conseguí ¿recuerdan ese virus que
inventamos con Zascha y Paquito? Pues para tu consuelo Paquito, ya le
encontré uso práctico— dijo Justin, Paquito se emocionó.
— Tengo un contacto en Estados Unidos, al que le pagué un millón de
dólares por un trabajo, un hacker amigo que me dio acceso al teléfono celular
de Donald Trump, no fue difícil, porque aunque la CIA le dijo que debía elegir
un teléfono especial a pruebas de hackers, Trump prefirió un modelo ordinario
del mercado. Monitoreando su celular, logré hackear su cuenta personal para
ingresar a la computadora central de la CIA, desbloqueando algunas claves,
descargué archivos de la base de datos, y no querrán saber lo que me
encontré…— todos se quedaron callados y expectantes mirando fijamente a
Justin.
— Bueno, en 2007 un comando especial estadounidense, capturó a Osama
Bin Laden en una cueva en Afganistán y lo encerraron en una sala especial del
pentágono. Requisando su computadora personal con 500 gigas, se toparon
con varias cosas curiosas.
• Primero en su escritorio había una foto de Shakira.
• Segundo, aparecía un video de la boda de su hijo Hamza Bin Laden.
• Tercero, el tipo visitaba muchas páginas para adultos.
• Cuarto, tenía descargada seis temporadas de tejido a crochet.
• Quinto, era hábil para jugar videojuegos de estrategia y aventuras.
• Y sexto, miraba videos de bebés y otras cosas triviales.
Pero eso no es todo, aquí viene la mejor parte… descargué varios
documentos de la CIA que decían lo siguiente, redoble de tambores que tengo
dinamita en las manos:
El primer documento se titulaba: “Osama Bin Laden”.
Según su biografía, Bin Laden fue un destacado estudiante universitario de
recursos contables, su adinerada familia era dueña de varios pozos petroleros,
así que el chico creció en un entorno lleno de lujos. La familia de Osama Bin
Laden hacía negocios con la familia del ex presidente George Bush, por lo que
Estados Unidos, queriendo obtener mayor control de Afganistán y mantenerlo
lejos de la Unión Soviética, la CIA reclutó a Osama Bin Laden con tan solo 22
años, para tener como aliados a los dueños del petróleo afgano. Le cambiaron
el nombre y le pusieron Tim Osman, para que los rusos no sospecharan de él.
Además de visitar el salón oval de La Casa Blanca y de pagarle dos mil
millones de dólares por su ayuda, le dieron el mejor entrenamiento de todos—
informaba emocionado Justin, los chicos ya se aburrían.
— ¡Esperen chicos, esperen! Esto sí me causó escalofríos.
Había un segundo documento titulado: “Invasión de Irán”. La CIA tenía un
plan para invadir Irán desde hace muchos años y Donald Trump, al parecer,
quiere llevarlo a cabo. El plan consistía en redactar evidencia falsa para
inculpar al estado de Irán de reducir supuestamente su arsenal nuclear, pero a
escondidas venderle armas nucleares a Al Qaeda. Esta evidencia falsa sería la
excusa perfecta para invadir el país y extraer sus últimos depósitos de
petróleo.
Para terminar, aproveché de descargar mensajes de texto del celular de
Trump, los mensajes revelaron que algo pasó entre la actual esposa de Trump,
Melania y el hijo de Enrique Peñanieto, el presidente de México. Y esa sería la
razón de porque Donald Trump se ha empeñado tanto en destruir la economía
mexicana, lo más entretenido es que subí todo a la red— explicó Justin.
— Oye espera ¿cómo sabes que la CIA no terminará rastreando tu
computador o tu celular?— preguntó Paquito asustado.
— He ahí mi tiro de gracia, les envié “El supositorio del Diablo” con un
detalle mío de cariño, la canción de Pedro Fernández “Manda a todos a volar”,
que de seguro se reprodujo en todos los monitores de los agentes gringos. Le
saqué fotos a todas las descargas y quemé el disco duro, un sacrificio
necesario que valió la pena… oh sí— tranquilizó Justin triunfante.
— Bueno chicos, después de este increíble preámbulo, “comamos y
bebamos porque mañana hemos de morir”— invitó Zascha.
Segundos más tarde, Justin recibió un mensaje de texto: Amigo de México,
la CIA me atrapó, me interrogaron y les dije todo… lo lamento amigo,
estamos fritos.
— Bueno, fue lindo mientras duró— dijo Justin entre risas y lágrimas
luego de lanzar su teléfono por la borda del velero.
— ¡¿Pero qué hice, podría haber llamado a Randy para que me ayudara?!
Oye Paquito, préstame tu celular— recordó Justin, llamó a Randy, no obstante,
Randy tenía apagado su celular, ya que viajaba en avión al país de Paula.
Había publicado el libro que hablaba sobre sus personajes mexicanos, “Los
Mariages de la Justicia”, con una editorial digital, las ventas de la obra le
permitieron ahorrar el dinero suficiente para realizar dicho viaje.
Arribando al aeropuerto, Randy, el cual ya sabía dónde estaba su
enamorada, se dirigió a la región donde ella vivía con su familia, un pueblo al
sur del país. El autobús atravesaba las verdes colinas, a lo lejos podía verse un
castillo, Randy escuchaba “Under pressure” de “Queen” con “David Bowie”.
El pueblo tenía una iglesia con su campanario, pero Randy asistió a la reunión
de su propia religión, y en ese lugar encontró a Paula; la amada niña de su
vida. Saludó a sus hermanos espirituales y ella lo vio… Randy también, Paula
aparentaba incredulidad y sorpresa, Randy lo notó, pero eso no impidió que
siguiera sonriendo y saludando.
Cierto día, los jóvenes, bajo la supervisión de un anciano de congregación,
organizaron un picnic en las colinas. Todos recostados sobre sus mantas en el
pasto, bebían café y otros bebían cerveza, observaban las nubes y disfrutaban
del atardecer, Randy con la barriga muy apretada, miró a Paula, y respirando
profundo pensó “esto lo hago por la familia que quiero formar”, se levantó y
acercó a la hermosa joven de piel blanca y cabellos castaño rojizos.
— Hola— saludó él.
— Hola— respondió ella.
— Es un lindo atardecer— dijo Randy.
— Sí… lo es— concordó Paula.
— Quiero ir a caminar un rato ¿quieres venir?— le preguntó con tono
amable Randy.
— Eh… bueno vamos— se animó Paula.
Mientras caminaban por la campiña verde cubierta de hojas secas, porque
se acercaba el otoño.
— ¡Te reto a una carrera, alcánzame!— desafió Paula.
— Oye no— dijo Randy y salió tras ella, al final, los dos se recostaron
cansados sobre la verde pradera y Randy giró sobre Paula y la acorraló.
— Volé y travesé los mares solo por tu amor y por nada del mundo te
dejaré ir otra vez, y ahora por favor prométeme que nunca más me
abandonarás Paula— expresó Randy agotado y triunfante.
— No, no lo volveré a hacer, lo prometo ja ja ja— dijo Paula exhalando y
se abrazaron.
FIN
Conclusión del autor.
Bueno así terminó la historia de mis “hijos literarios”, “Los Mariages de la
Justicia”, título que les sienta mejor que “Hediondos a Justicia”. Los chicos
me pidieron ser completamente libres y libertad es lo que les di. Sin embargo,
el mundo del entretenimiento continúa siendo un lugar peligroso, todavía
quedan soñadores inocentes que están desamparados y tengo que hacer algo
por ellos…
Me veo en la obligación de buscar a otros héroes ¿por qué de esta intensa
necesidad? Bueno, la idea de los superhéroes nació a partir de la segunda
guerra mundial, pero la mayoría, sino todos, son estadounidenses y pelean
contra amenazas falsas y lidian con problemas de fantasía, porque
sencillamente no nos representan a todos en realidad. Por eso le regalaré al
mundo un grupo de héroes que representen personas reales, con virtudes y
defectos, con ideales y sueños, los cuales reflejen mis principios y no la
degradación moral e intelectual de los guionistas actuales, que abandonaron la
imaginación y la dignidad genuinas de sus lectores, por el vano y afanado
interés en sus bolsillos.
Y es así como yo, Randy Ravest traeré a nuestro mundo a “El Tribunal de
los mártires”, condenando a la maldad a la destrucción y cumpliendo el sueño
frustrado de muchos, porque en el fondo reconozco que soy un soñador
frustrado comprometido a no renunciar jamás a sus sueños.
Randy Ravest: el soñador que se rebeló contra este mundo.


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