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Viaje al Genocidio de Jujuy

La ubicación geográfica de la actual provincia de Jujuy es vital para entender la avanzada de la conquista y la penetración de la
destrucción española en Argentina.
Los ejércitos españoles desde la época de la conquista destruyeron esta región robando, matando y esclavizando a sus habitantes.
Toda la región se hallaba enteramente poblada: había más pueblos en la antigüedad que los que hay hoy y hasta su densidad de
población era mayor que la actual en muchos sitios; la causa de ese despoblamiento ha sido la conquista española con la
destrucción de esos pueblos.
El nombre de Jujuy deriva del de XUXUI; los españoles robando las tierras de los habitantes fundaron la ciudad de Nieva en 1561
y San Franciso de Alava en 1.575, quedando fundada la actual capital el 19 de Abril de 1.593 con el nombre de San Salvador de
Velazco por el criminal español Francisco de Argañaraz; como punto central para el robo y desmantelamiento de las inmensas
riquezas de toda la franja de los Andes, haciendo un corredor de robo, saqueo y tráfico esclavo por toda América.
La región con todo tipo de climas y biomas: como puna, montañas, valles, quebradas, salares, selva: fue habitada unos 10.000
años antes del presente por grupos que se desplazaban del norte con admirables grados de avance cultural.
La arqueología ha encontrado material lítico de gran antigüedad como en la Sierra de Aguilar de 12.000 años de antigüedad;
cerca de San Antonio de los Cobres (Salta); en Yavi, Salinas Grandes, etc. También se destacan vasos trípodes encontrados en
Pozuelos por el afamado arqueólogo Alberto Rex González.
La Quebrada de Humahuaca es una de las zonas más ricas en yacimientos, testimonio de la cantidad de población que la ocupaba
y testigo de las matanzas con las que Europa regó de sangre este suelo. Los restos cerámicos son abundantes y hoy se siguen
descubriendo importantes yacimientos de esqueletos con ajuar funerario y ricas prendas de oro. Las crónicas españolas hablan
de mucha gente aguerrida que vivía en toda la Quebrada de Humahuaca y que oponían una lucha feroz a su paso; hoy los testigos
de esas poblaciones son las ruinas y los numerosos objetos hallados.
Estos pobladores resistieron el avance español hasta bien transcurrido el siglo XVIII. Los grupos eran numerosos se calcula unas
500.000 personas (para todo el Noroeste de Argentina) divididas en 4 grupos principales y varias facciones más: como los
Atacamas, Omaguacas, Ocloyas, Jujuies y Araqueños; algunas parcialidades eran los Tilcaras, Purmamarcas, Ocloyas, Tiliar, etc;
sus lugares de vivienda eran casi todas las regiones del actual Jujuy como Cochinoca, Casabindo, Uquía, Volcán, Yala, El Pongo,
etc. Muchas de estas parcialidades estaban influenciadas por la gran cultura madre de Tiahuanaco (Bolivia).
Por desgracia casi todos los libros de enseñanza oficial de educación nos hablan de “audaces españoles” “barbados aventureros”
“añadir nuevas Tierras a la magnífica corona española”, etc; todas frases usadas como eufemismos para justificar a criminales,
esclavistas y ladrones: la verdad es que luego que España destruyó Perú, robó sus tierras y esclavizó a sus habitantes, siguió su
empresa de exterminio y destrucción hacia el Sur.
En 1535 el asesino español Diego de Almagro autor de diversos crímenes partió de Cuzco hacia Chile con numeroso ejército y
avanzó por el camino construido por los propios Incas. Cuenta el padre Lozano que cinco soldados se dividieron y fueron
muertos tres de ellos por los habitantes del actual Casabindo, en la puna jujeña. Los españoles que se salvaron dieron aviso al
resto del ejército y Almagro encomendó al capitán Salcedo que con 60 jinetes hiciera el escarmiento; los Casabindos se
fortificaron en un pucará y fueron vencidos luego de repeler la agresión de la columna española de Chaves y Salcedo.
Casi todas las matanzas se ordenaban desde Perú: el gobernante de Perú Vaca de Castro ordenó a los españoles Diego de Rojas,
Félipe Gutierrez y Nicolás de Heredia para asolar los territorios de entre Chile y el río de la Plata. Rojas fue asesinando a la gente
de Chuquisaca (hoy Bolivia) y los pueblos de Cotagaitas y Casabindos luego atravesó la puna jujeña y entró en la zona de guerra
de los Andes; luchó y asesinó a Pulares, Humahuacas y Jujuies. Luego siguió hacia Chicoana; la gente se defendía desde las
montañas arrojando todo tipo de elementos, rocas y flechas los esperaban cuando cruzaban los ríos para hacerles emboscadas.
Desde allí el ejército español siguió matando a los habitantes de Tucumán y Santiago del Estero, donde Rojas fue herido de un
flechazo y murió en 1.544. Lo reemplazó el español Francisco de Mendoza, que asesinó a Diaguitas y Juríes. Siguió hasta el
Fuerte Gaboto, en Buenos Aires, donde fue asesinado y ocupó su lugar Nicolás de Heredia.
El ejército volvió al norte, robando y asolando a los habitantes de Tucumán. En Omaguaca (hoy Humahuaca) luchó contra sus
habitantes en lo conocidos pucarás y venciéndolos, se apoderó de sus bienes y tomó prisioneros; luego la expedición pasó a
Bolivia donde se dispersó.
Desde Perú se seguía proyectando el robo de bienes y tierras del sur a los habitantes del Noroeste argentino: el funcionario
español La Gasca encomendaba ejércitos para asesinar a los Chiriguanos en 1549. Se nombró al capitán Ardiles, conocido asesino
español de los pobladores de Tucumán, Bolivia y otras regiones: tuvo la orden de asesinar a la gente de Humahuaca y liberó
varios combates, asesinado a muchos de sus pobladores y robando sus tierras y pertenencias: a esta columna se unió la del
español Nuñez de Prado que perdió a 40 hombres asesinados por los Humahuaqueños.
Otro criminal, autor de diversos crímenes, asesinatos y torturas fue el español Francisco de Aguirre, fundador de la ciudad del
Barco II. Este conquistador asesinó a gente en Tucumán y Chile. Tomó preso al cacique Juan Calchaquí y su gente: luego
atormento a los Juries, en 1.553.
Por tantos desmanes y crueldades fue reemplazado por otro español Juan Pérez de Zurita, que por desgracia tiene calles con su
nombre en algunas provincias del Noroeste. Fue responsable de la destrucción y asesinato de los Juries y Diaguitas. Los libros de
historia usan eufemismos de este asesino como “valeroso capitán”, ”gobernante considerado”, claro que esas palabras están
redactadas con favoritismo a la conquista. Fue el responsable además del robo a los calchaquíes y diaguitas de sus tierras, así
fundaría Londres (1558, hoy provincia de Catamarca) Córdoba en el valle Calchaquí (hoy Tucumán) y de Cañete en 1.560 (Hoy
provincia de Santiago del Estero). Hacia falta fundar una nueva ciudad para que España se asegurase el despojo total de las
riquezas mineras y de la mano de obra esclava, así con esa perversa idea de explotación humana se diseñaba la fundación de la
ciudad de Jujuy, pero no pudo progresar y fue el español Castañeda quien fundó la ciudad de Nieva, antecedente remoto de
Jujuy.
Para el trabajo en la ciudad los españoles esclavizaron a la gente de Casabindo, Salta, Jujuy y Humahuaca, eso fue en 1.561. La
ciudad quedó en manos de Pedro de Zárate, un esclavista español que se casó con una mujer que heredó de su marido personas
esclavas de Humahuaca. Mientras tanto la gente se rebelaba en todo el noroeste y destruían algunas ciudades que fueron
abandonados en 1562 y sus pobladores emigraron a Santiago del Estero.
Franciso de Aguirre hostilizó y asesino con su ejército a muchas personas, pero la lucha era muy dura para españoles y jujeños: le
costó mucho tiempo al ejército español someter además a los pueblos de Lules, Diaguitas y Calchaquíes; allí intervino otro
responsable de la destrucción de las poblaciones del Noroeste: el español Martín de Almendras: con 47 soldados mató a varias
personas en la Quebrada de Humahuaca, donde halló él también la muerte.
Otro asesino, esclavista y torturador fue el Virrey Toledo, que también tiene estatuas en su honor como en la ciudad de Salta.
Encomendó a Hernando de Lerma (1.582) la fundación de la ciudad de Salta. Lerma era un soldado cruel, codicioso y con fama
de torturar y asesinar personas en Tucumán, Santiago del Estero y Jujuy.
En Salta robando tierras fundó el Convento de San Francisco, La iglesia Mayor, la cárcel y un fuerte para luchar contra los
primeros salteños. Realizó una cacería de personas a las regiones jujeñas de Cochinocas y Casabindos, donde asesinó personas y
tomó muchos esclavos. La gente atacaba desde lo alto de las fortalezas con flechas y piedras, hasta que el capitán Tejeda pudo
vencerlos.
Otro responsable de la desaparición física y el robo de las tierras y riquezas de los primeros jujeños fue Juan Ramírez de Velasco,
que por desgracia tiene una calle que lleva su nombre en la actual ciudad de Jujuy y fue además gobernador de Tucumán.
Lamentablemente en los libros de Historia se destaca con detalles que creció por ejemplo el comercio de ganado, las órdenes del
trabajo de los pobres y otras medidas; pero poco y nada se dice sobre sus crímenes, torturas y asesinatos y así de todos los
conquistadores. Fue el encargado de reforzar la ciudad de Salta con más gente para luchar contra la gente oriunda. Instigador de
las matanzas de los habitantes de Humahuaca designando para su masacre a Hernán Mejía Miraval, quien apresó y asesinó
algunos caciques. También mandó a Miguel García Rojas para matar a la gente que vivía en el Valle de Jujuy y en el río Ciancas.
Apoyó y mantuvo a los habitantes de Jujuy bajo la esclavitud. Luego en 1.588 inició el exterminio contra los Calchaquíes de
Tucumán y a los Chiriguanos del Chaco- Gualamba (vea el lector los siglos que se extendió la campaña de aniquilación, no fue
hace 500 años como dicen los manuales de historia malintencionados).
En 1.591 atacó a los Diaguitas en Catamarca y fundó la ciudad de La Rioja. En 1.593 envío 60 hombres a fundar una ciudad que
no se concretó. Finalmente le encargó a Francisco de Argañaras la fundación de la ciudad de Jujuy, el anterior intento la ciudad
de San Francisco de Alava, fue destruida por los jujeños en 1.575.
Argañaras también se encargó de atacar los pueblos y matarlo: repartió las tierras robadas a sus pobladores en solares en el lugar
hoy llamado Alto Quintana reservándose su tierra. En 1.594 se repartían más tierras, recibiéndolas hasta los mismos clérigos.
Argañaras fue el responsable de cautivar al señor de Purmamarca: Viltipoco que se hallaba con 60 guerreros, sacarlos de su tierra
y robarles sus pertenencias. El esclavista de sus habitantes fue el español Bartolomé Quintana.
El cacique Viltipoco había unido a Lules, Diaguitas, Churumatas, Chichas y Omaguacas contra los españoles. La gente fue llevada
a cárceles y además atormentados.
Todos los habitantes de Jujuy fueron esclavizados por los españoles, varios ejemplos son: Después de la expedición de Diego de
Rojas, Francisco Pizarro le dio Omaguacas esclavos al Capitán Martín Monge que vino con el cuarto viaje de Colón; los
Cochinocas eran esclavizados en las minas que tenían los españoles y obedecían al cacique Tabarca. Una vez más los libros de
Historia hablan de “progreso” a pesar de las condiciones inhumanas y bestiales de esclavitud.
Ya en 1598 la ciudad de Jujuy era muy chica y estaba asediada por los Chiriguanos desde los llanos del Pongo y las serranías de
Zapla.
A comienzos del año 1.600 los españoles esclavizaron a los Cochinocas y Casabindos bajo el mando del esclavista español Pedro
Zamora, antes los había esclavizado el español Cristóbal de Sanabria.
El pueblo de los Ocloyas fue esclavizado por orden del fundador de Salta Hernando de Lerma que se los dio al español Pedro
Cabello.
En el año 1.600 los jesuitas ya habían robado sus tierras y fundaron el pueblo de San Francisco de Ocloyas.
En 1623 el español Martín de Ledesma Valderrama realizó un escarmiento con matanzas incluidas y entregó gente bajo
esclavitud.
Una encomienda entregaba bajo esclavitud a los pueblos de Qusipira con el cacique Caqui Lamas, el pueblo de Toctoca y
Acaylaso con el cacique Catat Tolaue, el pueblo de Ocayacxu con el cacique Lamas Caque y el de Estoybalo con el cacique
Jarabor, el pueblo de Sopra con el cacique Guarconte, mas los Omaguacas con el cacique Socoar . Los Churumatas estaban bajo
esclavitud en el Valle de Perico, muy cerca de la actual ciudad de Jujuy: el esclavista era el español Juan Rodriguez Salazar; pero
los jujeños se rebelaron con su cacique Laisa en 1.594 y fueron derrotados y se unieron a los chiriguanes para atacar Jujuy.
Argañaras los persiguió y mató a muchos de ellos; atacó a los Casabindos, a los pobladores de Cangrejillos, Yavi y Cochinoca.
Destruyó a los Tilcaras (1.593) y los esclavizó. Ya bajo dominio español siguió señoreando el cacique Diego Chapur (1.635);
además se destruyó el espíritu guerrero que fue reemplazado por la imposición católica con los primeros curas Gaspar de Monroy
y Pedro de Añasco que evangelizaron a los Omaguacas.
El español Juan Ochoa de Zárate, hijo del capitán Pedro de Zárate, heredó a los esclavos de Ocloyas que tenía bajo esclavitud su
padre además de los Omaguacas que sumaban miles de personas y habitaban toda la Quebrada de Humahuaca, Iruya, Valle
Grande, Tilcara, Tumbaya y alrededores, el cacique de los Omaguacas era Quipildora. La matanza de los pobladores de la zona
conocida como “yungas jujeñas” se inició en 1.625 con la fundación de Santiago de Guadalcázar y el Fuerte Ledesma.
Los Paypayas eran miembros de los Ocloyas, vivían en Nacas: Valle de Ocloyas y su jefe era llamado Paypay; el esclavista de este
pueblo era el español Gonzalo de Tapia (1588).
Parte de su pueblo huyó y se mezcló con los Mataguayos y Tobas, otra parte se asentó en la serranía de Zapla, donde fueron
esclavizados nuevamente por Tapia que fundó el pueblo de San Francisco de Paypaya (1.615).
El pueblo fue atacado por Tobas y Chiriguanes y se abandonó: los esclavizados fueron trasladados al actual pueblo de Palpalá. Se
hallan testimonios como el presentado por los propios Paypayas: “Decimos que estando sitiados en las cabeceras del río Nacas…
siendo nuestro antiguo natural y origen fuimos sacados por nuestro primer encomendero… y bajados y sitiados en los llanos”.
Otro asesino de los pueblos originarios fue Martín de Ledesma y Valderrama que asesinó a los Ocloyas en 1.623 y encabezó una
expedición militar al Chaco Gualamba en 1.625, esta región eran los alrededores de Jujuy, toda la selva y llanos que la rodeaban
hasta la zona del río Bermejo y Pilcomayo. Fundó la ciudad de Santiago de Guadalcazar y se establecieron más de 40 campos de
concentración alrededor del Chaco para destruir el espíritu americano. Atacó y asesinó en varias ocasiones a los Churumatas y
fundó un fuerte.
El cura Juan Lozano fue uno de los encargados de destruir la religión propia de la gente y todo su rico bagaje cultural. La ciudad
fue atacada por los Churumatas y debió ser despoblada en 1.632. Todo el progreso era gracias a la mano de obra barata y esclava
de los pueblos sometidos que lograban enriquecer a los españoles.
Muchos curas lo denunciaban: el Obispo Trejo y Sanabria, Diego de Torres, Francisco de Victoria en 1.586 decía que eran
tratados peor que esclavos en contravención con el espíritu cristiano. La Audiencia de Charcas designa como visitador a
Francisco de Alfaro para mitigar tal rudeza de trato, para ello escribió la Ordenanza Alfaro. Pero la realidad es que a lo que
apuntaba esa ordenanza era a que los españoles no se quedarán sin mano de obra esclava. Este cura estuvo en Jujuy en 1.610, sus
Ordenanzas pedían respetar la Dignidad Humana, rescatar a sus habitantes de la degradación a la que habían sido reducidos
como objetos.
Los Cabildos fueron los primeros que se rebelaron y la realidad es que esas Ordenanzas no se cumplían y el trato era peor que
antes, se tildaba a los esclavos jujeños de “holgazanas, incapaces, etc” y que las medidas traerían la ruina económica de las
ciudades. Se reguló que trabajaran de Mayo a fines Diciembre por sólo un real diario de plata y la comida, sin duda este
antecedente es el nacimiento de la diferencia salarial hasta hoy.
Decía el Obispo Julián de Cortázar: “trabajan más que los Israelitas de Egipto y andan desnudos y mueren de hambre”. Los
jesuitas con los curas Gaspar Osorio y Antonio Ripario en 1.638, querían lograr la conquista con menos pérdidas materiales y
como decía el Obispo de Tucumán “ mandar predicadores evangélicos a dicha provincia, para experimentar si sin ruido de armas
se podría conseguir la conversión de aquellas gentes”, ésta práctica aún hoy es usada para adoctrinar a la gente. Así se adoctrinó
a los Ocloyas, pero dichos curas fueron asesinados por los antiguos jujeños.
Otro cura Pedro Ortiz de Zárate, pedía al Gobernador Mendoza y Mate de Luna 30 soldados e “indios” amigos para entrar en el
Valle de Zenta; luego de llegar a ese Valle tuvo contacto con los Ojotáes y los curas empezaron a evangelizarlos y edificaron una
capilla.
Los Tobas, Mocovíes y Mataguayos no querían saber nada de la evangelización y atacaron a los clérigos matándolos a todos y a
toda su compañía, incluidos los curas Ortiz de Zárate y Solinas. Para los libros de historia escritos desde el lado del conquistador
y con identidad europea habla de “mártires jujeños” y no de invasores blancos, como en realidad lo eran todos los conquistadores
y curas misioneros.
En 1.644 el Fuerte del Pongo, paraba el avance de los Chiriguanos que atacaban la ciudad de Jujuy, pero la situación era muy
grave y la gente blanca se trasladó a Jujuy, allí intervino el español Diego Iníguez de Chavarrí; los gente atacaba las haciendas del
esclavista Pedro Aguirre de Lavayen que ideó para parar el ataque la defensa conocida como “trinchera”.
En 1.690 se construyó el Fuerte del Pongo. En 1.698 Tobas y Mocovíes asaltaron el Fuerte y robaron y mataron a sus pobladores
y también en las regiones de Perico, pero lo hacían para repeler al invasor y luchar por su Independencia.
Mientras tanto había disputas por la tenencia de los esclavos Tumbayas y Purmamarcas entre los españoles Bartolomé Miguel
Quintana y Antonio Nuñez. El español Alonso del Tovar se benefició con el reparto de los Yalas y la esclavitud de esas personas
las pasó a tener Pedro Aguirre de Lavayen.
El Cabildo de Jujuy organizó seis expediciones para aniquilar a los que resistían hacia el interior del Chaco; la gente se escondía
en los montes y las campañas de escarmiento no tenían buenos resultados, flotaba la idea de exterminarlos como a los
Calchaquíes y así lo pensaba el Gobernador de Tucumán Zamudio.
En 1699 se abandonó el fuerte y la población blanca se fue a vivir a San Salvador.
En 1701 otro ataque contra los españoles destruyó el pueblo de Ocloyas.
En 1702 otro ataque al Fuerte llegó a las puertas de la ciudad de Jujuy. El Cabildo costeó una campaña de mayor presupuesto
militar y hasta los vecinos blancos vendieron sus pertenencias para aniquilar a los jujeños.
Entre 1703 y 1706 los ataques disminuyeron y el general Antonio Marques de la Tijera edificó un nuevo fuerte en su hacienda del
Pongo, estas guerras duraron sesenta años, nuevamente los Libros de Historia dicen que “Jujuy daba un paso firme en su
progreso y nuevas tierras de labranza”, pero lo que evita decir es un análisis crítico de que ese progreso fue a costa de los
asesinatos, robos de las etnias originarias, además de su trabajo esclavo. En el censo de 1719 sólo se registraron con vida ocho
Yalas.
En 1762 otro español José Antonio de Goyechea figuraba como tenedor de las tierras robadas a los habitantes de Yala y León. Los
jesuitas fueron expulsados recién en 1.767 (vea el lector que durante todos estos siglos la zona estaba en poder de España y las
matanzas y robos se extendieron por más de trescientos años).
Un censo realizado en Jujuy en 1.778 daba como población: españoles y criollos el 5% de la población, jujeños nativos 82% (la
mayoría de la población), negros libres, mulatos y negros esclavos 13%. Ese mismo año, se inauguraba el campo de concentración
de Nuestra Señora de las Angustias del Zenta, en el Valle del mismo nombre. Las campañas de matanzas hacia los jujeños siguió
hasta avanzado el siglo XVIII y sigue en la actualidad bajo otras opresiones como la minería, el desalojo de tierras que
ancestralmente ocupan, el trabajo esclavo, denominar a la gente indio o indígena, la discriminación, etc.

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