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Jason de León: el hispano que recolectó 9,000 objetos

abandonados por los migrantes en la frontera


Por Martín Echenique
Oct 11 2017

Foto:​ Jason De León fue uno de los 


elegidos para recibir una beca de más de 
600,000 dólares para continuar con sus 
proyectos a lo largo de la frontera con 
México. 
 
Desde 2009 Jason de León, 
antropólogo y profesor de la 
Universidad de Michigan en Ann 
Arbor, viaja todos los años al 
desierto de Sonora, en Arizona. Ahí 
recolecta artefactos abandonados 
por los migrantes en su camino a Estados Unidos: mochilas, bolsos, tejidos, vírgenes, zapatos, 
biberones, biblias, bidones de agua, camisetas con estampados de la Estatua de la Libertad. Así 
fue como estos objetos se transformaron en testigos de un fenómeno que cobra la vida de 
cientos de inmigrantes, los que cada año mueren tras viajar, por hasta casi diez días, sin agua, 
comida y refugio. 
 
A partir de esta idea, De León fundó Undocumented Migration Project, un proyecto de origen 
antropológico que –entre otros méritos– le acaba de valer una de las prestigiosas becas 
otorgadas por la Fundación MacArthur. Todos los años, la organización otorga entre 20 y 35 
becas de 625,000 dólares cada una para “invertir en la originalidad, visión y potencial de una 
persona”. 
Foto:​ n grupo de 
investigadores y 
alumnos realizando 
trabajo de campo junto 
a De León, en el 
desierto de Sonora, en 
Arizona. (Michael 
Wells) 
 
Hoy, el 
Undocumented 
Migration Project 
tiene más de 9,000 
artefactos recolectados, algunos de ellos en exhibición en el Museo de Historia 
Estadounidense, en Washington DC. Sin embargo, la exhibición más famosa del proyecto fue 
State of Exception (Estado de Excepción), montada en The New School, en Nueva York, entre 
febrero y abril de este año. En ella se expusieron más de 900 mochilas, botellas de agua y 
artefactos recolectados por él y su equipo en Sonora, Arizona. El fondo recibido le permitirá 
continuar esta investigación y posiblemente crear un recinto en Arivaca, cerca de la frontera en 
Arizona, donde trabajar y recopilar los objetos. 
 
“El punto de todo esto es que cada mochila representa una persona. Una historia. Una historia 
complicada. Una historia larga. Y tenemos que pensar en ellos primero. Los artefactos, por un 
lado, son la manera para llegar a la gente, no el fin en sí mismo”, dijo De León a CityLab Latino. 

Foto:​ La muestra State of Exception/Estado de Excepción se realizó entre febrero y abril de 2017 en la Escuela 
de Diseño de Parsons. Más de 900 mochilas rescatadas del desierto fueron expuestas al público.  
 
¿Qué te inspiró a crear el Undocumented Migration Project? ¿Por qué este foco en la 
muerte y en el valor de los objetos? 
Antes de iniciar el proyecto en 2009, yo estaba trabajando en México como arqueólogo. 
Durante ese tiempo conocí mucha gente, muchos de ellos migrantes. Ellos se manejaban en el 
desierto, cruzando la frontera y, bueno, después de tantos años hablando con ellos, tratando 
de entender sus experiencias, decidí tomar otra dirección y enfocarme en el proceso social de 
las migraciones. Conocerlos me afectó mucho. Así fue como empecé esto, cuando fui por 
primera vez al desierto con la idea de usar los métodos de arqueología para entender ese 
proceso y conectarla con otros métodos de antropología como la etnografía y la ciencia 
forense. El tema de la muerte es muy fuerte en este contexto. Es una cosa que no puedes 
evitar. La muerte está por todos lados en ese proceso. 
 
 
¿Qué significan los artefactos para ti? 
Los artefactos son cosas muy importantes para entender cómo es la vida de los migrantes, 
cómo se sufre en el desierto. Estos objetos son parte de la historia de los Estados Unidos, son la 
evidencia material de que este proceso está pasando, de que hay mucha gente sufriendo. La 
arqueología es muchas veces para mí un método para documentar ese proceso. 
 
¿Me puedes dar algún ejemplo de esos artefactos u objetos que hablan de esa historia en 
común entre Estados Unidos y México? 
Tenemos más de 9,000 piezas. Hay mucha variedad: botellas de agua, zapatos, ropa, cosas de 
niños, biblias, cartas, tarjetas de identificación. Hay algunos que te afectan un montón, 
emocionalmente hablando, como las botellas de los bebés o los zapatos de los niños. Para mí, 
estas cosas tienen más fuerza cuando estamos hablando de las historias de una persona. Los 
estadounidenses tienen que entender que millones de personas están, hoy, pasando por ese 
proceso. Por ejemplo, en 2009 encontramos una playera que tenía una Estatua de la Libertad 
gigante en la parte de la espalda. Esas son para mí las poderosas marcas del sueño americano. 
 
¿Cuáles crees que han sido los mayores éxitos del proyecto? 
Uno de los mayores logros fue que el Smithsonian Archives Institute y el Museo de Historia 
Estadounidense quisiera exhibir los artefactos. Eso es un reconocimiento a que lo que hacemos 
es muy importante, que estos artefactos son una pieza de nuestra historia, que aquí no 
estamos hablando sobre números, sobre estadísticas, sino que estamos hablando sobre 
personas, sobre familias, sobre inmigrantes que tienen historias y nombres. Y en esos 
momentos es cuando tenemos que comenzar a tener esos tipos de conversaciones con el 
público afuera de la academia. 
 
¿Y los mayores desafíos? 
Uno de los desafíos más grandes es que a la gente, en general, le interesan solo los objetos. 
Pero yo no quiero hablar sobre los objetos de los migrantes solamente; yo quiero hablar sobre 
las personas. Por eso es importante mostrar al público que la arqueología es un vehículo para 
empezar otro tipo de conversación sobre migración. Por ejemplo, en la exhibición de Nueva 
York, donde había casi 900 mochilas de inmigrantes, la gente decía que le afectaba mucho, que 
se sentían tristes. Pero, la mayoría de las veces hablaban solo sobre las mochilas y no sobre esas 
personas. 
 
¿Dónde te gustaría ver al proyecto en el futuro? 
Estamos trabajando en el desierto usando ciencia forense para encontrar restos de migrantes 
fallecidos en Arizona e identificarlos. Los recursos de esta beca van a ayudar a hacer otra 
exhibición más, en septiembre de 2018, sobre las experiencias de los migrantes no sólo en 
Sonora, sino que también en Centroamérica y México. Siempre hay lugares donde podemos 
hacer más y con esta beca vamos a hacer un montón de cosas. Estoy muy, muy emocionado por 
eso. 
 
¿Por qué es relevante que latinos como tú ganen este tipo de premios? 
En este momento, la persona que está en la Casa Blanca no quiere entender la realidad de la 
migración. Por eso, lo que queríamos hacer es mostrarle al público cuál es esa realidad, la 
realidad de la frontera. Estamos tratando de usar un montón de métodos para hablar con un 
público grande y amplio y creo que me ayuda mucho el hecho de que soy latino. Porque tengo 
familia migrante, porque muchos de ellos cruzaron, porque tengo familia indocumentada. 
Tengo una conexión muy fuerte con ese tema, además de mis estudios. Yo creo que esa 
conexión personalmente influye mucho en el tipo de trabajo que estamos haciendo. Una parte 
es ciencia. La otra es estudio. Y la otra, pues, las emociones. La idea es intentar poner en 
práctica un proyecto que tenga las tres cosas. 

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