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La contingencia de las normas y la solución de las

controversias
Contingencia de las normas y crisis de la idea de justicia
Las consideraciones que pretendo desarrollar de allí se
desprende que el juicio práctico no puede ser deducido
analíticamente de un juicio ontológico, sino que requiere
necesariamente para ser formulado integraciones de
experiencia. La tesis puede ser expresada de la siguiente
manera: el juicio teórico sigue, mientras el juicio práctico
precede el propio objeto. Esta tesis, naturalmente, no
conduce al irracionalismo ético.
Conocida la tesis Niklas Luhmann que posee un valor
claramente sociológico
En Luhmann esta tesis depende y enlaza con su
convicción fundamental según la cual todo el mundo social
es absolutamente contingente y no existe teoría alguna que
pueda describirlo. Toda teoría según Luhmann se parece más
a un laberinto que a una autopista con una salida prefijada.
La radical contingencia de lo jurídico.
Como repensar la contingencia de las normas
No hay duda de que la erosión del carácter normativo
de la idea de justicia como concepto de perfección depende
en gran parte de la intensificación de las dinámicas de la
modernidad, como dinámicas típicas de sociedades de
altísima complejidad, necesitadas de la centralización del
poder normativo y jurisdiccional.
La justicia sea hecha no en las formas de la repetición,
sino en aquellas de la creación de experiencia. En la
contingencia de modernidad revela uno de sus rasgos más
característicos: el de la franca asunción de la proyectualidad
como propio horizonte global.
Como resolver las controversias
La objetividad es, pues, un postulado; la contingencia es
un paradigma. ¿Cómo armonizar estas dos dimensiones
aparentemente contradictorias? Para algunos, la única vía
practicable es la de procurar la reintegración del juicio moral
es decir, la objetividad en el juicio legal y la contingencia.
Pero también, paradójicamente, la personalidad de
quien ha realizado el daño, que a través de la sentencia del
juez se ve, condenado, pero también objetivamente con el
propio adversario y “salvado”, por así decir, de su venganza.
La defensa del principio de personalidad como función
del juez se ha estructurado históricamente, como bien
sabemos, en las formas más variadas, que no siempre han
mantenido una intrínseca coherencia. En el siglo XX, desde
que comenzó la gran elaboración doctrinal del sistema de los
derechos humanos, ella tiende, sin embargo, a asumir una
forma absolutamente particular y de grandísimo relieve para
el jurista. Sobre este punto es necesario detenerse
brevemente. El problema del fondo relativo a los derechos
del hombre.

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