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Einstein decía que era ”más fácil desintegrar un átomo que un

prejuicio” El hecho de generar una etiqueta supone encasillar a


una persona sin deliberación. Es la manera más cómoda de
promover socialmente un prejuicio.

Ciertamente, la etiqueta es un adjetivo calificativo o


descalificativo de acuerdo a la intención de su “diseñador”. Ello
supone un tremendo ahorro intelectual, porque en ese ejercicio se
toman atajos para la clasificación del individuo. No se etiqueta
para conocer, sino para caracterizar, y generalmente termina en un
vulgar estereotipo.

También hay quien se autoimponga su etiqueta. Es el que en su


vida diaria justifica sus acciones en función de su trastorno.
Generalmente, se autodefinen “aspiracionalmente”. De ahí los
consabidos patriotas, revolucionarios y demás próceres
reformistas que pululan por ahí, esgrimiendo posturas, actitudes y
perspectivas cónsonas con los “diseños” de sus etiquetas.

Desde un punto de vista de mayor gravedad, las etiquetas han sido


utilizadas históricamente para influir en la opinión colectiva sobre
específicos sectores de la sociedad. En la Alemania nazi, los
judíos fueron “descalificados”, etiquetando como veneno social
su religión, su emprendimiento económico y sus posturas
ideológicas. La fuerza arrolladora de las estrategias mediáticas
nazis, no solo logró la “venta” del odio racial más militante de la
historia moderna, sino que, como efecto Pigmalión, influyó
incluso en la propia percepción y rendimiento de los judíos ante
los planes de exterminio.
Por eso hay que estar pendientes a esas tendencias
“etiquetadoras”. No somos mercancía marcada de fábrica. Somos
seres humanos, complejos, multidimensionales, intelectualmente
esponjosos.

Ese desgraciado defecto de etiquetar, es una manía, precisamente,


de todos los etiquetados. Los de izquierda, los de derechas, los del
centro, los hetero, los homo o lésbicos, los ateos y los creyentes, y
todo el espectro del etcétera humano. Padecemos todos de lo
mismo.

Acaso sea esa la raíz de todos los problemas de convivencia que


nos oprime la posibilidad de ser justos y felices.
Todos tenemos etiquetas… ¿Cuáles son las tuyas?

Piensa en alguna ahora mismo y pregúntate:

¿Esa etiqueta me la puse yo mismo o me la pusieron otros?

¿Estoy utilizando esa etiqueta como excusa para evitar


enfrentar una situación que atemoriza?

¿Estoy haciendo algo para sacarme esa etiqueta?

Cuando tengas las respuestas a estas preguntas te darás cuenta que


utilizaste este método de etiquetación durante años y que inclusive tu
mismo has etiquetado personas.

La sociedad nos vende una idea equivocada con respecto a nuestras


capacidades. Si tu nivel de CI (Coeficiente intelectual) no es alto,
entonces no llegarás tan lejos que las personas que tiene un CI
elevado, eso me dijeron siempre. Conozco muchos genios que a pesar
de su sorprendete capacidad intelectual quedaron estancados en la
vida porque no tuvieron la actitud correcta.

Es más importante tu actitud y la voluntad con la que hagas las


cosas que tu nivel intelectual o tu capacidad para hacer una
determinada actividad.

Tu puedes tener aptitudes magníficas para pintar en oleo y tal vez yo


no, quizás a mi me cueste más, pero la diferencia entre tu y yo es que
yo tengo la actitud correcta, yo tengo la voluntad para mejorar.

¿Qué es lo más probable que suceda?

¿Quién te parece que llegará más lejos?

A veces también decimos “Yo no soy bueno para tal cosa” “Esto no es
lo mió” pero en realidad no es que no eres bueno, suele ocurrir
que simplemente es algo que no te gusta y decides utilizar la auto
etiquetación para que no te obliguen a hacer algo que no te gusta.

Hacer esto es destructivo para ti, porque no es que realmente no seas


bueno para hacer eso, pero repetirte que no eres bueno te creerá
una creencia limitante, piensa en que solo es algo que no te gusta,
que no te interesa, pero que fácilmente podrías hacerlo si te lo
propusieras.

La próxima vez que estés por etiquetarte para evitar hacer algo que no
te gusta detente! Y sé mas asertivo para comunicar que no vas a hacer
eso porque decidiste no invertir tu tiempo en hacer algo que no gusta,
esta respuesta es mucho más acertada y dañará menos tu psiquis.

¿Qué sueños dejaste de lado por creer que no eras bueno para
hacer algo?

Piénsalo, como el caso que relaté anteriormente de la mujer de 63


años, su potencial era enorme, pero sus etiquetas eran tan poderosas
que jamás sabrá si sería capaz de llegar a su objetivo o no.

Observa dentro de ti cuales fueron esos sueños que quedaron


sepultados y toma ya mismo otra decisión, nunca es tarde para hacer
lo que siempre quisiste para tu vida.
CONCEPTO DE
ETIQUETA

¿Qué es Etiqueta? Etiqueta social

El concepto de etiqueta también es usado para referirse a aquellas normas


que debemos respetar en ciertos lugares, el ceremonial de usos,
costumbres y estilos. La etiqueta social deja en claro cómo hay que
comportarse, vestirse, presentarse y otros ante una situación.

Por ejemplo, en una comida formal expresa cómo hay que utilizar los
cubiertos, las copas, que hay que comer con la boca cerrada, tomando
pequeños bocados de comida, etcétera. También determina qué es correcto
vestir en determinadas ocasiones, por ejemplo para los eventos formales los
hombres deben vestir traje y las mujeres vestidos largos.

La etiqueta para prejuzgar

Cuando hablamos de etiquetar a alguien se trata de hacer un juicio de


valor sobre esa misma persona sin conocerla en profundidad, asumir que es
de tal o cual manera de acuerdo a como puede haber actuado. Este acto no
siempre debe ser negativo, aunque sí podría serlo. Inclusive es posible que las
personas, por su inseguridad o baja autoestima, se etiqueten a sí mismas para
sentir que pertenecen a un grupo.

En muchos países las etiquetas son comunes y responden a algo cultural.


Todos conocemos etiquetas preestablecidas. Por ejemplo, que las rubias o las
modelos no son muy inteligentes, que las personas que tienen sobrepeso solo
comen comida chatarra, que los latinos terminan presos por vender drogas o
cosas así.

Fuente: http://concepto.de/etiqueta/#ixzz5BbtocmWy
Qué es la identidad corporal?
Con base en los postulados de Grasso, diríamos que "la identidad es el conjunto de rasgos
propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás; la
conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. La identidad implica
y presupone, la presencia del "otro" y el estableciendo de un vínculo relacional de confrontación
que permita determinar las diferencias entre uno mismo y ese otro. El sentimiento de identidad
se refiere a esa certeza que normalmente tenemos de ser la misma persona a través del tiempo
y en diferentes circunstancias, a la certeza de continuidad y mismidad.
Esta mismidad y continuidad no son estáticas. Durante toda la vida, se siguen añadiendo ladrillos
al edificio de la experiencia de ser uno mismo. La obra nunca termina, se sigue remodelando,
reciclando y modernizando continuamente. No solo eso, sino que algunas de las unidades que
parecían sostener la identidad en una época de la vida pueden, con el tiempo, volverse
relativamente menos importantes. Así, el ser hijo de nuestros padres o alumno de una escuela
pasan a ser unidades conscientemente menos presentes que el desempeño de nuestra profesión
o el estar casados con alguien. El contrasentido de la identidad es que permanece, a la vez que
cambia."
La misma autora cita a Jean Marie Barbier, quien dice que "la identidad puede ser definida como
un estado y como un proceso". Como un estado cuando se reúnen los suficientes indicadores o
cualidades para calificar como tal, para establecerse o determinarse una noción específica.
Como proceso cuando se desarrolla como una construcción cambiante. En la práctica diaria se
produce una movilización del estado-identidad y una construcción del proceso-identidad. Los
afectos y las imágenes juegan un papel protagónico en la movilización y en la producción de
identidades. Un alumno califica con una identidad corporal de habilidad porque reúne
condiciones establecidas, o muestra competencias validadas por él mismo y por su sociedad,
que lo identifican como hábil. En la práctica se moviliza ese estado-identidad llamado habilidad,
y aparece la oportunidad de desarrollar el proceso de construcción y producción de habilidades.
Cuando un docente pretende que todos y cada uno de los estudiantes muestren un desempeño
homogéneo en la realización de determinadas actividades específicas, como correr, saltar, jalar,
resistir, flexionar o desplazarse, puede obtener como resultado una clasificación de personas,
según un criterio de mejor y peor habilidad, para entonces asignar unas
calificaciones aprobatorias o reprobatorias que promoverán frustraciones y desencantos en los
estudiantes. Algo innecesario si consideramos que el propósito más importante de una clase de
educación física, debería ser el desarrollo integral del cuerpo, teniendo como parámetro de
evolución las capacidades mejoradas de la propia persona, y no la competencia con los demás.
Que un estudiante se conozca a sí mismo en su corporalidad, le permitirá conocer sus alcances
y se integrará a las actividades propuestas por el docente con plena conciencia de lo que puede
esperar de sí mismo, haciendo posible un aprendizaje más significativo.

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